Parte
1
La
verdad…es que no sé por dónde empezar.
Supongo que en esta época lo habitual era escribir con papel y bolígrafo lo que
se deseaba recordar, quizás tras un periodo de reflexión. Y eso he hecho. Aquí,
sentada frente al escritorio, en mi habitación, he tenido tiempo para pensar.
Quizás lo hago demasiado. Mis hermanas siempre me lo dicen. Creen que, a veces,
me sumo en mi interior, perdida en mis recuerdos y mis meditaciones y no hay manera de hacerme salir. Sobre todo,
es Kalie la que bromea mucho con eso. Lo cierto es que han pasado muchas cosas.
Tras estos más de dos años.
Por eso mismo he querido comenzar a
escribir este diario. Ya en casa, en fin, en Némesis, siendo niña, me gustaba
poner por escrito mis ideas. Ahora siento de nuevo esa necesidad a fin de ser
capaz de encontrarme a mí misma. Y empezaría por preguntarme, ¿cómo llegué
aquí? ¿Qué me hizo cambiar? ¿Cómo será mi vida? Son excelentes cuestiones. Para
algunas todavía no tengo una respuesta clara. Para la última no la tengo en
absoluto. De todos modos, intentaré contestarlas.
Partiré desde el principio de este
nuevo comienzo. Tras nuestra llegada a este mundo, en esta época. Nuestras
batallas contra las guerreras y la posterior ayuda que ellas nos prestaron. De
no ser por su gran bondad y generosidad ninguna de nosotras estaríamos aquí…
En mi caso, todo empezó cuando me
ofrecí voluntaria para cumplir una misión. Entonces no pude imaginar que sería
la última. Partí con el objetivo de destruir un cristal punto, pero, sobre
todo, de saber qué le había pasado a mi hermana Kermesite. Cuando ella nos
dejó, optando por convertirse en una mujer corriente no pude comprenderlo. ¿Por
qué lo hizo? Me preguntaba una y otra vez. Renunciar a sus poderes y a una vida
tan sencilla y llena de ventajas, escogiendo esa primitiva ciudad de Tokio del
siglo XX. Lo confieso, siempre he sido muy racional. Al menos la mayor parte de
las veces. Únicamente cuando me siento herida en lo más profundo pierdo mi
forma analítica de ver las cosas. Por eso, no entraba en mis esquemas mentales
que Kermesite hubiera sido capaz de hacer eso. Además, no era ajena a la
reacción que tendría Rubeus. Él no iba a tolerar esa traición. Y
desgraciadamente Petzite y Calaverite compartían ese criterio. Por esa razón me
ofrecí voluntaria. Y también, a qué negarlo, porque deseaba triunfar. Así pues,
descendí a la ciudad y, vestida con ropas de la época, me acerqué a una extraña
edificación con forma de torre de Ajedrez. Curiosamente, ese juego siempre ha
sido mi pasión desde niña. Recuerdo todavía cuando mi padre me regaló el primer
ajedrez que tuve. También me enseñó a jugar, aunque nunca pude ganarle. Una
cosa que quedó en mi memoria, cuando papá me ganó en una de esas partidas fue
esta frase.
-“En el juego, como
en la vida, hay que estar atentos a todo, Bertie. Nunca te confíes cuando las
cosas parezcan demasiado fáciles”.
Tenía mucha razón, desde luego. Sin
embargo, lo he comprendido mucho tiempo después. ¿O tal vez debería decir,
mucho tiempo antes?. Teniendo en cuenta que esa frase fue pronunciada en el
siglo XXX.
Empero, en aquellos días, no lo
entendía aún. Creí que con mis poderes y el plan que había elaborado me sería
muy sencillo derrotar a las guerreras y recuperar a mi hermana. A buen seguro,
tras mi victoria, Rubeus se inclinaría a ser clemente con ella y tanto Petzite
como Calaverite olvidarían el agravio. De hecho, antes incluso de pasar por
aquella torre de ajedrez, fui a la tienda en la que vimos a Kermesite trabajar.
Entré simulando ser una clienta y la dueña del establecimiento me atendió.
-¿Deseaba alguna
cosa, señorita?- Me preguntó con tono amable.-
-Bueno, quería ver
unas cremas.- Pretexté.- Unas que su dependienta me recomendó el otro día.
-¿Dependienta?-
Inquirió aquella individua que debía de rondar los cuarenta, según calculé.- ¡Ah
sí!. Cooan.- Exclamó añadiendo.- Ya se ha marchado. Su jornada terminó hará una
hora.
-¿Cooan?- Repetí sin
comprender.-
Mi hermana no se llamaba así. Al
menos, esa era una transcripción de su nombre al japonés. Aunque supuse que, al
renunciar a su vida anterior, habría querido cambiar incluso su nombre. Eso me
disgustó, pero desde el punto de vista lógico, era lo mejor. Sonreí
respondiendo con una evasiva.
-Mejor volveré en
otro momento. Quedamos en que me iba a aconsejar en función del pH de mi piel.
-Bueno, podría
atenderla yo misma.- Se ofreció esa mujer.-
-Usted tendrá mucho
trabajo pendiente.- Le contesté al tiempo que usaba mis poderes hipnóticos.-
-Sí, tengo bastantes
cosas pendientes.- Susurró esa mujer, víctima del trance en el que la induje.-
-En tal caso, ya
volveré. – Prometí falsamente para despedirme con un tonillo agudo y
divertido.- Muchas gracias.
Pese a esa forma de decir adiós salí
de esa tienda contrariada. Aunque estaba decidida a mantener esa promesa.
Encontraría a Kermesite y la regañaría por haberse ido. Es más, le afearía esa
traición. Quizás no fuera demasiado tarde y pudiera persuadirla de volver. O
emplearía mi sugestión. Ahora que era humana a buen seguro que podría
dominarla. Lo que hiciera falta. Pero no iba a perder a mi hermana pequeña.
Empero, en ese momento tenía una misión por cumplir. De modo que fui a entrar
en esa torre. Al acercarme escuché a unos niñas hablar sobre lo importante que
era dar lo mejor de uno mismo cuando se jugaba. Estaba irritada por el fracaso
anterior en la tienda, de modo que repliqué sin poderme contener.
-Pues claro que el
resultado es importante, si tú no juegas para ganar, el juego es una pérdida de
tiempo. Hay que jugar, para ganar.
Todavía recuerdo las expresiones de
esas chicas. Se mostraron entre sorprendidas y molestas por mis palabras. Pero
alguien debía abrirles los ojos a la realidad de la vida. ¿Quién iba a decirme en
ese momento que eran tres de mis entonces enemigas?...
-¿Pero qué estás
diciendo?- Me espetó la más alta de las tres.-
-Oye, el dar lo mejor
es lo que importa en este juego.- Replicó otra con largo cabello peinado de una
manera muy particular, con dos moños a cada lado que sustentaban un par de
largas coletas.-
-Los perdedores
siempre usan esas palabras.- Repliqué con ironía.-
Me fije en la que permanecía callada,
a la que habían llamado Ami y me dirigí a ella, añadiendo divertida.
-Supongo que por
vuestra edad participaréis en el torneo de infantiles. ¿No es así, muchachitas?
-Oye, ¿pero qué
dices?- Replicó esa de las coletas que parecía haberse molestado más que
ninguna.-
Satisfecha por el efecto que le
había producido a esa boba decidí que tenía cosas más importantes que hacer y
así lo manifesté mientras me alejaba.
-Disculpad, pero no
puedo seguir perdiendo el tiempo con vosotras. Adiós, muchachitas…
Parte 2
Después de ese breve y entretenido
paréntesis me centré en mi objetivo. Entré para reconocer el terreno y aguardé
escondida a que ese edificio se vaciase. Tras asegurarme de que no había nadie
(al menos eso pensé) permuté mis ropas de calle por mi atuendo de combate y
procedí a esparcir el poder oscuro por una gran sala. La que, según mis
estimaciones, estaría destinada a alojar el futuro cristal punto. Una de las
fuentes de poder de las sailors en el siglo XXX. No obstante, subestimé a una
de ellas. Esa tal Ami me descubrió. Quise intimidarla atacándola con ráfagas de
energía. Desde luego creí que saldría corriendo, máxime teniendo en cuenta su
frágil apariencia. No obstante, para mi sorpresa se transformó en la Sailor Mercurio.
Mi rival directa. Aunque apenas pudimos enfrentarnos dado que dos de sus
compañeras aparecieron. Una de ellas llegó a herirme en una mano. Me retiré
pero estaba satisfecha, ya conocía la identidad de una Sailor y así se lo
manifesté. Eso significaba que podría atacarla en cualquier momento. De todos
modos he de reconocer que tuve suerte, la cosa pudo haber ido peor, eran tres
contra una y la más alta de ellas me había atacado sin dudar.
-¡Oh cielos, tengo un
buen arañazo! - Me dije al ver mi mano herida ya en mis habitaciones en la
nave.- No soporto que nadie lastime mi suave y fina piel.
Por
desgracia, mis hermanas mayores me metieron presión apareciendo de improviso.
-¡Oh, te han herido!-
Comentó Calaverite con un inconfundible toque de ironía en su voz.-
-Os contaré lo
ocurrido.- Les dije sin querer mostrarme afectada por eso.-
-¿No nos digas que tu
misión ha fracasado?- Inquirió Calaverite.-
-Ni pensarlo.- Me
apresuré a replicar.-
-Para mí sería un
baldón y me moriría de vergüenza.- Añadió Petz, nuestra hermana mayor.-
-Estáis
intentando humillarme.- Les reproché, afirmando dignamente.- Pero no perdáis el
tiempo, no pediré vuestra ayuda.
-Muy
bien porque si una de nosotras fracasa no puede volver.- Me recordó
Calaverite.-
-Kermesite
nos ha traicionado y no queremos más idiotas en la familia.- Remachó Petz.-
Y se rieron con regocijo, lo único
que pude hacer fue secundar esas risas, aunque estaba preocupada. Estaba claro que yo no podía fracasar. De modo que volví con un plan
en mente. Era realmente taimado pero contaba con disfrutar en tanto lo
ejecutaba. Utilizando mis poderes hipnóticos me inscribí en el torneo de
ajedrez en el que Ami iba a participar, y llegué hasta la final contra ella. La
muy ingenua no me reconoció, cuando fui ataviada con mi vestido de cuadros rojo
y negro, y esos zapatos de tacón rojos, tan bonitos pero tan incómodos.
-Creo que disfrutaré
con esta partida.- Le dije cuando ella me ofreció su mano, que yo estreché con
una falsísima sonrisa.-
También solicité usar unas piezas de
ajedrez que yo llevaba. Que eran, desde luego, parte importante de mi plan.
-¡Qué piezas tan
preciosas!- Exclamó ella.-
-No son solamente
preciosas.- Respondí divertida.-
Y comenzamos a jugar, fui osada y
ataqué desde el principio. Normalmente suelo jugar a la contra, aguardando un
fallo del rival. Empero, en esta ocasión quise ir a por todas. Estaba deseando
vencerla y completar mi misión. Pero me confié demasiado, Ami era y es
realmente muy buena jugando al ajedrez. No puedes concederle ni la más mínima
oportunidad. Y eso hice yo. Cometí un error de cálculo y mi vi superada.
-¡Jaque mate!-
Anunció ella con tono entusiasta.-
Aquello me enojó. ¿Cómo era posible
que esa niña me hubiese vencido? Confieso que, por unos instantes, incluso la
misión tan importante que debía realizar pasó a un segundo plano. Y fue mi
orgullo el que se resintió. Sin embargo, me rehíce pronto para responder,
tratando de contener a duras penas mi enfado.
-Aun no, todavía no
hemos acabado, Guerrera de Mercurio.
Desde luego ver, la cara de sorpresa
y desconcierto que puso Ami al oírme revelar su secreto fue el principio de mi
retribución. Luego exclamé liberando mi enfado.
-¡Esto solamente ha
sido una partida de niños!
Y de inmediato congelé las cámaras
de televisión que habían retransmitido nuestra partida, adoptando mi uniforme
de batalla. Ella no se quedó atrás y se transformó en Sailor Mercurio. Durante
unos instantes no hicimos ni dijimos nada, sosteniéndonos mutuamente la mirada.
Entonces, tal y como yo había anticipado, aparecieron sus amiguitas, las otras
guerreras de la justicia.
-Son de lo más
predecibles. – Me dije con regocijo.-
Tras
permitirles soltar sus bravatas habituales, las encerré a todas en una burbuja
especial, hecha de energía que acrecenté con un amplificador, oculto en mis
piezas de ajedrez. Y como toque final, reí burlona para asegurarle a mi
enemiga.
-¡Tus amigas jamás
podrán salir de ahí! Guerrera Mercurio. ¿Quieres que nos juguemos sus vidas y
la tuya en una partida de ajedrez?- Le propuse con auténtico deseo de que así
fuera.-
-¿Tengo otra opción?-
Quiso saber con tono airado.-
-No, no creo que la
tengas.- Me reí, advirtiéndola eso sí.- Por cada pieza que pierdas te iré congelando.
Parte 3
Y pese a que sus amigas le
imploraron que no aceptase, Ami, en fin, Sailor Mercurio en ese momento,
aceptó. Por supuesto hice algunas trampas para darme todavía más ventaja (ahora
me avergüenza solamente recordarlo) pero me prometí que escribiría toda la
verdad, y eso haré. El caso es que, la fui congelando poco a poco, y cuando
únicamente me faltaba tomar su última pieza, me suplicó que únicamente la
matase a ella, y dejase vivas a sus amigas. Eso me desconcertó. No pude evitar
preguntarle en tanto me levantaba.
-¿Por qué?
-Porque son las
mejores amigas que nunca he tenido.- Pudo acertar a contestarme, ya muy afectada por el
aturdimiento, al borde de la congelación.-
Me lo pensé desde luego, hubiera
podido acabar con todas. Aunque algo en mí admiraba esa valentía y sin apenas
darme cuenta, contesté.
-Bueno, puedo ser
misericordiosa…
Pero como no podía ser de otra
manera, mis hermanas mayores aparecieron justo entonces para aprovecharse.
-Buen trabajo
hermana. – La alabó Petz.-
-Sí, ahora entre
todas acabaremos con ellas. - Añadió Calaverite.-
-Realmente tenéis
mucha cara. – Les recriminé, estaba muy molesta por esa intrusión.-
Finalmente iba a tomar la pieza para
acabar con Mercurio cuando una rosa roja se anticipó a mi movimiento
destruyendo aquella figurita y desintegrando la burbuja en la que mantenía
presas a las demás guerreras al romper su condensador de energía.
-¿Quién eres tú?- Le
pregunté atónita a un tipo vestido con smoking, sombrero de copa y
antifaz, que por toda réplica me dijo. -
-Si no sabes cómo se
siente un peón, nunca podrás manejar una reina. Adiós.
La verdad, nunca terminé de entender
muy bien esas frases de Tuxedo Kamen. Cuando alguna vez charlé después con
Mamoru-san, no tenía por costumbre hablar con acertijos, pero entonces era muy
desconcertante. Y yo no era la única. Mi pobre hermana Cooan se quedaba
perpleja al escucharle. Incluso las mismas guerreras no le entendían las más de
las veces. Sin embargo, en ese momento, desde luego, me preocupó más ver libres
a mis enemigas. Me volví a mis hermanas en la esperanza de recibir su ayuda.
Sin embargo, y para mi horror, Petz me dijo desentendiéndose del asunto.
-Es un error táctico
tuyo. Bertierite.
-Sí. Soluciónalo.
Acaba con ellas o muere, cumple con tu deber y podrás volver al sitio que te
corresponde.- Me conminó Calaverite con idéntica despreocupación y rigor para
sentenciar.- O te quedarás aquí para siempre.
Y ambas desaparecieron dejándome
allí, completamente sola y sobrepasada en número. Mis enemigas me observaban
ahora con gesto sorprendido. Parecían tan desconcertadas como yo. Pero
seguramente que a no tardar se
repondrían del estupor y acabarían con mi vida de inmediato. ¿Por qué iban a
tener misericordia? Pero eso no era lo peor. ¡Mis propias hermanas me habían
traicionado!, abandonado a mi suerte… No pude evitarlo, me sentí destrozada y
vacía. Apenas pude esbozar una sardónica sonrisa y reír, sin ya nada más que
perder, declarando para asombro de mis rivales.
-Es de lo más cómico.
Si hasta a mí me hace gracia. ¿Lo veis? Esto es lo que he obtenido de mis
propias hermanas. Es absurdo querer sacrificarse por unos extraños. Si hasta mi
propia sangre me ha traicionado…y lo más gracioso es que tuve esperanzas hasta
el final. ¡Vamos, reíros! ... ¡Reíd, maldita sea!...
Y
tras unos agónicos instantes en los que mis adversarias no respondían y me
miraban diríase que hasta con piedad, no pude soportarlo más. Repito que no
estoy nada orgullosa de lo que hice entonces, pero tenía mis razones, o al
menos creía que era así. Grité deseando terminar con todo.
- ¡Moriré, pero os
llevaré a todas conmigo!… ¡Dark Water full power!... Al final se nace y se
muere solo… el amor es…inútil.
Y concentré toda mi energía para
liberarla de forma masiva. Ni yo misma sabía qué iba a suceder. Al cabo tan
solo de unos segundos, la habitación empezó a congelarse y yo con ella. Si al menos tenía que morir lo haría
de forma heroica. Ya nada me importaba, estaba sola. Nadie me quería, ¡nadie!
Seguramente siempre habría sido así. Desde que mis padres nos enviaron a todas
a servir a la Corte del padre del príncipe Diamante. Habíamos crecido en ese
ambiente de intrigas y de búsqueda del poder. Sin apenas relacionarnos con los
demás, siempre ocultando nuestros auténticos sentimientos para no ser tachadas
de débiles o estúpidas. Al menos así fue desde que la reina Amatista murió. Y
la única con la que había tenido alguna conexión más afectiva, Kermesite, fue
la primera en abandonarme cuando desertó. Ya únicamente deseaba terminar con
todo para no sufrir más… entonces, escuché la voz de mi hermana menor, que, muy
agitada corría hacia mí, suplicándome.
-Bertierite, por
favor. ¡No lo hagas!..
-¿Es que también has
venido a reírte de mí?- Espeté lanzando contra mi hermana y las sailors gruesos
fragmentos de hielo.-
-¡No!...- Exclamó
ella recibiendo el impacto de un gran bloque que la derribó.-
Las
guerreras se aproximaron preocupadas por su estado y gritando su nombre, pero
Kermesite extendió un brazo para que no se acercasen. Todavía con una rodilla
en el suelo se rehízo para añadir, suplicándome una vez más.
- Bertie…por favor,
vive…Yo te quiero, eres mi hermana…
-¡Cállate! –Le grite,
me sentía herida en lo más profundo, no deseaba escuchar más mentiras y le
respondí llena de rabia.- ¡Una traidora como tú no puede comprender como me
siento!
Aunque en honor suyo debo decir que
no se rindió, Kermesite siguió avanzando a duras penas hacia mí a la par que
argumentaba.
- Ane- sama…Ane-chan.
Te lo suplico. ¡Créeme! Sé cómo debes sentirte de desamparada en el fondo de tu
corazón. Pero no estás sola. ¡Confía en mí! Los humanos tienen una increíble
capacidad para amar…
Entonces miré a mi hermana a los
ojos. Kermesite desde luego estaba muy cambiada. Su mirada era pura y limpia,
no parecía esconder nada. Se aproximaba aun a riesgo de su propia vida para
convencerme. No tenía nada que ganar con eso y sin embargo allí estaba.
Dispuesta a sacrificarse por mí. ¿Acaso sería verdad? ... ¿El amor en los
humanos era tan fuerte como para tal demostración?... En ese momento sentí
algo… recordé los buenos momentos pasados con mi hermana pequeña. Mi propia
infancia…a mi madre cuando nos contaba historias de la Tierra, a mi abuela Kim…
y una extraña sensación se abrió paso en mi interior. Más cuando Kermie me gritó,
suplicándome con desesperación.
-Debes vivir.
¡Hermana, por favor!…
Y
sin saber por qué detuve mi ataque… sentí cada vez más como, una extraña
calidez que no podía describir, se extendía desde mi pecho. Apenas pude
musitar, mirando entre lágrimas a mi interlocutora.
-¿Podré sentir yo esa
clase de amor?...
Lo
deseaba fervientemente, si aquello había obrado ese prodigio con Kermesite y le
daba tanta fuerza yo ansiaba experimentar ese mismo milagro para salvarme. Entonces
ella corrió hacia mí con lágrimas en los ojos, sin parar de repetir…
-¡Te quiero, Bertie!
Tú eres mi hermana…, tan querida…yo te quiero tanto…
-¡Oh Kermesite!,
¡Estás llorando! ¿Acaso el amor duele tanto?...-Quise saber con tono entre
atónito y emocionado.-
Pero
no respondió a eso. Sin embargo me alcanzó, se precipitó en mis brazos y la
sostuve. Ahora, con mi hermana pequeña entre mis brazos, tenía una sensación de
felicidad y de afecto que no recordaba haber experimentado en muchísimo tiempo.
Entonces lo supe. Sí podía percibir el amor. Es más, ¡quería recibirlo, quería
ser capaz también de darlo! Me di cuenta de lo equivocada que había estado. Miré
con ternura a mi hermana menor y asentí…musitando entre emocionada y
arrepentida.
-Lo siento. Gomen
nasai… Kermesite.
