jueves, 3 de marzo de 2011

GWA 39. Ail contra Gergel



 Roy y los demás volaban hacia la Tierra muy concentrados para el combate. El grupo se había desecho con facilidad de decenas de demonios por el camino y ahora, en silencio, revivían cada uno los recuerdos de sus muertes a manos de los poderes de la Oscuridad. El duro entrenamiento al que se habían sometido y su afán de venganza les impulsaban junto al deseo de recobrar la paz. Pero, sobre todo, los anhelos de volver a ver y abrazar a sus seres más queridos. Sobrevolaban el terreno con rapidez, el paisaje iba variando a cámara rápida y bajaban progresivamente hacia el suelo, pudiendo ver como la maldad diabólica se iba extendiendo por todas partes.

-¡Mirad! - Señaló Diamante hacia allí abajo - la invasión de las legiones infernales ha comenzado en serio. Debemos detenerlos cuanto antes.
- Bajaremos más y atacaremos.- Indicó Roy - aún no es demasiado tarde, no han invocado más que a demonios de poco poder.
-¡Pues no perdamos ni un momento, vamos a por ellos!,- arengó Zafiro. -

            Todos descendieron en picado y atacaron a las legiones de demonios provocando gran devastación. El enemigo se extendía abarcando una inmensa porción del cielo, como si de una bíblica plaga de langostas se tratase. ¡Qué mejor comparación! Y aunque en un principio los seres de la oscuridad se vieron sorprendidos, no tardaron en rehacerse y contraatacar. Los cinco formaron una piña cubriéndose mutuamente sus espaldas, en círculo y descargando el gran potencial de energía que tenían. Innumerables filas de adversarios eran desintegradas con celeridad, pero aun más prestamente repuestas.

- Espero que no queden muchos más. – Jadeaba Ail dando cuenta de otro par que se aproximaban por su lado. -
-¡Tenemos que aguantar, esto es un mero calentamiento! - Le animó Zafiro. -
-¡Podremos con ellos de sobra! - Alentó Diamante eliminando a otro grupo de diablos que trataban de atacarle. -
- Sí. Comparado a lo que hemos tenido que soportar en nuestro entrenamiento esto no es nada. – Sentenció Nephrite -
- ¡Vamos chicos!, tiro al blanco, que no quede ni uno de esos bastardos. – Les arengó Roy. – ya sabéis, dadme otra más!- Exclamó parafraseando la letra de alguna de las canciones con las que habían entrenado.-

            Y tanto él como sus compañeros prosiguieron las andanadas de rayos con renovado vigor. Los pocos demonios que lograban sortearlas eran liquidados de un simple golpe, tal era el poder que los miembros de aquel grupo poseían. El enemigo no tardó en percatarse de que esa táctica era inútil, aquellos cinco extraordinarios luchadores no parecían cansarse, y si alguno flaqueaba se comía una alubia de las que tenía, recuperando de inmediato su energía. Cayeron cientos de demonios de baja jerarquía antes de que les ordenasen replegarse hacía su base. Los muchachos entonces pudieron continuar su avance.

-¡Adelante!  – Exclamó Diamante.- Vamos a darles una lección que jamás olviden.
-Sí hermano.- Convino Zafiro.- Estoy contigo…
-Sin piedad.- Remachó Nephrite.-
-Se han retirado, esa es buena señal.- Comentó Ail.-
-No podemos confiarnos. En cuanto se reagrupen seguramente volverán a atacar. Tenemos que ir al encuentro de ese monstruo que me derrotó. Él es el más poderoso de todos. Tanto, que puedo sentirle desde aquí. ¡Vamos!- Les indicó Roy.-

            Los demás asintieron. Los cinco prosiguieron su vuelo decididos a interceptar y destruir a aquel monstruo. En el cielo, Goku presenciaba aquellas escaramuzas previas a la batalla y charlaba con un personaje muy particular, un remoto antepasado de su pupilo. Bajito, de largo pelo moreno elevado hacia arriba con extraña forma apuntada y severos ojos negros que no parecía inmutarse por nada de lo que estaba sucediendo en la Tierra.

- ¡Estoy seguro de que Roy y sus muchachos vencerán! ¿No te parece Vegeta? - Le inquirió Goku con animación. -
- Tú sabrás,- repuso hoscamente el aludido sin demasiado interés. - Para eso les has entrenado. Dime una cosa, Kakarot, ¿por qué ese empeño tuyo en adiestrarle personalmente?- Añadió ahora dando muestra de mayor curiosidad. -
- No sé,- sonrió Goku al ser requerido por su verdadero nombre de nacimiento, encogiéndose de hombros. - Quizás tenía curiosidad por conocer a nuestro ta, ta, ta, ta…
-¡Basta!, si sigues tardarás media hora.- Le cortó Vegeta sin disimular su irritada impaciencia. - Ya sé a lo que te refieres. ¡Contesta!
- Pues, a decir verdad, me lo pidió una buena amiga y también quería saber hasta dónde podía llegar. Lo cierto es que no se parece mucho a ti. Es más alto, más apuesto y sobre todo, ¡tiene sentido del humor! ¡Ja, ja,  ja,  ja!- Rio éste con su característico gesto de colocar una mano en el cogote. - ¡Eso lo habrá heredado de mí!

            Vegeta se cruzó de brazos con cara de pocos amigos pero no dijo nada. En la Tierra mientras tanto, Beruche y Cooan llegaron a la escuela y advirtieron del peligro. En un principio  la gente no las tomó en serio. Desde luego que no las habrían creído de haber sido ellas mismas, pero tomando en consideración que venían en su identidad de justicieras, nadie rechazó aquella voz de alarma cuando se presentaron demostrando quienes eran.

-Somos las luchadoras Justicieras.- Declaró la Dama del Hielo ante el estupor de algunos profesores y del propio director.-
-Deben evacuar este sitio y buscar refugio cuanto antes.- Les indicó la Dama del Fuego.-
-No sé quienes son ustedes, señoritas, pero el carnaval o Halloween no son en esta época del año.- Declaró uno de los profesores, haciendo sonreír a los demás.-
-No es una broma.- Afirmó Bertie quien, para estupor de esos individuos hizo aparecer su espada de hielo, así como un montón de copos de nieve y agujas heladas que dirigió contra un árbol dejándolo envuelto en una gran capa de escarcha en tanto agregaba con tono serio y preocupado.- Un terrible peligro viene hacia aquí.
-Deben creernos. Cada segundo cuenta. - Añadió Cooan, haciendo aparecer su arco y creando una saeta de fuego que dejó pasmados a todos.-
-¿Qué quieren que hagamos?- Inquirió una ahora asustada profesora.-

            Ambas la conocían, eran una de sus compañeras de primaria. Una tal Rose. No obstante, merced a su camuflaje y el antifaz que llevaban, ellas estaban resguardadas por el anonimato y evitaban ser reconocidas. De modo que fue la Dama del Hielo quien le indicó.

-Saquen a los niños de aquí. Llévenlos al refugio, este lugar tiene un antiguo bunker de los años cincuenta, ¿verdad? De los tiempos de la guerra fría. Estarán seguros allí.
-¿Cómo saben eso?- Preguntó el perplejo director, un tipo de pelo oscuro y peinado hacia atrás con gomina.-
-Porque somos las guerreras justicieras de la Luna, y nuestra tarea es proteger a las personas.- Replicó contundentemente Cooan.- Ahora, ¡dense prisa! -Les urgió.-

            Realmente ellas se fijaron en que la escuela tenía unas infraestructuras bastante viejas. Su antiguo profesor el señor Harding, que fue quien les contrató, les contó que habían comprado ese terreno haría bastantes años y que los entonces dueños aprovecharon lo que fuesen edificios destinados a una base del ejército. Por fortuna, incluía aquel refugio.

-Nada más adecuado en estos momentos.- Reflexionaba Bertie mirando muy concernida hacia lo alto.-

 Y es que el cielo comenzaba a tornarse oscuro, como en las plaga bíblicas una densa nube lo cubría. Pero en realidad eran miles de demonios que volaban hacia allí. Al observar aquello ya nadie tuvo duda de que tenían que obedecer. Por suerte el colegio quedaba a las afueras del flujo principal de toda esa marabunta maligna de destrucción. Sin embargo, algunos centenares de esas terribles criaturas se desviaban aproximándose de forma rápida.

-Solamente tendrán unos minutos, nosotras les cubriremos.- Aseguró Bertie.-

            Su hermana y ella se miraron, no tendrían la más mínima oportunidad contra todos esos seres diabólicos, pero su deber era resistir.

-¿Lista?- Sonrió débilmente Cooan mirando a su hermana.-
-Lista o no, ya vienen.- Suspiró Bertie.-

Ninguna perdió ya ni un segundo. Ayudando a sus compañeros profesores, las chicas pudieron sacar a la mayoría de los niños, quienes miraban asombrados a esas increíbles heroínas.

-No temáis.- Sonreía Cooan, asegurándoles.- Todo va a ir bien.
-Solamente tendréis que estar un rato hay metidos.-Añadió Bertie con tono afable.-

 Por suerte, los pequeños confiaban en las famosas justicieras y pudieron ser conducirlos con rapidez a ese refugio que iba a precintarse de inmediato. Sin embargo, con las prisas y los nervios de todos, amén del poco tiempo que tuvieron, una clase no fue evacuada.

-¡Oh, Dios mío!- Exclamó un profesor.- No nos ha dado tiempo ha sacarles a todos. La clase de segundo de primaria debe de estar todavía llena, sus profesoras no estaban aquí. No han salido con los críos al patio. ¡Y el bunker tiene que cerrarse ya!…

            Ambas se miraron, sin que ese infeliz lo supiera se estaba refiriendo precisamente a ellas.

-Nosotras encontramos a las maestras cuando veníamos hacia aquí y les dijimos que buscasen refugio en la ciudad.- Pudo improvisar Bertie, añadiendo con tono que trataba de mostrar seguridad, a la par que sin mentir cuando aseguró.- No tema, nos encargaremos de los niños como si fuésemos ellas.
-Les protegeremos con nuestras vidas.- Convino Cooan ordenándole a ese tipo.- Váyase tranquilo y póngase a salvo.

