Karaberasu despertó algo mejor pero seguía en la
cama. Su ánimo además estaba distante y apenas sí hablaba. Beruche y Cooan, muy
preocupadas por ella, se ofrecieron a quedarse pero su hermana mayor Petz las
disuadió.
- Ayudará más que sigáis asistiendo a clase. Es lo
que tenéis que hacer. Yo cuidaré de Kalie y no tardará en ponerse mejor.- Les
dijo con cariñosa firmeza. -
Las
dos chicas aceptaron. Petz les mostraba ahora su cara más amable y realmente ésta
era la mujer que siendo niñas se había esforzado en sacarlas adelante desde que
llegaron a la Corte de Némesis. Cuando perdieron el contacto regular con su
madre, ella tomó ese lugar con devoción. Desde luego era capaz de ser severa y
de enfadarse de un modo terrible si llegaba el caso. No obstante también podía
ser dulce y amorosa con sus hermanas pequeñas como si de niñas se trataran.
Esta cara de bondad había estado oculta mucho tiempo bajo el influjo maligno de
la Luna Negra y desde que las cuatro
comenzaran a vivir nuevamente Petz se esforzó por hacerla brillar, tachonada
esporádicamente eso sí, por alguno de sus conocidos enfados que más bien eran
irritaciones contra Karaberasu y sus ácidos comentarios. Pero era precisamente
Kalie la que más necesitaba ahora de su cariño. Algo muy grave le tuvo que
suceder para dejarla en ese estado. El
brillo de su mirada se había apagado y parecía tan sólo una sombra de la
persona que solía ser. De todos modos las más jóvenes se marcharon dejando a
sus hermanas mayores a solas. Sabían que había momentos y situaciones en las
que ambas tenían más confianza mutua. Y es que, a pesar de sus abundantes trifulcas y de que en
muchas ocasiones parecían llevarse como el perro y el gato, existía entre las
dos una conexión similar a la que mantenían las propias Beruche y Cooan entre
sí.
-Avísanos si sucede cualquier cosa.- Pidió Bertie.-
-No os preocupéis, os mantendré informadas ante la
menor novedad.
-De momento le vendrá bien dormir.- Afirmó Cooan que
se despidió saliendo tras Beruche, no sin antes sentenciar. Llamaremos en un
rato a ver qué tal…
-Tranquilas. Me ocuparé de que Kalie tenga algo
bueno para desayunar en cuanto se despierte.- Le dijo la mayor.- Id sin temor.
Y
en tanto las dos más pequeñas se iban Karaberasu despertó. Había escuchado un poco de la conversación y quiso
incorporarse. Al menos pudo dormir y recobrarse algo.
-Debo sobreponerme.- Se decía tratando de espolearse.-
Esto no ha pasado…mis hermanas no me pueden ver así.
Tenía que ser fuerte, por ella y por las otras.
Bastante mal estaban ya las cosas, en esa batalla contra las fuerzas del mal,
como para que tuviesen que ocuparse de ella.
-¡Lo prometí!- Se decía con empeño, tratando de
arengarse.- Prometí ser otra persona.
Acordándose
de su purificación y volviendo atrás a aquel entonces, comenzó a comportarse de
una forma totalmente distinta a como había sido. Apenas unas semanas después,
tras conseguir alquilar Otafukuya, estaba trabajando en ese momento cuando vino
a visitarla su amiga Minako.
-¿Qué tal todo?- Quiso saber la sailor.-
-Mucho trabajo, pero estupendamente.- Repuso ella.-
Por
fortuna llegaba la pausa para almorzar. Sus hermanas estaban atareadas todavía
con unas pocas clientas, aunque Petz, viendo a Minako, les dijo con amabilidad.
-Id vosotras, nosotras enseguida terminaremos.
-Gracias.- Repuso Kalie quien le propuso afablemente
a su amiga.- Hay un restaurante donde hacen un delicioso okonomiyaki cerca de aquí.
-Pues eso hay que probarlo.- Asintió su interlocutora con entusiasmo.-
Y allí que fueron, en
efecto, estaba riquísimo y Karaberasu se quedó perpleja al ver a su amiga comer
con tanto apetito.
-Pensaba que únicamente Usagi era capaz de devorar así la comida.- Comentó
sin poderlo evitar.-
-A mí también me gusta saborear buenos manjares.- Afirmó Minako,
todavía deglutiendo lo que le quedaba.- ¡Aunque a ella no le gana nadie!-
Remachó divertida.-
Kalie miró su reloj,
comentando no sin pesar.
-Debo regresar enseguida. Mis hermanas tiene derecho a comer también, y
a descansar un poco.
-Claro.- Concedió su interlocutora.- Eres muy considerada.
-Tengo que serlo. Me he pasado toda mi vida pensando únicamente en mí.-
Suspiró Kalie.-
-Bueno,
ya será menos. Lo que pasaba es que la energía oscura os dominaba a ti y a tus
hermanas.- Sonrió Minako quitándole importancia al asunto.-
-No, Mina-chan.- Rebatió ella.- En realidad siempre fui
algo egoísta. Incluso de niña. Con mi hermana Petz era realmente muy traviesa,
quitándole sus juguetes o estropeando sus vestidos. Y a las pobres Bertie y
Cooan, en fin, me aprovechaba de que era mayor para engañarlas un poco.- Se
sonrió incluso algo ruborizada al admitir también.- Me encanta llamar la
atención.
-¡Supongo que eso lo tenemos en común!- Se rio Minako
ahora.-
La
propia Kalie rio y tras unos momentos en los que aprovechó para pagar la cuenta
invitando a su amiga, se levantaron.
-La próxima vez pagaré yo.- Afirmó Minako.-
-No te preocupes por eso.- Contestó afablemente ella.- Me
encanta ser capaz de ofrecer algo a los demás. Lo prometí cuando me
purificasteis.
-¿Prometiste invitarnos a okonomiyaki?- Inquirió una atónita Minako.-
-¡No,! -Se rio una vez más, para agregar ya más seria.- Prometí ser
mejor persona, ayudar a otros y no tratar de aprovecharme de nadie.
Su amiga sonrió con aprobación, al
poco se despidieron y ella retornó al trabajo permitiendo que Petz y sus
hermanas descansasen un poco. Ahora se reafirmaba en ese deseo.
-No seré una carga
para nadie.- Se dijo con rotundidad.-
E hizo un esfuerzo y se levantó de la cama trabajosamente.
En cuanto pudo se vistió pese a sentirse aun muy dolorida. Petz no tardó en
percatarse de ello puesto que permanecía en el salón dejándola dormir.
-¿Qué estás haciendo?- Le inquirió a su hermana
menor con un cierto toque entre preocupado y amonestador, el que se usa cuando
alguien enfermo trata de hacer algún exceso que puede dañarle.- Ni se te
ocurra.
