sábado, 5 de marzo de 2011

GWB 10. 55. Se entablan combates al fin


Ail y Zafiro recorrieron en muy pocas horas la distancia que les separaba de Australia, llegando a la altura de la Gran Barrera. Durante el trayecto fueron hablando de algunas cosas relativas a sus vidas. Así, Zafiro comentó.



-Pues Petz y yo deseamos casarnos en cuanto todo esto termine. Nos hemos dado cuenta de lo efímera que puede llegar a ser la felicidad. Bueno, ya lo sabíamos a juzgar por nuestras pasadas experiencias, pero está visto que no se pueden dejar aplazadas según qué cosas.

-Es verdad. Annie y yo estamos deseando retomar nuestras vidas junto a Giaal, irnos por fin a un planeta agradable y pacífico en el que plantar definitivamente nuestro árbol y vivir sin temores. -Replicó el alien.-

-Aunque una vez, más nos toca volver a luchar para conseguirlo.- Suspiró su compañero.-

-La felicidad no es barata.- Declaró Ail que estaba rebuscando entre su uniforme de combate.-

-¡Y que lo digas!- Se rio Su compañero, afirmando.- Quiero comprarle un anillo de pedida que sea digno de ella, pero los precios son prohibitivos.

-¿Anillo?- Inquirió Ail que parecía no comprender.-

-Verás, en muchas partes de la Tierra es costumbre que, cuando un hombre pide en matrimonio a una mujer, le regale un anillo antes. Como símbolo de su amor.

-Es una curiosa costumbre. ¿Y tiene que ser un anillo?- Preguntó el alien. –

-Sí. Al menos eso creo. En este siglo veinte es lo más frecuente. En el siglo treinta y en Némesis creo que esas costumbres se habían perdido casi por entero. Aunque recuerdo que mis padres si tenían anillos en sus dedos. Pero claro, mi madre venía de la Luna, que por ese entonces seguía muchas de las tradiciones de la Tierra.- Le contó Zafiro.-



Ail asintió en tanto sacaba un detector que le habían entregado antes de marcharse. Éste marcaba rastros de calor hacia el sur-este. Señal inequívoca de un reciente impacto.



-Sigamos el rastro - indicó a su compañero.-



            Ambos volaron en esa dirección descubriendo al poco un gran cráter que marcaba la zona de la caída de ese meteorito. El ambiente aún estaba cargado con polvo en suspensión. De él emergieron dos formas que semejaban humanoídes de gran cabeza ovoide. Cuando se fueron aproximando a ellas, los muchachos vieron que no tenían boca, y que eran de una especie de color gris eléctrico. Zafiro  se los señaló a Ail.



-Mira, esos deben ser, recuerda,- le advirtió con prudente tono. - No emplees mucha fuerza, usaremos el disruptor para confundirles y que no sean capaces de rastrearnos.



            Los dos extraños androides les observaban sin atacar, parecían desconcertados o quizás no estaban programados para tomar la iniciativa, pero no era adecuado descuidarse.



-Deben de estar tratando de analizar nuestra fuerza - conjeturó Ail -, quizás mientras no ataquemos no puedan contraatacar.

-¡Mira, ahí está su base! - Señaló Zafiro mirando hacia el cráter y comenzando a acumular energía con cuidado para no ser demasiado fácil de rastrear a la par que sentenciaba. - La destruiré.

-Yo me encargaré de ellos mientras tanto, pero ten cuidado,- repuso su compañero mirando a los dos androides.-



            Estos reaccionaron por fin, lanzando contra Ail un rayo de baja potencia que éste esquivó.



- ¡Así que realmente podían comenzar ellos! - Pensó el alien que contraatacó con otro de la misma intensidad, con eso llamó por completo su atención.- ¡Aquí va mi respuesta!



            Su compañero se alejó de él despacio, con su fuerza vital en mínimos, para no atraer a esos robots, y al parecer funcionó. Ahora debía aguardar una segunda ocasión y su amigo no iba a tardar en dársela.



-¡Eh, montones de chatarra!- exclamó Ail-  ¡Venid por mí si os atrevéis¡ - Desafió lanzándoles dos rayos más. Los dos siguieron a Alíen que les llevó lejos de ese lugar. - ¡Vamos!



            Entre tanto su compañero aguardaba reflexionando.



-Debo esperar al instante propicio. No debo usar el disruptor innecesariamente o esos  ciborgs podrían adaptarse a su patrón. Por lo que estuvimos investigando cabe esa posibilidad.



            Aunque por otro lado, estaba preocupado por su amigo. Ail no podría distraer a esos robots indefinidamente. Aprovechó las lecciones de meditación que aprendió en el Rincón para bajar lo más posible su energía. Y funcionó. El enemigo daba la impresión de haberse olvidado completamente de él y centrarse únicamente en Ail. ¡Era el momento! Zafiro aprovechó para entrar en el corazón de la base.



-¡Perfecto!- Se dijo acelerando en apenas centésimas de segundo y acumulando energía, listo para actuar.-



Pero sin esperarlo fue atacado por rayos de energía que le hirieron un brazo.



-¡Malditos!- Espetó entre atónito y furioso.-



Empero, no tardó en recobrarse y se parapetó lo más cerca que pudo del núcleo de aquel ingenio. Al aproximarse observó un cilindro que daba la impresión de estar blindado, y dentro del mismo y brillando con tonos entre malvas y rojizos, vio una especie de cristal.



-Yo conozco esto.- Pensó con asombro. -



Aunque unos largos tentáculos de metal surgieron de las paredes de aquella nave tratando de alcanzarle. Los esquivó a duras penas y como respuesta, lanzó una potente ráfaga de energía contra lo que parecían los controles, saliendo de inmediato al exterior. Se sucedieron una serie de explosiones en el interior de ese lugar que fueron encadenándose hasta que todo ese complejo saltó por los aires. Eso privaría a las chatarras que hostigaban a su compañero de su apoyo telemétrico y de más suplemento de energía.



-¡Ha sido más fácil de lo que pensaba!- Se dijo animadamente el chico activando ahora su disruptor. – De este modo no podrán recibir información de los otros lugares. Ahora voy a ayudar a Ail. Y ese cristal. Juraría que es el mismo que nosotros…



            Aunque, oyendo los zumbidos de las máquinas enemigas que quedaban olvidó aquello. Sin perder ni un segundo se dirigió hacia el fragor de la batalla. Su amigo se defendía de los ataques de los androides. No se atrevía a aumentar demasiado su energía, pues temía que al destruirles se regenerasen. Tan solo podía aguantar pero tarde o temprano se cansaría y debería elevar su poder. Ojalá que su  compañero lo hubiera logrado.



