domingo, 6 de marzo de 2011

GWD 4.131.Amor verdadero



Antes de haber hablado con el vicealmirante, los tres se habían presentado ante el alcalde de la ciudad y contaron lo ocurrido. Una vez explicaron allí los hechos tuvieron que presentarse ante su superior inmediato. Giaal no tenía obligación de ir a la base pero decidió acompañar a sus amigos. Así, llegaron al despacho de Zorton, vestidos de calle. Con la ropa destrozada y en general bastante magullados pese a los efectos reparadores de las alubias. Al verlos en tal estado  el comandante no pudo por menos que exclamar levantándose como un resorte del sillón.



-Pero, ¿Qué diablos les ha pasado?

-Hemos sido atacados, señor,- respondió Mazoui - por unos seres muy poderosos.

-Es cierto.- Dijo cariacontecidamente Leval, agregando con preocupación. - No sabemos cuáles pueden ser sus intenciones, pero habrá que andarse con mucho cuidado, son muy peligrosos.

-Si ustedes dicen eso la situación debe ser muy seria,- replicó su comandante anonadado, para sentenciar. - Hay que informar al contralmirante de esto sin pérdida de tiempo. Bueno, perdón, al vicealmirante. Han ascendido a Spar. Pero esto le va a aguar la celebración.

-Lo sentimos, señor. ¿Podemos llamarle ahora y cursar el informe? - Le inquirió Mazoui que parecía tener prisa por resolver aquello. -

-Con la pinta que tienen no pueden presentarse ante el vicealmirante,- le rebatió Zorton mirándoles de arriba abajo. Aunque añadió de un modo bastante amable tratándose de él. - Mejor dejen que vaya yo mismo. Y cuando estén más descansados y adecentados, ya le informarán directamente ustedes. De momento, escriban un informe y se lo presentaré.



            Su superior les miró entonces como si dudase en decir algo, al fin se decidió a hablar, queriendo saber.



-Confío en ustedes, me han demostrado que son realmente excepcionales. ¿Están seguros de no poder con esos seres, quienes quiera que sean?



            Los tres jóvenes intercambiaron miradas de preocupación y con gesto grave, observaron a  su vez a Zorton. Fue Mazoui quien le dijo.



-Desgraciadamente, creo que nos superan con mucho, mi comandante. No veo que tengamos demasiadas posibilidades en un enfrentamiento directo.

-Ya veo.- Suspiró éste, atreviéndose a comentar con inquietud.- Hace poco que le dije a mi esposa y a los niños que vinieran. Pero, si esa es la situación, llamaré a la Tierra en cuanto pueda para que no se muevan de allí.

-Por el momento, y dadas las circunstancias, sería lo más prudente, señor.- Intervino Leval.-

-Se lo agradezco, teniente. Han sido ustedes sinceros y valoro mucho su opinión. -Admitió su superior.-

-Gracias, señor, ¿podemos retirarnos?- preguntó Leval a lo que Zorton asintió, los tres salieron del despacho al instante. -



            Mazoui, visiblemente cansado, le pidió a Leval que, si junto a Giaal, podrían ocuparse de escribir el informe. Haciéndose cargo del aspecto de su amigo y percibiendo además que algo le inquietaba, ellos dijeron que no había problema. El chico quería estar sólo, sus peores temores se habían confirmado. No dejaba de pensar en ello. Satory le había visto con sus rasgos demoniacos y él estaba convencido de que ella no volvería a acercársele. Decidió irse a dormir para tratar de descansar. A la mañana siguiente, con un día libre de servicio por el incidente de la noche anterior, acudió a un bar cercano a pensar en lo que debía hacer o decirle a la chica.



-Ya me imaginaba que era demasiado bueno para ser verdad.- Se decía bebiendo una cerveza.-



La hija de Masters por su parte trató de localizar a Amatista, necesitaba desesperadamente una amiga con la que hablar, pero ésta no estaba en casa. Colgó, pero por suerte sonó el teléfono de inmediato, al descolgar reconoció aliviada la voz de Sandy que la saludó jovial.



-Hola Satory, he vuelto del planeta, parece mentira lo bonito que está... ¿qué tal vosotros por aquí?

-Sandy.- Dijo  su interlocutora con una voz con un claro trasfondo de preocupación. - Por favor, tengo que hablar contigo, se trata de algo importante. ¿Puedes venir a mi apartamento si no es mucha molestia?

-Sí, claro - respondió su  amiga con voz sorprendida. – ¿Qué pasa?

- No quiero hablar de ello por teléfono. Si no te importa preferiría que vinieras, necesito una amiga que me escuche. – Insistió la muchacha con un tono trémulo de voz. -

- Por supuesto. - Dijo ahora su interlocutora con voz más seria. – Sí claro, cuenta conmigo, en unos minutos estoy allí.



            Satory enseguida pensó en que su compañera había salido antes que ella con Mazoui. Y que incluso mantuvo relaciones con él. Quizás supiera algo más que no hubiera contado. Recordaba esas habladurías anteriores a ese juicio contra su novio y el primo de este, Leval. Sandy salió literalmente huyendo de él, la noche en que el grupo ( a excepción de ella misma) fue a tomar unas copas a una discoteca.



-Le preguntaré. Espero que ella pueda decirme algo que me ayude.- Se decía tras colgar.-



A su vez Sandy estaba desconcertada. Se había levantado más descansada, dispuesta a quedar por fin con sus amigas y se encontraba con esto. Evidentemente algo le había sucedido a Satory y presentía que no era nada bueno. Aunque únicamente le hacía falta escuchar el tono de voz de su amiga para darse cuenta de que algo iba mal. Además, se sumaba todo aquello que había sentido en los días anteriores. No obstante, en esta ocasión no necesitaba recurrir a sus percepciones. Por ello, dejó su equipaje apenas sin deshacer y se aprestó a ir al encuentro de Satory. Tal como prometió se presentó en casa de ésta a los pocos minutos. Tras los saludos de rigor su anfitriona la invitó a sentarse y comenzó con prevención.



-Verás…yo…. no quiero entrometerme en tu vida privada, pero…tengo que preguntarte una cosa.

-Bueno, dime.- Respondió cautamente su interlocutora.- Y veré si puedo responder o no.

-Cuando saliste con Mazoui, tú y él…

-Si te refieres a si nos acostamos juntos. No tendría sentido negarlo ahora.- Contestó Sandy aliviada al pensar de qué se trataba de eso.-  Pero tú ya lo sabías…



            Sin embargo, su amiga movió la cabeza para apresurarse a contestar.



-No se trata de eso. Claro que estaba al corriente. Pero precisamente por esa razón tengo algo muy importante que preguntarte.

-Bueno, pues tú dirás.- Dijo su interlocutora, con patente desconcierto ahora.-



            Desde luego si no era por eso, o cualquier otra cosa relativa a ella y Mazoui... aunque, pensando en qué podría estar imaginándose su interlocutora, la morena muchacha se apresuró a añadir.



-Ahora únicamente somos amigos, te aseguro que no hay nada entre él y yo que se salga de eso.



Sin embargo, la extrañeza de Sandy fue todavía mayor cuando su contertulia asintió. Replicando a su vez.



-Tranquila, no es eso.

-¿Entonces?- Inquirió su perpleja amiga.-



            Tras unos instantes de espera en los que Satory daba la impresión de estar dudando  sobre si hablar o no, se armó al fin de valor, suspiró y dijo.



- Es que… en fin, me tomarás por loca. Pero te aseguro que fue así…Quería saber si tú, en fin. ¿Alguna vez notaste algo raro en Mazoui?

-¿Raro?- Inquirió a su vez Sandy.- ¿En qué sentido?



            La morena científica comenzaba a sospechar lo que pasaba. No obstante, prefirió ser prudente y guardar silencio por ahora. Quizás no tuviera nada que ver, y errase como en la suposición anterior. De hecho, conociendo a Satory su amiga podría salir con la cosa más tonta o inocua. Sin embargo, la siguiente frase, esta vez sí, le confirmó sus peores temores.



-Es que parecía algo tan irreal…- Y ante la expresión consternada de su amiga le contó lo ocurrido la pasada noche en tanto le servía un café.-

-¿Estás segura de eso?- Inquirió la morena científica.-

-No sé si sería mi imaginación, pero vi a Mazoui transformado en una especie de monstruo mientras luchaba ¡Tuve mucho miedo! Sé que él luchó para defenderme a mí. Aunque en un primer momento me asustaron más aquellos otros seres. Pero cuando le vi a él. No sabía qué pensar… era tan distinto, tan brutal. Me asusté mucho. ¡Parecía un animal!

-Si luchaba por su vida y por la tuya es normal - justificó Sandy añadiendo con deseo de conciliación. - Pudiera ser que a ti te lo pareciera. Quizás la tensión del momento…



            Su amiga negó con la cabeza. Lo había visto muy claro. Ante eso la morena muchacha le recordó, casi de forma suplicante.



 -Pero tú le quieres. ¿No es así?

-Sí, le quiero pero me da mucho miedo sólo de pensar que pueda convertirse en eso...



Aunque la muchacha no pudo terminar. Sandy se levantó y la tomó por los hombros.



-Tú y yo somos amigas, ¿verdad Satory?,- le preguntó suavemente su interlocutora y ella asintió en tanto la morena proseguía. - Confías en mí ¿no es verdad?

-Sí, claro,- afirmó ella asintiendo sin comprender. -

-Mazoui es un chico excelente, pero tiene un problema relativo a su nacimiento,- explicó su contertulia apresurándose a agregar. - No es culpa suya, sólo que sus genes, de vez en cuando, se alteran un poco y su apariencia cambia, nada más.

