domingo, 6 de marzo de 2011

GWG 1.88. La gran astronave

Por la ventana del cohete que les transportaba Leval podía observar el espacio y comprobar cómo iban acercándose cada vez más a su punto de destino, una enorme roca que giraba sobre sí misma con cierta periodicidad. Lo mismo que pudieron ver sus acompañantes en aquel vehículo. Así lo manifestó Amatista, comentando.

 

- Es increíble como una roca tan enorme puede dar esas vueltas.

- Verás. – Le respondió Leval muchacho con admiración. - Eso es para crear gravedad artificial, es un sistema muy ingenioso.

 

            El chico recordó que de niño había leído aquello en un clásico como “2001, una odisea en el espacio” de Arthur. C. Clark. Ese escritor describía una estación espacial que giraba sobre su propio eje a fin de obtener la necesaria fuerza centrífuga que cree el efecto gravitatorio necesario.

 

-Eso requerirá mucha velocidad. Vamos a estar como en una batidora. - Intervino Granate. -

-No necesariamente. - Le apuntó Mazoui sacándole de sus pensamientos mientras señalaba al asteroide. - ¡Es enorme!, fijaos que, desde esta gran distancia, ya ocupa casi todo el cambio visual. Su diámetro debe de andar por los cinco kilómetros. Por eso mismo, la velocidad de rotación no necesita ser demasiado grande para generar gravedad artificial. Así que no creo que notemos nada cuando estemos ahí.

-De hecho, hay varias fórmulas para calcular los distintos tipos de influencias gravitacionales que tendremos que soportar una vez dentro de ese enorme asteroide. - Apuntó una muchachita rubia con gafitas redondas, enumerando. - Aceleración, caída de los cuerpos, etc. (más información http://www.sc.ehu.es/sbweb/fisica/dinamica/circular3/circular3.htm)

 

            Y en tanto su amiga comentaba alguna de esas formulitas que a ella tanto se le atragantaban, Amatista observaba absorta al resto, atendiendo a sus explicaciones y asintiendo como si comprendieran todo lo que Satory les decía. ¡Eso parecía un seminario de ciencia! Y debía admitir que no entendía muchas de las cosas de las que estaban hablando.

 

-Bueno, después de todo, mi parcela es la biología. - Se dijo la joven tratando de animarse. –

 

            Aunque pondría la misma expresión de interés del resto, como si estuviese comprendiendo aquello sin dificultad. ¡A fin de cuentas, no quería pasar por ser la tonta del grupo!

 

-Por no hablar de los generadores gravitatorios que hay instalados en la nave. - Comentó entonces Leval, explicando a su vez. - La rotación es tan suave que no bastaría para producir una unidad ge, que es la gravedad a la que estamos acostumbrados. Esa especie de generadores crean un campo magnético que usa mucho del mineral ferroso que compone en asteroide para crear un campo de atracción que nos mantendrá pegados al suelo.

-De modo que, con una nave tan enorme no tendemos problemas de vernos cabeza abajo. - Sentenció mientras Granate, agregando con emoción. -Ya tengo ganas de saber cómo es por dentro.

- No te preocupes por eso, vamos a tener mucho tiempo para verlo. La SSP-1 tiene varias cubiertas. Y eso multiplica de por sí el espacio del que disponemos. - Repuso su interlocutor.

-Menos mal que es tan grande. - Intervino Mazoui que ahora añadió algo más reflexivamente. - Porque deberíamos pensar que vamos a vivir ahí, puede que para siempre.

- Sí logramos tener éxito en nuestro proyecto, no. - Intervino más optimistamente esa muchachita rubia con gafitas redondas. - Ojalá logremos encontrar pronto un planetoide o satélite con posibilidades de ser habitable en nuestro sistema solar. Por cierto, me llamo Satory Masters. - Se presentó con una tímida sonrisa. -

- Mazoui O’ Brian, encantado. - Repuso cortésmente el chico, queriendo saber. - ¿Tenéis en mente algún cuerpo celeste en particular?

 

  Satory suspiró algo decepcionada. Ya se habían conocido unas semanas antes y luego en la ceremonia de graduación. Aunque al parecer ese chico no se acordaba de ella, pero dejó eso de lado para contestar.

 

-Aparte de Marte, que sería el candidato más idóneo y evidente, hemos pensado en algunos satélites de mundos jovianos. Y hasta algún planetoide cercano al cinturón de Kuiper.

-Con esta súper nave incluso podríamos ir más lejos. “¡Hasta el infinito y más allá”! Como decía el gran Buddy Light- year- Exclamó jocosamente Granate. -

 

            Los demás se miraron entre atónitos y divertidos. Leval mismo sonrió moviendo la cabeza para decir con humor.

 

-Menudo nivel de cadete tenemos aquí. Ha estudiado nada menos que en la prestigiosa academia de “Toy Story”. No sé cómo hemos podido pasar de “2001” a eso.

- ¡Oye!, que me he visto todas las películas y son geniales. - Reivindicó su interlocutor, arrancando algunas risas del resto. -

-Por fortuna no hará falta que vayamos tan lejos. Y tampoco sería factible irnos a la caza de un exoplaneta. Están demasiado lejos aún para nuestras posibilidades. - Declaró Satory. –

-Calculando que esta nave pueda acelerar gracias a sus motores nucleares a una centésima parte de la velocidad de la luz. Podríamos llegar a Gliese 581 g.- Supuso Mazoui. – Está a unos veinte años luz aproximadamente.

- A veinte, coma cinco. - Le corrigió Satory añadiendo. – Si esta nave puede acelerar de forma sostenida y lograse alcanzar esa velocidad que usted dice, tardaríamos más de dos mil años en llegar. –

-A eso le llamo yo un buen paseo, y eso sin tráfico. - Bromeó Granate una vez más. -

-Por no hablar de dónde estará eso. - Intervino Amatista. –

-Tenemos su posición, pero, aun así, no sería fácil llegar. Además, aunque se cree a priori que podría albergar vida, eso habría que comprobarlo. No es nada seguro - Admitió Satory. -

-Es verdad, un planeta habitable con garantías de ser colonizado, es como buscar una aguja en un pajar. Hasta con una tecnología tan avanzada como la que poseemos. - Afirmó Leval, añadiendo con agudeza. – Y dependería en gran medida del trabajo de los astrónomos. Lo iban a tener difícil, entre toda esta inmensidad del cosmos. Al menos si consideramos la ecuación de Drake.

- ¿La ecuación de quién? - Quiso saber Amatista. -

-De Frank Drake. Un astrónomo y astrofísico norteamericano que calculó las posibilidades de que existiera vida inteligente en la galaxia. - Le aclaró Satory. -

-Pues creo que serán muy remotas. - Terció Granate con jocosidad, al agregar. - Al menos si se fijan en la prima Amatista, ja, ja.

 

            La aludida le miró con los ojos encendidos y no tardó en arrearle un buen capón.

 

- ¡Ay! -Protestó el chico. -

-Eso para que aprendas a cerrar tu bocaza. - Sentenció la muchacha con una ladina sonrisita. -

-El caso es que es una ecuación muy interesante. - Comentó Leval, atrayendo de inmediato la atención de la francesa y del resto, cuando desarrolló aquella afirmación. - Drake llamaba N al número de civilizaciones de nuestra galaxia cuyas emisiones electromagnéticas son detectables. Y eso dependía de R con un asterisco, que simbolizaba la ratio de formación de estrellas, con planetas adecuados para el desarrollo de vida inteligente.

-Creo que era la formación de estrellas adecuadas para el desarrollo de la vida inteligente, lo de los planetas era F sub p.- Le corrigió su primo Mazoui. -

-Tienes razón. - Convino Leval que prosiguió. - Es verdad. Bueno, después de eso estaba N sub e, o lo que es igual a los planetas dentro de cada sistema solar, adecuados para la vida.

-Y f sub l, o la fracción de planetas donde la vida realmente apareciese. - Terció Granate mientras seguía frotándose la cabeza. -

 

            Amatista le miró con los ojos como platos. ¡Si hasta su primo pequeño se sabía aquello! Aunque apenas pudo dejar de prestar atención, cuando fue en esta ocasión Satory la que prosiguió…

 

-Y luego estaría el porcentaje de estos mundos donde apareciera vida inteligente, eso lo expresó como f sub i, si mal no recuerdo.

-Así es. - Asintió Mazoui. - Llamando F sub c a la fracción de esos mundos capaces de desarrollar tecnología que pudiera ser percibida desde el espacio.

-Y llamando L al tiempo en el que esas civilizaciones pudieran emitir esa clase de señales, detectables. - Concluyó Leval que entonces sacó una Tablet de una de las bolsas de viaje que llevaba escribiendo en ella. - Sería algo así. Multiplicando las diversas variables expresadas en fracciones cuyo denominador sería mucho mayor que el numerador.

N = R*. fp . ne . fl . fi . L

 

- ¿Y cuánto da? - Quiso saber Amatista con genuina curiosidad. -

-Bueno, eso es lo complicado. – Comentó Mazoui, para aclarar. - No conocemos los valores exactos de esas fracciones. Se deben pues asignar de modo aproximado y según se haga, el resultado puede variar de unas pocas decenas a varios millones de posibles civilizaciones.

-Eso es tarea de los científicos de abordo. Espero que puedan determinarlo con mayor exactitud. - Comentó Leval. -

- Haremos lo que podamos, - sonrió Satory que convino al hilo de lo anterior. - Hay muchos mundos potenciales, aunque son muchísimas más las estrellas que descartar.

 

            Leval reparó un poco más en esa chica, desde luego que era muy inteligente, y no pudo evitar preguntarle.

 

- Eres amiga de Amatista, ¿verdad? - Le inquirió a la tímida muchacha tras reparar en ella. -

- Sí, - afirmó ésta de forma vergonzosa. – Sí que lo soy.

- Desde que éramos niñas - añadió la aludida pasando un brazo por detrás a Satory para sonreír con alegría y exclamar - ¡Cuánto me alegro de que estemos juntas!,

- Tendremos que hacernos compañía entre todos. - Declaró Mazoui. -

- ¡Yo puedo hacerle compañía a Amatista en su camarote! - Terció Granate de forma jocosa ganándose de nuevo el ineludible capón de su prima. - ¡Ay! ...Oye, que me vas a hacer un agujero.

-Así estará a juego con tu hueca cabeza. - Repuso ella no sin vengativa sorna. -

 

            Le daban ganas incluso de darle otro. ¿Es que ese bobo no podía dejar de meterse con ella? Por lo menos delante de Leval. Aunque este se lo tomó a broma a su vez, moviendo la cabeza y riendo para declarar de modo condescendiente.

 

- ¡Tú siempre estás igual!

 

Y es que su primo pequeño nunca cambiaría, le encantaba pinchar a las chicas, en realidad, era aficionado a tomarle el pelo a cualquiera.

 

- ¡Mirad! - Apuntó precisamente ese entusiasmado muchacho cuando vio abrirse ante ellos una gran compuerta. - Ya casi hemos llegado.

 

             Y el grupo contuvo la respiración, aquello les parecía un instante solemne, grandioso, en ese momento todos aspiraban a cumplir de un modo u otro sus sueños y sus promesas de futuro. Eran jóvenes y estaban verdaderamente llenos de esperanzas. Ahora, aquellas aventuras y deseos de exploración largamente aguardados por unos, y los de años pacientemente anhelados, tanto de investigación, como de amor, por las otras, estaban próximos a materializarse, y ese iba a ser su escenario. Por ello se sentían de un estupendo humor, y llenos de optimismo. Ya estaban a punto de posarse.

 

- Lo difícil será acertar en la entrada con tanto giro. El pobre piloto se va a marear. – Comentó Amatista sin dejar muy claro si lo decía en broma o en serio. -

 

Y es que al aproximarse era mucho más evidente que el asteroide giraba lenta pero continuamente, de un modo casi hipnótico. De hecho, no podía mantener mucho tiempo la vista en él, ya que todo le comenzaba a dar vueltas. 

