domingo, 6 de marzo de 2011

GWD 2.129. Curiosas costumbres.

Los dos primos charlaban en una cafetería de la nave aunque era más bien Leval el que no paraba de contarle a su oyente aquella experiencia tan increíble. En cuanto pudo recobrarse mínimamente había ido a buscar a su primo y, muy agitado, le urgió para hablar con él. Al principio Mazoui le dijo que no le venía muy bien esa hora pero ante la insistencia de su amigo y, sobre todo, del nerviosismo que notaba en él, aceptó. Una vez en el café, Leval le contó lo sucedido. Su interlocutor le miraba incrédulo mientras le escuchaba, al fin le dijo divertido.



-¡Menudo sueño has tenido!...

-¿Eso crees? ¿Qué ha sido un sueño? - Exclamó él que parecía querer molestarse pero no lo hizo. En el fondo ahora lo veía de un modo confuso y no tuvo más remedio que admitir.- La verdad es que ni yo mismo estoy seguro. Pero era muy real.- Añadió con mayor seguridad. – Bueno, pero después me desmayé y recuerdo que me levanté del suelo, ¡estaba desnudo, tío!, eso no creo que me haya pasado en sueños.

- Tú me has dicho que Amatista tenía prisa y que se fue dejándote en la cama. Y teniendo en cuenta lo que habíais estado haciendo, mucha ropa no creo que llevases. Pudiste haberte dormido y caerte de ella. - Conjeturó Mazoui. -

- Es que estaba en el sofá, no en la cama y me desperté al lado del sofá, sí. Pero el de la otra habitación. ¿Cómo me explicas eso, doctor Freud? - Quiso saber su primo con tono sarcástico. -

- No sé, chico,- respondió Mazoui encogiéndose de hombros, añadiendo con visible escepticismo.  -Me cuesta creer eso. Date cuenta de lo que me has dicho. – Le resumió con tono escéptico. – Si lo he comprendido bien, en esencia me dices que una mujer que tomó la forma de Amatista prácticamente te violó y que tú no pudiste impedirlo ni siquiera transformado en súper guerrero. Yo no he sentido ninguna fuerza tan poderosa como para hacerte eso y créeme, a un ser con esa cantidad de poder lo sentiría a miles de kilómetros de aquí. Y tampoco percibí tu energía. De modo que ¿si no lo has soñado, que otra cosa podría ser?

- Yo tampoco noté nada, ¿y si no emite energía? ¿Y si también bloqueó la mía de alguna manera?  - Especuló Leval. -

- No lo creo probable.-  Aseveró Mazoui que sonrió y dando una amistosa palmadita  en la espalda a su primo, añadió. - Tranquilízate hombre, debe de ser todo cosa de tu imaginación. Estará relacionado con Amatista, ¿seguro que la Luna de Miel fue del todo bien, amigo? - Inquirió con perspicacia. -

-¡Claro que sí! - Le aseguró el chico. – Además, tú sabrías si te miento. Con ese dichoso don que tienes de ver los pensamientos como si fueras un aparatos de rayos equis.- Añadió algo irritado. -

- Tampoco hay que ponerse así - le tranquilizó su primo que no daba mucha importancia a aquello. Incluso se permitió añadir con humor.  - Es verdad, sería mejor que lo hablases con Amatista, aunque creo que le hará mucha gracia. En el fondo debe de simbolizar que te domina ¡ja, ja, ja! A ver si vas a ser un calzonazos. Desde luego no quiero saber que te habrá hecho por las noches para que tengas esos sueños. Mejor dicho, sí que quiero, cuéntamelo, ¡ja, ja!

- ¡No puedo creerlo! - Replicó Leval que miró a Mazoui un poco sorprendido y algo molesto por esta observación. - Ese comentario lo esperaría de Tracer, pero de ti, ¡hay que fastidiarse!...



            Su contertulio le miró con gesto serio, aunque no pudo mantenerlo así durante mucho tiempo y finalmente se rio para declarar conciliatoriamente.



- ¡Ja, ja! Perdona hombre, pero de tanto tiempo oyéndole algo se pega. Y ahora que se ha ido a la Tierra alguien tiene que decirte esas cosas. En serio Leval, no te preocupes, no te ha violado nadie, al menos nadie que tú no hayas querido, eso te lo aseguro...

- Eso…, bueno, eso espero. - Admitió éste sonriendo al fin, lo cierto es que ahora se oía a sí mismo relatar lo sucedido y se sentía cada vez más ridículo, finalmente concedió.  - Debes tener razón, estoy algo descolocado tras la vuelta y todo el jaleo de los viajes y el trabajo. Por cierto, lástima que se haya ido ese tarugo.

-Cuando Penélope se marchó él pidió el traslado, está realmente colgado por ella.- Comentó Mazoui.-





-Es una mujer atractiva, inteligente y buena. Cualquiera lo estaría.- Comentó Leval, que suspirando agregó.- Le vamos a echar de menos. Era un tío genial. En fin, creo que iré a la base a ver que humor tiene Freejar hoy.

- Pues malo, como siempre.- Respondió su interlocutor todavía divertido, para brindarse a continuación. - Si quieres te acompaño, de todos modos tengo que ir para allá.

-Un poco de apoyo moral, nunca viene mal.- Se sonrió Leval asintiendo.-

-¿Y qué tal todo lo demás?- Quiso saber Mazoui.-

-Bien, bien.- Repuso su primo descuidadamente.-



            De esta forma tras pagar las consumiciones ambos se fueron del local. A pocos metros una chica de rasgos orientales y color café, ligeramente morena de piel, curioseaba en una tienda de ropa. Era Soa que miraba con interés algunos vestidos ante la pasividad de su enorme y negro compañero que ignoraba todo lo que ocurriese a su alrededor.



- Oye Buruk, ¿te has fijado que curioso?, los extraños seres vienen aquí y se cambian de atuendos. ¿Por qué no los hacen aparecer sin más? - Le preguntó la chica. -

-¡No lo sé! - espetó éste con desgana y cruzado de brazos. - Ni me preocupa, lo encuentro bastante primitivo. Dime una cosa, Soa. ¿Por qué te interesan tanto estos seres? Con la cantidad de civilizaciones mucho más avanzadas que hemos ignorado en estos últimos eones.

- Los encuentro a todos muy raros, a algunos bonitos y a otros bastante graciosos. Tienen unos rituales muy divertidos - dijo ella que, ojeando unas prendas, agregó. - Hasta que nos indiquen qué debemos hacer aquí, me entretengo observando sus extrañas costumbres.



            Su interlocutor se limitó a encogerse de hombros. Eso era algo tan interesante como cualquier otra cosa. Y lo cierto es que también estaba aburrido de recorrer galaxias. De modo que se quedaría con Soa. Su compañera siempre lograba entretenerse con las cosas más insignificantes pero,  tal y como ella había observado no sin razón, debían permanecer en ese pedrusco que esas criaturas tan insulsas llamaban planeta. Órdenes de sus superiores, y… ¡a falta de nada mejor que hacer!…



-Muy bien.- Concedió el gigante a desgana.- Vamos a ver a estos ridículos entes tridimensionales.



            Por su parte Amatista y Satory llegaron a esa misma tienda, habían acabado sus turnos y se decidieron a  ver algunos trapos. Aprovechaban también para comentar algunas incidencias más del viaje de novios de la recién llegada y en tanto ésta ponía a su amiga al corriente de cómo iban las cosas en la Tierra, su contertulia le seguía comentando los últimos avances en el planeta Bios.