Ese individuo asintió, sin desperdiciar ni un instante para cumplir con esa orden. Junto con los demás maestros y los otros críos se encerraron en ese bunker que distaba apenas una decenas de metros. Por fortuna era de sólidas paredes de hormigón y contaba con una puerta de acero reforzado que se cerró tras emitir un sonido de alarma. Lo más probable es que los demonios no se tomaran la molestia de intentar entrar. Las chicas al menos suspiraron aliviadas respecto a eso.

-Estarán bien. Deben de tener filtros de aire y algunas provisiones y agua almacenadas.- Comentó Cooan, añadiendo.- Me parece que, en cierta ocasión, escuché a alguien del claustro decir que tenían ese sitio con mantenimiento y bien provisto por si hubiese cualquier tipo de emergencia.

Beruche asintió. Pero en el caso de la clase de segundo de primaria era otra cosa. Estaban en el edificio de la escuela y ya era tarde para trasladarlos puesto que los primeros demonios comenzaron a bajar a tierra. Y así lo constató con creciente ansiedad.

-Pero nuestros alumnos no. Debemos atrincherarnos con ellos.- Dijo con apremio.-
-¡Entonces, démonos prisa!- Le urgió Cooan a su hermana.-

            Las dos iban a entrar en ese edificio y cerrar la puerta cuando Bertie vio a alguien allí fuera. Una persona que le era familiar, y se detuvo.

-¿Se puede saber qué haces?- Le preguntó la Dama del Fuego.- No tenemos ni un instante que perder.
-Mira.- Le señaló ella con asombro.- ¿Ese no es?

            Y aquel tipo las vio a su vez, agitando una mano de modo algo torpe, sonrió, saludando.

-Hola chicas, me alegra volver a veros. ¿Qué tal estáis?
-¿Quién es usted?- Inquirió Cooan.-

            Pese a que tanto ella como su hermana lo sabían, pero además de querer disimular sencillamente no daban crédito a sus ojos. Fue aquel chico escuchimizado quien se rio, para desvelar.

-¡Vamos, Connie, Bertie! Ese disfraz os queda muy bien, pero yo sé quiénes sois. Es mejor que os rindáis.
-¿Pero qué dices?- Pudo replicar la atónita Bertie, renunciando a mantener esa mascarada y llamándole por fin.- ¡Hank, no seas loco!  Ven aquí. Los demonios están llegando.
-Lo sé.- Aseveró él con tono hasta divertido, dejando horrorizadas a ambas cuando les contó.- Han tardado un poco más de lo esperado, puesto que yo les pedí que os dieran algo de tiempo.
-¿Qué?- Exclamó Beruche.-

            Aunque no tuvo dudas de que Hank decía la verdad, al lado de ese tipo aterrizaron dos grotescas criaturas aladas, que casi parecían gárgolas y que le sobrepasaban en al menos dos cabezas. En el primer instante las chicas temieron que se cerniesen sobre él para despedazarlo, pero aquellos monstros se mantenían sumisamente uno a cada lado del joven.

-¿Lo veis?- Declaró él exhibiendo con orgullo una especie de capa negra que llevaba con un tridente de color rojo bordado en ella.- Ahora soy un oficial de su horda. Me han conferido ese honor. Mando una compañía entera de demonios.
-¡Eres un miserable traidor a la raza humana!- le gritó Cooan.- ¿Cómo has podio venderte así?
-¿Venderme?- Repitió Hank sonando entre divertido y lleno de regocijo, para escupir acto seguido, con odio.- No, fue la raza humana la que me traicionó a mí. Siempre riéndose a mi costa. Burlándose, llamándome freak y nerd. Pues ahora van a saber lo que es un auténtico freak de la naturaleza.- Sentenció con tono lleno de reivindicación.-

            Las dos chicas se miraron horrorizadas. Apenas podían creer aquello, pero por desgracia conocían bien el poder de seducción de la oscuridad. Sobre todo con gente como Hank. Por ello fue Beruche quien, con tono entre conciliador y amable, quiso responder.

-Escucha, tú eres un buen chico. Te conozco. No dejes que te llenen de odio. Es así como se apoderan de ti. Confía en nosotras, lo sabemos.
-Es verdad.- Añadió Cooan, tratando de sonar más amistosa.- Tienes que darte cuenta de que esto no está bien.

            Sin embargo, ese muchacho movió lentamente la cabeza y sonrió, contestando con tintes afables.

-Por eso les ordené a mis soldados que esperasen. Vosotras sois buenas chicas. De las pocas que nunca se han burlado de mí. Connie, te respeto, a ti y a Tom. Él también es un chico excelente. No temáis nada. Podéis uniros a nosotros y seréis muy bien tratados. Y en cuanto a ti, Bertie, tú eres encantadora, y muy inteligente y bonita. Siempre me has gustado.- Le confesó dejándola pasmada, más cuando agregó con tono incitador.- Si aceptas ser mi esposa te prometo que tú y tus hermanas no sufriréis ningún daño. Es más, tendríais una magnífica posición en el nuevo mundo que vamos a forjar.
-¿Un nuevo mundo? ¿Qué clase de mundo podríais crear, sobre la sangre de millones de inocentes?- Le preguntó Beruche con horror.-
-Te doy mi palabra. Todos estos niños y sus maestros serán perdonados, si tú te unes a mí.- Replicó el chico quien, en una ocurrencia que le pareció incluso divertida, matizó.- Podríamos jugarnos sus vidas en una partida de ajedrez. ¿Qué te parece?...si ganas y aceptas mi propuesta todos serán libres y estarán a salvo. No dirás que no soy generoso.

            Bertie sintió un escalofrío que recorrió su espalda. Estaba demudada por el horror. ¡Fue eso mismo lo que ella le ofreció a su entonces enemiga Sailor Mercurio! Ahora, era como si el karma le devolviera aquello multiplicado, y con vergüenza y consternación comprendió como tuvo que sentirse Ami entonces. Y pese a todo la perdonó.

-Espero estar a tu altura, querida amiga.- Pensó con una mezcla de agradecimiento y amargura. –
-No le hagas caso. Ni se te ocurra. Ya he enviado una señal de socorro a Petz y a Kalie por el intercomunicador. No tardarán. - Le cuchicheó Cooan a su hermana sacándola de aquellos pensamientos.-
-Escucha.- Replicó entonces Beruche con tono severo.- Si me quieres a mí a cambio de las vidas de los demás, así sea. Pero no consentiré que juegues con la vida de niños inocentes.
-¡No lo hagas!- le pidió su hermana, espantada al escuchar aquello.-
-Siempre fuiste la más inteligente de las dos, Bertie.- Sonrió Hank con aprobación, afirmando con tono rotundo.- Te prometo que nada malo les ocurrirá a los demás, si tú aceptas ser mía. No te arrepentirás, podremos jugar innumerables partidas de ajedrez, y no únicamente eso. Verás, las súcubos me han enseñado artes amatorias con las que te complaceré durante siglos. Sí, cariño. Me han prometido que seremos inmortales. Como puedes ver te ofrezco todo, ¿Qué más podrías pedir?

            La aludida no quería ni mirar a ese individuo, tal era el asco y el disgusto que le producía. Aunque se debatía en una agónica lucha interna. Desde luego odiaba tener que ir con él, pero ¿qué otra opción le quedaba?. No podía permitir que su hermana y esos críos fueran las víctimas de su negativa. Por su parte, Hank estaba lleno de alegría y excitación. No iba a esperar mucho más para tenerla. Recordaba y celebraba aquel encuentro con ese encapuchado. Cuando, meses atrás, lleno de frustración, estaba saliendo del campus tras ver a Bertie abrazada a ese desgraciado de Malden. ¡Otra más que había caído bajo las redes de ese conquistador barato! Moviendo la cabeza, salía por la puerta principal y paseó por una de las calles adyacentes. Estaba solo o al menos eso creyó, cuando una voz grave le dijo, casi como si le susurrase.

-Es una injusticia. Las mejores siempre terminan con tipos como ese. Y nunca reparan en chicos como tú.
-¿Quién es?- Quiso saber mirando en todas direcciones sin ver a nadie.-

            Empero, esa voz prosiguió imperturbable.

-Mereces al menos una oportunidad. Que esa chica sepa lo que vales, no te preocupes. Podrás tenerla. A cambio solamente tienes que unirte a ellos, y nadie más volverá a reírse de ti. O, si lo hace, se atendrá a las consecuencias.
-¿Dónde está usted?- Inquirió Hank observando una vez más sin éxito.-
-Sigue caminando.-Fue la respuesta.-

            El chico obedeció, al poco entró en un extraño sendero que jamás había visto antes. Allí, rodeado por frondosos árboles, había una especie de terreno terroso cuadrado. Y en él, la silueta de un hombre alto encapuchado, cuyo cuerpo estaba embozado totalmente en un sayal, que sostenía un libro.

-¿Quién es usted?- Inquirió el atemorizado chico.-
-Alguien que sabe perfectamente lo que te ocurre, y que va a ayudarte. Sólo tienes que acudir a este lugar, allí te darán lo que deseas a cambio de que te unas a ellos.- Le contestó sin dejarle ver su rostro aunque apuntando hacia la espalda de Hank con una de las largas mangas de su túnica.-

            Al mirar el atónito muchacho vio una calle normal, que conducía a una especie de almacén que parecía estar en ruinas. Las siguientes palabras que escuchó de aquel extraño fueron.

-Dirígete allí, cuando te pregunten diles que puedes darles información sobre el solar y las traidoras. Te escucharán. Yo pondré en ti las palabras adecuadas. Diles quién eres y lo que quieres, a cambio, te ofrecerán un trato. Tómalo si es que deseas tener a esa chica para ti, déjalo si prefieres que siga con ese tipo. De como actúes dependerá tu éxito.- Sentenció.-

            Hank miraba hacia ese lugar todavía indeciso, quiso girarse a preguntarle a aquel encapuchado.

-Sí, pero no sé…

            Sin embargo ya no pudo verle, ni tampoco había ni rastro de aquel lugar por el que había entrado. Ahora estaba en esa calle de las afueras. Aquel almacén le aguardaba. Titubeante todavía caminó hacia allí y tocó a la puerta. Una áspera voz le respondió.

-¿Quién eres?