-¿Nada más?,- repitió su atónita  compañera para rebatir. - No, no es eso lo que yo vi, Sandy. Vi a una especie de vampiro con unos colmillos y unos ojos....tiemblo solamente con recordar esos ojos. Si lo hubieras visto no dirías tal cosa.- Afirmó con la voz tomada por el miedo. -

-Los he visto.- Confesó su amiga que se permitió el lujo de corregirla con serenidad. - Más de lo que puedas imaginar. Y no es un vampiro, es más bien un demonio.-  Satory miraba a Sandy asombrada y cada vez más asustada cuando su amiga prosiguió. - Pero ¿qué más da eso? ¿Tú crees que él sería capaz de hacerte daño?

- ¿Que, qué más da? - Pudo preguntar a su vez la muchacha totalmente atónita y con tono incrédulo añadiendo. - ¿Te estás escuchando? ¿Me dices en serio que es una especie de demonio y te quedas tan tranquila? Ahora comprendo por qué no congeniasteis. ¿Tú lo sabías, verdad?- Le reprochó Satory ahora con creciente indignación. - Por eso dejaste de verle y no me dijiste nada.

- Te equivocas. ¡Y no sabes cuánto! – Replicó Sandy con tono dolido e indignado a su vez. - Pero aquí la cuestión no es el por qué él y yo dejamos de salir.  La pregunta es otra. ¿Tú le quieres de veras o no?

-La verdad es que creía que sí, pero ahora no lo sé...- musitó ésta que bajó la cabeza mirando al suelo. -



            Sandy movió la cabeza con visible malestar y preocupación. Sabía que únicamente tenía una manera de convencerla. No habría querido hacerlo, pero si callaba Mazoui y Satory terminarían así, tan injustamente como le ocurrió a ella con su propio novio hacía ya tiempo. Tenía miedo de la reacción que pudiese provocar en su amiga empeorase todavía más las cosas. Pero se daba cuenta de que era necesario. Por el bien de sus amigos decidió que valía la pena arriesgarse.



-¿Tú crees que yo te haría daño, Satory? – le preguntó con una voz más grave de lo normal. -



            La interpelada levantó la cabeza para responder. No obstante, al ver a su amiga soltó un grito de horror y se arrinconó en la pared más cercana poniendo una silla en medio. La cara de su interlocutora estaba ahora en su forma demoniaca. La aterrada chica levantaba la silla con manos temblorosas. Le pedía a Sandy que no se acercase mientras ésta la miraba con tristeza sin moverse. Entonces Satory bajó lentamente la silla sorprendida de ver lágrimas de pesar en los rojizos ojos de su amiga que caían corriendo por sus mejillas.



-¿Por qué nos juzgas sólo por la apariencia, Satory?,- musitó Sandy muy apenada. -¿Crees que yo o Mazoui haríamos algo que te causara daño? ¿Crees que él no sabía que tarde o temprano descubrirías su naturaleza? Habló conmigo de ello. Estaba preocupado por eso, tenía miedo de que le dejases y por lo que veo no se equivocaba. Yo le dije que tú no eras así, pero me duele mucho comprobar que él tenía razón.

-Yo, no sé qué decir,- tartamudeó su anonadada interlocutora aun mirando fijamente a la cara de su amiga sin poderse cree lo que veía. - No sé qué pensar. ¿Qué es lo que sois?

-Satory,- susurró Sandy que se miró a un espejo que tenía enfrente añadiendo con tono reflexivo.  -Comprendo muy bien que nuestro aspecto pueda asustarte, pero créeme. Mazoui tuvo que ponerse así para salvarte la vida. Sacó toda su fuerza, lo mejor que tenía, su último recurso, para luchar por ti.



            Y viendo el demudado y atónito gesto de su amiga, la híbrido de diablesa prosiguió.



-¿Quieres saber que sucedió entre nosotros?. Te lo contaré. Cuando le conocí enseguida supe que era como yo. Pero tras nuestras primeras citas nos dimos cuenta de que sólo era el instinto el que nos guiaba. Los dos sufrimos mucho en el pasado porque no hemos encontrado a nadie a quién amar y que al saber cómo éramos realmente nos siguiese queriendo. Yo soy hija de una diablesa, mi padre la aceptó pese a su naturaleza porque la quería y ella le quería a él. Mi madre me crió como humana y ella misma vivió así. Hasta que un día tuvo que dar su vida por salvarnos a mi padre y a mí. Contra unos sectarios que eran humanos ¿Qué más prueba de amor quieres, Satory?

-No lo sabía,- negó la asombrada chica con la cabeza musitando apesadumbrada. - Lo siento  mucho.



            Aunque recordó una amarga discusión que mantuvieron ambas, sobre su orfandad. Ya entonces su compañera le desveló que su madre había sido asesinada. Aunque claro está, jamás le dio estos detalles. Y ahora Sandy prosiguió relatándole entre lágrimas.



-Crecí como una niña normal, pero al llegar a la pubertad comencé a experimentar estos cambios. A pesar de que mi padre hizo cuanto pudo por ayudarme, muchas veces los sufría sin poderlos controlar. Otras cuando me enfurecía. Me costó perder muchos buenos amigos y a la persona que más quería. Mi novio de la facultad. ¡Íbamos a casarnos, Satory! habíamos hecho planes llenos de ilusiones para el futuro, nos amábamos o al menos eso creía yo. Unos individuos de mi misma especie me atacaron. Querían convencerme de que me uniera a ellos contra el resto de la gente. Estaban resentidos por el desprecio de la sociedad. Yo me negué, pero insistieron atacando a mi prometido. No tuve otra elección, al igual que Mazoui hizo para protegerte a ti, yo recurrí a utilizar toda mi fuerza aunque para ello tuviese que adoptar mi apariencia demoniaca. Le salvé pero él al verme me dejó, a pesar de mis súplicas. Estaba aterrorizado cuando me miraba, solamente veía a un monstruo, no a la chica que lo amaba y eso me destrozó el corazón. Desde entonces me endurecí. No quise saber nada del amor. No dejes que a ti y a Mazoui os ocurra lo mismo. ¡Por favor!

- Yo, no…no sé qué decir. – Fue capaz de balbucear la atónita chica al escuchar aquello. -

-¿Por qué crees que al principio era tan arisca con vosotras?- Pudo decir su contertulia entre lágrimas. - No quería acercarme a nadie, no quería tener amigos que un día pudieran descubrirme. No hubiera podido soportar el perder a más gente querida otra vez. ¡Prefería estar sola!



            Satory escuchaba conmovida. Se avergonzaba de sí misma. El destino había sido muy cruel con su compañera. Y seguramente también con Mazoui. Ninguno tenía la culpa de ser hijos de quienes eran. Ahora lo comprendía todo, las dudas de Mazoui para afianzar su relación con ella e incluso aquella agresividad de Sandy cuando hace ya tanto tiempo la sorprendió en el baño tomando esas pastillas. ¡No eran drogas, eran para controlar aquello! Sin pensarlo más abrazó a su amiga y lloró arrepentida de sus temores.



-¡Perdóname, Sandy! ¡Lo habéis tenido que pasar tan mal! He sido tan injusta contigo y con él.

-Ya no me importa,- sonrió débilmente la joven recobrando poco a poco su apariencia normal. - Comprendo lo que te ha ocurrido y he preferido que reaccionases así conmigo, pero no con Mazoui. ¡Por favor, con él no! Le destrozarías el corazón igual que me ocurrió a mí.

-No lo haré,- le aseguró Satory con determinación. – Tú me has mostrado la verdad. Ahora lo sé, le quiero sea como sea. Te lo prometo, Sandy. Nunca le dejaré por esta razón. Debo ir a buscarle, no sé dónde estará, esta mañana no sé si tendría servicio.

-Le seguiste hasta el parque porque le notabas extraño, ahora sabes por qué. Seguro que ha vuelto allí. Es su lugar favorito cuando quiere estar solo y pensar. Tú lo sabes. Búscale y aclara todo con él, quítale la terrible angustia que tiene.

-Eres una magnifica amiga y una mujer maravillosa.- Declaró la chica mirando agradecida a Sandy que ahora sonreía más ampliamente.- Siento mucho haberte juzgado tan mal. ¿Podrás perdonarme algún día?

-Eso ya no importa. No tengo nada que perdonarte. Bueno - le pidió ésta enjugando sus lágrimas para indicarle con afecto. -Anda ve, no le dejes sólo por más tiempo, Satory. Te necesita.



            Y con rapidez la aludida siguió el consejo y corrió al parque. Mientras, Mazoui  permanecía en aquel bar, tras haberse tomado un par de cervezas que apenas le afectaban. Escuchaba una de aquellas antiguas canciones que ponían allí, pensando no sin amargura, que parecía dedicada a él.



Tengo que tomarme un poco de tiempo,
un poco de tiempo para pensar
Mejor que lea entre líneas,
por si acaso lo necesito cuando sea mayor.



Ahora, esta montaña que debo escalar,
parece como si llevara el mundo sobre mis hombros.
A través de las nubes, veo el amor brillar,
me mantiene caliente mientras la vida se enfría



En mi vida ha habido tristeza y dolor,
no sé si puedo enfrentarme (al dolor) otra vez.
Ahora no puedo parar, he viajado tan lejos
para cambiar esta vida solitaria.



Quiero saber lo que es el amor,
quiero que tú me lo enseñes.
Quiero sentir lo que es el amor,
sé que tú puedes mostrármelo.



-¡Ojalá fuese así!- Suspiraba escuchando aquella hermosa letra.-



Voy a tomarme un poco de tiempo,
un poco de tiempo para mirar alrededor mío
No me queda ningún sitio en el que esconderme,
parece como que el amor por fin me ha encontrado.



