Mazoui y Leval volvieron apresuradamente junto con su escuadrilla a la base. Les habían dado esa sorprendente orden de regresar inmediatamente y de armar sus aviones.
-No lo comprendo. - Dijo Leval bastante
desconcertado. – ¿Podría ser un simulacro?
-No lo creo. - Le contestó un inquieto Mazoui, afirmando
sin tapujos. - Esto no me gusta nada. Hay demasiado tráfico y no es normal.
Lo cierto es que en el radar de los cazas habían aparecido muchos puntos. Pensaron que se tratarían de sus propios aparatos pertenecientes a otras escuadrillas de la nave, aunque al mayor Enset le pareció extraño desde el principio. No le habían comentado nada de que otras escuadrillas tuvieran entrenamiento ni tampoco detectaba un tipo de maniobra conocida en esos presuntos cazas. Pero nada más ordenársele volver a la base tuvo un mal presentimiento. El veterano oficial atesoraba mucha experiencia en salidas de vuelo para pensar que se interrumpiese la misión de una forma tan repentina sin una causa grave. Para confirmar sus peores temores el propio Braem les esperaba en la zona de pilotos. Ordenó a Enset seguirle a un rincón. Allí le informó.
- Nos han notificado desde la Tierra que ellos no
han enviado ningún tipo de naves. Nuestros superiores tampoco han ordenado la
salida de más escuadrillas salvo la nuestra y la ochenta y seis. Estoy preocupado.
Si fueran fuerzas hostiles nuestros cazas estarían en clara inferioridad. Me he
informado en la zona de telemetría y los puntos que han detectado parecen ser
muy rápidos y versátiles. Se mueven a gran velocidad. Si son enemigos no creo
que nuestros aparatos, con pilotos tan inexpertos, les supongan ninguna
dificultad. Además, claro, de que no van apenas armados al ser esta una salida
de prácticas de vuelo.
- Sí señor, estoy de acuerdo, he visto lo mismo en
mi radar y lo comprendo perfectamente, pero no tenemos otra cosa. - Repuso Enset
preocupado también. - De todas formas, nos han ordenado volver deprisa y ni
siquiera hemos trabado contacto visual.
- Sí, pero quería advertírselo, mayor. No deje usted
que ninguno de sus aviones vuele sólo. Cúbranse. Ahora vayan a rearmarse y
salgan para apoyar a la otra escuadrilla. Quiera Dios que no sea necesario,
pero no podemos dejar a su suerte a nadie ahí fuera.
- A la orden, señor. - Repuso Enset saludando para
irse a toda prisa. -
Los
aviones se apresuraron a despegar con su armamento completo. Entre tanto en el
puente de mando el Comodoro Hazzar ordenó que se intentase de nuevo establecer
comunicación.
-Señor, negativo. No responden a ninguna frecuencia.
Ni siquiera a un código de números primos. - Repuso un joven oficial. -
-Siga intentándolo - le ordenó él. –
-Señor- le indicó una mujer con el rango de comandante
que estaba a su derecha. - Se aproximan una docena al menos de esos puntos.
Describen una maniobra de acercamiento parecida a delta uno.
- ¡Zafarrancho de combate! – Ordenó el comodoro, voz
de mando que fue repetida por aquella oficial. -
- ¡A sus puestos de combate! ¡Rápido!
Y la intuición de Hazzar desgraciadamente resultó
ser la adecuada. Algunos de aquellos aparatos abrieron fuego con descargas de
alta potencia energética contra el asteroide. Por fortuna las gruesas paredes
de roca de éste le hacían casi invulnerable a ese tipo de ataque. Empero, si
esos ingenios, ya claramente hostiles, alcanzaban algún punto clave como un
hangar de entrada de naves o zonas de telemetría o propulsión, podrían tener
serios problemas.
-Informe de daños – Ordenó Hazzar. -
-Casco exterior resiste, señor. Impactos de menor
cuantía a estribor. A babor se registran algunos daños mayores. – Le respondió
un oficial del puente observando los datos en su pantalla. - Necesitaremos hacer una inspección para poder
evaluarlos con más exactitud.
-Ahora no hay tiempo para eso. Extiendan la pantalla
protectora. – Ordenó el comodoro. - A máxima potencia.
-A la orden – replicó otro oficial sentado en el
puesto táctico. -
La gigantesca nave se vio envuelta entonces por una
densa capa de energía que comenzó a rechazar con éxito esos ataques enemigos.
Aunque en el puente se oyeron exclamaciones de júbilo Hazzar, mucho más
veterano y realista las silenció con su voz, sentenciando en alto.
-No se engañen. Esta barrera no podrá ser mantenida por
mucho tiempo, nos consume gran parte de la energía. Hay que drenar el
suministro de la zona civil, reduzcan al máximo la corriente en esa zona y
mantengan únicamente sistemas de soporte vital. Tenemos también que recuperar a
los cazas que salieron de maniobras y rearmarlos lo antes posible.
-Pero señor, objetó la comandante que estaba junto a
él. – Si mantenemos la barrera no podrán regresar. –
- ¡Maldita sea! - Espetó el comodoro visiblemente
frustrado al oír aquello. -
A pesar de su experiencia había olvidado eso. Lo
malo es que ahora se le presentaba una terrible encrucijada y Hazzar lo sabía.
No podía retirar la barrera puesto que corrían el riesgo de que el enemigo alcanzase
algún punto clave de la nave. O incluso que se las arreglasen para penetrar en
ella. Pero de no hacerlo podía condenar a los pilotos del exterior. Por
desgracia para los jóvenes que estaban fuera el oficial sabía que, ante todo,
era prioritaria la seguridad de la nave con todos los pasajeros y tripulantes.
Solamente suspiró resignado, deseando que los muchachos de las escuadrillas
supieran arreglárselas. O que finalmente esas naves no identificadas se
retirasen.
-Que Dios os ayude, muchachos. – Pensaba no sin
temor por ellos, al tiempo que se lamentaba. - Siento haberos puesto en esa
situación, no podía hacer nada más.
En el espacio, entre tanto, Granate detectó una formación
de cuatro aparatos en rombo que se dirigían hacia él. Supuso que se trataría de
la escuadrilla de Leval y Mazoui, sonrió. Comunicándose por radio con un
alférez compañero suyo, éste le confirmó que había detectado lo mismo.
-Deben de ser los veteranos que quieren darnos algún
susto. - Conjeturó ese chico. -
-Pues lo están consiguiendo. - Afirmó Granate
sorprendido de ver cómo se aproximaban. - hasta para ser una broma me parece
algo excesivo. Y mira quién lo dice.
