sábado, 5 de marzo de 2011

GWB 26.71. El retorno de la secta del caos

- Así que le viste. - Dijo una voz que provenía del fondo de una larga mesa de caoba que se situaba en el centro de un gran despacho, apenas iluminado por una luz cenital. - ¿Estás completamente seguro?

            Con una gorra entre las manos y aguardando a contestar, se encontraba un tipo de pelo canoso y rostro de duras facciones. Con servil humildad se dirigió a aquella figura en penumbra, que estaba sentada al otro extremo de esa mesa.

- Sí, mi señor. – Afirmó sin dudar - y era él. El hijo de Lord Karnoalk, el enviado.
-Comprendo. - Repuso aquella misteriosa figura con una voz opaca, apenas afectada por el entusiasmo, a pesar de que añadió.  - Esa es una gran noticia, debemos encontrarle y hacer que se ponga de nuestro lado. Para eso tendremos que despertar su naturaleza diabólica. Por desgracia, el Maestro y los suyos no pueden venir ya a la Tierra por culpa de ese maldito Guerrero Dorado y las Justicieras. Pero el Enviado es en parte humano, al igual que otros muchos. Los híbridos sí que pueden permanecer en este mundo. Ya hemos ganado para nuestra causa a algunos que nos ayudarán a llevar a cabo nuestros planes. Sin embargo, él es el más poderoso de todos. Tú y ese amigo tuyo que lo habéis visto deberéis encargaros de buscarlo. Pero no os será fácil, así que para ello tendréis toda la ayuda que necesitéis.
- Gracias, se lo traeremos, cuente con ello, Señor. - Prometió el individuo permitiéndose esbozar una tenue sonrisa y remachar. – La voluntad del Maestro se cumplirá al fin, tras tantos años…

             Sin poder imaginar los planes que se trazaban contra él, Mazoui entrenaba con Leval y Roy casi desde el amanecer, en un apartado páramo de la ciudad. Éste contó a los dos muchachos que él entrenaba allí hacía mucho tiempo, desde la época que luchara contra los demonios.

- Venga, ahora atacadme los dos a la vez. - Les propuso su mentor elevándose en el aire. -

            Los muchachos, que ya sabían volar con soltura, le atacaron. Pero él paraba todos sus golpes sin ninguna dificultad y eso que no recurría a transformarse en súper guerrero. Roy golpeó a su hijo haciéndole caer al suelo. Mazoui trató de contraatacar con dos bolas de energía, pero su oponente recibió el impacto sin inmutarse. Sonriendo con expresión de desprecio le espetó al muchacho.

- ¿Eso es todo lo que sabe hacer el hijo de una zorra de Satanás?
- Pero ¿cómo puedes decir una cosa así? -  Exclamó Mazoui sorprendido y enfadado. - ¡Retíralo ahora mismo!

            Su interlocutor se limitó a reír con desprecio y añadió.

-Ven aquí para hacer que lo retire, bastardo endemoniado. - Le desafió Roy instándole con movimientos provocativos de sus manos. – Si es que tienes lo que hace falta.
- No puedes estar hablando en serio. - Replicó Mazoui que se notaba estremecer de furia. -
- ¿Ah no? - Rio su oponente espetando con sorna. -Vamos, ¡sólo eres un mestizo cobarde!  ¡Hijo de un maldito monstruo y una ramera viciosa!

            Ciego de rabia y con su apariencia demoniaca, Mazoui atacó con saña, pero su oponente le esquivaba una y otra vez. Los golpes del chico eran fuertes pero descoordinados, no atinaban en su objetivo. Finalmente, su instructor le golpeó en el estómago y en la espalda lanzándole contra el suelo. Aterrizó junto a él. Mientras el chico se ponía de pie y trataba de asestarle un golpe. Roy le bloqueó el puñetazo y le correspondió con otro. Volviéndole a derribar sin esfuerzo aparente.


- Pero ¿Por qué nos insultas así? - Chillaba enloquecido e impotente mientras su rival movía la cabeza, ahora con resignación. - ¿Por qué dices esas cosas de mi madre? ¡Creía que erais amigos! ¡Es la hermana de tu mujer!

            Roy le dejó desahogarse un poco más y entonces le detuvo, sujetándole el puño, cuando el chico trató nuevamente de atacarle.

- Ya basta, muchacho. Olvida lo que te he dicho. Evidentemente no ha sido en serio. - Le indicó tono sereno para agregar. - Quería comprobar lo que realmente me preocupaba.

            Mazoui le miró sorprendido y, respirando con rabiosa dificultad, sin entender aquello, con sus ojos todavía rojos. Roy añadió entonces casi a modo de oratoria magistral.

- Quería probarte. Y ha resultado como imaginaba, eres muy sensible a la provocación, y, además, si a eso le añadimos la adrenalina que liberas durante un combate, enseguida pierdes el control de tus actos. - Le explicó dejándole atónito y prosiguió, ahora con un tono de afectuoso reproche. - Mazoui, físicamente eres fuerte, pero te falta lo principal, nunca dejes que tus emociones te ofusquen hasta este punto. Imagínate que tuvieras que luchar contra un enemigo real. Los combates se basan no sólo en la mera fuerza sino en detectar las debilidades, tanto físicas como emocionales del contrario y saber aprovecharte de ellas. ¿Qué habría sido de ti si un demonio te provocase así? ¿O los tipos de la secta contra los que luché? ¿Crees que iban a ser más amables que yo? No, muchacho, tienes que aprender a controlarte, no importa lo que te digan. Ante todo, debes mantener tu cabeza fría y centrarte en la lucha. Cuando combatas únicamente cuenta eso, porque si tu mente no está despejada y dedicada al máximo de su concentración, te aseguro que estarás perdido.

            El interpelado encajó aquella amonestación sentándose sobre el suelo, con las manos apoyadas en la cabeza y maldiciendo su ingenuidad. Ahora, ya serenado, le parecía increíble haber sido tan imbécil como para caer en unas provocaciones tan burdas.

-Comprendo, - suspiró entonces recobrando la normalidad de su apariencia. - Te he defraudado ¿verdad Roy? Sólo soy un estúpido. Cualquier rival habría hecho de mí lo que hubiera querido. - Se lamentó, ahora bastante enfadado consigo mismo. -
- No, no me has defraudado en absoluto, Mazoui. - Sonrió su maestro poniendo una afectuosa mano sobre los hombros del chico. - Lo que ocurre es que aun eres muy joven y no tienes experiencia. Además, aunque tengas parte de demonio, tu corazón es muy puro, demasiado bondadoso y eso te hace aún más vulnerable a que hieran tus sentimientos. Pero recuerda que todos los insultos que te dirijan tus enemigos en la lucha no son sino elogios que demuestran que necesitan minar tu fuerza de algún modo, no lo olvides. Y procura ser tú el que los engañe a ellos. Para volver en su contra cualquier tipo de truco que traten de emplear. Sé que a veces no es fácil, sobre todo cuando se ven implicadas personas a las que queremos. Ahí es precisamente donde reside nuestra mayor vulnerabilidad. Pero has de ser fuerte, no solamente por ti, sino precisamente por ellas. Porque tus rivales tratarán de emplearlos siempre que puedan contra ti. Créeme. Lo sé muy bien.

            El chico escuchó muy atentamente aquellas palabras y las grabó en su mente. Su instructor tenía toda la razón.

- Mejoraré, te lo prometo. - Sonrió el muchacho animando su semblante. - Gracias por enseñarme esto.

            Roy sonreía satisfecho, entre tanto su hijo se reintegró a la lucha. Leval había permanecido observando y escuchando todo aquello, y eso podría muy bien servirle a él de lección. Desde anteayer sólo pensaba en su hermana y en lo mal que lo estaba pasado. Ninguno dijo nada al llegar a casa. La chica se enjugó las lágrimas y entró a lavarse la cara al baño. Por fortuna, su madre debía estar en el piso de arriba y no los oyó entrar y su padre no estaba presente, andaría a buen seguro en alguna reunión del equipo.

- ¿Estás mejor? - Le preguntó suavemente él a la chica, cuando ésta salió de aseo.-
-Sí, gracias. - Repuso la muchacha esbozando una débil sonrisa. -
-No te preocupes, nadie se va a burlar de ti, ni a herirte de nuevo, te doy mi palabra. Quién se atreva a intentarlo se las verá conmigo. – Le prometió el chico. -
-Te lo agradezco, pero ahora lo único que quiero es descansar. Y que nuestros padres no se enteren de esto. Al menos no todavía. Quiero ser yo quien se lo diga. -Le pidió su hermana. -
-Es tu decisión. - Convino él añadiendo más afablemente. - Anda, será mejor que nos cambiemos y estemos listos para cenar en un rato.

            Su hermana asintió, y él le pasó un confortador brazo por los hombros. Subieron despacio las escaleras hasta sus respectivas habitaciones. Su madre los vio justo cuando Kerria entraba en la suya.

-Hola hijo. - Saludó. -
-Hola, mamá. - Repuso él. -
- ¿Qué tal el día? - Quiso saber su interlocutora. -
-Bueno, con mucho que estudiar. - Sonrió levemente el muchacho. -
- ¿Y tu hermana? Ha entrado muy rápido en su cuarto.

            Por una décima de segundo el muchacho se temió lo peor. Su madre daba la impresión de tener un radar y estaba seguro de que iba a ver a través de él como de un cristal y a sacarle lo que había sucedido. Estaba resignado a responder algo rápido cuando el sonido del teléfono de casa vino en su ayuda. Y distrajo a su progenitora que fue a contestar a su habitación. Tras suspirar aliviado, Leval la escuchó, estaba hablando con su padre.

-Sí, Roy… ¿Llegarás a tiempo para la cena? Bueno. Está bien. Ya, te pondrás al día enseguida. - Se rio levemente Bertie. -

            El muchacho aprovechó para entrar a su cuarto y cambiarse. Kerria debía de estar en la ducha. La pobre evidentemente no había usado la de los vestuarios de chicas. Al poco salió con ropa más cómoda y vio a su hermana con el cabello mojado y sin su trenza, salir asimismo enfundada en un cómodo chándal de algodón que usaba como pijama. En ese instante la madre de ambos colgaba el teléfono y salía de su habitación, comentándoles.

-Vuestro padre tiene una de esas reuniones con el staff técnico. No sé qué de fichajes. - Suspiró con aburrimiento para agregar. - No piensa que pueda volver a tiempo para la cena.
-Esperemos que puedan fichar a algunos buenos jugadores, ¡que falta nos hace! - Comentó Kerria con tono entre esperanzado y jovial. -

            Leval se quedó sorprendido. Su hermana hablaba como si nada hubiera pasado. Posiblemente estuviera haciendo un gran esfuerzo para sobreponerse y que su madre no observase nada extraño. De modo que trató de ayudarla y añadió con tinte jovial.

