Como pasados unos días parecía que las cosas iban
bien, los chicos se habían relajado un poco en el College. Ningún otro demonio
había vuelto a molestarles y eso siempre era bueno. Aun así, Roy no se confiaba
conociendo lo sucedido en pasadas experiencias y seguía entrenándose cada vez
con mayor intensidad ayudado por Tom. Éste le enseñaba algunos trucos y llaves.
-Tienes que focalizar tu fuerza y tratar de
anticiparte al ataque del contrario.- Le explicaba pacientemente el chico.-
-¿Y eso cómo se hace? ¿Viendo Kárate kid?- Se sonrió
su contertulio, para agregar jocosamente.- ¿Tendré que dar cera y pulir cera?
Y
su amigo le indicó que intentase golpearle, aunque eso sí, matizando.
-Trata de hacerlo sin recurrir a tus poderes. De lo
contrario me matarías.
-No te preocupes.- Le aseguró Roy.-
Y
allí fue, haciendo amago de pegarle con un puño, tan lento y flojo que su
adiestrador movió la cabeza sin reaccionar, criticándole.
-¡Así no!. Eso es tan ridículo que hasta un niño te
bloquearía. Hazlo normalmente, para los estándares humanos, claro.
-¡Eh! Que yo soy humano.- Se reivindicó Roy,
pareciendo un poco molesto por esa observación.-
-Bueno, ya me has comprendido.- Dijo su interlocutor
con tono conciliador.- No quería decir eso.
Su
contertulio asintió, en esta ocasión sí que intentó darle un puñetazo a un
nivel equivalente a una persona normal. Tom lo desvió sin problemas, intuyendo
la trayectoria y haciendo que su compañero se desplazase, a modo de
demostración le marcó dos golpes rápidos con el canto de la mano en la nuca y
un puñetazo en el hígado.
-¿Lo ves?- Si bloqueas y apartas al contrario le
dejas al descubierto en puntos vulnerables. Cuando puedas hacer esto a tu nivel
real, pocos de esos demonios te durarán más de un asalto.
-Gracias Tommy.- Sonrió su amigo dándole una leve
palmada en la espalda.-
Y así continuaron practicando. Lo cierto es que Roy
había efectuado progresos en el dominio de sus destrezas, aunque no de forma
tan espectacular como al principio. Lo que sí había avanzado en gran medida era
su relación con Beruche que, poco a poco, se estaba estrechando cada vez más.
Comenzaron a salir juntos con asiduidad, pero todavía se trataban sólo como dos
buenos amigos. Tom y Cooan también se habían acercado mucho. Tras su desengaño
con Roy, la joven se fijó realmente en él.
Además de un buen amigo vio a un chico capaz de escucharla y que compartía
muchas aficiones comunes. A parte de esas veladas escuchando música y
practicando baile, el muchacho le pidió que ella fuera su pareja para un concurso
de danza que se celebró en un local de la ciudad y ella aceptó. De este modo
acudieron. Prestos a competir.
-Estoy muy nerviosa.- Decía Cooan a su hermana que
acudió a acompañarles.- Espero no hacer el ridículo.
-No seas tonta, eres la mejor bailarina que he visto
junto con Mako-chan.- La animó Bertie.- La pena es que Kalie y Petz no hayan
podido venir por el trabajo.
-A poco que lo hagáis como de costumbre tendréis al
jurado en el bote. –Intervino Roy que tampoco se lo quiso perder, para
agregar.- Hay que reconocer, paleto de Kansas, que yo no bailo nada mal, pero
en cuestión de danza me ganas por mucho. Seguro que no tendréis rival.
-Gracias amigo. – Contestó el chico quién se dirigió
amablemente a su pareja.- ¿Preparada?
-Eso creo.- Pudo decir ella.-
Tom
la animó dedicándole una amable sonrisa y diciendo con tono lleno de confianza.
-Hazlo como tú sabes. Igual a cuando hemos
practicado. Eres la mejor bailarina que he visto nunca. Pase lo que pase, no te
preocupes. El resultado no es importante. Lo que cuenta es que disfrutemos de
la experiencia.
Cooan
asintió, ese chico sabía cómo hacerla sentir segura y apreciada. Deseaba no
decepcionarle y pensó que lo mejor era seguir su consejo. Iba a pasarlo bien
con una de sus aficiones favoritas, sin preocuparse por ganar. De modo que, tras
calentar un poco, se despidieron de sus amigos que fueron a observar las
evoluciones de los participantes a unas mesas cercanas a la pista. Todos los
concursantes, unas doce parejas, se citaban en el centro de la misma. Los chicos
vestidos con traje y corbata y las muchachas con elegantes trajes de noche. El
de Cooan era malva adornado con una flor blanca que llevaba prendida en el
escote. Se oían murmullos de conversación entre las parejas aunque enseguida
cesaron cuando llegó el portavoz y presidente del jurado. Éste, micrófono en
mano, declaró.
-Voy a explicarles las reglas. Es muy simple,
pondremos unas canciones. Las parejas bailarán a su son. Nuestros jurados
estarán observando sus evoluciones y cuando consideren que alguna pareja no
mantiene el nivel les irán tocando en el hombro. Eso querrá decir que han sido
eliminados debiendo abandonar y salir de la zona de baile. Evidentemente la
pareja que quede al final en la pista será la ganadora… Les deseo suerte a
todos. Y ¡qué comience el concurso!...
Al
poco se retiró de la pista y la música comenzó a sonar. Una canción algo lenta
que todos bailaban más pegados. Aquí los jueces eliminaron a un par de parejas
que no parecían tener mucha técnica. Más tarde sonó otra que era un tango. Tom
y Cooan lo bailaron de forma realmente notable. Aunque otras tres parejas más
cayeron aquí. La tercera canción fue una rumba que ellos dominaban bien,
quedando finalmente cuatro parejas supervivientes, entre ellas la de los dos
muchachos.
-Lo están haciendo muy bien, cubito.- Le comentó un
animado Roy a Beruche.- Ya están en semifinales como quién dice…
-Sí, mi hermana aprendió a bailar en Némesis siendo
muy pequeña.- Afirmó su interlocutora.- Tenía unas estupendas droidas
instructoras.
-¿Dro, qué?- Preguntó el perplejo chico.-
-Droidas, unas
androides que teníamos como sirvientas.- Le explicó su contertulia.- Una de
ellas nos enseñó a bailar.
-¿Entonces tú también bailas así?-Quiso saber el
joven.-
-No tan bien como ella, pero a todas nos instruyeron
en ceremonial y etiqueta cortesana.- Declaró.- Éramos las camareras de la
reina.
-¡Camareras!¿Y le llevabais las cervezas?- Inquirió
el chico con tono socarrón, remachando.- Espero que os diera buenas propinas.
-¡Mira que eres tonto! - Repuso su contertulia
moviendo la cabeza, divertida pese a todo, al agregar.- Entre nuestros cometidos
estaba el saber comportarnos en los eventos sociales, y eso incluía bailar.
-Me tendrás que enseñar un poco, ¡ja, ja! - Rio él confesando.-
Para dar saltos por ahí soy muy bueno, pero bailar como lo hacen ellos… eso se
me da fatal.
-Si prometes no pisarme mucho, ¡ji, ji, ji! - Se rio
la chica a su vez.- Puede que lo considere.
Y
finalmente, tras un corto descanso, los finalistas escucharon la última
canción. La que daría el ganador. Era movida, de un artista que a Roy le
resultaba familiar aunque no terminaba de reconocer…Entre tanto, Cooan estaba
suspirando algo nerviosa y presta a empezar esa última ronda, Tom por su parte sonrió.
Él sí que sabía de quién era esa melodía. Y desde luego, aquella canción
parecía haber sido escrita para ellos. Dado que podía escuchar la letra en tanto
llevaba a Connie con gran elegancia y destreza.
Ella quiere bailar
Ella quiere bailar conmigo
¡Oh sí! (bailar conmigo)
Hay una chica que he estado esperando para ver
Y realmente tengo la sensación de que me gusta
Porque ella lo dijo, pero no en tantas palabras
Tengo que decirte lo que he oído
Ella quiere bailar conmigo
¡Oh sí! (bailar conmigo)
Hay una chica que he estado esperando para ver
Y realmente tengo la sensación de que me gusta
Porque ella lo dijo, pero no en tantas palabras
Tengo que decirte lo que he oído
-Bailen separados.- Ordenó el juez.-
Todos se apartaron
de sus parejas ejecutando pasos de baile y moviéndose con mucha soltura. Aunque
los jurados tocaron a dos más. El resto avanzaba paso adelante, paso atrás,
dando palmas y al compás. Hubo un chico que fue tocado en el hombro al perder
el ritmo. Su desalentada acompañante tuvo que seguirle fuera de la pista. Ya
solamente quedaban Tom y Cooan contra otra pareja…
Ella no quiere ningún romance salvaje
Cuando está conmigo sólo quiere bailar
Ella quiere bailar conmigo
Porque voy a abrazarla tan fuerte a mi lado
Ella quiere bailar conmigo
Porque la dejaré ser lo que ella quiere ser
Ahora sé que he estado fuera de contacto
Y nunca quise hacer daño a mi amor, ¡oh tanto!
Porque la amo y creo que ella me ama
Y esa es la forma en que tiene que ser
-¡En parejas otra vez! - Exclamó otro de los jueces y los participantes
obedecieron.-
Ahora les
tocó evolucionar dando giros y más giros sobre la pista. Cooan hacía elevarse
la falda de su vestido de una forma muy grácil. Tom parecía desde luego un
consumado bailarín llevándola con una gentileza que casi parecía etérea…Así se
lo comentó un admirado Roy a una no menos impresionada Bertie.
-¡Es alucinante!
Parecen Ginger Rogers y Fred Astaire. Tu hermana y el paleto de Kansas
son la sensación de este concurso…
Y aunque
la muchacha no sabía a quienes podía referirse su interlocutor, asintió
sonriente en tanto seguía deleitándose con las evoluciones de sus amigos con
esa música…
Cuando estamos juntos, nunca nos peleamos
Tenemos cosas mejores que hacer esta noche
Ella quiere bailar conmigo
Porque voy a abrazarla tan fuerte a mi lado
Ella quiere bailar conmigo
Porque la dejaré ser lo que ella quiere ser
Ella quiere bailar
Ella quiere bailar
La competición
llegó ya a su momento culminante. La muchacha de la otra pareja tuvo la mala
suerte de resbalar un poco y eso les eliminó del concurso. Ahora, lejos de
detenerse la música, Tom y Cooan siguieron evolucionando para hacer las
delicias del público entre las palmas de los asistentes. Sus amigos aplaudían
como el resto de los espectadores y se lo pasaban en grande.
Ella quiere bailar conmigo
Porque voy a abrazarla tan fuerte a mi lado
Ella quiere bailar conmigo
Porque la dejaré ser lo que ella quiere ser…
Porque voy a abrazarla tan fuerte a mi lado
Ella quiere bailar conmigo
Porque la dejaré ser lo que ella quiere ser…
(She
wants to dance with me. Rick Astley. Crédito al autor)
Cuando la canción terminó se produjo una gran
ovación dedicada a los vencedores. Ambos saludaron al público y se dieron un
abrazo llenos de alegría.
-La pareja ganadora del certamen es la compuesta por
Thomas Alan Rodney y Constance Malinde.- Proclamó el juez.-
-¿Constance?- Se sorprendió Bertie.-
-Eso sí que no me lo esperaba.- Sonrió Roy.-
Así fue, se llevaron el premio, una bonita copa plateada
con dos figuras de un chico y una chica entrelazadas en la danza que él le
regaló a la encantada jovencita.
-Quiero que la tengas tú, Connie.- Le ofreció el azorado
muchacho.-
-Pero, la hemos ganado los dos.- Pudo decir la sorprendida
chica.- También es tuya…
-Así tendrás un buen recuerdo.- Sonrió él.- Eso lo
valoro mucho más.
Ella
le miró entre atónita y agradecida. Cada vez se fijaba más en aquel muchacho
tan galante y apuesto. Apenas se conocían y le había regalado aquel trofeo que
sin duda ninguna también significaría mucho para él. No podía dejar de relacionar
aquello con el único regalo que le hiciera aquel desalmado Rubeus, una bomba. Y
cada vez que comparaba la forma de ser del uno y del otro aún se percataba más
de la abismal diferencia…
-¡Qué tonta fui! – Musitó moviendo ligeramente la
cabeza.-
-¿Decías?- Quiso saber él.-
-Nada, que eres muy amable. Gracias. ¡Me hace
muchísima ilusión!- Sonrió luminosamente la muchacha.-
Tom
casi se sonrojó sin poderlo evitar. Tenerla ahí, a su lado y verla tan radiante
de felicidad hacía que su corazón latiera más deprisa. No supo si por suerte o
por desgracia, la voz de su amigo Roy le sacó de aquel estado de azoramiento.
-¡Muchas felicidades!- Exclamó.- Sois la mejor
pareja de baile que he visto desde Rogers y Astaire. ¿Verdad que te lo dije,
cubito?
-Sí.- Asintió Bertie sonriendo divertida, aunque
enseguida le preguntó a su hermana, también con tintes jocosos.- ¿Constance?...
-Bueno.- Se sonrojó la muchacha.- Cuando Tom fue a
inscribirnos, sin querer me llamó Connie.
Vosotros chicos, y todos en la Universidad, me llamáis así. Supongo que,
quien inscribía a los concursantes, debió de pensar que era un diminutivo de
ese nombre…
-Sí, ¡ja, ja! - Remachó Tom llevándose una mano a la
nuca.- Lo cierto es que fue culpa mía. Cuando iba a decir su nombre dije Connie
por inercia…Lo siento.
-No, no pasa nada. Me gusta mucho como suena.- Respondió
ella sonriéndole con expresión afectuosa.-
Y
era así. Constance, o constancia, que era lo que quería decir. Desde luego,
ella había hecho honor al significado de ese nombre desde que cambió su vida.
Tal y como Rei le dijese, arreglando las cosas poco a poco. Ahora se sentía realmente
feliz al lado de aquel chico. Y él también debía de estar encantado, dado que el
rubor de Tom tuvo que ser más que perceptible cuando el mismo Roy intervino
para comentar de modo distendido y sacarle de ese atolladero…
-¿De quién era esa canción?- Inquirió.- Me sonaba
pero no recuerdo.
-Del gran Rick Astley.- Repuso su amigo.- Ella
quiere bailar conmigo…- Cantó un fragmento con una voz que rivalizaba con el
intérprete original, en tanto miraba amorosamente a Connie.-
Ella no quiere ningún romance salvaje
Cuando está conmigo sólo quiere bailar
Cuando está conmigo sólo quiere bailar
Ella quiere bailar conmigo
Porque voy a abrazarla tan fuerte a mi lado
Ella quiere bailar conmigo
Porque la dejaré ser lo que ella quiere ser…
Porque voy a abrazarla tan fuerte a mi lado
Ella quiere bailar conmigo
Porque la dejaré ser lo que ella quiere ser…
Ahora
fue precisamente ella la que se puso colorada. Sus acompañantes sonrieron al
verles. Estaba claro que hacían una magnífica pareja. Sobre todo a ojos de Beruche,
que sabía lo importante que era para su hermana el haber encontrado a un chico
así. Roy también era feliz por su amigo. El muchacho lo merecía. No había que
ser muy listo para darse cuenta de que tuvo un flechazo con Connie nada más
conocerla.
-Me alegro mucho por ti, amigo.- Pensó incluso
divertido.- Al fin has encontrado a una chica digna de ti. Pero tendrás que
seguir trabajando esa timidez.
