jueves, 3 de marzo de 2011

GWA 36. Un maestro legendario.


Tras un tiempo que a Roy se le hizo larguísimo, divisó en la lejanía una figura que se dirigía hacia él caminando despacio. Al principio sólo era un puntito negro. Más tarde, conforme se acercaba pudo distinguirlo mejor. Al cabo de un rato, llegó sólo a pocos metros de distancia. Entonces fue capaz de verlo bien. Era un tipo de un metro setenta y cinco más o menos, pelo moreno, largo y puntiagudo, con unos largos mechones hacia arriba que le hacían parecer más alto. Lucía un gesto risueño, que clavaba en el chico unos agudos y grandes ojos negros. Vestía una especie de kimono rojo con un símbolo negro inscrito sobre fondo blanco en su espalda. Pudo vérselo pues el individuo se había girado para recoger una especie de bastón que se le había caído. Una vez se lo colocó sujeto a la espalda de su kimono se acercó más hasta el muchacho y le saludó en un tono muy distendido.



-¡Hola! - dijo agitando una mano. - Tú eres Roy si no me equivoco, encantado de conocerte.

- Gracias, lo mismo digo - repuso éste sorprendido - pero. ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quién eres tú? - Le inquirió a su vez.

-¡Perdona que no me haya presentado! - Exclamó el individuo rascándose el cogote. - La verdad es que las relaciones sociales no son mi fuerte. Mi mujer siempre me lo dice.  Nunca me perdonará  haberla dejado plantada en aquella entrevista para ese colegio de Gohan. ¡Ja, ja, ja, ja!



            No obstante, viendo que ese chico le observaba con gesto pleno de desconcierto aquel tipo decidió ir al grano para presentarse.



-Bueno, eso a ti obviamente te da igual. Me llamo Son Goku y soy un amigo de un remoto antepasado tuyo. Quizás incluso sea tu antepasado también. No sé, no lo recuerdo muy bien, y mira que me lo explicaron…

-¿Queee?- Exclamó Roy atónito. - ¿Cómo has dicho?... ¿Amigo de mi… quién?...

- Bueno, amigo, lo que se dice amigo, quizás no. - Corrigió pensativo su interlocutor. -Vegeta tiene un muy particular concepto de la amistad, pero después de tantos siglos ya no es tan arisco como antes, je, je.

-¿Qué significa eso de que es mi remoto antepasado, o de que tú también? ¿Por qué el mago dijo que ibas a encargarte de mí? ¿Por que eres tú el que se va a encargar?, ¿verdad? ¿A qué se refería con eso?  - Quiso saber su contertulio sin poner freno a los interrogantes que se agolpaban en su cabeza. -

- Calma hombre - le pidió  su contertulio haciendo espacio con ambas manos. - Ahora te responderé a todas tus preguntas, pero de una en una.



            Roy se fijó en un detalle que no había advertido antes, sobre la cabeza del tal Goku había una tenue aureola amarilla, una especie de coronita que flotaba a unos escasos centímetros de ese individuo…



-¿Qué es eso que llevas encima de la cabeza? - Preguntó nuevamente el muchacho. -

- Espera hombre, son demasiadas preguntas a la vez.- Repitió aquel tipo tan peculiar con tono paciente. - ¿Te gusta? - Añadió señalando su aureola - , ¿es bonita, verdad? Significa que estoy muerto, tú también llevas una, mira.- Le indicó apuntando con un dedo a la cabeza del muchacho. -



            Éste trató de vérsela pero al levantar la cabeza la aureola le seguía hacia atrás. Trató de adoptar las más inverosímiles posturas pero aquel irritante arito siempre le seguía al instante por más rápido que se moviera. Finalmente miró elevando las pupilas y logró observarla de refilón.



-¿Es molesto, verdad?- Le sonrió Goku explicando con desenfado. - A mí me ocurría lo mismo. Siempre quería verla pero se me escapaba. Me pasé varios siglos intentándolo. Y al final me aburrí. Pero mi esposa dio con la solución. Con un simple espejo puedes observarte. Es que ella es muy ingeniosa.





            Roy le miraba como si estuviera embobado. Su contertulio que debió pensar que éste se sentía inquieto por semejante adorno, añadió con deje jovial para desdramatizar la situación.



-¡Tranquilo, ahora estás muerto pero eso se solucionará pronto!

- Sí claro. Es una de esas cosas fáciles de hacer. Como encargar una pizza o comerse un pastel.- Convino su atónito interlocutor forzando una sonrisa de circunstancias en tanto pensaba. - ¡Este tío está como una cabra!, ¿dónde me he metido?



            Pero su nuevo anfitrión no le permitió continuar ese hilo de reflexiones puesto que estaba cruzado de brazos y se paseaba a su alrededor escrutándole desde todos los ángulos. Aquello no contribuía a que Roy se sintiera muy cómodo que digamos pero tampoco sabía que podría hacer. Esperaría a que ese lunático hiciera el primer movimiento. Y así fue cuando el tal Goku le comentó.



- Vi tu combate contra ese demonio. No estuvo mal, pero te derrotó muy fácilmente. Deberías entrenar más, pero en eso puedo ayudarte.

- Escucha amigo - replicó Roy molesto en su amor propio. - No sé quién eres tú, ni de que vas. Pero te puedo asegurar que ese demonio era de todo menos fácil de vencer. ¡Me habría gustado verte a ti en mi lugar! ¡Menuda bestia que era! Apuesto a que tu pelea no habría durado ni diez segundos.



            Su acompañante se limitó a encogerse de hombros en tanto hacía el pino con una mano y volvía a ponerse en pie de un brinco.



- No está mal. - Dijo casi para sí mismo y segundos después volvió a dedicar su atención a aquel chico que le miraba como si estuviera loco y repuso sin darle mucha importancia. – Eso es verdad, yo le hubiese derrotado en unos dos segundos.



Se produjo una incómoda pausa de silencio. Roy cuyo rostro parecía el retrato de la contrariedad y la sorpresa al oír semejante cosa, replicó.



-¡Anda ya!. ¡Tú alucinas, colega!…No sé a qué combate te referirás. Pero ahora te aseguro que no estoy de broma, ¿vale? Mira, era un demonio enorme.- Escenificó elevando su mano muy por encima de su cabeza para agregar.- Con unos cuernos gigantescos, pezuñas y muy mala leche…



Goku le escuchó atentamente en tanto aquel joven desahogaba su frustración y finalmente contestó en tono conciliador.



