jueves, 3 de marzo de 2011

GWA 18. Ajuste de cuentas.


 El aterrado demonio intentó huir, salió volando todo lo deprisa que pudo pero Roy en un instante apareció justo delante de él. Con una tremenda velocidad golpeó a Valnak en el estómago haciendo que se doblase sobre sí mismo.

- ¡Maldito! - balbuceó el demonio tratando de recuperar la respiración. - Ahora verás.

            Valnak trataba de golpear a su oponente una y otra vez pero éste simplemente se apartaba de tal modo que los golpes de su enemigo nunca llegaban a tocarlo. El demonio intentó volver a escapar pero su rival le sujetó una de las piernas y lo lanzó contra el suelo haciéndole abrir un enorme boquete al estrellarse. Al cabo de unos instantes logró salir bastante magullado, miró al cielo y vio que Roy seguía allí, inmóvil, mirándole con aquella expresión que carecía ahora de todo sentimiento. El demonio encorajinado voló hacia él atacándole con un puñetazo pero ahora las tornas se habían cambiado por completo. El chico encajó el golpe sin apenas percibirlo y detuvo otro posterior con una sola mano sujetando el brazo de su rival. Valnak intentó librarse utilizando todo su poder, pero ni con su fuerza demoniaca logró mover a su adversario ni un milímetro. Desesperado golpeó en la cara a su enemigo con su otro brazo, le asestó repetidos puñetazos con todas sus fuerzas, pero éste permanecía sin inmutarse, sólo su cabeza se echó ligeramente hacia atrás por el impacto de los golpes que le hicieron sangrar por el labio.

- Ya te lo dije. - Declaró Roy con una voz fría y desapasionada desprovista de todo rastro de clemencia. - Vas a morir.
-¿Pero qué clase de monstruo eres tú? - Gritó su incrédulo y asombrado oponente al borde de la histeria. -
- Tú sabrás, eres el que me ha creado. Yo era alguien pacífico y que no albergaba el odio en su corazón, pero tú lo has sembrado. Has hecho daño a las personas que más he querido en mi vida y has despertado en mí algo que no creía que existiera. El deseo de matar por venganza.- Contestó Roy sin inmutarse. - Ahora vas a saber lo que ocurre cuando se llega demasiado lejos y se juega con los sentimientos y las vidas de las personas inocentes...
-¡No, espera! - Gritó el demonio con tono desesperado.- ¡Puedo contarte muchas cosas que te interesarán saber de ti mismo!
-¿Qué cosas? - Le inquirió éste con sus ojos esmeralda repletos de furia, para escupir. - ¿Crees que podrás comprar tu miserable vida con nada de lo que me digas? Pobre desgraciado. ¿Cómo vas a salvar tu vida y tu alma de la condenación?

            A todo eso Valnak intentaba tele transportarse una y otra vez, pero había algo que se lo impedía, no lograba concentrar su poder y enseguida reparó en el motivo.

- ¡Maldito Sabio, me ha traicionado, está bloqueando mi capacidad!- Se dijo alarmando, aunque tratando de dominar sus emociones agregó esta vez con un tono mucho más conciliador.- Sé que estás muy furioso conmigo y no puedo reprochártelo, pero te ofrezco la posibilidad de vencer a la secta.
- Demasiado tarde para que crea en tus mentiras. - Replicó Roy golpeándole en el estómago lo que hizo que el demonio se doblase presa de un tremendo dolor que le hizo manar sangre por la boca. -
- Debes creer lo que te digo, - pudo gemir - en realidad mi verdadero objetivo y el de Armagedón era despertar y dominar esta enorme fuerza que posees, eres un guerrero solar.
-¿Qué es eso de un  guerrero solar?- Inquirió Roy ahora con un gesto de atención que denunciaba su interés -.
- Un guerrero solar es...- Pero Valnak se detuvo en su balbuciente explicación y sonrió entonces retractándose de sus intenciones. - Bien pensado será mi última victoria sobre ti, Roy Malden. Ahora que lo pienso, tu amiga morirá y tú seguirás ignorando este secreto.
-¡Habla!- Le espetó Roy sacudiéndole sin contemplaciones una repetida y contundente batería de puñetazos. -
- No lo haré. - Le desafió su oponente entre jadeos entrecortados por el duro castigo recibido. - Porque soy un demonio de elevado rango con un juramento avernal de fidelidad y ese sí que lo cumpliré. ¡Prefiero morir con dignidad! - Escupió comentando a renglón seguido con mayor serenidad.- ¿Sabes Roy Malden?, te engañé. No maté a tus padres, fueron los sectarios. Yo ni siquiera estaba aquí entonces. Pero deseaba espolearte para luchar, aunque nunca imaginé que pudieras transformarte por ti mismo. ¿Qué cruel es el destino, verdad?- Sonrió con sorna pese a todo y agregó con un postrero esfuerzo. - Iba a matarte con honor. Eso es lo menos que merecías, incluso tu amiga ha sido valiente ahora, tal y como entonces lo fue. Merece mis respetos igual que antaño.
-¿A qué te refieres?- Quiso saber Roy ahora con patente curiosidad sobrepasando a su ira. -
- Eso no te lo diré. Me llevaré el secreto a la tumba. – Rio débilmente el demonio.-

Aunque sus ojos estaban ansiosos de recibir la muerte y su contrincante lo entendió soltándole. Valnak cayó a plomo al suelo y su enemigo sentenció apuntándole con la palma de una mano.

- Sea como tú quieres, ¡llévate tus secretos al infierno!- Y de su mano brotó una poderosa oleada de energía dorada que barrió al demonio e hizo estallar todo el terreno circundante. El demonio sólo pudo aullar de dolor instantes antes de ser desintegrado por completo.

            Roy todavía flotó en el cielo durante unos segundos, hasta que la lluvia de cascotes y el polvo remitieron dejando al descubierto un cráter enorme que solamente era rodeado por un erial. Aterrizó cerca de allí completamente agotado, tras el combate y una vez destruido su enemigo, su cuerpo se relajó perdiendo la rabia que fue sustituida por una enorme tristeza y preocupación. Aquel brillo se apagó y su volumen disminuyó recobrando su aspecto normal. A duras penas sacó energías de su cuerpo extenuado y pudo recorrer las manzanas colindantes hasta caer desmayado susurrando el nombre de Bertie en tanto perdía el conocimiento. Por fortuna Ami y Rei estaban cerca y presenciaron aquello librándose por poco de la explosión.

-¡Has! ¿Has visto eso?- Exclamó la Guerrera Marte con el gesto dominado por el asombro.-
-Sí. Ella estaba en lo cierto. En todo lo que nos contó. - Musitó Mercurio.- Ahora tenemos que ayudarle. ¡Vamos Rei!

Su amiga asintió y entre ambas recogieron a Roy y no sin gran esfuerzo le arrastraron hasta calles más concurridas. Allí llamaron a un taxi y anularon sus transformaciones volviendo a sus ropas normales. Al cabo de unos minutos que se les hicieron eternos, éste llegó. Tuvieron que dar mil y una explicaciones convenciendo al asustado taxista de que ese hombre había sido víctima de un robo pero que no estaba muerto. Con su ayuda le llevaron camino a urgencias pero Ami, que tenía someros conocimientos médicos, pudo comprobar sorprendida que el estado de Roy no era tan grave como parecía. Era increíble pero la mayor parte de sus heridas se habían cerrado después de esa sorprendente transformación. Las chicas, deseosas de evitar a la policía, y a unas más que incómodas preguntas, persuadieron al conductor de que las dejase en el barrio donde tenía el piso ese muchacho. El hombre. Un joven de color grande y fornido, tan interesado como ellas en no verse metido en un asunto turbio del que seguramente darían parte en cualquier hospital, aceptó ayudándolas incluso a subirle al apartamento.

-No quiero problemas.- Pudo decir el asustado conductor.-
-Vamos, se lo pido por favor. Únicamente échenos una mano para subirle. Pesa mucho para nosotras solas.- Le pidió Ami.-
-Sí. Se lo agradeceremos.- Añadió Rei sacando un billete de cien dólares.-
-Está bien, señoritas.- Repuso ese hombre tomando el dinero y cargándose a los hombros a aquel tipo inconsciente.- Estos blancos, solo saben meterse en problemas. ¿Verdad?- Sonrió cómplicemente a esas dos muchachas de rasgos orientales que hicieron lo propio.- Aunque vaya un jaleo que hay por las calles. Debe ser algún ataque terrorista.

Las chicas no respondieron. Según subían por las escaleras del edificio y pese a las miradas de curiosos y gentes que transitaban por el inmueble, nadie dijo nada. Por desgracia, en New York, el índice de atracos o agresiones era tan elevado que a ese pobre chico le podría haber dado una paliza cualquier pandilla y nadie se iba a atrever a denunciarlo por si acaso era el próximo blanco. Por esa parte, las guerreras agradecieron estar en América y no en Japón, en su patria la policía habría intervenido rápidamente. Aquí casi no importaba. Además, tal y como les había comentado el taxista, tras las explosiones que se había producido en algunas partes de la ciudad, mucha gente pensaba que algún grupo terrorista estaba sembrando el pánico. Aquel muchacho podría ser otra víctima más. Sin ocuparse más de eso las guerreras abrieron usando una llave que su amigo tenía en el bolsillo del pantalón, finalmente ese hombre le descargó en el dormitorio. Las chicas le acomodaron en la cama y Ami le hizo algunas curas y vendajes de urgencia. Agradeciendo la propina el taxista se marchó.

-¿Qué podemos hacer?- Suspiró Rei dejándose caer en una silla.-
-Por ahora dejar que duerma.- Contestó Ami que se ocupó de tomar su temperatura para dictaminar.- Parece que tiene algo de fiebre y está muy débil. Lo mejor es que descanse. Y tenemos que ir con Bertie y los demás.- Añadió con tono de más preocupación.-
-Sí. Ojalá puedan hacer algo por ella.- Afirmó Rei que ya estaba lista para empezar a hacer algunos rezos, tanto budistas como cristianos, deseando la salvación para su amiga y remachando con pesar.- No puedo ni imaginar como se sentirá Cooan.

            Su compañera asintió igualmente consternada, sentándose a su vez en el sofá del salón. Tom mientras tanto había llegado a un hospital, aparcando en doble fila aunque estaba terminantemente prohibido. Por eso precisamente estaba seguro de llamar la atención. Así fue y cuando se acercó uno de los empleados del lugar para advertirle el muchacho le puso al corriente de la gravedad de su amiga. Aquel hombre, visiblemente impresionado por la estaca que atravesaba a la muchacha, corrió para avisar a los enfermeros. Cuando estos llegaron Cooan se recuperaba del desmayo y enseguida volvió a ponerse frenética, al borde incluso del colapso al ver el estado de Bertie.

