miércoles, 24 de junio de 2020

GWHC40. El diario de Bertie

Parte 1

La verdad…es que  no sé por dónde empezar. Supongo que en esta época lo habitual era escribir con papel y bolígrafo lo que se deseaba recordar, quizás tras un periodo de reflexión. Y eso he hecho. Aquí, sentada frente al escritorio, en mi habitación, he tenido tiempo para pensar. Quizás lo hago demasiado. Mis hermanas siempre me lo dicen. Creen que, a veces, me sumo en mi interior, perdida en mis recuerdos y mis meditaciones y  no hay manera de hacerme salir. Sobre todo, es Kalie la que bromea mucho con eso. Lo cierto es que han pasado muchas cosas. Tras estos más de dos años.

            Por eso mismo he querido comenzar a escribir este diario. Ya en casa, en fin, en Némesis, siendo niña, me gustaba poner por escrito mis ideas. Ahora siento de nuevo esa necesidad a fin de ser capaz de encontrarme a mí misma. Y empezaría por preguntarme, ¿cómo llegué aquí? ¿Qué me hizo cambiar? ¿Cómo será mi vida? Son excelentes cuestiones. Para algunas todavía no tengo una respuesta clara. Para la última no la tengo en absoluto. De todos modos, intentaré contestarlas.

            Partiré desde el principio de este nuevo comienzo. Tras nuestra llegada a este mundo, en esta época. Nuestras batallas contra las guerreras y la posterior ayuda que ellas nos prestaron. De no ser por su gran bondad y generosidad ninguna de nosotras estaríamos aquí…

            En mi caso, todo empezó cuando me ofrecí voluntaria para cumplir una misión. Entonces no pude imaginar que sería la última. Partí con el objetivo de destruir un cristal punto, pero, sobre todo, de saber qué le había pasado a mi hermana Kermesite. Cuando ella nos dejó, optando por convertirse en una mujer corriente no pude comprenderlo. ¿Por qué lo hizo? Me preguntaba una y otra vez. Renunciar a sus poderes y a una vida tan sencilla y llena de ventajas, escogiendo esa primitiva ciudad de Tokio del siglo XX. Lo confieso, siempre he sido muy racional. Al menos la mayor parte de las veces. Únicamente cuando me siento herida en lo más profundo pierdo mi forma analítica de ver las cosas. Por eso, no entraba en mis esquemas mentales que Kermesite hubiera sido capaz de hacer eso. Además, no era ajena a la reacción que tendría Rubeus. Él no iba a tolerar esa traición. Y desgraciadamente Petzite y Calaverite compartían ese criterio. Por esa razón me ofrecí voluntaria. Y también, a qué negarlo, porque deseaba triunfar. Así pues, descendí a la ciudad y, vestida con ropas de la época, me acerqué a una extraña edificación con forma de torre de Ajedrez. Curiosamente, ese juego siempre ha sido mi pasión desde niña. Recuerdo todavía cuando mi padre me regaló el primer ajedrez que tuve. También me enseñó a jugar, aunque nunca pude ganarle. Una cosa que quedó en mi memoria, cuando papá me ganó en una de esas partidas fue esta frase.

-“En el juego, como en la vida, hay que estar atentos a todo, Bertie. Nunca te confíes cuando las cosas parezcan demasiado fáciles”.

            Tenía mucha razón, desde luego. Sin embargo, lo he comprendido mucho tiempo después. ¿O tal vez debería decir, mucho tiempo antes?. Teniendo en cuenta que esa frase fue pronunciada en el siglo XXX.

            Empero, en aquellos días, no lo entendía aún. Creí que con mis poderes y el plan que había elaborado me sería muy sencillo derrotar a las guerreras y recuperar a mi hermana. A buen seguro, tras mi victoria, Rubeus se inclinaría a ser clemente con ella y tanto Petzite como Calaverite olvidarían el agravio. De hecho, antes incluso de pasar por aquella torre de ajedrez, fui a la tienda en la que vimos a Kermesite trabajar. Entré simulando ser una clienta y la dueña del establecimiento me atendió.

-¿Deseaba alguna cosa, señorita?- Me preguntó con tono amable.-
-Bueno, quería ver unas cremas.- Pretexté.- Unas que su dependienta me recomendó el otro día.
-¿Dependienta?- Inquirió aquella individua que debía de rondar los cuarenta, según calculé.- ¡Ah sí!. Cooan.- Exclamó añadiendo.- Ya se ha marchado. Su jornada terminó hará una hora.
-¿Cooan?- Repetí sin comprender.-

            Mi hermana no se llamaba así. Al menos, esa era una transcripción de su nombre al japonés. Aunque supuse que, al renunciar a su vida anterior, habría querido cambiar incluso su nombre. Eso me disgustó, pero desde el punto de vista lógico, era lo mejor. Sonreí respondiendo con una evasiva.

-Mejor volveré en otro momento. Quedamos en que me iba a aconsejar en función del pH de mi piel.
-Bueno, podría atenderla yo misma.- Se ofreció esa mujer.-
-Usted tendrá mucho trabajo pendiente.- Le contesté al tiempo que usaba mis poderes hipnóticos.-
-Sí, tengo bastantes cosas pendientes.- Susurró esa mujer, víctima del trance en el que la induje.-
-En tal caso, ya volveré. – Prometí falsamente para despedirme con un tonillo agudo y divertido.- Muchas gracias.

            Pese a esa forma de decir adiós salí de esa tienda contrariada. Aunque estaba decidida a mantener esa promesa. Encontraría a Kermesite y la regañaría por haberse ido. Es más, le afearía esa traición. Quizás no fuera demasiado tarde y pudiera persuadirla de volver. O emplearía mi sugestión. Ahora que era humana a buen seguro que podría dominarla. Lo que hiciera falta. Pero no iba a perder a mi hermana pequeña. Empero, en ese momento tenía una misión por cumplir. De modo que fui a entrar en esa torre. Al acercarme escuché a unos niñas hablar sobre lo importante que era dar lo mejor de uno mismo cuando se jugaba. Estaba irritada por el fracaso anterior en la tienda, de modo que repliqué sin poderme contener.

-Pues claro que el resultado es importante, si tú no juegas para ganar, el juego es una pérdida de tiempo. Hay que jugar, para ganar.

            Todavía recuerdo las expresiones de esas chicas. Se mostraron entre sorprendidas y molestas por mis palabras. Pero alguien debía abrirles los ojos a la realidad de la vida. ¿Quién iba a decirme en ese momento que eran tres de mis entonces enemigas?...

-¿Pero qué estás diciendo?- Me espetó la más alta de las tres.-
-Oye, el dar lo mejor es lo que importa en este juego.- Replicó otra con largo cabello peinado de una manera muy particular, con dos moños a cada lado que sustentaban un par de largas coletas.-
-Los perdedores siempre usan esas palabras.- Repliqué con ironía.-

            Me fije en la que permanecía callada, a la que habían llamado Ami y me dirigí a ella, añadiendo divertida.

-Supongo que por vuestra edad participaréis en el torneo de infantiles. ¿No es así, muchachitas?
-Oye, ¿pero qué dices?- Replicó esa de las coletas que parecía haberse molestado más que ninguna.-

            Satisfecha por el efecto que le había producido a esa boba decidí que tenía cosas más importantes que hacer y así lo manifesté mientras me alejaba.

-Disculpad, pero no puedo seguir perdiendo el tiempo con vosotras. Adiós, muchachitas…

Parte 2

            Después de ese breve y entretenido paréntesis me centré en mi objetivo. Entré para reconocer el terreno y aguardé escondida a que ese edificio se vaciase. Tras asegurarme de que no había nadie (al menos eso pensé) permuté mis ropas de calle por mi atuendo de combate y procedí a esparcir el poder oscuro por una gran sala. La que, según mis estimaciones, estaría destinada a alojar el futuro cristal punto. Una de las fuentes de poder de las sailors en el siglo XXX. No obstante, subestimé a una de ellas. Esa tal Ami me descubrió. Quise intimidarla atacándola con ráfagas de energía. Desde luego creí que saldría corriendo, máxime teniendo en cuenta su frágil apariencia. No obstante, para mi sorpresa se transformó en la Sailor Mercurio. Mi rival directa. Aunque apenas pudimos enfrentarnos dado que dos de sus compañeras aparecieron. Una de ellas llegó a herirme en una mano. Me retiré pero estaba satisfecha, ya conocía la identidad de una Sailor y así se lo manifesté. Eso significaba que podría atacarla en cualquier momento. De todos modos he de reconocer que tuve suerte, la cosa pudo haber ido peor, eran tres contra una y la más alta de ellas me había atacado sin dudar.

-¡Oh cielos, tengo un buen arañazo! - Me dije al ver mi mano herida ya en mis habitaciones en la nave.- No soporto que nadie lastime mi suave y fina piel.

Por desgracia, mis hermanas mayores me metieron presión apareciendo de improviso.

-¡Oh, te han herido!- Comentó Calaverite con un inconfundible toque de ironía en su voz.-
-Os contaré lo ocurrido.- Les dije sin querer mostrarme afectada por eso.-
-¿No nos digas que tu misión ha fracasado?- Inquirió Calaverite.-
-Ni pensarlo.- Me apresuré a replicar.-
-Para mí sería un baldón y me moriría de vergüenza.- Añadió Petz, nuestra hermana mayor.-
-Estáis intentando humillarme.- Les reproché, afirmando dignamente.- Pero no perdáis el tiempo, no pediré vuestra ayuda.
-Muy bien porque si una de nosotras fracasa no puede volver.- Me recordó Calaverite.-
-Kermesite nos ha traicionado y no queremos más idiotas en la familia.- Remachó Petz.-

            Y se rieron con regocijo, lo único que pude hacer fue secundar esas risas, aunque estaba preocupada. Estaba claro que yo no podía fracasar. De modo que volví con un plan en mente. Era realmente taimado pero contaba con disfrutar en tanto lo ejecutaba. Utilizando mis poderes hipnóticos me inscribí en el torneo de ajedrez en el que Ami iba a participar, y llegué hasta la final contra ella. La muy ingenua no me reconoció, cuando fui ataviada con mi vestido de cuadros rojo y negro, y esos zapatos de tacón rojos, tan bonitos pero tan incómodos.

-Creo que disfrutaré con esta partida.- Le dije cuando ella me ofreció su mano, que yo estreché con una falsísima sonrisa.-
           
            También solicité usar unas piezas de ajedrez que yo llevaba. Que eran, desde luego, parte importante de mi plan.

-¡Qué piezas tan preciosas!- Exclamó ella.-
-No son solamente preciosas.- Respondí divertida.-

            Y comenzamos a jugar, fui osada y ataqué desde el principio. Normalmente suelo jugar a la contra, aguardando un fallo del rival. Empero, en esta ocasión quise ir a por todas. Estaba deseando vencerla y completar mi misión. Pero me confié demasiado, Ami era y es realmente muy buena jugando al ajedrez. No puedes concederle ni la más mínima oportunidad. Y eso hice yo. Cometí un error de cálculo y mi vi superada.

-¡Jaque mate!- Anunció ella con tono entusiasta.-

            Aquello me enojó. ¿Cómo era posible que esa niña me hubiese vencido? Confieso que, por unos instantes, incluso la misión tan importante que debía realizar pasó a un segundo plano. Y fue mi orgullo el que se resintió. Sin embargo, me rehíce pronto para responder, tratando de contener a duras penas mi enfado.

-Aun no, todavía no hemos acabado, Guerrera de Mercurio.

            Desde luego ver, la cara de sorpresa y desconcierto que puso Ami al oírme revelar su secreto fue el principio de mi retribución. Luego exclamé liberando mi enfado.

-¡Esto solamente ha sido una partida de niños!

            Y de inmediato congelé las cámaras de televisión que habían retransmitido nuestra partida, adoptando mi uniforme de batalla. Ella no se quedó atrás y se transformó en Sailor Mercurio. Durante unos instantes no hicimos ni dijimos nada, sosteniéndonos mutuamente la mirada. Entonces, tal y como yo había anticipado, aparecieron sus amiguitas, las otras guerreras de la justicia.

-Son de lo más predecibles. – Me dije con regocijo.-

Tras permitirles soltar sus bravatas habituales, las encerré a todas en una burbuja especial, hecha de energía que acrecenté con un amplificador, oculto en mis piezas de ajedrez. Y como toque final, reí burlona para asegurarle a mi enemiga.

-¡Tus amigas jamás podrán salir de ahí! Guerrera Mercurio. ¿Quieres que nos juguemos sus vidas y la tuya en una partida de ajedrez?- Le propuse con auténtico deseo de que así fuera.-
-¿Tengo otra opción?- Quiso saber con tono airado.-
-No, no creo que la tengas.- Me reí, advirtiéndola eso sí.- Por cada pieza que pierdas te iré congelando.

Parte 3

            Y pese a que sus amigas le imploraron que no aceptase, Ami, en fin, Sailor Mercurio en ese momento, aceptó. Por supuesto hice algunas trampas para darme todavía más ventaja (ahora me avergüenza solamente recordarlo) pero me prometí que escribiría toda la verdad, y eso haré. El caso es que, la fui congelando poco a poco, y cuando únicamente me faltaba tomar su última pieza, me suplicó que únicamente la matase a ella, y dejase vivas a sus amigas. Eso me desconcertó. No pude evitar preguntarle en tanto me levantaba.

-¿Por qué?
-Porque son las mejores amigas que nunca he tenido.- Pudo acertar a  contestarme, ya muy afectada por el aturdimiento, al borde de la congelación.-

            Me lo pensé desde luego, hubiera podido acabar con todas. Aunque algo en mí admiraba esa valentía y sin apenas darme cuenta, contesté.

-Bueno, puedo ser misericordiosa…

            Pero como no podía ser de otra manera, mis hermanas mayores aparecieron justo entonces para aprovecharse.

-Buen trabajo hermana. – La alabó Petz.-
-Sí, ahora entre todas acabaremos con ellas. - Añadió Calaverite.-
-Realmente tenéis mucha cara. – Les recriminé, estaba muy molesta por esa intrusión.-
           
            Finalmente iba a tomar la pieza para acabar con Mercurio cuando una rosa roja se anticipó a mi movimiento destruyendo aquella figurita y desintegrando la burbuja en la que mantenía presas a las demás guerreras al romper su condensador de energía.

-¿Quién eres tú?- Le pregunté atónita a un tipo vestido con smoking, sombrero de copa y antifaz,  que por toda réplica me dijo. -
-Si no sabes cómo se siente un peón, nunca podrás manejar una reina. Adiós.

            La verdad, nunca terminé de entender muy bien esas frases de Tuxedo Kamen. Cuando alguna vez charlé después con Mamoru-san, no tenía por costumbre hablar con acertijos, pero entonces era muy desconcertante. Y yo no era la única. Mi pobre hermana Cooan se quedaba perpleja al escucharle. Incluso las mismas guerreras no le entendían las más de las veces. Sin embargo, en ese momento, desde luego, me preocupó más ver libres a mis enemigas. Me volví a mis hermanas en la esperanza de recibir su ayuda. Sin embargo, y para mi horror, Petz me dijo desentendiéndose del asunto.

-Es un error táctico tuyo. Bertierite.
-Sí. Soluciónalo. Acaba con ellas o muere, cumple con tu deber y podrás volver al sitio que te corresponde.- Me conminó Calaverite con idéntica despreocupación y rigor para sentenciar.- O te quedarás aquí para siempre.

            Y ambas desaparecieron dejándome allí, completamente sola y sobrepasada en número. Mis enemigas me observaban ahora con gesto sorprendido. Parecían tan desconcertadas como yo. Pero seguramente que  a no tardar se repondrían del estupor y acabarían con mi vida de inmediato. ¿Por qué iban a tener misericordia? Pero eso no era lo peor. ¡Mis propias hermanas me habían traicionado!, abandonado a mi suerte… No pude evitarlo, me sentí destrozada y vacía. Apenas pude esbozar una sardónica sonrisa y reír, sin ya nada más que perder, declarando para asombro de mis rivales.

-Es de lo más cómico. Si hasta a mí me hace gracia. ¿Lo veis? Esto es lo que he obtenido de mis propias hermanas. Es absurdo querer sacrificarse por unos extraños. Si hasta mi propia sangre me ha traicionado…y lo más gracioso es que tuve esperanzas hasta el final. ¡Vamos, reíros! ... ¡Reíd, maldita sea!...

Y tras unos agónicos instantes en los que mis adversarias no respondían y me miraban diríase que hasta con piedad, no pude soportarlo más. Repito que no estoy nada orgullosa de lo que hice entonces, pero tenía mis razones, o al menos creía que era así. Grité deseando terminar con todo.

- ¡Moriré, pero os llevaré a todas conmigo!… ¡Dark Water full power!... Al final se nace y se muere solo… el amor es…inútil.

            Y concentré toda mi energía para liberarla de forma masiva. Ni yo misma sabía qué iba a suceder. Al cabo tan solo de unos segundos, la habitación empezó a congelarse y yo  con ella. Si al menos tenía que morir lo haría de forma heroica. Ya nada me importaba, estaba sola. Nadie me quería, ¡nadie! Seguramente siempre habría sido así. Desde que mis padres nos enviaron a todas a servir a la Corte del padre del príncipe Diamante. Habíamos crecido en ese ambiente de intrigas y de búsqueda del poder. Sin apenas relacionarnos con los demás, siempre ocultando nuestros auténticos sentimientos para no ser tachadas de débiles o estúpidas. Al menos así fue desde que la reina Amatista murió. Y la única con la que había tenido alguna conexión más afectiva, Kermesite, fue la primera en abandonarme cuando desertó. Ya únicamente deseaba terminar con todo para no sufrir más… entonces, escuché la voz de mi hermana menor, que, muy agitada corría hacia mí, suplicándome.

-Bertierite, por favor. ¡No lo hagas!..
-¿Es que también has venido a reírte de mí?- Espeté lanzando contra mi hermana y las sailors gruesos fragmentos de hielo.-
-¡No!...- Exclamó ella recibiendo el impacto de un gran bloque que la derribó.-

Las guerreras se aproximaron preocupadas por su estado y gritando su nombre, pero Kermesite extendió un brazo para que no se acercasen. Todavía con una rodilla en el suelo se rehízo para añadir, suplicándome una vez más.

- Bertie…por favor, vive…Yo te quiero, eres mi hermana…
-¡Cállate! –Le grite, me sentía herida en lo más profundo, no deseaba escuchar más mentiras y le respondí llena de rabia.- ¡Una traidora como tú no puede comprender como me siento!

            Aunque en honor suyo debo decir que no se rindió, Kermesite siguió avanzando a duras penas hacia mí a la par que argumentaba.

- Ane- sama…Ane-chan. Te lo suplico. ¡Créeme! Sé cómo debes sentirte de desamparada en el fondo de tu corazón. Pero no estás sola. ¡Confía en mí! Los humanos tienen una increíble capacidad para amar…

            Entonces miré a mi hermana a los ojos. Kermesite desde luego estaba muy cambiada. Su mirada era pura y limpia, no parecía esconder nada. Se aproximaba aun a riesgo de su propia vida para convencerme. No tenía nada que ganar con eso y sin embargo allí estaba. Dispuesta a sacrificarse por mí. ¿Acaso sería verdad? ... ¿El amor en los humanos era tan fuerte como para tal demostración?... En ese momento sentí algo… recordé los buenos momentos pasados con mi hermana pequeña. Mi propia infancia…a mi madre cuando nos contaba historias de la Tierra, a mi abuela Kim… y una extraña sensación se abrió paso en mi interior. Más cuando Kermie me gritó, suplicándome con desesperación.

-Debes vivir. ¡Hermana, por favor!…

Y sin saber por qué detuve mi ataque… sentí cada vez más como, una extraña calidez que no podía describir, se extendía desde mi pecho. Apenas pude musitar, mirando entre lágrimas a mi interlocutora.

-¿Podré sentir yo esa clase de amor?...

Lo deseaba fervientemente, si aquello había obrado ese prodigio con Kermesite y le daba tanta fuerza yo ansiaba experimentar ese mismo milagro para salvarme. Entonces ella corrió hacia mí con lágrimas en los ojos, sin parar de repetir…

-¡Te quiero, Bertie! Tú eres mi hermana…, tan querida…yo te quiero tanto…
-¡Oh Kermesite!, ¡Estás llorando! ¿Acaso el amor duele tanto?...-Quise saber con tono entre atónito y emocionado.-

Pero no respondió a eso. Sin embargo me alcanzó, se precipitó en mis brazos y la sostuve. Ahora, con mi hermana pequeña entre mis brazos, tenía una sensación de felicidad y de afecto que no recordaba haber experimentado en muchísimo tiempo. Entonces lo supe. Sí podía percibir el amor. Es más, ¡quería recibirlo, quería ser capaz también de darlo! Me di cuenta de lo equivocada que había estado. Miré con ternura a mi hermana menor y asentí…musitando entre emocionada y arrepentida.

-Lo siento. Gomen nasai… Kermesite.

