Habían pasado varios días desde aquella especie de
éxtasis que tuviera Amatista. Los dioses se habían ido y por el momento no
habían vuelto a aparecer. La muchacha ya estaba fuera de cuentas, en cualquier
momento podría ponerse de parto. Leval estaba muy atento, en esos días había
llevado una vida normal, demasiado para él. Tras haber perdido sus poderes,
ahora era como cualquier humano, eso le preocupaba, aunque no en exceso. A veces
hasta incluso le alegraba aquella sensación de saberse totalmente normal. Un
hombre corriente que cuidase de su familia por sus propios medios. Máxime
cuando sabía que sus amigos velarían por ellos y que, por ahora, su esposa y el
bebé estarían seguros. Los padres de la muchacha habían llegado hacía un par de
días. Esmeralda se alivió al ver a salvo a su hija, había temido por ella. El
reencuentro fue maravilloso, las dos se abrazaron llorando sin parar de
felicidad. Diamante se unió a ellas ante la sonriente mirada de Leval. Tras
instalarse en un hotel, puesto que no quisieron bajo ningún concepto perturbar
a la joven pareja pese a los ruegos de estos para que se alojasen con ellos,
los padres de la muchacha quedaron para verla a ella y a su esposo a la noche.
Iban a cenar todos juntos. Para colmo de celebraciones era Nochebuena. Pero
antes de ello Esmeralda y su esposo quisieron dar un paseo por la nave.
-Pues fijaos en esto, sí que es peculiar.- Les comentó Roy.- El año mil novecientos sesenta y nueve, antes del alunizaje del Apolo XI, el presidente Nixon envió un comunicado que se hizo llegar a Jenaro mediante la embajada norteamericana en Santiago. El comunicado decía: "Solicito en nombre del pueblo de los Estados Unidos autorización para el descenso de los astronautas Aldrin, Collins y Armstrong en el satélite lunar que le pertenece"; a lo que nuestro Jenaro responde: "En nombre de Jefferson, de Washington y del gran poeta Walt Withman, autorizo el descenso de Aldrin, Collins y Armstrong en el satélite lunar que me pertenece, y lo que más me interesa no es sólo un feliz descenso de los astronautas, de esos valientes, sino también un feliz regreso a su patria. Gracias , señor Presidente". Todo un visionario el hombre. (Fuente Taringa.net)
-Me cuesta creer que nuestra hija haya vivido tantas
aventuras en tan poco tiempo. - Le decía Diamante a su mujer. -
-Yo diría que ha superado con creces las nuestras. -
Afirmó su interlocutora añadiendo admirada. - ¡Ha hecho algo sencillamente
maravilloso! Ha contribuido a salvar el Universo entero. Ninguna madre podría
sentirse más orgullosa y más agradecida.
Su
esposo asintió con una amplia y emocionada sonrisa. Eso mismo pensaba él. Y
respondió contándole a su contertulia.
-Cuando contacté con mi hermano y con Roy me
contaron que, en la Tierra se reunieron todos y junto con la reina Serenity, la
princesa Usagi y la reina Neherenia, también expulsaron a esos seres.
-Me hubiera gustado estar con ellos. Haber podido
ayudarles. - Suspiró la diseñadora. - Les echo de menos…
Diamante se rio ahora, y ante la expectante mirada
de su mujer, le aclaró…
- ¡Y tanto! ¡Yo también! Es que me dijeron que luego
hicieron la clásica fiesta de la victoria. ¡Te puedes imaginar!, cantando,
comiendo y pasándoselo en grande. Eso sí que lamenté habérnoslo perdido.
- ¡Qué envidia! - sonrió Esmeralda visiblemente
divertida para añadir con nostalgia. - Recuerdo bien cuando me rescataste del
infierno y me trajiste volando. Fuimos directos a Nueva York. Allí, en una de
esas fiestas, fue cuando les vi a todos juntos por vez primera y conocí a
muchos de ellos. ¡Cómo pasa el tiempo!
-Es cierto. - Convino su marido que más alegremente
agregó. - Bueno, nosotros estamos con nuestra hija y nuestro yerno. Y con el
nieto… Aunque todavía no haya nacido, ¡ja, ja! - comentó con desenfado mirando
la hora en uno de los indicadores de la ciudad en la nave. Para añadir con
cierta premura. - ¡Vaya, se hace tarde! Tenemos que ir bajando a Bios. Vamos a
ver a los chicos.
-Sí, tengo muchas ganas de compartir cuantos más
momentos con ellos, mejor.- Convino la famosa diseñadora.-
Y pasando un brazo por la espalda de su esposa,
Diamante la guió hacia el astropuerto.
Los Lassart se aprestaron a embarcar, tras tomar una nave trasbordadora
que hacía la ruta regular entre el planeta y el asteroide llegaron a la zona de
aterrizaje provisional que se había construido en ese nuevo mundo. Allí les
aguardaba Leval, vestía de paisano puesto que estaba ya fuera de su jornada.
Enseguida les saludó muy afectuosamente, estrechando la mano de su suegro y
obsequiando a su suegra con sendos besos en las mejillas. Al instante les
invitó a subir al deslizador. De camino les comentaba, al hilo de su punto de
recogida.
-Ese astropuerto es provisional, sí… las autoridades
tienen pensado construir uno mucho mayor. Necesitaremos que naves más grandes
puedan aterrizar y despegar regularmente. Hay muchas cosas que traer a este
planeta. Bios es un mundo lleno de oportunidades. Pero las cosas se quieren
hacer bien desde el principio. Ahora no somos más que unos pocos miles para
todo el planeta, pero seguro que el flujo de gente se incrementará en poco
tiempo. En cuanto la noticia del éxito de la Terraformación llegó a la Tierra,
ya hay cientos de miles de personas que desean venir aquí.
-Éste es un mundo precioso. Espero que sepáis
cuidarlo bien. - Pudo decir Esmeralda que ya había visto algún que otro
arbolito y zona verde, de las primeras que se estaban plantando a gran escala.
-
-Pues en buena parte es el trabajo de vuestra hija
lo que estáis viendo. - Afirmó Leval con satisfacción. - Está muy implicada en
las tareas de arborización, como lo llaman aquí.
Los
padres de la muchacha se miraron con manifiesto orgullo y alegría, fue
Diamante, que iba sentado en el lugar del copiloto, el que sentenció.
-Y pensar que uno de mis deseos, quizás el menos
malo entonces, cuando quise conquistar Cristal Tokio, era poblar mi mundo natal
de flores. Ahora veo que, en cierto modo, mi sueño se ha hecho realidad. Mi
hija ha conseguido crear un jardín en un planeta entero.
Esmeralda
le miró asintiendo. Ella podía recordar aquel hermoso jardín que, en su
juventud, conoció en el palacio de los padres de Diamante. Allí paseó con él,
con la reina Amatista Nairía y siempre le pareció un oasis de felicidad y
belleza, en medio de aquel pedrusco desolado al que llamaban hogar. Y en eso
meditaba cuando su yerno le comentó, compartiendo el mismo orgullo que ella y
su esposo.
-Tu hija ha hecho mucho más que crear un jardín. Te
lo puedo asegurar…
No
tuvo que decir nada más. Todos sabían perfectamente a lo que se refería. Al fin, tras unos minutos circulando por esas
primeras carreteras de la incipiente ciudad llegaron a la Avenida del Teniente
Lassart. A Esmeralda se le escapó alguna lágrima al leer el nombre y ver la
foto de su sobrino desaparecido. Leval incluso detuvo un momento el vehículo
para que su suegra pudiera leer alguno de los rótulos que aparecían.
- ¡Cuánto sentimos no poder haber estado aquí,
cuando se inauguró esta avenida! - Suspiró la diseñadora. - Pero tenía algunos
compromisos pactados ya de antemano…y me fueron imposibles de soslayar.
-Fue una ceremonia muy bonita. Pero no os
preocupéis, se grabó. Supuse que os gustaría verla y le pedí un favor a unos
compañeros. - Les contó el chico, para alegría de sus suegros. -
-Gracias, Leval. - Declaró Diamante. - Ha sido un
detalle muy bonito.
-Sí, hijo…-Suspiró una emocionada Esmeralda que en
vano trataba de no llorar recordando a su sobrino. - Te lo agradecemos mucho.
Significa muchísimo para nosotros.
Sin embargo, enjugó sus lágrimas con
presteza recordando el momento que vivían. Aquel era un día para estar muy
feliz. Y el recuerdo de ese gran muchacho les acompañaría siempre. Granate
sería el primero que les diría que alegrasen sus caras. De hecho, fue el mismo
Leval quien declaró en tanto volvía a poner en marcha el deslizador.
-Nuestro primo siempre estará ahí, con nosotros.
Todos los días, cuando voy a mi base, paso por esta calle. Mirad. – Indicó
cambiando de tema para animar a su suegra. – Ahí está la casa de Sandy y
Coraíon. - Señaló un gran chalet que justo acababan de pasar. -
-Sí, mi hermano me comentó que vendrían a pasar la
noche con tu primo y su prometida. - Le contó Diamante. -
-Pero creo que iban a verse en la nave, su casa
todavía no estaba terminada, o eso creo que me dijo Petz. - Intervino
Esmeralda. -
-Espero que podamos verles, si no es hoy, mañana por
Navidad. - Deseó Leval. -Sería genial que pudiéramos reunirnos todos.
Sus
contertulios convinieron en eso con sendas sonrisas. Así, y reduciendo
velocidad, finalmente el muchacho giró hacia la derecha y entró en otra propiedad.
Un gran chalet de tejado a dos aguas con una apreciable parcela ajardinada.
Pulsando un botón se abrió la compuerta de un amplio garaje. Entró en el mismo
maniobrando despacio y aparcó. Entonces les comentó a sus suegros con
jovialidad.
-Bienvenidos a nuestra casa en Bios. Vamos, Amatista
nos espera para cenar…
Salieron
todos y atravesando una puerta que unía el garaje con la entrada accedieron a
la vivienda. Esmeralda comprobó con satisfacción, al igual que la vez anterior,
cuando llegaron, que los chicos habían decorado aquello con buen gusto y
simplicidad. Era lo mejor, su hija tendría que ocuparse de su bebé tan
especial. Lo más adecuado era tener la casa poco recargada. Sobre todo, cuando
el crio comenzase a andar y a correr. Al poco la diseñadora sonrió. La muchacha
salió de la cocina y se abrazó a sus padres con gran afecto. Hay estaba, con
esa prominente barriguita y algo más redondita de cara. Pero pese a todo, o
precisamente quizás por eso mismo, lucía preciosa. Iba ataviada con un vestido
color verde claro evidentemente de la firma de su madre y colgando del cuello
su piedra de justiciera heredada precisamente de Esmeralda.
