Todos le contemplaban estáticos, aterrorizados, incapaces
de moverse. Aquel extraño en el cuerpo de su compañero les dirigía unas miradas llenas de perversa
satisfacción y desprecio. El primero en reaccionar fue Tom que se dirigió con
tono calmado y conciliador hacia el que creía aun su amigo.
-¡Vamos Roy!, tranquilízate ¿qué te pasa? ¿Podemos
ayudarte?
Armagedón
le miró con regocijo, únicamente se limitó a mover una mano y el chico sintió
una invisible fuerza que le lanzó contra la pared aplastándole contra ella.
-¿Estás sordo? - Replicó el demonio mostrando en sus
ojos aquel fulgor rojizo. – Yo no soy ese patético individuo.
-¿Quién eres tú? - Intervino Cooan espantada. - ¿Qué es lo que le has hecho a
Roy?
-¡Me estoy cansando de repetirlo! ¿Los humanos sois
todos tan estúpidos? - Siseó su interlocutor visiblemente irritado. -
Tom
se rehizo y se encaró con él. Comentándoles a las chicas.
-¡Ya lo tengo!, si le ha poseído uno de esos demonios
tendremos que expulsarlo. A buen seguro que si le pego fuerte saldrá de su
cuerpo.
-¡Es verdad! Suelen hacer eso.- Convino Cooan
llevada por el optimismo. -
Pero
Armagedon movió la cabeza y sonrió displicentemente cuando Tom se aproximó
hacia él adoptando una postura de combate y declarando sonando a sentida disculpa.
- Lo siento amigo, no me gusta tener que hacer esto,
pero es por tu bien.
El
demonio no se preocupó de esquivarle y su oponente le golpeó en el estómago con
dos puñetazos que, sin embargo, no le inmutaron. El chico optó por un
encadenamiento de ataques, con patadas y puñetazos varios que fueron igualmente
inútiles, hasta que su adversario tomó la iniciativa apartándole de un manotazo
con el que le derribó.
- ¡Ja, ja, ja! Eres un miserable gusano. – Se burló
Armagedón. - Pero esto es divertido. Dime ¿qué harías por tu amigo? ¿En serio serías
capaz de enfrentarte a mí para salvarle? - Le preguntó con siniestra curiosidad,
escupiendo con sarcasmo.- ¡Qué altruista!
Su oponente se incorporó repitiendo su postura de
lucha y espetó.
-¡Ya lo has visto! Estoy dispuesto a liberar a Roy y
para eso haré lo que sea. Saldrás de él de un modo u otro.
Y
volvió a golpear con cada vez más saña, pero el demonio apenas si giraba su
cabeza o se encogía levemente al ritmo de esos embates.
- Quiero que nos devuelvas a nuestro amigo. ¡Déjale
en paz y márchate de aquí! - Repetía el muchacho casi al borde del agotamiento,
en tanto las chicas añadían a su vez. -
- Por favor, resiste Roy. - Le pedía Cooan.-
-¡Tienes que liberarte! – le gritaba Beruche. -
- Me temo que eso es imposible, ya os he dicho que
vuestro amigo está muerto. - Respondió Armagedón ahora con visible regocijo.-
-¡Maldito bastardo! - gritó Tom que le atacó con
otros dos puñetazos que tampoco hicieron mella alguna en su oponente.- ¡Tú sí
que va a estar acabado!
Armagedón
reaccionó por fin, alargando con inusitada velocidad uno de sus brazos y
sujetando a su rival del cuello, levantándolo dos palmos del suelo.
-¡Pobre patético y estúpido humano! - Sentenció con
falsa condescendencia. - ¿Piensas que puedes vencerme? ¿Eh? Miserable, verás,
creo que no me he explicado con la suficiente claridad. Pero ahora seré más
directo.
Su
víctima trataba de liberarse de esa presa en su garganta usando ambas manos y
empleando todas sus fuerzas, pero era incapaz de hacerla ceder. Ya casi no
podía respirar. Cooan acudió en su ayuda e intentó abrir las manos del demonio,
incluso colgándose de uno de sus brazos, pero era inútil. El cuerpo de Roy
parecía estar hecho de acero ahora. Su amiga no se rendía y en tanto insistía
con todas sus fuerzas en liberar la presa sobre la garganta de Tom imploraba a
la vez.
- Roy por favor, ¡reacciona!...
Pero
Armagedón, se la sacudió de encima de un manotazo y la apartó con una invisible
energía mientras añadía regocijándose al hacerlo en tanto explicaba con
suficiencia.
- Hay una pequeña diferencia entre los otros
demonios y yo. Ellos sí que poseyeron a los humanos que los albergaban y por
ello pudisteis expulsarles de un modo tan simple. Pero yo he morado en este
cuerpo desde que nació en esta encarnación. Roy y yo somos parte de la misma
esencia. Para mí ha sido únicamente una fachada, un escudo que me ha permitido
desarrollarme hasta alcanzar mi máximo potencial. Y ahora que ya no me era
necesario, me he deshecho de él. ¡Ja, ja, ja! ...
Aquellas
palabras dejaron heladas a las chicas. Tom tampoco quería creerlo pero bastante
tenía con intentar respirar, estaba casia
punto de perder la consciencia.
- Por mucho que me pegues nunca saldré de mi cuerpo,
¡idiota! Haría falta mucho más poder del que tú tienes para lograr eso.-
Concluyó su enemigo siseando con sumo desprecio a la par que lanzando al chico
contra la pared de forma tan violenta que le dejó inconsciente a consecuencia del
duro impacto mientras Armagedón sentenciaba. - ¡Solo eres basura! No me merece
la pena ni matarte.
Cooan
atendió a su malparado compañero tratando de reanimarle mientras Beruche a la
desesperada intentaba hacer aflorar lo que pudiera quedar de su amigo.
- Por favor, Roy, lucha contra él, sé que estás ahí.
Entonces
el demonio la miró fijamente y ella sintió un escalofrío que recorrió su cuerpo.
No sabía el porqué, pero conocía esa mirada. Al advertirlo Armagedón sonrió y
le inquirió con tinte de burlesco interés.
-¿No nos hemos visto antes? Conozco tu cara, déjame
pensar,... ¡claro! – Recordó con una pérfida sonrisa. - Fue hace tiempo, o
mejor dicho será. En Némesis, tú eras una de las enviadas del Sabio. Tú y esa
otra de ahí.- Señaló a Cooan que también estaba anonadada. -
-¿Tú?- balbuceó Beruche recordando también. - ¡Eras
tú el que me miró aquella vez, ese soldado enmascarado del yelmo negro! ¿Pero,
cómo es posible?
-Ese era yo. ¡Has acertado! - rio Armagedón
agregando. – Veréis. Os lo explicaré. La Luna Negra estaba mediatizada por
nosotros. Todos vosotros, ¡estúpidos!, estabais bajo nuestro control. Sólo
erais nuestras marionetas, cuya única misión era la de servir a nuestros
propósitos. Como este patético humano que me albergaba en su cuerpo.
-¡Pero ya no es así!- Chilló Bertie entre lágrimas.
- ¡Ya no somos marionetas!, somos libres de vosotros, tenemos nuestro propio destino
y Roy también lo tendrá ¡Le liberaremos!
-¡Nosotros le salvaremos!- secundó Cooan con toda su
determinación. -
- Pobrecitas idiotas. No hay destino para vosotras.
- Se burló el demonio moviendo la cabeza y enarbolando una siniestra sonrisa para exponer. - Nosotros
dominaremos la Tierra. Con mi fuerza, que es ahora inmensa y la de mis
camaradas demonios, arrasaremos este miserable planeta y ninguno de vosotros lo
podrá impedir. ¿O es acaso crees que ahora lo harás mejor que en el bosque de
Rarel? ¡Oh, cuanto lo lamento por ti, princesa! - Retó con tono de sorna
dirigiéndose a Beruche. – Una guardiana de la Tierra tan ingenua como patética.
-¿Qué estás diciendo?- Inquirió Cooan sin entender
nada de aquello.-
Ese tipo la observó con desdén sin molestarse en
replicar. Empero Bertie le miró con perplejidad. Aunque estaba confusa y tampoco
terminaba de comprender el significado de esas palabras, el caso es que, por
alguna razón, ese nombre le decía algo. Le era vagamente familiar, pero no
recordaba el porqué. No obstante, sus disquisiciones fueron interrumpidas por
su hermana.
