El aterrado
demonio intentó huir, salió volando todo lo deprisa que pudo pero Roy en un
instante apareció justo delante de él. Con una tremenda velocidad golpeó a
Valnak en el estómago haciendo que se doblase sobre sí mismo.
- ¡Maldito! - balbuceó el demonio tratando de
recuperar la respiración. - Ahora verás.
Valnak
trataba de golpear a su oponente una y otra vez pero éste simplemente se apartaba
de tal modo que los golpes de su enemigo nunca llegaban a tocarlo. El demonio
intentó volver a escapar pero su rival le sujetó una de las piernas y lo lanzó
contra el suelo haciéndole abrir un enorme boquete al estrellarse. Al cabo de
unos instantes logró salir bastante magullado, miró al cielo y vio que Roy
seguía allí, inmóvil, mirándole con aquella expresión que carecía ahora de todo
sentimiento. El demonio encorajinado voló hacia él atacándole con un puñetazo
pero ahora las tornas se habían cambiado por completo. El chico encajó el golpe
sin apenas percibirlo y detuvo otro posterior con una sola mano sujetando el
brazo de su rival. Valnak intentó librarse utilizando todo su poder, pero ni
con su fuerza demoniaca logró mover a su adversario ni un milímetro.
Desesperado golpeó en la cara a su enemigo con su otro brazo, le asestó
repetidos puñetazos con todas sus fuerzas, pero éste permanecía sin inmutarse, sólo
su cabeza se echó ligeramente hacia atrás por el impacto de los golpes que le
hicieron sangrar por el labio.
- Ya te lo dije. - Declaró Roy con una voz fría y
desapasionada desprovista de todo rastro de clemencia. - Vas a morir.
-¿Pero qué clase de monstruo eres tú? - Gritó su
incrédulo y asombrado oponente al borde de la histeria. -
- Tú sabrás, eres el que me ha creado. Yo era
alguien pacífico y que no albergaba el odio en su corazón, pero tú lo has
sembrado. Has hecho daño a las personas que más he querido en mi vida y has
despertado en mí algo que no creía que existiera. El deseo de matar por
venganza.- Contestó Roy sin inmutarse. - Ahora vas a saber lo que ocurre cuando
se llega demasiado lejos y se juega con los sentimientos y las vidas de las
personas inocentes...
-¡No, espera! - Gritó el demonio con tono desesperado.-
¡Puedo contarte muchas cosas que te interesarán saber de ti mismo!
-¿Qué cosas? - Le inquirió éste con sus ojos esmeralda
repletos de furia, para escupir. - ¿Crees que podrás comprar tu miserable vida
con nada de lo que me digas? Pobre desgraciado. ¿Cómo vas a salvar tu vida y tu
alma de la condenación?
A
todo eso Valnak intentaba tele transportarse una y otra vez, pero había algo
que se lo impedía, no lograba concentrar su poder y enseguida reparó en el
motivo.
- ¡Maldito Sabio, me ha traicionado, está bloqueando
mi capacidad!- Se dijo alarmando, aunque tratando de dominar sus emociones
agregó esta vez con un tono mucho más conciliador.- Sé que estás muy furioso conmigo
y no puedo reprochártelo, pero te ofrezco la posibilidad de vencer a la secta.
- Demasiado tarde para que crea en tus mentiras. - Replicó
Roy golpeándole en el estómago lo que hizo que el demonio se doblase presa de
un tremendo dolor que le hizo manar sangre por la boca. -
- Debes creer lo que te digo, - pudo gemir - en
realidad mi verdadero objetivo y el de Armagedón era despertar y dominar esta
enorme fuerza que posees, eres un guerrero solar.
-¿Qué es eso de un guerrero solar?- Inquirió Roy ahora con un
gesto de atención que denunciaba su interés -.
- Un guerrero solar es...- Pero Valnak se detuvo en
su balbuciente explicación y sonrió entonces retractándose de sus intenciones.
- Bien pensado será mi última victoria sobre ti, Roy Malden. Ahora que lo pienso,
tu amiga morirá y tú seguirás ignorando este secreto.
-¡Habla!- Le espetó Roy sacudiéndole sin
contemplaciones una repetida y contundente batería de puñetazos. -
- No lo haré. - Le desafió su oponente entre jadeos
entrecortados por el duro castigo recibido. - Porque soy un demonio de elevado
rango con un juramento avernal de fidelidad y ese sí que lo cumpliré. ¡Prefiero
morir con dignidad! - Escupió comentando a renglón seguido con mayor serenidad.-
¿Sabes Roy Malden?, te engañé. No maté a tus padres, fueron los sectarios. Yo
ni siquiera estaba aquí entonces. Pero deseaba espolearte para luchar, aunque
nunca imaginé que pudieras transformarte por ti mismo. ¿Qué cruel es el destino,
verdad?- Sonrió con sorna pese a todo y agregó con un postrero esfuerzo. - Iba
a matarte con honor. Eso es lo menos que merecías, incluso tu amiga ha sido
valiente ahora, tal y como entonces lo fue. Merece mis respetos igual que
antaño.
-¿A qué te refieres?- Quiso saber Roy ahora con
patente curiosidad sobrepasando a su ira. -
- Eso no te lo diré. Me llevaré el secreto a la
tumba. – Rio débilmente el demonio.-
Aunque sus ojos estaban ansiosos de recibir la
muerte y su contrincante lo entendió soltándole. Valnak cayó a plomo al suelo y
su enemigo sentenció apuntándole con la palma de una mano.
- Sea como tú quieres, ¡llévate tus secretos al
infierno!- Y de su mano brotó una poderosa oleada de energía dorada que barrió
al demonio e hizo estallar todo el terreno circundante. El demonio sólo pudo
aullar de dolor instantes antes de ser desintegrado por completo.
Roy
todavía flotó en el cielo durante unos segundos, hasta que la lluvia de
cascotes y el polvo remitieron dejando al descubierto un cráter enorme que solamente
era rodeado por un erial. Aterrizó cerca de allí completamente agotado, tras el
combate y una vez destruido su enemigo, su cuerpo se relajó perdiendo la rabia
que fue sustituida por una enorme tristeza y preocupación. Aquel brillo se
apagó y su volumen disminuyó recobrando su aspecto normal. A duras penas sacó
energías de su cuerpo extenuado y pudo recorrer las manzanas colindantes hasta
caer desmayado susurrando el nombre de Bertie en tanto perdía el conocimiento.
Por fortuna Ami y Rei estaban cerca y presenciaron aquello librándose por poco
de la explosión.
-¡Has! ¿Has visto eso?- Exclamó la Guerrera Marte
con el gesto dominado por el asombro.-
-Sí. Ella estaba en lo cierto. En todo lo que nos
contó. - Musitó Mercurio.- Ahora tenemos que ayudarle. ¡Vamos Rei!
Su amiga asintió y entre ambas recogieron a Roy y no
sin gran esfuerzo le arrastraron hasta calles más concurridas. Allí llamaron a
un taxi y anularon sus transformaciones volviendo a sus ropas normales. Al cabo
de unos minutos que se les hicieron eternos, éste llegó. Tuvieron que dar mil y
una explicaciones convenciendo al asustado taxista de que ese hombre había sido
víctima de un robo pero que no estaba muerto. Con su ayuda le llevaron camino a
urgencias pero Ami, que tenía someros conocimientos médicos, pudo comprobar
sorprendida que el estado de Roy no era tan grave como parecía. Era increíble
pero la mayor parte de sus heridas se habían cerrado después de esa
sorprendente transformación. Las chicas, deseosas de evitar a la policía, y a
unas más que incómodas preguntas, persuadieron al conductor de que las dejase
en el barrio donde tenía el piso ese muchacho. El hombre. Un joven de color
grande y fornido, tan interesado como ellas en no verse metido en un asunto
turbio del que seguramente darían parte en cualquier hospital, aceptó
ayudándolas incluso a subirle al apartamento.
-No quiero problemas.- Pudo decir el asustado
conductor.-
-Vamos, se lo pido por favor. Únicamente échenos una
mano para subirle. Pesa mucho para nosotras solas.- Le pidió Ami.-
-Sí. Se lo agradeceremos.- Añadió Rei sacando un
billete de cien dólares.-
-Está bien, señoritas.- Repuso ese hombre tomando el
dinero y cargándose a los hombros a aquel tipo inconsciente.- Estos blancos,
solo saben meterse en problemas. ¿Verdad?- Sonrió cómplicemente a esas dos
muchachas de rasgos orientales que hicieron lo propio.- Aunque vaya un jaleo
que hay por las calles. Debe ser algún ataque terrorista.
Las chicas no respondieron. Según subían por las
escaleras del edificio y pese a las miradas de curiosos y gentes que transitaban
por el inmueble, nadie dijo nada. Por desgracia, en New York, el índice de
atracos o agresiones era tan elevado que a ese pobre chico le podría haber dado
una paliza cualquier pandilla y nadie se iba a atrever a denunciarlo por si
acaso era el próximo blanco. Por esa parte, las guerreras agradecieron estar en
América y no en Japón, en su patria la policía habría intervenido rápidamente.
Aquí casi no importaba. Además, tal y como les había comentado el taxista, tras
las explosiones que se había producido en algunas partes de la ciudad, mucha
gente pensaba que algún grupo terrorista estaba sembrando el pánico. Aquel
muchacho podría ser otra víctima más. Sin ocuparse más de eso las guerreras
abrieron usando una llave que su amigo tenía en el bolsillo del pantalón, finalmente
ese hombre le descargó en el dormitorio. Las chicas le acomodaron en la cama y
Ami le hizo algunas curas y vendajes de urgencia. Agradeciendo la propina el
taxista se marchó.
-¿Qué podemos hacer?- Suspiró Rei dejándose caer en
una silla.-
-Por ahora dejar que duerma.- Contestó Ami que se
ocupó de tomar su temperatura para dictaminar.- Parece que tiene algo de fiebre
y está muy débil. Lo mejor es que descanse. Y tenemos que ir con Bertie y los
demás.- Añadió con tono de más preocupación.-
-Sí. Ojalá puedan hacer algo por ella.- Afirmó Rei
que ya estaba lista para empezar a hacer algunos rezos, tanto budistas como
cristianos, deseando la salvación para su amiga y remachando con pesar.- No puedo
ni imaginar como se sentirá Cooan.
Su compañera asintió igualmente consternada,
sentándose a su vez en el sofá del salón. Tom mientras tanto había llegado a un
hospital, aparcando en doble fila aunque estaba terminantemente prohibido. Por
eso precisamente estaba seguro de llamar la atención. Así fue y cuando se
acercó uno de los empleados del lugar para advertirle el muchacho le puso al
corriente de la gravedad de su amiga. Aquel hombre, visiblemente impresionado
por la estaca que atravesaba a la muchacha, corrió para avisar a los
enfermeros. Cuando estos llegaron Cooan se recuperaba del desmayo y enseguida
volvió a ponerse frenética, al borde incluso del colapso al ver el estado de
Bertie.