-¡Cariño, estás maravillosa!- Pudo decir la
emocionada diseñadora.-
-Gracias mamá.- Sonrió ampliamente ella.-
-Mi niña.- Intervino Diamante abrazándola con
cuidado una vez más y besándola en la frente.- ¿Cómo estás, cielo?
-Ahora muy bien.- Comentó la joven, que,
acariciándose su vientre, comentó con voz queda e ilusionada.- Y deseando que
llegue vuestro nieto.
-Hija, oigo la palabra nieto, y todavía no me hago a
la idea.- Suspiró Esmeralda provocando las risas de todos.-
Así, tras esos saludos y comentarios de rigor se
sentaron en el sofá del salón, según dijo la joven esperaban a más invitados
para la cena.
-¿Vamos a ser muchos?- Quiso saber Esmeralda.-
-Bueno, apenas un par de amigos más o tres.- Le
comentó su hija.-
De hecho, tenían una enorme mesa puesta y mientras
madre e hija hablaban por su lado, Diamante le preguntó a Leval por lo
ocurrido.
-Nosotros sólo sabemos lo que vimos de camino hacia
aquí. - Le comentó el príncipe de Némesis. -
- Nos atacaron unos seres muy poderosos y extraños,
- le contó su yerno - con sólo rozar a uno de ellos perdí mis fuerzas y sí
Amatista y los demás no me hubieran ayudado, habría muerto. O lo que es peor,
habría desaparecido como si jamás hubiese existido.
Su
interlocutor le miró con una mezcla de horror e incredulidad. Ni él ni su
esposa hubieran imaginado siquiera tal cosa.
- Pero entonces ¿qué pasó con ellos? ¿Y esos dioses
de los que me has hablado no han vuelto? ¿Cómo pudisteis derrotarlos?- Quiso
saber Diamante anonadado. -
El príncipe de Némesis recordaba su viaje hacia
Bios. Tanto él como su esposa escucharon cantar a su hija y fue algo sublime.
Pero no podían imaginar que eso fuera el motivo. Su interlocutor entonces negó
con la cabeza y con un tono de admiración le contó.
- No fueron ellos. ¡Fue increíble!, pero Amatista se
transformó ¡Era como un ángel, llena de luz y de belleza! No sé cómo lo hizo, pero
consiguió que se fueran. Hasta los mismos dioses se quedaron asombrados. Se
arrodillaron ante ella y dijeron que el Mensajero se había manifestado. Se
referían al bebé. Después de eso, ellos se marcharon diciéndonos que volverían
cuando nuestro hijo tuviera edad para ser enseñado.
El padre de la joven escuchó boquiabierto, la
verdad, todo le parecía asombroso, pero dado que estaban a veinticuatro de
diciembre, cualquier cosa le parecía posible. Le comentó a Leval a su vez.
-Durante nuestro viaje hacia aquí también nos vimos
sorprendidos por esos extraños agujeros negros. Pero una luz blanca potentísima
apareció y sentimos una gran paz y bienestar. Entonces oímos a nuestra hija
cantar. ¡Fue algo maravilloso! Además, cuando esa luminosidad desapareció los
agujeros también se habían desvanecido.
-Son fuerzas que van mucho más allá de nuestra
comprensión. – Aseveró su yerno. –
-Te diré algo más – le confesó Diamante. – He
experimentado muchas cosas en mi vida. He estado ante grandes poderes, tanto de
la luz como de las tinieblas, y nunca sentí nada igual.
-Yo solamente espero que todo siga tranquilo. Lo
único que deseamos es tener paz y que el niño nazca bien. - Repuso su
interlocutor, ahora con gesto pensativo. – Ahora lo único a lo que aspiramos es
a vivir con sosiego y criarle como a cualquier otro niño. Como mis padres y
vosotros hicisteis con nosotros.
Su suegro asintió tratando de
recuperar la normalidad tras el relato del chico y declaró más animosamente.
- Vamos a dejar todo eso, ya ha pasado gracias a
Dios, hoy es Nochebuena. A Amatista le queda poco para dar a luz. Debemos
prepararnos para cenar y disfrutar del momento en lo posible…- dicho esto
cambió de tema para preguntar con interés y deseo que así fuera. - ¿Y tus
padres? ¿No vendrán a celebrarlo con nosotros?...
- Así lo espero, les llamé hace dos días - repuso
Leval ahora con tono divertido al referir -, justo cuando vosotros
aterrizasteis, deben de estar al llegar. No le dije nada a Amatista para darle
una sorpresa. Pero ella últimamente lo adivina todo y me encontré la mesa
puesta para siete cuando llegué a casa de la base, ja, ja…
- Me alegro ¡Ojalá podamos cenar todos juntos!,
tengo la impresión de que estas Navidades van a ser muy especiales para todos -
repuso Diamante con esa esperanza. -
- ¿De qué están hablando mis dos hombres favoritos?
- Quiso saber Amatista uniéndose a la conversación. -
-De todo lo que tenemos que celebrar. - Replicó
jovialmente el padre de la joven. –
-Es cierto. - Terció Esmeralda pasando
afectuosamente uno de sus brazos por la cintura de su hija para agregar. – Y
dentro de poco daremos la bienvenida a un nuevo miembro de nuestra familia.
-Sí, mamá. - Afirmó la muchacha suspirando. – Estoy
deseando tenerle entre mis brazos.
-Ese va a ser desde ahora tu hombre favorito. -
Bromeó (o quizás no tanto, Leval)-
-No te pondrás celoso, ¿verdad? - Sonrió su esposa
asegurando de inmediato. – Ya sabes que tú siempre serás mi chico.
Y
tras unas risas de todos, Diamante añadió.
-Ahora únicamente nos queda pasar unas estupendas
navidades, quizás las mejores de todas. Espero que así sea, y que el tunante de
tu padre venga con toda la familia.
-¿Roy y Bertie?. ¿De veras podrán venir?- Inquirió
una alegre Esmeralda.-
-¡Ese tarambana capaz es de aparecer con su
traslación instantánea encima del ponche! - Bromeó su esposo.-
Todos
se rieron asintiendo, compartían ese mismo interés. Y al poco el deseo del
príncipe de Némesis y de los demás pudo cumplirse. Como si les hubiesen
escuchado, Roy, Beruche y Kerria llegaron al cabo de dos horas. Por esta vez,
se rompió la regla de no usar sus poderes y los tres aparecieron de repente en
el salón. De todos modos, tras lo sucedido en la Tierra, aquello ya no
importaba mucho. Por fortuna, el vaticinio de Diamante no fue exacto y no hubo que
lamentar ningún incidente con el ponche, ni con otra cosa. Eso sí, la alegría
fue total, tras los abrazos y besos se reunieron en la casa del joven
matrimonio que había preparado una celebración espléndida. Todos sentados
charlaban distendidos mientras cenaban.
- ¿Qué tal ha ido todo por la Tierra? - Se interesó
Leval. –
- ¿Es que no sabéis nada de lo que ha sucedido? - Le
preguntó Kerria a su vez. -
-No tuvimos comunicaciones con el planeta durante
varios días. – Dijo Amatista que agregó con tono algo inseguro. – Creo que allí
también pasaron cosas relacionadas con esos extraños seres.
-Así es, querida. Ha debido de ser un fenómeno a
escala cósmica. – Terció Bertie. –
-A nosotros nos sorprendió en la nave cuando
veníamos para acá. – Le contó Esmeralda a su consuegra. –
-Pero, entonces, ¿tampoco sabéis nada de lo ocurrido
en la Tierra? Bueno, aparte de lo que te conté cuando hablamos. – Les inquirió Roy. –
-No amigo. Me lo explicaste muy escuetamente ¿Qué
pasó? - Quiso saber ahora Diamante dado que el semblante de su consuegro
parecía realmente iluminado. –
- ¡Fue algo realmente maravilloso! – Les comentó
Kerria afirmando. – Mi pareja, Sam, al igual que el resto de la gente, todavía
estaba alucinada cuando nos despedimos.
-Podrías haberla traído contigo. – Le dijo Amatista.
– Habría querido conocerla.
-Ella quería celebrar las fiestas con sus padres. –
Argumentó su cuñada suspirando. – La verdad es que es una chica muy tímida. Le
impone conoceros. ¡Casi tuve que arrastrarla a casa para que conociese a mis
padres!, - se rio divertida ahora al recordarlo. – Y cuando la reina Serenity
se manifestó, tendríais que haberle visto la expresión a la pobre cuando me vio
transformarme y supo que yo iba a estar allí, con los soberanos. ¡En calidad de
la Dama del Hielo!
Y con las caras de sus familiares mirando hacia la
muchacha con patente interés, ella sonrió dirigiéndose a su padre para pedirle.
-Mejor cuéntalo tú, papá. Se te da muy bien explicar
todo eso.
Roy asintió, y con todas las atentas miradas de la
concurrencia puestas en él, les relató.
-Pues veréis, fue a los cinco días de que todo
pasara…
En la Tierra los seres del Olvido habían sido
rechazados, aquellos agujeros desaparecieron tan misteriosa e increíblemente
como habían aparecido. Pero todo el mundo fue testigo de la formidable
exhibición de aquellas mujeres. Una, rubia de largos cabellos y con un blanco
vestido de gasa que ondulaba a la brisa, había emitido una poderosísima energía
plateada que disipó esos torbellinos oscuros. Las otras dos, ataviadas de forma
similar la secundaron. Además, estaban esos guerreros dorados que refulgían con
intensidad, creando una enorme campana de energía de color oro y una gigantesca
esfera azulada. Varias cámaras hicieron algunos planos cercanos y, pese a no
identificar los rostros de esos individuos, algunos periodistas recordaron.
Años atrás, algunos guerreros dorados habían protegido el mundo de ataques de
poderosos invasores. Asimismo, las justicieras y las guerreras de la justicia
estaban junto a ellos. Aquel era en verdad un poderosísimo equipo de luchadores
por el bien. Y así quiso verlo la mayor parte de la población terrícola. Al
fin, tras unos días para que la gente se recobrase y la vida normal se
restaurara, hubo una reunión extraordinaria en las Naciones Unidas. El
Secretario General invitó a esos héroes al pleno para ser recompensados. Nadie
ignoraba que con sus grandes poderes habían salvado la Tierra de lo que se
pensaba eran agujeros negros de gran poder destructivo. De hecho, hubo daños,
lugares que habían desaparecido y que solamente ahora se echaban a faltar. Pero
cuando llegó el día del congreso pocos de esos salvadores aparecieron…
-En realidad- intervino Bertie cortando el relato. –
No quisimos significarnos. Nuestros amigos y nosotros pensamos que sería mejor
mantener el anonimato.
-Sí, queremos llevar una vida lo más normal posible.
