Tras unos días las cosas seguían su rutina habitual.
Aunque en el caso de Sonia no estaban nada claras. No tenía decidido que hacer
y debía darle una respuesta a su jefa. Al día siguiente a más tardar, dado que
Esmeralda había anunciado su intención de regresar a la Tierra entonces.
-No puedo continuar indecisa. Si hay algo que no
perdona, al menos eso dicen, es la indecisión.- Pensaba realmente concernida.-
Sin
embargo, ocurrió algo que la española ni imaginaba y que la dejó petrificada.
Se enteró por las holo revistas. Por más que lo releyera no podía creerlo
todavía. Lo averiguó al levantarse por la mañana e ir al trabajo. Durante el
viaje en el deslizador de empresa ojeó unas cuantas para entretenerse. Entonces
leyó…
-El famoso actor Ben Crew partirá en breve para la
Tierra. Cuando acabe de filmar la serie que le ha lanzado a la fama en Nature,
acometerá un nuevo proyecto en compañía de la modelo Sonia Calderón, que
interpreta a una admiradora secreta suya en ese show y con quién se rumorea
mantiene un romance secreto en la vida real. ¿Qué?- Exclamó atónita y furiosa.
¿Pero quienes se han creído que son para publicar esta mentira?, ¡La madre que
los parió! – Agregó en su idioma natal.-
Tuvo
que resistir el impulso de ordenar al vehículo que se detuviera y cambiar de
dirección para ir a esa editorial a demandar explicaciones. Tenía que ir a la
oficina. Y supuso con horror que, si ella había leído aquello, su jefa Brenda
también. Y a buen seguro que la Señora Deveraux ya lo sabría a su vez. Por
tanto, se apresuró a intentar contactar con ella. Llamando al número que ésta
le diera tras esa cena de la noche anterior.
-Estábamos en el restaurante cuando debieron de sacar
este libelo.- Pensaba con creciente indignación y apuro.- Seguro que ella me
creerá si le digo que nada de esto es cierto. Al menos en lo que a mí respecta.
Marcó
el número de la diseñadora. Esperó unos instantes y al fin, tras unos momentos
que se le hicieron eternos, saltó el buzón de voz…
-Soy Esmeralda Lassart Deveraux. Disculpe. Ahora mismo
no puedo atenderle, por favor, deje su mensaje tras oír la señal…
-Señora Deveraux… Soy Sonia Calderón... -Pudo decir
con tono cohibido y desconcertado.- Yo… quiero decirle que nada de lo que ha
escuchado es verdad. Yo no he aceptado ir a la Tierra con ese actor…
El
tiempo de grabación concluyó. La joven esperaba tener la oportunidad de hablar
con más calma con su jefa. No obstante, ahora tendría que lidiar con la
responsable de la casa Deveraux en Nature. Y de hecho, en cuanto llegó y bajó
del deslizador se encontró a Brenda que la aguardaba a la puerta. Tablet en
mano le preguntó nada más verla. Sin importarle en absoluto que otras modelos y
trabajadores pasaran por allí.
-¿Serías tan amable de explicarme, por favor, qué
significa esto?
-Si no te importa, ¿Podemos hablar dentro?- Le pidió
una apurada Sonia ante las miradas entre curiosas y divertidas, de las demás. -
Te lo aclaro enseguida.
Su
jefa de zona asintió, las dos mujeres entraron y una vez en el despacho de
Brenda ésta tomó asiento en su cómodo sillón de cuero y, mirando
inquisitivamente a su interlocutora que permanecía de pie, esperó.
-¡Es mentira! - Sentenció Sonia.- Estoy tan sorprendida
como tú.
-¿Y por qué habrían de mentir en esa revista?-
Inquirió agudamente su contertulia.-
-No lo sé. Buscarán vender más.- Repuso
dubitativamente la joven modelo.-
-Sí, esa suele ser una buena razón. Pero eso no te
vendrá mal. Podrás demandarles si son datos falsos y ganarás una fortuna.- Le
respondió Brenda, casi a modo de
sugerencia.-
A su
contertulia no le gustó el poso que dejó su jefa, mentando de manera velada la
posibilidad de que aquello fuese cierto. No obstante, no tenía ganas de
discutir con ella y lo obvió, afirmando.
-No quisiera tener que llegar a eso. Preferiría hablar
con ellos para que primero rectifiquen.
-Tú verás. Pero no sé si a la señora Deveraux le va a
gustar.
-Le envié un mensaje. Le he explicado que no tengo
nada que ver.- Se apresuró a responder la española.-
-¡Vaya!- musitó Brenda con genuina sorpresa.- No sabía
que te comunicaras directamente con la gran Jefa.
-Me dio su número.- Contestó rápidamente Sonia que
pensó entonces que había metido la pata.-
Posiblemente
Brenda estuviera ajena a la cena que tuvo con la Señora Deveraux. Así que trató
de cambiar de tema enseguida. Alegando.
-Tengo unas pruebas de vestuario, de su nueva
colección. Me pidió que le diera mi parecer.
-Ya. Muy bien…en ese caso no quiero entretenerte más.-
Dijo más afablemente su jefa.- En cuanto a este otro…asunto. Confío en que
sabrás solucionarlo.
Sonia
asintió, se marchó del despacho lista para ir a esa prueba. Por su parte,
Brenda se sonrió con perfidia sentada cómodamente en su sillón, pensando.
-Será interesante ver cómo te las apañas, muchachita.
Tendrás que elegir…no me parece que a la Madame le guste ver como su “protegé”
se embarca en cosas como esas. Creo que voy a disfrutar esto. Fue una buena
idea la que tuvo esa periodista.
Recordó
la llamada que recibiera de una mujer bastante enigmática que se presentó solo
como Marla. Dijo ser reportera del corazón y le hizo algunas preguntas sobre
Sonia.
-¿Qué hay de cierto en el interés de su modelo por el
actor Ben Crew?
-No tengo ni idea, ni me consta nada de eso.- Le
contestó mecánicamente Brenda deseando darle carpetazo a esa pesada cuanto
antes.-
-Es una pena.- Replicó su interlocutora.-
-Dígame. ¿Cómo consiguió este número?- Quiso saber la
responsable de la Casa Deveraux remachando.- Es el de mi despacho, no suelo
darlo.
-Tengo mis fuentes.- Contestó su contertulia que
parecía divertida al añadir.- Algunas son de mucha garantía. Están muy bien
informadas. Por eso le digo que, esa noticia sería un bombazo, quizás pudiera
favorecerla.
-¿A Sonia?- Se rio Brenda ahora para rebatir.- Lo dudo
mucho…
Y
tras un breve silencio al otro lado de la línea oyó una réplica muy sugerente
de esa mujer que sí atrajo su interés…
-Bueno, quizás a ella no… pero a usted…
-¿A qué se refiere con eso?- Inquirió Brenda cuya
atención se había avivado mucho con tal aseveración.-
-Quizás, si pudiéramos vernos en persona, podría
aclarárselo. Estoy camino de Nature. A cambio tan solo quisiera pedirle un
pequeño favor.
-Depende de qué favor sea.- Contestó la modelo con
prevención.-
Y esa
mujer le contó a grandes rasgos de qué favor se trataba. Brenda entonces
sonrió, no le parecía algo tan complicado, a decir verdad era cosa bien
sencilla, cualquiera podría haberle dado esa información. De modo que contestó.
-Tendré sumo placer en ayudarla con eso. Si usted a
cambio me echa una mano a mí y me aclara lo que ha dicho.
-Es un trato entonces.- Sentenció es individua
despidiéndose.- La llamaré cuando llegue. Hasta pronto.
Brenda
colgó y ahora, tras acordarse de esa conversación, volvió a sonreír pensando.
-Sí, Sonia, esto te va a costar bastante caro…de un
modo u otro.
Ajena a esos malevolentes deseos de su jefa, la
española pensó en Mei Ling. Por si acaso su novia se enteraba de eso, (y seguro
que lo haría como cualquiera que escuchase noticias o leyese ese tipo de
prensa) decidió llamarla en persona para avisarla.
-Será mucho mejor que lo sepa por mí antes.- Se dijo.-
No obstante, antes de poder hacerlo recibió otro
mensaje. Al ver el remitente su corazón se aceleró. ¡Era la Señora Deveraux en
persona! No tardó ni un segundo en escucharlo.
-Buenos días, querida. He leído la holo revista. Me
parece un burdo montaje para obtener publicidad y promocionar a ese actor. No
sé si él estará o no al corriente. Mi consejo
en cualquier caso es que vayas a
hablar con él inmediatamente. Dale prioridad máxima. Olvida otro asunto de
trabajo, por muy importante que sea. Hablaré con Brenda para advertirla que
tienes mi permiso.
Tras
oír eso, la muchacha tecleó un mensaje esta vez para responder a su jefa.
-Iré de inmediato, señora Deveraux. Muchas gracias por
su comprensión.
Después
de enviarlo no tardó en salir a toda prisa.
-Ben debe estar en el estudio de grabación. Aun
estarán rodando algunas escenas de la serie.- Se dijo.-
Llamó
un taxi deslizador y se apresuró a acudir a los estudios que estaban a unos
pocos kilómetros de allí. De camino quiso escribirle otro a Mei Ling, pero
pensó que mejor solucionaba aquello primero y luego le contaría. Al llegar al
fin al estudio pudo acceder sin ningún tipo de problema. Al parecer apenas
había nadie. Sabía que Ben tendría que terminar alguna toma pero debían estar
en un descanso. De hecho, no veía a ningún miembro del personal. Su amigo el
actor pudiera estar sin embargo ahí, le gustaba descansar en su camerino. Con
cuidado, Sonia fue abriendo algunas puertas en tanto se adentraba por los
laberínticos pasillos de los set de grabación y accedía a los cuartos
destinados a los actores.
-¿Hay alguien?- Inquirió a media voz.-
Algo
escuchó en ese instante que la hizo aproximarse a la puerta de los baños
unisex. La muchacha entró extrañada. Era como el sonido de unos jadeos
guturales. De hecho avanzó lo justo puesto que, mirando hacia un espejo, vio el
reflejo de algo que la dejó pasmada…en tanto oía aquello con más intensidad.
