jueves, 3 de marzo de 2011

GWA 31. El audaz reto de Roy


Pasaron un par de días y afortunadamente Karaberasu pareció recuperarse también en el ánimo aunque continuaba muy apagada y reflexiva. La antaño ácida y provocadora chica ya no bromeaba ni pinchaba a Petz como antes era su costumbre y eso seguía preocupando a las demás, pero optaron por esperar. De seguro que lo que debió de pasar cuando fue capturada habría sido terrible y precisaría paciencia, cariño y sobre todo tiempo, para volver a ser la misma de siempre. Por otra parte, todos se afanaban en continuar con sus ocupaciones normales. Esa era la mejor forma de seguir adelante. Aunque tanto Cooan como Bertie intentaban seguir con sus actividades cotidianas, la menor de las hermanas se mantenía en el grupo de las Cheer- Leaders, tanto ella como April se habían ido acercando mucho en esos últimos días. Ya tras el ensayo esa joven se dirigió a ella. Y es que la segunda capitana del grupo deseaba sincerarse de una vez por todas. De modo que aguardó prudentemente a que el resto de las demás fueran terminando, y para evitar que su compañera se marchase a su vez, le susurró.



-¿Tienes un momento? Me gustaría poder hablar contigo a solas.

-Claro.- Asintió Cooan.-



            Lo cierto es que, con todos los acontecimientos que habían tenido lugar en los últimos días, ésta no tenía idea de qué podría querer April. Quizás fuera algo sencillamente relacionado con el equipo de las animadoras. Así pues, esperó y cuando la última de sus compañeras se marchó, la segunda al mando se aproximó a ella, declarando para romper el hielo.



-Estupendo Connie, eres la que está en mejor forma de todas nosotras.- Le comentó con tono amable.-

-Gracias,- sonrió esta sin darle importancia para alegar.- Es que he entrenado mucho últimamente.-

-Ya.- Musitó su compañera.-



            Y tras suspirar largamente, atrayendo la atención y extrañeza de su interlocutora, April la miró directamente a los ojos y sonrió, luego la acarició ligeramente en la mejilla.



-¡Oye, yo no...!-Pudo tartamudear una nerviosa Cooan.-

-No te preocupes, no se trata de eso.- Sonrió más ampliamente su compañera, confesando.- Mentiría si dijese que no me gustas. Eres una chica preciosa, Connie, de veras, y en otras circunstancias me encantaría que tú y yo, ya sabes…

-Es que yo no comparto esos gustos…- Se excusó la azorada muchacha.-

-Lo sé y además sales con un chico fantástico.- Afirmó April.- De verdad. No tengas reparo. No es eso de lo que quería hablarte, Connie.



            Ahora Cooan estaba realmente colorada, aunque tras unos momentos de embarazoso silencio, su contertulia enseguida agregó, apartando ese tema.



-Te estoy muy agradecida, a ti y a las demás.

-A… a mí, ¿por qué?- Inquirió su interlocutora, que fingió no tener ni idea de a lo que podría referirse April.- No te comprendo.

-Sí que lo haces.- Repuso esa chica, tomando la cadenita del colgante que Cooan llevaba y mirando aquella piedra roja, para añadir con tono reconocido.- Muchas gracias, Justiciera. Gracias por salvarme de esos monstruos. De veras. Dama del Fuego.



            La cara de su interlocutora fue lo bastante evidente como para que April sonriera ampliamente y la abrazase. Aunque tras separarse de aquello, Cooan quiso rebatir.



-Seguro que me has confundido con alguna otra.

-No merece la pena que lo niegues. Por lo menos conmigo. Y descuida, tu secreto y el de Bertie está a salvo. Es más, hablé con Tom el otro día.

-¿Con Tom?¿Le has contado algo?- Quiso saber una perpleja Cooan.-

-Nada que él no supiera ya.- Repuso April, ahora con un gesto más entristecido y preocupado para confesar.- Verás Connie, tengo una hermana mayor. Está en una situación muy complicada. Pertenece a esa secta que estáis combatiendo. Pero ella no es malvada, al contrario, quiso ayudar a la Dama del Trueno cuando la capturaron.

-¿Qué?- Exclamó su compañera que ya no se molestó en negar su identidad como justiciera, cuando preguntó con imperiosidad.- ¿Qué le hicieron a mi hermana?

-Estuvieron a punto de sacrificarla. Por suerte vosotras lo impedisteis. Mi hermana fue la encargada de lavarla y ponerle una túnica. Eso me contó.- Pudo responder su contertulia, deseando salir de aquella situación en la que se había metido.- Lo siento, no me dijo nada más.



            Era mentira, por supuesto que Paige le contó los terribles abusos a los que esa infeliz fue sometida. Pero no quería decirle eso a la pobre Connie, es más, era una de las cosas que había acordado con Tom cuando le dio a ese muchacho aquella información tan cruda. Lo que sí le comentó, con tinte conciliador fue..



-Mi hermana me informa de cualquier cosa que puede averiguar y yo llegué a un acuerdo con Tom, le contaré todo lo que ella me diga. Para ayudaros a combatir a esos canallas. Así podréis adelantaros a sus movimientos.

-¡Tom está en una silla de ruedas, April! Él no puede acudir a proteger a tu hermana.- Replicó Cooan con más severidad en el tono.- Debiste acudir a mí antes.

-Por eso estoy hablando contigo ahora.- Insistió su contertulia.-  

-¿Desde cuando hace que lo sabes? Que mi hermanas y yo somos las justicieras.- La interrogó Cooan.-

-Pues, días después de que me salvaseis. Cuando tú me ayudaste me fijé en tu collar.- Admitió la chica.-



            Aquel era un punto débil en su disfraz. Si deseaban seguir de incognito ese colgante con la piedra llamaba mucho la atención. Aunque era difícil que una persona a la que ellas salvasen las conociera después personalmente cuando estaban en sus identidades civiles. De todos modos, si había sucedido con April, podría volver a repetirse.



-No somos demasiado buenas en lo que a mantener el anonimato se refiere.- Suspiró Cooan tras esa reflexión. -

-Te aseguro que jamás le contaré a nadie quienes sois, te doy mi palabra. ¡Salvasteis mi vida! - Le repitió su compañera tomándola de las manos con tono de súplica.- Solamente te pido, por favor. Que protejáis a mi hermana y a su hija. Tiene un bebé. Y esos sectarios son capaces de cualquier cosa si descubren que os ha estado pasando información.

-No temas. Nos ocuparemos de eso.- Asintió Cooan, con recobrada tranquilidad.-

-Gracias Connie.- Sollozó April incapaz de contener las lágrimas.-



            Se dejó abrazar por su compañera y al poco las dos salieron de allí. Sin embargo, eran ajenas a que alguna de las otras chicas, con evidente curiosidad, habían estado espiando algunos momentos de su conversación.



-¿Lo ves, Serena?- Le comentó Brooke a su compañera cuando ambas se apartaron de la puerta, a la salida de Cooan y April.- Esas dos se entienden.



            Brooke había sido de las últimas en salir, escuchó ese susurro de la segunda capitana, cuando le pidió a Connie que se quedase. Desde luego, April estaba cada día más rara. Solía rehuir al resto a excepción de  a esa japonesa. Picada por la curiosidad, corrió a buscar a Serena que ya había salido y le comentó aquello.



-Bueno, podemos escuchar tras el recodo del pasillo. Allí hay mucho hueco y no nos verán.- Le propuso esta.-



            Y ambas lo hicieron, llegando justo cuando April estaba confesando que se sentía atraída por Connie.



-¡Le ha dicho que le gusta!- Susurró Brooke, agitando la mano y esbozando una sonrisita tonta.-

-¡Vaya bombazo!- Convino Serena, añadiendo con sorna.- Ya me imaginaba algo así de ella. Jamás la hemos visto salir con chicos. Aunque Connie sí que está saliendo con Tom.

-¿Con Rodney? ¿Ahora que está en una silla de ruedas?. Lo siento Serena, no me lo trago. Debe de ser una tapadera. Y sino, el pobre muchacho no sospechará siquiera lo que su novia hace con la segunda capitana del equipo de animadoras.