 

- No te preocupes, para eso están los giróscopos direccionales y el piloto automático. Además de la trayectoria orbital continua que permite a ambos vehículos igualar su giro y velocidad. - Le comentó Leval con aire distendido. -

 

Pese a que la muchacha no había comprendido nada asintió como si aquella explicación hubiera sido perfectamente clara. Aunque no se recató de preguntar con cierta prevención.

 

- ¿Y por qué razón tiene que estar girando así la nave? ¿No hay otro modo de conseguir crear gravedad? ¿No nos marearemos todos ahí dentro?

- Este es el más sencillo y económico. – Le respondió Satory que sonrió al igual que el resto cuando añadió. - No te preocupes, en su interior no notaremos nada. La Tierra también gira y no nos mareamos.

- Además de los generadores de los que Leval habló antes, es el único medio, con el mero giro no logramos la gravedad uno. – Le recordó Mazoui. -

- Suficiente para mantener las tetas de Amatista hacia abajo. ¡Porque con semejante volumen imaginadlas flotando! – Susurró Granate a sus primos que trataron de pasar por alto el comentario con sendos carraspeos. -

 

Por desgracia para él, su otra prima no tenía mal oído y mientras que los otros seguían observando el acercamiento a la gran entrada de la nave ella estrangulaba vehementemente a su primo. Los dos lucían interesantes colores en sus caras, Granate azul por falta de aire y con la cabeza dolorida por una lluvia de capones y Amatista roja de enfado y de vergüenza.

 

- Haya paz. - Les pidió condescendientemente Leval, esbozando también una ligera sonrisa mientras el resto hacía como si no se enterase de nada. -

 

Lo que bastó para que Amatista soltase al gracioso de su primo pequeño y enrojeciera todavía más, preguntándose si el muchacho habría escuchado ese comentario. ¡Ese tonto de Granate! Siempre estaba haciendo gamberradas o diciendo ese tipo de bobadas, ¡con el complejo que la pobre muchacha tenía con esa parte de su anatomía! Pero, por otro lado, ¿y si a Leval le gustasen las chicas con las tetas grandes?, pero ¿y si no le gustasen?  Bueno, mejor dejar de pensar en eso y escuchó a su amado muchacho afirmar.

 

-La gravedad adecuada es muy importante. Si es demasiado alta nos aplastaría, pero si es demasiado baja nuestros huesos y el cuerpo se resentirían.

-Es cierto. - Convino Amatista, recordando. - Se volverían quebradizos y perderíamos masa muscular. -

 

 Su primo Granate pareció tentado de hacer otro de sus típicos comentarios al escucharla, pero una mirada asesina de ella le disuadió. Al fin, Amatista dejó de observarle para fijar su atención en la inminente llegada.

 

-Preparaos. - Les indicó a todos Mazoui. - Tenemos que sentarnos y asegurar los cinturones a los anclajes…

 

 Efectivamente por los altavoces de la lanzadera avisaron de tomar asiento y abrocharse el cinturón a la vista del inminente aterrizaje. Ya se podían ver con claridad las luces del interior del gran hangar de la nave. El transbordador frenó bruscamente su velocidad y se aproximó con cuidado. Amatista no pudo evitar exclamar.

 

- ¡Esto es enorme, aquí nos perderemos!

- Tranquila- le dijo despreocupadamente Leval. - Por lo que nos enseñaron en algún plano antes de venir, creo que esto se corresponde con la zona militar. Arriba, en las cubiertas superiores si no me equivoco, está la civil. Creo que todo está muy bien indicado. Allí hay una ciudad normal. Te acostumbrarás enseguida. - Dicho esto mantuvo unos instantes de silencio y retomó la palabra para preguntarle a la muchacha con visible extrañeza. - Aunque, hasta ahora, con todo el ajetreo de la partida no he tenido tiempo de preguntarte como se te ha ocurrido venir.

- Bueno- sonrió pálidamente la muchacha sin querer mirarle directamente a los ojos. - Es que a mí siempre me ha gustado la aventura, Leval. Satory me lo propuso y no pude negarme.

- ¡Oíd, chicos! ¿Podemos quitarnos ya estos cinturones o lo que sean? - Inquirió impacientemente Granate señalando una especie de tiras elásticas de goma que llevaban puestas. -

- Aguarda un poco - le pidió Mazoui mostrándose como siempre más calmado ante la agitación que el resto. - Enseguida aterrizaremos.

 

             Tenía razón. No tardaron apenas, en hacerlo. Aunque tanto Satory como Amatista se sujetaron con algo de temor y ansiedad esperando un impacto, la lanzadera se posó muy suavemente en la pista.

 

- ¡No seas tan miedica! Tist. - Se rio Granate mirando a su azorada prima. -

- ¡No soy miedica! ¡idiota! - Le espetó entre susurros la aludida mirándole con expresión asesina. -

-Es normal que ellas estuvieran alarmadas. - Intervino Mazoui antes de que su primo se llevase otro capón por parte de Amatista. - Nosotros hemos entrenado en simuladores, pero las chicas no.

-Sí, nos ha pasado a todos cuando comenzamos las prácticas. - Convino afablemente Leval. -

 

            Las aludidas agradecieron la cortesía de sus amigos con sendas sonrisas. Ahora ya estaban listos para salir. Deshaciéndose de sus cinturones aguardaron hasta que la compuerta de desembarco de su vehículo se abrió. Un oficial de la nave les ayudó a bajar. Primero lo hicieron Amatista y Satory después descendieron Mazoui, Leval y Granate. Todos tenían la orden de aguardar en la terminal de vuelo hasta la llegada de sus respectivos superiores. Los cinco permanecían de pie y mirando en derredor, escuchando la zarabanda de ruidos, voces y códigos de aterrizaje que podían oírse en la pista. ¡Ésta era inmensa!, mucho mayor que la de un aeropuerto convencional. A Mazoui le parecía una réplica a bastante mayor escala de la cubierta de un portaaviones. Algunas otras naves a unas decenas de metros atracaban también trayendo a bordo a más miembros de la dotación. Por todas partes militares uniformados y técnicos daban instrucciones. Androides diseñados por el padre de Granate llevaban cargas o trabajaban en el acondicionamiento de las infraestructuras. Los guías en la pista indicaban con gestos de sus brazos y manos a las naves para que descendieran o despegasen o bien se apartasen de la trayectoria de cubierta. Y entre todo aquello voces de megafonía que hablaban en clave militar con códigos tales como.

 

-Dos cinco, doble r en cubierta. Más cuatro seis. Cambio a ala fija. Despejen cubierta, sector blanco kappa uno.

 

            Desde luego aquello era una especie de gran caos paradójicamente muy organizado. Las chicas estaban atónitas entre todo aquel ajetreo existente su alrededor, aunque reaccionaron cuando dos droidos (nombre de esos robots con apariencia humana) les trajeron dos carritos con sus equipajes respectivos.

 

-Esto está muy bien planificado. - Comentó Amatista con perplejidad. - Y esos robots son increíbles.

-Sí, son el último modelo que ha producido la empresa de mi padre. - Le comentó Satory, explicándole a su amiga. - El tuyo y tu tío Zafiro han sido los diseñadores y programadores que han hecho posible su fabricación. Se ocupan de las tareas más duras. Desde llevar y traer equipajes y otros pesos, hasta reparaciones en el espacio.

- ¡Increíble! - Exclamó Granate. - ¡Es alucinante, papá y el tío Diamante son unos genios!

 

            Aunque fiel a su típico sentido del humor puso una expresión pícara en su cara y añadió.

 

-Pero únicamente he visto androides con forma de hombre. ¿Acaso no hay tías buenas robóticas? Me iba a comprar una o dos.

-Anda, ¡déjalo para otro rato! - Se rio Leval dándole esta vez él un ligero capón. -

 

Los demás se rieron esta vez. Las chicas acababan de hacerse cargo de sus equipajes, cuando una mujer se dirigió hacia ambas y las abordó. Presentándose de inmediato.

 

- Hola, espero que hayan tenido un buen viaje. Me llamo Penélope Winters, y soy su directora de investigación.

- ¿La encargada de la experimentación? - Inquirió Satory, a lo que la mujer asintió. -

 

            Se trataba de una mujer un poco más alta que ella y delgada, de pelo castaño, recogido en una coleta, sus ojos eran verdes y parecía algo fría, lo que se notaba en su tono de voz. Abriendo un portafolio que tenía bajo un brazo lo consultó antes de decir.

 

- Usted debe de ser Satory Masters, la hija del principal propietario. - Declaró con cierta indiferencia despectiva. -

- Disculpe, soy Satory Masters, sí. - Repuso ésta con tono algo molesto por ese comentario -, pero estoy aquí en calidad de licenciada en bioquímica y en radio astronomía. Además, tengo una de las mejores puntuaciones del grupo de acceso y estoy desarrollando mi tesis sobre bioquímica planetaria.

- Disculpe usted. - Respondió Penélope que parecía ahora algo más cuidadosa - no me ha dejado terminar, ahora iba a leer lo que acaba de decir. – No obstante, volvió a manifestar firmeza cuando añadió. - Y no se equivoque conmigo, me da igual de quién sea hija, aquí estará a mis órdenes.

-Muy bien, no tengo ningún problema con eso. - Convino su interlocutora. - He venido aquí para aprender y sobre todo para trabajar.

-Celebro oírlo, dado que no haré distinciones, ni otorgaré favoritismos de ninguna clase. - Sentenció su jefa en lo que no parecía un tono de advertencia, sino casi de amenaza. - ¿Y usted? – Señaló entonces a la alta y rubia chica que estaba junto a la hija del millonario. - Está en segundo curso de biología y es la señorita Lassart Deveraux ¿no?

- Sí, esa soy yo, pero llámame Amatista, - le indicó cordialmente la muchacha que le ofreció una mano. - Encantada de conocerla.

 

            Su interlocutora le dirigió una mirada escéptica, dejando a la chica con la mano ahí colgando durante unos segundos hasta que de forma rápida y leve se la estrechó, aunque ahora su voz sonó algo más amable, o más bien tolerante.

 

- Su principal cometido va a ser terminar sus estudios y después veremos si se la puede incluir en nuestro equipo de trabajo. Será muy duro porque va a tener un programa intensivo para comprimir tres años en tan solo uno. Como no es bueno que se sienta demasiado presionada, al principio se ocupará de las tareas más sencillas. Hágalo bien y termine la carrera lo antes posible, necesitaremos científicos.

- Muchas gracias - sonrió la aludida añadiendo con decisión. - Me esforzaré cuanto pueda.

- Acompáñenme - les pidió Penélope. - Voy a mostrarles la ciudad y les indicaré donde pueden alojarse.

           

            Amatista dirigió la vista hacia Leval y los otros chicos, quienes se habían mantenido al margen de esa conversación, para decirles con un tono que pretendía mostrarse esperanzado, aunque con no demasiado éxito.

 

- Espero que podamos vernos luego.

- Todo dependerá de los destinos que nos asignen y de nuestras obligaciones. - Replicó Mazoui cargando sus palabras de objetividad. –

- Ya. No te preocupes, quedaremos cuando hayamos descubierto algún sitio molón para bailar o tomarnos algo. Yo me encargo de llevar a estos muermos. - Añadió Granate guiñándole un ojo a su prima. – No dejaré que se apolillen en el cuartel.

 

            Amatista no pudo evitar sonreír. Su díscolo primito también tenía sus cosas buenas. Y por lo que a todos respectaba estaba claro que nada más llegar tendría que empezar a trabajar muy duro. No estaban de vacaciones. Aquello realmente iba a ser todo un reto. Ella no era tonta y supuso desde el principio que sería difícil verse con frecuencia. Pero escuchando a su primo pequeño el ánimo le mejoraba. Si alguien podía mantenerla informada de cómo les iban las cosas a todos con mucho más desparpajo y profundidad, sin duda era él. Aunque no era el momento para seguir ocupándose de asuntos personales, la doctora Winters ya se dirigía hacia una especie de vehículo deslizador y ambas tuvieron que seguirla a toda prisa.