-¡Oh Dios mío! – Gritaba con horror y angustia. ¡Mi
hermana!
Hasta que Tom pudo serenarla tomándola por los
hombros con fuerza y repetirla.
-¡Bertie aún está viva, Connie! No podemos dejarnos
llevar por el pánico. Nos necesita. No tenemos un segundo que perder. ¡Vamos!
Cooan logró serenarse lo suficiente y los sanitarios
aprovecharon para sacar a la víctima de la parte trasera del vehículo y ponerla
cuidadosamente en una camilla que trajeron y llevaron al interior del hospital
con presteza. Los dos jóvenes les siguieron pero fueron apartados por otros
enfermeros mientras sus compañeros corrían con ella hacia la sala de urgencias.
Allí, Beruche fue flanqueada por dos médicos que se apresuraron a injertarle
una sonda con suero y a medir sus constantes...
- Pulso filiforme y muy irregular. Herida traumática
a la altura del tórax con posible afección del aparato pulmonar. - Diagnosticó
uno de apariencia joven y pelo oscuro. -
- Ha perdido mucha sangre. Debemos darnos prisa o será
tarde. - Añadió el otro de pelo cano, que parecía ser mayor en edad.-
- Me encargaré de hablar con los que la trajeron. - Respondió
el médico más joven dejando a la paciente al cuidado de su colega que se
introdujo en el quirófano con ella y un equipo de cirujanos.-
El
médico moreno localizó a los dos jóvenes, ambos desechos y abrazados en la sala
de espera, les escoltaban dos enfermeros y un recién llegado agente de policía.
A requerimientos del oficial, Tom explicó que habían sido afectados por aquella
misteriosas explosiones que se habían producido por toda la ciudad ¿Qué otra
cosa podría decir? Su tono aterrado y la desolación de Cooan unidos a sus
propias heridas, hicieron más que convincente aquella versión. Cuando
explicaron que, tanto la víctima como su hermana eran extranjeras, eso cobró
más sentido.
- Ha sido una
imprudencia.- Comentó lapidaria pero compasivamente el policía. - Sin conocer
la ciudad no debieron adentrarse por un barrio como ese cuando se dio aviso de
evacuación.
Cooan
apenas si escuchó eso último, sólo podía mirar al médico y repetir una y otra
vez con una terrible angustia.
-¿Se salvará, verdad?
- Lo lamento, pero no puedo asegurarlo. - Respondió
el facultativo con cara de circunstancias. -Hemos de someterla a una delicada
operación y, si la soporta, el postoperatorio será decisivo. Dependerá de su
fortaleza. Dentro de la desgracia ha tenido suerte, esa estaca ha actuado como
tapón impidiendo que se desangrase por completo.
Había
un detalle más, que nadie deseaba abordar, pero el facultativo no tuvo más
remedio.
-¿Tienen seguro médico?
-¿Cómo puede preguntar algo así en un momento como
este?- Le gritó Tom colérico, tanto que los enfermeros le sujetaron de los
brazos temiendo que tratase de golpear a su interlocutor. -
- Lo siento, créame que le comprendo, pero yo no
hago la ley, amigo. - Pudo disculparse el facultativo con pesar. -
Y
por paradójico que resultase fue Cooan la que, más entera, fue capaz de
contestar.
- Tenemos uno, en la Universidad de la Golden State
College. Estamos estudiando allí con una beca y ésta cubre un seguro de
hospitalización. - Detalló de un modo tan conciso y sereno que Tom se
arrepintió de su arrebato.-
- Perdóneme. - Musitó débilmente al doctor.-
Éste esbozó una débil y comprensiva sonrisa, eso
bastó para que los enfermeros le soltasen y se marcharan. Lo mismo que el
policía, que supuso no poder hacer nada más allí. Tenía muchos más avisos de
heridos y de múltiples explosiones que debía atender. Y éste era otro caso de los
muchos que se habían producido aquel día, que quedaría archivado sin remedio.
- Váyanse a casa en cuanto les atendamos. -Les pidió
el médico con toda la suavidad y
simpatía de la que pudo hacer gala con el argumento de… - Aquí no harán nada,
la operación puede durar horas. Únicamente esperen a ver si tenemos sangre del
grupo de la víctima, a buen seguro le harán falta algunas transfusiones. Para
ella y más personas. No sé qué demonios ha sucedido, parece un ataque
terrorista. - Señaló al mismo pasillo donde más heridos de menor consideración
recibían curas o eran vendados. -
- Yo me quedo, tengo su mismo grupo. - Replicó Cooan
que entonces recordó con renovada inquietud. - ¿Dónde está Roy? ¡Dios mío, él
también no!
- Me quedaré contigo, Connie. - Se ofreció su amigo
pero ella se negó. -
- Debes ir a ver si él está bien ¡Busca a Rei y a
Ami! - El muchacho se resistía a dejarla pero ella insistió con una implorante
mirada. -¡Por favor Tom!, estaré bien aquí. ¡Tú encuéntrales! , sólo espero que
estén a salvo...
Su
compañero tuvo que ceder. A su vez estaba muy preocupado por su amigo o lo que
éste fuese ahora. No podía apartar de su memoria la expresión de Roy, era como
otro ser ajeno por completo al género humano. Tan terrible y poderoso parecía
que hasta ese malvado demonio estaba dominado por el horror de haber despertado
a un monstruo muy por encima de su capacidad. Pero era su amigo y también
estaban Rei y Ami. Si ellas le acompañaban pudiera ser que los tres estuvieran a
salvo. Pero ¿dónde buscarlos? Aquellas ruinas eran su única pista y corrió
hacia ellas sin esperar a ser curado. Abordó el coche y tardó apenas diez minutos,
pero encontró aquella desolación y no vio a nadie. Sólo podía ir a un lugar. Si
Roy aún vivía y las amigas de Bertie y Connie también, seguramente estarían en
un hospital ¿pero en cuál? O quizás hubiesen ido al piso de él. Se detuvo en
una cabina y llamó. Por suerte al cuarto timbrazo descolgaron y fue Ami quien
contestó.
-¡Gracias a Dios! - Suspiró Tom preguntando atropelladamente.
- ¿Estáis todos bien?
Guerrero
Mercurio le contó que sí, que Roy dormía profundamente. Su interlocutor le explicó
a su vez todo lo sucedido en el hospital. El muchacho corrió al apartamento y
por el contrario Rei y Ami fueron a relevarle con las chicas. Así Tom se tumbó
a descansar y quedó vencido por el sueño al igual que su amigo. Despertó a las
pocas horas maldiciendo su debilidad. ¿Y si Roy hubiera sufrido alguna crisis
estando él dormido? Pero por fortuna éste descansaba y parecía encontrarse
estable. Las guerreras entre tanto, se entregaron a velar por Beruche
acompañando y consolando a Cooan. Aquella situación las sobrepasaba y pese a no
haber querido hacerlo, no tuvieron más remedio que comunicarse con Japón. Esta
vez las hermanas mayores de sus amigas tendrían que saberlo. Fue Ami la
encargada de ir a llamar, primero lo consultó con Usagi que le dio el visto
bueno, después marcó el número de Petz y Kalie, en tanto Rei permanecía sentada
en un sofá de la sala de espera con una destrozada y exhausta Cooan.
-¡Es mi hermana tan querida! - Podía sollozar la
desconsolada chica con las manos entrelazadas
bajo su barbilla. - Yo…, la quiero tanto. No me podré perdonar si algo
le sucede.
-Todo va a salir bien. – Se apresuraba a animarla
Rei - debemos tener confianza.- Ya lo verás. Ya la salvaste una vez cuando la
convenciste de cambiar. Ahora tendrá que ser ella misma la que lo logre. Pero
es fuerte. Todas lo sois. Lo superará.
-Gracias Rei, gracias por ser tan buena amiga. -
Pudo decir Cooan antes de enterrar su lloroso rostro entre el pecho de la
sailor.
La guerrera no pudo evitar derramar también lágrimas
mientras la abrazaba, deseando con todas sus fuerzas que en esta ocasión sus
palabras fueran también proféticas.
-Estaremos con vosotras hasta que tu hermana se
reestablezca. No temas. Todo va a salir bien.- Repetía tratando a su vez de no
llorar.-
En
ese momento, en Japón, sonaba el teléfono en el apartamento de las hermanas.
Era tarde y estaban a punto de irse a la cama.
-¿Quién podrá ser a estas horas?- Se dijo Petz con
patente contrariedad.-
-Quizás uno de mis novios.- Se rio su hermana.-
-No me sorprendería. Eres muy capaz de haberles dado
tu número.
-Pues claro que sí. – Rio Kalie. No soy tan carca
como tú…
-Trae. - Le ordenó su más que molesta hermana.- Ya
le diré yo cuatro cosas a quién sea…
Pero fue
Karaberasu la que se puso con expresión juguetona. Enseguida oyó una conocida
voz y sonrió para exclamar.
-¡Ami! ¿Qué tal?...
Petz estaba a punto de pedirle explicaciones pero
enseguida comprobó como el rostro de su hermana se transfiguraba. De sonriente
y jovial pasó a estar lívido y de sus ojos caían lágrimas en tanto la joven
apenas si podía balbucear.
-¿Qué?... ¡Dios mío! No puede ser…No…iremos en
cuanto podamos…Os suplico que cuidéis de ellas, ¡por favor!…
-¿Qué es lo que pasa?- Se asustó Petz.-
Su
hermana colgó despacio y no podía parar de llorar. Tardó en serenarse lo
suficiente como para poder responder entre balbuceos.
-Es… es Bertie, está… ella…
-¿Qué ella está qué? ¿Qué le ha pasado? - Inquirió la mayor dominada por la zozobra,
tomando por los hombros y hasta agitando a Karaberasu.-
Finalmente
ella le pudo referir lo que Ami le había contado. Ahora le tocó el turno a Petz
de llorar y ponerse pálida. Las dos se abrazaron desconsoladas, aunque
enseguida reaccionaron.
-Debemos ir con ellas. Nos necesitan.- Afirmó Kalie
recobrando algo de entereza.-
De modo que ambas hermanas comenzaron
a preparar las maletas…
-¡Oh, Dios mío!- Sollozaba Petz.- Tenemos que darnos
prisa…
Y así lo hicieron, olvidando cualquier otra cosa que
no fuera reservar plaza en el primer vuelo disponible. En América entre tanto Tom
ya no durmió. Se mantuvo cuidando de su amigo que deliraba presa de la fiebre.
