Roy y los demás volaban hacia la Tierra muy
concentrados para el combate. El grupo se había desecho con facilidad de
decenas de demonios por el camino y ahora, en silencio, revivían cada uno los
recuerdos de sus muertes a manos de los poderes de la Oscuridad. El duro
entrenamiento al que se habían sometido y su afán de venganza les impulsaban
junto al deseo de recobrar la paz. Pero, sobre todo, los anhelos de volver a
ver y abrazar a sus seres más queridos. Sobrevolaban el terreno con rapidez, el
paisaje iba variando a cámara rápida y bajaban progresivamente hacia el suelo,
pudiendo ver como la maldad diabólica se iba extendiendo por todas partes.
-¡Mirad! - Señaló Diamante hacia allí abajo - la
invasión de las legiones infernales ha comenzado en serio. Debemos detenerlos
cuanto antes.
- Bajaremos más y atacaremos.- Indicó Roy - aún no
es demasiado tarde, no han invocado más que a demonios de poco poder.
-¡Pues no perdamos ni un momento, vamos a por
ellos!,- arengó Zafiro. -
Todos
descendieron en picado y atacaron a las legiones de demonios provocando gran
devastación. El enemigo se extendía abarcando una inmensa porción del cielo,
como si de una bíblica plaga de langostas se tratase. ¡Qué mejor comparación! Y
aunque en un principio los seres de la oscuridad se vieron sorprendidos, no
tardaron en rehacerse y contraatacar. Los cinco formaron una piña cubriéndose
mutuamente sus espaldas, en círculo y descargando el gran potencial de energía
que tenían. Innumerables filas de adversarios eran desintegradas con celeridad,
pero aun más prestamente repuestas.
- Espero que no queden muchos más. – Jadeaba Ail
dando cuenta de otro par que se aproximaban por su lado. -
-¡Tenemos que aguantar, esto es un mero
calentamiento! - Le animó Zafiro. -
-¡Podremos con ellos de sobra! - Alentó Diamante
eliminando a otro grupo de diablos que trataban de atacarle. -
- Sí. Comparado a lo que hemos tenido que soportar
en nuestro entrenamiento esto no es nada. – Sentenció Nephrite -
- ¡Vamos chicos!, tiro al blanco, que no quede ni
uno de esos bastardos. – Les arengó Roy. – ya sabéis, dadme otra más!- Exclamó
parafraseando la letra de alguna de las canciones con las que habían
entrenado.-
Y
tanto él como sus compañeros prosiguieron las andanadas de rayos con renovado
vigor. Los pocos demonios que lograban sortearlas eran liquidados de un simple
golpe, tal era el poder que los miembros de aquel grupo poseían. El enemigo no
tardó en percatarse de que esa táctica era inútil, aquellos cinco extraordinarios
luchadores no parecían cansarse, y si alguno flaqueaba se comía una alubia de
las que tenía, recuperando de inmediato su energía. Cayeron cientos de demonios
de baja jerarquía antes de que les ordenasen replegarse hacía su base. Los
muchachos entonces pudieron continuar su avance.
-¡Adelante! –
Exclamó Diamante.- Vamos a darles una lección que jamás olviden.
-Sí hermano.- Convino Zafiro.- Estoy contigo…
-Sin piedad.- Remachó Nephrite.-
-Se han retirado, esa es buena señal.- Comentó Ail.-
-No podemos confiarnos. En cuanto se reagrupen
seguramente volverán a atacar. Tenemos que ir al encuentro de ese monstruo que
me derrotó. Él es el más poderoso de todos. Tanto, que puedo sentirle desde
aquí. ¡Vamos!- Les indicó Roy.-
Los demás asintieron. Los cinco prosiguieron
su vuelo decididos a interceptar y destruir a aquel monstruo. En el cielo, Goku
presenciaba aquellas escaramuzas previas a la batalla y charlaba con un
personaje muy particular, un remoto antepasado de su pupilo. Bajito, de largo
pelo moreno elevado hacia arriba con extraña forma apuntada y severos ojos
negros que no parecía inmutarse por nada de lo que estaba sucediendo en la
Tierra.
- ¡Estoy seguro de que Roy y sus muchachos vencerán!
¿No te parece Vegeta? - Le inquirió Goku con animación. -
- Tú sabrás,- repuso hoscamente el aludido sin
demasiado interés. - Para eso les has entrenado. Dime una cosa, Kakarot, ¿por
qué ese empeño tuyo en adiestrarle personalmente?- Añadió ahora dando muestra
de mayor curiosidad. -
- No sé,- sonrió Goku al ser requerido por su
verdadero nombre de nacimiento, encogiéndose de hombros. - Quizás tenía
curiosidad por conocer a nuestro ta, ta, ta, ta…
-¡Basta!, si sigues tardarás media hora.- Le cortó
Vegeta sin disimular su irritada impaciencia. - Ya sé a lo que te refieres.
¡Contesta!
- Pues, a decir verdad, me lo pidió una buena amiga
y también quería saber hasta dónde podía llegar. Lo cierto es que no se parece
mucho a ti. Es más alto, más apuesto y sobre todo, ¡tiene sentido del humor! ¡Ja,
ja, ja,
ja!- Rio éste con su característico gesto de colocar una mano en el
cogote. - ¡Eso lo habrá heredado de mí!
Vegeta
se cruzó de brazos con cara de pocos amigos pero no dijo nada. En la Tierra
mientras tanto, Beruche y Cooan llegaron a la escuela y advirtieron del peligro.
En un principio la gente no las tomó en
serio. Desde luego que no las habrían creído de haber sido ellas mismas, pero
tomando en consideración que venían en su identidad de justicieras, nadie
rechazó aquella voz de alarma cuando se presentaron demostrando quienes eran.
-Somos las luchadoras Justicieras.- Declaró la Dama
del Hielo ante el estupor de algunos profesores y del propio director.-
-Deben evacuar este sitio y buscar refugio cuanto
antes.- Les indicó la Dama del Fuego.-
-No sé quienes son ustedes, señoritas, pero el
carnaval o Halloween no son en esta época del año.- Declaró uno de los
profesores, haciendo sonreír a los demás.-
-No es una broma.- Afirmó Bertie quien, para estupor
de esos individuos hizo aparecer su espada de hielo, así como un montón de
copos de nieve y agujas heladas que dirigió contra un árbol dejándolo envuelto
en una gran capa de escarcha en tanto agregaba con tono serio y preocupado.- Un
terrible peligro viene hacia aquí.
-Deben creernos. Cada segundo cuenta. - Añadió
Cooan, haciendo aparecer su arco y creando una saeta de fuego que dejó pasmados
a todos.-
-¿Qué quieren que hagamos?- Inquirió una ahora
asustada profesora.-
Ambas
la conocían, eran una de sus compañeras de primaria. Una tal Rose. No obstante,
merced a su camuflaje y el antifaz que llevaban, ellas estaban resguardadas por
el anonimato y evitaban ser reconocidas. De modo que fue la Dama del Hielo
quien le indicó.
-Saquen a los niños de aquí. Llévenlos al refugio, este
lugar tiene un antiguo bunker de los años cincuenta, ¿verdad? De los tiempos de
la guerra fría. Estarán seguros allí.
-¿Cómo saben eso?- Preguntó el perplejo director, un
tipo de pelo oscuro y peinado hacia atrás con gomina.-
-Porque somos las guerreras justicieras de la Luna,
y nuestra tarea es proteger a las personas.- Replicó contundentemente Cooan.-
Ahora, ¡dense prisa! -Les urgió.-
Realmente
ellas se fijaron en que la escuela tenía unas infraestructuras bastante viejas.
Su antiguo profesor el señor Harding, que fue quien les contrató, les contó que
habían comprado ese terreno haría bastantes años y que los entonces dueños
aprovecharon lo que fuesen edificios destinados a una base del ejército. Por
fortuna, incluía aquel refugio.
-Nada más adecuado en estos momentos.- Reflexionaba Bertie
mirando muy concernida hacia lo alto.-
Y es que el
cielo comenzaba a tornarse oscuro, como en las plaga bíblicas una densa nube lo
cubría. Pero en realidad eran miles de demonios que volaban hacia allí. Al
observar aquello ya nadie tuvo duda de que tenían que obedecer. Por suerte el
colegio quedaba a las afueras del flujo principal de toda esa marabunta maligna
de destrucción. Sin embargo, algunos centenares de esas terribles criaturas se
desviaban aproximándose de forma rápida.
-Solamente tendrán unos minutos, nosotras les cubriremos.-
Aseguró Bertie.-
Su
hermana y ella se miraron, no tendrían la más mínima oportunidad contra todos
esos seres diabólicos, pero su deber era resistir.
-¿Lista?- Sonrió débilmente Cooan mirando a su
hermana.-
-Lista o no, ya vienen.- Suspiró Bertie.-
Ninguna perdió ya ni un segundo. Ayudando a sus
compañeros profesores, las chicas pudieron sacar a la mayoría de los niños,
quienes miraban asombrados a esas increíbles heroínas.
-No temáis.- Sonreía Cooan, asegurándoles.- Todo va
a ir bien.
-Solamente tendréis que estar un rato hay metidos.-Añadió
Bertie con tono afable.-
Por suerte,
los pequeños confiaban en las famosas justicieras y pudieron ser conducirlos con
rapidez a ese refugio que iba a precintarse de inmediato. Sin embargo, con las
prisas y los nervios de todos, amén del poco tiempo que tuvieron, una clase no
fue evacuada.
-¡Oh, Dios mío!- Exclamó un profesor.- No nos ha
dado tiempo ha sacarles a todos. La clase de segundo de primaria debe de estar todavía
llena, sus profesoras no estaban aquí. No han salido con los críos al patio. ¡Y
el bunker tiene que cerrarse ya!…
Ambas
se miraron, sin que ese infeliz lo supiera se estaba refiriendo precisamente a
ellas.
-Nosotras encontramos a las maestras cuando veníamos
hacia aquí y les dijimos que buscasen refugio en la ciudad.- Pudo improvisar
Bertie, añadiendo con tono que trataba de mostrar seguridad, a la par que sin
mentir cuando aseguró.- No tema, nos encargaremos de los niños como si fuésemos
ellas.
-Les protegeremos con nuestras vidas.- Convino Cooan
ordenándole a ese tipo.- Váyase tranquilo y póngase a salvo.