Acto seguido solamente escuché a la Guerrero de
la Luna invocar el poder del Cristal de Plata. Y lo percibí. Una aureola de calidez que me libró de aquella maligna energía de la que
había estado llena. En ese mismo instante me sentí ligera y alegre como jamás
lo había estado…había renacido por completo…solamente era capaz de reír, pero
era una risa cantarina y plena de felicidad. Como si fuese una niña pequeña,
exenta de todo mal y de cualquier tribulación. Pude oír entonces como Ami,
posando una mano sobre el hombro derecho de Kermesite, le preguntaba afectuosamente a mi hermana.
-¿No es estupendo?...
-Es maravilloso.
Muchas gracias. - Respondió ésta, visiblemente emocionada.-
Al
poco me percaté de que mi uniforme de combate se había convertido en un atuendo
humano corriente. Ahora me sentía algo cansada. Mi hermana me abrazó, pasándome
un protector brazo sobre los hombros y las guerreras me saludaron dándole la
bienvenida. Al fin, esa especie de euforia fue menguando. Poco a poco la realidad se fue imponiendo. Observaba aquello como si
hubiera salido de una especie de trance. No obstante, la vergüenza y la culpa
se abrieron camino ahora. Más cuando fue la propia Ami quién se aproximó a mí y me preguntó.
-¿Qué tal te encuentras?...
Apenas
sí pude mirarla a la cara y musitar.
-Lo siento…No sé qué
decir…estoy muy avergonzada.
-Tranquilízate,
Bertierite.- Me pidió mi propia hermana que mantenía un protector brazo sobre mis
hombros.- Es normal, sé cómo te sientes. A mí me sucedió lo mismo. Ahora que
somos humanas y nos hemos librado de la energía oscura, los sentimientos de
culpa por lo que hicimos nos asaltan.
-No sé cómo daros las
gracias a todas.- Pude responder visiblemente apurada. Para añadir sorprendida,
en tanto comenzaba a temblar.- ¡Tengo frío! Nunca lo había tenido…
-Es que hace bastante
frio aquí. Salgamos de este lugar. – Intervino Rei.-
Era cierto. Jamás había
experimentado algo así. Era como si mis antiguos poderes se hubiesen rebelado
contra mí y me hubieran congelado hasta los huesos. Desde luego la frialdad de
la estancia me hacía mella, ese gélido ambiente que yo misma había creado con
mis poderes. Ahora que no los tenía podía sentir sus efectos, ya que estaba tan
desvalida como cualquier humano. Por suerte las chicas me guiaron fuera de
allí, tras tranquilizar al propietario del edificio y decirle que todo había
sido debido a una avería en los circuitos de las cámaras. Nos marchamos
saliendo a la calle. Yo no quería soltarme de la mano de Kermesite.
-Llámame Cooan desde
ahora. Es la traducción de mi nombre al japonés.- Me pidió mi hermana.-
Parte 4
Accedí,
aunque yo no quise cambiar mi nombre. Si acaso, comenzaron a llamarme Beruche, que
era su transcripción más próxima al japonés. Al menos no renegué del que mis
padres me pusieron cuando nací. Con mi hermana hicieron igual pero sonaba
bastante diferente a su nombre de Némesis. Aunque la ahora Cooan deseaba
olvidar del todo nuestras pasadas vidas. No pude reprochárselo, esa era su
decisión, y desde luego que la comprendí. Ella quería hacer borrón y cuenta
nueva. Motivos tenía para ello, sobre todo con el sufrimiento que pasó por
culpa de Rubeus. Pero no pensé mucho en eso. En la calle ya oscurecía. Era hora
de volver a casa, pero claro, recordé que ya no tenía ningún lugar a dónde
ir…pensé incluso en buscar algún refugio en un albergue, pero mis nuevas amigas
me quitaron enseguida esa idea de la cabeza.
-Yo no puedo alojaros
a las dos.- Comentó Rei, no sin pesar.- Mi abuelo y Yuuichirou ya están en el
Santuario.- Aunque comparto mi cuarto con Cooan diciéndoles que es una amiga
que ha venido a verme desde otra ciudad. Pero ya no cabe nadie más.
-No te preocupes,
Rei. Podremos buscarnos algo.- La tranquilizó mi hermana.- Puedo pedirle a mi jefa que me
adelante algo de la paga y alquilar una habitación.
-¡De ninguna manera!
- Protesté afirmando.- No hace falta que os molestéis. Me las arreglaré. Por
favor, guerrera Marte te lo suplico, sigue cuidando de mi hermana.
-¿Cómo puedes decir
eso?- Contestó Cooan sentenciando.- No voy a dejarte sola.
Agradecí sus
palabras. Las dijo de corazón. Aunque yo no quería ser una molestia. Aquello
parecía un dilema sin solución. Al menos hasta que Ami intervino, proponiéndome.
-Si no te importa Bertierite, puedes venirte conmigo
esta noche. Hasta que Cooan y tú encontréis algo. En mi casa hay sitio. Mi
madre no va a estar estos días. Tiene un congreso médico.
La
miré con incredulidad, e incluso emoción, y apenas si pude musitar, llevada por
los remordimientos.
-Después de lo que te
he hecho…
-Esa era otra mujer
totalmente distinta.- Afirmó mi interlocutora, remachando con una amable
sonrisa.- Tú eres mi amiga.
Mi propia hermana menor me sonrió a
su vez de forma animosa y asintió débilmente confirmándole aquellas palabras.
Quizás Cooan pensaba que me vendría bien relacionarme con otras personas para
comenzar a adaptarme a esa nueva vida. De modo que así quedó decidido. Tras un
rato más, el grupo se disolvió. Cada una se fue por su lado. Yo acompañé a Ami.
Ésta me contó que su apellido era Mizuno. Desde luego no podía ser más
apropiado. (Del agua). Tras tomar el autobús. (Mi nueva amiga tuvo que pagar
los dos billetes) llegamos al apartamento de la sailor en unos veinte minutos.
No era demasiado grande pero si acogedor y funcional. Sin embargo, me llamó la
atención la cantidad de libros que tenía.
-Muchos son de mi
madre. A mí me gustaría ser médico como ella.- Me comentó mi anfitriona.-
-Bueno…eso es algo
muy bonito. Seguro que lo conseguirás. – Fue lo único que se me ocurrió
responder.-
-¿Y a ti qué te
gustaría hacer?...- Se interesó Ami.-
Suspiré. Esa era una muy buena
pregunta. Tan buena que no tenía respuesta. Apenas fui capaz de decir.
-No tengo ninguna
perspectiva en mente. Quizás pueda trabajar con mi hermana. Me gustan los
cosméticos. Aunque eso no me acaba de llenar. ¿Sabes?...-le confesé siendo
totalmente sincera.- Ahora me doy cuenta de lo vacía que he estado. Toda mi
vida me educaron para servir y obedecer. Siempre tuve alguna directriz u orden
que seguir. Una misión…en suma. Ahora estoy confusa. Incluso asustada…me siento
perdida.
-Tranquila. – Me
animó, posando una amistosa mano en mi hombro.- Dale tiempo al tiempo. Al
principio te costará adaptarte, pero seguro que lo lograrás.
-Desde niña me ha
gustado jugar al ajedrez. En eso no te mentí. Disfruté con nuestra partida. Y también
me encantaba leer.
-Eres muy
inteligente.- Valoró Ami.- Quien sabe. ¿Has pensado en estudiar?
-Sería maravilloso.- Repliqué
con un renovado optimismo en el tono, que enseguida moderé cuando admití.-
Aunque no sabría el qué.
-Podrías empezar por
estudiar conmigo. Dentro de poco tendré que preparar mis exámenes. Y te vendría
bien un poco de rodaje…y a mí alguien
que me ayudase. - Me propuso con jovialidad para preguntar.- ¿Qué opinas?
Esa idea me pareció excelente.
Aunque me notaba algo vacía, pero en este caso se trataba de mi estómago…Ami
pareció adivinarlo cuando me propuso.
-¿Tienes hambre,
Bertierite? Creo que me queda algo de misoshiru.
-Sí. Muchas gracias. –
Tuve que admitir.- Llámame Beruche…o mejor aún, Bertie, por favor. Es como me llamaban
mis hermanas. -Le pedí.-
No
obstante, al recordar eso me entristecí. Pensé en mis hermanas las mayores,
quienes ahora a buen seguro me odiarían,
tanto como a Kermie. Y que estarían esperando el momento propicio para ir por
nosotras. Aunque una vez más, Ami quiso levantar mi ánimo y me dijo.
-Ya verás cómo al final estaréis las cuatro juntas
otra vez. Seguro que tus hermanas se darán cuenta de la verdad. Como habéis
hecho Cooan y tú. Es solamente cuestión de tiempo.
Al
oír eso asentí esperanzada. ¿Por qué no? Si mi hermana pequeña y yo misma, habíamos
podido cambiar, era posible que las mayores lo hicieran. De momento mi
anfitriona me sugirió con jovialidad.
-Tómatelo con calma, paso a paso. Venga, ¡vamos a
cenar!..
Y
tras calentar la sopa de miso dimos buena cuenta de ella, teníamos hambre desde
luego. Esa batalla que protagonizamos
nos había dejado sin reservas. (Al menos a mí) Al terminar charlamos un poco
más. Ami me comentó.
-Mañana por la tarde
iremos al santuario Hikawa, para ayudar a Rei con la limpieza otoñal y hacer
una barbacoa. Espero que te unas a nosotras.
-¡Estaré encantada! –
Aseguré.-
Pero me sentía muy cansada. Al
parecer a Ami le sucedía igual. De modo que mi nueva amiga se levantó y limpió
la mesa. Metió los platos y demás cubiertos en el lavavajillas y me indicó que
la siguiera para explicarme.
-Mira, tú dormirás en
mi cama. Yo lo haré en la de mi madre.
Los sentimientos me
afloraron una vez más. Esa chica había sido mi mortal enemiga hacía solamente
unas pocas horas. Como miembro del clan de la Luna Negra yo había tratado de
matar a la que conocía por Guerrera Mercurio junto con sus otras compañeras. Y
ahora esa muchacha, Ami, lejos de tomar venganza, me estaba ofreciendo sin
reservas la hospitalidad de su casa, su comida e incluso su cama. ¡A mí! ¡Una
completa extraña!
-No sé cómo podré pagarte todo lo que estás haciendo
por mí. – Pude balbucir abrumada, sin ser capaz de evitar llorar.- ¡Lo siento,
lo siento mucho…yo…!
Ami
me sujetó dándome un abrazo y sentándose conmigo sobre la cama. Tras sostenerme
durante unos instantes me susurró con voz dulce.
-Olvídate de eso. Solamente
te pediré una cosa. Trata de ser feliz y de ayudar a los demás. Ya verás cómo
todo irá bien. Abre tu corazón a la amistad. ¡Y por qué no, al amor!…
-Tenías razón. Nunca
creí que fuera verdad. Pensaba que tratabas de engañarme, pero cuando vi cómo
te sacrificabas por tus amigas…y luego la expresión de mi hermana…Siempre
estaré en deuda con vosotras. Te prometo que haré todo lo posible para no
decepcionarte. ¡Sí!… - Dije entonces con renovada determinación.- Desde ahora
me esforzaré por ser digna de la confianza que habéis depositado en mí…
-Bueno - me sonrió
sin darle más importancia a aquello y desdramatizando con un tono más jovial.-
Pues lo primero es irnos a dormir. Mañana nos espera un día duro. ¡Hay mucho
que barrer en el santuario!, ji, ji…
Así
fue. Al fin pude conciliar el sueño y dormí bien.
Parte 5
A la mañana siguiente nos levantamos temprano, hacía
un estupendo día de comienzos de otoño. Ami me invitó a ir con ella a la
biblioteca.
-Tengo que estudiar.-
Me dijo.-
-Iré encantada. Me
gustan los lugares tranquilos.- Respondí.-
Estuvimos unas tres horas. Leyendo y
tomando notas. Allí aprendí a usar un bolígrafo. Cosa que me llamó mucho la
atención. Mi nueva amiga no pudo evitar sonreír divertida al contemplar mis
primeros intentos de escribir sin quitarle la tapa.
-¿Es que esto no es
táctil? No se plasma en esta pantalla.- Le susurré en medio del espeso silencio
de la biblioteca.-
-No.- Pudo decir
conteniendo su risa a duras penas al observar mis infructuosos esfuerzos por
plasmar letra alguna en el cuaderno que me dejó.-
Y
sin tardar me hizo una rápida demostración y ese pequeño malentendido quedó
rápidamente zanjado. Después del estudio me llevó al santuario Hikawa, donde su
amiga Rei era la sacerdotisa. Tal y como me comentó el día anterior, las chicas
iban a hacer una barbacoa tras ayudar a su compañera a limpiar de hojas el
lugar. Me dieron una escoba y junto con Ami estuvimos barriendo los aledaños
del templo. Aquello resultó ser una experiencia muy relajante. Pude meditar en
tanto movía la escoba casi de forma automática. A veces me detenía unos
instantes para mirar de derredor. También cerraba los ojos y escuchaba el
murmullo de las hojas mecidas por el viento, sentía la brisa acariciarme la
cara. Suspiré, y dije en voz alta con sentida culpabilidad y alivio a un tiempo.
-Yo no me daba cuenta
de la belleza de este mundo mientras luchaba contra vosotras. Ahora lo veo,
estábamos equivocadas.
Lo admití con un leve poso de
tristeza. Aquello era tan hermoso y tan distinto de mi mundo natal. En Némesis
teníamos algunos jardines, sobre todo el de palacio, que me encantó desde niña,
cuando nuestro padre nos llevó allí por vez primera. Recordé como la misma
reina Amatista me saludó, cuando me quedé rezagada contemplando algunas flores.
Ella siempre amó la naturaleza. ¡Y pensar que luego las cosas se torcieron
tanto y que me convertí en esa fría y calculadora sirviente del mal!...Deseaba
poder enmendar mis errores y echar una mano a mis nuevas amigas, y así lo
comenté.
-A mí me gustaría
muchísimo poder ayudaros. Pero no tengo ninguna información, nada que pueda
serviros de ayuda. Después de todo, yo no era más que un instrumento.- Me
lamenté.-
-No tienes por qué
preocuparte.- Me contestó Ami, tratando de darme ánimos.- Estamos muy contentas
de poder consideraros como verdaderas amigas.
-¿Somos amigas?-
Pregunté con una mezcla de sorpresa e incredulidad?
No le dio tiempo a responderme,
Usagi y Chibiusa atrajeron nuestra atención protagonizando una cómica disputa
sobre quién debía comer antes. Tras cruzarse unos cuantos reproches, acabaron
persiguiéndose la una a la otra entre las caras resignadas de las otras
guerreras y las de mi hermana y mías, que no sabían si mostrar sorpresa o
sonreír. En cierto modos ambas recordamos las peleas con nuestras propias
hermanas mayores y entre nosotras por ese tipo de nimiedades.
-A fin de cuentas,
ese tipo de cosas son las que más nos unían.- Reflexioné.-
Lo que nunca imaginé es que aquella
agradable tarde de otoño se complicaría. Nuestras hermanas mayores aparecieron
para tratar de raptar a Chibiusa. Nosotras la protegimos al precio de ser
apresadas por ellas. Perdimos el conocimiento y al despertar, Calaverite y
Petzite nos echaron en cara el haberlas traicionado.
-¡Escuchadnos por
favor! - Les pidió Kermesite.-
-La Luna Negra es una
terrible familia a la que solo le importa su bienestar.- Argüí yo, en unión a
mi hermana menor.-
Pero nuestros ruegos cayeron en
oídos sordos. Nuestras hermanas mayores estaban dispuestas a acabar con
nuestras vidas. Pero entonces llegaron las guerreras de la justicia. Para mí
supuso un gran consuelo y mucha alegría escuchar a Ami reclamar.
-¡Devolvednos a
nuestras queridas amigas!
Y entonces comprendí que, incluso
más allá de los lazos de sangre, podía existir una amistad y un amor verdadero.
Eso me confirmó en mi propósito, igual que Cooan. Las dos estábamos decididas a
recuperar a nuestras hermanas.
Parte 6
Pero la cosa no fue
tan sencilla. Mi hermana Petz parecía haber aumentado su poder de forma
ilimitada. Pudo derrotar a todas las guerreras apenas sin esforzarse. Incluso
trató de acabar con nosotras a sugerencia de Calaverite. Lo que mi hermana
Kalie no esperaba es que Petz decidiese liquidarla junto con nosotras, alegando
adelantarse a su más que presumible traición. Lo bueno de ello es que Kalie al
fin se dio cuenta de hasta donde llegaba el grado de manipulación al que se
habían visto sometidas y colaboró con las sailors para derrotar a Petz. A nuestra
hermana mayor no le sentó nada bien al principio. Sin embargo, cuando Rubeus
apareció confesando su diabólico plan, la pobre se quedó helada. Ese canalla
desveló que, el secreto del arma que le había dado, era el de abrir un agujero
a otra dimensión por el que pretendía que fuésemos arrastradas, tanto nosotras
como las guerreras de la justicia. Petz intentó enmendar sus errores tratando
de destruir aquello, pero fracasó y fue arrastrada a su interior. Ni Cooan, ni
yo, pudimos hacer nada. Por suerte, nuestra hermana Calaverite conservaba
todavía sus poderes y con su látigo sujetó a Petz. Gracias al Cielo que las
guerreras fueron capaces de destruir ese báculo y cerrar aquella brecha a otra
dimensión. Después, Cooan les pidió que ayudasen a nuestras hermanas. Al fin todas estábamos de
nuevo juntas y sin rastro de energía negativa. Pero comenzar una nueva vida iba
a ser difícil.
-Menos mal que me
traje un recuerdo.- Dijo mi hermana Calaverite.-
La observamos sin comprender. Ella
sonrió divertida, con esa expresión tan suya cuando quería hacernos rabiar de
niñas. Afortunadamente, esta vez era por motivos muy distintos. Se quitó su
lazo amarillo del pelo y lo sacudió sobre su mano derecha, al instante unas
pequeñas piedras de colores que centelleaban con la escasa iluminación
nocturna, aparecieron en la palma de su mano.
-¿Y eso?- Inquirió mi
hermana Petz.-
-¡Oh! Bueno, unas
droidas que me llevé de reserva. Ahora, tras habernos sometido al poder del
Cristal de Plata de Sailor Moon creo que
han quedado destruidas, pero las piedras preciosas en las que estaban
codificadas siguen valiendo mucho todavía.
-¡Eso es una pequeña
fortuna!- Exclamó la sailor Venus, observando perpleja.-
-No tanto, pero nos
bastará para comenzar de nuevo.- Replicó Calaverite.-
-¡Es estupendo,
chicas! – Exclamó Usagi con visible contento.-
-Debo admitir que
Kalie me ha sorprendido, y muy gratamente esta vez.- Declaró Petz.-
Aunque el rostro de la aludida dejó
de sonreír, para ya más seria, confesar.
-La verdad, las
llevaba guardando desde hacía un tiempo. No me fiaba de Rubeus y tomé prestadas
algunas también de vuestras respectivas habitaciones.
-Pues hiciste muy
bien.- La alabó nuestra hermana pequeña Cooan.-
-Sí, desgraciadamente,
tu intuición estaba más que justificada.- Afirmé yo.-
Todas nos miramos con pesar. Era
duro darnos cuenta de que habíamos sido unas meras marionetas en manos de ese
estúpido engreído. Aunque Petz, volviendo a su papel de hermana mayor, enseguida
nos recordó nuestra situación.
-Tendremos que pasar
la noche en algún sitio.
-Nosotras hemos
alquilado un apartamento.- Le respondió Cooan.- No es muy grande pero podremos
arreglarnos.
-Al menos hasta que
podamos cambiar algunas de estas piedras por el medio de pago que usan en este
siglo veinte.- Completó Calaverite.-
-Bueno, en eso
podemos ayudaros.- Intervino la sailor Marte.-
-Sí, mañana cuando
abran podemos ir a una joyería que conocemos. Está cerca de aquí, la dueña es
la madre de una amiga nuestra.- Intervino Usagi.-
-Muchas gracias,
chicas.- Sonrió mi hermana Cooan.-
En eso quedamos, nos despedimos de
las sailors y fuimos al apartamento que Cooan y yo habíamos alquilado. No era
demasiado grande pero pudimos acomodarnos.
-Lo que más echaré de
menos es a nuestras droidas sirvientas.- Comentó Kalie, a medio camino entre la
verdadera nostalgia y la broma.-
-Pues tendrás que
irte acostumbrando, aquí la vida en ese sentido es bastante más difícil.- Le
avisé.-
-No te preocupes, si
en algo nos hemos distinguido las hermanas Ayakashi es en nuestra capacidad de
adaptación.- Comentó Petz.-
Entonces lo pensé, ¿sería adecuado
seguir llevando ese apellido? Al menos no lo era en el sentido terrestre. ¿O
quizás sí?. De algún modo expresaba nuestros orígenes. Éramos las hijas de un
conde y una condesa. El condado de Ayakashi, aunque sombrío y siniestro por
esas neblinas pantanosas que casi siempre lo envolvían, fue nuestro hogar.
-No sé.- Musité
entonces, atrayendo la atención de mis otras hermanas.- Cuando comenzamos a
trabajar, Cooan y yo no dimos apellidos. Al menos no los nuestros.
-¿Cómo?- Se
sorprendió Karaberasu.-
-Es que pensamos que
debíamos dejar nuestro pasado atrás. Todo él.- Intervino Cooan tratando de
justificarnos.-
-Lo puedo comprender.