Musitaba algo ininteligible para su compañero que sólo podía aplicarle paños
fríos y desear que se curase. Anocheció y llamaron las guerreras. Beruche había
salido del quirófano manteniéndose estable pese a la gravedad de su estado. Era
un buen comienzo, pero las siguientes horas iban a ser decisivas. Tanto Ami
como Rei y Cooan se mantendrían allí, ésta última seguía hundida pero algo
mejor tras saber que Roy estaba bien y que su hermana aun tenía una
posibilidad. Concluyeron la conversación encomendando a Tom el cuidado de su
amigo. Él convino en ello jurando no descansar y continuó vigilando. Otra nueva
llamada, esta vez noticias alarmantes. Beruche había entrado en coma y el
pronóstico era reservado, eso significaba extrema gravedad. Era una situación
prácticamente irreversible. Fue un terrible mazazo para Cooan que había vuelto
a perder el sentido, la atendieron con sales y despertó. Tuvieron que administrarla
sedantes y ahora sólo gemía con la cabeza enterrada entre los brazos sin que
sus amigas pudieran hacer nada por animarla. Tom también se sentía desolado,
pero debía mantener su palabra y continuar
junto con su amigo. Colgó prometiendo que irían en cuanto Roy se recobrase. Amaneció,
se hizo pleno día y por fin, al cabo de un rato más, el muchacho despertó. De
modo lento entornó los ojos recibiendo enseguida la imagen de su compañero que
se volcó sobre su cama aliviado al verle otra vez consciente. Al convaleciente
le dolía la cabeza y su cuerpo era pasto de una tremenda debilidad. Todos sus
miembros le pesaban como plomo. Aun así pudo preguntar con un susurro.
-¿Cómo he llegado hasta aquí?
- Ami y Rei te trajeron. - Le sonrió tímidamente
Tom. -
-¿Cuánto tiempo he dormido?- Quiso saber su
contertulio mientras intentaba levantarse con cuidado. -
- Por lo menos un día entero.- Respondió su
interlocutor agregando.- ¿Sabes? me tenías preocupado, llegaste a tener fiebre
alta y delirabas en sueños. Aunque no entendí nada de lo que decías. - Se
apresuró a añadir para evitar esa posible pregunta, aunque le escuchó repetir
el nombre de Bertie en ocasiones. – Supongo que no sería importante…
-¿Y las chicas? ¿Cómo están?- Inquirió Roy con ansiedad. -
- Bueno, Cooan está bien, sólo tuvo un desmayo y
algunas contusiones. - Le resumió su amigo cariacontecido. -
-¿Y Bertie? ¿Cómo está ella? - Quiso saber el chico
sujetando a su amigo de un brazo de forma angustiosa y con el semblante
crispado por la inquietud. – ¡Dímelo!…
Éste
bajó la cabeza y guardó un tenso silencio que su interlocutor rompió urgiéndole
a contestar.
-¿Está grave, verdad? ¡Por el amor de Dios,
contéstame! - Le apremió Roy desesperado
por escuchar una respuesta. -
- Está en el Memorial. - Respondió su amigo con voz
queda. - En coma, los médicos no tienen demasiadas esperanzas...
Al
oír esto, el maltrecho muchacho trató de levantarse con más rapidez pero Tom le
detuvo. Roy se sentía muy débil y con un hambre terrible, como si llevase mil
años sin probar bocado, pero solamente deseaba ver a Bertie. A duras penas y
con la ayuda de su compañero que finalmente cedió a sus desesperados ruegos, se
abalanzó sobre un armario, sacó algo de ropa y se cambió. Aunque su amigo con
buen criterio tomó la palabra.
- Al menos trata de reponerte un poco más. No
ayudaría nada que empeorases. Come algo...- Le propuso acertando de pleno. -
Roy
se dirigió a la nevera y devoró todo lo que encontró, frutas y queso, luego
acabó con el pan de molde que guardaba en un armario. Tom le observaba atónito.
Su amigo demostraba más que hambre, una voracidad sin límites. Le ayudó a
prepararse algo más y el chico dio buena cuenta de ello. Cereales y frutos secos
fueron completamente terminados. El convaleciente se sentía ahora mejor, parecía
haber recobrado algo sus fuerzas. Entonces sin previo aviso salió volando por
la ventana. Tom se le quedó mirando profundamente entristecido y se marchó en
el coche tras él. Roy llegó al hospital
y entró por una ventana de la planta superior que estaba desierta. Se sentía
nervioso, muy tenso y preocupado por Bertie. Pero sabía que esto no le iba a ayudar
en aquellos momentos. Ahora su enorme
fuerza y la rabia que la había impulsado no tenían ya razón de ser y sí la
súplica y la esperanza. Respiró hondo una y otra vez. Más calmado, bajó a la
recepción y preguntó por la habitación de ella. Al no ser un familiar no
querían darle información. El muchacho tuvo que controlar sus nervios para no
destrozar el lugar. Pero consiguió imponer su razón y de modo providencial la
encargada le dijo que había más personas esperando a ver a esa paciente. Preguntó
dónde se encontraban y la enfermera que atendía el puesto, comprendiendo su
situación, le mandó a la sala de espera prometiéndole que ya le avisarán. Allí sentadas
estaban Ami y Rei tratando de consolar a
Cooan que gemía totalmente hundida. En cuanto vio a su amigo a través de sus
lágrimas se levantó como un resorte y se abrazó a él rompiendo a llorar otra
vez.
-¡Oh Roy! ¡Gracias a Dios!, creía que tú también
estabas muerto.
- Tranquilízate - Respondió él con voz suave
acariciándole la cabeza. - Tom me ha dicho lo que pasa. Bertie aún no está
muerta, Connie, aún hay esperanza...
-¡Está muy mal! - Gimió Cooan sin poder parar de
llorar. - Los médicos dicen que la estaca le provocó un derrame pleural y que
es muy difícil que lo resista, ¿qué vamos a hacer? ¿Qué les voy a decir a mis
hermanas?...
Su
interlocutor se limitó a apretarla contra su pecho para que su amiga se
desahogase. Por encima de ésta, miró a Ami y Rei que, a duras penas, podían
contener sus lágrimas. Ambas tenían también los ojos rojos de tanto llorar. Tom
llegó unos minutos después y su amigo le encargó ocuparse de Cooan. Él quiso
subir a ver a Beruche, pero los médicos no se lo permitían. Tras mucho insistir
y rogar consiguió finalmente permiso y entró en la habitación donde estaba
ella. Una enfermera vigilaba las débiles constantes vitales de la paciente que
se hallaba entubada y conectada a una máquina de respiración asistida, pues su
pulmón derecho estaba perforado y no era capaz de aspirar aire sin reducirse de
tamaño. Viéndola inerte a Roy se le hizo un nudo en la garganta, se acercó y
acariciando con cuidado la larga cabellera platino de la chica trató en vano de
reprimir sus lágrimas.
- Por favor, señor - le pidió la enfermera con gran amabilidad.-
Debo rogarle que salga usted de la sala.
-¡Se lo suplico!, déjeme con ella aunque sólo sean
cinco minutos.- Replicó él y su mirada era tan desesperada que la compadecida
mujer consintió saliendo de la habitación. -
Cuando
aquella enfermera bajó a la sala de espera
las chicas, con Cooan a la cabeza, la abordaron.
-¿Cómo sigue mi hermana?- Quiso saber la muchacha
con vehemente desesperación. -
- Estacionaria. - Le respondió suavemente la
enfermera añadiendo. - Un amigo suyo está con ella...
Y
sin más la mujer se alejó de allí, debía atender otros muchos asuntos. Cooan
decidió ir a ver a su hermana y de paso abrazarse a Roy, le necesitaba más que
nunca. Ni Ami ni Rei se lo impidieron, ellas mismas también se encontraban
agotadas y muy afectadas por todo...
-¡Oh Rei!- Suspiraba Ami realmente desolada.- ¿Y si
hemos intervenido demasiado tarde? Debimos utilizar todo nuestro poder. ¿No
crees?
-Sabes tan bien como yo que no se nos permitía hacer
tal cosa.- Trató de consolarla su compañera que a su vez se encontraba muy
afectada, incluso cuando sentenció.- De haberlo hecho no habría ocurrido lo que
ha pasado…y según nos contó Usagi, esto debía de pasar.
-¿Qué clase de guerrero es ese en el que se ha
transformado?- Inquirió Ami, afirmando atónita.- ¡Jamás he visto nada igual!
-Ni yo, pero está claro que es muy poderoso. Aunque
para lograrlo hayamos tenido que arriesgar tanto. Sobre todo, las vidas de
nuestras amigas.- Contestó su compañera con pesar.- Eso no me lo perdonaré.
-¿Y si Bertie muere?- Preguntó su amiga casi de
forma retórica, para sentenciar tratando de buscar un resquicio de esperanza.-
Eso no debería de pasar. Usagi nos dijo…
-Nos dijo que tendríamos que hacer sacrificios.- Le
cortó suavemente su interlocutora pasándole un
brazo por los hombros.- Nada más…
- Es muy duro para ellas…- Pudo musitar la guerrera
Mercurio.-
-¿Qué te contó Usagi?- Quiso saber Rei, tratando de
desviar el tema.-
-Ya han terminado con el enemigo allí. Me comentó
que era largo de explicar. Y me dijo que dentro de poco vendrá, acompañada al
menos de Mako –chan y Mina –chan….
Un
leve destello de sonrisa cruzó por el rostro de Rei, no obstante enseguida se
desvaneció aunque la muchacha pudo decir.
-Quizás sea un poco tarde ya, pero me alegraré mucho
de ver a nuestras compañeras.
Ami
convino en ello aunque entonces añadió cariacontecida.
-Pero tendremos que regresar muy pronto a Japón…
-¿Y dejarlas a su suerte aquí?- Exclamó su
contertulia que enseguida bajó el tono al captar las miradas reprobatorias de
otras personas. Añadiendo con más suavidad.- ¿Cómo vamos a hacer eso?
-Lo siento. Es lo que me ha dicho Usagi-chan…-Se
justificó su compañera con un suspiro resignado aunque agregó.- También hablé
con Kalie y le dije lo que había pasado. Bueno, ya sabes, la versión que les podemos
contar.
-¿Qué tal se lo tomó?- Preguntó Rei con tono
trémulo.-
Ami
esbozó una débil sonrisa y musitó apenada moviendo la cabeza.
-Ya te lo puedes imaginar…Bertie es su hermana
pequeña.
Su amiga no dijo nada más y las dos guardaron
silencio, tratando de descansar…
En
la habitación de Beruche, Roy se sentaba al lado de la cama y sujetaba una mano
de la joven entre las suyas. Comenzó a hablarle en voz baja y pausada.