Ese individuo asintió, sin desperdiciar ni un
instante para cumplir con esa orden. Junto con los demás maestros y los otros
críos se encerraron en ese bunker que distaba apenas una decenas de metros. Por
fortuna era de sólidas paredes de hormigón y contaba con una puerta de acero
reforzado que se cerró tras emitir un sonido de alarma. Lo más probable es que los
demonios no se tomaran la molestia de intentar entrar. Las chicas al menos suspiraron
aliviadas respecto a eso.
-Estarán bien. Deben de tener filtros de aire y
algunas provisiones y agua almacenadas.- Comentó Cooan, añadiendo.- Me parece
que, en cierta ocasión, escuché a alguien del claustro decir que tenían ese
sitio con mantenimiento y bien provisto por si hubiese cualquier tipo de emergencia.
Beruche asintió. Pero en el caso de la clase de
segundo de primaria era otra cosa. Estaban en el edificio de la escuela y ya era
tarde para trasladarlos puesto que los primeros demonios comenzaron a bajar a
tierra. Y así lo constató con creciente ansiedad.
-Pero nuestros alumnos no. Debemos atrincherarnos
con ellos.- Dijo con apremio.-
-¡Entonces, démonos prisa!- Le urgió Cooan a su
hermana.-
Las
dos iban a entrar en ese edificio y cerrar la puerta cuando Bertie vio a
alguien allí fuera. Una persona que le era familiar, y se detuvo.
-¿Se puede saber qué haces?- Le preguntó la Dama del
Fuego.- No tenemos ni un instante que perder.
-Mira.- Le señaló ella con asombro.- ¿Ese no es?
Y
aquel tipo las vio a su vez, agitando una mano de modo algo torpe, sonrió,
saludando.
-Hola chicas, me alegra volver a veros. ¿Qué tal estáis?
-¿Quién es usted?- Inquirió Cooan.-
Pese
a que tanto ella como su hermana lo sabían, pero además de querer disimular sencillamente
no daban crédito a sus ojos. Fue aquel chico escuchimizado quien se rio, para
desvelar.
-¡Vamos, Connie, Bertie! Ese disfraz os queda muy
bien, pero yo sé quiénes sois. Es mejor que os rindáis.
-¿Pero qué dices?- Pudo replicar la atónita Bertie,
renunciando a mantener esa mascarada y llamándole por fin.- ¡Hank, no seas loco!
Ven aquí. Los demonios están llegando.
-Lo sé.- Aseveró él con tono hasta divertido,
dejando horrorizadas a ambas cuando les contó.- Han tardado un poco más de lo
esperado, puesto que yo les pedí que os dieran algo de tiempo.
-¿Qué?- Exclamó Beruche.-
Aunque
no tuvo dudas de que Hank decía la verdad, al lado de ese tipo aterrizaron dos
grotescas criaturas aladas, que casi parecían gárgolas y que le sobrepasaban en
al menos dos cabezas. En el primer instante las chicas temieron que se
cerniesen sobre él para despedazarlo, pero aquellos monstros se mantenían
sumisamente uno a cada lado del joven.
-¿Lo veis?- Declaró él exhibiendo con orgullo una especie
de capa negra que llevaba con un tridente de color rojo bordado en ella.- Ahora
soy un oficial de su horda. Me han conferido ese honor. Mando una compañía
entera de demonios.
-¡Eres un miserable traidor a la raza humana!- le
gritó Cooan.- ¿Cómo has podio venderte así?
-¿Venderme?- Repitió Hank sonando entre divertido y
lleno de regocijo, para escupir acto seguido, con odio.- No, fue la raza humana
la que me traicionó a mí. Siempre riéndose a mi costa. Burlándose, llamándome
freak y nerd. Pues ahora van a saber lo que es un auténtico freak de la
naturaleza.- Sentenció con tono lleno de reivindicación.-
Las
dos chicas se miraron horrorizadas. Apenas podían creer aquello, pero por
desgracia conocían bien el poder de seducción de la oscuridad. Sobre todo con
gente como Hank. Por ello fue Beruche quien, con tono entre conciliador y
amable, quiso responder.
-Escucha, tú eres un buen chico. Te conozco. No
dejes que te llenen de odio. Es así como se apoderan de ti. Confía en nosotras,
lo sabemos.
-Es verdad.- Añadió Cooan, tratando de sonar más amistosa.-
Tienes que darte cuenta de que esto no está bien.
Sin
embargo, ese muchacho movió lentamente la cabeza y sonrió, contestando con
tintes afables.
-Por eso les ordené a mis soldados que esperasen.
Vosotras sois buenas chicas. De las pocas que nunca se han burlado de mí.
Connie, te respeto, a ti y a Tom. Él también es un chico excelente. No temáis
nada. Podéis uniros a nosotros y seréis muy bien tratados. Y en cuanto a ti,
Bertie, tú eres encantadora, y muy inteligente y bonita. Siempre me has
gustado.- Le confesó dejándola pasmada, más cuando agregó con tono incitador.-
Si aceptas ser mi esposa te prometo que tú y tus hermanas no sufriréis ningún
daño. Es más, tendríais una magnífica posición en el nuevo mundo que vamos a
forjar.
-¿Un nuevo mundo? ¿Qué clase de mundo podríais crear,
sobre la sangre de millones de inocentes?- Le preguntó Beruche con horror.-
-Te doy mi palabra. Todos estos niños y sus maestros
serán perdonados, si tú te unes a mí.- Replicó el chico quien, en una
ocurrencia que le pareció incluso divertida, matizó.- Podríamos jugarnos sus
vidas en una partida de ajedrez. ¿Qué te parece?...si ganas y aceptas mi
propuesta todos serán libres y estarán a salvo. No dirás que no soy generoso.
Bertie
sintió un escalofrío que recorrió su espalda. Estaba demudada por el horror. ¡Fue
eso mismo lo que ella le ofreció a su entonces enemiga Sailor Mercurio! Ahora,
era como si el karma le devolviera aquello multiplicado, y con vergüenza y
consternación comprendió como tuvo que sentirse Ami entonces. Y pese a todo la
perdonó.
-Espero estar a tu altura, querida amiga.- Pensó con
una mezcla de agradecimiento y amargura. –
-No le hagas caso. Ni se te ocurra. Ya he enviado
una señal de socorro a Petz y a Kalie por el intercomunicador. No tardarán. -
Le cuchicheó Cooan a su hermana sacándola de aquellos pensamientos.-
-Escucha.- Replicó entonces Beruche con tono severo.-
Si me quieres a mí a cambio de las vidas de los demás, así sea. Pero no
consentiré que juegues con la vida de niños inocentes.
-¡No lo hagas!- le pidió su hermana, espantada al
escuchar aquello.-
-Siempre fuiste la más inteligente de las dos,
Bertie.- Sonrió Hank con aprobación, afirmando con tono rotundo.- Te prometo
que nada malo les ocurrirá a los demás, si tú aceptas ser mía. No te arrepentirás,
podremos jugar innumerables partidas de ajedrez, y no únicamente eso. Verás,
las súcubos me han enseñado artes amatorias con las que te complaceré durante
siglos. Sí, cariño. Me han prometido que seremos inmortales. Como puedes ver te
ofrezco todo, ¿Qué más podrías pedir?
La
aludida no quería ni mirar a ese individuo, tal era el asco y el disgusto que
le producía. Aunque se debatía en una agónica lucha interna. Desde luego odiaba
tener que ir con él, pero ¿qué otra opción le quedaba?. No podía permitir que
su hermana y esos críos fueran las víctimas de su negativa. Por su parte, Hank
estaba lleno de alegría y excitación. No iba a esperar mucho más para tenerla. Recordaba
y celebraba aquel encuentro con ese encapuchado. Cuando, meses atrás, lleno de
frustración, estaba saliendo del campus tras ver a Bertie abrazada a ese
desgraciado de Malden. ¡Otra más que había caído bajo las redes de ese
conquistador barato! Moviendo la cabeza, salía por la puerta principal y paseó
por una de las calles adyacentes. Estaba solo o al menos eso creyó, cuando una
voz grave le dijo, casi como si le susurrase.
-Es una injusticia. Las mejores siempre terminan con
tipos como ese. Y nunca reparan en chicos como tú.
-¿Quién es?- Quiso saber mirando en todas
direcciones sin ver a nadie.-
Empero,
esa voz prosiguió imperturbable.
-Mereces al menos una oportunidad. Que esa chica
sepa lo que vales, no te preocupes. Podrás tenerla. A cambio solamente tienes
que unirte a ellos, y nadie más volverá a reírse de ti. O, si lo hace, se
atendrá a las consecuencias.
-¿Dónde está usted?- Inquirió Hank observando una
vez más sin éxito.-
-Sigue caminando.-Fue la respuesta.-
El
chico obedeció, al poco entró en un extraño sendero que jamás había visto
antes. Allí, rodeado por frondosos árboles, había una especie de terreno
terroso cuadrado. Y en él, la silueta de un hombre alto encapuchado, cuyo cuerpo
estaba embozado totalmente en un sayal, que sostenía un libro.
-¿Quién es usted?- Inquirió el atemorizado chico.-
-Alguien que sabe perfectamente lo que te ocurre, y
que va a ayudarte. Sólo tienes que acudir a este lugar, allí te darán lo que
deseas a cambio de que te unas a ellos.- Le contestó sin dejarle ver su rostro
aunque apuntando hacia la espalda de Hank con una de las largas mangas de su
túnica.-
Al
mirar el atónito muchacho vio una calle normal, que conducía a una especie de almacén
que parecía estar en ruinas. Las siguientes palabras que escuchó de aquel
extraño fueron.
-Dirígete allí, cuando te pregunten diles que puedes
darles información sobre el solar y las traidoras. Te escucharán. Yo pondré en
ti las palabras adecuadas. Diles quién eres y lo que quieres, a cambio, te
ofrecerán un trato. Tómalo si es que deseas tener a esa chica para ti, déjalo
si prefieres que siga con ese tipo. De como actúes dependerá tu éxito.-
Sentenció.-
Hank
miraba hacia ese lugar todavía indeciso, quiso girarse a preguntarle a aquel
encapuchado.
-Sí, pero no sé…
Sin
embargo ya no pudo verle, ni tampoco había ni rastro de aquel lugar por el que
había entrado. Ahora estaba en esa calle de las afueras. Aquel almacén le
aguardaba. Titubeante todavía caminó hacia allí y tocó a la puerta. Una áspera
voz le respondió.
-¿Quién eres?