-Bueno, si papá no llega a tiempo me comeré su parte. No tiraremos nada.
-Pues yo no he preparado nada. - Comentó Bertie. -
-Ya me ocuparé yo. -Propuso él. - Quedaban unos Nuggets de pollo y puedo hacer una ensalada para acompañarlos.
-Te ayudaré. - Se ofreció Kerria. -
- ¿Tú, Ky? - se rio él señalándola con un dedo al tiempo que comentaba jocosamente. - Ten cuidado no vayas a quemar la ensalada.
- ¡Vete a hacer puñetas! -Exclamó su hermana dándole dos o tres collejas. -

            Para alivio de los dos, su madre sonreía al verlos así. Divertida, comentó en tanto bajaba las escaleras.

-Pues si prometéis no provocar ninguna catástrofe, os dejo al cargo de la cena. Voy a mi despacho, tengo exámenes por corregir.
-Claro, ya vigilaré yo a la cara de patata. - Sonrió Leval. -
-Tonto. - Repuso su hermana. -

            Los dos animaron un poco más su comedia hasta que su madre, moviendo levemente la cabeza y dejándoles por imposibles, se perdió en el piso de abajo. Tras unos segundos, Kerria suspiró mirándole reconocida y susurrándole.

-Gracias.
-Anda, vamos a preparar la cena. - Le dijo cariñosamente él. -

Así lo hicieron y tras algo más de media hora se sentaron los tres a la mesa. La ensalada les quedó muy bien y los Nuggets estaban deliciosos. Para llenar la conversación Leval habló, como siempre, de lo que iba a estudiar con Mazoui. La fortuna parecía estar con ellos porque su madre parecía pensar en otra cosa, cargada como estaba de exámenes que corregir. Incluso tras unos veinte minutos llegó su padre. Tras saludarles a todos, exclamó como habitualmente hacía.

- ¿Qué hay para cenar? Tengo hambre.
-Pensé que no te daría tiempo. - Comentó su esposa. -
-Cuando de comer se trata, aligero la marcha. - Sonrió él. -
-Bueno, pues hemos hecho mucha ensalada y te quedan bastantes Nuggets todavía. - Declaró Kerria. –
- ¿Bastantes? - exclamó su padre, alegando jocosamente. - Solamente queda un cuenco entero. Pero me las tendré que apañar.

Tras provocar algunas risas de sus hijos y su mujer al oír aquello se unió a ellos. Escuchó algo de lo que comentaba su esposa y los chicos, estando eso sí, más pendiente de sus gestiones deportivas y de los entrenamientos con su hijo Leval y su sobrino.

-Mañana hemos quedado con los padres de Amatista. - Les informó Bertie quien les propuso. - Llamadla si queréis. Podrías ir a algún sitio juntos.
-Ella está liada últimamente. - Comentó Kerria manteniendo un tono despreocupado. -
-Pues quedad con Brian. - Terció Roy quien de veras apreciaba mucho a ese chico. -

            Kerria suspiró, aquello sí que la dejaba sin saber que contestar, por suerte su hermano estuvo rápido yendo en su ayuda.

-No creo que sea posible. Ahora están todos estudiando para los exámenes.

Dejaron ese tema aparte y prosiguieron charlando de otras cosas más triviales. Luego, en un par de horas, se fueron todos a dormir. Al menos Roy y Bertie. Tanto Leval como Kerria tuvieron difícil conciliar el sueño, pese a que finalmente lo lograron. Al día siguiente en efecto, en cuanto llegaron a casa de sus amigos. Estos les recibieron en el hall, aunque sus hijos no estaban a su lado.

- ¿No ha venido Amatista con vosotros? - Quiso saber Roy. -

 Diamante mencionó que su hija estaba preocupada por los próximos exámenes. Tanto que apenas sí había salido de su habitación y que estaba todavía en casa.

-Está muy aplicada últimamente. - Comentó el padre de esa muchacha. - Tanto que apenas sale de su cuarto. Se ha quedado allí estudiando.
-Así me gusta. - Añadió Esmeralda. - Da la impresión de que va madurando. Me parece que vuestros hijos están ejerciendo una buena influencia sobre ella.
-Me alegra que sea así. Amatista es una chica estupenda. - Elogió Beruche a su vez. -
- ¿Dónde están los chicos? - Quiso saber Diamante. -
-Arriba, iban a bajar ahora. -Les respondió Roy. -

            Al poco estos así lo hicieron, con ropa de sport. Saludaron educadamente a los señores Lassart.

- ¿Qué tal están? - Preguntó Kerria esbozando la mejor de sus sonrisas. -

            Enseguida sabría si Amatista les habría dicho algo, aunque no pareció que fuese así. Ambos correspondieron sonriendo afablemente a su vez.

- ¿No tenéis planes hoy? - Inquirió Esmeralda. -
-Tenemos mucho que estudiar. - Respondió Leval. -
-Mi hija está igual. Deben de ser unos exámenes muy difíciles. - Conjeturó la diseñadora. -
-Esta parte del curso no es nada fácil, señor Lassart. - Suspiró Kerria. -

            Por un instante dejó entrever su auténtico estado de ánimo al pensar en el colegio, sus compañeros y, sobre todo, en su amiga o la que había sido su amiga, Amatista.  Pero enseguida se rehízo de forma que ni sus padres, ni los de la francesa, sospecharon nada fuera de lugar.

-Bueno, nosotros nos vamos. Os quedáis al cargo de la casa. - Comentó Roy. -

Los chicos despidieron educadamente a sus padres y a los amigos de estos y tras cerrar la puerta, Kerria se quedó apoyada sobre ella suspirando largamente y bajando la mirada.

-Creí que no podría aguantar más. - Le confesó a su hermano que la miraba con solidaria tristeza, haciéndose cargo de su difícil situación. -
-Tranquila Ky, ahora estamos los dos solos. Pasaremos el día aquí. Ya se nos ocurrirá algo para distraernos. - Quiso animarla él. -

Aunque el teléfono de la casa sonó y fue Leval quien enseguida lo atendió, temiendo que fuera una llamada de alguien con el deseo de ofender a su hermana, contestó con prevención. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.

-Buenos días. Casa de los Malden. Sí. ¡Ah, hola, Brian! ¿Qué habías quedado con mi hermana para estudiar? Espera un momento, por favor. - Le pidió. -

            Enseguida avisó a Kerria, la chica al saber de quién se trataba, movió la cabeza bajando la mirada, llena de pesar. Pero antes de que su hermano retomara la conversación, fue ella misma la que se hizo con el auricular.

-Hola Brian. - Saludó con tono apagado. - No…bueno, es que no me encuentro demasiado bien. ¿Sabes? Será algún resfriado que he pillado. Voy a descansar y no saldré de casa. ¡Sí, claro, muchas gracias! Adiós…

Leval la observó en tanto charlaba con ese muchacho. La cara de su hermana lo decía todo, estaba hasta a punto de llorar. En cuanto colgó el teléfono él trató de animarla en lo posible.

- ¿Te apetece que vayamos a alguna parte, Ky?
-No gracias, prefiero quedarme aquí, si no te importa. - Comentó ella, ahora mostrando su auténtico rostro de tristeza. -
-Vale, pues prepararé algo para comer y jugaremos a algo. - Le propuso el chico. -
-No tengo ganas. - Repuso ella con expresión cariacontecida. -

 Aunque finalmente él consiguió que viera una de esas películas de acción. Alquiló un disco láser y salió a una tienda cercana donde compró una buena dosis de palomitas de las dulces (a Kerria le encantaban). La película estaba ambientada en el espacio, sobre la lucha de una civilización de planetas unidos contra un invasor androide. Leval, como siempre, sacó todo tipo de pegas basadas en lo realmente correcto, tales como. “No se puede viajar en tan poco tiempo a través del espacio, esas constelaciones están mal situadas”. “No hacen falta diseños aerodinámicos en medio del cosmos puesto que no hay rozamiento”, etc. Tan cómico resultaba a veces oponiendo su rigor científico frente a lo que veían, que hasta su hermana sonrió, alegando.

- ¿Cómo puedes saber eso, si nunca has estado allí, listillo?
-Porque he estudiado mucho, ¡Cara de patata! Sé mucho sobre las estrellas. – Repuso él, añadiendo con cariñoso tono. - Cuando acabe la película te lo demostraré.
-No sé cómo vas a poder hacerlo. - Dudó la muchacha. -

  Y para responder, acabado ese largometraje, una vez cenaron algo y se pusieron ropa cómoda, Leval la invito a salir a la terraza de la planta alta de su casa. Era ya de noche y el cielo estaba claro, libre de nubes, las estrellas se veían en todo su esplendor.

- Desde aquí podemos observar a simple vista muchas estrellas del hemisferio norte. Pero hay muchas más que no podemos ver por culpa de la atmósfera, la contaminación lumínica, o porque no tenemos un buen telescopio. El mío es poco potente. Ya sabes que me lo regaló la madrina Ami cuando era pequeño. - Le explicó a su hermana que miraba realmente sin entender nada. -
- El cielo es bonito, sí. - Convino suavemente Kerria observando los resplandores nocturnos. -
- ¿Ves esa en forma de cazo?, es la constelación de la Osa Mayor. Bueno, realmente sería la cola de esa supuesta osa. - Le contaba su hermano que no cesaba de enumerar señalando a diversas partes del cielo. - Allí está Arturo, su estrella principal, es varias veces mayor que nuestro sol.

            Y colocando ese telescopio regalo de su madrina Ami, en posición, él la invitó a mirar. La chica lo hizo durante unos instantes, comentando con una leve sonrisa.

- Quién lo diría, desde aquí parece muy pequeñita.
- Eso es porque está a muchos millones de kilómetros de aquí. Sirio A, está a unos ocho o nueve años luz, o Próxima Centauro, que es nuestra estrella más cercana, está únicamente a cuatro años- luz. Bueno, lo de únicamente es un decir. Eso significa que, aunque fuéramos capaces de viajar a la velocidad de la luz, cosa físicamente imposible, tardaríamos cuatro años en llegar…

            Hablaba con tanto entusiasmo del tiempo que tardarían con las velocidades que actualmente se podían desarrollar y de todo tipo de fenómenos y paradojas físicas que podrían darse, que su hermana le escuchaba embelesada, olvidándose por un instante de sus propios y mundanos problemas.

-Esto me recuerda a cuando éramos pequeños. Tú siempre hablándome de esos lugares lejanos y misteriosos a los que querías ir. - Sonrió la muchacha. -
-Es algo que sigo queriendo hacer. Y la ciencia avanza. Cada vez estamos más cerca de esos viajes. - Aseveró él. -

Refrescaba y entonces ella se abrazó a su hermano en tanto suspiraba y decía.