- Lo siento Bertie, todo ha sido por mi culpa. Una
vez más lo estás pasando muy mal por mi estupidez. ¡Si hubiese reaccionado
antes!, si hubiera sido más fuerte, nunca habría ocurrido esto. - Mientras
hablaba las lágrimas rodaban por sus mejillas y bañaban su rostro, gimoteaba desconsoladamente
mientras añadía desesperado. - ¡Quédate conmigo, por favor! ¡No podré
soportarlo otra vez!, ya perdí a las personas a las que más quería y no quiero
perderte a ti. ¡Te quiero!, ¡te quiero más
que a nadie en este mundo! - El llanto no le dejó continuar y hundió su rostro
sobre el vientre de la inerte chica. -
Cooan
había llegado junto a la puerta de la habitación y estaba a punto de entrar
cuando escuchó las palabras del chico y tras unos instantes de perplejidad y
desconcierto salió corriendo con lágrimas en los ojos.
- ¡Roy la quiere a ella! - Pensaba desconsolada
mientras corría. - ¿Qué voy a hacer yo? Bertie es mi hermana, no puedo interponerme.
Pero su conciencia la golpeaba como un martillo, en
el fondo Cooan siempre lo supo de un modo u otro, su percepción femenina veía
más de lo que su propia mente quería aceptar. Solamente había que verles juntos
para darse cuenta. Pero hasta ese momento siempre se lo había negado y ahora se
torturaba con otro pensamiento aun peor.
-¡Dios mío, soy un monstruo sin corazón!, ¿cómo puedo
estar celosa en este momento? Quiero a mi hermana más que a nada, ella es lo
más importante ahora, tiene que vivir y llegar a ser feliz con él.
Como pudo se dominó volviendo sobre sus pasos hacia
la habitación. También Roy estaba ahora más calmado, había dejado de llorar y
permanecía allí sentando y observando a Bertie musitando una plegaria. La
destrozada Cooan se unió a él.
-¡Dios mío! ¡No permitas que mi hermana muera por
favor!- Suplicó la pobre chica de nuevo entre
lloros. -
-¡No lo permitirá!- ¡le aseguró Roy tratando de
confortarla! - ¡Ten fe! -
Cooan volvió a abrazarse a él y lloró. Pero no sólo
por el estado de su hermana si no por que de este modo llevaba también a cabo su silenciosa renuncia a aquel estupendo
muchacho. Entonces sin que ninguno de ellos lo advirtiera el cuerpo de Beruche
se vio invadido por una tenue aura blanca. Junto a la muchacha y de forma muy
breve, casi imperceptible, una inmaculada silueta la tocó suavemente y
desapareció. En el scanner se detectó una sensible mejoría que ni Roy ni Cooan
advirtieron pues ambos salían desconsolados de la habitación. Tom, que ya había
aparcado y llegado a la sala hacía unos minutos, Ami y Rei les esperaban afuera.
-Yo me quedaré. – Se ofreció Tom afirmando. – Tú
estás muy cansada Connie, vete a dormir.
-No – negaba ella moviendo la cabeza. – No me moveré
de su lado. – Decía la muchacha. –
-Debes descansar. Podrías enfermar tú también. –
Razonó Ami observándola con preocupación. –
-¡No me importa! – Exclamó ella perdiendo los
nervios. -¡No me importa lo que me pase, ya nada me importa! ¡Si Bertie muere
quisiera morir con ella!
Y para asombro del resto fue Rei la que, con
lágrimas en los ojos, la sujetó por los hombros y la zarandeó obligando a
mirarla, para decirle con tono duro e incluso indignado, teñido por el llanto.
-No quiero volver a oírte hablar así. ¿Me oyes,
Cooan? ¿Crees que tu hermana agradecería que algo te pasase? ¿Crees que tus
otras hermanas lo comprenderían? ¿Qué me dices de tus amigas? ¿Es que no te
importamos nada?...
La chica, casi en shock, miró a su contertulia y la
sailor le devolvió una mirada llena de angustia y consternación. Al poco lloró
de nuevo, ésta vez pidiendo perdón a todos. Tenía los nervios rotos. Pero Rei
la abrazó y con un tono más suave y dulce le dijo.
-Ya está, ya ha pasado Cooan. Nosotros nos
quedaremos. Por favor, descansa un poco, luego vendrás a relevarnos. Te prometo
que te avisaremos si sucede cualquier cosa. Pero debes descansar. Hazlo por
Bertie. Ella no querría que nada malo te ocurriera, y nosotros tampoco.
-Gra…gracias Rei…tienes razón, perdóname. - Pudo
decir ella en tanto su amiga la correspondía con una sonrisa animosa. – Sí,
estoy agotada…
-Tom – terció una también entristecida Ami,
dirigiéndose al también consternado muchacho que observaba a su amiga con pesar.
– Por favor, acompáñala…
-Claro. – Repuso él de forma amable diciéndole a la
pobre chica. – Vamos Connie.
El chico la sostuvo rodeándola gentilmente por los
hombros con un brazo y ella se dejó ayudar agradecida. Se despidieron y ambos
se marcharon. Roy se quedó allí con las dos muchachas. Estaba exhausto pese a
haber dormido y se sentó en un sofá de la sala. Ami se acomodó junto a él y Rei permaneció a su lado
de pie. El chico entonces les dijo con suavidad y pleno de reconocimiento.
- No os he dado las gracias por haberme llevado a mi
casa. Muchas gracias.
- No las merecen. –Respondió amablemente Rei. - Fue
un placer ayudarte, para eso somos amigos. -
- Hiciste un gran esfuerzo, debes de estar agotado,
vete a casa a descansar.- Añadió Ami con preocupación. -
- Ya estoy bien. - Sonrió Roy débilmente. - No os preocupéis
por mí.
-¿Cómo es posible que después de esa batalla te
mantengas tan pronto en pie?- Intervino Rei asombrada para agregar con tono más
pausado. - Una persona normal no se recobraría ni con una semana de descanso.
- Es algo que ni yo mismo entiendo,- reconoció el
muchacho. - No sé por qué tengo esta fuerza.
-Sí, es increíble como sacaste tanto poder - comentó
ahora Ami como si no hubiera escuchado la última frase del chico. - Solamente
Usagi es lo bastante fuerte como para hacer una cosa así. Y mira que la he
visto hacer cosas increíbles que nadie más ha sido capaz de imitar. Pero admito
que lo tuyo es digno de compararse y aún de superarla en ciertos aspectos.
Él
la miró de soslayo y también a Rei, parecía meditar la respuesta y por fin les
confesó de modo pausado y reflexivo...
- Cuando hirieron a Bertie pensé que había muerto,
entonces algo se desató en mi interior. Algo que llevaba en mi sangre, que
había estado dormido durante toda mi vida. Una rabia increíble se apoderó de
mí. Veía a Valnak y no tuve miedo, sólo pensé en matarlo. Nada ni nadie podría
haberme apartado de eso. Quería luchar sin importarme los golpes o el daño que
me hicieran. Al principio estaba furioso como nunca lo había estado, pero
después no sentía ninguna emoción. Solamente era luchar y luchar...
Rei
y Ami le escuchaban boquiabiertas, fue la guerrera Marte la que se repuso primero
y dijo al fin con solemnidad.
- Tú tienes un gran poder Roy, mucho mayor de lo que
nadie pueda imaginar. Debes aprender a usarlo bien, porque presiento que de
ello dependerá en gran parte el destino del mundo.
- Esa fuerza sólo puede poseerla alguien de corazón
puro - añadió Ami, sentenciando. - Ahora eres el principal enemigo de las
fuerzas del mal. Nosotras estaremos contigo, pero me temo que poca cosa
podremos hacer para ayudarte.
- No Ami, te equivocas, vuestra ayuda me ha sido y
me será muy valiosa. Ahora más que nunca presiento que voy a necesitaros. Creo
que tiempos mucho más duros están aún por llegar. - Rebatió él con serenidad
afirmando en tanto observaba a ambas con admiración. - Ahora comprendo por qué Bertie y Connie son
unas chicas tan extraordinarias. Es lógico teniendo unas amigas como vosotras. ¡Sois
realmente increíbles! Vosotras sí que tenéis fuerza y determinación. Y si el
resto de vuestro equipo es así, cuando estéis juntas seguro que sois
invencibles. Es un honor y una suerte teneros de nuestro lado.
Las dos aludidas se miraron y sonrieron débilmente
agradeciendo aquellas palabras. Luego dedicaron nuevamente su atención a ese
muchacho.
- Desafortunadamente nosotras debemos volver a Japón
en pocos días, allí también nos necesitan. - Opuso Rei desviando la mirada con
pesar, aunque añadiendo algo más animada. -Pero hemos avisado a las hermanas de
Cooan y Beruche. Conocen bien lo que es combatir y sabrán como ayudarte, podrás
confiar en ellas tanto como en nosotras.
- Les hemos contado lo ocurrido, a excepción de tus poderes,
tampoco se lo dijimos a Cooan. Estaba en una situación emocional muy precaria
como has podido ver y no quisimos añadirle preocupaciones. La pobre todavía no
sabe que van a venir. No nos hemos atrevido a decírselo. - Confesó Ami que
agregó objetándole ahora a su compañera como si quisiera recordarle ese detalle
- Petz y Karaberasu saben defenderse pero es una lástima que no cuenten ya con
sus poderes de antaño, ahora les harían mucha falta.
-¡Ese maldito Valnak pretendía humillarlas! – Espetó
Roy al pensar en las palabras de su enemigo relativas a la antigua naturaleza
de sus amigas. - Pero lo único que consiguió fue hacerme ver lo maravillosas
que en realidad son. ¡Mucho más de lo que podía imaginar!, porque las comprendo
bien. Yo también estuve dominado por el mal y sé lo que cuesta escapar de su
control.
- Es cierto. - Le refrendó Rei - tuvieron mucho
coraje y determinación. Han debido trabajar muy duro y superar muchos inconvenientes.
Eso te lo aseguro.
- Ellas siempre decían que vosotras dos fuisteis
unas personas muy importantes en sus vidas.- Afirmó él con agradecimiento en
sus palabras, sentenciando. – Como os he dicho antes, ahora comprendo hasta qué
punto.
Rei
sonrió respondiendo con una historia.
- Luché contra Cooan, tengo el poder del fuego y
ella lo poseía también, era mi contrapartida. Nos enfrentamos en varias
ocasiones y estábamos bastante igualadas. Bueno - Reconoció esbozando una leve
sonrisa. - En realidad entonces era más fuerte que yo pero me las apañé bien.
Al final fui testigo de cómo la engañó su jefe. Ella le amaba pero éste sólo la
usaba para cumplir sus malvados propósitos.
- Así que Connie sufrió un desengaño. - Comentó Roy
perplejo conviniendo a renglón seguido. – Sí, tiene mucho sentido. Desde que la
conozco me ha dado la impresión de dudar y de no querer aventurarse demasiado
en terrenos que vayan más allá de la amistad.
- Sufrió mucho. Creyó haberlo perdido todo, en un
momento se quedó sin posibilidad de volver a su casa y con el corazón roto. -
Añadió Rei. - Afortunadamente se dio cuenta de que ella misma era lo más
preciado que tenía. Quiso salir adelante y vivir una vida normal.
