Por la mañana temprano las chicas se decidieron a hacer algo de gimnasia. Se
habían despertado pronto y tenían ganas de desentumecerse un poco antes de
estudiar.
-Hacer algo de ejercicio no nos vendrá mal.- Le
comentó la entusiasta Cooan a su hermana.-
-Tú siempre estás haciendo algo. ¡Es más, no paras!-
Se sonrió Bertie que con tono desenfadado le preguntaba.- ¿Es que no te basta
ya con ser animadora?
-Quiero aprovechar todo al máximo.- Le comentó como
respuesta su interlocutora.- Y contarles muchas cosas a nuestras hermanas.
-Me parece bien.- Aprobó Bertie quien entonces quiso
saber, más volcada en temas íntimos.- ¿Y qué es eso de que te quieres apuntar a
baile con Tom?
-¿Cómo te has enterado? - Preguntó su contertulia a
su vez.-
-Le escuché proponértelo cuando salíamos de clase el
otro día.- Admitió Bertie.-
-¿Y desde cuando te dedicas a oír mis
conversaciones?- Le reprochó jovialmente su hermana.-
-¡Pues, desde siempre! - Se rio la interpelada, remachando
divertida.- Lo mismo que haces tú.
Las
dos se rieron. Así era. Siempre habían estado muy unidas e interesándose por lo
que hacía la otra. Desde que eran muy pequeñas. Incluso en sus momentos de
servidoras de la Luna Negra. De hecho fue Bertie quien mostró más interés que
ninguna de sus otras hermanas en saber por qué Cooan había desertado. Ahora se
alegraba de haberlo hecho. Así que, para compensar a su hermana, al menos desde
el punto de vista de las noticias, le contó.
-Vamos, luego me pasaré por el club de ajedrez.
Quiero apuntarme. Al menos espero que me de tiempo antes del desayuno.
-Bueno, eso de que es a la ocho en punto ha
demostrado ser algo exagerado.-Le comentó Cooan.-
-Al menos hoy, que tenemos la primera hora de clases
libre, podemos ir algo más tarde, sí.- Convino su contertulia.-
Y a
eso se dispusieron. Yendo al gimnasio de la facultad hicieron algo de bicicleta
estática y otros ejercicios. Luego se separaron por unos momentos. Bertie se
dirigió hacia el club de ajedrez de la universidad. Allí, un muchacho con gruesas
gafas de pasta, rostro algo poblado de espinillas, le dio la bienvenida.
-Hola…..¿Qué querías?- Inquirió comentando con tono
sorprendido.- Las pruebas para animadora no son aquí.
-¿Animadora?- Repitió ella con perplejidad.- ¡No!,
yo no estoy interesada en eso. Quería información para unirme al club de
ajedrez.- Le aclaró.-
Aunque
se dio cuenta de que iba vestida con mallas de entrenamiento. Al venir
directamente del gimnasio por la falta de tiempo no pudo pasarse por su
habitación para ducharse y cambiarse. De todos modos, aquel tipo de constitución
enclencle, pelo oscuro y ojos marrones, apenas visibles tras sus gafas, no
desaprovechó otra ocasión para meter la pata cuando repuso.
-Bien, en ese caso, las clases de iniciación para
novatos son mañana a partir de las cuatro de la tarde.
-Ya, claro.- Suspiró una resignada Bertie.- Muchas
gracias.
Eso
no le era extraño. En Japón si ir más lejos, cuando se presentó a ese torneo de
Ajedrez en el que se mediría con Ami en la final, y que a la postre significaría
su purificación y conversión en una mujer normal, casi todos los allí presentes
la subestimaron. Ataviada con ese modelito tan sugerente, los hombres pensaron
que sería una presa fácil. En el juego y quizás en otras cosas. Se equivocaron
en lo uno y en lo otro. Pudo vencer sin dificultad a todos, y sin tener que
recurrir a ningún truco, excepto claro está, cuando le tocó enfrentarse a su
futura amiga y entonces enemiga. Rememoró una vez, cuando ya jugaban sus habituales
partidas. Un día, en casa de Ami, entre algunos movimientos del comienzo, ella
le sacó el tema mientras contemplaba pensativamente el tablero y las jugadas de
su amiga.
-Contigo nunca tengo esa ventaja.- Declaró.-
-¿Qué ventaja?- Quiso saber Ami.-
-Tú no me subestimas jugando.- Le respondió.-
-Por supuesto que no, sería un grave error hacerlo. -
Afirmó su contrincante, sentenciando.- Y quien lo haga es un imprudente. Eres
una jugadora excelente.
-No tanto como tú, aunque recuerdo la primera vez
que nos enfrentamos, en aquella final. Para llegar derroté a unos cuantos tipos
por el camino. Y todos cometieron ese mismo error.
-Te comprendo, no eres la única.- Afirmó entonces
Ami.- A veces yo también he percibido que, por el mero hecho de ser una chica,
algunos de mis adversarios no me tomaban muy en serio.
-Y eso que tu reputación de ser una genio te
precede.- Sonrió Bertie.-
-En ocasiones ni eso es suficiente. – Suspiró su
amiga para declarar.- ¿Sabes? No quiero que me tachen de genio, pero tampoco
que me infravaloren.
Ella
asintió solidariamente, estaba totalmente de acuerdo en eso. Tras meditar unos
segundos le contó a Ami.
-Recuerdo que fue mi padre quien me enseñó a jugar, yo
era muy pequeña entonces y no podía ganarle. Al menos hasta que cumplí los doce
años. – Rememoró no sin nostalgia al añadir.- Pero él me decía. Bertie, hija,
el ajedrez es una metáfora de la vida. Tienes que calcular muy bien tus
movimientos. Ni parecer demasiado osada, ni tampoco muy timorata. Y aprovecharte
siempre de los errores ajenos. Uno de ellos, quizás el peor de todos, es el
minusvalorar a tu oponente. Y debo admitir que yo lo cometí jugando contra ti.
De hecho,
el estilo que Beruche había desarrollado en sus días en la Luna Negra era muy arriesgado,
tratando siempre de indagar en las debilidades de su contrincante. Se le daba
muy bien ir a la contra y se sentía muy cómoda jugando con negras. Después,
tras ser purificada, se lo tomó de otra manera. Se volcó más en mejorar su
propio juego que en aprovechar los fallos ajenos y empezó a manejarse bien con
las blancas. Creando y siendo la primera en proponer la partida en lugar de
esperar los movimientos del rival. Ahora, mirando a aquel tipo tan insulso,
pudo decir.
-Me gustaría probar. Mañana vendré.
-Muy bien.- Asintió él. Queriendo saber.- ¿Cómo te
llamas para apuntarte?
-Beruche Malinde.-
Le contestó dando su nombre en el orden occidental. - De tercer curso de magisterio
-Soy Hank
Williams, de segundo de finanzas. Y capitán del club de ajedrez. Bueno, más que
capitán soy el organizador.- Sonrió levemente ese chico que la miraba ahora con
manifiesto interés.-
-Encantada.-
Musitó ella esbozando una sonrisa de circunstancias.- Si me disculpas, tengo que
irme, hasta mañana pues.
-Adiós.-
Repuso ese muchacho agitando la mano de un modo algo pueril.-
Sin prestarle más atención a ese
individuo y mirando su reloj, Bertie se apresuró a ir a su habitación y tras
darse una ducha y cambiarse fue al comedor. Eran ya las ocho y media pasadas,
pero tal y como ella y su hermana descubrieron a los pocos días de llegar, se
permitía la entrada hasta las nueve.
-Bueno, espero
que Cooan venga enseguida o no podrá desayunar.- Se dijo dado que su hermana no
estaba allí todavía.-
A los pocos minutos oyó precisamente
la voz de su hermana llamándola. Estaba sentada en otra mesa con unas
compañeras.
-Bertie,
estamos aquí, ven.
La
interpelada asintió tras pensárselo por un momento, quizás su hermana estuviera
más a gusto relacionándose sin ella al lado. Aunque por otra parte, si era la
propia Cooan quien la requería. Al fin se cambió de sitio para no parecer poco
sociable. No reconoció a esas chicas, aunque su hermana enseguida se las
presentó. Una de era raza negra, y pelo oscuro ensortijado.
-Esta es
Serena.- Le comentó.- Y esta April.- Aludió Cooan a la muchacha de cabello
castaño y ojos azules que tenía a su derecha, para rematar.- Y esta es Brooke.-
Comentó refiriéndose a una tercera de cabellos morenos y largos con ojos
castaños. - Ella es mi hermana Bertie.
-Encantada.-
Dijo la aludida, queriendo saber.- ¿Habéis llegado hace mucho?
-No acabamos
de entrar.- Repuso Serena.-
-Sí, justo te
he visto ahora.- Añadió Cooan.-
El caso es
que la susodicha había terminado de hacer ejercicios, fue a su habitación y
tras darse una ducha y vestirse con ropas más convencionales se dirigió hacia
el salón comedor. Repasando las cosas que tendría que hacer.
-A ver,
mañana a la tarde tengo entrenamiento con las animadoras. Pero también hay que
hacer algunos trabajos de clase. ¡Buf! Debo de cuadrar bien mi agenda.
Estaba llegando cuando coincidió con
Serena y con April, que iban a desayunar también.
-Buenos
días Connie.- La saludó esta primera.-
-Buenos
días.- Sonrió ella.-
-¿Vienes a
tomar algo?- Inquirió April.-
-Sí, hoy empiezo
las clases algo más tarde.- Les contó.-
-Pues vente
con nosotras.- Le pidió la segunda capitana de las animadoras a su nueva
compañera.-
Ella aceptó encantada, las tres
ocuparon una mesa aprovechando que apenas había gente esperando. Al poco Brooke
se las unió. Iban a mirar qué escoger para el desayuno cuando Cooan vio a su
hermana y la llamó. Esta pareció dudar un por unos instantes pero enseguida vino
a sentarse con ellas.
