jueves, 3 de marzo de 2011

GWA 42. Diamante contra Nemarash




El príncipe avanzó sin prisa pero sin pausa hacia el lugar de la lucha. En su cabeza se amontonaban muchos recuerdos más o menos gratos. Su infancia en Némesis, creciendo entre la admiración que tuvo hacia su padre el rey Coraíon y el amor que le profesó a su madre la reina Amatista Nairía. De igual modo quiso siempre a su hermano pequeño el príncipe Zafiro. Su familia, descendiente de un linaje de varias generaciones, provenía de la Tierra. La historia contaba que en un principio sus antepasados, liderados por el príncipe Corindón, llegaron al planeta Némesis. Aquel desolado mundo era poco más que una roca que flotaba en el espacio. No tuvieron otra opción tras ser expulsados de su planeta de origen por la inmortal reina Serenity. De este modo, el bisabuelo del propio Diamante fundó el reino de Némesis. Después ese gran sueño llegó. Los habitantes del planeta pasaron muchos siglos en una especie de congelación y al despertar tuvieron que enfrentarse a la dura tarea de hacer próspero y habitable ese mundo frío y desolado. Corindón y su sucesor, el rey Coraíon, padre del propio Diamante, lo lograron a fuerza de muchos sacrificios, con la única ayuda de esa energía oscura, letal para los pioneros, pero muy poderosa a la hora de dar luz y calor al planeta. Si bien sus antepasados no abandonaron nunca la idea de volver a su mundo madre. Los progresos que se hicieron fueron continuados por sus descendientes y poco a poco esa idea se fue diluyendo. Tanto que, cuando el padre de Diamante subió al trono, casó con una princesa de la Luna, vasalla de los soberanos terrestres, con el anhelo de que la paz se instaurase entre ambos mundos. De este modo las relaciones se normalizaron y reinó la concordia en el Sistema Solar. Némesis era ya un mundo próspero y bello, aunque no tanto como la Tierra. Fue en el décimo cumpleaños de Zafiro, Diamante tenía unos doce años, cuando se produjo la llegada del Sabio. Éste afirmó venir de un mundo muy lejano y se instaló como embajador con el propósito de fomentar la amistad entre ambos. Nadie sospechó nada malo de él pese a su misterioso aspecto, y su rostro siempre cubierto por aquel hábito negro y profundo que no dejaba ver nada de su cuerpo. El Sabio explicó al benévolo Coraíon que ésta era una forma que preservaba su esencia vital en el ambiente, para él hostil, de Némesis. Y el nombre del Sabio, protegía el suyo verdadero, que no debía ser pronunciado por un sagrado voto que mantenía. Ahora, con la perspectiva del tiempo transcurrido y la verdad, Diamante maldecía su llegada, pero entonces nadie sospechó nada. Al contrario, pasaron años y los príncipes crecieron entre auténticas muestras de admiración hacia ese personaje que siempre ayudaba y aconsejaba del mejor modo posible a su padre y a ellos mismos.



-Mi madre sí que sospechó de él. Y entonces, en nuestra ingenuidad no supimos darnos cuenta. Ella jamás le tuvo confianza.- Recordó ahora con pesar. -



Y es que su madre fue una hermosa, brava y decidida mujer. Pese a que su salud se deterioró con rapidez tras llegar a vivir a Némesis. Pero siempre quiso mostrarse bien delante de él y de su hermano. Y no dudó en retar a ese Sabio cobarde que nunca se atrevió a enfrentarse con ella.



-Eso fue lo que la mató.- Suspiró el príncipe ahora lleno de consternación al rememorar aquello.- Y yo no pude estar a su lado. Eso jamás me lo perdonaré.



 Siguió recordando, cuando cumplió diecisiete años llegaron a la corte Esmeralda y Rubeus, ambos pertenecientes a nobles familias. Los dos entraron al servicio de la casa de Némesis. Todavía se acordaba de la Esmeralda de entonces, que pasó a ser la doncella de la reina, sirviendo como su camarera mayor. En aquel tiempo era una chiquilla amable e inocente, siempre bondadosa y tímida para con él. Diamante no sabía lo que ella sentía, no lo supo nunca hasta que fue tarde y sus ambiciones le habían cegado ya. Dos años más transcurrieron y llegaron las cuatro hermanas de la familia Ayakashi, asimismo pertenecientes a la nobleza pero de un rango menos elevado. Fueron destinadas al servicio de Rubeus, un chico entusiasta y fiel seguidor de los planes del propio Diamante. A éste, la enfermedad que contrajo su madre y su larga y agónica convalecencia, unidas a las acusaciones que vertió el Sabio contra la Tierra, culpándola de los males pasados y futuros de su planeta, le hicieron empezar a acumular el odio y el resentimiento contra su mundo de origen. La ocasión de comprobar si sus sospechas eran ciertas le vino cuando su padre el rey Coraíon le envió en misión diplomática. El joven y arrogante príncipe, no acostumbrado a humillarse ante nadie que no fueran sus padres, recibió una nada grata acogida, pero quedó prendado de la belleza de aquella reina legendaria, que al parecer era eternamente joven e inmortal. A su vuelta a Némesis, dos años más tarde, su madre había muerto y su padre también estaba enfermo. El Sabio le reveló entonces que todo era debido a un complot urdido por el rey Endimión, marido de Serenity,  que mantenía a ésta como prisionera en su propio palacio. El padre de Diamante murió poco tiempo después y todas las evidencias apuntaron a un asesino venido de la Tierra. El príncipe juró vengarse y ayudado por el Sabio, sometió a los suyos y a sí mismo al cristal oscuro que éste poseía para aumentar sus poderes a un límite sobrehumano. Construyó una potente flota de guerra que arrasó el reino del Milenario de Plata y Neo Cristal Tokio, excepto el palacio, protegido por las guardianas de la reina Serenity y al que él mismo dio órdenes de respetar. El motivo era que quería casarse con esa reina y obtener su amor además de gobernar la Tierra. Pero debido al fracaso en hacerse con la soberana y su palacio en el futuro sólo tuvo una opción. Aconsejado por aquel nigromante envió atrás en el tiempo a las hermanas Ayakashi y a Rubeus, con la misión de destruir las bases del futuro reino terrestre y matar a la hija de Serenity y de Endimión, que había huido al pasado en busca de ayuda. De este modo pensó que el palacio caería en su poder. Pero al descubrir que en el pasado, Serenity era la Guerrera Luna, quiso tener a ésta a toda costa. No obstante, los intentos de sus subordinados fracasaron uno tras otro. Las hermanas eligieron traicionarle y vivir como mujeres normales en la Tierra. Rubeus falló miserablemente y fue destruido en el espacio junto a su nave. Esmeralda no lo hizo mejor. Por aquel entonces la chica se había vuelto una mujer arrogante e insoportable. El cristal negro, a parte de su desengaño amoroso, la había oscurecido el alma como a todos los demás, convirtiéndola en un pozo negro de odio, ambición y celos. También acabó sus días con una muerte estéril. Aunque a esas alturas a Diamante aquello no le importaba en absoluto. Él y los demás ya únicamente se aferraban a sus absurdos planes de conquista y destrucción, era peones del Sabio. Sólo Zafiro, más dedicado a controlar la caldera que surtía de energía a Némesis, se percató de la verdad y quiso decírsela.



