Todos estaban reunidos en un parque de las afueras,
en la zona oeste de la ciudad. Quedaron allí a petición de las cuatro hermanas
que deseaban intercambiaban opiniones
con sus amigas sobre los pasos a seguir, pero las guerreras parecían remisas a
hablar. Solamente Mamoru se dirigió a Petz haciendo un aparte con ella.
- El poder de Usagi desde que consiguió el Grial y
evolucionó a la fase Eterna es mucho mayor que cuando luchaba contra vosotras.
Las otras también han mejorado mucho y han llegado a ser súper guerreras
eternas. Además, si habéis destruido a ese Gran Sabio, los pocos sectarios que
queden estarán desorientados. Pero, aun así, no podemos bajar la guardia. Ni
siquiera un sólo instante. Nosotros debemos marcharnos, han surgido ciertas
dificultades. Pero no os preocupéis, entrenaremos y volveremos si llega el
momento de la batalla. Espero que tus hermanas y tú estéis bien. Entiendo que
es una situación muy dura.- Suspiró consternado.-
Petz
asintió en actitud reflexiva conviniendo acto seguido.
- Sí, no te preocupes por nosotras. Sabremos salir
adelante. Además, debemos hacer lo posible por defender este bello planeta.
Estamos en deuda con él, nos acogió pese a que en el pasado tratásemos por
todos los medios de destruirlo. Y eso jamás lo podremos olvidar. Gracias por
todo. Quedad tranquilos y atended a vuestras propias preocupaciones.
Mamoru
sonrió y se alejó. Entre tanto las otras intercambiaban unas palabras. Minako y
Makoto se interesaban por Karaberasu.
-¿Estás mejor?- Quería saber la guerrera de Venus
tomando a su amiga afectuosamente de una mano.-
-Sí, gracias. – Suspiró Kalie.- Necesito que el
tiempo pase, eso es todo. Ahora tenemos también muchas cosas de las que
ocuparnos. Y quiero ser parte de la solución, no del problema.
-Eres una mujer realmente admirable.- Afirmó
Makoto.- Como el resto de tus hermanas.
-Gracias a que hemos tratado de seguir vuestro
ejemplo.- Sonrió débilmente su interlocutora.-
-Estamos muy orgullosas e impresionadas. Lucháis con
muchísimo tesón y habéis dado una lección de entrega y sacrificio.- La felicitó
Minako, suspirando con pesar.- ¡Ojalá hubiese podido estar aquí, contigo...-Fue
capaz de musitar antes de sollozar.-
Karaberasu
se abrazó a ella, sin poder evitar llorar a su vez ante la entristecida mirada
de Makoto que tuvo a su vez que enjugarse algunas lágrimas. Tanto ella como sus
compañeras se sentían frustradas e impotentes por aquellas terribles secuelas
que su amiga tendría para toda la vida. Sin mencionar la trágica muerte de Roy
o la parálisis de Tom. Esa guerra estaba costándoles muchas bajas, demasiadas.
Y desgraciadamente no se había terminado. Pese a que ese Sabio hubiera sido
destruido a buen seguro quedarían más enemigos ocultos en las sombras. Entre
tanto, Ami intentaba animar a Beruche, con su mejor tono de afecto.
-Eres una mujer muy valiente y Roy estará muy feliz viéndote
desde ahí arriba. -Le dijo tomando ambas manos de su amiga entre las suyas.-
-Eso quiero creer, Ami.- Musitó apagadamente su
interlocutora.- Aunque me siento muy vacía. Para mí es como si todo hubiese
perdido el sentido. - Le confesó con amargura.-
-Imagino lo duro que es, pero no debes renunciar a
la esperanza.- Respondió su contertulia.- Y sobre todo, habiendo inocentes que
pueden sufrir. Hazlo por ellos, y por tus hermanas. Más que nunca debéis estar
unidas y apoyaros.
-Es fácil de decir.- Suspiró la joven, totalmente
desalentada.-
Ami
la observó llena de pesar, aunque se forzó a animar su semblante y entonces le
comentó.
-Creo que nunca te lo he contado. Pero antes de enfrentarnos
a vosotras tuvimos otras batallas.
-Me hablaste de un par de extraterrestres que
vinieron en una especie de árbol.- Recordó Bertie, quien agregó haciendo un
esfuerzo en su memoria.- Y también de ese reino de la Oscuridad. Luchasteis
contra una reina…no me acuerdo como se llamaba…
-Era la reina Metalia, pero no te conté como fue
nuestra última batalla contra ella.- Replicó Ami, quien entonces le explicó.-
Tuvimos que ir al polo norte, su base estaba allí, y unas cuantas de sus
mejores guerreras nos salieron al paso. Fuimos cayendo una por una. Primero fue
Makoto, después me tocó el turno a mí. Me quedé atrás para acabar con la fuente
de poder de una de ellas que producía alucinaciones. Luego sé lo que mis amigas
me contaron. La siguiente en morir fue Minako, y finalmente Rei, protegiendo a
Usagi hasta el final. Ella luchó contra esa maligna reina Beryl transformada en
Metalia y, a cambio de su vida logró purificar la Tierra entera.
-Entonces no lo comprendo.- Pudo replicar Bertie
observándola con asombro.- ¿Cómo es que estáis vivas?
-El Cristal de Plata obró el prodigio de purificarlo
todo y hacernos retornar.- Le sonrió su amiga.- Y puedo asegurarte que ninguna
sabíamos que eso pasaría. Es más, las cosas se pusieron tan mal que por un
momento perdimos la esperanza, incluso Usagi. Pero tras la noche más oscura el
sol siempre vuelve a salir. Nunca lo olvides, Bertie.
-¿Estás insinuando que Roy podrían volver a vivir?-
Le inquirió entre aguda y sarcásticamente.-
-No puedo decirte eso, en conciencia no lo sé, y lo
veo muy difícil.- Suspiró su amiga, alegando pese a todo.- Aunque tengo la
impresión de que él siempre estará contigo, lo mismo que nosotras estuvimos
junto a Usagi en su última batalla.
Su
contertulia guardó un reflexivo silencio y quizás comprendió. Sonrió débilmente
y declaró.
-Gracias Ami-chan, sé que intentas levantarme el
ánimo. Pero no te preocupes. Le hice una promesa a Roy y la mantendré. Nunca me
daré por vencida. Lucharé contra esos monstruos y haré cuanto esté en mis manos
para destruirles.
Su
interlocutora asintió, aunque no deseaba únicamente eso. Quería que su amiga
recuperase la alegría de vivir que tanto le costó obtener. Sin embargo, tendría
que darle tiempo para que fuese recobrándose poco a poco de aquel mazazo tan terrible.
-Sé que lo harás. Y no dejes de practicar al
ajedrez.- Le comentó con afecto la guerrera de Mercurio.-
Por
su parte, Rei charlaba con Cooan, la sacerdotisa le daba algunos consejos en
materia de actuaciones contra lo sobrenatural.
