jueves, 3 de marzo de 2011

GWA 09. Sentimientos verdaderos


La vida volvió  a su cauce y sin aparente novedad transcurrieron un par de semanas. Las pesadillas de Roy habían remitido y sus temores se centraban ahora en el comienzo de las clases prácticas. También les comentaron a las chicas aquel asunto de la hermandad. Tal y como el chico anticipó, Connie estaba encantada e incluso muy ilusionada. Pero Bertie no parecía muy dispuesta. Aprovechando que Cooan estaba ensayando con las animadoras y que Roy entrenaba con su equipo, tuvo que ser Tom quien conversara con ella durante un almuerzo para tratar de convencerla de que se presentase. Incluso así, la muchacha se mostró reacia.

-No quiero distraerme, Tom.- Objetaba ella.- Tengo mucho que estudiar

            Sonriendo, el chico replicó visiblemente divertido.

-Debo reconocer que Roy lo ha clavado. ¡Es exactamente lo que me anunció que dirías!

            Ahora fue Bertie la que abrió los ojos con sorpresa y luego pasó a entornarlos para contestar con tintes de malestar.

-Así que ahora tu amigo ejerce de adivino. Pues no me gustan esos tipos con bolas mágicas de cristal, ya tuve demasiadas malas experiencias con ellos.

            Tom no quiso preguntar al hilo de ese comentario, aunque su mirada era lo bastante significativa entre la perplejidad y la curiosidad como para que la chica así lo interpretase y se apresurase a añadir.

-No me hagas caso. Es solo una tontería mía. De veras, os lo agradezco. Pero no me interesa…
-Escucha Bertie. – Le explicó conciliatoriamente él.- La Hermandad no es nada sórdido ni siniestro. Es una asociación de mucho prestigio aquí. Yo mismo pensaba igual que tú cuando llegué. Después me di cuenta que eran muy pocos los que podían pertenecer a ella. Y ten por seguro que es muy raro que os hayan propuesto entrar. Normalmente es al revés. Es el aspirante quien debe postularse.

            No quiso decirle a la chica que había sido Roy, en su calidad de miembro directivo, quién las propuso. Lo que sí hizo fue alegar.

-A Connie le hace mucha ilusión, pero sé que no iba a ser lo mismo para ella si tú no estás a su lado.

            Eso hizo que su interlocutora bajase algo la mirada para reflexionar. Al cabo de unos instantes quiso argüir, casi a modo de escapatoria final.

-Enseguida tendremos las prácticas. Estoy muy nerviosa pensando en cómo lo haré…
-Razón de más. – Afirmó el chico.- Da muy buena imagen el pertenecer a la Hermandad. Incluso en el claustro de profesores lo valoran.
-¿Qué quieres decir con eso?- Inquirió ahora la muchacha sin comprender.-
-Se tiene por personas responsables a aquellos que pertenecen a la misma.- Le explicó Tom.-

            Aunque ahora Bertie se rio, mirando al chico que le devolvió esa mirada sorprendido. Ella enseguida remachó.

-¿Y pretendes que me crea eso sabiendo que Roy está en la Hermandad? ¡Vamos Tom! Si ese haragán ha sido capaz de entrar la cosa no tiene que ser tan selecta. ¡Oh, vale! Seguro que le admitieron enseguida por ser buen jugador de baloncesto y por animar las fiestas, pero más allá de ahí…no sé qué méritos pueda tener. Desde luego no el del estudio.

            Lo que no esperaba Bertie era que su amigo adoptase un gesto más serio e incluso un tono consternado para responder.

-No le juzgues con tanta severidad. Te aseguro que es un gran chico.

            Ahora su contertulia varió su burlona expresión por otra de extrañeza, quería que Tom profundizase más en eso, sin embargo su interlocutor guardó silencio. Como no quería evidenciar demasiado su interés, la joven sentenció con una leve sonrisa.

-Tú sí que eres un gran chico. Alguien en quién se puede confiar….

            Ahora el aludido fue a su vez quién esbozó una tímida sonrisa para querer saber con un tinte algo azorado en la voz…

-¿Eso pensáis?… bueno, me refiero a tu hermana y a ti.
-Sí, claro.- Convino Bertie.-

            La muchacha no era tan tonta como para no ver el interés que evidenciaba el pobre Tom cada vez que el nombre de su hermana salía en alguna conversación. Y quizás si él insistía tanto en que ella formase parte de esa Hermandad fuera por algo relacionado con Cooan. Ya se lo había comentado antes. Tuvo que admitir que desde que su hermana pequeña la convenciera para rehacer su vida ambas habían ido de la mano en caso todo. Esto no podría ser menos. Al fin se dejó persuadir, sonriendo más ampliamente le dijo  a su interlocutor.

-Muy bien, aceptaré postularme. No quiero dejar sola a mi hermanita.

El chico pareció animarse al oír aquello. Terminaron de comer en tanto charlaban de otros temas. Por suerte esa especie de demonios parecían haberse esfumado desde hacía algunos días. Sin embargo, tal y como Bertie comentó, ahora venía la hora de la verdad para todos. A los estudiantes les llegaba el momento de ver como se las apañarían ellos como maestros. El trabajo les fue ordenado por parejas y tuvieron que dejar de verse durante los días que duró. Excepto Beruche y  Roy a los que, casualidades del emparejamiento, les tocó juntos. Debían encargarse de un grupo de primaria. Al principio estaban nerviosos, como era natural creían que no sería fácil dirigir una clase llena de críos entre seis y siete años.

-No sé cómo me dirigiré a ellos. Son demasiado pequeños.- Suspiraba Bertie.- Si al menos nos hubiesen tocado algo mayores.
-Vamos cubito, lo harás muy bien.- Quiso animarla él, añadiendo divertido.- A mí me encantan los críos. Y sé lo que está pensando. ¡Que es normal, porque soy otro crío como ellos!, ja, ja. No te diré que no tengas razón.

            A su pesar Bertie se rio. Eso era exactamente lo que se le había pasado por la cabeza. ¿A qué negarlo?

-Espero no tener que cuidar de ti más que de ellos.- Pudo decir ella.-

Y así se trasladaron a una escuela que estaba a unos pocos kilómetros de allí. Fueron presentados por uno de los maestros. Bertie era en efecto más seria y mantenía algo más las distancias. Roy en cambio enseguida se acercó a los críos. Sus clases por tanto eran más caóticas aunque se las apañaba para que los niños le prestasen atención. En conjunto tras sus días de prácticas ambos se desenvolvieron muy bien, ganándose el afecto de los niños. El último día y para despedirse de ellos, decidieron llevarles al campo de excursión.

- Escuchad un momento.- Pidió Roy dirigiéndose a su clase cuando terminaba la hora, logrando tras unos largos instantes de paciente insistencia obtener su atención. - Chicos, ya que hemos hecho un buen trabajo todos juntos nos merecemos un descanso ¿no?..
-¡Síii! - corearon los pequeños encantados. -


Su profesor acalló la algarabía general con un gesto de sus manos y prosiguió entusiasta.

-¡La señorita Malinde y yo os vamos a llevar a vosotros y a la clase de ella de excursión a un merendero cerca de la ciudad!, debéis portaros bien y no alejaros del grupo.

            Bertie también comunicó la noticia a los chicos de su clase con igual reacción por parte de los pequeños. Desde luego todo le había salido muy bien. Los únicos problemas que había tenido en sus prácticas fueron de este estilo. "Señorita, señorita, ¿puedo ir al servicio?...o "señorita, Kevin me ha quitado la bufanda", o”, ¿puede atarme la zapatilla? ”Pero afortunadamente nada más serio. De todos modos la idea de Roy le preocupaba un poco, ella se había resistido al principio pero después él la terminó por convencer. Su compañero de prácticas alegó que sería  bonito para los niños tener un día de campo y a ella tampoco le disgustaba la idea. Solamente le preocupaba la seguridad. Así que, cuando acabaron las clases, hablaron en el despacho reservado a los profesores.

-¿Tú crees que es buena idea llevarles allí? - Preguntó ella algo inquieta todavía.- Lo hemos hecho muy bien hasta ahora y no quisiera que ocurriese ningún percance. Como parte obligatoria para  acabar las prácticas eso de hacer una salida con nuestras clases ya me parecía complicado. Mi hermana y su compañero van a llevar a su grupo a un museo y Tom irá con el suyo a ver una película por lo que me han dicho, pero al campo...- objetó con el semblante preocupado. -
- Tranquila, seguro que no va a pasar nada. Además, hemos salido de cosas peores que de un grupo de niños chillones. ¿No es así?...Vamos cubito… ¿Qué nos podría pasar? - Rio su compañero con manifiesta seguridad. -
- Sí – tuvo que conceder Beruche animándose al escuchar el optimismo y las ganas de llevar a cabo la aventura que tenía éste. Lo cierto es que era inevitable no dejarse llevar por ese torrente de entusiasmo, sonrió más convencida declarando al fin. - Tienes razón. Iremos de excursión.

            Así todos subieron al autobús de la escuela rumbo al camping. Roy llevaba una guitarra con la que acompañaba a los niños con las típicas canciones de viaje, esto sorprendió a Beruche. Ignoraba que el chico tuviera esa habilidad, y tuvo que admitir que no lo hacía nada mal. Sin embargo, éste le pidió al conductor que parase al llegar a las cercanías de una curva alegando que algunos niños tenían ganas de hacer pis. Bertie se extrañó pues, por lo que le había dicho el chofer, quedaba poco para llegar, seguramente se debería a causas de fuerza mayor para los pequeños.