-Tenemos que decírselo a Mel.- Comentó su interlocutora.-



            Al menos, con sus propios chismorreos no pudieron escuchar nada más. Incluso llegaron a  asomarse un poco, sobre todo Brooke, y vio con claridad como April tomaba de ambas manos a Connie. Eso le pareció la prueba de que esas dos tenían una relación bastante evidente.



-¡Vamos, esto será algo digno de mencionarse!- Animó Brooke a su amiga.-



            Y las dos se fueron corriendo a contárselo a sus compañeras más allegadas. Por su parte Bertie había vuelto a disputar algunas partidas de ajedrez. No obstante la chica no estaba demasiado motivada, incluso llegando a perder alguna, dado que su mente no se centraba mucho en el juego. El propio Hank le preguntó con preocupación.



-¿Qué te sucede? Eres mucho mejor que esto.

-Tengo la cabeza en otras cosas.- Suspiró evasivamente ella.-



            Hank no era tonto, en la cafetería, el otro día, le pareció que Bertie y ese sinvergüenza de Malden habían tenido alguna discusión. Él enseguida se ofreció.



-Si quieres hablar de cualquier cosa, estaré encantado de escucharte.- Afirmó con tono lleno de interés, que se ocupó de intentar disimular, al añadir con aparente jovialidad.- Ahora que Sophie va a volver a disputar un torneo, no puedo dejar que la única persona de mi equipo capaz de venderla esté preocupada por otras cosas.



-Te lo agradezco.- Sonrió débilmente Bertie.- Pero no debes inquietarte, no pasa nada. Me centraré enseguida. Es que ahora tengo mucho que estudiar.

-Sí, claro.- Asintió el joven, dado que así era.-



Lo cierto es que los exámenes finales cada día estaban más cerca.  A buen seguro que esa muchacha estaría concentrada en ellos. El propio Hank estaba jugando menos ahora al ajedrez y pendiente de otras cosas.



-Me gustaría que ella dejase de lado a ese tipo. – Pensaba.-

           

            Y cada día que pasaba se obsesionaba más por eso. Bertie era de las pocas muchachas que charlaba con él de cualquier cosa, sin hacerlo para conseguir ayuda en alguna materia o sin burlarse de su condición de freak.



-Quizás tuviera alguna oportunidad.- Se decía con creciente optimismo.- Pero ese imbécil de Malden es el obstáculo.-



Por ello deseaba que aquel tipejo desapareciera. Aunque eso no sería fácil. Además, ahora parecía haberse centrado mucho. De hecho, las chicas y los muchachos asistían a sus clases ahora con seriedad y atención. Roy no gastaba bromas sino que prefería meditar acerca de los acontecimientos de esos últimos días. Estaba preocupado y cuando observaba a Tom también le daba la impresión de que estaba bastante reservado, parecía tener algo en mente de lo que aun no se sentía dispuesto a hablar.



-¿Qué tal, amigo?- Le saludó precisamente al término de una clase en la que ambos estaban solos, justo tras la salida.-

-Tenemos que hablar.- Le respondió éste entre serio y preocupado.-

-Tú dirás.- Dijo Roy.-

-Aquí no. Vayamos a nuestro cuarto.- Le pidió su amigo.-



            Este asintió, y los dos se dirigieron para allá. De camino vieron a Williams que, como de costumbre, les dedicó una mirada huidiza y pasó de largo.



-Ese tío está cada día más raro.- Valoró Roy, aunque su compañero nada comentó.- No sé qué le habré hecho.



            Y al fin, llegaron a la habitación, y fue entonces cuando su amigo le dijo con visible inquietud.



-Tenemos un problema muy grave.

-¿Y qué es lo que podría ir peor, Tom? - Preguntó éste con un gesto cansino, harto ya de todo eso y esperando sin duda escuchar que otro demonio había hecho acto de presencia. – ¿A cuál tengo que destruir ahora?



            Pero su amigo le replicó sin andarse por las ramas, aunque, en honor a la promesa que le hizo a April, omitiendo su fuente directa de información.



- Después de que me contaras lo que te dijo ese demonio en la batalla del otro día me puse a investigar. Mediante un conjuro especial he podido interceptar las conversaciones de la Secta y me he enterado de cosas. Parece que un tipo llamado el Gran Sabio, que es el jefe, está dispuesto a invocar a un demonio muy poderoso, y cuando digo que es alguien poderoso no me refiero a otro comandante más, sino a uno de los grandes jefes del Averno.

- Ya me he enfrentado antes a demonios muy fuertes - respondió Roy no dándole demasiada importancia - ¿Cómo puede ser éste?

- Mucho más fuerte que el último con el que te has enfrentado.- Le contestó Tom visiblemente preocupado. - ¿Qué tal se te dio?

- Fue muy duro - reconoció su compañero - creí que iba a terminar conmigo. Si no  hubiese sido por tu conjuro de protección y por la ayuda de Kalie ahora estaría muerto,- explicó aunque omitiendo el resto de los detalles a su amigo acerca de la penosa reacción de aquella desdichada chica. – Yo solo no habría podido con él.



            Su compañero se mesó la barbilla y parecía dudar en seguir hablando pero no había otro remedio, debía ser sincero y atreverse a continuar y así lo hizo.



- El demonio ese al que te refieres al parecer únicamente era uno de sus ayudantes.- Añadió bajando la cabeza apesadumbrado - y no se le puede comparar en poder.

-¿Qué podemos hacer? - Le inquirió Roy desasosegado al oír aquello -¡no podré vencer a un monstruo como ese!

- Hay una posibilidad,- repuso tímidamente su amigo. - He estudiado algunos libros de ocultismo últimamente como ya sabrás y he descubierto que podemos invocarle nosotros, antes de que lo haga ese Gran Sabio.

-¿Te has vuelto loco? - Exclamó su interlocutor observándole atónito por lo que oía. - ¿Para qué quieres invocarle?, ¿para que nos despedace a todos y ahorrarle así el trabajo al  mamón del Sabio ese?

- No, deja que te lo explique.- Le cortó Tom gesticulando con las manos - si el Gran Sabio lo invoca el demonio aparecerá y si te vence tendrá un tiempo en el cual podría hacer mucho daño en la Tierra, será libre para hacer lo que quiera aunque fuera por unas horas.

-¿Acaso no se quedaría aquí todo el tiempo que quisiera como Valnak?- Le inquirió Roy a su amigo.-



            Tom suspiró, trató de explicárselo a  su amigo, acorde a los libros que había leído y a lo que Anthony le contase hacía ya tiempo, movió la cabeza.



-Cuanto más poderoso y maligno es un ente, más precisa estar en el Averno. Perdería poder en la Tierra y precisaría muchísima energía para mantenerse aquí. Valnak no era tan fuerte.

-Y Sailor Moon y las otras podrían derrotarle.- Comentó Roy.-

-Puede que las guerreras lograsen terminar con él, pero pudiera ser que no.  Pero si le invoco yo, tendremos derecho a exigirle un juramento, aunque te venza deberá volver de inmediato al Infierno. Por lo menos durante algún tiempo, y ordenar a sus subordinados el no acatar ninguna otra invocación. ¿Comprendes, Roy? Habría tiempo al menos para preparar la defensa o evitar que usen esas malditas piedras. Y si conseguimos que no puedan utilizarlas cuando pase la alineación de planetas habrán fracasado.



-Pero no necesitan esas piedras.- Opuso su amigo.- Ahora que lo pienso, con invocar demonios tan poderosos podrían conquistar el mundo igualmente. Lo acabas de decir.



            Tom negó con la cabeza en tanto se movía con su silla y consultaba un par de libros. Entonces respondió.



-Ya te he dicho que tienen sus limitaciones. No pueden hacer eso aquí como les gustaría. Tienen esa limitación de su poder. No les sirve un único demonio, ni varios. No pueden hacer que éste ataque así como así. Es muy difícil de invocar. Además, merced a lo que he leído he aprendido que cuanto más poderosos son, más energía precisan para acceder a nuestra dimensión. Esas piedras son una especie de amplificadores que canalizan la energía permitiendo que se abra un pasillo.

-¿A lo Stargate?- Inquirió el atónito Roy recordando una película de las que vio hacía poco.-

-Es algo similar. Sí.- Admitió su compañero retomando sus explicaciones.- Lo que quieren es abrir un canal entre su mundo y el nuestro. El que te poseía a ti, Armagedón, era el único que, dentro de un cuerpo tan poderoso podría hacer algo similar. Y aun así, estaban tras las piedras. Si logran su objetivo, si lo consiguen. Entonces sí que sería el fin.  En ese caso no serían precisas esas ceremonias y cualquier ente por maligno y poderoso que fuera, podría transitar libremente a nuestra dimensión…incluida el propio Príncipe de las Tinieblas en persona…y recibir su poder directamente del Infierno.