-¡Os derrotaremos!, del mismo modo que escapamos de
vuestro control. ¡Ya lo hicimos una vez y las guerreras de la justicia nos
ayudarán! - entonó sentenciando con toda la rotundidad que pudo reunir y una
mirada llena de desafío. - Nunca os lo permitirán, pudieron detenernos y
salvarnos a nosotros de vuestra influencia maligna…
- ¡Pues vaya una cosa! – La interrumpió otra voz,
aquella que les amenazara hacía unos días, sentenciando no sin desprecio. - Por
derrotar a una miserable basura como vosotras y vuestro ridículo príncipe. Contra
nuestro poder no tendrán nada que hacer.
- Esa voz. - Reconoció Armagedón sonriendo. -
Valnak. ¿Eres tú?..
El
aludido apareció a su lado y repuso jovialmente
también.
-¡Pues claro, camarada! recuerda que te lo prometí y
no falto a mi palabra. Al menos no lo hago con quien me comprometo en nombre
del Averno.
- Me alegro mucho de volver a verte. - Repuso su
compañero y ambos se estrecharon las manos para horror de las chicas. - Entre
tú y yo conquistaremos este planeta. Nada ni nadie se nos opondrá.
- Bueno, quizás estas dos nos den algo de guerra.-
Opuso humorísticamente Valnak señalando a las chicas que se miraron asustadas.
- Acabemos con ellas de una vez.-
Propuso con regocijo.-
Cooan
sostenía al inconsciente Tom, muy inquieta por él y Beruche los cubría a ambos,
pese al temor que las embargaba quisieron tomar ejemplo de sus amigas.
Recordando el valor de éstas plantaron cara a esos dos terribles seres sin
retroceder. Aunque fue Armagedón el que, burlándose con una mueca de desprecio,
replicó.
-¿Estas dos inútiles? ¡No me hagas reír, Valnak!,- y
moviendo la cabeza añadió jocoso - no....tengo una idea mejor. Dejemos que avisen
a sus amiguitas las guerreras. Que vean como las aniquilamos, como destrozamos
su mundo y esclavizamos a su raza. Luego ya nos ocuparemos de ellas y de su
traición de algún modo particularmente doloroso. Hasta entonces, que pasen sus
últimos días con esa angustia…
- Sí - convino su interlocutor visiblemente animado
- ¡Es una estupenda idea! Tú siempre has sido más teatral que yo para esas cosas.
Pero ahora tenemos que irnos, hay que informar al Gran Sabio. Aunque, no puedes
presentarte así vestido, no sería propio de tu categoría, amigo mío.
Dicho y hecho, con un gesto de sus manos emitió un
rayo hacia Armagedón que sufrió un cambio en su vestimenta. La ropa deportiva
que llevaba se transformó en una armadura idéntica a la de Valnak. Con los
mismos distintivos de grado.
- Muchas gracias - dijo éste observando complacido
su atuendo. - Me es muy grato disponer de
nuevo de mi uniforme de combate. ¡Ahora sí que he vuelto del todo!
En
ese momento un grupo de chicos atraídos por el jaleo se acercaron allí. Todos
quedaron pasmados de incredulidad por lo que veían. Valnak, observándoles
despectivamente, les dirigió unas ondas hipnóticas. Al grito de…
-¡Vosotros miserables humanos!, no habéis visto nada
ni recordaréis nada de nosotros cuando nos marchemos. Pero vosotras sí, lo
recordaréis todo muy bien. Y nos aseguraremos de que no lo olvidéis nunca. Al
menos durante el poco tiempo que os quede. – Sonrió triunfalmente dedicando una
sádica miraba a Cooan y Beruche que las dejó paralizadas de horror. – Ya nos
veremos…
Los demás chicos se habían quedado inmóviles como en
una fotografía bajo la sugestión del demonio que instó a su colega.
-Vámonos Armagedón, tenemos una importante misión
que cumplir.
Ambos
desaparecieron y todos los muchachos volvieron a la normalidad, al no ver nada
extraño a sus ojos se disgregaron por los pasillos. Sólo alguno preguntó que le
ocurría a Tom, pero éste recobró el sentido enseguida y las chicas alegaron un
resbalón sin importancia. No querían complicar más las cosas con una historia
que posiblemente nadie creería.
-¿Qué ha ocurrido?, ¿dónde está Roy?- Preguntó el
chico aun aturdido. -
-¡Se lo han llevado, Tom! - Repuso Cooan que sollozó
desalentada. -
-¡No hemos podido hacer nada! - Agregó su hermana
enjugándose las lágrimas de impotencia y desolación que le azotaban el rostro. –
¡No pudimos salvarle!
-No podíais hacer nada. Ese demonio era muy fuerte.-
Repuso el muchacho, haciendo un esfuerzo por mantenerse en pie.- Ni yo mismo he
podido hacerle mella.
Sus amigas le echaron una mano para sostenerse hasta
que se recuperó. Cuando recobraron una precaria calma, las chicas le explicaron
todo excepto lo relativo a ellas mismas. Le ayudaron a llegar a su habitación y
él se tumbó en la cama. Estaba agotado y maltrecho. Entre Beruche y Cooan le
pusieron hielo en las contusiones que tenía y le arroparon. Una vez se aseguraron
de que estaba mejor se fueron dejándole descansar y corrieron al primer
teléfono que encontraron…
-¡Tenemos que llamarlas!- Sollozaba Cooan.-
-Sí, rápido.- Convino Bertie igualmente llorosa.-
En
Japón, en la casa de Ami, las chicas estaban estudiando y comentando los
extraños sucesos que les habían acaecido a ellas. Nuevos misterios producto de
quién sabía qué clase de adversarios. Al menos en la parte norte del país, en
la zona de las guerreras del sistema solar exterior, se había detectado otra
amenaza. Por fortuna esta vez solo se trataba de una especie de sonda. Pero
indudablemente provenía del espacio exterior y era de tecnología alienígena.
Además, hacía apenas unas horas otro de esos demonios hizo acto de presencia en
Tokio. En un principio le tocó a Minako enfrentarse a él en solitario. La
muchacha caminaba junto con Artemis discutiendo algunos asuntos del día a día
cuando escuchó gritos que provenían de un parque cercano, sin dudarlo se ocultó
entre unos árboles del mismo y se transformó en Sailor Venus. Al llegar a la
carrera hacia la fuente de esa agitación observó a un hombre, vestido de
operario de teléfonos, sostener a una pequeña de apenas siete años que chillaba
aterrada, en tanto sus padres y el resto de los presentes miraban esa terrible
escena dominados por el temor.
-¡Ja, ja!- se reía aquel tipo, sujetando a la cría
por el cuello.- Vamos a celebrar la
llegada del destructor de mundos con un hermoso sacrificio.
-Chicas. Venid, deprisa.- Les pidió Minako a sus
compañeras vía transmisor.-
Entre
tanto optó por aproximarse cautelosamente hacia ese individuo. El tipo ahora
había salido corriendo en dirección a lo profundo del parque llevándose en
brazos a su rehén. Logró despistar a sus perseguidores, tras haber arrojado una
especie de rayo de energía oscura que levantó un tremendo vendaval. Por fortuna,
Venus pudo rastrearle con ayuda de Artemis. Los dos llegaron a tiempo de ver
horrorizados, como ese sujeto dejaba a una ahora inconsciente pequeña sobre una
losa de piedra. Aquel tipo había sacado una daga y estaba dispuesto a clavarla
en su víctima…
-¡Venus Love chain! – Invocó Minako arrojando su
cadena con la que logró arrebatar el arma a su enemigo.-
Éste
se giró hacia ella con unos ojos rojos plenos de odio, y siseando.
-¡Maldita entrometida! ¿Quién eres?...
-Soy la Guerrera del Amor, la belleza y la Justicia,
Guerrera Venus, y en nombre de Venus te castigaré.- Replicó ella adoptando su
característica pose.-
Aunque
para su sorpresa ese hombre rio de forma estruendosa. Al poco una espesa
humareda negra salió de él condensándose en la forma de un demonio. Era tan
horrible que a Minako el corazón casi le dio un vuelco al verlo. Parecía una
especie de ser mitológico, como la Medusa, cabeza llena de tentáculos y una faz
grotesca, hinchada y verdosa, con terribles dientes en forma de aguja. Su
cuerpo era alargado, con brazos como sarmientos, y vestía una especia de sayal de color terroso.
-¡Ten mucho cuidado! - Le advirtió un horrorizado
Artemis a su amiga.-
-Tenemos que apartarle de la niña.- Le contestó su
compañera, que, pese al sentimiento de repulsión y temor que sentía al ver aquello,
pensaba más en la seguridad de la pequeña.- Ayúdame.
-¡Wariaog! – Aullaba ese espantoso ser que, sin más
miró fijamente a su enemiga.-
Ésta
se apartó rodando por el suelo y al instante de los ojos de ese demonio
brotaron sendos rayos que literalmente petrificaron dos árboles que estaban
tras la sailor.