– Convino su hija, añadiendo. – Pero la reina Serenity sí que acudió, con el
rey Endimión y con la reina Neherenia.
-Ellos comentaron que su momento había llegado, y
que debían hacerse públicos. Aunque nos dijeron que nosotros no estábamos
obligados a eso. De lo cual nos alegramos.
-Pero papá.- Terció Leval.- Según tengo entendido,
los contactos entre muchos jefes de Estado, la ONU y los soberanos de la Tierra
y la Luna, vienen produciéndose durante años. La creación del UNISON y la
expediciones de las naves SSP-1 y SSP-2, son pruebas de ello.
-Así es. – Respondió su padre, para aclarar.- Esos
contactos han venido produciéndose desde antes que tú, Amatista y Kerria
nacierais. Pero ahora es cuando han visto la luz oficialmente. Y no solamente
con Serenity , Endimión, Neherenia y las princesas planetarias. También estaban
mi hermano y su esposa con nuestra sobrina Seren, y Seira y Calix con su hijo
Doran, y algún que otro pariente y saiyajin. – Recordó Roy que prosiguió su
narración. –
En efecto. La reina Serenity, su marido el rey
Endimión y todas las sailors, ataviadas con sus galas de princesas, estaban
allí. La soberana de la Luna Blanca vestía tal y como había aparecido cuando
conjuró ese tremendo peligro. En una bonita ceremonia fue invitada a tomar el
atril y dirigir un discurso en directo a los ciudadanos del planeta Tierra.
Hubo un gran y respetuoso silencio en tanto ella se dirigió a la tribuna de autoridades.
Aquella mujer distaba ya mucho de ser la histriónica y torpe Usagi de antaño.
Era desde hacía años una mujer trabajadora que se había licenciado en
psicología y ciencias políticas y ahora iba a ser una reina elegante y
bondadosa, capaz e inteligente que, tomando la palabra, se dirigió a todos los
moradores del planeta con un dulce y afectuoso tono de voz.
-Muchas gracias, señor Secretario General, señores
dirigentes y autoridades, damas y caballeros y queridos habitantes de la
Tierra. Ante todo, deseo presentarme como es debido. Soy la reina Serenity, la
Soberana del Reino de la Luna, conocido antaño por el Milenario de Plata. Tengo
también el título de reina de la Tierra, puesto que mi esposo, el rey Endimión,
es su soberano. No obstante, nuestra intención nunca ha sido o será tratar de
gobernaros, ni deciros qué debéis hacer. Sois personas libres con gobiernos
elegidos. Vuestro destino os pertenece. Nosotros solamente somos los guardianes
de este mundo y nuestro deber es protegerlo de todo mal. Hasta ahora pudimos
actuar sin inquietaros, ni revelar apenas nuestra presencia. Pero, en esta
ocasión, la amenaza fue tan terrible que no tuvimos más opción que mostrarnos
abiertamente. Tenemos el honor y el privilegio de que nuestros amigos y
aliados, su Serenísima Majestad la Soberana del Reino de la Luna Nueva, la
Bella y Gentil reina Neherenia, y sus Majestades, los poderosos soberanos del
Planeta Nuevo Vegeta, los Reyes Lornd Deveget y Setsuna Meioh, hayan luchado a
nuestro lado para salvaguardar este hermoso mundo. A ellos también les debemos
esta nueva época de paz y armonía que deseo se instaure desde ahora aquí. Por
favor, desde este instante ya sabéis que no estáis solos. Debéis uniros en el
amor por este mundo y por vuestros conciudadanos. Siempre estaremos cerca para
ayudaros. Muchas gracias a todos por vuestra atención y el cálido recibimiento
que nos habéis dispensado.
Tras esta intervención los aplausos atronaron en la
sala. Al poco fue el propio Secretario General quién sustituyó a la soberana
ante el atril y desgranó a su vez las siguientes palabras.
-Serenísimas Majestades. Señoras y señores,
dignatarios de todo el mundo, damas y caballeros y habitantes de la Tierra.
Acabamos de comprender y de comprobar lo que, durante muchísimos años, incluso
siglos, habíamos sospechado. Tenéis razón. No estamos solos. Y es maravilloso
saber que nos rodean tal cantidad de seres y personas de otros mundos cuya
misión y deseo es el de proteger la Tierra. A la bondad y valor de sus
Majestades, debemos en gran medida la supervivencia de este mundo. Estamos muy
agradecidos y, a propuesta mía, celebraremos una votación que haremos en
directo para todos los habitantes del planeta. – Y dicho esto declaró para
proponer a la Asamblea. – Señoras y señores representantes de los países de la
Tierra. Deseo someter a votación que sus Majestades los reyes de la Luna sean
reconocidos oficialmente también como monarcas de la Tierra. Títulos que les
honrarán y reconocerán la ayuda prestada a nuestro planeta en su hora de mayor
necesidad. Dado que no tenemos potestad sobre nuestro satélite, aceptamos su
palabra y de facto les reconocemos ya los títulos que a él respectan. En ambos
casos, tendrán efecto con régimen de monarquía parlamentaria honorífica. Con
una serie de derechos, prerrogativas y deberes que más adelante se someterán a
la aprobación de esta cámara. Ahora si me lo permiten, pasaremos a
pronunciarnos sobre la concesión de esos títulos. ¿Votos a favor?
Aunque aquí Roy detuvo su exposición de los hechos y
se rio, comentando divertido.
-El caso es que, algunos objetaron que la Luna tenía
dueño. Y que ese fue un grave error del Secretario general, al no recordarlo
entonces.
-¿Qué?- Exclamó un divertido Diamante quien no pudo
evitar preguntar con humo.- Déjame adivinar. ¿Ian, verdad? Seguro que la compró
en alguna subasta.
Eso
hizo que todos se rieran. Al fin el consuegro del príncipe de Némesis negó con
la cabeza y les desveló, sacando un móvil y buscando en una página web.
-Menos mal que, gracias a los super ordenadores de
la SSP-1, se pudo conectar una Internet propia para Bios.- Comentó Leval.-
-En eso, creo que mi padre tuvo algo que ver.-
Sonrió una orgullosa Amatista.-
Diamante
asintió, agradecido por esa mención que hiciera su hija. Aquel fue una parte de
su trabajo en ese ambicioso proyecto. Que esa nave pudiera contar con una copia
de prácticamente todos los millones de petabits de información que existían en
red de la Tierra.
-Deben de haber instalado algunos ordenadores más
aquí, en este planeta.- Conjeturó él.-
-Al menos nosotros, en inteligencia militar, tenemos
algunos.- Admitió su yerno.-
En
ese instante Roy les hizo un gesto para que le prestasen atención, al parecer
había encontrado la información que estaba buscando y leyó.
-Al parecer, hacia el año mil novecientos cincuenta y tres. un chileno llamado Jenaro Gajardo Vera se
transformó en el legítimo dueño de nuestro satélite natural conocido como La
Luna. El método para adjudicársela fue bastante sencillo. Publicó tres avisos
en el Diario Oficial por si acaso alguien reclamaba la Luna, como nadie lo hizo
procedió a inscribirla en cómo de su propiedad en el Conservador de Bienes
Raíces de Talca, previo desembolso de cuarenta y dos pesos de la época o
cuarenta y dos mil.- Parece que no están seguros, se sonrió Roy prosiguiendo la
lectura.- Si bien Gajardo Vera supo en todo momento que la Luna era patrimonio
de la humanidad, tuvo un par de motivaciones que justificaron su compra y que
explicó después: La primera: fue un acto poético de protesta en que quiso
intervenir en la selección de los posibles habitantes del satélite. En sus
planes estaba habitar un mundo sin violencia, envidia, odio ni vicios por el
estilo. Esta es la motivación elevada.
-Sí, desde luego que tuvo altura de miras.- Sonrió
Beruche con el cómplice asentimiento del resto.-
Su marido entonces continuó, leyendo divertido.
Su marido entonces continuó, leyendo divertido.
-Luego
tuvo la motivación mundana, había comprado la Luna para poder formar parte del
Club Social de Talca para el cual era requisito de afiliación tener alguna
propiedad.
Eso hizo reír a todos una vez más. El
propio Diamante comentó con jocosidad.
-¡Esa
sí que sería una motivación típica de Ian! -
-Papá.
¡Pobre padrino! - Se rio Amatista.-
-Es una broma, cielo.- Intervino Esmeralda, con una amplia sonrisa a su vez.-
-Es una broma, cielo.- Intervino Esmeralda, con una amplia sonrisa a su vez.-
Su hija asintió,
dando por supuesto que así lo entendía. Su suegro entonces leyó algo más.
-Pues fijaos en esto, sí que es peculiar.- Les comentó Roy.- El año mil novecientos sesenta y nueve, antes del alunizaje del Apolo XI, el presidente Nixon envió un comunicado que se hizo llegar a Jenaro mediante la embajada norteamericana en Santiago. El comunicado decía: "Solicito en nombre del pueblo de los Estados Unidos autorización para el descenso de los astronautas Aldrin, Collins y Armstrong en el satélite lunar que le pertenece"; a lo que nuestro Jenaro responde: "En nombre de Jefferson, de Washington y del gran poeta Walt Withman, autorizo el descenso de Aldrin, Collins y Armstrong en el satélite lunar que me pertenece, y lo que más me interesa no es sólo un feliz descenso de los astronautas, de esos valientes, sino también un feliz regreso a su patria. Gracias , señor Presidente". Todo un visionario el hombre. (Fuente Taringa.net)
-Sí, y un buen tipo.- Afirmó Leval quien por curiosidad le preguntó a su
hermana.- Oye Ky, tú que eres la abogada. ¿Eso es legal?
La
aludida se sonrió encogiéndose de hombros para afirmar visiblemente divertida
con aquello.
-El hecho de que sea abogada penalista no implica
que me sepa todas las leyes internacionales. ¡Menos aún las interplanetarias!
Pero me da la impresión de que la Luna debe de ser considerada patrimonio de la
humanidad. Si es que se hizo algún tratado al respecto que así lo avale.
-Sí, - comentó su padre, riendo para aseverar con
satisfacción y algo de humor.- ¡Esta es mi niña! Se nota que has estado
estudiando mucho.
Más
risas entre todos , el ambiente estaba realmente animado. Kerria movió la
cabeza sin poder reprimir las carcajadas. Aunque su hermano insistió, una vez
que se calmaron un poco y lo hizo con más seriedad.
-No me refiero solamente a lo que ese hombre hizo,
eso de apropiarse de la Luna suena bastante cómico la verdad. Quiero decir,
¿qué potestad tiene la ONU en este caso?
Y
su hermana que ya estaba buscando a su vez en su propio teléfono, enseguida
replicó.
