Allí estaban ambos muchachos conversando de forma animada. Sobre todo, Amatista quien, con simpatía y visible interés, le preguntaba a Leval.
- ¿Cómo te ha ido
estos primeros días?
- Supongo que me
ha pasado lo que a ti. - Replicó el muchacho. - Ya sabes, tienes que adaptarte
a una nueva vida. Obligaciones y gente nueva. En fin, por ahora estoy contento,
estamos aprendiendo muchas cosas. Las condiciones en el espacio son muy
distintas a las de la Tierra. Cuando debes pilotar una aeronave y tienes que
acostumbrarte al principio es complicado. Hay que ir con mucho cuidado.
Y tras esas palabras él guardó silencio observándola de
modo que Amatista comprendió que le tocaba a ella hablar.
- No me puedo
quejar, tengo muchas cosas que hacer, entre aprender la utilidad y uso de los
diversos instrumentos de laboratorio y estudiar, apenas me quedan momentos
libres a lo largo del día. Lo único que puedo hacer es ir a nadar a la piscina
de la ciudad y algo de aeróbic. Lo único que echo de menos es montar a caballo.
Que yo haya visto, aquí no tienen establos. Es una lástima. Aunque, tampoco es
que haya investigado mucho, esta nave es muy grande. ¡Y pensar que me traje
hasta mi equipación de amazona!
El muchacho la miró con simpatía. Sabía que ese era uno
de los deportes favoritos de ella, aunque claro, no iban en una especie de gran
crucero de placer intergaláctico. Sonrió sin poderlo evitar. Amatista enseguida
añadió al darse cuenta.
- ¡Me tomarás por
una tonta! - Afirmó azorada. - ¡Vaya unas cosas en las que pienso! ¿verdad?
- No, en absoluto.
Me parece normal que añores cosas que hacíamos en casa. Yo echo mucho de menos
los entrenamientos con mi padre. Al menos en eso, tengo la suerte de que a
nosotros nos hacen mantenernos en forma. - Replicó el muchacho haciéndose cargo
del fastidio que suponía el tener que dejar de practicar deporte para alguien
como Amatista, o él mismo, aunque enseguida añadió de modo más solidario aún. –
Sin embargo, tampoco puedo entrenar en serio con Mazoui, no disponemos de
espacio suficiente, ni de ningún recinto especial. Ya sabes, para hacerlo con
nuestra auténtica fuerza. Así que me sucede como a ti, nos sentimos limitados
ya sea en una cosa u otra. Por grande que este asteroide sea, no es la Tierra.
La chica asintió a su vez con gesto comprensivo y
reuniendo valor le propuso.
- ¿Por qué no
quedamos alguna vez para entrenar algo de artes marciales? Ya sé que no estoy
ni mucho menos a tu nivel, pero así, al menos, podríamos hacer algo.
- No estaría mal.
- Convino Leval que le comentó. - Aquí hay un maestro muy bueno y yo me he
unido a las clases que da en calidad de profesor. Aunque es un gimnasio para
militares, también pueden apuntarse los civiles, si quieres...
Aunque Amatista pensaba, claro está, en un entrenamiento
más íntimo, asintió, pero condicionando sus siguientes palabras.
- Si está bien de
horario no me importaría, aunque quizás cuando esté más libre.
- Claro. - Replicó
el muchacho haciéndose cargo de la apretada agenda que todos tenían allí. -
- Lo que sí
podríamos hacer es dar alguna vuelta por la ciudad para conocerla. ¡Es algo
enorme, no creía que pudiera hacerse algo tan grande! ¿Qué te parece mañana? Es
domingo y no tengo turno rotatorio en el laboratorio. - Declaró ella con
jovialidad que también camuflaba un poco el nerviosismo que sentía al proponer
esa especie de cita. -
Leval negó con la cabeza y dijo con cierto pesar.
- No tengo más
días libres esta semana. Pero la siguiente creo que sí me tocan algunos. De martes
a viernes. Ya te dije que depende de mis superiores. A veces por necesidades del servicio nos
pueden cambiar incluso los turnos o los días que nos corresponden. Es lo malo
del ejército, no miran mucho tus días festivos.
La joven hizo una ligera mueca de resignación y fastidio.
Pero no se desanimó. Después de la siguiente semana el chico tendría cuatro
días libres. Aprovecharía entonces para intentar salir con él y con más
entusiasmo añadió.
- Por lo que me ha
contado el primo Granate hay cafeterías, discotecas, restaurantes y cines, como
en cualquier ciudad de la Tierra. ¡Sí creo que hasta llevó a la reina de la
Luna Nueva allí! Y lo bueno es que Penélope me ha dicho que cobraremos el
primer sueldo mañana.
Leval se
sonrió, su primo desde luego era un caso. ¿Pues no se llevó a bailar a
Neherenia? Todavía recordaba lo que le contase a él y a Mazoui. El chaval desde
luego translucía su entusiasmo ¡Parecía incluso que se la había ligado y todo!
Y también le hizo gracia lo de Amatista con el asunto de la paga. La muchacha
parecía llena de expectación y alegría por eso. Seguramente se debía a que
jamás había tenido que trabajar hasta ahora, pero, de todas maneras, el dinero
no era tan importante aquí como en la Tierra. Por lo que él había averiguado,
la microeconomía de la nave se basaba en el principio de autosuficiencia en
casi todos los aspectos. La energía para el uso común, obtenida del reactor
nuclear que alimentaba las casas y también regulaba todos los aspectos de
propulsión, armamento, escudos anticolisión y generadores de gravedad, por
ejemplo, estaba cubierta. Al igual que las llamadas de vídeo teléfono y los
transportes, que eran gratuitos. La comida y otro tipo de cosas sí podían
comprarse en los supermercados y tiendas que existían. Esto era para no perder
la costumbre y los hábitos terrestres. De hecho, economistas de todo el mundo
habían diseñado un intercambio de bienes y dinero de forma que todos allí
gozasen de un alto y aceptable nivel de vida y comodidades, eso era lo mínimo
que se podía pedir. La mayoría del sueldo quedaba a disposición de la gente
para ahorrarlo o enviar vía transferencia a sus familias en la Tierra. Aunque
cualquiera era libre de gastarlo en caprichos diversos, como ropas, objetos
decorativos o un sin fin de cosas que podían encontrarse en la nave. Cuanto más
pensaba en eso Leval, más fascinante lo encontraba. Aquel inmenso asteroide de
casi trece kilómetros de largo, por cinco de diámetro, era un mundo en
miniatura, con sus propias centrales atómicas, completadas por grandes lentes
solares que aprovechaban la energía del astro rey para crear el día en el
interior de la nave. Contaba asimismo con enormes reservas de agua que se
depuraban incesantemente viéndose distribuidas en piscinas, lagos artificiales,
servicio para el consumo de la población e incluso un río. Tales cosas estaban
calculadas incluso para un número mayor de personas que las aproximadamente
cincuenta mil que allí se encontraban.
- ¿Leval?-. Le
inquirió ella al notarle algo distraído. -
- Perdona. - Se
disculpó él de inmediato para confesar. - Es que estaba pensando en lo
increíble que es todo este sitio. Y el magnífico diseño que tiene.
Y le comentó a la muchacha parte de sus anteriores
reflexiones, con lo que Amatista pudo compartir su asombro, realmente eso era
mucho más imponente de lo que ella de por sí ya pensaba. Además, claro está, de
remarcar los conocimientos que Leval tenía sobre esas materias. A decir verdad,
la mayoría de ellas ni se le habían pasado por la cabeza a la muchacha.
- Es un milagro. -
Declaró sinceramente su interlocutora. -
- Y todo gracias
al trabajo de personas como tu padre o el tío Zafiro, durante más de veinte años.
- Afirmó el chico con admiración, para añadir enseguida. – Por cierto ¿Has
podido hablar con tus padres?
- Sí. - Sonrió la
muchacha con semblante entre ilusionado y lleno de añoranza. - Les llamo cada
dos días, no puedo hacerlo con mayor frecuencia por que las conexiones de la
nave se colapsan por el número tan alto de llamadas y aunque la transmisión es
casi inmediata con la fibra óptica de alta resolución y el cinco g, me noto un
poco rara cuando las palabras tardan algunos segundos en ir y volver.
- ¿Recuerdas lo
que te expliqué hace años en las clases? - Dijo él. - A pesar de la velocidad
de la luz, ya estamos bastante lejos de la Tierra. Quizás a un minuto luz más o
menos. Ya se empieza a notar y cuanto más nos alejemos, más se demorará la
señal.
Amatista asintió, para preguntar a su vez con afectuoso
interés.
- ¿Qué tal están
tus padres y tu hermana?
- Bien, solamente
he podido hablar con ellos un par de veces en estos últimos días. Me pasa lo
mismo que a ti y al resto de la gente con la saturación de líneas. Me envían
muchos recuerdos para todos y Ky sobre todo te envía muchos besos y un abrazo.
La muchacha acogió estas palabras con alegría, también
extrañaba a Kerria y a los señores Malden que siempre habían sido tan
agradables y comprensivos con ella, haciéndola sentir como una más de su
familia.
-Sobre todo voy a
echar muchísimo de menos a Ky. - Suspiró la joven. -
-Lo mismo que ella
a ti. - Afirmó Leval. -
Ambos siguieron charlando hasta que el muchacho le
anunció que debía volver a su cuarto ya que en poco tiempo sonaría el toque de
queda. La acompañó a la salida dejando un sabor agridulce en la chica. Amatista
había esperado que cuando se vieran al fin pudiera abordar el tema de sus
sentimientos, ese había sido su deseo desde que llegaron. Pero ahora se daba
cuenta de que iba a ser complicado. Por una parte, los dos estaban muy
enredados en sus respectivas ocupaciones, y por otra, le era difícil ni tan
siquiera preparar el terreno.
-No quiero
soltárselo así, como una bomba. - Reflexionaba en tanto volvía a su
alojamiento.- ¡Leval te quiero! - Pensaba casi parodiándose a sí misma para
concluir. -No me tomaría en serio y lo estropearía todo. Es mejor tener
paciencia. A fin de cuentas, ninguno nos vamos a marchar a ninguna parte desde
aquí.