-Lo cierto es que estoy muy sorprendida.- Afirmaba Amatista.- Habéis trabajado mucho en mi ausencia.

-Sí, ¡Sandy decía que se notaba que la vaga no estaba! - Se rio Satory con algo de picardía.-

-¡Oye!- Exclamó su amiga poniendo los brazos en jarras.-

-Es una broma, tonta.- Repuso su contertulia, divertida con la expresión que veía en la cara de su acompañante.-

-Pues tengo muchísimas ganas de ponerme manos a la obra.- Comentó Amatista con total sinceridad.- Este mundo es precioso y podemos hacer que se convierta en un paraíso…

-Es verdad.- Convino su interlocutora, ya con más seriedad, insistiendo en lo que ya había comentado cuando se vieron en el astropuerto.- Y sigo sin comprender cómo hemos podido avanzar tanto en tan poco tiempo.

-No seas como mi madre.- Sonrió su interlocutora.- Ella lo ve muy difícil. Tanto, que se piensa que tendremos que vivir en un pedrusco.

-Pues en cuanto pasen unos meses más, podrás invitarla a venir. Mi querida madrina Esmeralda.- Sonrió a su vez Satory para sentenciar.- Será ella quien se va quedar de piedra. Eso, si continuamos con esta progresión. De verdad, es increíble. Ni en mis mejores sueños pude haber imaginado algo así.- Insistió la joven.-



En esas disquisiciones estaban cuando la casualidad quiso que ambas se pusieran a mirar cerca de Soa. Satory observó atónita al gran hombre negro y le cuchicheó al oído a su amiga.



-¿Te has fijado en ese tipo? ¡Es enorme! Nunca había visto a nadie tan alto, debe de medir por lo menos dos metros y medio.

- No seas exagerada,- le rebatió Amatista especulando con más lógica. - Será algún jugador de baloncesto de esos, o de fútbol americano.

-¿Tú cuanto mides? - Inquirió Satory mirando a  su amiga y a ese tipo alternativamente. -

- Uno ochenta o un poco más, creo - respondió ésta con poco interés. – No sé…hace ya mucho tiempo en el instituto me dijeron que cerca de seis pies. Ya sabes que esas medidas anglosajonas no son lo mío.

- Sí, vendrá a ser esa la equivalencia en el sistema métrico decimal al que estás acostumbrada. Pero con los tacones de los zapatos y el pelo por lo menos subirás unos siete centímetros más, ponte a su lado a ver....- le pidió su interlocutora con curiosidad. -

-¡Oh vamos, Satory! no seas niña. ¿Te crees que no se va a dar cuenta? - Le preguntó su amiga con expresión avergonzada. -

- Anda, acércate un poquito así compararé. Quiero tener una referencia. - Le pidió ésta con insistencia. – Además, tiene que ser digno de verse.

-¿El qué?- Quiso saber su contertulia.-

-A ti, quedando como una enanita, ¡ja, ja! - se rio Satory que realmente daba la impresión de comportarse como una niña pequeña más al sentenciar diríase que hasta con regocijo.- Así nos comprenderás un poco a las demás.



Moviendo la cabeza resignada y de mala gana Amatista complació el capricho de su amiga y se acercó fingiendo mirar un vestido. Se colocó junto al hombre y esa joven mujer mulata también se desplazó hacia allí examinando un traje. Satory le hizo un gesto de que se  aproximase más y se pusiera derecha. La requerida así lo hizo y casi se colocó a un metro y medio...



- ¡No le llegas ni siquiera al pecho!,- susurró Satory asombrada. - Eso no es normal. No sabía que existiera alguien tan alto. Hasta Leval y Mazoui son unos enanos si les comparas con él.



            Soa escuchó los comentarios de los dos seres que estaban a su lado y, cuando esas humanas se alejaron, le dijo a su compañero visiblemente divertida.



-¡Vaya! , parece que esos seres te miran con admiración.

- Quizá sepan quién soy, o puede que lo intuyan - elucubró Buruk dándose algo de bombo con manifiesta satisfacción. - Eso demostraría que quizá no son tan simples después de todo.

- Mira, este vestido. Como dicen ellos, ¡me gusta!,- señaló Soa con entusiasmo. - Voy a hacer como estas criaturas, me quitaré mi ropa y me lo pondré.

           

            Ante el asombro de las dos amigas y el resto de los clientes a excepción de Buruk, esa chica mulata se desnudó en el centro de la tienda y se probó el vestido. La dependienta estaba muy envarada y no se atrevía a decir nada. Fue Amatista la que se acercó a Soa cuando ésta se volvió a quitar el vestido que se había probado para ir a hacer lo propio con otro.



- Oye - llamó su atención ofreciéndole una chaqueta de las que había colgadas para cubrirse. -Tápate, vas a enfriarte - sonrió de forma condescendiente y le explicó. - Además, aquí al lado tienes los probadores.



Soa miró a esa criatura tan agradable con curiosidad, imitó su sonrisa y preguntó sin entender.



-¿Por qué no puedo quitarme mi ropa aquí?... ¿es un ritual?

- Sí - respondió Amatista sorprendida y envarada. - Sí, más o menos, todos lo hacemos así. Es costumbre en nuestra sociedad.

- Entonces yo también lo haré,- sonrió entusiasmada añadiendo. - ¡Qué interesante! seguir las costumbres de estos seres tan elementales. ¿Tú qué opinas, Buruk?  ¿Quieres hacer lo mismo?- Rio ofreciéndole otro de esos vestidos. -

- No me interesa, tú haz lo que quieras, por mí es igual.- Contestó éste con gesto aburrido para agregar. - Voy a ver que cosas tienen que sean algo más entretenidas.



            Aquel gigante salió del comercio tratando de localizar algo más estimulante para él. El resto de la gente lo miraba boquiabierta. En efecto, era tan alto que tuvo que agacharse ostensiblemente para sortear el marco de la puerta.



- Espera, me voy contigo.- Le pidió Soa que salió con el vestido de la tienda.-



Ante la perplejidad general, la apurada dependienta no tuvo más remedio que seguirla y llamarle  la atención.



- Oiga, por favor, señorita. Me parece que se olvida usted de quitarse el traje.

- Te doy el mío, ya está...- dijo la muchacha que salió sin inmutarse, pero el encargado de seguridad le cerró el paso. - Aparta de mi camino...- le advirtió ella molesta pero el guardia no se movió. – Criatura tonta, tienes que dejarme pasar…



Soa estaba pensando en darle una lección a ese humano tan pesado y tan poco divertido pero, por suerte, Amatista intervino de nuevo antes de que la situación empeorase.



- Señor - terció dirigiéndose al guardia. - No se preocupe, no deben saber como funcionan las cosas aquí. Supongo que serán extranjeros. Ahora se lo explico y ya está. - Y de forma muy paciente y amable le dijo a esa extraña joven. - Verás, es otra costumbre de por aquí, debes pagar el traje si te lo quieres llevar.

- Pagar, ¿qué es pagar? ¡Ah, ya recuerdo! - Exclamó Soa que, sonriente, miró a su atónita interlocutora y declaró. - Eres graciosa, me gustas. Bueno - la chica de color hizo un movimiento con sus brazos y salido de ningún sitio apareció en su mano un lingote que parecía oro. - Creo que usáis esto...- conjeturó dándoselo a la dependienta que miraba esa dorada barra rectangular asombrada. -  Esto es pagar, ¿verdad? ¿Lo he hecho bien? ¡Qué ritual tan divertido! Dais una cosa a cambio de otra. ¿A que sí? Todavía estáis muy ligados al concepto de materia. Y os gusta mucho esta cosa amarilla que reluce. - Agregó aquella extraña muchacha sonriéndole a Amatista que también estaba con la boca abierta. -....

