jueves, 3 de marzo de 2011

GWA 15. Armagedón


Todos le contemplaban estáticos, aterrorizados, incapaces de moverse. Aquel extraño en el cuerpo de su compañero  les dirigía unas miradas llenas de perversa satisfacción y desprecio. El primero en reaccionar fue Tom que se dirigió con tono calmado y conciliador hacia el que creía aun su amigo.

-¡Vamos Roy!, tranquilízate ¿qué te pasa? ¿Podemos ayudarte?

            Armagedón le miró con regocijo, únicamente se limitó a mover una mano y el chico sintió una invisible fuerza que le lanzó contra la pared aplastándole contra ella.

-¿Estás sordo? - Replicó el demonio mostrando en sus ojos aquel fulgor rojizo. – Yo no soy ese patético individuo.
-¿Quién eres tú? - Intervino Cooan  espantada. - ¿Qué es lo que le has hecho a Roy?
-¡Me estoy cansando de repetirlo! ¿Los humanos sois todos tan estúpidos? - Siseó su interlocutor visiblemente irritado. -
           
            Tom se rehizo y se encaró con él. Comentándoles a las chicas.

-¡Ya lo tengo!, si le ha poseído uno de esos demonios tendremos que expulsarlo. A buen seguro que si le pego fuerte saldrá de su cuerpo.
-¡Es verdad! Suelen hacer eso.- Convino Cooan llevada por el optimismo. -

            Pero Armagedon movió la cabeza y sonrió displicentemente cuando Tom se aproximó hacia él adoptando una postura de combate y declarando sonando a sentida disculpa.

- Lo siento amigo, no me gusta tener que hacer esto, pero es por tu bien.

            El demonio no se preocupó de esquivarle y su oponente le golpeó en el estómago con dos puñetazos que, sin embargo, no le inmutaron. El chico optó por un encadenamiento de ataques, con patadas y puñetazos varios que fueron igualmente inútiles, hasta que su adversario tomó la iniciativa apartándole de un manotazo con el que le derribó.

- ¡Ja, ja, ja! Eres un miserable gusano. – Se burló Armagedón. - Pero esto es divertido. Dime ¿qué harías por tu amigo? ¿En serio serías capaz de enfrentarte a mí para salvarle? - Le preguntó con siniestra curiosidad, escupiendo con sarcasmo.- ¡Qué altruista!

Su oponente se incorporó repitiendo su postura de lucha y espetó.

-¡Ya lo has visto! Estoy dispuesto a liberar a Roy y para eso haré lo que sea. Saldrás de él de un modo u otro.

            Y volvió a golpear con cada vez más saña, pero el demonio apenas si giraba su cabeza o se encogía levemente al ritmo de esos embates.

- Quiero que nos devuelvas a nuestro amigo. ¡Déjale en paz y márchate de aquí! - Repetía el muchacho casi al borde del agotamiento, en tanto las chicas añadían a su vez. -
- Por favor, resiste Roy. - Le pedía Cooan.-
-¡Tienes que liberarte! – le gritaba Beruche. -
- Me temo que eso es imposible, ya os he dicho que vuestro amigo está muerto. - Respondió Armagedón ahora con visible regocijo.-
-¡Maldito bastardo! - gritó Tom que le atacó con otros dos puñetazos que tampoco hicieron mella alguna en su oponente.- ¡Tú sí que va a estar acabado!

            Armagedón reaccionó por fin, alargando con inusitada velocidad uno de sus brazos y sujetando a su rival del cuello, levantándolo dos palmos del suelo.

-¡Pobre patético y estúpido humano! - Sentenció con falsa condescendencia. - ¿Piensas que puedes vencerme? ¿Eh? Miserable, verás, creo que no me he explicado con la suficiente claridad. Pero ahora seré más directo.

            Su víctima trataba de liberarse de esa presa en su garganta usando ambas manos y empleando todas sus fuerzas, pero era incapaz de hacerla ceder. Ya casi no podía respirar. Cooan acudió en su ayuda e intentó abrir las manos del demonio, incluso colgándose de uno de sus brazos, pero era inútil. El cuerpo de Roy parecía estar hecho de acero ahora. Su amiga no se rendía y en tanto insistía con todas sus fuerzas en liberar la presa sobre la garganta de Tom imploraba a la vez.

- Roy por favor, ¡reacciona!...

            Pero Armagedón, se la sacudió de encima de un manotazo y la apartó con una invisible energía mientras añadía regocijándose al hacerlo en tanto explicaba con suficiencia.

- Hay una pequeña diferencia entre los otros demonios y yo. Ellos sí que poseyeron a los humanos que los albergaban y por ello pudisteis expulsarles de un modo tan simple. Pero yo he morado en este cuerpo desde que nació en esta encarnación. Roy y yo somos parte de la misma esencia. Para mí ha sido únicamente una fachada, un escudo que me ha permitido desarrollarme hasta alcanzar mi máximo potencial. Y ahora que ya no me era necesario, me he deshecho de él. ¡Ja, ja, ja! ...

            Aquellas palabras dejaron heladas a las chicas. Tom tampoco quería creerlo pero bastante tenía con intentar respirar, estaba casia  punto de perder la consciencia.

- Por mucho que me pegues nunca saldré de mi cuerpo, ¡idiota! Haría falta mucho más poder del que tú tienes para lograr eso.- Concluyó su enemigo siseando con sumo desprecio a la par que lanzando al chico contra la pared de forma tan violenta  que le dejó inconsciente a consecuencia del duro impacto mientras Armagedón sentenciaba. - ¡Solo eres basura! No me merece la pena ni matarte.

            Cooan atendió a su malparado compañero tratando de reanimarle mientras Beruche a la desesperada intentaba hacer aflorar lo que pudiera quedar de su amigo.

- Por favor, Roy, lucha contra él, sé que estás ahí.

            Entonces el demonio la miró fijamente y ella sintió un escalofrío que recorrió su cuerpo. No sabía el porqué, pero conocía esa mirada. Al advertirlo Armagedón sonrió y le inquirió con tinte de burlesco interés.

-¿No nos hemos visto antes? Conozco tu cara, déjame pensar,... ¡claro! – Recordó con una pérfida sonrisa. - Fue hace tiempo, o mejor dicho será. En Némesis, tú eras una de las enviadas del Sabio. Tú y esa otra de ahí.- Señaló a Cooan que también estaba anonadada. -
-¿Tú?- balbuceó Beruche recordando también. - ¡Eras tú el que me miró aquella vez, ese soldado enmascarado del yelmo negro! ¿Pero, cómo es posible?
-Ese era yo. ¡Has acertado! - rio Armagedón agregando. – Veréis. Os lo explicaré. La Luna Negra estaba mediatizada por nosotros. Todos vosotros, ¡estúpidos!, estabais bajo nuestro control. Sólo erais nuestras marionetas, cuya única misión era la de servir a nuestros propósitos. Como este patético humano que me albergaba en su cuerpo.
-¡Pero ya no es así!- Chilló Bertie entre lágrimas. - ¡Ya no somos marionetas!, somos libres de vosotros, tenemos nuestro propio destino y Roy también lo tendrá ¡Le liberaremos!
-¡Nosotros le salvaremos!- secundó Cooan con toda su determinación. -
- Pobrecitas idiotas. No hay destino para vosotras. - Se burló el demonio moviendo la cabeza y enarbolando una  siniestra sonrisa para exponer. - Nosotros dominaremos la Tierra. Con mi fuerza, que es ahora inmensa y la de mis camaradas demonios, arrasaremos este miserable planeta y ninguno de vosotros lo podrá impedir. ¿O es acaso crees que ahora lo harás mejor que en el bosque de Rarel? ¡Oh, cuanto lo lamento por ti, princesa! - Retó con tono de sorna dirigiéndose a Beruche. – Una guardiana de la Tierra tan ingenua como patética.
-¿Qué estás diciendo?- Inquirió Cooan sin entender nada de aquello.-

Ese tipo la observó con desdén sin molestarse en replicar. Empero Bertie le miró con perplejidad. Aunque estaba confusa y tampoco terminaba de comprender el significado de esas palabras, el caso es que, por alguna razón, ese nombre le decía algo. Le era vagamente familiar, pero no recordaba el porqué. No obstante, sus disquisiciones fueron interrumpidas por su hermana.

