domingo, 6 de marzo de 2011

GWG 3.90. Ataque sorpresa

Mazoui y Leval volvieron apresuradamente junto con su escuadrilla a la base. Les habían dado esa sorprendente orden de regresar inmediatamente y de armar sus aviones.

-No lo comprendo. - Dijo Leval bastante desconcertado. – ¿Podría ser un simulacro?

-No lo creo. - Le contestó un inquieto Mazoui, afirmando sin tapujos. - Esto no me gusta nada. Hay demasiado tráfico y no es normal.

     Lo cierto es que en el radar de los cazas habían aparecido muchos puntos. Pensaron que se tratarían de sus propios aparatos pertenecientes a otras escuadrillas de la nave, aunque al mayor Enset le pareció extraño desde el principio. No le habían comentado nada de que otras escuadrillas tuvieran entrenamiento ni tampoco detectaba un tipo de maniobra conocida en esos presuntos cazas. Pero nada más ordenársele volver a la base tuvo un mal presentimiento. El veterano oficial atesoraba mucha experiencia en salidas de vuelo para pensar que se interrumpiese la misión de una forma tan repentina sin una causa grave. Para confirmar sus peores temores el propio Braem les esperaba en la zona de pilotos. Ordenó a Enset seguirle a un rincón. Allí le informó.

 

- Nos han notificado desde la Tierra que ellos no han enviado ningún tipo de naves. Nuestros superiores tampoco han ordenado la salida de más escuadrillas salvo la nuestra y la ochenta y seis. Estoy preocupado. Si fueran fuerzas hostiles nuestros cazas estarían en clara inferioridad. Me he informado en la zona de telemetría y los puntos que han detectado parecen ser muy rápidos y versátiles. Se mueven a gran velocidad. Si son enemigos no creo que nuestros aparatos, con pilotos tan inexpertos, les supongan ninguna dificultad. Además, claro, de que no van apenas armados al ser esta una salida de prácticas de vuelo.

- Sí señor, estoy de acuerdo, he visto lo mismo en mi radar y lo comprendo perfectamente, pero no tenemos otra cosa. - Repuso Enset preocupado también. - De todas formas, nos han ordenado volver deprisa y ni siquiera hemos trabado contacto visual.

- Sí, pero quería advertírselo, mayor. No deje usted que ninguno de sus aviones vuele sólo. Cúbranse. Ahora vayan a rearmarse y salgan para apoyar a la otra escuadrilla. Quiera Dios que no sea necesario, pero no podemos dejar a su suerte a nadie ahí fuera.

- A la orden, señor. - Repuso Enset saludando para irse a toda prisa. -

 

            Los aviones se apresuraron a despegar con su armamento completo. Entre tanto en el puente de mando el Comodoro Hazzar ordenó que se intentase de nuevo establecer comunicación.

 

-Señor, negativo. No responden a ninguna frecuencia. Ni siquiera a un código de números primos. - Repuso un joven oficial. -

-Siga intentándolo - le ordenó él. –

-Señor- le indicó una mujer con el rango de comandante que estaba a su derecha. - Se aproximan una docena al menos de esos puntos. Describen una maniobra de acercamiento parecida a delta uno.

- ¡Zafarrancho de combate! – Ordenó el comodoro, voz de mando que fue repetida por aquella oficial. -

- ¡A sus puestos de combate! ¡Rápido!

 

Y la intuición de Hazzar desgraciadamente resultó ser la adecuada. Algunos de aquellos aparatos abrieron fuego con descargas de alta potencia energética contra el asteroide. Por fortuna las gruesas paredes de roca de éste le hacían casi invulnerable a ese tipo de ataque. Empero, si esos ingenios, ya claramente hostiles, alcanzaban algún punto clave como un hangar de entrada de naves o zonas de telemetría o propulsión, podrían tener serios problemas.

 

-Informe de daños – Ordenó Hazzar. -

-Casco exterior resiste, señor. Impactos de menor cuantía a estribor. A babor se registran algunos daños mayores. – Le respondió un oficial del puente observando los datos en su pantalla. -  Necesitaremos hacer una inspección para poder evaluarlos con más exactitud.

-Ahora no hay tiempo para eso. Extiendan la pantalla protectora. – Ordenó el comodoro. - A máxima potencia.

-A la orden – replicó otro oficial sentado en el puesto táctico. -

 

La gigantesca nave se vio envuelta entonces por una densa capa de energía que comenzó a rechazar con éxito esos ataques enemigos. Aunque en el puente se oyeron exclamaciones de júbilo Hazzar, mucho más veterano y realista las silenció con su voz, sentenciando en alto.

 

-No se engañen. Esta barrera no podrá ser mantenida por mucho tiempo, nos consume gran parte de la energía. Hay que drenar el suministro de la zona civil, reduzcan al máximo la corriente en esa zona y mantengan únicamente sistemas de soporte vital. Tenemos también que recuperar a los cazas que salieron de maniobras y rearmarlos lo antes posible.

-Pero señor, objetó la comandante que estaba junto a él. – Si mantenemos la barrera no podrán regresar. –

- ¡Maldita sea! - Espetó el comodoro visiblemente frustrado al oír aquello. -

 

A pesar de su experiencia había olvidado eso. Lo malo es que ahora se le presentaba una terrible encrucijada y Hazzar lo sabía. No podía retirar la barrera puesto que corrían el riesgo de que el enemigo alcanzase algún punto clave de la nave. O incluso que se las arreglasen para penetrar en ella. Pero de no hacerlo podía condenar a los pilotos del exterior. Por desgracia para los jóvenes que estaban fuera el oficial sabía que, ante todo, era prioritaria la seguridad de la nave con todos los pasajeros y tripulantes. Solamente suspiró resignado, deseando que los muchachos de las escuadrillas supieran arreglárselas. O que finalmente esas naves no identificadas se retirasen.

 

-Que Dios os ayude, muchachos. – Pensaba no sin temor por ellos, al tiempo que se lamentaba. - Siento haberos puesto en esa situación, no podía hacer nada más.

 

En el espacio, entre tanto, Granate detectó una formación de cuatro aparatos en rombo que se dirigían hacia él. Supuso que se trataría de la escuadrilla de Leval y Mazoui, sonrió. Comunicándose por radio con un alférez compañero suyo, éste le confirmó que había detectado lo mismo.

 

-Deben de ser los veteranos que quieren darnos algún susto. - Conjeturó ese chico. -

-Pues lo están consiguiendo. - Afirmó Granate sorprendido de ver cómo se aproximaban. - hasta para ser una broma me parece algo excesivo. Y mira quién lo dice.