De modo que, para romper aquella atmósfera de
azoramiento y embarazoso silencio de esos dos, propuso con jovialidad.
-¿Qué os parece si vamos a tomar algo? Me muero de
hambre. ¿Os hacen unos perritos?…Yo invito.
-¿Tú?- Se asombró Tom señalándole divertido.- ¡No me
lo creo!
-Sí, yo ¿Qué pasa, paleto? –Se rio su amigo para replicar haciéndose el
ofendido.- Ni que no te hubiese invitado más veces…
-Sí, si me has invitado muchas, ¡pero luego siempre
me ha tocado pagar a mí!- Replicó el otro con humorística sorna combinada con
resignación en tanto levantaba las palmas de las manos hacia arriba pegando los
codos al cuerpo remachando algo apurado.- Y hoy no llevo apenas dinero, para
bailar no era muy adecuado que tintineasen las monedas en el pantalón…
Las
chicas se rieron a carcajadas. ¡Podía imaginarse perfectamente aquello! ¡Y
también al pobre Tom teniendo que pagar tras la “ invitación” de su amigo. Fue
Beruche la que pudo decir, una vez se controló lo bastante para cesar de reír.
-No te preocupes, Tommy. Esta vez va a pagar él…por
la cuenta que le tiene. O, ¡en Nombre de
Luna, le castigaré!
-Vale. Si lo pones así, pagaré, lo prometo.-
Sentenció él.-
-¡Ahora sí que me fio! - Se rio Tom, y con él el
resto. En tanto el chico añadió jovial.- Otra cosa no será, pero este botarate
siempre cumple sus promesas.
Y los demás convinieron en eso dirigiéndose ya hacia
algún sitio para cenar. Ahora, de modo casi imperceptible se iban creando las
parejas. Bertie caminaba con Roy, escuchando estoicamente las ocurrencias de él
y riéndose también con frecuencia. Entre tanto, un poco más atrás, Cooan iba
paseando junto a Tom en silencio, aunque intercambiando algunas miradas. Cada
vez se sentía más cómoda a su lado. Era amable y siempre la escuchaba. También
demostraba romanticismo, sensibilidad y le contaba cosas de su casa, de sus
padres y de su hermano. Por todo esto y muchas más cosas, la joven había ido
valorándole cada vez más allá de la simple amistad. No obstante, tampoco entraba
en su mente, al menos por el momento, lanzarse a una relación más profunda. Quería
estar bien segura de no volverse a equivocar y Tom era un chico paciente que disfrutaba
como ella de aquel acercamiento entre ambos y que no tenía inconveniente en
dejarla disponer de su tiempo para pensarse esa importante decisión.
-Estoy segurísima. Podríamos ser muy felices los dos
juntos.- Pensaba Cooan caminando pegada a él. –
El
grupo siguió andando hasta que Roy les indicó, sacándoles de esas reflexiones.
-Pues como yo invito, yo elijo el sitio. Vamos a un local
de perritos. El mejor para mi gusto está en la Broadway Avenue con la setenta y
dos. Además, no queda demasiado lejos de aquí.
Los demás estuvieron conformes y se dejaron guiar
por él, ya que conocía muy bien la ciudad. Tuvieron que caminar un rato pero
eso no les importaba. Luego fueron al metro tomando la línea roja que les dejó
casi ante la misma puerta. Una vez allí, su cicerone les preguntó.
-¿Cómo los queréis? Supongo que con mostaza,
pepinillos y chucrut, es lo más típico. Los podemos pedir para llevar.
-Yo preferiría sentarme y comérmelo sin ponerme
perdida.- Comentó Bertie.-
-¡Sí, sobre todo con la ropa que llevamos! - Se rio
Tom.-
-¡Desde luego, cómo sois!. Pandilla de sosos, no
tenéis el más mínimo sentido de la aventura.- Bromeó Roy. –
El
resto le miró con incredulidad aunque enseguida se rieron. Entraron, pidieron y
se sentaron a saborear aquello.
-Está muy rico.- Alabó Cooan, añadiendo divertida.-
O eso o es que tengo mucha hambre.
-Las dos cosas diría yo.- Afirmó jovialmente su
hermana. –
Y
después de comer algunos perritos las chicas dijeron estar llenas. Lo mismo le
sucedió a Tom. Aunque Roy daba la impresión de tener un agujero en su estómago.
-¿No te sentarán mal?- Inquirió una concernida Cooan
al verle comer su sexto perrito consecutivo.-
-¡Qué va!- Replicó despreocupadamente él.-
-Comes más que la propia Usagi.- Comentó la perpleja
Bertie.- ¡Y mira que eso es difícil!
-Cuando las chicas vengan a vernos la traeré aquí.-
Sonrió su interlocutor, sugiriendo con jovialidad.- ¡Hasta podríamos hacer un concurso
de zampar!
Bertie
y Cooan se miraron y rieron, ¡aquello de seguro estaría muy reñido! Al fin,
tras un rato más retornaron a sus alojamientos. Tom y Roy escoltaron a las chicas hasta el piso de éste último que las
muchachas compartían con sus hermanas mayores. Al llegar, Petz les abrió la
puerta, saludando con jovialidad.
-¡Vaya, buenas noches! ¿Qué tal lo habéis pasado?-
Quiso saber.- ¿Quedasteis bien?
Su
hermana Cooan le mostró orgullosa el trofeo que habían conquistado. Exclamando.
-¡Campeones!
-¡Enhorabuena a los dos! -Les felicitó su
contertulia.-
-Muchas gracias.- Sonrió tímidamente Tom. –
Kalie
no tardó en acercarse también. Sus hermanas pequeñas les resumieron brevemente
la jornada.
-De modo que ya estáis tan llenas que no tenéis
ganas de cenar.- Comentó Petz.-
-Yo todavía tengo un poco de hambre.- Respondió Roy
con una pícara sonrisa.-
-¡Es que no sé dónde lo echa! - Suspiró Bertie con
una sonrisa.-
-Puede que aquí.- Dijo su hermana Kalie sin
recatarse a la hora de abrazarse a uno de los brazos del chico.-
Incluso
Roy esbozó una sonrisita de circunstancias. ¡Esa chica era desde luego muy
lanzada! Nada que ver con sus hermanas. Bertie hasta frunció el ceño, pero se
le pasó enseguida, más cuando Karaberasu soltó a su presa y comentó divertida.
-¡Anda, hermanita, que no te lo voy a robar!
-No seas ridícula.- Pudo replicar la azorada aludida
casi con un susurro.-
Aquello
desembocó en unas risas y Cooan añadió tratando de aliviar el rubor de su
hermana.
-Quizás Petz, que es la mejor cocinera de entre
nosotras, podría preparar alguna de sus especialidades un día de estos, a ver
si eso le quita el apetito a Roy.
-Por mí, ningún inconveniente.- Afirmó este.-
-Para mí sería un placer.- Sonrió Petz, añadiendo
con no demasiado modestia.- Nunca se me dio mal la cocina pero ahora he
perfeccionado mis técnicas culinarias con la ayuda de mi amiga Mako-chan.
Así pues, quedaron informalmente en eso. Aunque sin fijar
fecha. De este modo los muchachos se despidieron. Ya era tarde y no deseaban
molestar a las chicas. Y sobre todo, tenían que entrar en la facultad sin que les
pillasen.
-Eso no será difícil.- Comentaba despreocupadamente
Roy a su amigo cuando ya estaban al lado de la tapia.-
-Tendremos que asegurarnos de que no hay nadie
mirando.- Le dijo Tom con prevención. –
-Puedo moverme tan rápido que nadie nos verá. Deja que
te agarre y te suba volando.- Le pidió su amigo.-
Este
no parecía demasiado convencido, aunque finalmente estuvo conforme. Fiel a sus
palabras Roy se elevó con él sin dificultad y a una velocidad rapidísima saltó
por encima de ese murete que protegía la entrada al campus. Cuando Tom quiso
darse cuenta estaban a la entrada de su facultad.
-¿Y también eres capaz de atravesar las puertas como
los fantasmas?- Quiso saber ahora con evidente incredulidad y preocupación. –
-¡No, paleto de Kansas! - Se rio éste, comentando
con picardía en tanto sacaba algo de un bolsillo.- Eso no me hace ninguna
falta. Tengo la llave maestra.
Y
así era. Una pequeña llave que abría esa puerta. Tom se sonrió moviendo la
cabeza para suspirar.
-¡Debí imaginarlo!
Y accedieron
al interior sin ningún problema. Al menos eso creyeron, dado que alguien les
había estado observando desde que entraron en el edificio. Así las cosas
pasaron los días. Afortunadamente estuvieron libres de ataques demoniacos. La
semana siguiente, un tranquilo sábado por la tarde después de una victoria más
del equipo de Roy, con una más que destacada actuación suya que todos se
encargaron de aplaudir. (Cooan como siempre en su puesto de animadora y Bertie
en las gradas aunque cerca del banquillo) quedaron los cuatro para ir al cine.
El muchacho fue a ducharse al vestuario para posteriormente acudir a su
habitación en donde, música de “Queen” a todo trapo, ojeaba la cartelera de un
periódico que había comprado. Tom llegó al poco rato bajando ligeramente la
música para preguntarle a su amigo.
-¿Estás mirando alguna peli?
- Así es tío, en algún cine cercano a mi barrio. -
Le informó él que ojeaba con interés la sección de espectáculos. -
- Pues ya son más de las tres y media, así que será
mejor que vayamos a por las chicas. - Le avisó su compañero dando una pausada
mirada a su reloj. -
-¡Tienes razón!- Admitió Roy a quien, como siempre, se le había echado el
tiempo encima. -Menos mal que solamente tengo que vestirme.
Y
en sólo cinco minutos estuvo listo y los dos pudieron llegar airosos a la hora
convenida. El punto de reunión estaba situado a las puertas del College y allí
esperaban ambas muchachas. Complacidas por su puntualidad (sobre todo Beruche
que en eso no se fiaba todavía de Roy). Ambas les recibieron con una sonrisa y Cooan
inquirió.
-¿Habéis encontrado alguna película buena?..
- No sé, no sé… - replicó Roy con gesto distendido
para proponer de forma jovial.- ¿Qué tal el Exorcista III?
Tom
y las chicas le fulminaron con la mirada aunque también con un inequívoco sentido
del humor y Bertie fue todavía más allá dándole un buen capón…
-¡Au, oye cubito que eso duele!- Se quejó él
frotándose vigorosamente el cogote. -
-¿No te cansas ya de tantos demonios, Roy?,- le
recriminaba ella con los brazos en jarras aunque con un claro gesto de humor. -
- Lo siento - dijo él encogiéndose de hombros con
una sonrisita algo boba. – Fue una mala idea.
- Mirad, ésta os podría gustar, chicas. A mí me
encantó de crio. - Intervino Tom ojeando un poco la cartelera. - Blancanieves y
los Siete Enanitos.
-¡Oh, qué bonito! - Exclamó Cooan que añadió con interés casi
profesional. - Sí, creo que es para niños, alguna vez les he oído en las
prácticas decir algo de ella.
-¡De ésta no creo! - Se rio Roy agitando una mano. –
O entonces es que tienes a unos niños muy raritos…
Sus
amigos le miraron extrañados pero el chico le indicó a Tom que leyese con más
cuidado. Éste así lo hizo, leyó mejor la parte en la que se anunciaba y el
rubor se apoderó de sus mejillas...
-¡Es verdad!, pone versión X - pudo aclarar bastante
cortado. -
-¡Ahijó, ahijó, a casa a trabajar ja, ja! - se burlaba nuevamente Roy proclamando jocoso. - ¡Yo ya sé de qué va!, hay
unos enanos que tienen unas cosas... - hizo un espacio con las manos para
sonrojo y sorpresa de las chicas. - ¡Así de grandes! y Blancanieves se lo
pasa...
-¡Calla guarro!- se escandalizó Bertie, colorada
como un tomate, obsequiándole con un nuevo capón en el mismo sitio que el
anterior. -
-¡Auu! - se quejó otra vez el golpeado viendo las
estrellas y tras volverse a aplicar friegas en la zona dañada retomó el
periódico arrebatándoselo a su todavía avergonzado amigo. -Trae acá, paleto de
Kansas, que tú no sabes buscar películas. – Señaló entonces el periódico con un
dedo y exclamó con gran alegría. - ¡Mirad, reponen Superman!, es una de mis
favoritas.
- No la he visto ¿de qué va?- preguntó Cooan. -
- Espero que no se trate de otra de esas películas de
las tuyas. - Añadió desconfiadamente Beruche mirando a Roy con los ojos
entornados.-
- ¡Que no!, te lo aseguro. - La tranquilizó él agregando no sin un claro
tinte de nostalgia.- La vi de niño con mi padre.
- Es un tipo que vuela y lucha contra la injusticia
ayudando a la gente con sus poderes. - Explicó someramente Tom. -
- Que bien nos vendría alguien así, además del
Guerrero Dorado y de las justicieras. - Terció Cooan. -
- Bueno- intervino Roy con no disimulada suficiencia.
- Creo que ese guerrero se las apaña muy bien sólo.
- Sí, pero de todas maneras no nos vendría nada mal.
– Convino Beruche con su hermana. -
-¿Sabéis que de pequeño me decían que me parecía mucho
a él?- se rio Tom.-
- Es verdad, ahora que lo dices. - Se sonrió Roy
tratándole de rizarle un mechón de pelo sin que su amigo le dejase, para agregar
jocoso.- Y además eres de Kansas…¡Déjame adivinar!, tenías una vecina que se
llamaba Lana.
Su
amigo se limitó a mover la cabeza mirando hacia arriba. Hubo algunas risas más
y Cooan entonces declaró.
- Pues tengo curiosidad por verla.
- Entonces si queréis, quedamos para esta noche, la
ponen a las nueve.- Les informó Roy que les recordó encantado. - Y como es fin
de semana no tenemos que volver antes de las diez.
- Pues quedamos a las siete y media en la parada del
autobús. Para que tengamos tiempo suficiente de llegar. - Indicó Bertie visiblemente
contenta también. -
Todos
estuvieron de acuerdo y se citaron a esa hora. Entre tanto, las hermanas se
separaron para ir cada una a sus actividades extraescolares. Cooan únicamente
dio un paseo por la cancha, a esas horas ya habían terminado todos los eventos
deportivos. Sin embargo, vio allí a Serena y a Susy.
-Hola chicas. ¿Qué tal?- Las saludó afablemente.-
Aunque
estas no parecían estar de buen humor. Cooan se dio cuenta de que iban vestidas
de calle como ella. Quizás hubieran estado practicando alguna coreografía tras
el partido y hubiesen acabado hacía poco. Ya se habrían duchado y cambiado.
Aunque no vio que tuvieran bolsas de deportes.
-Quedamos para charlar aquí después del partido. Estamos
muy preocupadas por April.- Fue la réplica que Susy le dio, visiblemente
cariacontecida.-
Y
así era. La joven segunda capitana no había estado en el partido. Como ahora
Melanie se dedicaba a animar al equipo de Football, fue Serena quien se ocupó
de liderar la actuación.
-Sé que lo está pasando mal por alguna razón. - Comentó
Cooan.- Pero desconozco cual.
-Tampoco nosotras tenemos ni idea.- Admitió Serena.-
-Traté de hablar con ella el otro día, pero no
pudimos terminar la conversación.- Les contó su interlocutora.-
-Tú eres una buena chica Connie, a ti te aprecia.-
Afirmó Susy.- Quizás sería una buena idea que la buscases y terminaras esa conversación
pendiente.- Le sugirió.-
Cooan
asintió, se despidió de sus compañeras diciéndoles en tanto se alejaba.
