Ail y Zafiro recorrieron en muy pocas horas la distancia que les separaba de Australia, llegando a la altura de la Gran Barrera. Durante el trayecto fueron hablando de algunas cosas relativas a sus vidas. Así, Zafiro comentó.
-Pues Petz y yo deseamos casarnos en cuanto todo
esto termine. Nos hemos dado cuenta de lo efímera que puede llegar a ser la
felicidad. Bueno, ya lo sabíamos a juzgar por nuestras pasadas experiencias,
pero está visto que no se pueden dejar aplazadas según qué cosas.
-Es verdad. Annie y yo estamos deseando retomar
nuestras vidas junto a Giaal, irnos por fin a un planeta agradable y pacífico
en el que plantar definitivamente nuestro árbol y vivir sin temores. -Replicó
el alien.-
-Aunque una vez, más nos toca volver a luchar para
conseguirlo.- Suspiró su compañero.-
-La felicidad no es barata.- Declaró Ail que estaba
rebuscando entre su uniforme de combate.-
-¡Y que lo digas!- Se rio Su compañero, afirmando.-
Quiero comprarle un anillo de pedida que sea digno de ella, pero los precios
son prohibitivos.
-¿Anillo?- Inquirió Ail que parecía no comprender.-
-Verás, en muchas partes de la Tierra es costumbre que,
cuando un hombre pide en matrimonio a una mujer, le regale un anillo antes.
Como símbolo de su amor.
-Es una curiosa costumbre. ¿Y tiene que ser un anillo?-
Preguntó el alien. –
-Sí. Al menos eso creo. En este siglo veinte es lo
más frecuente. En el siglo treinta y en Némesis creo que esas costumbres se
habían perdido casi por entero. Aunque recuerdo que mis padres si tenían
anillos en sus dedos. Pero claro, mi madre venía de la Luna, que por ese entonces
seguía muchas de las tradiciones de la Tierra.- Le contó Zafiro.-
Ail asintió en tanto sacaba un detector que le
habían entregado antes de marcharse. Éste marcaba rastros de calor hacia el sur-este.
Señal inequívoca de un reciente impacto.
-Sigamos el rastro - indicó a su compañero.-
Ambos
volaron en esa dirección descubriendo al poco un gran cráter que marcaba la zona
de la caída de ese meteorito. El ambiente aún estaba cargado con polvo en
suspensión. De él emergieron dos formas que semejaban humanoídes de gran cabeza
ovoide. Cuando se fueron aproximando a ellas, los muchachos vieron que no
tenían boca, y que eran de una especie de color gris eléctrico. Zafiro se los señaló a Ail.
-Mira, esos deben ser, recuerda,- le advirtió con
prudente tono. - No emplees mucha fuerza, usaremos el disruptor para
confundirles y que no sean capaces de rastrearnos.
Los
dos extraños androides les observaban sin atacar, parecían desconcertados o
quizás no estaban programados para tomar la iniciativa, pero no era adecuado
descuidarse.
-Deben de estar tratando de analizar nuestra fuerza -
conjeturó Ail -, quizás mientras no ataquemos no puedan contraatacar.
-¡Mira, ahí está su base! - Señaló Zafiro mirando
hacia el cráter y comenzando a acumular energía con cuidado para no ser
demasiado fácil de rastrear a la par que sentenciaba. - La destruiré.
-Yo me encargaré de ellos mientras tanto, pero ten
cuidado,- repuso su compañero mirando a los dos androides.-
Estos
reaccionaron por fin, lanzando contra Ail un rayo de baja potencia que éste
esquivó.
- ¡Así que realmente podían comenzar ellos! - Pensó
el alien que contraatacó con otro de la misma intensidad, con eso llamó por
completo su atención.- ¡Aquí va mi respuesta!
Su
compañero se alejó de él despacio, con su fuerza vital en mínimos, para no
atraer a esos robots, y al parecer funcionó. Ahora debía aguardar una segunda
ocasión y su amigo no iba a tardar en dársela.
-¡Eh, montones de chatarra!- exclamó Ail- ¡Venid por mí si os atrevéis¡ - Desafió
lanzándoles dos rayos más. Los dos siguieron a Alíen que les llevó lejos de ese
lugar. - ¡Vamos!
Entre
tanto su compañero aguardaba reflexionando.
-Debo esperar al instante propicio. No debo usar el
disruptor innecesariamente o esos ciborgs podrían adaptarse a su patrón. Por lo que
estuvimos investigando cabe esa posibilidad.
Aunque
por otro lado, estaba preocupado por su amigo. Ail no podría distraer a esos
robots indefinidamente. Aprovechó las lecciones de meditación que aprendió en
el Rincón para bajar lo más posible su energía. Y funcionó. El enemigo daba la
impresión de haberse olvidado completamente de él y centrarse únicamente en
Ail. ¡Era el momento! Zafiro aprovechó para entrar en el corazón de la base.
-¡Perfecto!- Se dijo acelerando en apenas centésimas
de segundo y acumulando energía, listo para actuar.-
Pero sin esperarlo fue atacado por rayos de energía
que le hirieron un brazo.
-¡Malditos!- Espetó entre atónito y furioso.-
Empero, no tardó en recobrarse y se parapetó lo más
cerca que pudo del núcleo de aquel ingenio. Al aproximarse observó un cilindro
que daba la impresión de estar blindado, y dentro del mismo y brillando con
tonos entre malvas y rojizos, vio una especie de cristal.
-Yo conozco esto.- Pensó con asombro. -
Aunque unos largos tentáculos de metal surgieron de
las paredes de aquella nave tratando de alcanzarle. Los esquivó a duras penas y
como respuesta, lanzó una potente ráfaga de energía contra lo que parecían los
controles, saliendo de inmediato al exterior. Se sucedieron una serie de
explosiones en el interior de ese lugar que fueron encadenándose hasta que todo
ese complejo saltó por los aires. Eso privaría a las chatarras que hostigaban a
su compañero de su apoyo telemétrico y de más suplemento de energía.
-¡Ha sido más fácil de lo que pensaba!- Se dijo
animadamente el chico activando ahora su disruptor. – De este modo no podrán
recibir información de los otros lugares. Ahora voy a ayudar a Ail. Y ese
cristal. Juraría que es el mismo que nosotros…
Aunque,
oyendo los zumbidos de las máquinas enemigas que quedaban olvidó aquello. Sin
perder ni un segundo se dirigió hacia el fragor de la batalla. Su amigo se
defendía de los ataques de los androides. No se atrevía a aumentar demasiado su
energía, pues temía que al destruirles se regenerasen. Tan solo podía aguantar
pero tarde o temprano se cansaría y debería elevar su poder. Ojalá que su compañero lo hubiera logrado.
