sábado, 8 de diciembre de 2018

GWNE21. Un futuro de esperanza.

Diamante regresó a la nave, durante un buen rato no quiso ver a nadie. Se recluyó en sus estancias privadas, perdido en sus reflexiones y afligido por la pérdida de su hermano. El último miembro de su familia. La persona a quien más había querido junto con sus padres. Ahora estaba solo. Salió finalmente a la gran sala de control y se quedó mirando ese enorme cristal. A sus espaldas escuchó la voz del Sabio.



-¡Ha llegado el momento!- Le dijo el consejero.-

-Hombre Sabio. ¿Cómo tienes el valor de presentarte aquí?- Le recriminó el príncipe.- ¿Por qué ignoraste mis órdenes y mataste a Zafiro?

-Nuestros esfuerzos están dirigidos a cambiar la historia de la Tierra. Y debemos ejecutar a quien traicione nuestra causa. -Respondió aquel encapuchado con tono desapasionado.-



            Eso irritó aún más a Diamante que acumuló energía, su cabello se levantaba mecido por una invisible brisa y un aura de poder púrpura le rodeó cuando sentenció indignado.



-¡Yo soy quien debe decidir tales cosas!

-Mira esto.- Contestó su interlocutor acercándose su bola, para declarar.- Fíjate en la inmensidad del cristal oscuro. Ahora que el poder de la Dama Negra ha llegado hasta lo más alto de sus niveles. Nuestro más acariciado deseo se convertirá en realidad. Y por fin podremos vengar a nuestros antepasados y a nosotros mismos.

-¿Nuestro deseo?- Inquirió Diamante con algo de escepticismo.- Hombre Sabio, tú no puedes cambiar de tema, contesta.- Le exigió.- ¿Por qué ignoraste mis órdenes y asesinaste a Zafiro?

-Príncipe, la muerte de tu hermano Zafiro es un pequeño sacrificio por nuestra gran causa.-Repuso su contertulio.-

-¿Esa es tu verdadera intención?- Le preguntó su interlocutor.-

-Príncipe. ¿Has olvidado la razón por la que la familia de la Luna Negra tuvo que venir a este oscuro lugar llamado Némesis? Hemos tenido el deseo de vengarnos de los habitantes de la Tierra durante mucho tiempo. Es el momento de que nuestro sueño se haga realidad.

-Es verdad.- Tuvo que admitir Diamante.- El poder regresar a la Tierra y vengarnos ha sido un deseo largamente anhelado. Podemos seguir adelante con esto. Pero, recuerda, Hombre Sabio, eso no quiere decir que yo olvide o perdone. Cuando esto haya terminado, haré las oportunas averiguaciones.- Le advirtió, remachando con rotundidad.- ¡Puedo jurártelo!

-Como tú digas.- Concedió cínicamente el encapuchado, musitando con regocijo una vez que el príncipe se alejó.- Si es que para entonces aun sigues con vida, ¡ja, ja, ja!



Y Diamante retornó a sus aposentos. Allí, una vez más, le daba vueltas a los avisos de su difunto hermano.



-No sé qué hacer.- Se decía.- Si castigo al Sabio ahora, todo por lo que he estado luchando se vendrá abajo. Y estamos tan cerca de triunfar…



            Sus tribulaciones se vieron interrumpidas cuando una de las cámaras de vigilancia le mostró que habían entrado intrusos, más bien intrusas. Y una de ellas era…



-¡Es ella! – Se dijo lleno de contento e incluso lascivia.- ¡Ha venido a mí!



            Y no lo dudó, se transportaría a su lado y la haría suya al fin…usando sus poderes apareció a sus espaldas en tanto la chica miraba en todas direcciones preguntándose.



-¿Dónde estoy?

-Sailor Moon.- La saludó él, cruzado de brazos y apoyado displicentemente en una de las paredes de la cámara en la que estaban.- Bienvenida al cristal oscuro, guerrera.

-¡Diamante! – Exclamó la interpelada, visiblemente sorprendida.-

-Me alegro de verte, otra vez.- Afirmó él, elevándose en el aire.-



            En apenas dos segundos apareció a su lado y la tomó de ambos brazos, ejerciendo ese hipnótico influjo en ella y aseverando complacido.



-Es precioso, por fin he logrado que el Cristal de Plata y tú seáis míos...- La sugestionó con voz suave y envolvente, al tiempo que su tercer ojo se adueñaba de la voluntad de aquella chica.- Y ahora Sailor Moon, dale un beso de lealtad al príncipe Diamante.

-¿Darle un beso de lealtad al príncipe Diamante?- Repitió ella con voz trémula.-



            Pese a ello, la chica se resistía. Él insistió con tono apremiante agitándola en tanto repetía.



-¡Sailor Moon! Tienes que entregarte a mí.



            La muchacha se quejaba dolida por aquel brusco trato, pese a todo no cedía. De modo increíble, rompió la sugestión y mirándole a los ojos, repuso.



-¡Diamante, aunque te apoderes de mí con este truco nunca conseguirás mi amor!

-¡Bah!- Contestó despectivamente él aumentando el poder de su sugestión.- Amor, eso es fácil de conseguir.

-No puedes emplear el mismo truco.- Rechazó ella cerrando los ojos.-

-Sailor Moon, mírame a los ojos.- Le ordenó.-

-Diamante, cometes un grave error.- Replicó la interpelada.-



            Aunque ella también se descuidó, abriendo sus azules y grandes ojos para volver a mirar a su hipnotizador y añadir.



-El amor que puedas robarle a alguien no puede llamarse verdadero amor.

-Amor verdadero o no, no importa mucho, el amor es siempre amor.- Dictaminó él.-



            Y es que al fin la tenía donde quería. Sailor Moon volvió a ser afectada por la sugestión, sus ojos se opacaban. El príncipe aprovechó para ordenarla.



-Sailor Moon, ¡ofréceme tu amor y tu lealtad!



            La chica cayó de rodillas ante él. Diamante sonrió, alargando una de sus manos hacia ella, repitió.



-¡Lealtad!

-Lealtad.- Convino la chica.-



            Y tomó la mano de su interlocutor para besarla. El joven la observó complacido. Allí, en ese instante, al fin iba a cumplir su sueño. Sin embargo, ese beso de sometimiento no llegó. Sailor Moon se detuvo y tras permanecer en silencio durante unos segundos. Exclamó.



-¡Sí!



            Incluso se mordió la comisura de los labios haciendo que un poco de su sangre brotase, eso la sacó de aquel trance, devolviendo la determinación y el brillo a su mirada. Diamante estaba asombrado, dejó de inmediato de usar ese poder y cerrando su tercer ojo pudo musitar entre perplejo, desencantado y molesto.



-¿Por qué mi sugestión no da resultado?

-Es estúpido, Diamante, ¿Por qué no quieres comprender que por la fuerza no se obtiene nada?- Le preguntó reprobatoriamente ella.-

- A no ser que exterminemos la Tierra, no existirá un futuro brillante para nosotros.- Replicó él.-

-¿Por qué únicamente piensas en matar? ¿Por qué no podemos vivir todos juntos?- Le cuestionó esa valerosa joven con tono reivindicativo.-

- A nosotros se nos expulsó de aquí en el pasado. No es posible que nuestra familia viva en la Tierra.- Respondió el príncipe.-

-Yo no lo creo así.- Rebatió su contertulia, alegando.- Las cuatro hermanas son muy felices. Son muy felices viviendo aquí en la Tierra.



            Eso dejó estupefacto a Diamante. Sabía que esas cuatro habían desertado dejando a Rubeus. Ahora que pensaba en eso. ¿Por qué lo hicieron? El mismo Ópalo Ayakashi, el padre de esas chicas, fue un leal consejero que desapareció sin dejar rastro. También el duque Cuarzo, a quien él mismo encontró sin vida y el marqués de Crimson y su esposa…Luego le tocó el turno a Esmeralda. Aun resonaba en su mente el eco de la voz de aquella desdichada, como si desde el más allá hubiera querido despedirse de él. Diamante siempre había creído que todo fue obra de los agentes de Endimión, aunque ahora comenzaba a dudar. Y observando la limpia mirada de esa chica, la misma que la de Serenity…no la creía capaz de haber hecho algo como eso. Quizás el rey Endimión sí, aunque volvía a pensar en las advertencias de su hermano. Y a Zafiro lo mató ese Consejero. Y su propio padre… pronunció ese malhadado nombre antes de morir, con esa expresión de terror en la mirada que él entonces no supo interpretar. Ahora un terrible pensamiento martilleó su mente, quizás su padre no estaba reclamando su presencia sino acusándole…



-Entonces, el Hombre Sabio.- Pudo decir en voz alta, atreviéndose por vez primera a plantearse.- ¿El Hombre Sabio nos ha estado engañando a todos?