De pronto y casi sin saber de dónde, unos
extraños objetos luminosos de forma ovoide les pasaron muy cerca. Eran cuatro y
correspondían a las lecturas del radar. El joven piloto se sorprendió, ¿estaban
locos acaso esos tipos? Aquella pasada casi terminó en colisión.
- ¿Eh? ¿Se puede saber qué demonios estáis haciendo?
- Llegó a exclamar por el comunicador. -
Pero su sorpresa pasó a ser auténtico pánico cuando
dos cazas de compañeros suyos estallaron alcanzados por sendos rayos de energía
verdosos que procedían de aquellos ingenios. Granate hizo rápidamente una
maniobra evasiva alejándose de la zona.
- ¡” May Day”! - Comunicó inmediatamente con la base
tratando de dominar su nerviosismo y su temor – Naves desconocidas nos han atacado,
hemos sufrido dos bajas. Estoy en el cuadrante ocho, necesito refuerzos. - Informó
dándose cuenta de que un par de esos objetos le seguían acortando las
distancias. -
En
el puente de mando, un oficial de comunicaciones notificó lo ocurrido.
- Nos han atacado señor, han destruido un par de
cazas y los aparatos enemigos son ahora mismo unos setenta aproximadamente.
Todos se quedaron perplejos y horrorizados,
estaba claro que, fueran quienes fueran esos extraños objetos, se habían
declarado manifiestamente hostiles. Ya no había error posible tras su ataque
contra la nave y los cazas. Así que, de inmediato, el capitán al mando del
puente aéreo ordenó preparar el despegue de más escuadrillas para contraatacar
y avisó acto seguido al Comodoro Hazzar para solicitar permiso. Pero para su
horror éste le comunicó que debería de esperar. La barrera no podía ser bajada,
al menos de momento.
-Pero señor. - Objetó el capitán con patente temor
en su voz a través del comunicador. - ¡Si no los sacamos de ahí los harán pedazos!
Son jóvenes pilotos y apenas van armados.
- ¿Acaso cree que no lo sé? - Tronó la voz de su
superior haciendo que un denso silencio se extendiera por el puente mientras
añadía frustrado. - Pero ahora mismo es la supervivencia de toda la nave la que
nos es prioritaria. Únicamente podemos esperar que los cazas de la escuadrilla
de intervención rápida despegasen antes de haber extendido la pantalla.
-Sí señor. Esa escuadrilla está en el espacio ahora.
– Le ratificó el capitán. -
-Pidamos a Dios un milagro y que ellos puedan
contener al enemigo. – Suspiró Hazzar. -
Por su parte, la escuadrilla de Leval y Mazoui ya
estaba de vuelta en el teatro de operaciones. Tras una frenética recarga de
combustible y armamento. La misión había dejado de ser un plácido paseo de
instrucción para convertirse en una auténtica batalla. Habían recibido la orden
de atacar a una fuerza hostil que había destruido dos de sus aparatos y según
informes del puente de control, atacado asimismo a la nave.
- ¿Se puede saber de dónde han salido esos tipos? -
Inquirió Leval. –
-No tengo ni idea. - Le contestó su primo, añadiendo
con un tinte de ironía, en un intento por mantener la moral. - Vamos a preguntárselo.
De modo que, con los cargadores llenos de misiles
buscadores y las baterías del láser a su máxima capacidad, se dispusieron a
entrar en combate con evidente nerviosismo, pero siendo dueños de sus
emociones. Ambos se comunicaron por radio. Leval preguntó a su jefe de vuelo si
ellos eran los únicos que estaban en el aire, el mayor les contestó que la
escuadrilla ochenta y seis también se mantenía en el espacio. Incapaz de volver
debido al despliegue de la barrera de energía.
- ¡Dios mío! - pensó muy preocupado. - Es la
escuadrilla de Granate. Dios quiera que pueda volver a la base con rapidez.
Éste
también había recibido la orden de volver, aunque poco después le indicaron que
debía aguantar en vuelo dado que le sería imposible franquear la protección de
la nave nodriza. Pero su avión no estaba preparado ni por armamento, ni por
experiencia de su piloto, para entablar un combate y Granate lo sabía. El
enemigo era desconocido y además su tecnología parecía superior. Había
intentado volver a la seguridad de la base cuando recibió la orden de resistir.
-La nave está protegida por la pantalla electromagnética.
No pueden bajarla ahora. - Les comentó el líder de su escuadrilla. - Traten de dispersarse y de evitar los ataques
del enemigo.
-A la orden. - Repuso él junto con alguno de sus compañeros.
-
Valientemente cambiaron el rumbo tratando de alejar
al enemigo cuando seis de esos objetos se cruzaron en su camino. Los
desconocidos no trataron de entablar con ellos ningún tipo de comunicación, les
atacaron con andanadas de energía. Un caza resultó destruido. Los demás
contraatacaron con sus láseres, pero no lograron alcanzar al oponente. Sin
embargo, Granate lanzó uno de los pocos misiles que llevaba (menos mal que
habían sido equipados para hacer también prácticas de tiro y guiado) y comprobó
sorprendido y lleno de júbilo como impactaba sobre un enemigo destruyéndolo. Los
otros cinco objetos se replegaron, al parecer no conocían ese tipo de arma.
-¡Juhuuh! - exclamó el muchacho con tono
eminentemente revanchista. - ¡Eso os enseñará mamones! El chico entonces
enseguida informó. - Aquí azul seis, el enemigo es vulnerable a los misiles.
Repito, el enemigo es vulnerable. He destruido uno de sus aparatos.
-Recibido. - Replicaron desde el control. -Informamos
a todas las escuadrillas. Buen trabajo, Azul seis…
-Eso es. - Se dijo el chico con optimismo. - ¡A por
ellos!
Leval
y Mazoui, junto a sus compañeros también entablaron contacto visual con el
enemigo. Enset ordenó que no se separasen demasiado y que atacasen a discreción.
-Nos informan que el enemigo es vulnerable al empleo
de misiles guiados. Úsenlos con eficacia muchachos. - Les indicó el mayor. -
De este modo una gran andanada de rayos láser y
misiles sorprendió a las fuerzas adversarias destruyendo a casi todos los
objetos. El resto contraatacó. Leval esquivó con pericia varios rayos en un
ataque frontal. Mazoui destruyó a otro aparato enemigo con uno de sus misiles
buscadores. Los demás se retiraron. Enset ordenó no perseguirlos pues podría
tratarse de una emboscada. Además, la misión principal era proteger la nave y a
sus camaradas de la ochenta y seis. Entonces Tracer avisó a sus compañeros.
- Un grupo de unos quince “targets” viene por las
dos.
