martes, 8 de marzo de 2011

GWT 2.154. Los primeros cuidados del bebé.

154. Capítulo 2. Los primeros cuidados del bebé.

 

 

En la sede provisional de los nuevos soberanos de la Tierra, en Tokio, la soberana sonrió con amplitud. Estaba sentada en un confortable tresillo en sus habitaciones junto a su esposo y su hija.

 

-¿Qué ocurre, mamá?- Quiso saber la joven Usagi al percatarse de esa gran y luminosa sonrisa. –

-Ya está aquí.- Fue la respuesta de la reina. –

-¿Te refieres a él?- Inquirió el rey Endimión –

 

Su mujer asintió. Su semblante reflejaba una gran alegría y les comentó a su esposo y a su hija con gran solemnidad.

 

-Nuestra tarea está próxima a su conclusión. Ahora que él se ha manifestado en este plano dimensional sólo es cuestión de tiempo.

-Pero tendrá que crecer todavía. – Objetó la princesa Usagi. – Aún deberán transcurrir años.

-Sí, así es, Chibiusa – replicó su madre que aún continuaba llamándola con ese cariñoso apodo. – Pero para nosotros eso apenas sí será un instante. Desde ahora tendrás que estar más tiempo en el siglo treinta. Tú te ocuparás de ayudar a nuestras futuras versiones allí.

-Comprendo.- Musitó la jovencita.- Mi misión aquí tiene que ver también con ellos, ¿no es así?

-Así es.- Admitió su madre, alegando a continuación.-Y además debes ir reintegrándote a tu lugar temporal. Tampoco Luna, Artemis y Diana pueden hacerse cargo ya de todo. Nosotros debemos permanecer aquí dado que todavía nos queda algo crucial que hacer.

-De todos modos, desde este momento limitaremos nuestras intervenciones a lo mínimo necesario. - Les recordó Endimión. –

-Daré instrucciones a todas las guerreras guardianas e informaré a  Neherenia y a los saiyajin.- Afirmó Serenity que sentenció. – A partir de ahora solamente deberán intervenir en asuntos muy concretos. –

-Y entre tanto. ¿Qué harán? – Se interesó la princesa.-

-Que disfruten de la vida. Bien se lo han ganado.- Afirmó Endimión con el beneplácito de su mujer.-

-Bueno.- Puntualizó ella sin embargo.- Todo lo que sus nuevas obligaciones como princesas planetarias y embajadoras de nuestros reinos ante los gobiernos y las personas de la Tierra les permitan.

-Por lo menos, parece que la época de las batallas ha terminado.- Suspiró la joven Usagi.-

-Sí, hija mía. Ahora entramos en un nuevo capítulo.- Declaró su madre.-

 

            Aunque Serenity no estaba tan confiada, por su ya larga experiencia, sabía que las cosas no solían ser tan sencillas. Siempre había algo más aguardando, y más tras un periodo de calma, el que solía preceder a la tormenta. Pensaba a su vez en su amiga y aliada la princesa Kakyuu.

 

-Ella y las Star lights tendrán mucho trabajo para proteger su zona y al planeta Nature. Van a pasar muchas cosas allí, algunas muy serias, pero están fuera de nuestro radio de influencia. -Meditó.-

 

            Y es que, pese a la gran victoria de la nave SSP-2, sobre ese tirano espacial, acaecida antes de la crisis de la Nada, la soberana sabía que los problemas, lejos de haber terminado en ese lugar de la Galaxia, darían muchos quebraderos de cabeza a sus amigas.

 

-Aquí también tendremos mucho de lo que preocuparnos.- Pensaba concernida.-

 

            Sin contar claro, con los sucesos de ese remoto futuro, que, tarde o temprano tomarían carta de naturaleza.

 

-Todo ello deberá acontecer, para que se cimente la historia. Y será muy duro. - Meditaba.-

            No obstante, aquel era un momento venturoso para todos y no deseaba estropearlo con ese sentimiento de pesimismo, se limitó a guardar silencio, dejando que su esposo tomase la palabra.

 

-Ha merecido la pena.- Afirmó Endimión precisamente recordando. – Todavía me viene a la memoria cuando combatimos junto a ellos contra los demonios, después contra los ataques de ese tal Gralas. –

-Sí eso estuvo muy bien. Y tampoco olvidéis mis colaboraciones y las de las asteroides con Neherenia y con las Justicieras de la segunda generación. Hicimos un magnífico equipo. ¿No creéis? – Se reivindicó Chibiusa. –

-Lo hiciste muy bien, hija mía. – Afirmó la soberana que pese a todo, añadió. – Pero eso ya va tocando a su fin. Les hemos apoyado y guiado pero hora es ya de que ellos mismos labren su propio futuro y terminen de escribir los capítulos de sus historias sin nuestra ayuda.

-Sí mamá. Lo sé – admitió la princesa que no obstante, recordó con talante pensativo. – Pero todavía nos falta hacer lo principal.

-Todo a su tiempo- repuso enigmáticamente Endimión. – Eso será al final…

 

Su hija convino en ello. Al poco se marchó a la búsqueda de sus sailor Asteroides para volver una temporada al futuro. La reina por su parte ordenó llamar a sus guerreras. Con la excepción de Ami que estaba en Bios visitando a sus amigos. Aun les quedaba mucha tarea por hacer.

 

-Princesas.  Tenemos que discutir unos asuntos.

-Como digas, Majestad. - Sonrió Marte, añadiendo.- Por cierto, feliz Navidad y próspero año nuevo.

-Sí. Lo mismo os deseamos a todas.- Sonrió su interlocutora.-

-Dinos. ¿Qué vamos a hacer ahora?- Quiso saber Minako.-

-Como princesas planetarias vuestras obligaciones de luchar han terminado. No obstante, ahora tendréis muchas en el campo diplomático y de representación.

-¡Uf! – Suspiró Haruka moviendo la cabeza con poca convicción.- Pues eso no es precisamente lo mío.

-No te preocupes, cariño.- La animó Michiru tomándola de una mano y añadiendo para provocar la sonrisa del resto. - Ya te diré como va eso…básicamente se trata de evitar comentarios sarcásticos…

 

            La aludida asintió con una media sonrisa. Las demás prefirieron dejarlas a su aire.

 

-Majestad. Entonces. ¿Cómo deberemos proceder de ahora en adelante?- Quiso saber Hotaru.-

-Os iremos asignando cometidos. En vuestra calidad de representantes del Milenario de Plata y del reino de Cristal Tokio.- Replicó en este caso Endimión.-

-Eso es. Veréis. - Pasó a enumerar Serenity.- Rei. Tú serás la encargada de tratar con los gobiernos terrestres en materias como la religión y las creencias. Nos interesa dejar patente el respeto por todas ellas. Ya están surgiendo voces que así nos lo recriminan. No somos dioses ni queremos ser tratados como tales. ¿Verdad, Princesa de Marte?

-Así es, Majestad.- Asintió la interpelada. -

-A Ami, como Princesa de Mercurio, iba a encargarle el área de salud y ciencia. Pero como no está presente…-Suspiró la soberana observando el sitial vacío de la aludida.-

-Fue a Bios. Roy se lo pidió. Ella dijo que iba a llevar también a su madre para no dejarla sola. Tenía la intención de asistir en el parto a Amatista.- Les informó Makoto.-

 

            Los soberanos se miraron con gesto cómplice y asintieron. Ya estaban al tanto de eso. Fue Endimión el que comentó con buen talante.

 

-Excelente. Todo debe estar bien asegurado. Vistos los resultados, Ami se ha ocupado a la perfección de que el niño haya nacido sin contratiempos. Y ya imaginaba yo que iría.

-¿Y cómo lo sabíais  Majestad?- Le inquirió Seren.-

-Yo también soy médico.- Sonrió él.- Sé que Ami no iba a quedarse tranquila con otro facultativo asistiendo a la esposa de su ahijado…Más cuando ella ayudó en el nacimiento del propio Leval y de su hermana Kerria.

-Bien, volvamos al tema que nos ocupa. – Intervino la reina que indicó a Makoto.- Princesa de Júpiter. Tú te encargarás de los asuntos relativos al medio ambiente y la alimentación. Trataremos de ayudar a que la humanidad avance en ese campo. Las cosas están difíciles y este planeta debe guiarse por el camino de la sostenibilidad y el respeto a su biodiversidad.

-Como tú dispongas, Señora.- Asintió ella guiñándole un ojo.-

 

            Usagi, o mejor dicho, Serenity, sonrió divertida, aunque enseguida recobró su aparente seriedad para proseguir.

 

-Minako. Hazte cargo de las ayudas a los más necesitados y de la protección de los débiles. Tenemos que hacer que la solidaridad se extienda por el mundo. El amor por los demás y por todo lo bueno que nos rodea es lo más importante y tú eres su Mikado. Princesa de Venus.

-Lo haré con mucho gusto, Majestad. - Asintió la aludida. -

-Princesa de Neptuno. Tuyas serán las competencias en las artes. Protege y brinda ocasión a los jóvenes artistas de medrar. Patrocina a los que muestren talento, e incluso a otros que tengan genuinos deseos de expresar sus buenos sentimientos por cualquiera de los tipos de arte que existan.

-Así lo haré, Majestad. - Afirmó la interpelada haciendo una leve reverencia. -

-Princesa de Urano. Te encomiendo la misma tarea para los deportes y todas las actividades que impliquen superación personal y la búsqueda de la igualdad entre las personas. Tu pasión estará bien encauzada por ahí.

-Gracias Señora. No lo dudes, lo haré bien.- Sonrió Haruka, contenta por tener semejante cometido.-

-Princesa de Saturno. Ocúpate de ser nuestro enlace con las fuerzas  de defensa del planeta y apoya la investigación y la innovación. Como además trabajabas con las empresas de Masters eso te será de gran ayuda.