            El interpelado respondió tal y como aquel misterioso tipo le indicase. Para su asombro le abrieron y con visible interés un individuo, cubierto asimismo por una túnica, le invitó a entrar. Pasó al interior de una estancia, con una cama que daba la impresión de ser bastante cómoda, al tiempo que oyó a ese tipo que le había abierto llamar a alguien.

-Mi señora Seroa, aquí hay un chico que afirma saber cómo derrotar a nuestros enemigos…

            Hank no tuvo que esperar mucho, a los pocos instantes una hermosa y escultural mujer de mediana estatura y cabellos rubios, entró en la estancia. Aunque al joven le impactó ver que los ojos de esa individua refulgían rojos como rubíes. Ella sonrió, mostrando un par de alargados colmillos al tiempo que le preguntaba.

-¿Qué sabes tú de eso, chico?
-Sé como acabar con vuestros enemigos y sé también que tu compañera está conspirando para traicionaros.- Replicó sin tener idea de qué estaba diciendo.-

            El gesto de su interlocutora se tornó perplejo. Ahora abría la boca con asombro, al fin pudo preguntar dominada por el estupor.

-¿A quién te refieres?
-A ILaya.- Repuso él sin pensar, de hecho no tenía idea de quién sería esa persona pero pese a todo continuó diciendo.- Y ese humano al que vigila…Si deseas saber más a cambio…quiero..-Dudó y tragó saliva, pese a todo el temor que le inspiraba esa situación, aquella mujer era muy guapa y estaba muy buena. No podía evitar desearla. - Que seas cariñosa conmigo, muy cariñosa.- Pudo decir al fin con la voz entrecortada por una mezcla de timidez, temor y lujuria.-
-¿Es eso lo único que quieres?- Se sonrió lascivamente ella ahora, para añadir.- No tienes idea de lo que soy…te arriesgas a acabar mal, pero para mí será fácil complacer tu petición.
-Eres una diablesa. ¿Verdad?- Repuso él, que tampoco sabía de dónde le venía esa información. No obstante, ganando en confianza se dejó llevar para añadir.- Y no te conviene hacerme daño, o perderías la información que tengo.
-Vaya, estoy impresionada.- Declaró sinceramente su interlocutora.- Pero es cierto, no me convendría que nada malo te sucediera. Seré cuidadosa contigo.

            Y dicho esto comenzó a despojarse del body negro apretado que lucía y que marcaba muy bien sus encantos. Luego se quitó el par de botas altas del mismo color oscuro que llevaba, quedando totalmente desnuda ante él. Hank recordaba ahora, sonriendo con lujuria, cómo esa diablesa le había dado la mejor tarde de placer de toda su vida. A esa vez siguieron algunas otras. Y lo mejor era que ella le aseguró que, una vez había copulado con una súcubos, sería capaz de seducir a cualquier mujer humana que se propusiera. Él le dijo que deseaba que Beruche fuese para él. Que era la mujer que había elegido para ser su esposa.

-¡Nada más fácil que controlar a esa estúpida!- Se rio Seroa cuando ambos estaban tumbados en la cama tras haber mantenido esas relaciones.- Y por mi parte, te agradezco la información. De modo que ILaya y ese humano idiota planean escapar juntos. ¡Vaya! ¿Quién iba a haberlo dicho de ella? Me ocuparé de eso a su debido tiempo. Y tú, no te preocupes, como posees más datos interesantes, mis superiores me han ordenado que te dé la bienvenida a nuestro grupo. Respecto a esa humana, será tuya si sabes jugar tus cartas..

            Hank sonrió entusiasmado con esa promesa. Por ello ahora gritó, envalentonado.

-¡Bertie, te haré gozar como nadie lo ha hecho jamás! Soy mucho mejor que ese patético de Malden.

            Aquello tomó a la muchacha por sorpresa, primero, y la llenó de indignación después. No pudo evitar replicar.

-¡Jamás te atrevas a compararte con él! Roy era un gran muchacho, puso las vidas y la seguridad de los demás por delante de la suya propia. A diferencia de ti, que solamente miras por tus deseos.
-¡Qué fácil es censurarme! ¡Él lo tenía todo. Era lo que cualquier chica admira. Alto, guapo, con musculitos!…Un ligón barato que no perdía ocasión para burlarse de mí.- Contestó Hank, molesto ahora para añadir no sin regocijo.- Pero, ¿dónde está ahora, eh? Bajo tierra, y mírame a mí. Junto a los que van a gobernar el mundo.
-Roy no me gustaba por su físico únicamente, era su corazón lo que me enamoró.- Confesó una ahora furiosa Bertierite, añadiendo consternada.- Y tú no eras mal muchacho, pero te has corrompido. Tienes que darte cuenta o será tarde.
-Ya me he dado cuenta, he visto dónde están el poder y la victoria. ¡No seas tonta, sigue mi consejo y únete al bando vencedor!

            Cada vez más demonios aterrizaban a su lado, formando ya un nutrido grupo que miraba entre curioso y lleno de brutales deseos de matanza, a aquel edificio que las justicieras custodiaban. Cooan observaba con una mezcla de rabia, temor y preocupación, luego le dirigió una suplicante mirada a Bertie. Aunque su hermana, sonriendo levemente, la calmó para declarar.

-Ese chico se ha vuelto loco. No podemos fiarnos de él, y no creo que su palabra mantenga a esos demonios a raya durante mucho más. Pero al menos estamos ganando tiempo hasta que nuestras hermanas y Tom puedan venir. Realmente estoy jugando una partida de ajedrez contra él, pero no con piezas.
-Ten cuidado. Si se enfurece demasiado.- Suspiró una amedrentada Cooan, observando a aquel grupo cada vez más numeroso de seres infernales.-

            Aunque para su asombro, su contertulia se rio brevemente con un deje de amargura y repuso.

-¿Qué crees que ese idiota podría hacernos que fuera peor a lo que ya desean hacer con nosotras esos monstruos?

            El ruido de algunos críos aproximándose a la puerta y las ventanas las distrajo por unos momentos. Muchos murmuraban sin poder creer lo que veían, otros lloraban o se tapaban la cara. Cooan enseguida se dirigió a ellos con tono cariñoso y tranquilizador.

-No os va a pasar nada. Somos las guerreras justicieras de la Luna, y estamos aquí para protegeros.
-¡Son muchos!- Gimió un pequeño lleno de miedo.-
-Nos van a comer.- Sollozaba otra pequeña. -
-Nada de eso, son unos cobardicas.- Replicó entonces Bertie, quien, generando una bola de nieve entre sus manos sentenció.- Sobre todo ese de ahí.

            Y señalando a Hank, le lanzó esa bola acertándole en plena cara para exclamar divertida.

-Esto es lo único que vas a tener de mí. ¡Disfrútalo y de paso enfríate un poco!

            El aludido se quitó los restos de nieve de la cara con un furioso ademán. ¡Cómo se atrevía esa zorra! Le había ridiculizado delante de sus propios soldados. Hasta podía escuchar alguna carcajada entre sus propias filas, igual que proveniente de los niños y de esas dos chicas.

-¡No! - Espetó.- Me equivocaba, tú no eres mejor que las demás. Eres como toda esa panda de furcias estúpidas que se divertían mofándose de mí. Como esa perra de Sophie. ¿Sabes? Le di su merecido antes de venir.
-¿Qué?- exclamó una asustada y estupefacta Beruche ahora.-¿Sophie? ¿Qué le has hecho?
-Ella tampoco quiso darme lo que quería, pero lo obtuve igualmente, luego se la dejé a mis muchachos…- Afirmó su contertulio con tono lleno de impostado regocijo.-

            Aquello sonaba tan terrible que ambas chicas se llevaron las manos a la boca. Al fin, Cooan replicó con tono desafiante.

-¡Cuando acabemos contigo suplicarás por volver a ser un simple y patético freak!
-¿Un freak patético?- Aulló él, descompuesto por la ira, para sentenciar a gritos.- Pues este freak os lo profetiza. ¡Moriréis todos! ¿Me oís? Daré orden de ataque a mis soldados, os matarán y harán todo lo que podáis imaginar y lo que no, con vosotras y con esos mocosos que tenéis ahí dentro.

            Un grupo de pequeños que se habían reído cuando la dama del Hielo le dio con esa bola de nieve a aquel hombre, temblaba de miedo y lloraba ahora. Aunque Bertie enseguida abrazó a dos de ellos y musitó también dirigiéndose gentilmente a los demás.

-Habla mucho y no hace nada. Ya lo veréis.

            Y elevando el tono, se colocó ante la puerta exhibiendo su espada, junto con Cooan que la cubría apuntando con su flamígero arco al enemigo. Entonces, la Dama del Hielo exclamó.

-¡Somos las justicieras, las guerreras de la Luna! ¡Protectoras de los inocentes y los débiles!
-Y, en nombre de la justicia y de la Luna. ¡Os castigaremos! - Remachó Cooan, quien, sonriendo musitó a su hermana con complicidad.- Siempre quise decirlo.
-Vais a ser nuestras.- Contestó una voz gutural proveniente de uno de aquellos demonios.-
-Si nos queréis, ¡venid por nosotras! - Le desafió Bertie, generando un viento helado que empezó a cubrir de escarcha la puerta.- Si os atrevéis. ¡Aquí estamos y aquí os esperamos!

            Aquello fue el desencadenante, aullando y gritando, muchos de esos seres de pesadilla cargaron contra el colegio. La Dama del Fuego comenzó a disparar incesantemente con su arco, multitud de flechas ardientes se estrellaban contra numerosos demonios haciéndoles estallar. La Dama del Hielo no quiso ser menos y bombardeó con cristales congelados de alta velocidad a muchos de esos monstruos, provocando la destrucción de varios.

-¡Sellatus est!- Exclamó Cooan, colocando un papel en la puerta antes de cerrarla.- ¡Vamos allá!- Arengó a su hermana quien asintió.-

Las dos tuvieron el tiempo justo de atrancar las puertas y ventanas. Usando hechizos simples como ese o papeles sagrados que repelerían a los demonios, al menos durante un tiempo y también de un modo físico, con parte del mobiliario que tenían a mano.  Los críos celebraron con grititos de júbilo ese prometedor comienzo. Aquellos seres habían quedado desconcertados por esa ráfaga de ataques y por el momento habían frenado su avance.