 

      De pronto y casi sin saber de dónde, unos extraños objetos luminosos de forma ovoide les pasaron muy cerca. Eran cuatro y correspondían a las lecturas del radar. El joven piloto se sorprendió, ¿estaban locos acaso esos tipos? Aquella pasada casi terminó en colisión.

 

- ¿Eh? ¿Se puede saber qué demonios estáis haciendo? - Llegó a exclamar por el comunicador. -

 

Pero su sorpresa pasó a ser auténtico pánico cuando dos cazas de compañeros suyos estallaron alcanzados por sendos rayos de energía verdosos que procedían de aquellos ingenios. Granate hizo rápidamente una maniobra evasiva alejándose de la zona.

 

- ¡” May Day”! - Comunicó inmediatamente con la base tratando de dominar su nerviosismo y su temor – Naves desconocidas nos han atacado, hemos sufrido dos bajas. Estoy en el cuadrante ocho, necesito refuerzos. - Informó dándose cuenta de que un par de esos objetos le seguían acortando las distancias. -

 

            En el puente de mando, un oficial de comunicaciones notificó lo ocurrido.

 

- Nos han atacado señor, han destruido un par de cazas y los aparatos enemigos son ahora mismo unos setenta aproximadamente.

 

             Todos se quedaron perplejos y horrorizados, estaba claro que, fueran quienes fueran esos extraños objetos, se habían declarado manifiestamente hostiles. Ya no había error posible tras su ataque contra la nave y los cazas. Así que, de inmediato, el capitán al mando del puente aéreo ordenó preparar el despegue de más escuadrillas para contraatacar y avisó acto seguido al Comodoro Hazzar para solicitar permiso. Pero para su horror éste le comunicó que debería de esperar. La barrera no podía ser bajada, al menos de momento.

 

-Pero señor. - Objetó el capitán con patente temor en su voz a través del comunicador. - ¡Si no los sacamos de ahí los harán pedazos! Son jóvenes pilotos y apenas van armados.

- ¿Acaso cree que no lo sé? - Tronó la voz de su superior haciendo que un denso silencio se extendiera por el puente mientras añadía frustrado. - Pero ahora mismo es la supervivencia de toda la nave la que nos es prioritaria. Únicamente podemos esperar que los cazas de la escuadrilla de intervención rápida despegasen antes de haber extendido la pantalla.

-Sí señor. Esa escuadrilla está en el espacio ahora. – Le ratificó el capitán. -

-Pidamos a Dios un milagro y que ellos puedan contener al enemigo. – Suspiró Hazzar. -

 

Por su parte, la escuadrilla de Leval y Mazoui ya estaba de vuelta en el teatro de operaciones. Tras una frenética recarga de combustible y armamento. La misión había dejado de ser un plácido paseo de instrucción para convertirse en una auténtica batalla. Habían recibido la orden de atacar a una fuerza hostil que había destruido dos de sus aparatos y según informes del puente de control, atacado asimismo a la nave.

 

- ¿Se puede saber de dónde han salido esos tipos? - Inquirió Leval. –

-No tengo ni idea. - Le contestó su primo, añadiendo con un tinte de ironía, en un intento por mantener la moral. - Vamos a preguntárselo.

 

De modo que, con los cargadores llenos de misiles buscadores y las baterías del láser a su máxima capacidad, se dispusieron a entrar en combate con evidente nerviosismo, pero siendo dueños de sus emociones. Ambos se comunicaron por radio. Leval preguntó a su jefe de vuelo si ellos eran los únicos que estaban en el aire, el mayor les contestó que la escuadrilla ochenta y seis también se mantenía en el espacio. Incapaz de volver debido al despliegue de la barrera de energía.

 

- ¡Dios mío! - pensó muy preocupado. - Es la escuadrilla de Granate. Dios quiera que pueda volver a la base con rapidez.

 

            Éste también había recibido la orden de volver, aunque poco después le indicaron que debía aguantar en vuelo dado que le sería imposible franquear la protección de la nave nodriza. Pero su avión no estaba preparado ni por armamento, ni por experiencia de su piloto, para entablar un combate y Granate lo sabía. El enemigo era desconocido y además su tecnología parecía superior. Había intentado volver a la seguridad de la base cuando recibió la orden de resistir.

 

-La nave está protegida por la pantalla electromagnética. No pueden bajarla ahora. - Les comentó el líder de su escuadrilla. -  Traten de dispersarse y de evitar los ataques del enemigo.

-A la orden. - Repuso él junto con alguno de sus compañeros. -

 

Valientemente cambiaron el rumbo tratando de alejar al enemigo cuando seis de esos objetos se cruzaron en su camino. Los desconocidos no trataron de entablar con ellos ningún tipo de comunicación, les atacaron con andanadas de energía. Un caza resultó destruido. Los demás contraatacaron con sus láseres, pero no lograron alcanzar al oponente. Sin embargo, Granate lanzó uno de los pocos misiles que llevaba (menos mal que habían sido equipados para hacer también prácticas de tiro y guiado) y comprobó sorprendido y lleno de júbilo como impactaba sobre un enemigo destruyéndolo. Los otros cinco objetos se replegaron, al parecer no conocían ese tipo de arma.

 

-¡Juhuuh! - exclamó el muchacho con tono eminentemente revanchista. - ¡Eso os enseñará mamones! El chico entonces enseguida informó. - Aquí azul seis, el enemigo es vulnerable a los misiles. Repito, el enemigo es vulnerable. He destruido uno de sus aparatos.

-Recibido. - Replicaron desde el control. -Informamos a todas las escuadrillas. Buen trabajo, Azul seis…

-Eso es. - Se dijo el chico con optimismo. - ¡A por ellos!

 

            Leval y Mazoui, junto a sus compañeros también entablaron contacto visual con el enemigo. Enset ordenó que no se separasen demasiado y que atacasen a discreción.

 

-Nos informan que el enemigo es vulnerable al empleo de misiles guiados. Úsenlos con eficacia muchachos. - Les indicó el mayor. -

 

De este modo una gran andanada de rayos láser y misiles sorprendió a las fuerzas adversarias destruyendo a casi todos los objetos. El resto contraatacó. Leval esquivó con pericia varios rayos en un ataque frontal. Mazoui destruyó a otro aparato enemigo con uno de sus misiles buscadores. Los demás se retiraron. Enset ordenó no perseguirlos pues podría tratarse de una emboscada. Además, la misión principal era proteger la nave y a sus camaradas de la ochenta y seis. Entonces Tracer avisó a sus compañeros.

 

- Un grupo de unos quince “targets” viene por las dos.

