A
punto de salir rumbo a la SSP-2 que les llevaría nuevamente a viajar entre las
estrellas, los componentes de la expedición se despidieron de sus seres
queridos. Susan y Giaal conversaban con sus familiares. Naya y Deborah. La
joven alienígena estaba triste por separarse de su hermano. Al igual que él.
Estaban en la terminal de vuelo, prestos para abordar un cohete que llevase
a Giaal y a Susan a su asteroide, el
SSP-2. La despedida fue muy emotiva, pero los dos presentían que volverían a
verse.
-Cuídate
mucho, pequeña. – Le pidió él a su hermana quien, lo mismo que el chico,
permanecía en su apariencia humana. – Al final fue una lástima que no os
animaseis a hacer este viaje con nosotros.
-Lo
mismo te digo. - Sonreía ella acariciándole una mejilla. – Nos habría gustado,
pero ya sabes lo que pienso sobre colonizar lugares con forma de vida
preexistentes.
Su hermano asintió, le pesaba que
esa controversia por algo aparentemente tan poco importante hubiera puesto una
barrera, aunque fuera pequeña, entre ellos. Aunque Naya, consciente de esos
pensamientos, enseguida agregó con buen talante.
-Además,
aquí en la Tierra hemos encontrado buenos trabajos y un lugar bonito para
vivir. - ¿Quién sabe? Si encontráis un hermoso mundo ahí fuera, totalmente
deshabitado, pudiera ser que Alan y yo diéramos el paso cuando lo terraformeís.
-Lo
que sea que decidáis hacer, ante todo sed felices y disfrutar de la vida.-
Sonrió Giaal.-
-Sí,
hijo, - convino Ann, dirigiéndose también a Susan que estaba respectivamente junto a sus padres y su
hermana. – Y vosotros hacedlo también...
-Y
tened mucho cuidado ahí fuera. Ya habéis podido comprobar cuantos peligros
acechan.- les recordó Ail.-
-Descuida,
lo tendremos. - Afirmó la oficial que les pidió a su vez. – Espero que las
cosas os sigan yendo tan bien por aquí.
Susan también se abrazó a su hermana
Deborah quien, casi sin poder evitar las lágrimas, le dijo en lo que parecía un
cariñoso reproche.
-Parece
que te guste estar lejos de nosotros. Siempre hay algún remoto planeta más que
explorar.
-Ya
me conoces, yo soy así. – Pudo replicarle su igualmente emocionada
interlocutora para sentenciar. – Pero sabes también que os quiero mucho. Ya
verás cómo volveremos a vernos muy pronto, Debbie.
Su hermana menor asintió, ¡ojalá
pudiera contarle tantas cosas! Pero eso era imposible. Se consolaba con el
pensamiento de que todo iría bien. Al menos eso quería creer y deseaba pensar
que Susan iba a ser feliz con Giaal. Además, a su hermana la acababan de
ascender a teniente tan pronto como se ofreció voluntaria para la misión. Por
ese lado al menos Sue podía estar satisfecha.
A su vez, Susan tenía que hacer un gran esfuerzo por controlar sus
emociones, como ya le sucediera el día de su partida a bordo de la SSP-1.
Quizás ahora ya era más madura y capaz de racionalizarlo todo más. Aun así, el
recordar lo duro que fue el otro viaje y la cantidad de amigos y compañeros que
perdió le hacía mella. No obstante, deseaba ser optimista. Si volvió a ver a
sus familiares tras aquella otra misión, ésta, que se presuponía mucho más
fácil, con un itinerario más corto y ya prefijado, no debería darles ningún
problema. Podrían alcanzar ese otro mundo con posibilidades de ser terraformado
en muy poco tiempo. Con ese pensamiento la ya teniente segunda Hunter, así como
Giaal, uno de los flamantes responsables médicos de la misión, les dijeron
adiós a sus seres queridos y se
encaminaron hacia el cohete que en breve partiría rumbo de nuevo a las
estrellas.
-Nos
veremos antes de lo que creéis.- Declaró el chico mientras embarcaban.-
Sus familiares agitaron las manos y
lanzaron besos como despedida. Al fin los dos se perdieron de vista. La nave
despegó al poco. Iban sentados juntos. Al principio comentaron algunas cosas,
luego guardaron un rato de silencio en el que cada uno iba embebido en sus
propios pensamientos, sin reparar en nadie, hasta que, a su lado, otro oficial
les saludó.
-¡Vaya,
Alférez Hunter!, me alegro de verla por aquí.
La muchacha, sorprendida por esa voz
que reconoció como de alguien familiar, giró la cabeza hacia el otro lado del
pasillo, allí vio en efecto a alguien conocido y enseguida replicó.
-Teniente
Tracer, señor. ¿También usted se ha embarcado al final?
Y es que ambos se habían visto
anteriormente, en unos cursillos de preparación, pero el oficial no le comentó
con seguridad si se apuntaría a ese viaje.
-Sí-
sonrió éste afirmando en tanto sostenía la mano de otra mujer que se sentaba al
otro lado de la fila.- Junto con Pennie.-
-Te
he dicho muchas veces que no me gusta que me llames así, Rick - Replicó la
aludida con desaprobación.-
No obstante, dándose cuenta de que
estaban charlando con aquella otra chica, suavizó su gesto y sonrió para
saludar al reconocerla.
-
¡Susan! Me alegro de verte. De modo que
también has querido apuntarte a este viaje.
-Sí…siempre
me ha gustado explorar. – Sonrió la muchacha que, dirigiéndose a su superior,
le aclaró.- Y señor…ahora soy segundo teniente.
-¡Oye!
Felicidades. Espero que nos invites a algo para celebrarlo. - Exclamó éste con
sus ganas de broma habituales.-
-Seguro
que sí.- Convino ella con una sonrisa.-
-Bueno.
Aunque eso no sería del todo justo, yo he ascendido a mi vez a mayor. De modo
que pagaremos a medias.- Rio y la joven lo hizo con él.-
Aunque enseguida el oficial se
percató de la presencia del alien que iba sentado junto a su subordinada y le
saludó a su vez con tono efusivo.
-¡Giaal!
¿No me digas que a ti también te han liado para venir? Oye, ¡esto es
genial!…desde luego no nos faltará gente para ir a tomar unas cervezas.
-Me
temo que el propósito de mi viaje no es tan festivo, Tracer.- Repuso el aludido
a su vez, moviendo la cabeza. Ese tipo era incorregible, pero le apreciaba y
por eso agregó con buen ánimo.- Ya me gustaría tener solamente que hacer eso.
-Pero
alguna nos tomaremos por los viejos tiempos. La única pena es que no vamos a
tener a Mazoui y Leval para pagar las rondas.- Comentó el oficial, aunque ahora
dejó translucir un tinte algo más apenado en su voz.-
-¡Qué
le vamos a hacer! – Repuso el alien declarando.- Ellos han encontrado su
felicidad y han decidido asentarse. Ahora nos toca a nosotros seguir
ensanchando las fronteras.
-Tampoco
Sandy, ni Satory, ni Amatista vendrán.- Recordó a su vez Penélope, admitiendo
en un modo bastante nostálgico tratándose de ella.- Las vamos a echar muchísimo
de menos.
-A
buen seguro que tendrás otras colaboradoras tan eficaces y buenas personas como
ellas.- La animó Tracer quien añadió a su típico estilo de chanza.- Lo que no
sé es si van a estar tan buenas. ¡Ojalá
que hayáis hecho un buen casting!
Penélope suspiró moviendo la cabeza,
los demás se rieron, al menos Rick siempre sabía cómo distender ese tipo de
situaciones.
¿Y
cómo crees que será ese mundo?- Cambió de tema Susan dirigiéndose a la doctora
Winters.-
-Por
lo que hemos podido deducir de la carta de navegación astral que nos dieron los
Bureds, al parecer reúne las condiciones óptimas para la terraformación. Quizás
lo más difícil será llegar.
