Por fortuna, las chicas esperaban aquel ataque a
traición, Petz y Beruche, a quienes iba
dirigido en principio, lo esquivaron no sin problemas y la Dama del Rayo fue la
primera en contraatacar.
-¡Poder del rayo! - gritó lanzando su descarga de
energía que fue evitada por el demonio por escasos centímetros. -
Beruche
entre tanto materializó su espada y atacó a su enemigo.
-¡Ataque del hielo puro! - exclamó a la par que
asestaba un tajo al demonio logrando herirle en el pecho, éste aulló de dolor
maldiciéndola. -
Karaberasu
y Cooan luchaban por su parte contra el otro. Su oponente era sin embargo,
diestro, y lograba zafarse. La dama del Trueno desplegó su látigo pero no logró
alcanzarle. Su compañera, materializando su arco, se dispuso a disparar. Los demonios
se alejaron de ellas reagrupándose.
- Estas perras son más poderosas de lo que creíamos.
- Admitió Moliak. - Debemos ir con cuidado.
- Tienes razón camarada - asintió Suak
proponiéndole. - Hagamos la fusión infernal y no tendrán nada que hacer.
-¿La qué? - Preguntó Cooan sorprendida.-
-¡Enseguida lo vais a saber! - rio Suak con una
mueca perversa. -
- Sea lo que sea no os lo vamos a permitir.- Gritó
Petz atacando nuevamente. - ¡Rayo de tormenta eléctrica!- lanzó una potente
descarga contra los demonios dejándoles aturdidos. -
-¡Maldita seas!, eso me ha dolido.- Increpó Suak que
contraatacó con un rayo de energía que la Dama del Rayo esquivó apuradamente. -
-¡Y más que te va a doler!- replicó Karaberasu con
gesto burlón.-
Por
su parte Cooan alcanzó a Suak con una flecha de fuego en uno de sus brazos, el
demonio aullaba de dolor y maldecía con frustración. Karaberasu aprovechó la
circunstancia para cazarle enroscándole su látigo al cuello con gran maestría
en su manejo que, pese a los años de inactividad, no había olvidado. Moriak se
abalanzó sobre ella pero fue detenido por la jabalina de Petz, que se clavó en
su costado. Beruche le agarró y poniendo el filo de su espada en el cuello de
su oponente le conminó a rendirse.
- Vamos, ¡daos por vencidos!, no tenéis oportunidad,
¡os hemos derrotado! Sería mejor para vosotros si dejaseis de luchar.- Le ofreció
con generosidad. -
-¡Eso nunca, zorra!- escupió Moliak. - Antes muertos
que rendirnos a unas hembras miserables.
-¿Cómo te atreves a decir eso cerdo demonio
machista? - Le espetó Petz muy enfadada. - Ahora verás.- Ahondó con su jabalina
removiéndola en la herida del demonio que bramaba de dolor.- ¿Sigues pensando
lo mismo? - Le preguntó con una malévola sonrisa que recordaba sus tiempos de
Ayakashi. -
- Basta, me rindo - chilló Suak que si temía los
riesgos de continuar un combate perdido. -
-¿Quiénes sois? ¿Quién os envía?- Le preguntó
Karaberasu de malos modos. -
- Con tu látigo al cuello no puedo contestar,- jadeó
el demonio tratando desesperadamente de soltárselo. -
- Dama del Fuego - le indicó Karaberasu a Cooan.- ¡Apuntale con tu arco! Si intenta algo
vuélale la cabeza.
- Muy bien – repuso su hermana apuntándole con una
de sus flechas a esa misma parte.-
Karaberasu
sólo precisó un tirón seco para desenroscar el látigo del cuello de su enemigo
que pudo al fin respirar aliviado...
- Ahora
contestarás a nuestras preguntas.- Le pidió la Dama del Trueno con una
falsa voz melosa. -¿Verdad que sí?...
-¡No lo hagas o serás un perro traidor!- Le conmino
Moliak zafándose de Beruche y atacando a Petz.-
La
Dama del Hielo reaccionó a tiempo y le clavó la espada. Petz lo remató con un
rayo de energía. Moliak aulló estallando. Las hermanas se apartaron para evitar
todo tipo de onda expansiva y cuando se reagruparon se volvieron hacia un
todavía aturdido Suak, apremiándole a contestar.
- Ya has visto que no bromeamos. - Le susurró la
Dama del Trueno con gesto y tono amenazante. -Dinos lo que queremos saber o te
haremos correr la misma suerte que tu compañero.
Las
demás clavaron en él unas frías y torvas miradas y eso terminó por amedrentar a
su prisionero.
- De acuerdo - respondió sumisamente el demonio. -
¿Qué queréis saber?
-¿Quién eres? - Inquirió Petz. -
- Soy Suak. Demonio del tercer círculo, de la
categoría de los antivirtudes.
-¿Qué significa eso? - Preguntó Beruche
ingenuamente. -
-¡Qué me encanta gozar de vosotras, hembras! - siseó
el demonio con una sonrisa lasciva. -
Por
toda réplica la Dama del Trueno le sacudió un latigazo en la boca visiblemente
furiosa.
-¡No te hemos pedido que nos cuentes las guarradas
que se te pasan por la cabeza, cerdo! Sólo responde a lo que te preguntamos.
- Eso he hecho - replicó el demonio con una mueca de
dolor. - Ella lo preguntó.
-¿Qué queréis, por qué habéis venido aquí?- Inquirió
Petz.-
- Debemos colocar las cinco piedras para construir
el portal oscuro que traerá a nuestro gran Señor de las Tinieblas y a su
ejército. - Explicó aquel ser confirmando sus sospechas. -
-¿Quién os envía? - Fue el turno de preguntar para Cooan.-
- Estoy a las órdenes del Gran Sabio y sus Maestres,
de la Secta del Caos final.
-¿Quién es ese Gran Sabio que...?.- Le preguntó la
Dama del Trueno que detuvo su frase y reflexionó por unos instantes para
comentar con sus hermanas. - ¿No os recuerda algo ese nombre?...
- Sí, me resulta familiar,- repuso Beruche pensando
unos momentos. -El Hombre Sabio - dijo lentamente. -
- Sí, podría ser - convino Petz. -
- Pero eso no puede ser posible. - Objetó Cooan
recordando a las otras. - Las guerreras le destruyeron.
Karaberasu
se dirigió otra vez hacia el demonio.
-¿Dónde está esa Secta? ¡Responde!- le conminó
impaciente. -
- Eso nunca os lo diré - siseó Suak con una mirada
llena de odio y desafío. -
Con
visible furia la Dama del Trueno le golpeó nuevamente con el látigo que produjo
ondas subsónicas contra su enemigo, haciéndole gemir por la violencia del
impacto.
- Me estás haciendo perder la paciencia demonio
asqueroso. - Le espetó con un creciente tono de irritación. -
- Tú, ¡sucia perra! - La increpó Suak quejándose por
el dolor. - Pagarás por esto, te lo aseguro. El Gran Sabio sabe todo lo que
está ocurriendo aquí. Y mi amo también, él te dará lo que mereces.
