domingo, 29 de marzo de 2020

GWHC06 La historia de Karaberasu y su nueva familia II


ANTERIOR

Allí descubrió que tenía varias llamadas. Una de su esposo, preguntándola que cuando volvería. La mayor iban a celebrar la función de fin de curso y Suzanne no paraba de decir, mamá. La muchacha suspiró. ¡Ojalá pudiera retornar a tiempo pero lo veía complicado! Pero el mensaje que más la sorprendió fue el de su hermano. Le pedía que le llamase tan pronto pudiera. Su tono de voz parecía agitado. Algo serio debía de estar pasando. Así que le devolvió la llamada al número de móvil privado que le dio. Pese a estar a medio mundo de distancia pudieron establecer contacto. El chico saludó y sin más rodeos le narró aquella increíble historia que Karaberasu le contase. Alannah le dejó terminar sin interrumpirle, quedándose pálida.



-¿Y bien? - Quiso saber Mathew al terminar.- Dime Ally, ¿no crees que estemos locos?

-Quizás de haberme llamado ayer te hubiera dicho que si.- Suspiró la arqueóloga para añadir con enigmática inquietud.- Pero ahora podría creerte sin ninguna duda. Además, si el tío Hugh lo corrobora será verdad al cien por cien.

-¿Y qué se supone que debo hacer?- Inquirió el agobiado chico.-

-Cuidar muchísimo a tu mujer y a tu hijo.- Repuso ella con solemnidad.- Y quiéreles por encima de todo…



Mathew asintió incluso aunque no pudiera ser visto. Aquello le dejó realmente más sorprendido si cabía. Su propia hermana no solo creía aquello, sino que parecía saber más de lo que le contaba. Pero conociéndola, no le iba a contar más si no o deseaba. Así pues no quiso tratar de sonsacarla. Tras desear verse de nuevo y enviarse sus mejores deseos para ellos y sus respectivas familias, terminó la comunicación.



-Voy a  seguir tu consejo, Ally- Se dijo él con determinación.-



 En los días siguientes por fin, con mucha paciencia y amor pudieron tener relaciones. Pasó el tiempo. Entonces, a los pocos meses, Karaberasu descubrió que estaba embarazada de nuevo. Aunque en esta ocasión eso, lejos de horrorizarla, la hizo muy feliz, tanto a ella como a Mathew que estaban exultantes. Mazoui también se alegró mucho de pensar que iba a tener un hermanito. Pasados unos meses se mudaron a una casa más grande que habían comprado en la ciudad de San Diego. Esta vez se irán más lejos. Al menos antes visitaban a la ancina casi todos los días. Por ello tanto Kalie y Mazoui como Dorothy se entristecieron. La despedida fue muy emotiva, no pudieron evitar las lágrimas, prometiéndose una y otra vez que se visitarían a menudo. La buena mujer se despidió de Mazoui con un largo abrazo.



- Cuídate mucho cariño y ven a verme. - Le pidió la anciana. – No te olvides de mí.



El niño asintió emocionado también y rodeando el cuello de Dorothy con sus bracitos para asegurar.



-Sí, abuela Dotty, vendremos mi hermanita y yo…

-¿Hermanita? ¿Cómo sabes eso?- Sonrió la mujer mirando de reojo a Kalie.-



            Sin embargo, ella se encogió de hombros, era aún demasiado pronto como para conocer el sexo de bebé. Lo tomaron por una de las ocurrencias del crío…Mazoui entonces volvió a fijarse en esa especie de sombra que se pegaba tanto a Dorothy. Sin embargo, aquello estaba cambiando. Esa oscura silueta que parecía de mujer se aproximaba más a la madre del niño que a su abuela. Mazoui se quedó perplejo al principio y asustado después. Más aun cuando aquella negra forma se deshizo en una especie de vapores oscuros…el crío entonces cerró los ojos y apretó los puños como si quisiera evitar que aquello se acercase a su madre…



-¿Te encuentras bien, cariño?- Inquirió Kalie mirándole inquieta.-



            Mazoui abrió los ojos despacio, aliviado vio que esa especie de sombra era rechazada por su esfuerzo…



-Sí, mamá.- Pudo decir.- Ahora estoy bien…



            Sus padres lo tomaron por alguna cosa de críos y no le dieron mayor importancia. Al poco se despidieron de Dorothy rumbo a su nueva casa. Por su parte, Alannah reflexionaba ahora lo visto cuando estuvo de vuelta en las excavaciones de Mejido.



-Sí, es lo que esa mujer me comentó. Amanda me dijo que debía estar alerta…-Pensaba al recordar.-



Estaba excavando una especie de sepulcro ricamente decorado. Para su entusiasmo y el de sus colegas, aquello tenía inscripciones que recordaban a algunos pasajes bíblicos. No obstante, no fue aquello lo que llamó su atención. Al terminar de limpiar un mosaico de una pared cercana. Uno que había visto brevemente cuando fue hallado antes de volver a Irlanda para ver a su hermano. En él, aparecía un rostro infantil. La arqueóloga casi se cayó del andamio en el que estaba subida.



-¡Cielo Santo!- Exclamó.- ¡No puede ser posible!



            Pero lo era, esa cara era la del hijo de su cuñada. Y junto a ella una inscripción en arameo galalaíco y latín que rezaba.



-“El enviado que antecederá al mensajero. Antes de la venida del caos y del olvido”.



            Tuvo que bajar con cuidado tratando de dominar su agitación. No sabía lo que hacer. Respiró hondo unas cuantas veces y  llamó a Reika. Mientras ésta llegaba quería pensar.



-Esto es una coincidencia. Se parece y ya está… ¡Vaya una tontería! – Sonrió finalmente tratando de olvidarse de aquello.-



            Después su amiga vino y entre las dos dataron y estudiaron eso más a fondo.  Alannah deseaba pensar que eso no era más que una siniestra casualidad. Más aún cuando salió de esa gruta a la luz del sol. Esas ideas le parecieron tan absurdas e irreales que dejó aquel tema. Si dijese algo de eso la tomarían por loca sin lugar a dudas. Prefirió acabar con su trabajo y regresar a París con sus hijas y su esposo.



-Esto se me está haciendo tan largo que imagino muchas bobadas.- Pensó en tanto proseguía su labor.-



Sin embargo luego, cuando vio la llamada de su hermano y él le contó lo ocurrido, supo que no era ninguna casualidad. Pensó en una conversación que mantuvo con un extraño individuo que había conocido por mediación de Amanda, y él le comentó.



-Ese niño es alguien muy importante y especial. Y llegará a ser un instrumento muy valioso. Tanto para el bien, como para el mal. De sus padres y familiares dependerá el lado del que se incline…-Eso dijo. ¡Por Dios! Espero que todo les vaya bien a mi hermano y a mi cuñada.- Meditó ahora deseando que Mathew y Karla (O Karaberasu como confesó a su hermano que realmente se llamaba) supieran orientar al niño por la senda correcta.- Pero yo no puedo hacer más que darles mi cariño y apoyo…



            Por su parte Mazoui pasó algunas noches sufriendo pesadillas, sobre todo una, se repetía sin cesar. Estaba en la casa de la abuela Dotty, aunque ella era mucho más joven y discutía con una chica de pelo largo castaño. Muchas de las cosas que se decían no podía comprenderlas, pero se daba cuenta de que las dos estaban enfadadas.



-Escúchame, mamá.- Le rogaba aquella joven.-

-¡No, escúchame tú a mí!- Replicaba Dorothy con visible indignación.- Una hija mía no será una mujerzuela…

-¡Quiero ser actriz, no una mujerzuela! - Contestaba la muchacha con enfado a su vez.-

-Tienes que estudiar, que dedicarte a algo decente…

-¿Desde cuándo actuar no es algo decente? A ti te encantan esas películas antiguas.- Pudo decir la chica.-

-Eres muy joven, aún no lo entiendes. Para llegar a algo en ese mundo, y sobre todo aquí, en California, las chicas tienen que hacer muchas cosas…

-Trabajaré lo que haga falta.- Aseguraba la muchacha.-

-¡Me refiero a cosas indecentes, Kathy!- Estalló Dorothy.- ¿Acaso te crees que para que te den un papel en alguna serie del tres al cuarto no hay cientos y cientos de chicas?... ¿Cómo te piensas que las eligen los productores?

-Tengo ya dieciocho años. No soy ninguna niña.- Replicaba la interpelada con visible malestar.- Y no me dejaría manipular así. Lo que pasa es que no tienes fe en mí…En cambio, papá…

-No metas en esto a tu padre. ¿Me oyes?- Chillo Dotty presa de la ira.- Sabes que está enfermo del corazón y lo último que necesita es que le des este disgusto.



            Ahora la muchacha lloraba con frustración e impotencia. Tardó en replicar…



-Él sí que me comprende…tú solo quieres que haga lo que mis hermanos, dedicarme a una vida que no me gusta. Y en el mejor de los casos acabar trabajando como secretaria.

-Eso es mucho mejor que terminar como una corista o una mujerzuela.- Sentenció su madre para rematar con tono inflexible.- Y esto se acabó, mientras vivas en esta casa harás lo que yo te diga…



            Mazoui oía todo esto asustado, era como si lo viera todo desde un sitio donde nadie reparase en él. Así fue durante varias noches, hasta que una de ellas algo cambió…Como de costumbre presenció aquella misma discusión solo que esta vez, él estaba delante de las dos. Aunque no le veían. Cuando la muchacha se alejaba rumbo a su cuarto  el pequeño, lleno de tristeza, le preguntó.



-¿Por qué la abuela Dotty está enfadada contigo?...Nunca se enfada así.



