lunes, 15 de mayo de 2017

GWTN18 Todo es apariencia


Tras unos días las cosas seguían su rutina habitual. Aunque en el caso de Sonia no estaban nada claras. No tenía decidido que hacer y debía darle una respuesta a su jefa. Al día siguiente a más tardar, dado que Esmeralda había anunciado su intención de regresar a la Tierra entonces.



-No puedo continuar indecisa. Si hay algo que no perdona, al menos eso dicen, es la indecisión.- Pensaba realmente concernida.-



 Sin embargo, ocurrió algo que la española ni imaginaba y que la dejó petrificada. Se enteró por las holo revistas. Por más que lo releyera no podía creerlo todavía. Lo averiguó al levantarse por la mañana e ir al trabajo. Durante el viaje en el deslizador de empresa ojeó unas cuantas para entretenerse. Entonces leyó…



-El famoso actor Ben Crew partirá en breve para la Tierra. Cuando acabe de filmar la serie que le ha lanzado a la fama en Nature, acometerá un nuevo proyecto en compañía de la modelo Sonia Calderón, que interpreta a una admiradora secreta suya en ese show y con quién se rumorea mantiene un romance secreto en la vida real. ¿Qué?- Exclamó atónita y furiosa. ¿Pero quienes se han creído que son para publicar esta mentira?, ¡La madre que los parió! – Agregó en su idioma natal.-



            Tuvo que resistir el impulso de ordenar al vehículo que se detuviera y cambiar de dirección para ir a esa editorial a demandar explicaciones. Tenía que ir a la oficina. Y supuso con horror que, si ella había leído aquello, su jefa Brenda también. Y a buen seguro que la Señora Deveraux ya lo sabría a su vez. Por tanto, se apresuró a intentar contactar con ella. Llamando al número que ésta le diera tras esa cena de la noche anterior.



-Estábamos en el restaurante cuando debieron de sacar este libelo.- Pensaba con creciente indignación y apuro.- Seguro que ella me creerá si le digo que nada de esto es cierto. Al menos en lo que a mí respecta.



            Marcó el número de la diseñadora. Esperó unos instantes y al fin, tras unos momentos que se le hicieron eternos, saltó el buzón de voz…



-Soy Esmeralda Lassart Deveraux. Disculpe. Ahora mismo no puedo atenderle, por favor, deje su mensaje tras oír la señal…

-Señora Deveraux… Soy Sonia Calderón... -Pudo decir con tono cohibido y desconcertado.- Yo… quiero decirle que nada de lo que ha escuchado es verdad. Yo no he aceptado ir a la Tierra con ese actor…



            El tiempo de grabación concluyó. La joven esperaba tener la oportunidad de hablar con más calma con su jefa. No obstante, ahora tendría que lidiar con la responsable de la casa Deveraux en Nature. Y de hecho, en cuanto llegó y bajó del deslizador se encontró a Brenda que la aguardaba a la puerta. Tablet en mano le preguntó nada más verla. Sin importarle en absoluto que otras modelos y trabajadores pasaran por allí.



-¿Serías tan amable de explicarme, por favor, qué significa esto?

-Si no te importa, ¿Podemos hablar dentro?- Le pidió una apurada Sonia ante las miradas entre curiosas y divertidas, de las demás. - Te lo aclaro enseguida.



            Su jefa de zona asintió, las dos mujeres entraron y una vez en el despacho de Brenda ésta tomó asiento en su cómodo sillón de cuero y, mirando inquisitivamente a su interlocutora que permanecía de pie,  esperó.



-¡Es mentira! - Sentenció Sonia.- Estoy tan sorprendida como tú.

-¿Y por qué habrían de mentir en esa revista?- Inquirió agudamente su contertulia.-

-No lo sé. Buscarán vender más.- Repuso dubitativamente la joven modelo.-

-Sí, esa suele ser una buena razón. Pero eso no te vendrá mal. Podrás demandarles si son datos falsos y ganarás una fortuna.- Le respondió Brenda, casi a  modo de sugerencia.-



            A su contertulia no le gustó el poso que dejó su jefa, mentando de manera velada la posibilidad de que aquello fuese cierto. No obstante, no tenía ganas de discutir con ella y lo obvió, afirmando.



-No quisiera tener que llegar a eso. Preferiría hablar con ellos para que primero rectifiquen.

-Tú verás. Pero no sé si a la señora Deveraux le va a gustar.

-Le envié un mensaje. Le he explicado que no tengo nada que ver.- Se apresuró a responder la española.-

-¡Vaya!- musitó Brenda con genuina sorpresa.- No sabía que te comunicaras directamente con la gran Jefa.

-Me dio su número.- Contestó rápidamente Sonia que pensó entonces que había metido la pata.-



            Posiblemente Brenda estuviera ajena a la cena que tuvo con la Señora Deveraux. Así que trató de cambiar de tema enseguida. Alegando.



-Tengo unas pruebas de vestuario, de su nueva colección. Me pidió que le diera mi parecer.

-Ya. Muy bien…en ese caso no quiero entretenerte más.- Dijo más afablemente su jefa.- En cuanto a este otro…asunto. Confío en que sabrás solucionarlo.



            Sonia asintió, se marchó del despacho lista para ir a esa prueba. Por su parte, Brenda se sonrió con perfidia sentada cómodamente en su sillón, pensando.



-Será interesante ver cómo te las apañas, muchachita. Tendrás que elegir…no me parece que a la Madame le guste ver como su “protegé” se embarca en cosas como esas. Creo que voy a disfrutar esto. Fue una buena idea la que tuvo esa periodista.



            Recordó la llamada que recibiera de una mujer bastante enigmática que se presentó solo como Marla. Dijo ser reportera del corazón y le hizo algunas preguntas sobre Sonia.



-¿Qué hay de cierto en el interés de su modelo por el actor Ben Crew?

-No tengo ni idea, ni me consta nada de eso.- Le contestó mecánicamente Brenda deseando darle carpetazo a esa pesada cuanto antes.-

-Es una pena.- Replicó su interlocutora.-

-Dígame. ¿Cómo consiguió este número?- Quiso saber la responsable de la Casa Deveraux remachando.- Es el de mi despacho, no suelo darlo.

-Tengo mis fuentes.- Contestó su contertulia que parecía divertida al añadir.- Algunas son de mucha garantía. Están muy bien informadas. Por eso le digo que, esa noticia sería un bombazo, quizás pudiera favorecerla.

-¿A Sonia?- Se rio Brenda ahora para rebatir.- Lo dudo mucho…



            Y tras un breve silencio al otro lado de la línea oyó una réplica muy sugerente de esa mujer que sí atrajo su interés…



-Bueno, quizás a ella no… pero a usted…

-¿A qué se refiere con eso?- Inquirió Brenda cuya atención se había avivado mucho con tal aseveración.-

-Quizás, si pudiéramos vernos en persona, podría aclarárselo. Estoy camino de Nature. A cambio tan solo quisiera pedirle un pequeño favor.

-Depende de qué favor sea.- Contestó la modelo con prevención.-



            Y esa mujer le contó a grandes rasgos de qué favor se trataba. Brenda entonces sonrió, no le parecía algo tan complicado, a decir verdad era cosa bien sencilla, cualquiera podría haberle dado esa información. De modo que contestó.



-Tendré sumo placer en ayudarla con eso. Si usted a cambio me echa una mano a mí y me aclara lo que ha dicho.

-Es un trato entonces.- Sentenció es individua despidiéndose.- La llamaré cuando llegue. Hasta pronto.



            Brenda colgó y ahora, tras acordarse de esa conversación, volvió a sonreír pensando.



-Sí, Sonia, esto te va a costar bastante caro…de un modo u otro.



Ajena a esos malevolentes deseos de su jefa, la española pensó en Mei Ling. Por si acaso su novia se enteraba de eso, (y seguro que lo haría como cualquiera que escuchase noticias o leyese ese tipo de prensa) decidió llamarla en persona para avisarla.



-Será mucho mejor que lo sepa por mí antes.- Se dijo.-



No obstante, antes de poder hacerlo recibió otro mensaje. Al ver el remitente su corazón se aceleró. ¡Era la Señora Deveraux en persona! No tardó ni un segundo en escucharlo.



-Buenos días, querida. He leído la holo revista. Me parece un burdo montaje para obtener publicidad y promocionar a ese actor. No sé si él estará o no al corriente. Mi consejo  en cualquier caso es que vayas  a hablar con él inmediatamente. Dale prioridad máxima. Olvida otro asunto de trabajo, por muy importante que sea. Hablaré con Brenda para advertirla que tienes mi permiso.



            Tras oír eso, la muchacha tecleó un mensaje esta vez para responder a su jefa.



-Iré de inmediato, señora Deveraux. Muchas gracias por su comprensión.



            Después de enviarlo no tardó en salir a toda prisa.



-Ben debe estar en el estudio de grabación. Aun estarán rodando algunas escenas de la serie.- Se dijo.-



            Llamó un taxi deslizador y se apresuró a acudir a los estudios que estaban a unos pocos kilómetros de allí. De camino quiso escribirle otro a Mei Ling, pero pensó que mejor solucionaba aquello primero y luego le contaría. Al llegar al fin al estudio pudo acceder sin ningún tipo de problema. Al parecer apenas había nadie. Sabía que Ben tendría que terminar alguna toma pero debían estar en un descanso. De hecho, no veía a ningún miembro del personal. Su amigo el actor pudiera estar sin embargo ahí, le gustaba descansar en su camerino. Con cuidado, Sonia fue abriendo algunas puertas en tanto se adentraba por los laberínticos pasillos de los set de grabación y accedía a los cuartos destinados a los actores.



-¿Hay alguien?- Inquirió a media voz.-



            Algo escuchó en ese instante que la hizo aproximarse a la puerta de los baños unisex. La muchacha entró extrañada. Era como el sonido de unos jadeos guturales. De hecho avanzó lo justo puesto que, mirando hacia un espejo, vio el reflejo de algo que la dejó pasmada…en tanto oía aquello con más intensidad.