            Eso hizo que a su contertulio se le helara el corazón. Ahora lo veía de otro modo. Aquella era una propuesta a tener en cuenta, si con su sacrificio Roy podía derrotarles definitivamente y salvar a todo el mundo. (Y por ende a las chicas). La cosa valdría la pena.



- Puede ser - admitió éste pensativo y recordando con más ánimo. - Si por lo menos las guerreras llegasen aquí a tiempo y luchasen de nuestro lado, podrían encontrar la guarida de esos bastardos y destruirlos a ellos y a esas malditas piedras.

- Entonces. ¿Te parece que lo hagamos? - Le preguntó Tom con mucha prevención, a lo que su interlocutor asintió, no había opción, se trataba de él o toda la gente inocente de la Tierra. - ¡Pues adelante!- exclamó más decididamente. - Ven conmigo, lo tengo todo preparado.

- Ya sabías que te iba a decir que sí. - Sonrió débilmente su compañero. - Me conoces bien.

- Esta idea me disgusta tanto como a ti, pero no hay otra solución,- musitó Tom mirándole cariacontecido. -

- Confío en ti, amigo. - Le animó Roy poniendo una mano sobre sus hombros para sentenciar. - E hice una promesa cuando Beruche estaba en coma. Moriré antes que permitir que esos bastardos dominen este planeta. Así que ¡adelante pues! No te preocupes, ya se me ocurrirá algo para salir de ésta como lo he hecho hasta ahora.



            Tom sonrió más aliviado. Su compañero sabía cómo devolverle la confianza y él haría cuanto estuviera en su mano por ayudarle. Pero no había ya tiempo que perder pues gracias a los datos que le suministró April, estaba al corriente de que ese Sabio no tardaría en invocar a su demonio. Debían tomarle la delantera, eso seguro que no lo esperaría. Guió entonces a su amigo hasta una sala vacía que él se había agenciado. Al entrar, Roy se dio cuenta de que en el suelo estaba dibujada una estrella de cinco puntas, con la punta hacia arriba. Recordó que había visto alguna en la secta pero su punta miraba hacia abajo.



- Oye Tom, te has colado con la estrella. - Le avisó algo preocupado. -

- No,- le explicó él - la punta hacia arriba es símbolo de protección, de magia blanca. La de ellos simboliza la oscuridad, la magia negra y demoniaca.

- ¡Ah vale! - Asintió Roy sorprendido - perdona, tú eres el que sabe de estos asuntos, sigue con la ceremonia.

- Antes de continuar debo advertirte algunas cosas.- Le dijo Tom con seriedad y tono pausado. -Este es un tema muy peligroso y se debe tener muchísimo cuidado al invocar a uno de estos seres. Poseen enormes poderes y no juegan limpio salvo que seamos capaces de imponerles nuestras condiciones. Así que, para empezar, no importa lo que ese demonio diga ni que te amenace. No podrá hacer nada, pues sólo le invocaremos en cuerpo astral. Pero, pase lo que pase, no salgas de la estrella pues entonces tendría influencia sobre ti. Recuerda, mientras estés dentro de ella estarás seguro. No hagas caso a nada de lo que te prometa, excepto cuando jure por el Averno o por su señor.

- Muy bien.- Convino Roy deseoso de terminar cuanto antes. - Vamos allá.



            Tom asintió y cuando ambos estuvieron bien colocados en el interior de la estrella comenzó a recitar unos conjuros en lenguas muertas. Espolvoreó la zona con una sustancia que provocó una intensa niebla. El ambiente se hizo más sofocante y dos ojos rojizos aparecieron entre aquella espesa neblina. Una voz gutural, poderosa y retumbante, resonó en la estancia y una enorme silueta se manifestó protestando...



-¿Quién se atreve a convocarme a este mundo miserable?...



            Aquella forma se hizo definida en un horrendo demonio con cabeza de toro y ojos rasgados. Tenía un cuerpo musculoso y dos alas negras a la espalda, con patas rematadas por pezuñas. Percatándose de la presencia de los humanos, clavó sus ojos sobre ellos irguiéndose hasta casi el techo de la habitación. Ambos se estremecieron de horror por su aspecto pero sobre todo por el poder que desprendía.



- Nosotros te hemos convocado - le repuso Tom tratando de dominar su miedo y añadiendo con severidad. – Como conductor de la invocación, te ordeno que nos digas tu nombre y situación.

- Soy Nagashel, el que niega a Dios. Señor de una parte del Infierno y Duque del Abismo Profundo. General de la Horda del Séptimo Círculo de los Infiernos. ¿Quién eres tú, miserable mortal, para atreverte a ordenarme nada?

- ¡Eh tú, cara de vaca! No te metas con mi amigo.- Le contestó Roy saliendo en defensa de Tom. –

- No te preocupes - le tranquilizó éste con voz átona. - No tiene otro remedio que responder.

-¿Quién eres tú? - Le inquirió el demonio fijándose en aquel otro humano.- No pareces un humano corriente.

- Soy el Solar que ha destruido a todos los estúpidos demonios que se han atrevido a asomar las narices por aquí, y ahora te va a tocar el turno a ti. - Repuso el aludido enfrentado esa terrible mirada con otra cargada de audacia y desafío. -

-¡Pobre ingenuo!- se burló el demonio. - No puedes ni imaginar hasta donde llega mi poder. Los demonios que tú hayas destruido y seguro que con dificultad, no son merecedores ni de besar el suelo por donde piso.

- Eso mismo me dijo el idiota de Karnoalk. - Sonrió Roy sin tomarle en serio o al menos aparentando no hacerlo. - Y ya le he enviado de vuelta al Infierno. Dime ¿tuvo un buen viaje de regreso?

-¡Karnoalk era uno de mis mejores servidores!- Espetó Nagashel entre incrédulo y furioso, añadiendo con fría crueldad. - Lo pagarás muy caro, miserable mortal.

- Entonces lo que tengo que decirte te interesará.- Respondió su interlocutor tratando de no amedrentarse. -

- Te escucho, ¡habla!- le ordenó el demonio que parecía impaciente. -

-¿Qué te parecería un combate singular entre tú y yo? - Le propuso su interlocutor. - Bajo la condición de que, aunque tú ganes, deberás volver al Infierno para siempre y no podrás retornar a la Tierra. Ni tú, ni ningún otro demonio.

- Tienes derecho a exigirme un pacto al invocarme,- convino el demonio que sin embargo matizó. - Pero no será definitivamente. El plazo deberás ganártelo, y dado que destruiste a mi siervo Karnoalk, proeza difícil para un mortal, seré generoso. Por cada cinco minutos que resistas contra mí, me quedaré en el Infierno un mes entero de tu tiempo. Y mis servidores tampoco podrán venir durante ese mismo plazo. ¿Estás de acuerdo con eso, humano?



            Roy parecía dudar y Tom no estaba demasiado convencido, pero Nagashel se impacientaba más e insistió añadiendo.



- No te daré más tiempo que ese. Y es una generosa oferta, no lo dudes.

-¿No podemos obligarle a más?- Preguntó Roy a su compañero con un susurro.-

- Me temo que no. - Repuso éste con voz queda. -



            El chico asintió despacio y declaró.



- Sí,  estoy conforme. Me parece razonable. Por cada cinco minutos un mes. Aunque espero poder vencerte.



            El demonio se sonrió soltando una maligna carcajada que helaba la sangre con sólo escucharla y replicó.



- Muy bien, acordado queda pues, mortales. Nos veremos en el combate.



Y exhibió unos terribles colmillos a modo de sonrisa lo que dejó petrificados de espanto a Roy y Tom. Éste último pese a todo reaccionó lo bastante como para rebatir con firmeza.



- No tan deprisa. Ese pacto no vale nada hasta que no lo jures.

-¡Ya lo hemos convenido! - Espetó el demonio visiblemente irritado. - ¿No te basta mi palabra?