 

-Este transporte está propulsado por un principio de levitación magnética. ¿No es así? - Le preguntó Satory a su nueva jefa. -

-Así es. Está basado en la experiencia de los trenes-bala. - Replicó Penélope, explicando. - Aprovechando que este asteroide tiene grandes concentraciones de hierro podemos literalmente usar ese sistema en toda la nave. Cada vehículo incorpora imanes superconductores.

 

            Amatista estaba alucinando. Si pensaba que sus primos y amigos eran inteligentes, veía que esa mujer lo era tanto o más que ellos. No en vano era la directora del proyecto, claro. Aunque esa misma individua añadió, de un modo más cortante.

 

-Vamos, no tenemos tiempo que perder. Suban sus equipajes.

 

Las dos asintieron. Ayudadas por algunos mozos de pista y esa especie de robots, cargaron sus maletas, se subieron y arrancaron tras despedirse con la mano de los muchachos. Apenas pudieron ver como ellos les devolvían el saludo, pues ya estaban perdiéndose entre las vías de circulación.

 

-Ahora tendrán que instalarse, en cuanto descansen un poco nos reuniremos con los restantes miembros del grupo de investigación. - Les indicaba la doctora en tanto conducía aquel aparato por una de las extrañas carreteras que surcaban la nave. -

- ¿Es usted miembro de Hadas-cinco? - La inquirió Satory con patente interés. -

-Sí- repuso la interpelada, agregando. - He sido formada en esa organización.

-Lo mismo que yo, entonces. - Sonrió Satory exhibiendo una especie de carnet dorado con una blanca estrella de cinco puntas grabada en el centro. -

- ¡Vaya! Es agradable tener a una colega aquí. - Sonrió esta vez aquella adusta científica que parecía teñir su tono de mucha mayor consideración ahora, cuando añadió. - No la recuerdo de las clases.

-Digamos que, por mor de la seguridad, me las dieron a parte del resto. Mi padre nunca quiso que me relacionara demasiado con los demás. - Suspiró ahora su interlocutora. -

-Pues aquí tendrá que hacerlo. - Replicó su contertulia retornando a su anterior seriedad para aleccionar ahora a sus dos acompañantes. - Éste será un trabajo en equipo. No permitiré lobas solitarias, ni individualidades fuera de control.

-Muy bien. - Convino Amatista, que, aunque hubiera querido, desde luego no habría podido hacer algo así. Para empezar, no estaba todavía capacitada. - Lo que usted diga.

 

            La doctora no respondió a eso, al cabo de un rato en el que no hubo más conversación detuvo aquel deslizador y las guio hacia un bloque de edificios que no se diferenciaba para nada de cualquier tipo de construcción terrestre. De hecho, las calles por las que ahora transitaban tenían jardines, aceras, paseos arbolados y personas caminando por ellas. Daba la impresión de que estuvieran en una ciudad cualquiera de la Tierra. Una vez anduvieron siguiendo a su directora de laboratorio ella las encaminó a uno de esos bloques de apartamentos…

 

-El suyo está en el portal diecisiete, piso cuarto derecha, tienen una dotación básica de útiles de aseo y agua. Lo demás pueden adquirirlo en los supermercados y almacenes de la ciudad.

-Entendido, muchas gracias. - Musitó Amatista. - Nos arreglaremos bien.

 

            Su jefa asintió de modo rápido y tomó la palabra una vez más consultando una especie de agenda digital que llevaba.

 

-Son las dos de la tarde, las quiero a ambas a las siete PM, hora estándar de Greenwich, en esta dirección.

 

            Y dicho eso, entregó un sobre a Satory y les deseó buenas tardes, después se alejó, montó en el deslizador, y se perdió por aquellas curiosas carreteras que hacían levitar a los vehículos.

 

-Bueno, no se puede decir que esa mujer sea miss simpatía. Y eso que nos acaba de conocer. Al menos no se anda por las ramas. - Resopló Amatista. -

-Desde luego que no. Será mejor que subamos y nos instalemos cuanto antes. - Le respondió su compañera y amiga recordándole. - Dentro de nada entramos de servicio.

 

            Y las dos pasaron al interior del portal y llamaron al ascensor, para dirigirse a su apartamento…

 

-Espero que por lo menos sea espacioso y bonito. - Deseó Amatista. -

 

            Entre tanto los muchachos no tuvieron que esperar mucho para saber que pasaba con ellos. Mazoui advirtió que llegaban más coches deslizadores. De estos se bajaron varios oficiales, algunos de rango superior. De inmediato, él y los demás se cuadraron saludando. El oficial que parecía de mayor graduación se acercó devolviendo un rápido saludo y se presentó.

 

- Soy el comandante John Braem, el jefe superior en esta zona. Ustedes están encuadrados en mi sección. Díganme sus nombres y graduación.

- Primer teniente, Mazoui O ‘Brian, señor. - Contestó el muchacho. -

- Segundo Teniente, Leval Malden, señor. - Añadió éste. -

- Cadete de Primera, Granate Lassart, señor. - Remató el que restaba. -

- Muy bien, - declaró el comandante Braem asintiendo con aprobación. -Sigan a este oficial - indicó a uno de sus subordinados que aguardaba a un par de metros junto con un deslizador. - Él les conducirá a sus alojamientos y les indicará sus destinos provisionales.

 

            Todos saludaron nuevamente, sus equipajes habían sido ya cargados en el vehículo por los droidos, y siguieron al oficial que les ordenó montar en el transporte. Mientras lo hacían, éste también se presentó.

 

- Si bien el comandante Braem va a ser su jefe de escuadra aérea, yo seré su líder de escuadrilla, soy el mayor Karl Enset. Y por los informes que tengo de ustedes ya tienen experiencia en vuelos y sus notas son excepcionales. - Alabó para aclarar al momento. - Pero no se engañen, caballeros, esto ya no es la academia y en cuanto a usted, - añadió dirigiéndose a Granate - todavía no ha alcanzado ni tan siquiera el grado de alférez. Espero que complete aquí su formación. Pero he de prevenirle, aquí no le daremos más facilidades que en la sede del UNISON. Será, más bien al contrario.

- Sí, señor- repuso éste agregando con tono serio. - Soy consciente de ello, me esforzaré.

- Eso espero. - Asintió Enset con aprobación. - Muy bien, cadete. Su alojamiento está en la dirección que indica este plano, sígalo. - Y entregó al muchacho una hoja que describía las instalaciones, numerando las respectivas habitaciones. La suya, el número cuarenta y seis, aparecía marcada en rojo. -

 

            Granate volvió a saludar y tomando su equipaje se despidió de sus primos para perderse por la galería que le llevaba a su alojamiento. Enset se dirigió entonces a Mazoui y Leval.

 

- Ahora ustedes dos, acompáñenme, por favor.

 

            Enset los llevó a sus alojamientos de oficiales y más tarde les informó de sus destinos. Los dos se alegraron de saber que les había correspondido estar juntos en aquella escuadrilla y en la misma habitación.

 

-Al menos el sitio no está mal. Es incluso más amplio que nuestras habitaciones de la academia- Comentó Leval.-

 

            Ojearon el sitio, un cuarto casi cuadrado, de unos seis por seis metros más o menos. Tenía dos camas, con mesitas de noche a cada lado de las mismas, dos armarios y una mesa grande con dos sillas, junto a una especie de ventana. También había una puerta que conducía a un modesto cuarto de baño, con cisterna, ducha y lavabo. A priori no era un palacio, pero desde luego que no estaba mal para tratarse de una nave espacial. Aunque, dado el tamaño de ésta, se habían hecho más concesiones a la amplitud de las habitaciones.

 

-Pues sí, aunque seguramente las cosas aquí serán más duras. - Le previno su primo observando también en derredor todo aquello. - Tenemos que estar mentalizados.

- ¡Bah! – Sonrió su interlocutor con despreocupación. - Después de nuestros entrenamientos esto no será nada.

-Ojalá que tengas razón. Anda, vamos a instalarnos que luego nos tendremos que presentar oficialmente al resto de nuestros compañeros. - Le indicó Mazoui. -

 

 Su primo convino en eso. Por otro lado, las chicas también se instalaron en sus alojamientos. Ese piso tenía dos habitaciones, salón, cuarto de baño, cocina independiente, e incluso una terraza alargada. La verdad es que estaba mucho mejor de lo que había imaginado.

 

-Esto parece una residencia de estudiantes. ¡Y de las caras! - Exclamó Amatista, perpleja al ver aquello. -

 

Su amiga asintió, sortearon habitaciones y tras invertir un tiempo en descansar del viaje y colocar sus cosas fueron hacia el centro de investigaciones. A tenor de las explicaciones de su jefa, Satory se incorporaría rápidamente al proyecto en tanto que Amatista estaría haciendo prácticas como ayudante mientras durase su formación y pudiera concluir sus estudios.

 

- ¿Qué te parece este sitio? - Le preguntó Satory a su amiga según lo recorrían. -

- Es enorme y está muy bien dotado de equipo - respondió ésta. - Seguro que disponen de lo último en tecnología.

- Ya puede ser cierto - sonrió la hija de Masters con gesto divertido. - ¡Con todo el dinero que se ha gastado mi padre en este proyecto!

 

Amatista asintió, estaba verdaderamente sorprendida al pensar en la cantidad de capital que habría hecho falta para emprender aquella aventura. Durante el camino su amiga además le fue explicando.

 

-Éste es un asteroide de tipo M compuesto por metales y sobre todo silicio. Eso vendrá muy bien para los conductores de impulsos de nuestros ordenadores. En una palabra, los microchips nos van a salir muy baratos de fabricar.

 

Su interlocutora asintió, aunque no entendía mucho de eso. Si bien su compañera proseguía la explicación.

 

-Tiene una longitud de casi trece kilómetros y un diámetro de al menos cinco. ¿No te parece increíble?

-Sí, supongo - musitó Amatista que miraba en derredor suyo y hacia arriba. – Es enorme…

 

 La verdad es que, por esa zona, que era una parcela destinada a la ciudad, casi no se notaba que estuvieran dentro de ninguna roca. La impresión que habían tenido antes se confirmaba. Aquello parecía una zona urbana como cualquier otra. Incluso mirando hacia arriba había una altura tal que la chica no observaba más que un difuso cielo. ¡Eso sí que era increíble! Se había logrado crear algo que parecía simular una región cualquiera de la superficie de la Tierra. Por un momento las recién llegadas comentaron aquello y pudieron empezar a comprender la magnitud de semejante proyecto. Amatista sobre todo pensaba admirada en el calibre de la labor de su padre, su tío Zafiro y los compañeros de ambos. Únicamente deseaba estar a la altura de todos ellos. Las jóvenes siguieron caminando rumbo al laboratorio. Afortunadamente no les quedaba demasiado lejos. Tras abordar uno de esos deslizadores tardaría aproximadamente diez minutos. Allí tendrían oportunidad de comenzar a familiarizarse con sus nuevos elementos de trabajo y de conocer al resto de sus compañeras.

 

-Ya tengo ganas de comenzar. - Pensaba la joven francesa. - Y demostrar lo que valgo…Tal y como la madre de Chibiusa me dijo.

 

            Recordó un par de días antes de la partida. Sus padres estaban fuera. Ella se afanaba en seleccionar ropas y otras cosas para el equipaje. Al cabo de un rato de cavilar hizo un par de maletas. Fue entonces cuando oyó la voz de su madre.

 

-Cariño. ¿Estás en casa?...

- ¡Sí, mamá! - Respondió en voz alta. -

-Haz el favor de bajar, tu padre y yo tenemos invitados…y queremos que los conozcas…

 

            La muchacha suspiró. No solía gustarle mucho ese tipo de eventos. Seguramente algún pez gordo del mundo de la moda o la política estaría allí. Aunque por otra parte no era normal que sus padres la involucrasen en eso. Sintió verdadera curiosidad por ver de quiénes podrían tratarse.

 

-Enseguida bajo, no llevo ropa formal. - Pudo excusarse. -

-No te preocupes por eso. - Replicó su madre. -

 

            Aquello sí que la terminó por desconcertar. ¿Una visita de gente importante y su madre le decía que bajase sin vestir apropiadamente? Ahora sí que tenía ganas de conocer la identidad de esos individuos. No tardó en descender por las escaleras, ataviada con una simple blusa y un pantalón corto, amén de ir en zapatillas de andar por casa.