-¡La madre que me…!- musitó llevándose las manos a la boca.- Esto no puede ser verdad.



            A través de ese reflejo pudo ver como su compañero de reparto estaba inclinado sobre una de las tazas del cuarto de baño, con los pantalones bajados y aquel “amigo” suyo de color puesto en pie tras de él, le estaba obsequiando con unos vaivenes pélvicos bastante notorios. No tuvo que ser demasiado intuitiva para darse cuenta de la embarazosa situación en la que les había sorprendido. Más recalcada aun cuando ese tipo negro sujetaba el mentón de su pareja y le daba un beso prolongado y pasional en los labios tras terminar. Ben respondía con idéntica ansiedad y deseo. Desde luego Sonia se quedó plantada allí, incapaz de moverse, como si fuera presa de una alucinación, sin poder reaccionar, cuando lo hizo ni se dio cuenta de que golpeó un cubo con fregona incorporada que tenía al lado. Aquello hizo percatarse a los dos hombres de que no estaban solos.



-¿Quién anda ahí?- Pudo preguntar ese tipo de color.-

-¡Oh, Dios mío!- Musitó Ben subiéndose los pantalones a toda prisa.-



            No tardaron en salir, la perpleja Sonia apenas sí pudo apartarse a tiempo para no quedar en medio de su camino. Ben fue quien primero la vio, su cara estaba pálida y por la expresión de la chica él supo al instante que les había visto.



-¡Te suplico que no le cuentes esto a nadie! ¡Por favor!- Le pidió realmente desencajado.- Yo, verás… Percival, no solamente es mi agente, además es mi novio.- Confesó.- Haré lo que quieras…



            El mismo aludido estaba ahora junto a ella y añadió, con tono preocupado también.



-La carrera de Ben se cimienta en la imagen que tiene de galán para las mujeres e incluso las adolescentes… si esto se supiera…

-Solo dime qué quieres de mí, ¡sea lo que sea!- Insistió el angustiado actor, con lágrimas en los ojos.-



            La española no pudo por menos que compadecerse de él. Ese pobre desgraciado era víctima de su propia fama y de su imagen. De haber sido el típico idiota pagado de sí mismo habría disfrutado ese momento. Bueno, quizás ni siquiera entonces dado que le comprendía perfectamente. Por fortuna para él, no podría haber nadie mejor para hacerse cargo de la situación. Y lo más importante, le conocía lo suficiente para saber que era un buen hombre. Siempre amable con sus fans, colaborando en obras benéficas y yendo incluso a  animar a niños enfermos que le miraban como a un héroe. La propia Sonia había acudido una vez con él al hospital. Ella apenas pudo evitar llorar a la vista de algunos casos de críos desahuciados y no obstante Ben siempre tenía una sonrisa y palabras de aliento para ellos. Viéndole ahora no deseaba imaginar lo que sucedería si la sociedad tan hipócrita y homófoba de Nature descubriese su secreto. Su auténtico amor secreto. Así pues, la modelo le sonrió comprensivamente ahora para declarar.



-No debéis temer nada de mí. Os entiendo mucho mejor de lo que creéis. De hecho, venía a hablar contigo, Ben, de eso que han publicado en las Holo revistas.

-¿El qué?- Quiso saber el chico que parecía realmente sorprendido.- ¿Qué han publicado?- Inquirió con creciente ansiedad, elucubrando.-¿Algo de mí y de Percival?...



            La modelo se dio cuenta de que ese pobre hombre era totalmente ajeno a esa noticia. Le calmó negando con la cabeza y de inmediato les puso al corriente. Los dos hombres se miraron extrañados, al fin fue el propio actor quién admitió.



-Mi productora sabe perfectamente lo mío con Percie. Suelen dejar vacías las instalaciones en los descansos de grabación. Así estamos a solas…y evitan cualquier tipo de riesgo. Quizás hayan discurrido esa noticia a modo de precaución añadida, para darme una tapadera. Si es así, lo lamento mucho, no tenía ni idea. No debieron usar tu nombre, ni involucrarte sin tu consentimiento.

- No sé qué decir. Ni tan siquiera sé si esto me conviene o no.- Dijo la desconcertada Sonia.-



            Por un lado compartir cartel y protagonismo con el actor del momento podría catapultarla. Por otro estaba la advertencia de la Señora Deveraux. Eso bien pudiera encasillarla y convertirla en una mera comparsa. Sus reflexiones se vieron interrumpidas entonces por su compañero de rodaje.



-Solo te pido que me guardes el secreto, en ti confío.

-Eres un buen chico y te aprecio de verdad.- Sonrió Sonia.- No haría nada para dañarte…

-Espero que esto no sea una decepción para ti.- Intervino un apurado Percival.- Ni para tu amiga. ¿Era Meitin?- Quiso recordar.-

-¡Ja, ja! No, se llama Mei Ling.- Le corrigió su contertulia quien consideró propicio aquel momento para mirar a ese individuo a los ojos y reivindicar con orgullo.- Y no es mi amiga, es mi novia.



            Y durante unos instantes disfrutó a su vez de las caras de estupor de ambos hombres. Ben fue el primero que dijo.



-¿Lo dices en serio? ¿No estarás intentando que me sienta mejor o algo de eso?

-No, en absoluto, es la verdad. Y si os sirve de consuelo. ¡Sobre todo a ti, Percie! - Se rio la española, añadiendo con humor.- Mi novia llegó a  pensar que te la estabas comiendo con los ojos. Y si a ella y a mí nos la diste, no te preocupes, nadie sospechará nada raro de vosotros.

-Por eso, entre otras cosas, le pedí a mi novio que viniera a esa cena.- Confesó Ben tratando de excusarse.- Pensamos que si nos veían con dos mujeres,… pues todos creerían que era una doble cita heterosexual.

-Ya.- Suspiró la española.- Veréis, me gustaría ayudaros. De verdad. Pero no solo depende de mí. Mi novia…en fin, a ella no le hará ninguna gracia.- Comentó con pesar e incluso preocupación.-

-Lo comprendo perfectamente.- Suspiró Ben quien, pese a eso, añadió con un tinte más optimista...- Sin embargo, piénsalo bien. Ya no es por ayudarme a mí, imagina lo que supondría para tu carrera. Ser famosa y trabajar en algunas películas. Te prometo que mi productora te contrataría.

-Eso seguro.- Intervino más animadamente Percie.- Basta con que Ben se lo pida. Ellos contratarán a quien les diga, y tú no eres mala actriz precisamente. Y no digo esto por querer quedar bien contigo.



            Sonia recibió aquellas palabras con más interés del que ella misma hubiera esperado. Había intervenido en aquella serie en unos pocos episodios, interpretando a una chica enamorada del personaje de Ben. Ahora le ofrecían nada menos que seguir llevando a cabo ese papel en la vida real. No obstante, a cambio de eso, no solamente ella tendría que hacer sacrificios sino que…



-Dejad que hable con Mei Ling, por favor.- Les pidió.-

-Claro, tómate tu tiempo.- Sonrió Ben.-

-Mientras tanto, lo más…digamos adecuado, sería no contradecir la información de esa revista.- Comentó Percie agregando entre extrañado y curioso.- No sé quién habrá filtrado esa falsa noticia, pero bien pudiera habernos hecho un favor después de todo.



            Sonia asintió, se despidió de esos dos y regresó a su trabajo. Allí, la propia Brenda estaba ocupada dando indicaciones a algunas modelos.



-¿Resolviste ya esos asuntos?- Le preguntó a la española nada más verla llegar.-

-Sí, ya está.- Musitó ésta con tono evasivo.-

-En ese caso, ve a hacer la prueba de vestuario. Ya vamos con retraso.- Le ordenó Brenda.-



            La muchacha asintió, dirigiéndose hacia la habitación destinada a tal efecto. Entre tanto su jefa llamó a la dueña del negocio.



-Señora Deveraux. Soy Brenda. Sí, ya ha regresado. Sí, sí, tal como usted me dijo. Según ella todo está resuelto. La mantendré informada. Adiós.



            Mientras, en casa de Susan, tanto ella como su esposo tenía día libre. Era una magnífica coincidencia. En realidad fue turno de Giaal de solicitar unos días aprovechando un permiso de su esposa. La pareja pasó el tiempo disfrutando de su hijo Alex y tras llevarle a jugar al parque, en tanto el crío se entretenía con otros niños de su edad, el matrimonio se sentó en un banco cercano.



-¿Qué tal todo por la base?- Quiso saber Giaal.-

-Bien, las cosas siguen tranquilas. Patrullas de rutina.

-¿Y esa piloto? La chica que espera juicio…-Preguntó el alíen.-

-Está bien, ahora Kerria se ocupa del caso. Sabra me comentó que le pareció fantástica.- Sonrió Susan.-

-Eso me alegra. Desde luego, sí que es una mujer excelente. Tan luchadora y decidida como su hermano Leval.- Convino su interlocutor.-





            Y eso le llevó a abordar el siguiente tema, su expresión mostraba tristeza y su esposa enseguida se percató.



-¿Va todo bien, Giaal?

-Sigo muy preocupado por Nelly.- Le confesó él.- Lo mismo que por Dean.

-Sí, Ginger lleva mucho tiempo sin pasarse por la cafetería.- Repuso su contertulia añadiendo con tristeza.- Debe de estar destrozada por la ausencia de su hijo.

-¡Y en cambio ese bastardo de Edgar repudió a su propia hija! - Masculló el ahora enfadado alíen para añadir consternado.- No quiero ni imaginar cómo se sentirá esa pobre chica. Por eso…- Dijo ya con tinte dubitativo, para al fin atreverse a completar.- Quisiera pedirte un favor.