-Intentaré encontrarla…
Por
su parte, Bertie se fue al club de ajedrez. Llevaba algunos días sin aparecer
debido a las muchas cosas que tuvo que hacer tras su vuelta a la facultad. Allí,
Hank Willians y otros dos chicos estaban jugando unas partidas. Más bien Hank
observaba a sus compañeros. Al ver a la recién llegada enseguida la saludó con
entusiasmo.
-Me alegra verte. Hacía mucho que no te pasabas.
-Sí, lo sé, lo siento.- Se disculpó ella.- He tenido
muchas cosas de las que ocuparme últimamente.
-Claro.- Convino Hank.- Es estupendo que te recuperases
de ese accidente.
-Muchas gracias.- Contestó Bertie proponiéndole.-
¿Juegas una partida?
-Eres demasiado buena para mí.- Suspiró él.-
Aunque
desde luego que se lamentaba de eso, puesto que no pensaba únicamente que
aquello pudiera aplicarse al ajedrez. Bertie era una preciosa, inteligente, y
buena chica. Realmente especial. Aunque por desgracia no era distinta al resto
en una cosa. Había caído en las redes de ese sinvergüenza de Malden. Al final
la tentativa que él y algunos de sus compañeros quisieron poner en marcha para
expulsarle quedó en nada. Tanto Roberts como Melanie habían sido vistos con ese
canalla, charlando como si nada hubiese pasado. Estaba claro que no tenían
intención ninguna de denunciarle.
-April me lo contó. Tampoco lo entiende, pero así
son las cosas. Al parecer, será imposible librarse de él.- Suspiraba con
resignación en tanto recordaba eso. –
Por experiencia Hank sabía que contra ese tipejo no
podría competir. Bueno, en su caso, ni contra ese ni contra casi ninguno. ¡Si ella
tan solo se hubiera decantado por otro chico más decente! Al menos la tenía en
su club para poder jugar y charlar.
-¿Estás bien?- Quiso saber ella al verle esa cara
tan alicaída.-
-Sí, sí claro.- Reaccionó súbitamente el muchacho.-
-Oye, no es para tanto. No debes hacerte de menos. Tú
también eres un buen jugador, Hank.- Le animó Bertie creyendo que su comentario
y su expresión se debían a eso.- Y tenemos que practicar para el siguiente
campeonato.
-Es verdad.- Fue capaz de sonreír él.-
Y
comenzaron a jugar una partida. Ella usó blancas en esta ocasión. El chico se
esforzaba por no perder de vista a su rival y tratar de anticiparse a sus
jugadas. Sin embargo, Bertie era muy buena. Le envolvía poco a poco en una
maraña que iba entretejiendo con sus piezas. Y cuando parecía que Hank tendría
la posibilidad de adelantarse a un ataque, su oponente ya le había preparado
una trampa por otro flanco completamente distinto. De modo que, al cabo de tres
cuartos de hora, el chico tuvo que escuchar de ella el inevitable.
-Jaque, mate.
-Jugar contra ti es la crónica de una derrota anunciada.-
Admitió él.-
-No soy digna de que me compares con una obra de Gabriel
García Márquez, ¡pero gracias! ¡ji, ji, ji!- Rio afablemente la joven.-
Hank
pensaba que ella era mucho mejor que cualquier novela. Y solamente por ver esa
sonrisa en la cara de aquella muchacha merecía la pena ser derrotado veinte
veces. De modo que le preguntó.
-¿Tienes tiempo de darme la revancha?
Bertie
consultó su reloj y repuso con jovialidad.
-No veo por qué no…
Por
su parte, Cooan estuvo buscando a April durante un rato. Al fin llegó al cuarto
de la muchacha. Tocó la puerta y esperó. Abrieron, aunque se trataba de Melanie.
-Hola Connie.- Saludó ésta observándola extrañada.- Dime, ¿querías
algo?
-No…, bueno, sí, venía a ver a April para hablar un
poco con ella.- Le contó su interlocutora.-
-Pues no la he visto desde por la mañana.- Comentó
Melanie.- Como ella va a otra facultad para las clases suele tardar en venir.
-Sí, es verdad. Aquí tenemos la facultad de
magisterio y las residencias de estudiantes.- Recordó Cooan.- Y ella estudia
derecho…
-Quizás esté en clase todavía.- Conjeturó su
contertulia.-
-Te agradezco que quieras ayudarla. Roy me contó
que, en tu país, aprendiste cosas útiles para eso.- Comentó la capitana sin
querer ser más precisa.-
-Eso espero. Te seré sincera, no sé si mis
conocimientos podrán ayudarla, aunque así lo espero. Gracias Mel.
-Oye, por cierto. ¡Enhorabuena! - La felicitó Melanie.-
Por tu triunfo, quiero decir, el campeonato de baile que ganasteis Tom y tú.
-Muchas gracias.- Sonrió ampliamente Cooan.-
-Tommy es un gran chico. Tienes mucha suerte.-
Afirmó su amiga.-
-Sí, bueno, tengo que irme a ver si encuentro a
April.-Fue capaz de replicar la ruborizada muchacha.-
Se
marchó y Melanie la vio alejarse con una sonrisa. Connie era desde luego una
gran chica. Y Tom un muchacho excelente. Solamente con ver el sonrojo en la cara
de su compañera se daba cuenta de que ella estaba igualmente interesada en él.
-Hacen una muy buena pareja, espero que sean muy
felices juntos. -Se dijo, alegre por ambos.-
Ella
tenía luego una cita con Malcolm que también había demostrado ser un chico estupendo.
-Me gustaría que también April fuera feliz. No sé
qué le pasa. Lleva rara ya demasiado tiempo. Y no me quiere decir nada. Agradezco a Connie que trate de hablar con ella. Y ojalá
que pueda ayudarla.
Mientras, Bertie volvió a ganar en
apenas media hora a Hank. El joven no daba la impresión de estar muy centrado
en la partida. Ella se percató.
-¿En qué piensas?-
Quiso saber.- No te noto muy concentrado.
-En nada,
simplemente no sé cómo penetrar en tus defensas.- Declaró él de un modo
totalmente sincero.-
Ni en el ajedrez, ni en otros órdenes
de la vida, desde luego. Aunque la muchacha no contestó a eso, dado que miró
una vez más su reloj, declarando.
-Tengo que irme
ya, he quedado dentro de un rato y debo hacer algunas cosas.
-Claro.- Musitó
él, sin atreverse a preguntar con quién tendría esa cita al imaginarlo.- ¿Te
pasarás mañana?- Inquirió con la esperanza de que así fuese.-
-Seguramente.-
Repuso Bertie.- Quiero ir entrenando otra vez para prepararme. A ver si puedo
enfrentarme a Sophie una vez más en el próximo torneo.
Y dicho esto se despidió. Regresó a
su habitación para repasar un poco y prepararse luego para salir. Al llegar no
vio a su hermana y pensó divertida.
-Estará oyendo
música con Tom. Se ha hecho muy aficionada a sus “ grandes éxitos” ¡ji, ji, ji!
No obstante, Cooan estaba tratando
de localizar a April. Y pese a su empeño no tuvo suerte. Esa muchacha daba la
impresión de haberse esfumado.
-No tengo tiempo
de buscarla toda la tarde, debo ir a arreglarme un poco.- Se dijo.-
Y retornó a su cuarto, allí estaba Bertie
que terminaba de revisar algunos apuntes.
-Bueno, creo que
ya estoy totalmente al día.- Se dijo con satisfacción en el mismo instante que
su hermana entraba.-¿Qué tal?- la saludó.-
-Estupendamente.-
Repuso la interpelada.- Pero se me ha hecho un poco tarde.
-¿Habéis escuchado
mucha música?- Se sonrió Bertie.-
-¿Música? No. No
he estado con Tom. - Contestó Cooan que le contó.- Anduve tratando de localizar
a April. Pero no la vi.
-Bueno, ya tendrás
ocasión mañana. De momento será mejor que nos arreglemos un poco.- Comentó Bertie.-
Su hermana asintió. Por otro lado,
el objeto de su búsqueda había salido hacía horas de la universidad. No podía
evitar pensar en la que siempre había considerado como a su hermana. Fuera lo
que fuese le destrozaba verla abocada a esa clase de vida.
-No puedo permitir
que haga eso. ¡Y menos con una niña recién nacida! No es un entorno apropiado
para ella. Aunque Paige no quiera saber nada de mí, yo la sigo considerando mi
hermana mayor. - Se decía llevada por el pesar y la piedad.-
Llegó hasta el piso de Paige, aunque
se detuvo ante el comienzo del pasillo. Pudo observar a dos mujeres, una rubia
y otra de cabellos castaños, que estaban tocando a la puerta de su hermana. No
supuso nada extraño. De no ser que…
-No, no puede ser
eso.- Se dijo.- Pero quizás ella también acepte ser compañía para otras mujeres,
en eso desde luego seríamos iguales.- Suspiró, reflexionando entristecida.- Aunque
yo no lo haría por dinero. Sería por amor.
No pudo evitar pensar en Melanie. Su
compañera de habitación había intentado sonsacarle en vano el motivo de aquella
tristeza que podía ver en ella. Aunque por supuesto no le reveló nada. ¿Cómo
podría? De todos modos, dejó de pensar en eso cuando vio a esas individuas entrar
en el piso de Paige y cerrar tras de sí. Ella se aproximó lo más rápido que
pudo sin hacer ruido y pegó una oreja a la puerta. Así pudo escuchar de fondo
la voz de su hermana, casi suplicando.
-Hice lo que
queríais. ¡Por favor! Mi hija es inocente. ¡No le hagáis daño!
-No temas por tu
niñita.- Le comentó una aterciopelada voz femenina.- Te garantizo que tendrá un
porvenir muy interesante. Puedo verlo.
-Si mi amiga lo
dice, te aseguro que así será.- Intervino otra voz de mujer más seca y ligeramente
gutural, para agregar.- Solamente queremos información sobre esas dos.
-Yo no sé nada de
ninguna de esas chicas. Ni tan siquiera sé de quienes me estáis hablando.- Negó
Paige.-
-Pero tu hermana,
sí.- Comentó la otra voz.-
-No me hablo ya
con April.- Replicó la muchacha con tono desabrido.-
-Es una lástima. Tendremos
que ser nosotras las que hablemos con ella.- Repuso la mujer de voz más
aterciopelada.-
-¡Esperad! -Les
pidió Paige con tinte implorante ahora.- La llamaré. Le pediré que lo haga por
mí, pero os suplico que no os acerquéis a ella. ¡Por favor!
-Eso dependerá del
éxito que obtengas en persuadirla.- Sentenció la otra mujer añadiendo con un
tinte de amenaza que no se molestó en ocultar. – Te aseguro que nosotras
seremos más que capaces de convencerla.
Aquella conversación asustó a April.
¡Estaban hablando de ella! Y su hermana, que nunca se amedrentó a la hora de
plantar cara a nadie, parecía estar aterrorizada frente a esas dos. ¿Quiénes serían?
Para evitar problemas se alejó de ese pasillo y se escondió en un cuarto de limpieza
cercano. Esperó un rato hasta que oyó como la puerta del apartamento de Paige
se abría. Por el ojo de la cerradura vio a esas dos mujeres salían. Vestían con
atuendos normales y caminaban despacio. Una de ellas, la rubia, era más
visible, tenía unos hermosos ojos azules y era realmente preciosa. Se detuvo
entonces y le comentó a su compañera.
-Lo presiento. Nuestro
encuentro con las Justicieras no tardará en producirse.
-Oye Meriak.-
Quiso saber la otra.- ¿A qué te referías con lo que dijiste del futuro de esa
bebé humana?
Y en su escondite, April se
sorprendió pensando.
-¿Bebé humana? ¿Por
qué la llama así?
La respuesta le llegó cuando miró
nuevamente por la cerradura. Tuvo que taparse la boca para evitar chillar. Sus
ojos se abrieron y el horror modeló su rostro. Una de esas mujeres, la de
cabellos castaños, lucía ahora unos ojos rojos color sangre y unos largos
colmillos sobresalían de su boca. Su compañera, sin parecer en absoluto trastornada
por esa espantosa visión, le comentó.
-Iama. No adoptes
tu verdadera apariencia aquí. Ya conoces las órdenes.
Y para asombro de April, esa chica
de inmediato cambió esas grotescas facciones por las de una muchacha normal de
ojos castaños y semblante agraciado al tiempo que convenía.
-Es cierto. Ese condenado
Sabio no tiene mucha paciencia que digamos.
-Nos invocó para
comenzar a hacer el trabajo que esos inútiles lacayos suyos han sido incapaces
de llevar a cabo.- Declaró la otra individua.- Y eso vamos a hacer, cueste lo
que cueste. O podría invocar a otras…ya te imaginas a quien…
Su compañera asintió y al fin esas
dos se alejaron perdiéndose por aquel destartalado pasillo. April no se atrevió
casi ni a respirar durante un par de minutos. Por fin, armándose de valor abrió
despacio y no dudó en ir al apartamento de su hermana. Tocó a la puerta con
desesperación. Al poco Paige abrió sorprendida. Al verla, no obstante, permutó
su gesto por otro de enfado y espetó.
-¿No te dije que
no quería volver a verte por aquí?
Pero en esta ocasión no le sirvió
esa treta. Su hermana entró empujándola al tiempo que cerraba la puerta. De un
vistazo vio que el bebé dormía y le susurró a Paige con una mezcla de asombro, temor
e indignación.
-¡Ahórrate la
comedia! ¡Lo sé todo! He visto a esas mujeres
o lo que sean.
Y ahora fue su contertulia quien
varió su expresión agresiva por otra de horror.
-Por lo que más quieras,
¡no te acerques a ellas!- le pidió con visible angustia y pavor.-
-Descuida, después
de lo que he visto, no se me ocurriría.- Le aseguró su interlocutora, para
preguntar entre curiosa y asustada.- ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué son esas
cosas, Paige?
Y la interpelada se giró dándole la
espalda, sollozaba con miedo y tristeza. Tras unos segundos interminables fue
por fin capaz de replicar.
-Son súcubos.
-Que son ¿qué?...-Inquirió
la atónita April, sin comprender.- ¿Qué demonios es eso?
-Tú misma lo has
dicho. Son diablesas, diablos femeninos. ¡Te lo juro! Eso es lo que son. Y no
hablo metafóricamente.- Le explicó su aterrada contertulia.-
-Lo sé, he visto a
una de ellas transformarse delante de mí.- Admitió April.- Y fui secuestrada
por dos demonios de esos la última vez que vine a verte, cuando me marchaba…
Su hermana la abrazó ahora, sin
parar de llorar, entre gemidos pudo disculparse.
-¡Lo siento! ¡Lo
siento mucho, de verdad! No quería ponerte en peligro. Por eso te dije esas
cosas tan terribles. No estás segura cerca de mí.
-Está bien,
cálmate.- Le pidió April, sentándose con ella en la desvencijada cama que
presidía ese cuarto.- Tuve suerte. Las Luchadoras Justicieras me rescataron.
-¿Qué?- Exclamó
con asombro su interlocutora.-
-Sí, son unas
mujeres muy fuertes. Les dieron una buena paliza a esos demonios. ¡Lo vi todo! -
Afirmó una ahora exultante April, sentenciando.- Podría tratar de encontrarlas
y decirles lo que está pasando…
-¡No!- Exclamó a
su vez Paige, tapándose enseguida la boca, para no despertar a su pequeña, al fin,
respirando hondo para tratar de controlarse, musitó.- No te metas en esto.
