jueves, 3 de marzo de 2011

GWA 23. Una nueva desgracia

Como pasados unos días parecía que las cosas iban bien, los chicos se habían relajado un poco en el College. Ningún otro demonio había vuelto a molestarles y eso siempre era bueno. Aun así, Roy no se confiaba conociendo lo sucedido en pasadas experiencias y seguía entrenándose cada vez con mayor intensidad ayudado por Tom. Éste le enseñaba algunos trucos y llaves.

-Tienes que focalizar tu fuerza y tratar de anticiparte al ataque del contrario.- Le explicaba pacientemente el chico.-
-¿Y eso cómo se hace? ¿Viendo Kárate kid?- Se sonrió su contertulio, para agregar jocosamente.- ¿Tendré que dar cera y pulir cera?

            Y su amigo le indicó que intentase golpearle, aunque eso sí, matizando.

-Trata de hacerlo sin recurrir a tus poderes. De lo contrario me matarías.
-No te preocupes.- Le aseguró Roy.-

            Y allí fue, haciendo amago de pegarle con un puño, tan lento y flojo que su adiestrador movió la cabeza sin reaccionar, criticándole.

-¡Así no!. Eso es tan ridículo que hasta un niño te bloquearía. Hazlo normalmente, para los estándares humanos, claro.
-¡Eh! Que yo soy humano.- Se reivindicó Roy, pareciendo un poco molesto por esa observación.-
-Bueno, ya me has comprendido.- Dijo su interlocutor con tono conciliador.- No quería decir eso.

            Su contertulio asintió, en esta ocasión sí que intentó darle un puñetazo a un nivel equivalente a una persona normal. Tom lo desvió sin problemas, intuyendo la trayectoria y haciendo que su compañero se desplazase, a modo de demostración le marcó dos golpes rápidos con el canto de la mano en la nuca y un puñetazo en el hígado.

-¿Lo ves?- Si bloqueas y apartas al contrario le dejas al descubierto en puntos vulnerables. Cuando puedas hacer esto a tu nivel real, pocos de esos demonios te durarán más de un asalto.
-Gracias Tommy.- Sonrió su amigo dándole una leve palmada en la espalda.-

Y así continuaron practicando. Lo cierto es que Roy había efectuado progresos en el dominio de sus destrezas, aunque no de forma tan espectacular como al principio. Lo que sí había avanzado en gran medida era su relación con Beruche que, poco a poco, se estaba estrechando cada vez más. Comenzaron a salir juntos con asiduidad, pero todavía se trataban sólo como dos buenos amigos. Tom y Cooan también se habían acercado mucho. Tras su desengaño con Roy, la joven se  fijó realmente en él. Además de un buen amigo vio a un chico capaz de escucharla y que compartía muchas aficiones comunes. A parte de esas veladas escuchando música y practicando baile, el muchacho le pidió que ella fuera su pareja para un concurso de danza que se celebró en un local de la ciudad y ella aceptó. De este modo acudieron. Prestos a competir.

-Estoy muy nerviosa.- Decía Cooan a su hermana que acudió a acompañarles.- Espero no hacer el ridículo.
-No seas tonta, eres la mejor bailarina que he visto junto con Mako-chan.- La animó Bertie.- La pena es que Kalie y Petz no hayan podido venir por el trabajo.
-A poco que lo hagáis como de costumbre tendréis al jurado en el bote. –Intervino Roy que tampoco se lo quiso perder, para agregar.- Hay que reconocer, paleto de Kansas, que yo no bailo nada mal, pero en cuestión de danza me ganas por mucho. Seguro que no tendréis rival.
-Gracias amigo. – Contestó el chico quién se dirigió amablemente a su pareja.- ¿Preparada?
-Eso creo.- Pudo decir ella.-

            Tom la animó dedicándole una amable sonrisa y diciendo con tono lleno de confianza.

-Hazlo como tú sabes. Igual a cuando hemos practicado. Eres la mejor bailarina que he visto nunca. Pase lo que pase, no te preocupes. El resultado no es importante. Lo que cuenta es que disfrutemos de la experiencia.

            Cooan asintió, ese chico sabía cómo hacerla sentir segura y apreciada. Deseaba no decepcionarle y pensó que lo mejor era seguir su consejo. Iba a pasarlo bien con una de sus aficiones favoritas, sin preocuparse por ganar. De modo que, tras calentar un poco, se despidieron de sus amigos que fueron a observar las evoluciones de los participantes a unas mesas cercanas a la pista. Todos los concursantes, unas doce parejas, se citaban en el centro de la misma. Los chicos vestidos con traje y corbata y las muchachas con elegantes trajes de noche. El de Cooan era malva adornado con una flor blanca que llevaba prendida en el escote. Se oían murmullos de conversación entre las parejas aunque enseguida cesaron cuando llegó el portavoz y presidente del jurado. Éste, micrófono en mano, declaró.

-Voy a explicarles las reglas. Es muy simple, pondremos unas canciones. Las parejas bailarán a su son. Nuestros jurados estarán observando sus evoluciones y cuando consideren que alguna pareja no mantiene el nivel les irán tocando en el hombro. Eso querrá decir que han sido eliminados debiendo abandonar y salir de la zona de baile. Evidentemente la pareja que quede al final en la pista será la ganadora… Les deseo suerte a todos. Y ¡qué comience el concurso!...

            Al poco se retiró de la pista y la música comenzó a sonar. Una canción algo lenta que todos bailaban más pegados. Aquí los jueces eliminaron a un par de parejas que no parecían tener mucha técnica. Más tarde sonó otra que era un tango. Tom y Cooan lo bailaron de forma realmente notable. Aunque otras tres parejas más cayeron aquí. La tercera canción fue una rumba que ellos dominaban bien, quedando finalmente cuatro parejas supervivientes, entre ellas la de los dos muchachos.

-Lo están haciendo muy bien, cubito.- Le comentó un animado Roy a Beruche.- Ya están en semifinales como quién dice…
-Sí, mi hermana aprendió a bailar en Némesis siendo muy pequeña.- Afirmó su interlocutora.- Tenía unas estupendas droidas instructoras.
-¿Dro, qué?- Preguntó el perplejo chico.-
-Droidas, unas androides que teníamos como sirvientas.- Le explicó su contertulia.- Una de ellas nos enseñó a bailar.
-¿Entonces tú también bailas así?-Quiso saber el joven.-
-No tan bien como ella, pero a todas nos instruyeron en ceremonial y etiqueta cortesana.- Declaró.- Éramos las camareras de la reina.
-¡Camareras!¿Y le llevabais las cervezas?- Inquirió el chico con tono socarrón, remachando.- Espero que os diera buenas propinas.
-¡Mira que eres tonto! - Repuso su contertulia moviendo la cabeza, divertida pese a todo, al agregar.- Entre nuestros cometidos estaba el saber comportarnos en los eventos sociales, y eso incluía bailar.
-Me tendrás que enseñar un poco, ¡ja, ja! - Rio él confesando.- Para dar saltos por ahí soy muy bueno, pero bailar como lo hacen ellos… eso se me da fatal.
-Si prometes no pisarme mucho, ¡ji, ji, ji! - Se rio la chica a su vez.- Puede que lo considere.

            Y finalmente, tras un corto descanso, los finalistas escucharon la última canción. La que daría el ganador. Era movida, de un artista que a Roy le resultaba familiar aunque no terminaba de reconocer…Entre tanto, Cooan estaba suspirando algo nerviosa y presta a empezar esa última ronda, Tom por su parte sonrió. Él sí que sabía de quién era esa melodía. Y desde luego, aquella canción parecía haber sido escrita para ellos. Dado que podía escuchar la letra en tanto llevaba a Connie con gran elegancia y destreza.

Ella quiere bailar 
Ella quiere bailar conmigo 
¡Oh sí! (bailar conmigo) 

Hay una chica que he estado esperando para ver 
Y realmente tengo la sensación de que me gusta 
Porque ella lo dijo, pero no en tantas palabras 
Tengo que decirte lo que he oído 

-Bailen separados.- Ordenó el juez.-

Todos se apartaron de sus parejas ejecutando pasos de baile y moviéndose con mucha soltura. Aunque los jurados tocaron a dos más. El resto avanzaba paso adelante, paso atrás, dando palmas y al compás. Hubo un chico que fue tocado en el hombro al perder el ritmo. Su desalentada acompañante tuvo que seguirle fuera de la pista. Ya solamente quedaban Tom y Cooan contra otra pareja…

Ella no quiere ningún romance salvaje 
Cuando está conmigo sólo quiere bailar 

Ella quiere bailar conmigo 
Porque voy a abrazarla tan fuerte a mi lado 
Ella quiere bailar conmigo 
Porque la dejaré ser lo que ella quiere ser 

Ahora sé que he estado fuera de contacto 
Y nunca quise hacer daño a mi amor, ¡oh tanto!
Porque la amo y creo que ella me ama 
Y esa es la forma en que tiene que ser 

-¡En parejas otra vez! - Exclamó otro de los jueces y los participantes obedecieron.-

          Ahora les tocó evolucionar dando giros y más giros sobre la pista. Cooan hacía elevarse la falda de su vestido de una forma muy grácil. Tom parecía desde luego un consumado bailarín llevándola con una gentileza que casi parecía etérea…Así se lo comentó un admirado Roy a una no menos impresionada Bertie.

-¡Es alucinante!  Parecen Ginger Rogers y Fred Astaire. Tu hermana y el paleto de Kansas son la sensación de este concurso…

          Y aunque la muchacha no sabía a quienes podía referirse su interlocutor, asintió sonriente en tanto seguía deleitándose con las evoluciones de sus amigos con esa música…

Cuando estamos juntos, nunca nos peleamos 
Tenemos cosas mejores que hacer esta noche 

Ella quiere bailar conmigo 
Porque voy a abrazarla tan fuerte a mi lado 
Ella quiere bailar conmigo 
Porque la dejaré ser lo que ella quiere ser 

Ella quiere bailar 
Ella quiere bailar 

La competición llegó ya a su momento culminante. La muchacha de la otra pareja tuvo la mala suerte de resbalar un poco y eso les eliminó del concurso. Ahora, lejos de detenerse la música, Tom y Cooan siguieron evolucionando para hacer las delicias del público entre las palmas de los asistentes. Sus amigos aplaudían como el resto de los espectadores y se lo pasaban en grande.

Ella quiere bailar conmigo 
Porque voy a abrazarla tan fuerte a mi lado 
Ella quiere bailar conmigo 
Porque la dejaré ser lo que ella quiere ser…

(She wants to dance with me. Rick Astley.  Crédito al autor)

Cuando la canción terminó se produjo una gran ovación dedicada a los vencedores. Ambos saludaron al público y se dieron un abrazo llenos de alegría.

-La pareja ganadora del certamen es la compuesta por Thomas Alan Rodney y Constance Malinde.- Proclamó el juez.-
-¿Constance?- Se sorprendió Bertie.-
-Eso sí que no me lo esperaba.- Sonrió Roy.-

Así fue, se llevaron el premio, una bonita copa plateada con dos figuras de un chico y una chica entrelazadas en la danza que él le regaló a la encantada jovencita.

-Quiero que la tengas tú, Connie.- Le ofreció el azorado muchacho.-
-Pero, la hemos ganado los dos.- Pudo decir la sorprendida chica.- También es tuya…
-Así tendrás un buen recuerdo.- Sonrió él.- Eso lo valoro mucho más.

            Ella le miró entre atónita y agradecida. Cada vez se fijaba más en aquel muchacho tan galante y apuesto. Apenas se conocían y le había regalado aquel trofeo que sin duda ninguna también significaría mucho para él. No podía dejar de relacionar aquello con el único regalo que le hiciera aquel desalmado Rubeus, una bomba. Y cada vez que comparaba la forma de ser del uno y del otro aún se percataba más de la abismal diferencia…

-¡Qué tonta fui! – Musitó moviendo ligeramente la cabeza.-
-¿Decías?- Quiso saber él.-
-Nada, que eres muy amable. Gracias. ¡Me hace muchísima ilusión!- Sonrió luminosamente la muchacha.-
           
            Tom casi se sonrojó sin poderlo evitar. Tenerla ahí, a su lado y verla tan radiante de felicidad hacía que su corazón latiera más deprisa. No supo si por suerte o por desgracia, la voz de su amigo Roy le sacó de aquel estado de azoramiento.

-¡Muchas felicidades!- Exclamó.- Sois la mejor pareja de baile que he visto desde Rogers y Astaire. ¿Verdad que te lo dije, cubito?
-Sí.- Asintió Bertie sonriendo divertida, aunque enseguida le preguntó a su hermana, también con tintes jocosos.- ¿Constance?...
-Bueno.- Se sonrojó la muchacha.- Cuando Tom fue a inscribirnos, sin querer me llamó Connie.  Vosotros chicos, y todos en la Universidad, me llamáis así. Supongo que, quien inscribía a los concursantes, debió de pensar que era un diminutivo de ese nombre…
-Sí, ¡ja, ja! - Remachó Tom llevándose una mano a la nuca.- Lo cierto es que fue culpa mía. Cuando iba a decir su nombre dije Connie por inercia…Lo siento.
-No, no pasa nada. Me gusta mucho como suena.- Respondió ella sonriéndole con expresión afectuosa.-

            Y era así. Constance, o constancia, que era lo que quería decir. Desde luego, ella había hecho honor al significado de ese nombre desde que cambió su vida. Tal y como Rei le dijese, arreglando las cosas poco a poco. Ahora se sentía realmente feliz al lado de aquel chico. Y él también debía de estar encantado, dado que el rubor de Tom tuvo que ser más que perceptible cuando el mismo Roy intervino para comentar de modo distendido y sacarle de ese atolladero…

-¿De quién era esa canción?- Inquirió.- Me sonaba pero no recuerdo.
-Del gran Rick Astley.- Repuso su amigo.- Ella quiere bailar conmigo…- Cantó un fragmento con una voz que rivalizaba con el intérprete original, en tanto miraba amorosamente a Connie.-

Ella no quiere ningún romance salvaje 
Cuando está conmigo sólo quiere bailar 

Ella quiere bailar conmigo 
Porque voy a abrazarla tan fuerte a mi lado 
Ella quiere bailar conmigo 
Porque la dejaré ser lo que ella quiere ser…

            Ahora fue precisamente ella la que se puso colorada. Sus acompañantes sonrieron al verles. Estaba claro que hacían una magnífica pareja. Sobre todo a ojos de Beruche, que sabía lo importante que era para su hermana el haber encontrado a un chico así. Roy también era feliz por su amigo. El muchacho lo merecía. No había que ser muy listo para darse cuenta de que tuvo un flechazo con Connie nada más conocerla.

-Me alegro mucho por ti, amigo.- Pensó incluso divertido.- Al fin has encontrado a una chica digna de ti. Pero tendrás que seguir trabajando esa timidez.

De modo que, para romper aquella atmósfera de azoramiento y embarazoso silencio de esos dos, propuso con jovialidad.