- Es que algunos de ellos ya no aguantan más. -  Les excusó el propio Roy confesando no sin rubor. - Y debo decir que yo tampoco.
-¡Eres un caso! - Sonrió ella negando con la cabeza en actitud de “que voy a hacer contigo”. Pero se sumó a la iniciativa y preguntó a las niñas de ambas clases si alguna deseaba hacer lo mismo.

            Obtuvo un par de voluntarias a quienes acompañó abajo. Roy tenía a cuatro pequeños a los que esperó hasta que todos terminaron, pidiéndole acto seguido a Bertie sin demasiado pudor, al tiempo que sacaba una botellita de agua de la mochila que llevaba.

-¿Te importaría subirles mientras yo mismo termino y me lavo un poco?

            Claro, ella no pudo decir que no y esperó pacientemente a que todos los pequeños hubieran subido, después bajó del autocar pensando que Roy tardaba demasiado y pudo verle a lo lejos. Estaba con una rodilla en tierra y parecía dejar algo sobre el asfalto, a un lado de la carretera. Beruche aguzó la vista descubriendo sorprendida que el chico había dejado un pequeño ramillete de flores allí, metidas en esa pequeña botella. Él todavía se mantuvo agachado unos segundos más.

- Parece que estuviera rezando. - Se dijo ella atónita sin llegar a entender porqué su compañero hacía aquello, nunca le había dado la impresión de que fuera religioso.-


De todos modos, juzgándolo algo muy personal, no quiso interrumpirle y subió al autocar. Se entretuvo bastante poniendo orden entre la algarabía montada por los críos y no se percató de que Roy ya había regresado.

- Perdón por el retraso, ya podemos irnos. - Declaró él con el gesto sonriente. -

Le dieron la indicación al conductor de que podía continuar y no tardaron en cubrir los últimos kilómetros que les separaban del destino. Antes de descender ambos dieron las últimas consignas a los niños. Beruche se encargó de ello con una breve y amable alocución ayudada del micrófono del autocar.

- Recordad chicos y chicas. - Todos juntos y sin alejarse del grupo. El que necesite cualquier cosa que se dirija al profesor Malden o a mí. ¿Entendido?

            Hubo muchos gritos de “síiii” y algunos asentimientos tímidos de cabeza acompañados de sonrisitas picaronas del estilo. “Ya, ya, de eso nada”. No obstante, estás últimas pasaron más desapercibidas y los satisfechos “profes” permitieron la bajada de aquella numerosa “tropa.”

-¡Hala, vamos!...- Les arengó Roy.-

Una vez que llegaron pasaron la tarde entre explicaciones didácticas de ambos tales como. “Aprender a cuidar la naturaleza y los animales, sed limpios con el entorno”, etc. Luego, juegos de escondite, “corro de la patata” y algunas demostraciones gimnásticas de Roy, (que pretendía más impresionar a Bertie que a los niños). Por ejemplo, haciendo dominadas con un par de críos colgados al cuello mientras uno de ellos las contaba. Más tarde, con su guitarra española tocó algo para los niños. Al final y cuando estaban a punto de volverse, uno de los pequeños se olvidó de seguir las instrucciones, extraviándose del grupo. Los maestros, alarmados, decidieron mandar a los demás niños de vuelta con otro compañero de su universidad al que llamaron desde la cabina de una gasolinera próxima para encomendárselos y quedarse ellos a buscarle. Aunque antes de que llegase su compañero y partiera el autobús, Roy le ofreció a su angustiada compañera.

-Puedo quedarme yo. Tú vuelve con los demás en cuanto Michael llegue, cubito.
-No, de eso nada. – Rechazó ella que ya estaba caminando muy alarmada hacia la zona de árboles donde habían estado antes.- Es de mi clase...-Añadió en tanto se alejaba.- ¡Es responsabilidad mía!.
-Espera un momento.- Le pidió él en tanto se apresuraba a seguirla tras cerciorarse de una cosa.- Bertie, no hace falta que te alejes demasiado…

Pero la joven no pareció escucharle. Ya se había introducido en aquel arbolado. Roy le indicó al chofer.

-Espere unos minutos, si no hemos retornado váyase en cuanto nuestro compañero llegue. Los críos deben llegar al colegio a su hora.

 El conductor así lo convino, Roy, tranquilo a ese respecto, se apresuró a seguir a Bertie. Atardecería pronto y eso dificultaba bastante la visión, dado que el sol estaba bajo en el horizonte. Los profesores en prácticas comenzaban a estar muy preocupados puesto que el crío no aparecía.

-¡Oh Cielos!- Decía Beruche visiblemente angustiada. -¿Y si le sucede algo a ese niño?
- No te preocupes. -Trataba de calmarla Roy aparentando serenidad y fe inquebrantable, pese a parecer temblar también sólo de pensarlo. - Lo encontraremos antes de que le pase nada.

Pero precisamente el sol deslumbraba dado que iban en dirección oeste. A consecuencia de su inquietud por encontrar al crío en tanto avanzaba por un terreno irregular, Beruche iba por delante aunque no veía bien el camino que recorría y tropezó en el borde de una especie de sima. Resbaló dando un grito.

-¡Bertie!- Exclamó él al llegar hasta allí.

Con visible temor el chico vio que su compañera había caído dentro de un gran hoyo. La joven estaba en el suelo doliéndose. No lo pensó y, tras sujetarse la guitarra a la espalda descendió por esa pequeña sima con mucho cuidado. Pese a todo no quería evidenciar esas habilidades que había adquirido tan recientemente. Aunque todo dependería del estado de la muchacha.

-¿Estás bien?- Quiso saber él.-
-El tobillo, me duele mucho.- Se quejó la joven apretando los dientes.-

            Roy pudo examinarlo. Sabía bastante de lesiones merced a su práctica del baloncesto como para darse cuenta de que Bertie se había hecho un buen esguince. Por fortuna, pese a esa caída, no se había lastimado de mayor gravedad. Tampoco tenía nada roto pero eso la impediría caminar. Al menos por varios días. De inmediato le apretó los cordones de la zapatilla y trató de vendar aquello con un pañuelo que llevaba, en tanto la chica ahogaba un quejido.

-Lo siento cubito, te has hecho una buena torcedura. No vas a poder andar. Tendremos que aguardar a que nos saquen…- Le dijo no sin resignación.-

Ella no respondió, parecía estar asustada. Ambos quedaron apoyados en la pared del agujero con la única luz de los escasos destellos del sol y una pequeña linterna, usando la guitarra de Roy como improvisada mesa. El chico encontró una piedra lo bastante grande como para que su compañera pudiera apoyar la pierna afectada y no pisar el suelo con ese tobillo maltrecho. Luego el joven miró hacia arriba y suspiró. Aquello era sin lugar a dudas mucho más hondo de lo que parecía.

-¿Estás bien, Bertie?- Preguntó él, preocupado por el estado de su compañera.-
-Sí.- Pudo musitar ella débilmente al fin.-

Por fortuna, aparte de ese esguince la chica no se había herido de consideración más allá de algunos rasguños. El muchacho suspiró aliviado. Esa caída podría haberle costado incluso la vida.

-Menos mal que no ha sido así. No pude imaginarme esto. ¡Maldita sea!- Pensó con una mezcla de pesar y arrepentimiento. -

Sin embargo, ya era tarde para cambiar aquello. Miró hacia arriba y sopesó la situación, tampoco podía aferrarse a las paredes para subir. Podría haber levitado tal y como recientemente aprendió a hacer, pero no deseaba descubrirse. Desde luego que él no planeó eso, pero hasta podría ser una bienvenida casualidad. Su amigo Michael no tardaría en venir y comunicarles que el crio estaba a salvo. Al menos eso esperaba porque pudiera ser que no les encontrase allí. Pero salió de sus pensamientos cuando su compañera le inquirió con un quejido preocupado al vislumbrar la altura a la que estaba el exterior, al menos unos tres metros sobre ellos.

-¡Oh no! ¿Qué haremos ahora? Por mi culpa habrá que esperar a que vengan a buscarnos...
- No te preocupes, no tardarán mucho.- Repuso él con tono tranquilizador agregando con intención de calmarla del todo - de noche es difícil orientarse aquí. Pero de día es fácil vernos y saben que estábamos en esta zona.
- No me preocupo por nosotros,- pudo decir Bertie intentando impedir que se le quebrase la voz con sollozos, mientras levantaba la vista de modo impotente hacia la salida del foso. - ¡Es más por ese niño que anda perdido por ahí fuera!

            Trataba de controlarse pero estaba muy asustada ¿Y si a ese crío le sucedía cualquier cosa? Ellos serían los responsables. Aquello les podía costar muy caro. Pero sobre todo y más allá de las consecuencias para su carrera, era aquel pequeño el que peligraba y tanto ella como sus hermanas se habían jurado no volver a poner en peligro jamás la seguridad de un niño. ¡No después de lo que intentaron hacer contra la pobre Chibiusa! Las lágrimas se le escapaban y estaba a punto de derrumbarse. Aunque no quería hacerlo delante de él. No obstante, Beruche no podía impedir que su apariencia de seriedad y fría calma se desmoronasen. Roy se percató de sus esfuerzos y acudió en su ayuda.

