sábado, 5 de marzo de 2011

GWB 11. 56. Nuevas relaciones. La vuelta al futuro



Leval y Roy reaparecieron en el cielo. El chico del futuro seguía observando fascinado el lugar, blanco e inmenso. Lleno de silencio y paz. Su padre, aparentemente sin prestar mucha atención a todo aquello y presa ahora de un inmejorable buen humor, comenzó a llamar al mago a grito pelado rompiendo aquella armonía.



-¡Eh Landar! , viejo, necesito tu ayuda ¿Estás por aquí?...



            El interpelado no tardó en responder, apareció a pocos metros de él, recriminándole con voz indignada.



-¡Cómo que viejo!, ya podrías ser un poco más cortés con tu mentor.- Le regañó con los brazos en jarras y fulminándole con la mirada. -

- No te enfades, hombre.- Se disculpó su contertulio con una sonrisita estúpida adornando su cara de circunstancias. - Es sólo una forma de hablar. Verás, hemos venido a pedirte ayuda para...

- Para el chico…supongo.



Le cortó Landar fingiendo severidad y evitando de paso que su atolondrado interlocutor metiera la pata.



-Sí, exacto.- Convino Roy  percatándose del capote de su interlocutor.- Necesita volver a su tiempo.



El anciano asintió despacio, añadiendo después hacia ambos con un tinte de mucha mayor seriedad.



- Ya lo sé, he estado observando vuestras batallas y sé lo que ocurre. La verdad es que me sorprende que vengas aquí a pedirme ayuda y me llames de esta forma. Debo decirte que eres un gran guerrero, pero te sucede igual que a tu maestro Son Goku. A veces tu educación deja mucho que desear. - Remachó a modo de reproche. –



            El aludido bajó la cabeza frotándose el cogote. En efecto, su mentor en aquel lugar le había contagiado ese desenfado a la hora de dirigirse al mago. Aunque no lo hacía con mala intención. Casi era una especie de broma entre ambos.



- Disculpe señor. - Intervino Leval quien ajeno a eso y preocupado por la indignación del anciano, esperaba que eso no le disuadirla de ayudarle y trató de mediar lo mejor que pudo. - Estoy seguro de que Roy no quiso ofenderle. Es que él es así.

- ¡Tranquilo muchacho! - rio el mago  eliminando esa pretendida indignación, (aunque algo molesto sí que había estado en anteriores ocasiones) - Sé que es una broma, ¡desde luego Roy! , no me explico cómo los guerreros del espacio podéis pareceros tanto en lo físico y tan poco en lo intelectual.- Remachó pese a todo sin querer ser más específico.-

-¿Eh? ¿Qué quieres decir con eso?- Inquirió el aludido, simulándose molesto a su vez  por tal comentario. -

- Bueno, bueno. – Replicó el anciano moviendo desdeñosamente la mano a fin de aparcar el tema.- Pasemos a cosas más serias. Seguidme. - Landar abrió una puerta de intrincados dibujos de color plata que al parecer había estado siempre ahí pero a la que ninguno había prestado atención y les hizo pasar a una especie de salón. - El problema es básicamente éste. - Explicó mientras andaba con sus acompañantes tras de sí. – Muchos de tus amigos, que hicieron ese encantamiento  para que llegases aquí, aun no existen. Bueno eso no es exacto, - corrigió descuidadamente. – Tu primo sí que vive ya, pero ahora es tan sólo un bebé, no nos sirve. Los demás están en este momento viviendo otros acontecimientos que no debemos modificar y Tom, que fue quién lo elaboró, aún no  ha aprendido a hacerlo. De todos modos, tú ya sabías esto antes de venir.

-Así es - admitió Leval declarando cabizbajo.- No quedaba otra alternativa, me resigné a no volver.





            El chico recordaba bien aquella tarde sentado junto con esa chica de largo pelo moreno y ojos azules que tanto le gustaba. Era una de las supervivientes que había aprendido a enfrentarse a esos monstruos. Aunque sin poderes de ninguna clase. Se trataba de una simple humana. Al menos en el terreno físico. En cuanto a su personalidad y su valor, era sin lugar a dudas, una fuera de serie. Tan decidida y enérgica como atractiva.



-¿Entonces te irás?- Le preguntaba ella con un tono de pesar que apenas sí podía camuflar.-

-No nos queda otra solución.- Suspiró el joven.- Solamente de ese modo podremos tener alguna oportunidad. Al menos evitar que la historia se repita…

-Pero no estás seguro de que eso pueda salir bien. ¿Qué pasaría si?…



            Aunque aquí Leval la cortó posando con suavidad un dedo sobre los labios de la chica para declarar con amabilidad.



-En tal caso sería un riesgo aceptable. Trato de luchar contra esos gbards y sus comandantes lo mejor que puedo. Sin embargo, estoy convencido que algún día acabaré  por caer.

-¡No digas eso! - Le pidió la muchacha aferrándose a uno de sus brazos.-

-Es la verdad, Jane. Lo sabes tan bien como yo.- Sonrió débilmente él, afirmando consternado.- Si ni tan siquiera mi padre y sus amigos, o las mismas guerreras de la Luna pudieron hacer nada.

-No estás solo. Tienes a tu madre, tus tías, a ILaya y a su hija, a tu primo y a los científicos esos de la isla en la que vives. Y por supuesto, a mí.



            Él asintió mirándola con evidente azoramiento, e incluso atreviéndose a acariciarle suavemente una mejilla. Al fin sentenció tras suspirar.



-Únicamente es cuestión de tiempo. Si no intento esto, algún día descubrirán donde estamos y nos destruirán. Sabes que no tendrán piedad. Acabarán con mi madre, mis tíos, primos y con todas las personas a las que quiero.- Repuso el joven moviendo la cabeza despacio para sentenciar.- No, sé que es lo que debo hacer…

-¿Volverás?- Le preguntó ella con voz trémula.-

-No lo veo probable. Aunque, ¿quién sabe?...Quizás en el pasado, estando todos juntos, puedan ayudarme…



            Jane asintió no queriendo proseguir con esa conversación. Se limitó a señalar al cielo musitando.



-La tarde está muy agradable, las nubes son tan hermosas que, por unos instantes, me olvido de los horrores que existen bajo ellas.



            Leval no replicó a eso, simplemente la atrajo hacia sí y la besó en los labios. Ahora pensaba en aquellos momentos y añoraba a los suyos. Pese a que estaba junto a sus padres y tíos no era lo mismo. Se sentía como un elemento extraño. No debía estar allí. Era algo parecido a tener una pieza mal colocada en un puzle, cuando encajaba pero pese a todo, se veía con claridad que no iba ahí. Aquello podría estropear las cosas. En este caso, el futuro de sus propios padres. Fue entonces cuando miró a Landar que pareció haber leído su mente.



- No te preocupes- le tranquilizó el mago con tono cordial. - Yo te enviaré de regreso.



            El chico abrió los ojos como platos y también la boca, revelando su sorpresa y su alegría al exclamar.



-¡En eso no había pensado! , nadie me habló de usted al venir, ¡muchas gracias! - Sonrió Leval. -

- En fin- suspiró Landar tratando de pensar en la cuestión que le ocupaba en tanto decía. - Va a resultar que te pareces a Roy más de lo que yo creía. – Encajando sin inmutarse las miradas fulminantes de éste y atónitas del chico, el mago siguió analizando el problema. - Bien, debes volver justo antes de que la Isla sea atacada, destruir la base de esos individuos y luego a ellos.

- ¿Y no sería mejor que volviera justo antes de que esos bastardos regresaran?- Le inquirió Roy agregando con agudeza – De ese modo nadie moriría…



Pero Landar suspiró negando con la cabeza para explicar.



-Eso es lo que el chico ha hecho cuando vino aquí. Volvería a repetir lo mismo. Para eso no tendría que viajar en el tiempo de nuevo. Lo que debe hacer es retomar su línea continuo temporal.

-No lo acabo de comprender muy bien.- Comentó Roy.-



            El anciano le miró con amabilidad ahora y le explicó.