-Parece auténtico.- Musitó la asombrada empleada.-

- Sí - intervino Satory anonadada objetando. - ¡Pero eso valdrá una fortuna, es demasiado!



            Las chicas se miraron. Aquello desde luego daba la impresión de ser genuino oro y de no serlo desde luego el truco de magia no había estado mal. Amatista todavía pensaba como lo habría hecho. Podía decirse que conjuró ese lingote de la nada en las narices mismas de ella. Soa se rio, estaba pasándoselo muy bien. Veía las caras de aquellas criaturas y trató de recordar. Esa expresión significaba…, eso era, asombro. O sea, que esa criatura tan mona admiraba lo que ella había hecho. Era muy gracioso, aunque ya deseaba ver más cosas, así que se marchó. Esta vez el también alucinado vigilante no se interpuso. Todos se quedaron sorprendidos sin poder decirle nada más a esa extraña muchacha. Buruk, que esperaba fuera, sí que quiso saber con un tono de impaciencia.



-¿Ya te has divertido? ¿Podemos irnos?

- Sí, ha sido muy apasionante. ¡He obtenido algo al estilo de estos divertidos seres!, lo llaman comprar, ¿sabes? Bueno, ya volveré más tarde...- repuso ella  dirigiéndose hacia Amatista y Satory, agitando una de sus manos, para decir de forma desenfadada y casi infantil. -  ¡Adiós divertidas criaturas!



            Y esos dos extraños individuos se perdieron por las calles de la ciudad.



-¿No dijiste que no usásemos nuestros dones delante de esas primitivas criaturas?- Le preguntó el gigante que parecía contrariado.

-Bueno, sí, pero tenía que pagar.- Se justificó su interlocutora, afirmando con entusiasmo.- ¡Y ha sido muy divertido!



Y Soa, colgada del brazo de su compañero y sin parar de hablar, agregó recitando una larga perorata ante la indiferencia de éste.



-Pues sí, Buruk. Ya verás cuando se lo contemos a los otros. Seguro que querrán hacer lo mismo que yo, porque siempre quieren copiarme…como son unos aburridos, nunca se les ocurren cosas que hacer…como la vez en la que explotamos esa estrella de la galaxia del…



            Por su parte Amatista se despidió de esa pareja tan peculiar agitando también su mano casi en un acto reflejo, lo  mismo que Satory. Ambas se miraban sin dar crédito a lo que habían visto, aunque decidieron proseguir su paseo y lo hicieron durante un buen rato, de este modo pudieron charlar. Satory volvió a lo mismo del otro día y le fue contando que Mazoui estaba poco comunicativo. Bastante reflexivo y encerrado en sí mismo. Pese a que ella sabía que ese muchacho era reservado, en su opinión esto era ya demasiado. Su amiga la tranquilizó de nuevo.



-De veras, ten confianza en él. Estoy segura de que en poco tiempo vuestra relación será más fluida.

-Sí, ojalá que tengas razón.- Convino Satory.-

-¡Claro mujer! Tú misma viste lo que me costó a mí que Leval se diera cuenta de lo que yo sentía. Y ahora míranos. Estamos muy felices.- Sonrió ampliamente Amatista.-

-Es verdad. Puede que sea una impaciente. Quizás deba darle un poco de tiempo a Mazoui.- Afirmó su amiga.-



            Amatista asintió, siguieron comentando algunas otras cosas y luego se despidieron. La francesa volvió a casa. Cuando llegó Leval no estaba, pero nada más acomodarse en el sofá llamaron a la puerta. Fue a abrir pensando en que sería su marido, pero se trataba de Giaal.



- Hola - sonrió ella muy contenta de verle. - Giaal, ya era hora de que te pasaras por aquí...

- Cuanto me alegro de verte, Amatista.- Respondió el extraterrestre esbozando una sonrisa, ambos se abrazaron y el alíen le contó. - Acabo de llegar de la Tierra, mis padres y mi hermana están allí, al enterarse de que yo había llegado a esta nave fueron para visitar a sus amigos y ellos me avisaron.

-¡Ojalá vengan aquí!, así podremos presentarnos.- Repuso ella con animación. – Sobre todo, tengo muchas ganas de conocer a tu hermana. Y tus padres eran muy amigos de los míos y los de Leval.



            El extraterrestre asintió sonriente en tanto dirigía una mirada al interior de la casa y preguntaba.



-Por cierto. ¿Dónde está ese marido tuyo? Tengo muchas ganas de saludarle.

- Estará de servicio, tardará quizá, pero ¡qué descortés soy!- Exclamó ella azorada para solucionarlo de inmediato con un ofrecimiento cordial. - Pasa y tómate algo.

- No, muchas gracias,- rehusó Giaal de forma educada. - Debo ir a mi consulta enseguida, sólo me he pasado un momento para saludar, pregunté por vosotros a Mazoui y me dio esta dirección. Me alegro mucho de comprobar que estáis bien. Si te parece podemos quedar mañana.

- Claro, oye. ¿Cómo os va a ti y a Susan?- Inquirió Amatista con simpatía y curiosidad. -

- Muy bien, gracias por preguntar. Aprovechamos la visita a la Tierra para conocer a su familia y ella todavía tiene que conocer a la mía. -  Replicó Giaal con gesto desenfadado. -

- ¿Y sus padres que opinan? – Quiso saber la chica remachando con cierta prevención. - ¿Saben que tú eres?...

- Bueno, eso todavía no. – Replicó su interlocutor esbozando una sonrisa para decir. - Susan creyó que aún era un poco pronto. Que sus padres deberían hacerse a la idea antes de decirles que yo no soy humano. A quién si se lo dijimos fue a su hermana Deborah. Es gracioso, ella dijo que jamás en su vida habría imaginado que su hermana mayor fuera capaz de llevar un ligue que sorprendiera a sus padres más que uno de los suyos.



            Amatista le miró perpleja. Aunque enseguida cayó en la cuenta. Deborah era la hermana menor de Susan y en cuanto conoció a la alférez Hunter tuvo la sensación de haber visto esa cara antes en algún sitio. En un primer momento no se percató, pero después supo que la hermana de Susan era aquella chica que salía con Kerria en el instituto. Aquella con la que la sorprendió años atrás en los vestuarios. La misma con la que vivieron esa aventura contra Sarah, la reina de los vampiros. Ahora parecía haber transcurrido una eternidad. Todavía recordaba el drama que les supuso a ambas. Pero ahora no pudo evitar sonreír. ¡Qué ingenua y qué ignorante había sido entonces! ¡Y cuanto prejuicio estúpido! Desde luego Debbie tenía razón. Si sus padres se sorprendieron cuando ella les confesó que salía con otra chica. ¿Qué podrían decir si su otra hija les anunciase que salía con un extraterrestre? Ahora lo veía, lo importante era elegir a una persona con buen corazón y que te quisiera. Eso le quedó definitivamente claro tras aquel juicio que Leval y Mazoui tuvieron que afrontar en la nave. Más aún con el caso de Sandy. Y ahora con el de Susan y Giaal. ¿Qué era una relación homosexual comparada con eso? De modo que la muchacha se dirigió a su amigo para pedirle.



- Dale a Susan muchos recuerdos de mi parte y proponle que te acompañe la próxima vez y se venga a tomar algo con nosotros. Así podremos verla. Y que dé también muchos recuerdos a su hermana.

