El Reportaje de Katherine.
En un estudio de televisión lleno de público
Katherine estaba presta para actuar. La muchacha se notaba nerviosa pero ese
era su mundo. Tras algún tiempo de dudas retornaba a lo que más le gustaba
hacer. Hacía poco volvió de ver a su hermano y al resto de los que vivían ahora
en Bios. Allí tuvo que hacer frente a algún que otro problema de índole muy
personal. Sin embargo logró que pasara desapercibido para sus primas y amigas.
Ahora se disponía a comenzar a cantar en cuando el presentador la anunció. La
música sonó, salió al escenario e interpretó una movida y entretenida canción a
la que ella dotaba de gran sensualidad…
Vamos a jugar un juego
Solo tú y yo
Tú nunca deberías ganar
Tan fácilmente
Tus ojos están en el premio
Soy digna de la espera
No necesitas saber el final
Por que querido.
La magia se queda cuando el mito permanece
Estoy bajo tu hechizo
No me liberes
No renuncies al juego
Trata de mantenerme entretenida
cariño
Solo tú y yo
Tú nunca deberías ganar
Tan fácilmente
Tus ojos están en el premio
Soy digna de la espera
No necesitas saber el final
Por que querido.
La magia se queda cuando el mito permanece
Estoy bajo tu hechizo
No me liberes
No renuncies al juego
Trata de mantenerme entretenida
cariño
No lo hagas
Demasiado fácil
Deja algo
Para mí y mi imaginación
Tenemos una posibilidad
Cuando me lo pongas difícil
Cariño
No tengo prisa
Deja algo
Para mí y mi imaginación
No necesito saber
No necesito saber
Cada uno de tus trucos
Así que mantenme suponiendo solo
un poquito
Así que mantenme suponiendo solo
un poquito
Porque escondido en tus ojos
Hay misterio
Quiero entrar dentro
Donde la
Magia está y el mito permanece
Hay misterio
Quiero entrar dentro
Donde la
Magia está y el mito permanece
Estoy bajo tu hechizo
No me liberes
[Chorus]
Nunca renuncies al juego
No me liberes
[Chorus]
Nunca renuncies al juego
Trata de mantenerme entretenida
Cariño
No me lo pongas tan fácil
Deja algo para mí
Y mi imaginación
[Chorus]
Nuca renuncies al juego
[Chorus]
Nuca renuncies al juego
Trata de mantenerme entretenida
No me lo pongas demasiado sencillo, cariño
No me lo pongas demasiado sencillo, cariño
Deja algo
para mí
Y mi
imaginación
Tenemos una posibilidad
Cuando me lo pones difícil
Cariño
No tengo prisa, cariño
Para mí y mi imaginación
(Me and my
imagination. Sophie-Ellis Bextor. Crédito al autor)
Al fin terminó de
cantar uno de esas canciones, versión de un clásico, que formaba parte de los antiguos
éxitos de las Justices recibiendo una gran ovación. El presentador del programa
la condujo hacia un sofá donde la indicó que se sentase, Kathy así lo hizo y él
le dijo entre los aplausos dirigiéndose también a los espectadores.
-Ella ha sido Katherine O’ Brian, ex componente de
las Justices, con una antigua pero magnifica canción versionada por la banda...-
añadió ahora dirigiéndose a su invitada con palpable interés -...tus fans y los
del resto de las chicas del grupo desean saber si volveréis a reuniros...
-Bueno,- respondió ella - después de hacer nuestro
último concierto en Bios, la verdad es que no hicimos planes para el futuro, ya
vamos a ir por libre.
-Es una lástima, perderemos a un gran grupo, aunque
ganaremos unas estupendas solistas. ¿Y usted señorita O´ Brian?- preguntó de
nuevo acercándola el micrófono - ¿qué planes tiene para el futuro?...
-No está claro si seguiré con la canción - respondió
reflexivamente Kathy - tengo que pensarlo aun. Puede que me decante por la
actuación.
- Se dice que usted tiene numerosas ofertas para
presentar programas de televisión. ¿Qué hay de eso? ¿Nos podría contar algo? -
Le inquirió aquel entrevistador.-
-Bueno. No hay nada seguro - sonrió ella - ...es
algo que debo meditar, pues aún no lo tengo decidido.
-¿Podría decirnos de qué cadena?
-No, lo siento, no puedo confirmarles nada de
ninguna cadena por ahora. - Respondió la muchacha con una enigmática sonrisa.-
-Muchas gracias por su tiempo- concluyó el
presentador y la despidió. – Señoras y señores, ésta ha sido Katherine O´ Brian,
antigua integrante de las Justices. Ahora vamos a publicidad
Tras unos aplausos
Kathy se retiró del plató. Al bajar, un apuesto joven de pelo castaño la
recibió con un beso, ella le preguntó sonriente.
-¿Qué tal he estado?...
-Muy bien, maravillosa como siempre, cariño...
-Vamos Kirk, no me des tanta coba...- repuso la
muchacha bromeando.-
-No te la doy, en serio que has estado magnífica- se
apresuró a insistir él que le propuso. -Para celebrarlo me gustaría invitarte a
cenar.
Sin
embargo, al escuchar aquello, la sonrisa de Katherine se tornó en una mueca de
disgusto. Para responder no sin cierta consternación.
-Cuanto lo siento, pero he quedado para cenar con
los productores del canal 4 esta noche. Vamos a discutir una oferta para un
programa de actualidad...
-Bueno- suspiró Kirk resignado- otra vez será, es
una lástima, creía que esta noche te tendría sólo para mí...
-Descuida, te lo compensaré - le aseguró ella
dándole un largo beso -...ahora tengo que irme, hasta luego...
La
chica se fue a su camerino, allí se duchó y se cambió, arreglándose para esa
cena de negocios. Suspiraba recordando las palabras del presentador, la antigua
componente de las Justices. Echaba mucho de menos esos buenos tiempos. Pero la
vida continuaba para todas y ella no tardó en buscar su propio camino. Desde
que hizo junto a sus compañeras el último concierto del grupo en Bios había
seguido por libre como cantante y también había participado en algún programa
de televisión. La verdad, tenía gancho, era buena comunicadora y merced a las
Justices una persona muy famosa. Además, quería desempolvar su carrera de
periodismo que tanto le costó sacar entre gira y gira. Ahora estaba feliz, tenía
bastantes buenas ofertas donde elegir y había conocido a Kirk en uno de esos
programas. Era un chico muy agradable y bastante guapo, porque no admitirlo. Salía
con él desde hacía un par de meses y habían tenido relaciones desde el primer
día. No obstante ella era muy independiente y no quería que él pensase que eso
pudiera significar algo. Estaba muy a gusto con ese muchacho pero lo cierto es
que no estaba enamorada. A decir verdad,
le sucedía como a la protagonista de la letra de esa canción que acababa de
interpretar.
-Eres un buen chico, Kirk, pero demasiado
predecible.- Se decía con un largo suspiro.- Aunque no eres mal amante…pero
llega un momento en el que… no sé…
A
decir verdad, ese muchacho carecía de chispa. Ella buscaba algo más. Quizás un
reto, un hombre realmente especial. Ni tan siquiera estaba segura…
-No sé ni lo que quiero.- Se admitía a sí misma con
resignación.-
Al menos eso era cierto en su parte sentimental. Para
ella, en ese momento, reorientar su carrera era lo más importante y eso tendría
que conseguirlo en cenas como la que tenía esa misma noche. Una vez lista
vestida con un elegante traje de noche blanco y un collar de perlas, zapatos a
juego y un chal, se dirigió hacia el restaurante donde estaba citada en un
coche de aquella emisora que había ido a buscarla. Llegó puntual como era
deseable y los miembros ejecutivos de aquella cadena, encabezados por su
presidente, le dieron la bienvenida. Durante la cena discutieron las
pretensiones de ambas partes y el tipo de programa, amén de los honorarios y lo
que se esperaba en niveles de audiencia. Para los postres ya habían alcanzado
un acuerdo y Kathy se comprometió con el canal 4 para un par de temporadas...
-Ha ido mejor de lo que yo creía. Se decía con entusiasmo,
aunque matizado por un creciente malestar que se iba adueñando de su cuerpo.-
Ahora debo tomarme…bueno, eso…
Y
es que la joven ya estaba deseosa de llegar a su apartamento. Lo cierto es que
comenzaba a sentirse mal, esperaba que esos tipos no se lo hubiesen notado,
pero, entre el ajetreo de su actuación, los días de preparativos previos y esa
negociación, apenas si había dormido. Tuvo que usar esas pastillas que tan buen
resultado le dieron cuando estaba en la facultad. En cuanto llegó a casa se
tomó una y se sintió mejor. Luego trató de dormir, pero lógicamente con eso
apenas sí podía conciliar el sueño. En fin, se dedicó a escribir ideas y
sugerencias para su nuevo programa en ciernes. Casi amanecía cuando el sueño la
venció…
Se
encontraba en su universidad, en la facultad de periodismo. Tras un tenso día
de exámenes. Recogía su cabello castaño rojizo en un moño y se ajustaba aquel
lazo amarillo que tan bien le quedaba cuando una de sus compañeras, Ingrid, se
acercó.
-Vaya chica, tienes mala cara.- Le comentó
pareciendo algo preocupada.-
-Apenas he dormido ayer, estos exámenes me están
sacando de quicio.- Replicó la interpelada.-
Su
compañera le sonrió, de un bolso que llevaba consigo sacó un pequeño botecito y
le comentó.
-Aquí está la solución a tus problemas.
Katherine
observó aquello con curiosidad y pudo preguntar.
-Pero ¿esas no son?
-Para mantenerse despierta.- Le contestó su amiga
que simplemente sonrió agregando.- Nada más. No te preocupes. Son seguras.
Pese
a su reticencia inicial la joven se dejó persuadir. De hecho probó una y fue el
remedio ideal. Estudiaba mucho más tiempo y podía concentrarse. No tardó en
comprar un botecito ella misma. Durante los cuatro años más que duraron sus
estudios para ser capaz de compaginar con actuaciones, giras y ensayos, además
de algunas actuaciones como justiciera, eran la ayuda ideal. Pero
desgraciadamente sí que aquello le pasó factura. Pronto se dio cuenta de que
cuando no las tomaba se sentía mal, como si la cabeza le fuera a estallar. Era
incapaz de pensar con claridad. Para su horror descubrió que estaba enganchada.
Eso fue muy duro y lo peor de todo es que una simple pastilla al día ya no le
bastaba. Acabó realmente desesperada.
Tomaba hasta tres y cuatro pastillas. Dejó entonces de acudir a clase. Se
pasaba el día metida en el apartamento de estudiantes que tenía alquilado. Pese
a todo no quiso decirles nada a sus padres. No podría soportar el hacerles
sufrir así. El decepcionarles de ese modo. Siempre fue una muchacha alegre y
dinámica. La hija perfecta. Al menos en apariencia. Sus progenitores no estaban
al tanto de sus devaneos con los chicos y quizás eso no les hubiese importado
tanto.
-Pero si descubrieran lo colocada que estoy para
poder sacar a delante todo lo que hago.- Se decía con una gran dosis de
culpabilidad.- Seguro que no me lo perdonarían jamás. Sobre todo mamá.
La
joven sabía bien la vida tan dura y
difícil que tuvo su madre. Como crió al hermano mayor de la propia Kathy
pasando por un verdadero infierno. ¡Y nunca mejor dicho! Sus batallas contra el
mal en todos los sentidos., Tratando de salvar a Mazzi de caer en sus garras y
peleando como Justiciera. Después conoció al padre de la muchacha y se casó con
él. Juntos la tuvieron y criaron llenándola de cariño. Lo mismo que a Mazoui.
Les educaron bien para seguir los principios de la justicia…
- Mis padres lo han dado todo por nosotros. – Sobre
todo mamá. Me traspasó su legado como justiciera, tras todo lo que hizo por
ayudar a las personas. - Se echaba en cara a sí misma llena de pesar.- E hizo
todo eso sin recurrir jamás a las ayudas que tomo yo. No soy digna de ser su
hija.
Pero por más que lo intentaba no era capaz de romper
aquel terrible círculo de adicción. Permanecía en ese piso, sin casi nada que
tomar. Desesperada. Sin tener fuerzas ni para ir a comprar más. Sin embargo, un día, alguien llamó a la
puerta. La chica no quería ver a nadie. Apenas le quedaban pastillas y estaba
atravesando un momento dramático. El síndrome de abstinencia le atacaba de una
forma terrible. Casi en estado de delirio escuchó una voz familia. Juraría que
era su hermano. No podía ser, él estaba en la nave, orbitando Bios, aquel
planeta que habían descubierto y terraformado.
-¡Maldita sea!- Se dijo la muchacha sacudiendo su
cabeza como si de ese modo pudiera liberarse de esas alucinaciones.-
No
obstante seguía oyendo voces, ahora eran casi gritos.
-Kathy, responde por favor, sé que estás ahí dentro.
No
podía creerlo. Pero le sonaba tan real como si fuera la voz de su hermano.
Apenas pudo pensar más en ello, se mareaba y se tumbó sobre la cama. En ese
momento la puerta del apartamento saltó de sus goznes. Al poco una figura de
gran estatura y fornida entró. La muchacha notó como la elevaba en brazos. Al
abrir los ojos se quedó pasmada. ¡Era su hermano! Y el chico la observaba lleno
de preocupación. Casi la agitaba como si de una coctelera se tratase.
-Basta, por favor…- pudo decir ella casi entre
gemidos.-
-Kathy. ¿Qué te pasa? - Le preguntó él en tanto la
sentaba en la cama colocándose a un lado y sujetándola con uno de sus brazos
alrededor de los hombros de la chica.-
-Me encuentro muy mal…-Fue la única respuesta que
fue capaz de articular.-
Entonces
Katherine sintió una sensación de calor que la invadía, pero era agradable. No
tardó en darse cuenta de que su hermano estaba proyectando sobre ella parte de
su propia energía. Eso le aclaró la cabeza lo suficiente. Ahora se notó mejor.
Lo bastante como para sonreír, susurrando agradecida.
-Mazzi, Tú siempre estás ahí para cuidar de mí.
El
chico la miraba con una mezcla de piedad y tristeza. En cuanto la vio algo
mejor se limitó a levantarse y ayudarla a sentarse en un sofá cercano.
-¿Tienes hambre?- Le preguntó él.-
-No gracias.- Respondió la chica que realmente se
encontraba mucho mejor ahora.-
-Dime Kat. ¿Qué te sucede?- Quiso saber el chico
mirándola de nuevo con preocupación.-
Ella
desvió la mirada, se sentía realmente avergonzada de que su hermano la viese
así. Siempre habían estado muy unidos, le quería y le admiraba y sabía lo mucho
que había sufrido él debido a su condición. Pero lo que la propia Katherine
había hecho era exclusivamente de su propia responsabilidad. No podía escudarse
en un problema genético. Ahora no sabía
que decir. Mazoui que parecía leerle el pensamiento le comentó con tono suave
en tanto la abrazaba.
-No me importa lo que sea. Eres mi hermana y te
quiero. Te ayudaré pase lo que pase. Pero por favor, se sincera conmigo.
Y
la chica no pudo aguantar más, se derrumbó llorando, abrazada a él. Entre
sollozos entrecortados pudo referirle lo que le sucedía. El chico no dijo nada,
solo la estrechaba entre los brazos mientras ella hablaba.
-¡Es una pesadilla! Quiero salir de esto. He
destrozado mi vida…si papá y mamá se enterasen, yo…
-Cálmate. Lo más importante eres tú. Olvida eso
ahora. - Le pidió su hermano con tono afectuoso.- No les diré nada. Yo te
ayudaré. Ya verás cómo superaremos esto los dos juntos.
Se
separó de ella para mirarla a los ojos, la joven bajó la cabeza aunque su hermano elevó suavemente su
barbilla con un dedo en tanto le enjugaba las lágrimas con un pañuelo que
portaba en su otra mano. Entonces le preguntó con todo el tacto que pudo.
-¿Por qué empezaste a tomar esas pastillas, Kat?
-No podía mantener el ritmo. Traté de estudiar y de
actuar. Quería hacer muchas cosas. Apenas si me daba tiempo.- Pretextó ella
añadiendo con un cierto toque de amargura.- Quería ser digna de ti y de
nuestros padres.
-¿Cómo que digna de mí? - Se sorprendió él
inquiriendo.- ¿A qué te refieres con eso?
La
muchacha suspiró, ahora se apartó un poco y entrelazó sus manos sentándose
contra el respaldo del sofá. Parecía costarle hablar, como si temiera confesar
algo terrible. Al fin se armó de valor y musitó.
-Tú siempre has sido excepcional en todo. No solo
por tus poderes. También eres la persona más inteligente que conozco. Has hecho
tantas cosas…Y a veces, hablando con la prima Kerria. Bueno, sé que a ella le
sucedió algo parecido hace tiempo con el primo Leval. Los dos sois tan
formidables, que… un par de chicas corrientes como nosotras no podremos
alcanzar nunca ese nivel.
-Pero Kathy - Pudo replicar el atónito chico.- ¡Vosotras
sois cualquier cosa menos corrientes! Sois dos chicas estupendas, cantantes de
éxito, estudiantes y justicieras. ¡No
tenéis nada que envidiarnos!
- Sé que Kerria se ha esforzado mucho por triunfar,
no solo en la canción. También ha logrado ser admitida en Harvard. La prima
Idina está en la Golden. Amatista fue con vosotros y ha participado en el
proyecto de Bios. En cierto modo comparándome con ellas me sentía una inútil…
-¿Cómo puedes decir eso?- La amonestó suavemente su
interlocutor.- Deberías saber lo mucho que todos te queremos y lo orgullosos
que estamos de ti.
Eso
hizo que la chica se emocionara de nuevo y apenas pudo replicar entre el llanto
que de nuevo se le desataba.
-¡Te eché tanto de menos cuando desaparecisteis! –
Balbuceaba ahora llena de tristeza.- Creía que te había perdido para siempre.
Me sentí tan sola…que solo quise ser la alegría de nuestros padres… y trabaje
todo lo que pude, pero, pero… no era suficiente…
-Lo siento.- Fue lo único que el desolado muchacho
pudo responder.- Lo siento muchísimo Kat. Nunca quise hacer sufrir a nadie. Y
menos a nuestros padres y a ti.
-No fue culpa tuya. - Se apresuró a responder ella, que, no obstante, quiso saber
ahora llena de curiosidad.- ¿Quién te dijo que necesitaba ayuda?...
-Si te digo la verdad. Te noté algo rara cuando
viniste a vernos a la nave con las primas. Pero no pensé que se tratase de algo
como esto. Después me avisaron, si.- Respondió su interlocutor, afirmando.- Fue
una vieja amiga de nuestra madre. Me llamó a la nave y me contó que estabas
pasando un mal momento y que me necesitabas. Pero no quiso decirme mucho más.
