154. Capítulo
2. Los primeros cuidados del bebé.
En
la sede provisional de los nuevos soberanos de la Tierra, en Tokio, la soberana
sonrió con amplitud. Estaba sentada en un confortable tresillo en sus
habitaciones junto a su esposo y su hija.
-¿Qué ocurre,
mamá?- Quiso saber la joven Usagi al percatarse de esa gran y luminosa sonrisa.
–
-Ya está
aquí.- Fue la respuesta de la reina. –
-¿Te refieres
a él?- Inquirió el rey Endimión –
Su
mujer asintió. Su semblante reflejaba una gran alegría y les comentó a su
esposo y a su hija con gran solemnidad.
-Nuestra tarea
está próxima a su conclusión. Ahora que él se ha manifestado en este plano
dimensional sólo es cuestión de tiempo.
-Pero tendrá
que crecer todavía. – Objetó la princesa Usagi. – Aún deberán transcurrir años.
-Sí, así es,
Chibiusa – replicó su madre que aún continuaba llamándola con ese cariñoso
apodo. – Pero para nosotros eso apenas sí será un instante. Desde ahora tendrás
que estar más tiempo en el siglo treinta. Tú te ocuparás de ayudar a nuestras
futuras versiones allí.
-Comprendo.-
Musitó la jovencita.- Mi misión aquí tiene que ver también con ellos, ¿no es
así?
-Así es.-
Admitió su madre, alegando a continuación.-Y además debes ir reintegrándote a
tu lugar temporal. Tampoco Luna, Artemis y Diana pueden hacerse cargo ya de
todo. Nosotros debemos permanecer aquí dado que todavía nos queda algo crucial
que hacer.
-De todos
modos, desde este momento limitaremos nuestras intervenciones a lo mínimo
necesario. - Les recordó Endimión. –
-Daré
instrucciones a todas las guerreras guardianas e informaré a Neherenia y a los saiyajin.- Afirmó Serenity
que sentenció. – A partir de ahora solamente deberán intervenir en asuntos muy
concretos. –
-Y entre
tanto. ¿Qué harán? – Se interesó la princesa.-
-Que disfruten
de la vida. Bien se lo han ganado.- Afirmó Endimión con el beneplácito de su
mujer.-
-Bueno.-
Puntualizó ella sin embargo.- Todo lo que sus nuevas obligaciones como
princesas planetarias y embajadoras de nuestros reinos ante los gobiernos y las
personas de la Tierra les permitan.
-Por lo menos,
parece que la época de las batallas ha terminado.- Suspiró la joven Usagi.-
-Sí, hija mía.
Ahora entramos en un nuevo capítulo.- Declaró su madre.-
Aunque Serenity no estaba tan
confiada, por su ya larga experiencia, sabía que las cosas no solían ser tan
sencillas. Siempre había algo más aguardando, y más tras un periodo de calma,
el que solía preceder a la tormenta. Pensaba a su vez en su amiga y aliada la
princesa Kakyuu.
-Ella y las
Star lights tendrán mucho trabajo para proteger su zona y al planeta Nature.
Van a pasar muchas cosas allí, algunas muy serias, pero están fuera de nuestro
radio de influencia. -Meditó.-
Y
es que, pese a la gran victoria de la nave SSP-2, sobre ese tirano espacial,
acaecida antes de la crisis de la Nada, la soberana sabía que los problemas,
lejos de haber terminado en ese lugar de la Galaxia, darían muchos quebraderos
de cabeza a sus amigas.
-Aquí también
tendremos mucho de lo que preocuparnos.- Pensaba concernida.-
Sin
contar claro, con los sucesos de ese remoto futuro, que, tarde o temprano
tomarían carta de naturaleza.
-Todo ello
deberá acontecer, para que se cimente la historia. Y será muy duro. -
Meditaba.-
No obstante, aquel era un momento
venturoso para todos y no deseaba estropearlo con ese sentimiento de pesimismo,
se limitó a guardar silencio, dejando que su esposo tomase la palabra.
-Ha merecido
la pena.- Afirmó Endimión precisamente recordando. – Todavía me viene a la
memoria cuando combatimos junto a ellos contra los demonios, después contra los
ataques de ese tal Gralas. –
-Sí eso estuvo
muy bien. Y tampoco olvidéis mis colaboraciones y las de las asteroides con
Neherenia y con las Justicieras de la segunda generación. Hicimos un magnífico
equipo. ¿No creéis? – Se reivindicó Chibiusa. –
-Lo hiciste
muy bien, hija mía. – Afirmó la soberana que pese a todo, añadió. – Pero eso ya
va tocando a su fin. Les hemos apoyado y guiado pero hora es ya de que ellos
mismos labren su propio futuro y terminen de escribir los capítulos de sus
historias sin nuestra ayuda.
-Sí mamá. Lo
sé – admitió la princesa que no obstante, recordó con talante pensativo. – Pero
todavía nos falta hacer lo principal.
-Todo a su
tiempo- repuso enigmáticamente Endimión. – Eso será al final…
Su
hija convino en ello. Al poco se marchó a la búsqueda de sus sailor Asteroides
para volver una temporada al futuro. La reina por su parte ordenó llamar a sus
guerreras. Con la excepción de Ami que estaba en Bios visitando a sus amigos.
Aun les quedaba mucha tarea por hacer.
-Princesas. Tenemos que discutir unos asuntos.
-Como digas,
Majestad. - Sonrió Marte, añadiendo.- Por cierto, feliz Navidad y próspero año
nuevo.
-Sí. Lo mismo
os deseamos a todas.- Sonrió su interlocutora.-
-Dinos. ¿Qué
vamos a hacer ahora?- Quiso saber Minako.-
-Como princesas
planetarias vuestras obligaciones de luchar han terminado. No obstante, ahora
tendréis muchas en el campo diplomático y de representación.
-¡Uf! –
Suspiró Haruka moviendo la cabeza con poca convicción.- Pues eso no es
precisamente lo mío.
-No te preocupes,
cariño.- La animó Michiru tomándola de una mano y añadiendo para provocar la
sonrisa del resto. - Ya te diré como va eso…básicamente se trata de evitar
comentarios sarcásticos…
La aludida asintió con una media
sonrisa. Las demás prefirieron dejarlas a su aire.
-Majestad.
Entonces. ¿Cómo deberemos proceder de ahora en adelante?- Quiso saber Hotaru.-
-Os iremos
asignando cometidos. En vuestra calidad de representantes del Milenario de
Plata y del reino de Cristal Tokio.- Replicó en este caso Endimión.-
-Eso es.
Veréis. - Pasó a enumerar Serenity.- Rei. Tú serás la encargada de tratar con
los gobiernos terrestres en materias como la religión y las creencias. Nos
interesa dejar patente el respeto por todas ellas. Ya están surgiendo voces que
así nos lo recriminan. No somos dioses ni queremos ser tratados como tales.
¿Verdad, Princesa de Marte?
-Así es,
Majestad.- Asintió la interpelada. -
-A Ami, como
Princesa de Mercurio, iba a encargarle el área de salud y ciencia. Pero como no
está presente…-Suspiró la soberana observando el sitial vacío de la aludida.-
-Fue a Bios.
Roy se lo pidió. Ella dijo que iba a llevar también a su madre para no dejarla
sola. Tenía la intención de asistir en el parto a Amatista.- Les informó
Makoto.-
Los soberanos se miraron con gesto
cómplice y asintieron. Ya estaban al tanto de eso. Fue Endimión el que comentó
con buen talante.
-Excelente.
Todo debe estar bien asegurado. Vistos los resultados, Ami se ha ocupado a la
perfección de que el niño haya nacido sin contratiempos. Y ya imaginaba yo que
iría.
-¿Y cómo lo
sabíais Majestad?- Le inquirió Seren.-
-Yo también
soy médico.- Sonrió él.- Sé que Ami no iba a quedarse tranquila con otro
facultativo asistiendo a la esposa de su ahijado…Más cuando ella ayudó en el
nacimiento del propio Leval y de su hermana Kerria.
-Bien,
volvamos al tema que nos ocupa. – Intervino la reina que indicó a Makoto.-
Princesa de Júpiter. Tú te encargarás de los asuntos relativos al medio
ambiente y la alimentación. Trataremos de ayudar a que la humanidad avance en
ese campo. Las cosas están difíciles y este planeta debe guiarse por el camino
de la sostenibilidad y el respeto a su biodiversidad.
-Como tú
dispongas, Señora.- Asintió ella guiñándole un ojo.-
Usagi, o mejor dicho, Serenity, sonrió
divertida, aunque enseguida recobró su aparente seriedad para proseguir.
-Minako. Hazte
cargo de las ayudas a los más necesitados y de la protección de los débiles.
Tenemos que hacer que la solidaridad se extienda por el mundo. El amor por los
demás y por todo lo bueno que nos rodea es lo más importante y tú eres su
Mikado. Princesa de Venus.
-Lo haré con
mucho gusto, Majestad. - Asintió la aludida. -
-Princesa de
Neptuno. Tuyas serán las competencias en las artes. Protege y brinda ocasión a
los jóvenes artistas de medrar. Patrocina a los que muestren talento, e incluso
a otros que tengan genuinos deseos de expresar sus buenos sentimientos por
cualquiera de los tipos de arte que existan.
-Así lo haré,
Majestad. - Afirmó la interpelada haciendo una leve reverencia. -
-Princesa de
Urano. Te encomiendo la misma tarea para los deportes y todas las actividades
que impliquen superación personal y la búsqueda de la igualdad entre las
personas. Tu pasión estará bien encauzada por ahí.
-Gracias
Señora. No lo dudes, lo haré bien.- Sonrió Haruka, contenta por tener semejante
cometido.-
-Princesa de
Saturno. Ocúpate de ser nuestro enlace con las fuerzas de defensa del planeta y apoya la
investigación y la innovación. Como además trabajabas con las empresas de
Masters eso te será de gran ayuda.