-Así que tú
eres la hermana mayor de Connie.- Sonrió April.-
-Sí, aunque
por muy poco.- Repuso Bertie. –
-¿Y no te
has hecho las pruebas para animadora?- Quiso saber Serena.-
-¡Vaya!
Eres la segunda persona que me ha dicho lo mismo esta mañana.- Comentó una
divertida Beruche, contándoles.- Cuando fui al club de ajedrez, el chico que lo
llevaba me indicó que allí no se hacían esas pruebas.
-¿Ajedrez?-
¡Guau! Debes de ser toda una intelectual.- Se sonrió Serena.-
-¿Vosotras jugáis?-
Inquirió Bertie esperanzada.-
Quizás podría disputar algunas
partidas con más personas. Le vendría bien para comprobar el nivel que había
allí. Sin embargo, esas dos se rieron moviendo la cabeza.
-¡Yo no sé
ni como van las fichas, o lo que sean!- Rio Serena.-
-Ni yo,
bueno, sé cómo se ponen pero no tengo ni idea de jugar.- Admitió April.-
-Pues mi
hermana es realmente buena. Quedó segunda en un prestigioso torneo mundial en
Japón.- Les contó Cooan llena de orgullo.-
-¡Vaya,
chica!- Exclamó Brooke.- Eres un genio entonces.
-Bueno,
tampoco es para tanto.- Repuso la aludida entre modesta y azorada para
añadir.-Y no era eso lo que pensaba el tipo que me atendió. El mismo que me comentó
que allí no hacían pruebas de animadora. ¿Cómo se llamaba?- Quiso recordar
durante unos instantes hasta que al fin, lo hizo.- Un tal Hank Williams.
Eso provocó las carcajadas de esas tres,
Bertie y su hermana se miraron sin comprender. Al fin, fue April quien comentó.
-¡Menudo un
freak está hecho!. Es un baboso que trata de ligar con toda chica que se le
acerca. Por eso ninguna nos acercamos. ¡Ten cuidado!
-Bueno, me
miraba de un modo algo raro.- Admitió Bertie.-
-De todos
modos, tú ya compartes asiento con Roy.- Se sonrió pícaramente Brooke.-
-¿Roy?. Es un
informal y un inmaduro.- Repuso ella con desdén.-
Esas chicas se miraron, incluso
pareciendo atónitas. Aunque fue April quien dando la impresión de usar algo de
sarcasmo, declaró.
-Pues debes
de ser la única muchacha a la que no le va.
-Salvo a
las que son de la otra acera.- Puntualizó Serena, riendo divertida para
añadir.- E incluso a esas tampoco les es
indiferente.
-Ya te digo.-
Dijo Brooke- ¡Con lo bueno que está!
-Lo único
que me interesa de él es que me deje tranquila para poder estudiar.- Sentenció
Bertie.-
-Sí, oímos
lo que te hizo en la piscina. Se pasó bastante la verdad.- Tuvo que admitir
Serena, alegando eso sí, en defensa de aquel chico.- Pero a todas nos ha hecho alguna
vez algo similar. Bueno, no tan radical. A mí un día me soltó un grillo en la
cabeza. ¡No veas como grité!
-Y a mí me
escondió los pompones de animadora y dejó una puerta entreabierta con un cubo de
agua encima. Cuando le pregunté donde estaban repuso que dentro del cuarto. ¡No
veas como me puse!- Suspiró April.-
-Pues en mi
caso, se jugó conmigo a que no era capaz de comerme un espagueti antes que él.
Y ya sabéis como va el juego, tu muerdes de un lado, él del otro.- Sonrió Brooke
hasta casi ruborizarse, para exclamar.- ¡Y le gané! Vaya un beso que me dio…
Serena se rio, aunque April esbozó una
sonrisita de circunstancias, Cooan abrió la boca perpleja y Bertie se limitó a mover
la cabeza para declarar.
-Lo que
prueba que es sencillamente un idiota que hace bromas de pésimo gusto. Y un
aprovechado.
-Quizás
estés siendo muy dura con él.- Valoró Cooan.-
-Ahora fue
ella la que miró a su hermana con cara de perplejidad, replicando molesta.- Ya
veríamos lo que pensarías si te lo hubiese hecho a ti.- Y recurriendo a su
mejor sentido del sarcasmo, quiso saber.- ¿Y que le hizo a Melanie? ¿La tiró de
un quinto piso? Al parecer ella le adora.
-No, no es
eso. Ellos salieron el curso pasado.- Le comentó April que parecía ahora mostrarse
más envarada.-
-Sí, en
fin, es una historia muy larga.- Convino Brooke, que también se mostró menos
dispuesta a hablar de eso.-
-¿ E iban
muy en serio?- Inquirió Cooan.-
-Bueno, se
está haciendo algo tarde.- Intervino Serena dando la impresión también de
querer aparcar ese tema.-
-Si quieres
un consejo, Connie, no comentes esto con Mel.- Le dijo April a su
interlocutora.-
-Mirad,
precisamente es él.- Susurró Cooan poniéndose algo colorada.-
Y es que Roy entraba en ese momento
en el comedor. Sonriente saludó a las chicas.
-¡Hola Connie,
hola Serena, ¿Qué tal Brooke?, eh, ¿qué hay, April?
-Hola Roy.-
Saludaron a coro las interpeladas.-
Bertie movía la cabeza sin dar
crédito a aquello. Su hermana y esas otras parecían bobas. Aunque su compañero no
se olvidó de ella.
-Hola Cubito.
¿Ya estás de mejor humor?
-Hasta que
te he visto, sí.- Replicó ella desapasionadamente. –
-Venga, no
seas rencorosa. Luego te invito a donut.- Se sonrió él.-
-No
gracias.- Repuso ella con desdén.-
-Pues te
veo luego en clase.- Se encogió de hombros el muchacho, alejándose.-
-¡Qué
remedio!- Suspiró ella de un modo exageradamente elevado-
El chico se limitó a irse sin
responder a eso, las muchachas se quedaron mirándole marchar.
-Vaya, hace
tiempo que no veía a Roy invitando a una chica a tomar algo.- Comentó April con
gesto de sorpresa.-
-Últimamente
no lo había hecho con nadie.- Afirmó Brooke.-
-Querrá
hacerse perdonar por lo de ayer.- Afirmó comprensivamente Cooan.-
-Hará falta
algo más que un donut para que olvide eso.- Dijo Bertie quien fue en esta ocasión
la que les recordó.- Ya es tarde. Tendremos que ir a clase. Supongo que ese
haragán volverá a retrasarse. Espero que me deje tranquila al menos la primera
hora.
Concluyeron el desayuno y se
despidieron de esas tres. Bertie le comentó a su hermana.
-Parecen simpáticas.
-Sí, me han
recibido muy bien en el equipo. Fíjate, por ejemplo April es la segunda
capitana y Serena la tercera. -Afirmó Cooan quien enseguida volvió al enojoso
tema de…- Oye, ¿no crees que estás siendo demasiado dura con él.-
-¿Con
quién?- Pretendió desconocer su interlocutora.-
-Ya sabes con
quien.- Se sonrió su hermana.-
-No quiero
saber nada de ese individuo. Tengo que soportarle porque nos han emparejados
juntos en clase. Nada más.- Sentenció Bertie.-
Su
contertulia decidió dejar aquel asunto. Las dos se fueron directas a clase. Tom
por su parte también entrenó de cara al campeonato de kárate. Los primeros
combates se disputarían en pocos días. Ya estaba en el aula cuando las chicas
llegaron en el cambio de asignatura.
-Buenos días, Tom.- Sonrió Bertie nada más verle,
haciendo un evidente contraste con su desabrido tono cuando charló con Roy.-
-Hola, buenos días. O como diríais en japonés, Konichiwa.
– Repuso él.-
-Konnichi wa. Tom-sam. Ohayô gozaimasu. - Le contestó
Cooan, sonriendo divertida.-
-¡Qué
formal has sido!- Le susurró Bertie.-
-Creo que
es mejor así.- Respondió su hermana del mismo modo.-
Y es que ese muchacho se quedaba
como hipnotizado cuando ella sonreía. La chica no deseaba desde luego darle la
impresión equivocada y por ello quería mantener un poco las distancias. Lo
cierto es que Tom pensaba que Connie era muy alegre y simpática. Bertie también
lo era, aunque bastante más contenida que su hermana pequeña. Aunque no pudo
cruzar más palabras con ellas puesto que tomaron asiento en sus sitios y enseguida
entró el profesor, el señor Addison, un individuo que estaría por los cuarenta
y tantos, de cabello canoso y ojos azules. Tocaba pues psicología. El docente estaba
abordando un tema muy interesante justo cuando Roy pidió permiso para entrar.
-¿Se puede
señor Addison?- Inquirió este con prevención.-
-¡Oh, señor
Malden! Ha decidido honrarnos con su presencia.- Se sonrió sarcásticamente aquel
tipo para agregar.- Pase, pase, seguro que encontrará interesante el tema de hoy.
Estábamos hablando de la musicoterapia.
El aludido asintió, sentándose junto
a Bertie, esbozando una sonrisita algo tonta le susurró.
-Hola
cubito. ¿Me has echado de menos?
Pero ella le ignoró completamente fijando
su atención en aquel profesor que
justamente se dirigía a la clase y explicaba.
-“La música nos toca
emocionalmente, nos activa o nos relaja a nivel físico, nos hace trabajar el
cerebro y nos ayuda a relacionarnos con los demás. Además, una canción siempre
tiene momentos previsibles aunque sea la primera vez que nos la cantan. Por
este motivo el niño se siente seguro en una sesión de musicoterapia, puesto que
siempre es capaz de participar con éxito en las actividades que se hacen”. http://psicopedagogias.blogspot.com/2008/02/musicoterapia-infantil.html
Era esa un asunto tan interesante y
ese profesor tan ameno que hasta el mismo Roy escuchaba con atención ahora. Al
final de ese comentario, Addison agregó.
