jueves, 3 de marzo de 2011

GWA 30. Apurada victoria.


Karaberasu despertó algo mejor pero seguía en la cama. Su ánimo además estaba distante y apenas sí hablaba. Beruche y Cooan, muy preocupadas por ella, se ofrecieron a quedarse pero su hermana mayor Petz las disuadió.



- Ayudará más que sigáis asistiendo a clase. Es lo que tenéis que hacer. Yo cuidaré de Kalie y no tardará en ponerse mejor.- Les dijo con cariñosa firmeza. -



            Las dos chicas aceptaron. Petz les mostraba ahora su cara más amable y realmente ésta era la mujer que siendo niñas se había esforzado en sacarlas adelante desde que llegaron a la Corte de Némesis. Cuando perdieron el contacto regular con su madre, ella tomó ese lugar con devoción. Desde luego era capaz de ser severa y de enfadarse de un modo terrible si llegaba el caso. No obstante también podía ser dulce y amorosa con sus hermanas pequeñas como si de niñas se trataran. Esta cara de bondad había estado oculta mucho tiempo bajo el influjo maligno de la Luna Negra y  desde que las cuatro comenzaran a vivir nuevamente Petz se esforzó por hacerla brillar, tachonada esporádicamente eso sí, por alguno de sus conocidos enfados que más bien eran irritaciones contra Karaberasu y sus ácidos comentarios. Pero era precisamente Kalie la que más necesitaba ahora de su cariño. Algo muy grave le tuvo que suceder para  dejarla en ese estado. El brillo de su mirada se había apagado y parecía tan sólo una sombra de la persona que solía ser. De todos modos las más jóvenes se marcharon dejando a sus hermanas mayores a solas. Sabían que había momentos y situaciones en las que ambas tenían más confianza mutua. Y es que, a  pesar de sus abundantes trifulcas y de que en muchas ocasiones parecían llevarse como el perro y el gato, existía entre las dos una conexión similar a la que mantenían las propias Beruche y Cooan entre sí.



-Avísanos si sucede cualquier cosa.- Pidió Bertie.-

-No os preocupéis, os mantendré informadas ante la menor novedad.

-De momento le vendrá bien dormir.- Afirmó Cooan que se despidió saliendo tras Beruche, no sin antes sentenciar. Llamaremos en un rato a ver qué tal…

-Tranquilas. Me ocuparé de que Kalie tenga algo bueno para desayunar en cuanto se despierte.- Le dijo la mayor.- Id sin temor.



            Y en tanto las dos más pequeñas se iban Karaberasu despertó. Había escuchado  un poco de la conversación y quiso incorporarse. Al menos pudo dormir y recobrarse algo.



-Debo sobreponerme.- Se decía tratando de espolearse.- Esto no ha pasado…mis hermanas no me pueden ver así.



Tenía que ser fuerte, por ella y por las otras. Bastante mal estaban ya las cosas, en esa batalla contra las fuerzas del mal, como para que tuviesen que ocuparse de ella.



-¡Lo prometí!- Se decía con empeño, tratando de arengarse.- Prometí ser otra persona.



            Acordándose de su purificación y volviendo atrás a aquel entonces, comenzó a comportarse de una forma totalmente distinta a como había sido. Apenas unas semanas después, tras conseguir alquilar Otafukuya, estaba trabajando en ese momento cuando vino a visitarla su amiga Minako.



-¿Qué tal todo?- Quiso saber la sailor.-

-Mucho trabajo, pero estupendamente.- Repuso ella.-



            Por fortuna llegaba la pausa para almorzar. Sus hermanas estaban atareadas todavía con unas pocas clientas, aunque Petz, viendo a Minako, les dijo con amabilidad.



-Id vosotras, nosotras enseguida terminaremos.

-Gracias.- Repuso Kalie quien le propuso afablemente a su amiga.- Hay un restaurante donde hacen un delicioso okonomiyaki cerca de aquí.

-Pues eso hay que probarlo.- Asintió su interlocutora con entusiasmo.-



            Y allí que fueron, en efecto, estaba riquísimo y Karaberasu se quedó perpleja al ver a su amiga comer con tanto apetito.



-Pensaba que únicamente Usagi era capaz de devorar así la comida.- Comentó sin poderlo evitar.-

-A mí también me gusta saborear buenos manjares.- Afirmó Minako, todavía deglutiendo lo que le quedaba.- ¡Aunque a ella no le gana nadie!- Remachó divertida.-



            Kalie miró su reloj, comentando no sin pesar.



-Debo regresar enseguida. Mis hermanas tiene derecho a comer también, y a descansar un poco.

-Claro.- Concedió su interlocutora.- Eres muy considerada.

-Tengo que serlo. Me he pasado toda mi vida pensando únicamente en mí.- Suspiró Kalie.-

-Bueno, ya será menos. Lo que pasaba es que la energía oscura os dominaba a ti y a tus hermanas.- Sonrió Minako quitándole importancia al asunto.-

-No, Mina-chan.- Rebatió ella.- En realidad siempre fui algo egoísta. Incluso de niña. Con mi hermana Petz era realmente muy traviesa, quitándole sus juguetes o estropeando sus vestidos. Y a las pobres Bertie y Cooan, en fin, me aprovechaba de que era mayor para engañarlas un poco.- Se sonrió incluso algo ruborizada al admitir también.- Me encanta llamar la atención.

-¡Supongo que eso lo tenemos en común!- Se rio Minako ahora.-



            La propia Kalie rio y tras unos momentos en los que aprovechó para pagar la cuenta invitando a su amiga, se levantaron.



-La próxima vez pagaré yo.- Afirmó Minako.-

-No te preocupes por eso.- Contestó afablemente ella.- Me encanta ser capaz de ofrecer algo a los demás. Lo prometí cuando me purificasteis.

-¿Prometiste invitarnos a okonomiyaki?- Inquirió una atónita Minako.-

-¡No,! -Se rio una vez más, para agregar ya más seria.- Prometí ser mejor persona, ayudar a otros y no tratar de aprovecharme de nadie.



            Su amiga sonrió con aprobación, al poco se despidieron y ella retornó al trabajo permitiendo que Petz y sus hermanas descansasen un poco. Ahora se reafirmaba en ese deseo.



-No seré una carga para nadie.- Se dijo con rotundidad.-



E hizo un esfuerzo y se levantó de la cama trabajosamente. En cuanto pudo se vistió pese a sentirse aun muy dolorida. Petz no tardó en percatarse de ello puesto que permanecía en el salón dejándola dormir.