- Tracer, - ordenó Enset. - Tú con Flash y Gail,
haced un giro a las cuatro. La formación roja dos. - Esos eran Leval, Mazoui y
Harper, un compañero suyo. - Conmigo a las diez, vamos a atraparles en fuego
cruzado.
Las
cazas viraron al instante con gran habilidad, para ejecutar la maniobra
ordenada por su jefe de vuelo. Granate y sus compañeros se acercaban a su nave
nodriza. Ya se creían seguros en una zona sin tráfico cuando cuatro enemigos
aparecieron raudos tras ellos. Les atacaron destruyendo a dos de los compañeros
de Granate. Éste, se percató de que dos aparatos más de su escuadrilla iban
estaban en situación apurada.
-Aquí azul doce, no tengo armas y mi combustible
está casi agotado. -Dijo uno de ellos con tono realmente aterrado. -
- No podemos volver a la nave. - Replicó otro
también con patente pavor. - La barrera está desplegada. ¡Nos van a cazar como
a conejos aquí!
-Yo me ocupo. - Les tranquilizó Granate. - Tengo
armamento y mi nivel de combustible es bueno. Vosotros alejaos…
Y sin esperar respuesta atrajo la atención de
aquellos extraños aparatos. Fue atacado, pero con una rápida maniobra eludió
una ráfaga de rayos. En cuanto pudo recobrar el rumbo y con su último misil,
hizo blanco en uno de sus enemigos. Haciendo un viraje, trató de zafarse de los
demás, pero tres de ellos le perseguían. Sin saber que hacer pidió ayuda a la
base.
- Aquí, azul seis - llamó el chico a la desesperada.
- Estoy en un aprieto, tengo a tres enemigos a las seis. ¡Necesito ayuda! ¡Vienen
a por mí!
Aunque no obtuvo respuesta de ningún
compañero ni de la base. En cambio, un escalofrío recorrió el cuerpo del
muchacho cuando escuchó, a través del comunicador una voz grave y gutural que
solamente dijo.
-Ella es mía…
Y el chico creyó haberse vuelto loco, en el espacio
pudo ver por unos instantes a una figura negra y encapuchada que sostenía un
gran libro. Además, sintió que, de alguna forma, ese mensaje iba dirigido inconfundiblemente
a él. Cuando quiso darse cuenta de lo que sucedía aquellas naves enemigas estaban
encima. Grito aterrado al descubrir que ya habían hecho fuego contra su caza. Y
esta vez no tenía posibilidad de escapar. Granate tuvo sólo una décima de
segundo para comprender que iba a morir, los recuerdos de sus padres, de su
hermano y demás familia y amigos desfilaron por su mente. Lo que había hecho en
su vida y lo que le habría gustado hacer. Sus sueños de ser piloto y correr
aventuras, aquel amor que había surgido en su corazón por la hermosa reina de
la Luna Nueva y su propia existencia terminaban aquí. Cerró los ojos musitando
una oración, despidiéndose de todos y deseándoles buena suerte, suspirando con
tristeza.
-Adiós mamá, papá, Coraíon, Makoina…Nehie mi amor… La
historia de mi vida terminó…os quiero…
Entonces su avión estalló, alcanzado por la descarga
de energía de sus enemigos. Enset y sus hombres habían captado el mensaje de
agonía de Granate y ahora perdieron la comunicación. Mazoui, que apenas sí
había recibido algunas interferencias, trató infructuosamente de llamar a esas
coordenadas.
- ¡Era Granate!, ¡Leval! – Exclamó dirigiéndose a su
primo con palpable nerviosismo y horror. - ¿Tú también lo has recibido?
- Sí - admitió éste que estaba también muy
preocupado. - ¡Dios mío!, espero que no le hayan alcanzado.
- Tengo un mal presentimiento. Muy malo. - Le
confesó Mazoui que, para su desgracia, no solía equivocarse. - ¡Debemos ir en
su busca y ya!
- Le he oído - intervino Enset que añadió tajantemente.
- No se mueva de la formación. ¿Me escucha? ¡Es una orden!, ahora iremos para
allá todos juntos. Ya les he advertido que nadie debe ir sólo.
Y tanto Leval como Mazoui habían recibido la
transmisión alta y clara, pero lo que más les importaba era la vida de su
primo, por fortuna para ellos no tuvieron ocasión de desobedecer. Justo
entonces un grupo de enemigos les atacó. Varios cazas resultaron destruidos,
pero gracias a una maniobra ordenada por Enset sorprendieron a sus adversarios en
un fuego cruzado barriéndoles por completo con una andanada de misiles.
Finalmente, al reducirse el ataque contra el asteroide Hazzar dio orden de
bajar la barrera. El resto de las escuadrillas de la nave que habían estado
aguardando ansiosamente su oportunidad fueron saliendo en su ayuda ocupándose
de poner en fuga a los atacantes. Braem les comunicó que volviesen a la base
sin más dilación. Enset respiró aliviado, casi se les habían terminado tanto
las armas como el combustible. Al aterrizar, los pilotos fueron inmediatamente
convocados a reunión. Se hizo recuento. Los dos primos, junto a Logan, Tracer y
Mullins se presentaron. También acudieron cuatro lugartenientes más y doce
alféreces. En total, la escuadrilla de Leval y Mazoui había perdido siete aparatos.
Braem, pese al dolor y la rabia generales por la pérdida de siete vidas, se
alegró, no obstante, de que el número de bajas no fuera aún mayor. Y todo
gracias a la pericia de Enset y los demás. Sin ir más lejos, Leval y Mazoui,
tuvieron una actuación muy destacada, entre ambos habían logrado destruir a
doce naves enemigas. Leval, ahogó así la impotencia que sentía, pues dentro de
su avión y en medio del espacio, de nada le servía convertirse en súper guerrero.
Mazoui, en cambio, si se transformaba durante la batalla, con sus ojos rojos y
sus colmillos, aumentando su agresividad y sus reflejos, logró destruir a
muchos enemigos que habrían aniquilado a bastantes de sus compañeros. Enset les
felicitó a ambos. Pero Mazoui, obvió todo eso y dijo lleno de inquietud.
- Señor, con su permiso. ¿Podemos ir a informarnos de
los daños que ha sufrido la ochenta y seis? Nuestro primo está de piloto en
ella. Es alférez.
- No se preocupen, vayan cuanto antes, les deseo
suerte. - Repuso Enset haciéndose cargo de la situación. -
Saludando
los dos corrieron a localizar al comandante Braem. Éste les enseñó el listado
de bajas de su escuadra que había llevado el peso de la batalla. En total se
habían perdido veintiséis aparatos. Era un gran número, pero al enemigo se le
destruyeron nada menos que cincuenta y siete. Sólo trece de ellos habían podido
huir. La nave no había sufrido daños importantes y el alto mando lo había
calificado como una gran victoria.