- Tracer, - ordenó Enset. - Tú con Flash y Gail, haced un giro a las cuatro. La formación roja dos. - Esos eran Leval, Mazoui y Harper, un compañero suyo. - Conmigo a las diez, vamos a atraparles en fuego cruzado.

 

            Las cazas viraron al instante con gran habilidad, para ejecutar la maniobra ordenada por su jefe de vuelo. Granate y sus compañeros se acercaban a su nave nodriza. Ya se creían seguros en una zona sin tráfico cuando cuatro enemigos aparecieron raudos tras ellos. Les atacaron destruyendo a dos de los compañeros de Granate. Éste, se percató de que dos aparatos más de su escuadrilla iban estaban en situación apurada.

 

-Aquí azul doce, no tengo armas y mi combustible está casi agotado. -Dijo uno de ellos con tono realmente aterrado. -

- No podemos volver a la nave. - Replicó otro también con patente pavor. - La barrera está desplegada. ¡Nos van a cazar como a conejos aquí!

-Yo me ocupo. - Les tranquilizó Granate. - Tengo armamento y mi nivel de combustible es bueno. Vosotros alejaos…

 

Y sin esperar respuesta atrajo la atención de aquellos extraños aparatos. Fue atacado, pero con una rápida maniobra eludió una ráfaga de rayos. En cuanto pudo recobrar el rumbo y con su último misil, hizo blanco en uno de sus enemigos. Haciendo un viraje, trató de zafarse de los demás, pero tres de ellos le perseguían. Sin saber que hacer pidió ayuda a la base.

 

- Aquí, azul seis - llamó el chico a la desesperada. - Estoy en un aprieto, tengo a tres enemigos a las seis. ¡Necesito ayuda! ¡Vienen a por mí!

 

            Aunque no obtuvo respuesta de ningún compañero ni de la base. En cambio, un escalofrío recorrió el cuerpo del muchacho cuando escuchó, a través del comunicador una voz grave y gutural que solamente dijo.

 

-Ella es mía…

 

Y el chico creyó haberse vuelto loco, en el espacio pudo ver por unos instantes a una figura negra y encapuchada que sostenía un gran libro. Además, sintió que, de alguna forma, ese mensaje iba dirigido inconfundiblemente a él. Cuando quiso darse cuenta de lo que sucedía aquellas naves enemigas estaban encima. Grito aterrado al descubrir que ya habían hecho fuego contra su caza. Y esta vez no tenía posibilidad de escapar. Granate tuvo sólo una décima de segundo para comprender que iba a morir, los recuerdos de sus padres, de su hermano y demás familia y amigos desfilaron por su mente. Lo que había hecho en su vida y lo que le habría gustado hacer. Sus sueños de ser piloto y correr aventuras, aquel amor que había surgido en su corazón por la hermosa reina de la Luna Nueva y su propia existencia terminaban aquí. Cerró los ojos musitando una oración, despidiéndose de todos y deseándoles buena suerte, suspirando con tristeza.

 

-Adiós mamá, papá, Coraíon, Makoina…Nehie mi amor… La historia de mi vida terminó…os quiero…

 

Entonces su avión estalló, alcanzado por la descarga de energía de sus enemigos. Enset y sus hombres habían captado el mensaje de agonía de Granate y ahora perdieron la comunicación. Mazoui, que apenas sí había recibido algunas interferencias, trató infructuosamente de llamar a esas coordenadas.

 

- ¡Era Granate!, ¡Leval! – Exclamó dirigiéndose a su primo con palpable nerviosismo y horror. - ¿Tú también lo has recibido?

- Sí - admitió éste que estaba también muy preocupado. - ¡Dios mío!, espero que no le hayan alcanzado.

- Tengo un mal presentimiento. Muy malo. - Le confesó Mazoui que, para su desgracia, no solía equivocarse. - ¡Debemos ir en su busca y ya!

- Le he oído - intervino Enset que añadió tajantemente. - No se mueva de la formación. ¿Me escucha? ¡Es una orden!, ahora iremos para allá todos juntos. Ya les he advertido que nadie debe ir sólo.

 

             Y tanto Leval como Mazoui habían recibido la transmisión alta y clara, pero lo que más les importaba era la vida de su primo, por fortuna para ellos no tuvieron ocasión de desobedecer. Justo entonces un grupo de enemigos les atacó. Varios cazas resultaron destruidos, pero gracias a una maniobra ordenada por Enset sorprendieron a sus adversarios en un fuego cruzado barriéndoles por completo con una andanada de misiles. Finalmente, al reducirse el ataque contra el asteroide Hazzar dio orden de bajar la barrera. El resto de las escuadrillas de la nave que habían estado aguardando ansiosamente su oportunidad fueron saliendo en su ayuda ocupándose de poner en fuga a los atacantes. Braem les comunicó que volviesen a la base sin más dilación. Enset respiró aliviado, casi se les habían terminado tanto las armas como el combustible. Al aterrizar, los pilotos fueron inmediatamente convocados a reunión. Se hizo recuento. Los dos primos, junto a Logan, Tracer y Mullins se presentaron. También acudieron cuatro lugartenientes más y doce alféreces. En total, la escuadrilla de Leval y Mazoui había perdido siete aparatos. Braem, pese al dolor y la rabia generales por la pérdida de siete vidas, se alegró, no obstante, de que el número de bajas no fuera aún mayor. Y todo gracias a la pericia de Enset y los demás. Sin ir más lejos, Leval y Mazoui, tuvieron una actuación muy destacada, entre ambos habían logrado destruir a doce naves enemigas. Leval, ahogó así la impotencia que sentía, pues dentro de su avión y en medio del espacio, de nada le servía convertirse en súper guerrero. Mazoui, en cambio, si se transformaba durante la batalla, con sus ojos rojos y sus colmillos, aumentando su agresividad y sus reflejos, logró destruir a muchos enemigos que habrían aniquilado a bastantes de sus compañeros. Enset les felicitó a ambos. Pero Mazoui, obvió todo eso y dijo lleno de inquietud.

 

- Señor, con su permiso. ¿Podemos ir a informarnos de los daños que ha sufrido la ochenta y seis? Nuestro primo está de piloto en ella. Es alférez.

- No se preocupen, vayan cuanto antes, les deseo suerte. - Repuso Enset haciéndose cargo de la situación. -

 

            Saludando los dos corrieron a localizar al comandante Braem. Éste les enseñó el listado de bajas de su escuadra que había llevado el peso de la batalla. En total se habían perdido veintiséis aparatos. Era un gran número, pero al enemigo se le destruyeron nada menos que cincuenta y siete. Sólo trece de ellos habían podido huir. La nave no había sufrido daños importantes y el alto mando lo había calificado como una gran victoria.