- Ella nos ayudó a convencer a Beruche. - Intervino
Ami. - Como Cooan con Rei, ella era mi antagonista pues dominaba el poder del
agua y el hielo.
Aquello
sorprendió a Roy, aunque no del todo. Era gracioso ¡y pensar que él la llamaba
cubito! ¿Cómo podría haberse imaginado algo así? Pero cuadraba. Aunque su
interlocutora continuaba contando su historia y él puso la máxima atención,
cuando ésta justamente dijo.
- A todas nos hizo mucha gracia que la llamases Cubito.-
Declaró Ami aludiendo precisamente a eso y contagiando con una leve sonrisa a
sus oyentes, para proseguir. -Luchamos algunas veces y por fin me enfrenté con
ella en un torneo de ajedrez. Allí logró capturar a mis compañeras y jugamos
una partida a cambio de sus vidas. Yo perdía, aunque ella hacía trampas, pero
en ese caso era normal. Lo que no lo fue tanto es que aceptase perdonar a mis
amigas si yo me sacrificaba. Cuando se lo pedí quedó desconcertada. Era como si
la fachada de gélida indiferencia que ofrecía
a la vista de todos se le cayera de repente. Sus hermanas mayores
aparecieron y le conminaron a matarnos. Pero ella no fue capaz, prefirió
congelarse a sí misma para no tener que hacerlo. – Ami guardó silencio durante
unos segundos y decidió continuar, no valía la pena a esas alturas endulzar las
cosas así que desveló. - Bueno, en realidad intentó acabar con su vida y con
las nuestras presa de un terrible desengaño. Pensó que no había posibilidad de
que nadie la quisiera. Ni tan siquiera sus propias hermanas. La habían
abandonado a su suerte, se le rompió el corazón. ¡Y eso que aún era de las
malas!
- Su hermana Cooan la acabó convenciendo de que
aceptase vivir como una chica normal, le dijo que su corazón no podría
congelarse y acertó. Que la quería y que los seres humanos tenían una gran
capacidad de amar. Lo mismo que ella. - Añadió Rei. - Después y entre ambas,
persuadieron a sus hermanas para dejar el mal camino y montaron una tienda de
cosméticos.
- Los años siguientes trabajaron mucho y ellas dos se
prepararon deseosas de ser maestras. Durante su misión con la Luna Negra
tomaron contacto con los niños pues su objetivo era una pequeña muchachita. Ésta
se llama Chibiusa y vino del futuro buscando nuestra ayuda. No sólo no la
mataron si no que arriesgaron sus vidas por protegerla después. Y se hicieron
muy buenas amigas. Sobre todo Cooan, que fue la primera en redimirse.
- Y Beruche aceptó su última misión también para
tratar de advertir a su hermana de que la buscarían para matarla por traidora.-
Recordó Rei. - Pese a ser todavía una maligna. Cuando su hermana le abrió el
corazón, sus sentimientos fraternales pudieron más. Así que, como ves, las
palabras de Valnak pese a ser objetivamente verdad en sí mismas, lo son de
forma rebuscada y parcial, no explican ni con mucho la auténtica historia.
Roy
asintió meditando durante unos instantes y declaró visiblemente impresionado.
-¡Me han enseñado una gran lección, algo que jamás olvidaré!
Y seguiré su ejemplo. ¡Lucharé contra el mal!, aun a riesgo de mi vida si es
preciso y no triunfarán, os juro que jamás lo permitiré. Lo único que siento es
que Bertie no tuviera esos poderes de los que me habéis hablado, ¡ahora no
estaría así! - Concluyó enterrando impotente la cabeza entre sus manos, tratando
de ahogar nuevos sollozos. -
- Ese demonio era muy fuerte para ella. - Repuso Ami
posando con suavidad una mano sobre el hombro izquierdo del chico, tratando de
animarle. - Ni siquiera con sus antiguos poderes hubiera evitado ser malherida.
Pero con poder o sin él no pensó en su seguridad y trató de salvarte. ¡Eso es
el poder del amor, que es el mayor que existe!
- Sí - Añadió Rei con dulzura en sus palabras. - Tú
también reaccionaste así cuando creíste perderla y esa gran fuerza de tu
interior se desató gracias al poder del amor. No podías haberla despertado de
otro modo. Ignorar eso fue el mayor error de Valnak y los suyos.
-¡Muchas gracias, chicas! – Pudo decir Roy con la
voz temblorosa, presa de la emoción. - ¡Gracias por todo lo que habéis hecho! ¡Vosotras sois muy fuertes también! , eso
puedo verlo en vuestros ojos.
- También hemos tenido nuestras batallas. – Le sonrió
Marte quitándole hierro al asunto. –
- Y si algo aprendimos de ellas es que siempre que
permanezcamos unidas y mantengamos nuestros lazos de amor, nadie podrá con
nosotras. – Remachó Ami. – Es una lección que la Guerrera Luna nos ha enseñado
muchas veces.
- Me gustaría
ver en acción a Guerrera Luna,- sonrió el muchacho afirmando con patente
admiración. – Si vosotras sois así de excepcionales, no imagino como será ella
siendo vuestra líder. Sobre todo después de lo que me habéis contado. Compadezco
a los desgraciados que se atrevan a enfrentarse a ella.
-Es nuestra amiga Usagi, ya la conociste cuando te
liberaste de Armagedón.- Le recordó Rei.-
-Es verdad.- Admitió él.- Pues me pareció una chica
realmente simpática. Sabe cómo transmitir ánimo. Dadle muchos recuerdos.- Les
pidió con afecto ahora.-
-Lo haremos, muchas gracias,- repuso Ami.-
-Gracias a vosotras. Esto que habéis hecho por mí y
por mis amigos, jamás lo olvidaré. – Asintió el chico posando cada mano sobre
uno de los hombros de sus interlocutoras. - ¡Siempre estaré en deuda con
vosotras! Os prometo que si alguna vez me necesitáis, allí estaré.
Ami
y Rei le sonrieron también visiblemente afectadas por el agotamiento y la
emoción. Roy podía ver que estaban muy cansadas. Esas pobres muchachas no
habían dormido en varias horas tras la batalla y habían tenido que llevarle a
su apartamento y estar cuidando de todos. Por muy guerreras que fuesen tendrían
que estar al límite de sus fuerzas. Así que les pidió hacer él la primera
guardia. Ellas, tras dudar, aceptaron agradecidas pues realmente estaban
agotadas. El chico se quedó esa noche.
-No me separaré de ti, lo prometo cubito.- Pensaba
en tanto llegó a la habitación y se disponía a permanecer sentado junto a ella,
observándola con esa frágil apariencia de princesa dormida.- Al menos, en eso,
ese maldito Valnak tenía razón. Mereces ser una princesa.
Entre
tanto, April se había encaminado hacia las señas que ese tipo le diera. Tras
dar algunas vueltas acabó en una zona poco recomendable de la ciudad. Nerviosa,
miraba tras de sí a esa colección de individuos de pintas siniestras, mendigos
tirados en la calle o chicas de vida licenciosa que se le cruzaban.
-No puedo creer que Paige viva aquí.- Se decía con desasosiego.-
Y
llegó a sospechar que ese tipo la habría engañado. Tentada estuvo de dar media
vuelta y salir de allí antes de que la atacasen, robasen o algo peor. Sin
embargo, su deseo de volver a ver a su hermana era más fuerte. Aquella
dirección era la única pista que tenía y se aferraba a ella. Al fin, subió por
unas escaleras desgastadas y accedió a
un estrecho pasillo de paredes desconchadas. A ambos lados se alineaban puertas.
Avanzó hasta llegar al número que tenía escrito en ese papel. Quiso tocar el
timbre pero estaba roto. Se contentó con llamar usando los nudillos. Esperó un
momento, no hubo respuesta. Lo intentó otra vez…Al fin, una voz de mujer que
ella enseguida reconoció preguntaba.
-¿Quién es?
-Paige, soy yo,
April.- Replicó elevando el tono.-
Aguzando el oído le pareció oír un
llanto de bebé. Luego unos pasos, Al fin esa puerta se abrió. Delante suya
tenía a su hermana, con un aspecto muy desmejorado y maquillada en exceso.
-¿Qué estás
haciendo aquí?- Le preguntó Paige a modo de poco efusivo saludo.-
Su interlocutora no contestó, se lanzó
a abrazarla. Su hermana se dejó hacer y tras unos instante se separó de ella,
añadiendo con tono entre consternado y molesto.
-Ya te lo dije, no
debías buscarme. Y mucho menos venir aquí. Tú no perteneces a este lugar.
-Pero Paige.
Estaba muy preocupada por ti.- Se justificó ella.-
Aquel llanto volvió a ser escuchado,
arreciaba y la inquilina del apartamento enseguida se giró, susurrando con tono
meloso.
-Ya, ya mi niña…
ahora voy…
Y se dirigió a tomar a ese bebé de
una rústica cuna en la que estaba. La perpleja April la siguió al interior del
apartamento. Era un lugar tan destartalado y precario como el resto del edificio.
Sin ser capaz de pronunciar palabra observó como su hermana acunaba a esa cría
entre sus brazos.
-No llores, mi
vida. Mira, ha venido a vernos la tía April.
-¿Tienes una
hija?- Exclamó ésta con manifiesto asombro.-
-Sí…mira…-Le susurró
cariñosamente al bebé cuando este calmó sus lloros.- Marla mi amor, mira a tu
tía…
April interrogó a su hermana con la
mirada. Esta suspiró dejando que tomase en brazos a su pequeña. La cría daba la
impresión de estar cómoda con ella.
-¡Anda! Le gustas.
Es curioso, no suele estar bien con nadie que no sea yo. -Le desveló Paige que
parecía sorprendida a su vez.-
Su hermana sonrió, prendada de aquella
pequeña. Tras mecer a la niña un poco esta cerró los ojitos. Al fin, su madre
volvió a hacerse con ella y depositarla en la cuna.
-¿Cómo ha sido?-
Quiso saber April.
-¿Tú que crees?-
Se sonrió su interlocutora, agregando con irónica sorna.- Llamé al servicio de
entrega de pizzas, pero se equivocaron y me la trajeron a ella.
-Ya me comprendes.-
Le respondió su contertulia moviendo levemente la cabeza.-
-Gajes del oficio.-
Se limitó a decir Paige.-
-¿Qué quieres
decir con eso?- Inquirió una extrañada April.-
-No finjas, no
eres tan ingenua.
La interpelada abrió la boca y los
ojos con perplejidad y horror. ¿Acaso su hermana era una…?
-Es exactamente lo
que te estás imaginando.
-Pero, ¿por qué?-
Exclamó April, tapándose la boca al instante.-
No quería despertar a su recién
descubierta sobrina. Y Paige, mirándola ahora con tristeza, le comentó.