-Sí.- Asintió su contertulia, elucubrando.- Supongo que Zafiro trató de decírtelo y por eso fue asesinado por  él.

-El…Hombre Sabio…solo quiere…- Pudo musitar sintiéndose cada vez más horrorizado por lo que esas pruebas le estaban revelando.- ¡No puedo creerlo!, esto no puede ser posible.- Quiso resistirse una última vez, aunque observando de nuevo la mirada limpia y sincera de aquella muchacha, tuvo que rendirse a la evidencia y sentenciar.- Pero yo sé que tus ojos dicen la verdad, Sailor Moon.



            Y así era, incluso cuando visitó a Serenity, aquella vez hacía ya tanto tiempo, jamás sintió hostilidad en ella. Era como si únicamente la bondadosa mirada de esa mujer fuese capaz de romper cualquier tipo de sugestión maligna. ¡Ahora comenzaba a comprenderlo! Ese maldito Sabio les había condicionado a todos con la energía oscura. Uno tras otro fueron cayendo bajo su influjo. Lo mismo que él usaba ese poder para sugestionar a sus víctimas, había sido a su vez embaucado. Y aquellos desdichados que pudieron darse cuenta a tiempo y trataron de oponerse a ese siniestro encapuchado fueron eliminados uno a uno. ¡Y no por Endimión, ni por los rebeldes de Némesis!...Sin embargo, la culpa no había sido solamente de ese Sabio, sino de él mismo. Así vio al fin la verdad, cuando la voz de ese maldito consejero le llamó autoritariamente, en tanto su figura envuelta en aquel tétrico sayal surgía del suelo.



-¡Príncipe Diamante!

-¡Hombre Sabio!- Repuso él, sorprendido al verle aparecer.-



            Y ese individuo, manipulando su bola, tomó la palabra para mandarle.



-Sailor Moon es la que impide que llevemos a cabo nuestros planes. ¡Acaba con esa entrometida!



            Sin embargo, esta vez no se dejaría engañar. Recurriendo a toda su energía Diamante se iluminó con un aura entre blanca y violeta para negarse.



-¡Yo no recibo órdenes tuyas!- Espetó con decisión, plantándole cara.- ¡Márchate!



            Ahora su nuevo enemigo flotaba sobre sus cabezas acariciando aquella bola y replicando con tono desabrido.



-¡Eres un idiota por hacer caso a una mujer!

-¡Qué dices!- Espetó Diamante mirándole con gesto desafiante.-

-Ahora que tengo a la Dama Negra y el poder de la oscuridad se irá incrementando, ya no te necesito para nada.- Sentenció el Sabio quien finalmente había descubierto su juego, exclamando en tanto concentraba energía de su bola para atacar.- ¡Tú morirás!



            Lanzó contra el príncipe una especie de extraños rayos negros en espiral. Diamante se cubrió como pudo y, sin perder su prestancia, replicó desafiante.



-Así que tú eres el verdadero traidor. Recuerda que soy el jefe, el príncipe Diamante. Bien, ¡ponme a prueba! - Remachó lanzando rayos de blanca energía contra su adversario.-



            El Sabio los evitó desapareciendo, para reaparecer de nuevo y contraatacar. No obstante, Diamante estaba prevenido y le esquivó a su vez haciendo lo mismo. Ambos aparecían y se transportaban, lanzándose mutuamente rayos de energía que chocaban anulándose.



-Destruir la Tierra y sumirlo todo en la oscuridad. Ese es el verdadero propósito de nuestro señor y amo, el Fantasma de la Muerte…-Proclamó el encapuchado.-



            El príncipe escuchó eso quedando asombrado y horrorizado. Pudo replicar con tono perplejo, negando aquello.



-¿Destruir la Tierra y sumirlo todo en la oscuridad? ¡Yo jamás he pensado en tal cosa!



            Y así era. Por mucho que sus deseos de venganza y de conquista le hubieran anulado la mente, nunca deseó arrasarlo todo sin más. Al contrario, Diamante siempre quiso crear un nuevo reino, con él y Serenity como gobernantes. Eso que decía aquel extraño ser era inconcebible. Demasiado tarde se daba cuenta ahora, lleno de asombro y culpabilidad, que él mismo le había dado a aquella miserable criatura la oportunidad de llevar a cabo esa siniestra idea.



-¡Ja, ja, ja, ja!- Reía enloquecidamente el Sabio quien, inopinadamente, desapareció transportándose junto a la guerrera al tiempo que sentenciaba.- Sailor Moon, ¡tú también morirás!



            Y emitió una especie de rayo negro con forma de flecha que iba a atravesarla. Diamante apenas sí tuvo tiempo de reaccionar, interponiéndose sin dudarlo entre ese ataque y la joven sailor. Recibió esa especie de arpones de energía que le atravesaron, dejándole muy malherido. Ahora, de rodillas, se apoyaba con las manos sujetándose a la cintura de Sailor Moon quien atónita únicamente pudo decir, entre las carcajadas de fondo de ese diabólico encapuchado.



-¡Diamante!



            No obstante, el príncipe se levantó tambaleándose, llevándose una mano al abdomen. Su blanco traje se teñía con un tono escarlata, fruto de la sangre que manaba de su cuerpo. Eso asombró al Sabio quien dijo.



-¿Aun no has muerto? Yo te remataré, ¡Y Sailor Moon morirá contigo!



            Y volvió a lanzar más rayos de aquella letal energía negra contra ambos. Empero Diamante, reuniendo sus últimas fuerzas y haciendo acopio de toda su voluntad, se irguió con expresión resuelta y tono desafiante.



-No lo permitiré, ¡aun puedo luchar!- Gritó.-



            Y descargó un torrente de inmaculada energía que no solamente hizo retroceder ese rayo de intensa negrura sino que alcanzó al Sabio haciéndole gritar. El encapuchado recibió un impacto directo de esa oleada de poder haciendo que su cuerpo estallase en mil pedazos multicolores. Diamante apenas pudo sonreír levemente en señal de triunfo, cayó al suelo siendo auxiliado por Sailor Moon que le pedía llena de horror y preocupación.



-¡Diamante, resiste!



            El joven lo intentaba pero sentía como sus últimas fuerzas le iban abandonando. Por un instante creyó ver a su lado los rostros llenos de pesar de su hermano, de Esmeralda y de sus padres, el rey Coraíon y la reina Amatista. Aunque luego le sonrieron alentadoramente, como si de este modo le perdonasen. Se desvanecieron enseguida y ahora únicamente podía ver la compasiva mirada de los azules y hermosos ojos de quien estaba destinada a ser un día la gran soberana de Neo Cristal Tokio, ese maravilloso lugar que él, en su loca inconsciencia, quiso destruir.



-Sailor Moon, creo que he cometido una equivocación.- Confesó lleno de tristeza.- Dejar que mi familia volviera a la Tierra era lo que yo quería. Yo hubiera muerto por eso. Sin embargo. - Pudo añadir, entre gemidos de dolor y consternado arrepentimiento.- He causado la pérdida de muchas vidas debido al engaño del Hombre Sabio y ahora he perdido toda esperanza. ¡Mi vida entera ha sido un terrible fracaso! - Se lamentó.-

-Pero tú me has salvado a mí, príncipe Diamante.- Le susurró dulcemente ella.- Y ahora que sabes que estabas equivocado, puedes enmendar tu vida.



            Eso hizo aflorar una tímida sonrisa en él. Aquella muchacha era tan bondadosa que, pese a todo lo que él había hecho contra ella y sus amigos, le perdonaba de aquel modo tan maravilloso. Ahora podía comprender bien por qué las hermanas prefirieron quedarse a vivir en ese mundo del siglo veinte. ¡Ojalá él pudiera haber hecho lo mismo! Convino entonces, con un tinte de pesar.



-Es cierto, pero ya no me queda tiempo.

-¡Diamante!- Le llamó ella.-

-Me alegra saber que las hermanas Ayakashi son felices. Tú trataste de proteger a Zafiro, nosotros dos hemos logrado comunicarnos.- Desgranó sintiéndose al menos un poco reconfortado.- Creo que no sería difícil que pudiéramos vivir juntos en la Tierra.