-Pero no pudo. Fue entonces cuando ese bastardo trató de matar a mi hermano por primera vez.- Pensó lleno de ira.-



Aunque en esa ocasión el Sabio falló. Zafiro escapó a la Tierra y ese nigromante le acusó de ser un traidor, incluso las propias guerreras estaban protegiéndole lo que parecía apoyar aquellos cargos de sedición. Pero ni siquiera entonces Diamante lo creyó. Después, su hermano fue asesinado ante sus ojos por ese maldito hechicero. Aquello comenzó a hacerle ver más allá de sus insensatos objetivos. Otra cosa que le sorprendió,  aunque al principio la aceptó con agrado, fue la presencia de la Dama Negra. Una misteriosa, atractiva, aunque cruel mujer, que obedecía sin pestañear al Sabio. No salió de su asombro al saber que era la manipulada hija de Serenity y cuando por fin tuvo ante él a Guerrera Luna y la sugestión hipnótica que utilizó con ella, (regalo como no, del Sabio), falló, ella le descubrió la verdad. Aquel siniestro encapuchado era un traidor que sólo obedecía los designios de una especie de demonio llamado “Fantasma de la Muerte.”  Él  había estado detrás de todas las traiciones y desgracias que habían asolado a la familia de Diamante y a su mundo. El príncipe quiso luchar contra él y acabar con eso pero fue asesinado al tratar de proteger a Sailor Moon. En su agonía confió a ésta el futuro bienestar de sus súbditos. Después murió, al menos arrepentido de todo lo malo que había hecho, con el perdón que la futura reina le otorgó. En el Cielo pudo darse cuenta de hasta que punto se había equivocado y el recuerdo de sus seres queridos le perseguía.



-¡Si pudiera volver a vivir y recuperar a mi familia!- Declaró entonces lleno de pesar y rabia.- Juro que todo sería diferente.



Por suerte, se reunió con su hermano menor allí y supo que sus padres eran dichosos en el más allá. Sólo una persona seguía perturbando su corazón. Pensaba en Esmeralda quien, según le contó Landar, había caído a los infiernos para purgar sus culpas. Ella no murió arrepentida de sus maldades como él o Zafiro, o el resto de los compañeros que conoció allí. Todos antiguos enemigos de las sailors que llegaron a ser amigos de estas. Y sobre todo, se alegró mucho cuando apareció Roy y les contó como vivían las hermanas en la Tierra, que eran chicas normales y felices, tal y como le asegurase la Guerrera Luna antes de que él muriese. Fue entonces cuando su esperanza renació y también creyó posible ser feliz si tenía una segunda oportunidad. Y particularmente si lograba darle otra a Esmeralda, hundida en la desesperación de la soledad y el sufrimiento eterno. Con el acicate adicional de una apuesta que su compañero Roy le ganó, Diamante quiso sacar a esa muchacha de tal horror. Pero ese misterioso Landar le reveló que antes debería hacer frente a la amenaza junto con sus compañeros y salvar la Tierra. Entonces estaría verdaderamente rehabilitado y sería libre para intentar ayudar a esa desventurada muchacha. ¿Cómo hacerlo?, eso se lo diría cuando regresasen victoriosos.



-Esa fue tu promesa, Landar. Aunque antes debo ser yo quien cumpla con la mía…- Se dijo a modo de estímulo.-



Y ahora el joven príncipe, con una nueva conciencia y otra forma de vivir, producto de la madurez que había adquirido, estaba más que decidido a ganar. Regresaría al Cielo y pediría la ayuda del mago para intentar salvar a Esmeralda. Finalmente sabía que ella le quiso siempre y que también amó mucho a la reina Amatista a la que sirvió con devoción como si de su propia madre se hubiese tratado. Diamante había querido a esa infortunada chica igualmente, aunque más como a una hermana, pero eso bien pudiera haber sido diferente de no mediar su enfermizo amor por Serenity y la influencia del nefasto Hombre Sabio. Así pues, liberado de todo eso, acabaría con todos los demonios que se interpusieran entre él y su propósito. De esta forma, aguardó a su contrincante que llegó a los pocos segundos junto a él, plantándose a su lado con un gesto sádico y feroz pintado en aquella horrenda cara avernal. Pero eso no amedrentó ni mucho menos al príncipe que sentenció con firmeza.



- Todos tus compañeros han caído y ahora te toca el turno a ti. Vas a seguir sus caminos, yo no voy a ser menos que los guerreros que me han precedido.

-¡No sabes contra quien te la estás jugando, estúpido! - Espetó Nemarash que contrariamente a sus compañeros presentaba un atractivo semblante humano con la única salvedad de dos brillantes ojos rojos candentes, era alto aunque no tanto como el propio Diamante. - Soy uno de los mejores jefes del averno. Barón de Granukul, la estepa ardiente, y escolta personal del gran Mephisto.

- Pues que bien.- Replicó indiferente su contrincante, sin parecer nada impresionado, presentándose a su vez - yo soy Diamante príncipe de Némesis, el décimo planeta de este sistema solar y no presumo tanto. Además, te advierto que tampoco soy manco luchando.- Se permitió añadir con una adusta sonrisa. -

-Ya que lo dices ¡Eso lo vamos a comprobar enseguida, vanidoso mortal! - Rio su enemigo. - Veremos si tu fuerza respalda tus atrevidas palabras. Yo no soy tan fácil de vencer como mis compañeros. – Aseguró mientras comenzaba a concentrar energía envolviéndose en un tono verdoso intenso. – ¡Ja, ja, ja!…observa.

-¡Sólo eres capaz de hacer eso! - Exclamó Diamante con desdén envolviéndose a su vez en una potente aura plateada y gritando. ¡Aprende!..