-Aquí, por
ejemplo, tienen ustedes compañeros con buenas dotes musicales. Si no recuerdo
mal.
-Sí señor.-
Intervino Roy entonces.- A algunos nos gusta la buena música en las fiestas.-
Afirmó provocando alguna carcajada.-
Addison, lejos de molestarse por eso,
asintió afirmando entre divertido y jovial.
-Pues ya
sabe, utilice eso cuando sea maestro. A los niños les encanta.
Y tras algunos comentarios más esa
clase concluyó. Roy le dijo entonces a Bertie.
-Una pena,
de las pocas clases que realmente me gustan. Este tipo es un gran profesor.
-Y tanto
que debe de serlo, si logra que hasta tú atiendas.- Repuso desapasionadamente
ella.-
Su compañero suspiró rindiéndose a
la evidencia. Esa chica estaba realmente molesta con él. Y en el resto de las
clases que quedaban hasta la pausa de la tarde se dedicó a mirar hacia otras
compañeras y hacer algunos gestos que provocaron hilaridad en ellas. Por fin,
concluyó esa tortura. (Al menos en su opinión)
-¡Hora de
comer!- Exclamó elevando ambos brazos hacia el cielo.-
Bertie ya se había levantado tras
recoger sus libros yendo al encuentro de su hermana. Justamente esta había
abordado a Tom, que estaba encantado de ello. La chica le preguntaba.
-¿Sabes
cómo van los trámites para sacar libros en la biblioteca? Me gustaría ir a
consultar algunos volúmenes y sacar otros para los trabajos de este trimestre.
-Sí claro.
Si quieres, después de comer os acompaño hasta allí y os lo explico.- Se
ofreció solícitamente el muchacho, al ver acercarse a Bertie.-
-Eres muy
amable, muchas gracias.- Terció la recién llegada.- Por mí, excelente, tenía la
misma idea que mi hermana.
-¿Tú te
apuntas?- Le preguntó Tom a su amigo que salía en ese instante del aula.-
-Luego,
ahora voy a comer y después a descansar un ratito.- Comentó Roy, que ya estaba
siendo abordado por Melanie a su vez.-
-Si quieres
podemos descansar los dos juntitos.- Le susurró ella, cuidándose de que las dos
japonesitas lo oyesen.-
Cooan se ruborizó, y Bertie movió la
cabeza con indiferencia. Tom prefirió alejarse rumbo al comedor. Por su parte,
Roy se disculpó con esa chica, pretextando.
-Lo siento
Mel, en otra ocasión será. Tengo que ocuparme de algunas cosas.
-¿Y no te
puedo ayudar?. – Inquirió ella aferrándose a uno de sus brazos.-
-No lo
creo.- Respondió él.-
Y es que ya tenía posada la mirada
amenazante de aquel bruto de Roberts. No es que le tuviera miedo pero no quería
que fuese a soltarle un sermón ridículo sobre Melanie. De modo que se marchó
tras despedirse de esa rubia.
-Ya nos
veremos, Mel.
Ella se quedó allí, con expresión de
enojo que no se molestó en ocultar. Enseguida la cambió por otra de suficiencia
para cualquiera que pudiera haber presenciado la escena y se fue. Ajenas a eso,
Bertie y Cooan almorzaban en el comedor.
-Tenemos
que llamar a Petz y a Kalie para contarles como nos está yendo.- Le recordó
Bertie a su hermana.- Y a nuestras amigas…
-Es verdad.
Tengo muchas ganas de hablar con Rei.- Asintió Cooan.- ¡Le prometí tenerla al
día de nuestras aventuras universitarias! - Se rio.-
-Bueno,
está siendo intenso y ajetreado.- Admitió su interlocutora.-
Su contertulia asintió. Tras terminar su almuerzo y
compartir algún que otro comentario más acudieron al encuentro de Tom, que les
aguardaba ya en la entrada de la biblioteca.
-Buenas tardes, chicas.- Saludó educadamente, fiel a
su costumbre.-
-Konnichiwa.- Fue la afable réplica de Bertie.- Arigato
Tom-sam. Por ayudarnos.
-No hay de qué.- Sonrió el chico algo azorado.-
Al fin, accedieron al interior. Cooan, mirando hacia
arriba por todas direcciones, exclamó.
-¡Este pabellón que aloja la biblioteca es enorme!
Además, es una suerte que abra hasta tarde.- Añadió al ver el horario, de nueve
de la mañana a nueve de la tarde ininterrumpidamente.
- Sí - dijo Tom a la muchacha de un modo poco
entusiasta objetándole de seguido con pesimismo - pero el único problema es que
hoy está la señorita Rose de recepcionista.
-¿Es que tiene mal genio?- Inquirió Beruche que se
la imaginó a modo de sargento, echando la bronca a los chicos que tardasen en
devolver los libros. -
- No, que va, nada de eso – suspiró el chico que
aclaró. – Es una mujer muy amable, pero es muy mayor y está más sorda que una
tapia, nos va a ser muy difícil entendernos con ella.
- Bueno Tom, no creo que sea tan grave,- intervino
Cooan con una animada sonrisa. - ¡Vamos a probar!
El muchacho se mostraba remiso pero entre ambas le convencieron. Entraron los
tres y fueron a la zona de recepción. Allí, sentada y haciendo punto estaba la
señorita Rose, con su chal gris sobre los hombros, su pelo a juego recogido en
un moño y una dulce expresión de venerable anciana en el rostro, no dando
muestras de enterarse de su presencia. Cooan se acercó a la ventanilla y tocó
suavemente en el cristal.
- Perdón, hola, ¿podría usted atendernos, por
favor?- La muchacha insistió pero en ningún caso obtuvo respuesta. -
-¡Déjame a mí! - Le pidió Tom quien con una mezcla
de decisión y ademán de hacerlo a menudo se remangó el brazo y golpeó con más
fuerza armando un gran estruendo a la par que gritando. -¡Señorita Rose!
Las
dos chicas se miraron atónitas y algo envaradas. No pensaban que eso fuese muy
correcto, aunque daba la impresión de que no existía otra forma de que esa
mujer les escuchase. Y en efecto, la anciana dejó entonces el punto y
trabajosamente se acercó a la ventanilla. Parecía que se había dado cuenta, los
muchachos suspiraron aliviados.
- Sí, sí, esta es la biblioteca, jovencito - sonrió
la vieja. -
Tom la observaba entre perplejo y resignado, después miró a sus compañeras
y estas se rieron. El muchacho se volvió a la ventanilla y repitió lo mismo con
un tono de voz más fuerte aún.
-¿Puedo sacar algún libro ahora, tiene algún impreso
que pueda dejarme para realizar la petición del libro, por favor?...
- Pasad, pasad, que hoy no libro, y no hay vapor. No
te preocupes, sí que abrimos por la tarde.
Con un resignado Tom que se llevó una mano a la frente y la carcajada de las
dos chicas de fondo, todos se metieron dentro del recinto y comenzaron a buscar
libros que leer. Roy llegó algo después y conociendo a la bibliotecaria, entró
directamente a la sala sin hacer ruido cosa que no era demasiado difícil
tratándose de la susodicha en cuestión. De hecho, podría haber entrado cantando
y bailando, al tiempo que aporreando un tambor y ella ni se hubiese enterado.
Buscó a sus amigos aunque no tuvo que mirar mucho, les encontró a los tres
sentados leyendo. Saludó susurrando un hola y los demás respondieron con un gesto
de la cabeza a excepción de Beruche que dibujó una mueca de disgusto. Roy le sonrió
con expresión de circunstancias y comenzó a buscar algún libro que leer. Tras
un rato para decidirse eligió al fin uno titulado "Técnicas educativas
para el niño de primaria" y se sentó a leerlo junto a Bertie. Ésta
aparentemente le ignoraba por completo. Mientras tanto, en un lugar sombrío, rodeado de una
multitud de objetos de culto de magia negra, varias figuras encapuchadas llevan
a cabo un siniestro ritual. Una de ellas dijo.
- Ya tenemos a punto la invocación para los demonios
cazadores de almas, podemos llamar al primero de ellos.
Todos se reunieron rezando una letanía de conjuros en torno a una estrella de
cinco puntas. Una nube de humo se materializó y dos ascuas rojizas, a modo de
ojos, emergieron entre ellas y una voz que parece salida de ultratumba resonó.
- Aquí estoy...
-¿Cómo te llamas y cuál es tu rango? - Le preguntó
una segunda figura. -
- Soy el demonio Atalagar, del tercer Círculo
Infernal....
-¿Ya sabes cuál es tu misión aquí? - Le interrogó la
primera figura.-
- Obedecer vuestras órdenes y poseer algún alma
humana que nos lleve hasta el objetivo.- Contestó el demonio. -
-¿Sabes a donde debes ir? - Intervino la tercera
silueta, a lo que el demonio asintió con su afilada cabeza. -
- Pues ve, cumple con tu misión, ¡te lo ordeno! -
Exclamó la primera de las figuras con imperiosa voz. -
El ente desapareció al instante difuminándose del oscuro cuarto, haciendo
titilar la llama de las velas negras...
Tras pasar un par de horas estudiando y consultado volúmenes decidieron salir
de la zona de biblioteca. Bertie y Cooan habían seleccionado algunos libros.
Querían llevárselos en préstamo, aunque temieron que les iba a costar bastante
explicárselo a la señorita Rose ya que no oía absolutamente nada. Pero no
podían salir con ellos del edificio sin la autorización de ésta así que...