El
interpelado respondió tal y como aquel misterioso tipo le indicase. Para su
asombro le abrieron y con visible interés un individuo, cubierto asimismo por
una túnica, le invitó a entrar. Pasó al interior de una estancia, con una cama
que daba la impresión de ser bastante cómoda, al tiempo que oyó a ese tipo que
le había abierto llamar a alguien.
-Mi señora Seroa, aquí hay un chico que afirma saber
cómo derrotar a nuestros enemigos…
Hank
no tuvo que esperar mucho, a los pocos instantes una hermosa y escultural mujer
de mediana estatura y cabellos rubios, entró en la estancia. Aunque al joven le
impactó ver que los ojos de esa individua refulgían rojos como rubíes. Ella
sonrió, mostrando un par de alargados colmillos al tiempo que le preguntaba.
-¿Qué sabes tú de eso, chico?
-Sé como acabar con vuestros enemigos y sé también
que tu compañera está conspirando para traicionaros.- Replicó sin tener idea de
qué estaba diciendo.-
El
gesto de su interlocutora se tornó perplejo. Ahora abría la boca con asombro,
al fin pudo preguntar dominada por el estupor.
-¿A quién te refieres?
-A ILaya.- Repuso él sin pensar, de hecho no tenía
idea de quién sería esa persona pero pese a todo continuó diciendo.- Y ese
humano al que vigila…Si deseas saber más a cambio…quiero..-Dudó y tragó saliva,
pese a todo el temor que le inspiraba esa situación, aquella mujer era muy
guapa y estaba muy buena. No podía evitar desearla. - Que seas cariñosa conmigo,
muy cariñosa.- Pudo decir al fin con la voz entrecortada por una mezcla de
timidez, temor y lujuria.-
-¿Es eso lo único que quieres?- Se sonrió
lascivamente ella ahora, para añadir.- No tienes idea de lo que soy…te
arriesgas a acabar mal, pero para mí será fácil complacer tu petición.
-Eres una diablesa. ¿Verdad?- Repuso él, que tampoco
sabía de dónde le venía esa información. No obstante, ganando en confianza se
dejó llevar para añadir.- Y no te conviene hacerme daño, o perderías la
información que tengo.
-Vaya, estoy impresionada.- Declaró sinceramente su
interlocutora.- Pero es cierto, no me convendría que nada malo te sucediera.
Seré cuidadosa contigo.
Y
dicho esto comenzó a despojarse del body negro apretado que lucía y que marcaba
muy bien sus encantos. Luego se quitó el par de botas altas del mismo color
oscuro que llevaba, quedando totalmente desnuda ante él. Hank recordaba ahora,
sonriendo con lujuria, cómo esa diablesa le había dado la mejor tarde de placer
de toda su vida. A esa vez siguieron algunas otras. Y lo mejor era que ella le
aseguró que, una vez había copulado con una súcubos, sería capaz de seducir a
cualquier mujer humana que se propusiera. Él le dijo que deseaba que Beruche
fuese para él. Que era la mujer que había elegido para ser su esposa.
-¡Nada más fácil que controlar a esa estúpida!- Se
rio Seroa cuando ambos estaban tumbados en la cama tras haber mantenido esas relaciones.-
Y por mi parte, te agradezco la información. De modo que ILaya y ese humano
idiota planean escapar juntos. ¡Vaya! ¿Quién iba a haberlo dicho de ella? Me
ocuparé de eso a su debido tiempo. Y tú, no te preocupes, como posees más datos
interesantes, mis superiores me han ordenado que te dé la bienvenida a nuestro
grupo. Respecto a esa humana, será tuya si sabes jugar tus cartas..
Hank sonrió entusiasmado con esa
promesa. Por ello ahora gritó, envalentonado.
-¡Bertie, te haré gozar como nadie lo ha hecho jamás!
Soy mucho mejor que ese patético de Malden.
Aquello
tomó a la muchacha por sorpresa, primero, y la llenó de indignación después. No
pudo evitar replicar.
-¡Jamás te atrevas a compararte con él! Roy era un
gran muchacho, puso las vidas y la seguridad de los demás por delante de la
suya propia. A diferencia de ti, que solamente miras por tus deseos.
-¡Qué fácil es censurarme! ¡Él lo tenía todo. Era lo
que cualquier chica admira. Alto, guapo, con musculitos!…Un ligón barato que no
perdía ocasión para burlarse de mí.- Contestó Hank, molesto ahora para añadir
no sin regocijo.- Pero, ¿dónde está ahora, eh? Bajo tierra, y mírame a mí.
Junto a los que van a gobernar el mundo.
-Roy no me gustaba por su físico únicamente, era su
corazón lo que me enamoró.- Confesó una ahora furiosa Bertierite, añadiendo
consternada.- Y tú no eras mal muchacho, pero te has corrompido. Tienes que
darte cuenta o será tarde.
-Ya me he dado cuenta, he visto dónde están el poder
y la victoria. ¡No seas tonta, sigue mi consejo y únete al bando vencedor!
Cada
vez más demonios aterrizaban a su lado, formando ya un nutrido grupo que miraba
entre curioso y lleno de brutales deseos de matanza, a aquel edificio que las
justicieras custodiaban. Cooan observaba con una mezcla de rabia, temor y
preocupación, luego le dirigió una suplicante mirada a Bertie. Aunque su
hermana, sonriendo levemente, la calmó para declarar.
-Ese chico se ha vuelto loco. No podemos fiarnos de
él, y no creo que su palabra mantenga a esos demonios a raya durante mucho más.
Pero al menos estamos ganando tiempo hasta que nuestras hermanas y Tom puedan
venir. Realmente estoy jugando una partida de ajedrez contra él, pero no con
piezas.
-Ten cuidado. Si se enfurece demasiado.- Suspiró una
amedrentada Cooan, observando a aquel grupo cada vez más numeroso de seres infernales.-
Aunque
para su asombro, su contertulia se rio brevemente con un deje de amargura y
repuso.
-¿Qué crees que ese idiota podría hacernos que fuera
peor a lo que ya desean hacer con nosotras esos monstruos?
El
ruido de algunos críos aproximándose a la puerta y las ventanas las distrajo
por unos momentos. Muchos murmuraban sin poder creer lo que veían, otros
lloraban o se tapaban la cara. Cooan enseguida se dirigió a ellos con tono
cariñoso y tranquilizador.
-No os va a pasar nada. Somos las guerreras
justicieras de la Luna, y estamos aquí para protegeros.
-¡Son muchos!- Gimió un pequeño lleno de miedo.-
-Nos van a comer.- Sollozaba otra pequeña. -
-Nada de eso, son unos cobardicas.- Replicó entonces
Bertie, quien, generando una bola de nieve entre sus manos sentenció.- Sobre
todo ese de ahí.
Y
señalando a Hank, le lanzó esa bola acertándole en plena cara para exclamar
divertida.
-Esto es lo único que vas a tener de mí. ¡Disfrútalo
y de paso enfríate un poco!
El
aludido se quitó los restos de nieve de la cara con un furioso ademán. ¡Cómo se
atrevía esa zorra! Le había ridiculizado delante de sus propios soldados. Hasta
podía escuchar alguna carcajada entre sus propias filas, igual que proveniente
de los niños y de esas dos chicas.
-¡No! - Espetó.- Me equivocaba, tú no eres mejor que
las demás. Eres como toda esa panda de furcias estúpidas que se divertían
mofándose de mí. Como esa perra de Sophie. ¿Sabes? Le di su merecido antes de
venir.
-¿Qué?- exclamó una asustada y estupefacta Beruche ahora.-¿Sophie?
¿Qué le has hecho?
-Ella tampoco quiso darme lo que quería, pero lo
obtuve igualmente, luego se la dejé a mis muchachos…- Afirmó su contertulio con
tono lleno de impostado regocijo.-
Aquello
sonaba tan terrible que ambas chicas se llevaron las manos a la boca. Al fin,
Cooan replicó con tono desafiante.
-¡Cuando acabemos contigo suplicarás por volver a
ser un simple y patético freak!
-¿Un freak patético?- Aulló él, descompuesto por la
ira, para sentenciar a gritos.- Pues este freak os lo profetiza. ¡Moriréis
todos! ¿Me oís? Daré orden de ataque a mis soldados, os matarán y harán todo lo
que podáis imaginar y lo que no, con vosotras y con esos mocosos que tenéis ahí
dentro.
Un
grupo de pequeños que se habían reído cuando la dama del Hielo le dio con esa
bola de nieve a aquel hombre, temblaba de miedo y lloraba ahora. Aunque Bertie enseguida
abrazó a dos de ellos y musitó también dirigiéndose gentilmente a los demás.
-Habla mucho y no hace nada. Ya lo veréis.
Y
elevando el tono, se colocó ante la puerta exhibiendo su espada, junto con
Cooan que la cubría apuntando con su flamígero arco al enemigo. Entonces, la
Dama del Hielo exclamó.
-¡Somos las justicieras, las guerreras de la Luna! ¡Protectoras
de los inocentes y los débiles!
-Y, en nombre de la justicia y de la Luna. ¡Os castigaremos!
- Remachó Cooan, quien, sonriendo musitó a su hermana con complicidad.- Siempre
quise decirlo.
-Vais a ser nuestras.- Contestó una voz gutural proveniente
de uno de aquellos demonios.-
-Si nos queréis, ¡venid por nosotras! - Le desafió
Bertie, generando un viento helado que empezó a cubrir de escarcha la puerta.-
Si os atrevéis. ¡Aquí estamos y aquí os esperamos!
Aquello
fue el desencadenante, aullando y gritando, muchos de esos seres de pesadilla
cargaron contra el colegio. La Dama del Fuego comenzó a disparar incesantemente
con su arco, multitud de flechas ardientes se estrellaban contra numerosos
demonios haciéndoles estallar. La Dama del Hielo no quiso ser menos y bombardeó
con cristales congelados de alta velocidad a muchos de esos monstruos,
provocando la destrucción de varios.
-¡Sellatus est!-
Exclamó Cooan, colocando un papel en la puerta antes de cerrarla.- ¡Vamos allá!-
Arengó a su hermana quien asintió.-
Las dos tuvieron el tiempo justo de atrancar las
puertas y ventanas. Usando hechizos simples como ese o papeles sagrados que
repelerían a los demonios, al menos durante un tiempo y también de un modo físico,
con parte del mobiliario que tenían a mano. Los críos celebraron con grititos de júbilo
ese prometedor comienzo. Aquellos seres habían quedado desconcertados por esa
ráfaga de ataques y por el momento habían frenado su avance.