-Afirmó Petz cruzada de brazos y asintiendo reflexivamente.-
Y aprovechando esa inusual condescendencia
de la mayor de nuestras hermanas yo entonces añadí para explicar.
-El caso es que
entonces Sayaka, nuestra jefa, nos insistió. No podía contratarnos sin un
apellido. Y nos miramos sin saber qué decir. En ese momento me di cuenta de que
en el aparador de la tienda tenía unos frascos de cremas para el cutis, y vi
una que ponía hermosa miel y entre paréntesis, Malinde. Me gustó como sonaba y se
lo dije.
-¡Esa es mi
hermanita!- Se rio Karaberasu, exclamando.- Se cambió su apellido en menos de
un segundo improvisando, eso sí, tras leer la etiqueta de un bote. ¡Nunca hace
nada sin documentarse primero!
Parte 7
Me sentí avergonzada.
Pudiera ser que mis hermanas lo tomasen por un insulto a nuestro linaje
familiar. También Cooan me dedicó una apurada mirada. Hasta ese momento yo
había sido la mayor y asumí ese tipo de decisiones. En cambio ahora no estaba
segura de haber obrado bien. Para alivio nuestro, Petz asintió con aprobación y
tomando la palabra, sentenció.
-Me gusta. Es
femenino y bonito. Todo un cambio para empezar unas nuevas vidas.
-Sí, y además es sexy
y queda interesante.- Convino Kalie.-
Cooan y yo sonreímos. Celebramos que
nuestras dos hermanas mayores lo aprobasen. Así las cosas, tras cenar
frugalmente lo poco que teníamos en la nevera nos fuimos a dormir. Cooan y yo
compartimos habitación, dejando la otra para Petz y Kalie. Sabíamos que ellas
querrían charlar para enfocar su nueva vida. Yo estaba pese a todo algo
dubitativa
-¿Crees que podremos
hacerlo las cuatro juntas?- Le pregunté a Cooan cuando nos acostamos.-
-Pues claro. Ya hemos
logrado lo más difícil.- Me respondió con una esperanzada sonrisa.- Y no
olvides que contamos con la ayuda de nuestras amigas.
-Sí, han demostrado
que lo son, viniendo a salvarnos cuando más lo necesitábamos.- Sonreí.-
-Pues ahora nos toca
a nosotras, a las cuatro, demostrar cuanto valemos.- Sentenció mi contertulia
entre bostezos.-
Yo también me sentía muy cansada.
Apenas pude asentir y nos quedamos dormidas. Al día siguiente madrugamos,
aunque tanto Petz como Kalie ya estaban despiertas. Para nuestra sorpresa y
agrado ambas estaban liadas en la cocina. Eso sí, discutiendo como de costumbre.
-¡Ponles caramelo!-
Insistía Karaberasu.-
-Siempre estás igual.
Eso engorda mucho.- Le objetó Petz.-
-¡Pues anda que la
nata! - Replicó su interlocutora sin inmutarse.-
-Es nata montada,
apenas podré un poco.
-Petz, que te
conozco.- Se sonrió Kalie.-
En eso estaban las dos cuando Cooan
y yo entramos en la cocina. sonreímos al ver una gran fuente con muchas
tortitas. Aquello nos encantaba a todas. Nuestra madre nos enseñó a hacerlas.
Más concretamente enseñó a Petz, quien hizo lo propio con Kalie, ésta conmigo y
yo con Cooan. Pero lo curioso es que a cada una nos gustaba un aditamento
diferente para acompañarlas. Petz prefería la nata, Karaberasu el caramelo, a
mí me gustaba más el chocolate y Cooan siempre ponía mermelada de fresa.
-Supongo que podremos
poner un poco de todo.- Tercié tratando de llevar la paz.-
Sí, siempre hacéis lo
mismo.- Rio Cooan, al rememorar.- ¡Os pasáis la vida discutiendo por los
sabores y los acabamos mezclando todos!
Tras unos instantes de silencio en
los que nuestras hermanas mayores nos miraron con estupor, se miraron entre
ellas y rompieron a reír. Cooan y yo nos unimos a ambas. ¡Era una sensación
maravillosa! Las cuatro juntas, en armonía y disfrutando de un estupendo
momento de diversión y complicidad entre hermanas. Cuando pensé en ello
entonces no recordaba la última vez que eso sucedió. Al fin las risas cesaron y
fue tal y como Cooan aventuró, terminamos combinando sabores y deleitándonos
con un más que generoso y abundante desayuno. Yo misma hice algo de café para
acompañar y nuestra hermana menor se ocupó de exprimir algunas naranjas para
poner unos zumos. Después de aquello nos sentíamos con energías para hacer
cualquier cosa.
-Nos tenemos que ir a
trabajar.- Declaré no sin lamentarlo en esa ocasión.-
-Id tranquilas. Petz
y yo iremos a esa joyería de la que nos hablaron las sailors. Allí veremos
cuanto podemos sacar por estas piedrecitas.- Me contestó Kalie.-
Y así hicimos. Cooan y yo misma
acudimos al trabajo, con alegría renovada. Ahora Sayaka había hecho una pequeña
remodelación y en tanto yo me quedaba en la tienda atendiendo a las clientas
que solían venir, Cooan se ocupaba de ir vendiendo puerta a puerta, en las
zonas cercanas del barrio que no estaban todavía muy trilladas. De este modo
esperábamos ir haciendo más cartera de clientes. Mi pobre hermana tenía que
andar mucho pero ese trabajo le gustaba. Y a mí tampoco se me daba mal vender
al público, y sobre todo el explicar desde un punto de vista científico las
bondades de nuestras cremas para el cutis o geles de baño, era algo que
dominaba a la perfección. Ese día, en un descanso, la propia Sayaka vino a
comentarme con su habitual amabilidad.
-Desde luego, tanto
tú como tu hermana habéis sido todo un hallazgo.
-Muchas gracias,
señora.- Respondí educadamente a mi jefa.-
-Verás, llevo años
vendiendo aquí y no he tenido nunca dependientas que sepan tanto sobre todo
esto. Y es algo que me alegra mucho. Aunque por desgracia, quizás sea algo
efímero.
-¿Efímero?- Pregunté
sin comprender.-
La buena mujer suspiró, con un poso
de tristeza vino a desvelarme.
-Mi esposo y yo
posiblemente nos mudaremos a Kioto en pocos meses. Sus padres ya son mayores y
él va a ocuparse del negocio familiar en Higashiyama. Tienen un restaurante muy
conocido allí. Por eso, tendré que vender Otafukuya.
-¿Vender Otafukuya?-
Exclamé sin poderlo evitar.-
-O al menos
alquilarla. No me agrada mucho la idea, pero tendremos que irnos allí y
hacernos cargo del restaurante.- Suspiró Sayaka quien mirándome con un gesto
muy revelador, agregó con voz queda.- Y he pensado en vosotras…puede que os gustase
ocuparos del negocio.
-Bueno, no sé.- Pude
apenas afirmar.- Tendría que hablarlo con mis hermanas.
-¿Hermanas?- Fue
ahora Sayaka quien me preguntó con gesto sorprendido.- ¿Cooan y tú tenéis más
hermanas?
-Sí, nuestras dos
hermanas mayores. También han venido a vivir con nosotras.- Sonreí como una
tonta sin saber muy bien que añadir.-
-Muy bien. Comprendo
que la decisión no es únicamente tuya.- Me respondió haciéndose cargo.-
Y como venían más clientas dejamos
el tema. Cuando vi a Cooan se lo conté, ella se quedó muy sorprendida también y
estuvo de acuerdo conmigo.
-Sí, tenemos que
hablar con ellas. En cuanto volvamos a casa.- Me dijo.-
Al regresar tras la jornada laboral
Petz y Kalie estaban allí, las saludamos y antes de contarles lo sucedido les
pregunté por cortesía y también interés.
-¿Qué tal os ha ido?
-¡De maravilla!-
Aseguró Karaberasu guiñándonos un ojo.-
-Al menos, eso creo.-
Completó Petz, afirmando jovial.- Debo admitir que vuestra hermana tiene dotes
para negociar.-
-Desde luego que no
lo puedes negar, he logrado que nos concedan la licencia y el puesto además de
obtener una bonita suma por esas piedrecitas.- Se jactó Kalie.-
Cooan y yo nos miraron sin
comprender, fue mi hermana menor quien inquirió.
-¿Puesto, qué puesto?
-Pues el nuestro,
Beauty Quartette.- Sonrió Karaberasu , deseando saber.- ¿ A que os gusta el
nombre?. Pienso que es el más apropiado para nuestro negocio y por supuesto, se
me ocurrió a mí.
Como Cooan y yo nos mirábamos con
cara de no comprender nada, nuestra hermana Petz nos contó.
-Veréis. Primero
fuimos a una prestigiosa joyería de la calle Diez. Y cuando les mostramos
algunas de las piedras nos hicieron una buena oferta…
-Pero sospeché
enseguida que podían darnos más.- Terció Kalie.- Petz ya estaba dispuesta a
aceptar pero yo quise que subieran.
Petz ya ponía esa cara suya de
incipiente enfado habitual, y mi hermana Cooan, con buen criterio, intervino
con tinte conciliador para animar a Karaberasu a seguir contando la historia.
Parte 8
-¿Y qué pasó?-
Inquirió la menor de las hermanas.-
-Pues que yo tenía
razón y cuando les di a entender que sus competidores nos darían mejor precio
enseguida subieron.- Se sonrió Karaberasu.-
-Sí, admito que
tuviste razón.- Reconoció sorprendentemente Petz.-
Y es que nuestra hermana pese a todo
estaba de buen humor. Enseguida supimos el motivo.
-También me ocupe de
que Artemis nos ayudase con los papeles.- Afirmó Kalie. –
Y nos contó que, unos días antes
había quedado con Minako y con su gato. Este era todo un experto en crear
identidades y nos había proporcionado unas con los nombres y apellidos que
usábamos en la Tierra.
-De modo que ya somos
ciudadanas japonesas legalizadas. Y nos han concedido un permiso para poner
nuestra propia tienda.- Dijo entonces Petz.-
-No es muy grande
todavía, pero espero que, con el tiempo, podremos ampliarla.- Añadió Kalie,
quien, llena de optimismo, nos preguntó.- ¿Qué os parece hermanitas?
Las
dos sonreímos de una manera un tanto estúpida. ¡Para qué voy a negarlo! No queríamos disgustar a Petz y a Kalie aunque
claro, teníamos un problema. Cooan y yo estábamos trabajando en Otafukuya y
nuestras hermanas no se pararon a
consultarnos. Si precisaban ayuda tendríamos que despedirnos de ese
lugar, justo ahora que Sayaka nos había hecho aquella propuesta. En caso
contrario nos tocaría doblar trabajando en los dos sitios. Supuse que nuestra
jefa lo comprendería, pero no estaba tan segura en lo que a nuestras hermanas
mayores se refería.
-Y eso no es todo.-
Intervino Petz.- Con lo que nos han dado podemos pagar la entrada de un
apartamento de la calle diez que es bastante más grande que este que
alquilasteis.
-Vaya, es…estupendo.- Fue capaz de musitar
Cooan.-
-Sí, eso.- Añadí yo,
del mismo modo.-
Aunque nuestras hermanas no eran
tontas y tras fruncir el ceño, Kalie comentó con su clásico tono de ironía.
-Mucho me temo que
estas dos no parecen muy contentas.
-A ver chicas, ¿Qué
os ocurre?- Quiso saber Petz, añadiendo con preocupación.- Pensábamos que os
ibais a poner muy contentas.
Y tras volver a intercambiar unas
miradas de circunstancias, entre mi Cooan y yo tratamos de explicarles la
situación. A lo que Petz, cruzándose de brazos, comentó sin parecer demasiado
inquieta.
-Bueno, vuestra jefa
lo entenderá. A fin de cuentas somos vuestras hermanas mayores.
-Sí, y os
necesitamos.- Completó Karaberasu.-
-Pero daros cuenta de
las posibilidades.- Les
argumenté.- Si Sayaka arrienda Otafukuya tendríamos un local enorme, muy bien
ubicado y con prestigio adquirido. No tendríamos que partir de cero.
Por suerte pareció que mis razones
les hicieron meditar. Aunque enseguida Karaberasu objetó.
-Siendo
ahora su competencia, no creo que vuestra jefa esté demasiado contenta para
mantener esa oferta.
-Podríamos
especializarnos en cosas que Otafukuya no comercialice.- Propuso Cooan.-
Ciertos tipos de cremas para el cutis con recetas locales. Mascarillas de
belleza…tenemos recetas propias de Némesis. Y a cambio de quizás, un acuerdo,
podríamos ofrecérselas a Sayaka. Y tener nuestro puesto surtido con género
suyo.
-¿Y
ser una especie de sucursal de su tienda?- Inquirió Petz quien no parecía estar
muy por la labor.-
-No
exactamente eso, más bien una firma asociada.- Discurrí con rapidez.-
-Eso
podría funcionar.- Convino Karaberasu llevándose una mano a la barbilla.-
Conocía a mi hermana Petz a la
perfección y ya había puesto esa expresión suya del equivalente a ni hablar que
era imposible de variar. Por suerte, lo que dije debió de parecerle una buena
idea. Más al escuchar a Kalie. Y como esta última había ganado recientemente
muchos puntos ante sus ojos, nuestra hermana mayor asintió, haciendo que tanto
Cooan como yo suspirásemos aliviadas.
-¡Pues
manos a la obra!- Nos arengó Petz.-
Parte 9
Así pasaron unos meses. Cooan y yo
estuvimos alternando el trabajo en Otafukuya con ayudar a nuestras hermanas. Y por
suerte, a Sayaka le pareció bien nuestra propuesta. Tuvimos mucho trabajo, a
veces discutíamos, otras reíamos, en suma mereció la pena. Recuerdo aun cuando,
justo al principio de poner en marcha aquello, en el pequeño puesto de Beauty
Quartette ,yo estaba probando un poco de maquillaje y mi hermana Petz me regañó.
-No
utilices el maquillaje de muestra, es solo para clientes.- Me ordenó.-
-Nadie
confiará en nuestros productos si se fijan en el cutis tan áspero que tienes.-
Le dije a medio camino entre la broma y la objetividad, para remachar.- Lo
mejor es usarlo.
Aunque a mi hermana no pareció muy divertido
y pasó a zarandearme con energía de los hombros para exclamar.
-¡Cómo
te atreves a decir una cosa como esa!
-Petzite
ya basta, ¿es que ya estáis empezando a discutir?- Intervino Karaberasu.-
Cooan hizo lo propio y enzarzadas en
nuestra guerra dialéctica particular no nos apercibimos de que la gente se
concentraba cada vez más alrededor de nuestro pequeño negocio. Seguramente
entre perplejos y divertidos al observarnos. Cuando quisimos darnos cuenta eran
un montón de ojos los que así nos miraban. La primera en detenerse fue Petz,
quien por suerte me dejó de agitar como si yo fuera una coctelera. Enseguida
estuvimos las cuatro (yo algo mareada) ruborizadas y exhibiendo sonrisitas
idiotas de circunstancias. Aunque Kalie reaccionó rápidamente para dirigir un
discurso a esa agrupación de gente.
-¿Lo
ven? Mis hermanas lo han escenificado a la perfección. ¡Así se van a disputar
ustedes nuestros productos!
-Sí,
son de una indudable calidad.- Agregó Cooan.-
Petz y yo misma nos limitamos a
asentir, rojas de vergüenza y sin dejar de sonreír. Cualquiera que nos hubiera
visto desde luego lo hubiera podido interpretar como una performance. Íbamos
además cada una con un uniforme de trabajo de distinto color, el que más nos
favorecía, un poco también por emular a nuestras amigas sailors. Petz lucía un
tono verde mar, Kalie otro dorado, Cooan violeta oscuro y yo lo llevaba azul
celeste. Entre eso y nuestra enérgica representación, pronto tuvimos a
bastantes mujeres de todas las edades solicitando probar algún producto.
-Será
mejor que nosotras atendamos a las más jóvenes.- Propuso Cooan, incluyéndome a
mí.-
-¿Y
eso por qué?- Quiso saber Petz mirándola ya con ese gesto inquisitivo suyo que
presagiaba otro arrebato.-
-Bueno,
objetivamente hablando somos las hermanas menores.- Intervine más recatadamente
esta vez.-
Puede que mi hermana escuchase antes
la palabra objetivamente o quizás fue mi tono mucho más conciliador, el caso es
que asintió. Al poco además, nos alegramos de ver a nuestras queridas amigas que
estaban allí.
-¡Vaya!
Vosotras sí que sabéis como atraer a la clientela.- Exclamó Usagi con expresión
divertida.-
-Ya
sabes, todo por una buena promoción.- Le respondió jovialmente Kalie.-
-La
verdad, tenéis un montón de cosas interesantes.- Terció Minako.-
-Tratamos
de estar bien surtidas.- Le dijo Cooan.-
-Ya
se lo contaremos a nuestras amigas, para que vengan.- Afirmó Makoto.-
-Os
estamos muy agradecidas.- Repuso Petz.-
Y toda esta conversación se producía
mientras intentábamos atender la avalancha de clientas. Puedo decir que esa
jornada estuvo bien, pero lo más divertido sucedió al inaugurar Otafukuya. Pudimos finalmente aceptar la
oferta de Sayaka. De hecho, esa fue una parte del acuerdo. Ella nos
proporcionaba productos de su tienda a precio de coste y nosotras aceptábamos
ocuparnos del negocio cuando ella se trasladase. Arrendamos así esa tienda y
nos trasladamos. Petz y Kalie se sintieron muy contentas también. Aquel local
era mucho más grande, con almacén y ubicado en una calle principal. El alquiler
era muy caro, pero de eso se ocupaba la dueña. Nosotras, eso sí, debíamos darle
una parte muy importante de los beneficios, empero, con todo lo que vendíamos
era un trato rentable para todos. El caso es que, el primer día nuestro allí
como responsables directas, decidimos hacer una gran oferta de lanzamiento y
nuestras amigas fueron muy amables al ayudarnos. Se brindaron a trabajar los
días anteriores para traer y colocar el género y hacer publicidad. Dirigidas
por una enérgica Usagi que iba voceando literalmente las bondades del negocio a
unos pocos metros de la entrada. A decir verdad no podíamos evitar sonrojarnos
al oírla hacer bocina con las manos y dar alaridos del estilo.
-¡Vamos, señoras! Vengan a conocer Otafukuya, la mejor tienda de
cosméticos. ¡Aquí todas las mujeres podemos ser hermosas!
Y Rei, como no podía ser
de otro modo, le respondía, gritando también.
-Es cierto, si hasta tú te pones presentable cuando las hermanas te
maquillan…
A lo que Usagi cesaba por
unos instantes en su labor propagandística y enfrentaba suspicazmente su mirada
a la de su compañera para replicar no sin cierta indignación.
-¡Oye! ¿Qué has querido decir con eso, eh?...
-Nada, nada. - Se sonreía su amiga con malicia para sentenciar.- Que por
muy buenas que las cremas sean tampoco pueden hacer milagros.
Aunque ahora fue Usagi la
que se sonrió pérfidamente para decir con un sorprendente buen tono, en tanto
se aproximaba a un pequeño puestecito con mercancía que teníamos en la calle
para las promociones de algunas cremas.
-Sí, quizás tengas razón, mi queridísima Rei…y ya que hablas de lo buenas
que son…
Y tomando totalmente
desprevenida a su interlocutora le untó la cara con el contenido de un bote. La
otra muchacha tuvo que escupir varias veces para sacarse parte de aquella crema
mientras escuchaba de fondo las carcajadas de su atacante… Aunque eso desde
luego no contribuyó a que se apaciguase su irritación…más si cabe al escucharla
declarar entre risotadas.
-Creo que he conseguido arreglarte la cara… ¡Esta sí que ha sido una prueba
gratuita!.
Pero Usagi tuvo que dejar
de reír y echar a correr, dado que la aludida ya la perseguía remangándose uno
de sus brazos y enarbolando un amenazador puño en tanto le gritaba.
-¡Cuando te agarre vas a ver lo que es arreglarte la cara de verdad… en vez
de cremas vas a necesitar cirugía!
Aquello se desmadró más de la cuenta, todas observábamos
atónitas aquella escena, al igual que la gente que pasaba por allí. Por fortuna
las otras sailors se interpusieron. Makoto por su parte sujetó a la furiosa Rei
y Minako trató de suavizar la cosa, afirmando.
-Chicas, ¡Ya está bien!... ya conocéis el dicho, dos no riñen con uno si
quieren.
-Dos no riñen si uno no quiere.- La corrigió resignadamente Ami en tanto
cobijaba tras de sí a una amedrentada Usagi.-
-Yo no voy a reñir con ella, ¡solo voy a matarla! - Exclamó Rei agitando el
puño.-
-Bueno…no ha sido para tanto. - Se defendió la interpelada que le recordó
con tintes de reproche.- A fin de cuentas has empezado tú, como de costumbre…
-Pues eso, ahora quiero terminar lo que empecé.- Replicó su interlocutora
con cara de pocos amigos.-
-De verdad. Vale ya. Estamos poniendo en un aprieto a las hermanas en lugar
de ayudarlas.- Declaró una apurada Makoto que pese a su gran fuerza física se
las veía y deseaba para contener a su belicosa compañera Rei.-
Finalmente las cosas se
calmaron. Al menos durante un tiempo. El que tardó Marte en volcarle un frasco
de colonia a Usagi por la cabeza. La escena se repitió cambiándose ahora los
papeles. Aunque aquello, por chocante que pareciera, nos vino muy bien. Hizo
que algunas mujeres se aproximaran atraídas por el revuelo, pensando que las
cremas y los perfumes eran tan buenos que las chicas se estaban peleando por
probarlos. Al final todas quedamos tan anonadadas por el éxito que hasta las
dos antagonistas aparcaron su disputa. ¡Al parecer, lo nuestro y lo de nuestras
amigas, eran las campañas con gancho!