-Aquí hay algo. En Yahoo! respuestas. – Y ahora fue
ella la que leyó.- Según el Tratado sobre el espacio ultraterrestre, de
1966. Es el Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los
Estados en la exploración del espacio ultraterrestre, incluida la Luna y otros
cuerpos celestes. En el mismo, se estipula que el espacio ultraterrestre es
patrimonio de la humanidad, y que por tanto, no puede ser objeto de apropiación
por parte de ninguna nación, sea cual sea su grado de desarrollo científico o
económico, debe ser accesible a la exploración y uso, con fines pacíficos, por
parte de toda la comunidad internacional.- Y tras citar aquello, afirmó.- Luego
entiendo que podría votarse una resolución en las Naciones Unidas.
-Sí, eso fue lo que hicieron. ¿Verdad? -
Inquirió Esmeralda.-
-Al menos casi todos.- Matizó Bertie con
un tono entre quisquilloso y molesto ahora, para sentenciar.- A pesar de lo los
reyes y las princesas hicieron, todavía hay mucha desconfianza en el mundo.
-Así es, cariño.- Acordó su marido quien
retomó aquel relato para contarles lo que recordaba.-
Prácticamente toda la sala expresó su acuerdo con
esa propuesta. Salvo algunos países que simplemente se abstuvieron. Nadie se decidió
a votar en contra, pero hubo delegados de ciertas naciones que no quisieron
participar, aunque fueron los menos. Otros alegaron que aquello había sido muy
repentino y que debían consultar a sus respectivos gobiernos.
-¡Y un cuerno!- Intervino Diamante.- No me creo que
esa propuesta del Secretario General fuese en modo alguno improvisada.
-Yo tampoco, habida cuenta de esos contactos de los
que mi padre ha hablado.- Observó Kerria.-
-La verdad, a buen seguro que eso debía de estar
pactado. Y los gobiernos de la mayor parte de las naciones, estarían al
corriente.- Convino Leval.-
Amatista
seguía aquella conversación con interés, aunque no decía nada. Fue su cuñada
quien primero lo advirtió, y le dijo.
-Estás muy callada, Tist.
-Me gusta escucharos. Y saber cómo sigue la
historia.- Sonrió la interpelada.-
-En tal caso, os la continuaré contando.- Ofreció
Roy con el acuerdo de todos.-
Y así lo hizo. Recordó el modo en el que el Secretario General,
visiblemente satisfecho, anunció dirigiéndose ahora hacia los reyes de la Luna.
-Es para mí un placer y un honor reconoceros como
soberanos terrestres con los títulos de Serenísimas y Altísimas Majestades
Soberanas del Planeta Tierra. El Rey Endimión I y la Reina Serenity I
La mayor
parte de la sala aplaudió. Tal y como mencionó el Secretario General, se daba
por acuerdo implícito que esos honores no redundaban en facultades efectivas de
gobierno. Aunque se alcanzó un consenso de que sí arrogaban la representación
del Planeta como defensa ante posibles ataques y civilizaciones hostiles. O
para favorecer el contacto con otras amistosas. Se decidió pues que los reyes
hablasen en nombre de la Tierra como una especie de embajadores de paz y buena
voluntad, pero siempre bajo la supervisión de la Asamblea de las Naciones
Unidas y del mando conjunto del UNISON. Después, fue Endimión quién subió al
atril para agradecer brevemente aquellas muestras de reconocimiento.
-Gracias Señor Secretario General, Majestades, damas
y caballeros. Por mi parte y la de mi esposa, os quedamos muy agradecidos y os
juramos defender y proteger este mundo en el futuro como hemos hecho en el
pasado. Con el mismo espíritu de entrega y de buena voluntad que nos ha guiado.
Pero la tarea fundamental recaerá en todas las personas que viven en este
hermoso planeta azul. Un gran peligro se ha superado, pero nunca se puede bajar
la guardia. Sin embargo, ahora la esperanza y la ilusión deben presidir
nuestros esfuerzos. Por grandes que pudieran ser las dificultades ya sabéis que
no estaremos solos. Tendremos muchos amigos en los que apoyarnos, gracias a la
generosidad y valor de nuestros aliados. Poderosos y nobles son sus reinos en
verdad. En nuestro nombre y en el suyo, habitantes de la Tierra, os deseamos prosperidad
y un brillante futuro.
Dicho esto, y tras recibir más aplausos, cedió la
palabra. Entonces fue el turno de intervenir de la Reina de la Luna Nueva.
Neherenia subió al atril y declaró tras los saludos de rigor a los presentes.
-Como amiga y aliada de sus Majestades, los
soberanos de la Tierra, estaré siempre dispuesta a defender este planeta. Un
mundo al que he tenido ocasión de viajar en numerosas ocasiones, incluso
integrándome en él y compartiendo el día a día con algunos de sus habitantes.
Me enorgullece decir que muchas personas a las que quiero y a las que quise,
viven o vivieron aquí. – Tuvo entonces que contener su emoción por el recuerdo
de Granate, sonrió y agregó. – Este planeta es muy bello, debéis luchar por
conservarlo así. Acabar con las injusticias y proteger a los desvalidos. Es una
tarea realmente titánica, sin embargo, sé que todos juntos podremos acometerla
con éxito. Muchas gracias…
Ahora fue Kerria la que interrumpió el relato. Se
rio cuando recordaba…
-Si vieseis la cara que pusieron algunos y algunas.
Para empezar, la prima Idina viajó a la Tierra y se reunió con Nehie. A mí me
invitaron también, junto con Kathy. En un principio estuvimos en algunos actos
como justicieras. Después nos las arreglamos para quitarnos de en medio y
reaparecer con nuestras identidades civiles, como las Justices. ¡Y fuimos a la
Golden! Cuando las chicas se reencontraron con sus amigas y alguna antigua
compañera, no queráis imaginar cómo fue aquello…
De hecho, la muchacha estaba delante cuando
Neherenia, tras esa ceremonia, por supuesto escoltada por guardias del UNISON y
de la Luna Nueva, al tiempo que, flanqueada por autoridades a diestro y
siniestro, quiso visitar su antigua universidad. La jefa de estudios, Melanie
Roberts, la recibió con evidentes muestras de cariño. Aunque la mujer,
desconcertada por la importancia de su ilustre visitante, quiso doblar la
rodilla en cuanto la vio. No obstante, Nehie lo impidió apresurándose a tomarla
de las manos con patente afecto y dándole un abrazo.
-Por favor, señora Roberts. – Le pidió dulcemente la
muchacha. – Usted ha sido como una madre para mí. No tiene por qué hacerme
ningún gesto de protocolo.
-Te confieso que no sé lo que hay que hacer ante una
reina. – Pudo decir su contertulia que estaba visiblemente nerviosa, de seguro
que la atención de todo el mundo (y nunca mejor dicho) estaría puesta en ellas
en ese mismo instante. – Es la primera vez para mí…
-Pues no se preocupe por eso. Salvando el protocolo,
somos como los demás. Y nos agradaba lo mismo que cualquier persona. En mi
caso, todavía recuerdo cómo me atendió usted cuando llegué aquí por vez
primera. Fue muy amable y siempre estuvo para ahí para mí o para cualquiera de
nosotros. Y eso jamás lo olvidaré, siempre le estaré muy reconocida. – Le
sonrió cálidamente la soberana. -
- ¡Qué tonta! - Repuso una tímida Melanie ahora - Y
pensar que estaba ante una reina, queriéndola dar consejos sobre cómo encajar…
Neherenia
le tomó ambas manos con evidente afecto, entre aquellos flashes de las
fotografías y repuso con una gran dosis de ternura e incluso emoción.
-No era una reina, o por lo menos, no ejercía como
eso entonces. Simplemente era una chica joven y que se sentía realmente perdida
en un mundo nuevo para ella. Y usted me acogió, me trató como a su propia hija.
Sus consejos fueron muy valiosos para mí. Me ayudaron mucho y los aplico en mi
reino siempre que puedo. Nunca podré darle las suficientes gracias por eso.
Aquellas
palabras tan sinceras incluso hicieron brotar algunas lágrimas en el rostro de
la Jefa de estudios. Tras enjugárselas con su propio pañuelo, la soberana de la
Luna Nueva quiso saber.
- Por cierto ¿Cómo está Jimmy?
- ¡Oh!, muy bien, gracias por preguntar – repuso
Melanie –
- ¿Y Heather? – Inquirió Nehie con visible interés.-
Tengo muchas ganas de verla.
-Está aquí. Espero que venga enseguida. - Sonrió la
jefa de estudios abrumada por aquellos tipos que escoltaban a la que fue su
alumna y ahora reaparecía como la reina de un mundo. - Espero que no llegue
tarde, ya la conoces cuando se le olvida algo…
Nehie se rio asintiendo divertida, saludó también al
señor Roberts y otros antiguos profesores. Lo mismo hizo con la hija de la jefa
de estudios y antigua compañera de clase que, efectivamente fue advertida de
todo aquello y se apresuró a dirigirse hacia allí. La atónita muchacha tenía la
boca abierta cuando la soberana se dirigió hacia ella, entre el grupo de
personalidades que se dieron cita en ese campus, entonces abarrotado y lleno de
medidas de seguridad.
- ¡Dios mío! -Pudo exclamar Heather Roberts en
cuanto vio a su ex compañera ataviada con las galas regias. - Nehie. ¡Perdón!, Majestad. – Pudo rectificar
tratando de arrodillarse de forma algo torpe -
Neherenia tampoco le permitió hacer eso y la abrazó
tras sonreír divertida, exclamando con alegría.
- ¡Mi querida amiga! Hemos pasado tantas cosas
juntas. Alegrías y tristezas. No tienes que hacer ninguna reverencia. Somos
como hermanas.
- ¡Es que es increíble! – Pudo casi balbucear la
interpelada. - ¡Eres una reina! Y yo a veces tomándote el pelo, cuando llegabas
tarde al comienzo de los cursos. ¡Si hasta te llegué a decir…que si eras la
reina de tu país o algo así! - Recordó ruborizada. - Espero que no me lo
tomaras a mal…
Aunque
su contertulia se rio con ganas al oír aquello. Lo recordaba bien, sí. Y
replicó de inmediato.
- ¡Pues tenías razón! No te lo podía tomar a mal,
tonta. Y, sí, debía de atender a muchas cosas en mi reino. – Le sonrió su
interlocutora con un gesto divertido. Afirmando ahora con un poso de
melancolía. – Pero me hubiese gustado compartir con vosotras más tiempo
todavía. Sois unas personas maravillosas junto a las que he aprendido mucho más
que con cualquier curso o consejo regio.
Y al lado de la soberana estaban también Idina,
Kerria y Katherine, que de por sí, ya eran bastante famosas en su faceta de artistas,
aunque ahora simplemente venían como unas amigas más de la reina. Fue Idina la
que intervino diciéndole a Heather con complicidad.