-¡Os derrotaremos!, del mismo modo que escapamos de vuestro control. ¡Ya lo hicimos una vez y las guerreras de la justicia nos ayudarán! - entonó sentenciando con toda la rotundidad que pudo reunir y una mirada llena de desafío. - Nunca os lo permitirán, pudieron detenernos y salvarnos a nosotros de vuestra influencia maligna…
- ¡Pues vaya una cosa! – La interrumpió otra voz, aquella que les amenazara hacía unos días, sentenciando no sin desprecio. - Por derrotar a una miserable basura como vosotras y vuestro ridículo príncipe. Contra nuestro poder no tendrán nada que hacer.
- Esa voz. - Reconoció Armagedón sonriendo. - Valnak. ¿Eres tú?..

            El aludido apareció a su lado y repuso jovialmente  también.

-¡Pues claro, camarada! recuerda que te lo prometí y no falto a mi palabra. Al menos no lo hago con quien me comprometo en nombre del Averno.
- Me alegro mucho de volver a verte. - Repuso su compañero y ambos se estrecharon las manos para horror de las chicas. - Entre tú y yo conquistaremos este planeta. Nada ni nadie se nos opondrá.
- Bueno, quizás estas dos nos den algo de guerra.- Opuso humorísticamente Valnak señalando a las chicas que se miraron asustadas. - Acabemos con ellas de una vez.-  Propuso con regocijo.-

 Cooan sostenía al inconsciente Tom, muy inquieta por él y Beruche los cubría a ambos, pese al temor que las embargaba quisieron tomar ejemplo de sus amigas. Recordando el valor de éstas plantaron cara a esos dos terribles seres sin retroceder. Aunque fue Armagedón el que, burlándose con una mueca de desprecio, replicó.

-¿Estas dos inútiles? ¡No me hagas reír, Valnak!,- y moviendo la cabeza añadió jocoso - no....tengo una idea mejor. Dejemos que avisen a sus amiguitas las guerreras. Que vean como las aniquilamos, como destrozamos su mundo y esclavizamos a su raza. Luego ya nos ocuparemos de ellas y de su traición de algún modo particularmente doloroso. Hasta entonces, que pasen sus últimos días con esa angustia…
- Sí - convino su interlocutor visiblemente animado - ¡Es una estupenda idea! Tú siempre has sido más teatral que yo para esas cosas. Pero ahora tenemos que irnos, hay que informar al Gran Sabio. Aunque, no puedes presentarte así vestido, no sería propio de tu categoría, amigo mío.

Dicho y hecho, con un gesto de sus manos emitió un rayo hacia Armagedón que sufrió un cambio en su vestimenta. La ropa deportiva que llevaba se transformó en una armadura idéntica a la de Valnak. Con los mismos distintivos de grado.

- Muchas gracias - dijo éste observando complacido su atuendo. - Me es muy grato disponer de  nuevo de mi uniforme de combate. ¡Ahora sí que he vuelto del todo!

            En ese momento un grupo de chicos atraídos por el jaleo se acercaron allí. Todos quedaron pasmados de incredulidad por lo que veían. Valnak, observándoles despectivamente, les dirigió unas ondas hipnóticas. Al grito de…

-¡Vosotros miserables humanos!, no habéis visto nada ni recordaréis nada de nosotros cuando nos marchemos. Pero vosotras sí, lo recordaréis todo muy bien. Y nos aseguraremos de que no lo olvidéis nunca. Al menos durante el poco tiempo que os quede. – Sonrió triunfalmente dedicando una sádica miraba a Cooan y Beruche que las dejó paralizadas de horror. – Ya nos veremos…

Los demás chicos se habían quedado inmóviles como en una fotografía bajo la sugestión del demonio que instó a su colega.

-Vámonos Armagedón, tenemos una importante misión que cumplir.

            Ambos desaparecieron y todos los muchachos volvieron a la normalidad, al no ver nada extraño a sus ojos se disgregaron por los pasillos. Sólo alguno preguntó que le ocurría a Tom, pero éste recobró el sentido enseguida y las chicas alegaron un resbalón sin importancia. No querían complicar más las cosas con una historia que posiblemente nadie creería.

-¿Qué ha ocurrido?, ¿dónde está Roy?- Preguntó el chico aun aturdido. -
-¡Se lo han llevado, Tom! - Repuso Cooan que sollozó desalentada. -
-¡No hemos podido hacer nada! - Agregó su hermana enjugándose las lágrimas de impotencia y desolación que le azotaban el rostro. – ¡No pudimos salvarle!
-No podíais hacer nada. Ese demonio era muy fuerte.- Repuso el muchacho, haciendo un esfuerzo por mantenerse en pie.- Ni yo mismo he podido hacerle mella.

Sus amigas le echaron una mano para sostenerse hasta que se recuperó. Cuando recobraron una precaria calma, las chicas le explicaron todo excepto lo relativo a ellas mismas. Le ayudaron a llegar a su habitación y él se tumbó en la cama. Estaba agotado y maltrecho. Entre Beruche y Cooan le pusieron hielo en las contusiones que tenía y le arroparon. Una vez se aseguraron de que estaba mejor se fueron dejándole descansar y corrieron al primer teléfono que encontraron…

-¡Tenemos que llamarlas!- Sollozaba Cooan.-
-Sí, rápido.- Convino Bertie igualmente llorosa.-

            En Japón, en la casa de Ami, las chicas estaban estudiando y comentando los extraños sucesos que les habían acaecido a ellas. Nuevos misterios producto de quién sabía qué clase de adversarios. Al menos en la parte norte del país, en la zona de las guerreras del sistema solar exterior, se había detectado otra amenaza. Por fortuna esta vez solo se trataba de una especie de sonda. Pero indudablemente provenía del espacio exterior y era de tecnología alienígena. Además, hacía apenas unas horas otro de esos demonios hizo acto de presencia en Tokio. En un principio le tocó a Minako enfrentarse a él en solitario. La muchacha caminaba junto con Artemis discutiendo algunos asuntos del día a día cuando escuchó gritos que provenían de un parque cercano, sin dudarlo se ocultó entre unos árboles del mismo y se transformó en Sailor Venus. Al llegar a la carrera hacia la fuente de esa agitación observó a un hombre, vestido de operario de teléfonos, sostener a una pequeña de apenas siete años que chillaba aterrada, en tanto sus padres y el resto de los presentes miraban esa terrible escena dominados por el temor.

-¡Ja, ja!- se reía aquel tipo, sujetando a la cría por el cuello.-  Vamos a celebrar la llegada del destructor de mundos con un hermoso sacrificio.
-Chicas. Venid, deprisa.- Les pidió Minako a sus compañeras vía transmisor.-

            Entre tanto optó por aproximarse cautelosamente hacia ese individuo. El tipo ahora había salido corriendo en dirección a lo profundo del parque llevándose en brazos a su rehén. Logró despistar a sus perseguidores, tras haber arrojado una especie de rayo de energía oscura que levantó un tremendo vendaval. Por fortuna, Venus pudo rastrearle con ayuda de Artemis. Los dos llegaron a tiempo de ver horrorizados, como ese sujeto dejaba a una ahora inconsciente pequeña sobre una losa de piedra. Aquel tipo había sacado una daga y estaba dispuesto a clavarla en su víctima…

-¡Venus Love chain! – Invocó Minako arrojando su cadena con la que logró arrebatar el arma a su enemigo.-

            Éste se giró hacia ella con unos ojos rojos plenos de odio, y siseando.

-¡Maldita entrometida! ¿Quién eres?...
-Soy la Guerrera del Amor, la belleza y la Justicia, Guerrera Venus, y en nombre de Venus te castigaré.- Replicó ella adoptando su característica pose.-

            Aunque para su sorpresa ese hombre rio de forma estruendosa. Al poco una espesa humareda negra salió de él condensándose en la forma de un demonio. Era tan horrible que a Minako el corazón casi le dio un vuelco al verlo. Parecía una especie de ser mitológico, como la Medusa, cabeza llena de tentáculos y una faz grotesca, hinchada y verdosa, con terribles dientes en forma de aguja. Su cuerpo era alargado, con brazos como sarmientos, y vestía una especia de  sayal de color terroso.

-¡Ten mucho cuidado! - Le advirtió un horrorizado Artemis a su amiga.-
-Tenemos que apartarle de la niña.- Le contestó su compañera, que, pese al sentimiento de repulsión y temor que sentía al ver aquello, pensaba más en la seguridad de la pequeña.- Ayúdame.
-¡Wariaog! – Aullaba ese espantoso ser que, sin más miró fijamente a su enemiga.-

            Ésta se apartó rodando por el suelo y al instante de los ojos de ese demonio brotaron sendos rayos que literalmente petrificaron dos árboles que estaban tras la sailor.

