jueves, 3 de marzo de 2011

GWA 37. Cuatro grandes fichajes.


Tras un fin de semana movido Tom, aconsejado por el sacerdote, le dio a Kalie un tratamiento de protección mágico para que la chica pudiese dormir tranquila. Aquel párroco tardaría aun en poder llegar pues tuvo que atender otro asunto de última hora. Su sustituto animó a la pobre muchacha en lo que pudo y le dijo que ese sacerdote podría ayudarla más.



-Me imagino que debe de ser muy duro para ti, pero tienes a tus hermanas y me tienes a mí para cualquier cosa que necesites.- Le dijo animosa y afectuosamente él, mientras se acercaba son su silla de ruedas cerca de la cama de la muchacha.

-Gracias Tom.- Pudo sonreír apagadamente ella.-



            De haberse tratado de otra persona ella habría reaccionado de una forma mucho más amarga, pero ese muchacho había sufrido también muchísimo. Era de los pocos que podía comprenderla. Kalie estaba muy deprimida y asustada. Su vida se había venido abajo, aunque tenía que mantenerse entera por sus hermanas. De modo que el chico la dejó para que descansara. En su opinión, Karaberasu se quedó más tranquila y pareció estar mejor. Así se lo comentó él a su novia que estaba en la casa.



-No me atrevo a dejarla sola.- Suspiró Cooan cuando habló con él.-

-Debéis tener fe en ella.- Le contestó Tom.-  Ha pasado por mucho y ahora le queda esta complicada situación por delante.

-Estamos muy asustadas.- Confesó su interlocutora entrelazando las manos para acercárselas a la boca.- ¿Y si  da a luz?...ya sabes…

-No creo que eso suceda.- La animó el joven.- Por eso trabajaremos sobre ella y haremos cuanto podamos para que su bebé nazca tal normal como otro cualquiera.



            Aunque el muchacho también se sentía desconcertado, sin saber a ciencia cierta qué podría ocurrir. Ese sacerdote era un experto en temas relacionados con el Maligno. Según le contó Anthony, formaba parte de su mismo grupo. Un equipo de personas que habían estado luchando contra el mal desde hacía muchos años.



-Los guardianes.- Recordó Tom que se hacían llamar. – Ellos protegieron a Roy cuando era niño. Bueno, si lograron sellar a Armagedón, espero que también puedan ayudar a Kalie y a su bebé…



Por ello le sonrió a Connie tratando de inspirarle confianza. Al poco Bertie y Petz llegaron de hacer unas compras. Siendo informadas por Tom de que su hermana descansaba. Con ello se aliviaron y eso era importante puesto que Cooan y Beruche, ya metidas de lleno en sus clases, debían volver al trabajo. Al día siguiente le tocaba empezar a Bertie, pues su hermana quería estar un rato con su novio que tenía una hora libre para poder hablar de sus cosas. Así que, aunque tocaba dibujo, clase responsabilidad de Cooan, su hermana la sustituyó. En la siguiente hora comenzó con su clase de historia.



-A ver niños.- Dijo ella dirigiéndose a la clase. – Guardamos ya el material de dibujo y pasamos a la historia. Así que comenzaré con unas preguntitas para ver cuanto sabéis. - Miradas expectantes entre los niños hasta que Bertie inquirió - ¿Quién de vosotros sabe quien es el actual presidente de los EE.UU?



            Los críos levantaron la mano con rapidez, Bertie señaló a uno de ellos que respondió sin dificultad.



-Muy bien- sonrió la muchacha- , ¿y el nombre del primer presidente?- Esta vez menos manos, señaló a una niña morena en una esquina.-

-George Washington- respondió resuelta. -

-Eso es- asintió Beruche.- Veo que sabéis mucho. Ahora os contaré algunas cosas más.





            Bertie les habló sobre la independencia americana contándoles algunas historias populares que ella misma aprendió en la universidad. La chica se recordaba ahora a sí misma cuando estudiaba en Némesis. Siendo pequeña estuvo aprendiendo en su propia casa, junto a sus hermanas, con droidas preceptoras. Al ir a la Corte al principio no tuvo obligaciones debido a su corta edad. Entonces sí fue a algo parecido a la escuela de la Tierra. Con otros críos. Aprendía y hasta se divertía. Sin embargo, de siempre fue tímida, jugó poco con los demás niños y niñas de su edad. Por otra parte le encantaba leer y aprendió enseguida a jugar al ajedrez. En eso era igual a su amiga Ami. Suplía su falta de relaciones con otras personas con su pasión por ese juego tan ligado al intelecto. Incluso sus padres, antes de que ella fuese a la Corte con sus hermanas, habían tenido muchas expectativas en ella y su gran inteligencia. Aunque una vez fueron aceptadas al servicio de los reyes eso pasó a un segundo plano. Ahora suspiraba todavía incrédula. ¡Quién le hubiera podido haber dicho que la que sería en un principio su enemiga mortal se convertiría con el tiempo en su gran amiga!, y que además compartía aquella pasión por el ajedrez. De hecho, eran tan parecidas que ambas se comprendían muchas veces sin necesidad de hablar siquiera. Sí, Ami tenía mucho en común con ella. Estudiosa, discreta, ordenada, tímida y que solamente mostraba los destellos de su auténtica ternura y bondad cuando alguien ganaba su confianza. Beruche se alegraba mucho de haber podido tener una amiga así. Y solo cuando vino a los EE.UU. y conoció a Roy experimentó algo similar, que además le hizo conocer al fin el amor de pareja. Ahora suspiró entristecida, al evocar el recuerdo de ese chico, pero se obligó a dejar de lado aquello. Era maestra y tenía un hermoso trabajo que realizar. Enseñar y guiar a los más pequeños. De modo que, tras terminar de contar algunas cosas, y aprovechando la clase anterior, encargó a los niños que pintaran algo relacionado con los Padres Fundadores y después se despidió por ese día de ellos.



-Bueno, no dejéis de hacer las tareas para mañana.- Les sonrió antes de marcharse del aula, una vez llegó su hermana a la que dijo jovial. – Son todos tuyos.

-Gracias, señorita Malinde.- Sonrió esta.-

-De nada, señorita Malinde.- Repuso su interlocutora igualmente risueña.-

-Al menos parece que Bertie va poco a poco volviendo a recobrar algo de alegría.- Pensó más animada, para centrarse ya en los peques a los que saludó con afabilidad y dulzura.- Buenos días.

-¡Buenos días señorita Connie!- Exclamaron casi a  coro haciéndola reír.-



De modo que se dispuso a comenzar con esa clase. Una introducción a la geografía, y decidió comenzar a gran escala pues lo hizo con nociones de astronomía.



-¿Alguno sabe el nombre de los planetas del Sistema Solar? - Preguntó a modo de tanteo. -

-¿De todos? - Exclamó Jason alarmado - ¡eso es muy difícil!..

-Si alguno se los sabe, bien. Si no, no pasa nada, - sonrió su maestra consciente de que esa cuestión era quizás demasiado complicada para unos niños tan pequeños. –



¡Pero a ella le parecía tan natural!, recordaba cómo, siendo muy niña, fue de las primeras cosas que aprendió en Némesis. Cuando Cooan no se dedicaba a corretear, disfrazarse o a jugar a maquillarse con niñas de su edad en la Corte, o incluso a  escuchar alguna que otra cosa que Bertie le contaba, estudiaba con gran atención el Sistema Solar y sobre todo la Tierra. Aquel lugar del que sus antepasados fueron muy injustamente desterrados. Según las explicaciones que les dieron, fue por negarse a aceptar las prácticas antinaturales de la Reina Serenity y del rey Endimión que alargaron la vida de sus súbditos y de ellos mismos. Los exiliados ancestros de la que luego sería la gran familia de la Luna Negra  tuvieron que vivir en una especie de roca o gran asteroide antes de llegar a su mundo. Al menos eso recordaba  que sus maestros le contaron. Ella y sus hermanas siempre creyeron que los males de su pueblo eran culpa de los soberanos de Cristal Tokio, así como la muerte de los padres del príncipe Diamante. Por ello, y sobre todo tras ser influenciadas por la energía oscura del cristal negro, se volvieron tan crueles y estuvieron tan determinadas a cumplir con su misión. Ahora todo eso le parecía tan lejano que le resultada prácticamente irreal. Hacía ya bastante tiempo que Cooan se veía a sí misma y  a sus hermanas como humanas y desde luego sabía cuan equivocadas habían estado. Conociendo a la Guerrera Luna, la que debería ser la futura reina de Cristal Tokio, y a Tuxedo Kamen, quién que debería ser el rey. Sin olvidar por supuesto a las guerreras, a las que desde muy pequeñas, les habían enseñado a odiar. A éstas últimas se las culpaba también del triste destino de sus antepasados. Pero después, paradojas del destino, su mejor amiga y la que la salvaría de su terrible antigua vida y de un trágico final fue la que había estado destinada a ser su enemiga mortal, la guerrera Marte. Tras eso se dio cuenta hasta qué punto fueron no solamente ellas, sino todos los habitantes de su mundo, vilmente manipulados por ese Sabio. Ahora la determinación de ella y de sus otras hermanas era justamente el proteger ese bello planeta que las había acogido y a sus moradores. Pensando en esto no pudo evitar musitar.