-Tú no debes morir aunque solo sea por esa razón.- Sollozó su interlocutora.-



            Eso terminó por conmoverle. Se dio cuenta al fin de cuan equivocado estuvo. El mal jamás se encontró en el reino de Cristal Tokio, al contrario. Era un lugar lleno de perdón y de bondad. A buen seguro sus antepasados fueron engañados por las fuerzas malignas e impelidos a rebelarse. ¡Si tan solo pudiese volver a vivir y enmendar sus errores! ¡Si pudiera rescatar a su hermano, a Esmeralda, a sus padres y al resto de los que perdieron la vida por aquel trágico engaño! Les contaría la verdad y volverían a ser esas personas maravillosas que fueron, a las que él tanto quiso. Sin embargo, lo mismo que para ellos, era ya demasiado tarde para él. Únicamente le quedaba una esperanza, solamente podía tener fe en ella.



-¿Estás llorando por mí?- Preguntó con voz temblorosa, en tanto con un último esfuerzo elevaba su mano derecha para enjugarle aquellas lágrimas a su contertulia.- Tú eres la que va a establecer el futuro. Te dejo encargada de mi familia que vive en Némesis. Procura su felicidad.- Remachó, acordándose con remordimiento de los súbditos que el tanto había desatendido. –



            Ella asintió y eso le dio su último consuelo. Pero los ojos de Diamante se nublaban y sus fuerzas estaban ya agotadas. Con su postrer aliento, el desgraciado príncipe pudo musitar sonriendo, creyendo que por lo menos hizo algo bueno entre todos sus desaciertos…



-Soy feliz por haberte amado, Sailor Moon…



            Y tras eso, se sumió en la total oscuridad.  Su contertulia solamente podía gritar su nombre en vano.



-Diamante, ¡príncipe Diamante!



            Lo que ella ni aquel moribundo habían visto era que el Sabio, lejos de haber sido eliminado, se estaba regenerando poco a poco, merced al poder oscuro que emanaba de su bola de cristal. Aquel encapuchado se recompuso pedazo a pedazo volviendo a ser albergado bajo su túnica. Se elevó flotando aproximándose amenazadoramente hacia esa distraída chica. En cuanto la tuvo a su alcance alargó sus coloridos brazos agarrándola por el cuello y elevándola sobre su capucha. Ella no pudo reaccionar más que con un grito de dolor y de sorpresa.



-¡Aah!

-¡El Cristal de Plata puede cambiar el Mundo, entrégamelo!- Le exigió su atacante. –

-Hombre Sabio. ¿Por qué?- Pudo preguntar la chica, que luchaba por respirar y zafarse de aquella presa.-

-Porque yo jamás moriré.- Sentenció su enemigo.-



            Así era, siendo la encarnación de la propia Nada, era inmortal. Aquel ingenuo de Diamante creyó poder derrotarle. Lo mismo que esa necia de Idina Kurozuki, o el incauto del conde Ópalo Ayakashi intentaron. Sin embargo, en tanto su amo Caos le proporcionase energía a través de aquella bola sería indestructible…



-Mi hermano en esta época no tendrá que ser activado. Yo seré quien conquiste la gloria de sumir el mundo en la oscuridad y el silencio, en nombre de nuestro Amo y Señor.- Pensaba con regocijo.-



            Esas disquisiciones se interrumpieron cuando su presa apenas pudo invocar con la voz entrecortada.



-No pienso entregártelo, ¡me niego!

-¡Entrégame el Cristal de Plata!- Espetó él, arreciendo en su estrangulamiento.

-Tuxedo Kamen…- Fue capaz de articular la exhausta chica.-



            Aquello le divirtió al encapuchado…, pensándolo mejor. ¿Por qué no obtener aquel Cristal mediante la sugestión?  Enseguida respondió burlonamente a esa estúpida en tanto la soltaba alejándose un poco para hipnotizarla con esa mirada refulgente de aquellos dos círculos blancos luminosos que ahora tenía por ojos.



-¡Ja, ja, ja! Fíjate en tu precioso héroe. El valiente, el gran Tuxedo Kamen,- exclamó con sorna, añadiendo despectivamente.- Es solo Mamoru Chiba. Que siempre ha estado unido a Chibiusa, ¡y ella es la Dama Negra! – Añadió exultante, en tanto mostraba a su enemiga imágenes de aquellos dos. – Ellos te han abandonado.- Proclamó con tono divertido y cruel.- ¡Te han abandonado!, ¡ja, ja, ja!



            Se deleitaba viendo a su enemiga caer de rodillas, llorando y siendo apenas capaz de musitar, sumida en aquel embeleco, tratando pese a todo de resistir al protestar.



-No es cierto. Hombre Sabio, a mí no puedes engañarme con espejismos.

-¡Sí es cierto, ja, ja, ja, ja!- Se burló él con un aullido de satisfacción y sorna, rodeándola con una espiral de energía oscura que surgía de su bola.- No hay nadie en el mundo en quien se pueda confiar. ¡Sailor Moon, ódialo todo, deposita toda tu rabia en el Cristal de Plata! - Le ordenó.- destruye el mundo entero, para que todo quede sumido en la oscuridad.



            La joven ahora era presa total de aquellas alucinaciones en las que podía ver a Mamoru con ese smoking, pero sin antifaz, y a Chibiusa, convertida en la Dama Negra, abrazándose y besándose apasionadamente. Luego se alejaban de ella tomados de los brazos.



-¡Noo! Mamoru, Chibiusa, me habéis traicionado.- Gritaba.- ¡No, nooo!



            El Sabio estaba listo para su gran momento de triunfo. Era cuestión de unos instantes que sus alucinaciones pusieran a Sailor Moon totalmente a su merced. Y no obstante, de pronto, y de algún modo que no supo entender, aquella maldita chica pudo romper esa sugestión. Eso le desconcertó, no pudo evitar preguntarse en voz alta con evidente contrariedad.



-¿Por qué falla mi sortilegio?

-Porque Chibiusa y Mamoru son mis seres más queridos, y yo confío en ellos.- Repuso ella con determinación. –

-¡Vas a morir!- Espetó él, irritado al verse superado, elevándose en tanto hacía brotar más energía oscura de su bola.-



            Y habiendo comprobado que no podía sojuzgarla con sus engaños, atacó a su adversaria dispuesto a eliminarla. Empero, una rosa roja, aparecida de ninguna parte, se interpuso desbaratando su rayo negro. Al instante, aquel tipo vestido de smoking y capa, apareció desde el aire aterrizando en el suelo



-¿Cómo te atreves a jugar con los sentimientos de una inocente joven utilizando tus malvados sortilegios?- Le preguntó.- Tuxedo Kamen, no te perdonará.- Sentenció empuñando un bastón en posición de guardia.-

-¡Tuxedo Kamen!- Exclamó ella esperanzada.-

-¡Te castigaremos!- Pudieron escucharse un grupo de voces femeninas a coro, dirigiéndose a su enemigo para remachar.- ¡Planeta Marte, planeta Júpiter, planeta Mercurio, planeta Venus…aquí estamos!



            Y una tras otra fueron presentándose. ¡Eran las guerreras del siglo veinte! Aunque lejos de sentirse achantado él rio, declarando.



-¡El momento ha llegado, el poder de la Dama Negra es ahora inmenso! La puerta oscura que destruirá este planeta convirtiéndolo en polvo… ¡empieza a abrirse!

-¿La puerta oscura?- exclamó Sailor Moon.-

-Y ahora, todo volverá a la Oscuridad.- Sentenció el Sabio antes de desaparecer, dejando como eco su malévola carcajada.- ¡ja, ja, ja, ja!...



            Mientras tanto, en Némesis, la guardiana protectora de ese planeta se dirigía hacia su destino. Aquella mina abandonada, la guarida del malvado Caos. Según se aproximaba podía sentir como la energía de ese engendro de la iniquidad fluía hacia el palacio, de allí al cristal negro que lo comunicaba con el pasillo espacio- temporal y desde este, al pasado de la Tierra.



-Ha llegado el momento. ¡Resistid, amigas mías! - Les pidió suplicante a esas valerosas guardianas del ayer.- Yo haré cuanto esté en mis manos por ayudaros.



            Por su parte el Sabio, regresando a su cuartel en el siglo veinte, comentaba con regocijo.



-¡Ha llegado el momento de destruir la Tierra! El día fatídico ya está aquí. Que devuelva la Tierra, al reino de la Oscuridad. ¡Ja, ja, ja!