- Me marcho a trabajar. - Replicó su hermana con voz
queda. -No podemos faltar.
- No digas tonterías, mujer. Llamé a la tienda
diciendo que no estabas bien y que hoy no iríamos.- Repuso Petz con voz suave
en lugar del iracundo tono que usaba habitualmente para remarcar esas palabras.
-
Karaberasu
no replicó tratando de llegarse a la puerta de salida pero una vez allí las
piernas le flojearon y tuvo que apoyarse en la pared. Su hermana acudió
enseguida para ayudarla a sentarse en el sofá del salón.
-¿Lo ves, tonta?- Todavía no estás en condiciones de
moverte. ¡Al menos tienes que desayunar un poco! No te precipites, yo te
prepararé algo para que repongas energías y después descansas. Si te encuentras
mejor esta tarde vamos a trabajar si quieres. No te inquietes por eso. Me
dijeron que no pasaba nada. Y si alguien debe ir yo lo haré. Además, todavía tienes
unas décimas de fiebre. –Remató con suma amabilidad.-
Con aire totalmente maternal mesó los cabellos y la
frente de su hermana a la par que ésta apoyaba su cabeza en el hombro de Petz.
- Gracias. - Susurró Kalie aliviada.-
Verdaderamente no se sentía nada bien, la
habitación entera le daba vueltas y notaba una gran debilidad. Quizás comiendo
algo se le pasaría. De hecho, apenas había probado bocado desde ayer.
-Tengo hambre, - reconoció al fin. -
- Ahora mismo te hago el desayuno. – Le prometió Petz
afirmando a continuación. - En cuanto lo tomes te sentirás mucho mejor y tengo
lo necesario para hacerte tortitas de las que más te gustan.
Su
hermana sonrió reconfortada, las tortitas le gustaban mucho, siempre que
estaban de buen talante entre ambas, (lo que no sucedía muy a menudo). Petz se
las preparaba. Karaberasu misma sabía hacerlas pero aquello era más que una
comida, significaba una especie de símbolo de unión. Su hermana mayor aprendió
de su madre como parte de una larga tradición familiar antes de ir a la corte y
enseñó a las demás a prepararlas. Más bien enseñó a Karaberasu y ésta a su vez
a Beruche, que hizo lo propio con Cooan. De este modo la cadena las unía a
todas. Y lo curioso es que a cada una le gustaban las mismas tortitas pero con
un aditamento diferente. A Petz cubiertas
de nata, Karaberasu, en cambio, las prefería llenas de caramelo, a Beruche lo
que le gustaba era el chocolate y Cooan se volvía loca por la fresa. Y como
siempre decía Bertie, eso debía significar algo. El símbolo de la misma
pertenencia a una familia, un vínculo común entre todas pero una distinta
personalidad para cada una. Como si el sabor fuese una seña de identidad. Y casi
por una vez, sin que sirviese de precedente, todas las hermanas estaban de
acuerdo.
-¿Quieres que te ayude?- Pudo decir Kalie sentada
ahora en una silla y frente a la mesa del salón.-
-No, déjalo de mi cuenta.- Replicó amablemente su
hermana.-
Karaberasu
no respondió, ahora le volvían a la cabeza esos terribles recuerdos de la noche
anterior. No podía apartar la faz de ese terrible demonio de su mente. Sus terribles
jadeos sobre ella, como luchó por intentar rechazarle sin lograrlo. La
impotencia, el dolor y la humillación cuando él se metió en su interior.
Volvían a asaltarla las lágrimas y desesperadamente las restañaba. No quería
bajo ningún concepto que su hermana la viera así. Pugnaba con todas sus fuerzas
por olvidarse de aquello. Deseaba que únicamente hubiera sido una terrible
pesadilla.
-Sí, solamente fue un mal sueño… eso no ha ocurrido.
¡No ha podido pasarme a mí!…- Se repetía una y otra vez.-
Sin embargo, los dolores lacerantes que sufría al
moverse, acompañados de ese malestar general que padecía, le hacían ver para su
desgracia, que aquello fue bien real. No
obstante, no deseaba preocupar más a sus hermanas. Tenía que ser fuerte. Era
una justiciera. Y era una mujer decidida e independiente. Nadie acabaría con
eso. De modo que se forzó a decir en un intento vano de parecer jovial.
-¿Vienen esas tortitas ya?...
- No seas impaciente.- Repuso de buen grado su
hermana, aliviada al oírle decir aquello, sin duda sería buena señal, pensó en
tanto agregaba más divertida.- Lo bueno se hace esperar. Y las mías son las
mejores.
-¡Bueno, bueno!- Rebatió Karaberasu con un tono
fingidamente desenfadado.- Creo que las hago mucho mejor que tú. Las mías son
mucho más esponjosas.
-Eso no te lo crees ni borracha.- Repuso su
interlocutora.-
Aunque
lo hizo con tono afable e incluso divertido. Le alegraba notar a su hermana más
animada. ¡Ojalá que hubiese superado el mal trago de su captura!
-¡Menos mal que llegamos a tiempo!- Pensaba
aliviada, a la par que añadía dando una voz.- ¡Ya van a estar!…
Cuando
al fin estuvieron recién hechas Petz les puso una generosa ración de caramelo y
añadió también algo de nata. ¿Por qué limitarse? Y tras hacer también algo de
café, las dos comieron y hablaron largo rato como hacía bastante tiempo que no
hacían.
-¿Recuerdas cuando mamá nos las preparaba?- Sonrió
Petz.-
-Sí, me acuerdo de Cooan, siendo tan pequeña que
aplastaba las tortitas con las manos y se embadurnaba de chocolate.- Sonrió su
interlocutora.- ¡Mamá se desesperaba cuando se manchaba el vestido!
-¡Y Bertie siempre las contaba para ver si teníamos
todas las mismas! - Se rio Petz ahora.-
-La misma chica racional de siempre.- Convino Kalie,
feliz de evocar esos bellos recuerdos, cuando añadió con voz queda.- ¿Qué crees
que habría sido de nuestras vidas de no haber sucumbido al mal?
-No lo sé.- Suspiró su hermana ahora.- Quizás nos
hubiéramos casado y vivido en Némesis. En el siglo treinta.
-Petzite, lo siento, lo siento mucho...- Musitó la
muchacha ahora con sus ojos haciendo aguas.-
-¿Sentir? ¿El qué?- Inquirió la aludida sin
comprender.-
Su
hermana respiró hondo y trató de evitar llorar antes de aclarar.
-Aquella vez en Némesis, cuando me sorprendiste con
Rubeus. Te dije cosas horribles. Tú tenías razón.
