domingo, 11 de diciembre de 2016

GWDN 01 Despedidas y reencuentros




A punto de salir rumbo a la SSP-2 que les llevaría nuevamente a viajar entre las estrellas, los componentes de la expedición se despidieron de sus seres queridos. Susan y Giaal conversaban con sus familiares. Naya y Deborah. La joven alienígena estaba triste por separarse de su hermano. Al igual que él. Estaban en la terminal de vuelo, prestos para abordar un cohete que llevase a  Giaal y a Susan a su asteroide, el SSP-2. La despedida fue muy emotiva, pero los dos presentían que volverían a verse.



-Cuídate mucho, pequeña. – Le pidió él a su hermana quien, lo mismo que el chico, permanecía en su apariencia humana. – Al final fue una lástima que no os animaseis a hacer este viaje con nosotros.

-Lo mismo te digo. - Sonreía ella acariciándole una mejilla. – Nos habría gustado, pero ya sabes lo que pienso sobre colonizar lugares con forma de vida preexistentes.



            Su hermano asintió, le pesaba que esa controversia por algo aparentemente tan poco importante hubiera puesto una barrera, aunque fuera pequeña, entre ellos. Aunque Naya, consciente de esos pensamientos, enseguida agregó con buen talante.



-Además, aquí en la Tierra hemos encontrado buenos trabajos y un lugar bonito para vivir. - ¿Quién sabe? Si encontráis un hermoso mundo ahí fuera, totalmente deshabitado, pudiera ser que Alan y yo diéramos el paso cuando lo terraformeís.

-Lo que sea que decidáis hacer, ante todo sed felices y disfrutar de la vida.- Sonrió Giaal.-

-Sí, hijo, - convino Ann, dirigiéndose también a Susan que estaba  respectivamente junto a sus padres y su hermana. – Y vosotros hacedlo también...

-Y tened mucho cuidado ahí fuera. Ya habéis podido comprobar cuantos peligros acechan.- les recordó Ail.-

-Descuida, lo tendremos. - Afirmó la oficial que les pidió a su vez. – Espero que las cosas os sigan yendo tan bien por aquí.



            Susan también se abrazó a su hermana Deborah quien, casi sin poder evitar las lágrimas, le dijo en lo que parecía un cariñoso reproche.



-Parece que te guste estar lejos de nosotros. Siempre hay algún remoto planeta más que explorar.

-Ya me conoces, yo soy así. – Pudo replicarle su igualmente emocionada interlocutora para sentenciar. – Pero sabes también que os quiero mucho. Ya verás cómo volveremos a vernos muy pronto, Debbie.



            Su hermana menor asintió, ¡ojalá pudiera contarle tantas cosas! Pero eso era imposible. Se consolaba con el pensamiento de que todo iría bien. Al menos eso quería creer y deseaba pensar que Susan iba a ser feliz con Giaal. Además, a su hermana la acababan de ascender a teniente tan pronto como se ofreció voluntaria para la misión. Por ese lado al menos Sue podía estar satisfecha.  A su vez, Susan tenía que hacer un gran esfuerzo por controlar sus emociones, como ya le sucediera el día de su partida a bordo de la SSP-1. Quizás ahora ya era más madura y capaz de racionalizarlo todo más. Aun así, el recordar lo duro que fue el otro viaje y la cantidad de amigos y compañeros que perdió le hacía mella. No obstante, deseaba ser optimista. Si volvió a ver a sus familiares tras aquella otra misión, ésta, que se presuponía mucho más fácil, con un itinerario más corto y ya prefijado, no debería darles ningún problema. Podrían alcanzar ese otro mundo con posibilidades de ser terraformado en muy poco tiempo. Con ese pensamiento la ya teniente segunda Hunter, así como Giaal, uno de los flamantes responsables médicos de la misión, les dijeron adiós a sus seres queridos y  se encaminaron hacia el cohete que en breve partiría rumbo de nuevo a las estrellas.



-Nos veremos antes de lo que creéis.- Declaró el chico mientras embarcaban.-



            Sus familiares agitaron las manos y lanzaron besos como despedida. Al fin los dos se perdieron de vista. La nave despegó al poco. Iban sentados juntos. Al principio comentaron algunas cosas, luego guardaron un rato de silencio en el que cada uno iba embebido en sus propios pensamientos, sin reparar en nadie, hasta que, a su lado, otro oficial les saludó.



-¡Vaya, Alférez Hunter!, me alegro de verla por aquí.



            La muchacha, sorprendida por esa voz que reconoció como de alguien familiar, giró la cabeza hacia el otro lado del pasillo, allí vio en efecto a alguien conocido y enseguida replicó.



-Teniente Tracer, señor. ¿También usted se ha embarcado al final?



            Y es que ambos se habían visto anteriormente, en unos cursillos de preparación, pero el oficial no le comentó con seguridad si se apuntaría a ese viaje.



-Sí- sonrió éste afirmando en tanto sostenía la mano de otra mujer que se sentaba al otro lado de la fila.- Junto con Pennie.-

-Te he dicho muchas veces que no me gusta que me llames así, Rick - Replicó la aludida con desaprobación.-



            No obstante, dándose cuenta de que estaban charlando con aquella otra chica, suavizó su gesto y sonrió para saludar al reconocerla.



- ¡Susan!  Me alegro de verte. De modo que también has querido apuntarte a este viaje.

-Sí…siempre me ha gustado explorar. – Sonrió la muchacha que, dirigiéndose a su superior, le aclaró.- Y señor…ahora soy segundo teniente.

-¡Oye! Felicidades. Espero que nos invites a algo para celebrarlo. - Exclamó éste con sus ganas de broma habituales.-

-Seguro que sí.- Convino ella con una sonrisa.-

-Bueno. Aunque eso no sería del todo justo, yo he ascendido a mi vez a mayor. De modo que pagaremos a medias.- Rio y la joven lo hizo con él.-



            Aunque enseguida el oficial se percató de la presencia del alien que iba sentado junto a su subordinada y le saludó a su vez con tono efusivo.



-¡Giaal! ¿No me digas que a ti también te han liado para venir? Oye, ¡esto es genial!…desde luego no nos faltará gente para ir a tomar unas cervezas.

-Me temo que el propósito de mi viaje no es tan festivo, Tracer.- Repuso el aludido a su vez, moviendo la cabeza. Ese tipo era incorregible, pero le apreciaba y por eso agregó con buen ánimo.- Ya me gustaría tener solamente que hacer eso.

-Pero alguna nos tomaremos por los viejos tiempos. La única pena es que no vamos a tener a Mazoui y Leval para pagar las rondas.- Comentó el oficial, aunque ahora dejó translucir un tinte algo más apenado en su voz.-

-¡Qué le vamos a hacer! – Repuso el alien declarando.- Ellos han encontrado su felicidad y han decidido asentarse. Ahora nos toca a nosotros seguir ensanchando las fronteras.

-Tampoco Sandy, ni Satory, ni Amatista vendrán.- Recordó a su vez Penélope, admitiendo en un modo bastante nostálgico tratándose de ella.- Las vamos a echar muchísimo de menos.

-A buen seguro que tendrás otras colaboradoras tan eficaces y buenas personas como ellas.- La animó Tracer quien añadió a su típico estilo de chanza.- Lo que no sé es si van a  estar tan buenas. ¡Ojalá que hayáis hecho un  buen casting!



            Penélope suspiró moviendo la cabeza, los demás se rieron, al menos Rick siempre sabía cómo distender ese tipo de situaciones.



¿Y cómo crees que será ese mundo?- Cambió de tema Susan dirigiéndose a la doctora Winters.-

-Por lo que hemos podido deducir de la carta de navegación astral que nos dieron los Bureds, al parecer reúne las condiciones óptimas para la terraformación. Quizás lo más difícil será llegar.