-Sí Majestad.
– Asintió ella que no parecía demasiado convencida.-
-Sabemos que
estudiaste enfermería y que desearías implicarte en proyectos más humanitarios.
No hay inconveniente si de vez en cuando, le echas una mano a Ami.- Afirmó
Endimión.-
-Gracias,
Señor.- Sonrió ahora la muchacha, que pareció más animada al oír aquello.-
Y por último, la soberana dedicó su
atención a Seren y le pidió.
-Princesa de
Plutón. Tu cometido será mantenernos en contacto con tu pueblo, los saiyajin. Y
asimismo con el reino de la Luna Blanca y los planetas Bios y Nature. Aunque en
éste último es mi amiga la princesa Kakyuu quién tiene la jurisdicción. Y lo de
Nature... bueno, por ahora es confidencial. Los terrestres y los biosanos no
están al corriente de la llegada de su nave allí…todavía. Aunque pronto se
enterarán.- Remachó esbozando una alegre sonrisa.-
-No os
preocupéis, mi Señora. Os mantendré en contacto e informada.- Afirmó la
interpelada.-
-Delega si
quieres en Doran para que trate con Neherenia.- Le indicó Endimión, añadiendo
comprensivamente.- Tus cometidos serán muy amplios dada su lejanía entre sí. Y
entendemos que te resultará muy complicado a veces el atenderlos todos.
-Haré todo lo
que esté en mi mano por serviros a vuestra total satisfacción.- Aseveró la
joven princesa.-
-Una pregunta,
Majestad. - Terció la princesa de Marte.- ¿En el caso de que se solapen
competencias? ¿Decidiréis tú y el rey quién deba de ocuparse del asunto?
-En ese caso
Rei, las implicadas podréis colaborar a vuestra mejor conveniencia. Si no llegáis
a un acuerdo, ya nos ocuparemos de mediar.- Sonrió Serenity.-
-¿Y en casos
que no pertenezcan a ninguna de nosotras?- Inquirió ahora Júpiter.-
-Pues,
entonces, cuando esa contingencia se produzca, nos reuniremos y deliberaremos
quién debe de encargarse.- Repuso en esta ocasión el monarca.- O bien lo hará
quien de nosotros se halle en mejor posición para hacerlo. Lo mismo para cuando
haya que representarnos de forma oficial en momentos y lugares a los que no pudiéramos
acudir. Dado que la Pequeña Dama va a estar ausente gran parte del tiempo, de
vuelta en el futuro.
-Pues si no
tenéis ninguna pregunta más, podéis retiraros.- Las autorizó la soberana.-
Y las princesas planetarias, tras
hacer una reverencia, se marcharon cada una a ocuparse de sus nuevos cometidos…
-Bueno, ¡allá
van! - Suspiró Serenity, remachando.- Espero que todo salga bien…
-Sí, ya las
conoces.- Quiso tranquilizarla su esposo.-
Aunque la interpelada se rio y con
un tono entre pícaro y hasta divertido, remachó arrancado la sonrisa de su
marido…
-¡Por eso
mismo!
-En fin, esta
nueva vida de palacio va a ser distinta.- Comentó Endimión.-
-Sí… y supongo
que aburrida.- Pudo añadir su esposa que entonces comentó.- ¿Sabes? Fue muy
bonita nuestra proclamación y sobre todo, lo que me hizo mayor ilusión fue
cuando pude traer aquí a mis padres y a mi hermano.
-Es cierto.-
Sonrió su marido.-
Ambos recordaban ese momento. Tras aquellos discursos y parabienes
tuvieron que hacer una gira por algunos países. En todas partes fueron
aclamados. Por fin llegó el turno de Japón. En Tokio, una vez pronunciados los
discursos de rigor y en modo privado, Serenity se ocupó de pedir a las
autoridades locales que contactaran con la familia Tsukino.
-Son unos
buenos amigos. Desearíamos recibirles.- Comentó sin dar explicaciones.-
Sus deseos por supuesto fueron
órdenes. Todavía sin sede permanente los soberanos utilizaron las instalaciones
de la Masters Corporation. En ellas se
habían remodelado un par de salas de juntas para tornarlas en un magnificente
salón de audiencias. Ambos monarcas esperaron sentados en sus tronos, y
rodeados de medidas de seguridad y de las princesas planetarias. Aunque estas
últimas se retiraron para dejarles algo de intimidad. Al poco, un chambelán
anunció la llegada de los invitados.
-La familia
Tsukino, Majestades
-Que pasen,
por favor.- Indicó la emocionada soberana.-
Y allí entraron, mirando alrededor
con perplejidad. Ikuko, Kenji y Shingo, que esta vez vino sin su novia. El trío
observaba atónito todo aquel esplendor de lámparas de cristal, alfombras rojas
y esa corte llena de tipos uniformados de militares con el distintivo del
UNISON en posición de firmes, flanqueando ambos lados de ese largo pasillo que
conducía directamente a los monarcas. Sin embargo, Serenity no pudo evitar
romper el protocolo y se levantó descendiendo hacia los que nunca dejó de
considerar como a sus padres y su hermano.
-¡Bienvenidos!-
Exclamó abrazándose a los tres.-
Tras unos momentos en los que ambos
ancianos apenas supieron que hacer fue Shingo quien pudo decir mirándola
atónito, una vez que se separaron de ese abrazo.
- ¿Realmente
sois mi hermana, Majestad?
Y es que ante los perplejos ojos del
joven, aquella hermosa y rubia soberana en nada se parecía a su hermanita de
rasgos orientales y cabellos oscuros, incluso le daba la impresión de que era
algo más alta.
-Sí Shingo.
¡Claro que sí! - Sonreía ella con lágrimas en los ojos. - Para ti siempre seré la tonta de
Usagi…Entiendo que este aspecto os desconcierte. Pero es el que tenía en mi
anterior encarnación. – Les desveló.-
-Es que
todavía no puedo creerlo - Terció Kenji, realmente abrumado por todo lo que
veía a su alrededor. - Es todo tan impresionante.
-Estáis en la
sede provisional de nuestro reino - Les explicó la joven. - Aquí, dentro de
poco, se levantará el palacio real. Será conocido como palacio de Cristal
Tokio.
-Hija mía.
¿Puedo llamaros así?- Inquirió Ikuko con tímida prevención.-
Serenity corrió a abrazarla y
asintió acariciando las mejillas de su madre
y apresurándose a responder.
-Por supuesto
que sí, yo soy vuestra hija...siempre lo seré. Por favor, venid con nosotros.
Pasaremos a unas habitaciones más privadas y confortables y os lo explicaremos
todo…
Y dando la mano a sus padres les
guió hacia una puerta situada tras el trono. El rey Endimión se levantó a su
vez saludando a los invitados. Él mismo abrió esa puerta y les rogó que
pasaran. Al fin, en un sofá donde se
sentaron, Serenity comenzó.
-Soy la
reencarnación de la princesa de la Luna, Selene, después llamada Serenity. Y
Mamoru lo es del príncipe de la Tierra, Endimión. En épocas muy remotas morimos
tras luchar contra los poderes de la oscuridad. Pero revivimos en este mundo,
en esta época. Y yo… yo tuve la suerte de nacer en el seno de vuestra familia.-
Pudo rematar visiblemente emocionada para agregar.- Al poco de cumplir los
catorce años, Luna, mi gata, apareció y me desveló quién era. Me dio la
capacidad de transformarme en Sailor Moon y de luchar contra el mal…
-¡Un momento!
– La señaló Shingo atónito para exclamar- ¿Tú eras la Guerrera de la Luna?
-Sí.- Sonrió
la interpelada.- Siempre fui yo…y mis compañeras y amigas, Ami, Rei, Makoto y
Minako también eran guerreras. Respectivamente, Mercurio, Marte, Júpiter y
Venus.
-¿Ami era la
guerrera Mercurio?- Se asombró Shingo suspirando para agregar.- Debí haberlo
sospechado, aquella vez que nos perdimos en ese bote…
-Es
increíble.- Pudo añadir Kenji.- Pero ahora…siendo como eres una reina, nosotros
no somos ya tu familia…quiero decir, que no tenemos sangre real ni ninguna de
esas cosas.
-Vosotros sois
mi familia. Nunca lo dudéis.- Repuso la muchacha.-
-Desde luego.
Y os estaré eternamente agradecido por cuidarlas. A mi esposa Serenity y a
nuestra hija…-Terció Endimión.-
-¿Hija?- Se sorprendió
Ikuko tratando de pensar.- No sé…Nunca tuvimos más hijas…
-Me refiero a
Chibiusa, mamá.- Sonrió Serenity quién, tocando una especie de botón que tenía
en la pared, afirmó.- Ella está deseando veros otra vez.
Y entonces entró la princesa Chiba
ataviada con otro largo y hermoso vestido blanco, su pelo rosado con su típico
peinado, aunque luciendo como una hermosa joven que aparentaba rondar la
veintena. Entre lágrimas corrió a abrazarse a papá Kenji y mamá Ikuko, y luego
a Shingo, tal y como su madre hiciera antes.
-¿Pero cómo es
posible?- Pudo preguntar la emocionada Ikuko.- Yo creí…, creía que eras una
prima lejana, siempre lo pensé…
-Es una larga
historia.- Sonrió Chibiusa.- En realidad eres mi abuela. Papá Kenji es mi
abuelo y Shingo es mi tío. Yo provengo del futuro…del siglo treinta para ser
más exactos.
Y de nuevo sentados los Tsukino
escucharon asombrados la historia. Chibiusa les narró como viajó atrás en el
tiempo a pedir ayuda a la legendaria Guerrera Luna. Como ella logró salvarla
junto con el futuro y las posteriores aventuras que vivieron.