- Por supuesto, ¿cuándo podréis quedar? - Quiso saber Giaal. -

- Creo que por la tarde tenemos los dos tiempo,- comentó Amatista pensativa. - Así nos contáis que tal por la Tierra. Allí hemos estado unos días con nuestros padres durante nuestra Luna de Miel, pero a los demás sólo pudimos verles un poco en la boda. Por cierto.- Añadió con tono reconocido.- Ginger me envió un mensaje, pude verla, me enseñó sus piernas. Lo que has hecho por ella es sencillamente increíble. ¡Un milagro!

-No fue para tanto. Simplemente me limité a aplicar una técnica que ya habían desarrollado los vegetalianos.- Contestó modestamente su interlocutor.-



            Su amiga le miró con afectuosa admiración para replicar.



-No te quites méritos. Le has devuelto las ganas de vivir y la ilusión a esa muchacha. Eres un médico magnífico, pero todavía mejor persona.

-Gracias. - Se sonrió el joven bajando la mirada, dado que aquellos halagos llegaban incluso a avergonzarle para agregar.- Pero te repito que solamente cumplía con mi deber. 

-Deberías patentarlo. Salvarías a mucha gente y cambiarías la vida de otra mucha.- Le propuso Amatista.-

-Hablaré con la Masters para que el tratamiento se siga probando y se generalice. Pero solamente impondré una condición.- Repuso el interpelado.-

-Que te paguen los derechos.- Creyó saber ella.-

-No, que sea totalmente gratuita para todos aquellos que lo necesiten.- Sonrió su contertulio alegando.- ¿Sabes? Mis padres nos enseñaron a mi hermana y a mí que había que ayudar a los demás. Ser desinteresado y generoso. Ellos lo aprendieron de Guerrera Luna y sus compañeras.



            La muchacha le observó una vez más con estupor y admiración, avergonzándose incluso de su propio materialismo. Apenas sí pudo repetir lo que ya había dicho.



-Eres una gran persona, Giaal. Aunque no seas de la Tierra. Desde luego eres mucho mejor que nosotros. Todos deberíamos aprender de ti.

-No…no soy ni mejor, ni peor que nadie.- Negó el alien que añadió tras un suspiro.- Bueno, lamento tener que irme pero se me hace tarde.

-Espero que podamos quedar muy pronto todos para charlar con calma. Cuando hables con Susan  dile que tenemos muchas ganas de verla. - Deseó su amiga.-

- Descuida, se lo diré, seguro que estará encantada. Hasta mañana, Amatista- se despidió su interlocutor y ella cerró la puerta. -



            Giaal se marchó rememorando esa ocasión en la que, apoyado por Susan, mostró a Deborah su auténtica apariencia. Los tres estaban en un apartamento que la hermana menor de la alférez Hunter había alquilado.



-Y esta es mi humilde morada.- Sonrió Debbie.- Me vine aquí para estar más cerca de la universidad.

-¿No te hubiese resultado mejor haber ido al campus?- Inquirió Susan.-

-Quizás, pero allí había muchas distracciones. Ya sabes…chicas.- Sonrió su interlocutora.- Por no decir que tener una compañera de habitación allí hubiera resultado un poco embarazoso.

-¿Y desde cuando te cortas tú?- Rio su hermana mayor.-

-Yo no precisamente. ¡Me refiero a la chica a la que le hubiese tocado estar conmigo! - Afirmó jocosamente Deborah.- No tendría por qué compartir mis gustos.



            Giaal intervino entonces, dejando sorprendida a esa joven al comentar.



-No sé qué pueda haber de malo. Si ni comparte tus gustos puede respetarlos. Igual que tú los suyos.

-¡Ojalá fuese así de sencillo!- Replicó Deborah más seria ahora.- Bueno, quizás la mayoría de las chicas lo harían. Pero siempre hay cotilleos. Y no quiero que empiecen a catalogarme como la lesbiana de la residencia.

-¿Por qué habrían de hacer tal cosa?- Se extrañó Giaal.-

-Porque básicamente me gustan las mujeres.- Le desveló entonces Debbie.-

-A tu hermana le gustan los hombres y nadie va llamándola heterosexual.- Repuso el joven que parecía sorprendido.-



            Debbie miró a Susan y sonriendo divertida, le comentó.



-Oye, ¿de dónde lo has sacado?...me encanta. ¡Ojala todos los tíos! No, ojalá todo el mundo, viese así las cosas. Tu novio no parece de este planeta.



            Desde luego, Deborah tuvo que sorprenderse de que su hermana, lejos de reírse o tomarlo a chanza, pusiera una cara seria y de circunstancias para musitar.



-Verás, Debbie. De eso precisamente queríamos hablarte.

-¿Qué pasa?- Dijo su hermana menor observando a ambos con desconcierto.-

-Yo puedo comprender que tengas temor a que otros vean tu verdadera forma de sentir. Pero te aseguro que eso no debería ser un problema. Al menos, comparado a ver mi verdadera forma de ser.

-No comprendo.- Respondió su interlocutora.-

-Eres mi hermana, sé que podemos confiar en ti.- Intervino Susan, aproximándose a ella.-

-Sí, Deborah es una persona de nobles intenciones. Puedo percibirlo.- Asintió Giaal.-

-Vamos a desvelarte un secreto, igual que hiciste tú conmigo cuando saliste del armario. Pues bien. Digamos que Giaal va a salir, no de un armario, sino de un apartamento entero delante de ti.

-No tengo la menor idea de qué me estáis hablado. Y me estoy empezando a preocupar.- Fue capaz de replicar una desconcertada Deborah que, en efecto, parecía comenzar a asustarse.-

-No debes temer, también siento que tú te has enfrentado ya con sucesos fuera de la comprensión de un humano corriente.- Afirmó él.-

-¿Cómo sabes?...- Inquirió ella, deteniéndose a media frase y mirando a Susan para preguntarle con cierto malestar.- ¿Le has contado lo de Kerria?



            La interpelada no tuvo ocasión de responder fue Giaal quien, sonriendo, declaró.



-Yo conozco al hermano de esa chica llamada Kerria. Es un chico estupendo. Como supongo que lo será también su hermana.

-Debbie, por favor, confía en mí.- Le pidió Susan.-



            Su contertulia asintió despacio, tras mirar a su hermana con perplejidad se giró hacia aquel tipo que había comenzado a emitir una extraña luz verdosa.



-¡Pero qué!- Pudo exclamar con la boca abierta.-



            Ahora Giaal estaba en su verdadera apariencia. Con su tez de tono verdoso claro, su largo cabello de color morado con tintes azulados a modo de mechas, ojos color magenta y su atuendo alienígena. Debbie era incapaz de pronunciar palabra. Al fin, casi balbuciendo, exclamó.



-¡Joer! Esto es lo más raro e increíble que he visto. ¡Y mira que últimamente he visto cosas!...

-Ahora puedo llegar a entenderte del todo. Tener que esconder algo de los demás por miedo a lo que podrían pensar si lo supieran. Y decidir a quien se lo cuento.- Intervino Susan.-



            Deborah asintió, poco a poco se iba recobrando de esa sorpresa y aseguró.



-Podéis contar conmigo. Aunque, no sé.- Suspiró.- Esto me va a resultar duro…

-Comprendo que es algo muy fuera de lo normal.- Convino su cariacontecida hermana.-

-No.- Se apresuró a responder Debbie, sonriendo ahora.- Me refería a ser la freak de la familia. Me había acostumbrado a ello y no esperaba que tú fueses a arrebatarme el puesto. ¡Porque esto sí que no lo supero!