- Tienes suerte, Leval. Te envidio de veras. Tú puedes volar con tu imaginación hacia las estrellas. A mí también me gustaría escaparme allí arriba, al menos dejaría de sufrir la injusticia de aquí abajo.

            Su hermano acarició el largo pelo de la muchacha y apretándola contra su pecho de forma afectuosa, le susurró en tono confortador.

- Quizás lo que más me atrae de las estrellas es que ellas parecen inmutables mientras aquí todo cambia y pasa muy rápidamente. Todo se olvida enseguida, Ky. La vida sigue. Ya lo verás.

Ella asintió deseando vivamente que así fuera. Y cuando fue algo más tarde, y el frescor nocturno era apenas llevadero, se fueron a dormir. Al menos su hermana parecía más animada y ser capaz de conciliar mejor el sueño. Pese a todo Leval sabía que, una vez fuera de aquel santuario, Kerria tendría que soportar un auténtico calvario y más si sus padres se enteraban. Ella le contó todos sus temores y él solamente pudo asegurarla que estaría a su lado y darle ánimos para mantenerse lo más dignamente posible frente a la adversidad. ¡Ojalá pudiera contarle lo realmente excepcionales que eran los de su familia! Pero como parecía que la chica estaba al margen de eso, e incluso aparentemente no participaba de esos poderes, no deseaba hundirla más, creándole otro abismo. Pero se prometió que él se esforzaría y llegaría a ser un gran guerrero, defendería a su hermana y a todos los suyos de cualquier peligro.

-Te lo juro, hermanita. Nadie te hará daño si yo puedo impedirlo. - Pensaba volviendo de esos recuerdos. -

De modo que ahora, quiso llevar a la práctica el consejo de su padre y había decidido atacarle, puesto que le veía descuidado. De todas maneras, era una buena ocasión para desahogar su enfado pues no temía el poder hacerle daño. Se lanzó para pillarle de improviso, pero Roy, con una media sonrisa que él no veía, le volvió a esquivar. Los puños de Leval no encontraban nada a lo que golpear.

-Pero… ¿Cómo es posible? ¡No has podido verme llegar! –Exclamó el atónito chico. -
- No necesito verte llegar. Puedo sentir tu energía. - Sentenció su padre sonriendo a la par que afirmaba. - Rápido como la luz, sereno como el cielo, hijo…es lo que mi maestro me enseñó.

 Y sin dejar de esbozar una pícara sonrisa su experimentado adversario le lanzó una pequeña bola de energía que acabó enviando al chico entre unas zarzas. El joven salió rápidamente, dispuesto a no rendirse. Esta vez atacó directamente. Pero era imposible acertar a su oponente que, simplemente se apartaba. ¿Cómo era capaz de hacer algo así? Incluso para mayor regodeo, Roy tenía las manos a la espalda, entrelazadas. Su hijo intentaba darle una y otra vez, ante la divertida mirada de Mazoui que observaba con muchísimo interés, al parecer tomando notas mentales de lo que su maestro les enseñaba. Y cuando Leval ya estaba agotado, se trastabilló yéndose hacia un lado. En ese instante su padre le dio un puñetazo que le sentó en el suelo.

-Hijo. Ya te lo he dicho más de una vez. ¡Equiliibriio! - Canturreó divertido haciendo honor a una de las escenas de películas que tanto le gustaban. –
- ¡Pero me has dado con las manos! - Protestó el chico. -
- ¿Y se puede saber por qué no iba a poder atizarte con ellas? - Sonrió su entrenador. -
-Las tenías a la espalda, pensé que no las ibas a usar. - Replicó el muchacho, una vez se levantó. -
-En un combate no tienes que pensar en nada. Tienes que percibir al adversario. - Le explicó su padre. - Tampoco des nunca nada por sentado. O te sentarán a ti de un buen golpe. Como has podido comprobar.

Leval asintió, en efecto, eso mismo acababa de hacer con él su padre. Se dispuso a prepararse de nuevo colocándose en guardia, pero su mentor le indicó que se detuviese.

- Es suficiente por hoy. Volvamos a casa, muchachos. - Y tras una pequeña pausa agregó halagador. - Estoy contento, habéis mejorado mucho.
- Pero ¿qué dices, papá? - Inquirió Leval con tono entre incrédulo y desencantado. - Si ni siquiera podemos tocarte y eso que no te transformas en súper guerrero, ¿qué sería de nosotros si lo hicieras?
- Yo no era tan fuerte a vuestra edad, ni comencé a entrenar con esta intensidad.   Creedme, vais muy bien los dos. Aunque resulta que tú, Mazoui, eres intuitivo, pero demasiado pasional en la pelea y tú hijo, piensas demasiado y no sientes debidamente el aura del contrario. Digamos que, la virtud de uno es el defecto del otro. Tendréis que trabajar eso entre otras cosas. Pero la parte buena es que resulta que os complementáis muy bien.

            Los dos muchachos asintieron. Y su maestro entonces sonrió agregando.

- Por lo demás mejoráis con mucha rapidez. Pero que eso no os sirva para que os durmáis. - Les previno con una severidad fingida y realmente jovial. -
- No lo haremos. - Repusieron los dos al tiempo, negando con la cabeza pero muy contentos de estos elogios. – Gracias.

            Roy les observaba cuando ellos caminaban por delante de él, y lo hacía sin disimular su orgullo. Eran dos estupendos muchachos. Recordaba las palabras de su maestro, el legendario Son Goku, cuando le instruía a él mismo en el Cielo. De eso hacía ya bastante tiempo. Pero no olvidaba los buenos consejos que éste, pese a su apariencia despreocupada, le dio…

-Sí, eras mucho más sabio de lo que yo entonces podía comprender, maestro. - Pensó agradecido en tanto hacía memoria de aquello. -

Tras un asalto más, en el que Roy no pudo ni tocar a su mentor, aunque encajó bastantes golpes, descansaron. Durante aquella pausa su antepasado saiyajin le dijo.

- Eres un buen tipo, todo corazón. Luchas con ganas, pero tienes que ser capaz de adivinar los movimientos de tu oponente. O de lo contrario estarás perdido.
- ¿Y cómo voy a hacer eso? - Protestaba el joven discípulo. -
-Siente la energía. - Le respondió su mentor. -
-Tú tienes muchísima energía, puedo percibirla, pero, aun así, no sé lo que vas a hacer. - Protestó Roy. -
-Eso es porque no te concentras en lo esencial. Escucha, no es cuestión de que sientas toda la fuerza que puedo desplegar. Eso es lo obvio para cualquiera. Lo fundamental es el aura interior de cada uno, personas, objetos…por ejemplo la de esta piedra. - Declaró tomando un guijarro que había salido de ningún sitio y proponiéndole a su atónito alumno. - Lánzamela cuando quieras a ver si puedo esquivarla.
-Pero eso es muy fácil. - Se sonrió su interlocutor. - La verás llegar y con tu velocidad la evitarás. Hasta yo mismo sé cómo hacer eso.

            Por toda réplica, su mentor se sentó con las piernas cruzadas y le dio la espalda, entonces declaró.

-Tíramela sin que la vea y cuando quieras. Y recuerda siempre esto. Rápido como la luz, sereno como el cielo.

            El joven discípulo le miraba desconcertado, se alejó una buena distancia y aguardó un rato. Su maestro había adoptado la postura del loto con las manos entrecruzadas sobre sus muslos. Entonces, cuando creyó que había pasado un tiempo suficiente, redujo su nivel de energía y lanzó la piedra hacia la cabeza de Goku. Éste ni se movió en tanto el proyectil se aproximaba. Roy a punto estuvo de gritar para advertirle. Entonces, justo cuando la piedra iba a alcanzarle, su mentor ladeó la cabeza lo suficiente como para esquivarla y esbozó una sonrisa.

- ¿Cómo lo has hecho?- Quiso saber el chico tras acercarse hasta él.-
-Te lo dije, debes percibir la esencia de las cosas. No es la mera acumulación de fuerza lo que te hace superior. Es como emplees tus recursos y los de tu rival contra él.

            Y Roy quiso aprender a hacer eso, aunque sus buenos chichones le costaron. No obstante, acabó por conseguirlo. Ahora lo recordaba con una sonrisa. Y musitaba mirando hacia las alturas del Cielo con cierta nostalgia.

-Gracias Maestro, muchas gracias por enseñarme tantas cosas, y no sólo para la lucha, sino para la vida. Ahora deseo pasarles todo ese saber a mi hijo y a mi sobrino. Algún día tomarán el relevo y deben estar preparados. Tengo que adiestrarles como tú, el maestro Piccolo y los demás, nos preparasteis a nosotros.

            Se acordó también del otro Leval, el que llegase del futuro, con el que había entrenado y al que había enseñado todo lo que sabía. Por eso le parecía estar viviendo un Déjà vu. Ahora, ese otro muchacho era su hijo en esta dimensión. Pero por fortuna no peleaba como su contrapartida, presa de su deseo de salvar su futuro y de su rabia y dolor al pretender vengarse de aquellos terribles androides. Este chico de ahora era un joven que solamente pretendía mejorar y cumplir sus sueños. Lo mismo que su sobrino, que deseaba superar su fatídica herencia, ser una buena persona y auxiliar a los demás. Roy se alegraba por ello y se prometió que haría lo que estuviese en su mano por ayudarle. Finalmente alcanzó a los dos chicos y charló distendidamente con ambos durante un rato. Todos volvieron volando hasta las inmediaciones de la ciudad donde el coche les aguardaba. Por fin, dejaron a Mazoui en su apartamento y padre e hijo volvieron a casa, era el chico quién conducía…

-Dime una cosa, papá. - Le preguntó Leval con visible curiosidad. - Siempre hablas de ese maestro tuyo. Son...Goku, creo ¿Era realmente tan bueno?

            Su progenitor sonrió asintiendo y esbozando una sonrisa a la par que replicaba.

