Cuando terminó la entrega de los despachos, Esmeralda y Diamante estaban participando en las celebraciones de todo el grupo. En pocos minutos iba a comenzar el concierto de su hija y las otras chicas. Amatista los vio y se dirigió hacia donde estaban, estaba a punto de llamarles para hablar con ellos cuando Idina la abordó.
- ¡Vamos Tist!, que ya nos toca a nosotras, - la advirtió con simpatía.
- Avisa a Kerria, yo llamaré a Kathy.
-Es que,
tengo que…
- ¡No tenemos apenas tiempo! - La urgió su amiga. - Hay que darse prisa.
Nos han avisado de que debemos empezar en pocos minutos.
- Sí, ya
voy. - Repuso ella. - Bueno, se lo diré en cuanto terminemos. - Pensó. -
Y
corrió a llamar a su compañera y amiga, olvidándose de hablar con sus
padres por el momento ante lo apremiante de las circunstancias. Las chicas se
reunieron entre bastidores, tenían quince minutos para prepararse. Las cuatro
se maquillaban charlando sobre la emocionante ceremonia.
- ¡Ha sido estupendo! – Afirmó entusiásticamente Idina, que agregó sin
saberse a ciencia cierta si bromeaba o no. - ¡Cuánto chico guapo!, podríamos
encontrar un novio, ¿verdad Kathy?
- ¿Y qué
pasa con nosotras? - Sonrió Amatista con ganas de bromear. -
- Vosotras
ya estáis comprometidas - repuso despreocupadamente Idina, que razonó. - Tú ya
tienes al primo Leval y Kerria a Brian. Pero quedamos Katherine y yo.
- Bueno, ¡habla por ti! - Rio Kathy que desveló con pícaro tono de voz -
yo ya estoy comprometida.
- ¡Cómo! -
Exclamaron a coro las demás. -
- Sí, es cierto.
- Confirmó ella que confesó no sin rubor- y además he tenido mi primera
experiencia.
- ¡Estás
hablando de! - Exclamó Idina con los ojos de platos. -
- Sí -
sonrió Kathy que entonces les contó. - Veréis chicas, fue en Irlanda,
pasé allí unos días hace un par de semanas y conocí a un chico guapísimo que se
llama Patrick. Nos presentó mi amiga Erin en una fiesta. Y después, nos
estuvimos viendo todos los días. Era tan seductor, yo tenía muchas ganas y
curiosidad, él me llevó a su casa y aprovechando que no estaban sus
padres, ¡ji, ji, ji!
- ¡Cuenta, cuenta! - Le pidió Amatista, traicionada por la curiosidad
más morbosa. -
- Eso, estamos en ascuas. - Corroboró Idina, pues hasta ella se sentía
visiblemente intrigada. -
- ¡De eso
nada! – rio su amiga, que moviendo un dedo índice, negó sistemáticamente. - No
os pienso contar los detalles.
Todas insistieron, incluso Kerria. Su compañera entonces comenzó a decir…
-Veréis. Mi
amiga Erín y yo fuimos a la fiesta de los O´Leary. En el pueblo vecino. Allí,
en un caserón enorme, nos juntamos bastantes chicos y chicas. Él estaba al
cargo de la barra. Erin se acercó a pedir algo y ya sabéis como es…
-Pues la
verdad, es que no la conocemos. - Rebatió Amatista. -
-Bueno, yo
sí. Estuve contigo un verano en Irlanda. - Intervino Idina, añadiendo. - Tu
amiga es muy simpática.
-Eso dijo
ella de ti, os caísteis muy bien. Casi me puse celosa. - Admitió Katherine. -
-Bueno,
pero Tist y yo no sabemos quién es esa amiga tuya, solamente la hemos visto en fotografía.
- Le recordó Kerria-
- ¡Es
verdad! ¡Qué tonta! - Se rio Katherine retomando su narración. - El caso es que
le pasa como a mí, siempre está a la caza y captura de chicos guapos. Es muy
lanzada para eso y allá que se fue, habló con él un rato y Patrick la invitó a
tomar algo. Ella me hizo una seña y me acerqué… Nada más verle saltaron
chispas, chicas…-Aseguró con los ojos arrobados. - Y a él le pasó igual
conmigo…
-Pues no sé yo si a tu amiga eso le haría mucha gracia. - Terció Kerria,
que como siempre llevó la cosa a su terreno para aducir. - Salvo claro está,
que le pase como a mí y no estuviera interesada en ese chico…
- ¡Habló la
que sale con un tal Brian! - Se rio Amatista empujando cariñosamente a su amiga.
-
-Él es la
excepción que confirma la regla. - Replicó la azorada aludida devolviéndole el empujón.
-
-Chicas.
Dejad que Kathy termine. - Pidió Idina con visible curiosidad. -
- ¡Te aseguro que a mi amiga Erin le gustan los chicos más que a un
irlandés un trébol de cuatro hojas! - Se rio Kathy para proseguir. - Él nos
ofreció algo de beber. Al verle pensé, ¡guau! Qué muchacho tan guapo. Pelo
rubio rojizo, ojos azules y una sonrisa encantadora. - Les refirió. -
-Sí, bueno,
pero no creo que solamente por sonreír te llevase al huerto. - Comentó Amatista
con jocosidad. - Y pienso como Kerria, tendríais que llegar a algún acuerdo tu
amiga y tú… ¿o es que os lo rifasteis?
-No, claro
que no. - Replicó su compañera. - Es cierto que tanto a Erín como a mí nos
gustaba. Pero tuve la suerte de que a ella se le acercó otro chico del pueblo.
Tampoco estaba mal, y mi amiga quizás pensó que más valía pájaro en mano. O
puede que se apercibiese de cómo nos estábamos mirando. De modo que Patrick y
yo nos quedamos a solas. En fin, todo lo solos que se podía estar en medio de
una fiesta irlandesa.
-Bueno. ¿Y
qué pasó? - Quiso saber Kerria con patente cara de sentirse intrigada. -
La joven lo recordó. En aquel
caserón que era bastante antiguo y tenía al menos dos pisos y un desván. Ese
joven que vestía unos pantalones blancos y un jersey azul oscuro, que definía
muy bien su porte atlético, sonreía cuando le dijo.
-Me llamo
Patrick O´ Connor. ¿Y tú?
-Katherine
O´ Brian - Repuso ella sonriendo a su vez. -
-Nunca te
había visto por aquí. ¿Eres del pueblo vecino?
-Sí. Bueno
no, he venido a visitar a mi familia de aquí. Ahora estoy pasando unos días con
una tía. Pero soy norteamericana.
- ¡Vaya,
una yanqui! - Se dijo él en alta voz. - Pues espero que estés disfrutando de
Irlanda.
-Lo cierto
es que he estado viniendo desde pequeña. Mi padre nació aquí. – Comentó la
muchacha que quiso saber a su vez. - ¿Y tú de dónde eres?
-De
Duncannon. Tengo vocación marinera, ¡ja, ja! - Sonrió afirmando. - Me encanta
salir a navegar, pero este fin de semana unos amigos me invitaron a venir aquí,
y bueno. Lo cierto es que me alegro de haberles hecho caso.
- ¡Y yo también!
- Rio Kathy, haciendo que su contertulio la secundara. -
Se miraron durante unos instantes
sin pronunciar palabra. Estaba claro que la atracción era mutua.
- ¿Y qué
paso entonces? ¿Subisteis a alguna habitación? - Quiso saber Amatista. -
-Pero, así
de repente. - Se extrañó Idina. -
- ¡No! …ya
os dije que fue en casa de sus padres. - Sonrió la joven, que agregó.- Lo
cierto es que charlamos y lo pasamos muy bien. No negaré que casi al final de
la velada buscamos un sitio algo más tranquilo y nos dimos unos cuantos besos.
¡Ji, ji!... Durante la fiesta eso fue todo…Y me habló de ir a visitar algún
sitio los dos juntos.
Rememoró aquello, el muchacho comentaba.
-De modo
que te gustan las historias…
-Sí, de hecho,
quisiera ser periodista. - Respondió ella. -
-Pues cerca
de donde vivo, en la península de Hook, tienes la casa encantada más famosa de
toda Irlanda. Loftus Hall. En el condado de Wexford. Un día, si te apetece y no
te da miedo, podríamos ir a ver si se nos aparecen los espíritus
- ¡Espíritus!
- Se rio ella que enseguida agregó. - Haría falta algo más que unos fantasmitas
para asustarme a mí.
- ¿De veras?
- Inquirió el joven esbozando a su vez una pícara sonrisita. - Eso me gusta,
eres una chica valiente.
-Si voy con
el chico adecuado, tenlo por seguro. - Repuso melosamente la joven guiñándole
un ojo. -
Después de eso, efectivamente
hallaron un lugar más íntimo para darse unos cuantos besos y comenzar a
explorarse. Aunque fue Kerria la que inquirió una vez más, sacándola de esos
recuerdos.
- ¡Pero ve
al grano, mujer!…
Kathy
accedió por fin (en el fondo estaba loca por contarlo) y les explicó la
emoción, dolor y placer que sintió en esa primera vez…
- Supongo
que tomarías precauciones, - le dijo Idina con manifiesta preocupación. -
- Claro que
sí, Patrick se puso… ya sabes. - Y para expresarlo de manera todavía más
gráfica, Katherine sacó un paquete de preservativos de su bolso para asombro de
todas - y yo como veis, iba bien preparada. Por si acaso él no.
- Así que
lo tenías premeditado ¿eh, sinvergüenza? - rio Kerria. -
- Lo cierto
es que sí. - Reconoció Kathy visiblemente colorada. - Le había echado el ojo
desde que nos conocimos en la fiesta. Así que Idina, ya sólo quedas tú.
Todas miraron a su prima y amiga y ésta no pudo sino ruborizarse. Para
oponer llena de vergüenza.
- Creo que
eso es algo que tengo que pensarme todavía. Aunque bueno, con algún chico en la
universidad sí que he salido.
- ¿Ah sí? -
Inquirió Kerria visiblemente sorprendida. – No tenía ni idea…
- Esta no es nuestra Idina, ¡nos la han cambiado! – Se rio Amatista a su
vez. –
- Solamente
hemos salido como amigos, en fin, únicamente unos besos. – Comentó la pobre
muchacha casi como si estuviese pidiendo perdón por ello. – Nada más…
- ¡Anda ya!
