martes, 8 de marzo de 2011

GWT 3.155. Importantes decisiones


Amatista se fue con algo de cargo de conciencia por dejar a su hijo recién nacido, pero estaba tranquila porque sabía que su cuñada le atendería bien. Además, no iba a estar fuera más que unas tres horas. Eso sí, antes de irse volvió a darle el pecho, la siguiente toma tendría que dársela ya cuando hubiese vuelto. De este modo dejó a Asthel dormido en su cuna y, por fin, ella y los demás salieron dejando a Kerria a cargo del bebé. No sin que antes la apurada madre insistiera.



-¿Estás segura, Ky?

-Por supuesto que sí, no te preocupes. Hice de canguro alguna vez para pagarme algunas cosillas en la universidad.- Se sonrió la muchacha.-



            Lo cierto es que así fue, aunque no de críos recién nacidos. Aunque Kerria contaba con que el pequeñín no le iba a dar problemas.



-Bueno, pues… no tardaremos.- Sonrió Amatista.-

-Anda cariño, confía en mi hermana. -Le pidió Leval, añadiendo jocoso.- La cara de patata nos lo cuidará bien.



            Su hermana le sacó la lengua pero se rio. Aquel mote que tanto le disgustaba de pequeña le traía ahora muy gratos recuerdos. Al fin, los demás la dejaron con el bebé.



- Pues bueno - decía la muchacha con voz dulce y aterciopelada. En tanto que meciendo la cuna con suavidad miraba a su sobrino dormir plácidamente para susurrarle -...ahora estamos solitos tú y yo. -¿Sabes una cosa, chiquitín? Eres un niño muy guapo, un auténtico muñequito y eres igual a como te vi en mi sueño...



            Kerria recordó aquellas visiones que había tenido cuando estuvo tan cerca de la muerte, la visión del bebé de Amatista fue una de las cosas que le sirvieron como acicate para volver a la vida. Quiso desde entonces ayudar en lo posible a que su amiga y su hermano pudieran terminar juntos.



-Aunque durante un tiempo llegué a pensar que no sucedería. Cuando se distanciaron.- recordaba ahora.-  Pero, al final, esa premonición o visión o lo que fuese, resultó ser cierta. Y me alegro, me alegro mucho de que fuera así.



Y es que ahora sonreía satisfecha contemplando el fruto de esa unión. Ese niño era alguien muy especial. De algún modo creía que, desde siempre, había estado destinado a nacer. Eso explicaba muchos de los avatares por los que ella misma y sus familiares y amigos se habían visto obligados a pasar. Así transcurrieron un par de horas, estaba sumida en sus propios pensamientos, próximos exámenes, su relación con Sam, las diferentes responsabilidades que tenía, incluyendo su actividad como Justiciera…



-Menos mal que esta visita me sirve como unas vacaciones.- Suspiró.- Son muchas cosas las que me aguardan cuando regrese, pero estoy deseando hacerlas.



Fue entonces cuando oyó que el bebé lloraba, no con mucha fuerza, pero  se apresuró a mecerle en la cuna. Eso no hizo que el niño se tranquilizase. Cuando ella le miró, él levantó hacia arriba sus bracitos de manera rítmica y espasmódica. Pensó que quizá el niño quería ser acunado por su madre, pero como Amatista no estaba allí, decidió que tendría que hacerlo ella misma.



-Tendrás que conformarte con tu tía, pequeñín.- Le susurró y sonrió con ternura.-



Con mucho cuidado y cariño levantó al bebé y le meció en sus brazos. Sintió entonces un escalofrío que la recorrió y muchas sensaciones agradables a la vez. ¡Ahora estaba decidida! En su fuero interno se abría cada vez más el deseo de ser madre algún día no muy lejano.



-¡Cómo si no tuviese nada más que hacer! Pero, no sé por qué. Lo deseo mucho. Puede que no enseguida claro. Primero tendré que terminar la carrera y asentarme con Samantha. Aunque, a ver como se lo digo a ella.- Meditaba con cierta inquietud, pero ilusión al mismo tiempo.-



De hecho, ya lo había llegado a pensar en alguna otra ocasión, pero le faltaba valor para ni tan siquiera acometer la idea comentándosela a los suyos. Temía los inconvenientes que a buen seguro tendría que afrontar. Empezando por quién podría ser el padre. Aunque ella sabía bien a quien desearía pedirle eso. Otra cosa iba a ser como se lo tomaría su pareja. También era todavía muy joven. Eso es lo que más la inquietaba, estaba estudiando y luchando mucho por ser admitida en Harvard para graduarse en derecho allí.



-Un bebé sería lo menos oportuno para mí y para Sam en este momento.- Suspiró diciéndose a sí misma.- Tienes que ser más realista, Ky.



            Y es que, cuando alguna vez las dos habían ido de paseo y visto algunos críos por la calle, ella sonreía, en ocasiones divertida al verles corretear. No obstante, le había parecido ver tristeza en el rostro de su novia. Samantha enseguida cambiaba esa expresión y comentaba acto seguido lo gracioso o monos que eran esos pequeños.



-Nunca le he preguntado por eso, pero ella estuvo casada…con ese canalla.- Pensó ahora llena de malestar.-



            Recordaba una vez más, sin poderlo evitar a ese demente que casi mató a Samantha. Ella pudo atraparle en su identidad de justiciera y por fortuna, la intercesión de su madrina Ami, que estaba a su lado en su calidad de Sailor Mercurio, evitó que Kerria se tomara la justicia por su mano con aquel miserable.



-Hubiera merecido que le matase allí mismo.- Pensaba con furor.-



Aunque en ese instante su sobrino pareció reaccionar, llorando un poco. De forma rápida y solícita ella le tomó en brazos y le acunó suavemente.



-Ya, ya, chiquitín.- Musitó con dulzura.-



No supo el porqué, pero mirando a ese niño, los pensamientos que acababa de tener la avergonzaron profundamente. En cuanto pudo calmar a Asthel le dejó en la cuna de nuevo, como si ahora no se sintiera digna de tenerle entre sus brazos.



-Tengo que superar eso. Quiero ser una buena persona, una que defienda la ley y la justicia. No puedo pensar de esa manera. Por muy canalla que ese tipo fuera, no era más que un desequilibrado.



Y es que bastaba con mirar a aquel pequeñín, ahora apaciblemente dormidito, para que cualquier tipo de odio o de enfado se desvaneciese. Ahora hasta se sintió ridícula por haber revivido aquellos terribles momentos. Sam estaba bien, en casa con sus padres,  ese loco en prisión y ella con su familia y seres queridos, disfrutando de aquellas fiestas y del recién nacido. ¡Y haciendo de canguro improvisado! Se ofreció sin siquiera pensar, y eso que no tenía ni idea de cómo actuar con un bebé. La joven se rio a pesar de sí misma y casi se reprochó con jovialidad.



-Kerria Lorein, tú sí que estás loca, chica. ¡Tener un hijo ahora! ¡Cómo si no tuvieras cosas de las que ocuparte ya!