En mi vida ha habido tristeza y dolor,
no sé si puedo enfrentarme (al dolor) otra vez.
Ahora no puedo parar, he viajado tan lejos
para cambiar esta vida solitaria.



           Desde luego que podía aplicarse aquello al pie de la letra. Más que viajar había escapado del mundo de un modo literal. Empero, eso no era suficiente como para huir de sí mismo.



Quiero saber lo que es el amor,
Quiero que tú me lo enseñes.
Quiero sentir lo que es el amor,
Sé que tú puedes mostrármelo.



Quiero saber lo que es el amor,
Quiero que tú me lo enseñes.
Y quiero sentir, quiero sentir lo que es el amor,
Sé, sé que tú puedes mostrármelo.



Vamos a hablar del amor
-quiero saber lo que es el amor-.
Amor que tú sientes por dentro
-quiero que tú me lo enseñes-.
Y estoy sintiendo tanto amor
-quiero sentir lo que es el amor-.



           Dio un trago a la cerveza que tenía, deseando que esa estrofa se hiciera realidad para él...


No, simplemente, no puedes esconderte
-Sé que tú puedes mostrármelo.-

Quiero saber lo que es el amor,
-Vamos a hablar del amor-
Sé que tú puedes mostrármelo.


Lo siento, yo también quiero sentirlo,
Sé, sé que tú puedes mostrármelo
-Quiero sentir lo que es el amor-
Sé, sé que tú puedes mostrármelo.

(I want to know what love is. Foreigner, crédito al autor)

Y tras cerrar los ojos y respirar hondo, todavía con aquella letra en la cabeza, salió del bar dirigiendo sus pasos hacia el parque. La zona estaba llena de gente y de equipos de especialistas tratando de reparar los cuantiosos daños. El chico dio un rodeo y se encaminó hacia una parte del parque que no había sido afectada por la pelea. Deambulaba en soledad torturado por sus pensamientos ¿Acaso nunca podría conocer el verdadero amor? Lo dudaba mucho y es que pensó que seguramente habría perdido a Satory. Para esa apocada chica verle así habría sido algo mucho más fuerte de lo que ella podría asimilar. Pero entonces escuchó la voz de la muchacha que le llamaba gritando, la chica se acercaba corriendo hacia él.



-¡Mazoui por favor, espérame!...- Él se detuvo y aun perplejo, aguardó a que ella llegase. -

-¿Quieres estar conmigo a pesar de lo que has visto?- le preguntó añadiendo con incredulidad. -... ¿Sabes cómo soy realmente, verdad?

-Sé cómo eres realmente,- admitió ella acariciando su cara con suavidad para aseverar. - Eres un chico bueno y valiente, eres el hombre al que quiero...

-Yo nunca he podido saber cómo era el verdadero amor - dijo él con una mirada suplicante. - Nadie me dio nunca una oportunidad, por favor, dámela tú.



La interpelada le sonrió mirándole a los ojos y repuso.



- Es al contrario. Soy yo quien te pide a ti una oportunidad. No he sabido estar a la altura. Pero gracias a una buena amiga me he dado cuenta de lo estúpida que había sido. Y de la suerte que tengo al poder estar contigo.



            Mazoui no pudo dejar de mirarla con sorpresa. Comprendía perfectamente a quién se refería su interlocutora, más cuando Satory le desveló entre lágrimas de emoción.



-Sandy me lo ha contado todo. Incluso su propio secreto. Se mostró ante mí en su otro aspecto. Ahora lo comprendo y puedo imaginar lo triste y doloroso que ha debido de ser para vosotros. En realidad, los auténticos demonios somos los que no fuimos capaces de ver más que vuestra apariencia y no el interior. Cuando trato de imaginar lo que habéis tenido que sufrir…



El chico no pudo evitar emocionarse a su vez al escuchar esas palabras, alguna lágrima le resbaló sin poderlo evitar.



-Lo siento.- Pudo sollozar también Satory al ver como lloraba su novio.- Perdóname por hacerte daño.

-No, es que soy muy feliz, ¿sabes?- Pudo decir él.- Por primera vez en tanto tiempo…



Y pensando en ello, era la primera vez en la que podía estar seguro de que la chica a la que amaba conocía su secreto y pese a ello continuaba a su lado. Tenía que estarle muy agradecido a Sandy que había hecho tal sacrificio, arriesgando toda su nueva vida una vez más para darle a él esta oportunidad. Solamente pudo abrir los brazos para ofrecérselos a su novia. Ella le abrazó ansiosa de hacerlo y juntos pasearon por el parque. Pasaron toda esa mañana juntos, hablando riendo y soñando con planes que realizar y tal y como había confesado, Mazoui fue completamente feliz por primera vez en su vida, al fin liberado de aquella angustiosa carga. Ya era libre para entregarse por completo en esa relación. Al igual que Satory, quien también tuvo un recuerdo para su amiga Sandy, deseando para ella que algún día tuviera la oportunidad que, sin duda se merecía, de compartir su vida con alguien. Pues era muy injusto que una chica así estuviera condenada a estar sola. Sin nadie que la pudiera amar. Así se lo dijo a su novio.



-Sí- convino él.- Es una chica maravillosa y no se merece en absoluto tal castigo. Solamente espero que, un día, alguien vendrá. Y esa persona será capaz de hacerla muy feliz.

-Ella dice que a veces tiene presentimientos, y que nos vio a ti y a mí juntos. ¿Acaso has visto tú alguien en su vida?- Quiso saber su contertulia.-

-No, ojalá que pudiera hacerlo, pero no es algo que elija ver.- Suspiró Mazoui, pasando un afectuoso brazo por los hombros de su novia y acercándola a él en tanto caminaban para sentenciar.- Pero te prometo que haré todo lo que esté en mi mano para ayudarla.



Satory sonrió asintiendo. Ella trataría de hacer lo mismo por su gran amiga. Por su parte Susan, durante la noche anterior también había recorrido un largo camino hasta que llegó al cuartel general. Pero los chicos ya se habían ido. Resignada se retiró a descansar. Al día siguiente, al salir de su turno, fue Giaal quien la localizó a ella. El chico había estado aguardando allí, a la salida de la base, seguro de que vendría.



-¿Qué ha pasado?- Quiso saber la chica con gesto inquisitivo en cuanto le vio caminar en su dirección. –

-Nos atacaron. – Le dijo él poniendo sus manos sobre los hombros de la muchacha para desvelarle no sin preocupación. – Unos seres tan poderosos que apenas ni pudimos defendernos. Afortunadamente para nosotros decidieron irse igual de misteriosamente a como habían venido.

-Pero, pero… si vosotros no pudisteis con ellos. ¿Qué podremos hacer los demás?- Pudo replicar ella visiblemente impactada por esas palabras. –



            La muchacha recordó las explicaciones que esos soldados le dieron la noche anterior. La cosa había distado mucho de ir bien para los suyos. Por eso ahora le invadía la zozobra. Pero lo que más la inquietaba era ver el gesto y oír el tono de voz de Giaal. Él siempre parecía tranquilo y optimista frente a cualquier adversidad, empero ahora era todo lo contrario. Y esa impresión se reforzó cuando el joven le confesó.



-No lo sé, Susan. Pero estoy asustado. Tras todos mis viajes por el universo jamás vi algo parecido.

-Es difícil de creer. ¿Tan buenos luchadores eran? - Quiso saber la muchacha que estaba literalmente con la boca abierta para enumerar. - ¿Pudieron contigo, el teniente Malden y el mayor O’ Brian?

-No es que luchasen contra nosotros. – Le corrigió su interlocutor con voz queda, pasando a sentenciar. – Es que jugaron con nosotros.  Y únicamente fue uno de ellos. Era enorme y nos dejó a los tres fuera de combate con tremenda facilidad, diría que ni siquiera tuvo que esforzarse. Pero nosotros sí que intentamos luchar con todo nuestro poder.



Su contertulia estaba realmente impresionada. Si eso era así, y conociendo a Giaal no tenía motivos para pensar lo contrario, todos estaban en gravísimo peligro. Más cuando su pareja le hizo un breve resumen de lo ocurrido y le advirtió.



-Hemos informado al alto mando. Esto es clasificado. De lo que ha sucedido nadie debe contar nada. Te lo cuento a ti porque tengo plena confianza en que guardarás el secreto. Bajo ningún concepto puede trascender a la población de la nave o cundiría el pánico. Si la gente supiera que estamos indefensos ante ellos.

-Eso está claro - convino ella haciéndose perfecto cargo de la situación. - Lo entiendo, por lo menos contra los invasores de ese tal Gralas, como me contaste que se llamaba, nos era posible luchar.

-Tendré que contactar con mis padres y mi hermana. Les diré que no vengan. No quiero ponerles en peligro.- Suspiró el alien.-

-Quizás sea precipitado. – Le disuadió Susan tratando de pensar para afirmar con ciertos visos de seguridad. – Si esos seres son tan peligrosos y tan fuertes podrían habernos destruido a todos ya. Si no lo han hecho puede que ese no sea su objetivo. Quizás deberías esperar unos días y si no sucede nada, quien sabe. Puede que se hayan aburrido y se marchen.

-¡Ojalá tengas razón! - Suspiró él asintiendo para convenir. – Bien, esperaré. En el fondo tengo muchas ganas de que mis padres y mi hermana vengan. Vamos a desear que todo haya terminado para entonces.