-No está tan lejos.- Le rebatió Tracer añadiendo con despreocupación.- Comparado con nuestro anterior viaje esto va a ser como un paseo por el parque.

-Bueno, no del todo. Hay un sistema solar que tendremos que cruzar.- Le dijo su contertulia.-

-Pero las sondas de reconocimiento no mostraron ningún indicio de amenaza. Al menos eso se nos informó desde el mando de la flota.- Comentó el joven oficial.- Aunque claro, cualquiera se fía del todo. También se suponía que habría catering en las reuniones y luego solamente había máquinas expendedoras.- Añadió en tono de divertida confidencia.-



            Su subalterna esbozó una leve sonrisa. Ese incorregible individuo siempre estaba igual, derivándolo todo hacia el terreno de la broma.



-¿Y usted, doctora?- Intervino Giaal- ¿Va a dirigir otro grupo de investigación?

-Así es. Desde que embarqué en la SSP-1 me aficioné a este tipo de trabajo. Ahora que hemos pulido algunos fallos y mejorado muchos procedimientos seguro que la siguiente terraformación será todavía más rápida y eficiente.- Comentó esperanzada, aunque decayendo un poco ese ánimo para añadir no sin cierta tristeza.- Como dijo antes Rick, tendré bajo mi responsabilidad a nuevas científicas para suplir las bajas de Sandy,  Satory y  Amatista.

-Ellas decidieron establecerse en Bios.- Repuso el alien.- Han fundado sus hogares allí. Tampoco mi hermana y su prometido quisieron venir.

-Es una lástima, Naya habría sido una magnífica miembro de las Fairy five de esta nave.- Comentó Susan, quien agregó.- Pero creo que conozco a  una de las que van a venir. Una ingeniera cibernética si mal no recuerdo. Ahora mismo no consigo acordarme de su nombre.

-Ya lo consultaré.- Comentó despreocupadamente Penélope.- Tendremos mucho tiempo para irlas conociendo.

-De momento aquí estamos nosotros.- Afirmó un como siempre jovial Tracer.- Espero que haya más compañeros del anterior viaje. Bueno, me gustaría volver a ver a cualquiera menos a ese bastardo de Logan.- Remató ahora sin tanta afabilidad.-



            En eso estaban todos totalmente de acuerdo, aquel tipo fue realmente un miserable. La propia Penélope recordó como acosó a Amatista durante ese juicio. Aunque lo de Jennifer fue peor aún. Al menos ese estúpido estirado de Logan no les vendió al enemigo. De hecho, se había cuidado de mencionar su nombre cuando habló de los reemplazos en su equipo. Sin embargo y pese a todo no podía odiar a su antigua subordinada. A buen seguro le lavaron el cerebro o no estaba bien. Únicamente bastó con oír los desvaríos que pronunció cuando las tenía prisioneras.



-No estaba en sus cabales. Pobre muchacha. - Pensó entristecida.-



 Con todo, al final demostró no ser mala, terminó sacrificando su propia vida por salvar la de ella. Aunque todavía recordaba aquellas cosas tan extrañas que decía como si de veras las creyera, Penélope quiso indagar un poco en si existían algunos informes psiquiátricos de Jennifer, sobre todo cuando el doctor Adams le preguntó. En su delirio final, esa infeliz no dejó de repetir que ese pobre hombre era su prometido…Al final, por respeto a su memoria lo dejó estar.



-Es mejor dejarla descansar en paz.- Se dijo entonces.-



¡En fin! ¿Para qué seguir dándole vueltas a aquello? Más valía olvidar esos malos momentos y centrarse en esa nueva aventura. ¡Ojalá que Rick tuviera razón! y sus nuevas compañeras de investigación fueran unas chicas tan estupendas como las que dejaba atrás. No obstante, recordaba que al principio no fue nada fácil. En más de una ocasión casi tuvo que hacer de árbitro de boxeo para evitar que Amatista y Sandy se zurrasen. ¡Quién iba a decir que después se harían tan buenas amigas!... ¡Y la pobre Satory tan azorada siempre que el mayor O ´Brian andaba por allí cerca!



-¿De qué te ríes, Pennie?- Quiso saber un extrañado Tracer al verla sonreír.-

-De nada en particular. Solamente estaba pensando… y te lo repito… ¡no me llames Pennie!- Insistió para sentenciar con visible tinte de retribución a su vez.- Ricky

-Vale, tocado.- Admitió su interlocutor.-

-Me reía de pensar en esto como en una aventura.- Le confesó entonces la científica.- Antes de hacer el primer viaje pensaba en un proyecto o en una singladura de investigación…

-Ninguno podíamos imaginar que ese viaje fuera de esa forma.- Intervino Susan.-

-Los militares quizás esperaríais algo de acción.- Comentó a su vez Giaal.-

-Sí, pero no hasta esos extremos.- Admitió su pareja.-

-Ojalá que esta vez no sea necesario luchar.- Comentó Tracer con un talante más serio de lo que en él era habitual.- No quisiera perder más amigos.



            Los demás también convinieron en ello. Muchos buenos y valientes pilotos y también militares de servicio y civiles se sacrificaron por llevar a buen puerto aquel viaje. Ahora, a buen seguro tomarían más precauciones. Estaban mejor preparados y habían aprendido de las amargas experiencias pasadas. Aunque entonces Tracer añadió algo que dejó extrañados a Giaal y a la Penélope.



-Y ahora nuestras posibilidades han aumentado. Con los nuevos cazas orbitales…

-Señor.- Le susurró Susan.- Eso es información clasificada.

-Tranquila. No voy a revelar ningún detalle.- Sonrió el interpelado.-

-Debemos entender entonces que han mejorado mucho la capacidad de esas naves.- Terció Giaal.-

-Pues sí, bastante la verdad.- Admitió la teniente Hunter.-

-Aún me acuerdo de nuestro periodo de instrucción.- Repuso Tracer que añadió con ánimo de tranquilizar a su subordinada.- No te preocupes, la prohibición de hablar de esos cazas se mantenía hasta el momento del despegue. Ya estamos fuera de la Tierra. Podemos contar algunas cosas.

-Pues habla que nos tienes en ascuas.- Afirmó Penélope que esta vez sí parecía tener una genuina curiosidad.-

-¿Qué opina, teniente? ¿Se lo decimos y les matamos luego?- Se rio Rick mirando a una atónita Susan.-



            El resto movió la cabeza una vez más. Y la aludida repuso entre divertida y con aire reflexivo.



-No creo que sea necesario, señor. Como usted ha recordado, ya pueden saberlo.



            La muchacha recordaba el día en el que fue llamada junto con otros pilotos a asistir a una especie de seminario al que se apuntó. Muchos de los allí presentes eran antiguos compañeros de la SSP-1. El mayor Jensen estaba allí y el que fuera su superior, el mayor Karl Enset, ahora ascendido a comandante, también.



-Me alegra verle, señor.- Le saludó Rick.- ¿También usted se ha apuntado a este seminario?

-Hola, mayor.- Dijo este para responder.- Pues sí. Parece que a los dos nos gusta saber acerca de las nuevas técnicas de pilotaje.

-Es bueno estar al día sobre eso y nuevos modelos de cazas en pruebas.- Afirmó Tracer.-

-Así es. – Convino Enset, añadiendo.- Creo que han desarrollado ciertas mejoras. Pero no quisieron aclararme nada cuando pregunté al mando.