-¡No! - respondió enérgicamente Tom sin dejarse engañar y exigiendo a renglón seguido. - ¡Júramelo por tu señor y amo y sabremos que es verdad! Para ti y tus subordinados. De lo contrario podréis conculcar el pacto cuando os parezca. Así que no nos tomes por estúpidos.



            El demonio sonrió de nuevo, esta vez contestó con un tono más calmado y reconoció la inteligencia de Tom.



- Eres astuto humano, y hábil, conoces bien las leyes del Averno. Tendrás lo que pides pues. Te lo juro en el nombre de mi señor Satanás.

-Para ti y tus subordinados…-Le recordó Tom.-

-Así sea pues, en el nombre de mi señor Satanás.- Reafirmó el demonio.-

-¿Seguro que cumplirás tu juramento? - Le preguntó Roy que desconfiaba todavía. -

- Sabes bien que estoy obligado a mantener mi palabra. - Respondió aquel ente verdaderamente irritado en esta ocasión. -  ¡Ahora dime donde y cuando!

- En un lugar apartado, un páramo cerca de aquí.- Discurrió su oponente que casi ni había pensado en eso. Pero por suerte pudo darle las indicaciones oportunas al demonio, aludiendo al lugar en donde él mismo se adiestraba. - Dentro de dos días, cuando amanezca. Mejor que sea a las nueve en punto, no me gusta madrugar tanto. - Sonrió el chico, rectificando su anterior declaración con sorna. - ¿Te viene bien?

- Tienes mucho sentido del humor.- Rió Nagashel atronando la estancia con sus terribles carcajadas. - Lo vas a necesitar. Muy bien, así sea. Aprovecha bien tus dos últimos días de vida.

- Una cosa más. - Le pidió Roy recordando algo de pronto que realmente era muy importante - debes jurar no atacar, ni hacer daño a nadie más que a mi. Y júralo por tu amo.

- En el nombre de mi amo y señor Satanás, te lo juro.- Repuso el demonio a desgana. - ¿Alguna cosa más o puedo irme? - Añadió con sarcasmo. -

- No, eso es todo,-  concluyó su interlocutor, pensando mientras si acaso se le olvidaba algo. -

- Eres un valiente, o un loco, no lo sé - declaró Nagashel. - Pero no tendré piedad ninguna de ti. Hasta pronto mortal. Nos veremos en el combate,- sentenció desapareciendo, no dejando tras de sí más que un olor insufrible de azufre. -



            Tom se aseguró de que ese ser de pesadilla se había marchado y cuando lo hizo le indicó a su amigo que ya podían salir de la estrella. Pero éste estaba clavado, en cuanto el demonio se desvaneció perdió el dominio de sí mismo y su semblante palideció.



-¡Tiene una fuerza inmensa!, jamás en mi vida había sentido nada igual, lo que me ha dicho es verdad. Los demás demonios comparados con él eran inofensivos. No podré vencerle, ni aunque me entrenase durante meses. ¡Y sólo tengo dos días! - Declaró con desasosiego. -

- Anímate, algo podremos hacer.- Le dijo animosamente su compañero. -

- Solamente una cosa. A las chicas ni una palabra de esto, no quiero que sufran más, al menos en estos días. ¿Me lo prometes, Tom? - Le pidió casi con desesperación. -

- Sí, te lo prometo.- Asintió él igualmente abatido que su amigo. -



            Y por esa tarde ya no hicieron nada más. Tampoco avisaron a las chicas puesto que los dos deseaban recluirse en sus meditaciones. Roy ahora luchaba por no arrepentirse y para que el miedo no le dominase. Y su amigo estuvo a su lado animándole sin palabras. Durmieron  poco y al día siguiente en clase las muchachas les comentaron que habían llamado a las guerreras, eso era un rayo de esperanza. Éstas, por su parte, confirmaron que llegarían en cuanto les fuera posible…



-¡Ojalá sea así! Y ellas cuiden bien de las chicas.- Pensaba el angustiado Roy.-



            En Japón, Ami no tardó en llamar a Bertie para darle una respuesta afirmativa. Tal y como la sailor pensaba su amiga se alegró mucho. Una vez se despidieron informó a sus compañeras guerreras.

           

-Ha llegado el momento pues.- Dijo Usagi aseverando para sorpresa de sus amigas. – Posiblemente me comportaré de un modo extraño. Pero debe ser así. Actuar con naturalidad delante de nuestras amigas. Dadles ánimos. Y sobre todo recordad, no sabemos más que lo que nos cuenten.



            Las otras se miraron sin comprender. ¿A qué se referiría con eso? ¿Portarse de un modo extraño?. Realmente llevaba tiempo haciendo o diciendo cosas que no eran propias de ella. Sin embargo, ninguna se atrevió a preguntarle por eso.



-¿Usaremos el sailor teleport?- Quiso saber Makoto.-

-Sí.- Afirmó su interlocutora.- En cuanto estemos listas partiremos…



Las demás asintieron y pudieron sonreír con alivio. Ya tenían ganas de ir a apoyar a sus amigas. Aunque tampoco entendieran bien eso último de hacerse las tontas. Seguramente era algo que solamente Usagi y Mamoru sabían. Desde luego esos dos eran cada día más enigmáticos e impenetrables. Pero no era momento de pensar en eso ahora.



-Mamoru ponte en el centro con Luna y Artemis.- Le pidió Rei.-



            El requerido así lo hizo junto a los felinos. Finalmente las muchachas estuvieron preparadas. Tras aguardar a la hora y lugar convenidos se tele transportaron. Sus amigas las aguardaban en un campo a las afueras de la ciudad. Fue Cooan la primera en señalarles a sus hermanas.



-¡Ahí están!



Y esta vez ciertamente que el equipo al completo estaba allí, Usagi, Rei, Makoto, Minako, y Ami, también los dos gatos, junto a Mamoru. Todos se abrazaron entre muestras de alegría.



-¡Bueno, ya estamos aquí! - Rio Usagi - como os prometimos.- Y muy gráficamente imitó los ademanes de un boxeador lanzando los puños. - Después de superar nuestra prueba me siento en plena forma. ¡A ver! ¿Dónde están esos demonios a los que hay que derrotar?

- Usagi, parece que no fueras consciente del peligro que debemos enfrentar,- la reprobó Ami moviendo la cabeza resignada. –



            Sin embargo, Mamoru le hizo un gesto y Mercurio comprendió, guardando silencio. Afortunadamente para ella, eso pasó desapercibido a sus amigas.



- No es cosa de broma. Son muy poderosos - asintió Cooan dándole la razón a su amiga - y malvados. Su crueldad es inmensa. No se detienen ante nada, debemos ir con muchísimo cuidado.

- Sí, es verdad - confirmó Petz. - Pero ahora que estáis aquí y lucharéis a nuestro lado tenemos más esperanzas.

- Y además contamos con Roy - sonrió Beruche creyendo desvelarles. -¡Él es el Guerrero Dorado y tiene un poder tremendo!

- Ya lo sabemos. - Le sonrió Ami.-



 Y ante la cara de asombro de la chica y sus hermanas, la guerrera de Mercurio les contó lo que sucediera durante la lucha contra Valnak.



-Entonces él… Hizo eso... ¿por mí?- Se sorprendió Bertie en tanto posaba una de sus manos sobre su pecho para remarcar eso.- ¡Se transformó por mi causa!…

-Te quiere tanto que al pensar que te había perdido sacó toda la fuerza que estaba oculta dentro de él.- Comentó Usagi sonriendo tiernamente a su amiga.- Tal es el poder del verdadero amor.



            Aquel fue un momento hermoso Beruche se emocionó al igual que sus hermanas. Aunque enseguida fue Petz la que comentó con inquietud.



-Y pese a ello, el último demonio al que se enfrentó casi le derrota. Era tremendamente fuerte.

-¿Son más poderosos todavía que un Daimon o un Devilster, o que una de vuestras droidas? - Inquirió Makoto a su amiga. -

- Muchísimo más…- reconoció la interpelada a su pesar. -

-¿Y más que el Fantasma de la Muerte o Faraón Noventa  o Neherenia? ¿Incluso la propia Galaxia? - Inquirió a su vez Minako con inquietud. -

- Bueno.- Respondió reflexivamente Ami haciendo un cálculo aproximado. – Basándome en estos últimos datos puede que por ahí estén. Pero los últimos, a tenor de vuestra descripción, bien podrían compararse con Galaxia y superar en poder a nuestros otros enemigos.