-¿Y Chibi,
Chibi?- Quiso saber Shingo.-
-Ella no
formaba parte de nuestra familia, era la esencia pura de una buena amiga.- Le
contestó Serenity no queriendo complicar aquello aún más.-
-En todo caso,
eres una persona realmente maravillosa.- La alabó Kenji, para sentenciar.-
¡Quién no estaría orgulloso de ti, es un honor haberte tenido en la familia!
-Por eso os
pregunté aquello en esa ocasión, cuando vine a veros.- Les recordó la soberana
repitiéndolo.- Quería saber si estabais orgullosos de mí. Pero no de la reina
Serenity. Sino de Usagi Tsukino.
Aunque ahora fue el turno de Ikuko
de acariciar las mejillas de esa esplendorosa reina y susurrarla con
familiaridad y dulzura, como cuando acostumbraba a hacer al creerla su hija,
hacía ya tanto tiempo.
-Cariño mío…
¿De verdad crees que hay alguna diferencia entre Serenity y Usagi para mí?
-Sí, mamá.
Bueno, no sé si para ti la hay. Pero son personas muy distintas.- Suspiró ella
luchando por no llorar, aunque sin apenas conseguirlo al responder.- Usagi era
una niña alocada, de buen corazón, quizás algo perezosa y llorona, pero
inocente y con sentimientos puros…llena de compasión y de ganas de ayudar. Por
el contrario, Serenity es una soberana que ha tenido que tomar decisiones muy
duras y difíciles y que ha recibido muchos conocimientos y responsabilidades.
Ha luchado contra el mal, se ha enfrentado a él sin cuartel y se ha visto
obligada a ser muy dura en muchas ocasiones. Muchas veces no se puede permitir el
lujo de compadecerse por otros. Incluso tiene que hacerles sufrir. Y siendo
princesa fue a veces muy egoísta, pensando solamente en su propia felicidad.
Por eso, una parte de mí quisiera seguir siendo Usagi, solamente Usagi…pero ya
no me es posible…
Lloraba ahora llevándose las manos a
la cara ante las miradas consternadas del resto. Diríase que las lágrimas que
brotaban de sus ojos brillaban como diamantes. Sin embargo, Ikuko enseguida
tomó un pañuelo y se la enjugó regañándola con tono suave y afectuoso.
-No seas tonta…Pese
a tu aura de majestad, y todo tu poder, lo que al final eres es un ser humano,
con virtudes y defectos, hija. No me importa si dices venir de Luna. Tienes los
mismos sentimientos que cualquiera. Y esa parte de ti que llamas Usagi, nunca,
nunca desaparecerá. ¿Me oyes? ...Porque es una e indivisible con la que llamas
Serenity…Por eso no hubo, ni habrá nunca diferencia ninguna para mí.
Ante aquellas palabras la aludida
sonrió llena de alegría y abrazó a esa buena mujer a la que nunca iba a dejar
de llamar mamá. Entonces agregó…
-Mi madre en
la Luna, Serenity, sabía bien a donde me enviaba. Gracias por todo cuanto
habéis sido para mí…
-Somos tus
padres, ¡qué menos! - Intervino un también emocionado Kenji.- Te queremos
mucho, hija.
-Así es,
hermanita. No te apures, siempre podremos discutir por comernos la última
tortita.- Añadió Shingo dándola un afectuoso abrazo, remachando divertido.- No
pienses que por ser reina te la daré.
Así prosiguieron con la reunión
familiar, riendo, llorando y recordando los viejos tiempos. Las princesas
planetarias también entraron al cabo de
un rato y agradecieron a esa maravillosa familia las veladas que pasaron en su
casa y todo lo que habían hecho por ellas.
-Siempre
fuisteis unas jovencitas muy agradables y muy buenas amigas de mi hija.- Las
alabó Ikuko.-
-Muchas
gracias, señora Tsukino.- Repuso Rei con evidente tono de respeto y cariño.-
-Somos sus
princesas guardianas, pero también sus amigas.- Añadió Venus, con el mismo
talante que su compañera.-
-Yo no
entiendo de eso que habláis sobre guardianas y princesas. Lo que sí sé es que
queréis mucho a Usagi, bueno, a Serenity.- Se corrigió la mujer, agregando.- Y
que siempre habéis estado a su lado, en los buenos y en los malos momentos.
¡Ojalá que siga siendo así!
-Así será,
señora. Se lo prometemos. - Convino afablemente Makoto.-
-Ella también
ha estado ahí para nosotras. Y no como soberana, sino como amiga. - Añadió
Ami.-
Y
de este modo entre agradables conversaciones y rememorar el pasado, tras un
tiempo más, finalmente los Tsukino se despidieron. Ahora Serenity salía de
aquellos recuerdos para sentenciar con un suspiro de alivio y alegría.
-Al menos sé
que siempre les tendré ahí, y que, después de todo, puedo seguir manteniendo un
poco de Usagi dentro de mí…
Su
esposo asintió y ambos se retiraron a descansar, agotados tras los últimos
acontecimientos. Entre tanto en Bios todos se divirtieron mucho y festejaron
hasta altas horas de la madrugada, finalmente dejaron solos a Amatista y Leval.
Ambos se fueron a acostar no sin antes llevarse la cuna del pequeño Asthel con
ellos a la habitación. En la Tierra mientras tanto, Mazoui y su familia estaban
celebrando la cena. Satory estaba con su padre y había quedado con su novio
para verse más tarde.
-Bueno hija.-
¿Cómo estás?- le preguntaba el millonario en tanto les servían la cena en aquel
enorme comedor que poseía en su mansión de su isla privada. –
-Estoy muy
feliz.- Afirmó la muchacha añadiendo. – Lo único que me falta sería que todos
pudiéramos haber cenado juntos.
-Se lo propuse
a Mazoui, pero él me dijo que sus padres ya tenían preparada la velada. Creo
que tenían muchas cosas que contarse y deseaban intimidad familiar. No te
inquietes, tendremos más ocasiones. – Repuso Ian con tono jovial. –
Satory
asintió haciéndose cargo. Entonces uno de aquellos servidores robots que su
padre tenía le sirvió el primer plato.
-¡Vaya! -
comentó la chica. – Este es un modelo nuevo. En la SSP-1 eran mucho menos sofisticados.
La
muchacha recordaba que en su travesía a bordo de ese gran asteroide se habían
llevado algunas de esas droidas diseñadas por Zafiro y Diamante para ayudarles
en las tareas más pesadas de carga y descarga o para actividades peligrosas.
Pero los androides que fabricaban ahora en la Masters Corporation estaban ya
mejor acabados y eran cada vez más semejantes a las personas. Algunos modelos
incluso sonreían.
-Es
verdad.-Admitió el millonario, explicando a su hija.- Daniel y Mimette también han trabajado mucho
en este campo. Sus diseños y especificaciones han mejorado muchísimo la
capacidad de los droidas. Por cierto, su hija Mimí también es una chica muy
brillante. Lástima que Keiko, la hija de Souichi y Kaori, se fuera en la SSP-2.
Las dos hacían un buen tándem en la división de robótica. - Apuntó Ian en tanto
uno de esos androides le servía a él. –
-Sí, una pena,
pero seguro que cada una de ellas encontrará también buenos compañeros y
amigos.- Afirmó su hija.-
-Puede que en
el futuro no tengamos ya que salir a explorar y enviemos a estos robots.
¿Estaría bien, verdad?- sonrió su padre. –
Aunque
para su sorpresa la muchacha negó con la cabeza para aseverar.
-Nunca podrán
sustituir a los seres humanos. Cuando viajé me di cuenta de ello. Nuestra
especie es curiosa y exploradora por naturaleza. Y aunque a veces pagamos un
alto precio por ese espíritu tan audaz, creo que mereció la pena.
Masters
observó a su hija visiblemente impresionado. Satory había madurado mucho
después de ese año a bordo del asteroide. La despidió siendo una muchacha
tímida y muy reservada, sin apenas deseos de salir de su biblioteca o del
laboratorio, con apenas capacidad para relacionarse y la recibió convertida en
toda una mujer valerosa y decidida a luchar por lo que quería, con un magnífico
prometido y rodeada de estupendos amigos y compañeros. Asintió para replicar.
-Puede que
tengas razón, cariño. Has vivido una experiencia inolvidable y has contribuido
a abrir un nuevo camino. Ahora, tras la llegada oficial de la reina Serenity y
del rey Endimión al trono, nada será ya lo mismo.
-No lo creas.
El mundo sigue girando como siempre, papá. - Rebatió ella añadiendo incluso con
un toque de sutil e irónico humor. - Y ahora tendrás muchas más oportunidades
de negocio, oficialmente con los reinos de la Luna y el de los saiyajin. Por no
hablar de Bios…
A
lo que Masters replicó esbozando una pícara sonrisa, de esas que tenía cada vez
que se le planteaba un reto apasionante en sus negocios, para confirmar.
-No creas que
no lo he pensado ya. Y eso me lleva a la siguiente cosa que quería comentarte…
Su
hija entonces se puso más seria puesto que, por el tono que había adoptado su
padre al final de esa frase la cosa parecía que iba a ser importante y le
escuchó con suma atención…
-Verás Satory,
se trata de que…
Por
su parte Mazoui estaba cenando con los suyos en un ambiente de alegre
jovialidad y en el momento del nacimiento de Asthel sintió que una enorme
oleada de energía le llegaba desde muy lejos. Se levantó de pronto ante la sorpresa
de su familia. Su madre le miró extrañada y le preguntó.
- Hijo, ¿qué
ocurre?...
- Ya ha
nacido, mamá...- repuso el chico con una gran sonrisa. - Todos le escuchaban
con gran atención y extrañeza sobre todo
cuando agregó. - El hijo de Leval y Amatista...lo he sentido, incluso desde
aquí puedo notarlo con claridad. ¡Es una gran luz que ha llegado a nuestros
mundos! Diría que al universo entero.