-¡Ahora verás!,- respondió el demonio haciendo temblar el suelo con su poder. -



            Los compañeros del príncipe de Némesis seguían los preliminares del combate con sumo interés. Aunque pudieran estar inquietos en su fuero interno por el poder que desplegaba ese demonio ninguno transmitía esa sensación. El único que se decidió a tomar la palabra fue Roy.



- Están muy igualados.- Valoró cruzado de brazos y estudiando las energías de ambos  contendientes para declarar. - Pero creo que  nuestro principito es algo superior.

- Ese demonio es muy fuerte - admitió Ail con un tono que trataba de evitar la preocupación sin conseguirlo. - A mí me habría vencido seguro. ¡Menos mal que no me tocó en suerte! Diamante deberá andarse con mucho cuidado…

- Tranquilos - intervino Zafiro más relajado. - Mi hermano tiene algún que otro as escondido en la manga. Una técnica que estuvimos ensayando con Piccolo.

-¿Qué técnica es esa? - Quiso saber Nephrite, observando a su compañero intrigado. - ¿Lo sabes tú Roy?..

- Sí, ya sé cuál es. - Asintió éste con talante pensativo para afirmar. - Esa técnica es muy interesante, si la ejecuta bien será muy difícil que pierda el combate.

-¿De qué se trata? - Se interesó Zafiro. - A mí no quiso contarme en qué consistía, me dijo que sería una sorpresa.

- Tened paciencia y lo sabréis nada más verla. Es más, todos la habéis probado en los entrenamientos. - Les pidió Roy a todos que aguardaban expectantes -, de todas maneras es una técnica compleja, seguramente sólo la usará como último recurso.



            Las guerreras por su parte, habían logrado eludir a los restantes demonios guardianes y estaban de nuevo parapetadas, aguardando la llegada de sus compañeras. Mientras, ocupaban los momentos de espera observando a los luchadores. Usagi no salía de su asombro y le dijo a Mamoru que asintió, admirado también.



-¡Es increíble, la fuerza que ha llegado a alcanzar Diamante es tremenda! ¡Cómo me alegro de que ahora esté de nuestro lado!

- Sí,- convino Mamoru. - El príncipe tenía un buen corazón en el fondo y fue utilizado arteramente por los representantes del mal. Pero ahora que podemos contar con él y los otros, tengo mucha fe en la victoria.

- Ese demonio también parece muy fuerte. - Observó Ami, reclinada junto a Usagi. -

-¡Ojalá pueda derrotarlo!- Deseó Rei. - Diamante es capaz de conseguirlo. Siento en él mucha determinación y deseos de vencer.

- Eso espero. Por el bien de todos. – suspiró Makoto tratando de desembrollarse su coleta, que estaba hecha una especie de pegajosa madeja de pelos. –

- De momento estamos tranquilos. – Susurró Minako atusándose a su vez el lazo rojo que llevaba tras su ahora desordenado, manchado y lacio cabello. – Contemos con que sea una lucha interesante y el resto de los diablos estén distraídos algo más de tiempo. Para que no descubran lo que les hemos arrebatado.



            Los demás también esperaban que así fuera. Miraron esas piedras amontonadas y cubiertas bajo unas ramas. Y aguardaban impacientes a sus compañeras. Al cabo de unos minutos más, y tras eludir sigilosamente el cordón enemigo, que continuaba ensimismado asistiendo a ésta nueva pelea, llegaron sus amigas al fin. Haruka les contó lo que habían estado haciendo junto a las justicieras. Declarando con gran admiración, desde luego nada habitual en ella.



-¡Son unas mujeres excelentes, buenas luchadoras, con gran coraje y valentía! Os debió de costar mucho enfrentaros a ellas y vencerlas.

- Desde luego, pero han sido una buena inversión en todos los sentidos. - Sonrió Rei que afirmó con orgullo. - Ahora son unas grandes amigas y leales compañeras.

- Sí, espero que podamos reunirnos con ellas cuando todo esto acabe. - Intervino Ami. -

-¡Mirad! – Exclamó Michiru señalando el lugar del combate. -  ¡Tienen  una fuerza terrible! Incluso brillan.-



Y así era. Los resplandores de ambos iluminaban el palenque del combate fundiendo sus tonos plateado y verde en una silenciosa pugna de luces.



-Esto va a comenzar.- Declaró Plutón apoyándose en su cetro.- Esas tremendas fuerzas van a ser desencadenadas de un momento a otro.



            Y así fue. Los dos luchadores pasaron de la exhibición y la concentración de energías a la ofensiva. El primer asalto fue tan vertiginoso como feroz. Se golpearon mutuamente parando sus respectivos ataques con una velocidad que hacía muy difícil seguir sus movimientos. De nuevo se separaron aterrizando uno frente a otro valorándose mutuamente tras aquella primera toma de contacto.



- No luchas mal, mortal. - Concedió el demonio con tono respetuoso que sin embargo trocó en otro de amenaza cuando sentenció - ¡pero llegó la hora de decidir el combate!





Y con mucha rapidez lanzó una bola de energía hacia el cielo que se dividió en tres, todas se lanzaron contra Diamante.



-¿Con ese ataque tan estúpido pretendes decidir la lucha? - Rio el príncipe que esquivó las bolas pero estas le seguían. -  ¡Ya me he cansado de esto! – espetó él  arrojando a su vez otras tres bolas de energía que chocaron destruyéndose con las otras.



            Nemarash aprovechó para materializar una cerbatana y escupir contra su enemigo algunos proyectiles. El chico esquivó todos menos uno que le dio en un brazo. De forma inmediata éste se le paralizó. Diamante lo sentía rígido y sin posibilidad de hacer ningún movimiento, maldijo entre dientes por ese descuido.



- ¡Ja, ja, ja! - rio Nemarash. - ¡Ahora estás perdido!- Aulló de forma triunfal y lanzándose contra su oponente le golpeó en la cara con violencia.- ¡Te haré sufrir un poco antes de que mueras!



            El ataque derribó al príncipe en el suelo y a duras penas se incorporó levantando la cabeza y arrojando un rayo con su otro brazo que el demonio desvió con otro suyo. El de Diamante destrozó una roca cercana. Aprovechó y se levantó trabajosamente sujetándose el brazo herido con su otra mano.



- No creas que me has vencido - le respondió el muchacho concentrando energía en una gran bola que dividió en dos, lanzando ambas contra su adversario. -

- ¡Ja, ja, ja! - se burló Nemarash. - Eres un mal imitador, sólo has conseguido producir dos bolas.