-No podré aguantarles mucho más con este nivel tan
bajo.- Pensaba con creciente temor intentando esquivar las acometidas de esos
seres.-
Entonces vio llegar a su compañero que le hizo un gesto
con el pulgar. Sin dudarlo ni un segundo, Ail lanzó un potente rayo contra uno de sus enemigos,
destruyéndole. Su aliviado amigo se encargó de hacer lo mismo con el otro.
-Ha sido muy fácil
¿No crees? - Le dijo Zafiro satisfecho a la vez que tomaba una alubia
para curar su brazo herido. -
-Espero que a los demás les resulte tan sencillo
como a nosotros.- Deseó Ail. -
- No lo sé. Por lo que creo nosotros hemos debido de
ser los primeros en encontrarles.
- ¿Por qué crees eso?- Quiso saber su interlocutor –
- Verás. –Le explicó Zafiro – Consulté a algunos
expertos en informática y robótica de la Masters, y como ingeniero tengo una
sospecha. Esos androides son mecanismos cibernéticos. Cuando nos hemos
encontrado no sabían si éramos una amenaza o no.
- Por eso tardaron en atacarnos al principio. –
Dedujo Ail –
- Sí, pero luego, tras analizarnos, comenzaron a
adaptarse. Lo malo es que hayan podido enviar información sobre nosotros a sus
otras bases antes de que les hayamos destruido. Deben de aprender sobre sus
enemigos a una escala exponencial.
- Eso significa que el resto podrían estar en
dificultades…
- A la luz de lo que Leval nos dijo, al parecer
debían de transmitir información sobre sus enemigos y ajustar la cantidad de
energía precisa para eliminarlos. Como fuimos los primeros no tenían esos datos.
Quizás por eso, en su futuro, nos mataron a todos. Les dimos demasiada información
durante esa batalla. Pudieron registrar a la perfección nuestros aumentos de
energía y almacenarla.
-Ya comprendo.- Asintió reflexivamente su
interlocutor.- No es tanto la fuerza que tengan sino la información de la que
dispongan. Buscan las debilidades de sus adversarios y las explotan. Ahora no tenían
datos sobre nosotros y estaban inermes.
-Es eso.- Convino su contertulio.-
- Entonces debemos ir lo antes posible a ayudar a
los otros – Declaró Ail -
- Tienen sus disruptores, espero que con eso podrían
inhibir ese sistema. Aunque solamente sea por unos segundos. De ese modo les
destruirán sin problemas. Y si volamos hacia allí aumentando nuestro nivel para
llegar a tiempo podríamos estar suministrando datos a esos tipos. Creo que lo
mejor será que volvamos a la base. - Le animó su compañero. - Puede que nuestros
compañeros hayan tenido suerte y ya nos estén esperando allí.
- ¿Y si no es así?- Le inquirió Ail con inquietud, a
lo que su amigo se encogió de hombros para finalmente replicar. –
- De todos modos, tenemos que informar y quizás allí
sepan algo. ¡Vamos!…
Su
compañero convino en eso. Sin perder ya ni un instante volaron de vuelta a la
isla. Entre tanto, Diamante y Nephrite se presentaban en la Tierra del Fuego.
Llegaban charlando con su habitual cruce de pullas. Como si ese tenso momento
no fuera con ninguno. Nephrite le había recriminado el copiarle con la
despedida, al aludir la vuelta para la cena y Diamante se defendió alegando que
iba a decirlo igualmente. Tras lo cual pasaron al intercambio amistoso de
reproches por no visitarse en sus respectivas casas, dado que vivían realmente
cerca si se comparaban con el resto.
-Mira que te lo he dicho. Tienes que pasarte por
Londres. Allí tengo una nueva tienda a punto de inaugurar…-Afirmaba Nephrite.-
-¿Londres? ¿Pero no vivías aun en Japón?- Le
interrogó su interlocutor.-
-Lo cierto es que oficialmente sí. Sin embargo he
estado viajando bastante a Inglaterra. Minako me comentó que era un buen sitio…
Al menos tras… en fin, despedirme de Naru.
El
jovial gesto de Diamante se entristeció un poco, palmeó ligeramente la espalda
de su contertulio y pudo añadir.
-Lo siento amigo. Se lo duro que es tener que
renunciar a alguien a quién amas.
-No te preocupes por mí. Las guerreras fueron muy
amables. Makoto hasta me hizo un postre de chocolate como el que comí con Naru
cuando me reencontré con ella. –Suspiró confesando.- Lo cierto es que la
guerrera Júpiter, cuando adopta su identidad civil, es una joven hermosa y muy
agradable. Te sorprenderías de lo hogareña que es.
-¡Vaya! No sabía que ella y tú.- Se sorprendió su
interlocutor.-
-No, no es eso. - Sonrió débilmente Nephrite para
explicar.- Nos une una buena amistad. Lo cierto es que me resulta extraño. Es
como si ya antes nos hubiésemos conocido, en algún momento o lugar. Puede
quizás en vidas pasadas. Además, al poco conocí a Amanda. Es una mujer
estupenda. Por eso quiero empezar mi nueva vida lejos de los antiguos recuerdos
y junto a ella. Al menos explorando a ver si nuestra relación puede conducirnos
lejos.
-Os deseo lo mejor. Lo mismo nos ocurre a Esmeralda
y a mí. Ella se ha adaptado muy bien a la Tierra. Debo admitir que más
rápidamente que yo.- Sonrió el príncipe agregando divertido.- Lo cual me lleva
a ofreceros también a Amanda y a ti que nos visitéis. Le he sugerido lo mismo
al zángano de Roy. Para cuando se decida a casarse con Bertie.
-Habrá que terminar con estos malditos invasores rápido
para que se decida a pedírselo ya. O siempre tendrá alguna excusa. ¿No
crees?...- Comentó su compañero haciendo gala de esa recientemente adquirido
humor inglés.-
-¡Desde luego!- Se rio Diamante. -Creo que le tiene
más miedo a ella cuando se enfada que al mismísimo maestro Piccolo.
-Pues que no se asuste tanto. Y además, viendo las
ventajas. ¡Beruche desde luego es mucho más guapa!- Se rio también Nephrite.-
El príncipe de Némesis soltó otra carcajada a su vez
e iba a replicar a aquella chanza. Pero su detector de calor comenzó a emitir
señales muy claras y tanto él como su compañero, callaron.