-¡Es muy poderoso! – Exclamó el gato que, sin dudar,
corrió valerosamente hacia esa criatura pese a los gritos de su amiga por
disuadirle.-
-¡No lo hagas… es muy peligroso!… ¡Artemis!
-Salva a la pequeña, yo el distraeré.- Fue la
réplica que obtuvo de su compañero felino.-
La
operación tuvo éxito. En tanto ese horroroso ente se centraba en aquel gato
blanco, tratando de alcanzarle con sus rayos sin lograrlo, Minako pudo correr y
cuando estuvo lo bastante cerca usó nuevamente su cadena. Aunque esta vez lo
hizo con mucha mesura. Pudo atrapar a la niña, envolverla cuidadosamente en
ella y de un tirón recuperarla tomándola en brazos. Ahora la pequeña estaba
despertando. Con mucha dulzura la Sailor le preguntó, esbozando una sonrisa,
pese a lo crítico del momento.
-¿Cómo te llamas, cariño?....
-Akane…- Pudo
replicar la cría.-
-Bien Akane, escúchame. Vas a esconderte entre esos
árboles hasta que nos libremos de ese monstruo. ¿Vale?
La
asustada cría obedeció enseguida, tras asentir se refugió tras de unos cerezos
próximos. La guerrera entonces pudo acudir en ayuda de su compañero que lo
estaba pasando muy mal tratando de eludir los ataques de esa bestia…
-¡Venus Therapy Kiss! - Exclamó la chica atacando a
su enemigo.-
Éste
recibió un impacto directo que lo derribó, pero se levantó enseguida. Ahora no
obstante, se quedó inmóvil, observando a esa humana y se rio… era un sonido tan
terrible que helaba la sangre pero, pese a ello, Minako se mantuvo imperturbable
y le espetó.
-¿Se puede saber de qué te ríes, maldito
monstruo?...
-Habéis perdido… ¡ja, ja, ja!… el destructor de
mundos ya está aquí…Puedo sentirlo. - Fue la respuesta, entre enigmática y
terrible que recibió.- ¡Su aura es tremenda!
-No sé a qué te refieres, pero voy a terminar
contigo.- Contestó valerosamente ella.-
-No podrás.- Siseó el demonio que ahora, para horror
de su adversaria, alargó esa especie de tentáculos que tenía por cabellos,
tratando de agarrarla.-
-¡Mars flame Sniper! – Se escuchó entonces a la
derecha de donde estaba Minako.-
Una
saeta de fuego cortó varios de esos tentáculos...el demonio chilló al parecer
dolorido por ello. Pero no le dieron tregua. Al momento se escuchó a otra voz
gritar.
-¡Jupiter Oak revolution!
Una
especie de tornado de tonos entre rosados y naranjas derribó a ese ente en el
suelo. Fue la propia Sailor Moon la que le remató, utilizando su tiara y su
transformación en Eternal…
-¡Silver
Moon Crystal Power Kiss!
El demonio aulló al recibir el impacto comenzando a incendiarse. La propia
Minako le fulminó con su Fulgor Creciente haciéndole explotar. Tras haberse
puesto a cubierto todas se levantaron
aun jadeantes por el esfuerzo y la adrenalina desatada. Fue la guerrera
Mercurio quién, más rápidamente recobrada, encontró a la pequeña Akane. Tras
devolverla con sus aliviados y agradecidos padres y firmar algún que otro
autógrafo, las guerreras se despidieron de la niña y el resto. También se
ocuparon de atender a ese tipo que al despertar afirmó no recordar nada…
-Estaba arreglando
un cable defectuoso de la línea y entonces… me desperté aquí… Pudo balbucear.-
No sé qué me ha sucedido.
-No se preocupe,
ya ha pasado, váyase de aquí cuanto antes.- Le aconsejó Mercurio.-
-Sí, por allí. Todavía
le deben de estar buscando. - Le indicó Júpiter a fin de apartarle de aquella
multitud, para la que era el culpable de todo.-
El desconcertado hombre así lo hizo.
Las chicas suspiraron aliviadas. Esperaban que eso no le trajera consecuencias
a aquel pobre tipo que era inocente de haber sido el instrumento de aquel
demonio. Al fin las cosas se
tranquilizaron. Quedando ellas a solas.
-Vamos a mi casa.-
Les propuso Ami.- Está más cerca y mi madre tiene turno en el hospital.
Así convinieron. Aquel ataque las había inquietado
mucho. Hacía bastante tiempo que no se producía ninguno. Minako les contó lo
que ese demonio había dicho. Usagi, Ami, Makoto y Rei se miraron visiblemente
preocupadas. La gata Luna, junto con Artemis que había ido en su busca, se unió
en ese momento al grupo y les comentó a todas.
-Creo que he dado con la fuente del poder maligno.
Llevo semanas triangulando el origen de cada ataque y todos forman una figura
geométrica muy clara. Éste último ha sido la punta que me faltaba.
-¿No te referirás a un pentáculo?- Le comentó Ami.-
-Sí, efectivamente.- Replicó su interlocutora.-
-¿Y cómo sabes eso?- Le inquirió Makoto.-
-Porque es el distintivo de las fuerzas demoniacas.-
Contestó la interpelada.-
-Si tenemos su posición, ¿A qué esperamos? ¡A por
ellos! – Arengó Rei con el asentimiento de varias de sus compañeras. -
El ruido del teléfono interrumpió la conversación.
Ami se levantó y descolgó el auricular.
-¿Sii? Dígame. ¿Quién es? Beruche, ¿eres tú?, ¡qué
alegría! ¿Cómo os va por EE.UU.?
- Por favor,- la interrumpió Bertie entre
incontrolados sollozos. - ¡Tenéis que venir a ayudarnos!, sólo vosotras podéis
hacer algo. ¡Se lo han llevado!, está bajo su control y no hemos sido capaces
de impedirlo.
- Tranquilízate, ¿qué es lo que ha pasado?- Repuso
su amiga de forma seria y tan sorprendida como inquieta.
Las demás chicas asimismo preocupadas se acercaron a
ella para tratar de enterarse pues el semblante de su compañera no era nada
optimista. Así, a trancas y barrancas, entre la emoción y la angustia, Beruche
le contó lo ocurrido. El gesto de Ami actuó como espejo de su gran preocupación
y sus compañeras se lo notaron.
-¿Qué pasa?- susurró Makoto - ¿Les ha ocurrido algo
a las chicas? - Ami le hizo una seña para que se callase y trató de animar a su
amiga con palabras amables y confortadoras. - No te preocupes, iremos para
allá, aunque no podremos ir todas. Aquí también han surgido complicaciones y
tenemos nuevos enemigos. Pero cuenta conmigo, yo iré lo más rápido que pueda.
-¡Por favor, ven rápido, venid las que podáis! ¡Es
una situación desesperada, de vida o muerte! ¡Os necesitamos! - Insistió
frenéticamente Bertie que observaba como su hermana no podía reprimir el llanto
a su lado. Cooan se tapaba la boca con una mano y las lágrimas se desbordaban
por sus mejillas. - Ahora tengo que colgar, da recuerdos a todas y no le digas
nada a mis hermanas, ¡por favor! Esto es muy peligroso y si vienen podrían
resultar heridas o algo peor.
Y tras estas palabras colgó y se exigió a sí misma
calma para acto seguido tratar de tranquilizar a su hermana contándole la
conversación. Cooan pudo dominarse pues estaba ansiosa por escuchar y se animó
algo al saber que sus amigas irían en su ayuda…
-Debemos tener valor. Hay que aguantar hasta que
vengan.- Le decía Beruche.-
-Sí, -Sollozaba su interlocutora asintiendo para
agregar tratando de ser positiva a su vez.- Cuando ellas vengan todo se
arreglará. Estoy segura…
Las
dos se dispusieron a ello, metidas en su habitación y rezando porque los
demonios no volvieran antes de que sus amigas llegaran al rescate. Ami por su
parte colgó lentamente con un semblante muy preocupado. Les resumió a sus
compañeras la historia que Beruche le había contado a ella y todas mostraron el
mismo gesto de horror e inquietud. Pasado el primer momento de impresión
intercambiaron algunas miradas hasta que alguna se decidiera a tomar la
palabra. Y fue Minako la que comentó en actitud reflexiva.
-A eso se refería ese demonio. ¡El destructor de
Mundos!- Debe de tratarse de lo que sea que ha poseído a Roy.
- Eso parece aun más grave que lo que tuvimos que
pasar aquí. Los Devlisters, Droidas, Daimons Remonex y demás, parecen una broma en comparación.- Repuso
Makoto.-
- Así que ya ha comenzado. - Suspiró Minako
visiblemente apesadumbrada para preguntar a nadie en particular. -¿Qué hacemos?