-Sí Majestad. – Asintió ella que no parecía demasiado convencida.-

-Sabemos que estudiaste enfermería y que desearías implicarte en proyectos más humanitarios. No hay inconveniente si de vez en cuando, le echas una mano a Ami.- Afirmó Endimión.-

-Gracias, Señor.- Sonrió ahora la muchacha, que pareció más animada al oír aquello.-

 

            Y por último, la soberana dedicó su atención a Seren y le pidió.

 

-Princesa de Plutón. Tu cometido será mantenernos en contacto con tu pueblo, los saiyajin. Y asimismo con el reino de la Luna Blanca y los planetas Bios y Nature. Aunque en éste último es mi amiga la princesa Kakyuu quién tiene la jurisdicción. Y lo de Nature... bueno, por ahora es confidencial. Los terrestres y los biosanos no están al corriente de la llegada de su nave allí…todavía. Aunque pronto se enterarán.- Remachó esbozando una alegre sonrisa.-

-No os preocupéis, mi Señora. Os mantendré en contacto e informada.- Afirmó la interpelada.-

-Delega si quieres en Doran para que trate con Neherenia.- Le indicó Endimión, añadiendo comprensivamente.- Tus cometidos serán muy amplios dada su lejanía entre sí. Y entendemos que te resultará muy complicado a veces el atenderlos todos.

-Haré todo lo que esté en mi mano por serviros a vuestra total satisfacción.- Aseveró la joven princesa.-

-Una pregunta, Majestad. - Terció la princesa de Marte.- ¿En el caso de que se solapen competencias? ¿Decidiréis tú y el rey quién deba de ocuparse del asunto?

-En ese caso Rei, las implicadas podréis colaborar a vuestra mejor conveniencia. Si no llegáis a un acuerdo, ya nos ocuparemos de mediar.- Sonrió Serenity.-

-¿Y en casos que no pertenezcan a ninguna de nosotras?- Inquirió ahora  Júpiter.-

-Pues, entonces, cuando esa contingencia se produzca, nos reuniremos y deliberaremos quién debe de encargarse.- Repuso en esta ocasión el monarca.- O bien lo hará quien de nosotros se halle en mejor posición para hacerlo. Lo mismo para cuando haya que representarnos de forma oficial en momentos y lugares a los que no pudiéramos acudir. Dado que la Pequeña Dama va a estar ausente gran parte del tiempo, de vuelta en el futuro.

-Pues si no tenéis ninguna pregunta más, podéis retiraros.- Las autorizó la soberana.-

 

            Y las princesas planetarias, tras hacer una reverencia, se marcharon cada una a ocuparse de sus nuevos cometidos…

 

-Bueno, ¡allá van! - Suspiró Serenity, remachando.- Espero que todo salga bien…

-Sí, ya las conoces.- Quiso tranquilizarla su esposo.-

 

            Aunque la interpelada se rio y con un tono entre pícaro y hasta divertido, remachó arrancado la sonrisa de su marido…

 

-¡Por eso mismo!

-En fin, esta nueva vida de palacio va a ser distinta.- Comentó Endimión.-

-Sí… y supongo que aburrida.- Pudo añadir su esposa que entonces comentó.- ¿Sabes? Fue muy bonita nuestra proclamación y sobre todo, lo que me hizo mayor ilusión fue cuando pude traer aquí a mis padres y a mi hermano.

-Es cierto.- Sonrió su marido.-

 

            Ambos recordaban ese  momento. Tras aquellos discursos y parabienes tuvieron que hacer una gira por algunos países. En todas partes fueron aclamados. Por fin llegó el turno de Japón. En Tokio, una vez pronunciados los discursos de rigor y en modo privado, Serenity se ocupó de pedir a las autoridades locales que contactaran con la familia Tsukino.

 

-Son unos buenos amigos. Desearíamos recibirles.- Comentó sin dar explicaciones.-

 

            Sus deseos por supuesto fueron órdenes. Todavía sin sede permanente los soberanos utilizaron las instalaciones de la Masters Corporation.  En ellas se habían remodelado un par de salas de juntas para tornarlas en un magnificente salón de audiencias. Ambos monarcas esperaron sentados en sus tronos, y rodeados de medidas de seguridad y de las princesas planetarias. Aunque estas últimas se retiraron para dejarles algo de intimidad. Al poco, un chambelán anunció la llegada de los invitados.

 

-La familia Tsukino, Majestades

-Que pasen, por favor.- Indicó la emocionada soberana.-

 

            Y allí entraron, mirando alrededor con perplejidad. Ikuko, Kenji y Shingo, que esta vez vino sin su novia. El trío observaba atónito todo aquel esplendor de lámparas de cristal, alfombras rojas y esa corte llena de tipos uniformados de militares con el distintivo del UNISON en posición de firmes, flanqueando ambos lados de ese largo pasillo que conducía directamente a los monarcas. Sin embargo, Serenity no pudo evitar romper el protocolo y se levantó descendiendo hacia los que nunca dejó de considerar como a sus padres y su hermano.

 

-¡Bienvenidos!- Exclamó abrazándose  a los tres.-

 

            Tras unos momentos en los que ambos ancianos apenas supieron que hacer fue Shingo quien pudo decir mirándola atónito, una vez que se separaron de ese abrazo.

 

- ¿Realmente sois mi hermana, Majestad?

 

            Y es que ante los perplejos ojos del joven, aquella hermosa y rubia soberana en nada se parecía a su hermanita de rasgos orientales y cabellos oscuros, incluso le daba la impresión de que era algo más alta.

 

-Sí Shingo. ¡Claro que sí! - Sonreía ella con lágrimas en los ojos. -  Para ti siempre seré la tonta de Usagi…Entiendo que este aspecto os desconcierte. Pero es el que tenía en mi anterior encarnación. – Les desveló.-

-Es que todavía no puedo creerlo - Terció Kenji, realmente abrumado por todo lo que veía a su alrededor. - Es todo tan impresionante.

-Estáis en la sede provisional de nuestro reino - Les explicó la joven. - Aquí, dentro de poco, se levantará el palacio real. Será conocido como palacio de Cristal Tokio.

-Hija mía. ¿Puedo llamaros así?- Inquirió Ikuko con tímida prevención.-

 

            Serenity corrió a abrazarla y asintió acariciando las mejillas de su madre  y apresurándose a responder.

 

-Por supuesto que sí, yo soy vuestra hija...siempre lo seré. Por favor, venid con nosotros. Pasaremos a unas habitaciones más privadas y confortables y os lo explicaremos todo…

 

            Y dando la mano a sus padres les guió hacia una puerta situada tras el trono. El rey Endimión se levantó a su vez saludando a los invitados. Él mismo abrió esa puerta y les rogó que pasaran. Al fin, en  un sofá donde se sentaron, Serenity comenzó.

 

-Soy la reencarnación de la princesa de la Luna, Selene, después llamada Serenity. Y Mamoru lo es del príncipe de la Tierra, Endimión. En épocas muy remotas morimos tras luchar contra los poderes de la oscuridad. Pero revivimos en este mundo, en esta época. Y yo… yo tuve la suerte de nacer en el seno de vuestra familia.- Pudo rematar visiblemente emocionada para agregar.- Al poco de cumplir los catorce años, Luna, mi gata, apareció y me desveló quién era. Me dio la capacidad de transformarme en Sailor Moon y de luchar contra el mal…

-¡Un momento! – La señaló Shingo atónito para exclamar- ¿Tú eras la Guerrera de la Luna?

-Sí.- Sonrió la interpelada.- Siempre fui yo…y mis compañeras y amigas, Ami, Rei, Makoto y Minako también eran guerreras. Respectivamente, Mercurio, Marte, Júpiter y Venus.

-¿Ami era la guerrera Mercurio?- Se asombró Shingo suspirando para agregar.- Debí haberlo sospechado, aquella vez que nos perdimos en ese bote…

-Es increíble.- Pudo añadir Kenji.- Pero ahora…siendo como eres una reina, nosotros no somos ya tu familia…quiero decir, que no tenemos sangre real ni ninguna de esas cosas.

-Vosotros sois mi familia. Nunca lo dudéis.- Repuso la muchacha.-

-Desde luego. Y os estaré eternamente agradecido por cuidarlas. A mi esposa Serenity y a nuestra hija…-Terció Endimión.-

-¿Hija?- Se sorprendió Ikuko tratando de pensar.- No sé…Nunca tuvimos más hijas…

-Me refiero a Chibiusa, mamá.- Sonrió Serenity quién, tocando una especie de botón que tenía en la pared, afirmó.- Ella está deseando veros otra vez.

 

            Y entonces entró la princesa Chiba ataviada con otro largo y hermoso vestido blanco, su pelo rosado con su típico peinado, aunque luciendo como una hermosa joven que aparentaba rondar la veintena. Entre lágrimas corrió a abrazarse a papá Kenji y mamá Ikuko, y luego a Shingo, tal y como su madre hiciera antes.

 

-¿Pero cómo es posible?- Pudo preguntar la emocionada Ikuko.- Yo creí…, creía que eras una prima lejana, siempre lo pensé…

-Es una larga historia.- Sonrió Chibiusa.- En realidad eres mi abuela. Papá Kenji es mi abuelo y Shingo es mi tío. Yo provengo del futuro…del siglo treinta para ser más exactos.

 

            Y de nuevo sentados los Tsukino escucharon asombrados la historia. Chibiusa les narró como viajó atrás en el tiempo a pedir ayuda a la legendaria Guerrera Luna. Como ella logró salvarla junto con el futuro y las posteriores aventuras que vivieron.