-Como ha dicho Petz. El último demonio al que Roy derrotó era muchísimo más fuerte que el que vosotras visteis. - Les informó Bertie con inquietud. – De no haber sido por mi hermana Karaberasu, habría perdido.

-¿Cómo?- Exclamó Rei mirándola incrédula. - Todavía no puedo creerlo. ¡Con el poder que le vimos desplegar a Roy y dices que habría perdido! ¿Cómo era ese demonio?...

- Espero que no más fuerte que nuestros últimos enemigos. Y esos nos dieron mucho trabajo. - Suspiró Usagi con un gotón de sudor en la cabeza y agitando la mano, haciendo ver que aquello no iba a ser precisamente un picnic -...

- Esto no es ningún juego.- Intervino Karaberasu con voz queda corroborando esa impresión –pensadlo bien, ni en la Luna Negra vi tanta crueldad…

- Se me hace muy difícil de creer que ni aun Roy lo tenga claro contra esos monstruos,- susurró Ami con patente inquietud. -

-¡Uy, uy, uy!,- musitó Usagi que empezaba dar la impresión de asustarse de veras ahora. - ¿Qué vamos a poder hacer nosotras entonces?



Miró a sus amigas como si tuvieran un secreto compartido que no pudieran revelar pero que supusiera un serio escollo, aunque ninguna de las otras dijo nada.



- La unión hace la fuerza, no desesperes, eres Guerrera Luna. - La animó entonces Mamoru. -  Además con ese tal Roy de nuestro lado seguro que podremos con ellos.

-Sí, y confiamos plenamente en vosotras. Siempre sabéis como salir con bien de cualquier situación.- Sentenció Cooan con el asentimiento de sus hermanas.-

- Debemos preparar una estrategia - intervino Luna. - Un plan de acción para el combate, que, por lo que he escuchado, no va a resultar ningún paseo.

- Además, está esa secta y sus acólitos ¿verdad? - Añadió Artemis sopesando toda la información que recordaba. – Son otra amenaza.

- De esos no hay que preocuparse demasiado. - Le contestó Cooan con más tranquilidad. - A ellos y a los demonios de poca graduación podremos vencerles sin problemas.

- Dejadnos eso a nosotros - terció Mamoru, -  así os aliviaremos. Luego, todos juntos lucharemos contra los demonios mayores.

- Quizás debamos llamar a las otras guerreras,- propuso Minako. - Son más poderosas que nosotras.

-¿Qué otras guerreras?- Preguntó Petz sin comprender. -¿Es que hay más?- Rei asintió a lo que su contertulia añadió con sorpresa. -¡Nosotras sólo os conocíamos a vosotras!

- Verás, en los últimos años cuatro nuevas guerreras han aparecido. - Intervino Makoto que les contó por encima a las hermanas lo sucedido desde ese tiempo. – Son las guerreras del espacio exterior, las llamamos las Outer.

-¿Las Outer?- Repitió Petz, comentando.- Creo que alguna vez oí ese nombre. Nuestro padre lo mencionó en ocasiones. Cuando partía a esas misiones diplomáticas. Si no recuerdo mal, eran las guerreras encargadas de la defensa del exterior del sistema solar. Las más próximas a Némesis.

-Pues yo no me acuerdo.- Comentó Bertie.-

-Es natural, eras muy pequeña todavía.- Intervino Kalie, conviniendo con su hermana mayor.- También a mí me es familiar. De hecho, cuando nuestro padre desapareció en misteriosas circunstancias en el espacio a bordo de una nave, se rumoreaba en la Corte que fueron ellas las que le eliminaron.

-Es no es cierto.- Rebatió Usagi, con bastante seriedad tratándose de ella.- Os aseguro que ellas no tuvieron nada que ver.



            Ella sabía que esas guerreras habían sido heridas al ser sorprendidas por el ataque de la Luna Negra, tuvieron que ser ingresadas hasta que se recobraron de sus heridas. Además, por aquel entonces solamente las sailors Urano y Neptuno estaban activas. Saturno, como sailor de la destrucción permanecía latente y Plutón, en su cometido de guardiana del tiempo, custodiaba la puerta de Cronos. De hecho, fue a través de ella que Chibiusa pudo viajar al pasado. Quizás esas reflexiones se translucieron en su rostro dando una equívoca impresión, dado que las hermanas se miraron entre sí con inquietud y Cooan afirmó con tono conciliador.



-No te preocupes. Ya suponemos que fue otra mentira más del Hombre Sabio. Seguramente esas chicas sean tan bondadosas y valientes como lo sois vosotras. Te ruego que, si puedes, contactes con ellas.

- Sí, las llamaré,  me ocuparé de avisarlas para que acudan lo antes posible. Si es que están libres por allí. – Contestó la guerrera de la Luna. -

           

            Todos los demás estuvieron de acuerdo. Los recién llegados se instalaron en pocas horas en un hotel y Usagi contactó con las otras. Al parecer estaban terminando algunas averiguaciones sobre el otro tema que preocupaba a las sailors. Acudirían aunque aún iban a tardar. Beruche entretanto  recibió una llamada de Roy y le informó que sus amigas habían venido al fin. A él le animó mucho saber esto. También le susurró algunas cosas al auricular que hicieron que la muchacha se sonrojase. Fue tan evidente que hasta sus hermanas la miraron perplejas.



-Cosas de Roy.- Sonrió ella, sintiéndose realmente azorada.-



Y lo curioso es que lejos de ser frases picantes o incluso soeces, eran de gran ternura y  afecto. La chica colgó deseando hablar con él en persona. Por su parte, Roy se lo dijo a Tom que había descubierto la guarida secreta de la secta al interceptar más conversaciones. O al menos eso le comentó a su amigo.



-Los datos que April me ha suministrado han sido decisivos.- Pensaba el muchacho. – A pesar de esas maledicencias sobre ella, la pobre muchacha solamente quiera ayudar.



            Y es que, un par de horas antes de aquello, y tras permanecer un buen rato junto con Roy animándole, Tom le comentó que debía salir a rehabilitación. Su amigo se ofreció a acompañarle, aunque él lo declinó cortésmente declarando.



-Las chicas tienen que estar preocupadas. No hemos hablado con ellas en horas. Sería buena idea que las llamases a ver qué cuentan. Si no me equivoco, sus amigas han debido de llegar ya.

-Tienes razón. Estarán pensando por qué no fuimos con ellas.- Asintió su contertulio. -Les diré que queríamos dejarles espacio para que hablasen de sus cosas.



            Y mientras su compañero se ocupaba de eso, Tom salió con rumbo a la zona en la que había quedado con April. Aunque de camino se cruzó con unas chicas del equipo de animadoras.



-Hola.- Las saludó cordialmente.- ¿Habéis visto a  April?- Quiso saber con total naturalidad.-



            Le extrañó las miradas que esas muchachas se dirigieron entre ellas, después le miraban a él, casi dando la impresión de tenerle lástima. Eso no le gustó demasiado, aunque al final, una de ellas, una tal Susy, que era muy amiga de Connie, se ofreció.



-Creo saber dónde está. Puedo acompañarte.

-Gracias.- Contestó él.-



            Las otras parecían ansiosas por irse, y no tardaron en hacerlo. Tom miró a la muchacha que estaba con él y le preguntó.



-¿Es por algo que he dicho?

-No, no que va.- Suspiró Susy mirándole consternada.-



            Aunque lo que sorprendió más al chico fue cuando la animadora le comentó.



-No te creas ni una sola palabra de lo que digan esas chismosas.

-¿Qué no me crea una palabra de qué?- Inquirió Tom con gesto desconcertado.-



            Su contertulia dudó unos instantes y entonces le pidió con tono considerado.



-Podemos ir hacia allí y te lo cuento, ¿te parece?



            Tom asintió y de camino la chica le dijo con tono envarado.



-Se rumorean muchas cosas sobre April, y una sobre todo, que he escuchado y que no creo. Dicen que ella, y Connie..

-¿Connie?- Exclamó él.- ¿Qué tiene que ver ella en esto?



            El gesto de Susy se tensó, su mirada daba a entender que se sentía muy incómoda pero, pese a ello, le dijo en voz baja al chico, agachándose casi hasta poder susurrarle al oído.



