Riiiiiinnng. El radio reloj sonó implacable marcando
las 7.30 a .m. Cooan, con un ojo abierto alargó el brazo de mala gana para
detener el agudo sonido. Tanteando con la mano lo paró, se incorporó de la cama,
extendiendo los brazos y bostezó.
-¡Oouuuahhh! es hora de levantarse - se dijo
realmente fastidiada. -
- Dime Cooan- preguntó Bertie también entre bostezos
y agarrándose a la almohada. -¿Qué hora es?...
- Las 7.30, hora de levantarse ya, ¡dormilona! - Replicó
su hermana poniéndose en pie y estirando los brazos. -
- Durmamos un poquito más. - Musitó Beruche que
apenas sí podía despegar los párpados. -
- El desayuno es a las ocho -¿Recuerdas?- Le
advirtió Cooan. -
-¡Oh cielos es cierto!-. Se lamentó Bertie que hasta
ese momento ni tenía conciencia de donde estaba en realidad. Cuando se hizo
cargo al fin no tuvo más remedio que añadir resignada. - Vamos allá, no podemos
retrasarnos antes de empezar. - Por fortuna recordó que estaba en una litera y
de un salto se bajó de la cama. -
Ambas
se asearon y vistieron a gran velocidad. Salieron de camino, cruzando pasillos
y preguntando a algunos compañeros, su inglés era bastante bueno y se
entendieron sin problemas. Incluso con algunos que eran extranjeros como ellas.
Los más veteranos las orientaron hacia el salón del comedor. Cooan, que era más
proclive a socializar, intercambió algunas palabras con un par de chicos y
chicas.
-Sí, somos de Japón. Bueno…hemos llegado ayer.-
Comentaba con jovialidad, recibiendo la atenta escucha de esos dos
condiscípulos.-
-Encantada. Yo soy
Betty.- Le comentó una chica de larga cabellera rubia y ojos castaños, un poco
más alta que ella.-
-Y yo me llamo Peter.- Repuso el otro, un chico de
estatura pareja a la de ella y pelo castaño.-
-Vamos, que no llegamos.- La apremió con un susurro
Bertie, señalándole su reloj de pulsera.-
-Sí, es verdad.- Admitió Cooan, presentado a su vez.-
Esta es mi hermana Bertie. Bueno, encantadas.
Y tras esbozar una sonrisita de circunstancias,
Beruche le recriminó con tono pese a todo conciliador.
-Tenemos el tiempo justo. No puedes pararte a
charlar con todo el mundo.
-Es que me gusta ser sociable.- Repuso su apurada
contertulia.-
-Lo entiendo, pero vamos a llegar tarde.- Objetó su
hermana. -
Y es que desde que fue purificada por el poder del
Cristal de Plata Cooan se había vuelto realmente más extrovertida y sí que
gustaba de socializar conociendo gente. Como dependienta quizás parte de su
éxito era que mostraba mucha simpatía hacia sus clientes. Y no difería de eso
en su forma de ser cotidiana. Beruche era educada y correcta pero le costaba
bastante más abrirse a otras personas. Sobre todo si no las conocía. No es que
fuese arisca, pero sí más cauta. Así comentó.
-Cooan, es estupendo que trates de conocer gente,
pero cada cosa en su momento. Ya tendremos tiempo después de desayunar. ¡Si es
que desayunamos!- Suspiró consultando nuevamente su reloj de pulsera para
exclamar.-¡Oh cielos, las ocho menos cinco!
-Mira, es por aquí.- Le indicó su hermana
identificando un largo pasillo que le habían descrito cuando se aproximó a
preguntar a uno de los chicos que discurrían por allí.-
Y por fortuna así fue. Al doblar una esquina y tras dar algunas vueltas, encontraron el
lugar, logrando por poco estar a las ocho en punto.
-¿Lo ves como relacionarse socialmente da
resultado?- Se sonrió triunfalmente Cooan.-
-Bueno.- Suspiró Beruche aliviada, obviando aquella
cuestión para contestar.- Al menos no llegamos tarde el primer día.
-Sí, y eso que nos reíamos mucho cada vez que las
chicas nos contaban lo impuntual que es Usagi-chan.- Repuso su divertida hermana.-
Las
dos se pusieron en una cola que se alargaba a lo largo de un pasillo. A medida
que iban quedando mesas disponibles los componentes de la fila se sentaban. Esperaron
pacientemente, habituadas a eso tras el tiempo que habían estado viviendo en
Japón. Al fin les llegó el turno y ocuparon una.
-Mira, si no lo he comprendido mal, tenemos que ir
al mostrador y solicitar un ticket.- Comentó Cooan ojeando uno de los folletos
informativos que encontraron sobre la mesa.- Elegimos desayuno y firmamos en
una especie de libro.
-¡Pues sí que tienen supervisado esto!- Declaró su
hermana.-
-Debe de ser por la tarifa que pagamos en la
matrícula.- Conjeturó Cooan, matizando, eso sí.- Como nosotras tenemos beca, no
tuvimos que hacer ese trámite. Pero juraría haber escuchado algo de eso en
tanto veníamos para acá.
-Creo que a nosotras nos cubría pensión completa.-
Comentó su hermana.- Eso quiere decir, desayuno, almuerzo y cena.
-¡Estupendo!- exclamó Cooan.-
Enseguida
algunos de los chicos y chicas que estaban sentados cerca le dedicaron unas
divertidas y curiosas miradas. Ambas hermanas se pusieron coloradas.
-Haz el favor de controlarte un poquito.- Le susurró
una envarada Bertie.-
-Perdón.- Se disculpó su interlocutora llevándose
una mano al cogote.-
-Anda, vamos a ver qué podemos escoger.- Repuso su
interlocutora, ojeando las opciones.-
El desayuno era muy americano, copos de maíz con leche,
tostadas y zumo de naranja, o bacon con huevos y frutas, a elegir. Ambas se
decidieron por la primera opción, no querían llenarse demasiado y no tenían
mucho tiempo. Siguiendo las instrucciones de ese folleto, se aproximaron a la
barra y pidieron. Les dieron en efecto un recibo que rellenaron con el desayuno
elegido, firmaron y tras hacerse con
sendas bandejas se sirvieron.
-Nuestra primera comida en suelo Norteamericano.-
Declaró Cooan. –
-Apúntalo en una libreta para que lo celebren junto
con el cuatro de julio.- Se sonrió sarcásticamente su hermana.-
-¡Mira que eres sosa a veces! - Suspiró su
contertulia.-
Volvieron
a la mesa y se dispusieron a dar buena cuenta de aquello.
-Echo de menos el
servicio de las droidas.- Comentó Bertie en tanto ponía leche en los cereales.-
¿Te acuerdas? Cualquier cosa que pidiéramos la preparaban en apenas unos
minutos.
-Sí…aunque yo me acuerdo todavía de algunos platos
que cocinaba la abuela Kim.- Comentó Cooan no sin cierto tono de añoranza,
añadiendo.- A ella no le gustaban las droidas. Siempre nos decía que un guiso
con amor era mucho mejor que cualquier exquisitez artificial que pudiera hacer
una máquina.