Parte 10
El tiempo pasó y las
cosas nos iban muy bien. Pero cierto día vi a mi hermana Cooan pensativa.
Volvía de hacer su ronda de vendedora de cosméticos a domicilio. La verdad, nos
solíamos turnar para ir a atraer nuevas clientas, aunque ella era la que más lo
hacía, decía disfrutar recorriendo la ciudad y charlando con muchas mujeres
diferentes.
-¿Te ocurre algo?-
Quise saber aprovechando que era la hora de nuestro receso para comer.-
-No, solamente estoy
cansada.- Me respondió, eso sí, con voz queda.-
-Pues parece que
estuvieras dándole vueltas a algo.- Le dije.-
-Verás, una de las
casas que he visitado me ha hecho pensar. Se trataba de una mujer con tres
niños. La pobre estaba tan liada ayudándoles con sus tareas que apenas sí pudo
atenderme. Entonces decidí ayudarla. Y como eran pequeños
-¿No estaban en el
colegio?- Me sorprendí.-
-Hoy es festivo para
los niños.- Me contestó, prosiguiendo con su relato.-El caso es que fue
divertido, lo pasé muy bien ayudándoles con algunas tareas, y contándoles
cosas. Tanto que apenas sí pude pasar por más domicilios.
Eso me hizo gracia, sonreí, aunque
viendo la cara de apuro de mi hermana enseguida quise tranquilizarla.
-Bueno, no pasa nada.
Ya irás otro día.
-Sí, en fin. Es
que…ya sabes que este trabajo me gusta, pero es como si no me llenase del todo.
Asentí casi sin darme cuenta. Debía
admitir que a mí me sucedía algo similar. Sobre todo desde que pasaba algún
tiempo con Ami, estudiando con ella. Tenía deseos de aprender y de llegar a
demostrarme a mí misma que podía evolucionar, hacer algo más. Y me daba la
impresión de que a Cooan le pasaba eso mismo. Y enseguida me lo confirmó al
añadir.
-Me gusta estar
rodeada de niños. De hecho, cuando me purificaron disfrutaba mucho con la
compañía de Chibiusa.
-Lo sé.- Asentí.- Te
volviste realmente muy complaciente con ella. Creo que la mimabas demasiado.
-Sí, - admitió mi
hermana para confesar.- Tenía mucho cargo de conciencia.
Me di cuenta enseguida de que ese
tema la entristecía. Podía comprenderla a la perfección. Cada vez que pasaba
revista a esos actos yo también sentía muchísima vergüenza. Y pese a que ahora
no éramos en absoluto así tenía una especie de espina clavada. Deseaba poder
compensar, no únicamente a Chibiusa, sino al resto del mundo por mis malas
acciones. Pero quizás min hermana lo enfocó más en esa cría y así le dije con
solidaridad.
-Lo pasaste muy mal
cuando nos enteramos de que Rubeus estuvo a punto de secuestrarla.
Mi hermana bajó la mirada. Eso le
producía mucha tristeza y bastante sentimiento de culpabilidad. Lo mismo que a
mí. Y es que poco tiempo después de que Petz y Kalie fuesen purificadas por el
cristal de Plata, Rubeus les dio un ultimátum a nuestras amigas, quería el
cristal de Plata y a Chibiusa. Llegó a secuestrar a las guerreras. Nosotras nos
sentimos muy mal, no pudimos hacer nada. Primero, porque ya no teníamos ningún
poder, y segundo, porque las chicas no nos lo contaron hasta un tiempo después.
Tampoco nos dijeron nada de la presencia de Lady Esmeralda. De hecho, estuvimos
prácticamente ajenas a todo lo que pasaba hasta que, un día, nuestros antiguos
superiores invadieron Tokio con un enorme cristal negro. Todos fuimos al
refugio. La ciudad estaba cada vez más desierta. Cooan suspiró
mirando en derredor para afirmar.
-¿Habéis visto? Al
parecer las cosas se han puesto muy serias. Ya no hay casi nadie por las
calles. -
-Sí, lo mejor será
darnos prisa por entrar al refugio. - Convino Karaberasu. –
Petz
asintió descuidadamente cuando algo captó su atención, una figura conocida iba
arrastrando los pies y apoyándose contra la esquina de la calle de enfrente.
Creyó reconocer a…
-¡Zafiro! - Pudo
decir entre asombrada e incrédula. -
No
vimos nada, únicamente a Petz correr repentinamente cruzando la calle. Tomadas
por sorpresa la llamamos en vano, finalmente todas fuimos tras ella. Cuando la alcanzamos estaba arrodillada
sosteniendo la cabeza de un hombre que parecía estar herido.
-¡Pero, ese es!-
Exclamó Cooan tapándose la boca con las manos.-
-El infante Zafiro.-
Musité yo, con más asombro todavía que temor.-
Era
desde luego el hermano menor del príncipe Diamante. Estaba sin sentido.
-Chicas ayudadme,
tenemos que llevarle a casa. – Nos pidió Petz. -
-Pero, debemos ir al
refugio, - opuse pensando en nuestra seguridad. –
Admito que fui una cobarde y que
temí por nosotras. Si el infante estaba ahí, malherido, pudiera ser que el
responsable de eso no anduviese lejos. Pero lo que me hizo cambiar de idea fue
ver la mirada y escuchar la voz de angustia de Petz.
-¡Por favor!- Nos
suplicó nuestra hermana dejándonos atónitas, eso era algo que jamás la habíamos
visto hacer. Sobre todo cuando añadió con visible gesto de sufrimiento y temor
en su voz. - Morirá si le dejamos aquí. Os lo ruego, ¡ayudadme!
Sin
pensarlo ya dos veces asentí, junto con Karaberasu y Cooan nos aprestamos para
tratar de transportar a Zafiro junto con Petz. Pesaba bastante pero entre las
cuatro logramos levantarlo. Pasamos los brazos del infante por los hombros de las dos mayores
llevarle hasta nuestra casa. Por fortuna no estabamos lejos y junto con Cooan fuimos
relevando a Petz y a Kalie cuando ellas se cansaban. Pudimos subirle al
ascensor sin problemas.
-¿Qué le habrá
sucedido?¿Creéis que habrán sido las sailors?- Quise saber.-
-No tengo ni idea.-
Musitó Kalie moviendo la cabeza.-
No daba la impresión de que quisiera
hablar mucho. Enseguida vimos el porqué. Petz no dejaba de mirar a Zafiro llena
de preocupación, le sostenía con toda la delicadeza que podía en tanto él
permanecía inconsciente. Por fin llegamos a nuestro piso y entramos con él a
cuestas en el apartamento. A indicación de Petz le metimos en su dormitorio.
Entre todas le curamos las heridas de la mejor forma que pudimos y le acostamos.
-No podemos hacer más
por ahora.- Suspiré.-
-Dejémosle dormir a
ver como se despierta. – Sugirió Cooan.-
Así
lo hicimos. Petz preparó algo de comer en tanto Karaberasu le decía con
palpable desasosiego.
-¿Qué podemos hacer?
No tiene buen aspecto.
-Solo necesita
descansar. - Afirmó tajantemente su hermana mayor. –
-Pero. ¿Qué sucederá
cuando se despierte? –Me atreví a preguntar con visible temor en el rostro sin
poder evitar expresar mis miedos en voz alta. – Quizás haya venido a
castigarnos por haber traicionado al príncipe Diamante.
-Sí. Para él debemos
de ser únicamente unas desertoras. No sabe la razón por la que lo que hemos
hecho. – Añadió Cooan, también visiblemente inquietada.-
-No os preocupéis. Yo
hablaré con él y se lo explicaré todo. Zafiro siempre fue comprensivo y amable.
Lo entenderá.- Nos tranquilizó Petz.-
Nos
miramos atónitas. Sobre todo mi hermana Cooan y yo. ¿Desde cuándo había dejado
Petz de odiar a los hombres? Jamás había hablado bien de ninguno. Nuestra
hermana mayor nos observó con una débil sonrisa. Nosotras no comprendimos la
razón. Al menos, no en ese momento.
-Voy a ver qué tal se
encuentra. - Nos comentó con tono amable y suave, a la vez que en una bandeja
ponía un plato de sopa y algo de pan. -
Petz
entró en la habitación y cerró tras de sí. Nos quedamos aguardando, muy
inquietas. Sobre todo Cooan y yo. Kalie por el contrario parecía estar más
calmada. Como si supiese algo que nosotras ignorábamos. Al cabo de un rato, sin
poder evitar la curiosidad, Cooan y yo nos asomamos a mirar un poco
entreabriendo la puerta. Aunque enseguida cerramos avergonzadas.
Al reunirnos con
Kalie en el salón no me recaté en sugerir.
-Creo que lo mejor
sería que huyéramos, antes de que acabe con todas nosotras.
-Lo mejor será que
les dejemos a solas. No nos pasará nada.- Repuso Karaberasu sin vacilar.-
-¿Eso nos aconsejas?.-
Pregunté con incredulidad. –
Nuestra hermana mayor
entonces se tomó unos instantes para pensar y nos confesó con voz queda.
-Petzite siempre ha estado enamorada de Zafiro.
Parte 11
Cooan y yo nos miramos con
la boca abierta. ¡Aquella desde luego era toda una bomba para nosotras. No
fuimos capaces de decir nada. Al poco rato además, nos quedamos de una pieza.
La puerta se abrió y el propio Zafiro salió renqueante. Apenas sí podía
caminar. Nos dedicó una mirada que daba la impresión de ser de agradecimiento y
asintió despacio. Sin saber que hacer, mis hermanas y yo asentimos a su vez.
Luego él salió de nuestro apartamento. Entramos enseguida en la habitación de
Petz, la vimos llorando, aferrada a la chaqueta de Zafiro.
-Pero Petzite. ¿Cómo le has dejado ir estando herido? No podrá luchar.-
Dijo Cooan.-
-Tal vez, si vamos tras de él entre todas…- Intervine tratando de hacer
algo.-
Sin embargo, fue mi
hermana Kalie quien me cortó, con una pregunta, tan enojosa como evidente.
-¿De qué forma íbamos a poder ayudarle? Ya no somos las que éramos,
seríamos una carga para él. Lo único que podemos hacer es esperar.
Así era. Ninguna supo que responder. Aunque me di cuenta de que mi hermana
Cooan se fue rápidamente directa a la salida. No me dio tiempo de preguntarle a
dónde iba. Al cabo de unos minutos regresó.
-¿A dónde has ido? ¿No habrás pensado en ir a ayudar al infante Zafiro,
verdad?- Le recriminé con inquietud.-
Estaba muy preocupada y
admito que también asustada. No quería que ninguna de mis hermanas se pusiera
en riesgo. Lo que Kalie había dicho, aunque crudamente, era verdad. No podíamos
hacer nada. Ahora únicamente éramos humanas corrientes.
-No, fui a la cabina de teléfonos de abajo y llamé a Usagi-chan.- Me
confesó.- Le pedí a ella que llamase a las demás y que fueran a proteger al
infante.
Asentí con alivio. Sí, era
una magnífica idea. Si alguien podía salvar a Zafiro eran las sailors. Por
desgracia, no pudo ser. Al cabo de unas horas, una compungida Usagi, con el
resto acompañándola, vinieron a darnos las malas noticias.
-Lo sentimos mucho. Hicimos cuanto pudimos, pero…- Suspiró Asimismo Rei.-
-Zafiro trató de avisar a Diamante. Él se dio cuenta de todo, pero el Sabio
acabó con él sin que pudiéramos evitarlo.- Suspiró Makoto, tan afectada como el
resto.-
Les dimos las gracias pese
a todo. Ellas se marcharon y nosotras intentamos consolar en lo posible a Petz.
Kalie quiso decirle algo pero nuestra hermana mayor, con tono suave y sosegado,
a la par que resignado y triste, declaró con voz queda mientras salía al balcón
de su dormitorio.
-Cuando me dejó su chaqueta, supe que iba a morir…
Nos quedamos en silencio,
observándola con profundo pesar. Sintiendo en el alma no haber sido capaces de
salvar al infante Zafiro. ¡Ojalá que Sailor Moon y el resto pudieran derrotar a
ese malvado Sabio! ¡Cómo ignorábamos entonces el verdadero alcance del mal que
ese ser vil y despreciable esparcía y todas las tropelías que había cometido!
Durante unos minutos permanecimos así, sin saber qué hacer.
-Será mejor que mañana te quedes descansando, Petz.- Le dijo Kalie,
saliendo al fin a charlar con ella.-
-No.- Musitó la interpelada.- Zafiro no hubiera querido eso. Él deseaba que
viviéramos felices aquí, con nuestras nuevas vidas. Y soy la mayor. Es mi deber
dar ejemplo y estar para vosotras.
Así fue. Petz cumplió su
palabra y al día siguiente daba la impresión de no haberle sucedido nada.
Nosotras continuamos trabajando hasta que las cosas se pusieron tan difíciles
que no tuvimos más remedio, esta vez sí, que ir al refugio. Pero supimos que nuestras
amigas habían derrotado al enemigo. Vimos un resplandor de luz blanca cegadora
que barría aquel enorme monolito de cristal negro y hacía que el cielo volviese
a resplandecer de un color azul muy hermoso. Al contemplar aquello algo nos hizo
llenarnos de alegría. Nos miramos y sonreímos, siendo de las primeras en salir
del refugio en el que nos habíamos guarecido.
-Lo
ha logrado. ¡Sailor Moon lo ha logrado!- Exclamó una pletórica Cooan.-
-¡Oh
sí! Es maravilloso.- Convine yo igualmente emocionada.-
-
Todo ha terminado bien, gracias a su valor. – Añadió una igualmente alegre
Karaberasu.-
-Y
ahora sí que podremos volver a empezar una nueva vida en este mundo y esta
época. - Sentenció Petz, entre dichosa y nostálgica.-
Parte
12
Y desde luego que así lo hicimos.
Tardamos unas semanas en volver a ver a las chicas. Estaban muy ocupadas. Al
parecer habían surgido nuevos problemas, más enemigos a los que tenían que
enfrentarse. Aunque ellas no quisieron comentar nada sobre ese tema.
Prudentemente decidimos no preguntar. Eran sus batallas y nosotras ya no
formábamos parte de esa historia. Y sobre todo, trabajo y cosas que hacer no
nos faltaban. Aparte de llevar Otafukuya, ahora ya entre las cuatro, mi hermana
finalmente se apuntó a la universidad a distancia. Por no dejarla sola me uní a
ella y comenzamos a estudiar. Era duro, trabajar y preparar los exámenes y
trabajos al mismo tiempo. Aunque asimismo comenzó a ser gratificante. Por mi
parte a veces quedaba con Ami para estudiar o jugar al ajedrez. Por desgracia,
no era demasiado frecuente. De lo poco que pude hablar con ella en ese tiempo
me enteré que estaba preparando sus exámenes de acceso al instituto superior
junto con las otras. Por suerte para mí, al ser algo mayor que ellas, Artemis
ya me había solucionado la titulación de esa etapa educativa, lo mismo que al
resto de mis hermanas. Por ello, tanto Cooan como yo pudimos apuntarnos y cursar
magisterio. Pasó un año, el negocio iba muy bien y podíamos reducir los turnos
de trabajo. Incluso tener días libres. Cerrábamos el domingo y el resto de la
semana nos íbamos turnando. Petz descansaba los lunes, Kalie los martes, a mí
me tocó el miércoles como día libre. A Cooan el jueves. Viernes y sábado eran
buenos días para el negocio y estábamos todas. También nos repartíamos mañanas
y tardes para que no fuera tan agobiante. ¡ Y funcionaba! Nos sentíamos bien,
contentas y en armonía. Excepto cuando Karaberasu insistía en que saliéramos a
algún club nocturno o a bailar.
-¡Tenemos
que ligar, chicas! Los hombres caerán rendidos ante nosotras de lo bellas que
somos.
-No
tenemos tiempo para esas cosas.- Replicaba Petz.-
-Es
que, tenemos que estudiar bastante.- Añadí yo.-
-¡Oh,
vamos! Sois muy listas y capaces de sacaros una carrera mientras trabajáis.-
Arguyó Kalie, añadiendo con tinte algo pretencioso.- Yo sería capaz de sacarme
un curso como esos sin dejar de divertirme.
-Eso
sí que me gustaría verlo.- Replicó Petz agregando con patente ironía.- Nos
haría falta alguien con conocimientos de cuentas, pero no únicamente para
contar ligues.
-¿Acaso
dudas de mi capacidad?- Se molestó Karaberasu, brazos en jarras, para asegurar
a su vez.- Eso para mí no es nada.
-Te
apuesto lo que quieras a que no eres capaz.- Se sonrió Petz.-
-Vaya,
así que esas tenemos.- Musitó Kalie que, de pronto, sentenció con rotundidad.-
Muy bien. Mañana mismo me apunto a un curso de finanzas y administración. Pero
con la condición de que tú lo hagas conmigo. Igual que Bertie y Cooan con su
carrera de magisterio.
-¿Qué?-
Exclamó Petz, añadiendo enseguida.- A mí no me metas. Es un reto que has
aceptado tú solita.
-¿No
te atreves, verdad?. Porque sabes que, aparte de ganar, te iba a dejar en
ridículo.- Se sonrió Karaberasu.-
-¿Qué
has dicho?-Se enervó nuestra hermana mayor.-
A todo eso, tanto Cooan como yo nos
limitábamos a mirar alternativamente a una y a otra, sin osar pronunciar
palabra. Ya sabíamos cómo se las gastaban en ese tipo de situaciones. Y claro,
como ya nos imaginábamos…
-¡Te
vas a enterar!- Exclamó Petz, sentenciando.- Apúntame al curso que quieras. Te
demostraré cómo se hacen las cosas.
-Pues
te voy a inscribir en mi curso. A ver quién de las dos saca las mejores
calificaciones.- La desafió Karaberasu.-
Y así quedó pactado. Al día
siguiente, coincidiendo que yo estaba con Kalie atendiendo en Otafukuya, quise
charlar con ella sobre eso, aprovechando un rato en el que no había clientas.
-No sé.- Le comenté algo dubitativa.- Si presionar así
a Petz ha sido algo adecuado, one-chan.
-Claro que sí.- Sonrió Karaberasu, para agregar con un
tinte serio, bastante alejado de su habitual mordacidad y sarcasmo.- Petz ha
estado deprimida desde que Zafiro murió. A pesar de que lo esconda o que se
haga la dura. Ya la conoces. Tiene que ser la hermana mayor modelo y perfecta.
-Sé que nuestra madre se lo pidió cuando fuimos a la
corte siendo unas crías.- Intervine.-
-Pero ya ha
cumplido ese papel con creces. -Respondió mi hermana mayor, añadiendo con tono de preocupación.- Lo malo es que ella
sigue pensando que tiene que hacerlo. Por mi parte, siendo la segunda, estoy
liberada de esa responsabilidad. Aunque mi obligación es tratar de hacer por
ella lo que Petz hace por todas nosotras. Necesita alguien con quien compartir
esa carga, liberar su estrés y, a ser posible, con quien pueda pasar ratos en
alguna actividad fuera del trabajo.
-Sí, te comprendo.- Admití, alegando eso sí, con
lógica.- Pero al retarla la has puesto más presión encima. Sabes que detesta
perder.
-Bueno, nadie ha dicho que vaya a perder, hermanita.-
Se sonrió Kalie una vez más con ese gesto pícaro tan suyo cuando agregó.-
Sacaré buenas notas pero no tan buenas como para que ella no sea capaz de
ganarme.
-Y tendrás que oírselo decir durante el resto de tu
vida.- Apunté entre divertida y algo inquieta.-
-Que así sea, si nuestra hermana mayor puede distraerse
un poco y olvidar su tristeza, aunque únicamente sea para restregarme su
victoria.- Me dijo con tono maternal.-
También
sonreí, en el fondo mi hermana Karaberasu era muy buena chica. Engañaba de
primeras con esa pose tan arrogante, superficial y dicharachera. Es cierto que
le encantaba tomarle el pelo a Petz y polemizar con ella a la menor
oportunidad. Pero también la quería muchísimo y se preocupaba por su bienestar.
No digo que no hiciera lo mismo con Cooan y conmigo, aunque siendo nosotras sus
hermanas menores era más natural. El caso es que tenía toda la razón. Petz era
la mayor y tuvo que ocupar el puesto de mamá cuando nos llevaron a la capital a
servir al rey Coraíon. Durante muchos años nadie estuvo ahí para ella, en el
sentido de
Ser su hermana mayor o su figura de referencia. Quizás
la reina Amatista sí que desempeñó un poco ese papel, pero la diferencia de
rango que tenía y su enfermedad no permitieron que esa soberana tan bondadosa pudiera
hacernos de madre. Pese a ello, ahora que lo recuerdo sí que tuvo unos hermosos
detalles con todas nosotras. Particularmente, yo la conocí cuando siendo una
cría nuestro padre nos trajo por primera vez de visita a la capital. En ese
entonces no veníamos a ponernos al servicio de la casa real, sencillamente
llegamos a conocer ese suntuoso y maravilloso lugar. Aun puedo cerrar los ojos
y ver esos jardines tan bellos y extensos. Al menos para los cánones de mi
desolado y árido mundo natal. La cantidad de lilas violetas, rosas de
varios colores y hermosas kerrias, entre otras muchas variedades de plantas, Yo
estaba ensimismada observando esas flores, tanto que me detuve durante unos
instantes dejando que mis hermanas y sus padres se alejasen sin darme cuenta.