-No podré aguantarles mucho más con este nivel tan bajo.- Pensaba con creciente temor intentando esquivar las acometidas de esos seres.-



Entonces vio llegar a su compañero que le hizo un gesto con el pulgar. Sin dudarlo ni un segundo, Ail lanzó  un potente rayo contra uno de sus enemigos, destruyéndole. Su aliviado amigo se encargó de hacer lo mismo con el otro.



-Ha sido muy fácil  ¿No crees? - Le dijo Zafiro satisfecho a la vez que tomaba una alubia para curar su brazo herido. -

-Espero que a los demás les resulte tan sencillo como a nosotros.- Deseó Ail. -

- No lo sé. Por lo que creo nosotros hemos debido de ser los primeros en encontrarles.

- ¿Por qué crees eso?- Quiso saber su interlocutor –

- Verás. –Le explicó Zafiro – Consulté a algunos expertos en informática y robótica de la Masters, y como ingeniero tengo una sospecha. Esos androides son mecanismos cibernéticos. Cuando nos hemos encontrado no sabían si éramos una amenaza o no.

- Por eso tardaron en atacarnos al principio. – Dedujo Ail –

- Sí, pero luego, tras analizarnos, comenzaron a adaptarse. Lo malo es que hayan podido enviar información sobre nosotros a sus otras bases antes de que les hayamos destruido. Deben de aprender sobre sus enemigos a una escala exponencial.

- Eso significa que el resto podrían estar en dificultades…

- A la luz de lo que Leval nos dijo, al parecer debían de transmitir información sobre sus enemigos y ajustar la cantidad de energía precisa para eliminarlos. Como fuimos los primeros no tenían esos datos. Quizás por eso, en su futuro, nos mataron a todos. Les dimos demasiada información durante esa batalla. Pudieron registrar a la perfección nuestros aumentos de energía y almacenarla.

-Ya comprendo.- Asintió reflexivamente su interlocutor.- No es tanto la fuerza que tengan sino la información de la que dispongan. Buscan las debilidades de sus adversarios y las explotan. Ahora no tenían datos sobre nosotros y estaban inermes.

-Es eso.- Convino su contertulio.-

- Entonces debemos ir lo antes posible a ayudar a los otros – Declaró Ail -

- Tienen sus disruptores, espero que con eso podrían inhibir ese sistema. Aunque solamente sea por unos segundos. De ese modo les destruirán sin problemas. Y si volamos hacia allí aumentando nuestro nivel para llegar a tiempo podríamos estar suministrando datos a esos tipos. Creo que lo mejor será que volvamos a la base. - Le animó su compañero. - Puede que nuestros compañeros hayan tenido suerte y ya nos estén esperando allí.

- ¿Y si no es así?- Le inquirió Ail con inquietud, a lo que su amigo se encogió de hombros para finalmente replicar. –

- De todos modos, tenemos que informar y quizás allí sepan algo. ¡Vamos!…



            Su compañero convino en eso. Sin perder ya ni un instante volaron de vuelta a la isla. Entre tanto, Diamante y Nephrite se presentaban en la Tierra del Fuego. Llegaban charlando con su habitual cruce de pullas. Como si ese tenso momento no fuera con ninguno. Nephrite le había recriminado el copiarle con la despedida, al aludir la vuelta para la cena y Diamante se defendió alegando que iba a decirlo igualmente. Tras lo cual pasaron al intercambio amistoso de reproches por no visitarse en sus respectivas casas, dado que vivían realmente cerca si se comparaban con el resto.



-Mira que te lo he dicho. Tienes que pasarte por Londres. Allí tengo una nueva tienda a punto de inaugurar…-Afirmaba Nephrite.-

-¿Londres? ¿Pero no vivías aun en Japón?- Le interrogó su interlocutor.-

-Lo cierto es que oficialmente sí. Sin embargo he estado viajando bastante a Inglaterra. Minako me comentó que era un buen sitio… Al menos tras… en fin, despedirme de Naru.



            El jovial gesto de Diamante se entristeció un poco, palmeó ligeramente la espalda de su contertulio y pudo añadir.



-Lo siento amigo. Se lo duro que es tener que renunciar a alguien a quién amas.

-No te preocupes por mí. Las guerreras fueron muy amables. Makoto hasta me hizo un postre de chocolate como el que comí con Naru cuando me reencontré con ella. –Suspiró confesando.- Lo cierto es que la guerrera Júpiter, cuando adopta su identidad civil, es una joven hermosa y muy agradable. Te sorprenderías de lo hogareña que es.

-¡Vaya! No sabía que ella y tú.- Se sorprendió su interlocutor.-

-No, no es eso. - Sonrió débilmente Nephrite para explicar.- Nos une una buena amistad. Lo cierto es que me resulta extraño. Es como si ya antes nos hubiésemos conocido, en algún momento o lugar. Puede quizás en vidas pasadas. Además, al poco conocí a Amanda. Es una mujer estupenda. Por eso quiero empezar mi nueva vida lejos de los antiguos recuerdos y junto a ella. Al menos explorando a ver si nuestra relación puede conducirnos lejos.

-Os deseo lo mejor. Lo mismo nos ocurre a Esmeralda y a mí. Ella se ha adaptado muy bien a la Tierra. Debo admitir que más rápidamente que yo.- Sonrió el príncipe agregando divertido.- Lo cual me lleva a ofreceros también a Amanda y a ti que nos visitéis. Le he sugerido lo mismo al zángano de Roy. Para cuando se decida a casarse con Bertie.

-Habrá que terminar con estos malditos invasores rápido para que se decida a pedírselo ya. O siempre tendrá alguna excusa. ¿No crees?...- Comentó su compañero haciendo gala de esa recientemente adquirido humor inglés.-

-¡Desde luego!- Se rio Diamante. -Creo que le tiene más miedo a ella cuando se enfada que al mismísimo maestro Piccolo.