            Así era, a punto estaba de lograr su propósito. Su triunfo final. Tras tantos largos años de trabajo y control en Némesis. Ahora la caldera estaba casi a  punto de estallar, sobrepasando con mucho las máximas medidas de energía. De hecho, todo el pequeño planeta se veía iluminado por un rojizo resplandor que emanaba directamente del palacio. Hasta desde bastantes kilómetros de distancia podía verse aquello. En el nuevo cuartel general de la resistencia, todos miraban ese espectáculo con miedo y consternación.



-Creo que el Infante Zafiro ha muerto.- Comentó Talco.- No pude confirmarlo, sin embargo, ahora hay un droido al frente de la caldera.

-Mi padre si me lo ha verificado.- Comentó Cobre, contándoles a todos.- Según él, el Sabio volvió hará un par de horas y dijo que Zafiro había traicionado al príncipe Diamante y que este le había condenado a muerte. La sentencia se ejecutó en el pasado. Luego, el consejero volvió a marcharse, alegando que debía ocuparse de terminar con su tarea.

-¡Vaya con el tirano, ni tan siquiera tuvo piedad de su propio hermano!- Se lamentó Perla, con visible enojo a su vez.-



            Aunque sus palabras fueron contradichas por una voz de mujer que evidenciaba debilidad y cansancio. Todos se giraron hacia ella.



-No, Perla. Esa no fue una orden de Diamante…

-Dama Turmalina, no debisteis levantaros de la cama.- Le dijo un preocupado Talco.-



            La aludida duquesa de Turquesa, pues de ella se trataba, movió levemente la cabeza y repuso.



-No te preocupes, estoy mejor. Y lamento muchísimo la muerte de Zafiro. Era un buen hombre. El único que habría podido persuadir a Diamante de que recuperase la cordura.

-Quizás por eso le haya mandado matar.- Insistió Perla.-

-Te equivocas. - Repitió una vez más la duquesa.- Yo conozco al príncipe y a pesar de que haya sido corrompido por la oscuridad siempre quiso mucho a su hermano menor. Jamás habría ordenado matarle. Estoy convencida de ello. Apostaría cualquier cosa a que el asesino fue el Sabio.

-Bueno, en cualquier caso. ¿Qué importa ya eso?- Intervino Cobre, afirmando con un analítico tono algo empañado por el pesar.- Ese canalla domina el planeta y nos tiene a su merced.

-No del todo.- Declaró Cinabrio.- Todavía nos queda Sailor Némesis. Y en el pasado, por lo que yo sé. Siguen estando las guerreras de la Luna.



            El líder de la resistencia había podido comunicarse con la guerrera que protegía Némesis, ésta le comentó que las cosas aun irían a peor antes de poder empezar a mejorar. Esta era sin duda la situación a la que hizo referencia. Pensó en la conversación que mantuvieran antes de emprender aquella misión en el palacio. Además de informarle de la manipulación a la que su hermana Lazulita había sido sometida le comentó que deseaba contarle otra cosa. A tal efecto la guerrera le citó previamente en un abandonado refugio de los tiempos de los pioneros. Cinabrio tenía puesto un traje espacial, en tanto su interlocutora iba sin protección alguna.



-Hola.- Saludó la mujer.-

-¿Me mandaste venir?- Quiso saber él.-

-Así es. Debes estar preparado. Tú y los tuyos tenéis que resistir todo lo que os sea posible.

-Eso hacemos, por algo somos la resistencia.- Sonrió él.-

-Ahora tendréis que serlo más que nunca. El poder del Fantasma de la Muerte y de su esbirro el Hombre Sabio crecerá.- Le anunció la Sailor.- Están alimentando la caldera hasta un punto en el que pronto la energía se saldrá de las escalas.

-¡Pero eso es muy peligroso!- Exclamó un asustado Cinabrio.- Némesis podría ser destruido.

-No es ese su objetivo primordial. En realidad quieren usar ese poder para transmitirlo a la Tierra en el siglo veinte y aniquilar el planeta.- Le desveló la guerrera, afirmando con temor y pesar.- Y después proseguir su estela de destrucción hasta acabar con el universo entero…

-Deberíamos entrar en palacio y sabotear la caldera, únicamente para que no puedan hacerlo.- Sugirió su horrorizado interlocutor.-

-No sabríamos cómo hacerlo. Únicamente el Infante Zafiro sería capaz. Tendréis que convencerle.- Le indicó Némesis.-



            Allí pusieron a punto el plan para abordar a Zafiro, aunque la Sailor entonces añadió, una vez trazaron esa estrategia.



-En caso de que no pudiéramos persuadirle o que él fracasase, yo esperaré. La otra opción es más arriesgada, pero si el Fantasma de la Muerte, que no es otro que una manifestación de Caos, lograse enviar ese poder al pasado terrestre, necesariamente lo perdería aquí en el futuro. Eso le haría vulnerable a mi ataque. Tendríamos que confiar en que las guerreras de la Luna del siglo veinte pudiesen derrotarlo. Deberán aguantar a fin de que él envíe cuanta más energía oscura al pasado, mejor, eso le debilitará más aquí. Y podré tomarle por sorpresa.

-¿Y qué podríamos hacer nosotros? - Inquirió Cinabrio, con evidente desconcierto y preocupación.- ¿Qué pasará si las guerreras del pasado son derrotadas?

-Confío ciegamente en ellas. No obstante, en el caso extremo de verlo todo perdido, te pediría que tú y tu grupo fuerais al palacio y volaseis esa maldita caldera…



            Su espantado contertulio iba a replicar, aunque ella enseguida le detuvo con un gesto sentenciando.



-Sé lo que eso significaría para la suerte de todos los habitantes de este mundo. Pero seríais aniquilados igualmente si los planes del Sabio y de Caos resultasen. De este modo al menos, protegeríamos el pasado de la Tierra.

-Entiendo.- Suspiró su interlocutor.- Es una situación desesperada. No ganamos en ningún caso.

-Bueno, hay una gran diferencia entre no ganar nosotros y que tampoco ganen ellos.- Le corrigió su aliada, añadiendo con un tono más animoso.- Aunque eso sería únicamente en el peor de los casos. Ya te lo he dicho. Yo creo en Sailor Moon y su equipo del siglo veinte. Harán todo cuanto esté en sus manos para salvar su planeta y su futuro. Y en ese futuro estamos incluidos nosotros. Piensa que, aunque tuviéramos que sacrificarnos, nuestros antepasados podrían nacer.

-Sí, y quizás tendríamos otra oportunidad.- Convino Cinabrio.- Solamente deseo que esto no se convierta en una especie de día de la marmota.

-Eso solamente el tiempo lo dirá, amigo mío.- Sonrió afablemente Sailor Némesis.-



            Así se despidieron. Ahora Cinabrio estaba ponderando el momento de comunicarles esa conversación a sus partidarios.



-Yo también confío en los míos.- Reflexionó, para finalmente dar el paso.-



            De modo que reunió a sus escasos partidarios y les desveló lo que pasaba. Al fin, les dijo, entre un silencio total.



-No quiero obligar a nadie. Si las cosas salen mal, será nuestro fin. Podéis ir con vuestros seres queridos y pasar el resto de vuestro tiempo junto a ellos…

-Pues yo creo que, siendo un grupo que pretende establecer una república en Némesis deberíamos votar por quienes estamos dispuestos a luchar y quienes a marcharse.- Declaró Perla con tono intrépido.-



            Cinabrio sonrió, cada vez le gustaba más esa chica. Y no solamente porque fuera atractiva y entusiasta, sino por su valentía y sus dotes de liderazgo. Asintió, pidiéndoles a todos.



-Votemos pues. Levantad la mano quienes queráis ir hasta el final. A la última batalla contra la oscuridad…



            Él mismo levantó la mano, siendo secundado por Perla, Cobre la levantó a su vez y Pirito y  Talco les imitaron junto con Turmalina. La duquesa fue quien comentó con agradecimiento y alivio.



-Al fin podré hacer algo que merezca la pena en nombre de mi planeta y de mis conciudadanos.



            Sin embargo faltaba alguien por votar. Cinabrio se acercó a la celda en la que tenían presa a su hermana. Ella, al verle llegar, se sonrió con gesto siniestro declarando.



-Aun no es tarde, únete al maestro y podrás ser libre e inmortal.