 

-¿Y Chibi, Chibi?- Quiso saber Shingo.-

-Ella no formaba parte de nuestra familia, era la esencia pura de una buena amiga.- Le contestó Serenity no queriendo complicar aquello aún más.-

-En todo caso, eres una persona realmente maravillosa.- La alabó Kenji, para sentenciar.- ¡Quién no estaría orgulloso de ti, es un honor haberte tenido en la familia!

-Por eso os pregunté aquello en esa ocasión, cuando vine a veros.- Les recordó la soberana repitiéndolo.- Quería saber si estabais orgullosos de mí. Pero no de la reina Serenity. Sino de Usagi Tsukino.

 

            Aunque ahora fue el turno de Ikuko de acariciar las mejillas de esa esplendorosa reina y susurrarla con familiaridad y dulzura, como cuando acostumbraba a hacer al creerla su hija, hacía ya tanto tiempo.

 

-Cariño mío… ¿De verdad crees que hay alguna diferencia entre Serenity y Usagi para mí?

-Sí, mamá. Bueno, no sé si para ti la hay. Pero son personas muy distintas.- Suspiró ella luchando por no llorar, aunque sin apenas conseguirlo al responder.- Usagi era una niña alocada, de buen corazón, quizás algo perezosa y llorona, pero inocente y con sentimientos puros…llena de compasión y de ganas de ayudar. Por el contrario, Serenity es una soberana que ha tenido que tomar decisiones muy duras y difíciles y que ha recibido muchos conocimientos y responsabilidades. Ha luchado contra el mal, se ha enfrentado a él sin cuartel y se ha visto obligada a ser muy dura en muchas ocasiones. Muchas veces no se puede permitir el lujo de compadecerse por otros. Incluso tiene que hacerles sufrir. Y siendo princesa fue a veces muy egoísta, pensando solamente en su propia felicidad. Por eso, una parte de mí quisiera seguir siendo Usagi, solamente Usagi…pero ya no me es posible…

 

            Lloraba ahora llevándose las manos a la cara ante las miradas consternadas del resto. Diríase que las lágrimas que brotaban de sus ojos brillaban como diamantes. Sin embargo, Ikuko enseguida tomó un pañuelo y se la enjugó regañándola con tono suave y afectuoso.

 

-No seas tonta…Pese a tu aura de majestad, y todo tu poder, lo que al final eres es un ser humano, con virtudes y defectos, hija. No me importa si dices venir de Luna. Tienes los mismos sentimientos que cualquiera. Y esa parte de ti que llamas Usagi, nunca, nunca desaparecerá. ¿Me oyes? ...Porque es una e indivisible con la que llamas Serenity…Por eso no hubo, ni habrá nunca diferencia ninguna para mí.

 

            Ante aquellas palabras la aludida sonrió llena de alegría y abrazó a esa buena mujer a la que nunca iba a dejar de llamar mamá. Entonces agregó…

 

-Mi madre en la Luna, Serenity, sabía bien a donde me enviaba. Gracias por todo cuanto habéis sido para mí…

-Somos tus padres, ¡qué menos! - Intervino un también emocionado Kenji.- Te queremos mucho, hija.

-Así es, hermanita. No te apures, siempre podremos discutir por comernos la última tortita.- Añadió Shingo dándola un afectuoso abrazo, remachando divertido.- No pienses que por ser reina te la daré.

 

            Así prosiguieron con la reunión familiar, riendo, llorando y recordando los viejos tiempos. Las princesas planetarias  también entraron al cabo de un rato y agradecieron a esa maravillosa familia las veladas que pasaron en su casa y todo lo que habían hecho por ellas.

 

-Siempre fuisteis unas jovencitas muy agradables y muy buenas amigas de mi hija.- Las alabó Ikuko.-

-Muchas gracias, señora Tsukino.- Repuso Rei con evidente tono de respeto y cariño.-

-Somos sus princesas guardianas, pero también sus amigas.- Añadió Venus, con el mismo talante que su compañera.-

-Yo no entiendo de eso que habláis sobre guardianas y princesas. Lo que sí sé es que queréis mucho a Usagi, bueno, a Serenity.- Se corrigió la mujer, agregando.- Y que siempre habéis estado a su lado, en los buenos y en los malos momentos. ¡Ojalá que siga siendo así!

-Así será, señora. Se lo prometemos. - Convino afablemente Makoto.-

-Ella también ha estado ahí para nosotras. Y no como soberana, sino como amiga. - Añadió Ami.-

 

Y de este modo entre agradables conversaciones y rememorar el pasado, tras un tiempo más, finalmente los Tsukino se despidieron. Ahora Serenity salía de aquellos recuerdos para sentenciar con un suspiro de alivio y alegría.

 

-Al menos sé que siempre les tendré ahí, y que, después de todo, puedo seguir manteniendo un poco de Usagi dentro de mí…

 

Su esposo asintió y ambos se retiraron a descansar, agotados tras los últimos acontecimientos. Entre tanto en Bios todos se divirtieron mucho y festejaron hasta altas horas de la madrugada, finalmente dejaron solos a Amatista y Leval. Ambos se fueron a acostar no sin antes llevarse la cuna del pequeño Asthel con ellos a la habitación. En la Tierra mientras tanto, Mazoui y su familia estaban celebrando la cena. Satory estaba con su padre y había quedado con su novio para verse más tarde.

 

-Bueno hija.- ¿Cómo estás?- le preguntaba el millonario en tanto les servían la cena en aquel enorme comedor que poseía en su mansión de su isla privada. –

-Estoy muy feliz.- Afirmó la muchacha añadiendo. – Lo único que me falta sería que todos pudiéramos haber cenado juntos.

-Se lo propuse a Mazoui, pero él me dijo que sus padres ya tenían preparada la velada. Creo que tenían muchas cosas que contarse y deseaban intimidad familiar. No te inquietes, tendremos más ocasiones. – Repuso Ian con tono jovial. –

 

Satory asintió haciéndose cargo. Entonces uno de aquellos servidores robots que su padre tenía le sirvió el primer plato.

 

-¡Vaya! - comentó la chica. – Este es un modelo nuevo. En la SSP-1 eran mucho menos sofisticados.

 

La muchacha recordaba que en su travesía a bordo de ese gran asteroide se habían llevado algunas de esas droidas diseñadas por Zafiro y Diamante para ayudarles en las tareas más pesadas de carga y descarga o para actividades peligrosas. Pero los androides que fabricaban ahora en la Masters Corporation estaban ya mejor acabados y eran cada vez más semejantes a las personas. Algunos modelos incluso sonreían.

 

-Es verdad.-Admitió el millonario, explicando a su hija.-  Daniel y Mimette también han trabajado mucho en este campo. Sus diseños y especificaciones han mejorado muchísimo la capacidad de los droidas. Por cierto, su hija Mimí también es una chica muy brillante. Lástima que Keiko, la hija de Souichi y Kaori, se fuera en la SSP-2. Las dos hacían un buen tándem en la división de robótica. - Apuntó Ian en tanto uno de esos androides le servía a él. –

-Sí, una pena, pero seguro que cada una de ellas encontrará también buenos compañeros y amigos.- Afirmó su hija.-

-Puede que en el futuro no tengamos ya que salir a explorar y enviemos a estos robots. ¿Estaría bien, verdad?- sonrió su padre. –

 

Aunque para su sorpresa la muchacha negó con la cabeza para aseverar.

 

-Nunca podrán sustituir a los seres humanos. Cuando viajé me di cuenta de ello. Nuestra especie es curiosa y exploradora por naturaleza. Y aunque a veces pagamos un alto precio por ese espíritu tan audaz, creo que mereció la pena.

 

Masters observó a su hija visiblemente impresionado. Satory había madurado mucho después de ese año a bordo del asteroide. La despidió siendo una muchacha tímida y muy reservada, sin apenas deseos de salir de su biblioteca o del laboratorio, con apenas capacidad para relacionarse y la recibió convertida en toda una mujer valerosa y decidida a luchar por lo que quería, con un magnífico prometido y rodeada de estupendos amigos y compañeros. Asintió para replicar.

 

-Puede que tengas razón, cariño. Has vivido una experiencia inolvidable y has contribuido a abrir un nuevo camino. Ahora, tras la llegada oficial de la reina Serenity y del rey Endimión al trono, nada será ya lo mismo.

-No lo creas. El mundo sigue girando como siempre, papá. - Rebatió ella añadiendo incluso con un toque de sutil e irónico humor. - Y ahora tendrás muchas más oportunidades de negocio, oficialmente con los reinos de la Luna y el de los saiyajin. Por no hablar de Bios…

 

A lo que Masters replicó esbozando una pícara sonrisa, de esas que tenía cada vez que se le planteaba un reto apasionante en sus negocios, para confirmar.

 

-No creas que no lo he pensado ya. Y eso me lleva a la siguiente cosa que quería comentarte…

 

Su hija entonces se puso más seria puesto que, por el tono que había adoptado su padre al final de esa frase la cosa parecía que iba a ser importante y le escuchó con suma atención…

 

-Verás Satory, se trata de que…

 

Por su parte Mazoui estaba cenando con los suyos en un ambiente de alegre jovialidad y en el momento del nacimiento de Asthel sintió que una enorme oleada de energía le llegaba desde muy lejos. Se levantó de pronto ante la sorpresa de su familia. Su madre le miró extrañada y le preguntó.

 

- Hijo, ¿qué ocurre?...

- Ya ha nacido, mamá...- repuso el chico con una gran sonrisa. - Todos le escuchaban con gran atención y extrañeza  sobre todo cuando agregó. - El hijo de Leval y Amatista...lo he sentido, incluso desde aquí puedo notarlo con claridad. ¡Es una gran luz que ha llegado a nuestros mundos! Diría que al universo entero.