- Sí, a ese mismo me refería. No te enfades, hombre. No es que quiera herir tus sentimientos, pero vas a tener que trabajar mucho.

- Claro - contestó su contertulio con los brazos en jarras y un tonillo sarcástico - y tú me vas a enseñar, ¿verdad? Mira tío, no sé lo que significa pero soy un saiyajin, el Guerrero Dorado.- A modo de demostración Roy se transformó en solar, aun podía hacerlo, pero claro si podía hacer otras cosas no veía porqué esto no. -¿Lo ves? - Sentenció convencido e incluso vanagloriándose al añadir. - ¡Mira la fuerza que tengo! ¿Cuándo has visto algo parecido?¿eh?



            Aquel tipo le observó sin inmutarse, y declaró con expresión pensativa y la mano a la barbilla. De la misma manera que si le estuviera evaluando en una especie de examen.



- Nivel uno de súper saiyajin, no está mal para un principiante y lo has logrado tú sólo con ese entrenamiento tan sencillo, reconozco que tienes mucho mérito.

-¿Pero qué dices? ¿Nivel uno? - Exclamó Roy sin poder creer lo que escuchaba. - ¿A qué narices te refieres?, ¿es que tú eres capaz de conseguir más fuerza?

-¡Claro que sí hombre! Fíjate bien.- Le pidió Son Goku con aire divertido, transformándose en un guerrero dorado exactamente igual a Roy para sorpresa de éste y añadiendo con tinte de clase magistral. - Te explico. Ahora estoy como tú, en el primer nivel.- Dicho esto aumentó su energía a una intensidad tremenda.



Su interlocutor se quedó boquiabierto, sintió una fuerza que era mucho mayor que la de Nagashel. Goku lanzaba unas tremendas llamaradas doradas y su volumen corporal había aumentado considerablemente. Incluso el zumbido que emitía se había intensificado.



- Este es el nivel segundo, aquí tendrás que llegar tú por lo menos.- Le indicó como si aquello fuese lo más normal del mundo.-

-¿Qué? ¡Pero eso es imposible!..- balbuceó Roy perplejo. - ¡Es una fuerza bestial!

- Pues todavía no he terminado - repuso Goku elevando aún más su poder.-



            Emitía una fuerza tal si el chico no se agacha hubiera salido despedido por la energía que emanaba de aquel individuo. Ahora varios metros alrededor de su contertulio brillaban en ese mismo tono oro que  desprendía y creaban alrededor de él una especie de esfera de energía de proporciones descomunales para los sentidos de Roy. Aunque Goku seguía sin darle importancia en el tono de sus palabras cuando le dijo.



 -Este es el umbral de nivel tres, hay varios más pero basta de momento, ¿no crees? - E instantáneamente volvió a su estado normal. – Tampoco es necesario llegar al nivel Dios.

-¡To, todavía puedes aumentar más tu energía! - Exclamó Roy perplejo. -

- Bueno sí, la verdad, muchísimo más. Esto no es nada. Pero no  hace falta llegar más lejos por ahora. - Repuso Goku sin darle mayor trascendencia al asunto. - Nosotros sólo trabajaremos para que al menos llegues a este nivel de energía que te he mostrado para vencer al demonio ese. ¡Anímate chico! , no es tan complicado - meditó unos instantes para rectificar algo azorado. – Bueno, en realidad sí que lo es, pero creo que tienes madera y podrás hacerlo, de hecho tienes que conseguirlo. Aunque sin prisas, antes quiero ver como luchas conmigo, para corregir algunos fallos.

-¿Quieres que luchemos? ¡Pero no tengo ninguna oportunidad! – Sentenció el chico espantado. – No puedo llegar a esos niveles.

- Tampoco la tenías contra ese bicho y peleaste. - Le rebatió su interlocutor sonando más tranquilizador ahora cuando le aseguró. - No te preocupes, no te voy a matar ni nada por el estilo. Además, ahora que lo pienso ya estás muerto ¿qué más te da? No temas, será un combatillo de calentamiento, únicamente para practicar. Y me quedaré en el primer nivel.



            Roy tuvo que darle la razón, evidentemente no le iban a matar otra vez. Al menos eso esperaba. De todos modos ese tipo parecía simpático pese a estar como una regadera. Sólo pudo atreverse a preguntarle.



- Espero que tampoco duela. ¿No duele verdad?



Goku le miró sin hacer demasiado caso y sin contestar se puso a realizar ejercicios de estiramiento.



- Bueno, allá voy.- Añadió Roy decidido - ¿Pero qué estás haciendo? - Le preguntó atónito al percatarse de los extraños gestos que su contertulio realizaba. -

- Estiraba un poco - repuso despreocupadamente Goku. - Hay que calentar antes del combate, es algo importante. Podrías tener alguna lesión.

-¡Pero si dices que también estás muerto como yo! ¿Qué más te da eso a ti? - Objetó su pasmado interlocutor, devolviéndole el argumento anterior. -

-¡Tienes razón! , siempre se me olvida. Supongo que será la costumbre - rio Goku llevándose una mano al cogote. - ¡Da igual! Además, me quedan por contarte algunas cosas. Pero primero vamos a pelear un poco. ¡Venga atácame!



Roy estaba desde luego remiso de hacer eso. Pero su compañero le insistió con impaciencia.



-¡Venga hombre! ¡Aunque tengamos todo el tiempo del universo me voy a aburrir si no empezamos ya!

- Pues allá voy. - Anunció éste.-



Y tragando saliva se lanzó contra su oponente tratando de darle con varios puñetazos que su adversario esquivó incluso sin moverse del sitio, también transformado en solar. Era inútil, por más que se afanaba en alcanzarle su rival sencillamente lo evitaba sin parecer hacer ni el más mínimo esfuerzo.



-¡Eso no es posible! – Exclamó Roy que ya jadeaba agotado.-

-¡Pero empieza a luchar en serio!  ¡Espabílate muchacho, eres un súper guerrero!- le instó Goku.-



Y aquel individuo le propinó a Roy un par de golpes que le mandaron al suelo tan rápidamente que éste no pudo darse ni cuenta hasta caer.



-Ni…ni lo he visto venir.- Pudo decir atónito tras levantarse trabajosamente.- Pero no me rendiré.- Se arengó atacando de nuevo.-



            A todo eso su mentor se limitaba a acariciarse la barbilla pensativo entre tanto el chico trataba de acertarle con algún golpe sin poder conseguirlo en absoluto. Y lo peor es que su compañero de entreno no paraba de criticarle mientras tanto…



- Vamos a ver. Eres demasiado lento y algo patoso, esto no va a ser fácil y encima estás muy flojo.