Solo que tenía que venir cuanto antes aquí.
Kathy
se quedó sorprendida por aquello. ¿Quién podría ser aquella misteriosa mujer
que estaba al tanto de lo que le sucedía? Estaba claro que Mazoui no se lo iba
a decir. Decidió dejarlo correr. Por ahora lo único que le importaba era que su
querido hermano estaba a su lado. Aunque supuso que él no podría quedarse allí
durante mucho tiempo. De hecho así fue. Mazoui la ayudó, incluso la hizo
someterse a un tratamiento de desintoxicación. Entre eso y sus habilidades
curativas Kathy se sintió mucho mejor. Volvió a ser la de antes, una joven
enérgica y optimista, que deseaba comerse el mundo. Al final, cuando el chico
retornó a Bios, tras eso sí, visitar brevemente a sus padres, Katherine le
prometió que no tomaría más de esas pastillas. Pero tras un tiempo la presión y
las exigencias de sus estudios y su carrera la obligaron a reincidir. Sin embargo ahora fue más
cuidadosa para intentar en lo posible no abusar de ellas. De todos modos no
podía evitar sentirse culpable de haberle mentido a su propio hermano. Ahora que volvía al
momento presente se alegraba de que, al menos, hubiese sido capaz de
apañárselas sola y terminar los estudios, continuar su carrera y hacer algo que
mereciese la pena. De este modo comenzó su andadura como reportera de
investigación por esas dos temporadas. Estaba en esos pensamientos cuando sonó
el despertador. Bostezando al tiempo que elevaba los brazos se levantó. Tocó
pasar por el baño y desayunar.
-Bueno. Tengo que comenzar el día. Me toca ir a los
estudios de televisión…
Se
puso en marcha tras arreglarse. En un principio la recibió el productor del que
iba a ser su nuevo programa. Era un hombre regordete, entrado en años que la
hizo pasar a un despacho y se presentó como Perry Armstrong.
-Verá usted señorita O ‘Brian. – Le dijo con
sinceridad.- Todos la conocen como cantante y tiene usted muchos admiradores,
pero esto que va a hacer ahora no tienen nada que ver. Como periodista
esperamos que investigue y destape historias interesantes. Tenemos un equipo de
informadores que suelen darnos soplos. Su misión será seguir las pistas que nos
ofrezcan y tirar de los hilos.
-Sí señor. Lo comprendo.- Asintió ella.- Imagino que
se exigirá mucho más de mí que una simple cara bonita. No le decepcionaré.
-Eso espero señorita.- Convino su interlocutor que
pasó a indicarla.- El primero de los programas estará relacionado con algún
escándalo de corrupción política…
Y
tras recibir algunas explicaciones sobre ello la muchacha se dispuso a
entrevistar a algunos de los contactos. Por supuesto lo hizo sin mostrar sus
rostros e identidades. Se esforzó por seguir los pasos que había aprendido en
la facultad, aunque pronto comenzó a incorporar su propio estilo. Y se le daba
realmente bien. Parecía tener un don para perseguir y encontrar una buena
noticia o sacar un gran titular. Sus cualidades como justiciera la ayudaron.
Casi había adquirido un sexto sentido para perseguir el fraude y luchar contra
el mal. De hecho el primero de sus programas tuvo un gran éxito. El día después
del estreno llovieron las críticas favorables. Su productor y algún directivo
de la cadena la llamaron al despacho y allí, muy sonrientes, le leyeron.
-Ha estado genial señorita O’ Brian. Le leo una de las
críticas. Dice… Katherine O’ Brian ha sacado la aspiradora, ahora les toca a
las autoridades comenzar a hacer limpieza” Otra afirma. “Cuidado con esta
chica, si continúa así llegará muy lejos”.
-Y hay más… “esta joven y atractiva periodista ha
demostrado que la nueva generación viene empujando fuerte”- Remachó uno de los
directivos.-
-Era una buena cantante, es mejor todavía como
reportera.- leyó otro con visible satisfacción.-
-Muchas gracias, pero no hice el reportaje yo sola.-
Repuso la muchacha con sincera modestia.- Esto funciona gracias al equipo de
personas que tengo a mi lado.
-Pero usted se ha erigido en parte fundamental.
Celebro ver que no nos equivocamos al elegirla.- Afirmó Armstrong.-
Tras
esas palabras la chica se sintió eufórica. En cuanto pudo se reunió con sus
padres para contarles aquello. Karaberasu la abrazó con visible orgullo.
-Hija. Vimos tu reportaje, estuvo realmente bien.
-Eres una gran
profesional, cariño. Te felicito.- La alabó Mathew a su vez.-
-Muchas gracias, para mí lo más importante es que os
haya gustado a vosotros.- Afirmó la muchacha con emoción.-
-Trabajas muy duro y te has esforzado mucho.- Valoró
su madre agregando ahora no sin preocupación.- Pero debes descansar y cuidarte…
No olvides que la salud es lo más importante, cariño.
-No te preocupes mamá.- Sonrió ella, añadiendo con
desenfado.- Me cuido…
Aunque
ella sabía que eso no era así. Había trabajado sin descanso para que ese
reportaje fuera un éxito y eso le costó reincidir una vez más, tomando alguna
sustancia incluso más fuerte que las pastillas. Pero parecía llevarlo bien.
Quiso apartar eso de la mente. No era momento como para ensombrecer el éxito. Entonces
comentó, a modo de primicia hacia sus padres.
-Mi próximo reportaje irá sobre los problemas que todavía
tienen las personas del colectivo homosexual en temas como la adopción y otra
serie de prejuicios.
Aunque fue su madre quién le comentó ahora con interés.
- En ese tema podrías pedirle ayuda a tu prima
Kerria.
-Bueno, me llamó hace unos días. Que si podía
reunirme con ella en Nueva York para charlar de eso. Pero le dije que era
imposible. Estaba liada con el reportaje que acabáis de ver.
-No sé. Me llamó
tu tía Bertie para felicitarte por el reportaje y la noté algo
preocupada. Al parecer tu prima ha
recibido amenazas.
-¿Amenazas? ¿De quién?- Quiso saber la joven con
preocupación.-
-Siempre hay gentuza.- Afirmó su madre añadiendo.-
Pero mi hermana no me quiso contar muchos detalles. Espero que todo se
resuelva. Creo que deberías procurar no involucrar a tu prima en ese reportaje.
Podría perjudicarla.
-Sí, - convino Kathy.- Además, todo el mundo estará
esperando que recurra a ella. Eso sería lo fácil. Creo que lo haré de otro
modo. Hay muchas personas a las que nadie toma en cuenta. El colectivo gay es
hoy mucho mejor valorado, pero por ejemplo el transexual todavía tiene que
enfrentar muchísimos problemas. También trataré de abordar su situación. De
hecho he recibido un correo muy interesante a ese respecto. Tengo que indagar
sobre ese asunto. Puede que ahí sí que necesite a la prima.
-Estoy convencida de que harás otro gran programa.-
La animó su madre.-
-Seguramente será así.- Convino Mathew cambiando de
tema para comentar.- Espero que tu hermano y tus primos puedan ver el reportaje
pronto. No sé lo que tardará en llegar a la nave.
-Supongo que unos días. Espero que les guste.-
Repuso la muchacha.-
Y
desde luego que les gustó. Todos la llamaron para darle la enhorabuena y eso la
animó aún más. Prosiguió con más proyectos de investigación, entre ellos ese
reportaje sobre el colectivo transgénero que fue muy aplaudido. Y finalmente
Kerria sí que se vio involucrada en ello. Aunque desde el terreno legal, llevando el
caso de un militar de esa condición, sobre el que giró la historia y gran parte
del reportaje. Así, con bastante éxito, concluyó la primera temporada. Desde
luego que fue bastante satisfactoria para todos, Kathy logró un elevado índice
de audiencia merced a buenos reportajes llenos de interés por los temas más
candentes y de interés humano, pero sin caer en el reality Show. Eso, tras una
moda ininterrumpida de años, era de agradecer por parte de los telespectadores.
El programa cosechó algunos premios, entre ellos, a la mejor presentadora.
Katherine estaba muy satisfecha. Ella se involucraba en cada reportaje y le
gustaba estar donde estuviera la noticia. Incluso sacaba tiempo para intervenir
como justiciera en algunas ocasiones. Alguna vez junto a Kerria, con la que
además, actuaba en el escenario como las Ky-Kat, el dúo de las que fueran
antiguas miembros del grupo musical de las Justices. Otras veces, tanto en su
faceta de luchadora por la justicia, como de cantante, lo hacía por su cuenta.
En una de esas actuaciones, poco después de ese caso transgénero, ambas primas
tuvieron la oportunidad de verse y charlar un rato.
-No sabes lo que te agradezco que hayas podido
venir. - Le decía Katherine.-
-Siempre que puedo me gusta recordar los viejos
tiempos.- Replicó su interlocutora.-
Aquella
muchacha, alta y realmente hermosa, de pelo castaño claro y grandes ojos verdes
sonreía con gran simpatía. Pese a estar trabajando en su bufete y llevar varios
casos importantes pudo escaparse cuando Kathy le pidió ese favor. Iban a hacer
una pequeña gira orientada a la beneficencia. Era en parte algo que se
relacionaba con otro reportaje que había hecho sobre los niños con enfermedades
raras. Las dos tuvieron tiempo incluso de visitar a algunos de ellos.
-Se me rompía el corazón al ver a algunos.- Le
confesó Kerria ya en el camerino donde ambas se iban a duchar para cambiarse.- Sobre
todo imaginando que algo así le pudiera suceder a mi hijo.
-Pero Brian está bien, ¿verdad?- Se interesó Kathy.-
-Sí, no te preocupes.- Sonrió de nuevo su prima.- Es
un chico realmente saludable y crece rápido. Como mi hermano y mi padre. Ha
heredado esa fortaleza y esas ganas de comer. Y por si fuera poco Samantha le
tiene realmente rodeado de atenciones. A veces hasta la riño porque le mima
demasiado.
Su
interlocutora se rio con ella ahora. Aunque dejó de hacerlo al poco reflejando
algo de tristeza en su mirada….
-¿Te ocurre algo?- Quiso saber su compañera.-
-Solamente pensaba. Se te ve muy feliz cuando hablas
del pequeño Brian. Bueno, ya casi tiene seis años, ¿no? Ya no es tan pequeño…
-No tantos todavía. Va a hacer los cinco. Es mi
orgullo y toda mi vida.- Le confesó su prima en tanto se quitaba la ropa.- Sin
embargo a veces me da la impresión de que nació ayer…
Kathy
hizo lo propio y se dispuso a ir a la ducha. Era un espacio realmente grande y
porque no. Cabían juntas las dos, aunque Se detuvo un poco remisa.
-Pasa tú primero.- Le ofreció a su prima.-
-No te preocupes.- Sonrió Kerria guiñándola un ojo.-
Solo hay una chica en mi vida, que es Sam.- A lo que agregó con humor.- Tú
estás muy buena pero eres mi prima.
-Ya no estoy tan buena como antes.- Suspiró
Katherine riéndose de su propia reacción.- Tú sí que estás de maravilla.
-Pilates, ja, ja. Y algo de entrenamiento en, ya
sabes.- Le dijo su interlocutora con un guiño de complicidad.-
Y
es que Kerria además de ser su prima era otra justiciera, la Dama del Hielo. Junto
con Katherine, que era la Dama del trueno, también había combatido el crimen de
modo ocasional en los últimos tiempos.
-Pese a todo, los años no perdonan.- Se sonrió Kat
elevándose un poco ciertas partes de su anatomía para hacer reír a su
acompañante.-
-¡Venga ya! Si no tienes ni los treinta.- Replicó
Kerria observándola atónita y muy divertida.- No se te caen…
-Veinticinco para ser exacta.- Apuntó ella dejando
de jugar con ambos senos.-
Aunque
con la mirada divertida aún pero recriminatoria en modo jovial de su prima,
corrigió enseguida…
-Vale. Veintisiete…
Kerria
se rio salpicándola con la ducha en tanto exclamaba.
-Mira que eres coqueta. Si yo soy casi un año mayor
que tú y tengo veintiocho. ¿Te crees que no sé restar?
Kathy se rio vengándose de inmediato y tras una
breve pero intensa batalla acuática se secaron y vistieron. Fue la reportera
quién comentó.
-Celebro verte tan feliz. Lo mereces. Lo habéis
pasado muy mal Sam y Tú…
-Nos hemos apoyado la una en la otra y en nuestro
hijo. Y por supuesto en mis padres y todos vosotros.- Afirmó Kerria
extinguiendo su sonrisa en pos de un gesto más reflexivo.- La familia es muy
importante, prima.
Katherine
asintió con rostro introspectivo. Musitó entonces con un tinte de voz quizás
más lleno de pesar del que hubiera deseado…
-Debe de ser bonito tener una familia propia… a
veces lo pienso.
-¡Pero Kathy!- Repuso su interlocutora observándola ahora no sin cierta
inquietud.- Tú tienes una familia estupenda. Tus padres, el primo Mazoui…tus
sobrinas y esa tía tuya irlandesa de la que siempre hablabas…
-La tía Alannah, si.- Suspiró la muchacha para
declarar.- Una mujer realmente extraordinaria. Me enseñó a cantar y a buscar el
lado alegre o como ella decía, irlandés, de las cosas. Aunque a veces es
difícil seguir sus enseñanzas. Igual que las de la madrina Minako.
Ahora
Kerria le tomó una mano entre las suyas y se arrodilló a su lado, mirándola con
algo de preocupación para querer saber.
-¿Te pasa algo Kat?...
-No.-Se apresuró a negar ésta intentando sonar más
animada.- Ya sabes como soy, siempre estoy de acá para allá. Apenas si veo a
mis padres ni a Mazzi, ni a su familia… y eso que adoro a las enanas, Alusa y
Minara son dos crías estupendas. Las quiero como si fuesen mis propias hijas.
-Eres muy joven todavía. Encontrarás a tu hombre
ideal, seguro que sí. Y formarás un hogar. - La animó Kerria.- Si hasta Idina
lo ha hecho.- Sonrió tratando de quitarle hierro al asunto.- Con lo inocente
que era…
-Si- sonrió ahora Kat evocando con una mezcla de
simpatía y nostalgia. - ¿Te acuerdas de como la tomábamos el pelo las tres,
Amatista, tú y yo?...
-¡La pobre se ponía colorada hasta las orejas! - Rio
Kerria a su vez.- Aun me acuerdo de esa ocasión en la que nos contaste lo tuyo
con ese tal Patrick…
-Y le dijimos como tenía que darle placer oral a un
chico.- Rio su interlocutora, tratando de decir entre carcajadas.- ¡Y se pensó
que nos referíamos a charlar con él!…
-Siempre fue una buena chica. Llena de alegría.-
Comentó su contertulia.- Y ahora, ahí la tienes, casada y con dos hijos. El
pequeño Tom y la pequeña Loren…
-Es cierto. La vida pasa muy deprisa. Y más todavía
para mí, enfrascada todo el día en investigaciones y reportajes.- Musitó
nuevamente Katherine que agregó queriendo ser sincera.- Veras Ky, la verdad es
que he conocido a muchos hombres, y salido con bastantes de ellos. Pero al
final la cosa nunca llegó a buen puerto.
-Ten paciencia, alguno habrá que sea bueno para ti.-
La animó una vez más su amiga.-
-Después de tanto tiempo, creo que el problema no
estaba en ellos, sino en mí. – Confesó algo abatida.- Quizás es que no estoy hecha para atarme a
nadie. Soy yo quien saltaba insatisfecha de una relación a otra buscando Dios
sabe qué. Ni yo misma lo sé…
Kerria
no respondió a eso, se limitó a contemplarla con simpatía y mucha dosis de
afecto e incluso preocupación. Le apenaba ver así a su prima. Kathy lo sabía y
no deseaba despertar lástima en las personas a las que quería. De modo que esbozando una sonrisa algo forzada mejoró su
talante y agregó.
-Pero tienes razón. Todavía soy muy joven. Cuando
vaya bajando un poco el ritmo profesional seguro que me centraré más en el
amor…
Así recordaba esas conversaciones con Kerria, quien
se despidió muy cariñosamente de ella rogándola que fuera a verla a ella y a su
familia. Kathy se lo prometió, por supuesto, aunque como de costumbre nunca
veía el momento de hacerlo. Y en cuanto a sus temas amorosos, su relación con
Kirk terminó a causa de que él deseaba controlarla demasiado. Al menos eso
pensó Katherine que, algo desengañada y muy absorbida por su profesión, pensó en no tener aventuras con
nadie por un largo periodo de tiempo. La joven deseaba centrarse aún más en su
trabajo que era lo que más la apasionaba. Así mantuvo un éxito y un prestigio
importantes si bien ya no estaba tan celebrada con al principio. Como su
productor le decía, los espectadores se cansaban de todo. Incluso de los buenos
programas. No obstante un nuevo año llegó. Al comienzo de la nueva temporada del
programa se encontraba con alguno de sus colaboradores recogiendo datos para un
nuevo reportaje. Era sobre algo que había leído en un libro titulado. La
Hermandad del Clan en el Sur de los EE.UU, de 1980 al 2030 ¿Realmente terminó? Era
un libro muy interesante donde se relataban casos escalofriantes de actos
racistas protagonizados por el clan que, aún en el siglo XXI, seguían
ocurriendo en algunas zonas del sudeste del país. Kathy leyó el libro con mucho
interés y decidió averiguar más cosas, quedó con el autor para hablar con él
sobre algunos pasajes que habían llamado poderosamente su atención, se
reunieron en el apartamento de Katherine, el escritor, un hombre de unos
ochenta y algunos años le contó cosas muy interesantes. Sentado en un butacón
frente a ella que escuchaba totalmente embelesada a aquel individuo que parecía
conocer muchos secretos de aquella realidad desconocida para la mayoría de la
gente.
-Verá usted señorita,- contó el anciano - yo nací y
crecí en un estado del sur, donde siempre ha existido una clara diferenciación
por causa de razas, me educaron en esas creencias. Cuando era niño, aun se
discriminaba abiertamente a la población de color y debo decirle que para mi
oprobio yo participaba en esa discriminación.
-Pero algo le hizo cambiar- intervino Kathy
argumentando -usted denuncia todo eso e incluso afirma que el Clan sigue
existiendo hoy en día, leo textualmente un párrafo suyo. - Tomó el libro y leyó
por una página que tenía separada con un papel.-"Todavía hoy, en este año
del 2030, la hermandad se reúne y planea en la sombra todo tipo de
tropelías...."-en ese instante el anciano la interrumpió con un gesto para
replicar con un tono entre inquieto y de aviso. -
-Sé perfectamente lo que he escrito señorita, le
aseguro que todo eso es cierto y le advierto que tendrá usted muchísimos
problemas si decide ir allí a tratar de sacarlo a la luz...