-¡Qué trágica pérdida de tiempo y de vidas!



Aunque la voz de uno de los críos la sacó de esos pensamientos, en cuanto ella le escuchó al hilo de lo que había preguntado anteriormente…



-¿Los quiere por orden de lejanía o de cercanía al sol? – Quiso saber Spencer dejándola boquiabierta. -

-Bueno, pues dímelos por orden de cercanía,-  repuso Cooan aun atónita y saliendo del todo de sus recuerdos y reflexiones. -

-Pues, Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano. Y ahora Plutón, que a veces está dentro de la órbita de Neptuno. Aunque algunos astrónomos aseguran que es muy pequeño como para ser un planeta por sí mismo.



Concluyó con las clásicos comentarios de "empollón" y "sabiondo" que pudieron escucharse tras de él y las no menos asombradas caras de algunos compañeros.



-Muy bien.- Asintió aprobatoriamente Cooan  visiblemente impresionada por ese crío, admitiendo de modo halagador que aprovechó sin embargo para matizar. - Te los sabes muy bien, pero se te olvida uno muy importante.



            Algunos niños señalaron a su compañero e hicieron comentarios de burla. Otros fueron más descarados y le recriminaron con sorna.



-¡Ahh, por listo! ¡El empollón se ha equivocado!- Anunciaban con visible jolgorio. -

-¿Cual?  - Quiso saber el desconcertado Spencer con el ruido de fondo de esas risitas de algún que otro envidioso compañero, alegando algo abochornado. – ¡No se conocen más!…



            La profesora les instó a  los demás a guardar silencio amén de reprobarles con suavidad.



-No está bien que os burléis de vuestro compañero. Porque tiene razón. Él ha dicho todos los planetas que se conocían hasta ahora.



Todos callaron expectantes cuando Spencer inquirió curioso.



-¿Es que se ha descubierto alguno más?

-Existe un planeta que han descubierto hace muy poco.- Suspiró su maestra con expresión soñadora. - Se llama Némesis y está lejos, muy lejos de aquí.

-Vaya, tendré que decírselo a mi papá para que lo busque con el telescopio. Porque él es astrónomo aficionado y me ha enseñado muchas cosas. - Repuso el crío, orgulloso de ser él quién fuese a darle ahora la noticia a su padre. –



            Cooan asintió  sonriente y prosiguió. Al término de las clases estos comentarios llegaron a oídos de Beruche que le advirtió a su hermana con reprobación.



-¿Cómo se te ocurre hablar a los niños de nuestro planeta? Se supone que eso sólo lo saben los expertos. Y no estoy segura siquiera si lo sabrán todavía.

-Lo siento- se disculpó su hermana. - Se me pasó, es que a veces lo añoro mucho. Nuestros padres, nuestra casa.

-Yo también lo extraño a veces –convino Bertie sustituyendo su expresión seria por otra comprensiva. - Y entiendo que no es fácil, pero procura evitar que se te escape otra vez, ¿de acuerdo?..

-Descuida - le aseguró Cooan con prudencia.- Tendré más cuidado y no volveré a dejar llevar. Es que ya sabes que me encanta ponerme a hablar y contarles cosas a los críos.

-Sí.- Sonrió su hermana, con mejor talante, para recordar.- Lo hacías incluso en la Corte, con los más pequeños.

-Y la reina Amatista me sorprendió una vez, que había montado una pequeña clase.- Comentó ahora Cooan, con tono de añoranza, suspirando.- Ella me animó a ser maestra si yo quería. Y nos contó entonces muchas cosas de las Tierra. Desde entonces quise venir a conocerla. Pero luego.

-Ya, luego todo cambio.- Asintió ahora Bertie con gesto de tristeza. Aunque enseguida preguntó con un tinte más animado para cambiar de tercio. -Anda dime ¿Qué tal con Tom?

-Bien.- Repuso su interlocutora. - La verdad es que hemos estado hablando de Kalie y me ha dicho que cuando llegue ese sacerdote la ayudará mucho a superar estos momentos tan duros.

-Eso espero. - Aseveró Bertie con la voz teñida de preocupación. – Lo está pasando muy mal, aunque trate de ocultarlo.



Su hermana asintió despacio con gesto consternado y con un tono algo apurado, pudo musitar ahora de un modo más reflexivo.



-He pensado que quizás, si les contásemos a las guerreras esto. Ya sabes, entre los hechizos anti espíritus malignos de Rei y el poder del cristal de Plata de Usagi. Pudiera ser que ayudasen a eliminar la energía negativa del interior de ese bebé. ¿No lo crees?



            La interpelada se quedó meditando sobre eso. Aquella podría ser una buena idea. Quizás si combinaban sus poderes con los de las guerreras…pero tendrían que consultarlo con las otras. Sobre todo preguntarle a Karaberasu lo que opinaba del asunto. Así se lo expresó a su interlocutora. Su hermana asintió en tanto se disponía a ir a buscar a su  novio que ya debería estar saliendo de terminar sus clases, mientras tanto Beruche pensaba ahora nuevamente entristecida.



-¡Oh Roy! ¡Ojalá estuvieras aquí! ¡Cuánto te echo de menos, cariño! ¡Pero tú ahora estás libre de cualquier tipo de problemas! En eso tienes suerte, pero descuida, no he olvidado la promesa que te hice, a pesar de todo seré feliz…



            En el Cielo mientras tanto el chico en cuestión se mantenía más ocupado de lo que Beruche pudiera haber llegado a imaginar. Roy se pasaba todo el tiempo  entrenando con Son Goku. Llevaban ya lo que a él le parecía una eternidad. Y tras mucho esfuerzo y afán de superación logró por fin pasar al segundo nivel de súper guerrero. Luchaba como siempre contra su entusiasta maestro cuando éste en medio del combate le pidió que parase con un gesto de su mano derecha, asintiendo con aprobación. Su pupilo se acercó extrañado y Goku le dijo.



- Bueno Roy, creo que ya estás bien preparado. ¡Felicidades!, has tardado menos de lo que creía en lograrlo. Lo has conseguido y la primera parte de tu entrenamiento ha terminado. Pero no debes regresar a la Tierra tú sólo.

-¡Regresar a la Tierra!- Exclamó el atónito chico. - Pero si estoy muerto y…

-¿Cómo esperabas derrotar a ese demonio sino?- Se sonrió su maestro volviendo a preguntarle divertido. - ¿Y para qué crees que hemos estado entrenando tanto?

-Pensaba que ese maldito monstruo iría al infierno y que yo le atacaría allí.- Conjeturaba el atónito chico. -

-No te preocupes. Tú no vas a bajar a ese sitio. No es el lugar que te corresponde. Además, es aburrido en su mayor parte. Lo sé puesto que algunas veces me caí por accidente ¡ja, ja, ja! Un día tendremos que hacer el camino de la serpiente y te lo enseñaré…



Aquellas afirmaciones dejaron aún más pasmado a su alumno que, sin embargo, prefirió no preguntar acerca de ese particular.



-Entonces volveré, pero si no regreso solo ¿Quiere eso decir que te vendrás conmigo? - Le inquirió Roy esperanzado, añadiendo con desbordante entusiasmo. ¡Sería estupendo, acabaríamos en un momento con todos los demonios! ¡Es más! ¡Tú solo podrías hacerlo en un instante!