 

-Buenos días. – Saludó educadamente a sus padres y a la pareja que los acompañaba. - ¿Qué tal están?

 

            El hombre era alto. Aunque no tanto como su padre, moreno y atractivo. Vestía con un polo blanco y pantalones color crema. Y la mujer era bastante bajita, de largas y rubias coletas que casi le llegaban hasta el suelo, pero muy hermosa. Su semblante era algo indescriptible entre la dulzura y la bondad. Observaba a la propia Amatista, quien la reconoció perpleja, con una amplia sonrisa. ¡Era ella! La que le preguntó en la ceremonia si estaba segura de su decisión de ir en la nave. No obstante, Amatista nada comentó de aquello y fue esa mujer la primera en decir con tono suave.

 

-Vuestra hija es toda una mujer ya.

-Amatista hija, ellos son Usagi Tsukino y Mamoru Chiba. - Les presentó Diamante. - Unos viejos y grandes amigos nuestros…

 

            Y tras intercambiar con los invitados unas miradas de complicidad, Esmeralda añadió…

 

-Te sonarán más si te digo que también se les conoce por Guerrera Luna y el Tuxedo Kamen…

 

            La chica abrió unos ojos como platos. En efecto, había estado intercambiando unas palabras con esa mujer durante la ceremonia de graduación días antes. Desde luego que tras descubrir la historia de sus padres sabía perfectamente quienes eran y no podía evitar sentirse impresionada. De todos modos, le daba la impresión de que Usagi no deseaba desvelar que estuvieron hablando tras el concierto. Así que terminó de bajar las escaleras y aproximarse para preguntar atónita.

 

- ¿Ustedes son…los padres de Chibiusa?...

-Lo somos. - Le corroboró un sonriente Mamoru que enseguida rectificó con simpatía. - Al menos lo seremos en el siglo treinta.

-Entonces… ustedes son…- Pudo replicar la impresionada chica en tanto improvisaba una especie de reverencia. - ¡Los futuros reyes! Endimión y Serenity…

-Eso no es necesario. - Sonrió Usagi haciendo un gesto con una de sus manos para que la chica dejara de inclinarse. - Hemos venido como amigos de tus padres. Y porque queríamos conocerte un poco mejor, Amatista. Tú no lo recordarás, pero tus padres nos visitaron una vez llevándote con ellos, siendo tú muy pequeña. Y además nuestra hija nos habló muy bien de ti. Dijo que prometías como justiciera.

-Muchas gracias. – Replicó la joven con evidente rubor. - Es un honor para mí…

 

            Amatista no era desde luego propensa a dejarse impresionar. Sin embargo, estaba delante de los legendarios soberanos de la Tierra. Al menos eso le contaron sus padres. Los reyes contra los que ellos se rebelaron y a los que trataron de destruir. Ahora comprendía, simplemente con ver a esa mujer, por qué su padre pudo verse tan atraído por ella. Y es que, pese a las apariencias de fragilidad y su pequeña estatura, la joven sentía una especie de aura de poder y majestad que rodeaba a esa señora y también al hombre que la acompañaba…

 

-Tus padres nos han contado que irás en ese viaje. - Afirmó Mamoru. - Hemos venido a desearte la mejor de las suertes. Y a que sepas que, si podemos hacer cualquier cosa por ti, solamente tienes que pedírnoslo.

-Muchas gracias. No sé qué decir, que alguien tan importante se preocupe por mí…-Apenas sí fue capaz de responder visiblemente atónita. -

-Verás, - añadió Usagi. - Como sabes, el resto de tus compañeras y primos fueron amadrinados por algunas de mis amigas y guardianas. Leval y Kerria son ahijados de Ami, Alan, Lance e Idina de Rei y Mazoui y Katherine lo son de Minako. Así como tus primos Coraíon y Granate de Makoto.

-Así es, cariño. - Terció Esmeralda ahora suspirando con un tono entristecido. - Tu madrina iba a ser Jennifer Scott, la madre de Satory, pero ella murió antes siquiera de nacer tú.

-Sí, creo que fue un accidente, ¿verdad? - Comentó la muchacha que sentía aquello por su amiga la hija del magnate. - ¿Entonces iba a ser mi madrina como tú y papá sois los padrinos de Satory?

-Hasta ahora eso no fue importante. - Comentó Diamante para explicar. - Sin embargo, cuando se os reveló la verdad a todos nos dimos cuenta de que cada una de las justicieras contaba con una guerrera tras de sí, para instruirla.

-Es por ello que enviamos a nuestra hija del futuro para ayudaros. – Intervino Mamoru. -

-Aunque todas tus compañeras siempre tuvieron una madrina para guiarlas en mayor o menor medida. Faltaba Katherine, hasta que, al fin, su familia y la del resto se reencontraron y mi amiga Minako se ocupó de amadrinarla. - Añadió Usagi. - Es por ello que ahora, solamente quedas tú.

-Bueno, Chibiusa me enseñó muchas cosas. - Afirmó la muchacha. - Es una gran profesora.

 

            La pareja de progenitores de la aludida se sonrió agradeciendo esas palabras. Fue Usagi quien declaró.

 

-Ella se ha ocupado sobre el terreno, nosotros estuvimos muy liados con muchas cosas, pero quiero que sepas que, desde ahora, me gustaría ejercer como tu madrina. Aunque fuese de modo simbólico. Si en un futuro precisas guía, ayuda o consejo, aparte del de tus padres, claro está. Acude a mí. De hecho, creo que esa nave hará escala en la Luna. Si nosotros no estamos presentes, nuestra hija se encargará de prestarte el apoyo que precises. Ella es a su vez la mentora de Neherenia.

-No sé qué decir. Es un gran honor para mí. Y me hace mucha ilusión ser amadrinada por la legendaria Guerrera Luna. - Sonrió una entusiasmada y al tiempo cohibida Amatista. -

-El placer es nuestro. - Repuso Mamoru. -

-Gracias de corazón, amigos míos. - Les dijo Diamante estrechando la mano de él, y besando galantemente la de ella. -

-Estamos convencidos de que vuestra hija tendrá un papel fundamental en ese viaje. - Aseveró Usagi. - Como el resto de sus amigos y compañeros. Hará historia.

 

            La jovencita sonrió con incredulidad. Al fin dejaron aquello y durante un rato más charlaron. Amatista tuvo una gran impresión de esos dos importantes personajes. Aunque le sorprendió como el gesto de ella había cambiado. Parecía preocupada cuando, durante su conversación en la ceremonia de graduación, le había preguntado si estaba segura. Ahora mostraba un semblante más relajado y lleno de confianza.

 

-Quizás únicamente quiso probar mi determinación. He debido de superar esa prueba. - Se sonrió aliviada. -

 

Luego se despidieron deseándole mucha suerte en su viaje…y allí estaba ella ahora, tumbada en su cama y reflexionando sobre ello. Recordó asimismo unas palabras de su madre, cuando, tras despedirse de sus ilustres invitados, ella comentó algo sobre la estatura de Usagi.

 

-Desde luego, a primera vista engaña. - Declaró la joven. - Parece tan frágil y es tan bajita. Y sin embargo se enfrentó a vosotros...y me ha dejado sorprendida y muy halagada, cuando dijo que yo podría hacer algo importante. Quizás al verme tan alta piense que seré una gran mujer. - Sonrió. -

 

   Su padre se sonrió, pero su madre le contestó entonces con tono afable pero serio, sentenciando.

 

-Hija, tu estatura no te hará ser una gran mujer. Es tu corazón y tu determinación y, sobre todo, lo que hagas con ellas, las que te harán acreedora de serlo algún día. Créeme, tanto Usagi, o, mejor dicho, su majestad la reina Serenity, o mi mentora Madame Deveraux, eran más bajas que yo, pero jamás vi a mujeres más grandes que ellas.

 

Amatista asintió, por una vez dándole toda la razón a su madre. Ahora pensaba en aquello, sintiéndose nerviosa, emocionada y muy responsable también, deseando estar a la altura de ese reto.

 

-Espero hacer honor a las expectativas que han puesto en mí. Aunque honestamente no sé qué podría hacer yo en un lugar tan enorme y con tanta gente valiosa, que fuera tan importante. - Meditó. -

 

Desde luego era una cura muy grande de humildad para ella. Allí, ni su porte ni sus habilidades deportivas importaban a nadie. Por ello tendría que trabajar con mucho tesón y esforzarse por aprender para ganarse el respeto de sus nuevas compañeras. Por su parte, Leval y Mazoui también se dirigieron a su escuadrilla, el mayor Enset les comunicó que su comandante iba a darles una charla de bienvenida. Sentados junto con otros oficiales aguardaron a la llegada de su superior. Se levantaron respetuosamente en cuanto éste entró y saludaron en posición de firmes.

 

- Descansen caballeros. - Les indicó Braem que pasó a dirigirles unas palabras. - Ante todo buenos días, si es que eso puede aplicarse en el Espacio. En fin, vamos al grano, están ustedes aquí para completar parte de la dotación de pilotos de la nave. Esta escuadra, como ya saben, está bajo mi mando. Ustedes han sido seleccionados pues demostraron ser los mejores disponibles. - Se aclaró la garganta y agregó con énfasis. - Pero ahora tendrán que refrendarlo aquí. No sabemos lo que nos aguardará allí fuera. Por el momento les serán asignadas misiones de rutina con los nuevos cazas diseñados específicamente para el espacio y los de reentrada atmosférica. En cuanto a los aparatos descubrirán que son de más avanzado diseño que los que emplearon en sus entrenamientos. Con materiales resistentes a la fatiga, nuevos sistemas de detección y de protección y armamento muy sofisticado. Las especificaciones técnicas de todo ello les serán facilitadas a su debido tiempo. No obstante, por ahora lo más apasionante que tendrán que hacer será misiones de exploración de radio cercano a la nave y servicios de escolta y acompañamiento para módulos espaciales. Espero que nadie se sienta decepcionado. Todavía no tenemos enemigos como en "Star Wars”. - Hubo unas risas sofocadas y Braem, sonriendo ligeramente, continuó más distendido. - Así que no deberán preocuparse por eso. Pero, para los amantes de la aventura tenemos unos simuladores de última generación que, de paso, les servirán para entrenarse y también haremos maniobras en el Espacio. No dudo que se divertirán. Aunque recuerden que esto no es un parque de atracciones. - Y dejando unos segundos para que todos asimilaran esas palabras remachó. - Ahora caballeros les dejo para que se conozcan. El mayor Enset hará las presentaciones oportunas.

 

            Todos se levantaron para saludar al comandante que salió del cuarto. Volvieron a sentarse y el mayor procedió dar nuevas instrucciones.

 

- Muy bien, cada uno de ustedes se presentará por orden de grados. Los primeros tenientes, por favor.

 

            Estos eran tres, aparte de Mazoui. Cada uno de ellos tenía por correspondencia a dos lugartenientes y estos eran ocho, contando a Leval. Por último, había dieciséis alféreces para conformar la pirámide de mandos en la escuadrilla. De todos los oficiales dieciocho eran hombres y diez mujeres. Aunque ninguna de ellas superaba el rango de Leval y solamente cuatro de ellas lo igualaban. Centrándonos en los primeros tenientes, sin contar a Mazoui, el primero de ellos era un tipo de mediana estatura, pelo oscuro y poco hablador, de nombre Timothy Mullins. Daba la impresión de querer guardar las distancias. Richard Jensen, el segundo, era parejo en talla al anterior, de pelo y ojos castaños y mucho más sociable. Parecía poseer mucho sentido del humor, era en ciertos aspectos similar a Granate. O al menos eso pensaron tanto Leval como Mazoui en su primera impresión cuando le saludaron.

 

-Es un placer, Señor. - Dijo Leval. -

-Encantado de conocerle, teniente Jensen. -Añadió Mazoui. -

-Podéis llamarme Tracer, chicos. -Repuso éste de modo jovial para explicar. - Es mi apodo desde mis tiempos de academia. Me llamaban así por lo rápido que era en fijar los blancos para disparar. Vosotros acabáis de graduaros, ¿verdad?