-¡Es muy poderoso! – Exclamó el gato que, sin dudar, corrió valerosamente hacia esa criatura pese a los gritos de su amiga por disuadirle.-
-¡No lo hagas… es muy peligroso!… ¡Artemis!
-Salva a la pequeña, yo el distraeré.- Fue la réplica que obtuvo de su compañero felino.-

            La operación tuvo éxito. En tanto ese horroroso ente se centraba en aquel gato blanco, tratando de alcanzarle con sus rayos sin lograrlo, Minako pudo correr y cuando estuvo lo bastante cerca usó nuevamente su cadena. Aunque esta vez lo hizo con mucha mesura. Pudo atrapar a la niña, envolverla cuidadosamente en ella y de un tirón recuperarla tomándola en brazos. Ahora la pequeña estaba despertando. Con mucha dulzura la Sailor le preguntó, esbozando una sonrisa, pese a lo crítico del momento.

-¿Cómo te llamas, cariño?....
-Akane…- Pudo  replicar la cría.-
-Bien Akane, escúchame. Vas a esconderte entre esos árboles hasta que nos libremos de ese monstruo. ¿Vale?

            La asustada cría obedeció enseguida, tras asentir se refugió tras de unos cerezos próximos. La guerrera entonces pudo acudir en ayuda de su compañero que lo estaba pasando muy mal tratando de eludir los ataques de esa bestia…

-¡Venus Therapy Kiss! - Exclamó la chica atacando a su enemigo.-

            Éste recibió un impacto directo que lo derribó, pero se levantó enseguida. Ahora no obstante, se quedó inmóvil, observando a esa humana y se rio… era un sonido tan terrible que helaba la sangre pero, pese a ello, Minako se mantuvo imperturbable y le espetó.

-¿Se puede saber de qué te ríes, maldito monstruo?...
-Habéis perdido… ¡ja, ja, ja!… el destructor de mundos ya está aquí…Puedo sentirlo. - Fue la respuesta, entre enigmática y terrible que recibió.- ¡Su aura es tremenda!
-No sé a qué te refieres, pero voy a terminar contigo.- Contestó valerosamente ella.-
-No podrás.- Siseó el demonio que ahora, para horror de su adversaria, alargó esa especie de tentáculos que tenía por cabellos, tratando de agarrarla.-
-¡Mars flame Sniper! – Se escuchó entonces a la derecha de donde estaba Minako.-

            Una saeta de fuego cortó varios de esos tentáculos...el demonio chilló al parecer dolorido por ello. Pero no le dieron tregua. Al momento se escuchó a otra voz gritar.

-¡Jupiter Oak revolution!

            Una especie de tornado de tonos entre rosados y naranjas derribó a ese ente en el suelo. Fue  la propia Sailor Moon  la que le remató, utilizando su tiara y su transformación en Eternal…

-¡Silver Moon Crystal Power Kiss!

            El demonio aulló al recibir el impacto comenzando a incendiarse. La propia Minako le fulminó con su Fulgor Creciente haciéndole explotar. Tras haberse puesto a  cubierto todas se levantaron aun jadeantes por el esfuerzo y la adrenalina desatada. Fue la guerrera Mercurio quién, más rápidamente recobrada, encontró a la pequeña Akane. Tras devolverla con sus aliviados y agradecidos padres y firmar algún que otro autógrafo, las guerreras se despidieron de la niña y el resto. También se ocuparon de atender a ese tipo que al despertar afirmó no recordar nada…

-Estaba arreglando un cable defectuoso de la línea y entonces… me desperté aquí… Pudo balbucear.- No sé qué me ha sucedido.
-No se preocupe, ya ha pasado, váyase de aquí cuanto antes.- Le aconsejó Mercurio.-
-Sí, por allí. Todavía le deben de estar buscando. - Le indicó Júpiter a fin de apartarle de aquella multitud, para la que era el culpable de todo.-

            El desconcertado hombre así lo hizo. Las chicas suspiraron aliviadas. Esperaban que eso no le trajera consecuencias a aquel pobre tipo que era inocente de haber sido el instrumento de aquel demonio.  Al fin las cosas se tranquilizaron. Quedando ellas a solas.

-Vamos a mi casa.- Les propuso Ami.- Está más cerca y mi madre tiene turno en el hospital.

Así convinieron. Aquel ataque las había inquietado mucho. Hacía bastante tiempo que no se producía ninguno. Minako les contó lo que ese demonio había dicho. Usagi, Ami, Makoto y Rei se miraron visiblemente preocupadas. La gata Luna, junto con Artemis que había ido en su busca, se unió en ese momento al grupo y les comentó a todas.

-Creo que he dado con la fuente del poder maligno. Llevo semanas triangulando el origen de cada ataque y todos forman una figura geométrica muy clara. Éste último ha sido la punta que me faltaba.
-¿No te referirás a un pentáculo?- Le comentó Ami.-
-Sí, efectivamente.- Replicó su interlocutora.-
-¿Y cómo sabes eso?- Le inquirió Makoto.-
-Porque es el distintivo de las fuerzas demoniacas.- Contestó la interpelada.-
-Si tenemos su posición, ¿A qué esperamos? ¡A por ellos! – Arengó Rei con el asentimiento de varias de sus compañeras. -

El ruido del teléfono interrumpió la conversación. Ami se levantó y descolgó el auricular.

-¿Sii? Dígame. ¿Quién es? Beruche, ¿eres tú?, ¡qué alegría! ¿Cómo os va por  EE.UU.?
- Por favor,- la interrumpió Bertie entre incontrolados sollozos. - ¡Tenéis que venir a ayudarnos!, sólo vosotras podéis hacer algo. ¡Se lo han llevado!, está bajo su control y no hemos sido capaces de impedirlo.
- Tranquilízate, ¿qué es lo que ha pasado?- Repuso su amiga de forma seria y tan sorprendida como inquieta.

Las demás chicas asimismo preocupadas se acercaron a ella para tratar de enterarse pues el semblante de su compañera no era nada optimista. Así, a trancas y barrancas, entre la emoción y la angustia, Beruche le contó lo ocurrido. El gesto de Ami actuó como espejo de su gran preocupación y sus compañeras se lo notaron.

-¿Qué pasa?- susurró Makoto - ¿Les ha ocurrido algo a las chicas? - Ami le hizo una seña para que se callase y trató de animar a su amiga con palabras amables y confortadoras. - No te preocupes, iremos para allá, aunque no podremos ir todas. Aquí también han surgido complicaciones y tenemos nuevos enemigos. Pero cuenta conmigo, yo iré lo más rápido que pueda.
-¡Por favor, ven rápido, venid las que podáis! ¡Es una situación desesperada, de vida o muerte! ¡Os necesitamos! - Insistió frenéticamente Bertie que observaba como su hermana no podía reprimir el llanto a su lado. Cooan se tapaba la boca con una mano y las lágrimas se desbordaban por sus mejillas. - Ahora tengo que colgar, da recuerdos a todas y no le digas nada a mis hermanas, ¡por favor! Esto es muy peligroso y si vienen podrían resultar heridas o algo peor.

Y tras estas palabras colgó y se exigió a sí misma calma para acto seguido tratar de tranquilizar a su hermana contándole la conversación. Cooan pudo dominarse pues estaba ansiosa por escuchar y se animó algo al saber que sus amigas irían en su ayuda…

-Debemos tener valor. Hay que aguantar hasta que vengan.- Le decía Beruche.-
-Sí, -Sollozaba su interlocutora asintiendo para agregar tratando de ser positiva a su vez.- Cuando ellas vengan todo se arreglará. Estoy segura…

            Las dos se dispusieron a ello, metidas en su habitación y rezando porque los demonios no volvieran antes de que sus amigas llegaran al rescate. Ami por su parte colgó lentamente con un semblante muy preocupado. Les resumió a sus compañeras la historia que Beruche le había contado a ella y todas mostraron el mismo gesto de horror e inquietud. Pasado el primer momento de impresión intercambiaron algunas miradas hasta que alguna se decidiera a tomar la palabra. Y fue Minako la que comentó en actitud reflexiva.