-¡Oh Dios mío! – Gritaba con horror y angustia. ¡Mi hermana!

Hasta que Tom pudo serenarla tomándola por los hombros con fuerza y repetirla.

-¡Bertie aún está viva, Connie! No podemos dejarnos llevar por el pánico. Nos necesita. No tenemos un segundo que perder. ¡Vamos!

Cooan logró serenarse lo suficiente y los sanitarios aprovecharon para sacar a la víctima de la parte trasera del vehículo y ponerla cuidadosamente en una camilla que trajeron y llevaron al interior del hospital con presteza. Los dos jóvenes les siguieron pero fueron apartados por otros enfermeros mientras sus compañeros corrían con ella hacia la sala de urgencias. Allí, Beruche fue flanqueada por dos médicos que se apresuraron a injertarle una sonda con suero y a medir sus constantes...

- Pulso filiforme y muy irregular. Herida traumática a la altura del tórax con posible afección del aparato pulmonar. - Diagnosticó uno de apariencia joven y pelo oscuro. -
- Ha perdido mucha sangre. Debemos darnos prisa o será tarde. - Añadió el otro de pelo cano, que parecía ser mayor en edad.-
- Me encargaré de hablar con los que la trajeron. - Respondió el médico más joven dejando a la paciente al cuidado de su colega que se introdujo en el quirófano con ella y un equipo de cirujanos.-

            El médico moreno localizó a los dos jóvenes, ambos desechos y abrazados en la sala de espera, les escoltaban dos enfermeros y un recién llegado agente de policía. A requerimientos del oficial, Tom explicó que habían sido afectados por aquella misteriosas explosiones que se habían producido por toda la ciudad ¿Qué otra cosa podría decir? Su tono aterrado y la desolación de Cooan unidos a sus propias heridas, hicieron más que convincente aquella versión. Cuando explicaron que, tanto la víctima como su hermana eran extranjeras, eso cobró más sentido.

- Ha  sido una imprudencia.- Comentó lapidaria pero compasivamente el policía. - Sin conocer la ciudad no debieron adentrarse por un barrio como ese cuando se dio aviso de evacuación.


            Cooan apenas si escuchó eso último, sólo podía mirar al médico y repetir una y otra vez con una terrible angustia.

-¿Se salvará, verdad?
- Lo lamento, pero no puedo asegurarlo. - Respondió el facultativo con cara de circunstancias. -Hemos de someterla a una delicada operación y, si la soporta, el postoperatorio será decisivo. Dependerá de su fortaleza. Dentro de la desgracia ha tenido suerte, esa estaca ha actuado como tapón impidiendo que se desangrase por completo.

            Había un detalle más, que nadie deseaba abordar, pero el facultativo no tuvo más remedio.

-¿Tienen seguro médico?
-¿Cómo puede preguntar algo así en un momento como este?- Le gritó Tom colérico, tanto que los enfermeros le sujetaron de los brazos temiendo que tratase de golpear a su interlocutor. -
- Lo siento, créame que le comprendo, pero yo no hago la ley, amigo. - Pudo disculparse el facultativo con pesar. -

            Y por paradójico que resultase fue Cooan la que, más entera, fue capaz de contestar.

- Tenemos uno, en la Universidad de la Golden State College. Estamos estudiando allí con una beca y ésta cubre un seguro de hospitalización. - Detalló de un modo tan conciso y sereno que Tom se arrepintió de su arrebato.-
- Perdóneme. - Musitó débilmente al doctor.-

Éste esbozó una débil y comprensiva sonrisa, eso bastó para que los enfermeros le soltasen y se marcharan. Lo mismo que el policía, que supuso no poder hacer nada más allí. Tenía muchos más avisos de heridos y de múltiples explosiones que debía atender. Y éste era otro caso de los muchos que se habían producido aquel día, que quedaría archivado sin remedio.

- Váyanse a casa en cuanto les atendamos. -Les pidió el médico con toda la suavidad  y simpatía de la que pudo hacer gala con el argumento de… - Aquí no harán nada, la operación puede durar horas. Únicamente esperen a ver si tenemos sangre del grupo de la víctima, a buen seguro le harán falta algunas transfusiones. Para ella y más personas. No sé qué demonios ha sucedido, parece un ataque terrorista. - Señaló al mismo pasillo donde más heridos de menor consideración recibían curas o eran vendados. -
- Yo me quedo, tengo su mismo grupo. - Replicó Cooan que entonces recordó con renovada inquietud. - ¿Dónde está Roy? ¡Dios mío, él también no!
- Me quedaré contigo, Connie. - Se ofreció su amigo pero ella se negó. -
- Debes ir a ver si él está bien ¡Busca a Rei y a Ami! - El muchacho se resistía a dejarla pero ella insistió con una implorante mirada. -¡Por favor Tom!, estaré bien aquí. ¡Tú encuéntrales! , sólo espero que estén a salvo...

            Su compañero tuvo que ceder. A su vez estaba muy preocupado por su amigo o lo que éste fuese ahora. No podía apartar de su memoria la expresión de Roy, era como otro ser ajeno por completo al género humano. Tan terrible y poderoso parecía que hasta ese malvado demonio estaba dominado por el horror de haber despertado a un monstruo muy por encima de su capacidad. Pero era su amigo y también estaban Rei y Ami. Si ellas le acompañaban pudiera ser que los tres estuvieran a salvo. Pero ¿dónde buscarlos? Aquellas ruinas eran su única pista y corrió hacia ellas sin esperar a ser curado. Abordó el coche y tardó apenas diez minutos, pero encontró aquella desolación y no vio a nadie. Sólo podía ir a un lugar. Si Roy aún vivía y las amigas de Bertie y Connie también, seguramente estarían en un hospital ¿pero en cuál? O quizás hubiesen ido al piso de él. Se detuvo en una cabina y llamó. Por suerte al cuarto timbrazo descolgaron y fue Ami quien contestó.

-¡Gracias a Dios! - Suspiró Tom preguntando atropelladamente. - ¿Estáis todos bien?


            Guerrero Mercurio le contó que sí, que Roy dormía profundamente. Su interlocutor le explicó a su vez todo lo sucedido en el hospital. El muchacho corrió al apartamento y por el contrario Rei y Ami fueron a relevarle con las chicas. Así Tom se tumbó a descansar y quedó vencido por el sueño al igual que su amigo. Despertó a las pocas horas maldiciendo su debilidad. ¿Y si Roy hubiera sufrido alguna crisis estando él dormido? Pero por fortuna éste descansaba y parecía encontrarse estable. Las guerreras entre tanto, se entregaron a velar por Beruche acompañando y consolando a Cooan. Aquella situación las sobrepasaba y pese a no haber querido hacerlo, no tuvieron más remedio que comunicarse con Japón. Esta vez las hermanas mayores de sus amigas tendrían que saberlo. Fue Ami la encargada de ir a llamar, primero lo consultó con Usagi que le dio el visto bueno, después marcó el número de Petz y Kalie, en tanto Rei permanecía sentada en un sofá de la sala de espera con una destrozada y exhausta Cooan.

-¡Es mi hermana tan querida! - Podía sollozar la desconsolada chica con las manos entrelazadas  bajo su barbilla. - Yo…, la quiero tanto. No me podré perdonar si algo le sucede.
-Todo va a salir bien. – Se apresuraba a animarla Rei - debemos tener confianza.- Ya lo verás. Ya la salvaste una vez cuando la convenciste de cambiar. Ahora tendrá que ser ella misma la que lo logre. Pero es fuerte. Todas lo sois. Lo superará.
-Gracias Rei, gracias por ser tan buena amiga. - Pudo decir Cooan antes de enterrar su lloroso rostro entre el pecho de la sailor.

La guerrera no pudo evitar derramar también lágrimas mientras la abrazaba, deseando con todas sus fuerzas que en esta ocasión sus palabras fueran también proféticas.

-Estaremos con vosotras hasta que tu hermana se reestablezca. No temas. Todo va a salir bien.- Repetía tratando a su vez de no llorar.-

            En ese momento, en Japón, sonaba el teléfono en el apartamento de las hermanas. Era tarde y estaban a punto de irse a la cama.

-¿Quién podrá ser a estas horas?- Se dijo Petz con patente contrariedad.-
-Quizás uno de mis novios.- Se rio su hermana.-
-No me sorprendería. Eres muy capaz de haberles dado tu número.
-Pues claro que sí. – Rio Kalie. No soy tan carca como tú…
-Trae. - Le ordenó su más que molesta hermana.- Ya le diré yo cuatro cosas a quién sea…

 Pero fue Karaberasu la que se puso con expresión juguetona. Enseguida oyó una conocida voz y sonrió para exclamar.

-¡Ami! ¿Qué tal?...

Petz estaba a punto de pedirle explicaciones pero enseguida comprobó como el rostro de su hermana se transfiguraba. De sonriente y jovial pasó a estar lívido y de sus ojos caían lágrimas en tanto la joven apenas si podía balbucear.

-¿Qué?... ¡Dios mío! No puede ser…No…iremos en cuanto podamos…Os suplico que cuidéis de ellas, ¡por favor!…
-¿Qué es lo que pasa?- Se asustó Petz.-

            Su hermana colgó despacio y no podía parar de llorar. Tardó en serenarse lo suficiente como para poder responder entre balbuceos.

-Es… es Bertie, está… ella…
-¿Qué ella está qué? ¿Qué le ha pasado?  - Inquirió la mayor dominada por la zozobra, tomando por los hombros y hasta agitando a Karaberasu.-


            Finalmente ella le pudo referir lo que Ami le había contado. Ahora le tocó el turno a Petz de llorar y ponerse pálida. Las dos se abrazaron desconsoladas, aunque enseguida reaccionaron.