 Acto seguido solamente escuché a la Guerrero de la Luna invocar el poder del Cristal de Plata. Y  lo percibí. Una aureola de calidez que me  libró de aquella maligna energía de la que había estado llena. En ese mismo instante me sentí ligera y alegre como jamás lo había estado…había renacido por completo…solamente era capaz de reír, pero era una risa cantarina y plena de felicidad. Como si fuese una niña pequeña, exenta de todo mal y de cualquier tribulación. Pude oír entonces como Ami, posando una mano sobre el hombro derecho de Kermesite,  le preguntaba afectuosamente a mi hermana.

-¿No es estupendo?...
-Es maravilloso. Muchas gracias. - Respondió ésta, visiblemente emocionada.-

Al poco me percaté de que mi uniforme de combate se había convertido en un atuendo humano corriente. Ahora me sentía algo cansada. Mi hermana me abrazó, pasándome un protector brazo sobre los hombros y las guerreras me saludaron dándole la bienvenida. Al fin, esa especie de euforia fue menguando. Poco a poco la realidad se fue imponiendo. Observaba aquello como si hubiera salido de una especie de trance. No obstante, la vergüenza y la culpa se abrieron camino ahora. Más cuando fue la propia Ami quién se aproximó a  mí y me preguntó.

-¿Qué tal te encuentras?...

Apenas sí pude mirarla a la cara y musitar.

-Lo siento…No sé qué decir…estoy muy avergonzada.
-Tranquilízate, Bertierite.- Me pidió mi propia hermana que mantenía un protector brazo sobre mis hombros.- Es normal, sé cómo te sientes. A mí me sucedió lo mismo. Ahora que somos humanas y nos hemos librado de la energía oscura, los sentimientos de culpa por lo que hicimos nos asaltan.
-No sé cómo daros las gracias a todas.- Pude responder visiblemente apurada. Para añadir sorprendida, en tanto comenzaba a temblar.- ¡Tengo frío! Nunca lo había tenido…
-Es que hace bastante frio aquí. Salgamos de este lugar. – Intervino Rei.-

            Era cierto. Jamás había experimentado algo así. Era como si mis antiguos poderes se hubiesen rebelado contra mí y me hubieran congelado hasta los huesos. Desde luego la frialdad de la estancia me hacía mella, ese gélido ambiente que yo misma había creado con mis poderes. Ahora que no los tenía podía sentir sus efectos, ya que estaba tan desvalida como cualquier humano. Por suerte las chicas me guiaron fuera de allí, tras tranquilizar al propietario del edificio y decirle que todo había sido debido a una avería en los circuitos de las cámaras. Nos marchamos saliendo a la calle. Yo no quería soltarme de la mano de Kermesite.

-Llámame Cooan desde ahora. Es la traducción de mi nombre al japonés.- Me pidió mi hermana.-

Parte 4

Accedí, aunque yo no quise cambiar mi nombre. Si acaso, comenzaron a llamarme Beruche, que era su transcripción más próxima al japonés. Al menos no renegué del que mis padres me pusieron cuando nací. Con mi hermana hicieron igual pero sonaba bastante diferente a su nombre de Némesis. Aunque la ahora Cooan deseaba olvidar del todo nuestras pasadas vidas. No pude reprochárselo, esa era su decisión, y desde luego que la comprendí. Ella quería hacer borrón y cuenta nueva. Motivos tenía para ello, sobre todo con el sufrimiento que pasó por culpa de Rubeus. Pero no pensé mucho en eso. En la calle ya oscurecía. Era hora de volver a casa, pero claro, recordé que ya no tenía ningún lugar a dónde ir…pensé incluso en buscar algún refugio en un albergue, pero mis nuevas amigas me quitaron enseguida esa idea de la cabeza.

-Yo no puedo alojaros a las dos.- Comentó Rei, no sin pesar.- Mi abuelo y Yuuichirou ya están en el Santuario.- Aunque comparto mi cuarto con Cooan diciéndoles que es una amiga que ha venido a verme desde otra ciudad. Pero ya no cabe nadie más.
-No te preocupes, Rei. Podremos buscarnos algo.- La tranquilizó  mi hermana.- Puedo pedirle a mi jefa que me adelante algo de la paga y alquilar una habitación.
-¡De ninguna manera! - Protesté afirmando.- No hace falta que os molestéis. Me las arreglaré. Por favor, guerrera Marte te lo suplico, sigue cuidando de mi hermana.
-¿Cómo puedes decir eso?- Contestó Cooan sentenciando.- No voy a dejarte sola.
Agradecí sus palabras. Las dijo de corazón. Aunque yo no quería ser una molestia. Aquello parecía un dilema sin solución. Al menos hasta que Ami intervino, proponiéndome.
-Si no te importa Bertierite, puedes venirte conmigo esta noche. Hasta que Cooan y tú encontréis algo. En mi casa hay sitio. Mi madre no va a estar estos días. Tiene un congreso médico.
            La miré con incredulidad, e incluso emoción, y apenas si pude musitar, llevada por los remordimientos.
-Después de lo que te he hecho…
-Esa era otra mujer totalmente distinta.- Afirmó mi interlocutora, remachando con una amable sonrisa.- Tú eres mi amiga.

            Mi propia hermana menor me sonrió a su vez de forma animosa y asintió débilmente confirmándole aquellas palabras. Quizás Cooan pensaba que me vendría bien relacionarme con otras personas para comenzar a adaptarme a esa nueva vida. De modo que así quedó decidido. Tras un rato más, el grupo se disolvió. Cada una se fue por su lado. Yo acompañé a Ami. Ésta me contó que su apellido era Mizuno. Desde luego no podía ser más apropiado. (Del agua). Tras tomar el autobús. (Mi nueva amiga tuvo que pagar los dos billetes) llegamos al apartamento de la sailor en unos veinte minutos. No era demasiado grande pero si acogedor y funcional. Sin embargo, me llamó la atención la cantidad de libros que tenía.

-Muchos son de mi madre. A mí me gustaría ser médico como ella.- Me comentó mi anfitriona.-
-Bueno…eso es algo muy bonito. Seguro que lo conseguirás. – Fue lo único que se me ocurrió responder.-
-¿Y a ti qué te gustaría hacer?...- Se interesó Ami.-

            Suspiré. Esa era una muy buena pregunta. Tan buena que no tenía respuesta. Apenas fui capaz de decir.

-No tengo ninguna perspectiva en mente. Quizás pueda trabajar con mi hermana. Me gustan los cosméticos. Aunque eso no me acaba de llenar. ¿Sabes?...-le confesé siendo totalmente sincera.- Ahora me doy cuenta de lo vacía que he estado. Toda mi vida me educaron para servir y obedecer. Siempre tuve alguna directriz u orden que seguir. Una misión…en suma. Ahora estoy confusa. Incluso asustada…me siento perdida.
-Tranquila. – Me animó, posando una amistosa mano en mi hombro.- Dale tiempo al tiempo. Al principio te costará adaptarte, pero seguro que lo lograrás.
-Desde niña me ha gustado jugar al ajedrez. En eso no te mentí. Disfruté con nuestra partida. Y también me encantaba leer.
-Eres muy inteligente.- Valoró Ami.- Quien sabe. ¿Has pensado en estudiar?
-Sería maravilloso.- Repliqué con un renovado optimismo en el tono, que enseguida moderé cuando admití.- Aunque no sabría el qué.
-Podrías empezar por estudiar conmigo. Dentro de poco tendré que preparar mis exámenes. Y te vendría bien un poco de rodaje…y  a mí alguien que me ayudase. - Me propuso con jovialidad para preguntar.- ¿Qué opinas?

            Esa idea me pareció excelente. Aunque me notaba algo vacía, pero en este caso se trataba de mi estómago…Ami pareció adivinarlo cuando me propuso.

-¿Tienes hambre, Bertierite? Creo que me queda algo de misoshiru.
-Sí. Muchas gracias. – Tuve que admitir.- Llámame Beruche…o mejor aún, Bertie, por favor. Es como me llamaban mis hermanas. -Le pedí.-

No obstante, al recordar eso me entristecí. Pensé en mis hermanas las mayores, quienes ahora a  buen seguro me odiarían, tanto como a Kermie. Y que estarían esperando el momento propicio para ir por nosotras. Aunque una vez más, Ami quiso levantar mi ánimo y me dijo.
-Ya verás cómo al final estaréis las cuatro juntas otra vez. Seguro que tus hermanas se darán cuenta de la verdad. Como habéis hecho Cooan y tú. Es solamente cuestión de tiempo.
            Al oír eso asentí esperanzada. ¿Por qué no? Si mi hermana pequeña y yo misma, habíamos podido cambiar, era posible que las mayores lo hicieran. De momento mi anfitriona me sugirió con jovialidad.
-Tómatelo con calma, paso a paso. Venga, ¡vamos a cenar!..
            Y tras calentar la sopa de miso dimos buena cuenta de ella, teníamos hambre desde luego.  Esa batalla que protagonizamos nos había dejado sin reservas. (Al menos a mí) Al terminar charlamos un poco más. Ami me comentó.
-Mañana por la tarde iremos al santuario Hikawa, para ayudar a Rei con la limpieza otoñal y hacer una barbacoa. Espero que te unas a nosotras.
-¡Estaré encantada! – Aseguré.-

            Pero me sentía muy cansada. Al parecer a Ami le sucedía igual. De modo que mi nueva amiga se levantó y limpió la mesa. Metió los platos y demás cubiertos en el lavavajillas y me indicó que la siguiera para explicarme.

-Mira, tú dormirás en mi cama. Yo lo haré en la de mi madre.
Los sentimientos me afloraron una vez más. Esa chica había sido mi mortal enemiga hacía solamente unas pocas horas. Como miembro del clan de la Luna Negra yo había tratado de matar a la que conocía por Guerrera Mercurio junto con sus otras compañeras. Y ahora esa muchacha, Ami, lejos de tomar venganza, me estaba ofreciendo sin reservas la hospitalidad de su casa, su comida e incluso su cama. ¡A mí! ¡Una completa extraña!
-No sé cómo podré pagarte todo lo que estás haciendo por mí. – Pude balbucir abrumada, sin ser capaz de evitar llorar.- ¡Lo siento, lo siento mucho…yo…!
            Ami me sujetó dándome un abrazo y sentándose conmigo sobre la cama. Tras sostenerme durante unos instantes me susurró con voz dulce.
-Olvídate de eso. Solamente te pediré una cosa. Trata de ser feliz y de ayudar a los demás. Ya verás cómo todo irá bien. Abre tu corazón a la amistad. ¡Y por qué no, al amor!…
-Tenías razón. Nunca creí que fuera verdad. Pensaba que tratabas de engañarme, pero cuando vi cómo te sacrificabas por tus amigas…y luego la expresión de mi hermana…Siempre estaré en deuda con vosotras. Te prometo que haré todo lo posible para no decepcionarte. ¡Sí!… - Dije entonces con renovada determinación.- Desde ahora me esforzaré por ser digna de la confianza que habéis depositado en mí…
-Bueno - me sonrió sin darle más importancia a aquello y desdramatizando con un tono más jovial.- Pues lo primero es irnos a dormir. Mañana nos espera un día duro. ¡Hay mucho que barrer en el santuario!, ji, ji…
            Así fue. Al fin pude conciliar el sueño y dormí bien.
Parte 5
A la mañana siguiente nos levantamos temprano, hacía un estupendo día de comienzos de otoño. Ami me invitó a ir con ella a la biblioteca.
-Tengo que estudiar.- Me dijo.-
-Iré encantada. Me gustan los lugares tranquilos.- Respondí.-

            Estuvimos unas tres horas. Leyendo y tomando notas. Allí aprendí a usar un bolígrafo. Cosa que me llamó mucho la atención. Mi nueva amiga no pudo evitar sonreír divertida al contemplar mis primeros intentos de escribir sin quitarle la tapa.

-¿Es que esto no es táctil? No se plasma en esta pantalla.- Le susurré en medio del espeso silencio de la biblioteca.-
-No.- Pudo decir conteniendo su risa a duras penas al observar mis infructuosos esfuerzos por plasmar letra alguna en el cuaderno que me dejó.-

Y sin tardar me hizo una rápida demostración y ese pequeño malentendido quedó rápidamente zanjado. Después del estudio me llevó al santuario Hikawa, donde su amiga Rei era la sacerdotisa. Tal y como me comentó el día anterior, las chicas iban a hacer una barbacoa tras ayudar a su compañera a limpiar de hojas el lugar. Me dieron una escoba y junto con Ami estuvimos barriendo los aledaños del templo. Aquello resultó ser una experiencia muy relajante. Pude meditar en tanto movía la escoba casi de forma automática. A veces me detenía unos instantes para mirar de derredor. También cerraba los ojos y escuchaba el murmullo de las hojas mecidas por el viento, sentía la brisa acariciarme la cara. Suspiré, y dije en voz alta con sentida culpabilidad y alivio a un tiempo.

-Yo no me daba cuenta de la belleza de este mundo mientras luchaba contra vosotras. Ahora lo veo, estábamos equivocadas.

            Lo admití con un leve poso de tristeza. Aquello era tan hermoso y tan distinto de mi mundo natal. En Némesis teníamos algunos jardines, sobre todo el de palacio, que me encantó desde niña, cuando nuestro padre nos llevó allí por vez primera. Recordé como la misma reina Amatista me saludó, cuando me quedé rezagada contemplando algunas flores. Ella siempre amó la naturaleza. ¡Y pensar que luego las cosas se torcieron tanto y que me convertí en esa fría y calculadora sirviente del mal!...Deseaba poder enmendar mis errores y echar una mano a mis nuevas amigas, y así lo comenté.

-A mí me gustaría muchísimo poder ayudaros. Pero no tengo ninguna información, nada que pueda serviros de ayuda. Después de todo, yo no era más que un instrumento.- Me lamenté.-
-No tienes por qué preocuparte.- Me contestó Ami, tratando de darme ánimos.- Estamos muy contentas de poder consideraros como verdaderas amigas.
-¿Somos amigas?- Pregunté con una mezcla de sorpresa e incredulidad?

            No le dio tiempo a responderme, Usagi y Chibiusa atrajeron nuestra atención protagonizando una cómica disputa sobre quién debía comer antes. Tras cruzarse unos cuantos reproches, acabaron persiguiéndose la una a la otra entre las caras resignadas de las otras guerreras y las de mi hermana y mías, que no sabían si mostrar sorpresa o sonreír. En cierto modos ambas recordamos las peleas con nuestras propias hermanas mayores y entre nosotras por ese tipo de nimiedades.

-A fin de cuentas, ese tipo de cosas son las que más nos unían.- Reflexioné.-

            Lo que nunca imaginé es que aquella agradable tarde de otoño se complicaría. Nuestras hermanas mayores aparecieron para tratar de raptar a Chibiusa. Nosotras la protegimos al precio de ser apresadas por ellas. Perdimos el conocimiento y al despertar, Calaverite y Petzite nos echaron en cara el haberlas traicionado.

-¡Escuchadnos por favor! - Les pidió Kermesite.-
-La Luna Negra es una terrible familia a la que solo le importa su bienestar.- Argüí yo, en unión a mi hermana menor.-

            Pero nuestros ruegos cayeron en oídos sordos. Nuestras hermanas mayores estaban dispuestas a acabar con nuestras vidas. Pero entonces llegaron las guerreras de la justicia. Para mí supuso un gran consuelo y mucha alegría escuchar a Ami reclamar.

-¡Devolvednos a nuestras queridas amigas!

            Y entonces comprendí que, incluso más allá de los lazos de sangre, podía existir una amistad y un amor verdadero. Eso me confirmó en mi propósito, igual que Cooan. Las dos estábamos decididas a recuperar a nuestras hermanas.

Parte 6

Pero la cosa no fue tan sencilla. Mi hermana Petz parecía haber aumentado su poder de forma ilimitada. Pudo derrotar a todas las guerreras apenas sin esforzarse. Incluso trató de acabar con nosotras a sugerencia de Calaverite. Lo que mi hermana Kalie no esperaba es que Petz decidiese liquidarla junto con nosotras, alegando adelantarse a su más que presumible traición. Lo bueno de ello es que Kalie al fin se dio cuenta de hasta donde llegaba el grado de manipulación al que se habían visto sometidas y colaboró con las sailors para derrotar a Petz. A nuestra hermana mayor no le sentó nada bien al principio. Sin embargo, cuando Rubeus apareció confesando su diabólico plan, la pobre se quedó helada. Ese canalla desveló que, el secreto del arma que le había dado, era el de abrir un agujero a otra dimensión por el que pretendía que fuésemos arrastradas, tanto nosotras como las guerreras de la justicia. Petz intentó enmendar sus errores tratando de destruir aquello, pero fracasó y fue arrastrada a su interior. Ni Cooan, ni yo, pudimos hacer nada. Por suerte, nuestra hermana Calaverite conservaba todavía sus poderes y con su látigo sujetó a Petz. Gracias al Cielo que las guerreras fueron capaces de destruir ese báculo y cerrar aquella brecha a otra dimensión. Después, Cooan les pidió que ayudasen a  nuestras hermanas. Al fin todas estábamos de nuevo juntas y sin rastro de energía negativa. Pero comenzar una nueva vida iba a ser difícil.

-Menos mal que me traje un recuerdo.- Dijo mi hermana Calaverite.-

            La observamos sin comprender. Ella sonrió divertida, con esa expresión tan suya cuando quería hacernos rabiar de niñas. Afortunadamente, esta vez era por motivos muy distintos. Se quitó su lazo amarillo del pelo y lo sacudió sobre su mano derecha, al instante unas pequeñas piedras de colores que centelleaban con la escasa iluminación nocturna, aparecieron en la palma de su mano.

-¿Y eso?- Inquirió mi hermana Petz.-
-¡Oh! Bueno, unas droidas que me llevé de reserva. Ahora, tras habernos sometido al poder del Cristal de Plata de  Sailor Moon creo que han quedado destruidas, pero las piedras preciosas en las que estaban codificadas siguen valiendo mucho todavía.
-¡Eso es una pequeña fortuna!- Exclamó la sailor Venus, observando perpleja.-
-No tanto, pero nos bastará para comenzar de nuevo.- Replicó Calaverite.-
-¡Es estupendo, chicas! – Exclamó Usagi con visible contento.-
-Debo admitir que Kalie me ha sorprendido, y muy gratamente esta vez.- Declaró Petz.-

            Aunque el rostro de la aludida dejó de sonreír, para ya más seria, confesar.

-La verdad, las llevaba guardando desde hacía un tiempo. No me fiaba de Rubeus y tomé prestadas algunas también de vuestras respectivas habitaciones.
-Pues hiciste muy bien.- La alabó nuestra hermana pequeña Cooan.-
-Sí, desgraciadamente, tu intuición estaba más que justificada.- Afirmé yo.-

            Todas nos miramos con pesar. Era duro darnos cuenta de que habíamos sido unas meras marionetas en manos de ese estúpido engreído. Aunque Petz, volviendo a su papel de hermana mayor, enseguida nos recordó nuestra situación.

-Tendremos que pasar la noche en algún sitio.
-Nosotras hemos alquilado un apartamento.- Le respondió Cooan.- No es muy grande pero podremos arreglarnos.
-Al menos hasta que podamos cambiar algunas de estas piedras por el medio de pago que usan en este siglo veinte.- Completó Calaverite.-
-Bueno, en eso podemos ayudaros.- Intervino la sailor Marte.-
-Sí, mañana cuando abran podemos ir a una joyería que conocemos. Está cerca de aquí, la dueña es la madre de una amiga nuestra.- Intervino Usagi.-
-Muchas gracias, chicas.- Sonrió mi hermana Cooan.-

            En eso quedamos, nos despedimos de las sailors y fuimos al apartamento que Cooan y yo habíamos alquilado. No era demasiado grande pero pudimos acomodarnos.

-Lo que más echaré de menos es a nuestras droidas sirvientas.- Comentó Kalie, a medio camino entre la verdadera nostalgia y la broma.-
-Pues tendrás que irte acostumbrando, aquí la vida en ese sentido es bastante más difícil.- Le avisé.-
-No te preocupes, si en algo nos hemos distinguido las hermanas Ayakashi es en nuestra capacidad de adaptación.- Comentó Petz.-

            Entonces lo pensé, ¿sería adecuado seguir llevando ese apellido? Al menos no lo era en el sentido terrestre. ¿O quizás sí?. De algún modo expresaba nuestros orígenes. Éramos las hijas de un conde y una condesa. El condado de Ayakashi, aunque sombrío y siniestro por esas neblinas pantanosas que casi siempre lo envolvían, fue nuestro hogar.

-No sé.- Musité entonces, atrayendo la atención de mis otras hermanas.- Cuando comenzamos a trabajar, Cooan y yo no dimos apellidos. Al menos no los nuestros.
-¿Cómo?- Se sorprendió Karaberasu.-
-Es que pensamos que debíamos dejar nuestro pasado atrás. Todo él.- Intervino Cooan tratando de justificarnos.-
-Lo puedo comprender. -Afirmó Petz cruzada de brazos y asintiendo reflexivamente.-

            Y aprovechando esa inusual condescendencia de la mayor de nuestras hermanas yo entonces añadí para explicar.