Pero a la vista de un bebé tan precioso, que le hacía experimentar aquellas emociones, supo también que valdría la pena. Continuó observándole embelesada, como si no tuviera constancia del tiempo. Asthel despertó al rato, abriendo aquellos ojos violetas tan bonitos. El niño elevó sus bracitos como si desease que ella le sacara de su cuna. Kerria así lo hizo. Besó con suavidad en la frente al crío, éste jugueteaba con el pelo de su cuidadora, ella le tarareó alguna canción de las que cantaba junto con sus primas y Amatista. Así, tras media hora, el bebé se durmió de nuevo. Su tía le miraba sonriente y sin poder apartar la vista de aquel cuerpecito. El tiempo pasó volando y cuando quiso darse cuenta la puerta de la casa se abrió. Amatista entró despacio y se acercó a ella.



-¿Te ha dado mucha guerra? - Quiso saber levantando a su hijo en brazos. -

-¡Qué va!, es un angelito - sonrió la aludida -...tan lindo, me ha hecho ver lo hermoso que es cuidar a un ser tan pequeño y tan encantador. ¿Y sabes una cosa, Amatista? He tomado una decisión....



No pudo terminar la frase, aunque su amiga esperaba que lo hiciera con expresión curiosa, Kerria guardó silencio dado que entró Leval que saludó a su hermana, le seguían los abuelos. Todos se acercaron a ver al niño, tras hacer los consabidos comentarios sobre lo rico que era y lo gracioso, finalmente decidieron dejar ya a solas a esa nueva familia. Se despidieron de ellos y cada uno volvió a su casa. Los padres de la criatura quedaron en llamarles para celebrar juntos la cena de fin de año y poder reunirse con Zafiro, Petz, Karaberasu, Mathew y demás familia. Esperaban que para entonces los que estaban en la Tierra fueran para allí...



-Estaría muy bien que nos reuniéramos.- Le comentó Amatista a su esposo.-

-Sí, nuestros padres están deseosos de celebrar una de esas fiestas suyas.- Sonrió él.-



            Y es que durante la comida estuvieron hablando de eso. Por supuesto, Roy insistió en la idea, alegando que una buena juerga con karaoke no les iba a venir mal. Arrancó las risas de sus consuegros rememorando viejos tiempos y hasta las de su esposa que movió la cabeza.



-¡Tu padre desde luego tiene muchísimas ganas! - Rio Amatista también al recordar esos momentos.-

-Y mi hermana estaba como loca con Asthel. Casi creí que nos lo iba a pedir prestado cuando se marchaba.- Sonrió él.-

-No sé.- Comentó una ahora pensativa Amatista.- Creo que Kerria quería decirme algo justo cuando volvimos. Pero al final no le dio tiempo.

-Ya te lo dirá si es que era importante. Todavía van a estar unos días.- Repuso su marido restándole importancia.-



            Mientras, Sandy estaba en su casa con Coraíon, pensaba en sus amigos y en el hijo de estos y se alegraba mucho por Amatista y Leval. También miraba el árbol de Navidad profusamente engalanado y eso le traía muchos recuerdos, algunos de cuando era muy niña, de la única Navidad que recordaba junto a su madre. Esos recuerdos los tenía atesorados en lo más profundo de su corazón. Se veía a ella misma mirando por la ventana de su casa, con la naricilla junto al cristal, nevaba, su madre estaba colocando el árbol. Entonces la llamaba para que la ayudase...



- Sandy, cariño. Ven a ayudar a mamá a poner los adornos del árbol...

- Sí, mami,- repuso la cría que dejó de pegar su pequeña nariz al frío cristal y corrió al lado de su madre para pedir a su vez. -”Yo quero pone la estella”...

- Muy bien - sonrió ILaya  complaciente con su hija. - Claro que sí, pero, primero hay que colocar los otros adornos. Mira - sacó una gran caja que contenía toda suerte de bolitas, largas cadenitas de papeles de colores y muñequitos de renos y hombres de nieve y explicó. - Mira cielo, mientras yo pongo las luces, tú coloca las cadenitas.

- ¡Siii!,- chilló la pequeña con insistente entusiasmo -...”pon muchas luces, de esas que billan y se encenden y apagan”.



            ILaya asintió divertida y se dispuso a poner el juego de bombillitas. La cría por su parte, se afanaba a colocar cadenitas de papeles de muchos colores, los hacinaba en el centro y su madre le recomendó que los separase un poquito más para que llenasen todo el árbol. Sandy se quejó pretextando que ella no llegaba arriba del todo e ILaya, con una sonrisa enternecida, la aupó. La niña pudo así recorrer todo el árbol. Después, colocó las bolas y los muñecos. Entonces, cuando estaba admirando su trabajo, la puerta de casa se abrió y vio entrar a su padre.



- ¡”Papi… mía que árbol tan boito”! - exclamó señalándolo con insistencia. -

- ¡Es precioso, cariño! - Repuso Robert que, dándole un beso a ILaya, levantó a Sandy en brazos una vez dejó en el suelo un paquete que traía. -

-¿Qué llevas ahí, papi? - Inquirió la chiquilla con curiosidad. -

- Son dulces de Navidad, nena,- le respondió su padre - para después de la cena...

-“Yo quero uno” - pidió la cría con muchas ganas. -

- Cariño.- Terció su madre con un tono condescendiente para recordarle. - Papá te ha dicho que son para después de cenar, si eres buena y te lo comes todo, te dará más de uno.

-¿”Me lo pometes, papi”?..- le preguntó Sandy poniendo unos ojillos arrobados. -

-¡Claro que sí, mi niña!,- aseguro su padre a la vez que la hacía reír con unas cosquillas. -



            Robert dejó a su hija en el suelo y ésta se percató de que faltaba la estrella en la punta del árbol...



- Mami,” ¡la estella, se nos ha olvidado la estella!,”- apremió Sandy. -

- Ahora mismo lo arreglamos.- Sonrió ILaya que se hizo con una gran y plateada estrella y se la dio. - Aquí tienes, ahora te subiré y la pones, pero en el centro ¿eh?



            La pequeña Sandy asintió y una vez su madre la hubo levantado ella colocó la estrella ante la mirada de aprobación de sus padres. Cuando ILaya la bajó al suelo dio  palmas muy contenta observando su obra.



-“¡Qué bien ha queado!!” ¿A qué es el mejó ábol de Navidad del mundo y de todas las casas”?.- Preguntó a sus padres que hablaban entre ellos y no la escuchaban. Sandy insistió y tiró de la falda de su madre para que esta la mirase. - ¡Mami, papi, miad el ábol! - les pidió con la urgencia típica de los niños que quieren que sus padres vean lo que acaban de hacer. – ¡Miad!

- Es el árbol de Navidad más bonito que he visto nunca... ¿verdad “papá”?,- le dijo ILaya a Robert sonriendo. -

- ¡Claro que sí!,- convino éste divertido para dirigirse a la niña con cariñosa jovialidad. - Mi pequeñina sabe poner mejor que nadie la estrella...- levantó a su hija y la besó en la mejilla mientras la cría reía muy contenta. -...



            Sandy escuchó la voz de Coraíon que la sacó de sus recuerdos.



- Cariño... ¿te preocupa algo? Te noto pensativa - Preguntó él con interés. -

- No,- musitó ella con una pálida sonrisa - , es sólo que recordaba, al mirar el árbol. Me acordaba de cuando era pequeña, de una Navidad que pasé con mis padres. Nunca olvidaré esa Navidad, fue la última que pude pasar junto a mi madre...Recuerdo que mi padre traía un paquete. Cuando le pregunté me dijo que eran dulces, pero a la mañana siguiente al despertarme e ir al árbol ese paquete estaba ahí. Era un regalo. Mi padre me dijo que Santa Klaus había venido esa noche. Cuando lo abrí ahí estaba mi osito Alitas. - Sonrió ahora con una marcada expresión de añoranza y felicidad. -

- Ya veo, ¿le tienes mucho cariño a ese osito, verdad?- Replicó su novio con otra sonrisa, añadiendo divertido. - Estoy por ponerme celoso, seguro que le habrás abrazado más que a mí.