-Era el mejor al que jamás haya podido ver. Su poder no tenía parangón…y al mismo tiempo era el tipo más sencillo y agradable que te puedas imaginar. La lucha le encantaba, pero como medio para progresar y superarse. Cada combate era un reto para él. No odiaba a su adversario, sino que amaba la pelea que este pudiera ofrecerle.
-Suena increíble. - Comentó el muchacho que afirmó. - En cambio tú y los demás, según tengo entendido, luchasteis porque no teníais otro remedio.
-Es verdad. - Admitió su padre declarando. - Y no quisiera que tú o Mazoui tuvierais nunca que pelear por vuestras vidas o por salvar las de nadie. Simplemente desearía que aprendierais a controlar vuestros poderes y a disfrutar de un buen combate que pusiera a prueba vuestra habilidad. Nada más. Pero, desgraciadamente, nunca se puede estar seguro de eso, hijo.
-Mamá está disgustada. Lo sé. - Suspiró el muchacho afirmando con pesar. - Sé que lo está. Aunque no me lo dice.
-Tu madre sólo quiere para ti y para Kerria una vida normal, con problemas normales. - Le contó su contertulio. - No se lo puedo reprochar. Es más, la comprendo muy bien. Yo mismo la hice sufrir cuando creyó haberme perdido. Aunque ella sabe tan bien como yo que quizás un día pudieran surgir nuevas amenazas. Y que entonces nosotros no seamos capaces ya de enfrentarlas.
-Te prometo que, en ese caso, haré todo lo posible para no defraudaros. - Aseveró el joven. -
-Lo sé, hijo. Aunque tienes aún mucho que aprender. Sin ir más lejos, todavía no arde en ti el Fuego de San Telmo…
- ¿El Fuego de San Telmo? ¿A qué te refieres? - Inquirió con curiosidad Leval, para añadir. - ¿Eso no es una especie de efecto eléctrico que se daba en los barcos antiguos?

            Ahora su padre se sonrió más ampliamente. Movió la cabeza despacio y replicó con afabilidad.

-Aún no ha llegado el momento, pero descuida. Un día comprenderás a qué me refiero. Por ahora sigue con tu vida normal y con tus sueños. Estudia mucho y consigue entrar en esa dichosa academia espacial o lo que sea. ¡O tu madre me matará! Contra eso sí que no hay defensa posible…también me lo advirtió mi maestro.
- ¡Ja, ja! No te preocupes, papá. - Se rio a su vez Leval. - Lo haré…
-Muy bien, hijo. - Convino Roy palmeando afectuosamente el brazo derecho del chico. -

Ya por entonces se divisaban las familiares luces de su barriada y del chalé. Leval cruzó la verja tras abrir la puerta con el mando a distancia y frenó. Elevando la puerta del garaje entró el coche y aparcó. Ambos bajaron del vehículo. Su padre entonces le dijo con jovialidad.

-Bueno, se va haciendo tarde, a la ducha y a cenar. Vamos a saludar a tu madre y a tu hermana.

El chico asintió, sin embargo, sonrió trémulamente. El recuerdo de Ky y de su situación le asaltaba ahora. Incluso se sentía un poco culpable de haber estado pasando una tarde estupenda en compañía de su padre y de su primo. Suspiró deseando que su hermana estuviera mejor. De hecho, no vieron a ninguna de las mujeres de la casa y optaron por ir directos a la ducha. Ya las saludarían al salir. Kerria entre tanto estaba en su habitación muy deprimida. Había tratado de contactar con Debbie, pero esta no le había devuelto las llamadas.

-En el oeste deben de estar a varias horas de diferencia. Puede que esté durmiendo. - Se dijo con una mezcla de ansiedad y decepción. -

Deseaba poder oír la voz de su novia. Contarle lo sucedido, ¡advertirla! Pero, sobre todo, que ella le dijera que la amaba y que todo iría bien. A punto estuvo de enviarle un WhatsApp, pero no quiso dejar evidencias escritas. No se sentía desde luego con ganas de ver a nadie. Pese a todo bajó, puesto que casi era la hora de cenar y tenía que continuar disimulando. Su madre llegó al poco rato de hacer unas compras y tanto su padre como su hermano estaban en la ducha. Fue Bertie la que se dirigió a ella.

-Hija, ¿me ayudas con las bolsas?
-Claro, mamá. - Se apresuró a responder la joven. -

            No quería en ninguna circunstancia que su madre le notase algo raro. De modo que, tratando de fingir jovialidad, quiso saber.

- ¿Qué tal el día?
-Bueno, lo habitual. - Unas pocas clases, recibir a algunas familias. – Enumeró Bertie que portaba dos bolsas, dejando a la joven otras tantas, mientras remachaba. - Y luego a comprar algo de comida, ¡que tu padre y tu hermano son dos sacos sin fondo! Eso sí, muchos entrenamientos, pero a la hora de la verdad, nunca están para echar una mano…
-No comprendo a dónde van a entrenarse. - Comentó la muchacha genuinamente sorprendida ahora. - ¿Acaso practican artes marciales o es baloncesto? - Inquirió, dado que su hermano no le había aclarado nada sobre aquel particular. - ¿O quizás es algo de esa academia, a dónde va el primo Mazoui?
-Supongo que será algo de eso. Lo que ellos llaman cosas de hombres. - Replicó Bertie con aparente despreocupación, alegando. - Ya sabes cómo son, les encanta el deporte. No sé si será tu padre con alguna de sus “geniales ideas” – Ejemplificó con divertido sarcasmo. - Como, por ejemplo, que quiera que Leval se haga jugador de baloncesto y salve a su equipo…
- ¡Pues lo siento por él! - Pudo sonreír Kerria afirmando. - Mi hermanito no está interesado en ese deporte. Al menos no para llegar a ser profesional.
-Tengo la impresión de que tu padre, en el fondo, todavía abriga esa esperanza. - Sonrió Bertie. - Aunque más me suena a lo que has dicho de prepararle a él y a Mazoui para esa dichosa academia.

            La joven asintió, ahora guardando un entristecido silencio. Hacía tiempo ya que ella no compartía actividades con su padre. Era como si su hermano y su recién conocido primo le ocupasen todo el tiempo libre del que disponía. Supuso lo que su madre comentó, que les estaría ayudando a prepararse físicamente para las pruebas de la academia militar en la que uno estaba y en la que el otro deseaba entrar. Por algo era entrenador y mánager. Estaba acostumbrado a adiestrar deportistas. De todos modos, lo agradecía. No se sentía con fuerzas para mirar a sus padres a la cara. Menos después de lo sucedido, y temía el momento en el que ambos se enterasen. Entonces su madre la sacó de aquellas amargas reflexiones, casi tomándola con la guardia baja.

-Hija ¿Y qué tal tú por el instituto?
- ¡Oh, bueno!… lo habitual. - Supo replicar parafraseando a su madre. - Exámenes…ya sabes. Aunque estoy algo perdida en matemáticas. Espero que Brian pueda ayudarme.
- ¿Brian, el chico de los Rice? - Inquirió Bertie. -
-Sí, claro. - Asintió la chica en tanto dejaba las bolsas en la cocina. - Le he pedido si podría venir a explicarme algunos temas a casa.
-Es muy buen muchacho. - Opinó Bertie declarando con aprobación.-  Claro que sí…que venga cuando quiera.

            Justo entonces los hombres de la casa aparecieron ya duchados y más adecentados. Tras saludar todos pusieron la mesa y se dispusieron a cenar. En esta ocasión fue Roy quien se ocupó de cocinar. Según él, era el que más talento tenía para eso. Nadie le quiso llevar la contraria. Beruche por su parte ayudaba a Kerria a colocar los platos en tanto que Leval se dirigía a traer los cubiertos. En ese momento Bertie aprovechó para mirar a su hija. Lo cierto es que la notaba algo extraña desde hacía un par de días. Y esa impresión se había reforzado tras su charla anterior. Pese a que sonriera y se esforzase por mostrarse animada, la mirada de sus ojos estaba muy apagada. Como si se guardase algo que la preocupara. Ahora quizás, al sacar el tema de Brian aquello pudiera tener sentido. Juraría que la muchacha se había puesto algo colorada.

-Quizás Kerria y él…- Pensó Bertie amagando una leve sonrisa. -   En ese caso me alegraría. Es un chico estupendo. Y una buenísima influencia.

            Lo dejó estar. Tras el incidente de su hija ésta había cambiado para bien su comportamiento y aquel muchacho, al que conocían desde que se mudase a la urbanización haría algo más de un año, la ayudó mucho. Era un buen estudiante y solía dejarle apuntes y explicarle temas que a la chica se le atragantaban. Alguna vez vino a eso y Bertie le recibió. Algo tímido y azorado, pero atractivo. Sonrió, dándose cuenta de que él siempre miraba a Kerria con ojos de ternero degollado.

-Esta niña no se da cuenta de lo guapa y encantadora que es. - Pensaba entre orgullosa y divertida. - Pero al parecer ese chico, sí.

Al fin la cena estuvo lista y tras una charla intrascendente todos dieron buena cuenta de la ensalada de pasta que el “chef Malden” había preparado. Tras tomarse algo de queso, regalo de los Lassart, estaban a punto de dar por concluida la velada. Al menos hasta que Roy comentó…

-Este principito, hay que admitir que para los quesos y los vinos tiene buen gusto… ¿Lo habrá traído de Francia?
-Pero Roy. - Rebatió su esposa moviendo la cabeza divertida. - ¿No te acuerdas? El otro día estuvimos con ellos comprándolos. Esmeralda nos lo recomendó. El Brocciu, para combinar con frutas. Y una punta de brie con vino…
- ¡Anda ya! Diamante y sus chorradas. - Terció Roy comentando con jocosidad. - Recuerdo hace un par de semanas que nos invitaron a cenar y va el tío y saca una tabla llena de quesos y una botella de champán. Ya se lo dije. ¡Tacaño! ¿Y las hamburguesas? Para esto me traigo pan y me hago un bocata, ¡ja, ja, ja!
-Sí, lo recuerdo. - Musitó Bertie todavía colorada al pensar en aquello. - Sólo a ti se te podría ocurrir el querer mezclar una tabla de quesos francesa con unas patatas fritas con kétchup y hamburguesas.
-Pues seguro que estaría bueno. ¿Acaso las hamburguesas no llevan queso? - Sentenció su risueño esposo para hilaridad de su familia. Más cuando remachó. - ¿A qué sí?

            Lo cierto es que durante esa velada se rieron bastante. Por fortuna, sus amigos ya conocían de sobra a Roy. Diamante el primero. Beruche se lo contó a sus hijos. Kerria sonrió ampliamente, al menos eso casi la hizo reír, y Leval en cambio sí que soltó una buena carcajada. Se podía imaginar la expresión en la cara de los Lassart. Al hilo de aquello, fue Roy quien intervino ahora dirigiéndose a su hija con distendido tono de buen humor.

- ¿Y qué tal con Amatista? Al parecer os habéis hecho muy buenas amigas. Espero que ella no estará tan zumbada como su padre…
-No, no…- Pudo responder la muchacha en tanto se extinguía su sonrisa, insistiendo en su justificación de otros días. - La verdad es que ahora nos vemos poco. Estamos ocupadas estudiando…
-Claro. - Convino su interlocutor. - Eso es lo que debéis hacer… ella parece una muchacha responsable y te aprecia bastante.