-Eso es verdad. A la abuela nunca le gustaron los
androides.- Convino Bertie admitiendo.- Quizás ya entonces se dio cuenta de lo
que podría suceder. Aunque no nos pudo enseñar a cocinar. Éramos muy pequeñas.
Al menos enseñó a nuestra madre, y ella a Petz.
-Sí, y Petz al resto de nosotras.- Asintió su interlocutora
remachando con voz queda.- Vamos a echar mucho de menos a nuestras hermanas.
-Sí.- Admitió su contertulia, replicando pese a todo
con buen ánimo.- Pero esto no será como cuando nosotras renegamos de la Luna
Negra y ellas vinieron a capturarnos. Ahora estaremos lejos por una temporada y
luego volveremos a casa. Y puede que hasta vengan a visitarnos.
-No estaría mal.- Sonrió Cooan, afirmando ahora con
un tinte más jovial.- Aunque mejor que aguarden un par de meses por lo menos.
Hasta que estemos instaladas. ¿No crees?
-¡Ji, ji!
Eso.- Convino su hermana con una risita algo pícara, para comentar
divertida.- Las dejaremos discutir a su aire.
Cooan se rio también. Al menos ahora estaban más
relajadas. Tanto que el terminar el desayuno les tomó treinta minutos. Por
fortuna tenían tiempo todavía así que decidieron dar una vuelta para
familiarizarse con los pasillos.
-Mira, unos tablones.- Observó Bertie al darse
cuenta de que algunos chicos y chicas se arremolinaban en torno a una pared con
unos corchos puestos en ella.-
- Y pone tercer curso de magisterio. ¡El nuestro!-
Repuso Cooan.-
Las dos se acercaron haciéndose un hueco poco a poco
entre el nutrido montón de alumnos que estaba buscándose en las listas de
admitidos. Al fin, cuando pudieron ojearlas vieron que les había tocado en el
grupo segundo, por apellidos, de la M a la Z. Indicaba un aula con un número,
el ciento cuatro. En una sala anexa había una ventanilla sobre la colgaba un
letrero que rezaba información.
-Disculpe, señor.- Dijo Beruche que en esta ocasión
sí que tomó la iniciativa.- Somos nuevas. ¿Dónde está el aula ciento cuatro?- Preguntó
al individuo que atendía. -
-El siguiente corredor, a la derecha.- Le indicó
aquel hombre.-
-¿Y para proveernos de material?- Quiso saber
Cooan.-
-Aquí mismo, señorita. Tienen que darme sus nombres
y mostrar sus acreditaciones.- Repuso aquel tipo de alrededor de unos sesenta
años, que se dio a conocer como Roger, el bedel. -
Por suerte las llevaban consigo. Sendos carnets de
estudiantes de la facultad que les fueron remitidos por el propio ministerio de
educación japonés antes de salir de casa. De este modo, tras firmar una vez más
en otro impreso recibieron el material. Así, cargadas con unas carpetas y media
docena de libros se dispusieron a ir a su aula para empezar las clases.
-Ya estamos preparadas. ¡Ahora, rumbo al aula! -
Exclamó triunfalmente Cooan.-
Bertie
se sonrió moviendo la cabeza. Para su hermana pequeña todo aquello daba la
impresión de ser una aventura. Aunque no podía quitarle la razón en eso. Desde
luego lo era.
-Bueno, la verdad es que vamos mejor de lo que
pensaba. Todavía nos queda casi un cuarto de hora para las nueve.- Aseveró
Beruche.-
Aprovecharon para caminar por el lugar, siguiendo
las indicaciones que ese bedel les había dado. Llevaban un par de minutos
recorriendo aquellos pasillos cuando a lo lejos se oyeron unos pasos que se
acercaban rápidos hacia ellas, acompañados de una voz masculina que exhortaba a
todos los estudiantes a dejar paso, lo que hacían al punto.
-¡Permiso!, ¡que voy! ¡Llevo prisa! ¡Perdón!,
¡opps!, ¡cuidado!
La
voz pertenecía a una silueta alta y fornida que se acercaba a gran velocidad.
En su jersey granate se leían en letras doradas las palabras Golden State
Basketball. Había tratado de ir por el recorrido habitual pero algún idiota
había cerrado la puerta trasera del gimnasio. No tuvo más remedio que dar un
buen rodeo. Llegaría tarde y el míster se enfadaría. Si no quería estar dando
vueltas a la cancha durante una hora, más le valdría apretar el paso. Corrió
alertando como siempre de su presencia. Al doblar una esquina se encontró casi
de bruces con dos chicas pero ninguna le vio puesto que estaban centradas en
sus pensamientos observando las aulas desde el pasillo. Aquel tipo tampoco
prestó mucha atención y con una velocidad más que notable pasó junto a las dos
tratando de esquivarlas. A Cooan le vino una ráfaga de aire que la hizo girarse
pues estaba de espaldas a él. Pero Beruche llevó la peor parte, estaba en su
camino y casi fue arrollada. Golpeada en un costado, perdió el equilibrio y
cayó al suelo junto con sus desparramados libros quedando algo aturdida. El
chico se detuvo, confirmando la primera impresión, era muy alto, fuerte, de
pelo castaño y ojos verdes, tenía
facciones muy atractivas. Sonriendo miró a Bertie y declaró sin parecer
preocupado.
- Lo siento nena, te ayudaría pero tengo prisa. Otra
vez deberías estar más atenta al pasillo.- Y sin más salió corriendo de nuevo
como si aquello no fuera con él y se perdió al fondo de la galería. -
La
dolorida muchacha se incorporó trabajosamente, ayudada por su hermana, recogió
sus esparcidos libros, la expresión de sus ojos era de un gran enfado. ¡No
podía creerlo! Espetó sin poderse contener.
-¡Habrase visto tipo mal educado, grosero!- le
chilló haciendo bocina con las manos (pese a que hacía rato que ese chico había
desaparecido de su vista) ante las atónitas caras de los otros alumnos que
pasaban por allí y el sonrojo de Cooan. Pero Beruche no parecía estar
preocupada por eso y aun añadió dirigiéndose a nadie en particular aunque con
un tono de voz más bajo pero igualmente indignado -… y todavía dice que tenga
cuidado yo... ¡ Shinchō ni mieru gurosu! – Espetó en su lengua, para proseguir en inglés -
¡bestia, animal! Al menos podría haberme ayudado a levantar. Si yo fuera la de antes...tendría
suerte si no le congelase de por vida.
- Sí, era un chico guapo pero muy descortés, aunque
parecía muy fuerte, ¡vaya golpe te ha dado! – Dijo entonces su hermana cuyos ojos parecían
hacer el efecto de pequeños corazones mientras la muchacha tenía las manos
entrelazadas a la altura de la barbilla. -
-¡Oh, Cooan! ¿Cómo se te ocurre decir una cosa así? ¡Me
ha pasado por encima! - Denunció su interlocutora visiblemente irritada. -
- Es verdad, perdona - musitó la interpelada sonrojada
y con la mano en la nuca. - Era una broma. Lo siento Bertie...
- ¡Menudo imbécil! , en fin. - Sentenció Beruche que
miró a su hermana entornando los ojos y con un gesto de resignación. - Olvídalo, y vamos a clase o después de todo lo que nos
había costado recuperar el tiempo, llegaremos tarde el primer día.