¿Debemos intervenir ya? ¿Nos ocupamos antes de los enemigos que tenemos aquí?
-¡No puedo dejarlas a su suerte! - Declaró Ami de
modo enérgico. - ¡Si me necesitan allí estaré!..
-¡Pues yo voy a ir también!- Intervino Rei decidida
y con una mirada hacia Usagi que combinaba expectación y el ruego de la
aprobación mientras añadía. - Beruche y Cooan son muy buenas amigas y no las
abandonaré.
- Creo que yo también iré con vosotras. – Convino
ésta moviendo afirmativamente la cabeza en un lento ademán para agregar. - Aquí
de momento las cosas ya están más controladas. Tras destruir a éste último creo
que entre Makoto y Minako se podrán ocupar de cualquier emergencia que
pudiera surgir. Si es que esos malvados deciden
aparecer otra vez por aquí.
- Perded cuidado e id tranquilas, nosotras dos nos
bastamos para vigilar los movimientos del enemigo.- Añadió Minako. –
- Aprovecharemos para localizar su cuartel general
aquí, de forma más exacta.- Tercio Artemis con el asentimiento de Luna.-
- Además, ahora las cuatro guerreras del Sistema
Exterior están por aquí, también podemos contar con Tuxedo. O incluso llamar a
Chibiusa del futuro.- Añadió Venus.-
- No sé si esas cuatro nos ayudarán, tiene sus
propios problemas. Ese asunto de la sonda. - Dudo Makoto. -
- Aun así, entre tú y yo podemos aguantar unos días.
Y si las necesitamos seguro que vendrán. - Declaró Minako convencida. –
Su
compañera asintió, formaban un buen equipo. Estaba convencida de que eran
capaces de darle mucho trabajo al enemigo si volvía a presentarse.
- Por ahora, no le digáis nada a Chibiusa cuando os
venga a visitar - aconsejó prudentemente Rei. - Ella aprecia mucho a Cooan y
Bertie. Seguramente insistiría en acompañarnos. Y las cosas allí podrían
ponerse muy peligrosas.
- Eso será lo mejor. - Acordó Usagi. - De todos
modos haría falta que se quedase aquí y me supliese si retorna del futuro. Caso de ser necesario, es
la única aparte de mí que puede invocar el poder del Cristal de Plata. Aunque
de momento, coincido con vosotras en que las dos podréis ocuparos de esto,
Mina-chan, Mako –chan. - Remachó con el asentimiento de las interpeladas.-
Confío plenamente en que defenderéis este lugar con la ayuda de las exteriores
si fuese preciso.
-No te preocupes.- Nos las arreglaremos.- Aseguró
Minako.-
-Es una lástima no poder ir a verlas. Pero supongo
que habrá otra ocasión.- Comentó Makoto.-
- Entonces reservaré billetes para el vuelo más
inmediato. - Terció Ami explicando a las demás. - Mi madre, por sus continuas
conferencias médicas, tiene amigos en las líneas aéreas y los billetes nos
saldrán baratos. Ya me inventaré algo para que me deje ir.
-Necesitaremos pasaportes, visados, ya me comprendes.-
Afirmó Usagi.-
-Dejad eso de nuestra cuenta.- Intervino Artemis.-
-Y además contaremos con la ayuda del señor Fumata
si es necesario.- Apostilló Ami.-
-¿A qué estamos esperando? ¡Tenemos que preparar las
maletas y acudir en su ayuda, ya!- Arengó nuevamente Rei. -
- Y ya sabéis. - Les recordó prudentemente la gata
Luna. – Intervenid cuando sea el momento preciso. Y no os demoréis en regresar.
Debemos mantener el contacto y cruzar información. No sabemos que pueda
aguardarnos aquí y la relación que pueda tener con lo que les sucede allí a
ellas…
Todas
las chicas asintieron y se separaron para encargarse de sus preparativos. En
ese mismo momento, en la sede de la secta, Armagedón presentaba sus respetos al
encapuchado jefe. Saludó golpeándose el pecho con uno de sus brazos e
inclinando ligeramente la cabeza con una media sonrisa de satisfacción.
- Te saludo, Gran Sabio. Para mí es un placer el reincorporarme
a mi tarea. He estado aguardando este momento durante mucho tiempo.
-¡Bien!, ¡excelente! - Repuso éste con agrado,
felicitando al otro demonio. - ¡Muy bien Valnak, has cumplido perfectamente con
tu misión!
- Gracias Gran Sabio, ya te lo dije, - replicó su
interlocutor bastante ufano consigo mismo. – ha sido muy fácil.
- Me complace mucho tu éxito, sí. - Prosiguió el
Gran Sabio ahora con su tono monocorde habitual con el que objetó. - Pero sólo
es el principio. Ahora, entre los dos, debéis cumplir una nueva misión. La que
de verdad importa. Habéis de reunir con rapidez las esferas Yalmutud para crear
un pasillo dimensional entre este mundo y el Averno. De esta forma, nuestras
hordas infernales podrán venir y arrasar este mísero planeta.
- Bien señor, pero puede que alguien se nos oponga –
advirtió Armagedón. -
- Así es, unas Guerreras de la Justicia. - Añadió
Valnak cautelosamente. - Esas que ya frustraron antes nuestros planes. Y seguro
que esas dos estúpidas traidoras de aquí correrán a llamarlas.
- De eso os quería hablar, puede que nos veamos
favorecidos por la casualidad. Ha llegado a mi conocimiento que esas guerreras
estaban enfrentándose a la amenaza de un enemigo que pretende lo mismo que nosotros.
Conquistar este planeta. - Les reveló el Sabio. -
-¿De quién se trata?- Inquirió Valnak con interés. -
¿Es alguien de los nuestros?
- Eso no lo sé a ciencia cierta. Mis informes
provienen de hace algún tiempo del norte de Japón y no tenemos agentes allí en
este momento. Salvo los señuelos que enviamos a Tokio con la misión de
entretenerlas. Nuestros acólitos allí desconocen la identidad de esos presuntos
invasores. - Repuso el Sabio -, pero es una buena noticia. Quizás las guerreras
no puedan acudir aquí.
- Pues a mí no me gusta la idea. - Terció
desconfiadamente Armagedón. - Las guerreras esas no me preocupan, sé que las
venceremos sin problemas, pero ese nuevo enemigo suyo, sí. No conocemos el
alcance de su poder, si derrota a las nuestras enemigas y pretende lo mismo que
nosotros tendríamos que enfrentarnos a él. Vale más tener cuidado.
- Tienes razón en desconfiar. Aunque por ahora lo
que suceda en ese país no debe preocuparnos. – Le respondió el Gran Sabio
añadiendo pacientemente. - Pero cada cosa a su tiempo. Yo os iré guiando en la
localización de las esferas escondidas en este planeta y cuando las reunáis y
nuestros ejércitos de la oscuridad estén aquí, nadie podrá pararnos.
- Sí, las Yalmutud estarán muy bien guardadas. Aunque
creo que con nuestro poder combinado seremos capaces de forzar sus protecciones,
pese a que tengan sellos sagrados. – Señaló Armagedón con visible complacencia.
-
-¡Pues vayamos a por las esferas sin más demora! -
Instó Valnak entusiasmado con la idea. -
- Sí, ¡cómo nos vamos a divertir!-. Celebró su colega
deseando ponerse en camino. -
Valnak
y Armagedón hicieron corteses reverencias al Sabio y desaparecieron. Se
materializaron en un lugar alejado de la ciudad, al abrigo de miradas
indiscretas.
-¿Por qué me pediste venir aquí? -Se sorprendió
Valnak.-
-Tengo algo que hacer antes de comenzar nuestra
misión.- Le contó su compañero.-
-¿El qué? ¿Qué puede ser más importante que eso?- Le
interrogó su interlocutor.-
-Una promesa que le hice a una aliada nuestra. –
Repuso enigmáticamente él.-
-No sé a quién te refieres.- Comentó un desconcertado
Valnak.- Y en cualquier caso, las promesas hechas a los humanos no son dignas
de ser mantenidas.
-Sí lo son en este caso.- Se sonrió Armagedón para
matizar.- Primero, porque no era una humana. En segundo lugar, le di mi palabra
en nombre de nuestro señor Satanás y tercero y casi lo principal, junto con lo
segundo, porque de no hacerlo, tú y yo podríamos no estar aquí.
El
gesto de su contertulio se quedó demudado por el asombro y entonces convino con
tono más humilde.
-Siendo ese el caso estás obligado a mantener tu
promesa. ¿Puedo ayudarte en algo?
-Hay una cosa que sí puedes hacer.- Le contestó su
compañero.-
Y
tras referirle de qué se trataba, Valnak asintió, encogiéndose de hombros
repuso con tono despreocupado.