            Susan se quedó atónita al principio, pero luego se rio abrazando a su hermana. Giaal volvió a su forma humana, con ese cabello castaño y sus ojos almendrados y azules que lucía de esa guisa.



-Qué puedo decir. Bienvenido a la familia.- Le dijo Deborah.-

-Gracias, sé que eres sincera.- Respondió reconocidamente él.-



            Y luego hicieron partícipe a esa asombrada chica de algunas de las aventuras que tuvieron en la SSP-1. Ahora en tanto se disponía a ir a ver a Susan salía de esos recuerdos. Entonces tuvo una extraña sensación. Como si estuviese siendo observado.



-¿Qué es esa presencia?- pensó mirando en derredor.-



            Trató de sentir algo pero ya no fue capaz. Encogiéndose de hombros siguió su camino. Amatista por su parte, le vio alejarse andando por el pasillo exterior sin poder dejar de pensar en la magnífica y altruista labor que ese alien realizaba. Ella estaba cansada por su viaje pero contenta de haber vuelto, tenía ante sí una nueva vida y nuevos retos. Estaba a punto de terminar su carrera en el último curso comprimido que le quedaba además de reanudar sus investigaciones. Ahora, con la ausencia de Penélope, era Satory quien que se encargaba de ellas junto con Sandy, deseaba ver a la morena investigadora otra vez ya que se había convertido en una muy buena amiga con la que poder compartir todo tipo de cosas. Teniendo en cuenta también que todo estaba en estado de transición, Amatista pensaba que podía incluso ascender para quedarse a cargo del proyecto en Bios. Eso sí, cuando se licenciara, cosa que tenía prioridad. A decir verdad, cada día que pasaba se sentía más apasionada por su trabajo. Ya se percataba de lo beneficioso que podía ser para la humanidad ayudar a crear entornos aptos para la vida. Quería ser partícipe de ello. Sin ir más lejos el ejemplo de Giaal la había estimulado todavía más.



-Quiero ser capaz de contribuir a la felicidad de la gente.- Se decía entre decidida e ilusionada.- Esa es la cosa más importante. Empezando por la de mi esposo y mis seres queridos. Ser alguien que marque diferencias pero no solamente luchando o cantando, sino ayudando al avance de la ciencia.



No obstante, tenía que aprobar las asignaturas que le quedaban, y muchas no eran fáciles. Al menos contaba con que Satory la ayudaría con eso. Su amiga era un genio, de modo que, por el momento, no debía preocuparse. Preparó un baño con muchas burbujas y se dispuso a relajarse.



-Ky tiene razón.- Pensó divertida.- meterte en la bañera entre burbujas y sumergirte es como desconectar del resto del universo. Me vendrá bien por unos minutos.



Y es que la vuelta y el reencuentro con su rutina había sido placentera pero agotadora. Estaba más que dispuesta a comenzar ya su vida matrimonial en firme y quién sabe. Quizás, tal y como Ginger le sugiriese, en poco tiempo a tener hijos. Ese pensamiento la ilusionaba bastante.  Leval mientras tanto acabó su jornada en la base tras tener que aguantar como siempre al mayor Freejar y su particular sentido del humor. En el fondo era un buen tipo y le caía bien. Aparte de sus consabidas bromas le informó de que, muy posiblemente, habría cambios en el organigrama. Con su ácido tono le comentó algo similar a lo que el chico le había escuchado a Mazoui. Y su peculiar superior, sacando uno de sus característicos puros, se dirigió a él que estaba de pie en posición de firmes en tanto Freejar se arrellanaba en el sillón de su despacho, comentando a modo de bienvenida.



-Bueno pillastre, ya te has divertido. La Luna de Miel es la mejor parte del matrimonio, ahora vienen los cuarenta años de la peor parte. Al menos espero que vengas a tope para trabajar.

-Sí señor, es más, lo estoy deseando. – Afirmó él convencido y en la medida de lo posible pasando por alto el resto de ese comentario. –

-¡Y lo peor es que te creo! - Suspiró su superior con una media sonrisa en tanto mordía  ese puro para replicar. - Escucha, todavía no es oficial, pero circula el rumor por radio macuto. Seguramente se van a instalar bases en el planeta. De momento tan solo unas cuantas para cubrir todos los cuadrantes defensivos básicos. Harán falta buenos oficiales. Tú eres uno de los mejores. Eso significa la posibilidad de un ascenso.

-Pero yo ascendí hace relativamente poco tiempo, señor. – Objetó el chico. –

-Eso da igual. Lo que importa es la valía. Y tanto tú como el mayor O ‘Brian sois muy buenos. Además, ahora que estás casado no te vendría mal que te suban el sueldo. Aunque no es mucho un mayor gana más que un teniente. Pero no te hagas ilusiones, mírame a mí. Todavía no me llega para comprarme un yate.

-Si usted lo dice, señor.  - Pudo sonreír el chico añadiendo. - De todos modos mi mujer también trabaja y al ser familia de nueva creación conforme al plan de colonización tenemos muchas ventajas administrativas.

-Eso es verdad -  convino Freejar que, en esta ocasión, dejó algo de lado su teatral tono para decirle a su interlocutor en confianza. - Mira chico. Hazle caso a este viejo carcamal. Por experiencia te lo digo. Procura mover todas tus influencias y jugar bien tus cartas. Haz que te destinen a Bios. Para unos jóvenes como vosotros será un mundo nuevo que podréis modelar. Y cuando tengáis hijos ellos crecerán allí. Esto será como la antigua frontera del oeste norteamericano hace dos siglos. Solo que mucho más seguro y confortable. Puedes hacer una gran carrera en poco tiempo y tener un bonito lugar para ver crecer a tu familia.

-¿Y usted?- ¿Ha pensado pedir el traslado también?- Quiso saber Leval esperanzado de que así fuera. –

-Mi caso es diferente. No me quedan tantos años ya para el retiro. Seré afortunado si puedo ascender a comandante. Mis hijos dentro de poco serán mayores y les tira más la Tierra. Lo mismo que a mi mujer.

-Perdone, pero casi lo olvidé con la conversación, señor. – Se disculpó el joven , queriendo saber.- ¿Qué tal están su esposa y sus hijos?

-Oh, ¡de maravilla!, puedo asegurarte que mejor que yo. Hace poco que se han mudado al asteroide. Al menos hasta saber qué vamos a hacer. Si vieras lo que han crecido, mi chavalín no para quieto, es un buen deportista. Como lo era yo de jovenzuelo. Y mi niña ya es toda una dama. ¡Menos mal que ella no ha salido a mí! Al menos en la apariencia y en la forma de ser. ¡Ja, ja! – Se rio el mayor guiñándole un ojo para agregar ahora con su inconfundible tono bravucón. - ¡Bueno, vale ya de rollos, parecemos dos viejas! Acaba con el papeleo que tengas y lárgate a casa o tu recién adquirida esposa comenzará a darte en la cabeza con un mazo por llegar tarde.

-A la orden, señor – sonrió el muchacho saludando para dirigirse a su despacho. -



Así terminó su jornada. Se hizo cargo de algún que otro formulario de rutina y también estuvo pensando en lo ocurrido. Ahora movía la cabeza con incredulidad. Le parecía cada vez más claro que simplemente había sido un sueño y pensaba incluso divertido.



-¡Ja, ja! Tendré que comentar esa fantasía erótica con Amatista, si es que no me estrangula al decírselo.