-Imagino que no será fácil- repuso ella alegando a
su vez - pero la gente tiene derecho a saberlo, en especial algo tan atroz que
creíamos terminado hacía ya muchas décadas...Sobre todo después del nuevo
comienzo que tuvimos con los reyes de la Tierra.
-¡Ay!- exclamó el escritor para suspirar.- ¡Qué ingenua es la juventud
muchas veces!, estas cosas no se terminan de un plumazo. Son como tradiciones
que perduran de generación en generación. Y tras lo sucedido hará unos años,
las tradiciones parecen haberse afianzado todavía más. Desde luego hará bien en
no hablar mucho de esos reyes. Tampoco les son demasiado simpáticos a según qué
gentes de por allí. Créame, no le aconsejo que vaya, podría incluso poner en
peligro su integridad...
-No se preocupe, sé cuidarme. Y no creo que se
atrevan a hacer nada contra alguien conocido y que irá acompañada de cámaras de
televisión, sería un poco suicida, ¿no cree?- Remachó Kathy.-
La joven sonrió confiada en sus
palabras. Además sabía defenderse bien y encima era una de las justicieras.
¡Que algún estúpido tratase de hacerle algo! Sin embargo el anciano negó con la
cabeza para responder.
-Si va usted con cámaras y con la intención de rodar
un reportaje no encontrará nada, absolutamente nada. Y por supuesto que nadie
le dirá nada por temor a las represalias que les vengan cuando usted se haya
ido. ¿No lo comprende? El Clan no ha sobrevivido durante más de ciento
cincuenta años sin saber desvanecerse al sentirse amenazado para luego
rebrotar.
La
joven le escuchó atentamente, eso era cierto sin duda. No podía irrumpir allí sin
más o todo se desvanecería entre la bruma.
-¿Qué me propone que haga entonces? Y no me diga que
lo deje- se anticipó Kathy. - ...
-Si tanto desea hacer ese reportaje vaya allí de
incógnito...en esas tierras tienen muy buenos caballos. Podría hacerse pasar
por compradora, eso sí que gusta por allí. ¿Entiende usted de caballos?- Le
inquirió su interlocutor.-
-Un poco,- asintió Katherine - mis abuelos tenían
una casa en Irlanda y criaban caballos,
yo aprendí a montar allí.
-Entonces perfecto, si hace las cosas con cuidado nadie
sospechará de sus verdaderas intenciones. Pero sea cauta y no confié en nadie.
-No tema, nunca lo hago tratándose de
desconocidos...- afirmó la chica.-
El anciano asintió al parecer satisfecho de la
actitud de su interlocutora y se despidió de ella, no dejó que le acompañase.
-Desde ahora cuanto menos coincidamos mejor. Hágame
caso señorita, no se tome esto a la ligera tras todo lo que le he contado hay
personas y poderes que ni se imagina...
Y
sin más se marchó sin querer decirle a Katherine a quién o qué podría
referirse. La joven se quedó pensando en las palabras del viejo. Justo entonces
sonó el teléfono, al descolgarlo escuchó aliviada y muy contenta la voz de su
madre, hacía bastante tiempo que no hablaban.
-Hola hija...- el tono de Karaberasu también
expresaba bastante alegría al exclamar parecía que hasta con alivio,- ¡por fin
te encuentro en casa! Te llamé varias veces dejándote mensajes...
-Si mama, bueno es que últimamente he estado muy
ocupada, lo siento.
Kathy recordaba con algo de culpa las numerosas
veces que había escuchado la voz de su madre en el contestador pidiéndole quedar
para ir a verles algún día. Pero ella casi nunca respondía y si lo hacía era
para decir lo mismo que le contestó en ese momento.
-Tengo tanto trabajo que a veces no sé ni qué día
es. Ahora mismo estoy preparando un reportaje...
-Ya veo que no paras de trabajar, con razón te han
dado tantos premios Kathy, pero es que a tu padre y a mí nos gustaría tanto
verte. Hace mucho que no tenemos cerca a ninguno de vosotros. Mazoui tampoco
puede venir mucho a vernos por motivos de trabajo. Tanto él como Satory están
muy ocupados con la Masters.
-Dime mamá, ¿te vendría bien que fuera a veros este
viernes para cenar con vosotros? - Preguntó la muchacha a sabiendas de la
respuesta.-
-¡Claro que nos vendría bien, cariño!, lo único que
deseo es que no tengas que aplazarlo por motivos de trabajo...- Contestó su
progenitora con un fondo algo recriminatorio.-
-Tranquila mamá, esta vez no.- Repuso Kathy con
seguridad añadiendo de forma sincera.- Además, yo también tengo muchas ganas de
veros y de hablar con vosotros... ¿me esperáis entonces a las nueve del
viernes?...
-Si claro...verás cuando se lo diga a tu padre, ¡lo
contento que se va a poner!- Exclamó Karaberasu.-
-¿No está papá?
-No, hoy tiene turno en el hospital, llegará tarde.
-Entonces dale un beso de mi parte, nos vemos mama, hasta
el viernes.
-Adiós mi niña.- Repuso Karaberasu que colgó el
teléfono. Kathy hizo lo propio.-
La
llamada de su madre la había alegrado bastante, era verdad que llevaba
descuidando a su familia bastante tiempo, pero claro, estaba tan inmersa en su
trabajo que no tenía tiempo ni para ella misma, por eso, entre otras cosas,
cortó también con Kirk. Recordaba con nostalgia aquellas veces que viajaba con
sus padres y su hermano siendo niña a Irlanda. El verdor de los prados, la
naturaleza y esos sitios con aura de misterio como las ruinas de algunos
castillos a los que su abuelo la llevaba. Esas historias de fantasmas que oía
junto a su amiga Erin y que le daban más curiosidad que miedo. Sus primeras
experiencias con el otro sexo y su primera vez…
Rememoraba
alguno de esos viajes, con tan solo diez años llegando en avión. Fue sola con
su padre. Dado que su madre se quedó con Mazoui. Su hermano por entonces
atravesaba por esos episodios tan duros con sus cambios de la adolescencia.
Pese a las pastillas que su padre le preparó decidieron que era mejor que se
quedase en su casa de San Diego. Pero su madre le comentó a ella que sería una
buena idea si Kathy viajaba ese verano a conocer la tierra de los antepasados
de su padre. Éste estuvo conforme y los dos se lanzaron a la aventura. Tenían
que pasar por Nueva York, cuando aún no conocía a sus tíos Roy y Bertie.
Recordaba haber despegado desde el aeropuerto John F Kennedy con American
Airlines y llegado a Dublín. Nada más aterrizar y recoger las maletas vio un
letrero en un idioma que desconocía. Éste rezaba.
Aerfort Bhaile Átha Cliath
-Papá. ¿Qué pone ahí? Quiso saber la niña mirando
con sus grandes ojos azules llenos de curiosidad.-
-Aeropuerto de Dublín.- Le contestó Mathew con una
sonrisa para aclararle. En realidad está en Collinstown. A unos diez kilómetros
de la capital.
-¿Y los abuelos viven aquí?- Inquirió la niña.-
-No, ellos viven cerca de Kildare.- Le informó él.-
Y
tras salir del aeropuerto Mathew decidió que estaría bien instalarse en un
hotel cercano y antes de ir a ver a sus parientes quiso llevar a su hija a
conocer algunos lugares. Comenzaron por Dublín. A la cría le encantó el puente
Ha´Penny, de noche estaba muy bonito iluminado. Luego pasaron por la propia
Kildare y allí vieron el Giardino Giapponese y visitaron la zona de Hill of Slane
entre otras. Finalmente se dirigieron a la propiedad de la familia, a unos
kilómetros de allí. Desde luego la pequeña Katherine, con su pelo cobrizo, casi
pelirrojo entonces, sus pequitas y sus azules ojos, pasaba por una irlandesa
más. Grande fue la alegría de sus abuelos que la recibieron encantados. Los
parientes de allí la adoraban. Y también estaba la tía Alannah, que visitaba su
tierra natal de vez en cuando. Era una mujer bastante interesante y algo
misteriosa, arqueóloga, que le contaba muchas de las leyendas y mitos locales.
Kathy siempre la escuchaba con mucha atención. Aunque en esa época lo que más
le gustó fueron los caballos que tenían en la pequeña cuadra de la propiedad y
las canciones irlandesas que cantaban al caer la tarde, todos reunidos. La
joven recordaba ahora como tras algunos años conoció a Patrick, un atractivo
chico del lugar. Alto y fuerte, de pelo rojizo y ojos verdes. Con él fue con
quién perdió la virginidad. En la casa
del muchacho. Los dos se metieron allí cuando los padres del chico no estaban.
Fue una tarde soleada. Habían salido a pasear juntos y él se lanzó. A ella le
gustaba mucho. Tras darse unos cuantos besos y acariciarse se tumbaron en la
cama. Para entonces Kathy había aprendido varias cosas sobre ese tipo de
relaciones y si bien no era ninguna experta aún, supo animar bien al muchacho.
Éste sí que había tenido relaciones previas y llevaba preservativos. Ella se
quedó atónita cuando le vio ponerse uno. Incluso se rio. Eso parecía una
especie de salchicha. Aunque cuando él la penetró sí que lo sintió. Llegó a
sangrar un poco y se asustó. Aunque el chico estuvo muy amable y de forma dulce
la tranquilizó. Al terminar pudo darse un baño y limpiarse. Pese a eso se
sentía muy rara. Era una mezcla de sorpresa e incredulidad. Kathy había pensado
que todo sería diferente una vez lo hubiese hecho y la verdad. Se notaba igual
que siempre. No obstante pudieron repetir en algunos que otros días sucesivos,
antes de que ella finalizase sus vacaciones por ese año y retornase a los
Estados Unidos, donde no tardó en contárselo todo a sus primas y a Amatista.
Recordaba eso con especial nostalgia. Aquel fue el último concierto que dieron
todas juntas antes de que su hermano, sus primos Leval y Granate y su amiga Amatista
se marchasen al espacio. Después ya nada fue lo mismo…
-¡Han pasado tantas cosas… y nuestras vidas han
cambiado tanto!
Suspiró sonriendo sin casi poderlo
evitar. ¡Aquello le parecía ya tan lejano! En fin, tenía que preparar el
equipaje y hablar con la cadena de televisión para que preparasen una
infraestructura adecuada, eso le llevaría los días justos hasta el viernes.
Después de dejarlo todo listo tomaría un vuelo a la casa de sus padres, pasaría
con ellos la velada y luego otro corto viaje hacia su destino. Al día siguiente
Katherine fue a su emisora y de forma confidencial le explicó su plan a su jefe
directo que, como casi siempre que ella le proponía algo aceptaba, pues veía un
posible record de audiencia o premios en el horizonte. Le dijo a la joven
periodista que no habría ningún problema. Luego le explicó que necesitaría un ayudante
para la cámara para cuando se decidiera a grabar.
-Pero eso pondría sobre aviso a todo el mundo allí-
objetó Katherine.-
-No si dices que quieres rodar a unos cuantos
caballos para un reportaje, además de aprovecharte de eso para elegir alguno.
-No me parece mal,- convino ella añadiendo con algo
de escepticismo.- Espero que se lo crean...
-Se lo creerán - afirmó convencido el jefe afirmando
con cierto tono de divertido sarcasmo -tú sabes ser muy persuasiva...
Kathy
sonrió agradeciendo el halago, pero su jefe aún seguía hablando.
-Entonces al operador de cámara que te acompañe, ¿quieres
decirle la verdadera razón de tu viaje o prefieres que no lo sepa?
-Preferiría que no lo supiera, así, si alguien le
pregunta no podrá decir nada. Le contaré que quiero hacer un reportaje sobre
los caballos como me has dicho. Podrá hacer una negación plausible de los
hechos.
-Llamaré a un cámara que tenemos desde hace un año, ha
nacido por esos lugares y además podrá servirte de guía.- Respondió su
interlocutor.-
Tecleó en su teléfono y esperó unos segundos, al
cabo de unos momentos habló con alguien pidiéndole que fuera a su despacho.
-Hemos tenido suerte- sonrió el jefe- le he
localizado en su teléfono móvil camino de aquí, tardará unos quince minutos.
Efectivamente,
aunque en realidad fueron veinte, finalmente el operador de cámara llegó al despacho
del jefe de programación. Era un chico rubio, un poco más alto que ella, algo
delgado y bien parecido. Daba la impresión de ser muy joven o quizá contribuían
a dar esa impresión las numerosas pecas de su cara. Llevaba su cámara portátil
encima, como todo buen profesional que se preciase. Con uno de sus verdes ojos
en el visor, entró simulando una filmación en el despacho.
-Aquí estoy, siempre tras la noticia, jefe.
Kathy se rio ligeramente, el muchacho parecía
gracioso. Mejor, siempre convenía que los compañeros tuviesen sentido del
humor.
-Deja de hacer el payaso,- le interrumpió el jefe
con cara de pocos amigos también fingida en parte.- ¿Conoces a la señorita O´
Brian?... - señaló a Kathy que estaba sentada ligeramente sobre la mesa entrecruzando
sus piernas -
-¿Conocerla? Querrá decir ¿quién no la conoce? - Exclamó
visiblemente entusiasmado en tanto le daba un buen vistazo a esa mujer...bueno -
añadió algo más cortado- en persona no...¿Qué tal está usted señorita? - sonrió
y le estrechó la mano.-
-Muy bien, ¿y tú que tal muchacho? ¿No eres muy
joven para ser ya un operador de cámara?,- preguntó ella de forma más afirmadora
que curiosa.-
-Todos me dicen lo mismo, ¿cuantos años crees que
tengo?,- la tuteó también en vista de que Kathy había empezado.-
-No lo sé...unos veinte- calculó ella dudando unos
instantes.-
Quizás fuera lo que el chico quisiera oír, para
después decirle unos cuantos años más y sonreír observando su gesto de
sorpresa.
-¿Veinticinco?- rectificó segura de que no podrían
ser más.-
El
muchacho sonrió, pero al parecer por la razón contraria...
-No, tengo diecinueve, casi aciertas, pero te has
ido para arriba.
-¡Magnífico!- pensó Katherine- más que mi cámara va
a ser mi hermano pequeño, la verdad no tengo muchas ganas de hacer de canguro.
-Estás de suerte,- dijo el jefe al chico aludiendo a
la joven reportera cuando le explicó - Kat
necesitaba un cámara y no tenía a otro disponible...
-¿Y de qué va a tratar el reportaje?- preguntó el
chico visiblemente interesado.-
-De caballos, en el sureste quiero visitar algunos
ranchos donde los críen y, de paso, comprarle uno a mi padre. Dentro de poco
será su cumpleaños - repuso ella de forma improvisada.-
Sin embargo era cierto, cayó en la cuenta de que el
cumpleaños de su padre iba a ser precisamente dentro de quince días y en verdad
ni se había parado a pensar en ello hasta ese mismo instante. Una vez más se
censuró a sí misma, al menos en sus reflexiones.
-¡Pues has tenido mucha suerte! - exclamó el
muchacho con triunfalismo en tanto le contaba con patente orgullo.- Yo crecí en
una de esas zonas y conozco buenos sitios de doma y cría. –Entonces se quedó
callado durante unos momentos y añadió con premura.- Pero que despistado soy, ni
me he presentado, me llamo Christian Wood.- Le comentó dándole de nuevo la mano
a Kathy.-
Ella
volvió a estrechársela no demasiado convencida. Tenía cosas que hacer y ese
chico desde luego amenazaba con contarle su vida entera si le dejaba hacerlo.
Así que se despidió…
-Bueno Christian, espero que sepas bien tu oficio, ahora
debo irme...tengo aun unas cosas que arreglar, nos veremos el domingo. A las
siete, aquí en la emisora, listos para
el avión de las ocho.- El chico asintió tratando a la vez de memorizar
las instrucciones.-
-Y recuérdalo - intervino el jefe dirigiéndose a ese
entusiasta jovencito.- Ella será tu jefa, haz todo lo que te diga, sabe lo que
hace y quiero que traigáis de vuelta un buen reportaje.
-Sí señor, claro...- repuso el muchacho.-
-Pues hasta el domingo - se despidió Katherine que
cerró la puerta del despacho al salir.
El chico se permitió una exclamación delante de su
jefe cuando ella se marchó.
-¡Guau! Está mejor en persona que en la tele....
-Pues olvídate de como esté ella y céntrate en tu
trabajo - le ordenó tajantemente su contertulio más que aconsejárselo.-
Recuerda que estás a prueba…
El
interpelado asintió pero sólo para el exterior, casi no podía creer en su
suerte, volvería a casa y con una mujer así. La envidia que iba a despertar
entre sus amigos, aunque Katherine fuese algo mayor que él, ¿qué importaba? Quizá
si sabía ser paciente y lograba ganarse su confianza y después conseguía
impresionarla, ¿quién sabe? Por lo que él sabía ella ahora no tenía novio y los
rumores que corrían eran que se acostaba con casi todos los que trabajaban con
ella. Christian esperaba ser uno de los afortunados. Ya imaginaba una noche, en
algún hotel de un pequeño pueblo, aislados por una tormenta y juntos en una
habitación...en fin, mejor sería no pensar en eso, al menos por el momento.
-Mejor que me ocupe de preparar el equipo.- Se
dijo.- Debo causarla una buena impresión.
Por
su parte Katherine, volvió a su casa y preparó el equipaje, en un principio
para volar a casa de sus padres en San Diego. Tras darse un baño se tomó un par
de pastillas pues se notaba bastante cansada. Ahora no se podía permitir el
lujo de acostarse o no se levantaría en un par de días. Esa noche apenas hizo
otra cosa que consultar datos y releer el libro de aquel hombre, preparando su
reportaje. Luego, dejó lo demás listo
para volver y recogerlo el domingo. Al día siguiente tomó el avión de la mañana
y se plantó en la residencia familiar. Fue su madre la que la abrió la puerta y
ambas se abrazaron muy emocionadas.
-Por fin has venido a vernos- sollozó Karaberasu- , ¡tenía
tantas ganas de abrazarte, hija!...
-Mamá. No es un drama - intentó calmarla Katherine
tratando de justificarse - tampoco ha pasado tanto tiempo...
-No te veíamos desde hacía casi un año, hija. Acuérdate
que en Navidad tuviste que hacer un reportaje y que después no paraste de
viajar...- Le recordó su madre, ahora no sin un ligero tono de reproche.-
-No me había parecido que hubiese pasado tanto
tiempo- repuso Katherine si saber que decir, pero dándose cuenta de que su
madre tenía razón.- Lo siento mucho.
-Lo importante es que estás aquí. Anda pasa, pasa, y
dame tu maleta- le urgió Karaberasu.-
-Tranquila mamá, yo la entro...- le contestó la
joven que siguió a su madre hasta la sala de estar y dejó un momento sus cosas.-
¿Papa sigue en el hospital?- Preguntó tratando de variar un poco la
conversación.-
-Sí, pero hoy vendrá a las siete, que contento se
puso cuando le dije que ibas a venir, ¿podrás quedarte unos días, hija? - Quiso
saber su interlocutora con tono esperanzado.-
-No mamá, lo siento, pero debo tomar el vuelo de
mañana por la mañana y regresar a la emisora, el domingo me voy para hacer el
reportaje que te dije que preparaba.