-Debemos ir con ellas. Nos necesitan.- Afirmó Kalie recobrando algo de entereza.-

            De modo que ambas hermanas comenzaron a preparar las maletas…

-¡Oh, Dios mío!- Sollozaba Petz.- Tenemos que darnos prisa…

Y así lo hicieron, olvidando cualquier otra cosa que no fuera reservar plaza en el primer vuelo disponible. En América entre tanto Tom ya no durmió. Se mantuvo cuidando de su amigo que deliraba presa de la fiebre. Musitaba algo ininteligible para su compañero que sólo podía aplicarle paños fríos y desear que se curase. Anocheció y llamaron las guerreras. Beruche había salido del quirófano manteniéndose estable pese a la gravedad de su estado. Era un buen comienzo, pero las siguientes horas iban a ser decisivas. Tanto Ami como Rei y Cooan se mantendrían allí, ésta última seguía hundida pero algo mejor tras saber que Roy estaba bien y que su hermana aun tenía una posibilidad. Concluyeron la conversación encomendando a Tom el cuidado de su amigo. Él convino en ello jurando no descansar y continuó vigilando. Otra nueva llamada, esta vez noticias alarmantes. Beruche había entrado en coma y el pronóstico era reservado, eso significaba extrema gravedad. Era una situación prácticamente irreversible. Fue un terrible mazazo para Cooan que había vuelto a perder el sentido, la atendieron con sales y despertó. Tuvieron que administrarla sedantes y ahora sólo gemía con la cabeza enterrada entre los brazos sin que sus amigas pudieran hacer nada por animarla. Tom también se sentía desolado, pero debía mantener su palabra y  continuar junto con su amigo. Colgó prometiendo que irían en cuanto Roy se recobrase. Amaneció, se hizo pleno día y por fin, al cabo de un rato más, el muchacho despertó. De modo lento entornó los ojos recibiendo enseguida la imagen de su compañero que se volcó sobre su cama aliviado al verle otra vez consciente. Al convaleciente le dolía la cabeza y su cuerpo era pasto de una tremenda debilidad. Todos sus miembros le pesaban como plomo. Aun así pudo preguntar con un susurro.

-¿Cómo he llegado hasta aquí?
- Ami y Rei te trajeron. - Le sonrió tímidamente Tom. -
-¿Cuánto tiempo he dormido?- Quiso saber su contertulio mientras intentaba levantarse con cuidado. -
- Por lo menos un día entero.- Respondió su interlocutor agregando.- ¿Sabes? me tenías preocupado, llegaste a tener fiebre alta y delirabas en sueños. Aunque no entendí nada de lo que decías. - Se apresuró a añadir para evitar esa posible pregunta, aunque le escuchó repetir el nombre de Bertie en ocasiones. – Supongo que no sería importante…
-¿Y las chicas? ¿Cómo están?- Inquirió  Roy con ansiedad. -
- Bueno, Cooan está bien, sólo tuvo un desmayo y algunas contusiones. - Le resumió su amigo cariacontecido. -
-¿Y Bertie? ¿Cómo está ella? - Quiso saber el chico sujetando a su amigo de un brazo de forma angustiosa y con el semblante crispado por la inquietud. – ¡Dímelo!…

            Éste bajó la cabeza y guardó un tenso silencio que su interlocutor rompió urgiéndole a contestar. 

-¿Está grave, verdad? ¡Por el amor de Dios, contéstame!  - Le apremió Roy desesperado por escuchar una respuesta. -
- Está en el Memorial. - Respondió su amigo con voz queda. - En coma, los médicos no tienen demasiadas esperanzas...

            Al oír esto, el maltrecho muchacho trató de levantarse con más rapidez pero Tom le detuvo. Roy se sentía muy débil y con un hambre terrible, como si llevase mil años sin probar bocado, pero solamente deseaba ver a Bertie. A duras penas y con la ayuda de su compañero que finalmente cedió a sus desesperados ruegos, se abalanzó sobre un armario, sacó algo de ropa y se cambió. Aunque su amigo con buen criterio tomó la palabra.

- Al menos trata de reponerte un poco más. No ayudaría nada que empeorases. Come algo...- Le propuso acertando de pleno. -

            Roy se dirigió a la nevera y devoró todo lo que encontró, frutas y queso, luego acabó con el pan de molde que guardaba en un armario. Tom le observaba atónito. Su amigo demostraba más que hambre, una voracidad sin límites. Le ayudó a prepararse algo más y el chico dio buena cuenta de ello. Cereales y frutos secos fueron completamente terminados. El convaleciente se sentía ahora mejor, parecía haber recobrado algo sus fuerzas. Entonces sin previo aviso salió volando por la ventana. Tom se le quedó mirando profundamente entristecido y se marchó en el coche tras él.  Roy llegó al hospital y entró por una ventana de la planta superior que estaba desierta. Se sentía nervioso, muy tenso y preocupado por Bertie. Pero sabía que esto no le iba a ayudar en aquellos momentos.  Ahora su enorme fuerza y la rabia que la había impulsado no tenían ya razón de ser y sí la súplica y la esperanza. Respiró hondo una y otra vez. Más calmado, bajó a la recepción y preguntó por la habitación de ella. Al no ser un familiar no querían darle información. El muchacho tuvo que controlar sus nervios para no destrozar el lugar. Pero consiguió imponer su razón y de modo providencial la encargada le dijo que había más personas esperando a ver a esa paciente. Preguntó dónde se encontraban y la enfermera que atendía el puesto, comprendiendo su situación, le mandó a la sala de espera prometiéndole que ya le avisarán. Allí sentadas estaban  Ami y Rei tratando de consolar a Cooan que gemía totalmente hundida. En cuanto vio a su amigo a través de sus lágrimas se levantó como un resorte y se abrazó a él rompiendo a llorar otra vez.

-¡Oh Roy! ¡Gracias a Dios!, creía que tú también estabas muerto.
- Tranquilízate - Respondió él con voz suave acariciándole la cabeza. - Tom me ha dicho lo que pasa. Bertie aún no está muerta, Connie, aún hay esperanza...
-¡Está muy mal! - Gimió Cooan sin poder parar de llorar. - Los médicos dicen que la estaca le provocó un derrame pleural y que es muy difícil que lo resista, ¿qué vamos a hacer? ¿Qué les voy a decir a mis hermanas?...

            Su interlocutor se limitó a apretarla contra su pecho para que su amiga se desahogase. Por encima de ésta, miró a Ami y Rei que, a duras penas, podían contener sus lágrimas. Ambas tenían también los ojos rojos de tanto llorar. Tom llegó unos minutos después y su amigo le encargó ocuparse de Cooan. Él quiso subir a ver a Beruche, pero los médicos no se lo permitían. Tras mucho insistir y rogar consiguió finalmente permiso y entró en la habitación donde estaba ella. Una enfermera vigilaba las débiles constantes vitales de la paciente que se hallaba entubada y conectada a una máquina de respiración asistida, pues su pulmón derecho estaba perforado y no era capaz de aspirar aire sin reducirse de tamaño. Viéndola inerte a Roy se le hizo un nudo en la garganta, se acercó y acariciando con cuidado la larga cabellera platino de la chica trató en vano de reprimir sus lágrimas.

- Por favor, señor - le pidió la enfermera con gran amabilidad.- Debo rogarle que salga usted de la sala.
-¡Se lo suplico!, déjeme con ella aunque sólo sean cinco minutos.- Replicó él y su mirada era tan desesperada que la compadecida mujer consintió saliendo de la habitación. -

            Cuando aquella enfermera bajó a la sala de espera  las chicas, con Cooan a la cabeza, la abordaron.

-¿Cómo sigue mi hermana?- Quiso saber la muchacha con  vehemente desesperación. -
- Estacionaria. - Le respondió suavemente la enfermera añadiendo. - Un amigo suyo está con ella...

            Y sin más la mujer se alejó de allí, debía atender otros muchos asuntos. Cooan decidió ir a ver a su hermana y de paso abrazarse a Roy, le necesitaba más que nunca. Ni Ami ni Rei se lo impidieron, ellas mismas también se encontraban agotadas y muy afectadas por todo...

-¡Oh Rei!- Suspiraba Ami realmente desolada.- ¿Y si hemos intervenido demasiado tarde? Debimos utilizar todo nuestro poder. ¿No crees?
-Sabes tan bien como yo que no se nos permitía hacer tal cosa.- Trató de consolarla su compañera que a su vez se encontraba muy afectada, incluso cuando sentenció.- De haberlo hecho no habría ocurrido lo que ha pasado…y según nos contó Usagi, esto debía de pasar.
-¿Qué clase de guerrero es ese en el que se ha transformado?- Inquirió Ami, afirmando atónita.- ¡Jamás he visto nada igual!
-Ni yo, pero está claro que es muy poderoso. Aunque para lograrlo hayamos tenido que arriesgar tanto. Sobre todo, las vidas de nuestras amigas.- Contestó su compañera con pesar.- Eso no me lo perdonaré.
-¿Y si Bertie muere?- Preguntó su amiga casi de forma retórica, para sentenciar tratando de buscar un resquicio de esperanza.- Eso no debería de pasar. Usagi nos dijo…
-Nos dijo que tendríamos que hacer sacrificios.- Le cortó suavemente su interlocutora pasándole un  brazo por los hombros.- Nada más…
- Es muy duro para ellas…- Pudo musitar la guerrera Mercurio.-
-¿Qué te contó Usagi?- Quiso saber Rei, tratando de desviar el tema.-
-Ya han terminado con el enemigo allí. Me comentó que era largo de explicar. Y me dijo que dentro de poco vendrá, acompañada al menos de Mako –chan y Mina –chan….

            Un leve destello de sonrisa cruzó por el rostro de Rei, no obstante enseguida se desvaneció aunque la muchacha pudo decir.

-Quizás sea un poco tarde ya, pero me alegraré mucho de ver a nuestras compañeras.

            Ami convino en ello aunque entonces añadió cariacontecida.

-Pero tendremos que regresar muy pronto a Japón…
-¿Y dejarlas a su suerte aquí?- Exclamó su contertulia que enseguida bajó el tono al captar las miradas reprobatorias de otras personas. Añadiendo con más suavidad.- ¿Cómo vamos a hacer eso?
-Lo siento. Es lo que me ha dicho Usagi-chan…-Se justificó su compañera con un suspiro resignado aunque agregó.- También hablé con Kalie y le dije lo que había pasado. Bueno, ya sabes, la versión que les podemos contar.
-¿Qué tal se lo tomó?- Preguntó Rei con tono trémulo.-

            Ami esbozó una débil sonrisa y musitó apenada moviendo la cabeza.

-Ya te lo puedes imaginar…Bertie es su hermana pequeña.

Su amiga no dijo nada más y las dos guardaron silencio, tratando de descansar…

            En la habitación de Beruche, Roy se sentaba al lado de la cama y sujetaba una mano de la joven entre las suyas. Comenzó a hablarle en voz baja y pausada.