-Algunas chicas afirman haberla visto con April en los vestuarios, ya sabes, a solas. Y que April se le estaba insinuando.



            La reacción de su contertulio fue elocuente, movió la cabeza y sonrió con incredulidad. Entonces respondió con tono tranquilo.



-Estoy convencido de que eso no es cierto. Y si lo fuera, mi novia me lo hubiera dicho. Por otro lado, no sé lo que April pensará de eso, o si en efecto, sentirá algo por Connie. Pero yo no soy quien para juzgarla, ni en ese, ni en ningún otro aspecto. Cada cual vive su vida como mejor puede.



            Susy sonrió a su vez al oír aquello y comentó con sentida admiración.



-¡Eres un gran chico!, Connie tiene mucha suerte de tenerte, Tom.  

-Y yo a ella. Ahora, por favor. ¿Sabes dónde está April? Tengo que hablar con ella de algunas cosas más serias que de rumores infundados.- Insistió él dejando de lado aquel tema.-



            Su acompañante en efecto le respondió con tono lleno de respeto y  consideración.



-Estaba en el vestuario, sola. Llorando. No sé por qué. Quizás haya llegado a sus oídos todo esto.

-Llámala, por favor, yo no puedo entrar ahí.- Le pidió el joven.-



            Susy entró avisando con prevención a su compañera. En efecto, estaba ya cambiada pero se sentaba en un banco con la cabeza enterrada entre sus manos.



-April, es Tom Rodney, quiere hablar contigo.



            Como la chica no respondía, Susy, llena de pesar por ella añadió, posando una mano sobre el hombro derecho de esa infeliz.



-Es un buen chico, sabe lo que se rumorea, pero no le importa.

-Gracias.- Pudo responder su interlocutora al fin.- Ahora mismo voy…



            Y no tardó en levantarse y lavarse la cara, Susy decidió que ella estaba de más allí. Se marchó tras despedirse de Tom que aguardaba fuera. A los pocos segundos April salió con los ojos rojos todavía.



-No debes preocuparte de lo que digan de ti.- La animó su compañero. –

-Muchas gracias, pero no es eso lo que me atormenta. Soy como soy. Y ya no me avergüenzo de ello. Pero estoy muy asustada por todos nosotros. Si ellos triunfan no tendremos salvación.- Musitó la joven.-

-No lo harán, lo impediremos.- Afirmó resueltamente Tom.-

-Ya te dije que estaban pensado en invocar a un demonio terrible.- Le recordó ella.- ¿Qué podrían hacer Connie y las otras frente a él?

-Ellas no están solas.- Sonrió animosamente el chico, aunque no podía evitar translucir su tristeza.-

-Sé quienes son.- Le confesó su contertulia.- Ella y sus hermanas son esas luchadoras justicieras. ¡Y me salvaron! Eso es lo que le dije a Connie el otro día. Estábamos aquí solas…- Quiso explicarse.-



            Aunque Tom levantó una mano deteniéndola a media frase para afirmar.



-No tienes porqué justificarte. Cada uno es libre de tener sus preferencias. Lo único que espero es que no le contases a Connie lo de su hermana Kalie. La Dama del Trueno , matizó.

-No debes preocuparte por eso, jamás haría algo así.- Sentenció April.- Esa pobre chica se sacrificó para que otras como yo pudiéramos librarnos de esa terrible situación. Sin embargo, ahora, con el poder que esos locos van a invocar a la Tierra.

-Ya hemos hecho algo al respecto, no temas.- Quiso calmarla Tom. – Ahora únicamente necesitamos saber dónde está su nuevo cuartel general.

-Sí, de eso precisamente deseaba hablarte. Mi hermana pudo decirme su ubicación. Tras eso le pedí que huyera. Que se escondiera. – Comentó ahora con creciente desasosiego.- Aunque han pasado varias horas y no me ha llamado, tengo miedo de que la hayan descubierto y esos individuos no tienen compasión. Si averiguan que les ha delatado…-Sollozó llena de pánico.-

-Haré lo posible para que Connie, sus hermanas y otras amigas que vendrán a ayudarlas, se ocupen de proteger a tu hermana y a tu sobrina. Tienes mi palabra.- Declaró el joven.-



Aquello animó a April, la chica sintió renacer sus esperanzas. No tardó en poner al corriente a su compañero de todo lo que Paige le contase. Después se despidieron. Con estos nuevos datos que Tom les dio el grupo entero se reunió para preparar el ataque. Roy les dijo que él se iba a enfrentar a un demonio poderoso pero que no debían preocuparse. Más tarde quedó con Beruche. Le había dicho que tenía una sorpresa. Tom y Cooan también iban a salir juntos y concertaron ir los cuatro.



-¡Hola nena!- saludó  Roy a  su pareja con una  amplia sonrisa. - Vamos a la universidad, se celebra un concurso de canciones en el karaoke…

-¿Esa era la sorpresa? - Le preguntó Bertie inquisitivamente. -

- Así es, yo voy a participar, ¿te animas, Tom? - Le ofreció a su amigo. -

- No gracias - repuso él declinando la invitación aseverando con una débil sonrisa. - Seguro que tú vas a ganar.



            Y su compañero le agradeció el detalle. Aparte de que a Tom no le entraban demasiadas ganas de cantar. Pero sí que le acompañó al piano que sabía tocar muy bien. Era muy consciente de que su amigo iba a hacer eso con un propósito muy especial, como así fue. Roy participó con una canción de su cantante más admirado. Era muy romántica, demasiado para lo que él solía, incluso estaba teñida de tristeza.



Tuviste que acabar la conversación
siempre tuviste la última palabra
me vi atrapado en el amor y pisando la arena
tuviste que irte y arruinar todos nuestros planes
hiciste tus maletas y estás abandonando la casa

Cogiste un billete de ida y lo tienes todo listo para partir
pero aún nos queda un día más juntos asique...

ámame como si no hubiera mañana
tómame en tus brazos, dime lo que significa para ti
este es nuestro último adiós y muy pronto todo se 

acabara pero hoy tan solo ámame como si no existiera 

mañana 

supongo que iremos por caminos separados
yo no tengo todo ese camino por recorrer Dios sabe que 

aprendí a vivir como un hombre solo pero jamás me 

había sentido tan hundido en toda mi vida nacimos para 

ser unos fracasados asique supongo que hay un límite 

sobre lo lejos que podemos llegar pero tan solo nos 

queda un día más juntos así que...
ámame como si no hubiera mañana tómame en tus 

brazos, dime lo que significa para ti este es nuestro 

Último adiós y muy pronto todo se acabara pero hoy tan 

solo ámame como si no existiera mañana...

mañana...solo Dios sabe dónde estaré..
mañana quien sabe lo que me aguarda a mí , cualquier 

cosa puede pasar pero tan solo nos queda un día más 

juntos, si...
tan solo un día más para siempre...así que...

ámame como si no hubiera mañana
tómame en tus brazos, dime lo que significa para ti
éste es nuestro último adiós y muy pronto todo se 

acabara pero hoy tan solo ámame como si no existiera 

mañana...

así que...ámame como si no hubiera mañana
tómame en tus brazos, dime lo que significa para ti
éste es nuestro último adiós y muy pronto todo se 

acabara pero hoy tan solo ámame como si no existiera 

mañana.....




(Love me like there is no Tomorrow. Freddie Mercury, crédito al autor)



Todos se emocionaron, sorprendidos por ese cambio de estilo. Él se la dedicó a Bertie que incluso derramó alguna lagrimilla mientras sonreía. Los demás le felicitaron, incluidos Melanie y Malcolm que había asistido al recital.



-Desde luego, Malden. Debo reconocer que eres todo un artista.- Declaró el rudo jugador de fútbol americano.- Un poco más y me haces llorar hasta a mí.

-Gracias Roberts.- Sonrió su interlocutor dándole la mano.-

-Ha sido una canción muy hermosa. Se nota que quieres a Bertie de corazón.- Terció una emocionada Melanie afirmando con una sonrisa.- Me alegro por vosotros.



            Su amigo asintió, aunque a la jefa de animadoras le pareció percibir algo raro en él. Estaba triste, al menos así lo creyó. De todos modos no pudo pregúntale por eso. Ella y su novio se despidieron del chico. Los otros se acercaban.