-A eso se refería ese demonio. ¡El destructor de Mundos!- Debe de tratarse de lo que sea que ha poseído a Roy.
- Eso parece aun más grave que lo que tuvimos que pasar aquí. Los Devlisters, Droidas, Daimons Remonex y demás,  parecen una broma en comparación.- Repuso Makoto.-
- Así que ya ha comenzado. - Suspiró Minako visiblemente apesadumbrada para preguntar a nadie en particular. -¿Qué hacemos? ¿Debemos intervenir ya? ¿Nos ocupamos antes de los enemigos que tenemos aquí?
-¡No puedo dejarlas a su suerte! - Declaró Ami de modo enérgico. - ¡Si me necesitan allí estaré!..
-¡Pues yo voy a ir también!- Intervino Rei decidida y con una mirada hacia Usagi que combinaba expectación y el ruego de la aprobación mientras añadía. - Beruche y Cooan son muy buenas amigas y no las abandonaré.
- Creo que yo también iré con vosotras. – Convino ésta moviendo afirmativamente la cabeza en un lento ademán para agregar. - Aquí de momento las cosas ya están más controladas. Tras destruir a éste último creo que entre Makoto y Minako se podrán ocupar de cualquier emergencia que pudiera  surgir. Si es que esos malvados deciden aparecer otra vez por aquí.
- Perded cuidado e id tranquilas, nosotras dos nos bastamos para vigilar los movimientos del enemigo.- Añadió Minako. –
- Aprovecharemos para localizar su cuartel general aquí, de forma más exacta.- Tercio Artemis con el asentimiento de Luna.-
- Además, ahora las cuatro guerreras del Sistema Exterior están por aquí, también podemos contar con Tuxedo. O incluso llamar a Chibiusa del futuro.- Añadió Venus.-
- No sé si esas cuatro nos ayudarán, tiene sus propios problemas. Ese asunto de la sonda. - Dudo Makoto. -
- Aun así, entre tú y yo podemos aguantar unos días. Y si las necesitamos seguro que vendrán. - Declaró Minako convencida. –

            Su compañera asintió, formaban un buen equipo. Estaba convencida de que eran capaces de darle mucho trabajo al enemigo si volvía a presentarse.
- Por ahora, no le digáis nada a Chibiusa cuando os venga a visitar - aconsejó prudentemente Rei. - Ella aprecia mucho a Cooan y Bertie. Seguramente insistiría en acompañarnos. Y las cosas allí podrían ponerse muy peligrosas.
- Eso será lo mejor. - Acordó Usagi. - De todos modos haría falta que se quedase aquí y me supliese si  retorna del futuro. Caso de ser necesario, es la única aparte de mí que puede invocar el poder del Cristal de Plata. Aunque de momento, coincido con vosotras en que las dos podréis ocuparos de esto, Mina-chan, Mako –chan. - Remachó con el asentimiento de las interpeladas.- Confío plenamente en que defenderéis este lugar con la ayuda de las exteriores si fuese preciso.
-No te preocupes.- Nos las arreglaremos.- Aseguró Minako.-
-Es una lástima no poder ir a verlas. Pero supongo que habrá otra ocasión.- Comentó Makoto.-
- Entonces reservaré billetes para el vuelo más inmediato. - Terció Ami explicando a las demás. - Mi madre, por sus continuas conferencias médicas, tiene amigos en las líneas aéreas y los billetes nos saldrán baratos. Ya me inventaré algo para que me deje ir.
-Necesitaremos pasaportes, visados, ya me comprendes.- Afirmó Usagi.-
-Dejad eso de nuestra cuenta.- Intervino Artemis.-
-Y además contaremos con la ayuda del señor Fumata si es necesario.- Apostilló Ami.-
-¿A qué estamos esperando? ¡Tenemos que preparar las maletas y acudir en su ayuda, ya!- Arengó nuevamente Rei. -
- Y ya sabéis. - Les recordó prudentemente la gata Luna. – Intervenid cuando sea el momento preciso. Y no os demoréis en regresar. Debemos mantener el contacto y cruzar información. No sabemos que pueda aguardarnos aquí y la relación que pueda tener con lo que les sucede allí a ellas…
           
            Todas las chicas asintieron y se separaron para encargarse de sus preparativos. En ese mismo momento, en la sede de la secta, Armagedón presentaba sus respetos al encapuchado jefe. Saludó golpeándose el pecho con uno de sus brazos e inclinando ligeramente la cabeza con una media sonrisa de satisfacción.

- Te saludo, Gran Sabio. Para mí es un placer el reincorporarme a mi tarea. He estado aguardando este momento durante mucho tiempo.
-¡Bien!, ¡excelente! - Repuso éste con agrado, felicitando al otro demonio. - ¡Muy bien Valnak, has cumplido perfectamente con tu misión!
- Gracias Gran Sabio, ya te lo dije, - replicó su interlocutor bastante ufano consigo mismo. – ha sido muy fácil.
- Me complace mucho tu éxito, sí. - Prosiguió el Gran Sabio ahora con su tono monocorde habitual con el que objetó. - Pero sólo es el principio. Ahora, entre los dos, debéis cumplir una nueva misión. La que de verdad importa. Habéis de reunir con rapidez las esferas Yalmutud para crear un pasillo dimensional entre este mundo y el Averno. De esta forma, nuestras hordas infernales podrán venir y arrasar este mísero planeta.
- Bien señor, pero puede que alguien se nos oponga – advirtió Armagedón. -
- Así es, unas Guerreras de la Justicia. - Añadió Valnak cautelosamente. - Esas que ya frustraron antes nuestros planes. Y seguro que esas dos estúpidas traidoras de aquí correrán a llamarlas.
- De eso os quería hablar, puede que nos veamos favorecidos por la casualidad. Ha llegado a mi conocimiento que esas guerreras estaban enfrentándose a la amenaza de un enemigo que pretende lo mismo que nosotros. Conquistar este planeta. - Les reveló el Sabio. -
-¿De quién se trata?- Inquirió Valnak con interés. - ¿Es alguien de los nuestros?
- Eso no lo sé a ciencia cierta. Mis informes provienen de hace algún tiempo del norte de Japón y no tenemos agentes allí en este momento. Salvo los señuelos que enviamos a Tokio con la misión de entretenerlas. Nuestros acólitos allí desconocen la identidad de esos presuntos invasores. - Repuso el Sabio -, pero es una buena noticia. Quizás las guerreras no puedan acudir aquí.
- Pues a mí no me gusta la idea. - Terció desconfiadamente Armagedón. - Las guerreras esas no me preocupan, sé que las venceremos sin problemas, pero ese nuevo enemigo suyo, sí. No conocemos el alcance de su poder, si derrota a las nuestras enemigas y pretende lo mismo que nosotros tendríamos que enfrentarnos a él. Vale más tener cuidado.
- Tienes razón en desconfiar. Aunque por ahora lo que suceda en ese país no debe preocuparnos. – Le respondió el Gran Sabio añadiendo pacientemente. - Pero cada cosa a su tiempo. Yo os iré guiando en la localización de las esferas escondidas en este planeta y cuando las reunáis y nuestros ejércitos de la oscuridad estén aquí, nadie podrá pararnos.
- Sí, las Yalmutud estarán muy bien guardadas. Aunque creo que con nuestro poder combinado seremos capaces de forzar sus protecciones, pese a que tengan sellos sagrados. – Señaló Armagedón con visible complacencia. -
-¡Pues vayamos a por las esferas sin más demora! - Instó Valnak entusiasmado con la idea. -
- Sí, ¡cómo nos vamos a divertir!-. Celebró su colega deseando ponerse en camino. -
           
            Valnak y Armagedón hicieron corteses reverencias al Sabio y desaparecieron. Se materializaron en un lugar alejado de la ciudad, al abrigo de miradas indiscretas.

-¿Por qué me pediste venir aquí? -Se sorprendió Valnak.-
-Tengo algo que hacer antes de comenzar nuestra misión.- Le contó su compañero.-
-¿El qué? ¿Qué puede ser más importante que eso?- Le interrogó su interlocutor.-
-Una promesa que le hice a una aliada nuestra. – Repuso enigmáticamente él.-
-No sé a quién te refieres.- Comentó un desconcertado Valnak.- Y en cualquier caso, las promesas hechas a los humanos no son dignas de ser mantenidas.
-Sí lo son en este caso.- Se sonrió Armagedón para matizar.- Primero, porque no era una humana. En segundo lugar, le di mi palabra en nombre de nuestro señor Satanás y tercero y casi lo principal, junto con lo segundo, porque de no hacerlo, tú y yo podríamos no estar aquí.

            El gesto de su contertulio se quedó demudado por el asombro y entonces convino con tono más humilde.

-Siendo ese el caso estás obligado a mantener tu promesa. ¿Puedo ayudarte en algo?
-Hay una cosa que sí puedes hacer.- Le contestó su compañero.-

            Y tras referirle de qué se trataba, Valnak asintió, encogiéndose de hombros repuso con tono despreocupado.