-¡La madre que me…!- musitó llevándose las manos a la
boca.- Esto no puede ser verdad.
A
través de ese reflejo pudo ver como su compañero de reparto estaba inclinado
sobre una de las tazas del cuarto de baño, con los pantalones bajados y aquel
“amigo” suyo de color puesto en pie tras de él, le estaba obsequiando con unos
vaivenes pélvicos bastante notorios. No tuvo que ser demasiado intuitiva para
darse cuenta de la embarazosa situación en la que les había sorprendido. Más
recalcada aun cuando ese tipo negro sujetaba el mentón de su pareja y le daba
un beso prolongado y pasional en los labios tras terminar. Ben respondía con
idéntica ansiedad y deseo. Desde luego Sonia se quedó plantada allí, incapaz de
moverse, como si fuera presa de una alucinación, sin poder reaccionar, cuando
lo hizo ni se dio cuenta de que golpeó un cubo con fregona incorporada que
tenía al lado. Aquello hizo percatarse a los dos hombres de que no estaban
solos.
-¿Quién anda ahí?- Pudo preguntar ese tipo de color.-
-¡Oh, Dios mío!- Musitó Ben subiéndose los pantalones
a toda prisa.-
No
tardaron en salir, la perpleja Sonia apenas sí pudo apartarse a tiempo para no
quedar en medio de su camino. Ben fue quien primero la vio, su cara estaba
pálida y por la expresión de la chica él supo al instante que les había visto.
-¡Te suplico que no le cuentes esto a nadie! ¡Por
favor!- Le pidió realmente desencajado.- Yo, verás… Percival, no solamente es
mi agente, además es mi novio.- Confesó.- Haré lo que quieras…
El
mismo aludido estaba ahora junto a ella y añadió, con tono preocupado también.
-La carrera de Ben se cimienta en la imagen que tiene
de galán para las mujeres e incluso las adolescentes… si esto se supiera…
-Solo dime qué quieres de mí, ¡sea lo que sea!-
Insistió el angustiado actor, con lágrimas en los ojos.-
La
española no pudo por menos que compadecerse de él. Ese pobre desgraciado era
víctima de su propia fama y de su imagen. De haber sido el típico idiota pagado
de sí mismo habría disfrutado ese momento. Bueno, quizás ni siquiera entonces
dado que le comprendía perfectamente. Por fortuna para él, no podría haber
nadie mejor para hacerse cargo de la situación. Y lo más importante, le conocía
lo suficiente para saber que era un buen hombre. Siempre amable con sus fans,
colaborando en obras benéficas y yendo incluso a animar a niños enfermos que le miraban como a
un héroe. La propia Sonia había acudido una vez con él al hospital. Ella apenas
pudo evitar llorar a la vista de algunos casos de críos desahuciados y no
obstante Ben siempre tenía una sonrisa y palabras de aliento para ellos.
Viéndole ahora no deseaba imaginar lo que sucedería si la sociedad tan
hipócrita y homófoba de Nature descubriese su secreto. Su auténtico amor
secreto. Así pues, la modelo le sonrió comprensivamente ahora para declarar.
-No debéis temer nada de mí. Os entiendo mucho mejor
de lo que creéis. De hecho, venía a hablar contigo, Ben, de eso que han
publicado en las Holo revistas.
-¿El qué?- Quiso saber el chico que parecía realmente
sorprendido.- ¿Qué han publicado?- Inquirió con creciente ansiedad, elucubrando.-¿Algo
de mí y de Percival?...
La
modelo se dio cuenta de que ese pobre hombre era totalmente ajeno a esa
noticia. Le calmó negando con la cabeza y de inmediato les puso al corriente.
Los dos hombres se miraron extrañados, al fin fue el propio actor quién
admitió.
-Mi productora sabe perfectamente lo mío con Percie.
Suelen dejar vacías las instalaciones en los descansos de grabación. Así
estamos a solas…y evitan cualquier tipo de riesgo. Quizás hayan discurrido esa
noticia a modo de precaución añadida, para darme una tapadera. Si es así, lo
lamento mucho, no tenía ni idea. No debieron usar tu nombre, ni involucrarte
sin tu consentimiento.
- No sé qué decir. Ni tan siquiera sé si esto me
conviene o no.- Dijo la desconcertada Sonia.-
Por
un lado compartir cartel y protagonismo con el actor del momento podría
catapultarla. Por otro estaba la advertencia de la Señora Deveraux. Eso bien
pudiera encasillarla y convertirla en una mera comparsa. Sus reflexiones se
vieron interrumpidas entonces por su compañero de rodaje.
-Solo te pido que me guardes el secreto, en ti confío.
-Eres un buen chico y te aprecio de verdad.- Sonrió
Sonia.- No haría nada para dañarte…
-Espero que esto no sea una decepción para ti.-
Intervino un apurado Percival.- Ni para tu amiga. ¿Era Meitin?- Quiso
recordar.-
-¡Ja, ja! No, se llama Mei Ling.- Le corrigió su
contertulia quien consideró propicio aquel momento para mirar a ese individuo a
los ojos y reivindicar con orgullo.- Y no es mi amiga, es mi novia.
Y
durante unos instantes disfrutó a su vez de las caras de estupor de ambos
hombres. Ben fue el primero que dijo.
-¿Lo dices en serio? ¿No estarás intentando que me
sienta mejor o algo de eso?
-No, en absoluto, es la verdad. Y si os sirve de
consuelo. ¡Sobre todo a ti, Percie! - Se rio la española, añadiendo con humor.-
Mi novia llegó a pensar que te la
estabas comiendo con los ojos. Y si a ella y a mí nos la diste, no te
preocupes, nadie sospechará nada raro de vosotros.
-Por eso, entre otras cosas, le pedí a mi novio que
viniera a esa cena.- Confesó Ben tratando de excusarse.- Pensamos que si nos
veían con dos mujeres,… pues todos creerían que era una doble cita
heterosexual.
-Ya.- Suspiró la española.- Veréis, me gustaría
ayudaros. De verdad. Pero no solo depende de mí. Mi novia…en fin, a ella no le
hará ninguna gracia.- Comentó con pesar e incluso preocupación.-
-Lo comprendo perfectamente.- Suspiró Ben quien, pese
a eso, añadió con un tinte más optimista...- Sin embargo, piénsalo bien. Ya no
es por ayudarme a mí, imagina lo que supondría para tu carrera. Ser famosa y
trabajar en algunas películas. Te prometo que mi productora te contrataría.
-Eso seguro.- Intervino más animadamente Percie.-
Basta con que Ben se lo pida. Ellos contratarán a quien les diga, y tú no eres
mala actriz precisamente. Y no digo esto por querer quedar bien contigo.
Sonia
recibió aquellas palabras con más interés del que ella misma hubiera esperado.
Había intervenido en aquella serie en unos pocos episodios, interpretando a una
chica enamorada del personaje de Ben. Ahora le ofrecían nada menos que seguir
llevando a cabo ese papel en la vida real. No obstante, a cambio de eso, no
solamente ella tendría que hacer sacrificios sino que…
-Dejad que hable con Mei Ling, por favor.- Les pidió.-
-Claro, tómate tu tiempo.- Sonrió Ben.-
-Mientras tanto, lo más…digamos adecuado, sería no
contradecir la información de esa revista.- Comentó Percie agregando entre
extrañado y curioso.- No sé quién habrá filtrado esa falsa noticia, pero bien
pudiera habernos hecho un favor después de todo.
Sonia
asintió, se despidió de esos dos y regresó a su trabajo. Allí, la propia Brenda
estaba ocupada dando indicaciones a algunas modelos.
-¿Resolviste ya esos asuntos?- Le preguntó a la
española nada más verla llegar.-
-Sí, ya está.- Musitó ésta con tono evasivo.-
-En ese caso, ve a hacer la prueba de vestuario. Ya
vamos con retraso.- Le ordenó Brenda.-
La
muchacha asintió, dirigiéndose hacia la habitación destinada a tal efecto.
Entre tanto su jefa llamó a la dueña del negocio.
-Señora Deveraux. Soy Brenda. Sí, ya ha regresado. Sí,
sí, tal como usted me dijo. Según ella todo está resuelto. La mantendré
informada. Adiós.
Mientras,
en casa de Susan, tanto ella como su esposo tenía día libre. Era una magnífica
coincidencia. En realidad fue turno de Giaal de solicitar unos días
aprovechando un permiso de su esposa. La pareja pasó el tiempo disfrutando de
su hijo Alex y tras llevarle a jugar al parque, en tanto el crío se entretenía
con otros niños de su edad, el matrimonio se sentó en un banco cercano.
-¿Qué tal todo por la base?- Quiso saber Giaal.-
-Bien, las cosas siguen tranquilas. Patrullas de
rutina.
-¿Y esa piloto? La chica que espera juicio…-Preguntó
el alíen.-
-Está bien, ahora Kerria se ocupa del caso. Sabra me
comentó que le pareció fantástica.- Sonrió Susan.-
-Eso me alegra. Desde luego, sí que es una mujer
excelente. Tan luchadora y decidida como su hermano Leval.- Convino su
interlocutor.-
Y eso
le llevó a abordar el siguiente tema, su expresión mostraba tristeza y su
esposa enseguida se percató.
-¿Va todo bien, Giaal?
-Sigo muy preocupado por Nelly.- Le confesó él.- Lo
mismo que por Dean.
-Sí, Ginger lleva mucho tiempo sin pasarse por la
cafetería.- Repuso su contertulia añadiendo con tristeza.- Debe de estar
destrozada por la ausencia de su hijo.
-¡Y en cambio ese bastardo de Edgar repudió a su
propia hija! - Masculló el ahora enfadado alíen para añadir consternado.- No
quiero ni imaginar cómo se sentirá esa pobre chica. Por eso…- Dijo ya con tinte
dubitativo, para al fin atreverse a completar.- Quisiera pedirte un favor.
