Tokio, capital de Japón, un soleado atardecer, en el
barrio céntrico de Minato, en Roppongi Hills, en un elevado piso de un bloque
de apartamentos. Allí, viven desde hace algún tiempo las cuatro hermanas
Malinde, las ex-Ayakashi, que trabajasen para la derrotada Luna Negra de
Némesis, el planeta número diez del Sistema Solar.
Tras
ser vencidas por las guerreras y transformadas en personas normales abrieron
una tienda de cosméticos y belleza, al principio un pequeño puesto llamado
"Beauty Quartete", del que, amparadas por sus conocimientos en la
materia y su arduo trabajo, lograron prosperar. Después de poco tiempo se
decidieron a adquirir la prestigiosa tienda Otafukuya, aprovechando que los
dueños hacían liquidación por final de negocio. Mientras tanto, las dos
pequeñas se interesaron en estudiar la carrera de magisterio logrando superar
los dos primeros cursos, comprimidos en unos meses, con excelentes notas.
Animadas por sus hermanas mayores, sus amigas guerreras y sus propios anhelos,
solicitaron una beca para cursar su último año en el extranjero. Querían
perfeccionar sus técnicas en pedagogía y en idiomas. Como habían estudiado
inglés en la especialidad, se decidieron por una universidad Británica o de los
EE.UU.
Al
cabo de pocos meses, Cooan, la hermana más joven, alta y esbelta, de largo y
rizado pelo oscuro y unos hermosos ojos violetas, bajó a recoger el correo y
descubrió entre las cartas una sellada con el membrete del Ministerio de
Educación. La abrió con gran impaciencia y tras leerla sus ojos se abrieron
como platos y sonrió. Sin poder contener su entusiasmo empezó a dar saltos en
el portal ante la atónita mirada de algún vecino que subía y bajaba por ahí.
-¡Ah, lo conseguimos, que alegría! ¡Tengo que subir
a contárselo a las demás!
Estaba
tan excitada que ni siquiera se acordó de usar el ascensor. Subió trotando por
las escaleras como una exhalación. Casi chocó con dos individuos que debían de
estar hablando. Uno de ellos, un joven muy alto de largo cabello castaño le
sonrió con simpatía observándola divertido y el otro tipo, moreno y con perilla,
esbozó asimismo una leve sonrisa cuando ella se excusó por su ímpetu.
-Disculpen.- Les pidió al pasar entre ellos.-
Tras aquella carrera llegó jadeando. Abrió la puerta
del piso y la dejó cerrarse con estrépito. Mientras, repuesta apenas del
esfuerzo y recobrando aire entre resuellos, todavía fue capaz de entrar
gritando y brincando de alegría, atravesar el hall y precipitarse en el
interior del salón.
-¡Chicas, lo logramos, Bertie, Kalie, Petz, venid a
ver esto!
Petz,
la mayor de las cuatro hermanas, alta, de pelo verde oscuro recogido en un moño
y ojos a tono, estaba haciendo un castillo de naipes para matar el lánguido
aburrimiento que la embargaba a esas horas de la tarde. Trabajosamente acababa
de colocar la última carta en la cima cuando los gritos de la recién llegada la
sobresaltaron y le hicieron tirar toda la construcción. Se levantó hecha una
furia y le chilló a su hermana.
-¿Se puede saber a qué viene tanto escándalo, Cooan?
¿Tú sabes las horas que me he pasado para levantar este castillo? - La
recriminó visiblemente contrariada en uno de sus característicos arranques de
genio. -
Karaberasu,
la segunda en edad, salió de su dormitorio atraída por el revuelo. Lucía una
mascarilla de belleza hecha a base de rodajas de pepinillos, con su castaño
pelo recogido por un elegante lazo rojo. Sus inquisitivos ojos color miel
escrutaron la escena. Divertida, se acercó a la enfurecida Petz y dijo en tono
burlón.
- No te enojes tanto. Debe de habernos tocado algún
premio en uno de esos concursos tan bobos a los que escribe Cooan. A lo mejor
viene a decirnos que hemos ganado un viaje con todos los gastos pagados a un
balneario.
- Te equivocas - respondió ésta sacando la lengua a
sus hermanas para desvelar. - Mucho mejor que eso, chicas, no os lo vais a
creer... ¿recordáis la carta que Bertie y yo mandamos solicitando una beca? - Las sondeó con impaciencia por obtener una
contestación afirmativa. -
- Sí ¿y qué?...- respondieron ambas al unísono. -
-¡Pues resulta que ha llegado la contestación y nos
la han concedido! - Exclamó Cooan alborozada
a la par que mostraba la carta agitándola en su mano derecha y
señalándola con su otra mano. - Os la leeré.- Declaró atropelladamente para
proseguir respirando algo más profundamente. -"Estimadas señoritas,
recibida su solicitud y a la vista de su brillante expediente académico en sus
dos primeros años del daigaku, dada asimismo la ampliación de becas en el
presente año y teniendo en cuenta también el reciente acuerdo firmado entre el
Ministerio de Educación y numerosas universidades extranjeras, etc., etc...(Recitó
la excitada chica saltándose el resto de formulismos para ir al grano). Nos es
grato comunicarles que nuestro fondo de becas les ha concedido el objetivo de
su petición. El sufrago de viajes y gastos de matrícula y material en la universidad
del país que ustedes seleccionen dentro de los adheridos al convenio. A tal
efecto deberán personarse al plazo de diez días hábiles tras la recepción de
esta carta en nuestro ministerio, trayendo sus expedientes académicos para la
obtención de los respectivos permisos acreditativos. Dándoles la enhorabuena se
despide de ustedes atentamente el Ministro de Educación Japonés, Monbukagakusho”
Eso
dejó perplejas a sus hermanas durante unos segundos, al poco se miraron y sonrieron
relajando sus expresiones.
-¡Fantástico chicas! ¡Ya sabía yo que lo
conseguiríais! - Exclamó Karaberasu de forma también eufórica. -
-¡Tengo que decírselo a Bertie!, se pondrá
contentísima. - Replicó Cooan de igual modo. -
- Pues tendrás que esperar. No está, fue a visitar a
Ami y aún no ha regresado.- Informó Petz muy feliz también pero haciendo gala
de un mayor dominio. -
Cooan
asintió, aunque estaba realmente impaciente por contárselo a su hermana. ¡Eso
era su sueño hecho realidad! Parecía increíble, tras esos dos años viviendo
como mujeres normales, tras todo lo que habían pasado. Ahora, aquellos
recuerdos le venían a la mente como un caleidoscopio de emociones e imágenes.
Su propia lucha contra Sailor Marte, su terrible desengaño amoroso. La
desesperación que la inundó entonces cuando se percató de que su superior
simplemente la consideraba un instrumento. A punto estuvo de sacrificar su
propia vida por una causa tan estéril como equivocada. Entonces, cuando más
acorralada y desesperada se sentía, la guerrera del fuego se apiadó de ella y
la salvó. Le dio ánimos y coraje para afrontar una nueva vida. Y ella aceptó el
reto. Tras su redención, cuando Sailor Moon la purificó con la energía del
Cristal de Plata, empezó de cero. Dejó
de usar su nombre de Némesis, Kermesite, y adaptó la versión de su país de
adopción. Rei la ayudó a instalarse, incluso le ofreció pasar unos días con
ella. Las demás chicas la rodearon enseguida aceptándola de inmediato como a
una más del grupo. Por primera vez supo lo que eran la amistad y el
compañerismo. Aun así echaba de menos a sus hermanas. Gracias al Cielo, a los
pocos días Bertierite, como Bertie era llamada en la Luna Negra, apareció
tratando de cumplir una misión. En aquella torre de ajedrez se enfrentó con Ami
y a punto estuvo de vencer y de matar a las demás guerreras. Pero entonces fue
abandonada por sus hermanas mayores. Cooan sabía lo que era sentirse repudiada
y sola. Pudo convencer a Bertie de que el mundo podía ser un sitio maravilloso
y, en lugar de apostar por el sacrificio inútil, su hermana confió en ella y se
dejó purificar. Después ambas estuvieron más unidas que nunca. Incluso lograron
persuadir a Karaberasu y Petz a unirse a
ellas tras sacarlas asimismo de esa errónea manera de enfocar las cosas.
-Nos costó lograrlo, pero mereció la pena.- Pensaba
la muchacha.- Las cuatro unidas somos una fuerza imparable. Para lo malo, pero,
sobre todo, para lo bueno.
Recordaba
una vez, en el Santuario Hikawa. Algunos meses después de haber sido purificadas
sus dos hermanas mayores. Cooan, como ahora se llamaba, había ido a visitar a
su amiga Rei. Era un día de mediados de abril. La encontró atendiendo a algunas
personas en el puesto de venta.
-Sí, con este amuleto, podrá enfocar mejor su energía
a fin de ser capaz de afrontar mejor cualquier desafío.- Le aseguraba a una
joven clienta.-
-¿Está usted segura?- Inquirió esa jovencita que no
debería tener más de quince años.-
-Totalmente.- Sonrió Rei, añadiendo, eso sí.- Pero
ante todo, debes tener fe en ti misma.
Y
Cooan asintió con aprobación. Eso era totalmente cierto. Aguardó un poco hasta
que esa chica se hubo ido tras darle las gracias a la sacerdotisa y la saludó
afectuosamente.
-¡Hola Rei-chan!
-Hola Cooan-chan.- Repuso la interpelada devolviendo
la cortesía.- ¿Cómo tú por aquí? ¿Venías a buscar clientas?
-No, venía a buscar a una buena amiga. Es una chica
de larga cabellera morena, ojos violetas llenos de fuerza y con una muy
carismática personalidad. ¿No la habrás visto?
Rei
sonrió agradeciendo esas palabras. Aunque quedó perpleja cuando ella le entregó una cajita.
-¿Qué es esto?
- Preguntó algo desconcertada.-
-Un regalo para ti.- Sonrió Cooan.-
-Pero si mi cumpleaños no es hoy.- Pudo sonreír
afablemente Rei, para informar a su amiga.- Faltan aún dos días…
-No es un regalo de cumpleaños. Es uno que refleja
mis sentimientos. Por favor, ¡ábrelo!