Al fin pudo tomar un deslizador y volvió a casa. No sabía que era observado. Aquellas extrañas criaturas le vigilaban desde la parte superior de la nave…



- Me extraña.- Susurró Zoen mirando la imagen de Leval que aparecía ante ella en medio de la nada. - Ese es el humano ¿se llaman a sí mismos así, no?- Dialen próximo a ella asintió en tanto su compañera le contaba. - He hecho eso que llaman sexo con él, pero no pareció gustarle. En cambio con esa humana que llamó su mujer, sí le gusta hacerlo.- Según remachaba esto conjuró una imagen de Amatista en tanto añadía desconcertada. - No lo comprendo, si adopté su forma. Era por completo igual a ella.

- Esa es la que he visto hace un rato,- señaló Soa - es graciosa y agradable. A mí me gusta.

-¡Pues a mí no!,- escupió Zoen que parecía molesta e incluso indignada. -¿Cómo puede ese estúpido humano preferirla antes que a mí, que soy una diosa del ciclo anterior? Tendré que darles una lección.- Sonrió con malevolencia. -

- No entiendo vuestro interés por esas criaturas.- Intervino Dialen desapasionadamente  - al final me haréis ir  a mí también para tratar de comprenderlo. Aunque si el señor Georcael se entera… y se enterará de que estamos perdiendo el tiempo con ellas, no le gustará. No creo que nos haya enviado aquí para esto.

- Me da lo mismo si le gusta o no.- Contestó Zoen con indiferencia. - Yo quiero entretenerme un poco.

- No serías tan osada si el señor Georcael estuviera aquí. Ten cuidado con lo que dices porque se entera de todo. - Le advirtió Buruk cruzado de brazos con tono admonitorio. -



            La altiva Zoen sin embargo bajó la cabeza cuando escuchó esta respuesta. Y dijo de forma sorprendentemente conciliatoria para lo que acostumbraba.



- Bueno, no deseo por ningún motivo faltar al respeto al señor Georcael, ya me encargaré de hablar con él después. Además en los... ¿cómo miden el tiempo estas criaturas?,- pensó un instante y continuó al recordarlo. - En los últimos mil millones de sus años no hemos tenido nada importante que hacer. No creo que nos mande ninguna otra misión precisamente ahora.

- Nunca se sabe,- rebatió Dialen sentenciando. - Sus decisiones no están sujetas a nuestro entendimiento, ni debemos ponerlas en duda.

- Nadie las pone en duda.- Se apresuró a añadir Soa comentando con prevención, e incluso inquietud, cosa extraña en ella en tanto miraba en varias direcciones. - Espero que no nos oiga....

- Bueno, por mi parte esperaré acontecimientos,- declaró Buruk que se mantenía de brazos cruzados en lo que parecía su pose más típica. -



            E inopinadamente todos ellos se esfumaron como si nunca hubieran estado ahí…



-Hogar, dulce hogar.- Suspiró Leval al entrar a casa.-



Y no era para menos, se encontró con una cena romántica a la luz de las velas. Amatista le saludó con un beso efusivo, él se dispuso a sentarse reconfortado por el cariño de su mujer, dudaba entre contarle lo ocurrido o no. Prefirió pasar una velada agradable dejando aquella especie de pesadilla en paz y dirigir su conversación a lo que Mazoui y Freejar le habían contado.



-Entonces, ¿Qué te parece, cariño?- Quiso saber él. - ¿Te gustaría vivir en Bios? Formar una familia allí.

-Sí que me gustaría. Es más ¡me encantaría! - Convino ella mirándole de forma bastante cálida para agregar. – Creo que el planeta llegará a ser muy hermoso. Y me hará muy feliz que contribuyamos a ello.

-Sabes que será difícil. Y que renunciaremos a ver a nuestras familias en la Tierra durante mucho tiempo.- Le objetó su esposo. – Ya viste que, por sus caras, no parecían estar demasiado contentos cuando se lo contamos.

- Así es.- Suspiró Amatista, agregando.- Pero si algo he aprendido en éste último año es que todo en la vida conlleva sacrificios. Sobre todo lo que realmente merece la pena. – Afirmó ella de forma bastante madura para sentenciar. - Nuestros padres también tuvieron que comenzar de nuevo, en un mundo extraño para ellos. Nunca se rindieron pese a las dificultades y gracias a eso, nosotros estamos aquí.

-Sí, es verdad – convino reflexivamente él para recordar. - También tuvieron que dejar su mundo y sus vidas anteriores atrás. Ahora puedo comprenderlo bien. Es algo muy duro pero a la vez es esperanzador y muy estimulante. El reto de poder crear tu futuro.

-Al igual que ellos, nosotros también hemos pasado por mucho y creo que nos hemos ganado un poco de felicidad. ¿No crees, cariño?- Sonrió ella posando una de sus manos sobre otra de él. -



El chico le dio la razón. Tras la cena la tomó en brazos y se dirigió con ella al dormitorio donde intercambiaron más muestras de afecto humano. Aunque eran ajenos a los extraños seres que les observaban, curiosos, sin perderse ningún detalle.



-¡Qué extraños ritos! – Comentó Soa.-

-No les encuentro ninguna utilidad.- Declaró Dialen.-

-Ni yo.- Convino Buruk.-

-No es tan divertido como parece resultarles a ellos. Os lo aseguro.- Afirmó Zoen.-



Y sin embargo aquellos entes prosiguieron su “estudio” de los hábitos humanos.  Mazoui por su parte también salió con Satory a cenar. Como de costumbre la recogió gentilmente. Ella charló con él animadamente contándole lo que había ocurrido en la tienda. El chico escuchaba y sonreía pero no se le veía muy entusiasmado. Ni siquiera cuando la muchacha le comentó lo que esa extraña loca había hecho.



-Posiblemente haya sido una especie de truco de ilusionismo. – Afirmó analíticamente él. - O incluso podría ser que todo fuera una broma para un canal de televisión de la Nave. Quizás tuviesen alguna cámara oculta.



Satory quedó pensativa, eso no se le había ocurrido. De todos modos notaba a su novio algo distante. Casi juraría que él le contestaba por pura educación. Suspiró, pudiera ser que su paranoia respecto a la relación de ambos se hubiera disparado una vez más. Posiblemente él estaría cansado de una larga jornada. Aunque ella también había trabajado mucho y lo que había aguardado era precisamente esa cita. Si a él no le ilusionaba igual, entonces… quizás… No quiso seguir por ese tren de pensamiento. Y mucho menos comentarle nada a él. Decidió desgranar algún que otro asunto. Mazoui por su parte se limitó a seguir su conversación y responder de forma concisa. Al terminar la acompañó a casa y después dió un largo paseo para poder pensar, deseaba poner en orden sus ideas y sus propios miedos.



-No lo sé.- Se decía el chico.- No sé si ella podrá asimilarlo…Aunque Sandy crea que sí, pero no estoy muy seguro.



            El muchacho recordaba haber charlado sobre ese particular con su amiga. La morena científica le había asegurado una y otra vez que Satory le amaba. Y que le aceptaría tal y como él era.



-Tú eres la única que me puede comprender.- Le decía con tono inquieto.- Ahora que he encontrado a  alguien tan especial como Satory…

-Mazoui, yo únicamente sé que, tarde o temprano, tendrás que decirle la verdad sobre ti.- Repuso su amiga.- Créeme, ella es una chica maravillosa y te quiere.