-No,- sonrió su maestro moviendo la cabeza mientras se cruzaba de brazos y replicando ahora con bastante más seriedad de lo que solía ser habitual en él. - A mí no se me permite ir ya a la Tierra. Hace ya muchísimo tiempo que concluyó mi etapa allí. Y sobre todo, ésta no es mi historia, es la vuestra. Sois otros los que debéis llevar a cabo la tarea. Es vuestra batalla, amigo mío. Sin embargo, aquellos guerreros de los que te hablé sí que ansían volver, son personas directamente afectadas por esta situación. Tenéis muchas cosas en común. Ya lo verás. Piccolo les ha hablado de ti y desean conocerte y ayudarte.

-Yo también tengo muchos deseos de conocerlos. - Admitió Roy preguntándose en voz alta visiblemente intrigado.- ¿Quiénes serán esos tipos?

- No te inquietes, enseguida los conocerás. Vamos a arreglarlo ahora mismo. - Respondió la voz de Landar que había salido de la nada. -

-¡Hola viejo!- saludó Goku con poca formalidad, tal y como era su costumbre. - ¡Me alegro de verte!

-Como me vuelvas a llamar viejo no podré decir lo mismo, Son Goku.- Replicó el mago dedicándole una reprobatoria mirada aunque añadió al momento con un mejor tono que adornó de una sonrisa.- Enhorabuena. Habéis hecho un estupendo trabajo.

-Sí, yo ya le he enseñado casi todo lo que podía,- contestó Goku que se dirigió después a su pupilo para alentarlo casi de modo paternal. - Ahora te toca a ti, entrénales a ellos como te he enseñado yo, cree en ti mismo y hazles creer a ellos. Si os convertís en buenos camaradas y tenéis confianza en vuestras posibilidades formareis un magnífico equipo.

-Lo haré, maestro, - pero ¿por qué has dicho que me has enseñado casi todo? - Le inquirió Roy con una mezcla de respeto y curiosidad. -

-Antes de que te vayas me reservo el mostrarte una técnica que te será muy útil. Pero ahora es necesario que te reúnas con los otros, después te la enseñaré. Hasta entonces, ¡entrena fuerte! ¿Eh? - Le pidió su contertulio con decisión. -

-Descuida, aplicaré todo lo que me has enseñado hasta ahora y no te defraudaré.- Afirmó el chico con la misma determinación. -

-Lo sé - asintió Goku que le dio la mano cordialmente para desearle con su característico buen humor. - Buena suerte, amigo…

-Gracias por todo, para mí ha sido un honor poder conocer a un antepasado tan ilustre y legendario de mi estirpe.- Le respondió Roy con sinceros elogios de agradecimiento y admiración hacia su mentor. -



            Y sin más ceremonias su maestro se alejó de allí murmurando algo así como que estaba muerto de hambre.



-El bueno de Son Goku no cambiará jamás.- Sonrió Landar observando como se perdía éste entre la infinita blancura y moviendo la cabeza. Aunque no tardó en volver a su serenidad habitual  para agregar. - Bueno, ahora vamos a lo que nos ocupa, voy a presentarte a tus nuevos compañeros. - Le dijo a Roy. - Seguramente se los habrás oído nombrar en alguna ocasión a las cuatro hermanas.

-Pues no caigo - respondió el muchacho tratando de hacer memoria.-

-Es por aquí,- señaló el mago que abrió una puerta invisible sin dar tiempo al chico a que recordase nada sobre ese tema. -



 Roy volvió a sorprenderse. Como en la ocasión anterior ni siquiera había visto en que forma la abrió ni las paredes que la sustentaban pues estas serían invisibles o tan blancas como el resto del entorno. Pero no era el momento de hacerse esas preguntas. Siguiendo a Landar los dos cruzaron y allí aguardaban cuatro figuras, todas uniformadas con una especie de mono azul y un peto blanco que se fueron distinguiendo a medida que el mago y Roy se acercaban a ellas…



-Deben de ser esos tipos.- Pensó el muchacho.-



            Y es que todos los que esperaban allí llevaban una aureola en la cabeza como la suya. Landar se acercó primero a un hombre de pelo blanco y largo hasta las orejas, era joven pese a todo, y de más estatura que Roy. El mago lo señaló y procedió a presentarlo en tanto el individuo saludaba educadamente con la cabeza.



-Éste es Diamante.

-Soy el príncipe de Némesis. Encantado de conocerte.- Dijo aquel tipo que lucía un rostro orgulloso y noble, así como una mirada mezcla de inquisitiva y adusta en sus ojos color violeta. - Hemos oído hablar mucho de ti, deseamos entrenar a tu lado y vengarnos personalmente a nosotros y al mundo entero de esos malvados demonios.- Concluyó con un tono serio y ceremonioso. -

-El gusto es mío.- Respondió Roy estrechándole la mano de forma más despreocupada. –



Lo cierto es que estaba preguntándose si ese tipo sería inglés por lo estirado de sus maneras y agregó con su tono de chanza habitual.



-Así que eras príncipe. ¿Verdad?... ¿Y salías en muchas revistas, amigo? Eso sí que es agotador. Firmar tantos autógrafos…te comprendo.

-No, no hacía nada de eso - negó el sorprendido Diamante moviendo la cabeza para preguntar.- ¿Acaso  también tú eras alguna clase de monarca en tu mundo?

- Claro, soy Roy, el príncipe de Bel- air.- Sonrió su interlocutor con patente sorna que, sin embargo pasó desapercibida para su contertulio cuando canturreó. – Ya sabes…tii tirorirori…estaba en Bel Air y la cosa cambiaba, mi trono me esperaba, el príncipe llegaba…

-¿Es una especie de profecía?- Quiso saber aquel individuo observándole con expresión plena de desconcierto.- ¿Acaso aspiras a reinar en alguna parte?

-Bueno, algo así. Más que una profecía es un spoiler.- Se sonrió Roy afirmando divertido.- De dónde vengo se hace a menudo.



            Y es que ese tipo parecía el típico pardillo al que se le podían gastar bastantes bromas. ¡Eso era campo abonado! Miró de reojo a los demás quienes tampoco parecían entender nada.



-¡Ja, ja! ¡Cómo me lo voy a pasar con estos! - Pensaba con regocijo.-



Mientras tanto el mago movía la cabeza con paciente resignación. ¡Ese chico no tenía arreglo! En fin. El confundido príncipe entre tanto añadió, queriendo saber con gesto extrañado.



- No me suena tu reino, ¿es de la Tierra?

- Algo así. Es un reino para gente muy selecta. – Se sonrió nuevamente el muchacho, visiblemente divertido en tanto dedicaba su atención ahora al resto. – No, ahí no puede ir cualquiera…Esa es otra cosa que siempre me inquietó. Si Will tenía que ir en taxi desde Filadelfia ¿Cuánto pagaría?...



            Diamante miraba a ese muchacho sin entender nada. Supuso que esa sería una importante cuestión para él. Por su parte Landar decidió abstenerse de aclarar aquello, señaló entonces a otro tipo, de pelo oscuro y ojos azules, gesto sereno y reflexivo que emanaba un aire bondadoso. ¿Pero cómo no iba a ser así estando en el Cielo? Consideraciones subjetivas aparte. Era algo más bajo que Roy y el anciano lo presentó también.



-Éste es Zafiro, hermano menor de Diamante.

-Me suena ese nombre,- recordó el chico haciendo memoria y exclamando al recordar con una mano puesta sobre la frente a modo de ademán. - ¡Claro!  Bertie me habló de ti alguna que otra vez. Eras el novio de su hermana Petz, el tío que le dejó la chaqueta o algo de eso.



            Los otros se observaron interrogando luego al aludido con la mirada y éste se apresuró a matizar.



-Bueno, no exactamente el novio, pero digamos que, de haber vivido sí me hubiera gustado serlo. - Sonrió visiblemente azorado para admitir. - Y sí que le dejé mi chaqueta, era una especie de promesa para obligarme a volver pero, como ves, desgraciadamente no pude cumplirla.

-No te preocupes por eso. - Le animó Roy con tono optimista agregando.- Cuando estemos listos tendrás tu oportunidad.

-Eso espero. Un placer conocerte.- Respondió éste que preguntó con visible interés.- ¿Cómo está Petz? Porque a juzgar por tus palabras conoces a su hermana Beruche. Y supongo que a las demás también.



            Roy hizo un rápido asentimiento de cabeza y le contó.



-Muy bien,- repuso para contestar de modo desenfadado. -  Estaban estupendas, al menos, la última vez que las vi. Y Petz es una chica muy guapa, y con carácter. Tienes buen gusto. Ahora si queremos reunirnos nuevamente con ellas solo tenemos que trabajar duro para poder regresar y vencer a esos mamones.