-A mí me comentario que, si estaba interesado en un curso de reciclaje sobre nuevos sistemas de aviónica y tácticas de combate aéreo, este seminario me iba a encantar. Y que daba puntos para un ascenso.- Le contó a su vez Rick.-

           

            Susan entre tanto había llegado unos pocos instantes después que ellos. Les vio y pudo escucharles charlar. Sin dudarlo se aproximó. La chica les saludó militarmente y ellos expresaron su alegría por tenerla allí.



-Con ustedes dos en este curso ya podremos armar una excelente escuadrilla. Y me parece que otros pilotos veteranos de la SSP-1 se han unido también.- Les comentó el comandante.-

-¡Ojalá que Leval y Mazoui se hayan apuntado! Este tipo de cosas les interesan mucho también.- Deseó Rick, agregando divertido.- ¡Son un poco pedantes!

-No, señor.- Intervino Susan sonriendo pese a todo por ese último comentario.- Ellos se quedaron en Bios.

-Una lástima.- Terció Enset.-



            En ese instante hubo un anuncio por la megafonía para que todos los allí congregados pasasen al salón de actos. El seminario iba a comenzar. Todos fueron hechos pasar a una sala bastante amplia con una luz cenital que dejaba en penumbra la mayoría del recinto. Unas cuantas sillas se disponían en ella y los pilotos fueron invitados a tomar asiento. Aquello era más bien un hangar de aviación y en el centro del mismo una enorme lona tapaba algo bastante grande a su vez. Pese a ese intento de esconder la evidencia para cualquier piloto estaba muy claro que tenía las formas características de un avión. Aunque eso ya se lo habían figurado desde un principio. De todos modos nadie dijo nada aguardando como estaban expectantes a que su superior tomara la palabra. Este individuo, con el rango de capitán de navío nada menos, se dirigió a todos los presentes y comenzó su alocución.



-Buenos días, señores. Soy el capitán Albert Harris. Supongo que todos estarán impacientes por saber el motivo de su presencia aquí. Debo decir que muchos están hoy en esta reunión por petición expresa mía. He leído sus expedientes y solicité personalmente que se les cursasen invitaciones para acudir a este seminario. En realidad, más que eso, es una toma de contacto para un adiestramiento muy especial. Uno para el que no todos están preparados. Ustedes son unos grandes oficiales y pilotos. Por eso se les ha pre seleccionado. Sin embargo, tendrán que probar su valía una vez más.



            Esas palabras lograron de inmediato atraer la atención de todos. Y en ese instante, el capitán Harris soltó la bomba.



-Como ya saben muchos de ustedes otro viaje de exploración se prepara. Una nueva nave más avanzada que la SSP-1 partirá en breve hacia las estrellas. Y como no puede ser de otro modo precisará de buenos pilotos para formar las dotaciones de sus escuadrillas de combate. Las cosas cambian, progresan y evolucionan y antes que nada me gustaría mostrarles el modelo de caza orbital mejorado que utilizaremos en ese nuevo viaje.



            Según decía esto unos potentes focos iluminaron aquella gran forma. Al momento un par de grúas levantaron esa especie de tela que la recubría mostrando en efecto un avión monoplaza de línea realmente elegante, con doble timón de cola y dos “canard” bajo el fuselaje. Los pilotos observaron aquello con detenimiento, valorándolo en silencio en incluso algunos asintieron con aprobación. Hubo unos cuantos murmullos cuando intercambiaron impresiones entre ellos hasta que Harris volvió a tomar la palabra.



-Es hasta un treinta por ciento más rápido y maniobrable que el modelo anterior. Su panoplia de armas es más amplia. A los láseres de múltiple frecuencia suma varios tipos de misiles. Pero señoras y señores, eso no es lo más destacable de este modelo de avión. Para poder explicárselo con más detalle permítanme que les presente a la responsable del proyecto. La doctora Prentis.



            Y otra luz de foco cayó cerca del comandante revelando a una mujer de largos y lisos cabellos rojizos conformados como dos largas coletas sujetas por sendas tiras de tela. Era atractiva siendo ya  de mediana edad y llevaba unas gafas de cristales rectangulares. Vestía una bata blanca de laboratorio que solo dejaba ver sus piernas a partir de las rodillas rematadas por zapatos marrones de tacón. Sonrió levemente y tomó la palabra.



-Gracias capitán Harris.- Declaró.- Damas y Caballeros. Me llamo Melissa Prentis, pertenezco al proyecto Fairy Five. Soy la responsable del área de ingeniería aplicada la robótica. Junto a otros colegas hemos desarrollado este aparato. Esperamos que les guste.



            Y tras unos instantes de suspense, la mujer tomó un mando a distancia que reposaba en una mesita de cristal cercana y anunció.



-Les presento el primer avión de combate con tecnología varitech.



            Y al pulsar el botón de aquel mando a distancia el asombro presidió los rostros de los pilotos. La mayoría estaban con la boca abierta, incluyendo a Enset, Tracer y Susan. ¡En apenas unos pocos segundos ese avión se había convertido en un enorme robot que sostenía un gran rifle en su mano derecha!  La doctora Prentis exclamó entonces con visible entusiasmo.



-¡Mucho más fuerte, mucho más eficaz que un simple avión! Podrá hacer una amplísima gama de tareas. Y por supuesto, su versatilidad a la hora del combate será enormemente superior. – Remachó señalando a aquel coloso de más de diez metros de altura.-



            Y entre un admirado silencio, Harris retomó la palabra para explicar a sus oficiales.



-Por ello, ustedes deberán aprender a manejar este nuevo aparato. No solamente es un avión por completo diferente al anterior que ya conocían. Además, tendrán que dominar el modo de combate androide.  Será difícil, pero a todos los que lo logren les garantizo que el esfuerzo merecerá la pena. Una cosa más. Como se les advirtió al ser llamados esto se considera alto secreto. Tuvimos que anunciar esta reunión como un seminario de actualización y reciclaje en técnicas de pilotaje para mantener la confidencialidad. Por ello, sepan que está totalmente prohibido hablar sobre el contenido de esta reunión hasta que no estén en órbita rumbo a la SSP-2. Eso en el caso de los que logren pasar las pruebas y acepten ir en ese viaje. Por ello, además de las órdenes escritas que hayan recibido del UNISON, deberán firmar un documento de confidencialidad.



-Ahora lo comprendo.- Musitó Enset a sus subordinados.- Tenían mucho interés en que la mayor parte de los pilotos que fueron en la SSP-1 asistieran a ese seminario.

-¿Eso nos obliga a ir en el viaje de la SSP-2?- Quiso saber Tracer.-

-Posiblemente no.- Especuló Susan.- Pero si ha mantener eso en secreto.



            Así fue,  tras algunas explicaciones más referidas a la insistencia en que era imperativo no divulgar lo visto y oído, incluso para quienes no aceptasen ir o no fueran seleccionados, el periodo de adiestramiento comenzó. En los meses sucesivos tanto Susan como Tracer y otros pilotos consiguieron hacerse con aquellos nuevos aparatos e incrementar su pericia.



-Entonces fue algo realmente complicado.- Comentó Giaal cuando Susan terminó de recordar aquello en voz alta.-

-Entrenamos mucho y conseguimos un buen control de esos cazas varitech.- Afirmó la oficial.-  Ahora estamos mucho mejor preparados para defender la nave ante cualquier eventualidad.

-Eso está muy bien. Aunque lo que más sorprendida me ha dejado es que sea la doctora Prentis quien vaya a acompañarnos en el viaje. Es una gran científica y hábil ingeniera. - Comentó Penélope para añadir no sin desconcierto.- Ni siquiera yo sabía que iba a venir. Ni  tampoco estoy al tanto de quiénes más formarán mi equipo. Me pasa como a vosotros. Es alto secreto.