Sandy se rio, abrazando entonces a su novio, aunque enseguida se puso más seria cuando le confesó con voz queda.


- Ese osito ha sido lo único que me ha recordado los momentos felices que pasé junto a mis padres. Tengo grabada en la memoria a mi madre sosteniéndome a mí mientras yo abrazaba al peluche. Y como ella le ponía uno de mis jerséis y un gorrito. Incluso nos hicimos una foto las dos con él, yo sosteniendo al osito y ella a mí.  Desde que ella murió siempre que me sentía hundida y triste me aferraba a él. Era como si las últimas energías de mi madre estuviesen ahí…



            Su novio la miró compadeciendo a la chica por aquella vida tan dura que había debido de arrostrar. Él podía comprender en cierta medida lo que era la sensación de vacío y de pérdida debido a la muerte de su propio hermano. No obstante, a esa pobre muchacha se le sumaba su naturaleza tan especial que le había causado tantos problemas. El miedo, la duda, la desconfianza que tenía que haber ido acumulando durante tantos años. Las decepciones y la tristeza por sentirse incomprendida y rechazada en cuanto su secreto salía a la luz. Desde luego que él no podía borrar aquello, pero al menos haría cuanto estuviese en su mano para resarcir a Sandy que era una mujer maravillosa. Ahora, junto con sus propios padres y el de ella, formaban una gran familia. ¡Ojalá que algún día ellos dos pudiesen aumentarla!



- Siento haberte distraído de esos recuerdos…- se disculpó Coraíon que cambió un poco de tema para animar la conversación. - Oye, debes de estar contenta de tener aquí a tu padre.

- Muchísimo, hacía tanto tiempo que no le veía.- Afirmó ella que añadió algo inquietada. - ¿Sabes? , le noto algo envejecido.

- Los años pasan, Sandy...es algo normal,- declaró Coraíon quitándole importancia. -

- No me refiero a eso.- Rebatió la chica con un cierto tono de preocupación cuando trató de ser más precisa. -Está más nostálgico y reflexivo, desde hace un tiempo.

- Debe ser que te echaba mucho de menos. Y hemos entrado en las fiestas, eso suele pasar. Pero no te preocupes, podemos alegrarle, invitaré a mis padres a cenar y tú al tuyo, nos reuniremos todos y les diremos que nos queremos casar pronto.

- Pero, ¿cuándo piensas tú que podríamos casarnos? - Le inquirió Sandy con una mirada de expectación. –

-No se…. ¿Mañana? En uno de tus descansos. - Soltó él de sopetón haciéndola reír en tanto la abrazaba por detrás.- Puedes decir sí quiero y volver corriendo al laboratorio…

-¡Mira que eres tonto! - le dijo la muchacha moviendo la cabeza aun con una sonrisa.-



            Ella sabía que su novio intentaba animarla haciéndola  reír, quizás la había visto con esa expresión melancólica que ponía cada vez que se refugiaba en sus recuerdos. ¡Pobre Coraíon! Siempre trataba de hacerla sentir bien. Pero no tenía de que preocuparse, la propia chica se daba cuenta de ese cambio que se había obrado en ella. Antes sí que se refugiaba de su tristeza rememorando aquel pasado dichoso. Ahora, en cambio, acudía a sus buenos recuerdos porque se sentía feliz y era como si recapitulase. No obstante, era cierto que notaba algo raro a su padre. Reflexionaba sobre eso cuando su novio le comentó, ya más en serio.



- Quizás sería factible dentro de un par de meses... ¿qué te parece? - Preguntó alentadoramente él. -Creo que ya estamos preparados. Tampoco queremos una ceremonia de la realeza.

-No - convino ella.-  Nuestros amigos y familia. Algo sencillo pero bonito. No necesitamos nada más.

-¡Ojalá pudiera invitar a la madrina Makoto!, aunque ahora no sé si podrá. Con todo eso de que es una princesa Planetaria tendrá mucho trabajo. Si a eso le sumamos su ya de por sí complicado negocio de Flowers & Flavours…

-Cariño. Ella es parte de la familia. Es una mujer estupenda. - Le replicó Sandy aseverando convencida.- Estoy segura que si la invitas estará encantada de venir.

-¡Pues todo sería perfecto entonces! Con un poco de suerte nos casaremos y nuestra casa estará lista casi al mismo tiempo. Haremos un viaje de Luna de  Miel estupendo y luego a nuestro nuevo hogar. Veremos a mis padres, al tuyo, a mi madrina, se lo diremos y les encantará. ¿Cómo lo ves cariño?- Exclamó el muchacho con patente ilusión.-

- Me parece una maravillosa idea.- Asintió Sandy sintiéndose mejor. - Mi padre se alegrará mucho.

- ¡Pues no se hable más!,- sentenció el chico con tono más animado aun. - Llamaré a mis padres y les diré que quedamos para esta noche. Algo nos podremos inventar para cenar.



Su pareja sonrió de forma muy amplia abrazándose contenta a él. Tras darse unos besos, los dos se sentaron en un sofá cercano para contemplar el árbol de Navidad.



-La verdad es que me gustan mucho estas fechas - Declaró la joven - Y ahora más que nunca, desde que os tengo a todos vosotros.

- ¿Sabes una cosa? - Le confió él a la muchacha. – También yo recuerdo las navidades con mi hermano Granate. ¡Era un trasto!, no pocas veces tiró el árbol o colgó algunos de sus juguetes por las ramas. A mi madre le entraba un enfado tremendo cada vez que la liaba. – Remachó extinguiendo poco a poco su sonrisa al rememorar aquellos momentos. –

- Sé que le debes echar mucho de menos, como yo a mi madre. ¡Ojalá pudiéramos estar todos juntos!- Suspiró la muchacha abrazándose nuevamente a él. – Pero sé que eso ya no es posible. Aunque tengo un sueño…

-¿Cuál?- quiso saber el chico mirándola con gesto curioso para preguntar. – Espero poder ayudarte a hacerlo realidad.



Ahora Sandy se rio para sorpresa de su novio, hasta que ella le desveló con un tono pícaro.



-  Pues creo que sí. Es más, sin tu ayuda la cosa iba a ser un tanto difícil.

-  Bueno, pues tú dirás... – Se ofreció espontáneamente él, deseoso de ayudar. –

-  Cuando nos casemos quiero tener un hijo o una hija enseguida. Para que podamos revivir esos recuerdos. Y crear los nuestros propios con nuestra nueva familia. De modo que tendrás que esforzarte.

- Bueno- se sonrió él también divertido ahora en tanto la apretaba contra su pecho. – Pues desde luego haré lo que pueda para satisfacer tus deseos con mi varita mágica.



Sandy se rio de nuevo. ¡Este muchacho tenía muy buenas ocurrencias! Él la imitó encantado. Y tras unas risas y algunos besos más, hasta se cayeron del sofá. Los dos se echaron a reír nuevamente con él sobre la muchacha. Así tumbados Coraíon le acarició aquel moreno y sedoso pelo en tanto ella sonreía una vez más. Pese a todo el chico creyó notar algo de tristeza en los ojos de su prometida. Entonces para sorpresa de  la muchacha se levantó como un resorte en tanto le decía.