-Sí señor. - Contestó Leval. -

-Hace tan solo una semana. - Completó su primo. - ¿Y usted?

 

            Aquel tipo sonrió divertido y le respondió a Mazoui.

 

-Entiendo que, por mor del grado, tu amigo me trate de usted, pero tú tienes mí mismo rango. No hace falta ser tan formal. Aunque tenga unos pocos años más que tú, no soy ningún viejo.

-Es mi primo además de amigo. - Le informó su interlocutor. -

-Bueno, pues cuando acabemos el servicio si queréis y tenéis tiempo, vamos a la cantina y me contáis que tal siguen las cosas en la academia. Yo hace unos años que me gradué. Supongo que muchos profesores habrán cambiado.

-Algunos por fortuna sí. - Admitió Leval con tono más sombrío-

 

            Y es que recordó a ese asqueroso de Seil, al que descubrió haciéndolo con su ex novia Jane en el aula. Aquello fue el detonante de su ruptura con ella. Pese a todo el dolor y la rabia que le produjo no hizo, ni dijo nada en la Academia. Aunque después debió de descubrirse puesto que ese tipo fue expedientado y expulsado, teniendo que hacer frente a un consejo de guerra por abusos y relaciones indecorosas con alumnas bajo su mando. Tampoco eso le salió gratis a Jane. Fue asimismo expulsada con deshonor. Leval al principio casi se alegró por ello, pero andando el tiempo llegó a sentir compasión por esa pobre desgraciada. El ejército y ser piloto eran la meta de su vida.

 

-Ya jamás podrá volver a aspirar a ser piloto de combate, y mucho menos a tener una carrera militar. ¡Ojalá hubiese sido distinto! - Pensó ahora con amargura. -

 

            Aunque las palabras de su superior le sacaron de esos tristes recuerdos, cuando éste le comentó con más jovialidad.

 

- ¡Parece que hubieras visto un fantasma! Vamos, anímate hombre. Este sitio no está tan mal. Yo llevo ya más de dos meses embarcado y puedo asegurar que la cantina es de primera.

 

Fue cuando el tercero de los tenientes, un tal Cedric Logan, algo más alto que los otros, rubio y con unos duros ojos azules, intervino.

 

- ¿No tienes mejor cosa que hacer que alentar a los nuevos oficiales a que vayan a beber contigo, Tracer?

 

            El aludido le miró con poca simpatía, aunque se sonrió para replicar.

 

-Eso se denomina camaradería, Logan. Quizás deberías probarlo alguna vez.

-Lo que no voy a probar es a ser teniente durante tantos años como tú. - Sentenció su compañero con desdén. -

 

            Su interlocutor dio la impresión de querer replicar de un modo poco amable, pero se contuvo. Mazoui y Leval miraban la escena con estupor. Al fin, ese tipo rubio se limitó a marcharse de la sala y el teniente Jensen les comentó.

 

-Logan es el clásico tipo engreído y bastante pagado de sí mismo. Es hijo de un prestigioso general. Se graduó el año pasado y ya está pensando en llegar a almirante antes de que termine este viaje.

-Supongo que su padre le habrá enviado aquí. - Elucubró Mazoui. -

-Lamento no poder darte la razón. - Rebatió sin embargo Tracer, para admitir. - Pero en este caso, que yo sepa, su papaíto no ha tenido nada que ver. Su expediente es realmente formidable. Debo reconocer que todo lo que tiene de idiota, lo tiene de capaz en su puesto. Lo cortés no quita lo valiente.

-Creo que esto va a ser interesante. - Comentó Leval. -

-Sí, la cosa promete. - Convino su primo. -

 

Y es que Mazoui pensó en sondear un poco a sus nuevos compañeros. Aunque enseguida desistió de ello. No le pareció ético. Quizás más adelante sí fuera necesario. De todos modos, y sin necesidad de utilizar mucho sus especiales dones, el joven se percató de que ese tal Logan, tal y como el teniente Jensen había dicho, no parecía desde luego tener la misma actitud que los demás…

 

-Ya le iréis conociendo y estoy convencido de que os acabará cayendo tan bien como a mí. - Les vaticinó irónicamente Tracer. -

-Me da la impresión de que habrá que vigilar a ese tipo de cerca. - Pensaba Mazoui en tanto observaba a aquel individuo alejarse por un corredor adyacente. -

 

Satory mientras tanto había comenzado las investigaciones con Penélope y el resto de los científicos que componían el equipo. Una agradable chica de escasa estatura, pelo corto y castaño oscuro llamada Jennifer Garret, a la que pronto llamaron Jenny o Jen, ayudante como Amatista, y otra de larga melena morena y ojos verde albahaca, de nombre Sandy Ann Wallance. Ésta última era alta y tenía un aspecto voluptuoso, cuerpo muy sensual y atractivo, desmentido, no obstante, por su carácter reservado y cauteloso. Era una de las científicas principales junto a Satory y la propia Penélope. Desde un principio no pareció que Amatista y ella se llevasen muy bien. El primer botón de muestra de eso sucedió casi al presentarse.

 

-Encantada, señorita Wallace. - La saludó Amatista. -

 

Aunque esa individua, con tintes entre maternalistas y cortantes, la rectificó, señalándose la pequeña placa que llevaba prendida en su blanca bata del laboratorio.

 

-Es Wallance. Haz el favor de leer.

 

A Amatista eso no le sentó nada bien, pero optó por dejarlo estar. Quizás esa chica estuviera harta de que le confundieran el apellido, solamente respondió con tinte conciliador, e incluso solidario.

 

-A mí me suelen quitar una ese de mi apellido, que es Lassart. Disculpa.

-No pasa nada. - Se limitó a contestar esa mujer, con un tono bastante menos irritado, curiosamente cuando Penélope se había aproximado a ellas. -

 

Por lo demás las cosas se desarrollaban de forma fluida para todas. Así comenzaron a pasar los días y tal y como habían pensado con anterioridad, al principio les fue imposible reunirse. Amatista, sin ir más lejos, recibía sus clases y luego entraba a trabajar. La primera semana no dispuso apenas de tiempo para ella, ni tampoco lo tuvieron los muchachos. Solamente un acontecimiento rompió la rutina en la que se habían instalado en esos primeros días. Los chicos y también las muchachas fueron requeridos por el alto mando de la nave y las autoridades civiles.

 

- ¿Qué podrán querer de nosotros? - Se preguntaba Amatista sentada en un banco de un largo corredor, previo a una sala de juntas a la que habían sido convocados. –

-No lo sé. - Replicó Mazoui que tampoco tenía la menor idea cuando le contó a la muchacha ante el asentimiento de sus primos. – A nosotros nos ordenaron venir aquí y con uniforme de gala.

-Es verdad. - Convino Leval, que se encogía de hombros sorprendido para afirmar. – No tenemos ni la menor idea. ¿A ti no te han comentado nada al respecto?

- ¡Qué va! – Replicó ella que les puso en antecedentes. – Estaba trabajando en el laboratorio cuando sonó el teléfono. Lo contestó nuestra jefa y tras unos minutos de conversación colgó. Entonces vino a donde yo estaba y nos dijo sin más que debíamos venir para acá, que era orden del consejo rector de la ciudad.

-Sí, es cierto - convino Satory que no dejaba de mirar de reojo a los muchachos, especialmente a Mazoui. – No nos dijo nada del porqué. Creo que ni ella misma lo sabía.

-Bueno. Si fuera para echarnos la bronca por algo, las autoridades no nos habrían hecho venir vestidos así. ¿No? - Terció Granate tomando su gorra de plato entre las manos y jugueteando con ella para quitarse los nervios y la impaciencia. –

-Espero que no hayas hecho nada de lo que nos tengamos que lamentar. – Le dijo Mazoui, más con sarcástico humor que otra cosa. – Dime. ¿Has tirado alguna pila de tartas? O peor, ¿de misiles de la Santa Bárbara?

- ¡Que me registren! – Pudo exclamar teatralmente el chico levantando las manos de forma tan exagerada que los demás no pudieron evitar romper a reír, más cuando añadió. – Eso solamente lo hacía en la tienda de Makoina. ¡Y tendría siete años por entonces! Los misiles ni tocarlos todavía...

 

No obstante, las carcajadas se extinguieron cuando la puerta de aquella sala se abrió. Un elegante hombre de alrededor de sesenta años, pelo canoso y algo entrado en kilos, se aproximó. A su lado venía el propio contra almirante Spar, el comandante en jefe de la nave, un hombre alto, y de pelo gris. Los chicos se cuadraron inmediatamente. Aunque éste último enseguida les ordenó descanso en tanto el otro tipo se dirigía a todos los presentes.

 

-Buenas tardes. Soy John Derish, el gobernador civil de la ciudad. Les agradezco su presencia aquí. Seguramente se preguntarán porqué han sido convocados de esta manera tan repentina.

-Sí - replicó Amatista haciendo de improvisada portavoz del grupo. – No sabemos que pueden querer de nosotros.

-Pasen por favor y lo sabrán - intervino Spar haciendo un invitador ademán con una de sus manos en dirección al salón, añadiendo con tintes tranquilizadores. – No se preocupen, no es por nada malo.

 

Aliviados por esa última apostilla ninguno se hizo de rogar y entraron tras sus dos anfitriones. Allí, de pie, descubrieron a un tipo vestido de una forma algo extraña, parecía llevar ropajes propios del siglo dieciocho. Tras él cuatro muchachas jovencitas y con unos aparatosos peinados y pelos y vestidos a juego en colores rojo, verde, amarillo y azul, flanqueaban dos sillas de terciopelo rojo, en las que se sentaban dos hermosas jóvenes. Tanto Spar como el gobernador civil hicieron una marcada reverencia hacia esas sedentes muchachas que iban ataviadas con largos vestidos, una de color blanco marfil, y otra crema y verde respectivamente quienes correspondieron con unas leves inclinaciones y sendas sonrisas. El tipo vestido a la manera dieciochesca se dirigió hasta los recién llegados y anunció con visible pompa.

 

-Tengo el privilegio de presentarles a su Majestad Serenísima la Bella y Gentil Reina Neherenia Soberana de la Cara Oculta de la Luna, Condesa de Chauvenet y de Beijerinck entre otros títulos y a su Alteza Real Serenísima la princesa Usagi Chiba Tsukino, Dama del Milenario de Plata y de Neo-Cristal Tokio, Princesa del Sistema Solar, Dama de Elisión. Eterna Guerrera Neo Sailor Moon

 

Los muchachos, realmente sorprendidos, hicieron a su vez una especie de reverencia, aunque todos conocían a la princesa de la Luna. En especial Amatista, dado que Chibiusa, como la llamaban ella y sus compañeras justicieras, fue quién comenzó a instruirlas como guerreras. Recordó esa conversación con los padres de Chibiusa y tentada estuvo de saludarla con jovialidad. Sin embargo, se contuvo, ahora esa joven estaba allí en calidad de princesa. De modo que la francesa hizo como su madre siempre la había aconsejado cuando acudían a alguna reunión de alta sociedad, decidió permanecer en silencio hasta que la indicasen que podía hablar. El resto estaba en similar situación. De hecho, Leval creía conocer también de algo a esa otra muchacha morena. No obstante, no tuvieron que permanecer mucho tiempo en ese estado de expectación. Fue la joven del vestido tono nácar, que lucía un largo pelo rosa, con dos moños de los que nacían largos cabellos en forma de coletas, la que les detuvo de hacer las reverencias con un gesto en tanto se levantaba y sonreía.

 

-No, amigos, os lo ruego, vosotros no tenéis que hacer eso.

-Contra almirante, señor gobernador. Por favor… - Terció entonces la otra chica del vestido verde y crema. - ¿Podríamos pedirles algo?

 

Ambos le dedicaron de inmediato sus miradas, lo mismo que el resto. Ésta joven que también lucía un largo cabello oscuro con unas bolitas en su parte superior de las que partían dos coletas, se levantó a su vez. Era sensiblemente más alta que su compañera y les pidió a las autoridades con tono muy cordial.