-Quiere al oficial que ha conocido, al chico de familia. No a un demonio.- Suspiró él, sentado en el sofá del comedor de Sandy, en tanto se llevaba las manos a la cara como si tratase de pensar.-

-Como tú mismo has dicho, te comprendo perfectamente. Sé lo que es pensar haber encontrado a tu pareja ideal y perderla en un instante nada más mostrarle como era. Al menos físicamente.- Musitó la joven, agregando con estoicismo.- Pero, por muy duro que pueda llegar a ser, es mejor que vivir una mentira.

-Tienes razón.- Tuvo que admitir él.-

-Yo tengo confianza en ella. No es ninguna niña. Además ha visto muchas cosas y sabe bien como eres tú donde realmente importa, en tu corazón.- Le animó su amiga.-



Entonces él sonrió sintiéndose mejor. Y de hecho hasta ahora no había habido ningún problema. Mazoui pensaba que podría estar con su novia e incluso un día, acostarse con ella, sin transformarse. Sin embargo, Sandy tenía toda la razón, eso no le parecía decente ni honrado. Si estaban destinados a compartir sus vidas, ella merecía saber la verdad. Y eso era precisamente lo que más le asustaba.



-¡Ojalá pudiera estar tan seguro como tú, amiga mía! – Suspiraba ahora en tanto caminaba de regreso a la base.- Pero tengo miedo de que te equivoques.



Por su parte Sandy había retornado ya a la nave. Estaba en su habitación y repasaba sus cálculos. No había podido ponerse en contacto aun con sus amigas. Con toda la información que había recogido ni salió de su apartamento para poder analizarla. Solamente se preparó un emparedado y cenó en tanto seguía trabajando.



-¡Es increíble! Parece que las plantas crecieran como por encanto.- Musitó revisando sus datos una y otra vez, reflexionando.- Estas mediciones de biomasa son mucho más altas de lo que deberían. A pesar del ritmo de plantación que llevamos. Esto es realmente raro.



Había recordado también ese incidente en la superficie del planeta. Sin embargo, ahora le parecía más fruto de su fatiga acumulada y de su imaginación que de otra cosa. Pasó eso sí, por los chequeos habituales para todos los que volvían del planeta y su estado de salud era excelente.



-Al menos, siendo Giaal quien se ocupa de hacerme la revisión estoy tranquila. Ninguna palabra referente a mi particular constitución saldrá de sus labios.- Reflexionaba.-



Aunque tras todo aquel esfuerzo y concentración estaba muy cansada y deseaba dormir. Por muy hija de diablesa que fuera todo tenía un límite y el suyo había llegado. Decidió acostarse y descansar. Ya se ocuparía de ver a las otras al día siguiente…



-Os echo mucho de menos, chicas.- Pudo musitar antes de quedarse dormida.-



Giaal se había reunido al fin con Susan. Estaban en un bar de la nave tomando unos refrescos. Él le contó que había ido a ver a sus amigos y que al no estar Leval, charló un poco con Amatista. La alférez Hunter a su vez se sentía de muy buen humor. Charlaba animadamente comentando.



-¿Sabes que dentro de poco destinarán a oficiales a las bases de Bios? Posiblemente haya una plaza para mí allí.

-Podría ser muy buena idea el instalarse en este planeta. – Afirmó él, aunque enseguida opuso. – Pero el caso es que a mí me atraería más seguir recorriendo el universo. Todavía hay mucho por descubrir e infinidad de seres con los que contactar.



Eso ensombreció el gesto de su pareja. La muchacha ahora le miró sorprendida para musitar.



-Creía que, después de tanto viajar, te gustaría asentarte en algún lugar…

-No me importaría hacerlo, si es contigo. – Sonrió él, agregando. – Más ahora que mis padres y mi hermana han venido a la Tierra.

-Tengo muchas ganas de conocerles – pudo decir la muchacha animando un poco su semblante. –

-Y ellos de conocerte a ti. – Afirmó Giaal.-



Sin embargo, el alien guardó un repentino silencio. Su rostro estaba ahora contraído en un rictus de concentración, como si hubiera percibido algo extraño.



-¿Ocurre algo?- Quiso saber su interlocutora observándole con extrañeza. Su pareja no solía comportarse de esa manera. –

-No, no lo sé - pudo decir él que, casi para sí, replicó restándole importancia. – Me había parecido notar una presencia antes, cuando salía de casa de Amatista. Pero debo de haberlo imaginado y ahora me ha dado la misma sensación. Es muy raro.

-Estarás algo cansado – valoró ella de forma comprensiva. – Has trabajado mucho.

-No, no te preocupes estoy bien. - Pudo sonreír él, afirmando. – Además, para un rato que tenemos los dos de estar juntos…



La chica le devolvió la sonrisa. Desde luego que así era. Cada uno estaba muy ocupado con sus actividades respectivas. Ella sujeta a la férrea disciplina militar, con sus turnos de guardia,  maniobras y simulacros. Él con sus horarios de consultas. Lo mejor era centrarse en sus asuntos privados ahora. Era muy importante ver hasta dónde podían llevar esa relación. Así que olvidando aquel paréntesis prosiguieron con su conversación. Entre tanto, un interesado Dialen les observaba con atención comentando a su compañera Zoen.



-¿Te has fijado?  Esa criatura es distinta a las otras. Pareció darse cuenta de nuestra presencia.

-Solo fue por un instante. – Repuso ella sin darle importancia. –

-Aun así, debemos tener cuidado. Cuando le hemos observado de cerca lo ha percibido en ambos casos. No sé si al señor Georcael le gustará que nos descubran.- Le previno él.-

-No veo qué problema podría haber. Esas patéticas criaturas son incapaces de provocarnos el menor daño. - Contestó su interlocutora con despreocupación.-

-No es eso. Sencillamente, tenemos órdenes muy claras.- Le recordó él.-

-Bueno, y las acataremos.- Se sonrió pérfidamente su compañera, mirando una vez más a aquella extraña criatura que dio la impresión de haberles detectado.-

-Veo que estos seres gustan de emparejarse. – Cambió radicalmente de tema Dialen, declarando. – Es como si se necesitasen unos a otros para existir.

-Puede ser eso que me dijo aquella criatura con la que me uní. – Valoró Zoen que agregó con indiferencia. – Aunque no entendí que quiso decir con eso de amor e hijos. ¿Lo comprendes tú?

-Yo tampoco, será algo primitivo propio de estos seres. - Convino su compañero. – De todos modos espero que el señor Georcael nos dé instrucciones pronto. Comienzo a aburrirme de estas criaturas tan simples.

-Siempre podremos buscar alguna diversión con ellas. – Se sonrió aviesamente su interlocutora sentenciando. – Alguna que sea de verdad interesante, pero sin contrariar a nuestro señor.



Dialen asintió y ambos desaparecieron dejando a aquellas criaturas sumidas en sus, a su juicio, pequeñas y vanas tribulaciones…



En la Tierra, Usagi se despidió de su marido y se dirigió al trabajo. Aunque no a la reunión que tenía prevista. Llamó disculpándose por motivos de fuerza mayor. Sin embargo, al llegar a su despacho enseguida cerró la puerta y trató de conectar con el reino de la Luna Nueva. Tardó algo pero finalmente el rostro de Neherenia apareció en el monitor.



-Dime.- Quiso saber Usagi con gesto entre preocupado y curioso.- ¿Qué ha sucedido? No es propio de ti que llames tan alarmada.



            Su interlocutora no tardó en replicar, con visible inquietud en su mirada y expresión.



-Doran ha vuelto de su planeta. Estaba muy preocupado. Mucho me temo que hay muy malas noticias.



            Y la soberana le explicó lo sucedido. Al menos todo lo que el saiyajin la relató. Usagi se limitó a escuchar sin interrumpir y cuando su amiga concluyó declaró consternada.