-Niños, vosotros colocaros detrás de las mesas y
sillas.- Les indicó Cooan.-
Habían
formado una barricada improvisada para que los pequeños estuvieran lo más resguardados
posible. Pese a ello, ninguna dudaba de que esa frágil protección no serviría
durante demasiado tiempo. Sin embargo, era lo único que tenían.
-Permaneced todo lo quietos y callados que podáis.- Les
aconsejó Bertie queriendo sonar segura y optimista cuando sentenció.- Nosotras
nos ocuparemos de esos monstruos.
Afuera, Hank
estaba lleno de rabia y de frustración. Ya no le importaba lo que le pasase a
Bertie. Había tratado de ser amable con ella, de convencerla de buenas maneras.
Eso sí, sin sonar débil ante su tropa. De hecho, lo que le contó no fue del
todo cierto. Había ido junto con muchos de esos demonios a otros lugares, sembrando
el caos y la muerte. Pero sus superiores le aseguraron que la Tierra debía de
ser purgada de los débiles. Entonces, cuando llegó a un edificio de viviendas
bastante modesto, encontró allí a Sophie. La muchacha estaba aterrada como el
resto, aunque al verle sonrió aliviada por unos instantes. Dos monstruos se
relamían lascivamente tras haberla arrinconado contra una pared. Ella solamente
pudo musitar con gesto suplicante.
-¡Ayúdame!
Hank
quiso hacerlo, pero uno de esos seres de pesadilla le miró con gesto hosco y le
amenazó.
-Humano, no se te ha perdido nada aquí. Esta hembra
es para nosotros.
-No quiero que le hagáis daño.- Se atrevió a
responder, fingiendo valentía pese a estar aterrado.- Vuestros amos me han
prometido…
-Te prometieron a una hembra, la que tú elegiste.-
Contestó burlonamente el otro demonio, remachando.- Y no es esta de aquí. Aunque
puedes mirar lo que le vamos a hacer o seguir tu camino.
El
chico bajó la mirada, no podía hacer nada por esa desgraciada. Aun así, Sophie
le suplicó con la voz rota por la angustia y una vidriosa mirada llena de
terror.
-¡Por favor!
Él
no se atrevió a mirarla, dándose la vuelta salió de ese cuarto y apenas sí
quiso oír los desgarradores gritos de agonía de esa infeliz.
-Lo lamento por ti, pero la vida es así.- Pensaba
ahora.-
Entonces,
un demonio de apariencia humana que lucía una especie de armadura con un
tridente se dirigió a él sacándole de aquellos recuerdos tan brutales.
-Tienes que ir al centro de la ciudad. El maestro,
Hombre Sabio, ha dispuesto que cumplas con una tarea de la máxima importancia.
-Pero. - Quiso replicar. –
Aunque ese tipo le detuvo con un gesto para declarar
a medio camino entre la advertencia y la amenaza.
-Al Sabio no le gusta que sus órdenes no sean
obedecidas.
-Yo estoy protegido por la súcubos Seroa.- Rebatió
él, queriendo mostrar seguridad.-
Aunque
su interlocutor se rio entonces dejándole atónito para luego informarle.
-Yo que tú me buscaría otro protector. Seroa ha sido
eliminada por una traidora. De modo que, si quieres mantener tus privilegios,
humano, te sugiero que acates las órdenes del Gran Sabio sin rechistar.
El
chico asintió. De todos modos, Bertie y Connie estaban ya perdidas. Sufrirían
un destino similar al de Sophie. Pronto, muchos más las seguirían en aquel
tormento. Dedicó pues una última mirada a ese edificio, asediado ahora por una
horda de demonios que trataba de forzar su entrada. Pese a todo no pudo evitar
sentir un poco de simpatía por esas dos, tenía que admitirlo, eran valientes. De
hecho, algunos gélidos rayos o flechas de fuego salían todavía por ranuras de
las ventanas o de la pared, destruyendo a un número considerable de los
atacantes.
-Voy de inmediato, el maestro ordena y yo obedezco.-
Afirmó.-
Y se alejó de allí. Y mientras tanto, en el interior
del edificio las chicas seguían combatiendo denodadamente. No sabían durante cuánto
tiempo más serían capaces de resistir, pero iban a vender caras sus vidas y las
de aquellos pobres críos a su cargo.
-Nuestras hermanas y Tom, vendrán.- Dijo Cooan en
tanto disparaba una vez más con su arco.-
-Así es.- Convino Bertie, añadiendo, en tanto les enviaba
una nueva señal por su reloj comunicador.- No nos abandonarán.
Y los aludidos
tampoco tenían tiempo que perder. Tom, junto con Petz y Karaberasu, (que ante
la preocupación lógica de su hermana, insistió en que todavía estaba en
condiciones de luchar), partieron.
-Si te notas cansada, puedes quedarte en algún lugar
seguro.- Insistió el preocupado muchacho.-
-¿Y perderme la juerga? ¡Qué poco me conoces!- Pudo sonreír
levemente la interpelada. –
-Vámonos ya. Nuestras hermanas nos necesitan.-
Declaró Petz que, al igual que Karaberasu, había recibido una llamada de auxilio
por el intercomunicador.-
Las dos se pusieron en marcha. Tom asintió siguiéndolas
armado con su impresionante katana y con sus conjuros. Habían quedado con las guerreras
en reunirse en el colegio donde Bertie y Cooan daban clase a fin de proteger a
los críos para acudir después al páramo. Y como no vieron aparecer a sus amigas
decidieron ir al sitio convenido. Las sailors, acosadas por un torrente cada
vez mayor de enemigos, tuvieron que abrir brecha tras no pocos esfuerzos y
eludir a los demonios para acudir a la cita.
-Será imposible llegar al lugar en el que habían quedado.-
Comentó Ami, consultando su aparato visor.-
-No tenemos más opción que ir al sitio en el que Roy
fue asesinado.- Comentó Mamoru en su identidad de Tuxedo.-
-Pero, eso es dejar abandonadas a nuestras amigas a
su suerte.- Objetó Minako.-
-Ahora no hay alternativa. Tenemos que detener a ese
monstruo nada más regrese.- Replicó Rei no sin consternación. –
-Así es. Lo lamento.- Convino Usagi.-
Las
demás se miraron con pesar pero no podían hacer otra cosa. De modo que hacia
allí se dirigieron. En ese lugar, Nagashel y sus comandantes conversaban
despreocupados tras haberse materializado allí.
-¡Aquí estoy de nuevo! , esta vez nada ni nadie
podrá impedirnos cumplir nuestra misión.- Declaró el poderoso demonio dirigiéndose
a sus comandantes que le contestaron. -
- Yo Gengenel, jefe de la primera Horda de demonios anti
virtudes, destruiré sin piedad a todos los enemigos de mi señor y amo.
- Yo Gergel, líder de la cuarta Horda, sumiré este
mundo en el caos y el horror más absoluto.
- Yo Aspiez, comandante de la tercera horda,
sacrificaré con regocijo las vidas de los inocentes para deleite de mi señor.
- Yo Nemarash, caudillo de la sexta horda, sembraré
la semilla del odio y el rencor por todos los lugares.
- ¡Bien mis leales comandantes! - Aulló el
complacido Nagashel - procurar cumplir vuestra misión con la mayor eficacia y
brevedad y seréis bien recompensados cuando llegue el Maestro.
- ¡Sí amo! - repusieron todos al unísono con una
reverencia a su señor. -
Al
mismo tiempo el ejército de los demonios llenaba el lugar. Las guerreras se
sentían impotentes para frenarlos a todos y parte de aquella maligna horda
levantó el vuelo dispuesta a sembrar el horror y la aniquilación.
- Debemos atacarles con todas nuestras fuerzas.-
Afirmó la Guerrera Luna tratando de hacerse cargo de esa situación. - La mayoría de ellos siguen agrupados. Les
causaremos un daño mayor.
- Eso sería suicida.- Objetó Rei, que sin embargo
rectificó, intercambiando asentimientos con otras de sus compañeras para
remachar. - Pero se trata del futuro del mundo, no tenemos otra opción. Usagi, esta
vez estoy de acuerdo contigo, ¡ataquemos! - Arengó y todos se prepararon concentrando
sus energías. -
-Sí, con todo lo que tengamos.- Las secundó la
Guerrera Júpiter.- Antes de que huyan.
-Ya iba teniendo ganas de algo de acción.- Comentó la
guerrera Venus con una fugaz sonrisa.-
-Enemigo detectado. Confirmo que han tomado rumbo
hacia nosotros.- Informó Ami tras consultar su visor y su miniordenador,
advirtiendo al grupo.- Estad listos para atacar…
Llenos
de valor y decisión se dispusieron a tratar de parar esa incontable masa de
demonios. El grupo de las guerreras constaba de diez, contando a Tuxedo y las sailors
del sistema solar exterior que se les habían unido como refuerzo. Desde luego
un número muy inferior al de la marea de sus enemigos. Pero concentrando sus
poderes desencadenaron un ataque que en un principio devastó las filas de los
demonios menos poderosos y más cercanos. No obstante, otros muchos, más
fuertes, contraatacaron de inmediato llevados por un fanatismo sangriento,
deseosos de vencerlas, matarlas, despedazarlas y cosas aun peores. Pronto las guerreras
y Tuxedo se vieron rodeados por una apabullante masa de enemigos muy superiores
en número y tuvieron que luchar por sus vidas. Hicieron un círculo cubiertos en
una hondonada del terreno que les brindaba algo de protección contra las ráfagas
de los rayos enemigos.
-¡Burning Mandala! – Exclamó Rei liquidando a tres
demonios que se aproximaban peligrosamente por su derecha.-
-¡Venus Therapy Kiss! – La secundó Minako
destruyendo a otros dos que venían de frente a su posición –
Tuxedo
rechazó a otro con un golpe de su bastón y le clavó una rosa que lo hizo
estallar. Le tomó el relevo la Guerrera Júpiter. Exclamando en tanto lanzaba su
ataque girando sobre sí misma.
-¡Oak Revolution!
