domingo, 6 de marzo de 2011

GWG 2.89. Decepciones, alegrías y sorpresas

Allí estaban ambos muchachos conversando de forma animada. Sobre todo, Amatista quien, con simpatía y visible interés, le preguntaba a Leval.

- ¿Cómo te ha ido estos primeros días?

- Supongo que me ha pasado lo que a ti. - Replicó el muchacho. - Ya sabes, tienes que adaptarte a una nueva vida. Obligaciones y gente nueva. En fin, por ahora estoy contento, estamos aprendiendo muchas cosas. Las condiciones en el espacio son muy distintas a las de la Tierra. Cuando debes pilotar una aeronave y tienes que acostumbrarte al principio es complicado. Hay que ir con mucho cuidado.

 

            Y tras esas palabras él guardó silencio observándola de modo que Amatista comprendió que le tocaba a ella hablar.

 

- No me puedo quejar, tengo muchas cosas que hacer, entre aprender la utilidad y uso de los diversos instrumentos de laboratorio y estudiar, apenas me quedan momentos libres a lo largo del día. Lo único que puedo hacer es ir a nadar a la piscina de la ciudad y algo de aeróbic. Lo único que echo de menos es montar a caballo. Que yo haya visto, aquí no tienen establos. Es una lástima. Aunque, tampoco es que haya investigado mucho, esta nave es muy grande. ¡Y pensar que me traje hasta mi equipación de amazona!

 

            El muchacho la miró con simpatía. Sabía que ese era uno de los deportes favoritos de ella, aunque claro, no iban en una especie de gran crucero de placer intergaláctico. Sonrió sin poderlo evitar. Amatista enseguida añadió al darse cuenta.

 

- ¡Me tomarás por una tonta! - Afirmó azorada. - ¡Vaya unas cosas en las que pienso! ¿verdad?

- No, en absoluto. Me parece normal que añores cosas que hacíamos en casa. Yo echo mucho de menos los entrenamientos con mi padre. Al menos en eso, tengo la suerte de que a nosotros nos hacen mantenernos en forma. - Replicó el muchacho haciéndose cargo del fastidio que suponía el tener que dejar de practicar deporte para alguien como Amatista, o él mismo, aunque enseguida añadió de modo más solidario aún. – Sin embargo, tampoco puedo entrenar en serio con Mazoui, no disponemos de espacio suficiente, ni de ningún recinto especial. Ya sabes, para hacerlo con nuestra auténtica fuerza. Así que me sucede como a ti, nos sentimos limitados ya sea en una cosa u otra. Por grande que este asteroide sea, no es la Tierra.

 

            La chica asintió a su vez con gesto comprensivo y reuniendo valor le propuso.

 

- ¿Por qué no quedamos alguna vez para entrenar algo de artes marciales? Ya sé que no estoy ni mucho menos a tu nivel, pero así, al menos, podríamos hacer algo.

- No estaría mal. - Convino Leval que le comentó. - Aquí hay un maestro muy bueno y yo me he unido a las clases que da en calidad de profesor. Aunque es un gimnasio para militares, también pueden apuntarse los civiles, si quieres...

 

            Aunque Amatista pensaba, claro está, en un entrenamiento más íntimo, asintió, pero condicionando sus siguientes palabras.

 

- Si está bien de horario no me importaría, aunque quizás cuando esté más libre.

- Claro. - Replicó el muchacho haciéndose cargo de la apretada agenda que todos tenían allí. -

- Lo que sí podríamos hacer es dar alguna vuelta por la ciudad para conocerla. ¡Es algo enorme, no creía que pudiera hacerse algo tan grande! ¿Qué te parece mañana? Es domingo y no tengo turno rotatorio en el laboratorio. - Declaró ella con jovialidad que también camuflaba un poco el nerviosismo que sentía al proponer esa especie de cita. -

 

            Leval negó con la cabeza y dijo con cierto pesar.

 

- No tengo más días libres esta semana. Pero la siguiente creo que sí me tocan algunos. De martes a viernes. Ya te dije que depende de mis superiores.  A veces por necesidades del servicio nos pueden cambiar incluso los turnos o los días que nos corresponden. Es lo malo del ejército, no miran mucho tus días festivos.

 

La joven hizo una ligera mueca de resignación y fastidio. Pero no se desanimó. Después de la siguiente semana el chico tendría cuatro días libres. Aprovecharía entonces para intentar salir con él y con más entusiasmo añadió.

 

- Por lo que me ha contado el primo Granate hay cafeterías, discotecas, restaurantes y cines, como en cualquier ciudad de la Tierra. ¡Sí creo que hasta llevó a la reina de la Luna Nueva allí! Y lo bueno es que Penélope me ha dicho que cobraremos el primer sueldo mañana.

 

    Leval se sonrió, su primo desde luego era un caso. ¿Pues no se llevó a bailar a Neherenia? Todavía recordaba lo que le contase a él y a Mazoui. El chaval desde luego translucía su entusiasmo ¡Parecía incluso que se la había ligado y todo! Y también le hizo gracia lo de Amatista con el asunto de la paga. La muchacha parecía llena de expectación y alegría por eso. Seguramente se debía a que jamás había tenido que trabajar hasta ahora, pero, de todas maneras, el dinero no era tan importante aquí como en la Tierra. Por lo que él había averiguado, la microeconomía de la nave se basaba en el principio de autosuficiencia en casi todos los aspectos. La energía para el uso común, obtenida del reactor nuclear que alimentaba las casas y también regulaba todos los aspectos de propulsión, armamento, escudos anticolisión y generadores de gravedad, por ejemplo, estaba cubierta. Al igual que las llamadas de vídeo teléfono y los transportes, que eran gratuitos. La comida y otro tipo de cosas sí podían comprarse en los supermercados y tiendas que existían. Esto era para no perder la costumbre y los hábitos terrestres. De hecho, economistas de todo el mundo habían diseñado un intercambio de bienes y dinero de forma que todos allí gozasen de un alto y aceptable nivel de vida y comodidades, eso era lo mínimo que se podía pedir. La mayoría del sueldo quedaba a disposición de la gente para ahorrarlo o enviar vía transferencia a sus familias en la Tierra. Aunque cualquiera era libre de gastarlo en caprichos diversos, como ropas, objetos decorativos o un sin fin de cosas que podían encontrarse en la nave. Cuanto más pensaba en eso Leval, más fascinante lo encontraba. Aquel inmenso asteroide de casi trece kilómetros de largo, por cinco de diámetro, era un mundo en miniatura, con sus propias centrales atómicas, completadas por grandes lentes solares que aprovechaban la energía del astro rey para crear el día en el interior de la nave. Contaba asimismo con enormes reservas de agua que se depuraban incesantemente viéndose distribuidas en piscinas, lagos artificiales, servicio para el consumo de la población e incluso un río. Tales cosas estaban calculadas incluso para un número mayor de personas que las aproximadamente cincuenta mil que allí se encontraban.

 

- ¿Leval?-. Le inquirió ella al notarle algo distraído. -

- Perdona. - Se disculpó él de inmediato para confesar. - Es que estaba pensando en lo increíble que es todo este sitio. Y el magnífico diseño que tiene.

 

            Y le comentó a la muchacha parte de sus anteriores reflexiones, con lo que Amatista pudo compartir su asombro, realmente eso era mucho más imponente de lo que ella de por sí ya pensaba. Además, claro está, de remarcar los conocimientos que Leval tenía sobre esas materias. A decir verdad, la mayoría de ellas ni se le habían pasado por la cabeza a la muchacha.

 

- Es un milagro. - Declaró sinceramente su interlocutora. -

- Y todo gracias al trabajo de personas como tu padre o el tío Zafiro, durante más de veinte años. - Afirmó el chico con admiración, para añadir enseguida. – Por cierto ¿Has podido hablar con tus padres?

- Sí. - Sonrió la muchacha con semblante entre ilusionado y lleno de añoranza. - Les llamo cada dos días, no puedo hacerlo con mayor frecuencia por que las conexiones de la nave se colapsan por el número tan alto de llamadas y aunque la transmisión es casi inmediata con la fibra óptica de alta resolución y el cinco g, me noto un poco rara cuando las palabras tardan algunos segundos en ir y volver.

- ¿Recuerdas lo que te expliqué hace años en las clases? - Dijo él. - A pesar de la velocidad de la luz, ya estamos bastante lejos de la Tierra. Quizás a un minuto luz más o menos. Ya se empieza a notar y cuanto más nos alejemos, más se demorará la señal.

 

            Amatista asintió, para preguntar a su vez con afectuoso interés.

 

- ¿Qué tal están tus padres y tu hermana?

- Bien, solamente he podido hablar con ellos un par de veces en estos últimos días. Me pasa lo mismo que a ti y al resto de la gente con la saturación de líneas. Me envían muchos recuerdos para todos y Ky sobre todo te envía muchos besos y un abrazo.

 

            La muchacha acogió estas palabras con alegría, también extrañaba a Kerria y a los señores Malden que siempre habían sido tan agradables y comprensivos con ella, haciéndola sentir como una más de su familia.

 

-Sobre todo voy a echar muchísimo de menos a Ky. - Suspiró la joven. -

-Lo mismo que ella a ti. - Afirmó Leval. -

 

Ambos siguieron charlando hasta que el muchacho le anunció que debía volver a su cuarto ya que en poco tiempo sonaría el toque de queda. La acompañó a la salida dejando un sabor agridulce en la chica. Amatista había esperado que cuando se vieran al fin pudiera abordar el tema de sus sentimientos, ese había sido su deseo desde que llegaron. Pero ahora se daba cuenta de que iba a ser complicado. Por una parte, los dos estaban muy enredados en sus respectivas ocupaciones, y por otra, le era difícil ni tan siquiera preparar el terreno.

 

-No quiero soltárselo así, como una bomba. - Reflexionaba en tanto volvía a su alojamiento.- ¡Leval te quiero! - Pensaba casi parodiándose a sí misma para concluir. -No me tomaría en serio y lo estropearía todo. Es mejor tener paciencia. A fin de cuentas, ninguno nos vamos a marchar a ninguna parte desde aquí.