-¡Eh!- La animó abrazándola para que ella pudiera ocultar su cara contra su pecho y no tener que sufrir ante sus ojos. -Tranquila cubito, a él seguro que ya le habrán encontrado. ¡Ya verás! A estas alturas estará en casa dentro de su camita y nosotros aquí preocupándonos por nada.
- Ojalá tengas razón. - Susurró ella añadiendo con el ánimo en vilo sin cesar de reprocharse. - Pero ese chico era de mi grupo. ¡Ha sido culpa mía por perderle de vista!
- No, en todo caso lo ha sido mía por insistir en traerlos aquí. Tenías razón, era arriesgado, pero soy un idiota sin remedio. Perdóname.- Le susurró con la voz más dulce que pudo. -

            Ella pudo dejar de llorar y se separó de él esbozando una tenue sonrisa de agradecido alivio por querer liberarla de la responsabilidad. Aunque Bertie no podía aceptar que lo hiciera, tenía al menos tanta culpa como él. De todos modos, mejor no pensar en eso ahora. Ya apenas sí quedaba luz, el sol estaba a punto de ponerse y les llegaba un ligero relente que la hizo estremecerse. La chica  comenzó a tiritar, la tarde estaba fresca y ella sólo llevaba una camisa de manga corta. Era su única protección contra el frío pues, con los nervios de la apresurada búsqueda, no se llevó su jersey.

- Estás temblando, cubito. ¿Tienes frío? - Se interesó Roy quitándose su chaqueta de la universidad y poniéndosela a ella en los hombros. A su compañera le venía grande, llegaba casi hasta sus rodillas. - Toma, esto te abrigará. - Le ofreció de modo solícito embozándola cuidadosamente en aquella prenda. -
- Pero tú te vas a congelar. -Opuso ella resistiéndose a aceptar, pese a que realmente se moría de frío. -
- No te preocupes por mí, he salido de noche con menos ropa. - Se sonrió despreocupadamente él añadiendo con humor.- Eres el cubito más raro que he visto nunca, uno que no quiere pasar frío, ¡ja, ja, ja!

            Ella compartió la sonrisa, ¡este Roy era todo un caso! Y estaba segura de que así habría sido en realidad, mejor no preguntarle por qué ni en qué situación...y en cuanto a lo del cubito. ¡Si él supiera como disfrutaba ella antes con el frío!

- Gracias, dime una cosa - le preguntó entonces con sus azules ojos mirándole fijamente una vez restañadas las lágrimas. -¿Cómo es que alguien como tú estudia esta carrera? , quiero decir que no te pega mucho eso de cuidar niños... ¿no crees?
- Ya te dije que me encantan los críos, bueno y también algunas maestras je, je. -Miró con expresión cómplice a Beruche y añadió jocoso. - ¿Sabes que si tardan en encontrarnos tendremos que recurrir al canibalismo? ¡Huumm! - rio con su propia chanza y la remató con sorna. - Me pido uno de tus muslos.
-¡No seas tonto, Roy!, estoy intentando tener una conversación seria contigo,- le reprobó su interlocutora, aunque con una media sonrisa agradecida por aquellos intentos de elevar su moral. -
- Perdona,- dijo él ahora en serio. -Yo soy así, pero es verdad lo que te he dicho. Los niños me inspiran mucho cariño. Ya sé que no lo aparento, que hago el gamberro mucho y esas cosas. Pero es que no me gusta demostrar como soy realmente a la gente.
- Pero, ¿por qué no?...- inquirió la muchacha con cara de sorpresa - ¡no es malo demostrar tus sentimientos!
- ¡Mira quién habla! - Le contestó él con divertido reproche. -
- Sí, tienes razón. - Tuvo que admitir ella bajando la cabeza con sonrojo y confesando a su vez. -Muchas veces tampoco soy sincera con mis propios sentimientos, ni siquiera ante mis hermanas. O incluso conmigo misma.
- La gente no es sincera normalmente, Bertie. - Declaró él con sorprendente tono reflexivo, incluso  hasta paternal para sentenciar - y si tú tratas de serlo mucho, luego se aprovechan de ti. Yo sólo me arriesgo a serlo con las personas en las que confío y son pocas. Tom, mis amigos del equipo. Connie  y tú.
-¿Por qué no me has dicho esto antes?...- Le inquirió ella mirándole ahora con sorpresa ya que aquel Roy era otro bien distinto al que estaba acostumbrada a ver. -
- Cuando conoces bien a alguien,- repuso quedamente él. - Hay cosas que no hace falta que le digas, ni cosas que él debe decirte a ti, eso se adivina, por la mirada, por la forma de ser.
- A mí también me cuesta confiar en la gente - reconoció ella. - Sólo lo hago en mis hermanas y unas amigas muy especiales que tengo en Japón y a veces, creo que no soy sincera ni con ellas.
- Tu hermana y tú estáis muy unidas ¿no?- inquirió Roy de modo perspicaz. -
- Sí, mucho.- Tuvo que admitir ella explicándole a su interlocutor. -Verás, somos las pequeñas de cuatro hermanas, con las mayores nos llevamos muy bien pero nosotras dos somos más afines supongo.
- Claro, será por la edad,- conjeturó él. -¿Son mucho mayores que vosotras, quizás?
- No, que va, mi hermana Karaberasu me saca a mí más o menos lo que yo a Cooan. Es por nuestros caracteres, somos diferentes. ¿Tú no tienes hermanos, Roy?...- preguntó Beruche cambiando de tema al hilo de aquello. -
- No, soy hijo único...
-¿De dónde eres tú?- Quiso saber ella curiosa pues hasta ahora ni se lo había planteado, dando por sentado que era de esa zona. -¿De Nueva York, verdad?
-No. En realidad soy de Los Ángeles,- respondió él mirando al cielo. - Pero mis padres se mudaron a Nueva York siendo yo muy pequeño. Casi pudiera decirse que crecí en las calles de la ciudad.  Cambiamos de casa un par de veces. Luego cuando terminé mis estudios de secundaria y el instituto, ellos me ofrecieron matricularme en ésta universidad.
- Yo creí que estabas aquí por una beca de deportes. - Se sorprendió ella. -
- No…- dijo él con una media sonrisa que parecía bastante nostálgica -…fueron mis padres los que animaron a estudiar en la Golden. Me hicieron tomarme en serio el ser alguien en la vida. Pagaron la matricula con sus ahorros…
- Me gustaría conocer a tu madre, ¡debe ser la única mujer que ha podido lograr eso de ti! ¡Ji, ji!- Rio Beruche aunque pronto dejó de hacerlo puesto que Roy no lo hacía con ella, más bien tenía una mirada apagada y triste cuando replicó con voz queda. -
- Ojalá pudieses haberlos conocido. Pero murieron en un accidente de tráfico al poco de entrar yo en la Golden, se salieron de una curva a pocos kilómetros de este sitio. - Repuso él con el semblante empañado de pesar. -

            Ella se quedó helada, sintió que había metido la pata hasta el fondo. ¡Más incluso que en su caída a esa sima! Ahora comprendía el detalle de las flores ¡Él rezaba por ellos! Se estremeció de pena deseando que la tierra la tragase en ese momento, ¡otra vez! Aunque ahora en sentido metafórico. También recordaba aquella situación, justo cuando él la tiró a la piscina y como le echó en cara la educación que deberían darle sus padres. Caía ahora en la cuenta de cómo el rostro del muchacho palideció. La pobre chica quería decir un montón de cosas para disculparse por su comentario, pero sólo se le ocurrió susurrar muy avergonzada.

- Lo siento. No he debido decirte eso, he sido una estúpida, perdona.
- No, no es culpa tuya. - Declaró amablemente él. -Tú no lo sabías, es que a mí no me gusta hablar demasiado de mi vida. Lo saben muy pocos compañeros. Y a Tommy le pedí que no lo contara…

            A la memoria de la joven vino esa expresión de Tom, cuando ella acusó a su amigo de irresponsable. La respuesta de ese muchacho fue que no juzgase a su amigo tan severamente. Ahora empezaba a entenderlo. Lo que hizo que se sintiera aun peor. Y lo que es más, ella podía ponerse perfectamente en su lugar. Sabía lo que era perder a sus propios padres. Aunque debido a otras circunstancias. Salió de esos pensamientos cuando su interlocutor entre tanto añadía.

- Pero créeme, a mis padres les hubieras gustado. Eres una chica muy responsable...
-Creo que te he juzgado muy duramente, - admitió la muchacha agregando con cierto tono culpable.- Yo creía que eras un cretino presumido que únicamente perseguía a las chicas y vivía para el baloncesto.
-¡Hombre, muchas gracias, cubito!, me han dicho cosas bonitas pero ninguna como ésta para disculparse. - Sonrió Roy con divertido sarcasmo, tratando de dejar atrás el tema anterior. -
- No, bueno,- corrigió ella  de inmediato maldiciéndose otra vez por semejante falta de tacto aunque esbozando otra sonrisa por la amable réplica de su compañero. - Ahora veo que no es del todo así. Pero reconoce que lo pones muy difícil. ¿Por qué no actúas más de acuerdo a como tú eres?- Le llegó a regañar con suavidad. -
- Es la imagen que quiero dar.- Respondió su interlocutor sentándose con la espalda apoyada en la pared de la oquedad. -Así es más difícil que nadie te lastime y me dejan más tranquilo.- Tomó aire con una larga inhalación, exhalando despacio después, como si reuniera fuerzas para atreverse a continuar. Lo hizo con su mejor tono de sinceridad y confidencia. - Verás Bertie, cuando mis padres murieron quedé destrozado. Habían sido las personas más maravillosas del mundo para mí, las únicas, y su pérdida me hundió. Tuve que luchar mucho para superarlo y por suerte, conté con la ayuda de un buen amigo. Él era de esta forma y me contagió. Fue mi mentor en la Universidad y me enseñó bastantes cosas. También gracias a él entré en la Hermandad. Eso fue antes de que llegase Tommy. Luego… sí que me comencé a comportar de forma más alocada, incluso estúpida. Supongo que fue la defensa que adopté para seguir adelante, como una  coraza protectora.