Susan asintió. Quería transmitir esa seguridad, pero realmente estaba asustada. Pensaba en que tampoco sería juicioso decirles a sus padres o a Debbie que fueran a verles. Desde luego lo que más la había alarmado era la expresión de Giaal. No era común ver a su pareja con ese semblante tan inquieto. Aquellas eran fuerzas contra las que no cabía ninguna respuesta. Como militar se sentía impotente, si era incapaz de defender a la población civil y a la nave contra semejante amenaza. Como persona temía por su propio futuro. Suspiró tratando de apartar esos pensamientos tan poco halagüeños, se abrazó al muchacho y los dos dieron un paseo para tratar de relajarse…



-Yo también quiero ver a mis padres y a mi hermana. Quizás dentro de poco podríamos viajar a la Tierra.- Le comentó intentando zanjar el otro tema.-

-Me gustaría, pero estoy muy ocupado aquí con la consulta.- Repuso él.-

-Te entiendo, es más bien un anhelo. En mi caso tendría que pedir permisos y autorizaciones. Y no quiero perder la ocasión de estar aquí, haciendo méritos para un ascenso.

-En mi opinión has hecho méritos más que suficientes. Espero que tus superiores se den cuenta de ello.- Valoró Giaal con el deseo de que así fuera.-

-Sí, no sería mala idea que les hipnotizases como a mí al conocernos, ¡ja, ja! - Se rio Susan, haciendo que su pareja lo hiciera con ella.-



Y de este modo, más relajados, ambos prosiguieron con su cita. Charlando un poco más sobre sus familias.



-¿Y tu hermana?- Quiso saber Susan.- Me comentaste que deseaba ser médico estelar como tú.

-Sé que ha estado en la Tierra, estudiando medicina y que una muy buena amiga de mis padres se ha ocupado de ser su mentora.

-Sería estupendo tener otra doctora en la familia.- Afirmó su interlocutora.-



Giaal, asintió, estaba muy orgulloso de Naya, su hermana era una jovencita muy bondadosa, quizás algo ingenua dado que eligió permanecer más tiempo junto a sus padres en el planeta Makaiju, su mundo natal. Aunque teniendo en cuenta los peligros que existían en el universo, había sido mejor así.



-Bueno, yo siempre tuve más inquietudes viajeras.- Se dijo.- Lo único que deseo es que ella sea feliz y que papá y mamá estén bien.

-Te comprendo.- Contestó solidariamente ella.- Sé lo que es no ver a tus seres queridos en un periodo muy largo de tiempo.

-Se alegraron muchísimo de verte, lo mismo que tú a ellos. Tus padres son buenas personas y tu hermana Debbie es estupenda. - Le recordó Giaal.- Encajó muy bien lo mío.

-Sí, ya te conté que ella, por su orientación sexual, se ha visto escrutada muchas veces por la gente. Comprende lo que es no encajar en lo normativo.- Le comentó su interlocutora, quien sonriendo ahora, añadió divertida.- Y ya que me has comentado que Naya estuvo en la Tierra, cuando le dije a Debbie que tenías una hermana se interesó enseguida por conocerla. ¿Te imaginas a las dos saliendo juntas?- Bromeó.-

-Por mí sería perfecto, podríamos ir los cuatro a muchos sitios.-Afirmó el alien sin darle mucha trascendencia.- 



            En esta ocasión Susan le dedicó una perpleja mirada para preguntar.



-¿Es que tu hermana es también gay?. Siendo así, podríamos presentarlas. Quizás surgiera algo.- Elucubró.-

-En realidad, no lo sé. Es algo que no considero importante. Me refiero a que mi hermana es libre para decidir sobre su vida.- Declaró Giaal.-

-¿Quién sabe?- Se sonrió su contertulia.- Ahora estoy más deseosa de conocerla que nunca. Quizás  Naya pudiera hacer carrera de mi hermanita. Ya va siendo hora de que se asiente.

-¿Eso lo dice la hermana mayor viajera?- bromeó el extraterrestre a su vez.-

-¡Es verdad!- Admitió Susan entre risas.- No soy la más adecuada para pedirle a nadie que se establezca en ninguna parte.



 Los dos se rieron de aquello y prosiguieron su amena conversación. Entre tanto Leval volvió a casa y pese a su estado no quiso explicar demasiado a su mujer. Amatista estaba preocupada. El gesto de su esposo desde luego no estaba nada relajado, más bien mostraba un patente desasosiego. Él se limitó a comentarle que habían expulsado a unos extraños invasores. La muchacha no quiso insistir más. Confiaba en su marido y no deseaba provocar una discusión por darle vueltas a ese asunto. Había aprendido a darse cuenta de cuando había que dejar estar un tema. Pero quedó bastante inquieta. Finalmente fue Leval quién se confió a ella, cuando ambos estaban acostados.



-Perdona si te he parecido muy brusco.- Dijo él.- Pero ha sido una situación muy difícil.

- No te preocupes. Si te hace sentir mejor me gustaría que me lo contaras.- Le pidió la muchacha.-



            El chico se alegró de poder hacerlo. Tras narrarle más detalladamente lo acontecido efectivamente se sintió mejor, aunque su esposa guardaba silencio. Él entonces remató.



-No sé qué podremos hacer. Ese tipo era terriblemente poderoso. ¡Jamás he visto una cosa igual! Ni mi padre, ni siquiera mi tío Lornd, o mis primos se le pueden comparar.

-Debes tener confianza en ti, en Mazoui y Giaal. Os habéis enfrentado a situaciones muy difíciles y peligrosas y siempre habéis salido victoriosos. - Declaró Amatista tratando de animarle.-



Aunque ella misma se había asustado al oírle hablar así. Era muy consciente de que Leval no diría eso de no ser cierto. Su marido había luchado contra enemigos realmente poderosos y si trasmitía esa impresión de impotencia y temor la cosa debía ser muy seria. Lo mismo que el propio padre de Amatista o su suegro, su marido no era propenso a impresionarse así con cualquiera. La joven recordaba esos pasados días de Luna de Miel en la Tierra, estando en un páramo de las afueras, viendo como entrenaban, junto con Kerria. Los tres luchaban intercambiándose golpes a una velocidad tal que era imposible seguirlos, pese a todo ella lo intentaba.



-Yo hace mucho que lo dejé por imposible.- Le comentó Kerria sonriendo en tanto movía la cabeza.- 

-Pues yo creo que, si nos esforzásemos, podríamos verles.- Opuso la propia Amatista escrutando el cielo a la espera de captar a esos tres.-



            Y al menos podía ver algunas manchitas que aparecían y desaparecían. Se lo comentó a su cuñada que, atónita, admitió.



- Eres increíble, chica. Yo no soy capaz de ver ni eso

-Porque no lo has intentado.- Repuso Amatista con total convicción, alegando.- Tú tienes sangre saiyajin. Deberías ser capaz de hacer lo mismo.

-¿Bromeas?- Se rio Kerria.- Lo siento, no estoy dispuesta a pasarme la vida entrenando. Bastante tengo con mis estudios, mi carrera de cantante, mi vida de pareja…pero tú sí que parece que tuvieras sangre saiyajin. Es como si quisieras hacerte cada día más fuerte.

-No, no es eso.- Suspiró ella, afirmando ahora con tono más decaído.- Es que tras lo que viví en la nave. Ya sabes… siento que de haber sido más fuerte quizás hubiese podido ayudar más a tu hermano, a Mazoui y…

-Ya.- Suspiró su cuñada, posando una mano sobre el hombro derecho de su cuñada para añadir con tono teñido de tristeza.- Tú no pudiste haber hecho nada. Ni siquiera ellos pudieron salvarle. Ni a él, ni a otros muchos. Sé lo que sientes. Me ha sucedido a mí también. En ocasiones, por muy justicieras que seamos tenemos límites. Y Leval, Mazoui o nuestros padres, también.



            En eso estaban cuando aquellos tres dieron por concluido el entrenamiento y aparecieron junto a ellas. Sudaban bastante y Roy, secándose con una toalla que había dejado sobre una roca próxima, se dirigió a las chicas.



-Ya hemos terminado. Disculpad

-No, si ha estado muy interesante, papa.- Se sonrió Kerria, recobrando su jovialidad para decir a medio camino entre el sarcasmo y la broma.- Amatista ha disfrutado mucho de vuestros combates.

-¿De veras nos has visto?- Se sorprendió Leval.-

-Tu hermana es una exagerada.- Se limitó a replicar ella, esbozando una leve sonrisa, para admitir.- Únicamente he visto manchas.

-Pues eso ya es ver mucho.- Opinó su padre, reconociendo.- Luchábamos a una velocidad que para mí, era prácticamente el límite.

-No seas modesto, principito.- Intervino Roy.- Tú puedes ser más rápido.

-Si uso el Kaio ken, sí. Pero no merece la pena para un entrenamiento.- Contestó el interpelado.- Además, vosotros sois saiyajin, contra eso es imposible competir. Yo no sería capaz de igualaros ni tan siquiera empleando esa técnica.

-Pues tu hija también parece tener sangre de los guerreros del espacio.- Comentó Kerria al hilo de su anterior conversación con su cuñada.-

-Sí, cuando se enfada solamente le falta poner los pelos en punta. ¡Rubia ya es! - Se rio Leval.-



            Todos se rieron, incluso la propia Amatista, que sabía de sobra el carácter que tenía cuando se enfurecía. Aunque fue el propio Diamante quién, más serio, reflexionó.



-El caso es que, cuando era niño, alguna vez escuchaba las historias que mi madre nos contaba a mi hermano y a mí. Nos hablaba de su familia en la Luna.

-¿La abuela Amatista era de la Luna Blanca, verdad?- Inquirió su hija.-

-Sí, la madre de mi madre se llamaba Selene, y creo que el padre de mi abuela era de Nuevo Vegeta. Aunque no estoy muy seguro.- Repuso Diamante con gesto pensativo.-

-¡Vaya! Entonces sí que tendrías sangre de saiyajin, Amatista.- Afirmó una perpleja Kerria.-

-Y aquí el principito, también.- Añadió Roy pasando un brazo tras los hombros de su suegro, para sentenciar, divertido.- ¡Si ya lo decía yo, comes como una lima! No tienes nada que envidiarnos a ese respecto.