 

Y suspiró tratando de animarse, ya habría otra ocasión. Como iban a verse más veces, confiaba en que, poco a poco, las cosas se fueran clarificando en ese aspecto. A decir verdad, ahora mismo le venía bastante mal pensar en otras cosas que no fueran sus tareas y sus estudios. Paciencia, lo importante es que Leval estaba ahí. Y sobre todo que habían quedado para la próxima semana.

 

- Hace una tarde muy buena, si eso se puede decir aquí. - Comentó la muchacha cuando llegaron a los límites de la base. -

- El día está sincronizado con el terrestre para que no notemos la diferencia, por eso rotamos a una velocidad que nos permite simular un día de veinticuatro horas, además de proporcionarnos algo de gravedad. - Apuntilló Leval, tan metódico como siempre. -

- ¿Te animas a andar un poquito? - Le propuso la chica sintiéndose algo azorada según lo hacía. –

- No sé, dispongo de poco tiempo. - Replicó él con gesto dubitativo. -

- Sólo será un momento, es que van a pasar varios días sin que nos veamos. – Comentó ella sin atreverse a mirarle a los ojos. -

           

Su contertulio asintió tras consultar su reloj. Todavía le quedaba algo de tiempo y era cierto. No tendrían muchas ocasiones para verse y charlar distendidos, de modo que asintió y ambos salieron de la base.  Y algo antes de que los dos muchachos hubieran terminado de charlar en la cantina. En otro lugar de la nave, el primo de Leval hablaba con Logan.

 

- Verás, - le dijo Mazoui con un tono aparentemente amistoso pero mordaz. - Te agradezco que estuvieras amenizando la espera de Amatista. Pero lo que no comprendo todavía es que le dijeras que nosotros iríamos a la cantina. Sabías perfectamente que, salvo el primer día, no habíamos ido por allí hasta hoy.

- Perdona hombre, - sonrió Logan de forma irónica. - Me habré confundido con otros compañeros que van siempre. Lo único que quería era que una preciosidad así, que encima se molesta en venir a visitaros, no estuviera sola y se aburriera esperando. Si ninguno de vosotros le hacéis caso, alguien tenía que hacerlo.

- ¡Y ese alguien tenías que ser tú, claro! -Se sonrió irónicamente su contertulio que enseguida varió ese tono por otro más tajante cuando el advirtió. - Pues te diré algo. Es un consejo. Esa chica está interesada por Leval. Yo que tú, no me inmiscuiría.

- Si está interesada en él, quiere decir que todavía no salen juntos. - Interpretó Cedric con sagacidad y la misma contundencia. – Porque no me has dicho que Leval lo esté por ella. ¿Lo está? - Inquirió con tono entre inquisitivo y sarcástico. -

- Bueno, no salen todavía. - Tuvo que reconocer su contertulio que se vio sorprendido por esas cuestiones. -Pero lo harán, - se apresuró a añadir con menos rotundidad, a pesar de sus esfuerzos por parecer firme. - Estoy seguro de que muy pronto.

 

            De hecho, el propio Mazoui desconocía hasta qué punto podrá estar su primo interesado por Amatista. Él juraría que, si los dos tenían tiempo de verse, aquello surgiría. Aunque no podía estar del todo seguro y eso restaba mucha fuerza a sus aseveraciones.

 

- Entonces, hasta que eso ocurra, tengo todo el derecho a intentar algo, amigo. - Contestó su interlocutor al hilo de ese último comentario de Mazoui, rematando. - Ella no es propiedad de nadie. Ahora te dejo, tengo otras cosas que hacer, lo de los turnos, si te parece, ya lo hablaremos con el mayor.

 

Y se alejó de allí con una dulce sensación de victoria, ya sabía lo que quería y dejaba además a su interlocutor con la palabra en la boca. Éste por su parte se dijo con preocupación.

 

-Logan es peligroso, en cuanto ha detectado mi indecisión ha sido como ver a un tiburón oler sangre. Mucho me temo que no se detendrá ante nada para ligarse a Amatista. Y lo malo es que yo no puedo inmiscuirme. Técnicamente no hace nada malo o ilegal. Únicamente espero que esto no le traiga problemas a Leval. Él no se da cuenta de estas cosas y ese canalla es capaz de cualquier cosa para obtener lo que quiere, eso puedo verlo con claridad.

 

Por lo menos estaría él a su lado para evitar que ese tipo le buscase complicaciones a su primo. Entre tanto, ajena por supuesto a esa conversación, Amatista estaba contenta de haber conseguido convencer a Leval de que dieran al menos un pequeño paseo. Él, que había comprobado que aun disponía de algunos minutos más, también estaba feliz de poder charlar un poco más con ella y con tono jovial le comentó.

 

- Me gustaría aprovechar mis días de permiso para transportarme e ir a casa, si te quieres venir.

 

            Una sombra pasó por la mente de la muchacha, sus planes de quedar con Leval se habían esfumado, pero, por lo menos, él le ofrecía acompañarle a la Tierra, quizás pudieran tener una cita allí. Así que discurrió rápidamente.

 

- Sí, me encantaría, así veo a mis padres. Y ya que te molestarías en llevarme te invitaría a cenar en casa para darte las gracias.

- No es ninguna molestia - sonrió el chico. - Te llevaré encantado. - Afirmó con gran amabilidad, lo que hizo que ella sonriera también. -

- ¿Y qué se siente cuando te transportas? - Le preguntó la muchacha llevada ahora por una sincera curiosidad. - ¿Cómo haces para poder llevar a alguien contigo?

- Pues es fácil, - repuso él tomándola de una mano, Amatista notó como su pulso se aceleraba.- Ahora te hago una demostración.

-Leval nunca me ha sujetado la mano así - pensó ella - Quizás signifique algo. Puede que, si me hago la distraída, quizás...- La chica cerró tontamente los ojos acercándose a él, aguardando quizás un beso. -

- ¡Pero, no tengas miedo! - se rio Leval al verla así. - No pasa nada, quizás sea mejor en otra ocasión. ¿Sabes Amatista? - añadió él ahora con mayor aire de intimidad. -Tú eres una persona muy importante para mí, debo confesarte que al principio me sorprendió mucho eso de que decidieras embarcarte, pero me alegro mucho de que hayas venido.

 

            Ella sintió que el corazón le daba un vuelco, ¿sería eso el preludio a una declaración? ¡Ojalá lo fuera! Le quitaría a ella esa carga y conseguiría lo que tanto tiempo llevaba esperando. Escuchó a Leval con gran interés y emoción contenida, pero, para su desánimo, éste añadió en modo más coloquial.

 

- Eres la única con la que puedo hablar, aparte de Mazoui. Para mí, él es como un hermano mayor y tú, eres como mi hermana pequeña. Sobre todo, ahora que no tengo a Kerria. Y también está Granate - recordó moviendo la cabeza con una media sonrisa. - Él es como nuestro hermano pequeño. Al menos es bastante travieso. Además, después de su éxito con Nehie, tendremos que vigilarlo de cerca, podría ser el conquistador oficial de la nave, ja, ja...

- Claro Leval. - Convino ella forzando una sonrisa pese a tener el semblante dominado por la decepción añadiendo con voz queda. - A mí me pasa lo mismo. Te lo agradezco mucho, eso de que me consideres igual que tu hermana. Yo también me siento algo sola aquí, pero menos mal que os tengo a vosotros y a Satory. Para mí ella sí que es una auténtica hermana, - repuso tratando de pinchar con aquella matización, pero Leval no advertía esa intención. -

- Ella es una buena amiga para ti, ¿verdad? - Quiso saber el chico. -

- Me ha ayudado mucho, - respondió la muchacha mientras asentía y afirmaba con resignación. Viendo como aquella atmósfera de intimidad se evaporaba. - De no ser por ella, no estaría aquí.

- Parece una buena chica. - Opinó su contertulio. – Me alegra ver que es una buena compañía para ti.

 

             Amatista convino en eso, desde luego que lo era. Su mejor amiga y su única confidente, ahora que no tenía a Kerria. Trató de decir algo, pero el muchacho se adelantó, ¡cómo no!, recordando su apretada agenda de entrenamientos, prácticas y otros deberes militares que ella encontraba francamente aburridos.

 

- Ya hablaremos, te llamaré cuando esté listo para irme. - Le dijo él. -

- Tendré que pedir permiso y cambiar algunos días libres con Jen, mi compañera de prácticas. - Le contó la muchacha que ahora había caído en eso, tras lo que añadió. - ¿Y si quedásemos todos para cenar?...

 

            No había concluido de hacer su propuesta cuando ambos escucharon el sonido de la alarma de Leval. Éste exclamó mirando su reloj con preocupación.

 

- ¡Vaya!, debo volver a la base. Es muy tarde y si no llego enseguida me anotarán una falta en el expediente.  El tiempo se me ha pasado volando. Pero debo marcharme ya. Lo siento.

- Claro, - repuso la decepcionada chica esbozando otra fingida sonrisa y añadiendo con la boca pequeña. -Lo comprendo, vete, yo volveré a casa sola.

- Gracias Amatista - dijo él dándole un rápido beso en la frente. - Adiós.

 

            Y sin perder ni un instante salió corriendo hacia un bus deslizador que había parado en un carril cercano al parque agitando los brazos y gritando.

 

- ¡Eh, espérenme!

 

            Desde luego que a la chica le hubiera gustado mucho más que él hubiera llegado únicamente un par de minutos tarde y la hubiera acompañado. ¿Acaso eso era tan grave? Pensaba con creciente enfado. De modo que, visiblemente disgustada, volvió a casa dando un largo paseo hacia ese apartamento asignado que compartía con Satory. Nada más entrar, su amiga que estaba leyendo tumbada en un sofá, advirtió que no venía de muy buen humor. También ayudó el hecho de que Amatista cerrase de un portazo y refunfuñase sin parar, ni se molestó en decir hola. Satory se levantó acercándose a ella, pero antes de que pudiera ni tan siquiera articular palabra tuvo que escuchar el desahogo de su compañera de piso.