- Espera y verás que sorpresa… - sonrió su oponente con un gesto malicioso. -



            Las bolas, ante el asombro del demonio, tomaron forma humana y le atacaron.  El desconcertado Nemarash luchó contra las dos a la vez. Diamante tuvo tiempo para quitarse los pesos con los que había estado luchando hasta entonces. El demonio destruyó una de las figuras. La otra volvió a su dueño que la absorbió recobrando algo de fuerza. Además, ahora se sentía más ligero, esto le permitió golpear a su enemigo y derribarle sin que éste pudiera esquivarlo.



-¿Cómo lo has hecho?- le gritó el comandante de la horda, visiblemente sorprendido. -

-¡Técnica de duplicación! - Gritó el príncipe de Némesis sin hacer caso de su oponente. -



            Concentrándose Diamante se desdobló en dos, golpeando por partida doble al sorprendido demonio que no sabía a quien atacar.



-¡Maldito seas! - aulló Nemarash furioso en tanto se rehacía de la avalancha de golpes sufrida. - ¡Te derrotaré aunque te multipliques por cien!- Aseguró en tanto trataba de golpear a los dos Diamantes que lo esquivaban  agotándole. -



            Zafiro contemplaba la escena con visible euforia. También Ail y Nephrite miraban llenos de satisfacción.



-¡Mi hermano le machacará! - Exclamó lleno de confianza en tanto enarbolaba un puño. - Ahora que se ha duplicado podrá con él sin dificultad.



            No obstante Roy negó la cabeza encargándose de bajarles la excesiva moral que se había adueñado de todos ellos.



- Acuérdate de los entrenamientos. Tu hermano se ha duplicado sólo en apariencia. Pero eso no ha multiplicado sus fuerzas ni mucho menos, al contrario, las ha dividido. El maestro Son Goku me contó que un amigo suyo también lo hacía y que empleó ese truco contra él en un torneo.

-¡Es cierto! Ahora me acuerdo.- Afirmó Nephrite.- El maestro Piccolo nos la jugó de la misma forma. –Y solo Diamante se dio cuenta.- Admitió Ail.-

-¿Entonces debería unirse otra vez?,- le preguntó Zafiro sintiéndose desorientado. -





            El interpelado le dirigió una mirada reflexiva y contestó.



- Diamante es muy inteligente, quiere que su enemigo piense exactamente lo que has pensado tú. Ese tipo está cegado por la ira del combate y no se da cuenta del truco, o al menos, eso espero. Mientras sea así todo irá bien.

- Además – terció Nephrite percatándose, no sin preocupación. – No está usando su brazo derecho. Algo le debe estar sucediendo.

- Es cierto. – Convino Ail. – No es normal y no creo que se deba a ninguna táctica. Ni tampoco a la fatiga.



            Eso llenó de inquietud al grupo, ninguno pudo ver el ataque con dardos del demonio. Nemarash por su parte se centró poco a poco y golpeó a uno de los Diamantes estrellándole contra una roca. El otro  fue a ayudar a su doble. Entonces su enemigo les atacó y ambos se fusionaron de nuevo. Al menos el demonio estaba más cansado que su rival y esto suplía en parte el brazo herido de éste. El príncipe volvió a la carga, se concentró creando otro doble que atacó al demonio. Éste trató de golpearle pero era sólo un holograma que fue atravesado por el puñetazo. No obstante, Diamante notó como su brazo se entumecía más, la parálisis pronto le llegaría al hombro. Necesitaba comerse una alubia pero no podía. Su rival no le permitía acercarse a sus compañeros.



-¡Maldita sea! Estoy demasiado débil para utilizar la técnica del Kaio ken.- Pensaba el príncipe con inquietud.-



            Se acordaba perfectamente de las palabras de su mentor el Dios Kaio. Para emplear esa técnica era fundamental estar en todo centrado y controlar su ki y su cuerpo al cien por cien. El más mínimo fallo en la concentración podría ser desastroso. Lo mismo le dijo Piccolo cierta vez. Durante un entrenamiento que hizo con ellos, en tanto Roy practicaba con el maestro Son Goku.



-Sensei Piccolo.- Recordó haberle preguntado, junto con los otros tres de sus compañeros.- ¿Lucharás contra los cuatro al mismo tiempo?

-Sí, eso no te será ningún problema. Sabemos que puedes contra todos nosotros.- Añadió Zafiro.-

-Lucharé, pero contra cada uno de vosotros por separado.- Les replicó su mentor.-

-Entonces no tendremos nada que hacer.- Suspiró Nephrite.-

-Eso nunca se sabe.- Rebatió su maestro.- No te des por vencido antes de comenzar.

-Bueno, ¿quién de nosotros empezará?- Quiso saber Ail.-



            Lo que les sorprendió fue la sonrisa ladina de su mentor cuando éste inquirió con tono lleno de ironía…



-¿Qué tal todos al mismo tiempo?...



            Y sí que ninguno pudiera ni abrir la boca observaron asombrados como su instructor cruzaba sus antebrazos formando un aspa para bajar la cabeza y emitir un aura verdosa…



-¿Qué está haciendo?- Quiso saber Nephrite sin dar crédito, como los demás a lo que entonces vieron…-¿Eh?



            Y para pasmo del grupo  Piccolo se desdobló no en una sino en tres copias más de sí mismo. Ahora eran cuatro namekianos los que observaban con la misma divertida mirada a los atónitos jóvenes.



-Basta de perder el tiempo.- Declararon al unísono todos esos dobles que atacaron respectivamente a cada muchacho.- ¡Defendeos!

-¿Cuál es el de verdad?- Preguntaba Ail tratando de parar los golpes que le llegaban.-

-No lo sé. El mío parece muy real.- Le respondió Zafiro, eludiendo las acometidas de su rival a duras penas.-

-¿Qué más da eso?- Pudo añadir Nephrite con idéntico problema.- Deben ser iguales de poderosos.

-Luchemos y se acabó. Ya nos preocuparemos de saber cuál es el original más tarde.- Pudo añadir Diamante que blocaba ahora los ataques de su rival.-



            Y no pasó mucho tiempo antes de esos dobles derribasen a Ail, Nephrite y Zafiro. Sin embargo Diamante resistía aun. El muchacho esquivó un ataque recibiendo una especie de sarcástico cumplido por parte de su rival.