-Verás. Antes de que Leval viajase en el tiempo para preveniros solamente existía esa línea temporal en esta dimensión. Ahora que ha cambiado los hechos es como si hubiera construido una especie de tabique que convirtiera esta realidad en dos separadas e independientes. En una estáis aquí vosotros, vivos, y con la oportunidad de forjar un futuro. En la otra, sin embargo, quedan aquellos a los que él conoció. En suma, él pertenece a otra dimensión diferente. Es por eso que tiene que retornar justo en ese preciso instante, será como si jamás se hubiera marchado. Así restaurará su propia línea del tiempo. Para ello le vendría bien tener un as en la manga. Bueno muchacho – añadió dirigiéndose a Leval. - Supongo que después de tanto entrenar ya dominarás la técnica de la transmisión instantánea.



            El chico negó con la cabeza mirándole sin comprender. Desde luego había oído hablar de ello. Aunque nadie le había explicado como se hacía.



- Esto…- Intervino Roy disculpándose ante la severa mirada del mago. - Bueno, quería habérsela enseñado  pero se me pasó, con eso del entrenamiento. ¿Podríamos entrar un par de horitas en el cuarto? Creo que serán suficientes, es un chico espabilado. Con un mes le bastará.

-¿Otro mes ahí dentro?- Preguntó Leval visiblemente alarmado por tener que esperar tanto. -

- No te preocupes, pasará deprisa, aprovecharemos para practicar un poco más, no te vendrá mal y es una técnica que te será muy útil. Te lo aseguro. - Le respondió su interlocutor con jovialidad. -

- Vale. Necesitaré todos los recursos que pueda utilizar. - Convino el muchacho, centrado y dispuesto a lograr en su nuevo objetivo. -



            Landar no dijo nada más. Miró a Roy cuando el muchacho del futuro estaba de espaldas observando aquella blanca inmensidad y guiñó un ojo. De modo telepático se comunicó con el padre del chico para decirle.



-Comprendo que quieras pasar un poco más de tiempo con él. No hay ningún problema en ello.



            Roy simplemente esbozó una amplia sonrisa. Él no se había olvidado de enseñarle la técnica a su hijo, pero deseaba compartir un poco más de vivencias. Quizás tener ese contacto que el chico jamás tuvo con su otro yo en aquella dimensión alternativa. Aquel era poco tiempo, en tan solo unos meses había tratado de compensar a ese magnífico muchacho por toda una vida. Pero era lo único que tenía. Aunque dejó de sonreír una vez que Leval se volvió aguardando con impaciencia. Entonces el mago, señalando una dorada puerta que había aparecido ante ellos, una vez más sin que se dieran cuenta, les indicó que penetrasen en el cuarto.



-No sé como hace para que aparezcan estas puertas sin que nos enteremos.- Comentó Leval con un susurro.-

-Yo no he sido capaz de averiguarlo todavía.- Convino cómplicemente Roy. –

-Vamos, debéis entrar.- Insistió el anciano.-



Los dos jóvenes así lo hicieron, entraron. Al hacerlo esa puerta desapareció como si jamás hubiese existido. Landar entonces se comunicó telepáticamente con alguien, informando.



-Ya está. La primera de las fallas temporales ha sido reparada.



 Al fin pasaron las dos horas del exterior. Los dos salieron del cuarto más fuertes aún y Leval ya dominaba la técnica aunque todavía no muy bien.



- Sólo tendrás que practicarla un poco más y ya está. - Le animó Roy. -

-¿Ya habéis terminado? - Les inquirió el mago apareciendo como siempre desde ninguna parte. -

- Landar, ahora soy yo el que te debe decir una cosa. Respecto a tus entradas estelares, a ver si dejas esa costumbre. - Le recriminó éste, sobresaltado como siempre por la sorpresa. -

- Tengo que hablar contigo, Leval. - Le dijo el mago al muchacho, obviando este último comentario de Roy y agregando en tono serio. - Hay algo que te gustará saber, sígueme.



            Los dos guerreros fueron detrás de él, pero Landar se detuvo y le dijo al padre del chico.



- Únicamente he llamado a Leval...- puntualizó señalando  a éste. -

- Yo también quiero enterarme. - Repuso su contertulio muy intrigado por lo que ese viejo loco tuviera que decirle al chico. -

- Tú no puedes saberlo, así que quédate aquí esperando.- Le ordenó el mago. -

-¿Pero por qué? - Insistió Roy, protestando quejumbroso como si fuera un crío. -

- No te pongas pesado- suspiró Landar armándose de paciencia. - Sólo este muchacho puede conocer lo que las altas jerarquías quieren revelarle.- Y ante la sorprendida mirada del chico, el mago le sonrió agregando con afectuosa cordialidad. -  Esto Leval, es un regalo que te has ganado por tu coraje y tu valor para cambiar las cosas en esta dimensión.



            Entonces y como era su costumbre, el anciano materializó de la nada un portal e indicó al chico que entrase.



-¡Vamos! , no temas nada y ven. - Le animó y él mismo entró. El muchacho, aunque algo dubitativo, fue tras él y el portal desapareció tras ellos como si jamás hubiese estado ahí. -



            Roy se quedó con los brazos en jarras y gesto desencantado.



-¿Con que sí, eh? - Levantó la voz hacia ninguna parte en especial y se quejó de modo cómicamente amenazador. -  Al menos podríais ofrecerme algo de comer. Me muero de hambre, no es que seáis muy buenos anfitriones que digamos.



            Por toda réplica de la nada aparecieron dos bolsas de patatas y un plato…



-¡Vaya! - Exclamó Roy atónito y confundido, mitigando sus protestas. - Es todo un detalle, gracias. ¿Y unos cacahuetes?...



            Otra bolsa le cayó desde ninguna parte. El muchacho se la quedó mirando y dijo más animadamente.



- Desde luego no lo esperaba, procuraré no mancharos las nubes de cáscaras.- Y con una sonrisa de no haber roto un plato se atrevió a añadir. - No quisiera parecer un gorrón ni abusar de vuestra generosidad, pero es que esto a palo seco... ¿Y no tendréis una cervecita para acompañar?



            Tampoco obtuvo respuesta con palabras pero de lo alto le cayó un bote de refresco. Lo agarró al vuelo observándolo pensativo y dijo con expresión entre divertida y comprensiva.



- Claro, aquí no se puede beber alcohol, debía haberlo imaginado. Esto me vale, muchas gracias.



            Y sin decir más, se dedicó a beber, comer patatas y cacahuetes mientras esperaba...



            Entre tanto Leval estaba con Landar. Envueltos ambos por un resplandor cenital, avanzaban por una especie de largo pasillo hasta que el mago se detuvo y  le preguntó con amabilidad.



-¿Qué tal con Roy?

-Muy bien, - replicó el muchacho que creyó desvelarle al mago. – Además de enseñarme la técnica me ha contado muchas cosas de él y de Bertie. Bueno, quiero decir de mi madre, supongo que usted sabe toda la verdad…



            Su interlocutor sonrió asintiendo y posando una mano sobre el hombro derecho de aquel chico le informó.



- Ahora debo dejarte. Lo que debes ver te lo mostrará un ser superior. Me alegro mucho de haberte conocido. Has sido un digno hijo de tu padre y cuando vuelvas a la Tierra y estés listo te enviaré de vuelta a tu futuro.

- Espere. - Le pidió Leval para confirmar algo que ya se imaginaba - ¿Usted ya sabía también que Roy es mi padre, verdad?

- Sí. - Asintió el mago que le dijo  reflejando optimismo en su semblante.- Tu padre y los demás, una vez restaurada la adecuada corriente temporal, van a construir un bonito futuro para ti y para todos los que vendrán detrás, gracias a tu determinación. En eso sí que eres igual que él, ambos lucháis por las personas que amáis. Por cierto, hay una joven que necesitará tu apoyo ahí dentro.- Le comentó Landar con aire misterioso. –

- ¿Quién?- Quiso saber el muchacho con gesto sorprendido. –

- Tú no la conoces en tu tiempo, no existió en tu dimensión, pero aquí lo hará y llegado el momento tus palabras la ayudarán. Ahora no puedo decirte más. Descuida, lo averiguarás enseguida. Adiós joven guerrero y mucha suerte...

- Muchas gracias por todo - le dijo el agradecido chico, pero el mago ya había desaparecido. -



            Leval quedó sólo entre esa tenue luminosidad, pero no se sentía perdido. Una voz suave le habló y tras ella, surgido de la nada, se dirigió hacia él un ser de luz con una energía inmensa. El muchacho se sobrecogió  ante aquella fuerza que emanaba esa aparición, era lo más poderoso y sublime que nunca hubiera sentido, sin ninguna comparación a nada terrenal. Pese a ello, o precisamente quizás, por ese aura tan llena de bondad que percibió, no tuvo miedo.