- Lo siento Bertie, todo ha sido por mi culpa. Una vez más lo estás pasando muy mal por mi estupidez. ¡Si hubiese reaccionado antes!, si hubiera sido más fuerte, nunca habría ocurrido esto. - Mientras hablaba las lágrimas rodaban por sus mejillas y bañaban su rostro, gimoteaba desconsoladamente mientras añadía desesperado. - ¡Quédate conmigo, por favor! ¡No podré soportarlo otra vez!, ya perdí a las personas a las que más quería y no quiero perderte a ti.  ¡Te quiero!, ¡te quiero más que a nadie en este mundo! - El llanto no le dejó continuar y hundió su rostro sobre el vientre de la inerte chica. -

            Cooan había llegado junto a la puerta de la habitación y estaba a punto de entrar cuando escuchó las palabras del chico y tras unos instantes de perplejidad y desconcierto salió corriendo con lágrimas en los ojos.

- ¡Roy la quiere a ella! - Pensaba desconsolada mientras corría. - ¿Qué voy a hacer yo? Bertie es mi hermana, no puedo interponerme. 

Pero su conciencia la golpeaba como un martillo, en el fondo Cooan siempre lo supo de un modo u otro, su percepción femenina veía más de lo que su propia mente quería aceptar. Solamente había que verles juntos para darse cuenta. Pero hasta ese momento siempre se lo había negado y ahora se torturaba con otro pensamiento aun peor.

-¡Dios mío, soy un monstruo sin corazón!, ¿cómo puedo estar celosa en este momento? Quiero a mi hermana más que a nada, ella es lo más importante ahora, tiene que vivir y llegar a ser feliz con él. 

Como pudo se dominó volviendo sobre sus pasos hacia la habitación. También Roy estaba ahora más calmado, había dejado de llorar y permanecía allí sentando y observando a Bertie musitando una plegaria. La destrozada Cooan se unió a él.

-¡Dios mío! ¡No permitas que mi hermana muera por favor!- Suplicó la pobre chica de nuevo entre  lloros. -
-¡No lo permitirá!- ¡le aseguró Roy tratando de confortarla! - ¡Ten fe!  -

Cooan volvió a abrazarse a él y lloró. Pero no sólo por el estado de su hermana si no por que de este modo llevaba también  a cabo su silenciosa renuncia a aquel estupendo muchacho. Entonces sin que ninguno de ellos lo advirtiera el cuerpo de Beruche se vio invadido por una tenue aura blanca. Junto a la muchacha y de forma muy breve, casi imperceptible, una inmaculada silueta la tocó suavemente y desapareció. En el scanner se detectó una sensible mejoría que ni Roy ni Cooan advirtieron pues ambos salían desconsolados de la habitación. Tom, que ya había aparcado y llegado a la sala hacía unos minutos, Ami y Rei les esperaban afuera.

-Yo me quedaré. – Se ofreció Tom afirmando. – Tú estás muy cansada Connie, vete a dormir.
-No – negaba ella moviendo la cabeza. – No me moveré de su lado. – Decía la muchacha. –
-Debes descansar. Podrías enfermar tú también. – Razonó Ami observándola con preocupación. –
-¡No me importa! – Exclamó ella perdiendo los nervios. -¡No me importa lo que me pase, ya nada me importa! ¡Si Bertie muere quisiera morir con ella!

Y para asombro del resto fue Rei la que, con lágrimas en los ojos, la sujetó por los hombros y la zarandeó obligando a mirarla, para decirle con tono duro e incluso indignado, teñido por el llanto.

-No quiero volver a oírte hablar así. ¿Me oyes, Cooan? ¿Crees que tu hermana agradecería que algo te pasase? ¿Crees que tus otras hermanas lo comprenderían? ¿Qué me dices de tus amigas? ¿Es que no te importamos nada?...

La chica, casi en shock, miró a su contertulia y la sailor le devolvió una mirada llena de angustia y consternación. Al poco lloró de nuevo, ésta vez pidiendo perdón a todos. Tenía los nervios rotos. Pero Rei la abrazó y con un tono más suave y dulce le dijo.

-Ya está, ya ha pasado Cooan. Nosotros nos quedaremos. Por favor, descansa un poco, luego vendrás a relevarnos. Te prometo que te avisaremos si sucede cualquier cosa. Pero debes descansar. Hazlo por Bertie. Ella no querría que nada malo te ocurriera, y nosotros tampoco.
-Gra…gracias Rei…tienes razón, perdóname. - Pudo decir ella en tanto su amiga la correspondía con una sonrisa animosa. – Sí, estoy agotada…
-Tom – terció una también entristecida Ami, dirigiéndose al también consternado muchacho que observaba a su amiga con pesar. – Por favor, acompáñala…
-Claro. – Repuso él de forma amable diciéndole a la pobre chica. – Vamos Connie.

El chico la sostuvo rodeándola gentilmente por los hombros con un brazo y ella se dejó ayudar agradecida. Se despidieron y ambos se marcharon. Roy se quedó allí con las dos muchachas. Estaba exhausto pese a haber dormido y se sentó en un sofá de la sala. Ami se  acomodó junto a él y Rei permaneció a su lado de pie. El chico entonces les dijo con suavidad y pleno de reconocimiento.

- No os he dado las gracias por haberme llevado a mi casa. Muchas gracias.
- No las merecen. –Respondió amablemente Rei. - Fue un placer ayudarte, para eso somos amigos. -
- Hiciste un gran esfuerzo, debes de estar agotado, vete a casa a descansar.- Añadió Ami con preocupación. -
- Ya estoy bien. - Sonrió Roy débilmente. - No os preocupéis por mí.
-¿Cómo es posible que después de esa batalla te mantengas tan pronto en pie?- Intervino Rei asombrada para agregar con tono más pausado. - Una persona normal no se recobraría ni con una semana de descanso.
- Es algo que ni yo mismo entiendo,- reconoció el muchacho. - No sé por qué tengo esta fuerza.
-Sí, es increíble como sacaste tanto poder - comentó ahora Ami como si no hubiera escuchado la última frase del chico. - Solamente Usagi es lo bastante fuerte como para hacer una cosa así. Y mira que la he visto hacer cosas increíbles que nadie más ha sido capaz de imitar. Pero admito que lo tuyo es digno de compararse y aún de superarla en ciertos aspectos.

            Él la miró de soslayo y también a Rei, parecía meditar la respuesta y por fin les confesó de modo pausado y reflexivo...

- Cuando hirieron a Bertie pensé que había muerto, entonces algo se desató en mi interior. Algo que llevaba en mi sangre, que había estado dormido durante toda mi vida. Una rabia increíble se apoderó de mí. Veía a Valnak y no tuve miedo, sólo pensé en matarlo. Nada ni nadie podría haberme apartado de eso. Quería luchar sin importarme los golpes o el daño que me hicieran. Al principio estaba furioso como nunca lo había estado, pero después no sentía ninguna emoción. Solamente era luchar y luchar...

            Rei y Ami le escuchaban boquiabiertas, fue la guerrera Marte la que se repuso primero y dijo al fin con solemnidad.

- Tú tienes un gran poder Roy, mucho mayor de lo que nadie pueda imaginar. Debes aprender a usarlo bien, porque presiento que de ello dependerá en gran parte el destino del mundo.
- Esa fuerza sólo puede poseerla alguien de corazón puro - añadió Ami, sentenciando. - Ahora eres el principal enemigo de las fuerzas del mal. Nosotras estaremos contigo, pero me temo que poca cosa podremos hacer para ayudarte.
- No Ami, te equivocas, vuestra ayuda me ha sido y me será muy valiosa. Ahora más que nunca presiento que voy a necesitaros. Creo que tiempos mucho más duros están aún por llegar. - Rebatió él con serenidad afirmando en tanto observaba a ambas con admiración. -  Ahora comprendo por qué Bertie y Connie son unas chicas tan extraordinarias. Es lógico teniendo unas amigas como vosotras. ¡Sois realmente increíbles! Vosotras sí que tenéis fuerza y determinación. Y si el resto de vuestro equipo es así, cuando estéis juntas seguro que sois invencibles. Es un honor y una suerte teneros de nuestro lado.

Las dos aludidas se miraron y sonrieron débilmente agradeciendo aquellas palabras. Luego dedicaron nuevamente su atención a ese muchacho.

- Desafortunadamente nosotras debemos volver a Japón en pocos días, allí también nos necesitan. - Opuso Rei desviando la mirada con pesar, aunque añadiendo algo más animada. -Pero hemos avisado a las hermanas de Cooan y Beruche. Conocen bien lo que es combatir y sabrán como ayudarte, podrás confiar en ellas tanto como en nosotras.
- Les hemos contado lo ocurrido, a excepción de tus poderes, tampoco se lo dijimos a Cooan. Estaba en una situación emocional muy precaria como has podido ver y no quisimos añadirle preocupaciones. La pobre todavía no sabe que van a venir. No nos hemos atrevido a decírselo. - Confesó Ami que agregó objetándole ahora a su compañera como si quisiera recordarle ese detalle - Petz y Karaberasu saben defenderse pero es una lástima que no cuenten ya con sus poderes de antaño, ahora les harían mucha falta.
-¡Ese maldito Valnak pretendía humillarlas! – Espetó Roy al pensar en las palabras de su enemigo relativas a la antigua naturaleza de sus amigas. - Pero lo único que consiguió fue hacerme ver lo maravillosas que en realidad son. ¡Mucho más de lo que podía imaginar!, porque las comprendo bien. Yo también estuve dominado por el mal y sé lo que cuesta escapar de su control.
- Es cierto. - Le refrendó Rei - tuvieron mucho coraje y determinación. Han debido trabajar muy duro y superar muchos inconvenientes. Eso te lo aseguro.
- Ellas siempre decían que vosotras dos fuisteis unas personas muy importantes en sus vidas.- Afirmó él con agradecimiento en sus palabras, sentenciando. – Como os he dicho antes, ahora comprendo hasta qué punto.

            Rei sonrió respondiendo con una historia.

- Luché contra Cooan, tengo el poder del fuego y ella lo poseía también, era mi contrapartida. Nos enfrentamos en varias ocasiones y estábamos bastante igualadas. Bueno - Reconoció esbozando una leve sonrisa. - En realidad entonces era más fuerte que yo pero me las apañé bien. Al final fui testigo de cómo la engañó su jefe. Ella le amaba pero éste sólo la usaba para cumplir sus malvados propósitos.
- Así que Connie sufrió un desengaño. - Comentó Roy perplejo conviniendo a renglón seguido. – Sí, tiene mucho sentido. Desde que la conozco me ha dado la impresión de dudar y de no querer aventurarse demasiado en terrenos que vayan más allá de la amistad.
- Sufrió mucho. Creyó haberlo perdido todo, en un momento se quedó sin posibilidad de volver a su casa y con el corazón roto. - Añadió Rei. - Afortunadamente se dio cuenta de que ella misma era lo más preciado que tenía. Quiso salir adelante y vivir una vida normal.
- Ella nos ayudó a convencer a Beruche. - Intervino Ami. - Como Cooan con Rei, ella era mi antagonista pues dominaba el poder del agua y el hielo.