Y
la sacerdotisa obedeció desenvolviendo el paquete para encontrar un hermoso
frasquito de colonia. Parecía ser de bastante buena calidad a juzgar por el
exquisito diseño esmerilado de esa botellita de color rojizo. Rei la miró
ruborizada y apenas pudo decir.
-Yo…Bueno…te lo agradezco muchísimo, Cooan…pero yo
no soy…no quiero ofenderte es que…a mí las mujeres…
Ahora
fue Cooan la que se puso colorada y enseguida se rio, moviendo la cabeza para
aclarar.
-¡No se trata de eso, tonta! Yo te quiero mucho, de
veras. Pero no de esa forma.
-¡Claro! ¿En qué andaría yo pensando?- Se rio ahora
su azorada contertulia llevándose una mano al cogote. –
Y
ya extinguidas las carcajadas y bajados los colores faciales, Cooan tomó la
palabra más seriamente, con tono teñida de afecto para declarar.
-Es una pequeña muestra de mi gratitud y de mi
amistad. Te mereces mucho más y cuando ganemos más dinero en el negocio yo…
Aunque
su amiga no le permitió continuar, moviendo la cabeza sonrió para decir.
-Somos amigas, eso es lo único que importa. No
tienes que demostrármelo con regalos. Aunque de vez en cuando eso no le disgusta
a nadie.- Matizó Rei no sin buen humor para añadir.- Anda , vamos a mi habitación,
haré un té y charlamos.
Su
contertulia aceptó gustosa. De modo que ambas amigas departieron durante un
rato y luego pusieron la radio. Escucharon algunos programas de chismes y
luego, curiosamente, una canción llamó la atención de Cooan. Era de un grupo de
música extranjero.
No quiero mi libertad,
no hay razón para vivir con un corazón roto.
Esta es una situación complicada
sólo me tengo a mí mismo para culparme
es un simple hecho en la vida,
le puede pasar a cualquiera.
Ganas, pierdes
es una opción que debes aceptar con amor.
Oh sí, me enamoré,
pero ahora me dices que se acabó
y me estoy rompiendo en pedazos.
no hay razón para vivir con un corazón roto.
Esta es una situación complicada
sólo me tengo a mí mismo para culparme
es un simple hecho en la vida,
le puede pasar a cualquiera.
Ganas, pierdes
es una opción que debes aceptar con amor.
Oh sí, me enamoré,
pero ahora me dices que se acabó
y me estoy rompiendo en pedazos.
Sí, sí…es una vida dura,
ser auténticos amantes los dos,
amar y vivir para siempre en el corazón del otro.
Es una lucha, larga y dura,
aprender a cuidar el uno del otro,
confiar uno en el otro desde el principio,
cuando estás enamorado.
Intento arreglar las piezas rotas,
Intento luchar contra las lágrimas.
Dicen que es sólo un estado de ánimo,
que le pasa a todo el mundo.
Cómo duele
muy adentro,
cuando tu amor te fallado.
muy adentro,
cuando tu amor te fallado.
La vida es difícil
estando a tu suerte
ahora estoy esperando que algo
caiga del cielo,
esperando el amor.
Es una vida dura,
ser auténticos amantes los dos,
amar y vivir para siempre en el corazón del otro.
Es una lucha, larga y dura,
aprender a cuidar el uno del otro,
confiar uno en el otro desde el principio,
cuando estás enamorado.
Es una vida dura,
ser auténticos amantes los dos,
amar y vivir para siempre en el corazón del otro.
ser auténticos amantes los dos,
amar y vivir para siempre en el corazón del otro.
Es una lucha, larga y dura,
aprender a cuidar el uno del otro,
confiar uno en el otro desde el principio,
cuando estás enamorado.
-Es preciosa.- Musitó Cooan, con el
asentimiento de su interlocutora.- Y triste a la vez. Mi madre… escuchaba
canciones como estas.- Pudo recordar con un susurro.- Sí, cuando estaba sola…
-¿De veras?- Se sorprendió su amiga.-
Ella
asintió, en tanto la música proseguía…
Sí, sí…es una vida dura.
en un mundo que está lleno de dolor,
hay gente
que está buscando el amor como sea.
en un mundo que está lleno de dolor,
hay gente
que está buscando el amor como sea.
Es una lucha larga y dura,
pero siempre viviré para el mañana,
Miraré atrás y diré que lo hice por amor,
Sí, lo hice por amor
por amor
oh, ooooh lo hice por amoooor.
(Queen.
It is a Hard Life. Crédito al autor)
Y con los últimos acordes
de un piano que le ponía la piel de gallina y la hizo llorar, le pudo comentar
a Rei con lágrimas en los ojos.
-Esta canción resume muy bien el comienzo de esta nueva
vida para mí. Y quizás también para mis hermanas.
-Lo siento, no estoy muy puesta en inglés. Apenas sí
comprendí algunas frases sueltas.- Se disculpó ésta.-
Aunque
Cooan sí lo había entendido bien. Enseguida le comentó la causa.
-En Némesis se hablaba una variante del inglés así como
japonés y además, tanto Bertie como yo hemos estado estudiando mucho ese idioma
últimamente.
-¿De veras? Eso está bien.- Asintió la sacerdotisa con
aprobación.-
-Sí, bueno. Es que nos hemos matriculado en la
Universidad a distancia.- Le contó.- Animé a mi hermana y estamos estudiando
magisterio.
-¡Vaya! ¡Es una idea genial! – Exclamó su amiga.-
-Por eso esta canción me describe tanto. Tenías razón,
cuando me dijiste que me tenía a mí misma. -Le contó Cooan quien emocionada
añadió. -Dice que la vida es dura, y es muy difícil sobreponerse a que te
rompan el corazón. Pero tú estuviste ahí, para mí, cuando estaba sola y
destrozada. Incluso siendo entonces mi enemiga. Me diste fuerza para seguir
adelante. Para ser mejor persona de lo que nunca había sido.
Una
asimismo enternecida Rei posó una mano sobre las de su amiga y susurró.
-Tu bondad siempre estuvo ahí, esperando para emerger. Y
tu fuerza también. Lo mismo que las de tus hermanas. Y no tengo la menor duda
de que todas juntas sois capaces de grandes cosas. Ya lo estáis demostrando.
-Muchas gracias.- Suspiró ella, siendo capaz de decir.-
¡Ojalá que algún día, pudiera encontrar a alguien como el que se describe en
esa canción, capaz de amar y de entregarse, aun a riesgo de que le rompiesen el
corazón!
-Seguro que lo harás.- Sonrió animosamente Rei.- Te lo
mereces…
-Gracias, - Repuso Cooan aunque ahora tratando de quitar
hierro a ese momento, declaró.- Pero antes tengo muchos objetivos en la vida
que quiero cumplir. Primero salir adelante junto a mis hermanas. Después ir
aprobando los cursos.
-De eso tampoco tengo ninguna duda.- Afirmó la sacerdotisa,
para sentenciar.- Y de vuestra capacidad de adaptación y de trabajo doy fe.
Sois unas luchadoras y lograréis cualquier meta que os propongáis.
Cooan asentía ahora, en el salón,
junto con sus hermanas mayores, volviendo de esos recuerdos. Así fue. Aquel
reto de comenzar una vida totalmente nueva en un mundo y una época que no eran las
suyas les exigió dar lo mejor de sí mismas. Juntas emprendieron el negocio,
juntas lo habían sacado adelante. Sus amigas a veces las visitaban, aunque
andaban siempre muy ocupadas. Tras unos meses apenas sí las veían. Sucedieron otras
cosas, en ocasiones el caos pareció adueñarse de todo y hubo momentos en los
que ellas, como el resto de la población, se vieron afectadas por extraños
sucesos que luego apenas sí recordaban. Posiblemente nuevos enemigos. Pero por
suerte, todo parecía ir bien ahora. Y mientras tanto, ella y Beruche comenzaron
a estudiar. Ahora, tras tanto trabajo, les llegaba la recompensa.
-Espero que no tarde mucho - declaró
Cooan suspirando. – Así verá que siempre hay esperanza.
No
había terminado de pronunciar la frase cuando se oyó el sonido de la puerta cerrándose
con suavidad. Era Bertie, la tercera en edad, que volvía sumida en sus
pensamientos y musitando con ligera contrariedad.
- ¡Oh cielos! Ésta vez casi le gano, debería fijarme
más en las jugadas. Siempre me hace lo mismo. Deja que me confíe y que piense
que la tengo y me toma por sorpresa. Si hubiese movido ese alfil antes. Y debo
recordar enrocarme. - Salió de su concentración al ver a sus hermanas
visiblemente contentas. Saludándolas con la mano para asimismo sonreír. - Hola chicas,
ya estoy de vuelta.
Su
hermana Cooan se abalanzó con ímpetu hacia ella tomándola de las manos mientras
la apremiaba nerviosa.
-¡Bertie...Bertie!...lee esto, ¡corre!- La urgió
soltándola para entregarle a continuación
la ya arrugada y alisada misiva. -
Con
expresión de asombro y mirando atónita al resto de sus hermanas con sus ojos
azul índigo y ante la sonrisa de estas, Beruche alisó una vez más la carta y la
leyó. Apenas pudo ni musitar.
-Es… esto es… ¿Es lo que creo que es?...
Su hermana menor asintió con una sonrisa. La chica
dejó entonces que se desbordase su alegría. Ella y Cooan comenzaron a saltar de
la mano y a dar jubilosos chillidos. Incluso la graciosa trenza de pelo entre
albino y azul pálido de Bertie se deshizo por los brincos que dio con su
hermana. Esparciendo su melena sobre los hombros y el antepecho de la muchacha.