-No
está tan lejos.- Le rebatió Tracer añadiendo con despreocupación.- Comparado
con nuestro anterior viaje esto va a ser como un paseo por el parque.
-Bueno,
no del todo. Hay un sistema solar que tendremos que cruzar.- Le dijo su
contertulia.-
-Pero
las sondas de reconocimiento no mostraron ningún indicio de amenaza. Al menos
eso se nos informó desde el mando de la flota.- Comentó el joven oficial.-
Aunque claro, cualquiera se fía del todo. También se suponía que habría
catering en las reuniones y luego solamente había máquinas expendedoras.-
Añadió en tono de divertida confidencia.-
Su subalterna esbozó una leve
sonrisa. Ese incorregible individuo siempre estaba igual, derivándolo todo
hacia el terreno de la broma.
-¿Y
usted, doctora?- Intervino Giaal- ¿Va a dirigir otro grupo de investigación?
-Así
es. Desde que embarqué en la SSP-1 me aficioné a este tipo de trabajo. Ahora
que hemos pulido algunos fallos y mejorado muchos procedimientos seguro que la
siguiente terraformación será todavía más rápida y eficiente.- Comentó
esperanzada, aunque decayendo un poco ese ánimo para añadir no sin cierta
tristeza.- Como dijo antes Rick, tendré bajo mi responsabilidad a nuevas
científicas para suplir las bajas de Sandy,
Satory y Amatista.
-Ellas
decidieron establecerse en Bios.- Repuso el alien.- Han fundado sus hogares
allí. Tampoco mi hermana y su prometido quisieron venir.
-Es
una lástima, Naya habría sido una magnífica miembro de las Fairy five de esta
nave.- Comentó Susan, quien agregó.- Pero creo que conozco a una de las que van a venir. Una ingeniera
cibernética si mal no recuerdo. Ahora mismo no consigo acordarme de su nombre.
-Ya
lo consultaré.- Comentó despreocupadamente Penélope.- Tendremos mucho tiempo
para irlas conociendo.
-De
momento aquí estamos nosotros.- Afirmó un como siempre jovial Tracer.- Espero
que haya más compañeros del anterior viaje. Bueno, me gustaría volver a ver a
cualquiera menos a ese bastardo de Logan.- Remató ahora sin tanta afabilidad.-
En eso estaban todos totalmente de
acuerdo, aquel tipo fue realmente un miserable. La propia Penélope recordó como
acosó a Amatista durante ese juicio. Aunque lo de Jennifer fue peor aún. Al
menos ese estúpido estirado de Logan no les vendió al enemigo. De hecho, se
había cuidado de mencionar su nombre cuando habló de los reemplazos en su
equipo. Sin embargo y pese a todo no podía odiar a su antigua subordinada. A
buen seguro le lavaron el cerebro o no estaba bien. Únicamente bastó con oír
los desvaríos que pronunció cuando las tenía prisioneras.
-No
estaba en sus cabales. Pobre muchacha. - Pensó entristecida.-
Con todo, al final demostró no ser mala,
terminó sacrificando su propia vida por salvar la de ella. Aunque todavía
recordaba aquellas cosas tan extrañas que decía como si de veras las creyera,
Penélope quiso indagar un poco en si existían algunos informes psiquiátricos de
Jennifer, sobre todo cuando el doctor Adams le preguntó. En su delirio final,
esa infeliz no dejó de repetir que ese pobre hombre era su prometido…Al final,
por respeto a su memoria lo dejó estar.
-Es
mejor dejarla descansar en paz.- Se dijo entonces.-
¡En
fin! ¿Para qué seguir dándole vueltas a aquello? Más valía olvidar esos malos
momentos y centrarse en esa nueva aventura. ¡Ojalá que Rick tuviera razón! y
sus nuevas compañeras de investigación fueran unas chicas tan estupendas como
las que dejaba atrás. No obstante, recordaba que al principio no fue nada
fácil. En más de una ocasión casi tuvo que hacer de árbitro de boxeo para
evitar que Amatista y Sandy se zurrasen. ¡Quién iba a decir que después se
harían tan buenas amigas!... ¡Y la pobre Satory tan azorada siempre que el
mayor O ´Brian andaba por allí cerca!
-¿De
qué te ríes, Pennie?- Quiso saber un extrañado Tracer al verla sonreír.-
-De
nada en particular. Solamente estaba pensando… y te lo repito… ¡no me llames
Pennie!- Insistió para sentenciar con visible tinte de retribución a su vez.-
Ricky
-Vale,
tocado.- Admitió su interlocutor.-
-Me
reía de pensar en esto como en una aventura.- Le confesó entonces la
científica.- Antes de hacer el primer viaje pensaba en un proyecto o en una
singladura de investigación…
-Ninguno
podíamos imaginar que ese viaje fuera de esa forma.- Intervino Susan.-
-Los
militares quizás esperaríais algo de acción.- Comentó a su vez Giaal.-
-Sí,
pero no hasta esos extremos.- Admitió su pareja.-
-Ojalá
que esta vez no sea necesario luchar.- Comentó Tracer con un talante más serio
de lo que en él era habitual.- No quisiera perder más amigos.
Los demás también convinieron en
ello. Muchos buenos y valientes pilotos y también militares de servicio y
civiles se sacrificaron por llevar a buen puerto aquel viaje. Ahora, a buen
seguro tomarían más precauciones. Estaban mejor preparados y habían aprendido
de las amargas experiencias pasadas. Aunque entonces Tracer añadió algo que
dejó extrañados a Giaal y a la Penélope.
-Y
ahora nuestras posibilidades han aumentado. Con los nuevos cazas orbitales…
-Señor.-
Le susurró Susan.- Eso es información clasificada.
-Tranquila.
No voy a revelar ningún detalle.- Sonrió el interpelado.-
-Debemos
entender entonces que han mejorado mucho la capacidad de esas naves.- Terció
Giaal.-
-Pues
sí, bastante la verdad.- Admitió la teniente Hunter.-
-Aún
me acuerdo de nuestro periodo de instrucción.- Repuso Tracer que añadió con
ánimo de tranquilizar a su subordinada.- No te preocupes, la prohibición de
hablar de esos cazas se mantenía hasta el momento del despegue. Ya estamos
fuera de la Tierra. Podemos contar algunas cosas.
-Pues
habla que nos tienes en ascuas.- Afirmó Penélope que esta vez sí parecía tener
una genuina curiosidad.-
-¿Qué
opina, teniente? ¿Se lo decimos y les matamos luego?- Se rio Rick mirando a una
atónita Susan.-
El resto movió la cabeza una vez
más. Y la aludida repuso entre divertida y con aire reflexivo.
-No
creo que sea necesario, señor. Como usted ha recordado, ya pueden saberlo.
La muchacha recordaba el día en el
que fue llamada junto con otros pilotos a asistir a una especie de seminario al
que se apuntó. Muchos de los allí presentes eran antiguos compañeros de la
SSP-1. El mayor Jensen estaba allí y el que fuera su superior, el mayor Karl
Enset, ahora ascendido a comandante, también.
-Me
alegra verle, señor.- Le saludó Rick.- ¿También usted se ha apuntado a este
seminario?
-Hola,
mayor.- Dijo este para responder.- Pues sí. Parece que a los dos nos gusta
saber acerca de las nuevas técnicas de pilotaje.
-Es
bueno estar al día sobre eso y nuevos modelos de cazas en pruebas.- Afirmó
Tracer.-
-Así
es. – Convino Enset, añadiendo.- Creo que han desarrollado ciertas mejoras.
Pero no quisieron aclararme nada cuando pregunté al mando.