 

- Una gran victoria, - repitió Braem con amargo sarcasmo. - Que se lo digan a las familias de esos pobres chicos que han perdido la vida allí fuera.

 

            Mazoui ojeó la lista de bajas y su cara palideció, la escuadrilla de su primo había sido prácticamente barrida, el papel se le cayó de las manos, mientras acertaba a decir.

 

- ¡Dios mío!, Granate ha sido derribado.

 

            Él y su primo cruzaron miradas de horror y desesperación, ser destruido en el espacio equivalía a una muerte segura.

 

- ¡No, no puede ser! - Exclamó Leval sin querer creerlo. - ¡Maldita sea!  - trataba de contener las lágrimas una vez comprobó la veracidad del informe. El mundo se le venía encima cuando pudo sollozar. - ¿Qué les vamos a decir a sus padres?

- Lo siento mucho, de verdad. - Declaró Braem bajando el cabeza apenado. - Su primo demostró ser un buen oficial y un valiente piloto. Según testimonios de algunos supervivientes de su escuadrilla alejó a las naves hostiles de ellos cuanto pudo y pese a su inexperiencia y su escasísimo armamento, derribó a dos de sus enemigos antes de resultar abatido.

 

            Mazoui también se contenía, no podía exteriorizar su dolor y su rabia o se convertiría en un monstruo fuera de todo control y lo peor era que no podía dirigir esa furia contra nadie, esos bastardos cobardes habían huido. Solamente pudo balbucear con frustración, rabia y una terrible desolación evitando a duras penas romper a llorar.

 

- Y pensar que le escuchamos y no pudimos ayudarle. ¡Estaba tan ilusionado!, era su primera misión de vuelo. ¡No es justo, maldita sea!

- ¡Quiero machacar a esos bastardos!, - estalló Leval presa de la ira. - Los destrozaré con mis propias manos si hace falta. ¡Mierda! ¿Por qué no podré salir a luchar yo mismo al espacio? Mazoui, ¡aquí encerrados no servimos para nada!

- Cálmese muchacho, - le pidió amablemente su comandante que entendía esa reacción e interpretaba esas palabras en otro contexto diferente al que se refería su subordinado. - Usted ya no puede hacer nada, salvo aceptarlo como parte de nuestro trabajo. Es muy duro, pero todos sabemos que es un riesgo que debemos correr al alistarnos, debe aprender a superarlo.

- ¡Era nuestro primo, señor! - intervino Mazoui igualmente desesperado. - ¡Nosotros éramos responsables de él!

- No, la flota era responsable de él. Yo era responsable de él - rebatió Braem consternado en tanto apoyaba una mano sobre el hombro derecho del desolado chico. - Su primo y los otros que han dado su vida estaban cumpliendo órdenes. Algunos bajo mi mando, igual que ustedes. Comprendo su dolor. No se torturen por eso, no fue culpa de ustedes. Anden, váyanse a descansar, tómense unos días de permiso. En cuanto puedan comuniquen con sus familias.

- Muchas gracias, señor. - Repuso Mazoui tratando de calmarse. -

 

            Cabizbajos y completamente hundidos, pidieron permiso para retirarse. Braem se lo concedió de inmediato. Retornaron a su alojamiento sin pronunciar palabra. Aunque la video llamada de Amatista sacó a Leval de los amargos pensamientos que lo asaltaban. La muchacha había estado en su jornada de trabajo habitual cuando sin previo aviso la luz se les marchó del laboratorio. Solamente la rojiza iluminación de emergencia se mantenía. Penélope observó aquello entre incrédula y preocupada. No era normal. El suministro energético de la nave solía ser muy fiable y tenía sistemas auxiliares. Aquello solo podía entenderse como un fallo grave. Dio orden a sus ayudantes de parar los experimentos tras guardar los datos lo más rápidamente posible.

 

- ¿Qué creéis que sucederá? - Inquirió Jen que estaba precisamente guardando datos en el ordenador, que aún se mantenía con su batería. -

-No lo sé - Replicó de forma seca aquella mujer morena, de nombre Sandy, que se encontraba terminando un experimento. - Pero tengo un mal presentimiento. Realmente muy malo…

 

Esa científica mostraba una expresión entre ansiosa y preocupada. Lo que no era habitual en su habitualmente frío e inexpresivo semblante. Parecía tener miedo y sus palabras se confirmaron cuando una especie de alarma sonó a su alrededor. Todas se quedaron sorprendidas. Pero Penélope, una vez más manteniendo la calma, les indicó que salieran del laboratorio y se dirigieran a un refugio cercano, como mandaban las pautas de los protocolos que habían estudiado al embarcar.

 

- ¿Qué estará sucediendo? - Quiso saber Amatista dirigiéndose ahora a Satory, como si ella pudiera saberlo. -

-Quizás sea un simulacro, creo que tenían programado alguno para la dotación civil. – Le comentó su amiga. -

 

Sandy la miró con gesto grave, pero no dijo nada. Jen y Penélope fueron las últimas en salir y ya se dirigían al refugio cuando a los pocos minutos la alarma cesó y todas las luces retornaron. Las cosas parecían haber vuelto a la normalidad y Amatista suspiró aliviada. Aquello efectivamente le recordó a la muchacha los simulacros que se programaban en el instituto. Y que siempre agradecía para hacer una pausa de las clases, sobre todo cuando tocaba alguna aburrida.

 

-Bueno, regresemos al laboratorio- les ordenó su jefa. - Hay mucho que hacer.

 

Se pusieron en marcha y el turno terminó sin más incidentes. En cuanto Amatista y Satory acabaron su jornada retornaron a sus habitaciones. Amatista quiso llamar a Leval, pese a que había estado enfadada con él durante esos días. Ahora al menos había algo de lo que podían hablar y ella deseaba sacudirse esa sensación de enojo. De modo que activó el video teléfono. No había respuesta. Quizás él no estuviera. Ella llamó varias veces, al fin, aunque tardó dio la señal. Cuando se iluminó la pantalla Leval no aparecía en el cuadro de la cámara. Ella creyó verle de espaldas y le dijo con tono jovial.