-Tienes que agudizar tus percepciones. Esos demonios
han sufrido un duro revés con la destrucción del Sabio, pero a buen seguro que
no se quedarán quietos por mucho tiempo. Te he dado cuantos amuletos había traído.
Aun así, puede que no te resulten suficientes. Intenta hacerte con cuantos más objetos
bendecidos, puedas.
-Sí, lo haré.- Le aseguró Cooan.- Gracias por todo
lo que me has enseñado. Intentaré ser digna de ti.
-Ya eres digna de ti misma, que es lo principal.-
Sonrió Rei, sujetándola cariñosamente por los hombros para afirmar.- Y sobre
todo, lo más importante es que cuides de tus hermanas y hagas de nexo de unión entre
ellas. Anímalas a seguir adelante, te necesitan ahora igual que te necesitaban
cuando tuvieron que cambiar.
-Haré todo cuanto pueda. Pero me preocupan mucho
Kalie y Bertie.- Le confesó su interlocutora.-
-Ambas necesitan tiempo para superar lo que les ha
ocurrido. Y van a precisar de todo el amor y la comprensión que Petz y tú
podáis darles.- Aseveró la sacerdotisa.- Y estoy convencida de que nadie mejor
que tú, que aprendiste lo que significaba el amor verdadero, para ayudarlas a
recobrar la esperanza.
-Gracias por tus palabras, querida amiga.- Sonrió
Cooan dándole un sentido abrazo.-
Entre tanto Mamoru se acercó a Usagi y le comentó
con tono discreto.
-Ya podemos irnos.
-Muy bien.- Asintió ésta.-
Y llamó a sus compañeras guerreras con un ademán. Éstas,
tras despedirse de sus amigas, la siguieron. Las otras tres se quedaron
visiblemente sorprendidas pero antes de irse definitivamente, Usagi les
comentó.
- Tenemos que irnos. Hablad con vuestra hermana
Petz, ella os lo explicará. Mucha suerte y ánimo, chicas.- Concluyó con una
sonrisa. -
Después
las guerreras desaparecieron llevando a Mamoru con su sailor teleport. Tras
verlas partir todas las hermanas se giraron hacia la mencionada. Ésta les habló
transmitiéndoles las palabras de Tuxedo y fue Karaberasu la que tomó la palabra
con gesto serio.
- No sé, pero hay algo que no me deja estar
tranquila, es un presentimiento.
-¿De qué se trata? - Le preguntó su hermana mayor. -
No creo que debamos preocuparnos mucho por un grupo de adoradores, sólo son
humanos normales.
- Y ahora estarán desorganizados, es el momento de
terminar con lo que quede de esa maldita secta. – Agregó Cooan. –
- Sí, ahora tenemos la iniciativa. Por una vez no
seremos el blanco de sus ataques, lo serán ellos de los nuestros – Convino
Beruche -
- Es que, veréis. Tengo la sensación de que el Gran
Sabio no ha sido destruido.- Le confesó Kalie no sin prevención. –
- Eso no puede ser, tú misma lo viste y participaste
en eliminarlo. Le hicimos pedazos y luego le sepultamos entre los escombros,-
declaró Petz de modo tajante, casi pareciendo
ofendida por semejante afirmación. -
- Puede que tengas razón y esté un poco paranoica,
déjalo.- Le pidió su hermana que se alejó pensativa. Dado que en esta ocasión
no le apetecía discutir. -
Solamente
Cooan se quedó pensativa, observando a Kalie y deseando con todas sus fuerzas
que se equivocase. Aunque desde hacía algún tiempo su hermana daba la impresión
de estar dotada de un sexto sentido en lo que a sus enemigos respectaba.
-¡Ojalá sea únicamente debido a su estado de ánimo! -
Quiso pensar. -
Pero desgraciadamente para Cooan y el
resto de las chicas, los presentimientos de Karaberasu no eran erróneos. En una
nueva sede, un regenerado Gran Sabio adoctrinaba a sus fanáticos acólitos.
- Leales siervos del Maestro, el caos y la confusión
deben reinar por toda la ciudad, aseguraos de que así suceda. De esta manera distraeremos
a las justicieras y prepararemos el terreno para la gran venida de nuestro
Señor.- Y agregó señalando con una de sus flácidas mangas a uno de los acólitos
más cercanos envuelto en otro capuchón de color gris que velaba sus rasgos. - Fantoui ¡te dejo al cargo de dirigir los
ataques contra la ciudad!
- Es un honor. No te decepcionaré, señor.- Le
agradeció éste con una reverencia de su caperuza. -
- Eso espero, por tu bien.- Repuso secamente el
Sabio que desapareció. -
Mientras
tanto en Japón, todos estaban reunidos, como de costumbre en el santuario
Hikawa. Fue Makoto la que comentó.
-Al menos lo han logrado. Han destruido a ese Sabio.
Los otros solo son simples humanos, podrán con ellos sin dificultad.
-Sí, menos mal que todo ha terminado.- Suspiró Minako.-
Sus
compañeras asintieron esperanzadas, aunque fue Usagi la que, con tintes de
pesar, rebatió.
-No, no ha terminado. Es más…ahora habrán de venir
las mayores pruebas para todos.
-¿Qué?- Terció Rei sin poderlo creer.- ¿Nos estás
diciendo que después de todo lo que han pasado todavía tienen que sufrir más?
Yo me imaginaba que esos demonios no habían sido destruidos por completo, y así
se lo he dicho a Cooan, pero no podemos permitir que ellas soporten todo el
peso del combate. Tenemos que regresar a la menor señal de alarma.- Afirmó
convencida.-
-Todavía no, Rei.- Comentó Usagi.-
-Sería terrible que alguna más de ellas sufriera un
daño irreparable.- Intervino Makoto con patente inquietud.-
-Escuchad.- Les pidió Mamoru sonando conciliador.-
Me vi obligado a decirle a Petz que teníamos problemas aquí. Lo cierto es que,
al menos, dispondremos de un tiempo para prepararnos. Y en esta ocasión sí le
dije algo de verdad. Vamos a entrenar y cuando retornemos será de manera
definitiva.
-Así es, chicas.- Añadió Usagi con tono más
animoso.- No las vamos a abandonar a su suerte. La próxima vez que retornemos será
para la batalla final. ¡Y allí podremos ayudarles sin restricciones!
-El problema es. ¿Estarán bien hasta entonces?- Quiso
saber Ami con gran preocupación.-
-Dependerá de ellos, pero son fuertes, valientes y
con determinación. Estoy convencido de que así será.- Respondió Mamoru.-
-Además. Cuando nos volvamos a ver iremos con
refuerzos. ¡Os lo puedo asegurar! - Remachó Usagi.-
Las
demás se miraron más aliviadas por aquellas palabras, esta vez parecía que estarían
libres de ataduras para ayudar a sus amigos. Ya estaban deseando regresar, pero
aquello, tal y como les comentasen sus soberanos, requeriría tiempo. De manera
que se dispusieron a prepararse lo mejor que pudiesen para cuando llegase la
hora. Usagi y Mamoru entre tanto se miraron con un gesto inequívoco de
complicidad. Al despedirse de las demás iban paseando despacio por las calles
de la ciudad comentando aquello.