-Elegí mal mi
camino en la vida. Pero ya no hay vuelta atrás para mí. Debo seguir por esta
senda.
-No digas eso.
Siempre se puede cambiar.- Quiso animarla su hermana.-
-Es mi destino,
April. Uno de los maestres me lo ha
dicho. -Suspiró ésta con pesar.-
-¿Los maestres? ¿Quiénes
son esos maestres?- Inquirió su interlocutora sin comprender. -
Su hermana ahora endureció el gesto
y su tono, sentenciando lapidariamente.
-Nada que a ti
deba importarte. Será mejor que te marches.
-Pero, no puedo dejarte
así, ni a la niña…- Quiso objetar la atónita muchacha.-
-¡Vete! Sé cuidarme
sola.- Insistió Paige empujándola literalmente hacia la puerta en tanto
remachaba con hostilidad.- Y no quiero verte más por aquí. ¿Lo has entendido?
Su interlocutora no pudo evitar
llorar, moviendo la cabeza con impotencia a la par que trataba infructuosamente
de que su hermana la escuchase.
-¡Puedo ayudarte!
¡Por favor! Seguro que papá y mamá…
Aunque Paige la agarró ahora del
cuello mirándola con una expresión amenazante para sisear.
-¡Jamás! ¿Me oyes?
Jamás se te ocurra contarles a nuestros padres nada de esto. ¡Ahora sal de
aquí! Y por tu propio bien no vuelvas nunca…
Y la empujó una vez más sacándola de
la casa y cerrando la puerta con violencia. Aturdida y totalmente hundida April
volvió a escuchar el llanto de la
pequeña y a su madre tratando de calmarla con dulces palabras. Movió al cabeza
y sin poder parar de llorar se alejó por aquel tétrico pasillo.
-Tengo que hacer
algo. Volveré, la convenceré.- Se dijo intentando animarse.-
Paige acunaba a su pequeña entre los
brazos llorando tanto o más que ella o que su hermana.
-Lo siento mucho. Pero
ha de ser así. No puedo dejar que tú también te corrompas, April. – pensaba con
un gran dolor en su corazón.-
Ciertamente era tarde para ella. Ya de
niña sufrió abusos por parte de su padre, o el que él había pensado que era su
progenitor. Pero cuando April nació se sintió totalmente fuera de la familia.
Su propia madre se centró más en la recién nacida dejándola muy sola. Empero,
lejos de odiar a April, la quería. Era la única que le mostraba cariño a su
vez, y además era inocente. Cuando Paige creció, su carácter se volvió rebelde,
de hecho hizo cualquier cosa que pudiera molestar o herir a sus padres, pero
nunca nada que hiciera sufrir a su hermanita. Al fin, tras fuertes discusiones
y amenazas de internarla, se escapó. En la calle tuvo que sobrevivir como pudo.
Llegando a venderse a algún depravado por unos pocos dólares. Luego, cuando más
desesperada estaba, uno de esos tipos que se acostó con ella, le habló de la
secta.
-Allí podrían
ayudarte. Te darán una casa y podrás vivir mejor.- Le aseguró.-
Y como no tenía nada mejor donde
escoger, aceptó acompañar a ese individuo a una de las reuniones de aquellos
tipos. En efecto, esos tipos a los que respetuosamente llamaban maestres, unos
encapuchados de voces siniestras, le prometieron su ayuda, más cuando uno le
contó.
-Tu hermana ha
sufrido un terrible accidente. Te necesita a su lado.
-¿Cómo saben eso?-
Pudo preguntar entre impactada y sorprendida.-
-Si no lo crees,
ve a visitarla. Y si precisas ayuda para su recuperación, no dudes en
pedírnosla.- Le respondió otro de aquellos individuos.-
Y
para su asombro y horror, esos tipo tenían razón. Su hermana había sido atropellada
y la habían dejado postrada en la cama. Ya no podría volver a caminar. Tras
llorar llena de tristeza, volvió a ver a los maestres que le aseguraron que, si
cumplía con sus órdenes y lograba que April hiciera lo propio, ella volvería a
andar. Ella aceptó hacer cualquier cosa a cambio de la salud y la recuperación
de su hermana. Incluso cuando hizo que April firmase aquello. Recordó como se
presentó ante esos tres encapuchados que le demandaron una vez les devolvió ese
pergamino.
-¿Ha firmado tu
hermana por su propia voluntad?- Le inquirió uno de ellos.
-Sí, lo ha hecho.-
Asintió la joven.-
-En tal caso, el
pacto es válido.- Confirmó uno de los maestres.-
-¿Y le has
explicado a qué se ha comprometido?- Quiso saber el otro.-
-Lo hice, le dije
que tenía que obedecer.- Musitó bajando la cabeza.-
-¿Obedecer?-
Exclamó otro maestre añadiendo con severidad.-
¿Acaso le has explicado a quién y por
qué?
-No…bueno, le dije
que le pedirían cosas y que tendría que cumplirlas.- Fue capaz de decir con un
hilo de voz.-
-¡Miserable furcia!
- Espetó otro de esos tipejos, alegando.- Si no ha rendido pleitesía a nuestro Señor,
el Príncipe de las Tinieblas, ese pacto no vale nada.
-Lo anularemos.-
Añadió otro.-
-¡No, os lo
suplico!- Gimió ella poniéndose de rodillas.- ¡Haré cualquier cosa que me
pidáis, cualquier cosa! Pero dejad que ella pueda volver a ser como antes.
-¡Eres una zorra
estúpida! - La insultó otro maestre, aunque, con un tinte de regocijo, añadió.-
Y esa va a ser tu principal ocupación desde ahora. Seguir con tu trabajo. Te
dedicarás a dar placer a nuestros acólitos más destacados. Serás un vulgar premio
por sus servicios a nuestro amo. Luego podrás dedicarte a sacar algo de dinero…
-O de lo contrario…-
Añadió otro de esos canallas, dejando en vilo la frase.-
Paige sabía perfectamente cual sería
la conclusión de esas palabras, enseguida asintió humildemente y musitó con
estoica resignación.
-Haré todo lo que
me pidáis. Solamente quiero que mantengáis a mi hermana fuera de esto y que
esté curada…
-Así sea.- Sentenció
uno de los maestres con el asentimiento de los otros.-
Y desde entonces, además de hacerlo
para sobrevivir, tuvo que venderse como mercancía y dejarse usar como pago a
servicios prestados o recompensa por fidelidades. Sufrió con algunos verdaderos
cerdos y pervertidos que le hicieron cualquier cosa que pudiera cruzar por sus
depravadas mentes. Y un buen día además, descubrió que estaba embarazada. Su
primera intención fue la de abortar, aunque no supo por qué, no tuvo el valor
suficiente. Quizás si tenía un bebé al que darle amor verdadero tuviese una
salida o al menos una ventana de esperanza en ese infierno de vida. Así fue
como Marla nació.
-Ahora eres lo
único que tengo, mi niña.- Le susurró con cariño cuando al fin logró volver a
dormirla.- Y cuidaré de ti. Al menos, espero que tu tía esté a salvo de ellos.
Por su parte, la muchacha retornó a
la universidad saltándose el toque de queda. Aunque ahora era más fácil tras
las recientes circunstancias. Entró en su cuarto y allí vio a Melanie. Pese a
que era muy tarde, su amiga estaba despierta. En un primer momento pensó que
quizás le preguntaría de dónde venía, pero para su sorpresa descubrió que
estaba llorando, sentada en su litera.
-¿Qué te pasa?- Se
interesó olvidando por un momento su propia congoja.-
A la capitana parecía costarle hablar.
Aunque al fin, pudo decir entre balbuceos.
-Se trata de Bertie,
la hermana de Connie, está muy grave en el hospital. Ha sufrido unas heridas
terribles por esos atentados. ¡Seguramente morirá! Connie está destrozada. ¡Susy la vio cuando
vino a recoger algunas cosas! Y dijo que su expresión era….y yo…yo no puedo
evitar pensar que…
Con el llanto fue incapaz de
continuar. April la abrazó enseguida dejándola desahogarse y musitó.
-Tú no tienes la
culpa de nada.
-Yo ataqué a Bertie
desde que vino. La responsabilicé de que Roy no me quisiera. ¡Volqué mis celos
sobre una chica que no tenía culpa ninguna de eso!- Gimió la capitana.-
Su contertulia no supo que oponer a
eso. Lo que decía Mel era cierto, pero no deseaba hundir más a su compañera. La
abrazó con toda la ternura que pudo y las dos se quedaron así durante un buen
rato. Al final, casi amaneciendo, optaron por darse una ducha y tratar de salir
a desayunar.
-Esperemos que
haya buenas noticias.- Trató de animarla April.- No seas tan pesimista.
Y en cuanto pudieron preguntaron. Al
aparecer Tom por la facultad les contó, lleno de consternación, que la vida de Bertie
pendía de un hilo. Luego dijo que debía regresar al hospital.
-Quisiera ir a
verla.- Se ofreció Melanie.-
-Quizás no sea
buena idea.- Trató de disuadirla su amiga.-
Su interlocutora asintió, dejando
caer algunas lágrimas. Posiblemente Connie recordase cómo había tratado a su
desventurada hermana.
-Rezaré por ella. ¡Oh
sí, lo haré! - Aseguró Melanie tras
abrazarse al muchacho.- ¡Díselo a Connie!
-Gracias. Seguro
que eso ayudará. Debemos tener fe.- Le contestó amablemente él.-
Y al poco se fue, debía relevar a sus amigos. Aunque dejó
un detalle importante sin comentar. Que Roy estaba allí. El muchacho pensó que
sería mejor no nombrarle delante de Mel. Cuando llegó al hospital, sustituyó
precisamente a este en la labor de acompañar a la paciente.
-¿Algún cambio?- Se interesó cuando coincidió con su
amigo, justo fuera de la habitación.-
-No,- Suspiró este que estaba cansado y algo
deprimido.- Nada.
-Ten confianza.- Le sonrió afectuosamente Tom.-
Bertie es una chica excepcional. Saldrá de esta.
-Sí, lo es. Gracias Tommy.- Pudo sonreír Roy a su
vez.-
-Melanie y las chicas se han interesado por ella. Y
te aseguro que Mel estaba muy mal. Prometió rezar por su recuperación y estoy
seguro que lo hará.
-¡Ojalá pueda pedirle perdón por lo que fuera que le
hice!- Musitó Roy sintiéndose culpable una vez más.-
-Todo se arreglará. Pero, como mi madre siempre
dice, Vamos piano, piano y cada cosa a su tiempo.- Repuso animosamente su
contertulio.-
Su amigo le dio un afectuoso abrazo y se alejó. Tom
entró listo para acompañar a la pobre chica que seguía en coma.