-Eso es terrible sí, pero nada podemos hacer. ¿Han pedido ayuda los reyes de Nuevo Vegeta?

-No, Doran me ha comentado que consideran eso como un problema interno de su reino e incluso de su familia. Pero…- Nehie guardó un envarado silencio ahora.-

-¿Pero?..-Inquirió su contertulia.-

-Trajo un video grabado de la reina Meioh. – Fue capaz de contestar al fin.- Es para ti…te lo enviaré por un canal seguro.

-¿Lo has visto, Nehie?- Quiso saber Usagi.-

-No, era privado. Tampoco Doran sabe en qué consiste. Pero me ha dicho que Setsuna estaba realmente afectada. Nunca había visto a su soberana así. Él también estaba muy mal. Le he notado abatido y lleno de rabia. Su familia ha pasado por mucho. – Le describió la soberana.-

-Te necesitará. Ayúdale.- Le pidió su interlocutora.- Como él ha hecho contigo.

-No sé si seré capaz de hacerlo.- Suspiró la soberana de la Luna Nueva.- Al menos, no sé hasta qué punto.

-Neherenia. Sabes de lo importantes que son los saiyajin para nosotros.- Le recordó su interlocutora.-   Y comprendo cómo te sientes. Sé que lo que te estoy pidiendo es…

-No te preocupes.- Sonrió débilmente su contertulia.- Sé cuál es mi deber hacia mi pueblo y hacia vosotros. Y comparto tu visión. Esto es algo de suma importancia. Ahora más que nunca. A juzgar por lo que él me insinuó.

-¿Qué te insinuó?- Quiso saber la que ahora actuaba como Serenity.-

-El balance de poder en su planeta se ha vuelto muy delicado. Supongo que la reina Meioh te lo aclarará.- Comentó su contertulia sin querer ahondar más en la cuestión.-

-Enseguida veré ese video. Tú, por favor, trata de apoyar a Doran en lo que seas capaz… Únicamente te pido eso.

-Haré lo que pueda.- Prometió la aludida que se despidió.- Bueno, debo dejarte ya. Espero que Chibiusa pueda venir pronto para darle más detalles. Un saludo.

-Cuidaos mucho por allí.- Respondió Usagi cortando la comunicación.-



            Suspiró, si lo que Nehie le había comentado era así, y no tenía motivos para dudarlo, el cariz de lo sucedido en Nuevo Vegeta era muy grave. Podría incluso poner en peligro la alianza con ese planeta. Sin embargo, ella no podía intervenir en un asunto de semejante índole. Por lo pronto vería aquel video que le había enviado la soberana de la Luna Nueva, de parte de su gran amiga y antigua Sailor, Setsuna, la reina de los saiyajin. Esperaba que eso pudiera darle alguna idea de la situación….



-¡Ojalá que no sea lo que me estoy temiendo!- pensaba con gran inquietud.-



            Por su parte, la reina de la Luna Nueva estaba asimismo muy preocupada. Doran, el embajador de los saiyajin, apenas si se había dejado ver desde que llegó. Decidió entonces convocarle. Tuvo que aguardar pero finalmente éste se presentó. Tras cumplimentar los protocolos ella le pidió amablemente que la acompañara a sus estancias.



-Quizás sea irregular, si un hombre pasa  a vuestras habitaciones a solas con vos.- Comentó él.-

-Perded cuidado por eso, ya soy mayorcita y sé cuidarme. - Sonrió Nehie restándole importancia.-



            Una vez dentro del dormitorio de la soberana, ésta le indicó a su acompañante que se sentara. Él aceptó y entonces la reina fue al grano.



-¿Qué ha pasado?... Cuando llegaste de tu mundo apenas me diste ese video de la reina Meioh te marchaste.

-No es algo de lo que quiera hablar.- Replicó secamente él, para aun así, añadir.- Compete a mi honor familiar y al de mi planeta.



            Su contertulia suspiró mirando hacia el techo de su habitación. Se paseó un poco ante la expectante mirada del saiyajin como si buscara las palabras adecuadas. Al fin se volvió hacia él.



-Escucha, Doran. Somos amigos y aliados. Cualquier problema de tu mundo lo es mío también.- Le dijo su contertulia con un tono más dulce y afectuoso de lo habitual.- Permíteme ayudarte. O al menos, desahoga esa ansiedad que te está haciendo tanto daño…

-Confió en vos, Majestad.- Repuso al fin él.-

-Aquí no estamos en la Corte. Ahora somos dos amigos que están manteniendo una conversación. Puedes llamarme por mi nombre. Y tutearme también. - Le concedió la aludida con tono amable.-

-Gracias.- Sonrió trémulamente él, para desvelar.- Verás. En mi mundo se ha producido una revuelta. Hay algunos saiyajin que no desean acatar a nuestros reyes. Y están guiados por uno que es muy poderoso.

-¿Más que el rey?- Se sorprendió la joven.-

-La verdad. No sabría decirlo. Pero es mucho más fuerte que mi tío el canciller Blinz. O que mis propios padres. De hecho se atrevió a humillar a mi madre y a mi hermana. Solamente por eso jamás le perdonaré. ¡Si pudiera le retaría ahora mismo a un combate a muerte! - Espetó con patente furia, pese a lo cual de inmediato bajó el tono y suspiró con resignación. - Aunque de seguro me derrotaría. A mí, a mi primo o a cualquiera…de hecho, uno de sus lugartenientes que no es ni de lejos tan poderoso como él, le dio una tremenda paliza a Kiros, y te aseguro que mi primo no es débil. Está prácticamente a mi nivel y los guerreros de nuestras familias se cuentan entre la élite de los saiyajin.



            Neherenia le oyó con preocupación, eso convertía a aquel muchacho en un guerrero realmente muy poderoso, y si alguien así era derrotado y ridiculizado de ese modo, no quería ni imaginar como serían esos individuos. Empero, tratando de mantener la serenidad, posó una de sus manos suavemente sobre el hombro izquierdo del saiyajin y le susurró…



-Siempre hay otras formas de arreglar las cosas.

-No para los de mi pueblo.- Masculló el guerrero.- Al menos cuando se rebasan ciertos límites. Y créeme. Más vale que ese perturbado y sus seguidores nunca lleguen a este mundo. Nada ni nadie les podría detener.



            La soberana de la Luna Nueva se estaba asustando realmente. No era nada frecuente escuchar a Doran hablar así, además de rabia notaba como el miedo y la impotencia teñían sus palabras. Apenas pudo centrarse de nuevo y, con tono tranquilo, preguntarle a su interlocutor.



-¿Quién es ese renegado? ¿Por qué están tan preocupados tus reyes? Debe ser muy poderoso para que les inquiete así…

-No puedo decírtelo. Hice un juramento.- Suspiró el saiyajin quien, no obstante, recalcó.- Pero es la peor de las pesadillas que nuestros soberanos podrían haber tenido, hecha realidad…



            La reina de la Luna Nueva trató de calmarle una vez más y tras unos minutos el saiyajin se despidió, agradeciéndole su amabilidad. Sin embargo, ella no le insistió acerca de la identidad de aquel renegado, aunque también hubiese querido averiguar algo más. De todos modos, tenía que informar a Serenity de inmediato. Porque, si sus sospechas se confirmaban, aquello era realmente terrible y quizás obligase a la futura reina de neo Cristal Tokio a intervenir o todo por lo que había estado luchando y trabajando durante tantos años podría venirse abajo de un modo trágico.




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