-¡Todavía no me has vencido!- exclamó Roy que lanzó una sucesión de sus más potentes rayos.



Estos atronaron el lugar, pero cuando se disipó todo Goku seguía allí mesándose su barbilla y sin un sólo rasguño. Entre tanto el atónito muchacho jadeaba y sudaba copiosamente por el esfuerzo realizado.



-¿Pero si estoy muerto? - Se preguntaba con la voz entrecortada por el agotamiento. - ¿Cómo puedo estar sudando? ¡Esto es absurdo!

- Vamos, no te distraigas - sonrió Son Goku lanzando contra él un rayo con la palma de su mano que  envió a su rival a miles de metros de allí por lo menos.- Venga… tienes que estar más atento.



            Roy apenas si pudo apartase, la ráfaga aquella recorrió una enorme distancia antes de explotar creando un enorme hongo de energía. El chico observó aquello con los ojos bien abiertos y apenas si balbució.



-¡Pero qué!...¡eso era una bomba atómica!

-Vamos, usa tu mejor ataque.- Le animó su adversario.-



            Y el interpelado no se lo pensó, emitió algunos disparos de energía seguidos contra su oponente. Este se limitó a apartarles con indolencia. Sin embargo, Roy se sonrió. Era el momento que había estado aguardando. Moviéndose con toda la rapidez que pudo se puso a la espalda de su contrincante y acumuló toda la fuerza que tenía en una gran emisión de energía. Eso dio la impresión de haber tomado a Goku de improviso.



-¡Eh?- Exclamó el atacado al ver llegar aquello.-



            Aunque para asombro de Roy, se limitó a unir ambas manos y colocarlas contra su cadera, en tanto gritaba.



-Kamehamehaaaa…



            Y entonces de entre las manos en forma de cuenco de Goku surgió una gran llamarada de energía azul que se precipitó contra el horrorizado Roy, barriendo su ataque y enviándole a él mismo a cientos de metros de allí. Aquello le pareció como ser tragado por una inmensa ola que le sacudió por todas partes al mismo tiempo que le quemaba y le hacía bastante daño.

-¡Oh! Lo siento, me he pasado.- Se disculpó Goku de inmediato apareciendo a su lado en cuestión de milisegundos.-



Tras unos segundos en los que ese poderoso individuo suspiró con cierta resignación ayudó a Roy a ponerse en pie. Y mientras éste trataba de mantener la verticalidad como podía tras aquella paliza, su acompañante le observaba sin inmutarse siquiera. Y le dijo para animarle, posando una mano sobre los hombros del derrotado, maltrecho y desmoralizado muchacho.



- Mira. Como te dije antes, lo bueno de estar muerto es que no te pueden matar otra vez...

-¡Qué desastre!- Gimió el chico que estaba como si le hubieran sacado de una centrifugadora.-

-No estuviste tan mal. A pesar de lo inexperto que eres ideaste una estratagema muy buena. Incluso llegaste a sorprenderme. Si no hubiera emitido un Kamehameha potente me habrías dado…

-¿Un qué? ¿Te refieres a esa onda de energía? Me suena a nombre hawaiano…-Comentó su contertulio.-

-Sí, bueno, es una técnica de un maestro mío llamado Mutenroshi. – Le contó Goku, explicándole.- En realidad, se trata de una concentración de tu energía vital. Bien utilizada no hay arma más poderosa.

-Debe de ser por eso que estoy hecho polvo. Y eso me lleva a otra cuestión. Dime. ¿Por qué me duele todo?- le preguntó Roy molido, añadiendo con sorna. – Empezaba a pensar que morir no era tan mala idea. Al menos creí que te ahorrarías el daño que hace esto.

-¡No seas tan quejica!- Exclamó jocosamente su interlocutor dándole una palmada en la espalda que dio con el chico de bruces contra el suelo. – ¡Oh, perdona!...



Y mientras su pupilo se levantaba mascullando juramentos de toda índole su anfitrión le explicaba sin hacerle demasiado caso.



 - Aquí nos permiten cansarnos y herirnos para poder progresar, pero lo bueno es que también puedes comer.- Y sin más ceremonias sacó una bolsita y de ella extrajo una judía ofreciéndosela a su dolorido compañero, asegurando sin paliativos. - ¡Toma, esto te repondrá!..

-¿Una judía?- chilló Roy examinando esa ridícula muestra de verdura. - ¿Es que quieres tomarme el pelo? ¡Después de la paliza que me has dado quieres que me recupere con una simple judía!

-¡Mira que eres protestón! - Repuso Goku divertido para aclararle al instante. – No es una simple judía. Es una alubia mágica.



El chico volvió a mirarle como si observase a un tarado pero se avino a comérsela a regañadientes. No se fiaba para nada de esas afirmaciones pero para su sorpresa enseguida notó como estaba completamente recuperado.



-¡Esto es fantástico! – Reconoció asombrado exclamando. - ¡Ojalá las hubiese tenido antes!

-No te emociones, estas alubias ayudan a recuperarse, pero, por ejemplo, no curan enfermedades. Créeme, yo lo sé muy bien. Ni tampoco te habrían servido de mucho si no sabes luchar. Aunque eso sí, aumentan tu fuerza si eres especial, como los de nuestra raza.- Matizó sujetando la bolsita a su cinturón con una pequeña cuerda. – No quiero ni contarte la de veces que me habrán salvado a mí en situaciones muy apuradas.



            Su interlocutor seguía sorprendido, no tenía ni rastro de los golpes que había recibido y efectivamente se sentía aún más fuerte que antes.



- ¿Qué quieres decir con eso de nuestra raza? ¿Por qué nos hace ser más fuertes? - Quiso saber el chico -

- Te voy a explicar lo que pasa. - Añadió Son Goku recreándose en la cara de asombro de aquel chaval. -No es que esas judías te den más fuerza. Pero tú eres un saiyajin, o saiyan como a veces se dice más coloquialmente. Bueno, el caso es que llevas la sangre de nuestro pueblo. Nos apodan los Guerreros del Espacio. Puedes convertirte llamémoslo en un “súper guerrero” por esa razón. Y posees, como el resto de nosotros, el" Zenkai Power".

-¿Qué significa eso? - Le preguntó Roy con la boca abierta. -

- Quiere decir que, cuanto más gravemente herido estés y logres recuperarte, más aumentará tu poder. Ese es uno de los principales secretos de los guerreros del espacio. Debes entrenar, sufrir y luchar. Algunos sentimientos como la ira también ayudan a multiplicar nuestras fuerzas.