-Ya lo ves. Nehie era una chica popular después de
todo.
- ¡Y con mucha suerte! ¡Hasta gané la cinta azul de
la Hermandad! – Bromeó la aludida. –
Bromas aparte. Por supuesto que uno de los actos
previstos era precisamente ese. El nuevo líder de la Hermandad, al que Idina
había entregado su cinta púrpura, dándole el relevo, concedió a su vez la cinta
dorada a la antigua jefa, a la soberana e incluso a Heather. Las tres entrarían
en el Hall of Fame de la Golden Eagle, que podría presumir de tener a una
auténtica reina en su galería de estudiantes distinguidos.
-Éste es un gran honor para mí- Agradeció la
soberana cuando Idina, en su calidad de antigua jefa, fue deferentemente
autorizada por el líder de ese momento a atarle la cinta roja honorífica y
después la dorada, en uno de sus brazos. - Muchas gracias a la Golden por su
cálida acogida y su generosidad para conmigo durante todos los años que tuve el
privilegio de estudiar aquí.
-El honor es nuestro, Majestad. - Pudo replicar la
cinta púrpura con tono entre tímido e impresionado. -
-Sí. Agradecemos mucho a su Majestad Serenísima sus
muestras de cariño hacia nuestra institución. - Agregó la señora Roberts, ya de
forma protocolaria.-
Y
tras esas celebraciones oficiales y unos minutos más charlando y recorriendo la
universidad, la visita concluyó…
-Después cada una regresó a su casa. Bueno, al menos
esa era la intención. Idina estuvo algo más con Nehie y luego creo que las dos
planearon quedarse en la Tierra a celebrar las fiestas en casa de sus padres.
Se disfrazaron o fueron de incógnito para eludir a la prensa, no me acuerdo muy
bien. Kathy y yo nos marchamos antes. La
prima quería ver a sus padres y yo a Sam. – Concluyó Kerria. –
-Sí hija. Nehie estuvo muy bien, es una chica muy
espabilada y muy lista.- Comentó su padre, agregando. - Aunque lo que a mí más
me gustó fue la intervención de mi hermano y de mi cuñada en la Asamblea
General. – Rememoró.-
En cuanto le cedieron la palabra el rey de los
saiyajin subió al atril. Acompañado de su esposa, los dos vestían esas
armaduras de la gala con distintivos reales en las hombreras de sus petos y
capas de color rojo. Cerca de ellos, pero en un discreto segundo plano, Seira y
Calix, sus asistentes y guardianes personales. Y aparte, su hija Seren y
también Doran, el embajador de los saiyajin y vástago de los protectores reales
con otros saiyajin de alto rango. Fue Lornd quién se dirigió al auditorio, tras
saludar a todos, comenzó.
-Terrestres. Es para mí un gran honor poder hablaros
aquí hoy. Años atrás visité vuestro mundo en ocasiones, luché codo con codo con
grandes guerreros y guardianes de este planeta, entre ellas las guerreras de la
justicia. Incluso me casé con una de esas valerosas mujeres. – Aludió a su
esposa que correspondió con una sonrisa -
Y hoy puedo decir con orgullo que mi propia hija se cuenta entre ellas…
Así era, Seren había estado antes entre el séquito
de la reina Serenity y ahora se formaba, ataviada con armadura saiyajin de
gala, en el de sus padres.
-Aquello era algo difícil de explicar. – Comentó Roy
apartándose por unos instantes del relato. –
-Ya lo creo- convino Diamante que afirmó de forma
perspicaz. – Esa pobre chica debe de tener un enorme conflicto de lealtades.
-No, en absoluto - negó Bertie que le explicó. – Mi
cuñado dejó bien claro que ella ante todo era princesa de los saiyajin. Aunque
también lo sea de Plutón. Heredó ese título de Setsuna.
-Pero no hay ningún problema. – Agregó Roy para
aclarar. - Como sabes los dos reinos tienen suscrito un pacto de alianza
perpetua. Fue hasta curioso, - comentó divertido. - Seren tuvo que estar con las otras princesas
de los planetas del sistema solar, vestida con las galas del Milenario de Plata
y después, correr a cambiarse para llevar la armadura ceremonial de los
saiyajin. Creo yo que el único conflicto que va a tener mi pobre sobrina será
el de qué vestido llevar, ¡ja, ja!…
- ¡Vaya! – sonrió Esmeralda afirmando con humor. –
Pues a lo mejor hasta podría contratarla como modelo, si es tan hermosa y más alta que Setsuna y se da tanta prisa en
cambiarse…
Eso provocó algunas risas en la mesa. Amatista fue
una de las que más celebró el comentario, se podía poner en el lugar de esa
pobre chica. Su madre en eso era realmente acuciante. Y si ya tenía práctica…
Aunque de pronto cesó de sonreír llevándose una mano al vientre. Leval
enseguida se percató preguntándole algo inquieto ante las preocupadas miradas
del resto.
- ¿Estás bien, cariño?
-Sí- sonrió ella nuevamente para asegurar. – Ha sido
una patadita, no pasa nada, estoy habituada.
En cuanto su esposo asintió, todos se quedaron más
tranquilos. Roy prosiguió con el relato…recordando las palabras de su hermano…
-Hemos vivido muchas batallas en este mundo, mis
leales guerreros han luchado por vosotros. Lo hicimos siempre con gran placer.
A nosotros los saiyajin nos gusta pelear, lo llevamos en la sangre. Sin
embargo, lo hacemos con más denuedo si cabe por defender una causa justa y
honorable. Además, honrábamos la alianza con nuestros amigos del reino de la
Luna que han dedicado sus vidas a protegeros de todo mal, y lo han hecho
siempre con devoción hacia sus ideales de amor, libertad y justicia para todos.
Les admiramos por ello, por eso sabed que siempre os ayudaremos. Y ahora esta
promesa se refuerza cuando en vuestra sabiduría habéis decidido confirmar a
vuestros reyes. Os doy mi palabra como soberano de Nuevo Vegeta y como súper
guerrero de la estirpe Deveget. El linaje de los primeros reyes de mi mundo.
Pues los individuos que vosotros llamáis guerreros dorados, son en realidad
miembros de mi pueblo.
Y para refrendarlo se convirtió en súper guerrero,
lo mismo hicieron Calix, Seira, Seren, Doran y algunos más, aunque cuidando de
no elevar demasiado su energía para no dañar el edificio. Aquello arrancó los
¡Oohs! de admiración y sorpresa por parte de la asamblea que instantes después
prorrumpió en una gran ovación. Seguidamente fue la reina Meioh quién tomó la
palabra y se dirigió al auditorio para declarar con tono pausado, firme y a la
vez afectuoso.
-Amigos de la Tierra, hombres y mujeres, es un
privilegio estar aquí, dirigiéndome a vosotros. Como antigua guardiana del
Milenario de Plata y como actual soberana de Nuevo Vegeta, mi deber siempre ha
sido el de proteger y servir. Muchas veces he luchado junto a mis antiguas
compañeras y siempre leales amigas. – Hizo un gesto hacia el lugar donde todas
las princesas planetarias estaban, siendo correspondida por las sonrisas de
todas, para luego proseguir. – Después, cuando acepté ser reina en otro mundo,
juré al igual que mi esposo y mis súbditos, venir siempre en auxilio de la
Tierra cuando me necesitase. Aquí estamos hoy, en este venturoso día, no para
combatir, sino para honrar y celebrar con nuestros grandes amigos y aliados,
sus Soberanas Majestades del reino de la Tierra y de la Luna. No dudéis que
siempre estaremos a vuestro lado en horas de necesidad. Recordad que en los
vastos confines del cosmos hay multitud de cosas bellas y maravillosas, pero
también otras terribles. Es preciso que los habitantes de la Tierra tomen
conciencia de su posición y que, unidos y en armonía, enfrenten el futuro con
esperanza. Como los gloriosos antepasados de los saiyajin decían, batalla y
esperanza, “Battle and Hope”. Por todo aquello que nos es más preciado,
nuestros familiares y seres queridos, nuestro mundo y nuestra libertad.
Y tras concluir se escuchó otra gran ovación. Ahora,
en tanto Roy terminaba de contar aquello mirando el bonito árbol de Navidad que
adornaba el salón de su hijo y su nuera, su consuegro intervino comentando.
-Bueno, al menos nosotros podremos seguir viviendo
tranquilos. ¿No?
-Sí, amigo mío - aseguró Roy que comentó. – Ya os lo
dije antes. Le pedí explícitamente a mi hermano que no me nombrase. Ni a mí, ni
a ninguno de vosotros. Él me comprendió, lo mismo que Setsuna y los demás.
-Pues desde luego que han pasado un montón de cosas.
– Intervino Leval que pasó a recordar – Espero que el resto de la familia siga
bien.
-Descuida, hijo. – Afirmó Beruche que les dijo con
jovialidad. – Os mandan muchos recuerdos y os felicitan las fiestas, todos
vuestros tíos y primos.
-Sí, y Nephrite estaba también allí con Amanda y sus
hijos. Elegantes y discretos como siempre. - Comentó Roy dirigiéndose a su
consuegro. - Me encargó daros un abrazo de su parte. Y le prometí que así lo
haría…
Y
dicho esto lo cumplió tras levantarse junto con sus amigos, estrechando
cariñosamente entre sus brazos a Esmeralda y haciendo lo propio con su
consuegro…
-Gracias, espero que podamos quedar con ellos cuando
regresemos a la Tierra. – Dijo Diamante –
-¡Ojalá!. Hace tanto que no les vemos – sonrió la
esposa de éste. -
Todos asintieron acordándose de sus parientes y
amigos. Después cada uno se dedicó a charlar con los que tenía más próximos en
la mesa. Amatista escuchaba como Kerria le contaba sus últimas vivencias con su
pareja cuando comenzó a sentirse otra vez indispuesta. Pero ahora no fue un
golpecito seco. Estaba realmente mal, le dolía el vientre y ella sabía lo que
eso significaba. Soportando un espasmo agarró la mano de su cuñada y amiga que
la miró preocupada.
- ¿Qué te ocurre, Amatista?,- le preguntó ésta
comentando con creciente inquietud - estás muy pálida. ¿Te encuentras mal?
- ¡Ya viene! - le contestó la chica con voz
entrecortada y jadeante, completada con un gesto de dolor. - ¡Voy a tener el
niño!...
- ¿Qué? ¿Ahora?,- exclamó Kerria sin podérselo
creer, pero en cuanto vio el suelo bajo su amiga se percató de que estaba
mojado, exclamando. - ¡Dios mío, has roto aguas!