-¿Te gustan?- Escuché entonces una amable voz de
mujer.-
-Sí.- Asentí mirando hacia aquella individua.-
Era
alta, aunque claro, yo era una niña de unos siete u ocho años. Lo cierto es que
no he crecido demasiado, soy la más bajita de todas las hermanas. Pero la reina
era de elevada estatura y sobre todo muy
guapa, de largos cabellos rubios, aunque en ese momento creo recordar que los
llevaba recogidos en una coleta. Tenía unos hermosos ojos violetas que iba
perfectamente a su nombre y me observaba con ellos demostrando interés al
tiempo que sonreía. Enseguida me preguntó con dulzura.
-¿Has venido sola?
-No, he venido de visita a ver la capital, con mi
padre y mis hermanas, están allí.- Le expliqué.-
-¿Cómo te llamas?- Quiso saber esa agradable mujer.-
-Bertierite. Aunque mis hermanas me llaman Bertie. -
Le respondí.- ¿Y usted, señora?
Quise saberlo en justa reciprocidad y
aunque le pregunté con la educación que mi madre me había enseñado ahora sonrío
solamente de pensar con quién estaba hablando tan tranquila. En su honor debo
reseñar que me respondió con toda naturalidad.
-Yo me llamo Amatista.- Sonrió mi interlocutora,
quien, observando un grupo de rosas de diversos colores, me preguntó.-¿Conoces
el lenguaje de las flores, Bertierite?
Eso
me dejó atónita, en mi inocencia infantil tomé aquello por algo literal y no
pude evitar preguntarle.
-No. ¿Las flores hablan? Yo nunca las he oído.
Se
rio divertida, con un tono suave y musical. Pese a ello asintió sonriente una
vez más y afablemente me contestó.
-Sí, aunque hay que saber escucharlas. Mejor dicho,
observarlas. Ellas tienen su propio lenguaje, y está basado en sus colores. A
veces lo llaman floriografía.
-¿Y usted sabe hablarlo?- Quise saber.-
-Hablarlo no mucho, pero sí comprenderlo,
un poco.- Me respondió esa mujer, explicándome.- Mira, ¿ves esas flores?- Me
indicó señalando hacia las rosas.- Pues mira,- enumeró citando algunos
ejemplos.- El color rojo puede simbolizar amor, pasión, felicitación exaltada.
El blanco es inocencia, pureza y
humildad. Con el rosa se puede dar a entender aprecio por alguien, gratitud
ante un favor, el rosa suave es simpatía. Para la amarilla hay que tener
cuidado porque a veces significa amistad, pero otra celos e infidelidad, y el
azul da a entender que existe confianza y afecto.
Todo
eso me dejó pasmada, escuché realmente interesada. Estaba muy impresionada con
esa mujer tan inteligente. En parte me recordaba un poco a la abuela Kim y a mi
madre, cuando hablaban de cosas parecidas. Ellas también sabían muchísimas
cosas.
-Sabe usted mucho de flores, ¿trabaja aquí?- pregunté
con toda mi ingenuidad.-
-Sí, puede decirse que trabajo aquí.- Sonrió la
interpelada.-
-Nosotros tenemos jardines en casa, pero no son tan
grandes como éste, seguro que tendrá mucho trabajo cuidando de él. Espero que
tenga muchas droidas para que la ayuden.- Dije entonces, totalmente ajena a
quién era esa mujer en realidad.-
-Es un trabajo que me encanta.- Me susurró
confidencialmente.- No preciso de droidas. Al menos no siempre.- Matizó
guiñándome un ojo.-
-A mi madre y a mi abuela les gustan mucho las
flores.- Le conté casi a modo de secreto.-
-Mis favoritas son las de jazmín.- Me desveló mi
contertulia, inquiriendo a su vez.- ¿Y las tuyas?
-Esas de ahí, que son amarillas.- Señalé.-
Yo no
sabía cómo se llamaban, pero me gustaba mucho su color. Cuando crecí también me
encantaba llevar vestidos con ese mismo tono. De hecho en la Tierra, al empezar
mi misión, lucí uno con una gran falda y unos volantes muy bonitos. Pero no
quiero desviarme de esos recuerdos. Aquella jardinera( eso creía yo que era) me
comentó.
-¡Ah!, las kerrias japónicas. Sí, son muy hermosas.
-¡Le pediré a mi madre que plantemos algunas! – Afirmé
con visible entusiasmo.-
-¿Sabes una cosa? Esas flores fueron plantadas aquí
hace mucho tiempo, por una señora muy sabia y muy buena.- Me contó la reina Amatista.-
Fue una de las pioneras las que las plantó. Otra mujer que amaba la naturaleza
y que contribuyó a crear belleza en ese árido mundo.
Me
quedé con la boca abierta. Si fue una de las pioneras la que las plantó, esas
flores debían de llevar allí mucho tiempo. Según nos relató nuestro padre en
alguna ocasión, todos descendíamos de esos primeros habitantes de Némesis a los
que se les llamó así, pioneros. Ellos tuvieron que soportar unas condiciones de
vida muy duras y luchar por cada palmo de tierra cultivable y por cada planta
que creció en el planeta. Y entonces, esa señora tan amable me dijo para
sacarme de esos pensamientos.
-Escucha Bertie, cuando os vayáis pasad por la entrada
y pedid que os den algunas semillas. Es gratis.
-Muchas gracias.- Sonreí afirmando con alegría.- A
mamá y a la abuela Kim les van a hacer mucha ilusión…
Al oírme pronunciar el nombre de la abuela me dio la
impresión de que esa mujer se quedó algo sorprendida. Pensé que iba a preguntarme
algo. Sin embargo, fue entonces cuando escuché la voz de papá que me llamaba. Sonreí
algo tímidamente a esa hermosa señora y me despedí.
-Tengo que irme, me llama mi padre. Encantada y
gracias por todo lo que me ha contado. Adiós.
-Ha sido un placer. -Respondió afablemente esa mujer
despidiéndose cariñosamente con un.- Adiós, Bertie…
Salí
corriendo hacia mi padre y mis hermanas que iban bastante adelantados y no miré
atrás hasta que me reuní con ellos. Les conté lo que había hablado con aquella
señora tan simpática pero ya no pude volver a verla. Al menos hasta que, años
después, entré a su servicio en palacio. Ahora que escribo esto y lo recuerdo
no puedo evitar que me embargue la tristeza. ¡Pobre reina Amatista! Y pobres de
nosotros. Quizás de haber vivido, ella hubiera podido detener a ese Sabio
maligno. Y lo intentó, pero todos pensamos que deliraba fruto de su fiebre y de
la debilidad. Bueno, mejor no seguir rememorando eso.
Parte 13
A veces tiendo a desviarme de mi hilo de pensamiento y
le doy vueltas a muchas otras cosas. Como esa añoranza por los jardines de
Némesis y el recuerdo de la soberana. Volviendo al ahora estoy algo cansada
pero muy contenta. Los primeros exámenes nos salieron bastante bien a Cooan y a
mí. Y nuestras hermanas mayores comenzaron ese curso suyo de finanzas con
bastantes ganas. Su rivalidad las estaba llevando en volandas y no tuvieron el
menor problema en sacarlo con unas calificaciones excelentes. ¡Y sí, ganó Petz!
Por lo que yo sé, tuvo una media de ocho con cinco por el ocho con tres de Karaberasu.
Estoy segurísima de que esta última se dejó ganar, tal y como me confió. Y
claro, sucedió lo que yo predije. Petz se deleitó en enseñarnos sus notas sin
dejar de repetir.
-¿Lo veis? Ya os lo dije. Cuando me pongo no hay quien
me gane. Eso para que aprendas la lección, Kalie.
-Admito que me has dejado impresionada.- Respondió
esta sin dar la impresión de querer refutar aquello.-
-Bueno, ¿y qué os apostasteis?- Quiso saber Cooan.-
Ahí
fue cuando nuestras dos hermanas mayores la miraron con desconcierto. Y Petz
tuvo que admitir, llevándose una mano al cogote y sonriendo de forma algo pueril.
-Pues…ahora que lo dices. Me molesté tanto con Kalie
cuando me retó que ni me acordé de apostar nada.
-Yo tampoco tuve eso en cuenta.- Confesó la
interpelada.-
Yo
fui la primera en reírme, luego Cooan, Karaberasu la siguió y finalmente una
apurada Petz se nos unió.
-Creo que con que nos hagamos una buena tanda de
tortitas estaremos bien pagadas.- Propuso Kalie entre risas todavía.-
-Por una vez, secundo tu idea.- Afirmó nuestra hermana
mayor.-
Y una
vez más pudimos degustar nuestro plato predilecto en buena armonía, de esta
manera siguió pasando el tiempo. En una ocasión, una tarde de domingo, charlé
con Ami-chan y le conté aquel sucedido. Ella se rio mucho y al hilo de los
estudios me comentó.
-¿Por qué no solicitáis una beca? Tengo entendido que
para estudiantes de vuestro nivel hay muchas. Podríais ir incluso a estudiar
parte de vuestra carrera en el extranjero.
-No sería una mala idea.- Convine sopesando aquella
propuesta para agregar con perspicacia.- ¿Acaso tú has solicitado alguna?. Eres
la mejor estudiante que conozco, nos superas a mis hermanas y a mí.
Y
como era típico en ella, Ami se sonrojó. Esa chica es estupenda, tan magnífica
estudiante como modesta.
-No, bueno…no lo necesito todavía. – Contestó
añadiendo.- Ahora que estoy en el instituto solamente me interesa sacar las
mejores calificaciones para poder optar a las facultades de medicina más
prestigiosas.
-Estoy más que segura de que lo lograrás.- Aseveré afablemente
sin tener ninguna duda acerca de aquello.-
Y tras departir un poco más jugamos una partida de
ajedrez como solíamos hacer cuando nos veíamos. Ese día no estuve mal y logré
hacer tablas. Lo cierto es que eso ya era todo un triunfo tratándose de jugar
contra Ami. Y me alegré de que no tuviera necesidad ninguna de hacer trampas.
Desde luego que en eso, como en todo lo demás, yo había aprendido la lección.
Engañar y usar a otros no es decoroso ni honrado. Y todas nosotras deseábamos
vivir como buenas personas, siguiendo el ejemplo de nuestras amigas. Hablaba de
esas y otras muchísimas cosas con Ami entre partida y partida.
-Lo estáis haciendo de maravilla y estamos realmente
orgullosas de vosotras. Pero lo más importante es contaros como amigas.
-Muchas gracias.- Pude responder algo emocionada, para
añadir.- Ya sabéis, si podemos ayudaros de cualquier modo.
-Tranquila. Todo está bien.- Se limitó a responder Ami
quien muy sutilmente volvió sobre el tema anterior.- Yo de vosotras no lo
dudaría. Haced las gestiones y solicitad una beca. Seguro que os la concederán.
Y charlamos un
poco más hasta terminar esa partida. Entonces me despedí de mi amiga y le di
recuerdos para las demás, volviendo a casa. Enseguida le comenté a Cooan
aquella idea que Ami me sugirió.
-¡Me parece genial!. Sería estupendo que nos
concedieran una beca.- Exclamó realmente animada.-
-Pues haremos los trámites. Primero tenemos que ver si
cumplimos los requisitos previos.- Dije yo, algo más serena y objetivamente.-
Y es
que mi hermana pequeña ya estaba con la cabeza en las nubes imaginando a qué
países podríamos ir. Aunque tras unos minutos de divagar sobre aquello,
asintió. Entonces llegó Kalie, quien fiel a su espíritu fiestero, nos propuso.
-¡Vamos a salir a dar una vuelta! Hace bastante que no
vamos a divertirnos las cuatro.
-Es que mañana tenemos que trabajar.- Opuse yo.-
-¡Venga ya! Te estás pareciendo cada día más a Petz.-
Me abroncó jocosamente Karaberasu, añadiendo con aire triunfal.- No tenemos por
qué volver tarde y ella además libra mañana. No tendrá la menor excusa para
negarse.
Cooan y yo suspiramos, ¡eso habría que verlo! Además,
conocíamos perfectamente lo que Kalie quería decir con eso de salir a
divertirse. Traducido a su lenguaje significaba coquetear con chicos guapos. No
ignorábamos que, de vez en cuando, iba a algún karaoke, discoteca o lugar
semejante con Minako. Y según ella tenían muchos admiradores. En fin. Tampoco
éramos ajenas a que Karaberasu era tan cabezota o más que Petz cuando deseaba
hacer algo. Y cuando nuestra hermana mayor llegó, efectivamente se lo propuso y
la réplica fue un tajante.
-No, no tengo ninguna gana de salir por ahí hasta las
tantas.
-Vamos, Petzite.- Insistió Kalie utilizando incluso el
nombre de su interlocutora al completo.- No te hará ningún daño salir,
relajarte y respirar un poco.
-Dentro de uno de esos tugurios no creo que se pueda
respirar demasiado bien.- Contestó la interpelada.-
-Bueno, pues haz lo que quieras.- Se enojó Kalie,
recurriendo a nosotras para sentenciar.- Bertie y Cooan van a venir. He logrado
convencerlas. Y será muy triste que vayamos todas menos tú.
Tentada
estuve de intervenir para rebatir aquello. Yo desde luego no estaba muy convencida.
Pero curiosamente fue Cooan quien me detuvo, posando una mano sobre mi hombro
derecho. Aguardé y durante unos instantes se produjo un incómodo silencio. Por
fin Petz dio su brazo a torcer.
-Está bien. Si vais a ir todas, no seré yo quien os falle.
-¡Estupendo! ¡Qué bien lo vamos a pasar las cuatro!-
Exclamó Kalie.-
Y nos
dispusimos a arreglarnos un poco. Cuando coincidí a solas con Cooan en el
cuarto de baño, en tanto nos maquillábamos, le pregunté.
-¿Se puede saber por qué me has disuadido de decir
nada?
-Verás Bertie.- Dijo mi hermana con voz queda.- Creo
que Kalie tiene razón y que Petz necesita salir un poco. Ya sabes, desde que el
infante Zafiro murió ha estado únicamente volcada en el trabajo. A mí tampoco
me dan demasiadas ganas, pero creo que merece la pena que pasemos un rato de
diversión todas juntas.
-Visto así.- Admití, aunque alegando no sin humor.- Lo
que más temo es a las ideas que se le puedan ocurrir a Karaberasu.
-Sí, ¡entiendo lo que quieres decir! - Se rio mi hermana.-
Parte 14
Y nos
fuimos a tomar algo a un conocido local de moda de Tokio. Era un sitio bastante
grande con mucha gente. Me fijé en que la mayoría eran jóvenes como nosotras.
No pasó mucho tiempo antes de que algunos chicos se acercasen. Pero la mayoría
enseguida pasaban de largo al ver que éramos cuatro mujeres juntas.
-A buen seguro les asustamos. Suele pasar con los
hombres. La mayor parte de ellos se achantan al ver a tanta chica guapa junta.-
Comentó Karaberasu.-
-Mejor, no tengo ninguna gana de que algún baboso se
nos acerque.- Declaró Petz.-
Pero
claro. Kalie se alejó para tratar de socializar y Petz no tardó en ir a traerla
de vuelta. Eso nos dejó solas a Cooan y a mí. Y como si hubiesen estado al
acecho un par de muchachos se acercaron. Uno era alto y de cabellos oscuros, el
otro algo más bajo de pelo negro. No eran unos galanes pero tampoco estaban
mal.
-Hola, no os hemos visto nunca por aquí.- Saludó el
más alto.-
-Es que no habíamos venido nunca.- Repliqué
objetivamente.-
-Unas chicas tan guapas no deberían estar tan solas.-
Afirmó el otro tipo.-
-Y no lo estamos.- Respondió mi hermana Cooan.-
-Ya, nos referimos a compañía masculina.- Sonrió el de
cabellos negros.-
-¿Y quién te ha dicho que estemos interesadas en ese
tipo de compañía?- Le pregunté divertida en tanto sujetaba de un brazo a mi
hermana.-
Los
dos cruzaron miradas y parecieron apurados. El más alto le cuchicheó algo al
otro y luego nos dijo.
-Bueno, perdonad, no sabíamos que vosotras fuerais…
-¿Fuéramos qué?- Inquirió cándidamente Cooan.-
Pero
esos dos ya se alejaban sin más a la búsqueda de otras chicas. Yo me reí ante
el gesto de pasmo de mi hermana.
-Oye Bertie. ¿Qué han pensado esos dos, que nosotras
éramos?...
-Tiene toda la apariencia.- Me reí, añadiendo.-Míralo
por el lado bueno. ¡Al menos nos los
hemos quitado de encima!
-¡En eso tienes razón! - Se rio Cooan también.-
A
cierta distancia vimos a nuestras hermanas mayores. ¡Y ellas sí que parecían
haber tenido más éxito! Estaban departiendo con sendos muchachos los dos
bastante guapos y de estatura media. Aunque era más bien Kalie la que hablaba
animadamente con ellos en tanto una azorada Petz se mantenía a cierta
distancia, esbozando una sonrisita de compromiso.
-¿Qué hacemos?- Quiso saber Cooan.-
-Vayamos a rescatarlas. Si se dejan.- Le respondí con
irónico humor.-
-Supongo que Petz, sí se dejará.- Repuso mi hermana
del mismo modo.-
Aunque
había tanta gente por allí que las perdimos de vista. Personas que iban y
venían, más chicos que intentaron entablar conversación.
-Es que nuestros novios nos estarán buscando.- Fue el
siguiente pretexto que Cooan dio a otros tres que venían en actitud
excesivamente amistosa.-
Nos alejamos de ellos y expuse un detalle obvio.
-Somos dos y ellos tres. ¿Qué pretendían?
-Chica, a mí no me lo preguntes.- Suspiró Cooan.-
Desde luego, mejor era no saberlo.
-Parece mentira. ¿Dónde se han metido esas dos?- Quise
saber para cambiar de tema.-
Ahora
estábamos tratando de localizar a Kalie y a Petz sin éxito.
-Llevamos un buen rato buscándolas. Espero que no se
hayan ido.- Comentó Cooan algo inquieta.-
-No se iban a marchar sin nosotras.- La tranquilicé.-
Por fin las vimos. Ahora daba la
impresión de ser al contrario. Era Petz quien hablaba y Kalie parecía estar
algo apurada. En cuanto nos aproximamos mi hermana Cooan y yo, Petz enseguida
se nos vino al encuentro sonriendo y exclamando.
-¡Mis queridas hermanitas!
Notamos
algo raro eso sí, daba la impresión de estar demasiado alegre. Cooan y yo nos miramos. Las dos percibimos un
olor a alcohol bastante sospechoso. Pero lo que más perplejas nos dejó llegando
a sobresaltarnos fue el comentario de uno de los tipos que estaba con ellas,
sonriendo divertido, nos dijo.
-Así que vosotras también sois del futuro ¿eh?
-¿Cómo dice?- Pude replicar yo con estupor.-
-Sí, ¿no vinisteis en un enorme platillo volante?- Se
rio otro individuo de edad mediana que estaba junto a Petz.-
-Así es...- Intervino nuestra hermana mayor con claros
síntomas de haber bebido más de la cuenta.- Pero no era un platillo. Era un
crucero de ataque de la armada de Némesis…
-¡Sí, claro! – Se rio otro tipo.-
-Es que mi hermana tiene mucha imaginación…y cuando
bebe más.- Intervino la apurada Kalie.-
-No se lo digáis a nadie.- Les pidió Petz esbozando
una sonrisa realmente exagerada.-
-Desde luego que no.- Aseguró otro con el pelo ya algo
encanecido.-
-Pero no parecéis extraterrestres.- Comentó
jocosamente otro.-
-Porque descendemos de humanos. Y además Sailor Moon
nos purificó con su Cristal de Plata.- Se rio mi hermana mayor dejándonos a
todas atónitas y muy apuradas.-
-¿Quién?- Preguntó otro de esos tipos que se estaba
divirtiendo bastante también.-
-La guerrera de la Luna. Nos hizo girar y girar...- Se
sonreía Petz.-
Y al tratar de dar un par de vueltas sobre sí misma,
nuestra hermana casi se cayó al suelo. Por fortuna anduvimos prestas a
sujetarla entre Kalie, Cooan y yo.
-Bueno, quizás sea hora de volver a casa. ¿No crees,
hermana?- Le pregunté algo apurada y bastante avergonzada, a Petz.-
-No, que va…ahora voy a contarles cuando ese bastardo
del Sabio asesinó al único hombre al que he amado.¡ Tienen que saberlo! -
Exclamó aunque ya no con voz divertida sino agria y cargada de resentimiento.-
Las
demás nos miramos preocupadas. Incluso esos hombres que estaban allí
revoloteando divertidos en torno a nuestra hermana mayor se quedaron perplejos.
Aquello no sonaba ya a chanza. Poco a poco se fueron quitando de en medio, pero
a Petz no parecía importarle y continuó con su perorata.
-Zafiro era bueno. Y me quería. Sí, lo vi en sus ojos.
¡Y ese canalla lo mató!
-Cálmate, Petz.- Le pidió suavemente Kalie, pasando un
brazo por los hombros de nuestra agitada hermana.-
Aunque
esta ahora se volvió sonriendo hacia su protectora y dijo con la voz tomada por
aquella borrachera.