Sus hermanas mayores las observaban sonrientes también. No era fácil desde
luego que Beruche expresara de una forma tan abierta sus emociones. Era una
chica bastante reservada. Y eso era prácticamente lo único que no había
cambiado en ella tras su redención. La propia Bertie pensaba en ello. De
siempre fue tímida y con una tendencia a la introspección. Era la más reflexiva
de sus hermanas y la que menos gustaba de manifestar sus sentimientos, pero
no significaba que no los tuviera. Con
la única con la que era algo más abierta era con Cooan, y eso porque era la
menor y con la que más tiempo y experiencias había compartido. Las otras al ser
mayores siempre le habían inspirado más respeto. De su antiguo jefe Rubeus
nunca se fio. Y en cuanto al resto de sus superiores sencillamente estaban muy
por encima como para entablar ningún tipo de relación salvo la de obediencia a
sus órdenes. Por ello, cuando Cooan las abandonó, ella fue la que más lo
sintió. En un principio quiso ir de inmediato a cumplir la misión de anular uno
de los cristales punto, pero también ansiaba comprender por qué su hermana las
había podido traicionar así. Y lo cierto es que estuvo a punto de triunfar en
su empeño. Descubrió la identidad secreta de
Sailor Mercurio, que no era otra sino Ami Mizuno. La que luego sería su
oponente en aquella final de ajedrez.
Cuando terminó la partida y ella desveló quién era, atrapando a las otras guerreras en una burbuja, estaba
segura de haber obtenido el triunfo y de aniquilar a sus entonces odiadas
enemigas. Pero las palabras de Ami rogándole que solamente la matase a ella en
lugar de a sus compañeras la trastornaron. Sus hermanas mayores aparecieron
entonces a su lado para reclamar también la victoria. En un principio eso le
molestó, pero a fin de cuentas eran su familia. Lo que fue horrible para ella,
llevándola casi hasta el extremo de enloquecer, fue que, cuando sus planes se
vieron frustrados, tanto Caraveras, (nombre de Karaberasu entonces) como Petz,
la abandonaron a su suerte. En ese momento todo se nubló para ella, quiso
desaparecer llevándose por delante a sus enemigos, al menos así sería
recordada. Sin embargo, fue cuando Cooan apareció y logró convencerla de que no
lo hiciera. Le aseguró que no estaba sola, que había personas a las que les
importaba. En un primer momento, hundida y amargada como estaba no quiso
creerla, pero finalmente su hermana menor, que no dudó en arriesgar su propia
vida para llegar a ella, la persuadió. Ver como ésta, siendo ya una simple
humana, arriesgó tanto por salvarla, la conmovió. Su corazón entonces pudo
descongelarse y quiso creer en las palabras que le dijo. Cuando por fin asintió
deteniendo su ataque Sailor Moon la purificó. Aquella fue la sensación más
maravillosa que jamás había experimentado. Bañada en aquel cálido resplandor sintió
que se liberaba de una gran carga y que la esperanza anidaba en su alma.
Después, junto con Cooan, se instaló en un modesto apartamento alquilado. Entró
a trabajar en la misma tienda en la que estaba su hermana e hizo una gran
amistad con las chicas a las que había estado dispuesta a matar. Se sorprendió
del afecto y el apoyo que las sailors le prestaron. Y sobre todo, descubrió su
gran afinidad con Ami. Su ahora gran amiga. Tras eso su hermana y ella lograron
sacar del lado oscuro a las otras dos. Eso fue algo maravilloso y todas juntas
trabajaron y se afanaron en tener una vida feliz. Luego comenzaría a estudiar
con Cooan quien también la convenció de eso. Ahora, tras su escepticismo, les
llegaba esta estupenda noticia. Bertie nunca creyó que las fueran a seleccionar.
En cambio Cooan siempre le dijo que no debía perder la ilusión. Debía reconocer
que su hermanita tuvo razón. Ahora estaba saltando con ella dejándose llevar
por la euforia…
-¡Lo logramos, es fantástico! - Coreaban ambas a voz
en grito. -
- Chicas, esto hay que celebrarlo ¿Qué os parece si
no abriéramos hoy? - Propuso de inmediato Karaberasu que nunca estaba muy por
la labor de trabajar. Mientras las guiñaba un ojo con una cómplice sonrisa. -
- ¡No tan rápido!, - la cortó tajantemente Petz para
argüir - lamento ser la aguafiestas, pero hoy es sábado por la tarde y se hace
buen negocio. Sabéis que todavía nos queda mucho local por pagar, ya lo
celebraremos mañana.- Las demás no tuvieron otra alternativa que darle la razón
con un resignado coro de síes. -
- Voy a llamar a Ami, se llevará una gran alegría. Además,
debo agradecerle lo mucho que me ha ayudado a estudiar. - Añadió Beruche que se
dirigió hacia el teléfono. -
- Yo se lo diré a Rei, que llame a las demás,
podemos quedar para celebrarlo. - Propuso Cooan muy ilusionada. -
-Muy bien. – Afirmó aprobatoriamente Petz, aunque
les recordó de forma inflexible como solía cada vez que se trataba de trabajo.
- Pero no tardéis mucho, ya se lo explicaréis todo con detalle mañana. Debemos
ir a abrir a la hora en punto.
Las chicas asintieron y tras unas breves llamadas en
las que solamente les dijeron a sus amigas que deseaban verlas al día siguiente
para contarles algo importante se dirigieron a la tienda. Era la hora de abrir
y pronto llegarían las clientas. Ya tenían muchas que eran habituales, se
habían ganado un merecido prestigio por allí. El local pronto estuvo abarrotado
y sólo podían charlar aprovechando un descanso en los breves instantes en los
que no entraba gente.
- Estoy tan contenta y tan nerviosa - sonrió Beruche
iluminando su semblante. -¡Era tan difícil que nos concedieran la beca! ¡Fíjate!,
éramos por lo menos cuarenta las que pugnábamos por seis plazas.
- Hemos tenido mucha suerte, es cierto - admitió
Cooan matizando eso sí. - Pero también estudiamos mucho, de no haber sacado
buenas notas nunca lo habríamos conseguido.
-¿Y qué vais a hacer, chicas?- les preguntó
Karaberasu. -¿A dónde queréis ir?
-Todavía no lo sabemos - repuso Bertie - pero ya lo
decidiremos.
- Pues no os durmáis - las aconsejó Petz con su
clásica prevención. - Esas cosas hay que resolverlas rápido.
-¡Qué ganas tengo de ver a las chicas! - sonrió su
interlocutora - últimamente casi no vienen a visitarnos, ni siquiera por la
tienda.
Todas
recordaban como sus amigas las ayudaron. Cuando abrieron Otafukuya se brindaron
a trabajar los días anteriores para traer y colocar el género y hacer
publicidad. Dirigidas por una enérgica Usagi que iba voceando literalmente las
bondades del negocio. A decir verdad las hermanas no podían evitar sonrojarse
al oírla hacer bocina con las manos y dar alaridos del estilo.
-¡Vamos, señoras! Vengan a conocer Otafukuya, la
mejor tienda de cosméticos. ¡Aquí todas las mujeres podemos ser hermosas!
Y
Rei, como no podía ser de otro modo, le respondía, gritando también.
-Es cierto, si hasta tú te pones presentable cuando
las hermanas te maquillan…
A
lo que Usagi cesaba por unos instantes en su labor propagandística y enfrentaba
suspicazmente su mirada a la de su compañera para replicar no sin cierta
indignación.
-¡Oye! ¿Qué has querido decir con eso, eh?...
-Nada, nada. - Se sonreía su amiga con malicia para
sentenciar.- Que por muy buenas que las cremas sean tampoco pueden hacer
milagros.
Aunque
ahora fue Usagi la que se sonrió pérfidamente para decir con un sorprendente
buen tono en tanto se aproximaba a un pequeño puestecito con mercancía que
tenían en la calle.
-Sí, quizás tengas razón, mi queridísima Rei…y ya
que hablas de lo buenas que son…
Y
tomando totalmente desprevenida a su interlocutora le untó la cara con el
contenido de un bote. La otra muchacha tuvo que escupir varias veces para
sacarse parte de aquella crema mientras escuchaba de fondo las carcajadas de su
atacante… Aunque eso desde luego no contribuyó a que se apaciguase su
irritación…más si cabe al escucharla declarar entre risotadas.
-Creo que he conseguido arreglarte la cara… ¡Esta sí
que ha sido una prueba gratuita!.
Pero
Usagi tuvo que dejar de reír y echar a correr, dado que la aludida ya la
perseguía remangándose uno de sus brazos y enarbolando un amenazador puño en
tanto le gritaba.
-¡Cuando te agarre vas a ver lo que es arreglarte la
cara de verdad… en vez de cremas vas a necesitar cirugía!
Aquello se desmadró más de la cuenta, las hermanas
observaban atónitas aquella escena, al igual que la gente que pasaba por allí.
Por fortuna las otras sailors se interpusieron. Makoto por su parte sujetó a la
furiosa Rei y Minako trató de suavizar la cosa afirmando.
-Chicas, ¡Ya está bien!... ya conocéis el dicho, dos
no riñen con uno si quieren.
-Dos no riñen si uno no quiere.- La corrigió resignadamente
Ami en tanto cobijaba tras de sí a una amedrentada Usagi.-
-Yo no voy a reñir con ella, ¡solo voy a matarla! -
Exclamó Rei agitando el puño.-
-Bueno…no ha sido para tanto. - Se defendió la
interpelada que le recordó con tintes de reproche.- A fin de cuentas has
empezado tú, como de costumbre…
-Pues eso, ahora quiero terminar lo que empecé.-
Replicó su interlocutora con cara de pocos amigos.-
-De verdad. Vale ya. Estamos poniendo en un aprieto
a las hermanas en lugar de ayudarlas.- Declaró una apurada Makoto que pese a su
gran fuerza física se las veía y deseaba para contener a su belicosa compañera
Rei.-
Finalmente
las cosas se calmaron. Al menos durante un tiempo. El que tardó Marte en
volcarle un frasco de colonia a Usagi por la cabeza. La escena se repitió
cambiándose ahora los papeles. Aunque aquello, por chocante que pareciera, les
vino muy bien. Hizo que algunas mujeres se aproximaran atraídas por el revuelo,
pensando que las cremas y los perfumes eran tan buenos que las chicas se
estaban peleando por probarlos. Al final todas quedaron tan anonadadas por eso
que hasta las dos antagonistas aparcaron su disputa. El resultado fue un éxito y el negocio
comenzó a lanzarse. Las flamantes propietarias reían ahora al recordarlo…apenadas
también de ver tan poco a sus grandes amigas…
- Creo que tenían que enfrentar otra amenaza - dijo
Cooan - pero Rei no me quiso contar mucho sobre eso...