            La atónita joven pareció verle entonces…observando a ese crio sin saber de dónde podría haber salido…



-¿Qui...quién eres tú?..- Le preguntó visiblemente sorprendida.-

-Me llamo Mazoui. Vivo aquí con mi mamá y con la abuela Dotty… ¿por qué ella está enfadada contigo? Nunca se enfada…bueno, solo si me como demasiados dulces.-Declaró el niño.-



            Esa joven se agachó hasta ponerse a su altura, y todavía con lágrimas en los ojos pudo sonreír y susurrar…



-Quiero hacer realidad un sueño, pero no me deja…

-¿Y por eso vas detrás de ella?- Inquirió con  agudeza el crío.-

-¿Detrás de ella?- Se sorprendió la muchacha.-

-Sí.- Le comentó Mazoui.- Eres esa sombra negra que la sigue siempre….

-Espera.- Le pidió la chica.- ¿Qué sombra?...



            El niño recordaba alguna vez haber visto la cara de esa joven… Sin que Dotty se percatase, él la había sorprendido a veces contemplando viejos álbumes de fotos y allí salía. Entonces, dejando atónita a esa muchacha una vez más, él inquirió.



-¿Tú te llamas Kathy?...

-Sí- Admitió esa mujer.-

-Dotty no dice nada, pero a veces la he visto mirando tus fotos y está triste. Creo que te fuiste al Cielo. Una vez me dijo eso cuando le pregunté.

-¿Al Cielo?.. No lo entiendo… Yo estoy aquí, en casa…- Declaró esa confusa muchacha.- ¿Y quién eres tú? Insistió cada vez más desconcertada.-

-Ya te lo he dicho… Me llamo Mazoui, y te he visto detrás de Dotty, y el otro día ibas detrás de mi mami. ¿Sabes que ella va a tener una hermanita para mí?



            Esa chica miraba ahora a su alrededor sintiéndose confusa. Era como si las palabras de aquel crío la estuvieran haciendo ver algo que hasta ese momento le había pasado inadvertido… pero veía algo que no podía comprender.



-Ahora recuerdo…- Empezó a musitar tomada por el pesar y el temor.- Tiempo después, le dije...tuve esa relación, con ese guionista. Me quedé embarazada...mamá y yo discutimos. Ya te lo advertí, me respondió.- Sollozó la joven haciendo memoria.- Entonces yo... me fui corriendo de casa. Me subí al coche, arranqué...-Musitó con voz queda.- Iba muy deprisa… conduciendo…luego ya no me acuerdo de más…

-Entonces te fuiste al Cielo… pero luego volviste.- Comentó el crío.-

-¡Oh! - Pudo exclamar la joven con gesto de horror.- Entonces es que estoy… ¿Dónde estoy ahora?...

-Creo que en mi sueño.- Le desveló Mazoui.-



            Esas palabras fueron para Katherine como una revelación, entonces apenas siendo capaz de hablar por la emoción, todo cobró sentido para ella.



-Debí de morir en ese accidente…Y pensé que seguía viva…y es que ahora recuerdo un largo y negro túnel, y una voz diciendo que no era el momento… pero que, por un trágico error, ya no podía retornar. Y que solo había una solución. Me dijeron que cuando una nueva vida fuese concebida, antes de que desarrollase una alma propia yo podría volver en ella. Al principio me negué y quise recuperar mi existencia anterior de todos modos…Sin embargo mi madre no me hacía caso. Mis hermanos tampoco. ¡Ahora lo comprendo, Oh Dios! Ellos no podían verme ni oírme. ¿Es eso? Solo era un fantasma.

-No lo sé.- Contestó Mazoui.- Pero creo que estabas enfadada…eras de color oscuro…me daba miedo.

-Si. Lo estaba. Siento haberte asustado. - Admitió la muchacha.- Pensaba que ninguno de ellos me quería… Ahora lo  entiendo. Quisiera tener una nueva oportunidad de vivir, de lograr lo que no pude hacer…



            Algo se iluminó en la mente del niño que sonrió para exclamar…



-¡Quieres nacer otra vez!… Y quieres ser mi hermanita. ¿A que sí?...Por eso ibas detrás de mi mamá…

-Sí…sí, eso creo.- Musitó la joven mirando ahora al niño con ternura para suplicar.- ¿Me dejarías?.. ¡Por favor!, sentí tu fuerza protegiendo a tu madre cuando quise entrar en ella.

-Sí…claro que te dejaré. Así serás mi hermana pequeña.- Sonrió el niño.-

-Gracias tesoro.-Le susurró la chica acariciándole cariñosamente aquel pelo castaño para decir.- También me acuerdo ahora de algo más. Me dijeron que si volvía de esa manera todos los recuerdos de mi pasada vida desaparecerían… así podría comenzar de nuevo. Sin ninguna carga… Por favor, ¿me ayudarás?...



            Mazoui asintió rápido con su cabecita y sentenció.



-Prometido, te querré mucho…



Esa joven sonrió emocionada aunque el niño ya no pudo ver nada más, todo se hizo oscuro y después una ráfaga de luz le cegó. Cerró sus ojos y tras abrirlos vio a su madre que le sonreía acariciándole el pelo con mucho afecto para susurrarle.



-Vamos mi amor. Tienes que ir a la guardería…



            El niño se desperezó como pudo, y guiado por su solicita madre fue a lavarse la cara. Aunque tras terminar comentó para sorpresa de ésta, una vez que puso una de sus manitas sobre el  vientre de Kalie.



-Tengo muchas ganas de que Kathy esté aquí… es una chica muy simpática.

-¿Qué?- Se sorprendió Karaberasu mirándole atónita.-



Kalie  no salía de su asombro. Estaba de cinco meses y comenzaba a notársele algo de tripa. Hacía poco que se hizo una ecografía y en efecto, esperaba una niña. Sin embargo, solamente lo sabían mathew y ella y su hijo no solamente había acertado el sexo del bebé sino que hasta le había puesto un nombre…y no uno cualquiera sino el de la difunta hija de Dorothy… En fin. A buen seguro que habría escuchado a la buena mujer hablar de ella.



-Pues es un nombre realmente bonito, y creo que se lo debo a Dotty.- Meditó ella.-



 No le quiso dar más importancia y tras llevar al niño a la cocina y prepararle el desayuno  le acercó a la guardería y ella misma se marchó a trabajar. Así, pasados unos meses, Karaberasu salió de cuentas y dio a luz una niña a la que en efecto llamaron Katherine. La madre estaba acostada con la niña entre sus brazos. Mazoui pidió ver a su hermana y Mathew entró con él.



-¿Puedo tenerla yo?,- preguntó el niño en un momento en el que la pequeña se había puesto a llorar.- Por favor-  insistió el crío. -



            Su madre estaba remisa a dejarle hacerlo ahora que la niña lloraba. Por fin cedió a ello, Mazoui la sujetó tímidamente y le sonrió. La niña, de forma extraña y sorprendente, dejó enseguida de llorar y comenzó a hacer graciosas muecas. Karaberasu y Mathew se miraron y sonrieron entre asombrados y encantados por aquella situación.



-Vaya, parece que tu hermanita, nada más nacer, ya te quiere mucho.- Sonrió el médico.-

-Sí…yo también la quiero a ella.- Afirmó el niño.- Se lo prometí…



Los adultos le miraron realmente orgullosos y complacidos. Cuando el crío dejó a su hermana de nuevo junto a su madre y salió a beber un refresco, Mathew le comentó a su esposa con visible satisfacción.



-No lo voy a negar, estaba preocupado de ver qué reacción podría tener Mazoui. Siendo un niño tan bueno, estaba seguro de que acogería bien a su hermanita. Pero esto supera la mejor de mis expectativas.

-Sí, yo también estoy realmente asombrada y muy contenta.- Declaró Kalie acunando a su retoño-



Finalmente fue el padre quien se hizo cargo de la recién nacida dejándola en la cuna para que la madre pudiera descansar. Al día siguiente, antes de que su esposo viniera a buscarla y ser dada de alta, la muchacha recibió una inesperada visita. Apenas sí pudo creerlo. En un principio no se dio cuenta, la tomó por una de las enfermeras que entraban a comprobar si todo estaba bien y a revisar el estado de la recién nacida. Pero esa joven se aproximó y Kalie pudo reconocerla. Abrió los ojos y apenas pudo exclamar con emoción.



-¡Minako-chan!



            La aludida puso un dedo extendido sobre su propia boca y le susurró.



-Nadie debe saber que estoy aquí. Y no lo digo solamente por los fans.

-¡Hacía tanto que no te veía! - Pudo decir Kalie con patente emoción.-



            Su amiga le sonrió y se sentó junto a ella, en la cama. Ambas se abrazaron y la  recién llegada comentó.



-Es una niña preciosa. Hace años te vi con tu otro hijo.

-Su nombre es Mazoui. Es un niño estupendo.- Afirmó la aludida.-

-Lamento mucho no haber podido estar junto a ti. No podía hacerlo. De hecho, ahora mismo estoy desobedeciendo órdenes de la reina Serenity.- Le desveló.-

-¿Por qué?- Quiso saber su contertulia.-

-No es algo fácil de explicar. Pero ya no me importa. Verás. Durante un tiempo me suspendieron de mis funciones por tratar de encontrarte. Las cosas deben ir por ciertos caminos y quise cambiarlas.

-No lo comprendo. ¿Qué cosas?- Quiso saber su contertulia.-

-NO podría explicártelo ahora, no tenemos mucho tiempo para eso.- Replicó su visitante.-

-¿Qué tal están mis hermanas? -Inquirió Karaberasu.- Eso sí me lo podrás decir, ¿verdad? Ya hace mucho tiempo que estoy deseando verlas.