-Muy bien, si es solamente eso, dalo por hecho...

Mientras tanto, en la universidad, Tom ya se había recuperado del todo reuniéndose con las chicas, juntos y más calmados, estudiaban un plan de actuación. El muchacho les propuso una idea.

- Veréis, llevaba meditando esto desde hace ya algún tiempo, pero no me atrevía a dar el paso. Ahora no veo otra opción. - Ante las caras de interés y curiosidad de ambas él les explicó. – Creo que hace tiempo que os lo comenté. Conozco a un tipo que es experto en temas de ocultismo y magia, seguro que nos ayudará. Tendré que irme por algunos días, ¿os podréis apañar solas?- Quiso saber no sin preocupación.-
- Descuida, sabemos cuidarnos. - Le tranquilizó Bertie, aunque no estaba muy segura de lo que decía teniendo en cuenta las circunstancias. -
-¡Ve Tom y no temas por nosotras!, cuando vuelvas entre todos lograremos vencerles y librar a Roy de su maligna influencia. - Le animó Cooan. -
-¡Buena suerte chicas, regresaré lo antes que pueda! - Prometió el chico que se despidió y se marchó sin perder ni un segundo después de hacer un austero equipaje. -

            Cuando las dos se quedaron a solas Beruche le confió sus temores a Cooan.

-¿Cómo vamos a poder detenerles? No tenemos ni idea de su verdadera capacidad. Pero con lo que he visto creo que ni siquiera con nuestros antiguos poderes hubiésemos podido hacer nada contra ellos y ya no somos las que éramos.
- Debemos tener fe. Si las guerreras vienen en nuestra ayuda tendremos más posibilidades.- Trató de animarla Cooan. -
- Sí, tienes razón. Pero entre tanto, debemos luchar por Roy, por nosotras y por el resto del mundo. No podemos aguardar a que lleguen nuestras amigas y cargar otra responsabilidad tan grande sobre sus espaldas sin hacer nada. - Convino Bertie con férrea determinación. -

            Ambas acordaron estar en guardia, pero pasaron los días y no ocurrió nada anormal. Los demonios parecían haberse evaporado. Al menos en la universidad. Ellas entre tanto justificaron la ausencia de Tom por problemas familiares y se cuidaron, pese a todo lo que tenían en la cabeza, de tomar apuntes para que su amigo no perdiera las clases. En cuanto a Roy, simplemente parecía que nadie se extrañase porque se hubiera ido unos días. La única que estaba todavía traumatizada era Melanie. La muchacha no había vuelto a sus ensayos como animadora. Y apenas si se concentraba en clase. April estaba muy preocupada y triste por ella pero no podía hacer nada. Ahora estaba al cargo de las animadoras con la baja de su capitana y amiga y la de Connie. Ella tampoco había vuelto a entrenar.

-Es natural, tras ver a ese tipo con su auténtico rostro.- Se dijo consternada.-

Pero ¿Qué iba a hacer ella? Ya se lo habían advertido bien claramente. No le quedaba más remedio que obedecer. Por ello, salió de la universidad una vez más, a la noche, y saltándose el toque de queda. Había recibido una misteriosa llamada telefónica y tenía que acudir a una cita.

-¡Ojalá pudiera librarme de esto, pero no puedo!- Se decía con pesar. -

Aquella pesadilla había comenzado tras el accidente que tuvo hacía años. April era una jovencita realmente prometedora. De niña también estudió algo de ballet, y se le daba muy bien. Pero un día, con apenas catorce años, yendo en bicicleta hacia sus clases de danza todo cambió. Sufrió ese terrible accidente. Un conductor distraído se la llevó por delante y a punto estuvo de morir. A resultas de eso quedó hemipléjica. Al despertar sus angustiados padres la miraban con unas sonrisas que trataban de ser alentadoras aunque la tristeza y el dolor se reflejase en sus ojos. Ella misma lo entendió enseguida.

-Cariño.- Susurró su madre.- ¡Cuánto nos alegramos de que hayas despertado!
-Has dormido más de tres días.- Le contó su padre.-
-¿Qué ha pasado?- Musitó la niña.-
-Tuviste un accidente, hija.- Le explicó su madre, como si estuviera eligiendo las palabras con sumo cuidado.- Un conductor no te vio cuando pasaste el cruce hacia la academia de baile…
-¡Ese canalla!- Espetó su padre incapaz de contener su rabia.-

            Su esposa le tomó de una mano y él guardó silencio y asintió. Aunque eso no le importaba mucho a April. Lo que ella quería saber era cuando podría estar recuperada para volver a bailar. Al preguntar aquello se le heló el corazón. Su madre rompió a llorar sin poder evitarlo.

-Ninguno de mis padres era capaz de decírmelo. Al final ellos no se atrevieron a confesarme la verdad.- Recordaba con angustia.- Tuvo que ser mi hermana mayor.

            Pensó en Paige. Su hermana realmente no tenía ya mucha relación con la familia. De siempre fue a su aire y se metió en líos. No quiso estudiar y frecuentaba malas compañías. Una día discutió con sus padres y se marchó de casa. Aunque al enterarse de su accidente vino a visitarla aprovechando que estaba sola durante un rato. Tras darle un beso en la frente, le comentó abruptamente a la paciente en tanto se apartaba esa larga cabellera morena que lucía, al tiempo que la miraba fijamente con sus azules ojos.

-Lo siento muchísimo, April. Por culpa de ese accidente no podrás volver a caminar.
-¿Qué?- exclamó ella horrorizada.-

            Y la afectada no pudo evitar llorar de desesperación. Lo intentaba y en efecto la parte de su cuerpo de cintura para abajo no respondía. No obstante, su hermana le sonrió animosa pese a todo y declaró con tono seguro.

-Esto no tenía que ser así. Y te garantizo que no lo será. Tengo amigos muy importantes. ¿Sabes? He conocido gente muy especial por ahí. Y les he hablado de tu caso. Me han prometido ayudarte.
-¿Cómo?- quiso saber ella, llevada por la angustia y la incredulidad.- ¿Me pueden operar?
-Mucho mejor que eso.- Afirmó Paige.- No temas nada. Todo se va a solucionar. Pero necesito que me prometas una cosa.
-¡Lo que quieras!- Se apresuró a sollozar la niña.-
-Harás todo lo que te diga. ¿De acuerdo?- le sonrió su hermana.-

            April asintió. Confiaba en Paige, ella siempre la había cuidado y querido pese a todos sus problemas con sus padres. Entonces su hermana, al parecer satisfecha con eso, le pidió.

-Primero necesitaré algo de tu sangre.
-Claro. Los doctores me habrán sacado seguro.- Afirmó la niña.-

            Su interlocutora ahora sonrió, pero movió la cabeza matizando.

-No de esa forma. Tengo que hacerte un corte en la palma de la mano y deberás marcar un papel que te traeré.- Le explicó.-

            La ingenua jovencita convino en ello. Paige regresó en otro momento en el que ella estaba sola. Incluso más allá del horario de visitas. April no comprendía como se las apañaba su hermana para entrar tan tarde en el hospital. Empero no hizo preguntas. Selló con su sangre aquel extraño documento que parecía hecho en piel. Su contertulia entonces asintió satisfecha y le prometió con una extraña jovialidad.

-Saldrás andando de aquí, podrás bailar de nuevo y en pocos años irás a la universidad a estudiar. Allí te convertirás en toda una abogada.
-No creo. A mí nunca me ha gustado el derecho.- Pudo oponer la muchacha.-
-Te gustará.- Afirmó Paige quien le recordó.- Recuerda, has hecho un pacto. Si quieres que resulte bien tendrás que cumplirlo.
-Bueno, ya te lo dije. Tú dime que quieres que haga.- Declaró ella.-

            Pero le sorprendió la réplica de su hermana quien parecía ahora algo más entristecida y menos entusiasta al matizar.

-Ante todo, no le cuentes a nuestros padres que he estado aquí. Y mucho menos les digas nada sobre este acuerdo que has hecho. - Repuso ella con un tono de desprecio que no se molestó en ocultar.- Y para lo demás, no seré yo quien te lo indique. El pacto no lo has hecho conmigo, ha sido con mis amigos. ¿Te acuerdas? Te hablé de ellos. Son muy poderosos.
-Bueno. ¿Y quienes son? ¿Vendrán a verme para decirme lo que debo hacer?- Quiso saber con interés y curiosidad.-
-A su debido tiempo ya te contactarán.- Le auguró su hermana.- Y tú podrás llamarme si me necesitas a este número.- Añadió entregándole un papel con unos números apuntados, para insistir contundentemente.- Empléalo únicamente si es importante.