            Su perplejo interlocutor asintió. ¡Ahora le cuadraban muchas cosas! Entendía que fue eso lo que Valnak se negó a contarle. Por esa razón era una pieza tan codiciada y ese demonio, Armagedón, quiso poseerle. Aunque al parecer, ni ellos mismos eran conscientes del grado de poder que su cuerpo era capaz de alcanzar.



- Sí,- convino Roy al recordar.- Yo me transforme en solar, digo súper guerrero cuando...

- Ya lo sé, cuando creíste que habían matado a tu novia ¿verdad?- Se le anticipó Goku luciendo una divertida y cómplice sonrisa, amén de darle otra palmada en el hombro que casi desencaja  a su interlocutor. - Lo vi en la bola de cristal de una bruja amiga mía. Y la verdad es que tu novia es una chica muy mona. ¡Y con carácter! No me extraña que te enfadases tanto. A mí me ocurrió algo similar la primera vez que me transformé, cuando mataron por segunda vez a mi mejor amigo. ¿O fue por tercera? Ya ni me acuerdo, ¡al pobre le mataron tantas veces! El caso es que alcanzaste la barrera de un súper guerrero y la cruzaste. Ahora, con unos pocos meses de entrenamiento, superarás de sobra ese nivel. Te lo aseguro

-¿Tú crees? - Le preguntó Roy esperanzado. -

-¡Claro! , además, el tiempo no corre aquí igual que en la Tierra y tú te entrenarás en las últimas horas terrestres en un lugar especial, junto a otros guerreros.

-¿Junto a más…?- Le inquirió el muchacho sorprendido de oír eso. -¿Quiénes?

- Ya los conocerás. Mi amigo Piccolo se ha estado encargando de ellos desde que llegaron. Estaban todavía mucho más flojos que tú. Pero han mejorado bastante en este tiempo. Aunque todavía les queda mucho por aprender. Pero paciencia.

-¿Y dónde están? - Insistió su contertulio preocupado, pues se temía lo peor cuando indagó con creciente preocupación. - ¿No serán las guerreras y las chicas? ¿No habrán venido aquí?...¿Están bien, verdad?

- Que no son ellas, no seas pesado.- Repuso Goku con un tono cansino, agregando con un tinte más conciliador. – Tus amigas están bien, en la Tierra. Y a esos guerreros ya les conocerás. Pero ahora olvídate de eso, tenemos mucho que trabajar. - Añadió más animadamente poniéndose en guardia y sin previo aviso lanzó un rayo contra su nuevo discípulo que éste pudo esquivar esta vez para recibir las felicitaciones de su, a partir de ese momento, entrenador. - ¿Lo ves? ya estás mejorando.



            El muchacho asintió con una sonrisa de triunfo. La verdad es que ese tipo era amable y hasta divertido. Además, con la fuerza que poseía y las cuantiosas técnicas de combate que dominaba era un guerrero excepcional. Podría enseñarle muchas cosas. De modo que estuvo dispuesto a esforzarse, Goku asintió con aprobación y los dos se pusieron de nuevo a luchar...



-¡Vamos! ¡Estoy listo!- Afirmó un más animado Roy.-



            En la Tierra era de noche y las chicas dormían excepto Karaberasu. La pobre chica se despertó agitada por horribles pesadillas sobre el demonio y su violación. Creyó engendrar una horrible criatura de rasgos demoniacos. Desesperada y bañada en sudor frío se levantó y se encerró en el baño. ¡No podía soportar aquello más! ¡No iba a permitir que su cuerpo diera vida a un monstruo! Así que resuelta en su desesperación decidió acabar con todo. Abrió los grifos de la bañera y se metió en ella. Sollozando se hizo con una cuchilla, dispuesta a cortarse las venas de las muñecas. Estaba a punto de hacerlo pero una extraña fuerza, surgida  de su interior, le impedía ni tan siquiera acercársela al brazo. Rompió a llorar allí, presa de la impotencia y se quedó acurrucada en la bañera. Petz, que tenía el sueño ligero y la puerta de su cuarto abierta, oyó el ruido del goteo y se levantó. El agua escapaba por las rendijas del cerrado cuarto de baño. Trató de abrir pero estaba cerrado por dentro.



-¿Quién está ahí?- Inquirió tocando pero no le respondían. Preocupada fue por una tarjeta que usó para saltar el pestillo, entró descubriendo a su hermana. - Karaberasu, ¿qué te ocurre?- Le preguntó asustada.-



Beruche y Cooan que habían sentido el forcejeo con la puerta también se habían despertado, levantándose  de la cama salieron de sus habitaciones y entraron tras ella.



-¿Qué ocurre?- Preguntó Bertie entre bostezos. -

- Es Kalie - le dijo Cooan percatándose antes que su hermana. - Está metida en la bañera, pero, ¿qué le pasa?



            Karaberasu sollozaba y gemía abrazada a sus rodillas. Beruche cerró el grifo y Cooan junto a Petz la ayudaron a levantarse.



- Pero, ¿qué te ocurre?- La interrogó Petz, asustada en cuanto vio la cuchilla, exclamando entre atónita y enfurecida. - ¿Qué demonios intentabas hacer?



            Al oír esa palabra la chica sufrió un ataque de histeria. Gritando y pataleando para horror y temor de sus hermanas. Tuvieron que sujetarla entre todas para poder calmarla y llevarla a su cama. A duras penas le quitaron su camisón empapado y la envolvieron con una toalla. Cooan entonces se fijó en su mirada, estaba perdida y al tiempo llena de miedo y angustia.



-¿Qué tienes, Kalie? - Le preguntó muy asustada. - Por favor, somos tus hermanas, te queremos ¡confía en nosotras, cuéntanoslo!

- Sí, por favor - añadió Beruche  visiblemente preocupada. - Si es algo que te está destrozando tanto será mejor que lo saques fuera.

-¡Eso quisiera pero no puedo! - Balbuceaba Karaberasu totalmente desquiciada, repitiendo sin parar -  ¡No puedo!, ¡quisiera arrancarlo de mí, y no puedo!

-¿El qué? - Le inquirió Petz mirándola con una expresión de miedo y asombro mientras acariciaba el rostro de su hermana tratando de calmarla. - ¿Qué te pasa?