            Al momento de oír aquello la muchacha se levantó como un resorte, percatándose de su brusquedad y tras sonreír algo forzada se disculpó alegando…

-Ya va siendo tarde. Ahora que lo mencionas. Quiero repasar un poco antes de acostarme. Buenas noches.
-Buenas noches, hija. - La deseó Bertie quién no pudo por menos que extrañarse, aunque recordando lo que Kerria le dijera sobre Brian lo dejó correr. - No estés mucho tiempo estudiando. Mañana es domingo, de modo que duerme y descansa.
-Hasta mañana, Ky. - Le deseó su hermano con un tono suave, aunque algo apenado. -
-Que descanses, mi princesita. - Remachó un más desenfadado Roy. -

            La chica asintió deseándoles lo mismo y subió a su cuarto. Se tumbó sobre la cama, agarrada a uno de sus muñecos. En realidad, era su osito, el señor Skipi, su peluche preferido desde que era pequeña. Lo había llevado a todas partes hasta que cumplió los once años. Sonrió ahora con una mezcla de divertida nostalgia y tristeza. ¡Y pensar que dejar a su oso en casa por primera vez, cuando fue de campamento hace unos años, supuso para ella una de las decisiones más difíciles del mundo! Casi entre balbuceos y con la voz tomada por la emoción, miró aquella inexpresiva carita de trapo con ese hociquito y le susurró con cariño.

-Tú siempre has estado aquí para mí. Nunca me has juzgado y nunca me abandonarás. Sea lo que sea yo, me dejarás abrazarte…

            Así lo hizo, aferrándose a ese trocito de peluche y felpa como si fuese capaz de protegerla de todo lo malo que había fuera. Al menos, esa era su fantasía infantil. Siempre que la oscuridad y los monstruos del armario la asustaban, el Señor Skipi había estado ahí.

-La ironía es que ahora, el monstruo que ha salido del armario, he sido yo. - Suspiró la deprimida chica. -

Afortunadamente, al poco y reconfortada por su muñeco, a la par que cansada se quedó dormida. Por su parte, Leval se metió en su habitación y trató de conciliar el sueño. Por suerte esos entrenamientos le cansaban bastante para poder hacerlo. Aunque pensaba en su hermana y en el lunes, cuando las clases se reanudasen.

-Lo malo es que yo podré acompañarla y estar con ella hasta cierto punto. Luego tendrá que afrontarlo sola.

Por fin, pudo dormir, diciéndose que él estaría al lado de Kerria para cualquier cosa. Sus padres entre tanto se acostaron. Bertie miraba hacia el techo y su marido al verla tan pensativa, la inquirió.

- ¿Te preocupa algo, cubito?
-No sé. Me parece que nuestra hija está algo rara…
- ¿Kerria? Yo la veo bastante normal. Es más, la noto mucho mejor en su comportamiento. - Valoró su satisfecho esposo. -
-Hoy me ha preguntado por vuestros entrenamientos. - Comentó Bertie. -
- ¿Qué le has dicho? - Quiso saber su marido con cierta prevención. -
-Nada de particular. Me hice la tonta. Creo que es ella misma la que piensa que son para la academia. Tiene sentido dado que vais a entrenar con Mazoui. Por cierto. - Inquirió Bertie. - ¿Qué opinas de él?
- ¿De ese chico? - Preguntó a su vez su interlocutor. - Me parece un buen muchacho. No creo que debamos preocuparnos.
-Después de tanto tiempo sin saber de Kalie, encontrarla casada y con dos hijos… todavía no me hago a la idea. - Musitó Bertie agregando. - Ella ha vivido su vida y se ha forjado otra familia…
-Todos somos familia, cubito. - La animó Roy pasando un brazo bajo la cintura de su esposa y atrayéndola hacia él. - Una gran familia…
-Sí, es verdad. Quizás tenía que pasar el tiempo para que ella y nosotros estuviésemos preparados para reencontrarnos. Estoy deseando conocer a su otra hija. A nuestra sobrina. Creo que Minako también es su madrina.
-Las guerreras han estado velando por ellos, entonces. - Afirmó Roy quién pese a todo no se atrevía a contarle a su mujer lo que él sabía desde hacía tanto tiempo. No obstante, sentenció. - No hay nada que temer, si ellas se han estado ocupando de proteger a tu hermana y a su familia. Puede que lo mantuvieran en secreto por seguridad. Tendrían sus buenas razones para actuar así, siempre las tienen.
- De eso estoy convencida. Seguro que las guerreras lo sabían y no nos lo dijeron por algún buen motivo. La cuestión es cual. - Comentó su mujer meditando sobre ese particular. -

Pese a todo, le dolía el haber estado ignara de la situación de su hermana. Ya charlaría con Ami en cuanto tuviera ocasión. Entonces recordó.

- Y hablando de ellas. Creo que Ami- chan tenía que venir a Nueva York para un congreso médico o algo así.
- ¿Ami? - Se sorprendió Roy.- No sé. ¿Te ha llamado?
-No, y eso es lo que me extraña. - Le desveló su esposa. - Y el caso es que hace tiempo que me comentó que para estas fechas vendría. Y siempre que lo hace quedamos y se pasa a vernos.
-Sí, muchas veces incluso vamos a recogerla al aeropuerto. - Comentó su contertulio que entonces elucubró. - A lo mejor esta vez se ha suspendido el congreso o está muy ocupada con él…
-Debe de ser eso. - Convino Bertie que ya se notaba cansada. - Bueno, seguro que si puede nos avisará.

            Tras dar un ligero bostezo su marido hizo lo propio. Decidieron dejar la conversación y dormir. Al fin todos en la casa descansaban. Amaneció el día siguiente y los Malden se despertaron listos para empezar el día. Al menos casi todos. Kerria ni se había levantado de la cama, pese a ser más de las diez. No podría verse con Debbie, suponiendo que hubiera vuelto de ese viaje. Quizás alguien la había avisado de lo sucedido y su novia hubiese optado por quedarse en California. Pudiera ser que eso fuese mejor. No soportaría que también la tomasen con ella. Tras no recibir respuesta ya ni atrevió a insistir con sus llamadas a donde quiera que hubiese ido para contarle lo sucedido. Ya no importaba, ella la seguía queriendo, pero, para no empeorar las cosas, sería preferible no tener contacto en algún tiempo. Tampoco quería humillar más a su hermano pues pese a que él la estaba apoyando en todo momento no podía disimular que estaba sufriendo mucho también. De todos modos, le estaba muy agradecida por la noche que pasaron viendo las estrellas. Él le había hecho un hueco en su paraíso particular para sacarla por unos momentos de su infierno. Pero desgraciadamente la solución para el dolor de Kerria no estaba en el cielo sino en la Tierra.  Por lo demás, debía intentar que no se enterasen sus padres y en cuanto a Amatista, no quería verla. También pensaba en el pobre Brian. El muchacho la llamó aquella mañana como si no estuviera al tanto de lo sucedido y ella tuvo que decirle que se había puesto mala, pero seguro que él ya lo sabía. Ahora comprendía aquella frase que se le escapó en el colegio, antes de que todo eso ocurriera. Pese a todo no dio muestras de ello, ni la juzgó y le dijo que ya iría en otra ocasión. Y además estaban sus padres. De su padre no temía demasiado que fuera a enterase, puesto que apenas parecía entenderla y mucho menos podría adivinar lo que estaba sucediendo.

-Siempre está tan ocupado con sus partidos y sus entrenamientos y ahora encima, volcado con Mazoui, parece más hijo suyo que yo. - Se dijo con amargura.-

 Tal y como le comentó a su progenitora eso la extrañaba. Kerria no sabía que estarían haciendo tanto tiempo fuera. Pero ¡ojalá que su padre le hubiera dedicado al menos, una pequeña parte de la atención que daba a ese chico! Y luego estaba su madre. Ella sí que parecía estar más al tanto de su vida, pero ahora, menos mal que tenía los días muy atareados con su trabajo, entre juntas y reuniones de evaluación. De cualquier forma, lo único inexorable de todo, y a la vez lo peor, era que al día siguiente debía volver a clase y no podía soportar la idea. Sufrir de nuevo la humillación silenciosa o las burlas y cuchicheos, las miradas de desprecio de todos sus compañeros. Quizás podría denunciar aquello, pero no deseaba que las cosas fuesen a peor. ¿Qué iban a hacer, detener a medio colegio? No, esperaba que Leval tuviera razón y que todo eso terminara por pasar. Pero hasta que lo hiciera seguramente sería muy duro de soportar. Así pensaba sin percatarse de nada más. Y dieron las once. Entonces alguien tocó a la puerta y la abrió asomándose tímidamente por el borde. Era Beruche que entró en el cuarto de su hija llevando una bandeja con algo de zumo, leche, galletas, mantequilla, mermelada y jamón.

- Es tarde Kerria y no has desayunado. ¿Estás enferma? - Le preguntó colocando cuidadosamente la bandeja sobre las rodillas de su hija. -
- No tengo hambre, mamá. - Susurró ella entristecida. -

Y esta vez no lo pudo evitar. Su verdadero estado de ánimo salió a relucir. Y sucedió lo que más temía. La inexorable pregunta.

- Cariño. ¿Qué te pasa? Te encuentro tan abatida. ¿Van las cosas bien? - Se interesó su madre escrutándola con sus agudos ojos azul oscuro. - ¿No ibas a quedar con Brian hoy?
- Era ayer, me llamó, pero lo aplazamos. No me pasa nada, sólo pensaba, eso es todo. Debo tener, ya sabes. Me habrá bajado de golpe. - Pudo pretextar con un hilo de voz. - Me siento algo mal…

             Beruche sonrió, aunque, desde luego, tuviera su hija el periodo o no, seguro que había algo más, podría ser algún desengaño o la presión de los exámenes. De todos modos, esa misma mañana, había recibido una llamada de Karaberasu y contaba con poder subirle la moral a la muchacha.

 - Bueno, si no quieres contármelo no insistiré. - Suspiró su madre añadiendo con mayor jovialidad - , pero te diré algo que seguro te va a animar. La hermana de Mazoui, tu prima Kathy, vuelve de Irlanda y vendrá con su madre a vernos. Creo que es de tu edad. ¡Seguro que os llevaréis muy bien las dos!
- Claro mamá. - Sonrió Kerria tratando de disimular su estado de ánimo. – Tengo muchas ganas de conocerla…

            Por su parte, la hermana de Beruche había ido a recoger a su hija al aeropuerto, ésta en efecto, volvía de sus vacaciones desde Irlanda. Su padre y marido de Karaberasu, Mathew O´ Brian, tenía que volver a su trabajo de médico en el hospital de San Diego y no pudo ir con ella. Su madre la recibió muy ilusionada.

- ¡Hija! – La saludó en cuanto la vio llegar por la terminal del aeropuerto. -
- ¡Hola, mamá! – Replicó Katherine agitando una mano en tanto sujetaba sus maletas con la otra. –

En cuanto la muchacha se llegó junto a su madre se abrazaron y Kalie sonrió acariciando el largo y sedoso cabello cobrizo de la chica para afirmar.