            La niña asintió. Paige se marchó entonces y todo fue tal y como le había dicho. Por increíble que pareciera, estando ya sus padres con ella, April notó un cosquilleo que le recorrió las piernas llegando hasta los dedos de sus pies. Sus progenitores corrieron a avisar a los médicos que le hicieron varias pruebas. A las pocas horas la cría podía mover sus piernas como si nada le hubiese pasado.

-¡Esto es increíble! -Exclamó el doctor jefe que la había estado atendiendo.- ¡No encuentro ninguna explicación! Tenía las vértebras rotas y los nervios de la espina dorsal destrozados.
-¡Es un milagro! - Exclamó la emocionada y llorosa madre.-

            Y nadie podría haberlo definido de otra forma. Al cabo de un par de días, las radiografías y pruebas no mostraban el menor signo de daño. De modo que le dieron el alta y salió andando sin ningún problema. Su habilidad para bailar estaba intacta y pudo proseguir su vida normal olvidando aquel mal trago. Lo único que le apenó fue no volver a ver a su hermana durante algún tiempo. Paige parecía haberse evaporado. Pasaron un par de años y, ya en el instituto, comenzó a sentirse atraída por las leyes. Era como si deseara estudiar derecho, algo que, tal y como le contase a Paige, nunca le había interesado. Aunque entonces, otra cosa comenzó a atraerla.

-Me empecé a fijar en otras chicas. Yo jamás había sentido algo así por ninguna mujer.- Recordó ahora cuando caminaba a oscuras en dirección a ese lugar.-

            Y eso no era algo que sus padres pudieran aprobar. Tampoco ella quería llamar la atención, temiendo que su reputación en el equipo de cheer-leaders de su instituto y sus referencias para ir a una buena universidad, pudieran quedar afectadas. Aunque, para su sorpresa, un día recibió una llamada. Estaba sola en casa y atendió el teléfono. Era una voz de hombre rasposa. Sin apenas darle tiempo a contestar, le ordenó.

-Primera cosa que tendrás que hacer por nosotros. Cuando llegue el momento, irás a estudiar a la Golden State College de Nueva York.
-¿Quién es?- Preguntó ella pero al instante colgaron.-

            Y dándose perfecta cuenta de que esa petición correspondía al pacto que suscribió decidió seguirla. Total, le daba igual a qué universidad tuviera que ir con tal de que fuese buena. Ella no tenía ni las calificaciones ni el dinero para aspirar a la élite, de modo que, tras informarse sobre ese sitio no le pareció tan malo. Luego quiso contactar con Paige. Aunque le costó bastante. Su hermana seguía siendo muy esquiva. Al fin, tras llamarla varias veces a ese número que  ella le dio, logró que le contestase.

-¿Dónde te metes?- le preguntó.-
-Mejor para ti que no lo sepas.- Respondió ésta dejándola atónita e incluso inquieta.-
-Bueno, solamente quería saludarte, te echo de menos.- Pudo decir con tono más suave y preocupado.-
-Ya te dije que solamente empleases este número para algo importante.- La reconvino su interlocutora.-
-Lo siento. Es que ha pasado algo.- Confesó April con tono apurado.-

            Le refirió entonces a su hermana esa extraña llamada e incluso le comentó divertida.

-Iré porque me parece un lugar bonito. ¡Pero total!, ni sé quienes son esos tipos ni creo que pudieran obligarme a cumplir nada de eso.
           
            Sin embargo, la reacción de Paige sí que la dejó asustada, dado que exclamó con tono entre horrorizado y reprobatorio.

-¡Jamás! ¿Me oyes? ¡Jamás te niegues a cumplir lo que firmaste! Sería terrible para ti. Lo perderías todo. Créeme. ¡Todo! No cometas el mismo error que yo…
-¿Qué tú? ¿Pero qué te ha pasado? -Le preguntó en vano, dado que su interlocutora sencillamente replicó.-
-No vuelvas a querer hablar conmigo. Y aguarda sus instrucciones. ¡Pero, por lo que más quieras, no te niegues a seguirlas! Adiós April.
-Espera, ¡Paige!- Exclamó con tono perplejo y preocupado, pero su hermana ya había colgado.- No sé que le pasa. Pero tengo que saberlo.- Decidió, tratando de ayudarla.-

            Sin embargo, ya no fue capaz de localizarla en los dos siguientes años. Llegó al fin el momento de ir a la universidad y logró convencer a sus padres de que quería matricularse en la Golden. Allí entró siendo muy bien recibida. Ya el primer año coincidió con Melanie. Se llevaron bien enseguida dado que esa chica era realmente guapa, rubia, alta y atlética además de tener una personalidad muy fuerte y bastante carisma. Ella misma no estaba tampoco nada mal y su talento para bailar impresionó a su compañera.

-¡Vaya!- Comentó entonces Melanie.- Estoy segura de que nos admitirán a las dos en el equipo de animadoras.
-Sí, yo ya lo era en mi instituto.- Le contó ella.-
-Pues yo no. Y a mis padres tampoco les agrada precisamente la idea. Son bastante tradicionales para esas cosas. - Admitió su interlocutora.- Además, tengo mucho que practicar para hacerlo bien.
-Te ayudaré.- Afirmó ella, recreándose en esos ojos tan azules y ese cabello tan hermoso de color rubio que su compañera poseía.- Domino bastantes coreografías.

            Y así lo hizo, ambas entrenaron mucho y lograron su deseo. Al año siguiente ya eran de las mejores animadoras de la Golden. April quiso también acercarse más íntimamente a su ahora amiga. No obstante, esta era claramente hetero. Durante algún tiempo sin embargo, fue profundizando la amistad entre ellas que se hicieron inseparables. Llegó un momento en el que incluso llegó a albergar algunas esperanzas.

-Quizás, si le confieso que me gusta.- Se decía llena de indecisión.- Pero, claro…podría tomarlo a mal.

            Tampoco quería perder esa amistad y sobre todo, dado que compartían cuarto, eso la ponía en un grave dilema. Aunque pronto comprobó que su amiga no era reacia a citarse con chicos allí. April apenas pudo protestar, nos e atrevía, aunque sí llegó a comentarle.

-Sabes que eso está prohibido. Si te pillan con un chico en el cuarto.
-No seas tan miedosa.- Le respondía su compañera con despreocupación, alegando.- Las veteranas de cursos superiores lo hacen y nunca se ha expulsado a nadie por eso. Te lo advierten, claro. Pero nunca vienen a comprobar si hay alguien. Y menos por la noche.
-No creo que esté bien.- Suspiró Ella, desviando la mirada.-

            Quizás Mel lo interpretó de una manera bien distinta, puesto que se acercó a ella, y acariciándole afectuosamente el pelo, le susurró con tono lleno de complicidad.

-No te preocupes. Y si alguna noche te hace falta, gustosamente te dejaré toda la habitación para ti. Seguro que muchos apuestos compañeros nuestros están deseando recibir tu invitación…

            April se ruborizó, haciendo reír a su amiga. Pero ella sufría. ¿Cómo decirle que ya estaba con la persona con la que deseaba compartir ese cuarto? Claro está, de un modo mucho más íntimo. No obstante supo de inmediato que eso jamás sería posible. Pese a eso, optó por esperar y ser más paciente, aguardando la más mínima señal por parte de Melanie. Aunque apenas unos días más tarde, la cosa se estropeó. Apareció ese tal Roy. Él y Mel comenzaron a verse y a salir. Ella estaba embobada con ese tipo y por supuesto April no se atrevió a meterse en medio. Fue entonces, al poco de que se chico entrase en escena, cuando otra de esas misteriosas llamadas la agitó.

-¿Diga?- inquirió estando en su habitación cuando le pasaron esa comunicación que preguntaba por ella.-
-Deberás acudir a esta dirección y entrar a trabajar aquí.- Le ordenó esa voz rasposa que reconoció de la vez anterior.-

            Tras lo cual, le dio las señas a las que tenía que acudir. Cuando ella fue se encontró con que eso era una especie de bar de ambiente. Muchas chicas lesbianas se reunían allí para poder “ conocerse” al amparo de miradas indiscretas. Le costó un poco abrirse camino puesto que el local estaba casi lleno, e incluso tuvo que declinar cortésmente algunos intentos por ligársela de no pocas chicas. Por fin pudo encontrarse con la dueña del establecimiento.