-Muy bien, si es solamente eso, dalo por hecho...
Mientras tanto, en la universidad, Tom ya se había
recuperado del todo reuniéndose con las chicas, juntos y más calmados, estudiaban
un plan de actuación. El muchacho les propuso una idea.
- Veréis, llevaba meditando esto desde hace ya algún
tiempo, pero no me atrevía a dar el paso. Ahora no veo otra opción. - Ante las
caras de interés y curiosidad de ambas él les explicó. – Creo que hace tiempo
que os lo comenté. Conozco a un tipo que es experto en temas de ocultismo y
magia, seguro que nos ayudará. Tendré que irme por algunos días, ¿os podréis
apañar solas?- Quiso saber no sin preocupación.-
- Descuida, sabemos cuidarnos. - Le tranquilizó
Bertie, aunque no estaba muy segura de lo que decía teniendo en cuenta las
circunstancias. -
-¡Ve Tom y no temas por nosotras!, cuando vuelvas
entre todos lograremos vencerles y librar a Roy de su maligna influencia. - Le
animó Cooan. -
-¡Buena suerte chicas, regresaré lo antes que pueda!
- Prometió el chico que se despidió y se marchó sin perder ni un segundo después
de hacer un austero equipaje. -
Cuando
las dos se quedaron a solas Beruche le confió sus temores a Cooan.
-¿Cómo vamos a poder detenerles? No tenemos ni idea
de su verdadera capacidad. Pero con lo que he visto creo que ni siquiera con
nuestros antiguos poderes hubiésemos podido hacer nada contra ellos y ya no
somos las que éramos.
- Debemos tener fe. Si las guerreras vienen en
nuestra ayuda tendremos más posibilidades.- Trató de animarla Cooan. -
- Sí, tienes razón. Pero entre tanto, debemos luchar
por Roy, por nosotras y por el resto del mundo. No podemos aguardar a que
lleguen nuestras amigas y cargar otra responsabilidad tan grande sobre sus
espaldas sin hacer nada. - Convino Bertie con férrea determinación. -
Ambas
acordaron estar en guardia, pero pasaron los días y no ocurrió nada anormal.
Los demonios parecían haberse evaporado. Al menos en la universidad. Ellas
entre tanto justificaron la ausencia de Tom por problemas familiares y se
cuidaron, pese a todo lo que tenían en la cabeza, de tomar apuntes para que su
amigo no perdiera las clases. En cuanto a Roy, simplemente parecía que nadie se
extrañase porque se hubiera ido unos días. La única que estaba todavía
traumatizada era Melanie. La muchacha no había vuelto a sus ensayos como
animadora. Y apenas si se concentraba en clase. April estaba muy preocupada y
triste por ella pero no podía hacer nada. Ahora estaba al cargo de las
animadoras con la baja de su capitana y amiga y la de Connie. Ella tampoco
había vuelto a entrenar.
-Es natural, tras ver a ese tipo con su auténtico
rostro.- Se dijo consternada.-
Pero ¿Qué iba a hacer ella? Ya se lo habían
advertido bien claramente. No le quedaba más remedio que obedecer. Por ello,
salió de la universidad una vez más, a la noche, y saltándose el toque de queda.
Había recibido una misteriosa llamada telefónica y tenía que acudir a una cita.
-¡Ojalá pudiera librarme de esto, pero no puedo!- Se
decía con pesar. -
Aquella pesadilla había comenzado tras el accidente
que tuvo hacía años. April era una jovencita realmente prometedora. De niña
también estudió algo de ballet, y se le daba muy bien. Pero un día, con apenas
catorce años, yendo en bicicleta hacia sus clases de danza todo cambió. Sufrió ese
terrible accidente. Un conductor distraído se la llevó por delante y a punto estuvo
de morir. A resultas de eso quedó hemipléjica. Al despertar sus angustiados
padres la miraban con unas sonrisas que trataban de ser alentadoras aunque la
tristeza y el dolor se reflejase en sus ojos. Ella misma lo entendió enseguida.
-Cariño.- Susurró su madre.- ¡Cuánto nos alegramos
de que hayas despertado!
-Has dormido más de tres días.- Le contó su padre.-
-¿Qué ha pasado?- Musitó la niña.-
-Tuviste un accidente, hija.- Le explicó su madre,
como si estuviera eligiendo las palabras con sumo cuidado.- Un conductor no te
vio cuando pasaste el cruce hacia la academia de baile…
-¡Ese canalla!- Espetó su padre incapaz de contener
su rabia.-
Su
esposa le tomó de una mano y él guardó silencio y asintió. Aunque eso no le
importaba mucho a April. Lo que ella quería saber era cuando podría estar
recuperada para volver a bailar. Al preguntar aquello se le heló el corazón. Su
madre rompió a llorar sin poder evitarlo.
-Ninguno de mis padres era capaz de decírmelo. Al
final ellos no se atrevieron a confesarme la verdad.- Recordaba con angustia.- Tuvo
que ser mi hermana mayor.
Pensó
en Paige. Su hermana realmente no tenía ya mucha relación con la familia. De
siempre fue a su aire y se metió en líos. No quiso estudiar y frecuentaba malas
compañías. Una día discutió con sus padres y se marchó de casa. Aunque al enterarse
de su accidente vino a visitarla aprovechando que estaba sola durante un rato.
Tras darle un beso en la frente, le comentó abruptamente a la paciente en tanto
se apartaba esa larga cabellera morena que lucía, al tiempo que la miraba
fijamente con sus azules ojos.
-Lo siento muchísimo, April. Por culpa de ese
accidente no podrás volver a caminar.
-¿Qué?- exclamó ella horrorizada.-
Y
la afectada no pudo evitar llorar de desesperación. Lo intentaba y en efecto la
parte de su cuerpo de cintura para abajo no respondía. No obstante, su hermana
le sonrió animosa pese a todo y declaró con tono seguro.
-Esto no tenía que ser así. Y te garantizo que no lo
será. Tengo amigos muy importantes. ¿Sabes? He conocido gente muy especial por
ahí. Y les he hablado de tu caso. Me han prometido ayudarte.
-¿Cómo?- quiso saber ella, llevada por la angustia y
la incredulidad.- ¿Me pueden operar?
-Mucho mejor que eso.- Afirmó Paige.- No temas nada.
Todo se va a solucionar. Pero necesito que me prometas una cosa.
-¡Lo que quieras!- Se apresuró a sollozar la niña.-
-Harás todo lo que te diga. ¿De acuerdo?- le sonrió
su hermana.-
April
asintió. Confiaba en Paige, ella siempre la había cuidado y querido pese a
todos sus problemas con sus padres. Entonces su hermana, al parecer satisfecha
con eso, le pidió.
-Primero necesitaré algo de tu sangre.
-Claro. Los doctores me habrán sacado seguro.- Afirmó
la niña.-
Su
interlocutora ahora sonrió, pero movió la cabeza matizando.
-No de esa forma. Tengo que hacerte un corte en la
palma de la mano y deberás marcar un papel que te traeré.- Le explicó.-
La ingenua
jovencita convino en ello. Paige regresó en otro momento en el que ella estaba
sola. Incluso más allá del horario de visitas. April no comprendía como se las
apañaba su hermana para entrar tan tarde en el hospital. Empero no hizo
preguntas. Selló con su sangre aquel extraño documento que parecía hecho en
piel. Su contertulia entonces asintió satisfecha y le prometió con una extraña
jovialidad.
-Saldrás andando de aquí, podrás bailar de nuevo y
en pocos años irás a la universidad a estudiar. Allí te convertirás en toda una
abogada.
-No creo. A mí nunca me ha gustado el derecho.- Pudo
oponer la muchacha.-
-Te gustará.- Afirmó Paige quien le recordó.- Recuerda,
has hecho un pacto. Si quieres que resulte bien tendrás que cumplirlo.
-Bueno, ya te lo dije. Tú dime que quieres que
haga.- Declaró ella.-
Pero
le sorprendió la réplica de su hermana quien parecía ahora algo más entristecida
y menos entusiasta al matizar.
-Ante todo, no le cuentes a nuestros padres que he
estado aquí. Y mucho menos les digas nada sobre este acuerdo que has hecho. -
Repuso ella con un tono de desprecio que no se molestó en ocultar.- Y para lo
demás, no seré yo quien te lo indique. El pacto no lo has hecho conmigo, ha
sido con mis amigos. ¿Te acuerdas? Te hablé de ellos. Son muy poderosos.
-Bueno. ¿Y quienes son? ¿Vendrán a verme para
decirme lo que debo hacer?- Quiso saber con interés y curiosidad.-
-A su debido tiempo ya te contactarán.- Le auguró su
hermana.- Y tú podrás llamarme si me necesitas a este número.- Añadió
entregándole un papel con unos números apuntados, para insistir contundentemente.-
Empléalo únicamente si es importante.
