A mi amigo Charlie Meiou (zhudo) que me
dio la idea en una de sus historias.
Lazos desde el pasado.
Era un día realmente atareado, a pesar
de no tener ningún partido que jugar. Aprovechando una supuesta lesión Roy
estaba en casa ordenando algunas cosas. Tenía ese privilegio en el marco de
aquel acuerdo que tanto él como el resto de sus amigos habían suscrito con los
representantes de los gobiernos de la Tierra y sus respectivos servicios
secretos y agencias de información. Bertie había salido, le tocaba una reunión
del claustro de profesores en su nuevo colegio privado. La joven estaba
conociendo a sus nuevos compañeros y comenzando a familiarizarse con las clases
de la secundaria tras su curso puente.
-Bueno, espero poder darle una sorpresa.
– Se decía el chico.- Hace poco que volvimos de la Luna de Miel y me gustaría
que la casa estuviera totalmente ordenada. Para que luego diga que soy un
perezoso.- Se sonrió pensando en esto último.-
Pensaba
en el retorno de su viaje de novios, tras esas aventuras que tuvieron por
Europa. Ahora él era un jugador importante en la plantilla de los Knicks y su
esposa acababa de entrar en ese prestigioso colegio privado. Luego llegó esa
crisis del meteorito y apareció su hermano mayor Lornd, que era nada menos que
el soberano de los saiyajin. Aunque por suerte todo se solucionó bien y daba la
impresión de que parecía que su hermano y la Sailor Plutón había conectado.
Tras un par de meses de aquello los problemas y las amenazas habían cesado. Al
menos de momento.
-Bueno, ya iba siendo hora de tener
tranquilidad por un periodo prolongado.- Pensaba el muchacho con optimismo.- Si
hay algo que quiero tras tantas peripecias es tener paz y vivir de modo normal
con Bertie.
Sin embargo, otro
reto en forma de varias pilas de cajas de grueso cartón cerradas le
aguardaba…las había traído de su piso hacía un par de días. Junto con algunas
cosas de Bertie que quedaban dado que, con tanto ajetreo para salvar el
planeta, no habían tenido tiempo hasta hacía bien poco de ocuparse de temas tan
domésticos, que no por ello dejaban de ser laboriosos.
-¡Y yo que pensaba que una mudanza no
era nada! - Suspiró moviendo la cabeza, diciéndose divertido.- Podría haber
sido una de las pruebas del maestro Piccolo en el Rincón del Alma y del Tiempo.
¡Aunque creo que ni él hubiera sido tan duro!
Se
rio de su propia ocurrencia. Eso de hablar sólo no parecía muy normal pero
ayudaba. También pensó en sus amigos, Tom y Connie en Portland, quienes al
parecer estaban muy contentos. El paleto de Kansas había hecho su propia
mudanza algo antes que él y siendo tan mañoso como era seguramente que no le
llevó mucho el organizarlo todo ayudado por la hermana de Bertie.
-Viviendo en la naturaleza, como a Tommy
le gusta. Tienen una bonita casa en esa zona. Tendremos que ir a visitarles
cuando podamos. A ver si se estira un poco y nos invita a una parrillada de
chuletas.
Por su parte el
principito y Esmeralda estarían en París, Diamante había estado liado a su vez
con su sempiterna duda de aceptar o no trabajar para Masters. Ese millonario
era persistente y al fin Roy creyó recordar que su amigo había cedido
aconsejado por el doctor Tomoe y Zafiro.
-Este chico, sigue siendo muy orgulloso.
Hace días me contó algo de que estuvo en una tribu india y que aprendió a
meditar. ¡Desde luego que se estaba tomando su tiempo para decidirse! Y claro, le hice la broma típica. ¡ Anda que
no paras de hacer el indio!, Por supuesto no la comprendió. ¡ja, ja!. Bueno, él
sabrá. Y Esmeralda sigue arrasando como modelo. No hay día que no aparezca en
alguna noticia en ese canal de moda que sigue Bertie.
Sus otros compañeros
tampoco se podía quejar. Zafiro y Petz en Japón, la tienda de Otafukuya iba
viento en popa. Petz había tenido que contratar dependientas. Una de ellas, fue
esa tal Mimette, una chica muy simpática sin duda. Luego se puso a trabajar en
la Masters como científica.
-Tanto ella como Kaori, la esposa de
Tomoe, fueron a su vez viejas enemigas de las sailors. ¡Y luego me quejo de
todas las batallas que he librado! Usagi y compañía podrían escribir varios
libros. ¡Qué digo libros! Una serie de televisión. O una de esas de dibujos
japoneses basados en sus aventuras. ¡Se harían famosas! - Suspiró sonriendo. -
En lo que Ail y Anne
se refería, andarían por ese planeta al que se marcharon. Llevaban tiempo sin
saber de ellos.
-Espero que se encuentren bien. Al
menos, Landar no me comentado nada cuando le pregunté por última vez. nada
malo, y en tal caso la ausencia de noticias, son buenas noticias.
Y es que hacía un par
de semanas que fue a visitar a ese mago para pedirle información acerca del
paradero de sus amigos. El anciano se limitó a decirle que no se preocupase,
que ellos estaban escribiendo sus propias historias.
-Vosotros debéis seguir escribiendo las
vuestras.- Le comentó antes de despedirse.-
-El viejo como siempre, tan claro a la
hora de responder.- Pensó Roy con ironía.-
Aunque si Landar le
dijo que no se preocupase por sus amigos, eso sería buena señal. En la Tierra,
los que se daban menos a ver eran Nephrite
y Amanda. Los dos afincados en Londres. Su amigo había pasado a ser un prestigioso
anticuario bastante snob. Hasta Diamante se metía con él por eso. Y en este
caso Roy le tenía que dar la razón al principito.
-Esa chica, Amanda, es bastante
misteriosa.- Reflexionó.- Cuando supo quienes éramos y los poderes que tenemos
no dio la impresión de sorprenderse mucho. No me acabo de tragar eso de que sea
periodista. En fin, no es asunto mío.
Y de eso su mente fue hacia Karaberasu. Ahora
mismo no tenía idea de donde pudiese estar. Y le prometió no utilizar su
translación instantánea para encontrarla. De todos modos, la energía de esa
chica no era significativa, salvo que estuviera en modo Justiciera. De manera
que Dios sabría dónde estaría ahora. Aunque motivos no le faltaban al muchacho
para pensar que se encontraría bien. Al menos eso le comentó Ami la última vez.
Al parecer, la amiga de su esposa tenía información de primera mano.
-No puedo desvelarte la fuente, pero sé
que Kalie vive su vida y por ahora, se encuentra perfectamente.- Fueron las
palabras de Sailor Mercurio.-
Ahora dejó todos esos
pensamientos a un lado por ahora y dedicó su atención a esos mamotretos de
cartón.
-Vamos a ver.- Se dijo.- Aquí hay cajas
que deben de tener cosas de mis padres. Ni siquiera las he abierto en años.
Creo que después de su accidente ni tuve el valor de mirar lo que habría
dentro.- Pensó con tristeza.-
Pero
se obligó a dejar de apenarse. Sabía que los dos estaban en el Cielo y que se
sentían muy orgullosos de él. No en vano les vio allí y pudieron despedirse. Volvió
a sonreír recordándoles ahora. Decidió que había llegado el momento de abrir
aquellos embalajes y dar un vistazo…
-Seguro que habrá cosas muy interesantes
aquí. Y mi madre me echaría la bronca si me viera con todos estos trastos aquí
en medio y sin ordenar. En eso era clavadita a mi Cubito. Por eso la quiero
tanto a mi mujercita. Así que, para que nos e enfade cuando vuelva más me vale
tener esto limpio y ordenado entonces. - Se dijo para animarse a hacerlo.-
Bertie
por su parte asistió a esa reunión con muchas ganas de empezar en su nuevo
trabajo. La mayor parte de sus colegas eran amables, quizás había alguno más
estirado pero en general le causaron muy buena impresión. El señor Richards,
que era el director, le dio la bienvenida en su nombre y en el del claustro, a
ella y a otra profesora nueva, una tal Sally Gilmore, que iba a dar clases de
biología.
-Bueno- pensaba la muchacha.- Al menos
Melanie tenía razón, ese curso puente da muchas posibilidades.-
Pensando
en su ex compañera, rememoró los meses que coincidieron en ese cursillo. Ahora
habían completado su formación y las dos podían dar historia del arte, historia
americana o literatura inglesa en la secundaria. Lo que era desde luego toda
una ventaja. A su mente vino una conversación que mantuvo con Melanie ya el
último día.
-¿Ves cómo este curso no estaba nada
mal?- Le comentaba su compañera con una sonrisa.-
-Es cierto. – Admitió ella.- Con este
título ya somos legalmente capaces de impartir clases de high school e incluso
presentarnos a profesoras de universidad, sacando un doctorado. Al menos eso me
gustaría hacer lo primero. ¿Y tú?...
-Bueno, ¿recuerdas que te comenté que
estaba interesada en ganar una plaza en la Golden?-Le preguntó Melanie.-
–Sí- asintió su interlocutora.-
-Pues he tenido mucha suerte. Un par de
profesores se jubilan este año y la señorita Parker me llamó para decirme que
si presentaba mi currículum y a la vista de que soy antigua alumna, podría
tener muchas posibilidades. Incluso hacer los estudios de posgrado allí mismo.
Podría hacer prácticas. Y en cuanto me doctorase…
-¡Vaya! ¡Cuánto me alegro por ti! –
Exclamó Bertie realmente contenta por su amiga, aunque añadiendo con patente
sorpresa.- ¿Y dices que fue la Señorita Parker quien te avisó?
-Fue muy amable.- Le explicó Melanie.-
También me dio muchos recuerdos para tu hermana, Tom, Roy y especialmente para
ti.
-Después de como la traté me cuesta
creerlo, Mel.- Suspiró al muchacha.-
-Estabas bajo muchísima presión y muy
afectada cuando creíste que Roy…en fin.- Repuso su compañera con cierto apuro,
agregando de un modo más jovial.- Ella lo entendió. Realmente no es mala
persona. Sufrió mucho a nuestra edad.
-Sí, luego me enteré.- Suspiró Bertie.-
¡Pobre mujer! Bueno, espero poder pasarme por la Golden pronto para saludarla.
-¿Y qué tal tu hermana y Tom? - Quiso
saber Melanie.-
-Pues en Portland, muy contentos con su
nueva vida. – Repuso Bertie preguntando a su vez.- ¿Y Malcolm?...
-En su equipo de Football, realmente
encantado.- Sonrió la ex animadora.- Enseguida empezarán la temporada. Supongo
que Roy también.
-Sí, chica. Ya está tan pesado como
siempre con sus cosas del baloncesto.- Se rio Beruche, exclamando divertida.-
¡Hasta se ha hecho poner una canasta en el jardín!
Su
interlocutora la imitó de buena gana. Sabía por experiencia que ese chico se
apasionaba por su deporte, declaró incluso entre risas.
-¡Ya en la Golden, lo único que le
interesaba más que unas faldas era un balón!...
-Pues sigue igual, ¡créeme! – Afirmó su risueña amiga.-
-Hay cosas que no cambiarán nunca.- Rio
Melanie a su vez.-
Tras
compartir esa chanza la antigua jefa de animadoras se puso más seria
preguntando a su amiga.
-¿Habéis tenido algún problema
últimamente? Ya sabes a lo que me refiero.
La
interpelada suspiró, tras esbozar una leve sonrisa respondió.
-No, por suerte. Al menos nada que no
hayamos sido capaces de afrontar.
Mejor
no extenderse en detalles. La verdad, parecía que las aventuras y las
complicaciones les seguían. ¡Incluso en su Luna de Miel pasaron por una! De
hecho, Beruche se animó a confiárselo a Melanie…
-Si te contara lo que nos sucedió en
nuestro viaje de novios no lo creerías.
Ahora
fue la otra joven quien se sonrió. No tardó en replicar divertida.
-Después de lo que sucedió el último año de la carrera, te aseguro que me
creeré cualquier cosa.- Le prometió.-
Y
Bertie le hizo un breve resumen dejando a su interlocutora realmente pasmada…
-A ver si lo he comprendido bien.- Se
sonrió la chica.- Dices que tras visitar varios países, llegasteis a España y
allí os alojasteis en una especie de hotel donde habían un fantasma al que
ayudasteis a vencer una maldición. ¿Fue así?
-Más o menos.- Se sonrió Beruche.- Al
final fue divertido. Tuvimos unas buenas vacaciones.
Tras
mover la cabeza divertida Melanie se rio y ella la imitó. Y eso que no le contó
alguna que otra aventura más que tuvieron luchando contra seres del espacio
exterior. Así la conversación viró hacia temas más mundanos. Compartieron algún
cotilleo más de antiguos compañeros de facultad aunque el semblante de Melanie
se tornó triste y preocupado cuando recordó a April Sinclair, su amiga y
antigua compañera de animadoras.
-Hace mucho que no sabemos nada de ella.
Malcolm y yo fuimos a casa de sus padres. Por fortuna llegamos a tiempo.
-¿A tiempo?- Inquirió Bertie queriendo
saber.- ¿Qué pasó?
-April les encerró en un sótano que
tenían. Por suerte para ellos era un lugar acondicionado como refugio y tenían
agua y comida.
-¿Por qué haría eso?- Preguntó su
interlocutora con visible estupor.-
-No está bien. Nos enteramos de que sufre
una especie de esquizofrenia. En realidad, su mente está dividida en dos
personas. Su hermana Paige y ella misma.
Mel le contó brevemente aquello.
Beruche quedó atónita y consternada por esa chica. Al final, su amiga remachó.
-Cuando indagamos descubrimos que tiene
una hija pequeña. Muy posiblemente se unió a esa secta para poder cuidarla. Y
bueno, pensé que tú y Roy, como os enfrentasteis a ellos, quizás la hubierais
visto.
-¿A una niña pequeña? ¿En esa secta? No,
lo lamento.- Suspiró Bertie moviendo la cabeza.-
Melanie
bajó la mirada y asintió. Era muy difícil desde luego, aunque recobrando el
ánimo afirmó.
-Seguiré investigando. Quizás algún día
podamos encontrarlas.
-Claro, si podemos hacer algo.- Comentó
Bertie.-
Pensó
entonces en Roy y en su capacidad para trasladarse detectando energías de
personas. Aunque no dijo nada. Tenían esa promesa de no usar sus poderes salvo
para emergencias. Y este caso no estaba claro. También podría ser que April o
como quiera que se hiciese llamar ahora, no desease ser molestada. Lo mismo que
su propia hermana Karaberasu.
-Aunque nos duela, no somos quienes para
inmiscuirnos en sus vidas ni no lo desean.- Pensó Bertie con pesar.-
Al fin dejaron esos
temas y tras tomarse unos tés se dijeron hasta pronto. En tanto retornaba a
casa de su nuevo colegio meditaba sobre todo aquello.
-Espero que a Mel y a Malcolm les vaya
muy bien. Y que tengan suerte encontrando a April. Pero algo me dice que eso no
es asunto mío. A decir verdad, ¡bastantes cosas tengo ya que hacer!
Así era. Ahora
Beruche estaba lista para comenzar con su nueva e ilusionante etapa
profesional. Tras despedirse de sus compañeros volvió a casa. Subió al coche
que acababan de comprarse y arrancó. Desde luego que, aparte de ese cursillo,
empleó bien el tiempo en obtener la licencia de conducir. Roy le había dado
algunas clases que le recordaron las que el propio Mamoru les brindase a ella y
al resto de sus hermanas en Japón. Le parecía que eso fuera hacía una
eternidad.
-Han pasado tantas cosas en los últimos
tres años que es como si hubiese vivido una vida entera en ese tiempo.- Se
dijo. –
Por suerte no había
mucho tráfico a esas horas y llegó relativamente pronto. Al abrir la puerta de
la casa pasó al interior. Todo estaba tranquilo. El comedor parecía limpio y
ordenado. Algo a destacar teniendo en cuenta que Roy estaría por allí. No
obstante, en lugar de aparecer tumbado en el sofá y viendo algún partido, su
marido no parecía estar en casa. Eso la sorprendió. Posiblemente hubiera salido
a entrenar. ¿Podría haber usado la translación para reunirse con el resto? Mira
que lo había hablado con él…nada de poderes para trivialidades, pero en fin. Se
estaba encogiendo de hombros con resignación cuando oyó un ruido procedente de
la cocina.
-¿Roy?- Inquirió acercándose hacia allí
con cierta cautela.-
Sin
embargo, la voz de su jovial esposo la hizo relajarse y sonreír. Más cuando le
escuchó.
-Estoy aquí, cubito. Preparando una de
las recetas secretas de los Malden.
Su
mujer se aproximó hasta la puerta de la cocina y la abrió, del interior salía
un aroma delicioso. Al parecer el pobre Roy había estado allí, seguramente
queriendo darle una sorpresa. Aunque ella había llegado demasiado pronto y ya
había empezado a pensar mal de él.
-Pobrecito. No le he dado ni siquiera
una oportunidad.- Se decía admonitoriamente la chica.-
-¿En qué piensas? Te veo muy concentrada.-
Le dijo él.-
-Huele muy bien.- Fue lo primero que
comentó ella para salir del paso. Lo cierto es que estaba visiblemente agradada
y preguntó.- ¿Alguna receta de tu madre?
-No, es de la abuela Ethel.- Sonrió el
chico explicando con orgullo.- Pollo de almendras. Un pollo troceado,
una cebolla
grande, un puñado de almendras, un tomate maduro, un ajo, de cinco o seis dientes.
–Enumeraba con entusiasmo prosiguiendo ante la sonrisa de su esposa.- Una
pastilla de caldo de pollo, pan, un trozo. Vino blanco, una copa de aceite, sal, azafrán y laurel.
-¿Te echo una mano?- Se ofreció ella.-
-No, tranquila. Vendrás cansada. Ahora
me cuentas que tal tu primer día mientras cenamos.- Repuso jovialmente él para sugerirle.-
Anda, ve a cambiarte y a ponerte cómoda.
Beruche asintió, aunque antes dio un vistazo a aquel librito de hojas
amarilleadas por el paso del tiempo descubriendo una bonita caligrafía. Pudo
leer…
-Compra el pollo
troceado o trocéalo en casa, como prefieras. Luego hay que lavarlo bien,
dejarlo escurrir y echarle sal. Luego vamos a dorarlo un poco por todos lados
en una olla con una buena cantidad de aceite de oliva virgen extra. Pásalo
hasta que quede bien marcado y sácalo de la olla. Echa
en ese mismo aceite el trozo de pan para freírlo un poco, y cuando lo saques lo
echas en el vaso de la batidora. Repite el proceso con las almendras. Por
ultimo echa a la olla los ajos laminados y la cebolla bien picada, hasta que se
pochen bien. Añade el tomate troceado y deja que el sofrito se concentre un
poco. Una vez este sofrito esté bien hecho, lo agregas al vaso de la batidora y
lo bates bien hasta que quede una mezcla uniforme. Vuelve a colocar el pollo
en la olla a fuego lento, añade el contenido del vaso de la batidora, junto a
la pastilla del caldo de pollo, el vino, una hoja de laurel y un poco de
azafrán. Deja a fuego lento durante unos cincuenta o sesenta minutos removiendo
el pollo cada cierto tiempo, para evitar que se nos pegue a la olla. Si ves que
la salsa ha tomado consistencia y está espesa, ya puedes servir el pollo junto
a la misma.
-Anda cubito. ¡No distraigas al artista! - Se rio él palmeando el trasero
de la chica.-
Ella movió la cabeza y
sonrió, por toda réplica le dio un rápido beso en los labios. Luego salió
efectivamente para cambiarse. En ello estaba cuando sonó el teléfono.
-¿Diga?... ¡Ami-chan!.. ¿Cómo dices? ¿Qué has llegado de Tokio?... No sabía
que fueras a venir… ¡Ah!, un congreso de medicina mañana… Si quieres podemos ir
a recogerte… ¡Claro que no es molestia, tonta! Espérame en la terminal. Tardaré
unos treinta minutos o así. No, no tomes un taxi…Eso te saldría por un dineral.
- Añadió entre afectuosa y algo reprobatoriamente.- Hasta ahora mismo…
Y colgó el teléfono.
Enseguida volvió a vestirse aunque de modo más informal. Con un pantalón
vaquero, una blusa y una chaqueta. Se calzó unas zapatillas de deporte y fue a
poner al corriente a su esposo.
-¿Que Ami está aquí?- Se sorprendió el chico.-
-Sí, lamento tener que dejarte solo, pero voy a ir a recogerla.- Le comentó
Bertie.-
-Si quieres llámala y dile que voy a
por ella con la translación instantánea.- Le propuso él.-
-Sabes que no debemos usar nuestros poderes para cosas que no sean
realmente graves.- Le recordó su esposa una vez más.-
-Ya, pero llegar pronto para una cena como esta podría estar encuadrado en
esa categoría.- Se sonrió el joven alegando con humor.- Junto a huracanes,
ataques extraterrestres o inundaciones.
Aunque viendo el gesto inflexible de
su mujer, el chico se rio llevándose una mano al cogote para añadir.
-Vale, no te
preocupes, prepararé un poco más y pondré mesa para tres. Para cuando queráis
llegar todo estará listo…
-Gracias,
cariño.- Sonrió ella dándole un nuevo beso en los labios que él encajó
encantado.- Te dejo con tu obra maestra, ¡ji, ji, ji!…
Y se marchó dispuesta a ir a buscar
a su querida amiga. Aunque la tarde se había complicado algo, gruesas nubes
habían cubierto el cielo y se descargó un considerable aguacero.
-¡Oh Cielos! –
Musitó la joven en tanto conducía despacio hacia el JFK.- Espero que no haya
mucho atasco.
Aunque desgraciadamente lo había. Bertie se encontró atrapada en una larga
cola de vehículos. Enseguida usó su teléfono móvil y llamó a su amiga…
-Ami-chan. El
tráfico está imposible. Tardaré algo más en llegar. No puedo decirte cuánto…
gomen...
Atenta a las palabras de su
interlocutora la recién llegada estaba sentada en un banco de la terminal junto
a su equipaje. Sonrió respondiendo.
-No te apures,
Bertie-chan. No tengo prisa.
-En cuanto esté
llegando te vuelvo a llamar.- Afirmó su amiga.-
-Muy bien,
esperaré aquí leyendo un poco…-Se despidió Ami que pensó.- Es una suerte que ya
existan este tipo de teléfonos en esta época. No podemos usar tecnología del
siglo treinta porque sí. Y acordamos con las chicas no emplear los aparatos de
nuestros uniformes para comunicarnos, salvo por causa muy urgente.
Aunque claro. Bertie habría tenido
que transformarse en la Dama del Hielo para haber utilizado su comunicador y
Ami no veía eso muy probable.
-Dentro del coche
no hubiera tenido mucho espacio para transformarse.- Se sonrió con solamente
pensarlo.- Y por suerte ahora las cosas están tranquilas. Espero que no haya
tenido que usar su colgante mucho.
Y es que la joven estudiante de medicina reflexionaba sobre lo tranquilo que estaba
ahora todo. Tal y como les comentó Usagi todas podían dedicarse a tratar de
hacer realidad sus sueños al fin. Libres de batallas y enfrentamientos contra
fuerzas malignas. Al menos de momento. Hacía un par de días de hecho se
despidió de sus amigas. Quedaron en el Santuario Hikawa.
-De modo que un
congreso, ¿eh?- Le comentaba Rei en tanto barría unas escaleras cercanas.-
-Es una gran
ocasión para conocer a los mejores doctores de todo el mundo.- Respondió la
joven.-
-¡Y dentro de
poco serás uno de ellos!- Afirmó Usagi con su habitual entusiasmo.-
-Siendo tan
inteligente serás tú quien les deje maravillados.- Opinó Makoto.-
-Sí, chica. La
verdad es que nos alegramos mucho por ti.- Añadió Minako.-
-Lo único que
espero es que no haya ningún problema. Ya me comprendéis.- Comentó Ami con
cierto apuro.-
-Tranquila.- Sonrió
Usagi para declarar con tono rotundo.- Todo está en calma por ahora. Es momento
de que cada una nos dediquemos a perseguir nuestros sueños.
-En tu caso a
dormir y seguir soñando.- Se burló Rei que terminaba de pasar la escoba por esa
zona.- Con despertarte para comer… ¡Ja, ja!
-¡Ya tuviste que
salir!- Le reprochó la aludida con algo de malestar en el tono que trató de
camuflar con cierto retintín, agregando.- La sacerdotisa tuvo que hacer su
predicción. Si no te metes conmigo no te quedas tranquila.
-¡Era una broma!
- Replicó su contertulia con sorprendente buen talante.- Anda, no te enfades,
si es para que Ami se lleve un recuerdo divertido y se lo cuente a nuestros
amigos.
-¡Claro!- Se rio
la joven estudiante de medicina.- Daré muchos recuerdos a Bertie y a Roy de
vuestra parte.
-Ojalá yo tenga
ocasión de ir a ver a Cooan y a Tom.- Dijo Rei entonces.- De hecho, Cooan no
para de decirme que les visite en Portland.
-Eso está muy
bien.- Afirmó Usagi deseosa de sellar la paz definitivamente con su amiga.-
Pues deberías aceptar.
Sin embargo, Ami se dio cuenta de
que la expresión de Minako se había endurecido y parecía molesta. Fue entonces
cuando la aspirante a ídolo comentó algo de forma muy seca, mirando
ostensiblemente su reloj de pulsera.
-Se me ha hecho
muy tarde, tengo que irme. Te deseo buen viaje, Ami.
-Sí, a mí
también. Tengo que ir a mi casa, dejé
tareas pendientes.- Afirmó Makoto con gesto de circunstancias.-
Rei las miró extrañada, lo mismo que
la propia Ami que vio también como el gesto de Usagi se ensombrecía. La
estudiante de medicina apenas sí pudo musitar en tanto sus amigas se alejaban.
-Hasta mañana,
chicas…
-Lo siento.-
Musitó Rei sentándose sobre las escaleras con las manos entrelazadas sobre el
pecho.- No debí decir eso.
-No has dicho
nada malo.- La animó Usagi.-
-Pero,
Minako…ella no lo está pasando bien.- Repuso la abatida sacerdotisa.- Ya lo
sabes.
-Ante eso nada se
puede hacer.- Declaró tajantemente Usagi, bastante más seria ahora de lo que
solía ser.- Ella lo sabe perfectamente.
Hubo un silencio algo embarazoso que
la propia Ami se encargó de romper para comentar con un tono pretendidamente
jovial.
-Es verdad que se
ha hecho tarde. También debo irme. Tengo que hacer las maletas, comprobar la
documentación y no olvidar el billete de avión.
Sus amigas sonrieron, Se despidieron
de ella dado que al día siguiente no les sería posible acompañarla al
aeropuerto. Así fue y Ami partió sin novedad. Durante el vuelo pensó en aquello
y ahora lo recordaba una vez más. Quizás hablase de ese tema con Roy llegada la
ocasión…
-Sí, no sé si él
habrá indagado pese a lo que le dije. Por un lado desearía que así fuera.- Se decía.-
Por su parte el joven estaba
terminando aquella receta de su abuela. Ya únicamente tuvo que remover un poco
la salsa y dejar el pollo para que se empapase de ella. Se sonrió. Aquello
tenía muy buena pinta. A buen seguro su mujer y Ami iban a quedar encantadas.
Se alegraba de que la gran amiga de Bertie hubiera venido. Él también la
apreciaba mucho, lo mismo que al resto de las guerreras. Demostraron ser muy
buenas amigas y compañeras. Ahora solamente le restaba esperar a que llegasen.
Puso la mesa enseguida, dos copas por comensal, una para vino y otra para agua…
-Será una buena
ocasión para abrir alguna botella de las que me regaló Diamante.- Pensó en
tanto colocaba los platos.- No soy un entendido como él pero creo que un tinto
irá mejor con el pollo…
Y colocó a su vez unas servilletas e
incluso unas flores del jardín dentro de uno de esos jarrones de cristal
esmerilado que tanto le gustaban a su mujer. Tras ultimar los retoques y haber
puesto cubiertos y hasta los platitos de postre decidió que ya estaba todo.
-Ahora habrá que
esperar…- Pensó.- Es una lata pero ¡Qué le vamos a hacer!...
Quizás poniendo la tele se
entretuviera, aunque entonces se acordó de la caja en la que había encontrado
el libro con las recetas de su abuela. La había dejado en la cocina. Seguro que
Bertie le reñiría por eso. De modo que fue a por ella y la cargó para subirla
al desván. Una vez la dejó sobre otros paquetes que tenía almacenados allí se
dispuso a cerrarla, no sin antes dar un vistazo para comprobar que las solapas
de cartón se ajustaban. Entonces vio moverse algo…eran papeles sueltos. En la
penumbra de esa estancia no acertaba a ver con claridad. Encendió la bombilla
que tenía colgando del techo.
-Tengo que poner
un aplique en cuanto tenga tiempo.- Se dijo a modo de nota mental.-
La luz se hizo en el cuarto y
entonces se dio cuenta de que esos papeles eran en realidad unos cuantos
sobres. Tenían un color ocre y parecían muy desgastados. Debían de ser bastante
antiguos. Uno de ellos era grande. Una ojeada confirmó su impresión. Leyó la
parte del envés sorprendido al ver un sello de tinta casi borrada.
-Pearl City,
enero de mil novecientos cuarenta y cinco.- Susurró atónito.- ¡Es una carta!,
debe de ser del abuelo Harry. ¡Esto es de la guerra!
Comprobó que, en efecto, el remite
era la dirección de sus abuelos paternos.
En ese sobre grande había un pequeño librito. Parecía una especie de
diario. Y asimismo descubrió bastantes sobre más, algunos sujetos por unas
cuerdas. Con patente curiosidad las sacó y desató un nudo diestramente hecho.
-Vaya…- Se dijo
con gesto sorprendido.- Son cartas que mi abuelo Harry envió a mi abuela Ethel,
cuando estuvo destinado en Hawái y en ¡Japón!...No, él nunca estuvo allí por lo
que yo sé. Pero hay algo escrito en japonés. Al menos aquí dice algo sobre Iwo
Jima…-Comprobó leyendo una dirección, esta vez en alfabeto latino.- ¿Y estas
otras?- Se extrañó al ver luego una rara caligrafía con exóticos símbolos.- Estas
otras deben de estar en japonés también. En cuanto vuelvan Bertie y Ami les
preguntaré. Seguro que ellas podrán leerlo…
Por su parte, la estudiante de medicina estaba ocupada leyendo unos apuntes
en tanto aguardaba a su querida amiga.