-¿Qué estás haciendo?- Le inquirió a su hermana menor con un cierto toque entre preocupado y amonestador, el que se usa cuando alguien enfermo trata de hacer algún exceso que puede dañarle.- Ni se te ocurra.

- Me marcho a trabajar. - Replicó su hermana con voz queda. -No podemos faltar.

- No digas tonterías, mujer. Llamé a la tienda diciendo que no estabas bien y que hoy no iríamos.- Repuso Petz con voz suave en lugar del iracundo tono que usaba habitualmente para remarcar esas palabras. -



            Karaberasu no replicó tratando de llegarse a la puerta de salida pero una vez allí las piernas le flojearon y tuvo que apoyarse en la pared. Su hermana acudió enseguida para ayudarla a sentarse en el sofá del salón.



-¿Lo ves, tonta?- Todavía no estás en condiciones de moverte. ¡Al menos tienes que desayunar un poco! No te precipites, yo te prepararé algo para que repongas energías y después descansas. Si te encuentras mejor esta tarde vamos a trabajar si quieres. No te inquietes por eso. Me dijeron que no pasaba nada. Y si alguien debe ir yo lo haré. Además, todavía tienes unas décimas de fiebre. –Remató con suma amabilidad.-



Con aire totalmente maternal mesó los cabellos y la frente de su hermana a la par que ésta apoyaba su cabeza en el hombro de Petz.



- Gracias. - Susurró Kalie aliviada.-



 Verdaderamente no se sentía nada bien, la habitación entera le daba vueltas y notaba una gran debilidad. Quizás comiendo algo se le pasaría. De hecho, apenas había probado bocado desde ayer.



-Tengo hambre, - reconoció al fin. -

- Ahora mismo te hago el desayuno. – Le prometió Petz afirmando a continuación. - En cuanto lo tomes te sentirás mucho mejor y tengo lo necesario para hacerte tortitas de las que más te gustan.



            Su hermana sonrió reconfortada, las tortitas le gustaban mucho, siempre que estaban de buen talante entre ambas, (lo que no sucedía muy a menudo). Petz se las preparaba. Karaberasu misma sabía hacerlas pero aquello era más que una comida, significaba una especie de símbolo de unión. Su hermana mayor aprendió de su madre como parte de una larga tradición familiar antes de ir a la corte y enseñó a las demás a prepararlas. Más bien enseñó a Karaberasu y ésta a su vez a Beruche, que hizo lo propio con Cooan. De este modo la cadena las unía a todas. Y lo curioso es que a cada una le gustaban las mismas tortitas pero con un aditamento diferente. A Petz  cubiertas de nata, Karaberasu, en cambio, las prefería llenas de caramelo, a Beruche lo que le gustaba era el chocolate y Cooan se volvía loca por la fresa. Y como siempre decía Bertie, eso debía significar algo. El símbolo de la misma pertenencia a una familia, un vínculo común entre todas pero una distinta personalidad para cada una. Como si el sabor fuese una seña de identidad. Y casi por una vez, sin que sirviese de precedente, todas las hermanas estaban de acuerdo.



-¿Quieres que te ayude?- Pudo decir Kalie sentada ahora en una silla y frente a la mesa del salón.-

-No, déjalo de mi cuenta.- Replicó amablemente su hermana.-



            Karaberasu no respondió, ahora le volvían a la cabeza esos terribles recuerdos de la noche anterior. No podía apartar la faz de ese terrible demonio de su mente. Sus terribles jadeos sobre ella, como luchó por intentar rechazarle sin lograrlo. La impotencia, el dolor y la humillación cuando él se metió en su interior. Volvían a asaltarla las lágrimas y desesperadamente las restañaba. No quería bajo ningún concepto que su hermana la viera así. Pugnaba con todas sus fuerzas por olvidarse de aquello. Deseaba que únicamente hubiera sido una terrible pesadilla.



-Sí, solamente fue un mal sueño… eso no ha ocurrido. ¡No ha podido pasarme a mí!…- Se repetía una y otra vez.-



Sin embargo, los dolores lacerantes que sufría al moverse, acompañados de ese malestar general que padecía, le hacían ver para su desgracia, que aquello fue bien real.  No obstante, no deseaba preocupar más a sus hermanas. Tenía que ser fuerte. Era una justiciera. Y era una mujer decidida e independiente. Nadie acabaría con eso. De modo que se forzó a decir en un intento vano de parecer jovial.



-¿Vienen esas tortitas ya?...

- No seas impaciente.- Repuso de buen grado su hermana, aliviada al oírle decir aquello, sin duda sería buena señal, pensó en tanto agregaba más divertida.- Lo bueno se hace esperar. Y las mías son las mejores.

-¡Bueno, bueno!- Rebatió Karaberasu con un tono fingidamente desenfadado.- Creo que las hago mucho mejor que tú. Las mías son mucho más esponjosas.

-Eso no te lo crees ni borracha.- Repuso su interlocutora.-



            Aunque lo hizo con tono afable e incluso divertido. Le alegraba notar a su hermana más animada. ¡Ojalá que hubiese superado el mal trago de su captura!



-¡Menos mal que llegamos a tiempo!- Pensaba aliviada, a la par que añadía dando una voz.- ¡Ya van a estar!…



            Cuando al fin estuvieron recién hechas Petz les puso una generosa ración de caramelo y añadió también algo de nata. ¿Por qué limitarse? Y tras hacer también algo de café, las dos comieron y hablaron largo rato como hacía bastante tiempo que no hacían.



-¿Recuerdas cuando mamá nos las preparaba?- Sonrió Petz.-

-Sí, me acuerdo de Cooan, siendo tan pequeña que aplastaba las tortitas con las manos y se embadurnaba de chocolate.- Sonrió su interlocutora.- ¡Mamá se desesperaba cuando se manchaba el vestido!

-¡Y Bertie siempre las contaba para ver si teníamos todas las mismas! - Se rio Petz ahora.-

-La misma chica racional de siempre.- Convino Kalie, feliz de evocar esos bellos recuerdos, cuando añadió con voz queda.- ¿Qué crees que habría sido de nuestras vidas de no haber sucumbido al mal?

-No lo sé.- Suspiró su hermana ahora.- Quizás nos hubiéramos casado y vivido en Némesis. En el siglo treinta.

-Petzite, lo siento, lo siento mucho...- Musitó la muchacha ahora con sus ojos haciendo aguas.-

-¿Sentir? ¿El qué?- Inquirió la aludida sin comprender.-



            Su hermana respiró hondo y trató de evitar llorar antes de aclarar.



-Aquella vez en Némesis, cuando me sorprendiste con Rubeus. Te dije cosas horribles. Tú tenías razón.