- ¡Eso quiere
decir que la prima Kerria es tía y que el tío Roy y la tía Beruche son abuelos,
es maravilloso! - declaró una entusiasmada Katherine. -
- Ese niño es
muy especial...hará cosas que nosotros no podemos ni imaginar.- Les desveló
Mazoui que hablaba con la voz queda y teñida de admiración. -
- Tú nunca te
has equivocado con tus visiones, ni con tus presentimientos, hijo. Pero ¿cómo
has podido sentir su energía desde aquí?,- le preguntó Mathew realmente
sorprendido. -
- No es una
energía puramente física. Tiene una dualidad - le explicó su interlocutor que
entonces añadió con urgencia - debo llamar a Satory y decírselo. ¡Tenemos que
ir a verle!
- Hijo...es un
acontecimiento maravilloso, pero, por favor, llama a Satory después, podemos
vernos tan poco. Acabemos de cenar y luego la llamas...- le rogó Karaberasu. -
Mazoui asintió y se dejó convencer por
su madre, se sentó dispuesto a terminar la cena, Katherine entonces le dijo muy
divertida.
- Bueno... ¿y
para cuándo voy yo a poder ser tía?
- ¡Qué cosas
tienes, Kat!- rio su hermano que dirigió la pregunta hacia Karaberasu. - ¿Tú
también piensas eso, mamá?...
-¡Calla! Yo todavía soy demasiado joven para ser
abuela. - Dijo ésta en su jocoso tono de broma habitual. -
Todos se rieron mucho, había un gran
ambiente antes y ahora incluso se sentía una mayor felicidad rodeándoles a
todos.
-¿Qué sabéis
de la tía Alannah.- Preguntó Kathy.-
-No mucho,
sigue por ahí, viajando por el mundo.- Comentó su padre, suspirando.- Mi
hermana siempre ha ido tras cualquier cosa que le fascinase.-
-En eso es
igualita a ti, cariño.- Terció Karaberasu mirando a su hija con orgullo.-
-No sé si las
primas Suzanne y Bridget estarán muy de acuerdo con eso.- Se sonrió
trémulamente la joven.-
Todos sabían la escasa relación que
esas chicas tenían con su madre, y con ellos. Sobre todo Bridget. De modo que
ni Karaberasu, ni Mathew, quisieron seguir con ese tema. Prosiguieron charlando
sobre cosas más agradables como el futuro y los planes de sus hijos. Por fin,
al terminar la cena y fiel a su intención, Mazoui llamó a Satory para decirle
lo que había sentido. Ella se alegró mucho y le dijo que su padre se pondría en
contacto con Bios para saber si era cierto.
- Papá.- Le
contó Satory a Ian Masters que estaba terminado de cenar.- Leval y Amatista han
tenido un niño…
- Me alegro
mucho por ellos, seguro que Diamante y Esmeralda estarán muy contentos. ¡Cómo
pasa el tiempo!- sonrió el millonario para afirmar con tono inexorable. -
Dentro de poco tú también me harás sentir aun más mayor ¿verdad hija?
- Yo…- La
muchacha se sonrojó y sonrió respondiendo con timidez. - No lo sé papá, aun nos
queda bastante para que Mazoui y yo nos casemos.
- No lo creas,
un año pasa muy rápido, ya lo verás. De todas maneras si quisierais casaros
antes...yo podría ayudaros.- Se ofreció Ian,
añadiendo. - Piensa en lo que te he propuesto.
- Desde luego
- le reprobó cariñosamente su hija con
una sonrisa al declarar. - Pero papá, ya te he dicho que queremos salir
adelante por nosotros mismos.
- Por lo menos
me dejaréis haceros un regalo de boda...
-¡Cómo eres!-
suspiró Satory meneando la cabeza con simpatía y haciéndole un cariñoso
reproche. - Nunca cambiarás, siempre tienes que salirte con la tuya de una
forma o de otra...
E Ian, consciente de que así era,
sonrió jovialmente levantando su copa. Para añadir.
-Mazoui es un
gran chico y además muy inteligente y capaz. Me llegaron informes de su
actuación y la de Leval durante el viaje. Y tiene un gran futuro por delante.
Igual que tú… Solamente dile lo que hemos hablado.
-En cuanto
pueda se lo comentaré. – Le contestó su hija, que de inmediato pasó a objetar.
– Aunque no creo que esté interesado, al menos por ahora.
-Bien, de
momento no tengo prisa. – Convino su padre que remachó. – Soy joven todavía.
Y
hablando de Mazoui, una vez charló con sus padres y terminaron de cenar, ayudó
a fregar un poco los platos. Manías de su madre que no gustaba de poner la
vajilla buena en el lavaplatos. Mathew terminó retirándose pronto a descansar
tras despedirse de sus hijos, puesto que tenía guardia en el hospital temprano
a la mañana siguiente y se notaba cansado.
-Me pesan algo
las piernas.- Comentó.- Debe ser que me hago viejo.
-¡No digas
tonterías, papá!- Intervino afablemente Kathy.- Sigues siendo todo un apuesto
hombretón irlandés.
-Gracias,
cariño. Con fans como tú uno no se puede quejar.- Afirmó Mathew,dándo un beso
en una mejilla a su hija.- Hasta mañana Mazoui.- Se despidió del chico.-
-Hasta mañana,
papá.- Asintió él.-
Karaberasu al poco rato también se fue a
acostar tras darles sendos besos a sus vástagos. Finalmente los dos hermanos
quedaron solos en el comedor. Kathy suspiró, se sentía un poco cansada aunque
por lo demás estaba bien. Pero tenía muchos deseos de poder charlar con su
hermano a solas. Él lo percibió claramente y le preguntó a la muchacha con una
buena dosis de afecto.
-¿Cómo estás,
Kat?
-Mucho mejor,
gracias a ti y a otras buenas amigas. – Respondió la chica con tono suave. – No
sé cómo darte las gracias. A ti y a Minako por ayudarme. Y sobre todo, por no
decírselo a papá y mamá.
-Eres mi
hermana y te quiero.- Declaró él levantándose del sofá en el que estaba para
abrazarla por la cintura. – Sabes que siempre podrás contar conmigo.
-Te eché tanto
de menos cuando te marchaste. – Le confesó ella, enumerando no sin pesar. – Y
después la universidad, el grupo, mis actuaciones como justiciera. Apenas sí me
tenía en pie.
-Lo comprendo-
le susurró su hermano al oído, tomándola de la mano y haciéndola sentarse en el
sofá para hacerlo también él a su lado y sentenciar. – Sé que debió de ser muy
duro para ti. Pero aun así, Kathy. Te repito lo que ya te dije entonces. Cuando
retorné.
-Me acuerdo de
ello. Tienes razón, eso no lo justifica. Ni tampoco era el camino correcto.
Ahora me he dado cuenta. La prima Kerria está tan ocupada o puede que incluso
más que yo y ella no recurrió a eso.
-Cada una de
vosotras es diferente, no debes compararte con nadie. Las personas, cada una en
particular, tienen sus propias circunstancias. – La animó Mazoui. –
-Lo sé. Sé que
no debo compararme- Suspiró la muchacha, comentando pese a todo.- Pero si lo
piensas, veo a Amatista casada con el primo Leval y siendo ya madre. A Kerria
con Samantha, luchando por entrar en Harvard y grabando discos. Y a Idina,
feliz en Bios con sus niños y ahora pasando unos días con su amiga Nehie.
-Y tú en la
facultad de periodismo, siendo una justiciera y grabando canciones también. –
Le recordó afectuosamente su hermano remachando. – No tienes nada que enviarle
a ninguna de ellas.
-Hay una cosa
que sí las envidio.- Pudo admitir la chica ante la mirada inquisitiva de
Mazoui, sobre todo cuando ella sentenció. – Su voluntad. Han salido adelante y
han superado sus problemas y sus retos, sin ningún tipo de ayuda extra. Ya me
comprendes. Me siento como si hubiese hecho trampa.
-No pienses
así – le pidió el chico rodeando cariñosamente con uno de sus brazos los
hombros de ella. – Kat, tú eres una chica maravillosa. Siempre me apoyaste y
supiste tomar el relevo de mamá como justiciera. Has vivido muchas cosas. Pero
también eres humana. Nadie es perfecto. Y todos somos muy afortunados de
tenerte. Recuérdalo siempre. Por encima de todo te queremos a ti, no a lo que
consigas o hagas. Por bueno y meritorio que sea. Y has hecho muchísimas cosas
buenas, nunca lo olvides.
-Gracias Yo sí que soy muy afortunada por teneros a
todos. – Pudo sonreír la chica. –
-¡Calla tonta!
– Le pidió él estrujándola con delicadeza para decir. – Mejor será que nos
vayamos a dormir. Mañana habrá muchas cosas que hacer.
-Sí, tienes
que ir a buscar a Satory. – Le recordó su hermana que, una vez liberada del
agarre añadió con tono afectuoso en tanto le besaba en la mejilla. – Hasta
mañana, Mazzy. Y gracias por creer en mí.
- No hay de
qué. Hasta mañana, Kathy. – Repuso él besándola a su vez en la frente con suma
afectuosidad. –
Y su hermana se fue a su habitación. Suspiraba
más animada. Desde luego que fue una dura prueba. Se prometió no volver a caer
nunca más en eso. ¡Ojalá que pudiera mantenerlo! Por ahora las cosas estaban
más tranquilas y se adaptaba bien. Había decidido bajar su ritmo como
justiciera y darle prioridad a los estudios. Cuanto antes terminase su carrera,
mejor. Y se hallaba deseosa de llegar a ser una buena periodista. Es más, ya
estaba metida en el mundillo del espectáculo y con eso tendría un punto importante
para ejercer esa profesión, aunque no le apetecía mucho centrarse en el mundo
del corazón. Para ella un reto mucho más estimulante sería investigar tramas de
corrupción o delincuencia. Bueno, ya estaba cansada, lo mejor sería acostarse
hasta el día siguiente. A ver si podía ver un poco más a su hermano antes de
que él se fuera. Pensaba en Mazoui y desde luego no le podía estar más
agradecida. Siempre había podido contar con él y eso la alentaba mucho más de
lo que él llegara siquiera a imaginar, más de lo que ella podía expresarle con
palabras. La joven deseaba triunfar, sí, pero haciendo bien las cosas. Sobre
todo por sus padres y por su hermano. La ilusión de Kathy era que toda su
familia pudiera sentirse orgullosa de ella. Lucharía por conseguirlo. Se metió
en la cama ya con los ojos medio cerrados.