- Una gran victoria, - repitió Braem con amargo
sarcasmo. - Que se lo digan a las familias de esos pobres chicos que han
perdido la vida allí fuera.
Mazoui
ojeó la lista de bajas y su cara palideció, la escuadrilla de su primo había
sido prácticamente barrida, el papel se le cayó de las manos, mientras acertaba
a decir.
- ¡Dios mío!, Granate ha sido derribado.
Él
y su primo cruzaron miradas de horror y desesperación, ser destruido en el
espacio equivalía a una muerte segura.
- ¡No, no puede ser! - Exclamó Leval sin querer
creerlo. - ¡Maldita sea! - trataba de
contener las lágrimas una vez comprobó la veracidad del informe. El mundo se le
venía encima cuando pudo sollozar. - ¿Qué les vamos a decir a sus padres?
- Lo siento mucho, de verdad. - Declaró Braem
bajando el cabeza apenado. - Su primo demostró ser un buen oficial y un valiente
piloto. Según testimonios de algunos supervivientes de su escuadrilla alejó a
las naves hostiles de ellos cuanto pudo y pese a su inexperiencia y su
escasísimo armamento, derribó a dos de sus enemigos antes de resultar abatido.
Mazoui
también se contenía, no podía exteriorizar su dolor y su rabia o se convertiría
en un monstruo fuera de todo control y lo peor era que no podía dirigir esa
furia contra nadie, esos bastardos cobardes habían huido. Solamente pudo
balbucear con frustración, rabia y una terrible desolación evitando a duras
penas romper a llorar.
- Y pensar que le escuchamos y no pudimos ayudarle.
¡Estaba tan ilusionado!, era su primera misión de vuelo. ¡No es justo, maldita
sea!
- ¡Quiero machacar a esos bastardos!, - estalló
Leval presa de la ira. - Los destrozaré con mis propias manos si hace falta.
¡Mierda! ¿Por qué no podré salir a luchar yo mismo al espacio? Mazoui, ¡aquí
encerrados no servimos para nada!
- Cálmese muchacho, - le pidió amablemente su
comandante que entendía esa reacción e interpretaba esas palabras en otro
contexto diferente al que se refería su subordinado. - Usted ya no puede hacer
nada, salvo aceptarlo como parte de nuestro trabajo. Es muy duro, pero todos
sabemos que es un riesgo que debemos correr al alistarnos, debe aprender a
superarlo.
- ¡Era nuestro primo, señor! - intervino Mazoui
igualmente desesperado. - ¡Nosotros éramos responsables de él!
- No, la flota era responsable de él. Yo era
responsable de él - rebatió Braem consternado en tanto apoyaba una mano sobre
el hombro derecho del desolado chico. - Su primo y los otros que han dado su
vida estaban cumpliendo órdenes. Algunos bajo mi mando, igual que ustedes. Comprendo
su dolor. No se torturen por eso, no fue culpa de ustedes. Anden, váyanse a
descansar, tómense unos días de permiso. En cuanto puedan comuniquen con sus
familias.
- Muchas gracias, señor. - Repuso Mazoui tratando de
calmarse. -
Cabizbajos
y completamente hundidos, pidieron permiso para retirarse. Braem se lo concedió
de inmediato. Retornaron a su alojamiento sin pronunciar palabra. Aunque la
video llamada de Amatista sacó a Leval de los amargos pensamientos que lo
asaltaban. La muchacha había estado en su jornada de trabajo habitual cuando
sin previo aviso la luz se les marchó del laboratorio. Solamente la rojiza iluminación
de emergencia se mantenía. Penélope observó aquello entre incrédula y
preocupada. No era normal. El suministro energético de la nave solía ser muy
fiable y tenía sistemas auxiliares. Aquello solo podía entenderse como un fallo
grave. Dio orden a sus ayudantes de parar los experimentos tras guardar los
datos lo más rápidamente posible.
- ¿Qué creéis que sucederá? - Inquirió Jen que
estaba precisamente guardando datos en el ordenador, que aún se mantenía con su
batería. -
-No lo sé - Replicó de forma seca aquella mujer
morena, de nombre Sandy, que se encontraba terminando un experimento. - Pero
tengo un mal presentimiento. Realmente muy malo…
Esa científica mostraba una expresión entre ansiosa
y preocupada. Lo que no era habitual en su habitualmente frío e inexpresivo
semblante. Parecía tener miedo y sus palabras se confirmaron cuando una especie
de alarma sonó a su alrededor. Todas se quedaron sorprendidas. Pero Penélope,
una vez más manteniendo la calma, les indicó que salieran del laboratorio y se
dirigieran a un refugio cercano, como mandaban las pautas de los protocolos que
habían estudiado al embarcar.
- ¿Qué estará sucediendo? - Quiso saber Amatista
dirigiéndose ahora a Satory, como si ella pudiera saberlo. -
-Quizás sea un simulacro, creo que tenían programado
alguno para la dotación civil. – Le comentó su amiga. -
Sandy la miró con gesto grave, pero no dijo nada.
Jen y Penélope fueron las últimas en salir y ya se dirigían al refugio cuando a
los pocos minutos la alarma cesó y todas las luces retornaron. Las cosas
parecían haber vuelto a la normalidad y Amatista suspiró aliviada. Aquello
efectivamente le recordó a la muchacha los simulacros que se programaban en el
instituto. Y que siempre agradecía para hacer una pausa de las clases, sobre
todo cuando tocaba alguna aburrida.
-Bueno, regresemos al laboratorio- les ordenó su
jefa. - Hay mucho que hacer.
Se pusieron en marcha y el turno terminó sin más
incidentes. En cuanto Amatista y Satory acabaron su jornada retornaron a sus
habitaciones. Amatista quiso llamar a Leval, pese a que había estado enfadada
con él durante esos días. Ahora al menos había algo de lo que podían hablar y
ella deseaba sacudirse esa sensación de enojo. De modo que activó el video
teléfono. No había respuesta. Quizás él no estuviera. Ella llamó varias veces,
al fin, aunque tardó dio la señal. Cuando se iluminó la pantalla Leval no
aparecía en el cuadro de la cámara. Ella creyó verle de espaldas y le dijo con
tono jovial.
-Hola Leval. ¿Qué tal estáis por allí? ¿Cómo fueron
vuestros ejercicios? Verás, aquí hemos tenido hoy una especie de aventura –
sonrió agregando divertida. – Bueno, creo que ha sido un simulacro. Se nos fue
la luz en el laboratorio y tuvimos que apagarlo y guardarlo todo. ¡Vaya lío!