-Nos dimos una buena zurra.- Recordó su
interlocutora sujetando ahora una mano de las de Kalie con otra suya.- Pero
mujer, eso pasó hace ya muchísimo tiempo…Ya está más que olvidado. O mejor
dicho. No ha ocurrido aún si te paras a pensarlo.
Aquello
era técnicamente cierto. Para llegar a ese momento aún faltaban unos mil años.
Pese a ello su interlocutora movió la cabeza para replicar con tinte pesaroso.
-No sentía eso que dije.- Aseguró Kalie.- Te quiero
mucho, Petz. Puede que no te lo diga a menudo… bueno, a ti y a las demás...a
Bertie y a Cooan…os quiero más que a nada en el mundo. Sois mi familia.
- Y yo a ti.- Sonrió su contertulia que empezaba a
emocionarse.- Y ellas también, claro que sí.
-Gracias…- Asintió su llorosa hermana tomándola de
las manos.- Ya sé que no doy esa impresión, pero es que yo tengo mi forma de
ser… aunque cuando me atraparon…me di cuenta de que pudiera haber sido la
última vez. Y no tendría ocasión de decíroslo.
No
pudo evitar romper a llorar, su hermana hizo lo propio levantándose y
abrazándola.
-Tranquila pequeña. Ahora estamos juntas otra vez.
No te pasará nada malo, te lo prometo.- Fue capaz de sollozar Petz.-
Y es que además de emocionarse, se había preocupado.
Esa forma de hablar no era desde luego típica de Kalie. Ella solía ser mordaz,
descarada, algo fatua y presumida. Aunque también inteligente, optimista,
enérgica y extrovertida. La pobre tuvo que pasarlo muy mal cuando la
capturaron. Petz no se había atrevido a sacar ese tema. Aunque fue su hermana quien
lo hizo. A buen seguro tenía que liberarse de aquellos terribles momentos.
-Gracias a Dios, llegamos antes de que te hicieran
daño.- Añadió.-
Karaberasu
ahogó un gemido y cerró los ojos, luego los abrió y sonrió de forma amarga. ¡Si
su hermana supiera lo que aquel monstruo le hizo! Pero no, no diría nada…
Y su contertulia hizo lo único que pensó apropiado.
Trató de desdramatizar ese momento para animarla.
- Anda, si lo estás diciendo por las tortitas, cómete
esa que queda ahí. Sabes que no me gusta que sobren.
-Me vas a hacer engordar.- Sonrió Kalie, tratando de
fingir una vez más. -
Aunque al final le tomó la palabra a Petz. Y comió
con ganas. Tenía hambre desde luego. Lo cierto era que, Karaberasu, aparte de
saciar el mero apetito, se sintió mejor compartiendo esos momentos con su
hermana mayor. No obstante, fiel a la promesa que se había hecho, mantuvo el
gran peso que lastraba su corazón, sin atreverse a confesar lo que realmente le
había sucedido. ¿Para qué amargar la vida a sus otras hermanas? Estar a su lado
le bastaba y ellas ya habían sufrido bastante.
-No tengo derecho a entristecerlas.- Se repetía.-
Aunque, invadida por el pesimismo, desgraciadamente
presentía que lo peor aun estaba por llegar. No obstante, al caer la tarde, se
notó mucho mejor, al menos en el aspecto físico. La fiebre desapareció y aunque
no fue al trabajo aseguró estar lista para el día siguiente. Petz se alivió al
escucharla y aguardó deseosa de que llegasen las otras dos para tranquilizarlas
por la salud de su hermana. Entre tanto para las pequeñas de la familia el día
de clase transcurrió con normalidad. Aunque estaban preocupadas por Kalie. Además
Roy se mostraba algo inquieto, demasiado reservado para lo que solía ser. Beruche
se percató enseguida de ello. No dejaba de pensar en lo ocurrido la noche
anterior y le consultó a su hermana tras compartir sus deseos por la recuperación
de Karaberasu. Una vez llamaron a casa y Petz las aseguró que Kalie estaba
mucho mejor. Las dos se sentaron a charlar sobre su compañero.
-¿Qué piensas tú, Cooan? ¿No crees que Roy está muy
intranquilo?
- Sí, y tampoco Tom se comporta con normalidad,- le
confirmó ella. - Le he visto leyendo bastantes libros raros, de magia y esas
cosas. Me dice que solamente es una afición suya. Sin embargo, creo que los dos
nos ocultan algo.
- Ayer cuando nos íbamos escuché como Roy hablaba
con una proyección de un demonio. Creo que se estaban retando a un combate. -
Le confesó a su sorprendida hermana pequeña. -
-¡Pero él es ahora un humano normal! - Repuso Cooan
con visible preocupación y temor. - No tendría ninguna oportunidad contra uno
de esos demonios.
- A mí me aseguró que no aceptaría. Pero, después de
verle hoy, tan nervioso, tan distante, me cuesta creerlo. - Admitió la propia
Bertie. -
Entonces
guardó silencio. Eran precisamente los dos chicos quienes se acercaban a ellas, venían de la sala de
rehabilitación. Tom hacia girar las ruedas de su silla con las manos y su amigo
le ayudaba empujando un poco desde atrás cuando vieron a sus compañeras.
- Hola chicas. ¿Os venís a tomar algo? - Les propuso
Roy con tono distendido, demasiado para la forma que había tenido de
comportarse hasta el momento. -
- Dime una cosa - le inquirió Bertie decidiéndose a
ser franca y directa para abordar la cuestión. - ¿Hay algo que nos ocultas?
- Pues no - repuso él, envarado. Ahora su tono
parecía irritado y nuevamente nervioso, lo que sorprendió a las chicas. -¿A qué
viene eso ahora?- Inquirió a la defensiva. - ¿Se puede saber qué piensas que he
hecho esta vez?
- No te enfades, Roy - le pidió amablemente Cooan. -
Bertie simplemente te notaba un poco raro, eso es todo.
-¡Pues yo le veo como el mismo bobo de siempre! -
Rio Tom para aliviar la tensión, pero sonó algo forzado. -
- Tú tampoco pareces muy natural. ¿No os estaréis
guardando algo para vosotros? - Le
inquirió Cooan y el aludido se calló visiblemente cortado. -
Pero
fue Roy quién retomó la palabra, harto de esa especie de comedia de situación
en la que nadie hablaba con toda claridad. Así que se decidió a dar el paso
definitivo y lo hizo con un tono cargado de reproche hacia las chicas.
-¡No seas ridícula!, lo que ocurre es que le he
contado a Tom lo que ocurrió. Estamos preocupados por vosotras, no nos gusta
que arriesguéis vuestras vidas. Y puestos a ocultar cosas, creo que habéis sido
las primeras en hacerlo con lo de vuestras identidades de justicieras.
Ambas
se miraron con resignación, ante eso no había nada que oponer, sólo intentar
explicarse.