-Niños, vosotros colocaros detrás de las mesas y sillas.- Les indicó Cooan.-

            Habían formado una barricada improvisada para que los pequeños estuvieran lo más resguardados posible. Pese a ello, ninguna dudaba de que esa frágil protección no serviría durante demasiado tiempo. Sin embargo, era lo único que tenían.

-Permaneced todo lo quietos y callados que podáis.- Les aconsejó Bertie queriendo sonar segura y optimista cuando sentenció.- Nosotras nos ocuparemos de esos monstruos.

 Afuera, Hank estaba lleno de rabia y de frustración. Ya no le importaba lo que le pasase a Bertie. Había tratado de ser amable con ella, de convencerla de buenas maneras. Eso sí, sin sonar débil ante su tropa. De hecho, lo que le contó no fue del todo cierto. Había ido junto con muchos de esos demonios a otros lugares, sembrando el caos y la muerte. Pero sus superiores le aseguraron que la Tierra debía de ser purgada de los débiles. Entonces, cuando llegó a un edificio de viviendas bastante modesto, encontró allí a Sophie. La muchacha estaba aterrada como el resto, aunque al verle sonrió aliviada por unos instantes. Dos monstruos se relamían lascivamente tras haberla arrinconado contra una pared. Ella solamente pudo musitar con gesto suplicante.

-¡Ayúdame!

            Hank quiso hacerlo, pero uno de esos seres de pesadilla le miró con gesto hosco y le amenazó.

-Humano, no se te ha perdido nada aquí. Esta hembra es para nosotros.
-No quiero que le hagáis daño.- Se atrevió a responder, fingiendo valentía pese a estar aterrado.- Vuestros amos me han prometido…
-Te prometieron a una hembra, la que tú elegiste.- Contestó burlonamente el otro demonio, remachando.- Y no es esta de aquí. Aunque puedes mirar lo que le vamos a hacer o seguir tu camino.

            El chico bajó la mirada, no podía hacer nada por esa desgraciada. Aun así, Sophie le suplicó con la voz rota por la angustia y una vidriosa mirada llena de terror.

-¡Por favor!

            Él no se atrevió a mirarla, dándose la vuelta salió de ese cuarto y apenas sí quiso oír los desgarradores gritos de agonía de esa infeliz.

-Lo lamento por ti, pero la vida es así.- Pensaba ahora.-

            Entonces, un demonio de apariencia humana que lucía una especie de armadura con un tridente se dirigió a él sacándole de aquellos recuerdos tan brutales.

-Tienes que ir al centro de la ciudad. El maestro, Hombre Sabio, ha dispuesto que cumplas con una tarea de la máxima importancia.
-Pero. - Quiso replicar. –

Aunque ese tipo le detuvo con un gesto para declarar a medio camino entre la advertencia y la amenaza.

-Al Sabio no le gusta que sus órdenes no sean obedecidas.
-Yo estoy protegido por la súcubos Seroa.- Rebatió él, queriendo mostrar seguridad.-

            Aunque su interlocutor se rio entonces dejándole atónito para luego informarle.

-Yo que tú me buscaría otro protector. Seroa ha sido eliminada por una traidora. De modo que, si quieres mantener tus privilegios, humano, te sugiero que acates las órdenes del Gran Sabio sin rechistar.

            El chico asintió. De todos modos, Bertie y Connie estaban ya perdidas. Sufrirían un destino similar al de Sophie. Pronto, muchos más las seguirían en aquel tormento. Dedicó pues una última mirada a ese edificio, asediado ahora por una horda de demonios que trataba de forzar su entrada. Pese a todo no pudo evitar sentir un poco de simpatía por esas dos, tenía que admitirlo, eran valientes. De hecho, algunos gélidos rayos o flechas de fuego salían todavía por ranuras de las ventanas o de la pared, destruyendo a un número considerable de los atacantes.

-Voy de inmediato, el maestro ordena y yo obedezco.- Afirmó.-

Y se alejó de allí. Y mientras tanto, en el interior del edificio las chicas seguían combatiendo denodadamente. No sabían durante cuánto tiempo más serían capaces de resistir, pero iban a vender caras sus vidas y las de aquellos pobres críos a su cargo.

-Nuestras hermanas y Tom, vendrán.- Dijo Cooan en tanto disparaba una vez más con su arco.-
-Así es.- Convino Bertie, añadiendo, en tanto les enviaba una nueva señal por su reloj comunicador.- No nos abandonarán.

 Y los aludidos tampoco tenían tiempo que perder. Tom, junto con Petz y Karaberasu, (que ante la preocupación lógica de su hermana, insistió en que todavía estaba en condiciones de luchar), partieron.

-Si te notas cansada, puedes quedarte en algún lugar seguro.- Insistió el preocupado muchacho.-
-¿Y perderme la juerga? ¡Qué poco me conoces!- Pudo sonreír levemente la interpelada. –
-Vámonos ya. Nuestras hermanas nos necesitan.- Declaró Petz que, al igual que Karaberasu, había recibido una llamada de auxilio por el intercomunicador.-

Las dos se pusieron en marcha. Tom asintió siguiéndolas armado con su impresionante katana y con sus conjuros. Habían quedado con las guerreras en reunirse en el colegio donde Bertie y Cooan daban clase a fin de proteger a los críos para acudir después al páramo. Y como no vieron aparecer a sus amigas decidieron ir al sitio convenido. Las sailors, acosadas por un torrente cada vez mayor de enemigos, tuvieron que abrir brecha tras no pocos esfuerzos y eludir a los demonios para acudir a la cita.

-Será imposible llegar al lugar en el que habían quedado.- Comentó Ami, consultando su aparato visor.-
-No tenemos más opción que ir al sitio en el que Roy fue asesinado.- Comentó Mamoru en su identidad de Tuxedo.-
-Pero, eso es dejar abandonadas a nuestras amigas a su suerte.- Objetó Minako.-
-Ahora no hay alternativa. Tenemos que detener a ese monstruo nada más regrese.- Replicó Rei no sin consternación. –
-Así es. Lo lamento.- Convino Usagi.-

            Las demás se miraron con pesar pero no podían hacer otra cosa. De modo que hacia allí se dirigieron. En ese lugar, Nagashel y sus comandantes conversaban despreocupados tras haberse materializado allí.

-¡Aquí estoy de nuevo! , esta vez nada ni nadie podrá impedirnos cumplir nuestra misión.- Declaró el poderoso demonio dirigiéndose a sus comandantes que le contestaron. -
- Yo Gengenel, jefe de la primera Horda de demonios anti virtudes, destruiré sin piedad a todos los enemigos de mi señor y amo.
- Yo Gergel, líder de la cuarta Horda, sumiré este mundo en el caos y el horror más absoluto.
- Yo Aspiez, comandante de la tercera horda, sacrificaré con regocijo las vidas de los inocentes para deleite de mi señor.
- Yo Nemarash, caudillo de la sexta horda, sembraré la semilla del odio y el rencor por todos los lugares.
- ¡Bien mis leales comandantes! - Aulló el complacido Nagashel - procurar cumplir vuestra misión con la mayor eficacia y brevedad y seréis bien recompensados cuando llegue el Maestro.
- ¡Sí amo! - repusieron todos al unísono con una reverencia a su señor. -


            Al mismo tiempo el ejército de los demonios llenaba el lugar. Las guerreras se sentían impotentes para frenarlos a todos y parte de aquella maligna horda levantó el vuelo dispuesta a sembrar el horror y la aniquilación.

- Debemos atacarles con todas nuestras fuerzas.- Afirmó la Guerrera Luna tratando de hacerse cargo de esa situación. -  La mayoría de ellos siguen agrupados. Les causaremos un daño mayor.
- Eso sería suicida.- Objetó Rei, que sin embargo rectificó, intercambiando asentimientos con otras de sus compañeras para remachar. - Pero se trata del futuro del mundo, no tenemos otra opción. Usagi, esta vez estoy de acuerdo contigo, ¡ataquemos! - Arengó y todos se prepararon concentrando sus energías. -
-Sí, con todo lo que tengamos.- Las secundó la Guerrera Júpiter.- Antes de que huyan.
-Ya iba teniendo ganas de algo de acción.- Comentó la guerrera Venus con una fugaz sonrisa.-
-Enemigo detectado. Confirmo que han tomado rumbo hacia nosotros.- Informó Ami tras consultar su visor y su miniordenador, advirtiendo al grupo.- Estad listos para atacar…

            Llenos de valor y decisión se dispusieron a tratar de parar esa incontable masa de demonios. El grupo de las guerreras constaba de diez, contando a Tuxedo y las sailors del sistema solar exterior que se les habían unido como refuerzo. Desde luego un número muy inferior al de la marea de sus enemigos. Pero concentrando sus poderes desencadenaron un ataque que en un principio devastó las filas de los demonios menos poderosos y más cercanos. No obstante, otros muchos, más fuertes, contraatacaron de inmediato llevados por un fanatismo sangriento, deseosos de vencerlas, matarlas, despedazarlas y cosas aun peores. Pronto las guerreras y Tuxedo se vieron rodeados por una apabullante masa de enemigos muy superiores en número y tuvieron que luchar por sus vidas. Hicieron un círculo cubiertos en una hondonada del terreno que les brindaba algo de protección contra las ráfagas de los rayos enemigos.

-¡Burning Mandala! – Exclamó Rei liquidando a tres demonios que se aproximaban peligrosamente por su derecha.-
-¡Venus Therapy Kiss! – La secundó Minako destruyendo a otros dos que venían de frente a su posición –

            Tuxedo rechazó a otro con un golpe de su bastón y le clavó una rosa que lo hizo estallar. Le tomó el relevo la Guerrera Júpiter. Exclamando en tanto lanzaba su ataque girando sobre sí misma.

-¡Oak Revolution!