¿Nos vas a decir que no habéis hecho nada más en su habitación? - Contratacó
Katherine que disfrutaba como las otras viendo la cara tan colorada de su
prima. – ¿O en la tuya?
- Ni siquiera se la has… ¡bueno!
– Rio Amatista que no sabía cómo expresarlo sin escandalizar a su casta
interlocutora, - no te digo que te tengas que acostar con él de buenas a
primeras. Pero un poco de sexo, aunque solamente sea algo de placer oral...
- Era un
chico encantador. – Afirmó cándidamente la aludida que les confió. – Lo cierto
es que hablábamos bastante.
Sus compañeras se miraron atónitas, aunque al final no pudieron reprimir las
carcajadas. Más todavía cuando Katherine le aclaró a su desconcertada prima.
- Me parece que aquí, la francesita, se refiere a otro tipo de placer
que se le puede dar en cierta parte de su anatomía a un chico con la boca.
Y lo
escenificó de tal forma mediante la mímica que provocó las risotadas de Kerria
y Amatista y el gesto escandalizado de Idina.
- ¿Qué? - Exclamó ésta última llevándose las manos a las orejas y
abriendo la boca. - ¡Oh, no!
- ¡Vamos
chica! Eso no es tan raro. - Pudo decir Amatista entre risas. - ¿Me vas a decir
que tú nunca…?
- ¡Yo jamás haría eso! ¿No me iréis a decir que vosotras habéis hecho
algo así? - Las interrogó Idina con tono incrédulo -
Y se hizo un embarazoso silencio. Las demás se miraban unas a otras de forma
cómplice. En tanto su compañera las escrutaba recorriéndolas con unos ojos entre
atónitos y reprobadores. Finalmente fue Amatista, la que casi sin poder
reprimir la risa, le desveló.
-Yo… ya en el internado de París tuve mis primeras experiencias en el
tema.
- ¡Pero si tenías catorce años! -
Se escandalizó Idina sin podérselo creer. –
- Bueno, - terció Kathy ahora con cierto rubor al mirar a su
demudada prima. - Yo debo decir que en Irlanda… en fin, eso a Patrick le
encantaba, y cuando no teníamos ningún sitio para acostarnos, pues…recuerdo que
antes de ir a esa mansión embrujada…sí que le hice uno de mis hechizos en su
varita…
-No puedo creerlo. - Aseveró su interlocutora que ahora volvió la vista
hacia Kerria mirándola esperanzada para declarar. – Menos mal que tú. Pues no
habrás tenido ese problema, como no te gustan los hombres…y Brian es
tan...formal…
Aunque ahora fue la aludida la que se
puso algo colorada. Y finalmente pudo confesar en tanto esbozaba una sonrisita
de circunstancias.
-Verás. Es cierto que... esas cosas, en fin. Las he hecho
más con chicas, nosotras no tenemos eso que tienen ellos, pero nuestras partes
íntimas también se pueden estimular de esa manera. Y te aseguro que cuando te
lo hacen es muy agradable.
Ahora hasta
Amatista y Kathy se pusieron ligeramente coloradas, casi asintiendo sin darse
cuenta. La primera desde luego podía atestiguar que sorprendió a su amiga hacía
años en el vestuario con su novia de entonces. Aunque su compañera de grupo
prosiguió narrando para mayor turbación de Idina.
-Pero admito que hubo una
época en la que estuve confusa y experimentaba y cuando Debbie y yo íbamos a
ciertos sitios, algún que otro tío. Pues… comprende que, para quitárnoslos de
encima en ciertas situaciones…. De esa manera les dejabas fuera de combate. –
Pudo remachar con patente incomodidad, aunque se permitió el lujo de añadir
tratando de quitarle hierro al asunto. – Tampoco es algo tan malo. Y creo que,
con Brian, pues…el chico se lo merece, a lo mejor un día de estos lo pruebo con
él… y no sabe tan mal cuando te lo suelta todo... en fin, lo que ellos liberan
cuando llegan al clímax…y te lo tragas…
No obstante, ahora Idina sonrió moviendo la cabeza y dijo con total
seguridad, como si hubiera descubierto alguna especie de juego.
-Ya entiendo. Me estáis gastando una
broma. ¿No es así? Estáis todas de acuerdo…
Y
entre los carraspeos de unas y las miradas hacia las paredes de otras le
dejaron patente a su atónita compañera de grupo que eso no era una chanza.
Incluso fue Kathy la que, más lanzada, se atrevió a proponerle.
- Mira. Si te gusta ese chico con el que
sales deberías probar. Seguro que iba a estar encantado.
- Ya no salgo con él. - Repuso la
muchacha con visible envaramiento. – Lo dejamos…
- Pues cuando conozcas a algún otro que
te guste. - Terció Amatista uniéndose a aquello con semblante divertido. –
Tienes que ser un poco más… abierta…
- ¡Ni hablar! Yo no la chupo. - Sentenció
la chica. –
- Vamos primita. ¡No seas tan
estrecha! – se rio Katherine. -
- ¿Le has preguntado a Nehie si ya
lo ha hecho? ¡Lo mismo te sorprende! Igual que nos has contado que ahora baila
y es animadora en la Golden lo mismo que tú, puede que haya experimentado con
otras cosas. - Intervino Kerria que tomaba ahora el jocoso relevo de sus
compañeras. – La verdad es que su majestad la hermosa y gentil reina de la Luna
Nueva, está como un tren. Pretendientes no le faltarán… ¿O es que ella es?
...-Preguntó sin dejar demasiado claro si lo decía en serio o en broma. -
Porque entonces… si un día estoy otra vez disponible…
- ¡No, no lo es! – Se apresuró a
replicar su prima añadiendo con rotundidad. - Y seguro que ella tampoco ha
hecho nada como eso. Además, tú misma lo has dicho, es la Reina de la Luna
Nueva. Y también Sailor Shadow, la guardiana de los misterios lunares. – Afirmó
rotundamente su interlocutora como si eso por sí mismo fuera motivo más que
sobrado para que no se la pudiera acusar de hacer esas cosas. –
Las otras
se sonrieron, efectivamente habían tenido ocasión de conocer y ver a la
soberana de la Luna y era una muchacha encantadora. Idina incluso les había
contado las aventuras que tuvieron en ese primer año de estudios. Tanto ella como
su amiga tuvieron que enfrentarse a un lastre del pasado de Neherenia. Pero,
por fortuna, auxiliadas por la ayuda de Chibiusa y las Sailor Asteroides, todo
fue bien. Luego, gracias al Cielo, el curso terminó sin novedad. Ahora la reina
de la Luna Nueva estaba de vacaciones en su mundo. O más bien atendiendo a sus
obligaciones regias allí. Idina la echaba mucho de menos y deseaba volver a
verla para el comienzo del nuevo año académico. Salió de esos pensamientos al
escuchar a su prima Kathy aseverar agitando la mano con jocosidad.
-
¡Y Cleopatra era faraona y se contaba cada cosa de ella! Fíate tú de la reina de
la Luna. Con la de cortesanos guapos que deben de rondar a su alrededor.
¡Tendría que ser de piedra! – Ese comentario hizo que el resto se riera, sobre
todo cuando Kathy añadió ya entre carcajadas. – Pero claro, olvidaba que la
hermana Idina seguro que tomará los hábitos bien pronto… ¡Aaaa! –
Y sin
pararse en barras aludió a su prima en tanto parodiaba un tono litúrgico
poniendo las manos en actitud de simulada oración entre las carcajadas de sus
regocijadas cómplices.
-Venga, te buscamos un plátano o
mejor un pepino bien gordo y te vas entrenando. ¡Podemos darte buenos
consejos!, cuando te la tragues ten cuidado no salpiques. - Terció Amatista que
tenía que agarrarse a una mesa para no caerse de risa. -
-¡Qué yo no chupo eso! - Exclamó la
pobre Idina que ya no sabía dónde meterse en tanto sus amigas no paraban ahora
de reír. – ¡Me las vais a pagar, zorronas! Ya hablaremos de esto. - Les
contestó con algo de fingida reprobación (o quizás no tan fingida) y las
mejillas encendidas de pudor en tanto sus compañeras se tronchaban. -
-Bueno, chicas, tenemos que terminar.
Salimos en cinco minutos. - Terció Kerria que pudo al fin contener las
carcajadas, mirando ya su reloj con gesto más serio. -
-Sí, ¡cómo voy a echar de menos esto! -
Repuso Amatista que dejó también de reír adoptando un tono más grave para
declarar. – La verdad es que yo debo contaros algo también.
Kerria la miró seria a su vez y las otras, dejando de lado las bromas, escucharon
atentamente la decisión que había tomado su compañera cuando ésta se la
desveló.
- ¿Entonces,
te irás tú también? - Le preguntó Idina visiblemente entristecida. -
- Sí, lo he
decidido. - Aseguró Amatista - y después del concierto se lo diré a mis padres.
- Puede que
sea el último que celebremos todas juntas. - Añadió Kathy con su voz
ensombrecida por el pesar. – El último de las Justices.
- ¡No hay que ser tan fatalistas, compañeras! - Las animó Kerria. -
¡Vamos!, podrá volver con Mazoui y Leval cuando quiera. Ellos dominan esa
técnica tan rara.
-Sí, pero
en cualquier caso tenemos que hacerlo muy bien hoy. Mi madrina Minako prometió
que intentaría venir a vernos actuar. - Les contó Kathy. - Y quizás hayan
invitado a gente del mundo del espectáculo a acompañarla.
-Es verdad, creo que mi madrina Ami también está aquí, con sus otras
compañeras. Y también nuestros padres y nuestros primos y hermanos. - Afirmó Kerria.
- De modo que, ¡a darlo todo, chicas!
-Es cierto,
mi madrina Rei también asistirá y no la voy a decepcionar. Ninguna lo haremos.
Tiene que ser una actuación memorable. - Sentenció Idina. -
Eso animó a las demás y entonces las chicas fueron avisadas para salir.
- ¡Ahora
vamos a cantar mejor que nunca! - las arengó Amatista. - La ocasión lo merece.
Por nuestras familias y nuestros amigos.