-Nos dimos una buena zurra.- Recordó su interlocutora sujetando ahora una mano de las de Kalie con otra suya.- Pero mujer, eso pasó hace ya muchísimo tiempo…Ya está más que olvidado. O mejor dicho. No ha ocurrido aún si te paras a pensarlo.



            Aquello era técnicamente cierto. Para llegar a ese momento aún faltaban unos mil años. Pese a ello su interlocutora movió la cabeza para replicar con tinte pesaroso.



-No sentía eso que dije.- Aseguró Kalie.- Te quiero mucho, Petz. Puede que no te lo diga a menudo… bueno, a ti y a las demás...a Bertie y a Cooan…os quiero más que a nada en el mundo. Sois mi familia.

- Y yo a ti.- Sonrió su contertulia que empezaba a emocionarse.- Y ellas también, claro que sí.

-Gracias…- Asintió su llorosa hermana tomándola de las manos.- Ya sé que no doy esa impresión, pero es que yo tengo mi forma de ser… aunque cuando me atraparon…me di cuenta de que pudiera haber sido la última vez. Y no tendría ocasión de decíroslo.



            No pudo evitar romper a llorar, su hermana hizo lo propio levantándose y abrazándola.



-Tranquila pequeña. Ahora estamos juntas otra vez. No te pasará nada malo, te lo prometo.- Fue capaz de sollozar Petz.-



Y es que además de emocionarse, se había preocupado. Esa forma de hablar no era desde luego típica de Kalie. Ella solía ser mordaz, descarada, algo fatua y presumida. Aunque también inteligente, optimista, enérgica y extrovertida. La pobre tuvo que pasarlo muy mal cuando la capturaron. Petz no se había atrevido a sacar ese tema. Aunque fue su hermana quien lo hizo. A buen seguro tenía que liberarse de aquellos terribles momentos.



-Gracias a Dios, llegamos antes de que te hicieran daño.- Añadió.-



            Karaberasu ahogó un gemido y cerró los ojos, luego los abrió y sonrió de forma amarga. ¡Si su hermana supiera lo que aquel monstruo le hizo! Pero no, no diría nada…



Y su contertulia hizo lo único que pensó apropiado. Trató de desdramatizar ese momento para animarla.



- Anda, si lo estás diciendo por las tortitas, cómete esa que queda ahí. Sabes que no me gusta que sobren.

-Me vas a hacer engordar.- Sonrió Kalie, tratando de fingir una vez más. -



Aunque al final le tomó la palabra a Petz. Y comió con ganas. Tenía hambre desde luego. Lo cierto era que, Karaberasu, aparte de saciar el mero apetito, se sintió mejor compartiendo esos momentos con su hermana mayor. No obstante, fiel a la promesa que se había hecho, mantuvo el gran peso que lastraba su corazón, sin atreverse a confesar lo que realmente le había sucedido. ¿Para qué amargar la vida a sus otras hermanas? Estar a su lado le bastaba y ellas ya habían sufrido bastante.



-No tengo derecho a entristecerlas.- Se repetía.-



Aunque, invadida por el pesimismo, desgraciadamente presentía que lo peor aun estaba por llegar. No obstante, al caer la tarde, se notó mucho mejor, al menos en el aspecto físico. La fiebre desapareció y aunque no fue al trabajo aseguró estar lista para el día siguiente. Petz se alivió al escucharla y aguardó deseosa de que llegasen las otras dos para tranquilizarlas por la salud de su hermana. Entre tanto para las pequeñas de la familia el día de clase transcurrió con normalidad. Aunque estaban preocupadas por Kalie. Además Roy se mostraba algo inquieto, demasiado reservado para lo que solía ser. Beruche se percató enseguida de ello. No dejaba de pensar en lo ocurrido la noche anterior y le consultó a su hermana tras compartir sus deseos por la recuperación de Karaberasu. Una vez llamaron a casa y Petz las aseguró que Kalie estaba mucho mejor. Las dos se sentaron a charlar sobre su compañero.



-¿Qué piensas tú, Cooan? ¿No crees que Roy está muy intranquilo?

- Sí, y tampoco Tom se comporta con normalidad,- le confirmó ella. - Le he visto leyendo bastantes libros raros, de magia y esas cosas. Me dice que solamente es una afición suya. Sin embargo, creo que los dos nos ocultan algo.

- Ayer cuando nos íbamos escuché como Roy hablaba con una proyección de un demonio. Creo que se estaban retando a un combate. - Le confesó a su sorprendida hermana pequeña. -

-¡Pero él es ahora un humano normal! - Repuso Cooan con visible preocupación y temor. - No tendría ninguna oportunidad contra uno de esos demonios.

- A mí me aseguró que no aceptaría. Pero, después de verle hoy, tan nervioso, tan distante, me cuesta creerlo. - Admitió la propia Bertie. -



            Entonces guardó silencio. Eran precisamente los dos chicos quienes  se acercaban a ellas, venían de la sala de rehabilitación. Tom hacia girar las ruedas de su silla con las manos y su amigo le ayudaba empujando un poco desde atrás cuando vieron a sus compañeras.



- Hola chicas. ¿Os venís a tomar algo? - Les propuso Roy con tono distendido, demasiado para la forma que había tenido de comportarse hasta el momento. -

- Dime una cosa - le inquirió Bertie decidiéndose a ser franca y directa para abordar la cuestión. - ¿Hay algo que nos ocultas?

- Pues no - repuso él, envarado. Ahora su tono parecía irritado y nuevamente nervioso, lo que sorprendió a las chicas. -¿A qué viene eso ahora?- Inquirió a la defensiva. - ¿Se puede saber qué piensas que he hecho esta vez?

- No te enfades, Roy - le pidió amablemente Cooan. - Bertie simplemente te notaba un poco raro, eso es todo.

-¡Pues yo le veo como el mismo bobo de siempre! - Rio Tom para aliviar la tensión, pero sonó algo forzado. -

- Tú tampoco pareces muy natural. ¿No os estaréis guardando algo para vosotros? -  Le inquirió Cooan y el aludido se calló visiblemente cortado. -



            Pero fue Roy quién retomó la palabra, harto de esa especie de comedia de situación en la que nadie hablaba con toda claridad. Así que se decidió a dar el paso definitivo y lo hizo con un tono cargado de reproche hacia las chicas.



-¡No seas ridícula!, lo que ocurre es que le he contado a Tom lo que ocurrió. Estamos preocupados por vosotras, no nos gusta que arriesguéis vuestras vidas. Y puestos a ocultar cosas, creo que habéis sido las primeras en hacerlo con lo de vuestras identidades de justicieras.



            Ambas se miraron con resignación, ante eso no había nada que oponer, sólo intentar explicarse.