-Lo lograré. Y
os daré una alegría.- Se decía, casi en estado de ensoñación, mientras sucumbía
a la calidez de las sábanas.- Ese es mi mayor deseo…
Mazoui aun aguardó unos momentos allí sentado
y reflexionando. ¡Ojalá que Katherine estuviera ya bien del todo! Él sabía lo
mal que la pobre lo pasó. Como sufrió por aquella situación en la que se vio
envuelta. Gracias a varios amigos que la ayudaron e incluso a él mismo, la
muchacha pudo superarlo. Al menos eso parecía. Suspiró dejando aquello de lado.
Ahora vivían momentos de alegría. Unas maravillosas perspectivas de futuro
parecían abrirse para todos tras tantas batallas y sufrimientos. Después de
reflexionar sobre todo eso también se dispuso a irse a dormir. Le hacía ilusión
hacerlo en su antiguo cuarto de la infancia. Aunque fuera solamente por esa
noche.
-Ahora
hermanita, debes ocuparte tan sólo de ser feliz. Como el resto de nosotros.- Se dijo.-
En Bios amanecía un nuevo día. En
casa de Amatista y Leval todos dormían, el bebé de forma plácida, pasaron las
horas y eran más de las diez. El niño despertó y comenzó a llorar pidiendo su
primera toma del día. La joven se despertó también y se levantó a darle de
comer por aquella primera y mágica vez. Levantó al niño y le meció en sus
brazos, sonriendo le dio el pecho. El bebé comenzó a mamar y ella sintió un
cosquilleo muy agradable. Asthel chupaba con apetito, pese a que era novato en
ello sabía bien cómo hacerlo. Estaba claro que el instinto no fallaba. Su madre
le cambió de pecho y le dio de mamar hasta que el niño se separó satisfecho.
Ella meció de nuevo a su hijo y le cantó en voz baja tras darle un par de
golpecitos tras la espalda para que expulsase el aire.
-Mi niño…
ahora a descansar.- Le decía con tono dulce y suave.-
Leval despertó y pudo ver la escena,
sonrió y se levantó, no dejaba de mirar encantado a su mujer y a su hijo. Le
parecía que ella había madurado de golpe en aquellos días, tras su experiencia
mística y su maternidad, convirtiéndose en una mujer serena y llena de una
especie de sabiduría que irradiaba por todo su ser. Amatista se percató de que
él la observaba y radiante le recordó a su marido.
- Cariño, ¿no
vas a llegar tarde? Tienes turno dentro de cuarenta y cinco minutos.
-¿Qué?...no te
preocupes, es sólo que me encanta miraros.- Repuso él totalmente embelesado. -
- Ten un poco
a tu hijo,- ofreció ella que le pasó con cuidado el bebé a Leval y éste le
levantó con mucha delicadeza y cariño. -
- Es tan
pequeño que me da miedo hasta sostenerlo,- sonrió el muchacho mirando
afectuosamente al niño para añadir con un poco de temor. - Casi pienso que
podría romperlo.
El bebé reaccionaba al tacto y a la
voz, sus ojitos miraban sin ver aun a su padre y ya hacía muecas con la boquita.
- Mira. Creo
que se ríe - conjeturó Leval. - O eso o tendrá gases... ¡ja, ja!
-¡Qué tonto
eres! - rio Amatista que se acercó a ambos y acarició a su hijo. - Le gusta que
le hagan caricias ¿verdad chiquitín?,- le susurró con voz dulce. -
El bebé trataba de hacer funcionar
sus piernecitas y sus pequeños brazos con un movimiento de suave espasmo, aun
no tenía completo control de ellos. Leval se lo pasó de nuevo a Amatista
mientras decía algo apenado.
- Me quedaría
aquí todo el día con él y contigo, cariño. Pero el deber me llama.- Y tras
decir esto con resignación, aunque teñida de alegría, besó a Amatista y se
levantó. -
Mientras Leval iba a arreglarse,
Amatista acunaba a su hijo en su regazo...le miraba contemplando como el bebé
iba cerrando los ojos. De pronto tuvo una visión, un espacio negro y una mujer
que la observaba junto a una gran figura. Fue un flash que pasó muy pronto,
cuestión de décimas de segundo en realidad, pero había visto a ambos
perfectamente ¡Esa mujer era su propia madre, tan joven como ella la recordaba
cuando era pequeña! La figura junto a ella era Azraél. ¿Qué podría significar
eso? Amatista se preocupó por el
bienestar de su progenitora, si estaba con el Ángel de la Muerte aquello podría
significar solamente una cosa. ¿O pudiera ser que no? De todos modos quiso
saber inmediatamente cómo estaba. Dejó a Asthel en la cuna y la llamó. Ajena
por entero a esas tribulaciones Esmeralda estaba desayunando cuando el vídeo
teléfono sonó. Su esposo aun dormía tras la fiesta del día anterior, así que lo
conectó rápidamente y sonrió al ver el rostro de su hija.
- Buenos días,
cariño, Feliz Navidad. ¿Qué? ¿Cómo estás en tu primera mañana de madre? - Le
preguntó con animosa jovialidad. -
- Mamá, estoy
preocupada por ti. - Le confesó la muchacha en tono serio. -
-¿Preocupada,
por qué?,- inquirió ésta sin comprender. Amatista, con gesto temeroso, le contó
a su madre su experiencia. – ¿De veras has visto eso?- Inquirió su atónita
contertulia.-
Aunque
eso hizo que su memoria se iluminase y recordó. Aquellas imágenes estaban
sepultadas en lo más profundo de su interior. Ahora, tal y como el ángel le
prometiese en su día, salían a la luz. Le explicó a su hija que es lo que esa
visión quería decir.
- Verás mi amor, cuando tu padre bajó a
buscarme a los infiernos...yo… bueno, creímos que no podría volver con él.
Entonces Azraél me tomó de la mano y me enseñó escenas del futuro que podríamos
haber tenido y te vi a ti. Recuerdo como la mujer de esa visión me miró con
gesto de asombro. Eso es lo que te ha sucedido. Ahora lo comprendo. ¡Eras tú
devolviéndome la mirada! Pero entonces todavía faltaban años para que te
concibiera. Cariño, en ese momento no podía saber quién eras tú, pero el ángel
me contó que serías mi hija y que el niño que acunabas se convertiría en mi
nieto. Luego me dijo que debía olvidarlo hasta que llegase el momento y así
sucedió, hasta ahora. Cuida muchísimo a tu hijo, mi amor, está destinado para
hacer grandes cosas...
- Mamá. Vente
a casa y así hablamos más de esto. - Le pidió Amatista que se sentía al tiempo
emocionada y confusa en tanto confesaba. - ¡Tienes tanto que contarme! , quiero
ser una buena madre y no sé por donde empezar.
-No es para
tanto.- Repuso Esmeralda que miró a su hija sonriendo animosa. -Ya has empezado...ser
madre no se aprende en un cursillo, es algo instintivo, luego vas adquiriendo
experiencia, pero no temas por eso, sabrás salir adelante. De todas formas,
aunque no te haga ninguna falta, voy para allá, ¡estoy loca por ver a mi nieto!
- Colgó y se dio prisa en terminar su desayuno e irse a casa de su hija
dejándole una nota a su marido que seguía durmiendo como una marmota. -
Leval por su parte se había marchado
cuando Amatista aun no había tenido su visión, se trasladó al despacho de un
amigo para llegar puntual. Al llegar contó que ya era padre y todos se volcaron
en felicitarle. Entre el jolgorio general, prometió invitar a sus amigos y
compañeros a una ronda. Además, faltaba poco para inaugurar la base de las
fuerzas autónomas de Bios. Así pues tenía un doble motivo de celebración. Lo
único que le faltaba era que Mazoui y Satory volviesen. También echaba
muchísimo de menos a su antiguo jefe de sección, el gruñón de Freejar. Ese
hombre siempre tan teatral y fanfarrón pero al tiempo tan buena persona.
Esperaba contactar con él e informarle del feliz acontecimiento. Amatista de
hecho había llegado a llevarse muy bien con Elise, la esposa del mayor. Y por
supuesto no todo era apenarse por aquellos que no estaban a su lado. Idina
regresaría pronto de la Tierra y seguro que estará encantada de conocer al
bebé. Y su primo Coraíon y Sandy estaban allí mismo, en Bios. Esperaba verles
más tarde, cuando terminase su turno. De este modo Leval dejó de pensar en eso
y se centró en sus tareas de rutina.
-¡Hala! A por
el trabajo cotidiano.- Se decía en modo alegre.- No es una gran batalla
espacial pero ni falta que me hacen ya esas cosas. A decir verdad. Espero tener
mucho de esta rutina y papeleo durante una larga temporada…
Por su parte Sandy y Coraíon también
se habían incorporado al trabajo. Ella en su turno de descanso estaba comiendo
con su padre, Robert Wallance, que era un reputado científico. Robert estaba
muy orgulloso de su hija y charlaba con ella preguntándole acerca de Coraíon y
aunque habían mantenido más veces esta misma conversación, el padre de la
muchacha siempre le preguntaba como si todavía no llegase a creerlo.