-Dime, si puedo ayudar, cualquier cosa. Aunque no creo que me autoricen a rastrear la ciudad con los varitech.- Sonrió ella tratando de animarle.-

-No, no necesito eso. Había pensado en ir a buscarla yo mismo. Con mis dotes de telepatía. Y quizás la ayuda de Naya y de Wina.- Le comentó su marido para proponer al fin.- ¿Si la encontrase te parecería bien que la acogiéramos en casa? Al menos hasta que todo se aclare.



            Su mujer le dedicó una mirada entre atónita e incluso incrédula. Tras unos segundos pudo decir con envaramiento.



-Giaal. Nosotros ya somos una familia…y, por mucho que aprecies a Nelly, no sé, ya tenemos bastantes complicaciones para estar con nuestro hijo. Al menos por mi parte no deseo cargarme con una responsabilidad así.

-Comprendo.- Suspiró él con abatimiento.-

-Y luego está su padre. Por mal que estén las cosas entre ellos es el responsable legal de su custodia.- Alegó la oficial visiblemente apurada.-

-Ese sinvergüenza no quiere saber nada de ella.- Rebatió un ahora indignado Giaal.- ¡Seguro que hasta le aliviaría saber que nos hemos hecho cargo de su hija!



            Susan le escuchó en silencio y con pesar. Comprendía lo mucho que apreciaba su marido a esa niña, pero no podían ocuparse de ella. Lo sentía mucho por Nelly, de todos modos alguien habría capaz de cuidarse de aquella desdichada chica. Sin embargo, viendo la expresión de tristeza e impotencia de su esposo, quiso añadir con un tono más animoso.



-Si fuera por pocos días, no iba a negarle a esa niña un techo y una cama.- Sonrió Susan.- Incluso podrías hablar con Maggie. Si no recuerdo mal la idea de “ traerla de vuelta” fue suya.

-Es verdad.- Admitió su interlocutor.- La llamaré en cuanto pueda.



            Por suerte su hijo les reclamó para que vieran como jugaba con unos muñecos que tenía. Ambos padres fueron solícitos a observar al pequeño. Alex era muy despierto para su edad. Su mirada era limpia e inocente, como correspondía a un pequeño de cinco años ya. No obstante, poseía un matiz de percepción muy aguda. Sonreía divertido cuando Susan se aproximó.



-¿Quiénes son esos, cariño? – Quiso saber la risueña mamá.-



            Señaló unos muñecos que estaban metidos en medio de un montículo de arena. Para asombro de la militar y de su esposo, el crío respondió como si tal cosa.



-Nelly, Dean y sus amigos.

-¿Dices que esos son Nelly y Dean?- repitió un perplejo Giaal, que preguntó.- ¿Y dónde están, cielo?

-En su casa, bajo tierra.- Repuso el niño de forma totalmente natural.-



            Tanto Susan como su esposo se miraron asombrados y con cierto miedo. Eso desde luego no les había sonado nada bien. La mayor Hunter incluso quiso cuestionar al crío con tono preocupado.



-¿Cómo se te ha ocurrido eso, mi amor?- ¿Nos has oído hablando a papá y a mí?

-No.- Negó el niño con la cabeza, comentando sin darle importancia en tanto seguía jugando con los muñecos.- Lo he visto en un libro muy grande. Tienen una casa enorme bajo la tierra.



            Sus progenitores se miraron una vez más sin comprender nada. Al fin Giaal le susurró a su mujer.



-Mejor llamo a Maggie cuanto antes. Y me pondré en contacto con mi hermana. Puede que entre todos les encontremos.

-Sí.- Convino Susan que estaba igual de sorprendida e incluso asustada que él.- Hazlo enseguida. Yo me ocupo de llevar a Alex a casa. A ver qué más me cuenta.



            Su marido obedeció con presteza, tras despedirse de su hijo volvió a casa, deseando poder localizar a su hermana. Quizás con sus poderes combinados lograran rastrear telepáticamente a esos chicos. Antes no obstante llamó por teléfono a Maggie. La enfermera sí tenía turno ese día. Si estaba de servicio no respondería. Y así fue. Suspirando resignadamente, Giaal decidió dejarlo para más tarde. Ya insistiría después.



-Quizás Wina pueda ayudarme. Iré a verla y de paso saludaré a Melissa y a Clyde.- Se dijo.-



            Por su parte, Esmeralda estaba repasando algunas cifras en su hotel. Ciertas cosas le seguían sin cuadrar.



-No entiendo estos gastos.- Se decía.- Tendré que hablar con Brenda para que me lo explique.



            Se acordó del asesoramiento que le dio lance. El joven había estudiado aquellas cantidades enviadas en los informes de Nature, y le comentó.



-Aquí hay algunas cosas que no me cuadran. La facturación de tus tiendas en Nature es alta y parece que, se corresponde con el stock que les has enviado desde la Tierra.

-¿Y dónde está el problema entonces?- Quiso saber la desconcertada Esmeralda.-



            Su interlocutor se tomó unos segundos para pensar y luego respondió.



-Verás, ahí está precisamente el asunto. A precios nominales coincide. Pero si deflactamos la inflación de ambos mundo no.

-No te comprendo.- Le dijo ella, que realmente se encontraba perdida en ese mundillo de las finanzas y le economía.-

-Quiero decir que han aplicado una tasa de inflación naturiana que no coincide con la de su planeta. Más bien es la terrestre. Y a su vez, han establecido una tasa de cambio de créditos entre ambos mundos. Pero ahora mismo, los créditos están al mismo valor. De este modo han aplicado una especie de ingeniería financiera, para darte una cifra más elevada de lo que es en realidad.

-¿Me estás diciendo que están sisando dinero desde Nature?- Inquirió la perpleja Esmeralda.-



            Lance asintió, pasando a exponer.



-En mi opinión, hay dos alternativas. Que no hayan vendido todo lo que dicen y lo estén compensando de este modo, para luego revender lo sobrante en el mercado negro y quedarse con la diferencia, o que sí lo hayan vendido y pongamos que, en lugar de dar un valor de mil créditos a un vestido en las facturas, lo hayan vendido por mil doscientos y se hayan quedado la diferencia. ¿Me comprendes?. - Inquirió, tratando de matizar.- O puede que la disparidad sea menor, pero multiplicándola por la cantidad de ventas, la suma divergente podría ser considerable.

-Desde luego, yo le envío material continuamente desde la Tierra. Acorde a los informes de mi responsable allí.- Hizo memoria durante unos instantes, para recordar.- Brenda Walsh, las ventas suben de forma sostenida.

-Pues tendrás que preguntarle sobre esto.- Le indicó Lance.-

-¿A cuanto crees que podría ascender esa, llamémosla divergencia?- Quiso saber la diseñadora.-

-Es difícil de estimar, si no conozco los factores de inflación o de cambio que han utilizado, pero bien pudiera estar entre el 0,5% y el 2% de la facturación. Aproximadamente entre quinientos mil y unos dos millones de créditos. Pudiera ser que incluso más.



            Esmeralda abrió la boca sorprendida. ¡Eso era una pequeña fortuna! No mucho claro estaba, en comparación a sus cifras de ventas totales para todo un planeta, aunque no fuera demasiado grande ni estuviese poblado apenas, como Nature. Pero, tras tantos años..



-Sí, me ocuparé de pedirle explicaciones personalmente.- Afirmó con decisión.-



            Pero como siempre, las cosas no eran tan sencillas. Tuvo que atender más compromiso, dilató ese viaje, luego cuando al fin lo hizo, llevaba en su agenda el casting de modelos para la Tierra. Ahora también pensaba en esa muchacha española, le preocupaba todo aquello que la rodeaba. No obstante, el instinto de la veterana diseñadora le decía que esa joven era buena chica…



-Precisamente por eso.- Se decía.- Si no tiene cuidado se puede ver arrastrada por intereses y mentiras que arruinen su carrera.



            Siguió consultando su correo, al parecer las cosas iban bien en la sede de París y en la Tierra en general. También tenía un video mensaje de su hija y sus nietos. Sonrió con ternura al ver a  su hija Amatista con la pequeña Maray en brazos y junto a ella, a Asthel, mirando a la pantalla con curiosidad.



-Decidle hola a la abuela.- Les pedía la joven madre a sus pequeños.-

-¡Hola abuelita! - Repetía Maray agitando su manita.-

-Hola abuela Esmeralda.- Dijo a su vez Asthel.-



            La aludida sonrió más ampliamente aún. Su hija entre tanto afirmaba.



-Aquí todo está muy bien, espero que tuvieras un buen viaje a Nature y que regreses pronto a la Tierra, y a Bios, por supuesto. Tus nietos te adoran, ya lo sabes, mamá.

-Y yo a ellos.- Repuso la emocionada diseñadora aun a sabiendas de no ser escuchada.-



            Entonces sucedió algo que la dejó perpleja, tanto a ella como a Amatista, cuando la pequeña Maray se aproximó a la pantalla y le dijo, con un susurro como si no quisiera ser escuchada por nadie más.



-Abuelita, ten cuidado con la señora mala.

-¿Qué señora mala, cariño?- Se sonrió Amatista que la miró sin comprender.-



            Pero Esmeralda vio atónita como su nieto Asthel asentía a las palabras de su hermana pequeña como si él si supiera a qué se refería…Ajena a ello, la madre de los críos movió ligeramente la cabeza y tomó la palabra para restar importancia a aquello.



-Estos niños, siempre tan ocurrentes. Al menos llevamos un tiempo sin intervenciones divinas, ya me comprendes. - Sonrió levemente para agregar. -Bueno mamá, tenemos que dejarte. Muchos besos de parte de todos, Leval también te envía sus saludos. Nos hemos enterado de que Kerria iba a Nature también, pero que no podía pasar por Bios. Es una lástima, me habría encantado verla. Salúdala de nuestra parte, adiós…



            Y la comunicación concluyó, con Esmeralda preguntándose que habrían querido darle a entender sus nietos. Bien pudieran referirse a ese problema con las cuentas.