- Soy un ángel guardián del tiempo- se presentó aquel ser. - He venido para mostrarte el destino de esta dimensión. Queremos que veas como será el futuro que tú has ayudado a salvar.



            El chico miró hacia arriba, pues su interlocutor era enorme, al menos mediría tres metros de altura y a la vez era grácil y esbelto. Completamente proporcionado y se movía con ademanes suaves como la brisa. El muchacho no podía dejar de observarle maravillado cuando susurró tímidamente.



- Me gustaría mucho verlo, gracias.



            El ángel extendió el brazo y unas imágenes se fueron materializando paulatinamente mientras  le decía al chico.



- Mira y veras como será la vida de tu otro yo en este tiempo.



            Leval sonrió viendo la boda entre Roy y Bertie. ¡Su futura madre estaba preciosa vestida de novia!, también se casaban Tom y Cooan, y Ail y Ann. Después, el resto del grupo. De modo casi imperceptible los acontecimientos se sucedían cada vez más rápidos. Vio como nacía él, crecía deprisa y luego tendría una hermana, era muy linda. Con el pelo casi del mismo estilo que el de su madre pero en tonos castaños. Ambos se hacían adolescentes. Pudo comprobar que no todo era bonito e ideal en esa vida. Tuvo entonces un encuentro muy hermoso, con aquella persona a la que, efectivamente, tuvo que apoyar. Aquella preciosa chica tan parecida a su madre pero sensiblemente más alta y con unos ojos verdes grandes e intensos. Ella quedó muy sorprendida al verle. Parecía triste y él quiso animarla. Ambos hablaron y después la chica se desvaneció. Debía retornar a su mundo…



-¡Ojalá que hubiera podido conocerte en mi tiempo! - Pensó el muchacho cuando esa joven desapareció.- Eres maravillosa, y llena de coraje y amor por los tuyos.



 Pero Leval aún pudo ver muchas cosas más. En ese otro futuro también surgirían complicaciones y nuevamente habrían de luchar para mantener su felicidad, pero al final se solucionaba. Pasaban los años y tanto él como su hermana en aquella dimensión se convertían en dos adultos. Entonces se vio a sí mismo o mejor dicho, a su otro yo, vistiendo un uniforme que no pudo identificar  y viajando a través de las estrellas. ¡Y estaba junto a su amigo Mazoui! Y otros muchos a quienes conocía.



-¡Jane!- Creyó reconocer a su amada en algunas de esas visiones.- ¡También estarás aquí!



Empero, no siguió viéndola en ellas. Aunque se alegró de que su fiel primo y compañero de lucha también permaneciera a su lado en esta otra realidad. No obstante, lo que más le llamó la atención fue ver que le acompañaba una preciosa chica rubia cuyos rasgos le eran familiares, aunque no la había visto antes. Su alter ego dimensional parecía estar enamorado de ella, de hecho se casaban y tenía dos hijos. Esos niños, chico y chica, crecían vertiginosamente uniéndose a otros jóvenes que les acompañaban a un lugar profundo y lejano. Entonces las visiones cesaron  y el ángel le dijo en un tono solemne.



- De tu otro yo y de ella nacerán dos hijos con una gran fuerza espiritual, ellos ayudarán a armonizar el Cosmos y el niño se llamará Asthel, como su abuelo.



            Leval no comprendía a qué se refería con eso. Quizás el ángel hacía alusión al abuelo materno. Pero éste le contó lo que su madre nunca le había referido. La historia de la humanidad anterior. El muchacho le escuchó asombrado.



- Entonces, todo esto forma parte de una gran complejidad cósmica de la que tanto yo como mi contrapartida en este otro tiempo forman parte. Soy una desviación en la vida que ese otro Leval deberá tener.- Dedujo el muchacho.- ¡Gracias por permitirme verlo!, supongo que no debo decir nada. – El ángel hizo un imperceptible movimiento de su cabeza que confirmaba esa afirmación para desvelarle. -

- Tu existencia es importante también, tanto como la del Leval que has visto. De hecho, el bien y el mal libran una batalla perpetua en todos los tiempos y dimensiones. Pero hay algo mucho más profundo aún que a su debido tiempo se manifestará. Eso es lo que está provocando las alteraciones en los tejidos dimensionales. Cuando llegue el momento, la última gran batalla deberá ser librada. Pero eso ya no te corresponderá a ti. No temas, habrá nuevos héroes, esos esforzados chicos y chicas de tu visión, junto con otros seres de luz, serán los que se ocupen de hacerlo.

- No comprendo nada de lo que dices. Pero confío en tu palabra. – Pudo responder Leval que entonces quiso saber atenazado por la curiosidad. - ¿Y, cómo será mi propio futuro? , porque este que me has mostrado no es propiamente el mío, sino el del niño que nacerá en este tiempo, mi otro yo. Su camino y el mío se separan aquí. ¿Verdad?

- Así es. Pero tu porvenir te corresponde a ti forjarlo, joven Leval. - Sonrió amablemente el ángel  que le explicó también. - Un antepasado tuyo tuvo una situación similar. Es la rueda del destino que gira y se repite cada ciclo. Como ya te he dicho, todas estas tribulaciones y luchas de muchos seres que te han precedido y que te sucederán en infinitas dimensiones forman parte de un plan mucho mayor. Ahora, vuelve con tu padre, después, regresa a tu mundo futuro y sé feliz.



            El ángel desapareció sin que lo percibiese siquiera. Es más, sin ninguna transición, se encontró de nuevo junto a su padre que seguía comiendo patatas y jugueteando con las cáscaras de unos cacahuetes y una lata de soda vacía. Pero se interrumpió al ver de regreso al muchacho.



-¡Qué vicio! Cuando empiezas a zampar ya no se puede parar. - Declaró Roy para, acto seguido, cuchichearle a Leval en la oreja. - ¿Qué te han dicho? Ahora que Landar no está por aquí me lo puedes contar. ¿Se puede saber, verdad?

- Me ha dado grandes esperanzas, tanto para mi futuro como para el tuyo. Lo siento, pero no puedo decirte más.- Sonrió el interpelado que sin embargo parecía muy feliz. -

- No te preocupes- respondió su interlocutor quitándole importancia. - Quizás sea mejor no saberlo. Le quitaría la emoción. Anda volvamos a casa, tengo que beber algo. Esa soda me ha dado casi más sed que los cacahuetes y las patatas.



            Leval iba a interrogarle sobre ese particular, pero su contertulio no le hizo mucho caso y le indicó que se preparase. Ambos se concentraron transportándose hasta donde les esperaba el grupo. Sin mediar palabra, Roy corrió a por una botella de limonada que se apuró en dos tragos. Después volvió con los demás.



- Vaya.- Dijo Diamante que fue el primero en hablar al verles. - Así que ahora tú también dominas esa técnica. Mejor, de este modo tendrás muchas más posibilidades.

- Sí- convino Leval- y de paso hemos entrenado un poco. He aumentado más mi fuerza, creo que ahora estoy preparado definitivamente para vencerles.

- Te deseo mucha suerte, amigo. - Intervino Zafiro. -

- Sí, ¡tú triunfarás! , de eso estoy seguro. - Aseveró Ail con entusiasmo. -



            Su interlocutor agradeció aquellas palabras con una sonrisa. ¡Qué gente tan maravillosa! Le apenaba mucho tener que dejarles pero se consolaba pensando en que, dentro de poco, volvería a ver a los suyos y les salvaría del horror en el que estaban sumergidos. Pero no era momento de entristecerse. Todos decidieron despedirse con una buena comida y así lo hicieron entre risas, y bromas. La alegría se adueñó del grupo que celebraba la victoria y la salvación de la Tierra. Leval fue objeto de todo tipo de consejos, halagos y buenos propósitos por parte de los allí reunidos, aunque se percató de que tanto Roy como Bertie se habían ausentado durante unos minutos. No tardaron mucho en reaparecer y ella les propuso a sus amigos.



-¿Por qué no nos hacemos unas fotos como recuerdo para Leval?



            Todos asintieron entusiasmados, aunque nadie se ofrecía para disparar la cámara y quedarse fuera del cuadro. Por fin hicieron algo más inteligente. Roy sacó una cámara de vídeo y la colocó frente al grupo. Dejó puesto el automático y se unió al jolgorio general. De este modo pasaron los minutos hasta agotar la cinta. Tras eso y después sí, unas cuantas fotos del chico con varios grupitos de gente, llegó el inevitable momento del adiós, puesto que la voz del mago resonó en la cabeza del chico indicándole.