-A veces no hay quien entienda a estos políticos.- Suspiró Tracer quién sin embargo, animoso como siempre, aseveró.- De lo que no cabe duda es de que vamos a tener un grupo de lo más cualificado.



            Así pensaban todos a decir verdad. Su cohete iba aproximándose entre tanto a ese asteroide. Era realmente enorme, aunque no alcanzara las dimensiones de su nave predecesora y tuviera una forma más alargada, más bien fusiforme. Casi parecía haber sido construido así a propósito que ahuecado como el anterior.



-Ya nos queda poco para aterrizar.- Comentó Giaal.-

-Atracar sería la palabra exacta.- Sonrió Susan.-

-Ya sabes que yo no domino vuestra jerga militar.- Repuso distendidamente él.-



            La joven asintió, casi algo ruborizada incluso. Siempre se olvidaba de eso. No lo podía evitar, su formación militar le surgía a cada instante. Realmente amaba mucho su carrera. Tanto como a su novio. Y estaba muy feliz porque él había querido sumarse a ella en esa nueva singladura. Aquello podría ser la confirmación de la relación que les unía. En eso pensaba en tanto la nave fue reduciendo velocidad. Llegaba el momento de la maniobra de aproximación. Con los cinturones bien puestos y expectantes todos observaron el proceso. Por fin su cohete se detuvo. Tras unos minutos en los que se aseguraron las escotillas y la comunicación se les indicó que podían desembarcar.



-¡Pues vamos allá! - Les arengó Tracer.-



            Bajaron y al fin pusieron los pies en la zona de transbordo civil. En aquel gran astropuerto interno se movían muchos pasajeros que iban llegando procedentes de otras naves. Eso les resultaba familiar. En la SSP-1 les había sucedido lo mismo al llegar. Penélope miraba a su alrededor buscando a alguien conocido. Sin embargo, no fue ella, sino su colega, la que primero la vio y la llamó.



-Doctora Winters. Aquí…



            La chica se giró hacia la fuente de esa voz y descubrió a su colega la doctora Prentis. Allí estaba ella, sonriente y acompañada de otra muchacha de pelo rojizo y ojos entre grisáceos y violetas. Era bastante más joven y sonreía al ver a la recién llegada. Penélope les comentó a sus compañeros de viaje.



-Son mis compañeras. Venid y os las presentaré.



            El resto se acercó y, tras unas amables inclinaciones de cabeza, Penélope hizo los honores.



-Ellas son la doctora Melissa Prentis, a la que los oficiales ya conocéis de vuestro seminario y su acompañante es Keiko Tomoe, la hija del doctor Souichi Tomoe y de la doctora Kaori Night.

-Encantadas.- Declaró la más joven.-

-Ellos son  el mayor Rick Jensen al que todos llamamos Tracer…

-¡Y alguna que otra cosa más cuando se creen que les escucho! - Terció jocosamente él, haciendo que el resto sonriera.-



            No obstante, Penélope logró proseguir.



-Giaal Ginga, médico y experto en botánica cósmica, y la teniente Susan Hunter. Piloto de combate.

-Es un placer.- Saludó el alien.-

-Mucho gusto en conocerlas.- Convino Susan.-

-Bueno.- Terció Tracer.- Teniente Hunter, nosotros tenemos que presentarnos ante el comandante.- Nos deben asignar destino.

-Sí, señor.- Repuso ella.-



            Tras asentir, su superior la dejó por unos instantes para ir a despedirse de Penélope, la teniente Hunter hizo lo propio con Giaal.



-Te llamaré en cuanto tenga asignado mi destino y el alojamiento.- Le dijo la oficial al médico.-

-Muy bien. Espero que tengas suerte.- Le deseó el joven.-



            Ambos se dieron un ligero beso en los labios y Susan se marchó. Giaal también se excusó puesto que debía ir a conocer el hospital de abordo. Por su parte, Tracer logró darle un beso algo más apasionado a una envarada Penélope en tanto exclamaba.



-¡No juguéis mucho con las probetas! Luego te doy un toque, Pennie…



            Las demás se sonrieron aunque enseguida recobraron unos semblantes más serios cuando la doctora Winters pudo suspirar, superar su azoramiento y mover la cabeza para dirigirse a sus colegas, mientras veía alejarse a ese tarambana tras la teniente Hunter.



-Bueno, espero que podáis decirme algo sobre las instalaciones.

-Son lo último en tecnología. No se ha reparado en gastos.- Afirmó Melissa con satisfacción.-

-Si Ian Masters ha estado patrocinando esta expedición al igual que la anterior no lo dudo.- Se sonrió levemente Penélope.-

-Te van a encantar.- Afirmó Keiko.-

-Y también quiero que me contéis que tal todo por el cuartel general de la Masters Corporation.- Repuso su interlocutora.-

-Bueno. Mis padres siguen atareados con sus proyectos.- Le contó Keiko.- Aunque no les hizo mucha gracia que yo viniera, pero les convencí alegando que era un viaje seguro. Esta vez no vamos a la aventura y las medidas de seguridad son mucho mayores, al menos por lo que se dice.

-Es cierto. Algo nos han contado.- Admitió Penélope.-

-En esta ocasión no habrá ningún problema.- Afirmó la doctora Prentis con bastante seguridad.- Tenemos un objetivo muy claro y la carta de navegación de los Bureds.

-Esperemos que sea así.- Deseó su interlocutora.- Ya tuvimos bastantes sorpresas no deseadas en el primer viaje.



            Al fin las tres tomaron un deslizador conducido por uno de esos androides de servicio llamados droidos, que también habían sido bastante perfeccionados. Por su parte, Tracer y Susan llegaron a su vez, tras haber tomado otro deslizador conducido por un modelo idéntico de robot. Al bajar, enseguida presentaron sus credenciales entrando en el cuartel. Llegaron pronto a presencia de Enset que les aguardaba en su despacho. Allí, tras pedir permiso para entrar y en posición de firmes, su comandante les saludó.



-Me alegra mucho el tenerles aquí. Ambos sirvieron conmigo en la SSP-1 y guardo un recuerdo muy grato de los dos.

-Gracias, señor.- Respondieron al unísono.-

-Descansen por favor.- Les pidió su superior ofreciéndoles incluso dos sillones que se enfrentaban al suyo propio.- Tomen asiento. Quiero charlar un poco con ustedes antes de asignarles a sus respectivas escuadras.



            Los oficiales obedecieron de inmediato y Enset, tomando asiento a su vez, les comentó.



-Este viaje va a ser más corto, y todos deseamos que menos accidentado. Esta nave es más pequeña que la SSP-1 y considerablemente más avanzada. Tenemos menos pilotos y cazas.

-¿Puedo preguntarle de cuantos disponemos, mi comandante?- Inquirió Susan.-



            Su interlocutor asintió, para contestar.



- De unos cuatrocientos, aparte de lanzaderas y transportes.  Pero nuestros aviones de combate de ahora son mucho más potentes y versátiles, como ya saben.

-Sí señor.- Convino Tracer afirmando con impaciencia.-  Y estoy deseando probarlos en el espacio.

-Tendrá la oportunidad, no lo dude.- Replicó su superior añadiendo ya con un tono más serio.- Y eso es lo que me lleva a querer charlar un poco con los dos. Son de los mejores pilotos que tenemos. Y atesoran una gran experiencia que podrá resultarnos muy valiosa.

-Muchas gracias, mi comandante.- Repuso Susan realmente halagada de escuchar aquello.-



            Enset sin embargo, no relajó el tono y tras guardar unos instantes de silencio, les comentó.



-El tiempo es oro. Como ya les dije hace un momento. Esperamos que este sea un viaje sin incidentes pero los tres sabemos que eso nunca puede darse por sentado. Por ello, la principal misión que tendrán de ahora en adelante será la de instruir a muchos de los nuevos pilotos.