-Ha debido de caer cerca de aquí.- Afirmó al fin Nephrite.-
-Sí, las lecturas así lo indican, pero ¿dónde?-
Inquirió su compañero oteando infructuosamente en derredor.-
Estaban sobre el punto estimado pero allí no se veía
nada, aparentemente todo estaba normal. Entonces y de ningún sitio, surgieron
multitud de rayos de energía que ambos pudieron esquivar en un principio
gracias a sus reflejos y después a duras penas. Diamante replicó con varios
ataques que hicieron explotar las inmediaciones. De este modo un gran objeto de
aspecto rocoso quedó al descubierto y tres figuras humanoídes de cabeza ovalada
y un ojo circular les cerraron el paso. Sin más, les atacaron con nuevos rayos.
El príncipe de Némesis replicó destruyendo a dos de ellos.
-¡Ten cuidado! - Le gritó Nephrite entre el ruido de
las explosiones. - Recuerda que se regenerarán aún más fuertes. ¡No les
destruyas!, entretenles mientras acabo con su base.
-Vale, he puesto en marcha el disruptor.- Convino su
compañero en tanto dos androides más se materializaban ante ellos y les atacaban
con más potencia. -¡Mierda, este cacharro no funciona! - Protestó su compañero
bastante más contrariado que preocupado en ese instante. -
-Estamos muy cerca. - Le respondió su camarada
esquivando los ataques. - Quizá la señal que les emite su base es tan potente
que no podemos limitarla desde aquí.
-Yo me encargaré de ellos, ¡tú destruye su base, ya!
- Le instó Diamante que empezó a
contraatacar con rayos de poca intensidad para no destruirlos pero sí despistarlos,
tal y como les explicase Leval. - ¡Date prisa!
Nephrite
asintió y por su parte se introdujo en el cráter, fue atacado inmediatamente por
numerosos rayos de energía. No pudo esquivarlos todos y uno le dio en el pecho
derribándole. Afortunadamente su peto de combate le amortiguó el daño, aunque
fue seriamente herido. No obstante con su calma habitual, sacó una alubia y se
la comió recuperándose.
-Estos engendros van a arruinar mi vestuario.-
Suspiró al más puro estilo del humor inglés.-
No obstante, se temía lo peor en caso de volver a
ser alcanzado, su peto estaba destrozado y no volvería a amortiguar una
descarga semejante. Pero los rayos se detuvieron, entonces miró a su lado.
-Claro, estoy en un punto vital. - Pensó analizando la
situación con tranquilidad. - No me atacarán para no dañarlo.
Pudo
observar una especie de consola y a su lado un gran cilindro que contenía una
especie de cristal de color negro, conectado a una serie de cables. Aquello le
pareció familiar, pero no recordaba bien donde lo había visto. Pasaron unos
segundos y descubrió que, efectivamente las armas defensivas de esa base no le
disparaban, sobre todo cuando estaba justo entre ese cilindro y el punto de
mira de los cañones. Concentró energía mientras se sonreía de forma triunfal y espetó.
-¡Lamento
mucho estropearos la fiesta!
El
chico provocó una explosión al liberar su energía destruyendo el lugar, salió a
toda velocidad antes de que explotase todo el meteoro que ya se sacudía con
terribles estallidos internos.
Mientras
tanto, su compañero no lo estaba pasando nada bien. Luchaba contra los
androides y perdía terreno. A pesar de su dinamismo y su concentración en la pelea,
estos le hostigaban demasiado.
-Kaio-ken.- Exclamó emitiendo una potente aura
rojiza para descargar un potente golpe en uno de esos androides, destruyéndolo.-
Sin
embargo, al poco de hacerlo, otro apareció en su lugar. Diamante estaba
perplejo.
-¿De dónde demonios ha venido?- Pudo preguntar en
voz alta sin obtener respuesta.-
La
única réplica fue un ataque coordinado de esos dos ciborgs que le atravesó un
hombro, haciendo gritar de dolor. Llevándose la mano contraria al mismo se
apartó volando hacia el cercano océano seguido muy de cerca por esas máquinas.
El príncipe no se lo pensó, lanzó una bola de energía al agua. Al estallar esta,
sus perseguidores parecieron quedar desconcertados por unos instantes.
-Deben de analizar todas las fuentes de energía que detectan.
No distinguen si provienen o no de un ser inteligente.- Reflexionó.-
Aunque se iba cansando cada vez más y debido a lo apurado
de su situación no podía comerse una alubia. Entonces llegó Nephrite.
-¿Lo has conseguido? - Gritó Diamante con un tono
impaciente y apurado. - ¿Puedo luchar en serio ya?..
Por
toda respuesta su compañero atacó a uno de sus enemigos desintegrándole con un
rayo.
-¿A ti que te parece? - Le respondió con sorna. -
-Ahora os vais a enterar.- Se sonrió su interlocutor
con bastante mala intención en tanto clavaba su mirada en esos androides, que,
efectivamente producían un extraño zumbido metálico, tal y como Leval les había
contado. – ¡Voy a poner fin a vuestro irritante ruidito!
Lanzó
otro rayo destruyendo al segundo humanoide, el restante huyó hacia el norte. A
buen seguro tratando de unirse a sus
compañeros. Pero ninguno de los dos estaba por la labor de que lo consiguiera y
le persiguieron. El androide era rápido y les costó alcanzarlo. Por fin lo
hicieron. Diamante le cortó el paso, aquel robot sacó dos antenas de la cabeza
y comenzó a emitir unos tonos de sonido discontinuo. Parecía una señal de
alarma.
-¡Maldito montón de chatarra! - Espetó Diamante que
ahora sí que pudo comerse una alubia.-
Por
fortuna eso le recuperó de inmediato. No lo dudó, lanzándose contra ese ciborg
destruyó esas antenas con una lluvia de puñetazos. Se apartó dejando que su
compañero rematase aquello con un rayo de energía. Ese robot estalló y por fortuna
no apareció ningún otro para reemplazarlo.
-Asunto arreglado. - Jadeó Diamante visiblemente satisfecho.
- Ya me he quedado a gusto. Ahora volvamos a la isla antes de que sea la hora
de cenar o nuestras chicas sí que nos mataran.
- ¡Y para eso no hay disruptor que valga! – Se
sonrió su amigo no sin sorna. –
- Pues podrían inventar uno. Nos iba a ser muy útil
para evitar broncas.
- ¡No me digas que Esmeralda ya te sermonea! – Se
rio Nephrite. –
- Lo que es tomar confianza, amigo. En Némesis no se
le habría ocurrido jamás. - Repuso el príncipe añadiendo, eso sí con una
sonrisa de satisfacción. – Pero tiene otras cosas que lo compensan con creces.
Ya me entiendes. Supongo que con Amanda te pasará igual. Alguna escena te
montará.
Nephrite
asintió con otra cómplice sonrisa afirmando.
-Bueno, ella no es de las que te chillan, o te
montan escenitas. Pero desde luego que sabe dar a entender cuando está enfadada.