 

- Como una hermana ¡ja! Eso es lo único que soy para él. Yo me esfuerzo por todos los medios. Me pateo casi toda esta maldita y gigantesca nave para ir a buscarlo, me deja plantada una hora y después, cuando al fin consigo que salga otra vez, va y dice. - Fingió gangosamente la voz de Leval entonando un tono grave para parodiar al chico… -Me tengo que ir Amatista, sino me castigarán. ¡Cómo si fuera un crío!,- añadió ya con su propio tono de voz - gracias por ser tan buena hermana y adiós ¡Que´ l’idiot! ¡J'en ai assez! ¡Ya estoy más que harta!

- Parece que no te ha ido muy bien. - Se atrevió a decir tímidamente su oyente, para agregar con más optimismo. - Pero no pierdas la paciencia, mujer, ya se dará cuenta.

- ¿Qué se dará cuenta? - Exclamó ésta visiblemente irritada. - Llevo oyendo eso desde hace años. Y al final he llegado a una conclusión. Leval sólo piensa en dos cosas, entrenar, entrenar y entrenar más y ascender, ascender y ascender más todavía. Hasta que no sea el hombre más fuerte del universo y el almirante en jefe de la flota no estará contento.

- Bueno, hay más chicos en la nave ¿no? Pues puedes probar con algún otro…- Le recordó Satory tratando de pincharla un poco. - Seguro que muchos querrían salir contigo…

 

Pero para su sorpresa escuchó a su amiga decir.

 

- Sí, es verdad. Tienes toda la razón. - Convino Amatista serenando su agitado tono de voz. - Me encontré con un compañero suyo que se llama Logan. Es un chico muy simpático y bastante atento. Sin conocerme de nada estuvo allí conmigo en vez de dedicarse a esas ridículas prácticas de tiro. ¡Por el amor de Dios! Si es capaz de destruir una ciudad entera con la fuerza que tiene. - Añadió de nuevo con enfado refiriéndose a Leval. - ¿Para qué demonios necesita aprender a disparar un fusil o pilotar un avión?

- Quizás lo único que desea es ser un chico normal. - Conjeturó comprensivamente Satory que aconsejó. - Debes ser más paciente o lanzarte tú.

- Yo no soy capaz de decírselo a las claras, - repuso su resignada interlocutora. - Me moriría de vergüenza si él lo ridiculizase tomándolo por un enamoramiento pasajero de adolescente. O alegando que está preocupado por cosas más importantes. Y eso puede que sea verdad, - musitó ahora algo decaída para confesar. - Pero yo tengo mi orgullo, ¿sabes? Prefiero incluso buscar a otros chicos.

- Bueno chica, pues eso ya tú misma. - Le contestó su amiga encogiéndose de hombros, aburrida ya del tema. -

- Y hablando de salir. - Dijo Amatista recobrando su animación con una maliciosa sonrisa en tanto escrutaba detenidamente a su compañera. - ¿Tú qué?

- Yo ¿el qué? ¿De qué? - Preguntó ésta mirando a su amiga sin comprender. -

- Mujer, aún no te he oído hablar de ningún chico desde que llegamos aquí. ¿Es que no te va ninguno? – Inquirió con patente curiosidad. -

 

Y aunque Amatista sabía de las miraditas que su apocada amiga había dedicado al primo de Leval, no quiso por ahora sacar a colación el tema de Mazoui.

 

- Oh, bueno - respondió la aludida casi entre balbuceos, sonrojándose por momentos. - Es que tengo mucho que estudiar y bastante trabajo e investigación que hacer. Para mí lo primero es el proyecto.

- Sí, claro. Pero no todo en la vida va a ser trabajar, ¡sé es joven sólo una vez! - Exclamó su contertulia visiblemente divertida para agregar. - El próximo día quiero que salgas conmigo, ¿vale? - Le pidió dándole una palmadita en la espalda - ya veremos lo que se puede pescar.

- Pero, yo, no sé. No tengo experiencia en esas cosas, - musitó Satory avergonzada con sólo pensar en ello. – No sabría qué hacer…

- No seas tan tímida, no estás nada mal, yo me encargaré de todo, pero eso sí, tendrás que arreglarte. - Le requirió su amiga. -

- ¿A.…arreglarme? - Repitió Satory sorprendida. - ¿qué quieres decir? Yo siempre voy arreglada.

- Me refiero a esas gafas, a ese pelo ¿No pretenderás salir así? Pareces un ratón de biblioteca. ¡No, no, no, déjame hacer a mí! - Le respondió Amatista que, sin pretenderlo, empezaba a hablar con el mismo fastidioso tono de su madre cuando se refería a esas cuestiones. – Yo te voy a dejar como nueva…

-Que, ¿qué te deje hacer, el qué? - Se atrevió a musitar su contertulia. -

-Si sigues con esa apariencia los chicos no se fijarán en ti y tú eres atractiva. - Aseveró la interpelada quitándole las gafas a Satory pese al intento de ella por evitarlo. - Si te quitas esto, claro. Y suéltate el pelo, mujer. ¡En todos los sentidos! - Remachó sonriendo con algo de picardía. -

- Pero es que veo borroso sin mis gafas. - Objetó la azorada muchacha volviéndoselas a poner - y me gusta llevar coleta, es más cómodo para mí.

- Pues ponte lentillas - la aconsejó Amatista. -

- No, es que soy muy despistada. Cuando tenía catorce años probé, pero siempre perdía alguna - explicó apuradamente a su amiga. -

 

Su aspirante a estilista esbozó un gesto de desaprobación en tanto meneaba la cabeza con los brazos en jarras para seguidamente afirmar de modo inexorable.

 

- Así no te comerás un rosco. De veras, chica. Tú déjame a mí y ya verás.

 

Su interlocutora no se quedó muy convencida pero su amiga era insistente, menos mal que tenía hambre y dejó correr el tema para otra ocasión. Además, le tocaba preparar la cena y teniendo en cuenta lo vaga que era Amatista para las artes culinarias Satory suspiró con paciente resignación ante la perspectiva de comer sopa de sobre.

 

-Al menos estamos las dos juntas. - Se sonrió Satory. -

 

            Y es que pese a lo rara que era a veces ella quería mucho a Amatista. En efecto era la hermana que nunca tuvo, con la que podía compartir confidencias e ilusiones. También había hecho mucha amistad con Keiko Tomoe o con Mimí Rodney, pero no era lo mismo. Ellas solían estar metidas en su propio mundo. Keiko era muy similar a la propia Satory, introvertida y poco propensa a compartir lo que pensaba o sentía. Mimí sin embargo era diferente, muy extrovertida y dicharachera, no tanto como su madre Mimette, (lo cierto es que eso era casi imposible para nadie, claro). Aunque por mor de eso mismo, siempre se relacionaba con bastante gente y no se detenía mucho tiempo a charlar de temas más profundos o a escuchar. Curiosamente esas dos chicas se llevaban a su vez muy bien entre ellas y tenían ese vínculo que la propia Satory sentía con Amatista. Por eso, estando con su amiga francesa apenas unos días era como si pasase un año entero con otra persona. Con su empuje y sus bríos, Amatista siempre lograba animarla o persuadirla para hacer cualquier cosa. Por una vez se alegró mucho de haber sido ella quien la convenciera de venir a esta gran nave.

 

-Únicamente espero esto no se torne en una decepción para ella. - Pensaba con algo de preocupación. -

- ¡Satty, la cena está lista! - Anunció precisamente su amiga. -

 

            Al escucharla se rio, a veces la llamaba de ese modo, cuando estaba de particular buen humor. Eso le extrañó, esa muchacha acababa de venir bastante enfadada por el poco caso que Leval le hacía. Bueno, Satory la conocía bien. Amatista era de rápidos cambios de humor, podía enfadarse realmente muy deprisa, pero olvidaba y perdonaba con la misma facilidad. Era noble, aunque impulsiva.

 

-Yo soy todo lo contrario, me cuesta enfadarme, pero si algo me hiere, ese sentimiento me dura mucho tiempo. - Se dijo. -

-Anda, venga. - La urgió su compañera de piso. - Vamos a poner la mesa.

 

            Satory asintió, en efecto, sacando dos platos soperos, unos cubiertos, vasos y demás su amiga enseguida trajo una perola. De ella y usando un cucharón sirvió a su amiga y luego a sí misma.

 

-Esta sopa tiene buena pinta. - Pudo decir Satory al verla humear añadiendo sin saber qué otro halago poder dedicarle. - Parece que está…caliente.

-Claro, es una sopa. - Afirmó su amiga ofreciéndole. - Pruébala sin cumplidos.

 

            Satory así lo hizo tomando un poco con la cuchara, aunque aquello más que una sopa parecía agua con algunos tropezones. Los fideos estaban todavía duros y eso, sí, la sal se hacía notar.

 

- ¿Qué tal? - Sonrió Amatista observándola con visible interés. -

-Bueno… ¿Quieres la verdad? - Pudo decir la apurada interpelada. -

-Depende. - Musitó su amiga mirándola alternativamente a ella y al plato para preguntar. - ¿Tan terrible es?

-Creo que deberías descubrirlo tú misma. - Se sonrió Satory. - Si no temes a la cata sopera.

-Yo no temo a nada. Bueno, casi. - Afirmó divertida la francesa. -

 

            Y empuñando decididamente su cuchara probó de su plato. Al instante apenas sí pudo escupir parte de la sopa y sacar la lengua para exclamar.

 

-¡Sacre bleu ! Je mets beaucoup de sel

 

                              Al menos cuando se equivocaba lo admitía. Esa era otra buena cualidad que esa chica poseía.