-Si supieras cuanto he esperado este momento.- Confesó Zafiro que parecía muy contento. -

-¿Vosotros fuisteis asesinados por un tipo encapuchado, no? Creo que nos hemos enfrentado contra uno así.- Conjeturó Roy. -

-¿Todavía sigue allí? ¡Maldito!, creí haber acabado con él antes de morir. Pero la próxima vez me aseguraré de ello y cuando les ponga las manos encima a él o a alguno de sus esbirros, te aseguro que ese canalla va a saber quién es el príncipe Diamante.- Masculló el muchacho visiblemente indignado.-

-Tú también tendrás tu oportunidad, amigo.- Le prometió su interlocutor de modo solidario. -



            Landar les interrumpió señalando a los dos restantes que aguardaban educadamente. El más cercano, un hombre alto de pelo castaño largo, que les observaba con interés en sus ojos de color azul celeste. El otro era de apariencia alienígena. O desde luego le recordaba a Roy la imagen típica de los marcianos. Tenía la tez verdosa y  una larga cabellera azul y dos mechones rosados que le caían hasta por debajo de sus puntiagudas orejas. Sus ojos eran de un extraño color entre azul y rojizo. El mago pasó a informar al saiyajin de la identidad de esos nuevos compañeros.



-Estos son Nephrite, ex comandante del ejército de la oscuridad y Ail, un extraterrestre que también luchó en su momento contra  las  guerreras.

-Encantado de conocerte.- Saludó el primero que le contó a modo de breve introducción. -  Soy Nephrite, príncipe de los Cuatro Cielos y fui vasallo del rey Endimión. Desgraciadamente estuve dominado por el poder de la oscuridad pero el amor me abrió los ojos.

- ¡Joer!, hay más príncipes y reyes aquí que en una baraja de cartas.- Sonrió el chico para añadir con total confianza y desenfado. - Seguramente haremos un buen equipo. Porque yo soy el as, ¡ja, ja! Podría decir que a mí me pasó lo mismo.- Aseguró Roy estrechándole la mano, después se dirigió hacia Ail mirándole perplejo y no obstante interrogándole con su típico sentido del humor. - ¿Y tú quién eres? ¿El rey de los Elfos o algo así?

- No, no soy rey. – Replicó suavemente ese muchacho presentándose  a su vez. – Me llamo Ail Ginga. Nací en el Sagrado Árbol del Makaiju…

- Un árbol, eso me suena – Le pidió Roy, que haciendo memoria, recordó. – Si no me equivoco no te mataron, las amigas de las guerreras me hablaron de ti. Sé que no te conocieron pero Usagi y las otras les contaron tu historia.  Dijeron que te fuiste de la Tierra con tu compañera.

-Así es, pero lo que ellas ignoran es que después de marcharnos nos establecimos en una luna habitable, más allá de los confines del Sistema Solar. Vivimos muy felices durante un tiempo y concebimos un hijo como hacen los humanos. Sin embargo, un día fuimos atacados por unos maléficos enemigos. Ann logró escapar con nuestro bebé, mientras yo traté de detenerles, pero no pude hacer nada contra ellos. Eran demasiado poderosos y acabaron conmigo. – Se lamentó el alien. – Ni tan siquiera con mis cartas pude hacer nada.

-¡No me digas que les desafiaste a una partida de póker!- Se sorprendió su contertulio a medio camino entre la broma y la incredulidad.-

-No, no es eso.- Le aclaró su contertulio.- Digamos que podía conjurar seres que me ayudaban a luchar…Al menos sirvió para atraer su atención sobre mí y no sobre mi familia.

-Entonces. ¿Tú compañera y tu hijo están bien?- Se interesó Roy ya con más seriedad. -

-Le dije a Annie que volviese a la Tierra y pidiera ayuda a las guerreras, de seguro estará a punto de llegar. - Calculó Ail. -

-¡Malditos demonios! ¿Cómo habrán llegado hasta tan lejos? - Replicó su interlocutor ahora sí, con verdadera indignación. -



            Pero aquel alien le sorprendió al igual que al resto cuando rebatió.



-No dijeron ser demonios, al menos a mí no me lo parecieron. Más bien eran extraterrestres.

-De todos modos el mal se camufla en muchas formas diferentes. - Opinó Diamante. -

- Es cierto. - Corroboró Landar que agregó. - Pudieran haber sido emisarios de los demonios. U otros entes malignos…

-Sea como sea, podrás vengarte, te lo aseguro. Si no de los mismos que te mataron, al menos lucharás por proteger la Tierra y a tu familia.- Le prometió Roy haciéndolo extensivo a los cuatro con su mirada. - Todos podremos, tendremos una segunda oportunidad para hacer las cosas bien. Pero habrá que entrenar muy duro.

-Nada me gustaría más.- Aprobó Ail con una entusiasta sonrisa mudando su apariencia ante el asombro de todos en la de un chico humano de pelo y ojos castaños y explicándoles a continuación.- Hasta ahora no lo he comentado, no creí que fuera importante, pero puedo adoptar esta forma.

-Sí tío. - Repuso su contertulio con humor.- ¡Porque como vayas por ahí de marciano darías mucho el cante!



            Los otros se sonrieron y el aludido asintió algo cortado, pero Roy le obsequió con una cordial palmada en la espalda, logrando lo mismo que Goku le hacía a él. En otras palabras Ail casi estuvo a punto de caerse del golpe.



-Bueno.- Añadió Roy al darse cuenta del poco aguante del chico. - Ahora nos tocará entrenar de modo muy duro. Y al decir eso no exagero en absoluto.

-Eso llevamos ya un tiempo haciéndolo.- Intervino Diamante quitándose su peto blanco que lanzó hacia él, éste lo agarró y tuvo que admitir que pesaba bastante declarando con aprobación. - ¿Qué te parece?

-Yo también me entrenaba así y progresé mucho.- Admitió su contertulio.-



Devolvió el peto  a su interlocutor y el príncipe se lo puso nuevamente.



-Fue consejo de Son Goku. Piccolo nos los hizo llevar casi desde el primer día,- añadió Zafiro. – Es un profesor realmente estricto y nos lo ha hecho pasar muy mal. Pero nos advirtió que eso no iba a ser nada comparado a lo que nos esperaba cuando tú llegases.

-Bueno, pues una vez hechas las presentaciones debéis comenzar a trabajar,- les indicó Landar.- Así que ahora debéis prepararos para conocer vuestro nuevo hogar durante los siguientes cuatro meses. Transcurrido ese plazo, os avisaremos. Seguidme.



            Todos fueron detrás del mago quien se encaminó hacia una puerta que guardaba el camino a una zona muy espaciosa, al fondo de ella estaba la entrada a otro cuarto.



-Aquí se encuentra la habitación del tiempo. Es la antesala al sitio al que os dirigiréis. - Les explicó el mago según pasaban por aquella amplia zona cuya única decoración estaba constituida por tres grandes vasijas. -

-¿Qué quiere eso decir?,- inquirió Nephrite con interés. - ¿Qué son esas tinajas?

-Cada una de ellas representa un periodo,- le contestó el anciano. - El pasado, el presente y el futuro. En ellas, quien se mira puede contemplar allí acontecimientos relacionados con su destino o su pasado.

-¿Eso que dices significa que podemos ver cualquiera de nuestros momentos, según la vasija que miremos? - Le preguntó Diamante. -

-Pues me muero de ganas por mirar - sonrió Roy. -

-Podéis hacerlo - les indicó el mago. - Pero sólo una de ellas para cada uno. ¿Tenéis alguna preferencia?..

-Está clarísimo, el futuro - declaró Nephrite obteniendo la aprobación del resto. -

-Muy bien - concedió el mago. - Pero debo advertiros una cosa, las vasijas no siempre reaccionan, puede que no quieran o no deban mostraros acontecimientos que están por venir. O que no logréis entender lo que veáis.

-Me arriesgaré – afirmó Diamante decidido a ser el primero  y preguntó. -¿Cual es la del futuro?...

-Eso debes decidirlo tú - sonrió el mago que le animó con una sonrisa. - ¡Prueba suerte!