-Pues que no se asuste tanto. Y además, viendo las ventajas. ¡Beruche desde luego es mucho más guapa!- Se rio también Nephrite.-



El príncipe de Némesis soltó otra carcajada a su vez e iba a replicar a aquella chanza. Pero su detector de calor comenzó a emitir señales muy claras y tanto él como su compañero, callaron.



-Ha debido de caer cerca de aquí.- Afirmó al fin Nephrite.-

-Sí, las lecturas así lo indican, pero ¿dónde?- Inquirió su compañero oteando infructuosamente en derredor.-



Estaban sobre el punto estimado pero allí no se veía nada, aparentemente todo estaba normal. Entonces y de ningún sitio, surgieron multitud de rayos de energía que ambos pudieron esquivar en un principio gracias a sus reflejos y después a duras penas. Diamante replicó con varios ataques que hicieron explotar las inmediaciones. De este modo un gran objeto de aspecto rocoso quedó al descubierto y tres figuras humanoídes de cabeza ovalada y un ojo circular les cerraron el paso. Sin más, les atacaron con nuevos rayos. El príncipe de Némesis replicó destruyendo a dos de ellos.



-¡Ten cuidado! - Le gritó Nephrite entre el ruido de las explosiones. - Recuerda que se regenerarán aún más fuertes. ¡No les destruyas!, entretenles mientras acabo con su base.

-Vale, he puesto en marcha el disruptor.- Convino su compañero en tanto dos androides más se materializaban ante ellos y les atacaban con más potencia. -¡Mierda, este cacharro no funciona! - Protestó su compañero bastante más contrariado que preocupado en ese instante. -

-Estamos muy cerca. - Le respondió su camarada esquivando los ataques. - Quizá la señal que les emite su base es tan potente que no podemos limitarla desde aquí.

-Yo me encargaré de ellos, ¡tú destruye su base, ya! -  Le instó Diamante que empezó a contraatacar con rayos de poca intensidad para no destruirlos pero sí despistarlos, tal y como les explicase Leval. - ¡Date prisa!



            Nephrite asintió y por su parte se introdujo en el cráter, fue atacado inmediatamente por numerosos rayos de energía. No pudo esquivarlos todos y uno le dio en el pecho derribándole. Afortunadamente su peto de combate le amortiguó el daño, aunque fue seriamente herido. No obstante con su calma habitual, sacó una alubia y se la comió recuperándose.



-Estos engendros van a arruinar mi vestuario.- Suspiró al más puro estilo del humor inglés.-



No obstante, se temía lo peor en caso de volver a ser alcanzado, su peto estaba destrozado y no volvería a amortiguar una descarga semejante. Pero los rayos se detuvieron, entonces miró a su lado.



-Claro, estoy en un punto vital. - Pensó analizando la situación con tranquilidad. - No me atacarán para no dañarlo.



            Pudo observar una especie de consola y a su lado un gran cilindro que contenía una especie de cristal de color negro, conectado a una serie de cables. Aquello le pareció familiar, pero no recordaba bien donde lo había visto. Pasaron unos segundos y descubrió que, efectivamente las armas defensivas de esa base no le disparaban, sobre todo cuando estaba justo entre ese cilindro y el punto de mira de los cañones. Concentró energía mientras se sonreía  de forma triunfal y espetó.



 -¡Lamento mucho estropearos la fiesta!



            El chico provocó una explosión al liberar su energía destruyendo el lugar, salió a toda velocidad antes de que explotase todo el meteoro que ya se sacudía con terribles estallidos internos.



            Mientras tanto, su compañero no lo estaba pasando nada bien. Luchaba contra los androides y perdía terreno. A pesar de su dinamismo y su concentración en la pelea, estos le hostigaban demasiado.



-Kaio-ken.- Exclamó emitiendo una potente aura rojiza para descargar un potente golpe en uno de esos androides, destruyéndolo.-



            Sin embargo, al poco de hacerlo, otro apareció en su lugar. Diamante estaba perplejo.



-¿De dónde demonios ha venido?- Pudo preguntar en voz alta sin obtener respuesta.-



            La única réplica fue un ataque coordinado de esos dos ciborgs que le atravesó un hombro, haciendo gritar de dolor. Llevándose la mano contraria al mismo se apartó volando hacia el cercano océano seguido muy de cerca por esas máquinas. El príncipe no se lo pensó, lanzó una bola de energía al agua. Al estallar esta, sus perseguidores parecieron quedar desconcertados por unos instantes.



-Deben de analizar todas las fuentes de energía que detectan. No distinguen si provienen o no de un ser inteligente.- Reflexionó.-



Aunque se iba cansando cada vez más y debido a lo apurado de su situación no podía comerse una alubia. Entonces llegó Nephrite.



-¿Lo has conseguido? - Gritó Diamante con un tono impaciente y apurado. - ¿Puedo luchar en serio ya?..



            Por toda respuesta su compañero atacó a uno de sus enemigos desintegrándole con un rayo.



-¿A ti que te parece? - Le respondió con sorna. -

-Ahora os vais a enterar.- Se sonrió su interlocutor con bastante mala intención en tanto clavaba su mirada en esos androides, que, efectivamente producían un extraño zumbido metálico, tal y como Leval les había contado. – ¡Voy a poner fin a vuestro irritante ruidito!



            Lanzó otro rayo destruyendo al segundo humanoide, el restante huyó hacia el norte. A buen seguro tratando de unirse a  sus compañeros. Pero ninguno de los dos estaba por la labor de que lo consiguiera y le persiguieron. El androide era rápido y les costó alcanzarlo. Por fin lo hicieron. Diamante le cortó el paso, aquel robot sacó dos antenas de la cabeza y comenzó a emitir unos tonos de sonido discontinuo. Parecía una señal de alarma.



-¡Maldito montón de chatarra! - Espetó Diamante que ahora sí que pudo comerse una alubia.-



            Por fortuna eso le recuperó de inmediato. No lo dudó, lanzándose contra ese ciborg destruyó esas antenas con una lluvia de puñetazos. Se apartó dejando que su compañero rematase aquello con un rayo de energía. Ese robot estalló y por fortuna no apareció ningún otro para reemplazarlo.



-Asunto arreglado. - Jadeó Diamante visiblemente satisfecho. - Ya me he quedado a gusto. Ahora volvamos a la isla antes de que sea la hora de cenar o nuestras chicas sí que nos mataran.

- ¡Y para eso no hay disruptor que valga! – Se sonrió su amigo no sin sorna. –

- Pues podrían inventar uno. Nos iba a ser muy útil para evitar broncas.