-Espero que podré
aprender mucho en este congreso.- Se decía.- Es un tema muy interesante.
Lástima que Mamo-chan se lo pierda. La cardiología es su especialidad.
La muchacha recordaba ahora alguna
que otra conversación con Mamoru. Además de su papel cada vez más importante
como futuro rey Endimión, ese chico siempre tuvo la vocación de ser médico.
Igual que ella. Alguna vez sus amigas habían bromeado con eso. Sobre todo Rei y
Minako, para sacar por supuesto a Usagi de sus casillas y hacerla rabiar un
poco. Fue una semana antes de salir de viaje.
-¡Ja, ja, ja! -
Recordaba haber escuchado exclamar a su amiga la sacerdotisa, cierta tarde
soleada en Hikawa, estando las cinco
allí.- Ami, creo que Mamo-chan y tú no haríais mala pareja después de todo.
-Es cierto.
Seríais una joven pareja de médicos, guapos, inteligentes...- Se unió Minako
con una amplia y divertida sonrisa.-
-¡Eh! ¿Qué pasa
con vosotras?- Terció Usagi poniéndose roja de enfado por momentos.- Mamo-chan es mío y bien mío…Dejad de
malmeter…
-Bueno, chica. No
te pongas así. Era solo un comentario.- Se sonrió pérfidamente Rei, más al
agregar.- Aunque claro… bien visto no es para nada una mala idea…
-¡Tú no has
tenido una buena idea en tu vida!- Exclamó Usagi elevando un puño.- No las
sabes distinguir de las tuyas.
-¡Ja, ja! ¡Quien se pica ajos compre!- Se rio Minako.-
-Quién se pica
ajos come.- La corrigió Ami ruborizada a su vez.-
-Anda chicas,
dejadlo ya.- Les pidió Makoto.-
-Pero, ¿a que no
vamos tan desencaminadas, Mako-chan? - Quiso saber la sacerdotisa, recreándose
al contemplar la cara de enfado de Usagi.-
La interpelada se permitió una leva
sonrisa para afirmar no sin humor.
-Lo cierto es que
parecen tal para cual. Me los imagino compartiendo una velada romántica, a la
luz de las velas y estudiando gruesos tomos de medicina…
-¡Lo que me
faltaba! – Terció Usagi cruzándose de brazos con visible enojo.- Que empieces
tú también…Creo me iré a casa para dejar de oír tonterías…
Y se levantó presta para marcharse
cuando fue la propia Ami quién la detuvo…
-Por favor,
Usa-chan. Es una broma. Mamoru y yo solamente somos amigos. Él está coladito
por ti. ¿No es cierto, chicas?- Inquirió al resto en tanto las miraba con algo
de severidad.-
-Claro mujer.- Se
apresuró a responder Minako, ahora de modo conciliatorio.- No te pongas así.
Solamente te estábamos gastando una broma.
-Es verdad. No te
lo tomes de esa manera.- Le pidió Makoto a su vez arrastrando las palabras con
tinte casi maternal.- Venga…
Su amiga entonces volvió a sentarse,
más calmada pero todavía mirándolas con desaprobación. Fue entonces Rei quien
intervino declarando casi a modo de sentencia psicológica…
-No seas niña.
Que te enfades de esta manera por una broma inocente denota tu clara
inseguridad.
-¿Qué quieres
decir con eso?- Inquirió la aludida con tono receloso.-
-Quiero decir que
si de veras confías en el amor de Mamoru hacia ti, este tipo de cosas deberían
resbalarte.- Le aclaró su interlocutora añadiendo no sin cierto poso de
indignación.- ¿Somos tus amigas y eres capaz de ponerte así? ¿Qué harías si una
desconocida se le acercase?
Usagi pareció meditar sobre aquello
y unió sus manos en tanto respondía más calmada, admitiendo.
-Sí, en eso
tienes razón…
-Anda, anímate.-
Sonrió Makoto.- Vamos a tomar algo al Crown.
-Sí, te invito a
un batido.- Le ofreció Rei, ahora con tintes más joviales.- Para que se te pase
el mal rato.
-¡Vaya! ¿Me vas a
invitar tú?- Exclamó la aludida de nuevo, para contratacar con un tonillo de
retintín.- Debe de ser un día especial, a juzgar por lo tacaña que eres.
Ahora fue la aludida la que
enrojeció su semblante para espanto del resto que ya se temían una buena…más
cuando la sacerdotisa replicó a su modo hosco habitual cuando se enfadaba.
-No, ¡si todavía
tendré que partirte la cara!
-Calma Rei.- Le
pidió Makoto tratando de mediar en tanto hacía un espacio con las manos entre
las dos contendientes.-
-Eso, no te
pongas así.- Se sonrió ahora Usagi repitiendo con sorna los argumentos de su
polemista.- Que te enojes de esa forma por un comentario inocente denota tu
inseguridad.
Aunque apenas si tuvo tiempo de
salir corriendo cuando la aludida empuñó una de las escobas que tenía en el
templo y la persiguió al grito de.
-¡Ya verás lo
segura que soy utilizando esto! Lo vas a “denotar” por el chichón que te haré
en la cabeza para acompañar a los que ya tienes en el pelo…
Las demás asintieron a ese “corre
que te pillo” suspirando y moviendo la cabeza. Ami lo rememoraba con una
sonrisa. En el fondo sus dos amigas se querían muchísimo. De hecho tras esa
corta batalla a base de escobazos y tirones de pelos acabaron tan contentas
compartiendo un batido doble en el Crown…
-Sí, os voy a
echar de menos.- Se decía la joven.- Aunque aquí también tengo a unos
estupendos amigos.
Y a todo eso consultó su reloj de
pulsera. Eso sí, tras adaptarlo a la hora de Nueva York. Ya llevaba aguardando
más de cuarenta minutos y Bertie no aparecía. Desde su banco podía mirar a
través de las cristaleras de la terminal y comprobar que la lluvia no había
cesado. Seguramente su pobre amiga estaría atrapada en el tráfico de esa gran
ciudad. Le pesaba haberla metido en ese embrollo cuando podría haber estado tan
tranquila en su casa. Suspiró, seguiría consultando sus anotaciones. Pensaba
una vez más en Mamo-chan, eran desde luego bastante parecidos en su interés por
la medicina, aunque por supuesto que eso no significaba nada. Ella le veía como
a un buen amigo, incluso una especie de sempai, o hermano mayor que la ayudaba
y la escuchaba cuando tenía alguna duda o se sentía algo más baja de ánimos. Y
es que para Ami estudiar medicina además de una vocación, era una especie de
responsabilidad. Durante años su familia había contado con médicos. Su madre,
su tío e incluso su abuelo, quien fue el
que había comenzado con esa tradición.
-¡Ami chan!
¡Gomen nasai! - Escuchó entonces la voz de su amiga, entre jadeos.-
Al levantar la vista vio a Bertie
que respiraba agitada tras una larga carrera. La muchacha enseguida se levantó
y ambas se abrazaron…
-Perdona, pero la
carretera de circunvalación veintisiete estaba imposible. Y encima están de
obras con la nueva terminal uno y la ampliación de la siete.
-No pasa nada. Te
agradezco que hayas venido a buscarme.- Sonrió su amiga.- Dime. ¿Qué tal todo
por aquí? ¿Cómo están Roy, tu hermana y Tom?
Y mientras ayudaba a Ami con el
equipaje y salían de la terminal dirigiéndose al coche su contertulia le contó.
-Mi marido está
en casa. Haciéndose el lesionado de cara a su equipo. - Sonrió para agregar.-
Estábamos terminado la mudanza. Todavía tenía cosas en el piso de sus padres
que le faltaban por traer. El pobre estaba preparando la cena cuando llegué a
casa. Justo al poco rato llamaste tú.
-¡Oh, cuanto lo
siento! – Se disculpó la azorada Ami.- No quería estropear vuestra velada.
-No te preocupes,
mujer. Nos ha hecho mucha ilusión que hayas venido. Es más, Roy nos aguarda
para la cena.- Le comentó jovialmente su interlocutora.- Espero que la mantenga
caliente, ji, ji, ji…
-¿Y de los demás
que puedes contarme?- Inquirió la recién llegada.-
-Mi hermana y
Tommy están muy felices allá en Portland. Ella trabajando en la guardería de
una escuela elemental y él en un dojo de artes marciales. Aunque Tom ya está
pensando en montar uno propio.- Le refirió su amiga para querer saber a su
vez.- ¿Y el resto de las chicas?
-Pues…- Replicó
Ami en tanto metían el equipaje en el maletero y subían al coche.- Usagi y Rei
peleándose como de costumbre, Minako tratando de hacerse famosa, acudiendo a
cuantos castings puede, y Makoto pensando en abrir su propio negocio de
floristería combinada con repostería y cafetería. Mamoru como yo, pero algo más
adelantado en la carrera de medicina y Luna y Artemis yendo y viniendo del
futuro a ver a Chibiusa y a su hija Diana.
-Me alegra saber
que todo va bien.- Declaró Bertie arrancando el auto para enfilar la salida del
aeropuerto.- Aquí tampoco podemos quejarnos.
Las dos charlaron un poco más
contándose alguna que otra anécdota. Por fortuna el viaje de regreso fue mucho
más rápido. No encontraron atasco en esa dirección. En apenas treinta minutos
llegaron y, tras meter el vehículo en el garaje, Beruche ayudó a su amiga con
las maletas y abrió la puerta.
-¿Roy?- Le llamó
pero no obtuvo respuesta.- Este marido mío nunca aparece cuando hace falta.-
Suspiró con resignada paciencia.-
-Pobre, le hemos
hecho esperar bastante.- Comentó Ami llevando otra de sus maletas disculpándose
una vez más.- Lamento haberos interrumpido. De veras.
-No te inquietes
por eso. Está muy contento de que hayas venido.- Le repitió su amiga con tono
jovial.-
Ambas jóvenes entraron al salón,
dejando el equipaje ahí. Bertie volvió a llamar a su marido pero éste no daba
señales.
-¡Qué raro!- Comentó
ella mirando a la atónita Ami.- No sé dónde podrá haberse metido.
El caso es que, mirando más
atentamente en el salón, ambas vieron una mesa muy bien puesta para tres, hasta
con un jarrón de flores adornado con hermosas kerrias amarillas y rosas rojas y
todo.
-¡Vaya! - Exclamó
Ami con agrado.- Quizás es que tu esposo ha estado muy ocupado preparando esto.
¡Está precioso!
-Sí, cualquiera
le echa la bronca por no aparecer.- Sonrió Bertie enternecida por aquello.- La
verdad, no me lo esperaba. Y hasta ha puesto mis flores favoritas.
No obstante, no tuvieron que
aguardarle mucho, oyeron pasos que bajaban de las escaleras del piso de arriba.
Era el chico que venía con aspecto jovial, luciendo uno de sus chándales del equipo de los Knicks.
-Disculpad, no os
había oído llegar.- Comentó añadiendo enseguida en tanto se dirigía a su
invitada y le daba un cariñoso beso en la mejilla.- Me alegra verte, Ami.
-Igualmente. Roy.
- Repuso la recién llegada algo ruborizada.-
Lo cierto es que no se acostumbraba a la relajada familiaridad en el trato
que tenían los occidentales y su amigo en particular. Casi con que le
presentasen a alguien ya parecía conocerle de toda la vida. Ella, pese a
apreciarle mucho, se limitó a hacer una leve inclinación de cortesía y añadir.
- Es un placer
estar aquí…
-Pues poneos
cómodas y vamos a cenar.- Les propuso él.-
-¡Tú te has
puesto demasiado cómodo! - Se rio su mujer.-
-No te fíes de
las apariencias.- Afirmó él con tintes desenfadados mientras se quitaba la
chaqueta del chándal.-
De este modo reveló que debajo
llevaba una camisa de color azul pálido regalo de su mujer y hasta una corbata
roja. Eso sorprendió a Bertie. A su vez el pantalón largo de entrenamiento
cedió paso a otro de vestir de color azul marino. El chico se lo había quitado
de un tirón revelando que estaba sujeto por un velcro al otro más elegante que
llevaba debajo. Así tras ver las caras de perplejidad de sus interlocutoras, se
sonrió pícaramente para declarar.
-¿Lo veis? Me
transformo más rápidamente que vosotras… ¡ja, ja!…
Su esposa y su amiga se rieron de
aquello.
-Anda, ¿dónde
tienes tus maletas, Ami?
-He traído un par,
no te preocupes.-Sonrió esta algo apurada.-
Roy por supuesto no le hizo el menor
caso, Bertie le indicó que estaban en la entrada. El chico las tomó sin esfuerzo
y las subió al segundo piso. Luego bajó las escaleras.
-Te las he dejado
en tu habitación.- Le dijo a su invitada.-
-Muchas gracias,
eres muy amable.- Sonrió la reconocida Ami.-
Entonces
Bertie y ella se disculparon durante unos momentos. La anfitriona guio a Ami al
cuarto de invitados. Después ella fue a su propia habitación. Se cambiaron y
bajaron luciendo sendos vestidos, blanco era el de Beruche y aguamarina la invitada.
Roy por su parte las había estado aguardando con su tiempo ocupado en la
lectura con ese pequeño diario que tanto le había intrigado.
-A ver…- Se dijo
en tanto leía.- “Querida Ethie, estamos en medio del Pacífico. Viajo aquí con
el resto de los muchachos en la Task Force cincuenta y seis. Es una gran flota,
al menos doce portaviones. Se prepara una buena…Yo voy a bordo del acorazado
New Jersey, como parte de la quinta división de marines. Sé que eso no te dirá
nada, pero aquí estamos acostumbrados ya a detallar nuestra situación y
posición, ¡ja, ja!…en fin. Hasta ahora la travesía ha sido tranquila. Ningún
submarino japonés nos ha estado acechando, al menos que sepamos”…
-Ya estamos listas.- Sonó la voz de
Bertie.-
Esto hizo que el
chico interrumpiera la lectura y deslizara el librito bajo la servilleta que
tenía sobre la mesa. Con bastante galantería él se ocupó de separar las sillas
para que ambas chicas se sentasen, después, haciendo lo propio, les comentó.
-Ahora preparos a extasiar vuestros
paladares.
-Lamento mucho haberos hecho posponer la
cena hasta tan tarde.- Se excusó nuevamente Ami.-
-¡Que va! – Repuso su anfitrión con tono
animado.- Al contrario. Me disteis tiempo para terminar. Ahora mismo tengo el
pollo en el horno. Voy a por él enseguida…
Y
se levantó yendo raudo a la cocina y retornando enseguida con una bandeja que
mostraba muslos y alas de pollo, recubiertos de una salsa que tenía realmente
muy buena pinta, con guarnición de almendras, patatas fritas y guisantes. Tras
depositar aquello sobre la mesa, sirvió a las dos muchachas…
-Bueno, pues voilá, como dirían el
estirado de Diamante y la Esmy.- Sonrió él contagiando a sus interlocutoras.- Aquí
está el pollo con almendras a la Malden…
Dicho
eso comieron todos con gran apetito. La primera en elogiar el sabor de aquel
plato fue la invitada.
-Está muy bueno. Debo admitir que eres
un gran cocinero.- Afirmó Ami.-
-Muchas gracias. Me defiendo un
poquito.- Sonrió él visiblemente complacido añadiendo.- Además, practiqué mucho
en el Rincón. Sobre todo cuando estuvimos con el maestro Kaio. A parte de
aprender sus técnicas de combate intercambiamos chistes malos y por supuesto
recetas y métodos de cocina. En ambas cosas los dos éramos grandes expertos, ¡ja,
ja, ja!…
Eso
provocó las risas de sus interlocutoras. ¡Podían dar fe de ello!
-Si Mako-chan hubiera probado esto hasta
te haría una oferta de unirte a ella para abrir un restaurante.- Le elogió
Ami.-
-Hay que admitir que te ha quedado
delicioso.- Convino Bertie.-
Su
esposo sonrió pleno de satisfacción. Pasaron el resto de la velada charlando
distendidos sobre sus amigos y sus proyectos de futuro. Remataron la velada con
algunos sucedidos de la Luna de Miel de los chicos. Tal y como Beruche le
contase a su antigua compañera de facultad, refirió a su amiga aquel viaje a
España tan interesante…
-¿El fantasma de un Conde? ¡No me lo
puedo creer!- Sonreía Ami observando atónita a sus amigos.-
-Pues sí, fue tal y como te lo cuento.-
Aseguró Bertie quien suspiró con resignado humor.- ¡Es que hasta de vacaciones
nos tienen que pasar cosas raras! Ya le conté a Melanie algo de esto.
-O sea que vas y le largas a Mel
nuestros secretos mejor guardados.- Se sonrió su esposo no sin cierta malicia,
añadiendo no sin algo de broma.- Lo de los fantasmas pase. Aunque espero que no
le relatases todo lo que pasó en aquel dormitorio…
Visiblemente
sonrojada Bertie no se privó de levantarse y obsequiar a su marido con un buen
capón arrancando una tímida risa de su invitada. Tras frotarse el golpe el
chico añadió todavía de modo jovial.
-Sí, es cierto. Estamos siempre de
servicio. Aunque ese conde al final era un buen tipo, y su prometida Doña
Blanca, una mujer realmente estupenda. Se conservaba muy bien a pesar de llevar
muerta setecientos años. Mejorando lo presente.- Añadió algo aturullado.- Me
refiero a que vosotras dos también lo sois…estupendas quiero decir…
Sus interlocutoras
movieron la cabeza divertidas. ¡No sabían cómo tomarse aquello!
-No lo intentes arreglar, por favor.- Se
rio finalmente Beruche.-
Su marido asintió,
los tres se rieron y dejaron ese tema al fin. Bertie no quiso empañar la velada
sacando a relucir lo que Melanie le contó acerca de la pobre April. Ya hablaría
de ello con Roy en privado. En tanto pensaba eso se había producido un breve
momento de silencio en la mesa. Fue Ami quien lo rompió, cuando quiso saber
dirigiéndose a su gran amiga.
-¿Y todo lo que me contaste de esa chica
que sufría bulling y de ese centro tan conflictivo?
Se
refería al curso de prácticas que Bertie hizo dentro de su master para
convalidar sus estudios de primaria de cara a la secundaria. De modo que la
interpelada le respondió.
-Bueno, aquello fue el curso pasado.
Ahora en mi nuevo colegio las cosas son mucho más tranquilas. Al menos eso
espero.
Su contertulia asintió escuchando atentamente.
De hecho habían dado buena cuenta de la cena y para terminar Roy se puso en pie
para ir a por los postres. Fue entonces cuando al levantar una servilleta
apareció aquel pequeño libro que había estado leyendo.
-¿Qué es eso?- Quiso saber su esposa
observando las amarillentas páginas de ese librito con curiosidad.-
-Ya se me había olvidado.- Contestó su
cónyuge que les contó a ambas.- Estaba haciendo algo de orden en el desván
cuando llegasteis. Por eso no os escuché. Y encontré unas cuantas cartas que mi
abuelo Harry debió de enviarle a mi abuela Ethel, la dueña de esta receta de
pollo. Y también estaba este libro. Creo que es una especie de diario de mi
abuelo. He leído algo y es bastante interesante. Es más, arriba tengo cartas
escritas incluso en japonés. Espero que luego me las podáis traducir.
-Claro.- Asintió Ami que le propuso.-
¿Por qué no empiezas por leernos este libro? Si es que es apropiado. No quiero
enterarme de cosas íntimas de tu familia.- Aclaró no sin rubor.-
-No creo que a mis abuelos les importe
ya. Fallecieron incluso antes de que mis padres me adoptasen. Y esto era de mi
abuelo Harry. Murió en la guerra.-
Comentó Roy, evidenciando un poso de tristeza en esas últimas
palabras.-Me hubiera gustado mucho conocerle a él y a los demás.
-Será muy bonito saber lo que tu abuelo
le decía a tu abuela. A ver si se parecía a ti.- Le animó Beruche.- Y es una
forma de poder acercarse a ellos.
Su
marido asintió, aunque antes fue a por unos helados y algo de fruta a modo de
postre. El trio terminó de cenar y, ya acomodados en el sofá del salón, Roy
comenzó a leer. Tras ese párrafo que ya había visto anteriormente prosiguió.
-“Estamos viajando a buen ritmo, la
flota llegará pronto a aguas japonesas. El grupo de combate está dispuesto. La
mayoría tenemos algo de miedo. Sabemos que los “japos” son duros y que la
batalla se prevé encarnizada. Sin embargo, tengo fe en que Dios me ayudará”
-No es lo que yo llamo tranquilizar a su
esposa.- Suspiró Bertie al oír aquello.-
-Quizás mi abuela confiaba también en la
Providencia, cubito. Y supongo que ella sabría que mi abuelo no iba
precisamente a un baile.- Comentó Roy.-
-Aun así. Recuerdo cuando tú mismo me
ocultaste tu reto contra ese maldito demonio.- Dijo su interlocutora aun con
cierto tono de reproche.- No debiste guardarte todo eso para ti.
-No fue lo mismo. Yo no quería hacerte
sufrir inútilmente, ni que te vieras involucrada en eso.- Afirmó
conciliatoriamente él.- Pero mi abuelo Harry sabía que su mujer no iba a venir
desde los Estados Unidos hasta Iwo Jima. Además, quizás esto fueran notas para
sí mismo. Siendo su diario sería confidencial.
Bertie
le obsequió con una mirada algo recelosa, no le gustó ese velado reproche.
Aunque enseguida Ami se ocupó de disipar aquello al pedirle a su anfitrión.
-¿Podrías continuar leyéndolo? Está muy
interesante.
-Por supuesto.- Sonrió ahora él
haciéndolo de inmediato.-
-“El día Dieciséis de febrero de mil
novecientos cuarenta y cinco nuestra flota comenzó a bombardear posiciones
enemigas. El día diecisiete el crucero Pensacola se acercó demasiado y fue
alcanzado por baterías de la defensa costera. ¡Pobres muchachos! Perdieron a
algunos de los suyos. Hay que andarse con ojo, los defensores de la isla
parecen dispuestos a todo. No me extraña que se la esté comenzando a llamar “la
picadora de carne”.
Al
pasar la siguiente hoja algo cayó, era una cartulina rectangular. Ami la
recogió del suelo y se dio cuenta con asombro de que uno de los allí retratados
le era vagamente familiar.
-Se parece a…no sé. El caso es que
juraría haberlo visto antes, en alguna parte.
De
hecho era claramente japonés. Aparecía uniformado con uniforme de campaña y
distintivos de asistente médico, junto a
un joven soldado con casco y uniforme de tonos claros, que debería ser caqui.
Teniendo en cuenta que la fotografía era en blanco y negro sería lo más lógico.
Roy entonces comentó atónito.
-¡Éste es mi abuelo Harry!, en fin. Al
menos fue el primer marido de mi abuela Ethel. Seguro. Mirad, al pie de la
foto, pone… ¡No lo puedo creer! Debe ser casualidad…
Su
mujer tomó la foto en su mano derecha y fue la que leyó, presa de la misma
sorpresa e incredulidad.
-Veintisiete de febrero de mil
novecientos cuarenta y cinco. Harold Drexler y Kenshiro Mizuno… Siempre amigos
pese a todo.
-¡Ese era el nombre de mi abuelo!-
Exclamó Ami ahora totalmente perpleja, cuando les reveló a sus también
asombrados amigos.- Mi madre no ha hablado nunca mucho de él. Fue médico, creo
que empezó la tradición familiar. Su hijo mayor Naoki, mi tío, siguió sus pasos. Y después mi madre…
-Creía que el apellido Mizuno era el de
tu padre.- Comentó el atónito Roy.-
-No, en Japón las leyes permiten a la
mujer divorciada retomar su apellido de soltera y mi madre me lo puso a mí. Mi
padre no se negó. Quizás por el hecho de abandonarnos cuando era yo muy
pequeña. - Les aclaró ahora incluso más sorprendida que triste al pensar en
eso.-
-Pero cariño, el apellido de tu abuelo…
¿No debería de ser Malden?- Comentó Bertie con extrañeza dirigiéndose a su
esposo.-
-No, bueno, sí. Es lo que os he dicho
antes. Éste fue el primer marido de mi abuela. Veréis, mi padre me lo contó
cuando yo era un chaval.- Les explicó su contertulio.- Mi abuelo paterno, en
fin. Esto es algo lioso.- Sonrió y reformuló su frase.- El padre biológico de
mi padre murió en la guerra. Él era muy pequeño. Entonces su madre, la abuela
Ethel, se volvió a casar tras unos años. Su nuevo marido le dio su apellido,
Malden. Luego creo que se divorciaron. Pero para mi padre, el segundo marido de
su madre fue su auténtico padre, el que le crió. No conoció otro. ¿Entendéis?
-Suena un poco a trabalenguas, pero creo
que sí.- Le sonrió su esposa, agregando divertida.- ¡Y yo creyendo que en
Némesis nuestras relaciones de parentesco eran complicadas! Un día tendré que
hablarte de mi abuela Kim.
-Sí, debe ser una historia realmente
interesante.- Convino su esposo.-
-La verdad es que esto es una casualidad
realmente increíble.- Comentó Ami, observando esa fotografía con mucha
atención.-
-Sí, realmente lo es.- Convino el muchacho contemplándola también
con interés, para remachar casi con admiración.- De modo que éste fue el padre
biológico de mi padre…por eso él siempre me entendió tan bien. Cuando me
desvelaron que yo mismo era adoptado.- Musitó ahora con un sentimiento de
melancolía.- Me hablaba sintiendo de verdad cada una de las cosas que me decía.
Sabía ponerse perfectamente en mi lugar.
Bertie
se dio cuenta y enseguida le tomó tiernamente de una mano para sonreír y
declarar mirando a la foto
-Pues tu primer abuelo era un chico
guapo…
Y
eso pese a que aquel hombre de la fotografía parecía tener el pelo castaño
claro que lucía despeinado, una barba de tres días y sonreía con expresión
cansada, pasándole un brazo por los hombros a ese hombre, claramente japonés,
de pelo oscuro y casi dos palmos más bajo que él que, con un semblante más
serio, miraba seguramente hacia la cámara.
-Entonces, esas cartas en japonés
podrían ser de tu abuelo, ¿verdad Ami? - Terció Bertie.-
-Quizás sería mejor leer más de este
diario. A ver si habla de él. – Comentó ésta con cautela.-
Roy
asintió. Prosiguió entonces donde lo había dejado.
-“Día diecinueve de febrero. Nos hemos
espabilado muy pronto. La ofensiva ha comenzado a eso de las seis y media de la
mañana. La mayor parte no hemos querido desayunar. Es imposible no vomitar
hasta la papilla cuando te embarcan en esos lanchones para ir a tierra. Entre
el movimiento del mar y el miedo que se tiene no hay nada que resista en el
estómago. Al menos el mar está bastante calmado y hace sol. Es un día bonito,
de no ser porque en la costa y en toda la isla nos esperan miles de diablos
amarillos dispuestos a jugar al tiro al blanco con nosotros”. Perdonad la
expresión.- Dijo Roy interrumpiendo la lectura.-
-No pasa nada. Es comprensible.- Repuso Ami sin darle
importancia.-
-Bueno, en mi caso realmente yo no soy
japonesa.- Añadió Bertie.- No tengo nada que perdonar.
-Esa es otra cosa que me intriga.-
Comentó ahora su esposo.- Siempre se me olvida preguntártelo pero. ¿Sabes de
dónde provenían tus antepasados? Porque como viniste del siglo treinta es
posible que ahora estés conviviendo con algunos de ellos sin saberlo.
-La verdad. No tengo ni idea y prefiero
ni pensar en ello. De todos modos, la que más sabe de eso es mi hermana Petz.
Es la mayor y la que más se enteraba de esas cosas. Cuando hablaba con nuestra
madre y ella le contaba algunas historias. Las demás éramos muy pequeñas para
recordarlo. - Repuso su esposa con un toque de tristeza que trataba de no
evidenciar sin conseguirlo.-
-Sería estupendo que me las contases a
mí también.- La animó su marido.-
-Quizás en otro momento, ahora me
gustaría que siguieras leyendo.- Le pidió ella para zanjar aquello.-
-La verdad es que a todos nos sucede un
poco lo mismo.- Declaró Ami.- Añoramos encontrar parte de nuestras raíces.
-Sí, Roy, y al menos tú puedes
aproximarte un poco más a las de tu familia en la Tierra.- Le animó Bertie
recobrando su buen ánimo.-
Su
marido asintió. La cosa estaba de veras interesante, pasó otra página más y
continuó.
-“Las LTV se han lanzado, voy en la
primera oleada. No sé qué significan esas siglas.- Les dijo a las chicas para proseguir la lectura. - Al
menos por ahora el enemigo no ha hecho nada por tratar de detenernos. Los
chicos de la marina están dándoles un buen repaso a base de un bombardeo
concienzudo. Al menos varios acorazados están haciendo fuego sobre la isla. No
es que sea mucho consuelo saber que ellos deben de estar tan asustados como
nosotros. Y aunque yo, como veterano, trato de animar a los más novatos, esto
no me huele nada bien. Los japoneses no van a dejarnos llegar así por las
buenas. Seguramente traman algo y están aguardando su momento. Incluso he oído
a algún capellán rezar esa famosa oración de Sir Jacob
Ashley: “Señor, ya sabes lo ocupado que voy a estar hoy. Si yo te olvido, no te
olvides tú de mí”.
-Tuvo que ser horrible.- Comentó Bertie
con gesto de pesar.- Esos pobres muchachos sabiendo que muchos de ellos iban a
morir nada más poner un pie en esa playa.
- También nosotros sabemos muy bien lo
que significan el temor y las dudas antes de una batalla.- Convino Ami.-
-Si te digo la verdad, cuando peleábamos
contra vosotras poco menos que nos creíamos invulnerables. Y a mí personalmente
no me gustaban demasiado las confrontaciones directas. Solía utilizar más a mis
droidas. Y al final, más que miedo a la muerte sentí dolor y tristeza por
perder el apoyo de mis hermanas.- Les confesó Bertie.-
-Yo puedo imaginar lo que mi abuelo y
los demás debieron sentir.- Admitió a su vez Roy cuando recordaba.- La primera
vez que me enfrenté a Nagashel sabiendo que no tenía ninguna posibilidad de
derrotarle…por eso no quise preocuparte…lo lamento mucho, sé que lo pasaste muy
mal.- Insistió ahora con tono de disculpa.-
Su
mujer le dio la mano y le estampó un cariñoso beso en la mejilla. Eso borraba
el comentario anterior. El chico sonrió. Ami les miró enternecida a su vez.