-¡Ya está!- exclamó Cooan aliviada y con los ojos
haciéndole chiribitas. - Ya tengo la solución, se lo escribimos en un papel y
que lo lea.
Tom, Bertie y Roy saltaron con júbilo,
visiblemente aliviados. ¿Cómo no se les había ocurrido antes?
-¡Eso es, buena idea!...- replicaron a coro. -
Cooan escribió en el papel el título del libro, el número de sala, sus datos y
sonriente le pasó el papel a la anciana. Estaba convencida de que todo se había
solucionado gracias a su ingenio e hizo la uve con los dedos en señal de
triunfo mientras la bibliotecaria ojeaba el papel. Sin embargo, y sin inmutarse,
la vieja le devolvió el mismo a la chica y le pidió con una voz altisonante y
algo cascada.
- Hijita, no veo muy bien, ¿te importaría leérmelo?
Ganas les dio a los cuatro de caerse literalmente de culo con las piernas
extendidas y un gotón de sudor en la frente. Tras muchos intentos ayudados por
la mímica y relevándose unos a otros cuando la desesperación había podido con
el anterior, lograron irse de allí con los libros. Deberían devolverlos en una
semana y se prometieron no volver otro día por la tarde en el que esa ancianita
tan venerable como sorda tuviera turno.
- Desde luego, la pobre mujer está como una
tapia. - Suspiraba Bertie moviendo la cabeza en tanto se alejaban de allí.-
- Pues esta vez hemos tenido suerte- le comentó
Roy añadiendo en tanto agitaba una de sus manos.- Hay veces que tarda media
hora en enterarse de lo que le dicen. Por mi parte la tengo más miedo que a un
nublado. Menos mal que no vengo a menudo.
- Sí, desde luego tú no tendrás muchos
problemas por causa de los libros, más bien será por falta de ellos. – Replicó su
compañera con los ojos entornados y patente retintín.-
- Oye. ¿Qué has querido decir con eso?- Le
preguntó él mirándola con gesto entre atónito y algo molesto.-
- Nada, nada…que mejor para ti. – Se
sonrió pérfidamente Beruche entre las risas de su hermana y de Tom.-
- Será mejor que volvamos a nuestras
habitaciones. Hay que preparar las clases de mañana. – Suspiró Tom.-
- ¿Preparar? ¿El qué?- quiso saber Roy
ante la sorprendida mirada del resto.-
- Mañana la señorita Parker nos va a
preguntar sobre el libro que escogimos para el comentario de texto. Por eso
fuimos a la biblioteca hoy. – Le respondió Cooan.-
- ¿De veras?- Yo creía que fuisteis a estudiar.
Para los exámenes de dentro de unas semanas.
Declaró el muchacho. Y no tardó en llevarse una mano
al cogote con gesto desconcertado en tanto sus compañeros intercambiaban
atónitas miradas.
- Lo dicho. – Sentenció Bertie que, recordando
a la gata Luna, le susurró a su hermana.- ¡Vaya cruz nos ha caído! Y decían que
Usagi estudiaba poco. ¡Es Ami al lado de éste!
La otra
chica no pudo evitar echarse a reír, su
hermana la acompañó ante las sorprendidas miradas de los muchachos. Fue Tom
quién les preguntó con una sonrisa a su vez.
- ¿De qué os reís?
- Nada, de cosas nuestras – repuso
Beruche.-
- Recordábamos a unas viejas amigas-
agregó Cooan, que cambiando de tema se despidió de los muchachos.- Bueno, nos
vamos ya a nuestro cuarto.
- Adiós chicos… y Roy, yo que tú iría leyendo
algo que no fueran los resultados del tablón de la liga de baloncesto - remachó
Bertie con tono burlón.-
Éste, descolocado, no acertó a replicar, aunque
tanto Connie como Tommy se estaban partiendo de risa. En fin, hasta la propia
Bertie se reía. Por fin Roy sonrió a su vez, no había visto reírse mucho a esa
muchacha y realmente estaba mucho más bonita cuando lo hacía. Y a su manera
tenía sentido del humor. Quizás le hubiese perdonado la jugarreta de la
piscina. Mucho mejor así. Se limitó pues a encogerse de hombros y tanto él como
su amigo se despidieron de las chicas retornando a su cuarto.
-Al menos,
es un comienzo. -Le decía con humor a su amigo en tanto Tom seguía riéndose.-
Ya no me ignora, ahora solamente me insulta.
El demonio mientras tanto apareció en la universidad y bajo el aspecto de una
densa bruma negra se metió en una máquina de café. En ese momento llegaba el encargado
de limpieza del pasillo, que, tras terminar su turno, se disponía a beber algo.
Sacó una soda (el demonio iba dentro ya que había podido introducirse por un
milimétrico resquicio de la tapa) y se la bebió. A los pocos instantes
comenzaron a darle arcadas y espasmos. El hombre cayó al suelo y se levantó al
poco con una maligna sonrisa, en sus ojos apareció un destello rojizo.
- Vamos a trabajar. - Musitó con un siseo
dirigiéndose hacia la sala de estudiantes. -
En la habitación de los chicos, Roy había salido.
Aunque fuese algo tarde y le costase quería seguir la sugerencia de Bertie y
hacerse con algún libro que leer.
-Se va a enterar. Le demostraré que no soy ningún
zoquete.- Había declarado ante la expresión risueña de su amigo.-
De modo que Tom se encontraba solo en la habitación
reposando y leyendo los que él había sacado. La puerta de la estancia se abrió
y el chico vio al encargado de la limpieza entrando en su cuarto. Aquello le sorprendió,
dado que eran los alumnos quienes tenían que ocuparse de limpiar y adecentar
sus habitaciones. Aunque se levantó comentando con tono despreocupado y
algo jocoso.
-¡Ey amigo!, ¿tan guarros somos que le mandan aquí a
limpiar nuestro….?
Sin dejarle terminar la frase, el demonio le golpeó por sorpresa y le hizo
caer, preguntándole con voz ronca...
- Tu compañero, ¿dónde está?
Tom estaba perplejo, apenas puede reaccionar al principio, ese tipo no parecía
tan fuerte y ¡a santo de qué se comportaba así! De todas maneras no iba a permitir
ser tratado de ese modo.
-¿Y a ti que te importa?- respondió levantándose
como pudo para lanzar una patada al hombre impactándole de lleno, pero pese a
ello no consiguió inmutarle. El muchacho se quedó mirando a aquel extraño
individuo con asombro, ¡ese golpe habría noqueado a cualquier persona normal!
¿Pero quién es usted?
El demonio a su vez le miró con una mezcla de burla y desprecio, rio y con una
fuerza sobrehumana lanzó a Tom fuera, al pasillo. Éste quedó inconsciente al
golpearse contra la pared y Atalagar se alejó sin más tras la pista de su objetivo.
Éste, ajeno a todo, mientras tanto llegó por el otro lado con un libro y viendo
a su amigo en el suelo, corrió alarmado hacia él y le reanimó con cuidado. Como
pudo y aun afectado por el golpe, Tom le contó lo que ha ocurrido. Roy
indignado y atónito al tiempo salió corriendo a buscar a ese tipo sin escuchar
los avisos de su compañero que, a sus espaldas gritaba.
-¡Ten cuidado, ese tío no era normal!
Roy le descubrió a pocos metros, más allá, el demonio también había detectado
su presencia y con una mueca burlona se dirigió hacia él.
-¡Ya eres nuestro! - Exclamó Atalagar que se lanzó
hacia él tratando de atraparle. -
-¡Y un cuerno!- replicó el chico que esquivó al
demonio propinándole dos puñetazos en el estómago con todas sus fuerzas, pero
éste no los sintió en absoluto. -
El muchacho intentó pegarle de nuevo pero el demonio sujetaba su brazo con una
mano y con la otra le agarraba de la camiseta. Acto seguido lo elevó apretándole
contra la pared con una fuerza increíble. El resto de los estudiantes que
habían presenciado temerosos la escena corrieron a buscar a los vigilantes del
pasillo. Los que trataron de intervenir fueron apartados a manotazos por ese
extraño como si fuesen simples marionetas. Los demás huyeron espantados dejando
solo a Roy con ese tipo.
- Ahora serás nuestro, ¡por fin! - Chilló el demonio
con tono triunfante. Rompió de un tirón la camiseta de su víctima pero al
agarrarle el cuello aquel ser aulló de sorpresa y dolor.-
Del cuello del chico colgaba un crucifijo (del que nunca solía separarse). Pese
a que estaba aturdido se dio cuenta de que eso había dañado al individuo y en
un acto reflejo se lo puso en la frente. Al hacerlo, el hombre se convulsionó
aullando y vomitó una masa viscosa que se puso de pie, creciendo y adquiriendo
una silueta, mitad hombre, mitad bestia. Roy quedó paralizado por el miedo, el
asco y el asombro, siendo sólo capaz de balbucear.
-¿Qué, coj…qué es eso?
- Maldito, ¿cómo te atreves? ¡Ahora verás! - Amenazó
Atalagar que intentó clavarle unas garras afiladas. -
Instintivamente el chico reaccionó a gran velocidad, sin saber cómo esquivó el
ataque del demonio y de su mano partió un rayo dorado que lo atravesó. Ante la
sorpresa del propio Roy y del mismo demonio éste estalló en pedazos. Él salió
despedido chocando contra la pared de enfrente. Por fortuna no se hizo
demasiado daño. Quedó jadeante y agotado por el esfuerzo, apoyado contra la
pared y mirando su mano que aparentemente ahora estaba normal otra vez.
Entonces llegó el resto de sus compañeros que no habían visto nada de los
últimos acontecimientos. Brad, uno de los integrantes del equipo de baloncesto,
fue el primero en acercarse a preguntarle qué tal estaba.
-¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? Hemos creído que
alguien trataba de robarte y avisamos a la policía.- Le informó con
preocupación.-
- Debía de ser un pirado, no logré verle bien. Me
atacó y le hice huir con un puñetazo.- Respondió Roy que observó el cuerpo del
empleado en el suelo y presintiendo que ese pobre hombre nada tenía que ver con
su agresor le defendió con lo primero que se le ocurrió. - A él también le
atacó.
Además, tampoco quiso decir la verdad pues temía que
no le creyesen pensando en seguramente una de sus bromas o tomándole
directamente por un chalado. Por fin, el revuelo organizado se fue calmando
poco a poco y a preguntas de profesores, que se personaron allí avisados por
algunos chicos, Roy repitió su versión. Lo mismo hizo ante la policía.
- Muy bien - intervino un agente que llegó con
rapidez acompañado por unos enfermeros a los que indicó señalando al hombre todavía
inconsciente. - Ese es todo suyo.
- Nos encargaremos de llevarle al hospital. -
Respondieron los sanitarios izando al hombre en una camilla y desapareciendo
hacia la salida. -
- Usted ha sido testigo directo y víctima del sospechoso.
¿No?- Le preguntó el policía a Roy preparando una libreta para tomar sus datos.-
- Sí señor.- Admitió él. -
-¿Cómo era el hombre que les atacó?
- No pude verle bien. Fue todo muy rápido y se
tapaba la cara con una capucha. - Contestó éste con tono desconcertado. -
-¿Y no puede decirme nada más?- Insistió el oficial.
-
- Era de mi estatura y muy fuerte. - Puntualizó el.-
El agente tuvo que conformarse con esa escueta descripción y se marchó de allí,
no sin antes remitir al muchacho a uno de sus superiores. Cuando Roy terminó
por fin de hablar con la policía, narrando nuevamente los hechos a un tal
inspector Higgins, volvió a su cuarto y le contó a Tom lo que realmente había
sucedido, a excepción de cómo había matado al demonio. Le dijo que lo había
ahuyentado con una cruz, que era regalo de su difunta madre.
- No lo puedo creer - repuso su compañero con tono
reflexivo. - Fue como una película de vampiros, si no me hubiese atacado a mí,
no me lo habría creído.
- Pues ha sido real, amigo. - Aseveraba Roy. - Eso
era una especie de monstruo. Y quería hacerme algo. Aunque claro, no puedo ir
diciendo eso por ahí o me encerrarían en un manicomio. Pero todavía esto acojo…
En ese momento llamaron a la puerta sin permitirle terminar la frase. Eran
Cooan y Beruche que se habían enterado de lo ocurrido y venían a
interesarse por el estado de Roy.
-¿Estás bien?...- le preguntó Bertie con
expresión preocupada, olvidando su anterior enfado e incluso sus pullas.-
- Sí gracias - sonrió Roy más aliviado y tratando de
aparentar calma. - Me alegro de que por fin te preocupes por mí...
-¿Quién te atacó?- Le inquirió Cooan también inquieta.
-
- Debía de ser algún chalado - mintió él - ¡o el
novio de alguna chica a la que me acerque demasiado o de alguna que se me acercó
demasiado! Vete a saber, han sido tantas, ¡ja, ja, ja!
Al principio
ni él mismo supo por qué había dicho eso,
pero decidió que era mejor fingir. No deseaba asustarlas. Desde luego actuó muy
bien y consiguió engañarlas a ambas.
-¡Vaya!-. Frunció el ceño Bertie con renovada
contrariedad. -Ya me imaginaba yo algo parecido. ¡Qué te mejores Roy, ya te
veré mañana en clase si es que algún otro no te da una buena y merecida paliza!
- Y sin más, salió de la habitación visiblemente enfadada. -
Cooan observaba a su hermana sorprendida, parecía tomarse aquello como algo
personal. De todos modos ahora debía irse, dedicó una sonrisa de circunstancias
a los chicos y fue tras Beruche. Roy no dijo nada y se limitó a tumbarse. No
vio como Tom salió detrás de la muchacha y le contó con inquietud cuando la
alcanzó antes de que pudiera unirse a Bertie.
- Lo dice para tranquilizaros, pero ese tipo no era
normal, le pegué una buena patada en la cara y ni se inmutó. Eso le habría roto
la mandíbula a cualquiera. Además, me lanzó contra la pared como si fuera un
trapo, ¡y eso que yo peso ciento ochenta y cinco libras! –
Cooan se sorprendió mucho al oír esta especie de
confesión y trató de calmarle.
- Puede que estuviese drogado.- Conjeturó ella
acordándose mientras que alguna de sus antiguas droidas tenía una fuerza
similar, luego le dijo a Tom con un tono tranquilizador. - Seguro que mañana
Roy estará bien, nos veremos en clase ¿vale?
El muchacho asintió pero quería decirle algo más. En
realidad no había salido tras ella sólo para contarle eso.
- Oye Connie. - Añadió tímidamente. -¿Qué tal si nos
vemos luego después de las clases? - Ella le mira desconcertada y Tom
visiblemente nervioso, terminó por añadir. - Así podríamos hablar más tranquilos,
con todo este lío quería haberte preguntado cómo llevas los exámenes. Y me
vendría bien alguna ayuda tuya para ir estudiando algo de japonés. - Agregó
recordando el buen consejo de su amigo. -
- Bueno, es que ahora estoy muy ocupada, mañana
hablaremos ¿eh? – Se excusó secamente ella con una media sonrisa de
circunstancias alejándose definitivamente. -
Su interlocutor permaneció allí viéndola marchar. No
había estado nada seguro al hablar y ahora le parecía haber hecho el idiota,
como si hubiese estropeado las cosas antes de ni siquiera tratar de
comenzarlas. Puede que esa muchacha pensase que iba tras de un rollo fácil. Se
maldijo por su estupidez pero ya no había remedio y regresó a su cuarto.
-Le debo de haber parecido un idiota.- Suspiró con
malestar y resignación.-
Ya en su habitación, Cooan le contó a Beruche lo que Tom le había dicho sobre
el ataque omitiendo de momento lo demás y ésta le respondió pensativa.
- Puede que sólo fuese un loco o podría ser algo más
serio. Cuando hablemos con Ami y a Rei se lo contaremos a ver qué opinan ellas.
-¿Y a nuestras hermanas, no?- se extrañó su hermana.
-
- Naturalmente que no - repuso su interlocutora con
expresión seria. -¿Qué podrían hacer ellas? - Arguyó contundentemente. - No
debemos preocuparlas sin necesidad...ya las conoces, sobre todo a Petz, se
presentaría aquí al momento y revolvería toda la facultad…
Ambas
podían imaginarse a sus hermanas de acá para allá haciendo preguntas y poniéndolas
en evidencia con sus discusiones. Y seguramente no habría nada extraño que
buscar. Petz se enfadaría por haber tenido que ir hasta allí dejando el
negocio, Kalie se lo tomaría con sarcasmo y abogaría por pasar allí unas
vacaciones a la búsqueda de atractivos pretendientes, su hermana mayor le
echará en cara su poca seriedad y seguramente volverían a discutir. Era como si
ya pudieran verlo y tanto Bertie como Cooan movieron la cabeza suspirando…ésta
última declaró.
- Tienes razón. Seguro que las haríamos venir en
balde. - Reconoció pensando también en qué habría pretendido Tom con eso de
hablar con ella -...
Lo cierto es que era un chico encantador, pero no se sentía interesada, no al
menos del modo que quizás él pretendiese. O podría ser que solamente quisiera
eso, que le ayudase con el japonés. Suspiró, por lo menos era un muchacho
agradable que parecía preocuparse por su amigo. Cuando le contó aquello se
podía percibir su inquietud. Y quizás ella actuó muy bruscamente poniéndose a la
defensiva. Aunque fuera fruto de los nervios tras ese ataque. Pero el pobre no
se merecía eso. Ya hablaría tranquilamente con él durante la clase de baile…
-Bueno.- Le
comentó Bertie al hilo de lo anterior.- Entonces será mejor que escribamos una
carta para contarles cosas con detalle, A Ami al menos le gusta mucho la idea
de que nos carteemos. Aunque ese sistemas esté anticuado incluso en esta época.
Y realmente podrían llamar a
conferencia a Japón. Sin embargo, eso de escribir en papel era bonito. Las palabras
y los hechos quedaban allí registrados y no se olvidarían. También podrían
adjuntar algunas fotos de la universidad. Su hermana estaba de acuerdo en eso y
dijo.
-Sí. Yo me
ocupo de mandarle una carta a Rei. Si hubiese algo extraño que buscar, creo que
esto sería más de su especialidad. Porque por lo que Tom me ha comentado, bien
podría haberse tratado de un espectro o de energía negativa.
A Beruche le pareció muy bien, era
cierto, su amiga Rei, como sacerdotisa sintoísta, era una experta en lidiar con
los malos espíritus. Aunque pareció pensarlo mejor cuando añadió.
-Quizás sea
un poco precipitado alarmarla. ¿No crees? Me gustaría tener las cosas más
claras antes de asustarla sin necesidad. A ella y a las otras.- Afirmó en tanto
iba a entrar en el cuarto de baño para cepillarse los dientes antes de
acostarse.-
-Creo que
tienes razón.- Convino su hermana con
gesto reflexivo antes de que su interlocutora se fuera.- De momento le contaré
como nos va y nada más…
Bertie
asintió. De hecho ambas confiaban plenamente en Sailor Marte al igual que en
sus otras amigas guerreras. Cooan especialmente recordaba con mucho afecto los
primeros días tras su conversión en humana normal. Por aquel entonces se
encontraba confusa y perdida. En un mundo nuevo, partiendo de cero, sin el apoyo
de su familia y con el corazón roto tras aquel terrible desengaño amoroso.