Con ello acabó con otros cuatro demonios que llegaban por retaguardia. Pero aquello era casi una batalla perdida, tan pronto Ami disparó su Rapsodia Acuática y Usagi su Rainbow Attack, eliminando a varios enemigos más, ya llegaba otra oleada de demonios. En esta ocasión correspondió a sus compañeras recién llegadas, las guerreras del sistema solar exterior, liquidar a esos nuevos adversarios. Pero otra vez arremetía contra ellos otra nueva fila de demonios. Todos estaban agotados, algunas chicas incluso heridas de consideración, pero aguantaban con firmeza. Habían logrado llegar a pocos centenares de metros de Nagashel y sus comandantes y no iban a rendirse ahora, pero estos, lejos de inquietárselo más mínimo por ellos, presenciaban aquella lucha con indiferencia.

- Mi señor. ¿Por qué no acabamos con ellos de una vez? - Preguntó Aspiez. -
-¡Bah! - intervino su compañero Nemarash con una mueca de desprecio. - Sólo son basura, deja que nuestros subordinados se encarguen, también tienen derecho a divertirse un poco.
- Pero yo también quiero pasarlo bien,- objetó Gergel - aquí me estoy aburriendo.

            Nagashel hizo un gesto para que se callara y replicó con expresión pensativa y atónita.

- Siento acercarse cinco grandes fuerzas, con una que destaca sobre las otras cuatro. Así que no os preocupéis, pronto vais a tener la ocasión de luchar. Después llegará el momento de invocar al amo.


            En ese momento Roy y sus compañeros se posaban en el páramo, a tan solo unas decenas de metros de sus enemigos. Ambos grupos se estudiaron, observándose fijamente. Las expresiones terribles y malignas de los demonios eran contrarrestadas por las de sus rivales. Las miradas de los ojos de los recién llegados parecían de acero y sus voluntades se mantenían inquebrantables. Aquel mensaje estaba muy claro. Aquellos luchadores les gritaban en silencio a sus enemigos que no les tenían ningún miedo y sí muchas ganas de destruirles. Los poderosos demonios recogieron el reto con agrado y entonces sin mediar palabra, ambos bandos comenzaron a intercambiar rayos de energía. Probaban sus defensas pues repelían los ataques del contrario con sendos campos de fuerza. Entre tanto el fragor de la lucha se había interrumpido en la parte en la que se atrincheraban las guerreras y Tuxedo. Sus atacantes sentían mucha curiosidad y fascinación por ver pelear a sus amos y se replegaron instalándose en las inmediaciones de esa incipiente batalla como si fuesen espectadores de algún evento deportivo. Ninguno de sus jefes ni nadie del grupo de Roy les prestó atención. Sólo se ocupaban de su particular toma y daca hasta que, tras unos momentos, hubo una pausa y Nagashel tomó la palabra.

-¡Creí que te había matado! - le gritó a Roy al reconocerlo. - ¡Pero ahora no tendrás tanta suerte!
-¡Eso lo veremos! - repuso el chico con un tinte de duro desafío en su voz. -Si no acaba contigo ninguno de mis amigos será un placer eliminarte personalmente.
-¡Eso me gustaría verlo! - rio Nagashel que parecía divertirse con aquello y propuso. - ¿Qué te parecería un combate singular? Mis guerreros contra los tuyos, uno a uno, y tú y yo para el final, claro. Espero tu respuesta.

            El interpelado miró a sus compañeros y uno tras otro asintieron. Cada uno tenía muchas ganas de probarse personalmente en un buen combate.

-¡Estamos de acuerdo! - gritó Roy por toda contestación. -

            Las guerreras agradecieron el respiro y la ocasión de atender a las que estaban en peores condiciones. Aunque una vez enteradas de este reto también observaban con mucha expectación. Su posición quedaba a unos trescientos metros. Apenas podían ver a los que plantaban cara a los demonios pero la Guerrera Marte sintió entonces unas fuerzas muy puras y tremendas surgir de aquellos cinco hombres. Y con un flash de percepción les dijo a sus compañeras con patente asombro.

-¡Mirad!  ¿El que está hablando con Nagashel no es Roy?
           
            Las compañeras de Rei que habían conocido al muchacho se miraron incrédulas hasta que Mercurio usó su visor para ampliar la imagen y atónita confirmó.

- ¡Sí, es él!  Pero, ¿os habéis fijado en los que le acompañan? - Ajustó la imagen dirigiendo la vista al resto del grupo exclamando aún más asombrada. - ¡No puede ser posible! ¡Estoy viendo al príncipe Diamante! Pero no parece él. Está mucho más fuerte y lleva una perilla,- sonrió para enumerar después. ¡Y su hermano Zafiro y Ail e incluso Nephrite están ahí!

            Cuando las otras aguzaron la visión y la Guerrera Luna pudo invocar parte de su poder para sacar unos prismáticos que fue pasando a las otras, Júpiter añadió con incredulidad.

-¡Es verdad!  Y  Zafiro  también está muy cambiado. ¡Tiene el pelo largo y barba!
-¡Es estupendo! Si han venido a luchar de nuestro lado aún tenemos esperanzas. - Exclamó Minako con gran  alegría. -

La Guerrera Luna sonrió. Todo había salido como se preveía. Roy había vuelto. Sus amigos lo habían logrado. Cuando se reunió con Landar hacía ya algún tiempo y conoció a Son Goku no tuvo mucha fe en un principio. Luego vio que ese extraño individuo, aparte de un gran guerrero, era un buen tipo y sobre todo tan tragón o más que ella misma. Pero lo que desde luego no esperaba era que esos cuatro reaparecieran también. Parecía que no todo le era revelado. Lo cierto es que, hasta ese momento, había cumplido su parte del plan mejor incluso de lo que había imaginado. Bien, ahora le tocaría a ella y  a los suyos el ayudar a sus aliados a obtener la victoria.

-¡Vamos! Contamos con vosotros.- Pensaba con un renovado optimismo.-
-Espero que hayan podido entrenar lo suficiente.- Le comentó Mamoru.-
-Ojalá, la suerte del mundo depende de eso. Nosotros solos no podríamos derrotar a esas cosas.- Suspiró Usagi.- Al menos no aquí…

            Mientras tanto, en la escuela, Beruche y Cooan habían conquistado una pausa en su lucha. Ahora trataban de confortar a los niños en clase tratando de que estos no hicieran ruido. El cielo estaba nublado por las hordas de demonios que iban haciendo descender compañías enteras por cada lugar que pasaban para destruirlo y matar a sus ocupantes. Las justicieras revisaron las atrancadas puertas y ventanas para asegurarlas lo mejor que pudieron, intentaron reparar o tapar algunos boquetes abiertos en la pared y se dedicaron a tranquilizar a los pequeños.

- Vuestras maestras nos han enviado para protegeros,- les explicó Bertie. -
-¿Y dónde están? - Preguntó una niña, visiblemente asustada. - ¿Las han matado los demonios?
- No, están bien,- respondió suavemente Cooan.  - No os preocupéis por ellas.

            De improviso, el enemigo reanudó su ofensiva, la puerta saltó en pedazos tras ser destruido su sello de protección y un horrendo demonio entró riendo macabramente. Los niños corrían aterrados en todas direcciones y aquel monstruo sin piedad agarró a Sharon que se había quedado petrificada por el miedo.

-¡Socorro justicieras! - pudo gritar con su vocecilla infantil cargada de terror y angustia. -

            Sin pensar Beruche golpeó al demonio con su espada haciéndole soltar a la niña y Cooan apuntó con su arco y le lanzó una flecha de fuego. Calculó bien y éste recibió un impacto directo  y estalló. Entre tanto su hermana abrazaba a la pequeña y se apartaba con ella de la explosión.

- Ya está cielo.- Le susurró cariñosamente la Dama del Hielo acariciándola el pelo, - no temas. No dejaremos que os hagan ningún daño.

            La pobre cría se abrazó al cuello de Bertie sollozando y temblando de miedo, la justiciera sintió autentica lástima e indignación por el traumático sufrimiento que la pequeña arrastraba y por el pavor que sentían también todos los otros niños. Tanto era así, que la Dama del Hielo ni sentía las heridas y golpes que ya tenía en el cuerpo.

-Tranquila Sharon. Todo irá bien.- Le susurró del modo más dulce que pudo tras arrodillarse junto a ella.- Te protegeremos, cariño. A ti y a todos tus compañeros.

            La pobre cría apenas si podía hablar… aunque ahora observó a la justiciera con la sorpresa reflejada en su carita para preguntar con tono apagado aunque curioso…

-¿Cómo sabes mi nombre?
-Porque las luchadoras por la justicia tenemos la sabiduría de la Luna. Conocemos los nombres de todos los niños buenos.- Le sonrió animosamente Bertie que, tras acariciarla el pelo y las mejillas aseguró una vez más.- Y no vamos a dejar que te hagan daño nunca más. Te lo prometo.

La cría esbozó entonces una esperanzada sonrisa. Pero no había mucho tiempo para más conversaciones. Por la brecha abierta entraron otro par de demonios. Dejando a la pequeña a salvo, ambas lucharon contra ellos. Beruche los congeló y Cooan les remató con sus flechas haciéndoles explotar. Los niños las vitorearon entusiasmados pero ellas no sabían hasta cuando serían capaces de resistir los ataques de tantos enemigos. Cruzaron sendas miradas de preocupación y entonces la Dama del Fuego se dirigió a los críos con voz lo más confortadora y desenfadada que pudo.

- Ahora niños tenéis que hacer lo que os digamos ¿vale?

            Los pequeños la escucharon muy serios y asintieron con las cabezas.

- Os podréis en ese lado. - Intervino Beruche señalando una esquina protegida por la gruesa pared maestra. - Y amontonaremos los bancos y las sillas para que os escondáis de esos demonios malos.

            Tuvieron que cambiar la posición de la barricada que previamente habían montado dado que la pared que estaba tras de ella había sido muy dañada. El enemigo podría aprovechar para entrar sin que ellas pudieran contratacar por temor a herir a los críos, de modo que, animosamente, movieron entre las dos todos esos bancos, pupitres y demás.

- Vosotros quedaros ahí y dejádnoslos a nosotras.- Les sonrió alentadoramente Cooan, entre jadeos de cansancio. –Nos ocuparemos de ellos.