            Beruche le escuchaba atentamente y llena de compasión, por primera vez le comprendía. Volvía a pensar en su propio caso. A la chica le había sucedido lo mismo aunque en circunstancias algo distintas. Ella y sus hermanas fueron separadas desde muy niñas de sus padres. Entraron a servir a las órdenes del rey Coraíon, el padre del príncipe Diamante. Crecieron entre las intrigas del Sabio y las respectivas personalidades tan superficiales que se forjaron fueron un medio defensivo contra la falta de amor paterno y materno que sufrieron. Después, cuando la energía del cristal negro manchó sus almas, no hubo ya marcha atrás en esa rueda. Apenas el recuerdo de sentimientos casi olvidados, sepultados en su interior. Por fortuna las guerreras estaban allí para liberarlas de aquello. Pero de nuevo dejó sus pensamientos a un lado y siguió atendiendo a Roy que añadía en tanto.

- De este modo soy yo el que elige el momento de actuar. Bueno, exceptuando a las pesadas que van siempre detrás de mí.
-¿Te refieres a las chicas del College?- preguntó Bertie con los ojos entornados de mal disimulado interés. -
- Sí, claro, a ese tipo de chicas. No me gusta que me persigan como si de un trofeo se tratara.
-¿Incluso Melanie? - La voz de Beruche sonó con algo de retintín, tratando además de que el chico pudiese eludir los malos recuerdos -...con ella parece que haces muy buenas migas. Bueno, no es que me importe mucho, claro.- Trató de disimular la atención que había puesto en su pregunta anterior. –

            Aunque por boca de su propia hermana y por mor de algún que otro cotilleo, conocía que Roy y esa irritante jefa de animadoras fueron pareja. Estaba claro que eso ya no era así. Y agradeció que su compañero respondiera con sinceridad cuando le contó.

- Melanie y yo estuvimos saliendo juntos el año pasado, pero no era una relación convencional, más bien cuando nos apetecía. Por un tiempo creí que ella podría ser distinta, pero no fue así. Hace bastante que me he cansado ya de eso, quiero estabilizar mi vida y ella es la clase de chica que no acepta un no. Desea demostrar que es capaz de conseguir a cualquier chico que se le cruza en su camino y tenerle a su lado siempre que se le antoje. Yo no quiero herirla, la aprecio mucho porque en el fondo es una buena chica, pero ya no sé que hacer para quitármela de encima.
-¿Por qué no se lo dices claramente?- Le aconsejó Beruche con prudencia, opinando a renglón seguido. - Deberíais tener confianza para eso, yo creo que esa es la base de una relación...
- Lo sé.- Admitió Roy pensativo para objetar - pero, no es el estilo de Melanie, ni podría ser el mío con ella. No es la clase de chica con la que pueda franquearme. Es difícil de explicar, me pasa con la mayoría de las mujeres con las que salgo. No logro comunicarme con ellas tanto como quisiera...
- También puede que nunca lo hayas intentado. - Le recriminó Beruche con suavidad. -
- Puede ser, pero no soy tan veleta como la gente piensa. ¡Me gustan las mujeres, es verdad! - Reconoció encogiéndose de hombros para defenderse de inmediato de modo contundente. - Pero jamás las he tratado como meros objetos. Más bien ha sido al contrario, muchas sólo salían conmigo para estar bien consideradas o por curiosidad. A decir verdad sólo hubo una chica a la que quise en serio.- Remató con tinte de nostálgica confesión. -


            Bertie le escrutó con la mirada y se mostró curiosa y sorprendida. Así que Roy también tenía una antigua relación de las que podían llamarse serias.

-¿Sólo una?- Inquirió ella con gesto incrédulo.-
- Cuando yo era un chaval, apenas tendría quince o dieciséis años. - Le desveló con más desenfado. - Era una mujer mayor, tendría unos treinta y desprendía algo, no sé, una extraña aureola que me atrajo. Pero yo sólo era un crío...
-¿No te tomó en serio, quizás?-. Quiso saber ella. -
- Al contrario, ella siempre me trató con mucha consideración, parecía querer protegerme.- Repuso Roy tratando de elegir las palabras. – Supongo que me vería más como a un hermano pequeño que otra cosa. Nunca olvidaré lo que me dijo cuando la vi por última vez.- Beruche le observaba deseosa de que lo contase y él no se hizo de rogar. - Nos encontramos por la noche cuando yo volvía a casa y se despidió, al día siguiente se iba a vivir a otra ciudad según me comentó y yo me declaré.  Fue la única vez que me besó.- Sonrió al recordarlo agregando. - Me miró a los ojos, con los suyos, verdes y llenos de profundidad, diciéndome algo así como. ”Roy, no soy yo la que está destinada para ti. Créeme, cuando la veas la reconocerás. Sabrás quién es tu princesa”. Por supuesto entonces no lo creí.  Pensaba que era una simple excusa para rechazarme gentilmente o que trataba de animarme para que no me sintiera mal. Pero ahora me parece que ella sabía muy bien lo que decía.
-¿Y no la has vuelto a ver?-. Inquirió Bertie dejándose llevar por la curiosidad y una inexplicable congoja al escuchar esto, sin atreverse a preguntarle si ya había encontrado a esa “princesa”.-

            Roy negó lentamente con la cabeza. Y explicó.

- Desde entonces salí con muchas chicas, quizás buscaba la que ella me prometió. Pero no he logrado encontrar a ninguna que me llene. La mayoría, como ya te he dicho, se sentían atraídas por mí o tenían curiosidad por comprobar los cotilleos que les contaban otras que ya habían salido conmigo. A decir verdad ninguna de ellas me importó hasta el punto que lo hizo ella. Ni siquiera Melanie. - Remató con tono sincero. -

            Bertie le escuchaba muy sorprendida. Realmente ese chico no parecía el mismo, era como si en aquel foso hubiera descendido a las profundidades de su alma y todo lo sepultado en ella emergiera.

- Yo nunca saldría con nadie por curiosidad - declaró ella - tengo que percibir en esa persona ciertas cualidades. Bondad, sinceridad, que sepa comprenderme y se preocupe por mí....

            Y desde luego que era así. Bertie jamás había mantenido esa clase de relación. Nunca le interesó. Siendo niña no podía pensar en esas cosas y creció apartada de cualquier posibilidad de lograrlo. Durante muchos años, al margen de su propio padre, los únicos modelos de hombre que tuvo a la vista fueron los príncipes Diamante y Zafiro. Eran atractivos, pero jamás pensó en ellos, simplemente eran inalcanzables para ella o sus hermanas. Además eran mayores. Y el más cercano, Rubeus, siempre le inspiró demasiado respeto, o ¿porque no decirlo?, temor. Pese a su apariencia de amabilidad. Ahora, tras todos estos años, llegaba a entender el sufrimiento y la frustración de su hermana Petz hacia los hombres. Su único amor fue Zafiro, el inasequible príncipe sólo preocupado por el reino y su hermano mayor. Y cuando por fin parecía que él la correspondía fue asesinado de forma trágica. Y asimismo valoraba el dolor de Cooan al dejarse llevar por un apasionamiento juvenil, fruto de la deslumbrante personalidad de Rubeus. El corazón de sus hermanas se había roto y ella no deseaba sufrir la misma suerte. Karaberasu era distinta, realmente no sabía nada de la vida íntima de su hermana en ese aspecto, pero pese a ser más activa que ella misma y las otras, tampoco tuvo constancia de que estuviera enamorada de nadie. Aunque sí sabía que salió con varios hombres en Némesis, incluido Rubeus, si no recordaba mal. Entonces fue su acompañante quién la sacó de esos recuerdos cuando le preguntó afablemente.
           