Con ello acabó con otros cuatro demonios que llegaban
por retaguardia. Pero aquello era casi una batalla perdida, tan pronto Ami
disparó su Rapsodia Acuática y Usagi su Rainbow Attack, eliminando a varios
enemigos más, ya llegaba otra oleada de demonios. En esta ocasión correspondió
a sus compañeras recién llegadas, las guerreras del sistema solar exterior,
liquidar a esos nuevos adversarios. Pero otra vez arremetía contra ellos otra
nueva fila de demonios. Todos estaban agotados, algunas chicas incluso heridas
de consideración, pero aguantaban con firmeza. Habían logrado llegar a pocos
centenares de metros de Nagashel y sus comandantes y no iban a rendirse ahora,
pero estos, lejos de inquietárselo más mínimo por ellos, presenciaban aquella
lucha con indiferencia.
- Mi señor. ¿Por qué no acabamos con ellos de una
vez? - Preguntó Aspiez. -
-¡Bah! - intervino su compañero Nemarash con una
mueca de desprecio. - Sólo son basura, deja que nuestros subordinados se
encarguen, también tienen derecho a divertirse un poco.
- Pero yo también quiero pasarlo bien,- objetó
Gergel - aquí me estoy aburriendo.
Nagashel
hizo un gesto para que se callara y replicó con expresión pensativa y atónita.
- Siento acercarse cinco grandes fuerzas, con una
que destaca sobre las otras cuatro. Así que no os preocupéis, pronto vais a
tener la ocasión de luchar. Después llegará el momento de invocar al amo.
En
ese momento Roy y sus compañeros se posaban en el páramo, a tan solo unas
decenas de metros de sus enemigos. Ambos grupos se estudiaron, observándose
fijamente. Las expresiones terribles y malignas de los demonios eran contrarrestadas
por las de sus rivales. Las miradas de los ojos de los recién llegados parecían
de acero y sus voluntades se mantenían inquebrantables. Aquel mensaje estaba
muy claro. Aquellos luchadores les gritaban en silencio a sus enemigos que no
les tenían ningún miedo y sí muchas ganas de destruirles. Los poderosos
demonios recogieron el reto con agrado y entonces sin mediar palabra, ambos
bandos comenzaron a intercambiar rayos de energía. Probaban sus defensas pues
repelían los ataques del contrario con sendos campos de fuerza. Entre tanto el
fragor de la lucha se había interrumpido en la parte en la que se atrincheraban
las guerreras y Tuxedo. Sus atacantes sentían mucha curiosidad y fascinación
por ver pelear a sus amos y se replegaron instalándose en las inmediaciones de
esa incipiente batalla como si fuesen espectadores de algún evento deportivo.
Ninguno de sus jefes ni nadie del grupo de Roy les prestó atención. Sólo se
ocupaban de su particular toma y daca hasta que, tras unos momentos, hubo una
pausa y Nagashel tomó la palabra.
-¡Creí que te había matado! - le gritó a Roy al
reconocerlo. - ¡Pero ahora no tendrás tanta suerte!
-¡Eso lo veremos! - repuso el chico con un tinte de
duro desafío en su voz. -Si no acaba contigo ninguno de mis amigos será un
placer eliminarte personalmente.
-¡Eso me gustaría verlo! - rio Nagashel que parecía
divertirse con aquello y propuso. - ¿Qué te parecería un combate singular? Mis
guerreros contra los tuyos, uno a uno, y tú y yo para el final, claro. Espero
tu respuesta.
El
interpelado miró a sus compañeros y uno tras otro asintieron. Cada uno tenía
muchas ganas de probarse personalmente en un buen combate.
-¡Estamos de acuerdo! - gritó Roy por toda
contestación. -
Las
guerreras agradecieron el respiro y la ocasión de atender a las que estaban en
peores condiciones. Aunque una vez enteradas de este reto también observaban
con mucha expectación. Su posición quedaba a unos trescientos metros. Apenas
podían ver a los que plantaban cara a los demonios pero la Guerrera Marte
sintió entonces unas fuerzas muy puras y tremendas surgir de aquellos cinco
hombres. Y con un flash de percepción les dijo a sus compañeras con patente
asombro.
-¡Mirad! ¿El
que está hablando con Nagashel no es Roy?
Las
compañeras de Rei que habían conocido al muchacho se miraron incrédulas hasta
que Mercurio usó su visor para ampliar la imagen y atónita confirmó.
- ¡Sí, es él!
Pero, ¿os habéis fijado en los que le acompañan? - Ajustó la imagen
dirigiendo la vista al resto del grupo exclamando aún más asombrada. - ¡No
puede ser posible! ¡Estoy viendo al príncipe Diamante! Pero no parece él. Está
mucho más fuerte y lleva una perilla,- sonrió para enumerar después. ¡Y su
hermano Zafiro y Ail e incluso Nephrite están ahí!
Cuando
las otras aguzaron la visión y la Guerrera Luna pudo invocar parte de su poder
para sacar unos prismáticos que fue pasando a las otras, Júpiter añadió con
incredulidad.
-¡Es verdad! Y Zafiro
también está muy cambiado. ¡Tiene el pelo largo y barba!
-¡Es estupendo! Si han venido a luchar de nuestro
lado aún tenemos esperanzas. - Exclamó Minako con gran alegría. -
La Guerrera Luna sonrió. Todo había salido como se
preveía. Roy había vuelto. Sus amigos lo habían logrado. Cuando se reunió con
Landar hacía ya algún tiempo y conoció a Son Goku no tuvo mucha fe en un
principio. Luego vio que ese extraño individuo, aparte de un gran guerrero, era
un buen tipo y sobre todo tan tragón o más que ella misma. Pero lo que desde
luego no esperaba era que esos cuatro reaparecieran también. Parecía que no
todo le era revelado. Lo cierto es que, hasta ese momento, había cumplido su
parte del plan mejor incluso de lo que había imaginado. Bien, ahora le tocaría
a ella y a los suyos el ayudar a sus aliados
a obtener la victoria.
-¡Vamos! Contamos con vosotros.- Pensaba con un
renovado optimismo.-
-Espero que hayan podido entrenar lo suficiente.- Le
comentó Mamoru.-
-Ojalá, la suerte del mundo depende de eso. Nosotros
solos no podríamos derrotar a esas cosas.- Suspiró Usagi.- Al menos no aquí…
Mientras
tanto, en la escuela, Beruche y Cooan habían conquistado una pausa en su lucha.
Ahora trataban de confortar a los niños en clase tratando de que estos no
hicieran ruido. El cielo estaba nublado por las hordas de demonios que iban
haciendo descender compañías enteras por cada lugar que pasaban para destruirlo
y matar a sus ocupantes. Las justicieras revisaron las atrancadas puertas y
ventanas para asegurarlas lo mejor que pudieron, intentaron reparar o tapar
algunos boquetes abiertos en la pared y se dedicaron a tranquilizar a los
pequeños.
- Vuestras maestras nos han enviado para protegeros,-
les explicó Bertie. -
-¿Y dónde están? - Preguntó una niña, visiblemente
asustada. - ¿Las han matado los demonios?
- No, están bien,- respondió suavemente Cooan. - No os preocupéis por ellas.
De
improviso, el enemigo reanudó su ofensiva, la puerta saltó en pedazos tras ser
destruido su sello de protección y un horrendo demonio entró riendo
macabramente. Los niños corrían aterrados en todas direcciones y aquel monstruo
sin piedad agarró a Sharon que se había quedado petrificada por el miedo.
-¡Socorro justicieras! - pudo gritar con su
vocecilla infantil cargada de terror y angustia. -
Sin
pensar Beruche golpeó al demonio con su espada haciéndole soltar a la niña y
Cooan apuntó con su arco y le lanzó una flecha de fuego. Calculó bien y éste recibió
un impacto directo y estalló. Entre
tanto su hermana abrazaba a la pequeña y se apartaba con ella de la explosión.
- Ya está cielo.- Le susurró cariñosamente la Dama
del Hielo acariciándola el pelo, - no temas. No dejaremos que os hagan ningún
daño.
La
pobre cría se abrazó al cuello de Bertie sollozando y temblando de miedo, la justiciera
sintió autentica lástima e indignación por el traumático sufrimiento que la
pequeña arrastraba y por el pavor que sentían también todos los otros niños. Tanto
era así, que la Dama del Hielo ni sentía las heridas y golpes que ya tenía en
el cuerpo.
-Tranquila Sharon. Todo irá bien.- Le susurró del
modo más dulce que pudo tras arrodillarse junto a ella.- Te protegeremos, cariño.
A ti y a todos tus compañeros.
La pobre
cría apenas si podía hablar… aunque ahora observó a la justiciera con la
sorpresa reflejada en su carita para preguntar con tono apagado aunque curioso…
-¿Cómo sabes mi nombre?
-Porque las luchadoras por la justicia tenemos la
sabiduría de la Luna. Conocemos los nombres de todos los niños buenos.- Le
sonrió animosamente Bertie que, tras acariciarla el pelo y las mejillas aseguró
una vez más.- Y no vamos a dejar que te hagan daño nunca más. Te lo prometo.
La cría esbozó entonces una esperanzada sonrisa. Pero
no había mucho tiempo para más conversaciones. Por la brecha abierta entraron
otro par de demonios. Dejando a la pequeña a salvo, ambas lucharon contra
ellos. Beruche los congeló y Cooan les remató con sus flechas haciéndoles
explotar. Los niños las vitorearon entusiasmados pero ellas no sabían hasta
cuando serían capaces de resistir los ataques de tantos enemigos. Cruzaron sendas
miradas de preocupación y entonces la Dama del Fuego se dirigió a los críos con
voz lo más confortadora y desenfadada que pudo.
- Ahora niños tenéis que hacer lo que os digamos
¿vale?
Los
pequeños la escucharon muy serios y asintieron con las cabezas.
- Os podréis en ese lado. - Intervino Beruche
señalando una esquina protegida por la gruesa pared maestra. - Y amontonaremos
los bancos y las sillas para que os escondáis de esos demonios malos.
Tuvieron
que cambiar la posición de la barricada que previamente habían montado dado que
la pared que estaba tras de ella había sido muy dañada. El enemigo podría
aprovechar para entrar sin que ellas pudieran contratacar por temor a herir a
los críos, de modo que, animosamente, movieron entre las dos todos esos bancos,
pupitres y demás.
- Vosotros quedaros ahí y dejádnoslos a nosotras.-
Les sonrió alentadoramente Cooan, entre jadeos de cansancio. –Nos ocuparemos de
ellos.
La muchacha estaba realmente asustada y llena de
inquietud, se estaba quedando sin fuerzas. lo mismo que su hermana que ahora se
apoyaba en una pared, tratando de tomar un poco de aire. Pero no podían permitir
que los pequeños se dieran cuenta. Por fortuna, estos obedecieron de inmediato.