-En fin, en favor de Esmeralda debo decir que raras
veces se enfada conmigo. Está incluso más atareada que yo con sus pases de
modelos y diseñando vestuarios para esa bruja que tiene por jefa.- Se rio
Diamante.- Me ha dicho que quiere que la conozca uno de estos días.
-¿Es esa tal Madame Deveraux, no? Esa mujer tiene un
auténtico emporio de la moda.
-Sí, y por alguna razón le ha tomado mucho cariño a
mi novia.
-¿Esa mujer no será…?- Insinuó su compañero
observándole con una mezcla de estupor y curiosidad.-
-No lo creo. Al menos, por lo que Esmeralda me ha
contado de ella, es más una especie de tía exigente que otra cosa. Pero trata a mi novia como a una hija.
-Eso no es malo. ¿Quién sabe? Esmeralda podría
convertirse en un icono también. Es muy buena modelo, y algunas de sus
colecciones son magníficas. Al menos, eso me ha contado Amanda. Ella es muy
aficionada a ese mundillo.- Comentó Nephrite.-
Su
contertulio escuchó con interés. Se alegraba de que el trabajo de su novia
fuera tan reconocido. Así declaró.
-Espero que seamos muy felices. Con eso me doy por satisfecho.
Amigo mío, ni ella ni yo aspiramos a otra cosa.- Y el príncipe añadió con
alivio.- ¡Ojalá! que los demás cumplan su parte para que todos tengamos la
oportunidad de consolidar nuestras nuevas vidas sin más preocupaciones como
estas.
Su interlocutor asintió y ambos
volaron hacia la isla de Masters, dispuestos a informar del éxito. Ya sólo
restaban Roy y Leval. A ellos les correspondería quizás la parte más difícil.
Así lo indicó Ami en el centro de control a los demás.
-Hemos detectado una potente corriente electromagnética
cargada de trillones de bits de datos. Posiblemente sean las mediciones de esas
máquinas sobre la fuerza de combate de sus oponentes.
- Pero la buena noticia es que las hemos bloqueado
con éxito.- Afirmó una hermosa mujer de
cabellos rojizos, que llevaba una blanca bata de laboratorio.-
-¡Kaori!- Exclamó Esmeralda visiblemente contenta de
verla.-
Las
dos se dieron un cariñoso abrazo. Esa mujer pelirroja asintió, comentando.
-Me alegra mucho verte, pero ojalá que hubiera sido
en mejores circunstancias.- Remachó con tono más serio.-
-Sí, no nos veíamos desde vuestra Luna de Miel en París,
hará un mes al menos.- Calculó su contertulia.-
Su
amiga asintió, comentándole en voz baja.
-Ya sabes que, gracias a Zafiro, el señor Masters
contrató a Souichi y también a mí. Y que pude lograr que se enamorase de mí
tanto como yo lo estaba de él. Pero tras la boda y nuestro viaje de novios,
cuando fuimos a vuestra ciudad, no tardó en convocarnos junto con otros de sus
científicos, para ponernos a trabajar en esto.
-¿En lo de los meteoritos?- Se sorprendió
Esmeralda.-
Era
extraño que ese millonario hubiera estado enterado de algo que ellos
averiguaron merced a la llegada de ese chico del futuro. Aunque no tuvo mucho
tiempo de pararse a meditar sobre ello. Los demás se acercaron y su amiga no
quiso seguir hablando del tema. Más cuando su esposo, el afamado profesor
Tomoe, tomó la palabra para comentarle al grupo.
-Teníamos la hipótesis de que esos ingenios se comunicaban
a través de una distorsión en el espacio-tiempo. O de un atajo
interdimensional. Pero resultó algo mucho más sencillo y evidente. Usan el equivalente
a una red wifi.
Aquella
tecnología estaba en sus inicios en la Tierra de finales del siglo veinte.
Aunque con el tiempo se desarrollaría muchísimo para conectarse a Internet.
Esos artefactos sencillamente amplificaban de forma increíble la potencia que
un servidor normal terrestre podría alcanzar y transmitían así infinidad de
datos. Era evidente que su tecnología estaba muchísimo más adelantada que la
humana.
-Al menos, hasta que Zafiro colaboró con nosotros.-
Resumió el profesor.- Sus trabajos, con muchos elementos del siglo treinta, nos
han permitido avanzar muy rápidamente. Y los conocimientos de mi esposa,
también. Cariño. Eres realmente brillante.- La elogió dándole un suave beso en
la mejilla.- Te diste cuenta la primera de que ese material que detectamos era
un magnífico conductor de energía.
La
interpelada se ruborizó, aunque tras separarse levemente de su marido, le
susurró a Esmeralda.
-Ya te lo explicaré.
-¿Material?¿Qué material?- Quiso saber Petz con
visible curiosidad.-
-Restos de una cápsula. El enemigo envió un
explorador mientras estabais luchando contra los sectarios.- Les contó Makoto.-
-Sí, nosotras tuvimos que detenerlo y eliminarlo.-
Añadió Haruka, agregando.- Llevamos muestras de esa nave al laboratorio.
-Y allí, Kaorinite y el profesor Tomoe, junto con
más científicos de la división de desarrollo de la Masters Corporation, las
analizaron.- Concluyó Setsuna.-
-La historia que os contó Leval nos terminó por dar
la idea. Un material parecido a un cristal, de color negro. Condensa la energía
de una manera impresionante. Por eso puede almacenar la que emitían los
guerreros y hasta replicarla transfiriéndosela a esas máquinas.-
Eso declaró Kaorinite, quien se aproximó a una
mesita cercana, abrió un cajón y les mostró una cajita de cristal que contenía
un fragmento de aquel extraño material. Todos lo observaron con atención y entonces
fue Cooan quien dijo sorprendida.
-¡Yo conozco esto! Me suena muchísimo. Es igual a los cristales
negros que alimentaban el poder de nuestras naves en el siglo treinta.
-Es cierto.- Convino su hermana Petz, añadiendo
perpleja.- Y en Némesis se utilizaba en todas partes como fuente de energía.
Las
hermanas se miraron atónitas. ¿Qué podría significar eso?¿Acaso otra civilización
conocía y utilizaba ese mismo tipo de material?
-Eso es lo de menos ahora.- Intervino Bertie con
visible inquietud, y al mismo tiempo, esperanza, cambiando de tema.- Lo que
importa es que gracias a estos avances, el grupo de Roy, Leval y los demás
tendrán muchas mejores probabilidades de triunfar. ¿No es así?
-Así es.- Sonrió Ami tratando de calmarla en ese
sentido.- Nuestros disruptores han hecho de disgregadores de esas señales,
dificultando su recepción.