-Hola. Me llamo April Sinclair. -Se presentó.- Querría pedirle trabajo. Soy universitaria y necesito dinero para pagarme la matrícula.

            De hecho, sus padres hacían un esfuerzo considerable para mantenerla en la Golden. De este modo, además de obedecer las órdenes que recibiera, les liberaría un poco de esa carga. Aunque esa mujer, que rondaría la cincuentena, enseguida le replicó con tono de incredulidad.

-¿Sabes lo que somos todas aquí, cielo?
-Sí claro.- Admitió ella, confesando a su vez.- Yo comparto los mismos gustos.
-En tal caso, veré si nos falta personal.- Repuso su contertulia.-
-El hombre que me dijo que viniera aquí, me aseguró que precisaban de una camarera.- Comentó ella.-

            Aquello hizo que esa individua algo regordeta y de cabellos rubio ceniza rizados, la observase con sus ojos castaños llenos de una mezcla de sorpresa e incluso temor. Apenas si pudo musitar.

-¿Hombre? ¿Qué hombre?
-No lo sé.- Suspiró April mirando hacia el techo para admitir algo azorada.- Nunca le he visto, pero firmé un acuerdo con un grupo o algo así al que pertenece y tengo que hacer lo que me digan.

            Su contertulia estaba pálida y no tardó en asentir vehementemente para asegurar.

-Estás contratada. Dile a quien quiera que sea que Uma cumple. Empezarás esta misma noche.

            Y sin atreverse a preguntarle nada a esa mujer, asintió. Desde entonces había tenido que apañárselas algunas veces para saltarse el toque de queda e ir a trabajar. Hasta tuvo algunas relaciones esporádicas con unas pocas clientas, pero nada serio. En su mente solamente había una chica, su compañera Mel. Ahora volvía a recorrer las calles hacia aquel local, con sus pensamientos puestos no en ella, sino en su misterioso interlocutor.

-La llamada me decía que tenía que verme aquí con alguien.- Se decía entre curiosa y preocupada.- Tengo que entrar a trabajar, le aguardaré en el local. Quien quiera que sea, vendrá dentro de un rato…¡Ojalá que no tarde y no quiera nada raro de mí!

Por su parte, Bertie y Cooan aguardaban impacientes el aviso de sus amigas para confirmar su llegada y por fin recibieron una llamada de Ami. Ésta, Rei y Usagi, iban a abordar un vuelo en un par de horas y estarían allí al día siguiente. Beruche y Cooan fueron a esperarlas al aeropuerto. Cuando el avión aterrizó y las vieron bajar no pudieron reprimir su alegría, corrieron hacia ellas.

-¡Gracias al cielo que ya estáis aquí! - Exclamó Cooan con júbilo abrazándose a Rei. -
- ¡Es estupendo!, ahora tengo esperanzas de que lo conseguiremos. - Añadió Bertie que hizo lo propio con Ami. -
- ¡Y a mí que me parta un rayo!, ¿no? - Intervino Usagi con los brazos en jarras y aun subida en la escalerilla. -

            Al advertir aquel cómico cuadro todas se rieron. Las dos hermanas se dirigieron hacia ella saludándola también de forma afectuosa.

-¡Perdónanos, Usa-chan! - Le pidió Cooan estrechándola entre sus brazos con mucho afecto.-
-Sí, no te habíamos visto al principio.- Añadió Bertie imitando a su hermana.-

Y es que por primera vez en muchos días algo las hacía sonreír y se agradecía. Entonces Rei puso la nota sería.

- Bueno chicas, ahora contadnos detenidamente lo que ha ocurrido aquí.
- Es muy peligroso, creo que superan con mucho en poder a cualquiera de los miembros de nuestra Luna Negra. - Calibró Beruche. -
- Pues en Japón también nos hemos encontrado con  duros enemigos. - Les contó Ami. – Después de esos que antes robaban los corazones puros, otros los sueños y luego unos nuevos que extraían unas semillas estelares de las personas. Nos costó mucho derrotarles. Ahora existen otros parecidos a los que nos habéis descrito aquí. Esperemos que no trabajen juntos.
- Bueno chicas. - Intervino Usagi para desdramatizar. - Ya estamos aquí, nosotras nos ocuparemos de todo, tampoco creo que sean tan grave.
- Tú siempre te lo tomas todo a la ligera. - La regañó Rei con su acostumbrada severidad asegurando. - Cooan y Beruche no nos habrían llamado si la cosa no fuera seria de verdad.
- Bueno mujer, no te enfades. – Contestó su compañera tratando de contemporizar y añadiendo con mejor talante aun. - Recuerda que tenemos el poder de la Luna Eterna de nuestro lado. Como antes el del Grial.
-¿A qué te refieres? ¿Qué es eso del Grial?- Preguntó Beruche visiblemente sorprendida. -
- Una cosa que Usagi tenía, pero que perdió. – Contrapuso Rei con cierto tono reprobatorio. –
- Aunque ahora, gracias a otro amigo, ha aumentado su poder bastante. – Les explicó Ami -
-¡Ahora puedo convertirme en la Eterna Superguerrero Luna! - Le desveló Usagi levantando un pulgar. -¡Tranquilas chicas, esto estará chupado! - Aseguró con suficiencia. -
- ¡Entonces es cierto que has aumentado mucho tu poder! - Terció Cooan entusiasmada. -
- Así es.- Asintió la interpelada que seguidamente objetó. - Pero la única pega es que no puedo mantenerlo por mucho tiempo. En cuanto lo utilizo quedo agotada.

            Aunque Rei esbozó un gesto de sorpresa, no obstante Ami le dio un discreto codazo para que no dijese nada y fue ella la que declaró con una sonrisa dirigiéndose a Guerrero Luna.

- Pero nosotras estamos aquí para echarte una mano.
- Sí - Rei sonrió también, rehaciéndose de su perplejidad y agregando ahora, pero de forma burlona. - Aunque ahora seas la Eterna Superguerrero Luna sigues siendo la Eterna Super zoquete Usagi.
-¿Qué me has llamado, Rei?,- inquirió ésta con un irritado  tono suspicaz. -
- Ya lo has oído, Zoquete. ¿O quieres que te lo deletreé? Zeta, O… - Propuso su interlocutora con sorna. -
-¡Me las pagarás!- Exclamó Usagi entrando al trapo picada y ambas comenzaron a darse pellizcos y agarrarse de los pelos.-

Ami, avergonzada de tan embarazoso espectáculo, trataba de separarlas con el típico gesto de “no las conozco de nada.” Dirigido a los curiosos que circulaban por el lugar.

- Vaya, esas dos nunca cambiarán. - Sonrió Cooan aliviada añadiendo con cierta nostalgia. - Me recuerdan a Petz y Karaberasu.
- Sí - asintió Beruche añadiendo - y ahora estoy más tranquila, confío en que entre ellas, Tom, tú y yo, lograremos vencerles. Recuperaremos a Roy y acabaremos con esos malvados.

            Por fin, calmadas las cosas entre Usagi y Rei, se fueron del aeropuerto. Ambas hermanas acompañaron a sus amigas a un hotel cercano a la universidad. Cuando volvieron al campus, ya tarde, debieron entrar eludiendo la vigilancia. Sus amigas entre tanto se instalaron en ese hotel. Allí, antes de disponerse a dormir, charlaron.

-¿Por qué dijiste eso?- Quiso saber Rei, dirigiéndose a su amiga Usagi, para afirmar.- Ahora tu poder no tiene esa clase de limitación.
-Es su batalla, no la nuestra.- Replicó con tono suave la interpelada.- No debemos inmiscuirnos de no ser estrictamente preciso.
-¿Inmiscuirnos?- Repitió la incrédula Ami, oponiendo.- Pero esto es una amenaza en toda regla contra la Tierra. Es nuestro  deber combatirla aunque no fuese algo personal, que lo es.
-Exacto. Tal y como dice Ami, además de un peligro para toda la humanidad, esto es personal. Cuando esos monstruos atacaron a nuestras amigas y las obligaron a pelear, su lucha también se convirtió en la mía.-Convino una indignada Rei para remachar con reprobación.- ¿A qué narices te crees que estás jugando?

            La interpelada le dedicó una severa mirada que más parecía ser de la reina Serenity pero no pronunció palabra. Aunque se percibía claramente que no le había gustado ni esas palabras, ni el tono de la impetuosa Marte. Esta lo comprendió de inmediato y bajó los ojos, musitando más humildemente.