- Es natural, nosotras ahora sólo somos mujeres
normales y corrientes, no podemos meternos en esas cosas - añadió
consecuentemente Petz para sentenciar. - Y me alegro de que sea así. Tenemos
una vida muy intensa que vivir. Y también muy ocupada. – Remachó envolviendo un
paquete con algunas cremas. -
- Por un lado me gustaría ayudarlas - intervino
Karaberasu tiñendo su tono ahora de tristeza. -No dejo de pensar que ojalá
hubiésemos tenido nuestros poderes cuando Zafiro…
- Kalie - le cortó Cooan preocupada -¡no hables de
eso!...
- No te preocupes - intervino Petz con una débil
sonrisa y tono suave. - Eso ocurrió hace ya tiempo, lo he superado.
- Pues tienes que salir con algún hombre guapo e
interesante. - Le aconsejó Karaberasu animando su voz con la intención de hacer
lo propio con su hermana. - Como hemos hecho todas.
- Bueno. Casi todas. – Sonrió Cooan observando de
reojo a Bertie que opuso al darse cuenta. -
- Todavía no he visto a ninguno lo bastante
interesante.
- ¡A nuestras hermanitas van a tener que fabricarles los hombres de encargo!
– Exclamó jocosamente Karaberasu -
-¡Sí, al parecer ninguno es lo bastante guapo para
ellas! - rio a su vez Cooan sumándose a la chanza. –
- Pues tú tampoco te has prodigado mucho. – Repuso
Petz dirigiéndose a ésta última con cierto retintín. –
- Al menos he quedado con algunos. – Replicó la
aludida que sin embargo, suspiró ahora más seria. – Aunque es cierto que, de
momento, no he encontrado a mi chico ideal. No quiero precipitarme.
Las
otras asintieron solidariamente. Todas recordaban alguna que otra salida con
sus amigas las guerreras. Éstas les presentaron a varios compañeros del
instituto al que iban pero eran chicos demasiado inmaduros. Además, ninguna se
sentía con muchos deseos todavía de dirigir sus vidas por el camino del amor.
No hasta que se hubieran integrado más plenamente y algunas otras cicatrices
quedasen del todo cerradas. Sobre todo en el caso de Cooan que, tras su
tremendo desengaño, aun temía volver a equivocarse.
Con Beruche el tema era algo más complicado. Necesitaba a alguien que pudiera
estar a su altura en cuanto a su gran inteligencia, que la llenase en el plano
personal y fuera capaz de fascinarla, y por supuesto, consideraba más
importantes sus estudios y su futuro. Para Karaberasu la cosa era más diversión
que interés romántico y sí que había flirteado con algún que otro hombre, pero
ninguno le llegó a interesar en serio. Y Petz, bueno, guardaba como un tesoro
sus breves instantes con Zafiro, el joven hermano del soberano de su
mundo. Aunque ella no quisiera admitirlo
aquello aun dolía. De modo que se aprestó a replicar.
- Durante este último año hemos trabajado tanto que
no hemos podido mantener ninguna relación estable, pero ya nos llegará, yo al
menos no tengo prisa.
- Por lo menos yo me muevo, Minako y yo hemos ido
alguna vez de tiendas, a karaokes y la he acompañado a alguna prueba de
audición. La verdad, tenemos mucho éxito con los hombres. - Se sonrió
Karaberasu. - ¿Por qué no te animas un día, Petz y vienes con nosotras? - Le
propuso desenfadadamente a su hermana mayor. -
- Ya te he dicho que esos sitios no me gustan demasiado
- contestó ésta sin mucho interés. -
- Pero, ¿ya no odias a los hombres, verdad? - le
preguntó tímidamente Cooan. -
- No, claro que no, tonta – repuso la interpelada
poniendo una mano en el hombro derecho de su hermana pequeña y agregando más distendida
- no a todos, aunque algunos sean odiosos.
Las
chicas celebraron el comentario con risas, ¡desde luego eso era verdad! Pero
tocaba centrarse otra vez. El descanso había terminado y nuevos clientes
entraban demandando numerosos productos. Estaban encantadas, la venta de esa
tarde se prometía muy sustanciosa. Continuaron el trabajo sin poder charlar
más. Eran unas buenas vendedoras, sabían cómo hacer que cualquier mujer pudiera
sentirse más bella e incluso más segura de sí misma. Aquel fue su eslogan
cuando empezaron en su pequeño puesto. “Tú también puedes llegar a ser
hermosa”. Y desde luego ellas daban ejemplo con su belleza. No obstante también
debían saber crear el interés de su clientela. Aunque cada una tenía su propio
estilo para lograrlo. Cooan era muy amable siempre y estaba dispuesta a ayudar
a las posibles compradoras. Con su encanto y con su solícita forma de atender
agradaba mucho al público. Beruche no
era tan cordial, siendo aun así agradable. Pero sí que resultaba muy
convincente a la hora de dar argumentos de todo tipo, científicos y estéticos,
de tal o cual crema podía ir mejor con el pH de la piel de cada mujer. Karaberasu casi asaltaba a sus clientas con
un entusiasmo desbordado y las contagiaba de aquel optimismo que exhibía con su
labia. Enseguida envolvía a cualquiera con su forma de ser. Y Petz era muy
segura en sus aseveraciones, amable pero firme. Quizás la más seria de las
cuatro pero transmitía por eso mismo una total confianza y solvencia. Podría
decirse que combinando sus talentos eran difícilmente superables en su negocio.
Aunque aquello tenía la consecuencia de que el lleno casi estaba asegurado y eso les suponía tener que trabajar de firme
toda la jornada. Así, tras un sábado
agitado y provechoso, llegó el esperado domingo. En su día libre aprovecharon
en efecto para ver a sus amigas. Al menos a dos de ellas. En un céntrico
restaurante de la ciudad estaban reunidas las cuatro hermanas junto a Rei Hino,
nombre civil de Guerrero Marte, una muchacha de larga cabellera negra y ojos
que brillaban con unas pupilas violetas de un aire misterioso e inquisitivo y
Ami Mizuno también conocida por las chicas como Guerrero Mercurio, de una
apariencia más dulce y frágil que su compañera, pelo azul marino, y ojos a tono
con su cabello, que reflejaban una gran inteligencia y serenidad.
- No sabéis cuanto me alegro por vosotras, chicas. ¡Os
lo merecéis!,- sentenció Ami mientras se terminaba un plato de Espaguetis. -
Rei
asintió mientras devoraba un plato de tempura, declarando llena de confianza y
seguridad.
- Es cierto, habéis trabajado muy duro y estoy
segura de que seréis unas magníficas maestras.-Se dirigió entonces a Cooan
sonriendo de modo cómplice. - ¿Veis como tenéis un brillante futuro por
delante?
- Muchas gracias - respondió la aludida, sonriente
también. - Rei, tú tenías razón, os lo debemos todo a vosotras.
La
muchacha recordaba una vez más como aquella chica, a la que ahora conocía por
su nombre real, pero que aquel tiempo fuera su enemiga Sailor Marte, la había
salvado de su vida anterior y sobre todo de sí misma. En aquellos días Cooan
servía a familia de la Luna Negra y sólo
estaba preocupada de cumplir con su misión y obsesionada con su amor hacia
Rubeus, aquel maligno líder de su clan. Era como si unas cadenas invisibles la
hubieran rodeado atándola a aquella perversa vida. Pero gracias a las guerreras
pudo romperlas. Cuando rememoraba recordando aquella sensación de vacío y
desengaño que la asaltó al creer haberlo perdido todo y cómo aun estando
herida, se interpuso entre ella y la muerte, no podía dejar de mirar a aquella
chica con un gran afecto y agradecimiento. Después, las demás sailors la
ayudaron a ir convenciendo poco a poco
al resto de sus hermanas. Incluso más adelante, cuando ocasionalmente podía ver
a Rei ambas charlaban mucho sobre los proyectos que tenían. En cuanto lo supo
fue Sailor Marte una de las que más la animó a ser maestra. Viendo que tenía
gran aprecio por Chibiusa y que congeniaba bien con ella, así como con otros
pequeños amigos de ésta. A veces, en el santuario Hikawa donde su amiga era
sacerdotisa, Cooan había improvisado clases con la Pequeña Dama y algunas
amigas de la niña. Rei la observó con mucha atención y le comentó que enseñar a
los niños sería una buena forma de ir reconstruyendo su vida para ayudar a los
demás, paso a paso. Cooan convino en ello. Todavía tenía en mente un día en el
que la nostalgia por su mundo natal la embargaba, hablando en el santuario le
confesó.
-Verás Rei. Cuando nosotras fuimos a servir al
príncipe Diamante éramos muy niñas, imagínate yo que soy la menor. Aún recuerdo como nos
despedimos de mis padres, sobre todo de mi madre.
-Tuvo que ser muy duro para vosotras. Os entiendo
porque yo también veo a mi padre muy poco. - Le contestó su amiga no sin pesar.
-
-Es que… – Pudo musitar la chica tratando de
controlar un sollozo sin conseguirlo. - Lo más triste para mí es que recuerdo
la voz de mi madre, incluso su tacto al acariciarme Rei, pero, ¡no recuerdo su
rostro! ¡Aunque me esfuerzo no logro recordarlo, es como si solamente oyese su voz dentro de
mí!, pero no puedo ver la cara de mi madre.
-¡Oh Cooan, lo siento! Pudo decir ésta con visible
lástima abrazando a su amiga cuando vio que la muchacha no podía evitar
derramar unas lágrimas. – Sé lo que es eso. Mi madre murió cuando yo era muy
pequeña y a veces tengo que esforzarme por recordar cómo era. Aunque me acuerdo
de las mismas cosas que tú, el olor de su pelo, su tacto y su voz tan dulce.-
Confesó ahora con un tinte de nostalgia.-
-¿Tu madre murió?- Se sorprendió su interlocutora
dedicándola una atónita mirada.- Lo siento mucho…
-Sí, como ya te he dicho, mi padre se dedica a la
política y apenas si nos vemos. Me crió mi abuelo Kondo. Él me inculcó el amor
por el shinto.
-Somos más parecidas aún de lo que pensaba.- Afirmó
Cooan que agregó con admiración.- Al menos en eso. Ahora comprendo porqué eres
tan fuerte en todos los aspectos.