- ¿Y tú? ¿Tienes a alguien esperándote en Japón?
- ¿Yo?- se señaló la muchacha a sí misma con la palma de la mano abierta sobre el pecho. – No, - replicó con un suspiro. – No tengo a nadie allí. Creo que para ello debería encontrar a alguien especial. Con las cualidades que te he dicho. Y que además sea un caballero y esté siempre dispuesto a corresponderme y que jamás me engañase.
-¡Ja, ja!..- rio Roy de forma bastante entusiasta al hilo del anterior comentario de ella - ¡no te enfades Bertie, no me río de ti! - Le aclaró no deseando ofenderla. - Es que me parece algo tan difícil de encontrar. Tú eres muy buena chica y desde luego te mereces a alguien que pueda darte todo eso. Pero no conozco a nadie que sea capaz de reunir esas cualidades en nuestra universidad ¡Ni aun en el mundo entero! , me describes la perfección. Confía en mí, lo sé.
-¿Qué me dices de Tom? - Sugirió ella rebatiendo al momento y aseverando convencida. -Creo que reúne todas esas cosas, a mí me parece un chico estupendo.
- ¿Tommy?- Roy repitió el nombre visiblemente sorprendido -…bueno, sí - concedió tratando de recuperar un tono más indiferente pues sin que él mismo supiera el porqué, su corazón le había dado un vuelco. ¿Podría estar Bertie enamorada de su amigo y no haberlo desvelado? Aunque se sobrepuso a esa sospecha y agregó con humor y una no disimulada estimación. - Él sí, nunca he conocido a un tipo igual. Podrían beatificarle sólo por lo que tuvo que aguantarme el año pasado.
- Le aprecias mucho. Y él a ti también. - Afirmó la muchacha con una amplia sonrisa. - Eso se nota cuando estáis los dos juntos...
- Es mi mejor amigo - reconoció Roy -, el único con el que puedo hablar de las cosas que de verdad me preocupan. Bueno, hasta ahora era el único. Tú también me has soportado bastante. Es más, a él nunca le he contado lo de Kelly.
-¿Kelly era esa chica?-. Inquirió Bertie con una sonrisa. -
- Sí. Se llamaba así. - Corroboró él suspirando con aire de nostalgia para concluir con otro de lamento. - Hacía mucho tiempo que no volvía a pronunciar su nombre y ahora también pienso en todo lo que te he fastidiado desde que llegaste, ¡ojalá no lo hubiese hecho!, perdona...
-¡No te preocupes por eso, ya lo he olvidado! - rio Beruche alegre por banalizar un poco la conversación, ya que se sentía como una intrusa en aquellos recuerdos de su amigo. - Aunque algunas cosas me han costado.- Añadió con fingida reprobación. -
-¡Tú sí que eres una santa! - se sonrió Roy. - Y una chica muy inocente, te lo digo en el mejor sentido.- Matizó con toda rapidez, sentenciando. - Tú y tu hermana Connie sois dos angelitos. Tan modositas. ¡Ja, ja! Desgraciadamente para vosotras os ha tocado caer entre un grupo de gamberros aquí en la Golden. Os hemos debido de escandalizar más de la cuenta.
- Ji, ji, ji... ¡no lo creas! ,- rebatió ella con una pícara sonrisita. – No siempre hemos sido tan buenas...si nos hubieses conocido hace unos años no pensarías igual que ahora.- Agregó tratando de impedir que una oleada de culpa invadiera sus últimas palabras. -
-¿Cuándo habéis sido malas vosotras?- sonrió el chico conjeturando con incredulidad. Supongo que de pequeñas claro, os tiraríais de las coletas todo lo más...
- Digamos que algo más – contestó ésta difusamente. - Pero gracias a unas buenas amigas - pensó en Ami y el resto de las guerreras para suspirar - descubrimos que llevábamos un camino equivocado. Y que el mundo es un sitio maravilloso si se sabe valorar.- Miró hacia el cielo y antes de que su contertulio le preguntase más al hilo de esas palabras, cambió sutilmente de tema. – Dentro de poco se hará de noche, ¡seguro que aquí se verá preciosa!,  sin luz podremos distinguir todas las estrellas en el cielo. Ojalá que ese niño ya esté en su casa para entonces. - Remató con otro suspiro volviendo a su preocupación anterior. -

            Roy guardó unos instantes de silencio. Ahora se sentía muy culpable. Todo aquello había estado preparado para quedarse a solas con Bertie. Como si de una cita camuflada se tratase. En ese campo, Michael habría debido regresar ya  al lugar convenido para decirles que el niño estaba seguro en su casa. No obstante, su compañera al asustarse y salir a buscar a ese niño había hecho que todo se fuera al traste. O quizás no. Desde luego no habría esperado nunca tener esa conversación tan sincera. Le había hecho mucho bien. Esa chica era realmente muy especial y comenzó a desear que las cosas entre ellos fueran de otra manera. Aquello no iba a ser un intento de ligue ni un rollo de una noche. No obstante, ahora debía preocuparse más por la situación en la que se encontraban. Por el momento no podían hacer nada más que esperar. Decidió tratar de animar a su compañera.

-¿Qué tal tu tobillo?- Quiso saber con amabilidad.-
-Un poco mejor- Sonrió levemente ella.-

            El chico lo inspeccionó. Estaba hinchado pero al menos no parecía ir a peor.

-¡Au! – Gimió la joven en cuanto él palpó para comprobar como seguía aquello.-
-Lo siento.- Se disculpó de inmediato él.-
-No te preocupes.- Repuso la chica.- Te agradezco que me ayudaras…
-Es lo normal. Hay que acudir en auxilio de las damas en apuros.- Sonrió él, haciendo que ella también se riera con esa musicalidad suya.-

Desde luego estaba mucho mejor así. Roy no sabía por qué, pero cada vez que la oía reír de esa manera tan limpia y cantarina algo en él se alegraba. Tomó entonces su guitarra y le hizo una seña a la muchacha para que se acercase, ella parecía dudar, pero él la tranquilizó diciendo con tono realmente honesto.

- No te preocupes, no trato de emplear ningún truco de los míos para ligar.
- Ya lo sé. - Admitió la chica sentándose a su lado con ese pie en alto, para confesar a su vez no sin cierta sorpresa. - La verdad es que contigo me siento segura. Es una sensación que no logro explicar, lo que tampoco me imaginaba es que supieras tocar la guitarra.
-¿Sabes como Tom y yo nos hicimos amigos de verdad?...- Beruche negó con la cabeza - fue en un concurso de canciones y él me ganó, ¡qué tío! , me dejó impresionado. Es un chico lleno de talento, aunque parezca tan retraído a veces y le cueste abrirse hasta no tener confianza con alguien. Pero una vez lo ha hecho, el paleto de Kansas es el mejor amigo que pudieras desear tener. ¡Como un hermano!

            La chica sonrió, lo supiese él o no, su interlocutor era exactamente de esa misma forma. Aunque por el momento se guardaría esa opinión para sí misma. Lo que sí hizo ella fue sonreír y declarar gratamente sorprendida.

- No sabía que también supierais cantar.
- Tom es muy bueno y yo creo que tampoco lo hago mal, escucha. Al menos así nos entretendremos. – Y ante la sorpresa y la curiosidad de Beruche, Roy comenzó a tocar y durante mucho rato desgranó algunas canciones de sus grupos favoritos. -

            Ella escuchaba absorta mientras se acurrucaba a su lado, puso casi sin darse cuenta la cabeza sobre su hombro. Y mientras tanto él cantó con un tono suave y cálido que la llenó por completo de una sensación que no podía definir con palabras. Sobre todo cuando en una de esas canciones parecía que la letra estuviera dedicada a ella.


Cuando tu corazón está en las manos de alguien más 
El mono ve y el mono hace 
Sus deseos son tu orden 
Tú no eres la culpable 
Todos son iguales 

Todo lo que tú haces es amor 
Y amor es todo lo que tú haces 
Yo debería saber por ahora 
La manera que pelee por ti 
Tú no eres la culpable 
Todas son iguales 

Yo sé que tú piensas que estás seguro, señor
Una decepción sin dolor 
Que guarda el amor a buen recaudo
Estos son los que se resisten 
¿No lo dirías? 

Vaqueros y Ángeles 
Todos tiene el tiempo para ti 
Porque yo debería imaginar 
¿Que sería algo encontrado para ti? 
Porque yo debería imaginar 
¿Que tendría algo que decir? 

Pero esa cicatriz en tu rostro 
Ese hermoso rostro tuyo... 
En tu corazón hay una huella de alguien anterior 

Cuando tu corazón está en los planes de alguien más 
Cosas que tú dices 
Cosas que tú haces 
Ellos no lo entienden 
Es una lástima 
Siempre termina en lo mismo 

Tú puedes llamar al amor 
Pero no creo que sea verdad 
Tu lo deberías saber ahora 
Yo no soy el chico para ti 
Tú no eres la culpable 
Siempre termina en lo mismo 

Yo sé que tú piensas que estas segura, Hermana 
Afecto sin daño 
Que mantiene las cosas de esta manera 
Es aquel que persiste por un beso 
¿Quién pagara? 

Vaqueros y Ángeles 
Todos toman un resplandor hacia ti 
¿Porque yo debería imaginar 
Que fui diseñado por ti? 
¿Por qué debería creer 
Que tú permanecerías? 

Pero esa cicatriz en tu rostro 
Ese hermoso rostro en ti 
No crees que yo sé que ellos te han mentido... 
...Antes 

Toma éste hombre 
A tu cama 
Tal vez sus manos te ayuden a olvidar 
Por favor sé más fuerte que tu pasado 
El futuro todavía te da otra oportunidad

(Cowboys and Angels George Michael, crédito al autor)

            Y en tanto terminaban los acordes de la guitarra el sol describió el arco hacia el horizonte y la luz del agujero fue desvaneciéndose poco a poco, quedando su último reflejo prendido en el pelo de ella. Así estuvieron un rato en silencio, apoyados el uno en el otro. Al cabo de algunos minutos los dos se durmieron presa del cansancio. Ambos soñaron con lugares que les eran familiares pero que no lograban recordar. Ella  tenía todavía en su mente esas últimas palabras de la canción que Roy le había cantado…

-Se más fuerte que tu pasado, el futuro te da otra oportunidad…

Bertie soñaba ahora con esos momentos posteriores a su purificación.  Cuando todavía confusa, pero feliz, solamente sonreía ante las caras de alegría de su hermana Cooan y de las guerreras. Al fin, esa especie de euforia fue menguando. Poco a poco la realidad se fue imponiendo. Observaba aquello como si hubiera salido de una especie de trance. No obstante, la vergüenza y la culpa se abrieron camino ahora. Más cuando fue la propia Ami quién se aproximó a  ella y le preguntó.

-¿Qué tal te encuentras?...

Apenas si pudo mirarla a la cara y musitar.

-Lo siento…No sé qué decir…estoy muy avergonzada.
-Tranquilízate Bertierite.- Le pidió su propia hermana que mantenía un protector brazo sobre los hombros de la muchacha.- Es normal, sé cómo te sientes. A mí me sucedió lo mismo. Ahora que somos humanas y nos hemos librado de la energía oscura, los sentimientos de culpa por lo que hicimos nos asaltan.
-No sé cómo daros las gracias a todas.- Pudo responder visiblemente apurada. Para añadir sorprendida, en tanto comenzaba a temblar.- ¡Tengo frío! Nunca lo había tenido…
-Es que hace bastante frio aquí. Salgamos de este lugar. – Intervino Rei.-

            Las muchachas lo hicieron, tras tranquilizar al propietario del edificio y decirle que todo había sido debido a una avería en los circuitos de las cámaras, se marcharon. Las dos hermanas iban juntas, Bertierite no quería soltarse de la mano de Kermesite. Ésta le pidió que la llamase Cooan. Entre tanto ya oscurecía. Era hora de volver a casa, pero claro. Bertie recordó que ya no tenía ningún lugar a dónde ir…pensó incluso en buscar algún refugio en un albergue, pero sus nuevas amigas le quitaron enseguida esa idea de la cabeza.