-¡Ese monstruo me violó!, ¡me violó! Cuando me capturaron.- Chilló la pobre chica descompuesta por el llanto. -



            Todas quedaron sobrecogidas, incapaces de articular palabra. Fue Beruche la primera que pudo musitar horrorizada.



-¿Quién lo hizo?

- Aquella vez en la sede de esa secta, ¡un demonio! – Como pudo les contó lo ocurrido recobrando algo de tranquilidad para rematar - ese que maté.



            Beruche y Cooan lloraban profundamente abatidas y horrorizadas, ahora entendían la desproporcionada reacción de ella entonces. Su pobre hermana había pasado realmente por un infierno y jamás habría estado tan adecuadamente empleada esa expresión. A costa de un enorme esfuerzo, Petz se mantuvo más entera y la abrazó con lágrimas en los ojos.



- Tranquila hermanita, todo va a salir bien. ¡Dios mío! ¿Pero por qué no nos lo dijiste?- Le susurró en modo amable y compasivo. -

- Creí que no era necesario que pasarais por esto. - Musitó más despacio con la vista fija en sus manos entrelazadas sobre su vientre. - Pensaba que lo superaría, pero no podía ni imaginar que esta pesadilla seguiría.

-¿Qué quieres decir? - Quiso saber Cooan muy angustiada. -

- Estoy embarazada,- les anunció con voz temblorosa dejándolas heladas. - De un mes y medio, el otro día no fui a comprar Petz, fui a la consulta de una doctora.

-¡Oh, Dios mío! - susurró Beruche tapándose la boca con las manos. -

-¿Qué…qué puedo hacer? No deseo dar a luz a un monstruo.- Balbuceó Karaberasu con los ojos bañados en lágrimas y temblando presa de la desesperación. -

- Llamaremos a Tom, quizás él pueda hacer un conjuro para exorcizarlo y asegurarnos de que sea un niño normal.- Propuso una también horrorizada Cooan. -

-¡No, por favor!, no quiero que nadie más lo sepa. No podría soportar la vergüenza y la humillación.-  Chilló.-



Estaba fuera de sí, moviendo la cabeza muy nerviosa, tanto que todas a una tuvieron que volver a calmarla.



- Tranquilízate, mujer- le pidió Beruche  dominando su propia desolación y tomando las manos de su hermana entre las suyas. - No llamaremos a nadie por ahora si no quieres, pero sosiégate y piénsalo.

- Tom ha estudiado mucho y te podría ayudar, no debes tener miedo, es de confianza. Ya le conoces. Y él ha sufrido como el que más a manos de esos monstruos. - Le aseguró Cooan acariciando las temblorosas manos de su hermana. – Te comprenderá…está con nosotras en esto.

- Está bien - balbuceó Karaberasu deshecha y agotada por la tensión, cediendo al fin – en Tom si confío. Llámale… por favor.



            Cooan se apresuró a telefonear a su compañero. Suspiró cuando a su mente vino el triste recuerdo de aquella vez en la que avisó a las guerreras de igual modo para que tratasen de proteger a Zafiro, fue cuando ellas acababan de volverse unas mujeres normales. En esa aciaga ocasión sus amigas nada pudieron hacer pese a intentarlo con todo su esfuerzo. ¡Ojalá ahora fuera distinto! y ella ya estaba harta de tanto sufrimiento. ¿Acaso nunca podrían ser felices? ¿Era éste el precio a pagar por todos sus errores pasados? ¿Tan malvadas fueron que merecían ser torturadas así? Lo pensó mejor y decidió que no. Esto era una enorme desgracia pero debían salir adelante, como siempre habían hecho. Y contaba con su novio, él podría hacer algo, ¡seguro!



-Él nos ayudará. Es un gran chico y ha aprendido mucho.- Se decía animosamente.- Entre todos sacaremos de este pozo a Kalie.



En el piso que el muchacho ocupaba sonó el teléfono. Tom estaba sólo. Su madre había vivido con él hasta que aprendió a desenvolverse. Ella no quiso dejarle y al igual que su padre y su hermano Daniel le ofrecieron que cuando lo desease regresara a casa, pero él siempre se negó. Quería demostrar que era capaz de vivir sin ser una carga y de momento,  pese a suponerle un gran esfuerzo, lo estaba consiguiendo. Así pues, tardó en descolgar hasta que pudo arrastrarse desde la cama a la mesilla de noche donde tenía puesto el aparato y contestar. Por un momento creyó que podrían tratarse de sus padres para decirle cualquier cosa. Estaban chapados a la antigua en muchos aspectos y quizás, pese  a asegurarle que confiaban en él no estuvieran tranquilos dejándole solo. Pero cuando escuchó la voz angustiada de Connie se preocupó mucho, más cuando ella le expuso la crítica situación obviando todo tipo de saludos. Él se quedó atónito y reconoció muy asustado, aunque tratando de mantener el aplomo.



- Eso sobrepasa en mucho mi capacidad. Haré lo posible por ayudar a tu hermana pero yo también necesitaré la ayuda de un amigo.

- Está bien, pero venid pronto por favor, mi hermana está desquiciada. - Le susurró por teléfono Cooan  a fin de que Karaberasu no pudiera escucharla. -

- Enseguida iremos, te lo prometo, en cuanto pueda localizarle.- Le aseguró Tom, la chica se lo agradeció y colgó. -



            Y el muchacho se dio prisa en llamar. Telefoneó a un sacerdote que también era amigo de Anthony, aquel tipo que enseñó al propio Tom. Ese cura siempre estaba dispuesto a luchar contra las fuerzas del mal a cualquier hora y en cualquier sitio o momento, le había explicado su mentor.



-Reverendo Harper.- Inquirió el chico cuando contestaron a la llamada.-

-¿Quién es?- Quiso saber una voz de hombre con tono profundo y algo suspicaz.-

-Soy Thomas Rodney, amigo de Anthony.- Le expuso éste, alegando.- Él me dijo que podría recurrir a usted si tenía algún problema…

-Sí. Anthony me habló de ti, y de tus amigos. Dime hijo. ¿Qué puedo hacer para ayudarte?- Preguntó el clérigo. -



El chico le puso al corriente de todo y el sacerdote aceptó acudir para ayudarle lo antes posible. Aunque antes debería ocuparse de otros asuntos que  él y un grupo de colegas tenían pendientes. No obstante, aconsejó a Tom para que éste pudiera aliviar el sufrimiento de esa chica hasta que él llegase...



-Pierda cuidado.- Le aseguró el muchacho.- Haré todo lo que esté en mi mano. Gracias…



            Y entre tanto, en el piso de las chicas, todas trataban de serenar en lo posible a su hermana.