-Muy bien, principito. No te defiendes mal…

-En cambio tú pareces más débil.- Observó agudamente el joven de Némesis.-

-¿Tú crees?- Sonrió su adversario.-

-Lo creo.- Replicó el muchacho quién reuniendo energías exclamó.- ¡Kaio-ken!



            Y emitiendo un aura rojiza incrementó su velocidad y fuerza por unos instantes logrando conectar varios golpes a su rival que lo lanzaron al suelo. Fue entonces cuando ese Piccolo se levantó y asintió sonriendo con aprobación. Al momento, los otros tres namekianos se unieron nuevamente a él formando uno solo…



-Bien hecho, Diamante.- Le felicitó esta vez de modo sincero.- Te has percatado de la debilidad de este truco.

-En realidad no había ningún original ni ninguna copia. Era tu fuerza vital repartida entre cuatro. ¿Verdad?- Afirmó el príncipe.-

-Cierto.- Convino su interlocutor.- Por ello, recuerda. Si logras engañar a tu enemigo tendrás ventaja. Pero es arriesgado. Cuando te dividas tus recursos también lo harán. Y tu adversario podría darse cuenta igual que tú lo has hecho ahora.

-Ya comprendo porque Roy nos dijo que hoy se ejercitaría con Son Goku.- Intervino Zafiro.-

-Él ya sabía esto, ¿no es así?- Preguntó Nephrite.-

-Así es.- Concedió su instructor.- Ya aprendió esa lección. Y otra cosa. Cuidado con la técnica del Kaio-ken cuando os dividáis. Al reunificaros vuestro cuerpo estará ya bastante agotado como para poder usarla adecuadamente. Bajo ningún pretexto deberéis utilizarla.

-Aunque Roy nos dijo que el maestro Son Goku le contó que llegó a emplearla varias veces estando agotado.- Opuso Diamante quien sí admitió.- No obstante, le aconsejó a nuestro compañero que no lo hiciera. Que podría tener graves problemas con su ki.



            Su interlocutor se limitó entonces a cruzarse de brazos y a sentenciar entre divertida y reprobadoramente.



-Goku- san nunca ha sido muy prudente que digamos evitando riesgos. Pero es la excepción a la regla. Sin embargo, vosotros no lo sois. Haced lo que él os diga pero nunca tratéis de hacer lo que él haga. No estáis a su nivel. Por tanto, en lugar de cometer un error fatal, procurad que sea vuestro adversario quién lo haga.



Ahora Diamante reflexionaba sobre eso. Las palabras de su maestro eran ciertas. Por mucho que quisiera no podría igualar nunca a esos míticos guerreros. Además, sufría esa parálisis que cada vez iba ganándole más terreno. Y Nemarash, que parecía adivinar el grado de dificultad que aquejaba a su adversario, se sonrió malignamente  escupiendo cuando recuperaba la posición tras su errónea acometida.



- Haz todos los trucos de ilusionismo barato que quieras, pero cuando la parálisis te alcance el corazón habrás muerto. Solamente tengo que entretenerte y esperar. Tus técnicas son inútiles. Únicamente podrías evitar tu fin acabando conmigo, y te aseguro que eso no sucederá. ¡Ja, ja, ja!



            Y el príncipe se daba cuenta de que su enemigo no mentía, tendría que hacer algo para terminar con él antes de que eso se produjera. ¿Pero qué?...



-Debo pensar algo y rápido ¿Qué harían mis maestros en un caso como éste?- Se cuestionaba Diamante  acuciado por la premura.-



Entre tanto las justicieras seguían en la iglesia. Karaberasu había despertado y después de unos instantes para volver a la realidad comenzó a inquietarse. Beruche se le acercó con gesto inquisitivo al ver que su hermana se levantaba mirando por las escasas rendijas que permitían ver el exterior.



- ¿Qué pasa, Kalie?-  Le preguntó con cierta preocupación. -

- Estamos rodeados. - Le dijo ella con patente inquietud. –

-¿Demonios?-  Se interesó Bertie alarmada. -

- No, no me lo parece. Pero noto presencias hostiles. Debemos proteger a los niños y al resto de la gente. – Le indicó su hermana haciéndoles señas a los demás. –



            Petz se acercó enseguida, Cooan y Tom todavía estaban al otro lado vigilando. Cuando el chico se llegó a ellas se encogió de hombros desconcertado. No había visto a nadie ni tampoco advertido señales del enemigo. Pero si la hermana de su novia lo decía, debía tener sus motivos.



-¿Dónde están? - Quiso saber Cooan cuando se reunió con sus hermanas. -

-¡Por todas partes! Y se aproximan deprisa. - Exclamó Karaberasu tensando su expresión. -



            Las demás se miraron atónitas, pudiera ser que su hermana hubiera tenido una pesadilla, pero ella insistió en que no era así. De todos modos no tuvieron tiempo de prepararse. De improviso una explosión atronó en el exterior haciendo saltar la puerta. Todos se arrojaron al suelo y al levantarse vieron entrar a varias figuras en tropel. Sin que ninguno pudiera impedirlo atraparon a dos niños como rehenes y los amenazaron con dagas al cuello. El jefe de esos agresores era Fantoui que las instó con odio.



-¡Ahora, malditas perras, rendiros o mataremos a estos críos y sabéis que vamos en serio!



            Los aterrados niños trataban de gritar pero les tapaban la boca para horror de sus compañeros y el resto de las personas allí refugiadas.



-¡Malditos asesinos cobardes!,- les gritó Beruche. - ¡Dad la cara miserables, soltad a esos niños y luchad!..

-¡Gusanos asquerosos!,- chilló a su vez Cooan, igualmente furiosa e impotente. - ¡Os juro que os acordaréis de esto!



            Impermeables a esas exhortaciones los sectarios sonreían con tono triunfal. Fantoui volvió a dirigirse a ellas ahora con un tono más calmado y pretendidamente condescendiente, rebosante de suficiencia.



- Amenazádnos e insultarnos todo lo que queráis, pero rendiros o estos niños irán al infierno antes que vosotros.



            Petz y Tom tampoco se atrevían a hacer nada y presenciaban enfurecidos e impotentes la dantesca escena. Pero entonces Karaberasu se acercó hasta sus enemigos, mirando a los sectarios que capturaban a los niños fijamente. Las risas de estos se extinguieron dando paso a una expresión de terror.