Ellas vinieron aquí precisamente porque saben que tú estás en esa universidad.
Y tienen la sospecha de que esas mujeres están allí también. Querían usarte
para localizarlas. ¡Y tengo muchísimo miedo! ¡Ya has visto que no son humanas, April, son
seres malvados sin ningún tipo de piedad! No se detendrán ante nada para llevar
a cabo sus planes.
-¿Qué planes?-
Preguntó su atónita contertulia.-
-¡No lo sé! Y tampoco
me importa. Lo único que quiero evitar es que te hagan daño, a ti, o a Marla.-
Suspiró angustiada dedicando una mirada a su bebé.-
-Está bien.-
Repuso la impactada chica.- No diré nada. Pero ¿qué hago si esas diablas o lo que
sean me encuentran?
-Hazte la tonta.
Diles que no sabes de quienes te están hablando. Y, sobre todo. En cuanto
puedas, márchate de aquí. No sé por qué, pero están muy interesados en algunos de
tus compañeros de facultad. En dos chicas y en un par de chicos. ¡Son sus objetivos!
Les consideran una gran amenaza para lo que sea que estén tramando. Por eso lo
más sensato que puedes hacer es irte.
-Pero me faltan
todavía un par de cursos para terminar mi carrera.- Objetó April.-
-¡No seas
estúpida!- Exclamó su hermana aferrándola de los brazos para sentenciar.- ¡No
se trata de tu carrera, sino de tu vida! -Dicho lo cual, suspiró para contarle
entre avergonzada y asustada.- verás. Ya has visto como tengo que ganarme la mía.
Sé lo que estarás pensando, pero eso no importa ahora. El caso es que me he
acostado con algunos acólitos de una secta satánica. Y los hombres suelen
hablar más de la cuenta en la cama. Algunos me han dicho que su maestro está
próximo a venir. Y que les falta una piedra o no sé qué cosa, para conseguirlo…
April abrió la boca entre atónita y
espantada. ¡Eso de la piedra le sonaba! Creyó acordarse de que aquellas
luchadoras les arrebataron una a los demonios que la secuestraron. Quizás por
eso ansiaban recobrarla.
-¡La piedra! - Musitó con visible sorpresa. -
Y aquella palabra hizo que su mente recordase por asociación.
¡Esas otras piedras pequeñas que llevaban aquellas mujeres! ¡Connie tenía una
igual! Ahora se acordaba de donde la había visto y de porqué le llamó la
atención cuando su compañera fue a charlar con ella.
-¿Qué decías?-
Inquirió su interlocutora quien no pudo entenderla.-
-Nada, que tienes
razón, me iré, me iré lejos.- Le aseguró a su hermana sin desvelarle esos
pensamientos.- Pero tienes que venirte conmigo.
-No puedo. Sería
fácil de rastrear para ellos.- Repuso la consternada Paige.- Y además, debo
pensar en mi niña. Por alguna extraña razón, lejos de querer hacerle ningún
daño, hasta esas diablesas se mostraron amables con ella. Puede que eso me
proteja a mí también. Hasta le han hecho regalos y me han dado dinero para mi
pequeña Marla.- Comentó sorprendida ahora, especulando.- Llevo metida en esa
secta desde hace un par de años, y admito que me he acostado con algunos altos
cargos. Quizás crean que es la hija de alguno.
Su contertulia la escuchaba con una
mezcla de incredulidad, pesar y temor. Pese a todo, deseando tranquilizar a su
hermana, asintió.
-Haré lo que me
digas. No quiero poneros en peligro. Y queda tranquila. Además de esas
justicieras he visto con mis propios ojos a un chico realmente increíble.
Hizo memoria acordándose de hacía
algunas noches. Cuando iba a salir de la facultad. Vio a Roy y a Tom colándose
dentro. Venían a buen seguro de trasnochar y se estaban colando clandestinamente
para evitar el toque de queda.
-Ese Malden, siempre
será el mismo. A buscarse ligues fuera cuando tiene a varias chicas aquí
dentro. - Se dijo en esta ocasión con desaprobación. -
Pero lo que vio, o mejor dicho, ni pudo
seguir con la vista al momento siguiente, la dejó perpleja. No se dio cuenta de
ello, pero en cuestión de milésimas de segundo esos dos pasaron de estar
encaramados al muro a plantarse en la entrada de su facultad que distaba al
menos unas decenas de metros. ¡Eso era imposible para una persona normal!
-¡Uno de los dos
tiene que ser alguien realmente sobrehumano! - Se dijo atónita.-
Y supuso que se trataba de Roy, él
había agarrado a Tom y al instante los dos estaban abriendo la puerta de su
edificio. Al narrarle esto a su hermana esta suspiró, casi pareciendo aliviada,
para replicar.
-Gracias April, te
agradezco muchísimo tu apoyo pese a lo que te dije y el modo en el que lo hice.
¡Perdóname! Yo siempre te he querido. Eres la única que de veras me ha mostrado
cariño y comprensión en nuestra familia. Aunque lo que te conté
desgraciadamente es cierto. Pero quiero que sepas que tú no tuviste la culpa.-
Sollozó consternada para sentenciar.- Solamente lo dije para apartarte de mí y
ponerte a salvo.
Eso dejó impactada a la joven oyente.
¿Acaso Paige estaba diciéndole que su padre era un vulgar abusador sexual? Se
negaba a creerlo. Aunque no tenía ni tiempo, ni ganas de polemizar sobre eso.
Se limitó a darle un abrazo a la que pese a todo seguía considerando como a su
hermana, a mirar dormir a su sobrina y a salir de allí tras despedirse y prometer
seguir en contacto. Al menos todavía era de día y se sintió más segura esta vez
a la vuelta al campus.
-Tendré que
averiguar quiénes son esas Justicieras y pedirles ayuda, y también hablar con
Malden sin que esos monstruos se enteren.- Pensaba.-
Tan centrada iba en sus reflexiones
que no pudo percatarse de que, apenas a unos
metros sobre ella, dos individuas se sonreían pérfidamente. Eran esas dos
mujeres que había visto antes. La rubia declaró divertida.
-Ha sido realmente
fácil. Los humanos son ridículamente predecibles.
-Y la muy estúpida
habría pensado que en ese miserable cuartucho estaba a salvo de que la
detectásemos.
-Sí, ¡lo mismo que
cuando estaba escuchando tras la puerta! - Se rio su contertulia.-¡Qué ingenua!
¡está completamente chiflada! Se pasa el día hablando sola. No comprendo nada
de esto. Ganas me dieron de haberle arrancado la información y las entrañas.
-Tenemos órdenes
de no hacerle daño. Así que déjala. Ahora hay que volver.- Le indicó Iama.- Pero
también debemos vigilarla y no perderla de vista. Y sobre todo, hay que
asegurarse de que a ese bebé no le suceda nada malo.
-Y eso que detesto
esos lloros. Todo el día se lo pasa berreando. En otras circunstancias ya habría
aplastado la cabeza de esa cría contra la pared.- Siseó Meriak, admitiendo eso
sí.- Aunque por otra parte, noto algo muy extraño cuando estoy cerca de ese
bebé.
-Sea lo que sea,
olvídalo. No podemos tocar a esa niña. Si el Sabio se enterase no le iba a gustar
nada. Y podría invocar a quien tú te imaginas para acabar esto en nuestro
lugar.
Aquellas palabras hicieron que su
interlocutora palideciera y enseguida se apresuró a replicar con tono
concernido.
-No he dicho que
vaya a hacerle nada. Solamente que me darían ganas. De todas maneras esto es
muy raro, mira que he venido a la Tierra durante siglos y jamás vi algo
parecido.- Valoró su compañera.- ¡Vaya dos hermanas!- Se burló con sorna llevándose
un dedo a la sien para preguntar divertida.- Dime. ¿Cuál de las dos crees que
estará más loca? ¿April o Paige? ¡Ja, ja, ja, ja!
Su compañera se rio también. Ese
espectáculo no dejaba de ser chocante hasta para una diablesa.
-Ni lo sé, ni me
interesa. – Respondió finalmente Iama, sentenciando.- Sin embargo, ocuparnos de
ella es nuestra misión. Por muy demente que esté esa idiota puede que nos lleve
hasta nuestros objetivos y la esfera Yalmutud.
Meriak convino en eso y las dos
desaparecieron. Entre tanto, a la hora convenida, el grupo de los muchachos se
reunió a la salida del campus. Roy fue aún más puntual, no quería llegar tarde en absoluto. Las
chicas también estaban allí ya. Cooan vio llegar a April justo en ese instante.
Empero, como tenían que irse ya para no llegar con retraso a la película, lo
dejó estar para una mejor ocasión.
-¡Vámonos ya! - Les indicó Roy con entusiasmo.-
Así lo hicieron, tras las consabidas combinaciones
de autobuses y metro llegaron a la ciudad y pudieron comprar las entradas sin
problemas. Todo transcurría con normalidad. Con lo que no contaban era con la
presencia de individuos pertenecientes a la secta que los observaban amparados
en el anonimato, (al no ser demonios, las piedras de las chicas no reaccionaron).
- Hay que informar al Gran Sabio y los maestres. - Dijo
uno de ellos a su compañero. – Al fin se ha presentado la ocasión propicia.
- Yo me encargaré de eso. - Le contestó el otro. - Tú
síguelos, les atacaremos a la salida. Cuando tengamos refuerzos y quede menos
gente por los alrededores. No conviene que haya testigos.
El
espía se marchó y llegando a la sede de la Secta, informó a los maestres, uno
de ellos le felicitó.
- Lo has hecho muy bien, ahora vuelve a tu puesto,
os enviaremos esos refuerzos lo antes posible.
Aquel
tipo hizo una reverencia y se marchó, otro maestre intervino.
- Enviémosles disfrazados de pandilleros, les parecerá
un asalto de los muchos que hay por toda la ciudad.
- Es una buena idea. - Convino el tercer maestre. - Así
no sospecharán de nosotros. Avisaremos a nuestro grupo encargado de las revueltas
callejeras.
- De ese modo no nos relacionarán. El Gran Sabio quedará
muy complacido de nuestra astucia. - Remató el primer maestre con triunfalismo.
–
-Sí, ya no hará falta que invoque a esas súcubos entrometidas.-
Añadió otro.-
Y
es que hacía poco que su amo había hecho aparecer a esas perras. Unas diablesas
tan ambicionas como peligrosas. Esas cuatro estarían deseando quitarles de en
medio para quedarse con la gloria. Pero no se lo iban a permitir.
-Por eso, es fundamental que tengamos éxito, antes
de que el Gran Sabio nos retire su favor.- Declaró el tercer maestre, a lo que
sus encapuchados compañeros asintieron bajo sus sayales.-
En otra
parte de la ciudad. La película estaba pronta a comenzar. Ya en el cine Roy hizo
una parada en el bar en tanto sus amigos ocupaban sus localidades. Al aparecer
en la sala, para sorpresa del resto, le vieron cargado de palomitas y
refrescos.
-¿A dónde vas con todo eso?- sonrió Beruche
observándole atónita. -
- ¡Traigo para todos!,- respondió con entusiasmo el
interpelado para afirmar. - Las películas hay que verlas con una buena
condimentación y ésta más que ninguna...
-¡Cómo eres de tragón! -Se rio Cooan, preguntando
entre perpleja y divertida.- ¿De verdad crees que vamos a poder con tanta
comida?
-¿Quieres apostar?- Comentó un jovial Roy.-
- Anda, siéntate ya. Que va a comenzar. – Le indicó
Tom al apagarse las luces. -
La
película se inició con una estupenda banda sonora que presagiaba algo muy interesante.
Ya durante los créditos, Roy les comentó en voz baja.
-Tuvieron que pagarle a Brando un salario astronómico
y parte de la recaudación para apareciera solamente unos minutos.
Cooan
y Bertie, eso sí, se miraron sin comprender, no tenían ni idea de quién sería
ese Brando.
-Un actor famosísimo, una gran estrella de esa
época.- Les aclaró Tom.-
-Y de todas las épocas. Seguro que hasta en el
futuro pondrán películas suyas.- Sonrió Roy.-
La verdad, ellas no recordaban ninguna. Dejando eso
a un lado se centraron en el largometraje. Nada más comenzar, aquella primera
imagen del planeta Kriptón les recordó a ambas a Némesis, un planeta con asépticos
edificios y una superficie desolada en su mayoría. Aunque ese mundo del film
era de una inmaculada pulcritud, contrastando con la negra superficie de su planeta
natal. Al parecer sí coincidían en algunas cosas, una civilización que daba la
impresión de estar en decadencia sumida en sus propias rivalidades, con un Consejo
de notables muy parecido al que hubo en su propio mundo. Y también, ¡cómo no! existían
traidores sedientos de poder.
-Esos son como los republicanos.- Le susurró Cooan a
Bertie en un momento dado.-
-Al final ellos no eran los traidores, sino el
Sabio.- Le recordó su hermana con el mismo tono.-
-Es verdad.- Admitió su contertulia en voz baja.-
Siguieron el film con interés y a
medida que este transcurría las parejitas ya se hacían evidentes. Roy y Bertie
estaban juntos en tanto Tom y Cooan se acurrucaban aproximando sus cabezas. Roy
estaba raro, al menos desde el punto de vista de Bertie, no hacía bromas ni
comentarios como hacía en otras películas. Cuando aquel actor aludido antes por
el chico, daba ese discurso de despedida al bebé que iba a enviar a la Tierra, algo
en ellas hizo que recordasen a sus propios padres.
-¡Ojalá hubiéramos podido despedirnos de ambos, de
un modo más amoroso.- Suspiró Cooan, algo emocionada.-
Su
hermana la tomó de una mano, asintiendo, con ese mismo deseo. Y a su vez se
fijó en su compañero. Sonreía con algunas escenas y Beruche creyó ver lágrimas
en sus ojos cuando el protagonista, ya convertido en un chico adulto en la
Tierra, se despedía de su madre adoptiva. Ella podía comprenderle muy bien. Tal
y como Cooan había comentado, las dos hicieron lo mismo en su mundo y ahora se
daba cuenta de que también fue una despedida definitiva.
-¡Lo que daría por poder abrazarles, otra vez.- Pensó
la emocionada Bertie, dejando caer alguna lágrima.-
Ahora
fue el turno de Roy de animarla con una leve sonrisa, en tanto Tom admitía
también con voz llena de nostalgia.
-Es verdad, me recuerda mucho a mi casa. Esos paisajes
de trigales que se extienden hasta donde raya el horizonte.
-Es muy hermoso.- Le susurró Cooan.- Estoy deseando verlo
en persona.
Y Tom asintió a su vez. Estaría encantado de
llevarla allí. Desde luego que era una película bonita. Bertie la estaba
disfrutando aunque tampoco perdía de vista a su compañero que sonreía en cambio
algo pícaramente ahora con el vuelo de Superman con Lois.
-¿Puedes leerme el pensamiento?- Meditaba quedamente
la periodista en tanto era llevada a través de la noche por el superhéroe.-
Roy desearía ser capaz de hacerlo. ¿Quién sabe lo
que Bertie estaría pensando ahora?, aunque la observó de reojo y parecía estar
encantada con la película, dado que hasta sonreía levemente con esa escena.
-Algún día lo haré. Te llevaré de esa misma manera.-
Pensaba él.-
Momento
de acción cuando Superman caía bajo la kriptonita. Roy suspiró aliviado. ¡Al
menos él no tenía ese punto vulnerable!
-¿Quién sabe?- Se dijo en tono reflexivo.- Quizás
hasta pueda llegar a ser más fuerte que él si continuo entrenándome.