            El muchacho aceptó aquella respuesta como un reto, a él le encantaban los retos, era orgulloso como príncipe que se preciase y nunca se había echado para atrás. Su único error fue dejarse vencer por la arrogancia en su vertiente más negativa. Aunque ahora estaba ante una nueva oportunidad, y no quería desperdiciarla. Si esa vasija podía ayudarle a tomar las decisiones más adecuadas debía atreverse a mirar. Impaciente pues, se dirigió a la situada más a la derecha. La destapó y miró al interior, al principio sólo pudo ver el agua limpia y cristalina, pero pasados unos instantes, una imagen se dibujó. Se vio a sí mismo, sentado en el trono de Némesis y con una copa de vino en la mano. Parecía estar mirando algo, en ese instante una silueta femenina que enseguida reconoció se le acercó preguntándole con voz suave y aterciopelada.



-¿En qué pensáis mi príncipe?

-¡Esmeralda!- Exclamó sin poderlo evitar. –



            La muchacha, una atractiva joven de largo pelo color verde botella claro y ojos avellana trataba de entablar una conversación pero él simplemente la ignoraba absorto en sus pensamientos. Diamante indignado consigo mismo, o mejor dicho con esa imagen suya, espetó.



-¡Imbécil arrogante!, al menos dile una palabra amable.



            Pero su otro yo no hizo nada de eso. Más bien al contrario, se entretenía mirando ensimismado otra imagen, la de una bella mujer que se proyectaba sobre una especie de chorro de energía. Al fin se escuchó a sí mismo ordenar a aquella joven.



-Esmeralda, captura a la chica. A Sailor Moon también la quiero viva.



            Eso dejó estupefacta a su interlocutora quien apenas fue capaz de repetir en tono de interrogación.



-¿Sailor Moon?

- Quiero examinar sus preciosos ojos con más atención.- Afirmó su contertulio. –



            Esmeralda parecía no salía de su asombro.  Diamante se daba cuenta ahora de lo mucho que aquello la desagradó, e incluso Zafiro puso mala cara cuando quiso interpelarle.



-¡Diamante!- Exclamó el joven.-

-Eso es todo.- Replicó éste desapareciendo de allí.-



            El príncipe podía seguir viendo aquello a través de esa vasija, movía la cabeza lamentando su propio comportamiento de entonces. Su actitud dejó frustrado a su hermano, quien sentenció.



-¡Ese maldito Hombre Sabio está tratando de controlar a Diamante con historias que nadie cree! ¡Son solo supercherías indignas de un hombre sabio!

-Así es.- Convino Esmeralda, detrás de él, agregando.- Y también le ha dado información falsa a Diamante sobre el Cristal de Plata. ¿Por qué lo hará?- Inquirió acariciando un abanico rojo, idéntico al que el príncipe recordaba de su madre.-

-¡Ellos se dieron cuenta!- Pudo musitar Diamante mirando de reojo a su hermano, ahora, en el Cielo.-

-Algún día lo desenmascararé.- Fue la réplica del Zafiro de aquella visión.-

-Pero antes de que ese día llegue, tenemos que matar a Sailor Moon que es nuestro más grande obstáculo.- Aseveró su interlocutora riéndose por lo bajo de un modo maquiavélico e inquietante.-



            Diamante suspiró en tanto la visión se desvanecía hasta desaparecer. El joven musitó admitiendo con pesar.



-Todos estábamos totalmente manipulados. ¿Cómo es que no pude darme cuenta? Fui un idiota…

-¿Has tenido suerte, hermano? - Le preguntó Zafiro  que pudo escuchar lo último. -

-No mucha, esta era la del pasado y me ha recordado lo estúpido que fui.- Respondió el interpelado con amargura. -

-O puede que la del futuro. - Le corrigió Landar. - Recuerda que procedes del siglo treinta, muchacho.



            Diamante asintió pensativo, todo podía ser, no debía olvidar que casi restaban mil años de tiempo lineal, desde el momento en que murió, hasta esa escena. Aunque para él, era la conciencia de lo sucedido lo que le martirizaba. Su amor desmedido y absurdo hacia la Reina de Neo Cristal Tokio llevó a la ruina a todos los suyos. Todo por culpa de las intrigas de ese maldito Sabio que corrompió sus almas. Pero él se sentía responsable de ello. Lamentaba haberse dado cuenta justo antes de morir. ¡Ojalá que pudiese disponer de otra oportunidad y con ella rehabilitar a los suyos! Comenzando por Esmeralda que se había consumido en el odio más absoluto por su causa. Aunque esa visión no le aclarase gran cosa. De todos modos su hermano, que sabía bien por lo que sufría, le animó diciéndole.



-Ella y todos nosotros elegimos también nuestro destino con los actos que llevamos a cabo, no te culpes.



            Diamante movió la  cabeza,  apesadumbrado, replicó con tristeza.



-Esa muchacha llegó a la corte de mi padre siendo encantadora, pura y amable y se convirtió en un ser odioso, arisco y vanidoso, todo por mi desprecio y la maligna influencia del Sabio. Pero si yo no la hubiera desdeñado jamás le hubiese sucedido.

-Puede que sea cierto.- Admitió Zafiro con pesar desvelando. – Ella en el fondo no quería ser reina, tan sólo la esposa de su amado príncipe y pagó ese error con la vida.



            Landar asintió y el mago parecía querer añadir algo más sobre ese tema, pero debió de reconsiderarlo mejor y pasó a invitar al hermano del príncipe Diamante a mirar.



-Pues probaré yo,- intervino el aludido aceptando la sugerencia, acercándose a la vasija de más a la izquierda. -



            Se aproximó despacio y observó el agua del interior hasta que se formó una imagen. Descubrió que se trataba de Petz, vestida como una humana normal. Tal y como la recordaba la última vez que la vio. Estaba en la cocina y parecía atareada. En ese instante se acercaba Beruche y ambas parecían conversar. Petz escuchaba a su hermana contarle algo relativo a niños y sonriendo, incluso Bertie añadió.



-¡Si hasta les habló de Némesis! Al principio me enfadé con ella por irse de la lengua, pero luego la comprendí bien ¡Cuantos recuerdos y qué nostalgia me despertó escuchar de nuevo el nombre de nuestro mundo!

-Es verdad. - Sonrió Petz removiendo una olla en la que parecía estar guisando algo. - Némesis. Siempre que lo pienso me vienen a la memoria papá y mamá, la abuela Kim, la reina Amatista y Zafiro.

-¡Lo que desearía que él, Roy y los demás estuvieran aquí! Incluso el príncipe Diamante y Lady Esmeralda, y quién sabe si hasta Rubeus sería distinto como a veces dice Cooan. – Suspiró Bertie con aire de nostalgia. -

-Las cosas iban a ser muy diferentes si todos los que murieron de los nuestros pudieran tener otra oportunidad y supiesen lo que son el amor y la amistad. Si fueran capaces de sentirse humanos otra vez. Como antes de que comenzase aquella pesadilla. - Declaró su contertulia con un tono entre reflexivo y melancólico para sentenciar. – Aunque lamentablemente eso no es posible…



            Beruche asintió y su hermana continuó hablando pero Zafiro no pudo escuchar más. La imagen se borró entre las ondas del agua.



-Vaya,  debe de ser la del presente.- Sonrió el chico reflexionando para sí. - Por lo menos he podido verte otra vez. ¡Cómo desearía poder decirte que a tu lado me sentí humano y vivo por primera vez en mucho tiempo!, casi desde que era un niño. Claro que descubrí lo que es el amor, incluso la amistad. ¡Querida Petz, lucharé con todas mis fuerzas por ti y por todas las personas de este mundo!

-¿Cuál has visto?- Quiso saber su hermano.-

-Creo que la del presente. - Afirmó Zafiro. -



            Y se retiró de las vasijas en tanto Roy se acercaba exclamando impaciente.



-¡Ahora me toca a mi! - se dirigió a la vasija del centro la que quedaba por mirar y si las otras no eran del futuro entonces lo sería aquella. -



            Abrió y echó una ojeada. Al cabo de poco tiempo, el agua fue sustituida por unas imágenes que no reconocía. Parecía el interior de una inmensa cueva, sólo vio un grupo de muchachos avanzar por ella, contó nueve, cuatro chicos y cinco chicas y todos parecían emanar una gran fuerza interior y vital. Se llegaron a una inmensa puerta y uno de ellos la estudió intrigado, era muy alto y de largo pelo castaño. Pese a no haberle visto nunca le trasmitía una sensación de familiaridad. Al igual que otro chico, cuyo pelo era más corto y de un color similar aunque más oscuro. También había una muchacha, alta y muy bella que estaba junto al joven de la melena castaña, luciendo el mismo color de pelo que su acompañante. Roy juraría que oyó suspirar a otro chico de cabello moreno mientras decía.