-¿Qué os parece si vamos a tomar algo? Me muero de hambre. ¿Os hacen unos perritos?…Yo invito.
-¿Tú?- Se asombró Tom señalándole divertido.- ¡No me lo creo!
-Sí, yo ¿Qué pasa, paleto?  –Se rio su amigo para replicar haciéndose el ofendido.- Ni que no te hubiese invitado más veces…
-Sí, si me has invitado muchas, ¡pero luego siempre me ha tocado pagar a mí!- Replicó el otro con humorística sorna combinada con resignación en tanto levantaba las palmas de las manos hacia arriba pegando los codos al cuerpo remachando algo apurado.- Y hoy no llevo apenas dinero, para bailar no era muy adecuado que tintineasen las monedas en el pantalón…

            Las chicas se rieron a carcajadas. ¡Podía imaginarse perfectamente aquello! ¡Y también al pobre Tom teniendo que pagar tras la “ invitación” de su amigo. Fue Beruche la que pudo decir, una vez se controló lo bastante para cesar de reír.

-No te preocupes, Tommy. Esta vez va a pagar él…por la cuenta que le tiene. O, ¡en Nombre de  Luna, le castigaré!
-Vale. Si lo pones así, pagaré, lo prometo.- Sentenció él.-
-¡Ahora sí que me fio! - Se rio Tom, y con él el resto. En tanto el chico añadió jovial.- Otra cosa no será, pero este botarate siempre cumple sus promesas.

Y los demás convinieron en eso dirigiéndose ya hacia algún sitio para cenar. Ahora, de modo casi imperceptible se iban creando las parejas. Bertie caminaba con Roy, escuchando estoicamente las ocurrencias de él y riéndose también con frecuencia. Entre tanto, un poco más atrás, Cooan iba paseando junto a Tom en silencio, aunque intercambiando algunas miradas. Cada vez se sentía más cómoda a su lado. Era amable y siempre la escuchaba. También demostraba romanticismo, sensibilidad y le contaba cosas de su casa, de sus padres y de su hermano. Por todo esto y muchas más cosas, la joven había ido valorándole cada vez más allá de la simple amistad. No obstante, tampoco entraba en su mente, al menos por el momento, lanzarse a una relación más profunda. Quería estar bien segura de no volverse a equivocar y Tom era un chico paciente que disfrutaba como ella de aquel acercamiento entre ambos y que no tenía inconveniente en dejarla disponer de su tiempo para pensarse esa importante decisión.

-Estoy segurísima. Podríamos ser muy felices los dos juntos.- Pensaba Cooan caminando pegada a él. –

            El grupo siguió andando hasta que Roy les indicó, sacándoles de esas reflexiones.

-Pues como yo invito, yo elijo el sitio. Vamos a un local de perritos. El mejor para mi gusto está en la Broadway Avenue con la setenta y dos. Además, no queda demasiado lejos de aquí.

Los demás estuvieron conformes y se dejaron guiar por él, ya que conocía muy bien la ciudad. Tuvieron que caminar un rato pero eso no les importaba. Luego fueron al metro tomando la línea roja que les dejó casi ante la misma puerta. Una vez allí, su cicerone les preguntó.

-¿Cómo los queréis? Supongo que con mostaza, pepinillos y chucrut, es lo más típico. Los podemos pedir para llevar.
-Yo preferiría sentarme y comérmelo sin ponerme perdida.- Comentó Bertie.-
-¡Sí, sobre todo con la ropa que llevamos! - Se rio Tom.-
-¡Desde luego, cómo sois!. Pandilla de sosos, no tenéis el más mínimo sentido de la aventura.- Bromeó Roy. –

            El resto le miró con incredulidad aunque enseguida se rieron. Entraron, pidieron y se sentaron a saborear aquello.

-Está muy rico.- Alabó Cooan, añadiendo divertida.- O eso o es que tengo mucha hambre.
-Las dos cosas diría yo.- Afirmó jovialmente su hermana. –

            Y después de comer algunos perritos las chicas dijeron estar llenas. Lo mismo le sucedió a Tom. Aunque Roy daba la impresión de tener un agujero en su estómago.

-¿No te sentarán mal?- Inquirió una concernida Cooan al verle comer su sexto perrito consecutivo.-
-¡Qué va!- Replicó despreocupadamente él.-
-Comes más que la propia Usagi.- Comentó la perpleja Bertie.- ¡Y mira que eso es difícil!
-Cuando las chicas vengan a vernos la traeré aquí.- Sonrió su interlocutor, sugiriendo con jovialidad.- ¡Hasta podríamos hacer un concurso de zampar!

            Bertie y Cooan se miraron y rieron, ¡aquello de seguro estaría muy reñido! Al fin, tras un rato más retornaron a sus alojamientos. Tom y Roy escoltaron a  las chicas hasta el piso de éste último que las muchachas compartían con sus hermanas mayores. Al llegar, Petz les abrió la puerta, saludando con jovialidad.

-¡Vaya, buenas noches! ¿Qué tal lo habéis pasado?- Quiso saber.- ¿Quedasteis bien?

            Su hermana Cooan le mostró orgullosa el trofeo que habían conquistado. Exclamando.

-¡Campeones!
-¡Enhorabuena a los dos! -Les felicitó su contertulia.-
-Muchas gracias.- Sonrió tímidamente Tom. –

            Kalie no tardó en acercarse también. Sus hermanas pequeñas les resumieron brevemente la jornada.

-De modo que ya estáis tan llenas que no tenéis ganas de cenar.- Comentó Petz.-
-Yo todavía tengo un poco de hambre.- Respondió Roy con una pícara sonrisa.-
-¡Es que no sé dónde lo echa! - Suspiró Bertie con una sonrisa.-
-Puede que aquí.- Dijo su hermana Kalie sin recatarse a la hora de abrazarse a uno de los brazos del chico.-

            Incluso Roy esbozó una sonrisita de circunstancias. ¡Esa chica era desde luego muy lanzada! Nada que ver con sus hermanas. Bertie hasta frunció el ceño, pero se le pasó enseguida, más cuando Karaberasu soltó a su presa y comentó divertida.

-¡Anda, hermanita, que no te lo voy a robar!
-No seas ridícula.- Pudo replicar la azorada aludida casi con un susurro.-

            Aquello desembocó en unas risas y Cooan añadió tratando de aliviar el rubor de su hermana.

-Quizás Petz, que es la mejor cocinera de entre nosotras, podría preparar alguna de sus especialidades un día de estos, a ver si eso le quita el apetito a Roy.
-Por mí, ningún inconveniente.- Afirmó este.-
-Para mí sería un placer.- Sonrió Petz, añadiendo con no demasiado modestia.- Nunca se me dio mal la cocina pero ahora he perfeccionado mis técnicas culinarias con la ayuda de mi amiga Mako-chan.

Así pues, quedaron informalmente en eso. Aunque sin fijar fecha. De este modo los muchachos se despidieron. Ya era tarde y no deseaban molestar a las chicas. Y sobre todo, tenían que entrar en la facultad sin que les pillasen.

-Eso no será difícil.- Comentaba despreocupadamente Roy a su amigo cuando ya estaban al lado de la tapia.-
-Tendremos que asegurarnos de que no hay nadie mirando.- Le dijo Tom con prevención. –
-Puedo moverme tan rápido que nadie nos verá. Deja que te agarre y te suba volando.- Le pidió su amigo.-

            Este no parecía demasiado convencido, aunque finalmente estuvo conforme. Fiel a sus palabras Roy se elevó con él sin dificultad y a una velocidad rapidísima saltó por encima de ese murete que protegía la entrada al campus. Cuando Tom quiso darse cuenta estaban a la entrada de su facultad.

-¿Y también eres capaz de atravesar las puertas como los fantasmas?- Quiso saber ahora con evidente incredulidad y preocupación. –
-¡No, paleto de Kansas! - Se rio éste, comentando con picardía en tanto sacaba algo de un bolsillo.- Eso no me hace ninguna falta. Tengo la llave maestra.

            Y así era. Una pequeña llave que abría esa puerta. Tom se sonrió moviendo la cabeza para suspirar.

-¡Debí imaginarlo!

            Y accedieron al interior sin ningún problema. Al menos eso creyeron, dado que alguien les había estado observando desde que entraron en el edificio. Así las cosas pasaron los días. Afortunadamente estuvieron libres de ataques demoniacos. La semana siguiente, un tranquilo sábado por la tarde después de una victoria más del equipo de Roy, con una más que destacada actuación suya que todos se encargaron de aplaudir. (Cooan como siempre en su puesto de animadora y Bertie en las gradas aunque cerca del banquillo) quedaron los cuatro para ir al cine. El muchacho fue a ducharse al vestuario para posteriormente acudir a su habitación en donde, música de “Queen” a todo trapo, ojeaba la cartelera de un periódico que había comprado. Tom llegó al poco rato bajando ligeramente la música para preguntarle a su amigo.

-¿Estás mirando alguna peli?
- Así es tío, en algún cine cercano a mi barrio. - Le informó él que ojeaba con interés la sección de espectáculos. -
- Pues ya son más de las tres y media, así que será mejor que vayamos a por las chicas. - Le avisó su compañero dando una pausada mirada a su reloj. -
-¡Tienes razón!- Admitió Roy  a quien, como siempre, se le había echado el tiempo encima. -Menos mal que solamente tengo que vestirme.

            Y en sólo cinco minutos estuvo listo y los dos pudieron llegar airosos a la hora convenida. El punto de reunión estaba situado a las puertas del College y allí esperaban ambas muchachas. Complacidas por su puntualidad (sobre todo Beruche que en eso no se fiaba todavía de Roy). Ambas les recibieron con una sonrisa y Cooan inquirió.

-¿Habéis encontrado alguna película buena?..
- No sé, no sé… - replicó Roy con gesto distendido para proponer de forma jovial.- ¿Qué tal el Exorcista III?

            Tom y las chicas le fulminaron con la mirada aunque también con un inequívoco sentido del humor y Bertie fue todavía más allá dándole un buen capón…

-¡Au, oye cubito que eso duele!- Se quejó él frotándose vigorosamente el cogote. -
-¿No te cansas ya de tantos demonios, Roy?,- le recriminaba ella con los brazos en jarras aunque con un claro gesto de humor. -
- Lo siento - dijo él encogiéndose de hombros con una sonrisita algo boba. – Fue una mala idea.
- Mirad, ésta os podría gustar, chicas. A mí me encantó de crio. - Intervino Tom ojeando un poco la cartelera. - Blancanieves y los Siete Enanitos.
-¡Oh, qué bonito! - Exclamó  Cooan que añadió con interés casi profesional. - Sí, creo que es para niños, alguna vez les he oído en las prácticas decir algo de ella.
-¡De ésta no creo! - Se rio Roy agitando una mano. – O entonces es que tienes a unos niños muy raritos…

            Sus amigos le miraron extrañados pero el chico le indicó a Tom que leyese con más cuidado. Éste así lo hizo, leyó mejor la parte en la que se anunciaba y el rubor se apoderó de sus mejillas...

-¡Es verdad!, pone versión X - pudo aclarar bastante cortado. -
-¡Ahijó, ahijó, a casa a trabajar ja, ja! - se burlaba  nuevamente Roy  proclamando jocoso. - ¡Yo ya sé de qué va!, hay unos enanos que tienen unas cosas... - hizo un espacio con las manos para sonrojo y sorpresa de las chicas. - ¡Así de grandes! y Blancanieves se lo pasa...
-¡Calla guarro!- se escandalizó Bertie, colorada como un tomate, obsequiándole con un nuevo capón en el mismo sitio que el anterior. -
-¡Auu! - se quejó otra vez el golpeado viendo las estrellas y tras volverse a aplicar friegas en la zona dañada retomó el periódico arrebatándoselo a su todavía avergonzado amigo. -Trae acá, paleto de Kansas, que tú no sabes buscar películas. – Señaló entonces el periódico con un dedo y exclamó con gran alegría. - ¡Mirad, reponen Superman!, es una de mis favoritas.
- No la he visto ¿de qué va?- preguntó Cooan. -
- Espero que no se trate de otra de esas películas de las tuyas. - Añadió desconfiadamente Beruche mirando a Roy con los ojos entornados.-
- ¡Que no!, te lo aseguro. -  La tranquilizó él agregando no sin un claro tinte de nostalgia.- La vi de niño con mi padre.
- Es un tipo que vuela y lucha contra la injusticia ayudando a la gente con sus poderes. - Explicó someramente Tom. -
- Que bien nos vendría alguien así, además del Guerrero Dorado y de las justicieras. - Terció Cooan. -
- Bueno- intervino Roy con no disimulada suficiencia. - Creo que ese guerrero se las apaña muy bien sólo.
- Sí, pero de todas maneras no nos vendría nada mal. – Convino Beruche con su hermana. -
-¿Sabéis que de pequeño me decían que me parecía mucho a él?- se rio Tom.-
- Es verdad, ahora que lo dices. - Se sonrió Roy tratándole de rizarle un mechón de pelo sin que su amigo le dejase, para agregar jocoso.- Y además eres de Kansas…¡Déjame adivinar!, tenías una vecina que se llamaba Lana.
           
            Su amigo se limitó a mover la cabeza mirando hacia arriba. Hubo algunas risas más y Cooan entonces declaró.

- Pues tengo curiosidad por verla.
- Entonces si queréis, quedamos para esta noche, la ponen a las nueve.- Les informó Roy que les recordó encantado. - Y como es fin de semana no tenemos que volver antes de las diez.
- Pues quedamos a las siete y media en la parada del autobús. Para que tengamos tiempo suficiente de llegar. - Indicó Bertie visiblemente contenta también. -

            Todos estuvieron de acuerdo y se citaron a esa hora. Entre tanto, las hermanas se separaron para ir cada una a sus actividades extraescolares. Cooan únicamente dio un paseo por la cancha, a esas horas ya habían terminado todos los eventos deportivos. Sin embargo, vio allí a Serena y a Susy.

-Hola chicas. ¿Qué tal?- Las saludó afablemente.-

            Aunque estas no parecían estar de buen humor. Cooan se dio cuenta de que iban vestidas de calle como ella. Quizás hubieran estado practicando alguna coreografía tras el partido y hubiesen acabado hacía poco. Ya se habrían duchado y cambiado. Aunque no vio que tuvieran bolsas de deportes.

-Quedamos para charlar aquí después del partido. Estamos muy preocupadas por April.- Fue la réplica que Susy le dio, visiblemente cariacontecida.-

            Y así era. La joven segunda capitana no había estado en el partido. Como ahora Melanie se dedicaba a animar al equipo de Football, fue Serena quien se ocupó de liderar la actuación.

-Sé que lo está pasando mal por alguna razón. - Comentó Cooan.- Pero desconozco cual.
-Tampoco nosotras tenemos ni idea.- Admitió Serena.-
-Traté de hablar con ella el otro día, pero no pudimos terminar la conversación.- Les contó su interlocutora.-
-Tú eres una buena chica Connie, a ti te aprecia.- Afirmó Susy.- Quizás sería una buena idea que la buscases y terminaras esa conversación pendiente.- Le sugirió.-

            Cooan asintió, se despidió de sus compañeras diciéndoles en tanto se alejaba.