-No, Lazulita.- Repuso él con tono entristecido para desvelarle.- Ahora vamos a luchar y triunfaremos o nuestro sino será el de perecer. No existe otro camino…

-¡Moriréis todos!- Aulló la joven aferrándose a unos barrotes que reforzaban la ventana de su cuarto.-

-Sea así, más vale morir luchando que ser aniquilados por el poder oscuro como borregos.- Sentenció dignamente su hermano.-



            Lazulita se llevó ambas manos a la cabeza, era como si su consciencia luchase por emerger. La sugestión del Sabio era muy fuerte pero ahora parecía haber perdido poder. Como si éste anduviese ocupado en otras cosas y la hubiera descuidado. La muchacha recordó a sus abnegados padres, su casa, a su hermano mayor, como él la había protegido y cuidado, y cuando tuvieron que marcharse de su región en busca de oportunidades, Cinabrio siempre la antepuso a todo. Al fin él se metió en ese movimiento para procurar la igualdad y combatir la tiranía del rey Coraíon y después del príncipe Diamante y ella le siguió. Luego fueron capturados y durante ese terrible cautiverio ella fue atacada con esas horribles imágenes de destrucción y muerte, siendo su mente bombardeada por las sugestiones de ese siniestro encapuchado.



-¡Ahh!- Chilló cayendo al suelo.-

-¡Lazulita!- Exclamó su hermano, corriendo a entrar en la celda.-



            La chica estaba tumbada, semiinconsciente, el daño que tenía era demasiado grande. Apenas pudo balbucir…



-Lo, lo presiento.. él está perdiendo su fuerza…la Dama Negra…

-¿Qué ocurre?- Le preguntó Cinabrio tomándola en sus brazos para depositarla en la cama de su celda.-

-Ella se ha liberado de su poder.. ¡La reina Serenity!.. ella la ha sacado de la oscuridad…

-Tranquila, tienes que descansar.- Le pidió Cinabrio.-



            El líder de la resistencia estaba destrozado. ¡Su hermana podía morir! ¡No podía dejarla así!, los demás se habían aproximado al oír los gritos de la chica y miraban desde fuera, sin atreverse a intervenir. Al fin, fue Cobre quien le dijo.



-No temas. He llamado a mis padres. Les he dicho que vengan aquí. Cuidarán de Lazulita.

-Gracias.- Suspiró su interlocutor.-

-¡No…vayas...no quiero que mueras luchando contra ese monstruo! - Sollozó su hermana sin apenas fuerzas. –

-No estaré solo, y tú tampoco.- Le sonrió afectuosamente Cinabrio.- Ahora tenemos que irnos. Ya no es únicamente una batalla por un mero cambio de régimen político. Tenemos que defender la vida y la luz, para que haya un futuro de esperanza para todos.



            Se prepararon pues, atendiendo a la convaleciente lo mejor que pudieron. Al cabo de un rato la agotada Lazulita se durmió. Al fin, llegaron Jaspe y su mujer. Se brindaron a quedarse con esa muchacha, el doctor incluso la reconoció con la ayuda de un droido médico que trajo.



-Si descansa se repondrá.- Dictaminó.-

-Hijo.- Intervino Euclasa, la madre de Cobre.- ¡No vayas, es muy peligroso! El palacio está inundado de una terrible energía oscura.

-Lo sabemos, mamá.- Asintió él.- Aunque nuestra misión no puede ser pospuesta. El destino de Némesis, la Tierra e incluso el universo, depende de ello.

-Así es.- Corroboró Perla.- Tenemos que partir ya.



            Los demás fueron saliendo, Cinabrio le dio un beso en la frente a su ahora dormida hermana. Los otros le siguieron y tras abrazar sentidamente a sus padres, Cobre se unió a ellos. Por suerte para el grupo su enemigo estaba ocupado en la culminación de sus planes. El Sabio había intentado servirse de la Dama Negra para terminar de abrir la puerta dimensional que transportase a su Amo y Señor, el Fantasma de la Muerte, con toda la energía oscura que este pudiera llevar, a fin de aniquilar la vida en la Tierra. No obstante, la valerosa intervención de Sailor Moon y de Tuxedo Kamen hicieron que perdiera su influencia sobre aquella muchacha quien volvió a purificar su alma, retornando a su estado natural de niña. Pese a todo, el Sabio apareció ante una agotada Sailor Moon, que hubo de emplear el Cristal de Plata para liberar a su futura hija, transformándose incluso en la reina Serenity, y proclamó.



-¡Aunque la Dama Negra haya perdido su poder la puerta oscura ya ha sido abierta! ¡Muy pronto la energía del Cristal Oscuro llegará a su cénit y el mundo será destruido!- Sentenció lleno de regocijo. - ¡Esa destrucción significa por fin la ruina de la Tierra!



            Sailor Némesis pudo oír eso también en el futuro. Ya estaba junto a esa mina, decidió comenzar a bajar por la galería. La energía oscura era cada vez más omnipresente.



-Tengo que esperar tan solo un poco más.- Meditaba.- Un poco, hasta que Caos le envíe a su esbirro más poder para combatir a Sailor Moon.



            Podía percibir esa tremenda energía maligna fluyendo hacia el palacio. Allí era recogida y enviada a través de una gran columna de colores malvas y escarlatas que la mandaba directamente a la Tierra del siglo veinte. Y en aquel momento y lugar, el Sabio estaba complacido. Apareció flotando a gran altura sobre sus enemigos, para declarar con tono triunfante.



-¡Aunque la Dama Negra haya perdido su poder, la puerta oscura ya ha sido abierta!

-¿Qué?- exclamó el horrorizado Tuxedo.-

- Muy pronto la energía del cristal oscuro llegará a su cénit. Y el mundo será destruido. Esa destrucción, significa por fin, ¡la ruina de la Tierra!.

-¿La ruina de la Tierra?- Repitió Sailor Marte en tono de interrogativa sorpresa.-

-Vosotros seréis destruidos con el mundo.- Se refociló el Sabio lanzando contra ellos un ataque de energía oscura.-



            Esos rayos maléficos cayeron sobre ellos electrocutándoles. El encapuchado se deleitaba con sus gritos de dolor. Su enemiga más importante sufría junto con sus guerreras y su estúpido pretendiente. Ahora estaba demasiado débil como para oponérsele tras haber empleado gran parte de la energía del Cristal de Plata para anular el influjo maligno que había tornado a la Pequeña Dama en la Dama Negra.



-¡Ja, ja, ja, ja!- Pensaba exultante.- Es el momento de nuestra victoria final.



            Y la energía oscura continuaba derramándose por el pasado de la Tierra como un torrente, extendiéndose sin poder ser contenida. Magnetita tenía que observar eso impotente, rechinando los dientes y apretando los puños…



-¡Todavía no puedo intervenir! ¡Es demasiado pronto! Señora, os lo suplico, sacad fuerzas para resistir.



            En el siglo veinte, Tuxedo fue capaz de decir, en tanto protegía a la niña con su cuerpo.



-Tenemos que hacer algo porque sino la Tierra será destruida.

-Tengo que impedirlo.- Intervino Sailor Moon concentrándose.-



            A los pocos instantes, el poder que reunió esa muchacha bastó para crear un escudo protector que repelió los rayos de energía maligna que les asediaban. Poniéndose en pie avanzó hacia el centro del lugar en el que estaba, separándose de sus amigos que apenas sí podían permanecer de rodillas, tras haber soportado ese duro castigo. Emitiendo un pequeño punto luminoso a la altura de su pecho, Sailor Moon colocó ambas manos a los lados y lo elevó sobre su cabeza en tanto decía.



-Este planeta es muy bello, y yo tengo muchos amigos en él. No voy a permitir que unos seres malvados lo destruyan y lo conviertan en oscuridad. No voy a consentir que la gente que vive en la Tierra desaparezca. ¡No lo permitiré, no!- Exclamó reuniendo más y más de su poder.

-Ahora no estás preparada para usar el Cristal de Plata.- Le advirtió Sailor Mercurio.-

-¡Usagi!- Añadió una preocupada Sailor Marte.-

-¡No lo hagas! - Le pidió Tuxedo.-

-¡Usagi!- Repitió Sailor Júpiter.-

-No lo hagas.- Le aconsejó a su vez Sailor Venus.-



            Viendo aquello, el Sabio interrumpió el ataque contra los otros y elevó su bola sobre su capucha, a fin de concentrar asimismo su energía. Como respuesta a ello, su maestro le envió todavía más fuerza y él declaró con total seguridad aprestándose para el combate..



-¡El poder del Cristal de Plata ya no puede vencerme!