- Ésta es la última barrera que nos queda, para cruzar la última subdivisión.- Les informó con la misma sensación de ahogo y pánico apenas contenido.-

-¿Crees que podremos abrirla? - Preguntó una muchacha de cabellos castaños. -

- Lo conveniente para nosotros sería saber si debemos intentar abrirla. - Repuso el chico de pelo castaño oscuro mismo con evidente prevención. -

- Para eso vinimos. Con grandes sufrimientos y penalidades hemos conseguido llegar hasta aquí. - Sentenció esa atractiva y alta muchacha de cabellos castaños con voz queda, tratando en vano de dominar su pavor. - Ya no hay vuelta atrás...

-¡Se me hiela la sangre e incluso la misma alma con sólo pensar quién puede estar al otro lado de esta puerta!,- confesó una chica de largo y ensortijado pelo negro con  tono de pavor. -

- Amigos míos, dentro de poco sabremos quién está detrás.- Les aseguró aquel alto muchacho de pelo castaño largo que, con decisión, se acercó y tocó tres veces en la misma. -



Comentaron algunas cosas más que Roy no comprendió. Pero, una cosa era segura, los rostros de aquellos muchachos estaban dominados por el pavor y el asombro. Entonces, cuando ese joven tocó, hubo un retumbar de ecos que multiplicaron esa llamada. Y tras unos instantes la puerta incluso comenzó a abrirse en medio de una música terrible y a la vez grandiosa y llena de poder. Pero Roy no pudo ni oír ni ver nada más, las ondas en el líquido elemento reaparecieron y después volvió a ver el agua.



-Pues no salía yo, no he comprendido nada. Aunque era algo realmente impresionante. Por un instante muy fugaz he sentido una fuerza increíblemente poderosa y maligna. Me ha dado miedo. – Admitió, después se encogió de hombros y dejó su lugar a Nephrite que se dirigió a la misma vasija en tanto Roy le comentaba antes de alejarse. – No sé qué significará. Pero ten cuidado.



            El recién llegado miró con detenimiento hasta verse a sí mismo rodeado por un montón de artículos que no pudo reconocer en un principio. Luego se percató de que eran relojes, espejos, cuadros. Él parecía hablar con alguien. Se le notaba además con semblante relajado, no aparentaba tanta despreocupación con facilidad. De ello deducía que estaba a gusto con quien quiera que fuese y parecía estar contándole algo.



- ¿Qué le estaré diciendo? - Se preguntó Nephrite con curiosidad. –



Escuchó entonces algo relativo a joyas y planes, llegó a entrever un poco a su interlocutora, una mujer de color, y oyó parte de esa conversación.



-Buenos días señor Saint Join, ¿cómo está usted esta mañana?...

-Bien, gracias Peggy.- Replicó él con una voz suave y bastante  amable para preguntar - ¿Algún mensaje para mí?...

-Sí, llamó el señor Edgar para recordarle que desea que le encuentre su mesita estilo Luis quince...y la señora Heard que quiere consejo sobre algún candelabro de tres brazos del siglo dieciocho para adornar su piano de cola...

-Un candelabro del siglo dieciocho sobre un piano de cola,- repitió con un ligero tono entre incrédulo y reprobatorio.- ¡Que supina ordinariez! Pero allá ella... ¿ha llamado Amanda?,- preguntó de forma que podía entenderse que era lo que más le interesaba saber -...

-No- replicó esa mujer con otra sonrisa. - Pero supongo que lo hará...

-Esto de que esté cubriendo esa reunión en Europa es algo bastante fastidioso, pero a fin de cuentas es su trabajo.- Declaró él resignadamente -...

-Y le gusta hacerlo bien - subrayó su interlocutora -

-Como nuestro trabajo a nosotros, pese a lo zafios que puedan resultar algunos clientes...pero, qué le vamos a hacer...- suspiró él - ¡Oye!, comentó algo sorprendido entonces.- ¿No hemos tenido antes esta misma conversación?...Me suena mucho…



Y al poco dejó de escuchar lo que se decía en esa visión y la imagen desapareció.



-No he entendido nada. Ni sé quiénes podrán ser esas personas. - Se dijo con decepción al tiempo que avisaba a Ail. - Tu turno.

-Voy - repuso el alíen acercándose a su vez a esa misma vasija. - Escrutó hacia el interior y pudo ver la imagen de un planeta desconocido acercarse más y más. Era como si lo viera desde una nave espacial que se aproximara. Después una especie de cabañas y criaturas de su misma raza. Sorprendido y desconcertado supuso que eso era el futuro. ¿O podría haberse equivocado de vasija y era el pasado? No, Roy y Nephrite habían mirado allí también. Y seguro que vieron algo de su futuro, aunque tampoco lo habían confirmado del todo. Otra pista era que no había visto al árbol del cual procedía y eso significaba que no podía tratarse de su mundo de origen. ¿Entonces qué era? Quiso averiguar más pero la visión se borró antes de poder apreciar alguna otra cosa. - ¡Pues no me aclara mucho! ¡Pensé que podría haber visto a Ann y a mi hijo! - exclamó visiblemente decepcionado.

-Os advertí que en estas vasijas no siempre se ve lo que se desea. De todos modos ya no es posible mirar pues no os mostrarán nada nuevo hasta que no seáis capaces de avanzar en vuestro destino. - Les dijo el mago que indicó en dirección a la otra puerta. - Ahora vamos.



            Todos le siguieron una vez más. Landar se detuvo ante esa puerta que estaba a la salida de la sala. Parecía ser de madera y el mago la entreabrió mientras les explicaba.



-Este es el Rincón del Alma y del Tiempo. Aquí dentro, por cada día del exterior transcurre todo un año. Son Goku y sus compañeros lo usaron en repetidas ocasiones. Pero antes de acceder a él, debéis entrenaros en esta antesala.

-Muy bien- asintió Roy que pasó a dirigirse a los otros. - Pero antes de entrar me gustaría ver la fuerza que tenéis, haremos unos combates por parejas.  A ver si sois tan buenos en eso como podríais serlo haciendo de modelos para champú.- Remachó con cierta guasa al percatarse de los sedosos cabellos que sus compañeros lucían.-

-Me parece bien.- Asintió Diamante sin entrar en esa observación. – Yo lucharé contra Nephrite. Si es que deseas ser mi oponente, claro.

-Acepto el reto - sonrió el aludido puesto que entre ambos parecía haberse creado un pique personal a la hora de demostrar sus habilidades. -



            Los dos comenzaron a aumentar sus energías y comenzó un reñido combate. Roy les detuvo al cabo de un momento. Estaban muy igualados pero sus fuerzas no llegaban ni a la de él mismo aun antes de entrenar con Goku. Los siguientes fueron Ail y Zafiro que mostraban un nivel parejo a su vez, pero sus fuerzas eran todavía menores que las del anterior combate. Lo que sí descubrió Roy es que cada uno poseía una particularidad. Diamante era un buen estratega y confundía a sus rivales con su inexpresividad cuando luchaba y sus tácticas de ataque. Todo unido a sus rayos en forma de chorro energético que eran bastante potentes y a su habilidad en desaparecer y reaparecer. Nephrite manejaba bien la espada y no perdía la calma, atacando también con ráfagas de energía de mucha precisión y fuerza, era de movimientos rápidos y muy poco predecibles. Zafiro se movía con gran velocidad y aguardaba pacientemente hasta tomar por sorpresa a su enemigo y acosarle con proyectiles dirigidos  de energía, parecía dominar una de las técnicas que Goku le había enseñado al propio Roy. Ail por su parte se anticipaba bien a los ataques del contrario lanzando una especie de rayo en forma de sacacorchos, de gran potencia y era ágil en el combate aéreo. Roy pensó que su maestro tenía razón, una vez entrenados y conjuntados serían un gran equipo y podrían prestarle una valiosísima ayuda.



-Bueno - les dijo a sus compañeros cuando terminó con aquellas valoraciones. - Ahora todos contra mí. - El resto asintió al unísono, deseosos de medirse con él. -

-Déjame descansar un poco y seré el primero.- Respondió Diamante dando un paso al frente. - Por lo que me han contado Piccolo y Goku no sé si estaré a tu altura, aunque espero no decepcionarte.-



Y dicho esto se dispuso a quitarse el peto de nuevo y a comerse una alubia al igual que los demás.