- Escucha Roy - contestó Cooan pacientemente, poniéndole una mano sobre el hombro. - Nosotras somos lo único que hay entre esos demonios y la gente de la ciudad. Debemos luchar contra ellos, aun a riesgo de nuestras vidas, para proteger al resto de las personas.

-¡También está ese Guerrero Dorado! - Repuso el aludido que, sin embargo, no pensaba que hubiera llegado el momento de revelarse como tal. - ¡Él es muy poderoso! , dejad que se encargue de todo.

- No podemos hacer eso - intervino Beruche. - Por fuerte que sea no sería justo cargarle con toda esa responsabilidad. También es nuestra lucha, las guerreras nos dejaron confiada esa misión. Debemos proteger esta parte del mundo, ellas ya tienen sus propios problemas y no podemos, ni queremos decepcionarlas.

- De todas formas debéis tener mucha precaución, nunca os descuidéis.- Les pidió Tom.-



El chico se mostraba bastante preocupado pero haciéndose cargo de la situación. Aunque deseando a su vez tener el camino libre y por ello miró de reojo a Roy y su compañero lo captó.



- Bueno - suspiró éste más relajado. - Lo siento, pero no puedo evitar pensar en ello, confío en vosotras y sé que haréis lo que sea mejor, pero tened mucho cuidado. - Les rogó a su vez. -

- Gracias Roy, vuestro apoyo y comprensión significan mucho para nosotras. - Sonrió Beruche dándole un beso en una mejilla -...

- Ya que todo está aclarado vamos a tomar algo - añadió el muchacho recuperando también la sonrisa. -

           

            Ellas asintieron conformes y fue Tom quién preguntó.



-¿Cómo sigue vuestra hermana?

- Ayer tuvo fiebre y cuando nos fuimos seguía durmiendo. - Le contestó Cooan no sin inquietud. –Hemos llamado hace un rato a casa y parece que va mejor.

- Esperemos que pronto esté recuperada. - Deseó Beruche dando un largo suspiro.- Nos iremos pronto hoy para estar junto a  ella.



            Sus compañeros lo entendieron. Roy pasó un afectuoso brazo por los hombros de la chica y ella sonrió reconfortada. Todos se fueron a la cafetería y allí continuaron charlando ya más distendidos hasta que las chicas se marcharon. Mientras tanto, en el apartamento de las hermanas, Karaberasu se encontraba algo más fuerte pero continuaba muy desorientada. Se esforzaba una vez más por no revivir el terrible episodio de la noche anterior. Casi tenía perdida la batalla pues su hermana estaba ahora ocupada en faenas domésticas y la había dejado por unos momentos sola en el comedor. Por suerte, al cabo de un rato llegaron las dos pequeñas. Éstas se alegraron mucho al comprobar que su hermana estaba ya más recuperada y la propia Kalie se animó al verlas olvidando por unos instantes su angustia. Petz se reunió con las otras y las recién llegadas comentaron lo que habían hablado con los chicos. Karaberasu escuchó muy atentamente y le preguntó a Beruche si había visto la imagen del demonio.



- Pero. ¿Para qué quieres saberlo?,- le preguntó ésta extrañándose de tal interés. - No creo que tenga mucha importancia.

- La tiene para mí - le insistió su hermana con una expresión de ruego. - ¿Pudiste verle?

- No muy bien – repuso Bertie tratando de recordar - porque yo estaba algo lejos. Cuando llegué empezaba a desvanecerse, pero era muy alto, incluso más que Roy.



 Describió lo mejor que pudo los retazos que lograba recordar, la descripción concordaba con Karnoalk y Karaberasu sintió que un escalofrío le recorría el cuerpo, se puso visiblemente pálida ahogando un gemido.



-¿Estás bien, Kalie? - Se interesó de inmediato Petz que se había unido a ellas entre tanto, sorprendida como las demás por esa súbita reacción.- ¿Qué te pasa?

- Sí, estoy bien no te preocupes. No me pasa nada. - Replicó ésta esbozando una débil sonrisa. - Es que creí ver a alguien parecido cuando me capturaron.

- Kalie - le indagó Cooan con suavidad y temerosa prevención. - Sé que no te gusta hablar de ello, y lo comprendo, pero es importante. - Su hermana asintió y su interlocutora le preguntó. - ¿Te hicieron algo?..

- Sólo recuerdo que me apresaron, me ataron y me desmayé, luego desperté y vi a Bertie a mi lado.- Replicó la interpelada bajando la cabeza. –

           

            Tuvo que hacer un ímprobo esfuerzo por no derrumbarse. Una parte de su ser deseaba gritar lo que le había ocurrido. Esa manera tan terrible de ser ultrajada y el dolor que sufrió. Aunque por otro lado, no quería que sus hermanas padecieran o se sintieran culpables. Por ello, no se atrevía a mirarlas, para que no se apercibieran de esa lucha interna que estaba librando. Afortunadamente Beruche terció, deseando relajar el ambiente.



- Bueno, vamos a dejar ese asunto, ya está pasado y afortunadamente estás bien. Vamos a cenar.

           

            Todas se dispusieron a ello haciendo caer la conversación en temas más agradables. Como lo poco que restaba ya de curso y la ilusión que tenían las dos pequeñas por ser al fin maestras. Esperaban que sus amigas guerreras pudieran acudir a su graduación. Deseando por supuesto poder acabar con esos demonios antes. Por su parte, los chicos hablaban también. Ambos estaban preocupados por sus compañeras y Roy dudaba si desvelarles quién era él.



-¿Qué debo hacer, Tommy? ¿Debo decirles a las chicas que yo soy el Guerrero Dorado o no? Por una parte me veo obligado a hacerlo, porque conozco sus identidades y no me parece justo que no sepan quién soy. Pero luego pienso que si lo supieran querrían ayudarme a combatir a demonios cada vez más poderosos y eso pondría en gran peligro sus vidas.

- Además, si ellas estuvieran en medio tú estarías más preocupado de su seguridad que del combate. Tampoco lucharías con todas tus fuerzas o tu atención y pondrías tu propia vida en peligro.- Añadió objetivamente Tom. –



 Roy, que se sintió como si su amigo le hubiese leído el pensamiento, asintió con los ojos cerrados y lentamente, contento en su interior de que él le comprendiera.



- Sus vidas son lo más importante para mí - declaró con un tono de gran seriedad que no era habitual en él para sentenciar.- Lucharé con todas mis fuerzas para protegerlas a ellas y al resto del mundo. Haré cuanto sea necesario.