-Ya tengo bastante experiencia como para saber que esos niños no dicen nada a la ligera. Quizás sería buena idea indagar un poco más en la sede de modas Deveraux, aquí.



             Entre tanto, Maggie terminó por fin su turno en el hospital. Estaba cansada. Tras unos días todavía recordaba la visita de esa tal Galaxia. Una mujer imponente y tan poderosa que hasta su esposo la había saludado con reverencia. Y a su vez, esa individua se había quedado impresionada viendo a Gloria.



-No puedo dejar que mi hija siga en contacto con esa gente.- Se decía con temor.- Tiene que vivir una vida lo más normal posible.



            Miró su teléfono entonces descubriendo un par de llamadas perdidas del doctor Ginga.



-¡Qué raro! – Pensó.- Giaal no tenía turno hoy. Espero que no sea por nada malo.



            No tardó en escuchar el buzón de voz…



-Hola Maggie. Estoy muy preocupado por Nelly y por Dean, pero sobre todo por la muchacha. Su padre le contó la verdad sobre su origen.- Tras un momento de silencio, el médico agregó con tono consternado.- Tuve que facilitarle algunos informes sobre Nelly. Desde entonces la repudió.. estuvo esperando a que fallecerá Aurora y creo que la chica escapó por eso. He decidido ir a buscarla y, si la encuentro, acogerla por unos días. Quizás puedas ayudarme con eso. Llámame por favor…



            El mensaje terminaba y Maggie suspiró a su vez moviendo la cabeza. ¡Bastante tenía ahora con lo suyo!



-Es lógico.- Meditó.- Entonces tuve buenas intenciones pero, como dice la Biblia, el camino hacia  el Infierno está empedrado de ellas. Ignorando la voluntad divina le pedí a Giaal que jugase a ser Dios y crease otra Nelly…y ahora esa pobre criatura…



            Escribió un mensaje al doctor invitándole a ir a su casa para charlar sobre el tema. Aunque antes pasaría por el colegio a recoger a Gloria, tenía que ir a la tienda con la cría para comprarla algo de ropa. Le gustaba pasar esos momentos con su pequeña. Se recordaba a sí misma de niña yendo con su madre, cuando jugaba a probarse cosas ante la divertida mirada de ésta. Sonrió. ¡Qué tiempos tan felices y libres de preocupaciones! Además, deseaba tener la ocasión de hablar con su hija a solas de más cosas. 



-Es muy perceptiva. Habrá notado que su maestra está nerviosa. - Pensaba.- Claro, ese juicio se acerca…temo que Kerria haya hablado con Daphne y la influencie. Posiblemente esa pobre chica esté hecha un lío. Tendré que ayudarla.



Y es que últimamente, en efecto, la niña le había contado que su señorita parecía estar triste. Eso en cambio hubiera sido difícil de percibir por la mayoría de la gente. Y es que la joven estaba con los críos y les sonreía siempre, jugaba con ellos y les leía cuentos. Hasta ahí todo era como de costumbre, sin cambios aparentes. Sin embargo, no ponía en ello la misma entrega que antes. Eso le contó Gloria a su madre. A veces cuando la propia Margaret llegaba a recoger a la pequeña sorprendía a la maestra con la mirada perdida. Y esa tarde fue una de tantas veces. Allí estaba esa joven rubia tan atractiva, con el semblante entristecido. A su alrededor los niños reían y correteaban en el patio, aguardando la llegada de sus padres.



-Buenas tardes, Daphne.- Saludó amablemente Maggie.-

-Hola.- Sonrió débilmente ésta como si volviera de muy lejos.- Que pronto has venido.

-Salí un poco antes, quiero llevarme a Gloria de compras.- Le explicó la mujer.-

-Yo fui con mi hermana Stephanie hace unos días.- Le contó la maestra añadiendo con un tono de voz queda.- Aprovecha que tu hija es todavía pequeña. Crecen muy deprisa.

-Sí, eso es verdad. -Convino Maggie preguntándole ahora con más seriedad e inquietud.- ¿Cómo estás?...

-Bien.- Repuso la joven.- Mi vida es… tranquila y apacible, tengo gente que me quiere  a mi alrededor. No me puedo quejar…- Suspiró resignadamente.-

-Escucha.- Le pidió amablemente su interlocutora.- Sé que lo estás pasando mal. Y te entiendo, de veras que sí.

-No, no creo que lo entiendas.- Pudo musitar la profesora, tratando de que los niños no la oyesen al añadir.- Solamente pienso en Sabra. En qué será de ella si la declaran culpable y la condenan a prisión.

-No creo que eso suceda. Su abogada es muy buena. La conozco bien.- Le aseguró Margaret intentando sonar animosa al añadir.- Tu preocupación te honrra. Eres una buena persona. Pero, más allá de eso, es mejor que lo dejes estar.

-¿A qué te refieres?- Inquirió una inquieta Daphne.-

-Bueno, tú ya me entiendes.- Repuso evasivamente Maggie, que clarificó un poco su aseveración.- Tienes un novio estupendo, y unos planes de boda...no hagas nada que los ponga en peligro.

           

            La maestra iba a decir algo pero los saludos de la pequeña Gloria interrumpieron su posible respuesta.



-¡Mami!- Exclamó la cría, feliz al verla.-

-Hola, cariño.- Sonrió la interpelada agachándose para besar a su hija.- Dile adiós a la señorita Daphne, que nos vamos a comprar.

-¡Vamos a comprar ropa!- Le explicó la niña a su maestra con evidente entusiasmo.- Y mamá me dejará ponerme muchos vestidos. Pero solo me comprará uno…- Añadió con algo de pesar.-



            Eso hizo reír a las dos adultas. Al menos algo refrescante para suavizar ese ambiente que había estado ganando en tensión entre ambas…



-¡Que bien, cielo!- Sonrió Daphne.- Pásalo muy bien. Mañana te veo…

-Bueno. -Comentó Maggie tomando de la mano a su hija.- Hasta mañana pues, y piensa un poco en lo que ya sabes. Quizás podrías hablar con el padre Michael. -Le propuso.- Eso te ayudaría.

-No puedo hablar con él de una cosa así.- Repuso la alarmada maestra.-

-Pero puedes confesarte.- Le sugirió su contertulia.- Esas dudas y esos miedos seguro que desaparecerán…

-Ni siquiera bajo el secreto de confesión me atrevería a hablar con él de lo que siento.- Suspiró la joven rubia.- Quizás con el padre Harper, que acaba de llegar y es más joven. Él tiene un talante más…conciliador.- Pudo decir a modo de improvisación.-

-Mientras sea un sacerdote, con quien tú quieras.- Concedió Maggie.- Y eso seguro que te va a ayudar. Aunque escuché que posiblemente al padre Harper le trasladen pronto.

-Sería una lástima.- Comentó su contertulia.- Con él, no sé.. es diferente, siento que puedo sincerarme…

-Aprovecha entonces, antes de que se vaya.- Le aconsejó su interlocutora.-



            Daphne sonrió, sí, eso haría. Nada más acabar las clases. De hecho ese joven sacerdote era un chico encantador. Muy amable y atractivo por qué no admitirlo. Si es que a ella le interesase esa faceta de un hombre. Pero, tenía una complicidad y una generosidad a la hora de atender los problemas de la gente que iba a confesarse bastante poco común. No coincidía para nada con el perfil del padre Michael quien, si bien no era mala persona en absoluto, sí que era bastante menos flexible. De modo que, tras despedirse de Maggie y de Gloria y aguardar a que el resto de los padres y madres vinieran a por los demás alumnos, decidió ir directamente a la capilla de la escuela. Al salir de su aula se topó justamente con Martin. El chico sonrió con visible afecto. Ella solamente pudo devolverle una media sonrisa algo forzada.



-Hola cariño.- Saludó él.- ¿Qué tal la última hora?

-Deseando que terminara.- Le contó la joven.- Estaba cansada.



            Martin asintió. Desde hacía unos días notaba a Daphne algo esquiva, una vez más, como si volviera a las andadas. Aunque en este caso parecía estar desanimada. Posiblemente todo lo sucedido le pasara factura. Sus propios padres le dijeron que tuviera paciencia. De modo que, tratando de sonar animoso, le propuso.



-¿Te apetece ir a tomar algo? ¿O quizás dar un paseo por el parque?

-No, gracias. Estaba pensando en ir a hablar con el padre Harper. Ya sabes, dudas sobre el compromiso matrimonial. Quiero que seas feliz, Martin.- Sentenció ella conteniendo en lo posible su zozobra.- De verdad.



            El muchacho sonrió moviendo la cabeza. ¡De modo que era eso! La pobre Daphne estaba sufriendo por esa causa. Enseguida se apresuró a replicar.



-Soy muy feliz por el simple hecho de tenerte a mi lado. No tienes que preocuparte por eso.

-Claro.- Musitó la muchacha, alegando enseguida.- Pero me gustaría que un sacerdote me orientase. Ya sabes…Maggie cree que sería algo que me vendría bien.

-Por supuesto.- Convino él.- Si ella lo dice así será. Entonces te veré mañana.- Sentenció el joven.-



            Quiso acercarse para besarla en los labios. Daphne ya estaba tratando de preparase para encajar ese beso. No obstante, en el último instante, el chico cambió de parecer besándola en una mejilla. La cara de la muchacha mostró genuino estupor y él, entre divertido y apurado, le explicó.



-Estamos en el colegio. Prometí que me comportaría. ¿Recuerdas?

-Sí, por supuesto, gracias.- Sonrió ella no sin alivio.-



            Y tras decirle adiós se encaminó hacia el confesionario. A duras penas reprimía sus ganas de llorar. ¡Ya no podía soportarlo más! Y no únicamente por ella. Estaba su familia y el propio Martin que tampoco tenía culpa de nada…sin embargo, Daphne cada vez tenía menos fuerzas para representar aquella farsa. Las palabras de Kerria seguía resonando en su mente. ¿Con quién te has imaginado que estabas cuando oíste mi canción?...