- Ahora trata de descansar. - Le decía Petz acariciándole las mejillas con ternura y ofreciéndole un vaso de agua en el que Beruche había disuelto una pastilla tranquilizante.- Tómate esto, te ayudará a dormir. -



            Karaberasu asintió despacio y se lo tomó sumisa. Apenas si pudo decir con la voz rota y totalmente agotada.



-Gracias chicas, muchas gracias por ocuparos de mí.

-¡Qué cosas tienes! – Le sonrió Petz animosamente en tanto tomaba una mano de su hermana entre las suyas. – Somos familia. Te queremos y siempre nos tendrás a tu lado.

-Claro que sí. – Convino Beruche arropando a su hermana con todo el cariño que pudo. –



 Cooan volvió del otro cuarto tras haber hablado con Tom y le susurró afectuosamente a su hermana mayor.



-Tranquila, Tommy vendrá pronto y seguro que te ayudará. Ya lo verás, Kalie. Todo saldrá bien.



La aludida pudo apenas componer una débil sonrisa, aunque por sus mejillas rodasen sendas lágrimas. Las tres restantes no pudieron evitar mirar a su pobre hermana, compungidas y llenas de piedad. Estuvieron a su alrededor apoyándola hasta que al cabo de un rato se durmió. Petz se encargó de darle un cariñoso beso en la frente y salió la última del cuarto, apagando la luz de la mesita de noche. Por suerte, al día siguiente era sábado y las chicas no tenían clase. Podrían estar todas con ella. De eso hablaban en tanto tomaban asiento en el salón.



-¿Qué vamos a hacer? - Preguntó Cooan visiblemente desesperada ahora. -

- Ayudarla en todo lo que podamos, somos lo único que tiene. - Repuso Beruche con el semblante aun pálido por todo lo ocurrido pero firme en sus palabras. -

- Sí, pero para eso debemos tratar de descansar. - Les dijo Petz con más aplomo - intentemos dormir.-



            Las chicas convinieron en ello aunque les costó mucho conciliar el sueño. Cada una pasó casi todo el resto de la noche en vela, atenta a cualquier cambio o despertar de Karaberasu, pero ésta afortunadamente pudo dormir sin más incidencias. Entre tanto, los sectarios, al mando de Fantoy seguían haciendo de las suyas por toda la ciudad. Actos vandálicos y macabros, desórdenes y asesinatos rituales se sucedían ante la impotencia de las autoridades, y todo para preparar la venida de su maligno maestro. El panorama se presentaba muy oscuro y las cuatro hermanas necesitaban ahora más que nunca, estar unidas. Por fortuna eso no llegaba hasta Filadelfia. Al cabo de un día entero, April abrió lentamente los ojos. Estaba en su cama, en casa. Al principio la muchacha no sabía qué le había sucedido. Su mente se negaba a recordar.



-¿Cómo he llegado hasta aquí?- Se preguntó en voz alta.-



            A los pocos instantes la puerta de la habitación se abrió. Su sonriente madre pasó y se sentó a un lado de la cama, besó a su hija en la frente y le preguntó con tono jovial.



-¿Cómo estás, cariño?. Llegaste tan cansada del viaje que te acostaste enseguida.

-Apenas me acuerdo de nada, mamá. ¿Cuándo llegué?- Inquirió la desorientada joven.-

-Ayer a la tarde.- Afirmó su interlocutora. Añadiendo animosa.- Ahora date un buen baño que mientras te prepararé el desayuno…



            Y es que Sabrina Sinclair pudo suspirar aliviada. Su hija daba la impresión de no acordarse de nada malo. La medicación prescrita por ese psiquiatra debía de estar funcionando.  Recordaba muy bien las instrucciones que ese médico les dio a su esposo Ethan y a ella cuando les comentó con tono categórico.



-Ante todo, no hagan nada por alimentar esas fantasías obsesivas y paranoides. Su hija tiene que verles con una actitud totalmente normal. A su debido tiempo arréglese para convencerla de que se haga un chequeo médico intensivo. Es importante a fin de comprobar mi hipótesis.



            Y desde luego que ella haría cuanto estuviera en su mano para seguir esas instrucciones. Pero ahora únicamente deseaba tener a su pequeña a su lado.



-Cariño. Esta vez tu padre y yo no nos descuidaremos. Tomando tu medicación estarás curada y podrás llevar una vida normal…



            Por otro lado y aunque sus compañeros no se olvidaban de su amiga, estaban algo lejos. Melanie y Malcolm iban ahora de camino hacia la casa de los padres de ella. La joven deseaba presentarles a su novio. Pero desde luego que, durante el viaje, charlaron acerca de April.



-No sé. – Suspiraba Melanie.- Espero que esa pobre chica tenga paz al fin. Y pueda vivir tranquila. Pero me preocupa mucho eso que dijo aquel psiquiatra.

-¿Crees de veras que ella haya podido?.. Inquirió su pareja sin atreverse a concluir esa frase.-

-No tengo ni idea, y la verdad, no deseo ni pensarlo.- Suspiró la joven.- Si la mitad de las cosas que nos contaron son ciertas, temo mucho que April ha llevado una doble vida y que ni siquiera ella está al tanto de muchas cosas que su otra personalidad haya podido hacer. Y además, están esos extraños sucesos. De algún modo podría haberse visto afectada por ellos.

-Quien sabía mucho de esas cosas era Rodney.- Comentó Roberts ahora.- Podríamos hablar con él.

-No pienso que sea buen momento. Tras lo sucedido con Roy y su propia desgracia.- Suspiró Melanie, alegando con voz queda.- Mejor dejémosles tranquilos.



            Y su novio asintió, mientras ambos miraban por la ventanilla del tren en el que iban. Entre tanto, a muchos miles de kilómetros de allí, en Japón, eran las tres de la tarde. A esas horas no había apenas gente en el santuario Hikawa. Aunque se podía escuchar el tono de voz entre molesto y admonitorio de la inquilina.



-Yuuichirou, te he dicho más de mil veces que limpies el barrillo de la entrada. Luego lo meten dentro del templo y se pone todo perdido.

-Sí, Rei.-Se apresuró a responder éste con un temeroso tono.-



La sacerdotisa suspiró moviendo la cabeza. ¡Este chico no se enteraba! Aunque enseguida le oyó exclamar con voz entre sorprendida y preocupada.



-¡Rei!, ven enseguida…

-¿Qué ocurre? - Inquirió ella con voz indignada. – ¿Es que no te ha quedado claro?....