-Ya…- musitó Karaberasu algo más apagada, pero
tratando de que su hija no lo advirtiera, se sobrepuso y replicó más animada.- Entonces
tenemos poco tiempo y muchas cosas de que hablar. Siéntate conmigo en el salón
y cuéntame...
Madre
e hija conversaron durante un buen rato, desde luego que había mucho que
contarse. Charlaron sobre la familia, los planes de la intrépida reportera y
sus últimos trabajos. Aunque Kathy no le contó a su progenitora el verdadero
motivo de su último reportaje. Por fin, tras un par de horas que pasaron
volando, llegó Mathew. Nada más entrar y ver a su hija olvidó el cansancio que
traía del hospital. Tras abrazarse con ella largo rato también quiso charlar
unos minutos. Luego fue a cambiarse mientras Katherine ayudaba a su madre a
preparar la cena. Cuando estuvo lista los tres se sentaron y continuaron
hablando durante la velada.
-¿Cómo están Mazoui, Satory y las niñas? - Preguntó
Kathy, con muchos deseos de saber sobre la familia de su hermano, ahora que su
padre participaba en la conversación.-
-Muy bien,- contestó su madre visiblemente
orgullosa, al tiempo que le pedía - espera, voy a enseñarte algo.- Con rapidez se
levantó y trajo un sobre del que sacó unas fotografías- míralas, ¿no son una
ricura?...
Karaberasu
mostraba muy orgullosa la foto de su hijo con Satory que sostenía en su regazo
a las dos niñas. Katherine miró la fotografía con una amplia sonrisa. Entonces
Mathew intervino preguntando no sin segundas.
-¿Cuándo te decidirás tú, hija mía, a hacernos
abuelos a mí y a tu madre?...
La
chica no encajó demasiado bien el comentario, pero trató de no hacerlo notar. Su
madre si se había dado cuenta y la miró con una expresión que demostraba su
comprensión.
-Estoy muy ocupada con mi trabajo, papá. Además, aún
no he conocido al hombre adecuado.- Pretextó para salir del paso.-
Aquel
no era un tema agradable para ella precisamente. No ignoraba que había salido
con bastantes hombres y que eso era objeto de mucho cotilleo y maledicencias en
el mundillo del espectáculo y de las revistas del corazón. Los paparazi y otros
curiosos la asaltaban a veces en las galas o los congresos periodísticos donde
presentaba sus reportajes. Todos conjeturaban si estaba saliendo o mantenía
algún tórrido romance con ese o aquel ídolo de la canción, el deporte o la gran
pantalla. De todos modos ya estaba acostumbrada y optaba por ignorar a esos tipos.
¡Si supieran como era ella en realidad! Aunque eso también la desconcertaba. Si
se paraba a pensarlo, ¿Cómo era la verdadera Katherine? Quizás ni ella misma
estaba segura. De siempre quiso triunfar. Desde muy pequeña su gran ilusión fue
ser famosa, una gran cantante y actriz o periodista. Al menos había logrado dos
de esos sueños. Su fama como miembro de las Justices la había catapultado a una
carrera en solitario y después de acabar sus estudios pudo también destacar
como reportera. Al principio le costó mucho salir de ese estereotipo de chica
mona y jovencita que bailaba y cantaba junto a
sus primas y Amatista. Pero cuando, quizás ayudada por esa buena
presencia suya y su efímera popularidad, le ofrecieron la ocasión, no la dejó
escapar. Demostró que había un cerebro tras de ese cuerpo y esa bonita cara. A
decir verdad, todas sus antiguas compañeras lo demostraron también. Amatista
yendo a ese viaje, tras renunciar a su futuro como artista. Pero ganando el
corazón de Leval y formando su familia en Bios. Convirtiéndose además en una
científica respetada. ¡Quién lo iba a decir cuando la conoció!, menuda chica
alocada y casi salvaje. Por otro lado, su prima Kerria también destacó
convirtiéndose en abogada, y licenciándose por Harvard nada menos. Ahora vivía
con su pareja Samantha y las dos tenían un hijo al que cuidaban con amor y
entrega. Kathy recordaba aun cuando fue a apoyarla a la televisión, junto con
Idina, cuando la hija de sus tíos Roy y Bertie admitió en público su
homosexualidad y el amargo trago que le supuso a nivel personal y social. Pero
ahí estaba, con su pequeño Brian y Sam, su pareja, una chica realmente
encantadora. E incluso, en ocasiones, Kerria se unía a la propia Katherine para
actuar como dúo. Las Ky- Kat seguían teniendo bastante tirón. En cuanto a
Idina, ella sí que dejó la música y realizó el sueño que tenía desde niña,
convertirse en maestra infantil. Se mudó a Bios y allí daba sus clases,
incluyendo entre sus alumnos al pequeño Asthel, el hijo del primo Leval y
Amatista. Parándose a pensar en todo eso, realmente era ella la que parecía
correr en pos de algo inalcanzable. Aparentemente lo había logrado. La fama y
el reconocimiento. Pero a veces, cuando estaba sola y pensaba, sentía como si
eso fuese algo tan efímero como el despertar de un sueño. La propia Idina había
conocido a un buen chico, un tal Michael y se había prometido, casado y fundado
su propia familia. Kathy era la única ya que se mantenía soltera y sin ningún
tipo de atadura. Por una parte lamentaba que eso pudiera preocupar a sus
padres. Pero, por otro lado, no sentía el impulso de querer compartir su vida
con nadie. Al menos todavía no. Y luego estaba ese asunto tan sombrío de su
adicción. Bueno, logró superarlo y sus padres nunca se enteraron. Gracias entre
otros a Mazoui. Aunque volviese a recaer y ahora tomara alguna que otra
pastilla. Pero lo dominaba sin problemas. De todos modos esperaba que nunca
nadie lo supiese. Menos aún algún miembro de su familia. Ahora observaba a sus
progenitores mirarla con esas expresiones casi como si aguardasen que ella les
dijera que por fin iba a sentar la cabeza. Entonces su madre intervino tratando
de relajar ese ambiente algo tenso.
-Pero seguro que lo encontrarás hija. Dime, ¿cuál es
ese reportaje que te tiene tan ocupada? Eso de los caballos debe de ser
apasionante.
La
muchacha la miró ahora suspirando. No sabía por qué pero no deseaba ocultar el
verdadero tema de su investigación. No a sus propios padres. Tenía la necesidad
de que alguien la escuchase. Alguien en quien ella pudiera realmente confiar.
-Os seré sincera. No es sobre caballos. Veréis. Eso
es algo que hemos hecho circular como tapadera. En realidad es algo relacionado
con la segregación racial en el sureste del país, del Clan...
-¿Del Clan?- repitió Mathew incrédulo, objetando - pero
si eso desapareció hace ya más de veinte años.
-Eso es lo que la mayor parte de la gente cree -
replicó su hija rebatiendo.- Pero sigue ahí. Tengo una buena fuente y creo que
podré destaparlo.
-Ten mucho cuidado, hija...- le pidió Karaberasu que
ahora la miraba preocupada.- Esa es muy mala gente. Te lo digo por propia
experiencia. Todos los fanáticos que forman parte de una secta son muy
peligrosos...Para mi desgracia sé demasiado bien lo que significa enfrentarse
con ellos.
-No temas. Se cuidarme mamá,- sonrió Katherine
tratando de tranquilizarla.- Además, soy una justiciera, ¿recuerdas?- le enseñó
el colgante que su misma interlocutora le regalase hace ya algunos años.- Como
lo fuiste tú.
-Es verdad,- reconoció su madre afirmando con un
poso de tristeza - ...pero, de todas maneras, ten mucho cuidado. Ser justiciera
no te hace invulnerable, hija. Lo sé muy bien.
-Lo tendré...no te preocupes...
Así
siguieron la conversación hasta tarde, Mathew se despidió de su hija y se fue a
la cama, al día siguiente debía levantarse temprano. Aunque ya parecía haber
perdido entusiasmo a medida que se desarrolló la conversación. Katherine y su
madre le dieron las buenas noches y hablaron durante algún rato más.
-Mamá,- declaró la muchacha apenada y algo dolorida
al poco de verle retirarse - creo que papá está decepcionado conmigo.
-¡Que va! – Se apresuró a replicar su
interlocutora.-
-Es que siempre saca el mismo tema. Cada vez que nos
vemos en lugar de preguntar por nada más.- Añadió con tintes de pesar.- Lo que
más le importaría de mí es que le diese algún nieto.
-No hija, él sólo te dice eso porque te quiere mucho
y le gustaría verte feliz- respondió Karaberasu.-
-Pero yo ya
soy feliz con mi vida, lo que pasa es que él no valora mi trabajo.- Se quejó
amargamente la joven.-
-Eso no es verdad- le rebatió su madre con voz suave
contándole de seguido.- ¡Si le vieras presumir de ti con sus amigos! No pierde
ocasión de contarles todos los premios que te han dado. Los programas en los
que sales. Te quiere muchísimo y está muy orgulloso de ti, Kathy. Lo mismo que
yo.
Y esa sentencia hizo aflorar una leve sonrisa en el rostro de
su hija que aun así, musitó algo apagada.
-Ya, pero me gustaría que me lo demostrase más
claramente.
-Ya sabes que tu padre tiene ese carácter, la tía
Alannah siempre le decía que parecía mentira que fuera irlandés. Pero créeme, le
conozco muy bien. Eres lo más preciado para él.
-Si claro, tienes razón, mamá.- Asintió ella más
animada cuando le dio por bostezar.- Bueno, tengo que irme a dormir, mañana
debo ir pronto al aeropuerto...
-Hasta mañana hija- le dijo Karaberasu dándole un afectuoso
beso en la frente a su hija.- No te apures por la mesa - añadió al ver a Katherine
recogiendo unos platos - yo lo ordenaré todo mañana.
-Gracias mamá. Te quiero mucho. - Contestó la chica
que también besó a su madre cariñosamente en la mejilla y se fue a dormir.-
Al
día siguiente, Mathew ya se había ido cuando Katherine despertó. Karaberasu
estaba levantada terminando de recoger
la mesa del día anterior. Después de desayunar y arreglarse se despidió de su madre
y se dirigió al aeropuerto. Abordó el avión y llegó de nuevo a su casa. Allí,
tras descansar ese día, recogió el equipaje que tenía dispuesto y se reunió el
domingo en la terminal de vuelo con Christian
que le aguardaba con visible impaciencia. Deseoso de embarcarse en
aquella aventura. A la hora convenida los dos tomaron el avión que les llevaría
a su destino. Durante el vuelo, Katherine estaba absorta en sus pensamientos, su
familia, sus relaciones con su padre y lo que él esperaba de ella. Casi no
prestaba atención a su compañero que trataba de mantener una conversación.
-Oye, tú eras cantante del grupo de las Justices. Yo
soy un fan vuestro. ¿No vais a volver a cantar juntas?...
-Ya no tenemos tiempo, cada una tiene su vida aparte
de las demás - replicó su interlocutora sin mucho interés.-
-Es una pena, pero desde luego que por un lado me
alegro. Así puedo trabajar contigo, seguro que ganaremos algún premio.
-Sólo pienso en hacer un buen reportaje, nada más, no
me interesan tanto los premios.
-De todas formas, yo conozco muy bien esos lugares.
Ya te dije que crecí muy cerca. Incluso podré visitar a mis padres, mis amigos
no se lo creerán cuando les diga que te conozco...
-Procura no contarlo por ahí- le advirtió no
obstante Katherine alegando no sin ser realmente sincera en esta ocasión. - Quiero
pasar lo más desapercibida posible.
-Bueno, no te preocupes. Oye, ¿qué te gusta hacer?,-
preguntó tratando de buscar un nuevo tema.-
-¿Hacer?, ¿de qué? - inquirió descuidadamente la
muchacha que empezaba a aburrirse de la conversación.-
-Tus Hobbies. ¿Te gusta salir?... ¿tienes algún
pasatiempo?, algo.- Aclaró el muchacho.-
-Me gusta descansar cuando puedo- repuso ella
comenzando a perder la paciencia para añadir ahora con verdadero cansancio -y
me gustaría descansar un poco ahora si no te importa, nos espera mucho trabajo
cuando lleguemos.
-Vale, vale…claro, lo comprendo -replicó un apurado
Christian algo preocupado de haber empezado con mal pie. Para ofrecerse de
inmediato. - Tú duerme tranquila, yo te despertaré cuando lleguemos...
-Gracias- respondió su contertulia indiferentemente
mientras se acomodaba en su asiento para tratar de dormir un poco.-.
-¡Qué cuerpo!- pensó el chico mientras aprovechaba a
mirarla con más descaro una vez que Katherine
había cerrado los ojos,- espero poder pillarla a tono cuando lleguemos, quizá
si la invito a beber...
Christian
se pasó la mayor parte de lo que restaba de vuelo intentando trazar un plan que
satisficiese sus indecentes pensamientos. Por fin, el avión tomó tierra en el
aeropuerto, el chico se dispuso a despertar a Katherine primero tocándola en un
brazo. Luego, como la muchacha no reaccionaba comenzó a estar tentado de
tocarla en otro sitio. Alargó la mano hacia las piernas de ella, que lucían
largas y torneadas, cubiertas por unas finas medias, y las acarició
disimuladamente mientras la joven continuaba respirando de forma suave en mitad
de aquel sueño. Tentado estuvo, de no ser porque iban con más gente alrededor,
de palparle los pechos. Lo que hizo fue volver a su “éxito anterior”, pasando
con aparente descuido una mano cerca de los muslos de su compañera de vuelo y
tratando de ganar unos centímetros más hasta la parte baja de la falda. Sin
embargo Kathy abrió los ojos. Christian retiró la mano rápidamente y una
especie de calambre le subió desde el estómago. Esperó que ella no se hubiera
dado cuenta. Por suerte para él, la
chica estaba todavía medio dormida. Sonriendo de forma algo estúpida el muchacho
le explicó.
-Iba a despertarte enseguida, pero estabas tan
dormida que me daba pena…
-Me he despertado al aterrizar, menos mal que he
podido dormir. Lo necesitaba, tengo mucho sueño atrasado con tanto trabajo...- sonrió
Katherine por fin. –
A su
compañero de viaje le pareció ahora muchísimo más bella. Ese pelo castaño
cobrizo, esos ojos tan azules y esa boca de labios carnosos y tan incitadora.
Por fin le había sonreído, quizá antes estuviese de mal humor porque estaba
cansada. Decidió no tentar la suerte por el momento. Bajaron del avión y
recogieron las maletas, después llamaron un taxi. Se dirigieron a un hotel en
el que ya habían reservado habitaciones. Christian se ofreció a llevar el
equipaje, pero era mucho para él.
-No te preocupes,- le tranquilizó Katherine
agarrando un par de maletas - estoy acostumbrada a llevar mis cosas.
Llegaron
a la recepción y allí se inscribieron, Christian volvió a la carga.
-¿Quieres que te enseñe un sitio en el que se cena
de vicio?- Propuso él riéndose por dentro pensando en el doble sentido de la
última palabra.-
-No gracias- rehusó su interlocutora de forma muy
desapasionada - cenaré aquí, en el hotel, y me iré a la cama pronto. Tengo
algunas cosas que preparar para mañana. Ve tú si quieres, pero mañana tenemos
que levantarnos pronto.
Christian
se quedó callado, sin saber que decir. No solía sucederle eso con las chicas.
Al menos con las de su edad, dado que era razonablemente atractivo. Sin embargo
con esta mujer no sabía qué hacer, al fin
discurrió rápidamente para contestar.
-Bueno, tienes razón, si salgo a cenar fuera llegaré
tarde. Mejor me quedo aquí también, ¿reservo una mesa?..
-Hazlo mientras deshago mi equipaje,- le indicó su
interlocutora que, sin añadir nada más, subió a su habitación.-
El
muchacho la observó alejarse contrariado y pensó
-¡Joer con la que se suponía que era una ninfómana!
¿Se suponía que era una tía fácil, no? ¡Y un cuerno! eso que cuentan deben ser
sólo patrañas...
Afortunadamente
ajena a esas disquisiciones Kathy preparó las cosas para el día siguiente. Se
sentía algo baja de fuerzas y comenzaba a sudar, se tomó una pastilla. A los
pocos minutos se sintió mejor, después bajó a cenar. Christian la esperaba
sentado ya, se levantó cuando bajó ella y hasta le apartó la silla. Al fin ella
volvió a sonreírle.
-Gracias. Bueno, a ver que se puede cenar aquí...
-Tienen unos filetes buenísimos- declaró el muchacho
entusiasmado.-
-No, ahora no me apetece comer carne. Es muy tarde -
repuso la joven- tomaré unos verduras....
Pidieron
cada uno lo suyo y entre la cena Christian trató de conversar de nuevo con
Katherine. Él trataba de llevar la conversación hacia el terreno privado, pero la
muchacha, muy diplomáticamente, la encauzaba hacia el terreno profesional.
-Dime,- preguntaba Christian.- ¿No estás casada?...
-No, mi trabajo no me deja tiempo...por cierto - añadió
ella antes de que el chico pudiese continuar -¿Tienes preparada la cámara? Espero
que mañana todo vaya bien.
-Sí, si claro- se apresuró a contestar él- no te preocupes,
soy muy joven pero muy bueno en mi trabajo. No te fallaré. – E inasequible al
desaliento retomó el tema que a él más le interesaba.- Tú también eres muy
joven, no debes de ser mucho mayor que yo.
-No se le pregunta la edad a una señorita- aseveró Katherine
por toda respuesta.-
-No quería ofenderte, sólo que parece que tengas mi
edad.
-Gracias por el cumplido, pero soy algunos años
mayor que tú, muchacho...-contestó ella, ahora con un tono condescendiente que
no gustó nada a su contertulio.-
Por
fin terminaron de cenar. La joven le dio las buenas noches al chico y se fue a
dormir. Christian hizo lo mismo aunque tardó en dormirse. Sus fantasías con Katherine
no le dejaban hacerlo. Pero finalmente lo logró. Llegó el día siguiente, Kathy
se levantó y se vistió para comenzar a trabajar. Cuando bajó al salón del hotel
preguntó al recepcionista por su compañero, pero éste le dijo que no había
bajado aun. La muchacha miró su reloj e hizo una mueca de contrariedad. Subió a
la habitación de su ayudante y golpeó con los nudillos en la puerta. Al cabo de
un momento el atontado muchacho abrió la puerta medio dormido, aún en pijama, pensaba
que era el recepcionista del hotel pero se sobresaltó a ver a Katherine
mirándole con reprobación. Estaba bellísima, vestida como una radiante amazona,
con una elegante chaqueta negra entreabierta que dejaba ver una blusa
inmaculada con generoso escote, pantalones blancos y botas de montar. Incluso
llevaba el gorro y la fusta, con su cabello castaño cobrizo suelto que le caía
por la espalda, casi hasta la cintura. El chico hasta entonces sólo la había
visto con un funcional moño atado con un lazo amarillo...