-Intentaré encontrarla…

            Por su parte, Bertie se fue al club de ajedrez. Llevaba algunos días sin aparecer debido a las muchas cosas que tuvo que hacer tras su vuelta a la facultad. Allí, Hank Willians y otros dos chicos estaban jugando unas partidas. Más bien Hank observaba a sus compañeros. Al ver a la recién llegada enseguida la saludó con entusiasmo.

-Me alegra verte. Hacía mucho que no te pasabas.
-Sí, lo sé, lo siento.- Se disculpó ella.- He tenido muchas cosas de las que ocuparme últimamente.
-Claro.- Convino Hank.- Es estupendo que te recuperases de ese accidente.
-Muchas gracias.- Contestó Bertie proponiéndole.- ¿Juegas una partida?
-Eres demasiado buena para mí.- Suspiró él.-

            Aunque desde luego que se lamentaba de eso, puesto que no pensaba únicamente que aquello pudiera aplicarse al ajedrez. Bertie era una preciosa, inteligente, y buena chica. Realmente especial. Aunque por desgracia no era distinta al resto en una cosa. Había caído en las redes de ese sinvergüenza de Malden. Al final la tentativa que él y algunos de sus compañeros quisieron poner en marcha para expulsarle quedó en nada. Tanto Roberts como Melanie habían sido vistos con ese canalla, charlando como si nada hubiese pasado. Estaba claro que no tenían intención ninguna de denunciarle.

-April me lo contó. Tampoco lo entiende, pero así son las cosas. Al parecer, será imposible librarse de él.- Suspiraba con resignación en tanto recordaba eso. –

Por experiencia Hank sabía que contra ese tipejo no podría competir. Bueno, en su caso, ni contra ese ni contra casi ninguno. ¡Si ella tan solo se hubiera decantado por otro chico más decente! Al menos la tenía en su club para poder jugar y charlar.

-¿Estás bien?- Quiso saber ella al verle esa cara tan alicaída.-
-Sí, sí claro.- Reaccionó súbitamente el muchacho.-
-Oye, no es para tanto. No debes hacerte de menos. Tú también eres un buen jugador, Hank.- Le animó Bertie creyendo que su comentario y su expresión se debían a eso.- Y tenemos que practicar para el siguiente campeonato.
-Es verdad.- Fue capaz de sonreír él.-

            Y comenzaron a jugar una partida. Ella usó blancas en esta ocasión. El chico se esforzaba por no perder de vista a su rival y tratar de anticiparse a sus jugadas. Sin embargo, Bertie era muy buena. Le envolvía poco a poco en una maraña que iba entretejiendo con sus piezas. Y cuando parecía que Hank tendría la posibilidad de adelantarse a un ataque, su oponente ya le había preparado una trampa por otro flanco completamente distinto. De modo que, al cabo de tres cuartos de hora, el chico tuvo que escuchar de ella el inevitable.

-Jaque, mate.
-Jugar contra ti es la crónica de una derrota anunciada.- Admitió él.-
-No soy digna de que me compares con una obra de Gabriel García Márquez, ¡pero gracias! ¡ji, ji, ji!- Rio afablemente la joven.-

            Hank pensaba que ella era mucho mejor que cualquier novela. Y solamente por ver esa sonrisa en la cara de aquella muchacha merecía la pena ser derrotado veinte veces. De modo que le preguntó.

-¿Tienes tiempo de darme la revancha?

            Bertie consultó su reloj y repuso con jovialidad.

-No veo por qué no…

            Por su parte, Cooan estuvo buscando a April durante un rato. Al fin llegó al cuarto de la muchacha. Tocó la puerta y esperó. Abrieron, aunque se trataba de Melanie.

-Hola Connie.- Saludó  ésta observándola extrañada.- Dime, ¿querías algo?
-No…, bueno, sí, venía a ver a April para hablar un poco con ella.- Le contó su interlocutora.-
-Pues no la he visto desde por la mañana.- Comentó Melanie.- Como ella va a otra facultad para las clases suele tardar en venir.
-Sí, es verdad. Aquí tenemos la facultad de magisterio y las residencias de estudiantes.- Recordó Cooan.- Y ella estudia derecho…
-Quizás esté en clase todavía.- Conjeturó su contertulia.-
-Te agradezco que quieras ayudarla. Roy me contó que, en tu país, aprendiste cosas útiles para eso.- Comentó la capitana sin querer ser más precisa.-
-Eso espero. Te seré sincera, no sé si mis conocimientos podrán ayudarla, aunque así lo espero. Gracias Mel.
-Oye, por cierto. ¡Enhorabuena! - La felicitó Melanie.- Por tu triunfo, quiero decir, el campeonato de baile que ganasteis Tom y tú.
-Muchas gracias.- Sonrió ampliamente Cooan.-
-Tommy es un gran chico. Tienes mucha suerte.- Afirmó su amiga.-
-Sí, bueno, tengo que irme a ver si encuentro a April.-Fue capaz de replicar la ruborizada muchacha.-

            Se marchó y Melanie la vio alejarse con una sonrisa. Connie era desde luego una gran chica. Y Tom un muchacho excelente. Solamente con ver el sonrojo en la cara de su compañera se daba cuenta de que ella estaba igualmente interesada en él.

-Hacen una muy buena pareja, espero que sean muy felices juntos. -Se dijo, alegre por ambos.-

            Ella tenía luego una cita con Malcolm que también había demostrado ser un chico estupendo.

-Me gustaría que también April fuera feliz. No sé qué le pasa. Lleva rara ya demasiado tiempo. Y no me quiere decir nada. Agradezco a Connie que trate de hablar con ella. Y ojalá que pueda ayudarla.

            Mientras, Bertie volvió a ganar en apenas media hora a Hank. El joven no daba la impresión de estar muy centrado en la partida. Ella se percató.

-¿En qué piensas?- Quiso saber.- No te noto muy concentrado.
-En nada, simplemente no sé cómo penetrar en tus defensas.- Declaró él de un modo totalmente sincero.-

            Ni en el ajedrez, ni en otros órdenes de la vida, desde luego. Aunque la muchacha no contestó a eso, dado que miró una vez más su reloj, declarando.

-Tengo que irme ya, he quedado dentro de un rato y debo hacer algunas cosas.
-Claro.- Musitó él, sin atreverse a preguntar con quién tendría esa cita al imaginarlo.- ¿Te pasarás mañana?- Inquirió con la esperanza de que así fuese.-
-Seguramente.- Repuso Bertie.- Quiero ir entrenando otra vez para prepararme. A ver si puedo enfrentarme a Sophie una vez más en el próximo torneo.

            Y dicho esto se despidió. Regresó a su habitación para repasar un poco y prepararse luego para salir. Al llegar no vio a su hermana y pensó divertida.

-Estará oyendo música con Tom. Se ha hecho muy aficionada a sus “ grandes éxitos” ¡ji, ji, ji!

            No obstante, Cooan estaba tratando de localizar a April. Y pese a su empeño no tuvo suerte. Esa muchacha daba la impresión de haberse esfumado.

-No tengo tiempo de buscarla toda la tarde, debo ir a arreglarme un poco.- Se dijo.-

            Y retornó a su cuarto, allí estaba Bertie que terminaba de revisar algunos apuntes.

-Bueno, creo que ya estoy totalmente al día.- Se dijo con satisfacción en el mismo instante que su hermana entraba.-¿Qué tal?- la saludó.-
-Estupendamente.- Repuso la interpelada.- Pero se me ha hecho un poco tarde.
-¿Habéis escuchado mucha música?- Se sonrió Bertie.-
-¿Música? No. No he estado con Tom. - Contestó Cooan que le contó.- Anduve tratando de localizar a April. Pero no la vi.
-Bueno, ya tendrás ocasión mañana. De momento será mejor que nos arreglemos un poco.- Comentó Bertie.-

            Su hermana asintió. Por otro lado, el objeto de su búsqueda había salido hacía horas de la universidad. No podía evitar pensar en la que siempre había considerado como a su hermana. Fuera lo que fuese le destrozaba verla abocada a esa clase de vida.

-No puedo permitir que haga eso. ¡Y menos con una niña recién nacida! No es un entorno apropiado para ella. Aunque Paige no quiera saber nada de mí, yo la sigo considerando mi hermana mayor. - Se decía llevada por el pesar y la piedad.-

            Llegó hasta el piso de Paige, aunque se detuvo ante el comienzo del pasillo. Pudo observar a dos mujeres, una rubia y otra de cabellos castaños, que estaban tocando a la puerta de su hermana. No supuso nada extraño. De no ser que…

-No, no puede ser eso.- Se dijo.- Pero quizás ella también acepte ser compañía para otras mujeres, en eso desde luego seríamos iguales.- Suspiró, reflexionando entristecida.- Aunque yo no lo haría por dinero. Sería por amor.

            No pudo evitar pensar en Melanie. Su compañera de habitación había intentado sonsacarle en vano el motivo de aquella tristeza que podía ver en ella. Aunque por supuesto no le reveló nada. ¿Cómo podría? De todos modos, dejó de pensar en eso cuando vio a esas individuas entrar en el piso de Paige y cerrar tras de sí. Ella se aproximó lo más rápido que pudo sin hacer ruido y pegó una oreja a la puerta. Así pudo escuchar de fondo la voz de su hermana, casi suplicando.

-Hice lo que queríais. ¡Por favor! Mi hija es inocente. ¡No le hagáis daño!
-No temas por tu niñita.- Le comentó una aterciopelada voz femenina.- Te garantizo que tendrá un porvenir muy interesante. Puedo verlo.
-Si mi amiga lo dice, te aseguro que así será.- Intervino otra voz de mujer más seca y ligeramente gutural, para agregar.- Solamente queremos información sobre esas dos.
-Yo no sé nada de ninguna de esas chicas. Ni tan siquiera sé de quienes me estáis hablando.- Negó Paige.-
-Pero tu hermana, sí.- Comentó la otra voz.-
-No me hablo ya con April.- Replicó la muchacha con tono desabrido.-
-Es una lástima. Tendremos que ser nosotras las que hablemos con ella.- Repuso la mujer de voz más aterciopelada.-
-¡Esperad! -Les pidió Paige con tinte implorante ahora.- La llamaré. Le pediré que lo haga por mí, pero os suplico que no os acerquéis a ella. ¡Por favor!
-Eso dependerá del éxito que obtengas en persuadirla.- Sentenció la otra mujer añadiendo con un tinte de amenaza que no se molestó en ocultar. – Te aseguro que nosotras seremos más que capaces de convencerla.

            Aquella conversación asustó a April. ¡Estaban hablando de ella! Y su hermana, que nunca se amedrentó a la hora de plantar cara a nadie, parecía estar aterrorizada frente a esas dos. ¿Quiénes serían? Para evitar problemas se alejó de ese pasillo y se escondió en un cuarto de limpieza cercano. Esperó un rato hasta que oyó como la puerta del apartamento de Paige se abría. Por el ojo de la cerradura vio a esas dos mujeres salían. Vestían con atuendos normales y caminaban despacio. Una de ellas, la rubia, era más visible, tenía unos hermosos ojos azules y era realmente preciosa. Se detuvo entonces y le comentó a su compañera.

-Lo presiento. Nuestro encuentro con las Justicieras no tardará en producirse.
-Oye Meriak.- Quiso saber la otra.- ¿A qué te referías con lo que dijiste del futuro de esa bebé humana?

            Y en su escondite, April se sorprendió pensando.

-¿Bebé humana? ¿Por qué la llama así?

            La respuesta le llegó cuando miró nuevamente por la cerradura. Tuvo que taparse la boca para evitar chillar. Sus ojos se abrieron y el horror modeló su rostro. Una de esas mujeres, la de cabellos castaños, lucía ahora unos ojos rojos color sangre y unos largos colmillos sobresalían de su boca. Su compañera, sin parecer en absoluto trastornada por esa espantosa visión, le comentó.

-Iama. No adoptes tu verdadera apariencia aquí. Ya conoces las órdenes.

            Y para asombro de April, esa chica de inmediato cambió esas grotescas facciones por las de una muchacha normal de ojos castaños y semblante agraciado al tiempo que convenía.

-Es cierto. Ese condenado Sabio no tiene mucha paciencia que digamos.
-Nos invocó para comenzar a hacer el trabajo que esos inútiles lacayos suyos han sido incapaces de llevar a cabo.- Declaró la otra individua.- Y eso vamos a hacer, cueste lo que cueste. O podría invocar a otras…ya te imaginas a quien…

            Su compañera asintió y al fin esas dos se alejaron perdiéndose por aquel destartalado pasillo. April no se atrevió casi ni a respirar durante un par de minutos. Por fin, armándose de valor abrió despacio y no dudó en ir al apartamento de su hermana. Tocó a la puerta con desesperación. Al poco Paige abrió sorprendida. Al verla, no obstante, permutó su gesto por otro de enfado y espetó.

-¿No te dije que no quería volver a verte por aquí?

            Pero en esta ocasión no le sirvió esa treta. Su hermana entró empujándola al tiempo que cerraba la puerta. De un vistazo vio que el bebé dormía y le susurró a Paige con una mezcla de asombro, temor e indignación.

-¡Ahórrate la comedia! ¡Lo sé todo! He visto a  esas mujeres o lo que sean.

            Y ahora fue su contertulia quien varió su expresión agresiva por otra de horror.

-Por lo que más quieras, ¡no te acerques a ellas!- le pidió con visible angustia y pavor.-
-Descuida, después de lo que he visto, no se me ocurriría.- Le aseguró su interlocutora, para preguntar entre curiosa y asustada.- ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué son esas cosas, Paige?

            Y la interpelada se giró dándole la espalda, sollozaba con miedo y tristeza. Tras unos segundos interminables fue por fin capaz de replicar.

-Son súcubos.
-Que son ¿qué?...-Inquirió la atónita April, sin comprender.- ¿Qué demonios es eso?
-Tú misma lo has dicho. Son diablesas, diablos femeninos. ¡Te lo juro! Eso es lo que son. Y no hablo metafóricamente.- Le explicó su aterrada contertulia.-
-Lo sé, he visto a una de ellas transformarse delante de mí.- Admitió April.- Y fui secuestrada por dos demonios de esos la última vez que vine a verte, cuando me marchaba…

            Su hermana la abrazó ahora, sin parar de llorar, entre gemidos pudo disculparse.