- Llamaré a mis padres ahora mismo. ¡Les daremos la noticia!  ¿Para qué esperar? Tú avisa al tuyo. Quiero que compartamos cuantos más momentos con ellos, mejor. ¡No te preocupes, cariño, todos juntos somos una gran familia!



             Sandy iluminó su semblante, aquel chico tan estupendo siempre sabía cómo alegrarla. Daba muchas gracias al destino por haberle conocido. Por fin la vida parecía querer compensarla por todos sus sinsabores pasados.



-Iré preparándolo todo entonces.- Afirmó la muchacha tras darle otro beso que su novio correspondió. –  Si van a venir esta noche, tengo mucho que cocinar…



Coraíon se dio prisa en ponerse en marcha. Volvió a pensar en ella, sabía que su prometida había sufrido mucho desde su infancia, marcada por la muerte de su madre, y después en su adolescencia cuando tuvo que afrontar aquellos cambios hormonales de su condición híbrida entre humana y demonio, que tanto dolor y rechazo le provocaron a la gente que la rodeaba. Cuando él le dijo que la quería pese a todo, Sandy fue muy feliz, pero ahora que todos los malos momentos parecían haberle quedado atrás, era Robert el que la preocupaba. Desde luego que había fingido delante de ella. Pero también notó algo en ese hombre. Una impresión que no le gustaba. El padre de su novia parecía sentirse cada vez más cansado y encerrado en sus reflexiones. Tanto Sandy como el propio Coraíon temían que pudiera estar enfermo. Es por ello que la muchacha deseaba pasar todo el tiempo posible junto a  él y también quería contraer nupcias pronto, ya que uno de los mayores anhelos de Robert era que su hija encontrara la felicidad con alguien que la amase tal y como ella era. Coraíon era consciente de eso y a su vez  deseaba casarse lo antes posible para alegrar a sus propios padres que, como él, todavía extrañaban a Granate, más en estas fechas. Sin embargo, hasta ahora asuntos de trabajo y de organizar sus respectivas vidas tras la terraformación de Bios habían retrasado la boda, pero a partir de ahora todo estaba ya preparado. Era hora de anunciar oficialmente el momento elegido por lo que el chico llamó a sus padres.



-¿Papá?.. Sí, soy yo… queremos invitaros a cenar. ¿Cuándo? ¡Pues esta noche! Sí,...suena precipitado. Es que me gustaría pasar cuantas más veladas con vosotros, mejor.- Y entonces susurró para que su novia no pudiese escucharle.- También quiero animar a Sandy, está un poco melancólica esta noche. ¿Vendréis? La pobre ya se ha metido en la cocina. Y queremos deciros algo muy importante. ¿El qué? Tendréis que venir. ¿Qué se lo vas a decir a mamá?. Si, vale…os esperaremos. Hasta luego,… a eso de las ocho, vale. Adiós…



Mientras, Sandy hacía lo propio con el suyo. Le llamó hasta que él, tras unos tonos, respondió.



-Hola hija.- Sonrió Robert,.- ¿A cenar a vuestra casa? No sé…bueno, si te hace ilusión y van a ir los padres de Coraíon. Claro, claro…no faltaré. ¿Vais a decirnos algo importante?...¿A eso de las ocho de la tarde? Muy bien. Hasta luego.





A su vez, Zafiro se lo contó a su esposa. Petz en un principio le dedicó una mirada de perplejidad.



-¿Esta noche?- Exclamó.-

-Coraíon ha dicho que es muy importante para Sandy. Que estaba algo baja de moral.- Arguyó su esposo.-

-Está bien.- Asintió ella, con un tono más afable.- Si es por esa chica, estaré encantada de ir. Y siempre tengo ganas de ver a nuestro hijo. Debemos aprovechar todas las oportunidades que tengamos para estar a su lado.- Sentenció, con poso de tristeza.-



            Zafiro asintió, el recuerdo de su hijo fallecido estaba siempre presente. Tanto él como su mujer hubieran deseado por abrazar a Granate una vez más. Desgraciadamente ya no era posible. Empero, podrían hacerlo con su otro hijo. Así pues, no lo dudaron. Con un mensaje confirmaron su presencia en la cena. Su nuera en ciernes se esmeró en cocinar algo que realmente les gustara a ellos y a su padre. Se alegró de que Petz y Zafiro, como Robert, dijeran que no faltarían. Todos fueron puntuales a la cita en la casa de Coraíon y Sandy. Robert, por su parte, estaba muy contento de poder volver a reunirse en familia junto a Sandy y a los padres del novio con los que había hecho bastante buenas migas. Aceptó encantado y sobre todo deseando saber qué era eso tan importante que les iban a comunicar. Así llegó la noche y tras los saludos se pusieron a cenar.



-Esto está muy bueno. - Declaró Zafiro halagando sin reservas a su anfitriona. – Eres una estupenda cocinera.

Sí, es verdad. – Admitió Petz. – Desde luego eres una chica muy difícil de encontrar. Yo que creí que tendría que enseñarte alguna receta básica. ¡Y eres tú la que debería enseñarme a mí!

-Oye cariño.- Terció Coraíon dirigiéndose a su novia con tono divertido.- ¡Que mi madre diga eso a alguien es increíble! Te aseguro que no se lo confesaría a cualquiera.

-¿Qué quieres decir?- Le interrogó Petz frunciendo el ceño, con teatralidad.-

-Nada mamá. Que nunca pensé que reconocerías que alguien cocinaba mejor que tú.

-¿Cómo qué no? Mi amiga Makoto, tu madrina, por ejemplo. Pero desde luego, no había visto a nadie más que se la pudiera comparar… hasta ahora.- Añadió con mucha más amabilidad dirigiéndose a su futura nuera.-

- Gracias- repuso la muchacha algo ruborizada por tal cantidad de halagos para comentar. – Lo cierto es que aprendí desde muy pequeña. Siempre me ha gustado cocinar. Me relajaba bastante tras un día de trabajo.

- Es cierto. Sandy siempre se metía en la cocina desde muy pequeña. ¡Cuando tenía trece años ya ni me dejaba entrar a mí! – Sonrió Robert. -

- Soy un chico con suerte. ¡Siempre podré comer bien! – Afirmó desenfadadamente Coraíon. –

-Tampoco yo me puedo quejar – sonrió ella. – Tengo unos críticos muy generosos.



 Continuaron charlando de algún que otro tema más intrascendente. Zafiro sacó a relucir entonces la situación en la Tierra.



- Ahora que Serenity y Endimión son los reyes seguro que las cosas irán mucho mejor.

- Por lo que Makoto nos contó, cuando vino a vernos hará unas semanas, ambos se pensaron mucho dar esa clase de paso. Pero no tuvieron más remedio. Tenían que enfrentarse a la Nada y no había otra alternativa para hacerlo.- Añadió Petz.-

-Lo cierto es que fue increíble. - Convino Robert que dijo. – Cuando conocí a la madre de Sandy jamás llegué a imaginar que pudieran existir tantos mundos y dimensiones paralelas.