-Es la hora.

- Ahora amigos, debo despedirme. - Declaró Leval con emoción apenas contenida. – No sé cómo daros las gracias, sois todos maravillosos.



            Los demás se arremolinaron en torno suya dirigiéndole miradas de afecto, apoyo y ánimo. Poco a poco hicieron un espacio y Leval les fue estrechando la mano uno a uno a los chicos y besando en las mejillas a todas las chicas que le sonreían con cariño. Hacía una hermosa tarde, los pájaros cantaban entre las ramas iluminadas por el sol. Todo era belleza y calma. La paz que en su tiempo se le había negado se podía disfrutar aquí. ¡Ojalá que durase siempre!, pero de eso estaba seguro. Roy y los demás cuidarían de ello. Leval miraba feliz a su alrededor, estaba muy contento de haber contribuido a salvar este tiempo y haberse salvado a sí mismo de sus propios miedos. Ahora le tocaba terminar con el dolor que aquejaba a su propia dimensión para llevar la paz y la felicidad a los suyos. Estaba más dispuesto que nunca a ello y confiaba en el éxito. Todo esto le pasaba por la cabeza hasta que llegó el momento cumbre del adiós. Ya solamente le restaba despedirse de Tom, Cooan, Roy y Beruche. Primero lo hizo de Tom.



- Muchas gracias por todo, amigo. - Le dijo abrazándole con gran afecto. -

- Ve con Dios y que tengas mucha suerte y felicidad, muchacho. ¡Te lo mereces! - Le deseó el que estaría destinado a ser su tío del mismo modo. -



            De Cooan se despidió con un beso en la frente y una sonrisa que ella le devolvió. Le quedaba el momento más emotivo, tendría que controlarse, ahora más que nunca. Había pasado muchos momentos junto a ellos y lo había conseguido pero, en esta ocasión debería poner en juego toda su disciplina mental y su entereza. Así lo intentó acercándose a los dos y diciéndoles con voz cordial, emocionada y cariñosa.



- Bertie, Roy, muchas gracias por todo lo que habéis hecho por mí. ¡Nunca os olvidaré! - Se abrazó con Beruche y ella le acarició una vez más el pelo tratando de no romper a llorar. Leval le dio un largo beso en la frente, los ojos de ambos estaban empañados por las lágrimas. - Quiero recordarte así- le dijo él, con la voz quebrada casi a punto de llorar. - ¡Tan hermosa como ahora eres y con un bello futuro por delante!



            Por fin le tocó el turno a Roy, Leval se acercó a él



- Muchas gracias por todo lo que me has enseñado y las cosas que me contaste.



            Éste le tendió la mano también muy afectado por los sentimientos.



- No hay de qué. Para mí ha sido un placer. Ahora muchacho. Lucha como tú sabes y salva a tu mundo. Hazlo por todos nosotros. Recuerdo, que el fuego de San Telmo arde dentro de ti.

- Lo haré. Y te prometo que jamás se extinguirá. Gracias por todo. - Pudo replicar el chico casi con un hilo de voz. –



            Roy asintió y le dijo.



-Escucha además esta otra canción. Es del mismo grupo que de aquella que te traía tan malos recuerdos. Pero sé que te hará sustituir esa amargura por la esperanza que mereces.



            Y encendió un reproductor de cd, conectado a un altavoz, para que todos pudieran oírla. Y una vez más Leval se emocionó puesto que gran parte de esa letra parecía estar pensada para él y sus padres.



Esto es donde estamos hoy, personas yendo por caminos separados 
Esto es cosas del camino están ahora, en desarreglo 
Lo leí en los periódicos, hay muerte en cada página 
¡Oh Señor!, Gracias al Señor de Arriba, mi vida ha sido salvada 
Sí, sí, sí 

Aquí vamos, 
Contando mentiras 
Aquí vamos (aquí vamos) 

Estamos donde empezamos, personas gente yendo por caminos separados 
Esto es cosas del camino están ahora, en desarreglo. - Hey 
Lo leí en los periódicos, hay muerte en cada página, oh 
¡Oh Señor!, Gracias al Señor de Arriba, mi vida ha sido salvada 

Mi vida, 
Mi vida ha sido salvada 
Mi vida, 
Mi vida 
Mi vida ha sido salvada



(My life has been saved, Queen. Crédito al autor)



Y Roy hasta acompañó la letra junto con Tom, haciendo gala ambos de sus estupendas voces. Todos estaban muy emocionados pero él más que ninguno. Al terminar la música, el padre del chico tenía un nudo en la garganta, sabía que debía callar pero no pudo y declaró desbordado por la emoción. Utilizando una frase de su película favorita.



- Todo lo que tengo, lo que he aprendido, mis sentimientos, pasarán a ti. Sé qué harás de mi fuerza la tuya, veré a través de tus ojos igual que tú a través de los míos. El hijo se convertirá en padre y el padre…en hijo. Porque nunca un padre se sentirá tan orgulloso de un hijo, ni en el pasado ni en el presente ni en el futuro, como lo estoy yo de ti y como seguramente lo habría estado de haber vivido entonces. Has demostrado ser en todo mucho mejor que yo. ¡Qué Dios te bendiga, hijo! ¡Buena suerte! ¡Te quiero y te querré siempre, en cualquier dimensión!



            Leval ya no pudo aguantar más, lloró abrazándose a Roy. Bertie también rompió a llorar  completamente embargada por el momento y se abrazó a ellos ante la sorpresa de todos los demás que se quedaron con la boca abierta. Excepto Tom y Cooan que también sonreían y lloraban emocionados. El muchacho declaró entre balbuceos.



-¡Papá, mamá, os deseo que seáis muy felices en vuestro nuevo futuro! Yo intentaré serlo en el mío, debo iniciarlo junto con mis seres queridos. Devolveremos la esperanza y una vida feliz a la gente con lo que me habéis enseñado.



            Se separó de ellos unos metros y dio la señal a Landar para ser transportado a su tiempo. Antes de que esto ocurriera, Roy se adelantó recordando algo que a punto estuvo de olvidársele con la tensión emotiva y le entregó la cinta de vídeo al chico.



- Dale esto a tu madre, cuando la veas. De nuestra parte.

- La grabación. ¡Le hará tanta ilusión verla! - Afirmó Leval sonriendo agradecido y todavía enjugándose las lágrimas. -

- Y también mi despedida. - Confesó Roy con una sonrisa llena de afecto. - Lo que dices que nunca tuvo.



            Ante la sorpresa del chico, Beruche terció aun sorbiendo las lágrimas.



- Lo grabamos Roy…- Aunque la chica se detuvo y corrigió con una gran sonrisa, ya no tenía sentido ocultarlo, de modo que añadió.- Tu padre y yo, cuando volvisteis del Cielo. Nos metimos en la habitación de al lado. - Le explicó aun entre sollozos y con la voz tomada. - Yo le dije que seguro que en un futuro me habría gustado tenerlo. Ahí nos conservaréis siempre a todos con vosotros.

-¡Gracias mamá! - Sonrió el emocionado chico aun derramando lágrimas y dándole un nuevo y fuerte abrazo. – ¡Gracias por quererme aun sin haberme tenido…



            Entonces Leval notó que algo tiró de él, sintiendo como Landar había pronunciado el conjuro. Sonriendo agitó su mano en señal de despedida. Comenzó a girar, esta vez en dirección opuesta a como había llegado y lentamente se desvaneció.



-¡Adiós valiente hijo del futuro! - Le despidió todavía la sollozante Beruche enjugando sus lágrimas - ¡Cuanto deseo que seas muy feliz!

- Lo será. - Aseguró Roy henchido de orgullo. - Es un chico excepcional, ¡un súper guerrero con el coraje y la bondad de su madre! - Y añadió con gran solemnidad tratando de serenarse. - Bertie, tenemos una gran responsabilidad. Tener un hijo y educarle bien, para que sea como él. Deseo con toda mi alma ser el mejor marido y el mejor padre que pueda. Y para empezar quiero pedirte oficialmente y ante todos nuestros amigos que te cases conmigo y esta vez sin ningún tipo de dudas ni temores.

-¡Oh! , por fin - exclamó ella volviéndose a emocionar. - ¡Si supieras lo que he esperado a que me lo pidieses!