-El caso es que entonces Sayaka, nuestra jefa, nos insistió. No podía contratarnos sin un apellido. Y nos miramos sin saber qué decir. En ese momento me di cuenta de que en el aparador de la tienda tenía unos frascos de cremas para el cutis, y vi una que ponía hermosa miel y entre paréntesis, Malinde. Me gustó como sonaba y se lo dije.
-¡Esa es mi hermanita!- Se rio Karaberasu, exclamando.- Se cambió su apellido en menos de un segundo improvisando, eso sí, tras leer la etiqueta de un bote. ¡Nunca hace nada sin documentarse primero!

Parte 7



Me sentí avergonzada. Pudiera ser que mis hermanas lo tomasen por un insulto a nuestro linaje familiar. También Cooan me dedicó una apurada mirada. Hasta ese momento yo había sido la mayor y asumí ese tipo de decisiones. En cambio ahora no estaba segura de haber obrado bien. Para alivio nuestro, Petz asintió con aprobación y tomando la palabra, sentenció.

-Me gusta. Es femenino y bonito. Todo un cambio para empezar unas nuevas vidas.
-Sí, y además es sexy y queda interesante.- Convino Kalie.-

            Cooan y yo sonreímos. Celebramos que nuestras dos hermanas mayores lo aprobasen. Así las cosas, tras cenar frugalmente lo poco que teníamos en la nevera nos fuimos a dormir. Cooan y yo compartimos habitación, dejando la otra para Petz y Kalie. Sabíamos que ellas querrían charlar para enfocar su nueva vida. Yo estaba pese a todo algo dubitativa

-¿Crees que podremos hacerlo las cuatro juntas?- Le pregunté a Cooan cuando nos acostamos.-
-Pues claro. Ya hemos logrado lo más difícil.- Me respondió con una esperanzada sonrisa.- Y no olvides que contamos con la ayuda de nuestras amigas.
-Sí, han demostrado que lo son, viniendo a salvarnos cuando más lo necesitábamos.- Sonreí.-
-Pues ahora nos toca a nosotras, a las cuatro, demostrar cuanto valemos.- Sentenció mi contertulia entre bostezos.-

            Yo también me sentía muy cansada. Apenas pude asentir y nos quedamos dormidas. Al día siguiente madrugamos, aunque tanto Petz como Kalie ya estaban despiertas. Para nuestra sorpresa y agrado ambas estaban liadas en la cocina. Eso sí, discutiendo como de costumbre.

-¡Ponles caramelo!- Insistía Karaberasu.-
-Siempre estás igual. Eso engorda mucho.- Le objetó Petz.-
-¡Pues anda que la nata! - Replicó su interlocutora sin inmutarse.-
-Es nata montada, apenas podré un poco.
-Petz, que te conozco.- Se sonrió Kalie.-

            En eso estaban las dos cuando Cooan y yo entramos en la cocina. sonreímos al ver una gran fuente con muchas tortitas. Aquello nos encantaba a todas. Nuestra madre nos enseñó a hacerlas. Más concretamente enseñó a Petz, quien hizo lo propio con Kalie, ésta conmigo y yo con Cooan. Pero lo curioso es que a cada una nos gustaba un aditamento diferente para acompañarlas. Petz prefería la nata, Karaberasu el caramelo, a mí me gustaba más el chocolate y Cooan siempre ponía mermelada de fresa.

-Supongo que podremos poner un poco de todo.- Tercié tratando de llevar la paz.-
Sí, siempre hacéis lo mismo.- Rio Cooan, al rememorar.- ¡Os pasáis la vida discutiendo por los sabores y los acabamos mezclando todos!

            Tras unos instantes de silencio en los que nuestras hermanas mayores nos miraron con estupor, se miraron entre ellas y rompieron a reír. Cooan y yo nos unimos a ambas. ¡Era una sensación maravillosa! Las cuatro juntas, en armonía y disfrutando de un estupendo momento de diversión y complicidad entre hermanas. Cuando pensé en ello entonces no recordaba la última vez que eso sucedió. Al fin las risas cesaron y fue tal y como Cooan aventuró, terminamos combinando sabores y deleitándonos con un más que generoso y abundante desayuno. Yo misma hice algo de café para acompañar y nuestra hermana menor se ocupó de exprimir algunas naranjas para poner unos zumos. Después de aquello nos sentíamos con energías para hacer cualquier cosa.

-Nos tenemos que ir a trabajar.- Declaré no sin lamentarlo en esa ocasión.-
-Id tranquilas. Petz y yo iremos a esa joyería de la que nos hablaron las sailors. Allí veremos cuanto podemos sacar por estas piedrecitas.- Me contestó Kalie.-

            Y así hicimos. Cooan y yo misma acudimos al trabajo, con alegría renovada. Ahora Sayaka había hecho una pequeña remodelación y en tanto yo me quedaba en la tienda atendiendo a las clientas que solían venir, Cooan se ocupaba de ir vendiendo puerta a puerta, en las zonas cercanas del barrio que no estaban todavía muy trilladas. De este modo esperábamos ir haciendo más cartera de clientes. Mi pobre hermana tenía que andar mucho pero ese trabajo le gustaba. Y a mí tampoco se me daba mal vender al público, y sobre todo el explicar desde un punto de vista científico las bondades de nuestras cremas para el cutis o geles de baño, era algo que dominaba a la perfección. Ese día, en un descanso, la propia Sayaka vino a comentarme con su habitual amabilidad.

-Desde luego, tanto tú como tu hermana habéis sido todo un hallazgo.
-Muchas gracias, señora.- Respondí educadamente a mi jefa.-
-Verás, llevo años vendiendo aquí y no he tenido nunca dependientas que sepan tanto sobre todo esto. Y es algo que me alegra mucho. Aunque por desgracia, quizás sea algo efímero.
-¿Efímero?- Pregunté sin comprender.-

            La buena mujer suspiró, con un poso de tristeza vino a desvelarme.

-Mi esposo y yo posiblemente nos mudaremos a Kioto en pocos meses. Sus padres ya son mayores y él va a ocuparse del negocio familiar en Higashiyama. Tienen un restaurante muy conocido allí. Por eso, tendré que vender Otafukuya.
-¿Vender Otafukuya?- Exclamé sin poderlo evitar.-
-O al menos alquilarla. No me agrada mucho la idea, pero tendremos que irnos allí y hacernos cargo del restaurante.- Suspiró Sayaka quien mirándome con un gesto muy revelador, agregó con voz queda.- Y he pensado en vosotras…puede que os gustase ocuparos del negocio.
-Bueno, no sé.- Pude apenas afirmar.- Tendría que hablarlo con mis hermanas.
-¿Hermanas?- Fue ahora Sayaka quien me preguntó con gesto sorprendido.- ¿Cooan y tú tenéis más hermanas?
-Sí, nuestras dos hermanas mayores. También han venido a vivir con nosotras.- Sonreí como una tonta sin saber muy bien que añadir.-
-Muy bien. Comprendo que la decisión no es únicamente tuya.- Me respondió haciéndose cargo.-

            Y como venían más clientas dejamos el tema. Cuando vi a Cooan se lo conté, ella se quedó muy sorprendida también y estuvo de acuerdo conmigo.

-Sí, tenemos que hablar con ellas. En cuanto volvamos a casa.- Me dijo.-

            Al regresar tras la jornada laboral Petz y Kalie estaban allí, las saludamos y antes de contarles lo sucedido les pregunté por cortesía y también interés.

-¿Qué tal os ha ido?
-¡De maravilla!- Aseguró Karaberasu guiñándonos un ojo.-
-Al menos, eso creo.- Completó Petz, afirmando jovial.- Debo admitir que vuestra hermana tiene dotes para negociar.-
-Desde luego que no lo puedes negar, he logrado que nos concedan la licencia y el puesto además de obtener una bonita suma por esas piedrecitas.- Se jactó Kalie.-

            Cooan y yo nos miraron sin comprender, fue mi hermana menor quien inquirió.

-¿Puesto, qué puesto?
-Pues el nuestro, Beauty Quartette.- Sonrió Karaberasu , deseando saber.- ¿ A que os gusta el nombre?. Pienso que es el más apropiado para nuestro negocio y por supuesto, se me ocurrió a mí.

            Como Cooan y yo nos mirábamos con cara de no comprender nada, nuestra hermana Petz nos contó.

-Veréis. Primero fuimos a una prestigiosa joyería de la calle Diez. Y cuando les mostramos algunas de las piedras nos hicieron una buena oferta…
-Pero sospeché enseguida que podían darnos más.- Terció Kalie.- Petz ya estaba dispuesta a aceptar pero yo quise que subieran.

            Petz ya ponía esa cara suya de incipiente enfado habitual, y mi hermana Cooan, con buen criterio, intervino con tinte conciliador para animar a Karaberasu a seguir contando la historia.

Parte 8

-¿Y qué pasó?- Inquirió la menor de las hermanas.-
-Pues que yo tenía razón y cuando les di a entender que sus competidores nos darían mejor precio enseguida subieron.- Se sonrió Karaberasu.-
-Sí, admito que tuviste razón.- Reconoció sorprendentemente Petz.-

            Y es que nuestra hermana pese a todo estaba de buen humor. Enseguida supimos el motivo.

-También me ocupe de que Artemis nos ayudase con los papeles.- Afirmó Kalie. –

            Y nos contó que, unos días antes había quedado con Minako y con su gato. Este era todo un experto en crear identidades y nos había proporcionado unas con los nombres y apellidos que usábamos en la Tierra.

-De modo que ya somos ciudadanas japonesas legalizadas. Y nos han concedido un permiso para poner nuestra propia tienda.- Dijo entonces Petz.-
-No es muy grande todavía, pero espero que, con el tiempo, podremos ampliarla.- Añadió Kalie, quien, llena de optimismo, nos preguntó.- ¿Qué os parece hermanitas?

Las dos sonreímos de una manera un tanto estúpida. ¡Para qué voy a negarlo!  No queríamos disgustar a Petz y a Kalie aunque claro, teníamos un problema. Cooan y yo estábamos trabajando en Otafukuya y nuestras hermanas no se pararon a  consultarnos. Si precisaban ayuda tendríamos que despedirnos de ese lugar, justo ahora que Sayaka nos había hecho aquella propuesta. En caso contrario nos tocaría doblar trabajando en los dos sitios. Supuse que nuestra jefa lo comprendería, pero no estaba tan segura en lo que a nuestras hermanas mayores se refería.

-Y eso no es todo.- Intervino Petz.- Con lo que nos han dado podemos pagar la entrada de un apartamento de la calle diez que es bastante más grande que este que alquilasteis.
 -Vaya, es…estupendo.- Fue capaz de musitar Cooan.-
-Sí, eso.- Añadí yo, del mismo modo.-

            Aunque nuestras hermanas no eran tontas y tras fruncir el ceño, Kalie comentó con su clásico tono de ironía.

-Mucho me temo que estas dos no parecen muy contentas.
-A ver chicas, ¿Qué os ocurre?- Quiso saber Petz, añadiendo con preocupación.- Pensábamos que os ibais a poner muy contentas.

            Y tras volver a intercambiar unas miradas de circunstancias, entre mi Cooan y yo tratamos de explicarles la situación. A lo que Petz, cruzándose de brazos, comentó sin parecer demasiado inquieta.

-Bueno, vuestra jefa lo entenderá. A fin de cuentas somos vuestras hermanas mayores.
-Sí, y os necesitamos.- Completó Karaberasu.-
-Pero daros cuenta de las posibilidades.- Les argumenté.- Si Sayaka arrienda Otafukuya tendríamos un local enorme, muy bien ubicado y con prestigio adquirido. No tendríamos que partir de cero.

            Por suerte pareció que mis razones les hicieron meditar. Aunque enseguida Karaberasu objetó.

-Siendo ahora su competencia, no creo que vuestra jefa esté demasiado contenta para mantener esa oferta.
-Podríamos especializarnos en cosas que Otafukuya no comercialice.- Propuso Cooan.- Ciertos tipos de cremas para el cutis con recetas locales. Mascarillas de belleza…tenemos recetas propias de Némesis. Y a cambio de quizás, un acuerdo, podríamos ofrecérselas a Sayaka. Y tener nuestro puesto surtido con género suyo.
-¿Y ser una especie de sucursal de su tienda?- Inquirió Petz quien no parecía estar muy por la labor.-
-No exactamente eso, más bien una firma asociada.- Discurrí con rapidez.-
-Eso podría funcionar.- Convino Karaberasu llevándose una mano a la barbilla.-

            Conocía a mi hermana Petz a la perfección y ya había puesto esa expresión suya del equivalente a ni hablar que era imposible de variar. Por suerte, lo que dije debió de parecerle una buena idea. Más al escuchar a Kalie. Y como esta última había ganado recientemente muchos puntos ante sus ojos, nuestra hermana mayor asintió, haciendo que tanto Cooan como yo suspirásemos aliviadas.

-¡Pues manos a la obra!- Nos arengó Petz.-

Parte 9

            Así pasaron unos meses. Cooan y yo estuvimos alternando el trabajo en Otafukuya con ayudar a nuestras hermanas. Y por suerte, a Sayaka le pareció bien nuestra propuesta. Tuvimos mucho trabajo, a veces discutíamos, otras reíamos, en suma mereció la pena. Recuerdo aun cuando, justo al principio de poner en marcha aquello, en el pequeño puesto de Beauty Quartette ,yo estaba probando un poco de maquillaje y mi hermana Petz me regañó.

-No utilices el maquillaje de muestra, es solo para clientes.- Me ordenó.-
-Nadie confiará en nuestros productos si se fijan en el cutis tan áspero que tienes.- Le dije a medio camino entre la broma y la objetividad, para remachar.- Lo mejor es usarlo.

            Aunque a mi hermana no pareció muy divertido y pasó a zarandearme con energía de los hombros para exclamar.

-¡Cómo te atreves a decir una cosa como esa!
-Petzite ya basta, ¿es que ya estáis empezando a discutir?- Intervino Karaberasu.-
           
            Cooan hizo lo propio y enzarzadas en nuestra guerra dialéctica particular no nos apercibimos de que la gente se concentraba cada vez más alrededor de nuestro pequeño negocio. Seguramente entre perplejos y divertidos al observarnos. Cuando quisimos darnos cuenta eran un montón de ojos los que así nos miraban. La primera en detenerse fue Petz, quien por suerte me dejó de agitar como si yo fuera una coctelera. Enseguida estuvimos las cuatro (yo algo mareada) ruborizadas y exhibiendo sonrisitas idiotas de circunstancias. Aunque Kalie reaccionó rápidamente para dirigir un discurso a esa agrupación de gente.

-¿Lo ven? Mis hermanas lo han escenificado a la perfección. ¡Así se van a disputar ustedes nuestros productos!
-Sí, son de una indudable calidad.- Agregó Cooan.-

            Petz y yo misma nos limitamos a asentir, rojas de vergüenza y sin dejar de sonreír. Cualquiera que nos hubiera visto desde luego lo hubiera podido interpretar como una performance. Íbamos además cada una con un uniforme de trabajo de distinto color, el que más nos favorecía, un poco también por emular a nuestras amigas sailors. Petz lucía un tono verde mar, Kalie otro dorado, Cooan violeta oscuro y yo lo llevaba azul celeste. Entre eso y nuestra enérgica representación, pronto tuvimos a bastantes mujeres de todas las edades solicitando probar algún producto.

-Será mejor que nosotras atendamos a las más jóvenes.- Propuso Cooan, incluyéndome a mí.-
-¿Y eso por qué?- Quiso saber Petz mirándola ya con ese gesto inquisitivo suyo que presagiaba otro arrebato.-
-Bueno, objetivamente hablando somos las hermanas menores.- Intervine más recatadamente esta vez.-

            Puede que mi hermana escuchase antes la palabra objetivamente o quizás fue mi tono mucho más conciliador, el caso es que asintió. Al poco además, nos alegramos de ver a nuestras queridas amigas que estaban allí.

-¡Vaya! Vosotras sí que sabéis como atraer a la clientela.- Exclamó Usagi con expresión divertida.-
-Ya sabes, todo por una buena promoción.- Le respondió jovialmente Kalie.-
-La verdad, tenéis un montón de cosas interesantes.- Terció Minako.-
-Tratamos de estar bien surtidas.- Le dijo Cooan.-
-Ya se lo contaremos a nuestras amigas, para que vengan.- Afirmó Makoto.-
-Os estamos muy agradecidas.- Repuso Petz.-

            Y toda esta conversación se producía mientras intentábamos atender la avalancha de clientas. Puedo decir que esa jornada estuvo bien, pero lo más divertido sucedió al inaugurar Otafukuya. Pudimos finalmente aceptar la oferta de Sayaka. De hecho, esa fue una parte del acuerdo. Ella nos proporcionaba productos de su tienda a precio de coste y nosotras aceptábamos ocuparnos del negocio cuando ella se trasladase. Arrendamos así esa tienda y nos trasladamos. Petz y Kalie se sintieron muy contentas también. Aquel local era mucho más grande, con almacén y ubicado en una calle principal. El alquiler era muy caro, pero de eso se ocupaba la dueña. Nosotras, eso sí, debíamos darle una parte muy importante de los beneficios, empero, con todo lo que vendíamos era un trato rentable para todos. El caso es que, el primer día nuestro allí como responsables directas, decidimos hacer una gran oferta de lanzamiento y nuestras amigas fueron muy amables al ayudarnos. Se brindaron a trabajar los días anteriores para traer y colocar el género y hacer publicidad. Dirigidas por una enérgica Usagi que iba voceando literalmente las bondades del negocio a unos pocos metros de la entrada. A decir verdad no podíamos evitar sonrojarnos al oírla hacer bocina con las manos y dar alaridos del estilo.

-¡Vamos, señoras! Vengan a conocer Otafukuya, la mejor tienda de cosméticos. ¡Aquí todas las mujeres podemos ser hermosas!

            Y Rei, como no podía ser de otro modo, le respondía, gritando también.

-Es cierto, si hasta tú te pones presentable cuando las hermanas te maquillan…

            A lo que Usagi cesaba por unos instantes en su labor propagandística y enfrentaba suspicazmente su mirada a la de su compañera para replicar no sin cierta indignación.

-¡Oye! ¿Qué has querido decir con eso, eh?...
-Nada, nada. - Se sonreía su amiga con malicia para sentenciar.- Que por muy buenas que las cremas sean tampoco pueden hacer milagros.

            Aunque ahora fue Usagi la que se sonrió pérfidamente para decir con un sorprendente buen tono, en tanto se aproximaba a un pequeño puestecito con mercancía que teníamos en la calle para las promociones de algunas cremas.

-Sí, quizás tengas razón, mi queridísima Rei…y ya que hablas de lo buenas que son…

            Y tomando totalmente desprevenida a su interlocutora le untó la cara con el contenido de un bote. La otra muchacha tuvo que escupir varias veces para sacarse parte de aquella crema mientras escuchaba de fondo las carcajadas de su atacante… Aunque eso desde luego no contribuyó a que se apaciguase su irritación…más si cabe al escucharla declarar entre risotadas.

-Creo que he conseguido arreglarte la cara… ¡Esta sí que ha sido una prueba gratuita!.

            Pero Usagi tuvo que dejar de reír y echar a correr, dado que la aludida ya la perseguía remangándose uno de sus brazos y enarbolando un amenazador puño en tanto le gritaba.

-¡Cuando te agarre vas a ver lo que es arreglarte la cara de verdad… en vez de cremas vas a necesitar cirugía!

Aquello se desmadró más de la cuenta, todas observábamos atónitas aquella escena, al igual que la gente que pasaba por allí. Por fortuna las otras sailors se interpusieron. Makoto por su parte sujetó a la furiosa Rei y Minako trató de suavizar la cosa, afirmando.

-Chicas, ¡Ya está bien!... ya conocéis el dicho, dos no riñen con uno si quieren.
-Dos no riñen si uno no quiere.- La corrigió resignadamente Ami en tanto cobijaba tras de sí a una amedrentada Usagi.-
-Yo no voy a reñir con ella, ¡solo voy a matarla! - Exclamó Rei agitando el puño.-
-Bueno…no ha sido para tanto. - Se defendió la interpelada que le recordó con tintes de reproche.- A fin de cuentas has empezado tú, como de costumbre…
-Pues eso, ahora quiero terminar lo que empecé.- Replicó su interlocutora con cara de pocos amigos.-
-De verdad. Vale ya. Estamos poniendo en un aprieto a las hermanas en lugar de ayudarlas.- Declaró una apurada Makoto que pese a su gran fuerza física se las veía y deseaba para contener a su belicosa compañera Rei.-

            Finalmente las cosas se calmaron. Al menos durante un tiempo. El que tardó Marte en volcarle un frasco de colonia a Usagi por la cabeza. La escena se repitió cambiándose ahora los papeles. Aunque aquello, por chocante que pareciera, nos vino muy bien. Hizo que algunas mujeres se aproximaran atraídas por el revuelo, pensando que las cremas y los perfumes eran tan buenos que las chicas se estaban peleando por probarlos. Al final todas quedamos tan anonadadas por el éxito que hasta las dos antagonistas aparcaron su disputa. ¡Al parecer, lo nuestro y lo de nuestras amigas, eran las campañas con gancho!