- Soltadles, os lo ordeno. - Les dijo con una voz extrañamente calmada y grave. -



            Los ojos de ella centelleaban en tono rojizo y los captores, contra su voluntad y ante el asombro de su jefe, soltaron las dagas y a los niños que corrieron tras Beruche y Cooan. Petz y Tom fueron los primeros en reaccionar y atacaron a esos sectarios dejándoles inconscientes. La Dama del Hielo  congeló a otro que trataba de huir y la Dama del Fuego lanzó una andanada de flechas ardientes contra el resto, que prefirió retirarse antes que contraatacar.

-¡Esto no se ha terminado, perras!- Exclamó Fantoui en tanto huía a la carrera.-

-En eso estamos de acuerdo, ¡cerdo miserable! - Replicó Petz yendo tras de él.-



La dama del Fuego y la dama del Hielo la siguieron, salieron un trecho en su persecución sin cesar de disparar sus respectivas armas y rayos. Cuando se aseguraron de que sus adversarios habían huido, dudaron.



-Es mejor volver dentro. Esto podría ser una trampa para atraernos fuera.- Comentó Bertie.-

-Tienes razón.- Convino Cooan.- Aquí estamos muy expuestas.



            Tom había salido a su vez a unos pocos metros de distancia de la iglesia para cubrir las espaldas de sus compañeras. Les hizo una seña a las chicas. Petz asintió, indicando a sus hermanas.



-Vamos. Repleguémonos.



Y las tres regresaron. Fue Cooan la que se preguntó en voz alta, antes de entrar.



-¿Cómo habrá hecho eso Kalie? Les ordenó a esos tipos que soltasen a los niños y sus armas y la obedecieron.

-No lo sé. Y prefiero no saberlo.- Suspiró Petz.-



Ni Bertie ni Tom dijeron nada. Los niños se abrazaron a sus salvadoras y el resto les vitoreó.



- Creo que deberíamos salir de aquí. – Observó entonces Tom. - Esos bastardos pueden volver en cualquier momento con un ataque peor. O volar la iglesia con nosotros dentro. A diferencia de los demonios ellos no se ven afectados por la sacralidad del entorno.

- Es cierto. Nada se lo impediría. Y a buen seguro lo harán. - Convino Karaberasu que optó por ignorar las asombradas miradas que sus hermanas y el chico le dedicaron. – Salgamos de aquí cuanto antes.



            Tal y como había comentado Cooan hacía un instante, ninguno se atrevía ni tan siquiera a preguntar cómo había hecho eso. ¿Cómo fue capaz de sugestionar con su mera voz y su mirada a aquellos tipos? Por suerte no hubo ocasión, una de las personas allí congregadas se acercó hasta ellos tímidamente. Era un hombre bajo y regordete de unos sesenta años, con su media calva sudorosa y la cara tiznada. Iba vestido con un traje de corbata color crema que estaba sucio y deshilachado. Cuando el grupo le dedicó su atención les informó mientras sacaba de su bolsillo una pequeña radio.



- He estado escuchando que en la ciudad ha vuelto la calma, todos los demonios se han replegado. Las autoridades han retomado el control y la zona es segura.

-¿Está seguro de eso?- Le inquirió Petz con serenidad. -



            El hombre asintió dos veces con rapidez y Karaberasu terció corroborando sus palabras con un tajante.



- Así es, noto que ya no hay presencias malignas próximas.



            Sus hermanas no acertaban a comprender como podía ella saberlo. Cooan trató de usar los trucos que le enseñara Rei y Tom aplicó de igual modo las técnicas que había aprendido. Para su asombro ambos confirmaron la opinión de Kalie y las noticias de ese hombre.



- Si eso es así, llevaremos a los críos a la ciudad, junto con el resto de las personas.- Dijo Petz. – Estarán a salvo y podrán reunirse con sus familias. Deben de estar muy preocupadas por ellos.

- Iremos escoltándoles ya que, aunque no haya demonios, podrían quedar algunos de esos sectarios, y les atacarían al ver un grupo indefenso. – Opinó Tom. -



            Las chicas estuvieron de acuerdo y organizaron a las gentes que, desde luego, estaban muy contentas de ser protegidas por las famosas justicieras y ese bravo luchador. Se pusieron en marcha y lograron llegar a la ciudad sin contratiempos. Cuando por fin alcanzaron la seguridad de la zona urbana y tras dar las gracias a sus protectores, todas las personas se disgregaron gradualmente en dirección a sus casas. Querían saber si estas habían resultado dañadas y muchos estaban preocupados por sus seres queridos. Las justicieras junto con Tom optaron por dejar a los niños en un refugio, al cargo de las autoridades que también les agradecieron su labor. Bertie y Cooan se despidieron de los críos, en especial de Sharon.



-Ahora tienes que seguir siendo muy valiente.- Le susurró dulcemente Cooan a la pequeña que asintió.-

-¿Nos veremos en el cole?- Preguntó tímidamente la niña con una vocecita esperanzada.-

-Claro que sí, tesoro.- Sonrió Bertie uniéndose a la conversación para prometer con tintes afectuosos.- Todo se solucionará.



            Las dos le dieron sendos besos en las mejillas a la niña que sonrió agitando su manita. Las justicieras se alejaron. No obstante, antes de irse con Tom, ese hombrecillo que estuvo con ellos en la iglesia y que se presentó como un alto cargo público, sentenció en tanto se despedía de ellos.



- Nunca olvidaré su ayuda y su protección. Ténganlo presente. Si me necesitan no duden en buscarme. O si no pudieran encontrarme yo mismo me ocuparé personalmente de recompensarles. Les doy mi palabra.



            Los chicos acogieron la oferta con una media sonrisa pero no quisieron pedir nada. Ese no era su objetivo. Lo que sí hicieron fue aceptar la comida y atenciones médicas que les pudieron dispensar. Eso sí, sin que nadie pudiera quitarles el antifaz. Cosa que ninguno de los presentes, por mucha curiosidad que tuviera, estaría dispuesto a  hacer por el grado de admiración y respeto que les tenían. De esta forma pudieron también descansar. Aunque no olvidaban que, tan pronto estuvieran mínimamente reestablecidos, tendrían que volver a la lucha…



-No podemos permitirnos el lujo de descansar.- Comentó Petz al resto.- Todavía no hemos ganado la batalla.

-Volveremos a ella enseguida.- Le respondió Tom, quien no obstante, alegó.- Aunque es más prudente el hacerlo con las fuerzas recobradas.