-Están bien, no temas, les va de maravilla.- Sonrió Minako, aunque tornó su gesto en una expresión más seria y apenada al agregar.- Sin embargo, tú no debes reencontrarte con tus hermanas todavía. No me preguntes el porqué. Solo sé que debe ser así. Sin embargo, y eso se lo dije a Serenity en persona, eres mi amiga. Haré lo posible por ayudarte a ti y a tus hijos. Sin importarme ningún tipo de orden o instrucciones.



            Kalie le tomó de las manos y sonrió agradecida, no obstante negó con la cabeza y declaró.



-No deseo causarte ningún problema. No temas, mi vida fue dura al principio. Sin embargo, los últimos años gracias al Cielo que todo me fue bien. Conocí a un hombre maravilloso, me casé, tengo dos hijos preciosos. Ahora soy muy feliz.

-Me alegro. No puedes imaginarte cuánto. De todas formas. Quisiera hacer algo por ti.- Sollozó Minako afirmando ahora realmente compungida.- Cuando ese monstruo te hizo aquello, yo… no pude hacer nada por salvarte.

-No fue tu culpa.- La animó Karaberasu que sí le comentó.- Lo único que te pido es que veles por mis hijos. Si alguna cosa llegara a sucederme. O si alguna vez lo necesitasen.

-Te doy mi palabra.- Se apresuró a responder su contertulia.- Les ayudaré si alguna vez me necesitan.

-¿Sabes? Aunque no haya podido hacerlo hasta ahora me habría gustado pedirte que fueses la madrina de Mazoui y que lo seas de Katherine.- Le propuso la convaleciente.-



La joven artista sí sonrió ahora de forma mucho más amplia. Mirando a la cuna donde dormía el bebé. Su contertulia adivinó sus deseos y asintió. Minako tomó a la niña en brazos con suma delicadeza y  cariño, declarando incluso con cierto aire de emotiva gravedad.



-Pequeña. Siempre estaré ahí para tu hermano y para ti. Y si alguna vez me necesitaseis podréis contar conmigo. Esa es una promesa solemne que os hace vuestra madrina Minako, en nombre de mi planeta guardián Venus.



            Y tras esas palabras cedió a la recién nacida a su madre que la acunó con dulzura. La joven nipona sonrió de nuevo y tras darle un ligero beso en la coronilla a la cría suspiró diciéndole a su amiga.



-Tengo que marcharme. No deseo que el pobre Artemis vuelva a tener problemas por mi causa. Se quedó vigilando por el pasillo, escondido, para llamarme por si alguien venía. –Suspiró moviendo ligeramente la cabeza para comentar casi a modo de reflexión.- Es curioso, tanto tiempo deseando ser un ídolo mundial y cuando lo consigo eso es un impedimento. ¡Hasta he tenido que disfrazarme de enfermera para entrar!

-Me alegro por ti. Al final lograste cumplir tu sueño.- Afirmó Karaberasu.-

-Y yo soy muy dichosa de verte contenta y con esta maravillosa familia. ¡Ojalá que algún día pueda volver a ver a tus hijos sin trabas! - Deseó la muchacha.-



Y tras darle un beso en la mejilla a su amiga se despidió. Kalie la vio marchar con una sonrisa emocionada. Su fiel amiga no la había abandonado después de todo. Así aguardó hasta que Mathew volvió para hacerla compañía y ayudarla para marcharse, pero no le contó nada de aquello. Al  día siguiente todos juntos volvieron a casa. Así, tanto Mazoui como Katherine fueron creciendo. El niño ya estaba en primaria, su hermana, se iba convirtiendo en una preciosa niñita de pelo cobrizo y grandes ojos azules, iba a primer año de preescolar. Alguna que otra vez viajó sobre todo con su padre a Irlanda, conoció a sus abuelos y a su tía Alannah que la contagió a su vez la afición por los caballos y las canciones tradicionales de su patria. También jugaba con sus primas Suzanne y Bridget. Una de las veces, su tía las llevó a pasear en pony.



-Me gusta mucho montar.- Comentaba la niña con deleite en tanto avanzaban por unos prados muy verdes.-

-Sí, es muy divertido, prima. - Comentó Bridget, que ya era una niña casi de doce años.-

-En Francia también tenemos ponys.- Añadió Suzanne que tenía casi los diez para preguntar.- ¿Tienes tú en América?

-No, pero papá me lleva a veces.- Comentó la cría.-

-¿El primo Mazoui va contigo?- Se interesó Suzanne.-

-No, no le gustan mucho los caballos.- Dijo Kathy que enseguida cambió de tema.- Oye tía Alannah. ¿Luego me cantarás alguna canción irlandesa?

-Claro tesoro.- Sonrió la mujer.-

-Y la abuela Megan ha hecho pastel de queso.- Añadió una más que encantada Bridget que estaba adquiriendo peso quizás en demasía, dada su afición a la comida.- Tengo ganas de probarlo.



            Y eso hizo al retornar. Las niñas llevaron a  los animales a la cuadra y tras ser instruidas por Alannah les cepillaron y dieron agua y unas zanahorias como premio. Después tocaba merendar. Las crías charlaron animadamente con sus abuelas. Megan sobre todo estaba muy contenta de tener a todas sus nietas allí. Por fortuna su relación con su hija se había suavizado  mucho tras esos años. Aunque una sombra planeaba todavía. Ella apreciaba a Mazoui sí, pero, entre las pocas ocasiones que ese niño veía a verles a ella y a Jack, y que no era hijo de Mathew, no le quería tanto como a Katherine, Bridget o Suzanne. Sus propias primas tampoco le tenían demasiada simpatía. El chico siempre sobreprotegía a su hermana pequeña o bien se apartaba de las niñas. Quizás eso era natural dado que como niño, le gustaría jugar a otras cosas. Aunque enseguida olvidó eso cuando su hija y Jack comenzaron con las canciones tradicionales. Él con su violín y ella con su bonita voz, haciendo que las niñas, y sobre todo Kathy, escucharan embelesadas…



Rann Na MónaLá brea aoibhinn samhraidh` gus mé go tuirseach tlath-lag
Ni raibh a fhios dá laghadh ag duine ar bith an scéal deas
A tharla dom
`Smé dul sios an cosán beag gan smaoineamh ar mo bhealach
Le boladh féir, tháinig dralocht san aer


Is thosaigh mo chroi a dhamhsa

Rachad go Rann Na Móna
Rachad go Rann Na Móna
An alt atá galánta, thios chois na fairrge


Rachad go Rann Na Móna

I dtosach tá crann beithe, ar chúl tá crann rua
I lár tá fraoch corcra, is fuiseóg beag faol cheilt
`Stá amhrán ag an éan seo, go luath sa trathnóna
Maoidheamh!


Boladh féir is dralocht san aer, is ach an gcroi a dhamhsa

Taim cinnte beidh mo shaidh le f__háil
Sa tobar bhfhuighidh mé ulsce
Goidfidh mé bradán ó`n Fhairrge Mhór in aice liom


`Sma fhaghann sibh cuirt ar an alt seo go luath insan oiche
Geallaim, buladh féir is dralocht san aer
Is dhéanigh bhur gcroi dhamhsa



(Capercaille Rann Na Móna. Crédito al autor)



            Al concluir las pequeñas aplaudieron y rápidamente la pequeña Kat quiso saber.



-¿Qué significa esa canción? No he comprendido nada.

-Está en gaélico, cielo.- Sonrió su tía para resumirla.- Una lengua tradicional de por aquí. Habla del amor, de la naturaleza y de la alegría y las cosas hermosas que hay en esta tierra.



Y la niña no olvidó eso. Cada vez estaba más convencida de querer dedicarse a cantar de mayor. Cuando retornó a casa tras esas vacaciones le contó a Mazoui todo lo vivido. Él siempre la escuchaba muy atentamente. Tanto ella como su hermano mayor eran muy inteligentes, bastante despiertos para su edad. Pero, sobre todo, el niño sorprendía a sus profesores. Todo lo aprendía a la primera. No obstante poco tiempo después, la felicidad que disfrutaban se vio cortada por el comienzo de unas extrañas crisis que afectaban al muchacho. Los compañeros que estaban presentes cuando estas sucedían se asustaban mucho, decían que gruñía de forma rara y que sus ojos parecían brillar de color rojo. Los profesores no daban crédito a esto al pensar que sólo se trataba de fantasías infantiles. Por contra tanto Mathew como sobre todo Karaberasu se asustaron. Su hijo nunca recordaba nada pero comenzó a sufrir la marginación de sus compañeros. Se puso bastante triste y su madre trataba de animarlo. No obstante, cuando ella se quedaba a solas con su marido se mostraba muy deprimida.



- No sé qué voy a decirle, Mathew. Ya no sé qué me puedo inventar, está tan triste que me rompe el corazón.

- Debes decirle lo que ocurre,- le respondió éste. -

-¿Y qué le voy a decir?- Contestó Karaberasu visiblemente desasosegada por ese consejo -¿Que es hijo de un demonio?

- No, no hace falta que le digas eso. - La tranquilizó Mathew  con voz suave para matizar. - Sólo cuéntale que es un niño especial en algunas cosas pero que eso no es malo. No temas, a partir de sus análisis de sangre estoy preparando un suero para él que le ayudará.

-¡Ojalá que eso de resultado! , si empeorase no sé qué podríamos hacer.- Dijo ella muy preocupada por aquella terrible situación. – ¡Dios mío!, no podría soportar si esa parte de su ser se apoderase de él cuando creía que había desaparecido para siempre.