-No, no me habéis entendido.- Sonrió Roy maliciosamente dejando a todos atónitos con su siguiente petición - .Quiero luchar contra todos a la vez.

-¿Quee?- Exclamó Nephrite entre sorprendido y ofendido en su amor propio. - ¡Eso es absurdo! ¿Nos pides que te ataquemos todos a la vez? – De todos modos se impuso su flema y agregó más conciliadoramente. - Admito que serás más fuerte que cualquiera de nosotros por separado, pero no lo bastante como para luchar contra todos a un tiempo.

-No estés tan seguro,- repuso su interlocutor con suficiencia. -

-¿Pero que te propones?- Inquirió Zafiro molesto también para alegar. - No sería una lucha justa.

-Si él quiere- intervino alegremente Ail. - ¿Por qué no? ¡Adelante, vamos a bajarle los humos!, así no presumirá más.

- Tienes razón - convino Diamante con gesto severo arengando al resto. - A por él y sin cuartel.

-Estoy de acuerdo con mi hermano. No nos confiemos, sin concesiones. - Les propuso Zafiro con prudencia a lo que todos asintieron. -

-¡Vamos!- les pidió Roy instándoles con impaciencia. – Venga, atacad primero.

-Tú lo has querido.- Contestó Nephrite con pasmosa calma sentenciando - que conste que te advertimos.



            Y los cuatro cruzaron miradas de complicidad y al unísono se lanzaron a por él. Su oponente que luchaba sin transformarse, les contuvo durante un rato, pero al fin, perdió terreno y fue golpeado por Diamante que lo lanzó al suelo. Jadeando, pero satisfechos, los cuatro se miraron y sonrieron.



-Reconozco que luchas bien- declaró Nephrite. - Pero si ya has tenido suficiente nos enfrentaremos a ti por separado. Esto no es justo en modo alguno y me desagradan los combates tan desequilibrados.- Remató demostrando su talante caballeroso. -

-No,- respondió Roy levantándose del suelo sin parecer agotado y añadiendo con frivolidad. - Hasta ahora únicamente estaba calentando. Esto sólo ha sido un asalto de tanteo.- Les miró a todos con una sonrisa maliciosa y añadió.- Preparaos, ahora lucharé algo más en serio y siento deciros que, o mejoráis mucho o no duraréis lo bastante.

-¿Pero que dices?- Le gritó Ail atónito. - Te hemos demostrado poder contigo, además no hemos luchado con todas nuestras fuerzas.

-Ni yo tampoco, así que usadlas ahora o lo vais a lamentar.- Les advirtió su contrincante más seriamente  concentrando su fuerza para transformarse  en un súper guerrero. -

-¿Qué es eso? - Gritó Zafiro sorprendido al ver semejante cambio. -

-¡Cuánto poder desprende! - Advirtió Diamante visiblemente impresionado. -

-No sé si será capaz de vencernos aún. –Dudó Nephrite que ya estaba otra vez en guardia.-



            Roy respondió atacando a los cuatro, estos se dispersaron para eludir los golpes pero fueron cazados uno a uno. No podían ni ver los ataques de su oponente. Pese a pelear ahora sí, con todo el poder del que disponían. Primero cayó Nephrite que estaba más próximo, luego Zafiro quien intentó contra golpear, más tarde Ail y el último fue Diamante. Ninguno de ellos pudo tocar a su rival. Maltrechos se quedaron en el suelo. Una vez concluida la exhibición, su contrincante recuperó su estado normal y les reanimó con alubias.



-¿Veis a lo que me refiero?- Les preguntó Roy una vez que estos estuvieron repuestos. - Un demonio no sería tan amable como yo. No sé a que clase de tipos os habréis enfrentado antes pero, desde luego, no serían tan poderosos como a los que tendremos que pelear.

-Odio admitirlo.- Respondió Diamante a regañadientes. - Pero tienes razón, no somos rivales para ti cuando usas todas tus fuerzas.

-Lo malo es que no he usado ni de lejos todas mis fuerzas. - Le rebatió su interlocutor moviendo resignadamente la cabeza para añadir. - El demonio que me mató lo hizo peleando yo con más intensidad que ahora. ¿Lo comprendéis?



            Todos guardaron un incómodo silencio que terminó por romper Zafiro admitiendo con cara de circunstancias.



-Sí, parece que nos queda mucho por mejorar.

-¿Crees que podremos hacerlo a tiempo?- Le preguntó Ail con preocupación. -

-¡Por que no!- les animó Roy al igual que Goku había hecho con él. - ¡Si os lo tomáis en serio y dais todo lo que tenéis en el entrenamiento estoy seguro de ello!

-¡Pues adelante entonces!, no hay tiempo que perder. - Urgió Nephrite -

-¿A qué esperamos? ¡A entrenar! - Exclamó Diamante con tono impaciente. -

-¡Adentro pues! - Les indicó Roy que abrió la puerta del todo invitándoles a pasar con un ademán de sus manos. -



            Y el grupo aceptó aquel reto. Sin dudar todos cruzaron hacia el interior y la puerta se cerró tras ellos. En la Tierra, las dos maestras habían vuelto a casa. Lo primero que hicieron fue interesarse por el estado de su hermana Karaberasu que parecía estar algo más tranquila. Cooan le hizo algo de compañía en tanto Bertie entraba en la cocina para charlar con Petz. Surgió el tema de aquel lapsus de Cooan al hablar de Némesis, ambas recordaron con nostalgia y algo de tristeza sus anteriores vidas  y a  los que habían dejado en el camino. Petz concluyó entonces.



-Lo que debemos hacer ahora es luchar día  a día y tratar de librar a la gente de esos malvados demonios.



            Beruche la escuchó atentamente y finalmente se atrevió a  comentarle lo que Cooan y ella habían hablado antes de volver.



-¿Crees que haríamos bien en preguntar a las guerreras?

-No lo sé.- Suspiró su hermana mayor en tanto terminaba de remover la sopa que estaba haciendo.- Es Kalie la que tiene que tomar esa decisión. Quizás no desee que nuestras amigas se enteren de lo que le ha pasado.

-Sí. Tenemos que preguntárselo. De hecho Cooan iba a hacerlo.- Le desveló su interlocutora.-



            Las dos tenían algo de temor a la reacción de su hermana. No obstante, cuando Cooan la fue a saludar y le comentó las incidencias de clase para irla preparando, la muchacha sonrió.



-¡Únicamente a ti se te ocurriría decirles eso a unos críos! - Afirmó Karaberasu, con tinte jovial por un instante.- Recuerdo cuando te sentabas con los más pequeños en la Corte, contándoles todo lo que se pasaba por tu loca cabecita.

-Entonces les hablaba de la Tierra a los niños de Némesis, bueno, lo justo es que ahora hable de Némesis a los niños y niñas de la Tierra, ¿no crees?- Replicó Cooan de forma natural y hasta divertida.-



La interpelada se rio, asintiendo despacio. Al menos eso la animaba. Fue en ese momento cuando la pequeña de las Malinde se atrevió a preguntar con un tono ya envarado y prudente.



-Kalie, sé que es muy difícil para ti, pero Bertie y yo hemos pensado que, quizás aparte de lo que intentan Tom y esos sacerdotes, pudiera ser que Rei y Usagi fuesen capaces de hacer algo por ayudarte. Por favor, no quiero que te enfades, solamente piénsalo.



            Y para alivio e incluso sorpresa de su interlocutora, la interpelada no solo no lo tomó a mal. Al contrario, sonrió de forma amplia. Parecía estar esperanzada con esa posibilidad. De hecho apenas si pudo tartamudear por la emoción…



-Cla...claro. Seguro que ellas pueden ayudarme. Son muy poderosas. Usagi tiene el Cristal de Plata. Y eso nos purificó a nosotras. Quizás podría hacer lo mismo con mi embarazo…Si, ¡por favor!, llamadlas.



            De modo que, en cuanto Petz y Bertie entraron en la habitación, sonrieron contentas al ver la actitud de su hermana. No obstante, fue la mayor quién le comentó con prevención.



-¿No te importa que ellas lo sepan?

-En absoluto.- Repuso la aludida que le reveló.- De hecho, se lo conté a Minako antes de que se marchasen.