-Bueno.- Se rio el interpelado, para afirmar ya con cierta dosis de pesar.- Tampoco escuchaba con mucha atención a mi madre entonces. ¡Ojalá lo hubiera hecho! Siendo más pequeño estaba deseando poder ir a jugar, y cuando crecí, otras cosas centraron mi atención.



Amatista escuchó a su padre con atención y los ojos muy abiertos. Quizás fuera casualidad. O puede que él no recordase bien. De todos modos, pensaba asimismo en su noche de bodas. Cuando Leval la poseyó transformado en super saiyajin. Ella sintió dolor pero no tanto como su suegra le advirtió que sería.



-Tengo el cuerpo más grande que el de Bertie y eso, en fin.- Pensaba no sin rubor.- Me cabía mejor seguramente que a ella. Aun así…



Y es que creyó recordar que le habían explicado algo respecto de las hembras saiyajin. Que ellas gozaban con un buen compañero, cuanto más poderoso, mejor. Y que al ver un cuerpo fuerte y sobre todo, sentir las feromonas de sus machos, ellas se excitaban entrando en celo. Dándole vueltas, la atónita joven, se acordó incluso de la primera vez que vio a Leval en el vestuario y de la inexplicable atracción que sintió hacia él, al margen de su estupendo físico, claro está.



-Quizás tenga sentido. Si yo fuera, saiyajin, al menos en una mínima parte.- Se dijo reflexivamente.-



Por su parte, el joven, dándose cuenta de la expresión de ella y, tomándola por miedo a lo que le había contado, no quiso asustarla más.



-No te preocupes, Saldremos adelante, sí. – Aunque tuvo que confesar. - Hemos peleado contra enemigos muy difíciles. Pero ahora me parece que fueron una broma si les comparo con esto. ¿Sabes? Quizás es que soy demasiado cuadriculado. Lo que más me asusta de todo es no tener las cosas bajo control…



            El muchacho rememoraba también el incidente con esa extraña mujer que le forzó a hacer el amor contra su voluntad. ¿Acaso era otro de esos seres? Aunque decidió que mejor se callaba esa parte. No sabía cómo podría tomárselo su esposa. Trató entonces de sobreponerse. Era un saiyajin y un oficial militar. No podía permitirse el lujo de perder la moral. Su obligación era la de proteger y dar seguridad al resto de la población. Comenzando por su mujer. De modo que, tratando de sonar más despreocupado, añadió.



-Tienes razón, cariño. Debemos tener confianza. Entrenaremos y nos prepararemos. No nos volverán a sorprender. Quizás hasta se hayan marchado y toda esta preocupación sea ya innecesaria.

-Confío en ti y en los demás. Sé que nunca permitiríais que nos sucediese nada malo.- Le susurró ella dándole un cálido beso.-

-Sí, gracias Amatista. Necesitaba a alguien que me lo dijera. Desde luego que puedes contar conmigo. Seguro que todo va a ir bien.



Su interlocutora convino en eso mirándole y esbozando una sonrisa. ¡Ojalá que fuera así! Más calmados ambos decidieron dormir. Tenían mucho que hacer al día siguiente.



            Y así pasaron unos pocos días de normalidad. Las cosas parecieron calmarse y las aguas volver a su cauce. Amatista, Satory y Sandy se reintegraron a jornada completa al trabajo en el laboratorio, echaban de menos a Penélope, pero pronto tuvieron una nueva compañera. Fue Giaal el que les anunció que sus padres habían ido a la Tierra junto con su hermana. Tal y como le había contado a Susan, esta había estudiado como él medicina estelar y sabía también mucho de lo que en la Tierra llamaban biología. La joven había estado estudiando en el planeta Tierra durante años, bajo la tutela de Ami Mizuno, para completar su ya extensa formación. Satory le pidió a su padre si podrían trasladarla con ellas y con las influencias de Masters no hubo problema. Un grupo de académicas y científicas del Fairy Five, lideradas por el doctor Tomoe, también la instruyeron para que pudiera perfeccionar aún más sus estudios. La chica se esforzó mucho para ello, tenía muchas ganas de ir a esa nave. El día esperado llegó y Giaal fue a buscarla al astropuerto, al reunirse con sus amigos, el alien vino acompañado de una bella joven, su pelo castaño le caía graciosamente sobre los hombros, sus ojos eran de un tono entre aguamarina y azul. Evidentemente venía en su forma humana para no alarmar al resto de las personas de la nave. El extraterrestre la presentó a todos como Naya Ginga.



-Encantados de conocerte,- la saludó amablemente Leval. -Tu hermano nos ha hablado mucho de ti.

-Cuando recibimos el mensaje de que Giaal estaba aquí nos pusimos muy contentos,- repuso Naya que les contó algo acerca de ella misma. - A mí me hacía mucha ilusión desde que era pequeña el poder conocer vuestro mundo y trabajar con vosotros. Mis padres me contaron muchísimas cosas. No pude venir a la Tierra hasta que tuve quince años. Durante los viajes que mis padres tenían que hacer a nuestro planeta para ver como seguían las cosas, Ami me acogió y se ha portado conmigo como si fuera una segunda madre. Allí he estudiado bachillerato y he hecho una carrera de medicina combinada con biología. Ahora mis padres están en la Tierra, pasando una temporada con los vuestros, espero que pronto se acerquen a Bios a conocer este planeta. Por mi parte espero poder adquirir experiencia a vuestro lado. Todo el periplo que habéis tenido según me contó mi hermano ha debido de ser apasionante.

-Pues ya verás cuando tú misma vivas aventuras.- Le dijo Amatista con humor. - Te aseguro que es algo emocionante. - No obstante guardó un instante de silencio y agregó un poco menos convencida y más seria. - Bueno, a veces incluso algo más.



            Ante la extrañeza de esa recién llegada, entre todos le pusieron más o menos al corriente de los recientes sucesos que habían acaecido en la nave. Aunque Giaal no quiso desvelarle detalles que pudieran asustarla más. Como por ejemplo, la facilidad que tuvo aquel gigante para vencerlos a los tres. Por ello, además de por evidente interés, cambió  de tema y le preguntó a su hermana.



-¿Y nuestros padres? ¿No iban a venir?

-Sí, pero prefirieron quedarse unos días más en la Tierra. Ya sabes, recordando viejos tiempos con sus amigos. Después vendrán. -Le comentó la muchacha, agregando con cierta inquietud.-Aunque, si esos seres tan extraños siguen por aquí, puede que fuese mejor decirles que pospusieran el viaje.

-Estuve a punto de contactar con vosotros para avisaros.- Repuso algo apuradamente Giaal.-



            Entonces fue, Leval quien, pretendiendo dar una pátina de tranquilidad,  terció aseverando.



-Bueno, hace unos días que la cosa está tranquila,- suspiró deseando al igual que antes hiciera su amigo extraterrestre y echándole un capote  - Espero que esos tipos se hayan marchado a donde quiera que estuviesen antes de venir aquí. Por eso tu hermano no os avisó.



Naya asintió, conforme con esa explicación. Pero el chico se equivocaba, esta vez fue Dialen el que decidió bajar a divertirse un rato con los humanos. Era más cauto que sus colegas y no quiso llamar la atención desde un principio. Durante un par de días se contentó con pasearse por aquel lugar y observar. Zoen bajó con él, a ella le importaba menos  ser vista. No obstante, su compañero le advirtió que no les descubriese o que sino él iría sólo. Ella aceptó, debido a que quería ver el comportamiento que esos primitivos seres tenían de forma natural, sin influencias. Y sobre todo, ante la duda de lo que su superior Georcael pudiera pensar de sus actos con esas raras criaturas, prometió portarse bien. Al menos por un tiempo. De este modo los dos comenzaron a aprender algunas costumbres de los humanos...



-¡Vaya! Sí que tienen una extraña manera de actuar.- Declaró Dialen.-

-Sí, tan primitiva como absurda.- Replicó despectivamente Zoen.-

-Bueno. Se me está ocurriendo algo para que podamos divertirnos.- Se sonrió su compañero.-



            Paralelamente a eso hubo más llegadas a la SSP-1. Casi a la vez que Naya se presentaron allí dos primos de Leval y Mazoui. Uno, el hijo mayor de Cooan y Tom, Alan, que iba a trabajar como experto en informática y el otro era el primogénito de Petz y Zafiro. Este chico, de nombre  Coraíon, qué era un buen ingeniero y había sido destinado al planeta para comprobar sus posibilidades de desarrollo y abordar en un futuro cercano la construcción de infraestructuras a gran escala. Ambos se trasladaron a la nave y sus primos y demás amigos celebraron una fiesta para recibirlos. Era un momento de gran alegría para los que llevaban allí tanto tiempo. Tener a más familiares alrededor era algo que echaban mucho de menos. Durante la celebración fue Mazoui el que tomó de un brazo al hijo de Petz y Zafiro que parecía más perdido, atrayéndole hasta el lugar donde estaban Sandy, Satory y Amatista.



-Hola chicas.- Les saludó Mazoui. - ¿Podemos unirnos a la conversación?

-¡Cómo no! - Sonrió  Amatista saludando jovialmente a su primo. - ¿Qué tal estás, Cory?..

-Muy bien- repuso éste sonriente, afirmando en tono entre jocoso y de admiración. - Y por lo que veo tú también estás estupendamente. El matrimonio os sienta muy bien al primo Leval y a ti, primita.



            Amatista sonrió agradeciendo el cumplido. Mazoui añadió.