-No sé, Malcolm. Algo no va bien…- le confió a su acompañante.-

-¿Lo dices por Malden? Yo le veo como de costumbre.- Repuso el muchacho encogiéndose de hombros.-

-Tiene esa clase de mirada. La misma que tenía cuando perdió a sus padres…- Musitó la jefa de animadoras observando ya de lejos a ese muchacho.- Y creo que, trata de ocultar algo…



Aunque ya no pudo verle más. Dobló una esquina junto con Roberts y los dos se perdieron por  otro corredor. Tenía otro problema que la inquietaba mucho. Su compañera estaba totalmente hundida. Melanie no fue ajena a esas murmuraciones insidiosas acerca de April y Connie. Estaba claro que eran totalmente infundadas. Bastaba con ver a su compañera animadora con Tom.



-Están totalmente enamorados. Puedo notarlo. Y si April lo está de Connie, seguro que sabe que es algo no correspondido.



            En esas reflexiones estaba cuando ella y Malcolm llegaron a la puerta de su habitación. Tocando tímidamente escuchó la voz de April que con un leve susurro tamizado por sollozos apenas sí pudo preguntar.



-¿Quién es?

-Soy yo… - Se anunció su compañera.-



            Y antes de entrar, le pidió a su novio quien la observaba con una mezcla de perplejidad y preocupación.



-April está muy mal, me necesita a su lado. No te importa. ¿Verdad?

-Claro que no.- Convino el chico.- Quédate con ella.

-Gracias.- Le sonrió su novia, besándole en los labios.-



            Al fin el muchacho se marchó y Melanie entró.



-Hola April.- Sonrió débilmente.-



            Su amiga parecía no tener valor para enfrentar su mirada a la de ella, sencillamente suspiró, musitando.



-Ya habrás escuchado todo lo que cuentan, de mí y de Connie.

-Y no me creo nada.- Sentenció su compañera con rotundidad.- Me basta con mirar a Connie cuando está junto a Tom.

-Es un chico magnífico.- Admitió April, añadiendo a modo de confesión.- Y yo tampoco estoy enamorada de ella. Yo, amo a otra persona…



            Había llegado ese momento de expresar lo que tanto la había torturado. Quizás no tuvieran ya mucho tiempo si esos monstruos triunfaban. April pensó que no deseaba morir sin ser sincera con esa joven que la observaba con una mezcla de pesar y curiosidad y comenzó a balbucir.



-Mel, yo…



Un rato antes, cuando la jefa de animadoras se despidió de él, Roy a su vez se la había quedado mirando, sospechaba que ella intuía algo.  Pero no pudo meditar mucho sobre eso, antes fue el organizador del concurso quien le abordó.



-Eres el campeón indiscutible, muchacho. Espero que te animes a repetir la semana que viene.

-¿Quién sabe?- Pudo responder él con voz queda.- Realmente me gustaría…si tuviera la oportunidad.



Tom estaba ahora a su lado, tras dejar el piano. Entonces, antes de que dijera nada, su amigo le susurró.



- Si yo no pudiera venir, te dejo encargado de cantar por mí. ¿Lo prometes?

- Pero Roy, no seas tonto, claro que volverás. – Le animó  a su compañero con más deseo de ello que visos de realidad. -

-¿Y por qué no habrías de poder venir? - Le preguntó Beruche según se aproximaba y forzando una sonrisa algo inquieta al captar esto último. -



            El interpelado le guiñó un ojo y le susurró al oído.



-¡Así Tom podrá cantar otra vez! , tonta, le hace falta un empujón para ser el de antes.



            Bertie sonrió, era una idea muy bonita, ella y Roy se despidieron de Cooan y Tom, porque éste último manifestó el deseo de pasar la velada con la muchacha. En realidad también deseaba que su compañero tuviera esa noche para dedicársela a la hermana de Cooan. Así que estos dos se marcharon, de camino Connie le comentó a su novio.



-Roy estaba muy raro. ¿Le pasa algo?

-No, es que, tienen algo muy importante que decirle a tu hermana, eso es todo.- Pudo responder él.-



            Y tratando de evitar que la chica siguiera con el tema, él le comentó.



-He hablado con tu amiga Susy y con April.



            Para asombro e indignación de Connie le refirió lo sucedido. La muchacha enseguida comentó.



-Es una buena chica. Es cierto que descubrió mi identidad como Justiciera, pero nos está muy agradecida. Y si es lesbiana o no, no es de la incumbencia de nadie.

-Así es. – Convino su novio que movía las ruedas de su silla en dirección a su cuarto cuando le comentó a Cooan. – Quizás sería mejor que descansásemos como es debido. Mañana será un día muy importante.



            Y la muchacha asintió. Le acompañó hasta su habitación y tras agacharse para darle un beso en los labios le deseó buenas noches. Tom entró con el único pensamiento que de veras le rondaba en la cabeza. El terrible destino que aguardaba a su compañero y amigo.



-Señor, protégele y dale fuerzas.- Fue capaz de implorar antes de tumbarse en su cama.-



Por su parte, Roy y Bertie se fueron también caminando juntos con los brazos entrelazados por las cinturas. Salieron de la facultad para pasear bajo una tranquila y estrellada noche. El muchacho miraba al cielo y suspiraba. Beruche, que pasó a ir agarrada a uno de sus brazos, le dijo con dulzura en tanto su largo pelo platino, ahora suelto, ondulaba a la brisa nocturna.



-¿En qué piensas? Te noto muy serio esta noche.

- Tanta lucha, tantas batallas. Deseo que se terminen ya y que podamos vivir tranquilos y felices.- Replicó él con voz reflexiva. -

- Vencerás a ese demonio y si Dios quiere se acabará al fin.- Le animó ella. -

- Eso espero.- Deseó Roy que entonces la miró a los ojos, tenía una expresión que sorprendió a Beruche, de súplica de un algo indescriptible que le era muy familiar pero que no podía ubicar en sus recuerdos. - Por favor Bertie, ven conmigo esta noche. Tengo muchas cosas que decirte. - Le pidió él. –

-¿Cómo las que me dijiste por teléfono?- Se sonrió la joven, añadiendo casi con voz pícara.- Mis hermanas se pensaron que debían de ser cosas poco apropiadas para mis castos oídos. ¡ji, ji, ji!

-Tus hermanas son maravillosas y muy listas. Pero tú eres todo lo que yo quiero tener a mi lado. Sobre todo esta noche.- Remachó él acariciando las mejillas su interlocutora.-



            La muchacha le devolvió la mirada sorprendida. Alguna vez había pensado que Roy le pediría algo así, ella dudaba en si estaba o no preparada, pero al ver su cara aceptó. Él la llevó a su apartamento. La entró en brazos y ambos comenzaron a besarse. El chico aspiró el aroma de sus cabellos y la besó en el cuello y en  los labios con suavidad. Quería perderse en esas caricias que la joven a su vez le prodigaba, como si no existiera realmente el mañana. A su vez Beruche se estaba quitando la ropa y el muchacho también empezaba a desnudarse pero no fue capaz de seguir. Un sentimiento de angustia le embargaba no sólo por su próximo enfrentamiento con el demonio. Había algo más que le era imposible comprender. Como si lo llevase dentro de sí, en lo más recóndito de su alma. Una especie de flash le recorrió la mente. Esa mirada triste, unos ojos azules profundos como los de ella le miraban así. Con el sentimiento de que jamás le volverían a ver. Se quedó paralizado, con expresión demudada. Y al advertir ese comportamiento tan raro ella le dedicó una mirada de extrañeza.



-¿Acaso no lo estoy haciendo bien? - Le preguntó la joven con preocupación. - ¿Qué te pasa, Roy? Te encuentro muy extraño esta noche. Como si estuvieras muy lejos.

- No, - sonrió él confesándole sin trabas. - Es que te quiero como jamás quise a nadie y no deseo que ocurra de esta manera, no contigo.

-¿Quieres que me vaya? - Le preguntó su pareja conmovida y afectada, desde luego que al chico le ocurría algo.- ¿Pero qué te sucede?

- No, quédate por favor, duerme conmigo esta noche. Necesito sentirte a mi lado.- Repuso algo embargado por la emoción.- Solo sé que quiero estar contigo.

           

            Bertie se acercó a él acariciándole la mejilla y ambos se besaron largamente, después tumbaron en la cama. Ella se acurrucó junto al pecho de Roy y le musitó al oído.