-Solo con una persona.- Musitó la angustiada chica.- Solamente con ella, y nadie más…



            Pero llevaba días sin saber de Sabra. La israelí había permanecido encerrada en su base. Sin poder salir al exterior. O al menos eso creyó haber oído. Tampoco recibió ni un solo mensaje más de ella. Pese a la zozobra que eso le producía podía entenderlo. Para Sabra era peligroso. Y hasta podría perjudicarla en el juicio. Y esa vista comenzaría al día siguiente al fin. Únicamente podía pedir porque su pareja no afrontara ningún castigo demasiado severo que pudiera destrozar su carrera.



-Quiero declarar en su defensa. Y sé.. sé que si lo hago estaré destruyendo mi actual vida. Pero… es lo que debo hacer. Kerria tiene razón. ¿De qué sirve mentirse a una misma? Aunque haré daño a mis seres queridos. Y ellos…¡ojalá que lo comprendan! Papá y mamá lo harán y podrán hablar con Byron y Steph.  Y Martin..., él me quiere, es un buen chico, lo entenderá. Deseará que yo sea feliz.



            Movida por ese deseo llegó al fin. La capilla parecía estar vacía. Aunque a esas horas era precisamente el turno del padre Harper. Miró por los alrededores pero no le vio. Entonces para su sorpresa, una voz surgió del interior..



-Aquí, hija. Estoy aquí…

-¡Vaya! Padre Harper. No le había visto.- Sonrió sintiéndose algo tonta.-

-No soy el padre Harper, soy el padre Karras.- Replicó ese individuo con desenfado y daba la impresión de que, hasta divertido, al añadir.- El padre Harper tuvo que irse a una reunión con el obispo. Al parecer le van a trasladar. Yo estoy aquí de modo provisional. No temas. Puedes confesarte conmigo si quieres, de todos modos me iré mañana.- La tranquilizó.-



            Daphne suspiró. Aunque, bien mirado, si no era el padre Harper tampoco le venía mal. Un hombre que parecía joven y comprensivo en su tono y que se iba al día siguiente. Su secreto de confesión estaría definitivamente a salvo con él. De modo que, aproximándose hacia el confesionario se arrodilló, se santiguó y susurró…



-Ave María purísima…

-Sin pecado concebida, hija, dime.- Le pidió amablemente su interlocutor.-¿Qué tribulaciones te afligen?

-Confieso que he pecado, padre.- Suspiró ella tratando de reunir valor.- En pensamiento, palabra, obra y omisión…

-Veamos pues, ¿qué pecados son esos?



            Daphne le confesó entonces sus miedos y lo que había sucedido. Remachando.



-Así pues. Pienso en otra chica con deseos carnales. Mentí a los demás sobre mis verdaderos sentimientos, he actuado mal yaciendo con esa muchacha y también he callado y no he actuado para aclarar la verdad. Que la amo a ella y no a mi prometido. Y sé que ella me quiere también.



El sacerdote guardó un espeso silencio. El corazón de la muchacha latía cada vez más deprisa. Quizás comenzaba a arrepentirse de haber sido tan sincera. Aunque al fin, el tono del cura sonó conciliador al afirmar.



-Bien. No hallo un pecado realmente grave en lo que me has contado. Tú amas a una persona…eso normalmente no es malo. Al contrario, es hermoso.

-¿Así lo cree, padre?- Preguntó la esperanzada y sobre todo, perpleja chica.-



            Ni en sus mejores deseos hubiera esperado aquello. Sería cierto que los curas más jóvenes eran más abiertos. Se alegraba de haber confesado ante uno así. Sin embargo, para su decepción y creciente temor, el sacerdote prosiguió matizando, ya con un tinte algo más serio y admonitorio.



-He dicho normalmente. Pero el amor a veces es confundido con otras cosas. Y no es culpa tuya, a veces los instintos y los engaños del Maligno nos juegan malas pasadas. Repasemos la naturaleza de ese amor. Dices querer a otra mujer que también te quiere. ¿Es eso cierto?

-Sí, lo es…

-Y, no obstante, te has prometido en matrimonio con un hombre…

-Sí, pero es algo complicado.- Pudo decir ella intentando justificarse.-

-No lo es.- Rebatió tajantemente el cura.- Si amas a otra persona no puedes casarte con ese chico pretendiendo que le quieres a él. Sería engañarle. ¿No es así?

-Es verdad. Tiene usted razón. Por eso vine a confesarme, porque es lo que creo.- Admitió la joven.-

-Entonces a él no le quieres.- Sentenció el sacerdote.- ¿Estás segura?

-No es que no le quiera. Solo que no le amo de esa manera, padre.- Matizó ella, afirmando.- Martin es un chico estupendo. Merece a alguien que le corresponda de veras.

-Puede que ese muchacho crea que tú eres esa persona, no en vano has aceptado el compromiso con él.- Afirmó el cura.-

-Sí, es culpa mía. – Se lamentó Daphne.- Por eso quiero decirle que… bueno, contarle la verdad… que yo…

-¡Yo, yo, yo!… - Suspiró el cura con tinte entre admonitorio y algo desganado.- ¿Te das cuenta? Hablas en primera persona. Todo gira a tu alrededor.

-No le comprendo.- Fue capaz de decir la desconcertada muchacha, alegando.- He venido a  confesarme para reconocer mis pecados y mis miedos. Tengo que hablar en primera persona.



            Y tras unos instantes de silencio su contertulio retomó la palabra con tinte conciliador y hasta pedagógico para responder.



-A veces el pecado de la soberbia se camufla fácilmente. Lo mismo que el de la lujuria. Tomados por otras cosas pasan desapercibidos. Y se deben evitar. El egoísmo puede arrastrarnos a la perdición. La nuestra y la de los demás. Eso no es amor verdadero.



            La chica se quedó perpleja, no supo que decir, finalmente musitó.



-¿Amor verdadero?



            Fue entonces cuando el sacerdote le comentó.



-¿Conoces el pasaje de Juan quince, versículo trece?

-No, padre.- Pudo responder ella con patente desconcierto.-



A lo que su contertulio replicó.



-Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos. Y eso significa mucho… dime ¿No te sacrificarías por salvar a tus hermanos o a tus padres?

-Sí, padre, claro que lo haría.- Sentencio ella con total sinceridad.- Si tuviera que morir para que mis padres o  mis hermanos vivieran…



El sacerdote la cortó entonces con un tono más coloquial y afable.



-No temas. Nadie dice que debas hacer eso. Nuestro Señor no se refería únicamente a ese tipo de sacrificio. Hay otras maneras de darlo todo por los amigos, o los seres queridos. Se puede hacer de forma callada y constante. Siendo una buena hija, una buena hermana…

-Sí, padre. Trato de serlo siempre.- Afirmó la muchacha.-

-Pues entonces imagina. -Le pidió su interlocutor.- Si tú dieras ese paso que crees inevitable y sincero, de desvelar tu homosexualidad. O lo que tú crees que es tu tendencia sexual. ¿Qué pasaría con tus padres? ¿Cómo lo tomarán tus hermanos? ¿Qué pensaría tu prometido?

-No, no lo tomarían bien.- Reconoció la apurada joven.- Pero confío en que, al final. Lo aceptarían…

-Sí, posiblemente hija. Aunque verás. He conocido algunos casos, en unos hubo suerte y las familias, tras un periodo de heridas profundas y dolor, volvieron a juntarse. En otros. En fin. Incluso conozco el caso de una chica. Lo supe porque su propio padre era pastor evangélico. A veces clérigos de distintas confesiones cristianas nos reunimos y debatimos sobre las Sagradas Escrituras.- Le contó.-

-No sabía eso.- Comentó la atónita Daphne.- Me sorprende, siendo de confesiones diferentes…

-Diferencias de interpretación solamente.- Repuso jovialmente el cura para agregar ya con un tinte más severo.- Aunque en algo sí que coincidimos todos. El Mensaje de nuestro Señor respecto a esas prácticas antinaturales. Y ese pobre hombre tuvo la desgracia de que su hija mayor declarase tener esa misma inclinación. Aparentemente era una joven ejemplar. Buena hija, estudiante, trabajadora. Incluso estuvo casada. Su marido no la trató bien, es cierto. Pero ella se separó y cayó en las redes de la lujuria contra natura. Tanto que incluso se amancebó con otra mujer.  Y en un juicio tuvo que admitir su orientación sexual, para ayudar a su pareja que estaba siendo acusada por temas terribles, relativos a su pasado.



            La joven comenzó a sentir que un sudor frío la envolvía, era como si pudiera ver aquello. Y su horror fue en aumento a medida que el sacerdote le contaba…



-¿Sabes lo que pasó? Que su familia dejó de hablarle. Que su hermana menor, que la idolatraba, no quiso saber más de ella. Sí, esa mujer logró alcanzar una moderada felicidad. Al menos, tras el trauma de verse apartada de su comunidad, de su vida anterior. De perder toda relación con su familia. ¿Acaso crees que ella no sigue sufriendo por eso todavía?  Pero lo peor fue la marca que les dejó a  sus seres queridos, el estigma de la vergüenza. Creo que ahora dice estar casada con su sáfica pareja. Su, llamémosla compañera, es una chica famosa. Espera, era una cantante…



            Daphne apenas pudo musitar, temblando de incredulidad…



-¿No será Kerria Malden?



            Y es que ese relato coincidía con el que la propia cantante le hizo de su propia vida. Y no tardó en ver confirmada su sospecha por su confesor.