-Lo, lo siento- tartamudeó Christian recorriéndola
con la mirada - es que me he quedado dormido...
-Venga, vístete que tenemos prisa- le urgió
Katherine - te espero fuera y no te olvides nada...- dicho esto la chica bajó
con rapidez las escaleras.-
El
muchacho se vistió lo más rápido que pudo, poniéndose una gran cantidad de
colonia. Tras sólo cinco minutos ya estaba listo y bajó con su cámara a la
carrera. Kathy sin decir nada salió del hotel y él la siguió. Ella había
alquilado un coche y le pidió a Christian que le indicase la dirección de un
buen criador de caballos. Él la dirigió hacia uno que tenía buena reputación
por aquellos contornos. Al llegar, Kathy, acompañada por su ayudante que
grababa los alrededores, se presentó al dueño pidiéndole ver sus animales.
-Me gustaría ver algún buen caballo, estoy
interesada en comprar uno.
El
propietario, un hombre de mediana edad, con aspecto de granjero, tez morena, y
pelo algo canoso, les hizo un gesto de que le siguieran.
-Les mostraré mis cuadras, usted misma podrá
elegir...
Entraron
y Kathy examinó los caballos, la mayoría no estaban mal pero uno, de color
marrón oscuro y con una mancha blanca en la cabeza, entre los ojos, le llamó la
atención.
-¿Puedo probarlo?,- le preguntó al dueño.-
-Tiene usted buen gusto, ese es uno de mis mejores
caballos, se nota que entiende.
-Crecí en una propiedad que criaba caballos- sonrió Katherine
en tanto el dueño sacaba el caballo del establo y lo llevaba fuera.-
En eso la chica no mentía cuando le contó a ese tipo
que, en Irlanda, sus abuelos poseían una cuadra. No tan grande como la de este
hombre, pero si con algunos buenos caballos. Ahora dedicando su atención al
ejemplar que tenía delante vio que era bastante manso. Ella subió sin problemas
y dio unas cuantas vueltas al trote. Una vez que se detuvo y bajó del caballo
afirmó con aprobación.
-Es un magnifico ejemplar, aún tengo que recorrer
algunas propiedades, pero si no veo ninguno mejor, me quedaré con él.
-Muy bien señorita,- respondió el propietario con
ojos interesados - pero si alguien más se interesa por este caballo y me hace
una oferta tendría que venderlo. Compréndalo, no puedo reservarlo a alguien que
puede que no lo compre. Eso sí, si me deja usted una señal, sería otra cosa.
-¿Cuánto quiere?,- preguntó despreocupadamente
Katherine sacando su libreta de cheques.-
-Unos diez mil dólares estarían bien, claro que si
le parece demasiado...- Dijo el tipo con cierta prevención.-
-No, está bien - convino ella que firmó el cheque
con esa cantidad replicando.- Ya volveré...vamos Christian.
Y sin más Kathy se marchó con rápidos pasos, el
muchacho la siguió como un perrito faldero.
-¡Es impresionante, le has dado un cheque de diez
mil dólares! - Exclamó él.- Eso es casi mi sueldo de un año.
-Eso quiere decir que tú no debes dejar señales para
comprar caballos - repuso Kathy permitiéndose esbozar una ligera sonrisa para
añadir más seria.- Ahora quiero que vayas a las afueras del pueblo a tomar
algunas imágenes, yo iré a otros criaderos, para mirar más ejemplares...
Christian
aceptó a desgana y dejó a su jefa. Ésta estaba ansiosa por quedarse a solas
para dedicarse a lo que realmente le interesaba. Recorrió entonces la zona
buscando algo interesante, supuso que la población blanca sería reacia a la
hora de contestar preguntas relacionadas con el Clan. Se dirigió hacia una zona
donde vivían mayoritariamente personas de color. Trató de hablar con algunos de
ellos, pero notaba el miedo en las miradas de esa gente en cuanto sacaba el
tema. Estaba a punto de marcharse cuando la voz de un hombre la detuvo,
Katherine se volvió, era un individuo de color, de un metro ochenta, con el
pelo corto y oscuro a tono con su
piel rizado, y que la observaba con unos grandes ojos color
castaño ébano.
-¿Qué hace una mujer blanca tan elegantemente
vestida haciendo ese tipo de preguntas?...
-Verá- respondió ella.- Soy periodista, he descubierto
que este asunto del clan dista mucho de estar terminado y me gustaría sacarlo a
la luz.
-No creo que eso sea muy bien acogido por la hermandad,
no les gusta que les hagan mucha publicidad fuera de aquí. - Contestó él
sonriendo con ironía.-
-Me gustaría que eso se supiera para ponerle fin-
respondió ella convencida.-
-Me llamo Philip Smith- repuso el hombre que le ofreció su mano.
Kathy se la estrechó en tanto él le comentaba.- Yo nací aquí, le puedo contar
muchas cosas sobre eso.
-Me gustaría,- afirmó ella muy interesada.- ¿Puedo
invitarle a cenar en mi hotel y?…- se detuvo a mitad de la frase puesto que lo
pensó mejor y explicó a su interlocutor.- Mi reportaje es un secreto, he venido
con un cámara que cree que vengo a hacer uno sobre los caballos de la comarca.
¿Sabe usted de algún sitio donde podamos hablar en privado?..
-Si claro, en una cantina cerca de aquí. Pero le
prevengo que no es ningún palacio y que su presencia va a resultar extraña.
-Estaré preparada- repuso ella.-
Su
guía la llevó a ese lugar donde sólo había gente de color. Todos miraban a
Kathy extrañados. Der hecho se hizo un silencio casi solemne cuando entraron
pero Philip les tranquilizó. No faltó alguno que la reconoció y le pidió un
autógrafo, ella los firmó encantada respondiendo a los que le preguntaban que
estaba allí para hacer un reportaje sobre los caballos de la zona. Por fin la fueron
dejando tranquila y pudo conversar con su informador.
-Cuénteme su historia- pidió Katherine - ¿Le han
hecho algo a usted?...
-A casi todos nos han hecho algo. En mi caso lo
intentaron pero no pudieron. Yo tuve la oportunidad de ir a la universidad,
gracias a una beca de baseball, estudié veterinaria y después regresé. Pero no
me lo pusieron fácil. Como podrá suponer no encontraba mucho trabajo en las
cuadras de los blancos de por aquí...
-Es muy duro ser discriminado por ser diferente
¿verdad?..- preguntó ella con interés, dado que eso le era muy familiar. No en
vano vivió la experiencia de su propio hermano.-
Aquel
hombre la miró intensamente y al poco sonrió de forma débil, poco a poco
extinguió esa expresión y más serio le dijo.
-No se lo puede usted imaginar. Verá, de niño yo
siempre deseé ser alguien, trabajar aquí y tener una familia que viviera feliz.
Durante mi infancia lo conseguíamos, antes las cosas no estaban como ahora. Pero,
años después, con la radicalización de posturas políticas y religiosas el clan
cobró nueva fuerza y la corriente racista volvió a aumentar.
-Sí, ya, eso fue hace unos quince años - recordó
Katherine - con aquellos líos de los nuevos partidos parafascistas.
-Y después tras lo sucedido con la intervención de
los reyes de la Tierra, las cosas se agravaron incluso más.
-No comprendo qué podrían ellos tener que ver con
eso.- Le respondió Kathy realmente sorprendida.-
-Verá. Aquello aumentó el fervor religioso de la
gente. Y esos tipos no tardaron en decir que la hermosa Reina Serenity era
blanca y pura. Que esa era la personificación de un ángel.
-Pero ella no tiene la culpa de lo que esos tipos
digan.- Argumentó la joven.-
-Supongo que no. - Suspiró aquel hombre declarando a
su vez.- Pero tampoco parece importarle mucho.
Kathy
suspiró a su vez. Ella conocía historias de primera mano sobre la Reina
Serenity. Su propia madre era amiga personal de la soberana y sus princesas
planetarias. Ella misma conocía a la princesa Venus. Minako Aino, que estuvo a
su lado en momentos bastante duros de su vida y que era su propia madrina.
Además de aquella vez cuando, junto a Enzo, ese joven militar transgénero, tuvo
la oportunidad de conocer a los soberanos de la Tierra. Y desde luego que todo
lo que había oído sobre ellos respecto de su generosidad y bondad estaba más
que justificado. Acompañado además por una especie de aura regia, casi divina,
podía jurar.
- Le aseguro que, como periodista he podido tener
oportunidad de conocer a personas muy cercanas a los soberanos y todos me han
dicho que son personas extraordinarias, deseosas de ayudar a los demás. –
Repuso sin atreverse a mencionar que ella misma si les conoció.-
-Podrían dejarse caer un poco por aquí entonces.-
Sonrió su interlocutor con un tinte claro de sarcasmo.- Y hacer algo de su
magia…
-¡Ojalá pudieran! Pero juraron no entrometerse en
los asuntos internos de la Tierra.- Le recordó Katherine.-
Aunque
su contertulio le dedicó ahora una mirada que parecía severa y replicó con
tintes desaprobatorios en su voz que la sorprendieron.
-Esa es una postura muy cómoda, ¿no cree? Gente con
poder y capacidad para hacer que las cosas cambien, que mejoren, y no
intervienen. Prefieren estar sentados en su torre de Marfil limitándose a
contemplar el mundo y a los que sufren en él.
-Verá. No es tan sencillo. - Le comentó la joven
tratando de contemporizar.- No es así. Personalmente conozco a algunas de ellas
y hace un gran trabajo. Tratan de ayudar en lo que pueden, pero no podemos
pedirles que resuelvan todos nuestros problemas. No sería justo. – Y tras una
breve pausa añadió con voz queda.- Si algo he aprendido en mi vida es que
nosotros tenemos la responsabilidad de dirigir nuestras acciones a buen puerto,
sin depender de otros.
Ahora
fue Philip quién se quedó observándola no sin sorpresa. Quizás no esperaba que
aquella mujer, aparentemente sofisticada y profesional le hablase de esa manera
tan cercana y sincera. Estaba claro que bajo esa superficie tan elegante y
pulcra había una persona con muchas vivencias. De modo que a su vez, él quiso
sincerase.
-Cuando retorné soñaba con tener una oportunidad aquí,
donde nací. Quizá debí quedarme en la ciudad, pero yo y otros muchos debemos
abrir camino para que nuestros hijos puedan volver a disfrutar de la infancia
que nosotros tuvimos.- Le comentó Philip reflexivo.-
-¿Es usted casado?- Inquirió la joven.-
-No, estoy soltero y sin compromiso por ahora.-
Sonrió levemente el muchacho que insistió.- Pero algún día me gustaría fundar
una familia y que mis futuros hijos no vieran sus vidas hipotecadas por una
discriminación tan injusta como estúpida.
-Es lo justo- convino Kathy.- Siempre hay que tratar
de vivir en paz.
-A mí no me gusta la violencia y trato de evitar
conflictos. Hay que tener mucho cuidado pues nunca sabes quién está dentro del
clan o quienes son simpatizantes. Empezando por los propietarios de las
cuadras.
-Pero, ¿acaso todos son racistas?..- preguntó Katherine
con escepticismo.- ¿No hay ninguno que no lo sea?..
-Hay de todo, la mayoría o están de acuerdo con el
clan o le temen. Pero hay un par de criadores que sí son muy buenos conmigo y
con mi gente.
-Me gustaría que me llevase hasta allí.- Pidió
ella.-
-Mañana debo ir a ver a los animales de uno de
ellos,- le contó Philip dándole la dirección.- Vaya por allí a mediodía, aun
estaré.
-Gracias - le sonrió ella pidiéndole con más
informalidad.- Y tutéeme por favor. Llámeme Kathy o Kat.
Aquel tipo convino en eso pidiéndole lo mismo. Al
terminar de cenar él la acompañó a su coche. Kathy le agradeció su ayuda y se
marchó. Llegó tarde y se acostó, no sin antes decirle a Christian que al día
siguiente visitarían a otro criador. El chico se quedó pensando en donde habría
estado ella durante tanto tiempo, pero no se atrevió a preguntárselo. Desde
luego que no era asunto de su incumbencia y a fin de cuentas era la jefa. Al
día siguiente fue puntual esta vez y los dos se dirigieron hacia ese lugar. Katherine
habló con el dueño que le enseñó algunos caballos que también estaban muy bien.
Pasó ella misma a echar un vistazo por las cuadras cuando vio a Philip. Estaba
desnudo de cintura para arriba, con todos los músculos de su fornido cuerpo
afanados en cepillar a uno de los caballos. Kathy lo estuvo observando durante
unos instantes sin decir nada hasta que le saludó con amabilidad.
-Buenos días, veo que te gusta hacer bien tu
trabajo...
-Sí,- respondió él parando un momento, mientras con
una toalla se secaba el sudor que le recorría el pecho-, estos animales se lo
merecen.
-¿Puedo ayudarle?- inquirió ella tomando el cepillo
de sus manos y frotando al caballo.-
-Claro, y por lo que veo tú también sabes cómo
tratarlos...espero que hayas visto alguno de tu agrado...
-Lo he visto,- reconoció ella clavando sus ojos en
los de él.- Pero ahora si no te importa ¿podemos hablar del tema que nos
interesa antes de que llegue mi cámara? Ya te dije que él desconoce la
verdadera naturaleza de este reportaje. No quiero parecerte ruda, pero tengo
poco tiempo antes de que venga.
-Claro, para eso quedamos ayer.- Convino él mientras
se ponía una camisa. -Le diré al propietario que eres de confianza, pero deberás
mantener su nombre en el anonimato. Si se sabe que ha hablado de esto podría
crearle muchos problemas.
-No te preocupes- le tranquilizó Katherine
asegurando a su contertulio.- Será estrictamente confidencial...un buen
periodista siempre protege sus fuentes.
Philip
asintió y le llevó hasta el dueño que le contó algunas cosas muy interesantes, como
que el clan se reuniría probablemente esa noche para una asamblea. Incluso le
dijo el sitio más probable.
-Si pudiera meterme allí y grabar lo que digan...- repuso
Katherine sacando una pequeña grabadora en tanto musitaba pensativa.- Pero
como...
-Es muy peligroso,- le advirtió Philip- Si te
descubren husmeando en sus cosas no te creas que por ser blanca serán buenos
contigo. Para ellos un blanco que defiende a los negros es aún peor que uno de
nosotros. Lo consideran un traidor a su raza.
-Debo arriesgarme, el peligro es algo que va unido a
mi trabajo. No te preocupe, sé cuidarme.- Le tranquilizó ella acariciando la
piedra de justiciera que llevaba bajo su blusa.-
-Eres una mujer muy valiente. De eso no hay duda. Si
puedo ayudarte en algo más...- se ofreció Philip.-
-Descuida. Te lo haré saber cuándo lo necesite. - Entonces
llegó su operador de cámara y Katherine cambió de tema afirmando.- Ese caballo
de color azabache me gusta- señaló a uno que pacía tranquilamente en su
establo.- Tengo que pensarlo y ya me decidiré, vamos Christian- le dijo al
muchacho.-
La
joven periodista se despidió de Philip y del dueño dándoles la mano, el
muchacho sólo saludó con la cabeza, cuando iban en el coche le dijo a Kathy con
un tono que parecía apurado.
-Ten mucho cuidado, esa gente no es de fiar...
-¿A qué te refieres?...- quiso saber Katherine con
una mirada de sorpresa.-
-Ese tipo es un agitador, me han contado cosas
bastante malas de él.- Repuso el chico con tono de confidencia.-
-¿A quién te refieres?...
-A ese negro, ese Smith...sólo crea problemas...eso
dicen por aquí.
-A mí no me parece ningún agitador. Tan sólo un
hombre que hace su trabajo, y muy bien por cierto.- Respondió la muchacha algo
molesta queriendo saber de inmediato. -¿Quién te ha dicho eso?...
-Algunos del pueblo con los que he hablado. Gente
que le conoce bien...- replicó su interlocutor con tono evasivo.-
-¿Qué gente?...- inquirió ella que le miró con
reprobación.- ¿Qué te han contado de él que pueda considerarse como agitación?
-No obedece a las autoridades, se niega a estar en
su sitio.- Repuso el muchacho cada vez más desconcertado.-
-¿Qué sitio es ese?,- preguntó Katherine más y más enojada
a su vez.- Oye Christian ¿esos amigos tuyos no serán racistas, verdad?...
-Ellos sólo están de parte del orden y de mantener
las tradiciones de estas tierras.- Se defendió el chico visiblemente
incomodado.-
-Espero que esas tradiciones no consistan en salir
de noche vestidos con sábanas y capuchones para atacar a la gente de color.-
Subrayó su interlocutora con bastante énfasis.-
-¿De qué hablas?- le inquirió Christian con tono
inseguro.-
Su contertulia entonces le miró con
una expresión de duda y quiso zanjar ese tema.
-Dejemos esta conversación, tenemos que centrarnos
en nuestro trabajo. Tan pronto como lleguemos debo ir al pueblo a comprar
algunas cosas. Tú revisa lo que has grabado para empezar a seleccionar algunas
imágenes.
Cristian
no dijo nada esta vez, al atardecer llegaron al hotel y Katherine se marchó
andando. El muchacho subió a su habitación pero no se quedó por mucho tiempo.
Tan pronto vio cómo su jefa se marchaba se fue a una casa en las afueras. Allí
le esperaban un grupo de encapuchados con túnicas blancas, entró cerrando
cuidadosamente la puerta y se dirigió a estos.
-Ella sospecha algo, estoy seguro...
-No nos gusta que una periodista haya venido a
nuestras tierras, y más una tan conocida. Meterá las narices donde no le
importa. Tú estás con ella, procura que se marche pronto de aquí.
-No tenéis que preocuparos por eso.- Repuso Christian
tratando de tranquilizarlos al ver que quizá había metido la pata con su
comentario.- Quizá me he precipitado, escuchad, ella está recorriendo las
cuadras de toda la comarca. Busca un buen caballo y está haciendo un reportaje
sobre ellos, ya no le debe de quedar mucho que investigar.
-Esta noche la Hermandad tiene reunión,- replicó incómodo
otro de esos encapuchados - procura que esa mujer no asome las narices por
allí.
-¿Por qué iba a hacerlo? No os preocupéis. Ya os he
dicho que el motivo de que haya venido aquí no tiene nada que ver con eso. Dejadlo
en mis manos - les aseguró el chico visiblemente nervioso - yo me ocuparé de
que no interfiera.
-En ti confiamos- añadió otro encapuchado
indicándole acto seguido - ahora vete, tenemos mucho que preparar aun.