Sabía muy bien por lo que ambos pasaron. Y lo que ella misma sufrió, al igual
que el resto de las guerreras, sin poder hacer nada por evitarlo. Por fortuna
aquello quedaba muy atrás. Así, tras unos momentos de reflexión, el joven
reanudó la lectura.
-“Ya quedan muy pocos metros para llegar
a la playa, los acorazados y otros buques nuestros han disparado más salvas
para cubrirnos. Y también hay unos cuantos aviones haciendo pasadas. Por ahora,
pese a alguna vomitona que ya estaba en el guion, todo parece ir bien” Aquí
termina está página, no está completa. –Dijo Roy que tras voltearla, añadió.-
Continúa por la siguiente.
-Pues sigue leyendo. Por favor.- le
pidió una muy interesada Bertie.-
Ami
convino con su amiga asintiendo y su anfitrión no se hizo de rogar, estaba tan
o más atrapado por ese relato que ellas, así prosiguió.
-“Llevamos ya un par de horas en la
playa, fortificando la posición. Desembarcamos a eso de las nueve.
Milagrosamente los “japos” no han contratacado. Al parecer se ha dividido la
cabeza de playa por sectores, “Green” “Red” y “Yellow”. Estoy en el “Green”.
Tuvimos que subir por montículos de más de cuatro metros pero ahora parece que
nuestros anfitriones se hubieran marchado. No seré yo el que se queje de que
nos hayan dado plantón. Lo malo es esta arena gris en la que te metes casi
hasta la cintura. Ni siquiera los tanques anfibios han podido moverse, sus
cadenas se hunden. Vamos a tener que trabajar mucho para sacarlos de ahí.
-Pobrecillos. Además de los disparos,
tener que esforzarse tanto.- Afirmó Bertie.-
-Si hubiera podido estar yo, los hubiese
sacado sin problemas.- Comentó Roy pero lo hizo de un modo analítico, sin jactarse
de ello.-
-¿Tú sabes lo que deben de pesar esas
cosas?- Inquirió una incrédula Ami.-
-No podrán ser más pesadas que lo
levantábamos en el Rincón.- Sonrió su interlocutor.- De eso no tengo duda
alguna.
Aunque
tras ese interludio humorístico el chico prosiguió con la lectura y aquello era
mucho menos amable.
-“Esos malditos japoneses nos estaban
esperando, fue confiarnos y avanzar para recibir toda la potencia de fuego que
guardaban escondida. Fuego de ametralladora, de mortero… ¡Esto es un infierno!
Los nuestros han caído por centenares. Los puestos médicos no dan abasto.
Aunque cavemos hoyos en la arena no sirven de nada, al ser tan blanda se
deshacen o se colmatan enseguida”.
-¡Qué horrible!- Musitó Ami.-
-Sí. Debió de ser espantoso.- Convino
Bertie con el mismo tono de pesar.-
Roy
continuó leyendo ante la atenta mirada de ambas mujeres.
-“Además, para colmo, ha llegado la
segunda oleada de desembarco. Apenas si pueden avanzar por la playa entre los
restos de los tanques y barcazas destruidas por el enemigo. Ese cabrón de
Kuribayashi ha calculado perfectamente”
-¿Quién era ese tal Kuribayashi?- Quiso
saber Bertie.-
-Debió de ser un general. No recuerdo
mucho de esa parte de la historia.- Repuso Ami llevándose una mano al mentón.-
Aquello
era realmente insólito, una cosa que su amiga desconocía. Aunque era normal,
sus estudios estaban enfocados a la medicina. Sin embargo, Roy enseguida tuvo
una idea y declaró.
-Supongo que el que estuviera al mando
de la guarnición japonesa.
-Podemos mirarlo en internet.- Sugirió
Ami.-
-No tenemos aquí. Al menos todavía.-
Replicó Roy, casi excusándose por ello.-
-¡Vaya! En Japón tenemos ya en casi
todas partes.- Comentó su interlocutora.-
-Todo llegará. Aunque admito que a veces
se me hace raro vivir en este tiempo. Es un poco… antiguo.- Pudo decir Bertie
no queriendo sonar ofensiva.-
-¡Anda cubito, di que te parecemos
primitivos y ya está! – Se rio su esposo.-
-Algunos lo parecéis más que otros.- Se
sonrió ella ahora en tanto su marido se aporreaba cómicamente el pecho.- ¿Serás
tonto?...
Y
por toda réplica él la sujetó juguetonamente de la cintura y le susurró al oído
divertido.
-Yo… Tarzán, tú… Jane…luego tú y yo…¡unga…
unga!…
Eso
provocó las risas de las chicas, Bertie guiñaba un ojo fingiéndose escandalizada
aunque sonreía tratando de zafarse, pasándolo realmente bien con aquellas
tonterías. Ami se ruborizaba incluso al ver aquello. Más cuando Roy hizo su
típica broma del delantal. El joven se puso uno que tenía en la cocina. Era
bastante cómico, llevaba dibujado unos conejitos. Regalo de Usagi, como no.
Pero lo más vergonzante de aquello fue que, a la altura de su entrepierna, algo
surgió empujando ese delantal hasta formar una especie de prolongación picuda,
en tanto el joven fingía gruñir y repetía.
-Mí gustar chica del futuro, ¡ñam,
ñam!…levantárseme el ánimo. ¡Ja, ja, ja!
-¡No seas payaso! – Se reía Beruche, pese
a todo, colorada a su vez.- ¿Es que no te da vergüenza?
Ami
se tapaba la cara con las manos, aunque de forma cómica y con los dedos
entreabiertos. Al fin, su anfitrión destapó el truco sacando de entre sus
piernas y de debajo del delantal una cuchara de madera que era lo que había estado
empujando contra esa tela a fin de provocar tal efecto…
-Este gamberro siempre tiene que estar
haciendo tonterías.- Comentó su mujer moviendo la cabeza con fingida
reprobación.- ¡No tiene sentido del ridículo!…
-Es verdad, cubito, ¡pero tú sabes que
otras veces lo hago de verdad y sin efectos especiales!…- Se rio él.- Y de
ridículo nada, ¡ja, ja!… no me puedo quejar en cuanto al tamaño… ¡Y creo que tú
tampoco!…
Ambas
chicas enrojecieron a ojos vistas. Lo peor es que, entre risas, la propia
Beruche tras darle un repaso de coscorrones a su esposo, le cuchicheó a su
amiga que no paraba de reírse a su vez entre azorada y divertida.
-Lo malo es que es verdad. A veces me ha
cocinado algo llevando el delantal… y solamente el delantal…
Tardaron
un poco en acallarse las carcajadas y ponerse todos un poco más serios. Con
esas chanzas casi habían olvidado ese diario. Ami entonces recordó algo.
-Puedo consultar mi mini ordenador.
Tengo enlace al banco de datos del reino de Cristal Tokio del futuro…
-¿Y cómo es posible eso?- Quiso saber
Roy mirándola con expresión atónita.-
-Bueno, básicamente tiene que ver con la
teoría de cuerdas.- Repuso su mujer.-
-¿Qué cuerdas?- Inquirió el chico sin
saber si lo decía en serio o en broma cuando añadió.- Aquí no veo ninguna.
Y
tras hacerse con ese pequeño aparato, la guerrera Mercurio añadió tratando de
no reírse de ese último comentario.
-Según la teoría de cuerdas,
las partículas que nos rodean y también de las que estamos constituidos son en
realidad "estados vibracionales" de un objeto extendido más básico
llamado "cuerda". Cuerdas minúsculas que vibran en un espacio-tiempo
de más de cuatro dimensiones. Una de las proposiciones de esta teoría (teoría
M) es la existencia de 11 dimensiones.
-Es cierto y no solo las cuatro con las que estamos
familiarizados: largo, ancho, profundidad y tiempo, principalmente desde el
planteamiento de la Teoría de la Relatividad. - Remachó Bertie.- De ese modo se
pueden utilizar pasillos interdimensionales para obtener una serie de datos de
otras épocas o viajar en el tiempo. Como mis hermanas y yo hicimos.
Roy estaba
con los ojos como platos y la boca abierta. ¡No había entendido absolutamente
nada de aquello!
-Lo, ¿lo cualo?- Exclamó perplejo.-
Ambas
muchachas cruzaron sendas miradas de regocijo y se rieron. Finalmente fue la
esposa del atribulado chico la que quiso dejar de lado aquello.
-Digamos que Ami tiene conexión con una
gran central de datos…
-Así es, y voy a consultar sobre ese tal
Kuribayashi.- Añadió la joven estudiante de medicina.-
Y
tras teclear el nombre algo apareció en
ese monitor. La muchacha enseguida leyó…
-Tadamichi Kuribayashi (栗林忠道, Nagano, 7 de julio de 1891 - Iwo
Jima, 23 de marzo de 1945),
fue un militar japonés, general
del Ejército Imperial durante la Segunda Guerra Mundial que dirigió la defensa de la isla Iwo
Jima, en el transcurso de la cual resultó desaparecido. (Wikipedia)
-Qué curioso. Le sucedió igual que a mi
abuelo Harry. Tampoco regresó nunca de allí.- Comentó el muchacho que parecía
hacer memoria cuando añadió.- Al menos eso es lo que mi abuela Ethel le contó a
mi padre. Según me explicó él.
-¿No dijiste que murió?- Se extrañó su
mujer.-
-Supongo que murió en la batalla y que
su cuerpo no fue encontrado.- Alegó el muchacho encogiéndose de hombros.-
-A lo mejor sí continuas leyendo su
diario tenemos más datos para saber lo que sucedió.- Le propuso Ami con patente
curiosidad.-
Roy asintió, enseguida
lo retomó dirigiéndose a las dos chicas.
-Bueno, ¿sigo leyendo entonces?-
Preguntó el joven.-
-Por favor.- Le pidió Ami con el
asentimiento de Bertie.-
Y
así lo hizo, retomando aquella desgastada libreta, volviendo a la página en la
que se detuvo y leyendo en voz alta con una mezcla de intriga y respeto.
-“Nos ha costado cerca de una hora
avanzar hasta llegar al aeródromo número uno. Nos disparan desde cualquier
parte. Es imposible saber por dónde te puede llegar una bala o un obús. Tenemos
que movernos con mucho cuidado e ir atrincherándonos casi a cada paso que
damos.
-Tuvo que ser terrible. Estar en esas
condiciones.- Musitó Ami.-
Aunque
enseguida se disculpó algo colorada por haber interrumpido. Sin embargo, Roy no
le dio ninguna importancia y prosiguió.
-“Avanzo con el vigésimo octavo
regimiento de marines. Estamos sorteando el monte Suribachi. Hay demasiado
fuego enemigo viniendo desde allí. Se está rumoreando que enseguida vendrán los
Sherman para abrir camino. Tendremos que esperar dado que los búnkeres y las
alambradas enemigas nos bloquean”
-¿Qué son esos Sherman?- Quiso saber
Bertie.-
-Carros de combate.- Respondió su marido
que continuó con aquel relato.-“Desde las playas blue uno y dos llegaron
refuerzos. Perdimos a muchos muchachos en la “Cantera” pero aun así se pudo
consolidar la posición. Aunque hay cosas demasiado terribles como para
contarlas a nadie. Un pobre tipo, el teniente Roselle, creo que se llamaba.
Estaba tumbado en la arena, a cubierto del bombardeo cuando le cayó un obús
encima de una pierna y se la arrancó de cuajo…-Pudo completar Roy con visible
aprehensión.-
-¡Qué horrible!- Exclamó Bertie
llevándose las manos a la boca…
-Sí, es una amputación traumática, de lo
más doloroso que hay.- Comentó la también impresionada Ami, contándoles a sus
amigos.- Por desgracia he podido ver algunos casos en el hospital, debidos a
accidentes de tráfico.
-Pero es que esto no es todo. ¡Pobre
tipo! - Suspiró Roy que parecía
impresionado, más cuando siguió leyendo.-“Estaba gritando de dolor, cuando una
explosión cercana de mortero le inutilizó la otra pierna. Y todavía sufrió una
herida de metralla en el brazo dejándole manco. Pese a todo, los sanitarios pudieron
salvarle…
-¡Santo Dios! -Exclamó Bertie. - ¡Pobre
hombre!
-Luego dice que el apodo de la “Picadora
de carne” venía de casos como el de este desgraciado.- Les explicó Roy.-
-¡Es terrible! Que forma más triste y
tan inútil de destrozar vidas de inocentes.- Suspiró Ami.-
-Tienes razón. Y debo confesar que
cuando estaba en la Luna Negra ni siquiera pensaba en el sufrimiento de otros.-
Se censuró Bertie añadiendo con pesar.- Todo esto a fin de cuentas trata de lo
mismo. Por culpa de las ambiciones de algunos, hacer sufrir a tantos. ¿Y para
qué?
Nadie
respondió enseguida a esa cuestión, todos guardaron un reflexivo silencio. Al
fin Roy continuó con la lectura.
-“Caída la noche llegó la cuarta
división de marines y nos fortificamos. Entre el frío, las bombas y demás, no
era muy fácil poder descansar.
Hizo
una pausa en la lectura. Al parecer se terminaba ese capítulo. Al pasar la hoja
él inquirió a las chicas.
-¿Queréis que siga leyendo?
-Por una parte creo que ya hemos tenido
suficiente de tantas matanzas.- Suspiró Bertie aunque pareció pensarlo mejor y
añadió.- Sin embargo, tengo curiosidad por ver cuando entra el abuelo de Ami en
esta historia.
-Sí, a mí también me gustaría saberlo.-
Convino la aludida.-
Roy
asintió, y entonces continuó la lectura.
-“Segundo día de la batalla. Veinte de
febrero, el tiempo ha empeorado. Grandes nubarrones, negros como el carbón, nos
cubren. Llueve a cántaros y hay un viento terrible. Una compañía de marines ha
tratado de llegar a la cima del monte Suribachi. Durante horas el vigésimo
octavo regimiento estuvo luchando por conquistar esa maldita montaña, fueron
repelidos pese al apoyo de los tanques.
Aun así, han llegado noticias de que ya controlamos al menos la cuarta
parte de la isla. Por mi parte no puedo quejarme. Pese al frío, la diarrea y
alguna que otra herida superficial. Por lo menos me han dado algo para cortar
esta maldita descomposición. Sin embargo, creo que es más por el miedo que por
otra cosa.
Ahí
Roy cerró por un momento el libro y miró a las dos con cara de circunstancias,
como si quisiera disculparse por lo que acababa de leer y darles a entender que
no era una broma suya.
-Es comprensible, ¡pobre hombre! -
Comentó sin embargo Bertie con un tono lleno de compasión.-
-Voy a seguir leyendo, ahora sí que no
puedo dejar de saber lo que pasó.- Afirmó su intrigado esposo.-
-Sí, por favor.- intervino Ami.-
Y
Roy abrió nuevamente el diario y continuó.
-“Alguien ha comentado que nuestra flota
ha sufrido un ataque kamikaze. Corre el rumor de que han dañado seriamente al
Saratoga. Hay que admitir que esos “japos” tienen agallas. Entre tanto aquí las
cosas siguen muy complicadas. Ahora nos hemos replegado un poco y los
sanitarios hacen horas extras atendiendo a los heridos”. Desde aquí, pasa al
día siguiente.- Informó Roy a sus atentas oyentes.-
-Pues continúa, si eres tan amable.- Le
pidió Bertie.-
Su marido asintió y así lo hizo.
-“Veintitrés de febrero. Sobre
el Monte Suribachi se combatía encarnizadamente en cada risco y cada túnel. A
las ocho horas zulú, un grupo de cuarenta hombres dirigidos por el teniente
Chandler Johnson, arrastrando el vientre sobre la roca con el machete entre los
dientes, escalaron hasta el risco más alto del borde con el cráter del volcán.
Desde el interior del inmenso cráter los japoneses empezaron a dispararles, con
lo que tuvieron que recurrir a las granadas para vencerlos. Exactamente a las
diez y veinte izaron una bandera americana sobre la cima, incrustándola en una
vieja tubería. Por lo que los chicos de la prensa militar nos comentaron, los
protagonistas del hecho fueron el propio teniente Johnson con cinco hombres
más, entre ellos el subteniente Harols Schier y el indio Louis Charlo. Sin
embargo, la bandera era muy pequeña y apenas se veía desde otras partes de la
isla, por lo que ordenaron sustituirla por otra más grande. Los marines
entonces la quitaron, justo antes de que dos soldados japoneses, uno con una
bomba de mano y el otro con una espada, les atacasen. Lograron salir ilesos
porque unos compañeros más atrás les acribillaron”. A los japoneses.- Matizó
innecesariamente Roy, para remachar ese párrafo.- Una vez suprimida la amenaza esa
primera bandera fue puesta a salvo”.
-Eso me resulta familiar.- Comentó
Bertie tratando de recordar.-
-Pues claro. ¡ Es la famosa foto de Iwo
Jima! – Exclamó el muchacho antes sus atónitas acompañantes.- Es una foto
histórica. Creo que la tengo en algún libro.
Y dejando por un
momento ese diario buscó un tomo de alguna enciclopedia de las que guardaba de
sus padres. Efectivamente, consultó en la parte de historia y al llegar a la Segunda Guerra Mundial ahí estaba. Un
grupo de esforzados marines sujetando el mástil y elevándolo en una posición de
unos cuarenta y cinco grados más o menos. De su extremo superior pendía la
bandera norteamericana. El chico entonces declaró con patente orgullo.
Ami se sonreía moviendo
la cabeza. Las demás se sentaron mirando hacia otro lado, pretendiendo estar
ofendidas. Sin embargo le tomaron la palabra a su compañera y a modo de poética
venganza pidieron los helados y batidos más caros. La pobre Usagi acabó con el monedero vacío…no obstante un poso de
tristeza quedó en el corazón de la estudiante de medicina. Ninguna de sus
amigas, ni tan siquiera hablando en broma, la consideraban como a una chica que
pudiera estar enamorada o tener una cita con un hombre. Al menos por algo que
no fuera meramente intelectual o relacionado de algún modo con sus
estudios. Aunque mucho de eso era culpa
suya. Siempre quiso proyectar esa imagen. Ahora se acordaba de Rio, aquel chico
tan especial. Salió de esos recuerdos cuando se anunció el comienzo de las
ponencias…
Sus interlocutoras le
escucharon con atención aunque no llegaban a entender demasiado de toda esa
jerga militar. Entonces, otra serie de explosiones hizo que Kuribayashi
prosiguiera su ronda junto a los oficiales y soldados que le seguían. Allí
quedó Mizuno, tratando de confortar en lo
posible a los heridos y moribundos. Los chicos por su parte prosiguieron
andando un poco a través de esos túneles. No antes de que Ami le dedicase una
admirada y afectuosa mirada a su antepasado que, ajeno a toda la conversación
anterior, seguía desviviéndose por los heridos.
Mientras algunos a su alrededor critican y duermen
Y a través de una pared que se rompe
Te veo mi amigo y toco tu cara otra vez
Los milagros ocurrirán mientras viajamos
Pero nunca vamos a sobrevivir, a menos que
Estemos un poco
Nunca sobreviviremos, a menos que
Estemos un poco
Locos…
-¡Y pensar que cuando era pequeño me
imaginaba a mí mismo ayudando a colocar esa bandera! Si hasta hice un trabajo
en la escuela sobre eso. ¡Ahora me acuerdo!, mi padre me contó con orgullo que el abuelo Harry estuvo allí.
Fue
Bertie la que leyó entonces el pie de foto que aparecía en aquel libro.
-“Izada
de la bandera de Estados Unidos sobre el Monte Suribachi en Iwo Jima. Toma
obtenida por el fotógrafo Joe Rosental. Primera fila de izquierda a derecha:
Ira Hayes, Frankliin Sously, John Bradley y Harlon Block. Segunda fila de
izquierda a derecha: Mike Stank y Rene Gagnon”
-No deja de ser un puñado de tierra
estéril por el que la gente murió.- Suspiró Ami que no parecía precisamente
impresionada por aquello.- Me parece una absurda pérdida de vidas.
-Es un símbolo de valentía. – Replicó
Roy añadiendo eso sí, con más tacto.- Al margen de lo útil o no que aquello
fuera. O de lo terrible. Personas como mi abuelo contribuyeron con mucho a éste
país. Jamás dejaremos de estarles agradecidos por ello.
-No veo como matar a otros pueda
contribuir a nada.- Se lamentó su invitada.-
-No, Ami-chan, Roy no quiso decir eso.-
Terció Bertie tratando de suavizar ese tenso instante.- Todos luchaban por lo
que creían justo.
-Tanto los soldados americanos, como los
japoneses cumplieron con su deber.- Afirmó Roy de un modo más conciliatorio,
para proponer.- Quizás si pudierais traducir las cartas que encontré sabríamos
la versión de tu abuelo.
Ambas
mujeres se miraron. ¿Por qué no?... Hasta ahora habían estado leyendo el punto
de vista de una de las partes. Enseguida tomaron algunas cartas. Con muchísimo
cuidado las sacaron de esos amarilleados sobres y la propia Ami leyó, casi con
voz temblorosa, las palabras escritas por su abuelo hacía más de cincuenta
años.
-“Aquí estamos, listos para la defensa
de nuestra nación. Los americanos van a golpearnos con todas sus fuerzas y por
nuestro honor y el futuro de Japón, debemos hacer cuanto esté en nuestra mano
por resistir. En mi caso no es que la idea de luchar hasta morir me agrade
demasiado. Soy estudiante de medicina, mi deber es el de salvar vidas. Sin
embargo, el destino y el futuro de mi país me han puesto en esta situación. Te
echo de menos Saeko. Ojalá que pudiera volver a verte, o al menos hacerte
llegar estas letras para que, un día, nos sonriamos al leerlas los dos juntos”.
– La muchacha interrumpió la lectura comentando con gesto emocionado.- Saeko es
también el nombre de mi madre. Se lo pusieron por mi abuela…
Ahora
le tocó el turno a Bertie, mientras su amiga se enjugaba alguna lágrima de
emoción el continuar leyendo...
-“Seguro que los americanos pensarán que
somos unos fanáticos. Pero no es verdad. El general que nos manda, Tadamichi
Kuribayashi, es un gran oficial. Estuvo de agregado militar en los Estados
Unidos y les conoce bien. Quizás no podamos derrotarles, nos dijo, pero sí
hacerles pagar caro su intento por conquistar suelo japonés. Así pudiera ser
que, viendo lo difícil que les va a resultar hacerse con este islote, se lo
piensen dos veces antes de invadir el propio Japón”
-Hay que reconocer que lo consiguieron.
Se lo hicieron pasar muy mal a los nuestros.- Admitió Roy con su voz teñida
ahora por el respeto.- Esos tipos fueron unos valientes.
-Es muy triste pensar que el valor tenga
que demostrarse de esa forma.- Musitó Ami.-
-A veces no queda otro remedio. Y tú lo
sabes mejor que nadie.- Le dijo afectuosamente Bertie.- Recuerda, estuviste
dispuesta a sacrificar tu propia vida por tus amigas cuando luchaste contra mí.
Aquello fue lo que más me impresionó. Y
fue entonces cuando me hiciste empezar a dudar de mis motivaciones.
Ahora lo comprendo. Debiste heredar el sentido del deber y del honor de tu abuelo.
Aparte claro está, del que ya poseías en tu anterior vida.
La
aludida sonrió reconfortada, dejándose abrazar por Beruche. Roy las miró con
simpatía. Aunque fue entonces cuando la joven estudiante de medicina comentó.
-Es muy tarde ya, estoy muy cansada. Si
me disculpáis me gustaría retirarme.
-Sí, es verdad.- Convino su amiga.- Será
mejor que nos vayamos a dormir.
-Ya continuaremos mañana. –Propuso
amablemente Roy.- Ami, cuando vuelvas de tu congreso por favor, tenemos que
seguir leyendo.
-Me parece una gran idea.- Sonrió ella a
su amigo, tratando de hacer olvidar aquellos momentos anteriores de reproches.-
Gracias por compartir esto conmigo.
Lo
dejaron para el día siguiente. Al menos la invitada les dio las buenas noches y
subió al cuarto que le habían reservado. El matrimonio Malden se quedó en el
salón, Roy aprovechó entonces para comentar con expresión seria.
-No quise lastimar, ni ofender a Ami con
mis comentarios. Lo sabes, ¿verdad?
-Claro que lo sé, cariño. Pero debes
comprender que, pese al tiempo transcurrido, para los japoneses este tema todavía
puede ser algo hiriente.
-Es algo que sucedió hace mucho tiempo.
Ninguno de nosotros habíamos nacido siquiera. Bueno, quiero decir, ninguno nos
habíamos reencarnado todavía.- Matizó él.-
-Supongo que a Ami le habrán contado
cosas igual que tus padres te las contarían a ti.- Argumentó su esposa.- El
punto de vista no podrá ser más distinto.
-Al menos hemos visto la foto de mi
abuelo con el suyo. Y posan como dos amigos.- Sonrió Roy afirmando lleno de
curiosidad.- Quiero llegar al fondo de esto. ¡Tengo que saber qué pasó entre
ellos! Si pudiéramos descubrir cómo y en qué circunstancias se tomaron esa
fotografía, quizás aclararíamos muchas cosas. ¿No crees?
Su
mujer asintió, ella misma estaba llena de curiosidad. Y era desde luego algo
sorprendente que los antepasados de su marido y de su mejor amiga se hubieran
conocido, al principio luchando como encarnizados enemigos y más tarde, según
parecía a juzgar por esa fotografía, entablando una autentica amistad. La
muchacha estaba realmente impresionada por aquello aunque pensaba que no podía
ser casualidad. Era como si en su propio caso con Ami la historia se repitiese.
Entonces se le ocurrió una idea. Enseguida la expuso a su esposo.
-¿Y si le pidieras a Landar que te
echase una mano? A lo mejor él podría hacernos ver que sucedió.
Roy
se llevó una mano a la barbilla adoptando una pose reflexiva, enseguida asintió
con visible entusiasmo.
-¡Oye cubito, es una magnífica idea!
Eres la más lista de la clase. Con permiso de Ami-chan… claro.
Bertie
movió la cabeza divertida. No sabía cómo tomarse aquello. Aunque su marido
tampoco le dejó mucho tiempo para meditarlo. Sin pensarlo dos veces abrazó a su
esposa rodeándola la cintura con un brazo, puso un dedo sobre su frente y dijo.
-Ahora si que la ocasión lo requiere…
Y tras pronunciar
estas palabras ambos desaparecieron. Se materializaron al instante sobre la
blanca superficie del Cielo. Fiel a su costumbre Roy comenzó a llamar al mago a
grito pelado haciendo bocina con ambas manos.
-Así que aquí estuvisteis entrenando.-
Musitó Bertie casi para sí misma dando un atónito vistazo alrededor en tanto su
marido no dejaba de gritar.- Vaya un sitio tan…vacío.
Ajeno
a ese comentario su esposo no cesaba en sus gritos.
-¡Landar! ¡Eh amigo! ¿Podrías
aparecer?...
-No sé si esto será buena idea.- Se
cuestionó su mujer ahora.- Quizás me dejé llevar…
-Tranquila. Seguro que vendrá…- Le
aseguró su interlocutor.-
-Pues sí, he venido.- Le respondió la
voz del aludido, como siempre aparecida de ninguna parte, y agregando con
reproche en su tono.- Con los alaridos que das este lugar deja de tener su paz
celestial.
Ahora
la joven pareja observó que, por su izquierda, llegaba caminando aquel anciano
de túnica y barbas inmaculadas. Portaba su característico cayado y se llegó a
ellos andando despacio. Al fin declaró con tono entre inquisitivo y algo
molesto.
-¿Qué deseas de mí, Roy? Sabes muy bien
que no debes venir aquí salvo que haya un grave problema. Y ahora no me parece
que sea el caso.
-Bueno, no…verás.- Pudo replicar el
muchacho llevándose una mano al cogote.- Es que…
-Te ruego que nos perdones.- Le pidió
Bertie interrumpiendo a su esposo.- Por favor, no le eches la culpa a mi esposo,
fue idea mía…
-Princesa Lorein… Beruche.- Sonrió ahora
el mago añadiendo con mucho mejor talante.- Si ha sido idea tuya entonces
seguro que habrá una buena razón.
-¡Oye! – Le recriminó Roy ahora con los
brazos en jarras.- ¿Qué pasa, tío? Como te creíste que era cosa mía ya me estabas
dando la charla. Pero como se le ocurrió a mi mujer pues… ¡Oh, seguro que hay una buena razón! –
Remachó poniendo voz de falsete para imitar al mago y afearle después.- Aquí no
estamos aplicando la misma vara de medir… por mucho bastón gordo que lleves,
que te pareces a Gandalf pero en relamido.
Hasta
Bertie se tapó la boca para no reírse. Landar a su vez le escuchó sin inmutarse
y finalmente suspiró.
-Esta vez tienes razón.- Concedió algo a
desgana.- Te pido disculpas. Decidme, ¿Qué os ha traído aquí?
En
pocas palabras y al alimón ambos le contaron lo sucedido. Su interlocutor se
mesó ligeramente la barba y repuso.
-Si lo he comprendido bien, os gustaría
saber más del abuelo de Roy y del abuelo de Ami. ¿Es así?
-Sí, así es.- Asintió Bertie.-
-Sin embargo, las cosas del pasado ya
han sucedido, y no se pueden, ni se deben cambiar.- Contestó el mago.- Son
puntos fijos en el tiempo.
Roy
sintió un leve escalofrío al escuchar aquello. Era como si ya lo hubiera oído
antes. No obstante era incapaz de recordar cuando. No obstante fue quien
replicó.
-Eso me es familiar… ¿No me lo has dicho
antes?
-Pudiera ser.- Admitió el mago.- Es algo
que un hombre muy sabio me comentó hace mucho…
-Sí. - Creyó recordar Roy ahora.- De eso
me acuerdo…me lo contaste o eso me parece. ¿No sería ese tipo que iba de aquí
para allá en una cabina de teléfonos? Dijo que era más grande por dentro que
por fuera. ¡Menudo chalado!
El
mago asintió despacio ante el gesto de perplejidad de Beruche que no entendía
nada de lo que hablaban. Aunque no le dio ocasión a preguntar dado que su
esposo se apresuró a aseverar dirigiéndose al anciano.