La muchacha estaba realmente asustada y llena de inquietud, se estaba quedando sin fuerzas. lo mismo que su hermana que ahora se apoyaba en una pared, tratando de tomar un poco de aire. Pero no podían permitir que los pequeños se dieran cuenta. Por fortuna, estos obedecieron de inmediato. Aprovechando que sus atacantes parecían haberse tomado una tregua para analizar la resistencia que se les plantaba desde el interior de la clase, las dos justicieras recobraron un poco el aliento y ayudaron a los pequeños a montar una más elaborada barrera de sillas, mesas y cualquier cosa que sirviera para que se apelotonaran allí. Algunos de los chiquillos estaban muy callados, como si no acertasen a comprender lo que sucedía. Otros incluso animados por lo que les parecía una especie de juego, bastantes también hacían pucheros o lloraban asustados. Uno de ellos, un pequeño de nombre Timothy, no quería meterse entre los bancos y balbuceaba sin cesar hasta que Cooan lo aupó cariñosamente en brazos y le susurró limpiándole las lágrimas.

-¿Qué te pasa, Tim?
- Qui… ¡Quiero irme con mi mamá! - Balbuceaba desconsolado. -
- Ahora no podemos irnos, tenemos que estarnos muy quietecitos. – Le respondió dulcemente la justiciera. -
-¡Me quiero ir a mi casa! - Sollozaba el crío por toda respuesta. -

            Cooan suspiró sin saber qué hacer. Echó entonces mano de los trucos de pedagogía que había estudiado durante la carrera para estos casos. Con una sonrisa solicitó la colaboración de otros niños más animosos y les pidió que jugasen a algo con Tim. Y aquello por increíble que pareciera dio resultado. En cuanto le dejaron con los otros sin hacer más caso de su llanto y uno de sus compañeros le mostró su canica especial, Timothy dejó de llorar centrando la atención en el juguete. Ambas hermanas se permitieron suspirar aliviadas aunque eso les duraría poco...

-¡Ojala que las chicas y Tom lleguen pronto!- Musitó Bertie.-
-No sé si habrán podido reunirse con nuestras amigas.- Comentó en voz baja Cooan.-

            Ninguna quería pensar en la terrible posibilidad de que sus hermanas y amigas hubieran sido víctimas de aquellos monstruos. Lejos estaban de saber que, en el páramo, un gran desafío iba a comenzar. Ail se ofreció voluntario para el primer combate.

- Dejadme a mí, amigos. Yo me encargaré del primero, tengo muchas ganas.- Insistió consiguiendo al fin la aprobación del resto. -

            Al otro lado Nagashel recibió la misma propuesta de Gergel y la concedió con una inclinación de cabeza. Este demonio, de gran estatura, tez azufrada y enjuta, con  mirada mezquina y larga cabellera rojiza, haciendo una reverencia a su jefe, se adelantó. Ambos avanzaron hasta un lugar intermedio. Ail llevaba en la cabeza todavía los últimos momentos que pasó con Ann y su hijo, el pequeño a quién habían llamado Giaal. Cuando se fueron de la Tierra, con la felicidad y el amor recobrados recorrieron parte de la galaxia en estado de hibernación hasta alcanzar un planeta adecuado para la vida. En éste eran capaces de mantenerse con sus formas humanas y llegaron a probar las ventajas de esta condición, explorando los sentimientos que aprendieron en la Tierra. Fruto de ello, Ann quedó embarazada y tras unos meses vino al mundo su bebé. Ail se sintió verdaderamente orgulloso de aquella criatura. Era su hijo, realmente suyo, y no un nacido del árbol como ellos. Éste se lo dijo cuando lo plantaron allí, les había dotado de la capacidad de germinar por sí mismos con una semilla distinta, para el día en que ambos comprendieran el verdadero alcance del amor y así fue.

-Cariño.- Le decía Ann en tanto acunaba a su bebé.- Ahora comprendo hasta que punto el amor es importante.
-El sagrado Árbol nos dio una gran lección, que jamás debemos olvidar.- Convino él. – Y se la inculcaremos a nuestro hijo.
-Les estoy muy agradecida a las guerreras por darnos la oportunidad de comenzar de nuevo.- Afirmó su interlocutora en tanto veía dormir al bebé con una expresión llena de ternura.-

Ail asintió, los dos se sentían muy felices y pensaban en regresar a la Tierra alguna vez para visitar a sus amigas guerreras, pero entonces llegó la desgracia. Aquellos extraños individuos de apariencia extraterrestre vestidos con algo parecido a los uniformes de combate que él mismo portó en el cielo y que llevaba ahora. Aunque sólo se parecían en eso a Ail y los demás. Sus intenciones no eran precisamente pacíficas y nada más aparecer y sólo por divertirse, comenzaron a destruir el planeta que acogía a la familia. Tremendas explosiones atronaban y Annie, con visible temor e inquietud, le comentó.

-Será mejor que nos marchemos. No podemos hacerles frente, no con Giaal.
-Tú márchate con nuestro hijo. Yo vigilaré y os cubriré las espaldas. Quienes quiera que sean parecen poderosos y probablemente nos darían alcance.
-Pero no puedo dejarte solo.- Objetó la joven, llena de preocupación.-
-Tienes que hacerlo, por Giaal.- Aseveró él, sonriendo ahora con un tinte más conciliador para añadir.- No temas. En cuanto me cerciore de que no nos siguen os alcanzaré.

De modo que pese a las protestas de su compañera la hizo marcharse de allí con el bebé en tanto él trataba de razonar con esos seres. Al menos intentaría dar un tiempo precioso a Annie para que se pusiera a salvo con el niño. Por desgracia para él, esos individuos no atendieron a sus argumentos y le atacaron. Ail se defendió lo mejor posible pero  esos tipos eran mucho más poderosos que él  o cualquiera de sus cartas y le golpearon sin piedad hasta matarlo. A punto de morir sin embargo pudo ver como Ann huía con Giaal. Ella acudió de vuelta a la Tierra en busca de sus amigas para pedirles ayuda. Ail sabía que si lograba llegar hasta ellas el bebé y su compañera estarían seguros. Después todo se le volvió negro y reapareció en un  vasto e inmaculado confín. Allí conoció a Landar, Goku y Piccolo, quienes le explicaron que estaba muerto pero que tendría la oportunidad de revivir si aceptaba enmendar cualquier mal que hubiera cometido en el pasado. Ail aceptó, tenía demasiados motivos para desearlo. También conoció a sus otros compañeros Nephrite, Diamante, Zafiro y después a Roy. En un primer momento reinó la desconfianza entre ellos pero, más tarde, cuando se pusieron al corriente de sus respectivos destinos, creyeron que algo les hermanaba. Posiblemente el deseo de volver y comenzar de nuevo dejando los errores atrás y reparando sus malos actos en la medida de lo posible. Y allí estaba ahora él, caminando tranquila pero atentamente hacia su enemigo. Se sentía dispuesto para la acción aunque, tal y como Goku le explicara, hizo un rápido calentamiento. Terminó justo cuando se encaraba a su rival y le saludó con una sonrisa confiada, diciendo.

- Bien, prepárate a ser aniquilado, demonio.
-¡Tú no podrás vencerme, miserable!- le espetó Gergel con una siniestra sonrisa de suficiencia.  - Porque vamos a luchar en mi terreno...


            Ail se puso en guardia preparado para un ataque de energía pero su enemigo lanzó un conjuro creando un espacio dimensional que arrastró dentro al desprevenido alíen. El demonio pasó tras él con gesto triunfante y el pasillo se cerró.

- ¡Maldición! - Farfulló Zafiro con visible inquietud. - Esto no me gusta nada.
- No temas, Ail sabrá como defenderse - repuso Diamante con tono tranquilizador. - Debemos confiar en él.

            Dentro, en un espacio denso donde se oían el eco de miles de lamentos, el extraterrestre miraba a su alrededor pero no podía ver a nadie pues todo era oscuridad. Entre aquellos coros interminables escuchó la voz burlona del demonio al que no podía ver.

-¿Te gusta mi mundo?- rio éste con sorna. -Yo lo encuentro muy acogedor, me encanta escuchar los lamentos de las almas condenadas para toda la Eternidad. Yo soy un demonio del caos y todos palidecen sólo con escuchar mi nombre. Ahora te ha llegado a ti el turno de sufrir. ¡Ja, ja, ja!
-¿No me digas? - Repuso burlonamente su interlocutor manteniendo su calma -, me voy a morir de miedo.
- De miedo no lo sé, ¡pero vas a morir seguro! - Respondió el demonio golpeándole en el estómago y la cara sin que su rival pudiera verle. –

            Ail acusó los ataques y se puso en guardia. Lanzó una sucesión de rayos a ciegas, en todas direcciones. Pero estos desaparecían entre la infinita negrura, al parecer sin acertar a nada. Las carcajadas de Gergel se escuchaban desde todas los puntos cardinales desorientando más a su adversario.

- Ja, ja, ja, ja, ja ¡Estúpido mortal! ¡Mírate, eres patético! Estás indefenso como un niño. Aquí llevo yo todas las de ganar, te mataré y ni siquiera podrás verme,- para subrayar su aseveración golpeó de nuevo en la cara de su oponente produciéndole una herida que le hizo sangrar por la mejilla en tanto le provocaba. - ¿Qué te parece esto?

            El muchacho retrocedió poniéndose en guardia para cubrirse y trató de mantener la tranquilidad y pensar una solución en tanto se decía.

-Si sigo así, tengo el combate perdido. Es verdad, él tiene todas las ventajas. Debo concentrarme y cambiar de táctica, si quiero salir con vida de aquí.

            Recordó las enseñanzas de Piccolo, Goku y Roy. En el Rincón, durante un duro entrenamiento, Ail se afanaba por golpear a su severo maestro sin logarlo. Parecía que Piccolo le esquivase incluso a desgana, sabedor de los movimientos que haría…

-¡Vas a lograr que me quede dormido! - Le decía el namekiano no sin sorna.-

            El alien probó incluso con rayos de energía pero le era imposible acertar a su oponente. Al final Piccolo alargó uno de sus brazos de forma extraordinaria sujetando del cuello a su pupilo y arrojándole contra el suelo. Tras estrellarse Ali se puso en pie a duras penas, en tanto su maestro aterrizaba…

-Nunca… seré capaz de tocarte siquiera.- Suspiró entre abatido y enfadado consigo mismo, para añadir también molesto.- Y eso de alargar el brazo no es jugar limpio.