-¡Lo siento! ¡Lo siento mucho, de verdad! No quería ponerte en peligro. Por eso te dije esas cosas tan terribles. No estás segura cerca de mí.
-Está bien, cálmate.- Le pidió April, sentándose con ella en la desvencijada cama que presidía ese cuarto.- Tuve suerte. Las Luchadoras Justicieras me rescataron.
-¿Qué?- Exclamó con asombro su interlocutora.-

-Sí, son unas mujeres muy fuertes. Les dieron una buena paliza a esos demonios. ¡Lo vi todo! - Afirmó una ahora exultante April, sentenciando.- Podría tratar de encontrarlas y decirles lo que está pasando…

-¡No!- Exclamó a su vez Paige, tapándose enseguida la boca, para no despertar a su pequeña, al fin, respirando hondo para tratar de controlarse, musitó.- No te metas en esto. Ellas vinieron aquí precisamente porque saben que tú estás en esa universidad. Y tienen la sospecha de que esas mujeres están allí también. Querían usarte para localizarlas. ¡Y tengo muchísimo miedo!  ¡Ya has visto que no son humanas, April, son seres malvados sin ningún tipo de piedad! No se detendrán ante nada para llevar a cabo sus planes.
-¿Qué planes?- Preguntó su atónita contertulia.-
-¡No lo sé! Y tampoco me importa. Lo único que quiero evitar es que te hagan daño, a ti, o a Marla.- Suspiró angustiada dedicando una mirada a su bebé.-
-Está bien.- Repuso la impactada chica.- No diré nada. Pero ¿qué hago si esas diablas o lo que sean me encuentran?
-Hazte la tonta. Diles que no sabes de quienes te están hablando. Y, sobre todo. En cuanto puedas, márchate de aquí. No sé por qué, pero están muy interesados en algunos de tus compañeros de facultad. En dos chicas y en un par de chicos. ¡Son sus objetivos! Les consideran una gran amenaza para lo que sea que estén tramando. Por eso lo más sensato que puedes hacer es irte.
-Pero me faltan todavía un par de cursos para terminar mi carrera.- Objetó April.-
-¡No seas estúpida!- Exclamó su hermana aferrándola de los brazos para sentenciar.- ¡No se trata de tu carrera, sino de tu vida! -Dicho lo cual, suspiró para contarle entre avergonzada y asustada.- verás. Ya has visto como tengo que ganarme la mía. Sé lo que estarás pensando, pero eso no importa ahora. El caso es que me he acostado con algunos acólitos de una secta satánica. Y los hombres suelen hablar más de la cuenta en la cama. Algunos me han dicho que su maestro está próximo a venir. Y que les falta una piedra o no sé qué cosa, para conseguirlo…

            April abrió la boca entre atónita y espantada. ¡Eso de la piedra le sonaba! Creyó acordarse de que aquellas luchadoras les arrebataron una a los demonios que la secuestraron. Quizás por eso ansiaban recobrarla.

-¡La piedra!  - Musitó con visible sorpresa. -

Y aquella palabra hizo que su mente recordase por asociación. ¡Esas otras piedras pequeñas que llevaban aquellas mujeres! ¡Connie tenía una igual! Ahora se acordaba de donde la había visto y de porqué le llamó la atención cuando su compañera fue a charlar con ella.

-¿Qué decías?- Inquirió su interlocutora quien no pudo entenderla.-
-Nada, que tienes razón, me iré, me iré lejos.- Le aseguró a su hermana sin desvelarle esos pensamientos.- Pero tienes que venirte conmigo.
-No puedo. Sería fácil de rastrear para ellos.- Repuso la consternada Paige.- Y además, debo pensar en mi niña. Por alguna extraña razón, lejos de querer hacerle ningún daño, hasta esas diablesas se mostraron amables con ella. Puede que eso me proteja a mí también. Hasta le han hecho regalos y me han dado dinero para mi pequeña Marla.- Comentó sorprendida ahora, especulando.- Llevo metida en esa secta desde hace un par de años, y admito que me he acostado con algunos altos cargos. Quizás crean que es la hija de alguno.

            Su contertulia la escuchaba con una mezcla de incredulidad, pesar y temor. Pese a todo, deseando tranquilizar a su hermana, asintió.

-Haré lo que me digas. No quiero poneros en peligro. Y queda tranquila. Además de esas justicieras he visto con mis propios ojos a un chico realmente increíble.

            Hizo memoria acordándose de hacía algunas noches. Cuando iba a salir de la facultad. Vio a Roy y a Tom colándose dentro. Venían a buen seguro de trasnochar y se estaban colando clandestinamente para evitar el toque de queda.

-Ese Malden, siempre será el mismo. A buscarse ligues fuera cuando tiene a varias chicas aquí dentro. - Se dijo en esta ocasión con desaprobación. -

            Pero lo que vio, o mejor dicho, ni pudo seguir con la vista al momento siguiente, la dejó perpleja. No se dio cuenta de ello, pero en cuestión de milésimas de segundo esos dos pasaron de estar encaramados al muro a plantarse en la entrada de su facultad que distaba al menos unas decenas de metros. ¡Eso era imposible para una persona normal!

-¡Uno de los dos tiene que ser alguien realmente sobrehumano! - Se dijo atónita.-

            Y supuso que se trataba de Roy, él había agarrado a Tom y al instante los dos estaban abriendo la puerta de su edificio. Al narrarle esto a su hermana esta suspiró, casi pareciendo aliviada, para replicar.

-Gracias April, te agradezco muchísimo tu apoyo pese a lo que te dije y el modo en el que lo hice. ¡Perdóname! Yo siempre te he querido. Eres la única que de veras me ha mostrado cariño y comprensión en nuestra familia. Aunque lo que te conté desgraciadamente es cierto. Pero quiero que sepas que tú no tuviste la culpa.- Sollozó consternada para sentenciar.- Solamente lo dije para apartarte de mí y ponerte a salvo.

            Eso dejó impactada a la joven oyente. ¿Acaso Paige estaba diciéndole que su padre era un vulgar abusador sexual? Se negaba a creerlo. Aunque no tenía ni tiempo, ni ganas de polemizar sobre eso. Se limitó a darle un abrazo a la que pese a todo seguía considerando como a su hermana, a mirar dormir a su sobrina y a salir de allí tras despedirse y prometer seguir en contacto. Al menos todavía era de día y se sintió más segura esta vez a la vuelta al campus.

-Tendré que averiguar quiénes son esas Justicieras y pedirles ayuda, y también hablar con Malden sin que esos monstruos se enteren.- Pensaba.-

            Tan centrada iba en sus reflexiones que no pudo percatarse de que, apenas  a unos metros sobre ella, dos individuas se sonreían pérfidamente. Eran esas dos mujeres que había visto antes. La rubia declaró divertida.

-Ha sido realmente fácil. Los humanos son ridículamente predecibles.
-Y la muy estúpida habría pensado que en ese miserable cuartucho estaba a salvo de que la detectásemos.
-Sí, ¡lo mismo que cuando estaba escuchando tras la puerta! - Se rio su contertulia.-¡Qué ingenua! ¡está completamente chiflada! Se pasa el día hablando sola. No comprendo nada de esto. Ganas me dieron de haberle arrancado la información y las entrañas.
-Tenemos órdenes de no hacerle daño. Así que déjala. Ahora hay que volver.- Le indicó Iama.- Pero también debemos vigilarla y no perderla de vista. Y sobre todo, hay que asegurarse de que a ese bebé no le suceda nada malo.
-Y eso que detesto esos lloros. Todo el día se lo pasa berreando. En otras circunstancias ya habría aplastado la cabeza de esa cría contra la pared.- Siseó Meriak, admitiendo eso sí.- Aunque por otra parte, noto algo muy extraño cuando estoy cerca de ese bebé.
-Sea lo que sea, olvídalo. No podemos tocar a esa niña. Si el Sabio se enterase no le iba a gustar nada. Y podría invocar a quien tú te imaginas para acabar esto en nuestro lugar.

            Aquellas palabras hicieron que su interlocutora palideciera y enseguida se apresuró a replicar con tono concernido.

-No he dicho que vaya a hacerle nada. Solamente que me darían ganas. De todas maneras esto es muy raro, mira que he venido a la Tierra durante siglos y jamás vi algo parecido.- Valoró su compañera.- ¡Vaya dos hermanas!- Se burló con sorna llevándose un dedo a la sien para preguntar divertida.- Dime. ¿Cuál de las dos crees que estará más loca? ¿April o Paige? ¡Ja, ja, ja, ja!

            Su compañera se rio también. Ese espectáculo no dejaba de ser chocante hasta para una diablesa.

-Ni lo sé, ni me interesa. – Respondió finalmente Iama, sentenciando.- Sin embargo, ocuparnos de ella es nuestra misión. Por muy demente que esté esa idiota puede que nos lleve hasta nuestros objetivos y la esfera Yalmutud.
           
            Meriak convino en eso y las dos desaparecieron. Entre tanto, a la hora convenida, el grupo de los muchachos se reunió a la salida del campus. Roy fue aún más puntual, no quería llegar tarde en absoluto. Las chicas también estaban allí ya. Cooan vio llegar a April justo en ese instante. Empero, como tenían que irse ya para no llegar con retraso a la película, lo dejó estar para una mejor ocasión.

-¡Vámonos ya! - Les indicó Roy con entusiasmo.-

Así lo hicieron, tras las consabidas combinaciones de autobuses y metro llegaron a la ciudad y pudieron comprar las entradas sin problemas. Todo transcurría con normalidad. Con lo que no contaban era con la presencia de individuos pertenecientes a la secta que los observaban amparados en el anonimato, (al no ser demonios, las piedras de las chicas no reaccionaron).

- Hay que informar al Gran Sabio y los maestres. - Dijo uno de ellos a su compañero. – Al fin se ha presentado la ocasión propicia.
- Yo me encargaré de eso. - Le contestó el otro. - Tú síguelos, les atacaremos a la salida. Cuando tengamos refuerzos y quede menos gente por los alrededores. No conviene que haya testigos.

            El espía se marchó y llegando a la sede de la Secta, informó a los maestres, uno de ellos le felicitó.

- Lo has hecho muy bien, ahora vuelve a tu puesto, os enviaremos esos refuerzos lo antes posible.

            Aquel tipo hizo una reverencia y se marchó, otro maestre intervino.

- Enviémosles disfrazados de pandilleros, les parecerá un asalto de los muchos que hay por toda la ciudad.
- Es una buena idea. - Convino el tercer maestre. - Así no sospecharán de nosotros. Avisaremos a nuestro grupo encargado de las revueltas callejeras.
- De ese modo no nos relacionarán. El Gran Sabio quedará muy complacido de nuestra astucia. - Remató el primer maestre con triunfalismo. –
-Sí, ya no hará falta que invoque a esas súcubos entrometidas.- Añadió otro.-

            Y es que hacía poco que su amo había hecho aparecer a esas perras. Unas diablesas tan ambicionas como peligrosas. Esas cuatro estarían deseando quitarles de en medio para quedarse con la gloria. Pero no se lo iban a permitir.

-Por eso, es fundamental que tengamos éxito, antes de que el Gran Sabio nos retire su favor.- Declaró el tercer maestre, a lo que sus encapuchados compañeros asintieron bajo sus sayales.-

            En otra parte de la ciudad. La película estaba pronta a comenzar. Ya en el cine Roy hizo una parada en el bar en tanto sus amigos ocupaban sus localidades. Al aparecer en la sala, para sorpresa del resto, le vieron cargado de palomitas y refrescos.

-¿A dónde vas con todo eso?- sonrió Beruche observándole atónita. -
- ¡Traigo para todos!,- respondió con entusiasmo el interpelado para afirmar. - Las películas hay que verlas con una buena condimentación y ésta más que ninguna...
-¡Cómo eres de tragón! -Se rio Cooan, preguntando entre perpleja y divertida.- ¿De verdad crees que vamos a poder con tanta comida?
-¿Quieres apostar?- Comentó un jovial Roy.-
- Anda, siéntate ya. Que va a comenzar. – Le indicó Tom al apagarse las luces. -

            La película se inició con una estupenda banda sonora que presagiaba algo muy interesante. Ya durante los créditos, Roy les comentó en voz baja.

-Tuvieron que pagarle a Brando un salario astronómico y parte de la recaudación para apareciera solamente unos minutos.

            Cooan y Bertie, eso sí, se miraron sin comprender, no tenían ni idea de quién sería ese Brando.

-Un actor famosísimo, una gran estrella de esa época.- Les aclaró Tom.-
-Y de todas las épocas. Seguro que hasta en el futuro pondrán películas suyas.- Sonrió Roy.-

La verdad, ellas no recordaban ninguna. Dejando eso a un lado se centraron en el largometraje. Nada más comenzar, aquella primera imagen del planeta Kriptón les recordó a ambas a Némesis, un planeta con asépticos edificios y una superficie desolada en su mayoría. Aunque ese mundo del film era de una inmaculada pulcritud, contrastando con la negra superficie de su planeta natal. Al parecer sí coincidían en algunas cosas, una civilización que daba la impresión de estar en decadencia sumida en sus propias rivalidades, con un Consejo de notables muy parecido al que hubo en su propio mundo. Y también, ¡cómo no! existían traidores sedientos de poder.

-Esos son como los republicanos.- Le susurró Cooan a Bertie en un momento dado.-
-Al final ellos no eran los traidores, sino el Sabio.- Le recordó su hermana con el mismo tono.-
-Es verdad.- Admitió su contertulia en voz baja.-

            Siguieron el film con interés y a medida que este transcurría las parejitas ya se hacían evidentes. Roy y Bertie estaban juntos en tanto Tom y Cooan se acurrucaban aproximando sus cabezas. Roy estaba raro, al menos desde el punto de vista de Bertie, no hacía bromas ni comentarios como hacía en otras películas. Cuando aquel actor aludido antes por el chico, daba ese discurso de despedida al bebé que iba a enviar a la Tierra, algo en ellas hizo que recordasen a sus propios padres.

-¡Ojalá hubiéramos podido despedirnos de ambos, de un modo más amoroso.- Suspiró Cooan, algo emocionada.-

            Su hermana la tomó de una mano, asintiendo, con ese mismo deseo. Y a su vez se fijó en su compañero. Sonreía con algunas escenas y Beruche creyó ver lágrimas en sus ojos cuando el protagonista, ya convertido en un chico adulto en la Tierra, se despedía de su madre adoptiva. Ella podía comprenderle muy bien. Tal y como Cooan había comentado, las dos hicieron lo mismo en su mundo y ahora se daba cuenta de que también fue una despedida definitiva.

-¡Lo que daría por poder abrazarles, otra vez.- Pensó la emocionada Bertie, dejando caer alguna lágrima.-

            Ahora fue el turno de Roy de animarla con una leve sonrisa, en tanto Tom admitía también con voz llena de nostalgia.

-Es verdad, me recuerda mucho a mi casa. Esos paisajes de trigales que se extienden hasta donde raya el horizonte.
-Es muy hermoso.- Le susurró Cooan.- Estoy deseando verlo en persona.

Y Tom asintió a su vez. Estaría encantado de llevarla allí. Desde luego que era una película bonita. Bertie la estaba disfrutando aunque tampoco perdía de vista a su compañero que sonreía en cambio algo pícaramente ahora con el vuelo de Superman con Lois.

-¿Puedes leerme el pensamiento?- Meditaba quedamente la periodista en tanto era llevada a través de la noche por el superhéroe.-

Roy desearía ser capaz de hacerlo. ¿Quién sabe lo que Bertie estaría pensando ahora?, aunque la observó de reojo y parecía estar encantada con la película, dado que hasta sonreía levemente con esa escena.

-Algún día lo haré. Te llevaré de esa misma manera.- Pensaba él.-

            Momento de acción cuando Superman caía bajo la kriptonita. Roy suspiró aliviado. ¡Al menos él no tenía ese punto vulnerable!

-¿Quién sabe?- Se dijo en tono reflexivo.- Quizás hasta pueda llegar a ser más fuerte que él si continuo entrenándome.

            Pero finalmente el héroe se rehacía y era capaz de perseguir a ese misil nuclear. Todos estaban enganchados en esa escena, deseando sinceramente que Superman lograse desviarlo.