Aprovechando que sus atacantes parecían haberse tomado una tregua para analizar
la resistencia que se les plantaba desde el interior de la clase, las dos justicieras
recobraron un poco el aliento y ayudaron a los pequeños a montar una más elaborada
barrera de sillas, mesas y cualquier cosa que sirviera para que se apelotonaran
allí. Algunos de los chiquillos estaban muy callados, como si no acertasen a
comprender lo que sucedía. Otros incluso animados por lo que les parecía una
especie de juego, bastantes también hacían pucheros o lloraban asustados. Uno
de ellos, un pequeño de nombre Timothy, no quería meterse entre los bancos y
balbuceaba sin cesar hasta que Cooan lo aupó cariñosamente en brazos y le
susurró limpiándole las lágrimas.
-¿Qué te pasa, Tim?
- Qui… ¡Quiero irme con mi mamá! - Balbuceaba
desconsolado. -
- Ahora no podemos irnos, tenemos que estarnos muy
quietecitos. – Le respondió dulcemente la justiciera. -
-¡Me quiero ir a mi casa! - Sollozaba el crío por
toda respuesta. -
Cooan
suspiró sin saber qué hacer. Echó entonces mano de los trucos de pedagogía que
había estudiado durante la carrera para estos casos. Con una sonrisa solicitó la
colaboración de otros niños más animosos y les pidió que jugasen a algo con Tim.
Y aquello por increíble que pareciera dio resultado. En cuanto le dejaron con
los otros sin hacer más caso de su llanto y uno de sus compañeros le mostró su
canica especial, Timothy dejó de llorar centrando la atención en el juguete.
Ambas hermanas se permitieron suspirar aliviadas aunque eso les duraría poco...
-¡Ojala que las chicas y Tom lleguen pronto!- Musitó
Bertie.-
-No sé si habrán podido reunirse con nuestras
amigas.- Comentó en voz baja Cooan.-
Ninguna
quería pensar en la terrible posibilidad de que sus hermanas y amigas hubieran
sido víctimas de aquellos monstruos. Lejos estaban de saber que, en el páramo, un
gran desafío iba a comenzar. Ail se ofreció voluntario para el primer combate.
- Dejadme a mí, amigos. Yo me encargaré del primero,
tengo muchas ganas.- Insistió consiguiendo al fin la aprobación del resto. -
Al
otro lado Nagashel recibió la misma propuesta de Gergel y la concedió con una
inclinación de cabeza. Este demonio, de gran estatura, tez azufrada y enjuta,
con mirada mezquina y larga cabellera
rojiza, haciendo una reverencia a su jefe, se adelantó. Ambos avanzaron hasta
un lugar intermedio. Ail llevaba en la cabeza todavía los últimos momentos que
pasó con Ann y su hijo, el pequeño a quién habían llamado Giaal. Cuando se
fueron de la Tierra, con la felicidad y el amor recobrados recorrieron parte de
la galaxia en estado de hibernación hasta alcanzar un planeta adecuado para la
vida. En éste eran capaces de mantenerse con sus formas humanas y llegaron a
probar las ventajas de esta condición, explorando los sentimientos que
aprendieron en la Tierra. Fruto de ello, Ann quedó embarazada y tras unos meses
vino al mundo su bebé. Ail se sintió verdaderamente orgulloso de aquella criatura.
Era su hijo, realmente suyo, y no un nacido del árbol como ellos. Éste se lo
dijo cuando lo plantaron allí, les había dotado de la capacidad de germinar por
sí mismos con una semilla distinta, para el día en que ambos comprendieran el
verdadero alcance del amor y así fue.
-Cariño.- Le decía Ann en tanto acunaba a su bebé.-
Ahora comprendo hasta que punto el amor es importante.
-El sagrado Árbol nos dio una gran lección, que
jamás debemos olvidar.- Convino él. – Y se la inculcaremos a nuestro hijo.
-Les estoy muy agradecida a las guerreras por darnos
la oportunidad de comenzar de nuevo.- Afirmó su interlocutora en tanto veía
dormir al bebé con una expresión llena de ternura.-
Ail asintió, los dos se sentían muy felices y pensaban
en regresar a la Tierra alguna vez para visitar a sus amigas guerreras, pero
entonces llegó la desgracia. Aquellos extraños individuos de apariencia
extraterrestre vestidos con algo parecido a los uniformes de combate que él mismo
portó en el cielo y que llevaba ahora. Aunque sólo se parecían en eso a Ail y
los demás. Sus intenciones no eran precisamente pacíficas y nada más aparecer y
sólo por divertirse, comenzaron a destruir el planeta que acogía a la familia. Tremendas
explosiones atronaban y Annie, con visible temor e inquietud, le comentó.
-Será mejor que nos marchemos. No podemos hacerles
frente, no con Giaal.
-Tú márchate con nuestro hijo. Yo vigilaré y os cubriré
las espaldas. Quienes quiera que sean parecen poderosos y probablemente nos
darían alcance.
-Pero no puedo dejarte solo.- Objetó la joven, llena
de preocupación.-
-Tienes que hacerlo, por Giaal.- Aseveró él,
sonriendo ahora con un tinte más conciliador para añadir.- No temas. En cuanto
me cerciore de que no nos siguen os alcanzaré.
De modo que pese a las protestas de su compañera la
hizo marcharse de allí con el bebé en tanto él trataba de razonar con esos
seres. Al menos intentaría dar un tiempo precioso a Annie para que se pusiera a
salvo con el niño. Por desgracia para él, esos individuos no atendieron a sus argumentos
y le atacaron. Ail se defendió lo mejor posible pero esos tipos eran mucho más poderosos que él o cualquiera de sus cartas y le golpearon sin
piedad hasta matarlo. A punto de morir sin embargo pudo ver como Ann huía con
Giaal. Ella acudió de vuelta a la Tierra en busca de sus amigas para pedirles
ayuda. Ail sabía que si lograba llegar hasta ellas el bebé y su compañera
estarían seguros. Después todo se le volvió negro y reapareció en un vasto e inmaculado confín. Allí conoció a
Landar, Goku y Piccolo, quienes le explicaron que estaba muerto pero que
tendría la oportunidad de revivir si aceptaba enmendar cualquier mal que
hubiera cometido en el pasado. Ail aceptó, tenía demasiados motivos para
desearlo. También conoció a sus otros compañeros Nephrite, Diamante, Zafiro y
después a Roy. En un primer momento reinó la desconfianza entre ellos pero, más
tarde, cuando se pusieron al corriente de sus respectivos destinos, creyeron
que algo les hermanaba. Posiblemente el deseo de volver y comenzar de nuevo
dejando los errores atrás y reparando sus malos actos en la medida de lo posible.
Y allí estaba ahora él, caminando tranquila pero atentamente hacia su enemigo. Se
sentía dispuesto para la acción aunque, tal y como Goku le explicara, hizo un
rápido calentamiento. Terminó justo cuando se encaraba a su rival y le saludó
con una sonrisa confiada, diciendo.
- Bien, prepárate a ser aniquilado, demonio.
-¡Tú no podrás vencerme, miserable!- le espetó Gergel
con una siniestra sonrisa de suficiencia.
- Porque vamos a luchar en mi terreno...
Ail
se puso en guardia preparado para un ataque de energía pero su enemigo lanzó un
conjuro creando un espacio dimensional que arrastró dentro al desprevenido alíen.
El demonio pasó tras él con gesto triunfante y el pasillo se cerró.
- ¡Maldición! - Farfulló Zafiro con visible
inquietud. - Esto no me gusta nada.
- No temas, Ail sabrá como defenderse - repuso Diamante
con tono tranquilizador. - Debemos confiar en él.
Dentro,
en un espacio denso donde se oían el eco de miles de lamentos, el
extraterrestre miraba a su alrededor pero no podía ver a nadie pues todo era
oscuridad. Entre aquellos coros interminables escuchó la voz burlona del
demonio al que no podía ver.
-¿Te gusta mi mundo?- rio éste con sorna. -Yo lo
encuentro muy acogedor, me encanta escuchar los lamentos de las almas
condenadas para toda la Eternidad. Yo soy un demonio del caos y todos palidecen
sólo con escuchar mi nombre. Ahora te ha llegado a ti el turno de sufrir. ¡Ja, ja,
ja!
-¿No me digas? - Repuso burlonamente su interlocutor
manteniendo su calma -, me voy a morir de miedo.
- De miedo no lo sé, ¡pero vas a morir seguro! -
Respondió el demonio golpeándole en el estómago y la cara sin que su rival pudiera
verle. –
Ail
acusó los ataques y se puso en guardia. Lanzó una sucesión de rayos a ciegas,
en todas direcciones. Pero estos desaparecían entre la infinita negrura, al
parecer sin acertar a nada. Las carcajadas de Gergel se escuchaban desde todas
los puntos cardinales desorientando más a su adversario.
- Ja, ja, ja, ja, ja ¡Estúpido mortal! ¡Mírate, eres
patético! Estás indefenso como un niño. Aquí llevo yo todas las de ganar, te
mataré y ni siquiera podrás verme,- para subrayar su aseveración golpeó de nuevo
en la cara de su oponente produciéndole una herida que le hizo sangrar por la
mejilla en tanto le provocaba. - ¿Qué te parece esto?
El
muchacho retrocedió poniéndose en guardia para cubrirse y trató de mantener la
tranquilidad y pensar una solución en tanto se decía.
-Si sigo así, tengo el combate perdido. Es verdad,
él tiene todas las ventajas. Debo concentrarme y cambiar de táctica, si quiero
salir con vida de aquí.
Recordó
las enseñanzas de Piccolo, Goku y Roy. En el Rincón, durante un duro
entrenamiento, Ail se afanaba por golpear a su severo maestro sin logarlo.
Parecía que Piccolo le esquivase incluso a desgana, sabedor de los movimientos
que haría…
-¡Vas a lograr que me quede dormido! - Le decía el
namekiano no sin sorna.-
El
alien probó incluso con rayos de energía pero le era imposible acertar a su
oponente. Al final Piccolo alargó uno de sus brazos de forma extraordinaria
sujetando del cuello a su pupilo y arrojándole contra el suelo. Tras
estrellarse Ali se puso en pie a duras penas, en tanto su maestro aterrizaba…
-Nunca… seré capaz de tocarte siquiera.- Suspiró
entre abatido y enfadado consigo mismo, para añadir también molesto.- Y eso de
alargar el brazo no es jugar limpio.