La niña
asintió. Paige se marchó entonces y todo fue tal y como le había dicho. Por increíble
que pareciera, estando ya sus padres con ella, April notó un cosquilleo que le
recorrió las piernas llegando hasta los dedos de sus pies. Sus progenitores corrieron
a avisar a los médicos que le hicieron varias pruebas. A las pocas horas la
cría podía mover sus piernas como si nada le hubiese pasado.
-¡Esto es increíble! -Exclamó el doctor jefe que la
había estado atendiendo.- ¡No encuentro ninguna explicación! Tenía las vértebras
rotas y los nervios de la espina dorsal destrozados.
-¡Es un milagro! - Exclamó la emocionada y llorosa
madre.-
Y
nadie podría haberlo definido de otra forma. Al cabo de un par de días, las
radiografías y pruebas no mostraban el menor signo de daño. De modo que le
dieron el alta y salió andando sin ningún problema. Su habilidad para bailar
estaba intacta y pudo proseguir su vida normal olvidando aquel mal trago. Lo
único que le apenó fue no volver a ver a su hermana durante algún tiempo. Paige
parecía haberse evaporado. Pasaron un par de años y, ya en el instituto, comenzó
a sentirse atraída por las leyes. Era como si deseara estudiar derecho, algo
que, tal y como le contase a Paige, nunca le había interesado. Aunque entonces,
otra cosa comenzó a atraerla.
-Me empecé a fijar en otras chicas. Yo jamás había
sentido algo así por ninguna mujer.- Recordó ahora cuando caminaba a oscuras en
dirección a ese lugar.-
Y eso
no era algo que sus padres pudieran aprobar. Tampoco ella quería llamar la
atención, temiendo que su reputación en el equipo de cheer-leaders de su instituto
y sus referencias para ir a una buena universidad, pudieran quedar afectadas.
Aunque, para su sorpresa, un día recibió una llamada. Estaba sola en casa y
atendió el teléfono. Era una voz de hombre rasposa. Sin apenas darle tiempo a
contestar, le ordenó.
-Primera cosa que tendrás que hacer por nosotros.
Cuando llegue el momento, irás a estudiar a la Golden State College de Nueva
York.
-¿Quién es?- Preguntó ella pero al instante
colgaron.-
Y
dándose perfecta cuenta de que esa petición correspondía al pacto que suscribió
decidió seguirla. Total, le daba igual a qué universidad tuviera que ir con tal
de que fuese buena. Ella no tenía ni las calificaciones ni el dinero para aspirar
a la élite, de modo que, tras informarse sobre ese sitio no le pareció tan
malo. Luego quiso contactar con Paige. Aunque le costó bastante. Su hermana
seguía siendo muy esquiva. Al fin, tras llamarla varias veces a ese número que ella le dio, logró que le contestase.
-¿Dónde te metes?- le preguntó.-
-Mejor para ti que no lo sepas.- Respondió ésta
dejándola atónita e incluso inquieta.-
-Bueno, solamente quería saludarte, te echo de
menos.- Pudo decir con tono más suave y preocupado.-
-Ya te dije que solamente empleases este número para
algo importante.- La reconvino su interlocutora.-
-Lo siento. Es que ha pasado algo.- Confesó April
con tono apurado.-
Le
refirió entonces a su hermana esa extraña llamada e incluso le comentó
divertida.
-Iré porque me parece un lugar bonito. ¡Pero total!,
ni sé quienes son esos tipos ni creo que pudieran obligarme a cumplir nada de
eso.
Sin
embargo, la reacción de Paige sí que la dejó asustada, dado que exclamó con
tono entre horrorizado y reprobatorio.
-¡Jamás! ¿Me oyes? ¡Jamás te niegues a cumplir lo
que firmaste! Sería terrible para ti. Lo perderías todo. Créeme. ¡Todo! No cometas
el mismo error que yo…
-¿Qué tú? ¿Pero qué te ha pasado? -Le preguntó en
vano, dado que su interlocutora sencillamente replicó.-
-No vuelvas a querer hablar conmigo. Y aguarda sus
instrucciones. ¡Pero, por lo que más quieras, no te niegues a seguirlas! Adiós
April.
-Espera, ¡Paige!- Exclamó con tono perplejo y preocupado,
pero su hermana ya había colgado.- No sé que le pasa. Pero tengo que saberlo.-
Decidió, tratando de ayudarla.-
Sin
embargo, ya no fue capaz de localizarla en los dos siguientes años. Llegó al fin
el momento de ir a la universidad y logró convencer a sus padres de que quería
matricularse en la Golden. Allí entró siendo muy bien recibida. Ya el primer
año coincidió con Melanie. Se llevaron bien enseguida dado que esa chica era
realmente guapa, rubia, alta y atlética además de tener una personalidad muy
fuerte y bastante carisma. Ella misma no estaba tampoco nada mal y su talento
para bailar impresionó a su compañera.
-¡Vaya!- Comentó entonces Melanie.- Estoy segura de
que nos admitirán a las dos en el equipo de animadoras.
-Sí, yo ya lo era en mi instituto.- Le contó ella.-
-Pues yo no. Y a mis padres tampoco les agrada
precisamente la idea. Son bastante tradicionales para esas cosas. - Admitió su
interlocutora.- Además, tengo mucho que practicar para hacerlo bien.
-Te ayudaré.- Afirmó ella, recreándose en esos ojos
tan azules y ese cabello tan hermoso de color rubio que su compañera poseía.-
Domino bastantes coreografías.
Y así
lo hizo, ambas entrenaron mucho y lograron su deseo. Al año siguiente ya eran
de las mejores animadoras de la Golden. April quiso también acercarse más
íntimamente a su ahora amiga. No obstante, esta era claramente hetero. Durante
algún tiempo sin embargo, fue profundizando la amistad entre ellas que se hicieron
inseparables. Llegó un momento en el que incluso llegó a albergar algunas
esperanzas.
-Quizás, si le confieso que me gusta.- Se decía
llena de indecisión.- Pero, claro…podría tomarlo a mal.
Tampoco
quería perder esa amistad y sobre todo, dado que compartían cuarto, eso la
ponía en un grave dilema. Aunque pronto comprobó que su amiga no era reacia a citarse
con chicos allí. April apenas pudo protestar, nos e atrevía, aunque sí llegó a
comentarle.
-Sabes que eso está prohibido. Si te pillan con un
chico en el cuarto.
-No seas tan miedosa.- Le respondía su compañera con
despreocupación, alegando.- Las veteranas de cursos superiores lo hacen y nunca
se ha expulsado a nadie por eso. Te lo advierten, claro. Pero nunca vienen a
comprobar si hay alguien. Y menos por la noche.
-No creo que esté bien.- Suspiró Ella, desviando la
mirada.-
Quizás
Mel lo interpretó de una manera bien distinta, puesto que se acercó a ella, y acariciándole
afectuosamente el pelo, le susurró con tono lleno de complicidad.
-No te preocupes. Y si alguna noche te hace falta,
gustosamente te dejaré toda la habitación para ti. Seguro que muchos apuestos compañeros
nuestros están deseando recibir tu invitación…
April
se ruborizó, haciendo reír a su amiga. Pero ella sufría. ¿Cómo decirle que ya
estaba con la persona con la que deseaba compartir ese cuarto? Claro está, de
un modo mucho más íntimo. No obstante supo de inmediato que eso jamás sería
posible. Pese a eso, optó por esperar y ser más paciente, aguardando la más
mínima señal por parte de Melanie. Aunque apenas unos días más tarde, la cosa
se estropeó. Apareció ese tal Roy. Él y Mel comenzaron a verse y a salir. Ella
estaba embobada con ese tipo y por supuesto April no se atrevió a meterse en
medio. Fue entonces, al poco de que se chico entrase en escena, cuando otra de
esas misteriosas llamadas la agitó.
-¿Diga?- inquirió estando en su habitación cuando le
pasaron esa comunicación que preguntaba por ella.-
-Deberás acudir a esta dirección y entrar a trabajar
aquí.- Le ordenó esa voz rasposa que reconoció de la vez anterior.-
Tras
lo cual, le dio las señas a las que tenía que acudir. Cuando ella fue se
encontró con que eso era una especie de bar de ambiente. Muchas chicas
lesbianas se reunían allí para poder “ conocerse” al amparo de miradas
indiscretas. Le costó un poco abrirse camino puesto que el local estaba casi
lleno, e incluso tuvo que declinar cortésmente algunos intentos por ligársela
de no pocas chicas. Por fin pudo encontrarse con la dueña del establecimiento.