Hasta nos dieron orden de ir a un refugio cuando sonó esa espantosa alarma. Me
ha recordado al instituto. ¿Te acuerdas cuando ponían aquella especie de pitido
y salíamos corriendo de las clases? – rio para añadir. - Mira, ya tenemos algo
que contar cuando tengas el permiso y podamos ir a ver a nuestros padres. Y de
paso iremos con tu hermana a dar una vuelta por Nueva York ¿Te acuerdas? Como
la vez en la que yo llegué de París.
Pero él no respondía, ni siquiera se giraba para
mirar a la cámara. Amatista se extrañó. Ella que había decidido olvidar su enfado
y hacer un esfuerzo. Esperó hasta que volviera de su misión, había estado
llamando varias veces. En la base sólo le dijeron que los aviones habían salido
en patrulla rutinaria. Leval por fin respondió, pero lo hizo de forma sombría,
ella nunca le había escuchado hablar en ese tono desde que Kerria estuviera a
punto de morir.
- No podré llevarte conmigo, Amatista…
- Pero si me habías dicho que iríamos todos, tú, yo,
Mazoui y Granate. - Objetó ella entre sorprendida y enfadada. - Ellos también
tendrán ganas de ver a sus padres. Y contarles esto del simulacro.
- Lo que ha pasado… no ha sido un simulacro…- Pudo
replicar él con la voz ahogada entre sollozos. -
Entonces
fue cuando él se giró y Amatista pudo verle con una expresión que jamás olvidaría.
Su cara estaba arrasada por las lágrimas y tenía los ojos rojos. Incluso su
barbilla temblaba visiblemente. La muchacha no pudo por menos que exclamar con
la boca abierta.
- ¡Leval, por Dios! ¡Qué te ha pasado!
- ¡Granate ha muerto, Amatista! - repuso él entre sollozos
y con la voz quebrada, dejándola paralizada de horror. - Su avión ha sido
destruido.
- ¿Qué?,- musitó ella sin poderlo creer todavía. - No,
no es posible, no puede ser, si habías salido de maniobras. - Opuso con total
escepticismo. -
- Nos atacaron. - Explicó Leval tratando de no
llorar sin lograrlo en absoluto - no sabemos quién ha sido, pero han muerto
casi treinta pilotos, incluyéndole a él. Tuvieron que desplegar la barrera
energética que protege la nave. Por eso se fue la luz…. Y él con su escuadrilla,
no pudo regresar. Estaba casi desarmado. Y yo… yo no pude hacer nada…- Hizo una
pausa apretando los puños, tratando de contener su rabia y su desesperación y
tras un largo suspiro para calmarse musitó. - Debo ir con Mazoui para
notificárselo a sus padres.
Amatista clavaba sus ojos en ese destrozado
muchacho. Ella era incapaz de pronunciar palabra. Podía oírle llorar y ver como
se tapaba la cara en tanto se derrumbaba. La muchacha estaba impactada y paralizada
de horror, jamás le había visto tan abatido. Las pupilas de la chica
empequeñecieron según iba asimilando aquella terrible noticia y las primeras
lágrimas comenzaron a caer de sus mejillas mientras negaba compulsivamente con
la cabeza. ¡Aquello no podía ser! ¡Era una pesadilla! ¿Quién iba a poder
atacarles allí? ¡Y ella que se había estado riendo de aquello, tomándolo como
una especie de aventura! Satory que estaba escuchando apartada y sin mirar
esbozando alguna risita al principio de la conversación, pues había convencido
a su amiga para que insistiera con Leval, estaba ahora atónita y preocupada
contemplando a Amatista, y el radical cambio que había dado su semblante, que
además de todo lo anterior estaba pálido.
- ¿Qué ocurre? - Se atrevió a susurrar desde el
fondo de la habitación. -
- No, por favor - balbuceaba su compañera llorosa,
sin hacerle caso. - ¿Por qué ha tenido que ocurrirle eso a él?
- Tengo que colgar, lo siento. - Se excusó Leval que
no era capaz de seguir hablando entre las lágrimas y al punto desconectó. –Adiós…
Ella
dejó caer el teléfono llorando y apagó la pantalla que ahora solamente daba
nieve. Satory, le inquirió nuevamente dominada por la preocupación.
- ¿Qué pasa, Amatista? ¿Qué es lo que te ha dicho?
Su
amiga se abrazó a ella rompiendo a llorar de forma desconsolada. Tardó en poder
articular palabra. Satory la sujetó asustada y a la vez dominada por el asombro
y el interés de saber que sucedía. Y la respuesta le llegó como un mazazo.
- Mi primo Granate ha muerto ¡Dios mío! ¿Por qué? Era
tan joven y estaba tan entusiasmado por ser piloto ¿quién ha podido hacer esto?
- ¡Por Dios!,- musitó Satory sentándose con ella en
la cama y tratando de consolarla lo mejor que pudo, evitando a duras penas
ponerse a llorar también. Sabía que su amiga la necesitaba entera y logró decirle
con toda la suavidad que pudo en tanto acurrucaba la cabeza de Amatista entre
su regazo. – Cálmate, por favor.
En toda la nave la noticia corrió como la
pólvora. Muchas personas habían pensado lo mismo que Amatista y sus compañeras.
Pero cuando se supo la realidad la sorpresa se combinó con la rabia, el dolor,
la indignación y la incredulidad. ¿Quiénes habían sido? ¿Por qué? El
contralmirante Spar reaccionó de inmediato. Como máxima autoridad militar
dirigió un emocionado discurso a toda la dotación. Satory sintonizó el
comunicador en tanto su amiga solamente se quedaba tumbada en la cama
abrazándose las rodillas y sollozando en silencio.
-Queridos compañeros de singladura, oficiales y
dotación. - Pudo empezar el contralmirante con tono compungido. - Hoy hemos
sido víctimas de un ataque tan cruel como injustificado. Sin previo aviso ni
provocación alguna, aparatos enemigos abrieron fuego contra nuestra nave.
Gracias a Dios y a la pericia de nuestros pilotos y oficiales del puente de
mando, logramos rechazarles y obtener la victoria. Pero esto desgraciadamente sólo
ha sido posible a costa de grandes sacrificios. La pérdida de algunos de esos
jóvenes pilotos que dieron sus vidas por todos nosotros. Sin pensar en su
propia seguridad se enfrentaron con coraje a una fuerza hostil superior en
número. Todos aquellos que participaron en esta batalla serán condecorados y
recordados para siempre. Es un vano consuelo, lo sé, ya que nada nos los
devolverá, pero es lo único que podemos hacer para honrar su memoria. No sé si
el enemigo retornará, pero en cualquier caso nos encontrará preparados. Y eso
será gracias al valor y la entrega de los que hicieron el mayor de los
sacrificios posibles. Desde ahora nuestro viaje no será solamente de
exploración, sino de defensa. Quizás somos la vanguardia y el muro protector de
la Tierra contra una amenaza desconocida. Eso lo ignoro. Pero hay algo que sí
sé, que como en la trágica jornada de hoy, todo estaremos a la altura de las
circunstancias. Gracias y que Dios les bendiga a todos.