Su hermana asintió mirando el reloj con expresión
apurada, las dos se encaminaron hacia donde iban a recibir las clases y tras
buscar durante unos minutos llegaron a su aula pero se la encontraron cerrada. Por
un momento se asustaron. ¿Y si habían comenzado ya sin ellas y no podían pasar?
No obstante Cooan consultó nuevamente su reloj de pulsera que, para alivio de
ambas, marcaba las ocho cincuenta y cinco. Entonces, un chico de pelo moreno, y
ojos azules bastante atractivo, vestido con una camisa estilo leñador y
pantalones vaqueros, se dirigió hacia ellas.
- Está cerrado, aún es temprano. Pero enseguida
abrirán. ¡Oh disculpad, ni tan siquiera me he presentado! – Añadió al pensar
que las atónitas caras de ambas chicas obedecerían sin duda a eso. - Me llamo
Thomas Alan Rodney, pero mis amigos me llaman Tom.- Extendió la mano. -
- Encantada - repuso una de esas chicas de pelo
largo y casi blanco, rematado en una trenza estrechándosela aliviada. - Yo soy
Beruche Malinde, Bertie para los amigos.-
Al menos éste tenía educación, pensó la muchacha que
todavía recordaba su mala experiencia de hacía unos minutos.
- Es un placer - dijo a su vez otra de esas dos hermosas
desconocidas. –
Tom contempló a esa otra chica de largo pelo oscuro,
con tonos morados, y con un gracioso estilo, puesto que dos piquitos de cabello
a modo de una especie de pequeños conos se marcaban a ambos lados sobre su
cabeza. ¡Casi parecían las orejas de una gata! Se sonrió sin poderlo evitar, su
amigo seguro que la llamaría Catzi o algo así, si la viera. Aunque al
observarla con más detenimiento advirtió que sus ojos eran de un hermoso tono
violeta, le recordaban demasiado a alguien. El muchacho suspiró, pero por
fortuna su interlocutora no se percató. Estaba demasiado ocupada dándole
también la mano al chico en tanto escogía con cuidado sus palabras en inglés.
-Yo soy Cooan Malinde, somos hermanas. Encantada de
conocerte. ¿Cómo estás?...
- Mucho gusto, perdonad que sea tan lanzado pero veo
que no parecéis familiarizadas con el centro aun. ¿Me equivoco? Debéis de ser nuevas alumnas. - Les inquirió
el muchacho con perspicacia. -
- Sí, es verdad,- admitió Cooan - somos nuevas aquí,
llegamos ayer de Japón.
-¡Tan lejos!- exclamó Tom con expresión de asombro.
- Vaya, pues no sois lo que se dice unas japonesas típicas.
Las dos cruzaron sendas miradas de extrañeza hasta
que Bertie pareció comprender. Sonrió entonces para responder.
- No, en
realidad vinimos a vivir allí desde otro sitio.
- Somos de otro país de origen,- intervino su
hermana con rapidez. - Pero nos mudamos a Japón desde muy pequeñas.
- Ya decía yo. - Repuso él elogiándolas sinceramente
a continuación. - Habláis muy bien nuestro idioma. -
Las
dos se lo agradecieron con sonrisas aunque Cooan replicó con prevención.
-Bueno, todavía hay cosas que se nos… ¿Cómo era?
Resisten un poco. – Completó al recordar la palabra. - Y si nos hablan rápido
pues nos cuesta entender.
-Comprendo, tenéis mucho mérito, yo no creo que
fuera capaz de hablar japonés aunque lo estudiara mil años. Solamente sé
algunas palabras de artes marciales. Ayime, mate… en fin, esas cosas. - Asintió
el muchacho que pronunciaba con bastante claridad además de esforzarse ahora
por hablar más despacio, cosa que ambas agradecieron. -
-¡Oh!, no es tan difícil como parece. Te lo aseguro –
le dijo Beruche. -
-En ese caso quizás un día os pida que me deis
algunas clases para aprender algo. - Pudo replicar él con una amplia sonrisa. -
-Estaremos encantadas de ayudarte. - Afirmó amablemente
Cooan, más por deferencia que por otra cosa. -
Aunque eso
captó la atención de ese muchacho que sonrió de nuevo. Ella se ruborizó casi
por instinto. Era un chico atractivo y parecía simpático. De todos modos la
conversación que habían trabado tuvo que interrumpirse. El bedel había llegado
y abierto la clase. Tom les indicó mirando hacia el interior del aula.
- Bueno chicas, es hora de entrar.
Un
hombre canoso, no muy alto, vestido con traje azul marino, corbata amarilla y
con unas antiparras de aire severo llegó entonces, entró en el aula y
volviéndose a las chicas y chicos allí congregados anunció.
-Los alumnos del grupo dos hagan el favor de entrar
si son tan amables.
- Vamos, vosotras primero. - Les pidió Tom
cediéndolas galantemente el paso.-
Las muchachas, sin hacerse de rogar, entraron en el
aula. Allí permanecieron en pie al igual que el resto de los alumnos que parecían
estar esperando algo.
- Mientras les voy nombrando siéntense por orden de
fila. - Indicó el profesor sacando una lista. Se sentó en su mesa y
escrutándola comenzó a cantar sus nombres. Dos alumnos, al escuchar sus
apellidos fueron a sentarse, el catedrático siguió nombrando. - Malden Robert. -Tom
se sonrió moviendo la cabeza como la mayoría de los otros chicos. - Malden
Robert – repitió el docente que no advirtiendo algunas risas más elevadas de
tono suspiró. - ¡Otra vez como todos los años! - Se encogió de hombros y siguió
leyendo pronunciando no sin dificultad.- Malinde Beruche.
Al
oír su nombre la muchacha se apresuró a sentarse sin dejar ningún sitio a su
compañero ausente, el profesor la instó a pasarse al asiento de al lado. Bertie
azorada se cambió disculpándose ante la condescendencia del maestro. Éste
seguía imperturbable desgranando nombres de su lista.
- Malinde Cooan…
- Soy yo – le dijo ésta a su interlocutor y rápidamente
se sentó según le tocaba. -
El
profesor terminó de enumerar a todos, veinticuatro en total. Tom se sentó detrás
de Cooan. Antes de comenzar la clase, Beruche levantó la mano y preguntó.
- Disculpe señor. ¿Podría pedirle algo? – Pudo casi
susurrar sintiéndose avergonzada de ser la primera en intervenir. -
- Vamos a ver. - Le contestó el hombre otra vez de
modo condescendiente, dirigiéndose también al resto de la clase. - Para los que
no me conozcan. Me llamo Henry Palmer, y ahora. ¿Qué deseaba usted señorita? -
Quiso saber mirando inquisitivamente a Beruche. -
- Verá, señor
Palmer - explicó ella con tono dubitativo. - Es que mi hermana y yo somos
extranjeras y nuevas aquí, aún no dominamos bien el idioma ¿no podríamos
sentarnos juntas? Aunque fuera sólo al principio.