El
chico salió de la casa y se largó lo más deprisa que pudo. Ahora estaba
asustado, a los miembros de la hermandad no les gustaba que nadie interfiriese
con sus asuntos. Además él no quería tener dificultades con ellos ni que las
tuviera su jefa. Pese a su forma de tratarle algo distante, ella le gustaba
mucho. Volvió a su habitación a preparar el montaje mientras la esperaba. Kathy
en esos momentos estaba en una tienda del pueblo buscando algunas cosas que
necesitaba. Había poca gente, sólo ella, y dos clientes más, una de ellos era
una mujer de color con un niño que se acercó al dependiente.
-Por favor, ¿tienen cartuchos de tinta para
impresora?..
-No tenemos- contestó bruscamente el empleado
mientras la miraba de forma hosca.- Aquí no tenemos nada que pueda
interesarte...
La
mujer, cabizbaja, salió con el niño. Kathy lo había oído todo desde prudente distancia
cuando estaba mirando algunas cosas. Esperó unos momentos y se acercó al
dependiente que al verla a ella cambió completamente su rostro, ahora esbozaba
una amable sonrisa.
-¿Tienen cartuchos de tinta?,- preguntó como si no
hubiese escuchado lo de antes-...
-Claro señorita, ¿de qué marca los prefiere
usted?...- inquirió aquel tipo que le enseñó una caja con varios de ellos.-
-Deme dos de esos- señaló a los que posiblemente se
había referido aquella otra mujer.-
El
dependiente se los dio gustoso. Kathy pagó los cartuchos y salió de la tienda, a
unos metros vio a esa mujer y se apresuró en alcanzarla. Al principio esta pareció
asustarse pero la tranquilizó.
-No tema, no voy a hacerle daño, tome- aseguró ella
que le dio un cartucho de tinta.-
-¿Y esto por qué?- inquirió la mujer mirando
sorprendida el cartucho en su mano.-
-¿Le ocurre esto muy a menudo?- preguntó Katherine
inquisitivamente a la mujer.- El que se nieguen a venderle las cosas.
-Sí, muy a menudo- repuso ésta con pesar afirmando
resignadamente en tanto le pagaba los cartuchos.- Usted no es de aquí, no puede
hacerse una idea.
-No, no hace falta.- Rechazó Katherine.- Guárdelo
para comprarle algo al niño.
-Es usted muy amable.- Pudo decir la agradecida
mujer.-
-Soy periodista,- le desveló la joven.- He venido a investigar sobre el
Clan.
Al
oír aquella palabra, la mujer pareció quedar aterrorizada. Katherine trató de
calmarla pero fue en vano. El niño, de unos ocho años, miraba a la forastera
con ojos muy abiertos, su madre lo agarró de la mano y se alejó no sin antes decir.
-Déjelo por favor, es muy peligroso. Usted parece
buena persona, vuélvase a su casa y no se meta en líos con esa gente.
Katherine
se quedó mirándola con expresión atónita. Finalmente decidió que no podría
hacer nada para convencer a esa mujer de que hablase con ella y se volvió al
hotel. Allí la esperaba Christian.
-Ya lo tengo- dijo él al verla llegar - he seleccionado
las imágenes como me dijiste y tengo un montaje genial...
-Muy bien- contestó su jefa sin parecer nada
entusiasmada.- Creo que lo veré mañana, por hoy estoy muy cansada. -Subió las
escaleras directamente a su habitación y Christian fue tras ella con una nueva
propuesta.-
-Escucha Kathy, ¿te apetece tomar algo?, quizás ha
sido un día duro y si nos relajamos un poco...
-No, muchas gracias, lo que necesito ahora es una
ducha y dormir. Mañana hablaremos.- Sentenció ella que subió dejándole con la
palabra en la boca.
Mientras
se duchaba pensó en qué podría hacer para obtener pruebas de lo que estaba
ocurriendo, ya lo resolvería mañana. Terminó de ducharse y se secó, hacía un
calor húmedo muy molesto en aquella zona. Kathy sólo vestida con su ropa interior
se tumbó en la cama. No quiso tomarse más pastillas. Al menos no de momento. De
todos modos ahora no se sentía mal. Dejó su ropa más o menos colgada en el
armarito que tenía.
-A ver, tengo que aclarar mis ideas.- Musitó.- Está
muy claro que preguntar a la gente de por aquí no me lleva a ninguna parte.
Tendría que conseguir alguna pista sobre el paradero de esos tipos. El único
que parece hablar sin miedo es Philip. Pero tampoco quiero comprometerle…
Lo que sí deseaba era tratar de trazar alguna estrategia
para poder recabar más información. Trató de pensar en algo hasta que el sueño
la venció. Más tarde, y usando una llave maestra, Christian entró con sigilo en
su habitación. Aquella maldita puerta crujía y el ruido de abrirla al pasar la
llave era de por sí lo suficientemente molesto como para que Kathy se
despertase, si es que estaba ya dormida. Él había pensado que si dado que
estuvo espiando desde la calle y no se decidió hasta que la luz de la
habitación de la chica se apagó. Pero, ¿Y si le gustaba estar a oscuras?
-Tengo que intentarlo.- Se decía tratando de darse
ánimos.- Los de la Hermandad le harán daño si yo no se lo impido…
Y fue en un principio que, movido por esa idea quería
buscar cualquier cosa que su compañera hubiese descubierto para destruirlo. Sin
embargo, al lograr entrar y observarla, se quedó embobado. El cuerpo escultural
de ella, tumbado sobre la cama, con su pelo alborotado. Su suave respiración
que hacía subir y bajar sus pechos. El muchacho no pudo evitar acercarse a esa
chica de puntillas.
-Eres preciosa Katherine - se dijo suspirando lleno
de deseo - como me gustaría hacérmelo contigo.- Acarició ligeramente las
piernas de la chica y fue subiendo la mano.
La excitación iba creciendo en él cada vez más. A
duras penas podía contenerse. Cuando estaba llegando a la altura de la
entrepierna de la joven ella pareció sobresaltarse en sueños y se dio la
vuelta. Christian se apartó inmediatamente temblando de miedo y excitación.
-Te deseo- susurró para afirmar.- Y al final conseguiré
que seas mía.
A disgusto se fue de la habitación. Tendría que
calmar sus ardores en otra parte, al menos, por el momento y tratar de
registrar ese cuarto cuando ella no estuviese.
Al
día siguiente Kathy, con pantalón corto, una blusa ligera de color caqui y
zapatillas deportivas, bajó a desayunar y descubrió algo sorprendida que Christian
ya lo estaba haciendo.
-Buenos días- saludó él con aparente buen humor. -¿Has dormido
bien?...
-Muy bien, gracias- respondió su interlocutora más
amable de lo que solía estar por las mañanas. Aunque enseguida comentó.- Aquí
hace un calor horroroso.
-Si, en esta época del año y tan cerca de los
pantanos, hay mucha humedad- respondió Christian sonriente.- Oye,- dijo
cambiando de tema.- ¿Ya no nos quedará mucho para terminar el reportaje,
verdad?
-No mucho- contestó Kathy algo pensativa.- Sólo
tengo que ir a los establos para comprar el caballo que más me gusta. Tú recoge
las cosas yo volveré a la hora del almuerzo...
Su
interlocutor asintió aunque no parecía muy entusiasmado. Al menos eso le
permitiría comprobar si esa mujer había encontrado algo que no debiera. Kathy por
su parte subió a cambiarse a su habitación con sus ropas de montar y se dirigió
después a las cuadras donde sabría que Philip estaría. Le encontró barriendo un
establo con mucha agresividad. Sólo vestido con unos pantalones cortos y
sudando copiosamente.
-Hola- le saludó ella.-
El
aludido no dijo nada y siguió barriendo. Kathy se acercó a él algo sorprendida
por esto y le repitió.
-Buenos días Philip... ¿te ocurre algo?..
-A mí no,- repuso él con un tono airado para
contarle -pero a unos hermanos míos, sí.
El clan les ha dado una buena paliza esta noche ¡malditos sean!
-¿Cómo ha sido eso?- preguntó Kathy sorprendida.-
-Como lo hacen siempre, asaltaron una casa en las
afueras y los sorprendieron mientras dormían. ¡Bastardos!. Como el médico
estaba ocupado, o al menos eso es lo que dijo, yo tuve que hacerles unas curas
de emergencia.
-¿Están bien?- Se interesó ella con el semblante
preocupado.-
-Se salvarán - respondió Philip con sarcasmo para
informar a su contertulia.- Sólo tienen magulladuras y señales de latigazos por
todo el cuerpo.
-Lo siento mucho, de verdad- pudo decir Kathy colocando una mano sobre uno
de los hombros de Philip que la miró de forma profunda.-
-Lo sé, tú al menos no eres como la mayoría de los
blancos de por aquí.- Se alejó unos metros mientras terminaba de barrer una parte
del suelo ahora con suavidad en tanto agregaba. - Intentaré enseñarte cualquier
cosa que te sea de ayuda. Pero antes debo hablar con algunos de los míos, vuelve
por aquí al atardecer.
Katherine
asintió y se marchó del establo, tenía un sentimiento de simpatía hacia ese
hombre. Debía de ser muy duro tener que enfrentarse a todas esas circunstancias
adversas. ¿O quizás era algo más? No, seguramente era eso, se debía tener mucha
determinación, desde luego. Philip le parecía un hombre muy fuerte y ella
admiraba esa voluntad y esa fuerza. Cuando estuvo de vuelta, Christian, más
animado, le dijo que todo estaba ya listo.
-¿Nos iremos enseguida, verdad?- inquirió el
muchacho cuando la vio entrar.-
-Aun no,- contestó ella - todavía debo arreglar unos
asuntos. Mañana por la mañana nos marcharemos.
-Bueno, así tendremos un día más para ver cosas, podría
enseñarte algo de la ciudad.
-No estoy muy interesada en eso, sólo quiero
arreglar las cosas que me faltan e irme. Pero Gracias por tu ofrecimiento.-
Sentenció ella de modo seco.-
Kathy
subió a su habitación y comenzó a hacer sus maletas. Christian subió tras ella,
el chico parecía agitado. No podía soportar más el deseo que le embargaba.
Sobre todo tras tener que sufrir sus rechazos una y otra vez. Sin contenerse
más entró en el cuarto de la reportera cuando ésta se estaba cambiando, ella
volviéndose de espaldas, le espetó enfadada.
-¿Qué quieres, es que no sabes llamar?..
Christian no pareció enterarse de sus
palabras, verla de nuevo medio desnuda allí, en el hotel, donde no había casi
nadie. Tenerla para él y dejar escapar la oportunidad de intentar algo. No pudo
más y dijo con la respiración muy agitada, presa por completo de la excitación.
-Kathy, me gustas mucho, vamos a pasarlo bien esta
tarde. Tú y yo...- se acercó a la joven y la tocó uno de los pechos.-
Ella,
apartándole de un empujón, se volvió tapándose el cuerpo con su blusa, entre
incrédula por lo que había ocurrido y furiosa.
-¿Qué estás haciendo? ¿Te has vuelto loco?, sal
ahora mismo de aquí o te arrepentirás.
-Vamos- repuso él acercándose lentamente para evitar
que Kathy se moviera.- Todo el mundo sabe que te acuestas con casi todos los
que trabajan contigo. Yo no estoy tan mal, deberías verme.- Y se llevó las manos al pantalón, parecía
pretender desnudarse allí mismo pero Kathy le quitó las ganas de hacerlo con
una fuerte torta que casi le derriba. Después sacó a rastras al sorprendido Christian
de su habitación.
-Quédate fuera y no vuelvas a intentarlo muchacho. O
tendré que contarle esto al jefe. Y será mejor que te vayas tú solo de vuelta a
la ciudad...no quiero volver a verte. Tú verás cómo se lo explicas al señor
Armstrong.
El
chico tardó unos segundos en recuperarse de aquello, era como despertar de una
especie de sueño, no, ¡era una pesadilla! Él estaba muy rabioso pero el dueño
del hotel subía las escaleras y eso le hizo irse corriendo a su habitación.
Katherine algo agitada aún, aprovechó para cambiarse con una vez más con sus
ropas de montar y se marchó hacia las cuadras donde había quedado con su
informador. El enrabietado muchacho la espió desde la mirilla de su puerta y la
siguió un rato después. La muchacha llegó al atardecer y Philip estaba allí
esperándola. A prudencial distancia, Christian los vio a ambos y pensó presa de
los celos.
-Conque conmigo no, pero te vas con ese negro. No
eres desde luego como yo creía. ¡Maldita zorra! Bueno, ya es hora de que
informe al Clan de todo esto.
Se fue apresuradamente dejando antes un pedazo de
cactus debajo de la montura que seguramente probaría ella...
Katherine
estaba aún enfadada por lo ocurrido, se lo contó a Philip que trató de
tranquilizarla. Sus manos acariciaron la cara de ella buscando que la chica se
relajase. Ella sentía un escalofrío que la recorría. Su interlocutor le dijo en
un tono condescendiente.
-Ahora eres tú la que estas nerviosa. Y me temo que cuando
te diga lo que has venido a escuchar supongo que podrías estarlo más.
-¿De qué se trata?,- preguntó ella mirándole
inquisitiva con sus profundos ojos azules.-
-Sé algunos de los nombres que se ocultan tras el
clan aquí. Pero hasta ahora no podía decirlo pues ni me creerían ni hubiera
sido prudente. Aunque si tú vas esta noche a una reunión que tienen pensada
hacer y les grabas por fin tendrás las pruebas que buscas.
-Sí, dime ¿dónde va a ser? - Inquirió ella sacando su teléfono móvil del bolsillo de su
pantalón.-
-En el viejo granero- respondió el joven indicándole
la dirección.- Pero no sé si deberías ir, es muy peligroso.
-Muy bien, no te inquietes, estoy habituada a
enfrentarme al peligro - asintió ella - pero antes de irme probaré el caballo
que vi ayer. –Y dicho eso se dispuso a subir a lomos del animal.-
Philip la ayudó y cuando Katherine se montó apretó
involuntariamente ese cactus haciendo que el caballo se encabritase. Éste
amenazó con tirarla al suelo. Kathy sorprendida y asustada intentó dominarlo pero
cuanto más le sujetaba de las bridas, más le clavaba la planta, al fin el
caballo logró tirarla pero afortunadamente Philip la sostuvo en brazos antes de
que cayese. Katherine muy nerviosa, respiraba agitadamente. El muchacho la dejó
en el suelo y trató de calmar al caballo. Advirtió sangre cerca de la silla, la
levantó y descubrió aquel cactus, quitándolo de inmediato. El caballo se
tranquilizó y él lo ató al establo. Después volvió con la joven que seguía muy
nerviosa.
-Ha sido un cactus,- le explicó Philip mientras la
calmaba - tranquila, ya ha pasado todo.- Volvió a acariciar su cara con
suavidad y se acercó hacia ella. Katherine fue calmándose, ya no estaba
asustada sino que miraba a Philip a los ojos, eso parecía haberla dejado
absorta.-
-¿Estás mejor?- dijo él con voz suave mirándola
también a los ojos de forma profunda.-
La
muchacha asintió, él la ayudó a ponerse en pie, ella se agarró a uno de sus
brazos que estaba tenso por el esfuerzo y sintió sus músculos. Involuntariamente
se lo acarició. Philip pareció sentirlo de forma intensa, pues él pasó una de
sus manos por la espalda de ella recorriéndola con suavidad a la par que la atraía
hacia sí. Casi sin darse cuenta ambos se besaron. Al separarse de forma lenta, él
trató de musitar una disculpa.
-Lo siento, no pretendía hacer eso, no sé qué me ha
ocurrido
Pero Katherine volvió a besarle, esta vez con más
intensidad. Philip respondió a ese beso con ardor y abrazó a la muchacha. Ambos
comenzaron a acariciarse, ella le quitó una ligera camisa de algodón que
llevaba entreabierta y le besuqueó el pecho, desabotonándole los pantalones
después. Estos cayeron al suelo, mientras, él la levantó en vilo sujetándole las piernas. Katherine se
sujetó a horcajas sobre el cuerpo de Philip, el cuero negro de sus botas se
confundía con la piel de éste. Philip, presa de la excitación, se tumbó sobre
ella entre el heno y comenzó a quitarle la blusa. Katherine le ayudó, mientras
seguían besándose. También la despojó del sujetador y le besó los pechos. Philip
los acarició sorprendido por la blancura de estos, después la joven levantó las
piernas y él, de pie, le quitó las botas y el pantalón. Abriendo las piernas, ella
le sacó el slip, comprobando la veracidad del mito de los hombres de color. Philip
dejó su miembro a las caricias de Katherine que introdujo suavemente en su boca
saboreándolo con lentos movimientos de su lengua. Él hizo lo propio con el sexo
de la chica para luego quitarle el resto de su ropa interior y dejarla a merced
de él, que se tumbó de nuevo sobre ella y la penetró. Ambos jadearon presa del
placer. Ella sintió un profundo dolor, no era virgen pero hasta entonces nadie
le había hecho gozar de esa manera. Philip empujó con suavidad hasta que ya no
pudo más. Una vez que terminaron, ambos quedaron abrazados entre aquel montón
de heno. Durante un rato no dijeron nada, el contraste del color de sus cuerpos
parecía formar un caprichoso dibujo. Philip acarició la mejilla de Kathy y
recorrió su cuello con los dedos hasta reparar en la piedra que ella llevaba
colgando de una cadenita de oro.
-Bonito colgante - dijo él en voz baja.-
-Mi madre me lo regaló, es algo muy preciado para mí
- respondió ella también en voz baja mientras sujetaba suavemente el collar.- Me
recuerda a ella y al resto de mi familia, les veo tan pocas veces- suspiró.-
-Me pregunto qué diría si te viesen ahora conmigo, no
creo que les hiciera muy felices.- Se sonrió su interlocutor.-
-Yo estoy muy feliz contigo, y es lo único que les
interesaría a mis padres. Siempre me dicen que debo encontrar a alguien y
formar una familia, sobre todo mi padre.- Añadió ella, ahora con tono de
fastidio.-
-Pero no creo que les gustase que lo hicieras de
esta manera. A decir verdad, hemos hecho el amor sin tomar precauciones,-
advirtió él.- No me gustaría que eso te trajese complicaciones.
-Lo haría otra vez sin pensarlo ni un segundo- sonrió
Katherine mientras apoyaba su cabeza entre los brazos de él aseverando.- Nunca
me han hecho sentir mejor. Pero no te preocupes, yo tomo anticonceptivos.- Hizo
una ligera pausa para desenredarse el collar de su pelo y añadió.- Mi vida
sexual es muy activa, me he acostado con muchos hombres...es gracioso. Como te
dije antes, mi propio compañero me ha hecho proposiciones esta misma tarde y yo
le rechacé. Es sólo un crio pero quería acostarse conmigo sólo porque había oído
que soy una especie de ninfómana.