-Han pasado solamente unas semanas y me parece que haya sido una eternidad. Incluso creo que has crecido.
- ¡Qué cosas tienes! – se rio la chica queriendo saber. - ¿Qué tal Mazzi? ¿Cómo le va por la Academia?
-Muy bien, cariño. Y tengo otras muchas cosas que contarte. Estoy deseando que conozcas a tus tíos y a tus primos.
-Yo también. – Convino la muchacha, que añadió. - Por cierto, recuerdos de la tía Alannah y de las primas Bridget y Suzanne. También la abuela Meg te manda un beso.
-Gracias, tesoro. - Sonrió Kalie. -

            Lo cierto es que con su cuñada Alannah siempre se había llevado bien, era la hermana mayor de Mathew. Sus sobrinas eran chicas agradables, aunque algo introvertidas, al menos en el caso de Bridget. Suzanne era algo más abierta, pero ambas estaban muy apegadas a su país natal, Francia. No eran tan alegres como su progenitora, autentica mujer de pura cepa irlandesa, dinámica, a veces cabezota y siempre muy animada, buena cantante y mejor arqueóloga. Así que, pensando en eso, preguntó a su hija.

- ¿Habéis ido de gira por los pubs de la comarca?
- ¡Ja, ja!- La tía Alannah y yo hemos cantado en alguno.- Admitió Katherine. - Ya la conoces, le gusta mucho hacer eso. Y también sabes que a las primas no. Por suerte se nos unió mi amiga Erin…Pero lo mejor fue cuando conocí en persona a Minako Aino. ¿Sabes que me dijo? ¡Me contó que era mi madrina! ¿Se puede saber por qué no me lo dijiste? - Inquirió la chica, entre sorprendida y algo molesta. -

            Su madre asintió acariciando las mejillas de la joven.

-Así es, cielo. Pero no te lo comenté para que no te ilusionases demasiado. La verdad es que hacía bastante que no nos veíamos. ¡Esa muchacha es una caja de sorpresas! - Se rio Kalie quien remachó en alusión al ídolo. - Bueno, a mí también me sorprendió que la conocieras allí.  Supongo que es parte de la magia de Irlanda.
-Me dio muchos consejos y me animó a seguir con mis estudios y a no dejar la canción. - Le comentó la ahora entusiasmada chica. -
-Sí, cariño. Minako tiene razón. Debes esforzarte y estudiar, pero sin renunciar a tus sueños. Trabajando duro seguro que podrán hacerse realidad. –Sentenció Karaberasu. -

            Su hija convino en eso con una amplia sonrisa. Desde luego era muy bonita cuando marcaba esos pequeños hoyuelos que tenía en las mejillas y resaltaba sus pequitas en el marco de ese semblante juvenil, con aquellos ojos azules tan vivos y su cabello castaño tirando a cobrizo. Sin embargo, su gesto se puso algo más serio y apenado al añadir.

-Lo he pasado de maravilla en Irlanda. Es una lástima que no pudierais venir. Eso es lo único que he lamentado. La tía Alannah me preguntaba mucho por ti y por Mazzi.
-Bueno, ya habrá otra ocasión. - Replicó su madre restándole importancia para añadir con patente interés. - Y ahora que has disfrutado de esa tierra tan hermosa y de la familia de allí, es hora de que te pongas al día con tus parientes de aquí.
-Yo también tengo mucha curiosidad por conocerlos. Y muchas ganas de ver de nuevo a mi hermanote. – Declaró la entusiasmada chica. -
-Pues lo primero es lo primero. – Sentenció Karaberasu indicándole a su hija – Tomemos un taxi, vayamos al apartamento. Allí dejas esto, te das una ducha y te cambias, descansas un poco y vamos a casa de mi hermana y de su marido.

Kathy convino en ello. Estaba deseosa de tomar un baño y relajarse tras el vuelo.  Cuando se zambulló en la bañera rememoraba alguna de sus vivencias de ese verano. Tal y como le contó a su madre, había pasado unas vacaciones muy entretenidas en Irlanda, conociendo incluso a algún que otro chico guapo, aunque eso no se lo iba a decir a su progenitora, claro. Lo que sí le refirió, tal y como la había recordado, fue que, hasta la famosa cantante y actriz, Minako Aino estuvo allí. Todavía se acordaba de la sorpresa que se llevó cuando ella le desveló que era nada menos que…

-Eso sí que fue increíble. ¡Qué suerte tuve! - Sonreía en tanto soplaba la espuma dentro de la bañera y recordaba. - La suerte irlandesa, ¡ja, ja!…

            Katherine estaba con una de sus mejores amigas visitando un set de grabación. Se rodaba una serie muy famosa ambientada en un mundo medieval. Ella sabía que era difícil acercarse más para ver a los actores y actrices que allí trabajaban. No obstante, la ilusión propia de su corta edad le hizo animarse a intentarlo. Pensó en ello durante un par de días y discurrió una idea, en su opinión, genial. Su amiga, Erin O´ Rourke, una jovencita genuinamente irlandesa de ojos verdes, y cabello pelirrojo peinado con una trenza, le comentó algo inquieta.

-Como nos pillen los de la seguridad nos llevarán a la comisaría. ¡Mis padres me matarán!
-No te preocupes. Tengo un plan que no puede fallar. - Le sonrió la jovencita indicándole en tanto abría una mochila que llevaba a la espalda. - ¿Has traído las pieles y la ropa que nos dejaron los O´Connell?

           Su joven amiga asintió exhibiendo una mochila similar de la que extrajo ese tipo de vestuario. Sin dudar ambas cambiaron sus ropas de sport por esos atuendos y taparon las zapatillas deportivas con hierbas y musgos.

-Ahora parecemos un par de salvajes de esos, ¡ja, ja! – Se rio Erin –

            Su interlocutora asintió y con total confianza en su plan se dirigieron hacia la zona restringida donde se filmaba. Quisieron entrar trepando por una valla casi ante las narices del guarda de seguridad que, al aproximarse, le preguntó a medio camino entre el estupor y la contrariedad.

- ¿Se puede saber a dónde vais, niñas?
-Tenemos que salir de extras y nos habíamos perdido. - Le contó Katherine echando mano de su labia. -
- ¿Vuestras acreditaciones? - Quiso saber aquel tipo, grande y entrado en kilos. -
- ¿Cómo vamos a llevarlas encima para ir a grabar? - Replicó Kathy fingiendo contrariedad, para añadir con total confianza. - ¡Ande!, déjenos pasar que vamos a llegar tarde.
-Claro señoritas. - Convino el guarda abriendo una puerta cercana de aquel recinto vallado. -

  Las dos entraron esbozando una amplia sonrisa. Había sido más sencillo de lo que creyeron. Erin señaló incluso hacia un cercano campo donde habían construido un par de cabañas y se veían varias cámaras…

-Mira, ahí es donde se va a rodar.
- ¡Con un poco de suerte hasta salimos en el episodio! - Se entusiasmó Katherine. -

            Pero su gozo se fue diluyendo cuando el tipo de seguridad apareció acompañado de dos agentes de policía locales. Señaló a ambas chicas y les indicó desapasionadamente.

-Estas dos. Otro par de fans que han intentado colarse.

            Y los agentes las obligaron a acompañarlos. Erin miró entonces a su amiga no sin contrariedad y le recriminó.

-Con que tus planes nunca fallan, ¿eh? O ‘Brian.
- Bueno, casi nunca… -Pudo oponer débilmente ésta encogiéndose de hombros. -
-Mis padres me van a matar. - Musitó resignadamente Erin. –

            Kathy estaba nerviosa y muy preocupada a su vez. A su padre y sobre todo a su abuela Meg, eso no iba a hacerles ninguna gracia. Ya estaba discurriendo la excusa que iba a darles…

-Un momento, por favor. - Escucharon entonces. -

            Era una voz de mujer, los dos agentes enseguida se detuvieron. Una señorita de facciones suaves y orientales, largo cabello color caoba, y ojos marrones, no muy alta, y con un lazo rojo en el pelo, vestida como si de una princesa de cuento de hadas se tratara, se aproximó. Entonces, el guardia de seguridad dijo con tono respetuoso.

-No se preocupe, señorita Aino. Ahora mismo he avisado a las autoridades locales y ya se hacen cargo de estas dos.
-No será necesario. – Repuso la mujer, agregando con tono cómplice en tanto miraba a las atónitas jovencitas, guiñándolas un ojo. - Realmente las esperaba. ¿Sabes Ron? Olvidé advertirte. Perdona, es que soy muy despistada.

            Tanto el tipo de seguridad como los agentes se encogieron de hombros, pero si esa famosa actriz lo decía…

-Muy bien, señorita Aino, siendo así entonces las dejamos con usted. - Afirmó el tipo que, junto a los policías, se marchó feliz por no tener que ocuparse de eso. -

            Ambas niñas saltaban emocionadas. ¡Aquello era mejor de lo que habrían podido llegar a imaginar!

- ¡Señorita Aino, señorita Aino! - Repetía tontamente Erin sin poder dejar de dar saltitos. - Soy una gran fan, tengo todos sus discos y he visto todas sus películas.

            Kathy por su parte la miraba embelesada. ¡Esa mujer era todo lo que ella quería llegar a ser! Guapa, famosa, actriz, cantante… ¡en fin! ¡Ojalá pudiera hacerse una foto con ella!  No dudo en recordarle, o al menos hacerle saber.

-De pequeña fui a uno de sus conciertos y usted hasta me saludó y me dedicó una canción. Bueno, a mi hermano también. - Matizó enseguida. -

Entre tanto la célebre artista sonreía divertida. Les indicó a las muchachas que la siguieran.

-No tendríais que haberos colado, chicas. - Las reprendió amablemente para luego afirmar con desenfado. - Bueno, os entiendo. La verdad es que eso mismo hacía yo a vuestra edad. Cuando trataba de acercarme a algún famoso. ¡Ah! –Suspiró remachando con un leve toque de melancolía. - ¡Qué tiempos!

            Y por supuesto que les enseñó todo el set, les autografió posters suyos y se hizo fotos con las chicas. ¡Hasta pudieron ver como grababa sus escenas del día! Aunque, al menos para Erin, aquel momento inolvidable terminó cuando sus padres la llamaron al móvil. La entristecida chica tenía que regresar. Lo que no esperaban es que la propia actriz les dijera de modo jovial.

-Hoy no tengo que grabar más. Si me dices tu dirección te llevo a casa.