-¡Ten mucho cuidado con lo que lo que dices! - Le
espetó Beruche blandiendo su espada sobre la garganta del demonio. -
-¿Cómo es eso posible? - Preguntó Cooan con más
aplomo. - ¿Cómo puede saber lo que está pasando ahora?
- Sois más estúpidas de lo que creía - rio el demonio
que desveló para horror de las chicas. - Él lo ve todo en su bola. A estas alturas
ya os habrá identificado, ¡estáis perdidas!, ¡sobre todo tú!- señaló a
Karaberasu a quién no agradó nada ese pérfido tono. –
Petz
le apuntó con su jabalina imprecándole con su típico mal genio.
-¡No te permito que nos amenaces, monstruo asqueroso!
- Cada vez somos más y más poderosos.- Añadió Suak
ignorando ese aviso - y muchos más están al llegar. Os machacaremos y os
mataremos pero antes disfrutaremos poseyendo vuestros cuerpos y almas.
- Eso lo veremos. - Rebatió la Dama del Hielo con
determinación. -
- Sí, lo veremos, y mucho antes de lo que pensáis.-
Sentenció Suak complacido ahora por el temor que podía detectar en las mujeres.
-
-¿Cuándo haréis la invocación?- Le preguntó la Dama del Trueno sin
contemplaciones. -
- Eso no lo sé. - Replicó el demonio ganándose un
puntapié en el estómago por parte de Kalie, lo que le hizo doblarse sobre sí mismo,
escuchando nuevamente la voz de su
agresora teñida ahora de regocijo. -
-¡Qué pena, no te creo!, tendré que sacudirte hasta
que confieses la verdad o hasta que me convenzas.
- Sí, y no te preocupes, si ella se cansa yo
continuaré.- Le prometió malévolamente Petz. -
Bertie
miró a sus hermanas sorprendida, lo cierto es que se estaban pasando hasta para
tratarse de un demonio, ellas ya no eran así. Aunque pudiera ser que las
circunstancias las hubieran cambiado. De todos modos, ni Cooan ni ella misma
estaban tan dispuestas a ensañarse pese a la calaña de su adversario. Su hermana
menor convino en ello con un cruce de miradas y en un gesto reflejo bajó unos
segundos el arco. Pero aquello fue un error. Suak se percató de eso y
aprovechando ese descuido de su enemiga golpeó a ésta haciéndola caer y escapó
con una tremenda rapidez para esconderse en unos arbustos cercanos.
-¡Oh mierda!- se maldijo la Dama del Fuego - me he
descuidado.
- Con estos bastardos no puedes permitirte el lujo
de ser blanda. - Le indicó Karaberasu como si hubiera leído el pensamiento de
sus dos hermanas menores. -
- No os preocupéis, está debilitado y no ha podido
ir muy lejos. Le atraparemos - aseguró Petz.-
- Sí, ¡vamos a por él! - arengó la Dama del Trueno. -
- Pero debemos andarnos con mucho cuidado, pese a
todo sigue siendo peligroso.- Les advirtió Beruche con buen juicio. -
-¡Está aquí! -Oyeron el grito de terror de aquella
chica.-
-Tranquila.- Replicó Bertie.-
-Allá vamos.- Añadió Cooan.-
Las
hermanas se dirigieron de inmediato hacia su enemigo. Este justo había acertado
a ocultarse a un par de metros de la que había sido su cautiva. Ahora, en los tensos
instantes que mediaron antes de la llegada de las justicieras, miraba con una
mezcla de odio y deseo sexual mal contenido a April. La chica estaba paralizada
de terror. Tuvo la gran suerte de que al demonio no le interesara plantar
batalla. Suak sabía que de atraparle nuevamente le destruirían. De modo que, en
cuanto se recobró lo suficiente, ignorando a esa humana se teletransportó a su
base.
-¿Estás bien? ¿Te ha hecho algo?- Se interesó Cooan llegándose
a esa muchacha.-
La
interpelada era incapaz de responder. El resto de las Justicieras miraron
alrededor aunque no vieron nada. Al fin, fueron atraídas por la pregunta de esa
demudada chica.
-¿Qué era eso? ¿Qué está pasando?
-Calma.- Le pidió una mujer que además de antifaz
como el resto, llevaba un gran lazo rojo prendido en el pelo.- No te preocupes
por eso.
-Ese ser estaba aquí.. ¡y de pronto desapareció!-
Les relató todavía en shock.- ¿Cómo hizo eso?
-Habrá salido corriendo muy deprisa.- Quiso
rebatirla otra mujer algo más alta que el resto, que vestía un uniforme de
tonos verdes.
-¡NO! -Exclamó una descompuesta April, alegando.- No
estoy loca, sé muy bien lo que he visto.
-Tranquila.- Le susurró afablemente Cooan.- Nadie
dice que lo estés. Pero tienes que sosegarte un poco.
La
pobre chica rompió a llorar tapándose la cara con las manos. Sus interlocutoras
se miraron con pesar. Sobre todo Bertie y Cooan. Las pequeñas se apartaron un
poco para comentar.
-¿Qué hacemos con ella?- Quiso saber Bertie.- Ahora
la he reconocido sin lugar a dudas. Es una de tus amigas animadoras.
-Sí, es April Sinclair. La segunda capitana. La compañera
de habitación de Melanie.- Le clarificó su hermana.-
-Tendremos que acompañarla a la facultad sin que
descubra nuestras identidades. -Susurró su contertulia.-
Cooan
asintió. Lo lamentaba mucho por esa infeliz. Aunque tuvo suerte de que ellas
estuviesen allí.
-Dama del Rayo, Dama del Trueno.- Se dirigió a sus
hermanas mayores.- Por favor, revisad la zona. Nosotras acompañaremos a esta
chica a su casa.
-Me llamo April, como tú misma sabes.- Fue capaz de
decir la aludida.-
-¿Dónde vives?- Le preguntó Bertie por guardar las
apariencias.-
-Soy estudiante. Vivo en la facultad de la Golden
State College.- Respondió ella.-
-¿Sabes dónde queda eso, Dama del Fuego?- Inquirió
Beruche a su hermana, evitando sonreír.-
- Creo que sí, está algo lejos.- Declaró ésta.-
-¿Sabes qué? Te escoltaremos hasta que puedas tomar un
autobús.- Le propuso amablemente esa mujer de uniforme azulado, que portaba
todavía una espada que parecía hecha de cristal.-
-Muchas gracias. Todavía no sé quienes sois. -Musitó
April, preguntando algo ingenuamente.- ¿Trabajáis para el gobierno?
Pudiera
ser que esos extraños degenerados fueran criminales o algo así y ellas un grupo
de élite encargado de perseguirles. Aunque esas mujeres movieron negativamente
la cabeza.