La
sacerdotisa la miró con simpatía esbozando una amable sonrisa para sentenciar.
-También tú eres fuerte. Por eso debes tener
fe. Has recorrido mucho camino y seguro
que lo mejor está por llegar. Estoy convencida, un día la recordarás.
Su interlocutora pudo sonreír más allá de sus
lágrimas. Ahora sus pensamientos regresaron al momento en el que estaba y
terció en la conversación preguntando.
- A propósito, ¿y las otras chicas?, ¿no han podido
venir? - Quiso saber algo decepcionada. -Me hubiese gustado tanto verlas. - El
resto de las hermanas asintieron con la cabeza apoyando ese comentario. -
- Bueno, esto,...es que están ocupadas - pudo responder
apuradamente Rei que esbozó una estúpida sonrisa en la cara en tanto una sospechosa gota de sudor perlaba
su frente. -
-¿Hay problemas? - Inquirió Beruche con preocupación.
- ¿Es que se os ha presentado una nueva amenaza?..
- Nada de eso, ¡tranquilas! - respondió desenfadadamente Ami que se rio de forma
despreocupada mientras manifestaba. - Os lo explicaré, veréis. Usagi, Makoto,
Minako, Mamoru junto a Luna y Artemis, están muy ocupados organizando mi fiesta
sorpresa de cumpleaños.
-¿Queeeee´?...- exclamaron todas a un tiempo mirando
a su amiga con ojos como platos. Su compañera le preguntó anonadada. -
- Ami... ¿cómo sabes tú eso? Estamos a día tres de
septiembre, aún queda una semana. Es una sorpresa. - Desveló Rei que se encogió
de hombros bajando la cabeza con resignación y suspirando decepcionada - o al
menos lo iba a ser...
- Tendrías que ver lo mal que guarda Usagi un
secreto, le oí contárselo a voces a Yuuichinou en el Santuario.- Replicó ésta
sin poder dejar de reír. - ¿Te acuerdas Bertie?
La
aludida se sonrió a su vez, ¡ahora lo recordaba! Fue a finales de agosto, uno
de esos días que había quedado con Ami. Las dos tenían por costumbre jugar
alguna partida de ajedrez o estudiar
juntas. Lo bueno de ambas es que sus gustos eran muy acordes y sus capacidades
intelectuales también. Si alguien era capaz de ayudar a Beruche con algunas
asignaturas universitarias como psicología o inglés era Ami. Y si alguien podía
prestar a su vez apoyo a la sailor en su empeño de prepararse bien para acceder
a la carrera de medicina era Bertie a la que también le gustaban las ciencias. Aquel día precisamente estaban repasando
algunos apuntes de psicología en el santuario Hikawa porque solía ser un sitio
muy tranquilo. Había un cuarto muy espacioso que Rei las dejaba utilizar, con
un par de sillas y una gran mesa. Lo cierto es que un grito las sacó de su
concentración. Ambas oyeron a Usagi que acababa de llegar y llamaba a aquel
muchacho tan simpático, Yuuichirou, que trabajaba allí.
-Oye, ¿no te olvides, eh?- La fiesta del cumpleaños
de Ami es el día diez de septiembre. Procura tener lista la decoración. La
haremos aquí, en el cuarto grande del Santuario. ¡Verás que sorpresa la vamos a dar!
-Vale Usagi, no te preocupes. - Repuso él con otro
grito dado que su interlocutora ya se marchaba, contenta de habérselo recordado.
-
Las dos muchachas se miraron atónitas, aunque a los
pocos segundos se echaron a reír. ¡Esta
Usagi nunca cambiaría! Bertie recordaba aquello divertida. Si había una persona
con la que hubiera desarrollado tanta complicidad como con Cooan era su amiga
guerrera Mercurio. Si se llevarían bien que incluso hasta sus propias hermanas
llegaron a pensar algo que, desde luego no era…lo cierto es que atando cabos,
nunca la habían visto coquetear con chicos, ni en Némesis ni en la Tierra.
Petz, por supuesto, tuvo ese romance fallido, que acabó de forma tan trágica, con
Zafiro. Karaberasu por su lado no se privaba de fijarse en todo hombre guapo
que se le cruzaba en el camino y coqueteó con varios alardeando encima de ello,
y Cooan todavía estaba herida, pese a que no quisiera muchas veces admitirlo,
tras su desengaño con Rubeus. Pero, ¿qué pasaba con ella? ¿Acaso los hombres no
le interesaban? Recordó un día que, llegando al apartamento que compartía con
sus hermanas, saludó como de costumbre.
-Hola chicas. Ya estoy de vuelta.
Aunque las otras tres se miraron de forma algo
extraña, Bertie lo notó y les preguntó.
-¿Ocurre algo?
-Vienes de ver a Ami, ¿Verdad?- le preguntó
tímidamente Cooan. –
-Sí, claro… ¿Ha sucedido alguna cosa?- Insistió ella
que comenzaba a inquietarse al ver aquellas expresiones en las caras de sus
hermanas. –
-No, tranquila, no pasa nada – se apresuró a
puntualizar Kalie, quien sin embargo, agregó con cierto tono de incomodidad. –
Verás Bertie, no es por nada, pero. ¿No pasáis mucho tiempo juntas Ami y tú?
-No comprendo – replicó la interpelada preguntando a
su vez. - ¿Por qué dices eso? Somos amigas.
Fue Petz la que, para asombro de su hermana menor,
puso ambas manos sobre los hombros de ésta y le dijo con una voz bastante suave
y amable.
-Mira Bertie, pase lo que pase te querremos igual,
eres nuestra hermana. A nosotras nos lo puedes decir.
-¿Decir?- se extrañó Beruche para agregar
visiblemente desconcertada. - ¿Deciros qué?
Y tras unos instantes en los que ninguna de sus
hermanas parecía querer hablar, fue Cooan la que se atrevió a preguntarle con
voz trémula y patente prevención.
-¿Tú y Ami?... ya me entiendes… vosotras dos… bueno…
Bertie tardó apenas unos segundos en percatarse por
dónde iban aquellas insinuaciones. Abrió los ojos como platos y exclamó.
-¡No pensaréis que Ami y yo!…
-No, no pensamos nada. – Terció Kalie levantando las
palmas de ambas manos como si la estuviesen atracando. –
-Sí, bueno, quiero decir, eso es perfectamente
respetable, cada uno tiene sus gustos. – Añadió Petz de forma conciliatoria a
su vez. –
-Chicas. - Pudo decir Bertie que comenzaba a
sonrojarse por momentos. – Os aseguro que no es nada de eso que estáis imaginando.
Somos amigas, nada más…A mí no me gustan las mujeres. Bueno…no me gustan, así…
-Entonces, ¿ella y tú, no?… - Inquirió Cooan moviendo
la cabeza. –
Hubo un embarazoso silencio y por fin Bertie lo
rompió tras suspirar.
-Escuchad, sé que no soy demasiado sociable. Que no
me abro mucho a la gente. Aunque eso no tiene nada que ver. Me gustan los
hombres, pero ahora tengo otras prioridades. Y sabéis que me cuesta mucho
confiar en los demás. Solo os tengo a vosotras y a nuestras amigas guerreras. Y
con Ami es algo especial, pero no en ese sentido. – Se apresuró a matizar. – Nos
comprendemos muy bien, tenemos muchos gustos e ilusiones afines, eso es todo.
-¡Claro! Si ya os lo decía yo…– Exclamó Karaberasu
ahora con un tono más desenfadado. –
-¿Cómo que ya nos lo decías tú?- Le recriminó Petz
para revelar. – Si antes de que llegara estabas comentando que te la ibas a
llevar por ahí para ver si ligaba de una vez con algún chico…
-Bueno, eso prueba que estaba firmemente convencida
de que nuestra hermanita comparte nuestras preferencias. – La interrumpió la
interpelada como si tal cosa. –
-Y añadiste que así se olvidaría de esas
inclinaciones…- completó su hermana Petz con tono acusador. –
-¿Ah sí? ¿También dije eso? No lo recuerdo. ¡Qué
despistada soy! – Negó Kalie con la
cabeza, en tanto sonreía de forma algo estúpida llevándose una mano al cogote. -
-¡Bueno, dejadlo ya! – les pedía Cooan que se sentía
envarada y estaba realmente colorada pensando en su pobre hermana. –
Pero para sorpresa de todas Bertie se rio con
aquella cantarina risa suya cuando algo realmente la divertía. Y pudo afirmar.
-¡Pobre Ami!- si se llega a enterar de lo que
estabais pensando de nosotras, ¡con lo tímida y vergonzosa que es!...
Y sus hermanas no dijeron nada, más bien miraron a
otra parte con evidente rubor. Ahora al rememorar aquello Beruche sonreía. Aunque
pronto se le apagó aquella expresión al mirar como Rei se ponía roja por
momentos y estrujaba una de las servilletas del restaurante, retorciéndola con
ambas manos como si de cierto cuello se tratara. La muchacha parecía desprender
chispas de fuego por sus normalmente profundos ojos de pupilas violeta.
-¡Voy a matar a Usagi cuando le ponga la mano
encima! - Amenazó visiblemente irritada. -¡Llevábamos semanas planeándolo y nos
lo tiene que chafaaaaar!...
- Discúlpala - Le pidió condescendientemente Ami con una gota de sudor en la cabeza a la
vez que abogaba por su ausente amiga. - Ya sabes cómo es, no lo hace con mala
intención. Pero descuida Rei, de cara a los demás yo no sé nada.- Remachó
soltando una risita. -
- Esta Usagi, es tan estúpida que nunca se puede planear
nada si ella está cerca. ¡Siempre tiene que meter la pata!- ¿Cómo se le ocurre
ir diciéndolo a voces? ¡Hace falta ser tonta!- Añadió su compañera aun enfadada.
-
Todas
las demás suspiraron y una gota de sudor
apareció en sus cabezas gachas, a la altura de la nuca.
- Ya, ya la conocemos - corearon todas a la vez. -
- Bueno, cambiando de tema.- Intervino nuevamente
Rei dando un largo suspiro de resignación - ¿Cuándo iréis a las oficinas a por
esos certificados? Espero que, al menos, podáis venir a la fiesta.