-¿Recuerdas? Es igual a cuando estuvimos en el foso.

- Sí, y si te digo la verdad, yo entonces ya  habría podido sacarte. Era capaz de volar, pero deseaba estar contigo. Ya me había enamorado de ti. Lo siento…lamento que tuvieras que soportar esa noche, con ese esguince, allí metida por mi culpa. Fui un egoísta entonces.

- Yo no.- Sonrió ella.- Me alegro mucho de que pasáramos esa noche juntos. Creo que fue entonces cuando me enamoré yo de ti.- Confesó Beruche a su vez. - Pero me atrajiste desde antes. Aunque no quise reconocerlo, ni a mí misma, ¡eras tan tonto a veces!, ji, ji, ji - Sonrió con esa fresca musicalidad, mezcla de candidez y picardía que tanto le gustaba a él. -

- Yo creo que me di cuenta de lo que realmente sentía cuando jugamos en la nieve. – Suspiró el muchacho dejando que la cabeza de ella reposara sobre su pecho, en tanto afirmaba. – Jamás vi una chica más bonita. Quizás solo en mis sueños. Cuando de niño soñaba con hadas y con hermosas princesas. Sobre todo con una…

-¿Con Kelly?- Quiso adivinar su interlocutora.-

-No, fue mucho antes de conocer a Kelly.- Confesó él que ahora paradójicamente recordaba cosas de su niñez.- Era una chica tan bella y tan dulce...ojos intensamente azules y con un cabello largo y del mismo color que el tuyo. De pequeño la veía con claridad, con un hermoso vestido blanco. Luego la olvidé…al menos hasta conocerte. No recuerdo su nombre, pero para mí era la reina de las Nieves, la Dama del Invierno.- Suspiró.-

-En eso desde luego se parecía a mí.- Afirmó la joven.-

-Sí. Aunque no recuerdo soñar con que me echase broncas.- Sonrió ahora él.-



            Bertie sonrió por la ocurrencia y retrepando un poco sobre el pecho del chico le obsequió con un beso, él se lo devolvió. Pasaron a dedicarse algunos más apasionados. Incluso a caricias y juegos previos a hacer el amor. Sin embargo, Roy no era capaz de pasar de ese punto. Aquella jamás le había sucedido. Ante la expresión de sorpresa de la chica él solo pudo declarar.



-Eres lo más importante de mi vida. Nunca he querido a nadie así. Ni siquiera a Kelly, ni siquiera a mis padres. Que Dios me perdone al decir esto… Pero eres tan maravillosa, cubito. Muchas veces pienso que te mereces a alguien mucho mejor que a un tonto como yo. Y si…, y si algo malo ocurriera…



            La muchacha le tapó los labios con una mano, no quería oír aquello. Desde luego Roy estaba raro. Quizás preocupado. Aunque no deseaba echar a perder esa velada con preguntas. La chica se limitó a darle un cálido beso y decir con tinte jovial.



-Hubo un tiempo en el que creía que el amor era un sentimiento inútil. Y cuando mi hermana y las guerreras me convencieron de querer vivir llegue a preguntarme si yo podría sentir alguna vez esa clase de amor. Ahora veo que sí y que es el más poderoso de todos. Y no puede haber nadie mejor que tú para mí…



El joven sonrió agradecido, decidió dejar de lado sus temores. Así hablaron un rato más recordando todos los momentos que habían compartido, al fin les venció el sueño y se durmieron abrazados. Roy soñó, pero esta vez no fue con algo agradable. Se vio envuelto en un ruido de entrechocar de aceros y gritos de hombres, aullidos de bestias y explosiones de rayos de energía. Él mismo estaba luchando, no podía verse bien, pero se sentía distinto y sabía que en aquella batalla estaba condenado a perder de forma dramática. Una figura de negra armadura le gritó algo que no pudo entender y le atacó y sólo vio desde una perspectiva aérea su propio cuerpo tendido entre un mar de cadáveres y estandartes rotos. Sobresaltado, despertó antes del amanecer. Se calmó al levantarse, el sueño se evaporó de su memoria. Desde la terraza del piso tenía una maravillosa vista del puente de Brooklyn. La mañana estaba fresca y lucía limpia de nubes. En su cadena de música puso un CD de Queen, su grupo favorito, y de éste su canción preferida, “Who wants to Live Forever".



No hay tiempo para nosotros. 
No hay lugar para nosotros. 
¿Qué es esto que construye nuestros sueños, 
Y aún se escapa de nosotros? 

¿Quién quiere vivir para siempre? 
¿Quién quiere vivir para siempre? 

No hay oportunidad para nosotros. 
Todo está decidido para nosotros. 
Este mundo tiene sólo un dulce momento separado para nosotros. 

¿Quién quiere vivir para siempre? 
¿Quién quiere vivir para siempre? 
¿Quién se atreve a vivir para siempre, 
¿Cuando el amor debe morir? 

Pero, toca mis lágrimas con tus labios. 
Toca mi mundo con las puntas de tus dedos. 
Y podemos tenerlo para siempre. 
Y podemos amar siempre. 
Para siempre es nuestro presente. 

¿Quién quiere vivir para siempre? 
¿Quién quiere vivir para siempre? 
Para siempre es nuestro presente. 
De todos modos, ¿quién espera para siempre?




(Who wants to live forever? QUEEN. Crédito al autor)



Roy escuchaba aquella melodía, cantando a veces con voz queda,  y sentía profundamente que la letra de aquella canción se haría realidad para él. Lloraba sin poderlo evitar tiñendo su voz de angustia y pesar. Secándose las lágrimas enseguida para que Bertie no se percatase en tanto la dedicaba una mirada llena de amor y de renuncia. Entonces ella se despertó, sorprendida al principio de estar allí, pero enseguida se acordó de lo sucedido en la noche pasada y se levantó sin decir nada abrazándose a él por detrás. El muchacho se desligó suavemente y  pasó uno de sus brazos por los hombros de ella para preservarla del relente matinal susurrándola con nostalgia.



- Amanecerá y vendrá un nuevo día. Eso me llena de melancolía, de sucesos que no puedo recordar, es una sensación que no soy capaz de explicar. Me parece haberlo vivido en otro momento, otro tiempo y lugar lejano, pero sé que lo viví contigo, de eso estoy convencido.

- Yo también siento lo mismo - musitó ella afirmando con resolución. - Y sé que  lo descubriremos, estoy segura.

- Tendremos toda la vida para hacerlo. – Se atrevió a decir con la voz trémula para declararse. - Bertie, cuando todo esto termine quiero hacerte mi mujer, si es que me aceptas.- Le sonrió afectuosamente Roy acariciándole la barbilla con suavidad. – Quiero estar contigo para siempre.



            La chica se quedó sorprendida y emocionada, los ojos le brillaban de alegría contenida haciéndole aguas y deseando llorar de felicidad. No sabía que decir, o sí que lo sabía, desde siempre… Se abrazó al muchacho, luego le miró sonriente y asintió. Finalmente pudo responder.



- Pero antes debemos acabar la carrera, entonces aceptaré. - Puso como única condición. -

-Te lo prometo, me graduaré contigo y después nos casaremos. Estaremos juntos hasta el fin. - Convino Roy devolviéndole una sonrisa plena de alegría.- Hasta el fin de todo.- Musitó.-



A él por lo menos le bastaría esa hermosa e imposible promesa. Tendría algo que siempre podría llevar consigo a donde quiera que fuese después de ese día. Beruche se abrazó a él con fuerza. Roy se mantuvo risueño en tanto ella le miraba, mas cuando dejo de hacerlo, su expresión cambió. Su rostro reflejaba gran tristeza. Contemplaba a la muchacha que amaba, se deleitó acariciando su pelo y la abrazó con fuerza, besándola en la frente. No quería que el tiempo transcurriera. Sabía que cuando la soltase nunca podría volver a tenerla a su lado y lo más duro para él sería perderla. El sol salía ya por el este del horizonte y les comenzó a calentar, bañándoles de forma lenta y progresiva con su luz. Ambos contemplaron el nacimiento de aquella hermosa mañana que parecía significar el comienzo de algo nuevo y a la vez familiar para los dos. A los acordes de aquella canción. Pero todo estaba ya trazado. Bertie debía ir con las chicas para ultimar los detalles del plan y Roy tendría que afrontar a solas su terrible destino.

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