-Tú lo sabes…siempre supiste que me gustaba. Al menos tuviste
el detalle de no interponerte.
-Claro, ¿cómo iba a haber hecho eso?- Repuso
Karaberasu con todo el tacto y la dulzura que pudo.-
Para
nuestro alivio, Petz nos dio una tregua, y guardó un repentino silencio, aunque
posiblemente fuera debido a su estado de mareo. De hecho, su verticalidad
estaba en serio riesgo. Ayudé a Kalie a sostenerla, cada una tomamos un brazo
de esta y lo pasamos por nuestros hombros. La también envarada y apenada Cooan
nos iba abriendo paso. Tardamos algo en salir, sobre todo porque nuestra ebria
hermana mayor daba la impresión de haberse recobrado lo suficiente como para
querer contarle su historia a todo aquel con quien nos cruzábamos.
-Mal de amores.- Le susurré a una perpleja chica que
se nos quedó mirando.-
-Sí, la pobre no lo ha superado.- Convino Cooan, tan
apurada como yo.-
-Chicas…chicas…- Quiso decirnos tratando de llamar la
atención.- ¿Y si pudiéramos viajar en el tiempo y acabar con ese cabrón de la
capucha?..
-¡Ojalá fuera posible.- Convino Kalie, más que nada
por distraer a Petz y que pudiéramos salir de allí.-
-¡Os juro que le estrangularía con mis propias manos! -
Declaró esta con rabia.-
-Sí, tenemos cuentas pendientes con él.- Añadí yo,
dándole un poco de réplica.-
Empero,
Petz se puso a lloriquear ahora, lamentándose de seguido.
-Mamá, papá, Zafiro…todos se han ido. No quiero perder
a más seres queridos. Chicas, tenéis que tener cuidado…
-Claro Petzite. Lo tendremos.- Le dijo una apenada
Cooan, casi a punto de llorar también.-
Era
duro para todas. No podíamos evitar recordar a nuestros padres y cómo eran las
cosas antes de que el mal llegase a dominarnos. Pero ahora teníamos que
centrarnos en sacar a nuestra hermana de allí. Menos mal que logramos salir,
llamar a un taxi y llegar a casa. Cuando subimos al vehículo Petz estaba ya
casi a punto de dormirse. Suspiramos aliviadas. Al llegar la subimos entre las
tres, la desvestimos y la metimos en la cama, la pobre se quedó dormida
enseguida. Una vez en el salón, Karaberasu nos dijo llevada por el pesar.
-Lo siento, no pensé que Petz iba a ponerse así.
-No te culpes, está claro que necesitaba sacar eso de
dentro.- Comenté.-
-Sí, siempre trata de aparentar que está perfectamente
pero sé que tiene que dolerle mucho todavía.- Añadió Cooan quien se atrevió a
confesar.- Aún me pasa lo mismo cuando recuerdo cómo me trató Rubeus.
-Pero esta es una nueva vida. Tenemos que dejar todo
ese lastre atrás.- Afirmó Karaberasu.-
-No es tan fácil, Kalie.- Musitó Cooan.-
-Tomémoslo con calma. ¿De acuerdo?- Intervine yo.- Ya
habrá tiempo para conocer a otras personas, y puede que al amor de nuestra
vida. Pero por ahora será mejor que nos centremos en el trabajo. Y nosotras en
los estudios.- Añadí mirando a mi hermana menor.-
-Es verdad.- Comentó Cooan, recordando a su vez.-
Tenemos que hacer los trámites para esa beca. ¡Cómo me gustaría que nos la
concedieran!
Yo
compartía ese deseo. A la mañana siguiente nos levantamos temprano, desayunamos
y ya estábamos vestidas y listas para ir a Otafukuya, pero Petz todavía no
había salido de su cuarto y en cuanto lo hizo me interesé por su estado nada
más verla.
-¿Cómo estás?
-Me siento como si Sailor Moon me hubiera atacado con
su cetro relampagueante. Es la última vez que salgo de juerga contigo, Kalie. –
Musitó llevándose una mano a la frente.-
-Hoy es tu día libre, así que descansa.- Le aconsejó
Cooan.-
-Y tranquila. Eso se te pasará en unas horas.- Le
aseguró Karaberasu, quien añadió antes de irse a trabajar con Cooan y conmigo.-
Tienes el desayuno en la cocina.
Petz
la miró como si no hubiese oído bien. Y nuestra hermana Kalie se rio para
insistir.
-Sí, no te lo estás imaginando por le resaca. Hice
unos huevos revueltos, y te he dejado unas tostadas. Cooan ha hecho zumo y
Bertie café. También tienes mantequilla y mermelada.
-Date prisa que están recientes.- Sonreí yo.-
Nuestra
hermana mayor ablandó su gesto con otra sonrisa y reconocida nos dijo.
-Gracias chicas. Apenas si recuerdo que pasó ayer.
Espero que no hiciera o dijera nada que…
-No te preocupes, fuiste tan aburrida como siempre.-
Intervino Kalie.-
Así pues, durante los días que siguieron nos ocupamos
de indagar y con la ayuda de Ami que tenía algunos conocidos en el ministerio
de educación, tramitamos esas becas. Ahora solamente faltaba recibir la
contestación.
-Tardará.- Supuse yo.-
Parte 15
Y así
parecía. Durante días no supimos nada. Pero ya se sabe, los trámites, y sobre
todo en este siglo veinte, son muy lentos. Al menos pude ver más regularmente a
Ami-chan. Con esto de la beca y los permisos fuimos juntas a ver a algunos de
esos amigos suyos para que me orientasen. En una de estas mañanas, al terminar
de hacer unas gestiones, nos sentamos a tomar algo en el Crown.
-Te agradezco muchísimo todo lo que nos estás
ayudando.- Le dije con sincero reconocimiento.-
-¡Mujer! Para eso estamos las amigas.- Sonrió sin
darle importancia.-
-Bueno, ¿Y tú qué tal estás?- Quise saber.- hacía
tiempo que no podíamos vernos tan a menudo.
-Estudiando mucho, deseando terminar el instituto y
preparándome para mi examen de ingreso en la facultad de medicina.- Me contestó
casi como si tuviera la réplica preparada.-
-¿Y de lo demás?- Le pregunté, matizando.- Las otras
chicas y tú, ¿habéis tenido algún otro problema?
-No recientemente. Ya solucionamos el último. Y creo
que al fin, las cosas van a ir bien por una larga temporada.- Sonrió.-
Me
alegré mucho de eso. De hecho, era como si mi memoria y la de mis hermanas
tuviera algunas lagunas de acontecimientos acaecidos recientemente. Quizás
pudiera tener algo que ver. Yo había llegado a elaborar una teoría.
Posiblemente cada vez que nuestras amigas luchaban y se enfrentaban a una nueva
amenaza, cuando la destruían de algún modo borraban los recuerdos de la gente.
Y es que nadie parecía recordar aquel enorme cristal negro que el nuestros
antiguos superiores de la Luna Negra plantaron en medio de la calle Diez. En
algunos momentos que tuve ociosos lo investigué y no encontré nada, ni tan
siquiera en Internet. Aunque de alguna manera tanto mis hermanas como yo sí
recordásemos aquello. Posiblemente era debido a que fuimos parte de eso. No así
de otras amenazas que pudieran haber sucedido después. Siendo ya humanas corrientes
nos pasaría como al resto de la población.
-Sí, tiene mucho sentido.- Llegué a pensar.-
Se lo
comenté a mis hermanas. Empero, nunca me atreví a preguntárselo a Ami. Como
tampoco Cooan lo hizo con Rei y tanto Petz como Karaberasu sencillamente no le
daban importancia a nada de eso. De modo que, sonreí, y le propuse a mi amiga
con animación.
-¿Tienes tiempo para una partida?
-¡Claro!- Sonrió a su vez asintiendo con entusiasmo.-
Y
fuimos a su casa que nos quedaba cerca. Jugamos, y una vez más perdí. Al hilo
de esas elucubraciones sobre las amenazas que las sailors podrían haber
enfrentado sin nuestro conocimiento me olvidé de proteger una torre y Ami no
perdonó. Tuve que rendirme después de algo más de una hora. Al acabar como siempre
nos dimos la mano y ella comentó.
-Parece que estuvieras pensando en otra cosa.
-Sí, los trámites y esas cosas.- Pude argüir.-
-Tranquila, Bertie. Seguro que todo irá bien y que os
concederán la beca.- Quiso animarme.-
Me
acompañó a la salida y nos despedimos. Volví a casa dándole vueltas a ese error
tonto.
-Hola chicas. Ya estoy de vuelta.- Anuncié al abrir la puerta.-
Aunque mis hermanas me miraron de forma algo
extraña, lo noté y les pregunté.
-¿Ocurre algo?
-Vienes de ver a Ami, ¿Verdad?- Me preguntó tímidamente Cooan. –
-Sí, claro… ¿Ha sucedido alguna cosa?- Insistí comenzando a inquietarme al
ver aquellas expresiones en las caras de mis hermanas. –
-No, tranquila, no pasa nada. – Se apresuró a puntualizar Kalie, quien sin
embargo, agregó con cierto tono de incomodidad. – Verás Bertie, no es por nada,
pero. ¿No pasáis mucho tiempo juntas Ami y tú?
-No comprendo – repliqué preguntando a mi vez. - ¿Por qué dices eso? Somos
amigas.
Y además, estábamos con todo eso de los
trámites y hacía bastante que no la había visto. No entendía el motivo para
semejante interrogatorio. Fue Petz la que, para mi asombro, me puso ambas manos
sobre los hombros y me dijo con una voz bastante suave y amable.
-Mira Bertie, pase lo que pase te querremos igual, eres nuestra hermana. A
nosotras nos lo puedes decir.
-¿Decir?- Repetí visiblemente desconcertada. - ¿Deciros qué?
Y tras unos instantes en los que ninguna de mis
hermanas parecía querer hablar, fue Cooan la que se atrevió a preguntarme con
voz trémula y patente prevención.
-¿Tú y Ami?... ya me entiendes… vosotras dos… bueno…
Tardé apenas unos segundos en percatarme por
dónde iban aquellas insinuaciones. Abrí los ojos como platos y exclamé
incrédula y realmente envarada.
-¡No pensaréis que Ami y yo!…
-No, no pensamos nada. – Terció Kalie levantando las palmas de ambas manos
como si la estuviesen atracando. –
-Sí, bueno, quiero decir, eso es perfectamente respetable, cada uno tiene
sus gustos. – Añadió Petz de forma conciliatoria a su vez. –
Me estaba sonrojando por
momentos, noté el calor en mis mejillas y quise zanjar aquello cuanto antes.
-Chicas. Os aseguro que no es nada de eso que estáis imaginando. Somos
amigas, nada más…A mí no me gustan las mujeres. -Sentencié, matizando. -Bueno…no
me gustan, así…
-Entonces, ¿ella y tú, no?… - Inquirió Cooan moviendo la cabeza. –
Hubo un embarazoso silencio con todas las
miradas de mis hermanas puestas en mí y por fin me atreví a romper ese momento
de tensión para declarar.
-Escuchad, sé que no soy demasiado sociable. Que no me abro mucho a la
gente. Aunque eso no tiene nada que ver. Me gustan los hombres, pero ahora
tengo otras prioridades. Y sabéis que me cuesta mucho confiar en los demás.
Solo os tengo a vosotras y a nuestras amigas guerreras. Y con Ami es algo
especial, pero no en ese sentido. – Me apresuré a matizar. – Nos comprendemos
muy bien, tenemos muchos gustos e ilusiones afines, eso es todo.
-¡Claro! Si ya os lo decía yo…– Exclamó Karaberasu ahora con un tono más
desenfadado. –
-¿Cómo que ya nos lo decías tú?- Le recriminó Petz para revelar. – Si antes
de que llegara estabas comentando que te la ibas a llevar por ahí para ver si
ligaba de una vez con algún chico…
-Bueno, eso prueba que estaba firmemente convencida de que nuestra
hermanita comparte nuestras preferencias. – La interrumpió la interpelada como
si tal cosa. –
-Y añadiste que así se olvidaría de esas inclinaciones…- completó su
hermana Petz con tono acusador. –
-¿Ah sí? ¿También dije eso? No lo recuerdo. ¡Qué despistada soy! – Negó Kalie con la cabeza, en tanto sonreía
de forma algo estúpida llevándose una mano al cogote. -
-¡Bueno, dejadlo ya! – les pedía Cooan que se sentía envarada y estaba
realmente colorada pensando en su pobre hermana. –
Y cuanto más las escuchaba más gracia me
hacía. Ahora eran ellas las que estaban coloradas como tomates. Al fin me reí y
todas me observaron perplejas, me costó dominar las carcajadas pero finalmente
pude afirmar.
-¡Pobre Ami!- si se llega a enterar de lo que estabais pensando de
nosotras, ¡con lo tímida y vergonzosa que es!...
Y mis hermanas no dijeron nada, más bien miraron a otra parte con evidente
rubor.
-Bueno.-
Fue finalmente Cooan quien se atrevió a tomar la palabra para cambiar de tema.-
Espero que nos llegue pronto la contestación.
Eso deseaba yo también. Al menos
dimos por zanjada esas elucubraciones de mis hermanas sobre mis intereses
amorosos. Era verdad lo que les dije. Para mí Ami era una maravillosa amiga,
casi como una hermana, pero no la veía de otra forma. A mí no me interesaban
las mujeres de ese modo. Supongo que lo mismo le sucedería a ella conmigo y
conociéndola, la pobre se hubiera puesto roja hasta las orejas si le hubiese
dicho algo de esto. Lo cierto es que las dos éramos muy similares en eso
también. Ambas nos centrábamos mucho en nuestros estudios y en hacernos un
porvenir. Además, ella era una guerrera de la justicia. Estaba tan atareada que
difícilmente tendría hueco para una relación. Yo me reía bastante cuando me
contaba los intentos de las otras por buscarse novio o cómo se veían atraídas
por algunos chicos guapos. Sobre todo en los casos de Minako y Makoto. La pobre
Ami terminaba por sentirse siempre muy avergonzada cuando sus amigas montaban
según qué espectáculos para llamar la atención de algunos hombres.
-Pero en
el fondo son unas chicas estupendas.- Terminaba siempre por afirmar.-
-Lo sé.
Todas sois maravillosas.- Convenía yo.- Os merecéis encontrar a alguien que sea
digno de vosotras.
-Será muy
difícil, por nuestras responsabilidades.- Suspiraba la muchacha, que me contó.-
¿Sabes? Yo siempre he vivido con mi madre y soy feliz a su lado. También quiero
mucho a mi padre, aunque él se marchase siendo yo muy niña.
-¿Os
dejó?- Pregunté con pesar.-
Eso me sonaba, mi propio padre nos
había dejado a mí y a nuestras hermanas. No de una manera definitiva. Desde
luego que no nos abandonó. Pero sí que se ausentaba durante mucho tiempo cuando
iba a la Corte o cumplía misiones para el rey Coraíon, y después para el
príncipe Diamante. Eso, sí, siempre se acordaba de nosotras y cuando venía por
casa siempre nos traía regalos y nos contaba un montón de cosas sobre la
capital. Recuerdo muy bien que me regaló mi primer ajedrez siendo muy pequeña.
Curiosamente a Ami le pasó lo mismo. Empero su padre era un artista, pintor me
dijo, y tuvo problemas con su madre porque siempre estaba viajando para
encontrar hermosos entornos que pintar y no se ocupaba mucho de la vida
cotidiana. Finalmente se separaron de mutuo acuerdo. Después se divorciaron.
Pero eso no significó que él olvidase a mi amiga.
-Suele
enviarme cuadros con paisajes que pinta. Y de esa manera es como si hablásemos.
Es capaz de comunicarse conmigo sin palabras.- Me relató con voz queda.-
-Eso es
muy bonito.- Dije con admiración.-
Me mostró algunos de esos cuadros
que tenía colgados en la pared de su habitación. Desde luego mucha gente tiene
una percepción bastante equivocada de Ami. La mayoría la creen una especie de
empollona que solamente disfruta estudiando y que es una máquina de aprender
cosas. En realidad es una chica muy sensible y amante del arte. Me llegó a
confesar que hasta escribía poemas, letras de canciones para hermosas melodías
que le venían a la mente o que escuchaba. Eso le permitía volar con sus
pensamientos. En mi caso, no llego a tanto, pero la entiendo. También soy bastante
introspectiva.
-Muchas
veces echo de menos a mi padre. Pero cuando contemplo sus pinturas es como si
él, o por lo menos una parte suya, estuviese conmigo.- Me contó mi amiga una de
esas tardes en las que, tras una partida de ajedrez esas en las que no pude
ganarla, pero en la que al menos no perdí, charlábamos.-
La escuché atentamente y se me
ocurrió una idea. Ya estábamos a mediados de agosto y el cumpleaños de Ami era
el día diez de septiembre. Pensé en darle una sorpresa. Y en cuanto pude hablé
con mis hermanas y con las otras guerreras. Por mediación de Cooan fuimos a
charlar con Rei que estaba en Hikawa atendiendo sus obligaciones como miko.
-¿Localizar
al padre de Ami?- Inquirió la sacerdotisa con gesto de sorpresa cuando se lo
comentamos.- Bueno, no sé si seré capaz de lograrlo. Pero. ¿Para qué queréis
conocerle?
-Verás…-
Le comenté.-
Y cuando le expuse mi plan ella
sonrió asintiendo. Enseguida dijo con entusiasmo.
-Me parece
una idea muy bonita. Por Ami cualquier cosa. Haré cuanto esté en mi mano por
ayudar. Y el resto también. Os lo aseguro.
Parte 16
Así fue. Esas chicas nunca prometían
algo que no fueran a cumplir. Nos pusimos en marcha y efectivamente, incluso
con la cooperación de Saeko, la madre de nuestra amiga, fueron capaces de
localizar al padre de Ami. Hablamos con él y cuando le propusimos nuestra idea
el hombre estuvo encantado de ayudar. Quizás se lo dijimos con poco tiempo. Sin
embargo, dijo que trabajaría día y noche si era preciso. Le proporcionamos algunas
fotografías y él nos aseguró que sería más que suficiente. Entre tanto yo
seguía viendo a Ami y yendo a estudiar con ella. Por supuesto sin desvelar nada
de aquello. Por esas fechas tan calurosas solíamos quedar en el santuario
Hikawa que disponía de algunos lugares bastante fresquitos, bajo la sombra de
los árboles o en la parte del gimnasio que tenía sin utilizar. Rei fue muy
amable al dejarnos ir allí. Aunque también eso formaba parte de nuestro plan. Y
una mañana de domingo, en la que Ami y yo estudiábamos, de pronto escuchamos la
voz de Usagi despidiéndose de Rei.
-Bueno,
hasta mañana entonces…
Y al cabo de unos instantes la oímos
de nuevo a voz en grito, pero dirigiéndose a Yuuichirou, el ayudante de la
sacerdotisa.
-Oye, ¿no te olvides, eh?- La fiesta del cumpleaños de Ami es el día diez
de septiembre. Procura tener lista la decoración. La haremos aquí, en el cuarto
grande del Santuario. ¡Verás que
sorpresa la vamos a dar!
-Vale Usagi, no te preocupes. - Repuso él con otro grito dado que su
interlocutora ya se marchaba, contenta de habérselo recordado. -
Las dos nos miramos, yo
incluso algo apurada. ¡Esta Usagi!...Pero enseguida vi como mi amiga se reía
sin poderlo evitar. Yo la secundé.
-Desde luego…¡la pobre es todo corazón pero con muy poca discreción!-
Sentenció Ami.-
-No sé qué decir. Estoy tan perpleja como tú. - Admití riéndome también.-
- Por mi parte fingiré que no me he enterado de nada.- Afirmó mi
contertulia, realmente divertida con aquello.-
-Muy bien, Ami.-chan. Así haré yo.- Convine realmente divertida.-
Menos mal que todo eso
salió bien. Al día siguiente la propia Rei telefoneó para asegurarse. Tras
hablar con Cooan, mi hermana me pasó el teléfono comentando divertida.
-Rei-chan quiere hablar contigo, Bertie.
Enseguida me hice con el
aparato. Menos mal que lo instalamos en casa tras el triste destino que sufrió
el infante Zafiro.
-¿Sí? Dime Rei.- Comenté.-
-Perdona que te moleste.- Dijo la apurada sacerdotisa para preguntar de
inmediato.- ¿Sabes si Ami ha escuchado algo?. Me refiero a que Usagi…
-Me temo que sí. Era imposible no oírlo.- Respondí con sinceridad.-
-¡Vaya!- Suspiró ella al otro lado del auricular.- Tendremos que hacer
algo. Si Ami se ha enterado de lo de la fiesta…
-No te preocupes. De todas maneras, hablaré con ella a ver qué le saco.
Pero podríamos cambiar lo que teníamos pensado.- Sugerí.-
-Sí. Me pondré a ello enseguida.- Afirmó Rei.- Aviso a las otras y pensamos
algo. Ya os contaremos los detalles.
En eso quedamos. Ahora lo recuerdo con mucha
nostalgia y agrado. Pero algo muy importante, que iba a ser trascendental en mi
vida, se me había olvidado con todo aquel ajetreo.
Y es que los días pasaron, pasé otra velada con Ami jugando una disputada
partida y entre jugada y jugada, le comenté divertida. Al hilo de un movimiento
que hizo Ami
-Descubres tu ataque con ese caballo.- Afirmé.-
-No todo es lo que parece.- Sonrió ella.-
¡Cómo es esta Usagi.- Aproveché entonces yo para mover la cabeza y sentenciar.-
Por eso no se le da muy bien el ajedrez.