 

- ¿Serían tan amables de concedernos unos minutos para hablar con ellos en privado?

-Por supuesto, Majestad. – Se apresuró a replicar el gobernador. – Como deseéis.

 

Y sin tardanza los dos altos cargos salieron de la estancia. Entonces aquel tipo de look tan desfasado parecía dispuesto a anunciar algo más pero nuevamente la muchacha de pelo oscuro le detuvo.

 

-Caballero de la Lune, dejadnos, os lo ruego.

-Vuestros deseos son órdenes, Majestad. – Replicó ese individuo que a su vez se retiró del cuarto cerrando la puerta tras él. –

 

Hubo un instante de tenso silencio hasta que fue Mazoui quien tomó la palabra para preguntar a ninguna de ellas en particular.

 

-No nos conocemos. ¿Verdad?

-No directamente. Al menos en su caso. – Sonrió la chica el pelo rosa que pasó presentarse con mayor informalidad. – Olvidad todo ese rollo que os ha soltado el Chambelán de palacio, quizás si os digo que me llaman Chibiusa os suene quién soy.

-Lo sé, todavía no he olvidado la tunda que me diste. - Sonrió Amatista logrando que la aludida hiciera lo propio, más cuando añadió con afabilidad. - Me alegro mucho de volver a verte.

-Es cierto, me acuerdo de ti. - Admitió a su vez Leval que recordó. – Creo que eres la hija de la Guerrera Luna, ¿verdad? Mis padres me hablaron mucho de vosotras.

-Así es. – Sonrió de nuevo la muchacha que hizo alusión a la otra chica que la acompañaba - y mi amiga, en su identidad civil, se hace llamar Neherenia Moon light.

-Su hermana me llamaba Nehie cuando nos conocimos de niñas, teniente. – Terció la aludida con una amplia sonrisa. –

-Sí, ya lo recuerdo. – Afirmó Leval – Creo que nos conocimos de pequeños. En casa de los tíos Tom y Connie. Majestad.

-Por favor, no hace falta ese tratamiento. Al menos aquí a solas, no. Tuteadnos. – Les pidió la soberana que añadió informándoles. - Ahora estoy en la Golden State College, estudiando magisterio con vuestra prima Idina.

-Es verdad. – Comentó Amatista que recordaba haber hablado con su amiga y compañera de grupo antes de salir, a propósito de esa broma que le gastaron a la pobre sobre las relaciones con los chicos. – Idina nos contó que eras su amiga de la infancia, que estabas estudiando con ella. Pasaste unos días con nosotras entrenando si mal no recuerdo.

-Sí. Aquello estuvo muy bien, fuisteis muy amables conmigo. - Le agradeció su interlocutora. - ¿Qué tal están las otras?

-Pues se quedaron en la Tierra. - Repuso Amatista que recordó halagando a su regia contertulia. - Quedaron tan impresionadas como yo por tus habilidades en el combate y como cantante.

-Bueno. ¡Aunque seguro que no por mi talento en la cocina! - Rio la aludida. -

-Ninguna de nosotras salvo Idina era muy habilidosa en ese particular por entonces. - Rio a su vez Amatista. - Y en lo que a mí concierne, mejoré algo, pero sigo lejos de su nivel culinario.

-Bueno, lo mío tampoco es la cocina. Como dijo mi chambelán, el caballero de la Lune, soy la reina de la Cara Oculta de la Luna. - Contestó la chica agregando con simpatía e incluyendo a su principesca compañera.  – Chibiusa quería volver a veros y por mi parte deseaba conoceros a unos y volver a veros a otros. De modo que, como vuestra nave iba a hacer una escala táctica en mi mundo antes de partir hacia el espacio exterior, solicitamos poder hacer una visita.

-Sí. Mi padre me dijo que habías sido muy amable y que te brindaste a colaborar en la última fase del proyecto, para avituallarnos de algunos minerales y agilizar el transporte de materiales. – Terció Satory. –

-De hecho, mi amiga Chibiusa, en representación de sus padres, también concedió permiso para que las empresas del tuyo instalasen una base en la Cara Visible de la Luna, que es su reino. – Le contó Nehie. –

-Vuestros padres son muy amigos de los míos, han compartido muchas aventuras. - Narró la aludida ahora. – Yo os vi alguna vez cuando erais pequeños, no creo que lo recordéis. Al menos a ti, Leval, pero eras muy niño entonces.

-Lo siento Alteza, - pudo replicar éste con tono de circunstancias – no me acuerdo.

-No te preocupes hombre, y llámame Chibiusa. Como dijo Nehie, eso de Alteza y Majestad es para el protocolo y aquí estamos entre amigos. ¿Verdad chicas? - Inquirió a las muchachas que seguían en pie al lado de las sillas a las que procedió a presentar. – Son mis guardianas, ladies, Cere - Cere, Pala- Pala, Ves- Ves y Jun - jun. Las sailor asteroides. Y duquesas de Ceres, Palas, Vesta y Juno, respectivamente.

 

Las cuatro hicieron una leve inclinación de cabeza, pero no hablaron. El grupo de los muchachos correspondió del mismo modo.

 

-Queríamos veros para desearos un buen viaje y daros recuerdos de vuestras familias. - Les comentó Neherenia. –

-Sí. Además, hemos puesto al tanto a vuestros superiores de lo que han descubierto nuestros servicios de inteligencia en sus patrullas por el sistema solar. - Agregó Chibiusa que ahora con un tono más serio y el rostro algo más grave les contó. – Al parecer hemos perdido algunas sondas de forma extraña. Nuestros expertos no han podido determinar las causas, deberéis andaros con mucho cuidado ahí fuera.

-Lo tendremos – afirmó Mazoui convencido. –

-Sed prudentes, por favor. – Intervino Neherenia añadiendo casi como si de una advertencia se tratara. – Más allá de la Luna no tendremos capacidad para ayudaros.

-Sí, no os preocupéis vuestra molona y guapa majestad. ¿De veras eras esa de la que me hablaron mis primas? ¡Por lo que me contaron podrías haberte dedicado a la música! – Terció Granate con una sonrisa dirigiéndose a la Reina de la Luna Nueva que le miró atónita, al igual que el resto. – Decían que cantabas genial.

- ¡Granate! – exclamó Amatista visiblemente avergonzada. - ¿Se puede saber qué dices?

- ¿No se llamaba así? – Replicó el chico que ahora parecía azorado al añadir para vergüenza de sus amigos. – O era su hermosa majestad. O algo de eso. Desde luego verdad es…sois muy bonita. ¿No tendréis algún rato libre luego?, ¿verdad? Interés profesional. Yo también he hecho mis pinitos como artista. En realidad. ¡Soy la quinta justice!...

 

Leval se tapaba la cara con ambas manos y Mazoui miraba hacia el techo suspirando en tanto movía la cabeza con incredulidad, Amatista le arreó un buen capón a su primo en tanto Satory enrojecía. Ese chico no tenía remedio. ¡Mira que hablarle así a una soberana! Se había tomado al pie de la letra el tratarla con familiaridad. Es más, ¡se había pasado y mucho! Pero todos se quedaron de una pieza cuando tanto esa reina como Chibiusa se miraron entre ellas y se echaron a reír. Lo mismo que sus guardianas.

 

-Tú puedes llamarme así. Me gusta más. - Le concedió Neherenia con simpatía, valorando a ese muchacho con la mirada para agregar también de modo jovial. – Y la verdad. No sé cómo andaré de tiempo libre. Tendría que consultar mi agenda…pero sería un placer. He visto algunos de vuestros conciertos y tú aparecías en ellos.

 

Desde luego era un chico guapo y parecía que simpático también, aunque bastante atrevido. Más joven que ella quizás, pero bueno, tampoco tanto. De hecho, antes de salir de la Luna, recordaba haber visto un vídeo de la graduación de esos muchachos y éste en cuestión, cantaba bastante bien. Enseguida, llena de curiosidad, le preguntó.

 

- ¿Cómo te llamas?

-Granate Lassart, Majestad. Soy hijo de Zafiro Lassart y de Petz Malinde. - Repuso él, ahora de manera más formal. –

 

Neherenia asintió, creía recordar esos nombres. También fueron antiguos enemigos de las guerreras que luego llegaron a ser buenos amigos de ellas. Eso le contó Chibiusa. Posiblemente estuvieran emparentados con la madre de su querida amiga Idina. Aunque su compañera, la princesa Chiba, fue quién tomó la palabra sacándola de esas disquisiciones.

 

-Antes de que se me olvide- terció Chibiusa indicándole a una de sus guardianas. - Cere- Cere, por favor.

-Aquí tenéis, Alteza. - Replicó de inmediato la joven, entregándole un paquete de forma redonda y cubierto por papel aislante. -

-De parte de tu madrina Makoto. - Sonrió la princesa de la Luna en tanto ponía en las manos de Granate aquello. -

- ¡No me digas que es una tarta de Makoina! - Exclamó el chico lleno de entusiasmo. - ¡Guay!

 

            Hasta las Asteroides se rieron sin tapujos ahora, lo mismo que las regias visitantes. Amatista solamente se limitaba a mover la cabeza divertida, sin poder reprimir una sonrisa. Leval y Mazoui se miraban con expresión de circunstancias y Satory observaba a ese chico, realmente atónita.

 

-Sí, es una tarta de su parte. Cuando le comenté que vendríamos a veros se apresuró a hacerla. Te la envía con todo su cariño. - Admitió Chibiusa. -

-Pues pedimos algo de beber, unos tenedores y nos la comemos aquí mismo. - Ofreció el muchacho prescindiendo una vez más de la etiqueta. - Si gustáis majestades y demás…

-No, muchas gracias… es para ti. Compártela con tus amigos y que la disfrutéis. - Declinó su interlocutora. - Nosotras debemos irnos. Yo he cumplido con los deberes protocolarios y tengo que ir a informar a mis padres. Por cierto. - Agregó dirigiéndose a Amatista. - ¿Necesitáis tú o tus compañeros alguna cosa?

 

            Los demás se miraron encogiéndose de hombros y fue la propia francesa quién actuó de portavoz con tono reconocido.

 

-No, muchas gracias. Todo va bien por ahora. Decídselo a nuestros padres, por favor.

-Lo celebro. Para lo que sea estaremos en la Luna durante unos días, hasta que vuestra nave parta. - Les informó jovialmente Chibiusa. - Transmitiré a vuestras familias que estáis bien. Ahora debemos dejaros. Asteroides. – Añadió dirigiéndose a las cuatro muchachas a las que indicó. - Transformaros y vamos a usar el teleport.

 

Para asombro de todos, esas cuatro muchachas invocaron respectivamente unos nombres al igual que hizo la princesa del Milenario de Plata y tras una coreografía de luces y brillos reaparecieron transformadas en guerreras. Enseguida se tomaron todas de las manos rodeando a su princesa. Entonces Chibiusa les sonrió a todos para despedirse.

 

- ¿Queréis que de algún mensaje más a vuestros parientes? - Les inquirió. -

-Que los queremos y que pensamos mucho en ellos. - Sonrió Amatista a su vez. –

-Así lo haré. Y si no nos vemos hasta que partáis. Mucha suerte y que tengáis un buen viaje. - Les deseó la princesa que hizo un gesto de asentimiento con la cabeza. -

 

Al momento cada una sus guardianas emitieron energía en un tono de colores verde, azul, amarillo y rojo respectivamente, ella misma brilló en uno rosado. En un instante habían desaparecido.

 

- ¿Sabéis qué? - Comentó Neherenia rompiendo el atónito silencio de todos. – Como vuestra nave tiene que estar abasteciéndose aquí durante unos días pedí permiso a vuestros superiores para quedarme y poder verla. Si no os importa me encantaría contar con vosotros para que me la mostrarais. De modo que, sí tendré libre un ratito después de todo. – Remató mirando con interés y simpatía hacia aquel joven. -

-Será un placer… mostrarte lo que quieras. – Se apresuró a decir Granate que hasta se sonrojó un poco. –

-Podríamos recorrer la ciudad, los centros de investigación y enseñarte el laboratorio. – Terció Satory añadiendo algo apurada. – Si te parece bien, Neherenia.