 

-Hola Leval. ¿Qué tal estáis por allí? ¿Cómo fueron vuestros ejercicios? Verás, aquí hemos tenido hoy una especie de aventura – sonrió agregando divertida. – Bueno, creo que ha sido un simulacro. Se nos fue la luz en el laboratorio y tuvimos que apagarlo y guardarlo todo. ¡Vaya lío! Hasta nos dieron orden de ir a un refugio cuando sonó esa espantosa alarma. Me ha recordado al instituto. ¿Te acuerdas cuando ponían aquella especie de pitido y salíamos corriendo de las clases? – rio para añadir. - Mira, ya tenemos algo que contar cuando tengas el permiso y podamos ir a ver a nuestros padres. Y de paso iremos con tu hermana a dar una vuelta por Nueva York ¿Te acuerdas? Como la vez en la que yo llegué de París.

 

Pero él no respondía, ni siquiera se giraba para mirar a la cámara. Amatista se extrañó. Ella que había decidido olvidar su enfado y hacer un esfuerzo. Esperó hasta que volviera de su misión, había estado llamando varias veces. En la base sólo le dijeron que los aviones habían salido en patrulla rutinaria. Leval por fin respondió, pero lo hizo de forma sombría, ella nunca le había escuchado hablar en ese tono desde que Kerria estuviera a punto de morir.

 

- No podré llevarte conmigo, Amatista…

- Pero si me habías dicho que iríamos todos, tú, yo, Mazoui y Granate. - Objetó ella entre sorprendida y enfadada. - Ellos también tendrán ganas de ver a sus padres. Y contarles esto del simulacro.

- Lo que ha pasado… no ha sido un simulacro…- Pudo replicar él con la voz ahogada entre sollozos. -

 

            Entonces fue cuando él se giró y Amatista pudo verle con una expresión que jamás olvidaría. Su cara estaba arrasada por las lágrimas y tenía los ojos rojos. Incluso su barbilla temblaba visiblemente. La muchacha no pudo por menos que exclamar con la boca abierta.

 

- ¡Leval, por Dios! ¡Qué te ha pasado!

- ¡Granate ha muerto, Amatista! - repuso él entre sollozos y con la voz quebrada, dejándola paralizada de horror. - Su avión ha sido destruido.

- ¿Qué?,- musitó ella sin poderlo creer todavía. - No, no es posible, no puede ser, si habías salido de maniobras. - Opuso con total escepticismo. -

- Nos atacaron. - Explicó Leval tratando de no llorar sin lograrlo en absoluto - no sabemos quién ha sido, pero han muerto casi treinta pilotos, incluyéndole a él. Tuvieron que desplegar la barrera energética que protege la nave. Por eso se fue la luz…. Y él con su escuadrilla, no pudo regresar. Estaba casi desarmado. Y yo… yo no pude hacer nada…- Hizo una pausa apretando los puños, tratando de contener su rabia y su desesperación y tras un largo suspiro para calmarse musitó. - Debo ir con Mazoui para notificárselo a sus padres.

 

Amatista clavaba sus ojos en ese destrozado muchacho. Ella era incapaz de pronunciar palabra. Podía oírle llorar y ver como se tapaba la cara en tanto se derrumbaba. La muchacha estaba impactada y paralizada de horror, jamás le había visto tan abatido. Las pupilas de la chica empequeñecieron según iba asimilando aquella terrible noticia y las primeras lágrimas comenzaron a caer de sus mejillas mientras negaba compulsivamente con la cabeza. ¡Aquello no podía ser! ¡Era una pesadilla! ¿Quién iba a poder atacarles allí? ¡Y ella que se había estado riendo de aquello, tomándolo como una especie de aventura! Satory que estaba escuchando apartada y sin mirar esbozando alguna risita al principio de la conversación, pues había convencido a su amiga para que insistiera con Leval, estaba ahora atónita y preocupada contemplando a Amatista, y el radical cambio que había dado su semblante, que además de todo lo anterior estaba pálido.

 

- ¿Qué ocurre? - Se atrevió a susurrar desde el fondo de la habitación. -

- No, por favor - balbuceaba su compañera llorosa, sin hacerle caso. - ¿Por qué ha tenido que ocurrirle eso a él?

- Tengo que colgar, lo siento. - Se excusó Leval que no era capaz de seguir hablando entre las lágrimas y al punto desconectó. –Adiós…

 

            Ella dejó caer el teléfono llorando y apagó la pantalla que ahora solamente daba nieve. Satory, le inquirió nuevamente dominada por la preocupación.

 

- ¿Qué pasa, Amatista? ¿Qué es lo que te ha dicho?

 

            Su amiga se abrazó a ella rompiendo a llorar de forma desconsolada. Tardó en poder articular palabra. Satory la sujetó asustada y a la vez dominada por el asombro y el interés de saber que sucedía. Y la respuesta le llegó como un mazazo.

 

- Mi primo Granate ha muerto ¡Dios mío! ¿Por qué? Era tan joven y estaba tan entusiasmado por ser piloto ¿quién ha podido hacer esto?

- ¡Por Dios!,- musitó Satory sentándose con ella en la cama y tratando de consolarla lo mejor que pudo, evitando a duras penas ponerse a llorar también. Sabía que su amiga la necesitaba entera y logró decirle con toda la suavidad que pudo en tanto acurrucaba la cabeza de Amatista entre su regazo. – Cálmate, por favor.

 

             En toda la nave la noticia corrió como la pólvora. Muchas personas habían pensado lo mismo que Amatista y sus compañeras. Pero cuando se supo la realidad la sorpresa se combinó con la rabia, el dolor, la indignación y la incredulidad. ¿Quiénes habían sido? ¿Por qué? El contralmirante Spar reaccionó de inmediato. Como máxima autoridad militar dirigió un emocionado discurso a toda la dotación. Satory sintonizó el comunicador en tanto su amiga solamente se quedaba tumbada en la cama abrazándose las rodillas y sollozando en silencio.

 

-Queridos compañeros de singladura, oficiales y dotación. - Pudo empezar el contralmirante con tono compungido. - Hoy hemos sido víctimas de un ataque tan cruel como injustificado. Sin previo aviso ni provocación alguna, aparatos enemigos abrieron fuego contra nuestra nave. Gracias a Dios y a la pericia de nuestros pilotos y oficiales del puente de mando, logramos rechazarles y obtener la victoria. Pero esto desgraciadamente sólo ha sido posible a costa de grandes sacrificios. La pérdida de algunos de esos jóvenes pilotos que dieron sus vidas por todos nosotros. Sin pensar en su propia seguridad se enfrentaron con coraje a una fuerza hostil superior en número. Todos aquellos que participaron en esta batalla serán condecorados y recordados para siempre. Es un vano consuelo, lo sé, ya que nada nos los devolverá, pero es lo único que podemos hacer para honrar su memoria. No sé si el enemigo retornará, pero en cualquier caso nos encontrará preparados. Y eso será gracias al valor y la entrega de los que hicieron el mayor de los sacrificios posibles. Desde ahora nuestro viaje no será solamente de exploración, sino de defensa. Quizás somos la vanguardia y el muro protector de la Tierra contra una amenaza desconocida. Eso lo ignoro. Pero hay algo que sí sé, que como en la trágica jornada de hoy, todo estaremos a la altura de las circunstancias. Gracias y que Dios les bendiga a todos.