-Yo no puedo alojaros a las dos.- Comentó Rei no sin pesar.- Mi abuelo y Yuuichirou ya están en el Santuario.- Aunque comparto mi cuarto con Cooan, pero ya no cabe nadie más.
-No te preocupes, Rei. Podremos buscarnos algo.- La tranquilizó la hermana menor de Bertie.- Puedo pedirle a mi jefa que me adelante algo de la paga y alquilar una habitación.
-¡De ninguna manera! - Protestó la recién purificada muchacha afirmando.- No hace falta que os molestéis. Me las arreglaré. Por favor, guerrera Marte te lo suplico, sigue cuidando de mi hermana.
-¿Cómo puedes decir eso?- Contestó  Cooan sentenciando.- No voy a dejarte sola.

            Aquello parecía un dilema sin solución. Al menos hasta que Ami intervino comentando.

-Si no te importa Bertierite, puedes venirte conmigo esta noche. Hasta que Cooan y tú encontréis algo. En mi casa hay sitio. Mi madre no va a estar estos días. Tiene un congreso médico.

            La aludida la miró con incredulidad, e incluso emoción, y apenas si pudo musitar.

-Después de lo que te he hecho…
-Esa era otra mujer totalmente distinta.- Afirmó su interlocutora, remachando con una amable sonrisa.- Tú eres mi amiga.

            Su propia hermana menor le sonrió a su vez de forma animosa y asintió débilmente confirmándole aquellas palabras. Quizás Cooan pensaba que le vendría bien relacionarse con otras personas para comenzar a adaptarse a esa nueva vida. De modo que así quedó decidido. Tras un rato más, el grupo se disolvió. Cada una se fue por su lado. Bertie acompañó a Ami. Ésta le contó que su apellido era Mizuno. Desde luego no podía ser más apropiado. (Del agua). Tras tomar el autobús. (Su nueva amiga tuvo que pagar los dos billetes) llegaron al apartamento de la sailor en unos veinte minutos. No era demasiado grande pero si acogedor y funcional. Sin embargo, a Bertierite le llamó la atención la cantidad de libros que tenía.

-Muchos son de mi madre. A mí me gustaría ser médico como ella.- Le comentó su anfitriona.-
-Bueno…eso es algo muy bonito. Seguro que lo conseguirás. - Pudo decir algo apurada su interlocutora.-
-¿Y a ti qué te gustaría hacer?...- Se interesó Ami.-

            Su contertulia suspiró. Esa era una muy buena pregunta. Tan buena que no tenía respuesta. Apenas si pudo decir.

-No tengo ninguna perspectiva en mente. Quizás pueda trabajar con mi hermana. Me gustan los cosméticos. Aunque eso no me acaba de llenar. ¿Sabes?...Ahora me doy cuenta de lo vacía que he estado. Toda mi vida me educaron para servir y obedecer. Siempre tuve alguna directriz u orden que seguir. Una misión…en suma. Ahora estoy confusa. Incluso asustada…me siento perdida.
-Tranquila. - La animó su interlocutora posando una amistosa mano en su hombro.- Dale tiempo al tiempo. Al principio te costará adaptarte, pero seguro que lo lograrás.
-Desde niña me ha gustado jugar al ajedrez. En eso no te mentí. Disfruté con nuestra partida. Y también me encantaba leer.
-Eres muy inteligente.- Valoró Ami.- Quien sabe. ¿Has pensado en estudiar?
-Sería maravilloso.- Replicó Beruche con un renovado optimismo en su tono, que enseguida moderó para declarar.- Aunque no sabría el qué.
-Podrías empezar por estudiar conmigo. Dentro de poco tendré que preparar mis exámenes. Y te vendría bien un poco de rodaje…y  a mí alguien que me ayudase. - Le propuso con jovialidad para preguntar.- ¿Qué opinas?

            La interpelada esbozó una sonrisa más marcada y asintió. Aunque ahora se notaba algo vacía, pero en este caso se trataba de su estómago…Ami pareció adivinarlo cuando le propuso.

-¿Tienes hambre Bertierite? Creo que me queda algo de misoshiru.
-Sí. Muchas gracias. - Admitió la muchacha que, más relajada le pidió.- Llámame Beruche…o mejor aún, Bertie, por favor. Es como me llamaban mis hermanas.

            No obstante al recordar eso, su semblante se ensombreció. Su amiga no tardó en animarla afirmando con total rotundidad.

-Ya verás cómo al final estaréis las cuatro juntas otra vez. Seguro que tus hermanas se darán cuenta de la verdad. Como habéis hecho Cooan y tú. Es solamente cuestión de tiempo.
           
            Su contertulia asintió esperanzada. ¿Por qué no? Si ella y su hermana pequeña habían podido cambiar, era posible que las mayores lo hicieran. De momento su anfitriona le sugirió con jovialidad.

-Tómatelo con calma, paso a paso. Venga, ¡vamos a cenar!..

            Y tras calentar la sopa de miso las dos dieron buena cuenta de ella, tenían hambre desde luego. Al terminarla charlaron un poco más. Ami le comentó.

-Mañana por la tarde iremos al santuario Hikawa, para ayudar a Rei con la limpieza otoñal y hacer una barbacoa. Espero que te unas a nosotras.
-¡Estaré encantada! - Aseguró Bertie que ahora también se notaba cansada.-

            Al parecer a Ami le sucedía igual. De modo que la sailor se levantó y limpió la mesa. Metió los platos y demás cubiertos en el lavavajillas y le indicó a su amiga que la siguiera para explicarle.

-Mira, tú dormirás en mi cama. Yo lo haré en la de mi madre.


            La aludida la miró atónita y no pudo evitar emocionarse. Esa chica había sido su mortal enemiga hacía solamente unas pocas horas. Como miembro del clan de la Luna Negra había tratado de matar a la que conocía por Guerrera Mercurio junto con sus otras compañeras. Y ahora esa muchacha, Ami, lejos de tomar venganza, le estaba ofreciendo sin reservas la hospitalidad de su casa, su comida e incluso su cama. ¡A ella! ¡Una completa extraña!

-No sé cómo podré pagarte todo lo que estás haciendo por mí. - Balbuceó una abrumada Bertie dejando que las lágrimas le cayeran por las mejillas.- ¡Lo siento, lo siento mucho…yo…!

            Se derrumbó llorando y su interlocutora la sujetó dándole un abrazo y sentándose con ella sobre la cama. Tras sostenerla durante unos instantes le susurró con voz dulce.

-Olvídate de eso. Solo te pediré una cosa. Trata de ser feliz y de ayudar a los demás. Ya verás cómo todo irá bien. Abre tu corazón a la amistad. ¡Y por qué no, al amor!…
-Tenías razón. Nunca creí que fuera verdad. Pensaba que tratabas de engañarme, pero cuando vi cómo te sacrificabas por tus amigas…y luego la expresión de mi hermana…Siempre estaré en deuda con vosotras. Te prometo que haré todo lo posible para no decepcionarte. ¡Sí!… - remachó con renovada determinación.- Desde ahora me esforzaré por ser digna de la confianza que habéis depositado en mí…
-Bueno - le sonrió su contertulia sin darle más importancia a aquello y desdramatizando con un tono más jovial.- Pues lo primero es irnos a dormir. Mañana nos espera un día duro. ¡Hay mucho que barrer en el santuario!, ji, ji…

Su invitada asintió sonriendo más animada. De modo que se dieron las buenas noches. Beruche se acostó y cerró los ojos. Tardó en conciliar el sueño, tenía una mezcla de sentimientos encontrados entre el pesar, la vergüenza y el arrepentimiento, pero también la alegría, el optimismo y la esperanza. Sin embargo, finalmente el cansancio y las emociones de aquel largo día pudieron con ella y se durmió. Creyó que no había pasado apenas ni un minuto cuando sintió un toque en su hombro y abrió los ojos…

-Despierta.- Escuchó una voz que la llamaba.-

Ya al amanecer, los rayos del sol que se colaban por el foso despertaron a Roy, él hizo lo propio con Bertie tocándola suavemente en un hombro.

- Ya ha amanecido cubito, despierta...- le dijo casi con un susurro al oído. –

            A la chica le costó volver a la realidad. Tardó unos segundos en percatarse de que no estaba en la casa de su amiga Ami en Tokio sino en aquel agujero Dios sabría dónde. Recordaba no obstante el sueño, y las palabras de la sailor aún resonaban en su mente…

-“Abre tu corazón a la amistad. ¡Y por qué no, al amor!”…
-No sé ni qué hora es. - Susurró ella tratando de desperezarse.-
-Muy temprano. Las seis. - Le respondió el muchacho consultando su reloj.-
- Espero que ahora podamos salir. - Deseó la chica a la par que estiraba los brazos bostezando sin pudor -...
- Ahora que ya hay luz estoy seguro que nos verán - afirmó su compañero realmente convencido de ello. -

            Ambos pasaron un par de horas más charlando hasta que ya no supieron de qué hablar...también tenían muchas ganas de ir al servicio y aunque fuese embarazoso ciertas cosas no podían demorarse. Por suerte el agujero era grande y se las apañaron para mantener su intimidad a salvo. Sobre todo en el caso de Bertie, que constató agradecida que el chico era bastante más caballeroso de lo que había imaginado, dándose la vuelta durante un buen rato hasta que ella terminó. Algo molesta por ese tobillo que apenas podía apoyar. Pasó más tiempo, los dos guardaban ahora un silencio no incómodo pero fruto de su incapacidad para decir nada nuevo. Al fin él, mirándola fijamente, afirmó con cierta prevención, como si pensase que iba a decir una tontería...