 

-Lo mío no es la cocina. Es una herejía decir eso siendo francesa, pero ¡qué se le va a hacer! - Comentó divertida ahora, añadiendo con simulado pesar. - ¡Pobrecita Satty! Te has tomado esto sin protestar.

-Lo hiciste con la mejor de tus intenciones. ¡Tist! - Comentó la aludida con ese apelativo que usaban las compañeras del grupo musical de la francesa. -

-Las intenciones no se comen. - Sentenció su interlocutora. - Pero te prometo que mejoraré.

 

            Su amiga sonrió, aunque pensó no sin apuro lo que tardaría Amatista en depurar su maestría en la cocina. De modo que agregó.

 

-Vamos a preparar algo juntas.

-Me parece una idea genial. Así podrás vigilarme para que no cometa otro atentado contra l´Art culinaire!- Repuso una risueña Amatista.-

 

            Y tras reírse las dos de aquello a eso se dispusieron. Entre tanto, en el cuarto de los dos muchachos, éstos estaban charlando también, aprovechando hasta el toque de silencio. Leval contó a su primo lo que había hablado con Amatista.

 

- Es una buena chica, se puso tan contenta cuando le dije que la considero como a mi hermana. Es más, creo que se emocionó, ¡casi llora! ¡Pobre!, además de ser hija única, debe de echar muchísimo de menos a sus padres, más de lo que quiere admitir.

 

            Su compañero de cuarto le escuchaba sin poder creer lo que oía. Su primo desde luego era bastante tonto, o quizás la palabra más adecuada era ingenuo, en lo referente a temas del corazón. Cualquiera podía ver que esa pobre chica lo que deseaba era estar con él en una relación romántica a toda costa. Bueno, cualquiera excepto Leval, claro.

 

- Escucha y ten cuidado. - Le interrumpió entonces Mazoui con tono teñido por la advertencia.  - Creo que Logan está interesado por ella.

- No me acaba de gustar ese tipo - respondió tranquilamente él. -  Creo que es un arrogante y un estúpido y no creo que sea bueno para ella. Aunque quizás me equivoque. Al menos tuvo el gesto de acompañarla a la cantina. Lo que no entiendo es como supo que iríamos allí.

 

            Esta vez Mazoui dio un largo suspiro, este chico era un caso perdido, ¡no se enteraba de nada! Tan inteligente para algunas cosas y tan simple para otras. Decidió dejar correr el asunto, no sin antes preguntar.

 

- Leval, ¿de verdad que Amatista es como una hermana para ti? Sólo eso…

- Sí, claro, - respondió éste.- La aprecio mucho…

 

Aunque pareció que iba a añadir algo cuando le interrumpió el sonido del comunicador, era Granate.

 

- Hola chicos. ¿Cómo estáis?,- les saludó muy jovial como siempre. - Espero que os vaya bien, yo no me puedo quejar. Me ha tocado una escuadrilla estupenda. Practico todo el día con los simuladores y pronto nos van a dejar pilotar. Llevo bastante bien las pruebas para el ascenso y si apruebo los exámenes que tengo dentro de dos días podré ser alférez.

 

            El chico estaba realmente contento, además de eso, tras su experiencia con Neherenia había conocido a algunas chicas que no estaban nada mal. Alguna incluso que era compañera en la escuadrilla. Estaba muy claro que de haberle sucedido antes ya hubiera estado pensando seriamente en trabajarse a alguna para salir. No obstante, tras pasar esos días en compañía de la Reina de la Luna Nueva no podía apartar su recuerdo de la mente. Suspiraba sabiendo que lamentablemente quizás no volviesen a verse. Aunque ¿quién sabe? Si retornaban pronto…Por eso, no quería salir con ninguna otra.

 

-Sería serle infiel, y no haré eso. - Se prometió. -

 

Pero dejando eso al margen lo que más le entusiasmaba en ese momento era la idea de volar y ese ascenso le daría el derecho a ello. De modo que había estado estudiando bastante en esos primeros días y, animado, optó por presentarse a la promoción. Era toda una suerte, podría hacerlo bastante antes de que le correspondiera puesto que había plazas de piloto todavía por cubrir y así se lo comentó a su primo.

 

- Me alegro mucho, Granate - respondió Mazoui que sin embargo objetó con más criterio. - Pero todavía te falta algo de tiempo para eso.

- No te creas - rebatió éste con bastante moral. - He sacado muy buenas notas en las pruebas teóricas y soy uno de los mejores en el simulador.

- Pero eso no es lo mismo que volar de verdad. - Negó a su vez su interlocutor -, ahora estamos en el espacio y eso lo complica más. No te dejes llevar por la euforia.

- Vale Mazoui, - repuso Granate intentando aparcar ese tema para preguntar. - ¿Está por ahí Leval?

- Sí, ahora te lo paso, - indicó éste que llamó a su primo. -

- ¿Cómo estás, Granate? - Inquirió Leval tomando el relevo de la conversación. -

- Bien, me encuentro de maravilla, - respondió él no queriendo repetir lo mismo que a Mazoui, pues temía los mismos consejos. - ¿Qué tal con Amatista? ¿Ya habéis salido los dos?

- ¿Eh?, sí claro. Vino a vernos a la base, estuvimos charlando esta tarde en el parque central. Cuando nos den permiso quizás vayamos a visitar a nuestros padres. Al menos eso espero, ¿te querrás venir?

- Oye tío, ¡claro que sí, es genial, me apunto! Tengo ganas de volver a verlos, apenas he hablado con ellos una vez. Y si no te importa, ¿podríamos hacer una parada en la cara oculta de la Luna? – Y cuando parecía que el muchacho ponía una expresión algo más seria y estaba dispuesto a preguntar algo más sonó el toque de queda. - Bueno, tengo que colgar. Adiós, chicos, nos vemos, que os vaya bien. - Remachó desconectando la emisión. -

 

            Leval colgó también y sonrió.

 

- Este Granate es un poco alocado pero buen chico. - Declaró divertido. – Lo que no comprendo es lo último que me ha pedido. ¿Parar en la cara oculta de la Luna?

-El reino de Neherenia. - Le comentó su primo. - Creo que nuestro chico está colado por ella.

-Pues no sé si le auguro un buen futuro con eso. - Suspiró Leval. -

-Bueno, nunca se sabe. Creo que la soberana en cuestión acabó muy agradada con él. Por lo que sé, quedaron durante todos los días que ella estuvo aquí. Y según parece Neherenia salió sin ningún tipo de boato ni de escolta.

-Era una cría muy simpática de niña, muy amiga de mi hermana y sobre todo de la prima Idina. No lo sé. Pudiera ser que ambos hayan conectado. - Afirmó su interlocutor que enseguida varió de tema al añadir divertido. - Sin embargo, pienso que el interés de nuestro primo está ahora en su primera misión de prácticas.

- Sí, pero a mí me preocupa que esté tan entusiasmado con lo de pilotar. - Dijo Mazoui cruzándose de brazos con más seriedad. - Tú sabes tan bien como yo que puede ser muy peligroso si se deja llevar por un exceso de confianza. Y más en el espacio.

- No te preocupes. - Le comentó Leval que no estaba inquieto por eso, afirmando con seguridad. -Sus superiores le tendrán controlado, se cuidarán de él. Y por ahora lo único que hará con su escuadrilla es salir a dar una vuelta.

- Supongo que sí - suspiró su contertulio añadiendo - bueno, hemos de apagar la luz. Ya es la hora. Hasta mañana.

- Hasta mañana, - respondió éste apagándola. -

 

            Así los dos se acostaron para estar en condiciones de afrontar el nuevo día. Su primo Granate estaba ahora tumbado en el catre, recordando aquellos pasados días. Cuando tuvo la suerte de hacerle de guía y acompañante a esa chica tan guapa. Realmente fue todo un detalle por parte de Leval y Mazoui el cederle a él ese cometido. Mientras que ellos se ciñeron al protocolo y escoltaron a la soberana a visitar algunas de las instalaciones militares él la acompañó a las zonas más divertidas de la ciudad. Eso sí, tal y como Mazoui había señalado, vestidos ambos con ropas de paisano. Neherenia iba arreglada como cualquier otra chica de la nave y nadie pareció reconocerla. Además, ordenó a su séquito y escoltas que no la siguieran. Dijo confiar en la protección de su guía. Granate desde luego estuvo de lo más solícito y progresivamente sus ocurrencias y su sentido del humor le ganaron el afecto y quizás algo más, de la soberana. Así, tras unos de días de quedar y charlar bastante, el muchacho recordaba cuando la llevó al karaoke.

 

-Te gustará - le decía él, tuteándola sin reservas puesto que su acompañante así se lo había pedido. – Ya lo verás…es algo muy de moda en mi país de origen…

-Sí, conozco los karaokes. - Sonrió ésta explicándole. – Tu prima Idina y yo cantábamos en algunos para ensayar durante el curso pasado en la Golden.

-Pues quiero escucharte cantar en éste. – Le pidió él con vivo interés. –

-Es que me da vergüenza. – Se resistió Nehie con una tímida sonrisa. –

-Haremos una cosa. – Le propuso el chico con desparpajo. – Si tú cantas alguna canción de las que ensayas con Idina yo te cantaré alguna de las que interpreté con su grupo. - Quid pro quo…

- ¿Con las Justices? - Se sorprendió su interlocutora preguntando. – ¿Estabas en el grupo?

-Sí. Aunque no te lo creas yo era parte del grupo. El único chico. ¡Hasta mis primas me llamaban “la quinta justiciera”! – Rio para matizar. – Bueno, ¿qué me dices?

-Bueno, yo ya sabía que eras parte del grupo. Te lo comenté en la recepción. - Afirmó la joven, ruborizándose para admitir.- Y vi algunas actuaciones vuestras. La verdad es que me encantaron.

 

            Granate sonrió, realmente feliz de oír aquello. Le daba la impresión de que su interlocutora sabía de él mucho más de lo que le contaba. Empero, dejó eso de lado para insistir con jovialidad.

 

-Entonces, ¿te animas?