- Lo siento señorita Malinde - consultó él en su
lista para sentenciar. - Pero aquí seguimos el orden a rajatabla. - Esgrimió el
profesor argumentando de seguido con notable buen criterio, al menos según su
parecer. - Además, cuanto antes se relacionen ustedes con los estudiantes
nativos, antes podrán mejorar el idioma y hacer amigos.
- Sí, claro señor. – Fue capaz de musitar Beruche quien
asintiendo dócilmente miró su hueco vacío, preguntándose con quien iba a poder
ella hablar. -
- No se preocupe, en seguida llegará su compañero,
le conozco de años anteriores. - Le aseguró Palmer que, observando a esa pobre muchacha,
meneó la cabeza con gesto resignado y desaprobador por la mala suerte que había
tenido al emparejarse. – No tardará mucho más, al menos eso espero.
Las
palabras del profesor parecieron proféticas, porque dicho y hecho, en ese
momento se oyó ruido de golpeteo de nudillos en el exterior y el catedrático
autorizó la entrada. La puerta se abrió despacio y por ella asomó un rostro que
a Bertie le resultó desagradablemente familiar reconoció en él al chico de
antes.
- Lamento el retraso señor Palmer, teníamos una
importante charla de principio de temporada y una preselección de jugadores, ya
sabe lo que es eso. Se alarga siempre demasiado. - Se disculpó él que sonrió tímidamente, frotándose la nuca con la mano. – Estos
novatos…
- Sí claro, todos los años hace usted lo mismo.-
Replicó el docente a desgana para preguntar con sarcasmo. – Aunque pertenezca
al equipo de baloncesto de la universidad y sea usted una celebridad, al menos
en eso, no es correcto llegar tarde y menos el primer día. Da un mal ejemplo a
los nuevos alumnos, señor Malden.
- Tiene usted toda la razón. Discúlpeme otra vez. No
volverá a pasar.
Convino el chico que parecía decirlo de un modo
sentido. Hasta se llevó las manos al pecho para ilustrar lo apurado que se
sentía. De no ser porque, en cuanto su interlocutor miró hacia el resto de la
clase, él sonrió de forma descarada y algo pícara, para obtener alguna que otra
sonrisita de sus compañeros. Aunque en cuanto Palmer volvió a dirigirse a él de
inmediato borró esa expresión y asintió.
-A ver si es cierto. Dígame. ¿Tendrá la bondad de
honrarnos algún año con su presencia a la hora debida?- Le inquirió su
disgustado profesor. -
- Lo intentaré, señor. - Repuso el muchacho
despreocupadamente y queriendo saber tras dar un vistazo al aula. - ¿Dónde
puedo sentarme?...
- En ese sitio. - Le indicó pacientemente Palmer
señalando hacia Bertie. -
El
chico fue a sentarse en el hueco al lado de ésta, invitado por un nuevo gesto
de premura del profesor, impaciente por comenzar. Ella le fulminó con la mirada
y él la reconoció llevándose una gran sorpresa, se apresuró a decirle en tono
conciliador.
- Hola otra vez, ¿qué tal? - sonrió, pero al ver la
expresión de la cara de Beruche se le heló la sonrisa en los labios, aunque
inasequible al desaliento se presentó. - Soy Robert Malden, pero todos me
llaman Roy y tú ¿eres?.. - esperó una respuesta rápida como casi siempre le
sucedía al tratarse de chicas. -
En
lugar de eso, la ofendida muchacha aguardó unos segundos aparentando no
prestarle atención. Después se giró dándole la espalda y dijo de forma robótica.
- Malinde Beruche, yo soy la chica a la que antes
atropellaste en el pasillo. ¡Ah!- dio un respingo y se giró hacia él
denunciando sarcásticamente...-.Y...muchas gracias por ayudarme a recoger mis
libros- sonrisa irónica en tanto remachaba con ese mismo tono. - Eres un chico
muy galante señor Malden....
- Eso ya está pasado. - Replicó Roy en tono conciliador,
tratando de quitarle hierro al asunto. - Lo siento de veras, vamos a olvidarlo.
¿Eh? Tú y yo vamos a ser compañeros durante todo el año - se puso la mano en el
cogote y se inclinó con la silla para declarar con despreocupación. - Así que mejor
llevarnos bien, ¿no crees?
-¡Ya está bien! - intervino Palmer con el rostro
congestionado y levantándose de la silla visiblemente enfadado. - Ya basta
señor Malden, llega tarde como siempre, habla sin parar como de costumbre, se
recuesta en la silla como si fuera un sofá y no contento con esto me distrae a
los alumnos nuevos. ¡Compórtese! - Su voz tronó en toda el aula. -
-¡Upps! - Exclamó el muchacho incorporándose de un
brinco a una postura normal y disculpándose
acto seguido. - Lo siento señor, sólo trataba de hacer amistades
internacionales. Ya sabe, ayudando a los nuevos a integrarse.
- Ya veo. No tiene usted arreglo - repuso Palmer
negando con la cabeza y resoplando para calmar su indignación en tanto
preguntaba al chico con evidente sarcasmo
-... ¿da usted su permiso, podemos empezar?...
- Bueno - repuso Roy encogiéndose de hombros. - Sí, sí,
¡cómo no!, ya que estamos aquí todos reunidos, - pero añadió entonces con
fingida pompa. – Aunque si alguien no quiere que lo diga ahora o calle para siempre.-
Él mismo levantó la mano, Beruche le miró atónita sin poder creer posible tanto
descaro y en el resto de la clase se podían oír risas sofocadas, tras lo que
ese gamberro remachó de forma grandilocuente. – Estamos listos y deseosos de
aprender.
Palmer,
aburrido de la actitud de ese muchacho, decidió comenzar la clase que fue de
introducción, como el resto de las otras. Los profesores se presentaron dando a
conocer sus programas a los alumnos. En cada una de ellas Roy tenía que hacer
alguna que otra patochada ante el jolgorio general que las celebraba a
excepción de Beruche. Al fin, las clases terminaron y su peculiar compañero le
preguntó.
-¿Qué te ha parecido el primer día de clase?
¿Aburrido verdad?...pues ya verás el resto. - Remató con regocijo. -
-¿Aburrido? ¡Oh no! – Negó Bertie que respondió con
su mejor tono de ironía. - ¡Qué va!, después de conocerte a ti, cualquiera se
aburre. Seguro que me lo voy a pasar muy bien este año.
-¿Y eso que quiere decir?- Preguntó Roy frunciendo
el ceño. - Es un cumplido o un reproche.
Y ella
respondió esta vez sin recurrir al sarcasmo y sí a la indignada contundencia...
- Lo que quiero
decir es que eres el chico más grosero, irrespetuoso y maleducado que he tenido
nunca por compañero. Si pudiera hacerlo me cambiaría de sitio ahora mismo y no
te dirigiría la palabra en todo el curso. ¡Así que en tu experto parecer juzga
si eso es un cumplido!.. - Le soltó a bocajarro. -
Roy
se la quedó mirando perplejo. Esa chica era bastante arisca. Pero ya la haría
entrar en razón, siempre lo hacía con todas. Bueno, al menos casi siempre...