            Aquello sorprendió a Roy, aunque no del todo. Era gracioso ¡y pensar que él la llamaba cubito! ¿Cómo podría haberse imaginado algo así? Pero cuadraba. Aunque su interlocutora continuaba contando su historia y él puso la máxima atención, cuando ésta justamente dijo.

- A todas nos hizo mucha gracia que la llamases Cubito.- Declaró Ami aludiendo precisamente a eso y contagiando con una leve sonrisa a sus oyentes, para proseguir. -Luchamos algunas veces y por fin me enfrenté con ella en un torneo de ajedrez. Allí logró capturar a mis compañeras y jugamos una partida a cambio de sus vidas. Yo perdía, aunque ella hacía trampas, pero en ese caso era normal. Lo que no lo fue tanto es que aceptase perdonar a mis amigas si yo me sacrificaba. Cuando se lo pedí quedó desconcertada. Era como si la fachada de gélida indiferencia que ofrecía  a la vista de todos se le cayera de repente. Sus hermanas mayores aparecieron y le conminaron a matarnos. Pero ella no fue capaz, prefirió congelarse a sí misma para no tener que hacerlo. – Ami guardó silencio durante unos segundos y decidió continuar, no valía la pena a esas alturas endulzar las cosas así que desveló. - Bueno, en realidad intentó acabar con su vida y con las nuestras presa de un terrible desengaño. Pensó que no había posibilidad de que nadie la quisiera. Ni tan siquiera sus propias hermanas. La habían abandonado a su suerte, se le rompió el corazón. ¡Y eso que aún era de las malas!
- Su hermana Cooan la acabó convenciendo de que aceptase vivir como una chica normal, le dijo que su corazón no podría congelarse y acertó. Que la quería y que los seres humanos tenían una gran capacidad de amar. Lo mismo que ella. - Añadió Rei. - Después y entre ambas, persuadieron a sus hermanas para dejar el mal camino y montaron una tienda de cosméticos.
- Los años siguientes trabajaron mucho y ellas dos se prepararon deseosas de ser maestras. Durante su misión con la Luna Negra tomaron contacto con los niños pues su objetivo era una pequeña muchachita. Ésta se llama Chibiusa y vino del futuro buscando nuestra ayuda. No sólo no la mataron si no que arriesgaron sus vidas por protegerla después. Y se hicieron muy buenas amigas. Sobre todo Cooan, que fue la primera en redimirse.
- Y Beruche aceptó su última misión también para tratar de advertir a su hermana de que la buscarían para matarla por traidora.- Recordó Rei. - Pese a ser todavía una maligna. Cuando su hermana le abrió el corazón, sus sentimientos fraternales pudieron más. Así que, como ves, las palabras de Valnak pese a ser objetivamente verdad en sí mismas, lo son de forma rebuscada y parcial, no explican ni con mucho la auténtica historia.

            Roy asintió meditando durante unos instantes y declaró visiblemente impresionado.

-¡Me han enseñado una gran lección, algo que jamás olvidaré! Y seguiré su ejemplo. ¡Lucharé contra el mal!, aun a riesgo de mi vida si es preciso y no triunfarán, os juro que jamás lo permitiré. Lo único que siento es que Bertie no tuviera esos poderes de los que me habéis hablado, ¡ahora no estaría así! - Concluyó enterrando impotente la cabeza entre sus manos, tratando de ahogar nuevos sollozos. -
- Ese demonio era muy fuerte para ella. - Repuso Ami posando con suavidad una mano sobre el hombro izquierdo del chico, tratando de animarle. - Ni siquiera con sus antiguos poderes hubiera evitado ser malherida. Pero con poder o sin él no pensó en su seguridad y trató de salvarte. ¡Eso es el poder del amor, que es el mayor que existe!
- Sí - Añadió Rei con dulzura en sus palabras. - Tú también reaccionaste así cuando creíste perderla y esa gran fuerza de tu interior se desató gracias al poder del amor. No podías haberla despertado de otro modo. Ignorar eso fue el mayor error de Valnak y los suyos.
-¡Muchas gracias, chicas! – Pudo decir Roy con la voz temblorosa, presa de la emoción. - ¡Gracias por todo lo que habéis hecho!  ¡Vosotras sois muy fuertes también! , eso puedo verlo en vuestros ojos.
- También hemos tenido nuestras batallas. – Le sonrió Marte quitándole hierro al asunto. –
- Y si algo aprendimos de ellas es que siempre que permanezcamos unidas y mantengamos nuestros lazos de amor, nadie podrá con nosotras. – Remachó Ami. – Es una lección que la Guerrera Luna nos ha enseñado muchas veces.
 - Me gustaría ver en acción a Guerrera Luna,- sonrió el muchacho afirmando con patente admiración. – Si vosotras sois así de excepcionales, no imagino como será ella siendo vuestra líder. Sobre todo después de lo que me habéis contado. Compadezco a los desgraciados que se atrevan a enfrentarse a ella.
-Es nuestra amiga Usagi, ya la conociste cuando te liberaste de Armagedón.- Le recordó Rei.-
-Es verdad.- Admitió él.- Pues me pareció una chica realmente simpática. Sabe cómo transmitir ánimo. Dadle muchos recuerdos.- Les pidió con afecto ahora.-
-Lo haremos, muchas gracias,- repuso Ami.-
-Gracias a vosotras. Esto que habéis hecho por mí y por mis amigos, jamás lo olvidaré. – Asintió el chico posando cada mano sobre uno de los hombros de sus interlocutoras. - ¡Siempre estaré en deuda con vosotras! Os prometo que si alguna vez me necesitáis, allí estaré.
           
            Ami y Rei le sonrieron también visiblemente afectadas por el agotamiento y la emoción. Roy podía ver que estaban muy cansadas. Esas pobres muchachas no habían dormido en varias horas tras la batalla y habían tenido que llevarle a su apartamento y estar cuidando de todos. Por muy guerreras que fuesen tendrían que estar al límite de sus fuerzas. Así que les pidió hacer él la primera guardia. Ellas, tras dudar, aceptaron agradecidas pues realmente estaban agotadas. El chico se quedó esa noche.

-No me separaré de ti, lo prometo cubito.- Pensaba en tanto llegó a la habitación y se disponía a permanecer sentado junto a ella, observándola con esa frágil apariencia de princesa dormida.- Al menos, en eso, ese maldito Valnak tenía razón. Mereces ser una princesa.

            Entre tanto, April se había encaminado hacia las señas que ese tipo le diera. Tras dar algunas vueltas acabó en una zona poco recomendable de la ciudad. Nerviosa, miraba tras de sí a esa colección de individuos de pintas siniestras, mendigos tirados en la calle o chicas de vida licenciosa que se le cruzaban.

-No puedo creer que Paige viva aquí.- Se decía con desasosiego.-

            Y llegó a sospechar que ese tipo la habría engañado. Tentada estuvo de dar media vuelta y salir de allí antes de que la atacasen, robasen o algo peor. Sin embargo, su deseo de volver a ver a su hermana era más fuerte. Aquella dirección era la única pista que tenía y se aferraba a ella. Al fin, subió por unas escaleras desgastadas  y accedió a un estrecho pasillo de paredes desconchadas. A ambos lados se alineaban puertas. Avanzó hasta llegar al número que tenía escrito en ese papel. Quiso tocar el timbre pero estaba roto. Se contentó con llamar usando los nudillos. Esperó un momento, no hubo respuesta. Lo intentó otra vez…Al fin, una voz de mujer que ella enseguida reconoció preguntaba.

-¿Quién es?
-Paige, soy yo, April.- Replicó elevando el tono.-
           
            Aguzando el oído le pareció oír un llanto de bebé. Luego unos pasos, Al fin esa puerta se abrió. Delante suya tenía a su hermana, con un aspecto muy desmejorado y maquillada en exceso.

-¿Qué estás haciendo aquí?- Le preguntó Paige a modo de poco efusivo saludo.-

            Su interlocutora no contestó, se lanzó a abrazarla. Su hermana se dejó hacer y tras unos instante se separó de ella, añadiendo con tono entre consternado y molesto.

-Ya te lo dije, no debías buscarme. Y mucho menos venir aquí. Tú no perteneces a este lugar.
-Pero Paige. Estaba muy preocupada por ti.- Se justificó ella.-

            Aquel llanto volvió a ser escuchado, arreciaba y la inquilina del apartamento enseguida se giró, susurrando con tono meloso.

-Ya, ya mi niña… ahora voy…

            Y se dirigió a tomar a ese bebé de una rústica cuna en la que estaba. La perpleja April la siguió al interior del apartamento. Era un lugar tan destartalado y precario como el resto del edificio. Sin ser capaz de pronunciar palabra observó como su hermana acunaba a esa cría entre sus brazos.

-No llores, mi vida. Mira, ha venido a vernos la tía April.
-¿Tienes una hija?- Exclamó ésta con manifiesto asombro.-
-Sí…mira…-Le susurró cariñosamente al bebé cuando este calmó sus lloros.- Marla mi amor, mira a tu tía…

            April interrogó a su hermana con la mirada. Esta suspiró dejando que tomase en brazos a su pequeña. La cría daba la impresión de estar cómoda con ella.

-¡Anda! Le gustas. Es curioso, no suele estar bien con nadie que no sea yo. -Le desveló Paige que parecía sorprendida a su vez.-

            Su hermana sonrió, prendada de aquella pequeña. Tras mecer a la niña un poco esta cerró los ojitos. Al fin, su madre volvió a hacerse con ella y depositarla en la cuna.

-¿Cómo ha sido?- Quiso saber April.
-¿Tú que crees?- Se sonrió su interlocutora, agregando con irónica sorna.- Llamé al servicio de entrega de pizzas, pero se equivocaron y me la trajeron a ella.
-Ya me comprendes.- Le respondió su contertulia moviendo levemente la cabeza.-
-Gajes del oficio.- Se limitó a decir Paige.-
-¿Qué quieres decir con eso?- Inquirió una extrañada April.-
-No finjas, no eres tan ingenua.

            La interpelada abrió la boca y los ojos con perplejidad y horror. ¿Acaso su hermana era una…?

-Es exactamente lo que te estás imaginando.
-Pero, ¿por qué?- Exclamó April, tapándose la boca al instante.-

            No quería despertar a su recién descubierta sobrina. Y Paige, mirándola ahora con tristeza, le comentó.