Y es que esos dispositivos diseñados por el equipo
de Maestres no habían sido tan ineficaces después de todo. Lograron evitar que
las tres naves se comunicasen entre sí triangulando posiciones y que
regenerasen los robots de las otras que eran destruidas. Parecía que, al estar
en esas ubicaciones estratégicas, esos ingenios pretendieran tener cobertura
para todo el planeta. Y merced a los aparatos desarrollados por la división científica
de esa gran empresa, aquello no les había sido posible. Pero, tal y como
sospechase Zafiro, de alguna manera esos robots se iban fortaleciendo y
aprendían. Ajenas a ese detalle las chicas habían saltado dando gritos de
júbilo cuando supieron que Ail y Zafiro, Nephrite y Diamante habían obtenido la
victoria y regresarían en poco tiempo. Ahora, todas las miradas estaban puestas
en la última de las parejas. Y además en localizar el paradero de Karaberasu.
En realidad lo llevaban intentando desde que llegaron, pero ni siquiera con la
ayuda de los ordenadores de Masters, conectados a todo tipo de agencias
gubernamentales, podían localizarla. Petz observaba la consola en la que desfilaban
todo tipo de nombres de mujeres y comentaba desalentada.
-¿Dónde podrá estar?
-No aparece ninguna mujer llamada Karaberasu Malinde.-
Negó uno de los técnicos. -
-¿Y si probase con Kurozuki?- Sugirió Cooan.-
-¡Claro, el apellido de nuestra madre!, es una buena
idea. – Afirmó Beruche con optimismo. – Ella nunca usaría el de nuestro padre. Nos
recuerda demasiado a nuestra antigua vida.
-Y habrá querido comenzar de nuevo, o eso o no la
conozco.- Remató Petz.-
Lo
hicieron pero tampoco lograron obtener nada. A lo que Masters, acercándose a ellas,
comentó.
-Después de esa guerra contra los demonios se
perdieron muchos archivos en la ciudad. Si ella estaba censada en Tokio podemos
mirar allí. Sin embargo, me temo que eso no significará que se encuentre en esa
ciudad o que sepan de su paradero actual.
Desalentadas
en este punto las tres hermanas celebraron un pequeño conciliábulo y Beruche
dijo, como portavoz.
-Le damos las gracias por sus esfuerzos. Pero déjelo
por ahora. Lo primero es derrotar esta amenaza. Si Roy y Leval consiguen
hacerlo con la nave que queda ya no habrá problemas y mi hermana podrá seguir
viviendo su vida en paz.
Y todo el mundo asintió en silencio deseando que así
fuera. Por su parte, los dos depositarios de sus esperanzas sobrevolaban parajes cada vez más fríos, acercándose a
Alaska.
-Espero que todo salga bien. - Suspiró Leval nervioso
a cada momento que pasaba. -
-Ganaremos, eso seguro - le animó su interlocutor. -
-Después de todo lo que he pasado, me cuesta creer que
vaya a conseguirlo tan fácilmente.- Comentó el muchacho con una sonrisita
trémula de inquietud. -
-Nadie dice que será fácil. Nada importante en la
vida lo es, créeme - Le replicó Roy.- Pero lo conseguiremos, si luchamos con
todas nuestras fuerzas y poniendo el corazón en ello.
Aquello
afianzó la moral del chico, recordaba el tiempo pasado con su padre en el Rincón
del Alma y del Tiempo. Aquello fue muy duro, nada más entrar casi se sintió
aplastado por las condiciones de aquel sitio, pero enseguida se adaptó. Y por si
fuera poco, Roy le obligó a luchar con un traje muy pesado. Leval creyó que no
podría soportarlo pero su entrenador le animó día tras día y le hizo creer en
sí mismo y en sus posibilidades. Recordaba
una de las conversaciones que tuvieron en uno de los escasos descansos que se
permitían.
-¡No puedo más!
- Jadeaba el chico dejando de ser un súper guerrero y tumbándose en
aquella blanca superficie. –
-No apagues todavía el “Fuego de San Telmo” – sonrió
Roy en alusión a su resplandor dorado. –
-¿Qué significa eso?- Quiso saber el chico. –
-Era un resplandor por efectos químicos que se
producían en los barcos antiguos. – Le explicó su interlocutor. – Ami, la amiga
de Bertie, me lo contó. ¡Anda que no es inteligente la tía! Me decía que cuando
me transformo en súper guerrero se lo recordaba. Y alguna que otra vez le canté
aquella canción antigua que lleva un título similar. Escucha.- Le pidió en
tanto hacía bocina con las manos, gritando hacia arriba de esa blancura
interminable…
-¡Anda Landar, ponnos ésta canción!…
Y
enseguida tuvo su petición concedida, una música comenzó a sonar y el propio
Roy acompañó a la canción. Enseñando al muchacho entre tanto a transformarse en un nivel
superior al de súper saiyan uno.
Creciendo no ves lo escrito en la pared
Pasando de ello, yendo hacia adelante, tú lo sabías todo
Pero quizás alguna vez si sientes el dolor
Encontrarás que estás solo, que todo ha cambiado
Pasando de ello, yendo hacia adelante, tú lo sabías todo
Pero quizás alguna vez si sientes el dolor
Encontrarás que estás solo, que todo ha cambiado
Juega el juego, sabes que no puedes
abandonar hasta que esté ganado
Soldado, solo tú puedes hacer lo que debe hacerse
Sabes de algún modo que eres como yo
Solo eres un prisionero tratando de liberarse.
Soldado, solo tú puedes hacer lo que debe hacerse
Sabes de algún modo que eres como yo
Solo eres un prisionero tratando de liberarse.
Puedo ver el cielo bajo el flameante
horizonte
Estaré dónde el vuelo del águila, más alto, más alto
Seré tu hombre en movimiento, solo necesito un par de ruedas
Llévame dónde está mi futuro, ¡Fuego de San Telmo!
Estaré dónde el vuelo del águila, más alto, más alto
Seré tu hombre en movimiento, solo necesito un par de ruedas
Llévame dónde está mi futuro, ¡Fuego de San Telmo!
Escuchando aquello Leval sonrió contagiado por aquel
entusiasmo. Parecía desde luego que alguien les hubiera escrito aquella canción
dedicada a ambos. Se daba cuenta ahora de la intensidad, vitalidad y de la
arrolladora fuerza de su padre y deseaba ser como él. No podía ni quería
defraudarle. Había demasiado en juego. Y eso era lo que más le asustaba. El
fracaso y no ser capaz de dar la talla cuando llegara el momento…
Quemándome no sé cuán lejos podré ir
(Solo cuán lejos podré ir)
Pronto estaré en casa, solo unas pocas millas por la carretera
Puedo hacerlo, sé que puedo.