            Sus interlocutoras asintieron. Así era. Ya estaban al cabo de su resistencia y no serían de utilidad para nadie si no descansaban mínimamente. Por su parte y a cierta distancia, Hank llevaba a esa pequeña en brazos. La cría dormía y él no tenía idea de qué hacer ni a donde llevarla.



-No sé porqué acepté cargar con esta mocosa.- Suspiró resignado.-



            Estaba saliendo de la ciudad. Había logrado robar un coche de los que habían sido abandonados y salir por un camino secundario. Pero la gasolina se terminó y ahora estaba ahí fuera, en medio del campo, con esa niña dormida. Fue entonces cuando oyó esa voz de mujer espetarle.



-Deja a mi hija, ¡cerdo!



            Al girarse hacia la fuente de aquel sonido no pudo creer lo que vio. ¡Era April! Aunque esa chica estaba algo cambiada. Lucía un tono de cabello moreno. Posiblemente se lo hubiese teñido. De todos modos. ¿Qué tendría ella que ver con esa niña?



-Me dijeron que la pusiera a salvo.- Repuso con visible desconcierto.-

-Pues ya lo has hecho.- Contestó ella con tono agresivo.- Ahora seré yo, su madre, la que se ocupe de Marla.

-¿Dices que eres su madre?. ¡Venga ya, April!- Replicó él con incredulidad.

-Yo no me llamo April.- Rebatió hoscamente esa mujer.- Soy Paige Sorel.

-¿Te has cambiado de identidad? Interesante.- Comentó Hank mirándola perplejo ahora.-



            Una idea se le ocurrió al muchacho. ¿Por qué no?. No pudo tener a Bertie pero, a pesar de dar la impresión de estar chalada, April era bastante atractiva. De modo que le propuso.



-Entre los dos tendremos más posibilidades de salir con bien de esto. ¿Qué te parece?



            Y tras meditarlo por unos instantes la joven asintió.



-Hasta que estemos a salvo. Luego te largarás.- Le recalcó.-

-Claro.- Convino el chico quien, con evidente asombro, quiso saber.- ¿Cómo me has encontrado?

-Un encapuchado me lo dijo.- Replicó ella.-



            Suponiendo que habría sido el jefe de la secta, Hank no hizo más preguntas. Por suerte esa muchacha había venido también en un coche que tenía aparcado en un lado de aquella polvorienta carretera de segunda.



-Será mejor que yo conduzca y que tú vayas con tu hija detrás. Para protegerla.- Le sugirió él.-



            La joven aceptó, parecía la opción más sensata. Abordaron el vehículo y se  pusieron en marcha, para alejarse de allí. Lejos de aquella terrible batalla.



-Haré lo que ese tipo de la capucha y el libro me sugirió. -Pensaba la muchacha.- Me esconderé con Marla y la criaré lejos de la influencia de estos sectarios. Cuanto más alejadas estemos de la lucha, tanto mejor…



            Por su parte, en el páramo, Diamante sí que continuaba peleando y sufría parando los ataques de su enemigo. El demonio reía pensando que la victoria estaba a su alcance. Su rival sólo podía usar un brazo y la parálisis le llegaba ya casi hasta el cuello, dentro de poco moriría. Recurriendo al último truco que le quedaba el chico acumuló energía formando un gran disco que lanzó contra su enemigo.



-¡Eso es fácil de esquivar!- Se burló el demonio apartándose de su trayectoria, aquel disco siguió su recorrido atravesando limpiamente una gran roca que partió en dos. -



            Pero el príncipe no pareció preocuparse por haber fallado. Aunque su rival se reía de él aproximándose en guardia, listo para evitar otro proyectil de ese iluso mortal mientras le decía con regocijo.



- Cada vez te queda menos tiempo.  ¡Ja, ja, ja!



            Sin embargo, Diamante sonrió y Nemarash se percató entonces de que ese disco volvía hacia él, pero era tarde.  A la desesperada quiso apartarse pero éste le segó uno de sus brazos y le hizo también un serio corte en su pierna derecha. Aullando de dolor y rabia cayó de rodillas para levantarse con rapidez, intentando frenar la hemorragia.



- Bueno, ahora estamos iguales.- Afirmó su contrincante que aprovechó para golpear al demonio en la cara usando casi todas sus fuerzas sentenciando. – Solamente eres un patético diablejo sin estilo que recurre a trucos cobardes. Luchando en igualdad de condiciones y cara a cara, soy muy superior a ti.



            Nemarash se trastabilló cayendo al suelo mientras replicaba lleno de ira.



-¡No, tú morirás dentro de poco!, cuando la parálisis te llegue al corazón. ¡Pero no temas, antes de eso me daré el placer personalmente de matarte con mis propias manos! - Rugió abalanzándose frenético sobre él. -



            Y aquel fue un grave error, el que su contrincante esperaba. Diamante le esquivó y reunió todas las energías que le quedaban para contraatacar rematando a su enemigo a bocajarro con un potente rayo de energía que acabó por hacerle estallar. Todos lo vitorearon y al volver junto a sus amigos Zafiro le dio una alubia mágica que, por fin, le hizo recobrarse, pues muerto su enemigo concluyó el maleficio de la parálisis.



-¡Menos mal!, la necesitaba, gracias hermano. Mi brazo vuelve a estar perfectamente.- Aseguró  moviéndolo para comprobarlo y éste sí que respondía bien. Por fortuna el dardo del demonio no tenía veneno y sólo era un ladrón de energía que abastecía a su rival. ¡Ahora seguro que les derrotaremos!- Exclamó el príncipe con entusiasmo. -

-Hiciste bien en provocarle. Perdió la cautela y su ventaja. El maestro Piccolo estaría orgulloso de ti. - Afirmó Nephrite con aprobación.-

-Gracias amigo.- Sonrió Diamante estrechándole la mano, sentenciando aliviado.- Por fortuna, estos cretinos no aprenden la lección en cabeza ajena.

-Sí…y ya solamente falta ese otro bastardo.- Afirmó Zafiro mirando al otro lado del campo.-



            Y Nagashel, ahora solo, seguía enfrentándoles con la mirada, aunque no parecía inquieto, más bien estaba contrariado. Pero sobre todo, aguardaba su turno de combatir. Roy lo sabía y les dijo a sus compañeros haciendo gala de gran tranquilidad.



- Bueno, únicamente falto yo. Haceos a un lado mientras lucho con él. Esto no va a ser ninguna broma.



            Su enemigo, visiblemente impaciente, se adelantó unos pasos y le desafió con un grito.