-No sé. A juzgar por lo que se nos ha revelado, las
cosas se pondrán mucho peor antes de empezar a mejorar. Pero hay un lugar para
la esperanza.- Declaró ella.-
-Es cierto. No estaremos solos.- Convino Mamoru.-
Tendremos, eso sí, que prepararnos. Y deprisa. El tiempo pasa muy rápidamente…Además,
tenemos ese otro asunto.
-Así es.- Repuso su contertulia.- Pero me han dicho
que aún dispondremos de tiempo para eso. Debemos ir paso a paso. Esto es lo
primero y más urgente.
-Habrá que tomar más decisiones difíciles.- Se
lamentó el joven.-
-A mí tampoco me gusta. Sin embargo, ese es nuestro
cometido.- Suspiró Usagi que remachó con resignación.- Es muy doloroso pero así
ha de ser…
Y
ambos continuaron su paseo, rumbo a casa de ella. Pero mientras ocurrían todas
estas cosas en la Tierra. Roy se encontraba suspendido en medio de un espacio
donde flotaba sin esfuerzo. Con una claridad que casi le cegaba y sumido en una
gran confusión, aunque sin miedo ni preocupaciones. El dolor había desaparecido
y se sentía relajado e incluso feliz, acercándose de modo inexorable hacia esa
gran luz que le atraía irremisiblemente.
- ¿Acaso es así el estar muerto? - pensaba
maravillado. - No me parece una sensación desagradable. Y esa luz es muy
hermosa y cálida, me pregunto ¿qué será?
Y
entre aquel resplandor creyó ver una gran figura etérea que le aguardaba
abriendo los brazos de par en par, y era tal su majestad y el poder de bondad
que irradiaba que Roy deseaba con todo su ser precipitarse en aquellos brazos. Sonreía,
casi llorando de felicidad, era como un niño perdido que regresa a casa y
quería hacerlo en ese instante y permanecer allí por siempre. Pero entonces
escuchó una potente voz, no sabía de donde venía, si del exterior o de su
propia cabeza. Aunque no era de aquel ser. No obstante, respondió a su pregunta
sentenciando con tono grave y pleno de sabiduría resonante y gran solemnidad.
- Aquello que ves ante ti, es la Eternidad. El lugar
hacia donde van todos los que dejan el mundo mortal. No obstante, tú aun no
debes cruzar.
- Pero, ¡es una sensación tan maravillosa! - Se
quejó mentalmente Roy. - Deseo ir hacia allá. Fundirme en el interior de toda
esa belleza. Jamás había tenido tantas ganas de ir a ninguna parte, siento como
mis propios padres me llaman desde allí.
- Eso es porque la Luz del propio Creador está en
ese lugar, con todos los que ya cruzaron alguna vez, pero Él todavía no ha
decidido llamarte. Te quedan muchas cosas que hacer en el mundo del que vienes.
- Pero. ¿Acaso no estoy muerto? - Inquirió el chico
sumamente desconcertado, tanto que incluso usaba su voz. -
- Lo estás. - Fue la inapelable respuesta. -
- Pues no me parece algo tan malo. - Pudo sonreír incrédulamente,
dejándose mecer por una dulce brisa que semejaba el flotar sobre las aguas de
un mar en absoluta tranquilidad. No, aquello era infinitas veces mejor. - Entonces,
¿qué es lo que debo hacer? - Quiso saber una vez reunió deseos de preguntar. -
- Sólo retirarte del umbral del Camino Eterno. -
Replicó esa voz añadiendo con amabilidad. - Yo te ayudaré, pues sé que eso es
muy difícil para quien acaba de ser consciente de su alma inmortal.
Y
el muchacho notó como una especie de mano invisible tiraba de él llevándolo
lejos de esa maravillosa sensación de plenitud y se entristeció. Aunque el
efecto de esto fue pasajero y se vio flotando ahora, en un espacio de color
blanco, que se extendía indeterminadamente sin que pudiera abarcar otra cosa
con la vista. En ese instante aquella voz declaró con solemnidad.
-¡Bienvenido Roy! , te esperábamos desde hacía ya
mucho tiempo. Tú llegada estaba anunciada.
-¿Quién eres? - Preguntó él mirando en todas
direcciones. - ¿Dónde estoy?
Se palpó el cuerpo y advirtió que, además de la
ausencia de dolor, no tenía señales del último combate que había librado contra
Nagashel. Pese a tener la seguridad de que el demonio le había herido de mucha
gravedad. Entre tanto la voz le respondió.
- Yo soy quien ha guiado tus pasos desde el día en
que naciste. He aparecido a veces en tus sueños.
-¿Entonces, esto es el Cielo? - Le inquirió Roy
asombrado. -
- Como te dije. Estás en un lugar al que todos vamos
y desde donde volvemos.- Escuchó por contestación -
- O sea que he sido bueno, ¡menos mal! - sonrió el
muchacho con incredulidad. - Pues no está mal el sitio, no puedo decir que me
disguste, en realidad me siento mejor que nunca.
- Ahora debes seguirme,- le pidió la voz. - Debes
ver lo que ocurrió para que puedas entender el porqué de muchas cosas. No te
será agradable, pero es necesario para ti conocerlo.
- De acuerdo.- Convino Roy que se encontraba
bastante desorientado como si de un niño que estuviera aprendiendo a caminar se
tratase, por ello inquirió. - Pero ¿hacia dónde debo ir?, no sé ni como
moverme. No tengo ningún punto de referencia.
- No te inquietes por eso. - Replicó su misterioso
acompañante. -
Y
sin que lo advirtiese el chico fue transportado al instante. Ahora estaba en un
lugar que no recordaba. A su alrededor se había formado un paisaje planetario
con extraños árboles y plantas. Al cabo de unos momentos escuchó gritos de
criaturas que no reconocía. Pudo ver desde la altura a seres con aspecto
humanoide de color azulado correr y esconderse presas del pánico. Roy descendió
y trató de comunicarse con ellos en vano, daban la sensación de no verle ni
oírle.
- ¿Qué ocurre aquí? - Pensó atónito - ¿Por qué me
ignoran de esta manera? Quiero ayudarles.
- No pueden verte ni oírte - le confirmó otra voz,
que no era la que había escuchado anteriormente, agregando.- Pues sólo son
sombras de las cosas que fueron y no pueden cambiarse.
-¿Puedes leerme el pensamiento?- aventuró el
muchacho ahora de palabra.-
- Aquí todo es posible,- le contestó su interlocutor
agregando con aquel aire de misterio tan profundo - pero, sigue observando.
Caían
rayos del cielo. Roy miró hacia arriba y descubrió dos figuras, se acercó y
ante su desagradable sorpresa comprobó que una de ellas era...