-A
mí me comentario que, si estaba interesado en un curso de reciclaje sobre
nuevos sistemas de aviónica y tácticas de combate aéreo, este seminario me iba
a encantar. Y que daba puntos para un ascenso.- Le contó a su vez Rick.-
Susan entre tanto había llegado unos
pocos instantes después que ellos. Les vio y pudo escucharles charlar. Sin
dudarlo se aproximó. La chica les saludó militarmente y ellos expresaron su
alegría por tenerla allí.
-Con
ustedes dos en este curso ya podremos armar una excelente escuadrilla. Y me
parece que otros pilotos veteranos de la SSP-1 se han unido también.- Les
comentó el comandante.-
-¡Ojalá
que Leval y Mazoui se hayan apuntado! Este tipo de cosas les interesan mucho
también.- Deseó Rick, agregando divertido.- ¡Son un poco pedantes!
-No,
señor.- Intervino Susan sonriendo pese a todo por ese último comentario.- Ellos
se quedaron en Bios.
-Una
lástima.- Terció Enset.-
En ese instante hubo un anuncio por
la megafonía para que todos los allí congregados pasasen al salón de actos. El
seminario iba a comenzar. Todos fueron hechos pasar a una sala bastante amplia
con una luz cenital que dejaba en penumbra la mayoría del recinto. Unas cuantas
sillas se disponían en ella y los pilotos fueron invitados a tomar asiento.
Aquello era más bien un hangar de aviación y en el centro del mismo una enorme
lona tapaba algo bastante grande a su vez. Pese a ese intento de esconder la
evidencia para cualquier piloto estaba muy claro que tenía las formas
características de un avión. Aunque eso ya se lo habían figurado desde un principio.
De todos modos nadie dijo nada aguardando como estaban expectantes a que su
superior tomara la palabra. Este individuo, con el rango de capitán de navío
nada menos, se dirigió a todos los presentes y comenzó su alocución.
-Buenos
días, señores. Soy el capitán Albert Harris. Supongo que todos estarán
impacientes por saber el motivo de su presencia aquí. Debo decir que muchos
están hoy en esta reunión por petición expresa mía. He leído sus expedientes y
solicité personalmente que se les cursasen invitaciones para acudir a este
seminario. En realidad, más que eso, es una toma de contacto para un
adiestramiento muy especial. Uno para el que no todos están preparados. Ustedes
son unos grandes oficiales y pilotos. Por eso se les ha pre seleccionado. Sin embargo,
tendrán que probar su valía una vez más.
Esas palabras lograron de inmediato
atraer la atención de todos. Y en ese instante, el capitán Harris soltó la
bomba.
-Como
ya saben muchos de ustedes otro viaje de exploración se prepara. Una nueva nave
más avanzada que la SSP-1 partirá en breve hacia las estrellas. Y como no puede
ser de otro modo precisará de buenos pilotos para formar las dotaciones de sus
escuadrillas de combate. Las cosas cambian, progresan y evolucionan y antes que
nada me gustaría mostrarles el modelo de caza orbital mejorado que utilizaremos
en ese nuevo viaje.
Según decía esto unos potentes focos
iluminaron aquella gran forma. Al momento un par de grúas levantaron esa
especie de tela que la recubría mostrando en efecto un avión monoplaza de línea
realmente elegante, con doble timón de cola y dos “canard” bajo el fuselaje.
Los pilotos observaron aquello con detenimiento, valorándolo en silencio en
incluso algunos asintieron con aprobación. Hubo unos cuantos murmullos cuando
intercambiaron impresiones entre ellos hasta que Harris volvió a tomar la
palabra.
-Es
hasta un treinta por ciento más rápido y maniobrable que el modelo anterior. Su
panoplia de armas es más amplia. A los láseres de múltiple frecuencia suma
varios tipos de misiles. Pero señoras y señores, eso no es lo más destacable de
este modelo de avión. Para poder explicárselo con más detalle permítanme que
les presente a la responsable del proyecto. La doctora Prentis.
Y otra luz de foco cayó cerca del
comandante revelando a una mujer de largos y lisos cabellos rojizos conformados
como dos largas coletas sujetas por sendas tiras de tela. Era atractiva siendo
ya de mediana edad y llevaba unas gafas
de cristales rectangulares. Vestía una bata blanca de laboratorio que solo
dejaba ver sus piernas a partir de las rodillas rematadas por zapatos marrones
de tacón. Sonrió levemente y tomó la palabra.
-Gracias
capitán Harris.- Declaró.- Damas y Caballeros. Me llamo Melissa Prentis,
pertenezco al proyecto Fairy Five. Soy la responsable del área de ingeniería
aplicada la robótica. Junto a otros colegas hemos desarrollado este aparato.
Esperamos que les guste.
Y tras unos instantes de suspense,
la mujer tomó un mando a distancia que reposaba en una mesita de cristal
cercana y anunció.
-Les
presento el primer avión de combate con tecnología varitech.
Y al pulsar el botón de aquel mando
a distancia el asombro presidió los rostros de los pilotos. La mayoría estaban
con la boca abierta, incluyendo a Enset, Tracer y Susan. ¡En apenas unos pocos
segundos ese avión se había convertido en un enorme robot que sostenía un gran
rifle en su mano derecha! La doctora
Prentis exclamó entonces con visible entusiasmo.
-¡Mucho
más fuerte, mucho más eficaz que un simple avión! Podrá hacer una amplísima
gama de tareas. Y por supuesto, su versatilidad a la hora del combate será
enormemente superior. – Remachó señalando a aquel coloso de más de diez metros
de altura.-
Y entre un admirado silencio, Harris
retomó la palabra para explicar a sus oficiales.
-Por
ello, ustedes deberán aprender a manejar este nuevo aparato. No solamente es un
avión por completo diferente al anterior que ya conocían. Además, tendrán que
dominar el modo de combate androide.
Será difícil, pero a todos los que lo logren les garantizo que el
esfuerzo merecerá la pena. Una cosa más. Como se les advirtió al ser llamados
esto se considera alto secreto. Tuvimos que anunciar esta reunión como un
seminario de actualización y reciclaje en técnicas de pilotaje para mantener la
confidencialidad. Por ello, sepan que está totalmente prohibido hablar sobre el
contenido de esta reunión hasta que no estén en órbita rumbo a la SSP-2. Eso en
el caso de los que logren pasar las pruebas y acepten ir en ese viaje. Por
ello, además de las órdenes escritas que hayan recibido del UNISON, deberán firmar
un documento de confidencialidad.
-Ahora
lo comprendo.- Musitó Enset a sus subordinados.- Tenían mucho interés en que la
mayor parte de los pilotos que fueron en la SSP-1 asistieran a ese seminario.
-¿Eso
nos obliga a ir en el viaje de la SSP-2?- Quiso saber Tracer.-
-Posiblemente
no.- Especuló Susan.- Pero si ha mantener eso en secreto.
Así fue, tras algunas explicaciones más referidas a la
insistencia en que era imperativo no divulgar lo visto y oído, incluso para
quienes no aceptasen ir o no fueran seleccionados, el periodo de adiestramiento
comenzó. En los meses sucesivos tanto Susan como Tracer y otros pilotos
consiguieron hacerse con aquellos nuevos aparatos e incrementar su pericia.
-Entonces
fue algo realmente complicado.- Comentó Giaal cuando Susan terminó de recordar
aquello en voz alta.-
-Entrenamos
mucho y conseguimos un buen control de esos cazas varitech.- Afirmó la
oficial.- Ahora estamos mucho mejor
preparados para defender la nave ante cualquier eventualidad.
-Eso
está muy bien. Aunque lo que más sorprendida me ha dejado es que sea la doctora
Prentis quien vaya a acompañarnos en el viaje. Es una gran científica y hábil
ingeniera. - Comentó Penélope para añadir no sin desconcierto.- Ni siquiera yo
sabía que iba a venir. Ni tampoco estoy
al tanto de quiénes más formarán mi equipo. Me pasa como a vosotros. Es alto
secreto.
