jueves, 3 de marzo de 2011

GWA 43. La batalla decisiva

Los dos antagonistas acumulaban energía de una manera increíble. Había llegado el momento de la verdad. El súper guerrero mantenía una mirada fija y concentrada en su enemigo, deseoso de saldar sus cuentas. Ahora reflexionaba sobre una conversación que mantuvo con Goku, en una pausa de su entrenamiento con él. Parecía haber pasado una eternidad…

-Trataré de hacer las cosas como me has enseñado. - Pensaba recordando.-

            Roy trataba de recobrar el aliento y su maestro se dirigió dónde estaba, para comentarle en tono serio, poco habitual tratándose de él.

- Dentro de muy poco estarás listo y podrás cumplir con tu destino.

            El aludido le dedicó una mirada atónita y le inquirió.

- ¿Te refieres a vencer a ese demonio y salvar la Tierra?
- En parte sí. - Admitió Goku que añadió a renglón seguido con un toque de misterio. - Pero hay algo más.
- ¿De qué se trata? - .Quiso saber el chico con evidente interés. –
- No lo sé con certeza, eso sólo Landar puede decírtelo. Lo único que puedo contarte es que tienes un gran potencial. Verás, dentro de ti duermen recuerdos que, libres ya del dominio del mal y tras tu entrenamiento definitivo, pueden despertar en cualquier momento. Seguramente llegada la ocasión en la que los necesites.
- ¿A qué te refieres? - Inquirió Roy.-
-Eres un saiyajin…tu auténtico poder todavía no ha surgido. - Le comentó su mentor agregando. - Por eso quisieron poseerte esos demonios. Y por ello, entre otras cosas, me encomendaron entrenarte.

            El joven le interrogó con la mirada, pero su mentor pasó nuevamente a su característico desenfado para animarle con tono jovial.

- ¡Venga, tenemos que seguir, perezoso!

            Y el muchacho tenía la impresión de que esa especie de advertencia estaba próxima a cumplirse. A medida que se ejercitó con los demás fue tomando conciencia de algo. No era nada concreto, pero sí una sensación indefinida de guardar cosas en su interior que debían salir, pero no como un torrente, al menos no todavía. De momento lo fueron haciendo de forma lenta y controlada, fluyendo una tras otra. Por ejemplo, cuando en un descanso del entrenamiento Ail tocaba su flauta y él, deseando acompañarle materializó otra de muy extraño diseño y belleza también la tocó descubriendo asombrado que sabía interpretar melodías a cual más armoniosa. Del mismo modo luchó con Nephrite a espada para practicar y se desenvolvía tan bien que incluso llegó a derrotar a su asombrado compañero que era un maestro de la esgrima. Pero tuvo que recurrir a que le proporcionasen una espada y él en cierto modo, se sentía incompleto. ¿Quién era realmente el propio Roy? Hasta entonces creyó que sólo un mero cuerpo que había servido de recipiente a un despiadado demonio y que, muerto éste, había liberado su propia conciencia humana. Después una especie de extraterrestre quizás, con poderes muy por encima de lo normal. Pero ¿y si fuese más allá y aquella tampoco se tratase de su personalidad real, sino de otra que encubría una más profunda y desconocida aun? Ahora, a punto de comenzar la batalla definitiva contra el mal, estaba seguro de que lo descubriría...

-Para bien o para mal, espero poder conocerme a mí mismo. - Se decía.- Gracias Son Goku sama.

            El demonio sacó al chico de sus pensamientos, le señaló con una de sus zarpas increpándole.

- ¡No sé cómo has logrado sobrevivir, pero esta vez me aseguraré de acabar contigo definitivamente! Y me lo voy a pasar muy bien haciéndolo. - Rio amenazador. – Ahora ya no hay pacto que valga. Una vez que te destruya me ocuparé de alfombrar de cadáveres la llegada del Maestro a este mísero mundo.
- Esta vez no. - Sonrió Roy a su vez con una expresión resuelta y arrogante. - Ahora las cosas serán diferentes, soy más fuerte que tú. - Afirmó sin pudor. -
- ¡Eso vamos a verlo ahora, miserable! y en esta ocasión no voy a ser tan amable como la última vez. - Se burló Nagashel -

            Y para probarlo se lanzó contra el Guerrero Dorado con una tremenda velocidad, dándole un potente puñetazo que estrelló a este contra unas rocas, destrozándolas por el impacto y sepultando a Roy bajo varias toneladas de piedras.

- ¡Ja, ja, ja! - se rio Nagashel pletórico para sentenciar. - Esta vez no haré comedia, no me durarás ni cinco minutos, pero te haré aguantar un poco más para que sufras. Ya estoy disfrutando el momento…

            De lejos, las guerreras y los compañeros del muchacho presenciaban la lucha. Al ver este golpe, Setsuna y Haruka quedaron impresionadas.

- ¡Oh no! le habrá destrozado con ese puñetazo. - Exclamó Plutón horrorizada. -
- ¡Ha sido terrible! nunca he visto nada igual. Ni aun a Galaxia. - Reconoció Urano también atónita. - ¿Qué clase de poder poseen esos seres?
-Tranquilas, - les dijo Zafiro aparentemente despreocupado. - Es sólo es un golpe de calentamiento seguramente Roy está calibrando la fuerza de su enemigo.
- ¡Pues cómo será cuando empiecen a pelear en serio!,- resopló Makoto moviendo una mano. -

            Usagi y Mamoru se miraron con cierta dosis de inquietud, no obstante, enseguida relajaron esa expresión. Algo salió disparado de entre las toneladas de piedras, era Roy que seguía brillando y estaba sin un rasguño, sólo se acariciaba descuidadamente la mandíbula.

- ¿Era ese tu mejor golpe? ¡Qué desilusión! –Afirmó con gesto divertido. -
- ¿Qué? - Exclamó su enemigo. - ¿Te atreves a burlarte de mí, gusano?...
-Pues sí. Y tal y como yo suponía, esta vez las tornas se han cambiado. No tienes nada que hacer. – Sentenció su rival sonriendo malévolamente para agregar no sin regocijo, parafraseándole - Te voy a devolver uno por uno todos los golpes que me diste...y voy a disfrutar mucho haciéndolo…
- ¿Pero ¿qué dices, estúpido ingenuo? - Se burló el escéptico demonio inquiriendo a su vez. - ¿Acaso crees que he utilizado toda mi fuerza?

            Y para subrayar sus palabras su aura roja refulgió más potente y comenzó a levantar piedras del suelo. Éstas se dispersaron flotando en el aire a su alrededor, apuntó a Roy con sus zarpas y le disparó una andanada de potentes rayos de energía, abriendo un enorme cráter en el suelo. Diamante, Nephrite, Ail y Zafiro, crearon a toda prisa un escudo entre todos para protegerse junto con las guerreras. En ese momento Nagashel lanzó un gran rayo que, al chocar con el suelo tuvo los efectos de una explosión nuclear. La onda expansiva arrolló todo lo que encontraba a su paso.

- ¡Muro del Silencio! - Exclamó Saturno invocando a toda prisa una de sus armas defensivas. -

            Por suerte el poder combinado de todos resistió.  Aunque se tiraron al suelo por si acaso. La primera en levantarse fue Makoto que pudo ver un paisaje totalmente desolado. En derredor suyo sólo quedaba una llanura pelada, todas las formas de relieve en kilómetros a la redonda habían sido arrasadas.

- ¡Dios mío! - Exclamó la guerrera Júpiter con la boca abierta - ¡no queda nada en pie!...
- Si ha hecho esto en sólo unos segundos, ¡qué podrá hacer durante todo el combate! No me gustaría estar en el lugar de Roy. - Añadió Minako cuyo rostro estaba pálido. -
- No sé si habrá podido sobrevivir a eso. - Dudó Ail, ahora verdaderamente preocupado. -
-Tened confianza en él. Vosotros le conocéis. - Les pidió Usagi con un destello de sonrisa asegurando.- Lo superará.

            El grupo de los cuatro compañeros de entrenamiento de Roy miró al unísono hacia la posición de Sailor Moon. Finalmente asintieron. Sin embargo, todos contenían sus respiraciones con semblantes horrorizados. Aunque, para su general alivio, su amigo emergió algo magullado pero ileso de entre la arena.