-¡Maldito Valnak! Creía que te había eliminado. ¿Cómo
es posible que estés aquí? - Espetó lanzando un rayo contra el demonio pero éste
lo atravesó como si fuera un fantasma. -
El
chico entonces recordó las palabras de esa misteriosa voz.
- Sólo son sombras del pasado - se dijo reflexivo. -
No puedo hacer nada por cambiarlo.
Entonces
se fijó en la segunda de las siluetas que también bombardeaba con rayos a esas
indefensas criaturas. Junto con Valnak, reía de forma sádica. Un yelmo cubría
su cabeza, pero cuando habló su voz le resultó familiar al muchacho.
- ¡Ja, ja, ja, ja! - reía esa figura- ¡Eh Valnak!,
tú ya te has divertido bastante, ahora déjame un rato a mí.-
Ante ellos, y en actitud de súplica aparecieron lo
que Roy interpretó como un anciano y un niño. El anciano imploraba desesperadamente
a Valnak y a su misterioso acompañante.
-¡Por favor!, no nos castiguéis más, te entregaré lo
que buscas.- Abrió una bolsa que llevaba consigo y extrajo una piedra Yalmutud
que ofreció a Valnak. -
-¡Una piedra de invocación! - exclamó el enmascarado
con entusiasmo. -
- Muy bien, viejo. Has tomado una sabia decisión, -
sonrió el demonio con aire satisfecho. - Me gusta que seas razonable. ¿No crees,
Armagedón?
Roy
pegó un respingo hacia atrás al oír el nombre. El interpelado se subió el yelmo
y el incrédulo chico pudo reconocer su propio rostro, pero deformado por la
crueldad más absoluta, quedó paralizado por el horror.
- Gracias.- Dijo Armagedón acariciando con suavidad
la cabeza del atemorizado niño en tanto se dirigía a su colega. - Esto nos ha
ahorrado mucho tiempo, ¿verdad amigo? - Éste sonrió asintiendo y su compañero con
regocijo agregó. -¡Ahora que hemos cumplido nuestra tarea podremos divertirnos
más!
Y sin previo aviso sujetó al niño por el cuello y lo
lanzó al aire desintegrándolo con un rayo. El anciano trató de implorar
misericordia pero fue destruido por
Valnak del mismo modo.
-¡Noo, malditos asesinos cobardes!...- aulló Roy
fuera de sí tratando de golpearles. –
Pero aquello era totalmente inútil. Sintiéndose
impotente, el chico atravesaba sus cuerpos sin que ninguno de los dos reparase
en absoluto en su presencia. Ambos reían con carcajadas demoniacas y el muchacho deseaba con todas sus fuerzas
que aquello acabase, pero la visión aún no había terminado. Valnak se dirigió a
su compañero, una vez que habían arrasado los alrededores y no se veía a ningún
superviviente.
- Ahora amigo debemos volver a la base. Entreguemos
la piedra a nuestros superiores.
- Sí y en cuanto lo hagamos tenemos otras órdenes
pues este mundo ya esta sentenciado por nosotros.- Le explicó Armagedón. - Ahora
hemos de ir a la Tierra. Han llegado noticias de que el grupo que mandamos allí
ha fracasado. Después de la derrota del demonio Metalia. En ésta ocasión han
sido ese Sabio y sus estúpidas marionetas de la Luna Negra. Incluso hay un
grupo de traidoras que se han pasado al otro bando. Tendremos que ir a hablar
con él para que nos lo confirme.
- Se refiere a Bertie y sus hermanas,- pensó Roy
estupefacto. -
-Sí, recuerdo que ya estuvimos en su mundo de
origen. Un pedrusco bastante aburrido. Haciéndole a ese fantoche encapuchado algo
de su trabajo sucio. ¿Cuándo deberemos partir?- Le inquirió Valnak. -
- Yo, ahora mismo. He de infiltrarme en ese planeta
y adaptarme a sus costumbres. Poseo a este mortal que, con el cuerpo y el
potencial de saiyajin que tiene, me hará ser invencible una vez lo desarrolle. Pero
ahora en estado adulto no puedo, deberé viajar atrás en el tiempo y reencarnarme.
Si algo fallase y no lo lograra en el plazo previsto, cuento contigo, amigo
mío, para que me reanimes.
-¡Dalo por hecho! le aseguró Valnak con verdadera
pasión. - ¡Es una promesa que te hago! ¡Iré por ti!
- Lo sé. Tú nunca me dejarás solo.- Le susurró
Armagedón con extraña suavidad. -
Después
de esas palabras su compañero sonrió tomando la cara de Valnak entre sus manos
y en ese preciso instante en el que ambos rostros se acercaban los demonios se
desvanecieron en la nada. Roy quedó flotando de nuevo, perdido en el vacío
luminoso. Estaba muy afectado y quería saber a que se referían con eso de saiyajin.
La voz entonces volvió a hablarle.
- No te culpes de lo ocurrido, debías saber esto
para tomar verdadera conciencia de tu
misión.
Otras
imágenes aparecieron ante el chico, pero muy diferentes. Volvía a ser él, de
niño y crecía rápida pero casi imperceptiblemente a la vez. Ya adulto y ataviado con una armadura blanca
y una espada se dirigía hacia lo que parecía una batalla. Iba seguido de una
numerosa tropa que acaudillaba contra una legión de seres monstruosos, pero Roy
no pudo ver el resultado. Aunque recordaba esas imágenes por sus sueños.
-¿Quién soy? - Preguntó en voz alta para matizar. - Me
refiero a quién soy yo en realidad. ¿De dónde provengo?
- De un mundo muy lejano, mucho más allá de este
tiempo y de esta dimensión.- Le respondió su invisible contertulio,- un mundo
mágico y bello que fuera puro y maravilloso una vez. Pero resultó destruido por
las criaturas de la oscuridad, como otros tantos mundos pacíficos y bellos. Al
igual que le sucedió al reino de las guerreras. Tú eras uno de los príncipes
que luchaban contra el mal.
-¡Quiero saber más! - le pidió Roy de forma
apremiante. - ¡Por favor, dime más!
- No, aun no, muchacho. Primero debes cumplir con tu
misión. Después, tú mismo lo recordarás todo, yo te ayudaré a hacerlo. –
Contestó la voz que añadió de un modo más cordial. - Ahora debes venir conmigo,
es hora de que me conozcas. Pero antes hay dos personas que quieren hablarte.
El
joven volvió a verse transportado, esta vez a un lugar diferente... ahora
estaba rodeado de un paraje que le era muy familiar. Allí reconoció la casa de
sus padres y ellos dos le observaban abrazados. Con su padre, John pasando un
brazo por los hombros de su madre, Marsha. El chico no pudo más que balbucear
entre emocionado y sorprendido.
-¡Mamá, papá!
-¡Hijo mío! – Sonrió aquella mujer de forma cálida.
- Al fin te has reunido con nosotros. Mi precioso niño de ojos verdes claros.