- Así que ese
chico te quiere sabiendo como eres tú.
- Ya te he
dicho varias veces que sí, papá - asintió Sandy llena de alegría cuando repetía
sin cansarse de hacerlo. – Puedes estar más que tranquilo. Nos queremos los dos
y vamos a casarnos cuando sea posible.
- Si tu madre
pudiera verte.- Suspiró él con una mezcla de orgullo y melancolía - sería tan
feliz, como lo soy yo...
- Sí, ¡ojalá
pudiera verme, y ojalá pudiera verla yo!,- repuso Sandy apenada, tiñendo su voz
con algo de esa tristeza resignada de lo que se sabe irrealizable cuando
añadió. - Tengo tantas cosas que me habría gustado poder preguntarle...
- Lo comprendo,
cariño,- le dijo Robert tomando una mano
de su hija entre las suyas. - Lo comprendo, hay cosas que un padre, por mucho
que quiera, no puede contarte por una madre. – Siento no haber podido ayudarte
más cuando lo has necesitado.
Tras
escuchar aquella disculpa Sandy le sonrió con dulzura moviendo la cabeza y acariciando ahora a su vez las manos de su
padre entre las suyas, le aseguró con patente afecto y reconocimiento.
-No digas eso.
Tú siempre me has ayudado en todo lo que has podido. Me criaste, me sacaste
adelante pese a todas las adversidades, y sobre todo me diste libertad y
respeto por mí misma. Me enseñaste a no rendirme jamás. Eres el mejor padre que
se puede tener.
-Gracias hija-
suspiró él confesando con nostalgia. – Yo también echo mucho de menos a tu
madre.- No obstante enseguida animó el gesto y el tono de su voz para agregar -
pero no nos entristezcamos, se supone que hoy estamos felices.
- Es verdad -
convino Sandy esbozando una sonrisa más alegre. -Por lo menos tengo sus notas,
me han ayudado tanto en estos años...y aun hay muchos capítulos que me restan
por leer.
- Como dice tu
madre en sus notas, los leerás todos cuando llegue el momento - respondió su
padre más animadamente -...
- Bueno, así
es.- Añadió la muchacha cambiando el alicaído tono de su voz por otro más
jovial. - ¡Pero, tienes razón, basta de ponernos tristes! te tengo a ti aquí.
Por fin, en Bios. Estoy muy contenta, papá. Hace tanto que no podíamos vernos.
¿Qué tal te va en el laboratorio?...
- Hay poco que
contar,- repuso Robert que nunca mostraba demasiado interés al hablar de sí
mismo. - Investigo como siempre, mucha mezcla, muchos apuntes. Mi colega el
doctor Tomoe es un tipo realmente genial. Y una muy buena persona. ¿Sabes,
hija? Él también perdió a su primera mujer. En un accidente. Por eso y porque
nos apasiona la ciencia, nos entendemos de maravilla. Con su segunda esposa
Kaori también me llevo bastante bien. Y bueno, su hija Keiko era muy agradable
cuando pasaba a visitarnos. Me recordaba muchísimo a ti, inteligente,
preparada, buena chica. Y además, hizo como tú. Se marchó de expedición, pero
en la SSP-2.
- Sí, creo que
estaban a la búsqueda de un planeta que teníamos en nuestras cartas de
navegación. Las que nos dio una civilización planetaria que Leval y su primo
ayudaron a salvar. – Comentó la muchacha haciendo memoria de eso, pues
recordaba que Mazoui se lo contó. –
- Por lo que
parece, todavía no se sabe nada de esa nave. El pobre Souichi está preocupado y
algo triste ahora, igual que su mujer. Les comprendo muy bien, Yo creía haberte
perdido cuando vuestra nave desapareció. – Suspiró Robert ahora con algo más de
inquietud. – Y siempre que puedo trato de animarle y decirle que, igual que
vosotros retornasteis, lo harán su hija y el resto.
- Pues
continúa animándole porque algo me dice que están bien. ¡Ya lo verás! – Le
sonrió su hija con seguridad en el tono al afirmar. – Volveremos a verles y así
me los presentarás.
Su
padre sonrió más esperanzado, sabía que su hija no se equivocaba cuando tenía
esos presentimientos, en eso era igual a su difunta madre. De modo que retomó
la conversación con talante más animado para declarar con admiración.
- Bueno...lo
que sí tiene mucho interés es el trabajo que tú y tus colegas habéis hecho
aquí, en este planeta. Apenas pude creerlo cuando vi la terraformación y me
explicasteis lo que habíais hecho. Y eso no es todo, he escuchado cosas muy
buenas de ti, tienes mucho talento en la investigación...
- La verdad es
que tuve un buen maestro. Desde muy pequeña.- Reconoció Sandy agradeciendo el
elogio. -
- Sí, ¡ja,
ja!, siempre te gustaba juguetear con mis probetas y tenía que dejarte
mermelada y otros dulces para que hicieras tus mezclas - recordó Robert. -
- Pues de no
haberme gustado la ciencia. - Rio Sandy también al afirmar. - ¡Podría haber
sido confitera o incluso repostera! .Y la verdad es que cuando cocino algún
postre no me sale nada mal. Hasta inspiré a una buena amiga para darle mi
nombre a una tarta. –Recordó con una mezcla de simpatía y nostalgia.- A ver si
tengo tiempo y hago un pastel para ti.
- Me gustaría
muchísimo hija, pero sólo si te lo comes conmigo. - Le pidió Robert. -
- Eso está
hecho, papá. Pero no puedo comer mucho, tengo que cuidar la línea. ¡Ahora que
tengo novio formal!...- Bromeó ella con jovialidad. -
Robert
sonrió y su hija hizo lo propio en tanto miraba a un reloj que había en la
pared de la cafetería para añadir con algo de apremio.
- ¡Uh! ¡Qué
tarde se me ha hecho! Debo irme ya, entro en mi turno en cinco minutos. Luego
nos veremos, papá.
Sandy le dio un beso a su padre y se
fue al laboratorio con paso ligero. Robert se la quedó mirando con un gran
sentimiento de orgullo. Su hija era toda una mujer que por fin había logrado
encontrar una felicidad que de siempre mereció pero, que le había sido esquiva.
Hizo bien en embarcarse en aquella aventura que concluyó con el logro de este
bello y nuevo mundo y él había tenido la gran suerte de verlo. Ahora sólo
restaba que Sandy y su novio Coraíon, por el que Robert sentía ya gran estima,
fueran felices. Así lo deseaba mientras pedía otro café y en tanto lo saboreaba
el mismo se entregaba a sus reflexiones y recuerdos, durante los cuales siempre
hablaba con su difunta esposa, a veces se ponía triste, otras contento al
recordar. En esta ocasión se sentía muy dichoso de poder contarle todas estas
maravillosas nuevas.
-Así es ILaya,
cariño. - Nuestra niña ya es toda una mujer, ¡una gran mujer! Dulce y
maravillosa. Como siempre anhelaste.
En
Bios mientras tanto, Roy y Beruche se preparaban para salir. Ambos iban a dar
un paseo por el planeta para ver como habían progresado las obras y después se
acercarían a casa de su hijo y de Amatista para ver a su nieto. Kerria por su
parte les dijo que también iría, pero antes llamaría a Samantha. Tal y como ella
explicase en la cena, su pareja no pudo ir, estaba celebrando con los suyos las
fiestas. O al menos eso pretextó. A decir verdad las relaciones de Sam con sus
propios padres se habían enfriado mucho desde que ellos supieron que trabajaba
para una persona con tales inclinaciones sexuales. ¡Eso sin intuir siquiera la
verdadera naturaleza de sus relaciones! Al menos cuando se enteraron de lo que
sufrió su hija tras ser secuestrada y agredida por su ex marido las cosas
parecían haberse suavizado bastante. Estuvieron allí al poco tiempo para
ayudarla en su recuperación. No obstante, Sam se cuidó mucho de que no
coincidieran de ninguna manera con su pareja. Y que tampoco tuviese oportunidad
de pedirle cuentas a Steve, su desequilibrado ex marido.
-La pobre Sam,
estaba aterrorizada, pero más que de lo que ese psicópata le hizo, de que
pudiera decirles a sus padres que ella era gay. En realidad, Samantha es
bisexual, pero eso casi sería peor para el señor Wilson y su esposa.- Pensaba
ella, recordando a su pobre pareja, todavía convalenciente en el hospital,
cuando supo que sus padres irían a visitarla.-
-No pueden saberlo, no así.- Le susurraba con
expresión angustiada en tanto Kerria le aferraba una mano, tratando de
calmarla.- Si hablan con Steve y él les cuenta que soy lesbiana....
-Realmente a
ti también te gustan los hombres. Según me dijiste. Así que no serías
técnicamente lesbiana. Siempre podrías negar eso. - Le recordó entonces ella,
tratando de quitarle ese miedo.-
Empero, su novia suspiró, moviendo
la cabeza la miró con gesto triste y lleno de temor para sentenciar.
-Admitir que
soy bisexual sería incluso peor. Mis padre me tomarían por una viciosa.¡Por una
perdida! -.Sollozó.- De los gays, siendo generosos, podrían pesar que
sencillamente están enfermos.
-¡Dios mío,
Sam!- Suspiró largamente ella, afirmando con desaprobación.- No puedes seguir
así.
-Tú no lo
entiendes.- Musitó su novia.-
-¡Claro que lo
entiendo! ¡He pasado por ello! Y al final, ahí tienes a mis padres y al resto
de mi familia.- Quiso animarla Kerria.- Me quieren, me aceptan como soy y me
apoyan.
-Tus padres
son estupendos. Los míos no se parecen en nada en eso. ¡Oh sí!, son buenos y
nos quieren a mi hermana Terry y a mí. Pero antes que nada está Dios y la
Biblia. Alguna vez he oído decir a mi padre que antes que tener un hijo
desviado lo preferiría muerto.