- Me has manchado el uniforme nuevo. - Le dijo el súper guerrero al demonio que se sorprendió de verlo tan entero. - Ahora sí que me has tocado las narices. ¡Es mi turno! - Espetó entre enfadado y burlón. – Te vas a enterar.

            En esta ocasión fue Roy el que desapareció a una gran velocidad, reapareció golpeando a su enemigo en el vientre. Remató el ataque dándole una patada en la cabeza que lo lanzó contra el suelo. Nagashel se levantó furioso y sorprendido pues no le había visto llegar.

- Debes haberlo esquivado. - Masculló el demonio pensando en su anterior ataque – sí, eso debe ser, ¡sino ahora estarías reducido a partículas! Pero esta vez te machacaré con mis propias manos. Para que no vuelvas a escapar.
- ¡Si crees que voy a dejar que me pongas tus asquerosas pezuñas encima otra vez estás listo! - Escupió el muchacho incitando al demonio con señas para que se acercase, con un ademán insolente y despectivo en su cara. - ¡Vamos, cara de vaca, ven a por mí!

            Nagashel embistió a su enemigo, pero éste le paró en su acometida, ambos se enzarzaron a golpes, su velocidad era tal que los demás no acertaban a distinguirlos. Ni tan siquiera los compañeros de entrenamiento de Roy le habían visto elevar tanto su poder y su fuerza. Estaba claro que, contra ellos, no había recurrido a todo su potencial. De todos modos, ambos contrincantes se separaron jadeantes por el esfuerzo. Empero, Roy parecía más entero, sus largos periodos de adiestramiento con Goku y en el Rincón del Alma y el Tiempo habían dado su fruto, aprovechaba mucho más el aire y la fatiga apenas le afectaba. El demonio comenzó a darse cuenta de ello y ciego de rabia materializó una gran espada de acero negro curvada en forma de cimitarra. Atacó a su rival que esquivaba los mandobles con habilidad. Pero Nagashel logró acorralarlo contra una colina, triunfante se disponía a atravesarlo cuando su presa desapareció.

- ¿Dónde se ha metido? - Aulló el incrédulo demonio girando su gran testa cornuda en todas direcciones.  -
- ¡Aquí! - respondió el aludido apareciendo detrás. - Es una translación instantánea, - le replicó sacudiendo a Nagashel un golpe a dos manos en la espalda antes de que pudiera girarse y que acabó empotrando al demonio contra la colina que se desmoronó por la potencia del choque.

            Éste, loco de furia, salió con la cimitarra por delante. Roy miró al cielo en actitud de trance y sin pensar levantó un brazo y grito.

- ¡Espada Inmemorial! ¡Acude a mi llamada! - Al instante una bellísima y larga espada que relucía como el oro se materializó en su mano, con ella paró los embates de su adversario. – ¡Ahora pelea si te atreves!

            Nagashel desapareció de la vista y Roy lo hizo también. Reaparecieron luchando a centenares de metros en tan sólo un segundo. Las espadas soltaban chispas y llamaradas de luz dorada y escarlata que se abrazaban como si también lucharan entre ellas. El ruido que producían al chocar era como un estallido que retumbase ensordeciendo a cualquiera que estuviera cerca. Las guerreras y sus amigos luchadores incluso debían taparse los oídos que amenazaban con estallarles.

- ¡Es una energía tremenda! – Pudo decir Ami a voz en grito para tratar de ser escuchada, en tanto consultaba su visor. Sujetándose a su vez de las ráfagas del huracán que ambos adversarios producían para afirmar atónita. – ¡Se sale de la escala de medición!

Los demás solamente podían asentir tratando de seguir esa batalla, aferrándose a su vez al suelo y de no quedar sordos ante aquellas detonaciones…

-Tratemos de aguantar. - Les indicó Diamante. - Debemos concentrar todas nuestras energías en crear una pantalla defensiva.

            Así lo hicieron, dado que esas fuerzas desatadas eran tan tremendas que podían notarse en la ciudad, a bastantes kilómetros del combate. Las hermanas habían sentido temblar el suelo bajo ellas. Estaban casi curadas de sus heridas y a punto de dormir un rato, pero aquel súbito terremoto las disuadió de ello. Temiendo un nuevo ataque de los demonios salieron presurosas junto a Tom. Desde esa distancia vieron el resplandor de una gran luz en forma de hongo atómico y el estruendo ocasionados por aquella explosión que provocó Nagashel. Seguidos de esa especie de tañidos que reverberaban como si dos grandes barras de metal chocaran. Todo se había inundado por el resplandor y enormes rayos dorados y escarlatas cruzaban el lejano horizonte. Hasta ellos llegó también una ráfaga de viento que, si bien venía atenuado por la distancia, todavía era capaz de sacudir violentamente sus cabellos levantando papeles y polvo, aullando como si de un tifón se tratase.

- ¿Qué ha sido eso? - Chilló Beruche tapándose los ojos para no cegarse. -
- ¡Parece una bomba atómica!,- repuso Cooan gritando también para poder ser escuchada. -
- ¡Es energía! - añadió Karaberasu declarando estupefacta. - ¡Dos fuerzas inmensas están luchando!

            Bertie sintió un pálpito, el corazón le había dado un vuelco. Por un instante sintió como si… suspiró dejándolo correr, a estas alturas su imaginación le jugaba malas pasadas. Deseó que las guerreras, a las que suponía luchando contra aquella fuerza terrible, obtuvieran la victoria.

- ¡Vamos chicas! Tenemos que buscar un lugar seguro. Esas descargas son tan poderosas que incluso podrían afectarnos aquí. - Les indicó su compañero. -

Ellas asintieron al unísono. Tom y las muchachas recorrieron algunos callejones buscando amparo ante una posible onda expansiva a la par que advertían a cuantos se encontraban. Llegaron a una callejuela estrecha y desierta y se refugiaron allí.

- ¡Ojalá Usagi y las demás pueden vencer a ese monstruo! – Suspiró Cooan. -
-Sí, debe ser ese maldito Nagashel que ha regresado. – Acordó Petz. -
-Al menos esto está desierto. No parece haber rastro de demonios, ni de sectarios, ¡menos mal! – Terció Bertie. -

Pero tanto ellas como los demás se equivocaban. Pensaban que allí no quedaba nadie hasta que una voz gutural se escuchó tras ellos. De entre las sombras de una calleja adyacente surgieron dos ojos rojizos y después un hábito negro. Las chicas, horrorizadas, reconocieron al Gran Sabio. Y no estaba solo, un desarrapado Fantoui le escoltaba blandiendo un largo cuchillo ensangrentado.

- ¡Tienes toda la razón justiciera! Nagashel ha vuelto y destruirá este asqueroso mundo. Pero vosotras no lo veréis, ¡yo os mataré antes! - Amenazó aquel ente con su voz siseante. –

            Pero Tom se interpuso en su camino y Fantoui se encaró con él. El chico desenvainó su katana. Ambos tenían muchas ganas de acabar con su oponente y comenzaron un reñido combate. Las chicas querían ayudar a su amigo, pero no pudieron pues el Sabio las atacó lanzando rayos de energía que ellas esquivaron a duras penas. La réplica fue inmediata, Tom se desembarazó de su rival unos preciosos segundos y los empleó lanzando un conjuro protector que hacía las veces de escudo, frenando los ataques del nigromante. Cooan atacó entonces con una andanada de flechas de fuego y Beruche con sus agujas de hielo. El Gran Sabio los rechazó levantando su bola y emitiendo energía desde ella.

- ¡Ahora lo entiendo! - exclamó Petz. - Todos sus poderes provienen de esa maldita bola. Seguro que no la destruimos la otra vez, por eso ha vuelto.
- ¡Sí, es verdad! - Convino Cooan recordando. - Usagi nos lo advirtió y lo debimos pasar por alto.
- Eso lo resuelvo yo en un momento. - Gritó Karaberasu lanzando su látigo que hizo presa en el brazo del Sabio descargando contra él una potente ráfaga de energía, provocando que éste soltara la bola que cayó al suelo. -
- ¡Maldita perra! - La insultó el nigromante añadiendo con un desagradable siseo. - ¡Da igual lo que hagas!, ¡cuando ese bebe nazca llevará la semilla del mal y os destruirá a todos! - Les profetizó con odio. - ¡Me oyes! Serás la causa de su ruina… ¡ja, ja, ja, ja!