 

Spar indicó después las fechas de los responsos y demás actos a celebrar en memoria de los caídos. Amatista apenas si comprendió aquellas palabras, seguía en estado de shock. Satory la abrazaba ahora acunándola con dulzura sin evitar llorar también. Su amiga estaba traumatizada y con la mirada perdida.

 

-Tranquila. -Le susurraba Satory con la voz más dulce que podía. -

-Granate… ¿Por qué? ¡No es justo...no es justo! - Era la única cosa que la muchacha podía balbucear. -

 

En efecto la muchacha recordaba apenas un par de días antes, cuando vio por última vez a su primo. Granate la llamó para tomar un helado. Amatista no parecía muy entusiasmada con la idea, pero el chico insistió, amén de prometerle que invitaría él. Finalmente, su prima se avino y quedaron en una cafetería de la ciudad. Nada más verse y tras un par de besos en las mejillas el chico le comentó jovial.

 

- ¿Qué tal va todo, primita?

-Muy liada – suspiró ella que le enumeró brevemente su lista de tareas para remachar. – Apenas tengo tiempo libre.

-Es una lástima que no sea Leval el que te haya invitado en lugar de haber sido yo, ¿eh?

 

Amatista ya estaba dispuesta a arrearle un capón, como siempre que su irritante primo trataba de pincharla, pero en esta ocasión se detuvo puesto que el tono y la expresión de éste no parecían de chanza. Es más, el chico agregó con seriedad, cosa extraña en él.

 

-Te comprendo perfectamente. Es difícil estar lejos de la persona a la que amas. Me gustaría que ese bobo se diera cuenta de la chica tan maravillosa que eres. Pero ten paciencia. Un día lo hará. Estoy convencido.

 

Y como ella le observaba sorprendida ahora, Granate esbozó una tenue sonrisa y le desveló.

 

-Yo también sé lo que se siente, estar enamorado de alguien y saber que es algo casi imposible…

 

Al escuchar aquello el corazón de la muchacha dio un vuelco. Respiró con agitación. ¿Acaso eso era una especie de declaración? ¿Es que Granate estaba enamorado de ella y la había citado para confesárselo? La pobre Amatista estaba visiblemente desconcertada, no quería hacerle daño a su primo, pero eso no podía ser. ¡Además, eran familia! Aunque ahora vio como el chico la miraba diríase que divertido y sonreía de forma más amplia, como si pudiera leer todo eso en su expresión, al tiempo que negaba con la cabeza y agregaba con suavidad, sujetando una mano de ella entre las de él.

 

-No tengas miedo, primita. No me refiero a lo que crees. Aunque debo confesarte que hace un par de años estuve coladito por ti. Eres una chica estupenda y siempre fuiste mi prima favorita, Amatista. Por eso te hacía rabiar tanto.

- ¿Lo dices en serio? - Se asombró ella mirándole con perplejidad. -

-Sí, esta vez hablo en serio. Fíjate, yo también soy capaz de hacerlo. - Sonrió él agregando. - Pero ya te he dicho que te quedes tranquila. Me temo que mis sentimientos hoy apunten hacia alguien mucho más inalcanzable todavía que tú. Y no te ofendas por eso. Es más, me gustaría que me dieras tu consejo.

-No, no me ofendo, Granate. Claro, estaré encantada de ayudarte si es que puedo. – Fue capaz de decir ella que se daba perfecta cuenta de que, en esta ocasión, quizás la primera en la vida con ella era cierto que su primo hablaba totalmente en serio. – Tú dirás…

 

Y el muchacho le contó lo que había vivido con Nehie. Y a medida que su interlocutora le escuchaba se daba perfecta cuenta de que, en verdad, él sentía por aquella soberana lo mismo que ella por Leval. Además, era un amor a primera vista como el suyo propio. Sonrió enternecida y le pasó una cariñosa mano por el pelo al chico. en tanto éste concluía de contarle la historia para sentenciar con desasosiego escudado tras una fugaz sonrisa.

 

-Está visto que en nuestra familia nos enamoramos así. - Afirmó la joven. -

-La quiero Amatista, no dejo de pensar en ella. Pienso en qué estará haciendo, en si siente lo mismo. ¿Sabes esa sensación que tienes cuando estás ceca de la persona a la que quieres? Como si una especie de descarga te sacudiera. Notas también un calor que te sube desde abajo. Y es como si el estómago te diera un vuelco.

-Sí- admitió ella que la había sentido muchas veces cuando estaba junto a Leval. - Entiendo perfectamente lo que quieres decir.

 

El chico sonrió entonces para añadir con tono esperanzado, aunque algo triste al final.

 

-Y, es más, creo que ella me quiere también a mí. Cuando la miro a los ojos sé que es así. Pero estamos tan lejos en todos los sentidos…

 

Ahora fue su prima quien tomó las manos del muchacho entre las suyas y le sonrió animosamente para declarar con dulzura.

 

-Pues aplícate el consejo que me diste. ¡Ten fe! Creo que si los dos perseguimos nuestros sueños al final se harán realidad. Y en cuanto podamos regresar a casa de permiso con Leval y Mazoui, ve a verla y díselo. No importa si es una reina o una simple chica. Si estás seguro de que te quiere, como tú a ella, nada impedirá que seáis felices los dos juntos.

-Gracias. – Musitó Granate con tono reconocido, aunque recobró al punto su tono de chanza habitual para decir. – ¡Y cuando nos vayamos con su translación instantánea podrás aprovechar para abrazarte a Leval mucho, mucho!…

- ¡Qué tonto eres! – Rio Amatista dándole uno de aquellos capones, sin embargo, lo hizo flojito y con una gran dosis de afecto y ternura al sentenciar. – ¡En eso nunca cambiarás!