-Lo haremos encantados, señor.- Contestó Tracer que, no obstante, agregó intrigado.- Aunque pensaba que al estar aquí ya habrían pasado todas las pruebas pertinentes.

-Y así ha sido, pero les falta algo que no se puede lograr hasta que no se tiene práctica. La experiencia que ustedes dos tienen.- Respondió su comandante.-

-No le decepcionaremos, señor.- Aseguró Susan.-

-Estoy convencido de ello.- Asintió Enset que pasó a comentarles.- Sus respectivos destinos serán; usted mayor Jensen, como líder de la escuadrilla Granate número uno y usted teniente segunda Hunter, como piloto senior en la escuadrilla Granate número dos, bajo el mando del mayor Shulth.



            Dicho esto se levantó y sus subordinados se apresuraron a hacer lo propio.



-Entonces, señor, con su permiso vamos a integrarnos en nuestras unidades.- Declaró Tracer.-

-Vayan ustedes.- Les dijo el comandante.- Aunque eso de presentarse déjenlo para mañana. Por hoy descansen y vayan a sus alojamientos. Han tenido un largo viaje hasta aquí y les quiero en plena forma.



            Tras asentir agradecidos salieron los dos aunque Enset llamó entonces a Susan.



-Un minuto, teniente.- Le pidió.-



            La joven retornó sobre sus pasos, aunque en un primer momento Rick se sorprendió de eso no le prestó más atención, juzgando que quizás el comandante habría olvidado decirle algo a la chica. Así pues se marchó. Por su parte, la interpelada se giró preguntando.



-¿Deseaba algo más, señor?...

-Sí- admitió éste comentando con un tono algo extraño, entre enigmático e incluso preocupado.- Verá, la escuadrilla a la que va es una totalmente nueva. La mayor parte de los pilotos apenas si han tenido ocasión de ejercitarse en simuladores y atesoran muy pocas horas de vuelo en aparatos reales.

-¿Y qué desea que yo haga, mi comandante?- Quiso saber la joven que no llegaba a comprender muy bien aquello.- Aparte de adiestrarles en ejercicios.



            Enset miró hacia el exterior de su despacho y cuando se aseguró de que no había nadie cerca le respondió.



-Quiero que esté muy atenta a todo lo que oiga y lo que vea. Y que compruebe por usted misma cómo funcionan las cosas. Si nota algo fuera de lo normal infórmeme a mí únicamente y no haga comentarios  a nadie. Ni siquiera al mayor Jensen, ni tampoco y si me disculpa, a sus amigos. – Remachó su superior para despedirla.-  Ahora, vaya a incorporarse a su escuadrilla.

- A sus órdenes.- Replicó la atónita oficial cuadrándose para saludar.-



            Y tras devolverle el saludo Enset se metió en su despacho. La muchacha se alejó entre extrañada y satisfecha. Esa orden era algo rara, pero parecía que su superior confiaba mucho en ella para encargarla de algo así. De todos modos obedecería al pie de la letra las instrucciones. Recorrió los largos pasillos de la base y tomó un deslizador corto en tanto meditaba sobre su nuevo cometido. Pensaba en su novio. El único problema por ahora es que Susan estaría alojada en los pabellones militares en tanto que Giaal tendría que estarlo en la zona civil, eso hasta que no decidieran regularizarse como pareja. Pese a que esto parecía un problema en el fondo ambos convinieron que era mejor así. Podrían dedicarse a sus respectivos trabajos con más atención en esos primeros momentos del viaje y tener algo de independencia hasta que su relación madurase por completo.



-Bueno, habrá que darle tiempo al tiempo. De momento lo primero es situarme y cumplir las órdenes.- Se dijo la muchacha.-



            Al fin llegó hasta la zona indicada. Se bajó del deslizador y recorrió los metros que le quedaban hasta el edificio de alojamiento militar. Tras pasar el control de acceso mostrando sus acreditaciones y recibir el saludo de los soldados de guardia, Susan accedió al inmueble. Tomando un ascensor se plantó en el tercer piso. Lo cierto es que estaba sorprendida. Aquello, más que un complejo de barracón militar, parecía una especie de hotel de cinco estrellas. Desde luego mucho más lujoso y cómodo de lo que había esperado.



-Vamos, ¡ni que fuera un almirante! - Se sonrió con aprobación.-  Aunque no me voy precisamente a quejar.



            Llegó ante la puerta de su habitación. Usó su tarjeta clave para abrirla. Al entrar dejó sobre una mesa su petate. El equipaje restante le sería enviado en breve, una vez hubiera pasado los controles de seguridad reglamentarios. Observó que ese piso tenía dos habitaciones, una cocina y un baño bastante bien equipado. Al fijarse más detenidamente hasta se percató que poseía un yacusi. Se rio sin poderlo evitar.



-¡Esto tiene que ser un error! Sin duda. Me habrán asignado algún apartamento reservado a los peces gordos. Espero que no entre un tipo orondo, viejo y de alto rango y me sorprenda aquí.



            Aquello la hizo reírse sola. ¡Vaya un cuadro que sería! De todos modos tras haber vivido tantas aventuras estaba dispuesta a arriesgarse. Se sonrió una vez más. En sus tiempos de cadete e incluso cuando emprendió el viaje en la SSP-1, se habría quedado allí plantada sin atreverse ni tan siquiera a aplastar el sofá sentándose hasta estar totalmente segura.



-Pero bueno.- Se dijo divertida.- Mientras se aclara la confusión me voy a aprovechar de ello. Como suele decir Debbie, disfrútalo mientras puedas. Y como diría aquel chalado del mayor Freejar. ¡Qué diablos, ja, ja!



            De modo que, sin pensárselo dos veces, se quitó el uniforme y provista de una toalla se metió en aquel baño tan bien equipado. No tardó en estar en la gloria rodeada de espuma y dentro de aquel yacusi. Incluso debió de quedarse dormida durante un rato dado que al poco tiempo oyó un ruido que provenía del exterior. Con cautela e incluso temiendo que esas peregrinas suposiciones suyas se hubieran confirmado, salió del agua. Se secó con la toalla que llevaba anudándose cuidadosamente para que el cubriese desde los pechos hasta casi las pantorrillas. De este modo y con sus intimidades a salvo de miradas ajenas, se aventuró a salir.



-¿Quién está ahí?- Preguntó entre sorprendida y desconfiada.-



            Una chica de pelo castaño hasta los hombros, ojos avellana y tez algo morena le devolvió una mirada atónita. Llevaba una maleta verde con ruedas y vestía de modo informal. Una camisa a cuadros y un pantalón vaquero con zapatillas. Susan entonces creyó percatarse de lo que había sucedido y enseguida declaró con un tono más conciliador.



-Perdone. Debe de haberse producido un error en la hoja de destinos. Creo que este edificio está en la parte de jurisdicción militar. Aunque quizás me hayan dado mal las señas.

-No, no se las han dado mal.- Respondió la otra joven que seguía sin aparta la vista de su interlocutora para aclarar.- Yo soy militar. Y bueno, supongo que usted también lo es…

-Soy la teniente segunda Susan Hunter.- Le desveló ésta.- Encantada. ¿Y usted?...



            Aunque la otra joven soltó la maleta de repente, cuadrándose y poniéndose en primer tiempo de saludo para responder de modo protocolario.



-Alférez Olivia Aguirre Suarez, señora.

-Bueno, descanse.- Le pidió Susan que ahora estaba tratando de ajustarse la toalla.- Acabo de llegar, me han asignado este alojamiento, al verlo vacío no pensé que fuera a tener compañía.