-¡Vamos Solar, ahora es entre tú y yo! Que esos estúpidos hayan derrotado a mis servidores carece de importancia, les destruiré de un plumazo en cuanto haya acabado contigo.

-¡Eh!, espera un momento, mamarracho.- Le replicó Ail bastante molesto - ¿Cómo te atreves a insultarnos?..

- Dice eso porque está furioso, hemos vencido a todos sus comandantes y no se lo esperaba. ¿Verdad que no?, demonio asqueroso.- Se burló Zafiro. -

- Sí, no hace ninguna falta que Roy luche contra él. Entre los cuatro nos bastamos para darle una buena paliza.- Exclamó Nephrite  con seguridad. -

-¿Vosotros, insectos miserables?- Inquirió Nagashel con manifiesto desprecio para asegurar. - Los cuatro juntos no tendríais poder ni para tocarme.

- Eso ya lo veremos,- le respondió Diamante que miró a sus compañeros arengándoles. - ¡Muchachos adelante, si le atacamos todos unidos podremos con él!

- Esperad un momento - les pidió Roy, -  es demasiado fuerte para vosotros.



            Pero su aviso fue ignorado, los cuatro se lanzaron contra el demonio. Nagashel les esperaba sin inmutarse. Al unísono lanzaron contra él sus mejores ataques pero éste los desvió sin hacer el menor esfuerzo y acto seguido comenzó a concentrar una cantidad de energía terrible que hizo temblar el lugar. Con un escalofriante y terrible aullido, el demonio fue envuelto por una luz rojiza. Sus ondas de poder lanzaron a los muchachos a decenas de metros en todas direcciones, todos estaban estremecidos por esa enorme potencia.



-¡Tiene una fuerza terrible!- reconoció Zafiro asombrado. - Creo que nos hemos precipitado.

- No podremos con él ni entre los cuatro.- Admitió también Nephrite. -

- Lo mejor será que nos apartemos de aquí,- propuso Ail. -

- Roy, si quieres lucharemos junto a ti - ofreció Diamante con el apoyo del resto. -

- No, gracias amigo.- Le respondió el chico despojándose calmosamente de sus petos. - Esto es cosa mía. Vosotros habéis tenidos vuestros combates y ahora me toca a mí, así que apartáos e id a proteger a las sailors. –



Y tras ordenarles aquello se transformó en súper guerrero, comenzó a brillar en un potente tono dorado y a emitir energía llegando al nivel de su rival.



- Está bien,- añadió resignadamente el príncipe de Némesis dándose cuenta de la inutilidad de su oferta. - Te deseo mucha suerte.

-¡Diamante, vámonos!- le instó igualmente Nephrite. -

-¡Allí están las guerreras! - señaló Zafiro. - Hagamos lo que nos ha dicho Roy y vayamos a protegerlas.

- Por lo menos allí seremos de alguna utilidad - convino Ail. -



            De inmediato todos volaron hacia la posición de Usagi y las demás. Éstas se sujetaban como podían al suelo y entre ellas para no ser materialmente arrastradas por esas dos colosales energías. Los demonios que habían estado observando los otros combates con avidez se replegaban ahora a bastante más distancia, temiendo ser destruidos por las fuerzas desatadas. Diamante y los otros les ignoraron y acudieron al encuentro de sus amigas. Cuando se posaron a  su lado trataron de bloquear las ondas de poder de los dos lejanos luchadores consiguiendo asegurar la posición de todos. Las chicas pudieron soltarse de sus agarres y ellos les dieron una mitad de alubia a cada una, (pues les quedaban ya muy pocas) eso bastó para recuperarlas, al menos en parte. Una vez recobradas, Usagi se acercó a Diamante lo que pudo y le saludó con efusión y alegría.



-¡Cuánto me alegro de volver a veros a todos! y esta vez de nuestro lado.

- Sí, nosotros también estamos muy contentos, mi reina. - Respondió respetuosa y amablemente él doblando una rodilla ante la chica. - Hemos vuelto para tratar de reparar todo el mal que causamos.

-Por favor, levántate.- Le pidió ella algo envarada en tanto sus compañeras sonreían pese a todo.-

-Únicamente quería mostrar que nadie tendrá nunca que volver a pedirme que me incline ante ti.- Repuso él sonriendo fugazmente.-

-Te lo agradezco, pero no es necesario. Y además, no tenemos mucho tiempo para eso.- Apuntó su interlocutora con apuro.-



            Y es que dadas las circunstancias no podían ni permitirse ese interludio para aliviar la tensión. Al hilo de eso, fue Nephrite quién añadió con tono reconocido, matizando enseguida con voz queda y preocupada.



- Y yo le doy gracias al Cielo por darnos otra oportunidad. Pero finalmente todo va a depender de Roy. Esa bestia es demasiado fuerte para nosotros.

- Nuestras vidas y las de todo el planeta están en sus manos,- declaró Zafiro con voz queda. -

- Hay que alejarse lo más posible de aquí.- Intervino Ail con visible inquietud. - Hacia un sitio más seguro. Nosotros os llevaremos - y cuando todas estuvieron de acuerdo le preguntó a Rei, la guerrera más próxima a él en ese instante. - ¿Dónde están mi mujer y mi hijo? les vi con vosotras.

-¿Cómo es eso posible? - Le inquirió la Guerrera Marte a su vez. -

- Es una historia larga, luego os la cuento,- repuso Ail que insistió. - ¿Están a salvo?

- Están perfectamente - sonrió Rei que añadió con amabilidad. - Luna y Artemis cuidan de ellos en Japón, ¡felicidades, tenéis un niño precioso!

- Muchas gracias,- respondió Ail que estaba en su aspecto humano poniéndose colorado y sonriente. Empero, no había mucho tiempo que dedicar a las cortesías, así que de inmediato las instó. - ¡Ahora salgamos de aquí!



            Todos asintieron, abandonaron la zona alejándose todo lo que pudieron en tanto Roy y Nagashel seguían concentrando sus energías sin parar. Usagi y Mamoru se miraron durante unos instantes y fue él quien le susurró a su pareja.



-Es el momento de la verdad. Ahora veremos si todo va a resultar según lo esperado.

-No tengo ninguna duda.- Afirmó su interlocutora declarando convencida.- Nuestros amigos le habrán entrenado muy bien. Y además creo en él.



Su contertulio asintió. Y ya desde un lugar más seguro aunque temblando aún por el movimiento del suelo, el propio Mamoru, las guerreras y los cuatro luchadores, observaban expectantes lo que sería el inicio del combate que decidiría el futuro de la Tierra.


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