-Vamos Bertie, no puedes dejarnos solos ni a mí, ni
a Roy.- Le susurraba con afecto.- Pero sobre todo. No puedes dejar sola a
Connie…le romperías el corazón. Y si su corazón se rompiese, el mío lo haría
también…
De este modo, todos se turnaron en las noches
siguientes. Siempre le hablaban a Beruche, estaban seguros de que ella podía
oírles y de que eso la ayudaría a superar su estado. Tom, por su parte, también
se centraba en Cooan, la acompañaba en todo momento. Por una parte deseaba que
su compañera supiese los sentimientos que albergaba hacia ella, pero de otra
prefería esperar. No quería hacerlo todavía, no lo juzgaba caballeroso ni noble
en vista de la dependencia emocional que Connie pudiera tener con él en esos
momentos tan duros. No al menos hasta que Bertie no saliese de ese estado. Roy
entre tanto, cuando no estaba en el hospital entrenaba duramente. Ya podía
llevar más de mil libras de peso, ayudado por la Guerrera Marte y la Guerrera
Mercurio que se sorprendían de sus rápidos progresos. El chico insistía incluso
en que las sailor le bombardeasen a boca jarro con sus mejores ataques a lo que
ellas al principio estuvieron remisas.
-Pero, ¿estas seguro?- Insistía Mercurio con visible
preocupación.-
-Totalmente, Ami.- Afirmaba él.- No os cortéis.-Las
arengó.-
-No lo haremos.- Asintió Rei.-
Y desde luego que le atacaban con dureza. Al
principio haciéndole daño de veras, tanto que al final debían de ayudarle a
ponerse en pie y tratar de curarle las heridas. Pero, poco a poco, él demostró
que podía incluso resistir aquello. En el ánimo del chico solamente importaba
que Bertie se recuperarse y ser más fuerte, controlar su poder y terminar para
siempre con esos malditos demonios. No obstante, estos no hicieron acto de presencia en esos
días. Parecía que la derrota de su líder les hubiera intimidado. En la sede de
la secta entre tanto la muerte de Valnak conmocionó a los maestres. Ahora
estaban muy asustados, si ese tal Roy era tan fuerte no podrían detenerle. Es
más, habían perdido la posibilidad de usarle para sus fines.
-Es terrible, nuestros planes han fracasado.- Se
alarmaba uno de ellos.-
-¿Qué podremos hacer?- Quería saber otro con total
desasosiego.-
-Sin Valnak, ni Armagedón estamos perdidos.- Remachó
el tercero.-
No obstante, el Sabio permanecía en un críptico
silencio. Se alegraba en cambio de que ese indisciplinado y anárquico individuo
hubiera desaparecido. Tal y como el propio demonio sospechó antes de ser
destruido, había interferido con un conjuro para cortarle el escape. En el fondo
Valnak le molestaba, era un idealista estúpido que hacia las cosas más por
lealtad a su compañero que por seguir los deseos de las principales jerarquías
infernales. No le era necesario. El Sabio ya se ocuparía de buscarle un
adecuado sustituto...
-¡Idiotas miserables y cobardes! No os necesito para
nada a ninguno. - Se regocijaba en sus reflexiones al escuchar los lamentos de
los maestres.- Todavía no he dicho mi última palabra…
Y en cuanto a Beruche, seguía estable y sin
cambios...
Aunque
al fin, una mañana tras varios días de espera, reaccionó. Comenzó a moverse y
Roy, junto a ella en ese instante, superando la emoción y la incredulidad, corrió
a llamar al doctor. Y es que Bertie había estado sumida en un profundo sueño.
En él vio un inmenso paisaje de grandes árboles majestuosos, con un hermoso
estanque de aguas cristalinas, rodeando un palacio inmenso que resplandecía
como la plata. Después observó una visión que la asustó, un extraño encapuchado
ataviado con una larga túnica negra que portaba un gran libro abierto en el que
parecía estar anotando algo con una larga pluma negra de ave.
-¡Hombre Sabio!- Exclamó la joven.-
Esa
aparición no habló, aunque la chica notó como movía negativamente la cabeza
bajo ese sayal. Entonces desapareció…
-¿Dónde estoy?- Se decía mirando ahora en todas
direcciones.-
Comenzó a ver rostros de personas que no reconocía.
Al principio dos críos, un chico y una chica que crecían para convertirse en
jóvenes realmente atractivos. A estos se les sumaban más muchachos. Finalmente
pudo ver a un grupo de nueve chicos y chicas que tampoco conocía pero que al
mismo tiempo le resultaban vagamente familiares. Esa visión desapareció y se
vio a sí misma sobrevolando un hermoso paraje de árboles y ríos, cerca otra vez
de aquel palacio tan sublime, de la mano de una gran figura que brillaba con
una inmensa y blanca luminosidad.
-¿Quién eres tú?, - le preguntaba la muchacha,
contemplando atónita a la aparición. -
- Eso no te lo puedo decir. - Escuchó responderle a
una voz suave y llena de afecto. - Pero algún día lo sabrás.
-¿Estoy muerta? - Inquirió ella pese a todo sin
tener ningún miedo. -
- No, es más, ahora volverás a la vida. - Le aseguró
aquel misterioso ser añadiendo a modo de afectuoso consejo, lleno de dulzura. -
Debes tener valor de ahora en adelante, pues habrás todavía de superar unas
pruebas muy difíciles. ¡Sé fuerte!
Porque el futuro dependerá de ti y de tus seres queridos, debéis estar unidos
siempre y triunfaréis contra todo mal, ahora despierta....
El
eco de esas palabras fue lo último que escuchó. Aquella figura que transmitía una gran bondad y todo a su
alrededor se desvaneció lentamente, ahora todo era oscuridad y sonidos que le
eran más familiares. Abrió los ojos muy despacio, heridos al recibir esa
luminosidad a la que no habían estado acostumbrados en bastante tiempo, y aun
de forma borrosa pudo ver a Roy levantarse y correr hacia fuera. Cuando se le
aclaró definitivamente la visión, él estaba allí, junto a ella, sujetándole una
mano entre las suyas.
-¡Despiértate ya dormilona, que vas a llegar tarde! –
Sonrió él.-
El chico la miraba con gesto resplandeciente apenas
controlando su emoción. Esa sonrisa era la única cosa agradable que se veía en
su rostro a medio afeitar y con grandes ojeras que eran la auténtica muestra de
su preocupación.
-¿Cuánto tiempo he estado así?- susurró ella aun
débil y aturdida. - ¿Qué ocurrió con ese demonio?
Uno
de los médicos, que había venido llamado por Roy, la miró con extrañeza. Éste
se apresuró a decirle con tono que pretendía ser desenfadado.
- Todavía debe de estar soñando, doctor - guiñó un
cómplice ojo a su amiga y ella sonrió levemente, comprendiendo que debía
guardar silencio. - Has estado así durante una semana entera, todos nos hemos
turnado en vigilarte. Nos tenías muy preocupados, cubito. - Le explicó
dulcemente el chico. -
- Gracias Roy,- sonrió ella ahora con más amplitud.
Añadiendo con un apagado susurro. - Muchas gracias por haberte ocupado de mí...
- ¡De eso nada! - Repuso él tratando de
desdramatizar con un tono más jocoso. - ¿Qué te has creído? ¿Qué lo he hecho
por ti? sólo lo he hecho por tus apuntes de literatura. Los de Tom son muy
malos y los de Connie demasiado complicados. ¿Quién me los iba a dejar si no,
eh?
Ella
esbozó una tímida sonrisa al hilo de aquel comentario, y tras sostener la
mirada de su interlocutor durante unos instantes no pudo evitar reír. Los dos se
rieron de aquella ocurrencia. Pasaron casi treinta minutos que emplearon sobre
todo en intercambiar miradas de alegría y ¡quién sabe cuántas cosas más! El
muchacho había resurgido completamente de su sufrimiento y ahora volvía a hacer
las bromas y chistes que tanto exasperaban a la joven convaleciente. Pero en
esta ocasión ella los acogió con risas cada vez más entusiastas y cantarinas.
Aunque Roy posó uno de sus dedos en los labios de ella maldiciendo su propia
inconsciencia. Se decía admonitoriamente a sí mismo que su compañera y amiga y...bueno,
¡ojalá que llegara a ser algo más!, acababa de salir del coma y él no quería
que la chica hiciera demasiados esfuerzos para no sufrir un retroceso en su
recuperación. Ella lo entendió, aunque ciertamente no se resentía de nada y las
risas y bromas le hacían mucho bien. No pudo decirle esto a él pues, en aquel
instante, llegaron los demás. Ya habían sido informados del cambio de estado de
la muchacha.
-¡Bertie!- Sollozó Ami abrazándola con sumo
cuidado.- ¡Es un milagro! ¡Gracias a Dios! - Añadió con gran alegría.-
-¿Qué tal te encuentras?- Quiso saber una no menos
emocionada Rei.-
-Estoy muy bien, gracias.- Sonrió la joven.-
-Tenemos que llamar a Connie.- Intervino Tom, lleno
de felicidad.- ¡Tiene que saberlo cuanto antes!…
-Yo me ocuparé.- Afirmó la también eufórica guerrera
Marte.-
Rei
corrió en busca del teléfono más cercano. Llamó a la facultad, al número que
Cooan le había dejado. Aunque en lugar de su amiga sonó la voz de una mujer.
-¿Podría hablar con la señorita Malinde?- Inquirió.-
Es del hospital donde se encuentra su hermana… se trata de algo urgente.
-Un momento. No cuelgue por favor, la localizo y
enseguida la hago venir.- Fue la respuesta.-
Rei
aguardó durante un rato, estaba nerviosa y deseando darle la gran noticia a su
amiga del alma. Por fin oyó su voz…
-¿Sí?...¿quien es?. Soy Cooan Malinde…
Un poco antes de que aquello sucediera Cooan trataba
de entrenar junto a las otras animadoras, aunque no se centraba. Cometía
errores en pasos de coreografía que eran sencillos hasta para los
principiantes. Pese a eso, ninguna de sus compañeras decía nada. Al contrario,
todas se hacían cargo de la terrible situación que atravesaba. Al fin fue Melanie
la que les indicó.
-Hagamos un descanso.
Las otras se dispersaron en busca de sus botellas de
agua o para ir a charlar. La jefa de animadoras se aproximó a Cooan. La joven
se sentaba con la cabeza hundida entre los hombros.
-Ha sido un día duro.- Le comentó afectuosamente Melanie
quien se sentó a su lado pasándole un brazo tras los hombros.- Hemos trabajado
mucho…
-Lo siento. No doy una a derechas.- Se disculpó su
interlocutora.-
-No te preocupes por eso. – La animó su compañera
con tono amable.- Eres de las mejores…
-No soy capaz de pensar en nada que no sea en mi
hermana.- Sollozó la chica.- ¡Lo siento!…
Melanie
la observaba con lástima. Emocionada también quiso alentarla.