-¿Quiere eso decir que no te caigo bien?- Se atrevió
a preguntar con un susurro teñido de irónico humor. -
En un principio aquella réplica sonó
tan sincera que ella dudó. Quizás había empleado mal las palabras. Aunque al
rato, observó como aquel muchacho esgrimía una ladina sonrisa. Estaba claro que
intentaba jugar con ella. ¡Pues iba a ver lo que era bueno!
-Tómalo como quieras.- Replicó despreocupadamente
Bertie añadiendo en la línea de flotación.- Y por lo que me parece a mí no
debes ser muy buen estudiante que digamos.
Su
compañero iba a responder pero no pudo. Una voz femenina e insinuadora se le
anticipó llegando desde el fondo de la clase. A la vez que una voluptuosa figura con falda
corta ceñida, largas piernas y un suéter también ajustado, marcando dos senos
puntiagudos y balanceando una larga melena rubia se acercó a Roy y le pasó las
manos por la espalda rodeándole el cuello. Éste se puso visiblemente nervioso
aunque no dijo nada.
- Si quieres te lo cambio, ya verás como con él yo
no me aburro, monina. - Declaró aquella provocativa chica. -
-¡Oye! - Replicó Beruche sorprendida y molesta por
el tono de esa desconocida. Aunque sin terminar de comprender bien aquella
expresión. - ¿Quién eres tú?
- Soy Melanie Sanders, jefa de animadoras y la única
que se puede acercar tanto a Roy.- Se presentó obsequiándola con una mirada
plena de desdén y agregando con prepotencia. - Espero que lo entiendas nena, te
lo diré más despacito por si tu comprensión de nuestra lengua es limitada. Yo -
se señaló así misma con una mano abierta sobre sus generosos pechos. - Roy. –
Señaló ahora al aturdido chico que parecía incluso algo envarado. - Él y yo. Él
mío. ¿Entiendes? así que no trates de pasarte.
- Espera un segundo - contestó Bertie frunciendo el
ceño con expresión de enfado -, ¿tú qué te has creído? Yo he venido aquí a
estudiar, no a perder el tiempo.
- Eso es lo que dicen todas y más las que tenéis
cara de mosquita muerta. - Replicó Melanie en un tono bastante despectivo. -
Beruche
se levantó enfadada, aquello si lo pudo captar bien, y si no todas las palabras
desde luego sí el tono que juzgaba bastante grosero. No estaba dispuesta a
tolerar que la insultasen, sin dudarlo se encaró con esa individua. Ambas se
sostuvieron la mirada. Melanie era bastante más alta pero esto no amedrentó a
su oponente.
- Calma, calma - les pidió Roy entre preocupado y
divertido ahora, mediando entre ambas y separándolas teatralmente con las
manos. -Tranquilas chicas por favor...- Añadió dirigiéndose a aquella
individua.- Oye Mel, esta chica es nueva, no se lo tengas en cuenta. No te
conoce.
Melanie se permitió una leve sonrisa de desdén hacia
su rival y de inmediato desvió la mirada hacia el muchacho para replicar con
aire de perdonavidas.
- Eres un pillo, no sabes como darme celos ¿eh? Descuida,
no creo que lo consigas con esta sosa.- Remató divertida. -
La chica se sonrió con perfidia, antes de que su
compañero pudiese replicar le besó en la barbilla y le palmeó el trasero
marchándose con andares de vampiresa mientras le decía.
- Nos veremos luego, querido...
- No es lo que parece.- Trató de justificarse él
encogiéndose de hombros con una risita de circunstancias. - Ya no estamos
comprometidos ni nada, son cosas de Melanie. No hace falta que te pelees con
ella por mí, ja, ja.
-¿Quéeee?- exclamó Beruche bastante furiosa y plena
de incredulidad. - ¿Es que estás mal de la cabeza?.
- Qué no te preocupes, sé que las chicas estáis
locas por mí. No sé por qué me encontrareis todas tan irresistible.- Replicó su
interlocutor bastante pagado de sí mismo. -
-¡Tú, eres un presuntuoso y un arrogante niñato! ¿Quién te crees que está loca por ti,
cretino?- Le insultó ella acorralándole contra el pupitre. -
- No está bien que yo lo diga, pero soy bastante
popular. - Se rio él visiblemente divertido por aquella actitud de su
compañera, (a su modo de ver tan exótica)- Pregunta a las chicas del campus,
todas se mueren por salir conmigo.
-¡No, señor listillo! - repuso su interlocutora
casi a punto de estallar de enfado. -Todas
no...Eso te lo puedo asegurar. Por lo menos aquí hay una que ni en sueños. ¡Anata wa shitsureidesu! ¡Watashi wa gaman shite inai riyū!
- ¿Quée?- Pudo exclamar su compañero abriendo los
ojos como platos.-
El chico se había quedado de piedra. Por supuesto,
no entendió nada de toda esa última perorata dicha en sabía Dios que lengua, pero
desde luego no le sonó nada bien.
- Lo que oyes,
pero puedo repetirlo más despacito si quieres. - Se sonrió Bertie con cierta
expresión maliciosa que solía utilizar en el pasado. –
Y tras sentenciar esto último se marchó del aula
dejando plantado al sorprendido Roy que la observó alejarse sin saber que replicar
a eso…aunque sí que pensó.
-¡Vaya un carácter que tiene!...
A la salida
la esperaba su hermana junto con Tom. Minutos antes como Bertie no salía ella
decidió aguardarla y aquel solícito muchacho le hizo algo de compañía en tanto
la ponía al corriente de cómo funcionaban las cosas por allí.
-Espero que las clases no sean muy distintas a lo
que estáis acostumbradas en Japón.- Le comentaba el chico. –
-No, realmente nosotras no hemos asistido a clase
con regularidad. – Le confesó ella - nos sacamos los primeros cursos a
distancia.
-¡Vaya! Eso demuestra vuestra perseverancia. Es algo
bastante duro. – Valoró Tom sinceramente impresionado. –
-Sí que lo ha sido. - Admitió la muchacha que le
desveló.- Tuvimos que trabajar y estudiar al mismo tiempo. No fue tarea fácil.
-¿Y en qué trabajabas?- Quiso saber él, más que nada
por continuar esa conversación, aunque enseguida trató de matizar, añadiendo con
prevención.- Si no juzgas la pregunta demasiado personal.
-No te preocupes. - Sonrió la chica, que enseguida
replicó.- Era vendedora de cosméticos. Mis hermanas y yo tenemos una tienda en
Tokio. A veces yo los iba vendiendo puerta a puerta.
-Pues si abrieras una sucursal aquí seguro que
tendrías mucho éxito. - Afirmó él.-
Su interlocutora sonrió, quizás no fuese una mala
idea. Ya se imaginaba a su hermana Petz llevándose la mano a la barbilla para
sopesar esa posibilidad. Y a Karaberasu animándolas a todas a montar un
puestecillo al estilo “Beauty Quartete” en el campus. Se rio sin poderlo evitar
ante la atónita mirada del chico.
-Perdona- le pidió ella al percatarse de la
expresión del muchacho.- No es por ti, es que pienso en mis hermanas mayores
tratando de establecerse en medio de la universidad.