            A su mente acudían aquellas funestas palabras del Sabio, antes de que lo destruyesen. Con regocijo aquel malvado le aseguró que un día, su hijo, sería otro demonio más. Kalie se estremecía de horror con solo pensar en ello. Ella que había deseado durante esos años reencontrarse al fin con sus hermanas y los demás volvía a tener miedo. ¿Y si su hijo se convertía ahora en una especie de monstruo? Solamente podía desear que su marido pudiera hacer algo. Por su parte Mathew puso a punto un suero y comenzó a probarlo con el niño. El chico experimentó una clara mejoría, durante unos años los ataques dejaron de producirse. Por espacio de ese tiempo Mazoui fue creciendo y terminó la primaria. Katherine también entró en el colegio, se había convertido en una niña muy bonita y extrovertida. Su sueño era convertirse en una actriz famosa. Con sus nueve años ya participaba en alguna que otra obra del colegio. Admiraba mucho a las cantantes y estrellas de cine y eran una gran fan de Minako Aino. Aunque esta artista no se prodigase tanto como antes. Aunque Minako sí que visitó a Kalie regalándola unos pases para que la vieran actuar en Navidad, en un concierto que dio en Estados Unidos. Todos quedaron muy contentos. Los niños hasta recibieron sendos autógrafos. Eso hizo que aumentase su admiración por esa simpática y talentosa cantante. Sobre todo por parte de Katherine. Desde entonces cada vez que la veían en la televisión, la cría siempre decía con entusiasmo en su vocecilla infantil.



-Mira mamá. ¡Cuando sea mayor quiero ser tan famosa y tan guapa como ella!

-Claro que lo serás, tesoro. Si trabajas duro y te esfuerzas como Minako, lo conseguirás.- Le sonreía su madre con afecto.-



            Kalie veía a su antigua amiga, ahí, cantando o interpretando papeles en películas y se alegraba mucho por ella. ¡Ojalá que hubieran podido mantener más el contacto! Tras su visita al hospital, estando Katherine recién nacida, habían vuelto a verse solo en esa ocasión. Todavía se acordaba. Las dos tomaron algo en un restaurante de los Ángeles. Al abrigo de prensa u otros medios de comunicación.



-¿Qué tal estáis?- Se interesó la sailor.-

-Muy bien, Mathew trabaja como jefe de planta en el hospital. Mi hijo está cada día más grande y guapo y Kathy se está haciendo una señorita…



            Dicho esto enseñó a Minako unas fotos de su familia y miró a su amiga esperando una réplica. La aludida sabía perfectamente lo que su interlocutora deseaba que dijese, pero tuvo que mover la cabeza despacio y musitar llena de consternación.



-Lo siento. Solo puedo decirte que están todas bien y que son felices…

-Bueno, eso me basta.- Fue capaz de sonreír Karaberasu no sin algo de amargura.-

-Ojalá pudiera decirte más.- Suspiró su interlocutora con una mirada que imploraba perdón.-



Sin embargo su contertulia cambió enseguida de tema para evitar ensombrecer aquella velada y le contó a su amiga con renovada animación.



- Mazoui ha sacado unas notas buenísimas y Kathy también. ¡Los dos son estupendos! Estamos muy orgullosos de ellos. Como premio les vamos a llevar a Disney World estas fiestas…

-Me alegro mucho.- Pudo sonreír a su vez su interlocutora que ahora extrajo varios tickets de su bolso para añadir.- Para todos vosotros, daré un concierto aquí en unos días. Si es que podéis asistir antes de marcharos…

-No sé. Aunque puedo hablar con Mathew y que retrase el viaje. Si es que sus obligaciones se lo permiten.- Contestó Kalie tratando de pensar.- A mis hijos les encantan tus canciones. Sobre todo a Kathy. No me lo perdonará si no vamos a verte actuar. Le gustas más que el pato Donald. ¡Ja, ja!

-¡Lo tomaré como un cumplido!- rio al fin Minako.- Querida amiga. Ojalá pudiera hacer más por ti.- Agregó extinguiendo su sonrisa casi musitando con patente consternación.- Te aseguro que no depende de mí.



            Kalie puso una mano sobre las de la princesa Venus y sonrió animosamente para aseverar.



-Tú nunca me olvidaste. Sé que si no puedes hacer más tendrás una muy poderosa razón. No temas, no haré nada que pueda perjudicaros ni a ti, ni a las demás. Quizás algún día mis hermanas y yo podamos volver a reunirnos y las presente a mis hijos. Y supongo que ellas me presentarán a mí a los suyos.

-Estoy convencida de que así será.- Manifestó Minako tratando de sonar cordial y optimista.- Ese día llegará.



            Al rato se despidieron puesto que Kalie iba a buscar a sus hijos. Ahora rememoraba también aquellos días en los que esa alocada jovencita la arrastraba a las pruebas de aspirantes a ídolos. Luego salían e iban de tiendas o se tomaban algún refresco y hablaban de chicos. Por lo menos Minako había conseguido realizar su sueño. Y cuando meditaba sobre eso, se daba cuenta de que, paradójicamente, ella misma también. Tenía dos hijos maravillosos y un marido estupendo que la quería. Estaba Dotty, a la que los niños consideraban como a su abuela. E incluso la familia de Irlanda con la que se mantenían en contacto. Quizás no visitándoles en demasía pero sabiendo que podían contar los unos con los otros. Viéndolo así, la vida al final no había sido tan cruel para Kalie después de todo. Pero siempre le lastraba aquel sentimiento. ¿Cómo estarían sus hermanas? De hecho, sabía de Roy por las veces que el chico aparecía en la televisión cuando jugaba su equipo. Pensó muchas veces en contactar con él y con Bertie, esperando que ambos continuasen juntos. Pero algo se lo impedía. Esas palabras dichas por su amiga, todavía no era el momento de que se encontrase con ellas. Entonces, ¿Cuándo lo sería? Salió de sus pensamientos cuando, desde la distancia observó a Kathy viendo a su admirada cantante en la televisión.



-La...la… c’est la vie...- canturreaba la cría tratando de imitar a su artista favorita en uno de sus más famosos temas.-



            Mazoui la observaba divertido y cuando su hermana terminaba de cantar siempre aplaudía. La niña sonreía con visible ilusión.



-¿Crees que canto bien, Mazzi?- Quería saber muy esperanzada. Usando el apodo que le puso desde muy pequeña -

-Sí… cantas muy bien, Kat.- Respondía el niño.-

-¿Tan bien como Minako?- Preguntó la niña.-

-Bueno, tan bien como ella no...- Declaró el chico con tono sincero.-



            Kathy frunció un poco el ceño, pero su hermano enseguida se aproximó a la niña para animarla.



-Pero es que eres muy pequeña todavía. Cuando seas mayor, si practicas mucho, seguro que cantarás incluso mejor que ella.



Su interlocutora sonrió feliz otra vez. Eso era cierto. Todavía tenía que hacerse mucho más mayor. Para ella esas palabras eran muy importantes. Admiraba mucho a Minako y su sueño era llegar a ser alguien así de popular y buen artista. Además de querer parecerse a Mazoui. Para ella era su modelo, le adoraba, él siempre se preocupaba de ayudarla. Eran una pareja de hermanos muy unida. Lo fueron al menos hasta que el chico comenzó a llegar a la pubertad. Poco a poco iba descuidando más a Katherine y cambiaba de carácter haciéndose más reservado. En un principio Mathew y Karaberasu lo achacaron a que se encontraba en la edad típica del inicio del cambio. El chico había ido olvidando paulatinamente todos esos dones que poseía siendo más pequeño. Su inquietud comenzaba a centrarse en las chicas de su edad o incluso algo mayores. De hecho se estaba convirtiendo en un jovencito muy guapo que, a su vez, empezaba a atraer miradas del sexo opuesto. Eso no sería nada malo ni extraño. Hasta que una noche se sintió mal, no podía dormir, era como  su cuerpo le quemase. Se levantó afectado por un fuerte dolor de cabeza. Trató de no quejarse, al día siguiente había clase y sus padres trabajaban, no quería molestarlos. Salió al baño para refrescarse con un poco con agua fría. Cuando entró y se miró al espejo se quedó mudo de espanto. Sus ojos brillaban en un intenso color rojo y sintió un dolor agudo en las encías. Mirándose la boca vio como le habían brotado unos grandes colmillos. Un sentimiento entre el desasosiego, el miedo y la ira se hacía dueño de su mente. Trastabillándose tiró al suelo el contenido de un armarito produciendo un estrépito ahogado tras la puerta del baño.



-¿Que me pasa?, ¿qué me está ocurriendo? - Se preguntaba en voz alta con una voz cada vez más grave y gutural. -



            Su hermana que era la más próxima se despertó por el estrépito, salió soñolienta de la habitación agarrada a su osito de trapo y se dirigió hacia el baño atraída por el ruido pegando la cabeza a la puerta para tratar de escuchar algo y tocando con los nudillos.



-¿Eres tú Mazzi? ¿Qué te pasa?- preguntó tímidamente -.Ábreme…

- ¡Déjame sólo Kathy y vete a dormir!- Le pidió éste con un tono gutural que asustó mucho a su hermana. -



            La aterrada niña entró en la habitación de sus padres y los zarandeó presa de la preocupación y del miedo, al poco su madre despertó.



-¿Que te ocurre cielo?- le preguntó  a su hija, aun medio dormida - ¿Has tenido una pesadilla?, anda, ven con mamá.

- Mami,- respondió la cría con un tono lleno de temor. - Mazzi está metido en el baño y no me quiere abrir, tiene una voz muy rara.



            Al oír esto, Karaberasu se incorporó rápidamente de la cama, Mathew también se despertó.