Todas
lanzaron un grito de guerra, su famoso ¡Go Justices! y salieron chocando sus
manos. El público aplaudió y empezaron el recital ante todo felicitando a los
graduados. Comenzaron por la canción que habían ensayado expresamente para esa
ceremonia, basándose en unos arreglos de una antigua melodía del mismo nombre,
que se titulaba UNISON.
En algún lugar esta noche cobramos vida
Dos corazones en ignición, somos del mismo tipo
Aquí estamos indivisibles, ante todo
Sólo tú y yo
Hemos llegado más lejos de lo que nadie más
podía
Robando en lo que confiamos
¿Quién no lo iba a saber?
Nos mantenemos unidos, nunca estamos separados
Todo el mundo sabe quiénes somos
Debido a que seamos uno, lo hacemos todo en Unión
Y con esa
canción no únicamente querían hacerle un homenaje a sus primos y hermanos que
se graduaban sino reivindicar el propio lazo que existía entre ellas, como
amigas, como familia, como miembros del grupo musical y como guerreras.
Nos reunimos y estamos más fuertes
Justo cuando el mundo nos puede separar
Seguimos como uno, lo hacemos de Unión
Brillo de ojos, flash de una sonrisa
Nunca es demasiado tímido jugando siempre muy
salvaje
Aquí estamos y no confío en nadie más
Danzaban
ágilmente por el escenario como siempre hacían, dándose el relevo para cantar
una estrofa cada una y uniendo después sus voces en los coros de forma
totalmente coordinada, haciendo las delicias del público.
Pero tú y yo hemos llegado tan lejos
Nadie más podía robar lo que somos
Confía, ¿quién quiere saber?
Agitándonos como uno no hay tiempo para
detenerse
Yo sé lo que tenemos que hacerlo en Unión
Aquí estamos indivisibles ante todo
Sólo tú y yo
Hemos llegado más lejos de lo que nadie más
podía
Robando en lo que confiamos
¿Quién no lo iba a saber?
(UNISON
Celine Dion, crédito al autor)
Y tras una atronadora ovación, las
chicas saludaron al público y fue Amatista quien, tomando el micrófono, pese a
jadear todavía un poco en busca de aire tras ese esfuerzo, habló en primer
lugar.
-Muchas
gracias, estamos muy contentas de estar aquí, participando en esta maravillosa
celebración.
-Deseamos
poder entreteneros y que os gusten nuestras siguientes canciones. - Intervino Kerria.
-
-En honor
de estos magníficos hombres y mujeres que se gradúan hoy. - Sonrió Kathy
tratando de buscar con la mirada a su hermano y a sus primos. -
- Así que
vamos a disfrutar. ¡Que siga la fiesta! - Exclamó Idina. -
Y
prosiguieron con su actuación, desgranando algunos de los temas que las habían
llevado a la fama y lo hicieron con todo su sentimiento, dándole así su adiós a
aquellos que partían y también a la propia Amatista. La actuación fue todo un
éxito y al concluir recibieron una tremenda ovación.
- ¡Han estado fabulosas! - Valoró Rei que aplaudía en la tribuna junto a
sus compañeras. -
-Estoy realmente muy orgullosa de todas ellas. - Convino Ami que se
hallaba próxima al padre de Kerria. -
-Sí, las
chicas tienen mucha pasión y cantan de maravilla. - Afirmó Minako. -
-Lo único
que lamento es que mi ahijado no se haya unido a ellas. - Suspiró Makoto. -
Y
es que Granate disfrutó a su vez del concierto, pero no actuó con sus primas.
Al menos hasta el final. Ya les comentó hacía tiempo que debido a sus estudios
no podría continuar en el grupo. Pero se sintió muy orgulloso de ellas. No
obstante, había preparado una sorpresa junto a sus primos. Cuando las chicas
terminaron su actuación fue cuando él subió al escenario para sorpresa de
éstas. Para muchas muchachas que eran fans de las Justices y sobre todo de él,
fue también una agradable visión, dado que antes de comenzar las cantantes
habían dicho que, lamentablemente Granate, por mor de sus obligaciones
militares, no iba a actuar. Por ello se desató un gran aplauso. Ahora le
miraban atónitas, más cuando tanto Leval, como Mazoui subieron junto a él. Y
allí no terminaba todo. Los hermanos de Idina, Alan y Lance (que se suponía que
no habían podido ir), y Coraíon, el hermano mayor del propio Granate, les
imitaron. Tras darse abrazos y besos con sus respectivas hermanas y primas,
Granate, tomó el micrófono y se dirigió a todos los presentes declarando con
emotividad.
-Señoras y señores, distinguido público y
asistentes. Para mí hoy es un día muy especial. Me despido del grupo y no he
actuado con mis primas y compañeras para cederles el protagonismo en esta
ocasión y poder disfrutar de su talento junto a mis compañeros de promoción.
Sin embargo, ahora deseo intervenir y será mi última actuación. He versionado
una canción que solíamos cantar en la Academia en los entrenamientos. Y les he
pedido esta vez a mis primos, los Handsome´s
Sons, que me acompañen. Es mi último regalo a nuestros fans. Y se la dedico a
todos mis compañeros, a mis padres, hermano, familia y muy especialmente a
mis queridas primas quienes siempre han estado ahí para animarme a luchar por
cumplir mis sueños…
Las atónitas muchachas no podían dar crédito a lo que oían. Emocionadas, les
cedieron el escenario y sonó la música. Aquella canción era conocida y la
versión de Granate les era muy familiar al resto de los cadetes. Además,
todos cantaban de forma magnífica a coro, en especial Alan que demostraba haber
heredado la voz de su padre y que entusiasmó a todos a dúo con su primo. Los
padres de todos ellos les observaban con una mezcla de orgullo y emoción.
Aquello tenía un gran significado.
Escritas en estas paredes
están las historias que no puedo explicar.
Dejo mi corazón abierto,
pero se queda justo ahí, vacío durante días.
Por la mañana me dijo
que, en sus huesos, no sentía lo mismo sobre nosotros.
Parece que cuando me muera,
estas palabras estarán escritas en mi lápida.
Y me habré ido, ido esta noche.
La tierra bajo mis pies está abierta de par en par,
la forma en la que me he estado agarrando, demasiado fuerte,
con nada en medio.
Y tanto Roy como Tom, Zafiro, Diamante, y los demás, recordaban
como ellos mismos habían cantado a coro otras muchas canciones en el rincón del
Alma y del Tiempo unos y en las fiestas y concursos de la universidad,
otros. Ahora sus vástagos, al igual que las chicas anteriormente,
parecían decirles con aquella canción tan llena de energía y optimismo que era
el momento de que definitivamente les dieran el relevo. Era esa una nueva
generación de jóvenes entusiastas con un gran potencial y de nobles
sentimientos.
La historia de mi vida,
la llevo a casa,
conduzco toda la noche para mantenerla caliente,
y el tiempo se congela.
La historia de mi vida,
le doy esperanza,
gasto su amor hasta que está rota por dentro,
la historia de mi vida.
Escritos en estas paredes están
los colores que no puedo cambiar.
Dejo mi corazón abierto,
pero se queda justo ahí en su jaula.
Sus padres no pudieron más que abrazarse a sus respectivas esposas
y deleitarse juntos, emocionados con aquel espectáculo. En el escenario
Idina escuchaba y observaba a sus dos hermanos mayores con admiración.
Pocas veces les daba por cantar, pero desde luego hubieran podido ser parte de
cualquier grupo. En especial Alan que tenía un gran sentimiento y alegría
acompañando la canción con su guitarra y su voz. Y Lance con un timbre de voz
tan magnético y grave. Por eso, no le había sorprendido que se hicieran llamar
los Handsome Son´s, como homenaje al grupo que sus padres, el tío Roy, el tío
Zafiro y Diamante formaron en sus años mozos. Los Handsome Boys, creyó recordar
que se llamaron.
Sé eso, ahora (es) por la mañana (y)
veo una luz ascendente sobre la colina.
Aunque estoy roto,
mi corazón todavía está incontrolado (sin domar, indómito).
Y me habré ido, ido esta noche.
El fuego bajo mis pies arde brillante,
la forma en la que me he estado agarrando, tan fuerte,
con nada en medio.
La historia de mi vida,
la llevo a casa,
conduzco toda la noche para mantenerla caliente,
y el tiempo se congela.
Los
demás tampoco lo hacía mal. Coraíon por su parte era tan buen artista como su
hermano menor. Kerria estaba sorprendida viendo allí a su hermano que nunca
había mostrado interés en esas cosas cantar con toda su alma, sonreía
emocionada sin poderlo evitar. Katherine por su parte tenía lágrimas en los
ojos y una sensación similar al ver a su hermano. Sentía que tras las duras
pruebas que tuvo que pasar, ahora era feliz, unido a sus compañeros y familia.
La historia de mi vida,
le doy esperanza,
gasté su amor hasta que está rota por dentro,
la historia de mi vida.
Y he estado esperando a que se acercara este momento,
pero cariño, correr tras de ti es como perseguir a las nubes.
La historia de mi vida,
la llevo a casa,
conduzco toda la noche para mantenerla caliente,
y el tiempo se congela.
Y Amatista,
bueno, ella estaba aún más impresionada contemplando a su amor platónico. El
chico lucía para ella más maravilloso que nunca. Le recordó esa vez que cantase
esa otra tonada, una de sus favoritas, sobre ir a la Luna y volver, reforzando
así su determinación de ir con él…
La historia de mi vida,
le doy esperanza,
gasto su amor hasta que está rota por dentro,
la historia de mi vida.
La historia de mi vida
(bis)
(One Direction - Story of my life – Crédito al
autor)
-Muchísimas gracias. - Saludó Granate a la multitud que les ovacionaba.-
Y ahora, para concluir, otra de los Handsome Sons´s, acompañados por las
Justices. Si ellas son tan amables de unirse a nosotros. - Dijo con tono
entusiasta y anunció. - Dedicada a nuestros padres y a nosotros, la próxima
generación.
Sus primas por supuesto que se les
unieron encantadas. Todos conocían ese clásico. Y cantaron…
Consejo
para los jóvenes de corazón.
Pronto
seremos mayores
¿Cuándo lo
vamos a hacer funcionar?
Demasiada
gente viviendo en un mundo secreto
Mientras
ellos juegan a los padres y a las madres
Nosotros
jugamos a los niños y a las niñas
¿Cuándo lo
vamos a hacer funcionar?