 

Los dos se rieron y durante un rato más charlaron de casa, de sus parientes y amigos y de su felicidad futura. Ahora, recordando aquello, la desolada muchacha gemía destrozada. Esa felicidad jamás se haría realidad para su infortunado primo. Solamente podía pensar en eso en tanto el contralmirante Spar terminaba de dar su discurso de homenaje a los fallecidos en acto de servicio…

 

-Granate, lo siento. - Pensaba totalmente sobrepasada por el dolor.-

 

            Mazoui y Leval también escucharon aquello sin hablar. Ninguno de los dos podía hacerlo, Habían llorado desconsoladamente presas de la impotencia y la frustración. No pudieron dormir recordando a su primo y a los otros caídos. Al día siguiente se iniciaron los preparativos para oficiar los funerales. Desgraciadamente la gente en la Tierra no podría asistir. Y por el momento esta noticia solamente se radió a los mandos militares terrestres que no deseaban que se extendiese a fin de no provocar un pánico masivo entre la población del planeta. Aunque existían dos excepciones, Leval y Mazoui. Ellos sí podrían trasladarse con su técnica especial, tras obtener el permiso del contralmirante quien les citó en su despacho para decirles.

 

-Lamento enormemente su pérdida, caballeros. Comprendo lo que sienten y mis plegarias están con ustedes y con todos los familiares de los caídos. No obstante, la versión oficial no será la de que hayamos sufrido un ataque. Deben comprender que eso haría cundir el pánico en la Tierra.

-Sí, señor, nos hacemos cargo. - Suspiró Mazoui.-

 

            El contralmirante asintió, relajando su expresión y su tono para agregar de forma comprensiva.

 

-Sé lo especiales que son sus familias. A ellos pueden contarles lo que ha sucedido. Y darles mis condolencias.

 

            Los muchachos asintieron y tras seles concedido permiso para retirarse se aprestaron a hacer los preparativos. No obstante, lo que más atormentaba ahora a ambos era como les darían la noticia a los padres de Granate. Puesto que aquello no era posible decírselo por una simple comunicación retardada. Por primera vez en sus vidas maldijeron tener esos poderes. ¡Ojalá no hubieran podido transportarse! Pero sentían que su indudable deber era hacerlo. Y no únicamente ellos, sino todos los tripulantes de la nave sintieron que las cosas habían cambiado. Como dijera Spar eso ya no era un viaje de mera exploración y reconocimiento. Los sueños de hallar vida con inteligencia benévola o colonizar nuevos mundos en paz habían sido rotos por la tragedia y el terror. Ahora se sabía que, en alguna parte del universo, existían unos seres hostiles y asesinos que habían lanzado ese golpe mortal. Y lo peor de todo era que más tarde o más temprano podrían volver para tratar de terminar lo que habían comenzado.

 

-Avisaré a Amatista. Al final creo que no sería justo dejarla aquí. - Comentó Leval a su primo estando ya en su habitación. -

-Hazlo, sí. -Convino éste. - Querrá abrazar a sus padres y a los tíos Petz y Zafiro.

 

            De modo que el chico se encaminó a buscarla. Llamó a su apartamento, aunque nadie respondía. Suspiró. A buen seguro estuviera en el laboratorio.

 

-Le enviaré un mensaje. - Pensó Leval. -

 

            En la Tierra, horas antes, Usagi hizo venir a su hija del futuro. En cuanto Chibiusa apareció junto con su grupo de guerreras no pudo por menos que ver el rostro de su madre y exclamar preocupada.

 

- ¿Qué ha pasado?

 

            La interpelada en esta ocasión fue capaz de contestar con tono más sereno, aunque apagado, dejando heladas de horror a su interlocutora y al resto. Ninguna pudo evitar las lágrimas.

 

- ¡Dios mío, pobre Petz! –Pudo decir Ves-Ves entre sollozos. -

-Y su hermano y su padre. - Convino Jun-Jun del mismo modo. -

-Y Makoto…-Suspiró Cere - Cere enjugándose las lágrimas. -

- ¿Cómo se lo diremos a Neherenia?- Pudo preguntar Para-Para, tan desconsolada como el resto.-

 

            Chibiusa las observó con profunda consternación y luego miró a su madre para contarle llena de pesar.

 

-Nehie se había enamorado de ese chico. Pude hablar con ella cuando retornó y…

 

            Las lágrimas no la dejaban proseguir, pero recordaba bien aquella conversación…En el Palacio de la Luna Nueva, La princesa Chiba fue recibida por su amiga. La soberana de la Luna Nueva y ella cumplimentaron todos los trámites burocráticos y de protocolo y por fin, entraron en la cámara privada de la reina. Allí charlaron ya en modo informal. Chibiusa no pudo evitar preguntar de inmediato.

 

- ¿Qué tal tu estancia en la nave? ¿Lo pasaste bien? Tardaste varios días en volver y se suponía que ibas a estar únicamente un par de ellos. Ya sabes, para observar los sistemas de soporte vital y la ingeniería que tanto te interesaban.

 

            Aunque su interlocutora ignoró eso y sonriendo ampliamente la tomó de las manos y le confesó.

 

- ¡Fue maravilloso! ¡Estoy enamorada, Chibiusa! Ahora sé lo que se siente. Tenías razón.

 

            Eso dejó la perpleja, no tardó en animar a su amiga con visible interés.

 

- ¡Cuenta, cuenta!

-Es ese chico tan gracioso y guapo. Alto moreno, bueno, de cabellos azul oscuro y de ojos verdes, casi recitó Nehie. - ¡Nunca me había sentido así! Estando con él era como si el tiempo se parase…

-Tendré que consultar con Setsuna sobre ese particular. Un día que nos visite viniendo de Nuevo Vegeta. - Bromeó Chibiusa con una sonrisa. -

-Solamente quiero que él vuelva pronto. Ojalá podamos estar juntos. Oye. - Inquirió la joven reina con prevención. - ¿Tú crees que Granate y yo podríamos?...

 

            Su amiga le devolvió una mirada plena de desconcierto, Trataba de saber a qué se estaba refiriendo exactamente su contertulia. Ésta se percató y tras sonreír de nuevo le aclaró.

 

- ¿Si él no es miembro de una familia real podría haber problema para que nos prometiéramos?

-Pues no lo sé. Ahí te confieso que me has sorprendido. - Admitió Chibiusa, que enseguida añadió de forma más animosa. - Pero eso se puede arreglar fácilmente. Mis padres le pueden conceder algún que otro título. Y su tío es nada menos que el príncipe Diamante de Némesis. De modo que creo que, por sí mismo, algún rango real debe de ostentar.

- ¡Y yo podría hacerle príncipe de la Luna Nueva, como hice con Idina! - Añadió Neherenia con visible entusiasmo. - Sería perfecto… ¡Ojalá que él quiera y que mis consejeros no se opongan! Sobre todo, De la Lune, que es tan chapado a la antigua.

 

            Su contertulia la abrazó con afecto y le susurró entonces con tono animoso.