Pero
finalmente el héroe se rehacía y era capaz de perseguir a ese misil nuclear.
Todos estaban enganchados en esa escena, deseando sinceramente que Superman
lograse desviarlo.
-¡Está a punto de alcanzarlo!- Exclamó Cooan,
recibiendo algunas miradas de otros espectadores.- ¡Lo siento!- Musitó algo
avergonzada.-
-Tampoco va tan rápido.- Comentó Roy a modo de
chanza.-
-¡Eres un fantasma! - Se rio Tom, remachando.- ¡Habría
que verte a ti!
-¡Él solamente se esforzaría en tratar de agarrarlo
si fuese un perrito caliente!- Se rio Beruche.-
Todos
se rieron con eso aunque unos enfadados ¡chisss!, de entre el público les
hicieron guardar un azorado silencio.
-Perdón.- Susurró la también colorada Bertie. -
Pero la película continuaba y siendo dos misiles
dirigidos en direcciones opuestas ni tan siquiera Superman podía detenerlos a ambos.
Pese a conseguir desviar uno que explotó inofensivamente en el espacio, el otro
impactó provocando un gran terremoto al quebrar la falla de San Andrés. A pesar
de multiplicarse para evitar las catástrofes, el héroe no pudo llegar a tiempo
para salvar a Lois, que cubría un reportaje y cayó con su coche dentro de una
gran fractura, quedando sepultada por la tierra. Fueron momentos de angustia,
incluso para las hermanas. Cooan no pudo evitar pensar entonces en todos aquellos
que murieron presa de las mentiras y la manipulación del Sabio. Para su desgracia,
Sailor Moon no llegó a tiempo de salvarles. Por su parte, cuando la
protagonista murió, Roy se sintió muy identificado. Sobre todo cuando el
kriptoniano lanzó un grito tremendo y voló directamente para tratar de alterar el
destino. Viendo el rostro de su padre, Jor- El, que le recordaba a modo de
imperativo en su mente.
-¡Prohibido inmiscuirte en la historia de los seres
humanos!
Y
entonces él pensó, realmente sorprendido, como si de pronto cayera en la cuenta
de algo.
-¿Acaso yo, con mis poderes, estaré de algún modo
alterando las cosas? ¿Debería hacerlo?¿O estoy aquí precisamente por esa razón?
Sin
embargo, cuando la voz Jonnathan Kent se escuchó, con un tono más suave, el
chico llegó a emocionarse. Aquellas
palabras le recordaban mucho a las que su propio padre adoptivo le dijo alguna
vez.
-He llegado a una conclusión hijo…tú estás aquí para
ayudar a la gente…
-Sí.- Musitó.- Ahora lo entiendo, lo comprendo todo.
De algún modo siempre lo supisteis. ¡Gracias papá!. ¡Gracias mamá!…
Tratando de
evitar que sus ojos se humedecieran con ese recuerdo miró a Bertie y ella, percatándose
de ese sentimiento, le sonrió dándole de la mano. Y al ver la escena siguiente
él aseguró en un tono que no parecía de broma.
-Le comprendo. También yo haría girar la Tierra al
revés por ti, cubito…
Menos mal que en la oscuridad del cine nadie vio
como Bertie se ponía colorada. Por su parte Tom miraba a Cooan de reojo y la
muchacha se sonrojaba apartando la vista. De pronto, el héroe volvía a girar a
la inversa haciendo retornar al planeta a su normalidad. Después, llegaba junto
con Lois, que estaba sana y salva aunque algo enojada, fuera de su coche que se
había quedado sin gasolina.
-Eso no sería correcto.- Apuntó Beruche con un tono bastante
intelectual en tanto explicaba.- Superman tendría que volver a actuar para
evitar que sucediera todo una y otra vez…o bien se encontraría con él mismo y
sufriría una paradoja temporal.
-Bueno, es solamente una película, no seas tan
quisquillosa.- Le susurró su hermana de modo jovial.-
Bertie asintió, aunque viendo la cara de Roy quizás
aquello significase mucho más que un mero film para él. Así transcurrieron los
minutos y cuando la película terminó salieron del cine con los consiguientes
comentarios.
- Me ha gustado mucho. - Afirmó Cooan. -¡Qué gran
tipo ese Superman!
-Es verdad. - Convino su hermana para sorpresa de
los muchachos cuando agregó solidariamente. – Además le comprendo, eso de venir
de otro mundo tan diferente e integrarte en éste es difícil.
- Pero al igual que vosotras, eligió el camino de
defender el bien. – Les dijo Tom haciendo que ambas sonrieran agradecidas. –
- ¡Ojalá tuviéramos a un héroe como él aquí!, nos
haría mucha falta. - Suspiró Cooan -
-¡Eh, ya me tenéis a mí! - Bromeó Roy, (o al menos
eso creían las chicas, claro.)-
-¡Anda héroe! ¡ji, ji, ji! –Se burló Bertie con una
media sonrisita cantarina de las que solía prodigar cuando se sentía contenta.
- Será mejor que volvamos.
Roy
asintió con una sonrisa más amplia, aunque sus amigos no dijeron nada pues se
habían cruzado miradas de complicidad, como si reafirmaran una decisión tomada
con anterioridad y fue Tom quién les dijo.
- Si no os importa, Connie y yo nos quedaremos
durante más rato. Hace una buena noche.
- Es que nos apetece pasear y tomarnos algo. ¿Os
apuntáis?- Sugirió ella más que nada por compromiso. –
Roy
miró a su amigo y no pudo reprimir un gesto de aprobación, negó con la cabeza y
repuso...
- Creo que Bertie tiene razón. Yo estoy molido por
el día que he tenido. No he parado ni un segundo y quisiera descansar. La
acompañaré al apartamento.
Beruche
asintió aunque no deseaba del todo eso. De todas formas ella y Roy también
habían tenido algunas miradas muy indicativas durante la película y hablarían
durante el trayecto. La muchacha también aprobaba el gesto de su compañero y
deseaba que su hermana y Tom pasasen una estupenda velada los dos solos. Por su
parte contaba con algo similar. Así que ambas parejas se separaron. Roy y
Bertie se marcharon de la mano, eso de
por sí era bastante revelador.
-¿Qué crees que irán a hacer esos dos?- Se sonrió
Roy una vez se alejaron lo bastante.-
-No lo sé. – Replicó su interlocutora, con una pícara
sonrisa a su vez, para desear.- Espero que puedan pasar una velada realmente
maravillosa. Se lo merecen.
-Lo mismo que nosotros, ¿Verdad?- Preguntó el chico
con tono más incitador.-
Bertie se limitó a asentir despacio, esperando eso
mismo. Entre tanto, los componentes de la otra pareja se sonrieron imaginando
que, quizás, sus amigos tardarían algo más en llegar al piso de las chicas. Pero
Tom optó por dejar de pensar en sus compañeros y centrarse en la estupenda muchacha que tenía
a solas por fin con él.
-¿Quieres tomar algo? - Le ofreció animadamente. - Yo
tengo mucha sed, me he comido muchas palomitas, te invito a un refresco.
- Sí, muchas gracias, - sonrió ella que convino -
también estoy seca.
Se
instalaron en un cómodo bar cercano que tenía terraza. Allí pidieron sendos
refrescos y comenzaron a charlar. Tom no pudo evitar mencionar el tema de sus
amigos y comentó.
- Me alegro por ellos, era algo que se veía venir.
- Pues yo no estaba tan segura. – Rebatió Cooan divertida
por esa aseveración. - A mi hermana no la convence cualquiera para salir. De
hecho, hasta ahora ninguno lo había conseguido.- Se dijo perpleja.-
- Roy no es un tipo cualquiera. – Declaró Tom que
remató sus palabras con un sentido tono de cumplido. - Y Bertie desde luego
tampoco es una chica corriente. Desde que conozco a mi compañero de cuarto no
le he visto jamás comportarse así con ninguna mujer.
-¿Y eso qué quiere decir exactamente? - Se interesó
Cooan removiendo su bebida con la pajita que ésta llevaba. -
- No, no me interpretes mal. - Se apresuró a matizar
él, temeroso de haberla dado una impresión equivocada. - Roy, pese a lo que
parezca, nunca ha tratado de aprovecharse de las chicas con las que ha salido.
Lo sé, sólo ha llegado hasta donde ellas le han permitido. Aunque la mayoría de
ellas han sido muy permisivas, ya me comprendes. Pero con Bertie es otra cosa. Es
curioso. A veces me da la impresión de que ambos tenían que conocerse y lo que
nos ha sucedido con esos demonios les ha unido mucho.
Su
interlocutora asintió, ella también se había dado cuenta de aquello. Lo supo
desde bien pronto, pese a los enfados y rabietas que su hermana se llevaba a
causa de ese chico. Pero Bertie siempre había sido un libro abierto para ella y
la pobre realmente ocultaba mal sus emociones pese a creerse lo contrario. Aun así,
no es que Cooan pensara que su hermana se hubiese enamorado de Roy desde el
primer día. Su primer encuentro no fue precisamente muy romántico que digamos. Pero
sí que lo presintió, aunque no quisiera verlo, desde que ambos regresaron de aquella
práctica con los niños. Y más adelante pudo constatarlo en el hospital.
Suspiró, eso pertenecía ya al pasado y ahora ella tenía a su lado a ese
muchacho del que apenas si se había percatado hasta hacía pocas semanas. Lo
cierto era que a primera vista Tom
quedaba eclipsado por la arrolladora forma de ser de su amigo, pero él poseía
una calma y una dulzura implícita que poco a poco iban colándose en su corazón.
Por su forma de ser y sus acciones era un auténtico caballero y le recordaba a
una mezcla entre Mamoru y el príncipe Zafiro en físico, en sus ademanes e
incluso en su amabilidad que parecía sincera, muy distinta a la que, por
ejemplo, exhibía Rubeus, llena de falsedad. Sí, ahora lo veía tan claramente
que se sorprendía de cómo pudo estar tan ciega en el pasado. O mejor dicho en
el futuro. Como decía una canción que había podido escuchar alguna vez. Había
estado encadenada a un sentimiento y ahora que era libre podía valorar las
verdaderas virtudes. Incluso la tarareó un poco ante el asombro del chico…
-¿Connie? ¿Estás bien? - Le inquirió él notándola
ausente y ella enseguida disipó esos pensamientos y respondió. -
- Sí. Lo siento, estaba recordando los
acontecimientos que nos han llevado hasta aquí y la verdad es que me alegra
mucho el haberos conocido a los dos. Pensaba en esa canción que me pusiste…esa
de liberarse de las cadenas…
-Es una hermosa canción. Llena de inspiración. Para
personas con una enorme fuerza de voluntad. Como tú.- Sonrió él. -
Cooan le miró agradeciendo esas palabras. En verdad
tanto ella como sus hermanas tuvieron que arrostrar muchas dificultades desde
su purificación. Pero supuso que no eran las únicas que tuvieron que comenzar
de nuevo lejos de su hogar. Sin ir más lejos, realmente tampoco sabía gran cosa
de su interlocutor, salvo pequeños detalles que éste le había ido contado de su
vida. Tom tenía un hermano pequeño y era de Kansas. Llegó a la Golden con una
beca al igual que ellas, puesto que procedía de otra universidad más modesta. El
chico por su parte sonrió, a él le sucedía lo mismo. Se fijó en Cooan, (Connie
como tan cariñosamente la apodaban Roy y él mismo.) A primera vista esa muchacha
tan alegre y a la vez tímida y dulce, no dejaba entrever que escondiera tantos secretos.
Jamás pudo imaginarla con una vida tan diferente a la que él había visto.
Aunque una cosa estaba clara, ella nunca fue libre para decidir sobre ello y
cuando pudo hacerlo tomó la senda correcta. En realidad, Tom se daba cuenta de
que eso era común también a Bertie y a Roy. Solamente él tenía una existencia
clara y sin nada que ocultar. Bueno, salvo los sentimientos que tenía por
aquella muchacha que le estudiaba con esa mirada tan cordial. Y ya quizás ni
tan siquiera eso, puesto que estaba dispuesto a confesarle lo mucho que la
quería.
-Mujer encadenada.- Añadió el muchacho entonces. -
-¿Qué?- Se sorprendió la joven.-
-Esa canción. ¿Te referías a esa? ¿Verdad? A mí
también me gusta mucho.
Y
para sorpresa y embeleso de la muchacha, incluso cantó algunas estrofas…Cooan
recordó efectivamente haberla escuchado con él. Una vez, oyendo algo de música
en una de las pausas de los ensayos de baile, Tom se la puso y ella se emocionó,
sobre todo cuando él acompañó a la melodía con su propia voz, tan cálida y
hermosa, puesto que, juraría recordar que era otra de las que su madre les
ponía siendo niñas.
Será mejor que te
encante amar y que te comportes bien
Será mejor que te
encante amar y que te comportes bien
Mujer encadenada
Mujer encadenada
Llama a su hombre
la gran esperanza blanca
Le dice que está
bien, ella siempre se las arregla.
Mujer encadenada
Mujer encadenada
Bien, creo que
mentir y esperar es asunto de un hombre pobre. Asunto de un hombre pobre
Y me siento
oprimida y sin esperanza por tus ojos de acero.
Bien, es un mundo
loco que mantiene a la mujer encadenada. Woh, woh, woh
Mujer encadenada
Mujer encadenada
Cambia su alma por
piel y hueso
Será mejor que te encante
amar y que te comportes bien
Entrega lo único
que posee.
Será mejor que te
encante amar y que te comportes bien
Mujer, encadenada (el
Sol y la Luna) Mujer encadenada
Bien, siento que
en el fondo de tu corazón
hay heridas que el
tiempo no puede sanar
(El tiempo no
puede sanar)
Y siento que en
algún lugar hay alguien que no puede respirar
Sabes a lo que me
refiero
Es un mundo loco que
mantiene a la mujer encadenada
Está bajo mi piel
pero fuera de mis manos
Lo romperé.
(Alguien en algún lugar lo está intentando)
Pero no lo
comprendo. (Respirar)
No aceptaré la grandeza
del hombre
Es un mundo loco que
mantiene a la mujer encadenada
Es un mundo loco
que mantiene a la mujer encadenada
Así que, libérala,
libérala, libérala
Así que, libérala,
libérala (El Sol y la Luna)
Así que, (el
viento y la lluvia) libérala, libérala
Así que, libérala,
libérala, libérala
Así que, libérala,
libérala (El Sol y la Luna)
Así que, (el
viento y la lluvia) libérala, libérala
(Woman
in Chains, tears for Fears. Crédito al autor)
Tom se acordaba de aquello también. La muchacha
parecía ser muy sensible a ese tipo de canciones. En ese momento el chico se
preocupó pensando en que algo la sucedía… Connie estaba llorando…
-¿Te encuentras bien? - Quiso saber él.-
-Sí, es que es una canción preciosa. Me ha hecho
llorar, eso es todo.- Se disculpó entonces ella.- Lo siento.
No
quería desde luego pensar en ello, pero también le venían a la memoria aquellos
dramáticos momentos en los que se sintió traicionada, hundida y sola. Cuando su
antiguo jefe le destrozó el corazón. Ahora podía comprender a su madre, y la
tristeza que ella debió sentir al haberse visto tan abandonada en su desolado
condado en tanto su marido viajaba de un lado a otro o permanecía en la Corte.
Y Cooan recordó también ese escándalo que se rumoreaba sobre su padre y la
duquesa Turmalina. A buen seguro que llegaría a oídos de su pobre madre.