-Dime, si puedo ayudar, cualquier cosa. Aunque no creo
que me autoricen a rastrear la ciudad con los varitech.- Sonrió ella tratando
de animarle.-
-No, no necesito eso. Había pensado en ir a buscarla
yo mismo. Con mis dotes de telepatía. Y quizás la ayuda de Naya y de Wina.- Le
comentó su marido para proponer al fin.- ¿Si la encontrase te parecería bien
que la acogiéramos en casa? Al menos hasta que todo se aclare.
Su
mujer le dedicó una mirada entre atónita e incluso incrédula. Tras unos
segundos pudo decir con envaramiento.
-Giaal. Nosotros ya somos una familia…y, por mucho que
aprecies a Nelly, no sé, ya tenemos bastantes complicaciones para estar con
nuestro hijo. Al menos por mi parte no deseo cargarme con una responsabilidad
así.
-Comprendo.- Suspiró él con abatimiento.-
-Y luego está su padre. Por mal que estén las cosas
entre ellos es el responsable legal de su custodia.- Alegó la oficial
visiblemente apurada.-
-Ese sinvergüenza no quiere saber nada de ella.-
Rebatió un ahora indignado Giaal.- ¡Seguro que hasta le aliviaría saber que nos
hemos hecho cargo de su hija!
Susan
le escuchó en silencio y con pesar. Comprendía lo mucho que apreciaba su marido
a esa niña, pero no podían ocuparse de ella. Lo sentía mucho por Nelly, de
todos modos alguien habría capaz de cuidarse de aquella desdichada chica. Sin
embargo, viendo la expresión de tristeza e impotencia de su esposo, quiso
añadir con un tono más animoso.
-Si fuera por pocos días, no iba a negarle a esa niña
un techo y una cama.- Sonrió Susan.- Incluso podrías hablar con Maggie. Si no
recuerdo mal la idea de “ traerla de vuelta” fue suya.
-Es verdad.- Admitió su interlocutor.- La llamaré en
cuanto pueda.
Por
suerte su hijo les reclamó para que vieran como jugaba con unos muñecos que
tenía. Ambos padres fueron solícitos a observar al pequeño. Alex era muy
despierto para su edad. Su mirada era limpia e inocente, como correspondía a un
pequeño de cinco años ya. No obstante, poseía un matiz de percepción muy aguda.
Sonreía divertido cuando Susan se aproximó.
-¿Quiénes son esos, cariño? – Quiso saber la risueña
mamá.-
Señaló
unos muñecos que estaban metidos en medio de un montículo de arena. Para
asombro de la militar y de su esposo, el crío respondió como si tal cosa.
-Nelly, Dean y sus amigos.
-¿Dices que esos son Nelly y Dean?- repitió un
perplejo Giaal, que preguntó.- ¿Y dónde están, cielo?
-En su casa, bajo tierra.- Repuso el niño de forma
totalmente natural.-
Tanto
Susan como su esposo se miraron asombrados y con cierto miedo. Eso desde luego
no les había sonado nada bien. La mayor Hunter incluso quiso cuestionar al crío
con tono preocupado.
-¿Cómo se te ha ocurrido eso, mi amor?- ¿Nos has oído
hablando a papá y a mí?
-No.- Negó el niño con la cabeza, comentando sin darle
importancia en tanto seguía jugando con los muñecos.- Lo he visto en un libro
muy grande. Tienen una casa enorme bajo la tierra.
Sus
progenitores se miraron una vez más sin comprender nada. Al fin Giaal le
susurró a su mujer.
-Mejor llamo a Maggie cuanto antes. Y me pondré en
contacto con mi hermana. Puede que entre todos les encontremos.
-Sí.- Convino Susan que estaba igual de sorprendida e
incluso asustada que él.- Hazlo enseguida. Yo me ocupo de llevar a Alex a casa.
A ver qué más me cuenta.
Su
marido obedeció con presteza, tras despedirse de su hijo volvió a casa,
deseando poder localizar a su hermana. Quizás con sus poderes combinados
lograran rastrear telepáticamente a esos chicos. Antes no obstante llamó por
teléfono a Maggie. La enfermera sí tenía turno ese día. Si estaba de servicio
no respondería. Y así fue. Suspirando resignadamente, Giaal decidió dejarlo
para más tarde. Ya insistiría después.
-Quizás Wina pueda ayudarme. Iré a verla y de paso
saludaré a Melissa y a Clyde.- Se dijo.-
Por
su parte, Esmeralda estaba repasando algunas cifras en su hotel. Ciertas cosas
le seguían sin cuadrar.
-No entiendo estos gastos.- Se decía.- Tendré que
hablar con Brenda para que me lo explique.
Se
acordó del asesoramiento que le dio lance. El joven había estudiado aquellas
cantidades enviadas en los informes de Nature, y le comentó.
-Aquí hay algunas cosas que no me cuadran. La
facturación de tus tiendas en Nature es alta y parece que, se corresponde con
el stock que les has enviado desde la Tierra.
-¿Y dónde está el problema entonces?- Quiso saber la
desconcertada Esmeralda.-
Su
interlocutor se tomó unos segundos para pensar y luego respondió.
-Verás, ahí está precisamente el asunto. A precios
nominales coincide. Pero si deflactamos la inflación de ambos mundo no.
-No te comprendo.- Le dijo ella, que realmente se
encontraba perdida en ese mundillo de las finanzas y le economía.-
-Quiero decir que han aplicado una tasa de inflación
naturiana que no coincide con la de su planeta. Más bien es la terrestre. Y a
su vez, han establecido una tasa de cambio de créditos entre ambos mundos. Pero
ahora mismo, los créditos están al mismo valor. De este modo han aplicado una
especie de ingeniería financiera, para darte una cifra más elevada de lo que es
en realidad.
-¿Me estás diciendo que están sisando dinero desde
Nature?- Inquirió la perpleja Esmeralda.-
Lance
asintió, pasando a exponer.
-En mi opinión, hay dos alternativas. Que no hayan
vendido todo lo que dicen y lo estén compensando de este modo, para luego
revender lo sobrante en el mercado negro y quedarse con la diferencia, o que sí
lo hayan vendido y pongamos que, en lugar de dar un valor de mil créditos a un
vestido en las facturas, lo hayan vendido por mil doscientos y se hayan quedado
la diferencia. ¿Me comprendes?. - Inquirió, tratando de matizar.- O puede que
la disparidad sea menor, pero multiplicándola por la cantidad de ventas, la
suma divergente podría ser considerable.
-Desde luego, yo le envío material continuamente desde
la Tierra. Acorde a los informes de mi responsable allí.- Hizo memoria durante
unos instantes, para recordar.- Brenda Walsh, las ventas suben de forma
sostenida.
-Pues tendrás que preguntarle sobre esto.- Le indicó
Lance.-
-¿A cuanto crees que podría ascender esa, llamémosla
divergencia?- Quiso saber la diseñadora.-
-Es difícil de estimar, si no conozco los factores de
inflación o de cambio que han utilizado, pero bien pudiera estar entre el 0,5%
y el 2% de la facturación. Aproximadamente entre quinientos mil y unos dos
millones de créditos. Pudiera ser que incluso más.
Esmeralda
abrió la boca sorprendida. ¡Eso era una pequeña fortuna! No mucho claro estaba,
en comparación a sus cifras de ventas totales para todo un planeta, aunque no
fuera demasiado grande ni estuviese poblado apenas, como Nature. Pero, tras
tantos años..
-Sí, me ocuparé de pedirle explicaciones
personalmente.- Afirmó con decisión.-
Pero
como siempre, las cosas no eran tan sencillas. Tuvo que atender más compromiso,
dilató ese viaje, luego cuando al fin lo hizo, llevaba en su agenda el casting
de modelos para la Tierra. Ahora también pensaba en esa muchacha española, le
preocupaba todo aquello que la rodeaba. No obstante, el instinto de la veterana
diseñadora le decía que esa joven era buena chica…
-Precisamente por eso.- Se decía.- Si no tiene cuidado
se puede ver arrastrada por intereses y mentiras que arruinen su carrera.
Siguió
consultando su correo, al parecer las cosas iban bien en la sede de París y en
la Tierra en general. También tenía un video mensaje de su hija y sus nietos.
Sonrió con ternura al ver a su hija
Amatista con la pequeña Maray en brazos y junto a ella, a Asthel, mirando a la
pantalla con curiosidad.
-Decidle hola a la abuela.- Les pedía la joven madre a
sus pequeños.-
-¡Hola abuelita! - Repetía Maray agitando su manita.-
-Hola abuela Esmeralda.- Dijo a su vez Asthel.-
La
aludida sonrió más ampliamente aún. Su hija entre tanto afirmaba.
-Aquí todo está muy bien, espero que tuvieras un buen
viaje a Nature y que regreses pronto a la Tierra, y a Bios, por supuesto. Tus
nietos te adoran, ya lo sabes, mamá.
-Y yo a ellos.- Repuso la emocionada diseñadora aun a
sabiendas de no ser escuchada.-
Entonces
sucedió algo que la dejó perpleja, tanto a ella como a Amatista, cuando la
pequeña Maray se aproximó a la pantalla y le dijo, con un susurro como si no
quisiera ser escuchada por nadie más.
-Abuelita, ten cuidado con la señora mala.
-¿Qué señora mala, cariño?- Se sonrió Amatista que la
miró sin comprender.-
Pero
Esmeralda vio atónita como su nieto Asthel asentía a las palabras de su hermana
pequeña como si él si supiera a qué se refería…Ajena a ello, la madre de los
críos movió ligeramente la cabeza y tomó la palabra para restar importancia a
aquello.
-Estos niños, siempre tan ocurrentes. Al menos
llevamos un tiempo sin intervenciones divinas, ya me comprendes. - Sonrió
levemente para agregar. -Bueno mamá, tenemos que dejarte. Muchos besos de parte
de todos, Leval también te envía sus saludos. Nos hemos enterado de que Kerria
iba a Nature también, pero que no podía pasar por Bios. Es una lástima, me
habría encantado verla. Salúdala de nuestra parte, adiós…
Y la
comunicación concluyó, con Esmeralda preguntándose que habrían querido darle a
entender sus nietos. Bien pudieran referirse a ese problema con las cuentas.