-¡Está a punto de alcanzarlo!- Exclamó Cooan, recibiendo algunas miradas de otros espectadores.- ¡Lo siento!- Musitó algo avergonzada.-
-Tampoco va tan rápido.- Comentó Roy a modo de chanza.-
-¡Eres un fantasma! - Se rio Tom, remachando.- ¡Habría que verte a ti!
-¡Él solamente se esforzaría en tratar de agarrarlo si fuese un perrito caliente!- Se rio Beruche.-

            Todos se rieron con eso aunque unos enfadados ¡chisss!, de entre el público les hicieron guardar un azorado silencio.

-Perdón.- Susurró la también colorada Bertie. -

Pero la película continuaba y siendo dos misiles dirigidos en direcciones opuestas ni tan siquiera Superman podía detenerlos a ambos. Pese a conseguir desviar uno que explotó inofensivamente en el espacio, el otro impactó provocando un gran terremoto al quebrar la falla de San Andrés. A pesar de multiplicarse para evitar las catástrofes, el héroe no pudo llegar a tiempo para salvar a Lois, que cubría un reportaje y cayó con su coche dentro de una gran fractura, quedando sepultada por la tierra. Fueron momentos de angustia, incluso para las hermanas. Cooan no pudo evitar pensar entonces en todos aquellos que murieron presa de las mentiras y la manipulación del Sabio. Para su desgracia, Sailor Moon no llegó a tiempo de salvarles. Por su parte, cuando la protagonista murió, Roy se sintió muy identificado. Sobre todo cuando el kriptoniano lanzó un grito tremendo y voló directamente para tratar de alterar el destino. Viendo el rostro de su padre, Jor- El, que le recordaba a modo de imperativo en su mente.

-¡Prohibido inmiscuirte en la historia de los seres humanos!

            Y entonces él pensó, realmente sorprendido, como si de pronto cayera en la cuenta de algo.

-¿Acaso yo, con mis poderes, estaré de algún modo alterando las cosas? ¿Debería hacerlo?¿O estoy aquí precisamente por esa razón?

            Sin embargo, cuando la voz Jonnathan Kent se escuchó, con un tono más suave, el chico llegó a  emocionarse. Aquellas palabras le recordaban mucho a las que su propio padre adoptivo le dijo alguna vez.

-He llegado a una conclusión hijo…tú estás aquí para ayudar a la gente…
-Sí.- Musitó.- Ahora lo entiendo, lo comprendo todo. De algún modo siempre lo supisteis. ¡Gracias papá!. ¡Gracias mamá!…

 Tratando de evitar que sus ojos se humedecieran con ese recuerdo miró a Bertie y ella, percatándose de ese sentimiento, le sonrió dándole de la mano. Y al ver la escena siguiente él aseguró en un tono que no parecía de broma.

-Le comprendo. También yo haría girar la Tierra al revés por ti, cubito…

Menos mal que en la oscuridad del cine nadie vio como Bertie se ponía colorada. Por su parte Tom miraba a Cooan de reojo y la muchacha se sonrojaba apartando la vista. De pronto, el héroe volvía a girar a la inversa haciendo retornar al planeta a su normalidad. Después, llegaba junto con Lois, que estaba sana y salva aunque algo enojada, fuera de su coche que se había quedado sin gasolina.

-Eso no sería correcto.- Apuntó Beruche con un tono bastante intelectual en tanto explicaba.- Superman tendría que volver a actuar para evitar que sucediera todo una y otra vez…o bien se encontraría con él mismo y sufriría una paradoja temporal.
-Bueno, es solamente una película, no seas tan quisquillosa.- Le susurró su hermana de modo jovial.-

Bertie asintió, aunque viendo la cara de Roy quizás aquello significase mucho más que un mero film para él. Así transcurrieron los minutos y cuando la película terminó salieron del cine con los consiguientes comentarios.

- Me ha gustado mucho. - Afirmó Cooan. -¡Qué gran tipo ese Superman!
-Es verdad. - Convino su hermana para sorpresa de los muchachos cuando agregó solidariamente. – Además le comprendo, eso de venir de otro mundo tan diferente e integrarte en éste es difícil.
- Pero al igual que vosotras, eligió el camino de defender el bien. – Les dijo Tom haciendo que ambas sonrieran agradecidas. –
- ¡Ojalá tuviéramos a un héroe como él aquí!, nos haría mucha falta. - Suspiró Cooan -
-¡Eh, ya me tenéis a mí! - Bromeó Roy, (o al menos eso creían las chicas, claro.)-
-¡Anda héroe! ¡ji, ji, ji! –Se burló Bertie con una media sonrisita cantarina de las que solía prodigar cuando se sentía contenta. - Será mejor que volvamos.

            Roy asintió con una sonrisa más amplia, aunque sus amigos no dijeron nada pues se habían cruzado miradas de complicidad, como si reafirmaran una decisión tomada con anterioridad y fue Tom quién les dijo.

- Si no os importa, Connie y yo nos quedaremos durante más rato. Hace una buena noche.
- Es que nos apetece pasear y tomarnos algo. ¿Os apuntáis?- Sugirió ella más que nada por compromiso. –

            Roy miró a su amigo y no pudo reprimir un gesto de aprobación, negó con la cabeza y repuso...

- Creo que Bertie tiene razón. Yo estoy molido por el día que he tenido. No he parado ni un segundo y quisiera descansar. La acompañaré al apartamento.

            Beruche asintió aunque no deseaba del todo eso. De todas formas ella y Roy también habían tenido algunas miradas muy indicativas durante la película y hablarían durante el trayecto. La muchacha también aprobaba el gesto de su compañero y deseaba que su hermana y Tom pasasen una estupenda velada los dos solos. Por su parte contaba con algo similar. Así que ambas parejas se separaron. Roy y Bertie  se marcharon de la mano, eso de por sí era bastante revelador.

-¿Qué crees que irán a hacer esos dos?- Se sonrió Roy una vez se alejaron lo bastante.-
-No lo sé. – Replicó su interlocutora, con una pícara sonrisa a su vez, para desear.- Espero que puedan pasar una velada realmente maravillosa. Se lo merecen.
-Lo mismo que nosotros, ¿Verdad?- Preguntó el chico con tono más incitador.-

Bertie se limitó a asentir despacio, esperando eso mismo. Entre tanto, los componentes de la otra pareja se sonrieron imaginando que, quizás, sus amigos tardarían algo más en llegar al piso de las chicas. Pero Tom optó por dejar de pensar en sus compañeros  y centrarse en la estupenda muchacha que tenía a solas por fin con él.

-¿Quieres tomar algo? - Le ofreció animadamente. - Yo tengo mucha sed, me he comido muchas palomitas, te invito a un refresco.
- Sí, muchas gracias, - sonrió ella que convino - también estoy seca.

            Se instalaron en un cómodo bar cercano que tenía terraza. Allí pidieron sendos refrescos y comenzaron a charlar. Tom no pudo evitar mencionar el tema de sus amigos y comentó.

- Me alegro por ellos, era algo que se veía venir.
- Pues yo no estaba tan segura. – Rebatió Cooan divertida por esa aseveración. - A mi hermana no la convence cualquiera para salir. De hecho, hasta ahora ninguno lo había conseguido.- Se dijo perpleja.-
- Roy no es un tipo cualquiera. – Declaró Tom que remató sus palabras con un sentido tono de cumplido. - Y Bertie desde luego tampoco es una chica corriente. Desde que conozco a mi compañero de cuarto no le he visto jamás comportarse así con ninguna mujer.
-¿Y eso qué quiere decir exactamente? - Se interesó Cooan removiendo su bebida con la pajita que ésta llevaba. -
- No, no me interpretes mal. - Se apresuró a matizar él, temeroso de haberla dado una impresión equivocada. - Roy, pese a lo que parezca, nunca ha tratado de aprovecharse de las chicas con las que ha salido. Lo sé, sólo ha llegado hasta donde ellas le han permitido. Aunque la mayoría de ellas han sido muy permisivas, ya me comprendes. Pero con Bertie es otra cosa. Es curioso. A veces me da la impresión de que ambos tenían que conocerse y lo que nos ha sucedido con esos demonios les ha unido mucho.

            Su interlocutora asintió, ella también se había dado cuenta de aquello. Lo supo desde bien pronto, pese a los enfados y rabietas que su hermana se llevaba a causa de ese chico. Pero Bertie siempre había sido un libro abierto para ella y la pobre realmente ocultaba mal sus emociones pese a creerse lo contrario. Aun así, no es que Cooan pensara que su hermana se hubiese enamorado de Roy desde el primer día. Su primer encuentro no fue precisamente muy romántico que digamos. Pero sí que lo presintió, aunque no quisiera verlo, desde que ambos regresaron de aquella práctica con los niños. Y más adelante pudo constatarlo en el hospital. Suspiró, eso pertenecía ya al pasado y ahora ella tenía a su lado a ese muchacho del que apenas si se había percatado hasta hacía pocas semanas. Lo cierto era que a  primera vista Tom quedaba eclipsado por la arrolladora forma de ser de su amigo, pero él poseía una calma y una dulzura implícita que poco a poco iban colándose en su corazón. Por su forma de ser y sus acciones era un auténtico caballero y le recordaba a una mezcla entre Mamoru y el príncipe Zafiro en físico, en sus ademanes e incluso en su amabilidad que parecía sincera, muy distinta a la que, por ejemplo, exhibía Rubeus, llena de falsedad. Sí, ahora lo veía tan claramente que se sorprendía de cómo pudo estar tan ciega en el pasado. O mejor dicho en el futuro. Como decía una canción que había podido escuchar alguna vez. Había estado encadenada a un sentimiento y ahora que era libre podía valorar las verdaderas virtudes. Incluso la tarareó un poco ante el asombro del chico…

-¿Connie? ¿Estás bien? - Le inquirió él notándola ausente y ella enseguida disipó esos pensamientos y respondió. -
- Sí. Lo siento, estaba recordando los acontecimientos que nos han llevado hasta aquí y la verdad es que me alegra mucho el haberos conocido a los dos. Pensaba en esa canción que me pusiste…esa de liberarse de las cadenas…
-Es una hermosa canción. Llena de inspiración. Para personas con una enorme fuerza de voluntad. Como tú.- Sonrió él. -
           
Cooan le miró agradeciendo esas palabras. En verdad tanto ella como sus hermanas tuvieron que arrostrar muchas dificultades desde su purificación. Pero supuso que no eran las únicas que tuvieron que comenzar de nuevo lejos de su hogar. Sin ir más lejos, realmente tampoco sabía gran cosa de su interlocutor, salvo pequeños detalles que éste le había ido contado de su vida. Tom tenía un hermano pequeño y era de Kansas. Llegó a la Golden con una beca al igual que ellas, puesto que procedía de otra universidad más modesta. El chico por su parte sonrió, a él le sucedía lo mismo. Se fijó en Cooan, (Connie como tan cariñosamente la apodaban Roy y él mismo.) A primera vista esa muchacha tan alegre y a la vez tímida y dulce, no dejaba entrever que escondiera tantos secretos. Jamás pudo imaginarla con una vida tan diferente a la que él había visto. Aunque una cosa estaba clara, ella nunca fue libre para decidir sobre ello y cuando pudo hacerlo tomó la senda correcta. En realidad, Tom se daba cuenta de que eso era común también a Bertie y a Roy. Solamente él tenía una existencia clara y sin nada que ocultar. Bueno, salvo los sentimientos que tenía por aquella muchacha que le estudiaba con esa mirada tan cordial. Y ya quizás ni tan siquiera eso, puesto que estaba dispuesto a confesarle lo mucho que la quería.

-Mujer encadenada.- Añadió el muchacho entonces. -
-¿Qué?- Se sorprendió la joven.-
-Esa canción. ¿Te referías a esa? ¿Verdad? A mí también me gusta mucho.

            Y para sorpresa y embeleso de la muchacha, incluso cantó algunas estrofas…Cooan recordó efectivamente haberla escuchado con él. Una vez, oyendo algo de música en una de las pausas de los ensayos de baile, Tom se la puso y ella se emocionó, sobre todo cuando él acompañó a la melodía con su propia voz, tan cálida y hermosa, puesto que, juraría recordar que era otra de las que su madre les ponía siendo niñas.

Será mejor que te encante amar y que te comportes bien
Será mejor que te encante amar y que te comportes bien
Mujer encadenada
Mujer encadenada

Llama a su hombre la gran esperanza blanca
Le dice que está bien, ella siempre se las arregla.
Mujer encadenada
Mujer encadenada

Bien, creo que mentir y esperar es asunto de un hombre pobre. Asunto de un hombre pobre
Y me siento oprimida y sin esperanza por tus ojos de acero.
Bien, es un mundo loco que mantiene a la mujer encadenada. Woh, woh, woh
Mujer encadenada
Mujer encadenada

Cambia su alma por piel y hueso
Será mejor que te encante amar y que te comportes bien
Entrega lo único que posee.
Será mejor que te encante amar y que te comportes bien
Mujer, encadenada (el Sol y la Luna) Mujer encadenada

Bien, siento que en el fondo de tu corazón
hay heridas que el tiempo no puede sanar
(El tiempo no puede sanar)
Y siento que en algún lugar hay alguien que no puede respirar
Sabes a lo que me refiero
Es un mundo loco que mantiene a la mujer encadenada

Está bajo mi piel pero fuera de mis manos
Lo romperé. (Alguien en algún lugar lo está intentando)
Pero no lo comprendo. (Respirar)

No aceptaré la grandeza del hombre
Es un mundo loco que mantiene a la mujer encadenada
Es un mundo loco que mantiene a la mujer encadenada

Así que, libérala, libérala, libérala
Así que, libérala, libérala (El Sol y la Luna)
Así que, (el viento y la lluvia) libérala, libérala

Así que, libérala, libérala, libérala
Así que, libérala, libérala (El Sol y la Luna)
Así que, (el viento y la lluvia) libérala, libérala

(Woman in Chains, tears for Fears. Crédito al autor)

Tom se acordaba de aquello también. La muchacha parecía ser muy sensible a ese tipo de canciones. En ese momento el chico se preocupó pensando en que algo la sucedía… Connie estaba llorando…

-¿Te encuentras bien? - Quiso saber él.-
-Sí, es que es una canción preciosa. Me ha hecho llorar, eso es todo.- Se disculpó entonces ella.- Lo siento.

            No quería desde luego pensar en ello, pero también le venían a la memoria aquellos dramáticos momentos en los que se sintió traicionada, hundida y sola. Cuando su antiguo jefe le destrozó el corazón. Ahora podía comprender a su madre, y la tristeza que ella debió sentir al haberse visto tan abandonada en su desolado condado en tanto su marido viajaba de un lado a otro o permanecía en la Corte. Y Cooan recordó también ese escándalo que se rumoreaba sobre su padre y la duquesa Turmalina. A buen seguro que llegaría a oídos de su pobre madre.

-Nunca quisimos creer que fuera verdad. Sin embargo, cuando corrió ese rumor Petz estaba muy enfadada con papá y Kalie muy triste, aunque quisiera aparentar lo contrario.- Suspiró meditando con pesar.- Bertie y yo éramos demasiado jóvenes para enterarnos…bueno, eso ya no importa.