Y suspiró tratando de animarse, ya habría otra ocasión.
Como iban a verse más veces, confiaba en que, poco a poco, las cosas se fueran
clarificando en ese aspecto. A decir verdad, ahora mismo le venía bastante mal
pensar en otras cosas que no fueran sus tareas y sus estudios. Paciencia, lo
importante es que Leval estaba ahí. Y sobre todo que habían quedado para la
próxima semana.
- Hace una tarde
muy buena, si eso se puede decir aquí. - Comentó la muchacha cuando llegaron a
los límites de la base. -
- El día está
sincronizado con el terrestre para que no notemos la diferencia, por eso
rotamos a una velocidad que nos permite simular un día de veinticuatro horas,
además de proporcionarnos algo de gravedad. - Apuntilló Leval, tan metódico
como siempre. -
- ¿Te animas a
andar un poquito? - Le propuso la chica sintiéndose algo azorada según lo
hacía. –
- No sé, dispongo
de poco tiempo. - Replicó él con gesto dubitativo. -
- Sólo será un
momento, es que van a pasar varios días sin que nos veamos. – Comentó ella sin
atreverse a mirarle a los ojos. -
Su contertulio asintió tras consultar su reloj. Todavía
le quedaba algo de tiempo y era cierto. No tendrían muchas ocasiones para verse
y charlar distendidos, de modo que asintió y ambos salieron de la base. Y algo antes de que los dos muchachos hubieran
terminado de charlar en la cantina. En otro lugar de la nave, el primo de Leval
hablaba con Logan.
- Verás, - le dijo
Mazoui con un tono aparentemente amistoso pero mordaz. - Te agradezco que
estuvieras amenizando la espera de Amatista. Pero lo que no comprendo todavía
es que le dijeras que nosotros iríamos a la cantina. Sabías perfectamente que,
salvo el primer día, no habíamos ido por allí hasta hoy.
- Perdona hombre,
- sonrió Logan de forma irónica. - Me habré confundido con otros compañeros que
van siempre. Lo único que quería era que una preciosidad así, que encima se
molesta en venir a visitaros, no estuviera sola y se aburriera esperando. Si
ninguno de vosotros le hacéis caso, alguien tenía que hacerlo.
- ¡Y ese alguien
tenías que ser tú, claro! -Se sonrió irónicamente su contertulio que enseguida
varió ese tono por otro más tajante cuando el advirtió. - Pues te diré algo. Es
un consejo. Esa chica está interesada por Leval. Yo que tú, no me inmiscuiría.
- Si está
interesada en él, quiere decir que todavía no salen juntos. - Interpretó Cedric
con sagacidad y la misma contundencia. – Porque no me has dicho que Leval lo
esté por ella. ¿Lo está? - Inquirió con tono entre inquisitivo y sarcástico. -
- Bueno, no salen
todavía. - Tuvo que reconocer su contertulio que se vio sorprendido por esas
cuestiones. -Pero lo harán, - se apresuró a añadir con menos rotundidad, a
pesar de sus esfuerzos por parecer firme. - Estoy seguro de que muy pronto.
De hecho, el propio Mazoui desconocía hasta qué punto podrá
estar su primo interesado por Amatista. Él juraría que, si los dos tenían
tiempo de verse, aquello surgiría. Aunque no podía estar del todo seguro y eso
restaba mucha fuerza a sus aseveraciones.
- Entonces, hasta
que eso ocurra, tengo todo el derecho a intentar algo, amigo. - Contestó su
interlocutor al hilo de ese último comentario de Mazoui, rematando. - Ella no
es propiedad de nadie. Ahora te dejo, tengo otras cosas que hacer, lo de los
turnos, si te parece, ya lo hablaremos con el mayor.
Y se alejó de allí con una dulce sensación de victoria,
ya sabía lo que quería y dejaba además a su interlocutor con la palabra en la
boca. Éste por su parte se dijo con preocupación.
-Logan es
peligroso, en cuanto ha detectado mi indecisión ha sido como ver a un tiburón
oler sangre. Mucho me temo que no se detendrá ante nada para ligarse a
Amatista. Y lo malo es que yo no puedo inmiscuirme. Técnicamente no hace nada
malo o ilegal. Únicamente espero que esto no le traiga problemas a Leval. Él no
se da cuenta de estas cosas y ese canalla es capaz de cualquier cosa para
obtener lo que quiere, eso puedo verlo con claridad.
Por lo menos estaría él a su lado para evitar que ese
tipo le buscase complicaciones a su primo. Entre tanto, ajena por supuesto a
esa conversación, Amatista estaba contenta de haber conseguido convencer a
Leval de que dieran al menos un pequeño paseo. Él, que había comprobado que aun
disponía de algunos minutos más, también estaba feliz de poder charlar un poco
más con ella y con tono jovial le comentó.
- Me gustaría
aprovechar mis días de permiso para transportarme e ir a casa, si te quieres
venir.
Una sombra pasó por la mente de la muchacha, sus planes
de quedar con Leval se habían esfumado, pero, por lo menos, él le ofrecía
acompañarle a la Tierra, quizás pudieran tener una cita allí. Así que discurrió
rápidamente.
- Sí, me
encantaría, así veo a mis padres. Y ya que te molestarías en llevarme te
invitaría a cenar en casa para darte las gracias.
- No es ninguna
molestia - sonrió el chico. - Te llevaré encantado. - Afirmó con gran
amabilidad, lo que hizo que ella sonriera también. -
- ¿Y qué se siente
cuando te transportas? - Le preguntó la muchacha llevada ahora por una sincera
curiosidad. - ¿Cómo haces para poder llevar a alguien contigo?
- Pues es fácil, -
repuso él tomándola de una mano, Amatista notó como su pulso se aceleraba.-
Ahora te hago una demostración.
-Leval nunca me ha
sujetado la mano así - pensó ella - Quizás signifique algo. Puede que, si me
hago la distraída, quizás...- La chica cerró tontamente los ojos acercándose a
él, aguardando quizás un beso. -
- ¡Pero, no tengas
miedo! - se rio Leval al verla así. - No pasa nada, quizás sea mejor en otra
ocasión. ¿Sabes Amatista? - añadió él ahora con mayor aire de intimidad. -Tú eres
una persona muy importante para mí, debo confesarte que al principio me
sorprendió mucho eso de que decidieras embarcarte, pero me alegro mucho de que
hayas venido.
Ella sintió que el corazón le daba un vuelco, ¿sería eso
el preludio a una declaración? ¡Ojalá lo fuera! Le quitaría a ella esa carga y
conseguiría lo que tanto tiempo llevaba esperando. Escuchó a Leval con gran
interés y emoción contenida, pero, para su desánimo, éste añadió en modo más
coloquial.
- Eres la única
con la que puedo hablar, aparte de Mazoui. Para mí, él es como un hermano mayor
y tú, eres como mi hermana pequeña. Sobre todo, ahora que no tengo a Kerria. Y
también está Granate - recordó moviendo la cabeza con una media sonrisa. - Él
es como nuestro hermano pequeño. Al menos es bastante travieso. Además, después
de su éxito con Nehie, tendremos que vigilarlo de cerca, podría ser el
conquistador oficial de la nave, ja, ja...
- Claro Leval. -
Convino ella forzando una sonrisa pese a tener el semblante dominado por la
decepción añadiendo con voz queda. - A mí me pasa lo mismo. Te lo agradezco
mucho, eso de que me consideres igual que tu hermana. Yo también me siento algo
sola aquí, pero menos mal que os tengo a vosotros y a Satory. Para mí ella sí
que es una auténtica hermana, - repuso tratando de pinchar con aquella
matización, pero Leval no advertía esa intención. -
- Ella es una
buena amiga para ti, ¿verdad? - Quiso saber el chico. -
- Me ha ayudado mucho,
- respondió la muchacha mientras asentía y afirmaba con resignación. Viendo
como aquella atmósfera de intimidad se evaporaba. - De no ser por ella, no
estaría aquí.
- Parece una buena
chica. - Opinó su contertulio. – Me alegra ver que es una buena compañía para
ti.
Amatista convino
en eso, desde luego que lo era. Su mejor amiga y su única confidente, ahora que
no tenía a Kerria. Trató de decir algo, pero el muchacho se adelantó, ¡cómo no!,
recordando su apretada agenda de entrenamientos, prácticas y otros deberes militares
que ella encontraba francamente aburridos.
- Ya hablaremos,
te llamaré cuando esté listo para irme. - Le dijo él. -
- Tendré que pedir
permiso y cambiar algunos días libres con Jen, mi compañera de prácticas. - Le
contó la muchacha que ahora había caído en eso, tras lo que añadió. - ¿Y si
quedásemos todos para cenar?...
No había concluido
de hacer su propuesta cuando ambos escucharon el sonido de la alarma de Leval.
Éste exclamó mirando su reloj con preocupación.
- ¡Vaya!, debo
volver a la base. Es muy tarde y si no llego enseguida me anotarán una falta en
el expediente. El tiempo se me ha pasado
volando. Pero debo marcharme ya. Lo siento.
- Claro, - repuso
la decepcionada chica esbozando otra fingida sonrisa y añadiendo con la boca
pequeña. -Lo comprendo, vete, yo volveré a casa sola.
- Gracias Amatista
- dijo él dándole un rápido beso en la frente. - Adiós.
Y sin perder ni un instante salió corriendo hacia un bus
deslizador que había parado en un carril cercano al parque agitando los brazos
y gritando.
- ¡Eh, espérenme!
Desde luego que a la chica le hubiera gustado mucho más
que él hubiera llegado únicamente un par de minutos tarde y la hubiera
acompañado. ¿Acaso eso era tan grave? Pensaba con creciente enfado. De modo
que, visiblemente disgustada, volvió a casa dando un largo paseo hacia ese
apartamento asignado que compartía con Satory. Nada más entrar, su amiga que
estaba leyendo tumbada en un sofá, advirtió que no venía de muy buen humor.