Parte 10

El tiempo pasó y las cosas nos iban muy bien. Pero cierto día vi a mi hermana Cooan pensativa. Volvía de hacer su ronda de vendedora de cosméticos a domicilio. La verdad, nos solíamos turnar para ir a atraer nuevas clientas, aunque ella era la que más lo hacía, decía disfrutar recorriendo la ciudad y charlando con muchas mujeres diferentes.

-¿Te ocurre algo?- Quise saber aprovechando que era la hora de nuestro receso para comer.-
-No, solamente estoy cansada.- Me respondió, eso sí, con voz queda.-
-Pues parece que estuvieras dándole vueltas a algo.- Le dije.-
-Verás, una de las casas que he visitado me ha hecho pensar. Se trataba de una mujer con tres niños. La pobre estaba tan liada ayudándoles con sus tareas que apenas sí pudo atenderme. Entonces decidí ayudarla. Y como eran pequeños
-¿No estaban en el colegio?- Me sorprendí.-
-Hoy es festivo para los niños.- Me contestó, prosiguiendo con su relato.-El caso es que fue divertido, lo pasé muy bien ayudándoles con algunas tareas, y contándoles cosas. Tanto que apenas sí pude pasar por más domicilios.

            Eso me hizo gracia, sonreí, aunque viendo la cara de apuro de mi hermana enseguida quise tranquilizarla.

-Bueno, no pasa nada. Ya irás otro día.
-Sí, en fin. Es que…ya sabes que este trabajo me gusta, pero es como si no me llenase del todo.

            Asentí casi sin darme cuenta. Debía admitir que a mí me sucedía algo similar. Sobre todo desde que pasaba algún tiempo con Ami, estudiando con ella. Tenía deseos de aprender y de llegar a demostrarme a mí misma que podía evolucionar, hacer algo más. Y me daba la impresión de que a Cooan le pasaba eso mismo. Y enseguida me lo confirmó al añadir.

-Me gusta estar rodeada de niños. De hecho, cuando me purificaron disfrutaba mucho con la compañía de Chibiusa.
-Lo sé.- Asentí.- Te volviste realmente muy complaciente con ella. Creo que la mimabas demasiado.
-Sí, - admitió mi hermana para confesar.- Tenía mucho cargo de conciencia.

            Me di cuenta enseguida de que ese tema la entristecía. Podía comprenderla a la perfección. Cada vez que pasaba revista a esos actos yo también sentía muchísima vergüenza. Y pese a que ahora no éramos en absoluto así tenía una especie de espina clavada. Deseaba poder compensar, no únicamente a Chibiusa, sino al resto del mundo por mis malas acciones. Pero quizás min hermana lo enfocó más en esa cría y así le dije con solidaridad.

-Lo pasaste muy mal cuando nos enteramos de que Rubeus estuvo a punto de secuestrarla.

            Mi hermana bajó la mirada. Eso le producía mucha tristeza y bastante sentimiento de culpabilidad. Lo mismo que a mí. Y es que poco tiempo después de que Petz y Kalie fuesen purificadas por el cristal de Plata, Rubeus les dio un ultimátum a nuestras amigas, quería el cristal de Plata y a Chibiusa. Llegó a secuestrar a las guerreras. Nosotras nos sentimos muy mal, no pudimos hacer nada. Primero, porque ya no teníamos ningún poder, y segundo, porque las chicas no nos lo contaron hasta un tiempo después. Tampoco nos dijeron nada de la presencia de Lady Esmeralda. De hecho, estuvimos prácticamente ajenas a todo lo que pasaba hasta que, un día, nuestros antiguos superiores invadieron Tokio con un enorme cristal negro. Todos fuimos al refugio. La ciudad estaba cada vez más desierta. Cooan suspiró mirando en derredor para afirmar.

-¿Habéis visto? Al parecer las cosas se han puesto muy serias. Ya no hay casi nadie por las calles. -
-Sí, lo mejor será darnos prisa por entrar al refugio. - Convino Karaberasu. –

Petz asintió descuidadamente cuando algo captó su atención, una figura conocida iba arrastrando los pies y apoyándose contra la esquina de la calle de enfrente. Creyó reconocer a…

-¡Zafiro! - Pudo decir entre asombrada e incrédula. -

No vimos nada, únicamente a Petz correr repentinamente cruzando la calle. Tomadas por sorpresa la llamamos en vano, finalmente  todas fuimos tras ella.  Cuando la alcanzamos estaba arrodillada sosteniendo la cabeza de un hombre que parecía estar herido.

-¡Pero, ese es!- Exclamó Cooan tapándose la boca con las manos.-
-El infante Zafiro.- Musité yo, con más asombro todavía que temor.-

Era desde luego el hermano menor del príncipe Diamante. Estaba sin sentido.

-Chicas ayudadme, tenemos que llevarle a casa. – Nos pidió Petz. -
-Pero, debemos ir al refugio, - opuse pensando en nuestra seguridad. –

            Admito que fui una cobarde y que temí por nosotras. Si el infante estaba ahí, malherido, pudiera ser que el responsable de eso no anduviese lejos. Pero lo que me hizo cambiar de idea fue ver la mirada y escuchar la voz de angustia de Petz.

-¡Por favor!- Nos suplicó nuestra hermana dejándonos atónitas, eso era algo que jamás la habíamos visto hacer. Sobre todo cuando añadió con visible gesto de sufrimiento y temor en su voz. - Morirá si le dejamos aquí. Os lo ruego, ¡ayudadme!

Sin pensarlo ya dos veces asentí, junto con Karaberasu y Cooan nos aprestamos para tratar de transportar a Zafiro junto con Petz. Pesaba bastante pero entre las cuatro logramos levantarlo. Pasamos los brazos del  infante por los hombros de las dos mayores llevarle hasta nuestra casa. Por fortuna no estabamos lejos y junto con Cooan fuimos relevando a Petz y a Kalie cuando ellas se cansaban. Pudimos subirle al ascensor sin problemas.

-¿Qué le habrá sucedido?¿Creéis que habrán sido las sailors?- Quise saber.-
-No tengo ni idea.- Musitó Kalie moviendo la cabeza.-

            No daba la impresión de que quisiera hablar mucho. Enseguida vimos el porqué. Petz no dejaba de mirar a Zafiro llena de preocupación, le sostenía con toda la delicadeza que podía en tanto él permanecía inconsciente. Por fin llegamos a nuestro piso y entramos con él a cuestas en el apartamento. A indicación de Petz le metimos en su dormitorio. Entre todas le curamos las heridas de la mejor forma que pudimos y le acostamos.

-No podemos hacer más por ahora.- Suspiré.-
-Dejémosle dormir a ver como se despierta. – Sugirió Cooan.-

Así lo hicimos. Petz preparó algo de comer en tanto Karaberasu le decía con palpable desasosiego.

-¿Qué podemos hacer? No tiene buen aspecto.
-Solo necesita descansar. - Afirmó tajantemente su hermana mayor. –
-Pero. ¿Qué sucederá cuando se despierte? –Me atreví a preguntar con visible temor en el rostro sin poder evitar expresar mis miedos en voz alta. – Quizás haya venido a castigarnos por haber traicionado al príncipe Diamante.
-Sí. Para él debemos de ser únicamente unas desertoras. No sabe la razón por la que lo que hemos hecho. – Añadió Cooan, también visiblemente inquietada.-
-No os preocupéis. Yo hablaré con él y se lo explicaré todo. Zafiro siempre fue comprensivo y amable. Lo entenderá.- Nos tranquilizó Petz.-

Nos miramos atónitas. Sobre todo mi hermana Cooan y yo. ¿Desde cuándo había dejado Petz de odiar a los hombres? Jamás había hablado bien de ninguno. Nuestra hermana mayor nos observó con una débil sonrisa. Nosotras no comprendimos la razón. Al menos, no en ese momento.

-Voy a ver qué tal se encuentra. - Nos comentó con tono amable y suave, a la vez que en una bandeja ponía un plato de sopa y algo de pan. -

Petz entró en la habitación y cerró tras de sí. Nos quedamos aguardando, muy inquietas. Sobre todo Cooan y yo. Kalie por el contrario parecía estar más calmada. Como si supiese algo que nosotras ignorábamos. Al cabo de un rato, sin poder evitar la curiosidad, Cooan y yo nos asomamos a mirar un poco entreabriendo la puerta. Aunque enseguida cerramos avergonzadas.
Al reunirnos con Kalie en el salón no me recaté en sugerir.

-Creo que lo mejor sería que huyéramos, antes de que acabe con todas nosotras.
-Lo mejor será que les dejemos a solas. No nos pasará nada.- Repuso Karaberasu sin vacilar.-
-¿Eso nos aconsejas?.- Pregunté con incredulidad. –

            Nuestra hermana mayor entonces se tomó unos instantes para pensar y nos confesó con voz queda.

-Petzite siempre ha estado enamorada de Zafiro.

Parte 11

            Cooan y yo nos miramos con la boca abierta. ¡Aquella desde luego era toda una bomba para nosotras. No fuimos capaces de decir nada. Al poco rato además, nos quedamos de una pieza. La puerta se abrió y el propio Zafiro salió renqueante. Apenas sí podía caminar. Nos dedicó una mirada que daba la impresión de ser de agradecimiento y asintió despacio. Sin saber que hacer, mis hermanas y yo asentimos a su vez. Luego él salió de nuestro apartamento. Entramos enseguida en la habitación de Petz, la vimos llorando, aferrada a la chaqueta de Zafiro.

-Pero Petzite. ¿Cómo le has dejado ir estando herido? No podrá luchar.- Dijo Cooan.-
-Tal vez, si vamos tras de él entre todas…- Intervine tratando de hacer algo.-

            Sin embargo, fue mi hermana Kalie quien me cortó, con una pregunta, tan enojosa como evidente.

-¿De qué forma íbamos a poder ayudarle? Ya no somos las que éramos, seríamos una carga para él. Lo único que podemos hacer es esperar.


Así era. Ninguna supo que responder. Aunque me di cuenta de que mi hermana Cooan se fue rápidamente directa a la salida. No me dio tiempo de preguntarle a dónde iba. Al cabo de unos minutos regresó.

-¿A dónde has ido? ¿No habrás pensado en ir a ayudar al infante Zafiro, verdad?- Le recriminé con inquietud.-

            Estaba muy preocupada y admito que también asustada. No quería que ninguna de mis hermanas se pusiera en riesgo. Lo que Kalie había dicho, aunque crudamente, era verdad. No podíamos hacer nada. Ahora únicamente éramos humanas corrientes.

-No, fui a la cabina de teléfonos de abajo y llamé a Usagi-chan.- Me confesó.- Le pedí a ella que llamase a las demás y que fueran a proteger al infante.

            Asentí con alivio. Sí, era una magnífica idea. Si alguien podía salvar a Zafiro eran las sailors. Por desgracia, no pudo ser. Al cabo de unas horas, una compungida Usagi, con el resto acompañándola, vinieron a darnos las malas noticias.

-Lo sentimos mucho. Hicimos cuanto pudimos, pero…- Suspiró Asimismo Rei.-
-Zafiro trató de avisar a Diamante. Él se dio cuenta de todo, pero el Sabio acabó con él sin que pudiéramos evitarlo.- Suspiró Makoto, tan afectada como el resto.-

            Les dimos las gracias pese a todo. Ellas se marcharon y nosotras intentamos consolar en lo posible a Petz. Kalie quiso decirle algo pero nuestra hermana mayor, con tono suave y sosegado, a la par que resignado y triste, declaró con voz queda mientras salía al balcón de su dormitorio.

-Cuando me dejó su chaqueta, supe que iba a morir…

            Nos quedamos en silencio, observándola con profundo pesar. Sintiendo en el alma no haber sido capaces de salvar al infante Zafiro. ¡Ojalá que Sailor Moon y el resto pudieran derrotar a ese malvado Sabio! ¡Cómo ignorábamos entonces el verdadero alcance del mal que ese ser vil y despreciable esparcía y todas las tropelías que había cometido! Durante unos minutos permanecimos así, sin saber qué hacer.

-Será mejor que mañana te quedes descansando, Petz.- Le dijo Kalie, saliendo al fin a charlar con ella.-
-No.- Musitó la interpelada.- Zafiro no hubiera querido eso. Él deseaba que viviéramos felices aquí, con nuestras nuevas vidas. Y soy la mayor. Es mi deber dar ejemplo y estar para vosotras.

            Así fue. Petz cumplió su palabra y al día siguiente daba la impresión de no haberle sucedido nada. Nosotras continuamos trabajando hasta que las cosas se pusieron tan difíciles que no tuvimos más remedio, esta vez sí, que ir al refugio. Pero supimos que nuestras amigas habían derrotado al enemigo. Vimos un resplandor de luz blanca cegadora que barría aquel enorme monolito de cristal negro y hacía que el cielo volviese a resplandecer de un color azul muy hermoso. Al contemplar aquello algo nos hizo llenarnos de alegría. Nos miramos y sonreímos, siendo de las primeras en salir del refugio en el que nos habíamos guarecido.

-Lo ha logrado. ¡Sailor Moon lo ha logrado!- Exclamó una pletórica Cooan.-
-¡Oh sí! Es maravilloso.- Convine yo igualmente emocionada.-
- Todo ha terminado bien, gracias a su valor. – Añadió una igualmente alegre Karaberasu.-
-Y ahora sí que podremos volver a empezar una nueva vida en este mundo y esta época. - Sentenció Petz, entre dichosa y nostálgica.-

Parte 12

            Y desde luego que así lo hicimos. Tardamos unas semanas en volver a ver a las chicas. Estaban muy ocupadas. Al parecer habían surgido nuevos problemas, más enemigos a los que tenían que enfrentarse. Aunque ellas no quisieron comentar nada sobre ese tema. Prudentemente decidimos no preguntar. Eran sus batallas y nosotras ya no formábamos parte de esa historia. Y sobre todo, trabajo y cosas que hacer no nos faltaban. Aparte de llevar Otafukuya, ahora ya entre las cuatro, mi hermana finalmente se apuntó a la universidad a distancia. Por no dejarla sola me uní a ella y comenzamos a estudiar. Era duro, trabajar y preparar los exámenes y trabajos al mismo tiempo. Aunque asimismo comenzó a ser gratificante. Por mi parte a veces quedaba con Ami para estudiar o jugar al ajedrez. Por desgracia, no era demasiado frecuente. De lo poco que pude hablar con ella en ese tiempo me enteré que estaba preparando sus exámenes de acceso al instituto superior junto con las otras. Por suerte para mí, al ser algo mayor que ellas, Artemis ya me había solucionado la titulación de esa etapa educativa, lo mismo que al resto de mis hermanas. Por ello, tanto Cooan como yo pudimos apuntarnos y cursar magisterio. Pasó un año, el negocio iba muy bien y podíamos reducir los turnos de trabajo. Incluso tener días libres. Cerrábamos el domingo y el resto de la semana nos íbamos turnando. Petz descansaba los lunes, Kalie los martes, a mí me tocó el miércoles como día libre. A Cooan el jueves. Viernes y sábado eran buenos días para el negocio y estábamos todas. También nos repartíamos mañanas y tardes para que no fuera tan agobiante. ¡ Y funcionaba! Nos sentíamos bien, contentas y en armonía. Excepto cuando Karaberasu insistía en que saliéramos a algún club nocturno o a bailar.

-¡Tenemos que ligar, chicas! Los hombres caerán rendidos ante nosotras de lo bellas que somos.
-No tenemos tiempo para esas cosas.- Replicaba Petz.-
-Es que, tenemos que estudiar bastante.- Añadí yo.-
-¡Oh, vamos! Sois muy listas y capaces de sacaros una carrera mientras trabajáis.- Arguyó Kalie, añadiendo con tinte algo pretencioso.- Yo sería capaz de sacarme un curso como esos sin dejar de divertirme.
-Eso sí que me gustaría verlo.- Replicó Petz agregando con patente ironía.- Nos haría falta alguien con conocimientos de cuentas, pero no únicamente para contar ligues.
-¿Acaso dudas de mi capacidad?- Se molestó Karaberasu, brazos en jarras, para asegurar a su vez.- Eso para mí no es nada.
-Te apuesto lo que quieras a que no eres capaz.- Se sonrió Petz.-
-Vaya, así que esas tenemos.- Musitó Kalie que, de pronto, sentenció con rotundidad.- Muy bien. Mañana mismo me apunto a un curso de finanzas y administración. Pero con la condición de que tú lo hagas conmigo. Igual que Bertie y Cooan con su carrera de magisterio.
-¿Qué?- Exclamó Petz, añadiendo enseguida.- A mí no me metas. Es un reto que has aceptado tú solita.
-¿No te atreves, verdad?. Porque sabes que, aparte de ganar, te iba a dejar en ridículo.- Se sonrió Karaberasu.-
-¿Qué has dicho?-Se enervó nuestra hermana mayor.-

            A todo eso, tanto Cooan como yo nos limitábamos a mirar alternativamente a una y a otra, sin osar pronunciar palabra. Ya sabíamos cómo se las gastaban en ese tipo de situaciones. Y claro, como ya nos imaginábamos…

-¡Te vas a enterar!- Exclamó Petz, sentenciando.- Apúntame al curso que quieras. Te demostraré cómo se hacen las cosas.
-Pues te voy a inscribir en mi curso. A ver quién de las dos saca las mejores calificaciones.- La desafió Karaberasu.-

            Y así quedó pactado. Al día siguiente, coincidiendo que yo estaba con Kalie atendiendo en Otafukuya, quise charlar con ella sobre eso, aprovechando un rato en el que no había clientas.

-No sé.- Le comenté algo dubitativa.- Si presionar así a Petz ha sido algo adecuado, one-chan.
-Claro que sí.- Sonrió Karaberasu, para agregar con un tinte serio, bastante alejado de su habitual mordacidad y sarcasmo.- Petz ha estado deprimida desde que Zafiro murió. A pesar de que lo esconda o que se haga la dura. Ya la conoces. Tiene que ser la hermana mayor modelo y perfecta.
-Sé que nuestra madre se lo pidió cuando fuimos a la corte siendo unas crías.- Intervine.-
 -Pero ya ha cumplido ese papel con creces. -Respondió mi hermana mayor, añadiendo con  tono de preocupación.- Lo malo es que ella sigue pensando que tiene que hacerlo. Por mi parte, siendo la segunda, estoy liberada de esa responsabilidad. Aunque mi obligación es tratar de hacer por ella lo que Petz hace por todas nosotras. Necesita alguien con quien compartir esa carga, liberar su estrés y, a ser posible, con quien pueda pasar ratos en alguna actividad fuera del trabajo.
-Sí, te comprendo.- Admití, alegando eso sí, con lógica.- Pero al retarla la has puesto más presión encima. Sabes que detesta perder.
-Bueno, nadie ha dicho que vaya a perder, hermanita.- Se sonrió Kalie una vez más con ese gesto pícaro tan suyo cuando agregó.- Sacaré buenas notas pero no tan buenas como para que ella no sea capaz de ganarme.
-Y tendrás que oírselo decir durante el resto de tu vida.- Apunté entre divertida y algo inquieta.-
-Que así sea, si nuestra hermana mayor puede distraerse un poco y olvidar su tristeza, aunque únicamente sea para restregarme su victoria.- Me dijo con tono maternal.-

            También sonreí, en el fondo mi hermana Karaberasu era muy buena chica. Engañaba de primeras con esa pose tan arrogante, superficial y dicharachera. Es cierto que le encantaba tomarle el pelo a Petz y polemizar con ella a la menor oportunidad. Pero también la quería muchísimo y se preocupaba por su bienestar. No digo que no hiciera lo mismo con Cooan y conmigo, aunque siendo nosotras sus hermanas menores era más natural. El caso es que tenía toda la razón. Petz era la mayor y tuvo que ocupar el puesto de mamá cuando nos llevaron a la capital a servir al rey Coraíon. Durante muchos años nadie estuvo ahí para ella, en el sentido de
Ser su hermana mayor o su figura de referencia. Quizás la reina Amatista sí que desempeñó un poco ese papel, pero la diferencia de rango que tenía y su enfermedad no permitieron que esa soberana tan bondadosa pudiera hacernos de madre. Pese a ello, ahora que lo recuerdo sí que tuvo unos hermosos detalles con todas nosotras. Particularmente, yo la conocí cuando siendo una cría nuestro padre nos trajo por primera vez de visita a la capital. En ese entonces no veníamos a ponernos al servicio de la casa real, sencillamente llegamos a conocer ese suntuoso y maravilloso lugar. Aun puedo cerrar los ojos y ver esos jardines tan bellos y extensos. Al menos para los cánones de mi desolado y árido mundo natal. La cantidad de lilas violetas, rosas de varios colores y hermosas kerrias, entre otras muchas variedades de plantas, Yo estaba ensimismada observando esas flores, tanto que me detuve durante unos instantes dejando que mis hermanas y sus padres se alejasen sin darme cuenta.