Para
su sorpresa su severo profesor se rio a carcajadas con los brazos en jarras y
no tardó en replicar, ya con más mordacidad.
-¡Ésta sí que es buena! Me vas a salir ahora con
reglas para un combate. ¿Te has creído que esto es una competición olímpica?
Aquí la única regla consiste en sobrevivir. Vete a pedirles a los demonios que
jueguen limpio y a lo mejor logras matarles, ¡pero de risa!...
El
joven tuvo que admitir a su pesar que eso era cierto. Entonces, su instructor
le pasó una alubia para explicarle entre tanto.
-Deberás adaptarte a cualquier situación y ser capaz
de improvisar. Volver un escenario desfavorable en otro que sea propicio para
tus intereses. De lo contrario no durarás mucho contra esos seres. No se
caracterizan precisamente por respetar reglas ni tener piedad. Mantente sereno
y despejado. Siente y actúa...rápido como la luz…sereno como el cielo.
-Tienes razón. Así lo haré.- Prometió listo para
volver a su entrenamiento.- Cuando llegue el momento no te defraudaré…
-Más te vale…- Masculló Piccolo cruzándose de brazos
para arengarle.- ¡Y ahora a trabajar!…
Y el chico asintió. Se acordaba muy bien de esas
lecciones. Ahora quiso cumplir la palabra dada a su profesor. Cerró los ojos,
que no le servían en ese entorno, concentrándose en sentir la energía de su
rival y diciéndose mentalmente.
-¡Hay que ser rápido como la luz y sereno como el cielo!
- ¡Ja, ja, ja, ja! - se burlaba Gergel sin poder contener
sus carcajadas de regocijo. - ¡Ésta sí que es buena!, ahora todavía me lo
quieres poner más sencillo. ¿O es que no tienes el valor de recibir a la muerte
cara a cara? No importa, voy a acabar contigo ahora mismo. Te va a dar igual
mirar o no.
Se
dispuso a atacar, Ail sintió como se acercaba la energía del demonio, se
concentró logrando esquivar su ataque y contraatacando acto seguido con un
golpe que alcanzó el rostro de su
sorprendido adversario.
- Bueno, ahora ya estamos iguales. - Sonrió su rival
añadiendo con la confianza recobrada. - Ni siquiera con tus sucios trucos
podrás conmigo. Y encima te atreves a llamarme cobarde a mí, ¡tú que te ocultas
como una rata miserable! - Sentenció con el desprecio más ofensivo que pudo. -¡Qué
vergüenza! Es patético hasta para un ridículo diablejo como tú.
-¡No necesito ningún truco para acabar contigo!-
gritó Gergel cayendo en esa provocación. -Volveremos al lugar de donde vinimos
y te mataré delante de todos. En una cosa tienes razón, ¿para qué liquidarte en
la oscuridad? realmente no tiene gracia si tus amigos quedan privados de
contemplar como mueres entre terribles sufrimientos. - Amenazó su enemigo abriendo
un agujero dimensional que cruzó, su adversario fue tras él. -
Reaparecieron
en el páramo. Ail aprovechó para despojarse de sus muñequeras y su chaqueta de
entrenamiento. El demonio comenzó a atacarle pero su enemigo le esquivó sin
dificultades, burlándose encima de él.
-¿Qué te pasa, amigo?- le decía con sorna. - ¿No
puedes correr más? - Contraatacó con un potente rayo de energía dejando
malherido a su oponente que había descuidado su defensa, al estar ciego de
rabia intentando acertarle.-
Gergel,
retrocedió sintiéndose en muy mal estado y cuando comprendió que estaba
derrotado huyó acercándose a Nagashel.
- Por favor, ¡ayúdame mi señor! - le suplicó cayendo
de rodillas ante él. -
Pero
su amo le dirigió una mirada de desprecio y espetó reprimiéndole furioso.
-¡Debería darte vergüenza, estúpido! Eres un demonio
del sexto círculo, ¡vence a tu enemigo o muere! - Sentenció por fin a modo de
tajante ultimátum.-
El demonio, sabiendo que no tenía otra opción, hizo
una reverencia a su amo. Estaba aterrado pero atacó a su adversario con rabia lanzándole
rayos de energía que éste esquivó con facilidad.
-Vaya, ahora las tornas se han cambiado. ¡A ver si
te gusta esto!- Exclamó el extraterrestre desapareciendo de la vista del
sorprendido demonio y reapareciendo justo a su lado para tumbarle de un puñetazo.
-
Para
cuando su rival pudo levantarse Ail pasó al contragolpe y con gran celeridad asestó
a su enemigo repetidos puñetazos y patadas que terminaron por minar sus ya
escasas fuerzas. Gergel no podía casi moverse y el alíen no quiso desaprovechar
la ocasión. No podía fiarse de ese demonio que, desesperado como estaba, a buen
seguro intentaría un ataque suicida. De modo que, concentrando energía, el alíen
lo remató con un potente rayo haciéndole estallar. Satisfecho y jadeante por el
esfuerzo, volvió hacia su grupo entre los vítores de sus compañeros.
- Con esto me he vengado a mí y a mi familia de
todos esos malditos demonios o lo que fueran, que tanto han hecho sufrir a Ann
y a mi hijo.- Declaró para después esbozar una sonrisa de alegría y alivio por
haber salido airoso. -
Chocó palmas con todos al estilo que Roy les
había enseñado. Nephrite le pasó una alubia y Ail la tomó en el acto.
- ¡Estoy como nuevo!,- afirmó eufórico al notar sus
fuerzas recobradas pidiendo con entusiasmo. -¡Dejádmelos todos a mí!
- Un momento, ¡para el carro, amigo! - rio Zafiro. -
Tú ya has tenido el tuyo, ahora me toca a mí.- Y decididamente dio un paso al
frente para refrendar su afirmación. -
En
el otro lado, Gengenel se adelantó saludando con el entrechocar de su puño en
el pecho a su amo y prometiendo vengar la humillante derrota anterior. Obtuvo
la conformidad de Nagashel y se encaminó hacia el palenque. Se preparaba otro
combate. En tanto eso sucedía, en la ciudad, Petz y Karaberasu se abrían camino
como podían ayudadas por Tom. Habían entablado luchas contra grupos dispersos
de enemigos a los que, combinando sus rayos y armas con la pericia y fuerzas aumentadas
del chico, lograron derrotar aunque con manifiesto esfuerzo. Tuvieron que
esconderse también cuando llegaron más demonios deseosos de masacrarlos y
permanecían ocultos tras unas ruinas cuando Kalie, agotada por el sobre
esfuerzo que debía soportar, comentó con la respiración entrecortada.
- No podremos llegar hasta el punto de reunión, hay
demasiados enemigos.
- Sí. Tienes razón.- Convino su hermana sentada
sobre un resto de muro y apoyándose en su jabalina manchada de sangre. - ¿Pero
qué podemos hacer? Hordas de esos monstruos rondan por aquí y acabarán por
descubrirnos.
Tom,
que hasta el momento se había estado recobrando también, les propuso.
- La escuela donde estamos dando clase vuestras
hermanas y yo no queda muy lejos ya de aquí. Hace un rato que enviaron la señal
de auxilio, ¿no?
-Así es, y por fortuna creo que todavía mantienen la
posición.- Comentó Kalie.- Mi reloj comunicador las monitoriza.-
- Pues ese es el único sitio en el que podremos
resistir. Ellas seguramente se habrán atrincherado allí y si nos unimos
multiplicaremos nuestras posibilidades.- Comentó el chico.-
- Es verdad. - Asintió Karaberasu que declaró
decidida. -Yo estoy dispuesta. ¡Vamos allá!
- Sí – Acordó Petz con renovado optimismo. - Los
demonios parece que se han dispersado para buscarnos. Aprovechemos ahora para
salir y démonos toda la prisa posible.
Aunque enseguida guardó un incómodo silencio, lo
mismo que Tom. Ambos se dieron cuenta de que la hermana de Petz no podría
seguirles si corrían. Aquello era un gran problema pero Kalie, muy entera y
haciendo acopio de valor, le respondió sabiendo perfectamente lo que pasaba.
- Por mí no os preocupéis, poneos a salvo vosotros.
- De eso nada - rebatió su hermana mayor. - No pienso
dejarte sola aquí, hermanita. Ahora no vas a ser tú la única heroína en esta
historia. - Sentenció devolviéndole aquella frase que le tenía guardada desde
hacía largo tiempo a modo de deuda de gratitud. -
-¡Es absurdo, Petz! - Le reprobó ésta sentenciando
con dignidad. - No arriesgaréis vuestras vidas por mí. No lo permitiré.
-¡No me repliques!, que para eso soy tu hermana
mayor. - Espetó la otra con visible mal genio producto del temor por Karaberasu,
agregando acto seguido con tintes de súplica. - ¡Obedéceme sin discutir aunque
sólo sea por una vez! ¡Por favor!
Tom
se interpuso para cortar aquella estéril discusión y les dijo más serenamente.
- Nadie tendrá que sacrificarse ni quedarse solo. De
aquí a la escuela hay muchos edificios y seguramente hechos ruinas. Los
demonios habrán pasado ya por allí. Si somos cautos y nos escondemos bien
llegaremos hasta el colegio sin problemas. Todo lo más eliminando a alguna
patrulla rezagada. Y yo puedo invocar un poco de niebla o usar algún conjuro
para crear imágenes falsas que nos oculten. ¡Así que en marcha! - Las arengó.-
Ambas hermanas, felices de no tener que elegir su
destino de una forma tan dramática, le siguieron. El chico cubría su
retaguardia repartiendo mandobles con su espada a cuantos demonios se les
cruzaran, y lo hacía como experto en artes marciales que era, sin apenas
producir ruido ni delatar su presencia. También creaban en efecto humo e ilusiones
que distraía a cualquiera de esas criaturas lo suficiente como para que ellos
pudieran pasar inadvertidos. Gracias a lo cual pudieron cubrir la mayor parte
de la distancia sin percances. Al menos hasta llegar a un claro que se
interponía entre el colegio y ellos. Serían unos doscientos metros pero durante
ese trayecto estarían en campo abierto. De todos modos se detuvieron unos
momentos entre las ruinas de una cercana caravana para estudiar la situación.
Podían ver a varios demonios tratando de entrar en uno de los edificios de
clases y por lo que parecía alguien se ocupaba de impedírselo con eficacia pues
varios salieron a toda prisa eludiendo rayos de hielo y fuego.