- Escucha Roy - contestó Cooan pacientemente,
poniéndole una mano sobre el hombro. - Nosotras somos lo único que hay entre
esos demonios y la gente de la ciudad. Debemos luchar contra ellos, aun a
riesgo de nuestras vidas, para proteger al resto de las personas.
-¡También está ese Guerrero Dorado! - Repuso el
aludido que, sin embargo, no pensaba que hubiera llegado el momento de
revelarse como tal. - ¡Él es muy poderoso! , dejad que se encargue de todo.
- No podemos hacer eso - intervino Beruche. - Por
fuerte que sea no sería justo cargarle con toda esa responsabilidad. También es
nuestra lucha, las guerreras nos dejaron confiada esa misión. Debemos proteger
esta parte del mundo, ellas ya tienen sus propios problemas y no podemos, ni
queremos decepcionarlas.
- De todas formas debéis tener mucha precaución,
nunca os descuidéis.- Les pidió Tom.-
El chico se mostraba bastante preocupado pero
haciéndose cargo de la situación. Aunque deseando a su vez tener el camino
libre y por ello miró de reojo a Roy y su compañero lo captó.
- Bueno - suspiró éste más relajado. - Lo siento,
pero no puedo evitar pensar en ello, confío en vosotras y sé que haréis lo que
sea mejor, pero tened mucho cuidado. - Les rogó a su vez. -
- Gracias Roy, vuestro apoyo y comprensión significan
mucho para nosotras. - Sonrió Beruche dándole un beso en una mejilla -...
- Ya que todo está aclarado vamos a tomar algo -
añadió el muchacho recuperando también la sonrisa. -
Ellas
asintieron conformes y fue Tom quién preguntó.
-¿Cómo sigue vuestra hermana?
- Ayer tuvo fiebre y cuando nos fuimos seguía
durmiendo. - Le contestó Cooan no sin inquietud. –Hemos llamado hace un rato a
casa y parece que va mejor.
- Esperemos que pronto esté recuperada. - Deseó
Beruche dando un largo suspiro.- Nos iremos pronto hoy para estar junto a ella.
Sus
compañeros lo entendieron. Roy pasó un afectuoso brazo por los hombros de la
chica y ella sonrió reconfortada. Todos se fueron a la cafetería y allí
continuaron charlando ya más distendidos hasta que las chicas se marcharon. Mientras
tanto, en el apartamento de las hermanas, Karaberasu se encontraba algo más
fuerte pero continuaba muy desorientada. Se esforzaba una vez más por no revivir
el terrible episodio de la noche anterior. Casi tenía perdida la batalla pues
su hermana estaba ahora ocupada en faenas domésticas y la había dejado por unos
momentos sola en el comedor. Por suerte, al cabo de un rato llegaron las dos
pequeñas. Éstas se alegraron mucho al comprobar que su hermana estaba ya más
recuperada y la propia Kalie se animó al verlas olvidando por unos instantes su
angustia. Petz se reunió con las otras y las recién llegadas comentaron lo que
habían hablado con los chicos. Karaberasu escuchó muy atentamente y le preguntó
a Beruche si había visto la imagen del demonio.
- Pero. ¿Para qué quieres saberlo?,- le preguntó ésta
extrañándose de tal interés. - No creo que tenga mucha importancia.
- La tiene para mí - le insistió su hermana con una
expresión de ruego. - ¿Pudiste verle?
- No muy bien – repuso Bertie tratando de recordar -
porque yo estaba algo lejos. Cuando llegué empezaba a desvanecerse, pero era muy
alto, incluso más que Roy.
Describió lo
mejor que pudo los retazos que lograba recordar, la descripción concordaba con
Karnoalk y Karaberasu sintió que un escalofrío le recorría el cuerpo, se puso
visiblemente pálida ahogando un gemido.
-¿Estás bien, Kalie? - Se interesó de inmediato Petz
que se había unido a ellas entre tanto, sorprendida como las demás por esa súbita
reacción.- ¿Qué te pasa?
- Sí, estoy bien no te preocupes. No me pasa nada. -
Replicó ésta esbozando una débil sonrisa. - Es que creí ver a alguien parecido
cuando me capturaron.
- Kalie - le indagó Cooan con suavidad y temerosa
prevención. - Sé que no te gusta hablar de ello, y lo comprendo, pero es
importante. - Su hermana asintió y su interlocutora le preguntó. - ¿Te hicieron
algo?..
- Sólo recuerdo que me apresaron, me ataron y me desmayé,
luego desperté y vi a Bertie a mi lado.- Replicó la interpelada bajando la
cabeza. –
Tuvo
que hacer un ímprobo esfuerzo por no derrumbarse. Una parte de su ser deseaba
gritar lo que le había ocurrido. Esa manera tan terrible de ser ultrajada y el
dolor que sufrió. Aunque por otro lado, no quería que sus hermanas padecieran o
se sintieran culpables. Por ello, no se atrevía a mirarlas, para que no se
apercibieran de esa lucha interna que estaba librando. Afortunadamente Beruche
terció, deseando relajar el ambiente.
- Bueno, vamos a dejar ese asunto, ya está pasado y
afortunadamente estás bien. Vamos a cenar.
Todas
se dispusieron a ello haciendo caer la conversación en temas más agradables.
Como lo poco que restaba ya de curso y la ilusión que tenían las dos pequeñas
por ser al fin maestras. Esperaban que sus amigas guerreras pudieran acudir a
su graduación. Deseando por supuesto poder acabar con esos demonios antes. Por
su parte, los chicos hablaban también. Ambos estaban preocupados por sus
compañeras y Roy dudaba si desvelarles quién era él.
-¿Qué debo hacer, Tommy? ¿Debo decirles a las chicas
que yo soy el Guerrero Dorado o no? Por una parte me veo obligado a hacerlo,
porque conozco sus identidades y no me parece justo que no sepan quién soy. Pero
luego pienso que si lo supieran querrían ayudarme a combatir a demonios cada
vez más poderosos y eso pondría en gran peligro sus vidas.
- Además, si ellas estuvieran en medio tú estarías
más preocupado de su seguridad que del combate. Tampoco lucharías con todas tus
fuerzas o tu atención y pondrías tu propia vida en peligro.- Añadió objetivamente
Tom. –
Roy, que se
sintió como si su amigo le hubiese leído el pensamiento, asintió con los ojos
cerrados y lentamente, contento en su interior de que él le comprendiera.
- Sus vidas son lo más importante para mí - declaró
con un tono de gran seriedad que no era habitual en él para sentenciar.- Lucharé
con todas mis fuerzas para protegerlas a ellas y al resto del mundo. Haré
cuanto sea necesario.