-¿Te gustan?- Escuché entonces una amable voz de mujer.-
-Sí.- Asentí mirando hacia aquella individua.-

            Era alta, aunque claro, yo era una niña de unos siete u ocho años. Lo cierto es que no he crecido demasiado, soy la más bajita de todas las hermanas. Pero la reina era  de elevada estatura y sobre todo muy guapa, de largos cabellos rubios, aunque en ese momento creo recordar que los llevaba recogidos en una coleta. Tenía unos hermosos ojos violetas que iba perfectamente a su nombre y me observaba con ellos demostrando interés al tiempo que sonreía. Enseguida me preguntó  con dulzura.

-¿Has venido sola?
-No, he venido de visita a ver la capital, con mi padre y mis hermanas, están allí.- Le expliqué.-
-¿Cómo te llamas?- Quiso saber esa agradable mujer.-
-Bertierite. Aunque mis hermanas me llaman Bertie. - Le respondí.- ¿Y usted, señora?

            Quise saberlo en justa reciprocidad y aunque le pregunté con la educación que mi madre me había enseñado ahora sonrío solamente de pensar con quién estaba hablando tan tranquila. En su honor debo reseñar que me respondió con toda naturalidad.

-Yo me llamo Amatista.- Sonrió mi interlocutora, quien, observando un grupo de rosas de diversos colores, me preguntó.-¿Conoces el lenguaje de las flores, Bertierite?

            Eso me dejó atónita, en mi inocencia infantil tomé aquello por algo literal y no pude evitar preguntarle.

-No. ¿Las flores hablan? Yo nunca las he oído.

            Se rio divertida, con un tono suave y musical. Pese a ello asintió sonriente una vez más y afablemente me contestó.

-Sí, aunque hay que saber escucharlas. Mejor dicho, observarlas. Ellas tienen su propio lenguaje, y está basado en sus colores. A veces lo llaman floriografía.
-¿Y usted sabe hablarlo?- Quise saber.-
-Hablarlo no mucho, pero sí comprenderlo, un poco.- Me respondió esa mujer, explicándome.- Mira, ¿ves esas flores?- Me indicó señalando hacia las rosas.- Pues mira,- enumeró citando algunos ejemplos.- El color rojo puede simbolizar amor, pasión, felicitación exaltada. El blanco es inocencia, pureza  y humildad. Con el rosa se puede dar a entender aprecio por alguien, gratitud ante un favor, el rosa suave es simpatía. Para la amarilla hay que tener cuidado porque a veces significa amistad, pero otra celos e infidelidad, y el azul da a entender que existe confianza y afecto.

            Todo eso me dejó pasmada, escuché realmente interesada. Estaba muy impresionada con esa mujer tan inteligente. En parte me recordaba un poco a la abuela Kim y a mi madre, cuando hablaban de cosas parecidas. Ellas también sabían muchísimas cosas.

-Sabe usted mucho de flores, ¿trabaja aquí?- pregunté con toda mi ingenuidad.-
-Sí, puede decirse que trabajo aquí.- Sonrió la interpelada.-
-Nosotros tenemos jardines en casa, pero no son tan grandes como éste, seguro que tendrá mucho trabajo cuidando de él. Espero que tenga muchas droidas para que la ayuden.- Dije entonces, totalmente ajena a quién era esa mujer en realidad.-
-Es un trabajo que me encanta.- Me susurró confidencialmente.- No preciso de droidas. Al menos no siempre.- Matizó guiñándome un ojo.-
-A mi madre y a mi abuela les gustan mucho las flores.- Le conté casi a modo de secreto.-
-Mis favoritas son las de jazmín.- Me desveló mi contertulia, inquiriendo a su vez.- ¿Y las tuyas?
-Esas de ahí, que son amarillas.- Señalé.-

            Yo no sabía cómo se llamaban, pero me gustaba mucho su color. Cuando crecí también me encantaba llevar vestidos con ese mismo tono. De hecho en la Tierra, al empezar mi misión, lucí uno con una gran falda y unos volantes muy bonitos. Pero no quiero desviarme de esos recuerdos. Aquella jardinera( eso creía yo que era) me comentó.

-¡Ah!, las kerrias japónicas. Sí, son muy hermosas.
-¡Le pediré a mi madre que plantemos algunas! – Afirmé con visible entusiasmo.-
-¿Sabes una cosa? Esas flores fueron plantadas aquí hace mucho tiempo, por una señora muy sabia y muy buena.- Me contó la reina Amatista.- Fue una de las pioneras las que las plantó. Otra mujer que amaba la naturaleza y que contribuyó a crear belleza en ese árido mundo.

            Me quedé con la boca abierta. Si fue una de las pioneras la que las plantó, esas flores debían de llevar allí mucho tiempo. Según nos relató nuestro padre en alguna ocasión, todos descendíamos de esos primeros habitantes de Némesis a los que se les llamó así, pioneros. Ellos tuvieron que soportar unas condiciones de vida muy duras y luchar por cada palmo de tierra cultivable y por cada planta que creció en el planeta. Y entonces, esa señora tan amable me dijo para sacarme de esos pensamientos.

-Escucha Bertie, cuando os vayáis pasad por la entrada y pedid que os den algunas semillas. Es gratis.
-Muchas gracias.- Sonreí afirmando con alegría.- A mamá y a la abuela Kim les van a hacer mucha ilusión…

Al oírme pronunciar el nombre de la abuela me dio la impresión de que esa mujer se quedó algo sorprendida. Pensé que iba a preguntarme algo. Sin embargo, fue entonces cuando escuché la voz de papá que me llamaba. Sonreí algo tímidamente a esa hermosa señora y me despedí.

-Tengo que irme, me llama mi padre. Encantada y gracias por todo lo que me ha contado. Adiós.
-Ha sido un placer. -Respondió afablemente esa mujer despidiéndose cariñosamente con un.- Adiós, Bertie…

            Salí corriendo hacia mi padre y mis hermanas que iban bastante adelantados y no miré atrás hasta que me reuní con ellos. Les conté lo que había hablado con aquella señora tan simpática pero ya no pude volver a verla. Al menos hasta que, años después, entré a su servicio en palacio. Ahora que escribo esto y lo recuerdo no puedo evitar que me embargue la tristeza. ¡Pobre reina Amatista! Y pobres de nosotros. Quizás de haber vivido, ella hubiera podido detener a ese Sabio maligno. Y lo intentó, pero todos pensamos que deliraba fruto de su fiebre y de la debilidad. Bueno, mejor no seguir rememorando eso.

Parte 13

A veces tiendo a desviarme de mi hilo de pensamiento y le doy vueltas a muchas otras cosas. Como esa añoranza por los jardines de Némesis y el recuerdo de la soberana. Volviendo al ahora estoy algo cansada pero muy contenta. Los primeros exámenes nos salieron bastante bien a Cooan y a mí. Y nuestras hermanas mayores comenzaron ese curso suyo de finanzas con bastantes ganas. Su rivalidad las estaba llevando en volandas y no tuvieron el menor problema en sacarlo con unas calificaciones excelentes. ¡Y sí, ganó Petz! Por lo que yo sé, tuvo una media de ocho con cinco por el ocho con tres de Karaberasu. Estoy segurísima de que esta última se dejó ganar, tal y como me confió. Y claro, sucedió lo que yo predije. Petz se deleitó en enseñarnos sus notas sin dejar de repetir.

-¿Lo veis? Ya os lo dije. Cuando me pongo no hay quien me gane. Eso para que aprendas la lección, Kalie.
-Admito que me has dejado impresionada.- Respondió esta sin dar la impresión de querer refutar aquello.-
-Bueno, ¿y qué os apostasteis?- Quiso saber Cooan.-

            Ahí fue cuando nuestras dos hermanas mayores la miraron con desconcierto. Y Petz tuvo que admitir, llevándose una mano al cogote y sonriendo de forma algo pueril.

-Pues…ahora que lo dices. Me molesté tanto con Kalie cuando me retó que ni me acordé de apostar nada.
-Yo tampoco tuve eso en cuenta.- Confesó la interpelada.-

            Yo fui la primera en reírme, luego Cooan, Karaberasu la siguió y finalmente una apurada Petz se nos unió.

-Creo que con que nos hagamos una buena tanda de tortitas estaremos bien pagadas.- Propuso Kalie entre risas todavía.-
-Por una vez, secundo tu idea.- Afirmó nuestra hermana mayor.-

            Y una vez más pudimos degustar nuestro plato predilecto en buena armonía, de esta manera siguió pasando el tiempo. En una ocasión, una tarde de domingo, charlé con Ami-chan y le conté aquel sucedido. Ella se rio mucho y al hilo de los estudios me comentó.

-¿Por qué no solicitáis una beca? Tengo entendido que para estudiantes de vuestro nivel hay muchas. Podríais ir incluso a estudiar parte de vuestra carrera en el extranjero.
-No sería una mala idea.- Convine sopesando aquella propuesta para agregar con perspicacia.- ¿Acaso tú has solicitado alguna?. Eres la mejor estudiante que conozco, nos superas a mis hermanas y a mí.

            Y como era típico en ella, Ami se sonrojó. Esa chica es estupenda, tan magnífica estudiante como modesta.

-No, bueno…no lo necesito todavía. – Contestó añadiendo.- Ahora que estoy en el instituto solamente me interesa sacar las mejores calificaciones para poder optar a las facultades de medicina más prestigiosas.
-Estoy más que segura de que lo lograrás.- Aseveré afablemente sin tener ninguna duda acerca de aquello.-

Y tras departir un poco más jugamos una partida de ajedrez como solíamos hacer cuando nos veíamos. Ese día no estuve mal y logré hacer tablas. Lo cierto es que eso ya era todo un triunfo tratándose de jugar contra Ami. Y me alegré de que no tuviera necesidad ninguna de hacer trampas. Desde luego que en eso, como en todo lo demás, yo había aprendido la lección. Engañar y usar a otros no es decoroso ni honrado. Y todas nosotras deseábamos vivir como buenas personas, siguiendo el ejemplo de nuestras amigas. Hablaba de esas y otras muchísimas cosas con Ami entre partida y partida.

-Lo estáis haciendo de maravilla y estamos realmente orgullosas de vosotras. Pero lo más importante es contaros como amigas.
-Muchas gracias.- Pude responder algo emocionada, para añadir.- Ya sabéis, si podemos ayudaros de cualquier modo.
-Tranquila. Todo está bien.- Se limitó a responder Ami quien muy sutilmente volvió sobre el tema anterior.- Yo de vosotras no lo dudaría. Haced las gestiones y solicitad una beca. Seguro que os la concederán.

 Y charlamos un poco más hasta terminar esa partida. Entonces me despedí de mi amiga y le di recuerdos para las demás, volviendo a casa. Enseguida le comenté a Cooan aquella idea que Ami me sugirió.

-¡Me parece genial!. Sería estupendo que nos concedieran una beca.- Exclamó realmente animada.-
-Pues haremos los trámites. Primero tenemos que ver si cumplimos los requisitos previos.- Dije yo, algo más serena y objetivamente.-

            Y es que mi hermana pequeña ya estaba con la cabeza en las nubes imaginando a qué países podríamos ir. Aunque tras unos minutos de divagar sobre aquello, asintió. Entonces llegó Kalie, quien fiel a su espíritu fiestero, nos propuso.

-¡Vamos a salir a dar una vuelta! Hace bastante que no vamos a divertirnos las cuatro.
-Es que mañana tenemos que trabajar.- Opuse yo.-
-¡Venga ya! Te estás pareciendo cada día más a Petz.- Me abroncó jocosamente Karaberasu, añadiendo con aire triunfal.- No tenemos por qué volver tarde y ella además libra mañana. No tendrá la menor excusa para negarse.

Cooan y yo suspiramos, ¡eso habría que verlo! Además, conocíamos perfectamente lo que Kalie quería decir con eso de salir a divertirse. Traducido a su lenguaje significaba coquetear con chicos guapos. No ignorábamos que, de vez en cuando, iba a algún karaoke, discoteca o lugar semejante con Minako. Y según ella tenían muchos admiradores. En fin. Tampoco éramos ajenas a que Karaberasu era tan cabezota o más que Petz cuando deseaba hacer algo. Y cuando nuestra hermana mayor llegó, efectivamente se lo propuso y la réplica fue un tajante.

-No, no tengo ninguna gana de salir por ahí hasta las tantas.
-Vamos, Petzite.- Insistió Kalie utilizando incluso el nombre de su interlocutora al completo.- No te hará ningún daño salir, relajarte y respirar un poco.
-Dentro de uno de esos tugurios no creo que se pueda respirar demasiado bien.- Contestó la interpelada.-
-Bueno, pues haz lo que quieras.- Se enojó Kalie, recurriendo a nosotras para sentenciar.- Bertie y Cooan van a venir. He logrado convencerlas. Y será muy triste que vayamos todas menos tú.

            Tentada estuve de intervenir para rebatir aquello. Yo desde luego no estaba muy convencida. Pero curiosamente fue Cooan quien me detuvo, posando una mano sobre mi hombro derecho. Aguardé y durante unos instantes se produjo un incómodo silencio. Por fin Petz dio su brazo a torcer.

-Está bien. Si vais a ir todas, no seré yo quien os falle.
-¡Estupendo! ¡Qué bien lo vamos a pasar las cuatro!- Exclamó Kalie.-
           
            Y nos dispusimos a arreglarnos un poco. Cuando coincidí a solas con Cooan en el cuarto de baño, en tanto nos maquillábamos, le pregunté.

-¿Se puede saber por qué me has disuadido de decir nada?
-Verás Bertie.- Dijo mi hermana con voz queda.- Creo que Kalie tiene razón y que Petz necesita salir un poco. Ya sabes, desde que el infante Zafiro murió ha estado únicamente volcada en el trabajo. A mí tampoco me dan demasiadas ganas, pero creo que merece la pena que pasemos un rato de diversión todas juntas.
-Visto así.- Admití, aunque alegando no sin humor.- Lo que más temo es a las ideas que se le puedan ocurrir a Karaberasu.
-Sí, ¡entiendo lo que quieres decir! - Se rio mi hermana.-

Parte 14

            Y nos fuimos a tomar algo a un conocido local de moda de Tokio. Era un sitio bastante grande con mucha gente. Me fijé en que la mayoría eran jóvenes como nosotras. No pasó mucho tiempo antes de que algunos chicos se acercasen. Pero la mayoría enseguida pasaban de largo al ver que éramos cuatro mujeres juntas.

-A buen seguro les asustamos. Suele pasar con los hombres. La mayor parte de ellos se achantan al ver a tanta chica guapa junta.- Comentó Karaberasu.-
-Mejor, no tengo ninguna gana de que algún baboso se nos acerque.- Declaró Petz.-

            Pero claro. Kalie se alejó para tratar de socializar y Petz no tardó en ir a traerla de vuelta. Eso nos dejó solas a Cooan y a mí. Y como si hubiesen estado al acecho un par de muchachos se acercaron. Uno era alto y de cabellos oscuros, el otro algo más bajo de pelo negro. No eran unos galanes pero tampoco estaban mal.

-Hola, no os hemos visto nunca por aquí.- Saludó el más alto.-
-Es que no habíamos venido nunca.- Repliqué objetivamente.-
-Unas chicas tan guapas no deberían estar tan solas.- Afirmó el otro tipo.-
-Y no lo estamos.- Respondió mi hermana Cooan.-
-Ya, nos referimos a compañía masculina.- Sonrió el de cabellos negros.-
-¿Y quién te ha dicho que estemos interesadas en ese tipo de compañía?- Le pregunté divertida en tanto sujetaba de un brazo a mi hermana.-

            Los dos cruzaron miradas y parecieron apurados. El más alto le cuchicheó algo al otro y luego nos dijo.

-Bueno, perdonad, no sabíamos que vosotras fuerais…
-¿Fuéramos qué?- Inquirió cándidamente Cooan.-

            Pero esos dos ya se alejaban sin más a la búsqueda de otras chicas. Yo me reí ante el gesto de pasmo de mi hermana.

-Oye Bertie. ¿Qué han pensado esos dos, que nosotras éramos?...
-Tiene toda la apariencia.- Me reí, añadiendo.-Míralo por el lado bueno.  ¡Al menos nos los hemos quitado de encima!
-¡En eso tienes razón! - Se rio Cooan también.-

            A cierta distancia vimos a nuestras hermanas mayores. ¡Y ellas sí que parecían haber tenido más éxito! Estaban departiendo con sendos muchachos los dos bastante guapos y de estatura media. Aunque era más bien Kalie la que hablaba animadamente con ellos en tanto una azorada Petz se mantenía a cierta distancia, esbozando una sonrisita de compromiso.

-¿Qué hacemos?- Quiso saber Cooan.-
-Vayamos a rescatarlas. Si se dejan.- Le respondí con irónico humor.-
-Supongo que Petz, sí se dejará.- Repuso mi hermana del mismo modo.-

            Aunque había tanta gente por allí que las perdimos de vista. Personas que iban y venían, más chicos que intentaron entablar conversación.

-Es que nuestros novios nos estarán buscando.- Fue el siguiente pretexto que Cooan dio a otros tres que venían en actitud excesivamente amistosa.-

Nos alejamos de ellos y expuse un detalle obvio.

-Somos dos y ellos tres. ¿Qué pretendían?
-Chica, a mí no me lo preguntes.- Suspiró Cooan.-

Desde luego, mejor era no saberlo.

-Parece mentira. ¿Dónde se han metido esas dos?- Quise saber para cambiar de tema.-

            Ahora estábamos tratando de localizar a Kalie y a Petz sin éxito.

-Llevamos un buen rato buscándolas. Espero que no se hayan ido.- Comentó Cooan algo inquieta.-
-No se iban a marchar sin nosotras.- La tranquilicé.-

            Por fin las vimos. Ahora daba la impresión de ser al contrario. Era Petz quien hablaba y Kalie parecía estar algo apurada. En cuanto nos aproximamos mi hermana Cooan y yo, Petz enseguida se nos vino al encuentro sonriendo y exclamando.

-¡Mis queridas hermanitas!

            Notamos algo raro eso sí, daba la impresión de estar demasiado alegre.  Cooan y yo nos miramos. Las dos percibimos un olor a alcohol bastante sospechoso. Pero lo que más perplejas nos dejó llegando a sobresaltarnos fue el comentario de uno de los tipos que estaba con ellas, sonriendo divertido, nos dijo.

-Así que vosotras también sois del futuro ¿eh?
-¿Cómo dice?- Pude replicar yo con estupor.-
-Sí, ¿no vinisteis en un enorme platillo volante?- Se rio otro individuo de edad mediana que estaba junto a Petz.-
-Así es...- Intervino nuestra hermana mayor con claros síntomas de haber bebido más de la cuenta.- Pero no era un platillo. Era un crucero de ataque de la armada de Némesis…
-¡Sí, claro! – Se rio otro tipo.-
-Es que mi hermana tiene mucha imaginación…y cuando bebe más.- Intervino la apurada Kalie.-
-No se lo digáis a nadie.- Les pidió Petz esbozando una sonrisa realmente exagerada.-
-Desde luego que no.- Aseguró otro con el pelo ya algo encanecido.-
-Pero no parecéis extraterrestres.- Comentó jocosamente otro.-
-Porque descendemos de humanos. Y además Sailor Moon nos purificó con su Cristal de Plata.- Se rio mi hermana mayor dejándonos a todas atónitas y muy apuradas.-
-¿Quién?- Preguntó otro de esos tipos que se estaba divirtiendo bastante también.-
-La guerrera de la Luna. Nos hizo girar y girar...- Se sonreía Petz.-

Y al tratar de dar un par de vueltas sobre sí misma, nuestra hermana casi se cayó al suelo. Por fortuna anduvimos prestas a sujetarla entre Kalie, Cooan y yo.

-Bueno, quizás sea hora de volver a casa. ¿No crees, hermana?- Le pregunté algo apurada y bastante avergonzada, a Petz.-
-No, que va…ahora voy a contarles cuando ese bastardo del Sabio asesinó al único hombre al que he amado.¡ Tienen que saberlo! - Exclamó aunque ya no con voz divertida sino agria y cargada de resentimiento.-

            Las demás nos miramos preocupadas. Incluso esos hombres que estaban allí revoloteando divertidos en torno a nuestra hermana mayor se quedaron perplejos. Aquello no sonaba ya a chanza. Poco a poco se fueron quitando de en medio, pero a Petz no parecía importarle y continuó con su perorata.

-Zafiro era bueno. Y me quería. Sí, lo vi en sus ojos. ¡Y ese canalla lo mató!
-Cálmate, Petz.- Le pidió suavemente Kalie, pasando un brazo por los hombros de nuestra agitada hermana.-

            Aunque esta ahora se volvió sonriendo hacia su protectora y dijo con la voz tomada por aquella borrachera.