            La aludida palideció asaltada por ese temor, pero logró superarlo al momento y no soltó su látigo hasta que el Sabio consiguió desasirse no sin esfuerzo. La justiciera, totalmente agotada, cayó al suelo y Petz la ayudó a levantarse apartándola de allí. Bertie las cubrió en esa retirada con una andanada de cristales que su enemigo esquivó y ella entre tanto le escupió con desprecio.

- Eso no sucederá porque le libraremos del mal al igual que hicimos con todos los demás y con nosotras mismas. ¡Has fracasado, Sabio!...
- ¡Y esta vez para siempre! Nos las vas a pagar todas juntas, por todo el sufrimiento que nos has causado, aquí y en Némesis. - Remachó Petz que dejó a su hermana a cubierto y apoyada tras una esquina para que recuperase el resuello. –
- ¡Ja, ja, ja! - Rio él sentenciando con sadismo. - ¿Sufrimiento? ¡Pobrecitas ingenuas! Eso todavía no ha terminado. Seguiréis el camino de vuestra madre. ¿Por qué creéis que terminó por enloquecer? Mi hermano en el futuro le mostró cuales serían vuestros actos crímenes y cual sería vuestro destino… ¡La aniquilación! Y vuestro padre fue silenciado cuando llegó a darse cuenta de lo que estaba sucediendo. ¡Ese maldito entrometido de Ópalo! Tuvo un fin tan miserable como su propia existencia.

            Eso hizo que en los rostros de las chicas apareciera la sorpresa y el horror. ¿Qué le sucedió a su padre? Siempre habían creído que desapareció en una misión, seguramente destruido o capturado por los terrestres. ¿Y qué pudieron hacerle a su madre para dejarla así? No obstante, fue Petz la que quedó más impactada de todas. Ella fue quién la vio por última vez… entonces sus palabras no tuvieron mucho sentido para ella…

A su mente volvió ese recuerdo. Antes de partir en su misión hacia el pasado en la Tierra. Cuando tras lograr permiso para ir a visitarla al fin llegó a su casa. Unas droidas de servicio la abrieron. Pasó preguntando con tono dubitativo.

- ¿Mamá?... Soy Petzite… ¿Estás aquí?...

            Entonces una figura bastante demacrada y con el cabello lacio salió de una habitación. Para su horror la chica pudo reconocer a su madre. Ésta venía casi trastabillándose y al ver a la joven se detuvo en seco, señalándola con un dedo acusador.

- ¡Tú!… eres…
-Soy Petzite, mamá. - Replicó la chica tratando pese a aquella impresión de sonreír. -
- ¡Eres una de ellas! - Exclamó la mujer. - Apártate de mí, no eres mi hija.
- ¡Claro que lo soy, mamá! - Contestó la asustada muchacha. - Soy yo…he venido a verte.

            Pero aquella enloquecida mujer movía la cabeza con un rictus de temor y casi desesperación, musitando de forma inconexa…

-Todos corrompidos. ¡La Luna Negra! …mis hijas, mis niñas… ¿Dónde están? ¿Qué habéis hecho con ellas? - Chilló ahora. -
- ¡Pero mamá! - Pudo sollozar Petzite realmente impactada por aquella dantesca escena. - ¿De qué estás hablando?...

            Aunque esa mujer pareció reaccionar mirándola entonces con otra expresión, lloraba ahora y se lanzó a abrazar a la asustada chica.

-Petzite cariño… no dejes que te capturen a ti también. No les creas…
- ¿Capturarme? ¿Quién? ¿Qué te ha pasado?... ¿Dónde está papá? - Quiso saber la muchacha que estaba totalmente sobrepasada por aquello. -
- ¿Papá? -Gimió nuevamente su madre, que agregó con tono desvalido y lloroso, cambiando radicalmente de tema y hablando como si fuera apenas una niña. - Abuela…cuéntame más cosas de la Tierra…

            La muchacha no podía evitar llorar viendo el lamentable estado de su pobre madre. Por más que lo intentó no logró sacarla ya de esas ensoñaciones que la poseían. Finalmente se marchó, musitando entre sollozos.

-Adiós, mamá…te quiero.

            Y la cruel carcajada de aquel Sabio la hizo salir de esos pensamientos. Entonces, la furiosa chica espetó preparando su ataque…

- ¡Bastardo! ¡Jamás te lo perdonaré! ¡Lo vas a pagar!…

            Sin embargo, él arreciaba en sus burlas, exclamando con regocijo.

-Vuestra madre pasó sus últimos días viviendo escondida, ¡como una alimaña! Se arrastraba a una especie de sótano para evitar que la descubriésemos. Se consolaba oyendo sus patéticas canciones. Creyó que sería capaz de vencer a mi hermano con eso. ¡Estúpida! Pero en el fondo de su alma ella sabía que terminaría mal. Finalmente, no pudo escapar a su destino. Y vosotras tampoco podréis.
- ¡Miserable canalla! - Pudo espetar Karaberasu con una mezcla de furia y desolación. - Vamos a acabar contigo en su nombre.
-Ella lo intentó, pero no fue capaz de lograrlo. Y vosotras, la seguiréis. Pero no es justo darle todo el mérito a mi hermano. - Añadió divertido. - Sois responsables de su muerte tanto como él. ¡La dejasteis sola! Murió llamándoos sin que nadie la respondiese.
           
            Aquellas palabras las golpearon de un modo más inmisericorde que las ráfagas de energía que el Sabio arrojaba y que ellas volvían a intentar frenar con sus poderes combinados. Sus energías resistían, lo malo fue que no pudieron evitar sentirse culpables y consternadas, porque, aunque ese ser fuese malvado y despreciable en eso no mentía.

-Estábamos siendo manipuladas por ti o por eso otro, quien quiera que fuese. - Denunció Bertie sobreponiéndose y defendiéndose a sí misma y a las otras. - Pero ahora somos libres. Y no lograrás volver a utilizar nuestros sentimientos en nuestra contra.
-No me será necesario. ¡Ja, ja, ja! - Se burló él. - Vuestra misma conciencia os perseguirá. Vuestros padres murieron sin que vosotras movieseis ni solo un dedo para protegerles. Hasta llegasteis a olvidarles. ¡Qué vergüenza de hijas!, ja, ja, ja…

            De hecho, las chicas se sentían realmente mal escuchando esas imprecaciones. Pese a tratar de ignorar esas palabras, de algún modo aquel maldito encapuchado había logrado que se les quedasen clavadas en lo más profundo de sus corazones. Aquel engendro diabólico era un hábil manipulador. Eso hizo flaquear por un momento su resolución y en esa guerra que mantenían. La energía del Sabio ganó terreno, fue cuando Cooan reaccionó, arengándolas.

- ¡No perdamos el tiempo discutiendo con ese monstruo y destruyamos su bola! Mientras siga intacta tendrá todo su poder.

La joven estaba buscando la misma, que todavía rodaba por el suelo, con la mirada, a la par que se disponía a apuntar contra ella con su arco.  Entonces la Dama del Fuego la vio. Exclamando.

– ¡Desaparece maldito!
- ¡Nooo!,- aulló desesperado el Sabio tratando de recobrarla, pues escuchó a sus enemigas y sabía que ahora conocían su secreto. – ¡Perras traidoras!

            Tratando desesperadamente de hacerse con ella, lanzó un nuevo rayo hacia las chicas quienes una vez más lo interceptaron con sus energías. Ambos chorros de poder se aguantaron en el aire. Beruche y Petz, a las que se unió a duras penas Karaberasu, resistían ese pulso dejando libre a Cooan que, entre tanto, logró apuntar a  su blanco con el arco y disparó una gran flecha de fuego. La bola, al recibir el impacto directo estalló. En ese mismo instante el poder del Gran Sabio se extinguió. Bertie, Karaberasu y Petz a las que a su vez se unió ahora Cooan, aumentaron la intensidad de sus rayos con las reservas que les quedaban y le destruyeron. Esta vez definitivamente.