-Elegí mal mi camino en la vida. Pero ya no hay vuelta atrás para mí. Debo seguir por esta senda.
-No digas eso. Siempre se puede cambiar.- Quiso animarla su hermana.-
-Es mi destino, April. Uno de los  maestres me lo ha dicho. -Suspiró ésta con pesar.-
-¿Los maestres? ¿Quiénes son esos maestres?- Inquirió su interlocutora sin comprender. -

            Su hermana ahora endureció el gesto y su tono, sentenciando lapidariamente.

-Nada que a ti deba importarte. Será mejor que te marches.
-Pero, no puedo dejarte así, ni a la niña…- Quiso objetar la atónita muchacha.-
-¡Vete! Sé cuidarme sola.- Insistió Paige empujándola literalmente hacia la puerta en tanto remachaba con hostilidad.- Y no quiero verte más por aquí. ¿Lo has entendido?

            Su interlocutora no pudo evitar llorar, moviendo la cabeza con impotencia a la par que trataba infructuosamente de que su hermana la escuchase.

-¡Puedo ayudarte! ¡Por favor! Seguro que papá y mamá…

            Aunque Paige la agarró ahora del cuello mirándola con una expresión amenazante para sisear.

-¡Jamás! ¿Me oyes? Jamás se te ocurra contarles a nuestros padres nada de esto. ¡Ahora sal de aquí! Y por tu propio bien no vuelvas nunca…

            Y la empujó una vez más sacándola de la casa y cerrando la puerta con violencia. Aturdida y totalmente hundida April volvió a  escuchar el llanto de la pequeña y a su madre tratando de calmarla con dulces palabras. Movió al cabeza y sin poder parar de llorar se alejó por aquel tétrico pasillo.

-Tengo que hacer algo. Volveré, la convenceré.- Se dijo intentando animarse.-

            Paige acunaba a su pequeña entre los brazos llorando tanto o más que ella o que su hermana.

-Lo siento mucho. Pero ha de ser así. No puedo dejar que tú también te corrompas, April. – pensaba con un gran dolor en su corazón.-

            Ciertamente era tarde para ella. Ya de niña sufrió abusos por parte de su padre, o el que él había pensado que era su progenitor. Pero cuando April nació se sintió totalmente fuera de la familia. Su propia madre se centró más en la recién nacida dejándola muy sola. Empero, lejos de odiar a April, la quería. Era la única que le mostraba cariño a su vez, y además era inocente. Cuando Paige creció, su carácter se volvió rebelde, de hecho hizo cualquier cosa que pudiera molestar o herir a sus padres, pero nunca nada que hiciera sufrir a su hermanita. Al fin, tras fuertes discusiones y amenazas de internarla, se escapó. En la calle tuvo que sobrevivir como pudo. Llegando a venderse a algún depravado por unos pocos dólares. Luego, cuando más desesperada estaba, uno de esos tipos que se acostó con ella, le habló de la secta.

-Allí podrían ayudarte. Te darán una casa y podrás vivir mejor.- Le aseguró.-

            Y como no tenía nada mejor donde escoger, aceptó acompañar a ese individuo a una de las reuniones de aquellos tipos. En efecto, esos tipos a los que respetuosamente llamaban maestres, unos encapuchados de voces siniestras, le prometieron su ayuda, más cuando uno le contó.

-Tu hermana ha sufrido un terrible accidente. Te necesita a su lado.
-¿Cómo saben eso?- Pudo preguntar entre impactada y sorprendida.-
-Si no lo crees, ve a visitarla. Y si precisas ayuda para su recuperación, no dudes en pedírnosla.- Le respondió otro de aquellos individuos.-

            Y para su asombro y horror, esos tipo tenían razón. Su hermana había sido atropellada y la habían dejado postrada en la cama. Ya no podría volver a caminar. Tras llorar llena de tristeza, volvió a ver a los maestres que le aseguraron que, si cumplía con sus órdenes y lograba que April hiciera lo propio, ella volvería a andar. Ella aceptó hacer cualquier cosa a cambio de la salud y la recuperación de su hermana. Incluso cuando hizo que April firmase aquello. Recordó como se presentó ante esos tres encapuchados que le demandaron una vez les devolvió ese pergamino.

-¿Ha firmado tu hermana por su propia voluntad?- Le inquirió uno de ellos.
-Sí, lo ha hecho.- Asintió la joven.-
-En tal caso, el pacto es válido.- Confirmó uno de los maestres.-
-¿Y le has explicado a qué se ha comprometido?- Quiso saber el otro.-
-Lo hice, le dije que tenía que obedecer.- Musitó bajando la cabeza.-
-¿Obedecer?- Exclamó otro maestre  añadiendo con severidad.- ¿Acaso le has explicado a  quién y por qué?
-No…bueno, le dije que le pedirían cosas y que tendría que cumplirlas.- Fue capaz de decir con un hilo de voz.-
-¡Miserable furcia! - Espetó otro de esos tipejos, alegando.- Si no ha rendido pleitesía a nuestro Señor, el Príncipe de las Tinieblas, ese pacto no vale nada.
-Lo anularemos.- Añadió otro.-
-¡No, os lo suplico!- Gimió ella poniéndose de rodillas.- ¡Haré cualquier cosa que me pidáis, cualquier cosa! Pero dejad que ella pueda volver a ser como antes.
-¡Eres una zorra estúpida! - La insultó otro maestre, aunque, con un tinte de regocijo, añadió.- Y esa va a ser tu principal ocupación desde ahora. Seguir con tu trabajo. Te dedicarás a dar placer a nuestros acólitos más destacados. Serás un vulgar premio por sus servicios a nuestro amo. Luego podrás dedicarte a sacar algo de dinero…
-O de lo contrario…- Añadió otro de esos canallas, dejando en vilo la frase.-

            Paige sabía perfectamente cual sería la conclusión de esas palabras, enseguida asintió humildemente y musitó con estoica resignación.

-Haré todo lo que me pidáis. Solamente quiero que mantengáis a mi hermana fuera de esto y que esté curada…
-Así sea.- Sentenció uno de los maestres con el asentimiento de los otros.-

            Y desde entonces, además de hacerlo para sobrevivir, tuvo que venderse como mercancía y dejarse usar como pago a servicios prestados o recompensa por fidelidades. Sufrió con algunos verdaderos cerdos y pervertidos que le hicieron cualquier cosa que pudiera cruzar por sus depravadas mentes. Y un buen día además, descubrió que estaba embarazada. Su primera intención fue la de abortar, aunque no supo por qué, no tuvo el valor suficiente. Quizás si tenía un bebé al que darle amor verdadero tuviese una salida o al menos una ventana de esperanza en ese infierno de vida. Así fue como Marla nació.

-Ahora eres lo único que tengo, mi niña.- Le susurró con cariño cuando al fin logró volver a dormirla.- Y cuidaré de ti. Al menos, espero que tu tía esté a salvo de ellos.

            Por su parte, la muchacha retornó a la universidad saltándose el toque de queda. Aunque ahora era más fácil tras las recientes circunstancias. Entró en su cuarto y allí vio a Melanie. Pese a que era muy tarde, su amiga estaba despierta. En un primer momento pensó que quizás le preguntaría de dónde venía, pero para su sorpresa descubrió que estaba llorando, sentada en su litera.

-¿Qué te pasa?- Se interesó olvidando por un momento su propia congoja.-

            A la capitana parecía costarle hablar. Aunque al fin, pudo decir entre balbuceos.

-Se trata de Bertie, la hermana de Connie, está muy grave en el hospital. Ha sufrido unas heridas terribles por esos atentados. ¡Seguramente morirá!  Connie está destrozada. ¡Susy la vio cuando vino a recoger algunas cosas! Y dijo que su expresión era….y yo…yo no puedo evitar pensar que…

            Con el llanto fue incapaz de continuar. April la abrazó enseguida dejándola desahogarse y musitó.

-Tú no tienes la culpa de nada.
-Yo ataqué a Bertie desde que vino. La responsabilicé de que Roy no me quisiera. ¡Volqué mis celos sobre una chica que no tenía culpa ninguna de eso!- Gimió la capitana.-

            Su contertulia no supo que oponer a eso. Lo que decía Mel era cierto, pero no deseaba hundir más a su compañera. La abrazó con toda la ternura que pudo y las dos se quedaron así durante un buen rato. Al final, casi amaneciendo, optaron por darse una ducha y tratar de salir a desayunar.

-Esperemos que haya buenas noticias.- Trató de animarla April.- No seas tan pesimista.

            Y en cuanto pudieron preguntaron. Al aparecer Tom por la facultad les contó, lleno de consternación, que la vida de Bertie pendía de un hilo. Luego dijo que debía regresar al hospital.

-Quisiera ir a verla.- Se ofreció Melanie.-
-Quizás no sea buena idea.- Trató de disuadirla su amiga.-

            Su interlocutora asintió, dejando caer algunas lágrimas. Posiblemente Connie recordase cómo había tratado a su desventurada hermana.

-Rezaré por ella. ¡Oh sí, lo haré!  - Aseguró Melanie tras abrazarse al muchacho.- ¡Díselo a Connie!
-Gracias. Seguro que eso ayudará. Debemos tener fe.- Le contestó amablemente él.-

Y al poco se fue, debía relevar a sus amigos. Aunque dejó un detalle importante sin comentar. Que Roy estaba allí. El muchacho pensó que sería mejor no nombrarle delante de Mel. Cuando llegó al hospital, sustituyó precisamente a este en la labor de acompañar a la paciente.

-¿Algún cambio?- Se interesó cuando coincidió con su amigo, justo fuera de la habitación.-
-No,- Suspiró este que estaba cansado y algo deprimido.- Nada.
-Ten confianza.- Le sonrió afectuosamente Tom.- Bertie es una chica excepcional. Saldrá de esta.
-Sí, lo es. Gracias Tommy.- Pudo sonreír Roy a su vez.-
-Melanie y las chicas se han interesado por ella. Y te aseguro que Mel estaba muy mal. Prometió rezar por su recuperación y estoy seguro que lo hará.
-¡Ojalá pueda pedirle perdón por lo que fuera que le hice!- Musitó Roy sintiéndose culpable una vez más.-
-Todo se arreglará. Pero, como mi madre siempre dice, Vamos piano, piano y cada cosa a su tiempo.- Repuso animosamente su contertulio.-

Su amigo le dio un afectuoso abrazo y se alejó. Tom entró listo para acompañar a la pobre chica que seguía en coma.