- Si hubierais visto a Amatista en ese momento. Cuando creímos que esos seres del Olvido iban a atraparla. Eso sí que fue impresionante, ¡jamás sentí nada igual!- Les confesó Sandy añadiendo animosa. – Ahora estoy segura de que hay algo más allá de nuestra mera existencia física. Y que las almas de todos aquellos a los que quisimos y nos amaron nos esperan.

-Es cierto. – Convino Petz con un tono ahora de melancólico recuerdo. – Cuando Granate murió se nos dio el privilegio de poder despedirnos de él. Y nos lo dijo.

-Cosas maravillosas van a suceder. Esas fueron sus palabras - recordó Zafiro embargado por esa misma emoción. – Y tenía razón…



            Coraíon bajó la cabeza mirando a su plato, su novia enseguida lo notó.



-¿Qué te sucede, cariño? ¿Estás bien?

-Sí, es sólo que… bueno, ojalá hubiese podido verle y despedirme de él.- Suspiró tratando de evitar emocionarse.-

-Mi amor.- Pudo decir Petz tomándole de una mano para afirmar.- Te quería mucho, se acordó de ti y dijo que tendrías mucho que hacer en el futuro. Él sabía lo que iba a suceder.

-Sí, hijo.- Terció Zafiro tratando de animarle a su vez.-  Iba a un lugar en el que se es muy feliz y seguro que no desea que tú sufras más recordándole.

-Tenéis razón, lo siento. - Se disculpó el muchacho tratando de rehacerse.-

- Claro, seremos muy felices para honrar su memoria, igual que por mi madre.- Le alentó su novia, dedicándole una tierna mirada también a su padre.-

-Por supuesto que lo seréis, hija mía.- Le sonrió Robert afirmando.- ILaya y Granate estarán observándonos en un lugar mucho mejor y los dos seguramente serán muy felices viéndoos ahora.



La joven pareja asintió, no obstante la cosa parecía ir tomando camino hacia la introspección y la melancolía, de modo que terminada la cena, Sandy decidió animar el ambiente un poco. Se levantó dirigiéndose a todos para declarar.



- Ha llegado el momento de que os lo digamos.

- Sí - convino su novio para añadir con mejor talante ya cuando le preguntó a la chica. - ¿Quieres hacerlo tú o lo hago yo?

- ¡Que lo haga cualquiera pero hacedlo ya, estamos en ascuas! - Intervino Zafiro, con tono jovial pero expectante como los demás. -



            Coraíon asintió a su padre y dedicó una cómplice mirada a Sandy que les comunicó.



- Vamos a casarnos dentro de dos meses, aquí, en Bios.



            Los rostros de sus padres se alegraron visiblemente y tanto Zafiro como Robert lanzaron sus bendiciones. Entonces Petz sorprendió a los demás cuando se levantó de la mesa y se acercó a Sandy declarando en tono solemne.



- Escuchadme todos, después de esta estupenda noticia, yo tengo también algo importante que decir.- Sus oyentes prestaron mucha atención cuando la mujer declaró, no sin emotividad - Sandy. Tú eres una chica noble y de buen corazón. Te has ganado nuestra estima y el amor de mi hijo. Me gustaría que aceptases un regalo que también podría darte mucha responsabilidad.- Y según hablaba se quitó un collar con una piedra colgada al cuello, brillaba con un color verde botella, y se la puso a  la muchacha. -

- No sé qué decir,- balbuceó ésta emocionada -,...muchas gracias.- Se tocó la piedra con suavidad, brillaba ligeramente, tenía un tacto liso y era cálida pese a lo que pudiese parecer y remachó aun atónita. - ¡Pero eso debe ser muy caro, no puedo aceptarlo!

- ¡Claro que puedes! - Le sonrió Petz para explicar tanto a Sandy como a su propio hijo y al resto. – Debo confesarte que, económicamente no tiene gran valor. Pero sentimentalmente su valía es incalculable. Este collar es muy importante para mí y mi familia. Mis hermanas y  Esmeralda tenían uno igual que pasaron a sus hijas. Fueron regalos personales de Usagi Tsukino, quien era Sailor Moon y que hoy es la reina Serenity, para todas nosotras. Yo...bueno, no tenía una hija a quién legárselo, pero ahora que voy a tenerte a ti y sabiendo que estás preparada, te lo ofrezco. Es una de las piedras de la justicia.

-¿Las piedras de la justicia?- preguntó sorprendida Sandy que juraría haber visto algo parecido, pero no se acordaba de dónde ni cuándo. - ¿Qué son?

- Lo que te convertirá en una  justiciera...- respondió contundentemente Petz.-



Y entonces a la memoria de Sandy vino la imagen de Amatista, transformada en una de ellas, cuando ambas lucharon en la nave contra los aliens.



-¿Tú eras una de las justicieras? - Exclamó Robert asombrado. - ¡No lo puedo creer! Mi mujer vino a este mundo sólo para…



Aunque ahí se detuvo en seco, como si estuviera temeroso y avergonzado de seguir.



- Papá, ellos conocen mi historia - le recordó despreocupadamente Sandy que añadió -...mi madre llegó a la Tierra para luchar contra las justicieras y controlar a los humanos. ¡Quién le hubiera dicho entonces que su propia hija llegaría a ser una de ellas! Muchas gracias, lo considero un gran honor y acepto encantada. Espero ser digna de esta gran responsabilidad y llevaré con orgullo este collar. Aunque no sé si tendrá efecto conmigo. Yo no soy hija biológica tuya, Petz y mi naturaleza.- Musitó ahora con hondo pesar.- Por mucho que quiera impedirlo, parte de mi ser es…



            Su futura suegra la interrumpió entonces con un gesto. La miró con afecto y tomando sus manos entre las de ella la abrazó para contestar.



-No te preocupes por eso. Lo consulté con Makoto antes de decidir dártelo. Me comentó que si eres de corazón puro, yo te lo ofrezco voluntariamente,  y tú lo aceptas del mismo modo, funcionará. Todas las condiciones se cumplen. No debes tener inquietud. Eres una buena chica, tus genes no dictan tus acciones.

-Bueno.- Suspiró la muchacha bajando la mirada.- A veces sí que lo han hecho.

-Pero nunca de forma en la que tú decidieras hacer algo voluntariamente, hija mía.- Intervino Robert.- Y cuando has tenido que elegir, siempre has tomado el camino correcto.

-No lo dudes más.- Sonrió Petz.- Serás una estupenda sucesora mía.

-Gracias.- Pudo decir la emocionada Sandy.-

- ¡Esto es algo magnífico!,- declaró Zafiro levantando su copa para sentenciar -...ahora sí que estará completo el equipo de las justicieras.

- La vida está llena de sorpresas,- convino Robert que añadió con nostalgia, eso sí, empapada en su mayor parte  de alegría. - Si mi mujer estuviese aquí seguro que estaría muy contenta. De haber vivido sé muy bien que hubiera peleado para ayudar a salvar este mundo a vuestro lado.



            Todos brindaron por la memoria de ILaya convencidos de ello y Petz añadió.



- Sabemos que tu mujer, la madre de Sandy, supo guiar sus pasos hacia el bien. A nosotras nos ocurrió lo mismo. Sé lo mucho que eso cuesta y también el tener que empezar de cero, sobre todo en un mundo que no es el tuyo.

- Mamá - intervino Coraíon con genuina curiosidad. - Nunca nos has hablado mucho de lo que ocurrió cuando vinisteis a la Tierra por primera vez.