- ¡No me digas que Esmeralda ya te sermonea! – Se rio Nephrite. –

- Lo que es tomar confianza, amigo. En Némesis no se le habría ocurrido jamás. - Repuso el príncipe añadiendo, eso sí con una sonrisa de satisfacción. – Pero tiene otras cosas que lo compensan con creces. Ya me entiendes. Supongo que con Amanda te pasará igual. Alguna escena te montará.



            Nephrite asintió con otra cómplice sonrisa afirmando.



-Bueno, ella no es de las que te chillan, o te montan escenitas. Pero desde luego que sabe dar a entender cuando está enfadada.

-En fin, en favor de Esmeralda debo decir que raras veces se enfada conmigo. Está incluso más atareada que yo con sus pases de modelos y diseñando vestuarios para esa bruja que tiene por jefa.- Se rio Diamante.- Me ha dicho que quiere que la conozca uno de estos días.

-¿Es esa tal Madame Deveraux, no? Esa mujer tiene un auténtico emporio de la moda.

-Sí, y por alguna razón le ha tomado mucho cariño a mi novia.

-¿Esa mujer no será…?- Insinuó su compañero observándole con una mezcla de estupor y curiosidad.-

-No lo creo. Al menos, por lo que Esmeralda me ha contado de ella, es más una especie de tía exigente que otra cosa.  Pero trata a mi novia como a una hija.

-Eso no es malo. ¿Quién sabe? Esmeralda podría convertirse en un icono también. Es muy buena modelo, y algunas de sus colecciones son magníficas. Al menos, eso me ha contado Amanda. Ella es muy aficionada a ese mundillo.- Comentó Nephrite.-



            Su contertulio escuchó con interés. Se alegraba de que el trabajo de su novia fuera tan reconocido. Así declaró.



-Espero que seamos muy felices. Con eso me doy por satisfecho. Amigo mío, ni ella ni yo aspiramos a otra cosa.- Y el príncipe añadió con alivio.- ¡Ojalá! que los demás cumplan su parte para que todos tengamos la oportunidad de consolidar nuestras nuevas vidas sin más preocupaciones como estas.



            Su interlocutor asintió y ambos volaron hacia la isla de Masters, dispuestos a informar del éxito. Ya sólo restaban Roy y Leval. A ellos les correspondería quizás la parte más difícil. Así lo indicó Ami en el centro de control a los demás.



-Hemos detectado una potente corriente electromagnética cargada de trillones de bits de datos. Posiblemente sean las mediciones de esas máquinas sobre la fuerza de combate de sus oponentes.

- Pero la buena noticia es que las hemos bloqueado con éxito.-  Afirmó una hermosa mujer de cabellos rojizos, que llevaba una blanca bata de laboratorio.-

-¡Kaori!- Exclamó Esmeralda visiblemente contenta de verla.-



            Las dos se dieron un cariñoso abrazo. Esa mujer pelirroja asintió, comentando.



-Me alegra mucho verte, pero ojalá que hubiera sido en mejores circunstancias.- Remachó con tono más serio.-

-Sí, no nos veíamos desde vuestra Luna de Miel en París, hará un mes al menos.- Calculó su contertulia.-



            Su amiga asintió, comentándole en voz baja.



-Ya sabes que, gracias a Zafiro, el señor Masters contrató a Souichi y también a mí. Y que pude lograr que se enamorase de mí tanto como yo lo estaba de él. Pero tras la boda y nuestro viaje de novios, cuando fuimos a vuestra ciudad, no tardó en convocarnos junto con otros de sus científicos, para ponernos a trabajar en esto.

-¿En lo de los meteoritos?- Se sorprendió Esmeralda.-



            Era extraño que ese millonario hubiera estado enterado de algo que ellos averiguaron merced a la llegada de ese chico del futuro. Aunque no tuvo mucho tiempo de pararse a meditar sobre ello. Los demás se acercaron y su amiga no quiso seguir hablando del tema. Más cuando su esposo, el afamado profesor Tomoe, tomó la palabra para comentarle al grupo.



-Teníamos la hipótesis de que esos ingenios se comunicaban a través de una distorsión en el espacio-tiempo. O de un atajo interdimensional. Pero resultó algo mucho más sencillo y evidente. Usan el equivalente a una red wifi.



            Aquella tecnología estaba en sus inicios en la Tierra de finales del siglo veinte. Aunque con el tiempo se desarrollaría muchísimo para conectarse a Internet. Esos artefactos sencillamente amplificaban de forma increíble la potencia que un servidor normal terrestre podría alcanzar y transmitían así infinidad de datos. Era evidente que su tecnología estaba muchísimo más adelantada que la humana.



-Al menos, hasta que Zafiro colaboró con nosotros.- Resumió el profesor.- Sus trabajos, con muchos elementos del siglo treinta, nos han permitido avanzar muy rápidamente. Y los conocimientos de mi esposa, también. Cariño. Eres realmente brillante.- La elogió dándole un suave beso en la mejilla.- Te diste cuenta la primera de que ese material que detectamos era un magnífico conductor de energía.



            La interpelada se ruborizó, aunque tras separarse levemente de su marido, le susurró a Esmeralda.



-Ya te lo explicaré.

-¿Material?¿Qué material?- Quiso saber Petz con visible curiosidad.-

-Restos de una cápsula. El enemigo envió un explorador mientras estabais luchando contra los sectarios.- Les contó Makoto.-

-Sí, nosotras tuvimos que detenerlo y eliminarlo.- Añadió Haruka, agregando.- Llevamos muestras de esa nave al laboratorio.

-Y allí, Kaorinite y el profesor Tomoe, junto con más científicos de la división de desarrollo de la Masters Corporation, las analizaron.- Concluyó Setsuna.-

-La historia que os contó Leval nos terminó por dar la idea. Un material parecido a un cristal, de color negro. Condensa la energía de una manera impresionante. Por eso puede almacenar la que emitían los guerreros y hasta replicarla transfiriéndosela a esas máquinas.-



Eso declaró Kaorinite, quien se aproximó a una mesita cercana, abrió un cajón y les mostró una cajita de cristal que contenía un fragmento de aquel extraño material. Todos lo observaron con atención y entonces fue Cooan quien dijo sorprendida.