- Tú al menos puedes luchar - suspiró Tom. - Yo no puedo moverme de aquí y te aseguro que el ver a Cooan y al resto de las chicas  ir a pelear contra esos monstruos y pensar que se juegan la vida en ello me roe el alma.- Rechinó entre dientes impotente apretando con sus manos los brazos de la silla - ¡y yo aquí sin poder hacer nada!

- No te tortures amigo, eso no es verdad.- Le rebatió su compañero con tintes de aliento. - Tú has hecho mucho por nosotros y aun puedes hacer más por todos.

- Pero Roy. ¿Qué puedo hacer yo, salvo rezar por vosotros? – Objetó su compañero visiblemente desanimado. -

- Aparte de eso, que no nos vendrá nada mal - sonrió su amigo para relajar la tensión, añadiendo más seriamente. - Tú sabes como hacer conjuros de protección anti demonios y otras muchas cosas más que aprendiste. Como por ejemplo a localizarles y a protegernos de ellos con magia. Puedes darnos unas ventajas claves para la lucha. ¡Muchacho, debes aprender más sobre ello, contamos contigo!

- Haré lo que pueda, amigo mío. - Sonrió Tom agradecido y sabiendo que esas palabras no eran meros ánimos. Realmente podía hacerlo y lo haría bien, para ayudar en lo posible a liquidar a esos bastardos y así le desveló a su interlocutor. -¿Sabes? Últimamente he estado leyendo algunos libros para aumentar mis conocimientos.



            Eso sin mencionar lo que April le contó la noche anterior. Sin embargo, Tom dudaba acerca de decírselo o no a su amigo.



-No quiero cargarle con más problemas. Puede que sea capaz de ocuparme de todo yo solo.- Se decía el muchacho.-



            Y es que todo lo que esa chica le contó le dejó estupefacto y horrorizado. Había prometido además, salvaguardar la identidad de la hermana de su compañera de facultad.  



-¿Lo comprendes, Tom?- Le preguntó con una mezcla de angustia y ruego en su tono y expresión.- Si eso se supiera, me culparían a mí de todo. ¡Y yo soy inocente! Lo mismo que mi hermana. Ella no pudo hacer nada contra esa, ¡cosa!



            El muchacho escuchó con expresión reflexiva y asintió despacio para contestar.



-Mira, entiendo que tengas miedo. Todos lo tenemos. Pero a pesar de ello has sido capaz de venir a advertirme.

-Sé que no me he comportado como debería, pero estaba muy asustada.- Sollozó April.- Y no únicamente por mí, mi hermana y mi sobrina están en peligro también.

-Haremos cuanto esté en nuestras manos para protegerlas.- Le aseguró su contertulio. – A ellas y a ti también.

-Gracias.- Sonrió tenuemente la chica.- Te prometo que, desde ahora, intentaré informarte de cualquier cosa que pueda ser relevante.



            Él asintió, devolviéndole la sonrisa. April se inclinó para darle un beso en la mejilla, saliendo de la habitación. Tom se alegró de que esa muchacha hubiese confiado en él, aun así estaba horrorizado. ¡Aquello era terrible! Pero no podía contárselo a sus amigos, y mucho menos a Connie. Le destrozaría el corazón saberlo. Tampoco debía decírselo a Roy. Si este se enfrentaba a ese demonio de nuevo corría el riesgo de ofuscarse y ante un rival tan poderoso podría pagarlo muy caro. Por ello, ahora no dijo nada cuando su amigo le sonrió dándole una afectuosa palmada en la espalda para zanjar así el tema y le arengó con simpatía.



-¡Pues entonces a trabajar, averigua lo que puedas!

-¡Descuida! - Le aseguró su compañero fingiendo más entusiasmo del que tenía. -



            Su interlocutor agregó entonces de modo más serio y preocupado.



- De veras que me va a hacer falta tu ayuda porque esta noche acudiré a ese desafío. ¡Ese mal nacido pagará lo que sea que le haya hecho a Kalie, eso lo juro por mi vida!

-Se prudente.- Le advirtió su compañero que estaba inquieto ante el tono y la determinación de Roy - Yo te prepararé un conjuro de protección. Pero si ese demonio es muy poderoso puede que no te sirva de mucho. ¡Así que no te descuides! Te deseo mucha suerte amigo y, por favor, no te dejes derrotar, ni pierdas la cabeza. Ten muchísimo cuidado.

- Lo tendré y ganaré. - Le prometió el interpelado. -



            Las chicas por su parte habían terminado de cenar. Todavía era pronto y Beruche llamó por teléfono al cuarto de Roy y Tom, nadie contestó. Pensó que habrían salido pero al cabo de dos horas volvió a llamar y seguían sin responder. Cooan le dijo que posiblemente estarían en el campus. Ellas no fueron a verles pues querían investigar por su cuenta a la secta. Para ello debían regresar al lugar de la lucha del día anterior. Sabiendo lo que aquello significaba, Cooan se dirigió hacia Karaberasu con tono protector.



- Si quieres quédate en casa, nosotras resolveremos esto. No creo que tengamos que luchar.

- Así es, no hace falta que vengas. Quizás volver allí te resulte desagradable. No querrás recordarlo.- Añadió amablemente Beruche. -

- Gracias - repuso la aludida con determinación. - Pero debo enfrentarme a eso para superarlo completamente. Y entre vosotras me siento segura.

-¡Así se habla, hermana! ¡Vamos chicas! - las arengó Petz con energía. -¡No tenemos tiempo que perder! –



Todas convinieron en eso y al unísono se transformaron. El uniforme de Karaberasu se había regenerado ya por completo gracias al poder de su piedra. Parecía como si jamás hubiese sido dañado.



-Ojalá pudiera ocurrirme lo mismo que a mi ropa. Olvidarlo todo como si no hubiese sucedido jamás y estar totalmente renovada. - Pensó consternada.-



Aunque  esforzándose por apartar eso de su mente y sobreponerse a sus miedos, siguió a sus hermanas y juntas partieron hacia allí. Roy también se dirigió hacia el lugar del reto, su reloj de pulsera dio las once y media. Las chicas llegaron entonces al escenario de la batalla. Empezaron a buscar alguna pista (lo mismo que hiciera su amigo la noche anterior.) Algo que pudiera conducirlas a descubrir información importante. Pero no encontraban nada que pudiese serles útil. En ese momento escucharon pasos tras la oscuridad, se acercaban hacia ellas y se pusieron en guardia. Tras las sombras surgió una alta silueta, Petz gritó amenazadoramente.



-¡Alto!, ¿quién eres?  ¡Date a conocer o aténte a las consecuencias!...



            La figura contestó con una voz que les era conocida, era la de Roy.



- Tranquilas chicas, soy yo...