También ayudó el hecho de que Amatista cerrase de un portazo y refunfuñase sin
parar, ni se molestó en decir hola. Satory se levantó acercándose a ella, pero
antes de que pudiera ni tan siquiera articular palabra tuvo que escuchar el
desahogo de su compañera de piso.
- Como una hermana
¡ja! Eso es lo único que soy para él. Yo me esfuerzo por todos los medios. Me
pateo casi toda esta maldita y gigantesca nave para ir a buscarlo, me deja
plantada una hora y después, cuando al fin consigo que salga otra vez, va y dice.
- Fingió gangosamente la voz de Leval entonando un tono grave para parodiar al
chico… -Me tengo que ir Amatista, sino me castigarán. ¡Cómo si fuera un crío!,-
añadió ya con su propio tono de voz - gracias por ser tan buena hermana y adiós
¡Que´ l’idiot! ¡J'en ai assez! ¡Ya estoy más que harta!
- Parece que no te
ha ido muy bien. - Se atrevió a decir tímidamente su oyente, para agregar con
más optimismo. - Pero no pierdas la paciencia, mujer, ya se dará cuenta.
- ¿Qué se dará
cuenta? - Exclamó ésta visiblemente irritada. - Llevo oyendo eso desde hace
años. Y al final he llegado a una conclusión. Leval sólo piensa en dos cosas,
entrenar, entrenar y entrenar más y ascender, ascender y ascender más todavía.
Hasta que no sea el hombre más fuerte del universo y el almirante en jefe de la
flota no estará contento.
- Bueno, hay más
chicos en la nave ¿no? Pues puedes probar con algún otro…- Le recordó Satory
tratando de pincharla un poco. - Seguro que muchos querrían salir contigo…
Pero para su sorpresa escuchó a su amiga decir.
- Sí, es verdad.
Tienes toda la razón. - Convino Amatista serenando su agitado tono de voz. - Me
encontré con un compañero suyo que se llama Logan. Es un chico muy simpático y
bastante atento. Sin conocerme de nada estuvo allí conmigo en vez de dedicarse
a esas ridículas prácticas de tiro. ¡Por el amor de Dios! Si es capaz de
destruir una ciudad entera con la fuerza que tiene. - Añadió de nuevo con
enfado refiriéndose a Leval. - ¿Para qué demonios necesita aprender a disparar
un fusil o pilotar un avión?
- Quizás lo único
que desea es ser un chico normal. - Conjeturó comprensivamente Satory que
aconsejó. - Debes ser más paciente o lanzarte tú.
- Yo no soy capaz
de decírselo a las claras, - repuso su resignada interlocutora. - Me moriría de
vergüenza si él lo ridiculizase tomándolo por un enamoramiento pasajero de
adolescente. O alegando que está preocupado por cosas más importantes. Y eso
puede que sea verdad, - musitó ahora algo decaída para confesar. - Pero yo
tengo mi orgullo, ¿sabes? Prefiero incluso buscar a otros chicos.
- Bueno chica,
pues eso ya tú misma. - Le contestó su amiga encogiéndose de hombros, aburrida
ya del tema. -
- Y hablando de salir.
- Dijo Amatista recobrando su animación con una maliciosa sonrisa en tanto escrutaba
detenidamente a su compañera. - ¿Tú qué?
- Yo ¿el qué? ¿De
qué? - Preguntó ésta mirando a su amiga sin comprender. -
- Mujer, aún no te
he oído hablar de ningún chico desde que llegamos aquí. ¿Es que no te va
ninguno? – Inquirió con patente curiosidad. -
Y aunque Amatista sabía de las miraditas que su apocada
amiga había dedicado al primo de Leval, no quiso por ahora sacar a colación el
tema de Mazoui.
- Oh, bueno -
respondió la aludida casi entre balbuceos, sonrojándose por momentos. - Es que
tengo mucho que estudiar y bastante trabajo e investigación que hacer. Para mí
lo primero es el proyecto.
- Sí, claro. Pero
no todo en la vida va a ser trabajar, ¡sé es joven sólo una vez! - Exclamó su
contertulia visiblemente divertida para agregar. - El próximo día quiero que
salgas conmigo, ¿vale? - Le pidió dándole una palmadita en la espalda - ya
veremos lo que se puede pescar.
- Pero, yo, no sé.
No tengo experiencia en esas cosas, - musitó Satory avergonzada con sólo pensar
en ello. – No sabría qué hacer…
- No seas tan
tímida, no estás nada mal, yo me encargaré de todo, pero eso sí, tendrás que arreglarte.
- Le requirió su amiga. -
- ¿A.…arreglarme?
- Repitió Satory sorprendida. - ¿qué quieres decir? Yo siempre voy arreglada.
- Me refiero a
esas gafas, a ese pelo ¿No pretenderás salir así? Pareces un ratón de
biblioteca. ¡No, no, no, déjame hacer a mí! - Le respondió Amatista que, sin
pretenderlo, empezaba a hablar con el mismo fastidioso tono de su madre cuando
se refería a esas cuestiones. – Yo te voy a dejar como nueva…
-Que, ¿qué te deje
hacer, el qué? - Se atrevió a musitar su contertulia. -
-Si sigues con esa
apariencia los chicos no se fijarán en ti y tú eres atractiva. - Aseveró la
interpelada quitándole las gafas a Satory pese al intento de ella por evitarlo.
- Si te quitas esto, claro. Y suéltate el pelo, mujer. ¡En todos los sentidos!
- Remachó sonriendo con algo de picardía. -
- Pero es que veo
borroso sin mis gafas. - Objetó la azorada muchacha volviéndoselas a poner - y
me gusta llevar coleta, es más cómodo para mí.
- Pues ponte
lentillas - la aconsejó Amatista. -
- No, es que soy
muy despistada. Cuando tenía catorce años probé, pero siempre perdía alguna -
explicó apuradamente a su amiga. -
Su aspirante a estilista esbozó un gesto de desaprobación
en tanto meneaba la cabeza con los brazos en jarras para seguidamente afirmar
de modo inexorable.
- Así no te
comerás un rosco. De veras, chica. Tú déjame a mí y ya verás.
Su interlocutora no se quedó muy convencida pero su amiga
era insistente, menos mal que tenía hambre y dejó correr el tema para otra
ocasión. Además, le tocaba preparar la cena y teniendo en cuenta lo vaga que
era Amatista para las artes culinarias Satory suspiró con paciente resignación
ante la perspectiva de comer sopa de sobre.
-Al menos estamos
las dos juntas. - Se sonrió Satory. -
Y es que pese a lo rara que era a veces ella quería mucho
a Amatista. En efecto era la hermana que nunca tuvo, con la que podía compartir
confidencias e ilusiones. También había hecho mucha amistad con Keiko Tomoe o
con Mimí Rodney, pero no era lo mismo. Ellas solían estar metidas en su propio
mundo. Keiko era muy similar a la propia Satory, introvertida y poco propensa a
compartir lo que pensaba o sentía. Mimí sin embargo era diferente, muy
extrovertida y dicharachera, no tanto como su madre Mimette, (lo cierto es que eso
era casi imposible para nadie, claro). Aunque por mor de eso mismo, siempre se
relacionaba con bastante gente y no se detenía mucho tiempo a charlar de temas
más profundos o a escuchar. Curiosamente esas dos chicas se llevaban a su vez
muy bien entre ellas y tenían ese vínculo que la propia Satory sentía con
Amatista. Por eso, estando con su amiga francesa apenas unos días era como si
pasase un año entero con otra persona. Con su empuje y sus bríos, Amatista
siempre lograba animarla o persuadirla para hacer cualquier cosa. Por una vez
se alegró mucho de haber sido ella quien la convenciera de venir a esta gran
nave.
-Únicamente espero
esto no se torne en una decepción para ella. - Pensaba con algo de preocupación.
-
- ¡Satty, la cena
está lista! - Anunció precisamente su amiga. -
Al escucharla se rio, a veces la llamaba de ese modo,
cuando estaba de particular buen humor. Eso le extrañó, esa muchacha acababa de
venir bastante enfadada por el poco caso que Leval le hacía. Bueno, Satory la conocía
bien. Amatista era de rápidos cambios de humor, podía enfadarse realmente muy
deprisa, pero olvidaba y perdonaba con la misma facilidad. Era noble, aunque
impulsiva.
-Yo soy todo lo
contrario, me cuesta enfadarme, pero si algo me hiere, ese sentimiento me dura
mucho tiempo. - Se dijo. -
-Anda, venga. - La
urgió su compañera de piso. - Vamos a poner la mesa.
Satory asintió, en efecto, sacando dos platos soperos,
unos cubiertos, vasos y demás su amiga enseguida trajo una perola. De ella y
usando un cucharón sirvió a su amiga y luego a sí misma.
-Esta sopa tiene
buena pinta. - Pudo decir Satory al verla humear añadiendo sin saber qué otro
halago poder dedicarle. - Parece que está…caliente.
-Claro, es una sopa.
- Afirmó su amiga ofreciéndole. - Pruébala sin cumplidos.
Satory así lo hizo tomando un poco con la cuchara, aunque
aquello más que una sopa parecía agua con algunos tropezones. Los fideos
estaban todavía duros y eso, sí, la sal se hacía notar.
- ¿Qué tal? -
Sonrió Amatista observándola con visible interés. -
-Bueno… ¿Quieres
la verdad? - Pudo decir la apurada interpelada. -
-Depende. - Musitó
su amiga mirándola alternativamente a ella y al plato para preguntar. - ¿Tan
terrible es?
-Creo que deberías
descubrirlo tú misma. - Se sonrió Satory. - Si no temes a la cata sopera.
-Yo no temo a
nada. Bueno, casi. - Afirmó divertida la francesa. -
Y empuñando decididamente su cuchara probó de su plato.
Al instante apenas sí pudo escupir parte de la sopa y sacar la lengua para
exclamar.
-¡Sacre bleu ! Je mets beaucoup de sel
Al menos cuando se equivocaba lo admitía. Esa era otra
buena cualidad que esa chica poseía.