-Ya tengo bastante experiencia como para saber que
esos niños no dicen nada a la ligera. Quizás sería buena idea indagar un poco
más en la sede de modas Deveraux, aquí.
Entre tanto, Maggie terminó por fin su turno
en el hospital. Estaba cansada. Tras unos días todavía recordaba la visita de
esa tal Galaxia. Una mujer imponente y tan poderosa que hasta su esposo la
había saludado con reverencia. Y a su vez, esa individua se había quedado
impresionada viendo a Gloria.
-No puedo dejar que mi hija siga en contacto con esa
gente.- Se decía con temor.- Tiene que vivir una vida lo más normal posible.
Miró
su teléfono entonces descubriendo un par de llamadas perdidas del doctor Ginga.
-¡Qué raro! – Pensó.- Giaal no tenía turno hoy. Espero
que no sea por nada malo.
No
tardó en escuchar el buzón de voz…
-Hola Maggie. Estoy muy preocupado por Nelly y por
Dean, pero sobre todo por la muchacha. Su padre le contó la verdad sobre su
origen.- Tras un momento de silencio, el médico agregó con tono consternado.-
Tuve que facilitarle algunos informes sobre Nelly. Desde entonces la repudió..
estuvo esperando a que fallecerá Aurora y creo que la chica escapó por eso. He
decidido ir a buscarla y, si la encuentro, acogerla por unos días. Quizás
puedas ayudarme con eso. Llámame por favor…
El
mensaje terminaba y Maggie suspiró a su vez moviendo la cabeza. ¡Bastante tenía
ahora con lo suyo!
-Es lógico.- Meditó.- Entonces tuve buenas intenciones
pero, como dice la Biblia, el camino hacia
el Infierno está empedrado de ellas. Ignorando la voluntad divina le
pedí a Giaal que jugase a ser Dios y crease otra Nelly…y ahora esa pobre
criatura…
Escribió
un mensaje al doctor invitándole a ir a su casa para charlar sobre el tema.
Aunque antes pasaría por el colegio a recoger a Gloria, tenía que ir a la
tienda con la cría para comprarla algo de ropa. Le gustaba pasar esos momentos
con su pequeña. Se recordaba a sí misma de niña yendo con su madre, cuando
jugaba a probarse cosas ante la divertida mirada de ésta. Sonrió. ¡Qué tiempos
tan felices y libres de preocupaciones! Además, deseaba tener la ocasión de
hablar con su hija a solas de más cosas.
-Es muy perceptiva. Habrá notado que su maestra está
nerviosa. - Pensaba.- Claro, ese juicio se acerca…temo que Kerria haya hablado
con Daphne y la influencie. Posiblemente esa pobre chica esté hecha un lío.
Tendré que ayudarla.
Y es que últimamente, en efecto, la niña le había
contado que su señorita parecía estar triste. Eso en cambio hubiera sido difícil
de percibir por la mayoría de la gente. Y es que la joven estaba con los críos
y les sonreía siempre, jugaba con ellos y les leía cuentos. Hasta ahí todo era
como de costumbre, sin cambios aparentes. Sin embargo, no ponía en ello la
misma entrega que antes. Eso le contó Gloria a su madre. A veces cuando la
propia Margaret llegaba a recoger a la pequeña sorprendía a la maestra con la
mirada perdida. Y esa tarde fue una de tantas veces. Allí estaba esa joven
rubia tan atractiva, con el semblante entristecido. A su alrededor los niños
reían y correteaban en el patio, aguardando la llegada de sus padres.
-Buenas tardes, Daphne.- Saludó amablemente Maggie.-
-Hola.- Sonrió débilmente ésta como si volviera de muy
lejos.- Que pronto has venido.
-Salí un poco antes, quiero llevarme a Gloria de
compras.- Le explicó la mujer.-
-Yo fui con mi hermana Stephanie hace unos días.- Le
contó la maestra añadiendo con un tono de voz queda.- Aprovecha que tu hija es
todavía pequeña. Crecen muy deprisa.
-Sí, eso es verdad. -Convino Maggie preguntándole
ahora con más seriedad e inquietud.- ¿Cómo estás?...
-Bien.- Repuso la joven.- Mi vida es… tranquila y
apacible, tengo gente que me quiere a mi
alrededor. No me puedo quejar…- Suspiró resignadamente.-
-Escucha.- Le pidió amablemente su interlocutora.- Sé
que lo estás pasando mal. Y te entiendo, de veras que sí.
-No, no creo que lo entiendas.- Pudo musitar la
profesora, tratando de que los niños no la oyesen al añadir.- Solamente pienso
en Sabra. En qué será de ella si la declaran culpable y la condenan a prisión.
-No creo que eso suceda. Su abogada es muy buena. La
conozco bien.- Le aseguró Margaret intentando sonar animosa al añadir.- Tu
preocupación te honrra. Eres una buena persona. Pero, más allá de eso, es mejor
que lo dejes estar.
-¿A qué te refieres?- Inquirió una inquieta Daphne.-
-Bueno, tú ya me entiendes.- Repuso evasivamente Maggie,
que clarificó un poco su aseveración.- Tienes un novio estupendo, y unos planes
de boda...no hagas nada que los ponga en peligro.
La
maestra iba a decir algo pero los saludos de la pequeña Gloria interrumpieron
su posible respuesta.
-¡Mami!- Exclamó la cría, feliz al verla.-
-Hola, cariño.- Sonrió la interpelada agachándose para
besar a su hija.- Dile adiós a la señorita Daphne, que nos vamos a comprar.
-¡Vamos a comprar ropa!- Le explicó la niña a su
maestra con evidente entusiasmo.- Y mamá me dejará ponerme muchos vestidos.
Pero solo me comprará uno…- Añadió con algo de pesar.-
Eso
hizo reír a las dos adultas. Al menos algo refrescante para suavizar ese
ambiente que había estado ganando en tensión entre ambas…
-¡Que bien, cielo!- Sonrió Daphne.- Pásalo muy bien.
Mañana te veo…
-Bueno. -Comentó Maggie tomando de la mano a su hija.-
Hasta mañana pues, y piensa un poco en lo que ya sabes. Quizás podrías hablar
con el padre Michael. -Le propuso.- Eso te ayudaría.
-No puedo hablar con él de una cosa así.- Repuso la
alarmada maestra.-
-Pero puedes confesarte.- Le sugirió su contertulia.-
Esas dudas y esos miedos seguro que desaparecerán…
-Ni siquiera bajo el secreto de confesión me atrevería
a hablar con él de lo que siento.- Suspiró la joven rubia.- Quizás con el padre
Harper, que acaba de llegar y es más joven. Él tiene un talante
más…conciliador.- Pudo decir a modo de improvisación.-
-Mientras sea un sacerdote, con quien tú quieras.-
Concedió Maggie.- Y eso seguro que te va a ayudar. Aunque escuché que
posiblemente al padre Harper le trasladen pronto.
-Sería una lástima.- Comentó su contertulia.- Con él,
no sé.. es diferente, siento que puedo sincerarme…
-Aprovecha entonces, antes de que se vaya.- Le
aconsejó su interlocutora.-
Daphne
sonrió, sí, eso haría. Nada más acabar las clases. De hecho ese joven sacerdote
era un chico encantador. Muy amable y atractivo por qué no admitirlo. Si es que
a ella le interesase esa faceta de un hombre. Pero, tenía una complicidad y una
generosidad a la hora de atender los problemas de la gente que iba a confesarse
bastante poco común. No coincidía para nada con el perfil del padre Michael
quien, si bien no era mala persona en absoluto, sí que era bastante menos
flexible. De modo que, tras despedirse de Maggie y de Gloria y aguardar a que
el resto de los padres y madres vinieran a por los demás alumnos, decidió ir
directamente a la capilla de la escuela. Al salir de su aula se topó justamente
con Martin. El chico sonrió con visible afecto. Ella solamente pudo devolverle
una media sonrisa algo forzada.
-Hola cariño.- Saludó él.- ¿Qué tal la última hora?
-Deseando que terminara.- Le contó la joven.- Estaba
cansada.
Martin
asintió. Desde hacía unos días notaba a Daphne algo esquiva, una vez más, como
si volviera a las andadas. Aunque en este caso parecía estar desanimada.
Posiblemente todo lo sucedido le pasara factura. Sus propios padres le dijeron
que tuviera paciencia. De modo que, tratando de sonar animoso, le propuso.
-¿Te apetece ir a tomar algo? ¿O quizás dar un paseo
por el parque?
-No, gracias. Estaba pensando en ir a hablar con el
padre Harper. Ya sabes, dudas sobre el compromiso matrimonial. Quiero que seas
feliz, Martin.- Sentenció ella conteniendo en lo posible su zozobra.- De
verdad.
El
muchacho sonrió moviendo la cabeza. ¡De modo que era eso! La pobre Daphne
estaba sufriendo por esa causa. Enseguida se apresuró a replicar.
-Soy muy feliz por el simple hecho de tenerte a mi
lado. No tienes que preocuparte por eso.
-Claro.- Musitó la muchacha, alegando enseguida.- Pero
me gustaría que un sacerdote me orientase. Ya sabes…Maggie cree que sería algo
que me vendría bien.
-Por supuesto.- Convino él.- Si ella lo dice así será.
Entonces te veré mañana.- Sentenció el joven.-
Quiso
acercarse para besarla en los labios. Daphne ya estaba tratando de preparase
para encajar ese beso. No obstante, en el último instante, el chico cambió de
parecer besándola en una mejilla. La cara de la muchacha mostró genuino estupor
y él, entre divertido y apurado, le explicó.
-Estamos en el colegio. Prometí que me comportaría.
¿Recuerdas?
-Sí, por supuesto, gracias.- Sonrió ella no sin
alivio.-
Y
tras decirle adiós se encaminó hacia el confesionario. A duras penas reprimía
sus ganas de llorar. ¡Ya no podía soportarlo más! Y no únicamente por ella.
Estaba su familia y el propio Martin que tampoco tenía culpa de nada…sin
embargo, Daphne cada vez tenía menos fuerzas para representar aquella farsa.