Spar indicó después las fechas de los responsos y
demás actos a celebrar en memoria de los caídos. Amatista apenas si comprendió
aquellas palabras, seguía en estado de shock. Satory la abrazaba ahora
acunándola con dulzura sin evitar llorar también. Su amiga estaba traumatizada
y con la mirada perdida.
-Tranquila. -Le susurraba Satory con la voz más
dulce que podía. -
-Granate… ¿Por qué? ¡No es justo...no es justo! -
Era la única cosa que la muchacha podía balbucear. -
En efecto la muchacha recordaba apenas un par de
días antes, cuando vio por última vez a su primo. Granate la llamó para tomar
un helado. Amatista no parecía muy entusiasmada con la idea, pero el chico
insistió, amén de prometerle que invitaría él. Finalmente, su prima se avino y
quedaron en una cafetería de la ciudad. Nada más verse y tras un par de besos
en las mejillas el chico le comentó jovial.
- ¿Qué tal va todo, primita?
-Muy liada – suspiró ella que le enumeró brevemente
su lista de tareas para remachar. – Apenas tengo tiempo libre.
-Es una lástima que no sea Leval el que te haya
invitado en lugar de haber sido yo, ¿eh?
Amatista ya estaba dispuesta a arrearle un capón,
como siempre que su irritante primo trataba de pincharla, pero en esta ocasión
se detuvo puesto que el tono y la expresión de éste no parecían de chanza. Es
más, el chico agregó con seriedad, cosa extraña en él.
-Te comprendo perfectamente. Es difícil estar lejos
de la persona a la que amas. Me gustaría que ese bobo se diera cuenta de la
chica tan maravillosa que eres. Pero ten paciencia. Un día lo hará. Estoy
convencido.
Y como ella le observaba sorprendida ahora, Granate
esbozó una tenue sonrisa y le desveló.
-Yo también sé lo que se siente, estar enamorado de
alguien y saber que es algo casi imposible…
Al escuchar aquello el corazón de la muchacha dio un
vuelco. Respiró con agitación. ¿Acaso eso era una especie de declaración? ¿Es
que Granate estaba enamorado de ella y la había citado para confesárselo? La
pobre Amatista estaba visiblemente desconcertada, no quería hacerle daño a su primo,
pero eso no podía ser. ¡Además, eran familia! Aunque ahora vio como el chico la
miraba diríase que divertido y sonreía de forma más amplia, como si pudiera
leer todo eso en su expresión, al tiempo que negaba con la cabeza y agregaba
con suavidad, sujetando una mano de ella entre las de él.
-No tengas miedo, primita. No me refiero a lo que
crees. Aunque debo confesarte que hace un par de años estuve coladito por ti. Eres
una chica estupenda y siempre fuiste mi prima favorita, Amatista. Por eso te
hacía rabiar tanto.
- ¿Lo dices en serio? - Se asombró ella mirándole
con perplejidad. -
-Sí, esta vez hablo en serio. Fíjate, yo también soy
capaz de hacerlo. - Sonrió él agregando. - Pero ya te he dicho que te quedes
tranquila. Me temo que mis sentimientos hoy apunten hacia alguien mucho más
inalcanzable todavía que tú. Y no te ofendas por eso. Es más, me gustaría que
me dieras tu consejo.
-No, no me ofendo, Granate. Claro, estaré encantada
de ayudarte si es que puedo. – Fue capaz de decir ella que se daba perfecta
cuenta de que, en esta ocasión, quizás la primera en la vida con ella era
cierto que su primo hablaba totalmente en serio. – Tú dirás…
Y el muchacho le contó lo que había vivido con
Nehie. Y a medida que su interlocutora le escuchaba se daba perfecta cuenta de
que, en verdad, él sentía por aquella soberana lo mismo que ella por Leval.
Además, era un amor a primera vista como el suyo propio. Sonrió enternecida y
le pasó una cariñosa mano por el pelo al chico. en tanto éste concluía de
contarle la historia para sentenciar con desasosiego escudado tras una fugaz
sonrisa.
-Está visto que en nuestra familia nos enamoramos así.
- Afirmó la joven. -
-La quiero Amatista, no dejo de pensar en ella. Pienso
en qué estará haciendo, en si siente lo mismo. ¿Sabes esa sensación que tienes
cuando estás ceca de la persona a la que quieres? Como si una especie de
descarga te sacudiera. Notas también un calor que te sube desde abajo. Y es
como si el estómago te diera un vuelco.
-Sí- admitió ella que la había sentido muchas veces
cuando estaba junto a Leval. - Entiendo perfectamente lo que quieres decir.
El chico sonrió entonces para añadir con tono esperanzado,
aunque algo triste al final.
-Y, es más, creo que ella me quiere también a mí.
Cuando la miro a los ojos sé que es así. Pero estamos tan lejos en todos los
sentidos…
Ahora fue su prima quien tomó las manos del muchacho
entre las suyas y le sonrió animosamente para declarar con dulzura.
-Pues aplícate el consejo que me diste. ¡Ten fe!
Creo que si los dos perseguimos nuestros sueños al final se harán realidad. Y
en cuanto podamos regresar a casa de permiso con Leval y Mazoui, ve a verla y
díselo. No importa si es una reina o una simple chica. Si estás seguro de que
te quiere, como tú a ella, nada impedirá que seáis felices los dos juntos.
-Gracias. – Musitó Granate con tono reconocido,
aunque recobró al punto su tono de chanza habitual para decir. – ¡Y cuando nos
vayamos con su translación instantánea podrás aprovechar para abrazarte a Leval
mucho, mucho!…
- ¡Qué tonto eres! – Rio Amatista dándole uno de
aquellos capones, sin embargo, lo hizo flojito y con una gran dosis de afecto y
ternura al sentenciar. – ¡En eso nunca cambiarás!
Los dos se rieron y durante un rato más charlaron de
casa, de sus parientes y amigos y de su felicidad futura. Ahora, recordando
aquello, la desolada muchacha gemía destrozada. Esa felicidad jamás se haría
realidad para su infortunado primo. Solamente podía pensar en eso en tanto el
contralmirante Spar terminaba de dar su discurso de homenaje a los fallecidos
en acto de servicio…
-Granate, lo siento. - Pensaba totalmente
sobrepasada por el dolor.-
Mazoui
y Leval también escucharon aquello sin hablar. Ninguno de los dos podía
hacerlo, Habían llorado desconsoladamente presas de la impotencia y la frustración.