Podría ser
feliz
Podría ser
demasiado ingenuo
Soy
solamente yo y mis sombras
Feliz en lo
que nos hace creer
Pronto
-Buena canción. - Musitó Roy, sonriendo con aprobación. - Bien elegida,
muchachos…es realmente apropiada para vosotros.
Desde
luego, era otra vez esa constancia de que el tiempo transcurría y que esos jóvenes
estaban listos para volar. Ya eran adultos para comenzar a construir sus vidas,
basándose en sus propios sueños e ilusiones…
Y con los
sabuesos a raya
Elegiré tu
farol
Porque
sería perfecto
Caminar
sobre mis dedos gordos todo el día
Y cuando
pienso en ti y en todo el amor que es debido
Haré una
promesa, haré una resistencia
Porque a
esos grandes ojos marrones, esto no les sorprenderá
Tenemos
todo el ancho mundo en nuestras manos
-Cantan de maravilla.
- Sonrió a su vez Cooan, hablando con su hermana Bertie. - Me recuerdan a
nuestros esposos a su edad.
-Sí, es cierto.
- Convino esta, igualmente orgullosa y feliz que su interlocutora. -
Consejo
para los jóvenes de corazón.
Pronto
seremos mayores
¿Cuándo lo
vamos a hacer funcionar?
El amor es
una promesa
El amor es
un regalo
Una vez
dado
Nunca
olvidado
Nunca lo
dejes desaparecer
Esta podría
ser nuestra última oportunidad
¿Cuándo lo
vamos a hacer funcionar?
La hora de
trabajar se acabó
- ¡Qué
recuerdos me trae escucharlos! - Añadió una nostálgica Petz, dirigiéndose a sus
hermanas menores. -
-Es
maravilloso que estén todos juntos. - Declaró Karaberasu. -
-Y que lo digas.
- Respondió Esmeralda, llena de orgullo para sentenciar. - Ahí los tenéis,
nuestro mejor legado para este mundo.
Y todos estuvieron totalmente de
acuerdo con la diseñadora, quien, por supuesto, no apartaba los ojos de su
hija.
Y como me
hace llorar
Porque
alguien mandó mi alma a dormir
Y cuando
pienso en ti y en todo el amor que es debido
Haré una
promesa, haré una resistencia
Porque a
esos grandes ojos marrones, esto no les sorprenderá
Tenemos
todo el ancho mundo en nuestras manos
Y todos los chicos y las chicas en
el escenario repetían este estribillo abrazados. Con rostros plenos de
felicidad y entusiasmo.
Tenemos
todo el ancho mundo en nuestras manos
Tenemos
todo el ancho mundo en nuestras manos
¡En
nuestras manos!
Consejo
para los jóvenes de corazón.
Pronto
seremos mayores
¿Cuándo lo
vamos a hacer funcionar?
Así los muchachos cantaron unidos, pasando los brazos por los hombros
del de al lado o separándose para abrazar a sus respectivas hermanas o primas
que se unieron finalmente cantando con ellos. El público estaba emocionado,
maravillado y lleno de optimismo a un tiempo.
Consejo
para los jóvenes de corazón.
Pronto
seremos mayores
¿Cuándo lo
vamos a hacer funcionar?
La hora de
trabajar se acabó
Podemos
hacer todo lo que queremos
Cualquier
cosa que sintamos que nos apetece hacer
Consejo…
(Advice for the young at heart. Tears For Fears.
Crédito al autor)
Al concluir
recibieron una estruendosa ovación del auditorio y de las propias Justices que
aplaudieron emocionadas a sus hermanos y primos. Granate se abrazaba larga y
afectuosamente a todas y cada una de ellas, besándolas con mucho cariño y
mientras recibía sus felicitaciones meditaba. Aunque era algo que ya había
decidido. Antes incluso de preparar esta sorpresa. Deseaba unirse a sus primos
en aquella aventura. Podría decirse que esa canción a coro con Mazoui y Leval
era su particular manera de lanzar ese mensaje. Ni que decir tiene que, cuando
se reunió con sus padres y se lo dijo, Petz no estuvo nada contenta con esa
idea e incluso Zafiro la reprobó. Al menos de cara a su esposa. Sin embargo, su
padre ya lo sabía y en el fondo estaba conforme. Pero Granate, de acuerdo con
él, les insistió sin rendirse. Argumentaba que con sus primos estaría bien y
además ellos le enseñarían la técnica de la translación instantánea y podría
volver siempre que quisiera. Zafiro se mostró más comprensivo y aceptó apoyar a
su hijo, juntos lograron finalmente vencer la resistencia de su madre. Y,
además, su hermano Coraíon que había venido en un viaje relámpago desde
Inglaterra, le apoyó también declarando.
- Siempre
ha sido tu sueño. ¿Verdad hermanito? Desde que éramos pequeños has querido
vivir aventuras y explorar. Me alegro mucho por ti, aunque te echaré de menos.
- Gracias
Cory. Significa mucho para mí. – Sonrió el aludido que se dirigió a su
interlocutor con el afectuoso apelativo que usaba desde que eran niños. -
- Prométeme
que tendrás mucho cuidado, cariño. - Le pidió Petz abrazándose
desconsoladamente a Granate. – ¡Por favor!
- ¡Claro mamá!, con Leval y Mazoui nada malo me puede ocurrir. - Afirmó
él con total despreocupación. - Ya obtuve la plaza con la aprobación de mis
superiores, pasé todas las pruebas con ayuda de los primos. Ahora hablaré con
el tío Diamante, seguro que si me dais permiso se lo pedirá al señor Masters.
- Está bien
hijo, díselo a tu tío - le indicó Zafiro que abrazaba ahora a su llorosa mujer
en tanto Coraíon le daba un beso a su madre en la mejilla. – Y no te preocupes
por nosotros, debes perseguir tus sueños.
Entre tanto las madrinas de las
jóvenes componentes del grupo y de los chicos comentaban cuan magnífica y
emotiva había sido esa actuación. Fue en ese momento cuando vieron aproximarse
a Usagi.
- ¡Has venido!
- Exclamó la sorprendida Minako. -
-No deseaba perdérmelo. Hice cuanto pude por concluir con mis asuntos a
tiempo para estar aquí. - Repuso su amiga. -
Las otras se fijaron en que tenía
algunas lágrimas en los ojos. Todas la observaron preocupadas, aunque Usagi
movió la cabeza sonriendo para comentar con jovialidad.
-Ha sido
una actuación preciosa, y estoy muy orgullosa de todos esos chicos y chicas. Me
han emocionado. Deberíamos ir a felicitarles. ¿No creéis?
-Claro que sí.
- Convino Rei. -
-Vamos a buscarlos.
- Asintió Ami. -
-Están ahí.
- Indicó Makoto que había visto a las componentes de las Justices.-
Y sus
madrinas se aproximaron tan pronto se despejó el escenario tras la actuación.
Tras abrazarse con ellos les dieron los parabienes a las intérpretes.
-Sois
realmente fabulosas, chicas. - Las alabó Rei, proponiéndole a su ahijada e
incluyendo al resto. - Espero que podáis venir a actuar algún día al santuario.
-Sí, yo iré
a veros muy gustosa. Y podríamos hacer una gira por Japón juntas. – Intervino Minako.
-
- ¡Claro
que sí! – Sonrió luminosamente Idina, agregando con entusiasmo. - En cuanto
tengamos la posibilidad de reunirnos las tres.
- ¿Las tres?
- Se sorprendió Ami que, evidentemente constató. - ¿No sois cuatro?
-Bueno. -
Terció Amatista con algo de apuro. - Tengo que deciros algo. Y después se lo
diré a mis padres…
Sus interlocutoras escucharon con
atención cuando la muchacha les desveló sus intenciones. Makoto asintió,
suspirando…
-Al menos
Granate te tendrá a ti cerca, igual que a Leval y a Mazoui. En ese aspecto
quedo más tranquila. Pero para tus padres será un golpe muy duro.
-Lo sé. -
Admitió la joven, que replicó entonces más decidida. - Por eso tengo que ir a buscarlos
para contárselo.
La chica se alejó un poco, aunque
Usagi la llamó haciéndola que se detuviera. En un aparte le preguntó.
- ¿Estás
segura de esto, Amatista?
-Sí, Majestad.
- Replicó respetuosamente la muchacha. -
-Haz el
favor de no llamarme así, cielo. No es el momento ni el lugar adecuado. -
Sonrió afablemente su interlocutora. -
La jovencita apenas sí pudo mirar a
los ojos a su contertulia y musitar con humildad.
-Discúlpame. Es que después de todo lo que has hecho por mis padres y
por el resto, es lo menos que mereces. Nuestro respeto y lealtad. Porque te
debo mi vida.
-Vuestra
amistad es un bien muchísimo más preciado. - Sonrió Usagi. - Y no me debes
nada. Fueron tus padres quienes, con su esfuerzo y valor, lograron darte la
existencia y ayudar a que te hayas convertido en una chica tan fuerte y llena
de valiosas cualidades. Porque, pase lo que pase, Amatista, quiero que
recuerdes una cosa. Lo que has conseguido hasta ahora y lo que vayas a lograr
ha dependido y dependerá de ti misma. Ahora, ve a hablar con tus padres, tienen
derecho a conocer tu decisión...
Y la joven asintió sonriendo a su
vez. Luego se alejó tras despedirse del resto. Usagi la vio marcharse y
suspiró. Recordaba de dónde había venido. Era cierto en parte que estuvo
tratando unos temas muy importantes con Neherenia, pero asimismo fue llamada
por Landar. Y ese mago parecía preocupado. De modo que, tuvo que disculparse
con la soberana de la Luna Nueva e interrumpir su reunión, emplazándola a que
quedase con Chibiusa para ultimar cualquier cosa pendiente. Después se marchó y
cuando llegó al Cielo, directamente le preguntó al mago.
- ¿Qué
sucede? ¿Has tenido alguna visión?
-Algo no
está yendo como debería. Las cosas están cambiando. - Le notificó su interlocutor.
-
- ¿Qué cosas?
-Quiso saber Usagi con tono premioso y concernido. -
-Una
presencia que no debería estar aquí, ni ahora. Algo maligno. - Le contó Landar.