-¿Pero qué haces tú aquí?- Le preguntó Bertie encarándosele enfadada.-

- He venido a luchar contra ese demonio - repuso lentamente el aludido. -

- Vete de aquí - le pidió ella llena de temor -, nosotras nos enfrentaremos con él.

- No puedo dejar que hagáis eso, vosotras nunca podríais vencerle.- Aseguró el muchacho con firmeza. -

-¿Y acaso tú sí?- Chilló su interlocutora perdiendo su aparente calma. - ¿No ves que te matará? ¡No tienes poderes para luchar contra él! Además me lo prometiste, prometiste que no lucharías contra ese monstruo.- Le recriminó tan preocupada como dolida.- Se supone que nunca rompes tus promesas.

- Y no la he roto - le rebatió pacientemente Roy para matizar. – Cubito. Lo que te prometí fue que no me arriesgaría inútilmente. Y no lo haré.



            Entonces sonó la alarma del reloj del chico, la tenía puesta a las veintitrés cincuenta y nueve.



- Hay cosas que no te he contado, Bertie…- añadió él. – Y me gustaría hacerlo…



Pero fue interrumpido antes de acabar la frase por una brillante luz roja que apareció justo enfrente de ellos. En medio de ella se materializó la figura de Karnoalk. Karaberasu, aterrada nada más verle, se escondió tras una columna. Pese a todos sus esfuerzos por mantener el dominio de sí misma fue volver a enfrentarse a la figura de su violador y el pánico más absoluto se adueñó de ella. Sin embargo, en esta ocasión el demonio sólo prestaba atención a Roy.



-¡Aquí me tienes!- exclamó Karnoalk con una maligna sonrisa. - Como ves soy puntual, me alegro de que tú también lo seas. Aunque si te digo la verdad creía que no serías capaz de venir. ¡Ja, ja, ja! Reconozco que eso dice mucho de ti.

- Pues ya lo ves, te has equivocado. -  Repuso secamente su antagonista. -

- De todas maneras te has traído mucha ayuda, aunque no creo que te sirva para nada. - Se burló el demonio mirando a las justicieras con un gesto de desprecio para aseverar. - Estas perras no te servirán de mucho, lo único que pueden hacer por ti es darte un rato agradable antes de que mueras. Si quieres te concedo media hora para que goces de ellas. ¿O no necesitas tanto tiempo?, ¡ja, ja, ja, ja!

-¡A ellas no las metas en esto!,- le espetó el muchacho visiblemente irritado por aquellas palabras de su enemigo. -  ¡Me basto yo sólo para machacarte!...

-¡Roy, no seas loco! - le pidió Petz. - Ese demonio es muy poderoso, ¡vete!

- Por favor, no podremos responder de tú seguridad, ¡márchate antes de que te mate! - Le insistió Cooan con una mirada de angustia. -

- No - respondió él elevando el tono- ¡idos vosotras! , sé que puedo vencerlo yo sólo.- Añadió con mucha confianza en sus posibilidades lo que dejó perplejas a las chicas. -

-¿Pero cómo vas a poder hacer eso, Roy? ¿Es que has perdido la cabeza? - Le inquirió Bertie cercana a la desesperación.-



            Él no se inmutó y añadió dirigiéndose a las justicieras.



- Como iba a decir antes de que me interrumpiera ese demonio. – A todo eso el aludido escuchaba divertido y cruzado de brazos. Asintió con una maligna sonrisa al ser citado. - Hay algo que no os he dicho. Pero lo voy a hacer ahora mismo. Karnoalk, ¿me buscabas, verdad? ¿Querías al guerrero solar? ¡Pues aquí me tienes! - Espetó Roy que acumuló energía y con un grito la liberó convirtiéndose en el Guerrero Dorado ante el estupor de todas las chicas. – Estoy dispuesto.

- Ya iba siendo hora, Solar - intervino el demonio sin parecer impresionado. - Empezaba a creer que te pasarías de charla toda la noche. Ahora, si no te importa, vamos a lo nuestro, y como me siento generoso ante la perspectiva de un buen combate, por esta vez dejaré que esas miserables humanas se vayan.

- Muy bien - asintió Roy - , estoy de acuerdo ¡Vosotras, idos ya!- ordenó dirigiéndose a las chicas que aun no se habían recobrado de la sorpresa y les argumentó. - Me estorbaréis si permanecéis aquí. No podría luchar con todo mi poder.



            Beruche quiso replicar, pero su hermana menor la tomó de un brazo y Petz la aferró del otro.



- Esto va mucho más allá de nuestras fuerzas.- Le dijo Cooan a Bertie quien no tuvo más remedio que admitirlo aun con un rictus de sorpresa y asombro en el semblante al ver al muchacho brillando con esos resplandores dorados. - ¡Vamos, debemos irnos!



            Todas se retiraron excepto Karaberasu que permaneció allí escondida y temblando. Roy la vio de reojo y decidió salir al aire para alejarse de allí, el demonio le siguió.



-¿Te vas a escapar?- Le gritó Karnoalk acumulando energía. -

- De eso nada, sólo quiero un sitio más amplio para machacarte a conciencia. - Respondió su contrincante haciendo lo mismo. -

-¡Pues primero trata de parar esto si puedes!...- chilló el demonio atacando con una nube de golpes que Roy detuvo y devolvió con la misma intensidad. -



            La lucha era terrible, los rivales peleaban de igual a igual, grandes rayos de energía chocaban, ambos se movían a una velocidad enorme. Las justicieras no los podían seguir con la vista. El combate ciertamente estaba muy igualado pero el guerrero dorado fue el primero en demostrar síntomas de cansancio. Poco a poco, el demonio cobraba ventaja.



-¡Ja, ja, ja! ¿Ya te has cansado?- Inquirió Karnoalk con una mezcla de regocijo y sorna. -¡Qué desilusión! Esperaba algo mucho más interesante.



Roy concentró energía para darle un golpe definitivo pero su oponente se anticipó acometiéndole con varios puñetazos que lo derribaron. El muchacho cayó al suelo maltrecho y Karnoalk aterrizó, agotado también, pero con ventaja, pues acumuló una bola de energía dispuesto a rematar a su enemigo.



-¡Debemos ayudarle! - chilló Beruche que estaba a unas pocas decenas de metros presenciando la escena. -

-¡Si! - convinieron Petz y Cooan que  junto a Bertie avanzaron hacia el enemigo atacando con todas sus armas. –



 El demonio aun tenía fuerzas para desviar esos ataques y contra golpeó de forma débil pero suficiente como para lanzarlas a todas unos metros atrás. En cuanto se levantaron Cooan se percató de que Karaberasu estaba acurrucada en posición fetal, detrás de una columna y que tiritaba de pánico con la mirada vidriosa.