No pudieron dormir recordando a su primo y a los otros caídos. Al día siguiente
se iniciaron los preparativos para oficiar los funerales. Desgraciadamente la
gente en la Tierra no podría asistir. Y por el momento esta noticia solamente se
radió a los mandos militares terrestres que no deseaban que se extendiese a fin
de no provocar un pánico masivo entre la población del planeta. Aunque existían
dos excepciones, Leval y Mazoui. Ellos sí podrían trasladarse con su técnica
especial, tras obtener el permiso del contralmirante quien les citó en su despacho
para decirles.
-Lamento enormemente su pérdida, caballeros. Comprendo
lo que sienten y mis plegarias están con ustedes y con todos los familiares de
los caídos. No obstante, la versión oficial no será la de que hayamos sufrido
un ataque. Deben comprender que eso haría cundir el pánico en la Tierra.
-Sí, señor, nos hacemos cargo. - Suspiró Mazoui.-
El
contralmirante asintió, relajando su expresión y su tono para agregar de forma
comprensiva.
-Sé lo especiales que son sus familias. A ellos
pueden contarles lo que ha sucedido. Y darles mis condolencias.
Los
muchachos asintieron y tras seles concedido permiso para retirarse se
aprestaron a hacer los preparativos. No obstante, lo que más atormentaba ahora
a ambos era como les darían la noticia a los padres de Granate. Puesto que
aquello no era posible decírselo por una simple comunicación retardada. Por
primera vez en sus vidas maldijeron tener esos poderes. ¡Ojalá no hubieran
podido transportarse! Pero sentían que su indudable deber era hacerlo. Y no
únicamente ellos, sino todos los tripulantes de la nave sintieron que las cosas
habían cambiado. Como dijera Spar eso ya no era un viaje de mera exploración y
reconocimiento. Los sueños de hallar vida con inteligencia benévola o colonizar
nuevos mundos en paz habían sido rotos por la tragedia y el terror. Ahora se
sabía que, en alguna parte del universo, existían unos seres hostiles y asesinos
que habían lanzado ese golpe mortal. Y lo peor de todo era que más tarde o más
temprano podrían volver para tratar de terminar lo que habían comenzado.
-Avisaré a Amatista. Al final creo que no sería
justo dejarla aquí. - Comentó Leval a su primo estando ya en su habitación. -
-Hazlo, sí. -Convino éste. - Querrá abrazar a sus padres
y a los tíos Petz y Zafiro.
De
modo que el chico se encaminó a buscarla. Llamó a su apartamento, aunque nadie
respondía. Suspiró. A buen seguro estuviera en el laboratorio.
-Le enviaré un mensaje. - Pensó Leval. -
En
la Tierra, horas antes, Usagi hizo venir a su hija del futuro. En cuanto
Chibiusa apareció junto con su grupo de guerreras no pudo por menos que ver el
rostro de su madre y exclamar preocupada.
- ¿Qué ha pasado?
La
interpelada en esta ocasión fue capaz de contestar con tono más sereno, aunque
apagado, dejando heladas de horror a su interlocutora y al resto. Ninguna pudo
evitar las lágrimas.
- ¡Dios mío, pobre Petz! –Pudo decir Ves-Ves entre sollozos.
-
-Y su hermano y su padre. - Convino Jun-Jun del
mismo modo. -
-Y Makoto…-Suspiró Cere - Cere enjugándose las lágrimas.
-
- ¿Cómo se lo diremos a Neherenia?- Pudo preguntar
Para-Para, tan desconsolada como el resto.-
Chibiusa
las observó con profunda consternación y luego miró a su madre para contarle
llena de pesar.
-Nehie se había enamorado de ese chico. Pude hablar
con ella cuando retornó y…
Las
lágrimas no la dejaban proseguir, pero recordaba bien aquella conversación…En
el Palacio de la Luna Nueva, La princesa Chiba fue recibida por su amiga. La
soberana de la Luna Nueva y ella cumplimentaron todos los trámites burocráticos
y de protocolo y por fin, entraron en la cámara privada de la reina. Allí
charlaron ya en modo informal. Chibiusa no pudo evitar preguntar de inmediato.
- ¿Qué tal tu estancia en la nave? ¿Lo pasaste bien?
Tardaste varios días en volver y se suponía que ibas a estar únicamente un par
de ellos. Ya sabes, para observar los sistemas de soporte vital y la ingeniería
que tanto te interesaban.
Aunque
su interlocutora ignoró eso y sonriendo ampliamente la tomó de las manos y le
confesó.
- ¡Fue maravilloso! ¡Estoy enamorada, Chibiusa!
Ahora sé lo que se siente. Tenías razón.
Eso
dejó la perpleja, no tardó en animar a su amiga con visible interés.
- ¡Cuenta, cuenta!
-Es ese chico tan gracioso y guapo. Alto moreno,
bueno, de cabellos azul oscuro y de ojos verdes, casi recitó Nehie. - ¡Nunca me
había sentido así! Estando con él era como si el tiempo se parase…
-Tendré que consultar con Setsuna sobre ese
particular. Un día que nos visite viniendo de Nuevo Vegeta. - Bromeó Chibiusa
con una sonrisa. -
-Solamente quiero que él vuelva pronto. Ojalá
podamos estar juntos. Oye. - Inquirió la joven reina con prevención. - ¿Tú
crees que Granate y yo podríamos?...
Su
amiga le devolvió una mirada plena de desconcierto, Trataba de saber a qué se
estaba refiriendo exactamente su contertulia. Ésta se percató y tras sonreír de
nuevo le aclaró.
- ¿Si él no es miembro de una familia real podría
haber problema para que nos prometiéramos?
-Pues no lo sé. Ahí te confieso que me has sorprendido.
- Admitió Chibiusa, que enseguida añadió de forma más animosa. - Pero eso se
puede arreglar fácilmente. Mis padres le pueden conceder algún que otro título.
Y su tío es nada menos que el príncipe Diamante de Némesis. De modo que creo
que, por sí mismo, algún rango real debe de ostentar.
- ¡Y yo podría hacerle príncipe de la Luna Nueva,
como hice con Idina! - Añadió Neherenia con visible entusiasmo. - Sería
perfecto… ¡Ojalá que él quiera y que mis consejeros no se opongan! Sobre todo,
De la Lune, que es tan chapado a la antigua.