- Pues vamos a decírselo a todos - le propuso el chico tomándola de la mano. -



La muchacha asintió añadiendo entonces con cierta complicidad.



- Espero que la otra cámara lo haya grabado todo también. Por nada del mundo desearía no guardar en vídeo este recuerdo.

- No te preocupes por eso. - Sonrió él.- La emplacé de tal modo que recogía toda esta parte. Fue una suerte que pudieras comprarla en tanto regresamos al Cielo.

- Quien sabe. - Sonrió Bertie ahora con un tono lleno de ilusionada esperanza. - ¡Quizás algún día podamos ponerle la cinta a nuestro hijo!



            Roy asintió con la misma alegría y ambos corrieron al encuentro del grupo que se había quedado apartado en la otra parte del jardín, dejando intimidad a la pareja y comentando la increíble noticia de que Leval era hijo de Roy y Beruche. Por supuesto, con las intervenciones de Nephrite y Diamante que pugnaban entre ellos diciendo que cada uno lo había sospechado desde un principio. Cuando sus amigos se reunieron con ellos al fin y les dieron la nueva de su enlace, todos aplaudieron. Tom y Cooan comunicaron también su deseo de casarse, hubo más vítores y decidieron hacer una boda doble. Y animados por el momento, el alíen se lo propuso a su compañera una vez más, como hiciera antes de partir a la batalla. Ella aceptó encantada y Ann y Ail entonces se unieron a ellos. Así se organizó una ceremonia triple. Para jolgorio general, sobre todo de las chicas restantes que ya estaban acorralando a sus respectivas parejas deseosas de que imitasen a sus amigos. Annie por su parte quería vestirse de novia para complacer ese deseo de Ail. Cooan y Bertie sonreían radiantes abrazadas a sus prometidos. Y de este modo tan esperanzador, se abriría para el grupo una nueva etapa en la vida, en un futuro nuevo ya sin preocupaciones inmediatas. Pero, entre tanto ¿qué ocurrió con aquel Leval? Puesto que ninguno de ellos pudo percatarse de esa misteriosa figura oscura, que levitaba a unos metros sobre ellos y que abría aquel gran libro pasando algunas de las páginas…



            EPILOGO        



El viaje de vuelta al futuro fue similar a la ida, Leval no se acostumbraba a esas extrañas sensaciones que acompañaban al viaje temporal. Cuando remitió el tintineo que le acompañaba a medida que iba desacelerando reapareció ya en su propio tiempo. Al menos eso esperaba. Pero para su sorpresa no lo hizo en la isla donde vivía y de la que había partido, sino en un lugar frío y con mucha nieve. Entonces cayó en la cuenta, ¡era Alaska! , estaría sin duda cerca de la base de aquellos androides.



- Landar me ha enviado al sitio justo. A su base principal. - Pensó agradecido - ahora lo tendré más fácil.



            Efectivamente, sacó de su chaqueta el detector y el disruptor que le dieron y los puso en funcionamiento. A lo lejos se detectaba un campo de energía. Se acercó con sigilo y descubrió la base de aquellos seres. Era momento de proceder con cautela, ellos no sabían que estaba allí y, en esta ocasión llevaba todas las ventajas de su lado. Recurrió a la translación instantánea. Recordó algunas cosas que Zafiro le contó cuando destruyó una de las bases. Concentrándose en la energía que emanaba la base de sus enemigos, que provenía de un misterioso cristal negro en el interior de un cilindro y conectado a bastantes cables,  se transportó al interior. De hecho, esa habilidad iba mucho más allá de la que su padre le enseñase.



-Han debido de darme esta facultad de algún modo. Roy me dijo que esta técnica únicamente funcionaba con la energía de personas o seres vivos.- Reflexionó perplejo. – O puede que esa energía oscura sea tan maligna que pertenezca a algún ente definido. Por eso he podido sentirla lo suficientemente nítida como para transportarme.



            Fuera como fuese,  eso representó para él una enorme ventaja, dado que al aparecer ahí de modo instantáneo los androides no pudieron ni siquiera reaccionar. Dentro de su base no eran capaces de disparar por riesgo a dañar su fuente de poder de modo irreparable. Leval lo sabía y una vez dentro, sin dar tiempo a que estos trazasen cualquier otro plan, concentró sus fuerzas al máximo y las liberó destruyendo la base enemiga, volatizándola. Él estaba ileso, desde luego sus progresos habían sido sorprendentes, pero no era el momento de celebrarlo aún.



- No hay tiempo que perder. - Se dijo tratando de detectar la energía vital de sus amigos. -



No obstante, recordó que se habían encerrado en el bunker, precisamente a fin de no ser rastreados por los robots. Además, se encontraban demasiado lejos y su dominio de la técnica pese a todo, no daba para tal grado de precisión. Los androides que se dirigían hacia allí no emitían señal que le posibilitase el aparecer junto a ellos. Sólo con el rastreador que también llevaba era capaz de seguir la dirección. Voló a toda prisa hacia Nueva York. Entonces, algo le sorprendió. Siempre solía ocultarse cerca de las ruinas de un complejo científico. Allí estaba el laboratorio del difunto esposo de ILaya. Al menos eso le contó su hija. Lo recordaba bien. Una tarde, poco antes de viajar al pasado y tras recobrarse de otra derrota a manos de aquellos malditos ciborgs, Leval se sentaba desanimado sobre una piedra, mirando al océano que rodaba la isla en la que vivían. Aquella chica morena y de grandes y preciosos ojos verdes, se le acercó.



-Celebro que estés bien.- Le dijo con amabilidad.-

-Al menos vivo para ser vencido otro día.- Suspiró él con desencanto y amarga ironía. –

-Es más de lo que mi pobre padre consiguió.- Afirmó ella con tristeza en su tono.-

-Lo lamento mucho.- Se apresuró a responder él, mirándola con pesar y arrepentido de sus palabras.- No tengo derecho a lamentarme

-Claro que lo tienes. Pero no conduce a nada.- Respondió su interlocutora, alegando.- Mi padre sabía que con su sacrificio nos daría la posibilidad de sobrevivir algún tiempo más. Fingió trabajar para esos tipos para atraerles hacia una trampa y salvarnos a mi madre y a mí. ¿Y quien sabe? Puede que, con eso, nos haya dado la ocasión de encontrar algo con lo que derrotarles al fin.



            Leval asintió, esa muchacha era muy valiente y estaba llena de entereza, además de ser muy inteligente y preciosa. Desde luego que, si no hubiera estado enamorado de Jane, hubiese sido una chica a tener muy en cuenta. Y en ese momento ella le miró sonriendo para afirmar casi entre divertida y resignada.



-Nunca se sabe. Las cosas pueden cambiar. La cuestión es si para mejor o para peor. Aunque no creo que la Tierra pudiera estar peor que ahora.

-Sé que el tío Tom y Mazoui, están trabajando en algo. Tienen una idea para intentar acabar con estos bastardos. Y creo que yo soy parte importante de ella.

-Mi madre me ha dicho algo parecido. Aunque no sé a qué se refería.- Le contestó la joven.-



            Y a los dos días lo supo. Ese plan para enviarle de vuelta la pasado, aunando los conocimientos y poderes de su tío, su primo Mazoui e ILaya entre otros. Por ello le sorprendió ver que el complejo científico del padre de esa valerosa muchacha seguía en pie.



-Probaré a sentir la energía de…- Se dijo concentrándose de nuevo.-



            Desapareció reapareciendo en el interior de una especie de laboratorio. Enseguida vio a un hombre malherido…



-Tranquilo.- Sonrió afirmando confiado.- Ésta vez la historia no se repetirá.

-Pero… ¿Quién eres?-  Pudo decir ese individuo, de pelo moreno entrecano y que llevaba una bata de laboratorio.-

-Un amigo.- Replicó lacónicamente él.-



            Y concentrándose una vez más tras tomar en brazos a ese individuo, Leval desapareció. Apareció entre los devastados restos de la ciudad. Allí, tras sacar una alubia y dársela a ese hombre, le pidió.



-Espéreme aquí, no salga ni se mueva hasta que yo le diga. Le aseguro que todo irá bien.



            Y su interlocutor, ya recuperado tras comerse esa alubia, asintió musitando.



-Gracias…



Leval le sonrió confiado y volvió a desaparecer. Se materializó  a unos metros de una mujer de pelo rojizo que mostraba dos largos y finos colmillos. La reconoció como ILaya, pero no estaba sola. Acorralada y malherida, trataba de defenderse de dos tipos vestidos con extraños petos de color blanco. Uno de apariencia alienígena, se burlaba.