Su hijo lloraba ahora emocionado y quiso acercarse a
ellos, por unos instantes dudó. Aunque ahora él debía estar en el mismo sitio
de sus padres. Finalmente no quiso ni pudo resistirse más y se abrazó a ellos.
Aquello fue algo imposible de describir, era un abrazo espiritual, como si sus
tres almas se tocasen.
-¡Os quiero tanto! ¡Os echaba tanto de menos! – Pudo
decir él entre sollozos. -
-Quisimos esperarte, hijo mío. - Pudo decir su padre
acariciando el rostro del muchacho para desvelarle. - Nosotros debemos irnos ya
hacia la Eternidad. Pero tú no debes acompañarnos, al menos no todavía.
-Nos permitieron quedarnos aquí hasta que pudiéramos
verte una vez más. – Añadió su madre. -
-Siento no haber sido mejor hijo. - Pudo decir el
chico que avergonzado, confesó. - Hice cosas indignas de vosotros.
-No, cariño. – Le susurró su madre amorosamente. -
Tú no tenías culpa de eso. Estabas poseído por el mal pero supiste liberarte y
luchaste por el bien y por el amor que les tenías a tus amigos. ¡Estamos muy
orgullosos de ti! Te queremos más que a nada. Nunca lo olvides.
No obstante Roy movió la cabeza y replicó con
avergonzado pesar.
-No me refiero a Armagedón. Me refiero al año tras
vuestra muerte. No me comporté como me habíais enseñado. Fui un sinvergüenza y
no estudié lo que debía. También fui un egoísta. Me dediqué a pasarlo bien sin
importarme nada ni nadie. Estuvieron a punto de expulsarme. – Se lamentó él. -
-Hijo.- Le respondió su padre con tono cariñoso pero
firme. - Es cierto que tus actos no fueron todo lo decorosos que debieron ser.
Pero estabas perdido y deprimido tras perdernos. Eras muy joven y no tenías un propósito. No
te preocupes por ello y escúchanos. Te dijimos que debías estudiar en la
Golden, y ello fue porque tu destino te aguardaba allí. Tenías que conocer a
tus amigos y al amor de tu vida. De ésta y de la anterior. Eso nos lo han
revelado aquí y además nos han permitido ver un atisbo de lo que puede ser el
futuro. Tu futuro. Y estás llamado a ser un luchador por la causa del bien. No
lo olvides, hijo. Posees grandes poderes, de los cuales hasta ahora has
descubierto solamente unos pocos…
Aquella frase le recordó al chico una escena de su
película favorita. Su padre sonrió ahora de manera cálida, la había dicho con
toda intención. Aunque el muchacho movió negativamente la cabeza.
-Pero ahora estoy muerto, papá. – Replicó el
muchacho con un tinte de dolor, más cuando agregaba. - Es demasiado tarde. ¿Qué
puedo hacer ya?
-Tú volverás, cariño – le dijo su madre dándole un
beso en la mejilla para asegurarle. - Salvarás a muchos con tu valor y tu
fuerza. Inspirarás a otros. Esa tiene que ser tu misión. Y un día lejano,
cuando la hayas llevado a cabo y pasado el testigo a los que habrán de venir
tras de ti, podrás reunirte con nosotros.
-Ahora deberás esforzarte mucho. – Le sonrió
tiernamente John, recordándole con añoranza. – Como cuando eras pequeño y
tratabas de hacer tus primeras canastas.
- Sí, es verdad. Me acuerdo de eso. – Sonrió él
también, llevado por la nostalgia de aquellos años. Cuando su padre le hizo una
pequeña canasta de baloncesto y le enseñó a jugar en el jardín, teniendo Roy
unos cuatro años. - Papá, mamá. Os doy mi palabra. Haré lo que sea necesario
para ayudar a la gente, si es que todavía puedo hacerlo.
-Podrás cariño, claro que lo harás. – Aseguró Marsha
que tras volver a acariciar la cara de su hijo que sujetó amorosamente la mano
de ella con las suyas junto a su mejilla, se despidió con voz queda. - Ahora
debemos irnos ya. Tú debes seguir adelante.
-Volveremos a vernos, Robert.- Sentenció su padre
también con amor, para declarar. – Siempre estuvimos muy orgullosos de ti y sé
que siempre lo estaremos. Hemos podido ver ese futuro en el que te convertirás
en una gran persona y querrás y cuidarás a tu propia familia tanto como nosotros
te quisimos y te cuidamos a ti.
-Gracias a los dos. – Pudo decir el chico que para
su sorpresa tenía la visión borrosa por las lágrimas, era extraño, no pensó que
un espíritu pudiera llorar. – Os llevaré conmigo a donde quiera vaya, y seré un
digno hijo vuestro, lo prometo…
Sus padres se separaron lentamente de él, a sus
espaldas apareció una gran luz y ambos fueron alejándose poco a poco hasta
fundirse con ella. Lo último que Roy pudo escuchar fueron las palabras de su
madre, que transmitiéndole un gran afecto, le susurró.
-Hasta pronto mi querido niño. Sé siempre feliz.
Al poco el muchacho volvió a verse transportado,
aunque ahora solo deseaba ser capaz de cumplir aquella promesa que les había
hecho a sus padres, de modo que esperó pacientemente a ver cuál sería su
próximo destino…
-Sea a donde sea que deba ir, esta vez haré que
estéis muy orgullosos de mí.- Se reafirmó en su promesa.-
En la Tierra ya había transcurrido un mes. El curso
tocó a su fin, las chicas y Tom se graduaron. ¡Al fin! ¡Ya eran maestros! a Roy
se le concedió su graduado a título póstumo. Beruche subió a recogerlo y no pudo
contener la emoción.
-Lo hemos conseguido Roy, mi amor. Esto va dedicado
a ti, cariño. - Pensó sin poder reprimir las lágrimas. -
Tras
la graduación y las mutuas felicitaciones los alumnos se fueron marchando. Los
amigos y compañeros del equipo de Roy se despidieron cariñosamente de Beruche,
Tom y Cooan y finalmente sólo quedaron ellos tres, Melanie y Malcolm, que
dirigieron una última y nostálgica mirada a sus sitios.
- Parece mentira que se haya terminado. - Suspiró
Melanie. –
- Sí. Por fin hemos conseguido lo que deseábamos.
Aunque nuestro amigo quedase en el camino. - Agregó Roberts con pesar. -
La
ya ex jefa de animadoras le recriminó esas palabras con la mirada y el propio
chico maldijo su bocaza, pero Bertie lejos de molestarse o deprimirse, les
sonrió rebatiendo.
- Roy siempre estará aquí entre nosotros y le
veremos en cada broma y en cada risa de los niños y muchachos a los que
enseñemos.
Cooan
convino en ello posando sus manos sobre los hombros de su hermana y también
Melanie, Malcolm y Tom asintieron. Fue éste último el que le preguntó a la
pareja de su compañero.
-¿Qué pensáis hacer ahora?