- Quizás te parezca estúpido pero, cuando hablo contigo todo esto me resulta muy familiar. Me parece haberlo vivido antes, pero no sé cuándo, ni de qué manera. Siento que puedo decirte cosas que no sería capaz de contar a nadie más.
- A mí me ocurre igual. - Asintió ella asombrada de sí misma. - Es una sensación extraña, sí. Como si añorase algo que no soy capaz de recordar...

            Ninguno podía apartar la vista del otro, sus labios se acercaban despacio. Estaban a punto de tocarse cuando oyeron voces que rompieron esa especie de embrujo, separándose bruscamente comenzaron a gritar.

-¡Eh estamos aquí!..... ¡Sáquennos!

            Los sonidos de las voces se acercaron poco a poco hasta ellos y por el agujero asomaron dos siluetas que correspondían a una pareja de policías. Uno de ellos les lanzó una cuerda. Roy ayudó a Beruche a subir y luego él acabó de trepar sin problemas. Una vez arriba lo primero que hicieron es preguntar si se sabía algo del niño desaparecido. Los agentes no les tranquilizaron demasiado puesto que no tenían información al respecto que darles. Eso hizo que Bertie se pusiera nerviosa de nuevo y que Roy tratase de calmarla una vez más. Él sabía que no tenían nada que temer, aunque también se sintió nuevamente culpable por ello. Pero no podía decir nada.

-Ella me odiaría. Y no podría soportar eso. No ahora. - Pensaba lleno de culpa y pesar.-


El viaje se les hizo largo, a Bertie por estar pensando constantemente en qué habría sido de aquel crio y a Roy por sus propios remordimientos. Cuando al fin estuvieron de regreso en la Universidad, lo primero que creyeron tener que hacer fue presentarse en el despacho de la señorita Parker. Antes de eso la joven fue atendida en la enfermería de la universidad. Unos paramédicos examinaron el esguince, le dieron algunos antiinflamatorios y la vendaron bien. Tras proveerla con un par de muletas estuvo preparada para salir de allí por su cuenta.  Después los dos narraron su peripecia  tanto a Cooan como a Tom que llegaron raudos al enterarse de su regreso. Esperaron a interrogar respectivamente a su hermana  y a su amigo cuando entraron en sus respectivas habitaciones.

-¿Que os ha pasado?- Preguntó Cooan abrazándose a su hermana, por su gesto y su mirada se la notaba descompuesta de preocupación, más al mirar hacia ese tobillo herido. - ¿Dónde os habíais metido?

            Beruche la estrechó en sus brazos contándole como cayeron en ese agujero y su temor por la suerte de ese crío. Su interlocutora suspiró aliviada de que su hermana estuviese a salvo y le confesó el miedo que había pasado.

- Cuando no volvisteis todo el mundo se preocupó mucho. ¡Tom incluso quiso saltarse el toque de queda y salir de la Universidad para ir a buscaros y yo también! - Le respondió ésta casi entre sollozos. – Pero al final, ni sabíamos a donde ir. Solamente podíamos confiar en que ibais a estar bien.
-¡Menos mal que no lo hicisteis, podrían haberos sancionado sin necesidad!- Le sonrió Bertie agradeciéndoles a ambos ese detalle y agregando más seria. - Supongo que ni Roy, ni yo, nos vamos a librar de una buena bronca. Quizás incluso algo peor, cuando contemos que perdí a uno de mis niños. Solamente espero que le hayan encontrado y esté bien. - Se lamentó resignada y visiblemente inquietada. -
           
            Cooan volvió a abrazarla  con actitud compresiva y  conciliadora para decir.

- Lo único que cuenta es que estáis a salvo los dos. Lo otro ya se arreglará.


            Beruche asintió pero no dijo nada, tenía la cabeza ocupada entre otras cosas en muchas de las que le había contado Roy y que no pudo atreverse a compartir con su hermana. Su compañero de aventura charlaba a su vez con Tom en su cuarto. Éste, tras expresarle su alivio por el feliz retorno de ambos, le confesó también su preocupación.

- Ten cuidado con Parker. Sabes que te tiene ganas. Por eso, no le digáis nada del niño.
- Tendremos que decirle que fuimos en su busca y por eso nos perdimos ¿no?- Replicó éste pretendiendo no comprender. -
-Verás. Michael. – Comentó Tom en alusión al amigo al que Roy llamó para ocuparse de los críos. - Se encargó de devolverles a todos al colegio sin problemas. Ese chaval fue con ellos, porque en realidad estaba cerca del autobús y no escuchó la llamada. El propio Mike le vio antes de marcharse de allí,  me lo contó a su regreso. Para el colegio no consta que ninguno de sus niños se perdiera.- Concluyó Tom mirando fijamente a su compañero que le comprendió en el acto. -
- Bertie  no sabe nada, seguramente dirá que fue su culpa, que el crío era de su clase. - Pensó en voz alta Roy que ahora se maldecía por su propia inconsciencia. -
- Evita que lo haga, ¡invéntate cualquier cosa! - Le aconsejó Tom. - De lo contrario, Parker se pondrá a investigar y puede que eso le cueste el curso a Bertie.
- Descuida, no lo permitiré. - Afirmó él con decisión. - Pero que quede entre nosotros.- Le pidió Roy a lo que su amigo asintió.-

No obstante, Tom  le comentó con un tono que rayaba la suspicacia.

- Michael me dijo algo que no logro entender. Que no estabais en el sitio adecuado. Que las cosas no estaban previstas así… ¿Qué quiere eso decir?
-Verás amigo. - Suspiró su contertulio decidiendo ser sincero.-

            Y le refirió a su compañero de habitación todo el rocambolesco plan que había trazado. Como mandó a ese niño a recoger algunas cosas de la acampada y que su amigo Mike había ido a recogerle directamente sin que el resto se apercibiese. De ese modo cuando él y Bertie salieron a buscarle llevó al crío al bus que partió sin novedad. Puesto que Michael le aseguró al conductor que los maestros regresarían por sus medios. Amén de lo que el propio Roy le dijese a ese chofer.  La idea era que ese chico fuese a buscarles al poco rato en su coche. Pero antes de que comenzase  esa “búsqueda programada” Bertie se anticipó por su temor a que le hubiese sucedido algo al crío, tropezó y cayó. Él tuvo que meterse a buscarla a ese agujero, de modo que no estaban en el punto acordado y Mike no pudo dar con ellos, se inquietó y entonces fue cuando avisó a la policía. Tom no podía creer aquello, su rostro expresaba una visible contrariedad y no se privó de manifestarlo.

-¿Te has vuelto loco? ¿Sabes lo que has hecho? ¿el miedo que ha pasado Connie? ¿Lo preocupados que estábamos todos? ¿Y me vas a decir que urdiste todo esto para quedarte a solas con Bertie y podértela ligar? Desde luego, de todas las cosas estúpidas y delirantes que te he visto hacer desde que te conozco ésta se lleva la palma… ¡Y pensar que le dije a ella que tú no eras tan tarambana como pensaba! ¿No te das cuenta de que hasta podrían expulsaros?

            Quizás Tom esperaba que su amigo fuera a minimizar aquello diciendo que todo había estado controlado, o alguna de esas idioteces que esgrimía siempre que trataba de justificar su penúltima trastada. No obstante, esta vez Roy no hizo nada de eso. Se limitó a escuchar bajando la cabeza y encajando aquella regañina. Finalmente admitió con tintes serios y de arrepentimiento.

-Tienes toda la razón, socio. He sido un estúpido. ¡Lo siento mucho! No me atrevo a contárselo a Bertie porque seguramente no me volvería a hablar jamás. Y tendría razón. Pero necesitaba decírselo a alguien. Por favor, que quede entre tú y yo…
-¿Cómo piensas que iba a ser capaz de contarle a nadie nada de esto?- Replicó su interlocutor incluso con un tinte algo indignado.-
-Sé que no lo harás. Eres un gran tipo Tommy ¡Ojalá fuera yo alguien tan decente! Pero te puedo asegurar una cosa, y me conoces lo bastante como para saber que jamás doy mi palabra a la ligera. Te juro por la memoria de mis padres que no he hecho nada con Bertie, ni me he aprovechado de ella. Ni pienso hacerlo...ella es alguien realmente especial. Una buena chica con muchos deseos de realizar su sueño de ser maestra. De ayudar a los demás. No se merece que juegue con sus sentimientos y no voy a permitir que sufra más o que vuelva a verse perjudicada por culpa de mis tonterías.

            Su compañero le dedicó una atónita mirada, aunque no dijo nada. Simplemente asintió posando una mano sobre el hombro de su amigo. Luego se alejó rumbo a la litera. Al cabo de unos instantes Roy se levantó para ducharse y cambiarse. Ayudada por su hermana que la sujetó, Bertie entre tanto hizo lo propio. Habían sido convocados al despacho de la jefa de estudios que había sido puesta al corriente por las autoridades.