-¡No podía
estar hablando en serio!- Desestimó ella, con visible contrariedad.- Si supiera
que su hija es homosexual, dudo mucho que quisiera verte muerta, Sam. Cuando
lleguen estar tarde, yo...
-Te suplico
que no te acerques a ellos.¡Por favor! Dame tiempo. Sabré qué decirles, pero...
Samantha tenía una mirada de
angustia tal que ella no tuvo más remedio que prometerla que no se pasaría por
el hospital. Así lo hizo y, por suerte, los señores Wilson tampoco pudieron ver
a ese desequilibrado de Steve, que ya estaba entre rejas a la espera de juicio.
-Ella les dijo
que su esposo se había vuelto loco y que pensaba que ella salía con todo el
mundo. Después de eso Sam logró acercarse a sus padres un poco más. Entiendo
que quiera pasar tiempo con ellos e ir tanteando el terreno.- Se dijo
resignada.-
Ojalá
que la pobre muchacha pudiese reconstruir la relación con sus padres. Al menos
su hermana menor sí que la quería y se lo demostraba con más énfasis por lo
poco que Sam le había contado. En eso, su novia se reservaba mucho todavía,
seguramente sin querer preocuparla. No obstante Kerria, que no era tan ajena a
eso como Samantha creía, puso una llamada al domicilio particular de la
muchacha. Le mandó saludos y le deseó una feliz Navidad y un próspero año nuevo, deseándole también que
arreglase los “desacuerdos” que tenía con la familia.
-En fin, ni
siquiera en su contestador particular puedo decirle que la amo. Por si acaso lo
oyesen sus padres. Ni dar mi nombre. Espero que esto se termine algún día y Sam
pueda ser libre.
Lo
dejó estar, como pasarían horas hasta tener respuesta, se fue con sus padres
para conocer el planeta y por supuesto que también deseosa de ver a su sobrino.
-¡Esto es
alucinante! – Pudo decir Roy que iba agarrado del brazo de su mujer en tanto
paseaban por el gran parque de la ciudad, cerca de la casa de su nuera e hijo.
–
-Este mundo
cada día es más acogedor. – Afirmó su esposa contemplando con admiración los
árboles y las flores que ahora se mecían animados por una ligera brisa. –
-La
temperatura desde luego es muy agradable. – Añadió Kerria que les comentó tras
unirse a ellos. - Estuve leyendo algunas cosas sobre Bios y al parecer su clima
es templado durante casi todo el año y en la mayor parte de su superficie. Ni
siquiera tiene casquetes polares.
-Mal asunto
para los esquiadores – sonrió su padre, como de costumbre haciendo uno de sus
jocosos comentarios que tanto su mujer como su hija acogieron con sendas
sonrisitas divertidas, más cuando él agrego. – No cubito. Éste definitivamente
no sería tu sitio.
-Mi sitio es
donde estén las personas que más quiero. Y esas sois vosotros, ¡tonto! –
Replicó su esposa dándole un capón, aunque de forma cariñosa. –
-Pues ahora lo
tienes difícil, mamá. - Suspiró Kerria recordándole. – Leval y Amatista con su
hijo viven en Bios. Es un lugar bonito pero está tan lejos. Y nosotros en la
Tierra.
-Siempre
podemos venir a visitarles, cariño. Y más precisamente ahora que ha nacido el
niño. – Replicó animosamente su madre. –
-Tienes razón.
Y además me hace muchísima ilusión ser
tía – confesó Kerria. –
-Y a mí ser
abuelo. – Añadió su padre comentando ahora con más nostalgia. – No hace mucho
os cambiaba los pañales a tu hermano y a ti. Y os contaba cuentos. Ahora podré
hacer lo mismo con Asthel junior.
Y
su esposa y su hija volvieron a sonreír. Fue Bertie la que, cambiando de tema,
le preguntó a su hija.
-¿Qué tal está
Sam?
-Bueno, pues
con sus padres y su hermana. Por lo que me ha contado no se alegran mucho de
que trabaje para mí, más desde que salí del armario. Ya os podréis imaginar.
-Es una chica
estupenda. – Comentó Roy, ahora más serio al afirmar. – Celebro que superase lo
de ese bastardo que la raptó. Lástima que su familia piense así.
-Y eso que
todavía no les ha contado que es mi pareja.- Repuso Kerria con visible
preocupación. – No sé cómo podrían reaccionar de saberlo.
Expuso a sus padres parte de sus
reflexiones anteriores. Ellos se miraron con pesar y preocupación.
-Ya sabes lo
que pensamos. Tienes que dejar esa decisión en manos de Samantha.- La aconsejó
Bertie.-
-Sí, mamá. Lo
sé. Es duro para mí tener que estar manteniendo nuestra relación a escondidas.
Pero sé lo que esto supone para ella. Por eso, de momento hemos decidido que lo
mejor será que no les diga nada. No quiero que Sam tenga más problemas con su
familia por mi causa.
-No, cielo
- Rebatió su madre de inmediato con tono
entre reprobador y solidario. – Esa gente tiene problemas con su estrechez de
miras y con sus prejuicios. No contigo.
-Quizás algún
día podamos hablar con ellos y hacerles ver que no hay nada malo en que su hija
y tú os queráis. – Terció Roy pasándole un brazo por los hombros de Kerria y
otro a su esposa para sentenciar. – Pase lo que pase, Sam nos tendrá siempre
como parte de su familia.
-Gracias papá.
Oírte decir eso es muy importante para mí. - Sonrió reconocidamente la muchacha apoyando la
cabeza en el hombro derecho de su padre. – No te imaginas cuanto…
Y
así era sin lugar a dudas. Desde que ella y Samantha comenzaron su relación los
padres de Kerria estuvieron siempre apoyándolas en todo. Bertie incluso se
había convertido en una segunda madre para esa joven y Roy también la apreciaba
comportándose con ella como si de su propia hija se tratase. Kerria recordó una
simpática e incluso emotiva anécdota. De esas veces en las que Sam tenía que
irse corriendo al trabajo. Era complicado mantener su relación dado que ambas
tenían que verse literalmente a escondidas y solamente en casa de los padres de
Kerria podían disfrutar de algo de intimidad, al menos de forma segura.
-Tengo que
irme!- Decía Samantha haciéndose con su bolso en tanto se ponía los zapatos a
toda prisa, en el salón.-
A desgana Kerria la dejó levantarse
del sofá en donde habían estado intercambiándose besos y caricias. Su novia ya
iba a salir de la estancia cuando Roy apareció. Estaba muy cómico llevando un
delantal, pero lo que más sorprendió a las dos fue que llevaba un taperware en
la mano.
-Un momento,
jovencita.- Comentó dirigiéndose a la perpleja Sam.- ¿Has desayunado?
-No, es que se
nos ha hecho tarde.- Pretextó la ruborizada Samantha.-
-Ya me lo
imaginaba, en eso sois igualitas mi hija y tú. – La amonestó cariñosamente Roy,
afirmando.- ¿No te das cuenta de que el desayuno es la comida más importante
del día?
-Tienes razón,
es que el tiempo se me pasa volando. Ya tomaré algo en el trabajo, tienen
máquinas de sándwiches.- Comentó la azorada chica.-
-Eso es
basura, y mientras yo esté por aquí te llevarás esto hecho. Modestia aparte, no
soy mal cocinero.- Se sonrió él entregándole aquel envase a la perpleja joven.-
-¿Qué es eso,
papa?- Se atrevió a preguntar Kerria.-
-Ya sabes, una
de las recetas de mi abuela Ethel.- Comentó él con aire de satisfacción.- Unas
tortitas caseras con algo de fruta y jamón.
La chica miró aquella y sonrió
agradecida.
-Muchas
gracias, Roy, yo…
Aunque apenas pudo decir más sin
comenzar a sollozar, visiblemente emocionada. Kerria enseguida se levantó para
abrazarla en tanto su padre sonreía, afirmando con humor.
-¡No tengas
miedo! Te aseguro que están muy buenas…no te intoxicarás. ¡Si lo sabré yo que
me habré comido diez o doce mientras las preparaba!
Al menos logró su propósito,
Samantha sonrió entre sus lágrimas.
-Muchísimas
gracias, de veras. Te prometo que me las comeré en una pausa.- Aseveró ella.-
El padre de su novia asintió, y tras
dedicarle una amable sonrisa se alejó, tarareando…
-¡Aijo, aijo!,
a casa a trabajar…que mi cubito no está…y cuando vuelva me va a regañar…por no
limpiar…
Ambas
chicas se quedaron viendo cómo se iba. Al fin Sam suspiró, enjugándose las
lágrimas para declarar llena de reconocimiento.
-Tu padre es
un hombre maravilloso.
-Sí, algunas
veces tiene sus cosas, pero en el fondo es muy bueno.- Convino ésta divertida,
para añadir visiblemente atónita.- Y tampoco es para tanto, mujer. Solamente
son unas tortitas. Y es verdad, las hace bastante bien.- Se rio.-
Sin embargo, y para su sorpresa,
Samantha movió la cabeza y musitó con voz queda.
-No es
sencillamente eso. Las tortitas son un ejemplo. Verás, desde que me trajiste a
tu casa he visto que tus padres me han tratado como a una más de la familia. Y
noto que se preocupan por mí. Hasta en el más nimio de los detalles. Les importo
más que a los míos, y eso que mis padres y mi hermana Terry ignoran la
naturaleza de nuestra relación. Para mí... es triste ver que mi propia
familia…-Sollozó una vez más.-
-Lo comprendo,
perdona.- Se apresuró a decir una cariacontecida Kerria, acariciando las
mejillas de su pareja.- Ya sabes que aquí te queremos…
-Lo sé.-
Sonrió su novia una vez más.- Y yo también os quiero, ¡a todos! Ojalá que un
día mis padres lo sepan y puedan entenderlo.