            En el futuro aquello se sintió enseguida. Sailor Némesis observó como gran cantidad del poder de su enemigo salió rumbo hacia ese pasaje inter dimensional.



-¡Ahora es el momento!. Se dijo la joven, dirigiéndose de  inmediato con su antorcha hacia aquella maldita galería en la que su adversario se guarecía.-



            Avanzó, aunque tuvo que enfrentar un vendaval de energía oscura que ahora salía de esa zona. Pese a ello, no se detuvo y atacó la puerta que cerraba el cubil de Caos haciéndola saltar en pedazos y proclamando.



-¡Esta vez acabaré contigo!...



No obstante, en esta ocasión no fue la voz gélida y siniestra de Caos quien replicó a esa amenaza, en medio de esa luminosidad rojiza que velaba el fondo de la caverna en la que se encontraba, sino una voz entristecida y llorosa, de una mujer. Una voz que Magnetita recordaba muy bien, que le preguntó con tono de reproche.



-Dijiste que debíamos sacrificarnos. Y yo lo hice, lo hice por mi hijo. Pero era mentira. ¡Me engañaste! En el fondo nunca me quisiste.



            La estupefacta sailor pudo ver aparecer ante ella una figura muy familiar que fue enseguida adquiriendo esos rasgos que ella tanto amó. Su cabello hasta los hombros, rubio rizado, esos ojos de color del oro viejo, su piel pálida. Lucía ese hermoso vestido de color verde con el que la vio por última vez.



-¡Ámbar! Musitó con voz temblorosa.

- Mi sacrificio no sirvió para nada…- Declaró esa mujer, tapándose la cara con ambas manos, sin dejar de gemir.-

-¡No, espera un momento!. No te dejes engañar por Caos.- Le pidió.-

-Caos no me ha engañado. Me dijo que te ofreció la posibilidad de resucitarme de entre los muertos y de que estuviésemos juntas. ¡Pero que tú la rechazaste!- Aulló la ahora enfurecida Ámbar.- Y yo he estado penando en el infierno desde entonces.

-¿Qué? ¡no! ¡Eso no es posible!- Negó Magnetita, entre incrédula y horrorizada.-

-Lo es, para una suicida.- Susurró su interlocutora, mirándola una vez más de forma acusatoria para exclamar. - ¿Acaso no sabes que tuve que quitarme la vida? Eso detendría a Marla, pensé. Pero Caos me explicó que no pretendía que mi hijo muriera. Y tú únicamente fingiste tu suicido. ¡Me utilizaste!- la reprochó con amargura.-

-¡Eso no es cierto! - Sollozó Sailor Némesis moviendo la cabeza.-

-Sí es cierto.- Se sonrió pérfidamente su contertulia, al tiempo que, apuntándola con una de sus manos, le lanzaba un rayo de energía oscura.-



            Magnetita fue alcanzada con aquel ataque siendo derribada. No lo había esperado y se dolía herida de consideración. Por fortuna para ella su propia energía y las llamas de su antorcha la protegieron de un daño todavía mayor. Ahora Ámbar reía con histriónicas carcajadas propias de una demente. Al volver a mirarla, la sailor de percató de que los ojos de su antiguo amor brillaban ahora con un tono escarlata en lugar de tener esa coloración del oro viejo tan característica suya.



-¡Tú no eres Ámbar! Maldito seas, Caos.- Espetó la joven guerrera irguiéndose a duras penas.- Vas a pagar muy caro el haberte servido de su memoria para tratar de engañarme.

-No es un engaño. Soy lo que ella habría podido llegar a ser.- Se burló aquel ser, manteniendo la apariencia de esa joven.- O lo que todavía puede ser. ¿Por qué no?- Agregó con un tono más conciliador, recobrando ese tinte de voz femenina y suave de la difunta princesa.- ¿Acaso no me quieres todavía? Sé que sí. No pasa ni un instante sin que pienses en mí. ¿Verdad, mi amada Magnetita?



            La interpelada no sabía qué responder. Por un lado su mente racional le decía que esa no era Ámbar,¡ no podía serlo! Sin embargo, su corazón ansiaba poder volver a abrazarla otra vez. Cerraba los ojos moviendo la cabeza, debatiéndose en una terrible lucha interna…



-No, yo, no sé…no puedo.- Musitaba entre gemidos.-



            En el pasado, la batalla continuaba en la Tierra. Sailor Moon recibió un potente rayo de energía maligna que no obstante rechazó, apareciendo transfigurada en la reina Serenity. Elevó sus manos que todavía contenían esa pequeña esfera inmaculada que creció hasta adquirir el tamaño de un balón. El Sabio alargó a su vez sus brazos sosteniendo su bola en lo alto y ambos se lanzaron sus respectivas energías, haciéndolas colisionar. Aquella era una tremenda pugna de fuerzas.



-Ahora que la puerta oscura se ha abierto, el poder del Cristal de Plata es nulo.- Sentenció él, entre los agónicos gemidos de dolor de su rival.-



            Y es que seguía recibiendo su poder de Caos, quien se lo facilitaba a través de aquel pasadizo. La reina, agotada, comenzaba a ceder poco a poco ante los embates de su enemigo.



-¡Usagi!- exclamaron las guerreras de la Luna, con evidente temor por la seguridad de su futura soberana. –

-¡Es por mi culpa!- Exclamó la pequeña.- Todo es por culpa mía.

-¡Chibiusa!- Quiso tranquilizarla Tuxedo.-

- ¡Lo que pasó es por mi culpa, es por mi culpa! - Repetía una y otra vez la cría, llorando desconsolada.-



            Aunque he ahí que esas lágrimas que vertió se condensaron en una pequeña esfera de luz. Al verla entre sus manos la niña pensó con agudeza, rememorando lo que le sucediera en el palacio, poco antes del ataque de la Luna Negra.



-¿Esto quiere decir que el poder del Cristal de Plata se metió en mi cuerpo en aquella ocasión?...

-Chibiusa.- La llamó Mamoru.-

-Lo prometo, yo os protegeré a todos con este Cristal de Plata.- Afirmó la cría con tinte animoso.-

-Es muy arriesgado utilizarlo ahora.- Le dijo él.-

-Lo sé, pero vosotros habéis arriesgado la vida por protegerme.- Declaró la niña.-

- No, nosotros no nos rendiremos.- Afirmó el futuro rey Endimión.-

-Así es.- Convino Sailor Mercurio, poniéndose en pie.- No nos vencerán

-Lucharemos por el bien de la Tierra.- Afirmó Sailor Marte haciendo lo propio.-

-Por el bien de la gente que vive en ella. -Añadió Sailor Júpiter imitando a sus compañeras.-

-Por el bien del futuro humano.- Remachó Sailor Venus, irguiéndose a su vez.-



            En el futuro, Sailor Némesis  logró estabilizarse en pie y esgrimir su antorcha…a la luz de la misma recibió un mensaje telepático, era la dulce voz de la reina Serenity que le decía.



-Debes mirar a ese ser a la luz de lo que verdaderamente es. Utiliza el poder de la llama de la Justicia que portas.



            Así lo hizo, al extender el brazo con la antorcha e iluminar a la que parecía Ámbar vio que esa mujer mutaba su apariencia por el de una figura antropomorfa de color escarlata que presentaba unos refulgentes ojos rojos y una boca deformada en una sonrisa siniestra.



-¡Tú no eres ella, jamás lo fuiste, ni podrías serlo! Ámbar sabía lo que era el amor, eso la hizo renunciar a su propia felicidad e incluso a su vida, porque amaba más a su hijo que a ella misma. Por eso se sacrificó, por eso nunca fue al Infierno. Pero tú sí que irás. Prepárate a desaparecer, engendro del mal!- Le gritó la sailor con determinación.-

-¡Ja, ja, ja! ¡Pobre ingenua! ¡Jamás me vencerás! - Exclamó aquel ser de tinieblas, sentenciando.- Todavía me sobra poder para acabar contigo.



            Y queriendo hacer buenas sus palabras emitió una gran corriente de energía escarlata y oscura contra su enemiga. Némesis a su vez lanzó una potente y blanca llamarada desde su antorcha. Ambas fuerzas chocaron en el aire aguantándose mutuamente…



-¡Vamos! Por favor, ¡Ámbar amor mío, compañeras sailors, reina Serenity… ayudadme! - Suplicaba la Sailor intentando resistir cuando podía.-



            Era una dura pugna. Némesis tenía que esforzarse al cabo de sus fuerzas para sencillamente contener el enorme poder de ese terrible engendro. Pero, al menos, de este modo le privaba a Caos de poder seguir enviando energía a su esbirro en el pasado. Éste, por el momento ajeno a eso, continuaba a su vez su lucha contra la transfigurada Sailor Moon, mientras escupía.