- Tú al menos puedes luchar - suspiró Tom. - Yo no
puedo moverme de aquí y te aseguro que el ver a Cooan y al resto de las
chicas ir a pelear contra esos monstruos
y pensar que se juegan la vida en ello me roe el alma.- Rechinó entre dientes
impotente apretando con sus manos los brazos de la silla - ¡y yo aquí sin poder
hacer nada!
- No te tortures amigo, eso no es verdad.- Le
rebatió su compañero con tintes de aliento. - Tú has hecho mucho por nosotros y
aun puedes hacer más por todos.
- Pero Roy. ¿Qué puedo hacer yo, salvo rezar por
vosotros? – Objetó su compañero visiblemente desanimado. -
- Aparte de eso, que no nos vendrá nada mal - sonrió
su amigo para relajar la tensión, añadiendo más seriamente. - Tú sabes como
hacer conjuros de protección anti demonios y otras muchas cosas más que
aprendiste. Como por ejemplo a localizarles y a protegernos de ellos con magia.
Puedes darnos unas ventajas claves para la lucha. ¡Muchacho, debes aprender más
sobre ello, contamos contigo!
- Haré lo que pueda, amigo mío. - Sonrió Tom
agradecido y sabiendo que esas palabras no eran meros ánimos. Realmente podía
hacerlo y lo haría bien, para ayudar en lo posible a liquidar a esos bastardos
y así le desveló a su interlocutor. -¿Sabes? Últimamente he estado leyendo
algunos libros para aumentar mis conocimientos.
Eso
sin mencionar lo que April le contó la noche anterior. Sin embargo, Tom dudaba
acerca de decírselo o no a su amigo.
-No quiero cargarle con más problemas. Puede que sea
capaz de ocuparme de todo yo solo.- Se decía el muchacho.-
Y
es que todo lo que esa chica le contó le dejó estupefacto y horrorizado. Había
prometido además, salvaguardar la identidad de la hermana de su compañera de
facultad.
-¿Lo comprendes,
Tom?- Le preguntó con una mezcla de angustia y ruego en su tono y expresión.-
Si eso se supiera, me culparían a mí de todo. ¡Y yo soy inocente! Lo mismo que
mi hermana. Ella no pudo hacer nada contra esa, ¡cosa!
El muchacho escuchó con expresión
reflexiva y asintió despacio para contestar.
-Mira, entiendo
que tengas miedo. Todos lo tenemos. Pero a pesar de ello has sido capaz de
venir a advertirme.
-Sé que no me he
comportado como debería, pero estaba muy asustada.- Sollozó April.- Y no
únicamente por mí, mi hermana y mi sobrina están en peligro también.
-Haremos cuanto
esté en nuestras manos para protegerlas.- Le aseguró su contertulio. – A ellas
y a ti también.
-Gracias.- Sonrió tenuemente
la chica.- Te prometo que, desde ahora, intentaré informarte de cualquier cosa
que pueda ser relevante.
Él asintió, devolviéndole la
sonrisa. April se inclinó para darle un beso en la mejilla, saliendo de la
habitación. Tom se alegró de que esa muchacha hubiese confiado en él, aun así estaba
horrorizado. ¡Aquello era terrible! Pero no podía contárselo a sus amigos, y
mucho menos a Connie. Le destrozaría el corazón saberlo. Tampoco debía
decírselo a Roy. Si este se enfrentaba a ese demonio de nuevo corría el riesgo
de ofuscarse y ante un rival tan poderoso podría pagarlo muy caro. Por ello,
ahora no dijo nada cuando su amigo le sonrió dándole una afectuosa palmada en la espalda para zanjar así
el tema y le arengó con simpatía.
-¡Pues entonces a trabajar, averigua lo que puedas!
-¡Descuida! - Le aseguró su compañero fingiendo más
entusiasmo del que tenía. -
Su
interlocutor agregó entonces de modo más serio y preocupado.
- De veras que me va a hacer falta tu ayuda porque
esta noche acudiré a ese desafío. ¡Ese mal nacido pagará lo que sea que le haya
hecho a Kalie, eso lo juro por mi vida!
-Se prudente.- Le advirtió su compañero que estaba
inquieto ante el tono y la determinación de Roy - Yo te prepararé un conjuro de
protección. Pero si ese demonio es muy poderoso puede que no te sirva de mucho.
¡Así que no te descuides! Te deseo mucha suerte amigo y, por favor, no te dejes
derrotar, ni pierdas la cabeza. Ten muchísimo cuidado.
- Lo tendré y ganaré. - Le prometió el interpelado.
-
Las
chicas por su parte habían terminado de cenar. Todavía era pronto y Beruche
llamó por teléfono al cuarto de Roy y Tom, nadie contestó. Pensó que habrían
salido pero al cabo de dos horas volvió a llamar y seguían sin responder. Cooan
le dijo que posiblemente estarían en el campus. Ellas no fueron a verles pues
querían investigar por su cuenta a la secta. Para ello debían regresar al lugar
de la lucha del día anterior. Sabiendo lo que aquello significaba, Cooan se
dirigió hacia Karaberasu con tono protector.
- Si quieres quédate en casa, nosotras resolveremos
esto. No creo que tengamos que luchar.
- Así es, no hace falta que vengas. Quizás volver
allí te resulte desagradable. No querrás recordarlo.- Añadió amablemente
Beruche. -
- Gracias - repuso la aludida con determinación. - Pero
debo enfrentarme a eso para superarlo completamente. Y entre vosotras me siento
segura.
-¡Así se habla, hermana! ¡Vamos chicas! - las arengó
Petz con energía. -¡No tenemos tiempo que perder! –
Todas convinieron en eso y al unísono se
transformaron. El uniforme de Karaberasu se había regenerado ya por completo
gracias al poder de su piedra. Parecía como si jamás hubiese sido dañado.
-Ojalá pudiera ocurrirme lo mismo que a mi ropa.
Olvidarlo todo como si no hubiese sucedido jamás y estar totalmente renovada. -
Pensó consternada.-
Aunque
esforzándose por apartar eso de su mente y sobreponerse a sus miedos,
siguió a sus hermanas y juntas partieron hacia allí. Roy también se dirigió
hacia el lugar del reto, su reloj de pulsera dio las once y media. Las chicas
llegaron entonces al escenario de la batalla. Empezaron a buscar alguna pista (lo
mismo que hiciera su amigo la noche anterior.) Algo que pudiera conducirlas a
descubrir información importante. Pero no encontraban nada que pudiese serles
útil. En ese momento escucharon pasos tras la oscuridad, se acercaban hacia
ellas y se pusieron en guardia. Tras las sombras surgió una alta silueta, Petz
gritó amenazadoramente.
-¡Alto!, ¿quién eres? ¡Date a conocer o aténte a las
consecuencias!...
La
figura contestó con una voz que les era conocida, era la de Roy.
- Tranquilas chicas, soy yo...