-Tú lo sabes…siempre supiste que me gustaba. Al menos tuviste el detalle de no interponerte.
-Claro, ¿cómo iba a haber hecho eso?- Repuso Karaberasu con todo el tacto y la dulzura que pudo.-

            Para nuestro alivio, Petz nos dio una tregua, y guardó un repentino silencio, aunque posiblemente fuera debido a su estado de mareo. De hecho, su verticalidad estaba en serio riesgo. Ayudé a Kalie a sostenerla, cada una tomamos un brazo de esta y lo pasamos por nuestros hombros. La también envarada y apenada Cooan nos iba abriendo paso. Tardamos algo en salir, sobre todo porque nuestra ebria hermana mayor daba la impresión de haberse recobrado lo suficiente como para querer contarle su historia a todo aquel con quien nos cruzábamos.

-Mal de amores.- Le susurré a una perpleja chica que se nos quedó mirando.-
-Sí, la pobre no lo ha superado.- Convino Cooan, tan apurada como yo.-
-Chicas…chicas…- Quiso decirnos tratando de llamar la atención.- ¿Y si pudiéramos viajar en el tiempo y acabar con ese cabrón de la capucha?..
-¡Ojalá fuera posible.- Convino Kalie, más que nada por distraer a Petz y que pudiéramos salir de allí.-
-¡Os juro que le estrangularía con mis propias manos! - Declaró esta con rabia.-
-Sí, tenemos cuentas pendientes con él.- Añadí yo, dándole un poco de réplica.-

            Empero, Petz se puso a lloriquear ahora, lamentándose de seguido.

-Mamá, papá, Zafiro…todos se han ido. No quiero perder a más seres queridos. Chicas, tenéis que tener cuidado…
-Claro Petzite. Lo tendremos.- Le dijo una apenada Cooan, casi a  punto de llorar también.-

            Era duro para todas. No podíamos evitar recordar a nuestros padres y cómo eran las cosas antes de que el mal llegase a dominarnos. Pero ahora teníamos que centrarnos en sacar a nuestra hermana de allí. Menos mal que logramos salir, llamar a un taxi y llegar a casa. Cuando subimos al vehículo Petz estaba ya casi a punto de dormirse. Suspiramos aliviadas. Al llegar la subimos entre las tres, la desvestimos y la metimos en la cama, la pobre se quedó dormida enseguida. Una vez en el salón, Karaberasu nos dijo llevada por el pesar.

-Lo siento, no pensé que Petz iba a ponerse así.
-No te culpes, está claro que necesitaba sacar eso de dentro.- Comenté.-
-Sí, siempre trata de aparentar que está perfectamente pero sé que tiene que dolerle mucho todavía.- Añadió Cooan quien se atrevió a confesar.- Aún me pasa lo mismo cuando recuerdo cómo me trató Rubeus.
-Pero esta es una nueva vida. Tenemos que dejar todo ese lastre atrás.- Afirmó Karaberasu.-
-No es tan fácil, Kalie.- Musitó Cooan.-
-Tomémoslo con calma. ¿De acuerdo?- Intervine yo.- Ya habrá tiempo para conocer a otras personas, y puede que al amor de nuestra vida. Pero por ahora será mejor que nos centremos en el trabajo. Y nosotras en los estudios.- Añadí mirando a mi hermana menor.-
-Es verdad.- Comentó Cooan, recordando a su vez.- Tenemos que hacer los trámites para esa beca. ¡Cómo me gustaría que nos la concedieran!

            Yo compartía ese deseo. A la mañana siguiente nos levantamos temprano, desayunamos y ya estábamos vestidas y listas para ir a Otafukuya, pero Petz todavía no había salido de su cuarto y en cuanto lo hizo me interesé por su estado nada más verla.

-¿Cómo estás?
-Me siento como si Sailor Moon me hubiera atacado con su cetro relampagueante. Es la última vez que salgo de juerga contigo, Kalie. – Musitó llevándose una mano a la frente.-
-Hoy es tu día libre, así que descansa.- Le aconsejó Cooan.-
-Y tranquila. Eso se te pasará en unas horas.- Le aseguró Karaberasu, quien añadió antes de irse a trabajar con Cooan y conmigo.- Tienes el desayuno en la cocina.

            Petz la miró como si no hubiese oído bien. Y nuestra hermana Kalie se rio para insistir.

-Sí, no te lo estás imaginando por le resaca. Hice unos huevos revueltos, y te he dejado unas tostadas. Cooan ha hecho zumo y Bertie café. También tienes mantequilla y mermelada.
-Date prisa que están recientes.- Sonreí yo.-

            Nuestra hermana mayor ablandó su gesto con otra sonrisa y reconocida nos dijo.

-Gracias chicas. Apenas si recuerdo que pasó ayer. Espero que no hiciera o dijera nada que…
-No te preocupes, fuiste tan aburrida como siempre.- Intervino Kalie.-

Así pues, durante los días que siguieron nos ocupamos de indagar y con la ayuda de Ami que tenía algunos conocidos en el ministerio de educación, tramitamos esas becas. Ahora solamente faltaba recibir la contestación.

-Tardará.- Supuse yo.-

Parte 15

            Y así parecía. Durante días no supimos nada. Pero ya se sabe, los trámites, y sobre todo en este siglo veinte, son muy lentos. Al menos pude ver más regularmente a Ami-chan. Con esto de la beca y los permisos fuimos juntas a ver a algunos de esos amigos suyos para que me orientasen. En una de estas mañanas, al terminar de hacer unas gestiones, nos sentamos a tomar algo en el Crown.

-Te agradezco muchísimo todo lo que nos estás ayudando.- Le dije con sincero reconocimiento.-
-¡Mujer! Para eso estamos las amigas.- Sonrió sin darle importancia.-
-Bueno, ¿Y tú qué tal estás?- Quise saber.- hacía tiempo que no podíamos vernos tan a menudo.
-Estudiando mucho, deseando terminar el instituto y preparándome para mi examen de ingreso en la facultad de medicina.- Me contestó casi como si tuviera la réplica preparada.-
-¿Y de lo demás?- Le pregunté, matizando.- Las otras chicas y tú, ¿habéis tenido algún otro problema?
-No recientemente. Ya solucionamos el último. Y creo que al fin, las cosas van a ir bien por una larga temporada.- Sonrió.-

            Me alegré mucho de eso. De hecho, era como si mi memoria y la de mis hermanas tuviera algunas lagunas de acontecimientos acaecidos recientemente. Quizás pudiera tener algo que ver. Yo había llegado a elaborar una teoría. Posiblemente cada vez que nuestras amigas luchaban y se enfrentaban a una nueva amenaza, cuando la destruían de algún modo borraban los recuerdos de la gente. Y es que nadie parecía recordar aquel enorme cristal negro que el nuestros antiguos superiores de la Luna Negra plantaron en medio de la calle Diez. En algunos momentos que tuve ociosos lo investigué y no encontré nada, ni tan siquiera en Internet. Aunque de alguna manera tanto mis hermanas como yo sí recordásemos aquello. Posiblemente era debido a que fuimos parte de eso. No así de otras amenazas que pudieran haber sucedido después. Siendo ya humanas corrientes nos pasaría como al resto de la población.

-Sí, tiene mucho sentido.- Llegué a pensar.-

            Se lo comenté a mis hermanas. Empero, nunca me atreví a preguntárselo a Ami. Como tampoco Cooan lo hizo con Rei y tanto Petz como Karaberasu sencillamente no le daban importancia a nada de eso. De modo que, sonreí, y le propuse a mi amiga con animación.

-¿Tienes tiempo para una partida?
-¡Claro!- Sonrió a su vez asintiendo con entusiasmo.-

            Y fuimos a su casa que nos quedaba cerca. Jugamos, y una vez más perdí. Al hilo de esas elucubraciones sobre las amenazas que las sailors podrían haber enfrentado sin nuestro conocimiento me olvidé de proteger una torre y Ami no perdonó. Tuve que rendirme después de algo más de una hora. Al acabar como siempre nos dimos la mano y ella comentó.

-Parece que estuvieras pensando en otra cosa.
-Sí, los trámites y esas cosas.- Pude argüir.-
-Tranquila, Bertie. Seguro que todo irá bien y que os concederán la beca.- Quiso animarme.-

            Me acompañó a la salida y nos despedimos. Volví a casa dándole vueltas a ese error tonto.

-Hola chicas. Ya estoy de vuelta.- Anuncié al abrir la puerta.-

Aunque mis hermanas me miraron de forma algo extraña, lo noté y les pregunté.

-¿Ocurre algo?
-Vienes de ver a Ami, ¿Verdad?- Me preguntó tímidamente Cooan. –
-Sí, claro… ¿Ha sucedido alguna cosa?- Insistí comenzando a inquietarme al ver aquellas expresiones en las caras de mis hermanas. –
-No, tranquila, no pasa nada. – Se apresuró a puntualizar Kalie, quien sin embargo, agregó con cierto tono de incomodidad. – Verás Bertie, no es por nada, pero. ¿No pasáis mucho tiempo juntas Ami y tú?
-No comprendo – repliqué preguntando a mi vez. - ¿Por qué dices eso? Somos amigas.

Y además, estábamos con todo eso de los trámites y hacía bastante que no la había visto. No entendía el motivo para semejante interrogatorio. Fue Petz la que, para mi asombro, me puso ambas manos sobre los hombros y me dijo con una voz bastante suave y amable.

-Mira Bertie, pase lo que pase te querremos igual, eres nuestra hermana. A nosotras nos lo puedes decir.
-¿Decir?- Repetí visiblemente desconcertada. - ¿Deciros qué?

Y tras unos instantes en los que ninguna de mis hermanas parecía querer hablar, fue Cooan la que se atrevió a preguntarme con voz trémula y patente prevención.

-¿Tú y Ami?... ya me entiendes… vosotras dos… bueno…

Tardé apenas unos segundos en percatarme por dónde iban aquellas insinuaciones. Abrí los ojos como platos y exclamé incrédula y realmente envarada.

-¡No pensaréis que Ami y yo!…
-No, no pensamos nada. – Terció Kalie levantando las palmas de ambas manos como si la estuviesen atracando. –
-Sí, bueno, quiero decir, eso es perfectamente respetable, cada uno tiene sus gustos. – Añadió Petz de forma conciliatoria a su vez. –

            Me estaba sonrojando por momentos, noté el calor en mis mejillas y quise zanjar aquello cuanto antes.

-Chicas. Os aseguro que no es nada de eso que estáis imaginando. Somos amigas, nada más…A mí no me gustan las mujeres. -Sentencié, matizando. -Bueno…no me gustan, así…
-Entonces, ¿ella y tú, no?… - Inquirió Cooan moviendo la cabeza. –

Hubo un embarazoso silencio con todas las miradas de mis hermanas puestas en mí y por fin me atreví a romper ese momento de tensión para declarar.

-Escuchad, sé que no soy demasiado sociable. Que no me abro mucho a la gente. Aunque eso no tiene nada que ver. Me gustan los hombres, pero ahora tengo otras prioridades. Y sabéis que me cuesta mucho confiar en los demás. Solo os tengo a vosotras y a nuestras amigas guerreras. Y con Ami es algo especial, pero no en ese sentido. – Me apresuré a matizar. – Nos comprendemos muy bien, tenemos muchos gustos e ilusiones afines, eso es todo.
-¡Claro! Si ya os lo decía yo…– Exclamó Karaberasu ahora con un tono más desenfadado. –
-¿Cómo que ya nos lo decías tú?- Le recriminó Petz para revelar. – Si antes de que llegara estabas comentando que te la ibas a llevar por ahí para ver si ligaba de una vez con algún chico…
-Bueno, eso prueba que estaba firmemente convencida de que nuestra hermanita comparte nuestras preferencias. – La interrumpió la interpelada como si tal cosa. –
-Y añadiste que así se olvidaría de esas inclinaciones…- completó su hermana Petz con tono acusador. –
-¿Ah sí? ¿También dije eso? No lo recuerdo. ¡Qué despistada soy!  – Negó Kalie con la cabeza, en tanto sonreía de forma algo estúpida llevándose una mano al cogote. -
-¡Bueno, dejadlo ya! – les pedía Cooan que se sentía envarada y estaba realmente colorada pensando en su pobre hermana. –

Y cuanto más las escuchaba más gracia me hacía. Ahora eran ellas las que estaban coloradas como tomates. Al fin me reí y todas me observaron perplejas, me costó dominar las carcajadas pero finalmente pude afirmar.

-¡Pobre Ami!- si se llega a enterar de lo que estabais pensando de nosotras, ¡con lo tímida y vergonzosa que es!...

Y mis hermanas no dijeron nada, más bien miraron a otra parte con evidente rubor.

-Bueno.- Fue finalmente Cooan quien se atrevió a tomar la palabra para cambiar de tema.- Espero que nos llegue pronto la contestación.

            Eso deseaba yo también. Al menos dimos por zanjada esas elucubraciones de mis hermanas sobre mis intereses amorosos. Era verdad lo que les dije. Para mí Ami era una maravillosa amiga, casi como una hermana, pero no la veía de otra forma. A mí no me interesaban las mujeres de ese modo. Supongo que lo mismo le sucedería a ella conmigo y conociéndola, la pobre se hubiera puesto roja hasta las orejas si le hubiese dicho algo de esto. Lo cierto es que las dos éramos muy similares en eso también. Ambas nos centrábamos mucho en nuestros estudios y en hacernos un porvenir. Además, ella era una guerrera de la justicia. Estaba tan atareada que difícilmente tendría hueco para una relación. Yo me reía bastante cuando me contaba los intentos de las otras por buscarse novio o cómo se veían atraídas por algunos chicos guapos. Sobre todo en los casos de Minako y Makoto. La pobre Ami terminaba por sentirse siempre muy avergonzada cuando sus amigas montaban según qué espectáculos para llamar la atención de algunos hombres.

-Pero en el fondo son unas chicas estupendas.- Terminaba siempre por afirmar.-
-Lo sé. Todas sois maravillosas.- Convenía yo.- Os merecéis encontrar a alguien que sea digno de vosotras.
-Será muy difícil, por nuestras responsabilidades.- Suspiraba la muchacha, que me contó.- ¿Sabes? Yo siempre he vivido con mi madre y soy feliz a su lado. También quiero mucho a mi padre, aunque él se marchase siendo yo muy niña.
-¿Os dejó?- Pregunté con pesar.-

            Eso me sonaba, mi propio padre nos había dejado a mí y a nuestras hermanas. No de una manera definitiva. Desde luego que no nos abandonó. Pero sí que se ausentaba durante mucho tiempo cuando iba a la Corte o cumplía misiones para el rey Coraíon, y después para el príncipe Diamante. Eso, sí, siempre se acordaba de nosotras y cuando venía por casa siempre nos traía regalos y nos contaba un montón de cosas sobre la capital. Recuerdo muy bien que me regaló mi primer ajedrez siendo muy pequeña. Curiosamente a Ami le pasó lo mismo. Empero su padre era un artista, pintor me dijo, y tuvo problemas con su madre porque siempre estaba viajando para encontrar hermosos entornos que pintar y no se ocupaba mucho de la vida cotidiana. Finalmente se separaron de mutuo acuerdo. Después se divorciaron. Pero eso no significó que él olvidase a mi amiga.

-Suele enviarme cuadros con paisajes que pinta. Y de esa manera es como si hablásemos. Es capaz de comunicarse conmigo sin palabras.- Me relató con voz queda.-
-Eso es muy bonito.- Dije con admiración.-

            Me mostró algunos de esos cuadros que tenía colgados en la pared de su habitación. Desde luego mucha gente tiene una percepción bastante equivocada de Ami. La mayoría la creen una especie de empollona que solamente disfruta estudiando y que es una máquina de aprender cosas. En realidad es una chica muy sensible y amante del arte. Me llegó a confesar que hasta escribía poemas, letras de canciones para hermosas melodías que le venían a la mente o que escuchaba. Eso le permitía volar con sus pensamientos. En mi caso, no llego a tanto, pero la entiendo. También soy bastante introspectiva.

-Muchas veces echo de menos a mi padre. Pero cuando contemplo sus pinturas es como si él, o por lo menos una parte suya, estuviese conmigo.- Me contó mi amiga una de esas tardes en las que, tras una partida de ajedrez esas en las que no pude ganarla, pero en la que al menos no perdí, charlábamos.-

            La escuché atentamente y se me ocurrió una idea. Ya estábamos a mediados de agosto y el cumpleaños de Ami era el día diez de septiembre. Pensé en darle una sorpresa. Y en cuanto pude hablé con mis hermanas y con las otras guerreras. Por mediación de Cooan fuimos a charlar con Rei que estaba en Hikawa atendiendo sus obligaciones como miko.

-¿Localizar al padre de Ami?- Inquirió la sacerdotisa con gesto de sorpresa cuando se lo comentamos.- Bueno, no sé si seré capaz de lograrlo. Pero. ¿Para qué queréis conocerle?
-Verás…- Le comenté.-

            Y cuando le expuse mi plan ella sonrió asintiendo. Enseguida dijo con entusiasmo.

-Me parece una idea muy bonita. Por Ami cualquier cosa. Haré cuanto esté en mi mano por ayudar. Y el resto también. Os lo aseguro.

Parte 16

            Así fue. Esas chicas nunca prometían algo que no fueran a cumplir. Nos pusimos en marcha y efectivamente, incluso con la cooperación de Saeko, la madre de nuestra amiga, fueron capaces de localizar al padre de Ami. Hablamos con él y cuando le propusimos nuestra idea el hombre estuvo encantado de ayudar. Quizás se lo dijimos con poco tiempo. Sin embargo, dijo que trabajaría día y noche si era preciso. Le proporcionamos algunas fotografías y él nos aseguró que sería más que suficiente. Entre tanto yo seguía viendo a Ami y yendo a estudiar con ella. Por supuesto sin desvelar nada de aquello. Por esas fechas tan calurosas solíamos quedar en el santuario Hikawa que disponía de algunos lugares bastante fresquitos, bajo la sombra de los árboles o en la parte del gimnasio que tenía sin utilizar. Rei fue muy amable al dejarnos ir allí. Aunque también eso formaba parte de nuestro plan. Y una mañana de domingo, en la que Ami y yo estudiábamos, de pronto escuchamos la voz de Usagi despidiéndose de Rei.

-Bueno, hasta mañana entonces…

            Y al cabo de unos instantes la oímos de nuevo a voz en grito, pero dirigiéndose a Yuuichirou, el ayudante de la sacerdotisa.

-Oye, ¿no te olvides, eh?- La fiesta del cumpleaños de Ami es el día diez de septiembre. Procura tener lista la decoración. La haremos aquí, en el cuarto grande del Santuario.  ¡Verás que sorpresa la vamos a dar!
-Vale Usagi, no te preocupes. - Repuso él con otro grito dado que su interlocutora ya se marchaba, contenta de habérselo recordado. -

            Las dos nos miramos, yo incluso algo apurada. ¡Esta Usagi!...Pero enseguida vi como mi amiga se reía sin poderlo evitar. Yo la secundé.

-Desde luego…¡la pobre es todo corazón pero con muy poca discreción!- Sentenció Ami.-
-No sé qué decir. Estoy tan perpleja como tú. - Admití riéndome también.-
- Por mi parte fingiré que no me he enterado de nada.- Afirmó mi contertulia, realmente divertida con aquello.-
-Muy bien, Ami.-chan. Así haré yo.- Convine realmente divertida.-

            Menos mal que todo eso salió bien. Al día siguiente la propia Rei telefoneó para asegurarse. Tras hablar con Cooan, mi hermana me pasó el teléfono comentando divertida.

-Rei-chan quiere hablar contigo, Bertie.

            Enseguida me hice con el aparato. Menos mal que lo instalamos en casa tras el triste destino que sufrió el infante Zafiro.

-¿Sí? Dime Rei.- Comenté.-
-Perdona que te moleste.- Dijo la apurada sacerdotisa para preguntar de inmediato.- ¿Sabes si Ami ha escuchado algo?. Me refiero a que Usagi…
-Me temo que sí. Era imposible no oírlo.- Respondí con sinceridad.-
-¡Vaya!- Suspiró ella al otro lado del auricular.- Tendremos que hacer algo. Si Ami se ha enterado de lo de la fiesta…
-No te preocupes. De todas maneras, hablaré con ella a ver qué le saco. Pero podríamos cambiar lo que teníamos pensado.- Sugerí.-
-Sí. Me pondré a ello enseguida.- Afirmó Rei.- Aviso a las otras y pensamos algo. Ya os contaremos los detalles.