-Solamente trabajamos para que prevalezca la
justicia.- Sonrió entonces la que vestía de tonos más anaranjados y llevaba un
látigo en su mano derecha.- Yo soy la Dama del Trueno. – Y chasqueó su látigo
para demostrarlo, produciendo un pequeño estampido.-
-Yo soy la Dama del Fuego.- Añadió Cooan, mostrando
su arco y una saeta flamígera que enseguida hizo desvanecer.-
-La dama del Hielo es mi nombre.- Terció Bertie, creando
algunos copos de nieve al tiempo que su espada se recubría con una especie de
escarcha. Aunque enseguida hizo que el arma desapareciese.-
Y yo soy la Dama del rayo.- Remachó orgullosamente
Petz, emitiendo algunas chispas de electricidad por su jabalina.-
-Gracias, muchísimas gracias por salvarme.- Sonrió
al fin la todavía traumatizada muchacha sin dejar de contemplarlas con
admiración, fijándose en esos colgantes con aquella hermosas piedras de colores
que lucían.- Sois muy valientes!
Y
esas benefactoras tras sonreír afablemente por aquel elogio, cumplieron su
promesa y la acompañaron hasta una parada de bus que estaba desierta a esas
horas. Aunque ahora April no tenía miedo. Se sentía segura rodeada por esas
increíbles mujeres. De todos modos no pensaba contarle eso a nadie. A buen seguro
que la iban a tomar por loca. Más si cabía cuando al fin llegó el autobús y
ella, esbozando una sonrisa se giró para despedirse.
-Pues muchas gracias por todo otra vez, yo…
Sin
embargo, para su asombro ya no había nadie a su lado. ¿Dónde se habrían metido
esas individuas? Suspiró y sin pérdida de tiempo abordó el vehículo. No tenía
ninguna gana de permanecer sola en ese lugar.
-Es increíble. Si no lo hubiera vivido, jamás lo
hubiese creído.- Pensaba entre aliviada y espantada.- ¡Oh Dios mío!, Paige. ¿En
qué te has metido?
Por su parte, el demonio se había teletransportado a
la guarida de la secta. Allí le aguardaba el Gran Sabio que se dirigió hacia él
en un falso tono condescendiente.
-¡Oh Suak!, has tardado mucho en volver. ¿Colocaste
la piedra en el lugar correspondiente?
-Bueno…tuvimos un ligero contratiempo.- Pudo
replicar el aludido.-
- ¿Y dónde está tu compañero?
- Verás, Gran Sabio - farfulló el demonio
visiblemente nervioso. – Como te he dicho. Hemos tenido un imprevisto.
-¿Y qué clase de imprevisto ha sido ese que te ha
retrasado? - Preguntó con falsa curiosidad su inquisidor, haciendo refulgir dos
puntos rojizos tras su capuchón. -
- Cuatro mujeres muy poderosas, pero logré escapar,-
le informó su interlocutor bastante satisfecho. -
-¿Y Moliak? - preguntó el Sabio fingiendo no estar
al tanto. - Aun no me has dicho dónde está.
- Ha sido destruido por ellas - repuso Suak en voz
baja.-
- Ya veo, y tú has revelado nuestros planes para
comprar tu miserable vida. ¿No es así?- Le abroncó con voz colérica. - ¡Habla!...
El
demonio agachó la cabeza balbuceando asustado.
- Perdóname señor, no tuve otro remedio, pero lo que
les he dicho no les ayudará en nada. Solamente son unas hembras. No tienen
suficiente poder como para detenernos.
-¿Tú crees? – Le inquirió con sarcasmo para añadir a
continuación con tono irritado. – Pues contigo y tu compañero no han hecho un
mal trabajo. Y eso no es todo. ¿No sabes que cuentan con poderosos aliados que
son capaces de destruirnos?
Suak
miró a su amo sorprendido pero enseguida contestó
- Pero si ni siquiera saben por donde empezar.
- Claro - repuso el Gran Sabio con ironía - y por
eso tú consideraste apropiado ayudarlas y les has abierto el camino con tu
estupidez. No sólo eres un traidor, además eres un irresponsable.- Declaró
haciendo que el aludido quedase paralizado de temor. Más si cabe cuando
remachó. – Ahora tienen una de las piedras. Nos será imposible proseguir con la
invocación si no la recobramos. Y ha sido por tu culpa…
- Volveré y acabaré con ellas - suplicó el demonio arrodillándose
- ¡te lo suplico, dame otra oportunidad! La recuperaré…
- Tú no podrías con ellas. Si no has sido capaz de
hacerlo antes con tu compañero, ¿cómo podrías lograrlo ahora sólo? Eso suponiendo
que pudieras localizarlas. ¡Lo único que harás será pagar por tu traición! - espetó
para dirigirse a los Maestres quienes
indiferentes contemplaban la escena, para ordenarles. -Vosotros invocasteis a
esta escoria, dictar la sentencia ahora.
-¡Muerte!- exclamó el primer maestre.-
-¡Muerte!- corroboró inflexiblemente el segundo. -
-¡Muerte!- añadió inexorablemente el tercero. -
Los
tres bajaron los pulgares impasibles y el silencio de plomo que se extendió en
la sala hizo entender a Suak que está condenado sin remisión...
-¡No, por favor!- chilló el demonio aterrado - ¡os
lo imploro! Sólo lo hice para ganar tiempo para ti ¡Ahora ya conoces su identidad! - Trataba
desesperadamente de argüir para obtener clemencia. -
- Yo ya sabía eso - repuso el Gran Sabio con
desprecio. - ¡Idiota! ¿Quién te pidió que ganaras tiempo? Se te ordenó que
colocaras la piedra Yalmutud y las has perdido. Te has dejado derrotar vergonzosamente
y en lugar de pasar desapercibidos como se os indicó, tu compañero y tú os
dedicasteis a violar humanas permitiendo que el enemigo os localizara.
- Era una tentación demasiado fuerte para nosotros.
El sexo de las hembras nos atrae de un modo irresistible. ¡Somos
antivirtudes! - Pretextó Suak tratando
de defenderse. -
- Por lo menos tu camarada supo morir como un
demonio y ahora tú le seguirás. - Escupió su interlocutor levantando una de las
mangas de su hábito, sacando de ésta un largo dedo multicolor que apuntó contra
el horrorizado demonio. -
- Nooo, piedad! - chillaba éste tapándose la cara
con las manos. -
-¡Desaparece de una vez! - Aulló el Gran Sabio fulminando al demonio con un
rayo que brotó de su dedo. -
Suak
estalló en tanto que los maestres contemplaron el espectáculo con total
desinterés. Bajaron la cabeza disponiéndose a marcharse, pero su líder se
dirigió hacia ellos también con tono amenazador.
- La próxima vez ya podéis invocar a alguien más
digno de confianza o seguiréis la misma suerte, no toleraré el más mínimo
error.