-
- ¿Es un
enemigo al que debamos ir a combatir ya? - Preguntó su interlocutora. -
-No será cosa tuya, ni de las sailors bajo tu mando, hacerlo. - Le
desveló el mago. - O, mejor dicho, directamente ya no será asunto vuestro. Os
ocupasteis de ello hace mucho tiempo.
-No te comprendo. - Confesó la perpleja Usagi. -
-Llegado el
momento lo harás. Tampoco puedo decirte más. - Declaró su contertulio.- Pero
ahora hay amenazas más urgentes. No estoy seguro de cuando, pero unos viejos
enemigos volverán.
- ¿Qué enemigos?, ¿cuándo?, ¿dónde? - Inquirió sucesivamente ella. -
-Lamento no
ser capaz de decirte más. - Suspiró su interlocutor. - Ya se te irá revelando a
su debido momento.
Usagi movió la cabeza, odiaba
aquello. Podía entender perfectamente a sus amigas cuando le echaban en cara la
falta de información o el secretismo del que ella hizo gala en el pasado. Por
ello decidió no comentarles nada todavía. Y menos en aquellos momentos tan
especiales para ellas, con la próxima partida de varios de sus ahijados, rumbo
a lo desconocido en el espacio.
-Desde
luego que no es el mejor momento. Únicamente espero que esos chicos y chicas
estén bien. - Pensó. - Y en cuanto a mis amigas… al menos hay algo que sí tengo
que decirles.
Por su
parte, Makoto, ajena con las demás a esas tribulaciones de su amiga, fue hacia
su ahijado. Le encontró bromeando con Coraíon. Se llegó junto a los dos y les
saludó.
- ¡Cuánto
me alegro de veros, chicos! – Declaró.
-Madrina Makoto.
- Sonrió Coraíon. - ¡Qué sorpresa!
- Estoy muy
orgullosa de los dos, Coraíon. Eres un chico estupendo y muy aplicado. Y
Granate…quiero desearte un muy buen viaje y pedirte que te cuides y veles por
tus primos también. - Replicó la interpelada sin querer ser más explícita en
esa última parte de la frase. -
-Lo haré,
Makoina, te voy a echar muchísimo de menos a ti, a Cory y a papá y mamá. Pero
algo dentro de mí me impulsa, tengo que hacer este viaje. - Declaró
sentidamente él. -
-Estoy segura
de que tu destino te espera en las estrellas, cariño. - Le sonrió tiernamente
su madrina. - Ve a cumplirlo y sé feliz.
Y dicho
esto Makoto le abrazó con cariño. Lo mismo que hizo después con Coraíon. Al
poco se despidió de ellos. El resto de sus compañeras conversaron un poco más
con los chicos y chicas y después saludaron a sus viejos amigos. Al rato
decidieron irse pues aquel entrañable grupo era el protagonista de esa jornada
y a ellos correspondía capitalizar la atención.
-Ha sido un
día estupendo. - Comentó Minako. -
-Es verdad.
- Asintió Rei. -
-Chicas. -
Las llamó entonces Usagi. -
- Aquí estamos.
- Repuso Ami. -
-Espero que
hayáis disfrutado de esta ceremonia. - Comentó su interlocutora. -
-Pues sí,
ha sido preciosa. - Afirmó Makoto.-
-Preparémonos
entonces para retornar a Japón, vamos al Santuario Hikawa. Tengo que contaros
qué tal van los preparativos. - Les indicó Usagi. -
- ¿Preparativos?
- Inquirió Minako. -
-Supongo
que de esa gran nave. - Le aclaró Ami. - Algo me comentó Hotaru cuando la vi en
el hospital. Estuvo hace poco con su padre en la Masters Corporation.
-Eso es. -
Asintió Usagi. -
De modo que
las chicas se fueron a un sitio apartado para poder emplear su sailor teleport.
Entre tanto y tras despedirse de sus amigas las guerreras, Diamante charlaba
con Ian Masters. Los dos habían aplaudido mucho el concierto de las chicas y
aquella actuación sorpresa de los chicos y ahora junto a sus colegas y amigos
se ocupaban de los asuntos técnicos del proyecto. Ambos estaban muy satisfechos
de los resultados obtenidos en las pruebas. El millonario les informó que la
nave estaba ya cerca de la Tierra. Había demostrado poder alcanzar altas
velocidades.
-Y afortunadamente hemos evitado un contratiempo de última hora. - Dijo Masters. -
- ¿Contratiempo? - Repitió Diamante, deseando saber. - ¿Cuál?
-Por lo que sé, hace unos meses Souichi y su grupo, con la colaboración
de otros científicos y especialistas, han logrado detener la propagación de un
virus potencialmente peligroso que se detectó en China. Tanto que hubiera sido
capaz de provocar una pandemia a nivel mundial.
-Vaya. - Musitó el príncipe de Némesis. - Pues lo celebro.
-Podría haber impedido incluso este viaje. - Le comentó Masters,
añadiendo. - Por fortuna, todo ha sido solucionado.
Diamante asintió perplejo todavía. Al punto acudió a comentárselo a
Zafiro que, tras coincidir en su alivio con su hermano mayor, aprovechó la
noticia para decirle que su hijo podía embarcarse.
- ¡Vaya!,
ha sido algo tan repentino que creí que no estarías de acuerdo. - Dijo su atónito
hermano mayor. -
- No se lo
digas a Petz, pero Granate me lo comentó hace un año, cuando supo que Mazoui y
Leval se irían. Al principio no quise. – Le desveló su interlocutor para argumentar.
- Pero él ya es mayor de edad y está en el ejército, no puedo impedírselo.
Además, me tranquilizaba saber que iría con sus primos. Y esa nave la hemos
diseñado nosotros, ¿dónde podría estar mejor?
- No tienes
que justificarte conmigo. - Repuso afectuosamente Diamante. - Tú y tu hijo sois
los que debéis tomar esas decisiones. Por mí no hay ningún problema. Aunque le
echaré muchísimo de menos.
- Ni por
mí. - Añadió Masters con resignación - será fácil conseguirle una plaza si como
dices sus superiores le han autorizado. ¡Lo que son las cosas! - suspiró al
revelar. - Mi propia hija va a ir también y desde luego no me hace
demasiada gracia la idea...
- Yo
también preferiría tener a Granate con nosotros. - Indicó Zafiro que entonces
recordó también a su hijo mayor. - Coraíon estuvo terminando sus estudios en
Inglaterra y sabemos que Nephrite y Amanda le echaron una mano. Mi hijo mayor se
ha hecho muy amigo de los suyos.
- ¿Y tú, Diamante? - Le preguntó Masters con gesto de extrañeza y no
disimulado asombro. - No sé cómo puedes estar tan tranquilo. Tu propia hija
también quiere ir y únicamente has hablado de los demás.
- ¿Cómo
dices? - Quiso saber el aludido realmente sorprendido. –
Desde luego el gesto y la mirada de
Diamante dejó a su vez desconcertados a su hermano y al millonario.
- ¿Es que
no lo sabías? - Se sorprendió Masters a su vez, y entonces, viendo la expresión
de estupor y malestar de su amigo, le contó. - Satory habló conmigo pidiéndome
ir y de paso una plaza para Amatista. Quedó en llamaros para explicároslo. Desde
luego os suponía enterados y conformes. Creía que vuestra hija ya os lo habría
dicho.
- No, no lo
ha hecho - repuso Diamante endureciendo su semblante con visible irritación,
para agregar más controladamente. - Espero que tenga una explicación cuando se
lo pregunte.
Todos callaron guardando un incómodo silencio. Masters lamentó el haber hablado
de más, pero ya no había remedio. Entre tanto, tras terminar el concierto,
conversar con sus madrinas y recibir muchas felicitaciones, Amatista, seguida
por las demás chicas, llegaron hacia ellos. Ian y Zafiro les dieron la
enhorabuena también, alabando su recital.
Diamante en cambio clavó una dura mirada en su hija y le ordenó con
un tono severo.
- Vámonos a
casa, tenemos que hablar.
La joven no
era tonta, se temía que su padre hubiera hablado ya de ello con el padrino Ian.
Éste, como es natural, le había dado la noticia antes que ella, de modo que,
por una vez, obedeció sin rechistar.
-Hasta
pronto, chicas. - Se despidió de sus compañeras que le devolvieron el saludo,
guiñándole un ojo, era su forma solapada de desearla suerte. -
-Llámanos.
- Le pidió Kathy en tanto la veía alejarse. -
Pero su compañera y el padre de ésta ya no respondieron. Sin perder ni un
instante fueron en busca de Esmeralda que alabó a su hija y no comprendía el
semblante tan serio que mostraban ambos. El viaje en el coche se desarrolló sin
una palabra ante la extrañeza de la diseñadora. Diamante conducía, ella iba al
lado de su esposo y su hija sentada atrás.
- Pero ¿Se
puede saber qué os pasa? Se diría que venís de un funeral. - Inquirió Esmeralda
mirándolos alternativamente. -
-Lo sabrás
en cuanto lleguemos a casa. - Fue la lacónica réplica de su marido. -
Aquello no podía tratarse de nada
bueno, Esmeralda comenzó incluso a asustarse. Y viendo la desolada expresión de
su hija rezaba para que esta no hubiera hecho ninguna tontería. Aunque decidió
ser paciente. Una vez llegaron a su chalet pasaron al salón y Diamante se sentó dirigiéndose
a Amatista.
- Seguro
que hay algo que nos tienes que contar.
- Sí, papá,
es cierto, debo deciros algo muy importante, - admitió ella sin andarse por las
ramas, con la voz entrecortada y visiblemente nerviosa. -
- ¿De qué
se trata, hija? - Inquirió Esmeralda mirando a su marido que sólo se cruzaba de
brazos en actitud hierática. - Tú sabes algo ¿verdad Diamante? Te veo muy
serio, ¿qué pasa? ¿Es por el grupo? - Especuló con creciente inquietud, para
añadir de modo conciliador. - No hay ningún problema, cantáis muy bien, tengo
que reconocerlo.
- No se
trata de eso, mamá. - Terció Amatista, cada vez más angustiada. - Y como veo
que papá ya lo sabe te lo diré sin rodeos. Me han ofrecido un puesto de
ayudante de laboratorio, gracias a Satory. Por eso me llamó tan tarde ayer.