- ¡Adiós para siempre maldito asesino! Que disfrutes en el Infierno. - Exclamó una pletórica Bertie.-
-Sí. Al fin hemos vengado a nuestro mundo y a nuestros padres. - Añadió Kalie con el emocionado asentimiento de sus hermanas. - Ya podrán descansar en paz…

            Y dio la impresión de que esas palabras provocaron algo, al menos, de entre los cristales que habían pertenecido a esa bola algo comenzó a elevarse.

- ¿Qué es eso? - Exclamó Cooan. -
-No lo sé, pero a buen seguro no será nada bueno. - Replicó Beruche. -
-¡No vamos a cometer el mismo error otra vez.! – Sentenció Karaberasu. -

Las demás convinieron en eso y se pusieron nuevamente en guardia temiendo que aquel malvado se regenerase de algún modo. Estaban prestas a rematarle de manera definitiva, aunque sus temores fueron por esta vez infundados. Sucedió todo lo contrario, una neblina dorada tomó forma. Y para asombro y emoción de las jóvenes, una figura de mujer que les era muy conocida y querida las saludó con voz dulce y llena de afecto.

-Mis queridas hijas. ¡Ojalá podáis ver esto!
- ¡Mamá! - Sollozó Petz sin poder creer lo que contemplaba.

Esa figura sonrió, dio la impresión de contestar a esa invocación. No obstante, enseguida aclaró mientras se condensaba más claramente en la imagen de una mujer de cabellos castaños y tonos violetas algo encanecidos y con un rostro marcado por alguna arruga que miraba al frente con unos bellos ojos azules haciendo aguas.

-Llegado el lejano día en el que podáis ver esto, ya seré solamente un recuerdo. Un fantasma, pero no maligno ni cruel como éste al que habéis derrotado. Porque si me estáis viendo es que habéis sido capaces de destruirle. Quiero que sepáis que me enfrenté a él y que no tuve miedo. No estaba asustada. Le planté cara y se lo hice pagar. Incluso logré introducir este holograma mío en su maléfica bola sin que él lo sospechase. Solamente sentí tristeza por no volveros a ver.
-¡Mamá! - Gimió una emocionada Bertie a su vez. - Te echamos muchísimo de menos.
-Hijas mías, mis preciosas y magníficas hijas. Lo sepáis o no sois la razón de mi existencia. – Sonreía esa figura ajena a la réplica. - Sed fuertes, permanecer unidas y apoyaos entre vosotras. Sé que algún día descubriréis lo que sucede y vuestros nobles corazones harán que finalmente os rebeléis contra la maldad. Cuando ese momento llegue lucharéis contra ella y a favor de la justicia como hicimos vuestro padre y yo. Y no nos arrepentimos de ello. Él os quiso muchísimo, os lo aseguro. Lo mismo que yo. No os arredréis ante las dificultades. Viajaréis muy lejos, vuestro destino os conducirá a un tiempo y un lugar muy distante. Sé que sufriréis, pero también estoy convencida de que superaréis todos los obstáculos, y que venceréis. Estáis destinadas a ser felices.
- ¡Mamá!, te queremos. - Pudo decir la llorosa Karaberasu, acariciándose a su vez el vientre.-
- ¡Al fin recuerdo tu rostro, mamá! - Lloraba también Cooan. -
-Ya no me queda tiempo. Pronto todo llegará a su fin, pero será también el principio. - Sonrió una vez más aquella mujer de un modo animoso, para dirigirse a ellas una por una y declarar con dulzura. - Petzite. Mi jovencita marimandona. Eres la mayor, te confío a tus hermanas, tienes mucho carácter y eres fuerte, pero también amorosa y buena, cuídalas, protégelas y sobre todo, permítete ser feliz, hija mía.

            Las lágrimas caían por las mejillas de la aludida al tiempo que asentía con devoción.

-Te lo prometo, mamá…- Pudo sollozar. -

            Ajena a esa réplica, la imagen de su madre prosiguió…

-Calaverite. Mi chica presumida. Eres ingeniosa, llena de optimismo y muy perspicaz. Guía a tus hermanas y vela por ellas. Y, sobre todo, disfruta de la vida como tú sabes, aunque siempre con prudencia. Sé que saldrás adelante sea cual sea tu destino y las pruebas por las que debas pasar. No te rindas jamás. Eres muchísimo más fuerte y generosa de lo que tú crees.  Y jamás lo olvides, cariño. Por oscura que sea la noche, siempre termina por amanecer.

            La joven quiso decir algo, pero no fue capaz de articular palabra, se llevó las manos al rostro tratando de contener el llanto sin lograrlo, al fin suspiró con un gemido…

-Lo haré, mamá…

            E Idina pasó a la siguiente de sus hijas que la escuchaba con idéntica emoción a las otras.

-Bertierite. Mi niña lectora. Eres muy inteligente y tenaz. Aconseja a las demás. Aunque sé que puedes llegar a ser algo tímida. Pero estoy segura de que, con el tiempo, sabrás liberar todo el inmenso amor que hay en tu interior. Por tus hermanas y por otras personas…recuerda el nombre de tus flores favoritas. Ese nombre será para alguien muy especial, una preciosa criatura sangre de tu sangre y parte de ti. Una niña que, cuando crezca y se haga mujer, marcará diferencias.

            La chica, llorando como el resto, no acertó a comprender aquello, pero asintió musitando.

-Sí, mamá…

            Aquel holograma sonrió ampliamente y prosiguió con tono cariñoso.

-Y tú, Kermesite, mi pequeña bailarina. Siempre tan alegre y llena de inocencia. ¡Nunca la pierdas, pase lo que pase! Por oscuro que el mundo te parezca, conserva la luz en tu interior. ¡Ojalá un día tengas una hermosa niñita a la que ponerle mi nombre! Una hija que sea la madre de una gran familia.
- ¡Mamá! - Gimió la aludida. - Lo haré, te lo prometo…

            Idina sonrió una vez más, ahora entre lágrimas, comenzando a desvanecerse, aunque antes de hacerlo del todo, pudo decir a modo de despedida.

-Si me estáis viendo es que triunfé en mi propósito. No sé si habré podido terminar con ese Sabio. Aunque eso no era lo realmente importante. Lo principal era haceros llegar este mensaje a través de su involuntaria colaboración. Quiero creer que lo he logrado. De modo que os daré un último consejo. Sois todas excepcionales, pero aún más cuando estáis juntas. Vuestra mayor fuerza radica en vuestra unión. Apoyaos e inspiraos las unas en las otras, como yo lo he hecho contemplando vuestra imagen y la de vuestro padre. Y escuchando algunas hermosas y viejas canciones de la madre Tierra.

            Y para asombro de las jóvenes, su sonriente madre debió de poner una de esas melodías entonces, dado que pudieron oír a alguien cantar.

¡Aleja esos perros de mí! 

Tu vida es un misterio 
la mía, un libro abierto 
si pudiera leer tu mente 
creo que lo haría 

no tengo miedo, cariño, 
no me importa….

¿Qué tienes que esconder? 
¿qué necesitas probar? 
siempre estás mintiendo 
esa es la única verdad 

no tengo miedo, cariño, 
no me importa. 

Esta noche las calles están llenas de actores 
no sé por qué 
¡Oh!, aleja esos perros de mí 
antes de que me muerdan. 

¿Qué tienes que decir sobre las sombras del pasado? 
creí que si lo habías pagado te lo quitabas de encima 
¿a dónde tenemos que ir 
para que podamos reírnos libremente? 

iría a cualquier parte, cariño 
no me importa 
no tengo miedo.

Esta noche las calles están llenas de actores 
no sé por qué 
¡Oh!, aleja esos perros de mí 
antes de que me muerdan, 
antes de que me muerdan. 

Esta noche luché y 
me he decidido 
sé que es lo correcto 
sé que esos perros todavía 
son una amenaza a mi alrededor 

pero puedo, puedo luchar. 
Si fuera tú, si yo fuera tú 
no me trataría como 
tú lo haces. 

Si fuera tú, si yo fuera tú 
no me trataría como 
tú lo haces. 

Si fuera tú, si yo fuera tú 
no me trataría como 
tú lo haces. 

No tengo miedo, 
cariño, no me importa. 

Iría a cualquier parte 
cariño, no me importa. 