- No te defraudaremos, señor - respondió el primer maestre
casi con un hilo de voz.-
- Redoblaremos nuestros esfuerzos. - Aseguró el
segundo temblando.-
- Perdona nuestra torpeza, no volveremos a invocar a
ningún demonio sin tu permiso. - Completó el tercero con sumiso tono.-
- Me da igual la cantidad de demonios que invoquéis -
respondió el Sabio irritado. - Sólo quiero que dejéis de hacer chapuzas, ¡ahora
quitaos de mi vista, idiotas!
Los
tres maestres se retiraron humildemente. En otra parte, las luchadoras justicieras,
tras dejar a salvo a esa muchacha, retornaron al campo de batalla. Habían rastreado
todos los alrededores por si ese demonio hubiera buscado refugio cerca. Al fin,
hartas de indagar y viendo que las piedras de sus collares no parpadeaban,
dedujeron que su enemigo habría huido.
- Aquí ya no hacemos nada – suspiró Petz resignada.
- Vámonos a casa.
-Se nos escapó en las narices. ¡Maldita sea!-
escupió Karaberasu dándole una patada a una lata cercana para desahogar su
frustración. -
- Lo importante es que les hemos derrotado. Y sobre
todo que hemos salvado a April. - Declaró Beruche tratando de levantar los
ánimos de su hermana. - Y ahora conocemos sus intenciones.
-Mientras volvíamos para acá Cooan me ha dicho que
conocéis a esa chica de la Universidad. ¿Es eso cierto?- Quiso saber Petz.-
-Sí.- Admitió Bertie.- Lo que no sé es qué estaría
haciendo cerca de aquí.
-Por lo que Roy y Tom nos han comentado esta zona no
es un vecindario muy acogedor que digamos. Eso sin contar a los demonios.-
Agregó Cooan, con extrañeza.-
Desde
luego, era raro que alguien que no tuviera problemas con la ley se aventurase
por ese tipo de barriada. Quizás su compañera fuera de camino a otra parte o
bien secuestrada en cualquier lugar y llevada hasta allí. Lo malo es que no
podrían preguntárselo.
-Debéis andaros con muchísimo cuidado. Nadie debe
descubrir nuestra identidad.- Les advirtió Kalie.-
- No os preocupéis. Seremos prudentes. Y además,
estaremos preparadas. - Aseguró Cooan señalando la piedra y afirmando. - Sin esto
no podrán llevar a cabo esa invocación, sólo tenemos que esconderla bien, así
que llevémosla a un lugar seguro.
Así
lo hicieron, llegaron a casa y ya con sus identidades normales buscaron un buen
lugar para ocultarla.
-Deberíamos llamar a las guerreras y contarles lo
sucedido.- Propuso Cooan.-
-Me parece una buena idea.- Convino Petz.-
Fue
Bertie quién se ocupó de telefonear en esta ocasión. Pese a la diferencia horaria
logró contactar con Ami. La muchacha saludó a su amiga y se alegró mucho cuando
supo de aquello.
-¡Enhorabuena! Lo habéis hecho muy bien. Ha sido un
brillante debut como justicieras.- La felicitó.-
-Fue duro, pero seguimos vuestro ejemplo, luchamos
unidas y les vencimos.- Le narró Beruche con patente satisfacción, entre las sonrientes
caras de sus hermanas, sobre todo al sentenciar.- También salvamos a una
muchacha inocente y lo que es incluso más importante, ahora no podrán llevar a
cabo sus planes.
-No esperábamos menos de vosotras, chicas.- Afirmó una
orgullosa Ami, aconsejándola de inmediato.- Pero manteneos alerta. A buen
seguro no renunciarán tan fácilmente.
-Lo haremos, estate tranquila, Ami-chan.- Le aseguró
su contertulia antes de despedirse.-
La
sailor también colgó. Enseguida se encargó de avisar a sus compañeras. Todos se
reunieron en el santuario. Incluyendo a Mamoru y a los gatos. Una vez puso al
corriente al resto, fue Makoto la que comentó.
-Entonces todo va estupendamente. Sin esa piedra al
parecer esos demonios no podrán llevar a cabo sus planes.
-¡Es magnífico!- Exclamó Minako llena de
entusiasmo.- Nuestras amigas han demostrado ser unas excelentes guerreras.
-Sí, podríamos decir que hemos abierto una
franquicia en los Estados Unidos.- Sonrió Rei, agregando con humor.- ¡El
negocio marcha!
Aunque
enseguida se dieron cuenta de que ni Usagi ni Mamoru parecían compartir ese
entusiasmo. Fue la gata Luna quién les comentó con gesto de extrañeza.
-¿Sucede algo? A mí me parece que son muy buenas
noticias…
-Es verdad. Sólo deben mantener a salvo esa
piedra e impedir que el enemigo se haga
con ella.- Remachó Artemis.-
-Eso es lo que nos preocupa.- Repuso Mamoru con aire
reflexivo y algo inquieto.-
-Sí, ahora esos demonios las pondrán directamente en
su punto de mira.- Sentenció Usagi.-
-Eso lo habían hecho ya.- Terció Rei añadiendo con
optimismo. - Y cuentan con Roy para protegerlas. Estarán a salvo. Tendríais que
haberle visto.
-Así es. - Añadió Ami conviniendo con su compañera.-
Es enormemente poderoso. No creo que ninguno de esos monstruos tenga la menor
oportunidad contra él.
-Espero que tengáis razón, chicas.- Suspiró Usagi
que al poco esbozó una sonrisa más animada para añadir.- Es verdad. No tengo
que ser pesimista. Las cosas van muy bien. Nuestras amigas lo han hecho de
maravilla. Y el que hayan podido hacerse con esa piedra ha sido un golpe de
suerte.
-¡Claro! –La animó Minako pasándola un brazo por los
hombros.- Hay que celebrarlo. Nuestras pupilas han superado la prueba con muy
buena nota…
-Habéis hecho un gran trabajo.- Las halagó Artemis.-
Otro equipo de luchadoras por el bien. Nunca está de más tener ayuda.
-Sí, porque ni siquiera nosotras podemos estar en
todas partes. Y a veces necesitamos unas vacaciones. ¿Verdad, chicas? – Rio
Makoto llevándose una mano tras la nuca, y haciendo que sus amigas riesen con
ella.-
No
obstante Usagi y Mamoru se miraron con seriedad. Sin embargo, no quisieron
inquietar al resto. Quizás tuvieran razón después de todo. Sería mejor
disfrutar del momento. Aunque también deberían mantenerse alerta. Tras
despedirse de las otras guerreras la pareja retornó a solas. Luna y Artemis se
habían ido por su cuenta. Paseando ya de noche por las calles de Tokio, camino
a casa de la joven, su novio comentó con tono grave…
-¿Estás completamente segura?....
-Por desgracia sí. Fueron muy claros a ese respecto.-
Replicó la interpelada bajando la cabeza.-
-De modo que, hasta ahora, esto solamente ha sido el
primer asalto.- Concluyó Mamoru.-
-La guerra dista mucho de estar ganada. El enemigo
contratacará. Y seguramente recurrirán a sus mejores bazas…- Declaró Usagi.-
-Ante eso. ¿Qué podremos hacer?- Se preguntó en voz
alta su novio atrayendo a la chica hacia sí, tras pasar un brazo por su
cintura.-
-Lo sabes tan bien como yo. Nada hasta que no llegue la hora. Suceda lo
que suceda, no podremos involucrarnos antes. Ni nosotros, ni las chicas
tampoco.