-¡Sí!- Convino el cura como si hiciera memoria.- Ese nombre era…la destroza hogares la llamaban por esa zona. Aunque ese caso no fue el peor que conozco. Se de otras muchachas que llegaron a  cometer suicido. Y no me refiero únicamente a las lesbianas, no. Me refiero a alguna de sus hermanas o hermanos que no pudieron soportar esa marca. Ya sabes. Una vez que un miembro de la familia admite tener esas inclinaciones, ¿por qué no habrían de ser iguales los demás? – Remachó con tono apenado.- Ese sambenito nunca se lo podrán quitar. Imagina que tu hermana o tu hermano confesaran eso. A fin de cuentas, habiendo crecido juntos y recibiendo la misma educación…Por un instante piensa en lo que podría ocurrir…- remachó el clérigo con  una voz queda que parecía ser capaz de abstraerla.-



            Daphne sentía como si el suelo se abriera bajo sus pies. Su mente imaginaba cómo podría ser aquello, su hermana Stephanie mirándola con el mismo odio que le dedicó a esas pobres chicas de aquella parada del bus, solamente por besarse. Sus padres llenos de vergüenza… El padre Michael llamándola a su despacho…



-Daphne, te he llamado antes de que corra la voz.- Le decía el cura con tono severo y cortante.-

-Pero, padre Michael.- Pudo tratar de contestar ella.-Yo…

-Ese tipo de inclinaciones no son aceptables aquí. Lamento mucho tener que hacer esto. Siempre fuiste una maestra querida por los niños y pensábamos que una muchacha de bien, decente y virtuosa. Pero tras haber descubierto tus…- se detuvo un momento como si tuviera que vencer la repulsión a proseguir, aunque finalmente lo hizo sentenciando.- Esos devaneos, ¡con otra mujer! No podemos permitir que sigas trabajando aquí.

-¡Pero eso no es justo! - Protestó la muchacha.- Es mi vida privada, no tiene nada que ver con mi trabajo.

-Lo tiene y mucho.- Le rebatió el sacerdote.-  Algunos padres ya han llamado. Dicen que sacarán a sus hijos de la escuela si  tú sigues dándoles clase. Que no quieren que una mujer con esa inmoralidad les contamine.

-¡Por favor!- Gimió ella derrumbándose entre el llanto.- Yo no he hecho mal a nadie. Nunca haría nada malo a los niños…

-Puede ser. No pongo en duda que tú creas eso.- Suspiró el cura quizás compadecido de ella, aunque esa impresión pasó enseguida cuando agregó con inflexibilidad.- Quizás, esas preferencias por las personas de tu sexo pudieran ser ignoradas si mostrases contención y castidad. Sin embargo, tu mal ejemplo y la impudicia que algunos pudieron ver en un video obsceno protagonizado por ti y esa ramera, que va a ser juzgada por atacar al pobre Martin, escandalizan a las familias. Lo siento mucho. Eres joven, podrás ir a trabajar a otros colegios que sean laicos, de esos que aceptan cualquier cosa…Por ese motivo te he hecho venir tan temprano, no pases por la clase, ni te despidas de los niños. Recoge tus cosas y vete…ya no eres bien recibida aquí.



Daphne movía la cabeza con incrédulo horror. Por fortuna esas visiones tan terribles se diluyeron, no obstante a los pocos instantes dieron paso a otras peores. Vio a Martin mostrándola su rechazo y su enfado. Era capaz de imaginarle con toda claridad…en el parque, tras citarle allí para contarle lo que de veras sentía.



-Bueno, dime. ¿Qué era tan importante?- Quiso saber el chico.- Creía que ibas a confesarte hoy.-

-Lo hice.- Replicó ella con voz queda.- El padre Harper me absolvió. Aunque no me hacía falta para saber lo que de verdad siento.

-¿Lo que de verdad sientes?- Repitió él con estupor.- ¿A qué te refieres?

-Verás.. Martin.- Musitó con tono apagado y ojos haciendo aguas para anunciarle llena de pesar.- No puedo casarme contigo.

-¿Qué?- Se sorprendió el joven, tratando de sonar conciliador para añadir.- Quizás sea muy precipitado. Podemos aplazar la boda.

-Eso no cambiará nada.- Respondió ella tratando de ganar confianza para sentenciar.- No te amo a ti. Hay otra persona.

-¿Quién?. ¿Otro tío?. ¿Quién es?- Inquirió con desasosiego.-

-No es un hombre. Se trata de una mujer… y tú sabes bien quién es.- Suspiró ella atreviéndose a decir su nombre.- Es Sabra.

-Dime, dime que eso no es verdad.- Le pedía él con una mirada de reproche.- ¡No puede serlo! Me has dicho que me querías, que deseabas que fuera feliz.- Le recordó echándole en cara las palabras pronunciadas por ella misma horas antes.-¿Cómo puedes hacerme esto ahora?

-Lo, lo siento.- Era lo único que ella podía responder.- Eres un chico estupendo, un buen amigo. Te quiero, es verdad, pero no de esa forma…y deseo que seas feliz… con alguien que pueda corresponderte…



            Tras oír aquello el muchacho la tomó bruscamente entre sus brazos y la obligó a mirarle a la cara para espetar.



-¡Óyeme bien! No te creo. ¡Es mentira!…Nos hemos prometido. Me aceptaste. Y vas a dejarme por una zorra que casi me mata…¿Qué ha hecho? ¿Amenazarte?

-No, no me ha amenazado. Ni siquiera he hablado con ella en estos días. Pero he pensado mucho y me he dado cuenta de que estoy enamorada de Sabra. Siempre fue así. ¡Lo siento! Sé que no es justo para ti.- Sollozaba la pobre muchacha.-

-¿Justo?- Repuso él soltándola para decir entre lágrimas a su vez.- ¡Ojalá esa tortillera me hubiese matado!¡Ojalá estuviera muerto ahora!- Gritó para salir a la carrera de allí.-



            La horrorizada Daphne no pudo ni gritar. El chico corrió alocadamente saliendo del parque y atravesando la calzada justo cuando un deslizador pasaba. Éste no pudo frenar a tiempo y le embistió con enorme violencia lanzándole a varios metros. Ese vehículo al fin se detuvo y los curiosos y espantados transeúntes rodearon la escena. La chica corrió abriéndose paso hasta allí. Impactada, vio al muchacho tendido en el suelo, en un gran charco de sangre…



-¡Ni le vimos venir! - Decía un todavía aterrado pasajero del deslizador.-



            Alguien que debía ser médico se acercó al cuerpo y tomó el pulso al chico. Movió la cabeza.



-No se puede hacer nada.- Suspiró con pesar.-



            Daphne no podía mirar, desencajada se tapaba los ojos entre sollozos y gemidos. La muchacha se percató al fin que estaba en el confesionario, que todo eso fue cosa de su mente, pero  aun así temblaba espantada. ¡Aquella visión había sido tan real! ¿Acaso Martin reaccionaría así?... ¿Sería ese su destino si ella le confesaba la verdad? Y otro detalle que le heló la sangre, recordó haber visto un luminoso con la  fecha en ese deslizador. Las siete de la tarde de este mismo día…



-¡Dios mío!- Balbuceó con una mezcla de horror, incredulidad y asombro.-



Pronto esas imágenes en su cabeza fueron sustituidas por otras. Las de unos críos gritándole a Byron a la salida de la escuela…



-¡Mirad, el hermano de la tortillera!  ¿Qué pasa , también tú eres marica? Ven, que te vamos a curar.

-Dicen que el señor Martin murió por su culpa. ¡La tortillera asesina!- Exclamó otro con una mezcla de odio y repugnancia.-

-Eso es mentira. ¡Dejadme en paz! - Les pedía infructuosamente él.-¡Por favor!



            Pero insensibles a sus súplicas le rodearon entre varios comenzando a golpearle. El pobre muchacho apenas si podía escapar de una lluvia de puñetazos y patadas. Al fin, tras oír los gritos de algunos adultos, esa pandilla de acosadores huyó, dejando a  Byron con la nariz y los labios ensangrentados, tendido en el suelo…



-¡Basta, basta!- Gemía Daphne sin poder evitar ver aquello aunque se llevase las manos a la cabeza y se tapara los ojos.-



            Su hermano siempre había sido muy sensible, si por alguna causa él llegara a ser hostigado de ese modo…o golpeado por algunos matones homófobos de los que tanto abundaban por allí… Sería algo que ella no podría soportar. Pero para su desgracia aquellas extrañas visiones en su cabeza no se detenían. Ahora le tocó el turno a Steph…apartándose de su lado como de la peste. Podía vislumbrarlo como si estuviera pasando en ese instante, ella tratando de entrar en el cuarto de su hermana pequeña para explicarse, ésta rechazándola de plano…



-Por favor, Steph, trata de entenderlo. No es algo que yo haya buscado que ocurriera.

-¡No me toques, asquerosa!- Espetaba su hermana llena de odio y de desprecio.- No quiero que me hables. Ni que entres nunca más en mi habitación…¡Eres una pervertida! Y ahora, todas mis compañeras pensarán que yo también lo soy. – Sentenció derrumbándose entre el llanto.- ¡Y me harán lo que al pobre Byron! ¡El señor Martin era bueno y murió por las cosas terribles que le dijiste! ¡Todo ha sido por tu culpa!

-No…eso no es cierto.- Musitaba ella con angustia y desesperación.- No…puedes creer eso de mí, Steph. 



            Insistía en eso de modo infructuoso, tratando al mismo tiempo de acercarse a acariciar el pelo de su hermana pequeña quien se apartaba bruscamente de ella parapetándose tras un cojín y gritando.



-¡Mamá! Que salga de mi cuarto…¡Que se vaya de aquí!…



            Daphne podía imaginar a su propia madre entrando allí a poner calma. Y dedicándole a Stephanie unas palabras conciliadoras.



-No pasa nada, es tu hermana…

-No, no quiero que esa invertida sea mi hermana.- Aullaba la cría dirigiendo una rabiosa mirada a la lívida Daphne para sentenciar.- ¡Prefiero estar muerta!…Mejor, ¡prefiero que tú lo estés!…

-No digas eso. ¡Tú también no! - Chilló la destrozada joven.- ¡Te lo suplico, perdóname!