-Lo siento. No quise ofenderte.
-Bueno, debemos calmarnos y analizar la situación.- Terció entonces Mercurio con tono más sosegado.- A juzgar por lo que nos has contado las cosas se complicarán.
-Lo harán. - Asintió Usagi con expresión pesarosa para añadir.- Solamente espero que seamos capaces de ayudarlas…

            Las otras dos ya no dijeron nada más sobre eso. Se limitaron a dar las buenas noches y a irse a sus habitaciones. Las hermanas a su vez estaban ahora en la suya. Cooan trataba de ser optimista.

-Ya verás, Bertie. Con ellas aquí las cosas serán muy distintas.-
-No lo sé, Cooan.- Suspiró ésta agarrándose a su almohada en tanto se sentaba sobre su cama con las piernas cruzadas. No estoy segura de que ni tan siquiera Sailor Moon y las demás sean capaces de hacer frente a unos enemigos como esos.
-Por lo que nos han contado se las han tenido que ver con seres incluso peores. ¡Y ahí están!- Exclamó su interlocutora.-

            Su hermana sonrió, asintiendo despacio. Eso quería creer. Por mucho que tratase de ser fuerte a veces no podía evitar llenarse de desesperanza. Y había otra cosa que le rondaba la cabeza y que no podía olvidar. Esas extrañas palabras de aquel ente que decía llamarse Armagedón. ¿Por qué la había llamado princesa?. Estaba segura de que no le había sonado de un modo coloquial o peyorativo, no en el sentido en el que un tipo se lo diría a una chica. Al contrario, le dio la impresión de que aludía a un título.

-Nuestro padre fue conde de Ayakashi.- Meditaba.- Pero jamás estuvimos en la familia real salvo como doncellas de la reina. Y solamente me lo llamó a mí. ¿Por qué no a Cooan? Somos hermanas al fin y al cabo…

            Aunque guardó silencio no deseando inquietar a su contertulia con otro problema más. Al fin las dos se acostaron, realmente agotadas pero algo más alentadas por la llegada de sus amigas. Tenían que descansar y afrontar así, con nuevas fuerzas, el nuevo día. Ambas lograron conciliar el sueño con las esperanzas renovadas en sus corazones. Por su parte, la noche anterior, Valnak se había dirigido hacia aquel sórdido lugar que le indicó su camarada. Ese club de mala muerte que, sin embargo, a él le dio una estupenda impresión.

-Marginalidad, drogas, prostitución, sexo ¡Ja, ja, ja!  Ahora recuerdo que era lo que me gustaba de este miserable planeta.- Se dijo divertido, para remachar.- Bien, vamos a cumplir el recado que Armagedón me encargó.

            Y trasmutando su apariencia demoniaca por otra humana, vistiendo una chaqueta de cuero negra y un pantalón vaquero, se introdujo en un club de alterne. Allí no tuvo muchos problemas para encontrar a la persona que buscaba tras repartir unos cuantos cientos de dólares.

-Esto de tener crédito ilimitado es una prebenda estupenda más que me ofrece la oscuridad. ¡Ja, ja, ja!…

            Hizo buen uso de él, y tras preguntar por las señas que Armagedón le había indicado, fue a entrar en un garito en el que descubrió que era el único hombre, o al menos, el único ser del sexo masculino que había.

-Así que a mi camarada le gusta gastar bromas.- Se dijo divertido al percatarse de tal circunstancia.- Bueno, encontraré a esa a la que me mandó a buscar. Será alguna de estas hembras humanas. Me dijo que trabajaba aquí…

Y observó a la espera de que alguna de esas individuas se dirigieran a su encuentro atraídas por su porte. De hecho, las miradas de numerosas mujeres convergieron en él, pero no precisamente con deseos de admirarle.

-¿Qué buscas aquí, muchacho? – Le preguntó una mujer de corto pelo moreno y con algún tatuaje.-
- ¡Aquí no se admiten tíos!- ¡Lárgate! -Le increpó otra rubia, que vestía de un modo bastante femenino y no era precisamente fea.-
-No estoy interesado en ninguna de vosotras.- Sonrió él imperturbable.-
-Puede que te hayas equivocado. Hay un bar para vosotros un par de calles más abajo.- Le comentó otra muchacha de pelo castaño corto con mejor talante.-
-Sé bien donde estoy.- Repuso Valnak.- Y a quién busco...

            Y sonriendo con maliciosidad sencillamente chasqueó los dedos para cambiar la música del local. Y comenzar a cantar con voz  atronadoramente grave.

¡En la hora de medianoche!

La última noche, mi pequeña bailarina, vino danzando a mi puerta
La última noche mi pequeño ángel, vino bombeando a mi suelo
Ella dijo, vamos cariño, tengo licencia para el amor.
Y si termina, reza pidiendo ayuda de arriba, porqué.

Todas las mujeres del bar se le quedaron observando entre atónitas, incrédulas y algunas incluso visiblemente interesadas y hasta deseosas de aproximársele. Aunque Valnak las ignoraba a todas ellas. A todas excepto a una que portaba una bandeja con bebidas y le miraba con expresión de asombro.

En la hora de medianoche, ella gritó, más, más, más…
Con un grito rebelde. Ella gritó, más, más, más, oh
En la hora de medianoche, cariño, ella grita, más, más, más…
Con un grito rebelde. Ella gritó, más, más, más, oh…

            El demonio se aproximó a ella y siguió cantándole, a veces susurrando las estrofas en el oído de esa chica, que parecía estar tan encantada y paralizada como la mayoría del resto.

A ella no le gusta la esclavitud, no se sentará y suplicará
Pero cuando estoy cansado y solo. Ella me ve en la cama
¿Qué te ha liberado y te ha traído hasta mí, cariño?
¿Qué te ha liberado? Te necesito aquí por mí, porqué

            April estaba absorta, lo mismo que muchas otras chicas. ¿Cómo era posible que se sintiera tan fascinada por aquel hombre?...

En la hora de medianoche, ella gritó, más, más, más…
Con un grito rebelde. Ella gritó, más, más, más, oh
En la hora de medianoche, cariño, ella grita, más, más, más…
Con un grito rebelde. Ella gritó, más, más, más, oh…

He recorrido el mundo contigo, nena
Ocho mil millas contigo
Sequé tus lágrimas de dolor
Ocho millones de veces por ti

Vendería mi alma por ti, nena
Por dinero para arder, por ti
Te daría todo lo que has conocido, nena
Solo para, solo para, solo para tenerte aquí conmigo, porque

            Valnak se rio divertido, al contemplar como todas las mujeres de aquel local evidentemente lésbico no le quitaban la vista de encima en tanto remachaba.

En la hora de medianoche, ella gritó, más, más, más…
Con un grito rebelde. Ella gritó, más, más, más, oh
En la hora de medianoche, cariño, ella grita, más, más, más…
Con un grito rebelde. Ella gritó, más, más, más, oh…

(Scooter, Rebell Yell, credit to the artist)

            Al concluir incluso recibió aplausos, y hasta aquella individua que le había recibido tan groseramente se aproximó a felicitarle con efusiva sinceridad.

-Lo lamento, si hubiera sabido que venías a animar la noche de ese modo no te hubiera dicho nada, tío.
-Sin rencores.- Se sonrió pérfidamente él.-

            Y al fin, se dirigió hacia la chica que había venido a buscar.

-Eres April. ¿Verdad?
-Sí, soy yo.- Musitó tímidamente ella, que se sentía intimidada por ese extraño individuo.-
-¡Oh!. No tengas miedo de mí.- Afirmó Valnak mirándola divertido para añadir.- Únicamente te traigo un mensaje…
           
            Y la muchacha escuchó lo que ese extraño tenía que decirle.

-¿Qué?...pero, ¿es eso cierto?¡No puede ser! ¡No puedo creerlo!
-No tengo ni idea, pero créeme, mi amigo no suele engañarme en esas cosas. -Aseguró su contertulio con tono de regocijo.- De modo que, tú decides lo que hacer…

Le entregó a la muchacha un objeto que ella miró extrañada.

-Es un pentáculo. Llévalo cuando debas acudir a algunos sitios. Evitará que te hagan daño. -Le explicó.- Ya te enviaré instrucciones.

Y tras recrearse en la cara de horror y tristeza de aquella chiquilla él se marchó sin prestar atención al resto de la concurrencia femenina que todavía le observaba con perplejidad.

-¡Qué perdida de tiempo, un atajo de hembras humanas sin interés!- Suspiró moviendo la cabeza para decirse.- Le contaré a mi camarada que he cumplido su encargo. No negaré que ha sido entretenido. Pero ahora tenemos que comenzar ya nuestra labor.




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