- ¡Estupendo,
cariño! - Exclamó su contertulia que sonrió quitándole importancia e incluso
animándola sin reservas. - ¿Y por eso te preocupas? No comprendo el motivo de
que tú y Satory tuvieseis tanto secretismo por eso. ¡Acéptalo! Te vendrá muy
bien para tus estudios. Dime, ¿dónde trabajarías?
La muchacha
apenas pudo responder, bajó la cabeza desolada, aquello era más difícil de lo
que había creído. Aunque su padre fue el que se encargó de romper el misterio,
al estallar con enfado.
- ¡No lo
entiendes, Esmeralda! Satory se va a embarcar en esa maldita nave y nuestra
hija quiere ir con ella.
El gesto de su esposa pasó del relax y la satisfacción, a contraerse en una
mueca de horror, apenas pudo preguntar con tono inseguro, mientras borraba la
sonrisa de su cara.
- Y tú no
habrás aceptado todavía, ¿verdad?
- Ya he
aceptado, mamá - respondió Amatista con un susurro cada vez más firme, hasta
que sentenció. - Quiero ir.
Esmeralda se quedó helada. ¡Su hija, su querida niña iba a desaparecer en el
espacio! No podía pronunciar palabra, estaba demasiado desconcertada y atónita
por ese mazazo que ni siquiera fue capaz de enfadarse. Pero en esta ocasión no
tuvo que hacerlo, esta vez fue Diamante el que lo hizo en su lugar e intervino
con un tono bastante duro.
- ¡No, eso
sí que no!, tú no irás, dile a Satory que se busque a otra. A ti te queda mucho
para terminar tu carrera y no estás preparada. ¡Además, no se te ha perdido
nada en el espacio!
- Pero papá,
¡yo quiero ir! - Replicó Amatista con un gemido desesperado. -
Sin
embargo, en esta ocasión no era en absoluto parte de ninguna representación.
¡Esta vez no! Ella sabía perfectamente que la táctica de ponerse melosa con su
padre no le serviría en esto, eso se había terminado. Ya era una mujer adulta y
quería afrontar sus decisiones como tal, de modo que insistió con seriedad y
firmeza.
- ¡Por
favor!, he tomado mi decisión y no voy a cambiar de idea. Me he pasado la noche
sin dormir para meditarlo.
Pero su interlocutor, nadas más oír
aquello, movió desaprobatoriamente la cabeza y se llevó las manos a la misma
con irritación. Como si no pudiera creer lo que estaba oyendo.
- ¿Y tú te
crees que en un asunto tan importante como éste, que afectará al resto de tu
vida, se puede uno decidir en una sola noche? - Le gritó su padre que estaba
fuera de sus casillas. - ¡No!, ¡de eso nada, tú que vas a meditar bien! ¡Ni
siquiera sabes lo que significa eso!
Hubo una pausa de incomodísimo silencio en el que ninguno de los tres sabía que
decir. Se miraban de soslayo sintiéndose muy envarados hasta que fue el propio
Diamante quién, tras respirar profundamente tratando de relajarse, pudo retomar
la palabra con más calma y un tono más bajo de voz, tratando de racionalizar.
- Te
conozco, Amatista. Eres una chica muy voluble y caprichosa, te ibas a
arrepentir a los dos días, pero entonces no habrá remedio. ¿Me oyes?, no nos
tendrás ahí para sacarte del aprieto.
- Dame tres
días más y verás como no cambio de opinión. - Le pidió ella tratando de
explicarse con un tinte sumiso en su voz. - Te aseguro que yo…
Y es que
estaba realmente amedrentada por aquel tono tan duro como inhabitual con ella
que su padre empleaba. Muy pocas veces le había visto así. Admitiendo, además,
que tenía razón al pensar de ella de esa manera, en base a anteriores
experiencias.
- ¡Ni tres
días, ni tres años! - La cortó Diamante cruzándose de brazos con un ademán
inflexible para agregar con reprobación hacia sí mismo. - Siempre te he dado todos
tus caprichos e hice mal, tu madre llevaba razón desde un principio. Has hecho
de mí lo que has querido. Te he malcriado, pero se acabó. Comprende que esta
vez no puede ser.
- ¡No es un
capricho, papá!,- chilló Amatista con lágrimas en los ojos. - ¡Es mi vida!,
tengo derecho a decidir lo que quiero hacer con ella en el futuro.
- Lo harás
cuando sepas realmente que es lo que te conviene. – Rebatió él remachando con
dureza. - ¿Es que no ves que esa nave viajará a millones de kilómetros de aquí?
- Pero Leval
y Mazoui me traerán a veros. - Replicó la muchacha con seguridad. -
- Aún eres
muy joven - le rebatió Diamante con expresión severa. - No te das cuenta de lo
que dices. Hay miles de cosas que se me ocurren que podrían salir mal. Y las
que más miedo me dan son las que ni siquiera pasan por mi imaginación. Por
ejemplo. ¿Y si la traslación espacial de Mazoui y Leval no funcionase? ¿Eh?
¿Qué pasaría si vais demasiado lejos y no lograsen captarnos? – La chica guardó
un envarado silencio, no había pensado en esa posibilidad, aunque no tuvo
tiempo de responder nada, su padre continuó reprobando de modo implacable a la
muchacha. - ¿Ves cómo te conozco?, seguramente habrías creído que en caso de
arrepentirte te traerían de vuelta enseguida. Piensa por un momento en que no
pudieran y estuvieras condenada a vagar por el Espacio para siempre.
La muchacha bajó la cabeza y tras unos agónicos instantes que se hicieron
eternos pareció tener la respuesta cuando musitó, con un apagado tono que, sin
embargo, estaba lleno de rotundidad.
- Papá, en ese
caso yo estaría donde he elegido estar.
- ¡Basta! -
espetó autoritariamente Diamante. - He dicho que no y es que no. Y no se
hable más del asunto, ¿me oyes?
Amatista solamente pudo sollozar tragándose las palabras, no había nada que
pudiera añadir y su padre no parecía dispuesto a escucharla. Tampoco quería
reivindicar que ya era mayor de edad y que podía hacer lo que quisiera. Primero,
por no destrozar la relación con su padre, después, porque este tenía
influencias como partícipe en la construcción y desarrollo de esa nave. Una
palabra suya y automáticamente la apartarían. No sabía qué hacer. Así que
paradójicamente tuvo que implorar con la mirada hacia su madre que había
permanecido todo ese tiempo en absoluto silencio. Esmeralda, por su lado, había
estado escuchando con suma atención esa disputa. Aquello era extraño, siempre
había sido ella la que peleaba con su hija frente a la pasividad de su marido.
Pero, en esta ocasión, los papeles se habían invertido y él volvía a hablar
como un orgulloso príncipe, con un tono autoritario y tajante que ella había
creído olvidado hacía mucho tiempo. Sin embargo, tras un incómodo y duro
silencio, la diseñadora intervino por fin y de forma sorprendente. Con voz
queda y conciliatoria, demasiado serena para las circunstancias,
dirigiéndose a su enfurecido esposo.
- Diamante
¿Acaso no comprendes la razón por la que nuestra hija quiere ir? Yo sí que me
he dado cuenta, desde hace ya mucho tiempo. Es por Leval que también se
embarca.
- ¿Y qué?,-
repuso éste levantando los brazos. - Leval lo sabía desde hacía dos años. Ha
tenido tiempo más que suficiente para madurar su decisión y se ha entrenado
para ello. Pero Amatista lo dice cuando únicamente queda una semana. ¡No se
había preocupado de eso hasta ahora!
- Vi la
cara de nuestra hija hace dos años cuando lo supo. - Contestó su mujer. - Sé
que ha tratado de olvidarse de él, pero no ha podido hacerlo…
La angustiada diseñadora parecía
querer añadir algo, pero su interlocutor la cortó, visiblemente indignado.
- ¡No seas
ridícula, Esmeralda! - desdeñó su esposo añadiendo con reprobación. - No
puedo creer que salgas con eso ahora. Sólo por un enamoramiento tonto no puede
desperdiciar su vida. ¡Parece mentira que la apoyes!, estaba seguro de que te
pondrías de mi lado.
- Y si en
verdad creyese que se tratara de un enamoramiento tonto o de un capricho pasajero
lo estaría. - Repuso su interlocutora abrazando a su desconsolada hija y
agregando con una mezcla de dulzura y emotividad contenida. - Pero ella se
enamoró de él desde el primer día. Lo sé porque en eso es igual que yo, me
enamoré de ti desde el primer momento que te vi en Némesis. Estabas tan apuesto
y gallardo allí, junto a tu padre, en esa aburrida recepción de la Corte. -
Sonrió nostálgica recordando. - Aún me parecer ver como el rey Coraíon me
llamaba a su presencia y a pesar de la trascendencia de aquel día, hasta
entonces el más importante de mi vida, sólo tuve ojos para mirarte a ti. Luego
llegaría ese maldito Hombre Sabio y nos manipularía a todos, tu viaje al Reino
de la Tierra. Te perdí durante dos largos años y después ya nada fue lo mismo.
¡Recuérdalo! Cambiamos y nos hicimos perversos por aquellos malignos influjos y
nuestros propios sentimientos desdeñados. Pero buena o mala sólo sabía que te
amaba y únicamente me importaba que correspondieras a mi amor.
- Sí, lo
recuerdo. - Admitió Diamante que se calmó en su agitación según la escuchaba,
añadiendo con voz queda de añoranza. - Y nos costó mucho darnos cuenta. Pero
cuando supe lo que sentías y lo equivocado que estuve yo. El tiempo que
perdimos...
- ¿Es que
acaso olvidas que bajaste hasta las mismas entrañas del Infierno para salvarme?
¿No recuerdas nuestro dolor cuando creímos tener que separarnos para siempre?
¿Cómo puedes pedirle entonces a nuestra hija que haga un sacrificio así? ¡No,
Diamante!, yo quiero a Amatista mucho más que a mi vida, igual que te amo a ti,
pero, por más que me pese, ella debe irse. A pesar de que sufra por que se vaya
de nuestro lado no puedo impedirle que busque su felicidad, aunque sea a
millones de kilómetros. - Sollozaba Esmeralda cuyo corazón parecía romperse
según hablaba, haciendo que su hija e incluso el mismo Diamante se conmovieran.