-Lo mío no es la
cocina. Es una herejía decir eso siendo francesa, pero ¡qué se le va a hacer! -
Comentó divertida ahora, añadiendo con simulado pesar. - ¡Pobrecita Satty! Te
has tomado esto sin protestar.
-Lo hiciste con la
mejor de tus intenciones. ¡Tist! - Comentó la aludida con ese apelativo que
usaban las compañeras del grupo musical de la francesa. -
-Las intenciones
no se comen. - Sentenció su interlocutora. - Pero te prometo que mejoraré.
Su amiga sonrió, aunque pensó no sin
apuro lo que tardaría Amatista en depurar su maestría en la cocina. De modo que
agregó.
-Vamos a preparar
algo juntas.
-Me parece una
idea genial. Así podrás vigilarme para que no cometa otro atentado contra l´Art culinaire!-
Repuso una risueña Amatista.-
Y tras reírse las dos de aquello a
eso se dispusieron. Entre tanto, en el cuarto de los dos muchachos, éstos
estaban charlando también, aprovechando hasta el toque de silencio. Leval contó
a su primo lo que había hablado con Amatista.
- Es una buena
chica, se puso tan contenta cuando le dije que la considero como a mi hermana.
Es más, creo que se emocionó, ¡casi llora! ¡Pobre!, además de ser hija única,
debe de echar muchísimo de menos a sus padres, más de lo que quiere admitir.
Su compañero de cuarto le escuchaba sin poder creer lo que
oía. Su primo desde luego era bastante tonto, o quizás la palabra más adecuada
era ingenuo, en lo referente a temas del corazón. Cualquiera podía ver que esa
pobre chica lo que deseaba era estar con él en una relación romántica a toda
costa. Bueno, cualquiera excepto Leval, claro.
- Escucha y ten
cuidado. - Le interrumpió entonces Mazoui con tono teñido por la
advertencia. - Creo que Logan está
interesado por ella.
- No me acaba de
gustar ese tipo - respondió tranquilamente él. - Creo que es un arrogante y un estúpido y no
creo que sea bueno para ella. Aunque quizás me equivoque. Al menos tuvo el
gesto de acompañarla a la cantina. Lo que no entiendo es como supo que iríamos
allí.
Esta vez Mazoui dio un largo suspiro, este chico era un
caso perdido, ¡no se enteraba de nada! Tan inteligente para algunas cosas y tan
simple para otras. Decidió dejar correr el asunto, no sin antes preguntar.
- Leval, ¿de
verdad que Amatista es como una hermana para ti? Sólo eso…
- Sí, claro, -
respondió éste.- La aprecio mucho…
Aunque pareció que iba a añadir algo cuando le
interrumpió el sonido del comunicador, era Granate.
- Hola chicos.
¿Cómo estáis?,- les saludó muy jovial como siempre. - Espero que os vaya bien,
yo no me puedo quejar. Me ha tocado una escuadrilla estupenda. Practico todo el
día con los simuladores y pronto nos van a dejar pilotar. Llevo bastante bien
las pruebas para el ascenso y si apruebo los exámenes que tengo dentro de dos
días podré ser alférez.
El chico estaba realmente contento, además de eso, tras
su experiencia con Neherenia había conocido a algunas chicas que no estaban
nada mal. Alguna incluso que era compañera en la escuadrilla. Estaba muy claro
que de haberle sucedido antes ya hubiera estado pensando seriamente en
trabajarse a alguna para salir. No obstante, tras pasar esos días en compañía
de la Reina de la Luna Nueva no podía apartar su recuerdo de la mente.
Suspiraba sabiendo que lamentablemente quizás no volviesen a verse. Aunque
¿quién sabe? Si retornaban pronto…Por eso, no quería salir con ninguna otra.
-Sería serle
infiel, y no haré eso. - Se prometió. -
Pero dejando eso al margen lo que más le entusiasmaba en
ese momento era la idea de volar y ese ascenso le daría el derecho a ello. De
modo que había estado estudiando bastante en esos primeros días y, animado,
optó por presentarse a la promoción. Era toda una suerte, podría hacerlo
bastante antes de que le correspondiera puesto que había plazas de piloto
todavía por cubrir y así se lo comentó a su primo.
- Me alegro mucho,
Granate - respondió Mazoui que sin embargo objetó con más criterio. - Pero
todavía te falta algo de tiempo para eso.
- No te creas -
rebatió éste con bastante moral. - He sacado muy buenas notas en las pruebas
teóricas y soy uno de los mejores en el simulador.
- Pero eso no es
lo mismo que volar de verdad. - Negó a su vez su interlocutor -, ahora estamos
en el espacio y eso lo complica más. No te dejes llevar por la euforia.
- Vale Mazoui, -
repuso Granate intentando aparcar ese tema para preguntar. - ¿Está por ahí Leval?
- Sí, ahora te lo paso,
- indicó éste que llamó a su primo. -
- ¿Cómo estás,
Granate? - Inquirió Leval tomando el relevo de la conversación. -
- Bien, me
encuentro de maravilla, - respondió él no queriendo repetir lo mismo que a
Mazoui, pues temía los mismos consejos. - ¿Qué tal con Amatista? ¿Ya habéis
salido los dos?
- ¿Eh?, sí claro.
Vino a vernos a la base, estuvimos charlando esta tarde en el parque central.
Cuando nos den permiso quizás vayamos a visitar a nuestros padres. Al menos eso
espero, ¿te querrás venir?
- Oye tío, ¡claro
que sí, es genial, me apunto! Tengo ganas de volver a verlos, apenas he hablado
con ellos una vez. Y si no te importa, ¿podríamos hacer una parada en la cara
oculta de la Luna? – Y cuando parecía que el muchacho ponía una expresión algo
más seria y estaba dispuesto a preguntar algo más sonó el toque de queda. -
Bueno, tengo que colgar. Adiós, chicos, nos vemos, que os vaya bien. - Remachó
desconectando la emisión. -
Leval colgó también y sonrió.
- Este Granate es
un poco alocado pero buen chico. - Declaró divertido. – Lo que no comprendo es
lo último que me ha pedido. ¿Parar en la cara oculta de la Luna?
-El reino de Neherenia.
- Le comentó su primo. - Creo que nuestro chico está colado por ella.
-Pues no sé si le
auguro un buen futuro con eso. - Suspiró Leval. -
-Bueno, nunca se
sabe. Creo que la soberana en cuestión acabó muy agradada con él. Por lo que
sé, quedaron durante todos los días que ella estuvo aquí. Y según parece
Neherenia salió sin ningún tipo de boato ni de escolta.
-Era una cría muy
simpática de niña, muy amiga de mi hermana y sobre todo de la prima Idina. No
lo sé. Pudiera ser que ambos hayan conectado. - Afirmó su interlocutor que
enseguida varió de tema al añadir divertido. - Sin embargo, pienso que el
interés de nuestro primo está ahora en su primera misión de prácticas.
- Sí, pero a mí me
preocupa que esté tan entusiasmado con lo de pilotar. - Dijo Mazoui cruzándose
de brazos con más seriedad. - Tú sabes tan bien como yo que puede ser muy peligroso
si se deja llevar por un exceso de confianza. Y más en el espacio.
- No te preocupes.
- Le comentó Leval que no estaba inquieto por eso, afirmando con seguridad.
-Sus superiores le tendrán controlado, se cuidarán de él. Y por ahora lo único
que hará con su escuadrilla es salir a dar una vuelta.
- Supongo que sí -
suspiró su contertulio añadiendo - bueno, hemos de apagar la luz. Ya es la
hora. Hasta mañana.
- Hasta mañana, - respondió
éste apagándola. -
Así los dos se acostaron para estar en condiciones de
afrontar el nuevo día. Su primo Granate estaba ahora tumbado en el catre,
recordando aquellos pasados días. Cuando tuvo la suerte de hacerle de guía y
acompañante a esa chica tan guapa. Realmente fue todo un detalle por parte de
Leval y Mazoui el cederle a él ese cometido. Mientras que ellos se ciñeron al
protocolo y escoltaron a la soberana a visitar algunas de las instalaciones
militares él la acompañó a las zonas más divertidas de la ciudad. Eso sí, tal y
como Mazoui había señalado, vestidos ambos con ropas de paisano. Neherenia iba
arreglada como cualquier otra chica de la nave y nadie pareció reconocerla. Además,
ordenó a su séquito y escoltas que no la siguieran. Dijo confiar en la
protección de su guía. Granate desde luego estuvo de lo más solícito y
progresivamente sus ocurrencias y su sentido del humor le ganaron el afecto y
quizás algo más, de la soberana. Así, tras unos de días de quedar y charlar
bastante, el muchacho recordaba cuando la llevó al karaoke.
-Te gustará - le
decía él, tuteándola sin reservas puesto que su acompañante así se lo había
pedido. – Ya lo verás…es algo muy de moda en mi país de origen…
-Sí, conozco los karaokes.
- Sonrió ésta explicándole. – Tu prima Idina y yo cantábamos en algunos para
ensayar durante el curso pasado en la Golden.
-Pues quiero
escucharte cantar en éste. – Le pidió él con vivo interés. –
-Es que me da
vergüenza. – Se resistió Nehie con una tímida sonrisa. –
-Haremos una cosa.
– Le propuso el chico con desparpajo. – Si tú cantas alguna canción de las que
ensayas con Idina yo te cantaré alguna de las que interpreté con su grupo. -
Quid pro quo…
- ¿Con las Justices?
- Se sorprendió su interlocutora preguntando. – ¿Estabas en el grupo?
-Sí. Aunque no te
lo creas yo era parte del grupo. El único chico. ¡Hasta mis primas me llamaban
“la quinta justiciera”! – Rio para matizar. – Bueno, ¿qué me dices?
-Bueno, yo ya
sabía que eras parte del grupo. Te lo comenté en la recepción. - Afirmó la
joven, ruborizándose para admitir.- Y vi algunas actuaciones vuestras. La
verdad es que me encantaron.
Granate sonrió, realmente feliz de oír aquello. Le daba
la impresión de que su interlocutora sabía de él mucho más de lo que le
contaba. Empero, dejó eso de lado para insistir con jovialidad.