Pero su interlocutor insistió con tono lleno de temor. La sacerdotisa entonces corrió  a su encuentro. Deseando que no se tratara de otro demonio. Por suerte no era eso. Sucedió que el muchacho estaba acabando de amontonar unas hojas cuando a su espalda oyó como alguien, con voz entrecortada, le suplicaba.



-Ayúdame. ¡Por…favor!



            Era una voz de mujer, parecía que joven. Rei  llegó inmediatamente para ver a una chica que parecía arrastrar los pies, se trastabillaba sin apenas fuerzas. Llevaba algo abrazado, una forma casi cilíndrica envuelta en una mantita. La sacerdotisa enseguida se dio cuenta de lo que era.



-¡Oh, Dios mío!- Exclamó corriendo hacia aquella muchacha en tanto le preguntaba.- ¿Qué te ocurre?



            La interpelada apenas si pudo levantar la vista, esos ojos almendrados y ese pelo castaño le resultaron muy familiares a Rei que enseguida pudo apenas balbucear.



-¡Annie! ¿Eres tú? ¿De dónde vienes? ¿Qué te ha pasado?



            La otra chica apenas fue capaz de mantener su mirada y entonces se desplomó agotada. Por fortuna entre la sacerdotisa y Yuuichirou a una la sujetaron antes de que se cayera, asegurando también el paquete que portaba. Aquello era nada menos que un bebé envuelto en una pequeña manta, parecía profundamente dormido. El muchacho tomó en brazos a la chica en tanto Rei hacía lo propio con esa pequeña criatura y los metieron al interior de la casa. Yuuichirou dejó a Annie en la cama de su jefa. La sacerdotisa, tomando con mucho cuidado al bebé, lo depositó sobre un almohadón.



-¿Puedes hablar?.. ¿Qué ha pasado?- Insistía tratando de evitar que su interlocutora perdiese el sentido.-

-E…energía…-Pudo susurrar la otra chica de modo desesperado.- No puedo…más…

-Yuuichirou, rápido. Ve  a llamar a Usagi y las demás.- Le pidió, a lo que el muchacho asintió, yendo a todo correr.-



            Como pudo Rei le tomó la mano y su interlocutora le absorbió un poco de su aura, pero al instante quedó inconsciente. La sacerdotisa se asustó al principio, no obstante respiró aliviada al ver que esa chica solamente estaba dormida. Debía de estar exhausta para haber caído así. Optó por dejarla descansar y aguardar la llegada del resto de sus compañeras… Afortunadamente estas no tardaron en aparecer.



-¡Rei, Yuuichirou estaba muy alarmado. Dinos ¿Qué ha pasado?- Quiso saber Ami que fue la primera en llegar.-



            Su amiga no precisó decir nada. Al ver a Annie dormida en la cama y al bebé, la Guerrera Mercurio exclamó atónita.



-¿Cómo ha llegado hasta aquí? ¿Dónde está Ail?...

-No lo sé. Apenas si pudo decir dos palabras antes de desmayarse.- Respondió su interlocutora.-



            Al poco, tanto Makoto como Minako hicieron acto de presencia…



-¿Qué pasa?- Quiso saber Makoto, comentando a su vez.- Yuuichirou parecía muy asustado.



            Y lo mismo que antes, la sacerdotisa no necesitó explicarlo. Sus compañeras enseguida cayeron en la cuenta al ver esa escena.



-¿Y Usagi?- Inquirió Rei.-

-No lo sé. Quizás Yuuichirou no la haya avisado.- Conjeturó Ami que les estaba tomando el pulso a Annie y comentó con alivio.- Parece que está algo débil, pero se recuperará…



            Entonces oyeron a alguien más entrar, junto con el ayudante del santuario venía Usagi. Éste la invitó a pasar en tanto se retiraba dejándolas a solas.



-Gracias.- Le dijo la recién llegada.- Lamento llegar tarde.- Afirmó con tono bastante serio dirigiéndose ya a sus amigas.-

-No te preocupes.- Repuso en esta ocasión Rei puesto que las chanzas estaban ahora de más, sobre todo cuando le preguntó con voz severa y concernida.- Dinos una cosa. ¿Sabías algo de esto?

-¿Saber de qué?-  repuso su interlocutora observándola con extrañeza.-



            No obstante, enseguida vio a Annie allí dormida y al bebé. La cara de Usagi era un poema, estaba tan asombrada y desconcertada como el resto.



-No…-Aseveró con rotundidad.- De esto no sabía absolutamente nada…



            La muchacha ya venía bastante asustada por las últimas revelaciones que había tenido. Despertó casi entre gritos y sudando copiosamente al percibir el terrible trauma que arrastraba Karaberasu. Y lo peor es que no podía decirles nada a las demás. Sin embargo, esto no lo esperaba. Decidió no hablar mucho y permanecer atenta a la evolución de su antigua amiga, junto con el resto de las chicas. Así que cuando Annie recobró el sentido se encontró rodeada por las preocupadas caras de las guerreras.



-¡Mi hijo! ¿Dónde está mi hijo?- Fue lo primero que pudo musitar con patente temor. -

-Tranquilízate - Le susurró Minako con un dulce tono de voz. - Está aquí mismo, aun duerme.

-¿Qué ha ocurrido?- le preguntó Usagi con la misma suavidad. - ¿Dónde está Ail?



            Ann no pudo evitar el llanto que se desató en ella al escuchar el nombre de su compañero. Todas las chicas la contemplaron con pena y mucha preocupación.



-Bebe un poco de agua.- Le ofreció Rei dándole un vaso que la pobre joven apenas si podía sostener entre sus manos temblorosas.- Tranquila. Aquí estáis a salvo…-Le aseguró con dulzura la sacerdotisa.-



Tras beber algunos sorbos y tranquilizarse un poco, como pudo Annie les contó lo sucedido.



-Llegamos a un mundo nuevo…íbamos a instalarnos allí y a plantar al Makaiju. Entonces alguien vino…Más bien se trataba de un grupo. Eran una especie de soldados. ¡Muy fuertes! Ail quiso razonar con ellos, pero eran malvados y crueles. Ni tan siquiera nuestras cartas pudieron hacer nada. Yo quedé atrás… Hubiera ido a ayudarle pero tenía que cuidar de nuestro hijo.- Sollozó totalmente hundida.- Y él…

-Calma…- Le pidió Minako observándola con el mismo pesar que las demás, para agregar con suavidad.- Tómate tu tiempo…



Annie apenas pudo asentir mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. Sus amigas no podían evitar llorar también, más cuando la narradora culminó su dramático relato, sentenciando llena de pesar.