No tengo miedo 
no tengo miedo 
no tengo miedo 

(I am not Scared. Eighth Wonder, crédito al autor)

            Y al terminar la canción, y con una mirada plena de cariño, orgullo y determinación, Idina sentenció mientras lentamente se iba desvaneciendo, agotada la energía que la había hecho retornar tan fugazmente junto a sus hijas.

-Ahora sí que he podido deciros adiós como siempre quise. Recordad, mis amadas niñas. No tengáis miedo, nunca tengáis miedo…pues estaréis en mi corazón y yo permaneceré a vuestro lado…No importa si es en el pasado, el presente o el futuro. Os quiero y os querré por siempre…

            Y esa imagen desapareció por completo, dejando solamente el vacío. Las muchachas se miraron entre lágrimas, con una mezcla de tristeza, y alegría imposible de describir. Ninguna era capaz de articular palabra, presas de la emoción. No obstante, debían tener cuidado, no estaban solas y el peligro distaba todavía mucho de haber terminado. Su amigo y compañero seguía peleando a escasos metros sin haberse percatado de aquello. Aunque Fantoui lanzó un agudo chillido de furia y terror al ver como su amo era aniquilado y cargó contra Tom ciego de rabia. El chico le dejó acercarse y prosiguieron su encarnizado combate. Al fin, con un rápido movimiento de kendo, Tom esquivó una de las acometidas de su enemigo cortándole con su espada a la altura de la cintura. El sectario cayó al instante y murió pocos segundos después tras manar una copiosa cantidad de sangre. El muchacho suspiró largamente clavando su arma en el suelo y apoyándose en ella entre jadeos de agotamiento y pesar. Por necesario que hubiese sido y por cruel que demostrase ser Fantoui, no dejaba de repugnarle haber matado a un humano. Aunque desde luego nadie se lo reprocharía y él mismo se dijo que no tuvo otra opción. Aquella era una guerra a muerte contra el mal. Ese cerdo y los suyos seguramente habían masacrado ya a mucha gente inocente y si él y las chicas no lo hubiesen impedido, habrían matado a mucha más. Ellas, por su parte, no quisieron mirar el cadáver del sectario. Pero se solidarizaron con Tom, sobre todo Cooan que no tardó en abrazarle.

-No pudiste hacer otra cosa, cariño. - Le susurró amorosa y comprensivamente en tanto él apenas si asentía. -
- Se acabó. - Sentenció una jadeante Beruche mirando a lo lejos, consciente al igual que los demás, de que ellos no podrían llegar a tiempo y mucho menos intervenir, ante la magnitud de ese poder y añadió a título de esperanzado consuelo. - Al menos la secta. Pero, ahora nos queda Nagashel. Y me pregunto, - suspiró en voz alta haciendo audible lo que todos pensaban - ¿quién estará luchando contra ese demonio? Supongo que la Guerrera Luna y las demás. ¿Podrán vencerlo?

            Su pregunta no fue contestada por nadie, aunque todos deseaban que así fuera…

            Entre tanto en aquel páramo la batalla continuaba de forma encarnizada. Roy contraatacaba con gran fuerza haciendo retroceder al demonio, manejaba su espada como si hubiese luchado con ella toda la vida. No sabía cómo lo hacía, era como si se despertasen viejos recuerdos dormidos hasta entonces en él. Tal y como Goku le anticipó. La espada y su cuerpo parecían ser uno y ambos se movían diestra y rápidamente como un relámpago de luz dorada.

-¿Cómo es posible? - Aulló Nagashel sorprendido y desencajado por el asombro. - ¡No has podido mejorar tanto en tan poco tiempo!
- Te sorprenderías, - repuso su rival que, llevado por una especie de flash en su mente, comenzó a decir cosas que ni él mismo comprendía. - ¡Ya no tienes a un humano asustado y sin esperanzas delante de ti! Soy el príncipe de un reino inmortal y tú, maldito demonio, ¡pagarás por todo el daño que le has hecho a este mundo y al otro!
-¡No puede ser! - tartamudeó aquel ente diabólico desbordado por la sorpresa, llegando entonces a comprender. - ¡Tú provienes de la anterior humanidad!

            El muchacho siguió atacando espoleado por los crecientes recuerdos que se agolpaban en su mente. Nagashel le lanzó un desesperado revés con su cimitarra, pero su enemigo lo esquivó y girando sobre sí mismo dio un mandoble que decapitó a su rival. Después, bajó al suelo clavando su espada en él, concentró energía uniendo las manos como Goku le había enseñado y gritó.

-¡Onda de fuerza vital, acaba con mi enemigo! Va por ti, maestro ¡Kame ha me haaa!

Lanzó un poderoso chorro de energía que desintegró al demonio, tanto la cabeza como el cuerpo de éste se disgregaron en partículas que fueron arrastradas por el viento. Tras esto sonrió y dijo elevando la vista al Cielo.

-Por todos vosotros, Bertie, Connie, Tommy, chicas, amigos, papá, mamá, Landar y por vosotros maestros Kaio, Piccolo, Trunks, Vegeta, Son Gohan, Son Goku…

            Desde la distancia las guerreras y sus compañeros le vitorearon eufóricos, y se dirigieron hacia él para felicitarle...

-¡Maravilloso!- Exclamó la sailor Urano sin dejar de aplaudir.-
-Lo ha conseguido. - Convino la asimismo eufórica Marte. –
-¡Gracias a Dios!- Sonrió Ami, con los ojos haciendo aguas por la emoción.-

Usagi misma sonrió, aunque entonces ese rictus se le quedó congelado y un gesto de pavor lo sustituyó.

-¡Oh no!¡ No puede ser! -Musitó horrorizada. -
-¿Qué pasa?- Quiso saber Minako mirándola sin comprender.-
-Cualquiera diría que has visto un fantasma. - Comentó la también extrañada Makoto. -
-Esto no debería de estar sucediendo. - Musitó la horrorizada Sailor Moon. -

 Pese a que las demás la observaban perplejas, en demanda de una explicación, no tuvo tiempo de darla. El cielo comenzó a cubrirse con densos nubarrones oscuros y un agujero negro emergió entre ellos. Se creó una corriente de aire huracanado que atraía a todo lo que encontraba hacia ese vórtice. Las guerreras y los demás aguantaron concentrando sus auras para clavarse al suelo, pero los demonios fueron entrando dócilmente, absorbidos por él. Tanto Roy como los demás miraban atónitos. Entonces algo horrible surgió de ese agujero, una gran sombra que envolvía una figura gigantesca. El poder y la maldad tan absoluta que manifestaban heló el corazón a todos dejándoles incapaces de moverse.

-¡No miréis! - Les ordenó Usagi, adoptando en ese instante la apariencia de la reina Serenity y emitiendo un aura que rodeó a sus amigos. -

            Todos se taparon los ojos o volvieron las cabezas, obedeciendo de inmediato. Rei apenas si pudo musitar con un tono dominado por el terror más absoluto.

-¡Ese aura de maldad, es algo inconcebible, jamás había percibido nada igual!

Entonces una voz, más allá de cualquier sonido inteligible, pronunció un nombre. Roy pudo escucharlo con claridad y lo reconoció, “Asthel ven a mí “, decía esa llamada cavernosa y aquella silueta que avanzó dirigiéndose hasta él con dos enormes ojos rojizos que se le clavaron. El muchacho no podía moverse pese a estar al máximo de su poder. Le invadía un terror sobrenatural. Al igual que a los demás. Las nubes cruzaban el cielo a gran velocidad y terribles relámpagos negros y malvas azotaban la superficie de la tierra alrededor de ese ente gigantesco. El joven estaba a punto de ser arrastrado y cuando creyó no poder soportarlo ni un segundo más, esos ojos desviaron la mirada hacia otro punto. El chico pudo suspirar de alivio. Aún con el corazón encogido de miedo trató de rehacerse, pensaba que iba a ser desintegrado sólo con la fuerza de esa visión. Pero ocurrió que, ante Roy y esa figura, apareció Landar. El mago que refulgía con una energía inmaculada aguantando a pie firme ese vendaval y sin parecer en absoluto asustado, espetó a esa terrible aparición, con una potente voz de mando.