 

            La aludida asintió. No era mala idea. Sin embargo, ella pensaba en algo más entretenido.

 

-Y supongo que estaremos autorizados a enseñaros el cuartel, al menos nuestra base. – Añadió Mazoui de un modo más formal. –

-Sí. Y algún que otro bar karaoke que hay por aquí. - Dijo Granate recibiendo otra vez las incrédulas miradas de sus primos. –

-Eso me encantaría. – Sonrió ampliamente Neherenia que abriendo la puerta indicó a su chambelán que pasara al igual que a los jefes civiles y militares de la nave. – Caballeros, por favor…

 

Cuando pusieron al corriente a las autoridades de los deseos de la reina ambos estuvieron conformes. Es más, encargaron a los chicos que alguno hiciera de guía. Tanto Leval como Mazoui enseguida señalaron a su primo alegando que había recorrido más la ciudad que ellos mismos que, simplemente, se ofrecieron a mostrar su cuartel a la soberana de una manera más oficial. Amatista y Satory por su parte quedaron en enseñarle efectivamente la parte habitada y el centro de investigación. Tras unos días que fueron bastante entretenidos la reina de la Luna les despidió retornando a su mundo. Todos la encontraron muy agradable y simpática, en especial Granate que guardaría un imborrable recuerdo. Al poco la nave partió alejándose de la Luna rumbo al espacio.

 

-Hasta muy pronto. Al menos eso deseo. Mi hermosa y gentil reina. - Pensaba el chico cuando la vio partir. -

 

Pasaron algunos días más y retomaron sus rutinas. Una vez familiarizada con su nuevo lugar de trabajo, y contando con un día que se le había adjudicado como libre, (todas las chicas tenían uno distinto aparte del domingo que se rotaba para ver quién se quedaba de guardia). Amatista quiso pasar a buscar a Leval. Tal y como éste le dijo, la nave disponía de una ciudad que era como cualquier otra de pequeño tamaño en la Tierra. Aunque, aun así, era algo complejo moverse por ella y por los sectores destinados a las tropas. Pese a algunas conversaciones que había mantenido con ellos para informarse de sus respectivas ocupaciones, vía holo teléfono, ella no sabía bien como localizarles en medio de ese galimatías de cubiertas, secciones y nomenclaturas. Así que decidió presentarse en una de las zonas militares de las que le habían hablado y preguntar al centinela que vigilaba la entrada al cuartel.

 

- Por favor, - preguntó tímidamente a un joven soldado de guardia. - ¿Me podría ayudar?

 

Éste se vio sorprendido muy agradablemente con la visión de una chica tan bonita, que lucía un ligero vestido verde claro, mostrando sus largas y preciosas piernas y con un escote que, a pesar de no ser demasiado pronunciado, evidenciaba claramente sus otros exuberantes encantos.

 

- ¿Podría decirme usted si el teniente Leval Malden está destinado aquí?

- Lo siento, señorita - repuso éste casi entre tartamudeos ante semejante monumento. - Pero no lo sé. La nave es muy grande y podría estar en cualquier otra área.

- ¿Y no puede preguntar? - Insistió Amatista con la mejor de sus sonrisas que obtuvo el efecto deseado. - Por favor.

- Bien, se lo preguntaré a mis superiores, - accedió el chico alejándose de inmediato hacia su sargento. -

 

Saludó y desde lejos la muchacha vio que hablaban Ojalá que pudieran darle una indicación. Acto seguido el suboficial, de una edad más madura, se acercó a ella.

 

- Buenos días, señorita - le saludó él con más tranquilidad y dominio que el anterior muchacho. - ¿Preguntaba usted por el teniente Malden? ¿No es así?

- Sí, ¿lo conoce? - Inquirió ella esperanzada. -

- Pues no, lo siento, pero voy a mirar a ver, - sacó un ordenador portátil que consultó para afirmar. -Pues no aparece aquí, ese oficial no está destinado en nuestro sector.

- ¡Oh vaya, qué mala suerte! - Musitó Amatista con un tinte de decepción. -

- ¿Podría usted darme algún otro dato más? ¿Qué hace? ¿Es oficial de comunicaciones, de ingenieros...? - Quiso saber el suboficial. -

 

Desde luego que, pese a estar de servicio y tener que mantener la disciplina propia y la de sus subordinados, tampoco podía resistirse a la tentación de tratar de ayudar a esa preciosidad.

 

- ¡Es piloto, piloto de cazas! - indicó la chica de inmediato, agarrándose a esa tabla salvadora. -

- Eso ya es otra cosa. - Declaró con satisfacción el sargento que volvió a consultar su ordenador para explicar. - Claro, no aparecía en mi lista porque aquí sólo hay oficiales de enlace, comunicaciones e ingenieros. Ahora ya le he localizado, está en el punto X- treinta y ocho, en el sector norte de la nave. Abordando usted un deslizador de largo recorrido llegará allí en veinte minutos.

- ¡Estupendo, muchas gracias! - sonrió Amatista con el rostro iluminado. -

 

            Se alejó mientras el sargento, ahora ya sin obligación de mantener la compostura, resoplaba, ¡quién fuera ese teniente!, pensó. Y con él, la totalidad de los soldados de guardia. Efectivamente, al cabo de tan solo veinte minutos la joven se plantó enseguida en aquel sector. Los centinelas, al igual que sus anteriores compañeros, fueron muy solícitos con una chica tan guapa y le indicaron sin tardanza donde se ubicaban los alojamientos de oficiales. La muchacha recorrió los pasillos hasta ver una placa donde podían leerse los nombres de Mazoui y Leval. Aunque más bien se trataban de sus apellidos. Tocó la puerta y esperó, no hubo respuesta. Repitió la operación al menos un par de veces e incluso trató de abrir, pero la puerta estaba cerrada. Entonces una amable voz le dijo a su espalda.

 

- Hoy les toca servicio, deben estar haciendo prácticas en el simulador. Señorita...

 

            Ella se giró descubriendo a un alto, (bueno, en realidad sólo unos pocos centímetros más que ella), y atractivo oficial de pelo rubio. Su pose y su mirada eran las del tipo de estar muy seguro de eso.

 

- ¿Es usted compañero de ellos? - Le inquirió la muchacha. -

- Perdone, - contestó el oficial de forma algo ampulosa. - No me he presentado, soy el primer teniente Cedric Logan, uno de sus compañeros de escuadrilla y usted es…

- Me llamo Amatista Lassart. - Se presentó cordialmente la chica. - Soy estudiante de biología y trabajo como ayudante en el laboratorio.

-Tanto interés en llamar a su puerta despierta mi curiosidad. No es nada corriente que personas civiles acudan a una instalación de alojamiento militar, aunque estas estén consideradas de libre acceso. Confío que no le importe la pregunta, pero ¿alguno de ellos es su novio, quizás? - Preguntó con visible interés. -

- No, bueno, solamente somos amigos, - tuvo que reconocer Amatista algo cortada con solo pensar en esa posibilidad que tanto deseaba. -

- ¿Perdone, pero puedo tutearla? Veo que usted muy joven. - Le inquirió Logan con mucha amabilidad. -

- ¡Oh sí, claro!,- sonrió ella que se sentía mucho más cómoda así. – Por supuesto que sí.

- Pues puede que tarden en volver - añadió Cedric con aire de ligera preocupación - y no me perdonaría que una chica tan bonita tuviera que esperar aquí sola. Ven conmigo a la cantina del pabellón, se pasarán por allí tras el ejercicio. Mientras les aguardas te invito a un café.

- Eres muy amable - sonrió Amatista visiblemente agradecida, aunque inquieta por ser una carga. - Pero no sé, no quisiera molestarte, tendrás cosas que hacer.

- De ninguna manera, - se apresuró a contestar él con despreocupación. - Ahora estoy libre de servicio.

 

            Logan indicó a su invitada que le siguiera, conduciéndola al bar de oficiales. Entraron en una amplia sala que contenía una larga barra dotada con taburetes fijos. El oficial pidió las bebidas y se sentó junto a ella. Charlaron durante un rato. Él le contó que su escuadrilla era una de las que estaban destinadas a la intervención rápida.

 

- ¿Y eso qué significa? – Quiso saber la muchacha con una mirada desconcertada. -

-Pues significa que, en caso de ataque contra nuestra nave, seríamos de los primeros en ser movilizados para responder. – Contestó Logan sin pretender darle importancia. -

 

La chica se quedó de piedra. Aquello le causó una gran inquietud. Ojalá que eso no se produjera, pero de ser así, tanto Mazoui como Leval tendrían que arriesgarse antes que nadie. Un ligero temblor la recorrió. Aunque bueno, ¿de qué tendrían que preocuparse allí, perdidos en la soledad del espacio? Por su parte su interlocutor aprovechó para preguntar a su vez.

 

- ¿Así que has dicho que eras técnica del laboratorio?

-Bueno, sí. Trabajo con las Hadas Cinco. - Replicó ella. -

 

Claro que eso no era del todo cierto puesto que era una estudiante en prácticas. Aunque para qué ir a dar explicaciones ahora.

 

-Vaya, tan joven y ya eres miembro de ese grupo. Debes de ser muy inteligente además de bonita. Es muy difícil acceder a un puesto como ese en esta nave. - Contestó él con patente e incluso sincera admiración, cosa que desde luego no disgustó a la chica. – Fueron muy exigentes en la selección.

 

Realmente Amatista estaba muy satisfecha de que alguien, y encima un chico joven, valorase aquello. Casi siempre había estado acostumbrada a que los muchachos de su edad e incluso mayores, solamente la mirasen por su físico o, todo lo más, por sus “proezas deportivas”. Para que negarlo, junto a su amiga Satory, o incluso otras compañeras a veces se había sentido algo desplazada en ese aspecto. No es que ella fuera tonta, ni una mala alumna. Su expediente académico era normal incluso tirando a bueno. Podría haber sido bastante mejor, pero tuvo una adolescencia muy tumultuosa. Ahora quizás comenzaba a comprender las palabras de su madre cuando ésta se empeñaba en que sacase mejores notas. Pese a que Esmeralda había sido una cotizada modelo en su juventud, también era diseñadora de ropa y licenciada en historia del arte. Su madre siempre se había exigido mucho y le había pedido también a ella que diera lo mejor de sí misma. Se acordaba perfectamente de algunas conversaciones cuando la reprendía por no sacar más que aprobados en algunas materias, diciéndole.

 

-Hija mía, a una mujer no le basta con ser hermosa. Tú eres guapa, eso es evidente. También eres muy buena deportista. Pero cariño, créeme. A la larga esas cosas no perduran para siempre. Pero una educación sólida y completa, sí. Hazme caso, no te cierres puertas. Tienes potencial para conseguir muchas más cosas. Saca partido a tus capacidades intelectuales, que las tienes y son bastantes, estudia más.

 

A lo que Amatista asentía mecánicamente entonces, pensando solamente en que su madre terminara con aquella retahíla de consejos y sermones y la dejase en paz. Después, cuando se mudaron a Estados Unidos, se percató al conocer a Leval de que no todos los hombres valoraban a las mujeres únicamente por su físico. Y aquel complejo de estudiante mediocre se acrecentó cuando veía los logros académicos de ese muchacho. ¡Y no digamos luego los de su primo Mazoui! Que, además de tener unos cuerpazos y ser portentosos atléticamente destacaban por su currículum estudiantil. Hasta Kerria, Katherine e Idina eran buenas estudiantes, al menos mejores que ella. Sus amigas realmente sí que eran muy buenas en los estudios y tan brillantes como lo pudieran ser sus primos. Incluso Granate demostró tener talento para ser admitido en la academia militar y en la tripulación de la nave. Quizás la hermana de Leval era la que más se le asemejaba a la propia Amatista. Aunque Kerria era muy inteligente y cuando se ponía en serio con algo sacaba unas notas bastante mejores que las suyas. Ahí estaba el interés que tenía cuando les contó, poco antes de que iniciaran este viaje, que ella deseaba entrar en Harvard. Quizás Kathy fuese la que más flojease dado que se interesaba más por el flirteo con los chicos, empero, cuando tuvo que ponerse seria superó todas las materias con buenas calificaciones.  De Idina para que hablar, era una estudiante modelo, aplicada y muy trabajadora. Entró en la Golden State College, con un excelente currículo. De modo que, si lo pensaba fríamente y con objetividad, cualquiera de sus amigas o primos tenía muchas mejores calificaciones para haber estado ahí, donde estaba ella ahora. En lo único en lo que Amatista suspiraba aliviada, por ejemplo, acordándose de la hermana de Leval, era en que podía ayudarla a aprender francés. Todavía recordaba aquellos primeros días en el instituto con ella, y como la conoció, tras salir de aquella ducha de agua helada. Ahora se sonreía. Eso le parecía tan lejano…

 

- ¿Qué es tan divertido? - Quiso saber su interlocutor al percatarse de esa sonrisa en la cara de ella. - ¿No seré yo?