-Ya, entiendo a qué te refieres. La pobre no lo hizo con mala intención.
Debía de ignorar que yo estaba allí.- Contestó enseguida mi amiga.-
-Es una lástima que estropease la fiesta sorpresa de las chicas.- Comenté
con una adecuada dosis de pesar.-
-Si te digo la verdad, eso no importa. Lo principal es que ellas se
preocupan por mí tanto como para prepararme esa fiesta. Se lo agradezco de
corazón. La sorpresa es algo anecdótico.- Declaró Ami.-
Asentí. Mi amiga se
merecía eso y muchísimo más. Por lo menos no sabía nada del plan que yo tenía
en mente. En este caso la sorprendería, pero para bien. Se lo debía, deseaba
hacerle un regalo muy especial y que significase mucho para ella. Seguimos
jugando esa partida que casi tuve ganada pero que dejé escapar por un tonto
error, volvía a casa refunfuñando conmigo misma
- ¡Oh cielos! Ésta vez casi le gano, debería fijarme más en las jugadas.
Siempre me hace lo mismo. Deja que me confíe y que piense que la tengo y me
toma por sorpresa. Si hubiese movido ese alfil antes. Y debo recordar
enrocarme. - Salí de mi concentración al ver a mis hermanas visiblemente
contentas. Saludándolas con la mano para asimismo sonreír. - Hola chicas, ya
estoy de vuelta.
Mi hermana Cooan se
abalanzó con ímpetu hacia mí tomándome de las manos mientras me apremiaba
nerviosa dándome un arrugado trozo de papel.
-¡Bertie...Bertie!...lee esto, ¡corre!
Con expresión de asombro y
mirando atónita al resto de mis hermanas, ante la sonrisa de todas, alisé ese
papel que en realidad era una carta y la leí. Apenas pude ni musitar.
-Es… esto es… ¿Es lo que creo que es?...
A pesar de mi inicial
estupor e incredulidad no cabía duda. Tras volver a leerla en voz alta.
-"Estimadas
señoritas, recibida su solicitud y a la vista de su brillante expediente
académico en sus dos primeros años del daigaku, dada asimismo la ampliación de
becas en el presente año y teniendo en cuenta también el reciente acuerdo
firmado entre el Ministerio de Educación y numerosas universidades extranjeras,
etc., etc...-Leí realmente nerviosa y emocionada.- Nos es grato comunicarles que nuestro fondo de
becas les ha concedido el objetivo de su petición. El sufrago de viajes y
gastos de matrícula y material en la universidad del país que ustedes
seleccionen dentro de los adheridos al convenio. A tal efecto deberán
personarse al plazo de diez días hábiles tras la recepción de esta carta en
nuestro ministerio, trayendo sus expedientes académicos para la obtención de
los respectivos permisos acreditativos. Dándoles la enhorabuena se despide de
ustedes atentamente el Ministro de Educación Japonés, Monbukagakusho”
-¡Lo logramos, es
fantástico! – Coreamos Cooan y yo a voz en grito. –
Mis hermanas sonreían al vernos tan
felices, incluso pese al escándalo que estábamos armando.
- Chicas, esto hay
que celebrarlo ¿Qué os parece si no abriéramos hoy? - Propuso de inmediato
Karaberasu que nunca estaba muy por la labor de trabajar. Mientras las guiñaba
un ojo con una cómplice sonrisa. -
- ¡No tan rápido!, -
la cortó tajantemente Petz para argüir - lamento ser la aguafiestas, pero hoy
es sábado por la tarde y se hace buen negocio. Sabéis que todavía nos queda
mucho local por pagar, ya lo celebraremos mañana.- Las demás no tuvieron otra
alternativa que darle la razón con un resignado coro de síes. -
- Voy a llamar a Ami,
se llevará una gran alegría. Además, debo agradecerle lo mucho que me ha
ayudado a estudiar. – Añadí dirigiéndome hacia el teléfono. -
- Yo se lo diré a
Rei, que llame a las demás, podemos quedar para celebrarlo. - Propuso Cooan muy
ilusionada. -
-Muy bien. – Afirmó
aprobatoriamente Petz, aunque les recordó de forma inflexible como solía cada
vez que se trataba de trabajo. - Pero no tardéis mucho, ya se lo explicaréis
todo con detalle mañana. Debemos ir a abrir a la hora en punto.
Parte 17
Asentimos
y tras unas breves llamadas en las que solamente les dijimos a nuestras amigas
que deseabamos verlas al día siguiente para contarles algo importante nos dirigimos
a la tienda. Era la hora de abrir y pronto llegarían las clientas. Ya teníamos
muchas que eran habituales, nos habíamos ganado un merecido prestigio por allí.
El local pronto estuvo abarrotado y sólo pudimos charlar aprovechando un
descanso en los breves instantes en los que no entraba gente.
- Estoy tan contenta
y tan nerviosa – sonreí añadiendo entusiasmada. -¡Era tan difícil que nos
concedieran la beca! ¡Fíjate!, éramos por lo menos cuarenta las que pugnábamos
por seis plazas.
- Hemos tenido mucha
suerte, es cierto - admitió Cooan matizando eso sí. - Pero también estudiamos
mucho, de no haber sacado buenas notas nunca lo habríamos conseguido.
-¿Y qué vais a hacer,
chicas?- les preguntó Karaberasu. -¿A dónde queréis ir?
-Todavía no lo
sabemos. Pero ya lo decidiremos.- Respondí.-
Lo cierto es que ni se me había
pasado por la cabeza el pensar en eso. Durante el tiempo que tardó en llegarnos
la respuesta estuve muy ocupada trabajando y luego pensando en el regalo para
Ami.
- Pues no os durmáis
- nos aconsejó Petz con su clásica prevención. - Esas cosas hay que resolverlas
rápido.
-¡Qué ganas tengo de
ver a las chicas! – sonreí, poniendo de manifiesto un hecho. - Últimamente casi
no vienen a visitarnos, ni siquiera por la tienda.
-Están muy ocupadas.
También tiene sus propios exámenes y sus vidas.- Comentó Cooan.-
Y sus propias batallas, pensamos
todas, aunque ninguna lo dijo abiertamente. No era necesario. De todos modos,
al día siguiente por la tarde sí que pudimos quedar todas. Por lo menos con Rei
y con Ami. Nos citamos en un restaurante próximo a nuestra casa y les dimos la
noticia. Las dos se pusieron muy contentas.
- No sabéis cuanto me
alegro por vosotras, chicas. ¡Os lo merecéis!,- sentenció Ami mientras se
terminaba un plato de Espaguetis. -
Rei asintió mientras devoraba un
plato de tempura, declarando llena de confianza y seguridad.
- Es cierto, habéis
trabajado muy duro y estoy segura de que seréis unas magníficas maestras.-Se
dirigió entonces a Cooan sonriendo de modo cómplice. - ¿Veis como tenéis un
brillante futuro por delante?
- Muchas gracias -
respondió la aludida, sonriente también. - Rei, tú tenías razón, os lo debemos
todo a vosotras.
-De eso nada. Os lo
debéis a vuestro trabajo y tesón.- Afirmó la sacerdotisa.-
-Gracias, de veras. A
propósito, ¿y las otras chicas?, ¿no han podido venir? - Quiso saber Cooan algo
decepcionada. -Me hubiese gustado tanto verlas. –
El
resto de las hermanas asentimos, lamentando que las demás no estuvieran
presentes.
- Bueno, esto,...es
que están ocupadas - pudo responder apuradamente Rei que esbozó una estúpida
sonrisa en la cara en tanto una
sospechosa gota de sudor perlaba su frente. –
En ese momento, no sé por qué, no
caí en la cuenta y lo interpreté mal. Por ello comenté de forma ingenua.
-¿Hay problemas? – Quise
saber con preocupación. - ¿Es que se os ha presentado una nueva amenaza?..
- Nada de eso,
¡tranquilas! - respondió
desenfadadamente Ami que se rio de forma despreocupada mientras
manifestaba. - Os lo explicaré, veréis. Usagi, Makoto, Minako, Mamoru junto a
Luna y Artemis, están muy ocupados organizando mi fiesta sorpresa de
cumpleaños.
-¿Queeeee´?...-
exclamaron todas a un tiempo mirando a su amiga con ojos como platos. Su
compañera le preguntó anonadada. -
- Ami... ¿cómo sabes
tú eso? Estamos a día tres de septiembre, aún queda una semana. Es una
sorpresa. - Desveló Rei que se encogió de hombros bajando la cabeza con
resignación y suspirando decepcionada - o al menos lo iba a ser...
- Tendrías que ver lo
mal que guarda Usagi un secreto, le oí contárselo a voces a Yuuichirou en el
Santuario.- Replicó ésta sin poder dejar de reír. - ¿Te acuerdas Bertie?
Claro que me acordaba. Me sonreí sin
poderlo evitar aunque enseguida dejé de hacerlo al ver la cara de Rei, se ponía
roja por momentos y estrujaba una de las servilletas del restaurante,
retorciéndola con ambas manos como si de cierto cuello se tratara. La muchacha
parecía desprender chispas de fuego por sus normalmente profundos ojos de
pupilas violeta.
-¡Voy a matar a Usagi
cuando le ponga la mano encima! - Amenazó visiblemente irritada. -¡Llevábamos
semanas planeándolo y nos lo tiene que chafaaaaar!...
- Discúlpala - Le
pidió condescendientemente Ami con una
gota de sudor en la cabeza a la vez que abogaba por su ausente amiga. - Ya
sabes cómo es, no lo hace con mala intención. Pero descuida Rei, de cara a los
demás yo no sé nada.- Remachó soltando una risita. -
- Esta Usagi, es tan
estúpida que nunca se puede planear nada si ella está cerca. ¡Siempre tiene que
meter la pata!- ¿Cómo se le ocurre ir diciéndolo a voces? ¡Hace falta ser
tonta!- Añadió su compañera aun enfadada. -
Todas las demás suspiramos con
resignación, haciéndonos cargo de la situación.
- Ya, ya la conocemos
- coreamos todas a la vez. –
Parte 18
- Bueno, cambiando de
tema.- Intervino nuevamente Rei dando un largo suspiro de resignación - ¿Cuándo
iréis a las oficinas a por esos certificados? Espero que, al menos, podáis
venir a la fiesta.
- Sí, no te
preocupes. – Repuso Cooan tratando de animar a su amiga apresurándose a añadir.
-No nos la perderíamos por nada.
- Aunque tenemos diez
días, - respondí yo - además pensábamos ir mañana mismo, no queremos demorarlo
demasiado...
- Sí, tenemos que
preparar muchas cosas para el viaje, sea donde sea que vayamos - añadió Cooan.
-
-¿Quién lo iba a
decir?- Nuestras hermanitas van a volar lejos de nuestro lado. - Se lamentó
Petz sin saber claramente si lo hacía en broma o en serio. -
- No es el fin del
mundo. - La animó Ami aseverando convencida. -Y seguro que estaréis en
contacto.
- Parece que fue ayer
cuando nos integramos en este mundo y ¡ya ves! -Intervine con tono evocador. -
¡Qué rápidos han pasados estos dos años!
Las chicas convinieron en eso y
siguieron recordando y hablando de los viejos tiempos, contándose mutuamente
sus peripecias durante horas.
-No niego que hemos
vivido aventuras y conocido a mucha gente.- Declaró Ami.-
-Tú hasta llegaste a
hacerte mecánico.- Le recordó Rei.-
-¿Cómo?- Exclamé con
perplejidad casi para acusarla de ello.- Eso no me lo has contado.
-Bueno, no fue nada.
Ayudé a una viuda que tenía un taller a reparar un coche.- Respondió mi azorada
amiga restándole importancia.-
-Lo dice como si tal
cosa, pero teníais que haberla visto.- Sonrió Rei.-
-También vosotras
ayudasteis.- Admitió su compañera.- Y tú, como sacerdotisa tuviste mucho éxito.
Incluso una niña quiso seguir tus pasos.
-En realidad, la
pobre tenía que alcanzar su propio sueño y le serví de inspiración.- Contestó
ahora Rei, minimizando aquello.-
-O mucho me equivoco,
o eso habrá tenido que ver con otras cosas.- Intervino Karaberasu.-
-Podríamos decir que
sí.- Admitió Ami.-
-También vimos a Reika,
se pasó por aquí.- Nos contó Rei como si quisiera aparcar el tema anterior con
rapidez.-
-¿Reika?- Inquirió
Petz.- No recuerdo…
-Es la novia de
Motoki, ese chico tan guapo del salón recreativo.- Apuntó Karaberasu quien
quiso saber con evidente interés.- ¿lo sigue siendo?
Nos sonreímos. En lo que tocaba a
acordarse de hombres apuestos nuestra hermana era excepcional. No perdía la
pista de ninguno.
-Sí, los dos
acordaron mantener su relación a distancia. Reika ha ido a estudiar a Europa.-
Nos contó Rei.-
-Una lástima.- Musitó
Kalie apoyando una de sus mejillas sobre su mano derecha.-
-Eso me recuerda a
que tenemos que ir a saludar a Unazuki. Hace tiempo que no pasamos por el
Crown. Y ahora con la beca nos tendremos que ir muy pronto. - Comentó Cooan.-
-Sí- Convine yo.- Es
una chica muy simpática y deberíamos despedirnos.-
Así
continuamos con la conversación un poco más. Al fin, Ami y Rei anunciaron que
debían irse ya, durante la charla Luna había llamado por el comunicador
avisándolas de alguna emergencia. Rei nos confesó en voz baja a mi hermana
Cooan y a mí que era algo relativo a la fiesta sorpresa de Ami. Petz dijo que
también ellas tenían que levantarse pronto al día siguiente pues debían
trabajar y Cooan y yo por supuesto que tendríamos acercarnos a por los papeles.
Nos despedimos quedando para otra ocasión, a ser posible en esa fiesta, esta
vez todas juntas. De hecho, lo que dijo Cooan sobre el Crown, también obedecía
a parte de nuestro plan, respecto del cumpleaños de Ami. A la mañana siguiente
fuimos a tramitar los papeles y nos costó algo el ser capaces de cumplimentar
tanto formulario. Casi perdimos los nervios un par de veces, por suerte todo
fue bien y quien nos recibió, el director de fondos a becarios, resultó ser ese
simpático señor dueño de aquella torre de ajedrez en la que me enfrenté a Ami.
A decir verdad, esa fue mi última misión y a punto estuve de matarla a ella y a
las demás sailors. Desde luego que no me siento para nada orgullosa de ello. Es
más, me dio bastante apuro cuando aquel hombre me reconoció. Afortunadamente para
mí únicamente recordaba que me enfrenté contra Ami en la final del campeonato.
Aparte de eso, nos dio muy buenas indicaciones y tanto mi hermana como yo nos
decidimos finalmente por ir a los Estados Unidos, más concretamente a Nueva
York. El señor Fumata, que así se apellidaba aquel amable personaje, nos
entregó un folleto de una universidad, la Golden State College.
Estaba a unos cincuenta kilómetros de la ciudad de Nueva York, casi a la salida
del Estado. Lo que vimos de ella, en cuanto al campus, actividades, y clases
nos gustó. De esta manera quedó hecho. Tendríamos que partir a la semana
siguiente a fin de tener tiempo de incorporarnos al principio del curso. Pero
antes, teníamos la fiesta del cumpleaños de Ami. Ninguna íbamos a olvidar aquella tarde tan
bonita y entretenida. Acudimos un poco antes merced al aviso de Rei. La
sacerdotisa estaba sola allí y nos recibió en Hikawa.
-Hola chicas. Me
alegra que hayáis podido venir.
-No nos lo íbamos a
perder por nada.- Afirmó Cooan.-
-Sí, por desgracia quizás
no podamos estar en la siguiente fiesta de cualquiera de vosotras.- Suspiré
yo.- Es de las cosas que más vamos a echar de menos.
-Por esa entre otras
razones os he llamado antes.- Declaró Rei añadiendo aun con malestar.- Y porque
la gran bocaza de Usagi estropeó la sorpresa. Sin embargo, me las arreglé para
cambiar la fiesta…
-¿Cómo?- Se
sorprendieron a coro las hermanas.-
-Veréis. - Les
explicó su amiga.- Hablé con Unazuki y le conté lo sucedido. Dijo que nos
ayudaría gustosa a darle una sorpresa a Ami en el Parlor Fruit Crown.
-¡Eso suena genial! -
Comentó Kalie.-
A decir verdad, Cooan y yo misma nos
pasamos también por el Crown para avisar a Unazuki. Ella en efecto nos confirmó
que Rei ya se lo había dicho.
-Por eso mismo, no os
extrañéis si cuando Ami y las demás vengan aquí no hay nada preparado.- Remató
la sacerdotisa añadiendo.- Primero le haremos creer eso. Luego la
sorprenderemos en el Crown y más tarde
ya vendremos aquí… Yuuichirou se ocupará de todo. Y ahora, para no repetir el
mismo error, le dije que quería discreción absoluta o le molería a escobazos.-
Terminó sonriendo algo pérfidamente.-
Nos miramos algo azoradas. Esta Rei
era de temer cuando se enfadaba. Cooan daba fe, cuando luchó por última vez
contra Rei, antes de la batalla, la sorprendió persiguiendo a ese chico escoba
en mano por alguna nadería. Desde luego que compadecimos a su pobre ayudante.
Aunque todas veíamos con claridad que Yuuichirou bebía los vientos por ella.
-¿Entonces qué
quieres que hagamos nosotras?- Inquirió Petz.-
-Fácil. Os vais y
volvéis a la hora fijada haciéndoos las sorprendidas de que no haya fiesta.-
Les indicó su amiga.-
Estuvimos de acuerdo en eso. Nos dimos
un paseo para hacer tiempo. Aprovechamos para acercarse al Crown y dejar allí
algunos de sus regalos. Cuando regresamos vimos que ya estaban allí todas las
demás chicas. Tuvimos que aguantar las ganas de reír al ver la expresión
decepcionada de Ami…Justo mientras Rei le contaba con tono admonitorio…
-Fue todo culpa de
Usagi. Lo tuvo que arruinar como de costumbre.
-¡Oye! ¿Cómo iba yo a
saber que Ami y Bertie estaban estudiando en el Santuario?- Se defendió ésta
con visible malestar.- No soy una bruja como tú.
-¿A quién le llamas
bruja? ¡pedazo de boba! - Se indignó a su vez la sacerdotisa.-
-Vale ya, chicas. Que
es el cumpleaños de Ami.- Se atrevió a terciar Makoto.-
-Sí, bastante
planchada se ha quedado la pobre.- Añadió Minako observando de reojo a su
envarada amiga.-
-No importa. De
verdad. Por mí hubiera dado igual.- Intervino la aludida.-
En ese instante las saludamos con
animación. La primera en dar un abrazo a mi amiga fui yo. Por un lado me daba
pena verla así de decepcionada, y de otro no podía esperar a ver la sorpresa en
su cara cuando se desvelase todo. Pero fiel al plan me limité a desearle…
-¡Ami-chan, muchas
felicidades!…
-Gracias
Bertie-chan.- Replicó ésta sonriendo con reconocimiento.-
-¡Anda! Creíamos que
ibais a tener una fiesta sorpresa para Ami.- Dijo entonces Cooan.-
-Pues no, al final
tuvimos que aplazarla. Se filtró la información.- Suspiró Minako.-
-Sí, y la fuente nos
ha hecho la pascua a todas.- Masculló Rei mirando con inquina a Usagi.-
La aludida no se quedó atrás
devolviéndola aquella expresión. Ambas se encararon y comenzaron su típica
pugna lingüística que consistía en sacarse la lengua y hacerse un montón de
burlas la una a la otra…Cosa que Karaberasu aprovechó para proponer desenfadadamente
al grupo.
-Bueno, ya que aquí
no hay nada, vámonos al Crown. Allí al menos podremos tomar algo.
-Me parece una buena
idea. ¿Qué opináis vosotras?- Quiso saber Petz.-
-Por mí está bien.-
Convino Makoto.-
-Sí, estoy conforme.-
Asintió la homenajeada.-
Tanto Rei como Usagi parecieron
concluir esa guerra de muecas dando su respectiva aprobación al plan. Nos
dirigimos todas a la cafetería y allí ocupamos sendas mesas. La camarera, nuestra
amiga Unazuki, una linda joven de pelo castaño oscuro recogido en una cola de
caballo y ojos calor café, no tardó en aparecer.
-Hola, me alegra
veros. Hacía mucho que no os pasabais. Comentó como si no hubiéramos estado
yendo antes para avisarla.-...
-Estuvimos muy liadas
Una-chan.- Repuso Usagi.-
-Ahora te pediremos
algo. Somos muchas.- Comentó Rei.-
-Sí. Vamos a tener
que ayudarte a traer las bebidas. Sola no vas a poder. - Terció Minako.-
-Me ofrezco
voluntaria.- Dijo Makoto levantándose de su asiento.-
-Te acompaño.- Se
brindó Petz.-
Las dos chicas fueron con la
camarera a por las bandejas. Entre tanto yo charlé con la cumpleañera, más por
distraer su atención que otra cosa…
-Es una pena. Pero
cuando las chicas supieron que tú te habías enterado.- Musité con fingido
pesar.-
-No pasa nada. Me
hubiera hecho la misma ilusión.- Se apresuró a replicar la aludida.-
-De eso estamos
seguras, pero siempre es mejor algo que de verdad no se espere.- Comentó Rei
esbozando una divertida sonrisa.-
Y a esa señal, las luces del Crown
se apagaron. Al poco un carrito de ruedas empujado por Makoto y Petz, que
portaba una gran tarta de nata y fresas alumbrada por unas cuantas velas
encendidas hizo su aparición. Todas nos levantamos comenzando a cantar.