-No te preocupes. No queremos cambiar
nada. Comprendo que son hechos históricos y podríamos alterar todo el presente.
Únicamente nos gustaría saber que sucedió con ellos. Hay muchas cosas que
supongo no saldrán en el diario ni en las cartas.
Landar
asintió una vez más. Entonces hizo aparecer una bola de cristal en su mano que
a los chicos les resultó familiar. Se la entregó a la pareja y les indicó.
-Aquí podréis sintonizar con esos momentos
en el tiempo. Tendréis que concentraros en ellos y tener algo de esa época que
os sirva de catalizador. Accederéis a los pensamientos de las personas a las
que os une el destino. Será como si pudierais ver las cosas desde su punto de
vista o incluso del vuestro. Como espectadores pasivos.
-Muchas gracias, amigo.- Dijo Roy.-
-Esta bola únicamente servirá para este
fin. Abrirá una ventana al pasado. Cuando hayáis aprendido todo lo que debáis
de esta experiencia perderá todo su poder.- Les advirtió el mago.-
-¿Debemos traértela cuando eso ocurra?-
Inquirió Beruche.-
Ahora
Landar se permitió sonreír para negar con la cabeza y declarar, casi con
jovialidad.
-Consideradlo un regalo de bodas
atrasado por mi parte.
-Bueno, por lo menos es bonita. Para
poner en el centro del aparador.- Valoró Roy en tanto la sostenía con ambas
manos.-
Era
una esfera esmerilada, transparente como un diamante. Tendría el tamaño de un
balón de fútbol europeo. Daba unos bonitos reflejos de luz.
-Es preciosa.- Alabó Bertie.-
-Roy, tu abuelo fue un buen hombre. No
te imaginas el valor de lo que hizo. Espero que, cuando veas esto lo
comprenderás y sabrás agradecérselo.- Declaró el mago.- Ahora debéis volver.
-Seguro que tienes toda la razón.
Únicamente con leer lo que sufrió allí merecería un homenaje, y me gustaría
decírselo, aunque no veo cómo podría. Lleva muerto más de cincuenta años.- Le
recordó el muchacho.-
No
obstante, su interlocutor solo esbozó una fina sonrisa pero no dijo nada
durante unos instantes hasta que sentenció.
-Aprended las valiosas lecciones del
pasado y seguro que eso os ayudará a proteger mejor el futuro.
Los dos jóvenes asintieron y tras despedirse
educadamente del mago se abrazaron. El muchacho se concentró en la energía de
Ami y le costó trabajo hacerlo dado que su amiga seguía dormida. Al fin pudo
conseguirlo y los dos se desvanecieron del Cielo reapareciendo en la habitación
contigua a la que ocupaba su invitada, ambos sobre una cama.
-Vaya, menos mal que calculé de
maravilla.- Se sonrió el chico que, tumbado y abrazando a su esposa de esa
guisa le guiño un ojo y añadió con un susurro.- ¿Y ya que hemos aterrizado aquí
sabes lo que se me está ocurriendo?
-Sí.- Convino ella, que sujetaba ahora
la bola, con un tonillo de cierto regocijo.- Que tenemos que irnos a dormir o
mañana se nos pegarán las sábanas.
El
muchacho puso una mueca de decepción, pero tuvo que transigir suspirando.
-Pues no era exactamente eso, pero
tendrá que servir…
Salieron de ese
cuarto y fueron a su dormitorio. Antes
dejaron la bola en el salón. Su esposa, al percatarse de su estado, le consoló
alegando con total lógica.
-Será mucho mejor que estemos descansados
para mañana. Al menos yo tengo que ir al colegio a trabajar y tú ordenar la
casa. Ami debe asistir a su congreso. De modo que prométeme que no jugarás con
esa bola hasta que estemos todos juntos.
-Vale cubito, prometido.- Suspiró él
añadiendo.- Aunque, ¿podré leer algo más, verdad?
-A eso no me opongo.- Concedió la
joven.-
Y
así los dos se fueron a dormir. A la mañana siguiente Beruche se levantó
temprano, su marido dormía o eso parecía, haciéndose el remolón, tapándose con
la sabana en cuanto tenía ocasión. Desde luego le recordaba a un crío.
Sonriendo divertida, su esposa le estampó un afectuoso beso en la mejilla y fue
a ducharse. Tras terminar bajó a la cocina, allí se encontró con Ami.
-Buenos días.- Le dijo su amiga que
estaba haciendo un zumo de naranja.- ¿Te apetece?
-Sí, muchas gracias.- Contestó la
aludida interesándose por su huésped.- ¿Pasaste buena noche, Ami-chan?
-Dormí de maravilla.- Afirmó ésta.-
Las
dos amigas se sentaron a la mesa tras preparar el desayuno. Con unas tostadas,
mantequilla, algo de mermelada, unos zumos de naranja y café. Bertie terminó de
hacer sendos huevos fritos con algo de bacón y, divertida, le comentó a su
invitada.
-Me he adaptado al estilo americano. Ya sabes. “American way of life”. ¡Ji,
ji, ji!…aunque signifique comer bastante. Menos mal que como justiciera todavía
hago ejercicio y no he aumentado de peso.
-Ya lo veo, y me encanta que estés tan
feliz.- Sonrió su interlocutora que ahora preguntó algo envarada.- ¿No
esperamos a Roy?
-¡Oh no! - Rio Bertie una vez más.- Le
va a costar levantarse de la cama. Es un auténtico vago. Pero prefiero que
duerma y que descanse. Esta noche, cuando regreses, tenemos algo muy
interesante que hacer.- Remachó la muchacha envolviendo sus palabras en un halo
de misterio.-
Ami
la miró sin comprender, aunque se puso
algo colorada. Beruche se ruborizó a su
vez apresurándose a aclarar.
-No, no me refería a eso…
-Sois marido y mujer, es lo natural.-
Pudo decir su amiga esbozando una vergonzosa sonrisa.-
Ahora
fue Bertie la que se rio un poco para afirmar en ese tono de confesión que
empleaban entre ambas amigas.
-No voy a negar que cuando nos ponemos a
ello no está nada mal. Es… ¿cómo lo diría? Algo salvaje pero delicado al mismo
tiempo…
Ante
el azoramiento de su amiga, Beruche sonrió una vez más y posando una mano sobre
las de ella quiso saber con tintes llenos de complicidad.
-¿Acaso tú no tienes a nadie
especial?...Bueno, no todo en la vida va a ser estudiar y luchar.
-No, bueno…en mi caso. Algún chico me ha
gustado. Pero lo mío no son esa clase de relaciones.
-Me consta que ha habido varios que han
suspirado por ti.- Afirmó su interlocutora.- Eres una chica atractiva e
inteligente. Pero muy tímida. –La halagó para confesarle divertida.- En eso nos
parecemos. Al menos así era. Debo admitir que después de conocer a Roy he
cambiado mucho en ese aspecto.
-Sí, es cierto.- Convino Ami todavía
algo ruborizada.-
-Los occidentales son en general
bastante más directos en estas cosas. –Repuso su amiga recordando con humor.-
Al principio sencillamente me dejaba atónita y me enfurecía su forma de
hablarme. ¡Era un descarado! Pero luego…en fin.- Sonrió ahora con la mirada
algo perdida en la pared.-
-Le quieres mucho y él a ti. Eso es
maravilloso.- Sonrió Ami.-
-¡Y pensar que mis propias hermanas
llegaron a pensar que me gustaban las mujeres!- Se rio Beruche mirando ahora a
su amiga para revelarla.- ¡Si hasta creyeron que entre tú y yo había algo! Como
nos pasábamos tardes enteras jugando al ajedrez en Hikawa o en tu casa.
Los
colores le volvieron a subir a la interpelada. Sus mejillas estaban encendidas.
Apenas si pudo balbucir.
-¿Co…cómo pudieron creer eso?..
-Ya sabes cómo son de chismosas. En
especial Kalie.- Declaró Bertie.-
Aunque
con la sola pronunciación del nombre de su hermana desaparecida su sonrisa se
extinguió. Ahora fue Ami quién la tomó animosamente de las manos para tratar de
alentarla.
-Ya verás cómo volverá.
-Eso espero- suspiró su amiga.- A veces
lo hablo con Roy. Él siempre dice eso. No negaré que en ocasiones estoy tentada
de pedirle que use su translación para localizar a mi hermana. Sin embargo,
ella dijo que no quería que la buscásemos.
-Confía en Karaberasu, es una chica muy
lista y sabrá arreglárselas. Estará bien.- Declaró Ami dándole un abrazo a su
amiga.- Seguro que sí.
Bertie soltó alguna
lágrima ahora. Sin embargo, se forzó a sonreír y a dejar de lado aquello. Su
interlocutora, más por que pasara ese mal trago que otra cosa, quiso volver al
tema inicial de toda aquella conversación y le pidió con tono curioso.
-Entonces anoche, cuando me fui a
dormir, sucedió otro asunto que no era…eso…y lo que tenéis planeado para esta
noche entonces ¿qué es?…
Su amiga asintió a
ese razonamiento y no tardó en explicarle lo acaecido la noche anterior en lo
relativo a la consulta que le hicieron al mago. Al oír aquello la estudiante de
medicina dijo con tono de sorpresa…
-¿Eso quiere decir que podremos ver a mi
abuelo y al de Roy?
-Landar nos dijo que sería como abrir
una ventana al pasado.- Le contó Bertie.-
-En tal caso deberemos ser muy cuidadosos.-
Aconsejó su contertulia ahora con más preocupación en su voz.- No podemos
cambiar nada.
-No temas. Solamente seremos
espectadores, no podremos influenciar.- La tranquilizó su amiga.-
-En ese caso, ya aguardo con impaciencia
a que llegue la noche.- Repuso Ami.-
Las
dos terminaron de desayunar y fueron a
sus respectivas habitaciones a vestirse y arreglarse. Bertie eligió un
sencillo vestido de tonos claros y color crema que le llegaba hasta la mitad
del muslo, con zapatos a juego y Ami se decantó por uno más largo de color
amarillo. Salieron juntas.
-Te llevaré a tu convención, tengo
tiempo de sobra para llegar a mi escuela.- Se ofreció Beruche.-
-Eres muy amable, la verdad, no creo que
supiera aclararme mucho por la ciudad.- Admitió Ami.-
De
modo que subieron al coche y salieron hacia el lugar donde se iba a celebrar
ese congreso. Por fortuna el tráfico no estaba en sus peores momentos.
-¿Qué tal tus compañeros de trabajo?-
Quiso saber Ami por mantener alguna conversación.-
-Son amables y parecen buena gente.
Aunque les acabo de conocer.- Respondió su contertulia.-
-¿Y los niños?
-Bien, por el momento bastante
educaditos. Pero ya sabes, los críos primero te miden para ver hasta donde
pueden llegar. La clave es dejarles bien claro cuales son los límites.- Declaró
Bertie quien quiso saber a su vez.- ¿Y tú qué tal en el congreso?
-Hasta ahora está siendo bastante
interesante. Algunas autoridades a nivel mundial han depuesto y estoy
aprendiendo muchas cosas.
-Estoy convencida de que, no tardando
mucho, tú serás una de esas autoridades que den la conferencia mientras los
demás escuchan.- Sonrió su amiga.-
Ami se ruborizó un
poco agradeciendo esas amables palabras. Así charlaron un poco más. Al fin
llegaron al salón de congresos y la estudiante de medicina bajó del vehículo y
se despidió de su amiga que arrancó para dirigirse hacia su colegio. Ami la vio
alejarse en tanto suspiraba.
-Bien, vamos allá. Mamoru querrá que le
cuente todo con detalle.
Y
accedió al interior tras mostrar su acreditación. Era de hecho todo un honor
que la organización la hubiera invitado. Ese tipo de seminarios solamente
admitían a médicos licenciados y con prestigio. Sin embargo, a algunos
estudiantes excepcionales se les permitía acudir con invitación. La muchacha
ocupó su asiento y se dispuso a aprender de los más reputados especialistas.
Por su parte Beruche llegó al colegio aún con unos cinco minutos de margen.
Tras aparcar en las plazas destinadas a los profesores se dirigió al despacho
que le habían asignado. Se alegró, precisamente la primera clase era de
historia. Trataría de indagar sobre el tema que tanto a ella como a su marido y a su amiga les interesaba.
-Vamos a ver cómo se da mi debut con los
mayores.- Se dijo la muchacha encaminándose hacia el aula.-
A su vez, y antes de
que comenzasen las ponencias, Ami pensó en una conversación que mantuvo con
Mamo-chan un par de días antes del viaje. Se sentaban en el Crown, aguardando a
las otras.
-Siempre llegando tarde.- Suspiraba el
joven mirando su reloj con resignación.-
-No te preocupes, no tardarán mucho
más.- Afirmó Ami.- Al menos eso espero.
-No pasa nada, así tenemos un rato para
charlar nosotros.- Declaró Mamoru.- Nunca podemos compartir nuestras aficiones
e intereses comunes.
-Es verdad.- Convino la muchacha.- Y más
ahora que me voy de viaje.
-Te envidio, ese congreso médico tiene
mucha reputación. Me habría gustado ir pero ya sabes que otros asuntos me
reclaman.- Se lamentó él.-
-Te contaré todo lo que suceda.- Le
prometió la chica.-
Mamoru
esbozó una agradecida sonrisa. Apenas si pudo tratar de añadir algo dado que la
voz chillona de Usagi les llegaba desde la entrada.
-¡Ya estamos aquí!..
-¿Habéis llegado hace mucho?- Quiso
saber Minako quien, junto con Rei y Makoto acompañaban a su amiga.-
-No, hará apenas diez minutos.- Repuso
Ami.-
-Seguro que han estado hablando de cosas
de médicos.- Aseveró Makoto.-
-Desde luego. Cuando empiezan a emplear
esa jerga no hay quien les comprenda.- Sonrió Rei.-
-Eso es porque mi prometido y mi amiga
Ami son dos personas muy inteligentes.- Remachó Usagi con patente orgullo.-
-¡Uy, uy! No sé, aquí los dos juntitos,
más parecía una cita.- Se rio Minako.-
-¡Deja de decir bobadas! –Repuso Usagi
con los brazos en jarras.-
-Bueno chica, no hace falta que te
enfades, era solo una broma.- Pudo decir su interlocutora tratando de
apaciguarla.-
Aunque
tanto Ami como Mamoru ya tenían subidos los colores. La propia Usagi agregó
entre divertida y conciliatoriamente en tanto les señalaba.
-¿Lo ves? Ya les has hecho pasar un mal
rato.
-Claro, ¡es que vaya unos comentarios
que haces, Mina-chan! - Se rio Makoto.-
-Eso es. Aquí no ha pasado nada. Estoy
segura. - Convino Usagi, declarando a renglón seguido con un tinte de malicia.-
Si se hubiera tratado de ti, Minako, de Mako-chan, o de la bruja de Rei, me
preocuparía… ¡Pero Ami!
-¡Eh! ¿Cómo que si hubiéramos sido
nosotras te preocuparías?- Replicó Makoto con tono molesto.-
-¿Y qué me has llamado, eh? - Espetó Rei
a su vez.-
-Bueno chicas, por favor.- Terció Ami.-
-Sí eso. Vamos a dejarlo.- Afirmó Minako
mirando con reprobación a Usagi para
sentenciar.- Antes de que alguien que todos conocemos diga alguna tontería más
carente de todo fundamento.
La
aludida se llevó una mano al cogote y pudo decir azorada al tiempo que tratando
de hacerse perdonar.
-Era broma chicas. No os pongáis
así. Venga, a esta ronda invito yo…
-Vaya, ahora van a dar una sobre el
sistema cardiopulmonar. – Se percató, aprestándose a tomar notas.-
Bertie
había llegado a su colegio y antes de pasar por el aula se dirigió en efecto
hacia el despacho que le habían asignado en busca de algunos libros. Lo
compartiría con otra profesora nueva. Esa mujer llamada Sally. Aunque no
recordaba su apellido. Sin embargo, fue ésta misma la que la saludó cuando
entró.
-Hola. ¿También eres nueva, verdad?...
-Sí. Beruche Malden. Encantada.- Replicó
sonriendo.-
-Sally Gilmore. Es un placer. ¿Qué
asignaturas vas a dar?- Se interesó esa mujer.-
-Por lo pronto historia e historia del
Arte.- Repuso su interlocutora.- Aunque también podré impartir literatura
inglesa.
-Por tu acento veo que no eres de aquí.-
Comentó agudamente su compañera.-
-No, vengo de Japón.- Contestó Bertie.-
-No tienes aspecto de japonesa.- Se
sonrió su contertulia mirándola con detenimiento.-
-Es verdad, mis hermanas y yo nos
mudamos allí cuando éramos pequeñas.- Respondió, repitiendo aquella coartada
que ya había utilizado antes.-
De
hecho recordó que la primera vez que afirmaron algo así fue cuando Tom las
conoció a Cooan y a ella misma. El primer día de sus clases en la Golden. Justo
un poco antes Roy la había atropellado en el pasillo. ¡Hacía ya tanto tiempo de
aquello! O eso le parecía. Quizás hubiesen pasado poco más de dos años
solamente, pero era como si se hubiera tratado de una vida entera.
-¿Tienes hermanos?- Comentó entonces su
compañera casi con tono divertido para confesar a su vez.- Yo tengo dos, una
mayor y otra pequeña. ¡Las chicas Gilmore nos llaman!
-Pues te gano.- Se sonrió Beruche.- Yo
tengo tres hermanas, soy la tercera en edad.
Esa
muchacha parecía desde luego muy extrovertida y simpática. Aunque no pudieron
seguir charlando más. La música les dio a entender que comenzaban las clases.
-Yo voy a dar ciencias, matemáticas,
biología…- Le enumeró en tanto recogía una carpeta y bolso de su mesa.- En eso
somos distintas.
-Bueno, a mí me apasionan también las
ciencias.- Afirmó Bertie recogiendo a su
vez el bolso.- Mi mejor amiga de hecho está estudiando para ser doctora y ha
venido a un congreso. He parado a dejarla allí.
Las
dos salieron del despacho, de camino hacia sus respectivas aulas, Sally comentó
con algo de prevención.
-Perdona si te he parecido demasiado
curiosa, a fin de cuentas nos acabamos de conocer.
-No es nada. Además, vamos a ser
compañeras y espero que amigas.- Declaró su contertulia.-
Esa
joven sonrió en tanto se desviaba por un lateral del pasillo hacia su aula.
Beruche continuó en línea recta hacia la suya. Al fin llegó. Era un octavo
grado. Equivaldría a un segundo curso de secundaria. Precisamente las edades
más difíciles…pero tras todo lo que había vivido no sería una clase llena de
preadolescentes de un colegio caro lo que la intimidase.
-¡Allá voy! – Se dijo animosamente en
tanto abría la puerta y saludaba.- Buenos días a todos…
Entre
tanto, en casa, Roy proseguía con la lectura de ese diario. Fiel a su palabra
ordenó y limpió antes. Después se sentó en el sofá del salón y buscó la página
en la que se había quedado…
-A ver… era por aquí.- Y leyó.- “Estamos
listos para asaltar una de las posiciones japonesas. Estos japos se han
atrincherado en unos complicados laberintos de galerías subterráneos
fuertemente armados. Los defienden con
fanatismo. En estos últimos días los muchachos de la prensa que se han
destacado aquí nos han informado de lo siguiente:” ¡Vaya!, esto también
debió de ser muy duro.-
Suspiró agitando su mano derecha para
continuar.
-“Al llegar el 24 de
Febrero el Aeródromo Nº2 se convirtió en el objetivo prioritario de los
marines. Los acorazados USS Idaho y USS Pensacola bombardearon dicho aeródromo
a la vez que aviones embarcados lo hicieron sobre sus instalaciones. El 21º
Regimiento con tanques Sherman en cabeza inició el avance entre el Aeródromo
Nº1 y el Aeródromo Nº2. Cuando se acercaron a los aeropuertos los carros de
combate se internaron en un campo de minas antitanque, siendo en pocos segundos
destruidos dos Sherman. Entonces los marines tuvieron que avanzar por los
campos de minas internándose 350 metros hacia dentro, una vez allí se
enfrentaron a los bunkers y casamatas de los japoneses en un cuerpo a cuerpo
con fusiles y granadas de mano. Murieron unos 50 japoneses y un número similar
de norteamericanos. Por la tarde el 24º Regimiento se unió a la lucha, pero a
las 17:00 horas el avance se suspendió temporalmente para que los americanos
cavaran hoyos y pudieran pasar la noche a salvo de los proyectiles de morteros
que caían sobre ellos. Sin embargo, aprovechando las últimas horas de luz se
lanzaron al asalto y tomaron por fin el Aeródromo Nº1”. A pasar la página.
Se dijo el muchacho
tras llegar al final de la que estaba, lo hizo y continuó leyendo con avidez…
-“El Aeródromo Nº1
empezó a repararse y extenderse gracias a los trabajos de ingenieros el 25 de
Febrero. El objetivo seguía siendo el Aeródromo Nº2 y por supuesto el Aeródromo
Nº3, entre ambos aeropuertos había una zona peligrosa de valles, colinas,
cañones, riscos y cuevas. El ataque contra ese lugar empezó a las 9:30 horas de
la mañana cuando la 3ª División de Marines avanzó por el oeste y tomó la aldea
de Motoyama. Por el flanco derecho inició el ataque la 5ª División de Marines
superando unas formidables defensas niponas, pero chocando de bruces contra la
Cota 382. Los 23º y 24º Regimientos de Marines llegaron también a una colina
denominada “Meatgrinder” cercana a la Cota 382, donde el 26th Batallón Blindado
Japonés lanzó un masivo contraataque a su derecha que detuvo su avance y los
estadounidenses tuvieron que quedarse clavados en el suelo. Al caer la
oscuridad nocturna los ataques japoneses desde la Cota 382 y “Meatgrinder”
continuaron con mucha intensidad, de hecho esa noche los marines americanos
sufrieron 500 bajas y les fueron destruidos 9 de sus tanques Sherman” .- Desde
luego estos pobres tipos no lo tuvieron nada fácil.- Pensaba Roy realmente
impresionado en tanto leía.-
Ni se dio cuenta de que la puerta de la casa se abría. Al
fin la voz de su esposa le sacó de aquellas reflexiones cuando le preguntó.
-Hola. ¿Has leído
mucho?...
-La verdad es que sí.-
Admitió él.- Según parece mi abuelo y sus compañeros estaban enterados de los
avances que se hacían. El departamento de propaganda y prensa los hacía
circular para dar moral. Pero también estaban al tanto de los rumores y de lo que ellos mismos veían y
experimentaban. El enemigo se defendía con gran tenacidad…
-Vaya, debió de ser
terrible.- Afirmó su contertulia.-
-Supongo que más o
menos como tu primera clase.- Sonrió su marido dejando ahora el diario sobre
una mesa en tanto se levantaba y besaba a Bertie.- Anda cuéntame…
-Bueno, no te creas.-
Replicó la joven.- Es cuestión de mantenerse firme y hacerse respetar…
-¡Entonces esos críos
están perdidos! - rio él - ¡Cualquiera se mete con mi cubito!
-No seas tonto.- Sonrió
ella moviendo la cabeza con fingida reprobación.-
Aunque ahora Roy cayó en la cuenta de que su amiga no
estaba con ella y le preguntó.
-¿No has venido con
Ami?
-Supongo que el
congreso médico al que asiste se habrá alargado. De todos modos me comentó que
no me preocupase. Que quizás sería así y que no pasara a buscarla. Tomará un
taxi…
-No sé. ¿Deberíamos
esperarla para probar la esfera esa que nos dio Landar?- Le consultó él.-
-Creo que sería lo más
apropiado.- Convino Bertie.- Es más, le prometí que lo haríamos todos juntos.
Su
interlocutor asintió. También parecía lo más correcto. Así lo hicieron, los dos
charlaron un poco sobre temas intrascendentes, luego recordaron a sus amigos y
Roy le contó que en dos días volvía a jugar…
-No les está yendo demasiado bien a mis
compañeros del equipo.- Suspiró.-
-Pero tampoco puedes llegar tú y ganar
todos los partidos.- Le respondió Bertie.-
-Ya lo sé, cubito. Y eso que sé que
podría encestar todas las veces.- Se sonrió.- Aunque no sería justo. Y en
bastantes ocasiones ni te podrías imaginar lo que me cuesta mantener mi
potencial al mínimo. O dejar que me taponen o me roben un balón. Aunque otras muchas
veces creo que es injusto y que me estoy aprovechando al jugar con tanta
ventaja.- Le confesó él.-
Su
esposa le acarició la barbilla con dulzura y le sonrió moviendo la cabeza.
-Ya hemos hablado de esto antes. Y te
digo lo mismo. Tú ya eras muy bueno cuando te conocí. Y no tenías poderes
entonces.
-En ocasiones no estoy seguro de si era
bueno gracias a mi particular condición o si lo gané con mi esfuerzo. Como mi
padre siempre me decía.- Musitó el joven.-
-Debes hacerlo lo mejor que puedas y no
te agobies por eso. Yo confío en ti.- Le contestó Bertie abrazándose a él.-
Sabes perfectamente cuales son los límites que no debes traspasar…
Su
marido sonrió agradecido. Siempre podía contar con el apoyo de esa mujer tan
maravillosa con la que se casó. La única que podía comprenderle de ese modo. En
eso pensaba cuando llamaron a la puerta.
-Debe ser Ami-chan.- Comentó Beruche
dirigiéndose a abrir.-
En
efecto, la joven estudiante de medicina estaba tras la puerta. Su anfitriona la
invitó a pasar. Tras saludar a sus amigos todos entraron en el salón.
-¿Qué tal tu congreso?- Quiso saber
Roy.-
-Muy interesante. Gracias.- Afirmó la
interpelada.- Estuvo genial pero me ha dejado agotada.
Sus
amigos se miraron, fue su anfitrión quien suspiró diciendo resignado…
-Quizás sea mejor dejar esto para otro
momento entonces.
-¿Dejar el qué?- Inquirió Ami.-
-¿No te acuerdas? Lo de ver qué
sucedió.- Le apuntó Bertie.-
-Es verdad. Tenéis razón. Descuidad, con
vuestro permiso me doy una ducha y me despejo. Y entonces nos ponemos con ello.
También tengo muchísima curiosidad.- Afirmó la joven.- Y mañana por la tarde
debo volver a Japón.
Sus
anfitriones estuvieron conformes en ello. La joven subió a su habitación y
después se encaminó a la ducha del cuarto de baño sito en la segunda planta.
Entre tanto Roy trajo la bola.
-En cuanto Ami esté lista veremos cómo
se maneja esto.- Comentó el chico.- El caso es que no veo ningún manual de
instrucciones, cubito.
-A mí no me mires.- Replicó ella igualmente
desconcertada.- No tengo ni la menor idea de qué hay que hacer para que
funcione.
Su
marido se encogió de hombros y decidieron aguardar a Ami. Ésta ya estaba en la
ducha. El agua caliente caía sobre su cabello y su cuerpo proporcionándola un agradable
alivio. Entonces vino a su mente un recuerdo infantil. Siendo niña, quizás con
seis años, cuando hablaba con su madre acerca de su familia.
-Mami, cuando sea mayor quiero ser
doctora como tú.- Afirmaba llena de entusiasmo.-
-Claro cariño, serás una maravillosa
doctora.- Respondió afectuosamente su madre.- Como yo y como tu tío y tu abuelo.
-¿Quién es el abuelo?- Preguntó sin
comprender aun qué significaba eso.-
Aunque
notó como la expresión de contento de su madre se desvanecía. Entonces ella le
contestó.
-Bueno, él fue el padre de tu tío Naoki
y el mío.
-¿Y ya no está?- Quiso saber la niña.-
-No, ya no está, cielo. Se fue con
nuestros antepasados…
-¿Se murió?- Preguntó agudamente Ami.-
-Sí, - musitó su madre.- Hace ya mucho
tiempo.
-¿Tú le querías mucho?
-Claro, era mi padre.- Afirmó la mujer
tratando nuevamente de sonreír.- Anda, vamos a preparar la cena…
Y
la niña asintió. Ami recordaba eso con una extraña sensación. Como si la
mención de su abuelo hubiera levantado dolorosos recuerdos a su madre. O algo
que ella prefería no recordar. Al fin cortó el torrente de agua y salió de la
ducha. Se secó y no tardó en vestirse. Bajó enseguida. Allí esperaban sus
amigos.
-Ya estoy preparada.- Les anunció.-
-Estupendo, porque Bertie y yo nos
preguntábamos como poner en marcha esto.- Comentó Roy.-
Ahora
fue Ami quién les miró con estupor.
-Creía que Landar os había explicado
cómo utilizar esa bola.- Comentó.-
-Quizás tenga que ver con nuestros
deseos de ver el pasado o se active cuando tú y Roy estéis juntos. –Conjeturó
Bertie.-
Entonces
fue su marido quién pareció acordarse de algo. Tomó la palabra para declarar.
-Landar dijo que necesitaríamos algo de
entonces como catalizador. ¿Qué tal la fotografía de ellos dos? Me gustaría
saber por qué se la tomaron.
-Sí, así es. - Añadió Beruche.- Algo del
pasado, que tuviera relación con los hechos… esas fueron más o menos sus
palabras.
Su
esposo fue a por esa fotografía y la acercó junto a la esfera. Aunque no
sucedió nada. Pasaron algunos momentos más y no percibieron ningún cambio.
-Pues no sé en qué nos estamos
equivocando.- Comentó él con gesto desconcertado.-
-Quizás es que deberíamos esperar un
poco más.- Comentó Ami aproximándose.-
Y
fue acercarse hasta Roy y provocar que esa bola comenzara a brillar con un
cálido tono dorado…Enseguida fueron formándose imágenes en su interior. Los
tres estaban perplejos y quisieron aguzar la vista para observar. Sin embargo,
un súbito fogonazo les cegó durante unos instantes. Cuando finalmente recobraron
la visión se hallaban en el interior de una especie de cueva. Ahora oían ruidos
de disparos y explosiones de fondo, acallados por las gruesas paredes de piedra
que les rodeaban.
-¡Esto sí que es hacer las cosas a lo
grande!- Exclamó Roy dando un vistazo en derredor.- Es como la realidad
virtual.
-En este caso es bastante real.- Afirmó
su esposa.-
-Están en plena batalla.- Indicó Ami.-
Y
no tardaron en ver pasar a algunos soldados del ejército imperial japonés
armados con fusiles en un frenético deambular para ocupar sus posiciones. Otros
llevaban heridos. Algunos presentaban un terrible estado. La estudiante de
medicina hubiera deseado poder ayudar. Desgraciadamente, todo lo que veían era
como una película. No se podía cambiar. Eran hechos ya acaecidos. En eso
pensaba cuando Roy comentó.