- ¡Eso quiere decir que la prima Kerria es tía y que el tío Roy y la tía Beruche son abuelos, es maravilloso! - declaró una entusiasmada Katherine. -

- Ese niño es muy especial...hará cosas que nosotros no podemos ni imaginar.- Les desveló Mazoui  que hablaba con la voz queda  y teñida de admiración. -

- Tú nunca te has equivocado con tus visiones, ni con tus presentimientos, hijo. Pero ¿cómo has podido sentir su energía desde aquí?,- le preguntó Mathew realmente sorprendido. -

- No es una energía puramente física. Tiene una dualidad - le explicó su interlocutor que entonces añadió con urgencia - debo llamar a Satory y decírselo. ¡Tenemos que ir a verle!

- Hijo...es un acontecimiento maravilloso, pero, por favor, llama a Satory después, podemos vernos tan poco. Acabemos de cenar y luego la llamas...- le rogó Karaberasu. -

 

            Mazoui asintió y se dejó convencer por su madre, se sentó dispuesto a terminar la cena, Katherine entonces le dijo muy divertida.

 

- Bueno... ¿y para cuándo voy yo a poder ser tía?

- ¡Qué cosas tienes, Kat!- rio su hermano que dirigió la pregunta hacia Karaberasu. - ¿Tú también piensas eso, mamá?...

-¡Calla!  Yo todavía soy demasiado joven para ser abuela. - Dijo ésta en su jocoso tono de broma habitual. -

 

            Todos se rieron mucho, había un gran ambiente antes y ahora incluso se sentía una mayor felicidad rodeándoles a todos.

 

-¿Qué sabéis de la tía Alannah.- Preguntó Kathy.-

-No mucho, sigue por ahí, viajando por el mundo.- Comentó su padre, suspirando.- Mi hermana siempre ha ido tras cualquier cosa que le fascinase.-

-En eso es igualita a ti, cariño.- Terció Karaberasu mirando a su hija con orgullo.-

-No sé si las primas Suzanne y Bridget estarán muy de acuerdo con eso.- Se sonrió trémulamente la joven.-

 

            Todos sabían la escasa relación que esas chicas tenían con su madre, y con ellos. Sobre todo Bridget. De modo que ni Karaberasu, ni Mathew, quisieron seguir con ese tema. Prosiguieron charlando sobre cosas más agradables como el futuro y los planes de sus hijos. Por fin, al terminar la cena y fiel a su intención, Mazoui llamó a Satory para decirle lo que había sentido. Ella se alegró mucho y le dijo que su padre se pondría en contacto con Bios para saber si era cierto.

 

- Papá.- Le contó Satory a Ian Masters que estaba terminado de cenar.- Leval y Amatista han tenido un niño…

- Me alegro mucho por ellos, seguro que Diamante y Esmeralda estarán muy contentos. ¡Cómo pasa el tiempo!- sonrió el millonario para afirmar con tono inexorable. - Dentro de poco tú también me harás sentir aun más mayor ¿verdad hija?

- Yo…- La muchacha se sonrojó y sonrió respondiendo con timidez. - No lo sé papá, aun nos queda bastante para que Mazoui y yo nos casemos.

- No lo creas, un año pasa muy rápido, ya lo verás. De todas maneras si quisierais casaros antes...yo podría ayudaros.- Se ofreció Ian,  añadiendo. - Piensa en lo que te he propuesto.

- Desde luego - le reprobó cariñosamente su hija  con una sonrisa al declarar. - Pero papá, ya te he dicho que queremos salir adelante por nosotros mismos.

- Por lo menos me dejaréis haceros un regalo de boda...

-¡Cómo eres!- suspiró Satory meneando la cabeza con simpatía y haciéndole un cariñoso reproche. - Nunca cambiarás, siempre tienes que salirte con la tuya de una forma o de otra...

 

            E Ian, consciente de que así era, sonrió jovialmente levantando su copa. Para añadir.

 

-Mazoui es un gran chico y además muy inteligente y capaz. Me llegaron informes de su actuación y la de Leval durante el viaje. Y tiene un gran futuro por delante. Igual que tú… Solamente dile lo que hemos hablado.

-En cuanto pueda se lo comentaré. – Le contestó su hija, que de inmediato pasó a objetar. – Aunque no creo que esté interesado, al menos por ahora.

-Bien, de momento no tengo prisa. – Convino su padre que remachó. – Soy joven todavía.

 

Y hablando de Mazoui, una vez charló con sus padres y terminaron de cenar, ayudó a fregar un poco los platos. Manías de su madre que no gustaba de poner la vajilla buena en el lavaplatos. Mathew terminó retirándose pronto a descansar tras despedirse de sus hijos, puesto que tenía guardia en el hospital temprano a la mañana siguiente y se notaba cansado.

 

-Me pesan algo las piernas.- Comentó.- Debe ser que me hago viejo.

-¡No digas tonterías, papá!- Intervino afablemente Kathy.- Sigues siendo todo un apuesto hombretón irlandés.

-Gracias, cariño. Con fans como tú uno no se puede quejar.- Afirmó Mathew,dándo un beso en una mejilla a su hija.- Hasta mañana Mazoui.- Se despidió del chico.-

-Hasta mañana, papá.- Asintió él.-

 

 Karaberasu al poco rato también se fue a acostar tras darles sendos besos a sus vástagos. Finalmente los dos hermanos quedaron solos en el comedor. Kathy suspiró, se sentía un poco cansada aunque por lo demás estaba bien. Pero tenía muchos deseos de poder charlar con su hermano a solas. Él lo percibió claramente y le preguntó a la muchacha con una buena dosis de afecto.

 

-¿Cómo estás, Kat?

-Mucho mejor, gracias a ti y a otras buenas amigas. – Respondió la chica con tono suave. – No sé cómo darte las gracias. A ti y a Minako por ayudarme. Y sobre todo, por no decírselo a papá y mamá.

-Eres mi hermana y te quiero.- Declaró él levantándose del sofá en el que estaba para abrazarla por la cintura. – Sabes que siempre podrás contar conmigo.

-Te eché tanto de menos cuando te marchaste. – Le confesó ella, enumerando no sin pesar. – Y después la universidad, el grupo, mis actuaciones como justiciera. Apenas sí me tenía en pie.

-Lo comprendo- le susurró su hermano al oído, tomándola de la mano y haciéndola sentarse en el sofá para hacerlo también él a su lado y sentenciar. – Sé que debió de ser muy duro para ti. Pero aun así, Kathy. Te repito lo que ya te dije entonces. Cuando retorné.

-Me acuerdo de ello. Tienes razón, eso no lo justifica. Ni tampoco era el camino correcto. Ahora me he dado cuenta. La prima Kerria está tan ocupada o puede que incluso más que yo y ella no recurrió a eso.

-Cada una de vosotras es diferente, no debes compararte con nadie. Las personas, cada una en particular, tienen sus propias circunstancias. – La animó Mazoui. –

-Lo sé. Sé que no debo compararme- Suspiró la muchacha, comentando pese a todo.- Pero si lo piensas, veo a Amatista casada con el primo Leval y siendo ya madre. A Kerria con Samantha, luchando por entrar en Harvard y grabando discos. Y a Idina, feliz en Bios con sus niños y ahora pasando unos días con su amiga Nehie.

-Y tú en la facultad de periodismo, siendo una justiciera y grabando canciones también. – Le recordó afectuosamente su hermano remachando. – No tienes nada que enviarle a ninguna de ellas.

-Hay una cosa que sí las envidio.- Pudo admitir la chica ante la mirada inquisitiva de Mazoui, sobre todo cuando ella sentenció. – Su voluntad. Han salido adelante y han superado sus problemas y sus retos, sin ningún tipo de ayuda extra. Ya me comprendes. Me siento como si hubiese hecho trampa.

-No pienses así – le pidió el chico rodeando cariñosamente con uno de sus brazos los hombros de ella. – Kat, tú eres una chica maravillosa. Siempre me apoyaste y supiste tomar el relevo de mamá como justiciera. Has vivido muchas cosas. Pero también eres humana. Nadie es perfecto. Y todos somos muy afortunados de tenerte. Recuérdalo siempre. Por encima de todo te queremos a ti, no a lo que consigas o hagas. Por bueno y meritorio que sea. Y has hecho muchísimas cosas buenas, nunca lo olvides.

-Gracias  Yo sí que soy muy afortunada por teneros a todos. – Pudo sonreír la chica. –

-¡Calla tonta! – Le pidió él estrujándola con delicadeza para decir. – Mejor será que nos vayamos a dormir. Mañana habrá muchas cosas que hacer.

-Sí, tienes que ir a buscar a Satory. – Le recordó su hermana que, una vez liberada del agarre añadió con tono afectuoso en tanto le besaba en la mejilla. – Hasta mañana, Mazzy. Y gracias por creer en mí.