- Sí, no te preocupes. – Repuso Cooan tratando de
animar a su amiga apresurándose a añadir. -No nos la perderíamos por nada.
- Aunque tenemos diez días, - respondió Beruche -
además pensábamos ir mañana mismo, no queremos demorarlo demasiado...
- Sí, tenemos que preparar muchas cosas para el
viaje, sea donde sea que vayamos - añadió Cooan. -
-¿Quién lo iba a decir?- Nuestras hermanitas van a
volar lejos de nuestro lado. - Se lamentó Petz sin saber claramente si lo hacía
en broma o en serio. -
- No es el fin del mundo. - La animó Ami aseverando
convencida. -Y seguro que estaréis en contacto.
- Parece que fue ayer cuando nos integramos en este
mundo y ¡ya ves! - terció Bertie. - ¡Qué rápidos han pasados estos dos años!
Las
chicas convinieron en eso y siguieron recordando y hablando de los viejos
tiempos, contándose mutuamente sus peripecias durante horas. Al fin, Ami y Rei
anunciaron que debían irse ya, durante la charla Luna había llamado por el
comunicador avisándolas de alguna emergencia. Rei les confesó que era algo
relativo a la fiesta sorpresa de Ami. Petz dijo que también ellas tenían que levantarse
pronto al día siguiente pues debían trabajar y Bertie y Cooan, por supuesto que
acercarse a por los papeles. Se despidieron quedando para otra ocasión, a ser
posible en esa fiesta, esta vez todas juntas. Ya en casa las hermanas menores hacían
planes, elegían ropa y demás ocupaciones propias de un viaje tan largo. Iban a
estar un año fuera de casa. A la noche, cansadas pero felices, se fueron a dormir.
Karaberasu y Petz quedaron solas en el salón charlando.
- Estoy orgullosa de ellas,- declaró Kalie - se han
adaptado muy bien a esta nueva vida. ¿No
lo crees tú así?
- Es verdad - confirmó su hermana mayor mientras se
sentaba en el sofá apartando un par de cojines - y gracias a ellas y a las
guerreras tú y yo estamos aquí también. Confío mucho en ambas y sé que las irá
muy bien vayan donde vayan. Para mí sus esfuerzos y su forma de ver las cosas
han sido una inspiración. Han logrado contagiarme su optimismo para encarar la
vida.
Karaberasu
asintió aprobatoriamente añadiendo.
-A mí también y creo que sabrán aprovechar esta oportunidad
¡Uaaah!- No pudo reprimir un bostezo al terminar la frase y agregó. - Me
gustaría seguir la conversación pero estoy muy cansada, me voy a la cama, que
mañana hay que madrugar.
- Sí, yo tampoco tardaré en acostarme, nos espera un
largo día. Hay mucho que hacer. - Convino Petz levantándose del sofá y
colocando de nuevo los cojines tras alisar meticulosamente la superficie en
donde se había sentado. -
Karaberasu
le dio las buenas noches y se fue a su habitación. La muchacha se dispuso a
ponerse el camisón y acostarse para enfrentar el nuevo día. Desde luego que
tras tantas peripecias se sentía contenta. Tenía a sus hermanas y unas buenas
amigas. En su caso nunca se había planteado que su vida anterior hubiera estado
tan equivocada hasta que vio como sus hermanas menores desertaron. En ese
momento recordaba haberse sentido más furiosa y decepcionada con ellas, porque
eso hacía peligrar su propia carrera al servicio de su clan, que triste por su
pérdida. Cuando Petz se ofreció voluntaria a la misión de retornar con las
renegadas vivas o eliminarlas junto a las guerreras prácticamente estuvo
obligada a acompañarla. Se avergonzaba tanto ahora de que ella misma le dijera
a su hermana mayor que acabase con las que entonces consideraba traidoras. Pero,
por fortuna, pudo abrir los ojos a tiempo. Petz misma había sido corrompida por
el poder de aquel báculo que Rubeus le entregase e intento matarlas a todas. ¡Incluida
ella misma que se suponía estaba de su lado! Tras aquello quedó en estado de
shock, pero lo que más la impactó de todo fue ver que las guerreras acudían al
rescate de Bertie y de Cooan y que la propia Guerrero Luna se interesó por
ella. Así pudo darse cuenta del significado del amor y la amistad. Entonces
colaboró con sus nuevas aliadas a salvar a Petz. Después, todas unieron fuerzas
para tratar de eliminar la amenaza de aquel agujero del vacío. Aquella maldita
trampa de ese malnacido de Rubeus. Lo cierto es que Karaberasu le conocía
bastante bien. Más de lo que nunca les contara a sus hermanas.
-Todavía recuerdo la pelea que tuve con ella cuando Petz
me sorprendió con ese desgraciado. ¡Qué estúpidamente me comporté entonces! -
Suspiró arrepentida.-
Y es que muy al principio tonteó con su apuesto
comandante e incluso llegaron a citarse un par de veces, al menos hasta que
ella descubrió que solamente la consideraba un trofeo. Después, pese a seguir a
sus órdenes, no demostró interés en cumplir los cometidos que él la
encomendaba. Siempre que podía iba con Petz. En esa época su pobre hermana
Cooan estaba bajo el hechizo de ese canalla, y para oprobio de Kalie, ni se
molestó en tratar de desengañar a la muchacha. Después, cuando al fin fueron
libres y comenzaron sus nuevas vidas, se quitó el nombre de Calaverite y lo
modificó. Era un símbolo de ese nuevo comienzo. No obstante, si era honesta
consigo misma, a veces extrañaba la comodidad de la vida del siglo treinta en
Némesis y sus poderes. Lo bueno es que su carácter extrovertido y juerguista se
mantenía. Incluso arrastraba a veces a sus hermanas más jóvenes, no tanto a su
hermana mayor. Kalie sabía que Petz tenía una espina en su corazón, y pese a
que muchas veces discutían las dos eran muy afines por edad y vivencias
compartidas y se querían muchísimo. Eso no significaba que quisiera menos a sus
otras dos hermanas, claro está. Respecto a las guerreras ahora solamente les
guardaba sentimientos de agradecimiento. Sobre todo, tenía una particular
afinidad con Minako, a la que, como a ella, le encantaba el jolgorio, el llamar
la atención y el mundo de la fama. Recordaba alguna que otra conversación que
tuvo con la joven Sailor Venus. Un día de tantos que habían salido de tiendas las
dos paseaban por las calles de Tokio y veían escaparates.
-Ese vestido es ideal para combinarlo con mi lazo y
unos zapatos a juego. – Le contaba Kalie a su amiga –
-Sí. – Convenía Minako asintiendo con entusiasmo. –
Y allí veo una chaqueta que es una monada.
-¿No ha venido contigo Artemis?- Quiso saber su
acompañante, cambiando de tema. –
-No le gusta ir de tiendas. Dice que le agoto yendo
de un escaparate a otro. – Sonrió la sailor. –
-Los hombres siempre son iguales – repuso Karaberasu
afirmando divertida – ¡Aunque sean gatos! Pero luego bien que les gusta el
vernos atractivas y para eso tenemos que vestir con elegancia.
-Es cierto. ¿Qué le vamos a hacer, verdad?- Suspiró
Minako agregando de modo jovial. – Ser bonitas no es un pecado.
-¡Ay! Debo confesarte que a veces me dan pena los
pobres tipos que tratan de ligar con nosotras. – Le comentó su amiga –
Las
dos se detuvieron para tomar asiento dentro de una cafetería. Al menos podrían tomar
alguna cosa y después reanudar su paseo. Minako entre tanto le contestaba a su afirmación
anterior.
-Sí, eso de ser la representación del amor y la
belleza a veces es una dura carga. Y para una futura ídolo, como aspiro a ser, es
una gran responsabilidad.
-¿Sigues con tus pruebas?- Le preguntó ella. –
-Bueno, entre examen y examen me presento a algunos
castings.- Le confesó Minako, animándola.- Podrías venirte conmigo. Siempre se
busca a chicas guapas y con personalidad.
-No sé si eso será lo mío.- Objetó Kalie.- Ahora
estoy contenta en mi trabajo. Aunque parezca mentira que yo haya dicho eso.
-Pues a mí me parece algo natural, mujer. Tenéis una
tienda estupenda y muy buenas clientas.- La alabó su amiga.-
-Gracias, lo cierto es que he cambiado mucho en mi
forma de ver las cosas.- Admitió Karaberasu con un tono más serio e incluso
reflexivo.- La vida no puede ser siempre una competición para ver quién llama
más la atención o triunfa de cualquier manera.
-Ahora que ya no tienes esa influencia maligna dentro
de ti, puedes darte cuenta.- Afirmó Minako.-
- En el fondo creo que siempre lo supe. Incluso entonces.-
Suspiró Kalie, alegando con una especie de mea culpa.- Pero era muy egoísta y
desconsiderada con todo lo que no fuese mi propio interés.
-Todos podemos cambiar y mejorar.- Declaró su
interlocutora.- Y tú lo has hecho. Debes de sentirte muy orgullosa de ello.
-Cada día que pasa, viendo a mis hermanas ser
felices, yo lo soy también, sí. Y me siento orgullosa. Pienso incluso en mis
padres y mis abuelos. Que fueron unos auténticos pioneros en Némesis. Nos
enseñaron que era el trabajo duro y constante lo que nos hacía progresar. Pero lo
olvidamos, de algún modo perdimos el rumbo.- Suspiró ahora con una mezcla de
nostalgia y pesar.-
-Ahora lo habéis recobrado.- La animó su amiga quien
de forma jovial, retomó su anterior propuesta.- Y si te presentase conmigo,
seguro que nos escogían.
-Sí, sería divertido que tuvieras a una antigua enemiga
como pareja artística.- Se rio Karaberasu.-
-No te creas, ya me sucedió. Incluso ella llegó más
lejos que yo en la prueba. ¡Pobre Mimette, no tuvo mucha suerte!- Musitó su
amiga.-
-¿Quién?- Inquirió Karaberasu sin comprender.-
-¡Nada, nada! - Rio apuradamente Minako moviendo una
de sus manos.- Digo que si nos eligiesen, entonces ¡Imagínate! Tendríamos que
irnos apartando a los hombres a pares.