-Hola. Me llamo April Sinclair. -Se presentó.-
Querría pedirle trabajo. Soy universitaria y necesito dinero para pagarme la matrícula.
De
hecho, sus padres hacían un esfuerzo considerable para mantenerla en la Golden.
De este modo, además de obedecer las órdenes que recibiera, les liberaría un
poco de esa carga. Aunque esa mujer, que rondaría la cincuentena, enseguida le
replicó con tono de incredulidad.
-¿Sabes lo que somos todas aquí, cielo?
-Sí claro.- Admitió ella, confesando a su vez.- Yo
comparto los mismos gustos.
-En tal caso, veré si nos falta personal.- Repuso su
contertulia.-
-El hombre que me dijo que viniera aquí, me aseguró
que precisaban de una camarera.- Comentó ella.-
Aquello
hizo que esa individua algo regordeta y de cabellos rubio ceniza rizados, la
observase con sus ojos castaños llenos de una mezcla de sorpresa e incluso
temor. Apenas si pudo musitar.
-¿Hombre? ¿Qué hombre?
-No lo sé.- Suspiró April mirando hacia el techo
para admitir algo azorada.- Nunca le he visto, pero firmé un acuerdo con un
grupo o algo así al que pertenece y tengo que hacer lo que me digan.
Su
contertulia estaba pálida y no tardó en asentir vehementemente para asegurar.
-Estás contratada. Dile a quien quiera que sea que
Uma cumple. Empezarás esta misma noche.
Y
sin atreverse a preguntarle nada a esa mujer, asintió. Desde entonces había
tenido que apañárselas algunas veces para saltarse el toque de queda e ir a
trabajar. Hasta tuvo algunas relaciones esporádicas con unas pocas clientas, pero
nada serio. En su mente solamente había una chica, su compañera Mel. Ahora
volvía a recorrer las calles hacia aquel local, con sus pensamientos puestos no
en ella, sino en su misterioso interlocutor.
-La llamada me decía que tenía que verme aquí con
alguien.- Se decía entre curiosa y preocupada.- Tengo que entrar a trabajar, le
aguardaré en el local. Quien quiera que sea, vendrá dentro de un rato…¡Ojalá
que no tarde y no quiera nada raro de mí!
Por su parte, Bertie y Cooan aguardaban impacientes
el aviso de sus amigas para confirmar su llegada y por fin recibieron una
llamada de Ami. Ésta, Rei y Usagi, iban a abordar un vuelo en un par de horas y
estarían allí al día siguiente. Beruche y Cooan fueron a esperarlas al
aeropuerto. Cuando el avión aterrizó y las vieron bajar no pudieron reprimir su
alegría, corrieron hacia ellas.
-¡Gracias al cielo que ya estáis aquí! - Exclamó
Cooan con júbilo abrazándose a Rei. -
- ¡Es estupendo!, ahora tengo esperanzas de que lo
conseguiremos. - Añadió Bertie que hizo lo propio con Ami. -
- ¡Y a mí que me parta un rayo!, ¿no? - Intervino
Usagi con los brazos en jarras y aun subida en la escalerilla. -
Al
advertir aquel cómico cuadro todas se rieron. Las dos hermanas se dirigieron
hacia ella saludándola también de forma afectuosa.
-¡Perdónanos, Usa-chan! - Le pidió Cooan estrechándola
entre sus brazos con mucho afecto.-
-Sí, no te habíamos visto al principio.- Añadió Bertie
imitando a su hermana.-
Y es que por primera vez en muchos días algo las
hacía sonreír y se agradecía. Entonces Rei puso la nota sería.
- Bueno chicas, ahora contadnos detenidamente lo que
ha ocurrido aquí.
- Es muy peligroso, creo que superan con mucho en
poder a cualquiera de los miembros de nuestra Luna Negra. - Calibró Beruche. -
- Pues en Japón también nos hemos encontrado
con duros enemigos. - Les contó Ami. – Después
de esos que antes robaban los corazones puros, otros los sueños y luego unos
nuevos que extraían unas semillas estelares de las personas. Nos costó mucho
derrotarles. Ahora existen otros parecidos a los que nos habéis descrito aquí. Esperemos
que no trabajen juntos.
- Bueno chicas. - Intervino Usagi para desdramatizar.
- Ya estamos aquí, nosotras nos ocuparemos de todo, tampoco creo que sean tan
grave.
- Tú siempre te lo tomas todo a la ligera. - La
regañó Rei con su acostumbrada severidad asegurando. - Cooan y Beruche no nos
habrían llamado si la cosa no fuera seria de verdad.
- Bueno mujer, no te enfades. – Contestó su
compañera tratando de contemporizar y añadiendo con mejor talante aun. - Recuerda
que tenemos el poder de la Luna Eterna de nuestro lado. Como antes el del
Grial.
-¿A qué te refieres? ¿Qué es eso del Grial?- Preguntó
Beruche visiblemente sorprendida. -
- Una cosa que Usagi tenía, pero que perdió. –
Contrapuso Rei con cierto tono reprobatorio. –
- Aunque ahora, gracias a otro amigo, ha aumentado
su poder bastante. – Les explicó Ami -
-¡Ahora puedo convertirme en la Eterna Superguerrero
Luna! - Le desveló Usagi levantando un pulgar. -¡Tranquilas chicas, esto estará
chupado! - Aseguró con suficiencia. -
- ¡Entonces es cierto que has aumentado mucho tu
poder! - Terció Cooan entusiasmada. -
- Así es.- Asintió la interpelada que seguidamente
objetó. - Pero la única pega es que no puedo mantenerlo por mucho tiempo. En
cuanto lo utilizo quedo agotada.
Aunque
Rei esbozó un gesto de sorpresa, no obstante Ami le dio un discreto codazo para
que no dijese nada y fue ella la que declaró con una sonrisa dirigiéndose a
Guerrero Luna.
- Pero nosotras estamos aquí para echarte una mano.
- Sí - Rei sonrió también, rehaciéndose de su
perplejidad y agregando ahora, pero de forma burlona. - Aunque ahora seas la Eterna
Superguerrero Luna sigues siendo la Eterna Super zoquete Usagi.
-¿Qué me has llamado, Rei?,- inquirió ésta con un
irritado tono suspicaz. -
- Ya lo has oído, Zoquete. ¿O quieres que te lo
deletreé? Zeta, O… - Propuso su interlocutora con sorna. -
-¡Me las pagarás!- Exclamó Usagi entrando al trapo
picada y ambas comenzaron a darse pellizcos y agarrarse de los pelos.-
Ami, avergonzada de tan embarazoso espectáculo,
trataba de separarlas con el típico gesto de “no las conozco de nada.” Dirigido
a los curiosos que circulaban por el lugar.
- Vaya, esas dos nunca cambiarán. - Sonrió Cooan
aliviada añadiendo con cierta nostalgia. - Me recuerdan a Petz y Karaberasu.
- Sí - asintió Beruche añadiendo - y ahora estoy más
tranquila, confío en que entre ellas, Tom, tú y yo, lograremos vencerles.
Recuperaremos a Roy y acabaremos con esos malvados.
Por
fin, calmadas las cosas entre Usagi y Rei, se fueron del aeropuerto. Ambas
hermanas acompañaron a sus amigas a un hotel cercano a la universidad. Cuando
volvieron al campus, ya tarde, debieron entrar eludiendo la vigilancia. Sus
amigas entre tanto se instalaron en ese hotel. Allí, antes de disponerse a
dormir, charlaron.
-¿Por qué dijiste eso?- Quiso saber Rei, dirigiéndose
a su amiga Usagi, para afirmar.- Ahora tu poder no tiene esa clase de
limitación.
-Es su batalla, no la nuestra.- Replicó con tono
suave la interpelada.- No debemos inmiscuirnos de no ser estrictamente preciso.
-¿Inmiscuirnos?- Repitió la incrédula Ami,
oponiendo.- Pero esto es una amenaza en toda regla contra la Tierra. Es nuestro
deber combatirla aunque no fuese algo
personal, que lo es.
-Exacto. Tal y como dice Ami, además de un peligro
para toda la humanidad, esto es personal. Cuando esos monstruos atacaron a
nuestras amigas y las obligaron a pelear, su lucha también se convirtió en la
mía.-Convino una indignada Rei para remachar con reprobación.- ¿A qué narices
te crees que estás jugando?
La
interpelada le dedicó una severa mirada que más parecía ser de la reina
Serenity pero no pronunció palabra. Aunque se percibía claramente que no le había
gustado ni esas palabras, ni el tono de la impetuosa Marte. Esta lo comprendió de
inmediato y bajó los ojos, musitando más humildemente.
-Lo siento. No quise ofenderte.
-Bueno, debemos calmarnos y analizar la situación.-
Terció entonces Mercurio con tono más sosegado.- A juzgar por lo que nos has
contado las cosas se complicarán.