-No sé dónde podrán estar tu abuelo
o el mío. Creí que aparecerían enseguida.
-No tengo ni la menor idea.- Confesó
Ami.- Podríamos ir a buscarles.
-Creo que lo mejor sería aguardar aquí.-
Opinó Bertie.- Esto no me parece demasiado seguro para moverse.
De
hecho no sabían si ellos mismos podrían estar en peligro. Roy desde luego no lo
creía. Además, en caso de existir la más mínima posibilidad él era lo bastante
poderoso como para rechazar cualquier ataque de las armas que allí existían.
Hasta un disparo de acorazado a bocajarro no le haría mella alguna. Al menos
eso pensaba aunque no querría tener que averiguarlo.
-Bueno, eso se me aplica a mí, pero las
chicas…- Meditó no obstante con algo de temor.- Espero que sea cierto y no
podamos intervenir en nada ni ser afectados por lo que pasó aquí.
Entre
tanto los oficiales y soldados japoneses seguían yendo y viniendo de modo
interminable. Recorrían una especie de pasillos de piedra que atravesaban una
gran montaña. Más explosiones y órdenes en japonés que Ami tradujo.
-Van a disparar con cañones o algo así.
Pudieron
mirar por la abertura de una pared de aquel durísimo granito observando como
muy lejos, desde la playa, las unidades de marines avanzaban bajo un denso
fuego.
-¡Maldita sea! Mi abuelo podría estar
ahí.- Masculló Roy impotente para hacer nada.-
Bertie
le miró con pesar posando una mano sobre las de él. El chico asintió. Aquellas
eran las sombras de algo ya sucedido. No se podían alterar.
-Si pudo escribir todo ese diario es que
salió con bien de esto.- Razonó Beruche.-
-Es cierto.- Suspiró un aliviado Roy. –
Fue Ami quién también
subrayó de forma solidaria.
-Y mi abuelo estará por algún corredor
de estos.
Decidieron
avanzar por uno de ellos al azar, dado que no pensaron que quedarse allí fuera
buena idea. Los heridos seguían llegando y eran amontonados con pocos
miramientos ya. Para alguien como Ami aquello era muy duro de ver, casi
insoportable. Tantos lamentos y gritos desgarradores de dolor y no poder ser
capaz de intervenir.
-Creía que nuestra lucha contra vosotras
fue muy dura, pero no fue nada comparado con esto.-Admitió Bertie con gesto
lleno de horror a su vez.-
Otro
japonés gritó algo, fue la propia Bertie quién en esta ocasión tradujo.
-Adelante, moriremos antes que permitir
que conquisten nuestra isla de azufre…Adelante
-Ha dado el grito de banzai.- Comentó
una horrorizada Ami.- Y ha desenvainado una katana.
En
efecto, aquel tipo que parecía un oficial se puso una cinta con los colores de
la bandera zeta japonesa atada a la frente y espada en mano guió a unas decenas
de soldados hacia el exterior. Atardecía y los chicos les vieron salir con
sigilo, tomando posiciones entre los escasos matorrales quizás aguardando a que
oscureciera.
-¡Esos tipos están locos! - Afirmó Roy.-
-O quizás simplemente desesperados.-
Rebatió Ami.- Si han sido llevados hasta el extremo de tener que hacer algo
así.
-Podrían haberse rendido.- Replicó su
interlocutor.- Se hubiesen ahorrado muchas muertes inútiles. ¡Pero no! Tenían
que aferrarse como lapas a este maldito peñasco.
-Era su hogar, luchaban por nuestro
país. ¿Acaso tú no luchaste hasta el final contra el enemigo cuando éste
invadió tu casa?- Le contestó una enojada Ami.-
-¡Maldita sea! Hay una gran diferencia.-
Espetó Roy enfadado también.- ¿Y de qué les sirvió todo esto, eh? Para que les
tirasen dos bombas atómicas. Todo por su obstinación.
-¡Eso fue una salvajada!- Exclamó su
indignada interlocutora.- Ni siquiera nuestros peores enemigos llegaron a hacer algo así. Y no te consiento que lo
hagas parecer como si la culpa hubiese sido de Japón.
-¡Cuando los japoneses atacaron Pearl
Harbor lo empezaron!…- Opuso su asimismo airado polemista.- Nosotros lo
terminamos.
-¡Basta, por favor! - Les pidió una
agitada Bertie que estaba realmente preocupada al verles cada vez más tensos en
esa escalada de reproches.- ¿Os estáis escuchando? ¡Nosotros, ellos!…como si
estuvierais en dos bandos enfrentados. ¡Por el amor de Dios! Sois dos de las
personas que más quiero en el mundo. Dejad de pelearos por algo que sucedió
hace más de cincuenta años. Ya no podemos hacer nada por cambiarlo. Únicamente
lamentarlo, por ambos lados. ¿Cuántas vidas se perdieron por esta locura?
¡Miles, millones!, cada una tendría su propia historia, sus ilusiones, sus
amigos…sus seres queridos…-Sollozó la chica moviendo la cabeza.- Y de pronto,
en apenas un segundo, todo eso deja de existir…Recuerdo cuando no valoraba nada
la existencia de los demás, pensando que eran simples peones…y ahora no sé cómo
pude ser tan insensible y tan mezquina….Una vida, ¡una sola!, es algo
irrepetible y precioso…perderla es una tragedia y ver morir a tantos por algo
tan estéril es un terrible drama…
Y
en tanto escuchaban aquella reprimenda los dos polemistas bajaron la cabeza
avergonzados ahora.
-Lo siento.- Musitó Roy estrechando a su
esposa entre los brazos.- Es muy difícil ir en contra de todo lo que he
aprendido siendo niño. Mi padre siempre me contó que ésta fue una guerra para
salvar la democracia y la libertad.
- Los japoneses deseábamos la paz.-
Suspiró Ami.- La mayor parte de la gente no tenía nada que ver con esa idea
imperialista.
-Lo mejor será que vayamos por otro
lugar.- Les dijo Bertie ahora con tono conciliador.-
Así
lo hicieron cuando de pronto se toparon con una patrulla japonesa. Cuál sería
la sorpresa de los muchachos al ver como esos soldados les atravesaban como si
de fantasmas se tratasen.
-Está claro que no podemos intervenir.-
Afirmó Ami.- Nuestra presencia aquí es totalmente inmaterial. Como si nos
hubieran proyectado.
-Claro, esa bola.- Comentó Roy.- Es
verdad que esto se parece mucho a la realidad virtual.
-Sí, me recuerda a la tecnología del
siglo treinta.- Convino Beruche, recordando emocionada.- Cuando derrotamos al Sabio
de aquí, nuestra madre se nos apareció de un modo similar.
Roy
y Ami escucharon aquello mientras se cruzaban miradas de apuro. Lamentaban haberse
dicho esas cosas, de modo que guardaron silencio. De este modo, caminaban a
través de aquellos pasillos cuando llegaron a una sala más amplia. Allí varios
heridos eran atendidos. Ami sintió entonces algo, un escalofrío que le recorrió
la espalda al oír aun oficial dirigirse a uno de los enfermeros.
-Mizuno, no pierdas el tiempo. La mayor
parte morirá enseguida.
La
joven se aproximó caminando despacio hacia aquel muchacho que infructuosamente
trataba de reanimar a uno de los convalecientes. Bertie y su marido se
aproximaron a su vez. Al ver el rostro consternado de aquel chico enseguida le
reconocieron. ¡Era el que aparecía en la foto con el abuelo de Roy! Ninguno fue
capaz de decir nada. Ese todavía aspirante a médico se llevaba las manos a la
cabeza tumbado ahora junto al cadáver del recién fallecido que tenía al lado.
Se le veía muy cansado. Aun así, enseguida se levantó tratando de atender a
otros camaradas.
-No esperaba menos de tu antepasado.-
Sonrió ahora Roy añadiendo con admiración y de paso reconciliarse con su
amiga.- ¡Tan buena persona y tan valiente como su nieta!
La
aludida tenía lágrimas en los ojos viendo aquello. ¡Ojalá pudiera unírsele y
echarle una mano! Pocas veces se había sentido tan impotente. En ese momento,
tras un par más de explosiones, se aproximaron unos oficiales que iban
despejando el camino. Al llegar a esa sala todos se pusieron firmes y un
japonés más alto que la mayoría y con un sable envainado en el lado derecho de
la cintura se acercó. Al instante el abuelo de Ami se cuadró saludando.
-¡Oh, Dios mío!- Musitó su descendiente
al ver a ese recién llegado.- ¡Es él!
-¿Quién? -Quiso saber Bertie.-
-Tadamichi Kuribayashi – Replicó su amiga con tono entre admirado y
atónito.-
-Vaya, ¿éste tipo era el
jefe de las tropas japonesas?- Se asombró Roy admitiendo.- La verdad es que
impresiona.
Era un hombre con mirada determinada y semblante
tranquilo pese a todo. Estaría en la cincuentena más o menos. Traslucía
bastante fuerza interior y estaba claro que tenía el más absoluto respeto por
parte de sus soldados. Al poco otro oficial se acercó a él y tras hacerle una
gran inclinación esperó permiso para hablar. Entre Ami y Bertie le tradujeron
al atónito Roy esa conversación.
-Mi general. Algunos
oficiales y soldados han desobedecido las órdenes y atacaron al enemigo al
grito de banzai…Hemos perdido a centenares de ellos.
-Eso no hará más que
debilitar nuestras posiciones y hacer que nuestra resistencia dure menos
tiempo.- Repuso el aludido entre molesto y resignado.- Aunque comprendo a esos
hombres, eso no les excusa en su desobediencia. Capitán. Cuide de que no
vuelvan a producirse esas actuaciones o de lo contrario los americanos acabarán
muy pronto con todos nosotros y con nuestra defensa.
-Sí, mi general.-
Replicó su subordinado, aunque atreviéndose a añadir.- Comprenda que los
hombres ven difícil el no honrar las tradiciones.
-Lo sé. Provengo de una
familia samurái.- Asintió Kuribayashi para añadir con tono pausado y hasta
filosófico.- Pero a veces se debe de estar dispuesto a renunciar hasta a las
más arraigadas tradiciones si deseamos preservarlas para el futuro.
-Sí, señor.- Se inclinó
nuevamente el capitán partiendo de inmediato para hacer cumplir esas órdenes.-
El general se paró entonces a inspeccionar la habitación.
Una puerta de hierro cerrada pareció atraer su atención. Al menos le dedicó una
mirada que parecía de inquietud. Aunque enseguida se centró en saludar a los
heridos. A todos los que estaban conscientes les daba ánimos y les felicitaba
por su valentía. Al fin dedicó su
atención a su cuidador para preguntarle.
-¿Cómo te llamas,
muchacho?
-Mizuno Kenshiro. Mi
general.- Replicó éste haciendo una gran inclinación.-
-¿No hay más médicos por
aquí? - Quiso saber su superior.-
-Señor, han muerto o
están muy atareados. A mí me ordenaron permanecer aquí y cuidar de todos estos
heridos. Hablo inglés, de modo que, si pese a todo el enemigo nos capturase,
podría pedir asistencia para los heridos, señor.
-Soka.- Añadió su
superior.-
¿Qué ha dicho?- Quiso
saber Roy hablando en una respetuosa voz baja.-
-Ya veo. Significa que
lo comprende. - Le tradujo Bertie con un susurro.-
Entre tanto el jefe del ejército japonés continuaba
hablando con el abuelo de Ami.
- Yo pasé también dos
años en los Estados Unidos como agregado militar. Conozco a los americanos. Son
testarudos y poderosos. Pero, si se diera el caso, usted podrá convencerles de
que auxilien a los heridos. Eso al menos, además de ayudar a los nuestros, les
distraerá parte de sus recursos. Por mi parte lamento mucho no poder enviarle
ayuda, ni material médico. Todo lo que nos queda está comprometido en las
líneas de defensa más importantes. Y ya sabe que de aquí ninguno volveremos. No
es algo que me guste, pero nuestra misión es demorar a los norteamericanos y
causarles tantas bajas como nos sean posibles. De ese modo tal vez reconsideren
el ataque a nuestro suelo patrio.
-Sí, mi general, lo
comprendo.- Pudo responder Mizuno para suspirar.- Al menos me gustaría atender
a estos hombres para que no sufrieran tanto en sus últimos momentos.
-Sea así, permanezca
aquí. Es el lugar más seguro. Se defenderá hasta el final. – Afirmó el general
para luego ordenar al joven.- Y de no
ser capturados, cuando no haya otra alternativa… a todos los que puedan elegir…
-¿A qué se refiere?-
Quiso saber Roy mirando a Ami que se había quedado pálida.-
-Se refiere al sepukku
ritual.- Le aclaró la apenada muchacha.- Si han de morir que sea por su propia
mano y con honor.
En eso, otro oficial se acercó a Kuribayashi y tras hacer
una nueva y sentida inclinación le informó.
-Mi general. Con su
permiso. Colocaremos algunos hombres para defender este emplazamiento.
-Los soldados hacen
falta en la defensa principal, coronel.- Replicó éste.-
-Con todo el respeto, y
como usted sabe, señor. El propio ministro Tojo ordenó proteger bien este
lugar.- Dijo ese oficial con tono entre comedido y confidencial.-
Kuribayashi volvió
a mirar hacia aquella puerta de metal y al cabo de unos instantes
asintió.
-Muy bien, haga usted lo
que considere oportuno en ese aspecto. Mi misión fundamental aquí es luchar
contra el enemigo. Aunque siempre dije que los Estados Unidos son el último
país contra el que Japón debería haberse enfrentado.- Remachó con un breve
suspiro de resignación.-
Roy y las chicas se miraron sin comprender, más cuando
ellas terminaron de traducirle toda esa conversación.
-En eso tenía razón.-
Afirmó Roy.- Ese tipo era muy inteligente.
-El almirante Yamamoto
compartía ese punto de vista.- Comentó Bertie que le explicó a su esposo.- Sin
embargo, como buen militar obedeció las órdenes de sus superiores y preparó y
dirigió el ataque a Pearl Harbor.
-Lo sé. Sé que estos
pobres diablos solamente obedecían órdenes. Y no quise ofenderte, Ami.- Resopló
el chico.- Cree que no es nada personal.
-Lo sé. No te preocupes
por eso.- Le sonrió la interpelada quién parecía más atenta a esa extraña
puerta que a las disculpas de su interlocutor, y así lo evidenció.- Lo que no
entiendo es qué tendrá ahí, para que sea tan importante custodiarlo.
-Yo tampoco comprendo
nada.- Dijo él.-
-¿Qué podrá haber aquí
tan valioso?- Se preguntó a su vez Bertie en voz alta.-
-Ya veremos.- Declaró
Ami mirando a su alrededor como si quisiera encontrar la solución allí
delante.- No sé qué podría ser. Puede que tras esa puerta tengan equipo o
armamento de reserva. Algún polvorín o sus aparatos de radio.
-Quizás se refieren a la
totalidad de la isla. Desde aquí los japoneses podían detectar los ataques de
los bombarderos que iban hacia Japón y dar el aviso.- Comentó Roy.- Y teniendo un aeródromo era un punto
estratégico para su defensa. Cuando los nuestros conquistaron ese lugar
pudieron escoltar a los B-29 con cazas Mustang.
-No lo comprendo.-
Musitó ella atrayendo la atención de sus amigos.- Mi abuelo fue un héroe. Mi
familia tendría que haber estado orgullosa de él. Y sin embargo, ni mi madre,
ni mi tío…en fin, ninguno de los dos estaba cómodo al mencionar su nombre. Como
si hubiera hecho algo deshonroso. Siempre me dio la impresión de que incluso
podría haber estado loco o algo así, cuando escuchaba a los míos hablar de él.
Decían por ejemplo que, a veces, en sus últimos momentos, canturreaba una
extraña canción en inglés que no comprendían, ni conocían…
-Todavía no hemos visto
la historia completa.- Le recordó Bertie.- Aunque estoy contigo, me parece un
buen hombre y alguien digno de elogio. No de ser ninguneado.
-Sí, - convino Roy.-
Debo admitir que no esperaba esto. Desde crío pensaba que los japoneses
atacaban como bestias, gritando con sus bayonetas, listos para matar a todo el
que encontrasen. Y no les había visto como personas. Ahora me doy cuenta de que
son exactamente iguales a los soldados americanos. Todos peleando por lo que
creían justo.
-La guerra es algo
terrible y cruel. Además de estúpido.- Sentenció Ami con pesar.-
Desagraciadamente muchas buenas personas se ven arrastradas dentro de ella y se
convierten en víctimas.
Sus interlocutores asintieron concediéndole la razón.
Entre tanto ya había anochecido. Era curioso, el tiempo les parecía que
transcurriese muy deprisa. Andando habían llegado casi a una salida de uno de
aquellos largos corredores. Pese a la desaparición del sol, las bengalas y el
resplandor de las explosiones iluminaban gran parte del terreno. Prefirieron no
mirar mucho dado que el panorama era dantesco. Muchos cuerpos mutilados y
gritos de agonía. Aunque parecía que un grupo de soldados americanos estaba
avanzando y subía la colina.
-Es un batallón de
marines.- Comentó Roy al ver alguna de las insignias y banderas.- Van a asaltar
la posición.
Así era. El grupo trataba de aproximarse con sigilo. Casi
lo consiguieron hasta que algún defensor debió de descubrirles y dio la alarma.
De inmediato una zarabanda de disparos y explosiones casi dejó sordos a los
muchachos que, en un acto reflejo, corrieron a meterse nuevamente por aquel
laberinto de túneles. Llegaron una vez más a las cercanías de la sala en donde
Mizuno atendía a los heridos.
-Me transformaré.- Dijo
Ami, invocando su poder.-
-Te sigo.- Añadió
Bertie.-
Y tras la coreografía habitual de luces y vueltas sobre
sí mismas las chicas aparecieron respectivamente como Sailor Mercury y como la
Dama del Hielo.
-No lo comprendo.- ¿Por
qué os transformáis?- Quiso saber el atónito joven.- No podréis intervenir.
-Lo sé. Pero de este
modo puedo usar mi visor.- Replicó Ami.- Y comprobar dónde están las tropas
americanas y las japonesas.
-Y yo… bueno, es la
costumbre.- Se justificó una azorada Bertie encogiéndose de hombros.- Por no
dejar sola a Ami, ya me entiendes, ¡ji, ji!…
A todo eso, Mercurio activó su visor y su microordenador.
En él aparecían distintos puntos que debían de ser los soldados de uno y otro
bando. Aunque para su sorpresa detectó asimismo una extraña fluctuación
energética.
-¡Qué raro!- Pudo decir
observando aquello sin comprender.- No sé a qué es debido esto. Y viene de la
sala.
-No noto nada anormal.-
Comentó Roy.-
-Es una especie de
aura.- Aclaró Ami.-
El atronar de más explosiones les distrajo de aquello.
Enseguida miraron hacia uno de los túneles, ruidos de disparos y gritos en
inglés y japonés se entremezclaban. Había una encarnizada lucha. Los americanos
trataban de avanzar y los defensores japoneses recurrían a todas sus reservas
de hombres y municiones para impedirlo.
-Se acercan.- Comentó
Roy quien de modo inopinado se transformó en súper guerrero.-
Ahora fueron las dos mujeres quienes le dedicaron una
sorprendida mirada. Él, dándose cuenta de eso retornó resignadamente a su
estado normal.
-Sí, es inútil… lo sé…
Sin poder intervenir vieron como un pelotón de soldados
americanos irrumpía en la sala ametrallando a los restantes defensores.
Kenshiro se arrojó al suelo en un acto reflejo. Algunos de los soldados incluso
dispararon contra uno o dos heridos, hasta que se oyó la orden de uno de sus
jefes.
-¡Basta ya, alto el
fuego!
Aquel soldado se aproximó quitándose su casco, dejó a la
vista una barba de varios días y una expresión agotada en su rostro. Roy
entonces exclamó con la boca abierta.
-¡Es mi abuelo!
Ami y Bertie se quedaron igualmente perplejas. Pero no
pronunciaron palabra. Aquel joven soldado, en realidad poseía el rango de sargento
primero, enseguida les indicó a sus hombres que no tomasen represalias contra
los heridos. Pese a que alguno protestó
-¡Esos cabrones nos han
estado haciendo picadillo, sargento! -Clamó indignado uno.-
-Sí, vamos a darles su
merecido.- Gritaba otro.- Si fuera al revés ellos no tendrían ningún miramiento
con nosotros.
-Ahora son heridos y
prisioneros de guerra.- Les detuvo su interlocutor interponiéndose entre sus
hombres y ellos.- Me da igual lo que ellos harían. Nosotros no somos ellos y tenemos
unas leyes que respetar.
-¿Y qué pasa con este
amarillo? No está herido. - Dijo otro de los soldados que había descubierto a
Kenshiro que se había levantado para intentar auxiliar a un herido.- ¡Maldito
japonés!
Con un golpe de la culata de su fusil derribó al nipón.
La cara de éste se llenó de sangre por la brecha que el impacto le abrió en un
pómulo. Por fortuna para él aquel suboficial enseguida llamó al orden a sus
subordinados.
-¡He dicho que ya basta!
Cabo, este hombre es prisionero de guerra y además debe de ser médico. No
estaría aquí cuidando de sus heridos sino. Y siendo sensatos y prácticos no nos
vendría mal que viese a alguno de los nuestros.
-¡Antes muerto que
fiarme de un sucio japo! - Espetó otro de los soldados.-
-¡Eso se lo dices a
nuestros compañeros de ahí fuera que precisan de un sanitario!- Estalló a su
vez el sargento.- No lo volveré a repetir, irá ante un consejo de guerra todo
aquel que desobedezca mis órdenes.
Ya nadie se atrevió a replicar, tanto Roy, como Ami y
Bertie observaban sin perder detalle como aquel chico se aproximaba a Kenshiro
y le preguntaba con tono claro y sin apresurarse.
-¿Habla usted mi idioma?
-Sí.- Repuso el aludido
tapándose la herida con una mano.-
- Soy el sargento primero
de marines Harold Drexler, le hago saber oficialmente que tanto usted, como
todos sus compañeros, deben considerarse desde ahora mismo bajo la custodia del
ejército de los Estados Unidos, como prisioneros de guerra. Si colaboran se les
dispensará el trato que merecen acorde con la Convención de Ginebra.
-Muy bien. Soy el
teniente Kenshiro Mizuno.- Se presentó este a su vez dando su nombre al modo
occidental.-
Harold le saludó militarmente. No en vano, pese a ser su
prisionero, ese hombre ostentaba una graduación superior a la suya, siendo
oficial. Y el nipón agregó con gesto y voz cansada mientras se aplicaba una
venda para restañar la sangre de su pómulo.
- Solo quiero que me
permitan aliviar el sufrimiento de mis camaradas. No están en condiciones de
oponérseles y yo… no soy médico, sino solamente un asistente. Uno muy malo, que
ni tan siquiera tiene medicinas o vendas suficientes.
-Por eso no se preocupe.
Trataremos de proporcionarle algo de material médico. Y a mí vez le agradecería
que se ocupara de ver a algunos de mis hombres.- Contestó amablemente su contertulio.-
-Por supuesto.- Convino
su interlocutor.- Yo me dedico a tratar de sanar, no a matar.
Ami apenas si pudo sonreír emocionada para comentar a
Roy.
-Tu abuelo también era
un buen hombre.
Su amigo asintió con visible orgullo. Entre tanto el
sargento Drexler a su vez dio algunas órdenes a sus soldados. Algunos ayudaron
a unos de sus compañeros heridos tumbándoles en camastros junto a los
japoneses. Harold descubrió entonces aquella puerta de hierro cerrada con un
grueso candado y una cadena.
-¿Qué es esto? - Le
preguntó a Kenshiro.-
-No lo sé. Lleva cerrada
desde que vine aquí. Solamente el general Kuribayashi y sus oficiales de alto
rango lo saben.
-Por desgracia no creo
que podamos preguntarle a su general.- Dijo Harold.- No pienso que venga ya por
aquí. Ignoro incluso si seguirá vivo. Aunque no hemos localizado su cuerpo. De
todos modos aguardaré a que llegue alguno de mis superiores para ver que
hacemos.
Así lo hizo. Pasaron algunos minutos, Kenshiro atendió
efectivamente a algunos soldados americanos, aunque otros, los que estaban
menos graves, no querían dejarse curar por un japonés. Al fin, un oficial
americano llegó. Todos se pusieron firmes.
-Mi capitán.- Terció Harold.-
Hemos hecho estos prisioneros, señor.
Aquel tipo, de pelo rubio y ojos azules aun cubierto por
el casco y con un pañuelo tapándole la boca, miró de modo despectivo a los
japoneses para replicar al poco.
-¡Malditos japos!
Sargento, sáquelos de aquí para acomodar a nuestros hombres.
-Pero señor, están
heridos, algunos de gravedad.- Quiso oponer su interlocutor.-
-¡Como si se mueren
ahora mismo! - Espetó el capitán incluso con regocijo para remachar.- Ya ha
oído mis órdenes.
-Sí, señor.- Suspiró
Harold no sin resignación para ordenar a un par de soldados que empezaran a
mover a los heridos del enemigo.- Smith, Thompson… Id trasladándoles al
exterior.
Se ocupó no obstante de dar esa instrucción a los hombres
que menos parecían odiar a sus adversarios. Pese a ello, Ami movió al cabeza
con tristeza. El propio Roy no se sintió bien al ver aquello, pero trató de
hacérselo comprender a su amiga.
-Después de una batalla
tan sangrienta no les tenían demasiada simpatía a los vuestros.
-No deja de ser algo
inhumano.- Denunció la joven.-
-Los japoneses ni tan
siquiera hacían prisioneros.- Le respondió Roy.-
-La guerra es horrible.-
Intervino Bertie que no deseaba que su esposo y su amiga se enzarzasen en otra
discusión.-
Aunque las palabras de Harold dirigidas a su superior les
distrajeron de aquello. Ahora charlaban sobre esa puerta. Tras dar el informe
al capitán, el muchacho preguntó.
-¿Qué podría ser, señor?
Quizás un depósito de armas y municiones.
-No lo sé.- Repuso
pensativamente el capitán.- Esperaremos
al coronel Liversedge
y que él decida. Entre tanto, usted ocúpese de atender a nuestros heridos y de
vigilar esto. Que nadie se acerque a esa puerta.
- A la orden, señor.- Repuso el
sargento.-
En
ese momento su oficial superior se percató de la presencia de Kenshiro. Hizo
gestos para que lo apresaran pero Harold intervino con rapidez.
-Es un asistente médico. Le pedí que
cuidara a nuestros hombres, señor. Al menos hasta que tengamos sanitarios o un
doctor disponible. No podemos recurrir a nadie más.
-Muy bien, puede quedarse entonces.-
Concedió a desgana ese oficial.-
Kenshiro
estaba asustado. No sabía cómo aquel individuo podría reaccionar, pese a todo y
cumpliendo lo que consideraba su obligación, se atrevió a hablar.
-Le suplico que me permita velar también
por los míos.
-Lo primero son mis
hombres.- Espetó secamente el capitán.- Ahora atiéndales…
Y sin dar pie a ninguna réplica más se alejó de allá
seguido de algunos de sus soldados. Harold se aproximó entonces al sanitario
japonés y le ofreció un poco de agua de su cantimplora. Kenshiro tenía mucha
sed, allí el calor era insoportable y apenas si había bebido en horas. Aceptó
agradecido dando un largo sorbo.
-Descanse un poco,
amigo.- Le sugirió el sargento.- No tiene buen aspecto.
-No puedo, hay muchos
heridos que necesitan cuidados. De los suyos y de los míos.- Suspiró su
interlocutor.-
-No les ayudará si cae
usted también enfermo.- Opinó Harold.-
-Ellos han cumplido con
su deber hasta el final. No puedo ser menos.- Argumentó el japonés.- Y mi deber
es el de atenderles.
Harold le dio una amistosa palmada en el hombro y
prosiguió con su ronda. Después se tumbó en un rincón de uno de esos túneles y
echó una cabezada. Al rato, o eso pensó él, un soldado vino a despertarle.
-Mi sargento, el coronel
está aquí. Le ha hecho llamar.
Tras despabilarse un poco el joven se levantó acudiendo enseguida
tras ese soldado. No tardó en llegar a la sala donde estaban los heridos.
Allí, su capitán, acompañado de un tipo
de mediana edad que llevaba todavía puesto el casco con una chapa metálica que
semejaba una hoja de roble plateada pegada al mismo, le dijo.
-Muy bien, ¿es usted el
sargento al cargo de este puesto?
Tras cuadrarse y saludar, Harold afirmó.
-Sí, mi teniente coronel.
-No hemos podido
averiguar que tienen los japoneses ahí dentro. Lo haremos ahora mismo. Abra esa
puerta y lleve a ese médico.- Le ordenó su oficial al mando señalando a
Kenshiro que, al parecer, se había quedado dormido sentado contra la pared.-
-Señor, solamente es un
asistente sanitario. No creo que sepa nada.- Objetó el muchacho.-
-Seguro que sabrá más de
lo que ha dicho.- Se sonrió el capitán añadiendo con tono paternalista. - No
sea usted ingenuo, sargento.
Harold le miró con cara de pocos amigos pero obedeció
dando órdenes a su vez a alguno de sus subordinados de que trajeran al
asistente. Así pues dos soldados despertaron al japonés sin muchas
contemplaciones. Tras unos momentos que le concedieron para volver a la
realidad tras su sueño interrumpido le explicaron a Kenshiro lo que debía
hacer.
-¡Vamos! –Les instó el
capitán.- Sargento, usted con dos hombres y ese “japo”. Verifiquen lo que sea
que haya ahí.
Enseguida trajeron una gran cizalla para romper el
candado. Luego forzaron la cerradura. Por si acaso nadie quiso disparar dado
que temían que los japoneses hubiesen almacenado explosivos.
-Debería estar cuidando
de los heridos.- Pudo pretextar el joven nipón.-
-Tranquilo. Ya ha
llegado parte de nuestro personal sanitario.- Le calmó Harold.- Puedes venir sin problemas conmigo. Y quizás
hasta sea más seguro para ti que quedarte aquí.
En efecto, un grupo de sanitarios del ejército de los
Estados Unidos atendía ya a los heridos, incluidos los japoneses.