- Algún día, con más calma, os lo contaré - prometió Petz que parecía más dispuesta a dejarlo para otro momento -....

- Bueno chicos,- dijo Zafiro consultando su reloj - creo que ya es tarde, es hora de que nos vayamos a dormir.- En ese instante algo pareció venirle a la mente y agregó. - Por cierto, me ha llamado mi hermano. Dice que les gustaría que nos reuniéramos en una fiesta de fin de año con nuestros familiares y amigos, estamos todos invitados. Por supuesto tú también, Robert.

- Muchas gracias, acepto encantado - sonrió éste añadiendo complacido. - Será un placer estar entre personas tan valerosas. Por lo que veo, toda vuestra familia tiene una larga historia que contar en defensa del bien y de la justicia.

- Somos una gran saga y presiento que cosas aún más importantes restan por suceder,- respondió Zafiro., puntualizando, eso sí. - Pero nuestro tiempo de vivir aventuras ha pasado y tendrán que ser nuestros hijos los que las continúen. Sobre todo con esta boda tan esperada.- Remachó dirigiendo una alentadora mirada a los chicos. -

-Así es,- terció Sandy. - Coraíon y yo pensamos que lo mejor sería  casarnos dentro de aproximadamente dos meses. Porque la fecha coincidirá con el día de los enamorados.

- Es algo estupendo el tener una hija. ¿Puedo llamarte así ya, verdad? - Inquirió Petz mirando a Sandy y también a Robert, ella asintió sumamente complacida y Robert corroboró. -

- Si ILaya nos está oyendo, y estoy convencido de que así es, seguro que estaría de acuerdo y será feliz de que Sandy tenga a alguien como tú para aconsejarla y apoyarla como una madre lo haría. Y a mí también me hace mucha ilusión tener un hijo.- Afirmó al fin en alusión a Coraíon que sonrió halagado. -



            Todos asintieron muy contentos, después de hablar un poco más, cada uno volvió a sus alojamientos. Sandy y Coraíon se quedaron a solas con un montón de planes que hacer, con vistas a la ceremonia…lo primero fue contactar con la madrina del muchacho. Él  pudo enviar un mensaje que Makoto recibió, en la sede provisional de los soberanos.



-Hola Madrina. - Sonreía el rostro del joven, en tanto la ponía al día.- Ahí va la noticia. ¡Sandy y yo vamos a casarnos en apenas dos meses! Te pedimos que, si pudieras hacerlo, aceptases nuestra invitación a la boda. Sería una enorme alegría y un grandísimo honor que asistieras. ¡Tenemos tantas ganas de que compartas este momento con nosotros y el resto de la familia! ¡Ojalá tus nuevas obligaciones no te lo impidan! Bueno, ni tampoco las viejas, ja, ja…



            La princesa de Júpiter estaba emocionada, sonrió feliz y apenas evitó que un par de lágrimas le resbalasen por las mejillas, en tanto decía musitando como si esa grabación enviada desde Bios pudiera escucharla.



-No me lo perdería por nada, cariño…hablaré con sus Majestades y seguro que me lo permitirán.



            De hecho, ahora tenía que delegar la dirección de su negocio en pro de concentrarse en sus nuevas tareas. Dejó al cargo de Flowers & Flavours y sus filiales a una empleada suya de confianza. Una  tal Naru Osaka, amiga de la infancia de Usagi. Esa mujer había estudiado turismo y tenía un master en marketing, con lo que era idónea para llevar esa parcela. Recordó haber hablado con ella, cuando le ofreció el puesto. Aquella mujer, ya en la cuarentena, sonrió algo nerviosa.



-Os agradezco mucho esta oportunidad. Alteza. Pero yo no sé si seré la persona indicada.

-¡Pues claro que sí!-. Afirmó jovialmente Makoto.- ¿Quién mejor que tú? Te encantan los postres, tienes formación y eres honrada. Además de que te conozco de toda la vida. ¡Por eso, deja de llamarme Alteza!, soy Mako-chan para ti. – Fingió regañarla aunque de forma desenfadada y cariñosa.-

-Muchas gracias…Mako-chan.- Suspiró su interlocutora, agregando con un poso de tristeza.- Aunque ahora tengo muchas cosas en las que pensar en mi vida. Mi matrimonio…



            Eso apenó a Makoto, ciertamente esa chica no lo estaba pasando bien. Ella y su esposo estaban en trámites de separación. Era una lástima, conocía al marido de Naru, ese tal Umino, que era un buen tipo.



-Quizás precisamente sea esto lo que necesitas. Así podrás centrarte en otras cosas. Y despejarte.- Le sugirió animosamente, para añadir, fingiendo una mayor inquietud de la que realmente sentía.- Y  si te digo la verdad, hoy día es muy difícil encontrar a alguien en quien poder confiar plenamente y que esté tan bien preparado. Tú eres mi mejor y única opción.



            Eso pareció hacer reflexionar a Naru, al fin una sonrisa más alegre se extendió por el rostro de esa mujer que asintió despacio para acordar.



-En tal caso, no sería correcto por mi parte rehusar. Te aprecio mucho Mako-chan, igual que al resto. Y con todo lo que habéis hecho por el mundo,..



Así pues, para alegría de Makoto, Naru aceptó. En cuanto a las flores y las tartas, tampoco debía preocuparse, contaba con excelentes reposteros formados según los criterios de calidad que ella había inculcado desde siempre.



-¡En fin! Alguna que otra vez me pasaré a ver como lo llevan.- Se dijo Makoto en tanto no dejaba de sonreír ante la noticia que acababa de darle su ahijado.-



            Pero el evento de la boda de Sandy y Coraíon, aún se haría esperar esos dos meses. Antes tenían la multitudinaria celebración. Una vez transmitidas las invitaciones de ésta, todos se dispusieron a llegar a Bios. Entre Diamante, Roy y Leval organizaron las cosas, alquilaron un gran hangar para todos ellos en el planeta. Lo decoraron con un  gran árbol de Navidad y Roy incluso puso un nacimiento recreando el portal de Belén. A la vez que estos preparativos, la base del planeta fue inaugurada. Leval ya tenía su destino allí y la perspectiva de un más que posible ascenso a mayor. Los días iban pasando, el bebé cada vez estaba más saludable y juguetón. Amatista solía sentarse con él en su regazo y le dormía cantando bellas canciones que le venían inspiradas...



-Mi amor. - Susurraba la madre con patente afecto y orgullo.- Ahora a dormir para que descanses y te hagas muy fuerte…



En una ocasión, cuando llegaron de la Tierra, Katherine y Kerria, se reunieron con Idina. Las tres fueron a visitar a Amatista, aunque primero se pasaron a llamar a Sandy. Ésta les contó que ahora era una justiciera más y las invitó a su boda. Las chicas le dieron la enhorabuena y, tras acogerla como nueva compañera en la lucha contra el mal, todas juntas fueron a ver a Amatista. Llamaron a la puerta y ésta se abrió de forma automática...