-Vaya, no lo sabía.- Dijo Petz quedándose pensativa.-

-Necesitaba a alguien con quien desahogarme. Y no quería haceros sufrir inútilmente.- Repuso su hermana casi excusándose por ello. –

-Tranquila.- Le dijo Cooan con tono amable y comprensivo.- Mina-chan es una muy buena amiga tuya. Es natural. Yo hubiera hecho lo mismo con Rei.

-Entonces las llamaré enseguida. ¡Voy a tratar de localizar a Ami! - Exclamó Bertie con renovada esperanza.-



            Y con los alentadores asentimientos del resto, la muchacha se apresuró a llamar. No obstante su amiga no contestaba al teléfono. Seguramente no estaría en casa. Beruche, algo decepcionada, se lo dijo a las demás.



-No te preocupes. Ya llamaré yo a Rei. Lo más seguro es que estén todas en el Santuario Hikawa, suelen reunirse mucho allí.- Comentó Cooan.-



            Efectivamente, tras marcar el número y esperar a que le pusieran con Tokio, la muchacha escuchó la voz de su amiga al otro lado de la línea.



-Rei, ¡gracias a Dios!- Pudo decir aliviada.-



            En pocas palabras le refirió lo sucedido, su amiga no contestaba tras el auricular. Al menos tardaba en hacerlo, como si estuviese asimilando todo lo que Cooan le había dicho. Finalmente la sacerdotisa fue capaz de replicar.



-Es algo terrible. Bueno, no sé si podremos hacer algo. En cualquier caso tengo que decírselo a Usagi. Ahora no está aquí. Y también me gustaría hablar con las demás. Tenemos algunas cosas que resolver.

-Hazlo por favor. Cuanto antes. Y llamadnos para ver si podéis ayudar a nuestra hermana.- Le pidió Cooan, despidiéndose con un.- Muchas gracias, Rei…

-No hay de qué. Cuidados mucho por favor. - Contestó suavemente su interlocutora  para después colgar el teléfono.-



            Tan pronto colgó se encaminó hacia su habitación, se la había dejado a Annie que estaba terminando de cambiar al niño. La alien sonrió al verla. Su anfitriona le devolvió el gesto y preguntó.



-¿Qué tal estáis hoy?

-Mejor, muchas gracias por todo.- Afirmó la joven tomando ahora al bebé en brazos y meciéndolo un poco.-

-Voy a llamar a Usagi y a las demás. Tenemos cosas que tratar.- Le comentó la sacerdotisa, añadiendo.- Quizás salgamos fuera. Estás en tu casa. Si necesitas cualquier cosa habla con Yuuichirou.

-Muchísimas gracias, Rei.- Repitió la chica tratando de aguantar las lágrimas.- No sabes cuánto te lo agradezco…



            Dejó al bebé sobre la cama y la sacerdotisa le dio un abrazo para musitarle con afecto.



-Todo se va a arreglar, ya lo verás.

-He perdido a la persona que amaba.- Suspiró Annie entre el llanto, para sentenciar.- Eso no se podrá reparar jamás…perdona.- Pudo añadir con tono culpable ahora.- No quiero ser desagradecida después de lo que estáis haciendo por mí.

-No te preocupes, lo comprendo, pero piensa en lo bueno. Tienes a tu hijo y te ayudaremos.- Le aseguró su interlocutora.- Lo criarás y se convertirá en alguien que seguramente ayudará a los demás y de quien te sentirás muy orgullosa.

-Eso sería muy bonito.- Musitó Annie.- Espero que él me recuerde a su padre cuando sea mayor.

-Pues piensa en ello y edúcale con tu mejor voluntad, seguro que entonces, ese deseo se hará realidad.- Sentenció afectuosamente la sacerdotisa.-

-Lo haré, siguiendo el ejemplo que me habéis dado.- Declaró la alien con total convicción. -



            La sacerdotisa le dio otro afectuoso abrazo. Así, tras confortar un rato más a su amiga, Rei salió al exterior. Las demás ya habían llegado, pasaron a interesarse por Annie y el bebé y después se marcharon. Una vez en el “Crown” la sacerdotisa les comentó lo que Cooan les había pedido dejándolas horrorizadas.



-¿Dices que Kalie está embarazada? ¿De un demonio? ¡Santo Dios! – Exclamó Minako llevándose las manos a la boca.-  Eso ya es demasiado…



            Había levantado tanto la voz que algunos clientes les dedicaron miradas de extrañeza y contrariedad. Las chicas sonrieron disculpándose y una vez vuelta la tranquilidad, prosiguieron con un tono más moderado.



-A mí no me parece mala idea. - Afirmó Makoto.- Entre los mantras de Rei y el poder del cristal de Plata, quizás se pueda anular esa energía maligna.

-No creo que sea tan sencillo.- Suspiró Usagi moviendo la cabeza.-

-¿Por qué no?- Quiso saber Minako, reprochando de seguido.- Ya estamos como de costumbre, nunca es sencillo nada que sea el ayudar a nuestras amigas.



            Las demás adoptaron una expresión de circunstancias. La propia Usagi le dedicó una mirada a medio camino entre la tristeza y la reprobación. De todos modos comprendía el dolor y la rabia que embargaban a Minako. Ella era la más cercana a Karaberasu, habían llegado a hacerse muy buenas amigas y se sentía enormemente frustrada por no haber podido ayudarla. Y si fue terrible averiguar que ese demonio la había forzado, esto era ya el remate…



-¿De veras que no hay nada que se pueda hacer?- Inquirió Ami tratando de calmar el tenso ambiente.-

-Veréis, en este caso tengo que darle la razón a Usa-chan.- Les explicó Rei con tono consternado.- Tanto mis hechizos y amuletos como el poder del Cristal de Plata sirven para paralizar, sellar o destruir espíritus malignos. Pero partimos de la base de que ese espíritu se puede expulsar o destruir. Bien porque sea un invasor en un cuerpo ajeno, o bien una presencia puramente negativa. Pero en este caso es un bebé. Es una criatura en parte inocente, pese a que su propio ser estaría formado también por esa esencia, y si tratamos de destruirla…

-¡Podríais matar al niño! – Completó Ami con expresión de horror.-

-Así es. Por ello no podemos hacer eso. Sería demasiado arriesgado.- Aseveró Usagi con pesar.- No tenemos ni idea de lo que podría pasar.

-¿Pero no te han dicho que Tom y un sacerdote están haciendo rituales para anular la presencia demoniaca?- Le recordó Minako a su compañera.-

-No se trata de anularla, sino de minimizarla y mantenerla controlada. Con mis conjuros no puedo hacer eso. No son regulables. Quiero decir que son armas potentes contra el mal y si tratase de ayudar a Kalie y cometiera el más mínimo error no solamente podría matar al bebé  sino a ella también.- Replicó Rei moviendo la cabeza, para remachar llena de pesar.- No, lo lamento pero no puedo hacerlo.

-¿Y un poco de energía del Cristal de Plata?- Quiso saber Ami, proponiendo.- No hace falta que emplees mucho poder, quizás unas pequeñas dosis ayuden.

-Pudiera ser, pero tampoco estoy segura de ello.- Opuso Usagi.- Desconozco hasta que punto eso podría desencadenar una reacción que fuera letal para el bebé y su madre.

-Conozco algunos ritos cristianos. Recordad que he estudiado en un colegio de monjas.- Comentó Rei explicando. - Y sé que este tipo de cosas las puede hacer un exorcista mucho mejor de lo que nosotras seríamos capaces. Lo siento, pero no lo veo prudente.

-Bueno…cada cosa a su tiempo. Por el momento no podemos regresar allí. Aún faltan varias semanas. Entre tanto tendremos que investigar el riesgo de esos posibles nuevos enemigos. Después de lo que le ha sucedido a la pobre Annie está claro que es una amenaza con la que debemos contar. Es duro pero tendremos que decirles a las hermanas que no podemos ayudarlas en esto.

-¿Y qué será de Kalie?- Inquirió Minako con el rostro marcado por la preocupación.-

-No lo sé. - Suspiró Usagi con pesar, sentenciando.- Cada cosa en su momento…por favor, por ahora dejadlo estar, chicas.

-Será mejor que vayamos a ver a Annie y al niño. - Comentó Ami tratando de cambiar de tema.-



            Las demás asintieron. Estaba claro que nada más se podía hacer, al menos todavía, para auxiliar a sus amigas en América. Sin embargo, tenían muchas cosas de las que ocuparse en Japón. Así se marcharon tratando de poner en orden sus ideas para pergeñar alguna estrategia de cara a enfrentar los futuros acontecimientos.


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