En eso quedamos. Ahora lo recuerdo con mucha nostalgia y agrado. Pero algo muy importante, que iba a ser trascendental en mi vida, se me había olvidado con todo aquel ajetreo.
Y es que los días pasaron, pasé otra velada con Ami jugando una disputada partida y entre jugada y jugada, le comenté divertida. Al hilo de un movimiento que hizo Ami

-Descubres tu ataque con ese caballo.- Afirmé.-
-No todo es lo que parece.- Sonrió ella.-
¡Cómo es esta Usagi.- Aproveché entonces yo para mover la cabeza y sentenciar.- Por eso no se le da muy bien el ajedrez.
-Ya, entiendo a qué te refieres. La pobre no lo hizo con mala intención. Debía de ignorar que yo estaba allí.- Contestó enseguida mi amiga.-
-Es una lástima que estropease la fiesta sorpresa de las chicas.- Comenté con una adecuada dosis de pesar.-
-Si te digo la verdad, eso no importa. Lo principal es que ellas se preocupan por mí tanto como para prepararme esa fiesta. Se lo agradezco de corazón. La sorpresa es algo anecdótico.- Declaró Ami.-

            Asentí. Mi amiga se merecía eso y muchísimo más. Por lo menos no sabía nada del plan que yo tenía en mente. En este caso la sorprendería, pero para bien. Se lo debía, deseaba hacerle un regalo muy especial y que significase mucho para ella. Seguimos jugando esa partida que casi tuve ganada pero que dejé escapar por un tonto error, volvía a casa refunfuñando conmigo misma

- ¡Oh cielos! Ésta vez casi le gano, debería fijarme más en las jugadas. Siempre me hace lo mismo. Deja que me confíe y que piense que la tengo y me toma por sorpresa. Si hubiese movido ese alfil antes. Y debo recordar enrocarme. - Salí de mi concentración al ver a mis hermanas visiblemente contentas. Saludándolas con la mano para asimismo sonreír. - Hola chicas, ya estoy de vuelta.

            Mi hermana Cooan se abalanzó con ímpetu hacia mí tomándome de las manos mientras me apremiaba nerviosa dándome un arrugado trozo de papel.

-¡Bertie...Bertie!...lee esto, ¡corre!

            Con expresión de asombro y mirando atónita al resto de mis hermanas, ante la sonrisa de todas, alisé ese papel que en realidad era una carta y la leí. Apenas pude ni musitar.

-Es… esto es… ¿Es lo que creo que es?...

            A pesar de mi inicial estupor e incredulidad no cabía duda. Tras volver a leerla en voz alta.

-"Estimadas señoritas, recibida su solicitud y a la vista de su brillante expediente académico en sus dos primeros años del daigaku, dada asimismo la ampliación de becas en el presente año y teniendo en cuenta también el reciente acuerdo firmado entre el Ministerio de Educación y numerosas universidades extranjeras, etc., etc...-Leí realmente nerviosa y emocionada.-  Nos es grato comunicarles que nuestro fondo de becas les ha concedido el objetivo de su petición. El sufrago de viajes y gastos de matrícula y material en la universidad del país que ustedes seleccionen dentro de los adheridos al convenio. A tal efecto deberán personarse al plazo de diez días hábiles tras la recepción de esta carta en nuestro ministerio, trayendo sus expedientes académicos para la obtención de los respectivos permisos acreditativos. Dándoles la enhorabuena se despide de ustedes atentamente el Ministro de Educación Japonés, Monbukagakusho”

-¡Lo logramos, es fantástico! – Coreamos Cooan y yo a voz en grito. –

            Mis hermanas sonreían al vernos tan felices, incluso pese al escándalo que estábamos armando.

- Chicas, esto hay que celebrarlo ¿Qué os parece si no abriéramos hoy? - Propuso de inmediato Karaberasu que nunca estaba muy por la labor de trabajar. Mientras las guiñaba un ojo con una cómplice sonrisa. -
- ¡No tan rápido!, - la cortó tajantemente Petz para argüir - lamento ser la aguafiestas, pero hoy es sábado por la tarde y se hace buen negocio. Sabéis que todavía nos queda mucho local por pagar, ya lo celebraremos mañana.- Las demás no tuvieron otra alternativa que darle la razón con un resignado coro de síes. -
- Voy a llamar a Ami, se llevará una gran alegría. Además, debo agradecerle lo mucho que me ha ayudado a estudiar. – Añadí dirigiéndome hacia el teléfono. -
- Yo se lo diré a Rei, que llame a las demás, podemos quedar para celebrarlo. - Propuso Cooan muy ilusionada. -

-Muy bien. – Afirmó aprobatoriamente Petz, aunque les recordó de forma inflexible como solía cada vez que se trataba de trabajo. - Pero no tardéis mucho, ya se lo explicaréis todo con detalle mañana. Debemos ir a abrir a la hora en punto.
          

Parte 17
           
Asentimos y tras unas breves llamadas en las que solamente les dijimos a nuestras amigas que deseabamos verlas al día siguiente para contarles algo importante nos dirigimos a la tienda. Era la hora de abrir y pronto llegarían las clientas. Ya teníamos muchas que eran habituales, nos habíamos ganado un merecido prestigio por allí. El local pronto estuvo abarrotado y sólo pudimos charlar aprovechando un descanso en los breves instantes en los que no entraba gente.

- Estoy tan contenta y tan nerviosa – sonreí añadiendo entusiasmada. -¡Era tan difícil que nos concedieran la beca! ¡Fíjate!, éramos por lo menos cuarenta las que pugnábamos por seis plazas.
- Hemos tenido mucha suerte, es cierto - admitió Cooan matizando eso sí. - Pero también estudiamos mucho, de no haber sacado buenas notas nunca lo habríamos conseguido.
-¿Y qué vais a hacer, chicas?- les preguntó Karaberasu. -¿A dónde queréis ir?
-Todavía no lo sabemos. Pero ya lo decidiremos.- Respondí.-

            Lo cierto es que ni se me había pasado por la cabeza el pensar en eso. Durante el tiempo que tardó en llegarnos la respuesta estuve muy ocupada trabajando y luego pensando en el regalo para Ami.

- Pues no os durmáis - nos aconsejó Petz con su clásica prevención. - Esas cosas hay que resolverlas rápido.
-¡Qué ganas tengo de ver a las chicas! – sonreí, poniendo de manifiesto un hecho. - Últimamente casi no vienen a visitarnos, ni siquiera por la tienda.
-Están muy ocupadas. También tiene sus propios exámenes y sus vidas.- Comentó Cooan.-

            Y sus propias batallas, pensamos todas, aunque ninguna lo dijo abiertamente. No era necesario. De todos modos, al día siguiente por la tarde sí que pudimos quedar todas. Por lo menos con Rei y con Ami. Nos citamos en un restaurante próximo a nuestra casa y les dimos la noticia. Las dos se pusieron muy contentas.

- No sabéis cuanto me alegro por vosotras, chicas. ¡Os lo merecéis!,- sentenció Ami mientras se terminaba un plato de Espaguetis. -

            Rei asintió mientras devoraba un plato de tempura, declarando llena de confianza y seguridad.

- Es cierto, habéis trabajado muy duro y estoy segura de que seréis unas magníficas maestras.-Se dirigió entonces a Cooan sonriendo de modo cómplice. - ¿Veis como tenéis un brillante futuro por delante?
- Muchas gracias - respondió la aludida, sonriente también. - Rei, tú tenías razón, os lo debemos todo a vosotras.
-De eso nada. Os lo debéis a vuestro trabajo y tesón.- Afirmó la sacerdotisa.-

-Gracias, de veras. A propósito, ¿y las otras chicas?, ¿no han podido venir? - Quiso saber Cooan algo decepcionada. -Me hubiese gustado tanto verlas. –

El resto de las hermanas asentimos, lamentando que las demás no estuvieran presentes.

- Bueno, esto,...es que están ocupadas - pudo responder apuradamente Rei que esbozó una estúpida sonrisa en la cara  en tanto una sospechosa gota de sudor perlaba su frente. –

            En ese momento, no sé por qué, no caí en la cuenta y lo interpreté mal. Por ello comenté de forma ingenua.

-¿Hay problemas? – Quise saber con preocupación. - ¿Es que se os ha presentado una nueva amenaza?..
- Nada de eso, ¡tranquilas! - respondió  desenfadadamente Ami que se rio de forma despreocupada mientras manifestaba. - Os lo explicaré, veréis. Usagi, Makoto, Minako, Mamoru junto a Luna y Artemis, están muy ocupados organizando mi fiesta sorpresa de cumpleaños.
-¿Queeeee´?...- exclamaron todas a un tiempo mirando a su amiga con ojos como platos. Su compañera le preguntó anonadada. -
- Ami... ¿cómo sabes tú eso? Estamos a día tres de septiembre, aún queda una semana. Es una sorpresa. - Desveló Rei que se encogió de hombros bajando la cabeza con resignación y suspirando decepcionada - o al menos lo iba a ser...
- Tendrías que ver lo mal que guarda Usagi un secreto, le oí contárselo a voces a Yuuichirou en el Santuario.- Replicó ésta sin poder dejar de reír. - ¿Te acuerdas Bertie?

            Claro que me acordaba. Me sonreí sin poderlo evitar aunque enseguida dejé de hacerlo al ver la cara de Rei, se ponía roja por momentos y estrujaba una de las servilletas del restaurante, retorciéndola con ambas manos como si de cierto cuello se tratara. La muchacha parecía desprender chispas de fuego por sus normalmente profundos ojos de pupilas violeta.

-¡Voy a matar a Usagi cuando le ponga la mano encima! - Amenazó visiblemente irritada. -¡Llevábamos semanas planeándolo y nos lo tiene que chafaaaaar!...
- Discúlpala - Le pidió condescendientemente  Ami con una gota de sudor en la cabeza a la vez que abogaba por su ausente amiga. - Ya sabes cómo es, no lo hace con mala intención. Pero descuida Rei, de cara a los demás yo no sé nada.- Remachó soltando una risita. -
- Esta Usagi, es tan estúpida que nunca se puede planear nada si ella está cerca. ¡Siempre tiene que meter la pata!- ¿Cómo se le ocurre ir diciéndolo a voces? ¡Hace falta ser tonta!- Añadió su compañera aun enfadada. -

            Todas las demás suspiramos con resignación, haciéndonos cargo de la situación.

- Ya, ya la conocemos - coreamos todas a la vez. –

Parte 18

- Bueno, cambiando de tema.- Intervino nuevamente Rei dando un largo suspiro de resignación - ¿Cuándo iréis a las oficinas a por esos certificados? Espero que, al menos, podáis venir a la fiesta.
- Sí, no te preocupes. – Repuso Cooan tratando de animar a su amiga apresurándose a añadir. -No nos la perderíamos por nada.
- Aunque tenemos diez días, - respondí yo - además pensábamos ir mañana mismo, no queremos demorarlo demasiado...
- Sí, tenemos que preparar muchas cosas para el viaje, sea donde sea que vayamos - añadió Cooan. -
-¿Quién lo iba a decir?- Nuestras hermanitas van a volar lejos de nuestro lado. - Se lamentó Petz sin saber claramente si lo hacía en broma o en serio. -
- No es el fin del mundo. - La animó Ami aseverando convencida. -Y seguro que estaréis en contacto.
- Parece que fue ayer cuando nos integramos en este mundo y ¡ya ves! -Intervine con tono evocador. - ¡Qué rápidos han pasados estos dos años!

            Las chicas convinieron en eso y siguieron recordando y hablando de los viejos tiempos, contándose mutuamente sus peripecias durante horas.

-No niego que hemos vivido aventuras y conocido a mucha gente.- Declaró Ami.-
-Tú hasta llegaste a hacerte mecánico.- Le recordó Rei.-
-¿Cómo?- Exclamé con perplejidad casi para acusarla de ello.- Eso no me lo has contado.
-Bueno, no fue nada. Ayudé a una viuda que tenía un taller a reparar un coche.- Respondió mi azorada amiga restándole importancia.-
-Lo dice como si tal cosa, pero teníais que haberla visto.- Sonrió Rei.-
-También vosotras ayudasteis.- Admitió su compañera.- Y tú, como sacerdotisa tuviste mucho éxito. Incluso una niña quiso seguir tus pasos.
-En realidad, la pobre tenía que alcanzar su propio sueño y le serví de inspiración.- Contestó ahora Rei, minimizando aquello.-
-O mucho me equivoco, o eso habrá tenido que ver con otras cosas.- Intervino Karaberasu.-
-Podríamos decir que sí.- Admitió Ami.-
-También vimos a Reika, se pasó por aquí.- Nos contó Rei como si quisiera aparcar el tema anterior con rapidez.-
-¿Reika?- Inquirió Petz.- No recuerdo…
-Es la novia de Motoki, ese chico tan guapo del salón recreativo.- Apuntó Karaberasu quien quiso saber con evidente interés.- ¿lo sigue siendo?

            Nos sonreímos. En lo que tocaba a acordarse de hombres apuestos nuestra hermana era excepcional. No perdía la pista de ninguno.

-Sí, los dos acordaron mantener su relación a distancia. Reika ha ido a estudiar a Europa.- Nos contó Rei.-
-Una lástima.- Musitó Kalie apoyando una de sus mejillas sobre su mano derecha.-
-Eso me recuerda a que tenemos que ir a saludar a Unazuki. Hace tiempo que no pasamos por el Crown. Y ahora con la beca nos tendremos que ir muy pronto. - Comentó Cooan.-
-Sí- Convine yo.- Es una chica muy simpática y deberíamos despedirnos.-

Así continuamos con la conversación un poco más. Al fin, Ami y Rei anunciaron que debían irse ya, durante la charla Luna había llamado por el comunicador avisándolas de alguna emergencia. Rei nos confesó en voz baja a mi hermana Cooan y a mí que era algo relativo a la fiesta sorpresa de Ami. Petz dijo que también ellas tenían que levantarse pronto al día siguiente pues debían trabajar y Cooan y yo por supuesto que tendríamos acercarnos a por los papeles. Nos despedimos quedando para otra ocasión, a ser posible en esa fiesta, esta vez todas juntas. De hecho, lo que dijo Cooan sobre el Crown, también obedecía a parte de nuestro plan, respecto del cumpleaños de Ami. A la mañana siguiente fuimos a tramitar los papeles y nos costó algo el ser capaces de cumplimentar tanto formulario. Casi perdimos los nervios un par de veces, por suerte todo fue bien y quien nos recibió, el director de fondos a becarios, resultó ser ese simpático señor dueño de aquella torre de ajedrez en la que me enfrenté a Ami. A decir verdad, esa fue mi última misión y a punto estuve de matarla a ella y a las demás sailors. Desde luego que no me siento para nada orgullosa de ello. Es más, me dio bastante apuro cuando aquel hombre me reconoció. Afortunadamente para mí únicamente recordaba que me enfrenté contra Ami en la final del campeonato. Aparte de eso, nos dio muy buenas indicaciones y tanto mi hermana como yo nos decidimos finalmente por ir a los Estados Unidos, más concretamente a Nueva York. El señor Fumata, que así se apellidaba aquel amable personaje, nos entregó un folleto de una universidad, la Golden State College. Estaba a unos cincuenta kilómetros de la ciudad de Nueva York, casi a la salida del Estado. Lo que vimos de ella, en cuanto al campus, actividades, y clases nos gustó. De esta manera quedó hecho. Tendríamos que partir a la semana siguiente a fin de tener tiempo de incorporarnos al principio del curso. Pero antes, teníamos la fiesta del cumpleaños de Ami.  Ninguna íbamos a olvidar aquella tarde tan bonita y entretenida. Acudimos un poco antes merced al aviso de Rei. La sacerdotisa estaba sola allí y nos recibió en Hikawa.

-Hola chicas. Me alegra que hayáis podido venir.
-No nos lo íbamos a perder por nada.- Afirmó Cooan.-
-Sí, por desgracia quizás no podamos estar en la siguiente fiesta de cualquiera de vosotras.- Suspiré yo.- Es de las cosas que más vamos a echar de menos.
-Por esa entre otras razones os he llamado antes.- Declaró Rei añadiendo aun con malestar.- Y porque la gran bocaza de Usagi estropeó la sorpresa. Sin embargo, me las arreglé para cambiar la fiesta…
-¿Cómo?- Se sorprendieron a coro las hermanas.-
-Veréis. - Les explicó su amiga.- Hablé con Unazuki y le conté lo sucedido. Dijo que nos ayudaría gustosa a darle una sorpresa a Ami en el Parlor Fruit Crown.
-¡Eso suena genial! - Comentó Kalie.-

            A decir verdad, Cooan y yo misma nos pasamos también por el Crown para avisar a Unazuki. Ella en efecto nos confirmó que Rei ya se lo había dicho.

-Por eso mismo, no os extrañéis si cuando Ami y las demás vengan aquí no hay nada preparado.- Remató la sacerdotisa añadiendo.- Primero le haremos creer eso. Luego la sorprenderemos en el Crown  y más tarde ya vendremos aquí… Yuuichirou se ocupará de todo. Y ahora, para no repetir el mismo error, le dije que quería discreción absoluta o le molería a escobazos.- Terminó sonriendo algo pérfidamente.-

            Nos miramos algo azoradas. Esta Rei era de temer cuando se enfadaba. Cooan daba fe, cuando luchó por última vez contra Rei, antes de la batalla, la sorprendió persiguiendo a ese chico escoba en mano por alguna nadería. Desde luego que compadecimos a su pobre ayudante. Aunque todas veíamos con claridad que Yuuichirou bebía los vientos por ella.

-¿Entonces qué quieres que hagamos nosotras?- Inquirió Petz.-
-Fácil. Os vais y volvéis a la hora fijada haciéndoos las sorprendidas de que no haya fiesta.- Les indicó su amiga.-

            Estuvimos de acuerdo en eso. Nos dimos un paseo para hacer tiempo. Aprovechamos para acercarse al Crown y dejar allí algunos de sus regalos. Cuando regresamos vimos que ya estaban allí todas las demás chicas. Tuvimos que aguantar las ganas de reír al ver la expresión decepcionada de Ami…Justo mientras Rei le contaba con tono admonitorio…

-Fue todo culpa de Usagi. Lo tuvo que arruinar como de costumbre.
-¡Oye! ¿Cómo iba yo a saber que Ami y Bertie estaban estudiando en el Santuario?- Se defendió ésta con visible malestar.- No soy una bruja como tú.
-¿A quién le llamas bruja? ¡pedazo de boba! - Se indignó a su vez la sacerdotisa.-
-Vale ya, chicas. Que es el cumpleaños de Ami.- Se atrevió a terciar Makoto.-
-Sí, bastante planchada se ha quedado la pobre.- Añadió Minako observando de reojo a su envarada amiga.-
-No importa. De verdad. Por mí hubiera dado igual.- Intervino la aludida.-

            En ese instante las saludamos con animación. La primera en dar un abrazo a mi amiga fui yo. Por un lado me daba pena verla así de decepcionada, y de otro no podía esperar a ver la sorpresa en su cara cuando se desvelase todo. Pero fiel al plan me limité a desearle…

-¡Ami-chan, muchas felicidades!…
-Gracias Bertie-chan.- Replicó ésta sonriendo con reconocimiento.-
-¡Anda! Creíamos que ibais a tener una fiesta sorpresa para Ami.- Dijo entonces Cooan.-
-Pues no, al final tuvimos que aplazarla. Se filtró la información.- Suspiró Minako.-
-Sí, y la fuente nos ha hecho la pascua a todas.- Masculló Rei mirando con inquina a Usagi.-

            La aludida no se quedó atrás devolviéndola aquella expresión. Ambas se encararon y comenzaron su típica pugna lingüística que consistía en sacarse la lengua y hacerse un montón de burlas la una a la otra…Cosa que Karaberasu aprovechó para proponer desenfadadamente al grupo.

-Bueno, ya que aquí no hay nada, vámonos al Crown. Allí al menos podremos tomar algo.
-Me parece una buena idea. ¿Qué opináis vosotras?- Quiso saber Petz.-
-Por mí está bien.- Convino Makoto.-
-Sí, estoy conforme.- Asintió la homenajeada.-

            Tanto Rei como Usagi parecieron concluir esa guerra de muecas dando su respectiva aprobación al plan. Nos dirigimos todas a la cafetería y allí ocupamos sendas mesas. La camarera, nuestra amiga Unazuki, una linda joven de pelo castaño oscuro recogido en una cola de caballo y ojos calor café, no tardó en aparecer.

-Hola, me alegra veros. Hacía mucho que no os pasabais. Comentó como si no hubiéramos estado yendo antes para avisarla.-...
-Estuvimos muy liadas Una-chan.- Repuso Usagi.-
-Ahora te pediremos algo. Somos muchas.- Comentó Rei.-
-Sí. Vamos a tener que ayudarte a traer las bebidas. Sola no vas a poder. - Terció Minako.-
-Me ofrezco voluntaria.- Dijo Makoto levantándose de su asiento.-
-Te acompaño.- Se brindó Petz.-

            Las dos chicas fueron con la camarera a por las bandejas. Entre tanto yo charlé con la cumpleañera, más por distraer su atención que otra cosa…

-Es una pena. Pero cuando las chicas supieron que tú te habías enterado.- Musité con fingido pesar.-
-No pasa nada. Me hubiera hecho la misma ilusión.- Se apresuró a replicar la aludida.-
-De eso estamos seguras, pero siempre es mejor algo que de verdad no se espere.- Comentó Rei esbozando una divertida sonrisa.-

            Y a esa señal, las luces del Crown se apagaron. Al poco un carrito de ruedas empujado por Makoto y Petz, que portaba una gran tarta de nata y fresas alumbrada por unas cuantas velas encendidas hizo su aparición. Todas nos levantamos comenzando a cantar.