-Se nota por tu tono de voz que quieres mucho a tus
hermanas – afirmó él mirando aquel rostro iluminado que tenía en frente, para
añadir.- Te comprendo, también quiero mucho a mi hermano pequeño y le echo de
menos.
En ese momento salieron algunos compañeros del aula,
todos saludaban a ese muchacho que, sonriente, les devolvía la cortesía. Su
contertulia pensó que sin duda sería un buen chico. Al parecer los demás le
tenían bastante consideración. Y de hecho era muy agradable. Entonces los dos
oyeron exclamaciones en japonés. La pobre Cooan se quedó estupefacta al
escuchar a su hermana despotricando en su idioma natal. Debía de estar bastante
enfadada. Pudo oír la discusión que mantuvo con esa otra chica rubia que salió
de la clase esbozando una sonrisita de desdén. Aunque incluso esa individua se
detuvo ante Tom y le saludó, eso sí, con bastante amabilidad.
-Hola Tommy. ¿Qué tal las vacaciones?
-Bien, gracias Melanie. ¿Y tú?- Se interesó
cortésmente él. –
-Ya sabes, mucho viaje, mucha fiesta y esperando ver
al tonto de tu amigo. – Suspiró con una pícara sonrisita. –
-Ésta es Cooan… – Se apresuró él a presentar a
aquella muchacha que atendía a esa conversación algo desubicada. –
Melanie se limitó a observarla con indiferencia, en
tanto la aludida le ofrecía la mano.
-Hola. Encantada de conocerte. – Pudo sonreír la
novata con algo de nerviosismo, pues esa chica alta y rubia imponía. –
Sin embargo, la otra muchacha la dejó con la mano en
el aire y solamente asintió. Volvió a dirigirse a Tom y se despidió
sentenciando en tanto se alejaba.
-Ya nos veremos. Procura que Roy no se desmande
mucho por ahí…
Cooan la observó alejarse no sin incomodidad. Esa
individua la había ignorado por completo. Pero enseguida lo dejó de lado. Lo
cierto es que Beruche parecía estar discutiendo con alguien todavía. Al menos
se la oía claramente. Su hermana, con visible preocupación, se adelantó hacia
ella cuando al fin la vio salir y le dijo solidariamente.
- Lo he oído todo, no sé quién se habrá creído esa
chica que es. No tiene ningún derecho a tratarte así...Y además es una grosera.
– Aludió recordando como la había dejado a medias con el saludo. -
- No te preocupes. - Terció Tom uniéndose a la
conversación esta vez dirigiéndose a Bertie. - Tranquila, es una vampiresa que
va a por todos los chicos que destacan en algo, y le encanta provocar a las
demás. De hecho cree que es la que manda en esos temas. Roy salió con ella el
año pasado pero no creo que quiera volver a repetir.
-¿Ese tal Roy es amigo tuyo?- Quiso saber Bertie,
alegando de modo inmisericorde.- En tal caso te aconsejo que cambies de
amistades, ¡es un impresentable!
Aunque
para sorpresa de ambas su contertulio se limitó a sonreír y contestó de modo
conciliador.
-Tú no le hagas caso y no te enfades con él, porque
en el fondo es un buen chico. “He was
only pulling your leg”.- Las chicas expresaron su incomprensión en el semblante
por esa frase hecha y su interlocutor matizó.- Solamente te estaba tomando el
pelo. Una broma, sólo juega, pero cuando le conozcas mejor verás que no es tan
malo como a veces parece.
Suspiró mirando hacia el objeto de su defensa como
si él mismo no se creyera lo que acababa de decir y cuando le vio salir fue a
saludarlo. Beruche le dijo a su hermana en voz baja.
- Será un buen chico en el fondo,...pero del mar y
con una piedra al cuello,- añadió con una maliciosa sonrisita, para celebrar su
propia ocurrencia. -
Tom
mientras entabló conversación con el citado individuo. Ambos parecían muy
amigos y muy contentos de reencontrarse.
- Roy, chico, me alegra verte, ¿cómo estás? ¡Al
final no repetiste curso! ¿Eh? – Exclamó el muchacho muy contento. -
-¡Tommy, tío!- exclamó éste también, ambos se
abrazaron y se dieron unos amistosos puñetazos en los hombros en tanto explicaba
jocosamente a su amigo. - Pues no, ya ves. Unas cuantas noches estudiando, unas
cuantas chuletas y la inestimable ayuda de las chicas del club de idiomas me
salvaron esta vez.
- ¡Oh no! - Pensó
Beruche echándose las manos a la cabeza. - ¡Oh Dios!, es mucho peor de
lo que creía.
- He oído - le susurró Tom a su compañero con una
pícara sonrisa - que las chicas del club de idiomas te ayudaron mucho con el francés.
- Son unas
expertas en la materia. – Aseguró su amigo y ambos se rieron aunque su
compañero le hizo un guiño para que se callase y Roy convino con fingida
seriedad. ¡Es verdad, qué burro soy!, que hay señoritas muy pudorosas
delante...
Sin embargo, Bertie y Cooan se miraron extrañadas sin
comprender. Por supuesto aún no dominaban los dobles sentidos de algunas
palabras y desde la distancia no les entendían bien.
-¡Cómo eres!- Le contestó su risueño amigo moviendo
la cabeza. - ¿Qué dejarás para este año? Anda, vamos a hablar con ellas, son
buenas chicas y extranjeras, desconocen nuestras costumbres así que no te
pases.
Roy
asintió con la implícita promesa de ser bueno y Tom le condujo hasta ambas.
Beruche no parecía demasiado dispuesta a entablar conversación pero su hermana
en cambio enseguida saludó a aquel alto y apuesto chico de pelo castaño con un
tímido.
- Hola. ¿Cómo estás?...
- Encantado señorita…- Sonrió él besándola en una mano para sonrojo
de Cooan y pasmo, acompañado de deseos de vomitar, de su hermana. -
- Éste es mi amigo Roy. - Le presentó Tom. - Un gran
deportista, juega muy bien al baloncesto.
-¡Vaya! - suspiró Cooan mirando a aquel apuesto
chico con los ojos brillantes y muy abiertos. - Así que tú juegas al baloncesto
y estás, digo, ¿eres muy bueno? - Rectificó azorada para vergüenza compartida
de su hermana y regocijo de los chicos. -
- ¡Las dos cosas son ciertas, sí! - se rio él. - La
verdad es que, modestia aparte, no lo hago nada mal. - Añadió Roy con gran
amabilidad y dedicándole una de sus derretidoras sonrisas (o eso pensaba él). -
¿Señorita?...
- Cooan, Cooan
Malinde. - Se presentó ella apresuradamente - soy la hermana menor de Bertie - atrajo a la aludida hacia
sí mientras ésta ponía una clara cara de circunstancias y contrariedad. -
- Sí, ya conozco a
la encantadora Birdie. - Replicó él con cierto tono de sarcasmo que no gustó
nada a la chica objeto del mismo. ¿Y tú haces algún deporte, nena?- Quiso saber
afablemente Roy dirigiéndose ahora a Cooan. -
- Bueno, me gusta la danza y también el aerobic. - Repuso
ella azorada, desviando la mirada de ese rostro tan atractivo para evitar
enrojecer. -
- Nos veremos mucho por el gimnasio entonces. Me
suelo pasar bastante a entrenar. ¿Y tú? señorita
formal. - Le preguntó ahora no sin retintín a Beruche. -
- Prefiero el deporte intelectual. - Desdeñó ésta
dirigiéndose sólo a Tom, añadiendo ahora con más amabilidad. - Aunque también
me gusta nadar.