-¿Pero qué haces tú aquí?- Le preguntó Bertie
encarándosele enfadada.-
- He venido a luchar contra ese demonio - repuso
lentamente el aludido. -
- Vete de aquí - le pidió ella llena de temor -,
nosotras nos enfrentaremos con él.
- No puedo dejar que hagáis eso, vosotras nunca podríais
vencerle.- Aseguró el muchacho con firmeza. -
-¿Y acaso tú sí?- Chilló su interlocutora perdiendo
su aparente calma. - ¿No ves que te matará? ¡No tienes poderes para luchar
contra él! Además me lo prometiste, prometiste que no lucharías contra ese
monstruo.- Le recriminó tan preocupada como dolida.- Se supone que nunca rompes
tus promesas.
- Y no la he roto - le rebatió pacientemente Roy
para matizar. – Cubito. Lo que te prometí fue que no me arriesgaría
inútilmente. Y no lo haré.
Entonces
sonó la alarma del reloj del chico, la tenía puesta a las veintitrés cincuenta
y nueve.
- Hay cosas que no te he contado, Bertie…- añadió él.
– Y me gustaría hacerlo…
Pero fue interrumpido antes de acabar la frase por
una brillante luz roja que apareció justo enfrente de ellos. En medio de ella
se materializó la figura de Karnoalk. Karaberasu, aterrada nada más verle, se
escondió tras una columna. Pese a todos sus esfuerzos por mantener el dominio
de sí misma fue volver a enfrentarse a la figura de su violador y el pánico más
absoluto se adueñó de ella. Sin embargo, en esta ocasión el demonio sólo
prestaba atención a Roy.
-¡Aquí me tienes!- exclamó Karnoalk con una maligna
sonrisa. - Como ves soy puntual, me alegro de que tú también lo seas. Aunque si
te digo la verdad creía que no serías capaz de venir. ¡Ja, ja, ja! Reconozco que
eso dice mucho de ti.
- Pues ya lo ves, te has equivocado. - Repuso secamente su antagonista. -
- De todas maneras te has traído mucha ayuda, aunque
no creo que te sirva para nada. - Se burló el demonio mirando a las justicieras
con un gesto de desprecio para aseverar. - Estas perras no te servirán de
mucho, lo único que pueden hacer por ti es darte un rato agradable antes de que
mueras. Si quieres te concedo media hora para que goces de ellas. ¿O no
necesitas tanto tiempo?, ¡ja, ja, ja, ja!
-¡A ellas no las metas en esto!,- le espetó el
muchacho visiblemente irritado por aquellas palabras de su enemigo. - ¡Me basto yo sólo para machacarte!...
-¡Roy, no seas loco! - le pidió Petz. - Ese demonio
es muy poderoso, ¡vete!
- Por favor, no podremos responder de tú seguridad, ¡márchate
antes de que te mate! - Le insistió Cooan con una mirada de angustia. -
- No - respondió él elevando el tono- ¡idos
vosotras! , sé que puedo vencerlo yo sólo.- Añadió con mucha confianza en sus
posibilidades lo que dejó perplejas a las chicas. -
-¿Pero cómo vas a poder hacer eso, Roy? ¿Es que has
perdido la cabeza? - Le inquirió Bertie cercana a la desesperación.-
Él
no se inmutó y añadió dirigiéndose a las justicieras.
- Como iba a decir antes de que me interrumpiera ese
demonio. – A todo eso el aludido escuchaba divertido y cruzado de brazos. Asintió
con una maligna sonrisa al ser citado. - Hay algo que no os he dicho. Pero lo
voy a hacer ahora mismo. Karnoalk, ¿me buscabas, verdad? ¿Querías al guerrero solar?
¡Pues aquí me tienes! - Espetó Roy que acumuló energía y con un grito la liberó
convirtiéndose en el Guerrero Dorado ante el estupor de todas las chicas. –
Estoy dispuesto.
- Ya iba siendo hora, Solar - intervino el demonio
sin parecer impresionado. - Empezaba a creer que te pasarías de charla toda la
noche. Ahora, si no te importa, vamos a lo nuestro, y como me siento generoso
ante la perspectiva de un buen combate, por esta vez dejaré que esas miserables
humanas se vayan.
- Muy bien - asintió Roy - , estoy de acuerdo ¡Vosotras,
idos ya!- ordenó dirigiéndose a las chicas que aun no se habían recobrado de la
sorpresa y les argumentó. - Me estorbaréis si permanecéis aquí. No podría
luchar con todo mi poder.
Beruche
quiso replicar, pero su hermana menor la tomó de un brazo y Petz la aferró del
otro.
- Esto va mucho más allá de nuestras fuerzas.- Le
dijo Cooan a Bertie quien no tuvo más remedio que admitirlo aun con un rictus
de sorpresa y asombro en el semblante al ver al muchacho brillando con esos
resplandores dorados. - ¡Vamos, debemos irnos!
Todas
se retiraron excepto Karaberasu que permaneció allí escondida y temblando. Roy
la vio de reojo y decidió salir al aire para alejarse de allí, el demonio le
siguió.
-¿Te vas a escapar?- Le gritó Karnoalk acumulando
energía. -
- De eso nada, sólo quiero un sitio más amplio para
machacarte a conciencia. - Respondió su contrincante haciendo lo mismo. -
-¡Pues primero trata de parar esto si puedes!...-
chilló el demonio atacando con una nube de golpes que Roy detuvo y devolvió con
la misma intensidad. -
La
lucha era terrible, los rivales peleaban de igual a igual, grandes rayos de
energía chocaban, ambos se movían a una velocidad enorme. Las justicieras no
los podían seguir con la vista. El combate ciertamente estaba muy igualado pero
el guerrero dorado fue el primero en demostrar síntomas de cansancio. Poco a poco,
el demonio cobraba ventaja.
-¡Ja, ja, ja! ¿Ya te has cansado?- Inquirió Karnoalk
con una mezcla de regocijo y sorna. -¡Qué desilusión! Esperaba algo mucho más
interesante.
Roy concentró energía para darle un golpe definitivo
pero su oponente se anticipó acometiéndole con varios puñetazos que lo
derribaron. El muchacho cayó al suelo maltrecho y Karnoalk aterrizó, agotado
también, pero con ventaja, pues acumuló una bola de energía dispuesto a rematar
a su enemigo.
-¡Debemos ayudarle! - chilló Beruche que estaba a
unas pocas decenas de metros presenciando la escena. -
-¡Si! - convinieron Petz y Cooan que junto a Bertie avanzaron hacia el enemigo
atacando con todas sus armas. –
El demonio
aun tenía fuerzas para desviar esos ataques y contra golpeó de forma débil pero
suficiente como para lanzarlas a todas unos metros atrás. En cuanto se
levantaron Cooan se percató de que Karaberasu estaba acurrucada en posición
fetal, detrás de una columna y que tiritaba de pánico con la mirada vidriosa.