-Eres un buen hombre,
sargento americano.- Afirmó Kenshiro con
patente agradecimiento.- Has cumplido tu palabra.
-Mi padre siempre me
decía que nos lo pueden quitar todo, todo menos la palabra que demos. Eso
solamente lo podemos perder nosotros.- Sentenció Harold.-
-Es usted un hombre de
honor, en mi cultura eso es algo fundamental.- Contestó su contertulio con tono
lleno de respeto.- Iré con usted y le ayudaré en lo que pueda.
Roy observaba conmovido aquella escena, y más cuando oyó
esas palabras. No pudo impedir que dos lágrimas le resbalasen.
-¿Estás bien, cariño?-
Quiso saber su esposa mirándole preocupada.- ¿Qué te ocurre?
Él sonrió entonces. Asintió para decir en voz baja y casi
reverencial.
-Son casi las mismas
cosas que mi padre me decía a mí. Nuestra palabra de honor es lo único que
nadie nos puede quitar, únicamente nosotros podemos perderla cuando la
incumplimos. Parece que esa frase forma parte de una larga tradición familiar.
Y me siento muy orgulloso de que así sea. Y de poder perpetuarla.
Bertie pensó en ello y le sonrió con ternura. Ahora
comprendía por qué su esposo siempre le decía que él jamás incumplía sus promesas.
Incluso cuando le conoció siendo aquel gamberro tan alocado e irreverente las
cumplía. La verdad es que jamás faltó a su palabra. Solamente lo hizo a su
pesar cuando aquel demonio le mató. Pero luego retornó del Cielo y allí estaban
los dos, casados y juntos, de modo que técnicamente sí que la cumplió. La joven
le dio una mano y él se la sujetó con un leve y cariñoso apretón. Aunque
enseguida volvieron a centrarse en las escenas que se desarrollaban ante ellos.
Uno de los soldados vino entonces con una cámara de fotos. Algo arcaica pero
útil para documentar cualquier cosa que hubiera tras la puerta. Al verla Harold
tuvo una idea.
-Oye Jimmy, haznos una
foto al japonés y a mí. ¿Cómo dijiste que te llamabas, amigo?
-Mizuno, Kenshiro.-
Respondió éste mirando con sorpresa aquel aparato.- ¿De verdad quieres hacerte
una foto conmigo? Somos enemigos.
-Por lo que a mí
respecta ya no. Tu guerra ha terminado. – Comentó su interlocutor.- Me llamo
Harold Drexler. Pero puedes llamarme Harry.
-Harry-san…-repitió el
japonés haciendo una leve inclinación.- Hajimemashite…tomodachi
Ami entonces les dijo a sus dos amigos sin salir de su
asombro y llena de emoción.
-¡Le ha llamado amigo!
Entonces… ¡Claro! ¡La foto! Ésta es la foto que tenías en casa…
Roy iba a sentir aunque de pronto un flash de luz les inundó
a los tres y reaparecieron de repente en el salón de la casa de los Malden.
-Pero. ¿Por qué hemos
vuelto? - Se preguntó Roy sin comprender.- ¿Por qué?
-Pudiera ser que el
efecto de esta esfera haya pasado.- Conjeturó su mujer.-
-Sí... o que quizás hayamos
visto. ¡Claro!- Comentó Ami.- ¿Acaso no
queríamos saber cuándo y cómo se tomó la fotografía?
-¿Qué quieres decir?- Preguntó Roy
mirándola sin comprender.-
-Quizás al utilizarla como catalizador
la visión nos ha llevado al momento en el que se produjo.- Elucubró Bertie.- Y
se ha terminado precisamente ahí.
-Pues ahora me gustaría saber qué había
tras esa puerta.- Comentó su marido.- Quizás el diario del abuelo nos dé más
información…
Ambas
mujeres asintieron con el mismo interés que él. Roy no se hizo de rogar y con rapidez fue a
consultar ese cuadernito. Quedaban ya muy pocas páginas y la última de ellas
terminaba de modo abrupto.
-A ver…aquí dice. Veintisiete de
febrero. Sí, justo cuando se tomaron esa fotografía.- Se percató él que leyó.-“Ken
(Como afectuosamente llamo a mi amigo japonés) y yo mismo entramos por aquella
puerta una vez que se forzaron los candados y la cerradura. Dos soldados más
nos seguían. Tim y Jimmy que llevaba la cámara. Aquello no fue demasiado
emocionante al principio. Al abrirla vimos que daba a otra larguísima galería
que, tras unos cuantos metros hacia abajo, se diversificaba en varios
corredores más. Desde luego, si el alto mando esperaba encontrar algo valioso,
ya fueran explosivos, municiones o los planos del palacio imperial, se van a
quedar muy desilusionados”
Ahí
Roy detuvo un momento la lectura y miró a ambas chicas encogiéndose de hombros.
-Entonces no parecía haber allí nada
interesante.- Afirmó Bertie.-
-Espera un momento, cubito. – Le pidió
enigmáticamente su marido al matizar.- Aquí pone que al principio…Quedan
todavía unas pocas páginas más…
-Sigue leyendo, por favor.- Le pidió una
a su vez intrigada Ami.-
Roy
así lo hizo y pudo leer en voz alta.
-“Salimos de ese laberinto de túneles
dejando algunos por explorar. Algunas inscripciones en japonés nos resultaron
extrañas. Pero nuestro guía nos las descifró. Ken es un tipo bastante agradable
y condenadamente educado, aunque un poco reservado. Al principio creía que estos tipos eran
diablos amarillos que solo querían hacernos trizas. Un grupo de fanáticos
enloquecidos y leales a la figura de su emperador. Desde luego luchaban como si
así fuera. Pero charlando un poco con Ken me he dado cuenta de que no es así.
Él a su vez me decía que ellos pensaban lo mismo de nosotros. Que éramos un
pueblo de bárbaros que queríamos destruir sus tradiciones y su cultura. Y que
carecíamos de honor. Celebro comprobar que tanto él como yo estábamos
equivocados en nuestras valoraciones iniciales. Este muchacho no es el típico
japonés que quiere suicidarse para matar al enemigo. Lo que en verdad desea es
llegar a ser un buen médico y salvar vidas. Ha atendido muy bien a algunos de
nuestros propios soldados y hasta el coronel ha llegado a valorarle. Menos mal,
porque al capitán Rogers parece que se le haya atravesado desde que le conoció.
Será porque es japonés. En fin, ahora se nos ha ordenado que, tras descansar
por hoy, volvamos a explorar esa red de túneles mañana. Es curioso, pese a no
ver nada aparentemente fuera de lo normal, percibo una extraña sensación. Mi
amigo piensa lo mismo. No parece que a Jimmy y a Tim les haya sucedido igual.
De todos modos, mañana bajaremos Ken y yo. Desde luego Ethie que este laberinto
de túneles es muy complejo. Él me dice que no se parece a los que excavaron
como defensa en la roca. Tampoco se aprecian marcas del ejército japonés. Incluso
tienen una extraña iluminación y no vemos bombillas por ninguna parte. Ni
tampoco es luz diurna. El suelo está pulido y las paredes, pese a ser de roca,
son suaves al tacto. A nuestro hijo le encantaría gatear por aquí. Ahora me
acuerdo mucho de ti y del pequeño Johnny. Espero que hayáis celebrado por todo
lo alto su primer cumpleaños cuando recibáis mi carta de felicitación.”
-¿Johnny?- Inquirió Bertie.-
-Se refiere a mi padre adoptivo.- Sonrió
Roy con visible afecto y añoranza explicándoles a sus interlocutoras.- Su
cumpleaños era el veintiocho de febrero. En este diario al menos cuenta
bastantes cosas de ese túnel. Aquí vienen más anotaciones…
-Pues ¿a qué esperas? Lee.- Le pidió una
impaciente Bertie con el asentimiento de Ami.-
Y
su esposo asintió y siguió leyendo con visible intriga….
-“Durante casi un mes cuando nuestras
obligaciones nos lo han permitido, nos hemos dedicado a explorar un sin fin de
galerías pero no encontramos nada. Muchas estaban selladas por muros de cemento
que tuvimos que romper a golpe de pico. Además, apenas si he podido escribir
porque hemos tenido mucho jaleo terminando con la resistencia que quedaba e
instalándonos en el aeródromo de la isla. Hoy, día veintitrés de marzo, tanto
Ken como yo vamos a bajar por una de las galerías que nos faltan por recorrer”…
Fue
leer aquello y Roy guardó un repentino silencio.
-¿Ocurre algo?- Inquirió Ami.-
-El diario acaba aquí.- Les comentó el
joven.-
-Eso significa que tu abuelo…- Pudo
decir apuradamente Ami.-
-Sí, debió desaparecer justo ese día.-
Suspiró el muchacho.-
-¡Pobre hombre! Es una lástima. Y además
de eso, jamás podremos saber lo que le sucedió.- Comentó Bertie.-
Su esposo asintió, quería pensar en algo.
Aunque lo cierto es que comentó.
-La verdad es que tengo mucha hambre.
Podríamos seguir después de tomar algo. ¿Os parece?
Ambas
chicas quedaron sorprendidas al principio por ese cambio de tema, pero asintieron.
También estaban hambrientas. En esta ocasión
ayudaron a Roy en la cocina. Tras preparar una ensalada y hamburguesas
comieron tratando de encontrar una respuesta…
-Un poco de música no vendría mal.- Propuso
el chico que conectó un reproductor de cd, comentando al oír una canción que
comenzó a sonar.- ¡Vaya!, el título nos viene que ni pintado para toda esta
situación. Loco. Como este condenado enigma.
Los
tres escucharon un poco aquella letra que parecía versar sobre algunas
difíciles situaciones también…
Solo un niño sabe
En la fachada de
una iglesia
Él habla de la gente que se hunde
Sólo el niño sabe
Un hombre decidió después de los setenta años
Que iría allí
Es la puerta cerrada
Él habla de la gente que se hunde
Sólo el niño sabe
Un hombre decidió después de los setenta años
Que iría allí
Es la puerta cerrada
Mientras algunos a su alrededor critican y duermen
Y a través de una pared que se rompe
Te veo mi amigo y toco tu cara otra vez
Los milagros ocurrirán mientras viajamos
Pero nunca vamos a sobrevivir, a menos que
Estemos un poco
Locos…
Nunca sobreviviremos, a menos que
Estemos un poco
Locos…
Roy oía esa tonada en tanto acariciaba entre sus manos
aquel diario. La esfera estaba a pocos centímetros de él y juraría que la vio
brillar de forma tenue. La gente está
loca caminando a través de mi cabeza
Nunca sobreviviremos, a menos que
Estemos un poco
Locos…
No, nunca sobreviviremos, a menos que estemos un poco locos
Un hombre decide seguir adelante después de los 70 años
¡Oh querida!...
En un cielo lleno de gente sólo algunos quieren volar
¿No es eso loco?
En un mundo lleno de gente sólo algunos quieren volar
¿No es eso loco?
Loco
En un paraíso lleno de gente donde sólo algunos quieren volar
¿No es eso loco?
¡Oh nena, oh querida!
En un mundo lleno de gente sólo algunos quieren volar
¿No es eso loco?
¿No es eso loco? ¿No es loco? ¿No es loco?
¡Ohh!…
Nunca sobreviviremos, a menos que
Estemos un poco
Locos…
Nunca sobreviviremos, a menos que
Estemos un poco
Locos…
Nunca sobreviviremos, a menos que
Estemos un poco
Locos…
Y cuando veas cosas
Del tamaño que nunca has visto antes
Antes de que lo rompan
Algún día
Sólo el niño sabe
Sus cosas
Del tamaño
que nunca has visto antes
Algún día...
Uno de ellos consiguió un arma y le disparo al otro
Y sin embargo ambos eran amigos de la escuela
¡Entiéndelo, entiéndelo, entiéndelo! ¡Sí!
Si todos estábamos allí cuando fuimos los primeros en tomar la píldora
Entonces quizá, entonces quizá, entonces quizá
Los milagros ocurrirán como hablamos
Pero nunca vamos a sobrevivir, a menos que
Estemos un poco
Y sin embargo ambos eran amigos de la escuela
¡Entiéndelo, entiéndelo, entiéndelo! ¡Sí!
Si todos estábamos allí cuando fuimos los primeros en tomar la píldora
Entonces quizá, entonces quizá, entonces quizá
Los milagros ocurrirán como hablamos
Pero nunca vamos a sobrevivir, a menos que
Estemos un poco
Locos…
Nunca sobreviviremos, a menos que
Estemos un poco
Locos…
No, nunca sobreviviremos, a menos que estemos un poco locos
Un hombre decide seguir adelante después de los 70 años
¡Oh querida!...
En un cielo lleno de gente sólo algunos quieren volar
¿No es eso loco?
En un mundo lleno de gente sólo algunos quieren volar
¿No es eso loco?
Loco
-Vamos abuelo.
¿Qué fue lo que te ocurrió?- Pensaba el muchacho en tanto oía aquella letra.-
En un paraíso lleno de gente donde sólo algunos quieren volar
¿No es eso loco?
¡Oh nena, oh querida!
En un mundo lleno de gente sólo algunos quieren volar
¿No es eso loco?
¿No es eso loco? ¿No es loco? ¿No es loco?
¡Ohh!…
Bertie y Ami se percataron
a su vez. Cuando Roy se aproximaba con el diario esa esfera parecía iluminarse.
Pero nunca vamos
a sobrevivir, a menos que
Estemos un poco
Estemos un poco
Locos…
Nunca sobreviviremos, a menos que
Estemos un poco
Locos…
Y el fulgor aumentaba,
como si cada vez que el estribillo de esa canción resonase le proporcionase
nuevas fuerzas.
Pero nunca vamos
a sobrevivir, a menos que
Estemos un poco
Estemos un poco
Locos…
Nunca sobreviviremos, a menos que
Estemos un poco
Locos…
-¿Has visto eso, cariño?- Le preguntó
Bertie.-
Ante aquello su
marido guardó un reflexivo silencio para tomar la palabra tras unos instantes.
-Lo he visto, y he pensado que quizás,
si usamos el diario como catalizador, los tres juntos cerca de la esfera…
-Sí, ya veo a dónde quieres llegar.-
Asintió Beruche.- ¿Qué opinas Ami-chan?
-Hagámoslo.- Aceptó la sailor.- También me he dado cuenta. Si nos aproximamos
con ese librito esa bola comienza a brillar.
Pero nunca vamos
a sobrevivir, a menos que
Estemos un poco
Estemos un poco
Locos…
Nunca sobreviviremos, a menos que
Estemos un poco
Locos…
Y cuando veas cosas
Del tamaño que nunca has visto antes
Antes de que lo rompan
Algún día
Sólo el niño sabe
Sus cosas
Del tamaño
que nunca has visto antes
Algún día...
(Crazy. Seal. Crédito al autor) https://www.youtube.com/watch?v=-bSAK6hWv4M
Y
se dispusieron a ello, con el diario y dándose las manos rodeando a aquella
piedra. Por fortuna la intuición de Roy no les falló esta vez, tras otro flash
los tres se vieron en medio de un largo corredor. Tenía el mismo aspecto
descrito por Harold en el cuadernillo.
-¿Y ahora qué hacemos?- Preguntó
Beruche.-
-Pues seguir hacia adelante. Supongo.-
Repuso su marido.-
Los
tres lo hicieron y al poco pudieron oír sonidos de conversación. Eran Harold y
Ken. Avanzaban por delante de ellos.
-No lo comprendo.- Decía el abuelo de
Roy.- Si no sabíais nada de la existencia de este túnel…
-Yo la desconocía. Al igual que la
mayoría de mis compañeros. Pero nuestros altos mandos posiblemente sí que
supieran de su existencia.- Matizó Kenshiro.-
A
los pocos metros llegaron ante otra puerta. Sin embargo, ésta era muy extraña.
Para empezar parecía estar hecha de una aleación desconocida para ambos
hombres. Al verla y tocarla Harold interrogó a su acompañante con la mirada y
éste se encogió de hombros.
-Tendremos que regresar para pedir
ayuda. No tiene ni picaporte ni cerradura.- Comentó el sargento.-
A
poca distancia, Ami había activado su visor Y las lecturas que éste le indicaba
la sorprendieron.
-Esto me resulta muy familiar.- Pudo
decir con expresión desconcertada.-
-¿Lo habías visto antes?- Le preguntó
Bertie.-
-Creo que sí. Pero hace bastante
tiempo…- Repuso su amiga sentenciando con rotundidad.- Hay algo muy extraño
tras de esa puerta.
-Lo malo es que nos vamos a quedar con
las ganas de ver lo que es.- Terció Roy.-
-O quizás no.- Le contestó su esposa al
ver cómo tanto Harold como Ken eran abordados por alguien que venía por una
galería adyacente.- Mirad…
Y
para sorpresa de todos ante ellos apareció el general Kuribayashi.
-Pero, ¿no estaba muerto éste tío?-
Exclamó Roy.-
-Puede que para el resto del mundo, sí.-
Repuso una asimismo asombrada Ami.- Pero evidentemente está aquí. Espera.- Le pidió
comprobando los datos de su miniordenador para exclamar con asombro.- ¡La fecha
de su muerte corresponde a este mismo día!
La misma cara de
sorpresa tenían los dos hombres que le vieron venir. Fue Harold quién
desenfundó su arma apuntando al nipón.
-¿Quién es usted?- Inquirió.-
¡Identifíquese!
El
recién llegado sin inmutarse por la amenaza de esa Browning mil novecientos
once se aproximó hasta un metro del americano y tras hacer una pequeña
inclinación repuso.
-General Tadamichi Kuribayashi. Comandante
en jefe de la isla.
-Mi general.- Le saludó Ken quien
enseguida hizo una pronunciada inclinación al estilo japonés.- Es un honor.
-Eso no es necesario ahora.- Replicó el
veterano militar.-
-Señor. Debo informarle que hemos tomado
posesión de la plaza. Conforme a las leyes internacionales es usted mi
prisionero. Tendré que escoltarle arriba.- Le dijo Harold sin dejar de
apuntarle.-
Aunque
para su sorpresa su interlocutor no inmutó su semblante, finalmente respondió
con tono calmado y hasta teñido de una ligera gravedad.
-No hará usted eso, sargento. Porque hay
cosas más importantes que debemos atender.
-Si reúsa rendirse me veré obligado a
emplear la fuerza.- Le advirtió Harold.-
-Mis hombres todavía luchan en la isla.
Ahora mismo es de noche en el exterior y combaten contra un batallón de sus
marines. Pero eso ya carece de toda importancia.- Declaró el general.-
- Pero señor. Eso quiere decir que la
batalla está perdida.- Terció Ken.-
- Y la guerra.- Sentenció Kuribayashi
que agregó para asombro de todos, tanto de sus coetáneos como de los
observadores del futuro.- Pero hay otra guerra en ciernes que es muchísimo más
peligrosa y terrible. Y en esa tenemos que ser aliados. Por el bien de la
humanidad entera.
-¿Y pretende que me lo crea?- Replicó un
escéptico Harold para rebatir.- Hemos leído algunos de los panfletos que usted
mandó distribuir entre sus hombres. Algunos traducidos incluso al inglés, para
desmoralizarnos. Aquí tiene.
Efectivamente
de su bolsillo sacó uno que mostró al general. En él aparecían escritas seis
máximas para la defensa de la isla que Roy, aproximándose, pudo leer.
“1 Defenderemos esta isla con todas
nuestras fuerzas hasta el final.
2 Nos arrojaremos nosotros mismos contra
los tanques enemigos llevando explosivos para destruirlos
3 Mataremos al enemigo apostándonos
entre ellos para matarles
4 Cada uno de nuestros disparos debe dar
en el blanco y matar al enemigo
5 No moriremos hasta haber matado a diez
de nuestros enemigos
6 Continuaremos acosando al enemigo con
tácticas de guerrilla incluso si solo queda uno de nosotros vivo.”
Aunque
el general japonés asintió diciendo.
-En efecto. Esas eran las órdenes. Pero
ahora no estamos hablando de la guerra de ahí afuera sino de la que hay aquí
dentro.
-No sé de qué demonios está hablando.-
Dijo Harold.-
-Envié mi mensaje de despedida hace unos
días a mi cuartel general. Con los tres tradicionales poemas de la muerte en su
forma waka. Es una costumbre japonesa. Aunque no apruebo el envío de tantos
hombres para morir. Y hace unos minutos radié mi último mensaje al mayor Hori.
Le dije, “A todos los oficiales y hombres de Chichi Jima, adiós desde Iwo.”
-¿Y eso qué significa?- Quiso saber
Harry.-
-Significa que el general se ha
despedido y está listo para afrontar la muerte como un samurái.- Le explicó
Ken.-
El
militar americano se apartó un par de metros y pensativo le preguntó a ese
Kuribayashi.
-Usted sabe lo que hay ahí dentro,
¿verdad?... Por eso defienden con tanto ahínco esta isla. No solamente por la
posición estratégica. Hay algo aquí que desean a toda costa preservar.- Remató
agudamente el joven.-
Tanto
Roy como Bertie y Ami se vieron entonces transportados, pero continuaban allí.
Era como si tuvieran acceso visual a los recuerdos del general. Estaba
acompañado de varios oficiales más, y algunos soldados armados cuando
descendieron por esa galería hasta desembocar en la extraña puerta.
-¿Qué habrá ahí dentro?- Se preguntaba
Roy tan atento como su esposa y Ami a aquellas imágenes.-
En
esta ocasión no iban a tardar en saberlo. Al aproximarse algunos soldados
japoneses aquella puerta se empezó a abrir. Era corredera y se desplazó hacia
un lateral.
-Por eso no tenía pomo ni cerraduras. –
Comentó Bertie.-
-Detecto una energía muy fuerte. Y que
me es muy familiar.- Les informó Ami.-
Dos
soldados japoneses entraron al recinto que esa puerta custodiaba. Una especie
de vapor comenzó a salir inundándolo todo. Al cabo de unos segundos no daban
señales de responder a la llamada de uno de sus superiores.
-Preparen las armas y estén alerta.- Les
ordenó Kuribayashi a sus hombres.-
El
propio general se decidió a pasar, katana en mano, seguido por algunos de sus
subordinados. Al entrar en aquella sala esa especie de humo se fue disipando.
Al fin descubrieron a los dos soldados
nipones en el suelo. Parecían estar muertos. Aunque por más que miraron
alrededor no vieran a nadie.
-El nivel de energía se ha disparado. Y
es una energía muy negativa.- Les dijo Ami a sus compañeros.-
Ninguno
pudo replicarla, una voz casi gutural salió entonces del fondo de ese salón que
estaba en una casi total oscuridad. Hablaba en una extraña lengua que los
japoneses no parecían comprender, aunque Ami se puso pálida.
-¿Qué te pasa?- Le preguntó Bertie
mirándola con preocupación.-
-Es… el idioma del Reino de la
Oscuridad.- Repuso la descompuesta joven.-
Oyeron
a Kuribayashi preguntar a su vez en tanto sus hombres apuntaban hacia el origen
de esa voz cavernosa…
-¿Quién es?...
-Soy el amo de este mundo. La energía
oscura Metalia… - Exclamó esa voz, ahora en japonés.- Ahora vosotros sois mis
siervos.
-¡Fuego! – Ordenó el general.-
Una
ráfaga de disparos de ametralladoras y pistolas resonó por toda la cámara. Tras
unos atronadores instantes hubo silencio absoluto. La niebla se comenzó a
dispersar y cuando los nipones miraban a su alrededor tratando de descubrir al
autor de esa voz se oyó una gran carcajada.
-¡Ja, ja, ja, ja! ¡Patéticos humanos!...
-Mi general. ¡Mire!- Le señaló un
capitán a Kuribayashi.-
Para
estupor de todos, coetáneos y observadores incluidos, los dos hombres que
estaban tendidos en el suelo se levantaron envueltos en una tonalidad oscura.
Sus ojos se abrieron centelleando rojizos. Avanzaron sin prisa pero sin pausa
hacia sus antiguos compañeros.
-Dispárenles.- Ordenó el general.-
De
nuevo una zarabanda de descargas que no afectaron lo más mínimo a esos dos
individuos. Pese a que las balas les atravesaron haciéndoles caer, ambos se
levantaron al instante.
-Salgan de aquí.- Urgió Kuribayashi a
sus soldados.-
-No tan deprisa.- Se escuchó una voz más
suave, al parecer de hombre.-
Ami
volvió a quedarse perpleja cuando descubrió de quién se trataba y señalándole
con un dedo apenas si pudo decir.
-¡Jadeite!
Ahora
se veía a un tipo rubio de metro ochenta y cinco más o menos que vestía una
especie de uniforme que parecía militar, de tono gris perla, rematado por unas
botas de montar.
-¿Quién leches es ese?- Quiso saber
Roy.-
-Fue nuestro primer enemigo. Uno de los
Shitennou. Compañero de Nephrite en el reino oscuro.- Le explicó Ami.- Metalia
les lavó el cerebro igual que a Beryl.
-¿Esos tipos eran los antiguos vasallos
del rey Endimión?- Inquirió la atónita Bertie.- ¿Pero qué está haciendo este aquí?
-Eso es lo que no sé. –Repuso su amiga.-
-Le podría partir la cara en un
momento.- Declaró Roy tensándose aunque enseguida suspiró relajando su postura
para admitir resignado.- Si pudiera tocarle, claro.
De
modo que, impotentes, tuvieron que ver como Jadeite iba eliminando a todos los
soldados que, pese a disparar sus armas contra él, eran incapaces de dañarle.
-Vosotros reuniréis más energía para
nuestro gran líder. –Les dijo.- Será dentro de poco.
Afortunadamente Kuribayashi y otros
dos oficiales pudieron salir. No sin que el veterano general se fijase bien en
algunos detalles del interior. Para su alivio la puerta que guardaba la entrada
se cerró en cuanto lo hicieron…
-¡Pero qué demonios!- Exclamó Roy.-
No
le dio tiempo a decir más, tanto él como Bertie y Ami reaparecieron de nuevo
junto a Harold y a Ken. Junto a ellos estaba el general que parecía haberles
contado a sus acompañantes lo mismo que acababan de presenciar.
-¿Y piensa que me voy a creer eso?- Le
preguntaba un más que escéptico Harold al alto mando japonés.-
-Crea lo que quiera. Pero si dejamos que
ese poder maligno salga al exterior, tanto los suyos como los míos estarán
condenados.- Replicó gravemente el general detallando.- Usted no lo comprende.
Los muertos se levantaban poseídos por esa extraña energía. Y nada podía
detenerles. Nada, salvo esta puerta. Y cuando salimos al exterior…
Una
vez más Ami, Bertie y Roy se retrotrajeron a los recuerdos del militar.
Volvieron a verle con sus oficiales, justo tras salir de aquel terrible lugar.
Aquella puerta estaba cerrada y uno de los subordinados de Kuribayashi le
preguntó.
-Mi general. ¿Cree que podrán salir?
-Supongo que de igual modo que abrieron
para atraernos dentro podrían hacerlo de nuevo.- Conjeturó el interpelado.-
Roy
miró a sus acompañantes con extrañeza y planteó de igual forma.
-No lo comprendo. Esos tipos del Reino
de la Oscuridad. ¿Para qué abren y cierra esa puerta? ¿Por qué no salen sin
más?
Ami
se paró a pensar para meditar sobre esa cuestión, lo mismo que hizo Bertie. Fue
Mercurio quién contestó en primer lugar.
-Quizás no puedan salir todavía. O mucho
me equivoco o estarán tratando de reunir energía.
-¡Claro! Atrajeron a seres humanos al
interior para robársela. Pero no eran suficientes.- Añadió Bertie, quien con
gesto inquieto añadió.- Sin embargo, con la batalla.
-¡Habrá decenas de miles de muertos en
la isla y también de heridos!- Completó Ami con horror.- Si son capaces de
absorber esa enorme cantidad de energía, la que emana del odio y la lucha, se
liberarían…
-Pero no lo hicieron. ¿Verdad? ¿O es que
ya luchasteis antes con ellos?
-No.- Repuso Ami.- Al menos que yo recuerde. Desperté como
guerrera tras Usagi y Rei…y eso fue en mil novecientos noventa y dos. Apenas
tenía catorce años.
-Quizás hubo otra batalla contra los
poderes de la Oscuridad y la historia no la recuerde.- Conjeturó Bertie,
añadiendo.- Tú misma me contaste que, tras la derrota de Metalia perdisteis la
memoria y solo la recobrasteis al enfrentaros a Ail y Ann. ¿No pudiera haberos
sucedido antes también?
-No lo sé. Ya no estoy segura de nada.-
Pudo decir la desconcertada aludida.-
Los
japoneses entre tanto salieron de allí. Kuribayashi dio orden de sellar esas
galerías y después de poner aquella puerta con el candado. Al poco cursó un
informe confidencial dirigido al ministro de la guerra Tojo. Éste, para su
asombro, le respondió que no debía preocuparse por eso y sí por defender la
isla a cualquier precio. Ese informe secreto le aseguraba que, con unos nuevos
aliados muy poderosos, la guerra daría un vuelco a favor de Japón. Todo eso
pasó delante de Bertie, Ami y Roy. Las dos mujeres tradujeron esa carta
confidencial en tanto observaban como la leía el general.
-Ese tal Tojo estaba como una regadera.-
Declaró Roy.- ¿Acaso se creía que esos tipos de la oscuridad iban a ayudarle a ganar la guerra y ya está?
-Imagino que pensaba poder servirse de
ellos y eliminarles cuando le conviniera.- Suspiró Ami, afirmando.- Un grave
error. Más bien sería al contrario.
-Sí, lo mismo creyeron Diamante y
Esmeralda del Hombre Sabio. - Añadió Bertie dirigiéndose a su esposo.-
-Es cierto, cariño. Nos lo contaron.-
Asintió el interpelado.-
- Cuando recurres a los poderes del mal
para lograr tus fines las cosas nunca salen bien.- Sentenció Ami, añadiendo ahora
en un destello de clarividencia.- Y por fortuna el general Kuribayashi era un
hombre muy inteligente y lo comprendió a tiempo.
-Aun así, cumplió las órdenes de defender la
isla.- Objetó Roy.-
-Una cosa era cumplir con su deber, y la
otra permitir que el mal escapase.- Repuso firmemente Ami.- Eran asuntos bien
distintos. Kuribayashi fue leal a su país y también al mundo entero.
Y
parecía que aquella era la suposición correcta. Ahora volvían a estar ante el
general, Harold y Ken. El americano mantenía su arma apuntada hacia el oficial
nipón.