-Bueno, ésta es Satory.- Indicó señalando a su novia. -

-Encantado- declaró Coraíon dándole la mano. - Me alegro de conocerte.

-Lo mismo digo- contestó ella con su acostumbrada timidez. –



            Aunque Mazoui terció enseguida cumpliendo con su deber de anfitrión y presentó seguidamente a esa voluptuosa morena ataviada con un vestido carmesí de una pieza con falda bastante corta, que mostraba unas impresionantes piernas rematadas en zapatos de tacón asimismo rojos, sin olvidar un no menos increíble escote. Coraíon había reparado inevitablemente en ella nada más acercarse a las chicas.



-Y esta señorita es Sandy Ann Wallance, una buena amiga nuestra - y remarcó esas palabras para añadir luego con más desenfado - que trabaja con Amatista y Satory en el laboratorio.



            Coraíon la miró detenidamente clavando en ella sus verdes ojos. Sandy correspondió a esa mirada haciendo lo propio con los suyos de igual tono y sonrió.



-Hola, es un placer- susurró ella. -

-El placer es mío- repuso el muchacho dándole suavemente la mano para cumplimentarla de forma sincera. - Veo que en esta nave no hay falta de bellezas a bordo y particularmente en los laboratorios.

-Es usted muy amable- sonrió Sandy. -

-Tutéeme por favor - le pidió Coraíon. -

-Pues haz lo mismo conmigo- replicó ella que preguntó llena de interés. - ¿Es la primera vez que vienes al espacio?

-No del todo, estuvimos cuando vuestra nave retomó el contacto. - Admitió él con un ligero poso de tristeza al recordar a su hermano. Aunque enseguida se rehízo añadiendo con entusiasmo. - Pero me gustó la experiencia. Esto es fascinante.



La muchacha le escuchaba con interés aunque percibiendo ese tono de tristeza. No sabía a qué era debido pero evidentemente no lo hizo notar. Eso sí, ambos se miraban atentamente, Mazoui se sonrió, podía detectar la química que había en el ambiente y no precisamente la que usaban las chicas para experimentar. Con rapidez de reflejos arguyó una disculpa.



-Satory, cariño, ¿te parece si nos acercamos a saludar a Leval y Giaal?

-Bueno - asintió ésta sin por el momento captar aquello.  -

-Os acompaño - se apresuró a decir Amatista que, a diferencia de Satory, tampoco era ajena a lo que se percibía en el ambiente entre esos dos recién presentados. - Me estáis poniendo celosa, ¡yo también quiero estar con mi maridín!- Rio. -

-Sandy ¿te importaría hacer de anfitriona con mi primo?,- le pidió Mazoui fingiendo un tono apurado. - El pobre no conoce la nave y no quiero que se pierda.

-En absoluto- convino ella visiblemente agradada por semejante cometido. -



            Los tres se alejaron dejando el campo libre, en silencio, tanto Sandy como Coraíon agradecieron la maniobra de sus amigos. Él intervino para reanudar la conversación.



-He oído que el planeta está en muy avanzado estado de colonización. Sería muy interesante bajar a visitarlo.

-Yo estuve hace unos días- le contó ella – no creo que tarde demasiado en volver a bajar. Tengo muchas cosas que investigar y desearía instalarme allí.

-¿En serio? - Se interesó Coraíon. - ¿Te importaría contarme cómo es?

-Como no - sonrió Sandy. -Verás…



            Ella le explicó como estaban las cosas y su contertulio escuchó con interés, luego la muchacha le preguntó por su trabajo y él le contó.



-Como mi padre, soy ingeniero. En cuanto pude elegir me quise venir aquí. Aunque mi madre, la pobre, no quería que me fuera. En fin. – Suspiró pensando de nuevo en su hermano. Pero sin atreverse a hablar de ello con esa muchacha a fin de no ensombrecer la conversación. - Creo que es un reto. Poder edificar aquí un futuro.

-Sí que lo es, - convino ella asintiendo. – Lo cierto es que es una gran empresa multidisciplinar. Necesitaremos expertos en todos los campos, y coordinarnos muy bien. Bios puede ser un planeta maravilloso para aquellos que habiten en él si sabemos hacer bien las cosas.

-Parece ser que hasta el momento lo habéis hecho estupendamente. – Sonrió él. -



La muchacha asintió devolviendo aquella sonrisa. Lo cierto es que algo en la mirada de aquel chico la magnetizaba. Tenía un gran encanto y le percibía un espíritu bondadoso que quizás había sufrido mucho recientemente. Sin embargo, no quiso seguir por ahí, no deseaba invadir su intimidad. De momento habría que tomar las cosas con calma. Aunque entonces él le preguntó.



-Tú eres bióloga, ¿no? Pues agradecería mucho tus consejos sobre lugares accesibles y con recursos potenciales del planeta. Lo primero que tendríamos que hacer sería construir infraestructuras para aprovecharlos.

-Bueno- replicó ella algo inquieta. - Ese no es precisamente mi campo. Lo mío es más investigación a nivel molecular. Pero si puedo ayudarte en cualquier cosa, no dudes en pedírmelo.-Remachó e manera invitadora.-

-Lo haré. Puedes contar con ello. – Afirmó él mirándola de forma intensa. -



La muchacha desvió la mirada, a Coraíon le pareció que era algo tímida. El chico no quiso asustarla. Ella podría pensar que estaba tratando de ligársela descaradamente, y desde luego, que no iría muy desencaminada. Se sentía capaz de afirmar sin temor a equivocarse que era una de las mujeres más hermosas que había visto nunca. Y como hubiera dicho su difunto hermano menor sin ningún tipo de tapujos, ¡estaba muy buena! Pero además era inteligente y podía hablar con ella de muchas cosas interesantes. En eso le recordaba a Samantha. Precisamente por eso no había que estropear aquello antes de comenzar. Él no se atrevió a pedirle su número aún. Pero ya hablaría con Mazoui y con Amatista para que le sirvieran de apoyo. A Sandy por su parte ese chico también la atrajo, pero temía las consecuencias de llegar demasiado lejos. Por el momento más valía tener cautela. Sea como fuere, lo cierto es que los dos se llevaron bien desde el principio. Y en los días sucesivos, mediante visitas a sus amigos comunes, fueron quedando. Después lo hicieron directamente entre ellos con la excusa a priori de charlar sobre el planeta y sus posibilidades.  De hecho, bajaron a Bios a preparar el terreno. Según vio Coraíon, las partes del planeta más conocidas  y exploradas ya estaba en obras. Se iban construyendo casas a un muy buen ritmo y gracias a su participación en los diversos proyectos consiguió una parcela muy buena para Amatista y Leval, pues estos le habían pedido que les mirase algo en un lugar idóneo.



-Veras Cory,- Le pidió concretamente Amatista, tomando un café en la nave.- Como tú vas a ocuparte de construir allí abajo te agradeceríamos que nos aconsejases.

-Bueno, soy ingeniero mayormente de infraestructuras. Las casas no son lo mío. Pero, entre otros proyectos, me ocuparé de ayudar con las conducciones de agua, electricidad y gas. También conozco a varios arquitectos al cargo y por supuesto que os informaré si me entero de algo, en cuanto a la construcción de viviendas.

-Muchas gracias, es que nosotros, con todo el trabajo que tenemos aquí en la SSP-1, no disponemos de demasiado tiempo para bajar al planeta. Y aunque estamos viendo algunas partes que ya se han cartografiado en 3D no es lo mismo. -Le comentó ella.-

-Haré cuanto pueda.- Le prometió su primo quien le comentó.- Sandy también se ha interesado mucho en asentarse en Bios. Se lo diré para que me eche una mano.



  Amatista sonrió, ganas le dieron de preguntarle a Coraíon si él y Sandy habían comenzado a salir juntos. Empero, prefirió ser prudente y no tratar de parecer una cotilla. Su primo, en efecto cumplió su palabra y se aseguró de encontrar la mejor parte para ellos. En ella se estaba comenzando a levantar una urbanización de chalets unifamiliares. Era un plan muy ambicioso a la par que prioritario. Había mucha ilusión por crear el primer asentamiento civil en el planeta y esa zona tardaría solamente unos meses en ser construida. Cuando lo estuviese Leval pediría el traslado a Bios. Ojalá que le incluyesen en esa brigada que estaba en proceso de creación. Mazoui aún no sabía qué hacer, él y Satory debían pensar en el futuro. Pasadas tantas emociones habían decidido tomárselo con calma.



-Amatista y Leval ya tienen una parcela asegurada en la zona residencial.- Le comentó Satory a Mazoui una vez su amiga se lo dijo.-

-¿Te gustaría que buscásemos una para nosotros?- Inquirió el chico.-

-No sé.- Suspiró la joven.- Por un lado sería muy bonito. Aunque de otro...echo de menos la Tierra.