-No creo que lo seas - rebatió Philip jugueteando
con el cabello de Kathy.-
-Me gustan mucho los hombres, es verdad. Pero elijo
con quién me voy a la cama, para mí lo que ahora cuenta es mi trabajo. Ya estoy
harta de que cuando muchos me miran solo vean una cara y un cuerpo, en lugar de
a una profesional.
-Te comprendo bien, me pasa lo mismo. Siempre tengo
que estar demostrando mi valía para que no me discriminen por mi color...
-Es duro, tener siempre que estar demostrando que
eres el mejor en la que haces- convino ella mientras se levantaba.- Solo para
que te permitan seguir haciéndolo…
Su
amante también se levantó y ambos se vistieron. Kathy miró su reloj, ya eran más
de las ocho. Habían estado juntos cerca de dos horas, casi había olvidado lo de
esa reunión del clan. El joven se ofreció a ir con ella.
-No me perdonaría que te pasase nada, quiero estar
allí contigo.
-No, Philip, sé cuidar de mí...vete a tu casa, no estarás
seguro si salen a cazar. Yo debo volver para cambiarme...
Él
no tuvo más remedio que asentir. Se abrazaron y con un beso profundo se
despidieron. Katherine se marchó a su hotel mientras Philip se quedó a terminar
de recoger el establo y darles de comer a los caballos.
-¡Maldita sea! Esto lo vas a pagar.- Siseó una voz
entre la oscuridad del exterior.-
Y es que Christian no podía creerlo, su corazón le
decía que lo que había visto y oído no era cierto. Pero su cabeza se lo
rebatía. Después de irse a informar al Clan había vuelto al establo con dos de
sus miembros y había podido ver a Kathy haciendo el amor con ese negro. ¿Cómo
había podido ella hacerle algo así? Ver a ese asqueroso mono poseyendo algo que
tendría que haber sido para él. La había ensuciado, profanado...ella ya no
valía nada. Los hermanos tenían razón. Ya se lo advirtieron. Solo era una
ramera. Una zorra promiscua que merecía un castigo por su horrible iniquidad. Pero
antes, sería ese cerdo el que lo pagase. Los miembros del clan que le
acompañaban tampoco salían de su asombro. No quisieron interrumpirles pues
tenían una curiosidad morbosa, pero ahora que la forastera se había marchado le
ajustarían las cuentas a ese negro. En eso pensaban los tres regocijándose de
ello mientras se dispusieron a atacarle.
-No te preocupes hermano.- Le dijo uno de ellos al
enfurecido Christian.- Le daremos una buena lección. Una que jamás olvidará.
Eso hizo sonreír al chico. Entre tanto y ajeno a
esas sombrías intenciones hacia su persona Philip estaba pensando aun en Kathy.
Era una mujer maravillosa y él creía que se había enamorado de ella. ¿O sólo
fue el puro deseo?...lo pensaba cuando estaba cepillando a uno de los caballos.
Tan absorto estaba tratando de dilucidar aquello que no se percató de la
presencia de los miembros del clan hasta que le golpearon en la nuca con un
palo, cayó al suelo inconsciente. Uno de ellos le escupió siseando con
regocijo.
-Ahora comenzará la fiesta…
Por
su parte Katherine se duchó y se cambió de ropa, ya estaba dispuesta. Pensó en
dónde se habría metido su operador de cámara. Como no le vio por allí pensó que
se habría marchado después de lo ocurrido. Mejor así, sólo sería una molestia o
quizás algo peor. Podría estar compinchado con esos tipos. Ahora volvía a su
recuerdo la conversación que mantuvieron en el coche, cuando el chico le
advirtió contra Philip. ¡Ojalá que no tuviera que ver con eso! Posiblemente
habría estado celoso. Decidió dejarlo estar y prepararse. Pasó una hora hasta
que estuvo lista, con una grabadora y su cámara de fotos se dirigió hacia ese
granero. Entonces, cuando salía de la puerta de su habitación, Christian se
abalanzó sobre ella sorprendiéndola…
Una
hora antes Philip había despertado atado de pies y manos en un lugar que no
recordaba, al aclarársele la mente después de ese golpe que aún le zumbaba en
la cabeza se dio cuenta de que estaba en el granero donde iba a reunirse el
clan. O mejor dicho, donde ya estaban reunidos. Rodeándole había un grupo de
unos veinte o más encapuchados vestidos por completo de blanco. Unos cinco de
ellos se sentaban en lo que parecía un estrado. El joven no tuvo ocasión de
hablar, ya que uno de ellos dijo con voz ceremoniosa dirigiéndose a sus
compañeros.
-El Santo Tribunal de esta Hermandad abre su sesión,
el acusado, ese negro, culpable de violación...
-¿Qué?,- pudo decir Philip más atónito que asustado.-
-Has violado a una mujer blanca, ¡sucio negro!,- espetó
otro de esos encapuchados- tenemos testigos que te han visto, en el establo de
Paers, esta tarde...
-¡Yo no he violado a nadie! - chilló con tono
desesperado corrigiendo a su acusador -hicimos el amor...-
Un latigazo le cayó en las costillas haciéndole
gritar de dolor sin que pudiera concluir la frase.
-¡Mientes negro!- dijo uno de los encapuchados muy
furioso - pero vas a pagar por ello. - Volvió a darle otro latigazo pero Philip
ahora aguantó sin quejarse.
- ¿Qué sentiste al probar la carne blanca eh?...cerdo...-
Le escupió otro miembro del clan.- ¿Te gustó, verdad?...
El interpelado no pudo ni hacer amago por replicar, sobre
él cayó otro latigazo que le hizo crujir las costillas. En tanto escuchaba una
amenaza que le heló la sangre.
-Vas a morir, pero de una forma dolorosa, muy
dolorosa, por atreverte a tocar a una mujer de nuestra raza.
-¡Eres un cobarde! - respondió Philip sobreponiéndose
al dolor- eso es mentira, los dos lo quisimos.
Uno
de los encapuchados le hizo callar de un puñetazo en el rostro. La sangre de su
nariz bañó sus labios mientras el agredido se dolía del golpe recibido.
-Levantadlo- ordenó uno de los encapuchados.- Ahora
vamos a dictar sentencia.
Cumpliendo de inmediato esa orden dos acólitos más elevaron
a su ensangrentado prisionero y le sujetaron, mientras uno de ellos empuñaba un cuchillo bastante afilado. Entonces
otro se quitó la capucha, era Christian que miraba a Philip con una expresión
de odio visceral.
-Maldito negro, ¡era mía!… ¿me oyes? ¡Era mía y tú
la has ensuciado con tu maldito semen negro! Pero no lo volverás a hacer...-
aulló fuera de sí – ¡No volverás a profanar el cuerpo de una mujer blanca nunca
más!...
Su
prisionero comprendió con horror lo que esos tipos planeaban hacerle. Trató de
patalear y resistirse pero era en vano, estaba muy fuertemente atado. Entonces el
del cuchillo se acercó a él y de un tajo seccionó su miembro que cayó al suelo.
La sangre manaba a borbotones de la entrepierna de Philip que estaba aullando y
gritando de dolor a punto de desmayarse. Pese a ello uno de los encapuchados le
levantó la cara.
-¡Vas a pedirnos de rodillas que te matemos! -
rio.- Y no te preocupes, lo haremos, pero
después de divertirnos un poco. Y luego le tocará el turno a esa zorra traidora
a su raza que ha fornicado contigo.
Christian
miraba incrédulo aquel espectáculo, él no creyó que fueran tan sangriento. Al
principio le había parecido muy bien la idea, pero luego pensó que sólo
con que le diesen una buena paliza a
aquel negro y le aterrorizaran, bastaría. Vomitó ante aquel dantesco
espectáculo y salió de allí. Lo peor es que irían a por Katherine, y él pese a
todo quería protegerla. Sin pérdida de tiempo fue a avisarla, después de
quitarse el traje del clan. Llegó al hotel y la sorprendió abriendo la puerta
de su cuarto, sin pensarlo dos veces se arrojó sobre ella y la tiró al suelo.
-¡Suéltame! - chilló la chica tratando de zafarse - estás
loco...
-¡No, no Katherine! - gritaba el chico fuera de sí
increpándola a su vez.- ¿Cómo has podido hacer algo como eso?..¿Cómo has podido
hacérmelo?..
La
aludida se quedó petrificada, comprendió enseguida a lo que él se refería. No
pasaron muchos segundos sin que un enloquecido Christian se lo confirmase.
-Yo no era lo bastante bueno para ti…eso podría
haberlo entendido. Pero ¡un negro, un jodido negro te ha follado, y a ti ha
gustado! ¿Verdad?, no eres más que una zorra.
Kathy
no dijo nada pero sí que actuó. De una patada logró librarse de él y
levantarse, pero Christian estaba entre la puerta y ella. La muchacha le
advirtió furiosa.
-Apártate o tendré que hacerte daño de verdad.
-¿Daño?,- chilló él. - ¿Más todavía de lo que me has
hecho? No, eso no es posible...yo te deseaba, creía que eras una mujer
especial, al no querer acostarte conmigo pensé que era yo el que se había
pasado. Quería pedirte perdón, te seguí, pero tú estabas con él. Os vi a los dos,
¡maldita sea!...- rechinó lleno de furia y resentimiento para sentenciar.- A mí
me echaste pero te abriste de piernas para un sucio negro.
Pese
a que estaba alucinada por la mirada de locura pasional que veía en él Katherine
le respondió tratando de controlarse lo más que pudo.
-Mi vida es mía, me acuesto con quien yo quiero y él
es más hombre de lo que tú podrás serlo nunca.- Le espetó con desprecio.- En
todos los aspectos.
La chica confiaba en que eso hundiese a Christian
para poder apartarle de la puerta pero en lugar de eso él fue quién la
descolocó cuando se rio despectivamente y añadió con sorna.
-Querrás decir que era un hombre...ahora no lo creo,
mis hermanos ya le han dado su merecido...
-¿Qué le habéis hecho?,- gritó ella aterrada.- ¿Qué
le habéis hecho?- insistió saltando sobre el sorprendido muchacho al que apartó
de la puerta tras darle una patada.-
-¿No ves que he venido por ti? A pesar de todo te
quiero Katherine, no voy a dejar que te hagan daño...En cuanto terminen con ese
cerdo irán a por ti. - Pudo decir el dolorido chico tratando de recuperar el
aliento.- Yo quiero protegerte.
-¡Quítate de mi vista, escoria! - aulló ella
mientras salía corriendo. Usando su teléfono móvil llamó al FBI. Tras explicar brevemente la
situación les instó a que mandasen a alguien lo más rápido posible.- Creo que
han matado a una persona, por favor dense prisa. - Les dio la dirección de
aquel pueblo y de donde podrían estar los culpables.-
Después
corrió al coche, arrancó a toda velocidad y fue directa al granero. Aparcó a
unos metros y tocando la piedra su collar invocó con un grito.
-¡Corazón puro del Trueno, dame el poder!...
Se transformó en justiciera y se decidió a irrumpir
a la fuerza. Pensaba arrasarlo todo y acabar con cualquiera que se interpusiera
en su camino...pero al entrar en el granero, éste estaba vacío. Entre la
penumbra sólo pudo ver, tendido en el suelo y entre un gran charco de sangre, el
cuerpo de Philip.
-¡Oh Dios! – Fue lo único que pudo exclamar llevándose ambas manos a la boca.-
Corriendo
hacia él con la esperanza de que estuviese vivo, Kathy quedo horrorizada cuando
pudo ver el estado tan lamentable en el que se encontraba. Luchando por no
vomitar y llorando trató de reanimarle.
-Philip, soy yo, por favor, ¡háblame!...
El
interpelado aún seguía con vida, no obstante su visión estaba muy borrosa
porque había perdido mucha sangre. Vio la figura de una mujer vestida de forma
extraña, con un antifaz sobre la cara. Su voz le era familiar, pese a su estado
la reconoció como a una de las Justicieras. ¿Qué haría allí?...pensó mientras
se esforzaba por hablar...
-¿Eres una justiciera?....- musitó con voz
entrecortada mientras su interlocutora asentía.-
-Soy yo Philip,- le confesó ella que se quitó el
antifaz y él pudo ver el rostro de Katherine dominado por el llanto.- Te
pondrás bien, te sacaré de aquí.
-Veo que era verdad que sabías cuidar de ti, estoy
muy mal. Por favor, no me mires...no podría soportar que vieras lo que me han
hecho...
-No te preocupes, todo se arreglará- le animó ella
tratando de dominarse.-
-Vete, sálvate,- le pidió él - Te matarán si te
encuentran aquí.
-No, antes acabaré con todos ellos - escupió Kathy
con rabia.-
En
ese instante notó un crepitar y olor a quemado, el granero estaba ardiendo. Afuera
se escuchaban gritos de júbilo y risas. Asomándose un poco, Katherine vio a un
nutrido grupo de miembros del clan que se divertían celebrando aquello.
-Tienes que aguantar. Te sacaré de aquí Philip - le
aseguró ella mientras volvía a ponerse su antifaz.-
Intentó
moverle pero era inútil, pesaba demasiado y ella no quería hacer un movimiento brusco
que empeorase su estado. Trató de arrastrarle hasta la puerta de salida, pero ésta
estaba cerrada. Furiosa y desesperada, Katherine lanzó un rayo de energía que
hizo saltar el cierre en mil pedazos. De una patada abrió la puerta. Las llamas
comenzaban a devorar el granero. Los miembros del clan se dieron cuenta de que
ella trataba de salir y se dirigieron hacia allí empuñando palos y piedras.
-Tú morirás con ese negro...- gritaban.-
-¡Bastardos cobardes! - chilló Katherine que les
lanzó rayos de energía mandando a algunos de ellos varios metros atrás, dejándoles
malheridos.- ¡Ahora vais a ver! - sacó su látigo y golpeó sin contemplaciones a
todo el que se interpusiera mientras esquivaba una lluvia de piedras.- ¡Fuera
de aquí!
Uno
de los miembros del clan se acercó a Philip con ánimo de rematarlo, pero Kathy
le golpeó con el látigo desgarrándole la túnica y haciéndole manar sangre por
un costado. Mientras el acólito aullaba
de dolor, ella le golpeó con una patada en el estómago, dejándole fuera de
combate.
-¿Queréis más?- les gritó henchida de odio y
desafío.- ¡Adelante! Aquí estoy. Venid
si os atrevéis...
Esos
tipos se miraron unos a otros con desconcierto. No esperaban semejante
resistencia. No obstante se daban cuenta de su superioridad en número y eso les
hizo envalentonarse una vez más.
-Vas a morir, perra lunática - gritaron algunos de
ellos mientras atacaban.- Igual que esa maldita periodista en cuanto demos con
ella.
-Eres otra traidora a la raza blanca. Como esas
zorras de la reina Serenity y sus princesitas. - Espetó otro.-
Katherine
ni se molestó en replicar, les esquivó y comenzó a golpearles. Entre aquel
progresivo manto de llamas que amenazaba con envolverles ella se desembarazó de
sus atacantes y corrió a sacar a Philip, pero éste al ver la situación se había
incorporado trabajosamente para tratar de hacer algo por esa valerosa mujer. Cuando
Kathy fue a ayudarle uno del clan a su espalda le tiró un cuchillo, Philip lo
vio y pudo reunir las fuerzas que le quedaban para interponerse. El arma voló
clavándose en su espalda y él cayó muerto al suelo. La muchacha, paralizada por
el horror, intentó reanimarle hasta que vio los ojos de él que miraban hacia el
vacío. Entonces ella chilló de rabia y comenzó a lanzar rayos cada vez más
potentes con una mano, mientras sostenía el cuerpo de él con la otra. Los del
clan se apartaron, malheridos muchos de ellos. Katherine tuvo que dejar
suavemente el cuerpo de Philip. Apenas podía ya respirar sin inhalar humo. Si
no se daba prisa estaría condenada. Sin poder dejar de llorar le dio un último
beso y salió como pudo del granero que empezaba a derrumbarse consumido por el
fuego. Ahora el exterior era un caos, gritos de miembros de la hermandad
heridos y sirenas de coches que debían ser los pertenecientes a los agentes del
FBI que habían llegado al fin. La mayoría de los del clan trataban de huir, algunos
lo lograron, otros fueron detenidos. La justiciera, presa de la furia, vio al
que había arrojado el cuchillo y logró enroscarle su látigo al cuello, comenzó
a apretar mientras aullaba.
-¡Ahora seré
yo la que haga justicia, tú vas a morir! Y te ajusticiaré según vuestras
costumbres. Eso te gustará, ¿verdad canalla?- Espetó mientras lanzaba su látigo
a una robusta rama de árbol y lo recuperaba nuevamente tratando de izar a ese
tipo para ahorcarle.- ¡A la horca!…
Los
agentes del FBI ya tenían la situación controlada cuando advirtieron lo que
ella estaba haciendo. Uno de ellos, el que parecía el jefe, le gritó con un
megáfono.
-Ya basta Dama del Trueno, no lo hagas, deja que la
justicia se encargue de él...
-¿Justicia?- chilló ella con la voz teñida de
rabia.- ¿Y qué justicia hay para el que han asesinado? ¿Y para las familias que
han torturado? Merece la muerte, aquí y ahora – sentenció.-
Y entre tanto seguía tirando del látigo mientras el
acólito trataba de aferrarse a él para intentar evitar la muerte por asfixia.
-Por favor, deja que nosotros nos encarguemos,- le
pidió nuevamente el agente- con lo que hemos visto aquí tenemos pruebas
suficientes para encerrarles de por vida. Ellos son los asesinos, no tú. No te
conviertas en alguien como ellos, eres una justiciera... ¿qué pensarán tus
compañeras y el resto de la gente que cree en ti y en ellas?
Katherine
no quería oírle, se resistía a dejarse convencer. Esos cerdos debían pagar con
la vida por lo que habían hecho. Era el único lenguaje que esos bastardos
comprendían, el del miedo y la muerte. Pero, su conciencia le decía que si lo
hacía nunca en su vida podría descansar. No podría volver a mirar jamás a sus
padres ni a sus compañeras ni a su madrina Minako a la cara. Finalmente soltó
su látigo del cuello de aquel tipo que cayó como un fardo, tosiendo y luchando
por respirar. Vio cómo se quitaba la capucha. Horrorizada descubrió que era
sólo un muchacho, debía tener la edad de Christian. Sollozando, la Dama del
Trueno corrió lejos de allí ignorando los avisos de los agentes para que se
detuviera.
-¿Qué hacemos señor?- preguntó uno de los agentes al
del megáfono.- ¿Deberíamos arrestarla?
Todos los demás miembros del FBI estaban confusos, sin
saber qué hacer, hasta que su jefe les dijo con un tono más tranquilizador.
-Yo no he visto a nadie a quién detener. Salvo a
estos tipejos. ¿Y usted?