Las palabras de Kerria seguía resonando en su mente. ¿Con quién te has
imaginado que estabas cuando oíste mi canción?...
-Solo con una persona.- Musitó la angustiada chica.-
Solamente con ella, y nadie más…
Pero
llevaba días sin saber de Sabra. La israelí había permanecido encerrada en su
base. Sin poder salir al exterior. O al menos eso creyó haber oído. Tampoco
recibió ni un solo mensaje más de ella. Pese a la zozobra que eso le producía
podía entenderlo. Para Sabra era peligroso. Y hasta podría perjudicarla en el
juicio. Y esa vista comenzaría al día siguiente al fin. Únicamente podía pedir
porque su pareja no afrontara ningún castigo demasiado severo que pudiera
destrozar su carrera.
-Quiero declarar en su defensa. Y sé.. sé que si lo
hago estaré destruyendo mi actual vida. Pero… es lo que debo hacer. Kerria
tiene razón. ¿De qué sirve mentirse a una misma? Aunque haré daño a mis seres
queridos. Y ellos…¡ojalá que lo comprendan! Papá y mamá lo harán y podrán
hablar con Byron y Steph. Y Martin...,
él me quiere, es un buen chico, lo entenderá. Deseará que yo sea feliz.
Movida
por ese deseo llegó al fin. La capilla parecía estar vacía. Aunque a esas horas
era precisamente el turno del padre Harper. Miró por los alrededores pero no le
vio. Entonces para su sorpresa, una voz surgió del interior..
-Aquí, hija. Estoy aquí…
-¡Vaya! Padre Harper. No le había visto.- Sonrió
sintiéndose algo tonta.-
-No soy el padre Harper, soy el padre Karras.- Replicó
ese individuo con desenfado y daba la impresión de que, hasta divertido, al
añadir.- El padre Harper tuvo que irse a una reunión con el obispo. Al parecer
le van a trasladar. Yo estoy aquí de modo provisional. No temas. Puedes
confesarte conmigo si quieres, de todos modos me iré mañana.- La tranquilizó.-
Daphne
suspiró. Aunque, bien mirado, si no era el padre Harper tampoco le venía mal.
Un hombre que parecía joven y comprensivo en su tono y que se iba al día
siguiente. Su secreto de confesión estaría definitivamente a salvo con él. De
modo que, aproximándose hacia el confesionario se arrodilló, se santiguó y
susurró…
-Ave María purísima…
-Sin pecado concebida, hija, dime.- Le pidió
amablemente su interlocutor.-¿Qué tribulaciones te afligen?
-Confieso que he pecado, padre.- Suspiró ella tratando
de reunir valor.- En pensamiento, palabra, obra y omisión…
-Veamos pues, ¿qué pecados son esos?
Daphne
le confesó entonces sus miedos y lo que había sucedido. Remachando.
-Así pues. Pienso en otra chica con deseos carnales.
Mentí a los demás sobre mis verdaderos sentimientos, he actuado mal yaciendo
con esa muchacha y también he callado y no he actuado para aclarar la verdad.
Que la amo a ella y no a mi prometido. Y sé que ella me quiere también.
El sacerdote guardó un espeso silencio. El corazón de
la muchacha latía cada vez más deprisa. Quizás comenzaba a arrepentirse de
haber sido tan sincera. Aunque al fin, el tono del cura sonó conciliador al
afirmar.
-Bien. No hallo un pecado realmente grave en lo que me
has contado. Tú amas a una persona…eso normalmente no es malo. Al contrario, es
hermoso.
-¿Así lo cree, padre?- Preguntó la esperanzada y sobre
todo, perpleja chica.-
Ni en
sus mejores deseos hubiera esperado aquello. Sería cierto que los curas más
jóvenes eran más abiertos. Se alegraba de haber confesado ante uno así. Sin
embargo, para su decepción y creciente temor, el sacerdote prosiguió matizando,
ya con un tinte algo más serio y admonitorio.
-He dicho normalmente. Pero el amor a veces es
confundido con otras cosas. Y no es culpa tuya, a veces los instintos y los
engaños del Maligno nos juegan malas pasadas. Repasemos la naturaleza de ese
amor. Dices querer a otra mujer que también te quiere. ¿Es eso cierto?
-Sí, lo es…
-Y, no obstante, te has prometido en matrimonio con un
hombre…
-Sí, pero es algo complicado.- Pudo decir ella
intentando justificarse.-
-No lo es.- Rebatió tajantemente el cura.- Si amas a
otra persona no puedes casarte con ese chico pretendiendo que le quieres a él.
Sería engañarle. ¿No es así?
-Es verdad. Tiene usted razón. Por eso vine a
confesarme, porque es lo que creo.- Admitió la joven.-
-Entonces a él no le quieres.- Sentenció el
sacerdote.- ¿Estás segura?
-No es que no le quiera. Solo que no le amo de esa
manera, padre.- Matizó ella, afirmando.- Martin es un chico estupendo. Merece a
alguien que le corresponda de veras.
-Puede que ese muchacho crea que tú eres esa persona,
no en vano has aceptado el compromiso con él.- Afirmó el cura.-
-Sí, es culpa mía. – Se lamentó Daphne.- Por eso
quiero decirle que… bueno, contarle la verdad… que yo…
-¡Yo, yo, yo!… - Suspiró el cura con tinte entre
admonitorio y algo desganado.- ¿Te das cuenta? Hablas en primera persona. Todo
gira a tu alrededor.
-No le comprendo.- Fue capaz de decir la desconcertada
muchacha, alegando.- He venido a
confesarme para reconocer mis pecados y mis miedos. Tengo que hablar en
primera persona.
Y
tras unos instantes de silencio su contertulio retomó la palabra con tinte
conciliador y hasta pedagógico para responder.
-A veces el pecado de la soberbia se camufla
fácilmente. Lo mismo que el de la lujuria. Tomados por otras cosas pasan desapercibidos.
Y se deben evitar. El egoísmo puede arrastrarnos a la perdición. La nuestra y
la de los demás. Eso no es amor verdadero.
La
chica se quedó perpleja, no supo que decir, finalmente musitó.
-¿Amor verdadero?
Fue entonces cuando el sacerdote le
comentó.
-¿Conoces el pasaje de Juan quince, versículo trece?
-No, padre.- Pudo responder ella con patente
desconcierto.-
A lo que su contertulio replicó.
-Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su
vida por sus amigos. Y eso significa mucho… dime ¿No te sacrificarías por
salvar a tus hermanos o a tus padres?
-Sí, padre, claro que lo haría.- Sentencio ella con
total sinceridad.- Si tuviera que morir para que mis padres o mis hermanos vivieran…
El sacerdote la cortó entonces con un tono más
coloquial y afable.
-No temas. Nadie dice que debas hacer eso. Nuestro
Señor no se refería únicamente a ese tipo de sacrificio. Hay otras maneras de
darlo todo por los amigos, o los seres queridos. Se puede hacer de forma
callada y constante. Siendo una buena hija, una buena hermana…
-Sí, padre. Trato de serlo siempre.- Afirmó la
muchacha.-
-Pues entonces imagina. -Le pidió su interlocutor.- Si
tú dieras ese paso que crees inevitable y sincero, de desvelar tu homosexualidad.
O lo que tú crees que es tu tendencia sexual. ¿Qué pasaría con tus padres?
¿Cómo lo tomarán tus hermanos? ¿Qué pensaría tu prometido?
-No, no lo tomarían bien.- Reconoció la apurada
joven.- Pero confío en que, al final. Lo aceptarían…
-Sí, posiblemente hija. Aunque verás. He conocido
algunos casos, en unos hubo suerte y las familias, tras un periodo de heridas
profundas y dolor, volvieron a juntarse. En otros. En fin. Incluso conozco el
caso de una chica. Lo supe porque su propio padre era pastor evangélico. A
veces clérigos de distintas confesiones cristianas nos reunimos y debatimos
sobre las Sagradas Escrituras.- Le contó.-
-No sabía eso.- Comentó la atónita Daphne.- Me
sorprende, siendo de confesiones diferentes…
-Diferencias de interpretación solamente.- Repuso
jovialmente el cura para agregar ya con un tinte más severo.- Aunque en algo sí
que coincidimos todos. El Mensaje de nuestro Señor respecto a esas prácticas
antinaturales. Y ese pobre hombre tuvo la desgracia de que su hija mayor declarase
tener esa misma inclinación. Aparentemente era una joven ejemplar. Buena hija,
estudiante, trabajadora. Incluso estuvo casada. Su marido no la trató bien, es
cierto. Pero ella se separó y cayó en las redes de la lujuria contra natura.
Tanto que incluso se amancebó con otra mujer.
Y en un juicio tuvo que admitir su orientación sexual, para ayudar a su
pareja que estaba siendo acusada por temas terribles, relativos a su pasado.
La
joven comenzó a sentir que un sudor frío la envolvía, era como si pudiera ver
aquello. Y su horror fue en aumento a medida que el sacerdote le contaba…
-¿Sabes lo que pasó? Que su familia dejó de hablarle.
Que su hermana menor, que la idolatraba, no quiso saber más de ella. Sí, esa
mujer logró alcanzar una moderada felicidad. Al menos, tras el trauma de verse
apartada de su comunidad, de su vida anterior. De perder toda relación con su
familia. ¿Acaso crees que ella no sigue sufriendo por eso todavía? Pero lo peor fue la marca que les dejó a sus seres queridos, el estigma de la
vergüenza. Creo que ahora dice estar casada con su sáfica pareja. Su,
llamémosla compañera, es una chica famosa. Espera, era una cantante…
Daphne
apenas pudo musitar, temblando de incredulidad…
-¿No será Kerria Malden?
Y es
que ese relato coincidía con el que la propia cantante le hizo de su propia
vida. Y no tardó en ver confirmada su sospecha por su confesor.