Afortunadamente tuvo allí a las chicas. Todas las sailors se comportaron
estupendamente con ella, pero fue sobre todo Rei la que la acogió y la ayudó
como si de una hermana se tratase.
-Nunca
podré olvidar lo que hiciste por mí, querida Rei.- Pensaba con una sonrisa.-
Le vino al recuerdo un amanecer en
el santuario Hikawa. La muchacha se sentaba en las escaleras de acceso al
templo, habían transcurrido apenas unas horas de su purificación. Esa noche
había dormido, o al menos lo intentó, en el refugio del santuario. Se pasó toda
la noche sin apenas poder conciliar el sueño. Recordó momentos de su vida
pasada, de todo lo que hizo, llena de pesar y arrepentimiento y preguntándose
¿Y ahora, qué?
-Mis
padres, mis hermanas. No me queda nadie.- Meditaba embargada por la tristeza.- Estoy
sola.
Terminó por
levantarse muy temprano. Se vistió con aquel traje color rojo que había
obtenido tras su transformación. Al menos se acordó de que la Guerrera Luna
tuvo la gentileza de hacerlo aparecer utilizando una especie de bolígrafo que
tenía. Pensó en eso que había ocurrido hacía tan solo unas horas. Tras haberse
repuesto de tanto llorar y ser confortada por sus antiguas enemigas, trató de
levantarse del suelo.
-Ya pasó
todo.- Le dijo la Guerrera Luna con tono amable.-
Apenas si fue capaz de ponerse en
pie. Estaba débil tras esa transformación. Aunque se sentía feliz y aliviada.
Sin embargo, ese efecto se fue desvaneciendo poco a poco y la joven pasó a
sentirse muy confusa…
-Es
natural.- Terció la gata de pelo negro que dijo llamarse Luna.- Además de anular
tus poderes el Cristal de Plata te ha limpiado de cualquier vestigio de energía
maligna. Ahora te toca a ti empezar a vivir tu nueva vida.
-¿Y…qué
haré?- Pudo casi balbucir.-
-De momento
debes descansar – Le aconsejó la guerrera Mercurio.-
-Vamos
dentro.- Instó la guerrera Marte.- Estarás mejor…
Pasaron al interior del Santuario,
en la zona que se destinaba a las habitaciones. Las chicas que la rodeaban
revirtieron sus transformaciones pasando a mostrarse con sus identidades
civiles. Una a una se fueron presentando, con unas educadas inclinaciones.
-Tsukino
Usagi.- Dijo la que hacía unos instantes fuera la Guerrera Luna.-
-Kino
Makoto.- Declaró la más alta, Guerrera Júpiter.-
-Aino Minako.-
Añadió la Guerrera Venus.-
-Mizuno Ami.-
Remachó la guerrera Mercurio.-
Y la que restaba, tras sonreírla
animosamente en tanto se llevaba la mano a su pierna herida sin tan siquiera
quejarse, declaró.
-Hino Rei.
Encantada de conocerte…
-Yo…soy…bueno…-
Fue lo único que acertó a pronunciar, entre avergonzada, emocionada y sobrepasada
por todo aquello para finalmente suspirar.- Era Kermesite de la familia
Ayakashi…Ahora no sé quién soy…
Aunque las muchachas no le dejaron
decir nada más. Fue Ami quien comentó.
-Voy a ver
cómo está Yuuichirou. Habrá que llamar a una ambulancia.
Las demás asintieron.
Rei acompañó a su amiga para atender al muchacho. Kermesite se llevó las manos
a la cara, ahogando unos sollozos. Pasó asimismo un mal trago cuando llegó la
ambulancia requerida y se llevaron a ese pobre joven, al que ella había herido
de consideración con su “dark fire”. Solamente pudo suplicar que se recobrase
pronto.
-¡Lo lamento
mucho! - Fue capaz de decir entre llorosa y consternada.-
-Se pondrá
bien. - La animó Makoto posando una mano sobre el hombro derecho de la joven.-
-Bueno, se
hace tarde. – Terció Minako.- Debemos irnos a casa.
-Sí, tú no
te preocupes. Puedes quedarte conmigo…- Le propuso Rei.-
-No sé… no sé
qué decir…-Musitó llena de vergüenza y duda.-
-¡Pues di
que sí!- Exclamó Usagi con tono jovial, aunque cuchicheando al oído de la
atónita muchacha.- Pero ten cuidado con la comida. Rei es una pésima cocinera…
-¡Oye! ¿Se
puede saber qué narices le estás susurrando al oído? - Inquirió la sacerdotisa
con los brazos en jarras.-
-Nada,
nada.- Se sonrió su compañera llevándose una mano al cogote para sentenciar.-
Nos vemos mañana.
Al fin, el
resto de las sailors se marcharon y la dejaron con Rei. La chica que la había
salvado. Aunque no hablaron mucho esa noche. Su anfitriona se dio cuenta de lo
agotada que estaba y enseguida preparó un cuarto y la dejó acostarse. Unas
horas más tarde, ya levantada y aspirando la fresca brisa del amanecer,
meditaba…Tenía un enorme problema, eso de encontrar acomodo en esa ciudad, tan
primitiva y hostil, sobre todo ahora que carecía de sus poderes. Era una
sensación muy extraña. Antes podía desaparecer y regresar a la nave en cuanto
se le antojara. Sin embargo, en su situación actual estaba prisionera. Y la
fragilidad de ser una humana más tampoco era algo agradable. Suspiró apoyando
las manos en sus mejillas. Entonces escuchó una afectuosa voz dirigirse a ella,
levantó la vista y esbozó una leve sonrisa. Era Rei luciendo su kimono de
diario.
-Buenos
días. Te veo muy pensativa.- Le dijo la sacerdotisa para interesarse por su
estado, según se sentaba a su lado.- ¿Algo va mal?...
Kermesite
apenas sí se atrevía a mirarla directamente a la cara. Además, veía ese aparatoso
vendaje que su interlocutora lucía en su pierna derecha, gentileza de la
quemadura que ella misma le ocasionó en su batalla del día anterior.
-Yo…no sé
qué hacer…no tengo ni idea de por dónde empezar.- Suspiró con voz trémula y
llena de angustia.-
-Por el
principio. - Le respondió su contertulia añadiendo con determinada animación.-
Esta noche también puedes quedarte aquí. Y durante el tiempo que sea necesario
hasta que te adaptes…
-No sé qué
decir.- Pudo musitar la muchacha realmente emocionada por aquello.- ¿Por qué eres
tan buena conmigo?...
-¡Vaya una
pregunta! Pues la cosa está clara. - Le sonrió jovialmente su interlocutora.-
Porque somos amigas.
-¿Amigas?-
Se sorprendió la joven, admitiendo con arrepentimiento y pesar.- Pero si traté
de matarte hace tan solo unas horas.
-Bueno. ¿Y
eso qué?- Replicó Rei divertida ahora para sentenciar.- Yo estoy tratando de
matar a Usagi a cada momento. ¡Siempre me pone de los nervios con sus tonterías!,
es tacaña, aprovechada, escandalosa… – exclamó de forma teatral, elevando los
brazos para afirmar.- Ya la conocerás, ya.
Aquello hizo reír a su interlocutora,
recordaba aun la discusión que esas dos mantenían cuando llegó disfrazada de vendedora de cosméticos…cómo
serían de envolventes que… ¡Hasta ella misma se involucró en la charla!
-Y sin embargo
- reía la sacerdotisa a su vez, para remachar ahora con voz más suave e incluso
llena de afecto.- También es valiente, generosa, amable y compasiva. Somos las
mejores amigas del mundo. Haría cualquier cosa por Usagi. Y sé que ella también
haría lo que fuera por mí…eso es la amistad, Kermesite.
La interpelada observó con asombro a
esa joven. Era alguien muy especial. Bondadosa y generosa sin medida. Desde ese
mismo instante quiso seguir su ejemplo. Ayudaría a los demás, trataría de ser
tan fuerte y tan positiva como Rei. Y empezaría renegando de todos sus malos
recuerdos y de su oscuro pasado…
-Por favor,
llámame Cooan. - Le pidió bajando la cabeza para sentenciar.- No quiero tener
nada que me haga acordarme de mi antigua vida.
-¿Qué
ocurre con tus hermanas?...-Quiso saber su interlocutora.-
La chica suspiró…Eso era lo más
difícil para ella. De todas las cosas que había perdido…Aunque enseguida
declaró con voz queda y llena de tristeza…
-Cuando
descubran lo que he hecho me repudiarán. No creo que duden en acabar conmigo si
me encuentran.
-No digas
eso.- Le pidió dulcemente su amiga pasándole un brazo por los hombros.- Son tu
familia, seguro que si tuviéramos ocasión de hablar con ellas tranquilamente
podríamos convencerlas de que están equivocadas.
-Sí, eso me
gustaría mucho.- Susurró la muchacha afirmando esperanzada.- Creo que podríamos
ser muy felices viviendo aquí todas juntas.
-Claro que
sí.- Le sonrió Rei añadiendo con tono más dinámico.- ¡Venga!, ayúdame a
preparar el desayuno. Tenemos todo el santuario para nosotras. Yuuichirou
estará hoy en el hospital. Luego iré a verle. Y mi abuelo está de viaje, volverá
mañana.
-Siento
mucho lo que le hice. - Pudo decir su contertulia con visible consternación
para añadir.- Y lo que te hice a ti…
-¿Esto?- Sonrió
la sacerdotisa señalándose el vendaje que cubría su pierna para exclamar casi
parecía que divertida.- ¡Bah!, eso no es nada. Y Yuuichirou estará como nuevo
en unos días. ¡Cosas peores le hago yo cada vez que mete la pata en el
santuario!
Cooan volvió a mirar a su nueva
amiga con patente gratitud. Sonrió ahora y afirmó decida.