- No hay de qué. Hasta mañana, Kathy. – Repuso él besándola a su vez en la frente con suma afectuosidad. –

 

 Y su hermana se fue a su habitación. Suspiraba más animada. Desde luego que fue una dura prueba. Se prometió no volver a caer nunca más en eso. ¡Ojalá que pudiera mantenerlo! Por ahora las cosas estaban más tranquilas y se adaptaba bien. Había decidido bajar su ritmo como justiciera y darle prioridad a los estudios. Cuanto antes terminase su carrera, mejor. Y se hallaba deseosa de llegar a ser una buena periodista. Es más, ya estaba metida en el mundillo del espectáculo y con eso tendría un punto importante para ejercer esa profesión, aunque no le apetecía mucho centrarse en el mundo del corazón. Para ella un reto mucho más estimulante sería investigar tramas de corrupción o delincuencia. Bueno, ya estaba cansada, lo mejor sería acostarse hasta el día siguiente. A ver si podía ver un poco más a su hermano antes de que él se fuera. Pensaba en Mazoui y desde luego no le podía estar más agradecida. Siempre había podido contar con él y eso la alentaba mucho más de lo que él llegara siquiera a imaginar, más de lo que ella podía expresarle con palabras. La joven deseaba triunfar, sí, pero haciendo bien las cosas. Sobre todo por sus padres y por su hermano. La ilusión de Kathy era que toda su familia pudiera sentirse orgullosa de ella. Lucharía por conseguirlo. Se metió en la cama ya con los ojos medio cerrados.

 

-Lo lograré. Y os daré una alegría.- Se decía, casi en estado de ensoñación, mientras sucumbía a la calidez de las sábanas.- Ese es mi mayor deseo…

 

 Mazoui aun aguardó unos momentos allí sentado y reflexionando. ¡Ojalá que Katherine estuviera ya bien del todo! Él sabía lo mal que la pobre lo pasó. Como sufrió por aquella situación en la que se vio envuelta. Gracias a varios amigos que la ayudaron e incluso a él mismo, la muchacha pudo superarlo. Al menos eso parecía. Suspiró dejando aquello de lado. Ahora vivían momentos de alegría. Unas maravillosas perspectivas de futuro parecían abrirse para todos tras tantas batallas y sufrimientos. Después de reflexionar sobre todo eso también se dispuso a irse a dormir. Le hacía ilusión hacerlo en su antiguo cuarto de la infancia. Aunque fuera solamente por esa noche.

 

-Ahora hermanita, debes ocuparte tan sólo de ser feliz. Como el resto de  nosotros.- Se dijo.-

 

            En Bios amanecía un nuevo día. En casa de Amatista y Leval todos dormían, el bebé de forma plácida, pasaron las horas y eran más de las diez. El niño despertó y comenzó a llorar pidiendo su primera toma del día. La joven se despertó también y se levantó a darle de comer por aquella primera y mágica vez. Levantó al niño y le meció en sus brazos, sonriendo le dio el pecho. El bebé comenzó a mamar y ella sintió un cosquilleo muy agradable. Asthel chupaba con apetito, pese a que era novato en ello sabía bien cómo hacerlo. Estaba claro que el instinto no fallaba. Su madre le cambió de pecho y le dio de mamar hasta que el niño se separó satisfecho. Ella meció de nuevo a su hijo y le cantó en voz baja tras darle un par de golpecitos tras la espalda para que expulsase el aire.

 

-Mi niño… ahora a descansar.- Le decía con tono dulce y suave.-

 

            Leval despertó y pudo ver la escena, sonrió y se levantó, no dejaba de mirar encantado a su mujer y a su hijo. Le parecía que ella había madurado de golpe en aquellos días, tras su experiencia mística y su maternidad, convirtiéndose en una mujer serena y llena de una especie de sabiduría que irradiaba por todo su ser. Amatista se percató de que él la observaba y radiante le recordó a su marido.

 

- Cariño, ¿no vas a llegar tarde? Tienes turno dentro de cuarenta y cinco minutos.

-¿Qué?...no te preocupes, es sólo que me encanta miraros.- Repuso él totalmente embelesado. -

- Ten un poco a tu hijo,- ofreció ella que le pasó con cuidado el bebé a Leval y éste le levantó con mucha delicadeza y cariño. -

- Es tan pequeño que me da miedo hasta sostenerlo,- sonrió el muchacho mirando afectuosamente al niño para añadir con un poco de temor. - Casi pienso que podría romperlo.

 

            El bebé reaccionaba al tacto y a la voz, sus ojitos miraban sin ver aun a su padre y ya hacía muecas con la boquita.

 

- Mira. Creo que se ríe - conjeturó Leval. - O eso o tendrá gases... ¡ja, ja!

-¡Qué tonto eres! - rio Amatista que se acercó a ambos y acarició a su hijo. - Le gusta que le hagan caricias ¿verdad chiquitín?,- le susurró con voz dulce. -

 

            El bebé trataba de hacer funcionar sus piernecitas y sus pequeños brazos con un movimiento de suave espasmo, aun no tenía completo control de ellos. Leval se lo pasó de nuevo a Amatista mientras decía algo apenado.

 

- Me quedaría aquí todo el día con él y contigo, cariño. Pero el deber me llama.- Y tras decir esto con resignación, aunque teñida de alegría, besó a Amatista y se levantó. -

 

            Mientras Leval iba a arreglarse, Amatista acunaba a su hijo en su regazo...le miraba contemplando como el bebé iba cerrando los ojos. De pronto tuvo una visión, un espacio negro y una mujer que la observaba junto a una gran figura. Fue un flash que pasó muy pronto, cuestión de décimas de segundo en realidad, pero había visto a ambos perfectamente ¡Esa mujer era su propia madre, tan joven como ella la recordaba cuando era pequeña! La figura junto a ella era Azraél. ¿Qué podría significar eso?  Amatista se preocupó por el bienestar de su progenitora, si estaba con el Ángel de la Muerte aquello podría significar solamente una cosa. ¿O pudiera ser que no? De todos modos quiso saber inmediatamente cómo estaba. Dejó a Asthel en la cuna y la llamó. Ajena por entero a esas tribulaciones Esmeralda estaba desayunando cuando el vídeo teléfono sonó. Su esposo aun dormía tras la fiesta del día anterior, así que lo conectó rápidamente y sonrió al ver el rostro de su hija.

 

- Buenos días, cariño, Feliz Navidad. ¿Qué? ¿Cómo estás en tu primera mañana de madre? - Le preguntó con animosa jovialidad. -

- Mamá, estoy preocupada por ti. - Le confesó la muchacha en tono serio. -

-¿Preocupada, por qué?,- inquirió ésta sin comprender. Amatista, con gesto temeroso, le contó a su madre su experiencia. – ¿De veras has visto eso?- Inquirió su atónita contertulia.-

 

Aunque eso hizo que su memoria se iluminase y recordó. Aquellas imágenes estaban sepultadas en lo más profundo de su interior. Ahora, tal y como el ángel le prometiese en su día, salían a la luz. Le explicó a su hija que es lo que esa visión quería decir.

 

 - Verás mi amor, cuando tu padre bajó a buscarme a los infiernos...yo… bueno, creímos que no podría volver con él. Entonces Azraél me tomó de la mano y me enseñó escenas del futuro que podríamos haber tenido y te vi a ti. Recuerdo como la mujer de esa visión me miró con gesto de asombro. Eso es lo que te ha sucedido. Ahora lo comprendo. ¡Eras tú devolviéndome la mirada! Pero entonces todavía faltaban años para que te concibiera. Cariño, en ese momento no podía saber quién eras tú, pero el ángel me contó que serías mi hija y que el niño que acunabas se convertiría en mi nieto. Luego me dijo que debía olvidarlo hasta que llegase el momento y así sucedió, hasta ahora. Cuida muchísimo a tu hijo, mi amor, está destinado para hacer grandes cosas...

- Mamá. Vente a casa y así hablamos más de esto. - Le pidió Amatista que se sentía al tiempo emocionada y confusa en tanto confesaba. - ¡Tienes tanto que contarme! , quiero ser una buena madre y no sé por donde empezar.

-No es para tanto.- Repuso Esmeralda que miró a su hija sonriendo animosa. -Ya has empezado...ser madre no se aprende en un cursillo, es algo instintivo, luego vas adquiriendo experiencia, pero no temas por eso, sabrás salir adelante. De todas formas, aunque no te haga ninguna falta, voy para allá, ¡estoy loca por ver a mi nieto! - Colgó y se dio prisa en terminar su desayuno e irse a casa de su hija dejándole una nota a su marido que seguía durmiendo como una marmota. -

 

            Leval por su parte se había marchado cuando Amatista aun no había tenido su visión, se trasladó al despacho de un amigo para llegar puntual. Al llegar contó que ya era padre y todos se volcaron en felicitarle. Entre el jolgorio general, prometió invitar a sus amigos y compañeros a una ronda. Además, faltaba poco para inaugurar la base de las fuerzas autónomas de Bios. Así pues tenía un doble motivo de celebración. Lo único que le faltaba era que Mazoui y Satory volviesen. También echaba muchísimo de menos a su antiguo jefe de sección, el gruñón de Freejar. Ese hombre siempre tan teatral y fanfarrón pero al tiempo tan buena persona. Esperaba contactar con él e informarle del feliz acontecimiento. Amatista de hecho había llegado a llevarse muy bien con Elise, la esposa del mayor. Y por supuesto no todo era apenarse por aquellos que no estaban a su lado. Idina regresaría pronto de la Tierra y seguro que estará encantada de conocer al bebé. Y su primo Coraíon y Sandy estaban allí mismo, en Bios. Esperaba verles más tarde, cuando terminase su turno. De este modo Leval dejó de pensar en eso y se centró en sus tareas de rutina.

 

-¡Hala! A por el trabajo cotidiano.- Se decía en modo alegre.- No es una gran batalla espacial pero ni falta que me hacen ya esas cosas. A decir verdad. Espero tener mucho de esta rutina y papeleo durante una larga temporada…

 

            Por su parte Sandy y Coraíon también se habían incorporado al trabajo. Ella en su turno de descanso estaba comiendo con su padre, Robert Wallance, que era un reputado científico. Robert estaba muy orgulloso de su hija y charlaba con ella preguntándole acerca de Coraíon y aunque habían mantenido más veces esta misma conversación, el padre de la muchacha siempre le preguntaba como si todavía no llegase a creerlo.