- Sí, mi hermana nada muy bien, ¡tendríais que
verla! - Observó entusiásticamente Cooan hasta que sintió apuradamente como la
mirada de la aludida la perforaba por hablar más de la cuenta. -
- Ya veo. - Sonrió
Roy afirmando con sorna.- Y estoy seguro
de eso. Debe flotar muy bien, el hielo nunca se hunde del todo, ni deja ver más
que su décima parte…
Sentenció eso último para sorpresa de todos y más de
la propia Beruche que incluso sintió un leve escalofrío. Aunque sin duda sería casualidad,
ese chico no podía ni sospechar lo que ella fue...
- Sí, claro – convino Cooan, también algo envarada
cuando añadió. - Y juega muy bien al ajedrez ¿Verdad Bertie?
Antes
de que ésta pudiera ni hacer amago de contestar fue nuevamente Roy quién terció
divertido.
-¡Ya solamente te
faltan un par de gafas de pasta con cristal gordo y un aparato en los dientes
para ser del club de los Nerds!
Al parecer ni Beruche ni Cooan entendieron aquello,
aunque Tom sintiendo que la atmósfera podría cortarse con un cuchillo, sacó a
relucir su tono más amable e intervino para salvar en lo posible la situación.
- Ha sido un placer, seguro que nos veremos mucho
por la universidad después de las clases.
- Sí eso,
encantado de conoceros. - Convino Roy que iba a decir el nombre de esa chica
morena de tan gracioso peinado pero no lo recordaba bien así que improvisó. -
Lo siento Connie, pero debemos dejaros y tú Birdie, “my little ice cube” ¡no
seas tan dura conmigo!
Lo declaró con un
tono fingidamente implorante en tanto juntaba las manos en posición de súplica
y doblaba una rodilla ante aquella muchacha que le miraba como si estuviera
loco. Aquella escena movió a la risa a Cooan aunque no así a la propia Beruche
que acto seguido permaneció inexpresiva y fulminándole con la mirada (deseando
poner en práctica cierto pateo de entrepierna que, siendo niña en Némesis,
leyese en una novela de cuyo título no llegaba a acordarse, pero que le sonaba
a satélite de Plutón). Pero mejor contenerse, así que permaneció callada e
indiferente. Por suerte ese muchacho no insistió. Tras ponerse en pie, pasó a
dirigirse a su amigo con un tono algo impaciente.
-¿Nos vamos
ya, Tommy?...
- Sí, vamos,- convino éste que añadió – además,
tenemos el mismo cuarto....también este año.
-¡Coj…! - Roy se lo pensó antes de seguir y cambió
el adjetivo por otro más audible. - Digo fantástico. Adiós chicas, nos veremos
mañana. - Guiñó un ojo y sonrió. -
- Hasta mañana - dijo a su vez Tom que se despidió
mirando azorado a ambas mientras su amigo le estrujaba el cuello de forma
jocosa. Y de esta guisa se alejaron por el pasillo.-
- ¡Vaya par de gansos!,- sentenció Bertie - pero por
lo menos Tom es mucho más educado y amable. No como el otro. ¿Qué demonios me
ha llamado?- Se preguntó en voz alta. -
-“Little ice
cube”- Rio Cooan que tradujo visiblemente divertida. - ¡Cubito de hielo! - ¡Ni
que te conociera de antes! , ¡ja, ja!
- A mí no me hace ninguna gracia. Es un presuntuoso
y un maleducado. - Desdeñó Beruche. -
- Desde luego que te ha molestado ¡hay que ver cómo
te has puesto! ¡Si hasta has hablado en japonés! - Rio Cooan, puesto que ambas
se habían prometido hablar siempre en inglés para ir practicando y añadió de inmediato
para quitarle hierro al asunto. - No creo que sea para tanto. Parece un chico
muy agradable y divertido. Lo que sucede es que tú a veces tienes demasiado genio
y habéis empezado mal.
- No puedes hablar en serio. ¿Genio yo? ¡Mira quién habla!
- Le reprobó su hermana moviendo la
cabeza. -
- ¡Oh Roy, qué guapo y encantador eres...pero
mi gélida hermanita no se da cuenta! – Exclamó ésta como si no la oyese,
uniendo sus manos a la altura de la barbilla. -
- Anda Cooan - suspiró Beruche captando la broma y
tirando de una manga de su hermana según añadía con paciente resignación. - Vamos
a nuestro cuarto que ya es tarde y tenemos muchas cosas de las que ocuparnos.
Cooan, aun
riéndose, convino en ello y ambas se perdieron por el largo corredor.
-Sí, hay que
descansar un poco y no te enfades tanto con ese chico.- Le dijo a su todavía
irritada hermana mayor. -
En Japón las guerreras descansaban ahora sentadas en las
escaleras de Hikawa. Tuvieron que acudir a la llamada de Rei que había
descubierto a otro enemigo, esta vez rondando cerca del mismo santuario. Fue
una suerte que Yuuichirou y su abuelo estuvieran fuera, en un retiro en las
montañas. Aquel ente había ocupado el cuerpo de una chica que llegó al templo
aparentando ir a rezar pero enarboló un cuchillo tan pronto llegó frente a la
joven sacerdotisa intentando clavárselo. Por fortuna ésta la esquivó y salió
corriendo, perseguida por su agresora. No obstante, pudo esconderse entre los
árboles cercanos y avisar al resto. Tras unos minutos las otras llegaron
convertidas en guerreras y Rei pudo transformarse a su vez en sailor Marte y
unirse a ellas.
-¡Alto ahí!- Ordenó la Guerrera Luna a esa joven
cuyos ojos refulgían rojizos en tanto levantaba el cuchillo al verlas llegar.-
-¡Ja, ja, ja! –
Vais a morir, guerreras.- Les aseguró su interlocutora esbozando una maligna
sonrisa.-
-¿Quiénes sois? ¿Qué queréis?- La interrogó Guerrera
Venus en tanto preparaba un ataque. –
-¡Espera!- Le indicó Ami consultando su visor.-
Tiene poseída a una chica inocente, No podemos atacarle directamente.-
Todas se miraron con impotencia. Aunque fue esa
individua la que acometió contra ellas blandiendo su arma y tratando de
apuñalarlas. Por fortuna eran rápidas y podían esquivarla sin dificultad. Eso
sí, sin dejar de oír como esa chica les gritaba con un tono extrañamente
gutural.
-La hora ha llegado. Al fin seremos libres. Y esta
vez no podréis detenernos guerreras…ni tan siquiera vosotras sois capaces de
estar en varios sitios a la vez…
-¡Ya basta! –
Exclamó Rei que, conjurando uno de sus hechizos le arrojó un papel sagrado al
grito de…- ¡Espíritu maligno aléjate de ella! -
Cuando ese pedazo de papel se pegó a la frente de la
chica ésta soltó un estremecedor grito y de su cabeza brotó un humo negruzco.