-Quiero ser
útil, quiero ayudarte. En lo que sea…dime qué quieres que haga y lo haré…
-Mira. –
Replicó Rei posando sus manos sobre los hombros de la muchacha.- Lo primero es desayunar.
Tenemos que reponer energías…
-Me
gustaría encontrar trabajo. Al menos para poder pagarte lo que estás haciendo
por mí.- Le dijo su contertulia.-
-No seas
tonta. Lo que debes hacer es adaptarte, eso de encontrar trabajo está muy bien.
Pero te lo repito, somos amigas, no me debes nada.
-No Rei.
¡Te lo debo todo! - Repuso su emocionada interlocutora tomando las manos de la
sacerdotisa entre las suyas en tanto alguna que otra lágrima se le escapaba.-
¡He vuelto a nacer gracias a ti!
La otra chica sonrió también algo
afectada por la emoción, aunque enseguida se recobró. No contestó pero guió a
su huésped hacia la cocina. Allí, una vez desayunaron, salieron rumbo a las
calles más comerciales de la ciudad. Anduvieron durante al menos un par de
horas preguntando en tiendas y otros establecimientos por si hubiera vacantes de
dependienta. Desafortunadamente no precisaban de nadie. Aquello era agotador a
la par que frustrante. No obstante, la recién llegada a ese mundo no quería que
el desánimo la invadiera. Por supuesto que Rei la arengaba una y otra vez para
elevarle la moral. Ya encontrarían algo, era cuestión de tiempo. Finalmente acertaron
a pasar cerca de una tienda de
cosméticos muy grande, de nombre Otafukuya. Ironías del destino. Cooan había
comprado allí el día anterior. La joven recordó que tuvo que esperar un buen
rato a que la atendieran, cosa que le molestó. Luego, al salir, chocó contra el
muchacho del santuario que le desparramó todas sus cosas. Ahora pensaba en eso
con una sonrisa. Entonces fue Rei quién, tomando las riendas, se acercó a la
que parecía la encargada.
-Perdone.
¿No estarán ustedes buscando
dependientas, verdad?
La interpelada, una mujer de cerca
de cuarenta años, morena y no muy alta, se le quedó mirando sorprendida antes de
responder…
-Es
curioso. Habíamos estado considerando el poner un anuncio. ¿Acaso estaría usted
interesada, señorita?...
-No, yo no,
pero esta señorita, sí.- Repuso Rei indicándole a Cooan que se aproximase. A la
par que agregaba con satisfacción. - Ayer vino a venderme unos cosméticos que
tenían muy buena pinta. Es una joven realmente buena en su trabajo. Me dio unas
estupendas indicaciones para la piel y sobre como maquillarme de la forma más
adecuada. Me aconsejó de una forma tan profesional, que creí que trabajaba para
ustedes…
-¡Vaya! -
Pudo decir la encargada afirmando atónita.- Pues no estaría de más que
hablásemos usted y yo. - Afirmó dirigiéndose a una nerviosa Cooan.-
Ésta asintió, aunque Rei enseguida
le guiñó un ojo. Y eso le hizo recobrar su confianza. Si de algo sabía desde
siempre era de cosméticos. Se había pasado la vida con maquillajes, cremas y
demás. A parte, claro está, de sus otras labores y su afición por el baile. Fue
entonces cuando la sacerdotisa se disculpó alegando que iba a ver a su ayudante
al hospital. De modo que allí quedó ella, sola ante el peligro. Por fortuna pudo
departir con la encargada que además resultó ser la dueña. Ésta quedó muy impresionada
con los conocimientos y la habilidad que esa joven desplegó. Incluso le hizo
una prueba que Cooan superó con una nota muy alta cuando atendió a varias
clientas. Al cabo de un par de horas, la mujer, de nombre Sayaka, le dijo.
-Muy bien,
señorita…
-Cooan.-
Repuso rápidamente ella.- Solo Cooan.
-Bueno,
pues no tengo problema en contratarla a prueba. Trabajando así nos será de gran
utilidad. Ahora va a comenzar la hora de más actividad. Tendremos que
dedicarnos más tarde al papeleo para firmar el contrato. De momento me gustaría
que recorriera el sector del santuario y se ocupara de publicitar y vender
nuestros productos. Al menos ya cuenta con la bendición de la sacerdotisa. Y
eso es muy importante. - Sonrió remachando aquello último.-
-¡Muchas
gracias, señora! - Pudo decir la muchacha realmente contenta.-
De modo que se fue hacia la zona que
le habían encomendado provista con algunos artículos y un catálogo. Al llegar
al santuario recordó haber visto a Yuuichirou casi vendado por completo. Tras
sentirse nuevamente culpable se alivió porque Rei ya le estaba mandando limpiar
una y otra vez el suelo y el pobre chico trataba de obedecer frenéticamente
recorriendo aquello con un trapo de un lado al otro. De hecho se dejaba el alma
en cada pasada. No parecía estar seriamente dañado. Al menos eso era una buena
señal.
-¡Hola! Soy vendedora de cosméticos puerta a puerta.-
Declaró la chica con tono jovial.-
-¡Usted! –
Exclamó Yuuichirou señalándola con tono perplejo para afirmar.- Yo la he visto
antes de ahora.
-Usted
siempre está buen humor. ¿Sabe que le envidio?- Le comentó desenfadadamente al
atónito muchacho.-
Rei salió a la puerta a recibirla.
Le sonrió deseándola buena suerte. El muchacho se fue a seguir con sus labores
y la sacerdotisa charló entonces con Cooan. Tras recomendarle algunos lugares
del vecindario donde podría vender algunos productos le dijo que, a la tarde, cuando
terminase su jornada, todas irían a animar a Ami que iba a participar en el
campeonato mundial de ajedrez…
-Estaremos
encantadas de que te unas a nosotras para apoyarla.- Le comentó con gran
amabilidad.- Y antes posiblemente vayamos a tomar algo al Crown.
Por supuesto que ella le aseguró que
se sentía muy honrada por aquel ofrecimiento. La única que no estaría presente
era la propia Ami, dado que iba a ir antes al lugar del torneo para saludar a
un viejo amigo de su abuelo. Así fue, en cuanto Cooan se reunió con el resto de
las chicas, estas la recibieron como si hubiesen sido amigas de toda la vida.
La propia Guerrera Luna le felicitó de forma efusiva por su nuevo empleo. ¡Eso
le hizo reír!, Rei no perdió ocasión de llamar la atención a Usagi por sus
gritos. Ésta le respondió que era una pesada metomentodo y terminaron sacándose
la lengua. Minako y Makoto tuvieron que mediar. Pasado aquello la joven guerrera
Venus no tardó en pedirle consejo sobre alguna crema, afirmando que tenía muchas
vecinas que podrían estar interesadas. La guerrera Júpiter le brindó asimismo
su ayuda para buscar algún apartamento asequible. Dijo saber de alguno cerca de
donde ella misma vivía. De ese modo, entre conversaciones y los amables
ofrecimientos de todas, se pusieron en marcha. Fueron a una cafetería que ella
desconocía.
-Este es el
Parlour Fruit Crown, nuestro cuartel general.- Le contó Usagi, añadiendo
divertida y sin desperdiciar la ocasión de soltar su pulla habitual contra la sacerdotisa.-
Sobre todo cuando queremos comer algo decente. Ya te habrás dado cuenta de que
eso, en el Santuario, es misión imposible.
Y por supuesto, la aludida no perdió
ni un segundo en replicar con ironía.
-Claro, podrías
ocuparte tú del catering. Seguro que íbamos a comer de maravilla.
-A
diferencia tuya, yo sé cocinar.- Replico Usagi vanagloriándose de seguido.- Sin
ir más lejos el curry me sale de miedo.
-¡Sí!, da
tanto miedo que cualquiera que lo prueba sale corriendo.- Se sonrió Rei. –
Y una vez más, las dos se sacaron la
lengua ferozmente. La perpleja Cooan preguntó a Makoto con un cuchicheo.
-¿Siempre
están así?
-¡Y tanto!-
Repuso ésta.-
-Pues son
peores que mis hermanas Petzite y Calaverite.- Declaró.-
-Vamos
chicas. Que a este paso no nos va a quedar tiempo para tomar nada.- Las apremió
Minako.-
Eso
pareció convencer a las polemistas que dejaron de lado sus diferencias y
entraron junto con el resto. Una vez instaladas alrededor de una mesa un
apuesto muchacho les sirvió unos batidos.
-Motoki es
muy guapo. - Afirmó Makoto no sin rubor, para añadir.- Me recuerda a un antiguo
novio que tuve…
-Sí, pero no
hay nada que hacer. Está coladito por su novia Reika.- Terció Minako con tono
desilusionado.-
Eso provocó
que el resto de sus amigas suspirasen en tanto ella soplaba a través de la
pajita de su refresco, haciendo un montón de burbujas.
-En mi caso
prefiero dejar el tema de los hombres por ahora.- Terció Cooan.-
Las demás
se hicieron cargo. Pese a que Rei no les había comentado nada de lo que había
sucedido antes de que llegasen fue la propia muchacha la que se lo contó. Era
una forma de terminar de exorcizar esos fantasmas del pasado. Por supuesto que
todas la animaron asegurándole que, algún día, encontraría el amor. Y ¿quién
sabe? Si las hermanas podían redimirse quizás Rubeus pudiera hacerlo también. Luego
de charlar un rato más, tras terminar las bebidas se dirigieron hacia ese extraño
edificio con forma de torre de ajedrez. El campeonato iba a comenzar enseguida
y ella deseó que Ami pudiera llevarse la victoria.