Y
tras esas palabras Sam le dio un largo y amoroso beso en los labios y se fue al
trabajo, con su táper de tortitas, eso sí. Kerria reflexionó sobre eso, era
cierto que sus padres se preocupaban por Sam, siendo conscientes de su
situación. La muchacha se lo agradecía a ambos desde el fondo del corazón. Se
sentía muy feliz por estar rodeada de unas personas como ellos y como el resto de sus familiares y
amigos. Amén de estar radiante desde que su sobrino nació. ¡Ojalá que Sam
pudiera ir muy pronto con ella a Bios y que todos supieran lo mucho que se
amaban! El caso es que, pese a todos esos problemas y contratiempos, Kerria se
sentía optimista. No era capaz de explicarlo pero, aparte de la lógica alegría
por la llegada de ese nuevo miembro de la familia, percibía una especie de
sensación de bondad y felicidad enormes cada vez que estaba con el bebé. Así,
con estos pensamientos y tras alguna que otra charla sobre temas más livianos,
la familia Malden prosiguió con su paseo en dirección a la casa de Leval y
Amatista. Poco antes de llegar coincidieron con Diamante que se despertó un
poco después de que su esposa hubiera salido. Al leer la nota que ella le
dejara se aprestó a asearse, vestirse y partir rumbo a la casa de su hija y su
de yerno.
-Vaya. ¡Pero
si es el principito! ¿Se puede saber qué hace su alteza por aquí tan de
mañana?– se sonrió Roy con jovialidad y tinte bromista. –
-¿Qué te
cuentas, granuja? Nada bueno, seguro. - Replicó de igual modo Diamante dándole
un rápido abrazo a su amigo. Para añadir de una forma afectuosa. - ¿Qué tal
estáis, Bertie, Kerria?
Las
dos le dedicaron sendas sonrisas.
-Muy bien,
gracias.- Respondió Beruche.-
El
príncipe de Némesis se unió al grupo y los cuatro fueron charlando animadamente
de camino a la casa de sus familiares, en tanto Diamante les comentaba…
-Pues mi
esposa se ha ido directamente para allá, ni se molestó en despertarme....
Un rato antes, en el domicilio de la
joven pareja Malden - Lassart, la muchacha fue a contestar cuando escuchó la
llamada del holo- portero, sonrió de inmediato al reconocer a su madre. Enseguida
abrió y la hizo pasar, tras los besos de rigor las dos se sentaron en el sofá
del salón, con la cuna del bebé a su lado. Amatista reanudó la conversación que
había mantenido por el video teléfono con ella. Esmeralda acunaba a su nieto y
le miraba con mucho amor mientras el crío hacía gorgoritos.
-¡Es una
preciosidad de niño! Nunca creí que el ser abuela me iba a gustar tanto.
Siempre pensé que sería una vieja que sólo comería sopa con la dentadura
postiza floja.
- Mira que
eres exagerada. ¡Ja, ja! Tú estás tan joven como en la visión que he tenido.
Sigues tan guapa como siempre, mamá,- la halagó una risueña Amatista. –
Su madre la obsequió con una agradecida mirada pero movió la cabeza
para rebatir.
- Eres muy
buena, hija, pero me veo envejecer día tras día. Ya no soy la muchachita que
era cuando llegué de Némesis, ni siquiera cuando me casé con tu padre. Es ley
de vida y las nuevas generaciones deben ir tomando el relevo de las viejas. -
Suspiró Esmeralda quien sin embargo añadió con un tono alegre. -Pero, ¿sabes
una cosa? No cambiaría nada de lo que he hecho...y ahora, soy la mujer más
feliz del mundo, de éste y de la Tierra...
- Estoy segura
de que así es. - Afirmó Amatista sonriendo también cuando le preguntó. - Por
cierto ¿dónde está papá?..
-Tu padre estaba dormido cuando me marché,
pero ayer, antes de acostarnos, me dijo que cuando se levantara le gustaría dar
una vuelta visitando el planeta. Le dejé una nota diciéndole que venía aquí,
aunque creo que se lo habría imaginado de todos modos. - Le contó Esmeralda
para conjeturar acto seguido. -Supongo que habrá quedado con Roy y Zafiro. Y si
lo que hablé ayer con Beruche cuando nos despedimos se confirma, creo que ella
y Kerria vendrán para acá ahora...
- Es estupendo
que estemos todos juntos, como antes. Tienes razón, mamá. - Convino la muchacha
siendo ahora ella la que comentó con nostalgia. - Parece que fue ayer cuando
estábamos todos juntos en la Tierra y yo iba al instituto.
-¡Ay, hija! -
exclamó Esmeralda con humor. - Pues ya
verás cuando tengas mi edad, si ahora el tiempo te parece que vuela...verás
entonces.
El niño comenzó a llorar
interrumpiendo esa charla. Amatista fue a levantar en brazos al pequeño preocupada, le preguntó a su madre.
-¿Crees que le
dolerá algo?...
- Me parece que
doler precisamente no.- Negó Esmeralda que olisqueó un poco para confirmar sus
sospechas y declaró. - No hija, simplemente necesita que le cambies los
pañales, los bebés son muy monos, pero también tienen estas cosas. ¡Dios mío!,
ya casi se me había olvidado lo que era esto. ¿Tienes talco y toallitas?
- Claro que
sí, están en ese estante.- Le respondió Amatista señalando a un mueble de
madera que estaba frente a ellas y pidiéndole a su madre. - ¿Me los puedes
traer, por favor? Yo mientras voy a cambiarle. - Le quitó al niño el pañal y
miró con una expresión de ligera aprensión y sorpresa para afirmar. - ¡Vaya!,
parece que sí, se ha hecho bastante...
- Se parece a
ti, ¡ja, ja!, ¡nunca olvidaré la primera vez que tuve que cambiarte! - Reía
Esmeralda que, según rememoraba eso, le trajo a su hija todo lo que necesitaba.
-
Amatista limpió y cambió al bebé
orientada por su madre, lo hizo bastante bien y el niño volvió a hacer
gorgoritos otra vez. Al cabo de un rato llamaron a la puerta, eran Roy, Beruche
y Kerria, junto con Diamante.
-¡Hola!,- las
saludó jovialmente Roy -¿qué tal están la abuela, la mamá y el niño?...- se
acercó al bebé que ahora pataleaba con ganas y estiraba sus bracitos, para
decirle. - ¡Eh muchacho! ¿Quieres que el abuelo te saque de ahí?
Obviamente
sin esperar respuesta, tomó en brazos al crío y empezó a hacerle cosquillitas,
el pequeño esbozó una especie de mueca que asemejaba una sonrisita al tiempo
que lanzaba unas babillas. Los demás miraban la escena como si estuviesen
hipnotizados.
- Me alegro de
veros - repuso Amatista que preguntó. - ¿Cómo encontráis al niño?...
- Está
precioso… ¿le has dado ya el pecho? - Preguntó Kerria curiosa y su cuñada
asintió con una sonrisa de satisfacción. -
- Os habéis
perdido su primera caquita,- declaró orgullosa Esmeralda que enseguida
rectificó entre risas para matizar. - ¡Aunque por lo que ha hecho más bien ha
sido cacota!
Todos rieron a causa de aquel
comentario y finalmente se sentaron y se pusieron a charlar. Así esperaron a
que Leval llegase, éste no tardaría mucho, debían aprovechar los pocos días que
tenían para estar juntos. Alrededor del niño había una atmósfera de gran paz y
alegría que casi podía tocarse, ¡ojalá que eso fuese así siempre! El grupo
hablaba entre sí con entusiasmo. Diamante propuso que podrían salir a reunirse
con Leval en el restaurante del planeta cuando el chico terminase el turno.
Amatista dudaba pues no quería sacar aun al bebé a la calle, su cuñada Kerria
le dio la solución, le propuso hacerse cargo del niño.
-¡Pero hija! –
le dijo Bertie con algo de pesar. - ¿Te vas a quedar aquí sola mientras todos
salimos a celebrarlo?
-No te
preocupes, mamá. No estaré sola. - Afirmó ella con visible satisfacción mirando
al crío. – Tengo muchas ganas de estar con mi sobrino.
-Si es lo que
tú quieres. – Pudo decir su padre observándola no sin sorpresa. –
-Bueno, ahora
lo único que falta es localizar a mi hermano y a Petz. – Terció Diamante. –
-Creo que
tenían pensado quedar con Sandy, Coraíon y su padre. – Le dijo Esmeralda que
ahora mecía al niño entre sus brazos puesto que había comenzado a llorar un
poco otra vez. –
-¿Me lo dejas?
– Le pidió Kerria a la diseñadora que asintió, pasándole la criatura...-
La
joven enseguida le acunó susurrándole alguna canción y el niño no tardó en
callarse y cerrar los ojitos ante la sonrisa de todos.
-Duerme,
chiquitín. - Le susurraba afectuosamente su tía acunándole con mucho amor.-
Amatista
la observó con atención. El rostro de su cuñada resplandecía al mirar al bebé.
Estaba claro que quería estar con él y cuidarle. Después tendría que irse de
regreso a la Tierra y no podría saberse cuando volvería a verlo otra vez. Tras
pensárselo un poco, aceptó su propuesta, confiaba en Kerria como si de una
hermana se tratase. Entonces Leval llamó a casa para preguntarle a su esposa
como estaban ella y el bebé. La muchacha le respondió que muy bien y acto
seguido le contó el plan. A su marido le pareció bien, aunque lamentó que Ky,
como él la llamaba, no les acompañase. Quedaron para reunirse cuando acabase su
turno dentro de una hora. Así, todos salieron menos Kerria, que, gustosa, se
quedó haciendo de canguro del pequeño. Eso sí, después de que Amatista, metida
ya a la perfección en su papel de esmerada mamá, le diese todo tipo de
instrucciones para su cuidado.
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