 

La muchacha no pudo evitar asentir con una sonrisa. Y efectivamente, tras pedirle al dueño que se las grabase como recuerdo, ella cantó algunas de las tonadas que había aprendido y él le correspondió interpretando alguna canción del grupo, las que él raras veces interpretaba como solista. Incluso le cantó la que interpretase en la ceremonia de graduación dedicándosela a su atenta oyente. Aquel era una sesión de toma y daca realmente interesante y muy bonita. Los presentes en ese local estaban entusiasmados. A una canción buena de él seguía otra de ella. Incluso el muchacho se permitió el lujo de retarla de modo simpático.

 

-Ésta de Michael y su hermana Janet me encanta…No sé si te será conocida.

-Me encanta la música Pop, tus tíos Tom y Roy me ponían mucha cuando era niña. - Le confesó ella divertida. -

-Pero es demasiado cañera para toda una dama como tú…-Objetó él con algo de irónico sentido del humor tratando de pincharla, susurrándola al oído. - Hermosa y gentil Majestad. ¿Qué diría ese chambelán tan finolis?

- ¡Ponme a prueba y lo veremos! – Se rio la chica, imaginando al Caballero Gillard De la Lune, si pudiera estar allí presente. - Te vas a sorprender…

 

Granate asintió entusiasmado. Y tras pedir la música y proyectar la letra en la pantalla ambos desde luego hicieron una muy buena versión…

 

Aaaah

Cansado de la injusticia
Cansado de los proyectos
un tanto asquerosos
Entonces ¿qué significa?


Patéame hasta que caiga.
Tengo que levantarme
Tan absurdo como suena
Todo el sistema no sirve.
Whoo! Hoo! Hoo!

Aaaah

[JANET]
Estar en la sombra (Michael: Whoo hoo!)
Salir a la luz (Michael: Whoo hoo!)
Tú dime si me equivoco (Michael: hee hee!)
Entonces será mejor que compruebes que estás en lo correcto.


Estás vendiendo las almas pero a mí
me importa la mía.
Tengo que hacerme más fuerte
Y no me rendiré a la pelea.

[MICHAEL]
Con tantas confusiones ¿no te dan ganas de gritar?

[JANET]
Dan ganas de gritar.

[MICHAEL]
Tu timidez es la víctima del abuso de los proyectos.

[JANET]
Tú intentas taparte con tanta mentira que dicen.

[AMBOS]
Alguien por favor, tenga misericordia
Porque no lo soporto más.
Dejen de apresurarme, simplemente dejen de apresurarme.
Dejen de apresurarme, me hace gritar,
Dejen de apresurarme, simplemente dejen de apresurarme.
Dejen de apresurarme
Sólo te dan ganas de gritar.

A estas alturas todos los presentes ya daban palmas o atendían encantados a aquel despliegue de talento…y ambos proseguían entusiasmados, con aquel mano a mano y haciendo alarde de unas estupendas voces y registros. Granate, sobre todo, estaba impresionado por el nivel de esa muchacha. Y ella estaba igualmente asombrada.

[MICHAEL]
Cansado de que digas
las cosas a tu manera

[JANET]
Las cosas a tu manera

[MICHAEL]
Eso causa confusión
Y crees que está bien, pero...

[JANET]
Sigue cambiando las reglas mientras
(Michael: Whoo hoo!)
Estés jugando el juego (Michael: Whoo hoo!)
No lo soporto más (Michael: Whoo hoo!)
Creo que voy a enloquecer.

[MICHAEL]

Aahhh
Oh nena
Con tantas confusiones ¿no te dan ganas de gritar?

[JANET]
Dan ganas de gritar...

[MICHAEL]
Tu timidez es víctima del abuso de los proyectos.

[JANET]
Abuso de los proyectos
Tú encuentras el placer escandalizando cada mentira.

[AMBOS]
Padre, por favor ten misericordia
Porque no lo soporto más,
Dejen de apresurarme, simplemente dejen de apresurarme,
Dejen de apresurarme, me hacen gritar,
Dejen de apresurarme, simplemente dejen de apresurarme,
Dejen de molestarme, me hacen gritar.

[JANET]
Oh Dios mío, no puedo creer lo que vi
cuando encendí la T.V. esta tarde,
me molestó mucho ver toda la injusticia, toda la injusticia.

[MICHAEL]
Toda la injusticia.

Hicieron una pausa para escuchar…


[HOMBRE DE LAS NOTICIAS]
Un hombre ha sido brutalmente golpeado de muerte
por la policía después de ser equivocadamente
identificado como un sospechoso de robo.
El hombre tenía 18 años y era de raza negra...

[MICHAEL]
Con tales colisiones ¿no te dan ganas de gritar?

[JANET]
Dan ganas de gritar...

[MICHAEL]
Tu timidez es víctima del abuso de los proyectos.

[JANET]
Tú intentas taparte con cada mentira que dicen.

[AMBOS]
Oh, hermano, por favor ten misericordia
Porque no lo soporto más, no.

[MICHAEL]
No lo soporto

[AMBOS]
Dejen de apresurarme, simplemente dejen de apresurarme.
Dejen de apresurarme, me hace gritar,
Dejen de apresurarme, simplemente dejen de apresurarme
Dejen de apresurarme
Sólo te dan ganas de gritar.

Dejen de apresurarme, simplemente dejen de apresurarme
Dejen de apresurarme, me hace gritar,
Dejen de apresurarme, simplemente dejen de apresurarme
Dejen de apresurarme
Sólo te dan ganas de gritar.

 

(Scream. Michael y Janet Jackson. Crédito al autor)

 

 Al final las demás personas prorrumpieron en una gran ovación. Pensaron que, sin duda, era profesionales de la canción contratados para amenizar la velada. O incluso estrellas invitadas.  Hasta un par de chicas parecieron reconocerles y Granate apenas pudo zafarse firmándoles un par de autógrafos.

 

- ¡Eres Granate Lassart, el componente de las Justices!- Exclamó una rubia y atractiva chica.- ¿A que sí?

-Bueno, sí…-Pudo admitir él no sin sorprenderse. -

- ¿Me darías tu autógrafo? - Inquirió otra joven, regordeta y no tan agraciada como su compañera. -

-Claro, será un placer. - Sonrió amablemente el requerido. -

 

            Firmó en efecto de forma solícita. Las dos chicas incluso le pidieron hacerse un “selfie” con él. Entonces, la más rellenita se percató de la presencia de Neherenia y preguntó.

 

- ¿Tú también eres del grupo? Cantas de maravilla…

 

            La atónita soberana no supo que contestar, aunque fue Granate quién terció con habilidad y mucha mano izquierda

 

-Amiga íntima y compañera de mis primas y en efecto, ya veis como canta…

 

            Evidentemente las muchachas al oír esto lo tomaron por un sí, y la pobre reina de la Luna se vio abocada a firmar autógrafos como si de una estrella de pop se tratara para sonrisa de Granate. Escribiendo con su alias Nehie Moonlight. A todo eso, con el revuelo que estaban armando atrajeron la atención de más gente joven…por fortuna pudieron escabullirse solapadamente tras despedirse de esas dos y meterse en la zona de personal de ese bar.

 

-No sabía que fueras tan popular. – Le dijo ella visiblemente impresionada, además de por lo bien que cantaba, por la simpatía del muchacho para con esas dos fans. – ¡Incluso aquí te conocen!

- Créelo, ¡yo tampoco! – rio él llevándose una mano al cogote y buscando en su bolsillo le entregó un pequeño disco dorado a la muchacha, afirmando. – Para ti. Mis canciones. Hice que el dueño nos grabase. Espero que así te acordarás un poco de mí en tu reino y cuando estés con mi prima estudiando.

 

Neherenia le sonrió tiernamente. Ella hizo lo propio dándole otro pequeño disquito con las que había cantado para añadir, divertida.

 

-Al entrar le pedí lo mismo. Él se ha quedado con una copia, creo…

- ¡Supongo que por eso nos ha permitido escondernos aquí! - Se rio el chico, secundado por su interlocutora. - Bueno, - repuso él una vez se controló un poco de esas risotadas. - Ahora tenemos que volver…Te van a echar de menos…

-Así es - convino ella, no sin un ligero fastidio, musitando. - De vuelta a la aburrida realidad…

 

            Granate la miró algo sorprendido de aquellas palabras, no obstante, la soberana se apresuró a añadir con una sonrisa divertida.

 

-Aunque creo que, después de lo de hoy, el que va a necesitar escolta vas a ser tú. En mi caso pasaré desapercibida al lado de una estrella de la canción.

-Si hay algo que jamás podrías hacer, es pasar desapercibida. - La piropeó él.-

 

La muchacha se sonrojó. Aunque no querían dar tiempo a que llegaran más curiosos y salieron de allí discretamente, menos mal que el revuelo se había calmado y aquellas chicas ya no estaban por allí. De este modo nadie les molestó, por si acaso se dieron prisa en recorrer los primeros metros para alejarse en tanto se reían. Pasaron así por algunas zonas civiles de esa gran nave. Era curioso, ahora, ambos iban caminando más serenamente y sin apenas darse cuenta se habían tomado de las manos en tanto paseaban por el parque central de la ciudad. Cuando quisieron percatarse rompieron el agarre visiblemente ruborizados. Granate sentía como el corazón le daba un vuelco latiéndole desenfrenadamente y en ese instante no pensó ni en quién era realmente su acompañante ni en cuál era la situación, sencillamente la tomó con suavidad de los hombros, la miró profundamente a esos azules ojos tan bonitos y junto a un árbol acercó sus labios a los de ella y la besó. La joven le observó con visible sorpresa. Sus ojos y su boca estaban realmente abiertos ahora.