-Ail se sacrificó para protegernos.



Las demás se quedaron impactadas y muy consternadas. Pugnando por no llorar también, Ami le dijo tratando de animarla.



-No temas, nosotras te ayudaremos. Ahora tu hijo y tú estáis a salvo.

-Quedaros aquí todo el tiempo que queráis. - Le ofreció amablemente Rei. -

-Pero debes comer algo,- intervino Makoto. -Estás muy débil, y el bebé también.



            Casi como si la hubiera escuchado el niño comenzó a llorar. Minako le tomó en brazos  para intentar calmarle, pero el bebé no callaba.



-Pobrecito- susurró Annie. - No ha comido nada en meses, ha estado en hibernación conmigo.

-Debes comer algo para poder amamantarle.- Le aconsejó Rei. – Si es que le alimentas de ese modo.

-Normalmente sí. Pero comer me será más difícil ahora. Para nutrirme de alimento tendría que esperar a digerirlo. Mi sistema humano no es tan eficiente como el que poseo en mi forma natural y menos tras este largo viaje. Tuve que mantener mi cuerpo original para minimizar el consumo de energía. - Pudo decir la chica entre sollozos.- No me queda mucha pero puedo darle algo de ella a mi hijo, pásamelo, por favor. - Le pidió a Minako que entregó al niño a su madre. –



            Annie le puso una mano sobre la frente y le pasó una tenue aura azulada. El bebé pareció calmarse pero a su madre se le nubló la vista.



-Necesito energía…- Pudo balbucear pronta a perder el conocimiento. -

-Toma de mí la que necesites.- Le ofreció  de inmediato Ami. -

-¡Y de mí!- secundó Makoto con igual celeridad. –



            Ambas le dieron las manos y Annie absorbió una pequeña cantidad de cada una, suficiente como para despejarse y poder decir.



-Muchas gracias, chicas.

-¿No puedes comer algo?- Le inquirió Usagi muy preocupada. -

-Para eso tendría que variar mi metabolismo.- Objetó Ann. -

-Pero nosotras te hemos visto comer alguna vez.- Le recordó Rei. -

-Puedo hacerlo para guardar las apariencias. Aunque para que me alimente de veras tendría que cambiar mi constitución genética. Me costará pero a Giaal le vendrá mejor. Lo conseguiré. ¡Por mi niño!…Nuestro hijo…- sollozó nuevamente al pensar en Ail. -

-¡Vamos Annie! - la animó Minako. - Estamos contigo. Somos tus amigas y te ayudaremos.

- Todo irá bien. ¡Ya lo verás! – La secundó Usagi con su característico optimismo. – Nada malo os volverá a suceder. Cuidaremos de los dos.



            Su interlocutora asintió sintiéndose más aliviada y agradecida. Enseguida le ofrecieron tomar más energía del resto de las guerreras. Tras hacerlo pudo darle el pecho al niño que al fin se encontró mucho mejor y pudo dormir tranquilo. Les explicó a las atónitas chicas que, al haberlo concebido al modo humano, era para él más eficaz ser alimentado de esa manera. Después de aquello Yuuichirou entró al poco rato en el salón. Rei le dio instrucciones para que fuese a comprar todo lo necesario para el cuidado de un recién nacido. El chico se apresuró a cumplir aquel mandato. Por su parte, agotada pese a la recarga de fuerzas y con los nervios rotos tras revivir su drama, Annie se durmió al lado de su hijo. Las chicas se miraban ahora con una mezcla de incredulidad y preocupación. Fue Rei la que, con bastante prevención y tacto para lo que era costumbre en ella, le inquirió a Usagi.



-¿Entonces, tú no sabías nada de esto?...

-No… os puedo asegurar que esto sí que no lo esperaba. Estoy tan perdida como vosotras.- Insistió con total sinceridad.-

-Quizás puede tener que ver con ese extraño avistamiento, esa entrada en la atmósfera que nuestras compañeras detectaron hace unos días. Y con ese explorador que destruyeron anteriormente. - Apuntó Ami.- Esos otros posibles enemigos.

-Lo que está claro es que esos seres que han atacado a Ail y Ann no pueden ser demonios.-Subrayó Makoto sentenciando con visible inquietud.- Por desgracia esto nos lo confirma. Es un problema diferente. Otros seres hostiles.

-La pregunta es.- Intervino Minako.- ¿Tendremos tiempo de acabar con los que nos amenazan ahora?

-Cuando Annie despierte espero que nos pueda contestar a algunas preguntas.- Dijo Usagi que, sin embargo, sonrió al observar a la aludida y al bebé dormir plácidamente ahora.- Ahora deben descansar y reponerse. Ella y su hijito.

-Es tarde. Mejor será que os vayáis a casa, yo me quedaré con Annie y el niño sin ningún problema.- Declaró la sacerdotisa.-



            Sus amigas asintieron, quedando en retornar al día siguiente para ayudar. Usagi se marchó pensativa. Aquello sí que no estaba previsto. Al menos en lo que a ella le habían revelado. Quizás no tuviera que saberlo todo, pero no le gustaba la idea de encontrarse a la deriva. Lo hablaría con Mamoru. Esto obligaba más si cabe a los dos a llevar a cabo su plan. También contaba con su buen amigo que en las alturas estaría ocupándose de la otra fase de la operación. Ahora por desgracia, tampoco podía informarse de eso.



-Me gustaría ir a verle, pero no es posible. Sé que puedo contar con él y con su grupo. Harán un gran trabajo.- Pensó, tratando de aliviarse al menos de esa preocupación. -



De modo que, por el momento, esperaría acontecimientos pues no era ajena a que en América las cosas estarían próximas a acelerarse y tendrían que estar preparados para cuando llegase la hora.



-Todo se nos viene encima. Lo de esta pobre chica. Lo que les sucede a nuestras amigas en Estados Unidos. ¡No sé por dónde empezar! Al menos espero que, hasta enfrentar a nuestros nuevos enemigos, tengamos tiempo de acabar con estos otros… Confío en vosotros amigos míos,  preparad a nuestro muchacho bien. Tras todo el sufrimiento que las chicas y nosotras hemos soportado y que aun habremos de arrostrar, tiene que valer la pena…



            Y así pensaba en tanto retornaba a casa. También a ella le vendría bien un buen descanso para aclarar las ideas después de todo.

 


                          anterior                                                                      siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)