Todos
se levantaron sobresaltados, Leval corrió a llamar a Sandy que celebraba junto
a su propio padre, su prometido Coraíon y los padres de éste, Petz y Zafiro, la
cena de Nochebuena en su casa. Pero, aunque Leval lo intentó en repetidas
ocasiones, estos no respondían al video teléfono. No quiso tratar de
transportarse pues lo juzgó como una intromisión. Por su parte, Roy y Diamante
levantaron a Amatista entre ambos tras despejar apresuradamente la mesa. El
suegro de la parturienta se concentró para usar la transición instantánea pero
no conocía la energía de nadie en la nave. No obstante, la misma chica le pidió
entre jadeos de dolor.
- ¡No, tiene que nacer aquí!... ¡llamad a un
médico!...
- Enseguida cielo, no te preocupes, - se apresuró a
decir Diamante que aferró una mano de la joven en tanto le susurraba con cariño
y tono animoso. -Tranquila hija, todo saldrá bien. Ya lo verás.
- No pasa nada. - Sonrió Amatista sudando y tratando
de respirar como había ensayado en sus clases de preparto. - Lo sé papá. No
temas. No he pasado por todo lo que he vivido estos últimos dos años para que
me dé por asustarme ahora.
Esmeralda también tomó de una mano a su hija y
añadió tratando de animarla. Aunque apenas si podía dominar sus propios nervios
y hasta mezclaba los idiomas.
- ¡Vamos mi niña, aguanta un poco! ¡Ahora mismo viene el médico! ¡Ne T´inquiété pas ma chère! Tout va bien se passer
!
Su hija asintió de forma rápida, aunque su gesto
reflejaba a las claras el dolor que padecía. Leval en tanto sí que se
transportó a la nave, aun podía hacer eso por suerte. ¡Ojalá hubiese podido
llamar a Mazoui! pero él y Satory habían ido a pasar las fiestas con sus
familias en la Tierra. ¡Cómo echaba de menos también a Giaal y a Naya! Tampoco
estaba Idina que, como su hermana les contase, al igual que los otros, había
viajado a la Tierra para estar con los suyos y con su amiga la reina de la Luna
Nueva. Afortunadamente le quedaban amigos cuya energía podía captar. Se
concentró en un compañero piloto de la nave. Por suerte uno en los que más
podía confiar. Cuando apareció junto a él, éste se sobresaltó, estaba cenando
con su familia.
-No es lo que parece.- Pudo replicar el recién
llegado ante las caras de pasmo de aquellas atónitas gentes.- Bueno, sí que lo
es. Necesito tu ayuda.
Leval se disculpó una y otra vez y le explicó lo que
ocurría.
-Esto era más rápido para llegar, es que mi mujer va
a dar a luz y necesitamos un médico.
Y sin dejar
que su perplejo compañero, ni los suyos pudieran decir palabra, Leval sonrió
algo estúpidamente y salió de la casa, despidiéndose.
-Pasen buena noche, felices fiestas. Adiós.
Después se
dirigió al hospital. Tardó pocos minutos en llegar y avisar a un médico que
estaba de guardia, se trasladó con uno y luego, con la energía del personal de
la planta memorizada, fue a por una enfermera que trajo los útiles adecuados
para atender el parto. Esmeralda estaba muy nerviosa y no dejaba de preguntar
que podía hacer. La enfermera, más por quitársela de encima que otra cosa, le
pidió que pusiera agua a hervir. Beruche fue con ella para ayudarla y de paso
tratar de calmarla. Leval sujetaba ahora la mano derecha de su mujer relevando
a sus suegros, tras llevar a la chica a su cama. Roy y Diamante se habían
apartado después de ayudar en el transporte de la parturienta y salieron de la
habitación a requerimiento del doctor.
- Por favor, sólo el esposo. Necesitamos sitio,
gracias. - Les dijo lacónicamente y cerró la puerta. -
Ambos
suspiraron y se fueron hacia el cuarto de estar.
- Parece que fue ayer cuando mis hijos vinieron al
mundo - le dijo Roy visiblemente contrariado a Diamante. - ¡Ya ves! recuerdo
que cuando nacieron Leval y Kerria, pude estar con ellos y ahora no podré ver
nacer a mi nieto.
- ¡Qué le vamos a hacer! - Suspiró éste bastante
calmado. - Ahora es tu hijo quién debe estar presente. Esperemos que todo acabe
pronto y que resulte bien.
- ¡Hay que ver cómo eres, Diamante!... - le reprobó
Roy incrédulo. - Tu hija dando a luz en su dormitorio y tú tan fresco...
- Bueno - le respondió el aludido algo molesto ahora
- ¿y qué quieres que haga? Ponerme nervioso no va a resolver nada.
- Perdóname, amigo - se excusó su consuegro en un
tono conciliador. - Es que yo sí que estoy nervioso, no lo puedo evitar.
- No te preocupes, yo estoy tranquilo porque
Esmeralda ya está nerviosa por los dos. - Sonrió Diamante dándole una afectuosa
palmada en la espalda a su compañero de tantas aventuras. -
- Sí - sonrió Roy también con mejor talante - ¡menos
mal que Bertie está con ella!, mi mujer siempre ha sido más fría que yo para
estas cosas...siempre la he llamado cubito por eso...Bueno. - Añadió con una
extraña jovialidad. - Creo que yo también debo hacer un viajecito…si no me
equivoco, su nave debe de estar llegando.
-¿Nave? ¿De quién hablas?- Inquirió Diamante sin
comprender.-
-Era una sorpresa para los chicos. Sus ocupaciones
no le han permitido venir antes. Pero ya siento su energía.- Se sonrió su
amigo.-
Y
sin que su consuegro pudiese ni reaccionar, le vio desaparecer. Roy reapareció
en medio de una habitación. Allí, dos mujeres, una entrada en años y otra
bastante más joven, se le quedaron mirando.
-Me alegra verte de nuevo.- Saludó la anciana-
-Es un placer. ¿Están
listas ?- Quiso saber él.-
-Lo estamos.- Sonrió
la más joven.-
-Denme la mano, si
tienen la bondad.
Ambas lo hicieron. Al instante Roy retornó con dos mujeres. Una de
ellas le era muy familiar al príncipe de Némesis que exclamó.
- ¡Ami! ¿Cómo es que estás aquí?...
-Vine con mi madre. – Le respondió la aludida,
agregando con afabilidad.- Logré convencerla, tras nuestra proclamación como
princesas planetarias, de que debía conocer Bios. Y por mi parte, tenía una
promesa que cumplir…
-Hola. - Saludó la anciana mujer con una débil
sonrisa. - ¿Ha pasado mucho tiempo ,verdad? Ahora serás tú el abuelo…- Le
comentó en alusión a una vieja aventura que ambos recordaban muy bien todavía y
añadió con simpatía. – Cuando mi hija me lo comentó, no quise perdérmelo.
-Sí, es verdad, muchas gracias. Me alegro mucho de
volver a verla. Por favor, señora Mizuno. Siéntese aquí. - Le pidió gentilmente
Roy ofreciéndole una silla. –
-Llamadme Saeko.- Les pidió la afable mujer.-
- ¿Quiere usted tomar algo? - Se interesó Diamante
de modo igualmente amable. -
-Un vaso de agua, gracias - Le pidió la mujer, a lo
que Roy enseguida se lo trajo. Y la madre de Ami entonces comentó incluso
divertida.- Por cierto, este es un excelente modo de viajar.
-La verdad, es bastante práctico. Aunque no conviene
abusar. Bueno querida Ami. ¡Al lío! -La animó el suegro de la parturienta. -
De
hecho, la princesa de Mercurio venía con un funcional traje y una bata blanca.
Cuando entró en el cuarto donde el médico y la enfermera atendían a la joven,
estos en un principio se sorprendieron y se molestaron.
-Perdone señorita. Es mejor que aguarde fuera. - Le
pidió la enfermera. -
-Soy médico. La doctora personal de la familia. Yo
me ocuparé de todo si no les importa. - Replicó ella mostrando sus
credenciales. -
La
atónita enfermera la observó entonces con incredulidad y admiración para casi
balbucir.
- ¡La doctora Mizuno! Usted es…¿La princesa de
Mercurio?
-Sí- sonrió la interpelada, afirmando. - Muchas gracias
por sus desvelos, pero mi madre que también es médico, me asistirá. Pueden
retornar al hospital por si tienen alguna emergencia.
Desde
luego que el propio médico se quedó de una pieza, pero asintió. Claro está,
después de informar a su colega del estado de la paciente y decir, tras
sobreponerse a esa sorpresa.
-Es un gran honor conocerla…Alteza.
-Igualmente. Entre colegas no caben formalidades.
Les deseo unas felices fiestas…- Replicó la interpelada estrechándoles las
manos en tanto les despedía.-
- ¡Madrina! – Exclamó Leval en cuanto la vio. -
-Aquí estoy, tal y como me pedisteis. ¿Te acuerdas?
- Le sonrió Ami tras darle un sentido abrazo al chico y sentenciar. - Tú deja
esto de nuestra cuenta…Eso sí. Avisa a mi madre si me haces el favor. - Le
pidió con amabilidad. -
El
joven se apresuró a hacerlo y la señora Mizuno acudió ya preparada con una
mascarilla y una bata. Unos minutos
antes las futuras abuelas, ajenas a esa llegada, habían estado tratando de
calmarse. Al menos una de ellas. En efecto, la más serena Beruche, estaba junto
a una nerviosísima Esmeralda. Ésta no dejaba de poner agua en un gran cazo y de
tratar de encender la cocina sin saber como.
- ¡Malditos cacharros modernos!... ¿cómo se enciende
esto?,- chillaba nerviosa. -
- Tranquilízate, mujer...- le pidió suavemente su
consuegra que conectó la cocina en tanto le explicaba. - Es una placa térmica,
tienes que decirle al ordenador que temperatura quieres aplicar y durante
cuánto tiempo...Si es muy parecido a las droidas cocineras de Némesis. ¿No te
acuerdas?
Por
unos instantes la aludida recordó. ¡Qué época aquella!, le parecía que había
transcurrido una eternidad. La Corte de su mundo natal y esos androides que
hacían cualquier cosa por ellos. Enseguida regresó con sus pensamientos al
momento en el que estaba.
- Es que yo, desde que vivo en la Tierra, siempre he
tenido vitro cerámica manual - respondió Esmeralda aun con la voz temblorosa.
-Te pareceré anticuada pero como no he cocinado mucho, nunca me puse al día.
Sólo cocinaba para Amatista. ¡Mi pobre hija!, lo tiene que estar pasando tan
mal, aquí, en vez de estar en un hospital…
- Ten calma. - Insistió Beruche tratando de
tranquilizarla con su lógica argumentación. - La tecnología ha avanzado tanto
que seguro que tiene el niño más cómodamente en casa que tú y yo cuando dimos a
luz en el hospital.
- No puedo dejar de preocuparme, - confesó Esmeralda
con una mirada llena de angustia - ¡es mi hija!...