- ¡Él ha ganado! ¡Tú has perdido! ¡Cumple con lo pactado y retírate de aquí! ¡En el nombre del Creador te lo ordeno! – Entonces levantó sus manos, llevaba un bastón que emitió una luz blanca y cegadora envolviendo el lugar. – ¡Vade retro!…

            Al principio aquella exhortación no dio la impresión de funcionar. No obstante, poco a poco esa figura obedeció y se fue retirando hacia el interior del agujero entre rayos y truenos que descargaban ráfagas sulfurosas. Acabó de entrar y con ella los últimos demonios. El gran acceso al Infierno se cerró tras ellos y sin que el grupo apenas pudiese darse cuenta todo volvió a la normalidad. En ese instante, las esferas Yalmutud salieron despedidas hacia el cielo, despareciendo en las alturas.

- ¿Qué ha pasado? - Quiso saber el perplejo Nephrite.-
-Ni idea. - Contestó un también atónito Ail. -

Mientras tanto Serenity retornó a su forma de Guerrera Luna. El sol volvió a brillar, ya no había rastro de energía maligna y todos pudieron moverse al fin. Ahora notaban una gran paz que les llenaba los corazones. El miedo fue desapareciendo sustituido por una enorme sensación de libertad y alegría. No obstante, cuando estuvo lo suficientemente recuperado, Roy preguntó al mago con una voz suave, teñida de temor reverencial.

- ¿Qué era eso, Landar? ¿Por qué no he podido ni moverme? ¡Nunca he sentido tanto poder!, ¡ni siquiera en Son Goku!, ¡era algo inimaginable y terrible!

            El Mago le dedicó una larga mirada y respondió de forma solemne. Haciendo extensivas sus palabras a los demás.

- Acabáis de enfrentaros cara a cara con el máximo poder del noveno círculo infernal. Ese era el Príncipe de las Tinieblas en persona. El amo de todos los seres malignos contra los que habéis luchado. En este mundo vosotros le llamáis Satanás. Y no estaba aquí en realidad, eso era tan sólo el aura que le emanaba desde las profundidades del Infierno, en donde deberá resignarse a continuar.

            Todos quedaron petrificados por el espanto, pero poco a poco se rehicieron. Diamante fue el primero en poder hablar recobrado de la impresión y todavía cubierto de sudor frío.

- Pero ya se ha ido. ¿Estamos a salvo, ¿no? - Quiso saber con visible inseguridad. -
- Sí - asintió Landar con aire confortador. - Ya os he dicho que sólo ha manifestado su aura espiritual. No podía entrar en este mundo una vez vencido, pero su poder es mucho mayor. De hecho, ya ningún demonio podrá volver a la Tierra. Las esferas Yalmutud han sido puestas en lugar seguro.
- ¿Y dices que su poder es mayor que eso? - Balbuceó Ail sin poder creerlo. -
- Ruego a Dios para que jamás tengamos que vernos las caras con él en su terreno. - Declaró Zafiro aun atemorizado. -
- Explícanos eso, Landar. - Le pidió Nephrite entre asombrado y achantado por esas palabras. -
- Esta batalla formaba parte de una pugna que se remonta más allá de los tiempos, - declaró el interpelado. - Es la lucha entre las fuerzas del bien y del mal. Y vosotros, y los demonios que habéis derrotado, habéis sido las piezas de esta partida. En esta ocasión el bien ha ganado, pero volverán a existir más partidas, como ya las hubo en otros momentos y otras épocas.
- Podrás contarnos ahora la historia completa, ¿verdad? - Le pidió Zafiro con patente curiosidad. -
- A su debido tiempo todo os será revelado, aún no. Debéis esperar - repuso el mago y su gesto se relajó esbozando una tenue sonrisa para añadir. - Ahora ya podéis volver a ver a vuestros seres queridos.
- ¡Si!,- convino Ail recobrando el entusiasmo. - ¡Yo tengo muchas ganas de ver a Ann y a mi hijo!
- No le hemos dicho a las chicas que habéis vuelto a la vida. Deseábamos que vosotros mismos les dieseis la sorpresa. - Confesó Ami al grupo de Roy. -

Después Mercurio se fundió en un abrazo con el muchacho, secundada por Rei y la propia Usagi. Aunque tras separarse de Roy, la guerrera Luna se aproximó al mago y le susurró en un discreto aparte.

-Tenemos que hablar. Hay algo que no debería estar pasando. He podido sentirlo. ¿Lo has notado también tú?

            Su interlocutor asintió, aunque no pronunció palabra, quién sí lo hizo fue Mamoru, afirmando con satisfacción.

- Éste es el final de la batalla y nos merecemos un descanso.
- La misión está cumplida. - Suspiró Rei con el aprobatorio asentimiento de las demás. -
- Es cierto. - Añadió Usagi, volviendo junto al grupo como si nada hubiera pasado y declarando con mucho mejor dominio del inglés de lo que había aparentado con anterioridad, sobre todo cuando añadió. – Lo habéis hecho muy bien. Y ya podemos contaros toda la verdad.
-¿Acaso guerreras hay algo que debáis decirnos y no sepamos ya?- Las interrogó Diamante con visible interés. -
- Así es. - Terció Mamoru que añadió con serenidad. - Pero aguardaremos a estar todos juntos, cuando Tom y las chicas se reúnan con nosotros.

            Todos estaban muy intrigados, pero parecía que aun deberían esperar, no obstante, Nephrite optó por preguntar algo más personal.

- Debéis contadme todo lo que ocurrió en el mundo desde que fui asesinado. ¿Qué tal está Naru? - Quiso saber con mucho interés. -
- Bueno, ahora sale con un chico. - Le contó Makoto un poco envarada para explicar - tras la batalla final contra el Reino de la Oscuridad. Es largo de explicar. Todos perdimos la memoria, como te digo, es una larga historia. Yo la verdad es que ni te conozco. Aunque – suspiró reflexiva – Me recuerdas mucho a un antiguo…
- ¿Novio que tuviste? - se sonrió Minako para afirmar divertida. – Chica, ¡siempre estás con lo mismo!

Aunque esta vez Guerrero Júpiter no se rio con las demás y sí insistió con gesto sorprendido y confuso.

- No, no es eso… al menos eso pienso. En este caso hay algo, me resultas muy familiar, pero no recuerdo…
- Bueno. – Terció Ami dirigiéndose ahora a Nephrite que observaba a Makoto sin comprender. – Lo cierto es que desde que tú moriste sucedieron muchas cosas.
- Sí, es bastante largo de contar - asintió Rei agregando apenada. - Y algunas de mis compañeras ni tan siquiera saben bien quién eres tú. Como la propia Júpiter, todavía no habían emergido como guerreras entonces. O no te recuerdan de sus pasadas vidas.  De hecho, la propia Naru ignora quién eres. Para que lo supiera, deberíamos devolverle los recuerdos que perdió cuando Usagi purificó la Tierra al destruir a Metalia y eso podría ser muy doloroso para ella.
- Ahora tiene una vida hecha y estable y sería muy duro cambiársela. - Afirmó Ami con el mismo pesar. -
- Comprendo - repuso apagadamente Nephrite bajando la cabeza y añadiendo con resignación. - Quizás sea mejor dejar las cosas como están. De todas maneras, iré con vosotros. Quiero saber todo lo ocurrido y comenzar una nueva vida allí, en Japón.
- Yo también os acompaño. - Se les unió Ail eufórico, aunque cuidó de intentar mitigar este sentimiento por solidaridad con su amigo, sin embargo no pudo evitar insistir. –Perdóname amigo. ¡Es que estoy loco por volver a abrazar a mi mujer y mi hijo!

            El aludido le dirigió una amable sonrisa, comprendía a su compañero de lucha y no se lo reprochaba, es más, se alegraba mucho por él porque una de las cosas más importantes que todos habían desarrollado era la solidaridad. Tanto las penas como las alegrías de uno de ellos lo eran del resto. Nadie debía darlo a entender con palabras, un sólo gesto o una mirada bastaban y eso sucedió entre Nephrite y Ail, con el cómplice asentimiento de los demás. Así pues, ambos se despidieron de Roy, Zafiro y Diamante.

- Espero que volvamos a vernos. - Les dijo Zafiro a todos los que se disponían a marcharse. -
- Cuando hayáis tenido tiempo de reencontraros y ver a vuestros seres queridos. – Le respondió Mamoru. - Una vez estemos juntos volveremos aquí.
-¡Y haremos una gran fiesta! Dejad eso de mi cuenta. – Declaró Roy con su típica animación de siempre emplazándoles a todos - y pasaré lista, de modo que a ninguno se os ocurra faltar.