 

-Lo siento. No debí hacer eso. - Se disculpó el chico que ahora caía en la cuenta de que esa muchacha, aparentemente tan normal era la soberana de un país, ¡no!, lo era realmente de un mundo entero. -

-No… - repuso suavemente ella para replicar. - No hay que pedir perdón por demostrar amor hacia alguien. Eso es algo que mis amigas las guerreras me enseñaron desde que era niña. -Aunque adoptó un tono más grave y triste para responder con sincero pesar. - Ojalá yo fuera libre para demostrar lo mismo… Uno de mis más hermosos sueños ha sido tener a alguien a quién amar y que me amara a mí también.

-Ese sueño seguro que se convertirá en realidad. Es más, sería el sueño de cualquiera el conseguir que tú le amases. - Declaró Granate mirándola como si estuviera hipnotizado.-

 

Y la chica le sonrió, incluso cantando a capela alguna de las estrofas de una canción que había interpretado en el karaoke, una que desde pequeña le encantaba.

 

Un lugar a donde nadie se atrevió a ir
El amor que vinimos a conocer
Lo llaman Xanadú

Y ahora, abre tus ojos y ve
Lo que hemos hecho es real
Estamos en Xanadú…

 

El amor, los ecos de hace tiempo
Necesitaste conocer el mundo
Están en Xanadú

El sueño que vino a través de millones de años
Que vivió a través de todas las lágrimas, vino a Xanadú

 

(Xanadú. Olivia Newton John. Crédito al autor)

 

Granate no podía evitar estar embelesado oyéndola. Le parecía una especie de ángel que hubiese descendido junto a él. No pudo evitar susurrarla en tanto le proponía acariciando aquel largo y sedoso pelo moreno de ella.

 

-Ese es otro de mis sueños. Hacer que mi mundo sea un paraíso. Construir enormes jardines y lugares para que las personas que vivan en la Luna sean felices y puedan disfrutar de la misma belleza que hay en la Tierra. Por eso, entre otras cosas, vine aquí. Quería comprobar por mí misma cómo se habían podido plantar bosques enteros y crear ríos y lagos en esta nave.

- ¿Y qué te parece el resultado? - Inquirió él. - ¿Lo hemos conseguido?

-Maravilloso. - Suspiró Neherenia, afirmando en tanto le miraba con ternura. - Es mi sueño hecho realidad. Estar aquí, contigo y disfrutando de este momento. Desgraciadamente dentro de poco tendré que despertar y volver a mis obligaciones.

 

            Él la miró a su vez totalmente cautivado y no dudó en proponer.

 

- ¿Y por qué no olvidas por un instante tus obligaciones y vivimos ese sueño los dos juntos, aunque solo sea por unos días, por unas horas?  Mi bella y gentil reina…

 

Nehie sonrió radiante, y sin dudar le devolvió el beso. Esta vez estuvieron besándose largo rato y para su alegría nadie que pasara por allí les miraba nada más que como a una pareja cualquiera de enamorados.

 

-Esto me parece realmente mágico. - Afirmó Granate abrazándola.-

 

Ella en efecto daba la impresión de estar realmente muy feliz, como si en verdad hubiera realizado aquel sueño. Entonces y como respuesta le cantó con una voz dulce y clara uno de los temas que había interpretado en el karaoke, uno que el tío de Granate, Roy, le había enseñado bastantes años atrás, y que era otro de sus favoritos.

 

Ven, toma mi mano
Deberías conocerme
Siempre he estado en tu mente
Sabes que seré buena
Yo te estaré guiando

La construcción de tu sueño
Tiene que empezar ahora
No hay otro camino que tomar
No te perderás
Yo te estaré guiando


Tienes que creer que somos mágicos,

Que nada se interpondrá en nuestro camino.

Tienes que creer que somos mágicos

No dejes que tu ánimo se pierda

 

Y el joven no podía evitar maravillarse ante aquella calidez y esa hermosa voz. Sin embargo, lo que más le fascinaba y encantaba a partes iguales era que esa belleza en su canción nacía directamente del corazón de aquella muchacha…

 

Y si todas tus esperanzas sobreviven

El destino llegará

Yo traeré tus sueños a la vida para ti

Yo traeré tus sueños a la vida para ti


Donde yo estoy
Tú estás como en casa
La alineación de planetas es tan peculiar
Que hay una promesa en el aire
Y yo te estoy guiando

 

En tanto Neherenia le miraba con esa expresión llena de cariño y sonreía a la vez que cantaba…

En todo momento estaré cerca de ti
Vendré siempre que me llames
Te sostendré cuando caigas
Yo te estaré guiando

Tienes que creer que somos mágicos,

Que nada se interpondrá en nuestro camino.

Tienes que creer que somos mágicos

 

Desde luego que aquella joven podría haber formado parte de su grupo perfectamente. ¡Es más, rivalizaba con cualquiera de sus primas, si es que no las superaba! Y el corazón de Granate latía cada vez más deprisa en tanto notaba una extraña sensación que partía de su estómago y le llegaba al rostro en forma de rubor…

 

No dejes que tu ánimo se pierda

Y si todas tus esperanzas sobreviven

El destino llegará

Yo traeré tus sueños a la vida para ti

Yo traeré tus sueños a la vida para ti

 

Aaah

 

Tienes que creer que somos mágicos,

Que nada se interpondrá en nuestro camino.

Tienes que creer que somos mágicos

No dejes que tu ánimo se pierda

 

Y si todas tus esperanzas sobreviven

El destino llegará

Yo traeré tus sueños a la vida para ti

Yo traeré tus sueños a la vida para ti

 

 

(Magic.  Olivia Newton John, crédito al autor)

 

            Al fin, cuando ella concluyó, él únicamente pudo sonreír y declarar, embelesado tras escucharla.

 

-Eres maravillosa mi bella y gentil reina.

-Es mi canción favorita. Tu tío Roy me la enseñó cuando yo era muy pequeña. Al poco de conocer a tus primas Idina y Kerria. Me dijo que era de un sitio llamado Xanadú. Un lugar donde se hacían realidad todos los hermosos sueños. - Le desveló la muchacha explicando con voz queda. – Debe de ser un lugar parecido a Elisión. Donde mora el guardián Helios.

- ¿Helios? - Inquirió el muchacho con gesto atónito. - ¿Quién es?

-Bueno, el príncipe que protege las ilusiones y los sueños de la gente. Al menos eso me contaban mis mentoras Chibiusa y las damas asteroides cuando era pequeña. – Le aclaró su contertulia, rematando con voz queda. - Para mí los sueños siempre han sido muy importantes y aquí, contigo, estoy cumpliendo uno de los más anhelados. El de encontrar el amor de un buen chico.

-A mí tampoco me gustaría despertarme jamás. Quisiera estar contigo siempre, Nehie. – Aseguró él acariciando las mejillas de la muchacha para besarla de nuevo tras sentenciar. – A tu lado también he visto realizado ese sueño.

 

Y ella se dejó hacer, entre más besos y abrazos caminaron un poco al interior del parque central y cerca del lago y tras un rato en el que sentados en un banco disfrutaron de su mutua compañía por una vez lejos del resto del mundo y de las obligaciones de cada uno. Simplemente como dos jovencitos más recién enamorados. Así, tras algún que otro beso y caricia añadida, él la devolvió a su alojamiento. Los siguientes días recorrieron lugares de la nave, él la llevó a uno muy especial donde vieron las estrellas.

 

- ¿Te gusta? – Preguntó él a la joven que observaba con deleite el espectáculo de aquella bóveda cristalina sobre sus cabezas. - Espero que sí.

-Son preciosas. – Suspiró la muchacha. -

-Lo son, pero ninguna lo es más que tú. - Afirmó el chico que tenía preparada una sorpresa. -

 

            En efecto hizo sonar una hermosa canción, era un tema que él mismo había versionado con sus primas cuando actuaban, de su grupo favorito. Y Nehie y él se abrazaron escuchándola en tanto miraban a ese mapa del firmamento, tachonado de estrellas de todos los colores. Fue allí cuando estuvo ya convencido de que la amaba…

 

-Porque eres un cielo lleno de estrellas

Porque eres un cielo lleno de estrellas

Voy a darte mi corazón

 

Estaba canturreando esas estrofas, recordando aquellos momentos cuando la señal del toque de queda sonó, sacándole a su pesar de esos recuerdos.…

 

- ¡Qué oportunos han sido!- Se dijo no sin una buena y fastidiada dosis de sarcasmo.- Con lo bien que lo estábamos pasando, Nehie…

 

 Aunque ahora el muchacho, tras revivir ese momento una vez más, meditaba con un poso de tristeza. Seguramente ese sería un amor imposible condenado antes de empezar por el abismo que les separaba, tanto en la distancia como en el rango social. De todos modos, él mismo era hijo de un príncipe de Némesis y su prima Amatista, de hecho, podía ostentar el título de princesa, así como su primo Leval el de príncipe. Pero los padres de ambos habían querido dejar eso atrás hacía mucho. En cualquier caso, Neherenia era una reina y de hecho gobernaba en la Luna. Cuando ella se despidió de él, apartados ahora sí por la oficialidad del protocolo, ambos se dedicaron miradas tristes, pero al tiempo esperanzadas. Granate entonces no tuvo siquiera el pensamiento. No obstante, ahora la idea se le pasaba por la cabeza con cada vez mayor frecuencia. Como si a medida que lo pensase más y más lo viese cada vez más factible. ¿Y si pedía la baja o, al menos un traslado cuando retornase con sus primos durante el permiso? Quizás ella le admitiera en la Luna. O podría volver a la Tierra y salir con Nehie mientras ella estudiase en la Golden junto con Idina.  Suspiró… quería haberse sincerado con sus primos, haberles pedido su consejo y ayuda. Aunque temía que lo tomaran por otra más de sus locuras, se rieran y tratasen de disuadirle de esa tonta empresa. Sobre todo, con lo que le había costado ser admitido para hacer este viaje. Pero él creía estar enamorado de veras. Y ella también le quería, estaba convencido. Por suerte, ambos se hicieron unas fotos antes de que la reina se marchase e incluso la muchacha le dio un mechón de sus largos cabellos que él llevaba ahora a todas partes. Ahora miraba una de esas instantáneas de los dos y suspiraba, pensando.