-Entonces, ¿te
animas?
La muchacha no pudo evitar asentir con una sonrisa. Y
efectivamente, tras pedirle al dueño que se las grabase como recuerdo, ella
cantó algunas de las tonadas que había aprendido y él le correspondió
interpretando alguna canción del grupo, las que él raras veces interpretaba
como solista. Incluso le cantó la que interpretase en la ceremonia de
graduación dedicándosela a su atenta oyente. Aquel era una sesión de toma y
daca realmente interesante y muy bonita. Los presentes en ese local estaban
entusiasmados. A una canción buena de él seguía otra de ella. Incluso el
muchacho se permitió el lujo de retarla de modo simpático.
-Ésta de Michael y
su hermana Janet me encanta…No sé si te será conocida.
-Me encanta la
música Pop, tus tíos Tom y Roy me ponían mucha cuando era niña. - Le confesó
ella divertida. -
-Pero es demasiado
cañera para toda una dama como tú…-Objetó él con algo de irónico sentido del
humor tratando de pincharla, susurrándola al oído. - Hermosa y gentil Majestad.
¿Qué diría ese chambelán tan finolis?
- ¡Ponme a prueba
y lo veremos! – Se rio la chica, imaginando al Caballero Gillard De la Lune, si
pudiera estar allí presente. - Te vas a sorprender…
Granate asintió entusiasmado. Y tras pedir la música y
proyectar la letra en la pantalla ambos desde luego hicieron una muy buena
versión…
Aaaah
Cansado de la injusticia
Cansado de los proyectos
un tanto asquerosos
Entonces ¿qué significa?
Patéame hasta que caiga.
Tengo que levantarme
Tan absurdo como suena
Todo el sistema no sirve.
Whoo! Hoo! Hoo!
Aaaah
[JANET]
Estar en la sombra (Michael: Whoo hoo!)
Salir a la luz (Michael: Whoo hoo!)
Tú dime si me equivoco (Michael: hee hee!)
Entonces será mejor que compruebes que estás en lo
correcto.
Estás vendiendo las almas pero a mí
me importa la mía.
Tengo que hacerme más fuerte
Y no me rendiré a la pelea.
[MICHAEL]
Con tantas confusiones ¿no te dan ganas de gritar?
[JANET]
Dan ganas de gritar.
[MICHAEL]
Tu timidez es la víctima del abuso de los proyectos.
[JANET]
Tú intentas taparte con tanta mentira que dicen.
[AMBOS]
Alguien por favor, tenga misericordia
Porque no lo soporto más.
Dejen de apresurarme, simplemente dejen de apresurarme.
Dejen de apresurarme, me hace gritar,
Dejen de apresurarme, simplemente dejen de apresurarme.
Dejen de apresurarme
Sólo te dan ganas de gritar.
A estas alturas todos los presentes ya daban palmas o
atendían encantados a aquel despliegue de talento…y ambos proseguían
entusiasmados, con aquel mano a mano y haciendo alarde de unas estupendas voces
y registros. Granate, sobre todo, estaba impresionado por el nivel de esa muchacha.
Y ella estaba igualmente asombrada.
[MICHAEL]
Cansado de que digas
las cosas a tu manera
[JANET]
Las cosas a tu manera
[MICHAEL]
Eso causa confusión
Y crees que está bien, pero...
[JANET]
Sigue cambiando las reglas mientras
(Michael: Whoo hoo!)
Estés jugando el juego (Michael: Whoo hoo!)
No lo soporto más (Michael: Whoo hoo!)
Creo que voy a enloquecer.
[MICHAEL]
Aahhh
Oh nena
Con tantas confusiones ¿no te dan ganas de gritar?
[JANET]
Dan ganas de gritar...
[MICHAEL]
Tu timidez es víctima del abuso de los proyectos.
[JANET]
Abuso de los proyectos
Tú encuentras el placer escandalizando cada mentira.
[AMBOS]
Padre, por favor ten misericordia
Porque no lo soporto más,
Dejen de apresurarme, simplemente dejen de apresurarme,
Dejen de apresurarme, me hacen gritar,
Dejen de apresurarme, simplemente dejen de apresurarme,
Dejen de molestarme, me hacen gritar.
[JANET]
Oh Dios mío, no puedo creer lo que vi
cuando encendí la T.V. esta tarde,
me molestó mucho ver toda la injusticia, toda la
injusticia.
[MICHAEL]
Toda la injusticia.
Hicieron una pausa para escuchar…
[HOMBRE DE LAS NOTICIAS]
Un hombre ha sido brutalmente golpeado de muerte
por la policía después de ser equivocadamente
identificado como un sospechoso de robo.
El hombre tenía 18 años y era de raza negra...
[MICHAEL]
Con tales colisiones ¿no te dan ganas de gritar?
[JANET]
Dan ganas de gritar...
[MICHAEL]
Tu timidez es víctima del abuso de los proyectos.
[JANET]
Tú intentas taparte con cada mentira que dicen.
[AMBOS]
Oh, hermano, por favor ten misericordia
Porque no lo soporto más, no.
[MICHAEL]
No lo soporto
[AMBOS]
Dejen de apresurarme, simplemente dejen de apresurarme.
Dejen de apresurarme, me hace gritar,
Dejen de apresurarme, simplemente dejen de apresurarme
Dejen de apresurarme
Sólo te dan ganas de gritar.
Dejen de apresurarme, simplemente dejen de apresurarme
Dejen de apresurarme, me hace gritar,
Dejen de apresurarme, simplemente dejen de apresurarme
Dejen de apresurarme
Sólo te dan ganas de gritar.
(Scream.
Michael y Janet Jackson. Crédito al autor)
Al final las demás
personas prorrumpieron en una gran ovación. Pensaron que, sin duda, era
profesionales de la canción contratados para amenizar la velada. O incluso
estrellas invitadas. Hasta un par de
chicas parecieron reconocerles y Granate apenas pudo zafarse firmándoles un par
de autógrafos.
- ¡Eres Granate
Lassart, el componente de las Justices!- Exclamó una rubia y atractiva chica.-
¿A que sí?
-Bueno, sí…-Pudo
admitir él no sin sorprenderse. -
- ¿Me darías tu autógrafo?
- Inquirió otra joven, regordeta y no tan agraciada como su compañera. -
-Claro, será un placer.
- Sonrió amablemente el requerido. -
Firmó en efecto de forma solícita. Las dos chicas incluso
le pidieron hacerse un “selfie” con él. Entonces, la más rellenita se percató
de la presencia de Neherenia y preguntó.
- ¿Tú también eres
del grupo? Cantas de maravilla…
La atónita soberana no supo que contestar, aunque fue
Granate quién terció con habilidad y mucha mano izquierda
-Amiga íntima y
compañera de mis primas y en efecto, ya veis como canta…
Evidentemente las muchachas al oír esto lo tomaron por un
sí, y la pobre reina de la Luna se vio abocada a firmar autógrafos como si de
una estrella de pop se tratara para sonrisa de Granate. Escribiendo con su
alias Nehie Moonlight. A todo eso, con el revuelo que estaban armando atrajeron
la atención de más gente joven…por fortuna pudieron escabullirse solapadamente
tras despedirse de esas dos y meterse en la zona de personal de ese bar.
-No sabía que
fueras tan popular. – Le dijo ella visiblemente impresionada, además de por lo
bien que cantaba, por la simpatía del muchacho para con esas dos fans. –
¡Incluso aquí te conocen!
- Créelo, ¡yo
tampoco! – rio él llevándose una mano al cogote y buscando en su bolsillo le
entregó un pequeño disco dorado a la muchacha, afirmando. – Para ti. Mis
canciones. Hice que el dueño nos grabase. Espero que así te acordarás un poco
de mí en tu reino y cuando estés con mi prima estudiando.
Neherenia le sonrió tiernamente. Ella hizo lo propio
dándole otro pequeño disquito con las que había cantado para añadir, divertida.
-Al entrar le pedí
lo mismo. Él se ha quedado con una copia, creo…
- ¡Supongo que por
eso nos ha permitido escondernos aquí! - Se rio el chico, secundado por su interlocutora.
- Bueno, - repuso él una vez se controló un poco de esas risotadas. - Ahora
tenemos que volver…Te van a echar de menos…
-Así es - convino
ella, no sin un ligero fastidio, musitando. - De vuelta a la aburrida realidad…
Granate la miró algo sorprendido de aquellas palabras, no
obstante, la soberana se apresuró a añadir con una sonrisa divertida.
-Aunque creo que,
después de lo de hoy, el que va a necesitar escolta vas a ser tú. En mi caso
pasaré desapercibida al lado de una estrella de la canción.
-Si hay algo que
jamás podrías hacer, es pasar desapercibida. - La piropeó él.-
La muchacha se sonrojó. Aunque no querían dar tiempo a
que llegaran más curiosos y salieron de allí discretamente, menos mal que el
revuelo se había calmado y aquellas chicas ya no estaban por allí. De este modo
nadie les molestó, por si acaso se dieron prisa en recorrer los primeros metros
para alejarse en tanto se reían. Pasaron así por algunas zonas civiles de esa
gran nave. Era curioso, ahora, ambos iban caminando más serenamente y sin apenas
darse cuenta se habían tomado de las manos en tanto paseaban por el parque
central de la ciudad. Cuando quisieron percatarse rompieron el agarre
visiblemente ruborizados. Granate sentía como el corazón le daba un vuelco
latiéndole desenfrenadamente y en ese instante no pensó ni en quién era
realmente su acompañante ni en cuál era la situación, sencillamente la tomó con
suavidad de los hombros, la miró profundamente a esos azules ojos tan bonitos y
junto a un árbol acercó sus labios a los de ella y la besó. La joven le observó
con visible sorpresa. Sus ojos y su boca estaban realmente abiertos ahora.