-¡Es Kalie!- les hizo ver a sus hermanas. - ¡Está aterrorizada!,
¡debemos sacarla de ahí!
- ¡Este enemigo es demasiado poderoso! - exclamó
Petz que tampoco perdía de vista la batalla -¡Oh no! , ¡Va a rematar a Roy!
El demonio se acercó tambaleándose con una bola de energía contenida en sus
manos, sonreía y aunque estaba extenuado, se preparó para descargar el golpe
final. Todo ello entre una gran nube de polvo y cascotes que dificultó la
visión de las chicas. Tanto que perdieron de vista a su hermana, de pronto
Kalie no estaba allí.
-¡Muere solar! - Chilló el demonio en el instante
que iba a lanzar su ataque contra Roy que estaba en el suelo indefenso. –
Pero entonces algo le paralizó…No podía apenas
moverse, era como si luchase contra una sensación de llevar un enorme y pesado
manto encima.
-¿Qué?- Se dijo Karnoalk sin comprender.- ¿Qué es
esto?...
-El conjuro de protección de Tommy, bien hecho
amigo.- Pensó Roy tratando de rehacerse.-
Sin embargo, el demonio era tan poderoso que esa
especie de parálisis comenzaba a ceder.
-Admito que ha estado bien jugado. Por desgracia
para ti, miserable, soy demasiado fuerte para estos simples trucos de magia
barata.- Aulló Karnoalk.-
Y cuando ya se sonreía pensando en que iba a
liberarse algo le sujetó de los brazos. Era el látigo de Karaberasu que se
había sobrepuesto al miedo al presenciar lo que ocurría.
-¡No! – Exclamó ella.- Jamás te lo permitiré…
- ¿Quién se atreve? ¿Quién eres? - Inquirió Karnoalk
sorprendido. -
De
inmediato se giró para ver a sólo metro y medio a esa mujer. Incluso a él le
asombró la mirada que desprendían sus ojos, tanto odio y tanta rabia tenía la
justiciera en ellos que se clavaban en él casi paralizándole. La fuerza de esa humana
parecía haberse multiplicado. Eso unido a la otra extraña sensación de pesadez
y parálisis le desconcertaron. El demonio quería soltarse y no podía.
-¡Pero no es posible!, ¿tú no estabas?....- Gritó
atónito. -
-¡Ahora Roy!, ¡atácale! , no podré resistir mucho
más. - Chilló Karaberasu aparentemente sin prestar atención a su enemigo pero
no permitiendo que terminase la frase. -
El
guerrero dorado se recuperó lo suficiente como para descargar contra su
adversario toda su energía acumulada. Por suerte pudo aprovechar la oportunidad
que el conjuro de su amigo y la intervención de esa pobre chica,
sobreponiéndose al miedo, le habían dado. Derribó a su enemigo dejándole muy
malherido. Apenas un instante antes Karaberasu había soltado el agarre y rodado
lejos de la explosión. La propia energía de ataque de Karnoalk le estalló
encima al demonio cuando cayó perdiendo el equilibrio y agotadas sus fuerzas.
Una vez pasada la onda de choque de la detonación todos se acercaron a él. Eso
sí, blandiendo sus armas y en guardia, pese a todo no se fiaban. Pero el demonio
estaba verdaderamente derrotado y apenas podía moverse.
- Me has vencido.... Solar - balbuceó éste
reconociendo su derrota. - Es cierto... que llevas sangre de saiyajin. Aunque,
de no haberte ayudado esa hembra... te habría derrotado igualmente a pesar de
ello.
Su
interlocutor le miró perplejo. No comprendía a qué se estaba refiriendo su
enemigo. Pero estaba claro que hacía alusión a lo mismo que trató de decirle
Valnak.
-¿Qué significa eso de saiyajin? ¿A qué te refieres?
- Le interrogó el atónito muchacho.-
- Tú no eres de este mundo...- pudo decir el demonio
agonizante con un hilo de voz... - Tú...
Roy
intentaba entender esas palabras, debían ser muy importantes y también las
chicas vigilaban a Karnoalk con sus armas, atentas a lo que escuchaban y
prevenidas de que pudiera estar fingiendo para atacar de improviso, pero éste
con la voz entrecortada intentaba terminar la frase.
- De nada te servirá...- sonreía malignamente a
pesar de su grave estado. - Otros mucho más poderosos que yo vendrán y acabarán
con vosotros, miserables humanos...
Petz
observaba a su enemigo furiosa, pero concentrada en él, no vio a su hermana
Karaberasu hasta que ella le arrebató la jabalina y atravesó el pecho del
demonio con ella. Todos incluido Roy se quedaron petrificados por la sorpresa, el
horror y la incredulidad. La chica aullaba completamente fuera de sí.
-¡Cállate maldito bastardo y disfruta de esto! ¿No
te gusta?, vamos, no te oigo. ¡Di que te gusta, dilo, dilo! - Repetía una y
otra vez.-
Como si de
una compulsión se tratara, atravesaba a su odiado agresor con la jabalina sin
parar, hasta que se cubrió de sangre. La misma Karaberasu estaba salpicada de
ella pero no cesaba de traspasar frenéticamente lo que ya no era sino un
despojo. El demonio estalló llenando aun más de sangre su cara, pero la
muchacha parecía estar en una especie de trance. Se lamió la sangre que la
salpicaba ante el paralizado asombro y horror de todos. Al fin sentenció, ahora
con una voz pausada, llena de una extraña calma.
- Ya no podrá hacerle daño a nadie, nunca más.- Y
nada más terminar de hablar se derrumbó en el suelo presa del agotamiento y con
los nervios destrozados, rompiendo a llorar. -
Todos
seguían allí incapaces de moverse. Trataban de asimilar lo que habían visto.
Finalmente la primera en reaccionar fue Petz que, con una voz dulce, ayudó a
incorporarse a su hermana que ahora parecía un fardo. Las piernas no la sostenían,
fue ayudada también por Roy que la levantó suavemente en brazos. Bertie y Cooan
solo podía llorar entre atónitas y horrorizadas a la vista de tan dramático
espectáculo.
- Vámonos a casa pequeña. Olvídate de esto y descansa.-
Le susurró Petz compasivamente acariciando su cabeza. – Olvídalo ya…ya se
terminó.
Karaberasu
asintió en tanto temblaba y lloraba en silencio. Roy verdaderamente atónito y compadecido
de ella no dijo nada. La llevó en brazos a su casa seguido por el resto de las
chicas que también seguían sin poder pronunciar palabra, impactadas por la
impresionante escena. Y en ese momento en la Sede de la Secta, el Gran Sabio acarició
su bola y se dijo con tono reflexivo.