De su boca abierta salió entonces una densa columna de algo similar al betún
que tomó forma humanoide ante las horrorizadas expresiones de las sailors. Esa silueta maligna tomó la
apariencia de un ser verdoso con cabeza ovoide y lleno de escamas que gritaba
incontroladamente.
-¡Gustifaz!
-¿Qué demonios es eso?- Preguntó en voz alta Makoto.
-
-Tú lo has dicho, ¡precisamente
eso es lo que es! - Replicó Rei zafándose por poco de un rayo de energía de
aquella criatura.-
Tanto Ami como Minako contratacaron con su “Rapsodia
Acuática” y su “Venus Love Me Chain”. Eso bastó para inmovilizar a la criatura.
Sailor Moon lo remató con su ataque haciéndole estallar. Todas se arrojaron al
suelo para eludir la onda expansiva.
-Ha ido por poco - suspiró Usagi levantándose con
cuidado.-
-Sí- convino Ami que estaba junto a esa chica que
ahora permanecía inconsciente, tendida en el suelo.-
Tras tomarle el pulso la Guerrera Mercurio suspiró
aliviada. Seguía con vida…
-Ha intentado
matarme – les comentó Marte que añadió con inquietud.- Parecía conocer nuestras
identidades. Y mucho me temo que habrá más.
-Hay que averiguar qué es lo que pretenden.- Convino
Minako.-
-Sí, hasta que no lo sepamos no tenemos ni idea de
cuál podría ser su siguiente objetivo.- Añadió Makoto que tomando en brazos a
esa pobre chica la llevó al interior del santuario.-
Por fortuna tardó poco en recobrarse.
-¿Te encuentras bien?- Le preguntó Rei, ya en sus
ropas civiles, lo mismo que las demás.-
-¿Dónde estoy?-Musitó esa joven.-
-En mi residencia, dentro del santuario Hikawa. -Le
respondió la sacerdotisa, pues llevaba su traje de miko.-
-¿El santuario Hikawa?- Repitió incrédulamente esa
muchacha.- Pero si vivo en la otra parte de la ciudad.
-¿Cómo te llamas?- Quiso saber Usagi.-
-Takegawa Naoko.- Le respondió.- Soy artista, hago
cuadros de paisajes. Estaba en el bosque, pintando...y no recuerdo nada más. Me
he despertado aquí.- Pudo musitar con tono nervioso y gesto desasosegado, para
remachar.- No sé qué estoy haciendo aquí.
-No te preocupes.- La tranquilizó amablemente
Makoto.- Te acompañaremos a tu casa.
-En cuanto te sientas plenamente recuperada.- Añadió
Minako con bastante afabilidad a su vez.-
Esa jovencita tardó unos minutos aun en recobrarse.
Rei le trajo un vaso de agua en tanto Ami le tomaba el pulso. Parecía estar bien. Al fin Makoto y Minako la
acompañaron hasta la parada del autobús que pasaba cerca del santuario. Tras
despedirse de ella y ver como lo abordaba retornaron junto con sus compañeras.
-Vaya. ¿Por qué
elegirían a una muchacha al azar?- Se preguntó Makoto.-
-Bueno, antes lo
hacían por sus corazones puros, o sus sueños…luego por sus semillas estelares.
Pero en esta ocasión el enemigo no daba la impresión de ir tras nada de eso.-
Repuso reflexivamente Minako.-
Esta
asintió, meditabunda a su vez. Al fin se reunieron con las demás. Les
comentaron eso mismo que habían estado considerando al volver.
-Sí, es bastante extraño.- Convino Ami al
escucharlas.-
-Bueno, puede que todavía no sepamos a ciencia
cierta lo que persiguen, pero lo averiguaremos.- Añadió Makoto. -
-Es una lástima
que Mamoru tuviera que asistir a un congreso hoy. – Se lamentó Usagi.- Aunque
hayamos podido arreglárnoslas nosotras solas.
-Pues como siempre
hacemos.- Musitó Minako. -
Las otras le
dedicaron una mirada de circunstancias. La guerrera de Venus se sonrió
encogiendose de hombros ante la reprobatoria expresión de Usagi.
-Nos vendría bien
su opinión. - Afirmó Rei a su vez, para sacarla de aquel aprieto.-
-Artemis me dijo
que él y Luna iban a tratar de reunir información.- Declaró Minako que ahora
miró a su amiga Guerrera Luna como si quisiera recibir alguna aclaración.-
Las demás hicieron lo mismo aunque la aludida se
encogió de hombros y declaró.
-A mí no me miréis. No tengo ni idea de qué está
sucediendo. Ni de que pretenden esos seres. Solo sé lo que Mamo-chan y yo misma
ya os hemos contado.
-Tendríamos que
comenzar a investigar todos.- Sugirió entonces Ami.- Y cuanto antes. Ya sabéis
por experiencia que, a más tiempo tardemos en descubrir sus planes, más fuertes
se hacen nuestros enemigos.
Las chicas convinieron en ello y finalmente se
separaron por aquel día. Poco podían imaginar que, en un lugar bastante lejano,
un grupo de siniestros individuos encapuchados comentaban con regocijo.
-Ya ha llegado la hora. Lo hemos localizado. Ahora
hay que realizar la comprobación. - Afirmó uno de ellos.-
-Bien. – Replicó el otro con tono satisfecho para
aseverar.- Habrá que comenzar la operación contacto cuanto antes. De momento
las cosas van según nuestros planes.
-Sí- convino un
tercer tipo.- Las guerreras van a estar muy ocupadas con nuestros enviados
señuelo. Tendremos el campo libre.
-Procedamos entonces.- Sentenció el primero de
aquellos tipos con el apoyo del resto.-
Después nadie más habló, extendiéndose un espeso silencio…
Esa Naoko, es una referencia a nuestra amada Naoko Takeuchi? si es el caso, me gusto la alusión ^^
ResponderEliminarEn cuanto al capitulo en general, fue muy entretenido; la introducción de esos dos chicos esta volviendo áun mas interesante la historia: Tom por su parte es agradable (que lindo como buscaba acercarse a Cooan); y Roy, tiene su chispa (aunque si estuviera en el lugar de Bertie, yo también lo querría congelar xD)... y esa Melanie, tiene suerte que las hermanas actualmente tengan una actitud mas pacifista, porque si quisieran ser malas...
Ansiosa por ver como se sigue dando la relación con los chicos ^^, e intrigada por el nuevo enemigo, y sus objetivos
Sí, es un tributo que le hice a Naoko, una chica que es dibujante :). En mis fics hay muchos homenajes y alusiones de ese estilo. En cuanto a los chicos, los dos jugarán un papel fundamental. La frase que indica lo que Bertie quisiera hacerle, esa del pateo de entrepierna, es un homenaje a una amiga que tenía una historia en la que se mencionaba eso. Y ya ves como Roy, sin pretenderlo, le llama a Bertie " cubito de hielo" haciendo que ambas se sorprendan. Me alegra mucho que te esté gustando. Los enemigos irán poco a poco haciendo patentes sus intenciones. Gracias por tus estupendos comentarios, animan mucho a continuar escribiendo. Un saludo.
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