 

- Así que ese chico te quiere sabiendo como eres tú.

- Ya te he dicho varias veces que sí, papá - asintió Sandy llena de alegría cuando repetía sin cansarse de hacerlo. – Puedes estar más que tranquilo. Nos queremos los dos y vamos a casarnos cuando sea posible.

- Si tu madre pudiera verte.- Suspiró él con una mezcla de orgullo y melancolía - sería tan feliz, como lo soy yo...

- Sí, ¡ojalá pudiera verme, y ojalá pudiera verla yo!,- repuso Sandy apenada, tiñendo su voz con algo de esa tristeza resignada de lo que se sabe irrealizable cuando añadió. - Tengo tantas cosas que me habría gustado poder preguntarle...

- Lo comprendo, cariño,- le dijo Robert  tomando una mano de su hija entre las suyas. - Lo comprendo, hay cosas que un padre, por mucho que quiera, no puede contarte por una madre. – Siento no haber podido ayudarte más cuando lo has necesitado.

 

Tras escuchar aquella disculpa Sandy le sonrió con dulzura moviendo la cabeza y  acariciando ahora a su vez las manos de su padre entre las suyas, le aseguró con patente afecto y reconocimiento.

 

-No digas eso. Tú siempre me has ayudado en todo lo que has podido. Me criaste, me sacaste adelante pese a todas las adversidades, y sobre todo me diste libertad y respeto por mí misma. Me enseñaste a no rendirme jamás. Eres el mejor padre que se puede tener.

-Gracias hija- suspiró él confesando con nostalgia. – Yo también echo mucho de menos a tu madre.- No obstante enseguida animó el gesto y el tono de su voz para agregar - pero no nos entristezcamos, se supone que hoy estamos felices.

- Es verdad - convino Sandy esbozando una sonrisa más alegre. -Por lo menos tengo sus notas, me han ayudado tanto en estos años...y aun hay muchos capítulos que me restan por leer.

- Como dice tu madre en sus notas, los leerás todos cuando llegue el momento - respondió su padre más animadamente  -...

- Bueno, así es.- Añadió la muchacha cambiando el alicaído tono de su voz por otro más jovial. - ¡Pero, tienes razón, basta de ponernos tristes! te tengo a ti aquí. Por fin, en Bios. Estoy muy contenta, papá. Hace tanto que no podíamos vernos. ¿Qué tal te va en el laboratorio?...

- Hay poco que contar,- repuso Robert que nunca mostraba demasiado interés al hablar de sí mismo. - Investigo como siempre, mucha mezcla, muchos apuntes. Mi colega el doctor Tomoe es un tipo realmente genial. Y una muy buena persona. ¿Sabes, hija? Él también perdió a su primera mujer. En un accidente. Por eso y porque nos apasiona la ciencia, nos entendemos de maravilla. Con su segunda esposa Kaori también me llevo bastante bien. Y bueno, su hija Keiko era muy agradable cuando pasaba a visitarnos. Me recordaba muchísimo a ti, inteligente, preparada, buena chica. Y además, hizo como tú. Se marchó de expedición, pero en la SSP-2.

- Sí, creo que estaban a la búsqueda de un planeta que teníamos en nuestras cartas de navegación. Las que nos dio una civilización planetaria que Leval y su primo ayudaron a salvar. – Comentó la muchacha haciendo memoria de eso, pues recordaba que Mazoui se lo contó. –

- Por lo que parece, todavía no se sabe nada de esa nave. El pobre Souichi está preocupado y algo triste ahora, igual que su mujer. Les comprendo muy bien, Yo creía haberte perdido cuando vuestra nave desapareció. – Suspiró Robert ahora con algo más de inquietud. – Y siempre que puedo trato de animarle y decirle que, igual que vosotros retornasteis, lo harán su hija y el resto.

- Pues continúa animándole porque algo me dice que están bien. ¡Ya lo verás! – Le sonrió su hija con seguridad en el tono al afirmar. – Volveremos a verles y así me los presentarás.

 

Su padre sonrió más esperanzado, sabía que su hija no se equivocaba cuando tenía esos presentimientos, en eso era igual a su difunta madre. De modo que retomó la conversación con talante más animado para declarar con admiración.

 

- Bueno...lo que sí tiene mucho interés es el trabajo que tú y tus colegas habéis hecho aquí, en este planeta. Apenas pude creerlo cuando vi la terraformación y me explicasteis lo que habíais hecho. Y eso no es todo, he escuchado cosas muy buenas de ti, tienes mucho talento en la investigación...

- La verdad es que tuve un buen maestro. Desde muy pequeña.- Reconoció Sandy agradeciendo el elogio. -

- Sí, ¡ja, ja!, siempre te gustaba juguetear con mis probetas y tenía que dejarte mermelada y otros dulces para que hicieras tus mezclas - recordó Robert. -

- Pues de no haberme gustado la ciencia. - Rio Sandy también al afirmar. - ¡Podría haber sido confitera o incluso repostera! .Y la verdad es que cuando cocino algún postre no me sale nada mal. Hasta inspiré a una buena amiga para darle mi nombre a una tarta. –Recordó con una mezcla de simpatía y nostalgia.- A ver si tengo tiempo y hago un pastel para ti.

- Me gustaría muchísimo hija, pero sólo si te lo comes conmigo. - Le pidió Robert. -

- Eso está hecho, papá. Pero no puedo comer mucho, tengo que cuidar la línea. ¡Ahora que tengo novio formal!...- Bromeó ella con jovialidad. -

 

Robert sonrió y su hija hizo lo propio en tanto miraba a un reloj que había en la pared de la cafetería para añadir con algo de apremio.

 

- ¡Uh! ¡Qué tarde se me ha hecho! Debo irme ya, entro en mi turno en cinco minutos. Luego nos veremos, papá.

 

            Sandy le dio un beso a su padre y se fue al laboratorio con paso ligero. Robert se la quedó mirando con un gran sentimiento de orgullo. Su hija era toda una mujer que por fin había logrado encontrar una felicidad que de siempre mereció pero, que le había sido esquiva. Hizo bien en embarcarse en aquella aventura que concluyó con el logro de este bello y nuevo mundo y él había tenido la gran suerte de verlo. Ahora sólo restaba que Sandy y su novio Coraíon, por el que Robert sentía ya gran estima, fueran felices. Así lo deseaba mientras pedía otro café y en tanto lo saboreaba el mismo se entregaba a sus reflexiones y recuerdos, durante los cuales siempre hablaba con su difunta esposa, a veces se ponía triste, otras contento al recordar. En esta ocasión se sentía muy dichoso de poder contarle todas estas maravillosas nuevas.

 

-Así es ILaya, cariño. - Nuestra niña ya es toda una mujer, ¡una gran mujer! Dulce y maravillosa. Como siempre anhelaste.

 

En Bios mientras tanto, Roy y Beruche se preparaban para salir. Ambos iban a dar un paseo por el planeta para ver como habían progresado las obras y después se acercarían a casa de su hijo y de Amatista para ver a su nieto. Kerria por su parte les dijo que también iría, pero antes llamaría a Samantha. Tal y como ella explicase en la cena, su pareja no pudo ir, estaba celebrando con los suyos las fiestas. O al menos eso pretextó. A decir verdad las relaciones de Sam con sus propios padres se habían enfriado mucho desde que ellos supieron que trabajaba para una persona con tales inclinaciones sexuales. ¡Eso sin intuir siquiera la verdadera naturaleza de sus relaciones! Al menos cuando se enteraron de lo que sufrió su hija tras ser secuestrada y agredida por su ex marido las cosas parecían haberse suavizado bastante. Estuvieron allí al poco tiempo para ayudarla en su recuperación. No obstante, Sam se cuidó mucho de que no coincidieran de ninguna manera con su pareja. Y que tampoco tuviese oportunidad de pedirle cuentas a Steve, su desequilibrado ex marido.

 

-La pobre Sam, estaba aterrorizada, pero más que de lo que ese psicópata le hizo, de que pudiera decirles a sus padres que ella era gay. En realidad, Samantha es bisexual, pero eso casi sería peor para el señor Wilson y su esposa.- Pensaba ella, recordando a su pobre pareja, todavía convalenciente en el hospital, cuando supo que sus padres irían a visitarla.-

 -No pueden saberlo, no así.- Le susurraba con expresión angustiada en tanto Kerria le aferraba una mano, tratando de calmarla.- Si hablan con Steve y él les cuenta que soy lesbiana....

-Realmente a ti también te gustan los hombres. Según me dijiste. Así que no serías técnicamente lesbiana. Siempre podrías negar eso. - Le recordó entonces ella, tratando de quitarle ese miedo.-

           

            Empero, su novia suspiró, moviendo la cabeza la miró con gesto triste y lleno de temor para sentenciar.

 

-Admitir que soy bisexual sería incluso peor. Mis padre me tomarían por una viciosa.¡Por una perdida! -.Sollozó.- De los gays, siendo generosos, podrían pesar que sencillamente están enfermos.

-¡Dios mío, Sam!- Suspiró largamente ella, afirmando con desaprobación.- No puedes seguir así.

-Tú no lo entiendes.- Musitó su novia.-

-¡Claro que lo entiendo! ¡He pasado por ello! Y al final, ahí tienes a mis padres y al resto de mi familia.- Quiso animarla Kerria.- Me quieren, me aceptan como soy y me apoyan.

-Tus padres son estupendos. Los míos no se parecen en nada en eso. ¡Oh sí!, son buenos y nos quieren a mi hermana Terry y a mí. Pero antes que nada está Dios y la Biblia. Alguna vez he oído decir a mi padre que antes que tener un hijo desviado lo preferiría muerto.