-Bueno, tenemos tiempo todavía para pensarlo.- Convino su novio.-



Alan por su parte entabló amistad enseguida con Naya, ya que tanto Giaal, que estaba saliendo con Susan, como Mazoui y Leval que tenían ya sus parejas, les dejaron el terreno libre para que se conocieran. En efecto, unos días después de esa fiesta, la chica comenzó a trabajar en el laboratorio y como médico de guardia. Como el muchacho se dedicaba a la informática, no tuvo muchos problemas en que le asignasen a diseñar y mantener los programas de los ordenadores de la parte científica. Había estudiado mucho y tenía varios masters en la materia. Algunos incluso hechos bajo la supervisión de su tío Daniel. Tras algunos encuentros “casuales” que el muchacho siempre se esforzaba por ayudar a propiciar, entabló una relación de amistad con la extraterrestre. A veces, cuando ella tenía un descanso, él la esperaba para comer o tomarse algo. La chica lo agradecía y disfrutaba de su compañía. Alan, que era muy lanzado, le pidió salir a ver alguna película o a pasear por el parque argumentando que no conocía a nadie en la nave y que no quería molestar a sus primos que ya tenían sus planes. Naya, de carácter dulce e ingenuo aceptó, en lo tocante a las relaciones terrestres no tenía ninguna experiencia con chicos. Juzgó que aquel muchacho, al ser un recién llegado como ella, buscaba alguien en quien apoyarse. Tampoco le disgustaba, era encantador y muy simpático. Y le contaba muchas cosas de la Tierra y las costumbres de sus habitantes. Por suerte Alan, aparte de ser tan descarado en esos temas como su tío Roy,  era tan caballeroso como su padre. Jamás se sirvió de aquella “inocencia” de la extraterrestre para buscar nada indecoroso. Incluso, lo que poco a poco había comenzado en él como una atracción por la hermosura de aquella joven, fue pasando a un sentimiento más profundo. Realmente era una chica que combinaba belleza y bondad. Para algunas cosas su ingenuidad y transparencia le recordaban a su propia hermana Idina. Por eso, entre otras cosas, sentía el máximo de respeto hacia esa joven. De este modo, tras comenzar  a quedar juntos haciendo salidas de amigos acabaron unidos en un noviazgo. Alan llegó a pedirle salir más en serio y ella, que también se sentía cada vez más atraída y llena de curiosidad y afecto hacia él, aceptó. El chico no podía estar más contento cuando le decía entusiasmado. Haciendo incluso planes de futuro.



-¡Ya verás! Será estupendo. Nuestros padres además son amigos. Seguro que les haría ilusión si también fuéramos familia.

-¿Familia al estilo terrestre?- Le preguntó ella con visible curiosidad. –

-Claro. Pero, por lo que veo, no se diferenciaría en nada de la tuya. - Afirmó él alegando con entusiasmo. - ¡Y aún no conoces a mis hermanos! Bueno, Lance es más difícil de ver. Siempre anda por ahí haciendo Dios sabe qué. Pero con Idina te llevarás muy bien, te lo aseguro. Las dos sois las chicas más encantadoras que puedan existir.



Naya sonrió, estaban los dos solos y ella, pasados los primeros días, se había atrevido a adoptar su forma alien ante él. Quizás en un principio tuvo algo de temor, dado que su hermano le había advertido que muchos humanos podían sentirse asustados ante algo así. No obstante, Alan no estaba entre ellos. Aunque en un principio el muchacho le gastó una broma que a punto estuvo de estropear las cosas. Pero él se disculpó de inmediato. Lo cierto es que al chico incluso le gustaba más observar la tez de color aceituna clara de ella y su largo y rosado pelo, sus orejitas puntiagudas y sus ojos que ahora resplandecían de un tono azul oscuro, del mismo tono de sus labios. Eso hacía que la muchacha le quisiera aún más. Él la aceptaba tal cual era en todos sus aspectos. Incluso la vez que en un principio se desveló con aquella apariencia ella le preguntó.



-¿No tienes temor a que yo sea diferente?

-El único temor que tengo – replicó él acariciando algún mechón de su cabello rosado. - Es a que no me consideres tan especial para ti como tú lo eres para mí. – Zanjó el muchacho que no recató en besarle ligeramente en los labios. -



Tras eso la chica no tuvo ya dudas. Quería estar con Alan y ojalá pudiera conocer pronto a su familia.



Y así pasaron los días e incluso las semanas de forma tranquila. Aparentemente al menos no  sucedió nada fuera de la normalidad. Todos se afanaban con sus trabajos y sus relaciones. Bios iba mejorando a ojos vistas. Se reforzó la emisión de oxígeno y la cobertura de ozono estratosférico de tal modo que los niveles de radiación en la superficie del planeta pasaron a ser tolerables. Tras varios test y experimentos que condujeron entre Sandy y Satory las dos llegaron a la conclusión de que ya no serían necesarios los trajes protectores y que, los niveles de oxígeno podrían ser suficientes para personas de constitución normal, al menos para unas cortas incursiones de media hora. Incluso hicieron algunas bajadas al planeta para comprobarlo quedando bastante satisfechas con los resultados. Por su parte Amatista no pudo acompañarlas, se sentía mal y por las mañanas se levantaba con nauseas.



-Espero que te mejores.- Le deseó Sandy al terminar de hablar con ella por el teléfono móvil.-

-Llamaré a Naya para que me reconozca.- Le comentó Amatista.- Giaal está muy liado, pero me ha recomendado a su hermana. Sé que puedo confiar en ella.

-Ánimo pues, se lo diré a Satory. Ya te contaremos.- Se despidió su amiga.-



Amatista cortó la comunicación. Desde luego que le fastidió no poder ir pero prefirió tener cuidado. Esperaba no haber enfermado. En efecto, pudo llamar a Naya y concertar una cita para que esta la examinara, puesto que había acreditado que poseía conocimientos médicos como su hermano, amén de ocuparse de la enfermería del laboratorio a tiempo parcial.



-Bueno- pensaba Amatista, ya recuperada de una de esas molestias, cuando se preparaba para ir a la consulta de la doctora Ginga.- Ojalá que no sea nada serio.



            Y entre unas tribulaciones y otras de la vida cotidiana, ya ninguno de ellos se acordaba de esos extraños seres. Pero eso no quería decir que estos se hubieran marchado. Habían continuado observando con creciente curiosidad. Soa y Buruk no tuvieron interés por mezclarse con esas criaturas en ese tiempo. Por su parte, sus otros compañeros seguían haciéndose pasar por humanos normales y con bastante rapidez aprendieron los usos y costumbres de los mismos. Todo iba bien hasta que a Dialen, tal y como le comentase a Zoen, le pareció que podrían hacer algo para divertirse...



-¿Qué podríamos hacer?- Quiso saber su interlocutora que ya comenzaba a aburrirse de las rutinarias costumbres de esas criaturas. -

- ¿Acaso se te ha ocurrido algo a ti?- Le preguntó su compañero con expectación. –

- La verdad. No veo en qué podríamos entretenernos con estos seres tan insignificantes que merezca la pena. – Suspiró ella que parecía desencantada. Agregando con cierto interés. – Habías dicho que tenías una idea.



Dialen esbozó una leve sonrisa y asintió, comentando con algo de curiosidad…



- Me gustaría ver cómo reaccionan estos humanos ante lo que ellos llaman peligro, creo que dicen peligro grave.

-¿Por ejemplo?...- preguntó Zoen esperando escuchar algo que le resultase más entretenido. -

-Su extraña casa, eso que denominan nave, funciona por una energía llamada nuclear en una cosa que llaman reactor. Es algo primitivo, como ellos. - Explicó su compañero añadiendo con más interés. – Pero dicen que si se calienta sería peligroso... Aunque no sé qué significa eso de peligroso. Creo que es algo así como divertido.

-¡Pues calentémoslo! - sonrió Zoen que parecía entusiasmada con esa posibilidad, más cuando sentenció. - A ver si esas criaturas son capaces de enfriarlo.



            Su compañero asintió con gesto cómplice. Se desvanecieron para reaparecer en una zona restringida, era el área de acceso al reactor nuclear de la nave. Estaba fuertemente protegida por gruesas paredes anti radiación. Además de muy vigilada por muchas y avanzadas medidas de seguridad. Sin embargo, eso no les suponía el menor problema.  Nada ni nadie pudo detectarlos. Llegaron ante la última cámara que protegía el reactor. Incluso se metieron en él sin sufrir ningún tipo de daño. Entonces Zoen hizo un movimiento con las manos. Los medidores de temperatura del mismo comenzaron a experimentar una lenta pero progresiva subida. Si seguían así la cámara se fundiría al igual que toda la nave. Zoen y Dialen no lo sabían, pero de haber tenido consciencia de ello tampoco les habría importado. Todo aquel asunto era un simple juego para ellos.



-Bien.- Declaró Dialen cuando ambos salieron de allí.- Ahora vamos a esperar un poco a ver qué pasa…



            En la Tierra, Usagi recordaba aquella reunión con su familia. Nada más bajó de su despacho al vestíbulo del edificio vio a sus padres y a Shingo. No tardaron en reconocerla a su vez. Mamá Ikuko fue la primera en acercarse a darle un sentido abrazo.



-¡Mi niña es ya toda una mujer! Fíjate, trabajando en las empresas Masters nada menos.

-Sí, es todo un orgullo.- Añadió Kenji.-

-La verdad, hermanita. Debo admitir que has cambiado muchísimo.- Reconoció el propio Shingo.-



            La aludida miraba con afecto a su madre terrenal. Ikuko ya tenía el pelo encanecido y algunas arrugas en el semblante, pese a todo mantenía un atractivo en su madurez. A su padre, Kenji, le sucedía lo mismo, tras sustituir su moreno pelo por otro tirando a gris. Y Shingo era ya todo un hombre, tan alto como su padre y con buena planta.



-¿No te has traído a tu novia?- Quiso saber Usagi.-

-Me temo que Megumi tenía mucho que hacer, está con su tesis doctoral. –Repuso su hermano quien agregó tras mirarla bien.- ¡Vaya! Perdona, pero no me hago a verte así. Es que estás hecha toda una ejecutiva. ¿A qué te dedicas exactamente?...

-Me ocupo de las relaciones de las empresas Masters con Japón y también formo parte de un comité para la gestión de inversiones y donaciones a países del Tercer Mundo.- Contestó ella sin disimular su satisfacción.-



            Y eso que, desde luego, había otras cosas muchos más importantes a las que dedicaba en verdad casi todo su tiempo. Empero, de esas no podía hablar. Aunque ya se sentía muy feliz oyendo como su familia la valoraba. Y más cuando su madre sonrió recordando no sin nostalgia.