-¡Ja, ja!- No te preocupes, enseguida te vamos a reunir con tu maridito. El muy imbécil se habrá llevado por delante a alguno de los nuestros haciendo saltar su laboratorio. Aunque eso no le haya servido de nada. Al menos es divertido.

-Sí, ¡Anda!, haznos un favor, preciosa. Sonríe con esos lindos colmillitos que tienes.

-¡Malditos! – Siseaba ella lanzándoles un rayo de energía.- No os perdonaré jamás…



            Sin embargo, esos tipos apartaron el rayo de un simple manotazo, haciendo que descargase su fuerza contra una pared que redujo a escombros. ILaya jadeaba presa del agotamiento. Más cuando uno de sus enemigos la golpeó derribándola en el suelo.



-¿Y ya está?- Se rio ese individuo espetando con desprecio.- ¿Y tú eras una diablesa poderosa? ¡No me hagas reír!



            La pobre mujer se arrastraba tratando de levantarse y clavando una mirada llena de odio e impotencia en sus enemigos. El otro, un tipo regordete y de tono azulado, iba a rematarla con un rayo cuando de repente ella dejó sencillamente de estar ahí…



-Pero. ¿Qué ha pasado?- Inquirió uno de esos extraterrestres mirando de derredor suyo.-

-¿Quién ha sido?- Quiso saber el otro.- ¿Dónde está?



            Fue entonces cuando Leval se mostró ante ellos sujetando en brazos a una exánime ILaya. Ésta apenas si pudo musitar.



-Tienes que huir. Son muy fuertes…



            El muchacho no respondió enseguida, simplemente la depositó con cuidado apoyada contra un pedazo de muro y tras sacar una bolsita de tela, extrajo una alubia diciendo a su interlocutora con amabilidad.



-Cómetela. Te sentirás mejor.



            La diablesa aceptó masticando a  duras penas, aunque en tan solo unos instantes se notó totalmente recobrada. Apenas pudo decir en tanto se levantaba.



-¡Es increíble! Esto es más rápido que mi poder regenerador…



            No obstante, esos dos aliens no estaban dispuestos a  ser ignorados por más tiempo. Uno de ellos apuntó con una especie de mano terminada en un largo dedo a Leval exhortándole a responder con rapidez.



-¿Quién eres tú, humano?...

-El que va a terminar con todos vosotros. Escoria inmunda.- Sonrió el joven sin inmutarse.-

-¡Ja, ja, ja! – Se rio el de tono azulado.- Me va a dar un ataque de risa. A ver.- Dijo extrayendo una especie de visor de su peto y tras colocárselo sujeto a una de sus sienes. Escaneando al chico con él. – Fuerza de combate de tres mil unidades… Eres incluso más patético que esa perra del infierno.



            ILaya mostró sus colmillos de forma amenazadora, pero no se atrevió a nada más. Telepáticamente informó entonces a Leval.



-Mi hija fue para advertir a los tuyos. Mi pobre esposo nos dio tiempo a escapar distrayendo a los gbards y fingiendo que colaboraba con sus amos. Pero han descubierto el emplazamiento de la isla. Es cuestión de tiempo que la ataquen…

-Entonces no lo perdamos con esta basura.- Declaró Leval sonriéndose una vez más.-





            Desde luego que esas palabras disgustaron a sus adversarios. Uno de ellos, el más alto con una cabeza abultada en forma de pera, espetó.



-¡Te voy a quitar las ganas de reír, escoria!



            Dicho lo cual atacó al joven a gran velocidad. La perpleja ILaya ni le vio aproximarse. Estaba claro que contra ella solamente habían estado jugando. No obstante, lo que la dejó más anonadada fue que aquel joven esquivó una y otra vez los intentos de ese tipo por golpearle.  Tras unos segundos fue el chico quién contratacó hundiendo su puño en el vientre de su rival que si se dobló por aquel impacto…



-Hasta luego.- Sentenció Leval con sorna.-



Emitió entonces un potente rayo que atravesó a ese alien abriendo un gran boquete en su estómago y su espalda. Incluso antes de que cayera al suelo, el muchacho le dio una patada que lo lanzó hacia las nubes, exclamando…



-¡Aquí va un viaje de retorno a casa, gratis!….

-¡Maldito! –Exclamó el otro atacándole a él y a la diablesa con una potente bola de energía.



            No obstante, el muchacho se limitó a rechazarla con la misma desgana que esos seres habían mostrado al repeler el ataque de ILaya. Arrojó aquella esfera de energía hacia el cielo haciéndola estallar. Un gran resplandor iluminó los alrededores durante un buen rato. Finalmente Leval apuntó a ese tipo con su brazo extendido con la palma de la mano enfrentada a él. Al instante un poderoso rayo de energía desintegró a su rival que no pudo ni gritar ante la rapidez del ataque…



-¡Ha sido increíble!- Pudo decir la diablesa.-

-Ahora debo irme. Procura mantenerte a salvo hasta que todo esto termine.- Le pidió amablemente él quién sin embargo añadió.- Aunque antes de eso, dame la mano.



            ILaya asintió, ahora retornando a su aspecto humano de mujer de media melena castaña y ojos verdes.  Sonriendo, ella respondió.



-Recuerdo la leyenda del solar. Eres aún más fuerte de lo que se contaba. Pero, aun así, debes tener cuidado…

-No temas. He destruido su base. Desde ahora podremos eliminarles y no volverán.- Sonrió ampliamente el chico posando sus manos sobre los hombros de su interlocutora para agregar.- Vamos. Agárrate.



            Y su interlocutora obedeció, sujetándose a la mano del joven. Los dos desaparecieron, reapareciendo entre los cascotes de un lugar próximo. Allí la diablesa comentó extrañada.



-¿Pero, para qué me has traído aquí?

-Hay alguien que quería verte.- Sonrió el muchacho señalando a su espalda.-



            Su contertulia se giró y al hacerlo iluminó su rostro con una gran y emotiva sonrisa. Apenas si pudo exclamar con la voz tomada por la sorpresa y la alegría.



-¡Robert! ¿Eres tú? Pero si habías…

-Sí cariño, soy yo.- Contestó aquel hombre con la misma emoción, tratando de explicarse.- Fue ese muchacho el que me salvó…



            La diablesa corrió hacia su esposo y le abrazó entre sollozos. Apenas si pudo dirigir una mirada a Leval para sonreír y musitar.



-Gracias…¡Muchas gracias!

- No hay de qué. Ahora debo irme.- Respondió amablemente él, para rematar.- Tened cuidado y esconderos hasta que esto termine…



Y sin esperar réplica se elevó en el aire con celeridad. Enseguida dejó de ver a esa pareja. No tenía tiempo que perder, se dirigía hacia la isla. Con su aumentada velocidad confiaba en llegar antes que el enemigo, que, ya sin base, no tendría posibilidad de regeneración. Así partió raudo hacia casa.



-Tengo que alcanzarles antes de que lleguen.- Se decía con inquietud.-



            Aquellos fueron unos minutos muy tensos, el muchacho forzaba la marcha y pese a su enorme rapidez no las tenía todas consigo. Empero, pronto logró avistar la isla y la sobrepasó dirigiéndose al encuentro de los robots que se dirigían hacia allí. Entonces los vio llegar por el horizonte. Lanzando un grito de batalla que retumbó en el cielo aumentó sus fuerzas al límite y les acometió de un modo demoledor. Sin posibilidad de ser reconfigurados y renovados los androides sucumbieron con gran facilidad. Leval ajustó todas sus cuentas pendientes con ellos. Sus adversarios trataron inútilmente de escanearle para reproducirse pero era en vano, pues no obtenían respuesta a su señal. Y había algo más, mejor dicho alguien. Cierto individuo sicario de Gralas que le había hecho sufrir. No quiso contar nada de ello puesto que tenía esa espina clavada en lo más profundo y aquel era un ser vivo, no un androide. Por malvado que fuera quizás sus padres y los amigos que dejó en el pasado no entendieran su deseo de venganza. Pero ahora ya no importaba puesto que éste llegó volando ahora, seguramente confiado, tras su avanzada de robots. Era un tipo de pelo oscuro que volaba en una especie de vehículo deslizador y que al encontrar a Leval flotando en el aire no pareció asustado. Pues le dijo con suficiencia.