-¡Cumpleaños feliz…
te deseamos Ami-chan, cumpleaños feliz!…
Parte 19.
La homenajeada se quedó perpleja y
sonrió visiblemente sorprendida y emocionada. Las luces volvieron y una risueña
Usagi le explicó.
-Verás, Ami-chan. Me
di cuenta enseguida de que había metido la pata. Cuando se lo comenté a
Yuuichirou, Rei estaba por allí cerca. Ella sabía que Bertie y tú habíais ido a
estudiar. Supuso que con las voces que di lo habríais oído. De modo que
pensamos en una solución.
-Claro.- Completó la
sacerdotisa.- Hicimos control de daños. Era mejor admitir que estábamos
preparándote una fiesta sorpresa en Hikawa. Por eso, llamé a Bertie al día
siguiente y le pregunté si nuestras sospechas eran ciertas. Me dijo que sí pero
que cuando fuese a jugar al ajedrez contigo te sonsacaría. Luego me contó que
charlasteis de eso. Quedamos en que sus hermanas no supieran nada para dar más
verosimilitud a la historia.
-Claro. Por eso
tardaste tanto aquel día en volver.- Comentó Karaberasu esbozando una pícara
sonrisa.- Y nosotras pensando cosas raras…
-¿Qué cosas?...-
Quiso saber Usagi.-
-No, nada, ¡tonterías
nuestras! ¡Ji, ji!…- Se apresuró a decir Cooan en tanto ella y yo misma, junto
con Kalie y Petz nos ruborizamos
visiblemente.-
Menos mal que la cumpleañera tomó la
palabra con patente agradecimiento para desviar el tema…
-Muchas gracias,
amigas mías. Ahora sí que no lo esperaba.
-¡Esta vez te hemos
sorprendido bien! - Rio Usagi llevándose una mano al cogote.- Rei y yo hasta
estuvimos ensayando la discusión que tuvimos en Hikawa…
-¡Como si les hiciera
falta ensayar para eso! - Le cuchicheó Minako a Makoto que asintió.-
Ahora fue turno de Rei y de Usagi
para mirarlas con suspicacia, a lo que sus dos amigas únicamente reaccionaron
mirando cada una hacia un lado para hacerse las despistadas.
-Pues lo
conseguisteis del todo.- Afirmó una muy contenta Ami.- Pensaba que era otra de
vuestras disputas.
-Es que
somos muy buenas actrices.- Se rio Usagi.-
-Y debía parecer
real.- Sonrió Rei quien animó a su amiga.- Anda, Ami-chan, sopla las velas y
pide un deseo.
La emocionada protagonista así lo
hizo, y tras repartir la tarta entre todas, incluida Unazuki que tomó asiento a
su lado, charlaron un poco.
-¿No está tu
hermano?- Quiso saber Makoto dirigiéndose a la camarera.-
-No, ahora está muy
liado estudiando. Tiene examen de contabilidad. Ya sabéis que su sueño es abrir
su propio negocio.- Les contó.-
-¿Sigue con Reika?-
Se interesó Minako.-
Nosotras escuchamos pretendiendo no
estar al tanto, aunque claro, habíamos cotilleado sobre eso mismo días antes.
Pero a buen seguro que Unazuki podría aportar más información
-Pese a todo su
noviazgo continúa.- Afirmó Una-san sonriendo con alegría.- Ella le escribe a
menudo. Ahora está haciendo un curso de postgrado en América y participando en
excavaciones en Europa. Allí al parecer se ha hecho muy amiga de una chica
irlandesa que también es arqueóloga. Y Reika me contó que su compañera tiene un
hermano muy guapo. Precisamente estudia medicina en los Estados Unidos como
quieres hacer tú, Ami-chan.
-Vaya, ese sí que es
un buen partido.- Tercio Kalie sonriendo con una pícara expresión.-
-Mi Mamo-chan quiere
hacer eso mismo.- Tercio Usagi con patente orgullo en su voz.-
-Por cierto. ¿No
viene Mamoru?- Intervino Cooan al hilo de aquello.- Me extraña que no esté
aquí.
-Mamo-chan también
está muy ocupado. Me dijo que precisamente hoy debía asistir a un foro de
medicina o algo así.- Replicó Usagi añadiendo con algo de pesar.- Le habría
gustado estar aquí para felicitar a Ami-chan en persona.
-Se lo agradezco
igual. Y comprendo que no haya podido ser.- Intervino la cumpleañera.- No debe
perderse algo tan importante para su carrera.
-Bueno, es hora de
darte los regalos.- Comentó Rei.-
-Sí. - Convino
Minako.-
A una señal de la sacerdotisa, las
demás sacamos las bolsas y paquetes que Unazuki nos había estado guardando en
el Crown y se los fuimos entregando a nuestra querida amiga.
-Ésta es una
colección de perfumes, cremas y leche hidratante de la mejor calidad.- Le
anunció Petz.- De nuestra parte.
-Muchas gracias
chicas…- Dijo la homenajeada.-
-Nosotras te hemos
comprado esto.- Sonrió Rei sacando una bonita falda de tono azul marino.- Para
cuando salgas por ahí.
-Sí, y esta blusa.- Añadió Minako, ofreciendo a su
amiga una prenda bastante bonita de color amarillo.-
-Y no nos olvidemos
de esto otro.- Agregó Usagi.-
La muchacha le entregó un grueso
libro que Ami hojeó visiblemente contenta…
-Tratado de medicina
general… ¡Muchísimas gracias!
Y tras algunos regalos más nos despedimos
de la simpática Unazuki y retornamos al Santuario.
-Muchas gracias, de
verdad.- Nos decía Ami, admitiendo con sinceridad.- Ha sido una bonita fiesta.
Al final sí que me sorprendisteis…
Asentimos con visible contento. Sin
embargo, nos cruzamos miradas divertidas y de complicidad. Estábamos deseando
llegar y darle la sorpresa definitiva. Nada más entrar en Hikawa, Yuuichirou se
unió al grupo y congratuló a la protagonista del día.
-Muchísimas
felicidades por tu cumpleaños, Ami.
-Muchas gracias, eres
muy amable.- Sonrió la interpelada.-
-He preparado un té
en el gran salón.- Comentó el joven.-
-Ha sido un detalle
por tu parte.- Sonrió Rei haciendo que el chico se pusiera colorado.-
Las demás sonreímos, era algo enternecedor ver
a ese pobre muchacho tan azorado en presencia de Rei. Aunque ella hizo como si
no se percatase de eso y le preguntó.
-¿Está aquí mi
abuelo?...
-Se fue a hacer unas
compras.- Le informó su interlocutor que solícitamente ofreció.- Pero pasad,
por favor, el té se va a enfriar…
-Yo no sé si podré
tomar nada más. Estoy llena.- Declaró Usagi palpándose la barriga.-
-Bueno chicas, no
podemos hacer ese feo a Yuuichirou.- Afirmó Ami, preocupándose realmente por
ese pobre muchacho. -
-Pues en ese caso, la
cumpleañera primero. Después de la fiesta ahora nos toca descansar un poco.-
Afirmó Rei.-
La protagonista del día en efecto
entró en primer lugar. El salón del Santuario solía estar iluminado por los
rayos del sol que se filtraban a través de las ventanas o por las lámparas. Sin
embargo, en esa ocasión estaba todo en penumbra con las cortinas corridas…
Yuuichirou enseguida se disculpó llevándose una mano al cogote.
-Perdonad, ¡qué
despistado soy! Olvidé encender la luz. Por favor, Ami…tú estás más cerca.
-Sí, no te preocupes.
Ya la doy yo. - Dijo amablemente ella.-
Y tanteando encontró el interruptor.
Al encender se llevó otra sorpresa mayúscula. La gran sala estaba adornada con
globos y allí, junto a un gran cuadro oculto por una sábana estaban Mamoru,
Luna y Artemis.
-¡Feliz cumpleaños,
Ami!…-Exclamó el novio de Usagi, un apuesto muchacho de buena estatura y pelo
moreno corto, secundado por el resto.-
Los
gatos optaron por no hablar en presencia de Yuuichirou que no conocía su
secreto. Aunque estos enseguida se acercaron a la cumpleañera guiñándola los
ojos para que el asistente del santuario no se percatara. La muchacha en
cuestión se quedó clavada en tanto todas aplaudimos. Ami descubrió que en esa
pintura además de ella estaban sus amigas las guerreras, incluida Chibiusa y nosotras. Era como una foto que nos sacamos
hacía un par de años. Solo que aquí, el fondo era el de un bello paisaje. No
pudo contener la emoción.
-¡Es precioso!-
Exclamó llena de alegría a la par que conmovida.-
-Tu padre lo envió
ayer.- Le contó
Mamoru.- Tuve que ir a recogerlo. Por eso no pude estar con vosotras en el
Crown. Yuuichirou fue muy amable y me ayudó a traerlo hasta aquí.
Las lágrimas caían por las mejillas
de la joven. Ella siempre recibía un cuadro de su padre por su cumpleaños. Y
este año comenzaba a pensar que el envío se retrasaba. Usagi se acercó hasta
ella y posando una mano sobre el hombro derecho de su amiga le desveló con tono
lleno de afecto mirándome a mí.
-Fue
idea de Bertie. Pensó que te gustaría tenernos a todas juntas.
-Así
es.- Expliqué por alusión.- Cuando me contaste lo de tus padres y que él
siempre te pintaba cuadros, le pregunté a tus amigas. Ellas hablaron con tu
madre y a la doctora Mizuno le pareció una buena idea.
Ami se abrazó a mí con visible
emoción, y con tono muy reconocido, me dijo.
-Muchísimas
gracias. Bertie-chan. Significa mucho para mí.
Ahora yo tampoco pude evitar llorar, las dos estábamos derramando lágrimas, en
tanto casi con voz temblorosa fui capaz de decir.
-No es
nada para lo que tú mereces. Siempre quise corresponder a lo buena que has sido
conmigo y agradecer tu amistad. Sobre todo ahora que me voy a ir tan lejos…-
Sollocé, tratando pese a eso de sonreír.-
-Es un
regalo precioso. Muchas gracias a todas.- Pudo decir la reconocida
cumpleañera.-
Aquello provocó algunas lagrimitas
más. Aunque al rato todas estábamos de nuevo riendo y celebrando. Charlamos de
más cosas y entre ellas mi hermana Cooan y yo les comentamos a nuestras
queridas amigas.
-¿A que no sabéis
quien nos atendió en el despacho del director?- Preguntó Cooan.-
El
resto negó con la cabeza y ella les narró entonces lo ocurrido.
-¡Qué sorpresa!- exclamó Ami muy
contenta interesándose de inmediato por el anciano. - ¿Cómo está el señor
Fumata? Hace mucho que no le veo.
- Muy bien...tan
simpático y bonachón como siempre,- contesté pidiéndole a mi amiga. – Nos dio afectuosos
recuerdos para ti. Dáselos tú de nuestra parte si le ves en el futuro.
- Lo haré. – Me
aseguró, guiándome un ojo y sonriendo.-
Y después de más rato de
entretenidas conversaciones y bastantes risas nos despedimos. Mamoru y
Yuuichirou le llevaron a Ami el cuadro a su casa…Aquella fue una tarde preciosa
para tener en la memoria. Sobre todo con vistas a ese viaje que íbamos a
emprender.
Parte 20
Al cabo
de unos días estábamos listas para iniciar aquella aventura. Tras toda la
preparación nos dirigimos al aeropuerto internacional de Narita para tomar el
avión. Tomamos un taxi con nuestras dos hermanas mayores. Petz iba junto con el
conductor delante y Kalie se sentaba atrás con nosotras.
-¿Seguro
que podrán venir?- Preguntó Cooan ilusionada.-
-Claro,
hablé personalmente con Minako y me aseguró que todas iban a estar allí para
despediros.- Respondió su interlocutora.-
-Me
alegro mucho.- Dije yo.- Hubiera sido una lástima no poder despedirnos.
-Las
veréis. -Confirmó Petz.-
Y llegamos a la terminal. Tras pagar
al taxista y sacar las maletas nos fuimos para allá. Al entrar, en efecto, allí
estaban nuestras queridas amigas. La primera en saludarnos fue Usagi-chan.
-¡Aquí
estamos, puntuales para que no digáis! - Exclamó.-
-Sí, es
un milagro que hayas llegado a la hora.- Susurró Rei.-
La aludida ya le estaba dedicando
una mirada llena de irritación, aunque la cosa no pasó a mayores. Lo cual nos
alivió a todas. Fue Ami quien tomó la palabra entonces.
-Ahora a
disfrutar de esa beca, os lo habéis ganado.
-Sí,
buen viaje a los Estados Unidos.- Añadió Makoto.-
-¡Vaya! , así que una
beca para los EE.UU, yo sabía que erais
listas, ¡pero no creí que lo fuerais tanto!
Las
otras sailors la observaron como si estuviera loca.
-Mira que te lo hemos
dicho veces.- Le susurró Minako.-
Y a
todo eso Luna miró también a Usagi amparada en la comodidad del hombro de la
chica y replicó con irónica sorna.
- Las hay que son
listas y aplicadas y que se centran en sus estudios y deberes, no como otras
que yo conozco.
Sin
dar tregua ni para las sonrisas del resto
la mano de la aludida de forma veloz le dio un capón a la gata que quedó
con un gran chichón colorado y la lengua fuera.
-¡Luna! – Vociferó la
aludida visiblemente enfadada mientras retiraba la mano. - ¡Te machacaré!
Ignorando aparentemente la escena,
Makoto le decía a Cooan, mientras Luna y Usagi se peleaban medio en serio medio
en broma con Artemis tratando de mediar...
- Sentimos no haber
podido venir antes, pero anduvimos ocupadas con la fiesta de Ami.
- Sí,- añadió
Minako,- no podíamos posponerlo, nos costó mucho organizarla. Nos alegramos
mucho de que vinierais pese a estar tan atareadas. Os vamos a echar de menos,
pero sabed que estamos muy contentas por vosotras. A todas nos hizo mucha
ilusión cuando Rei y Ami nos lo contaron. Y más cuando nos explicasteis dónde
vais a ir.
-Seguro
que disfrutaréis de la experiencia.- Afirmaba precisamente Ami.-
-Gracias chicas,
significa mucho para nosotras.- Declaró Cooan estrechando sus manos mientras
sonreía. -
- Sí que vais a ir a
un buen sitio, no os quepa ninguna duda. - Intervino Mamoru.-
Y
nos obsequió con una amable mirada de sus ojos color azul oscuro. Desde luego
que es un chico guapísimo y muy gentil. Usagi tiene suerte de tenerle. Dejando
eso a un lado él nos explicó.
- La novia de mi
amigo Motoki, Reika, estudió su último año de arqueología allí, yo mismo he
pensado en ir a América para ampliar mis estudios.-
-Es verdad.- Secundó
Usagi.- Lo hablamos precisamente en el Crown.-
- Chicas,- intervino
Artemis - no me gustaría ser aguafiestas, pero el avión no espera.
- Así es.- Confirmó
Petz mirando su reloj- debéis daros prisa. El equipaje ya ha sido facturado.
Cooan y yo nos dimos unos cuantos
besos y abrazos con todos. Luego nos dirigimos hacia el pasillo de la terminal
para embarcar. Estaban anunciando ya nuestro vuelo.
- Escribid a menudo y
no os olvidéis de llamarnos tan pronto como lleguéis al campus.- Nos pidió
Petz. -
- Descuidad, lo
haremos. ¡Vamos Bertie, que anuncian nuestro vuelo! - Advirtió Cooan apremiando
a su hermana a subir a las escalerillas mecánicas de embarque al oírlo. -
Y efectivamente en la megafonía del
aeropuerto se escuchaba. "Atención, atención, los señores pasajeros que
vayan a subir a bordo del vuelo 502 de Japan Airlines con destino a Nueva York,
embarquen por la puerta 7, por favor. El vuelo despegará dentro de cinco
minutos, gracias.
- Ya lo han dicho
otra vez – asentí.- Vamos pues. - Sentencié saludando con la mano y tirando
besos a discreción. - Adiós a todos y
gracias por venir a despedirnos.
-¡Adiós, buen
viaje!,- vociferó Usagi.-
La
joven agitaba las manos de una forma muy exagerada, llamando la atención de todo aquel que pasara
por allí y produciendo el consecuente sonrojo de sus amigos que miraban hacia
alguna otra parte como si no la conociesen de nada. Cooan y yo no pudimos
evitar sonreír desde la distancia.
- Cuidaos mucho y
haced mucho deporte, ¡no os oxidéis! - Nos sugirió Makoto. -
- Espero que
conozcáis a muchos chicos guapos, yo, la Mikado del amor, os deseo mucha suerte
también en esa empresa. –
Añadió
Minako balanceando graciosamente su melena rubia, sonriéndonos con esa simpatía
tan suya y despidiéndose de nosotras con una afectuosa mirada de sus ojos
celestes.
- Pero no os olvidéis
de visitar muchos sitios y contádnoslo ¿eh?..- nos pidió Rei. -
- Y sobre todo,
estudiad mucho, aprovechad esta oportunidad y no os descentréis.- Nos aconsejó
Ami con mucho énfasis. -
- Pasadlo bien y
buena suerte. - Nos deseó Mamoru arrojándonos
con suavidad una rosa a cada una que ambas recogimos al vuelo agradecidas. -
- Sed prudentes y no
gastéis mucho, la beca no es ilimitada.- Recordó Petz como de costumbre, fiel a
su pragmatismo, eso sí, enseguida añadió con tinte mucho más maternal. - Pero,
si tenéis problemas no dudéis en llamarnos y si hace falta iremos para allá.
- Adiós chicas, sed
buenas… - nos aconsejó Karaberasu
guiñando un ojo y con una pícara sonrisa. – O al menos, parecedlo.
- Buen viaje,
cuidaros mucho...- Nos desearon a coro Luna y Artemis aprovechando que estaban
ocultos de las miradas ajenas. –
Y fue lo último que escuchamos
cuando las escaleras mecánicas de la terminal nos fueron descendiendo hacia la
zona de abordaje. Miré la rosa que tenía en la mano y sonreí.
-Este Mamoru ha sido
muy amable.- Comentó mi hermana.-
-Es verdad. Y ¿sabes
una cosa? Al mirar esta rosa recordé por unos instantes el jardín de palacio.-
Afirmé.-
Mi hermana asintió, aunque no
teníamos tiempo para charlar. Llegamos al bus que nos llevó hasta el avión y
pudimos subir a tiempo. ¡Menos mal!
-Bueno.- Suspiré una
vez ocupamos nuestros asientos.- ¡Aquí comienza nuestra aventura!
Epílogo.
Y si entonces lo
califiqué de aventura, jamás me pude imaginar realmente hasta qué punto lo
sería. Ahora, cuando bastantes años después he vuelto a ojear este diario, he
sonreído al releerlo. Lo llevé conmigo a la universidad pero lo tuve guardado
cuando el curso comenzó, al estar más preocupada de adaptarme a mi nueva vida
que otra cosa. Al compartir habitación con mi hermana no tuve mucha ocasión de
seguir escribiendo y poco a poco lo olvidé. Después vendría todo aquello,
conocimos a Roy y a Tom, aparecieron esos sectarios y los demonios y tras muchas
y duras pruebas, incluyendo la marcha de nuestra hermana Kalie, terminamos
nuestras carreras y comenzamos a trabajar, logrando también derrotar al mal.
Luego nos afincándonos definitivamente en este país, al menos mi hermana Cooan
y yo. Petz regresó a Japón pero no se fue sola. Fue un milagro, el mismo que me
devolvió a Roy, el que trajo de vuelta a Zafiro, su hermano Diamante y a otros
muchos antiguos enemigos de las sailors, convertidos ahora en amigos. Roy y yo nos
enamoramos, el muy gamberro al final resultó ser el hombre de esta y de mi otra
vida. Y mi hermana Cooan lo hizo a su vez con Tom. Pero nuestras peripecias no
acabaron ahí, después de tener una idea de lo que pudo ser nuestro futuro, y la
ocasión de conocer al que podría ser nuestro hijo, nos casamos. Por supuesto
que, como no podía ser de otro modo, nuestra luna de Miel no fue nada
convencional. De hecho, tuvimos que ayudar al fantasma de un antiguo conde
medieval español a subir al Cielo y reunirse con su amada, más tarde conocimos
al hermano de Roy, el rey de los saiyajin. Aunque lo mejor de todo fue el
nacimiento de mis hijos, Leval y Kerria. Y como no, mi amiga Ami fue quien me
ayudó a traerles al mundo, junto con su madre Saeko, cuyo padre (el abuelo de
Ami, Kenshiro) compartió una increíble aventura con Harold, el abuelo de mi
marido. En fin, todo eso sería muy largo de contar y apenas sí me queda espacio
aquí. Ahora soy esposa, madre y profesora. Es todo un reto. Y tras desempolvar
este diario, he ocupado sus últimas páginas escribiendo estas postreras
reflexiones. ¿Quién sabe? Puede que me compre otro para continuar dado que, por
lo que he podido experimentar hasta el momento, es posible que llene otro tomo
con tantas o más cosas que espero me queden por vivir.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)