            La jovencita batió palmas realmente extasiada. Minako cumplió su palabra, aunque antes de irse, pasaron por el camerino de la actriz. Ella se desmaquilló y se cambió por una ropa de sport más funcional, compuesta de una falda corta roja y una blusa de tonos vainilla. Las muchachitas aguardaron sentadas con las piernas muy juntas y en silencio reverencial como si estuvieran asistiendo a la misa de doce, percatándose de la presencia de un lindo gato blanco, que adornaba su frente con una media luna dorada. Éste parecía mirarlas con unos ojos muy vivos, como si estuviera pensando. Casi parecía que iba a hablar. Pero se limitó a maullar y a tumbarse en un cojín.

- ¡Qué gato tan bonito! – Pudo decir Kathy. -
-Es mi amigo Artemis. - Le respondió Minako, una vez terminó de arreglarse. -

            Le dejaron allí y la actriz condujo una especie de todo terreno hasta llevar a Erin a su casa, ella le presentó con orgullo a sus padres que agradecieron a esa amable mujer sus atenciones. Por supuesto, nada se dijo de aquel intento fallido de traspasar una propiedad privada. Después, tras despedirse de su amiga y la familia, Katherine prosiguió con su admirada artista que ahora le inquirió con amabilidad.

- ¿Dónde te llevo?...

            La apurada chica casi ni podía hablar. Le parecía algo increíble, y más cuando, al poco de arrancar, atardeciendo ya, la célebre actriz detuvo el vehículo y le comentó con afabilidad.

-Demos un paseo, si no tienes prisa. Me encantan los paisajes de Irlanda.

            La muchacha bajó con ella. ¡Claro que no la tenía! Realmente y tal y como se había percatado nada más verla, Minako era más bajita en persona, ella misma le sacaba bastante estatura, pero eso no importaba. Lo que si la dejó perpleja fue cuando esa mujer la miró con afecto y le comentó.

-No sé si lo sabes, Kathy, pero soy muy amiga de tu madre. Espero que ella y tu hermano se encuentren bien.
- ¿Es usted amiga de mi madre? – Repitió la muchacha con visible asombro. -
-Tutéame. Porque, además, soy tu madrina. - Le sonrió su interlocutora. -
- ¿Lo dice… perdón, lo dices de verdad? - Exclamó la chiquilla. -

            Su contertulia asintió y declaró entonces con un tono más serio e incluso parecía que entristecido.

-Siempre he estado muy ocupada. Viajando mucho, y con tantas cosas que hacer que me fue imposible visitaros con regularidad. Pero recuerdo que fui a ver a tu madre cuando naciste. Te tomé en brazos y prometí que, siempre que me necesitaras, estaría allí para ayudarte. Sin embargo, hasta ahora creo que no te hice ninguna falta…
- ¡Ojalá hubieras podido venir a vernos antes! ¡Hubiera sido genial! – Suspiró Kathy. -
-Verás. - Le comentó la actriz. - Tu madre siempre fue una mujer maravillosa que ha tenido una estupenda familia. Te ha criado muy bien por lo que he podido ver, lo mismo que a tu hermano. Pero ha debido de echar mucho de menos al resto de sus hermanas y amigos. Y ahora por fin ha vuelto a reencontrarse con ellos y creo que, a tu vuelta a los Estados Unidos, vas a ir a conocer a tus parientes.
- ¿Cómo sabes eso? - Se sorprendió la chica. -
-Tengo mis fuentes. - Contestó enigmáticamente Minako, que añadió más seriamente ahora. - Cuida mucho de tus padres y sobre todo de tu hermano. Recuerda siempre lo magnifico muchacho que Mazoui es. ¿Vale? Pase lo que pase quiérele mucho porque estoy segura de que él también te quiere muchisimo a ti. Nunca le abandones y apóyale. Lo necesitará antes de lo que crees.  Y, por supuesto, sigue trabajando duro para lograr tu sueño. Yo lo hice…y lo conseguí.

            Katherine asentía totalmente embelesada por las palabras de su admirada artista, ¡que además era su madrina! Cuando se lo contase a sus amigas y al resto de la familia, no lo podrían creer. No obstante, Minako, que parecía leerle la mente, le pidió con tono cómplice.

-De momento no le digas a nadie excepto a tu madre que nos hemos visto, ni que soy tu madrina, Kathy. Que sea nuestro secreto. ¿De acuerdo?

            Y la pobre chica convino en ello a su pesar. No lo podría contar por ahí pero al menos le quedaba aquel estupendo día de recuerdo. Luego, la actriz la llevó hasta la casa de sus abuelos y se despidió desde el coche. Ahora, de vuelta de Irlanda, Katherine se disponía a conocer a esos familiares. Tenía curiosidad y estaba llena de ilusiones y proyectos. ¡Ojalá que pudiera compartirlos! Al menos, según Minako y su propia madre, tenía primas de su edad. Pero ahora tocaba centrarse. Ella era buena chica, extrovertida y con don para hacer amigos, sacaba notas aceptables y nunca se había metido en líos serios. Bueno, casi en ninguno. Lo único que la perdía en ocasiones era ese deseo de ser famosa y su innata curiosidad que devenía en ocasiones en situaciones complicadas por mor de su audacia excesiva para meterse donde no debía. Además, dudada mucho de que sus padres aprobasen alguna que otra de sus relaciones con el sexo opuesto. ¡Eso no se lo contó ni siquiera a Minako! Lo cierto es que con sus casi quince años era preciosa, con ese tono de cabello castaño cobrizo, sus profundos ojos azul cielo y alguna que otra pequita, que le daban incluso un aire más sexy. No podía desmentir su herencia irlandesa desde luego. Y le encantaba todo lo que tuviese alguna relación con el mundo del espectáculo y la canción. Su gran ilusión era parecerse a la que ahora sabía era su madrina. Hasta cantaba a veces, aunque de momento de forma solista y por entretenimiento. Como su propia madre dedujo, la tía Alannah la había llevado de gira por muchos locales, para empaparla del ambiente y las tradiciones locales. De todos modos, eso era habitual en aquellos lares. En Irlanda mucha gente cantaba en pubs y en las fiestas y era otra de las cosas de las que ella parecía haber absorbido de su legado familiar. Su padre, su tía y sus abuelos, junto con otras personas del pueblo, siempre supieron cómo celebrar festejos en los que abundaban las canciones, el baile y la alegría. Lo único que lamentaba era que su abuelo Jack hubiera fallecido algún tiempo antes. Cada vez que iba a su casa de Irlanda y veía su sillón vacío se sentía muy triste dado que le había adorado. Lo mismo que a su “abuela Dotty” de América, que por desgracia ya tampoco estaba con ellos. De hecho, los habían perdido con muy poca diferencia de tiempo.

-En fin. - Suspiró algo apenada tras salir de aquel relajante baño. - Supongo que la vida es así. Seguro que los dos estarán en el Cielo. - Se dijo para animarse. -

Y al fin, dejó aquello aparcado en su memoria. Tras cambiarse, fue junto a su madre a casa de los Malden. Eran cerca de las cinco de la tarde. Su tía Bertie les recibió abriendo la puerta. A esta le pareció que la hija de su hermana Kalie era preciosa, muy educada y simpática.

- Debe ser un poco menor que mi hija. - Pensó Beruche. -
- ¿Cómo están ustedes? - Saludó la muchacha presentándose de forma muy cortés. - Me llamo Katherine O’ Brian. - Miró a su alrededor buscando a Mazoui  y preguntó con visible impaciencia apenas controlada. - ¿No ha venido mi hermano?
- Ella y Mazoui son inseparables. - Subrayó Karaberasu con una amplia sonrisa. -
- Como sabrás, tu hermano está preparándose para entrar en la academia militar. - Le explicó Bertie- y mi marido y mi hijo entrenan con él, tardarán poco en llegar. Espera, llamaré a mi hija para que la conozcas.

            Beruche subió a pedirle a la muchacha que bajase, Kerria asintió, tuvo tiempo de desayunar algo, estudiar un poco, almorzar ligero, repasar algo más para los exámenes y fundamentalmente recomponer su ánimo. Efectivamente, la curiosidad por conocer a esa prima suya la había motivado a dejar esa melancolía y zozobra a un lado. Al menos por esa tarde. De modo que siguió a su madre por las escaleras. Al bajar trató de parecer jovial en tanto saludaba.

- Hola, tía Karaberasu, hola… - Añadió mirando a la recién llegada.  - Me llamo Kerria Lorein. Supongo que tú eres mi prima.
-Sí, encantada de conocerte. - Respondió ésta presentándose de nuevo. – Me han hablado mucho de ti…
-¡Espero que te hayan contado solamente las cosas buenas! - Se rio ahora la aludida. -

            Su interlocutora asintió divertida. Entonces fue Bertie la que propuso con animación.

- Bueno, ahora que ya nos conocemos, ¿por qué no nos sentamos en el salón y tomamos algo mientras esperamos a los muchachos?
- Sí, ya tengo muchas ganas de que Kathy y Mazoui se reúnan. - Afirmó Karaberasu que contó.- Entre las vacaciones de verano y el comienzo de sus respectivas clases, hace meses que no se ven...

            Katherine asintió con una esperanzada sonrisa a las palabras de su madre. Echaba mucho de menos a su hermano al que quería y admiraba muchísimo. Mientras tanto, el aludido había querido pasarse por el apartamento que compartía con su madre. Llegó después de que ésta y Kathy se marchasen (al ser fin de semana tenía un permiso de la academia), para ducharse y cambiarse, pero alguien lo esperaba. Una figura alta y encapuchada con un sayal negro. Mazoui se vio tomado por sorpresa, antes de que pudiera reaccionar le lanzaron gas somnífero, dejándole sin sentido. Levantando un pentáculo aquella figura pronunció unas palabras ininteligibles. Después, marcó la frente de su víctima con un símbolo esotérico que pareció ser absorbido por la piel de él, desvaneciéndose. El chico despertó con sus ojos refulgiendo en un tono rojizo, pero se recobró enseguida. Le pareció haberse quedado dormido y seguramente que tuvo una pesadilla, pero se le hacía tarde, se duchó y cambió de ropa, dirigiéndose raudo hacia la casa de sus tíos. Y esa figura, que le observaba escondida en la oscuridad, levantó la capucha y sonrió.

-Ya está en marcha. Pronto serás de los nuestros. - Musitó entre las sombras.-

            Muy lejos de allí, Minako estaba charlando con Artemis. Ya de vuelta en Tokio recordaba su encuentro con su ahijada. También las palabras que Usagi le dijo días antes de su viaje a Irlanda.