-Ojalá que todo se aclare. Y se resuelva bien.- Le deseó Cooan.-
-No lo sé.- Suspiró Bertie afirmando pesarosa.- Eso de perder a uno de mis alumnos no va a quedar muy bien en mi expediente, ¿no crees?
-Tú tranquilízate.- Le aconsejó su hermana para recomendarle.- Y no hables antes de escuchar lo que te diga la señorita Parker.-
-Descuida. Tengo experiencia en no hablar más de la cuenta.- Afirmó Bertie esbozando una débil sonrisa.-

Desde luego recordaba bien su antigua vida, cuando únicamente recibía instrucciones y órdenes de sus superiores sin rechistar. Sería mejor esperar a comprobar qué sabía su Jefa de estudios e intentar defenderse de cualquier acusación.

-Bueno, no tengo mucha defensa.- Pensaba con resignado pesar.-

Aunque era su obligación afrontar las consecuencias de sus actos. Esa era otra lección que había aprendido. Pasase lo que pasase sería mejor y más digno decir la verdad. Por su parte, Roy salió de su habitación también con un único objetivo.

-Tengo que protegerla. No deberá renunciar a sus sueños por mi culpa.

De modo que, una vez adecentados, ambos comparecieron ante Miss Parker. La severa profesora les hizo sentarse frente a ella y tras escrutarles con la vista durante unos instantes que se hicieron siglos, declaró con tintes de reproche y enfado. Más al reparar en las muletas y el vendaje que lucía la joven.

- Nos han dado un buen susto a todos y han comprometido el buen nombre de la Universidad. De usted Malden no me extraña pero de usted, señorita Malinde, francamente no podía imaginarlo. Supongo que habrán tenido una buena razón. ¿Quieren explicarme que ha sucedido?
- Verá señorita. - Musitó Beruche sin atreverse apenas a levantar la cabeza que tenía gacha con la mirada apuntado a sus manos entrelazadas a la altura de su regazo.- Fue por que yo...
-¡Porque me hizo caso la pobre! -Intervino Roy cortándola con voz desenfadada para estupor de ella. -  ¡Ya me conoce! Pensé que antes de irnos debíamos peinar la zona para recoger cualquier resto de papel o basura que los niños dejasen, botellas y demás.

            Bertie quiso reanudar su disquisición tratando de rebatir aquella estupidez. Fue ella la que salió corriendo a buscar a ese crio sin pensar en nada más, pero su compañero no la dejó pronunciar palabra, agregando.

- Le pedí al chofer que se fuera con los críos si tardábamos porque llamé a Michael y él se encargó de llevarles a su colegio. No quería que llegasen tarde.

            Parker abrió la boca escandalizada por la penúltima que provocaba ese inconsciente. Aunque realmente y por una vez, parecía que lo hizo llevado por un deber cívico. Cualquiera le abroncaba por ello. ¡Pero no!, ¡ese chico era Roy Malden!, el mismo indecente aprovechado de siempre. Seguro que ese rufián había pretendido con la pobre chica lo que intentaba con todas usando esa ridícula excusa. Y pese a la tarea que tenía de cara a él, no podía dejar pasar aquello.

- No se pase de listo conmigo, seguro que aprovechó la oportunidad para intentar algo deshonesto con su compañera, ¡como si no le conociera! - Replicó la tutora visiblemente indignada. -

            Beruche casi se levantó sonrojada, aunque enseguida se sentó otra vez al sentir el dolor en su tobillo. Sin embargo, protestó con escandalizado tono.

-¡Señorita, le aseguro que Roy no!..
- ¡Qué más hubiera querido yo! – Volvió a terciar él dejando a Bertie descolocada. - ¡No me dio opción! la muy boba se cayó de espaldas a un hoyo cuando estaba buscando cualquier cosa que hubieran dejado los niños. Ya se sabe, estas extranjeras son demasiado ingenuas y se fían de cualquiera. Y lo malo es que al tratar de sujetarla me caí también, ¡ja, ja! - Remachó aparentemente divertido por ello. -

            Después de ponerse roja de enfado y de bufar a discreción, la señorita Parker al fin le espetó.

-Está visto que no hay manera de hacer carrera de usted. ¡Ya hablaremos de esto, señor Malden! En cuanto a usted señorita Malinde, puede marcharse, está claro que todo es culpa de este gamberro. Lamento que se haya tenido que ver mezclada en ello y que haya sufrido ese accidente. Le aconsejo que no se fíe tanto de él en lo sucesivo.


            Bertie quería decir algo, pensaba que todas aquellas explicaciones no eran más que una sarta de mentiras y no podía permitir que Roy cargase con toda la culpa. No obstante, él se limitó a mirarla y a negar con la cabeza leve pero significativamente. Y no contento con eso le susurró.

- Una princesa debe confiar en su caballero andante para que deshaga los entuertos por ella.
-¿Qué farfulla? - Le inquirió Parker con irritación.-
- Que lo siento, señorita. - Replicó él con fingida humildad. - Esta vez me he pasado. Pero no fue con mala intención.
-¡Oh, esta vez! - Recalcó su interlocutora con sorna espetándole una orden con furia mal contenida. -  ¡Ya me tiene harta! Ande, ¡desaparezca de mi vista! -
- Sus deseos son órdenes para mí. - Contestó aliviadamente él levantándose como un resorte. -

Los dos salieron del despacho y Roy tuvo que hacer frente a la interrogadora mirada de ella.

-¿Por qué has dicho eso?- Le preguntó Beruche, sentenciando. – No sucedió así.
- Bueno, tengo una reputación que mantener. - Le sonrió él. - Y tú otra bien distinta, cubito.

            El muchacho se sentía aliviado, de hecho había contado la verdad de forma que su compañera nunca la creería. Ella, por su parte, ablandó su preocupado semblante con una sincera sonrisa de agradecimiento y movió la cabeza.

- Me muero de hambre.- Añadió él cambiando de tema y proponiendo con desenfado. -¿Vienes a comer algo o nos vemos mañana en clase?
- Es tarde ya, quiero descansar a ver si me baja la hinchazón. Mejor iré a ver a mi hermana, debe estar preocupada por lo que nos hayan dicho, pero gracias Roy.- Bertie se rio un poco mientras añadía con fingido pesar. - Ya no podré llamarte eso de zoquete, no va a ser lo mismo... ¡qué pena!...
-¡Por favor, inténtalo! , recuerda lo que te acabo de decir, sino dañarías irreparablemente mi reputación. - Le suplicó falsamente él que, tras ese cómico alegato, se dio la vuelta alejándose por el corredor.

Beruche se quedó observándole aún con la sonrisa en su rostro.

- No es mal chico – se decía ella. – Ha sufrido también, lo veo en sus ojos. Quizás necesita tiempo para poder cambiar…todos lo necesitamos…cosas mucho peores hice yo y sin embargo mis amigas creyeron en mí. También él se merece una oportunidad…sí, la estrofa de esa canción tenía razón, debo ser más fuerte que mi pasado y lo seré. Aquí tengo otra oportunidad y a mi vez debo concedérsela a otros, como hicieron Ami y las demás con nosotras. - Sonrió ahora con más ánimo.-

Y en tanto reflexionaba sobre eso se marchó de vuelta a su habitación. Debía preparar muchas cosas para el día siguiente.

Por su parte el chico se alejaba caminando despacio pero su corazón latía con fuerza. Realmente sí que fue culpa suya, pero deseaba estar a solas con ella. Y no era para aprovecharse. Eso sí que podía jurarlo. Es más, nunca en su vida había sentido aquello. Solamente cuando se enamoró de Kelly. Y tal y como le contó a Bertie, esa misteriosa mujer tenía razón. Ahora estaba convencido. Había encontrado a la que había de ser su princesa. ¿Quién lo iba a decir cuando se conocieron? Su idea inicial tan solo unos meses antes habría sido la de “a ver cómo me la beneficio.” Quizás con cualquier otra chica eso habría significado sexo en ese agujero y si te he visto no me acuerdo. Movía la cabeza ahora reprobándose a sí mismo. Realmente si sus padres vivieran estarían muy decepcionados. Gracias a Bertie lo veía ahora. Lo que le dijo a Tommy era verdad. Esa forma de ser tan absurda e irresponsable que había tenido en los últimos años debía terminar. Se prometió que cambiaría. Bueno, por lo menos en el interior. En la superficie prefería seguir actuando como hasta entonces de cara a los demás. Al menos de momento. Quizás ahora que parecía que aquellos ataques habían parado tendría tiempo de replantearse su futuro más seriamente y hacer por fin las cosas bien.

-Sí, podré ser el hombre que mis padres siempre desearon que fuese.- Se dijo con renovado optimismo.- Se lo debo a ellos, y se lo debo a mis amigos…pero sobre todo, me lo debo a mí mismo.


Sin embargo, ninguno de  ellos sabía que aún no habían comenzado las pruebas más duras que tendrían que soportar...



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3 comentarios:

  1. Este es un cap precioso... si bien el beso no se concretó, que tal vez hubiese sido la frutillita del postre, estuvo hermoso... adoré la confidencia entre ambos , y como su lazo se fortalece más... pero me corrijo, si tuvo su frutilla el cap, y es cuando Roy camina en el final por el pasillo, con el corazón acelerado y la convicción de haber encontrado a aquella que ha de ser su princesa ^^, cada vez mas consciente de sus sentimientos
    p/d: la estrofa final de la canción, una certeza muy valiosa

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  2. Cuando caen los dos juntos tienen la oportunidad de hablar sobre sus más profundos sentimientos, el foso es una metáfora de eso. Sí,la canción es importante y muy cierta. Roy le cuenta incluso lo de esa tal Kelly, quien fue mucho más importante en su vida de lo que él mismo imagina. Gracias de nuevo por tus estupendos comentarios. Así lo ilustró esta artista :) https://www.deviantart.com/gwarriorfanfic/art/Bertie-and-Roy-into-the-hole-By-Elyngontier-684282041

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Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)