-Si fuera como usted dice, ¿acaso no
sería mejor que un grupo de soldados vinieran con unos bazokas y volasen todo
esto?- Inquirió Harold que visiblemente extrañado escuchaba también aquella
canción. –
-¿Es cosa de los suyos?- Le preguntó su
interlocutor que le aclaró.- La música…puede que propaganda americana para que
los míos se rindan.
-Si es así, no tengo ni la menor idea. Además,
no me suena nada ese tipo de música. Será algo nuevo que han compuesto en
casa.- Se encogió de hombros Harry quién dejó eso de lado para insistir en su
idea.- Con un pelotón podríamos venir y volar esto enseguida.
-Sus hombres podrían ser atacados y
muertos antes de lograrlo.- Objetó el general.- Nunca podrían acercarse lo
bastante, pero nosotros sí.
-¿A qué música se referirán?- Comentó
una sorprendida Bertie.-
-No sé. No creo que sea a la que tenemos
nosotros puesta.- Se sonrió Roy.-
Bertie
tampoco lo creía. Ellos sí la escuchaban y quizás los antepasados de su marido
y de Ami estuvieran oyendo otra por allí que quedaba tapada por el sonido de la
que tenían ellos mismos en casa.
-Debiste de equivocarte al apagar el cd.
Lo has dejado en repetir canción.- Le comentó ella a su esposo que se limitó a
encogerse de hombros y declarar.-
-Con las prisas, la verdad, ni me fijé.-
Admitió su esposo.-
Por su parte su
abuelo se giró hacia Ken y le preguntó con incredulidad y hasta sarcasmo.
-¿No te parece que es una historia un
poco difícil de creer?
No
obstante, su amigo le replicó con seriedad y contundencia, algo inédito en él
hasta ese instante.
-Si el general Kuribayashi dice que ha
sucedido, entonces yo lo creo. Nunca mentiría. Es un samurái…
Harold
se encogió de hombros pero había cometido el error de dejar de apuntar a su
prisionero. Aprovechándose de ello el general le hizo una rápida llave de judo
que le derribó en el suelo. El nipón además se hizo con su arma y pasó a ser él
quien apuntase al desprevenido sargento.
-¡Maldita sea! – Escupió Roy sintiéndose
impotente.-
Ahora
fue su abuelo el que suspiró asintiendo despacio para suspirar.
-Bien que me la ha jugado con ese
cuento. Ahora ya puede matarme y salir corriendo de aquí.
Empero,
para sorpresa suya, su oponente dejó de apuntarle e incluso tomando la pistola
por el cañón se la ofreció de regreso. Harold apenas si podía creerlo pero se
apresuró a recuperar su arma antes de que su enemigo cambiase de opinión. Fue
entonces cuando Kuribayashi declaró con tono calmado y serio.
-¿Se convence ya? No quiero escapar,
para todos los de afuera ya estoy muerto. Ni tampoco deseo matarle a usted. Le
dije que la guerra entre nosotros había terminado, al menos mientras estemos
aquí. Ahora somos aliados frente a esa cosa.
Y
tras meditar aquello durante unos instantes el americano entonces preguntó
mientras guardaba su pistola en la cartuchera, se cuadraba y saludaba
militarmente para preguntar.
-Muy bien, mi general. ¿Y qué debemos
hacer entonces?
Su
interlocutor le devolvió el saludo y sacó una granada de mano. Eso alarmó a
Harold aunque Kuribayashi enseguida le tranquiló.
-No tema. No voy a tirarla aquí para
suicidarme ni nada por el estilo. Debemos entrar en ese cuarto y arrojarla
dentro. La vez anterior cuando estuve en el interior de esa sala vi algo
similar a un pedestal del que surgía esa energía. Tengo la impresión de que eso
pueda ser una especie de puerta que comunica ese extraño lugar con nuestro
mundo.
-Para mí será un honor acompañarle, mi
general.- Declaró Ken haciendo una gran y duradera inclinación.-
El
aludido asintió. Y Harold entonces sonrió levemente para añadir a su vez.
-Ningún americano se va a echar atrás en
la tarea de salvar el mundo. A cambio, si lo logramos, usted será mi prisionero
y ordenará la rendición de sus hombres.
-Si logramos salir con bien de eso tiene
mi palabra.- Le prometió su contertulio.- Ya basta de muertes inútiles por
ambos bandos.
Roy,
Bertie y Ami se miraron con asombro y expectación cuando el general japonés
estrechó la mano que aquel sargento americano le ofreció para sellar el
acuerdo. Aunque ahora fue Kuribayashi quien le dijo a Ken.
-Tú quédate tras nosotros, cúbrenos la
retaguardia y si nos hieren estate listo para atendernos.
El
interpelado miró con gesto interrogador al general pero Kuribayashi no añadió
nada más hasta que le indicó al americano.
-Acérquese con sigilo al lado de esa
puerta y compruebe que esté cerrada. No me gustaría que tuviéramos sorpresas.
Harold
asintió dirigiéndose hacia allí. El oficial nipón aprovechó por su parte para
acercarse a Ken y reclamar su atención.
-Tengo una cosa que ordenarle. Y pase lo
que pase. Deberá usted obedecer. No solamente la suerte del Japón, sino la de
todo el mundo estarán en juego dependiendo de lo que haga.
-Sí, mi general.- Se cuadró Kenshiro de
inmediato.-
El
veterano oficial sacó un sobre de su guerrera y se lo entregó para decirle.
-Custodie esto bien. Y léalo cuando
concluya la misión. Luego destrúyalo...o deposítelo en algún lugar seguro, por
si fuera necesario en el futuro.
-A sus órdenes.- Saludó el joven.-
Después
le dio un trozo de papel con algo escrito para indicarle.
-Esto puede leerlo ahora…
-Sí, mi general. ¿Debo quedarme aquí
entonces hasta que me llamen?
Kuribayashi
asintió enérgicamente. Aunque para sorpresa suya y de sus acompañantes se
escuchaba música y a alguien cantando una canción. Ken escuchó atónito.
-Parece una canción americana, la que
sonaba antes.
-Será el servicio de propaganda del
enemigo. La deben de estar repitiendo por toda la isla para levantar la moral
de los suyos. -Afirmó el general coincidiendo con la conjetura del propio Kenshiro,
y añadiendo.- Usted no se preocupe por eso y haga lo que le he dicho.-
Y una vez le dio esa
orden el general se alejó de él para dirigirse hacia donde estaba el sargento
americano. Cuando llegó a su lado le vio analizando aquella puerta.
Sólo el niño sabe
Sus cosas
Del tamaño
que nunca has visto antes
Algún día...
-Lo primero será hacer que se abra.-
Afirmó Harold valorando esa plana y lisa superficie de aquel material
desconocido.-
Aunque
el general le dijo entonces al atónito chico.
-Hay una cosa que no le he comentado
todavía. Verá. No estuve una única vez dentro de esa sala.
-¿Qué?- Exclamó el joven, aunque su
interlocutor le hizo una seña para que guardase silencio y le explicó.- Ese
hombre se presentó como Jadeite. Yo fingí cooperar con él, porque me contó que
mi propio gobierno le había contactado y ofrecido una alianza contra los
americanos. Yo no estaba de acuerdo pero no tuve más remedio que obedecer. Sin
embargo, viendo lo que les hizo a mis hombres y la maldad que se encierra ahí
dentro, enseguida supuse que lo que en verdad deseaban era destruirnos a todos.
-Entonces ¿Qué vamos a hacer?-Quiso
saber su atónito interlocutor.- ¿Sabe usted entrar ahí?
-Me mostró muchas cosas. En una especie
de bola que proyectaba imágenes. Imágenes del futuro.- Respondió el general
añadiendo con tono preocupado.- Por ello el asistente Mizuno no debe correr
ningún peligro.
-¿Qué quiere decir con eso?- Se
sorprendió Harold.-
-Digamos que es alguien a quién vamos a
necesitar.- Contestó enigmáticamente el general.-
Eso
sí que dejó anonadados a Roy y a las chicas. Sobre todo a Ami. La muchacha
tenía una intuición, pero no se atrevía a expresarla en voz alta. Se decantó
por seguir observando. Así, al igual que sus amigos vio como el general se
aproximó hasta la puerta y tocó un lateral. Al instante y para asombro de todos
se materializó una especie de teclado con unos símbolos extraños. Kuribayashi
tocó algunos y la puerta no tardó en abrirse.
-Adelante.- Le pidió el general
advirtiéndole.- Y deje que hable yo…
El
atónito Harold asintió. Accedieron a una gran sala que estaba débilmente
iluminada con un resplandor cenital. A lo lejos se veía algo parecido a unos
escalones y sobre ellos una forma antropomórfica de color oscuro que parecía
condensarse. Aunque lo que asustó realmente al muchacho fue el grupo de
soldados japoneses que estaban de pie en posición de firmes. Todos tenían los
ojos de un color rojo refulgente y parecían aguardar órdenes. Kuribayashi
entonces dijo en voz alta.
-Comandante Jadeite, ya estoy aquí. Y he
traído un aliado.
Aquel
rubio individuo se materializó de la nada para asombro del americano. Vestía
del mismo modo que Roy y las demás recordaban. Sin embargo, Harold no pudo
evitar exclamar asombrado.
-¡Capitán Rogers!
-Vaya, sargento. Nos volvemos a ver. Me alegra
que se haya unido a nosotros. - Se sonrió pérfidamente aquel hombre quien
admitió.- Sí, me hacía llamar de ese modo cuando tomé la identidad de ese
oficial. Hay que reconocer que me lo he pasado en grande. Los humanos pueden
llegar a extremos de salvajismo tales que ni siquiera nuestros youmas podrían
imaginar. Esta guerra es realmente divertida. Y nos ha proporcionado muchísima
energía para el despertar de nuestro líder.
-No comprendo nada.- Pudo decir el
chico.-
Aunque
el general nipón le dedicó una dura y acusatoria mirada. El muchacho al
percatarse guardó silencio y fue Kuribayashi quien afirmó.
-He cumplido con mi parte. A la vista de
lo que usted me mostró.
-Es verdad.- Convino Jadeite sacando una
esfera de color azulado que emitía pálidos fulgores de ese mismo color.-
Ahora
fueron Bertie, Ami y Roy quienes se miraron asombrados.
-¿Habéis visto eso? ¡Es igual que la
nuestra! - Declaró Beruche con estupor.-
Y
si eso les había sorprendido, lo que a continuación observaron les dejó sin
habla. En esa misma bola se proyectaron imágenes de ellos mismos en la casa de
los Malden. Incluso pudo oírse la canción que habían estado escuchando cuando
pensaban en como activar su esfera.
-¿Quiénes son?- Quiso saber Drexler.-
-Son habitantes del futuro.- Le
respondió Jadeite.- Y una en particular es muy peligrosa para nuestros
intereses.
-Sin embargo, según me contó usted. No
hay nada que temer.- Replicó Kuribayashi.- Si triunfamos ahora…
-Exacto. Por ello hay que terminar con
cualquier antepasado conocido de esa chica. ¿Hizo usted lo que le encargué, general?
- Preguntó aquel rubio individuo.-
-Ordené al soldado que usted identificó
como el antepasado de esa muchacha que atacara al enemigo.- Replicó éste.-
Morirá como un buen japonés…
-¡Maldito traidor!- Espetó Harold
mirando a su contertulio con inquina.-
Aunque
una especie de energía le impactó haciéndole gritar. Acabó tendido en el suelo
y dolorido.
-Silencio sargento. Y ahora.- Aseveró un
complacido Jadeite tras bajar una de sus manos con las que había proyectado
aquella ráfaga de poder.- Estamos en la situación propicia. Los habitantes de
ese futuro han activado su esfera, nosotros la nuestra. Podremos crear un
pasillo dimensional para viajar a su tiempo y conquistar el mundo desde allí.
Ya nos llega su sonido y ahora sus imágenes. La energía cada vez es mayor.
Dentro de poco incluso podremos materializarnos allí.
Eso
dejó anonadados a los chicos. Roy entonces miró a su esfera que brillaba también con un tono
azul cada vez más intenso. Horrorizado dijo al darse cuenta de un detalle.
-¡Yo había visto esta piedra antes!
Sabía que me era familiar.
-¡Oh, Dios mío! – Añadió Bertie con el
mismo gesto de horror.- Es cierto. Ahora caigo. Es una de las piedras Yalmutud.
Las que Valnak y Armagedón deseaban reunir para comunicar nuestra dimensión con
el Infierno.
-Entonces no podrán hacer nada. Necesitarían
tenerlas todas.- Objetó Ami.- Y en el mismo sitio… ¡Oh no! – Clamó ahora
espantada.- A menos que…
-¿A menos que, qué?- La interrogó Roy
con premura.-
-A menos que dos de ellas puedan
intercomunicarse a través del espacio y del tiempo. No tendrían que dejar pasar
a un ejército de demonios a otra dimensión. Solamente se necesitaría alimentarlas
con mucha energía para poder hacer que algo viajase de un sitio al otro sin
tener todas las esferas…
-Ya te comprendo.- Asintió una
horrorizada Beruche.- Por eso estaban almacenando toda la de esa batalla.
-Así que con energía, ¿eh?- Inquirió Roy
transformándose en súper guerrero para sentenciar.- ¿Algo como esto quizás?...
En ese preciso instante Jadeite, Kuribayashi y
Harold fueron deslumbrados por una intensa luz de color dorado que emergió
entonces de la esfera que tenían. Cuando el resplandor terminó quedaron tan
sorprendidos como los tres individuos, dos chicas y un chico, que les
observaban.
-¿Quiénes sois? – Quiso saber Harry sin
poder apartar la vista de aquellos aparecidos.-
-Es una historia muy larga.- Sonrió Roy
que seguía brillando en aquel resplandor dorado.- Ahora no hay tiempo para
contarla.
-Pero sepan que estamos de su lado,
contra los poderes de la oscuridad.- Intervino Ami-
-¿Tú?- Exclamó Jadeite señalándola.- La
Guerrera Mercurio. ¡Estabas muerta al igual que las demás! El Milenio de Plata
fue destruido.
-Pero he vuelto, todas regresaremos.-
Replicó la joven sentenciando con audacia.- Y te detendremos. A ti y a los
demás, puedes darlo por seguro…
Aunque
para su sorpresa, su interlocutor no pareció prestarle atención a ella ahora y
se giró para encarar al general japonés.
-¡Me has engañado! ¿Dónde está ese
maldito asistente?
Y
sin darle tiempo a responder disparó contra aquel hombre una ráfaga de
energía que le derribó. Roy, furioso, le
atacó con un rayo pero ante su asombro y el del resto éste pasó inofensivamente
a través de Jadeite. El villano se miró atónito aunque pasados los primeros
segundos de desconcierto se rio.
-¡Maldita sea! ¿Cómo es posible?- Se
preguntó Roy en voz alta.-
-Landar nos lo advirtió. No podemos
cambiar nada.- Le recordó Bertie que añadió con el mismo estupor del resto.-
Seguramente que la energía de ambas esferas al combinarse ha hecho posible que
nos veamos mutuamente. Pero todavía no es lo bastante fuerte como para que
ninguno se transporte a la dimensión del otro.
-Exacto. Eres muy inteligente. - La
alabó Jadeite quien sonrió a renglón seguido de forma pérfida para sentenciar.-
Pero eso lo arreglaré enseguida. En cuanto libere al maestro Metalia.
Y
miró hacia aquel pedestal en donde esa oscura forma antropomórfica comenzó a
reír con un estruendo cada vez mayor. Aunque antes de que nadie pudiera
reaccionar se oyeron varios disparos. Harold estaba descargando la munición de
su Browning sobre Jadeite que primero sorprendido, y después, herido, cayó al
suelo.
-Puede que ese tipo rubio que brilla no
pueda alcanzarte, amigo. Pero yo sí…
Aunque
eso no sirvió de mucho, su enemigo se estaba levantando a los pocos segundos como
si aquello no le hubiera representado más que una leve molestia…
-¡Voy a
acabar contigo por tu insubordinación, sargento!- Sentenció con
creciente ira aquel villano.-
Ahora
fue la katana del general Kuribayashi la que, de un tajo, derribó a Jadeite que
sangraba por un costado. Pese a todo, esa herida comenzó a cerrarse recubierta
de una especie de halo oscuro. El sirviente del poder maligno sonrió para
después reír tan frenéticamente como su amo y ordenó.
-Eso no te servirá de nada conmigo. ¡Ja,
ja!… esclavos del poder de Metalia, ¡acabad con ellos!
Los
que fueran en vida soldados japoneses comenzaron a avanzar hacia el general y
el sargento como si de zombis se tratasen. Extendieron los brazos en tanto sus
ojos refulgían rojizos. Kuribayashi derribó a uno con su espada y Harold hizo
lo propio con otro tras recargar su arma y disparar…
-¡No podemos hacer nada!- Se lamentó
amargamente Roy apretando los puños.- Van a matarles a los dos.
Aunque
Harold enseguida cayó en la cuenta y le dijo a su aliado.
-¡General, la granada!…
Éste
asintió, pero para su desgracia se le había caído cuando Jadeite le derribó con
aquel rayo. Al fin la vieron, había rodado hasta casi la entrada.
-¡Mercurio shaboon spray!- Gritó Ami
emitiendo una gran cantidad de burbujas que nublaron la visión del enemigo.
Ante la sorpresa de Harold y del general nipón, la joven sonrió afirmando.-
Quizás no podamos dañarles, pero como pueden vernos también podemos cegarles. ¡Dense
prisa!
Harold
iba a por esa bomba cuando alguien se le adelantó. Era Kenshiro quien, tras oír
aquellos disparos y explosiones, se acercó. Pese a las órdenes recibidas quiso
ayudar. Entonces vio a esa chica de extraños cabellos azules, ataviada con aquel curioso uniforme. Apenas
musitó.
-¡Saeko! ¿Eres tú?
Ahora
fueron Ami y sus amigos los que miraron atónitos a aquel hombre. La sailor pudo
rehacerse lo bastante como para esbozar una afectuosa sonrisa y responder con
suavidad y ternura.
-Usted me confunde, señor.
El
efecto del ataque pantalla de Ami se desvaneció, Jadeite reaccionó con rapidez
señalando al estupefacto Kenshiro para ordenarles a sus zombis.
-Acabad con él, idiotas. Es el antepasado
de esa maldita sailor Mercurio. ¡Lo he visto en la bola!
Aunque
entre el general Kuribayashi y Harry lograron apartar al chico de esos
engendros. Al menos lo bastante como
para que Kenshiro pudiera preguntar dirigiéndose a una emocionada Ami.
-¿Sailor Mercurio? ¿Quién eres tú?
-Tu nieta…- Confesó ella.- Y quiero ser
doctora, igual que tú…
-Pero yo solo soy un simple asistente.-
Pudo decir el muchacho.-
-Serás un gran médico algún día.- Sollozó
la guerrera sonriendo con afecto para remachar.- Y tus hijos después de ti…les
mostrarás el camino para ayudar a otros. Y eso es lo más hermoso del mundo. Yo…
siempre he querido ser como ellos y como tú.
Su
anonadado contertulio apenas podía cerrar la boca del asombro que le produjo
oír aquello. Pero poco amigo de aquellos momentos tan entrañables, Jadeite le
apuntó con su mano.
-¡De eso nada! Porque vas a morir ahora…y
ella desaparecerá como si nunca hubiese existido.
Y
disparó una tremenda ráfaga de energía. El tiempo pareció ralentizarse cuando
Ken se cubrió con ambas manos de modo instintivo. Por desgracia aquello no le
serviría de nada. Roy y Ami trataron de hacer algo pero era inútil. Esa energía
les atravesaba de modo inocuo a ellos. Bertie a su vez era incapaz de congelar
a aquellos zombis. El general japonés, sí que luchaba con bravura derribándoles
una y otra vez y Harold…
-¡Noo!- Aulló Roy impotente para
intervenir.- ¡Abuelo!
Éste
cayó derribado por aquella potente energía. El sargento americano tuvo el
tiempo justo como para interponerse entre el ataque de Jadeite y su ahora
atónito amigo japonés. Harry no estaba muerto pero sí muy malherido. Pese a
ello pudo musitar sonriendo con su boca manchada de sangre…
-No podemos permitir que no nazca esa
chica tan bonita… ¿no crees, Kenny?
-Salvaste mi vida.- Pudo decir el
impactado Ken.- Arigato gozaimashita, tomodachi.
Roy
se arrodilló junto a aquel bravo soldado americano y apenas pudo sollozar
dejando de ser un súper guerrero.
-Lo siento, abuelo…No pude
protegerte…Ahora cierra los ojos un momento.- Le pidió con afectuoso tono para
agregar mirando al resto.- Cerradlos.
Ami
y Bertie asintieron, Ken y el general así lo hicieron. Jadeite se rio en cambio
para declarar con sorna.
-El no mirar a la muerte no hará que
ésta pase de lago, ja, ja, ja. ¡Cobardes!…
La
réplica de Roy fue solamente una cuando llevándose ambas manos abiertas hacia
la frente y con las palmas hacia fuera y
los dedos extendidos gritó…
-¡Viento solar!
Un
tremendo resplandor cegó por completo a Jadeite e incluso a esos seres de
pesadilla que se estaban levantando.
-¡Ahh! ¡Maldita sea, no puedo ver nada!-
Aulló el comandante de la oscuridad.-
El saiyajin entonces
les dijo a sus interlocutores del pasado.
-Podéis abrir los ojos. El efecto durará
tan solo unos segundos. ¡Aprovechad y salid de aquí!
-Yo no iré a ninguna parte.- Repuso a duras
penas Harry que notaba como las fuerzas le iban abandonando, pese a ello no
pudo por menos que preguntar, con asombro.- Pero tú… ¿eres de verdad mi
nieto?...
-Sí- sonrió Roy sin vacilar, añadiendo
con una mezcla de afecto y orgullo.- No lo dudes…
Pudiera
ser que no de sangre, pero desde luego ahora se sentía más unido que nunca a
aquel hombre tan valiente. Así le dijo.
-Soy hijo del pequeño Johnny. Quien
siempre me ha dicho que debemos mantener nuestra palabra, que nadie nos podrá
quitar eso salvo nosotros mismos.
-Lamento no poder veros más ni a él ni a
ti.- Suspiró Harold que pudo esbozar una complacida sonrisa. – Pero me alegra comprobar
que mi Johnny te educará tan bien. Es un orgullo para mí. Parece que eres todo
un héroe, muchacho.
-No, el orgullo es mío. Y no soy ningún
héroe abuelo, tú sí…- Sollozó el emocionado Roy. -¡Tú eres el auténtico héroe!
Entre
tanto Bertie le decía al general con gesto angustiado pues el efecto del
resplandor iba remitiendo…
-Salgan de aquí. Todavía están a tiempo.
-No.- Negó Kuribayashi moviendo la
cabeza para sentenciar.- El mal debe de ser destruido.
-La granada, mi general.- Dijo Ken
alargándosela a su oficial superior.-
Éste
la tomó asintiendo agradecido y le ordenó.
-Salga de aquí y cierra la puerta. Es el
momento de usar ese papel que sí podía leer. Ahí está la clave para hacerlo.
-Pero ustedes morirán.- Opuso el joven
nipón.-
-Recuerde. Para el resto del mundo yo ya
morí luchando.- Aseveró el veterano militar.- Ahora le toca a usted cumplir con
su deber. Vuelva a la patria. Ayude a ganar la paz. Tenga una familia. Que esa
joven pueda nacer para combatir al mal en el futuro. Es mi última orden.
-Sí…amigo.- Sonrió Harry esforzándose
por hablar.- Y…por favor. Hazle llegar mi diario y mis cartas a mi Ethie.
Los
zombis comenzaban a levantarse y Jadeite rumiaba su disgusto. Seguía
desconcertado por aquel fogonazo de luz, empero ya comenzaba a aclarársele la
visión y trataba de localizar a sus molestos enemigos. Entonces Kuribayashi le
espetó a Ken.
-¡Hayai!
-¡Rápido!- Tradujo una llorosa Ami,
aunque en esta ocasión hasta Roy pudo entenderlo.-
Kenshiro
pese a todo se inclinó larga y profundamente ante su general y después estrechó
la mano de su amigo americano. No hubo ya más palabras salió corriendo y cerró
la puerta. Justo entonces Jadeite pudo ver.
-¡No os servirá de nada! Abriré esa
maldita puerta.- Amenazó el maligno individuo sentenciando.- No fallaré como el
idiota de Zoisite.
-¡Banzai!- Exclamó el general sin darle
tiempo a reaccionar, lanzándose contra aquella energía oscura.-
Una
horrísona explosión sacudió aquel pedestal y se oyó un aullido terrible, lleno
de desesperación y rabia. Aquella figura cayó dentro de una especie de vórtice
producido por ese estallido. Y tras él fue absorbida la azulada esfera que
Jadeite tenía en su poder.
-¡Nooo!- Chilló el comandante de la
oscuridad.- ¡Lo habéis estropeado todo, malditos!
Era
como si el cuarto en donde estaban comenzara a desvanecerse. Se distorsionaba
atraído por aquella abertura. Los zombis cayeron al suelo quedando como los cuerpos
sin vida que eran. Entonces Bertie les comentó alarmada a su amiga y a su
esposo.
-Esto se está volviendo inestable. Toda
la estancia va a ser tragada por otra dimensión. Podría incluso afectarnos a
nosotros. Tenemos que irnos…
-¡Espera, por favor! - Le pidió su marido
para dirigirse a Harold con tono entre emocionado y lleno de respeto.- Abuelo,
siempre te recordaré… siempre serás un ejemplo para mí. Te juro por lo más
sagrado que haré honor a tu memoria.
Por
toda réplica éste sonrió con afecto y le guiñó un ojo, luego perdió el
conocimiento. Roy no pudo evitar que dos lágrimas le cayeran por las mejillas.
-¡Vamos, cariño! Lo siento muchísimo pero sabes que no puedes
hacer nada por él. - Le insistió una también emocionada Bertie tomándole de un
brazo .- ¡Por favor!
Tanto
ella, como Ami y el abatido muchacho se dieron la mano. Justo a tiempo para ver
como Jadeite, el cuerpo de Harold y los del resto de los fallecidos eran
tragados por aquel agujero oscuro. Aunque ellos reaparecieron en medio del
salón de la casa de los Malden y junto a ellos la esfera, que ahora no emitía
luz alguna…
-Hemos vuelto.- Musitó Bertie una vez se
rehicieron.-
Aunque
su esposo no pronunció palabra, Ami tampoco. Los dos se miraban con una
incontenible emoción. Beruche enseguida pasó sendos brazos por los hombros de
su esposo y de su amiga. Fue ella quien, algo más entera, les propuso.
-¡Las cartas! Esas cartas en
japonés…Puede que nos revelen el final de esta historia.
Su
marido enseguida fue a buscarlas. Beruche aprovechó para preocuparse por su
amiga.
-¿Estás bien, Ami chan?- Quiso saber
con afectuoso interés.-
Su
interlocutora apenas sí asintió. Tras suspirar largamente para contener esa
emoción que la embargaba pudo decir.
-Ahora entiendo muchas cosas. El porqué
mi madre no hablaba apenas del abuelo. Siempre me dijeron que la guerra le trastornó.
Que al volver estudió medicina con tesón pero que hablaba de cosas muy
extrañas. Y que quiso que su hijo siguiera sus pasos como médico.- Le contó
Ami.- Y luego también animó a estudiar medicina a mi madre.
Bertie
asintió en tanto la escuchaba, en eso que Roy volvió con una caja donde había
metido cuantas cartas en japonés encontró. Abrieron enseguida la que
correspondía a la fecha más antigua.
-Uno de abril.- Tradujo Ami quién
comenzó la lectura ante la atenta mirada de sus amigos.- Después de salir de
aquellos túneles pude ganar el acceso a la puerta. Los norteamericanos me
interrogaron sobre lo sucedido. Aquella explosión derrumbó las paredes cegando
por completo el acceso a ese lugar. Aunque algo me dice que ese cuarto
desapareció tragado por otra dimensión. Por suerte para mí, asumieron que todo
fue debido a explosivos que nuestras tropas almacenaban allí abajo. Sin embargo,
algunos soldados me culparon de haber saboteado de alguna forma aquello. Por
suerte el propio coronel americano al mando del puesto desestimó esas
acusaciones que podrían haberme costado ser fusilado. Afortunadamente para mí,
los americanos querían tener prisioneros de guerra japoneses para desmontar el
mito de que nunca nos rendíamos. De hecho, he sido de los pocos japoneses en
sobrevivir y me han enviado como prisionero a un campo militar. Allí tendré que
esperar a que termine la guerra.
-Pobre hombre, eso fue muy injusto.-
Suspiró Bertie.-
-Aquí hay más cartas.- Indicó Roy.-
Y le pasó otra a Ami
quién tradujo una vez más resumiendo el contenido…
-Diez de junio. Llevo aquí un par de
meses y me han destinado a la enfermería del campo. Cuido de los heridos y he
tratado de contactar con alguno de los soldados que sirvieron bajo el mando de
Harry-san. Quisiera poder cumplir su última voluntad. Su esposa tiene derecho a
saber que hasta el último momento pensó en ella. Yo mismo todavía no me creo lo
que sucedió. A veces pienso que debí de ser herido por alguna explosión y que
soñé todo aquello. Aunque de algún modo sé que sucedió de verdad.
-No dice nada de nosotros.- Comentó
Roy.-
-Es normal, supongo que estas cartas
estarían censuradas. La correspondencia de los prisioneros se leería por si
quisieran enviar información a su superiores.- Repuso lógicamente Bertie.-
Aunque
Ami les llamó la atención a todos cuando tomó una carta más y leyó.
-Escuchad esto. “Quince de agosto. Japón
se ha rendido. Al parecer los americanos lanzaron dos bombas poderosísimas que
redujeron a escombros Hiroshima y Nagasaki. Ojalá que esa fuerza tan terrible
de destrucción no provenga de aquellos malvados a los que tuvimos que enfrentar
en Iwo-To”…
-¿Iwo-To? ¿No era Iwo-jima?- Inquirió un
extrañado Roy.-
-Iwo-To era el nombre original. Ambos
palabras significan isla.- Le aclaró Ami quién prosiguió.- Dice más... “hay
noticias, algunos de nuestros guardianes nos han dicho que pronto podremos
volver a Japón. Cuando se firme oficialmente la rendición la guerra habrá
terminado y dejaremos de ser prisioneros. Estoy deseando volver a ver a mi
esposa y quiero ser ese médico del que esa joven guerrera se sentía tan
orgullosa” –Pudo terminar Ami ahora con lágrimas aflorándole.-
-Mira, otra carta más. ¿Puedo?- Le pidió
afectuosamente Bertie, tomando el relevo en la lectura de su emocionada amiga,
que asintió en tanto se enjugaba las lágrimas.- “Veinte de septiembre, al fin
en casa. Mi esposa Saeko y yo nos reencontramos. Fueron momentos muy felices.