-Nunca quisimos creer que fuera verdad. Sin embargo,
cuando corrió ese rumor Petz estaba muy enfadada con papá y Kalie muy triste,
aunque quisiera aparentar lo contrario.- Suspiró meditando con pesar.- Bertie y
yo éramos demasiado jóvenes para enterarnos…bueno, eso ya no importa.
Sonrió
enjugándose las lágrimas con una servilleta de papel en tanto su acompañante la
observaba. Tom sentía que esa pobre muchacha había sufrido mucho. Aquello
sucedió antes de que conociera toda la verdad sobre Connie y su hermana. Ahora
podía entenderlo. La miró entonces a los ojos. A él le encantaba perderse en ese
violeta tan intenso de sus pupilas y no pudo por menos que susurrarla, presa
del sentimiento que le embargaba.
- Tienes los ojos más bonitos que he visto en mi
vida. No están hechos para mostrar tristeza.
Cooan
enrojeció sus mejillas y no pudo reprimir una sonrisa de complacencia. Se daba
cuenta de que Tom no había soltado el típico piropo al uso para ganar puntos. Ese
chico tenía un alma pura y siempre hablaba de corazón. Expresaba sin ambages lo
que sentía. ¡Ojalá le hubiera conocido en Némesis! ¡Qué distinta habría sido su
vida!
- Son un color bastante frecuente en mi mundo de
origen. – Le aclaró la chica, feliz por cambiar de tema. -
- Es curioso. – Añadió él, siguiendo con ese mismo
hilo de conversación. - Pero entre vosotras apenas si os parecéis en eso. Cada
una tiene un color de pelo y de ojos diferente.
Es muy raro tratándose de hermanas.
- Es verdad. - Admitió Cooan que le desveló para
sorpresa del chico. - Pero esas cosas son muy normales en Némesis. Bueno, supongo
que lo serán en el futuro de la Tierra también. Allí los padres pueden incluso
elegir colores para los ojos y el cabello de sus hijos. La ingeniería genética
está muy avanzada.
Tom
abrió la boca de la sorpresa. Pese a no ser demasiado religioso para lo que se
estilaba en su propia familia, negó con la cabeza y repuso.
- No lo comprendo. ¿Por qué cambiar así a las
personas? Es como jugar a ser Dios.
-¿Te parece mal?- Le preguntó Cooan sintiendo desazón
por aquello que a ella no le llamaba la atención en absoluto.-
- No, no es eso. - Le matizó el muchacho, no deseando
ofenderla ahora. - Me refiero a que no veo la necesidad. Al menos pienso que un
hijo o hija no es un coche o una tapicería para escoger el color que debe
tener. Sin ir más lejos. ¿Cómo eran tus padres?
- Mi padre moreno y mi madre tenía el pelo castaño
claro, con algunos tonos violetas, como yo. – Le contó la interpelada casi
teniendo que hacer memoria para recordar. - Pero hay una causa, Tom. Verás. - Le
explicó ella hablando de su planeta como si estuvieran allí mismo y ahora. - En
Némesis existen muy pocos habitantes. Y los matrimonios endógamos no son tan
raros como aquí. Sin ir más lejos, el origen de mi propia familia, por lo poco
que yo sé, se remonta a un amor prohibido entre parientes. – Le confesó a su oyente no sin cierta turbación.-
Tom
le dedicó una asombrada mirada. Desde luego eso se salía mucho de su educación.
Pese a ser de un espíritu mucho más abierto que el resto de su familia. Sin embargo,
había ciertas cosas que no podía asimilar fácilmente. La chica, advirtiendo
eso, quiso matizar.
-Era algo que sus familias vieron mal. No sé. Mis
ancestros tuvieron entonces que huir para poder estar juntos. Oí a mi abuela
Kim decir algo de eso una vez. Fue nuestra bisabuela Kurozuki la que llegó en
pos de su amado. También mi madre debió de contárselo a Petz que es la mayor,
pero ni ella ni Kalie nos han querido hablar nunca mucho sobre esa cuestión. –Suspiró
agregando.- A decir verdad, prefiero no saberlo.
-Claro, lo comprendo. De todos modos, tú no tienes
culpa ninguna de eso.- Repuso el joven.- Es un tema delicado, pero si es incómodo
para ti, no hace falta que me cuentes nada más.- Añadió en tono conciliador.-
Cooan
sonrió, sentía que Tom era un buen muchacho que no la prejuzgaba. Desde luego
si había aceptado el propio pasado de ella, esto lo haría con más motivo. Pese
a todo, quiso quitarle hierro al asunto al agregar.
-Tampoco es que nos casáramos entre hermanos, pero
sí es frecuente entre primos y como sabes, esto puede producir enfermedades o
taras genéticas. Además, Némesis tenía una extraña fuente de energía. La energía
oscura la llamaban, que producía graves efectos en la salud. Nos vimos
obligados a usarla para dar luz y calor a nuestro planeta y poder sobrevivir,
pero al tiempo era muy dañina. Nuestros primeros antepasados pagaron un alto
precio, murieron muy jóvenes. Y eso que, desde muy antiguo, se comenzó a variar
el código genético para hacernos más resistentes a ella y para evitar problemas
derivados de la endogamia.
-Ya veo.- Musitó el chico realmente asombrado por lo
que escuchaba.- ¡Es increíble!…entonces tuvisteis que sufrir mucho allí.-
Conjeturó realmente compadecido de ella y sus hermanas.-
- No Tom.- Le sonrió ahora la joven para replicar
con más jovialidad.- Era al contrario,
verás. La vida en mi mundo, al menos cuando yo nací, era ya muy cómoda y fácil.
Mucho más que la de la Tierra hoy día, pero los pioneros sí que lo pasaron muy
mal. Al menos hasta que se pudo conjurar el peligro de la energía oscura.
Nuestros científicos y técnicos hicieron grandes esfuerzos para controlarla y
aislar a la población de ella. Paradójicamente, creo que ese Hombre Sabio que
nos manipulaba también tuvo algo que ver en eso…
- Es algo tan impensable para mí. - Repuso él,
aunque tuvo que reconocer que en la Tierra ya se experimentaba con éxito en
muchas de esas cosas y quién sabe si, acuciados por la necesidad y con una
tecnología mucho más avanzada que la actual, podría recurrirse a ello. - No es
que pretenda juzgarlo ni mucho menos. - Añadió él. – Simplemente me parece algo
realmente increíble. Solamente espero que tú y tus hermanas estéis bien de
salud.- Se inquietó.- Que no os haya dejado secuelas.
Cooan
le sonrió aliviada e incluso divertida para agregar.
- No temas. Cuando la Guerrera Luna nos purificó
arrastró cualquier traza de esa energía que pudiéramos seguir teniendo. Fue como
limpiarnos por completo. Es más. Hasta me parece que hemos variado algo en
cuanto a nuestra genética. Desde que llegamos aquí ha sido curioso. Kalie y yo
no destacamos tanto en nuestros tonos de cabello. Sin embargo, mis hermanas
Beruche y Petz tienen unos colores de pelo que si llaman la atención. Al
principio Bertie lo tenía más azulado, pero se le ha ido haciendo más claro,
tirando a blanco e incluso a un poco rubio. Y Petz lo va oscureciendo, ya casi
lo tiene más negro que verde oscuro, que era su color original. Aunque eso es
lo que menos nos preocupa. Imagínate que al llegar a este planeta pensábamos
que nuestros colores no eran propios de la Tierra y que eso nos señalaría, pero
hemos visto a chicos y chicas aun con colores más raros. ¡Incluso que llevan el
pelo pintado con varios!
- Sí. Creedme, ¡en Nueva York cualquiera de vuestra
familia pasaría desapercibido en eso y en casi cualquier otra cosa! - Se rio el
muchacho haciendo que ella también soltase
una limpia carcajada y cuando pudo él añadió más en serio. - Supongo que
echarás de menos a tus padres.
- Pues no tanto como debiera. - Le respondió Cooan
adoptando ahora un tono más grave y nostálgico cuando añadió. – Nuestra casa
era muy grande. Rodeaba de un lago y jardines. Todo bajo una enorme cúpula.
Vivíamos en la región de Ayakashi. De ahí vienen nuestros apellidos reales.-
Les desveló ella.-
-Pero eso creo que es japonés. Aunque no sé qué
significa.- Replicó un perplejo Tom.-
-Quiere decir algo así como un fantasma marino. Uno
que se apropia de las almas de los humanos. Pero nuestro condado se llamaba así
porque tenía una zona de actividad geotérmica que permitía que la poca agua que
existía estuviera en estado líquido o vapor. Eso creaba una atmósfera
fantasmal. De neblina permanente sobre el agua. Mis bisabuelos paternos lo
colonizaron y le dieron ese nombre al recordar las viejas leyendas de Japón.-
Le narró ella.-
El
chico escuchaba realmente asombrado. Más cuando ella prosiguió.
-Cuando mis padres se casaron fueron a vivir allí, y
se esforzaron muchísimo para plantar
árboles, drenar el pantano en el que se levantaban esas nieblas y construir un
hermoso hogar. Al nacer nosotras, era mucho más bonito.- Sonrió ahora la
muchacha, evocando aquello con una mezcla de ternura y tristeza en su tono.- Un
lago con flores y árboles alrededor.
-Lo entiendo muy bien. Mis abuelos y mis padres también
trabajaron muy duro para que sus tierras dieran fruto y prosperasen.- Comentó
él.-
-A mi padre apenas le veíamos. Viajaba de continuo.-
Le contó Cooan.- Eso sí, siempre nos
traía regalos y nos contaba historias de la capital. Luego, nos llevó con él a la
Corte y más tarde volvimos de su mano para entrar al servicio del rey Coraíon,
y de su esposa, la reina Amatista. Papá seguía viéndonos con cierta regularidad
pero un día desapareció. Me acuerdo de él mejor, pero tengo más recuerdos
bonitos de mi madre. Era una buena mujer y nos quería mucho. La adoraba porque
me mimaba bastante. Cuando no se daba cuenta, o eso creía yo, me vestía con sus
ropas para jugar.- Sonrió con nostalgia en tanto proseguía con voz queda.- Nos
contaba muchas cosas de la Tierra. Para nosotras este planeta era una especie
de mito. Solamente sabíamos que nuestros ancestros vinieron de él. Pero nos
encantaba escuchar a nuestra madre. Nos reunía a todas a su alrededor y a mí, siendo
la más pequeña, a veces me tomaba entre sus brazos. Entonces nos hablaba de los
majestuosos bosques, los enormes océanos y las altas montañas que tenía. -
Suspiró de forma soñadora.-
Su
interlocutor no podía dejar de escucharla y observar aquella expresión de
candidez e ilusión. Tom estaba totalmente prendado de esa joven. Y quizás
incluso algo compadecido de ella. Connie hablaba de todo eso con devoción. Él
admiraba mucho la obra de la madre naturaleza pero jamás hubiera llegado a
sospechar lo afortunado que era al vivir en el planeta que su contertulia describía
como prácticamente mágico.
-Esta claro que vuestra madre os quería mucho.-
Afirmó él visiblemente impresionado.-
- Desgraciadamente. – Rememoró Cooan con pesar como
aquella vez que se lo contara a Rei. – Luego ella cambió, se volvió mucho más estricta,
sobre todo con mis hermanas mayores. Quería educarnos bien para que
triunfásemos en la Corte. Yo era muy cría y no recuerdo bien sus facciones. Siendo
la más joven es natural y el día en que nos despedimos para viajar a la capital…
- Sufrirías mucho. - Comprendió Tom haciéndose cargo
de eso. –Es lo normal. Tan pequeña, que te apartasen de tu madre así, tiene que
afectar a cualquiera.
- No te creas. - Le negó su interlocutora que
explicó a renglón seguido. – En ese momento no tenía mucha conciencia de lo que
estaba pasando. Además, todas creíamos que vivir en la Corte de Némesis sería
maravilloso aparte de que, claro está, veríamos a nuestra madre con frecuencia,
dando por hecho que vendría a visitarnos. Pero después fuimos creciendo y a
pesar de que en ocasiones recibíamos noticias de ella o viceversa, no tuvimos
ya casi contacto. Y todo eso empeoró cuando ese sabio empezó a bombardearnos
con la energía oscura. A partir de ese instante, fuimos olvidando nuestros buenos
recuerdos y solamente la ambición, el egoísmo y la competitividad, anidaron en
nosotras...
Llegando
a este punto su contertulia guardó silencio con las manos entrelazadas apoyando su barbilla sobre ellas. Parecía
estar emocionada y sentirse culpable al evocar aquello, casi daba la impresión
de estar a punto de llorar. Tom juzgó prudente y cortés no atosigarla más con
esos recuerdos. Todo eso pertenecía al pasado, o al futuro, ¡menudo un embrollo!
Simplemente dedicó a esa chica una cariñosa mirada y ella agregó de modo
espontáneo, en tanto volvía a sonreír.
- Me acuerdo de que cuando me despedí de mi madre,
siendo yo muy pequeña, le prometí que, si alguna vez tenía una hija, la
llamaría como ella.
-¿Y cómo se llamaba tu madre?-. Fue la inevitable
pregunta de él.-
- Idina, de la familia Kurozuki. Fue el nombre que
nuestros antepasados maternos adoptaron al llegar a Némesis. - Respondió Cooan casi
paladeando el nombre con devoción. – Al final, no sé qué le sucedió a ella. Creo
que acabó trastornada. Pero no estoy segura. ¡Mi pobre madre, se quedó tan
sola!…- Remachó visiblemente emocionada, tanto, que alguna lágrima le caía.- Lo
siento…cuando pienso en ella…no lo puedo evitar. –Fue capaz de decir ciertamente
apesadumbrada, con la voz entrecortada.-
Tom
la miró con pesar y no sin compasión. ¡Pobre muchacha! Su vida estaba claro que
fue bastante más dura y difícil de lo que él se había llegado a imaginar. Aun
así, fue capaz de superar todo aquello y elegir hacer el bien. Lo realmente
importante es que ahora estaba allí, a su lado. De pronto se sintió el chico
más afortunado del mundo por ello y dijo con cariñoso y amable tono.
- Idina, ¿eh?. Es un nombre muy bonito. Me gusta
mucho a mí también. Vuestra madre debió de ser como vosotras, una gran mujer.
¿Y qué pasó con vuestro padre? Si lo puedo preguntar. Dijiste algo de que
desapareció. ¿Verdad?
-Esa fue la versión oficial. -Repuso la joven.- Él nos
quería, al menos siempre era muy cariñoso con nosotras. Pero estaba demasiado
interesado en ascender en la Corte. Por lo poco que yo sé cumplió varias misiones
para el rey Coraíon, el padre del príncipe Diamante. Desapareció en una de
ellas. Llegaron a culpar a las fuerzas de neo Cristal Tokio. Jamás le volvimos
a ver. Después nos enviaron a la Tierra, al pasado.- Suspiró para remachar.- El
resto ya lo sabes…
-Doy gracias a Dios porque lo hicieran. Lamento
mucho lo que os sucedió, pero soy feliz porque, por causa de ello, estáis aquí.
No podría haberte conocido sino. – Repuso francamente él.- Como esa otra
canción que escuchamos juntos. ¿Recuerdas? - Canturreó él.- Dobla una esquina
diferente y no nos hubiéramos conocido…
Su
interlocutora sonrió agradecida por aquellas palabras, esa canción era también
muy hermosa. Y Tom no se privó de cantarla a capela y casi entre susurros, y
aun así, pese a todo haciendo unos tonos realmente contrastados y puros.