-No ignoras lo que nos puede costar el hecho de
interponernos entre ellas y sus amigas, ¿verdad?- Le dijo suavemente él.-
-Lo sé perfectamente. Como sé que todo está trazado
y que así deberá ocurrir.- Musitó la muchacha agregando con pesar.- Por mucho
que nos duela…Pero de momento dejemos que disfruten y que sean todo lo felices
que puedan.
Mamoru
asintió y ambos llegaron a la casa de ella. Allí se despidieron, antes de que
la madre de Usagi abriera la puerta.
-¡Vaya! - Comentó la mujer al ver alejarse al
chico.- Que pena que Mamoru-san no se haya quedado un poco a tomar una taza de
té.
-Es tarde ya, mamá.- Sonrió Usagi alegando.- Tiene
que levantarse temprano para estudiar.
-Bueno. Pues entonces, vamos a tomarla tú y yo. Tu
padre está de viaje de negocios y tu hermano estudiando fuera. Esta casa está
muy solitaria y para un rato que tengo a solas con mi hija…
-Claro mamá.- Sonrió todavía más ampliamente la
chica, añadiendo con tono entre expectante y algo meloso.- ¿Tienes de esas
tortitas?..
-Vaya, pues no.- Pudo replicar la aludida.-
Usagi
torció algo el morro, pero su madre enseguida la animó prometiéndola.
-Mira. Voy a hacerlas y nos las tomamos juntas…
-¡Genial! –Exclamó llena de alegría.-
Y
es que las tortitas de su mamá Ikuko eran las mejores del mundo. Sonrió ante
esa perspectiva. Al menos podía seguir siendo esa alocada y alegre muchachita
durante un rato olvidando sus tribulaciones. Aunque, por otro lado, no dejaba
de pensar en las cuatro hermanas y en sus amigos.
-Espero que estén bien.- Se decía.-
Por su parte, los objetos de preocupación de Usagi
estaban descansando un poco, ya con sus ropas civiles, tras su exitoso combate.
Aunque apenas pudieron reposar unos minutos cuando sonó el timbre, eso les produjo
cierta desazón. ¿Quién podría ser? ¿Acaso algún demonio o sectario sabía dónde
vivían y había venido a recuperar esa piedra? No se fiaban hasta que Cooan se
decidió a observar por la mirilla. Tras unos breves instantes sonrió aliviada y
les dijo a sus hermanas que eran Tom y Roy.
- Abre, pero de lo que ha sucedido ni una palabra. -
Le lanzó Petz a modo de consigna. -
- Descuida - convino la muchacha que abrió la puerta,
no sin antes susurrar con complicidad. – Es nuestro secreto…
Y
las otras chicas conectaron una radio para disimular. Como si hubieran estado
realmente allí todo el tiempo escuchando música. De hecho podían oírse algunas
canciones. A su vez, nada más ver a Cooan, ambos muchachos entraron sonrientes.
- Hola chicas - saludó Roy - ¿Cómo va vuestra
estancia en la ciudad? ¿Habréis ido ya de compras, no?
- Pues no, pero no lo hemos pasado mal. - Sonrió
Beruche y sus hermanas se rieron tapándose la boca, ¡si ellos supieran de donde
habían venido! – Ya sabéis, una velada entre hermanas. Y por cierto. ¿No es un
poco tarde?
-Nunca es tarde para pasar un buen rato.- Alegó Roy
sonriendo con esa picardía tan suya.- Así alargáis la velada.
-No sé, tras tantas emociones estamos un poco cansadas.-
Suspiró Cooan.-
-¡Qué lástima! - Intervino Tom simulando algo de
pesar al añadir.- Nosotros veníamos a invitaros a cenar, pero si ya estáis tan
cansadas...
Las
cuatro se miraron perplejas, eso sí que no lo esperaban, no comentaron nada
hasta que Bertie dijo divertida.
- No lo puedo creer y os habéis venido hasta aquí a
estas horas solamente para invitarnos a cenar. ¡Qué detalle tan bonito!
- Sí, no te extrañes, somos así de buenos.- Replicó
Roy con algo de autobombo. -
Cooan se agarró de un brazo de Tom que no pudo
evitar sonrojarse en tanto un calambre le recorría el estómago. Más aun cuando
la chica le susurró con voz melosa.
- Eres un cielo, Tommy, y no te preocupes, para
salir a cenar gratis estamos siempre dispuestas. Para eso no hay cansancio que
valga. ¿Verdad chicas?...
-¡Siii!- corearon todas las demás a la par que rodearon
a los muchachos y exclamaron. -¡Tenemos hambre, tenemos hambre!..
- Chicas escuchad. – Sonrió el aludido con cara de
circunstancias. Desde luego que él no contaba con las cuatro. Pero claro, no
podía decirlo. - Era una broma. Podemos salir a dar un paseo.
Justo entonces, antes de que nadie replicase, una
buena canción que Roy conocía bien, estaba sonando.
Tienes que ser inteligente, tienes que ser agradable
Vas a mantener una cara seria
cuando hagas el tonto
Vas a sonreír cuando rompas las reglas
Vas a encantar a la serpiente ahora, cariño
Tienes que ser ágil, tienes que ser rápido
Pienso que podría solo ayudar
Estar un poco enfermo
Sabes que el mordisco no puede cortarte
Si la piel es gruesa
Vas a encantar a la serpiente ahora, cariño
¿Eh, no somos todos atractivos?
No hay razón para no tomar una buena lamida
El reloj en la pared
Va a seguir su tic tac
Entonces Roy cantó, con tono divertido, acompañando
la canción.
Encántala la serpiente, cariño
Encántala ahora
No la dejes ir
No la dejes ir
Vas a encantar a la serpiente
Vas a encantar a la serpiente
Una raya
Dos rayas
Que significa que el veneno es letal
La carne es clara
El mejor se aprovechará de ti como una máquina
Vas a encantar a esa serpiente ahora, quizás
Y Tom secundó a su amigo cantando con una clara y
agradable voz..
No dejes las uñas
Debajo del corazón
Si pillan un buen agarre
Lo van a desgarrar
Los primeros y los últimos besos
Son las partes más peligrosas
Vas a encantar a esa serpiente ahora, quizás
Hay un gancho en el anzuelo
El primero cometió un error
Si tienes lo que hace falta
Mejor encanta a la serpiente
-¡Oh sí! - Cantaron todas las hermanas a la vez,
realmente divirtiéndose con aquello.-
Y
es que les encantaba tener aquellos momentos de complicidad y unión entre
ellas. Desde que eran muy pequeñas en Némesis no habían vuelto a disfrutar de
algo así. Cooan recordaba incluso algunas de las canciones que su madre oía.