- Yo también me preocupo, por ella, y por Leval. Mi
hijo debe estar muy nervioso también y sobre todo por mi nieto, nuestro nieto.
Pero ya verás cómo todo irá bien. - Sentenció animosamente Bertie para dar un
argumento irrebatible. – Ella y el bebé han salvado al Universo de los seres
más peligrosos posibles. Esto será para ellos como comerse un pastel.
- Claro, tienes toda la razón. Perdóname.- Suspiró
la diseñadora.-
-No hay nada que perdonar.- Replicó afablemente su
contertulia.- Te entiendo perfectamente.
Su
consuegra asintió, ya algo más aliviada y tranquila, proponiendo.
- Vamos a llevar el agua y así vemos como está.
Beruche estuvo de acuerdo, en el fondo se moría de
ganas por ver como iban las cosas, así que las dos se apresuraron a llevar el
cazo con el agua hirviendo. Entonces todavía no había aparecido Ami. Al entrar
en el dormitorio donde estaba Amatista con Leval, Kerria, el médico y la
enfermera, ésta última, insensible a los ruegos de Esmeralda, les pidió que
fueran con sus respectivos maridos al cuarto de al lado. Entre tanto le había
roto a Amatista parte del elegante vestido pre mamá de noche que la diseñadora
había elaborado exclusivamente para su hija. A la madre de la parturienta no le
sentaron nada bien ninguna de estas dos cosas. Por fortuna, entre Beruche y
Kerria la convencieron de que, en ambos casos, los facultativos no habían
tenido más remedio. Amatista jadeaba y resoplaba cada vez con más fuerza, había
empezado a dilatar y a juzgar por el tamaño del bebé y teniendo en cuenta que
ella era primeriza, la cosa iba a ir para largo. Leval la ayudaba a sincronizar
la respiración. Trataba de animarla, aunque estaba más asustado que ella.
- ¡Vamos cariño! lo estás haciendo muy bien, sigue
respirando así.
- Y… yo...que creía que esto...no dolía tanto...
¡auu! - Pudo gemir ella que sufrió una fuerte contracción. -
- ¡Venga, tienes que aguantar!,- la animó Leval -
sólo un poquito más...
- Soy una chica dura. He pasado por cosas muchísimo
peores. - Afirmó Amatista sonriendo pese a todo con la frente perlada de sudor
para asegurar. - Aguantaré.
Entonces
se presentó Ami y tuvo esa conversación con los otros facultativos. Ahora ella
se ocupaba de todo junto a su madre.
-Me alegro de que hayas podido venir. - Jadeaba
Amatista. -
-Ya verás como todo irá muy bien. - Le sonreía la
doctora tomándole las constantes vitales y realizando rápidas comprobaciones en
tanto le indicaba. - Pero aun te queda, deberás tener paciencia…
Por
su parte Leval avisó a su madre y a su suegra. Bertie enseguida saludó con
efusividad a su amiga de toda la vida. Aunque la mujer, algo avergonzada de ese
impulso en aquellas circunstancias, se quitó rápidamente de en medio. De hecho,
Ami estaba trabajando y no la quería molestar…
-Seguro que, en tus manos, todo irá bien. - Afirmó
convencida la madre de Leval. -
-Sí. - Se unió la madre de la parturienta. -
Confiamos plenamente en ti…
-Pues ahora todo lo que podemos hacer es darle algo
de tiempo. Tiene que dilatar. - Afirmó la facultativa. -
Así pasaron un par de horas, el gesto de Ami comenzó
a tornarse inquieto. La joven primeriza dilataba muy despacio y todos estaban
impacientes por tener noticias. Decidieron, ahora de común acuerdo, dejar a su
amiga y a la madre de ésta y esperar en otro cuarto. La única que podía pasar
para hacer de enlace era Kerria. Su actitud más fría y sus conocimientos de
primeros auxilios la hacían útil. Agradeció ahora a su madrina Ami que le
enseñase algunas cosas básicas de medicina, pese a que ella se había decantado
por el derecho.
-Lo cierto es que, conocer estas técnicas es algo
muy práctico.- Se decía la joven en tanto iba y venía.-
Mientras tanto Ami examinó a Amatista y le dijo a
Leval que se acercase a él, éste dejó por unos instantes a su mujer con su
hermana.
- Si esto sigue así no habrá más remedio que hacer
una cesárea, - declaró su madrina con preocupación según le refería. - El niño
es muy grande y necesita salir ya. Tu mujer no ha podido dilatar lo bastante...
- ¡Maldición! - Musitó Leval para que su esposa no
le oyese, preguntando de inmediato - ¿No puedes evitarlo, madrina?
- Si dilatase más podría tener un parto normal. Pero
no creo que le dé mucho más tiempo y tanto ella como el niño, podrían peligrar.
De todos modos, le administraremos la epidural para ayudarla, si es que no
tiene contraindicaciones en sus análisis. - Respondió sinceramente la
interpelada. -
-No - replicó el chico con seguridad. - En las
pruebas que le hicieron Naya y la doctora Pentiel no había reflejado ningún
problema.
Leval
consultó su reloj, eran las doce y media. Ya estaban en Navidad, pidió a Dios
que su hijo naciera sano y que Amatista no sufriese ningún daño. No tendría
sentido haber superado las duras pruebas que, tanto él como su mujer habían
afrontado, para que el bebé no consiguiera nacer. Su madrina le comentó también
que precisaba de un equipo de anestesistas que deberían poner la inyección.
-Tendrías que ir a buscar a alguien que tenga el
equipo y la preparación. Quizás yo misma podría ponérsela, pero es mejor que lo
haga un anestesista. – Le explicó. -
Por supuesto que el chico no se hizo de rogar.
Cumplió de inmediato con esa sugerencia y repitió la técnica de la translación.
Aprovechó que antes había llevado al médico y a la enfermera para volver
concentrado en sus energías y explicarles lo que pasaba. Ellos de inmediato
remitieron al joven a dos profesionales que pudo traer, especialistas en eso.
-Afortunadamente tienen turno de urgencias.- Le
explicó ese facultativo.-
Leval no perdió ni un segundo. Una vez localizados,
les pidió que confiasen en é y le dieran la mano. Esos dos atónitos
anestesistas así lo hicieron. Al segundo siguiente estaba en la casa del
muchacho en Bios. Tras recuperarse del asombro de haber sido teletransportados
con el equipo incluido, administraron la inyección a la paciente. De ese modo
la ayudarían a dilatar más rápido. Después de consultar con esos dos recién
llegados, Ami se dirigió a informar a todos comentándoles que posiblemente eso
haría efecto en cuestión de poco tiempo. Leval llevó de vuelta a esos dos
asombrados individuos al hospital, tras agradecerles su colaboración. Luego
retornó de inmediato junto a su esposa con visible temor que se afanaba en
ocultar a los ojos de ella. Pasaron unos angustiosos minutos. Entonces la madre
de Ami que también estaba con la parturienta, la avisó.
- Hija, ven enseguida, la paciente está dilatando
rápidamente...
La
chica en efecto había comenzado a dilatar de forma asombrosamente veloz. Había
sucedido que, cuando Leval la dejó unos instantes sustituido por su hermana,
ella había perdido por un momento la consciencia.
-Amatista, estás bien… Tist. ¡Contesta! – Le urgía
su apurada y asustada cuñada. -
Aunque la aludida no la escuchaba. Para ella el
dolor había remitido, estaba en una especie de estado de limbo de ensoñación,
con la visión nublada. Entre esas brumas escuchó una voz que le hablaba con
dulzura, reconoció a Azraél, el Ángel de la Muerte, que le decía.
- Amatista, he traído el alma de tu hijo desde el
portal de plata de los nonatos. Ahora, debes ser tú quien le abra las puertas
de la vida en tu plano de existencia. Todo dependerá de ti, sé fuerte pues
todavía no ha llegado tu hora, ni mucho menos la del Mensajero que llevas en tu
interior...
La
muchacha, confortada por las palabras del ángel se relajó sorprendentemente.
Recobró la consciencia para alivio de Kerria.
- ¿Estás mejor? - Pudo decir ésta con angustioso
tono en tanto secaba el sudor que perlaba la frente de su amiga con una gasa.-
-Sí…- Replicó la aludida que efectivamente se notaba
más serena al sentenciar con decisión, apretando los dientes. - Voy a traer a
mi hijo al mundo, ya…
Y casi como si su cuerpo respondiera a esas
instrucciones y ayudada también por la epidural empezó a dilatar. Fue entonces
cuando la señora Mizuno se percató de ello y avisó a su hija. Ésta llegó
rápidamente y procedió a ayudarla para la fase final...
- Ahora empuja fuerte...- le pidió Ami que llamó a
Leval para indicarle - ayuda a tu mujer con el ritmo.
Leval
fue rápidamente con Amatista, sustituyendo a Kerria que, entre nerviosa y
fascinada por lo que veía, se apartó lo que pudo para no interferir. Su cuñada
entre tanto comenzó a empujar y su esposo sujetando su mano le indicaba los
intervalos. Ami vio asomar una cabeza y
sonrió…
- Sólo un poco más, ¡ya casi está! - Declaró
tratando de animar a su paciente. -
- ¿Has oído, cariño? - Le inquirió su marido
añadiendo con renovado vigor - ¡Venga! un esfuerzo más y ya estará...¡Nuestro
hijo estará aquí!…
Ella
asintió y apretó fuerte la mano de su esposo, sufría ahora mucho dolor a pesar
de la anestesia. Aun así, podía sentir aquel momento y quería además recordarlo
en toda su dimensión. Por ello, se esforzó en empujar con todas sus
fuerzas. La doctora Mizuno pudo ayudar
al niño a salir. Amatista entonces se vio invadida por una gran sensación de
paz y alegría. Ya no sentía ningún dolor, ni escuchaba nada. Al fin, la galena
ayudó a sacar por completo al bebé, era un niño como ya sabían. Leval lo vio y
su cara resplandeció de felicidad.
- ¡Ya está, mi amor! - Exclamó él, orgulloso y
visiblemente emocionado - ¡ya está aquí! ¡Es un niño precioso! - proclamó al tiempo que besaba en los labios a
Amatista. -
Ella
volvió a la realidad y lloró de alegría. Ami, tras hacer llorar a su vez al
bebé con unos pequeños azotitos, se lo acercó a la joven madre que lo pudo
sostener en sus brazos mientras la señora Mizuno cortaba el cordón umbilical.
Kerria se acercó sonriente y también llena de emoción, entre lágrimas pudo ver
a su sobrino. Corrió a avisar a sus padres y a los de Amatista, estos al
recibir la noticia, entraron veloces en la habitación. Ami, conteniéndoles como
pudo a la puerta, les pidió un poco de paciencia.