Su
contertulia la abrazó con afecto y le susurró entonces con tono animoso.
-Si os amáis los dos no habrá ningún obstáculo. Ni
por parte de De La Lune, ni de nadie aquí. Cuando vuelva ten valor y díselo.
Estoy segura de que, viendo como es, te corresponderá.
-Sí, sé que me quiere. - Asintió la soberana con
rotundidad, suspirando eso sí, algo preocupada. - Pero temo que piense que hay
mucha diferencia entre nosotros.
-Es un muchacho que no se arredra ante esas cosas. -
Sonrió su interlocutora. - Si algo tiene es desparpajo… ¡traía fritas a sus
primas con sus bromas! Pero es un gran chico. Me alegro muchísimo por ti, por
los dos. - Sentenció sujetando afectuosamente de los hombros a su amiga con
ambas manos. -
Nehie
sonrió esperanzada. Chibiusa la observaba con alegría. Era maravilloso que su
amiga hubiera encontrado el amor. De modo que poco tardó en declarar de modo
jovial y buen humor.
-Bueno. Pues entonces todo resuelto. Me invitarás a
la boda, ¿no?
- ¡Por supuesto que sí, tonta! Y hasta te tiraré el
ramo. A ver si de una vez por todas Helios y tú os decidís a dar el paso.
Aquí
la aludida se puso algo colorada, su amiga se rio al verla de ese modo, la
princesa trató de justificarse con un tono más apurado. Llevándose la mano al
cogote y diciendo.
-Es que… ya sabes que mis padres. Bueno, no sé si
siendo tan jóvenes les parecerá bien.
-No seas tonta, tus padres se prometieron incluso
teniendo menos edad que tú.
- ¡Pues ve y díselo a ellos! - Se rio su amiga alegando.
- El pobre Helios está muy ocupado en Elisión, y para alguna vez que nos visita
mi padre le escruta como si hubiera cometido un crimen, ¡ja, ja!... Al menos mi
madre sí que me anima. Ella sabe perfectamente lo que sentimos el uno por el
otro. Dice que la abuela Ikuko también la animaba a ella cuando comenzó a verse
con mi padre.
Nehie
se rio de aquello y asintió llena de entusiasmo para sentenciar.
-Estoy convencida de que, en poco tiempo, las dos
podremos realizar nuestros sueños. ¿Y sabes una cosa? Teníais toda la razón, en
eso que me decías desde que era pequeña. Debes perseguir tus sueños, así se
harán realidad…
Chibiusa
asintió volviendo a abrazarse a su amiga. Ahora rememoraba aquello con
amargura. Por desgracia ese hermoso sueño de Nehie se había roto en mil
pedazos. Tendría que hacer lo posible por consolarla y apoyarla junto con las asteroides.
Sin olvidar también el tremendo dolor que la familia de aquel desventurado
muchacho estaba a punto de soportar. No quiso pensar más en eso y se abrazó a
su madre sin poder parar de llorar. Todo ello ante las consternadas miradas de
sus propias guardianas. Por su parte, Rei había llamado de urgencia a sus
amigas, tanto Minako como Ami se reunieron con ella en cuanto supieron lo
sucedido. Ambas lloraron al igual que su compañera. Tras unos minutos, algo más
enteras, Minako pudo preguntar.
- ¿Has vuelto a ver a Mako-chan?
-No. - Negó Rei, todavía con lágrimas en la cara. -
Se fue a su casa y se encerró allí. Estaba totalmente hundida.
- ¡Dios mío! - Musitó una abatida Ami. - No
solamente ella, Zafiro y Petz, y toda la familia. No quiero ni pensarlo. Aún
recuerdo cuando casi murió Kerria. ¿Os acordáis de la cara de Roy cuando
apareció a pedirme que la operase? ...Yo no podré olvidarla jamás. Y solamente
de pensar que mi ahijada estuvo a punto de morir, casi me volví loca…Por eso
puedo imaginar cómo se sentirán.
Sus
compañeras asintieron, lo recordaban muy bien. Rei entonces comentó.
-Usagi-chan estaba también rota. Únicamente pudo
darle esa terrible noticia a Mako- chan, pero no pudo hacer nada por impedirlo.
La conocéis bien…es fácil imaginar cómo lo estará pasando. Y a pesar de todo
tiene que mantenerse firme y serena.
- Tendremos que estar a su lado, tanto como al lado
de Makoto. - Comentó Minako. - Sé lo que
ella quería a su ahijado. Los quiere mucho a los dos, pero Granate era muy
especial. Le adoraba.
-Así lo haremos. Me ocuparé de visitar a Mako-chan.
-Comentó Ami. - Y luego a Usagi-chan.
-Creo que sería mejor si fuéramos las tres al mismo tiempo.
- Propuso Minako. - Debemos bridarlas todo el apoyo posible, son nuestras
amigas y lo estarán pasando muy mal.
Sus
interlocutoras convinieron en eso. Al poco se dirigieron a casa de su amiga
Makoto. Aunque por mucho que llamaron no obtuvieron respuesta. Las ventanas
estaban cerradas y nada se oía en el interior de la vivienda…
-Mako- chan, somos nosotras. - Se dio a conocer Rei.
-
- ¿Estás ahí? - Insistió Minako. -
-Ábrenos, por favor. - Le pidió Ami. -
Fue en vano, nada se escuchaba del otro lado. Quisieron
creer que quizás su amiga hubiese salido, pero en el fondo todas sabían que no.
No había aparecido por su negocio ni por ningún otro lugar. Tampoco por sus
zonas de paseo favorito.
-Será mejor que la dejemos sola, por ahora. - Musitó
Rei que les desveló a las demás con expresión y tintes de temor. - Percibo unas
vibraciones que se corresponden con su aura, pero están oscurecidas. Noto tanto
dolor y tanta rabia que no me atrevo a indagar más.
-Podría hacer alguna tontería entonces. - Se asustó
Minako, aseverando. - Aunque nos maldiga por ello habría que derribar la puerta
y…
Sin
embargo, Ami movió negativamente la cabeza y afirmó con pesar.
-Necesita tiempo. Está destrozada y esa herida
tardará mucho en cicatrizar. Ahora no desea ver a nadie. Tampoco nosotras lo
desearíamos en su lugar…Debemos respetar eso. Por mucho que nos duela.
Sus compañeras tuvieron que darle la razón, finalmente
y con pesar desistieron. Estaba muy claro que la pobre muchacha precisaría de mucho
tiempo para poder superar eso. De modo que quisieron ir a ver a Usagi. Por su
parte Chibiusa y las asteroides se encaminaron hacia el reino de la Luna Nueva,
y lo que encontraron al llegar no pudo dejarlas más consternadas.
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