            Diamante asintió con una sonrisa añadiendo por su parte tras ponerse nuevamente serio.

- Reina Serenity, Rey Endimión o, mejor dicho, Guerrera Luna, Señor del Antifaz y por supuesto guerreras guardianas de la justicia. Ha sido un placer volver a estar con vosotros, conocer a las demás y luchar al lado de todos como amigos. Pero quisiera tener la ocasión de enmendar del todo las cosas. Por ello os pido humildemente perdón por mi comportamiento pasado. - Remachó con pesar. - Me avergüenzo profundamente de lo que hice. No fui digno de mis antepasados.

            El príncipe no podía olvidar pese a todo la forma que tuvo de intentar lograr el amor de la reina Serenity. Aquella vez en el futuro cuando la raptó y casi abusó de ella. Ahora, largo tiempo desvanecidos los efectos de esa energía oscura que le cegó, se daba plena cuenta de eso. La vergüenza le invadía y casi no tenía ánimo de enfrentar su mirada a la de sus interlocutores. Aunque fue la propia Guerrera Luna la que le respondió con tono amable.

- Todo eso pasó hace largo tiempo. Ya no eres ese hombre. Ahora estás del lado del bien. Y nos alegra poder llamarte amigo.
- Gracias. - Pudo responder él, visiblemente reconocido, al tiempo que sonreía de forma aliviada. - Contad conmigo para lo que necesitéis. Confío en que volveremos a encontrarnos muy pronto.
-Así lo espero y así será Diamante. Ahora que por fin puedes hacerlo, comienza de nuevo y ocúpate de ser feliz. – Le pidió Usagi ofreciéndole una mano al príncipe que, en lugar de estrecharla, se la besó con gran respeto y afecto, haciendo incluso una sentida inclinación. -
- Suerte, amigo. - Añadió Mamoru como si estuviera al corriente de los planes del joven y le ofreció una mano a su vez. – Ten fe en ti. Lo conseguirás…

            Ahora sí que el príncipe la estrechó cordialmente. De este modo zanjaba esa cuenta pendiente con la larga cadena de mentiras y equívocos que le enemistaron con el rey y la reina del futuro Milenario de Plata.

-Gracias, rey Endimión…-Repuso con evidente reconocimiento. - Lo haré.

            Tras esas despedidas las guerreras se unieron en corro y en el centro estaban Mamoru, Ail y Nephrite, que las ayudaron con sus energías. Entre todos invocaron el poder de translación y se desvanecieron de regreso a su hogar. Roy y los hermanos se quedaron solos y, durante unos largos momentos, silenciosos y reflexivos en aquel páramo. Mientras tanto, en el Cielo, un sonriente Son Goku observaba lo que sucedía en la Tierra. Junto a él, Vegeta y el hijo de éste, Trunks. Un muchacho de mediana estatura, pelo morado azulado largo, recogido en una coleta y ojos azules. Iba vestido igual que su padre y el propio Goku, con ese uniforme de entrenamiento.

- ¡Estaba seguro de que ganarían! - Declaró Goku muy jubiloso y henchido de visible orgullo. Añadiendo hacia sus compañeros. - ¿No os parece que tenemos unos dignos sucesores en la Tierra de este universo?
- Yo también me siento muy orgulloso de los que forman el linaje de nuestra familia. ¿No crees padre? - Inquirió Trunks con una amplia sonrisa de satisfacción, agregando con cierto tinte de pesar. – Me hubiera gustado entrenarles durante algo más de tiempo. Lástima que fuera Goku el único capaz de enseñar a Roy esa técnica de la Translación Instantánea.
-Así es. - Agregó Son Gohan, un muchacho moreno y de ojos oscuros como su padre Son Goku, aunque con el pelo más corto. - Pero pese a ello nos hemos pasado a darles algún que otro consejo. Lo mismo que tú, ¿verdad Vegeta? - Inquirió con una cómplice sonrisa. -

            El aludido no contestó, se limitó a mirar a sus contertulios con indiferencia y les dio la espalda. No obstante, cuando estos no pudieron verle, esbozó una tenue y adusta sonrisa de satisfacción. Había quedado complacido al presenciar esa batalla, pero ante ese tonto de Kakaroto y el resto jamás lo admitiría. De modo que, tornando a su gesto severo, volvió a mirar a sus compañeros. Al fin declaró con ademán profético y un modo exento de emoción.

- Os dejáis impresionar por muy poca cosa. Únicamente han vencido a una basura de diablejos. Aun les quedan muchas pruebas que superar, veremos cómo se comportan entonces…todavía distan bastante del nivel de un auténtico saiyajin.

            El orgulloso príncipe de los guerreros del espacio pensaba en cómo se aproximó a ese tal Roy por vez primera. Fue durante un entrenamiento. Ese chico ya era súper guerrero de segundo nivel. Sin embargo, le espetó sin ninguna cordialidad.

-No te vanaglories tanto de ese nivel de fuerza. ¡Pareces un vulgar insecto!…
-Hombre, Vegeta, no le digas eso al chico. - Terció Son Goku que, junto con Roy, había parado al escucharle. -
- ¡Cállate Kakaroto! – Espetó el interpelado añadiendo no sin complacencia y algo de sorna. - Si no le gusta lo que le he dicho que haga algo al respecto.
-Descuida amigo. No sé quién eres, pero claro que lo haré. - Replicó un molesto Roy lanzándose contra él. -

            Y su oponente sonrió displicentemente, eso era exactamente lo que quería. Se transformó a su vez en súper guerrero de segundo nivel. Ambos intercambiaron varios golpes y se esquivaron con celeridad. Roy no lo hacía nada mal. Aunque entonces su improvisado adversario se sonrió una vez más con cierto regocijo para declarar cruzándose de brazos.

-No está mal… para un insecto… ¡lástima que ese sea todo el poder que puedes llegar a desplegar!…
-Sé que el maestro Son Goku tiene más poder aún. Pero no percibo el tuyo por ninguna parte. - Le retó Roy.-
- ¡Ja, ja, ja!- Fue la respuesta de su rival.- No es de extrañar, cuando tratas de percibir el poder de un dios.

            Entonces Vegeta se transformó, no sin antes sentenciar…

-Ahora, recuerda esta sensación…

            Para asombro de Roy vio cómo su adversario pasaba a la siguiente fase y apenas sí pudo musitar…

- ¡Azul! ¡El pelo se le ha vuelto azul! Pero… ¿Cómo…? ¡No siento su ki! ¿Cómo es posible?

            No pudo añadir más, sin darse cuenta estaba en el suelo tras sufrir un puñetazo en el estómago que le impedía respirar. Se retorcía rodando por el suelo, apretándose el vientre con ambos brazos entre espasmos de dolor, intentando rehacerse sin lograrlo. Mientras tanto Vegeta le miraba impasible refulgiendo con un aura de tono azul celeste que le envolvía ahora haciendo juego con su cabello, tras unos instantes de silencio remachó.

- ¡No eres rival para un Dios! Al menos no todavía. Recuerda el dolor…piensa que eso recibirás de tus enemigos si no te haces más fuerte. Eso te hará mejorar…no lo olvides jamás, como miembro de nuestra raza, tu orgullo es tu poder.

            Y dicho esto se dio media vuelta y volvió a su estado natural. Remachando con desapasionamiento en su voz, tamizado con desaprobación.

-Eres demasiado blando con él, Kakaroto.

Y se marchó sin dirigir la vista atrás…dejando que el apurado Goku se ocupase de ese muchacho.

-Pese a todo, vuestros aprendices no son tan inútiles como parecían. - Sonrió Vegeta tras volver de esos recuerdos. -

            Trunks, Son Gohan y Son Goku asintieron confiando en sus pupilos y en su lejano descendiente. Ajenos a esto, Diamante, Roy y Zafiro se prepararon para marcharse. Para todos había llegado la hora del esperado reencuentro. Ninguno era capaz de contener su emoción por ello y se preguntaban a sí mismos.

- ¿Cómo estarán nuestros amigos? ¿Seguirán bien? ¿Cómo reaccionarán al vernos?