-¡Es Kalie!- les hizo ver  a sus hermanas. - ¡Está aterrorizada!, ¡debemos sacarla de ahí!

- ¡Este enemigo es demasiado poderoso! - exclamó Petz que tampoco perdía de vista la batalla -¡Oh no! , ¡Va a rematar a Roy!



El demonio se acercó tambaleándose  con una bola de energía contenida en sus manos, sonreía y aunque estaba extenuado, se preparó para descargar el golpe final. Todo ello entre una gran nube de polvo y cascotes que dificultó la visión de las chicas. Tanto que perdieron de vista a su hermana, de pronto Kalie no estaba allí.



-¡Muere solar! - Chilló el demonio en el instante que iba a lanzar su ataque contra Roy que estaba en el suelo indefenso. –



Pero entonces algo le paralizó…No podía apenas moverse, era como si luchase contra una sensación de llevar un enorme y pesado manto encima.



-¿Qué?- Se dijo Karnoalk sin comprender.- ¿Qué es esto?...

-El conjuro de protección de Tommy, bien hecho amigo.- Pensó Roy tratando de rehacerse.-



Sin embargo, el demonio era tan poderoso que esa especie de parálisis comenzaba a ceder.



-Admito que ha estado bien jugado. Por desgracia para ti, miserable, soy demasiado fuerte para estos simples trucos de magia barata.- Aulló Karnoalk.-



Y cuando ya se sonreía pensando en que iba a liberarse algo le sujetó de los brazos. Era el látigo de Karaberasu que se había sobrepuesto al miedo al presenciar lo que ocurría.



-¡No! – Exclamó ella.- Jamás te lo permitiré…

- ¿Quién se atreve? ¿Quién eres? - Inquirió Karnoalk sorprendido. -



            De inmediato se giró para ver a sólo metro y medio a esa mujer. Incluso a él le asombró la mirada que desprendían sus ojos, tanto odio y tanta rabia tenía la justiciera en ellos que se clavaban en él casi paralizándole. La fuerza de esa humana parecía haberse multiplicado. Eso unido a la otra extraña sensación de pesadez y parálisis le desconcertaron. El demonio quería soltarse y no podía.



-¡Pero no es posible!, ¿tú no estabas?....- Gritó atónito. -

-¡Ahora Roy!, ¡atácale! , no podré resistir mucho más. - Chilló Karaberasu aparentemente sin prestar atención a su enemigo pero no permitiendo que terminase la frase. -



            El guerrero dorado se recuperó lo suficiente como para descargar contra su adversario toda su energía acumulada. Por suerte pudo aprovechar la oportunidad que el conjuro de su amigo y la intervención de esa pobre chica, sobreponiéndose al miedo, le habían dado. Derribó a su enemigo dejándole muy malherido. Apenas un instante antes Karaberasu había soltado el agarre y rodado lejos de la explosión. La propia energía de ataque de Karnoalk le estalló encima al demonio cuando cayó perdiendo el equilibrio y agotadas sus fuerzas. Una vez pasada la onda de choque de la detonación todos se acercaron a él. Eso sí, blandiendo sus armas y en guardia, pese a todo no se fiaban. Pero el demonio estaba verdaderamente derrotado y apenas podía moverse.



- Me has vencido.... Solar - balbuceó éste reconociendo su derrota. - Es cierto... que llevas sangre de saiyajin. Aunque, de no haberte ayudado esa hembra... te habría derrotado igualmente a pesar de ello.



            Su interlocutor le miró perplejo. No comprendía a qué se estaba refiriendo su enemigo. Pero estaba claro que hacía alusión a lo mismo que trató de decirle Valnak.



-¿Qué significa eso de saiyajin? ¿A qué te refieres? - Le interrogó el atónito muchacho.-

- Tú no eres de este mundo...- pudo decir el demonio agonizante con un hilo de voz... - Tú...



            Roy intentaba entender esas palabras, debían ser muy importantes y también las chicas vigilaban a Karnoalk con sus armas, atentas a lo que escuchaban y prevenidas de que pudiera estar fingiendo para atacar de improviso, pero éste con la voz entrecortada intentaba terminar la frase.



- De nada te servirá...- sonreía malignamente a pesar de su grave estado. - Otros mucho más poderosos que yo vendrán y acabarán con vosotros, miserables humanos...



            Petz observaba a su enemigo furiosa, pero concentrada en él, no vio a su hermana Karaberasu hasta que ella le arrebató la jabalina y atravesó el pecho del demonio con ella. Todos incluido Roy se quedaron petrificados por la sorpresa, el horror y la incredulidad. La chica aullaba completamente fuera de sí.



-¡Cállate maldito bastardo y disfruta de esto! ¿No te gusta?, vamos, no te oigo. ¡Di que te gusta, dilo, dilo! - Repetía una y otra vez.-



 Como si de una compulsión se tratara, atravesaba a su odiado agresor con la jabalina sin parar, hasta que se cubrió de sangre. La misma Karaberasu estaba salpicada de ella pero no cesaba de traspasar frenéticamente lo que ya no era sino un despojo. El demonio estalló llenando aun más de sangre su cara, pero la muchacha parecía estar en una especie de trance. Se lamió la sangre que la salpicaba ante el paralizado asombro y horror de todos. Al fin sentenció, ahora con una voz pausada, llena de una extraña calma.



- Ya no podrá hacerle daño a nadie, nunca más.- Y nada más terminar de hablar se derrumbó en el suelo presa del agotamiento y con los nervios destrozados, rompiendo a llorar. -



            Todos seguían allí incapaces de moverse. Trataban de asimilar lo que habían visto. Finalmente la primera en reaccionar fue Petz que, con una voz dulce, ayudó a incorporarse a su hermana que ahora parecía un fardo. Las piernas no la sostenían, fue ayudada también por Roy que la levantó suavemente en brazos. Bertie y Cooan solo podía llorar entre atónitas y horrorizadas a la vista de tan dramático espectáculo.



- Vámonos a casa pequeña. Olvídate de esto y descansa.- Le susurró Petz compasivamente acariciando su cabeza. – Olvídalo ya…ya se terminó.



            Karaberasu asintió en tanto temblaba y lloraba en silencio. Roy verdaderamente atónito y compadecido de ella no dijo nada. La llevó en brazos a su casa seguido por el resto de las chicas que también seguían sin poder pronunciar palabra, impactadas por la impresionante escena. Y en ese momento en la Sede de la Secta, el Gran Sabio acarició su bola y se dijo con tono reflexivo.