-Seguro que se va a poner bien. Es una de las
nuestras y todas rezamos por ello. ¡Ya lo verás!
-Eso quisiera creer.- Gimió su compañera dejándose
abrazar por ella.-
Melanie quería añadir algo para animarla pero no se
le ocurría nada. ¿Qué podría decir? Ni ella misma creía posible que esa pobre
chica se recuperase. Estaba pensando en eso cuando llegó precisamente la
señorita Parker. Las dos se levantaron como un resorte cuando la jefa de estudios
las abordó con tono serio y algo preocupado.
-Señorita Malinde. La llaman del hospital…urgente…
-¿Qué ha pasado?- Quiso saber la aludida presa de la
angustia.-
-No lo sé. - Confesó su interlocutora.- Solo quieren
hablar con usted como familiar más próximo. Puede usar mi despacho.
-Sí…gracias señorita Parker. – Casi susurró una muy
nerviosa Cooan para pedirle a su compañera con voz trémula.- Melanie, por favor. ¿Me acompañas?
-Claro.- Afirmó la joven indicando a su segunda.-
April. Encárgate de continuar el entrenamiento.
La
aludida asintió, aunque tanto ella como el resto de las chicas observaban a su
compañera con gesto inquieto. Deseando que tuviera buenas noticias. April tenía
sus propias tribulaciones. No dejaba de pensar en su propia hermana y podía
ponerse en el lugar de aquella infeliz con suma facilidad. Además, algo en ella
le hacía sentirse muy culpable.
-Lo único que deseo es que tu hermana se ponga bien
y que yo no tenga nada que ver en lo sucedido.- Pensaba llena de zozobra.-
Aquel
hombre que le diera la dirección de Paige era el mismo a quién ella le entregó
las señas de esas chicas. Y a los pocos días, fortuitamente o no, había
ocurrido esto. April quería creer que fue una casualidad y que Bertie resultó
herida por alguna bomba que habían puesto unos terroristas. Esos de los que
habían hablado las noticias, los responsables de los atentados.
-Sí, eso tuvo que ser. Ha habido mucha más gente herida.
Si hubiese sido un ataque contra ella nadie más habría resultado afectado.- Se
forzaba a razonar.-
De todos modos y aun si hubiese sido de ese modo,
ver a Connie tan hundida le rompía el corazón. Lo mismo que a la jefa de
animadoras que acompañaba a esa pobre chica. Se podía percibir la angustia que
la dominaba a cada paso que la iba aproximando al despacho de la jefa de
estudios, atenazando incluso sus piernas. Cooan temblaba literalmente a cada
paso que daba. Melanie incluso la sostuvo dejándola apoyarse en ella, no cesaba
de alentarla con palabras de esperanza, pero se temía lo peor. El gesto de
Parker parecía demudado. La propia Connie no había querido afrontar eso sola. Lo
cierto era que la jefa de animadoras había llegado a apreciarla de veras. Esa
japonesa era muy buena chica, y la otrora altanera Melanie deseaba sobre todo
enmendar su mal comportamiento con su hermana.
-Todo va a ir bien.-Le repetía animosamente una y
otra vez a la temblorosa joven que solo asentía.- Ya lo verás…
-Las dejo a solas.- Terció la señorita Parker, que
no prosiguió.-
-Gracias señorita.- Suspiró Melanie que no dejaba de
sostener a su compañera.-
Al
fin las dos muchachas entraron en ese despacho y Connie recogió ese auricular
que estaba sobre una mesa para ponérselo en la oreja y preguntar con patente
temor…
-¿Sí?...¿Quién es?- Soy Cooan Malinde…
-¡Cooan!- Exclamó una pletórica Rei entonces en
japonés.- ¡Se ha despertado! ¡Está bien! ¡Bertie está recuperada!
Melanie
no comprendía nada de aquel galimatías de ruido que se escuchaba en ese extraño
idioma, incluso donde ella estaba, a unos pasos atrás. Su compañera pegaba el
auricular a su oreja y ahora abría la boca sonriendo de forma luminosa, apenas
si podía decir con la voz entrecortada por la emoción en esa misma jerga…
-¿De veras? ¡Oh gracias, Rei! Voy corriendo para
allá. ¡Gracias a Dios!…
Enseguida
se abrazó a la jefa de animadoras y lloró, durante unos segundos no podía
pronunciar palabra. Sin embargo, Melanie supuso que serían buenas noticias a
juzgar por su expresión. Al fin, tras esos momentos de suspense, su contertulia
se lo confirmó esta vez usando el inglés.
-¡Bertie está despierta! ¡Está bien, Melanie!.. Me
voy corriendo a verla…
-Me alegro muchísimo Connie, de verdad.- Sonrió su
interlocutora sin poder evitar las lágrimas. En tanto agregaba.- Anda, date
prisa. Yo se lo explicaré a la señorita Parker…
Su compañera así lo hizo. Tomó un taxi hacia allí lo
más deprisa que pudo. Corrió por los pasillos del hospital ganándose alguna
amonestación pero no le importó. Nada más llegar a la puerta la abrió y entró
en la habitación, abalanzándose sobre su hermana y llorando de alegría.
- ¡Beruche sama! ¡Ane chan!- Pudo decir en su lengua
natal para añadir después en inglés. - ¡Gracias a Dios!, ¡si supieras cómo he
sufrido y el miedo que he pasado!
-Tranquilízate ¡Onee-chan!- le susurró Bertie aun
débil abrazándose a ella y acariciándole el pelo. -¿No pensarías que tu hermana
mayor te iba a dejar sola en un lugar tan extraño? - Añadió permitiéndose
decirlo con humor. -
Ami
y Rei también saludaron efusivamente a la recién llegada, aunque de manera más
contenida, cuando entraron poco después. Tom trajo un ramo de flores, la
habitación de Bertie estaba llena de ellas porque Roy y los demás se habían
encargado de que no le faltaran ni un solo día. Él mismo las puso en agua
mientras todos rodeaban a la “resucitada” expresándole su alegría. Entre la
algarabía general el médico que seguía su evolución se abrió trabajosamente camino
hasta la convaleciente.
- Por favor. - Pidió calmosamente haciendo un
espacio con las manos. - Permitan que ausculte a la paciente.
Por
fin se apartaron y el médico pudo reconocerla. El grupo esperaba con
intranquilidad su diagnóstico que, sin embargo, y para alegría de todos, fue
mucho más optimista de lo que podían imaginar.
- No lo entiendo. - Afirmó el facultativo con la más
absoluta incredulidad dibujada en el semblante. -¡No hay ni rastro de lesión! Nada,
¡es como si no hubiera existido! Señorita. - Se dirigió a Bertie anonadado y
declaró. - Sinceramente, no creíamos que pudiera salir con vida de este trance.
Sólo recuperarse del coma es un milagro, ¡pero es que además no muestra usted
ninguna secuela! Es increíble. La felicito. Debo admitir que en mis más de
veinte años de experiencia jamás había visto nada igual.
- Eso es porque formo parte de un equipo de
luchadoras, doctor.- Respondió ella con una amplia sonrisa sin darle más
importancia. -
- Sí, eso es cierto,- convino Cooan rebosante de
alegría y apretando una mano de su hermana entre las suyas a la par que mirando
agradecida a Ami y Rei que sonreían ahora. - ¡Un gran equipo!
- Bueno. - Añadió el doctor en tono más distendido.
- Pues para que su recuperación sea definitiva se quedará aquí tres días más. Si
pasados estos sigue estando bien, podrá marcharse. Ahora ordenaré que le
traigan la merienda a las seis. Creo que un almuerzo ligero le vendrá
estupendamente para readaptar su organismo a la alimentación normal.
-¿No podrían ser dos? - Intervino Roy con un tono
jocoso. - ¡Yo me muero de hambre! Aunque para mí que sea menos ligero.
Todos
se rieron de aquella ocurrencia. Incluso el médico que, segundos más tarde,
adoptó un gesto fingidamente más severo y le ordenó.
-¡Fuera!, las meriendas solo se les dan a los
pacientes.
-Por curiosidad. ¿Qué les dan, doctor?- Preguntó Tom
con tono divertido, deseoso de participar en la broma. -
- Pues creo que hoy toca tarta de manzana con leche. O compota especial en el
caso de su amiga, para que su estómago vaya acostumbrándose.- Repuso éste
tratando de hacer memoria. -
En
ese preciso instante Roy se llevó las manos a la garganta y dijo con un tono de
voz bastante aflautado.
-¡Oh doctor!, creo que me estoy poniendo enfermo. ¿No
podría pedirle a una de esas guapas enfermeras que me traiga la merienda? Mi
estómago si que está acostumbrado, puede acompañar todo eso que ha dicho con unas
hamburguesas, unos batidos, algo de chocolate y pastas.
- Roy, no dudamos de que estés enfermo. - Terció Tom
riéndose en tanto hablaba. – Aunque creo que la sala de enfermedades mentales
está en la otra galería.
Aquello
produjo más risas. Lo cierto es que todos están ahora de un inmejorable humor.
Y además su amigo volvió a la carga.
- Muy gracioso - replicó éste – pero te diré una
cosa. Luego no te sorprendas si no te invito.
- Es usted muy pesado.- Repuso el doctor con tono
jovial, contagiado de ese estupendo ambiente y muy feliz de haber recuperado
una paciente en ese estado. - Pero puede hacer una cosa, ¿por qué no baja al
hall? en la cafetería sirven unas meriendas estupendas...
- Pero eso cuesta dinero. - Opuso el aludido. – Y no
tengo ni un centavo.
- Roy, ¡con tal de no oírte soy capaz de invitarte a
lo que quieras! - Rio Tom-
Los
ojos de su amigo brillaron y sin pensarlo le sujetó de un brazo tirando de él.
-Trato hecho, ¡hala vamos!..
-¡Oye, que era una broma, tampoco estoy sobrado de
capital! - Se resistió su interlocutor demandando el apoyo de sus amigas. -¡Chicas ayudadme! - Imploraba
dirigiéndose a ellas.-
- A nosotras no nos mires. - Se sonrió Rei con
malignidad fingida para sentenciar a continuación con tono divertido. -Te has
metido en el lío tú solito.
-Sí, lo sentimos por ti, Tommy, ¡pero una promesa es
una promesa! - Se rio Ami a su vez. -
Las
demás asintieron solidariamente al parecer de su amiga y Tom tragó saliva
conocedor del hambre atroz que últimamente tenía su compañero. Trató de
volverse atrás de nuevo, alegando falta de liquidez, pero Roy le rebatió
inmisericordemente...
- Demasiado tarde, tío. Pero no te preocupes.
Siempre puedes trabajar aquí por horas limpiando orinales.
Y deseando
aprovecharse de la ocasión, arrastró a su apurado colega fuera de la habitación
con el ruido de fondo de las risas de todos los demás...
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