-¿Hola?- Saludó Idina.-

-Amatista, ¿estás ahí?- Quiso saber Katherine a su vez.-

-¿Hay alguien?- Inquirió Kerria.-



Extrañadas, entraron al salón y al hacerlo pudieron escuchar una bonita canción. Era su amiga que dormía a su hijo. La muchacha le tenía tomado en brazos, gentilmente puesto junto a su pecho en tanto se balanceaba despacio en una mecedora que su suegra le regaló. Cantaba con una dulzura y una paz de espiritualidad tal que las demás no se atrevieron a interrumpirla. Es más, todas escuchaban maravilladas. Pero en el caso de Sandy aquello iba aún más allá. Con su sexto sentido podía percibir con claridad un aura de paz y bondad inmensas, como si los propios ángeles hubiesen bajado del cielo, atraídos por aquella hermosa melodía y estuvieran rodeando a Amatista y al bebé. Su amiga cantaba ajena a todo lo demás mientras mecía al niño que iba cerrando lentamente los ojos, arrullado por la hermosa y aterciopelada voz de su madre.



-¿Quién puede decirme si tenemos Cielo?

-¿Quién puede decirme la forma en la que debe ser?

-Sagrada Luz de Luna, el cometa Sappho

-Lágrimas de un ángel debajo de un árbol



-Hablas tras la llegada de la mañana

-En tanto ves la nueva aurora



-Nubes en carmesí

-La llave del Cielo

-Un amor tallado en Caoba



-Alguien me habló de las rosas chinas

-Una y mil noche y una noche

-La última imagen de la Tierra, el fin de la tarde

-Matices de índigo y azul



-Una nueva Luna me lleva

-A bosques de sueños  que sigo

-Un nuevo mundo me espera

-Mi sueño, mi camino



-Sé que si tengo un Cielo

-No hay nada más que desear

-La Lluvia y  un rio, un mundo de maravillas

-Puede ser el paraíso para mí



-Aaaa

-Aaaa

-Aaaa

-He visto el Sol

-He visto las estrellas



(ENYA China Roses, crédito al autor)



Por fin Asthel se quedó dormido y Amatista concluyó su canción, entonces las admiradas chicas se acercaron a saludarla.



- ¡Nunca había sentido una atmósfera de paz y amor semejante! ¡Ha sido algo maravilloso! - Afirmó Sandy totalmente fascinada por aquel encanto. -

- ¡Es una canción preciosa! ¡La más bonita que jamás hayas escrito! - terció Idina que preguntó sorprendida e incluso emocionada teniendo que enjugarse algunas lágrimas. - ¿Cuándo la has compuesto, Amatista?...



            Su amiga las observó casi con estupor, como si retornase de un lugar muy lejano, se limitó a sonreír respondiendo con tono sincero y restándole importancia a aquello.



- No es mía.  Veréis, chicas. A veces tengo la sensación de que alguien me enviase lo que debo cantar. En realidad no soy consciente de cómo empiezo, es como si me sumiera en una especie de sueño.

- No sé cómo explicarlo – intervino Katherine que apenas si pudo decir visiblemente emocionada también. – Es como si una gran paz hubiera descendido de pronto sobre mí al escucharte.

- Es algo tan bello que no puede ser de este mundo.- Suspiró la también conmovida Kerria que añadió inspirada por aquel momento. - Amatista, chicas, tengo que deciros algo...

-¿De qué se trata?...- preguntó Kathy con interés, pues por el tono de su prima, la declaración  iba a ser importante. -

- Veréis, intenté contárselo a Amatista el otro día, pero no pude, ¿te acuerdas? vino Leval y no quise decirlo delante de él y mis padres, prefiero que primero lo sepáis vosotras.

-¿Qué es, Kerria?...- inquirió también su cuñada, ahora  con tono serio - pareces preocupada.

- Más bien algo asustada y emocionada,- confesó la interpelada - ¡pero lo deseo tanto!,...- todas la miraron intrigadas hasta que les desveló. - Quisiera tener un hijo...como tú. He sentido cosas maravillosas cuando tuve en mis brazos a tu niño. Cada vez que estoy cerca de él, noto como si todo en el universo estuviera en armonía. Desearía sentir la misma sensación con mi propio hijo...

- Pero, un hijo, de repente. Lo has decidido así, tú sola… ¿tu pareja lo sabe? - objetó Idina desconcertada. –

Se lo he comunicado a Samantha por holo mensaje hace unas pocas horas. Antes de venir aquí, me llegó contestación. Ella al principio se sorprendió mucho también, seguro que pensó que estaba loca, pero al final estuvo de acuerdo conmigo.

           

            Más exactamente, Samantha se quedó con la boca abierta. Apenas fue capaz de responder, tras la espera de rigor.



-¿Un hijo? Pero...¿cómo te ha dado por eso ahora?

-¿Es que no quisieras que fuesemos madres?- Le preguntó una a su vez algo decepcionada Kerria.-

-Sí, bueno...claro que eso sería maravilloso, pero ¿Ahora?

-Somos jóvenes, estamos en una relación estable. Tendremos el apoyo de mi familia. -Enumeró  su interlocutora.-

-Y tienes que acabar derecho, y eres una justiciera. Y yo no paro de trabajar.- Argumentó una escéptica Samantha a su vez, para añadir, tratando de ser más cuidadosa en su tono.-Mira. Será mejor que lo hablemos detenidamente cuando vuelvas.

-¿Entonces, no te gusta la idea?- Inquirió una apenada Kerria.-

-No he dicho eso, la idea es preciosa.-Quiso animarla Sam, afirmando, eso sí.- Pero tenemos que hablarlo y planificarlo con mucho detalle.

-Sí, tienes razón.- Admitió su pareja, declarando con mejor ánimo.- Hablaremos cuando vuelva.  Perdona Sam, sabes que soy muy impulsiva a veces.

-¿Solamente a veces?.- Sonrió su novia, remachando con cariño.- Estoy deseando tenerte entre mis brazos. Y que hablemos de esto con calma...



            Kerria convino en eso y se despidió de su novia. Ahora volviendo de esos recuerdos, escuchó a Kathy preguntarle.



-¿Y cómo lo haréis?.- Quiso saber Katherine deseando no molestar a su prima con ese espinoso asunto, aunque no tenía opción y lo planteó abiertamente. - Me refiero a que vosotras dos sois mujeres. ¿Quién de vosotras lo tendrá?

- Me gustaría tenerlo yo.- Afirmó su prima. -

- Pero, necesitaréis un donante - objetó Amatista -...alguien... ¿tienes idea de a quién se lo pediríais?..

- De eso no hablé con Samantha. Prefiero dejarlo para cuando esté con ella de vuelta en la Tierra. Supongo que estará de acuerdo cuando se lo proponga. Tras pensarlo muy detenidamente quisiera pedírselo a Brian.

- Ese chico siempre te ha querido mucho. – Afirmó Amatista, aseverando con pleno convencimiento. – Seguro que le harías muy feliz si se lo pidieras.

- Ya no estoy tan segura de eso. Ahora él tiene otra vida. – Suspiró Kerria que, sin embargo, añadió con seguridad. – Pero, como tú misma has dicho, sé que él me quiere y deseo un hijo que venga concebido de manera natural y con amor por sus padres. Igual que el tuyo y el de mi hermano.



Todas se miraron sorprendidas. Desde luego que esa frase podría querer significar algo más que ser un simple donante. Pero pasaron de puntillas sobre ello…



- Es un paso muy importante,- terció Sandy con voz reflexiva para preguntarle. -¿Lo has pensado bien?...

- Sí, lo deseo mucho,- afirmó Kerria que, haciéndose cargo de las circunstancias, admitió.  - Ya sé que podéis pensar que por mis inclinaciones quizá no pueda tener los mismos deseos de ser madre, como tendría cualquier mujer heterosexual.