 Sonrió enjugándose las lágrimas con una servilleta de papel en tanto su acompañante la observaba. Tom sentía que esa pobre muchacha había sufrido mucho. Aquello sucedió antes de que conociera toda la verdad sobre Connie y su hermana. Ahora podía entenderlo. La miró entonces a los ojos. A él le encantaba perderse en ese violeta tan intenso de sus pupilas y no pudo por menos que susurrarla, presa del sentimiento que le embargaba.

- Tienes los ojos más bonitos que he visto en mi vida. No están hechos para mostrar tristeza.

            Cooan enrojeció sus mejillas y no pudo reprimir una sonrisa de complacencia. Se daba cuenta de que Tom no había soltado el típico piropo al uso para ganar puntos. Ese chico tenía un alma pura y siempre hablaba de corazón. Expresaba sin ambages lo que sentía. ¡Ojalá le hubiera conocido en Némesis! ¡Qué distinta habría sido su vida!

- Son un color bastante frecuente en mi mundo de origen. – Le aclaró la chica, feliz por cambiar de tema. -
- Es curioso. – Añadió él, siguiendo con ese mismo hilo de conversación. - Pero entre vosotras apenas si os parecéis en eso. Cada una tiene un color de pelo y de ojos diferente.  Es muy raro tratándose de hermanas.
- Es verdad. - Admitió Cooan que le desveló para sorpresa del chico. - Pero esas cosas son muy normales en Némesis. Bueno, supongo que lo serán en el futuro de la Tierra también. Allí los padres pueden incluso elegir colores para los ojos y el cabello de sus hijos. La ingeniería genética está muy avanzada.

            Tom abrió la boca de la sorpresa. Pese a no ser demasiado religioso para lo que se estilaba en su propia familia, negó con la cabeza y repuso.

- No lo comprendo. ¿Por qué cambiar así a las personas? Es como jugar a ser Dios.
-¿Te parece mal?- Le preguntó Cooan sintiendo desazón por aquello que a ella no le llamaba la atención en absoluto.-
- No, no es eso. - Le matizó el muchacho, no deseando ofenderla ahora. - Me refiero a que no veo la necesidad. Al menos pienso que un hijo o hija no es un coche o una tapicería para escoger el color que debe tener. Sin ir más lejos. ¿Cómo eran tus padres?
- Mi padre moreno y mi madre tenía el pelo castaño claro, con algunos tonos violetas, como yo. – Le contó la interpelada casi teniendo que hacer memoria para recordar. - Pero hay una causa, Tom. Verás. - Le explicó ella hablando de su planeta como si estuvieran allí mismo y ahora. - En Némesis existen muy pocos habitantes. Y los matrimonios endógamos no son tan raros como aquí. Sin ir más lejos, el origen de mi propia familia, por lo poco que yo sé, se remonta a un amor prohibido entre parientes. – Le confesó  a su oyente no sin cierta turbación.-

            Tom le dedicó una asombrada mirada. Desde luego eso se salía mucho de su educación. Pese a ser de un espíritu mucho más abierto que el resto de su familia. Sin embargo, había ciertas cosas que no podía asimilar fácilmente. La chica, advirtiendo eso, quiso matizar.

-Era algo que sus familias vieron mal. No sé. Mis ancestros tuvieron entonces que huir para poder estar juntos. Oí a mi abuela Kim decir algo de eso una vez. Fue nuestra bisabuela Kurozuki la que llegó en pos de su amado. También mi madre debió de contárselo a Petz que es la mayor, pero ni ella ni Kalie nos han querido hablar nunca mucho sobre esa cuestión. –Suspiró agregando.- A decir verdad, prefiero no saberlo.
-Claro, lo comprendo. De todos modos, tú no tienes culpa ninguna de eso.- Repuso el joven.- Es un tema delicado, pero si es incómodo para ti, no hace falta que me cuentes nada más.- Añadió  en tono conciliador.-

            Cooan sonrió, sentía que Tom era un buen muchacho que no la prejuzgaba. Desde luego si había aceptado el propio pasado de ella, esto lo haría con más motivo. Pese a todo, quiso quitarle hierro al asunto al agregar.

-Tampoco es que nos casáramos entre hermanos, pero sí es frecuente entre primos y como sabes, esto puede producir enfermedades o taras genéticas. Además, Némesis tenía una extraña fuente de energía. La energía oscura la llamaban, que producía graves efectos en la salud. Nos vimos obligados a usarla para dar luz y calor a nuestro planeta y poder sobrevivir, pero al tiempo era muy dañina. Nuestros primeros antepasados pagaron un alto precio, murieron muy jóvenes. Y eso que, desde muy antiguo, se comenzó a variar el código genético para hacernos más resistentes a ella y para evitar problemas derivados de la endogamia.
-Ya veo.- Musitó el chico realmente asombrado por lo que escuchaba.- ¡Es increíble!…entonces tuvisteis que sufrir mucho allí.- Conjeturó realmente compadecido de ella y sus hermanas.-
- No Tom.- Le sonrió ahora la joven para replicar con más jovialidad.-  Era al contrario, verás. La vida en mi mundo, al menos cuando yo nací, era ya muy cómoda y fácil. Mucho más que la de la Tierra hoy día, pero los pioneros sí que lo pasaron muy mal. Al menos hasta que se pudo conjurar el peligro de la energía oscura. Nuestros científicos y técnicos hicieron grandes esfuerzos para controlarla y aislar a la población de ella. Paradójicamente, creo que ese Hombre Sabio que nos manipulaba también tuvo algo que ver en eso…
- Es algo tan impensable para mí. - Repuso él, aunque tuvo que reconocer que en la Tierra ya se experimentaba con éxito en muchas de esas cosas y quién sabe si, acuciados por la necesidad y con una tecnología mucho más avanzada que la actual, podría recurrirse a ello. - No es que pretenda juzgarlo ni mucho menos. - Añadió él. – Simplemente me parece algo realmente increíble. Solamente espero que tú y tus hermanas estéis bien de salud.- Se inquietó.- Que no os haya dejado secuelas.

            Cooan le sonrió aliviada e incluso divertida para agregar.

- No temas. Cuando la Guerrera Luna nos purificó arrastró cualquier traza de esa energía que pudiéramos seguir teniendo. Fue como limpiarnos por completo. Es más. Hasta me parece que hemos variado algo en cuanto a nuestra genética. Desde que llegamos aquí ha sido curioso. Kalie y yo no destacamos tanto en nuestros tonos de cabello. Sin embargo, mis hermanas Beruche y Petz tienen unos colores de pelo que si llaman la atención. Al principio Bertie lo tenía más azulado, pero se le ha ido haciendo más claro, tirando a blanco e incluso a un poco rubio. Y Petz lo va oscureciendo, ya casi lo tiene más negro que verde oscuro, que era su color original. Aunque eso es lo que menos nos preocupa. Imagínate que al llegar a este planeta pensábamos que nuestros colores no eran propios de la Tierra y que eso nos señalaría, pero hemos visto a chicos y chicas aun con colores más raros. ¡Incluso que llevan el pelo pintado con varios!
- Sí. Creedme, ¡en Nueva York cualquiera de vuestra familia pasaría desapercibido en eso y en casi cualquier otra cosa! - Se rio el muchacho haciendo que ella  también soltase una limpia carcajada y cuando pudo él añadió más en serio. - Supongo que echarás de menos a tus padres.
- Pues no tanto como debiera. - Le respondió Cooan adoptando ahora un tono más grave y nostálgico cuando añadió. – Nuestra casa era muy grande. Rodeaba de un lago y jardines. Todo bajo una enorme cúpula. Vivíamos en la región de Ayakashi. De ahí vienen nuestros apellidos reales.- Les desveló ella.-
-Pero eso creo que es japonés. Aunque no sé qué significa.- Replicó un perplejo Tom.-
-Quiere decir algo así como un fantasma marino. Uno que se apropia de las almas de los humanos. Pero nuestro condado se llamaba así porque tenía una zona de actividad geotérmica que permitía que la poca agua que existía estuviera en estado líquido o vapor. Eso creaba una atmósfera fantasmal. De neblina permanente sobre el agua. Mis bisabuelos paternos lo colonizaron y le dieron ese nombre al recordar las viejas leyendas de Japón.- Le narró ella.-

            El chico escuchaba realmente asombrado. Más cuando ella prosiguió.

-Cuando mis padres se casaron fueron a vivir allí, y  se esforzaron muchísimo para plantar árboles, drenar el pantano en el que se levantaban esas nieblas y construir un hermoso hogar. Al nacer nosotras, era mucho más bonito.- Sonrió ahora la muchacha, evocando aquello con una mezcla de ternura y tristeza en su tono.- Un lago con flores y árboles alrededor.
-Lo entiendo muy bien. Mis abuelos y mis padres también trabajaron muy duro para que sus tierras dieran fruto y prosperasen.- Comentó él.-
-A mi padre apenas le veíamos. Viajaba de continuo.- Le contó Cooan.-  Eso sí, siempre nos traía regalos y nos contaba historias de la capital. Luego, nos llevó con él a la Corte y más tarde volvimos de su mano para entrar al servicio del rey Coraíon, y de su esposa, la reina Amatista. Papá seguía viéndonos con cierta regularidad pero un día desapareció. Me acuerdo de él mejor, pero tengo más recuerdos bonitos de mi madre. Era una buena mujer y nos quería mucho. La adoraba porque me mimaba bastante. Cuando no se daba cuenta, o eso creía yo, me vestía con sus ropas para jugar.- Sonrió con nostalgia en tanto proseguía con voz queda.- Nos contaba muchas cosas de la Tierra. Para nosotras este planeta era una especie de mito. Solamente sabíamos que nuestros ancestros vinieron de él. Pero nos encantaba escuchar a nuestra madre. Nos reunía a todas a su alrededor y a mí, siendo la más pequeña, a veces me tomaba entre sus brazos. Entonces nos hablaba de los majestuosos bosques, los enormes océanos y las altas montañas que tenía. - Suspiró de forma soñadora.-

            Su interlocutor no podía dejar de escucharla y observar aquella expresión de candidez e ilusión. Tom estaba totalmente prendado de esa joven. Y quizás incluso algo compadecido de ella. Connie hablaba de todo eso con devoción. Él admiraba mucho la obra de la madre naturaleza pero jamás hubiera llegado a sospechar lo afortunado que era al vivir en el planeta que su contertulia describía como prácticamente mágico.

-Esta claro que vuestra madre os quería mucho.- Afirmó él visiblemente impresionado.-
- Desgraciadamente. – Rememoró Cooan con pesar como aquella vez que se lo contara a Rei. – Luego ella cambió, se volvió mucho más estricta, sobre todo con mis hermanas mayores. Quería educarnos bien para que triunfásemos en la Corte. Yo era muy cría y no recuerdo bien sus facciones. Siendo la más joven es natural y el día en que nos despedimos para viajar a la capital…
- Sufrirías mucho. - Comprendió Tom haciéndose cargo de eso. –Es lo normal. Tan pequeña, que te apartasen de tu madre así, tiene que afectar a cualquiera.
- No te creas. - Le negó su interlocutora que explicó a renglón seguido. – En ese momento no tenía mucha conciencia de lo que estaba pasando. Además, todas creíamos que vivir en la Corte de Némesis sería maravilloso aparte de que, claro está, veríamos a nuestra madre con frecuencia, dando por hecho que vendría a visitarnos. Pero después fuimos creciendo y a pesar de que en ocasiones recibíamos noticias de ella o viceversa, no tuvimos ya casi contacto. Y todo eso empeoró cuando ese sabio empezó a bombardearnos con la energía oscura. A partir de ese instante, fuimos olvidando nuestros buenos recuerdos y solamente la ambición, el egoísmo y la competitividad, anidaron en nosotras...

            Llegando a este punto su contertulia guardó silencio con las manos entrelazadas  apoyando su barbilla sobre ellas. Parecía estar emocionada y sentirse culpable al evocar aquello, casi daba la impresión de estar a punto de llorar. Tom juzgó prudente y cortés no atosigarla más con esos recuerdos. Todo eso pertenecía al pasado, o al futuro, ¡menudo un embrollo! Simplemente dedicó a esa chica una cariñosa mirada y ella agregó de modo espontáneo, en tanto volvía a sonreír.

- Me acuerdo de que cuando me despedí de mi madre, siendo yo muy pequeña, le prometí que, si alguna vez tenía una hija, la llamaría como ella.
-¿Y cómo se llamaba tu madre?-. Fue la inevitable pregunta de él.-
- Idina, de la familia Kurozuki. Fue el nombre que nuestros antepasados maternos adoptaron al llegar a Némesis. - Respondió Cooan casi paladeando el nombre con devoción. – Al final, no sé qué le sucedió a ella. Creo que acabó trastornada. Pero no estoy segura. ¡Mi pobre madre, se quedó tan sola!…- Remachó visiblemente emocionada, tanto, que alguna lágrima le caía.- Lo siento…cuando pienso en ella…no lo puedo evitar. –Fue capaz de decir ciertamente apesadumbrada, con la voz entrecortada.-

            Tom la miró con pesar y no sin compasión. ¡Pobre muchacha! Su vida estaba claro que fue bastante más dura y difícil de lo que él se había llegado a imaginar. Aun así, fue capaz de superar todo aquello y elegir hacer el bien. Lo realmente importante es que ahora estaba allí, a su lado. De pronto se sintió el chico más afortunado del mundo por ello y dijo con cariñoso y amable tono.

- Idina, ¿eh?. Es un nombre muy bonito. Me gusta mucho a mí también. Vuestra madre debió de ser como vosotras, una gran mujer. ¿Y qué pasó con vuestro padre? Si lo puedo preguntar. Dijiste algo de que desapareció. ¿Verdad?
-Esa fue la versión oficial. -Repuso la joven.- Él nos quería, al menos siempre era muy cariñoso con nosotras. Pero estaba demasiado interesado en ascender en la Corte. Por lo poco que yo sé cumplió varias misiones para el rey Coraíon, el padre del príncipe Diamante. Desapareció en una de ellas. Llegaron a culpar a las fuerzas de neo Cristal Tokio. Jamás le volvimos a ver. Después nos enviaron a la Tierra, al pasado.- Suspiró para remachar.- El resto ya lo sabes…
-Doy gracias a Dios porque lo hicieran. Lamento mucho lo que os sucedió, pero soy feliz porque, por causa de ello, estáis aquí. No podría haberte conocido sino. – Repuso francamente él.- Como esa otra canción que escuchamos juntos. ¿Recuerdas? - Canturreó él.- Dobla una esquina diferente y no nos hubiéramos conocido…

            Su interlocutora sonrió agradecida por aquellas palabras, esa canción era también muy hermosa. Y Tom no se privó de cantarla a capela y casi entre susurros, y aun así, pese a todo haciendo unos tonos realmente contrastados y puros.

Diría que el amor es algo mágico 
Diría que el amor nos evita el dolor 
De haber estado allí, de haber estado allí
 
Te prometería toda mi vida 
Pero perderte cortaría como un cuchillo 
Así que no me atrevo, no, no me atrevo 

Porque nunca me he acercado en todos estos años 
Eres la única que detiene mis lágrimas 
Y tengo tanto miedo, tengo tanto miedo. 