-Lo harán. - Asintió Usagi con expresión pesarosa
para añadir.- Solamente espero que seamos capaces de ayudarlas…
Las
otras dos ya no dijeron nada más sobre eso. Se limitaron a dar las buenas
noches y a irse a sus habitaciones. Las hermanas a su vez estaban ahora en la
suya. Cooan trataba de ser optimista.
-Ya verás, Bertie. Con ellas aquí las cosas serán
muy distintas.-
-No lo sé, Cooan.- Suspiró ésta agarrándose a su almohada
en tanto se sentaba sobre su cama con las piernas cruzadas. No estoy segura de
que ni tan siquiera Sailor Moon y las demás sean capaces de hacer frente a unos
enemigos como esos.
-Por lo que nos han contado se las han tenido que
ver con seres incluso peores. ¡Y ahí están!- Exclamó su interlocutora.-
Su
hermana sonrió, asintiendo despacio. Eso quería creer. Por mucho que tratase de
ser fuerte a veces no podía evitar llenarse de desesperanza. Y había otra cosa
que le rondaba la cabeza y que no podía olvidar. Esas extrañas palabras de
aquel ente que decía llamarse Armagedón. ¿Por qué la había llamado princesa?.
Estaba segura de que no le había sonado de un modo coloquial o peyorativo, no
en el sentido en el que un tipo se lo diría a una chica. Al contrario, le dio
la impresión de que aludía a un título.
-Nuestro padre fue conde de Ayakashi.- Meditaba.-
Pero jamás estuvimos en la familia real salvo como doncellas de la reina. Y
solamente me lo llamó a mí. ¿Por qué no a Cooan? Somos hermanas al fin y al
cabo…
Aunque
guardó silencio no deseando inquietar a su contertulia con otro problema más.
Al fin las dos se acostaron, realmente agotadas pero algo más alentadas por la
llegada de sus amigas. Tenían que descansar y afrontar así, con nuevas fuerzas,
el nuevo día. Ambas lograron conciliar el sueño con las esperanzas renovadas en
sus corazones. Por su parte, la noche anterior, Valnak se había dirigido hacia
aquel sórdido lugar que le indicó su camarada. Ese club de mala muerte que, sin
embargo, a él le dio una estupenda impresión.
-Marginalidad, drogas, prostitución, sexo ¡Ja, ja, ja!
Ahora recuerdo que era lo que me gustaba
de este miserable planeta.- Se dijo divertido, para remachar.- Bien, vamos a
cumplir el recado que Armagedón me encargó.
Y
trasmutando su apariencia demoniaca por otra humana, vistiendo una chaqueta de
cuero negra y un pantalón vaquero, se introdujo en un club de alterne. Allí no
tuvo muchos problemas para encontrar a la persona que buscaba tras repartir
unos cuantos cientos de dólares.
-Esto de tener crédito ilimitado es una prebenda
estupenda más que me ofrece la oscuridad. ¡Ja, ja, ja!…
Hizo
buen uso de él, y tras preguntar por las señas que Armagedón le había indicado,
fue a entrar en un garito en el que descubrió que era el único hombre, o al
menos, el único ser del sexo masculino que había.
-Así que a mi camarada le gusta gastar bromas.- Se
dijo divertido al percatarse de tal circunstancia.- Bueno, encontraré a esa a
la que me mandó a buscar. Será alguna de estas hembras humanas. Me dijo que
trabajaba aquí…
Y observó a la espera de que alguna de esas
individuas se dirigieran a su encuentro atraídas por su porte. De hecho, las
miradas de numerosas mujeres convergieron en él, pero no precisamente con
deseos de admirarle.
-¿Qué buscas aquí, muchacho? – Le preguntó una mujer
de corto pelo moreno y con algún tatuaje.-
- ¡Aquí no se admiten tíos!- ¡Lárgate! -Le increpó
otra rubia, que vestía de un modo bastante femenino y no era precisamente fea.-
-No estoy interesado en ninguna de vosotras.- Sonrió
él imperturbable.-
-Puede que te hayas equivocado. Hay un bar para
vosotros un par de calles más abajo.- Le comentó otra muchacha de pelo castaño
corto con mejor talante.-
-Sé bien donde estoy.- Repuso Valnak.- Y a quién busco...
Y
sonriendo con maliciosidad sencillamente chasqueó los dedos para cambiar la
música del local. Y comenzar a cantar con voz atronadoramente grave.
¡En la hora de medianoche!
La última noche, mi pequeña bailarina, vino
danzando a mi puerta
La última noche mi pequeño ángel, vino
bombeando a mi suelo
Ella dijo, vamos cariño, tengo licencia para
el amor.
Y si termina, reza pidiendo ayuda de arriba,
porqué.
Todas las mujeres del bar se le quedaron observando entre
atónitas, incrédulas y algunas incluso visiblemente interesadas y hasta
deseosas de aproximársele. Aunque Valnak las ignoraba a todas ellas. A todas
excepto a una que portaba una bandeja con bebidas y le miraba con expresión de
asombro.
En la hora de medianoche, ella gritó, más, más,
más…
Con un grito rebelde. Ella gritó, más, más, más,
oh
En la hora de medianoche, cariño, ella grita,
más, más, más…
Con un grito rebelde. Ella gritó, más, más, más,
oh…
El
demonio se aproximó a ella y siguió cantándole, a veces susurrando las estrofas
en el oído de esa chica, que parecía estar tan encantada y paralizada como la
mayoría del resto.
A ella no le gusta la esclavitud, no se
sentará y suplicará
Pero cuando estoy cansado y solo. Ella me ve
en la cama
¿Qué te ha liberado y te ha traído hasta mí,
cariño?
¿Qué te ha liberado? Te necesito aquí por mí,
porqué
April
estaba absorta, lo mismo que muchas otras chicas. ¿Cómo era posible que se
sintiera tan fascinada por aquel hombre?...
En la hora de medianoche, ella gritó, más, más,
más…
Con un grito rebelde. Ella gritó, más, más, más,
oh
En la hora de medianoche, cariño, ella grita,
más, más, más…
Con un grito rebelde. Ella gritó, más, más, más,
oh…
He recorrido el mundo contigo, nena
Ocho mil millas contigo
Sequé tus lágrimas de dolor
Ocho millones de veces por ti
Vendería mi alma por ti, nena
Por dinero para arder, por ti
Te daría todo lo que has conocido, nena
Solo para, solo para, solo para tenerte aquí
conmigo, porque
Valnak
se rio divertido, al contemplar como todas las mujeres de aquel local
evidentemente lésbico no le quitaban la vista de encima en tanto remachaba.
En la hora de medianoche, ella gritó, más, más,
más…
Con un grito rebelde. Ella gritó, más, más, más,
oh
En la hora de medianoche, cariño, ella grita,
más, más, más…
Con un grito rebelde. Ella gritó, más, más, más,
oh…
(Scooter, Rebell Yell, credit to the artist)
Al concluir incluso recibió aplausos, y hasta aquella individua que le
había recibido tan groseramente se aproximó a felicitarle con efusiva
sinceridad.
-Lo lamento, si
hubiera sabido que venías a animar la noche de ese modo no te hubiera dicho
nada, tío.
-Sin rencores.- Se
sonrió pérfidamente él.-
Y al fin, se dirigió hacia la chica
que había venido a buscar.
-Eres April.
¿Verdad?
-Sí, soy yo.-
Musitó tímidamente ella, que se sentía intimidada por ese extraño individuo.-
-¡Oh!. No tengas
miedo de mí.- Afirmó Valnak mirándola divertido para añadir.- Únicamente te
traigo un mensaje…
Y la muchacha escuchó lo que ese
extraño tenía que decirle.
-¿Qué?...pero, ¿es
eso cierto?¡No puede ser! ¡No puedo creerlo!
-No tengo ni idea,
pero créeme, mi amigo no suele engañarme en esas cosas. -Aseguró su contertulio
con tono de regocijo.- De modo que, tú decides lo que hacer…
Le entregó a la muchacha un objeto que ella miró
extrañada.
-Es un pentáculo.
Llévalo cuando debas acudir a algunos sitios. Evitará que te hagan daño. -Le
explicó.- Ya te enviaré instrucciones.
Y tras recrearse en la cara de horror y tristeza de
aquella chiquilla él se marchó sin prestar atención al resto de la concurrencia
femenina que todavía le observaba con perplejidad.
-¡Qué perdida de
tiempo, un atajo de hembras humanas sin interés!- Suspiró moviendo la cabeza
para decirse.- Le contaré a mi camarada que he cumplido su encargo. No negaré
que ha sido entretenido. Pero ahora tenemos que comenzar ya nuestra labor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)