-¡Yo conozco esto!  Me suena muchísimo. Es igual a los cristales negros que alimentaban el poder de nuestras naves en el siglo treinta.

-Es cierto.- Convino su hermana Petz, añadiendo perpleja.- Y en Némesis se utilizaba en todas partes como fuente de energía.



            Las hermanas se miraron atónitas. ¿Qué podría significar eso?¿Acaso otra civilización conocía y utilizaba ese mismo tipo de material?



-Eso es lo de menos ahora.- Intervino Bertie con visible inquietud, y al mismo tiempo, esperanza, cambiando de tema.- Lo que importa es que gracias a estos avances, el grupo de Roy, Leval y los demás tendrán muchas mejores probabilidades de triunfar. ¿No es así?

-Así es.- Sonrió Ami tratando de calmarla en ese sentido.- Nuestros disruptores han hecho de disgregadores de esas señales, dificultando su recepción.



Y es que esos dispositivos diseñados por el equipo de Maestres no habían sido tan ineficaces después de todo. Lograron evitar que las tres naves se comunicasen entre sí triangulando posiciones y que regenerasen los robots de las otras que eran destruidas. Parecía que, al estar en esas ubicaciones estratégicas, esos ingenios pretendieran tener cobertura para todo el planeta. Y merced a los aparatos desarrollados por la división científica de esa gran empresa, aquello no les había sido posible. Pero, tal y como sospechase Zafiro, de alguna manera esos robots se iban fortaleciendo y aprendían. Ajenas a ese detalle las chicas habían saltado dando gritos de júbilo cuando supieron que Ail y Zafiro, Nephrite y Diamante habían obtenido la victoria y regresarían en poco tiempo. Ahora, todas las miradas estaban puestas en la última de las parejas. Y además en localizar el paradero de Karaberasu. En realidad lo llevaban intentando desde que llegaron, pero ni siquiera con la ayuda de los ordenadores de Masters, conectados a todo tipo de agencias gubernamentales, podían localizarla. Petz observaba la consola en la que desfilaban todo tipo de nombres de mujeres y comentaba desalentada.



-¿Dónde podrá estar?

-No aparece ninguna mujer llamada Karaberasu Malinde.- Negó uno de los técnicos. -

-¿Y si probase con Kurozuki?- Sugirió Cooan.-

-¡Claro, el apellido de nuestra madre!, es una buena idea. – Afirmó Beruche con optimismo. – Ella nunca usaría el de nuestro padre. Nos recuerda demasiado a nuestra antigua vida.

-Y habrá querido comenzar de nuevo, o eso o no la conozco.- Remató Petz.-



            Lo hicieron pero tampoco lograron obtener nada. A lo que Masters, acercándose a ellas, comentó.



-Después de esa guerra contra los demonios se perdieron muchos archivos en la ciudad. Si ella estaba censada en Tokio podemos mirar allí. Sin embargo, me temo que eso no significará que se encuentre en esa ciudad o que sepan de su paradero actual.



            Desalentadas en este punto las tres hermanas celebraron un pequeño conciliábulo y Beruche dijo, como portavoz.



-Le damos las gracias por sus esfuerzos. Pero déjelo por ahora. Lo primero es derrotar esta amenaza. Si Roy y Leval consiguen hacerlo con la nave que queda ya no habrá problemas y mi hermana podrá seguir viviendo su vida en paz.



Y todo el mundo asintió en silencio deseando que así fuera. Por su parte, los dos depositarios de sus esperanzas sobrevolaban  parajes cada vez más fríos, acercándose a Alaska.



-Espero que todo salga bien. - Suspiró Leval nervioso a cada momento que pasaba. -

-Ganaremos, eso seguro - le animó su interlocutor. -

-Después de todo lo que he pasado, me cuesta creer que vaya a conseguirlo tan fácilmente.- Comentó el muchacho con una sonrisita trémula de inquietud. -

-Nadie dice que será fácil. Nada importante en la vida lo es, créeme - Le replicó Roy.- Pero lo conseguiremos, si luchamos con todas nuestras fuerzas y poniendo el corazón en ello.



            Aquello afianzó la moral del chico, recordaba el tiempo pasado con su padre en el Rincón del Alma y del Tiempo. Aquello fue muy duro, nada más entrar casi se sintió aplastado por las condiciones de aquel sitio, pero enseguida se adaptó. Y por si fuera poco, Roy le obligó a luchar con un traje muy pesado. Leval creyó que no podría soportarlo pero su entrenador le animó día tras día y le hizo creer en sí mismo y en sus posibilidades.  Recordaba una de las conversaciones que tuvieron en uno de los escasos descansos que se permitían.



-¡No puedo más!  - Jadeaba el chico dejando de ser un súper guerrero y tumbándose en aquella blanca superficie. –

-No apagues todavía el “Fuego de San Telmo” – sonrió Roy en alusión a su resplandor dorado. –

-¿Qué significa eso?- Quiso saber el chico. –

-Era un resplandor por efectos químicos que se producían en los barcos antiguos. – Le explicó su interlocutor. – Ami, la amiga de Bertie, me lo contó. ¡Anda que no es inteligente la tía! Me decía que cuando me transformo en súper guerrero se lo recordaba. Y alguna que otra vez le canté aquella canción antigua que lleva un título similar. Escucha.- Le pidió en tanto hacía bocina con las manos, gritando hacia arriba de esa blancura interminable…



-¡Anda Landar, ponnos ésta canción!…



            Y enseguida tuvo su petición concedida, una música comenzó a sonar y el propio Roy acompañó a la canción. Enseñando al muchacho  entre tanto a transformarse en un nivel superior al de súper saiyan uno.



Creciendo no ves lo escrito en la pared
Pasando de ello, yendo hacia adelante, tú lo sabías todo
Pero quizás alguna vez si sientes el dolor
Encontrarás que estás solo, que todo ha cambiado

Juega el juego, sabes que no puedes abandonar hasta que esté ganado
Soldado, solo tú puedes hacer lo que debe hacerse
Sabes de algún modo que eres como yo
Solo eres un prisionero tratando de liberarse.

Puedo ver el cielo bajo el flameante horizonte
Estaré dónde el vuelo del águila, más alto, más alto
Seré tu hombre en movimiento, solo necesito un par de ruedas
Llévame dónde está mi futuro, ¡Fuego de San Telmo!