-¡Estáis perdiendo el tiempo! ¡Ja, ja, ja!



            Los gritos de Serenity resonaban llenos de dolor y sufrimiento en tanto intentaba resistir el ataque de su adversario. Fue entonces cuando la niña, elevando a su vez su esfera luminosa, adoptó unas ropas similares a las de la reina, suplicando.



-Cristal de Plata, ¡por favor! Dame la fuerza necesaria para que yo pueda protegerlos..

-¡Eh!- Exclamó el atónito Sabio al reparar en ella.- ¡Un doble Cristal de plata!



            Y es que la paradoja espacio- temporal había hecho que el Cristal del pasado y del futuro convergieran en un mismo momento y lugar aumentando exponencialmente la energía de ambos.



-¡Chibiusa!- Exclamó Sailor Moon.-

-Mi fuerza os protegerá.- Afirmó la cría.-



            Y las otras guerreras se unieron a la lucha, invocando sus respectivos poderes. En el futuro, la exhausta Magnetita estaba a punto de ceder, pero entonces percibió la presencia de alguien a su lado. Apenas pudo creerlo. ¡Era Ámbar! Esta vez sí que su corazón no la engañaba. La rubia princesa sonreía asintiendo, dándole coraje para resistir. Pero eso no era todo. Las espectrales figuras de Coraíon, Corindón, Idina Kurozuki y Ópalo Ayakashi entre otras, estaban allí también. Todas ellas arropando a la guerrera. Una de ellas, la de la reina Amatista Nairía, sonrió y desapareció para advertir a alguien…



-Gracias, amigos míos.- Musitó ésta emocionada en tanto redoblaba su poder.- ¡Gracias reina Amatista!



            Entre tanto, el grupo que lideraba Cinabrio había llegado a palacio. Entraron sin encontrar oposición. Parecía que los droidos ya no estuvieran activados, o que nadie hubiese pensado en la posibilidad de sufrir un ataque en aquel lugar y momento. De modo que llegaron hasta el ahora desierto salón del trono, justo para ver el espectáculo de ese enorme cristal.



-¿Qué hacemos?- Quiso saber Cobre.-

-Debemos destruirlo ya. La energía oscura está a punto de desbordarlo y de aniquilar Némesis.- Afirmó Talco.-

-Esperad un momento todavía.- Les indicó Cinabrio, alegando.- Sailor Némesis está luchando por todos nosotros.

-No podremos aguardar mucho más.- Le rebatió Perla, observando aquello con evidente pavor.- El mal va a vencer…

-Colocad las cargas y marchaos.- Les ordenó Cinabrio entonces.-

-¿Marchaos?- Repitió la perpleja Perla, oponiéndose.- De eso nada. No te dejaremos solo.

-Únicamente me basto yo para hacerlas detonar. Vosotros os pondréis a salvo, es una orden.- Repuso tajantemente él.-



            El resto no protestó, procediendo a poner potentes explosivos alrededor de aquel cristal…Una vez hecho, obedecieron la orden de su jefe, excepto Perla, quien, sonriendo con expresión intrépida, le dijo.



-Ni lo sueñes. No voy a dejar que seas el único al que se recuerde como héroe.

-¿Estas loca? ¿Sabes que moriremos los dos?- Le espetó él entre incrédulo y admirado.-

-Pero lo haremos juntos.- Afirmó la chica abrazándole.-



            Y no tardaron en besarse. Tras separarse una vez se miraron a  los ojos, Perla asintió y Cinabrio estaba a punto de activar el detonador. Sin embargo, una voz que resonaba como un eco en sus cabezas les interrumpió.



-¡Deteneos! Tened fe en la reina Serenity y en las princesas. Tan solo esperad un poco más.



            No dieron crédito a lo que veían, delante de ambos estaba la imagen etérea de una hermosa y rubia mujer de ojos violetas. Fue Cinabrio quien pudo reconocerla asombrado.



-¡Reina Amatista!

-La batalla está a punto de concluir, y no debéis sacrificar vuestras vidas. El pasado y el futuro han aunado sus esfuerzos contra el poder de la Oscuridad. Tened esperanza.- Sonrió ella, desvaneciéndose.-



            Los dos volvieron a mirarse, esta vez desconcertados, en esta ocasión le tocó a Perla asentir, sonriendo luminosamente para declarar.



-Yo tengo fe en ellas.



            Y su compañero asintió.



-Vayámonos con el resto.- Le propuso.-



            Y corrieron lejos de allí para ponerse a salvo. Los demás les vieron llegar con gesto sorprendido. Perla les dijo en voz alta en tanto corría a su encuentro.



-¡Luego os lo explicaremos, ahora salgamos de aquí!



En el pasado las cosas parecían en efecto mejorar. A coro, ambas encarnaciones de la reina Serenity y la princesa Chibiusa , invocaron.



-¡Cristal de Plata, dame el poder!...

-El poder del Cristal de Plata, jamás podrá vencerme.- Aseguró el Sabio, incrementando sus fuerzas al máximo.-



            Caos se resintió de eso, por un instante su intensidad disminuyó. Momento que Sailor Némesis aprovechó para aumentar la suya, recurriendo a sus últimas reservas de poder…



-¡Estás acabado!- Gritó la guerrera llevándose por delante la barrera de energía oscura que protegía a su enemigo.-



            Y al mismo tiempo, unos mil años antes, en la Tierra, Serenity gritaba…



-¡Poder de la oscuridad!

-Márchate de aquí.- Completaba su futura hija.-



            Y ambas lograron enviar una enorme esfera de inmaculada energía que barrió la resistencia del Sabio.



-¡El poder del Señor de la Oscuridad, el fantasma de la Muerte se ha destruido!- Gimió el encapuchado siendo engullido por aquel resplandor que lo desintegró completamente.-



            Lo mismo pasó en el futuro. Caos perdió su poder y la ráfaga de inmaculada energía de Sailor Némesis lo devoró haciéndole aullar,  en tanto el finado ente gritaba…



-¡Otros vendrán tras de mí!…



            Una terrible explosión sacudió esa caverna. Sailor Némesis supo que iba a morir, pero lo aceptaba. Sonrió esperanzada deseando reunirse con su amada Ámbar. Por su parte, los asustados habitantes de la Tierra del pasado suspiraron aliviados cuando ese monstruoso cristal negro desapareció anegado por esos maravillosos destellos de luz inmaculada. El sol salió y fue como si aquella mole jamás hubiera existido. Al contemplar aquello algo en las cuatro hermanas Ayakashi les hizo alegrarse. Se miraron y sonrieron, siendo de las primeras en salir del refugio en el que se habían guarecido.



-Lo ha logrado. ¡Sailor Moon lo ha logrado!- Exclamó una pletórica Cooan.-

-¡Oh sí! Es maravilloso.- Convino su emocionada hermana Bertie.-

- Todo ha terminado bien, gracias a su valor. – Añadió una igualmente alegre Karaberasu.-

-Y ahora sí que podremos volver a empezar una nueva vida en este mundo y esta época. - Sentenció Petz, entre dichosa y nostálgica.-



            Y a ello se dispusieron desde ese mismo momento y a fe que lo harían, con esfuerzo, valor y coraje, sembrando así las semillas de aquel mañana. En el futuro entre tanto, los miembros del grupo de Cinabrio vieron como el palacio era tragado por una brillante luz inmaculada. Mucho más potente de lo que jamás habían visto.



-¿Qué es eso?- Quiso saber Pirito.-

-El poder del Cristal de Plata tal vez.- Aventuró Cinabrio, en base a lo que Sailor Némesis le había contado.-

-Es muy hermoso.- Afirmó Perla con admiración.-



            Aunque eso no fue lo único bello y asombroso que presenciaron. Un deslizador llegó a su lado y de él bajaron los padres de Cobre, junto con ellos estaba Lazulita. La muchacha parecía totalmente recobrada. Nada más verla su hermano corrió a su encuentro y la abrazó elevándola en volandas.