Ahora solamente deseo comenzar de nuevo. Me he apuntado a la facultad de
medicina. Nuestro país deberá ser reconstruido y también hacen falta muchos
doctores
Roy
asintió, sonriendo levemente en tanto pasaba un confortador brazo tras los
hombros de Ami y le decía.
-Me alegro por ellos. Se merecían
disfrutar de sus vidas.
Beruche
guardó silencio mirando con emoción como su amiga asentía entre sollozos, no
tardó en proseguir la lectura.
-“Más buenas noticias. Pude contactar al
fin con uno de los hombres de la compañía de Harry-san. Me confirmó que sus
efectos personales le fueron enviados a su viuda. Al menos en eso me aseguré de
que sus últimos deseos se viesen cumplidos, solo me resta una cosa más por
hacer. El último encargo del general”…- Remachó Bertie.- Termina aquí.
-No tenemos más cartas. – Comentó Roy
que añadió intrigado.- Lo que no sé es cómo llegaron estas que escribió tu abuelo
a poder de mi abuela Ethel.
-Tendríamos que preguntárselo a él.-
Suspiró resignadamente Ami.-
Aquello
pareció darle a Roy una idea. El chico se agachó para susurrarle algo a su
mujer. Luego se separó un poco de ella para decir en voz alta.
-Creo que en un caso así, estaría más
que justificado.
Beruche
esbozó una cálida sonrisa y asintió despacio, para contestar con tono suave.
-Sí, lo estaría…
Roy
sonrió a su vez pidiéndole a Ami.
-¿Podrías contactar con tus compañeras?
Me gustaría que me guiasen con su energía. Vamos a viajar a Japón sin sacar
billete de avión…
-Podemos ir sin problema, a estas horas
en nuestro país, Rei suele está sola en la sala de meditación de su santuario.-
Les dijo Ami.-
-¿Entonces nos vamos?- Quiso saber Roy
mirando con simpatía a la sailor.-
Aunque
en ese instante tanto Roy como Bertie y Ami sufrieron una transformación en su
vestuario. Él apareció con un traje, chaqueta y pantalones blancos y corbata
negra. Ellas con un vestido, Bertie negro y zapatos a juego. En el caso de Ami,
llevaba un kimono blanco ceremonial.
-¿Qué significa esto?- Quiso saber el
chico.-
-Confiad en mí. Lo necesitaréis.- Le
respondió la voz de Landar.-
-¿Para qué? – Inquirió el chico.-
Sin
embargo, el mago no habló. Entre tanto Bertie y Ami se miraron como si ellas sí
que comprendieran el significado de aquella vestimenta.
-Luego te lo explicamos, cariño.- Le
susurró Beruche.-
Pero
Roy estaba lejos de estar satisfecho e
hizo otra pregunta con un tono teñido de malestar y enfado.
-Dinos. ¿Por qué nos diste esa piedra
Yalmutud? ¿Sabías lo que íbamos a ver, verdad? También lo que iba a ocurrir. No
podríamos alterar nada pero en cierto modo si lo hemos hecho. ¡Responde,
maldita sea!- Remató con visible enojo.- No soporto estos estúpidos juegos
tuyos. Y menos cuando se trata de nuestras vidas y familias.
A
eso siguió un momento de incomodo silencio que Bertie rompió rogándole a su
esposo con tono conciliador.
-Ya basta, por favor. Si no te contesta
sus razones tendrá. Debemos confiar en él. Ahora será mejor que nos vayamos
ya.- Añadió dirigiéndose a su amiga.-
¿Podrías avisar a Rei, Ami-chan?
Y mientras Roy se
calmaba y asentía Ami no se hizo de rogar. Utilizando su miniordenador
enseguida se comunicó con su compañera haciéndole un breve resumen de lo
acontecido…La sacerdotisa de Hikawa le confirmó que podían transportarse sin
riesgo de ser vistos. Acto seguido se concentró en la postura del loto,
meditando junto al fuego del santuario emitiendo algo de su energía. Eso bastó
para Roy, Ami y Bertie aparecieran de pronto junto a ella unidos de las manos.
-Me alegra verte, Rei-chan.- Saludó
Beruche.-
-Igualmente.- Replicó ésta tras
levantarse.- Bertie- chan, Ami-chan, Roy-san.
Lucía
su kimono de miko. Se acercó a su amigo y le ofreció la mano. Éste se la
estrechó dándole después un par de afectuosos besos en cada mejilla. La
muchacha no pudo evitar ponerse colorada en tanto su amigo le preguntaba con
afabilidad.
-¿Sabes algo del paleto de Kansas y
señora? Hace unos días que no hablamos con ellos.
- No, nada nuevo.- Repuso la todavía
azorada muchacha.-
-Roy.- Terció Beruche con tono entre
paciente y amonestador.- ¿Qué te tengo dicho cuando saludes a nuestras amigas?
-Sí, vale.- Suspiró éste.- Disculpa
Rei.- Añadió haciendo una leve inclinación.- Perdonad, siempre olvido que
hacéis este saludo tan soso.
-En nuestra cultura es una muestra de
respeto.- Le explicó distendidamente Ami.- Y la inclinación es mayor cuanto más
se respeta a la persona.
-¡Me tendré que tirar al suelo entonces!
- Sonrió el joven tratando de distender la atmósfera.-
Y
lo logró. Las muchachas se rieron moviendo la cabeza sin poderlo evitar. ¡Ya le
conocían! Ese chico no cambiaría nunca. Era un pillastre, pero encantador. Aunque
enseguida recobraron un tinte más serio en cuanto Ami le comentó a su colega
guerrera y amiga con algo más de concreción el motivo de su visita.
-Bueno.- Intervino Rei ya con su
dinamismo habitual.- Entonces, por lo que me habéis contado deseáis algo de
información sobre tu abuelo. ¿Era eso?- Le preguntó a su compañera Sailor.- ¿Ver qué pasó? ¿Saber
cómo está su alma? ¿Por eso habéis venido vestidos de luto?
-¿De luto?- Se extrañó Roy mirándose el
traje sin comprender.-
-El blanco es el color del luto en
oriente. Al menos el tradicional. Aunque ahora muchos aquí suelen vestir de
negro al modo occidental.- Le aclaró Bertie.- Eso es lo que íbamos a
explicarte.
Entre
tanto Ami le pidió a su compañera.
-Por favor. Si pudieras detectar algo
con tus poderes de clarividencia.
La
morena sacerdotisa asintió y volvió a sentarse con las piernas cruzadas.
Tomando uno de sus papeles especiales en donde tenía algo escrito en kanji
comenzó a meditar. Dio varias palmadas y recitó una cuenta en japonés. De
pronto las llamas ardieron con más energía y se alzaron levemente. Al cabo de
unos instantes Rei sonrió ligeramente para afirmar.
-Su alma está en paz. Y se siente muy
feliz y orgullosa de ti, Ami-chan. Y... espera… creo que tiene algo para
ti…debes ir a su encuentro…- Añadió algo crípticamente la sacerdotisa,
remachando en tanto obsequiaba a su amigo con una enigmática mirada de sus
profundos ojos malva.- Tú y también Roy…
-Me gustaría poder hacerlo pero la
esfera que usamos perdió su poder.- Se lamentó ésta.-
-No hará falta que viajéis en el tiempo.
Solamente dime una cosa. ¿Dónde reposan sus cenizas?- Quiso saber Rei.-
-Tendría que preguntárselo a mi madre.-
Repuso Ami que había sacado ya su miniordenador para llamar a su progenitora.-
-Pues hazlo. Entre tanto avisaré a las
demás.- Dijo la sacerdotisa.-
Así
lo hicieron, Ami se comunicó con la doctora Mizuno llamando al teléfono de esta.
La interpelada se extrañó mucho de aquella pregunta. Sin embargo, su hija le
contó al menos parte de la historia, que el abuelo de Roy y el propio padre de
Saeko se conocieron en la Segunda Guerra Mundial y se hicieron amigos. La
atónita mujer le contestó.
-Mi padre habló de eso alguna vez. De un
soldado americano que salvó su vida. Esto debe de ser karma sin duda. Verás,
sus cenizas reposan en una tumba que está en el cementerio Yanaka Reien.
-¿Dónde están las tumbas de algunos
miembros de la familia Tokugawa?- Se sorprendió su hija.-
-Sé dónde está. Muy cerca de la estación
de Nippori.- Les comentó entre tanto Rei a sus amigos.- La línea Yamanote. Ese
barrio, el de Yanaka, fue de los pocos no destruidos durante la Segunda Guerra
Mundial.
-Muchas gracias, mamá.- Se despidió Ami
tras añadir.- ¿Querrías venir con nosotros? ¿Estás muy ocupada?...Sí, claro.
Podemos aguardar un par de horas a que termines tu guardia. Nos veremos allí…
Tras
colgar la muchacha les comentó que su madre deseaba ir a darle las gracias a
Roy en persona. El atónito muchacho se sorprendió preguntando.
-¿Darme las gracias a mí? ¿Por qué? Yo
no he hecho nada.
-Pero mi madre desea dártelas en honor a
la deuda que mi abuelo contrajo con el tuyo.- Le explicó su amiga.- Y créeme
cuando te digo que, sabiendo lo ocupada que siempre está, el hecho de decirme
que nos verá allí en un par de horas ya es algo realmente increíble. Y
demuestra lo importante que para ella es.
-Así tendremos tiempo para que lleguen
las demás.- Suspiró Rei afirmando con tono categórico.- Ya sabéis lo tardonas
que son. Sobre todo Usagi y Minako.
Enseguida
las llamó advirtiéndolas de ir apropiadamente vestidas. Desde luego que Usagi
comenzó despotricando sobre lo imprevisible que era Rei para citarlas, aunque
en esta ocasión el tono de la sacerdotisa no le dio lugar a la duda. Empero no
quiso entrar en detalles.
-Os pondremos al corriente cuando lleguéis.-Le
prometió la miko.-
-Entiendo que es algo muy importante.-
Afirmó ya más seriamente Usagi.- Muy bien, llegaré lo antes que pueda.
Minako aseguró lo
mismo y las muchachas, en efecto, tardaron apenas una hora en aparecer. Todas
lucían atuendos similares a los de Ami. Saludaron enseguida a sus amigas y a
los visitantes. Esta vez Roy hizo aquella cómica inclinación aunque fue Usagi
la que le ofreció la mano afirmando con tono desenfadado.
-¡Chócala!
-¡Tú eres de las mías! - Rio su amigo,
dándole aquel característico saludo americano del “give me five”-
-Bueno. ¿A qué se debe esta urgencia?-
Quiso saber Makoto.- Tuve que regar las plantas a todo correr.-
-Y yo estaba ensayando una de mis
canciones para las pruebas de ídolo.- Añadió Minako.-
-Pues yo estaba tumbada en la cama y sin
nada que hacer. ¡Qué bien que hayáis venido!- Se rio Usagi llevándose una mano
al cogote.-
Aunque
los rostros de sus amigos lucían serios ahora. En pocos minutos les resumieron
lo que había sucedido. En esta ocasión Usagi dejo de interpretar el papel de
alocada que muchas veces adoptaba y les escuchó con gesto serio. Cuando
terminaron comentó de un modo críptico.
-Deberíais hablar con Haruka y Michiru
de una cosa. Aunque eso puede esperar. Debemos ir para allá cuanto antes. No
sería de buena educación llegar tarde. Sobre todo si viene la madre de Ami.
-En metro aquello no está a mucho más de
media hora de aquí.- Calculó Makoto.-
-Pues no perdamos tiempo, nos quedan
poco más de cuarenta y cinco minutos.- Les recordó Rei.-
La
joven sacerdotisa ni tan siquiera se cambió de ropa, yendo con su kimono
ceremonial. Tuvieron que andar un rato hasta la estación pero finalmente
abordaron el metro. Por suerte no era hora punta y podían ir con relativa
comodidad. Invirtieron un total de cincuenta minutos y al llegar la madre de
Ami ya estaba allí. Era una mujer de apariencia agradable, muy similar a su
hija. Frisaría los cuarenta y cinco años aunque parecía más joven debido a que
su piel era muy tersa. Vestía un kimono muy similar al de su hija.
-Disculpa el retraso, mamá.- Le pidió
Ami llegándose a ella para presentar.- A
mis amigas ya las conoces, estos son Roy y su esposa Bertie.
Ahora
el muchacho ofreció su mano con seriedad, lo mismo que su mujer. Saeko se la
estrechó y acto seguido se inclinó respetuosamente ante el joven manteniéndose
así durante unos instantes que se antojaron interminables.
-Por favor, señora Mizuno. Le aseguro
que eso no es necesario.- Pudo decir el atónito chico que se sentía algo
envarado por aquello.-
-Por la memoria de mi padre y de su
abuelo, sí que lo es.- Sonrió la mujer quien tras recobrar su posición normal,
invitó a todos.- Vamos, os guiaré hasta la tumba.
Y
así la siguieron caminando hasta que por fin llegaron ante una lápida con
inscripciones en kanji. Y una fecha que, sin embargo, estaba escrita en
caracteres occidentales.
-Mizuno Kenshiro.- Leyó respetuosamente
Ami.- Mil novecientos veinticuatro, a mil novecientos setenta y siete. Murió un
año antes de nacer yo. Lástima no haberle conocido.- Agregó más que nada para
dirigirse a su propia madre.-
-Murió joven, con la salud deteriorada.
Trabajó muchísimo para atender a otras personas y no se cuidó de él mismo.- Se
lamentó Saeko quien, esbozando una sonrisa de añoranza, les comentó.- Siempre
hablaba de su amigo americano. Y durante años envió cartas a la dirección que
tenía de él. Incluso algunas de las que le había mandado a mi madre durante la
guerra.
-Sí, las tenemos en nuestra casa.-
Afirmó Roy, agregando con amabilidad.- Si quiere puedo devolvérselas. Son
suyas, señora Mizuno.
-No - repuso su interlocutora.- Mi padre
quería que le llegasen a su familia. Era muy raro para eso, pero tendría sus
razones. De pequeña me contaba como su
amigo del ejército de Norteamérica y su jefe el general, pelearon contra unos
malvados seres de otro mundo. A mí eso me fascinaba. Aunque luego crecí. Y
claro…él había sufrido mucho en la guerra y es normal que se viese afectado por
traumas y psicosis, para inventarse esas historias.
Sus
oyentes cruzaron miradas de asombro y complicidad, pero no replicaron a eso. La
doctora Mizuno tras una breve pausa, añadió.
-Mi padre decía unas frases algo extrañas
cuando yo le afeaba el ir contando aquellas extrañas historias suyas. Más bien
las canturreaba. Quizás se refería al abuelo de usted .- Conjeturó Saeko y
haciendo memoria, recitó.
Te veo amigo
y toco tu cara otra vez.
Los milagros ocurrirán cuando viajamos.
Los milagros ocurrirán cuando viajamos.
Aquella puerta cerrada.
Nunca sobreviviremos a no ser que
estemos un poco locos.
Roy,
Bertie y Ami se miraron atónitos, el resto sencillamente no comprendía nada. Y
la doctora suspiró para añadir.
-Nunca entendí lo qué quería decir…El
pobre debía de estar alucinando. Aunque fue muy extraño. Insistió en escuchar
una canción de un artista extranjero poco antes de morir. Pero esa canción no
existía. Es más, por curiosidad indagamos y pasaron años hasta que apareció.
Eso sí que me dejó atónita. Jamás me lo pude explicar. ¿Cómo sabía la letra?
Roy,
Bertie y Ami se miraron con asombro una vez más. Esas frases correspondían a
aquella canción que escucharon justo cuando entablaron contacto con Ken, Harold
y el general. Y ellos pudieron escucharla antes de verles. Fue el muchacho
quien cantó entonces algunas estrofas para sorpresa de Saeko y perplejidad de
Usagi, Minako, Makoto y Rei.
Y cuando veas
cosas
Del tamaño que nunca has visto antes
Antes de que lo rompan
Algún día
Del tamaño que nunca has visto antes
Antes de que lo rompan
Algún día
Sólo el niño sabe
Sus cosas
Del tamaño
que nunca has visto antes
Algún día...
-¡Si! Esa era…Pero ¿cómo lo sabe?
-Debió de mandar alguna carta poco antes
de morir donde lo escribiera.- Trató de justificar Bertie.-
Por su parte Roy no respondió a eso,
se adelantó y en el mejor modo nipón hizo una gran y larga inclinación
reverencial. Esta vez con total seriedad. Las mujeres, impresionadas por ese
gesto, le imitaron. Ami, Saeko y Bertie a su lado, el resto se mantuvo prudente
y respetuosamente unos metros atrás. Únicamente Rei, como sacerdotisa, se
colocó arrodillada ante la tumba para llevar a cabo un ritual de purificación y
de honras al difunto. Al cabo de unos instantes que parecieron transcurrir a
cámara lenta recuperaron sus posturas normales. Fue entonces cuando Ami creyó
ver algo en aquella lápida. Unos extraños caracteres. Sin embargo, optó por no
decir nada de momento. Su madre a todo eso, se despidió de todos tras colocar
unas flores que había traído.
-Si alguna vez necesita cualquier cosa
no dude en llamarme.- Le ofreció amablemente a Roy agregando con tono muy
reconocido.- Mi padre siempre dijo que, de no ser por su abuelo, él hubiese
muerto y nosotros jamás habríamos nacido. Ni mi hermano Naoki, ni yo…E incluso
me llegó a decir que tampoco mi hija. Es curioso.- Se sonrió la mujer
dejándoles a todos entre atónitos y emocionados.- ¿Cómo podría predecir que yo
tendría una niña? Otra extraña coincidencia más.
-Quizás en sus últimos momentos pudiera
tener una revelación. A veces los espíritus nos dicen cosas importantes. -
Terció respetuosamente Rei quién enseguida quiso bendecir aquel lugar con sus
ritos sintoístas.-
-Gracias.- Sonrió Saeko que, tras hacer
una leve inclinación que le fue correspondida por el resto, dijo antes de
alejarse.- Ha sido todo un honor conocerles, señor Malden, señora Malden. Y a
vosotras, espero veros pronto. Ami, te veré en casa.
-Hasta luego mamá.- Replicó la aludida.-
-Adiós, señora Mizuno.- Corearon el
resto de sus compañeras al alimón.-
Y
cuando la doctora se perdió caminando a
través del camposanto, Ami les comentó al resto lo que había visto
anteriormente, afirmando.
-Parece una clave alfanumérica. Recuerdo
que, en una de las cartas de mi abuelo, aparecía una secuencia.
-¿Te acuerdas de ella de memoria?- Se
sorprendió Roy.- ¡Es increíble!
-Eso no es nada para Ami-chan.-
Intervino Minako con una leve sonrisa.-
Y
la aludida se acercó tocando en aquellos caracteres. Para sorpresa del resto
una especie de pequeña tabilla de metal se abrió dejando al descubierto un
paquetito del tamaño de un sobre. Allí dentro había otra nota.
-Esa es la carta que el general le
entregó a Ken.- Comentó la atónita Bertie.- La que le dijo que no debía leer
todavía.
Ami
extrajo un papel de aquel sobre y, en efecto, se trataba de una carta que pudo
leer ante la expectación del resto…
-“Esta misiva no es como las demás. Las
otras quise hacerlas llegar a mi esposa para que sirvieran como crónica de
nuestra lucha por el Japón. Sin embargo, en este escrito está mi deseo de que
la humanidad entera pueda vencer en una guerra mucho más importante y terrible.
Va dedicada a vosotros, los guerreros del mañana. Algunos, descendientes de los
que son mis enemigos hoy, seréis los amigos en los que confío para que se
consiga la derrota del mal. Sé que, igual que nosotros hemos de hacer hoy, en vuestro
futuro tendréis también grandes sacrificios que realizar para preservar el
mundo que conocéis. Hacedlo con honor. Sois los elegidos para ello. Tú en
especial, guerrera del agua. Gracias al engaño al que sometí al enemigo
haciéndole creer que era su aliado, éste me reveló parte de lo que había visto
del futuro en su bola. Querían impedir que ese porvenir de esperanza para la
humanidad sucediera. Tanto tú, como tus compañeras y los otros aliados que
tendréis, seréis fundamentales para derrotarles. Por ello mismo, cuando
averigüé la identidad de tu antecesor, me aseguré de destinarle aquí y de que
no tomara parte en los combates. Su vida es preciosa. No debe perderse. Pese a
todo, el enemigo intentará acabar con él y acceder a nuestro mundo por otros
lugares. Ya lo hizo y por suerte, otro intento similar llevado a cabo en
Francia, fracasó. Si logramos que éste intento también lo haga el continuo
devenir del espacio temporal no se verá afectado y hasta esos malvados
olvidarán lo que suceda. Al menos eso creí entender de sus extrañas palabras. Eso
os dará tiempo a nacer en este mundo y estar preparados para cuando traten de
intentarlo de nuevo. Por mi parte haré lo que debo hacer. Suerte y banzai”-
Concluyó una emocionada Ami.-
Hubo
un momento de respetuoso silencio en el que todos reflexionaron sobre el
alcance de aquellas proféticas palabras. Al fin fue Roy quien tomó la palabra
declarando.
- Tenía toda la razón. Hemos hecho grandes
sacrificios.- Suspiró el chico ante las miradas amables y comprensivas de las
chicas, cuando agregó con un ligero poso de amargura y también de reflexión.-
Mi familia adoptiva se vio envuelta de lleno en esto. El destino les obligó a
sacrificarse una y otra vez. Hasta hoy creía que aquello solamente les sucedió
a mis padres. Ahora, incluso mi primer abuelo tuvo que hacerlo. Pero es curioso.
Al parecer todo estaba trazado del mismo modo. Los que comenzamos siendo
enemigos terminamos convirtiéndonos en amigos buenos y leales.
-Es cierto.- Convino su mujer
aferrándole cariñosamente de un brazo con sus dos manos.- A mis hermanas y a mí
nos sucedió. A ti también cuando te libraste de Armagedón.
-Incluso a Nephrite. Quizás él sepa algo
de esto. Era compañero de ese tipo.- Recordó Roy.-
-No lo creo.- Terció Ami.- Fue tal y
como el general Kuribayashi pensaba. Al fracasar el plan el tejido espacio-
temporal volvió a su ser y olvidaron todo eso como si jamás les hubiera
sucedido.
-Y sin embargo, hay alguien que creo os
podría contar más.- Intervino enigmáticamente Usagi que pasando a un tinte más
jovial le recordó a Bertie.- Otra cosa, antes de iros sería bonito que vierais
a Petz y a Zafiro.-
-Es cierto.- Convino ésta.- Hace bastante que no coincidimos. Lo haremos, ¿verdad
Roy? Ya que estamos aquí.
Aunque
su esposo no respondió a eso, se había quedado con las primeras palabras de su
amiga y le insistió con curiosidad.
-¿A quién te refieres? ¿Quién nos podría
contar más? ¿Landar quizás?
Usagi
se sonrió levemente ahora, no tardó en contestar.
-No estoy al corriente de los detalles. Ya
te lo dije antes. Tendrías que hablar con Haruka y Michiru, y sobre todo con tu
cuñada Setsuna. Ellas saben de quién se trata. Incluso puede que Esmeralda
también lo sepa a estas alturas. No estoy segura de eso. Por si acaso, mejor
que no le preguntes nada ni a Diamante ni a ella.
Ni
Roy ni el resto parecieron comprender eso.
-¿A qué te refieres?- Inquirió el
chico.- ¿Qué es lo que no debo preguntarles?
Aunque
en esta ocasión Usagi le miró con expresión seria y replicó con tono sereno y
suave. Como si no fuese ella sino la reina Serenity quien hablase.
-Confías en mí, ¿verdad?
-Sí. Siempre. - Repuso él sin vacilar.-
-Entonces sigue mi consejo, dale tiempo
al tiempo. Y habla con las exteriores. Pero no le cuentes nada a Diamante ni a
Esmeralda todavía. No es su momento de saberlo aún.
-Bueno, y por si acaso, mejor no
hablaremos de ello con mi hermana Petz y con Zafiro cuando vayamos a visitarles.
Podrían contárselo sin querer.- Terció Bertie.-
Roy asintió. De todos
modos se hacía tarde y decidieron marcharse del cementerio tras presentar sus
respetos por última vez ante la tumba de Kenshiro. En efecto Beruche y su
marido se despidieron de sus amigas.
-Me ha encantado veros a todas.- Sonrió
Bertie, que enseguida recordó un pequeño detalle.- Pero Ami, tendrás que volver
con nosotros, te dejaste el equipaje en nuestra casa.
-No hay prisa.- Sonrió la chica.-
Aprovechad para ver a tu hermana. Lo otro me lo podéis enviar.
-O mejor déjalo allí. Así tendrás otra
razón para volver a visitarnos.- Sonrió Afablemente Roy. -
Ami asintió a su vez
y tras darles la mano se marchó junto con sus compañeras. La pareja se quedó
allí, observándolas en tanto se alejaban. Finalmente Roy declaró.
-¡Ha sido una experiencia increíble! Y
me ha reforzado en la creencia de que existe una razón para todo lo que hemos
hecho.
-Es verdad. Todo parece interconectado
de un modo muy sutil y perfecto.- Admitió su esposa.-
Y sin más decidieron irse ya. Visitaron a Petz y Zafiro quienes se
sorprendieron mucho de verles allí. Los recién llegados arguyeron que habían
venido de vuelta con Ami. Cosa que técnicamente era cierta.
-¿Y habéis usado la traslación?- Se
sorprendió Zafiro.-
-Sí, bueno…- Se sonrió algo
traviesamente Roy.-
-Se supone que no debemos usar nuestros poderes
si no es por una buena razón.- Terció Petz con tintes admonitorios.-
-Ha sido culpa mía, quise traer pronto a
Ami-chan para que viese a su madre.- Intervino Bertie.-
Roy
miró a su esposa con apuro, la pobre se estaba adjudicando toda la
responsabilidad.
-De tu marido me lo podía imaginar, pero
de ti.- La riñó su hermana mayor.-
Bertie
bajó la mirada sin replicar, aunque Petz enseguida sonrió, moviendo levemente
la cabeza y agregó ya con desenfadado tono.
-De todas formas, me alegro de que hayáis
venido a vernos.
-Sí, eso. Es difícil que podamos
quedar.- Añadió un animado Zafiro.-
-¡La próxima vez llamamos a tu hermano
el principito, al paleto de Kansas y al estirado del Nephrie con sus
respectivas y montamos una fiesta!- Propuso Roy fiel a su estilo alocado.-
Todos
se rieron con aquello. Pasaron un buen rato todos juntos charlando de cómo les
iban las cosas, aunque Bertie y su esposo no les contaron aquella sorprendente
historia. Después de despedirse pudieron charlar con Haruka y Michiru a quienes
sí pusieron al corriente de lo acaecido. Ellas les orientaron sobre aquellas
enigmáticas palabras de Usagi, aunque sin darles muchos detalles.
-Algo ocurrió en Francia, sí.- Admitió Haruka.-
en esa misma época más o menos. Fue un hecho aparentemente sin importancia en
el curso de la guerra pero fundamental para el destino de este mundo. Lo mismo
que vuestra aventura.
-Tiene muchísimo que ver con lo que os
ha pasado. Pero digamos que sucederá en otro momento. Al menos desde el punto de
vista de Esmeralda. Y es muy importante que no lo sepa.- Les advirtió Michiru.-
-Por eso, contamos con vuestra discreción.-
Añadió Haruka.-
-Entonces, está claro que no debemos
decirle nada a Esmeralda sobre esto.- Consultó Bertie una vez más.-
-No, dejad que sea ella quien lo
descubra, en su momento. Debe ser así.- Repuso crípticamente Michiru.-
-Apuesto a que Setsuna tuvo mucho que ver
en eso.- Comentó Roy.-
-Lástima que esté de viaje con Lornd.-
Agregó Beruche.-
-Tampoco podría contaros más que nosotras.-
Les aseguró Haruka.-
-Bueno, ¡qué le vamos a hacer! Contadnos
algo vosotras de cómo os van las cosas. ¿Tú Haruka vas a venir a correr a
América?- Quiso saber Roy.-
-Eso espero.- Sonrió la interpelada mirando
con afabilidad a ese chico desde sus azules ojos, al tiempo que se apartaba un
poco un mechón de su rubio y corto cabello.-
-Pues en tal caso, si vas cerca de casa,
pásate a vernos. Lo mismo te digo Michiru, si das algún concierto por allí.
-Lo haremos, muchas gracias por la
invitación.- Respondió amablemente esa atractiva muchacha de cabellos y ojos
verdemar.-
-Vamos a tomar algo y nos contáis qué
tal os va todo con Hotaru.
-Bueno, ella pasa mucho tiempo con su
padre últimamente.- Empezó diciendo Michiru en tanto se sentaban en una
cafetería de la zona.-
Y tras departir con
esas dos, finalmente y utilizando el avión esta vez, los esposos retornaron a
los Estados Unidos. Estaban interesados en saber qué tendría que averiguar su
amiga Esmeralda.
-Es una pena no poder ponerla en antecedentes.-
Opinaba Roy.-
-Pero ya sabes que si Usagi, Haruka y
Michiru nos lo han desaconsejado, sus motivos tendrán.- Le recordó Bertie.-
-Eso es verdad.- Reconoció su esposo,
quien pese a todo comentó.- Pero estoy impaciente por saber qué le sucederá a
nuestra amiga.
Beruche convino ene
so. No obstante, con los avatares de sus vidas y demás aventuras poco a poco se
fueron olvidando de aquello. Fue bastantes años después cuando conocieron la
respuesta. Esmeralda heredó la dirección de la firma Deveraux y con ella
algunos secretos de la que fuera su mentora Madame Alexandra Deveraux. Fue
precisamente tras el entierro de su jefa cuando la joven modelo y diseñadora
pudo así enterarse de una historia realmente interesante que, sin embargo tal y
como las sailors les advirtieron a Roy y Bertie, deberá ser contada en otra
ocasión.
Gracias a las siguientes páginas que me
sirvieron de fuentes de información.
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