-¡Vaya!, debo reconocer que tienes mucho valor para presentarte aquí.

-¡No me hace falta valor para arreglar cuentas con una sabandija como tú!  – Espetó el muchacho. -

-Lo veremos. - Sonrió aquel tipo que, pulsando un par de botones, esperó un segundo.- Ahora mismo…



      Lo normal era que un par de androides se hubieran materializado, pero eso no sucedió. Visiblemente inquieto ese hombre volvió a repetir la operación. Ahora era el muchacho quién sonreía observándole con regocijo en tanto preguntaba con fingida amabilidad.



-Vaya, ¿Qué ocurre? ¿Se te ha estropeado la máquina? Ya no las hacen como antes, ¿verdad?



La cara de aquel tipo era un poema, al fin un androide vino volando, debía ser de los últimos que habían partido desde la base. Ese individuo le señaló a Leval ordenándole de modo tajante al ingenio.



-Acaba con él. ¡Vamos!.



Y ese robot atacó al muchacho que, sin ningún esfuerzo, esquivó una andanada de rayos para contratacar con un potente puñetazo que hizo trizas al androide. Aquel tipo estaba con la boca abierta y cada vez más asustado. Más cuando vio que ningún otro robot se materializaba como era normal para cubrir la baja de su compañero.



-Creo que por deficiencias técnicas tus androides no podrán volver a aparecer. ¡Es una pena! –  Declaró Leval con sorna para sentenciar ya sin ocultar su odio. – Prepárate, ahora te toca el turno a ti.

-No, ¡espera un momento! – Pudo suplicar ese tipo con auténtico pánico en sus ojos y en su voz. - Yo solo cumplía órdenes. Era mi deber.

-No me digas. ¡Pues considérate jubilado, bastardo! – Espetó Leval destruyendo de un golpe aquella nave que le sustentaba en el cielo. -

-¡Nooooo! - aulló ese tipo cayendo a plomo.-





 Leval permitió que descendiera unos segundos más, y después con su translación instantánea reapareció sujetándole justo antes de que cayera al suelo. Para decirle con visible desprecio.



-Por muy traidor a la raza humana que seas yo no me rebajaré a ser como tú. No sería digno de mis padres si matase a un ser humano indefenso. Aunque con tu jefe no tendré ese problema. Tú quédate aquí y apáñatelas como puedas. Yo me ocuparé de ese miserable invasor. Además, creo que sé dónde está. - Y dicho esto dejó a ese tipo en medio de una isla y se transportó, había detectado otra fuente de energía. – Hasta nunca…



El chico sonrió con satisfacción y una expresión de triunfo le afloró. Sobre todo cuando al reaparecer vio un rostro desagradablemente familiar. Se trataba de uno de aquellos caudillos de Gralas que dirigía las máquinas. Un extraterrestre alto y de tez azulada, desprovisto de nariz y orejas, que, al principio de ver al muchacho, sonrió divertido ante lo que creía un estéril y suicida ataque. Pero al comprobar como sus robots eran destruidos, o más bien hechos pedazos con furia, tornó su rictus de superioridad y regocijo en otro de terror. No era rival para la enorme fuerza que ese chico estaba desplegando y Leval, una vez destruyó al último de los Gbards se dirigió hacia él.



-¡Ahora estáis perdidos, malditos!, Vais a pagar todo lo que has hecho sufrir a los habitantes de este mundo. Y tú serás el primero en hacerlo. - Gritó con una expresión llena de seguridad y odio hacia ese alíen. -



            Éste no pudo ni responder, trató de escapar pero el muchacho le cortó el paso de modo casi instantáneo. Tal era ahora su rapidez que ni tan siquiera precisó de su técnica de traslación.



- No entiendo que sucede pero en cuanto reaparezcan mis androides te arrepentirás de tu osadía, ¡miserable!  – Escupió el extraterrestre, tratando de mantener su posición de aparente superioridad y de paso ganar algo de tiempo. – Esta vez morirás…



            Pero Leval negó lentamente con la cabeza y ahora era él quien lucía una sonrisa de regocijo cuando sentenció.



- Vuestra base está destruida. Intenta comunicar con ellos si puedes. Y despídete pues te ha llegado la hora de pagar por todos los crímenes que cometiste, igual que le tocará el turno a tus compañeros y después a ese maldito tirano de Gralas. ¡Lo juro!



            El escéptico adversario no quiso tomar en serio nada de eso al principio, pero cuando efectivamente trató de comunicar con su base no recibió señal alguna. Entonces una oleada de pánico le sacudió, pero Leval no le permitió ni implorar clemencia. Su oponente no era un débil humano indefenso. Era un asesino al que le había visto ordenar y cometer toda clase de crímenes abominables. Sin más le desintegró con un potente rayo de energía. Ni siquiera quiso perder el tiempo golpeándole pues, a pesar de todo su odio acumulado, era mayor su deseo de volver a abrazarse a sus seres queridos. De este modo, nervioso y muy emocionado recorrió la distancia que le separaba de casa. Atravesó con facilidad las puertas blindadas que estaban selladas a la espera del ataque y accedió a la misma cámara de la que había salido rumbo al pasado. Destrozó la puerta de un rayo y entonces otra descarga de energía vino contra él, pero la aguantó sin problemas. Había sido Mazoui creyendo que se trataba de los androides pues el muchacho gritó con tinte lleno de rabia.



-¡Malditos, no me mataréis sin luchar!



Pero los temidos robots no aparecieron, en su lugar una figura radiante que brillaba con un formidable destello dorado penetró en la cámara. Asombrado al ver a su amigo ileso tras el ataque, Mazoui, un chico de pelo y ojos castaños que se habían tornado rojizos y de cuya boca habían surgido dos colmillos por la tensión y la furia, pasó de estar en guardia a perplejo. Entonces Leval le gritó eufórico.



-¡Soy yo, amigo, lo hemos conseguido! , he vuelto del pasado y destruido a todos esos malvados androides para siempre.

-¿Tú? - Señaló Mazoui aun incrédulo mientras volvía lentamente a su apariencia normal. - Pero ¿cómo? ¡No puedo creerlo!, ¡pero si te acabo de mandar! - No obstante, Leval asintió sonriendo con gran alborozo y el mismo sentimiento se contagió a su primo cuando exclamó con su grave tono de voz, apenas pronunciando entre balbuceos. - ¡Estamos salvados! ¡Dios mío, alabado sea el Señor! ¡Y fíjate que lo digo yo que soy medio demonio!



            Ambos se abrazaron muy emocionados. Las lágrimas volvieron a correr y Leval ya más sereno, prometió explicarle todo lo ocurrido. Ahora ardía en deseos de reencontrarse con su madre y los demás. Mazoui convino en ello, pero deberían ser cautos. Fueron entrando en todas las cámaras hasta encontrarles. Al principio creyeron que eran los androides y cundió la desesperación, algunas personas desgraciadamente incluso habían preferido suicidarse a ser capturados o masacrados. Por fortuna no fue el caso de los familiares de ambos chicos, que, siendo luchadores, preferían también caer combatiendo hasta el final. Y cuando les vieron suspiros de alivio y gritos de alegría se extendieron por todas partes pues los muchachos les dieron la magnífica noticia. A Beruche se le iluminó su rostro, marcado por las desdichas y los años, al escuchar a su hijo.



-¡Hijo mío! – Sollozó.- ¡Alabado sea Dios! ¡Lo has conseguido, que orgullosa estoy de ti!

- Le he conocido, mamá. - Balbuceó Leval abrazándola emocionadamente. - ¡Es un gran hombre, tan fuerte y valiente como me dijiste! ¡Y tú! ¡Eras tan joven y llena de vida, tan cariñosa y dulce como siempre te recordaba desde niño! ¡Ya lo verás! ¡Ahora volverás a ser feliz como entonces! – Aseguró radiante, dándole de inmediato la cinta de vídeo que había protegido durante la lucha contra los robots y el ataque involuntario de su primo. -

-¿Qué es esto, hijo? - Preguntó Bertie sorprendida en tanto los otros se llegaban a ellos una vez puestos al corriente de lo ocurrido por Mazoui. -

- Es un mensaje para ti- respondió Leval con voz trémula por la alegría. - Me lo dieron antes de volver. Dame tan solo un instante.- Le pidió.-



            Y fue a ver a su primo, explicándole rápidamente lo que pretendía.