Eran de la Tierra, en antiguas grabaciones de sus antepasados que conservaba. Y
había tenido la oportunidad de escuchar unas cuantas desde que estaba en la
universidad y conociera a Tom y a Roy.
-Le pediré a Tom que me ponga alguna más, quizás él
las conozca.- Pensaba en tanto esa tonada iba concluyendo.-
Tú le vas a mostrar
No la dejarás ir
Se lo haré saber
No la voy a dejar ir
(Charm the Snake.
Christopher Cross. Crédito al autor)
Cuando
la canción terminó Roy movió la cabeza y declaró con fingida solemnidad.
- Tom, lo prometido es deuda y un caballero nunca
falta a su palabra. Espero que lleves bastante dinero en la cartera.
-¿Cómo que yo?- Le inquiere él atónito añadiendo -¿Y
tú qué?
- A mí no me metas, ha sido idea tuya. - Se sonrió pícaramente
su amigo. -
-¿Mía?- Inquirió señalándose atónito y rebatiendo
con firmeza. - Pero si tú dijiste que...
Sin
embargo, su compañero le acalló con un gesto de sus manos en tanto agregaba...
- No seas tacaño, paleto de Kansas, e invita a las
chicas...
- No es que no quiera, es que esto es todo lo que
llevo. - Se justificó su amigo visiblemente apurado, sacando quince dólares de
su bolsillo. -
- No hay ningún problema,- intervino Beruche con una
falsa y pícara voz despreocupada. - Roy te ayudará con la cuenta. Para eso es
tu compañero y amigo. Y los amigos son para las ocasiones. ¿Verdad?
Al
escuchar esto la sonrisa de la cara del aludido se torció mientras tartamudeaba
nervioso.
- No, no, no, espera un momento. Yo no he dicho nada
de cenas...
-¡Vamos Roy! - le interpeló Cooan con un tono
malicioso. - No serás capaz de dejar a Tom en la estacada ¿verdad? - Todas le
miraban interesadamente y sus ojos le taladraban a la espera de una
confirmación cuando su hermana remachó. – Para eso eres su mejor amigo…
El muchacho también miró a su colega y tragó saliva,
no llevaba más que doce dólares entre billetes y calderilla, rio de forma algo
estúpida en tanto les preguntaba a las chicas con voz conciliadora.
-¿Os conformaríais con una pizza?
-¿Cómo que una pizza?- Inquirió Petz con un artificioso
tono de indignación. - ¿No nos ibais a llevar a Maxim´s?
-¿Maxim´s?- Exclamó Roy con los ojos de platos y la boca
desencajada. - ¡Tú flipas! ¡Si allí hasta por mirar los escaparates te cobran!
- Amigo, estamos en problemas. - Le avisó su compañero
notándose incómodo por momentos. -
Así
parecía. Las cuatro hermanas les miraban con gesto amenazador acercándose hasta
ellos con mangas pasteleras traídas por Karaberasu de la cocina, más que
dispuestas a mancharles.
-¡Oíd chicas!... ¿Qué es lo que vais a hacer?, - les
preguntó un intranquilo Tom tratando de apartarse. -
-¡Mirad que esta camisa es nueva! - Les advirtió Roy
también bastante inquieto.-
Pero ellas hicieron oídos sordos a esas palabras y Beruche entre tanto declaró
maliciosa.
- Así que nos queréis comprar una simple pizza, ¿eh?
-¿En tan poca estima nos tenéis?- Agregó Cooan con
una siniestra sonrisita. -
- No os pongáis así. - Les pidió Roy haciendo un
espacio con las manos para tratar de pretextar. - Es que nuestras economías no
están muy fuertes...
- Eso, pero por lo menos podemos invitaros a un
aperitivo. - Propuso Tom con la frente perlada de sudor -.
-¿Un aperitivo, eh? - Repitió sarcásticamente Petz
dirigiéndose a sus hermanas con voz de mando - ¡Mina hayai!
Y las demás se desplegaron al punto rodeándoles
y una vez que les tenían acorralados contra la puerta...
- Chicas, ya
sabéis – rio Beruche exclamando – ¡Tsuki
ni kawatte…!
- ¡Oshokio!- Añadieron entusiásticamente a coro las
demás. -
-¡Esperad! ¿Se puede saber qué vais a hacer?-
Inquirió Tom que ya se lo estaba temiendo sin embargo. -
-¡Vamos chicas, correspondamos a su amabilidad, invitémosles
nosotras al postre! - Propuso Karaberasu sonriendo maliciosamente -
-¡Corre Tom! - Le indicó Roy a su amigo abriendo la
puerta. -
Éste
no se lo hizo repetir siguiéndole a toda prisa siendo perseguidos entre risas
por las cuatro hermanas dispuestas a dar
rienda suelta a su mortífero ataque de la manga pastelera de nata… Por su
parte, April no tuvo una velada tan agradable. En esta ocasión estaba tan
trastornada que el vigilante de seguridad la sorprendió tratando de entrar a
escondidas. Aunque al verla en ese estado se preocupó tanto que incluso se
ofreció a llamar a una ambulancia o a la policía.
-Me han atacado, pero estoy bien.- Pudo balbucir la
muchacha.-
Ese
hombre, de mediana edad y poco pelo, era sin embargo un tipo bastante amable.
La acompañó hasta la misma puerta de su cuarto.
-¿Está segura?¿Quiere que llame a una ambulancia?
-No, no es necesario, de verdad.- Le pidió ella con
expresión angustiada, implorando.- ¡Por favor!, no le cuente esto a la señorita
Parker.
-Por esta vez, no le informaré. Siempre y cuando
esté usted bien.- Replicó el vigilante.-
Y como la joven asintió con energía ese hombre se
limitó a asentir para despedirse.
-Que descanse, señorita.- Le deseó el guarda
alejándose de allí.-
April
entró tratando de hacer el menor ruido posible. No obstante, Melanie estaba
despierta aun. Al verla aparecer de esa guisa enseguida exclamó preocupada.
-¿Qué te ha ocurrido?
Su
amiga no pudo evitar romper a llorar dejándose abrazar por su sorprendida y
alarmada compañera. Pese a todo, no quiso responder a las preguntas de Melanie,
quien viéndola en ese lamentable estado la ayudó a quitarse esa ropa destrozada
y a darse una ducha. Luego, la envolvió en una tolla. Una vez seca April se puso un camisón…con la expectante y
preocupada mirada de su amiga, ella apenas musitó.
-Intentaron agredirme, en la calle. Creo que querían
robarme, o algo peor, pero pude huir.
-¡Dios mío! Tienes que denunciarlo.- Le aconsejó
Melanie.-
-No quiero volver a recordarlo. Solamente deseo
descansar.- Sollozó la muchacha, pidiéndole.-Por favor, dame una de las
pastillas que guardo en mi cajita rosa.