- No estoy muy segura.- Repuso la aludida. - Por lo
pronto me iré lejos, muy lejos. Mi padre me prometió un largo viaje cuando
aprobase y luego, supongo que me moveré en busca de un empleo. De momento Malcolm
y yo iremos juntos de vacaciones.
-¡Si tu padre promete no llevarse el fusil!- Repuso
jovialmente su novio. -
Ese comentario hizo reír a Melanie y a Tom. Por su
parte Beruche y Cooan se miraron sin comprender, debía ser un asunto entre
ellos, y su amigo se lo explicó cargado ahora de nostalgia.
- Fue una broma que le gastamos a Roy el año pasado.
El padre de Melanie. O eso le hicimos creer a él. Vino aquí armado con un fusil
para darle su merecido por abusar de la casta moral de su hija.
- ¡Tendríais que haberle visto la cara! - Sonrió
fugazmente Melanie sin poder contrarrestar en cambio el brillo triste de su
mirada al recordar a su compañero y antiguo novio.- ¡Cómo corría!
Hubo
un suspiro generalizado y Cooan tomó la palabra para dejar ese tema.
-¿Y tú, Malcolm, qué harás?
El
gigante se mesó la barbilla y resopló. Una vez tomó a su novia de la cintura
con uno de sus fuertes brazos, contestó.
- Por ahora me iré con Melanie de vacaciones y a la
vuelta probaré fortuna en un equipo de Football profesional. Tengo algunas
ofertas buenas. ¿Y vosotros tres?- Quiso saber a su vez con sincero interés. -
- Nosotras no estamos seguras. Por mi parte deseo
quedarme aquí y establecerme como maestra de alguna guardería. Me gustan mucho
los niños. - Sonrió Cooan apoyando una de sus manos ahora sobre la silla de
Tom. -
- Yo probablemente vuelva a mi casa de Kansas unos
días y ya veré. - Terció el muchacho que no deseaba confesar que no veía nada
claro su futuro, pues pese a los buenos deseos de su difunto amigo, dudaba
querer atar a Connie a su vida, aunque por el momento sería mejor no decir
nada. Solamente afirmó. – Echaba mucho de menos a mis padres y a mi hermano
Daniel…han venido a buscarme.
Así
fue. Habían estado presentes entre el público cuando entregaron los diplomas
pero prudentemente quisieron aguardar a que su hijo se despidiera de sus
amigos.
-Enseguida me reuniré con ellos. No quiero que
esperen demasiado…- Comentó el chico.-
-¿Y tú? ¿Has pensado lo que vas a hacer, Bertie? -
Quiso saber Melanie con tono amable.-
Y las miradas convergieron ahora en la interpelada que
las devolvió una por una y se sonrió tímidamente para replicar.
- No tengo ni la menor idea. Quizás haga un curso
puente para enseñar en la secundaria, quizás busque trabajo o puede que vuelva
a casa en Tokio, lejos de los recuerdos.
Nadie
dijo nada hasta que transcurrieron unos instantes de silencio. Fue Cooan la que
a su vez preguntó a Melanie.
-¿Supiste algo de April?
-No.- Suspiró la interpelada.- Desapareció, y la
señorita Parker no tuvo más remedio que darla de baja. Lo lamento muchísimo.
Esa pobre chica no estaba bien. Malcolm y yo tratamos de encontrarla pero fue
inútil.
-Es como si se la hubiese tragado la Tierra.-
Intervino Roberts.-
Tom
y Cooan se miraron, él le había ido contando algunas cosas. Decidieron no
abrumar con eso a Beruche que ya tenía suficiente con su propio pesar. Sin
embargo, no les dio tiempo a decir algo más sobre ese tema. Hank Williams se
aproximó a ellos sonriente.
-Muchas felicidades a todos.- Les comentó.-
-Igualmente.- Repuso Melanie con una sonrisa de
circunstancias.-
Aquel
tipo no era demasiado popular, y además todavía le restaba un curso para
terminar su carrera. Aunque parecía alegrarse sinceramente por ellos. No
comentó más, era como si no se atreviese a hablar en presencia de tantos
testigos, le dedicó una intensa mirada a Bertie que no se dio cuenta y después
se limitó a alejarse.
-Vaya un personaje.- Comentó Malcolm con el
asentimiento de Cooan y de Melanie.-
-Siempre ha sido un poco raro, pero, no sé. Le he
notado más extraño de lo habitual.- Afirmó Tom.-
-Bueno, dejémosle en paz. No es un mal chico.-
Terció Beruche, suspirando.- Ahora ya no importa. No creo que le volvamos a
ver. Ni tan siquiera sé qué voy a hacer con mi vida…
Sus compañeros se limitaron a observarla con
tristeza. Entonces fue Melanie la que se abrazó a ambas chicas y luego le dio
un beso en la mejilla a Tom, declarando.
- Sea lo que sea lo que ocurra os deseo que podáis
ser felices y ojalá que volvamos a vernos. Y sobre todo gracias por vuestro
valor. Malcolm y yo sabemos que esta universidad y este país e incluso el mundo,
os deben mucho.
Su
novio hizo lo propio abrazando a las muchachas y dándole la mano a Tom para
despedirse con un emocionado.
- Cuidaos amigos y buena suerte a todos. Espero
volver a veros muy pronto.
Tom,
Cooan y Beruche asintieron deseándoles lo mismo. Melanie y Malcolm desaparecieron
tomados de la cintura.
-No sé Mel. Beruche no está bien.- Comentó un
apenado Roberts.-
-Ya lo he visto, y quisiera haber hecho más por
ella. – Se lamentó su novia, afirmando con pesar.- tanto ella como Connie han
sufrido mucho, lo mismo que la pobre April. ¡Ojalá que les vaya bien!
-No temas por tu compañera de cuarto, seguramente haya
vuelto a casa.- Quiso animarla el chico.-
Aunque
no esperaba que la joven se detuviera en seco y con gesto animada, exclamase.
-¡Claro! Tienes razón.
-¿En qué?- Inquirió su interlocutor con visible
desconcierto.-
-En lo que has dicho de April. Habrá vuelto a su
casa. ¡Seguro! Lo único que tengo que hacer es averiguar dónde vive. Creo que
era de Pensilvania. Pero no recuerdo la ciudad. Alguna vez, le escribieron sus
padres. Podría mirar si se dejó alguna carta en nuestra habitación. Se fue tan
deprisa que no recogió apenas ninguna de sus cosas.
-No sé, Mel. Eso es mirar en sus pertenecías
privadas.- Comentó Roberts mostrándose remiso a eso.-
-Si fuera en otras circunstancias no lo haría.- Replicó
Melanie alegando concernida.- Pero estoy muy preocupada por ella. Creo que no
está bien. Decía cosas raras, alguna vez la escuché hablar de su hermana. Yo no
sabía que tuviera ninguna.
-¿Su hermana?
-Sí, a veces hablaba en sueños, no era muy frecuente
y tampoco le di importancia.- Le comentó su contertulia.- No sé, si se ha
dejado alguna carta de sus padres a buen
seguro su dirección vendrá en el sobre, en la parte del remitente.