Escuchando aquello Leval sonrió contagiado por aquel entusiasmo. Parecía desde luego que alguien les hubiera escrito aquella canción dedicada a ambos. Se daba cuenta ahora de la intensidad, vitalidad y de la arrolladora fuerza de su padre y deseaba ser como él. No podía ni quería defraudarle. Había demasiado en juego. Y eso era lo que más le asustaba. El fracaso y no ser capaz de dar la talla cuando llegara el momento…

Quemándome no sé cuán lejos podré ir
(Solo cuán lejos podré ir)
Pronto estaré en casa, solo unas pocas millas por la carretera
Puedo hacerlo, sé que puedo.
Rompiste al chico en mí, pero no romperás al hombre

Puedo ver el cielo bajo el flameante horizonte
Estaré dónde el vuelo del águila, más alto, más alto
Seré tu hombre en movimiento, solo necesito un par de ruedas
Llévame dónde está mi futuro, ¡Fuego de San Telmo!

            Exclamaron los dos. El muchacho comenzaba a comprender lo que aquello quería decir. Era un canto a la esperanza, a la chispa de guerrero que tenía en su interior. Tendría que hacerla brillar como nunca para salvar el futuro de todos, comenzando por el suyo propio. Y pensando en todos sus seres queridos de este presente y de su futuro sentía como, en efecto. Algo se inflamaba dentro de él…

-¡Vamos, Leval!- Le animó Roy en tanto seguía cantando.-

Puedo escalar la montaña más alta y navegar por el mar más salvaje
Puedo sentir el fuego de San Telmo, ardiendo, ardiendo en mí

Solo una vez en la vida, un hombre tiene su momento
Y mi momento es ahora, estoy volviendo a la vida

Puedo escuchar la música sonando, puedo ver ondear las banderas
Siento como si estuvieras de vuelta y espero cabalgar alto
Voy a ser
tu hombre en movimiento, solo necesito un par de ruedas
Llévame dónde está mi futuro, Fuego de San Telmo.

Puedo ver el cielo bajo el flameante horizonte
Estaré dónde el vuelo del águila, más alto, más alto
Seré tu hombre en movimiento, solo necesito un par de ruedas
Llévame dónde está mi futuro, Fuego de San Telmo.

Puedo escalar la montaña más alta y navegar por el mar más salvaje
Puedo sentir el fuego de San Telmo, ardiendo, ardiendo en mí

Y sentenciando esta última estrofa, los dos se iluminaron como súper saiyajin elevando los brazos. Y chocando las palmas. Roy incluso golpeó afectuosamente el pecho del chico con la mano abierta y asintió, elevando un puño para concluir de cantar.

Ardiendo en mí, ardiendo…oh puedo sentirlo
¡Ooh puedo sentirlo!….ardiendo dentro de mí.

(San Telmo´s fire John Parr crédito al autor)



Leval se sintió eufórico. Deseaba con toda su alma hacer suya esa letra y cumplir con su misión. Aunque esa sensación se fue desvaneciendo al acabar la canción. Así, tras descansar unos instantes, enseguida tornó su expresión seria, se sentó sobre el suelo, en tanto su compañero de entrenamiento hacía lo propio a su lado y le miraba con interés cuando el chico le confesó.



-No te lo he contado todo. Verás, respecto de esas máquinas…yo… lo cierto es que, tras los horrores que vi, ¡tengo miedo!, miedo de no poder reaccionar. De quedarme paralizado. No puedo quitarme de la cabeza esas imágenes tan terribles. Y además, cada vez que les atacaba no servía para nada, reaparecían más fuertes que antes y me derrotaban. – Confesó con vergüenza y desolación. – Siempre terminaba por huir. ¡Como un cobarde!...



Roy no le dejo terminar con aquellos auto reproches. Rápidamente se levantó y le puso una mano en el hombro derecho para sentenciar con seguridad.



-Cuando llegue la hora estoy seguro de que harás lo que debas hacer. ¡Y óyeme bien y jamás olvides lo que te voy a decir! Sé que no eres ningún cobarde. Creo comprender lo que sientes. En esas ocasiones tuviste que escapar para vivir y luchar otro día. Pues bien, ese día ha llegado. De modo que si eso te volviese a suceder busca en tu interior y encontrarás la fuerza que necesitas. Eres un saiyajin, acuérdate de esta canción. El Fuego de San Telmo arde dentro de ti…



El chico sonrió agradecido. Esas palabras eran una fuente de ánimo y de consuelo enormes. Su propio padre le hablaba mostrando su confianza en él.



-Nunca lo olvidaré. Te doy mi palabra.- Aseguró muy reconocido.-

-Con eso me basta.- Sonrió su interlocutor.-



Tras esa breve pausa, poco más descansaron, los entrenamientos aguardaban y volvieron a ellos una vez más. Ahora, en su mente, Leval batallaba contra esa sensación de temor a defraudar a su futuro padre, y sobre todo a fracasar en esa misión. Por fin llegaron a la zona y se encontraron con un grupo de androides que les cerraban el paso, la expresión del muchacho palideció de terror.



-¡Son… ellos! - Balbuceó atemorizado al rememorar la visión de esas criaturas. -

-Yo me encargo de la base - le dijo su interlocutor con un tono calmo. - Tú cúbreme.



            Su padre se dirigió hacia la entrada que se veía entre los hielos, pero más ciborgs le cerraron el camino. Luchó contra ellos transformándose en súper guerrero, destruyendo a uno pero otro le salió al paso inmediatamente. Roy pudo zafarse de él logrando penetrar por la oquedad. Más androides que habían aparecido le siguieron. Leval quedó sólo fuera, estaba paralizado por el miedo. Los recuerdos de la crueldad de esos seres invadían su cabeza otra vez, a pesar de sus esfuerzos. Era como recordar esa canción que su padre le puso, sobre las máquinas…



-¡Maldita sea!- se decía el muchacho temblando ante la presencia de esos terribles seres.- ¡Ahora no!…



            Por su parte Roy atacó los puntos vitales de la nave liberando gran parte de su energía, ésta estalló en pedazos. La mayoría de los androides fueron destruidos, pero quedaban algunos aún. Él salió fuera perseguido por ellos. Agotado, trató de defenderse, pero los androides le golpearon castigándole duramente.



-¡Leval! - le gritó urgentemente mirándole desde la distancia - ¡ayúdame!