-A
veces no hay quien entienda a estos políticos.- Suspiró Tracer quién sin
embargo, animoso como siempre, aseveró.- De lo que no cabe duda es de que vamos
a tener un grupo de lo más cualificado.
Así pensaban todos a decir verdad.
Su cohete iba aproximándose entre tanto a ese asteroide. Era realmente enorme,
aunque no alcanzara las dimensiones de su nave predecesora y tuviera una forma
más alargada, más bien fusiforme. Casi parecía haber sido construido así a
propósito que ahuecado como el anterior.
-Ya
nos queda poco para aterrizar.- Comentó Giaal.-
-Atracar
sería la palabra exacta.- Sonrió Susan.-
-Ya
sabes que yo no domino vuestra jerga militar.- Repuso distendidamente él.-
La joven asintió, casi algo
ruborizada incluso. Siempre se olvidaba de eso. No lo podía evitar, su
formación militar le surgía a cada instante. Realmente amaba mucho su carrera.
Tanto como a su novio. Y estaba muy feliz porque él había querido sumarse a
ella en esa nueva singladura. Aquello podría ser la confirmación de la relación
que les unía. En eso pensaba en tanto la nave fue reduciendo velocidad. Llegaba
el momento de la maniobra de aproximación. Con los cinturones bien puestos y
expectantes todos observaron el proceso. Por fin su cohete se detuvo. Tras unos
minutos en los que se aseguraron las escotillas y la comunicación se les indicó
que podían desembarcar.
-¡Pues
vamos allá! - Les arengó Tracer.-
Bajaron y al fin pusieron los pies
en la zona de transbordo civil. En aquel gran astropuerto interno se movían
muchos pasajeros que iban llegando procedentes de otras naves. Eso les
resultaba familiar. En la SSP-1 les había sucedido lo mismo al llegar. Penélope
miraba a su alrededor buscando a alguien conocido. Sin embargo, no fue ella,
sino su colega, la que primero la vio y la llamó.
-Doctora
Winters. Aquí…
La chica se giró hacia la fuente de
esa voz y descubrió a su colega la doctora Prentis. Allí estaba ella, sonriente
y acompañada de otra muchacha de pelo rojizo y ojos entre grisáceos y violetas.
Era bastante más joven y sonreía al ver a la recién llegada. Penélope les
comentó a sus compañeros de viaje.
-Son
mis compañeras. Venid y os las presentaré.
El resto se acercó y, tras unas
amables inclinaciones de cabeza, Penélope hizo los honores.
-Ellas
son la doctora Melissa Prentis, a la que los oficiales ya conocéis de vuestro
seminario y su acompañante es Keiko Tomoe, la hija del doctor Souichi Tomoe y
de la doctora Kaori Night.
-Encantadas.-
Declaró la más joven.-
-Ellos
son el mayor Rick Jensen al que todos
llamamos Tracer…
-¡Y
alguna que otra cosa más cuando se creen que les escucho! - Terció jocosamente
él, haciendo que el resto sonriera.-
No obstante, Penélope logró
proseguir.
-Giaal
Ginga, médico y experto en botánica cósmica, y la teniente Susan Hunter. Piloto
de combate.
-Es
un placer.- Saludó el alien.-
-Mucho
gusto en conocerlas.- Convino Susan.-
-Bueno.-
Terció Tracer.- Teniente Hunter, nosotros tenemos que presentarnos ante el
comandante.- Nos deben asignar destino.
-Sí,
señor.- Repuso ella.-
Tras asentir, su superior la dejó
por unos instantes para ir a despedirse de Penélope, la teniente Hunter hizo lo
propio con Giaal.
-Te
llamaré en cuanto tenga asignado mi destino y el alojamiento.- Le dijo la
oficial al médico.-
-Muy
bien. Espero que tengas suerte.- Le deseó el joven.-
Ambos se dieron un ligero beso en
los labios y Susan se marchó. Giaal también se excusó puesto que debía ir a
conocer el hospital de abordo. Por su parte, Tracer logró darle un beso algo
más apasionado a una envarada Penélope en tanto exclamaba.
-¡No
juguéis mucho con las probetas! Luego te doy un toque, Pennie…
Las demás se sonrieron aunque
enseguida recobraron unos semblantes más serios cuando la doctora Winters pudo
suspirar, superar su azoramiento y mover la cabeza para dirigirse a sus
colegas, mientras veía alejarse a ese tarambana tras la teniente Hunter.
-Bueno,
espero que podáis decirme algo sobre las instalaciones.
-Son
lo último en tecnología. No se ha reparado en gastos.- Afirmó Melissa con
satisfacción.-
-Si
Ian Masters ha estado patrocinando esta expedición al igual que la anterior no
lo dudo.- Se sonrió levemente Penélope.-
-Te
van a encantar.- Afirmó Keiko.-
-Y
también quiero que me contéis que tal todo por el cuartel general de la Masters
Corporation.- Repuso su interlocutora.-
-Bueno.
Mis padres siguen atareados con sus proyectos.- Le contó Keiko.- Aunque no les
hizo mucha gracia que yo viniera, pero les convencí alegando que era un viaje
seguro. Esta vez no vamos a la aventura y las medidas de seguridad son mucho
mayores, al menos por lo que se dice.
-Es
cierto. Algo nos han contado.- Admitió Penélope.-
-En
esta ocasión no habrá ningún problema.- Afirmó la doctora Prentis con bastante
seguridad.- Tenemos un objetivo muy claro y la carta de navegación de los
Bureds.
-Esperemos
que sea así.- Deseó su interlocutora.- Ya tuvimos bastantes sorpresas no
deseadas en el primer viaje.
Al fin las tres tomaron un
deslizador conducido por uno de esos androides de servicio llamados droidos,
que también habían sido bastante perfeccionados. Por su parte, Tracer y Susan
llegaron a su vez, tras haber tomado otro deslizador conducido por un modelo
idéntico de robot. Al bajar, enseguida presentaron sus credenciales entrando en
el cuartel. Llegaron pronto a presencia de Enset que les aguardaba en su
despacho. Allí, tras pedir permiso para entrar y en posición de firmes, su
comandante les saludó.
-Me
alegra mucho el tenerles aquí. Ambos sirvieron conmigo en la SSP-1 y guardo un
recuerdo muy grato de los dos.
-Gracias,
señor.- Respondieron al unísono.-
-Descansen
por favor.- Les pidió su superior ofreciéndoles incluso dos sillones que se
enfrentaban al suyo propio.- Tomen asiento. Quiero charlar un poco con ustedes
antes de asignarles a sus respectivas escuadras.
Los oficiales obedecieron de
inmediato y Enset, tomando asiento a su vez, les comentó.
-Este
viaje va a ser más corto, y todos deseamos que menos accidentado. Esta nave es
más pequeña que la SSP-1 y considerablemente más avanzada. Tenemos menos
pilotos y cazas.
-¿Puedo
preguntarle de cuantos disponemos, mi comandante?- Inquirió Susan.-
Su interlocutor asintió, para
contestar.
-
De unos cuatrocientos, aparte de lanzaderas y transportes. Pero nuestros aviones de combate de ahora son
mucho más potentes y versátiles, como ya saben.
-Sí
señor.- Convino Tracer afirmando con impaciencia.- Y estoy deseando probarlos en el espacio.
-Tendrá
la oportunidad, no lo dude.- Replicó su superior añadiendo ya con un tono más
serio.- Y eso es lo que me lleva a querer charlar un poco con los dos. Son de
los mejores pilotos que tenemos. Y atesoran una gran experiencia que podrá
resultarnos muy valiosa.
-Muchas
gracias, mi comandante.- Repuso Susan realmente halagada de escuchar aquello.-
Enset sin embargo, no relajó el tono
y tras guardar unos instantes de silencio, les comentó.
-El
tiempo es oro. Como ya les dije hace un momento. Esperamos que este sea un
viaje sin incidentes pero los tres sabemos que eso nunca puede darse por
sentado. Por ello, la principal misión que tendrán de ahora en adelante será la
de instruir a muchos de los nuevos pilotos.