-Lo siento. No
debí hacer eso. - Se disculpó el chico que ahora caía en la cuenta de que esa
muchacha, aparentemente tan normal era la soberana de un país, ¡no!, lo era
realmente de un mundo entero. -
-No… - repuso
suavemente ella para replicar. - No hay que pedir perdón por demostrar amor
hacia alguien. Eso es algo que mis amigas las guerreras me enseñaron desde que
era niña. -Aunque adoptó un tono más grave y triste para responder con sincero pesar.
- Ojalá yo fuera libre para demostrar lo mismo… Uno de mis más hermosos sueños
ha sido tener a alguien a quién amar y que me amara a mí también.
-Ese sueño seguro
que se convertirá en realidad. Es más, sería el sueño de cualquiera el
conseguir que tú le amases. - Declaró Granate mirándola como si estuviera
hipnotizado.-
Y la chica le sonrió, incluso cantando a capela alguna de
las estrofas de una canción que había interpretado en el karaoke, una que desde
pequeña le encantaba.
Un lugar a donde nadie se atrevió a ir
El amor que vinimos a conocer
Lo llaman Xanadú
Y ahora, abre tus ojos y ve
Lo que hemos hecho es real
Estamos en Xanadú…
El amor, los ecos de hace tiempo
Necesitaste conocer el mundo
Están en Xanadú
El sueño que vino a través de millones de años
Que vivió a través de todas las lágrimas, vino a Xanadú
(Xanadú. Olivia
Newton John. Crédito al autor)
Granate no podía evitar estar embelesado oyéndola. Le
parecía una especie de ángel que hubiese descendido junto a él. No pudo evitar
susurrarla en tanto le proponía acariciando aquel largo y sedoso pelo moreno de
ella.
-Ese es otro de
mis sueños. Hacer que mi mundo sea un paraíso. Construir enormes jardines y
lugares para que las personas que vivan en la Luna sean felices y puedan
disfrutar de la misma belleza que hay en la Tierra. Por eso, entre otras cosas,
vine aquí. Quería comprobar por mí misma cómo se habían podido plantar bosques
enteros y crear ríos y lagos en esta nave.
- ¿Y qué te parece
el resultado? - Inquirió él. - ¿Lo hemos conseguido?
-Maravilloso. -
Suspiró Neherenia, afirmando en tanto le miraba con ternura. - Es mi sueño
hecho realidad. Estar aquí, contigo y disfrutando de este momento.
Desgraciadamente dentro de poco tendré que despertar y volver a mis
obligaciones.
Él la miró a su vez totalmente cautivado y no dudó en
proponer.
- ¿Y por qué no
olvidas por un instante tus obligaciones y vivimos ese sueño los dos juntos,
aunque solo sea por unos días, por unas horas?
Mi bella y gentil reina…
Nehie sonrió radiante, y sin dudar le devolvió el beso.
Esta vez estuvieron besándose largo rato y para su alegría nadie que pasara por
allí les miraba nada más que como a una pareja cualquiera de enamorados.
-Esto me parece
realmente mágico. - Afirmó Granate abrazándola.-
Ella en efecto daba la impresión de estar realmente muy
feliz, como si en verdad hubiera realizado aquel sueño. Entonces y como
respuesta le cantó con una voz dulce y clara uno de los temas que había
interpretado en el karaoke, uno que el tío de Granate, Roy, le había enseñado
bastantes años atrás, y que era otro de sus favoritos.
Ven, toma mi mano
Deberías conocerme
Siempre he estado en tu mente
Sabes que seré buena
Yo te estaré guiando
La construcción de tu sueño
Tiene que empezar ahora
No hay otro camino que tomar
No te perderás
Yo te estaré guiando
Tienes que creer que somos mágicos,
Que nada se
interpondrá en nuestro camino.
Tienes que creer
que somos mágicos
No dejes que tu
ánimo se pierda
Y el joven no podía evitar maravillarse ante aquella
calidez y esa hermosa voz. Sin embargo, lo que más le fascinaba y encantaba a
partes iguales era que esa belleza en su canción nacía directamente del corazón
de aquella muchacha…
Y si todas tus
esperanzas sobreviven
El destino llegará
Yo traeré tus
sueños a la vida para ti
Yo traeré tus
sueños a la vida para ti
Donde yo estoy
Tú estás como en casa
La alineación de planetas es tan peculiar
Que hay una promesa en el aire
Y yo te estoy guiando
En tanto Neherenia
le miraba con esa expresión llena de cariño y sonreía a la vez que cantaba…
En todo momento estaré cerca de ti
Vendré siempre que me llames
Te sostendré cuando caigas
Yo te estaré guiando
Tienes que creer que somos mágicos,
Que nada se
interpondrá en nuestro camino.
Tienes que creer
que somos mágicos
Desde luego que aquella joven podría haber formado parte
de su grupo perfectamente. ¡Es más, rivalizaba con cualquiera de sus primas, si
es que no las superaba! Y el corazón de Granate latía cada vez más deprisa en
tanto notaba una extraña sensación que partía de su estómago y le llegaba al
rostro en forma de rubor…
No dejes que tu
ánimo se pierda
Y si todas tus
esperanzas sobreviven
El destino llegará
Yo traeré tus
sueños a la vida para ti
Yo traeré tus
sueños a la vida para ti
Aaah
Tienes que creer que somos mágicos,
Que nada se
interpondrá en nuestro camino.
Tienes que creer
que somos mágicos
No dejes que tu
ánimo se pierda
Y si todas tus
esperanzas sobreviven
El destino llegará
Yo traeré tus
sueños a la vida para ti
Yo traeré tus
sueños a la vida para ti
(Magic. Olivia Newton John, crédito al autor)
Al
fin, cuando ella concluyó, él únicamente pudo sonreír y declarar, embelesado
tras escucharla.
-Eres maravillosa
mi bella y gentil reina.
-Es mi canción
favorita. Tu tío Roy me la enseñó cuando yo era muy pequeña. Al poco de conocer
a tus primas Idina y Kerria. Me dijo que era de un sitio llamado Xanadú. Un
lugar donde se hacían realidad todos los hermosos sueños. - Le desveló la
muchacha explicando con voz queda. – Debe de ser un lugar parecido a Elisión.
Donde mora el guardián Helios.
- ¿Helios? -
Inquirió el muchacho con gesto atónito. - ¿Quién es?
-Bueno, el
príncipe que protege las ilusiones y los sueños de la gente. Al menos eso me
contaban mis mentoras Chibiusa y las damas asteroides cuando era pequeña. – Le
aclaró su contertulia, rematando con voz queda. - Para mí los sueños siempre
han sido muy importantes y aquí, contigo, estoy cumpliendo uno de los más
anhelados. El de encontrar el amor de un buen chico.
-A mí tampoco me
gustaría despertarme jamás. Quisiera estar contigo siempre, Nehie. – Aseguró él
acariciando las mejillas de la muchacha para besarla de nuevo tras sentenciar.
– A tu lado también he visto realizado ese sueño.
Y ella se dejó hacer, entre más besos y abrazos caminaron
un poco al interior del parque central y cerca del lago y tras un rato en el
que sentados en un banco disfrutaron de su mutua compañía por una vez lejos del
resto del mundo y de las obligaciones de cada uno. Simplemente como dos
jovencitos más recién enamorados. Así, tras algún que otro beso y caricia
añadida, él la devolvió a su alojamiento. Los siguientes días recorrieron
lugares de la nave, él la llevó a uno muy especial donde vieron las estrellas.
- ¿Te gusta? –
Preguntó él a la joven que observaba con deleite el espectáculo de aquella
bóveda cristalina sobre sus cabezas. - Espero que sí.
-Son preciosas. –
Suspiró la muchacha. -
-Lo son, pero ninguna
lo es más que tú. - Afirmó el chico que tenía preparada una sorpresa. -
En efecto hizo sonar una hermosa canción, era un tema que
él mismo había versionado con sus primas cuando actuaban, de su grupo favorito.
Y Nehie y él se abrazaron escuchándola en tanto miraban a ese mapa del
firmamento, tachonado de estrellas de todos los colores. Fue allí cuando estuvo
ya convencido de que la amaba…
-Porque eres un
cielo lleno de estrellas
Porque eres un
cielo lleno de estrellas
Voy a darte mi
corazón
Estaba canturreando esas estrofas, recordando aquellos
momentos cuando la señal del toque de queda sonó, sacándole a su pesar de esos
recuerdos.…
- ¡Qué oportunos
han sido!- Se dijo no sin una buena y fastidiada dosis de sarcasmo.- Con lo bien
que lo estábamos pasando, Nehie…
Aunque ahora el
muchacho, tras revivir ese momento una vez más, meditaba con un poso de
tristeza. Seguramente ese sería un amor imposible condenado antes de empezar
por el abismo que les separaba, tanto en la distancia como en el rango social.
De todos modos, él mismo era hijo de un príncipe de Némesis y su prima
Amatista, de hecho, podía ostentar el título de princesa, así como su primo
Leval el de príncipe. Pero los padres de ambos habían querido dejar eso atrás
hacía mucho. En cualquier caso, Neherenia era una reina y de hecho gobernaba en
la Luna. Cuando ella se despidió de él, apartados ahora sí por la oficialidad
del protocolo, ambos se dedicaron miradas tristes, pero al tiempo esperanzadas.
Granate entonces no tuvo siquiera el pensamiento. No obstante, ahora la idea se
le pasaba por la cabeza con cada vez mayor frecuencia. Como si a medida que lo
pensase más y más lo viese cada vez más factible. ¿Y si pedía la baja o, al
menos un traslado cuando retornase con sus primos durante el permiso? Quizás
ella le admitiera en la Luna. O podría volver a la Tierra y salir con Nehie
mientras ella estudiase en la Golden junto con Idina. Suspiró… quería haberse sincerado con sus
primos, haberles pedido su consejo y ayuda. Aunque temía que lo tomaran por
otra más de sus locuras, se rieran y tratasen de disuadirle de esa tonta
empresa. Sobre todo, con lo que le había costado ser admitido para hacer este
viaje. Pero él creía estar enamorado de veras. Y ella también le quería, estaba
convencido. Por suerte, ambos se hicieron unas fotos antes de que la reina se
marchase e incluso la muchacha le dio un mechón de sus largos cabellos que él
llevaba ahora a todas partes. Ahora miraba una de esas instantáneas de los dos
y suspiraba, pensando.