La chica se dejaba llevar por aquella tonada maravillosa, recordando la música cuando él se la puso. Aquella canción le hacía latir más rápido el corazón, llenándola de una agradable sensación de calor y bienestar. Era como sentirse rodeada de protección y amor. Y además, daba la sensación de que las siguientes estrofas estuvieran especialmente escritas para ella.

Llévame atrás en el tiempo, tal vez pueda olvidar 
Dobla una esquina diferente 
Y nunca nos hubiéramos conocido, 
¿Te importaría? 

No lo entiendo, para ti es una brisa 
Poco a poco has hecho que me arrodille 
¿No te importa? 

No, nunca me he acercado en todos estos años 
Eres la única que detiene mis lágrimas 
Tengo tanto miedo de este amor 

Y si todo lo que hay, es este miedo a ser usado 
Debería volver a estar solo y confundido 
Si pudiera, lo haría, lo juro 

Lo juro…

(A different corner. George Michael. Crédito al artista)

Y cuando el chico concluyó, para asombro de ambos, un buen grupo de personas que les miraban embelesados aplaudieron, elogiando al muchacho y sus grandes dotes de cantante. Tom por supuesto se puso colorado, y sonrió tímidamente. Lo mismo que ella, que pudo enjugar esas lágrimas y una vez que aquellos curiosos les dejaron de nuevo a su aire, quiso cambiar de tema.

-Bueno, ¿y tú qué? – Preguntó la muchacha con patente interés, interrogándole con la mirada.-
-¿Yo?  – Se señaló su interlocutor a sí mismo con un dedo sobre el pecho.-
-No me has contado mucho de ti.- Replicó Cooan.-
-No hay demasiado que contar. Mis padres viven en una granja en Kansas, cerca de Manhattan. - Le recordó él.- Mi hermano Daniel está todavía en el instituto y es un friki de la informática.
-¿Pero Manhattan no está aquí, en Nueva York?- Se sorprendió la joven que creía que así era.-
-No, hay otra en mi estado natal, entre el rio Kansas y el Big Blue, cerca de un lago. - Se sonrió su contertulio que le comentó divertido.- Roy siempre me hacía esa broma. Me decía, ¡Oye paleto!, no puedes decir que no hayas visitado este sitio antes. ¡Tú ya has estado en Manhattan antes que yo!

            Cooan se rio, se podía imaginar perfectamente a ese alocado compañero suyo comentando algo así. Lo cierto es que estaba disfrutando mucho. Desde luego esta nueva vida tenía muchos alicientes y cada vez se sentía más cómoda. Ya fue un cambio convertirse en una humana normal, y ahora, además, el haber variado tanto de la cultura japonesa a la norteamericana. Eso supuso para su hermana y para ella otro esfuerzo por adaptarse. Pero había merecido la pena. Le daba la impresión de que llevasen una eternidad viviendo allí, en el ambiente de la Golden. ¡Ojalá que esos malditos demonios desaparecieran para siempre! Eran lo único que podía empañar su felicidad. Sobre todo ahora que había conectado finalmente con Tom.

-Un día de estos tendríamos que ir a visitar a mi familia a Kansas. Os invitaré a todos, a ti, a Roy y a Bertie. ¡Seguro que os gustará! Podréis ver el museo de los tesoros del Mundo, el de Old Cowtown y Dodge City, la ciudad sin ley - Comentó animadamente él, agregando.- Tu madre tenía razón sobre la Tierra. ¡Si vieras el paisaje que hay en mi hogar!. El cielo es azul y se extiende cubriendo una extensión de trigo y cebada hasta donde alcanza la vista. ¡Lo mismo que en la canción de Sting!- Exclamó él, haciéndola sonreír una vez más.- La brisa es suave y fresca, y todo es muy tranquilo…

            Y en tanto él describía aquello, las manos de los dos se entrelazaron sobre la mesa. La chica asintió contenta, escuchándole con el mismo embeleso que, siendo niña, tenía al oír las historias de su madre. Entonces sonaron dos leves pitidos y miró su reloj percatándose de que, con la conversación, se les había hecho muy tarde. Tom también se dio cuenta de ello y ambos soltaron sus manos y se levantaron como resortes dispuestos a regresar.

- Lo he pasado muy bien y ni me he dado cuenta de la hora. - Se disculpó apuradamente él.-
- Me ha sucedido igual. - Sonrió Cooan que le propuso. - Tenemos que repetirlo y la próxima vez serás tú quien me cuente más cosas de tu infancia y podremos concretar esa visita. Si es que de verdad nos quieres invitar. –Remachó con humor.-
- Estaré encantado de hacerlo. - Aseveró él con total sinceridad. -

            Y casi sin darse cuenta iban agarrados de la mano caminando por unas calles prácticamente desiertas. El chico no dejaba de notar un hormigueo que recorría su estómago cada vez que ambos cruzaban la mirada y Cooan no era indiferente a esa sensación. Deteniéndose los dos en la parada de un “Búho bus”, que pasaba cerca del piso de las chicas, se miraron de nuevo pero no de forma fugaz y antes de que ninguno pudiera pensar en lo que sucedía Tom se aproximó lentamente a ella y la besó en los labios con suavidad. La muchacha sintió que su corazón daba un vuelco aunque desde luego no podía ser más feliz. Estaba a punto de sonreírle a su acompañante y devolverle el beso cuando el encanto se rompió. Una voz desmañada y ronca les espetó en son de burla...

-¡Qué bonito es el amor!

            Ambos se giraron descubriendo a un grupo de individuos de aspecto poco recomendable. Habían salido al parecer de un oscuro callejón cercano a la parada y les observaban con maliciosas sonrisas. Instintivamente Tom se interpuso entre Cooan y aquella panda de lo que parecían gamberros. Maldijo la mala suerte de toparse con un grupo así, más estando con ella, pero trató de permanecer tranquilo sin evidenciar ningún miedo y únicamente dijo con tono calmado.

- Sólo estamos esperando el autobús, llegará enseguida.
-¿No me digas?- le replicó otro, ataviado con un pañuelo en la cabeza. – Pues no os importará que os hagamos compañía.
- Eso - convino otro que llevaba una chaqueta de cuero desgastada y mantenía una de sus manos sospechosamente oculta en un bolsillo. - Pero hay un pequeño problema. Estáis en nuestro territorio.
-¿Qué quiere decir?- Pudo preguntar la joven con la preocupación y el desconcierto reflejado en su semblante. -
- Quiero decir, preciosa, que debéis pagar una tasa y eso equivale a que nos deis todo lo que llevéis encima.- Le replicó el tipo de la cazadora que, tal y como temía Tom, sacó una navaja, espetando. - ¡Vamos tortolitos!

            Sus compinches no fueron menos enarbolando palos y bates de béisbol que habían sacado prácticamente de la nada.

- De acuerdo – contestó el chico apartando a más distancia a Cooan de los asaltantes. - No os pongáis nerviosos. Tomad. - Les pidió arrojando su cartera hacia ellos. -
- Estamos muy tranquilos, tío, ¡hacemos esto a diario, lo tenemos dominado! - Se burló el del pañuelo arrancando las risotadas de sus compinches. -
- Muy bien, ¡ahora la chica! - le conminó otro atracador con voz imperiosa. -

            La interpelada obedeció tirando su bolso al suelo. ¡Ojalá pudiera transformarse!, les daría una buena lección a esos tipos, pero no valía la pena. Tom podría resultar herido y ella no podía descubrirse.

- Ahora dejadnos en paz, por favor. - Les pidió la muchacha con un apurado tono de calma mantenida a duras penas. -
- No tan deprisa - dijo otro de ellos con una sonrisa lasciva. - Tu novio puede marcharse si quiere pero tú eres muy bonita, nos lo podríamos pasar muy bien contigo.
-¡No te atrevas a tocarla! - terció un ya agitado Tom.-

Ahora, pese a su evidente desventaja no pudo reprimir una actitud más agresiva. Una cosa era dejarse robar, pero desde luego que no iba a permitir que esos cerdos llegaran ni a rozar a Connie.

-¿Es que nos lo vas a impedir tú?- Se rio el de la cazadora manejando la navaja con evidente soltura en tanto amenazaba. - ¡Ahora verás, valiente!...

            Los asaltantes se miraron llenos de complicidad y dos se lanzaron a por Tom, pero éste los esperaba en posición de guardia y noqueó a ambos con sendas patadas de karate. Ajenos a esto en la sombra del callejón un par de ojos color rojizo presenciaba la lucha. Se trataba de un demonio invocado por los maestres para ayudar a sus esbirros. Estaba acompañado de dos miembros de la secta.

- Los humanos sois unos inútiles. - Dijo con desprecio – al final tendré que intervenir yo.
- Ha sido una casualidad. - Le respondió uno de los sectarios oculto tras las mismas sombras que impedían verle por completo. - Esos tipos son atracadores auténticos. Nada tienen que ver con nosotros.
- Y nuestros enemigos son muy hábiles. Podrán con ellos sin dificultad. - Se justificó el otro que le acompañaba.-  Solamente hay que aguardar un poco.

            En ese instante, aquel ser infernal que no destacaba por su paciencia, ignoró ese consejo y decidió adelantarse. De inmediato la piedra al cuello de Cooan parpadeó.

-¡Oh, Dios mío! - Se dijo ésta cada vez más asustada al darse cuenta de eso. - Hay un demonio por aquí cerca.

            Para confirmar sus temores, de un oscuro callejón cercano emergió una figura alta y esbelta, de más de dos metros de estatura, color verdoso a la pálida luz de las farolas, sendos cuernos en la cabeza y patas rematadas en pezuñas. Lucía una armadura con un tridente inscrito sobre la pechera. Tom entre tanto había dejado fuera de combate a todos los asaltantes que, cuando se estaban recobrado, vieron aparecer tras ellos a ese engendro tan antinatural.

-¿Qué coño es eso?- Pudo gritar el de la cazadora que se tapaba la nariz por la que sangraba abundantemente al recibir una patada de su adversario. -¿De qué película de miedo ha salido?
- Yo no me quedo aquí para comprobarlo, tío. - Le replicó el del pañuelo que, tan pronto pudo, escapó por piernas. - ¡Vámonos!

            Los otros le siguieron puesto que, entre la paliza recibida y la impresión de ver semejante monstruo, decidieron que estaban de más allí. Tom no tardó en reparar en su nuevo enemigo y  se encaró con él en posición de guardia retándolo.

-¿Tú también quieres recibir maldito demonio?
- Mi nombre es Dawon, del tercer círculo infernal. - Se presentó éste que alabó a su objetivo de forma irónica. - Eres un humano muy fuerte y diestro, te felicito, has puesto fuera de combate a esos  idiotas con gran facilidad. Pero desgraciadamente para ti, no soy como esa chusma, no eres rival para mí.- Y dicho esto llamó a los que estaban con él. – Vosotros, idos a informar, yo me encargo de esto.

            Los sectarios asintieron perdiéndose por el callejón.

-¡Eso lo veremos!- Le espetó su interlocutor dispuesto para la lucha. - Teníais que ser vosotros los que estuvierais detrás de todo esto. Pero no voy a permitir que volváis a molestarnos más.
- Adelante, a ver de lo que eres capaz contra mí. - Se burló aquel ser. -
-¡Vete Connie!- Le pidió decididamente el chico. - Yo le entretendré.
-¡Pero Tom, es un demonio, sólo no podrás con él!- Replicó ella atemorizada rebuscando desesperadamente entre sus ropas algún papel anti espíritus pero sin encontrarlo. -
-¡Vete, corre!- insistió él. –

Entre tanto Dawon se aproximaba con paso lento. El chico tomó la iniciativa asestándole dos puñetazos y una patada. El demonio encajó los golpes pero no se inmutó, declarando con sorna.

- Me has hecho un poco de daño, ¡felicidades!, eres un humano poco corriente. Pero no te va a servir de nada. – Sentenció atacando a su vez para lanzar golpes que su apurado oponente esquivaba como podía. -

            Por su parte, Cooan estaba refugiada en una esquina y dudaba, no sabía si transformarse en Justiciera o no.

- Si me convierto ahora revelaré mi identidad, pero si no lo hago, Tom puede ser malherido, ¡tengo que hacerlo! - Se convenció a sí misma alejándose un poco para no ser vista.-

Aunque en ese momento Dawon golpeó a su enemigo derribándole. Cooan no pudo evitar que el demonio levantase en vilo a su amigo y le quebrase la espalda con sadismo. El chico chilló de dolor y quedó semiinconsciente. No obstante aun pudo escucharla gritar.

-¡Corazón Puro del Fuego, dame el poder!

            Después, con la visión nublada por el dolor, el malherido joven vio a Connie o alguien que se le parecía acercarse, luego quedó sin sentido.

-¡Tom! - ¡Responde por favor!....- le gritó ella tratando de reanimarlo sin éxito. -
- Así que tú eres una de esas molestas justicieras. - Se rio el demonio que contemplaba la escena encantado para sentenciar. - Será un placer eliminarte.
-¡Eso ya lo veremos!- Repuso Cooan estremecida de furia, tanto que lanzó sin dificultad un potente rayo contra esa criatura. – Esto lo vas a pagar, ¡monstruo!

            No obstante, su oponente se apartó con unos movimientos rapidísimos para sorpresa de la chica.

-¡Eres muy lenta, estúpida humana!- rio el demonio contraatacando con otro rayo que la justiciera esquivó no sin dificultad, rodando por el suelo y levantándose a la mayor rapidez mientras su rival aseveraba. – Tampoco eres rival para mí.
-¿Crees que me das miedo con esa bravata? ¡Maldito seas! ¡No te lo perdonaré! - Le gritó ella materializando su arco y disparando una andanada de flechas.-

 El demonio se apartó nuevamente con agilidad pero fio demasiado en su destreza y no advirtió un bate caído con el que tropezó cayendo hacia atrás. La pared le sostuvo pero Cooan aprovechó la ocasión para apuntar con tino, tensar el arco y volver a disparar.  Esta vez alcanzó a su enemigo en el pecho y con un alarido de dolor Dawon estalló. Ella se arrojó al suelo para cubrirse y resguardar también a su inerme compañero de la explosión. Ahora comprendió plenamente lo que Rei hiciera, en el último combate entre ambas, cuando protegió a Yuuichirou con su propio cuerpo del Dark Fire que la entonces maligna Kermesite le arrojase.

-Te quiero y no permitiré que sufras más.- Pensó en tanto escudaba al muchacho.- ¡Daría mi vida por ti!

 Y una vez pasados los efectos de la detonación, que por fortuna no fueron tan graves como creyó, intentó reanimarlo de nuevo, cada vez más asustada por su estado.

- ¡Por favor!, despierta Tom. - Finalmente logró reanimarle y él abrió los ojos, estaba obnubilado por el dolor en tanto ella le preguntaba llena de zozobra. - ¿Cómo estás?
-¿Q...quién eres tú?- Quiso saber el malherido chico, musitando las palabras en un estado de consciencia bastante precario, y pese a todo lleno de inquietud por su compañera, cuando inquirió. - ¿Dónde está Connie?...¿Qué le ha pasado a Connie?