            Su subordinada adoptó la postura de descanso y contestó.



-Verá, señora. Me han destinado aquí. Soy piloto de cazas. Bueno… estoy en prácticas todavía.- Matizó con algo de rubor.- 

-¿En qué escuadrilla está?- Le preguntó su superiora.-

-En la Granate dos.- Contestó la joven.-

-Esa es la mía también. Nos habrán puesto juntas por esa razón. – Razonó la teniente.-

-Supongo que sí, señora. – Replicó la chica.-



            Susan se sonrió divertida. Aquella pobre muchacha estaba tiesa como un palo y eso que le había dicho que descansara. Desde luego, le hacía pensar en ella misma. Así que haciendo gala de un tono más distendido, le comentó.



-Mira. Hagamos una cosa. Dentro de estas paredes vamos a ser compañeras de piso.  No hace falta ser tan protocolarias. Anda, siéntate mientras me seco y me visto. Luego hablamos de quién se queda con cada habitación.

-Lo que usted ordene, mi teniente.- Afirmó Olivia indicando, eso si.- Pero usted es la oficial de mayor rango, le corresponde elegir.



            Susan movió la cabeza. Ahora se sonreía al recordase otra vez a sí misma. Aquel viaje en la SSP-1 cuando hizo amistad con sus superiores, el teniente Malden y el mayor O´ Brian. Ellos le habían dicho exactamente lo mismo. Fuera del trabajo, compórtate como una persona normal. De modo que, sin cumplidos, replicó a esa joven.



-Vale. ¡Allá tú!  Me quedo con la de la ventana grande.



            Y sin mediar más palabra entró a vestirse. Una vez se cambió salió al salón. Allí estaba esa muchacha, como si aguardase su permiso para ir a su cuarto. Susan entonces le pidió.



-¿A qué esperas?, ve, deshaz tu maleta y luego charlamos un poco. Pero sin tanto formalismo.



            La interpelada obedeció. Al poco salió de su cuarto y su superiora la invitó a sentarse en un sofá que tenían en la sala.



-Dime. ¿De dónde eres?...

-Nací en México, Distrito Federal.- Le contó la chica.- Siempre quise ser piloto militar, aunque en mi país eso es más difícil. Supongo que hay más prejuicios hacia las mujeres.

-No te creas. En los Estados Unidos tampoco es fácil. Ni siquiera en el UNISON.- Convino Susan.- Lo sé porque estudié y me formé en Los Ángeles, y aunque aparentemente no había ninguna discriminación, los chicos siempre te miraban como si estuvieras a punto de fallar. Bueno, no todos. Pero hay muchos para quienes una mujer es algo así como una especie de intrusa en la vida militar.

-Yo pensé que, en los Estados Unidos, tras tantas décadas de servicio en el ejército, las mujeres eran valoradas por su competencia. Lo mismo que los hombres. Y estaba convencida que en el UNISON sería algo indudable.- Suspiró Olivia.-

-La mayoría de las veces es así.- Comentó Susan añadiendo, eso sí, no sin pesar y algo de irritación.- Aunque siempre quedan algunos residuos de otras épocas.



            Y ahora fue Olivia quien la miró algo cohibida, como si no se atreviese a hablar y así lo hizo constar.



-Señora. En relación a eso que acaba de mencionar. Es que no sé si debo decir lo que estoy pensando.

-Bueno. – La animó su interlocutora.-  Recuerda, entre estas paredes no tengas temor de ser sincera. Y me atrevería a aconsejarte que tampoco lo tuvieses fuera.



            La aconsejada suspiró y dirigiendo una apurada mirada a su contertulia se atrevió a decir al fin.



-He estado escuchando cosas entre algunas otras mujeres que han sido destinadas aquí. Verá. Acabo de llegar pero se rumorea que el mayor Shulth tiene esa clase de actitud. Solamente somos tres mujeres en la escuadrilla. Nosotras dos y otra chica, una alférez compañera mía de promoción.

-¿Cómo se llama esa muchacha?- Quiso saber Susan?

-Celia Walsh.- Le respondió Olivia.- Al parecer, el mayor la ha estado postergando y todavía no ha salido en ninguna misión.

-¿Cuánto lleva aquí?  Nosotras acabamos de llegar.- Se extrañó Susan.-

-Al menos un par de semanas, fue de las primeras en llegar y es realmente buena.- Le aseguró su contertulia.- La he visto en pruebas de simulación.

-Una prueba de simulación no es lo mismo que el vuelo real, alférez.- Le recordó su interlocutora.-

-Sí, lo sé. Pero es que también ha salido alguna vez en vuelos reales de prácticas. Y obtuvo muy buena puntuación. Tiene un excelente manejo de los varitech. - Le subrayó Olivia.-



            La teniente Hunter guardó silencio durante unos instantes tratando de reflexionar. Finalmente repuso.



-Por ahora no ha transcurrido el tiempo suficiente y tampoco podemos fiarnos de los rumores. Además, el mayor Shulth es nuestro oficial al mando, no es correcto que cuestionemos su forma de hacer las cosas hasta que no existan pruebas de ello. Pero no te preocupes. Yo misma trataré de enterarme por si sucediera algo irregular.

-Muchas gracias, mi teniente.- Pudo sonreír la otra muchacha.-



            Susan pensó que quizás era a eso a lo que el comandante Enset se había referido al ordenarle que observase cuidadosamente y le informara sobre cualquier cosa que se saliera de la normalidad. Por supuesto que lo haría. Sin embargo, ahora tenía otras prioridades mucho más mundanas y así se lo hizo saber a su contertulia.



-Tengo hambre. A ver si tenemos algo de comer en la cocina.- Remachó realmente deseosa de que así fuera.-

           

            Por fortuna sí que tenían cosas en la nevera y la despensa. Susan estaba más que dispuesta a comerse unas raciones de sopa de sobre, aunque su subalterna se ofreció enseguida a preparar algo.



-Puedo hacer unos nachos.- Comentó la muchacha ya algo más distendida.- También traje algo de comida…

-¿Ah sí?- Se sorprendió la teniente, remachando con aprobación. - Pues eso no estaría nada mal. Yo mientras pondré a calentar la sopa.



             Y ambas se pusieron manos a la obra componiendo una más que aceptable cena. Después, tras charlar un poco, se fueron a dormir. Al día siguiente tocaba incorporarse enseguida. Por su parte, Rick se había dirigido hacia su alojamiento igualmente. Éste distaba apenas un bloque de casas del de la teniente Hunter. Un droido le llevó el equipaje y el joven oficial llegó por fin. Estaba en un segundo piso y desde luego que el cuarto no estaba nada mal. Al entrar el chico quedó sorprendido.



-¡Vaya!- Se dijo silbando incluso, para comentar divertido, en su más puro estilo bromista.- Ya era hora de que empezasen a valorarme en lo que merezco.



            Aunque no estaba solo. Al oírle un tipo salió de una de las habitaciones. Tenía el pelo moreno, excesivamente largo para lo que se estilaba en las ordenanzas. Era ligeramente más alto que él, de tez algo más oscura y estaba visiblemente musculado. Tracer pudo verlo fácilmente dado que solo llevaba un pantalón corto. Aquel individuo le dedicó una desconfiada mirada con sus ojos azabache al tiempo que le interpelaba con brusquedad.



-¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí?

-Mayor Rick Jensen.- Contestó el aludido.- Vengo destinado a la escuadrilla Granate número uno y me han dado este cuarto. ¿Y usted, amigo?

-Soy el mayor Kiros Derail.- Le contestó con tono algo altivo y un poco seco, más al agregar a modo de contundente puntualización.- Y no le conozco, no somos amigos. En todo caso aliados.