-Espero que
Ami gane el campeonato mundial.- Afirmó con una optimista sonrisa.-
-Claro que
sí. Yo también lo espero.- Terció Usagi quién incombustible e inasequible al
desaliento sacó dos pequeñas pancartas con la bandera japonesa que hacía bailar
con sus brazos en tanto exclamaba.- ¡Hip, hip Ami, ganará! ¡A por ellos Ami,
ra, ra, ra!…
Aquello produjo un ataque de vergüenza
ajena en la propia Cooan, al igual que en Makoto y en Minako que estaban
flanqueándola. Todas visiblemente coloradas y con la cabeza gacha soportaban
estoicamente aquellos cánticos. Por suerte, al poco intervino Rei quitándole
las pancartitas a su amiga y regañándola entre apurada y molesta.
-¡Cállate
ya, Usagi! ¡Debería darte vergüenza!
Fue
entonces cuando el señor Fumata les llamó la atención, para luego charlar un
poco con ellas. Recordaba lo que ese hombre las preguntó.
-¿Sois amigas
de Ami?
-¡Sii! –
Contestaron todas a coro, incluía la propia Cooan.-
-Entonces
sois vosotras a las que ella llama sus maravillosas amigas.- Declaró el anciano
con satisfacción.-
A pregunta
de Usagi aquel individuo dijo ser un entusiasta ajedrecista y el dueño del
edificio. Entonces fue cuando Cooan se percató de la presencia de Bertie en el
torneo ¡Qué poco se imaginaban tanto su hermana como ella lo que las aguardaría
allí!...se sonrió débilmente en tanto retornaba de aquellos recuerdos.
-Queridas
amigas. Si alguien puede ayudarnos de nuevo a mi hermana y a mí, esas sois vosotras.
Pero es mejor no molestaros de
momento…Espero que podamos solucionarlo por nuestra cuenta.
Y allí
estaba decidida a ello, en su habitación de la residencia de estudiantes, en
tanto comenzaba a escribir la carta hablando maravillas de la universidad y de
algunos de sus compañeros…
Y en otro lugar, en el tétrico y oscuro centro de reunión, un encapuchado le
comentaba a otro.
- Hemos fracasado, el demonio ha sido derrotado.- Se
lamentaba la primera figura. -
-¿Ha sido él?...- replicó inquieta la segunda. -
- Eso parece. Debemos darnos prisa, cada vez queda
menos tiempo y eso no nos conviene. ¿Cuándo podremos enviar al próximo demonio?
- Preguntó la número tres. -
- No tenemos más remedio que esperar una conjunción
de astros favorables. Pero será pronto.- Le respondió la segunda de las
siluetas. -
-¡No podemos fracasar, nos jugamos mucho en esto! -
Dijo la primera de ellas y los otros dos asintieron con la cabeza bajo sus sayales.
-
- Demos por concluida la reunión,- propuso la
segunda - quedaremos a la misma hora cuando sea posible invocar a otro demonio.
Convenido esto, las siluetas de los encapuchados desaparecieron y todo quedó en
silencio.
En Japón, Rei seguía meditando, no sabía por qué
pero había estado rememorando los primeros días que pasó con Cooan, cuando ésta
se purificó. Ahora consultaba el fuego sagrado y éste se agitó. Sorprendida
echó las cartas y se expresión palideció. Se dijo en voz alta.
-No cabe ninguna duda. ¡El mal está acrecentándose!
Aunque por ahora sus amigas no habían comentado nada
anormal. Cuando vieron a Petz y Karaberasu éstas parecían estar bien, con
su trabajo en la tienda y sus vidas cotidianas. Makoto y Minako las trataban
más e incluso quedaban de vez en cuando y ninguna les expresó
inquietud. Por lo que a ellas respectaba sus dos hermanas menores estaban
estudiando mucho y disfrutando de su estancia en América. En cuanto a Bertie y
Cooan tampoco parecía existir nada que hiciera indicar que pudieran estar en
problemas. Por lo que contaban en sus cartas todo les iba bien y aseguraban
incluso que habían hecho ya algunos amigos. A juzgar por todo aquello, las
cosas no podrían irles mejor. Al menos de momento. Sin embargo, Rei no podía
evitar sentir que quizás eso no fuese a durar mucho. Desde luego en Japón las
cosas si estaban más movidas. Para darle la razón, a los pocos minutos la
sacerdotisa escuchó la llamada de su comunicador, otro enemigo se había
presentado. De inmediato se transformó y corrió a unirse a sus compañeras…
-¿Dónde es esta vez?- Quiso saber hablando vía transmisor
con Luna.-
-No es en Tokio.- Le informó la gata.- Es en la isla de
Okushi-cho…
-¿Qué? ¿Tan lejos?- Se sorprendió Rei.- ¿Cómo os habéis
enterado entonces?
-Las outer se están ocupando de eso.- Le comentó su
interlocutora, alegando.- Nos han proporcionado las coordenadas. Nosotras vamos
a reforzarlas.
Una vez
se reunieron las cinco, utilizaron el sailor teleport y aparecieron en aquella
pequeña isla del noroeste. Para cuando lo hicieron al parecer las cosas se
habían solucionado. Sus compañeras les comentaron que aquel intruso no actuaba
como los enemigos a los que ellas se habían enfrentado.
-Era muy extraño.- Declaró una alta mujer de pelo rubio ceniza
corto ataviada como guerrera.- Llevaba una especie de peto y lanzaba rayos de
energía.
-Sí, dijo ser un explorador.- Añadió una bella joven de
media melena color aguamar, vestida también de sailor.-
-Nunca vi nada semejante.- Remachó una tercera mujer, de
tez algo más morena y larga melena tono verde oscuro, que portaba una especie
de largo bastón con forma de llave.-
-Tuvimos que atacarle a la vez y le destruimos. Fue duro
de derrotar. No sé. Espero que no haya ninguno más.- Suspiró la mujer rubia.-
-Seguimos su rastro y encontramos una especie de cápsula
esférica.- Les comentó la sailor de la cabellera verdemar.- Creo que su
tecnología no es terrestre.
-Yo estoy segura de eso.- Convino su rubia compañera.-
Sus
interlocutoras se quedaron pensativas, sopesando esas palabras. Aquello tenía
muy mal cariz. Pero ellas ya estaban ocupadas con su propia amenaza. Al fin,
fue Usagi quien comentó con tinte de inquietud en su voz.
-Nosotras debemos regresar a Tokio. Me preocupan esos
nuevos enemigos. ¿Creéis que podréis arreglároslas vosotras solas?
-No te preocupes, vigilaremos y si algo más vuelve a suceder
ya os lo diremos. - Le comentó la chica de la media melena verdemar.-
-Quizás haya sido una casualidad.- Especuló la más alta
de cabellos rubios y cortos.- Y no vuelvan a presentarse por aquí.
-De todos modos os mantendremos informadas. Vosotras id a
proteger la ciudad y ocuparos de esos seres. Si no pasa nada más y nos es
posible, iremos a ayudaros. - Convino la mujer de cabellera verde oscura.-
Usagi
les dedicó una significativa mirada a esas tres guardianas y éstas asintieron.
-Será mejor que volvamos a casa.- Intervino Ami con el
acuerdo de sus compañeras.-
De modo
que las cinco muchachas se dieron las manos de nuevo retornando con su sistema
de tele transporte a la ciudad. ¡Ojalá que ese intruso solamente fuese un caso
aislado! Tal y como estaban las cosas no podían permitirse tener que combatir
en dos frentes. Al menos, sus amigas en los EE.UU parecía que estaban seguras.
Pensaron en eso tras regresar a Tokio e irse cada una a sus respectivas casas a
descansar.
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Es lindo como Roy puede ver otras facetas de Bertie, así como su humor particular, o su demostración de preocupación.... aunque el tiene el don de irritarla xD jajaja. Y cuanto misterio en torno a él, que de a poco la historia va dejando entrever nuevas cosas (y me agradó que haya sacado de una situación que iba a ser un apuro, a aquel pobre hombre que fue poseído)
ResponderEliminarMi vida, pobre Tom, pero quien persevera puede obtener buenos resultados, así que ojalá no se de por vencido tan pronto, a veces los demás tardan en darse cuenta a quien tienen al lado, o quien era el indicado.
Y Por cierto, fue una buena explicación de como Cooan se fue incorporando a nuestro mundo (que en parte tiene razón, es más primitivo y hostil de lo que ella alguna vez pudo conocer, sumado a su nueva condición de humana más corriente), y hermoso el lazo que se creo entre ella y Rei ^^
Sí, ja,ja, eso de irritarla se le da muy bien. Bertie ahora es parecida a Ami pero con menos paciencia. Roy muchas veces se porta como un crío y desde el punto de vista de su " educación" tanto de Némesis como japonesa, ella no lo puede entender. Pero poco a poco le irá conociendo. El caso es que, cuando Bertie y Cooan llegan preocupadas a ver que le ha pasado él enseguida trata de evitarles cualquier tipo de temor y frivoliza con eso. (Claro, él desconoce lo que ellas fueron o quienes son sus amigas las Sailors) pensando que son chicas normales cree que le tomarían por loco. Para Cooan sí que fue duro al principio, siendo la primera hermana en purificarse estaba sola, ella y Rei enseguida se hicieron buenas amigas. (Marte a pesar de su mal genio tiene un corazón de oro, como todas las demás) Imaginé que debía ser muy duro comenzar en un lugar tan distinto, sin poder recurrir a esos poderes a los que estaba acostumbrada. Y sin nada salvo (como le dijo Rei) ella misma. En cuanto al incidente del ataque a Japón, eso tendrá su importancia mucho tiempo después, pero voy sembrando cosas. Gracias una vez más, estoy muy reconocido por tu interés y tus comentarios. ;) eso motiva mucho para proseguir. Sobre todo ahora que estoy escribiendo la historia de Némesis y los antepasados de las chicas y el resto de la Luna Negra. Un saludo y espero que los siguientes capítulos te gusten.
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