-
- ¡Gracias,
mamá!,- lloraba Amatista abrazada a ella confesando con visible emoción. - ¡Os
echaré tantísimo de menos, tengo tanto miedo!, pero he de marcharme.
- Sí,
cariño, tienes razón. - Admitió Diamante con abatida
resignación. - Siempre la has tenido tratándose de nuestra niña. Pero es
tan duro para mí, nuestra única hija, que se marche de nuestro lado.
- Lo sé, mi
amor - asentía Esmeralda con los ojos llenos de lágrimas. - ¿Crees que no lo es
para mí? Pero si no la dejamos ir nunca nos lo perdonará. Y le haríamos un daño
que no se le podría borrar jamás. - Dicho esto, elevó suavemente la cara de su
hija tomándola del mentón y le enjugó las lágrimas para decirle con una sonrisa
que rebosaba de cariño y ternura maternal. - Ve con él, mi niña, estoy segura
de que juntos encontraréis la felicidad.
- ¡Gracias,
mamá! - Sollozaba una agradecida Amatista que volvió a implorar a su padre
en busca de su cariño y comprensión. - ¡Papá!...
- ¡Hija
mía!, ¡mi niña! Eres lo mejor de nuestras vidas. - Sollozó también Diamante
estrechándola entre sus brazos con fuerza. - Prométeme que te cuidarás mucho y
que Leval te traerá a vernos a menudo. Rezaré porque él te corresponda y te
quiera como le amas tú.
La
joven se sintió profundamente conmovida, nunca había visto llorar a su padre, y
realmente Diamante no lo había hecho desde hacía muchísimo tiempo. Tan solo
cuando era aún un muchacho y recibió la noticia de las muertes, primero de su
madre, y más tarde de su padre. Después, ni tan siquiera derramó lágrimas
cuando su hermano Zafiro murió asesinado por el Sabio. La última vez fue cuando
creyó haber perdido a Esmeralda tras su intento de rescatarla del Infierno y
quizás cuando Jenny, la esposa de Ian, murió. Aunque ahora era totalmente
distinto. Se trataba de su propia hija, parte de su ser, a la que había criado
en su nueva vida, fruto de su recobrado amor y en la que quiso volcar todos sus
anhelos y esperanzas de futuro, tal y como había admitido ante ella, lo mejor
de sí. No obstante, Amatista estaba convencida de que sus sentimientos hacia
Leval se iban a ver correspondidos y que eso podría resarcir a todos de esa
triste despedida. Y así lo afirmó, entre lágrimas.
- Lo hará,
papá. Me quiere. ¡Lo sé!, lo he visto en sus ojos.
- Sí, hija,
te creo. Yo también he podido leer siempre en los ojos de la gente. - Convino
el todavía emocionado príncipe. -
- ¿Te
acuerdas, cariño? - Le dijo Esmeralda a su marido con la voz queda por el
recuerdo. - Ese fue el tipo de mirada que Petz nos describió en los ojos de tu
hermano antes de que el Hombre Sabio le matara. Nos lo ha contado tantas veces
y yo la comprendo bien, esa es una mirada que no engaña. Y Leval es un
magnífico muchacho. Es el hijo de Roy y Bertie, ha heredado todas las virtudes
que poseen ellos, así como Amatista ha sacado las nuestras. Yo confío en ella
igual que lo hago en Leval y lo hice en sus padres.
- Sí, -
sonrió finalmente su esposo desdramatizando aquella situación y permitiéndose
una sonrisa al afirmar - y también nuestros defectos. He de reconocer que mi
hija es más cabezota que yo y tiene mucho peor genio que tú.
Rieron
todos barriendo así la tensión y la tristeza, hasta que Diamante añadió
retomando al fin la tranquilidad.
- Bueno
hija, nos quedan muchas cosas que preparar, sólo te faltan seis días.
La muchacha asintió, plena de felicidad y de tristeza a un tiempo. Alegre por
poder tener la oportunidad de realizar su sueño, apenada por la inminente
despedida de las otras dos personas a las que más quería en el universo.
Finalmente, los tres se fundieron en un abrazo durante un buen rato. En las
casas de Leval y Mazoui conforme pasaban los días también se repitieron escenas
similares. Por fin, la nave estaba en órbita geoestacionaria y todo a punto,
llegó el gran día. Todos acudieron a despedir a los chicos que se iban. Grande
había sido la sorpresa para sus primos al saber que Granate se unía a ellos y
mucho mayor aún fue al enterarse de que Amatista también iría. Por tanto,
Mazoui, Leval, Amatista, Granate y Satory se despidieron de todos sus
familiares y amigos. Entre muestras de emoción desbordada y lloros, besos y
abrazos. Leval sonreía tratando de quitarle hierro al momento.
-No os
preocupéis, con la traslación instantánea vendremos tan a menudo que acabaréis
hartos de vernos. No hay sitio del espacio desde el que no podamos volver. -
Aseveró demasiado confiado y Mazoui asintió también convencido. -
Su padre desde luego no las tenía
todas consigo en eso. No obstante, no tendría sentido rebatir a Leval. De modo
que respondió, visiblemente emocionado.
-Espero que
sea así, hijo.
Y mientras le abrazaba Roy se
permitió hacer todavía un jocoso comentario, pese al momento en el que estaban
o quizás precisamente por eso, para desdramatizar aquella despedida.
- Porque de
lo contrario, yo mismo iré a tirarte de las orejas. ¡Ja, ja, ja!
-Cariño…
prométeme que tendrás mucho cuidado. - Balbuceaba Bertie acariciándole las
mejillas con todo su afecto maternal. -
-Claro,
mamá. Lo tendré. Todo irá bien. - Le aseguró el muchacho, posando con afecto
sus manos sobre las de su interlocutora para asegurar. - Volveré…
- Leval -
intervino Kerria de forma pragmática y siempre pendiente de su amiga pese a los
sentimientos que la invadían en ese instante. - No dejes sola a Amatista, necesitará
a alguien allí.
- No lo
haré, descuida. Sin vosotros, ella, Mazoui y Granate, son toda mi familia.
Le contestó
su hermano abrazándose a la emocionada chica que tampoco pudo evitar las
lágrimas, pese a luchar por conseguirlo.
- ¡Y
cuídate mucho, por favor! - Sollozó la joven que parecía no querer soltarle en
tanto lloraba desconsolada. - Por favor, no te arriesgues.
-No te
preocupes, Ky. Dentro de poco volveremos a estar juntos y podré contarte como
son las estrellas vistas de cerca. - Replicó afectuosamente él. -
Su
hermana asintió tras separarse y enjugarse esas lágrimas. Y paralelamente a
ellos, en otra parte también se sucedían las emotivas escenas.
-Escríbenos,
hijo. - Le pedía una llorosa Karaberasu a Mazoui.
- ¡Pero
mamá!,- objetaba Kathy, lógica todavía, en medio de su emoción, de tal forma
que hasta casi parecía querer hacer un chiste. - ¿Quién iba a traernos las
cartas?
-Estaremos
en contacto, no te preocupes. Las comunicaciones llegarán a la velocidad de la
luz. - Repuso su hermano esbozando una leve sonrisa cuando oyó aquello. –
-Te
echaremos mucho de menos. Que Dios te bendiga, hijo. - Añadió Mathew dándole un
abrazo. -
-Ya lo ha
hecho concediéndome esta familia. - Contestó él con emoción. -
A unos pocos metros, cerca del punto
de embarque, Masters también estaba emocionado.
- Cuídate,
mi niña. - Le pidió Ian a su hija. -Y recuerda que siempre que me necesites
estaré aquí.
- Lo sé, papá.
- Afirmó ella abrazándole para después enjugar con un fino pañuelo las lágrimas
que tenía tras sus gafas. – Lo sé.
Y bastante
cerca se sucedían más escenas similares, con la familia de los Lassart, de
Tokio.
- Pensaré
mucho en vosotros, mamá, papá, Cory. - Decía en tanto Granate abrazado a sus
progenitores. -
- ¡Cuídate,
por favor! ¡Haz caso de tus primos! ¡Pórtate bien y no te metas en líos!
- Sollozaba Petz una y otra vez. – Se prudente, cariño…
- Estamos
muy orgullosos de ti y te queremos más que a nada, no lo olvides. - Añadió
Zafiro emocionado también y manteniendo a duras penas un tono sereno de voz. -
- Ánimo
hermanito. Seguro que todo irá bien. – Le despedía a su vez Coraíon, tratando a
la par de confortar a su madre. -
-Dadle un
beso a Makoina de mi parte y cuidaos mucho vosotros también. – Le respondió su
hermano menor. -
El caso es que las antiguas Sailors no habían acudido a despedirse. Pese a que
les dolía no hacerlo. Habían contactado previamente con los que iban a partir
para desearles suerte. Por desgracia, el día señalado tenían ocupaciones que
atender y, sobre todo, Usagi les comentó que sería mejor así estando reunidas
en un gran despacho perteneciente a la Masters Corporation en Tokio.
-Es el
momento de que se despidan de sus familias, de que escriban las páginas de sus propias
historias. Nosotras tenemos otras cosas que hacer. - Les comentó a sus perplejas
amigas con tinte algo enigmático.-
-No veo por
qué no hemos podido ir a decirles adiós antes de que partieran. - Intervino una
dolida Makoto. -
-Eso mismo
pienso yo. - Convino Minako. - Podríamos haber ido y vuelto en un instante con
el sailor teleport.
-Sé que es
duro y que hubierais querido abrazarles antes de que partieran. Pero así debe
ser. – Les indicó Usagi con tristeza en el tono y la mirada. -
-Está bien,
supongo que si tú lo dices tendrá que existir una buena razón. - Intervino Ami
con un resignado suspiro. -
A ninguna
le gustaba esa idea, desde luego, pero respetaron aquello. Pese a lo cual no
dejaban de pensar en sus respectivos ahijados y ahijadas, deseándoles lo mejor.
Mientras, Amatista, tras despedirse de otros amigos y familiares, se abrazó a
sus amigas, Kathy, Kerria e Idina, que no podían contener sus lágrimas.
- Cuídate
mucho, ¿vale? - Le pidió Idina sonándose la nariz. -
- Descuida,
lo haré. - Afirmó Amatista. - Hacedlo también vosotras. Y seguid con el grupo.