Y ambas se rieron de forma cómplice. Luego cambiaron
de tema para charlar de maquillajes. Allí Kalie le dio algunos buenos consejos.
En verdad que esas tardes de tiendas y charlando sobre las tendencias y algún
que otro cotilleo eran muy refrescantes. Lo cierto es que Kalie no podía hablar
demasiado de eso con sus hermanas. Petz estaba casi siempre pensando en el
trabajo, Bertie y Cooan en sus estudios. Al menos también tenía a Minako y a
las otras para intercambiar confidencias. Cuando se ponían a ello las guerreras
podían ser de temer. Cotilleaban tanto que ni Kalie era a veces capaz de seguirlas.
Pese a todo le encantaba pasar tiempo con ellas y disfrutaba de su amistad.
Pero quizás, si sentía que alguien no era tan feliz como podría serlo era
precisamente su hermana mayor. ¡Ojalá que pudiera animarla! Y más ahora que las
pequeñas parecían encauzar sus vidas por un rumbo distinto y separarse de ellas…
Y por su parte Petz seguía sentada en el sofá, pensativa.
Todavía recordaba aquellos últimos dos años después de su lucha contra las
sailors. Tras su derrota se dieron cuenta de que tan sólo estaban siendo
utilizadas por su comandante Rubeus. Ella misma se convirtió en un instrumento
de los pérfidos planes de ese malnacido al servicio de la Luna Negra.
-Pero yo fui mucho peor que él. – Se censuró de
forma amarga.- A fin de cuentas, Kalie, Bertie y Cooan no eran de su propia
sangre.
¡ y es que llegó a estar tan cegada por la ambición
que incluso trató de matar a sus propias hermanas! Aquel báculo era una fuente
de poder tan embriagadora que llegó a anular sus propios sentimientos fraternos
en pro de aquella ambición malsana de ascender. Cuando lo recordaba se sentía
muy culpable. Pero afortunadamente pudieron vencerla, y sobre todo convencerla,
de que su camino no era el adecuado. Y fueron las dos pequeñas, a las que ella
había cuidado desde que llegaron a la corte de Némesis, quienes le abrieron los
ojos con la ayuda de Guerrero Luna y las demás. Desde entonces Petz se juró
ayudar siempre a sus hermanas para que lograsen ser felices y consiguiesen
cualquier cosa que llegaran a proponerse. Se sentía en deuda con ellas y creía
firmemente que ésta era una gran oportunidad para brindarles a ambas su cariño
y su apoyo. Iban a irse muy lejos, a otro continente y no se verían en bastante
tiempo. Pero ella se aseguraría, como lo había estado haciendo desde entonces,
de que las cosas marchasen aquí, cuidando de la tienda y de la casa junto a su
hermana Karaberasu.
-Esta Kalie siempre ha sido una pícara, pero muy
lista.- Se sonrió ahora.-
Desde luego fue una suerte que su hermana guardase
algunas de las gemas que trajeron de Némesis, pudieron venderlas y sacar lo
bastante como para comprar la casa en un barrio tan caro y empezar a pagar
Otafukuya. Ahora debían trabajar muy duro para salir adelante y seguir
prosperando como hasta entonces. Podría decirse que en ese aspecto no habían
tenido problemas. Esos años las habían tratado bien dándoles bienestar material
y sobre todo amistad, con las guerreras y sobre todo entre ellas mismas. Lo
cierto es que vivían bien y eran felices así, aunque en el fondo Petz las
envidiaba un poco a todas. A las más pequeñas por su alegría y la enorme
facilidad con la que pudieron desligarse de sus antiguos recuerdos y a Kalie
porque el vigor y el optimismo innato que poseía. El carácter abierto de
Karaberasu, unido a su gran fe en sus propias posibilidades, que la habían
hecho adaptarse estupendamente a su nueva vida, sin ningún lastre emocional. Era
Petz misma la que siendo mayor guardaba más recuerdos de su planeta y su época
natal. Pero sobre todo, y pese a negarlo siempre ante sus hermanas, mantenía
clavado en su corazón los últimos momentos que pasó junto a Zafiro. ¡Le tuvo
tan cerca y tan lejos a la vez! ¿Qué habría pasado si él hubiera podido
regresar? Cuantas veces soñaba que aquel magnífico muchacho volvía a entrar por
la puerta y en su vida. De haber retornado seguramente hubiesen empezado una
vida juntos, ¡por fin juntos! Pero eso ya no podría ser. A veces pensaba en que
al menos no estaba sola en esa situación, su hermana Cooan sufrió también por
Rubeus, pero eso fue un enorme desengaño. Aquel bastardo se sirvió de ella
igual que hizo antes con Karaberasu. No obstante la mayor del resto de sus
hermanas no se enamoró de él, simplemente fue una aventura sin más. Cooan por
el contrario era dulce y sensible bajo esa apariencia de maligna que se había
construido alrededor, demasiado joven e inexperta para ese mundo despiadado que
la rodeaba y fue muy vulnerable a los manejos de ese cínico. De todos modos lo
mejor que le pudo ocurrir fue que Rei la liberase de ese sufrimiento y la
ayudara a empezar de nuevo junto con las otras guerreras. Igual que hizo Ami
con Beruche, la tercera de las hermanas, siempre tan introvertida y
callada y a la vez simpática y tímida
cuando se podía llegar hasta ella, con un
gran corazón que en vano se esforzaba por ocultar incluso en la Luna
Negra. Fue la única de ellas que se apiadó de Cooan cuando ésta desertó.
-Esas dos desde siempre estuvieron muy unidas. - Meditaba
Petz. - Mi caso ha sido distinto. Ellas pueden permitirse el lujo de soñar
nuevamente en enamorarse de alguien. Pero yo no. Yo te tuve a mi lado y ambos
supimos que nos queríamos. Tú nunca me engañaste Zafiro, tan sólo estabas
ciego, igual que yo. Por lo menos sólo te preocupabas por Diamante, lo que yo
fui incapaz de hacer por mis hermanas entonces, cuando estaba amargada y
poseída por esa ansia de poder. Pero pudimos ser libres y nos quitamos la venda
a tiempo. Aunque el destino fue muy cruel y te arrancó de mi lado cuando creí
tenerte por fin.
Aquellos
pensamientos le dolían en lo más profundo del corazón cada vez que los dejaba
fluir. Recordaba con una mezcla de pesar
y nostalgia cuando caminaban hacia el refugio, en pleno ataque y ella le vio. La
ciudad estaba cada vez más desierta. Cooan suspiró mirando en derredor para
afirmar.
-¿Habéis visto? Al parecer las cosas se han puesto
muy serias. Ya no hay casi nadie por las calles. -
-Sí, lo mejor será darnos prisa por entrar al
refugio. - Convino Karaberasu. –
Petz asintió descuidadamente cuando algo captó su
atención, una figura conocida iba arrastrando los pies y apoyándose contra la
esquina de la calle de enfrente. Creyó reconocer a…
-¡Zafiro! - Pudo decir entre asombrada e incrédula.
-
Las demás no parecieron haberle visto, pero su
hermana corrió repentinamente cruzando la calle. Tomadas por sorpresa la
llamaron en vano, finalmente todas fueron tras de Petz. Cuando la alcanzaron ella estaba arrodillada
sosteniendo la cabeza de un hombre que parecía estar herido. Para conmoción de
todas reconocieron a Zafiro, el hermano menor del príncipe Diamante. Estaba sin
sentido.
-Chicas ayudadme, tenemos que llevarle a casa. - Les
pidió Petz. -
-Pero, debemos ir al refugio, - opuso Beruche. -
-¡Por favor!- Les suplicó su hermana dejándolas
atónitas, eso era algo que jamás le habían visto hacer. Sobre todo cuando
añadió con visible gesto de sufrimiento y temor en su voz. - Morirá si le
dejamos aquí. Os lo ruego, ¡ayudadme!
Sin pensarlo ya dos veces Beruche asintió, tanto ella como Karaberasu y Cooan se
aprestaron para tratar de transportar a Zafiro junto con Petz. Pesaba bastante
pero entre las cuatro lograron levantarlo y pasando los brazos del muchacho por
los hombros de las dos mayores llevarle hasta su casa. Por fortuna no estaban
lejos y Cooan y Bertie las iban relevando cuando se cansaban. Pudieron subirle
al ascensor sin problemas. Entraron con él a cuestas en el apartamento y finalmente
le metieron en el dormitorio de su hermana mayor. Entre todas le curaron las
heridas de la mejor forma que pudieron y le acostaron.
-No podemos hacer más por ahora.- Suspiró Bertie.-
-Dejémosle dormir a ver como se despierta. – Les
sugirió Cooan.-
Las chicas así lo hicieron. Petz preparó algo de
comer en tanto Karaberasu le decía con palpable desasosiego.
-¿Qué podemos hacer? No tiene buen aspecto.
-Solo necesita descansar. - Afirmó tajantemente su
hermana mayor. –
-Pero. ¿Qué sucederá cuando se despierte? – Inquirió
Bertie con visible temor en el rostro sin poder evitar expresar sus miedos en
voz alta. – Quizás haya venido a castigarnos por haber traicionado al príncipe
Diamante.
-Sí. Para él debemos de ser únicamente unas
desertoras. No sabe la razón por la que lo que hemos hecho. – Añadió Cooan,
también visiblemente inquietada.-
-No os preocupéis. Yo hablaré con él y se lo
explicaré todo. Zafiro siempre fue comprensivo y amable. Lo entenderá.- Las
tranquilizó Petz.-
Sus interlocutoras se miraron atónitas, al menos las
pequeñas. ¿Desde cuándo había dejado Petz de odiar a los hombres? Jamás había
hablado bien de ninguno. Su hermana mayor las observó con una débil sonrisa. Dándose
cuenta de aquello y comprendiéndolas. Claro. ¿Qué podían saber ellas de su vida
íntima?
-Voy a ver qué tal se encuentra. - Les comentó con
tono amable y suave, a la vez que en una bandeja ponía un plato de sopa y algo
de pan. -
La muchacha entró en la habitación. Justamente
parecía que él se había despertado tras haber tenido quizás alguna pesadilla.
Al poco se percató de que estaba en una cama. Pero su sorpresa fue manifiesta al
verla a ella.