Su perplejo subalterno le miró con ojos como platos,
no obstante enseguida se rehízo y afirmó.
-No señor, tampoco he visto a nadie más. Quizás haya
sido mi imaginación.
-De momento nos ocuparemos de estos malnacidos. Gracias
a ese soplo anónimo vamos a desarticular a esta banda de criminales.
Todos asintieron de modo cómplice y su jefe añadió
señalando al todavía jadeante miembro del clan que luchaba por respirar y se
frotaba el cuello.
-Recoged a ese tipo y vámonos de aquí, habrá que
llamar a los forenses y comenzar las investigaciones.
Los
agentes se alegraron de no tener que ir a por la Dama del Trueno. Tanto ella
como sus compañeras habían hecho mucho por ayudar durante años y además se
hacían cargo de la situación por la que aquella justiciera había atravesado al
enfrentarse sola a toda esa chusma. La aludida, ya transformada en Katherine, había
vuelto al hotel, llorando y sin apenas fuerzas. Quería salir de allí a toda
costa, abandonar ese maldito pueblo y esa región cuanto antes. Había conseguido
un reportaje digno de un nuevo premio, pero eso no devolvería la vida a Philip.
En su desesperación incluso pensó en destruir las fotos, las grabaciones y las
cintas de video y olvidar.
-¡No! - Se dijo con voz temblorosa, mientras
enjugaba sus lágrimas.- No puedo hacer eso…Habría muerto por nada…
Y desde luego que esa no era la solución. La gente
debía saber lo que había ocurrido allí. Se lo debía a Philip y a todos los que
habían sufrido la lacra de la discriminación. Aquel era el mejor tributo que
podría ofrecer. En cuanto a Christian, no
sabría dónde estaría o hacia donde habría ido. La verdad es que no le
importaba, sólo deseó no volver a verlo nunca más. Se tumbó en la cama y el
sueño la venció. Al día siguiente abandonó ese lugar, tomando un autobús rumbo
al aeropuerto y un avión que la devolvió a su casa. Junto a ella trajo un reportaje
que al emitirse le dio de nuevo la máxima audiencia y que dedicó muy
emotivamente a la memoria de Philip. Después agradeció las felicitaciones con
frialdad y se marchó a su casa. Estaba cansada y sólo deseaba que pasase
tiempo, trabajar en otro reportaje para poder olvidarse de esto. Había sacado a
la luz algo terrible, con nombres de muchos implicados que antes de esto eran
respetables miembros de sus comunidades. Gracias a ella, el FBI tenía pruebas
para comenzar bastantes juicios. Lo único que no salió fue la intervención de
la Dama del Trueno. Katherine no la incluyó. Tampoco el FBI quería que lo
hiciera, así que no hubo ningún problema. Descansaba en su habitación cuando el
teléfono sonó, no contestó, no quería hablar con nadie que llamase para pedirle
una entrevista. Pero cuando se accionó el contestador y escuchó la voz de su
madre, se levantó como un resorte y descolgó el aparato.
-¡Mamá!- pudo balbucear emocionada.-
-Hola Kathy, felicidades hija, hemos visto tu
reportaje por televisión. Incluso tu hermano Mazoui me ha llamado, se ha
quedado impresionado. Pero me ha dicho que presentía que algo malo te sucedía y
estaba preocupado. ¿Estás bien?..
A
Katherine se le nublaba la vista por las lágrimas, trató de responder dominando
sus sentimientos pero fue incapaz de controlarse, se derrumbó y lloró.
-Hija, ¿qué te ocurre?...- preguntó Karaberasu cada
vez más preocupada.- ¿Qué te pasa?, ¿puedo ayudarte?...
-¡Me gustaría verte mamá! Tengo que hablar con
alguien. No puedo soportar esto yo sola.- Respondió a duras penas entre el
llanto.- Casi…yo, casi…
-Tranquilízate cariño. Iré a verte, mañana mismo
tomo un avión y estoy allí...trata de dormir y no te muevas de casa.- Le pidió
Karaberasu bastante alarmada.-
-Gracias mamá.- Musitó la joven que colgó el
teléfono.-
Su madre, muy
preocupada, comenzó a de inmediato a preparar su equipaje.
-Solo espero que no haya hecho nada irreparable.-
Pensaba Karaberasu con patente temor.- Tengo que verla enseguida…
Kathy
trataba de enjugar sus lágrimas y de tranquilizarse, se decía que ella era una
mujer fuerte, una justiciera, pero no podía quitarse de la cabeza lo que había
ocurrido. Lo único que la ilusionaba era que su madre llegaría al día
siguiente. Trató de dormir pero no podía, estaba a punto de tomarse algún
somnífero para poder hacerlo cuando escuchó un ruido sospechoso en la cocina. Se
levantó y fue hacia allí con sigilo. Al entrar, la sombra de alguien se lanzó
sobre ella pero la esquivó y le dio un puñetazo en el estómago. La figura se
levantó y respondió dándole una bofetada que la tiró al suelo. Kathy estaba muy
débil por la tensión y los nervios, apenas podía levantarse. Entonces ese
intruso dio la luz, era Christian que la miraba con ojos de locura.
-Hola Kathy, me has echado de menos ¿a que sí? Yo he
soñado contigo a todas horas, pero siempre era lo mismo, te veía con ese
maldito negro, una y otra vez, dime ¿qué podría hacer para quitarme esa mala
pesadilla?
-¿Cómo has llegado aquí?- Pudo preguntar ella, casi
más sorprendida que asustada.-
-Todavía quedan personas decentes en el mundo. Y una
de ellas me dio tu dirección.- Se sonrió perversamente el joven.-
-Vete y déjame, te lo suplico - le pidió ella
completamente derrumbada por la presión.- Ya me has hecho bastante daño.
-Tú sí que me has hecho daño, ¡maldita zorra! -
escupió él - Debo castigarte por eso.
-¿Qué quieres de mí? ¿Violarme? - Chilló Kathy que
se tumbó en el suelo en actitud aparentemente sumisa, desabotonándose el
camisón.- Está bien. Hazlo, si eso es lo que quieres, pero luego vete y no
vuelvas jamás.
Christian
la miró desconcertado. Eso sí que jamás lo habría llegado a prever. No sabía
que pensar. La tenía toda para él, en el piso de ella y no se le resistiría. Era
todo como él lo había imaginado, desde que la vio por primera vez en la
televisión, cuando estaba en su cuarto rodeado de posters y fotografías de
ella. Pero no...No podía olvidar que antes lo había hecho con ese negro, ¿qué
era él?, ¿el segundo plato? ¿Tendría que compartirla con el recuerdo de ese
mono dentro de ella? Estaría sucia, por
mucho que se hubiera lavado y le mancharía a él. Mientras pensaba en eso se
acercó junto a Katherine. Pese a todo el deseo le impulsaba. Quizás si hacía el
amor con ella la volvería nuevamente pura. Y entonces esa muchacha comprendería
quién era un verdadero hombre. Sonriente ante esa idea se aproximó agachándose
para tocarla. Ella entonces pareció reaccionar. Cuando ese chico estaba a su
alcance y con la guardia baja le propinó una patada en sus partes que le hizo
caer al suelo doblándose por el dolor. Kathy aprovechó para golpearle con un
cenicero y dejarle inconsciente. Pudo atarle de forma precaria con unas cuerdas
y llamar a la policía. El muchacho despertó poco antes de que los
representantes de la ley llegaran. Al verse en ese estado, atado y sujeto a una
de las sillas, se dirigió a la mujer con tinte conciliador.
-Mira, quizás ha habido un malentendido. Yo te amo,
de veras. Lo eres todo para mí. Podíamos ser felices los dos juntos. Olvidarás
a ese negro. Ya lo verás.
-Me das asco.- Pudo sisearle ella dándole la
espalda.- ¡Estás loco!…
Pero
no tuvo más remedio que meterse en el baño y tomar un par de pastillas. La
tensión la estaba destrozando, se sentía mal y con nauseas.
-Vaya- se sonrió el chico al verla.- Además eres una
drogata. Ya lo decía yo…No podías ser tan perfecta.
-No, no soy perfecta.- Pudo replicar la aludida
extrañamente relajada ahora para agregar.- Nunca dije que lo fuera. Si te
hiciste otra idea de mí siento mucho haberte decepcionado. Pero por lo menos yo
jamás he deseado el mal de nadie solo por tener un color de piel distinto del
mío.
-¡Tú no sabes nada! - Escupió aquel chico con tono y
mirada enloquecidos.- Eres una de esas que se cree moralmente superior.
¿Verdad? Te piensas que podemos relacionarnos con cualquiera. Eres como esa
jodida ramera que se hace llamar reina del mundo. Paz y amor para todos, dice.
¡Qué bien viven a costa nuestra ella y su cortejo de zorras! Son todas unas
desviadas y unas promiscuas. Si… desean destruir nuestra civilización y
nuestras tradiciones… Mezclarlo todo y a todos. Pues no se lo vamos a permitir.-
Chilló totalmente enajenado para concluir su pasional alegato.-
Katherine
solo pudo mover la cabeza más con desaprobación y desprecio que con ira.
Suspiró largamente antes de replicar.
-En el fondo me das lástima. Nunca comprenderás lo
que ellas han hecho por todos nosotros.
Aunque su interlocutor no dijo ya nada más. Solo se
reía de forma demencial. Por fortuna no tuvo ya que soportarle mucho. La
policía llegó al poco rato y tras tomarla declaración se llevaron a Christian
que había sido identificado por alguno de los detenidos como miembro del Clan.
-Señorita, tendremos que llamarla a declarar para el
reconocimiento.- Le informó un agente de policía en tanto se llevaban al
detenido que al ver llegar a los agentes comenzó a gritar y amenazar a la
muchacha. El policía al escuchar aquello, inquirió a Kathy.- Si desea presentar
cargos por allanamiento e intento de agresión, estamos a su disposición.
Katherine
sólo pudo asentir débilmente. Pese a las pastillas estaba inmensamente cansada
y se dejó caer en la cama una vez se marchó la policía. Ésta vez no precisó de
somníferos, por fin, el sueño la venció…
Soñaba
con una época más feliz. Siendo esa adolescente llena de energía que cantaba
con ilusión y la esperanza de forjarse una carrera en el mundo del espectáculo.
Ahí estaba con sus primas, su amiga Amatista y el primo Granate. Aquellas giras
con el grupo por varios países del mundo. Recordó que una vez actuaron en
Japón. Cantando un tema en homenaje a sus mentoras y madrinas.
Un beso a la luz de las
estrellas
Un beso a la luz de la luna
mire debajo del arcoíris una luz muy lejos de la temporada
En lo profundo de la esquina de mi corazón que aparecen de repente, me hace parar.
Pulidas y brillantes lluvia Luz de las Estrellas, Mírame.
Pulidas y brillantes lluvia Luz de las Estrellas, Mírame.
Un beso a la luz de la luna
mire debajo del arcoíris una luz muy lejos de la temporada
En lo profundo de la esquina de mi corazón que aparecen de repente, me hace parar.
Pulidas y brillantes lluvia Luz de las Estrellas, Mírame.
Pulidas y brillantes lluvia Luz de las Estrellas, Mírame.
Y en esta noche solitaria, parece que estoy solo, pero eso puede cambiar.
Misteriosa lluvia de la luz de la luna, empujó detrás de mí.
Yo volando en la ciudad, el
tiempo de espera
La forma en que mi mente está, no dejo que el futuro viento sople hacia la mirada hacia fuera de mi mente
De esta manera, creo firmemente he pensado en alguien en ese instante.
Algún día, me hará más fuerte a partir de esto.
Pulidas y brillantes lluvia Luz de las Estrellas, Mírame.
Con tanto una sonrisa y el llanto, bueno, algo hermoso vendrá de ayer.
Misteriosa lluvia de la luz de la luna, empujó detrás de mí.
Por fin, estoy empezando a sentir la materia de la verdad.
La forma en que mi mente está, no dejo que el futuro viento sople hacia la mirada hacia fuera de mi mente
De esta manera, creo firmemente he pensado en alguien en ese instante.
Algún día, me hará más fuerte a partir de esto.
Pulidas y brillantes lluvia Luz de las Estrellas, Mírame.
Con tanto una sonrisa y el llanto, bueno, algo hermoso vendrá de ayer.
Misteriosa lluvia de la luz de la luna, empujó detrás de mí.
Por fin, estoy empezando a sentir la materia de la verdad.
(Starlight ni kisu site. Sailor Moon. Crédito al
autor)
Y recordaba con una sonrisa como tuvieron que
aprenderse la letra de memoria. Al menos, Amatista, Kerria y ella. Dado que
Idina que aprendió siendo niña en sus estancias en el santuario Hikawa, como
Granate que había nacido y crecido en Tokio, hablaban perfectamente japonés y
les hicieron de intérpretes ayudándolas a aprenderse aquello. Y a su memoria
acudieron también las imágenes de dos mujeres, rubia una y morena otra, que
estaban asistiendo a su concierto. Al acabar, la morena se abrazó a Idina. Al
parecer ésta la conocía bien. De hecho esa señora, que vestía un elegante
conjunto de falda y blusa color rojo, le
comentó con visible orgullo.
-¡Lo habéis hecho muy bien! ¡Ojalá tus padres
hubiesen podido venir a presenciarlo!
-Muchas gracias madrina Rei.- Repuso la chica
esbozando una amplia sonrisa.-
-Habéis estado estupendas.- Convino la otra mujer,
de larga cabellera rubia, que llevaba
adornada por un lazo rojo.-
-Una lástima que las otras no hayan podido venir-
Suspiró su compañera comentando.- Usagi siempre tan liada con sus cosas. Makoto
en ese retiro de entrenamiento para relajarse y Ami estudiando como siempre
nuevas técnicas en un simposio de medicina.
-¡Ya sabes cómo son!- Sonrió su amiga encogiéndose
de hombros para sentenciar.- Pero aquí estamos las ídolos para dar fe del
talento de estas jovencitas.
-¡Y jovencito! - Terció un divertido Granate.- Lástima
que Makoina no pudiera venir, me habría encantado verla.
-Tienes mucha razón. Discúlpanos. - Se rio la rubia,
que, tras guiñarle un ojo le dijo.- Ya le diremos a Mako-chan que estuviste
genial. Y tú, querida ahijada… me ha encantado tu actuación.
-Muchas gracias.- Se sonrojó Kathy.-
Desde
luego esa mujer tenía mucho estilo. Ambas en realidad eran muy elegantes,
parecían tener una especie de aura que las envolvía. Katherine deseaba poder
llegar a ser así algún día. Y para ella recibir cumplidos de su madrina, que
era además una famosísima ídolo en Japón y una artista conocida y admirada a
nivel internacional era algo sencillamente increíble.
-Mi tía Alannah siempre me anima a cantar y a no
tener miedo al público.- Le explicó la
chica.-
-Tu tía tiene mucha razón.- Convino Minako que ahora
con un tono más serio y al parecer preocupado añadió.- En el mundo del
espectáculo y sobre todo en la vida, no debes tener miedo de afrontar las
situaciones que te irán surgiendo.
-Pero madrina, a veces sí que tengo miedo.- Repuso
ella, siendo sin embargo ya adulta.-
Ahora
se encontraba a solas con su interlocutora, en un lugar indefinido. Su madrina
iba vestida de guerrera de la justicia y le sonreía con calidez.
-Cariño…no digo que nunca se deba tener miedo. Todos
lo tenemos, no obstante lo fundamental está en saber vencerlo cuando la causa
lo merece.
-Yo tengo miedo.- Le confesó la joven entre sollozos
ahora.- Mucho miedo…
-¿De qué?- Se interesó Minako observándola con
afecto.-
-De no estar a la altura que esperáis todos de mí.
De fracasar…de no ser más que una yonqui. Alguien que solo es capaz de
funcionar con pastillas, aguardando al subidón para funcionar. Temo no ser lo
bastante buena como para cumplir con mi destino… No ser digna de vosotros…no
encontrar mi lugar en el mundo…y quedarme sola…
La
guerrera Venus la observaba compadecida y enseguida la envolvió entre sus
brazos dejándola llorar.
-No mi niña…No debes creer eso. Todos te queremos
mucho. Y eso lo sabes en tu interior. Recurre a tus padres, a tu hermano, a tus
primas y amigas y a mí… siempre que lo precises…
Katherine solo podía llorar en brazos de su madrina
aunque la calidez de ésta la hacía sentir mejor. Poco a poco aquel sueño se fue
difuminando y luego ya no recordó nada más. Al amanecer despertó con lágrimas
en la cara.
-Sí, debo ser fuerte y sacar esa fortaleza de
ellos.- Se dijo cuándo se levantó.- Gracias madrina Minako, princesa de Venus…ahora
me siento un poco mejor.
Pese a todo estaba muy cansada. La chica hizo lo que
su madre le sugiriese el día anterior. En efecto no salió, ni quiso hablar con
nadie. Para ella las horas se hicieron eternas, el día y la tarde se
arrastraron penosamente. Sentada en un sillón, aguardaba a su madre hasta que
escuchó el ruido del timbre del portal, corrió a abrir.
-¿Quién es?...- Susurró con voz ronca al auricular.-
-Hija, soy yo- respondió Karaberasu con tono
preocupado.- Ábreme por favor...
La muchacha abrió la puerta y esperó con gran
impaciencia los segundos que su madre tardaría en subir. Pese a no tratarse de
mucho tiempo para Kathy eso fue una eternidad. Cuando Karaberasu llamó a la
puerta, ella se apresuró a abrir, tardando algo más de lo normal por el
nerviosismo y el temblor de sus manos. Por fin, abriendo de par en par, madre e
hija se abrazaron. Kathy volvió a llorar sujetándose a ella y su madre la ayudó
a entrar. Kalie miró a su hija muy preocupada, a sus ojos estaba bastante desmejorada
y realmente pálida.
-Hija mía, cuéntamelo todo y desahógate...
Kathy
lo hizo y se sintió mucho mejor. Lo único que no iba a explicarle era su
problema con las pastillas. Karaberasu sólo pudo abrazarla y tratar de hacerla
descansar. Gracias a ella que convenció a su hija de que la acompañase durante
unos días a su casa y a ver a su hermano y sus sobrinas, Katherine se fue
encontrando mejor. Llegó a superarlo y años después, seguía en la brecha como
una famosa reportera, pero sin poder olvidar nunca lo que pasó. Todos los años
llevaba unas flores a las ruinas del granero, donde se recordaba a Philip con una
sencilla lápida. Le asignaron un operador de cámara nuevo, de nombre William, Billie
para los amigos, que era completamente diferente a Christian, quién fue
finalmente recluido en un psiquiátrico. Así, pasó el tiempo y Katherine hizo
otros reportajes de éxito, algunos muy interesantes y conoció a personajes muy
notables, que produjeron un gran impacto en ella, sobre todo alguien tan
atormentado como la propia joven, pero eso será otra historia...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)