            El muchacho presenciaba la escena sobrecogido por el temor. Quería hacer algo pero los recuerdos de su madre y sus amigos le bombardearon, el dolor de los inocentes y el caos, la desesperación de un mundo destruido y sin futuro.



-¡No podré resistir mucho más! –- Exclamó Roy que retrocedía visiblemente apurado ante las embestidas de los androides. -



            El chico contemplaba impotente como estos golpeaban a su padre, ¡a su futuro padre! ¡Pero no! ¡Esta vez no estaba impotente ni debía tener miedo! Era un guerrero del espacio, tenía un deber que cumplir y todas las desgracias que había sufrido en su vida no podían echarle atrás, sino fortalecer su determinación y su odio hacia esos malditos robots. Y sobre todo, había dado su palabra y su madre siempre le contó que la palabra de un Malden era sagrada. Que su padre jamás faltó a la suya y no iba a ser él quien lo deshonrara.



-¡Todo por vuestra culpa, malditos androides! - Pensaba notando como crecía su furia por segundos- ¡malditos! ¡No dejaré que volváis a matar a mi padre otra vez!



 Estremecido de ira, concentró una inmensa cantidad de energía superando el segundo nivel de súper guerrero, los androides le prestaron su atención dejando por unos momentos a Roy. Mientras Leval les gritaba lanzando chispas por los ojos. Saliendo de su trance y su terror.



-¡Se terminó! ¿Me oís? ¡Ahhhhh!.



            Con un potentísimo grito que atronó los alrededores y su energía que levantó enormes bloques de hielo y piedra, el chico arremetió contra los androides que no tuvieron ni tiempo de defenderse, destrozó a uno con un sólo puñetazo.



-¡Esto por mi padre y sus amigos muertos!



            Otro androide la atacó con varios rayos que impactaron en Leval sin causarle el menor daño.



-¡Esto por las demás víctimas inocentes del futuro, y por todo el sufrimiento que causasteis a mi familia y mis amigos! - Añadió destrozando a otro con un rayo. -



            Roy estaba asombrado, ¡Leval había superado su nivel de fuerza con mucho! En realidad y antes de que el propio Leval se lo confesara, él sabía que el muchacho sufría ese bloqueo. Siempre lo supo desde que le vio padecer esa terrible pesadilla y después, cuando el pobre muchacho se lo  contó en el rincón del Alma y del Tiempo se dio cuenta de lo que debía hacer. Sabía que debía permitirle a él mismo romperlo para escapar de esa pesadilla. Lo que no imaginaba era la tremenda fuerza que el chico desencadenaría. Sobrepasaba con mucho el segundo nivel de súper guerrero. Lo único que podía hacer era mirarle con la boca abierta.



-¡Y esto!,- añadió el chico con un potente aullido. - ¡Es por mí, desapareced!



Con este último grito lanzó un potente rayo de energía contra el último androide y lo que quedaba de la base que estalló con una tremenda onda de choque devastando kilómetros enteros. La ráfaga de viento huracanado resultante de tales fuerzas barrió la planicie helada en tanto el muchacho miraba al cielo y declaraba invadido por una gran sensación de alegría y paz, dejando correr algunas lágrimas y volviendo a su estado normal.



-¡Ahora por fin somos libres! ¡Todo ha terminado!



            En la isla, la energía que desencadenó Leval fue tan potente que pudo ser detectada, todo el terreno tembló. El grupo estaba asombrado.



-¿Habéis sentido eso?- Inquirió Ail al resto.-

-Sí, ha sido una fuerza increíble.- Declaró Zafiro.-

-Así es.- Sonrió Usagi asintiendo con aprobación, en tanto miraba a ese millonario quien hizo lo propio en tanto la muchacha sentenciaba.- Lo han conseguido, el futuro está a salvo otra vez.



            Mientras, allá en esas latitudes del círculo polar ártico, el muchacho le pedía disculpas a Roy que aun le miraba asombrado.



-Lo siento, he tardado en reaccionar, podrían haberte matado por mi culpa.- Afirmó el muchacho con gran sentimiento de pesar. –



            Pero su futuro padre le animó posando los brazos en sus hombros y le dijo con un amable tono conciliador pleno de satisfacción y orgullo.



-Lo entiendo, ha sido un shock para ti volver a vértelas con ellos, pero has respondido como un auténtico súper guerrero. ¡Puedes estar muy orgulloso! Ya te lo dije. ¡Tienes ese fuego de San Telmo dentro de ti!…como todos tus antepasados saiyajin.



            Leval sonrió agradecido entre tanto Roy le propuso transportarse a la base. El chico le dio la mano y su interlocutor se concentró en las energías del grupo.  Ninguno pareció ver a esa extraña silueta negra que flotaba a pocos metros de su posición y que portaba un gran libro bajo uno de sus brazos…ojeaba algunas páginas en las que parecieron materializarse unas letras como por encanto y luego desapareció.  Ajenos por completo a eso, los dos súper guerreros reaparecieron en la isla de Masters en tan solo un instante tras concentrarse en la energía de sus amigos. Justo en la sala de control. Bertie, al verles, corrió a abrazarse con ellos.



-¡Gracias a Dios estáis los dos bien! Estaba tan asustada, ¿habéis vencido a los androides, verdad?



            Su novio la besó de nuevo y declaró con orgullo.



-¡Este muchacho me ha salvado la vida! ¡Ha sido increíble la fuerza que ha desplegado! ¡Me supera con mucho!

-No, no es para tanto. - Repuso tímidamente Leval ruborizándose en medio de la admiración general. – Solo hice lo que debía.

-Desde luego que sí- sonrió Roy palmeándole la espalda para declarar con satisfacción. - No podré tener mejor sucesor como guerrero en el futuro.

-Sí, honra la sangre de los súper guerreros. - Convino Tom. -

-Gracias a todos- sollozó el aludido visiblemente emocionado. - Para mí esto es un sueño hecho realidad…, el escuchar estas palabras, lo he deseado tantas veces.  ¡Ahora seremos libres!

-No quiero aguaros la fiesta. - Intervino Diamante que ya había vuelto con Nephrite y conversado durante unos instantes con Ami con la que trató él tema que ahora comentó. - Pero, ¿qué pasa con los androides de tú futuro?

-Es cierto- admitió Leval dándose cuenta de ello con inquietud. - Debo volver para destruir su base. Pero no pensé como hacerlo – recordó sintiéndose abatido. - Como vine a la desesperada no pensé en mi futuro sino en este otro. Y no sé cómo podría retornar. Bueno, de hecho, sabía que no podría hacerlo.