-¿Qué ocurre? ¿Sabes qué hora es?- dijo él  con algo de irritada desgana. -

- Algo le ocurre a Mazoui- Le comentó Karaberasu preocupada. - Kathy me ha dicho que está metido en el baño y que su voz suena extraña.

-¿Está enfermo Mazzi?- preguntó la cría  a su padre. -

- No, cariño- repuso Mathew levantándose y conjeturando para tratar de tranquilizar a la niña. - Será que algo le habrá sentado mal. Anda quédate aquí con mamá mientras yo voy a ver qué le pasa.



            En ese momento se escuchó un grito terrible en el cuarto de baño. Mathew corrió hacia allí en tanto Karaberasu, también muy asustada, abrazaba a su hija impidiendo que fuera tras su padre. Éste tocó en la puerta y llamó al chico.



- Vamos Mazoui, ábreme, sólo quiero ayudarte.

-¡Vete!, ¡Déjame sólo!- Le espetó él con una especie de siseo que dejó anonadado a Mathew. -



            Kathy preguntaba a su madre por Mazoui de forma continua, ésta deseaba y rogaba por que no se tratase de aquella maldición que le perseguía desde que nació.



- Mamá, ¿qué es lo que le pasa a Mazzi?- seguía inquiriendo la niña con insistentes sollozos de temor.  -

- Está malo cariño, sólo eso, mañana estará mejor. Ven, vamos a tu habitación, tienes que dormir que mañana hay colegio. - Respondió Karaberasu de la forma más calmada  que pudo en tanto acariciaba el largo pelo color cobrizo de su hija. Vamos cielo.- Tomó a la niña de la mano y la llevó a su habitación. -



            Mathew por su parte seguía tratando de abrir la puerta, escuchaba jadeos y una especie de rugidos guturales al otro extremo y se asustó. Al fin logró forzar la cerradura y abrió, pero no imaginaba lo que se iba a encontrar. Mazoui se giró hacia él, estaba más alto,  casi tanto como el propio Mathew, ¡debía de haber crecido al menos diez centímetros en un momento! Pero eso era lo que menos le importaba, el rostro del chico estaba desencajado, sus ojos brillaban rojos y de su boca sobresalían dos colmillos que le daban un aspecto terrible. Sin mediar palabra, apartó a su padre de un manotazo lanzándole fuera del cuarto de baño con una fuerza sobrehumana. Éste cayó al suelo levantándose lo más deprisa que pudo. Pese a estar horrorizado aún mantenía su calma y su curiosidad de científico. Mazoui en tanto, cayó de rodillas tapándose la cabeza con las manos, aullaba de dolor. Karaberasu salió atraída por los gritos, cerrando antes la puerta de la habitación de Katherine para que la niña no saliera. Al  ver a su hijo en ese estado trató de ir hacia él, pero su marido la sujetó tratando de disuadirla.



- ¡No, es demasiado peligroso, está fuera de sí, no te reconocería!, voy a por el suero. No te le acerques hasta que yo venga.



            Mathew corrió a por la medicina. Karaberasu observaba entre impotente, aterrada y desesperada, como su hijo se debatía en el suelo entre chillidos de dolor. Ignoró los consejos de Mathew  y llorando le preguntó a su hijo mientras se aproximaba a él.



-¿Que te ocurre, cariño?, ¿qué puedo hacer por ti?

-¡Ayúdame mamá! - Le pidió éste con la voz entrecortada. - Me duele todo, el cuerpo me arde.



            Ella le abrazó tratando de confortarle, aunque repentinamente, el chico se libró de ella de un empujón levantándose como un resorte. Aullaba fuera de sí. Karaberasu estaba paralizada por el terror y la incredulidad, ¡su hijo parecía un monstruo! Había crecido enormemente y tenía esa mirada horrible, de color rojo brillante en los ojos que aun recordaba en sus pesadillas. Horrorizaba no podía dejar de pensar que aquellas terribles palabras de ese malévolo sabio parecían cumplirse a modo de siniestra profecía. Entonces llegó Mathew con el suero y se lo entregó a su esposa.



- Házselo beber mientras yo lo sujeto.- Le pidió él. -



            Pero ella no se movía, no podía hacerlo, su marido percatándose de ello, le insistió.



- ¡Vamos! ¡Esto es lo único que puede ayudarle! ¡Tienes que hacerlo por él! - Le recalcó su esposo con un grito. -



            La traumatizada madre reaccionó al fin, destapando el frasco del antídoto esperó a que Mathew sujetase a Mazoui por detrás. El chico se removía con una fuerza terrible que levantaba  a su atónito padrastro del suelo. Karaberasu se acercó a él y le introdujo el suero aprovechando que el chico abría la boca para gritar. Durante unos instantes pareció no hacerle efecto pero al cabo de unos momentos su estado fue remitiendo. Por fin el chico cayó al suelo y Mathew le soltó. Mazoui quedó tendido inconsciente. Karaberasu exhausta y con los nervios rotos, corrió sin embargo a reanimar a su hijo.



-¿Qué ha pasado, mama?,- le preguntó éste cuando volvió en sí.- No recuerdo nada, pero me duele mucho la cabeza.

- Ya estás bien hijo. - Le dijo ella abrazándole entre sollozos ahogados, - eso es todo lo que importa.

- Casi no me puedo levantar- musitó Mazoui que estaba agotado. -

- Apóyate en mí, hijo - le ofreció solícitamente Mathew que le ayudó a levantarse. -

- Soy casi tan alto como tú, papá. - Descubrió el atónito muchacho al incorporarse, para preguntar -¿Cuando he crecido tanto?

- Luego te lo explico - le replicó su interlocutor con un tono más calmado que el mantenido por su deshecha mujer. – No te preocupes, ahora debes descansar.



            Mathew se llevó a Mazoui a su habitación para que se acostase. Karaberasu se encargó de abrir la puerta del cuarto de su hija que golpeaba desesperadamente para salir, presa del llanto. Katherine se precipitó a los brazos de su madre cuando ésta la abrió.



- Ya está todo arreglado cariño- le susurró Kalie - no te preocupes, Mazoui está bien.

- ¡Quiero verle! - pidió la pequeña con balbuceos de angustia. -



            Ella asintió llevando a su hija a la habitación de su hermano. Mazoui se había quedado dormido casi al momento debido al agotamiento. Su llorosa hermana le acarició la frente y le dio un beso en la mejilla. Su madre se la llevó a su habitación y la niña por fin se quedó dormida. Karaberasu se reunió con  su esposo y su tono de voz estaba muy decaído cuando le inquirió.



-¿Qué vamos a hacer, Mathew? Yo que creía que ya estaba curado cuando tu tío le bautizó o cuando le dabas el suero.

- Esto es también algo genético, va más allá de lo meramente religioso. Incluso podría ser normal en su proceso de desarrollo. -Le explicó  su contertulio tratando de calmarla. - Por fortuna, la dosis aumentada del suero le ha hecho efecto. No te preocupes, yo trabajaré día y noche para mejorarlo, estoy seguro de que le curaré. Debemos confiar y estar junto a él más que nunca.



             Ella asintió abrazándose a su esposo, se dejó llevar por las lágrimas hasta que la venció el cansancio. Pasaron dos largas semanas en las que Mathew sometió al muchacho a tomas controladas de un suero más potente que le mantuvieron en la normalidad. Gracias al apoyo de su familia se fue sobreponiendo. Lo único que le quedaba de sus ataques eran rescoldos que se avivaban cuando Mazoui se enfadaba mucho. Eso le costó perder a dos chicas que le gustaban y a las que quería de verdad en los siguientes años. Una de ellas, en una ocasión de las pocas veces que viajó a Irlanda. Estaba con un grupo de chicos en una granja abandonada sobre una colina. Allí, una tal Fiona, una muchachita de corto pelo castaño y ojos verdes, se había fijado en él. Era del grupo de amigas de sus primas. Mazoui ya tenía dieciséis años y era realmente un muchacho imponente. Muy alto y guapo. Para esa chica que contaría apenas catorce años era realmente un galán.



-¿Sabes si tiene novia?- Le cuchicheó a Suzanne que también había crecido hasta convertirse en una linda jovencita a punto de cumplir asimismo los catorce.-

-No lo sé. El primo Mazoui apenas si viene por aquí. Hacía unos cuantos años que no nos veíamos.- Le confesó a su interesada amiguita.-


Sin embargo, él no parecía reparar mucho en esa chica ni en ninguna de por allí. Estaba más preocupado de su hermana. Kathy tenía solamente once años y aún era pequeña como para estar con esa pandilla. Por desgracia, Suzanne que era con quién mejor se llevaba, estaba en pleno cambio a la adolescencia y no jugaban ni compartían cosas como antes. Por supuesto que Bridget era aún más reacia. Siendo mayor y más desapegada. En lo único en lo que coincidía con Mazoui era en sus pocas ganas de estar en Irlanda. Prefería vivir en su Francia natal con su grupo de amigos de allá. Y con su apariencia algo rechoncha unida a su frialdad, no era demasiado popular con el grupo de amigas de su hermana, quien sí se mostraba más abierta. De hecho, ahora su prima cuchicheaba con aquella admiradora de él.



-Oye Mazoui.- Le llamó Suzanne entonces.- ¿Te acuerdas de Fiona?





            El chico se aproximó luciendo desconcertado sin embargo saludó amablemente. De todos modos empezaba a no encontrarse bien. Eran esos dichosos ataques que a veces le daban. Menos mal que tenía sus pastillas. Aunque ahora no pudo echar mano de ellas dado que esa niña estaba junto a él esbozando una boba sonrisita y pidiéndole con tono entre nervioso y lleno de interés…



-¿Damos un paseo?...