-Será mejor que salgas de aquí. - Le indicó su angustiada madre pidiéndole acto seguido a la cría.-¡Calma cariño! ¡No hables así de tu hermana! Por favor, ella está enferma…



            Steph se abrazaba a la madre de ambas buscando refugiarse de ella, como si fuera un monstruo ávido de hacerle daño. Daphne solamente era capaz de llorar moviendo la cabeza con horror….



-¡Oh, Dios!.- Gimió entonces la joven llevándose las manos a la cara y escapando al fin de esa especie de terrible visión.-



            Lloraba amargamente sin poder detenerse. Estaba horrorizada e impactada. Esas terribles imágenes en su cabeza parecían tan reales….



-Hija. ¿Te encuentras bien?- Le preguntó el cura, con tono preocupado.-



            La muchacha tardó un poco en regresar a la realidad. Desconcertada y aterrada, sin embargo asintió despacio y en cuanto se recobró lo bastante, musitó.



-Sí, padre…es que…no sé, estaba pensando en lo que me ha dicho…en que podría ser una egoísta…y tengo miedo de que así sea.

-Haces bien. - Suspiró el sacerdote añadiendo con un tinte más amable.- Por eso dije aquello de yo, yo, yo…Entiendo que debemos perseguir nuestra felicidad, pero nunca a costa de la desgracia de otros. La sentencia de nuestro Señor también alude a eso. Dar tu vida no significa perderla, sino dedicarla a otros…sublimar los bajos instintos y crear una familia sobre los pilares del amor, la decencia y la buena moral. Piensa en cosas hermosas ahora. ¿Imaginas el orgullo de tus padres cuando te vean del brazo de tu prometido en el momento de la boda?



            Daphne asintió, realmente podía imaginarlo. La iglesia llena, Martin luciendo muy elegante y atractivo, de traje oscuro con pajarita. Y ella con un magnifico vestido blanco de la colección de novias Deveraux, con una larga cola. Su hermana Steph como madrina de honor llevándola…y mirándola a ella con una mezcla de admiración y felicidad. La expresión de emoción y orgullo en las caras de sus padres y familiares…era como otra especie de ensoñación de la que asimismo salió a los pocos instantes sintiéndose algo confusa…



-Sí, padre. Tiene usted razón.- Afirmó ya más convencida.- ¡Por Dios!. ¿Qué iba a hacer? Destrozar mi vida y la de mi familia…Tengo que ser fuerte.- Se repetía una y otra vez, añadiendo angustiada.- Pero hay un problema, uno muy grave.- Suspiró.-

-Dime, ¿Qué problema es ese?- Quiso saber el cura.-

-Si declaro ante el tribunal, y me toman juramento… no podré mentir.- Balbució con miedo y vergüenza.- Eso es delito.

-Si a mentir le llamas el salvar a los tuyos…en tal caso nada debes temer.- Replicó el sacerdote con tono condescendiente.-

-¡Sería perjurio! - Insistió la abrumada joven.- Yo amo a Sabra. Sé que está mal, pero no puedo evitarlo, padre. Y una cosa es sacrificar ese amor, que seguro es equivocado pero es el que en verdad siento, y otra…negar la realidad en un tribunal, ante testigos…y bajo palabra.



            Su contertulio guardó un breve instante de silencio, hasta que respondió con tono confiado.



-La Biblia una vez más tiene la respuesta. Recuerda como Pedro negó conocer a nuestro Señor. ¡Hasta tres veces! Y no obstante, ¿acaso no le confió Jesús  las llaves del Reino de los Cielos? Está claro que le perdonó. ¿No habría de hacerlo contigo?

-Sí, eso es cierto.- Convino la sorprendida chica.- No lo había visto de esa manera.

-Desde ahora yo te absuelvo de ese pecado. Puesto que es algo que sirve a un propósito de bien mayor. Darás la felicidad a muchas personas y cree que, al final, te la darás a ti misma. A veces hay que escribir el camino recto sobre renglones torcidos, hija. Confía en la palabra de otras que han vivido esa misma situación. Tú conoces a la hermana Margaret, ¿verdad?

-Sí, padre.- Admitió ella.-

-Pues seguramente que te habrá aconsejado bien. Hazle caso…Hay lugares terribles que aguardan a los que no viven acorde a la ley de Dios que, al final, es la que importa.

-Así es.- Suspiró la muchacha más aliviada.-



            Ahora de un modo inexplicable se sentía mejor. Más tranquila. El sacerdote remachó.



-Como penitencia por ese terrible pecado que has confesado solo te impondré que actúes con altura de miras y con generosidad y amor hacia los tuyos. Reza mucho y sé un ejemplo para la comunidad. Como la hermana Margaret lo es. Y como ella, toma el camino correcto, es el más duro y estrecho, pero el adecuado.

-Sí, padre. Lo haré.- Le prometió ella.-

-Y llama a tu novio. Seguro que estará preocupado por ti. Pero no hagáis cosas que la moral desaprueba.- Remachó casi divertido.- Al menos hasta que seáis marido y mujer. Entonces podrás centrarte en hacerle feliz también de esas maneras. Buscando claro, la creación de una familia.

-Descuide, le aseguro que así será. Gracias, muchas gracias por todo.- Pudo balbucir con emoción.-

- No hay de qué, hija mía. Es a nuestro Señor a quien debes dárselas. Yo te bendigo en el nombre del Padre… y del Hijo…- remachó el sacerdote dando por finalizada esa confesión.-



            La aliviada Daphne se marchó de allí tras santiguarse. Ahora iría a ver a su novio y procuraría que ninguna de esas horrendas visiones se hicieran realidad jamás. Por su parte, y a los pocos instantes de que esa muchacha se hubiera ido, el sacerdote salió. No llevaba sotana, si un gruesa libreta de color negro  y una pluma mojada en tinta. Se sonrió suspirando.



-Lo que uno tiene que hacer a veces para que la historia siga su curso…tal y como la he planeado. Esto está interesante…ahora solo observaré como sigue…tengo más asuntos de los que ocuparme… en otros sitios, y eso va por ti, mi querido tío…



            Por su parte, Maggie caminaba con su hija por el parque, tardaron poco en llegar a la tienda. La niña estaba absorta observando tanta ropa. Su madre la miró divertida.



-Ahora vamos a elegirte unas blusas y unas faldas muy bonitas, cielo. Para que estés muy guapa.- La animó.-



            El teléfono sonó entonces reclamando su atención…era Giaal. No tardó en atender la llamada.



-Dime. Hola. Sí, escuché el mensaje.- Admitió.- Bueno… verás. Creo que quizás cometí un terrible error. Lo hice con toda mi buena voluntad entonces. Pero no sabía que posibles consecuencias traería. En cierto modo Edgar tiene razón… Pero.. ¡Escucha Giaal!. No, no te culpo. Me culpo yo... Jugamos a ser dioses…No fue lo correcto. ¡Nelly murió! - Exclamó irritada ahora avergonzándose de inmediato por su tono.-



            Por suerte su hija estaba distraída con la ropa y otras cosas en la tienda. Al parecer había trabado conversación con una amable dependienta que le estaba diciendo algo. Maggie suspiró aliviada y retomó la conversación con tinte más conciliador.



-Perdona. Estoy nerviosa.-Se disculpó para agregar.- Aunque sabes que digo la verdad. Esa niña murió. Fue terrible, y cuando vi lo destrozada que Aurora estaba…- Pudo añadir ya entre sollozos.- Ahora soy madre y la entiendo muy bien. Si algo así le ocurriera a mi hija me volvería loca también. Sin embargo…jugamos con cosas que están por encima de nuestra comprensión. Ahora esa pobre criatura está pagando las consecuencias…No, no digo que tengamos que abandonarla. Seguro que algo se podrá hacer… claro, perdona. No, no tienes porqué disculparte. Ya hablaremos, adiós Giaal, saluda a tu familia de mi parte…



            Colgó tras concluir esa agitada conversación. Suspiraba ahora. El doctor Ginga estaba bastante alterado. Esa niña significaba mucho para él y Maggie lo comprendía. Pese a todo, la realidad era la que era. Obligaron a Edgar, el esposo de Aurora, a aceptarla. Más bien se la impusieron cuando ese pobre hombre vio a su auténtica hija muerta en el depósito. Todo por consolar a la pobre madre de Nelly que se estaba volviendo loca. Pero era cierto asimismo que esa criatura no era culpable de aquella terrible situación…



-En fin, no solamente tengo que preocuparme de mi hija… por si no fuera bastante pensar en cómo quieren convertirla en una especie de arma secreta. - Se dijo con resignado pesar.-



            Y hablando de Gloria, ¿dónde estaba? Ahora que miró de nuevo no podía verla. Hacía un instante estaba con esa mujer de cabellera morena que atendía. No pudo verle la cara a la dependienta porque su propia hija la ocultaba al estar esa individua agachada para ayudarla a ponerse un zapato. O eso creyó haber visto.



-¿Gloria?- Llamó con creciente ansiedad y preocupación.- Hija, ¿dónde estás?



            Asustada, recorrió la tienda de arriba a abajo, preguntó a las dependientas con visible inquietud.



-Una niña pequeña, de seis años. Estaba conmigo. Creo que una de sus compañeras estaba atendiéndola cuando yo hablaba por teléfono. Era morena, de pelo largo.- Les indicó.-

-¿Un compañera?- Repitió la atónita muchacha rubia de poco más de veinte años que estaba allí.- Lo siento señora, a esta hora solo estamos nosotras dos.- Sentenció mirando a otra chica de pelo castaño y bajita que estaba a su lado.-Y no tenemos a ninguna compañera que sea morena.- Remachó dejando petrificada a Maggie.-



            Nerviosa fue entonces hacia la zona de vestuarios. ¿Y si alguien hubiera secuestrado a su pequeña? No podía evitar pensar que otro de aquellos extraños individuos hubiera llegado para evaluar una vez más a su hija. Llegó enseguida a la zona donde estaban los probadores de señora. Las dos atónitas y preocupadas dependientas buscaron  a su vez por la masculina, solamente para cubrir cualquier posibilidad. Maggie no cesaba de llamar.