-¡Estas bien!- Exclamó entre lágrimas de alegría.-

-Sí, ha sido el poder de la soberana. Ella se apareció en mis sueños y me purificó. - Les desveló ella.- Todo el mal que el Sabio me hiciera ha desaparecido como si jamás hubiese existido. ¡Gracias a ese maravilloso Cristal de Plata! - Afirmó llena de dicha.-



            El grupo estaba de un maravilloso humor. ¡Aquello era un milagro! Lo único que les pesaba era que Sailor Némesis no daba señales de vida. Y es que a lo lejos, en la localización de esas minas abandonadas. Una enorme explosión sacudió literalmente todo el planeta.



-El mal que moraba en el centro de nuestro mundo ha sido eliminado.- Les contó Lazulita.- Todo Némesis se ha purificado. ¡Mirad!- Les señaló con una amplia sonrisa.-



            Y de un modo increíble, la negrura del espacio se estaba tornando en un cielo azul. Todos abrieron la boca emocionados, era como si se produjese uno de aquellos amaneceres de los que habían oído hablar que se daban en la Tierra. Y fue cuando la vieron. La figura de una Sailor llena de luz, que portaba una especie de báculo. Flotaba sobre sus cabezas y emitía unos destellos del color del arco iris a la par que les sonreía con afecto maternal. Por su parte, lejos de haber muerto, Magnetita se encontró flotando en un cielo azul. Atónita miró al horizonte, allí, observó aquel maravilloso resplandor. Un tono de cegadora blancura que sin embargo no le impedía mirar. Y la visión que tuvo ante sí la sobrecogió, pero no de temor, ni de inquietud, sino de alegría, emoción y esperanza. Posándose suavemente en el suelo Sailor Némesis miró al frente. Delante de ella apareció la más hermosa guerrera que jamás hubiera visto. Era la mismísima reina Serenity, pero emanando un poder indescriptible, incluso sus cabellos eran blancos ahora y flotaban como mecidos por una invisible brisa.



-Mi querida Némesis.- Le habló esa poderosa Sailor con tono dulce y lleno de afecto.- 

-¡Majestad!- Pudo balbucir la asombrada y emocionada joven arrodillándose de inmediato.-

-Ahora no vengo como la reina Serenity, soy Sailor Cosmos. La portadora de la llama de vida.- Le desveló.- Escucha…



            Y la atónita Némesis pudo oír una hermosa canción que parecía venir de todas partes y ninguna. Le era familiar y llena de dicha comenzó a cantar a su vez…



Tengo alas para volar

Estoy viva

Sí…



Cuando me llamas
cuando te escucho respirar
tengo alas para volar
siento que estoy viva.

Cuando me miras
puedo tocar el cielo
sé que estoy viva.

Cuando bendices el día
sólo me dejo llevar
todas mis preocupaciones mueren
me alegro de estar viva.

Tú has puesto mi corazón en llamas
lléname con amor
hazme una mujer más alta que las nubes. 


Magnetita no pudo evitar derramar lágrimas, aunque esta vez eran de felicidad. Y siguió cantando en tanto elevaba sus brazos al cielo…


No podría estar más arriba
mi espíritu toma vuelo
porque estoy viva. 



No pudo creerlo, una hermosa luz inmaculada se hizo junto a ella y de allí surgieron algunas imágenes de personas que le eran familiares. Las mismas que la habían ayudado e inspirado en la batalla. Y por supuesto, allí estaba ella…



-¡Ámbar!- Musitó en tanto seguía escuchando esa hermosa canción.-



            Y su amada efectivamente estaba allí, de la mano con su esposo, el príncipe Karst. Los dos la observaban y sonreían con gesto afectuoso y lleno de alegría. Pero no estaban solos. Ópalo Ayakashi, su mujer Idina, el rey Coraíon y la reina Amatista, incluso el rey Corindón y Bauxita, el consejero Karst quien también la miraba lleno de ternura y cariño. Y otros muchos, incluyendo al príncipe Diamante, la duquesa Esmeralda, el Infante Zafiro, Maray, la doctora Topacita y la Dama Turquesa, junto con Kimberly, Briseida, la Dama Kurozuki, su esposo Crimson y muchos, muchos más, incluyendo a las hermanas Ayakashi y algunas otras presencias de quienes Magnetita enseguida percibió que eran los hijos y nietos de todos ellos. Y al unísono cantaban junto a ella, con gran felicidad.


Cuando me llamas
cuando te escucho respirar
tengo alas para volar
siento que estoy viva.

Cuando me extiendes tu mano
levantando espíritus muy alto
Dios lo sabe.



            Y he ahí que Sailor Cosmos extendió el báculo que portaba en su mano derecha y al instante la luminosidad del cielo siguió aumentando. Y para asombro de los allí presentes, una estrella fue siendo cada vez más visible…



-¡Es el sol!- Exclamó un asombrado Cinabrio.- Nos estamos acercando a él. Nos está llevando al interior del sistema solar. ¡Es increíble!



Que seré la única
en espera.

A través del bien y
Por momentos difíciles.

Y esto es solo el comienzo
No puedo esperar por el resto de mi vida. 


            Pero eso no fue todo, del suelo comenzaron a brotar innumerables flores y plantas que incluso sobrepasaban algunos domos abriéndose camino entre ellos, junto con hermosos y altos árboles.


Cuando me llamas
cuando me extiendes tu mano
obtengo alas para volar
siento que estoy viva.

Cuando bendices el día
sólo me dejo llevar
todas mis preocupaciones mueren
sé que estoy viva.

Tengo alas para volar
Dios sabe que estoy viva



(Celine Dion. I am alive, crédito al artista)



            Todos miraban a su alrededor con emoción y alegría. Sailor Némesis dirigió su atención hacia aquellas espectrales figuras que sonreían mirándola a su vez, dándole sus parabienes y confiándole el futuro del planeta. Poco a poco, una a una fueron desapareciendo tras haber cumplido su cometido. Finalmente felices y en paz. Y la última que quedó fue su querida Ámbar quien con un suave y dulce eco de voz, le dijo.



-Sé feliz por siempre, amada mía. Un día, te reunirás con nosotros.

-Siendo inmortal ahora, no veo cómo será posible.- Sollozó la Sailor con una extraña mezcla de tristeza y alegría.-

-Ten fe. – Le pidió Ámbar, remachando.- Te esperamos en un lugar en donde no existe el temor a la pérdida…solamente te pido que me prometas que, en tanto permanezcas en este plano de existencia, harás todo cuanto puedas a fin de guiar y ayudar a que los habitantes de Némesis sean dichosos.

-Te lo prometo, mi amor.- Sonrió la interpelada más allá de sus lágrimas.-  Así lo haré.



            Y sin dejar de sonreír también, Ámbar fue desvaneciéndose hasta desaparecer. Y la poderosa Sailor Cosmos fue quién, esbozando una gran y maternal sonrisa, les dijo a todos.

-Queridos hijos míos. Comenzad una nueva vida y gobernaos tal y como os dicte vuestra conciencia. Siempre que lo necesitéis las guerreras de la Tierra y de la Luna estarán ahí para ayudaros. Ahora ha llegado el momento de que viváis en paz. La última voluntad del príncipe Diamante fue que me cuidara de sus súbditos y procurase su felicidad. Esas palabras, dichas en el pasado, hace casi mil años, se hacen hoy finalmente realidad. Y tú, Sailor Némesis, eres en quien yo delego para esa misión hasta que tú libremente decidas pasar el testigo a quien haya de venir a relevarte. Serás la protectora de este mundo que desde ahora orbitará la Tierra…Os he traído aquí y he encendido la llama de la vida. De ahora en adelante a vosotros corresponderá el hacerla brillar, por siempre.



            Y tras estas palabras también ella se desvaneció. Sailor Némesis a su vez hizo desaparecer su uniforme y  tomó una apariencia de joven mujer vestida con un hermoso conjunto de tonos malvas y dorados para suspirar, en tanto elevaba la vista al cielo, llena de felicidad y esperanza en aquel futuro que se abría ante ellos.



-¡Muchas gracias, por todo! ¡Y hasta pronto!



            Epílogo.



Y pasaron los días, tras ellos las semanas, los meses y años. Cinabrio se presentó a las primeras elecciones democráticas en Némesis, siendo elegido presidente de su recién instaurada república. Junto a él, ayudándole como ministra de educación, la que se convirtió en su prometida, y más tarde en su esposa, Perla. Ambos trabajaron mucho, como el resto, para instalar paneles de energía solar con los que alimentar la nueva prosperidad de su planeta. De este modo, con la protección de Sailor Némesis y más guerreras que surgirían después, nuevas generaciones nacerían en ese mundo. De ellas sería el futuro y el protagonismo de otras aventuras….

 

                                                     FIN



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