            Para su sorpresa su severo profesor se rio a carcajadas con los brazos en jarras y no tardó en replicar, ya con más mordacidad.

-¡Ésta sí que es buena! Me vas a salir ahora con reglas para un combate. ¿Te has creído que esto es una competición olímpica? Aquí la única regla consiste en sobrevivir. Vete a pedirles a los demonios que jueguen limpio y a lo mejor logras matarles, ¡pero de risa!...


            El joven tuvo que admitir a su pesar que eso era cierto. Entonces, su instructor le pasó una alubia para explicarle entre tanto.

-Deberás adaptarte a cualquier situación y ser capaz de improvisar. Volver un escenario desfavorable en otro que sea propicio para tus intereses. De lo contrario no durarás mucho contra esos seres. No se caracterizan precisamente por respetar reglas ni tener piedad. Mantente sereno y despejado. Siente y actúa...rápido como la luz…sereno como el cielo.
-Tienes razón. Así lo haré.- Prometió listo para volver a su entrenamiento.- Cuando llegue el momento no te defraudaré…
-Más te vale…- Masculló Piccolo cruzándose de brazos para arengarle.- ¡Y ahora a trabajar!…

Y el chico asintió. Se acordaba muy bien de esas lecciones. Ahora quiso cumplir la palabra dada a su profesor. Cerró los ojos, que no le servían en ese entorno, concentrándose en sentir la energía de su rival y diciéndose mentalmente.

-¡Hay que ser rápido como la luz y sereno como el cielo!
- ¡Ja, ja, ja, ja! - se burlaba Gergel sin poder contener sus carcajadas de regocijo. - ¡Ésta sí que es buena!, ahora todavía me lo quieres poner más sencillo. ¿O es que no tienes el valor de recibir a la muerte cara a cara? No importa, voy a acabar contigo ahora mismo. Te va a dar igual mirar o no.

            Se dispuso a atacar, Ail sintió como se acercaba la energía del demonio, se concentró logrando esquivar su ataque y contraatacando acto seguido con un golpe que alcanzó el rostro de su  sorprendido adversario.

- Bueno, ahora ya estamos iguales. - Sonrió su rival añadiendo con la confianza recobrada. - Ni siquiera con tus sucios trucos podrás conmigo. Y encima te atreves a llamarme cobarde a mí, ¡tú que te ocultas como una rata miserable! - Sentenció con el desprecio más ofensivo que pudo. -¡Qué vergüenza! Es patético hasta para un ridículo diablejo como tú.
-¡No necesito ningún truco para acabar contigo!- gritó Gergel cayendo en esa provocación. -Volveremos al lugar de donde vinimos y te mataré delante de todos. En una cosa tienes razón, ¿para qué liquidarte en la oscuridad? realmente no tiene gracia si tus amigos quedan privados de contemplar como mueres entre terribles sufrimientos. - Amenazó su enemigo abriendo un agujero dimensional que cruzó, su adversario fue tras él. -

            Reaparecieron en el páramo. Ail aprovechó para despojarse de sus muñequeras y su chaqueta de entrenamiento. El demonio comenzó a atacarle pero su enemigo le esquivó sin dificultades, burlándose encima de él.

-¿Qué te pasa, amigo?- le decía con sorna. - ¿No puedes correr más? - Contraatacó con un potente rayo de energía dejando malherido a su oponente que había descuidado su defensa, al estar ciego de rabia intentando acertarle.-

            Gergel, retrocedió sintiéndose en muy mal estado y cuando comprendió que estaba derrotado huyó acercándose a Nagashel.

- Por favor, ¡ayúdame mi señor! - le suplicó cayendo de rodillas ante él. -

            Pero su amo le dirigió una mirada de desprecio y espetó reprimiéndole furioso.

-¡Debería darte vergüenza, estúpido! Eres un demonio del sexto círculo, ¡vence a tu enemigo o muere! - Sentenció por fin a modo de tajante ultimátum.-

El demonio, sabiendo que no tenía otra opción, hizo una reverencia a su amo. Estaba aterrado pero atacó a su adversario con rabia lanzándole rayos de energía que éste esquivó con facilidad.

-Vaya, ahora las tornas se han cambiado. ¡A ver si te gusta esto!- Exclamó el extraterrestre desapareciendo de la vista del sorprendido demonio y reapareciendo justo a su lado para tumbarle de un puñetazo. -

            Para cuando su rival pudo levantarse Ail pasó al contragolpe y con gran celeridad asestó a su enemigo repetidos puñetazos y patadas que terminaron por minar sus ya escasas fuerzas. Gergel no podía casi moverse y el alíen no quiso desaprovechar la ocasión. No podía fiarse de ese demonio que, desesperado como estaba, a buen seguro intentaría un ataque suicida. De modo que, concentrando energía, el alíen lo remató con un potente rayo haciéndole estallar. Satisfecho y jadeante por el esfuerzo, volvió hacia su grupo entre los vítores de sus compañeros.

- Con esto me he vengado a mí y a mi familia de todos esos malditos demonios o lo que fueran, que tanto han hecho sufrir a Ann y a mi hijo.- Declaró para después esbozar una sonrisa de alegría y alivio por haber salido airoso. -

             Chocó palmas con todos al estilo que Roy les había enseñado. Nephrite le pasó una alubia y Ail la tomó en el acto.

- ¡Estoy como nuevo!,- afirmó eufórico al notar sus fuerzas recobradas pidiendo con entusiasmo. -¡Dejádmelos todos a mí!
- Un momento, ¡para el carro, amigo! - rio Zafiro. - Tú ya has tenido el tuyo, ahora me toca a mí.- Y decididamente dio un paso al frente para refrendar su afirmación. -

            En el otro lado, Gengenel se adelantó saludando con el entrechocar de su puño en el pecho a su amo y prometiendo vengar la humillante derrota anterior. Obtuvo la conformidad de Nagashel y se encaminó hacia el palenque. Se preparaba otro combate. En tanto eso sucedía, en la ciudad, Petz y Karaberasu se abrían camino como podían ayudadas por Tom. Habían entablado luchas contra grupos dispersos de enemigos a los que, combinando sus rayos y armas con la pericia y fuerzas aumentadas del chico, lograron derrotar aunque con manifiesto esfuerzo. Tuvieron que esconderse también cuando llegaron más demonios deseosos de masacrarlos y permanecían ocultos tras unas ruinas cuando Kalie, agotada por el sobre esfuerzo que debía soportar, comentó con la respiración entrecortada.

- No podremos llegar hasta el punto de reunión, hay demasiados enemigos.
- Sí. Tienes razón.- Convino su hermana sentada sobre un resto de muro y apoyándose en su jabalina manchada de sangre. - ¿Pero qué podemos hacer? Hordas de esos monstruos rondan por aquí y acabarán por descubrirnos.

            Tom, que hasta el momento se había estado recobrando también, les propuso.

- La escuela donde estamos dando clase vuestras hermanas y yo no queda muy lejos ya de aquí. Hace un rato que enviaron la señal de auxilio, ¿no?
-Así es, y por fortuna creo que todavía mantienen la posición.- Comentó Kalie.- Mi reloj comunicador las monitoriza.-
- Pues ese es el único sitio en el que podremos resistir. Ellas seguramente se habrán atrincherado allí y si nos unimos multiplicaremos nuestras posibilidades.- Comentó el chico.-
- Es verdad. - Asintió Karaberasu que declaró decidida. -Yo estoy dispuesta. ¡Vamos allá!
- Sí – Acordó Petz con renovado optimismo. - Los demonios parece que se han dispersado para buscarnos. Aprovechemos ahora para salir y démonos toda la prisa posible.

Aunque enseguida guardó un incómodo silencio, lo mismo que Tom. Ambos se dieron cuenta de que la hermana de Petz no podría seguirles si corrían. Aquello era un gran problema pero Kalie, muy entera y haciendo acopio de valor, le respondió sabiendo perfectamente lo que pasaba.

- Por mí no os preocupéis, poneos a salvo vosotros.
- De eso nada - rebatió su hermana mayor. - No pienso dejarte sola aquí, hermanita. Ahora no vas a ser tú la única heroína en esta historia. - Sentenció devolviéndole aquella frase que le tenía guardada desde hacía largo tiempo a modo de deuda de gratitud. -
-¡Es absurdo, Petz! - Le reprobó ésta sentenciando con dignidad. - No arriesgaréis vuestras vidas por mí. No lo permitiré.
-¡No me repliques!, que para eso soy tu hermana mayor. - Espetó la otra con visible mal genio producto del temor por Karaberasu, agregando acto seguido con tintes de súplica. - ¡Obedéceme sin discutir aunque sólo sea por una vez! ¡Por favor!

            Tom se interpuso para cortar aquella estéril discusión y les dijo más serenamente.

- Nadie tendrá que sacrificarse ni quedarse solo. De aquí a la escuela hay muchos edificios y seguramente hechos ruinas. Los demonios habrán pasado ya por allí. Si somos cautos y nos escondemos bien llegaremos hasta el colegio sin problemas. Todo lo más eliminando a alguna patrulla rezagada. Y yo puedo invocar un poco de niebla o usar algún conjuro para crear imágenes falsas que nos oculten. ¡Así que en marcha! - Las arengó.-

Ambas hermanas, felices de no tener que elegir su destino de una forma tan dramática, le siguieron. El chico cubría su retaguardia repartiendo mandobles con su espada a cuantos demonios se les cruzaran, y lo hacía como experto en artes marciales que era, sin apenas producir ruido ni delatar su presencia. También creaban en efecto humo e ilusiones que distraía a cualquiera de esas criaturas lo suficiente como para que ellos pudieran pasar inadvertidos. Gracias a lo cual pudieron cubrir la mayor parte de la distancia sin percances. Al menos hasta llegar a un claro que se interponía entre el colegio y ellos. Serían unos doscientos metros pero durante ese trayecto estarían en campo abierto. De todos modos se detuvieron unos momentos entre las ruinas de una cercana caravana para estudiar la situación. Podían ver a varios demonios tratando de entrar en uno de los edificios de clases y por lo que parecía alguien se ocupaba de impedírselo con eficacia pues varios salieron a toda prisa eludiendo rayos de hielo y fuego.