-¡Gloria!



            Al fin, para su alivio escuchó la voz de su hija. Parecía reírse en tanto declaraba.



-Me haces cosquillas….



            Margaret se dirigió al probador de donde proveía la voz. No tardó en abrir la puerta. Allí estaba su hija, casi desnuda, con un montón de ropa alrededor y una mujer morena que, sonriente, la observaba. Pero no se fijó mucho en ella al principio. Únicamente miraba a su niña y le preguntó.



-¿Dónde te habías metido?- Exclamó sin poder controlar su ansiedad.-

-Con esta señora, que es tu amiga.- Sonrió la cría añadiendo.- Me dijo que íbamos a jugar en los probadores como jugabais las dos. Dice que lo pasabais muy bien. Dime mami, ¿a qué jugabais?



            Margaret sintió como se le congelaba la sangre en las venas cuando miró a esa mujer. Supo de inmediato quien era. Habían pasado algunos años pero no parecía haber cambiado mucho en su apariencia. Y la aludida, tras sonreír con una mezcla de regocijo y lascivia, la saludó con voz melosa.



-Hola Maggie. Cuanto tiempo sin verte. Y qué maravillosa sorpresa.. ¡Tienes una niñita francamente encantadora!



            La interpelada tardó unos instantes en ser capaz de reaccionar. Lo hizo finalmente tras reunir todo el aplomo que pudo dirigiéndose a su hija.



-Cariño, ponte la ropa y sal un momento, mamá tiene que hablar con esta señora.

-Pero mami, me prometió que íbamos a jugar…

-¡Sal te he dicho!- Exclamó su madre perdiendo los nervios.-



            Gloria se asustó, su mamá no solía enfadarse así con ella. Sin poder evitar llorar compungida, obedeció.



-¡Oh, no debes gritarle de ese modo tan terrible a la pobre niña!...- Desaprobó esa mujer eso sí, con tono lleno de irónica sorna al remachar.- Las vas a traumatizar.



            Maggie no respondió a eso, se abalanzó sobre aquella maldita buscona agarrándola por el cuello y empotrándola contra la pared del probador, en tanto le siseaba con ira mal contenida.



-¡Escúchame bien, zorra! No sé qué estás haciendo aquí, pero solo te lo diré una vez. ¡Apártate de mi hija!



            Su contertulia se permitió sonreír pérfidamente incluso en este estado tan apurado. Y antes de que Margaret pudiera reaccionar uso sus manos para atraer la cabeza de la enfermera a la suya y fundir los labios de ambas en un beso. Al principio Maggie trató de apartarse, tuvo que soltar a su presa del cuello para, finalmente hacer fuerza y desengancharse de aquello, con mordisquito en el labio inferior incluido, que esa mujer le dio.



-Lo sabía. Puedo sentir tu fuego.- Susurró la morena regocijándose al sentenciar.- Todavía te gusta, ¿verdad?



            La respuesta de Maggie llegó en forma de sonora bofetada que cruzó la cara de su interlocutora de arriba a abajo. Tan fuerte que, de no haberse sujetado a una barra del probador habría caído al suelo. Se irguió tapándose la mejilla aun enrojecida por la marca de la mano mientras se sonreía pasando la lengua por su cavidad bucal y sus blancos dientes, ahora teñidos en parte con su propia sangre.



-¡Guau! Sigues teniendo mucha pasión. – Afirmó con tono lleno de lujuria.- No sabes como la echaba de menos…

           

Con la desconsolada cría llorando fuera, afortunadamente ajena a eso último, y la atención de ambas dependientas que se aproximaban, puesta en ellas, Maggie no replicó. La chica rubia entró entonces al probador y les preguntó con una mezcla de temor y envaramiento.



-¿Va todo bien?

-Sí, ya la he encontrado.- Suspiró largamente la enfermera tratando de calmarse.-

-La pobre niña estaba perdida y se metió en mi probador.- Añadió esa mujer morena, tras frotarse el cuello con una mano para suavizar la marca del agarre, agregando con patente ironía. - Su mamá me estaba dando las gracias por haberla cuidado…no se preocupe señora, ya me las dará como es debido. Seguro que nos volvemos a ver pronto…



            Margaret no se molestó en replicar nada, se fue rápidamente junto a su pequeña y la sacó de allí. Saliendo de la tienda con paso tan rápido que la propia niña tenía problemas en seguirlo. Al poco de caminar se sentó en un banco con la niña que solo lloraba sin querer mirarla.



-Perdona a mamá, cielo.- Le pidió con dulzura.- Estaba muy asustada por ti… ¡Por favor! No quería gritarte, cariño. – Aseguró casi a punto de llorar también.-



            Al fin Gloria pareció calmarse un poco. Maggie la abrazó recorriendo su carita con un montón de besos. Cuando las cosas se calmaron, la niña inocentemente preguntó.



-¿Te has enfadado conmigo?

-No, cielo, contigo no.- Repuso inmediatamente su madre intentando sonreír.-

-¿Ya no vamos a la tienda?- Musitó la pequeña.-

-No, te llevaré a comer tarta Sandy donde Gin y Clarisa. ¿Qué te parece?- Le propuso Maggie aparentando jovialidad.-



            La cría entonces iluminó su carita con una sonrisa que alegró a su madre.



-¿Un trozo grandote?- Exclamó esperanzada.-



            Su contertulia asintió solicita. Aunque por dentro todavía estaba aterrada. Su corazón latía con desenfreno. ¿Qué clase de horribles perversiones podría haber hecho esa degenerada con su hija de no haberla encontrado a tiempo? Sentía pavor de preguntarle a su pequeña. Y todo esto por si no tenía ya suficientes problemas. Tras tantos años sin acordarse de ella, esa mujer reaparecía. Aquello era una pesadilla.



-Tengo que calmarme, por el bien de mi hija.- Se decía.- Gloria no puede verme así nunca más…



Al fin, recobrando el control de sí misma, tomó de una mano a la pequeña y la guió con afecto hacia el Clargin…Y mientras tanto Marla sonreía desde la distancia, viendo con la madre y la hija se alejaban.



-Vaya, vaya.. esto será mucho más divertido de lo que yo pensaba. ¡Pobre Maggie! ¿Quien podría haberlo dicho? ¡Te has vuelto una auténtica mamá amantísima!… con una niña muy mona…



            Pensaba todavía divertida en cuando llegó a la ciudad tras el viaje desde la Tierra. Tenía otros planes al principio. Entre ellos reunirse con su informadora y con otra persona más, de su mismo movimiento.  Fue entonces cuando las vio caminando por la calle. Aquello fue una suerte. Espera ir a buscarla más tarde pero el destino la puso en su camino. Siguió a ambas de lejos, cuando entraron en esa tienda hizo lo propio. A cierta distancia, parapetándose tras algunos vestidos, siguió espiándolas. Tuvo suerte y el teléfono de Maggie sonó. Ahí estaba su ocasión. La cría se separó de su madre yendo a mirar unos vestiditos..



-Son muy  bonitos.- Decía la pequeña con alegre tono.-

-¿Te gustan, tesoro?- Sonrió Marla en tanto elegía uno.-



            La niña asintió, miró curiosa a esa mujer. Aunque parecía desconfiada.



-No pasa nada. Soy amiga de tu mamá.- Le dijo con tono dulce a la cría.-



            Se agachó entonces para poner el vestido sobre la niña. Asintió con aprobación.



-Creo que es de tu talla.



            Justo entonces Maggie miró a la niña. Marla se tapó a tiempo tras ella. Afortunadamente para sus intereses esa tonta estaba absorta en esa conversación telefónica. Aprovechó pues…



-Ven cielo, vamos a probarte el vestido. Seguro que a mamá le gustará.



            Tomó de la mano a la cría que dócilmente la siguió. Entraron en un probador. Eso le parecía muy excitante. Allí estaba, con esa niñita a su merced. Y la idiota de su madre hablando fuera…



-Tan pequeñas no son mi tipo. Prefiero a las mamás. - Pensó con regocijo.- Aunque siendo la hija de Maggie…podría hacer una excepción y darle una rápida clase.



            Se arrodilló junto a ella y con manos ávidas recorrió las piernas y los brazos de la niña, incluso posó sus dedos en la tripita de ésta…empezó a desvestirla y la acarició a la altura del vientre, comenzando a bajar peligrosamente….



-¡Me haces cosquillas!- rio la cría.-



            Entonces oyó la voz de angustia de la madre llamándola.



-¡Gloria!...

-¿Te llamas Gloria, eh?- Sonrió Marla poniéndose en pie y alejándose un poco de la niña.-

-Sí.- Repuso la pequeña.- ¿Y tú como te llamas?

-Es un secreto…pregúntale a tu mami. Por cierto. ¿Sabes que las dos jugábamos mucho juntitas?. Y a veces en probadores, como éste. Lo pasábamos muy bien.

-¿Y a qué jugabais?.- Quiso saber la cría con visible curiosidad.-

-¡Cosas de mayores! - Se rio su interlocutora prometiendo .- Si nos vemos otra vez, ya te lo contaré…te gustará…y hasta podremos jugar juntas...



En ese instante Maggie abrió la puerta. Del resto mejor no acordarse demasiado. Aun le dolía esa bofetada. Sin embargo, se rio satisfecha pensando.



-En fin. Ya sé dónde encontrarte y me ocuparé de ti a su debido tiempo. Ahora tengo otros asuntos pendientes… Nos veremos, cariño…no lo dudes.



            Y caminando de forma insinuante con sus altos tacones se perdió por las calles de la ciudad…

 

                                     anterior                                                     siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)