            Por otro lado, Melanie y Malcolm habían emprendido camino hacia Maine. Pararon a tomar algo durante el viaje. Apenas si habían salido del Estado de Massachussets, y estaban en Nuevo Hampshire.

-Tengo hambre. ¿Tú no? - Comentó distendidamente Roberts, bajando del coche. -
-Sí, un poco. - Tuvo que admitir ella. -

            En ese instante, Melanie vio pasar un vehículo a poca velocidad, juraría haber reconocido al conductor, pero, sobre todo, al atisbar en el asiento de atrás su corazón le dio un vuelco.

- ¡Dios mío, Malcolm! - Exclamó entre atónita y horrorizada. -
- ¿Qué pasa? - Quiso saber este sin comprender. -¿Qué te sucede, Mel? Cualquiera diría que has visto un fantasma.

            De hecho, la chica temblaba todavía. Cuando miró, sus ojos se encontraron con los de ella. Y esa mirada la hizo estremecerse.

- ¡Tenemos que llamar a los padres de April! ¡Tenemos que advertirles! - Le pidió a su estupefacto novio. -

            Y ante la mirada de desconcierto del chico, ella le contó lo sucedido. El muchacho enseguida asintió.

- ¿Estás segura de que era ella? - Le preguntó su novio. -
-Sí, esos ojos… era April, al menos en apariencia. Pero su mirada era muy extraña. Me dio un escalofrío. - Contestó Melanie al recordarlo. -
-Busquemos un teléfono. En este bar. - Indicó su interlocutor señalando uno cercano. -

            Entraron allí y llamaron, pero nadie respondía. Eso comenzó a inquietarles. ¿Acaso los padres de April no estaban en casa? Melanie recordó las palabras de esa chica. Un sótano para esconderse y un terrible presentimiento fue tomando forma en su mente. Asociándolo a aquel ambiente tan cargado de perfume y ambientador de la casa. Un aroma que no había percibido cuando visitó ese lugar por vez primera y fue recibida por los señores Sinclair.

-Tenemos que llamar a la policía. - Le comentó a Malcolm. -

            Y lo intentaron, pero todas las líneas estaban colapsadas. Era imposible comunicar. A buen seguro los servicios del orden estarían desbordados por lo que estaba pasando en Nueva York. De hecho, en una televisión del bar, tanto ellos como otros muchos allí presentes, veían atónitos las noticias que narraban con tono grave, pero de calma contenida.

- “Se ha registrado una explosión que parecía ser una detonación nuclear a las afueras del Estado de Nueva York. La onda expansiva ha llegado a derribar postes del tendido eléctrico y a arrastrar vehículos. Se ha rogado a todas las personas que no se acerquen a ese lugar. El ejército y la Guardia Nacional ya rodean la zona. Seguiremos informando”.
-No sé que estará sucediendo allí, pero me alegro de no estar. - Suspiró Roberts. -

            Aunque Melanie no le prestaba demasiada atención, toda su inquietud se centraba en su amiga.

- ¡Dios mío, April! Ojalá esté equivocada. - Pensaba con horror. -

            La muchacha en cuestión seguía sentada tras el asiento del conductor, llevando en brazos a su pequeña que dormía plácidamente. Al pasar por esa carretera de servicio le pidió a Hank que se detuviera para comprar algunos pañales. Fue entonces cuando, al aminorar la velocidad y aproximarse, vio a esa chica que la miraba con estupor. Al principio se limitó a devolverle la mirada con indiferencia, aunque luego sonrió.

-Eres la metomentodo que estuvo en casa de esos farsantes. Espero por tu bien que no tenga que hacer contigo lo mismo que tuve que hacer con ellos. - Pensó llena de satisfacción. –

            Recordaba perfectamente como esos dos habían querido engañarla. Cuando despertó se vio en esa cama, junto con aquel cerdo que había abusado de ella en el pasado. En sus perversas fantasías no dejaba de llamarla April. Hasta le dio una pastilla asegurándola que era por su bien. Sin embargo, ella fue mucho más lista. Fingió tragarla, pero la mantuvo bajo la lengua. Luego interpretó el papel de su supuesta hermanita. Cuando ese tipo y su cómplice, aquella malvada mujer, bajaron a un sótano en tanto hablaban de una amenaza que podría llegar hasta allí, ella les siguió dócilmente. Hasta les entregó unos refrescos.

-Tomad, papá, mamá. Seguro que tendréis sed. - Sonrió de manera encantadora. -
-Gracias cielo. - Repuso aquella mujer que bebió sin dudar. -
-Sí, has acertado. - Convino ese asqueroso haciendo lo propio. -

            Ella mantuvo la sonrisa hasta que vio como aquel sedante hacía el efecto deseado. Era tanta dosis que aquellos dos cayeron redondos sin casi darse cuenta. Solamente tuvo que dejarles allí dentro y cerrar la puerta blindada que daba acceso a ese sótano. Tardarían horas en despertar.

-Si es que despiertan. Creo que me pasé con la dosis. - Recordaba ahora con regocijo.-

            Por si acaso, y previsoramente, llenó de perfume y ambientador toda la casa. Si sus secuestradores habían muerto los cuerpos iban a comenzar a descomponerse y no sería agradable. De todas formas, ese no sería su problema por mucho tiempo. Tenía que irse a buscar a su hija. Antes se prepararía, con dinero y todo lo que pudiera llevarse de allí. Fue entonces cuando vio a ese extraño ser otra vez. Quizás en sus sueños, pero él le reveló dónde estaba Marla. Al despertar lo supo, de un modo que no era capaz de explicar.

-Tengo que ir a por mi niña. Y protegerla de todos esos pervertidos que rondan por ahí. Depravados como estos que me han secuestrado. - Se dijo con premura. -

            No pudo hacerlo, a los pocos minutos llamaron a la puerta. Eran esos dos pesados. Por suerte pudo despacharles pronto. Se marcharon tan contentos de verla bien, tomándola por April.

-Menos mal que he interpretado el papel de esa tonta durante tanto tiempo. - Pensó con alivio. -

Por si acaso, Paige tuvo que esperar durante un buen rato hasta cerciorarse de su marcha. Luego fue al baño, se puso su color real de pelo, y tras hacerse con todo lo necesario, incluyendo el coche de esos dos a los que había encerrado, puso rumbo a su destino. Pensaba en eso con satisfacción ahora, en tanto seguían recorriendo la carretera que los llevaba hacia el interior de Nuevo Hampshire.

-Pronto estaremos a salvo, mi niña - Le susurró al bebé. - Muy pronto. Solas tú y yo.
- ¿Hacia dónde vamos? - Le preguntó Hank. -
-Continúa, tenemos que alejarnos cuanto podamos. Mi ángel de la guarda me lo ha dicho. - Musitó la joven, más perdida en sus pensamientos que atendiendo la pregunta de aquel tipo. -
- ¿Tu qué? - Inquirió el chico. -

            No recibió respuesta por parte de su acompañante, Hank empezaba a arrepentirse de haberla recogido. No tenía nada que ver con esa preciosa animadora, que era de las más populares y a quien por supuesto, él había deseado en secreto, lo mismo que fantaseó en su día con Melanie, Serena, o la propia Bertie. A estas alturas April no le parecía ya ningún chollo, todo lo contrario, daba toda la impresión de estar loca. Y además de con ella, tenía que cargar con ese bebé. Al menos, tal y como estaban las cosas, las autoridades no les iban a hacer demasiadas preguntas. Bastante tenían con intentar poner orden en medio de todo ese caos. Pudiera ser que, con paciencia, y cuando llegasen a algún motel, fuera capaz de lograr algo de ella. Resignado y más animado por esa posibilidad, al fin suspiró moviendo la cabeza para susurrar.

-Olvídalo.

Por su parte, Tom y las chicas finalmente fueron capaces de descansar, se hundieron en un profundo y reparador sueño. Sólo deseaban dormir y despertar con la promesa de un mundo mejor para todos y a buen seguro que el destino no les defraudaría. ¡Qué poco podían imaginar las grandes y maravillosas sorpresas que les aguardaban! Y sin que ninguno lo viera, elevando en el aire, una figura encapuchada de negro sayal tomaba notas en un gran libro de color burdeos…




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