- Se acerca la hora de la batalla final…Ha llegado
el momento de jugar nuestra última baza…
No
obstante, alguien había estado escuchando entre las sombras. Una persona que se
las había apañado para entrar en esa nueva sede de la Secta. Alguien que ya
tenía práctica en deslizarse por allí sin ser advertida. No era otra sino Paige, y la muchacha pudo
escuchar la invocación que ese ser de pesadilla preparaba. Aquello le heló la
sangre en las venas. Por fortuna, sabía que su vida dependía de permanecer en
el más absoluto de los silencios y la mayor inmovilidad. Así lo hizo oyendo al
Sabio sentenciar, una vez terminó.
-Siendo un demonio de tal nivel, mi invocación aun
tardará en ser atendida. Ya no puedo ir más allá en los círculos infernales.
Pero este gran señor de la oscuridad será mucho más poderoso que el mismísimo
guerrero Solar.
Y Paige pudo retroceder muy
despacio, en tanto ese encapuchado se alejaba para dar algunas órdenes a los
líderes de los sectarios. Tras unos minutos que se le hicieron interminables,
luchando por sobreponerse al pánico, la joven pudo ganar la salida. Se aseguró
de no haber sido vista y retornó a su casa. Nada más llegar, le aguardaba su
hermana. April había estado cuidando de su sobrina. De hecho, esa misma tarde
había ido a visitar a Paige y le contó su conversación con Tom. Su interlocutora
le prometió ayudarla.
-Si deseo un
futuro para mí y para mi pequeña Marla, tengo que salir de aquí. Pero jamás lo
lograré si alguien no termina con esta maligna secta.- Le contó a su interlocutora.-
Por eso, trataré de averiguar qué están tramando.
-Ten cuidado.-
Le pidió su hermana.-
-No temas, sé como
infiltrarme. Gracias a que algunos de esos idiotas hablan demasiado en la cama,
y a que su lujuria no les permite esperar, he aprendido a colarme en su nueva
sede por algunos pasillos y entradas secretas que tienen. Tú cuida de Marla. En
cuanto pueda volveré y te contaré lo que haya oído.- Le aseguró.-.
Y ahora se lo contó, temblando de
miedo. La misma April se estremeció aterrorizada. ¡No podía creer que eso fuera
cierto! Aunque supo que su hermana no mentía. Más cuando le apuntó algunos
nombres que había escuchado decir al propio Sabio.
-Tengo que
contarle esto a Tom lo antes posible.- Declaró.-
De modo que, tras despedirse de su
hermana y pedirle que tuviese mucho cuidado, regresó a la facultad…
En
Japón, entre tanto, las chicas se habían reunido a pasar la tarde. Los gatos
estaban presentes a su vez. Luna charlaba algo aparte con Artemis. Éste escuchó
lo sucedido aquella mañana…
-¿De veras?- Quiso saber.-
-Sí, estaba muy asustada.- Aseveró su
interlocutora.- Dijo algo que no entendí. Luego trató de quitar importancia a
todo eso. Pero la conozco desde hace mucho y creo que se avecinan problemas muy
serios.
No
recibió réplica de su compañero. Al poco eran las chicas las que comenzaron a
hablar y ambos felinos quisieron escuchar. Fue Ami la que comentó.
-Bertie me llamó esta mañana. Me pide
encarecidamente que acudamos. Su hermana Kalie fue secuestrada por los
sectarios. Han logrado rescatarla pero está mal, muy mal.
-¿Está herida?- Se inquietó Minako que lucía un
semblante de visible temor.-
-Por fortuna no de gravedad.- Repuso su
interlocutora.-
-Esto no puede demorarse más.- Terció Rei.- Tenemos
que ir ¡ya!…
-Sí, estoy de acuerdo.- Intervino Makoto.- Aquí no
parece que suceda nada. Tengo la impresión de los problemas son más graves
donde ellas están.
-No conviene precipitarse.- Comentó Mamoru.-
-¿Después de lo que Bertie nos ha contado?- Se
sorprendió Ami inquiriendo sin salir de su perplejidad. - ¿Te parece poco?
-Tú misma has dicho que Kalie está a salvo.- Le
recordó su contertulio.- Así pues, tendremos que tomarnos un tiempo para trazar
un plan.
-Con todos los respetos.- Intervino Minako.- Creo
que ya hemos estado discutiendo bastante sobre esto y planificando lo
suficiente…
A
todo esto Usagi escuchaba sin intervenir. Parecía no seguir la conversación con
demasiado interés, perdida en sus
propias reflexiones. Pese a que Rei añadió, solidarizándose con sus compañeras.
-Primero fue Bertie, luego Tom, ahora Kalie. Estamos
jugando demasiado a tentar la suerte. ¿No crees, Usagi?- Inquirió dirigiéndose
ahora a su amiga.-
Sin embargo, ésta la miraba casi con expresión
consternada. Y su réplica, con voz queda y apenas en un susurro, dejó atónitos
a todos…
-Aún no se ha colmado el cáliz del dolor.
Luna
se quedó con la boca abierta. Entonces recordó. Y le susurró a Artemis ante la
sorpresa de su camarada.
-Eso fue lo que dijo…no sé a qué se refiere.
Por
su parte, el resto de las muchachas se miraron sin comprender. Fue Makoto la
que se atrevió a preguntar.
-¿Qué significa eso?...
La
aludida entonces suspiró, se levantó de la silla que ocupaba y tras pasearse un
poco por la estancia en la que estaban, comentó con tono suave.
-Ami, Rei. Llamad a las chicas, decidles que
iremos…las cinco…junto con Mamoru, Luna y Artemis.
Eso
alegró a todas… ¡Por fin! Habían empezado a pensar que aquel momento nunca
llegaría.
-Gracias Usagi.- Sonrió Mercurio.- Enseguida llamo a
Bertie, seguro que se alegrará.
-Sí, me alivia ver que al final te has dado cuenta.-
Añadió Rei.-
-Más vale tarde que nunca.- Afirmó Minako guiñando
un ojo.- Ahora todo irá bien…
No
obstante, su amiga solo esbozó una fugaz sonrisa. Aunque las otras no
parecieron percatarse en demasía. De hecho Usagi no quiso hablar, pero ella
había tenido otro sueño todavía más terrible que el de esa pobre muchacha
siendo tan sádicamente ultrajada. Tan horroroso era que no quiso ni tan
siquiera comentárselo a Mamoru. Fue una pesadilla que le había helado la sangre
y llenado de tristeza y pavor. Pero que, lamentablemente, debería seguir siendo
desconocido para el resto. Y lo peor de todo es que a buen seguro se haría
realidad. Así pues, junto con los otros, se decidió a esperar el momento para
tele transportarse, en cuanto lo convinieran con sus amigas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)