-¡Sí!- Convino el cura como si hiciera memoria.- Ese
nombre era…la destroza hogares la llamaban por esa zona. Aunque ese caso no fue
el peor que conozco. Se de otras muchachas que llegaron a cometer suicido. Y no me refiero únicamente a
las lesbianas, no. Me refiero a alguna de sus hermanas o hermanos que no
pudieron soportar esa marca. Ya sabes. Una vez que un miembro de la familia admite
tener esas inclinaciones, ¿por qué no habrían de ser iguales los demás? –
Remachó con tono apenado.- Ese sambenito nunca se lo podrán quitar. Imagina que
tu hermana o tu hermano confesaran eso. A fin de cuentas, habiendo crecido
juntos y recibiendo la misma educación…Por un instante piensa en lo que podría
ocurrir…- remachó el clérigo con una voz
queda que parecía ser capaz de abstraerla.-
Daphne
sentía como si el suelo se abriera bajo sus pies. Su mente imaginaba cómo
podría ser aquello, su hermana Stephanie mirándola con el mismo odio que le
dedicó a esas pobres chicas de aquella parada del bus, solamente por besarse.
Sus padres llenos de vergüenza… El padre Michael llamándola a su despacho…
-Daphne, te he llamado antes de que corra la voz.- Le
decía el cura con tono severo y cortante.-
-Pero, padre Michael.- Pudo tratar de contestar
ella.-Yo…
-Ese tipo de inclinaciones no son aceptables aquí.
Lamento mucho tener que hacer esto. Siempre fuiste una maestra querida por los
niños y pensábamos que una muchacha de bien, decente y virtuosa. Pero tras
haber descubierto tus…- se detuvo un momento como si tuviera que vencer la
repulsión a proseguir, aunque finalmente lo hizo sentenciando.- Esos devaneos,
¡con otra mujer! No podemos permitir que sigas trabajando aquí.
-¡Pero eso no es justo! - Protestó la muchacha.- Es mi
vida privada, no tiene nada que ver con mi trabajo.
-Lo tiene y mucho.- Le rebatió el sacerdote.- Algunos padres ya han llamado. Dicen que
sacarán a sus hijos de la escuela si tú
sigues dándoles clase. Que no quieren que una mujer con esa inmoralidad les
contamine.
-¡Por favor!- Gimió ella derrumbándose entre el
llanto.- Yo no he hecho mal a nadie. Nunca haría nada malo a los niños…
-Puede ser. No pongo en duda que tú creas eso.-
Suspiró el cura quizás compadecido de ella, aunque esa impresión pasó enseguida
cuando agregó con inflexibilidad.- Quizás, esas preferencias por las personas
de tu sexo pudieran ser ignoradas si mostrases contención y castidad. Sin
embargo, tu mal ejemplo y la impudicia que algunos pudieron ver en un video
obsceno protagonizado por ti y esa ramera, que va a ser juzgada por atacar al
pobre Martin, escandalizan a las familias. Lo siento mucho. Eres joven, podrás
ir a trabajar a otros colegios que sean laicos, de esos que aceptan cualquier
cosa…Por ese motivo te he hecho venir tan temprano, no pases por la clase, ni
te despidas de los niños. Recoge tus cosas y vete…ya no eres bien recibida
aquí.
Daphne movía la cabeza con incrédulo horror. Por
fortuna esas visiones tan terribles se diluyeron, no obstante a los pocos
instantes dieron paso a otras peores. Vio a Martin mostrándola su rechazo y su
enfado. Era capaz de imaginarle con toda claridad…en el parque, tras citarle
allí para contarle lo que de veras sentía.
-Bueno, dime. ¿Qué era tan importante?- Quiso saber el
chico.- Creía que ibas a confesarte hoy.-
-Lo hice.- Replicó ella con voz queda.- El padre
Harper me absolvió. Aunque no me hacía falta para saber lo que de verdad siento.
-¿Lo que de verdad sientes?- Repitió él con estupor.-
¿A qué te refieres?
-Verás.. Martin.- Musitó con tono apagado y ojos
haciendo aguas para anunciarle llena de pesar.- No puedo casarme contigo.
-¿Qué?- Se sorprendió el joven, tratando de sonar conciliador
para añadir.- Quizás sea muy precipitado. Podemos aplazar la boda.
-Eso no cambiará nada.- Respondió ella tratando de
ganar confianza para sentenciar.- No te amo a ti. Hay otra persona.
-¿Quién?. ¿Otro tío?. ¿Quién es?- Inquirió con
desasosiego.-
-No es un hombre. Se trata de una mujer… y tú sabes
bien quién es.- Suspiró ella atreviéndose a decir su nombre.- Es Sabra.
-Dime, dime que eso no es verdad.- Le pedía él con una
mirada de reproche.- ¡No puede serlo! Me has dicho que me querías, que deseabas
que fuera feliz.- Le recordó echándole en cara las palabras pronunciadas por
ella misma horas antes.-¿Cómo puedes hacerme esto ahora?
-Lo, lo siento.- Era lo único que ella podía
responder.- Eres un chico estupendo, un buen amigo. Te quiero, es verdad, pero
no de esa forma…y deseo que seas feliz… con alguien que pueda corresponderte…
Tras
oír aquello el muchacho la tomó bruscamente entre sus brazos y la obligó a
mirarle a la cara para espetar.
-¡Óyeme bien! No te creo. ¡Es mentira!…Nos hemos
prometido. Me aceptaste. Y vas a dejarme por una zorra que casi me mata…¿Qué ha
hecho? ¿Amenazarte?
-No, no me ha amenazado. Ni siquiera he hablado con
ella en estos días. Pero he pensado mucho y me he dado cuenta de que estoy
enamorada de Sabra. Siempre fue así. ¡Lo siento! Sé que no es justo para ti.-
Sollozaba la pobre muchacha.-
-¿Justo?- Repuso él soltándola para decir entre
lágrimas a su vez.- ¡Ojalá esa tortillera me hubiese matado!¡Ojalá estuviera
muerto ahora!- Gritó para salir a la carrera de allí.-
La
horrorizada Daphne no pudo ni gritar. El chico corrió alocadamente saliendo del
parque y atravesando la calzada justo cuando un deslizador pasaba. Éste no pudo
frenar a tiempo y le embistió con enorme violencia lanzándole a varios metros.
Ese vehículo al fin se detuvo y los curiosos y espantados transeúntes rodearon
la escena. La chica corrió abriéndose paso hasta allí. Impactada, vio al
muchacho tendido en el suelo, en un gran charco de sangre…
-¡Ni le vimos venir! - Decía un todavía aterrado
pasajero del deslizador.-
Alguien
que debía ser médico se acercó al cuerpo y tomó el pulso al chico. Movió la
cabeza.
-No se puede hacer nada.- Suspiró con pesar.-
Daphne
no podía mirar, desencajada se tapaba los ojos entre sollozos y gemidos. La
muchacha se percató al fin que estaba en el confesionario, que todo eso fue
cosa de su mente, pero aun así temblaba
espantada. ¡Aquella visión había sido tan real! ¿Acaso Martin reaccionaría
así?... ¿Sería ese su destino si ella le confesaba la verdad? Y otro detalle
que le heló la sangre, recordó haber visto un luminoso con la fecha en ese deslizador. Las siete de la
tarde de este mismo día…
-¡Dios mío!- Balbuceó con una mezcla de horror,
incredulidad y asombro.-
Pronto esas imágenes en su cabeza fueron sustituidas
por otras. Las de unos críos gritándole a Byron a la salida de la escuela…
-¡Mirad, el hermano de la tortillera! ¿Qué pasa , también tú eres marica? Ven, que
te vamos a curar.
-Dicen que el señor Martin murió por su culpa. ¡La
tortillera asesina!- Exclamó otro con una mezcla de odio y repugnancia.-
-Eso es mentira. ¡Dejadme en paz! - Les pedía
infructuosamente él.-¡Por favor!
Pero
insensibles a sus súplicas le rodearon entre varios comenzando a golpearle. El
pobre muchacho apenas si podía escapar de una lluvia de puñetazos y patadas. Al
fin, tras oír los gritos de algunos adultos, esa pandilla de acosadores huyó,
dejando a Byron con la nariz y los labios
ensangrentados, tendido en el suelo…
-¡Basta, basta!- Gemía Daphne sin poder evitar ver
aquello aunque se llevase las manos a la cabeza y se tapara los ojos.-
Su
hermano siempre había sido muy sensible, si por alguna causa él llegara a ser
hostigado de ese modo…o golpeado por algunos matones homófobos de los que tanto
abundaban por allí… Sería algo que ella no podría soportar. Pero para su
desgracia aquellas extrañas visiones en su cabeza no se detenían. Ahora le tocó
el turno a Steph…apartándose de su lado como de la peste. Podía vislumbrarlo
como si estuviera pasando en ese instante, ella tratando de entrar en el cuarto
de su hermana pequeña para explicarse, ésta rechazándola de plano…
-Por favor, Steph, trata de entenderlo. No es algo que
yo haya buscado que ocurriera.
-¡No me toques, asquerosa!- Espetaba su hermana llena
de odio y de desprecio.- No quiero que me hables. Ni que entres nunca más en mi
habitación…¡Eres una pervertida! Y ahora, todas mis compañeras pensarán que yo
también lo soy. – Sentenció derrumbándose entre el llanto.- ¡Y me harán lo que
al pobre Byron! ¡El señor Martin era bueno y murió por las cosas terribles que
le dijiste! ¡Todo ha sido por tu culpa!
-No…eso no es cierto.- Musitaba ella con angustia y
desesperación.- No…puedes creer eso de mí, Steph.
Insistía
en eso de modo infructuoso, tratando al mismo tiempo de acercarse a acariciar
el pelo de su hermana pequeña quien se apartaba bruscamente de ella
parapetándose tras un cojín y gritando.
-¡Mamá! Que salga de mi cuarto…¡Que se vaya de aquí!…
Daphne
podía imaginar a su propia madre entrando allí a poner calma. Y dedicándole a
Stephanie unas palabras conciliadoras.
-No pasa nada, es tu hermana…
-No, no quiero que esa invertida sea mi hermana.-
Aullaba la cría dirigiendo una rabiosa mirada a la lívida Daphne para
sentenciar.- ¡Prefiero estar muerta!…Mejor, ¡prefiero que tú lo estés!…
-No digas eso. ¡Tú también no! - Chilló la destrozada
joven.- ¡Te lo suplico, perdóname!