-Claro, dalo por hecho.- Sonrió este.-



Y una vez preparados, Leval se concentró en la energía de la diablesa transportándose a su lado. Ésta, repuesta de su asombro, y junto a su marido, se alegraron. Más cuando le vieron sonreír.



-Dadme la mano, os llevaré junto a vuestra hija y a los demás.- Le ofreció él.-



            Por supuesto que aceptaron. Así reaparecieron en la isla, junto a Mazoui. El joven había servido como referencia para la translación instantánea.



-Ahora Robert, escóndete.- Le pidió su esposa con una amplia sonrisa.-



Su marido así lo hizo y entre tanto, Leval fue a la busca de esa chica morena, alta y realmente hermosa, de grandes ojos verdes. Al traerla junto a su madre las dos lloraron de dicha. La diablesa la abrazó. Y la joven pudo decir con la voz teñida de emoción.



-¡Creía que te habrían matado!

-No cariño, estoy bien, gracias a Leval.- Replicó su contertulia que agregó.- Y hay alguien más que debe agradecerle a este joven su valor.



            Y fue entonces cuando Robert salió de detrás de un edificio cercano y abrazó a su atónita y emocionada hija. La chica no podía parar de llorar de felicidad. Al fin, tras dar las gracias al salvador de sus padres añadió, con tono aun tomado por la emoción.



-Jane está aguardándote.  Cuando Mazoui fue a buscarme estábamos juntas protegiendo a unos niños. No sé si le ha mencionado tu vuelta. Estará todavía en el bunker al cuidado de los críos..

-Enseguida me reuniré con ella. Dadle la noticia de mi regreso. Pero antes, quiero ver una cosa con mi madre.- Contestó cordialmente él.-



Y el joven volvió al lado de Bertie. Ella había estado esperando durante esos minutos con creciente impaciencia, después, llena de curiosidad y emoción. La pobre mujer había sufrido mucho cuando su hijo se marchó. Aunque se consoló pensando que, si al menos podía retroceder en el tiempo y salvar el pasado, todo tendría sentido. Ahora, tras la vuelta de Leval su felicidad era completa. De modo que una vez estuvieron en una sala del centro de mando conectó un viejo vídeo con las manos temblorosas. Todos los que iban llegando se arremolinaron en torno a él. En aquellas imágenes de hacía veinte años salían Roy y Beruche, tal y como les recordaban hacia ya tantos años. Su joven novio de entonces se dirigió a la cámara esbozando una gran sonrisa.



-¡Hola Cubito! Nuestro hijo, bueno, el de mi otro yo y tuyo de vuestro futuro, es un chico estupendo, un valiente guerrero y un  magnífico muchacho. Estoy seguro de que él os devolverá la paz. Siento no poder estar ahí, con vosotros, en ese futuro. Pero sé que lograréis reconstruirlo de nuevo. Te quiero, ahora y siempre, como mi otro yo te amaría donde quiera que esté. ¡Rehaced vuestras vidas y sed felices! , algún día nos veremos en el Cielo. Bueno, quizás veas a mi otro yo, estoy seguro de que puedo hablar por él. Pensaríamos igual así que me he permitido grabar esto para ti. Ahora, hay alguien que tiene que decirte algo - y dejó paso a su prometida de entonces que agregó visiblemente emocionada. -

-¡Amiga mía! Mi otro yo del futuro. ¡Gracias por criar a un hijo tan maravilloso!,  por ser tan buena madre y guardar el recuerdo de tu marido.- Sonrió ella y la otra Bertie lo hizo también con las lágrimas rodando por las mejillas. Pero aquella joven muchacha añadía con divertido tono de voz que trataba de sobreponerse a la llorera. - Me lo has puesto muy difícil, ser una madre tan maravillosa como tú es un grandísimo reto. Trataré de seguir tu ejemplo lo mejor que pueda. ¡Eres una mujer única!

- Desde luego. ¡Hay que ver cómo te haces la pelota a ti misma, cubito! ¿No tenías abuela en Némesis, verdad? - Rio Roy pellizcándola el trasero a fin de desdramatizar. -

-¡Ay, bestia! ¡No seas tonto!  - Chilló ella dándole un capón del que él se dolió frotándose la coronilla.-

-¡Auu! ¡Qué duele! – protestó jocosamente él.-



Eso hizo reír a todos. Recordaban aquellos viejos y buenos tiempos con tanta nostalgia y tristeza contenida que hacía mucho que no habían vuelto a sonreír.



– Bueno - añadió Beruche ya más serenamente, abrazada a Roy. - Sed muy felices y tenednos siempre en vuestro corazón, igual que nosotros os tendremos en el nuestro. Nunca olvidaremos vuestros pesares y vuestro sacrificio a la hora de construir un mundo más feliz y justo para todos. Tenéis nuestra palabra de que esa será la prioridad que nos guíe.



 La cámara enfocó entonces al grupo de los demás que bromeaban y charlaban distendídamente entre ellos y con Leval. Esmeralda, y Petz se emocionaron al verse a sí mismas tan jóvenes y junto a sus novios de entonces a las que nunca olvidaron, Diamante y Zafiro. Y de fondo escucharon la voz de Bertie remachar.



-Os prometemos que todos vamos a ser muy felices por vosotros y nosotros mismos. Hasta siempre amigos. Vivid en paz. - Se despidió ella con la mano y lo propio hizo Roy sin dejar de abrazarse y sonreír. -



            La madre de Leval lloraba  llena de alegría y añoranza, al igual que las otras mujeres.



-¡Hijo mío, soy tan feliz! - Sollozó abrazándose a su hijo. -

-¡Ya no sufriremos nunca más!,- declaró resueltamente él - ¡Nunca más!- Y miró hacia el cielo agradecido para musitar. - ¡Gracias papá, gracias mamá!, gracias a todos por ser tan buenos y valientes amigos, en todas las dimensiones, en el pasado, en el presente y en el futuro.



También contó a Tom y Cooan y a su hijo Alan, un chico alto y de pelo moreno e inteligentes ojos azules como su padre, lo que vio de ellos en el pasado, al igual que a los otros que le preguntaron por sus propios “otros yos”



-Es estupendo.- Suspiró Cooan con sus cabellos encanecidos, abrazada a su hija.- Tendrán otra oportunidad. Y nuestros hijos podrán disfrutar de una vida mejor.

-Así lo espero.- Convino Petz.-

-Ahora , una vez destruidos nuestros opresores, seremos capaces de ir arreglando el mundo.- Intervino una chica rubita, que llevaba gafas redondas.-

-Sí hija.- Sonrió una mujer muy parecida a ella, de cabello castaño y provista de gafas también.-

-Esto no puede pagarse ni con todo el dinero que yo tenía.- Añadió un hombre asimismo con lentes y de cabello castaño.- Gracias muchacho.- Le dijo con emoción a Leval.-

-El mérito no es solamente mío, Ian.- Declaró modestamente el interpelado, para sentenciar.- Todavía tendremos que trabajar duro y ocuparnos de terminar con todos los Gbards restantes en el planeta.

-Y reconstruir las ciudades.- Añadió Mazoui, mirando sonriente a esa jovencita rubia de las gafas, quien se ruborizó cuando el chico agregó.- Para también repoblarlas.



            Entonces se acercó Jane. Tenía el rostro surcado de lágrimas, aunque eran de felicidad. Se abrazó a Leval apenas siendo capaz de gemir.



-¡Creía que jamás te volvería a ver!

-Pero ahora ya nada nos impedirá estar juntos.- Afirmó el muchacho acariciándola el pelo.- Y quiero compartir mi vida contigo y con el resto de nuestros seres queridos. Reconstruiremos el mundo y como ha dicho la tía Connie, un día nuestros hijos serán felices viviendo en él.



            La joven asintió tras separarse del abrazo. Ambos se besaron ante el aplauso del resto. Y así fue. Leval y los demás tuvieron un arduo y duro trabajo por delante, eliminando poco a poco al resto de los androides y sus secuaces que quedaban en la Tierra y después, entre todos, pusieron manos a la obra con determinación y optimismo renovados en sus corazones. Rehicieron sus vidas dispuestos a comenzar un futuro mejor para todos y vivieron sus propias peripecias y desafíos para crear al fin un mundo libre y feliz. Pero, por interesante que fuera, esa historia ya no pertenece a este relato. Porque en ésta dimensión la vida y las aventuras, continuaban.


                          anterior                                                         siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)