-¿Las que usas para dormir?- Quiso saber su amiga.-
April
asintió. Su interlocutora la observó con manifiesta inquietud, aunque viendo el
lamentable estado en el que su compañera se encontraba, pensó que sería mejor
no agobiarla. De modo que le acercó también un vaso con agua y tras tomarse esa
píldora, aquella pobre chica se tumbó en su litera.
-Duerme y descansa. No te preocupes de nada más. Mañana
hablaremos.- Le susurró afablemente Melanie.-
-Gracias.- Suspiró ella, sintiéndose muy cansada.-
Ayudada
por su amiga a meterse en la cama, pronto concilió el sueño. La jefa de
animadoras por su parte estuvo despierta un rato más, observándola con
inquietud, y pensando consternada.
-¿Qué es lo que no me cuentas, April? Sé que algo
malo te está pasando. Y no podré ayudarte si no me lo dices.
Y no era la primera vez que a su amiga y compañera
le sucedían cosas extrañas. El año pasado, sin ir más lejos, apenas asistió al
curso. Estuvo casi el año entero fuera, siendo capaz, eso sí, de ir recuperando
algunas asignaturas en las convocatorias extraordinarias. Luego le contó que
había ido a ver a sus padres.
-Mi madre estuvo muy delicada de salud, tuve que
cuidarla. Pero ya está bien.- Recordó que le había confiado.-
-Eres una chica bonita e inteligente, no tengo ni
idea de lo que te puede estar ocurriendo.- Meditó Melanie moviendo la cabeza con
preocupación. -
Pero al fin, cansada como estaba, hizo lo mismo que
su compañera. Se acostó y se durmió. Muchísimos kilómetros al este, en Japón. Al
día siguiente, y tras una agradable velada degustando tortitas con su madre,
Usagi fue despertada por Luna.
-Tengo noticias.- Le informó la gata.-
-Tú dirás.- Repuso la chica en tanto bostezaba
levantándose de la cama.-
-Ya sabes que hace poco que acabamos con el enemigo
aquí. Por eso las otras estaban tan contentas cuando las hermanas nos llamaron
ayer.
-Sí, eso sí que lo sé. ¿Qué ocurre? ¿Es que han
aparecido más de esos demonios?- Inquirió la joven con inquietud.-
-No, no se trata de eso.- Repuso Luna.- Tenemos que
reunirnos otra vez en el Santuario y os informaremos. Artemis y yo hemos
descubierto algo.
-¿El qué?...-Quiso saber la chica.-
-¿Es que no te lo han dicho?- Preguntó su felina
interlocutora a su vez.- Ya sabes… allí…
-No me lo cuentan todo.- Replicó la muchacha.-
-¿Has vuelto a ir?- Quiso saber Luna, añadiendo con
tono algo preocupado.- Me refiero a que no te alegraste nada por lo de ayer…
-No, no he vuelto a ir.- Replicó su contertulia,
matizando. – Me adelantaron algunas cosas, es cierto…pero perdona Luna, no
puedo confiártelo ni siquiera a ti.- Suspiró con pesar.-
-Lo sé.- Asintió la gata añadiendo solidariamente.-
Tampoco puedes contárselo a las chicas. Comprendo que eso te esté corroyendo por
dentro.
-Bueno.- Trató de sonreír su interlocutora.- Al
menos Artemis y tú sí que podréis ponernos a todos al corriente de lo que sea
que hayáis averiguado.
-Sí, anda, avisa a los demás. Por favor.- Le pidió
Luna.-
Así se hizo. Usagi tuvo que llamar a su novio y
después a todas sus compañeras. Sin
embargo, hubieron de aguardar hasta la tarde para que todos pudieran cumplir con sus respectivos
compromisos de estudios y trabajo. Finalmente, se reunieron en el santuario
Hikawa. Allí los gatos les comentaron.
-Nos ha llegado información.- Les expuso Luna preguntándoles.-
¿Recordáis el ataque que sufrimos al norte del país? ¿Ese del que se ocuparon
las guerreras del sistema solar exterior?
El
resto asintió…Ahora los rostros de todos se mostraban nuevamente preocupados.
Fue Artemis quién les informó.
-Se ha detectado una presencia no autorizada entrando
en la atmósfera del planeta. Es demasiado pequeña como para tratarse de una
nave. Podría ser similar al intruso que derrotaron vuestras compañeras.
-¿Se ha
llegado a establecer contacto visual con él?- Quiso saber Ami.-
-Por ahora,
no. Al poco de llegar desapareció de los
radares.- Replicó Luna.-
-Esto es justo
lo que nos faltaba. ¡No siendo bastante un enemigo como el que tenemos, que
ahora vayan a ser dos! - Protestó concernidamente Rei con las miradas del resto
mostrándose de acuerdo con esas palabras.-
-Al menos el
de aquí parece exterminado. Y en América nuestras amigas lo tienen todo bajo
control. - Suspiró Minako tratando de animar a su compañera.-
-Y tampoco
conviene precipitarse. Por ahora, a
juzgar por lo que nos habéis dicho, lo que quiera que sea no ha demostrado ser
hostil. Tendremos que esperar a nuevos acontecimientos.- Intervino Mamoru tratando
de llevar la calma al grupo.- Nos mantendremos alerta pero solamente eso.
-Sí, y nuestro
deber es centrarnos en la amenaza que conocemos.- Añadió Usagi.- Por si el
enemigo volviera a atacar a nuestras amigas.
- Hablando de
eso.- Comentó Makoto.- Hemos dejado a las chicas solas allí. ¿Cuándo podremos
volver a ayudarlas?
-Por el
momento no es necesaria nuestra presencia. Se están apañando muy bien solas.
Como vosotras mismas habéis afirmado. - Le respondió Usagi.-
- Y ya se han
estrenado como justicieras. Demostrando su pericia. - Completó Luna, agregando
con patente satisfacción.- Creo que van a ser unas magníficas compañeras y
aliadas con las que podremos contar en el futuro.
-Seguro que lo
harán muy bien. Son buenas chicas.- Añadió Minako.-
-Por un lado
lamento haberlas tenido que involucrar en esto.- Suspiró Usagi sentenciando.-
Ser una guerrera demanda mucha responsabilidad y sacrificio. Aunque no tengan
que serlo para siempre.
Todas asintieron. ¡Lo sabían de sobra!
Pero no habían tenido elección. De hecho fue Rei la que afirmó.
-Tal y como
están siempre las cosas toda la ayuda que podamos recibir es poca. Esto es el
cuento de nunca acabar. No podemos saber cuál va a ser la siguiente amenaza en
surgir. ¡Por cierto! Hablando del porvenir. - Quiso saber con el compartido
interés de las demás.- ¿Qué tal va la operación futura reina de la Luna Nueva?
-Las cosas van
bien encaminadas.- Le respondió Mamoru, ahora pareciendo mucho más locuaz al añadir.- Chibiusa y las Asteroides se están ocupando
de ello. Por eso no podrán estar aquí durante un tiempo.