- ¡Papá,
mamá…Cory…Makoina!, os echo mucho de menos. Y me gustaría tanto que conocierais
a Nehie. Mamá, seguro que te iba a gustar. Madrina Makoto, tú seguro que la
conoces ya…espero que si la ves pronto le hables bien de mí…y no le cuentes mis
innumerables travesuras.
En fin, decidió dejar de meditar sobre eso y tratar de
descansar. Al día siguiente tenía muchas cosas que hacer.
-Hasta mañana,
Nehie, mi amor. - Pensó cerrando los ojos. -
Y la nueva jornada transcurrió muy ocupada para todos.
Los demás días fueron pasando asimismo con rapidez. Los permisos estaban cada
vez más próximos. Leval y Mazoui tuvieron ejercicio de adiestramiento con su
escuadrilla. Pronto saldrían al espacio. Iba a ser su primera incursión.
También Granate se esforzó mucho y consiguió estar entre los mejores ganándose
así la oportunidad de salir en misión real. Efectivamente sus esfuerzos se
vieron recompensados, había conseguido completar su adiestramiento y superar
las pruebas para ascender a alférez, eso le subió mucho la moral. Sería
estupendo volver con ese nuevo rango. Sin embargo, el pensamiento en su reina
de la Luna casi no le dejaba dormir. De hecho, días antes de su primera salida
de entrenamiento con cazas llamó a su prima.
- ¿Sí? - Inquirió
ella, sorprendida de verle. -
-Amatista, si no
estás muy ocupada me gustaría charlar contigo. - Le pidió él. -
Su interlocutora, tras mostrase algo reacia al principio,
aceptó. También le sorprendió el tono tan serio de su primo. En cualquier caso,
fue la única cita que tuvo en bastante tiempo dado que no había vuelto a hablar
con Leval en esos días. Cuando al fin, tras la conversación que mantuvo con
Granate, se decidió a llamarle otra vez, se encontró con que éste había salido
junto con Mazoui a pilotar. La gran nave estaba en órbita alrededor de Marte y
se preparaban para abandonarlo en breve, rumbo al exterior del sistema Solar.
El momento de salir de la nave llegó. El mayor Enset llevaría el mando de la
escuadrilla para instruirles en su primera salida. Granate saldría en la suya
para la misma misión…
-Deberán tener cuidado.
- Les informó el mayor.- Ya estamos orbitando el planeta rojo y más allá se
encuentra el cinturón de asteroides.
-Sí señor, algunos
son bastante grandes. - Intervino uno de los pilotos con cierta inquietud. -
-Si nos golpeasen
nos harían pedazos. - Observó otro con el mismo tono de zozobra. -
Aunque Enset enseguida respondió, sin darle importancia a
aquello.
-Esos son los que
menos deberán preocuparles. Podrán verlos y esquivarlos con facilidad llegado
el caso. Los realmente peligrosos son aquellos con diámetros de pocos metros o
incluso centímetros, que podrían estar viajando a una velocidad hipersónica. Un
impacto contra alguno de ellos podría ser desastroso. Por eso volaremos en
formación y ejecutaremos ejercicios a poca distancia de nuestra nave nodriza.
También escrutaremos el espacio con mucho detenimiento. No quiero tonterías, ni
que nadie se alegre en demasía. ¿Está claro?
- ¡Sí, señor! –
respondieron todos, Granate incluido. -
Mientras tanto en la Tierra era de noche y Usagi dormía,
aunque también soñaba. Se veía a sí misma, ataviada como la gran reina del
Milenario de Plata, en la superficie de la Luna, una oscura noche. Miraba al
negro cielo y descubría a aquella silueta que tantas veces la había perturbado
con malas noticias.
- ¿Otra vez tú?
¿Qué es lo que quieres esta vez? - Llegó a plantearle de modo desafiante. -
¡Déjame en paz!…
Sin embargo, aquel ser no habló, se limitó a abrir un
gran libro color burdeos que llevaba y le mostró a la soberana unas páginas. Sin
poder evitarlo ella leyó. Entonces su rostro se crispó y palideció. Apenas pudo
apartase y balbucear moviendo la cabeza.
-No, esta vez no…
No lo haré. No puedo decirle una cosa así… ¡Ya es suficiente!
No obstante, esa figura alargó ahora un brazo y señaló
con un dedo al libro…Entonces una voz grave que parecía surgir de otra parte
retumbó, sentenciando.
-Es mía…
- ¡Nooo! - Chilló
la soberana. - Maldita sea, ¿Quién eres? ¿Por qué me haces esto? No quiero
decírselo. ¡Me odiará! ...- -Pudo replicar cayendo de rodillas entre sollozos,
y repitiendo con voz queda. - Me odiará. No puedo…
Despertó con el rostro mojado, apenas se dio cuenta de
que estaba en la cama. Todo permanecía en silencio. Mamoru dormía a su lado,
ajeno al parecer a esa terrible pesadilla. Por desgracia Usagi la recordaba
demasiado bien. Pese a resistirse con todas sus fuerzas sabía que no podría
eludir aquello. Amanecía y se levantó rápidamente. Al cabo de una hora, su
esposo despertó. Le sorprendió ver que su mujer no estaba. No obstante, ella le
había dejado una nota. Iba a charlar con una vieja y buena amiga…
-Esto es muy extraño.
- Se dijo Mamoru releyendo aquello. - No me da buena espina. - Añadió al notar
lo que parecían marcas de lágrimas sobre la hoja. -
Usagi se dirigía hacia Flowers & Flavours. Sabía que
Makoto se levantaba temprano para ocuparse de abrir en persona y supervisar
todos los detalles. Al menos en esa tienda. La primera que abriese hacía ya
varios años. La antaño más conocida como guerrera Júpiter desde luego que había
sido muy feliz llevando su negocio y rodeada de sus amigos. Y eso aún le hacía
a la futura soberana más difícil su misión.
- ¿Cómo voy a ser capaz?
...le romperé el corazón.
- ¿Cómo tú por
aquí a estas horas, te has caído de la cama? - La llamó entonces una voz
bastante conocida. -
Al escuchar aquello salió por unos instantes de esos
lúgubres pensamientos. Se giró en esa dirección y vio el risueño rostro de Rei.
Apenas sí pudo componer una sonrisa y replicar.
-Vengo a
desayunar. ¿Te apetece acompañarme?
-Claro, si invitas
tú, ¡tacaña! Y esta vez no me eches nada en la comida. ¿Eh? - Replicó la
sacerdotisa con tono divertido. - Para una vez que te encuentro, aunque sea de
casualidad, no te vas a escapar de todas las tartas que me debes…
Su interlocutora asintió, pero casi de forma mecánica. Rei
únicamente tuvo que mirarla a los ojos para darse cuenta de que algo no iba
bien. Eso la sorprendió. No obstante, por mor de la discreción hizo como si no
sucediera nada y acompañó a su amiga. Ya la abordaría con más calma una vez
llegasen. De todos modos, para comprobar su hipótesis, señaló con aparente
jovialidad el letrero de la tienda comentando con ese tono malicioso que gustaba
de emplear cada vez que se metía con Usagi.
-Flowers and
Flawours. Desde luego, ¡tenía que ser cosa tuya! Mira que darles el nombre mal
a los trabajadores. ¡Para una vez que Mako-chan te encargó algo! … ¡Se escribe
Flavours, so tonta!. Aunque Makoto es tan buena que decidió dejarlo así.
Y para su perplejidad y sobre todo,
inquietud, su amiga se limitó a asentir despacio mirando al suelo para musitar.
-Sí, es muy buena,
no se merece esto.
Rei la observó cada vez más preocupada pero no hizo más
comentarios. Entraron y no tardaron en sentarse en una mesa del local. Tal y
como Usagi sospechaba fue la propia Makoto quién salió a atender. Nada más
descubrir a sus amigas sonrió ampliamente.
-Usagi, Rei. -
¿Cómo es que habéis venido tan temprano?
-Me levanté pronto
hoy y pensé en venir a desayunar, y mira por donde, Usa-chan había pensado lo mismo.
- Sonrió débilmente la sacerdotisa. -
No obstante, su acompañante, incapaz de soportar más la
tensión a la que se veía sometida, pudo decir con tono tembloroso a la dueña
del establecimiento.
- ¿Tienes un
minuto, Mako -chan? Tengo que hablar contigo.
-Claro. - Asintió
la joven que se hizo amago de sentarse con sus compañeras. - Tú dirás…
Pero la mirada de Usagi la detuvo en seco. La expresión
de Makoto se tornó inquieta, entonces quiso saber.
- ¿Va todo bien?
- ¿Podemos ir a tu
despacho? - Le preguntó la interpelada con prevención. - Será solo un momento…
-Sí, cómo no. -
Convino ésta. -
- ¿No te importa,
verdad Rei? - Quiso saber Usagi casi con un hilo de voz. -
Su amiga se estaba empezando a preocupar de verdad. Esa
expresión y esa forma de hablar no eran para nada propias de Usagi. Algo muy
grave le tendría que estar sucediendo. De todos modos, simplemente asintió con
gesto inquieto. Su amiga solamente musitó un lacónico
-Gracias…-Y tras
suspirar miró a Makoto y le indicó. - Vamos, por favor…
Su también extrañada interlocutora asintió. Las dos se
fueron hacia allí. La preocupación de Rei no cesaba de aumentar, presentía
ahora que algo muy malo estaba sucediendo. Sin embargo, juzgó más prudente
aguardar. Lo que fuera que Usagi tuviese que decir a su compañera estaba claro
que era de índole personal. Así, las dos mujeres entraron en aquel despacho.
Tras cerrar la puerta, la dueña interrogó con la mirada a su amiga y le
preguntó.
-Dime. ¿Hay algo
que te preocupa?
Usagi no pudo más y se desató en llanto. Makoto la abrazó
enseguida con gesto inquieto. Su amiga parecía no poder hablar, o más bien, no
estar dispuesta a hacerlo. No obstante, al final sí que fue capaz de decir,
casi con un tartamudeo.