            El chico se limitó a encogerse de hombros. No tenía demasiadas ganas pero asintió. Deseaba volver a casa de su abuela, de hecho había venido porque el abuelo Jack desgraciadamente había fallecido de un infarto la semana anterior. Llegaron a tiempo para el sepelio y él estaba deseando volver a casa. No se sentía cómodo allí. Y además, esos brotes que le daban…



-Siento mucho lo de tu abuelo.- Le decía precisamente Fiona.- En tanto salían de la granja abandonada donde el resto del grupo se reunía…

-Sí, le queríamos mucho, mi hermana y yo.- Repuso el aludido aprovechando para tratar de excusarse.- Por cierto. No sé dónde estará Kathy.

-Seguro que con su amiguita Erin y otras niñas de su edad.- Afirmó despreocupadamente Fiona pasando a sujetarse del brazo del chico.- Anda Mazoui, vamos a dar una vuelta. El paisaje es muy bonito por aquí…



            El joven empezaba a notarse raro. Aquello le era desagradablemente familiar. Tendría que tomar sus pastillas de suero sintetizado pero para su horror comenzó a palparse los bolsillos y no las encontraba.



-¿Has perdido algo?- Quiso saber la muchacha observándole con extrañeza.-

-Sí…sí…tengo que encontrarlo…y rápido.- Pudo decir con visible inquietud.-



            A desgana Fiona aceptó retornar a esa destartalada granja. Sin embargo, el resto se había marchado ya. Quizás decidieron dejarla a solas con Mazoui. Entraron y el joven miró enseguida por todas direcciones…



-¿Qué es?- Inquirió la chica que no comprendía semejante premura.- ¿Es algo importante?

-Sí, mucho.- Fue capaz de decir él con una voz más ronca.- Tiene que estar por aquí…

-¿Te encuentras bien? – Preguntó tímidamente Fiona.-



            Aunque Mazoui le daba la espalda ahora sin querer mirarla. Apenas pudo decir con un tono gutural.



-Vete…

-¿Qué me vaya?... ¿Por qué? - Quiso saber la desconcertada muchacha insistiendo.- En serio, ¿te encuentras mal?



            Y trató de mirarle pero el chico se apartaba una y otra vez…Aunque ella era insistente, entonces sucedió algo que la petrificó de espanto. Mazoui la miró al fin, pero sus ojos brillaban rojizos, casi como el fuego, y de su boca sobresalían dos colmillos cuando el aulló.



-¡Déjame solo!



            La horrorizada muchacha apenas si pudo abrir la boca paralizada de espanto. Solo tardó un segundo en salir corriendo y chillar presa del pánico…Así la vieron llegar Suzanne y el resto que estaba  colina abajo.



-¿Qué pasa?- Preguntó uno de los muchachos.-

-¡Es un monstruo! – Pudo decir Fiona sin poder controlar sus temblores y su llanto.-

-¿Qué ha ocurrido? ¿Qué te ha hecho?- Inquirió Suzanne con expresión atónita.-



            Su interlocutora estaba realmente asustada. Tuvo que respirar hondo y tomarse unos instantes para serenarse. A punto estaba de contar lo sucedido cuando en ese preciso instante llegaron Kathy y su amiga Erin, otra cría del pueblo que se hizo inseparable de la pequeña de los O’ Brian.



-¡Tu hermano es un monstruo!- Chilló Fiona señalando a la sorprendida Katherine.- ¡Llévatelo de aquí!

-¿Qué le pasa a Flannagan?- Preguntó al sorprendida Erin.-



Esa cría pelirroja que tenía unas cuantas pequitas en ambos mofletes. Miraba con sus ojos verdes a aquella muchacha y la señalaba a su vez con estupor…



-¿Ha intentado propasarse contigo?- Le preguntó Andrew, otro chico del grupo.-

-Mi hermano nunca haría eso.- Le defendió Kathy.-



La que era el centro de todas las miradas tardó unos instantes en recobrarse y negó con la cabeza.



-No, pero sus ojos eran rojos y parecía un animal. - Pudo musitar llena de pavor.-

-Eso no tiene sentido, vamos a buscarle.- Indicó otro chico de nombre John.-

           

            Fiona se negaba a subir pero el resto terminó por convencerla.



-Te habrás imaginado eso. Y además, ahora somos un grupo de muchos. No tengas miedo.- La animó otra amiga llamada Sheila.-



            Al fin, pese a mostrarse muy remisa la persuadieron. Kathy fue también junto con ¡Erin, al llegar llamaron a Mazoui, le buscaron, pero el chico no estaba allí. Pese a lo extraño de aquello John comentó divertido, levantando alguna sonrisa del resto.



-Está claro que Mazoui deseaba irse a su casa y te habrá dado un susto para que le dejases tranquilo.¡Eres una pesada!



            Sin embargo Fiona lloraba abrazada a Sheila y otra muchacha de nombre Mary le recriminó enfadada.



-No tiene ninguna gracia. Fiona no estaría así de no haber sucedido algo. No sé qué habrá pasado pero desde luego que ese tipo es muy raro. Siempre anda al margen de nosotros.

-Mi hermano no es raro.- Intervino una molesta Kathy.-

-Tú vete con Erin y dedicaros a jugar.- La amonestó Sheila a su vez.-

-Bueno, mejor será que nos calmemos.- Intercedió Suzanne quien más afablemente le dijo a Katherine.- Anda prima, volvamos a casa de la abuela. Puede que Mazoui esté ya allí.

-Será mejor que ese chico no vuelva mucho por aquí.- Terció Andrew que se ocupaba ahora de animar a Fiona.-



            Haciendo oídos sordos Kathy, Erin y Suzanne se fueron a casa de los O’ Brian. En efecto Mazoui estaba allí y era como si nada hubiera pasado. El chico al verse solo bajó corriendo por la otra ladera de la colina y no tardó en llegar. Por suerte Mathew le vio antes que nadie más pudiera hacerlo  y pudo darle unas pastillas. Mazoui las había olvidado en casa. Tras unos minutos el chico había retornado a la normalidad. Ahora, ante las caras de pasmo de su hermana y el resto, relató algo avergonzado una vez que ellas le contaron lo sucedido.



-Me dio un ataque de alergia y se me pusieron los ojos rojos. Lo otro, no sé a qué se refiere Fiona. Lamento haberla asustado.

-No la hagas caso, siempre ha sido una exagerada y una quejica.- Replicó Suzanne restando importancia al tema.-

-Sería lo que dijo John. Tendrías ganas de quitarte de encima a esa pesada, ¿verdad Mazzi?...- Añadió Kathy.-



            Su apurado hermano asintió, aunque otra llevaba por dentro. No le gustaba mentir pero no tenía otra opción. Así al menos los días pasaron y  ya no se juntó con ese grupo de muchachos, así pudo estar tranquilo. Regresaron a los Estados Unidos y las cosas fueron relativamente normales. Al menos hasta que Mazoui comenzó a salir con otra chica, de nombre Aston. Era guapa y le gustaba. Sin embargo, por tratar de protegerla de unos asaltantes adoptó esa apariencia demoniaca que aterrorizó tanto a los ladrones como a su novia. Ella huyó despavorida negándose a verle más. Por suerte para el muchacho nadie la creyó pues pensaron que sólo era producto de su imaginación. Sin embargo, él cayó en una profunda depresión a causa de esto pero entre todos lograron animarle para que la superase. Pasaron otro par de años sin novedades importantes,  para cuando Mazoui había cumplido ya los dieciocho, tras superar el instituto con unas brillantes calificaciones, sólo pensaba en una cosa. Aquel sueño de su temprana infancia de ser piloto e ingresar en la academia militar que seguía siendo el ídolo de su hermana que ya contaba catorce años recién cumplidos y era  ya una atractiva jovencita muy parecida a su madre. Pero con esos dos preciosos ojos azules y un pelo cobrizo tirando ya más a castaño, herencia de su padre.



-Bueno Kat.- Le decía el chico divertido, una vez que su hermana llegó de su debut en el instituto.- ¿Qué tal el primer día de clase con los mayores?

-No me puedo quejar… Hay  hasta un taller de teatro. Me apuntaré.

-¿Y de chicos que tal? - Le comentó él con tono algo provocador.-

-Bueno, ¡de esos también hay! - Se rio la muchacha que añadió divertida.- Pero el más guapo no está allí.

-¿Y dónde está?- Quiso saber su interlocutor con genuino tono de extrañeza.-

-¡Aquí, tonto! - rio la muchacha que le dio una palmada en el trasero y salió corriendo.-



            Mazoui no dudó en perseguirla y cuando la agarró no se privó de hacerle cosquillas por todas partes. En tanto su hermana se tronchaba de risa. Lo malo es que, enfrascados en esa dinámica al chico se le fue la mano y contactó con uno de los pechos de la chica que ya estaban bastante desarrollados. Enseguida la soltó poniéndose bastante colorado. Lo mismo le sucedió a ella.



-Mejor será que vaya a decirle a mamá que hemos venido.- Comentó él todavía azorado, más por quitarse de en medio que otra cosa.-



A Katherine se le habían subido también los colores, pero estaba claro que aquello fue un accidente. Lo cierto es que ya no era como antes, pese a que se adoraban como hermanos había ciertas cosas que ya no podían hacer…sus pensamientos se vieron interrumpidos por su madre que también regresaba de trabajar.