- Connie y Bertie están haciendo un buen trabajo. - Comentó Tom al percatarse de lo que sucedía. -
-¡Tendremos que unirnos a ellas! - Animó Karaberasu.- Hay que ayudarlas.
- Pero debemos avisarlas antes. - Objetó Petz sugiriendo de inmediato. - Podrían pensar que somos enemigos y atacarnos. Contactaré con ellas por el transmisor, estamos lo bastante cerca como para que funcione a nivel de llamada directa.

Entre tanto Beruche y Cooan paraban como podían los ataques de grupos cada vez más numerosos de adversarios. Estaban realmente cansadas pero no se podían permitir el lujo de bajar la guardia. La brecha que existía en la pared exterior era lo bastante grande como para entrasen al tiempo dos demonios y si hasta ahora no lo habían conseguido era por que las chicas les aniquilaban metódicamente según lo intentaban. Sin embargo, eso no podría prolongarse eternamente. Ambas se miraban como queriendo preguntarse que otra cosa podrían hacer. Los niños hacía tiempo que ni se atrevían a asomar la cabeza al sentir el ruido de la pelea y los aullidos de las bestias que les atacaban. Tan sólo alguno más valiente se levantaba mirando entre los bancos. Y con ese clima de agotamiento y temor al descuido llegó el mensaje de Petz. Las chicas contestaron recobrando los ánimos y les ofrecieron un fuego de cobertura. Cooan se acercó lo que pudo a una ventana parcialmente atrancada y por un mínimo agujero apuntó con su arco. Les comentó a Tom y a sus otras hermanas que dispararía cubriéndoles contra cualquier demonio que se les acercara. Beruche aseguró entre tanto la puerta. En ese instante el enemigo daba la impresión de haber retrocedido a replantearse la estrategia o bien en busca de refuerzos. ¡No había un instante que perder! Petz, Karaberasu y Tom corrieron campo a través. Kalie reunió todas sus energías para conseguir la máxima velocidad posible. Con suerte, en menos de un minuto lo conseguirían. Pero estaban tan sólo a medio camino cuando una turba de demonios sanguinarios se le echó encima.

-¡Dispara!- Le indicó Beruche a su hermana en tanto ella misma lanzaba una andanada de cristales helados para proteger el flanco izquierdo de sus hermanas y Tom. -


            La Dama del Fuego se encargó del derecho y entre ellas y las descargas eléctricas de Petz y los rayos de Karaberasu lograron abrirse camino. Sólo un par de demonios llegaron a  ellos y Tom se ocupó de abrirles en dos con sendos tajos de su espada. Pero justo cuando las chicas entraban él fue alcanzado por el rebote de un rayo enemigo que le hirió el brazo izquierdo. Gritando de dolor y sintiendo un tremendo calambre, entró siendo ayudado de inmediato por Cooan.

-¿Estas bien, Tom? - Le inquirió visiblemente asustada. -
- Sí.  - Pudo replicar él restándole importancia pese a soportar un gran dolor. - No me dio de lleno y no es el brazo con el que uso la espada. Tranquila, podré seguir peleando.
- Por ahora descansa y te lo vendaremos. Nosotras podremos mantenerles a distancia, así que no hará falta que pelees enseguida.- Intervino Beruche.-

            Petz se ocupó de relevar a Cooan, pese a estar también exhausta su gran fortaleza le permitió custodiar la brecha mientras su hermana atendía al chico. Aunque de momento los demonios parecieron dudar en atacar. Ahora sus enemigos estaban reforzados y ellos no sabían cual era el alcance de sus heridas. A eso se le sumaba la circunstancia de que habían sufrido muchas bajas y ninguno deseaba ser el próximo. Por ello, su prevención y la tregua que hicieron debido a su propio desconcierto les dieron unos minutos de oro a las chicas y a Tom para, al menos, lograr recuperar un poco el aliento y trazar una estrategia.

-Tenemos que economizar esfuerzos.- Les comentó el chico.- Podemos irnos relevando. Algún que otro conjuro he aprendido para tratar de frenarles.
-Sí, como los que utilizaste para protegernos de sus rayos de energía.- Le agradeció Petz.- Lamento que al final te dieran a ti.
-Aun me falta mucho para ser un mago de primera.- Se sonrió Tom tratando de aportar algo de humor.-
-Ahora tienes que descansar.- Le rogó una inquieta Cooan terminando de vendarle la herida.-

            El chico sonrió nuevamente acariciando la mejilla de su solicita cuidadora. Ella le devolvió idéntica expresión, se miraron con intensidad y no pudieron evitar un recíproco sonrojo.

-Por el momento, vamos a rezar porque se queden quietos durante el mayor tiempo posible- Replicó Bertie sacándoles de aquel embarazoso momento.-

 Así lo deseaban todos. Por su parte las guerreras y Mamoru seguían formando un círculo defensivo mientras presenciaban los combates. Por el momento, los demonios observaban  muy interesados, dándoles también un necesario respiro. Grande fue su alegría cuando vieron como Ail salía victorioso. Ahora Usagi pensaba en el momento en el que todas juntas se aprestaron a partir, despidiéndose de Annie.

-Estarías muy orgullosa de él de haberlo visto.- Sonrió, al recordar.-

Se habían reunido las diez guerreras en el Santuario Hikawa. Tras hacer las presentaciones con la joven extraterrestre que no conocía a las guardianas del sistema solar exterior, fue Marte quién se adelantó y le dijo no sin tono de humor.

-¡Éste Yuuichirou siempre tan oportuno! Tenía que irse a ver a sus padres precisamente ayer. Mi abuelo tampoco está. Como de costumbre me dejan todo el trabajo a mí. No tengo más remedio que pedirte que me hagas un favor. Cuida del Santuario hasta que regrese. ¿Lo harás?
-Por supuesto, Rei. Cualquier cosa que me pidas.- Le aseguró su interlocutora que llevaba en brazos al bebé.-

            Durante esos días Annie había hecho lo posible por devolver a sus amigas la generosidad con la que la habían tratado a ella y a su hijo. Ayudó en las tareas domésticas e incluso con sus dotes adivinatorias era capaz de leer el provenir a algunos visitantes. Hasta se ofreció de modo incondicional a acompañar a las guerreras, afirmando.

-Tengo poderes y conservo aún parte de la baraja aquella a la que os enfrentasteis ¿Recordáis? Aunque ahora mis cartas podrían luchar a vuestro lado y no contra vosotras.
-Muchas gracias Annie, pero no es necesario.- Le sonrió Ami.-
-Tienes un niño pequeño al que cuidar.- Le recordó Makoto, sonriendo en tanto le hacía una carantoña al bebé.-
-Y, por si acaso, nos viene bien tener a alguien como tú aquí. Si el enemigo se presentase podrías proteger a la gente.- Terció Rei añadiendo con emotividad.- Por favor… si algo me sucediera, cuida de mi abuelo y de Yuuichirou.

            La aludida asintió, abrazando a su benefactora. Después tomó en brazos a su pequeño. Aquellas palabras casi la hicieron llorar, pero enseguida se rehízo afirmando convencida ante la aprobación y las miradas agradecidas de sus interlocutoras.

-Sé que todo saldrá bien. Sois las Guerreras de la Justicia. ¡Sois invencibles!, creo en vosotras.
-Gracias, amiga mía.- Repuso Usagi dedicándole una afectuosa sonrisa. -
-Cuídate Annie, mantente a salvo con tu bebé. Luna y Artemis se quedarán contigo para ayudarte. - Le dijo Mamoru, ya en su identidad de Tuxedo.-

            La joven asintió, sonriendo a sus amigos. Los gatos se aproximaron entonces deseando también buena suerte al grupo. Los miembros de éste se dieron las manos formando un círculo con el señor del antifaz en el centro. Al poco invocaron el poder de sus planetas y desaparecieron. La Guerrera Luna volvió a la realidad tras esos recuerdos observando ahora el campo de batalla. Tanto ella como sus compañeras habían prorrumpido en exclamaciones de júbilo por la victoria de la pareja de Annie. ¡Si ella supiera que él estaba vivo, aquí y luchando de ese modo tan valeroso contra el mal! Ojalá que las cosas continuasen marchando como hasta ahora. De momento, incluso ellas mismas podían descansar aliviadas por esa especie de tregua que les habían brindado sus enemigos. Pero desgraciadamente eso ya no iba a durar mucho. Nagashel  se dio cuenta de que aquellos humanos se estaban recuperando y quiso acabar con ellos tratando también de desmoralizar a sus propios contrincantes. El demonio entonces ordenó a la horda de sus tropas que atacase y ésta obedeció al instante, lanzándose como una rugiente marabunta en pos de aniquilar a sus enemigos. Ni Roy ni los otros podían intervenir pues entonces los demonios de Nagashel y éste mismo, hubieran atacado a las guerreras y Mamoru acabando con ellos antes de que pudieran ser protegidos. Únicamente quedaba la posibilidad de que los muchachos vencieran a sus oponentes en los combates, quizás de este modo los otros demonios frenasen su avance. Así pues, el segundo enfrentamiento estaba presto a comenzar. Entre tanto las guerreras y Mamoru se prepararon para contener la gran oleada de sanguinarios enemigos que parecía no tener fin y se precipitaba rugiente y terrible hacia ellos.

-Vienen en gran número.- Advirtió la Guerrera Urano.-
-Preparadas para contenerles.- Indicó a su vez Plutón mientras hacía girar su cetro.-
-¿Listas chicas?- Les preguntó Tuxedo mirándolas de reojo en tanto aguardaba la llegada de sus enemigos.-
-Siempre lo estamos.- Sonrió intrépidamente Rei.-
-¡Que empiece la fiesta!- Convino Makoto apretando los puños y colocándose en posición.-
-Formemos dos líneas.- Les indicó Ami explicando.- Ahora atacan todos desde la misma dirección.- Respondamos por relevos…
-Sí, una línea ataca, otra aguarda y luego toma su lugar.- Comprendió Minako.- Podremos recobrar algo de resuello.
-¡Exteriores delante conmigo, interiores y Tuxedo preparados para relevar!- Ordenó Usagi.-

            Y todas obedecieron con presteza, Justo a tiempo para enfrentar la llegada de los primeros enemigos…




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