-¿Ya te has despertado?- Quiso saber la chica con
voz suave, mostrando la preocupación en su rostro. - ¿Cómo estás?
-¡Petzite!- Pudo exclamar él con voz aun débil en
cuanto la reconoció.- ¿Dónde estoy?
-En mi dormitorio - le susurró su interlocutora,
dejando la bandeja en una mesita y acercando una silla para sentarse a su
lado.-
Zafiro
entonces pudo añadir, como si tratase de recordarlo con claridad.
-Has estado viviendo en la Tierra desde que nos
traicionaste.
-Sí- admitió ella. - Y estoy lista para ser
castigada, pero te pido que perdones a mis hermanas, ¡por favor! -Le suplicó la
chica dejando translucir algo de su velada angustia, en tanto se llevaba una de
sus manos al pecho.- Castígame solo a mí. Yo soy la mayor y la responsable.
-No te preocupes. - Sonrió él sin darle ninguna
importancia a aquello para afirmar. - No he venido a actuar de ejecutor.- Pero
dime.- Quiso saber ahora con patente
curiosidad - ¿Cómo has podido sobrevivir aquí?
-Tengo a mis hermanas, y ellas me tienen a mí. Nos
cuidamos mutuamente. Lo cierto es que hemos descubierto que este mundo es
maravilloso. Quizás la vida aquí comparada con Némesis y sus facilidades es
mucho más difícil. Pero nos hemos dado cuenta de cuánto valen el amor y la
confianza. Es tal y como todo era en
nuestro mundo cuando todavía era libre de la influencia del mal.
Su interlocutor escuchó atentamente la historia que
le contó aquella mujer que parecía totalmente cambiada y así se lo reconoció él
con patente admiración.
-Estás tan diferente. Pareces otra mujer. Y debo
decirte que me gusta mucho este cambio tuyo.- Halagó en tanto Petz le acercaba
la bandeja con la sopa, cosa que Zafiro agradeció. -
-Gracias, - sonrió ampliamente la muchacha, ruborizándose
incluso para añadir. - Fueron Guerrero
Luna y unas amigas las que nos enseñaron que se puede vivir plenamente y amar.
Entregarse a los demás y confiar, sin temores y sin odios.
-Entonces hemos estado equivocados desde el
principio.- Musitó el muchacho con amargura agregando con patente temor. – Es tal
y como me temía. Ese maldito Hombre Sabio nos llenó la mente de mentiras y
deseos de venganza y quizás ya sea tarde. ¡Debo hacer algo y rápido!
Viendo la cara de preocupación de Petz, Zafiro le
contó lo sucedido, remachando a continuación.
-Tengo que ver a mi hermano y contarle lo que está
pasando. ¡Está en peligro!
-Tú eres el de siempre. - Se lamentó ella. - Sólo
piensas en el príncipe Diamante.
-Debo levantarme y salir. – Pudo replicar el chico.-
Y se esforzó tratando de hacerlo pero cayendo presa
de la debilidad. Volvió a tratar de levantarse, esta vez con éxito. Pero cuando
estaba a punto de trastabillarse de nuevo Petz le sujetó abrazándose a él.
-¡No!, ¡debes seguir en la cama, estás muy débil!-
Pudo oponer ella con creciente alarma. -
-Tengo que advertir a Diamante… - Repetía
obsesivamente él.-
-¡No! – Chillo Petz entre lágrimas, cosa que dejó
atónito a Zafiro, más cuando ella añadió llorosa. - Si vas a verle puedes
morir, y yo no soportaría que algo te ocurriera. Si tú perdieras la vida, ahora
que te he vuelto a ver…
-Escúchame. Por favor. – Le pidió cariñosamente él,
realmente conmovido por los sentimientos de aquella muchacha. -
Era una extraña sensación. Ella lo notó de inmediato
En los ojos de ese joven se notaba que podía percibir la preocupación y el
cariño que Petz le mostraba. Hacía mucho tiempo que no debía de sentir nada
parecido. Zafiro la tomó suavemente de los hombros le dijo con voz amable y
llena de afecto.
- Tengo que hacerlo. Si tú supieras que tus hermanas
estuvieran en grave peligro y que algo terrible amenazase su seguridad, también
tratarías de ayudarlas. ¿No es así?
La compungida chica no tuvo más remedio que asentir
en tanto las lágrimas le caían profusamente, rodando por sus mejillas. Zafiro
se enderezó añadiendo con sentimiento y dulzura.
-Diamante es mi único y querido hermano. No me lo
perdonaría a mí mismo si le sucediera algo. Lo comprendes, ¿verdad?
Petz trató de decir algo, pero él posó un dedo sobre
sus labios para añadir con tono de promesa.
-Y cuando haya hablado con él. Regresaré aquí otra
vez. Te dejaré mi chaqueta hasta que vuelva. – Señaló hacia una pared donde su
americana de color azul marino reposaba colgada en una percha. -
Y ella solo pudo prestarle una camisa que el chico
se puso para salir del cuarto. La muchacha salió a la terraza para rezar,
suplicando por la seguridad de aquel muchacho al que tanto amaba. Por unos
instantes se maldijo. Tanto tiempo soñando con esa oportunidad y cuando la
había tenido no fue capaz de decírselo. Aunque luego comprendió. No había hecho
falta hacerlo con palabras. Él lo supo. Por eso la miró de aquella manera tan
especial, llena de un brillo de amor y de dulzura con la que correspondió
a esos sentimientos. Aquella expresión
de él le quedaría grabada para siempre. Después, tras unas horas angustiosas,
llegaron las trágicas noticias. Pero Petz ya lo sabía, se percató de eso cuando
un terrible pálpito casi le quita la respiración al tiempo que la percha donde
sujetaba la chaqueta de Zafiro se partía, dejando que ésta cayera al suelo. La
muchacha se abrazó a esa prenda que a los pocos segundos desapareció de entre
sus manos. Entonces supo que le había perdido. A pesar de que la Guerrera Luna
y las otras, respondiendo a una llamada de petición de ayuda que les hizo
Cooan, tratasen de protegerle. Cuando toda la lucha pasó y sus amigas guerreras
afortunadamente vencieron, la propia Usagi, acompañada del resto, fueron a
verlas y les pidieron perdón. Todas con semblantes abatidos y llenas de pesar.
Pero ella no las culpaba de nada. Todo lo contrario. Incluso trató de mostrar a
sus amigas y a sus propias hermanas que se encontraba bien. Decidida a comenzar
su nueva vida y olvidar por completo el pasado. Pero por mucho que fingiera
siempre le acompañaba aquella melancolía. Esos recuerdos agridulces y el pesar
de no haber podido enmendar su vida antes y sobre todo, el no haber sido capaz
de salvarle a él.
-Si tan solo nos hubiésemos abierto nuestros
corazones antes, mi amor…- Musitaba llena de pesar.-
Todos aquellos sentimientos dolían mucho. Pero se
decía a sí misma que tenía que continuar sin desfallecer. Ese era un lujo que,
siendo la mayor, no se podía permitir.
-Se lo prometí a mamá. Y lo cumpliré.- Se juramentó.-
Cuidaré de vosotras y seré fuerte. No hay lugar para la amargura o el desánimo.
Esta es una nueva vida…
De modo que se esforzó para encerrarlos tras una
compuerta mental y solamente se centró en la agitada y dura jornada que
tendrían al día siguiente.
Me gustó mucho, estamos acostumbrados a ver solo fics de Serena y Darien ver algo diferente refresca mucho, me hizo regresar al capítulo don muere Zafiro...
ResponderEliminarGracias
Muchas gracias. Aprecio mucho tu comentario. Es una larga historia si te gusta y te animas verás que cuento lo que les ocure a muchos personajes. Entre ello, por supuesto, hablo de las Sailors, aunque en este caso más como secundarias.
EliminarHola, como estás? Me gusto este 1 cap (llegué aquí apartir de unas imágenes que compartiste en facebook basadas en tus fics). A veces, me daba la sensación que se repetían algunas cosas, algunas alusiones al pasado, pero esta bien, porque estas son en base a la percepción de cada hermana. Otro punto a favor, es que no solo introduces una nueva historia, sino que rememoras la que hemos visto ( y podemos recordar a medias), a la vez que las entrelazas, y manifiestas las repercusiones del pasado en el presente.
ResponderEliminarTienes una muy buena narración y enfoque en los detalles (te pido disculpas si yo no me estoy expresando de la mejor manera, estoy escribiendo desde el cel, y corro el riesgo de perder el comentario si trato de corregirlo, sin embargo, no queria dejar pasar mucho más tiempo para expresarte mi opinión).
Reconozco que no he seguido fanfics de las hermanas por darle prioridad a la busqueda de otros personajes, lo que no implica que ellas me disgusten, al contrario, y es tu historia, una excelente oportunidad para saber que ha sido de ellas. Algo que me parecio excelente es como captaste la personalidad de cada personajes, y como le diste un espacio a cada una de las protagonistas que has escogido (todos bien logrados, transmitiendo algo particular, pero el de Petz al final, sin dudas, coronó este 1 cap, fue agridulce, me imaginé lo que ella sentía como si fuera propio, supiste transmitir toda esa sensibilidad).
Creo que tienes una nueva lectora, aunque quizá vaya lento con la lectura, pero seguro ya verás nuevos comentarios mios :), buen fin de semana, saludos!
Muchísimas gracias por tu amabilidad y los elogios que me has dedicado. Celebro que te haya gustado el primer capítulo. Te expresas excelentemente bien y más teniendo en cuenta que estás escribiendo desde un teléfono. Eso siempre es más difícil. Para mí el describir bien a los personajes y sus sentimientos es muy importante, mi intención es al de humanizarlas en lo posible. En los siguientes episodios los acontecimiento se suceden de forma que van rememorando los acontecimientos que las llevan a esa nueva vida. Quise hacerlo así por si hubiese alguien que leyera la historia sin haber visto Sailor Moon, de este modo podría comprender de dónde vienen las hermanas. Pero como no es una historia que se limite a eso, verás que aparece una nueva amenaza y que Usagi sabe mucho más de eso de lo que da a entender incluso a sus amigas. Vuelvo a agradecerte tu interés y espero que te gusten los siguientes capítulos :)
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