-Vamos Bertie, no puedes dejarnos solos ni a mí, ni a Roy.- Le susurraba con afecto.- Pero sobre todo. No puedes dejar sola a Connie…le romperías el corazón. Y si su corazón se rompiese, el mío lo haría también…

De este modo, todos se turnaron en las noches siguientes. Siempre le hablaban a Beruche, estaban seguros de que ella podía oírles y de que eso la ayudaría a superar su estado. Tom, por su parte, también se centraba en Cooan, la acompañaba en todo momento. Por una parte deseaba que su compañera supiese los sentimientos que albergaba hacia ella, pero de otra prefería esperar. No quería hacerlo todavía, no lo juzgaba caballeroso ni noble en vista de la dependencia emocional que Connie pudiera tener con él en esos momentos tan duros. No al menos hasta que Bertie no saliese de ese estado. Roy entre tanto, cuando no estaba en el hospital entrenaba duramente. Ya podía llevar más de mil libras de peso, ayudado por la Guerrera Marte y la Guerrera Mercurio que se sorprendían de sus rápidos progresos. El chico insistía incluso en que las sailor le bombardeasen a boca jarro con sus mejores ataques a lo que ellas al principio estuvieron remisas.

-Pero, ¿estas seguro?- Insistía Mercurio con visible preocupación.-
-Totalmente, Ami.- Afirmaba él.- No os cortéis.-Las arengó.-
-No lo haremos.- Asintió Rei.-

Y desde luego que le atacaban con dureza. Al principio haciéndole daño de veras, tanto que al final debían de ayudarle a ponerse en pie y tratar de curarle las heridas. Pero, poco a poco, él demostró que podía incluso resistir aquello. En el ánimo del chico solamente importaba que Bertie se recuperarse y ser más fuerte, controlar su poder y terminar para siempre con esos malditos demonios. No obstante,  estos no hicieron acto de presencia en esos días. Parecía que la derrota de su líder les hubiera intimidado. En la sede de la secta entre tanto la muerte de Valnak conmocionó a los maestres. Ahora estaban muy asustados, si ese tal Roy era tan fuerte no podrían detenerle. Es más, habían perdido la posibilidad de usarle para sus fines.

-Es terrible, nuestros planes han fracasado.- Se alarmaba uno de ellos.-
-¿Qué podremos hacer?- Quería saber otro con total desasosiego.-
-Sin Valnak, ni Armagedón estamos perdidos.- Remachó el tercero.-

No obstante, el Sabio permanecía en un críptico silencio. Se alegraba en cambio de que ese indisciplinado y anárquico individuo hubiera desaparecido. Tal y como el propio demonio sospechó antes de ser destruido, había interferido con un conjuro para cortarle el escape. En el fondo Valnak le molestaba, era un idealista estúpido que hacia las cosas más por lealtad a su compañero que por seguir los deseos de las principales jerarquías infernales. No le era necesario. El Sabio ya se ocuparía de buscarle un adecuado sustituto...

-¡Idiotas miserables y cobardes! No os necesito para nada a ninguno. - Se regocijaba en sus reflexiones al escuchar los lamentos de los maestres.- Todavía no he dicho mi última palabra…

Y en cuanto a Beruche, seguía estable y sin cambios...

            Aunque al fin, una mañana tras varios días de espera, reaccionó. Comenzó a moverse y Roy, junto a ella en ese instante, superando la emoción y la incredulidad, corrió a llamar al doctor. Y es que Bertie había estado sumida en un profundo sueño. En él vio un inmenso paisaje de grandes árboles majestuosos, con un hermoso estanque de aguas cristalinas, rodeando un palacio inmenso que resplandecía como la plata. Después observó una visión que la asustó, un extraño encapuchado ataviado con una larga túnica negra que portaba un gran libro abierto en el que parecía estar anotando algo con una larga pluma negra de ave.

-¡Hombre Sabio!- Exclamó la joven.-

            Esa aparición no habló, aunque la chica notó como movía negativamente la cabeza bajo ese sayal. Entonces desapareció…

-¿Dónde estoy?- Se decía mirando ahora en todas direcciones.-

Comenzó a ver rostros de personas que no reconocía. Al principio dos críos, un chico y una chica que crecían para convertirse en jóvenes realmente atractivos. A estos se les sumaban más muchachos. Finalmente pudo ver a un grupo de nueve chicos y chicas que tampoco conocía pero que al mismo tiempo le resultaban vagamente familiares. Esa visión desapareció y se vio a sí misma sobrevolando un hermoso paraje de árboles y ríos, cerca otra vez de aquel palacio tan sublime, de la mano de una gran figura que brillaba con una inmensa y blanca luminosidad.

-¿Quién eres tú?, - le preguntaba la muchacha, contemplando atónita a la aparición. -
- Eso no te lo puedo decir. - Escuchó responderle a una voz suave y llena de afecto. - Pero algún día lo sabrás.
-¿Estoy muerta? - Inquirió ella pese a todo sin tener ningún miedo. -
- No, es más, ahora volverás a la vida. - Le aseguró aquel misterioso ser añadiendo a modo de afectuoso consejo, lleno de dulzura. - Debes tener valor de ahora en adelante, pues habrás todavía de superar unas pruebas muy difíciles.  ¡Sé fuerte! Porque el futuro dependerá de ti y de tus seres queridos, debéis estar unidos siempre y triunfaréis contra todo mal, ahora despierta....

            El eco de esas palabras fue lo último que escuchó. Aquella figura  que transmitía una gran bondad y todo a su alrededor se desvaneció lentamente, ahora todo era oscuridad y sonidos que le eran más familiares. Abrió los ojos muy despacio, heridos al recibir esa luminosidad a la que no habían estado acostumbrados en bastante tiempo, y aun de forma borrosa pudo ver a Roy levantarse y correr hacia fuera. Cuando se le aclaró definitivamente la visión, él estaba allí, junto a ella, sujetándole una mano entre las suyas.

-¡Despiértate ya dormilona, que vas a llegar tarde! – Sonrió él.-

El chico la miraba con gesto resplandeciente apenas controlando su emoción. Esa sonrisa era la única cosa agradable que se veía en su rostro a medio afeitar y con grandes ojeras que eran la auténtica muestra de su preocupación.

-¿Cuánto tiempo he estado así?- susurró ella aun débil y aturdida. - ¿Qué ocurrió con ese demonio?

            Uno de los médicos, que había venido llamado por Roy, la miró con extrañeza. Éste se apresuró a decirle con tono que pretendía ser desenfadado.

- Todavía debe de estar soñando, doctor - guiñó un cómplice ojo a su amiga y ella sonrió levemente, comprendiendo que debía guardar silencio. - Has estado así durante una semana entera, todos nos hemos turnado en vigilarte. Nos tenías muy preocupados, cubito. - Le explicó dulcemente el chico. -
- Gracias Roy,- sonrió ella ahora con más amplitud. Añadiendo con un apagado susurro. - Muchas gracias por haberte ocupado de mí...
- ¡De eso nada! - Repuso él tratando de desdramatizar con un tono más jocoso. - ¿Qué te has creído? ¿Qué lo he hecho por ti? sólo lo he hecho por tus apuntes de literatura. Los de Tom son muy malos y los de Connie demasiado complicados. ¿Quién me los iba a dejar si no, eh?

            Ella esbozó una tímida sonrisa al hilo de aquel comentario, y tras sostener la mirada de su interlocutor durante unos instantes no pudo evitar reír. Los dos se rieron de aquella ocurrencia. Pasaron casi treinta minutos que emplearon sobre todo en intercambiar miradas de alegría y ¡quién sabe cuántas cosas más! El muchacho había resurgido completamente de su sufrimiento y ahora volvía a hacer las bromas y chistes que tanto exasperaban a la joven convaleciente. Pero en esta ocasión ella los acogió con risas cada vez más entusiastas y cantarinas. Aunque Roy posó uno de sus dedos en los labios de ella maldiciendo su propia inconsciencia. Se decía admonitoriamente a sí mismo que su compañera y amiga y...bueno, ¡ojalá que llegara a ser algo más!, acababa de salir del coma y él no quería que la chica hiciera demasiados esfuerzos para no sufrir un retroceso en su recuperación. Ella lo entendió, aunque ciertamente no se resentía de nada y las risas y bromas le hacían mucho bien. No pudo decirle esto a él pues, en aquel instante, llegaron los demás. Ya habían sido informados del cambio de estado de la muchacha.

-¡Bertie!- Sollozó Ami abrazándola con sumo cuidado.- ¡Es un milagro! ¡Gracias a Dios! - Añadió con gran alegría.-
-¿Qué tal te encuentras?- Quiso saber una no menos emocionada Rei.-
-Estoy muy bien, gracias.- Sonrió la joven.-
-Tenemos que llamar a Connie.- Intervino Tom, lleno de felicidad.- ¡Tiene que saberlo cuanto antes!…
-Yo me ocuparé.- Afirmó la también eufórica guerrera Marte.-

            Rei corrió en busca del teléfono más cercano. Llamó a la facultad, al número que Cooan le había dejado. Aunque en lugar de su amiga sonó la voz de una mujer.

-¿Podría hablar con la señorita Malinde?- Inquirió.- Es del hospital donde se encuentra su hermana… se trata de algo urgente.
-Un momento. No cuelgue por favor, la localizo y enseguida la hago venir.- Fue la respuesta.-

            Rei aguardó durante un rato, estaba nerviosa y deseando darle la gran noticia a su amiga del alma. Por fin oyó su voz…

-¿Sí?...¿quien es?. Soy Cooan Malinde…

Un poco antes de que aquello sucediera Cooan trataba de entrenar junto a las otras animadoras, aunque no se centraba. Cometía errores en pasos de coreografía que eran sencillos hasta para los principiantes. Pese a eso, ninguna de sus compañeras decía nada. Al contrario, todas se hacían cargo de la terrible situación que atravesaba. Al fin fue Melanie la que les indicó.

-Hagamos un descanso.

Las otras se dispersaron en busca de sus botellas de agua o para ir a charlar. La jefa de animadoras se aproximó a Cooan. La joven se sentaba con la cabeza hundida entre los hombros.

-Ha sido un día duro.- Le comentó afectuosamente Melanie quien se sentó a su lado pasándole un brazo tras los hombros.- Hemos trabajado mucho…
-Lo siento. No doy una a derechas.- Se disculpó su interlocutora.-
-No te preocupes por eso. – La animó su compañera con tono amable.- Eres de las mejores…
-No soy capaz de pensar en nada que no sea en mi hermana.- Sollozó la chica.- ¡Lo siento!…

            Melanie la observaba con lástima. Emocionada también quiso alentarla.