-Lo
haremos encantados, señor.- Contestó Tracer que, no obstante, agregó
intrigado.- Aunque pensaba que al estar aquí ya habrían pasado todas las
pruebas pertinentes.
-Y
así ha sido, pero les falta algo que no se puede lograr hasta que no se tiene
práctica. La experiencia que ustedes dos tienen.- Respondió su comandante.-
-No
le decepcionaremos, señor.- Aseguró Susan.-
-Estoy
convencido de ello.- Asintió Enset que pasó a comentarles.- Sus respectivos
destinos serán; usted mayor Jensen, como líder de la escuadrilla Granate número
uno y usted teniente segunda Hunter, como piloto senior en la escuadrilla
Granate número dos, bajo el mando del mayor Shulth.
Dicho esto se levantó y sus
subordinados se apresuraron a hacer lo propio.
-Entonces,
señor, con su permiso vamos a integrarnos en nuestras unidades.- Declaró
Tracer.-
-Vayan
ustedes.- Les dijo el comandante.- Aunque eso de presentarse déjenlo para
mañana. Por hoy descansen y vayan a sus alojamientos. Han tenido un largo viaje
hasta aquí y les quiero en plena forma.
Tras asentir agradecidos salieron
los dos aunque Enset llamó entonces a Susan.
-Un
minuto, teniente.- Le pidió.-
La joven retornó sobre sus pasos,
aunque en un primer momento Rick se sorprendió de eso no le prestó más
atención, juzgando que quizás el comandante habría olvidado decirle algo a la
chica. Así pues se marchó. Por su parte, la interpelada se giró preguntando.
-¿Deseaba
algo más, señor?...
-Sí-
admitió éste comentando con un tono algo extraño, entre enigmático e incluso
preocupado.- Verá, la escuadrilla a la que va es una totalmente nueva. La mayor
parte de los pilotos apenas si han tenido ocasión de ejercitarse en simuladores
y atesoran muy pocas horas de vuelo en aparatos reales.
-¿Y
qué desea que yo haga, mi comandante?- Quiso saber la joven que no llegaba a
comprender muy bien aquello.- Aparte de adiestrarles en ejercicios.
Enset miró hacia el exterior de su
despacho y cuando se aseguró de que no había nadie cerca le respondió.
-Quiero
que esté muy atenta a todo lo que oiga y lo que vea. Y que compruebe por usted
misma cómo funcionan las cosas. Si nota algo fuera de lo normal infórmeme a mí
únicamente y no haga comentarios a
nadie. Ni siquiera al mayor Jensen, ni tampoco y si me disculpa, a sus amigos.
– Remachó su superior para despedirla.-
Ahora, vaya a incorporarse a su escuadrilla.
-
A sus órdenes.- Replicó la atónita oficial cuadrándose para saludar.-
Y tras devolverle el saludo Enset se
metió en su despacho. La muchacha se alejó entre extrañada y satisfecha. Esa
orden era algo rara, pero parecía que su superior confiaba mucho en ella para
encargarla de algo así. De todos modos obedecería al pie de la letra las
instrucciones. Recorrió los largos pasillos de la base y tomó un deslizador
corto en tanto meditaba sobre su nuevo cometido. Pensaba en su novio. El único
problema por ahora es que Susan estaría alojada en los pabellones militares en
tanto que Giaal tendría que estarlo en la zona civil, eso hasta que no
decidieran regularizarse como pareja. Pese a que esto parecía un problema en el
fondo ambos convinieron que era mejor así. Podrían dedicarse a sus respectivos
trabajos con más atención en esos primeros momentos del viaje y tener algo de
independencia hasta que su relación madurase por completo.
-Bueno,
habrá que darle tiempo al tiempo. De momento lo primero es situarme y cumplir
las órdenes.- Se dijo la muchacha.-
Al fin llegó hasta la zona indicada.
Se bajó del deslizador y recorrió los metros que le quedaban hasta el edificio
de alojamiento militar. Tras pasar el control de acceso mostrando sus
acreditaciones y recibir el saludo de los soldados de guardia, Susan accedió al
inmueble. Tomando un ascensor se plantó en el tercer piso. Lo cierto es que
estaba sorprendida. Aquello, más que un complejo de barracón militar, parecía
una especie de hotel de cinco estrellas. Desde luego mucho más lujoso y cómodo
de lo que había esperado.
-Vamos,
¡ni que fuera un almirante! - Se sonrió con aprobación.- Aunque no me voy precisamente a quejar.
Llegó ante la puerta de su
habitación. Usó su tarjeta clave para abrirla. Al entrar dejó sobre una mesa su
petate. El equipaje restante le sería enviado en breve, una vez hubiera pasado
los controles de seguridad reglamentarios. Observó que ese piso tenía dos
habitaciones, una cocina y un baño bastante bien equipado. Al fijarse más
detenidamente hasta se percató que poseía un yacusi. Se rio sin poderlo evitar.
-¡Esto
tiene que ser un error! Sin duda. Me habrán asignado algún apartamento
reservado a los peces gordos. Espero que no entre un tipo orondo, viejo y de
alto rango y me sorprenda aquí.
Aquello la hizo reírse sola. ¡Vaya
un cuadro que sería! De todos modos tras haber vivido tantas aventuras estaba
dispuesta a arriesgarse. Se sonrió una vez más. En sus tiempos de cadete e
incluso cuando emprendió el viaje en la SSP-1, se habría quedado allí plantada
sin atreverse ni tan siquiera a aplastar el sofá sentándose hasta estar
totalmente segura.
-Pero
bueno.- Se dijo divertida.- Mientras se aclara la confusión me voy a aprovechar
de ello. Como suele decir Debbie, disfrútalo mientras puedas. Y como diría
aquel chalado del mayor Freejar. ¡Qué diablos, ja, ja!
De modo que, sin pensárselo dos
veces, se quitó el uniforme y provista de una toalla se metió en aquel baño tan
bien equipado. No tardó en estar en la gloria rodeada de espuma y dentro de aquel
yacusi. Incluso debió de quedarse dormida durante un rato dado que al poco
tiempo oyó un ruido que provenía del exterior. Con cautela e incluso temiendo
que esas peregrinas suposiciones suyas se hubieran confirmado, salió del agua.
Se secó con la toalla que llevaba anudándose cuidadosamente para que el
cubriese desde los pechos hasta casi las pantorrillas. De este modo y con sus
intimidades a salvo de miradas ajenas, se aventuró a salir.
-¿Quién
está ahí?- Preguntó entre sorprendida y desconfiada.-
Una chica de pelo castaño hasta los
hombros, ojos avellana y tez algo morena le devolvió una mirada atónita.
Llevaba una maleta verde con ruedas y vestía de modo informal. Una camisa a
cuadros y un pantalón vaquero con zapatillas. Susan entonces creyó percatarse
de lo que había sucedido y enseguida declaró con un tono más conciliador.
-Perdone.
Debe de haberse producido un error en la hoja de destinos. Creo que este
edificio está en la parte de jurisdicción militar. Aunque quizás me hayan dado
mal las señas.
-No,
no se las han dado mal.- Respondió la otra joven que seguía sin aparta la vista
de su interlocutora para aclarar.- Yo soy militar. Y bueno, supongo que usted
también lo es…
-Soy
la teniente segunda Susan Hunter.- Le desveló ésta.- Encantada. ¿Y usted?...
Aunque la otra joven soltó la maleta
de repente, cuadrándose y poniéndose en primer tiempo de saludo para responder
de modo protocolario.
-Alférez
Olivia Aguirre Suarez, señora.
-Bueno,
descanse.- Le pidió Susan que ahora estaba tratando de ajustarse la toalla.-
Acabo de llegar, me han asignado este alojamiento, al verlo vacío no pensé que
fuera a tener compañía.