-Hola cielo.- Sonrió Kalie dándole un beso en la mejilla a su hija.-

-Hola, ¿qué tal te fue el día, mamá? - Quiso saber la muchacha para dejar de lado el espinoso asunto anterior.-

-¡Oh, como siempre!, mi jefe lo quiere todo para ayer. Desde que hace un par de años me hicieron jefa de intercambios con Asia todo es ajetreo.- Comentó su madre.- ¿Qué tal en el instituto?- Quiso saber ésta a su vez suspirando.- ¡Es increíble!, parece que fue ayer cuando te acunaba y te paseaba en el cochecito y ya eres una señorita.

-Bien… le estaba contando a Mazzi que hay un grupo de teatro.- Comentó la chica.- Me gustaría apuntarme. Así podré llegar a ser una actriz famosa como Minako Aino.



            Su madre la escuchaba sonriente. ¡Si Katherine supiera que esa célebre artista además de ser una guerrera de la Justicia y una princesa era su madrina! En tales pensamientos estaba cuando Mazoui hizo acto de presencia, el chico saludó comentando.



-Creía que estabas en la cocina, mamá-

-No, acabo de llegar.- Repuso la aludida.-



            Iba a preguntar qué sucedía cuando sonó su móvil. Era el número de Dorothy. Hacía poco estuvieron visitando a la anciana, Kalie contestó y su gesto relajado se tornó en grave.



-Dígame... ¿Es grave?...no, claro, enseguida voy para allá.

-¿Qué pasa mamá?- Quiso saber Katherine.-

-Es la abuela Dotty, la han ingresado en el hospital. Me han llamado desde allí con su móvil. Avisaré a nuestro padre.- Pudo decir la interpelada con visible angustia.-



            Kathy también se asustó, Mazoui enseguida abrazó a su hermana. En cuanto pudieron se lo dijeron a Mathew y todos acudieron a verla. Dorothy, que ya era muy mayor, cayó enferma.  La en otros tiempos tan dinámica mujer, ya no podía valerse por sí misma. Eran muchos años de duro trabajo a sus castigadas espaldas y ahora, vencida por el agotamiento, y los achaques de la edad, amén de esa afección, sólo tenía fuerzas para estar en la cama. El Padre O´ Brian ya se había jubilado y había regresado a Irlanda los últimos años de su vida para pasarlos junto con sus parientes, pero Dorothy estaba sola. Su familia parecía haberse desentendido de ella. De modo que, tras ser dada de alta, Karaberasu se encargó de cuidarla. La anciana se sentía mucho mejor cuando ella venía a casa. Sus cuidados le proporcionaban mucho alivio y sobre todo cariño. También Mazoui y Katherine iban a  visitar a la que para ellos era su abuela Dotty. Muchas veces pasaban tardes enteras allí, o los dos al mismo tiempo o turnándose. Después dejaban a su madre o a Mathew el relevo de vigilar la salud de la pobre mujer. Todos juntos fueron a verla antes de comenzar sus vacaciones. Mazoui, después del instituto había obtenido plaza en la Academia Militar tras superar los exámenes de ingreso. Kalie se lo contaba a Dorothy haciéndola sonreír.



- Estoy muy orgullosa de él.- Afirmaba Karaberasu con una amplia sonrisa. - Es muy difícil entrar en esa academia.

- Así que el pequeño Mazoui por fin va a poder ser piloto ¿eh? - Susurró la anciana, sin fuerzas ya para hablar de otra manera. – Lo que siempre has querido… ¿no es verdad, cariño?

- Sí, abuela Dotty- respondió él dándole la mano con cariño para preguntarle con suavidad. - ¿Te acuerdas que lo decía?

- Estoy muy orgullosa de vosotros- dijo Dorothy. - Sois una familia estupenda.

- Gracias, abuela Dotty. - Le susurró Katherine dándole un beso en la frente y asegurando de corazón. - Te queremos mucho.

- Lo sé... pequeña y yo... también a vosotros...- repuso la anciana emocionada por aquellas palabras. -

- Vamos chicos, dejad a la abuela descansar. - Les pidió Karaberasu. - Papá y yo iremos enseguida.



            Mazoui y su hermana esperaron fuera, en el salón por el que los dos corretearon tanto de chiquillos. Kalie en tanto, secó la frente de la anciana del sudor que comenzaba a empaparla.



- Ya me queda poco tiempo- suspiró débilmente Dorothy. - Pero me alegro tanto de haberos visto llegar a ser tan felices. Superando todas las dificultades.

- Y aun te queda mucho por ver, - quiso animarla Mathew tratando de sonar desenfadado al sentenciar. - ¡Vamos Dorothy, has salido de cosas peores!

- Aunque no haya estado con mis hijos os he tenido a vosotros a cambio y eso me ha hecho muy feliz.- Susurró la anciana. -

- Claro, siempre estaremos contigo. - Afirmó Karaberasu tomándola de la mano mientras luchaba por no llorar. – Eres parte de la familia…eres mi familia.



            La anciana sonrió para volver a musitar. Sintiéndose cada vez más debilitada y perdiendo poco a poco el sentido de la realidad.



- Kathy. ¿Eres tú hija?



            Su interlocutora asintió, esbozando una sonrisa a pesar de las lágrimas que ya le caían por las mejillas. Más aún cuando esa pobre mujer le pidió de forma suplicante.



-¡Cuánto me alegro mi vida! Creía que te había pasado algo.

- Estoy bien, mamá - susurró Kalie con la voz tomada por los sollozos. -

- Lo siento, no debimos discutir....mi niña te quiero mucho, menos mal que ese accidente no fue nada. En tu estado no tenías que haberte llevado el coche después de lo que nos dijimos...

- No mamá, tienes razón, es verdad. - Repuso su consternada interlocutora aferrando la mano de la anciana -

- Pero, ¿Me perdonas verdad? Di que perdonas a tu madre. Yo no quería decirte esas cosas, si quieres ser actriz me parece bien. Cariño, por favor, perdona a mamá y ten a ese bebé. Yo le cuidaré.

- Claro que sí, claro que te perdono. - Lloraba ahora Kalie sin poder soportar aquello. -



            Aunque la anciana pareció no reparar en sus lágrimas y sí en sus palabras, esbozando una agradecida sonrisa y suspirando.



- Gracias mi amor, te quiero mucho...

- Y yo a ti. Te quiero… mamá - acertó a responder su fingida hija, cuyas palabras sin embargo proveían del fondo del corazón, pues así lo sentía. -

-¿Y David y Jeff?- Quiso saber aludiendo a sus hijos. - ¿Y mi esposo?

- Ahora vienen - le dijo la muchacha con visible pesar en el rostro. -

- Estoy tan cansada...sólo quiero dormir…

- Duerme mamá, y sueña con algo bonito. Cuando despiertes estaremos todos aquí.- Le aseguró Karaberasu sin ya poder controlar su  llanto ni su  tristeza. -



            Mathew  dándose cuenta de que su esposa no podía soportar más la emoción, la sacó de allí llevándola a una habitación apartada. En cuanto estuvieron lo bastante lejos, ella liberó sus sentimientos entre lloros y palabras entrecortadas por la tristeza.



- ¡Le debo tanto, Mathew! Todavía recuerdo cuando me recibió en su casa, yo estaba recién llegada a la ciudad y embarazada de Mazoui. No sé qué hubiera sido de mí de no ser por su ayuda. Gracias a ella también te conocí a ti cuando te llamó para curar al niño ¡Para mí ha sido como la madre que dejé de tener siendo niña! ¡Ha sido toda mi familia!

- Han pasado ya tantos años de eso, - reconoció su marido consternado también, aunque tratando de alentar a su esposa. - Pero no llores por Dorothy, ella ha vivido mucho y ha sido feliz.

- Lo único que lamento es que su propia familia no se haya preocupado de ella - repuso Karaberasu con tono y expresión dolida. - Sé que eso la entristece tanto...

- Traté de contactar con ellos pero nunca estaban. - Le contestó Mathew que suspiró proponiéndola con mejor talante. -Anda, vamos con los chicos.



            Los dos salieron de la habitación, en el comedor, Mazoui y Katherine hablaban sobre los recuerdos que tenían de la casa cuando eran niños. Él por vivir allí sus primeros años, ella por ir de visita. Las interminables tardes jugando al escondite o con sus muñecos, de cómo la abuela Dotty siempre les preparaba alguna tarta que ellos devoraban encantados, o cómo les contaba cuentos y les cantaba nanas antes de que se durmiesen la siesta. Mazoui sonrió al recordar aquello. Parecía que hubieran pasado siglos. Entonces sintió una rara sensación, como si alguien invisible le hubiera besado en la mejilla. Guardó un repentino silencio y elevó la vista hacia el techo dejando caer unas lágrimas.



-¿Qué pasa Mazzi?,- le inquirió Katherine sorprendida por ese  brusco enmudecimiento. -

- La abuela Dotty se ha ido. - Afirmó él con la voz queda. -



            Su hermana le miro sorprendida, sin acertar a entender a lo que se refería. Karaberasu y Mathew entraron entonces en el comedor. Mazoui les dijo lo mismo y su madre sí que lo comprendió. Sin perder ni un segundo, corrió a la habitación de la anciana seguida por el resto de la familia. Cuando entró no parecía haber cambiado nada allí. Dorothy seguía dormida. Karaberasu se acercó a ella y se percató de que no se movía, no había indicio de respiración. Mathew se ocupó de buscarla el pulso pero no pudo encontrárselo.



- Ha muerto.- Concluyó consternadamente él. -Mientras dormía.