-Vale, lo tomaré por un buenas tardes.- Se sonrió Tracer para inquirir.-  ¿Es usted piloto?

-No.- Sentenció aquel tipo.-

-Pues no acabo de comprender que hace aquí. ¿Operaciones de navegación quizás?- Preguntó su contertulio.-

-No.- Repitió lacónicamente ese tan poco sociable individuo.-



            Rick suspiró armándose de paciencia y quiso ir con más comedimiento por si acaso. Si ese cretino era la mitad de fuerte de lo que parecía no convenía hacerle enfadar. De modo que educadamente insistió.



-Si puedo saberlo, y dado que somos aliados. ¿En qué puesto está destinado?

-Soy un enlace. Y me ocupo de las operaciones militares en campo abierto.- Respondió ese hombre.-

-¿Enlace?- Repitió Tracer sin comprender.- ¿Con el alto mando?

-Soy agregado militar.  De Nuevo Vegeta.- Le desveló su contertulio.-

-¿Es usted un saiyajin?- Se sorprendió Rick.-

-En efecto.- Repuso su interlocutor cruzándose de brazos con altivez.- ¿Le somos familiares?

-Vaya. ¡Ésta sí que es buena! – Se sonrió Tracer mirando a aquel tipo que le observaba a su vez fijamente para añadir.- Uno de mis mejores amigos también.

-Usted, ¿amigo de un saiyajin? No lo creo.- Fue el turno de replicar de Kiros no sin una apreciable dosis de sorna.-

-Se llama Leval Malden.- Le comentó un impasible Tracer para añadir divertido ahora.- Y creo que es sobrino de un tal Lornd o Lord, o lo que sea. Es un tipo muy importante según creo por allí.

           

            Ahora la expresión de su contertulio pasó de la suficiencia a la sorpresa. Era como si, de repente, Tracer se hubiera magnificado a sus ojos. O como si pensase que había metido la pata. Enseguida pudo preguntar a su vez con un tono bastante más considerado.



-¿Usted es amigo del sobrino de nuestro rey?

-Servimos juntos en la SSP-1.- Le contó Rick con satisfacción, añadiendo con su típico desenfado.-  Y tutéame, hombre, que somos compañeros y tenemos el mismo rango. Mira, te puedo enseñar algunas fotos que tengo con él si no te lo crees.



            Y en efecto sacó su teléfono móvil y le mostró a  su ahora atónito contertulio algunas imágenes de él mismo, Leval y Mazoui. Kiros miraba aquello y a la vez escuchaba con sorpresa aquellas palabras. Ya se lo habían advertido. Su propio padre le dijo que tuviera cuidado con los humanos. Por lo menos en la forma de expresarse. No obstante, él estaba educado a la vieja usanza. Al contrario de su primo Doran no gustaba de tratar mucho con los terrestres, ni había asimilado apenas sus modos y costumbres. No obstante, le habían enviado allí como representante de su pueblo y para participar en esa misión. Era de vital importancia que se desempeñara a la perfección. Y eso pasaba por no menospreciar a los humanos. Aquel fue uno de los primeros consejos que el noble Calix y la noble Seira  le dieron y que no había seguido hasta entonces…recordaba aun cuando le enviaron a esa misión. Tuvo que comparecer ante la consejera y guardiana de la mismísima reina Meioh, que además era su tía.



-¿Me mandaste llamar, noble Seira?- Preguntó él haciendo una respetuosa inclinación.-



            La mujer aludida volteó su cabeza dedicándole una inquisitiva mirada con esos ojos negros tan escrutadores que poseía. Su moreno cabello corto se balanceó ligeramente y asintió para declarar.



-Te va a ser confiada una importante misión, Kiros. Serás enviado a la Tierra y formarás parte de la dotación de una nave espacial de los humanos.

-¿La Tierra? ¿Dónde están el primo Doran y la princesa Seren?- Inquirió con sorpresa apenas disimulada.-

-Mi hijo está en la Luna, de agregado militar y embajador plenipotenciario en la corte de la reina Neherenia. Tú irás con rango de teniente mayor terrestre. Es un grado importante que equivale a tu nivel aquí.

-Mi nivel está muy por encima del de cualquier humano.- Argumentó él que no parecía muy contento con aquello.-

-Eso no cuenta ahora.- Replicó secamente su interlocutora.-  Tienes unas  instrucciones muy concretas. Tu deber será formar parte de la fuerza combatiente de esa nave. Obedecerás las órdenes de tus superiores jerárquicos humanos como si partieran del mismísimo rey Lornd. De tu padre el canciller Blinz, o de mí misma. ¿Te ha quedado claro?

-Sí, noble Seira.- Replicó él con poca convicción.-



            La saiyajin se paseó ahora por aquella cámara en la que ambos estaban y le comentó con un tono más comedido y relajado.



-Como sobrino mío que eres, y parte de la familia Derail, espero de ti el máximo compromiso y que empeñes tu vida incluso en el cumplimiento de esta misión. No eres ajeno a los tiempos tan difíciles que hemos atravesado. Ahora, nuestra alianza con la Tierra es más importante que nunca. Mantén tu orgullo saiyajin pero no menosprecies a los humanos. Hay muchos que se ganaran tu respeto. Y aunque no fuera el caso recuerda que tienes un juramento de fidelidad y de obediencia a las órdenes de los soberanos y las de cualquiera que actúe en su nombre.

-No lo olvidaré, tienes mi palabra, tía.- Asintió él ya con más determinación.-



            Seira asintió aparentemente satisfecha para sentenciar.



-Recibirás detalles de tu misión más adelante. Por cauces confidenciales. Partirás de inmediato, despídete de tus padres si así lo deseas.

-No hay necesidad.- Declaró él con tono entre solemne y orgulloso.- Desde ahora estoy en el cumplimiento de la misión que me has encomendado. En el supuesto que, cuanto antes me incorpore a mi nuevo destino, mejor.



            Su interlocutora convino en eso con otro asentimiento de aprobación, Así fue como Kiros se retiró y partió enseguida a la Tierra en una cápsula. Aterrizó en una base terrestre de alta seguridad. Una vez allí le equiparon con todo lo que pudiera necesitar para el desempeño de su nuevo cargo. Después embarcó en esa enorme nave. Tuvo que admitir que los humanos poseían una tecnología bastante avanzada ya. Ahora, mirando cara a cara a aquel oficial terrestre, decidió seguir las indicaciones de su noble tía y afirmó de un modo más amable.



-Eres importante sin duda para codearte con un príncipe de los saiyajin. No se prodigan en tales confianzas con cualquiera. - Admitió el guerrero para decir sin ambages.- Te pido disculpas si te he ofendido.

-¡Que va, hombre! No pasa nada.- Sonrió más ampliamente su contertulio a la par que añadía.- Nos tomamos algo y te cuento algunas cosas de aquello.



            El saiyajin asintió  y tras sentarse a la mesa los dos mantuvieron una interesante conversación. A su vez, Giaal enseguida llegó a sus alojamientos, estaban muy bien sin duda. Muchas comodidades humanas aunque eso a él no le preocupaba demasiado. Había estado acostumbrado a vivir en sitios bastante peores o por lo menos mucho más sencillos. No empleó mucho en quedarse en su piso más que para dejar sus cosas y se fue al centro médico lo antes posible. Al llegar a su consulta encontró allí a una enfermera que atendía solícitamente a una persona herida. Era un muchacho espigado y de pelo castaño claro que tenía un corte en la mano. La joven le comentó al tiempo que terminaba de vendarle.



-Procura no mojar la venda y pásate para que lo veamos mañana.