            A pesar de su grave condición él únicamente se preocupaba por ella. ¡Ese era el amor verdadero, el que Rei demostró por Yuuichirou aquella vez y que Cooan no pudo entonces comprender. Ahora, la emocionada Justiciera le respondió entre la penumbra del callejón y aun con su antifaz.

- Tranquilízate. La chica está bien, tú la has salvado. No te preocupes, nos hemos ocupado de ella, yo voy a pedir ayuda, ¡aguanta por favor! - Le pidió la asustada muchacha conteniendo a duras penas sus lágrimas. – Enseguida vienen a atenderte…

            Por fortuna el autobús llegó entonces y ella, dándose a conocer como Justiciera, logró que el atónito conductor llamase a una ambulancia. La chica aguardó junto a Tom hasta que llegaron, él perdió el conocimiento nuevamente lo que Cooan aprovechó para salir corriendo de allí mientras los enfermeros se encargan de socorrerle. A pocas calles de distancia volvió a su identidad normal y retornó rápidamente preguntando por él. Ella explicó que les habían atracado y que huyó a pedir ayuda. Los enfermeros le permitieron ir con el herido al hospital. Al llegar, apenas reprimiendo sus nervios y su desolación, telefoneó sin pérdida de tiempo al cuarto de Roy.

-¡Oh, Señor, que estén allí! - Sollozaba mientras aguardaba respuesta. -

            Ajenos a todo lo sucedido,  Roy y Bertie habían estado charlando. Tal y como se preveía no fueron al piso de las chicas. Él le ofreció su cuarto en la universidad y ella aceptó de buena gana. Pese a estar evidentemente prohibido. Pero a esas alturas esas minucias no les preocupaban. Nada ni nadie les perturbó y pudieron entrar sin problemas. Una vez allí, pasaron lista a los últimos acontecimientos llegando a esa misma noche. La muchacha le sonrió a la vez que  comentaba.

- Esa película te encanta. ¿Eh?
- Me trae muchos recuerdos.- Reconoció él. - Mi padre me llevó al estreno cuando era muy pequeño. Y muchas veces creo que hay muchas coincidencias con mi propia vida. A mí también me adoptaron y mis padres murieron...

            Beruche le abrazó de forma cariñosa y él se estrechó contra ella, casi sin darse cuenta pegaron sus labios en un beso, acariciándose mutuamente.

- Aun recuerdo la primera vez que te vi. - Sonrió Bertie. - Mejor dicho, que no te vi, ¡zoquete!
- Ha sido el mejor tropiezo que tuve en mi vida. - Admitió risueñamente él, que acarició la mejilla de la muchacha con suavidad. -
- Pues si te digo lo que pensaba de ti entonces. ¡Te habría congelado de poder hacerlo! - Le aseguró ella con otra cómplice sonrisa. -
-¿Congelarme?- inquirió Roy agregando divertido. – Sinceramente no sé si lo hubieras hecho, pero ahora  consigues encenderme sólo con acercarte a mí

            Y para subrayar esas palabras le dio un largo beso que ella respondió abrazándose a él, ambos cayeron sobre la litera, con el chico sobre ella. Roy acarició el cuello de la muchacha dándole ligeros besos que arrancaron de ella algunos leves gemidos. Dudando de seguir más allá, sintió que su pareja se desabotonaba la blusa. Él no estaba seguro de querer continuar, algo en su interior no quería que todo ocurriera así, tan rápido. Y menos en aquel catre  que era el mudo notario de tantas noches de pasión, con diferentes muchachas. Pero él no deseaba que Bertie fuera una de tantas. Nunca le había pasado eso. Se sorprendía a sí mismo y se detuvo. Beruche se extrañó pero justamente entonces sonó el teléfono. Era raro que hubieran llamado a esa extensión, sobre todo a esas horas. Roy alargó el brazo y contestó a desgana...

- ¿Siii? ¿Quién es? ¡Ah, hola Connie! ¿Dónde estáis?- sonreía pero enseguida desvaneció esa expresión y su gesto pasó de la sorpresa a la angustia. - ¿Qué dices? - ¡No puede ser! ¡Tranquilízate por favor, enseguida vamos para allá!...
-¿Qué es lo que pasa, Roy?- Le preguntó Beruche que había asistido desconcertada y con rostro cada vez más inquieto a esa conversación, colocándose en tanto la blusa. -

            Él la miró consternado y sobre todo muy preocupado para responder con voz queda y su rostro desencajado.

- Tu hermana está en el hospital, ella está bien, pero ha llamado diciendo que Tom está ingresado. Está muy grave, han sido atacados por unos atracadores y un demonio...
-¡Oh, Dios mío! - Exclamó Bertie tapándose la boca. -¡Vamos rápido!

            Los dos corrieron hacia allí sin pérdida de tiempo. Iban agarrados de la mano y con idéntico semblante preocupado. Casualmente otros dos muchachos estaban por allí a esas horas. Eran Melanie y Malcolm que volvían a su vez de una escapada. Vieron pasar a la otra pareja como una exhalación, tan rápido iban que ni dieron la impresión de verles.

-Parece que les persiguiera alguien.- Comentó un perplejo Roberts.-
-Sí. Aunque no se ve a nadie por aquí.- Repuso Melanie.-
-Será alguna de esas bromas de Malden.- Se sonrió su pareja moviendo la cabeza.-
-No lo creo, juraría que la expresión de sus caras era de temor.- Rebatió su interlocutora.-
-Bueno, ya les preguntaremos mañana.- Replicó un más que despreocupado Roberts, tomando en brazos a la chica.-
-¡Eh!- exclamó ella a medio camino entre la sorpresa y la diversión.- ¡Qué es muy tarde!
-Pues vamos a tu habitación.- Le sugirió pícaramente Malcolm, alegando no sin fundamento.- Seguro que Malden había llevado a Bertie allí.

            Aunque el gesto de Melanie se tornó más serio. Su novio, juzgando que había metido la pata, se disculpó.

-Lo siento, no debí hablar de ellos…
-No, no es eso.- Le tranquilizó ella, añadiendo.- Es que ahora no es buen momento. Seguramente April estará allí.
-Pues mi compañero de cuarto también tenía plan.- Suspiró éste algo apurado.- Aunque si tu amiga está con algún ligue…
-No lo sé. Es que está muy decaída últimamente y no quisiera tener que pedirle que se marchase de la habitación.- Suspiró Melanie mirándole con expresión apenada.-
-Está bien.- Concedió el chico con resignación.- Ya tendremos tiempo.

            Y acompañó a Melanie hasta la puerta del cuarto de la chica, deseándole buenas noches, luego se marchó rumbo al gimnasio, que era el lugar donde aquellos que cedían su habitación a los compañeros, solían pasar la noche.

-¡Qué le vamos a hacer!- se dijo con deportividad.-

            Por su parte Melanie entró con cautela para descubrir a su compañera dormida.

-Por lo menos está bien y descansando.- Pensó aliviada, presta para hacer lo propio. –

            Con todo el sigilo que pudo pasó al cuarto de baño. Se sorprendió al verlo. April tenía aquello hecho un desastre, maquillaje, tinte de pelo, tirados por el suelo, alguna toalla manchada de negro…

-Esta chica nunca había sido tan descuidada. Bueno, a lo mejor ha tenido su propia celebración.- Conjeturó la capitana de las animadoras.-

            También vio aquella cajita rosa en donde su amiga guardaba las pastillas para dormir, pero estaba vacía.

-Se habrá tomado la última, está claro que se ha quedado dormida como un tronco. ¡Creo que podría haber entrado con Malcolm y tener una noche de pasión que April no se hubiera enterado de nada! – Se sonrió Melanie, suspirando para animarse.- En fin, voy a limpiar y a ordenar un poco todo esto. Espero que mañana pueda hablar con Bertie y Roy a ver que les sucedía…

Entre tanto, los mentados por la jefa de animadoras salieron por una zona recóndita del campus burlando una vez más el toque de queda. Esta vez él no hizo nada raro para conseguirlo. No deseaba descubrirse. Por suerte, siendo fin de semana la vigilancia era mucho menor. De modo que una vez en la calle tomaron un taxi que les puso enseguida a la puerta del hospital. Nada más entrar en la sala de espera, Cooan se abalanzó hacia su hermana a la que abrazó llorando sin poder articular palabra. Roy esperó dominando su impaciencia y temor a que la pobre chica se calmase mínimamente y le volvió a preguntar.

-¿Cómo ha ocurrido? ¿Cuándo?...
- Tomábamos algo en un bar y a la salida nos atacó un  grupo de gamberros. Tom les hizo frente pero después apareció un demonio, luchó contra él y le dejó malherido. ¡Y yo…yo no hice nada!- Sollozaba desesperada. -
- Tranquilízate, - Le pidió Roy atónito y cada vez más enfurecido. Pese a todo se dominó lo suficiente para dirigirle unas comprensivas palabras de ánimo a la muchacha. - ¿Qué podrías haber hecho tú? No fue culpa tuya, Connie. Siéntate y trata de calmarte. Bertie, por favor, quédate con ella. Voy a ver cómo está Tom.

Beruche asintió haciendo que su hermana tomase asiento con la cabeza enterrada bajo los brazos. Roy se dirigió hacia la recepción para preguntar si podía visitar a su amigo. Cooan aprovechó entonces para contarle a Bertie toda la verdad.

-¡Fue por mi culpa! ¡Dios mío!, -Gimió llena de culpabilidad.- Dudé en transformarme, él trataba de protegerme pensando que estaba indefensa. Se enfrentó a ese demonio él sólo, mientras yo me escondía como una cobarde para cambiar sin que me viese.
-Tranquilízate, tú te transformaste y acabaste con ese monstruo. Hiciste lo que debías.- Trataba de consolarla su afligida hermana. -
-¿Y si algo malo le ocurre? Todo por no revelarle quien soy. Debí confiar en él, sé que me quiere. ¡Llegue tarde por estúpida! – Se censuraba Cooan una y otra vez desbordada por la culpa. -
-Todo se arreglará, ya lo verás, deja de torturarte. Tom saldrá de esto.- Afirmó Beruche deseando en el fondo de su corazón que así fuera. -

            Roy entre tanto consiguió permiso para ver a su amigo, entró en la habitación y para su alivio le encontró sedado y dormido. No parecía estar grave. Regresó para decírselo a las chicas. El médico de guardia se dirigió entonces hasta ellos y les preguntó con suma cortesía.

-¿Son ustedes familiares del paciente de la doscientos treinta y cuatro?..
- Somos amigos suyos de la universidad, él no es de aquí y no tiene a nadie más cerca. Yo podré contactar con sus padres, pero viven en Kansas. Tardarán en llegar. Yo soy su compañero de habitación en la residencia de estudiantes y conozco sus datos, puedo empezar con los trámites de su seguro médico. - Respondió Roy pues de lo contrario, el galeno no podría informarles de nada.-

            El facultativo asintió comprensivamente y el muchacho le preguntó sin poder evitar su inquietud...

-¿Cómo está doctor?

            El médico consultó su cuaderno de notas para declarar.

- Vamos a ver, el paciente Thomas Alan Rodney. Sí, su vida no corre peligro, tampoco ha perdido demasiada sangre.
- ¡Gracias a Dios! - sonrió Beruche aun entre lágrimas. -¿Lo ves, Cooan? todo va a salir bien. - Le aseguró a su hermana que esbozaba ahora una pálida sonrisa de alivio.-
- Me temo que eso no es todo, señorita - rebatió el médico con el semblante consternado. – Por desgracia…
-¿Qué quiere decir con eso, doctor?- le inquirió Roy muy preocupado. -
- Tiene una fractura muy grave a la altura de la quinta vértebra.- Fue la respuesta que le dio su interlocutor con voz queda. -
-¿Pero se curará, no? ¿Qué serán, unas semanas, meses quizás? - Le apremiaba su interlocutor. -

            Pero el médico movió resignadamente la cabeza rebatiendo con pesar.

- Lo siento mucho, pero me temo que su amigo se quedará paralítico de cintura hacia abajo. Lo lamento. - Y sin esperar la respuesta de los impactados muchachos se alejó por el pasillo. -

            Cooan, que se había levantado esperanzada por las noticias anteriores, se derrumbó en el sillón rompiendo nuevamente a llorar.

-¡No, no, Dios mío! - Gritó desesperada.-

 Beruche la abrazó tratando infructuosamente de consolarla e incapaz de evitar llorar con ella.

-¡No, nooo!- Aulló Roy descargando un puñetazo sobre una mesa de mármol que tenían delante haciendo que se agrietase. A duras penas tuvo que contenerse para no transformarse allí mismo en Guerrero Dorado, su voz salía cortada por la ira y la rabia.- No puede ser…, seguro que se han equivocado… ¡Maldita sea!... Malditos, juro que los destruiré a todos, lo pagarán aunque me vaya la vida en ello.
- Roy, ¡por favor! - Le pidió una asustada Beruche tratando de dominar sin éxito sus lágrimas. - No hagas ninguna locura, podrían hacerte lo mismo o algo peor. ¿Qué ganaríamos con eso?...
- ¡Vengarle! - repuso él apretando los puños e inflamado por la rabia. -
-¡No! - sollozaba Bertie moviendo la cabeza. - Yo también estoy sufriendo por él, pero devolver odio por odio no le servirá. Al contrario. Tom va a necesitar todo el cariño que le podamos dar. No se puede hacer nada más. Deja que el Guerrero Dorado y las Justicieras se encarguen de lo otro. Y cálmate, hazlo por él y por nosotras. ¡Prométemelo! - Le pidió con tono suplicante y lleno de tristeza.-
- Lo haré, vaya si lo haré, me ocuparé de ello. - Musitó Roy casi para sí, después añadió recobrando una precaria calma. -Tienes razón, lo siento mucho. Te lo prometo, le dejaré esto al Guerrero Dorado. -  Sentenció abrazando a las dos chicas y suspiró intentando aliviar su enorme tensión para decir con palpable angustia. - Tendremos que avisar a sus padres enseguida...
-¡Ha sido por mi culpa, por mi culpa! - sollozaba y repetía Cooan una y otra vez. - ¡Tom perdóname por favor!

            Roy la observó muy entristecido, pobre chica ¿por qué se torturaba así? No lo comprendía. Ella no podría haber hecho nada. Finalmente lo dejó correr y se encargó de abrazarla mientras Beruche llamaba a sus hermanas para que la llevasen a casa. Petz y Karaberasu se presentaron allí de inmediato aunque no lograron mover a Cooan de la sala de espera. Roy, por su parte, armándose de valor,  avisó a los padres de su amigo tratando de contener su enfado hasta una ocasión más propicia por el bien de todos. Y mientras tanto en Tokio, Usagi se despertó sobresaltada. Esa horrible pesadilla le había hecho tener los ojos llenos de lágrimas.

-¡Oh, Dios mío!- Sollozó.-

            En vano trató de volver a dormirse. Pese a todos sus esfuerzos fue incapaz de conseguirlo. Temía el día siguiente, cuando tuviera que afrontar aquello con sus amigas.

                                 anterior                                                         siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)