-¡Cumpleaños feliz… te deseamos Ami-chan, cumpleaños feliz!…

Parte 19.

            La homenajeada se quedó perpleja y sonrió visiblemente sorprendida y emocionada. Las luces volvieron y una risueña Usagi le explicó.

-Verás, Ami-chan. Me di cuenta enseguida de que había metido la pata. Cuando se lo comenté a Yuuichirou, Rei estaba por allí cerca. Ella sabía que Bertie y tú habíais ido a estudiar. Supuso que con las voces que di lo habríais oído. De modo que pensamos en una solución.
-Claro.- Completó la sacerdotisa.- Hicimos control de daños. Era mejor admitir que estábamos preparándote una fiesta sorpresa en Hikawa. Por eso, llamé a Bertie al día siguiente y le pregunté si nuestras sospechas eran ciertas. Me dijo que sí pero que cuando fuese a jugar al ajedrez contigo te sonsacaría. Luego me contó que charlasteis de eso. Quedamos en que sus hermanas no supieran nada para dar más verosimilitud a la historia.
-Claro. Por eso tardaste tanto aquel día en volver.- Comentó Karaberasu esbozando una pícara sonrisa.- Y nosotras pensando cosas raras…
-¿Qué cosas?...- Quiso saber Usagi.-
-No, nada, ¡tonterías nuestras! ¡Ji, ji!…- Se apresuró a decir Cooan en tanto ella y yo misma, junto con  Kalie y Petz nos ruborizamos visiblemente.-

            Menos mal que la cumpleañera tomó la palabra con patente agradecimiento para desviar el tema…

-Muchas gracias, amigas mías. Ahora sí que no lo esperaba.
-¡Esta vez te hemos sorprendido bien! - Rio Usagi llevándose una mano al cogote.- Rei y yo hasta estuvimos ensayando la discusión que tuvimos en Hikawa…
-¡Como si les hiciera falta ensayar para eso! - Le cuchicheó Minako a Makoto que asintió.-

            Ahora fue turno de Rei y de Usagi para mirarlas con suspicacia, a lo que sus dos amigas únicamente reaccionaron mirando cada una hacia un lado para hacerse las despistadas.

-Pues lo conseguisteis del todo.- Afirmó una muy contenta Ami.- Pensaba que era otra de vuestras disputas.
-Es que somos muy buenas actrices.- Se rio Usagi.-
-Y debía parecer real.- Sonrió Rei quien animó a su amiga.- Anda, Ami-chan, sopla las velas y pide un deseo.

            La emocionada protagonista así lo hizo, y tras repartir la tarta entre todas, incluida Unazuki que tomó asiento a su lado, charlaron un poco.

-¿No está tu hermano?- Quiso saber Makoto dirigiéndose a la camarera.-
-No, ahora está muy liado estudiando. Tiene examen de contabilidad. Ya sabéis que su sueño es abrir su propio negocio.- Les contó.-
-¿Sigue con Reika?- Se interesó Minako.-

            Nosotras escuchamos pretendiendo no estar al tanto, aunque claro, habíamos cotilleado sobre eso mismo días antes. Pero a buen seguro que Unazuki podría aportar más información

-Pese a todo su noviazgo continúa.- Afirmó Una-san sonriendo con alegría.- Ella le escribe a menudo. Ahora está haciendo un curso de postgrado en América y participando en excavaciones en Europa. Allí al parecer se ha hecho muy amiga de una chica irlandesa que también es arqueóloga. Y Reika me contó que su compañera tiene un hermano muy guapo. Precisamente estudia medicina en los Estados Unidos como quieres hacer tú, Ami-chan.
-Vaya, ese sí que es un buen partido.- Tercio Kalie sonriendo con una pícara expresión.-
-Mi Mamo-chan quiere hacer eso mismo.- Tercio Usagi con patente orgullo en su voz.-
-Por cierto. ¿No viene Mamoru?- Intervino Cooan al hilo de aquello.- Me extraña que no esté aquí.
-Mamo-chan también está muy ocupado. Me dijo que precisamente hoy debía asistir a un foro de medicina o algo así.- Replicó Usagi añadiendo con algo de pesar.- Le habría gustado estar aquí para felicitar a Ami-chan en persona.
-Se lo agradezco igual. Y comprendo que no haya podido ser.- Intervino la cumpleañera.- No debe perderse algo tan importante para su carrera.
-Bueno, es hora de darte los regalos.- Comentó Rei.-
-Sí. - Convino Minako.-

            A una señal de la sacerdotisa, las demás sacamos las bolsas y paquetes que Unazuki nos había estado guardando en el Crown y se los fuimos entregando a nuestra querida amiga.

-Ésta es una colección de perfumes, cremas y leche hidratante de la mejor calidad.- Le anunció Petz.- De nuestra parte.
-Muchas gracias chicas…- Dijo la homenajeada.-
-Nosotras te hemos comprado esto.- Sonrió Rei sacando una bonita falda de tono azul marino.- Para cuando salgas por ahí.
-Sí, y  esta blusa.- Añadió Minako, ofreciendo a su amiga una prenda bastante bonita de color amarillo.-
-Y no nos olvidemos de esto otro.- Agregó Usagi.-

            La muchacha le entregó un grueso libro que Ami hojeó visiblemente contenta…

-Tratado de medicina general… ¡Muchísimas gracias!

            Y tras algunos regalos más nos despedimos de la simpática Unazuki y retornamos al Santuario.

-Muchas gracias, de verdad.- Nos decía Ami, admitiendo con sinceridad.- Ha sido una bonita fiesta. Al final sí que me sorprendisteis…

            Asentimos con visible contento. Sin embargo, nos cruzamos miradas divertidas y de complicidad. Estábamos deseando llegar y darle la sorpresa definitiva. Nada más entrar en Hikawa, Yuuichirou se unió al grupo y congratuló a la protagonista del día.

-Muchísimas felicidades por tu cumpleaños, Ami.
-Muchas gracias, eres muy amable.- Sonrió la interpelada.-
-He preparado un té en el gran salón.- Comentó el joven.-
-Ha sido un detalle por tu parte.- Sonrió Rei haciendo que el chico se pusiera colorado.-

 Las demás sonreímos, era algo enternecedor ver a ese pobre muchacho tan azorado en presencia de Rei. Aunque ella hizo como si no se percatase de eso y le preguntó.

-¿Está aquí mi abuelo?...
-Se fue a hacer unas compras.- Le informó su interlocutor que solícitamente ofreció.- Pero pasad, por favor, el té se va a enfriar…
-Yo no sé si podré tomar nada más. Estoy llena.- Declaró Usagi palpándose la barriga.-
-Bueno chicas, no podemos hacer ese feo a Yuuichirou.- Afirmó Ami, preocupándose realmente por ese pobre muchacho. -
-Pues en ese caso, la cumpleañera primero. Después de la fiesta ahora nos toca descansar un poco.- Afirmó Rei.-

            La protagonista del día en efecto entró en primer lugar. El salón del Santuario solía estar iluminado por los rayos del sol que se filtraban a través de las ventanas o por las lámparas. Sin embargo, en esa ocasión estaba todo en penumbra con las cortinas corridas… Yuuichirou enseguida se disculpó llevándose una mano al cogote.

-Perdonad, ¡qué despistado soy! Olvidé encender la luz. Por favor, Ami…tú estás más cerca.
-Sí, no te preocupes. Ya la doy yo. - Dijo amablemente ella.-

            Y tanteando encontró el interruptor. Al encender se llevó otra sorpresa mayúscula. La gran sala estaba adornada con globos y allí, junto a un gran cuadro oculto por una sábana estaban Mamoru, Luna y Artemis.

-¡Feliz cumpleaños, Ami!…-Exclamó el novio de Usagi, un apuesto muchacho de buena estatura y pelo moreno corto, secundado por el resto.-

Los gatos optaron por no hablar en presencia de Yuuichirou que no conocía su secreto. Aunque estos enseguida se acercaron a la cumpleañera guiñándola los ojos para que el asistente del santuario no se percatara. La muchacha en cuestión se quedó clavada en tanto todas aplaudimos. Ami descubrió que en esa pintura además de ella estaban sus amigas las guerreras, incluida Chibiusa y  nosotras. Era como una foto que nos sacamos hacía un par de años. Solo que aquí, el fondo era el de un bello paisaje. No pudo contener la emoción.

-¡Es precioso!- Exclamó llena de alegría a la par que conmovida.-
-Tu padre lo envió ayer.- Le contó Mamoru.- Tuve que ir a recogerlo. Por eso no pude estar con vosotras en el Crown. Yuuichirou fue muy amable y me ayudó a traerlo hasta aquí.

            Las lágrimas caían por las mejillas de la joven. Ella siempre recibía un cuadro de su padre por su cumpleaños. Y este año comenzaba a pensar que el envío se retrasaba. Usagi se acercó hasta ella y posando una mano sobre el hombro derecho de su amiga le desveló con tono lleno de afecto mirándome a mí.

-Fue idea de Bertie. Pensó que te gustaría tenernos a todas juntas.
-Así es.- Expliqué por alusión.- Cuando me contaste lo de tus padres y que él siempre te pintaba cuadros, le pregunté a tus amigas. Ellas hablaron con tu madre y a la doctora Mizuno le pareció una buena idea.

            Ami se abrazó a mí con visible emoción, y con tono muy reconocido, me dijo.

-Muchísimas gracias. Bertie-chan. Significa mucho para mí.

Ahora yo tampoco pude evitar llorar,  las dos estábamos derramando lágrimas, en tanto casi con voz temblorosa fui capaz de decir.

-No es nada para lo que tú mereces. Siempre quise corresponder a lo buena que has sido conmigo y agradecer tu amistad. Sobre todo ahora que me voy a ir tan lejos…- Sollocé, tratando pese a eso de sonreír.-
-Es un regalo precioso. Muchas gracias a todas.- Pudo decir la reconocida cumpleañera.-

            Aquello provocó algunas lagrimitas más. Aunque al rato todas estábamos de nuevo riendo y celebrando. Charlamos de más cosas y entre ellas mi hermana Cooan y yo les comentamos a nuestras queridas amigas.

-¿A que no sabéis quien nos atendió en el despacho del director?- Preguntó Cooan.-

El resto negó con la cabeza y ella les narró entonces lo ocurrido. 

-¡Qué sorpresa!- exclamó Ami muy contenta interesándose de inmediato por el anciano. - ¿Cómo está el señor Fumata? Hace mucho que no le veo.
- Muy bien...tan simpático y bonachón como siempre,- contesté  pidiéndole a mi amiga. – Nos dio afectuosos recuerdos para ti. Dáselos tú de nuestra parte si le ves en el futuro.
- Lo haré. – Me aseguró, guiándome un ojo y sonriendo.-


            Y después de más rato de entretenidas conversaciones y bastantes risas nos despedimos. Mamoru y Yuuichirou le llevaron a Ami el cuadro a su casa…Aquella fue una tarde preciosa para tener en la memoria. Sobre todo con vistas a ese viaje que íbamos a emprender.
         
Parte 20

Al cabo de unos días estábamos listas para iniciar aquella aventura. Tras toda la preparación nos dirigimos al aeropuerto internacional de Narita para tomar el avión. Tomamos un taxi con nuestras dos hermanas mayores. Petz iba junto con el conductor delante y Kalie se sentaba atrás con nosotras.

-¿Seguro que podrán venir?- Preguntó Cooan ilusionada.-
-Claro, hablé personalmente con Minako y me aseguró que todas iban a estar allí para despediros.- Respondió su interlocutora.-
-Me alegro mucho.- Dije yo.- Hubiera sido una lástima no poder despedirnos.
-Las veréis. -Confirmó Petz.-

            Y llegamos a la terminal. Tras pagar al taxista y sacar las maletas nos fuimos para allá. Al entrar, en efecto, allí estaban nuestras queridas amigas. La primera en saludarnos fue Usagi-chan.

-¡Aquí estamos, puntuales para que no digáis! - Exclamó.-
-Sí, es un milagro que hayas llegado a la hora.- Susurró Rei.-

            La aludida ya le estaba dedicando una mirada llena de irritación, aunque la cosa no pasó a mayores. Lo cual nos alivió a todas. Fue Ami quien tomó la palabra entonces.

-Ahora a disfrutar de esa beca, os lo habéis ganado.
-Sí, buen viaje a los Estados Unidos.- Añadió Makoto.-
-¡Vaya! , así que una beca para los  EE.UU, yo sabía que erais listas, ¡pero no creí que lo fuerais tanto!

Las otras sailors la observaron como si estuviera loca.

-Mira que te lo hemos dicho veces.- Le susurró Minako.-

Y a todo eso Luna miró también a Usagi amparada en la comodidad del hombro de la chica y replicó con irónica sorna.

- Las hay que son listas y aplicadas y que se centran en sus estudios y deberes, no como otras que yo conozco.

Sin dar tregua ni para las sonrisas del resto  la mano de la aludida de forma veloz le dio un capón a la gata que quedó con un gran chichón colorado y la lengua fuera.

-¡Luna! – Vociferó la aludida visiblemente enfadada mientras retiraba la mano. - ¡Te machacaré!

            Ignorando aparentemente la escena, Makoto le decía a Cooan, mientras Luna y Usagi se peleaban medio en serio medio en broma con Artemis tratando de mediar...

- Sentimos no haber podido venir antes, pero anduvimos ocupadas con la fiesta de Ami.
- Sí,- añadió Minako,- no podíamos posponerlo, nos costó mucho organizarla. Nos alegramos mucho de que vinierais pese a estar tan atareadas. Os vamos a echar de menos, pero sabed que estamos muy contentas por vosotras. A todas nos hizo mucha ilusión cuando Rei y Ami nos lo contaron. Y más cuando nos explicasteis dónde vais a ir.
-Seguro que disfrutaréis de la experiencia.- Afirmaba precisamente Ami.-
-Gracias chicas, significa mucho para nosotras.- Declaró Cooan estrechando sus manos mientras sonreía. -
- Sí que vais a ir a un buen sitio, no os quepa ninguna duda. - Intervino Mamoru.-

Y nos obsequió con una amable mirada de sus ojos color azul oscuro. Desde luego que es un chico guapísimo y muy gentil. Usagi tiene suerte de tenerle. Dejando eso a un lado él nos explicó.

- La novia de mi amigo Motoki, Reika, estudió su último año de arqueología allí, yo mismo he pensado en ir a América para ampliar mis estudios.-
-Es verdad.- Secundó Usagi.- Lo hablamos precisamente en el Crown.-
- Chicas,- intervino Artemis - no me gustaría ser aguafiestas, pero el avión no espera.
- Así es.- Confirmó Petz mirando su reloj- debéis daros prisa. El equipaje ya ha sido facturado.

            Cooan y yo nos dimos unos cuantos besos y abrazos con todos. Luego nos dirigimos hacia el pasillo de la terminal para embarcar. Estaban anunciando ya nuestro vuelo.

- Escribid a menudo y no os olvidéis de llamarnos tan pronto como lleguéis al campus.- Nos pidió Petz. -
- Descuidad, lo haremos. ¡Vamos Bertie, que anuncian nuestro vuelo! - Advirtió Cooan apremiando a su hermana a subir a las escalerillas mecánicas de embarque al oírlo. -
           
            Y efectivamente en la megafonía del aeropuerto se escuchaba. "Atención, atención, los señores pasajeros que vayan a subir a bordo del vuelo 502 de Japan Airlines con destino a Nueva York, embarquen por la puerta 7, por favor. El vuelo despegará dentro de cinco minutos, gracias.

- Ya lo han dicho otra vez – asentí.- Vamos pues. - Sentencié saludando con la mano y tirando besos a discreción. -  Adiós a todos y gracias por venir a despedirnos.
-¡Adiós, buen viaje!,- vociferó Usagi.-

La joven agitaba las manos de una forma muy exagerada,  llamando la atención de todo aquel que pasara por allí y produciendo el consecuente sonrojo de sus amigos que miraban hacia alguna otra parte como si no la conociesen de nada. Cooan y yo no pudimos evitar sonreír desde la distancia.

- Cuidaos mucho y haced mucho deporte, ¡no os oxidéis! - Nos sugirió Makoto. -
- Espero que conozcáis a muchos chicos guapos, yo, la Mikado del amor, os deseo mucha suerte también en esa empresa. –

Añadió Minako balanceando graciosamente su melena rubia, sonriéndonos con esa simpatía tan suya y despidiéndose de nosotras con una afectuosa mirada de sus ojos celestes.

- Pero no os olvidéis de visitar muchos sitios y contádnoslo ¿eh?..- nos pidió Rei. -
- Y sobre todo, estudiad mucho, aprovechad esta oportunidad y no os descentréis.- Nos aconsejó Ami con mucho énfasis. -
- Pasadlo bien y buena suerte. - Nos deseó Mamoru  arrojándonos con suavidad una rosa a cada una que ambas recogimos al vuelo agradecidas. -
- Sed prudentes y no gastéis mucho, la beca no es ilimitada.- Recordó Petz como de costumbre, fiel a su pragmatismo, eso sí, enseguida añadió con tinte mucho más maternal. - Pero, si tenéis problemas no dudéis en llamarnos y si hace falta iremos para allá.
- Adiós chicas, sed buenas… -  nos aconsejó Karaberasu guiñando un ojo y con una pícara sonrisa. – O al menos, parecedlo.
- Buen viaje, cuidaros mucho...- Nos desearon a coro Luna y Artemis aprovechando que estaban ocultos de las miradas ajenas. –

            Y fue lo último que escuchamos cuando las escaleras mecánicas de la terminal nos fueron descendiendo hacia la zona de abordaje. Miré la rosa que tenía en la mano y sonreí.

-Este Mamoru ha sido muy amable.- Comentó mi hermana.-
-Es verdad. Y ¿sabes una cosa? Al mirar esta rosa recordé por unos instantes el jardín de palacio.- Afirmé.-

            Mi hermana asintió, aunque no teníamos tiempo para charlar. Llegamos al bus que nos llevó hasta el avión y pudimos subir a tiempo. ¡Menos mal!

-Bueno.- Suspiré una vez ocupamos nuestros asientos.- ¡Aquí comienza nuestra aventura!

Epílogo.

Y si entonces lo califiqué de aventura, jamás me pude imaginar realmente hasta qué punto lo sería. Ahora, cuando bastantes años después he vuelto a ojear este diario, he sonreído al releerlo. Lo llevé conmigo a la universidad pero lo tuve guardado cuando el curso comenzó, al estar más preocupada de adaptarme a mi nueva vida que otra cosa. Al compartir habitación con mi hermana no tuve mucha ocasión de seguir escribiendo y poco a poco lo olvidé. Después vendría todo aquello, conocimos a Roy y a Tom, aparecieron esos sectarios y los demonios y tras muchas y duras pruebas, incluyendo la marcha de nuestra hermana Kalie, terminamos nuestras carreras y comenzamos a trabajar, logrando también derrotar al mal. Luego nos afincándonos definitivamente en este país, al menos mi hermana Cooan y yo. Petz regresó a Japón pero no se fue sola. Fue un milagro, el mismo que me devolvió a Roy, el que trajo de vuelta a Zafiro, su hermano Diamante y a otros muchos antiguos enemigos de las sailors, convertidos ahora en amigos. Roy y yo nos enamoramos, el muy gamberro al final resultó ser el hombre de esta y de mi otra vida. Y mi hermana Cooan lo hizo a su vez con Tom. Pero nuestras peripecias no acabaron ahí, después de tener una idea de lo que pudo ser nuestro futuro, y la ocasión de conocer al que podría ser nuestro hijo, nos casamos. Por supuesto que, como no podía ser de otro modo, nuestra luna de Miel no fue nada convencional. De hecho, tuvimos que ayudar al fantasma de un antiguo conde medieval español a subir al Cielo y reunirse con su amada, más tarde conocimos al hermano de Roy, el rey de los saiyajin. Aunque lo mejor de todo fue el nacimiento de mis hijos, Leval y Kerria. Y como no, mi amiga Ami fue quien me ayudó a traerles al mundo, junto con su madre Saeko, cuyo padre (el abuelo de Ami, Kenshiro) compartió una increíble aventura con Harold, el abuelo de mi marido. En fin, todo eso sería muy largo de contar y apenas sí me queda espacio aquí. Ahora soy esposa, madre y profesora. Es todo un reto. Y tras desempolvar este diario, he ocupado sus últimas páginas escribiendo estas postreras reflexiones. ¿Quién sabe? Puede que me compre otro para continuar dado que, por lo que he podido experimentar hasta el momento, es posible que llene otro tomo con tantas o más cosas que espero me queden por vivir.


FIN







No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)