-Será mejor que salgas de aquí. - Le indicó su angustiada
madre pidiéndole acto seguido a la cría.-¡Calma cariño! ¡No hables así de tu
hermana! Por favor, ella está enferma…
Steph
se abrazaba a la madre de ambas buscando refugiarse de ella, como si fuera un
monstruo ávido de hacerle daño. Daphne solamente era capaz de llorar moviendo
la cabeza con horror….
-¡Oh, Dios!.- Gimió entonces la joven llevándose las
manos a la cara y escapando al fin de esa especie de terrible visión.-
Lloraba
amargamente sin poder detenerse. Estaba horrorizada e impactada. Esas terribles
imágenes en su cabeza parecían tan reales….
-Hija. ¿Te encuentras bien?- Le preguntó el cura, con
tono preocupado.-
La
muchacha tardó un poco en regresar a la realidad. Desconcertada y aterrada, sin
embargo asintió despacio y en cuanto se recobró lo bastante, musitó.
-Sí, padre…es que…no sé, estaba pensando en lo que me
ha dicho…en que podría ser una egoísta…y tengo miedo de que así sea.
-Haces bien. - Suspiró el sacerdote añadiendo con un
tinte más amable.- Por eso dije aquello de yo, yo, yo…Entiendo que debemos
perseguir nuestra felicidad, pero nunca a costa de la desgracia de otros. La
sentencia de nuestro Señor también alude a eso. Dar tu vida no significa
perderla, sino dedicarla a otros…sublimar los bajos instintos y crear una
familia sobre los pilares del amor, la decencia y la buena moral. Piensa en
cosas hermosas ahora. ¿Imaginas el orgullo de tus padres cuando te vean del brazo
de tu prometido en el momento de la boda?
Daphne
asintió, realmente podía imaginarlo. La iglesia llena, Martin luciendo muy
elegante y atractivo, de traje oscuro con pajarita. Y ella con un magnifico
vestido blanco de la colección de novias Deveraux, con una larga cola. Su
hermana Steph como madrina de honor llevándola…y mirándola a ella con una
mezcla de admiración y felicidad. La expresión de emoción y orgullo en las
caras de sus padres y familiares…era como otra especie de ensoñación de la que
asimismo salió a los pocos instantes sintiéndose algo confusa…
-Sí, padre. Tiene usted razón.- Afirmó ya más
convencida.- ¡Por Dios!. ¿Qué iba a hacer? Destrozar mi vida y la de mi
familia…Tengo que ser fuerte.- Se repetía una y otra vez, añadiendo
angustiada.- Pero hay un problema, uno muy grave.- Suspiró.-
-Dime, ¿Qué problema es ese?- Quiso saber el cura.-
-Si declaro ante el tribunal, y me toman juramento… no
podré mentir.- Balbució con miedo y vergüenza.- Eso es delito.
-Si a mentir le llamas el salvar a los tuyos…en tal
caso nada debes temer.- Replicó el sacerdote con tono condescendiente.-
-¡Sería perjurio! - Insistió la abrumada joven.- Yo
amo a Sabra. Sé que está mal, pero no puedo evitarlo, padre. Y una cosa es
sacrificar ese amor, que seguro es equivocado pero es el que en verdad siento,
y otra…negar la realidad en un tribunal, ante testigos…y bajo palabra.
Su
contertulio guardó un breve instante de silencio, hasta que respondió con tono
confiado.
-La Biblia una vez más tiene la respuesta. Recuerda
como Pedro negó conocer a nuestro Señor. ¡Hasta tres veces! Y no obstante,
¿acaso no le confió Jesús las llaves del
Reino de los Cielos? Está claro que le perdonó. ¿No habría de hacerlo contigo?
-Sí, eso es cierto.- Convino la sorprendida chica.- No
lo había visto de esa manera.
-Desde ahora yo te absuelvo de ese pecado. Puesto que
es algo que sirve a un propósito de bien mayor. Darás la felicidad a muchas
personas y cree que, al final, te la darás a ti misma. A veces hay que escribir
el camino recto sobre renglones torcidos, hija. Confía en la palabra de otras
que han vivido esa misma situación. Tú conoces a la hermana Margaret, ¿verdad?
-Sí, padre.- Admitió ella.-
-Pues seguramente que te habrá aconsejado bien. Hazle
caso…Hay lugares terribles que aguardan a los que no viven acorde a la ley de
Dios que, al final, es la que importa.
-Así es.- Suspiró la muchacha más aliviada.-
Ahora
de un modo inexplicable se sentía mejor. Más tranquila. El sacerdote remachó.
-Como penitencia por ese terrible pecado que has
confesado solo te impondré que actúes con altura de miras y con generosidad y
amor hacia los tuyos. Reza mucho y sé un ejemplo para la comunidad. Como la
hermana Margaret lo es. Y como ella, toma el camino correcto, es el más duro y
estrecho, pero el adecuado.
-Sí, padre. Lo haré.- Le prometió ella.-
-Y llama a tu novio. Seguro que estará preocupado por
ti. Pero no hagáis cosas que la moral desaprueba.- Remachó casi divertido.- Al
menos hasta que seáis marido y mujer. Entonces podrás centrarte en hacerle
feliz también de esas maneras. Buscando claro, la creación de una familia.
-Descuide, le aseguro que así será. Gracias, muchas
gracias por todo.- Pudo balbucir con emoción.-
- No hay de qué, hija mía. Es a nuestro Señor a quien
debes dárselas. Yo te bendigo en el nombre del Padre… y del Hijo…- remachó el
sacerdote dando por finalizada esa confesión.-
La
aliviada Daphne se marchó de allí tras santiguarse. Ahora iría a ver a su novio
y procuraría que ninguna de esas horrendas visiones se hicieran realidad jamás.
Por su parte, y a los pocos instantes de que esa muchacha se hubiera ido, el
sacerdote salió. No llevaba sotana, si un gruesa libreta de color negro y una pluma mojada en tinta. Se sonrió
suspirando.
-Lo que uno tiene que hacer a veces para que la
historia siga su curso…tal y como la he planeado. Esto está interesante…ahora
solo observaré como sigue…tengo más asuntos de los que ocuparme… en otros
sitios, y eso va por ti, mi querido tío…
Por
su parte, Maggie caminaba con su hija por el parque, tardaron poco en llegar a
la tienda. La niña estaba absorta observando tanta ropa. Su madre la miró
divertida.
-Ahora vamos a elegirte unas blusas y unas faldas muy
bonitas, cielo. Para que estés muy guapa.- La animó.-
El
teléfono sonó entonces reclamando su atención…era Giaal. No tardó en atender la
llamada.
-Dime. Hola. Sí, escuché el mensaje.- Admitió.- Bueno…
verás. Creo que quizás cometí un terrible error. Lo hice con toda mi buena
voluntad entonces. Pero no sabía que posibles consecuencias traería. En cierto
modo Edgar tiene razón… Pero.. ¡Escucha Giaal!. No, no te culpo. Me culpo yo...
Jugamos a ser dioses…No fue lo correcto. ¡Nelly murió! - Exclamó irritada ahora
avergonzándose de inmediato por su tono.-
Por
suerte su hija estaba distraída con la ropa y otras cosas en la tienda. Al
parecer había trabado conversación con una amable dependienta que le estaba
diciendo algo. Maggie suspiró aliviada y retomó la conversación con tinte más
conciliador.
-Perdona. Estoy nerviosa.-Se disculpó para agregar.-
Aunque sabes que digo la verdad. Esa niña murió. Fue terrible, y cuando vi lo
destrozada que Aurora estaba…- Pudo añadir ya entre sollozos.- Ahora soy madre
y la entiendo muy bien. Si algo así le ocurriera a mi hija me volvería loca
también. Sin embargo…jugamos con cosas que están por encima de nuestra
comprensión. Ahora esa pobre criatura está pagando las consecuencias…No, no
digo que tengamos que abandonarla. Seguro que algo se podrá hacer… claro,
perdona. No, no tienes porqué disculparte. Ya hablaremos, adiós Giaal, saluda a
tu familia de mi parte…
Colgó
tras concluir esa agitada conversación. Suspiraba ahora. El doctor Ginga estaba
bastante alterado. Esa niña significaba mucho para él y Maggie lo comprendía.
Pese a todo, la realidad era la que era. Obligaron a Edgar, el esposo de
Aurora, a aceptarla. Más bien se la impusieron cuando ese pobre hombre vio a su
auténtica hija muerta en el depósito. Todo por consolar a la pobre madre de
Nelly que se estaba volviendo loca. Pero era cierto asimismo que esa criatura
no era culpable de aquella terrible situación…
-En fin, no solamente tengo que preocuparme de mi
hija… por si no fuera bastante pensar en cómo quieren convertirla en una
especie de arma secreta. - Se dijo con resignado pesar.-
Y
hablando de Gloria, ¿dónde estaba? Ahora que miró de nuevo no podía verla.
Hacía un instante estaba con esa mujer de cabellera morena que atendía. No pudo
verle la cara a la dependienta porque su propia hija la ocultaba al estar esa
individua agachada para ayudarla a ponerse un zapato. O eso creyó haber visto.
-¿Gloria?- Llamó con creciente ansiedad y
preocupación.- Hija, ¿dónde estás?
Asustada,
recorrió la tienda de arriba a abajo, preguntó a las dependientas con visible
inquietud.
-Una niña pequeña, de seis años. Estaba conmigo. Creo
que una de sus compañeras estaba atendiéndola cuando yo hablaba por teléfono.
Era morena, de pelo largo.- Les indicó.-
-¿Un compañera?- Repitió la atónita muchacha rubia de
poco más de veinte años que estaba allí.- Lo siento señora, a esta hora solo
estamos nosotras dos.- Sentenció mirando a otra chica de pelo castaño y bajita
que estaba a su lado.-Y no tenemos a ninguna compañera que sea morena.- Remachó
dejando petrificada a Maggie.-
Nerviosa
fue entonces hacia la zona de vestuarios. ¿Y si alguien hubiera secuestrado a
su pequeña? No podía evitar pensar que otro de aquellos extraños individuos
hubiera llegado para evaluar una vez más a su hija. Llegó enseguida a la zona
donde estaban los probadores de señora. Las dos atónitas y preocupadas
dependientas buscaron a su vez por la
masculina, solamente para cubrir cualquier posibilidad. Maggie no cesaba de
llamar.