-¡No podía estar hablando en serio!- Desestimó ella, con visible contrariedad.- Si supiera que su hija es homosexual, dudo mucho que quisiera verte muerta, Sam. Cuando lleguen estar tarde, yo...

-Te suplico que no te acerques a ellos.¡Por favor! Dame tiempo. Sabré qué decirles, pero...

 

            Samantha tenía una mirada de angustia tal que ella no tuvo más remedio que prometerla que no se pasaría por el hospital. Así lo hizo y, por suerte, los señores Wilson tampoco pudieron ver a ese desequilibrado de Steve, que ya estaba entre rejas a la espera de juicio.

 

-Ella les dijo que su esposo se había vuelto loco y que pensaba que ella salía con todo el mundo. Después de eso Sam logró acercarse a sus padres un poco más. Entiendo que quiera pasar tiempo con ellos e ir tanteando el terreno.- Se dijo resignada.-

 

Ojalá que la pobre muchacha pudiese reconstruir la relación con sus padres. Al menos su hermana menor sí que la quería y se lo demostraba con más énfasis por lo poco que Sam le había contado. En eso, su novia se reservaba mucho todavía, seguramente sin querer preocuparla. No obstante Kerria, que no era tan ajena a eso como Samantha creía, puso una llamada al domicilio particular de la muchacha. Le mandó saludos y le deseó una feliz Navidad y un  próspero año nuevo, deseándole también que arreglase los “desacuerdos” que tenía con la familia.

 

-En fin, ni siquiera en su contestador particular puedo decirle que la amo. Por si acaso lo oyesen sus padres. Ni dar mi nombre. Espero que esto se termine algún día y Sam pueda ser libre.

 

Lo dejó estar, como pasarían horas hasta tener respuesta, se fue con sus padres para conocer el planeta y por supuesto que también deseosa de ver a su sobrino.

 

-¡Esto es alucinante! – Pudo decir Roy que iba agarrado del brazo de su mujer en tanto paseaban por el gran parque de la ciudad, cerca de la casa de su nuera e hijo. –

-Este mundo cada día es más acogedor. – Afirmó su esposa contemplando con admiración los árboles y las flores que ahora se mecían animados por una ligera brisa. –

-La temperatura desde luego es muy agradable. – Añadió Kerria que les comentó tras unirse a ellos. - Estuve leyendo algunas cosas sobre Bios y al parecer su clima es templado durante casi todo el año y en la mayor parte de su superficie. Ni siquiera  tiene casquetes polares.

-Mal asunto para los esquiadores – sonrió su padre, como de costumbre haciendo uno de sus jocosos comentarios que tanto su mujer como su hija acogieron con sendas sonrisitas divertidas, más cuando él agrego. – No cubito. Éste definitivamente no sería tu sitio.

-Mi sitio es donde estén las personas que más quiero. Y esas sois vosotros, ¡tonto! – Replicó su esposa dándole un capón, aunque de forma cariñosa. –

-Pues ahora lo tienes difícil, mamá. - Suspiró Kerria recordándole. – Leval y Amatista con su hijo viven en Bios. Es un lugar bonito pero está tan lejos. Y nosotros en la Tierra.

-Siempre podemos venir a visitarles, cariño. Y más precisamente ahora que ha nacido el niño. – Replicó animosamente su madre. –

-Tienes razón. Y  además me hace muchísima ilusión ser tía – confesó Kerria. –

-Y a mí ser abuelo. – Añadió su padre comentando ahora con más nostalgia. – No hace mucho os cambiaba los pañales a tu hermano y a ti. Y os contaba cuentos. Ahora podré hacer lo mismo con Asthel junior.

 

Y su esposa y su hija volvieron a sonreír. Fue Bertie la que, cambiando de tema, le preguntó a su hija.

 

-¿Qué tal está Sam?

-Bueno, pues con sus padres y su hermana. Por lo que me ha contado no se alegran mucho de que trabaje para mí, más desde que salí del armario. Ya os podréis imaginar.

-Es una chica estupenda. – Comentó Roy, ahora más serio al afirmar. – Celebro que superase lo de ese bastardo que la raptó. Lástima que su familia piense así.

-Y eso que todavía no les ha contado que es mi pareja.- Repuso Kerria con visible preocupación. – No sé cómo podrían reaccionar de saberlo.

 

            Expuso a sus padres parte de sus reflexiones anteriores. Ellos se miraron con pesar y preocupación.

 

-Ya sabes lo que pensamos. Tienes que dejar esa decisión en manos de Samantha.- La aconsejó Bertie.-

-Sí, mamá. Lo sé. Es duro para mí tener que estar manteniendo nuestra relación a escondidas. Pero sé lo que esto supone para ella. Por eso, de momento hemos decidido que lo mejor será que no les diga nada. No quiero que Sam tenga más problemas con su familia por mi causa.

-No, cielo -  Rebatió su madre de inmediato con tono entre reprobador y solidario. – Esa gente tiene problemas con su estrechez de miras y con sus prejuicios. No contigo.

-Quizás algún día podamos hablar con ellos y hacerles ver que no hay nada malo en que su hija y tú os queráis. – Terció Roy pasándole un brazo por los hombros de Kerria y otro a su esposa para sentenciar. – Pase lo que pase, Sam nos tendrá siempre como parte de su familia.

-Gracias papá. Oírte decir eso es muy importante para mí. - Sonrió  reconocidamente la muchacha apoyando la cabeza en el hombro derecho de su padre. – No te imaginas cuanto…

 

Y así era sin lugar a dudas. Desde que ella y Samantha comenzaron su relación los padres de Kerria estuvieron siempre apoyándolas en todo. Bertie incluso se había convertido en una segunda madre para esa joven y Roy también la apreciaba comportándose con ella como si de su propia hija se tratase. Kerria recordó una simpática e incluso emotiva anécdota. De esas veces en las que Sam tenía que irse corriendo al trabajo. Era complicado mantener su relación dado que ambas tenían que verse literalmente a escondidas y solamente en casa de los padres de Kerria podían disfrutar de algo de intimidad, al menos de forma segura.

 

-Tengo que irme!- Decía Samantha haciéndose con su bolso en tanto se ponía los zapatos a toda prisa, en el salón.-

 

            A desgana Kerria la dejó levantarse del sofá en donde habían estado intercambiándose besos y caricias. Su novia ya iba a salir de la estancia cuando Roy apareció. Estaba muy cómico llevando un delantal, pero lo que más sorprendió a las dos fue que llevaba un taperware en la mano.

 

-Un momento, jovencita.- Comentó dirigiéndose a la perpleja Sam.- ¿Has desayunado?

-No, es que se nos ha hecho tarde.- Pretextó la ruborizada Samantha.-

-Ya me lo imaginaba, en eso sois igualitas mi hija y tú. – La amonestó cariñosamente Roy, afirmando.- ¿No te das cuenta de que el desayuno es la comida más importante del día?

-Tienes razón, es que el tiempo se me pasa volando. Ya tomaré algo en el trabajo, tienen máquinas de sándwiches.- Comentó la azorada chica.-

-Eso es basura, y mientras yo esté por aquí te llevarás esto hecho. Modestia aparte, no soy mal cocinero.- Se sonrió él entregándole aquel envase a la perpleja joven.-

-¿Qué es eso, papa?- Se atrevió a preguntar Kerria.-

-Ya sabes, una de las recetas de mi abuela Ethel.- Comentó él con aire de satisfacción.- Unas tortitas caseras con algo de fruta y jamón.

 

            La chica miró aquella y sonrió agradecida.

 

-Muchas gracias, Roy, yo…

 

            Aunque apenas pudo decir más sin comenzar a sollozar, visiblemente emocionada. Kerria enseguida se levantó para abrazarla en tanto su padre sonreía, afirmando con humor.

 

-¡No tengas miedo! Te aseguro que están muy buenas…no te intoxicarás. ¡Si lo sabré yo que me habré comido diez o doce mientras las preparaba!

 

            Al menos logró su propósito, Samantha sonrió entre sus lágrimas.

 

-Muchísimas gracias, de veras. Te prometo que me las comeré en una pausa.- Aseveró ella.-

 

            El padre de su novia asintió, y tras dedicarle una amable sonrisa se alejó, tarareando…

 

-¡Aijo, aijo!, a casa a trabajar…que mi cubito no está…y cuando vuelva me va a regañar…por no limpiar…

 

Ambas chicas se quedaron viendo cómo se iba. Al fin Sam suspiró, enjugándose las lágrimas para declarar llena de reconocimiento.

 

-Tu padre es un hombre maravilloso.

-Sí, algunas veces tiene sus cosas, pero en el fondo es muy bueno.- Convino ésta divertida, para añadir visiblemente atónita.- Y tampoco es para tanto, mujer. Solamente son unas tortitas. Y es verdad, las hace bastante bien.- Se rio.-

 

            Sin embargo, y para su sorpresa, Samantha movió la cabeza y musitó con voz queda.

 

-No es sencillamente eso. Las tortitas son un ejemplo. Verás, desde que me trajiste a tu casa he visto que tus padres me han tratado como a una más de la familia. Y noto que se preocupan por mí. Hasta en el más nimio de los detalles. Les importo más que a los míos, y eso que mis padres y mi hermana Terry ignoran la naturaleza de nuestra relación. Para mí... es triste ver que mi propia familia…-Sollozó una vez más.-

-Lo comprendo, perdona.- Se apresuró a decir una cariacontecida Kerria, acariciando las mejillas de su pareja.- Ya sabes que aquí te queremos…

-Lo sé.- Sonrió su novia una vez más.- Y yo también os quiero, ¡a todos! Ojalá que un día mis padres lo sepan y puedan entenderlo.