-Impresionante cariño. ¡Y pensar que tenía que regañarte tantas veces por tus malas notas! , en fin, está claro que eso se debió a la adolescencia.

-Claro mujer.- Terció jovialmente Kenji para añadir.- Nuestra chica siempre fue muy inteligente.

-Yo diría que desde que comenzaste a salir con mi cuñado Mamoru-san, empezaste a cambiar para bien.- Remachó Shingo en esta ocasión sin dar la impresión de buscar picarla.-

-Puede ser.- Sonrió ella ahora de forma enigmática.-

-Bueno, pues, si os parece podríamos ir a comer algo.- Les propuso el propio Mamoru agradeciendo esas palabras con un cordial asentimiento.-



            Todos aceptaron con jovialidad. De paso rememoraron algunas de las peleas entre hermanos cuando Usagi y Shingo compitieron por las últimas empanadillas o por comer más postre. Eso hizo reír a todos.



-No has perdido tu toque, hermanita.- Declaraba Shingo.- Eres más tragona que nadie que yo conozca.

-Muchas gracias.- Se rio ésta, agregando con buen humor.- Tampoco tú te quedas atrás.



            Y tras conversar un poco sobre estos y otros recuerdos, llegó el momento de abordar un espinoso tema. Fue Kenji quien, mirando a su yerno y a su hija con prevención, se atrevió a decir.



-Os veo muy bien avenidos y eso me alegra. Supongo que, no sé. Ya estaréis pensando en ampliar la familia.



            Los interpelados se miraron no sin algo de rubor y apuro. Tras unos segundos de embarazoso silencio, fue Mamoru quien, con tacto, respondió.



-Claro, a Usako y a mí nos encantaría, Aunque ahora tenemos muchas obligaciones y queremos centrarnos y estabilizarnos primero.

-Eso sí.- Convino ella sonriendo débilmente.- Deseamos estar muy bien preparados para darle a nuestra futura hija un hogar muy seguro y feliz.



            Aquellas palabras dejaron perplejos a sus padres. Aunque fue Shingo el que comentó algo extrañado.



-¡Vaya! Pues sí que tienes claro que quieres una niña.

-No, bueno.- Se apresuró a responder Usagi llevándose una mano al cogote como en sus mejores tiempos de alocada chiquilla.- Es que a Mamoru le encantaría, ¿verdad Mamo-chan?

-Sí, claro.- Sonrió algo estúpidamente éste, tomado por sorpresa, pero enseguida añadió.- Niña, niño, lo que sea, será estupendamente recibido. ¡Cuando llegue el momento, claro! Que llegará, seguro…



Y tras correr un tupido velo sobre ese tema prosiguieron hablando un poco más. Se despidieron después de pasar una tarde muy entretenida, quedando en volver a verse pronto. Ya de vuelta en casa, Mamoru comentaba con agrado.



-Tienes una familia estupenda. Me he alegrado mucho de volver a verles.

-Y yo...- Musitó su esposa mirando hacia su regazo en tanto se sentaba sobre la cama aun sin cambiarse de ropa.- Aunque sea tan de tarde en tarde.

-Estamos muy ocupados, es una pena.- Convino él.-

-Lo lamento mucho, Mamo-. Chan.- Comentó la muchacha.-

-¿Por qué?- Quiso saber él.-

-Bueno, cometí un error, cuando preguntaron cuándo vamos a tener hijos. Yo hablé pensando en Chibiusa.

-Es normal, no te preocupes.- Sonrió él restándole importancia.- Es un desliz que me habría ocurrido a mí también. Es lógico, nosotros sabemos que ella será nuestra hija en el futuro.



            Pero fue mirar a su mujer y preocuparse, Usagi lloraba dejando caer las lágrimas sobre su pantalón de ejecutiva.



-¿Qué te ocurre? ¿Sucede algo malo? Ya te he dicho que eso no…



            Su esposa movió la cabeza, forzando una sardónica sonrisa para añadir tras un suspiro.



-No sabría por dónde empezar. Pero no es eso…

-¿Entonces qué es?- Quiso saber su interlocutor, sentándose a su lado.-

-Mis padres, mi hermano.- Musitó.- ¿Te has dado cuenta de lo mayores que están?...

-Claro, conocí a Shingo cuando era un mocoso, y ya es todo un hombre. Deberías estar muy orgullosa de él.- Comentó Mamoru tratando de sonar jovial.-

-¡Y lo estoy, claro que sí!… pero…veo a mis padres tan envejecidos, y sé que a medida que pasen los años eso seguirá…en cambio nosotros…somos la reencarnación de los habitantes de la primitiva Tierra y del Milenario de Plata…

-Lo sé.- Convino él, percatándose al fin de lo que pasaba, en tanto deslizaba un protector brazo sobre los hombros de su esposa y la atraía hacia sí para declarar.- Nuestra esperanza de vida se mide en muchas décadas, puede que siglos.

-Ellos se irán… y nosotros continuaremos aquí.- Sollozó la muchacha.- Y…y no sé…si estoy preparada para eso. Además, no ignoro que el resto de las chicas piensan así. Esta mañana, cuando vi a Setsuna en el video, empecé a pensar en ello. La vi envejecida, por la angustia y la preocupación, pero también por los años…

-Ella renunció a su vida como habitante del Milenio de Plata y guardiana del Tiempo cuando se casó con Lornd.- Comentó Mamoru, tratando de animarla.- Le pasó esos dones a Seren. Pese a ello, todavía se mantendrá joven durante mucho tiempo.

-A veces no sé si le hicimos un bien o no.- Musitó su contertulia.- Por una parte la entiendo, ambas somos soberanas y madres. Aunque yo esté destinada a serlo en el futuro y ejerza desde el presente. Y sé lo que ella sufre en sus actuales circunstancias. Eso, de no ocurrir aún nada peor.

-Ten fe en ella y en su pueblo. Lo resolverán.- Repuso su esposo.- Trata de no angustiarte tanto, nada más podemos hacer sobre eso.

-Lo sé, pero me angustio sobre todo porque sé que cada vez nos queda menos tiempo Mamo-chan… Los días en los que podremos vivir como Mamoru y Usagi van tocando a su fin. Y con ellos todo lo que eso significa. Familia, amigos, vida…

-Sí, así es.- Suspiró él entre resignada y consternadamente.- A todos nos sucede lo mismo, para las chicas eso también se aplica. Algunas también tienen familias y amores, aunque sean platónicos o no confesados.



            Obviaron decir que ninguna de las sailors se habían casado o comprometido. Aunque algunas bien pudieron haberlo hecho. Aquello era debido a que estaban sujetas a los mismos condicionamientos que ellos.



-Sé que es una carga muy dura.- Afirmó Usagi.- Y muchas veces me he sentido culpable por obligarlas a tener que  soportarla.

-Estaban predestinadas para ello. No fue responsabilidad tuya. No te culpes por eso.- Trató de animarla su esposo.- Mira, ellas también viven sus vidas del modo más intenso y agradable posible. Rei dirige su santuario, ayuda a mucha gente. Minako es una cantante y actriz famosa, Makoto ha triunfado con sus negocios de Flowers & Flawours, Ami es una magnífica doctora, admirada a nivel internacional. Haruka una gran piloto de carreras, Michiru una renombrada músico y artista. Incluso Hotaru es enfermera y trabaja en un hospital cuidando de niños y personas enfermas cuando no ayuda a su padre a investigar.

-Pero ninguna pudo casarse.- Objetó Usagi expresándolo al fin.- Y sé que han amado…y han sido amadas, pero se vieron en la obligación de renunciar. No como nosotros.

-Sin embargo, gozan del cariño de sus amigos y casi todas tienen a sus respectivos ahijados y ahijadas.- Repuso Mamoru tratando de sonar más optimista, sobre todo cuando sentenció.- Creo que si les preguntaras a ellas, todas te dirían lo mismo, son felices. Y lo son porque se les ha permitido vivir unas vidas propias, de personas nacidas en la Tierra, antes de tener que afrontar definitivamente su destino. Si les dieras a escoger partiendo desde el principio estoy convencido de que no renunciarían a su misión…



            La muchacha asintió, quería desesperadamente creerlo. Más a la vista del cariz que tomaban las cosas. Ahora rememoraba ese día sentada en su despacho. Aquella reunión que hubo de posponer se había celebrado ayer. Menos mal que no hubo problemas y todo discurrió por los cauces normales del trabajo. Al menos llevaba un par de días de tranquilidad. Desgraciadamente eso iba a terminarse pronto. Sonó su comunicador de emergencia. Era el centro de mando del UNISON que la informó de una grave situación acaecida en el asteroide…



-¿Cómo? ¿Están seguros de eso?... No, lo lamento. No puedo hacer nada a ese respecto. Los chicos están allí, lo sé. Pueden confiar en ellos, lo mismo que en sus padres. Lo resolverán. Muy bien, gracias a ustedes, adiós…



            Tras cortar la comunicación dio un largo suspiro y se llevó las manos a la cara para musitar…



-Dios mío, ¿es que no se van a  terminar nunca los problemas? Esos seres son tremendamente poderosos. Ojalá que los muchachos puedan hacerse cargo de la situación. Porque, por más que nos pese el no poder ayudarles, nadie más debe intervenir.



            Y tratando de dejar atrás esas tribulaciones, intentó volver a sumergirse en su trabajo. En tanto pudiera ayudar al mayor número de personas posibles todo tendría sentido. Aunque desde luego, estaba más que concernida por el destino de los hijos de sus amigos. Sobre todo, por el de su ahijada Amatista, quien, junto con su esposo y el resto, estaban a punto de enfrentarse a una durísima prueba.




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