-No, no puedo
hacer nada, Mako- chan… lo siento. ¡Lo siento mucho!
- ¿Qué no puedes
hacer nada respecto a qué? ...- Quiso saber su concernida contertulia. - Dime,
por favor. ¿Qué está sucediendo? ...Me estás asustando, Usagi.
Y tras unos instantes que para ella fueron eternos, su
amiga le respondió. Desvelándola a su pesar aquella terrible pesadilla. Ahora
fue el rostro de Makoto el que se desencajó por el horror.
-No…- Pudo musitar
moviendo la cabeza horrorizada. - No, ¡no puede ser!… estarás equivocada.
¡Nooo!- Chilló llevándose las manos a la cabeza para apenas ser capaz de
añadir.- No puedes hacernos esto. Usagi- chan. ¡Te lo suplico! ¡Ten
compasión!... ¡no!
Estaba tan rota por el dolor que
cayó de rodillas abrazándose a la cintura de su interlocutora que solamente
podía llorar mirándola en silencio. Más cuando su destrozada amiga le suplicaba
sin cesar de gemir, pero aun así tratando de esbozar una esperanzada sonrisa.
-Tú no dejarás que
eso pase. Te conozco, ¡eres La Guerrera Luna! ¡La reina Serenity!... ¡No, no lo
permitirás!…
-Mako-chan. - Fue capaz
de musitar entre sollozos. - No puedo…hacer nada…
Fuera, en el salón, algunos clientes recién llegados
tornaron las cabezas hacia esos gritos desgarradores que provenían del
interior. Rei entonces no pudo soportar más aquello y corrió al despacho. Al
entrar descubrió atónita esa dantesca escena. Makoto estaba de rodillas en el
suelo, apoyando las manos en el mismo y llorando con rabia y amargura. Usagi
por su parte se apoyaba en la pared, sollozando desconsoladamente.
-Pero, por el amor
de Dios. ¿Qué está pasando aquí? - Quiso saber la sacerdotisa sin poder
asimilar todavía aquello. -
Trató de ayudar a su amiga que
estaba en aquella posición, pero Makoto se levantó sola como una furia y la
emprendió con el mobiliario de su despacho y con algunos platos que había allí,
destrozándolos contra el suelo. Gritaba como una posesa llena de dolor. Rei la
observaba paralizada por el horror más absoluto. ¿Qué le habría contado Usagi
para que esa pobre mujer se pusiera así?
-Es otra de esas
malditas visiones. ¿Verdad? - Le inquirió a su amiga que tan solo pudo asentir
despacio para taparse después la cara con ambas manos. - Lo suponía…
Al fin Rei pudo calmar a Makoto lo
suficiente como para sentarla en una silla. La sacerdotisa ofreció a Usagi
otra, pero ella no la quiso, simplemente fue capaz de susurrar completamente
abatida.
-Tengo que
marcharme.
-Eso, ¡vete! – Le
chilló Makoto, recriminándola llena de rabia, dolor e impotencia. - Ya has
hecho lo que tenías que hacer, ¿no es así? Las otras tenían razón. ¡Sólo eres
un heraldo de mal agüero! Corre con tu amo para que te dé más malas noticias
que repartir. ¿Quién será la siguiente?, ¿eh? ¡Maldita seas! ¡Aléjate de mí…No
quiero volver a verte nunca más!…
Pero la aludida no contestó, ni
trató ya de defenderse de aquella catarata de reproches y maldiciones. Simplemente
salió arrastrando los pies y con la cabeza hundida sobre sus hombros, dejando a
sus compañeras.
-Usagi, ¡espera! -
Le pidió Rei, aunque viendo el estado de su otra amiga decidió quedarse a su
lado queriendo saber entre impactada y asustada. - Por favor, Mako -chan. ¿Qué
te ha dicho?
Su compañera parecía estar reuniendo
fuerzas para ser capaz de pronunciar palabra y al fin, pudo articular llena de
consternación y de amargura.
- ¿De...de veras
quieres saberlo, Rei…? ¿De veras quieres que te rompa el corazón también a
ti?...
La interpelada asintió débilmente.
Ya casi no estaba segura de aquello. Pero finalmente su compañera le desveló ese
terrible enigma y la hizo estremecer. Tampoco pudo evitar llorar abrazando a su
amiga que volvía a derrumbarse…
-Tenemos… tenemos
que avisar a las demás. - Pudo decir finalmente la sacerdotisa con voz llorosa.
- Algo habrá que podamos hacer… ¡Tiene que haber algo!
- ¿Para qué? -
Gimió Makoto con desconsuelo. - ¿Qué podrían hacer? ¡Ni siquiera la gran
Serenity, Reina del Universo!, ¡puede hacer nada más que darnos la noticia! -
Escupió con patente sarcasmo y rabia. - ¡Esa maldita cobarde se limita a
encogerse de hombros y no hacer nada!…
-No la culpes a
ella, ¡Por favor Mako -chan! Te lo
ruego. ¡No la culpes! …-Sollozó Rei tratando de defender a su amiga para añadir
llena de pesar. - Sé que si pudiera hacer la más mínima cosa la haría, sin
importarle su propia vida. Tú la conoces. Y te juro que cuando he visto su
cara…no sé, nunca la había visto así…de impotente, de hundida…
Sin embargo, su amiga no parecía
escucharla, ya solamente gemía enterrando la cabeza en el pecho de la
sacerdotisa. Por su parte, la destrozada Usagi llegó al Santuario Hikawa. Allí,
oculta a la vista de la gente, permutó su ropa de calle por el blanco vestido
de soberana. Cuando se rehízo mínimamente se concentró. Deseaba contactar con
su hija y las amazonas. Tenía que verlas. Precisaba de alguien en quién poderse
apoyar…y desgraciadamente tendría que hablar con Chibiusa puesto que labor de
la princesa y de sus guardianas sería la de confortar a otra buena amiga que
también lo iba a necesitar.
-Lo lamento, hija
mía, sé que esto es demasiado, pero no tengo a nadie más a quién recurrir. - Sollozó.
- Las asteroides y tú sois las únicas que
podrán ayudarla a sobreponerse.
Y en tanto esto sucedía en la Tierra, en la gran nave, a
millones de kilómetros de allí, Mazoui y Leval ya estaban instalados en sus
aviones. Se colocaron en posición de despegue en su rampa de lanzamiento,
chequeando todos los sistemas y aguardando la señal luminosa.
- ¡Vamos allá! -
le dijo Mazoui a su primo. -
-Sí, hagamos un
poco de niñeras. - Se sonrió este por respuesta. -
Se lo tomaban con
humor. Aquella salida que tenían acompañando a los novatos como su primo no era
a priori algo demasiado interesante. Aunque se alegraban por Granate. Al fin
iba a cumplir con uno de sus sueños, volar en el espacio. Pensando en eso
observaban un semáforo parpadeaba delante de ellos en el techo de la cubierta.
Pasando del rojo al amarillo, después al verde. Saludando al puente Mazoui
soltó el mecanismo de enganche y aceleró los motores. Su caza salió raudo y
atravesó la abertura que le separaba del espacio. Leval y el resto de los
aviones hicieron lo propio. Más tarde, en otra de las pistas, Granate repitió
aquella operación emocionado, era la primera vez que salía en misión real.
-Puente, aquí azul
ocho. Comprobando sistemas. Propulsión ok, soporte vital correcto, estoy listo.
-Recibido, azul
ocho. Luz verde…- Respondió la torre, aseverando. - Permiso para despegar…
Y saludando hacia el puente el joven propulsó su caza
rumbo a la negrura del espacio…
- ¡Allá voy! – Se
dijo lleno de ilusión. -
Como él, un total de cincuenta cazas de varias
escuadrillas salieron en el ejercicio, pero en el puente de operaciones el
radar detectó muchos más.
-Comodoro. - Le
llamó un joven alférez a cargo de monitorizar aquellas señales. - ¿Qué cree que
son, señor? ¿Más cazas?
-Parecen naves de
un tamaño similar. - Repuso éste. - Llámenlas y pregúntenles de dónde vienen.
-A la orden. -
Contestó su interlocutor. -
Empero, cuando se les trató de contactar no enviaron
respuesta en ninguna frecuencia y todos se dirigían hacia la nave en sucesivas
formaciones. El radarista se lo indicó a un capitán del puente de control que
procedió a informar al Comodoro Hazzar, el segundo al mando.
- ¿Dice que no
responden a nuestros intentos de comunicar? - Inquirió el Comodoro. -
-Negativo, señor.
- Repuso su subalterno. - No hay réplica en ningún ancho de banda…
-Señor. ¿Se han
enviado otras escuadrillas para hacer ejercicios hoy? – Inquirió un oficial. -
-Que yo sepa
únicamente estas. - Respondió su superior llevándose las manos a la espalda. -
- ¿Qué hacemos, señor?
- Inquirió otro de los oficiales del puente. -
-Esto no me gusta
nada. Pasen a pre alerta. - Ordenó Hazzar. -
A su vez, éste se lo notificó inmediatamente al
Contralmirante Spar, el capitán de la Nave, que se comunicó sin dilación con la
Tierra. Todos pensaban que pudieran ser cazas orbitales en pruebas o naves de
pertrechos que les hubieran estado esperando allí, tal y como se había programado,
pero todavía faltaba unas horas para eso. Preocupado por la procedencia de esas
señales, ordenó a Hazzar que hiciera volver los cazas. Estos no contaban con
armamento suficiente para una posible confrontación. El comodoro advirtió
inmediatamente al mayor Enset.
-Repliéguense de
inmediato hacia la nodriza. - Le ordenó al líder de la misión. - Eviten tomar
contacto.
-SÍ señor. -
Contestó de inmediato el interpelado. - Nos reagrupamos y volvemos…
Sin embargo, no
todos los cazas lo hicieron a tiempo. El escuadrón de Granate, más cercano a
ese cuadrante que el resto, ya había entablado contacto con aquellos
misteriosos objetos.
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