- Connie y Bertie están haciendo un buen trabajo. - Comentó
Tom al percatarse de lo que sucedía. -
-¡Tendremos que unirnos a ellas! - Animó Karaberasu.-
Hay que ayudarlas.
- Pero debemos avisarlas antes. - Objetó Petz
sugiriendo de inmediato. - Podrían pensar que somos enemigos y atacarnos. Contactaré
con ellas por el transmisor, estamos lo bastante cerca como para que funcione a
nivel de llamada directa.
Entre tanto Beruche y Cooan paraban como podían los
ataques de grupos cada vez más numerosos de adversarios. Estaban realmente
cansadas pero no se podían permitir el lujo de bajar la guardia. La brecha que
existía en la pared exterior era lo bastante grande como para entrasen al tiempo
dos demonios y si hasta ahora no lo habían conseguido era por que las chicas
les aniquilaban metódicamente según lo intentaban. Sin embargo, eso no podría prolongarse
eternamente. Ambas se miraban como queriendo preguntarse que otra cosa podrían
hacer. Los niños hacía tiempo que ni se atrevían a asomar la cabeza al sentir
el ruido de la pelea y los aullidos de las bestias que les atacaban. Tan sólo
alguno más valiente se levantaba mirando entre los bancos. Y con ese clima de
agotamiento y temor al descuido llegó el mensaje de Petz. Las chicas
contestaron recobrando los ánimos y les ofrecieron un fuego de cobertura. Cooan
se acercó lo que pudo a una ventana parcialmente atrancada y por un mínimo
agujero apuntó con su arco. Les comentó a Tom y a sus otras hermanas que
dispararía cubriéndoles contra cualquier demonio que se les acercara. Beruche
aseguró entre tanto la puerta. En ese instante el enemigo daba la impresión de
haber retrocedido a replantearse la estrategia o bien en busca de refuerzos.
¡No había un instante que perder! Petz, Karaberasu y Tom corrieron campo a
través. Kalie reunió todas sus energías para conseguir la máxima velocidad
posible. Con suerte, en menos de un minuto lo conseguirían. Pero estaban tan
sólo a medio camino cuando una turba de demonios sanguinarios se le echó
encima.
-¡Dispara!- Le indicó Beruche a su hermana en tanto
ella misma lanzaba una andanada de cristales helados para proteger el flanco izquierdo
de sus hermanas y Tom. -
La
Dama del Fuego se encargó del derecho y entre ellas y las descargas eléctricas
de Petz y los rayos de Karaberasu lograron abrirse camino. Sólo un par de
demonios llegaron a ellos y Tom se ocupó
de abrirles en dos con sendos tajos de su espada. Pero justo cuando las chicas
entraban él fue alcanzado por el rebote de un rayo enemigo que le hirió el brazo
izquierdo. Gritando de dolor y sintiendo un tremendo calambre, entró siendo
ayudado de inmediato por Cooan.
-¿Estas bien, Tom? - Le inquirió visiblemente
asustada. -
- Sí. - Pudo
replicar él restándole importancia pese a soportar un gran dolor. - No me dio
de lleno y no es el brazo con el que uso la espada. Tranquila, podré seguir
peleando.
- Por ahora descansa y te lo vendaremos. Nosotras
podremos mantenerles a distancia, así que no hará falta que pelees enseguida.-
Intervino Beruche.-
Petz
se ocupó de relevar a Cooan, pese a estar también exhausta su gran fortaleza le
permitió custodiar la brecha mientras su hermana atendía al chico. Aunque de
momento los demonios parecieron dudar en atacar. Ahora sus enemigos estaban
reforzados y ellos no sabían cual era el alcance de sus heridas. A eso se le
sumaba la circunstancia de que habían sufrido muchas bajas y ninguno deseaba
ser el próximo. Por ello, su prevención y la tregua que hicieron debido a su
propio desconcierto les dieron unos minutos de oro a las chicas y a Tom para,
al menos, lograr recuperar un poco el aliento y trazar una estrategia.
-Tenemos que economizar esfuerzos.- Les comentó el
chico.- Podemos irnos relevando. Algún que otro conjuro he aprendido para
tratar de frenarles.
-Sí, como los que utilizaste para protegernos de sus
rayos de energía.- Le agradeció Petz.- Lamento que al final te dieran a ti.
-Aun me falta mucho para ser un mago de primera.- Se
sonrió Tom tratando de aportar algo de humor.-
-Ahora tienes que descansar.- Le rogó una inquieta
Cooan terminando de vendarle la herida.-
El
chico sonrió nuevamente acariciando la mejilla de su solicita cuidadora. Ella
le devolvió idéntica expresión, se miraron con intensidad y no pudieron evitar
un recíproco sonrojo.
-Por el momento, vamos a rezar porque se queden
quietos durante el mayor tiempo posible- Replicó Bertie sacándoles de aquel embarazoso
momento.-
Así lo deseaban
todos. Por su parte las guerreras y Mamoru seguían formando un círculo
defensivo mientras presenciaban los combates. Por el momento, los demonios observaban
muy interesados, dándoles también un
necesario respiro. Grande fue su alegría cuando vieron como Ail salía
victorioso. Ahora Usagi pensaba en el momento en el que todas juntas se aprestaron
a partir, despidiéndose de Annie.
-Estarías muy orgullosa de él de haberlo visto.-
Sonrió, al recordar.-
Se habían reunido las diez guerreras en el Santuario
Hikawa. Tras hacer las presentaciones con la joven extraterrestre que no
conocía a las guardianas del sistema solar exterior, fue Marte quién se
adelantó y le dijo no sin tono de humor.
-¡Éste Yuuichirou siempre tan oportuno! Tenía que
irse a ver a sus padres precisamente ayer. Mi abuelo tampoco está. Como de
costumbre me dejan todo el trabajo a mí. No tengo más remedio que pedirte que
me hagas un favor. Cuida del Santuario hasta que regrese. ¿Lo harás?
-Por supuesto, Rei. Cualquier cosa que me pidas.- Le
aseguró su interlocutora que llevaba en brazos al bebé.-
Durante
esos días Annie había hecho lo posible por devolver a sus amigas la generosidad
con la que la habían tratado a ella y a su hijo. Ayudó en las tareas domésticas
e incluso con sus dotes adivinatorias era capaz de leer el provenir a algunos
visitantes. Hasta se ofreció de modo incondicional a acompañar a las guerreras,
afirmando.
-Tengo poderes y conservo aún parte de la baraja
aquella a la que os enfrentasteis ¿Recordáis? Aunque ahora mis cartas podrían luchar
a vuestro lado y no contra vosotras.
-Muchas gracias Annie, pero no es necesario.- Le sonrió
Ami.-
-Tienes un niño pequeño al que cuidar.- Le recordó
Makoto, sonriendo en tanto le hacía una carantoña al bebé.-
-Y, por si acaso, nos viene bien tener a alguien
como tú aquí. Si el enemigo se presentase podrías proteger a la gente.- Terció
Rei añadiendo con emotividad.- Por favor… si algo me sucediera, cuida de mi
abuelo y de Yuuichirou.
La
aludida asintió, abrazando a su benefactora. Después tomó en brazos a su
pequeño. Aquellas palabras casi la hicieron llorar, pero enseguida se rehízo
afirmando convencida ante la aprobación y las miradas agradecidas de sus
interlocutoras.
-Sé que todo saldrá bien. Sois las Guerreras de la
Justicia. ¡Sois invencibles!, creo en vosotras.
-Gracias, amiga mía.- Repuso Usagi dedicándole una
afectuosa sonrisa. -
-Cuídate Annie, mantente a salvo con tu bebé. Luna y
Artemis se quedarán contigo para ayudarte. - Le dijo Mamoru, ya en su identidad
de Tuxedo.-
La
joven asintió, sonriendo a sus amigos. Los gatos se aproximaron entonces
deseando también buena suerte al grupo. Los miembros de éste se dieron las manos
formando un círculo con el señor del antifaz en el centro. Al poco invocaron el
poder de sus planetas y desaparecieron. La Guerrera Luna volvió a la realidad
tras esos recuerdos observando ahora el campo de batalla. Tanto ella como sus
compañeras habían prorrumpido en exclamaciones de júbilo por la victoria de la
pareja de Annie. ¡Si ella supiera que él estaba vivo, aquí y luchando de ese
modo tan valeroso contra el mal! Ojalá que las cosas continuasen marchando como
hasta ahora. De momento, incluso ellas mismas podían descansar aliviadas por
esa especie de tregua que les habían brindado sus enemigos. Pero desgraciadamente
eso ya no iba a durar mucho. Nagashel se
dio cuenta de que aquellos humanos se estaban recuperando y quiso acabar con
ellos tratando también de desmoralizar a sus propios contrincantes. El demonio
entonces ordenó a la horda de sus tropas que atacase y ésta obedeció al
instante, lanzándose como una rugiente marabunta en pos de aniquilar a sus
enemigos. Ni Roy ni los otros podían intervenir pues entonces los demonios de
Nagashel y éste mismo, hubieran atacado a las guerreras y Mamoru acabando con ellos
antes de que pudieran ser protegidos. Únicamente quedaba la posibilidad de que
los muchachos vencieran a sus oponentes en los combates, quizás de este modo
los otros demonios frenasen su avance. Así pues, el segundo enfrentamiento
estaba presto a comenzar. Entre tanto las guerreras y Mamoru se prepararon para
contener la gran oleada de sanguinarios enemigos que parecía no tener fin y se
precipitaba rugiente y terrible hacia ellos.
-Vienen en gran número.- Advirtió la Guerrera Urano.-
-Preparadas para contenerles.- Indicó a su vez
Plutón mientras hacía girar su cetro.-
-¿Listas chicas?- Les preguntó Tuxedo mirándolas de
reojo en tanto aguardaba la llegada de sus enemigos.-
-Siempre lo estamos.- Sonrió intrépidamente Rei.-
-¡Que empiece la fiesta!- Convino Makoto apretando
los puños y colocándose en posición.-
-Formemos dos líneas.- Les indicó Ami explicando.-
Ahora atacan todos desde la misma dirección.- Respondamos por relevos…
-Sí, una línea ataca, otra aguarda y luego toma su
lugar.- Comprendió Minako.- Podremos recobrar algo de resuello.
-¡Exteriores delante conmigo, interiores y Tuxedo
preparados para relevar!- Ordenó Usagi.-
Y todas
obedecieron con presteza, Justo a tiempo para enfrentar la llegada de los primeros
enemigos…
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