- ¡No digas tonterías!- exclamó Amatista -¿por qué íbamos a pensar eso? Tú eres buena y cariñosa, pocas mujeres podrían ser mejores madres que tú. Pero debes decírselo a tus padres sin vacilar. ¡Seguro que te apoyarán!

- Estoy de acuerdo con Amatista. – Convino Sandy agregando animosa. - Apenas te conozco pero detecto en ti mucha bondad y si mi madre, siendo una diablesa, pudo tenerme y quererme a mí, no veo por qué no podríais tú y tu compañera criar a un hijo. Además, te entiendo muy bien, yo también deseo tener un bebé cuando Coraíon y yo nos casemos. Quiero darle todo el amor que yo no pude tener cuando mi madre murió.

-¡Adelante con ello! - La instó jovialmente Idina también, permitiéndose bromear. - De ese modo no me quedaré en paro. ¡Siempre hacen falta niños que educar!

- A mí no me van tanto los críos, pero comprendo que es algo muy bonito. – Opinó Katherine que también se sumó al optimismo y al humor general al agregar. - Todas te apoyamos, y estoy segura de que Sam y tú seréis unas madres perfectas, pero no me pidaís a mí que cambie los pañales ¿eh?



            Las demás se rieron y Kerria asintió, sonriendo agradecida. Todas las chicas le sonrieron a su vez dándole su apoyo, mientras tanto el pequeño Asthel aun dormía. Las mujeres pasaron un buen rato más hablando sobre sus respectivos proyectos y cuando sus compañeras y amigas se marcharon, Amatista se quedó sola con su hijo dormido y le susurró con cariño.



-¡Fíjate la que has liado sólo con nacer, mi pequeño mensajero!



Y volvió a cantarle una de esas maravillosas tonadas hasta que su marido llegó minutos después. Tras escucharla encantado la saludó con un efusivo beso a ella y otro más suave al bebé, después Leval le expuso una idea que había estado madurando. A su esposa le pareció bastante buena. Él propuso bautizar al niño aprovechando que todos estuviesen presentes a fin de que no tuvieran que volver al poco tiempo desde diversas partes del espacio. Amatista estuvo de acuerdo con eso y se apresuró a llamar a sus padres para decírselo. Su marido hizo lo propio con los suyos y por supuesto, con su madrina Ami.



-Le mandaré un mensaje enseguida - Declaró con manifiesto entusiasmo -



La princesa de Mercurio estaba muy atareada con todas sus nuevas obligaciones. Sin embargo, cuando le pasaron la comunicación vía Holo mensaje de su ahijado, la atendió enseguida.



-¡Hola madrina! - Decía el chico con visible animación.- Espero que estés bien y que tu nuevo cargo Real no te haga trabajar mucho. Sé que debes estar muy liada. Ojalá que puedas venir a Bios para cuando bauticemos a Asthel. Lo haremos casi al mismo tiempo que la boda de mi primo Cory y Sandy. Como la princesa de Júpiter es su madrina supongo que podríais venir las dos. Así no se te hará pesado el viaje. Por favor, dinos que sí. A Amatista y a mí nos haría muchísima ilusión que la persona que trajo a nuestro hijo al mundo, igual que me trajiste a mí y a mi hermana, estuviera presente. Un beso muy grande y muchos saludos de parte de mi esposa, de Ky y de mis padres.



            La emisión terminó y sentada en su despacho Ami sonrió con visible alegría. No tardó en enviar una respuesta.



-Claro, cariño. No faltaría por nada. Me siento muy honrada por vuestra invitación. Contad conmigo, ¡si los soberanos no me dieran permiso sería capaz de fugarme! . - Rio para despedirse. - …Un beso para todos…



Y desconectó a su vez el aparato. En cuanto pudo buscó a Makoto para comentárselo, pero su amiga y colega estaba ocupada. De hecho, no se encontraba en palacio. Ami decidió enviarla un mensaje por su canal privado. Al cabo de un rato, su compañera la llamó.



-Dime Ami-chan.- Sonrió la princesa de Júpiter.-

-Mi ahijado acaba de invitarme al bautizo de su hijo. Y me ha dicho que seguramente tú asistas a la boda de Coraíon.

-Así es.- Convino su compañera afirmando con alegría.- Podremos ir las dos juntas. No creo que los soberanos nos pongan impedimentos. Todo está muy tranquilo.

-Es cierto, y eso hay que aprovecharlo, por experiencia sabemos que la paz no suele durar mucho. ¿Verdad?- Comentó Ami con tinte jovial.-

-Pues vayamos a pedirles permiso.- La animó Makoto.-



            Su compañera asintió y ambas se despidieron quedando en eso, para hacer causa común. Poco podían imaginar que una tercera se les iba a unir enseguida.



-De hecho, apreciaría si sus majestades me dieran unos días cuando llegue ese momento.- Oyeron decir a una voz muy conocida nada entraron en el salón de audiencias.- Es muy importante para mí…



            Ami y Makoto vieron a  su compañera Minako que charlaba con los soberanos, Serenity y Endimión la escuchaban y asentían. Cuando observaron a  las recién llegadas fue la reina la que se puso en pie, y con tono jovial les preguntó, prácticamente dando la respuesta en tanto lo hacía.



-Dejad que lo advine. ¿Os han invitado a algún tipo de ceremonia y venís a pedir permiso para asistir?

           

            Las aludidas se miraron y atónitas no pudieron evitar asentir. Sus soberanos sonrieron divertidos.



-Muy bien.- Declaró Endimión.- Tenéis nuestro permiso.

-¡Muchas gracias, Majestades! –Exclamó Minako elevando los brazos y dando un salto.-

-Sí, os lo agradecemos mucho.- Agregó más comedidamente Ami.-

- Bueno, supongo que ya me tocará a mí el turno.- Intervino Rei aproximándose a su vez y queriendo saber.- Mina-chan ha pedido permiso porque su ahijado Mazoui le envió una invitación para su boda con Satory Masters, aunque por ahora es un secreto. ¿Y vosotras?



            Sus amigas les contaron la razón, entonces fue Serenity la que declaró.



-Me parece estupendo que vayáis, dadles nuestros mejores deseos a todos. Pese a que las familias nos han cursado invitaciones, nosotros no podemos asistir dado que nuestras obligaciones nos lo impedirían. Sin embargo, vosotras podréis hacer un hueco en las agendas. Y además de acudir con madrinas y amigas, podréis representarnos oficialmente.

-Será un placer y un honor hacerlo.- Contestó una sonriente Makoto.-

-Solamente os pedimos una cosa a cambio.- Comentó Endimión.-



            Y con la atención de las mujeres puesta en él, les explicó…



-Queremos que veáis en persona al Mensajero. Valoradle y decidnos si podéis percibir algo en ese niño.

-Sí, estamos muy interesados en saber cómo va creciendo.- Agregó Serenity.- Y por supuesto, enviad nuestros mejores deseos a todos.

-Así lo haremos majestades.- Afirmó la princesa de Mercurio.-



            Y de este modo las cuatro princesas del sistema solar interior se retiraron. Tras serles dada la venia. Quedaron en que, por mor de las fechas, primero irían Makoto y Ami, después sería Minako la que viajaría. En cuanto a Rei sólo pudo suspirar resignadamente, deseando que alguno de sus ahijados se decidiera pronto y así la invitasen a alguna celebración…





 
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