 

Y tras esas palabras Sam le dio un largo y amoroso beso en los labios y se fue al trabajo, con su táper de tortitas, eso sí. Kerria reflexionó sobre eso, era cierto que sus padres se preocupaban por Sam, siendo conscientes de su situación. La muchacha se lo agradecía a ambos desde el fondo del corazón. Se sentía muy feliz por estar rodeada de unas personas como  ellos y como el resto de sus familiares y amigos. Amén de estar radiante desde que su sobrino nació. ¡Ojalá que Sam pudiera ir muy pronto con ella a Bios y que todos supieran lo mucho que se amaban! El caso es que, pese a todos esos problemas y contratiempos, Kerria se sentía optimista. No era capaz de explicarlo pero, aparte de la lógica alegría por la llegada de ese nuevo miembro de la familia, percibía una especie de sensación de bondad y felicidad enormes cada vez que estaba con el bebé. Así, con estos pensamientos y tras alguna que otra charla sobre temas más livianos, la familia Malden prosiguió con su paseo en dirección a la casa de Leval y Amatista. Poco antes de llegar coincidieron con Diamante que se despertó un poco después de que su esposa hubiera salido. Al leer la nota que ella le dejara se aprestó a asearse, vestirse y partir rumbo a la casa de su hija y su de yerno.

 

-Vaya. ¡Pero si es el principito! ¿Se puede saber qué hace su alteza por aquí tan de mañana?– se sonrió Roy con jovialidad y tinte bromista. –

-¿Qué te cuentas, granuja? Nada bueno, seguro. - Replicó de igual modo Diamante dándole un rápido abrazo a su amigo. Para añadir de una forma afectuosa. - ¿Qué tal estáis, Bertie, Kerria?

 

Las dos le dedicaron sendas sonrisas.

 

-Muy bien, gracias.- Respondió Beruche.-

 

El príncipe de Némesis se unió al grupo y los cuatro fueron charlando animadamente de camino a la casa de sus familiares, en tanto Diamante les comentaba…

 

-Pues mi esposa se ha ido directamente para allá, ni se molestó en despertarme....

 

            Un rato antes, en el domicilio de la joven pareja Malden - Lassart, la muchacha fue a contestar cuando escuchó la llamada del holo- portero, sonrió de inmediato al reconocer a su madre. Enseguida abrió y la hizo pasar, tras los besos de rigor las dos se sentaron en el sofá del salón, con la cuna del bebé a su lado. Amatista reanudó la conversación que había mantenido por el video teléfono con ella. Esmeralda acunaba a su nieto y le miraba con mucho amor mientras el crío hacía gorgoritos.

 

-¡Es una preciosidad de niño! Nunca creí que el ser abuela me iba a gustar tanto. Siempre pensé que sería una vieja que sólo comería sopa con la dentadura postiza floja.

- Mira que eres exagerada. ¡Ja, ja! Tú estás tan joven como en la visión que he tenido. Sigues tan guapa como siempre, mamá,- la halagó una risueña Amatista. –

 

Su madre la obsequió con una agradecida mirada pero movió la cabeza para rebatir.

 

- Eres muy buena, hija, pero me veo envejecer día tras día. Ya no soy la muchachita que era cuando llegué de Némesis, ni siquiera cuando me casé con tu padre. Es ley de vida y las nuevas generaciones deben ir tomando el relevo de las viejas. - Suspiró Esmeralda quien sin embargo añadió con un tono alegre. -Pero, ¿sabes una cosa? No cambiaría nada de lo que he hecho...y ahora, soy la mujer más feliz del mundo, de éste y de la Tierra...

- Estoy segura de que así es. - Afirmó Amatista sonriendo también cuando le preguntó. - Por cierto ¿dónde está papá?..

 -Tu padre estaba dormido cuando me marché, pero ayer, antes de acostarnos, me dijo que cuando se levantara le gustaría dar una vuelta visitando el planeta. Le dejé una nota diciéndole que venía aquí, aunque creo que se lo habría imaginado de todos modos. - Le contó Esmeralda para conjeturar acto seguido. -Supongo que habrá quedado con Roy y Zafiro. Y si lo que hablé ayer con Beruche cuando nos despedimos se confirma, creo que ella y Kerria vendrán para acá ahora...

- Es estupendo que estemos todos juntos, como antes. Tienes razón, mamá. - Convino la muchacha siendo ahora ella la que comentó con nostalgia. - Parece que fue ayer cuando estábamos todos juntos en la Tierra y yo iba al instituto.

-¡Ay, hija! - exclamó Esmeralda  con humor. - Pues ya verás cuando tengas mi edad, si ahora el tiempo te parece que vuela...verás entonces.

 

            El niño comenzó a llorar interrumpiendo esa charla. Amatista fue a levantar en brazos al  pequeño preocupada, le preguntó a su madre.

 

-¿Crees que le dolerá algo?...

- Me parece que doler precisamente no.- Negó Esmeralda que olisqueó un poco para confirmar sus sospechas y declaró. - No hija, simplemente necesita que le cambies los pañales, los bebés son muy monos, pero también tienen estas cosas. ¡Dios mío!, ya casi se me había olvidado lo que era esto. ¿Tienes talco y toallitas?

- Claro que sí, están en ese estante.- Le respondió Amatista señalando a un mueble de madera que estaba frente a ellas y pidiéndole a su madre. - ¿Me los puedes traer, por favor? Yo mientras voy a cambiarle. - Le quitó al niño el pañal y miró con una expresión de ligera aprensión y sorpresa para afirmar. - ¡Vaya!, parece que sí, se ha hecho bastante...

- Se parece a ti, ¡ja, ja!, ¡nunca olvidaré la primera vez que tuve que cambiarte! - Reía Esmeralda que, según rememoraba eso, le trajo a su hija todo lo que necesitaba. -

 

            Amatista limpió y cambió al bebé orientada por su madre, lo hizo bastante bien y el niño volvió a hacer gorgoritos otra vez. Al cabo de un rato llamaron a la puerta, eran Roy, Beruche y Kerria, junto con Diamante.

 

-¡Hola!,- las saludó jovialmente Roy -¿qué tal están la abuela, la mamá y el niño?...- se acercó al bebé que ahora pataleaba con ganas y estiraba sus bracitos, para decirle. - ¡Eh muchacho! ¿Quieres que el abuelo te saque de ahí? 

 

Obviamente sin esperar respuesta, tomó en brazos al crío y empezó a hacerle cosquillitas, el pequeño esbozó una especie de mueca que asemejaba una sonrisita al tiempo que lanzaba unas babillas. Los demás miraban la escena como si estuviesen hipnotizados.

 

- Me alegro de veros - repuso Amatista que preguntó. - ¿Cómo encontráis al niño?...

- Está precioso… ¿le has dado ya el pecho? - Preguntó Kerria curiosa y su cuñada asintió con una sonrisa de satisfacción. -

- Os habéis perdido su primera caquita,- declaró orgullosa Esmeralda que enseguida rectificó entre risas para matizar. - ¡Aunque por lo que ha hecho más bien ha sido cacota!

 

            Todos rieron a causa de aquel comentario y finalmente se sentaron y se pusieron a charlar. Así esperaron a que Leval llegase, éste no tardaría mucho, debían aprovechar los pocos días que tenían para estar juntos. Alrededor del niño había una atmósfera de gran paz y alegría que casi podía tocarse, ¡ojalá que eso fuese así siempre! El grupo hablaba entre sí con entusiasmo. Diamante propuso que podrían salir a reunirse con Leval en el restaurante del planeta cuando el chico terminase el turno. Amatista dudaba pues no quería sacar aun al bebé a la calle, su cuñada Kerria le dio la solución, le propuso hacerse cargo del niño.

 

-¡Pero hija! – le dijo Bertie con algo de pesar. - ¿Te vas a quedar aquí sola mientras todos salimos a celebrarlo?

-No te preocupes, mamá. No estaré sola. - Afirmó ella con visible satisfacción mirando al crío. – Tengo muchas ganas de estar con mi sobrino.

-Si es lo que tú quieres. – Pudo decir su padre observándola no sin sorpresa. –

-Bueno, ahora lo único que falta es localizar a mi hermano y a Petz. – Terció Diamante. –

-Creo que tenían pensado quedar con Sandy, Coraíon y su padre. – Le dijo Esmeralda que ahora mecía al niño entre sus brazos puesto que había comenzado a llorar un poco otra vez. –

-¿Me lo dejas? – Le pidió Kerria a la diseñadora que asintió, pasándole la criatura...-

 

La joven enseguida le acunó susurrándole alguna canción y el niño no tardó en callarse y cerrar los ojitos ante la sonrisa de todos.

 

-Duerme, chiquitín. - Le susurraba afectuosamente su tía acunándole con mucho amor.-

 

            Amatista la observó con atención. El rostro de su cuñada resplandecía al mirar al bebé. Estaba claro que quería estar con él y cuidarle. Después tendría que irse de regreso a la Tierra y no podría saberse cuando volvería a verlo otra vez. Tras pensárselo un poco, aceptó su propuesta, confiaba en Kerria como si de una hermana se tratase. Entonces Leval llamó a casa para preguntarle a su esposa como estaban ella y el bebé. La muchacha le respondió que muy bien y acto seguido le contó el plan. A su marido le pareció bien, aunque lamentó que Ky, como él la llamaba, no les acompañase. Quedaron para reunirse cuando acabase su turno dentro de una hora. Así, todos salieron menos Kerria, que, gustosa, se quedó haciendo de canguro del pequeño. Eso sí, después de que Amatista, metida ya a la perfección en su papel de esmerada mamá, le diese todo tipo de instrucciones para su cuidado.


                            anterior                                                         siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)