-No vamos a
poder contar con ellas entonces.- Sentenció Artemis.-
-Por ello, el
tener a las cuatro hermanas como refuerzo es algo tan importante.- Recalcó
Luna.- Virtualmente son otro equipo suplementario de guerreras.
Todas asintieron, contentas de que
así fuera. Tras un breve silencio Usagi tomó la palabra para revelarles a sus
amigas.
-Recibimos una
carta del futuro. Todo marcha bien. Seguro que en unos años a partir de ahora,
si las cosas en este tiempo salen como deben, habremos conseguido valiosísimos
aliados para mejorar notablemente la defensa de este planeta e incluso para
garantizarla por mucho tiempo.
Las demás se permitieron una sonrisa
esperanzada. No obstante, Mamoru les disipó aquel optimismo cuando, con tono
más serio, declaró.
-No debemos alegrarnos
tan pronto. El enemigo todavía no está derrotado. Al menos allí. En los
próximos meses podrían venir pruebas muy duras, chicas. Para todos nosotros y
nuestros amigos.
-¿Pruebas?
¿Qué pruebas?- Quiso saber Rei mostrando inquietud una vez más.-
-No lo sabemos
con seguridad.- Repuso su interlocutor.-
-¿Y quién lo
sabe? Da la impresión de que alguien os estuviera contando ese tipo de cosas.-
Afirmó perspicazmente Ami.-
-A veces
tenemos sueños. Nada más.- Replicó Mamoru restándole importancia.- Y no siempre
son precisos.
-Bueno, pero
por el momento no debemos agobiarnos.- Quiso decir Usagi para levantar
nuevamente la moral del grupo y cortar esas preguntas tan incisivas.- Ya nos
ocuparemos de lo que sea cuando llegue.
Su novio convino en ello asintiendo
y esbozando una débil sonrisa. Las demás, dándose cuenta de que sería inútil insistir,
quisieron alegrar su gesto una vez más.
-Esta mañana llamé
a Bertie.- Terció Ami añadiendo con un tinte más animado.- Me quedé con ganas
de hablar más con ella después de lo que me contó acerca de su victoria.
-¿De qué clase
de cosas?- Se interesó Minako con su típico interés por los chismes.-
-Bueno, de ocupaciones
más domésticas.- Sonrió su amiga para aclarar divertida.- Las cosas no les van
mal. Ellas y los chicos están cada vez más unidos. Sobre todo Bertie y Roy…-Y
ahora hasta se rio para añadir con tono cómplice.- Al parecer ayer hicieron una guerra de nata.
-¿Guerra de
nata?- Exclamaron las otras con visible estupor.-
-Eso suena muy
sensual.- Comentó una divertida Rei
pidiendo con patente interés.- Cuenta, cuenta…
Todas se miraron, el propio Mamoru
se encogió de hombros. Aquello no podía significar más que una cosa. Momento
cotilleo. Así pues, fue Makoto la que quiso saber.
-Pero, ¿entonces
te ha confirmado si entre ella y Roy ya hay algo más que amistad? Ella y él…
ya me comprendes…- Matizó entre las
pícaras sonrisas de las otras.-
-Bueno…eso no
me lo dijo.- Repuso su compañera, que pudo añadir algo colorada.- Aunque por la
forma de hablar que tenía, creo que no faltará mucho.
-Pues en el
caso de Cooan con Tom las cosas deben de andar algo más lentas.- Opinó Rei,
aseverando con tintes de complicidad.- Aunque no tengo ninguna duda de que a
ese chico le gusta. Y, cuando he hablado con ella, me daba la impresión de que también
había comenzado a fijarse más en él…
-Con lo guapo y
lo agradable que es, si yo estuviera en el lugar de Cooan, ni me lo pensaría.-
Afirmó Minako.-
-Ya sabes que
la pobre tuvo un terrible desengaño con ese malvado de Rubeus.- Le recordó su
morena compañera.-
-Por lo que
sabemos de él, Tom no debe de tener nada que ver con Rubeus.- Sentenció Makoto.-
Las chicas hablan muy bien de ese muchacho.
- Es cierto.
Es un chico realmente estupendo.- Admitió Ami, añadiendo pese a todo con cara
de circunstancias.- Aun así, Rei y yo creemos que a Cooan le costará un poco todavía
el sentirse lo bastante segura y confiada para embarcarse en esa clase de
relación. Además, estaba claro que a ella le gustaba Roy. Solamente había que
ver cómo le miraba. La pobre pensaba que no nos dábamos cuenta.
- Lo sentí
mucho por Cooan. Se llevó otro desengaño.- Asintió Rei, declarando con tinte
optimista pese a todo. - Pero no hay mal que por bien no venga. Ahora podrá
centrar su atención en ese otro magnífico chico. Y es cierto, le supondrá un
reto el recuperar su autoestima y la confianza necesaria para entregar su amor
otra vez. Pero yo estoy segura de que, con el tiempo, se abrirá a ello.
Y
al hilo de esa reflexión de la sacerdotisa, Usagi afirmó con rotundidad.
- Pues yo
también estoy convencida de que al final ella corresponderá a Tom.
-¿Y cómo puedes
estar tan segura?- Quiso saber Makoto, al igual que el resto.-
-Bueno, ¡je,
je! - Se rio la interpelada llevándose una mano al cogote para declarar.- Es mi
sexto sentido. Soy una experta en el amor…
-Escucha
monina. Ese es mi cometido. - Le indicó Venus.- Por si no te acuerdas yo soy la guerrera del amor y la belleza.
-¡Claro, claro!
- Se apresuró a conceder su interlocutora que hizo un espacio con las manos,
añadiendo.- Es una corazonada mía, nada que ver con otras cosas. Ya lo veréis,
chicas.
Las otras no le dieron mayor
importancia. Usagi solía decir muchas tonterías pero a veces acertaba y en este
caso no lo veían tan descabellado. Desde luego si un chico como Tom estuviera
tras de ellas no se lo iban a pensar mucho. Así las cosas tras seguir charlando
un rato más finalmente decidieron separarse. Al día siguiente había que
madrugar.
-Bueno, ya nos
veremos en el instituto mañana.- Se despidió Makoto.-
-Sí, habrá que
empezar a estudiar.- Suspiró Usagi.-
-¿Empezar, Usa-chan?
Si tenemos un examen en dos días.- Le comentó Ami.-
-¿Qué?-
Exclamaron tanto la aludida como Minako, abriendo los ojos como platos.-
-Vosotras dos,
en vuestra línea de siempre.- Suspiró Rei moviendo la cabeza.-
Y
con esa nueva preocupación en ciernes las chicas se dijeron adiós por esa
jornada. En los siguientes días, pese al examen que Minako y Usagi suspendieron,
las cosas parecieron ir bastante bien. Mientras, en América las Justicieras
comenzaron a combatir a esos demonios con éxito creciente y en Japón las
guerreras terminarían por descubrir cuál era esa misteriosa presencia. No
tuvieron ni tan siquiera que buscarla, dado que ella misma acudió a su
encuentro…y resultó ser la persona que menos se podían imaginar…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)