Rompiste al chico en mí, pero no romperás al hombre
(Solo cuán lejos podré ir)
Pronto estaré en casa, solo unas pocas millas por la carretera
Puedo hacerlo, sé que puedo.
Rompiste al chico en mí, pero no romperás al hombre
Puedo ver el cielo bajo el flameante
horizonte
Estaré dónde el vuelo del águila, más alto, más alto
Seré tu hombre en movimiento, solo necesito un par de ruedas
Llévame dónde está mi futuro, ¡Fuego de San Telmo!
Estaré dónde el vuelo del águila, más alto, más alto
Seré tu hombre en movimiento, solo necesito un par de ruedas
Llévame dónde está mi futuro, ¡Fuego de San Telmo!
Exclamaron los dos. El muchacho
comenzaba a comprender lo que aquello quería decir. Era un canto a la
esperanza, a la chispa de guerrero que tenía en su interior. Tendría que
hacerla brillar como nunca para salvar el futuro de todos, comenzando por el
suyo propio. Y pensando en todos sus seres queridos de este presente y de su
futuro sentía como, en efecto. Algo se inflamaba dentro de él…
-¡Vamos, Leval!- Le
animó Roy en tanto seguía cantando.-
Puedo escalar la montaña más alta y
navegar por el mar más salvaje
Puedo sentir el fuego de San Telmo, ardiendo, ardiendo en mí
Puedo sentir el fuego de San Telmo, ardiendo, ardiendo en mí
Solo una vez en la vida, un hombre tiene su momento
Y mi momento es ahora, estoy volviendo a la vida
Y mi momento es ahora, estoy volviendo a la vida
Puedo escuchar la música sonando, puedo ver ondear las
banderas
Siento como si estuvieras de vuelta y espero cabalgar alto
Voy a ser tu hombre en movimiento, solo necesito un par de ruedas
Llévame dónde está mi futuro, Fuego de San Telmo.
Siento como si estuvieras de vuelta y espero cabalgar alto
Voy a ser tu hombre en movimiento, solo necesito un par de ruedas
Llévame dónde está mi futuro, Fuego de San Telmo.
Puedo ver el cielo bajo el flameante
horizonte
Estaré dónde el vuelo del águila, más alto, más alto
Seré tu hombre en movimiento, solo necesito un par de ruedas
Llévame dónde está mi futuro, Fuego de San Telmo.
Estaré dónde el vuelo del águila, más alto, más alto
Seré tu hombre en movimiento, solo necesito un par de ruedas
Llévame dónde está mi futuro, Fuego de San Telmo.
Puedo escalar la montaña más alta y
navegar por el mar más salvaje
Puedo sentir el fuego de San Telmo, ardiendo, ardiendo en mí
Puedo sentir el fuego de San Telmo, ardiendo, ardiendo en mí
Y sentenciando esta
última estrofa, los dos se iluminaron como súper saiyajin elevando los brazos.
Y chocando las palmas. Roy incluso golpeó afectuosamente el pecho del chico con
la mano abierta y asintió, elevando un puño para concluir de cantar.
Ardiendo en mí, ardiendo…oh puedo
sentirlo
¡Ooh puedo sentirlo!….ardiendo dentro de mí.
¡Ooh puedo sentirlo!….ardiendo dentro de mí.
(San Telmo´s fire John Parr crédito al autor)
Leval se sintió eufórico. Deseaba con toda su alma hacer
suya esa letra y cumplir con su misión. Aunque esa sensación se fue
desvaneciendo al acabar la canción. Así, tras descansar unos instantes, enseguida
tornó su expresión seria, se sentó sobre el suelo, en tanto su compañero de
entrenamiento hacía lo propio a su lado y le miraba con interés cuando el chico
le confesó.
-No te lo he contado todo. Verás, respecto de esas
máquinas…yo… lo cierto es que, tras los horrores que vi, ¡tengo miedo!, miedo
de no poder reaccionar. De quedarme paralizado. No puedo quitarme de la cabeza
esas imágenes tan terribles. Y además, cada vez que les atacaba no servía para
nada, reaparecían más fuertes que antes y me derrotaban. – Confesó con
vergüenza y desolación. – Siempre terminaba por huir. ¡Como un cobarde!...
Roy no le dejo terminar con aquellos
auto reproches. Rápidamente se levantó y le puso una mano en el hombro derecho
para sentenciar con seguridad.
-Cuando llegue la hora estoy seguro de que harás lo
que debas hacer. ¡Y óyeme bien y jamás olvides lo que te voy a decir! Sé que no
eres ningún cobarde. Creo comprender lo que sientes. En esas ocasiones tuviste
que escapar para vivir y luchar otro día. Pues bien, ese día ha llegado. De
modo que si eso te volviese a suceder busca en tu interior y encontrarás la
fuerza que necesitas. Eres un saiyajin, acuérdate de esta canción. El Fuego de
San Telmo arde dentro de ti…
El chico sonrió agradecido. Esas palabras eran una
fuente de ánimo y de consuelo enormes. Su propio padre le hablaba mostrando su
confianza en él.
-Nunca lo olvidaré. Te doy mi palabra.- Aseguró muy
reconocido.-
-Con eso me basta.- Sonrió su interlocutor.-
Tras esa breve pausa, poco más descansaron, los
entrenamientos aguardaban y volvieron a ellos una vez más. Ahora, en su mente,
Leval batallaba contra esa sensación de temor a defraudar a su futuro padre, y
sobre todo a fracasar en esa misión. Por fin llegaron a la zona y se
encontraron con un grupo de androides que les cerraban el paso, la expresión
del muchacho palideció de terror.
-¡Son… ellos! - Balbuceó atemorizado al rememorar la
visión de esas criaturas. -
-Yo me encargo de la base - le dijo su interlocutor
con un tono calmo. - Tú cúbreme.
Su
padre se dirigió hacia la entrada que se veía entre los hielos, pero más ciborgs
le cerraron el camino. Luchó contra ellos transformándose en súper guerrero,
destruyendo a uno pero otro le salió al paso inmediatamente. Roy pudo zafarse
de él logrando penetrar por la oquedad. Más androides que habían aparecido le
siguieron. Leval quedó sólo fuera, estaba paralizado por el miedo. Los
recuerdos de la crueldad de esos seres invadían su cabeza otra vez, a pesar de
sus esfuerzos. Era como recordar esa canción que su padre le puso, sobre las
máquinas…
-¡Maldita sea!- se decía el muchacho temblando ante
la presencia de esos terribles seres.- ¡Ahora no!…
Por
su parte Roy atacó los puntos vitales de la nave liberando gran parte de su energía,
ésta estalló en pedazos. La mayoría de los androides fueron destruidos, pero
quedaban algunos aún. Él salió fuera perseguido por ellos. Agotado, trató de
defenderse, pero los androides le golpearon castigándole duramente.