- No te
preocupes. Continuaremos - le respondió Kathy que le desveló. - Aunque no será
lo mismo sin vosotros. Mientras no estemos las cuatro y Granate, las Justices
no volverán a ser las mismas. Nos haremos llamar de cualquier otra manera.
- Gracias
Kathy, gracias a todas. - Sonrió Amatista. -
- ¡Cuídame
bien a Leval! - Le susurró Kerria abrazándose a su amiga. – Le dejo en tus
manos.
- ¡Más que
a nada!,- le prometió solemnemente ésta que agregó al instante con más
familiaridad. – Te lo prometo. No me separaré de él.
Las chicas entonces dieron paso a los padres de Amatista que, tras los besos y
abrazos de rigor, la desearon buen viaje.
- Ya eres
toda una mujer. - Declaró una emocionada Esmeralda que le dijo a modo de
consejo final. – Como me decía a mí mi mentora, Madame Alexandra Annette
Deveraux. Mantente siempre erguida cuando andes, levanta la cabeza siempre ante
cualquier adversidad y trabaja duro por realizar tus sueños, cariño.
- Lo haré,
mamá - balbuceaba Amatista presa de la emoción. - Te quiero.
- ¡Y yo a
ti, mi pequeña! - Afirmó la aludida sin evitar romper a llorar. -
- Todas las
noches pensaremos en ti, mirando a las estrellas. Y rogaremos porque
vuelvas pronto. - Añadió Diamante también dominado por la emoción. -
- Dime una
cosa, papá - le inquirió la muchacha. - Aquello es muy hermoso, ¿verdad? Dime
tú que lo has visto...
- Sí, hija,
es muy hermoso. - Reconoció él con un susurro, acariciando el mentón y las
mejillas de Amatista para sentenciar. - El Universo es tan bello y tranquilo
como infinito.
- Ojalá
pasemos por Némesis - suspiró su hija con una media sonrisa. - Podría darle
recuerdos.
- Creo que
aún faltan siglos para que nadie se instale allí. - Le aclaró su padre que
añadió con aire reflexivo. - Quién sabe si tú serás la primera. ¡Si llegaseis a
alcanzar nuestro mundo ojalá que convirtierais ese lugar en un jardín lleno de
flores como siempre soñé! - Remachó con profunda añoranza y afecto. -
El príncipe
cruzó la mirada con la de su emocionada esposa que asintió.
- A cualquier
parte a la que vaya, plantaré un ramito de jazmín para ti y también por mamá y
por tus padres, el abuelo Coraíon y la abuela Amatista Nairía. Os lo
prometo. -Suspiró Amatista. -
Y la
muchacha lloró una vez más, dejándose estrechar entre los brazos de su padre
que solamente pudo musitar entre lágrimas.
- ¡Que Dios
te bendiga y te guíe, mi preciosa niña!
Así siguieron todos expresando sus sentimientos hasta que al fin tocó el turno
de embarcar. Volvieron a despedirse y esta vez definitivamente. Los viajeros
abordaron un transbordador que habría de llevarlos hasta la nave. Con una
última mirada llena de nostalgia y despedida a sus familias, entraron. Pasados
unos minutos de cuenta atrás, la nave despegó. El rugir de los motores del gran
cohete tanque que lo impulsaba y el torrente de llamaradas que estos arrojaban
contra el suelo, enfriado al momento por millones de litros de agua, fue
observado desde una distancia prudencial. Los que se quedaban pudieron ver
elevarse a la gran nave con su lanzadera que, a gran velocidad, atravesaba las
sucesivas capas de la atmósfera hasta dejar de ser visible perdiéndose en las
profundidades índigo del espacio. Aun así, todos permanecieron durante un rato
contemplando el cielo. Beruche y Roy abrazados y animados por Cooan y Tom.
Diamante y Esmeralda estaban a su vez animándose mutuamente con Petz y Zafiro.
Nadie dijo nada hasta que Bertie reflexionó en voz alta, llena de nostalgia.
- Recuerdo
cuando llegué a la Tierra y lo pequeña y primitiva que me pareció. Me acuerdo
también de la primera vez que vine a esta ciudad, deseosa de comenzar de nuevo.
Quería ver el mundo y sobre todo recuerdo muy bien cuando te conocí a ti, Roy.
Como nos conocimos y nos amamos en el pasado. Todo lo que hemos tenido que
luchar y sufrir. Afrontando tantos peligros. ¿Te acuerdas del otro Leval,
nuestro hijo del futuro? ¿Qué habrá sido de él? ¿Qué será de nuestro hijo de
este tiempo y los demás?
- Van a
seguir su propio camino, quizás tengan aventuras tan apasionantes ahí afuera
como las que vivimos nosotros. - Respondió su esposo también con añoranza,
admitiendo con voz queda. - No lo sé, cubito. Ellos empiezan a vivir sus
vidas ahora como hace años nosotros comenzamos a vivir las nuestras.
- Es
cierto, ¡Dios mío! - Susurró Esmeralda uniéndose a esa reflexión filosófica. -
¡Cuántos años han pasado! Parece que fue ayer cuando luchamos contra las
guerreras. Cuando comenzamos a vivir, ¿recuerdas, Ian? - Se dirigió al
millonario que también miraba al cielo con aire de tristeza. - Parece que fue
ayer cuando me raptaste para llevarme a tu isla. Y cuando tú me rescataste - le
dijo a Diamante. - Igual que me salvaste del infierno, - suspiró sentenciando.
- En fin...el tiempo pasa volando.
-Sí, -
musitó Petz conviniendo en ello. - Ahora que nuestros hijos surcan el universo
quizás les corresponderá a ellos tomar el relevo.
- Es ley de
vida. - Intervino Cooan abrazada a su marido que asintió. - Igual que cuando
nuestra pequeña Idina me tomó el relevo como justiciera. Y de eso me parece que
haya transcurrido una eternidad cuando sólo han pasado unos pocos años. Ya casi
ni recuerdo cuando llegué a la Tierra, es como si siempre hubiera vivido aquí.
- ¿Ya somos
unos viejos o qué? - Terció con aparente desenfado Karaberasu tratando de animarlos
a todos. -
La mujer
intentaba romper con su intervención esa cadena de añoranzas a pesar de que su
voz, algo temblorosa por la emoción, traicionaba ese intento por relajar el
ambiente. No obstante, se esforzó por resultar tajante al añadir.
-Todavía
nos quedan muchas cosas por hacer aquí y otras muchísimas que ver hacer a
nuestros hijos. ¡Estoy convencida, ellos regresarán! Y estoy segura de que nos
sentiremos muy orgullosos de ellos, tanto de los que se quedan como de los que
se van.
- ¡Así
es!,- exclamó Zafiro más animadamente también, aunque con ese aire de lógica y tranquilidad
que le hacía parecer siempre mucho más persuasivo en esta clase de
aseveraciones. – Y yo, como Kalie, estoy convencido de eso. Ahora debemos irnos
ya cada uno a nuestras casas y seguir adelante. Como ellos harán. No miremos
atrás, sino adelante.
- Tienes
toda la razón, amigo. - Convino Tom. - Bueno Connie, - añadió tomando a su
mujer afectuosamente de la mano - es hora de irnos. Alan y Lance ya deben de
haberse marchado. Idina, ¿vienes?
- Sí, papá,
espera a que me despida. - Repuso ella en tanto sus padres bajaban de la
tribuna donde había presenciado el despegue. – Enseguida estoy.
- Nosotros
también nos vamos, adiós. - Saludó Diamante que junto a Esmeralda se marchó.-
Al cabo de
un momento Petz y Zafiro les imitaron despidiéndose y yendo en busca de
Coraíon. Solamente quedaron Idina, Kerria y Kathy, con Roy y Beruche.
- Sí me
disculpáis - sonrió la hija de los Rodney. - Me voy con mis padres. Ya nos
veremos, chicas, tío Roy, tía Bertie. Hasta pronto. - Les besó a todos en la
mejilla y se fue. –
Katherine
le pidió que esperase y besando también a Kerria y los padres de ésta acompañó
a su prima. Fue a reunirse con Mathew y Karaberasu que la habían estado
aguardando a su vez. Después fue Kerria la que se despidió en tanto consultaba
la hora en su teléfono móvil.
- Papá,
mamá, yo también debo irme. Brian no pudo venir hoy, tenía un parcial, pero
habíamos quedado para después y ya se me hace tarde...
- Claro,
hija - sonrió Roy, por un lado, pensando en el destino de los que se habían ido
y por otro, contento de que los que allí quedaban continuasen girando con el
mundo y atendiendo a sus asuntos del día a día. - ¡Qué os divirtáis! Y saluda a Brian de mi
parte.
- Hasta
luego, cielo, no llegues muy tarde. - Le pidió Beruche en otro intento de
readaptarse a lo cotidiano. -
- Lo haré,
papá. Descuida, mamá...volveré temprano, mañana me toca ir a la facultad. -
Repuso ella con ese mismo espíritu. -
Así, Kerria besó a sus padres y corrió a bajar. Finalmente, allí quedaron solos
Beruche y Roy. Él, tomando por los hombros a su esposa, le susurró.
- Mira
cubito, nuestra hija por fin es feliz con Brian. ¡Eso me hace concebir tantas
esperanzas para el futuro!, y nuestro muchacho seguro que hallará la felicidad
entre las estrellas. No podríamos tener mejores sucesores. Sé que ellos siempre
lucharán por la justicia, donde quiera que estén.
- Sí, mi
amor. Sé que lo harán. - Repuso afectuosamente su esposa abrazándose a él. -
Ambos contemplaron
el rojo sol del atardecer, que se despedía de ellos como si de esta manera
quisiera decirles algo, y Bertie, siempre tan intuitiva, lo captó de inmediato
cuando suspiró declarando.
-Siento que
ha llegado el momento de que tú, yo y nuestros amigos descansemos ya. Hemos
cumplido con creces nuestra misión en esta vida y la época de vivir aventuras
se va como el día de hoy. Pero estoy segura de una cosa, nuestros hijos tomarán
el relevo y confío como tú en que vayan a donde vayan podremos estar, siempre,
muy orgullosos de ellos.
Y apoyando suavemente la cabeza sobre el pecho de Roy que asintió emocionado a
esas palabras, ambos guardaron un admirado silencio contemplando como el sol se
perdía a lo lejos, entre las montañas del lejano horizonte.
FIN DE LA SEGUNDA PARTE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)