Diría que el amor es algo mágico
Diría que el amor nos evita el dolor
De haber estado allí, de haber estado allí
Diría que el amor nos evita el dolor
De haber estado allí, de haber estado allí
Te prometería toda mi vida
Pero perderte cortaría como un cuchillo
Así que no me atrevo, no, no me atrevo
Porque nunca me he acercado en todos estos años
Eres la única que detiene mis lágrimas
Y tengo tanto miedo, tengo tanto miedo.
La
chica se dejaba llevar por aquella tonada maravillosa, recordando la música
cuando él se la puso. Aquella canción le hacía latir más rápido el corazón,
llenándola de una agradable sensación de calor y bienestar. Era como sentirse rodeada
de protección y amor. Y además, daba la sensación de que las siguientes
estrofas estuvieran especialmente escritas para ella.
Llévame atrás en el tiempo, tal vez pueda olvidar
Dobla una esquina diferente
Y nunca nos hubiéramos conocido,
¿Te importaría?
¿Te importaría?
No lo entiendo, para ti es una brisa
Poco a poco has hecho que me arrodille
¿No te importa?
No, nunca me he acercado en todos estos años
Eres la única que detiene mis lágrimas
Tengo tanto miedo de este amor
Y si todo lo que hay, es este miedo a ser usado
Debería volver a estar solo y confundido
Si pudiera, lo haría, lo juro
Lo juro…
(A
different corner. George Michael.
Crédito al artista)
Y cuando el chico concluyó, para asombro de ambos,
un buen grupo de personas que les miraban embelesados aplaudieron, elogiando al
muchacho y sus grandes dotes de cantante. Tom por supuesto se puso colorado, y
sonrió tímidamente. Lo mismo que ella, que pudo enjugar esas lágrimas y una vez
que aquellos curiosos les dejaron de nuevo a su aire, quiso cambiar de tema.
-Bueno, ¿y tú qué? – Preguntó la muchacha con patente
interés, interrogándole con la mirada.-
-¿Yo? – Se
señaló su interlocutor a sí mismo con un dedo sobre el pecho.-
-No me has contado mucho de ti.- Replicó Cooan.-
-No hay demasiado que contar. Mis padres viven en
una granja en Kansas, cerca de Manhattan. - Le recordó él.- Mi hermano Daniel
está todavía en el instituto y es un friki de la informática.
-¿Pero Manhattan no está aquí, en Nueva York?- Se
sorprendió la joven que creía que así era.-
-No, hay otra en mi estado natal, entre el rio
Kansas y el Big Blue, cerca de un lago. - Se sonrió su contertulio que le comentó
divertido.- Roy siempre me hacía esa broma. Me decía, ¡Oye paleto!, no puedes
decir que no hayas visitado este sitio antes. ¡Tú ya has estado en Manhattan
antes que yo!
Cooan
se rio, se podía imaginar perfectamente a ese alocado compañero suyo comentando
algo así. Lo cierto es que estaba disfrutando mucho. Desde luego esta nueva
vida tenía muchos alicientes y cada vez se sentía más cómoda. Ya fue un cambio
convertirse en una humana normal, y ahora, además, el haber variado tanto de la
cultura japonesa a la norteamericana. Eso supuso para su hermana y para ella
otro esfuerzo por adaptarse. Pero había merecido la pena. Le daba la impresión
de que llevasen una eternidad viviendo allí, en el ambiente de la Golden.
¡Ojalá que esos malditos demonios desaparecieran para siempre! Eran lo único
que podía empañar su felicidad. Sobre todo ahora que había conectado finalmente
con Tom.
-Un día de estos tendríamos que ir a visitar a mi
familia a Kansas. Os invitaré a todos, a ti, a Roy y a Bertie. ¡Seguro que os
gustará! Podréis ver el museo de los tesoros del Mundo, el de Old Cowtown y
Dodge City, la ciudad sin ley - Comentó animadamente él, agregando.- Tu madre
tenía razón sobre la Tierra. ¡Si vieras el paisaje que hay en mi hogar!. El
cielo es azul y se extiende cubriendo una extensión de trigo y cebada hasta
donde alcanza la vista. ¡Lo mismo que en la canción de Sting!- Exclamó él,
haciéndola sonreír una vez más.- La brisa es suave y fresca, y todo es muy
tranquilo…
Y
en tanto él describía aquello, las manos de los dos se entrelazaron sobre la
mesa. La chica asintió contenta, escuchándole con el mismo embeleso que, siendo
niña, tenía al oír las historias de su madre. Entonces sonaron dos leves
pitidos y miró su reloj percatándose de que, con la conversación, se les había
hecho muy tarde. Tom también se dio cuenta de ello y ambos soltaron sus manos y
se levantaron como resortes dispuestos a regresar.
- Lo he pasado muy bien y ni me he dado cuenta de la
hora. - Se disculpó apuradamente él.-
- Me ha sucedido igual. - Sonrió Cooan que le propuso.
- Tenemos que repetirlo y la próxima vez serás tú quien me cuente más cosas de
tu infancia y podremos concretar esa visita. Si es que de verdad nos quieres
invitar. –Remachó con humor.-
- Estaré encantado de hacerlo. - Aseveró él con
total sinceridad. -
Y
casi sin darse cuenta iban agarrados de la mano caminando por unas calles
prácticamente desiertas. El chico no dejaba de notar un hormigueo que recorría
su estómago cada vez que ambos cruzaban la mirada y Cooan no era indiferente a
esa sensación. Deteniéndose los dos en la parada de un “Búho bus”, que pasaba
cerca del piso de las chicas, se miraron de nuevo pero no de forma fugaz y antes
de que ninguno pudiera pensar en lo que sucedía Tom se aproximó lentamente a ella
y la besó en los labios con suavidad. La muchacha sintió que su corazón daba un
vuelco aunque desde luego no podía ser más feliz. Estaba a punto de sonreírle a
su acompañante y devolverle el beso cuando el encanto se rompió. Una voz
desmañada y ronca les espetó en son de burla...
-¡Qué bonito es el amor!
Ambos
se giraron descubriendo a un grupo de individuos de aspecto poco recomendable.
Habían salido al parecer de un oscuro callejón cercano a la parada y les observaban
con maliciosas sonrisas. Instintivamente Tom se interpuso entre Cooan y aquella
panda de lo que parecían gamberros. Maldijo la mala suerte de toparse con un
grupo así, más estando con ella, pero trató de permanecer tranquilo sin evidenciar
ningún miedo y únicamente dijo con tono calmado.
- Sólo estamos esperando el autobús, llegará enseguida.
-¿No me digas?- le replicó otro, ataviado con un
pañuelo en la cabeza. – Pues no os importará que os hagamos compañía.
- Eso - convino otro que llevaba una chaqueta de
cuero desgastada y mantenía una de sus manos sospechosamente oculta en un
bolsillo. - Pero hay un pequeño problema. Estáis en nuestro territorio.
-¿Qué quiere decir?- Pudo preguntar la joven con la
preocupación y el desconcierto reflejado en su semblante. -
- Quiero decir, preciosa, que debéis pagar una tasa
y eso equivale a que nos deis todo lo que llevéis encima.- Le replicó el tipo
de la cazadora que, tal y como temía Tom, sacó una navaja, espetando. - ¡Vamos
tortolitos!
Sus
compinches no fueron menos enarbolando palos y bates de béisbol que habían sacado
prácticamente de la nada.
- De acuerdo – contestó el chico apartando a más
distancia a Cooan de los asaltantes. - No os pongáis nerviosos. Tomad. - Les
pidió arrojando su cartera hacia ellos. -
- Estamos muy tranquilos, tío, ¡hacemos esto a
diario, lo tenemos dominado! - Se burló el del pañuelo arrancando las risotadas
de sus compinches. -
- Muy bien, ¡ahora la chica! - le conminó otro
atracador con voz imperiosa. -
La
interpelada obedeció tirando su bolso al suelo. ¡Ojalá pudiera transformarse!,
les daría una buena lección a esos tipos, pero no valía la pena. Tom podría
resultar herido y ella no podía descubrirse.
- Ahora dejadnos en paz, por favor. - Les pidió la
muchacha con un apurado tono de calma mantenida a duras penas. -
- No tan deprisa - dijo otro de ellos con una
sonrisa lasciva. - Tu novio puede marcharse si quiere pero tú eres muy bonita,
nos lo podríamos pasar muy bien contigo.
-¡No te atrevas a tocarla! - terció un ya agitado Tom.-
Ahora, pese a su evidente desventaja no pudo reprimir
una actitud más agresiva. Una cosa era dejarse robar, pero desde luego que no
iba a permitir que esos cerdos llegaran ni a rozar a Connie.
-¿Es que nos lo vas a impedir tú?- Se rio el de la
cazadora manejando la navaja con evidente soltura en tanto amenazaba. - ¡Ahora
verás, valiente!...
Los
asaltantes se miraron llenos de complicidad y dos se lanzaron a por Tom, pero éste
los esperaba en posición de guardia y noqueó a ambos con sendas patadas de karate.
Ajenos a esto en la sombra del callejón un par de ojos color rojizo presenciaba
la lucha. Se trataba de un demonio invocado por los maestres para ayudar a sus
esbirros. Estaba acompañado de dos miembros de la secta.
- Los humanos sois unos inútiles. - Dijo con
desprecio – al final tendré que intervenir yo.
- Ha sido una casualidad. - Le respondió uno de los
sectarios oculto tras las mismas sombras que impedían verle por completo. -
Esos tipos son atracadores auténticos. Nada tienen que ver con nosotros.
- Y nuestros enemigos son muy hábiles. Podrán con
ellos sin dificultad. - Se justificó el otro que le acompañaba.- Solamente hay que aguardar un poco.
En
ese instante, aquel ser infernal que no destacaba por su paciencia, ignoró ese
consejo y decidió adelantarse. De inmediato la piedra al cuello de Cooan
parpadeó.
-¡Oh, Dios mío! - Se dijo ésta cada vez más asustada
al darse cuenta de eso. - Hay un demonio por aquí cerca.
Para
confirmar sus temores, de un oscuro callejón cercano emergió una figura alta y esbelta,
de más de dos metros de estatura, color verdoso a la pálida luz de las farolas,
sendos cuernos en la cabeza y patas rematadas en pezuñas. Lucía una armadura
con un tridente inscrito sobre la pechera. Tom entre tanto había dejado fuera
de combate a todos los asaltantes que, cuando se estaban recobrado, vieron aparecer
tras ellos a ese engendro tan antinatural.
-¿Qué coño es eso?- Pudo gritar el de la cazadora
que se tapaba la nariz por la que sangraba abundantemente al recibir una patada
de su adversario. -¿De qué película de miedo ha salido?
- Yo no me quedo aquí para comprobarlo, tío. - Le
replicó el del pañuelo que, tan pronto pudo, escapó por piernas. - ¡Vámonos!
Los
otros le siguieron puesto que, entre la paliza recibida y la impresión de ver
semejante monstruo, decidieron que estaban de más allí. Tom no tardó en reparar
en su nuevo enemigo y se encaró con él
en posición de guardia retándolo.
-¿Tú también quieres recibir maldito demonio?
- Mi nombre es Dawon, del tercer círculo infernal. -
Se presentó éste que alabó a su objetivo de forma irónica. - Eres un humano muy
fuerte y diestro, te felicito, has puesto fuera de combate a esos idiotas con gran facilidad. Pero desgraciadamente
para ti, no soy como esa chusma, no eres rival para mí.- Y dicho esto llamó a
los que estaban con él. – Vosotros, idos a informar, yo me encargo de esto.
Los
sectarios asintieron perdiéndose por el callejón.
-¡Eso lo veremos!- Le espetó su interlocutor dispuesto
para la lucha. - Teníais que ser vosotros los que estuvierais detrás de todo
esto. Pero no voy a permitir que volváis a molestarnos más.
- Adelante, a ver de lo que eres capaz contra mí. - Se
burló aquel ser. -
-¡Vete Connie!- Le pidió decididamente el chico. - Yo
le entretendré.
-¡Pero Tom, es un demonio, sólo no podrás con él!-
Replicó ella atemorizada rebuscando desesperadamente entre sus ropas algún
papel anti espíritus pero sin encontrarlo. -
-¡Vete, corre!- insistió él. –
Entre tanto Dawon se aproximaba con paso lento. El
chico tomó la iniciativa asestándole dos puñetazos y una patada. El demonio
encajó los golpes pero no se inmutó, declarando con sorna.
- Me has hecho un poco de daño, ¡felicidades!, eres
un humano poco corriente. Pero no te va a servir de nada. – Sentenció atacando
a su vez para lanzar golpes que su apurado oponente esquivaba como podía. -
Por
su parte, Cooan estaba refugiada en una esquina y dudaba, no sabía si
transformarse en Justiciera o no.
- Si me convierto ahora revelaré mi identidad, pero
si no lo hago, Tom puede ser malherido, ¡tengo que hacerlo! - Se convenció a sí
misma alejándose un poco para no ser vista.-
Aunque en ese momento Dawon golpeó a su enemigo
derribándole. Cooan no pudo evitar que el demonio levantase en vilo a su amigo
y le quebrase la espalda con sadismo. El chico chilló de dolor y quedó semiinconsciente.
No obstante aun pudo escucharla gritar.
-¡Corazón Puro del Fuego, dame el poder!
Después,
con la visión nublada por el dolor, el malherido joven vio a Connie o alguien
que se le parecía acercarse, luego quedó sin sentido.
-¡Tom! - ¡Responde por favor!....- le gritó ella tratando
de reanimarlo sin éxito. -
- Así que tú eres una de esas molestas justicieras.
- Se rio el demonio que contemplaba la escena encantado para sentenciar. - Será
un placer eliminarte.
-¡Eso ya lo veremos!- Repuso Cooan estremecida de
furia, tanto que lanzó sin dificultad un potente rayo contra esa criatura. – Esto
lo vas a pagar, ¡monstruo!
No
obstante, su oponente se apartó con unos movimientos rapidísimos para sorpresa
de la chica.
-¡Eres muy lenta, estúpida humana!- rio el demonio
contraatacando con otro rayo que la justiciera esquivó no sin dificultad, rodando
por el suelo y levantándose a la mayor rapidez mientras su rival aseveraba. – Tampoco
eres rival para mí.
-¿Crees que me das miedo con esa bravata? ¡Maldito
seas! ¡No te lo perdonaré! - Le gritó ella materializando su arco y disparando
una andanada de flechas.-
El demonio se
apartó nuevamente con agilidad pero fio demasiado en su destreza y no advirtió
un bate caído con el que tropezó cayendo hacia atrás. La pared le sostuvo pero
Cooan aprovechó la ocasión para apuntar con tino, tensar el arco y volver a
disparar. Esta vez alcanzó a su enemigo
en el pecho y con un alarido de dolor Dawon estalló. Ella se arrojó al suelo
para cubrirse y resguardar también a su inerme compañero de la explosión. Ahora
comprendió plenamente lo que Rei hiciera, en el último combate entre ambas,
cuando protegió a Yuuichirou con su propio cuerpo del Dark Fire que la entonces
maligna Kermesite le arrojase.
-Te quiero y no permitiré que sufras más.- Pensó en
tanto escudaba al muchacho.- ¡Daría mi vida por ti!
Y una vez
pasados los efectos de la detonación, que por fortuna no fueron tan graves como
creyó, intentó reanimarlo de nuevo, cada vez más asustada por su estado.
- ¡Por favor!, despierta Tom. - Finalmente logró reanimarle
y él abrió los ojos, estaba obnubilado por el dolor en tanto ella le preguntaba
llena de zozobra. - ¿Cómo estás?