- Se acerca la hora de la batalla final…Ha llegado el momento de jugar nuestra última baza…



            No obstante, alguien había estado escuchando entre las sombras. Una persona que se las había apañado para entrar en esa nueva sede de la Secta. Alguien que ya tenía práctica en deslizarse por allí sin ser advertida.  No era otra sino Paige, y la muchacha pudo escuchar la invocación que ese ser de pesadilla preparaba. Aquello le heló la sangre en las venas. Por fortuna, sabía que su vida dependía de permanecer en el más absoluto de los silencios y la mayor inmovilidad. Así lo hizo oyendo al Sabio sentenciar, una vez terminó.



-Siendo un demonio de tal nivel, mi invocación aun tardará en ser atendida. Ya no puedo ir más allá en los círculos infernales. Pero este gran señor de la oscuridad será mucho más poderoso que el mismísimo guerrero Solar.



            Y Paige pudo retroceder muy despacio, en tanto ese encapuchado se alejaba para dar algunas órdenes a los líderes de los sectarios. Tras unos minutos que se le hicieron interminables, luchando por sobreponerse al pánico, la joven pudo ganar la salida. Se aseguró de no haber sido vista y retornó a su casa. Nada más llegar, le aguardaba su hermana. April había estado cuidando de su sobrina. De hecho, esa misma tarde había ido a visitar a Paige y le contó su conversación con Tom. Su interlocutora le prometió ayudarla.



-Si deseo un futuro para mí y para mi pequeña Marla, tengo que salir de aquí. Pero jamás lo lograré si alguien no termina con esta maligna secta.- Le contó a su interlocutora.- Por eso, trataré de averiguar qué están tramando.

-Ten cuidado.- Le pidió su hermana.-

-No temas, sé como infiltrarme. Gracias a que algunos de esos idiotas hablan demasiado en la cama, y a que su lujuria no les permite esperar, he aprendido a colarme en su nueva sede por algunos pasillos y entradas secretas que tienen. Tú cuida de Marla. En cuanto pueda volveré y te contaré lo que haya oído.- Le aseguró.-.



            Y ahora se lo contó, temblando de miedo. La misma April se estremeció aterrorizada. ¡No podía creer que eso fuera cierto! Aunque supo que su hermana no mentía. Más cuando le apuntó algunos nombres que había escuchado decir al propio Sabio.



-Tengo que contarle esto a Tom lo antes posible.- Declaró.-



            De modo que, tras despedirse de su hermana y pedirle que tuviese mucho cuidado, regresó a la facultad…



            En Japón, entre tanto, las chicas se habían reunido a pasar la tarde. Los gatos estaban presentes a su vez. Luna charlaba algo aparte con Artemis. Éste escuchó lo sucedido aquella mañana…



-¿De veras?- Quiso saber.-

-Sí, estaba muy asustada.- Aseveró su interlocutora.- Dijo algo que no entendí. Luego trató de quitar importancia a todo eso. Pero la conozco desde hace mucho y creo que se avecinan problemas muy serios.



            No recibió réplica de su compañero. Al poco eran las chicas las que comenzaron a hablar y ambos felinos quisieron escuchar. Fue Ami la que comentó.



-Bertie me llamó esta mañana. Me pide encarecidamente que acudamos. Su hermana Kalie fue secuestrada por los sectarios. Han logrado rescatarla pero está mal, muy mal.

-¿Está herida?- Se inquietó Minako que lucía un semblante de visible temor.-

-Por fortuna no de gravedad.- Repuso su interlocutora.-

-Esto no puede demorarse más.- Terció Rei.- Tenemos que ir ¡ya!…

-Sí, estoy de acuerdo.- Intervino Makoto.- Aquí no parece que suceda nada. Tengo la impresión de los problemas son más graves donde ellas están.

-No conviene precipitarse.- Comentó Mamoru.-

-¿Después de lo que Bertie nos ha contado?- Se sorprendió Ami inquiriendo sin salir de su perplejidad. - ¿Te parece poco?

-Tú misma has dicho que Kalie está a salvo.- Le recordó su contertulio.- Así pues, tendremos que tomarnos un tiempo para trazar un plan.

-Con todos los respetos.- Intervino Minako.- Creo que ya hemos estado discutiendo bastante sobre esto y planificando lo suficiente…



            A todo esto Usagi escuchaba sin intervenir. Parecía no seguir la conversación con  demasiado interés, perdida en sus propias reflexiones. Pese a que Rei añadió, solidarizándose con sus compañeras.



-Primero fue Bertie, luego Tom, ahora Kalie. Estamos jugando demasiado a tentar la suerte. ¿No crees, Usagi?- Inquirió dirigiéndose ahora a su amiga.-



Sin embargo, ésta la miraba casi con expresión consternada. Y su réplica, con voz queda y apenas en un susurro, dejó atónitos a todos…



-Aún no se ha colmado el cáliz del dolor.



            Luna se quedó con la boca abierta. Entonces recordó. Y le susurró a Artemis ante la sorpresa de su camarada.



-Eso fue lo que dijo…no sé a qué se refiere.



            Por su parte, el resto de las muchachas se miraron sin comprender. Fue Makoto la que se atrevió a preguntar.



-¿Qué significa eso?...



            La aludida entonces suspiró, se levantó de la silla que ocupaba y tras pasearse un poco por la estancia en la que estaban, comentó con tono suave.



-Ami, Rei. Llamad a las chicas, decidles que iremos…las cinco…junto con Mamoru, Luna y Artemis.



            Eso alegró a todas… ¡Por fin! Habían empezado a pensar que aquel momento nunca llegaría.



-Gracias Usagi.- Sonrió Mercurio.- Enseguida llamo a Bertie, seguro que se alegrará.

-Sí, me alivia ver que al final te has dado cuenta.- Añadió Rei.-

-Más vale tarde que nunca.- Afirmó Minako guiñando un ojo.- Ahora todo irá bien…



            No obstante, su amiga solo esbozó una fugaz sonrisa. Aunque las otras no parecieron percatarse en demasía. De hecho Usagi no quiso hablar, pero ella había tenido otro sueño todavía más terrible que el de esa pobre muchacha siendo tan sádicamente ultrajada. Tan horroroso era que no quiso ni tan siquiera comentárselo a Mamoru. Fue una pesadilla que le había helado la sangre y llenado de tristeza y pavor. Pero que, lamentablemente, debería seguir siendo desconocido para el resto. Y lo peor de todo es que a buen seguro se haría realidad. Así pues, junto con los otros, se decidió a esperar el momento para tele transportarse, en cuanto lo convinieran con sus amigas.

 

                           anterior                                                      siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)