-¡Leval! - le gritó urgentemente mirándole desde la
distancia - ¡ayúdame!
El
muchacho presenciaba la escena sobrecogido por el temor. Quería hacer algo pero
los recuerdos de su madre y sus amigos le bombardearon, el dolor de los
inocentes y el caos, la desesperación de un mundo destruido y sin futuro.
-¡No podré resistir mucho más! –- Exclamó Roy que
retrocedía visiblemente apurado ante las embestidas de los androides. -
El
chico contemplaba impotente como estos golpeaban a su padre, ¡a su futuro padre!
¡Pero no! ¡Esta vez no estaba impotente ni debía tener miedo! Era un guerrero
del espacio, tenía un deber que cumplir y todas las desgracias que había
sufrido en su vida no podían echarle atrás, sino fortalecer su determinación y
su odio hacia esos malditos robots. Y sobre todo, había dado su palabra y su
madre siempre le contó que la palabra de un Malden era sagrada. Que su padre
jamás faltó a la suya y no iba a ser él quien lo deshonrara.
-¡Todo por vuestra culpa, malditos androides! - Pensaba
notando como crecía su furia por segundos- ¡malditos! ¡No dejaré que volváis a
matar a mi padre otra vez!
Estremecido
de ira, concentró una inmensa cantidad de energía superando el segundo nivel de
súper guerrero, los androides le prestaron su atención dejando por unos momentos
a Roy. Mientras Leval les gritaba lanzando chispas por los ojos. Saliendo de su
trance y su terror.
-¡Se terminó! ¿Me oís? ¡Ahhhhh!.
Con
un potentísimo grito que atronó los alrededores y su energía que levantó
enormes bloques de hielo y piedra, el chico arremetió contra los androides que
no tuvieron ni tiempo de defenderse, destrozó a uno con un sólo puñetazo.
-¡Esto por mi padre y sus amigos muertos!
Otro
androide la atacó con varios rayos que impactaron en Leval sin causarle el
menor daño.
-¡Esto por las demás víctimas inocentes del futuro,
y por todo el sufrimiento que causasteis a mi familia y mis amigos! - Añadió destrozando
a otro con un rayo. -
Roy
estaba asombrado, ¡Leval había superado su nivel de fuerza con mucho! En
realidad y antes de que el propio Leval se lo confesara, él sabía que el muchacho
sufría ese bloqueo. Siempre lo supo desde que le vio padecer esa terrible
pesadilla y después, cuando el pobre muchacho se lo contó en el rincón del Alma y del Tiempo se
dio cuenta de lo que debía hacer. Sabía que debía permitirle a él mismo
romperlo para escapar de esa pesadilla. Lo que no imaginaba era la tremenda
fuerza que el chico desencadenaría. Sobrepasaba con mucho el segundo nivel de
súper guerrero. Lo único que podía hacer era mirarle con la boca abierta.
-¡Y esto!,- añadió el chico con un potente aullido. -
¡Es por mí, desapareced!
Con este último grito lanzó un potente rayo de
energía contra el último androide y lo que quedaba de la base que estalló con
una tremenda onda de choque devastando kilómetros enteros. La ráfaga de viento
huracanado resultante de tales fuerzas barrió la planicie helada en tanto el
muchacho miraba al cielo y declaraba invadido por una gran sensación de alegría
y paz, dejando correr algunas lágrimas y volviendo a su estado normal.
-¡Ahora por fin somos libres! ¡Todo ha terminado!
En
la isla, la energía que desencadenó Leval fue tan potente que pudo ser detectada,
todo el terreno tembló. El grupo estaba asombrado.
-¿Habéis sentido eso?- Inquirió Ail al resto.-
-Sí, ha sido una fuerza increíble.- Declaró Zafiro.-
-Así es.- Sonrió Usagi asintiendo con aprobación, en
tanto miraba a ese millonario quien hizo lo propio en tanto la muchacha sentenciaba.-
Lo han conseguido, el futuro está a salvo otra vez.
Mientras, allá en esas latitudes del
círculo polar ártico, el muchacho le pedía disculpas a Roy que aun le miraba asombrado.
-Lo siento, he tardado en reaccionar, podrían
haberte matado por mi culpa.- Afirmó el muchacho con gran sentimiento de pesar.
–
Pero
su futuro padre le animó posando los brazos en sus hombros y le dijo con un
amable tono conciliador pleno de satisfacción y orgullo.
-Lo entiendo, ha sido un shock para ti volver a
vértelas con ellos, pero has respondido como un auténtico súper guerrero.
¡Puedes estar muy orgulloso! Ya te lo dije. ¡Tienes ese fuego de San Telmo
dentro de ti!…como todos tus antepasados saiyajin.
Leval
sonrió agradecido entre tanto Roy le propuso transportarse a la base. El chico
le dio la mano y su interlocutor se concentró en las energías del grupo. Ninguno pareció ver a esa extraña silueta
negra que flotaba a pocos metros de su posición y que portaba un gran libro
bajo uno de sus brazos…ojeaba algunas páginas en las que parecieron
materializarse unas letras como por encanto y luego desapareció. Ajenos por completo a eso, los dos súper
guerreros reaparecieron en la isla de Masters en tan solo un instante tras
concentrarse en la energía de sus amigos. Justo en la sala de control. Bertie,
al verles, corrió a abrazarse con ellos.
-¡Gracias a Dios estáis los dos bien! Estaba tan
asustada, ¿habéis vencido a los androides, verdad?
Su
novio la besó de nuevo y declaró con orgullo.
-¡Este muchacho me ha salvado la vida! ¡Ha sido
increíble la fuerza que ha desplegado! ¡Me supera con mucho!
-No, no es para tanto. - Repuso tímidamente Leval
ruborizándose en medio de la admiración general. – Solo hice lo que debía.
-Desde luego que sí- sonrió Roy palmeándole la
espalda para declarar con satisfacción. - No podré tener mejor sucesor como
guerrero en el futuro.
-Sí, honra la sangre de los súper guerreros. - Convino
Tom. -
-Gracias a todos- sollozó el aludido visiblemente emocionado.
- Para mí esto es un sueño hecho realidad…, el escuchar estas palabras, lo he
deseado tantas veces. ¡Ahora seremos
libres!
-No quiero aguaros la fiesta. - Intervino Diamante
que ya había vuelto con Nephrite y conversado durante unos instantes con Ami
con la que trató él tema que ahora comentó. - Pero, ¿qué pasa con los androides
de tú futuro?