            Katherine y su madre rompieron a llorar mientras eran consoladas respectivamente por Mazoui y Mathew. Éste último telefoneó al hospital del que mandaron una ambulancia que confirmó la defunción. Se llevaron a la anciana y el entierro se produjo al día siguiente. Mathew trató de localizar a algún familiar y esta vez sí que respondieron a la llamada. Dos días después se presentaban los dos hijos de la difunta dispuestos a ocuparse de su herencia. Una indignada Karaberasu insistió en hablar con ellos y no se privó de recriminarles su comportamiento. Fue junto con su marido y les encontró en la casa de Dorothy, con un equipo de peritos inventariando todo lo que pudiera ser de algún valor.



-¿Cómo se atreven a venir aquí con esa gente?- Les chilló Kalie inquiriéndoles realmente furiosa. - ¿Dónde estaban cuando su madre se moría? ¿Dónde han estado durante todos estos años?

- Por favor, cariño.- Le pidió Mathew tratando de calmar las cosas - tranquilízate.

- Si eso, señora- le dijo uno de los dos. - Ésta era la casa de nuestra madre y tenemos más derecho que usted a estar aquí.

- Si no vinimos antes fue porque nuestras obligaciones nos lo han impedido.- Añadió el otro  a modo de excusa que no sonó en absoluto convincente. -

-¿Qué puede haber más importante que una madre?,- les recriminó Karaberasu visiblemente indignada. -

- No quiero ser descortés - le replicó el mayor de los dos sentenciando con prepotencia. - Pero usted no tiene por qué estar aquí. Mi madre no dejó testamento y eso quiere decir que esta casa es ahora de mi hermano y mía. Así que tengan la bondad de marcharse.

-¡Canallas, buitres!- gritó Karaberasu fuera de sí. - Habéis dejado morir sola a vuestra madre y ahora venís a reclamar los pocos bienes que tenía.

- ¡Si no se van de aquí ahora mismo tendremos que avisar a la policía! - Amenazó el otro hermano con un gesto ofendido. -

- Sí, ya nos vamos- respondió Mathew  que también se había enfadado, fracasando en su intento por permanecer tranquilo y no se contuvo en replicar - ¡Menos mal que Dorothy no vio de cerca que clase de hijos tenía!

- ¡Oiga, no le consiento que nos insulte!- Le espetó uno de ellos. - Ustedes no saben nada de nuestra familia. Si no hemos venido antes es porque tuvimos nuestros motivos.

- Déjalo- le pidió el otro hermano moviendo la cabeza. –

-¡No, ya estoy harto! – Explotó el menor, de nombre Jeff, dirigiéndose a los atónitos Mathew y Kalie, para espetarles. – ¡Estoy cansado de que seamos los malos de la película para todo el mundo! Nuestra madre puede que para ustedes fuera un dechado de virtudes, pero tenía también sus defectos. Su cerrazón y sus principios… por eso discutió con Kathy, casi la echó de casa por querer ser actriz. Y prácticamente la repudió cuando supo que estaba embarazada. Nuestra hermana salió de aquí hundida, apenas nos llamó por teléfono se subió a su coche y tuvo un accidente mortal, y, por si fuera poco, nuestro padre murió de un infarto que le dio al enterarse. Todo por la actitud de nuestra madre. ¿Qué dicen a eso?, ¡eh! ¿A que nunca se lo contó?

           

            Aquello dejó petrificados a Kalie y a Mathew. Siempre supieron que el tema de su familia era algo tabú para Dorothy. Sin embargo, esa anciana nunca les quiso decir porqué.



- Ella estaba muy arrepentida, eso es lo único que les puedo decir. – Explicó Karaberasu aún emocionada para agregar llena de dolor. – Si hubieran estado a su lado cuando murió lo sabrían. Me tomó por su hija, y me pidió perdón. Se acordó de todos ustedes y les quería mucho…



Los dos hermanos se miraron, aunque David que era el mayor, entonces declaró con tono entre dolido e indignado.



- Es fácil decir eso ahora, cuando le llegó su momento seguramente que se arrepintió, a fin de hacer las paces consigo misma, temiendo ir al Infierno o algo así. Pero tuvo toda la vida para pedirnos perdón y no lo hizo. Así que no vengan ahora a darnos lecciones de moralidad, ni de compasión.

- No merece la pena ni intentar hacerlo. - Replicó Mathew con sequedad y tomando a una hundida Karaberasu de los hombros añadió con tono suave y confortador. - Vámonos, cariño. Ya no hacemos nada aquí.



             Ella tuvo que convenir en eso, a pesar de la enorme tristeza que la embargaba al decir adiós a ese lugar. Y así los dos salieron para siempre de la casa que fuera la de Dorothy y la suya y Mazoui por espacio de unos estupendos años. Ya en el coche puso una canción, una que había escuchado al poco de llegar allí y que casi resumía sus propias peripecias y que había escuchado junto con Mathew cuando se conocieron y se casaron…desde luego que para ambos tenía un significado muy especial y más en esa situación tan triste.



Me acuerdo de Los Ángeles
Parece hace un vida
Estábamos en el boulevard Sunset
Que película que hicimos

Había días en el sol
Que nos quedamos por siempre jóvenes
Noches en que la pasión se involucraba
Pensamos que el amor nunca moriría

Había momentos en esa vida
Que mi corazón todavía recuerda
Había minutos, había horas, había días
Hay momentos que todavía te amo  igual
Cuando me acuerdo de Los Ángeles

Me acuerdo la despedida
Miraba tu avión de vista
El amor se terminó, tiempo de cerrar el libro
Todavía vuelvo para una mirada más

Había momentos en esa vida
Que mi corazón todavía recuerda
Había minutos, había horas, había días
Hay momentos que todavía te amo  igual
Cuando me acuerdo de Los Ángeles



(Celine Dion  I remember LA .Crédito al autor)



Más tarde se enteraron de que los dos hijos de aquella pobre mujer habían vendido la casa a una empresa constructora que se encargaría de demolerla para construir apartamentos. No queriendo ahondar más en la tristeza que eso les producía decidieron tomar unas vacaciones. Mathew se marchó a Irlanda con Katherine. Allí  estaba la madre de él que hacía mucho que no veía a su nieta. Sin embargo, Mazoui no pudo acompañarlos, él debía presentarse en Nueva York para una entrevista de acceso a la Academia Militar, único formalismo que le restaba para ser admitido. Como era un viaje largo Karaberasu insistió en acompañarle. Además de la preocupación por su hijo a ella le atenazaba el recuerdo de sus hermanas ¿Seguirían aun allí? Habían pasado casi veinte largos años desde que ella se marchara, hundida y embarazada, sin saber a dónde ir. Volvía ahora con su hijo adulto y teniendo una familia de la que sentirse muy orgullosa. Cuando se habían despedido de Katherine y de Mathew en el aeropuerto, había tomado plena conciencia de lo mucho que había cambiado la vida para ella. Kathy se despedía de Mazoui en ese instante.



- ¡Buena suerte, Mazzi!, estoy segura de que te admitirán en cuanto te vean. Y felicidades anticipadas por tu ingreso.-

-Eso espero, gracias Kathy. Pásalo muy bien en Irlanda. Y no te metas en líos,- le susurró él dándola un beso en la mejilla. -

-¿Yo?¿Líos?¡Nunca!- se sonrió su contertulia con gesto travieso en tanto sus padres no prestaban atención.-



            Y es que Katherine, a medida que su adolescencia se iba haciendo más evidente, no podía refrenar su curiosidad y deseo de averiguar cosas. Además de sentirse cada vez más atraída por chicos guapos, tenía la intención de continuar preparándose para ser una actriz y cantante famosa, o quizás una intrépida reportera. Hubo unos años incluso en los que habría querido ser arqueóloga como la tía Alannah, pero sinceramente no encontraba en eso demasiado glamour.



-Lo mío es el mundo del espectáculo.- Se decía.-



            Y como ya cantaba muy bien, le tarareó a su hermano la canción favorita de ambos, una nana que les cantaran su madre y la abuela Dotty cuando eran pequeños.



- Suerte hijo. - Le deseó también Mathew - y no te preocupes, pase lo que pase, nosotros estamos muy orgullosos de ti. Te llamaremos para felicitarte y a la vuelta lo celebraremos todos juntos.

- No os defraudaré, os lo prometo – aseguró Mazoui abrazando a Mathew y a su hermana. Karaberasu hizo lo propio con su hija y su marido y se despidieron de ellos dejándoles abordar el avión. -



            Madre e hijo tuvieron que tomar otro vuelo hacia Nueva York. El muchacho llegó a tiempo de instalarse en un hotel y acudió a la entrevista donde fue admitido definitivamente. Karaberasu y él estaban pletóricos de alegría.



-¡Te propongo que lo celebremos, mamá! - Sugirió Mazoui mientras la levantaba en vilo dando vueltas con ella -.

-¡Claro que sí!- Reía la aludida que no obstante, le pidió. - ¡Pero bájame que me voy a marear! Te diré lo que vamos a hacer. Te preparé una buena comida para celebrar tu ingreso en la Academia. ¡Qué orgullosa estoy de ti, cariño!

- Pero mamá. - Objetó Mazoui explorando el vacío frigorífico del hotel - No tenemos nada en la nevera, acabamos de llegar. Podríamos ir a comer a algún sitio.

- ¡De eso nada, estoy deseando prepararte algo yo misma! - Rebatió la entusiasta Karaberasu agregando. - Dentro de poco, cuando estés en tu academia, no podré hacerlo. Y no te inquietes por la comida. Eso no es ningún problema hijo. Aquí hay muchos supermercados, iremos a comprar algo a alguno.



            El chico asintió y los dos se fueron a comprar a un establecimiento cercano a su hotel, poco sabían ninguno de ellos, en especial Mazoui, que allí sucedería algo que daría un importante giro a sus vidas y a  sus peripecias futuras…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)