-Es cierto.- Tuvo que admitir Malcolm.-
-En tal caso, ¡por favor!, deja que busque y, si
encuentro alguna cosa, te ruego que me ayudes a ir a ver a sus padres. Al menos
merecen saber lo que está pasando, caso de que April no esté allí.
-Supongo que la señorita Parker les habrá llamado.-
Conjeturó Roberts.-
-No tengo ni idea. No he podido hablar con ella,
pero, ¡compréndelo! Es mi amiga, y es miembro de nuestra hermandad de la Golden
Eagle. Debemos hacer algo por ayudarla. ¿No crees?
Su
novio asintió, y los dos siguieron su camino. Sus amigos se quedaron en ese
aula, allí solos durante un momento, sin hablar. Al fin estaban listos para irse.
Es más, tal y como dijera Tom, sus padres y su hermano Daniel le aguardaban
fuera. Las hermanas de Beruche y Cooan hacían lo propio. Pero ellas dos se
resistían a salir, era como si tuvieran la impresión de que, una vez se
marchasen, nunca más volverían. Por ello, y aunque Tom se alejó rumbo a la
salida, las dos aún se quedaron unos instantes más en su ya antigua clase.
Bertie se sentó en su sitio y allí, en el aula ahora vacía, se imaginó a Roy
tirando bolas de papel cuando el profesor de turno estaba de espaldas.
Seguramente ese tarambana diría alguna tontería provocando el jolgorio general
y la indignación de ella. Sonrió y sus ojos se empañaron, pero se había
prometido no llorar más. Cooan comprendía bien a su hermana y no dijo nada,
sólo se sentó a su lado compartiendo el momento, ausente también en sus propios
recuerdos y pensando en su fallecido amigo y en su futuro con Tom. Éste estaba
saliendo por la puerta del aula cuando vio que sus padres charlaban con uno de
sus profesores.
-Celebro conocerles. Su hijo es una persona
realmente excepcional.- Declaraba aquel hombre que se llamaba James Harding y
era moreno, de mediana estatura, unos cuarenta años, gesto amable de facciones
suaves que les había dado a los chicos psicología del aprendizaje. Y desde
luego fue al grano al añadir.- Quisiera ofrecerle un trabajo aquí. A él y a dos
de sus compañeras.
-Eso deberá decidirlo mi hijo.- Contestó el señor
Rodney que al verle llegar le comentó.- Thomas, tu profesor quiere proponerte
algo.
-Vaya, usted dirá, señor.- Dijo el chico con visible
interés.-
-Si a tus padres le parece bien tendrás que demorar
tu vuelta a casa…
-Si nuestro hijo es feliz aquí, por nosotros no
habrá problema ninguno.- Comentó Sarah dándole una afectuosa mano a Tom que él
estrechó.-
-Además, ya es adulto, es él quien debe tomar sus
propios decisiones.- Convino Will.-
Harding
sonrió asintiendo con deferencia. Entonces le comentó a su ya ex alumno…
-¿Le interesaría comenzar a ejercer ya, señor
Rodney?
-Pero… se refiere a...- Fue capaz de responder
totalmente tomado por la sorpresa.-
- A dar clase.- Le confirmó su profesor.-
Los
padres del muchacho se miraron llenos de orgullo. No podía ser de otro modo.
Incluso su hermano menor se permitió intervenir con tinte jovial afirmando…
-Yo que tú ni me lo pensaría…¿o es que no te atreves
con tanto niño?
Eso
hizo que Tom sonriera. Asintió. En el fondo no deseaba volver a su casa. No
sabría que podría hacer allí. Estaba aprendiendo a vivir en esa silla de ruedas
y todavía le quedaba bastante. Y sobre todo quería sentirse útil. Además, tras
la pérdida de Roy sabía que tenían un destino marcado. No sería honorable huir
a Kansas esperando que esos monstruos no le alcanzasen allí. Es más, prefería
apartarse de su familia con tal de que ellos estuvieran a salvo.
-Aceptaré encantado. Y además le ayudaré a convencer
a mis compañeras.- Aseguró.-
-¡Bien dicho! - Celebró su hermano de modo
entusiasta, haciendo sonreír a todos.-
-Daniel, no debes entrometerte en conversaciones que
no te incumben.- Le reprendió su padre cuando recobró su sobriedad.-
-Lo siento, papá.- No quise molestar. Solamente una
cosa más.- Se permitió agregar.- Quizás sería buena idea para mí estudiar aquí
también.
-No crea que hacemos ofertas de trabajo a todos los
estudiantes.- Le previno un risueño Harding.-
-No es eso señor, es que he visto a muchas chicas guapísimas.
Quizás sería buena idea estudiar magisterio.- Replicó el chaval.-
Su
hermano mayor se rio sin poderlo evitar, lo mismo que el profesor. Sarah se
ruborizó algo y Will simplemente movió la cabeza con afabilidad. Al fin, el
padre de ambos chicos, declaró.
-Será mejor que vayas con tu profesor. Dispón del
tiempo que necesites, hijo. Nosotros volveremos a Kansas si no nos necesitas.
-Gracias papá. - Repuso el emocionado muchacho.-
Como siempre nos has dicho me gustaría valerme por mí mismo y demostraros lo
que puedo hacer.
-No hace falta que nos demuestres nada, cariño.- Le
sonrió su madre sentenciando llena de orgullo.- Solo haz lo que te haga más
feliz.
-Es verdad. Ya has demostrado todo lo que tenías que
demostrar.- Asintió su padre con patente orgullo en la mirada, sentenciando.- Eres
todo un hombre. Y lo más importante, uno bueno. Haz lo que tú consideres mejor.
Y tras estas palabras que llegaron a emocionar al
chico, sus padres y su hermano le abrazaron despidiéndose de él. Entonces el
muchacho regresó acompañado de su profesor. La propuesta que éste le fue
comentando por el camino era realmente atractiva. Y así lo quiso indicar
llamando la atención de sus amigas con un recobrado entusiasmo.
- Chicas ¡hemos de seguir adelante por Roy!, dedicar
nuestros esfuerzos a hacer que este mundo sea un poco mejor. Eso es lo que él
hubiera querido y no vamos a defraudarle.
- No, eso desde luego. Siempre le llevaremos en el
corazón. - Respondió Cooan esbozando una leve y nostálgica sonrisa. -
- Me cuesta tanto pensar que no está aquí, él tenía
tanta ilusión en ser profesor. Habría sido un magnífico maestro, estoy segura
de ello.- Afirmó Beruche con emotividad mirando el diploma de Roy y apretándolo suavemente contra su pecho. -
El
señor Harding se acercó a ellas lentamente sin querer turbar ese momento tan íntimo
y dijo de forma gentil.
- Lamento mucho su pérdida. Roy era un magnífico muchacho,
pero como su compañero dice, la vida debe seguir y estoy seguro de que lo que
voy a decirles les animará. Su amigo - señaló a Tom añadiendo - ya lo sabe y ha
aceptado.