Su subordinada adoptó la postura de
descanso y contestó.
-Verá,
señora. Me han destinado aquí. Soy piloto de cazas. Bueno… estoy en prácticas
todavía.- Matizó con algo de rubor.-
-¿En
qué escuadrilla está?- Le preguntó su superiora.-
-En
la Granate dos.- Contestó la joven.-
-Esa
es la mía también. Nos habrán puesto juntas por esa razón. – Razonó la
teniente.-
-Supongo
que sí, señora. – Replicó la chica.-
Susan se sonrió divertida. Aquella
pobre muchacha estaba tiesa como un palo y eso que le había dicho que
descansara. Desde luego, le hacía pensar en ella misma. Así que haciendo gala
de un tono más distendido, le comentó.
-Mira.
Hagamos una cosa. Dentro de estas paredes vamos a ser compañeras de piso. No hace falta ser tan protocolarias. Anda,
siéntate mientras me seco y me visto. Luego hablamos de quién se queda con cada
habitación.
-Lo
que usted ordene, mi teniente.- Afirmó Olivia indicando, eso si.- Pero usted es
la oficial de mayor rango, le corresponde elegir.
Susan movió la cabeza. Ahora se
sonreía al recordase otra vez a sí misma. Aquel viaje en la SSP-1 cuando hizo
amistad con sus superiores, el teniente Malden y el mayor O´ Brian. Ellos le
habían dicho exactamente lo mismo. Fuera del trabajo, compórtate como una
persona normal. De modo que, sin cumplidos, replicó a esa joven.
-Vale.
¡Allá tú! Me quedo con la de la ventana
grande.
Y sin mediar más palabra entró a
vestirse. Una vez se cambió salió al salón. Allí estaba esa muchacha, como si
aguardase su permiso para ir a su cuarto. Susan entonces le pidió.
-¿A
qué esperas?, ve, deshaz tu maleta y luego charlamos un poco. Pero sin tanto
formalismo.
La interpelada obedeció. Al poco
salió de su cuarto y su superiora la invitó a sentarse en un sofá que tenían en
la sala.
-Dime.
¿De dónde eres?...
-Nací
en México, Distrito Federal.- Le contó la chica.- Siempre quise ser piloto
militar, aunque en mi país eso es más difícil. Supongo que hay más prejuicios
hacia las mujeres.
-No
te creas. En los Estados Unidos tampoco es fácil. Ni siquiera en el UNISON.-
Convino Susan.- Lo sé porque estudié y me formé en Los Ángeles, y aunque
aparentemente no había ninguna discriminación, los chicos siempre te miraban
como si estuvieras a punto de fallar. Bueno, no todos. Pero hay muchos para
quienes una mujer es algo así como una especie de intrusa en la vida militar.
-Yo
pensé que, en los Estados Unidos, tras tantas décadas de servicio en el
ejército, las mujeres eran valoradas por su competencia. Lo mismo que los
hombres. Y estaba convencida que en el UNISON sería algo indudable.- Suspiró
Olivia.-
-La
mayoría de las veces es así.- Comentó Susan añadiendo, eso sí, no sin pesar y
algo de irritación.- Aunque siempre quedan algunos residuos de otras épocas.
Y ahora fue Olivia quien la miró
algo cohibida, como si no se atreviese a hablar y así lo hizo constar.
-Señora.
En relación a eso que acaba de mencionar. Es que no sé si debo decir lo que
estoy pensando.
-Bueno.
– La animó su interlocutora.- Recuerda,
entre estas paredes no tengas temor de ser sincera. Y me atrevería a
aconsejarte que tampoco lo tuvieses fuera.
La aconsejada suspiró y dirigiendo
una apurada mirada a su contertulia se atrevió a decir al fin.
-He
estado escuchando cosas entre algunas otras mujeres que han sido destinadas
aquí. Verá. Acabo de llegar pero se rumorea que el mayor Shulth tiene esa clase
de actitud. Solamente somos tres mujeres en la escuadrilla. Nosotras dos y otra
chica, una alférez compañera mía de promoción.
-¿Cómo
se llama esa muchacha?- Quiso saber Susan?
-Celia
Walsh.- Le respondió Olivia.- Al parecer, el mayor la ha estado postergando y
todavía no ha salido en ninguna misión.
-¿Cuánto
lleva aquí? Nosotras acabamos de
llegar.- Se extrañó Susan.-
-Al
menos un par de semanas, fue de las primeras en llegar y es realmente buena.-
Le aseguró su contertulia.- La he visto en pruebas de simulación.
-Una
prueba de simulación no es lo mismo que el vuelo real, alférez.- Le recordó su
interlocutora.-
-Sí,
lo sé. Pero es que también ha salido alguna vez en vuelos reales de prácticas.
Y obtuvo muy buena puntuación. Tiene un excelente manejo de los varitech. - Le
subrayó Olivia.-
La teniente Hunter guardó silencio
durante unos instantes tratando de reflexionar. Finalmente repuso.
-Por
ahora no ha transcurrido el tiempo suficiente y tampoco podemos fiarnos de los
rumores. Además, el mayor Shulth es nuestro oficial al mando, no es correcto
que cuestionemos su forma de hacer las cosas hasta que no existan pruebas de
ello. Pero no te preocupes. Yo misma trataré de enterarme por si sucediera algo
irregular.
-Muchas
gracias, mi teniente.- Pudo sonreír la otra muchacha.-
Susan pensó que quizás era a eso a
lo que el comandante Enset se había referido al ordenarle que observase
cuidadosamente y le informara sobre cualquier cosa que se saliera de la
normalidad. Por supuesto que lo haría. Sin embargo, ahora tenía otras
prioridades mucho más mundanas y así se lo hizo saber a su contertulia.
-Tengo
hambre. A ver si tenemos algo de comer en la cocina.- Remachó realmente deseosa
de que así fuera.-
Por fortuna sí que tenían cosas en
la nevera y la despensa. Susan estaba más que dispuesta a comerse unas raciones
de sopa de sobre, aunque su subalterna se ofreció enseguida a preparar algo.
-Puedo
hacer unos nachos.- Comentó la muchacha ya algo más distendida.- También traje
algo de comida…
-¿Ah
sí?- Se sorprendió la teniente, remachando con aprobación. - Pues eso no
estaría nada mal. Yo mientras pondré a calentar la sopa.
Y ambas se pusieron manos a la obra
componiendo una más que aceptable cena. Después, tras charlar un poco, se
fueron a dormir. Al día siguiente tocaba incorporarse enseguida. Por su parte,
Rick se había dirigido hacia su alojamiento igualmente. Éste distaba apenas un
bloque de casas del de la teniente Hunter. Un droido le llevó el equipaje y el
joven oficial llegó por fin. Estaba en un segundo piso y desde luego que el
cuarto no estaba nada mal. Al entrar el chico quedó sorprendido.
-¡Vaya!-
Se dijo silbando incluso, para comentar divertido, en su más puro estilo bromista.-
Ya era hora de que empezasen a valorarme en lo que merezco.
Aunque no estaba solo. Al oírle un
tipo salió de una de las habitaciones. Tenía el pelo moreno, excesivamente
largo para lo que se estilaba en las ordenanzas. Era ligeramente más alto que
él, de tez algo más oscura y estaba visiblemente musculado. Tracer pudo verlo
fácilmente dado que solo llevaba un pantalón corto. Aquel individuo le dedicó
una desconfiada mirada con sus ojos azabache al tiempo que le interpelaba con
brusquedad.
-¿Quién
es usted? ¿Qué hace aquí?
-Mayor
Rick Jensen.- Contestó el aludido.- Vengo destinado a la escuadrilla Granate
número uno y me han dado este cuarto. ¿Y usted, amigo?
-Soy
el mayor Kiros Derail.- Le contestó con tono algo altivo y un poco seco, más al
agregar a modo de contundente puntualización.- Y no le conozco, no somos
amigos. En todo caso aliados.