 

-Si os amáis los dos no habrá ningún obstáculo. Ni por parte de De La Lune, ni de nadie aquí. Cuando vuelva ten valor y díselo. Estoy segura de que, viendo como es, te corresponderá.

-Sí, sé que me quiere. - Asintió la soberana con rotundidad, suspirando eso sí, algo preocupada. - Pero temo que piense que hay mucha diferencia entre nosotros.

-Es un muchacho que no se arredra ante esas cosas. - Sonrió su interlocutora. - Si algo tiene es desparpajo… ¡traía fritas a sus primas con sus bromas! Pero es un gran chico. Me alegro muchísimo por ti, por los dos. - Sentenció sujetando afectuosamente de los hombros a su amiga con ambas manos. -

 

            Nehie sonrió esperanzada. Chibiusa la observaba con alegría. Era maravilloso que su amiga hubiera encontrado el amor. De modo que poco tardó en declarar de modo jovial y buen humor.

 

-Bueno. Pues entonces todo resuelto. Me invitarás a la boda, ¿no?

- ¡Por supuesto que sí, tonta! Y hasta te tiraré el ramo. A ver si de una vez por todas Helios y tú os decidís a dar el paso.

 

            Aquí la aludida se puso algo colorada, su amiga se rio al verla de ese modo, la princesa trató de justificarse con un tono más apurado. Llevándose la mano al cogote y diciendo.

 

-Es que… ya sabes que mis padres. Bueno, no sé si siendo tan jóvenes les parecerá bien.

-No seas tonta, tus padres se prometieron incluso teniendo menos edad que tú.

- ¡Pues ve y díselo a ellos! - Se rio su amiga alegando. - El pobre Helios está muy ocupado en Elisión, y para alguna vez que nos visita mi padre le escruta como si hubiera cometido un crimen, ¡ja, ja!... Al menos mi madre sí que me anima. Ella sabe perfectamente lo que sentimos el uno por el otro. Dice que la abuela Ikuko también la animaba a ella cuando comenzó a verse con mi padre.

 

            Nehie se rio de aquello y asintió llena de entusiasmo para sentenciar.

 

-Estoy convencida de que, en poco tiempo, las dos podremos realizar nuestros sueños. ¿Y sabes una cosa? Teníais toda la razón, en eso que me decías desde que era pequeña. Debes perseguir tus sueños, así se harán realidad…

 

            Chibiusa asintió volviendo a abrazarse a su amiga. Ahora rememoraba aquello con amargura. Por desgracia ese hermoso sueño de Nehie se había roto en mil pedazos. Tendría que hacer lo posible por consolarla y apoyarla junto con las asteroides. Sin olvidar también el tremendo dolor que la familia de aquel desventurado muchacho estaba a punto de soportar. No quiso pensar más en eso y se abrazó a su madre sin poder parar de llorar. Todo ello ante las consternadas miradas de sus propias guardianas. Por su parte, Rei había llamado de urgencia a sus amigas, tanto Minako como Ami se reunieron con ella en cuanto supieron lo sucedido. Ambas lloraron al igual que su compañera. Tras unos minutos, algo más enteras, Minako pudo preguntar.

 

- ¿Has vuelto a ver a Mako-chan?

-No. - Negó Rei, todavía con lágrimas en la cara. - Se fue a su casa y se encerró allí. Estaba totalmente hundida.

- ¡Dios mío! - Musitó una abatida Ami. - No solamente ella, Zafiro y Petz, y toda la familia. No quiero ni pensarlo. Aún recuerdo cuando casi murió Kerria. ¿Os acordáis de la cara de Roy cuando apareció a pedirme que la operase? ...Yo no podré olvidarla jamás. Y solamente de pensar que mi ahijada estuvo a punto de morir, casi me volví loca…Por eso puedo imaginar cómo se sentirán.

 

            Sus compañeras asintieron, lo recordaban muy bien. Rei entonces comentó.

 

-Usagi-chan estaba también rota. Únicamente pudo darle esa terrible noticia a Mako- chan, pero no pudo hacer nada por impedirlo. La conocéis bien…es fácil imaginar cómo lo estará pasando. Y a pesar de todo tiene que mantenerse firme y serena.

- Tendremos que estar a su lado, tanto como al lado de Makoto. - Comentó Minako. -  Sé lo que ella quería a su ahijado. Los quiere mucho a los dos, pero Granate era muy especial. Le adoraba.

-Así lo haremos. Me ocuparé de visitar a Mako-chan. -Comentó Ami. - Y luego a Usagi-chan.

-Creo que sería mejor si fuéramos las tres al mismo tiempo. - Propuso Minako. - Debemos bridarlas todo el apoyo posible, son nuestras amigas y lo estarán pasando muy mal.

 

            Sus interlocutoras convinieron en eso. Al poco se dirigieron a casa de su amiga Makoto. Aunque por mucho que llamaron no obtuvieron respuesta. Las ventanas estaban cerradas y nada se oía en el interior de la vivienda…

 

-Mako- chan, somos nosotras. - Se dio a conocer Rei. -

- ¿Estás ahí? - Insistió Minako. -

-Ábrenos, por favor. - Le pidió Ami. -

 

Fue en vano, nada se escuchaba del otro lado. Quisieron creer que quizás su amiga hubiese salido, pero en el fondo todas sabían que no. No había aparecido por su negocio ni por ningún otro lugar. Tampoco por sus zonas de paseo favorito.

 

-Será mejor que la dejemos sola, por ahora. - Musitó Rei que les desveló a las demás con expresión y tintes de temor. - Percibo unas vibraciones que se corresponden con su aura, pero están oscurecidas. Noto tanto dolor y tanta rabia que no me atrevo a indagar más.

-Podría hacer alguna tontería entonces. - Se asustó Minako, aseverando. - Aunque nos maldiga por ello habría que derribar la puerta y…

 

            Sin embargo, Ami movió negativamente la cabeza y afirmó con pesar.

 

-Necesita tiempo. Está destrozada y esa herida tardará mucho en cicatrizar. Ahora no desea ver a nadie. Tampoco nosotras lo desearíamos en su lugar…Debemos respetar eso. Por mucho que nos duela.

 

  Sus compañeras tuvieron que darle la razón, finalmente y con pesar desistieron. Estaba muy claro que la pobre muchacha precisaría de mucho tiempo para poder superar eso. De modo que quisieron ir a ver a Usagi. Por su parte Chibiusa y las asteroides se encaminaron hacia el reino de la Luna Nueva, y lo que encontraron al llegar no pudo dejarlas más consternadas.


                                anterior                                                               siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)