-Gracias.- Sonrió ese jovencito que no debía de tener más de quince o dieciséis años y que le preguntaba con azoramiento.- ¿Estará usted? Quiero decir, como me ha curado… supongo que tendrá que ocuparse también de revisarlo…



            La chica le dedicó una afable sonrisa aunque parecía que algo forzada y respondió de modo educado pero tajante, casi admonitorio.



-Cualquier enfermero podrá mirarte el vendaje. Anda, vuelve a casa. Tus padres estarán preocupados. Y procura tener cuidado. Ya has hecho muchas visitas aquí. Un día te harás daño de verdad si no pones atención.



            Y ese muchacho asintió, a su pesar se levantó de la silla que ocupaba y salió. Apenas sí le dedicó una mirada a Giaal cuando se perdió por la calle. Era natural, él por supuesto iba en su forma humana. El alien entró entonces y esa muchacha, que andaría por los veintitantos años, tenía pelo castaño recogido en un gorro clínico y ojos marrones casi avellana, le saludó con amabilidad.



-Dígame. ¿Qué puedo hacer por usted?

-Soy el doctor Giaal Ginga.- Se presentó él.- Encantado…

-¡Ah!, el nuevo médico.- Sonrió ella que parecía aliviada al presentarse.- Me llamo Margaret Kendall. Pero puede llamarme Maggie. Es un placer.



            Ambos se dieron la mano y Giaal aprovechó para comentar.



-Al parecer no le falta trabajo.

-Desde luego que no.- Convino la joven.- Éste es un centro clínico de atención primaria, la gente viene para cualquier cosa como cortes, quemaduras o caídas leves. Hasta ahora he hecho lo que he podido, pero acabo de terminar la carrera de enfermería y hay muchas cosas que no estoy habituada a hacer. Afortunadamente todavía no hemos tenido casos realmente serios.

-Bueno, no se preocupe. Ahora seremos dos. Al menos en este turno.- Afirmó más animosamente Giaal.-

-Hablando de eso. Mi compañero James vendrá enseguida.- Comentó ella.- Ya tengo ganas de salir.



            Miró el reloj suspirando. Ese chico siempre hacía lo mismo. Ya era la tercera vez en la semana que estaba retrasándose. Pasaban más de diez minutos cuando llegó. Caminaba sin prisa. Era un tipo moreno, de estatura media y ojos marrones que saludó como si tal cosa al entrar.



-Hola Maggie. Ya llegó la caballería…



            La joven se limitó a señalarle el reloj de la consulta con expresión poco amistosa. Ese tipo enseguida replicó con despreocupación.



-Lo siento. Todavía me lio con los deslizadores. Pero mejoraré…

-Eso espero. – Repuso ella sin parecer muy convencida para presentar al recién llegado.- Bueno. Jim. Éste es el doctor Ginga.

-Por fin el médico que nos prometieron.- Afirmó ese chico presentándose a su vez.- James Derrick. Soy el enfermero del segundo turno. Luego vendrá Leslie que es el  médico nocturno y jefe del centro de salud. Usted, ¿En qué turno estará?- Quiso saber.-

-En el que más se me precise.- Contestó Giaal.-  Me incorporo oficialmente mañana y quería familiarizarme un poco con el sitio.

-El turno de Maggie suele ser el más movido. Aunque nada de importancia hasta ahora, ¿verdad?- Le preguntó Jim a su compañera.-

-Eso le he comentado al doctor Ginga.- Admitió ésta.-

-Llámenme Giaal.- Les pidió él que también observó la hora para concluir.- Si no les hago falta todavía voy a retirarme. Tengo cosas que ordenar. Aunque les agradecería que me indicasen que deslizador va hacia el centro de la ciudad.- Añadió.-

-Yo voy hacia allí, podemos ir juntos.- Le ofreció Maggie.-



            Giaal lo agradeció con un leve asentimiento de cabeza. Ya se alejaban tras despedirse del otro enfermero cuando éste le comentó a su compañera con un toque inconfundible de divertida sorna.



-¿Y vino tu Romeo hoy? Debe de ser el chico más patoso del mundo. Se está lesionando casi todos los días. Y nunca deja que nadie más que tú le cure las heridas. O eso o siempre pasa por aquí de camino a algún otro sitio.



            Margaret se limitó a mover la cabeza con desaprobación y no replicó. Su compañero se rio en tanto ella y el doctor Ginga se marchaban camino del deslizador. Fue el extrañado médico quién preguntó.



-¿Romeo? ¿Es algún otro enfermero?



            A su pesar la chica tuvo que sonreír, enseguida le aclaró a su atónito acompañante.



-Era ese chiquillo al que me vio curar. Le gusta montar en monopatín y muchas veces se cae.

-¿Y eso de Romeo?- Reflexionó Giaal tratando de recordar una obra de teatro de la Tierra de esas que su madre gustaba de interpretar y leer.-  ¿Es algún tipo de alusión amorosa?

-¡Es que Jim es imbécil! - Espetó ella que pareció molestarse por aquellas referencias.- No es más que eso.



            Aunque viendo la expresión desconcertada del doctor, la joven se apresuró a disculparse.



-Perdóneme, no es en absoluto culpa suya. Pensará que soy una exagerada. Es que mi compañero me saca de quicio. El paciente al que se refiere es solo un niño que confía en mí, nada más.

-Puede que haya desarrollado afecto hacia usted. A esas edades es algo natural para los varones humanos el sentirse atraídos por mujeres algo mayores y atractivas.

-¿Humanos?- Repitió Maggie mirando a su vez a su interlocutor con gesto desconcertado.-



            Aunque tampoco se olvidó de la palabra atractiva que había empleado el doctor Ginga. Ella lo era, de eso no le cabía duda. La mayor parte de los hombres siempre se lo decían. Era algo con lo que tenía que transigir.



-Bueno, en el sentido biológico, - Quiso matizar Giaal.- Los chicos de esa edad se enamoran muchas veces de una mujer algo mayor que ellos. Es una tendencia natural. ¿No cree?



            Lo cierto es que, por seguridad, lo mejor era que su origen extraterrestre solamente fuese conocido por unos pocos a bordo de esa nave. Susan se lo advirtió. Y él estaba de acuerdo en eso. Tendría que evitar cometer ese tipo de deslices. Aunque, por fortuna para él, esa muchacha olvidó enseguida ese comentario y declaró con cierto pesar.



-Es solo un crío. No quiero hacerle daño. Trato de ser amable con él. Nada más.

           

Tomaron el deslizador y recorrieron la distancia que les llevaba aproximadamente hasta el centro de la ciudad. Giaal quiso despreocupar a su acompañante, comentando.



-No se preocupe, eso es natural. Ya se le pasará. Por lo que he visto usted se ha comportado de modo totalmente profesional.



            En efecto, Maggie pudo sonreír aliviada. Ese médico daba la impresión de ser un buen tipo. Y tenía una mirada muy profunda. Casi parecía que hipnotizaba con ella. Aunque esa sensación se le pasó pronto. Sobre todo al indicar a su contertulio.



-Es esta parada…



            Descendieron ambos y Giaal le comentó.



-Gracias. Vengo a ver a una buena amiga. Me han informado de que tiene una cafetería por aquí.

           

            Así fue, nada más llegar se cuidó de indagar por el paradero de Ginger. Y efectivamente, esa joven se había establecido en esa nave y regentaba su propio café. En eso  penaba cuando su interlocutora le comentó



-La verdad es que no me vendría mal comer algo.

-Pues es realmente muy buena preparando tartas.- Afirmó el doctor Ginga.-  Si quiere unirse a mí.



            Margaret asintió, ¿por qué no?...De modo que, una vez que Giaal consultó la dirección  del sitio, los dos se encaminaron hacia allí.





 

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