 

- ¡Papá, mamá…Cory…Makoina!, os echo mucho de menos. Y me gustaría tanto que conocierais a Nehie. Mamá, seguro que te iba a gustar. Madrina Makoto, tú seguro que la conoces ya…espero que si la ves pronto le hables bien de mí…y no le cuentes mis innumerables travesuras.

 

En fin, decidió dejar de meditar sobre eso y tratar de descansar. Al día siguiente tenía muchas cosas que hacer.

 

-Hasta mañana, Nehie, mi amor. - Pensó cerrando los ojos. -

 

Y la nueva jornada transcurrió muy ocupada para todos. Los demás días fueron pasando asimismo con rapidez. Los permisos estaban cada vez más próximos. Leval y Mazoui tuvieron ejercicio de adiestramiento con su escuadrilla. Pronto saldrían al espacio. Iba a ser su primera incursión. También Granate se esforzó mucho y consiguió estar entre los mejores ganándose así la oportunidad de salir en misión real. Efectivamente sus esfuerzos se vieron recompensados, había conseguido completar su adiestramiento y superar las pruebas para ascender a alférez, eso le subió mucho la moral. Sería estupendo volver con ese nuevo rango. Sin embargo, el pensamiento en su reina de la Luna casi no le dejaba dormir. De hecho, días antes de su primera salida de entrenamiento con cazas llamó a su prima.

 

- ¿Sí? - Inquirió ella, sorprendida de verle. -

-Amatista, si no estás muy ocupada me gustaría charlar contigo. - Le pidió él. -

 

Su interlocutora, tras mostrase algo reacia al principio, aceptó. También le sorprendió el tono tan serio de su primo. En cualquier caso, fue la única cita que tuvo en bastante tiempo dado que no había vuelto a hablar con Leval en esos días. Cuando al fin, tras la conversación que mantuvo con Granate, se decidió a llamarle otra vez, se encontró con que éste había salido junto con Mazoui a pilotar. La gran nave estaba en órbita alrededor de Marte y se preparaban para abandonarlo en breve, rumbo al exterior del sistema Solar. El momento de salir de la nave llegó. El mayor Enset llevaría el mando de la escuadrilla para instruirles en su primera salida. Granate saldría en la suya para la misma misión…

 

-Deberán tener cuidado. - Les informó el mayor.- Ya estamos orbitando el planeta rojo y más allá se encuentra el cinturón de asteroides.

-Sí señor, algunos son bastante grandes. - Intervino uno de los pilotos con cierta inquietud. -

-Si nos golpeasen nos harían pedazos. - Observó otro con el mismo tono de zozobra. -

 

            Aunque Enset enseguida respondió, sin darle importancia a aquello.

 

-Esos son los que menos deberán preocuparles. Podrán verlos y esquivarlos con facilidad llegado el caso. Los realmente peligrosos son aquellos con diámetros de pocos metros o incluso centímetros, que podrían estar viajando a una velocidad hipersónica. Un impacto contra alguno de ellos podría ser desastroso. Por eso volaremos en formación y ejecutaremos ejercicios a poca distancia de nuestra nave nodriza. También escrutaremos el espacio con mucho detenimiento. No quiero tonterías, ni que nadie se alegre en demasía. ¿Está claro?

- ¡Sí, señor! – respondieron todos, Granate incluido. -

 

            Mientras tanto en la Tierra era de noche y Usagi dormía, aunque también soñaba. Se veía a sí misma, ataviada como la gran reina del Milenario de Plata, en la superficie de la Luna, una oscura noche. Miraba al negro cielo y descubría a aquella silueta que tantas veces la había perturbado con malas noticias.

 

- ¿Otra vez tú? ¿Qué es lo que quieres esta vez? - Llegó a plantearle de modo desafiante. - ¡Déjame en paz!…

 

            Sin embargo, aquel ser no habló, se limitó a abrir un gran libro color burdeos que llevaba y le mostró a la soberana unas páginas. Sin poder evitarlo ella leyó. Entonces su rostro se crispó y palideció. Apenas pudo apartase y balbucear moviendo la cabeza.

 

-No, esta vez no… No lo haré. No puedo decirle una cosa así… ¡Ya es suficiente!

 

            No obstante, esa figura alargó ahora un brazo y señaló con un dedo al libro…Entonces una voz grave que parecía surgir de otra parte retumbó, sentenciando.

 

-Es mía…

- ¡Nooo! - Chilló la soberana. - Maldita sea, ¿Quién eres? ¿Por qué me haces esto? No quiero decírselo. ¡Me odiará! ...- -Pudo replicar cayendo de rodillas entre sollozos, y repitiendo con voz queda. - Me odiará. No puedo…

 

            Despertó con el rostro mojado, apenas se dio cuenta de que estaba en la cama. Todo permanecía en silencio. Mamoru dormía a su lado, ajeno al parecer a esa terrible pesadilla. Por desgracia Usagi la recordaba demasiado bien. Pese a resistirse con todas sus fuerzas sabía que no podría eludir aquello. Amanecía y se levantó rápidamente. Al cabo de una hora, su esposo despertó. Le sorprendió ver que su mujer no estaba. No obstante, ella le había dejado una nota. Iba a charlar con una vieja y buena amiga…

 

-Esto es muy extraño. - Se dijo Mamoru releyendo aquello. - No me da buena espina. - Añadió al notar lo que parecían marcas de lágrimas sobre la hoja. -

 

            Usagi se dirigía hacia Flowers & Flavours. Sabía que Makoto se levantaba temprano para ocuparse de abrir en persona y supervisar todos los detalles. Al menos en esa tienda. La primera que abriese hacía ya varios años. La antaño más conocida como guerrera Júpiter desde luego que había sido muy feliz llevando su negocio y rodeada de sus amigos. Y eso aún le hacía a la futura soberana más difícil su misión.

 

- ¿Cómo voy a ser capaz? ...le romperé el corazón.

- ¿Cómo tú por aquí a estas horas, te has caído de la cama? - La llamó entonces una voz bastante conocida. -

 

            Al escuchar aquello salió por unos instantes de esos lúgubres pensamientos. Se giró en esa dirección y vio el risueño rostro de Rei. Apenas sí pudo componer una sonrisa y replicar.

 

-Vengo a desayunar. ¿Te apetece acompañarme?

-Claro, si invitas tú, ¡tacaña! Y esta vez no me eches nada en la comida. ¿Eh? - Replicó la sacerdotisa con tono divertido. - Para una vez que te encuentro, aunque sea de casualidad, no te vas a escapar de todas las tartas que me debes…

 

            Su interlocutora asintió, pero casi de forma mecánica. Rei únicamente tuvo que mirarla a los ojos para darse cuenta de que algo no iba bien. Eso la sorprendió. No obstante, por mor de la discreción hizo como si no sucediera nada y acompañó a su amiga. Ya la abordaría con más calma una vez llegasen. De todos modos, para comprobar su hipótesis, señaló con aparente jovialidad el letrero de la tienda comentando con ese tono malicioso que gustaba de emplear cada vez que se metía con Usagi.

 

-Flowers and Flawours. Desde luego, ¡tenía que ser cosa tuya! Mira que darles el nombre mal a los trabajadores. ¡Para una vez que Mako-chan te encargó algo! … ¡Se escribe Flavours, so tonta!. Aunque Makoto es tan buena que decidió dejarlo así.

 

            Y para su perplejidad y sobre todo, inquietud, su amiga se limitó a asentir despacio mirando al suelo para musitar.

 

-Sí, es muy buena, no se merece esto.

 

Rei la observó cada vez más preocupada pero no hizo más comentarios. Entraron y no tardaron en sentarse en una mesa del local. Tal y como Usagi sospechaba fue la propia Makoto quién salió a atender. Nada más descubrir a sus amigas sonrió ampliamente.

 

-Usagi, Rei. - ¿Cómo es que habéis venido tan temprano?

-Me levanté pronto hoy y pensé en venir a desayunar, y mira por donde, Usa-chan había pensado lo mismo. - Sonrió débilmente la sacerdotisa. -

 

            No obstante, su acompañante, incapaz de soportar más la tensión a la que se veía sometida, pudo decir con tono tembloroso a la dueña del establecimiento.

 

- ¿Tienes un minuto, Mako -chan? Tengo que hablar contigo.

-Claro. - Asintió la joven que se hizo amago de sentarse con sus compañeras. - Tú dirás…

 

            Pero la mirada de Usagi la detuvo en seco. La expresión de Makoto se tornó inquieta, entonces quiso saber.

 

- ¿Va todo bien?

- ¿Podemos ir a tu despacho? - Le preguntó la interpelada con prevención. - Será solo un momento…

-Sí, cómo no. - Convino ésta. -

- ¿No te importa, verdad Rei? - Quiso saber Usagi casi con un hilo de voz. -

 

            Su amiga se estaba empezando a preocupar de verdad. Esa expresión y esa forma de hablar no eran para nada propias de Usagi. Algo muy grave le tendría que estar sucediendo. De todos modos, simplemente asintió con gesto inquieto. Su amiga solamente musitó un lacónico

 

-Gracias…-Y tras suspirar miró a Makoto y le indicó. - Vamos, por favor…

           

Su también extrañada interlocutora asintió. Las dos se fueron hacia allí. La preocupación de Rei no cesaba de aumentar, presentía ahora que algo muy malo estaba sucediendo. Sin embargo, juzgó más prudente aguardar. Lo que fuera que Usagi tuviese que decir a su compañera estaba claro que era de índole personal. Así, las dos mujeres entraron en aquel despacho. Tras cerrar la puerta, la dueña interrogó con la mirada a su amiga y le preguntó.

 

-Dime. ¿Hay algo que te preocupa?

 

            Usagi no pudo más y se desató en llanto. Makoto la abrazó enseguida con gesto inquieto. Su amiga parecía no poder hablar, o más bien, no estar dispuesta a hacerlo. No obstante, al final sí que fue capaz de decir, casi con un tartamudeo.