-Es cierto- admitió Leval dándose cuenta de ello con
inquietud. - Debo volver para destruir su base. Pero no pensé como hacerlo –
recordó sintiéndose abatido. - Como vine a la desesperada no pensé en mi futuro
sino en este otro. Y no sé cómo podría retornar. Bueno, de hecho, sabía que no
podría hacerlo.
Todos le observaron apurados, si realmente seguía
existiendo la línea temporal de ese muchacho los androides también continuarían
allí. Y las personas de ese momento estarían a su merced. El grupo se miraba
entre sí con evidente desasosiego y pesar por ese valiente muchacho, tratando
de encontrar algo que pudieran hacer, pero a nadie se le ocurría gran cosa.
Hasta que Zafiro comentó.
-¿No podría ayudarnos Landar?
-¡Esperad un momento!- exclamó entonces Leval acordándose de las palabras
del mago. - Ese hombre me pidió que, cuando
todo terminase, fuera a verle otra vez.
-Seguro que él ya había pensado en esto y te ayudará.
- Le animó Zafiro contento de haber sacado el nombre a colación. -
-Pues vayamos a verle cuanto antes - urgió Roy. -
-¡Claro!, ya lo comprendo. - Terció Ail haciendo público el razonamiento que les
asaltaba a todos. - Si no vuelves habrás salvado el futuro de esta línea
temporal, pero no el de la que tú procedes. Allí los androides seguirán
existiendo y esclavizando la Tierra. Pero ahora será diferente, tienes los
medios para derrotarlos.
-Ya sabes que su base está al norte. - Añadió Tom. -
Llévate un disruptor y un detector, Masters y su equipo lo han mejorado, ahora
seguro que les descubrirás enseguida.
-Sí. - Intervino una jovencita de media melena morena,
afirmando.- Mi padre ha incorporado un
disruptor de patrón genético. Cuando esos seres deseen escanearte no
podrán identificarte.
Leval
observó a un hombre alto, de pelo blanco, similar al de Diamante aunque más
corto, y con gafas redondas, hizo su aparición confirmando las palabras de esa
muchacha.
-Mi hija Hotaru tiene razón. Tu marca biológica para
ellos será inestable. De ese modo no tendrán posibilidad de identificar la
energía que despliegues contigo.
-Y no podrán atacarte a ti.- Añadió Ami al comprender
aquello, afirmando.- ¡Es usted un genio profesor Tomoe!
Aquel
individuo sonrió tímidamente despidiéndose para preguntarle a la chica morena
en tanto los dos se alejaban.
-Hija, ¿tendrás tiempo de comer conmigo, hoy?
-Naturalmente que sí, papá. – Sonrió la muchacha.-
Los
demás presentes en la sala estaban asimismo exultantes. Todos seguían dedicando
su atención a Leval. Fue Petz la que declaró deseándole de modo muy cordial.
-Que tengas mucha suerte, muchacho.
-¡Estamos contigo! - Añadió Ann con una gran sonrisa
de ánimo. -
-¡Seguro que lo conseguirás! - Declaró Esmeralda con
simpatía, - suerte.
-Ve a ver al mago y hazle caso en todo lo que te
diga. – Le aconsejó Cooan con la misma afectuosidad que las demás. -
-Y después, ¡por favor!, vuelve para despedirte de
nosotros, antes de partir hacia tu futuro. ¿Lo harás, verdad?- Le pidió
cariñosamente Beruche. -
-Lo haré, podéis estar seguros.- Les prometió Leval
esbozando una gran sonrisa de agradecimiento para añadir más serio y concentrado
pidiéndole a Roy. – Pero primero debo saber cómo volver para derrotarles, por favor,
llévame de nuevo al Cielo.
-Será un placer. Ahora mismo nos vamos. - Respondió
su interlocutor sujetándole por un brazo y concentrándose. -
Y
esta vez Roy no tuvo problemas en detectar el rastro que buscaba. Los dos desaparecieron.
Todos los demás, excepción del personal de la base y de las sailors que se
ofrecieron a vigilar por si quedase algún meteorito en el espacio, se
trasladaron a la casa de Bertie y de su novio. Allí esperarían con impaciencia
el regreso del chico para preparar la despedida. En la isla la Guerrera Luna
estaba ahora junto a Urano y Neptuno. Y les preguntó.
-¿Estáis seguras entonces?
-No podemos afirmarlo al cien por cien, pero hay
muchas probabilidades.- Afirmó Michiru.-
- Detectamos brechas en la seguridad. – Comentó
Haruka, agregando. - Todas rastreaban la costa Oeste de Norteamérica.
-¿Quieres que intervengamos?- Le consultó Neptuno a
Usagi.-
Ésta
negó con la cabeza, y pudo decir tras unos instantes de reflexión.
-Por ahora no. Tened en cuenta que puede ser normal
que, con estas circunstancias, se haya preocupado por la seguridad de su amiga.
Esperaremos y si eso volviera a repetirse yo personalmente me ocuparé.
Las
otras dos asintieron a su vez y Michiru le preguntó a su interlocutora.
-¿Hay alguna noticia de la Pequeña Dama?
-Nada todavía.- Suspiró Usagi, añadiendo con mejor
talante.- Espero que todo salga bien y que dentro de poco se restablezca la
corriente espacio- temporal.
-Claro que sí. No te preocupes, estará bien. - Le
sonrió Haruka animosamente.-
Las
dos se alejaron tras despedirse de Guerrera Luna y comentaron una vez estuvieron
fuera de la sala.
-No sé. Estoy preocupada. Las cosas podrían
complicarse.- Declaró Michiru.-
-Pues espero que no más de lo que ya están.- Comentó
Haruka.-
- Estoy inquieta
por Setsuna. Ella aprecia mucho a la Pequeña Dama, sabes cómo es su relación. Desde
muy pequeña la princesa la visitaba en su portal espacio- temporal…
-Sé que
nuestra compañera está preocupada, y sé que no quiere demostrarlo. Pero ten fe,
como le hemos dicho a Usagi… bueno - se corrigió hasta con tono y expresión
divertida, para añadir.- A la futura reina Serenity. Todo saldrá bien…
-¿Y qué pasa
con el otro asunto? - Le inquirió su amiga.-
-En eso ya no estoy
tan segura.- Suspiró Haruka afirmando no sin inquietud en su tono.- Y
posiblemente las cosas lleguen a un punto nada agradable. La verdad. No me
gustaría estar en su lugar si la descubren contraviniendo las órdenes.
Su compañera convino en eso con un
gesto y las dos se perdieron por un largo pasillo, rumbo al ascensor. Mientras
tanto, unos preparaban una fiesta y otros iban en busca de respuestas…
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