-¿Q...quién eres tú?- Quiso saber el malherido
chico, musitando las palabras en un estado de consciencia bastante precario, y
pese a todo lleno de inquietud por su compañera, cuando inquirió. - ¿Dónde está
Connie?...¿Qué le ha pasado a Connie?
A pesar
de su grave condición él únicamente se preocupaba por ella. ¡Ese era el amor verdadero,
el que Rei demostró por Yuuichirou aquella vez y que Cooan no pudo entonces
comprender. Ahora, la emocionada Justiciera le respondió entre la penumbra del callejón
y aun con su antifaz.
- Tranquilízate. La chica está bien, tú la has
salvado. No te preocupes, nos hemos ocupado de ella, yo voy a pedir ayuda, ¡aguanta
por favor! - Le pidió la asustada muchacha conteniendo a duras penas sus
lágrimas. – Enseguida vienen a atenderte…
Por
fortuna el autobús llegó entonces y ella, dándose a conocer como Justiciera,
logró que el atónito conductor llamase a una ambulancia. La chica aguardó junto
a Tom hasta que llegaron, él perdió el conocimiento nuevamente lo que Cooan aprovechó
para salir corriendo de allí mientras los enfermeros se encargan de socorrerle.
A pocas calles de distancia volvió a su identidad normal y retornó rápidamente
preguntando por él. Ella explicó que les habían atracado y que huyó a pedir
ayuda. Los enfermeros le permitieron ir con el herido al hospital. Al llegar,
apenas reprimiendo sus nervios y su desolación, telefoneó sin pérdida de tiempo
al cuarto de Roy.
-¡Oh, Señor, que estén allí! - Sollozaba mientras
aguardaba respuesta. -
Ajenos
a todo lo sucedido, Roy y Bertie habían
estado charlando. Tal y como se preveía no fueron al piso de las chicas. Él le ofreció
su cuarto en la universidad y ella aceptó de buena gana. Pese a estar evidentemente
prohibido. Pero a esas alturas esas minucias no les preocupaban. Nada ni nadie
les perturbó y pudieron entrar sin problemas. Una vez allí, pasaron lista a los
últimos acontecimientos llegando a esa misma noche. La muchacha le sonrió a la
vez que comentaba.
- Esa película te encanta. ¿Eh?
- Me trae muchos recuerdos.- Reconoció él. - Mi padre
me llevó al estreno cuando era muy pequeño. Y muchas veces creo que hay muchas
coincidencias con mi propia vida. A mí también me adoptaron y mis padres
murieron...
Beruche
le abrazó de forma cariñosa y él se estrechó contra ella, casi sin darse cuenta
pegaron sus labios en un beso, acariciándose mutuamente.
- Aun recuerdo la primera vez que te vi. - Sonrió Bertie.
- Mejor dicho, que no te vi, ¡zoquete!
- Ha sido el mejor tropiezo que tuve en mi vida. - Admitió
risueñamente él, que acarició la mejilla de la muchacha con suavidad. -
- Pues si te digo lo que pensaba de ti entonces. ¡Te
habría congelado de poder hacerlo! - Le aseguró ella con otra cómplice sonrisa.
-
-¿Congelarme?- inquirió Roy agregando divertido. – Sinceramente
no sé si lo hubieras hecho, pero ahora
consigues encenderme sólo con acercarte a mí
Y
para subrayar esas palabras le dio un largo beso que ella respondió abrazándose
a él, ambos cayeron sobre la litera, con el chico sobre ella. Roy acarició el
cuello de la muchacha dándole ligeros besos que arrancaron de ella algunos
leves gemidos. Dudando de seguir más allá, sintió que su pareja se desabotonaba
la blusa. Él no estaba seguro de querer continuar, algo en su interior no
quería que todo ocurriera así, tan rápido. Y menos en aquel catre que era el mudo notario de tantas noches de pasión,
con diferentes muchachas. Pero él no deseaba que Bertie fuera una de tantas. Nunca
le había pasado eso. Se sorprendía a sí mismo y se detuvo. Beruche se extrañó pero
justamente entonces sonó el teléfono. Era raro que hubieran llamado a esa
extensión, sobre todo a esas horas. Roy alargó el brazo y contestó a desgana...
- ¿Siii? ¿Quién es? ¡Ah, hola Connie! ¿Dónde
estáis?- sonreía pero enseguida desvaneció esa expresión y su gesto pasó de la sorpresa
a la angustia. - ¿Qué dices? - ¡No puede ser! ¡Tranquilízate por favor, enseguida
vamos para allá!...
-¿Qué es lo que pasa, Roy?- Le preguntó Beruche que
había asistido desconcertada y con rostro cada vez más inquieto a esa conversación,
colocándose en tanto la blusa. -
Él
la miró consternado y sobre todo muy preocupado para responder con voz queda y
su rostro desencajado.
- Tu hermana está en el hospital, ella está bien,
pero ha llamado diciendo que Tom está ingresado. Está muy grave, han sido atacados
por unos atracadores y un demonio...
-¡Oh, Dios mío! - Exclamó Bertie tapándose la boca.
-¡Vamos rápido!
Los
dos corrieron hacia allí sin pérdida de tiempo. Iban agarrados de la mano y con
idéntico semblante preocupado. Casualmente otros dos muchachos estaban por allí
a esas horas. Eran Melanie y Malcolm que volvían a su vez de una escapada.
Vieron pasar a la otra pareja como una exhalación, tan rápido iban que ni dieron
la impresión de verles.
-Parece que les persiguiera alguien.- Comentó un
perplejo Roberts.-
-Sí. Aunque no se ve a nadie por aquí.- Repuso Melanie.-
-Será alguna de esas bromas de Malden.- Se sonrió su
pareja moviendo la cabeza.-
-No lo creo, juraría que la expresión de sus caras era
de temor.- Rebatió su interlocutora.-
-Bueno, ya les preguntaremos mañana.- Replicó un más
que despreocupado Roberts, tomando en brazos a la chica.-
-¡Eh!- exclamó ella a medio camino entre la sorpresa
y la diversión.- ¡Qué es muy tarde!
-Pues vamos a tu habitación.- Le sugirió pícaramente Malcolm, alegando no sin
fundamento.- Seguro que Malden había llevado a Bertie allí.
Aunque el gesto de Melanie se tornó
más serio. Su novio, juzgando que había metido la pata, se disculpó.
-Lo siento, no
debí hablar de ellos…
-No, no es eso.-
Le tranquilizó ella, añadiendo.- Es que ahora no es buen momento. Seguramente April
estará allí.
-Pues mi compañero
de cuarto también tenía plan.- Suspiró éste algo apurado.- Aunque si tu amiga
está con algún ligue…
-No lo sé. Es que
está muy decaída últimamente y no quisiera tener que pedirle que se marchase de
la habitación.- Suspiró Melanie mirándole con expresión apenada.-
-Está bien.-
Concedió el chico con resignación.- Ya tendremos tiempo.
Y acompañó a Melanie hasta la puerta
del cuarto de la chica, deseándole buenas noches, luego se marchó rumbo al
gimnasio, que era el lugar donde aquellos que cedían su habitación a los
compañeros, solían pasar la noche.
-¡Qué le vamos a
hacer!- se dijo con deportividad.-
Por su parte Melanie entró con
cautela para descubrir a su compañera dormida.
-Por lo menos está
bien y descansando.- Pensó aliviada, presta para hacer lo propio. –
Con todo el sigilo que pudo pasó al
cuarto de baño. Se sorprendió al verlo. April tenía aquello hecho un desastre,
maquillaje, tinte de pelo, tirados por el suelo, alguna toalla manchada de
negro…
-Esta chica nunca
había sido tan descuidada. Bueno, a lo mejor ha tenido su propia celebración.-
Conjeturó la capitana de las animadoras.-
También vio aquella cajita rosa en
donde su amiga guardaba las pastillas para dormir, pero estaba vacía.
-Se habrá tomado
la última, está claro que se ha quedado dormida como un tronco. ¡Creo que
podría haber entrado con Malcolm y tener una noche de pasión que April no se
hubiera enterado de nada! – Se sonrió Melanie, suspirando para animarse.- En
fin, voy a limpiar y a ordenar un poco todo esto. Espero que mañana pueda
hablar con Bertie y Roy a ver que les sucedía…
Entre tanto, los mentados por la jefa de animadoras salieron
por una zona recóndita del campus
burlando una vez más el toque de queda. Esta vez él no hizo nada raro para conseguirlo.
No deseaba descubrirse. Por suerte, siendo fin de semana la vigilancia era
mucho menor. De modo que una vez en la calle tomaron un taxi que les puso
enseguida a la puerta del hospital. Nada más entrar en la sala de espera, Cooan
se abalanzó hacia su hermana a la que abrazó llorando sin poder articular
palabra. Roy esperó dominando su impaciencia y temor a que la pobre chica se
calmase mínimamente y le volvió a preguntar.
-¿Cómo ha ocurrido? ¿Cuándo?...
- Tomábamos algo en un bar y a la salida nos atacó un grupo de gamberros. Tom les hizo frente pero
después apareció un demonio, luchó contra él y le dejó malherido. ¡Y yo…yo no
hice nada!- Sollozaba desesperada. -
- Tranquilízate, - Le pidió Roy atónito y cada vez
más enfurecido. Pese a todo se dominó lo suficiente para dirigirle unas
comprensivas palabras de ánimo a la muchacha. - ¿Qué podrías haber hecho tú? No
fue culpa tuya, Connie. Siéntate y trata de calmarte. Bertie, por favor,
quédate con ella. Voy a ver cómo está Tom.
Beruche asintió haciendo que su hermana tomase asiento
con la cabeza enterrada bajo los brazos. Roy se dirigió hacia la recepción para
preguntar si podía visitar a su amigo. Cooan aprovechó entonces para contarle a
Bertie toda la verdad.
-¡Fue por mi culpa! ¡Dios mío!, -Gimió llena de
culpabilidad.- Dudé en transformarme, él trataba de protegerme pensando que
estaba indefensa. Se enfrentó a ese demonio él sólo, mientras yo me escondía
como una cobarde para cambiar sin que me viese.
-Tranquilízate, tú te transformaste y acabaste con ese
monstruo. Hiciste lo que debías.- Trataba de consolarla su afligida hermana. -
-¿Y si algo malo le ocurre? Todo por no revelarle
quien soy. Debí confiar en él, sé que me quiere. ¡Llegue tarde por estúpida! – Se
censuraba Cooan una y otra vez desbordada por la culpa. -
-Todo se arreglará, ya lo verás, deja de torturarte.
Tom saldrá de esto.- Afirmó Beruche deseando en el fondo de su corazón que así
fuera. -
Roy
entre tanto consiguió permiso para ver a su amigo, entró en la habitación y
para su alivio le encontró sedado y dormido. No parecía estar grave. Regresó
para decírselo a las chicas. El médico de guardia se dirigió entonces hasta
ellos y les preguntó con suma cortesía.
-¿Son ustedes familiares del paciente de la
doscientos treinta y cuatro?..
- Somos amigos suyos de la universidad, él no es de
aquí y no tiene a nadie más cerca. Yo podré contactar con sus padres, pero
viven en Kansas. Tardarán en llegar. Yo soy su compañero de habitación en la
residencia de estudiantes y conozco sus datos, puedo empezar con los trámites
de su seguro médico. - Respondió Roy pues de lo contrario, el galeno no podría
informarles de nada.-
El
facultativo asintió comprensivamente y el muchacho le preguntó sin poder evitar
su inquietud...
-¿Cómo está doctor?
El
médico consultó su cuaderno de notas para declarar.
- Vamos a ver, el paciente Thomas Alan Rodney. Sí,
su vida no corre peligro, tampoco ha perdido demasiada sangre.
- ¡Gracias a Dios! - sonrió Beruche aun entre lágrimas.
-¿Lo ves, Cooan? todo va a salir bien. - Le aseguró a su hermana que esbozaba
ahora una pálida sonrisa de alivio.-
- Me temo que eso no es todo, señorita - rebatió el
médico con el semblante consternado. – Por desgracia…
-¿Qué quiere decir con eso, doctor?- le inquirió Roy
muy preocupado. -
- Tiene una fractura muy grave a la altura de la
quinta vértebra.- Fue la respuesta que le dio su interlocutor con voz queda. -
-¿Pero se curará, no? ¿Qué serán, unas semanas,
meses quizás? - Le apremiaba su interlocutor. -
Pero
el médico movió resignadamente la cabeza rebatiendo con pesar.
- Lo siento mucho, pero me temo que su amigo se
quedará paralítico de cintura hacia abajo. Lo lamento. - Y sin esperar la
respuesta de los impactados muchachos se alejó por el pasillo. -
Cooan,
que se había levantado esperanzada por las noticias anteriores, se derrumbó en
el sillón rompiendo nuevamente a llorar.
-¡No, no, Dios mío! - Gritó desesperada.-
Beruche la
abrazó tratando infructuosamente de consolarla e incapaz de evitar llorar con ella.
-¡No, nooo!- Aulló Roy descargando un puñetazo sobre
una mesa de mármol que tenían delante haciendo que se agrietase. A duras penas
tuvo que contenerse para no transformarse allí mismo en Guerrero Dorado, su voz
salía cortada por la ira y la rabia.- No puede ser…, seguro que se han
equivocado… ¡Maldita sea!... Malditos, juro que los destruiré a todos, lo
pagarán aunque me vaya la vida en ello.
- Roy, ¡por favor! - Le pidió una asustada Beruche
tratando de dominar sin éxito sus lágrimas. - No hagas ninguna locura, podrían
hacerte lo mismo o algo peor. ¿Qué ganaríamos con eso?...
- ¡Vengarle! - repuso él apretando los puños e
inflamado por la rabia. -
-¡No! - sollozaba Bertie moviendo la cabeza. - Yo
también estoy sufriendo por él, pero devolver odio por odio no le servirá. Al
contrario. Tom va a necesitar todo el cariño que le podamos dar. No se puede
hacer nada más. Deja que el Guerrero Dorado y las Justicieras se encarguen de
lo otro. Y cálmate, hazlo por él y por nosotras. ¡Prométemelo! - Le pidió con tono
suplicante y lleno de tristeza.-
- Lo haré, vaya si lo haré, me ocuparé de ello. - Musitó
Roy casi para sí, después añadió recobrando una precaria calma. -Tienes razón,
lo siento mucho. Te lo prometo, le dejaré esto al Guerrero Dorado. - Sentenció abrazando a las dos chicas y suspiró
intentando aliviar su enorme tensión para decir con palpable angustia. - Tendremos
que avisar a sus padres enseguida...
-¡Ha sido por mi culpa, por mi culpa! - sollozaba y
repetía Cooan una y otra vez. - ¡Tom perdóname por favor!
Roy
la observó muy entristecido, pobre chica ¿por qué se torturaba así? No lo comprendía.
Ella no podría haber hecho nada. Finalmente lo dejó correr y se encargó de
abrazarla mientras Beruche llamaba a sus hermanas para que la llevasen a casa.
Petz y Karaberasu se presentaron allí de inmediato aunque no lograron mover a
Cooan de la sala de espera. Roy, por su parte, armándose de valor, avisó a los padres de su amigo tratando de
contener su enfado hasta una ocasión más propicia por el bien de todos. Y
mientras tanto en Tokio, Usagi se despertó sobresaltada. Esa horrible pesadilla
le había hecho tener los ojos llenos de lágrimas.
-¡Oh, Dios mío!- Sollozó.-
En
vano trató de volver a dormirse. Pese a todos sus esfuerzos fue incapaz de conseguirlo.
Temía el día siguiente, cuando tuviera que afrontar aquello con sus amigas.
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