-¿De qué se trata, Tommy? - Le preguntó Cooan dirigiéndole
una mirada intrigada. -
- Ahora os lo dirá,- le respondió él, casi divertido
al verlas esa expresión curiosa a ambas. - Tened paciencia.
Y
sin más rodeos el profesor pasó a exponerles la naturaleza de su oferta.
- Tengo dos plazas de maestras vacantes en un
colegio de primaria y, a la vista de sus currriculums, son ustedes las más
indicadas. Su amigo ha aceptado un puesto de maestro en el mismo colegio. Dará
clase a todos los estudiantes y también a algunos alumnos discapacitados. Me ha
dicho que quiere transmitirles a los niños su espíritu de superación y a buen
seguro que lo conseguirá.- Hizo una pausa adoptando un aire resignado para
agregar sonando a disculpa. - El sueldo no es mucho todavía. Pero seguro que,
en poco tiempo, podrán aumentárselo.- Agregó con más optimismo rematando su
argumentación con otras ventajas. – Además, ganarán una valiosa experiencia
para el futuro. ¿Qué opinan?
Harding
parecía aguardar la respuesta con visible interés. Valoraba bien a las dos
muchachas, habían sido de sus mejores alumnas y estaba convencido de que harían
una magnífica labor. Pero ellas se
observaron y parecían estar consultándose con la mirada. Hasta que
Beruche replicó.
- No es por el dinero - objetó la chica mostrando un
tono ligeramente inseguro. - Es que no sé si estaré preparada aun.
-¡Bertie, debes ser fuerte!,- la animó Cooan más
decidida. - Acuérdate de Petz cuando perdió a Zafiro. Ella salió adelante y nos
apoyó mucho para venir aquí a realizar nuestro sueño, igual que Karaberasu.
Su hermana
guardó silencio durante unos agónicos instantes y por su mente desfilaron
muchos recuerdos de sus vivencias pasadas. Estaba claro, ella deseaba una
oportunidad y ahí la tenía. Y por supuesto, la promesa que le hizo a Roy
flotaba en el ambiente.
- Sí, seré fuerte, como ella lo fue.- Aseguró
Beruche mirando al profesor para
responder - acepto.
- Yo también.- Convino Cooan que estaba deseando
escuchar esa respuesta de su hermana para sentirse realmente libre de dar el sí.
Y de inmediato esgrimió otras buenas razones para emprender la aventura. - Además,
será maravilloso que estemos todos en el mismo colegio. Trabajando con los
niños, unidos los tres.
- Y eso de poder trabajar nada más acabar la carrera
es una suerte. No muchos tienen esa oportunidad.- Terció Tom para culminar la
rueda de buenas vibraciones, tras lo cual se dirigió a su profesor con tono reconocido.
- Muchas gracias señor, no le defraudaremos, ya lo vera.
- No hay de qué, y estoy seguro de que me sentiré
muy orgulloso de ustedes. - Aseveró Harding
El profesor estrechó las manos de todos y tras
volver a felicitarles les dio la dirección. Por la zona en la que se ubicaba
pudieron constatar que sería un lugar agradable, en un entorno residencial. Y
tras unos segundos para asimilar su nueva condición de maestros, su ahora
colega les sonrió añadiendo.
- Hoy es viernes, tómense el fin de semana para
descansar y vayan el lunes para conocer a los niños.
- Estoy impaciente por conocer a los chicos, ¡nuestros
primeros alumnos sin ser prácticas! - Declaró Beruche más animada. - Me gusta
como suena.
- Les educaremos y les cuidaremos lo mejor que podamos,
puede contar con ello, señor. - Le prometió Cooan con idéntica alegría. -
- Buena suerte a todos y hasta el lunes. - Sonrió el
profesor despidiéndose. -
-¡Tenemos que contárselo a las chicas y a los padres
de Tommy! – Declaró Cooan visiblemente contenta. -
- Sí, digámoselo cuanto antes. - Acordó Bertie asintiendo con una débil sonrisa. -
-¡Vamos chicas!- animó Tom - ¡Tenemos que
celebrarlo! Les diré a mis padres y a Dany que pueden regresar a Kansas cuando
quieran.
-Nosotras se lo contaremos a Kalie y a Petz.- Afirmó
Cooan igualmente contenta.-
Bertie
asintió, siendo capaz de sonreír ahora. Eso es lo que necesitaba, una meta, un
sueño por realizar, el de ella y el de Roy. Y con la ilusión renovada al fin los
tres se marcharon del aula intentando dejar atrás los malos recuerdos. Pero la
maldad de la Secta no descansaba, eso es algo que pronto descubrirían. Por su
parte había otro individuo que, frustrado y molesto espetaba a solas.
-¡Maldita sea, me prometieron que ella sería mía!
Les he servido como me pidieron. Ahora tienen que dármela…
Y
es que había estado escondido, tras el
escenario de la graduación, vigilando al grupo de esos chicos. Y no iba a
permitir que ella se le escapase, le gustaba demasiado. Así pues, decidió
indagar y volver a ese lugar donde le habían reclutado.
-Sí, y me aseguraré de que me la entreguen.- Pensó
con regocijo e incluso excitación.- Ella tiene que amarme y lo hará…
De
modo que se marchó dándole vueltas a un siniestro plan para conseguir su
anhelado premio. Por su parte, otra que ansiaba encontrar algo era Melanie. Al
llegar a su habitación, tras despedirse de su novio comenzó a buscar. Miró en el
armario y en las mesitas de noche que tenían. En la de su compañera encontró
bastantes documentos apilados, matrículas, algunos apuntes y demás. Estaba pensando
en renunciar cuando encontró unos pocos sobres, todos cerrados. Al mirar su
rostro se iluminó con una sonrisa.
-¡Sí, es justo lo que estaba buscando!- Musitó…
Y es
que al mirar la parte trasera vio en efecto un remitente, la carta venía de
Pensilvania, más concretamente de la ciudad de Filadelfia, también aparecía la
dirección de una calle. Ahora se acordó, meditando.
-¡Qué tonta soy! April siempre bromeaba con eso que
venía de la ciudad del amor fraterno. Cuando entramos en la hermandad de la
Golden Eagle, me dijo que me quería.- Sollozó ahora.- Como a su hermana.
Pero
April jamás le dijo qué hermana era esa. Melanie ni siquiera creyó que tuviera
una. Más bien lo tomó como un símil. Ahora comenzaba a encajar las piezas.
Quizás su compañera de habitación quiso decirle que la amaba sin hacerlo de
forma directa. Aunque, tras enjugarse las lágrimas, otra cosa más la sorprendió.
Esas cartas estaban sin abrir. Y aunque evidentemente le sorprendió, no quiso
centrarse en eso ahora, ni mucho menos ser ella quien las abriera. Ya tenía lo
que necesitaba. Sin pensarlo ni un segundo corrió a la busca de Malcolm. Tenían
que salir de viaje…
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