-Vale,
lo tomaré por un buenas tardes.- Se sonrió Tracer para inquirir.- ¿Es usted piloto?
-No.-
Sentenció aquel tipo.-
-Pues
no acabo de comprender que hace aquí. ¿Operaciones de navegación quizás?-
Preguntó su contertulio.-
-No.-
Repitió lacónicamente ese tan poco sociable individuo.-
Rick suspiró armándose de paciencia
y quiso ir con más comedimiento por si acaso. Si ese cretino era la mitad de
fuerte de lo que parecía no convenía hacerle enfadar. De modo que educadamente
insistió.
-Si
puedo saberlo, y dado que somos aliados. ¿En qué puesto está destinado?
-Soy
un enlace. Y me ocupo de las operaciones militares en campo abierto.- Respondió
ese hombre.-
-¿Enlace?-
Repitió Tracer sin comprender.- ¿Con el alto mando?
-Soy
agregado militar. De Nuevo Vegeta.- Le
desveló su contertulio.-
-¿Es
usted un saiyajin?- Se sorprendió Rick.-
-En
efecto.- Repuso su interlocutor cruzándose de brazos con altivez.- ¿Le somos
familiares?
-Vaya.
¡Ésta sí que es buena! – Se sonrió Tracer mirando a aquel tipo que le observaba
a su vez fijamente para añadir.- Uno de mis mejores amigos también.
-Usted,
¿amigo de un saiyajin? No lo creo.- Fue el turno de replicar de Kiros no sin
una apreciable dosis de sorna.-
-Se
llama Leval Malden.- Le comentó un impasible Tracer para añadir divertido
ahora.- Y creo que es sobrino de un tal Lornd o Lord, o lo que sea. Es un tipo
muy importante según creo por allí.
Ahora la expresión de su contertulio
pasó de la suficiencia a la sorpresa. Era como si, de repente, Tracer se
hubiera magnificado a sus ojos. O como si pensase que había metido la pata.
Enseguida pudo preguntar a su vez con un tono bastante más considerado.
-¿Usted
es amigo del sobrino de nuestro rey?
-Servimos
juntos en la SSP-1.- Le contó Rick con satisfacción, añadiendo con su típico
desenfado.- Y tutéame, hombre, que somos
compañeros y tenemos el mismo rango. Mira, te puedo enseñar algunas fotos que
tengo con él si no te lo crees.
Y en efecto sacó su teléfono móvil y
le mostró a su ahora atónito contertulio
algunas imágenes de él mismo, Leval y Mazoui. Kiros miraba aquello y a la vez
escuchaba con sorpresa aquellas palabras. Ya se lo habían advertido. Su propio
padre le dijo que tuviera cuidado con los humanos. Por lo menos en la forma de
expresarse. No obstante, él estaba educado a la vieja usanza. Al contrario de
su primo Doran no gustaba de tratar mucho con los terrestres, ni había
asimilado apenas sus modos y costumbres. No obstante, le habían enviado allí
como representante de su pueblo y para participar en esa misión. Era de vital
importancia que se desempeñara a la perfección. Y eso pasaba por no
menospreciar a los humanos. Aquel fue uno de los primeros consejos que el noble
Calix y la noble Seira le dieron y que
no había seguido hasta entonces…recordaba aun cuando le enviaron a esa misión.
Tuvo que comparecer ante la consejera y guardiana de la mismísima reina Meioh,
que además era su tía.
-¿Me
mandaste llamar, noble Seira?- Preguntó él haciendo una respetuosa
inclinación.-
La mujer aludida volteó su cabeza
dedicándole una inquisitiva mirada con esos ojos negros tan escrutadores que
poseía. Su moreno cabello corto se balanceó ligeramente y asintió para
declarar.
-Te
va a ser confiada una importante misión, Kiros. Serás enviado a la Tierra y
formarás parte de la dotación de una nave espacial de los humanos.
-¿La
Tierra? ¿Dónde están el primo Doran y la princesa Seren?- Inquirió con sorpresa
apenas disimulada.-
-Mi
hijo está en la Luna, de agregado militar y embajador plenipotenciario en la
corte de la reina Neherenia. Tú irás con rango de teniente mayor terrestre. Es
un grado importante que equivale a tu nivel aquí.
-Mi
nivel está muy por encima del de cualquier humano.- Argumentó él que no parecía
muy contento con aquello.-
-Eso
no cuenta ahora.- Replicó secamente su interlocutora.- Tienes unas
instrucciones muy concretas. Tu deber será formar parte de la fuerza
combatiente de esa nave. Obedecerás las órdenes de tus superiores jerárquicos
humanos como si partieran del mismísimo rey Lornd. De tu padre el canciller
Blinz, o de mí misma. ¿Te ha quedado claro?
-Sí,
noble Seira.- Replicó él con poca convicción.-
La saiyajin se paseó ahora por
aquella cámara en la que ambos estaban y le comentó con un tono más comedido y
relajado.
-Como
sobrino mío que eres, y parte de la familia Derail, espero de ti el máximo
compromiso y que empeñes tu vida incluso en el cumplimiento de esta misión. No
eres ajeno a los tiempos tan difíciles que hemos atravesado. Ahora, nuestra
alianza con la Tierra es más importante que nunca. Mantén tu orgullo saiyajin
pero no menosprecies a los humanos. Hay muchos que se ganaran tu respeto. Y
aunque no fuera el caso recuerda que tienes un juramento de fidelidad y de
obediencia a las órdenes de los soberanos y las de cualquiera que actúe en su
nombre.
-No
lo olvidaré, tienes mi palabra, tía.- Asintió él ya con más determinación.-
Seira asintió aparentemente
satisfecha para sentenciar.
-Recibirás
detalles de tu misión más adelante. Por cauces confidenciales. Partirás de
inmediato, despídete de tus padres si así lo deseas.
-No
hay necesidad.- Declaró él con tono entre solemne y orgulloso.- Desde ahora
estoy en el cumplimiento de la misión que me has encomendado. En el supuesto
que, cuanto antes me incorpore a mi nuevo destino, mejor.
Su interlocutora convino en eso con
otro asentimiento de aprobación, Así fue como Kiros se retiró y partió
enseguida a la Tierra en una cápsula. Aterrizó en una base terrestre de alta
seguridad. Una vez allí le equiparon con todo lo que pudiera necesitar para el
desempeño de su nuevo cargo. Después embarcó en esa enorme nave. Tuvo que
admitir que los humanos poseían una tecnología bastante avanzada ya. Ahora,
mirando cara a cara a aquel oficial terrestre, decidió seguir las indicaciones
de su noble tía y afirmó de un modo más amable.
-Eres
importante sin duda para codearte con un príncipe de los saiyajin. No se
prodigan en tales confianzas con cualquiera. - Admitió el guerrero para decir
sin ambages.- Te pido disculpas si te he ofendido.
-¡Que
va, hombre! No pasa nada.- Sonrió más ampliamente su contertulio a la par que
añadía.- Nos tomamos algo y te cuento algunas cosas de aquello.
El saiyajin asintió y tras sentarse a la mesa los dos mantuvieron
una interesante conversación. A su vez, Giaal enseguida llegó a sus
alojamientos, estaban muy bien sin duda. Muchas comodidades humanas aunque eso
a él no le preocupaba demasiado. Había estado acostumbrado a vivir en sitios
bastante peores o por lo menos mucho más sencillos. No empleó mucho en quedarse
en su piso más que para dejar sus cosas y se fue al centro médico lo antes
posible. Al llegar a su consulta encontró allí a una enfermera que atendía
solícitamente a una persona herida. Era un muchacho espigado y de pelo castaño
claro que tenía un corte en la mano. La joven le comentó al tiempo que
terminaba de vendarle.
-Procura
no mojar la venda y pásate para que lo veamos mañana.