Todos le observaron apurados, si realmente seguía existiendo la línea temporal de ese muchacho los androides también continuarían allí. Y las personas de ese momento estarían a su merced. El grupo se miraba entre sí con evidente desasosiego y pesar por ese valiente muchacho, tratando de encontrar algo que pudieran hacer, pero a nadie se le ocurría gran cosa. Hasta que Zafiro comentó.



-¿No podría ayudarnos Landar?

-¡Esperad un momento!-  exclamó entonces Leval acordándose de las palabras del mago. - Ese  hombre me pidió que, cuando todo terminase, fuera a verle otra vez.

-Seguro que él ya había pensado en esto y te ayudará. - Le animó Zafiro contento de haber sacado el nombre a colación.  -

-Pues vayamos a verle cuanto antes - urgió Roy. -

-¡Claro!, ya lo comprendo. - Terció Ail  haciendo público el razonamiento que les asaltaba a todos. - Si no vuelves habrás salvado el futuro de esta línea temporal, pero no el de la que tú procedes. Allí los androides seguirán existiendo y esclavizando la Tierra. Pero ahora será diferente, tienes los medios para derrotarlos.

-Ya sabes que su base está al norte. - Añadió Tom. - Llévate un disruptor y un detector, Masters y su equipo lo han mejorado, ahora seguro que les descubrirás enseguida.

-Sí. - Intervino una jovencita de media melena morena, afirmando.- Mi padre ha incorporado un  disruptor de patrón genético. Cuando esos seres deseen escanearte no podrán identificarte.



            Leval observó a un hombre alto, de pelo blanco, similar al de Diamante aunque más corto, y con gafas redondas, hizo su aparición confirmando las palabras de esa muchacha.



-Mi hija Hotaru tiene razón. Tu marca biológica para ellos será inestable. De ese modo no tendrán posibilidad de identificar la energía que despliegues contigo.

-Y no podrán atacarte a ti.- Añadió Ami al comprender aquello, afirmando.- ¡Es usted un genio profesor Tomoe!



            Aquel individuo sonrió tímidamente despidiéndose para preguntarle a la chica morena en tanto los dos se alejaban.



-Hija, ¿tendrás tiempo de comer conmigo, hoy?

-Naturalmente que sí, papá. – Sonrió la muchacha.-



            Los demás presentes en la sala estaban asimismo exultantes. Todos seguían dedicando su atención a Leval. Fue Petz la que declaró deseándole de modo muy cordial.



-Que tengas mucha suerte, muchacho.

-¡Estamos contigo! - Añadió Ann con una gran sonrisa de ánimo. -

-¡Seguro que lo conseguirás! - Declaró Esmeralda con simpatía, - suerte.

-Ve a ver al mago y hazle caso en todo lo que te diga. – Le aconsejó Cooan con la misma afectuosidad que las demás. -

-Y después, ¡por favor!, vuelve para despedirte de nosotros, antes de partir hacia tu futuro. ¿Lo harás, verdad?- Le pidió cariñosamente Beruche. -

-Lo haré, podéis estar seguros.- Les prometió Leval esbozando una gran sonrisa de agradecimiento para añadir más serio y concentrado pidiéndole a Roy. – Pero primero debo saber cómo volver para derrotarles, por favor, llévame de nuevo al Cielo.

-Será un placer. Ahora mismo nos vamos. - Respondió su interlocutor sujetándole por un brazo y concentrándose. -



            Y esta vez Roy no tuvo problemas en detectar el rastro que buscaba. Los dos desaparecieron. Todos los demás, excepción del personal de la base y de las sailors que se ofrecieron a vigilar por si quedase algún meteorito en el espacio, se trasladaron a la casa de Bertie y de su novio. Allí esperarían con impaciencia el regreso del chico para preparar la despedida. En la isla la Guerrera Luna estaba ahora junto a Urano y Neptuno. Y les preguntó.



-¿Estáis seguras entonces?

-No podemos afirmarlo al cien por cien, pero hay muchas probabilidades.- Afirmó Michiru.-

- Detectamos brechas en la seguridad. – Comentó Haruka, agregando. - Todas rastreaban la costa Oeste de Norteamérica.

-¿Quieres que intervengamos?- Le consultó Neptuno a Usagi.-



            Ésta negó con la cabeza, y pudo decir tras unos instantes de reflexión.



-Por ahora no. Tened en cuenta que puede ser normal que, con estas circunstancias, se haya preocupado por la seguridad de su amiga. Esperaremos y si eso volviera a repetirse yo personalmente me ocuparé.



            Las otras dos asintieron a su vez y Michiru le preguntó a su interlocutora.



-¿Hay alguna noticia de la Pequeña Dama?

-Nada todavía.- Suspiró Usagi, añadiendo con mejor talante.- Espero que todo salga bien y que dentro de poco se restablezca la corriente espacio- temporal.

-Claro que sí. No te preocupes, estará bien. - Le sonrió Haruka animosamente.-



            Las dos se alejaron tras despedirse de Guerrera Luna y comentaron una vez estuvieron fuera de la sala.



-No sé. Estoy preocupada. Las cosas podrían complicarse.- Declaró Michiru.-

-Pues espero que no más de lo que ya están.- Comentó Haruka.-

- Estoy inquieta por Setsuna. Ella aprecia mucho a la Pequeña Dama, sabes cómo es su relación. Desde muy pequeña la princesa la visitaba en su portal espacio- temporal…

-Sé que nuestra compañera está preocupada, y sé que no quiere demostrarlo. Pero ten fe, como le hemos dicho a Usagi… bueno - se corrigió hasta con tono y expresión divertida, para añadir.- A la futura reina Serenity. Todo saldrá bien…

-¿Y qué pasa con el otro asunto? - Le inquirió su amiga.-

-En eso ya no estoy tan segura.- Suspiró Haruka afirmando no sin inquietud en su tono.- Y posiblemente las cosas lleguen a un punto nada agradable. La verdad. No me gustaría estar en su lugar si la descubren contraviniendo las órdenes.



            Su compañera convino en eso con un gesto y las dos se perdieron por un largo pasillo, rumbo al ascensor. Mientras tanto, unos preparaban una fiesta y otros iban en busca de respuestas…




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