-Dejar que Amatista se recobre un poco. Ha sido un
parto duro.
-Descuida.- Asintió un emocionado Diamante con el
acuerdo de los demás.-
Leval
en tanto, tomó en brazos al niño. Al momento se lo dejó a esa enfermera de
lujo, la madre de su propia madrina, para que lo lavase. Cuando terminó, ésta
lo envolvió en sábanas limpias y se lo entregó al nuevo padre, que, a su vez,
se lo acercó a la agotada madre. Leval entonces fue a por la cunita que habían
comprado. Al fin Amatista pudo acunar a su hijo recién nacido que, aunque aún
no podía verla todavía la miraba con unos grandes ojos del mismo color que los
de ella. Las abuelas se acercaron entonces y Amatista dejó al niño en sus
manos. Esmeralda fue la primera de las dos en tomarlo en brazos.
- ¡Mi nieto! - Lloraba de emoción la veterana
diseñadora mientras el niño abría su boquita. - ¡Es el mejor regalo que jamás
hayamos tenido en Navidad! - Declaró jubilosa y se lo pasó a Beruche que
sonreía igualmente feliz. -
- Ya estás aquí, ¿eh?, pequeñín. - Le susurró su otra abuela, muy emocionada a
su vez, que acarició con un dedo la suave carita del niño. - Parece que fue
ayer mismo cuando tenía así a Leval entre mis brazos y luego a Kerria.
La última en ser aludida no quiso ser menos. Se
acercó a su madre y también tomó a su sobrino en sus brazos. Era una sensación
muy bella el sostener algo tan pequeño, frágil y calentito. No pudo por menos
que admirarse de la placidez de esa pequeña carita que abría esos ojitos color
violeta como si pudiera verla con ellos, esbozando además una pequeña mueca que
se le antojaba su primera sonrisa. Por inercia Kerria se la devolvió pensando
que, quizá algún día, ella podría tener también un hijo. Luego fueron los
abuelos quienes lo sostuvieron en brazos, Roy dijo con la voz dominada por la
emoción.
- Al fin, un Asthel está en este mundo. Seguro que
será un chico fuerte y de buen corazón.
- Tiene en sus venas sangre de reyes. - Añadió
Diamante henchido de orgullo cuando lo acunó a su vez. - Le viene por todas las
líneas de su familia. Estoy seguro de que está destinado a hacer grandes cosas.
- Bueno chicos. - Intervino Beruche que interrumpió
los discursos de ambos para decirles -, dejad que Leval le ponga en la cuna, el
niño debe descansar...
Obedientemente
Roy y Diamante dejaron que Leval, el orgulloso papá, tomase en brazos a Asthel
y le pusiera en la cuna. Luego todos se preocuparon por Amatista, pero Ami les
dijo que estuviesen tranquilos, ella estaba perfectamente. Su propia madre se
estaba ocupando de atenderla. Estando bien arropada y una vez cortada la
hemorragia y sacados los restos de placenta que expulsó al cabo de algunos
minutos, la paciente pudo ser trasladada a otra cama, dado que había que quitar
y lavar todas las sábanas. Mientras las abuelas se ocupaban de eso Roy rebuscó
en una bolsa que traía y sacó una alubia. Esbozando una divertida sonrisa de
complicidad con su nuera, presto se la dio.
-Anda, hija. Toma esto. Y te ahorrarás la
convalecencia.- Afirmó guiñándole un ojo.-
Amatista
la comió con avidez, recuperándose de forma sorprendente. Ami se sonrió
observando a su madre quien sencillamente suspiró, declarando entre resignada y
desapasionadamente, hasta podría decirse que con humor.
-Hija, después de todos estos años y de saber que
eras una guerrera de la justicia y además una princesa planetaria. ¡Bah!, que
un señor le dé una alubia a una chica tras un parto como éste, que ella se la
coma y se recupere como si tal cosa, no me sorprende en absoluto.
- ¡Sí mamá! Lo puedo comprender. - Rio la joven. -
Pasaron un rato hasta que reorganizaron el comedor.
Leval se hizo cargo del crio. Acunaba a su bebé cuando éste le miró con esos
grandes ojos púrpuras. El joven entonces sintió que una gran oleada de energía
le invadía. Ante el asombro de todos, incluido él mismo, ¡se transformó
nuevamente en súper guerrero, había recuperado sus fuerzas!
- ¡Es increíble!,- exclamó pletórico de fuerza y
euforia para proclamar. - ¡Éste es el mejor día de Navidad de mi vida!...
-Mira hija. Eso ya me sorprende algo más. - Afirmó
la señora Mizuno señalando a ese joven tan brillante, entre las risas del
resto. Más cuando añadió casi a modo de valoración. - Hay que reconocer que,
con amigos como estos, no te puedes aburrir…Son como esa chica amiga tuya, esa
que comía tanto…y no paraba de hablar ¿se llamaba Usagi, ¿no?...
- ¡Así es, mamá! - Reía Ami para puntualizar. - Ella
es la Reina Serenity ahora.
-Vaya, pues sí que se ha espabilado. - Comentó la
anciana agregando con un tono de reflexivo humor. - ¡Quién lo hubiera dicho
entonces!
-Bueno- terció Leval dirigiéndose a todos, una vez
recobró su aspecto normal. - Desde luego éste es un día memorable.
- Hermanito - le corrigió Kerria sonriente y muy
contenta también. - Querrás decir noche. - Y añadió dirigiéndose a todos no sin
humor. - Bueno, si calentamos un poco el pavo, las patatas y la salsa, creo que
todavía podremos terminar de cenar...
Tras
las risas y pese a la hora tan tardía todos estuvieron de acuerdo, porque tal y
como Diamante había presentido, esa era una noche especial...muy especial.
Amatista, que estaba como si nada le hubiera ocurrido, se duchó y se cambió de
ropa para sentarse con todos a otra improvisada mesa, se sentía perfectamente y
era muy feliz.
-Lamento lo del vestido.- Le susurró a su madre.-
Esmeralda
sonrió, acariciando las mejillas de su hija y, moviendo la cabeza, afirmó con
ternura y emoción.
-Cariño. ¡Será por vestidos! Te regalaré una docena.
Pero el regalo que tú nos has hecho, eso sí que es invaluable.
Su
marido le puso la cuna junto a ella y todos se dispusieron a cenar sin quitarle
ojo al bebé. Añadieron dos cubiertos más para las Mizuno que, de muy buena
gana, compartieron esa celebración.
-Me siento algo apurada.- Comentó Saeko.- Esta es
una celebración familiar y nosotras...
-Sois de la familia.- Afirmó Leval de inmediato, con
el asentimiento de todos.-
Y
así, sonrientes, se dispusieron a dar buena cuenta de lo que quedaba de cena.
Cuando estaban acabando recibieron la llamada de Sandy y Coraíon, quienes junto
a Robert, habían ido a buscar a Zafiro y a Petz y no llegaron a casa hasta un
rato después de que Leval llamase por vez primera. Aunque ya habían acabado
hacía rato su propia cena y estaban charlando cómodamente. Los padres de la
joven pareja incluso a punto de retirarse a sus respectivos hoteles cuando
Sandy les miró a todos con una resplandeciente sonrisa y declaró para la
sorpresa de su prometido y familiares.
- ¡El niño de Amatista y Leval ya ha nacido!
- ¿Cómo lo sabes? - le preguntó Petz con gesto
atónito. –
-Lo has intuido, ¿verdad, hija? - sonrió Robert. –
-Es como si una gran oleada de amor y alegría me
hubiese atravesado. - Pudo decir ella con patente emoción, casi a punto de
llorar. – No sé cómo describirlo. ¡No tengo palabras para explicar lo hermoso
que es!
- ¡Estupendo
por los primos y los tíos! ¡Tenemos que ir a verles! – Les animó
Coraíon. –
-Quizás sería mejor llamarles primero. No sé en qué
estado se encontrarán. – Le aconsejó Zafiro a su entusiasmado hijo. –
El aludido asintió, y rápidamente marcó el número de
sus amigos. Estos contestaron y tan
pronto les confirmaron la noticia Leval mismo les pidió que se reunieran con
ellos en su casa. De inmediato todos corrieron para allí. En este caso fueron
Roy y Leval los que se transportaron para traerles. Sandy fue la primera en
verle, nada más entrar, confirmó sus sensaciones puesto que sintió una fuerza
espiritual y una paz enormes en la casa. Coraíon entró tras ella y después,
Robert y Petz junto con Zafiro. Todos saludaron a los presentes, en particular
a los padres del niño, abrazaron efusivamente a Amatista y contemplaron al bebé
que ahora dormía.
-Nunca olvidaremos esta Navidad. – Pudo musitar
Sandy en tanto miraba encandilada al bebé, que ahora estaba dormido en la cuna.
–
- ¡Cuánto me alegro por vosotros, primos! – Declaró
Coraíon abrazándose a ambos. –
-Se ha escrito otro capítulo más, hermano. Otro miembro
más de nuestra familia. – Afirmó jubilosamente Zafiro, haciendo lo propio con
Diamante. –
-Pero sentaos con nosotros y brindad con algo de
champan. - Les invitó Amatista. -
Y reaccionando a esa propuesta de su esposa, Leval,
ayudado por Kerria y los dos abuelos, trajeron sillas y copas. Roy descorchó
una botella de las que había traído su consuegro.
-Imagino que no te importará que la abra ahora.
Principito. Aunque sea del caro. – Se disculpó con jocosidad. –
-No podría haber un momento mejor. Celebramos una
nueva vida. – Le respondió el aludido. -
-Así se habla. - Sonrió su consuegro y amigo. -
-Hoy es un gran día. - Terció Petz. - Nos alegramos
mucho por vosotros.
-Dentro de poco seguro que nuestro hijo y su
prometida os secundarán. - Agregó Zafiro para rubor de Sandy y Coraíon. -
Enhorabuena a todos…Leval, Amatista, Roy, Bertie, Esmeralda, hermano…
-Gracias cuñado. - Sonrió Esmeralda llena a su vez
de alegría. -
-Me siento muy feliz, no tengo palabras para
expresarlo. - Afirmó Diamante ahora con emoción, abrazando a su esposa. -
Y es que el príncipe de Némesis lucía una
sonrisa de gran orgullo y alegría en tanto observaba como su hija acunaba al
pequeño, a su nieto, en su regazo. Y sin hacerse más de rogar Roy fue llenando
las copas y todos brindaron por Asthel, el primer miembro de la tercera
generación y vástago primogénito de la segunda, que, a buen seguro, encabezaría
una larga lista de futuros nietos para la primera generación de Diamante, Roy,
Beruche, Esmeralda, Zafiro, Petz y todos los demás, que hacía tanto tiempo ya
que habían comenzado con la saga.
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