- ¡Oh!, no. – Perdona. - Se disculpó rápidamente ella. - Recordaba cosas. Me parece mentira haber conseguido llegar hasta aquí.

-Los que estamos en esta nave tenemos todos un sueño común. – Le desveló Logan para asombro de la muchacha que no comprendía a qué podía referirse. De modo que le observó atentamente hasta que el chico remachó. - Hacer historia. ¿Te das cuenta de que somos los primeros en aventurarnos a lo desconocido? ¡Dentro de años, puede que siglos, se hablará de esta nave y su tripulación como se hace ahora de Colón, Magallanes, Limbert o Armstrong! La gloria nos aguarda en el Espacio. ¡Somos los pioneros!

 

Amatista le observó atónita otra vez. Realmente no había pensado en eso. Claro que ella quiso embarcarse por Leval, pero no iba a decirle aquello a ese muchacho o posiblemente la tomara por una idiota superficial. No obstante, se daba cuenta de que quizás si se consideraba cuidadosamente aquello era cierto. Puede que, por azar, o por el destino, ella estaba participando en esa experiencia. También ahora empezaba a entender a Leval cuando le hablaba de las estrellas y de este viaje con tanta pasión. Y al parecer no era el único. Aquel muchacho daba la impresión de estar cortado por ese mismo patrón. En cambio, ella misma parecía haber entrado de rebote y porque su gran amiga Satory, otra joven realmente muy inteligente, la había avalado con su padre que era el que pagaba. Incluso el padre de la propia Amatista era uno de los diseñadores de esa enorme nave y quizás, a los ojos del tribunal que seleccionase a los candidatos esos “méritos “eran muy importantes. Por no decir aquello de colarla en ese grupo llamado Hadas- cinco, que parecía ser de élite. Suspiró. Nunca lo había considerado de ese modo. Posiblemente muchas otras chicas bastante más preparadas que ella hubieran quedado fuera. Ahora eso comenzaba a avergonzarla de algún modo. ¡Pero no! Desde ese mismo momento se prometió con más fuerza si cabía que se esforzaría realmente por demostrar que merecía estar allí. Haría que todos se sintieran orgullosos de ella. Sus padres, sus amigos y sobre todo Leval. Al que desgraciadamente seguía sin ver por ninguna parte. Aunque al menos estaba pasando una agradable tarde con ese otro compañero suyo que ahora le comentaba.

 

- ¿Sabes? - en mi caso venir aquí casi era una obligación. - Mi padre es general en la Tierra y desde que yo era pequeño me inculcó que debía seguir sus pasos y hacer algo que mereciera la pena. Y aquí estoy. Al menos cuando entré en esta nave y formé parte de la tripulación no tuvo más remedio que felicitarme.

-Estará muy orgulloso de ti. – Comentó su interlocutora. –

-Bueno, para lo que mi padre respecta, al enterarse simplemente me dijo… – Y fingiendo una voz algo más grave que hizo reír a la muchacha, él sentenció imitando a su progenitor. – Hijo, no esperaba menos de ti. Doy por hecho que tu hoja de servicios será ejemplar y que honrarás el nombre de nuestra familia donde sea que vayas. – Y completó ahora con su voz normal. - Lo cual para mi padre es realmente hacer un cumplido.

-Se parece a mi madre en eso. - Convino la muchacha divertida. - Siempre que conseguía hacer algo que a ella le gustase lo aprovechaba para decirme que debía continuar así.

 

Aunque la joven comprendía ahora bien a su progenitora y los motivos que la habían guiado. Cuando durante la amenaza que enfrentaron contra ese malvado Rubeus le confesó quiénes habían sido realmente su padre y ella, la dejó impactada. Y, por si fuera poco, Amatista heredó la responsabilidad de ser una justiciera. Tampoco pensó en ello cuando se embarcó. Había dejado solas a Idina, Kerria y Katherine para realizar esa tarea. Entendía ahora que sus padres y los amigos de estos habían luchado mucho, tanto literal como metafóricamente, por su felicidad y por la paz en la Tierra. De hecho, sus batallas habían sido por un bien mayor que el de ellos mismos. Y ahora le tocaba el turno, tanto a ella como a los de su generación, de continuar con esa labor. Suspiró y mirando su reloj se percató de que se estaba haciendo tarde.

 

- ¿Acaso tienes que marcharte ya? - Le inquirió Logan con gesto de decepción. -

-Se me ha pasado el tiempo volando – admitió la chica. - Tendré que irme enseguida. Es una pena que mis amigos no hayan venido – se lamentó -

 

Precisamente durante esos minutos los aludidos volvieron del simulador y fueron directamente a su habitación. Se ducharon y cambiaron. Leval animó a su primo.

 

- Vamos a tomarnos algo a la cantina, la frecuentamos poco.

- ¡Y tan poco! - Se burló Mazoui - si todavía ni hemos aparecido después de ir con Tracer el primer día.

- Pues por eso, el resto de la escuadrilla va a pensar que somos muy elitistas. - Afirmó su interlocutor, aunque lo hizo con buen humor. – Y antisociales…

- Tienes razón. Conviene llevarnos bien con los compañeros - admitió su primo que replicó de igual manera. - Pero tú invitas, por hablar.

- ¡Eh! ¡Vaya cara! - protestó Leval. –

- Nada de discusiones, - rio su contertulio - soy de rango superior.

- ¡A la orden! – replicó el aludido de forma jocosa, haciendo una leve parodia de saludo. -

 

Pero el objeto de su saludo ya había salido para allí, así que no tuvo más remedio que seguirle. Mazoui fue el primero que vio a su amiga sentada en un taburete de la barra y hablando animadamente con Logan. Se acercó a la chica abordándola con cara de extrañeza.

 

- Amatista. ¿Qué haces tú aquí?

- Hola chicos - saludó ella agitando la mano en cuanto los vio venir - ya era hora de veros. Me habéis tenido esperando un buen rato. Ya casi iba a marcharme. Menos mal que vuestro compañero estaba aquí. Se ha brindado para hacerme compañía, ha sido muy amable.

- Sí, claro - repuso sarcásticamente Mazoui dirigiéndose al aludido. – Muchísimas gracias, Logan. Ha sido todo un esfuerzo por tu parte.

- Desde luego, ¡hay que ver como sois! - Sonrió éste ignorando aparentemente aquel comentario. -Una muchacha tan simpática, inteligente y bonita y la dejáis tirada.

- No sabíamos que ibas a venir, - intervino Leval excusándose en tanto se dirigía a ella. - Te habríamos avisado de que teníamos prácticas.

- Menos mal que vuestro amigo Logan me dijo que vendríais por aquí. - Sonrió Amatista con tono aliviado. – De no ser por él me habría marchado hace ya mucho rato.

 

            Ambos muchachos se miraron atónitos. ¿Cómo demonios Logan pudo haber dicho eso si era precisamente la primera vez que iban tras su primer día en la nave?

 

- ¿Y cómo has podido tener tanta previsión? - Inquirió Mazoui a su compañero de forma irónica. -

- Bueno, pensé que de seguro vendríais por aquí a tomar una copa y no me he equivocado. - Repuso Logan con toda tranquilidad. -

- Sí, claro. - Dijo su interlocutor lanzándole una mirada poco amistosa, para proponerle con aparente normalidad. - ¿Y ya que también estás aquí, por qué no hablamos tú y yo?, hay que distribuir los turnos de guardia para la próxima semana.

- Bueno, eso lo podemos discutir más tarde, - repuso Logan que advirtió el deseo de Mazoui de sacarle de allí. - No puedo dejar sola a esta encantadora señorita - sonrió con suficiencia y aparente tinte de humor. -

- Es un tema importante – insistió su compañero que le cortó, no sin regocijo. - Además, no te preocupes por eso, ya está aquí Leval. Él hablará con ella, son viejos amigos y tienen muchas cosas que contarse. Amatista habrá venido para eso.

 

            A su pesar, Cedric admitió que estaba de más y se levantó a desgana despidiéndose de esa escultural chica. En la creencia de que una retirada a tiempo podría convertirse más adelante en una victoria, lo hizo con una amable sonrisa que no evidenciaba su chasco y según él, esperando volver a verla otra vez. Ella sonrió agradeciéndole su amabilidad. Tras de eso, Mazoui le indicó a su compañero que saliera, ambos se perdieron por el pasillo. Leval ocupó el sitio que Logan había dejado vacante. Amatista suspiró aliviada y enseguida quiso preguntarle a éste cuando tendría un día libre de servicio con la esperanza de que coincidiera con uno suyo, o al menos saber si podría cambiarlo con el de otra compañera…

 

-Bueno, eso no depende de mí. - Comentó el joven. - Son mis superiores los que planifican nuestros turnos…

-Espero que lo hagan con tiempo suficiente. Así podríamos vernos y recorrer esta nave tan inmensa. -Repuso la muchacha tratando de evidenciar la agitación que tenía pensando en esa posible cita. - Seguro que será muy interesante…

 

            El chico asintió. Eso seguro. Aquel asteroide era un milagro de la ingeniería. Con aquellas increíbles dimensiones era mucho más incluso que una ciudad y una base militar combinadas. Tenía todo lo necesario para sostener la vida humana durante generaciones.

 

-Estamos preparados para viajar entre las estrellas. - Se dijo Leval reflexivamente. -

 

            La voz de Amatista le sacó de aquellos pensamientos, la muchacha comentó con entusiasmo.

 

-Habrá que explorar mucho a ver qué cosas tienen por aquí.

-Claro. - Convino él. -

Mientras tanto Satory se afanaba en estudiar sus apuntes para el proyecto. Estaba muy absorta en la lectura, decidida a demostrarle a Penélope y a todos los demás que era la científica más capaz del grupo. Desde luego era muy susceptible con eso. Toda la vida había tenido que escuchar a sus espaldas los murmullos de envidiosos que la acusaban de ser una hija de papá. Pero ella jamás permitió que las influencias de su progenitor la ayudasen en lo más mínimo. Desgraciadamente no conoció a su madre, que murió en un accidente de coche al poco de nacer ella. No obstante, su padre la había educado desde la infancia para que se ganase las cosas por sí misma. ¡Y desde luego que ella lo había hecho! Tenía dos carreras, un doctorado a punto de ser obtenido y estaba pensando en prepararse otro. Además, hablaba cuatro idiomas. Aunque claro, los que no la criticaban por ser hija de millonario lo hacía por ser una nerd. ¿Qué se le iba a hacer? Pero a ella le apasionaban la biología planetaria y la astronomía. Y en esta aventura podía sumergirse plenamente en ambas. De modo que tras una serie de comprobaciones en su Tablet hizo un sonido de aprobación cuando repasó sus cálculos astronómicos sobre la concentración de planetas potencialmente habitables en las cercanías del Sistema Solar. Lunas de grandes mundos jovianos u otras posibilidades. Pero aún no sabía cómo y cuándo podrían llegar hasta ellos.

 

-Será cuestión de paciencia y de investigar mucho. - Suspiró. -

 

            Paralelamente a eso, en la cantina. Amatista, enfrascada ahora en temas más mundanos, se esforzaba por ser lo más amable y encantadora posible con Leval. La joven quería recuperar a toda costa el tiempo perdido y ahora que al fin le tenía a su lado no iba a dejar pasar la oportunidad…


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