-Seguro que se va a poner bien. Es una de las nuestras y todas rezamos por ello. ¡Ya lo verás!
-Eso quisiera creer.- Gimió su compañera dejándose abrazar por ella.-

Melanie quería añadir algo para animarla pero no se le ocurría nada. ¿Qué podría decir? Ni ella misma creía posible que esa pobre chica se recuperase. Estaba pensando en eso cuando llegó precisamente la señorita Parker. Las dos se levantaron como un resorte cuando la jefa de estudios las abordó con tono serio y algo preocupado.

-Señorita Malinde. La llaman del hospital…urgente…
-¿Qué ha pasado?- Quiso saber la aludida presa de la angustia.-
-No lo sé. - Confesó su interlocutora.- Solo quieren hablar con usted como familiar más próximo. Puede usar mi despacho.
-Sí…gracias señorita Parker. – Casi susurró una muy nerviosa Cooan para pedirle a su compañera con voz trémula.-  Melanie, por favor. ¿Me acompañas?
-Claro.- Afirmó la joven indicando a su segunda.- April. Encárgate de continuar el entrenamiento.

            La aludida asintió, aunque tanto ella como el resto de las chicas observaban a su compañera con gesto inquieto. Deseando que tuviera buenas noticias. April tenía sus propias tribulaciones. No dejaba de pensar en su propia hermana y podía ponerse en el lugar de aquella infeliz con suma facilidad. Además, algo en ella le hacía sentirse muy culpable.

-Lo único que deseo es que tu hermana se ponga bien y que yo no tenga nada que ver en lo sucedido.- Pensaba llena de zozobra.-

            Aquel hombre que le diera la dirección de Paige era el mismo a quién ella le entregó las señas de esas chicas. Y a los pocos días, fortuitamente o no, había ocurrido esto. April quería creer que fue una casualidad y que Bertie resultó herida por alguna bomba que habían puesto unos terroristas. Esos de los que habían hablado las noticias, los responsables de los atentados.

-Sí, eso tuvo que ser. Ha habido mucha más gente herida. Si hubiese sido un ataque contra ella nadie más habría resultado afectado.- Se forzaba a razonar.-

De todos modos y aun si hubiese sido de ese modo, ver a Connie tan hundida le rompía el corazón. Lo mismo que a la jefa de animadoras que acompañaba a esa pobre chica. Se podía percibir la angustia que la dominaba a cada paso que la iba aproximando al despacho de la jefa de estudios, atenazando incluso sus piernas. Cooan temblaba literalmente a cada paso que daba. Melanie incluso la sostuvo dejándola apoyarse en ella, no cesaba de alentarla con palabras de esperanza, pero se temía lo peor. El gesto de Parker parecía demudado. La propia Connie no había querido afrontar eso sola. Lo cierto era que la jefa de animadoras había llegado a apreciarla de veras. Esa japonesa era muy buena chica, y la otrora altanera Melanie deseaba sobre todo enmendar su mal comportamiento con su hermana.

-Todo va a ir bien.-Le repetía animosamente una y otra vez a la temblorosa joven que solo asentía.- Ya lo verás…
-Las dejo a solas.- Terció la señorita Parker, que no prosiguió.-
-Gracias señorita.- Suspiró Melanie que no dejaba de sostener a su compañera.-

            Al fin las dos muchachas entraron en ese despacho y Connie recogió ese auricular que estaba sobre una mesa para ponérselo en la oreja y preguntar con patente temor…

-¿Sí?...¿Quién es?- Soy Cooan Malinde…
-¡Cooan!- Exclamó una pletórica Rei entonces en japonés.- ¡Se ha despertado! ¡Está bien! ¡Bertie está recuperada!

            Melanie no comprendía nada de aquel galimatías de ruido que se escuchaba en ese extraño idioma, incluso donde ella estaba, a unos pasos atrás. Su compañera pegaba el auricular a su oreja y ahora abría la boca sonriendo de forma luminosa, apenas si podía decir con la voz entrecortada por la emoción en esa misma jerga…

-¿De veras? ¡Oh gracias, Rei! Voy corriendo para allá. ¡Gracias a Dios!…

            Enseguida se abrazó a la jefa de animadoras y lloró, durante unos segundos no podía pronunciar palabra. Sin embargo, Melanie supuso que serían buenas noticias a juzgar por su expresión. Al fin, tras esos momentos de suspense, su contertulia se lo confirmó esta vez usando el inglés.

-¡Bertie está despierta! ¡Está bien, Melanie!.. Me voy corriendo a verla…
-Me alegro muchísimo Connie, de verdad.- Sonrió su interlocutora sin poder evitar las lágrimas. En tanto agregaba.- Anda, date prisa. Yo se lo explicaré a la señorita Parker…

Su compañera así lo hizo. Tomó un taxi hacia allí lo más deprisa que pudo. Corrió por los pasillos del hospital ganándose alguna amonestación pero no le importó. Nada más llegar a la puerta la abrió y entró en la habitación, abalanzándose sobre su hermana y llorando de alegría.

- ¡Beruche sama! ¡Ane chan!- Pudo decir en su lengua natal para añadir después en inglés. - ¡Gracias a Dios!, ¡si supieras cómo he sufrido y el miedo que he pasado!
-Tranquilízate ¡Onee-chan!- le susurró Bertie aun débil abrazándose a ella y acariciándole el pelo. -¿No pensarías que tu hermana mayor te iba a dejar sola en un lugar tan extraño? - Añadió permitiéndose decirlo con humor. -

            Ami y Rei también saludaron efusivamente a la recién llegada, aunque de manera más contenida, cuando entraron poco después. Tom trajo un ramo de flores, la habitación de Bertie estaba llena de ellas porque Roy y los demás se habían encargado de que no le faltaran ni un solo día. Él mismo las puso en agua mientras todos rodeaban a la “resucitada” expresándole su alegría. Entre la algarabía general el médico que seguía su evolución se abrió trabajosamente camino hasta la convaleciente.

- Por favor. - Pidió calmosamente haciendo un espacio con las manos. - Permitan que ausculte a la paciente.

            Por fin se apartaron y el médico pudo reconocerla. El grupo esperaba con intranquilidad su diagnóstico que, sin embargo, y para alegría de todos, fue mucho más optimista de lo que podían imaginar.

- No lo entiendo. - Afirmó el facultativo con la más absoluta incredulidad dibujada en el semblante. -¡No hay ni rastro de lesión! Nada, ¡es como si no hubiera existido! Señorita. - Se dirigió a Bertie anonadado y declaró. - Sinceramente, no creíamos que pudiera salir con vida de este trance. Sólo recuperarse del coma es un milagro, ¡pero es que además no muestra usted ninguna secuela! Es increíble. La felicito. Debo admitir que en mis más de veinte años de experiencia jamás había visto nada igual.
- Eso es porque formo parte de un equipo de luchadoras, doctor.- Respondió ella con una amplia sonrisa sin darle más importancia. -
- Sí, eso es cierto,- convino Cooan rebosante de alegría y apretando una mano de su hermana entre las suyas a la par que mirando agradecida a Ami y Rei que sonreían ahora. - ¡Un gran equipo!
- Bueno. - Añadió el doctor en tono más distendido. - Pues para que su recuperación sea definitiva se quedará aquí tres días más. Si pasados estos sigue estando bien, podrá marcharse. Ahora ordenaré que le traigan la merienda a las seis. Creo que un almuerzo ligero le vendrá estupendamente para readaptar su organismo a la alimentación normal.
-¿No podrían ser dos? - Intervino Roy con un tono jocoso. - ¡Yo me muero de hambre! Aunque para mí que sea menos ligero.

            Todos se rieron de aquella ocurrencia. Incluso el médico que, segundos más tarde, adoptó un gesto fingidamente más severo y le ordenó.

-¡Fuera!, las meriendas solo se les dan a los pacientes.
-Por curiosidad. ¿Qué les dan, doctor?- Preguntó Tom con tono divertido, deseoso de participar en la broma. -
- Pues creo que hoy toca tarta de  manzana con leche. O compota especial en el caso de su amiga, para que su estómago vaya acostumbrándose.- Repuso éste tratando de hacer memoria. -

            En ese preciso instante Roy se llevó las manos a la garganta y dijo con un tono de voz bastante aflautado.

-¡Oh doctor!, creo que me estoy poniendo enfermo. ¿No podría pedirle a una de esas guapas enfermeras que me traiga la merienda? Mi estómago si que está acostumbrado, puede acompañar todo eso que ha dicho con unas hamburguesas, unos batidos, algo de chocolate y pastas.
- Roy, no dudamos de que estés enfermo. - Terció Tom riéndose en tanto hablaba. – Aunque creo que la sala de enfermedades mentales está en la otra galería.

            Aquello produjo más risas. Lo cierto es que todos están ahora de un inmejorable humor. Y además su amigo volvió a la carga.

- Muy gracioso - replicó éste – pero te diré una cosa. Luego no te sorprendas si no te invito.
- Es usted muy pesado.- Repuso el doctor con tono jovial, contagiado de ese estupendo ambiente y muy feliz de haber recuperado una paciente en ese estado. - Pero puede hacer una cosa, ¿por qué no baja al hall? en la cafetería sirven unas meriendas estupendas...
- Pero eso cuesta dinero. - Opuso el aludido. – Y no tengo ni un centavo.
- Roy, ¡con tal de no oírte soy capaz de invitarte a lo que quieras! - Rio Tom-

            Los ojos de su amigo brillaron y sin pensarlo le sujetó de un brazo tirando de él.

-Trato hecho, ¡hala vamos!..
-¡Oye, que era una broma, tampoco estoy sobrado de capital! - Se resistió su interlocutor demandando el apoyo de  sus amigas. -¡Chicas ayudadme! - Imploraba dirigiéndose a ellas.-
- A nosotras no nos mires. - Se sonrió Rei con malignidad fingida para sentenciar a continuación con tono divertido. -Te has metido en el lío tú solito.
-Sí, lo sentimos por ti, Tommy, ¡pero una promesa es una promesa! - Se rio Ami a su vez. -

            Las demás asintieron solidariamente al parecer de su amiga y Tom tragó saliva conocedor del hambre atroz que últimamente tenía su compañero. Trató de volverse atrás de nuevo, alegando falta de liquidez, pero Roy le rebatió inmisericordemente...

- Demasiado tarde, tío. Pero no te preocupes. Siempre puedes trabajar aquí por horas limpiando orinales.


            Y deseando aprovecharse de la ocasión, arrastró a su apurado colega fuera de la habitación con el ruido de fondo de las risas de todos los demás...


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