-Gracias.-
Sonrió ese jovencito que no debía de tener más de quince o dieciséis años y que
le preguntaba con azoramiento.- ¿Estará usted? Quiero decir, como me ha curado…
supongo que tendrá que ocuparse también de revisarlo…
La chica le dedicó una afable
sonrisa aunque parecía que algo forzada y respondió de modo educado pero
tajante, casi admonitorio.
-Cualquier
enfermero podrá mirarte el vendaje. Anda, vuelve a casa. Tus padres estarán
preocupados. Y procura tener cuidado. Ya has hecho muchas visitas aquí. Un día
te harás daño de verdad si no pones atención.
Y ese muchacho asintió, a su pesar
se levantó de la silla que ocupaba y salió. Apenas sí le dedicó una mirada a
Giaal cuando se perdió por la calle. Era natural, él por supuesto iba en su
forma humana. El alien entró entonces y esa muchacha, que andaría por los
veintitantos años, tenía pelo castaño recogido en un gorro clínico y ojos
marrones casi avellana, le saludó con amabilidad.
-Dígame.
¿Qué puedo hacer por usted?
-Soy
el doctor Giaal Ginga.- Se presentó él.- Encantado…
-¡Ah!,
el nuevo médico.- Sonrió ella que parecía aliviada al presentarse.- Me llamo
Margaret Kendall. Pero puede llamarme Maggie. Es un placer.
Ambos se dieron la mano y Giaal
aprovechó para comentar.
-Al
parecer no le falta trabajo.
-Desde
luego que no.- Convino la joven.- Éste es un centro clínico de atención
primaria, la gente viene para cualquier cosa como cortes, quemaduras o caídas
leves. Hasta ahora he hecho lo que he podido, pero acabo de terminar la carrera
de enfermería y hay muchas cosas que no estoy habituada a hacer. Afortunadamente
todavía no hemos tenido casos realmente serios.
-Bueno,
no se preocupe. Ahora seremos dos. Al menos en este turno.- Afirmó más
animosamente Giaal.-
-Hablando
de eso. Mi compañero James vendrá enseguida.- Comentó ella.- Ya tengo ganas de
salir.
Miró el reloj suspirando. Ese chico
siempre hacía lo mismo. Ya era la tercera vez en la semana que estaba
retrasándose. Pasaban más de diez minutos cuando llegó. Caminaba sin prisa. Era
un tipo moreno, de estatura media y ojos marrones que saludó como si tal cosa
al entrar.
-Hola
Maggie. Ya llegó la caballería…
La joven se limitó a señalarle el
reloj de la consulta con expresión poco amistosa. Ese tipo enseguida replicó
con despreocupación.
-Lo
siento. Todavía me lio con los deslizadores. Pero mejoraré…
-Eso
espero. – Repuso ella sin parecer muy convencida para presentar al recién
llegado.- Bueno. Jim. Éste es el doctor Ginga.
-Por
fin el médico que nos prometieron.- Afirmó ese chico presentándose a su vez.-
James Derrick. Soy el enfermero del segundo turno. Luego vendrá Leslie que es
el médico nocturno y jefe del centro de
salud. Usted, ¿En qué turno estará?- Quiso saber.-
-En
el que más se me precise.- Contestó Giaal.-
Me incorporo oficialmente mañana y quería familiarizarme un poco con el
sitio.
-El
turno de Maggie suele ser el más movido. Aunque nada de importancia hasta
ahora, ¿verdad?- Le preguntó Jim a su compañera.-
-Eso
le he comentado al doctor Ginga.- Admitió ésta.-
-Llámenme
Giaal.- Les pidió él que también observó la hora para concluir.- Si no les hago
falta todavía voy a retirarme. Tengo cosas que ordenar. Aunque les agradecería
que me indicasen que deslizador va hacia el centro de la ciudad.- Añadió.-
-Yo
voy hacia allí, podemos ir juntos.- Le ofreció Maggie.-
Giaal lo agradeció con un leve
asentimiento de cabeza. Ya se alejaban tras despedirse del otro enfermero
cuando éste le comentó a su compañera con un toque inconfundible de divertida
sorna.
-¿Y
vino tu Romeo hoy? Debe de ser el chico más patoso del mundo. Se está
lesionando casi todos los días. Y nunca deja que nadie más que tú le cure las
heridas. O eso o siempre pasa por aquí de camino a algún otro sitio.
Margaret se limitó a mover la cabeza
con desaprobación y no replicó. Su compañero se rio en tanto ella y el doctor
Ginga se marchaban camino del deslizador. Fue el extrañado médico quién
preguntó.
-¿Romeo?
¿Es algún otro enfermero?
A su pesar la chica tuvo que
sonreír, enseguida le aclaró a su atónito acompañante.
-Era
ese chiquillo al que me vio curar. Le gusta montar en monopatín y muchas veces
se cae.
-¿Y
eso de Romeo?- Reflexionó Giaal tratando de recordar una obra de teatro de la
Tierra de esas que su madre gustaba de interpretar y leer.- ¿Es algún tipo de alusión amorosa?
-¡Es
que Jim es imbécil! - Espetó ella que pareció molestarse por aquellas
referencias.- No es más que eso.
Aunque viendo la expresión
desconcertada del doctor, la joven se apresuró a disculparse.
-Perdóneme,
no es en absoluto culpa suya. Pensará que soy una exagerada. Es que mi
compañero me saca de quicio. El paciente al que se refiere es solo un niño que
confía en mí, nada más.
-Puede
que haya desarrollado afecto hacia usted. A esas edades es algo natural para
los varones humanos el sentirse atraídos por mujeres algo mayores y atractivas.
-¿Humanos?-
Repitió Maggie mirando a su vez a su interlocutor con gesto desconcertado.-
Aunque tampoco se olvidó de la
palabra atractiva que había empleado el doctor Ginga. Ella lo era, de eso no le
cabía duda. La mayor parte de los hombres siempre se lo decían. Era algo con lo
que tenía que transigir.
-Bueno,
en el sentido biológico, - Quiso matizar Giaal.- Los chicos de esa edad se
enamoran muchas veces de una mujer algo mayor que ellos. Es una tendencia
natural. ¿No cree?
Lo cierto es que, por seguridad, lo
mejor era que su origen extraterrestre solamente fuese conocido por unos pocos
a bordo de esa nave. Susan se lo advirtió. Y él estaba de acuerdo en eso.
Tendría que evitar cometer ese tipo de deslices. Aunque, por fortuna para él,
esa muchacha olvidó enseguida ese comentario y declaró con cierto pesar.
-Es
solo un crío. No quiero hacerle daño. Trato de ser amable con él. Nada más.
Tomaron
el deslizador y recorrieron la distancia que les llevaba aproximadamente hasta
el centro de la ciudad. Giaal quiso despreocupar a su acompañante, comentando.
-No
se preocupe, eso es natural. Ya se le pasará. Por lo que he visto usted se ha
comportado de modo totalmente profesional.
En efecto, Maggie pudo sonreír
aliviada. Ese médico daba la impresión de ser un buen tipo. Y tenía una mirada
muy profunda. Casi parecía que hipnotizaba con ella. Aunque esa sensación se le
pasó pronto. Sobre todo al indicar a su contertulio.
-Es
esta parada…
Descendieron ambos y Giaal le
comentó.
-Gracias.
Vengo a ver a una buena amiga. Me han informado de que tiene una cafetería por
aquí.
Así fue, nada más llegar se cuidó de
indagar por el paradero de Ginger. Y efectivamente, esa joven se había
establecido en esa nave y regentaba su propio café. En eso penaba cuando su interlocutora le comentó
-La
verdad es que no me vendría mal comer algo.
-Pues
es realmente muy buena preparando tartas.- Afirmó el doctor Ginga.- Si quiere unirse a mí.
Margaret asintió, ¿por qué no?...De
modo que, una vez que Giaal consultó la dirección del sitio, los dos se encaminaron hacia allí.
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