-¡Gloria!
Al
fin, para su alivio escuchó la voz de su hija. Parecía reírse en tanto
declaraba.
-Me haces cosquillas….
Margaret
se dirigió al probador de donde proveía la voz. No tardó en abrir la puerta.
Allí estaba su hija, casi desnuda, con un montón de ropa alrededor y una mujer
morena que, sonriente, la observaba. Pero no se fijó mucho en ella al
principio. Únicamente miraba a su niña y le preguntó.
-¿Dónde te habías metido?- Exclamó sin poder controlar
su ansiedad.-
-Con esta señora, que es tu amiga.- Sonrió la cría
añadiendo.- Me dijo que íbamos a jugar en los probadores como jugabais las dos.
Dice que lo pasabais muy bien. Dime mami, ¿a qué jugabais?
Margaret
sintió como se le congelaba la sangre en las venas cuando miró a esa mujer.
Supo de inmediato quien era. Habían pasado algunos años pero no parecía haber
cambiado mucho en su apariencia. Y la aludida, tras sonreír con una mezcla de
regocijo y lascivia, la saludó con voz melosa.
-Hola Maggie. Cuanto tiempo sin verte. Y qué
maravillosa sorpresa.. ¡Tienes una niñita francamente encantadora!
La
interpelada tardó unos instantes en ser capaz de reaccionar. Lo hizo finalmente
tras reunir todo el aplomo que pudo dirigiéndose a su hija.
-Cariño, ponte la ropa y sal un momento, mamá tiene
que hablar con esta señora.
-Pero mami, me prometió que íbamos a jugar…
-¡Sal te he dicho!- Exclamó su madre perdiendo los
nervios.-
Gloria
se asustó, su mamá no solía enfadarse así con ella. Sin poder evitar llorar
compungida, obedeció.
-¡Oh, no debes gritarle de ese modo tan terrible a la
pobre niña!...- Desaprobó esa mujer eso sí, con tono lleno de irónica sorna al
remachar.- Las vas a traumatizar.
Maggie
no respondió a eso, se abalanzó sobre aquella maldita buscona agarrándola por
el cuello y empotrándola contra la pared del probador, en tanto le siseaba con
ira mal contenida.
-¡Escúchame bien, zorra! No sé qué estás haciendo
aquí, pero solo te lo diré una vez. ¡Apártate de mi hija!
Su
contertulia se permitió sonreír pérfidamente incluso en este estado tan
apurado. Y antes de que Margaret pudiera reaccionar uso sus manos para atraer
la cabeza de la enfermera a la suya y fundir los labios de ambas en un beso. Al
principio Maggie trató de apartarse, tuvo que soltar a su presa del cuello
para, finalmente hacer fuerza y desengancharse de aquello, con mordisquito en
el labio inferior incluido, que esa mujer le dio.
-Lo sabía. Puedo sentir tu fuego.- Susurró la morena
regocijándose al sentenciar.- Todavía te gusta, ¿verdad?
La
respuesta de Maggie llegó en forma de sonora bofetada que cruzó la cara de su
interlocutora de arriba a abajo. Tan fuerte que, de no haberse sujetado a una
barra del probador habría caído al suelo. Se irguió tapándose la mejilla aun
enrojecida por la marca de la mano mientras se sonreía pasando la lengua por su
cavidad bucal y sus blancos dientes, ahora teñidos en parte con su propia
sangre.
-¡Guau! Sigues teniendo mucha pasión. – Afirmó con
tono lleno de lujuria.- No sabes como la echaba de menos…
Con la desconsolada cría llorando fuera,
afortunadamente ajena a eso último, y la atención de ambas dependientas que se
aproximaban, puesta en ellas, Maggie no replicó. La chica rubia entró entonces
al probador y les preguntó con una mezcla de temor y envaramiento.
-¿Va todo bien?
-Sí, ya la he encontrado.- Suspiró largamente la
enfermera tratando de calmarse.-
-La pobre niña estaba perdida y se metió en mi
probador.- Añadió esa mujer morena, tras frotarse el cuello con una mano para
suavizar la marca del agarre, agregando con patente ironía. - Su mamá me estaba
dando las gracias por haberla cuidado…no se preocupe señora, ya me las dará
como es debido. Seguro que nos volvemos a ver pronto…
Margaret
no se molestó en replicar nada, se fue rápidamente junto a su pequeña y la sacó
de allí. Saliendo de la tienda con paso tan rápido que la propia niña tenía
problemas en seguirlo. Al poco de caminar se sentó en un banco con la niña que
solo lloraba sin querer mirarla.
-Perdona a mamá, cielo.- Le pidió con dulzura.- Estaba
muy asustada por ti… ¡Por favor! No quería gritarte, cariño. – Aseguró casi a
punto de llorar también.-
Al
fin Gloria pareció calmarse un poco. Maggie la abrazó recorriendo su carita con
un montón de besos. Cuando las cosas se calmaron, la niña inocentemente
preguntó.
-¿Te has enfadado conmigo?
-No, cielo, contigo no.- Repuso inmediatamente su
madre intentando sonreír.-
-¿Ya no vamos a la tienda?- Musitó la pequeña.-
-No, te llevaré a comer tarta Sandy donde Gin y
Clarisa. ¿Qué te parece?- Le propuso Maggie aparentando jovialidad.-
La
cría entonces iluminó su carita con una sonrisa que alegró a su madre.
-¿Un trozo grandote?- Exclamó esperanzada.-
Su
contertulia asintió solicita. Aunque por dentro todavía estaba aterrada. Su
corazón latía con desenfreno. ¿Qué clase de horribles perversiones podría haber
hecho esa degenerada con su hija de no haberla encontrado a tiempo? Sentía
pavor de preguntarle a su pequeña. Y todo esto por si no tenía ya suficientes
problemas. Tras tantos años sin acordarse de ella, esa mujer reaparecía.
Aquello era una pesadilla.
-Tengo que calmarme, por el bien de mi hija.- Se
decía.- Gloria no puede verme así nunca más…
Al fin, recobrando el control de sí misma, tomó de una
mano a la pequeña y la guió con afecto hacia el Clargin…Y mientras tanto Marla
sonreía desde la distancia, viendo con la madre y la hija se alejaban.
-Vaya, vaya.. esto será mucho más divertido de lo que
yo pensaba. ¡Pobre Maggie! ¿Quien podría haberlo dicho? ¡Te has vuelto una
auténtica mamá amantísima!… con una niña muy mona…
Pensaba
todavía divertida en cuando llegó a la ciudad tras el viaje desde la Tierra.
Tenía otros planes al principio. Entre ellos reunirse con su informadora y con
otra persona más, de su mismo movimiento.
Fue entonces cuando las vio caminando por la calle. Aquello fue una
suerte. Espera ir a buscarla más tarde pero el destino la puso en su camino.
Siguió a ambas de lejos, cuando entraron en esa tienda hizo lo propio. A cierta
distancia, parapetándose tras algunos vestidos, siguió espiándolas. Tuvo suerte
y el teléfono de Maggie sonó. Ahí estaba su ocasión. La cría se separó de su
madre yendo a mirar unos vestiditos..
-Son muy
bonitos.- Decía la pequeña con alegre tono.-
-¿Te gustan, tesoro?- Sonrió Marla en tanto elegía uno.-
La
niña asintió, miró curiosa a esa mujer. Aunque parecía desconfiada.
-No pasa nada. Soy amiga de tu mamá.- Le dijo con tono
dulce a la cría.-
Se
agachó entonces para poner el vestido sobre la niña. Asintió con aprobación.
-Creo que es de tu talla.
Justo
entonces Maggie miró a la niña. Marla se tapó a tiempo tras ella.
Afortunadamente para sus intereses esa tonta estaba absorta en esa conversación
telefónica. Aprovechó pues…
-Ven cielo, vamos a probarte el vestido. Seguro que a
mamá le gustará.
Tomó
de la mano a la cría que dócilmente la siguió. Entraron en un probador. Eso le
parecía muy excitante. Allí estaba, con esa niñita a su merced. Y la idiota de
su madre hablando fuera…
-Tan pequeñas no son mi tipo. Prefiero a las mamás. -
Pensó con regocijo.- Aunque siendo la hija de Maggie…podría hacer una excepción
y darle una rápida clase.
Se
arrodilló junto a ella y con manos ávidas recorrió las piernas y los brazos de
la niña, incluso posó sus dedos en la tripita de ésta…empezó a desvestirla y la
acarició a la altura del vientre, comenzando a bajar peligrosamente….
-¡Me haces cosquillas!- rio la cría.-
Entonces
oyó la voz de angustia de la madre llamándola.
-¡Gloria!...
-¿Te llamas Gloria, eh?- Sonrió Marla poniéndose en
pie y alejándose un poco de la niña.-
-Sí.- Repuso la pequeña.- ¿Y tú como te llamas?
-Es un secreto…pregúntale a tu mami. Por cierto.
¿Sabes que las dos jugábamos mucho juntitas?. Y a veces en probadores, como
éste. Lo pasábamos muy bien.
-¿Y a qué jugabais?.- Quiso saber la cría con visible
curiosidad.-
-¡Cosas de mayores! - Se rio su interlocutora
prometiendo .- Si nos vemos otra vez, ya te lo contaré…te gustará…y hasta
podremos jugar juntas...
En ese instante Maggie abrió la puerta. Del resto
mejor no acordarse demasiado. Aun le dolía esa bofetada. Sin embargo, se rio
satisfecha pensando.
-En fin. Ya sé dónde encontrarte y me ocuparé de ti a
su debido tiempo. Ahora tengo otros asuntos pendientes… Nos veremos, cariño…no
lo dudes.
Y
caminando de forma insinuante con sus altos tacones se perdió por las calles de
la ciudad…
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