 

-No, no puedo hacer nada, Mako- chan… lo siento. ¡Lo siento mucho!

- ¿Qué no puedes hacer nada respecto a qué? ...- Quiso saber su concernida contertulia. - Dime, por favor. ¿Qué está sucediendo? ...Me estás asustando, Usagi.

 

            Y tras unos instantes que para ella fueron eternos, su amiga le respondió. Desvelándola a su pesar aquella terrible pesadilla. Ahora fue el rostro de Makoto el que se desencajó por el horror.

 

-No…- Pudo musitar moviendo la cabeza horrorizada. - No, ¡no puede ser!… estarás equivocada. ¡Nooo!- Chilló llevándose las manos a la cabeza para apenas ser capaz de añadir.- No puedes hacernos esto. Usagi- chan. ¡Te lo suplico! ¡Ten compasión!... ¡no!

 

            Estaba tan rota por el dolor que cayó de rodillas abrazándose a la cintura de su interlocutora que solamente podía llorar mirándola en silencio. Más cuando su destrozada amiga le suplicaba sin cesar de gemir, pero aun así tratando de esbozar una esperanzada sonrisa.

 

-Tú no dejarás que eso pase. Te conozco, ¡eres La Guerrera Luna! ¡La reina Serenity!... ¡No, no lo permitirás!…

-Mako-chan. - Fue capaz de musitar entre sollozos. - No puedo…hacer nada…

 

Fuera, en el salón, algunos clientes recién llegados tornaron las cabezas hacia esos gritos desgarradores que provenían del interior. Rei entonces no pudo soportar más aquello y corrió al despacho. Al entrar descubrió atónita esa dantesca escena. Makoto estaba de rodillas en el suelo, apoyando las manos en el mismo y llorando con rabia y amargura. Usagi por su parte se apoyaba en la pared, sollozando desconsoladamente.

 

-Pero, por el amor de Dios. ¿Qué está pasando aquí? - Quiso saber la sacerdotisa sin poder asimilar todavía aquello. -

 

            Trató de ayudar a su amiga que estaba en aquella posición, pero Makoto se levantó sola como una furia y la emprendió con el mobiliario de su despacho y con algunos platos que había allí, destrozándolos contra el suelo. Gritaba como una posesa llena de dolor. Rei la observaba paralizada por el horror más absoluto. ¿Qué le habría contado Usagi para que esa pobre mujer se pusiera así?

 

-Es otra de esas malditas visiones. ¿Verdad? - Le inquirió a su amiga que tan solo pudo asentir despacio para taparse después la cara con ambas manos. - Lo suponía…

 

            Al fin Rei pudo calmar a Makoto lo suficiente como para sentarla en una silla. La sacerdotisa ofreció a Usagi otra, pero ella no la quiso, simplemente fue capaz de susurrar completamente abatida.

 

-Tengo que marcharme.

-Eso, ¡vete! – Le chilló Makoto, recriminándola llena de rabia, dolor e impotencia. - Ya has hecho lo que tenías que hacer, ¿no es así? Las otras tenían razón. ¡Sólo eres un heraldo de mal agüero! Corre con tu amo para que te dé más malas noticias que repartir. ¿Quién será la siguiente?, ¿eh? ¡Maldita seas! ¡Aléjate de mí…No quiero volver a verte nunca más!…

 

            Pero la aludida no contestó, ni trató ya de defenderse de aquella catarata de reproches y maldiciones. Simplemente salió arrastrando los pies y con la cabeza hundida sobre sus hombros, dejando a sus compañeras.

 

-Usagi, ¡espera! - Le pidió Rei, aunque viendo el estado de su otra amiga decidió quedarse a su lado queriendo saber entre impactada y asustada. - Por favor, Mako -chan. ¿Qué te ha dicho?

 

            Su compañera parecía estar reuniendo fuerzas para ser capaz de pronunciar palabra y al fin, pudo articular llena de consternación y de amargura.

 

- ¿De...de veras quieres saberlo, Rei…? ¿De veras quieres que te rompa el corazón también a ti?...

 

            La interpelada asintió débilmente. Ya casi no estaba segura de aquello. Pero finalmente su compañera le desveló ese terrible enigma y la hizo estremecer. Tampoco pudo evitar llorar abrazando a su amiga que volvía a derrumbarse…

 

-Tenemos… tenemos que avisar a las demás. - Pudo decir finalmente la sacerdotisa con voz llorosa. - Algo habrá que podamos hacer… ¡Tiene que haber algo!

- ¿Para qué? - Gimió Makoto con desconsuelo. - ¿Qué podrían hacer? ¡Ni siquiera la gran Serenity, Reina del Universo!, ¡puede hacer nada más que darnos la noticia! - Escupió con patente sarcasmo y rabia. - ¡Esa maldita cobarde se limita a encogerse de hombros y no hacer nada!…

-No la culpes a ella, ¡Por favor Mako -chan!  Te lo ruego. ¡No la culpes! …-Sollozó Rei tratando de defender a su amiga para añadir llena de pesar. - Sé que si pudiera hacer la más mínima cosa la haría, sin importarle su propia vida. Tú la conoces. Y te juro que cuando he visto su cara…no sé, nunca la había visto así…de impotente, de hundida…

 

            Sin embargo, su amiga no parecía escucharla, ya solamente gemía enterrando la cabeza en el pecho de la sacerdotisa. Por su parte, la destrozada Usagi llegó al Santuario Hikawa. Allí, oculta a la vista de la gente, permutó su ropa de calle por el blanco vestido de soberana. Cuando se rehízo mínimamente se concentró. Deseaba contactar con su hija y las amazonas. Tenía que verlas. Precisaba de alguien en quién poderse apoyar…y desgraciadamente tendría que hablar con Chibiusa puesto que labor de la princesa y de sus guardianas sería la de confortar a otra buena amiga que también lo iba a necesitar.

 

-Lo lamento, hija mía, sé que esto es demasiado, pero no tengo a nadie más a quién recurrir. - Sollozó. -  Las asteroides y tú sois las únicas que podrán ayudarla a sobreponerse.

 

Y en tanto esto sucedía en la Tierra, en la gran nave, a millones de kilómetros de allí, Mazoui y Leval ya estaban instalados en sus aviones. Se colocaron en posición de despegue en su rampa de lanzamiento, chequeando todos los sistemas y aguardando la señal luminosa.

 

- ¡Vamos allá! - le dijo Mazoui a su primo. -

-Sí, hagamos un poco de niñeras. - Se sonrió este por respuesta. -

 

 Se lo tomaban con humor. Aquella salida que tenían acompañando a los novatos como su primo no era a priori algo demasiado interesante. Aunque se alegraban por Granate. Al fin iba a cumplir con uno de sus sueños, volar en el espacio. Pensando en eso observaban un semáforo parpadeaba delante de ellos en el techo de la cubierta. Pasando del rojo al amarillo, después al verde. Saludando al puente Mazoui soltó el mecanismo de enganche y aceleró los motores. Su caza salió raudo y atravesó la abertura que le separaba del espacio. Leval y el resto de los aviones hicieron lo propio. Más tarde, en otra de las pistas, Granate repitió aquella operación emocionado, era la primera vez que salía en misión real.

 

-Puente, aquí azul ocho. Comprobando sistemas. Propulsión ok, soporte vital correcto, estoy listo.

-Recibido, azul ocho. Luz verde…- Respondió la torre, aseverando. - Permiso para despegar…

 

            Y saludando hacia el puente el joven propulsó su caza rumbo a la negrura del espacio…

 

- ¡Allá voy! – Se dijo lleno de ilusión. -

 

Como él, un total de cincuenta cazas de varias escuadrillas salieron en el ejercicio, pero en el puente de operaciones el radar detectó muchos más.

 

-Comodoro. - Le llamó un joven alférez a cargo de monitorizar aquellas señales. - ¿Qué cree que son, señor? ¿Más cazas?

-Parecen naves de un tamaño similar. - Repuso éste. - Llámenlas y pregúntenles de dónde vienen.

-A la orden. - Contestó su interlocutor. -

 

Empero, cuando se les trató de contactar no enviaron respuesta en ninguna frecuencia y todos se dirigían hacia la nave en sucesivas formaciones. El radarista se lo indicó a un capitán del puente de control que procedió a informar al Comodoro Hazzar, el segundo al mando.

 

- ¿Dice que no responden a nuestros intentos de comunicar? - Inquirió el Comodoro. -

-Negativo, señor. - Repuso su subalterno. - No hay réplica en ningún ancho de banda…

-Señor. ¿Se han enviado otras escuadrillas para hacer ejercicios hoy? – Inquirió un oficial. -

-Que yo sepa únicamente estas. - Respondió su superior llevándose las manos a la espalda. -

- ¿Qué hacemos, señor? - Inquirió otro de los oficiales del puente. -

-Esto no me gusta nada. Pasen a pre alerta. - Ordenó Hazzar. -

           

A su vez, éste se lo notificó inmediatamente al Contralmirante Spar, el capitán de la Nave, que se comunicó sin dilación con la Tierra. Todos pensaban que pudieran ser cazas orbitales en pruebas o naves de pertrechos que les hubieran estado esperando allí, tal y como se había programado, pero todavía faltaba unas horas para eso. Preocupado por la procedencia de esas señales, ordenó a Hazzar que hiciera volver los cazas. Estos no contaban con armamento suficiente para una posible confrontación. El comodoro advirtió inmediatamente al mayor Enset.

 

-Repliéguense de inmediato hacia la nodriza. - Le ordenó al líder de la misión. - Eviten tomar contacto.

-SÍ señor. - Contestó de inmediato el interpelado. - Nos reagrupamos y volvemos…

 

 Sin embargo, no todos los cazas lo hicieron a tiempo. El escuadrón de Granate, más cercano a ese cuadrante que el resto, ya había entablado contacto con aquellos misteriosos objetos.


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