-Lo más frustrante de todo es no poder intervenir, ni siquiera poder advertirles de ello. - Se lamentaba la joven. - Me sucede lo mismo que a Ami.
-Ambas habéis hecho lo que podíais, Minako. - La animó el felino. -  Ahora depende de ellos.
-Lo sé. Pero igual que a mi compañera me gustaría poder estar ahí y ayudarles. - Afirmó su contertulia. - Ami hasta tuvo que cancelar su presencia en ese congreso para no ceder a la tentación de acudir a advertirles.
-Ahora sabemos que todo esto tiene que ocurrir. Usagi nos lo contó. Confía en nuestros amigos, sé que podrán con ello y es una prueba que deben superar por sí mismos. - Aseguró el siempre ponderado Artemis. -

            Su contertulia esbozó una leve sonrisa de circunstancias. Lo comprendía y eso esperaba. Pese a todo hubiera dado cualquier cosa por ayudarles. Aunque no le quedaba otra que desear suerte a sus amigos…

-En vosotros confío, Kalie, eres una luchadora. - Pensaba Minako no sin preocupación. - Serás capaz de afrontarlo sin mí, como has hecho hasta ahora.

            En casa de los Malden, Roy y Leval hacía rato que habían llegado. Se presentaron ante su respectiva sobrina y prima que dedicó una buena mirada al chico y sonrió, incluso ruborizándose un poco. En un momento que tuvo aparte con Kerria, le susurró con divertida complicidad.

- ¡Tu hermano es guapísimo!
-Sí. - Musitó ésta sin conceder importancia a ese comentario, agregando de modo cortés. - El tuyo tampoco se queda atrás.

Y hablando del aludido. La noche había caído ya y la cena estaba dispuesta, pero no llegaba. Pese a todo quisieron aguardar a Mazoui. Pasado un tiempo prudencial y a ruegos de Karaberasu de que no esperasen más, decidieron empezar. Tras una hora más todos habían acabado ya y se preguntaban dónde estaría el chico. Tendría que haber llegado hacía tiempo. Kerria, que no paraba de pensar en la situación que debería afrontar al día siguiente, se disculpó alegando que tenía deberes por hacer y un tema que estudiar y subió a su cuarto, sus padres no dijeron nada. Roy porque estuvo fuera todo el día y no sabía si su hija había estudiado por la mañana o lo habría dejado para el final, y Beruche porque seguían creyendo que la muchacha tenía alguna cosa que no le había dicho. Sin embargo, pensó que quizás fuera mejor dejarla sola durante un rato y cuando se marchasen sus parientes ya subiría a hablar con ella. De modo que la jovencita desapareció subiendo las escaleras hacia su habitación, su último refugio de intimidad. Justo entonces sonó su teléfono móvil...

- ¿Diga? ¿eres tú, Debbie?...

Mazoui vino a los pocos minutos, entró saludando a los presentes con simpatía y abrazando sobre todo a su hermana.

- ¿Qué te ha pasado, hijo? - Le inquirió Kalie, casi reconviniéndole por su tardanza, algo nada habitual en él. -
-Lo siento, estaba tan cansado que me dormí. - Se excusó él con cara de circunstancias. -

El resto se rio, Roy convino en ello, alegando que habría sido culpa suya, al darles tanto trote con el entrenamiento. Dejaron aquello como una anécdota y conversaron amigablemente. Kerria mientras tanto charlaba en su habitación con su novia con quien finalmente había sido capaz de contactar.

- ¿Qué tal estás? Bueno, tengo que contarte algo… ¿Qué? - Inquirió Al ser interrumpida por Deborah. - ¿Estás loca? No lo sé. Lo intentaré. De acuerdo, dame al menos cinco minutos…

Los demás, ajenos a esa conversación, tenían asimismo mucho que decirse.

- ¡Cuánto me alegro de verte, Mazzi! - Exclamó Katherine que corrió a abrazarse a él. -
-Lo mismo te digo. ¡Oye! Hasta me parece que has crecido. - Comentó el muchacho con tono afable. -
-No lo sé, puede. - Repuso su hermana algo sonrojada. -
- ¿Qué tal por Irlanda? ¿Estuviste saliendo por allá con las primas? - Se interesó él. -
- Bueno, ya sabes cómo son. - Suspiró la jovencita, añadiendo. - Pasé bastante más tiempo con Erin que con ellas. Aunque la tía Alannah me llevó a cantar en algunos pubs.
- ¡Espero que no te diera alguna pinta de cerveza! - Se rio el chico.-

            Katherine guardó un incómodo silencio. ¿Cómo era capaz su hermano de saber eso?

Pero no tuvo oportunidad ni de tratar de negarlo. Justo en ese instante se produjo un resplandor rojizo que inundó la sala. Leval, Roy y Mazoui, se levantaron con rapidez. Todos dieron una exclamación al ver materializarse una figura negra con capucha que ocultaba sus facciones.

- ¿Quién eres tú? - Le inquirió Leval asombrado y a la defensiva. -

            La figura se quitó la capucha, era un hombre de pelo oscuro, y ojos del mismo color. Su mirada se clavó uno a uno en todos los presentes y declaró con malignidad en el tono.

- Soy Nalgín, jefe de la Nueva Secta del Caos. ¡Y vosotros vais a sufrir mi venganza!

Señaló a Mazoui y le apuntó con un pentáculo del que salió un fulgor rojizo. Antes de que nadie pudiera siquiera reaccionar. El muchacho comenzó a sentirse mal y se trastabilló cayendo al suelo, se tapaba la cara con las manos, su madre y su hermana corrieron junto a él.

- ¿Qué te ocurre hijo?, ¿qué tienes?,- preguntó Karaberasu con el gesto demudado por el miedo y la preocupación. -
- Levántate, Mazzi. - Le pidió Katherine también con la voz teñida de temor. - ¡Vamos!
- Mazoui, aniquílalos. - Ordenó Nalgin para estupor del resto. -
- ¡Saca eso de mi cabeza! - Chillaba el muchacho tapándose las sienes con las manos ante las caras de miedo y preocupación de todos. - ¡Sácalo!
- ¡Vamos! - Insistió el líder de la Secta. - Ataca.
- Están tratando de controlarlo. - Exclamó Roy aún atónito al percatarse de ello. -
- No, Mazoui, ¡resiste hijo! - Le pedía Karaberasu visiblemente angustiada. -

            Pero éste se puso en pie con sus ojos y sus colmillos demoniacos. Todos le contemplaban asustados. De un rayo, y sin mediar palabra, lanzó a Leval fuera de la casa haciéndole atravesar una ventana. Además, agarró de un brazo a su aterrada hermana Katherine.

- Es una chica muy guapa - sonrió Nalgin - ¿No te gustaría poseerla, Mazoui? ¡Hazlo!, seguro que a tu madre le traerá gratos recuerdos, ¡ja, ja, ja, ja!
- ¡Maldito! - Gritó Roy atacando a la figura con un rayo de energía que pasó a través de ella sin tocarla, destruyendo la pared. -
- No pierdas el tiempo. No podrás ni rozarme siquiera. - Rio Nalgin.- Soy una proyección astral ¡malditos estúpidos!
- Por favor, Mazoui. - Suplicó Karaberasu. - Suelta a tu hermana, tú no eres capaz de hacer una cosa así. -

Pero él apartó a su madre de un manotazo y levantó en vilo a la aterrorizada chica desgarrándole la blusa.

- No por favor, ¡suéltame! - Chillaba Katherine horrorizada y con la mirada vidriosa de miedo. -

            Los demás estaban atónitos y espantados con la escena, pero no se atrevían a intervenir, tenían miedo a herir a la muchacha. Entonces, un tridente se materializó en la mano de la sorprendida y asustada madre del chico.

-Vamos. - Le dijo Nalgin con semblante y tono divertido.- Te dejo elegir, puedes ver como tu hijo viola a su propia hermana o puedes impedírselo con esto.- Le señaló el  arma y le espetó. - ¡Mata a tu endemoniado hijo y lo evitarás!

            La horrorizada madre temblaba con ese tridente en la mano sin saber que hacer. Beruche trató de ayudar a su sobrina, pero Mazoui la apartó también. Roy apuntó a éste con una bola de energía, pero no se atrevía a disparar. El muchacho, con una sádica sonrisa, comenzó a lamerle el cuello a su hermana mientras le acariciaba los pechos con la otra. Kathy lloraba impotente, mirándole a los ojos y le suplicaba con suavidad a pesar de aquel terrible momento.

- Por favor Mazzi, eres mi hermano y te quiero, no lo hagas. Tú siempre me has ayudado en todo. Y ahora no eres dueño de tus actos.

            Pero éste parecía insensible a esas palabras. Entonces Kathy se abrazó a él y dijo ante el asombro y el horror de todos.

- Está bien. - La joven recordaba los buenos momentos que había pasado con él y las palabras de Minako entonces resonaron en su mente. Sollozó entonces con valiente resignación. - No me resistiré. Hazme lo que quieras, no deseo que te hagan daño. - Declaró y entonces le susurró algo al oído. -

            Tras unos instantes, que parecieron eternos para el resto, Mazoui de pronto soltó a su hermana y cayó de rodillas al suelo. Chillaba presa de un dolor insoportable, se agitaba luchando en su interior. Roy se apresuró a acercarse poniendo a salvo a la chica y Karaberasu, que ahora sí sabía lo que hacer, le puso un crucifijo de plata en la frente. Ésta se quemó al contacto y el chico se derrumbó desmayado. Nalgin maldijo furioso y frustrado.

- ¡Maldita sea, volveré y os destruiré a todos, lo juro! - Y sin dar tiempo a más, la proyección desapareció. -

            El resto de los presentes aún no había salido de su asombro. Aquello había parecido solamente una pesadilla, pero finalmente Karaberasu, aun temblando del susto, pero aliviada de que todo hubiera terminado, le preguntó a Kathy sin poder reprimir la curiosidad.

- ¿Que le dijiste, hija?
- Sólo le tarareé aquella nana que nos cantabais tú y la abuela Dotty de pequeños. - Sollozó la muchacha. -

Ahora, pasado ese momento de entereza, la jovencita se derrumbaba también con los nervios rotos y su madre la sostuvo dejándola llorar mientras la abrazaba.  Roy se encargó de reanimar a su sobrino. Y entonces Leval entró en la casa dispuesto a contraatacar, pero se detuvo en seco al ver el lamentable espectáculo.

- ¡Ahora verás! - Exclamó, aunque Bertie se interpuso haciéndole un gesto para que se callase. -
- ¡Pero, mamá! - Pudo decir él mirándola perplejo. -
-Todo está arreglado, hijo. No digas nada. Ya te lo explicaré. - Le susurró ella. -

Leval asintió, confiaba en su madre. Lo cierto es que veía a su primo en el suelo. Quizás su padre se hubiera ocupado de detenerlo. Aunque Roy estaba intentando detectar a su enemigo.

-¡Maldita sea!- Espetó.- En efecto, era una imagen de holograma o algo similar. No puedo encontrar rastros de energía de nadie

  Aunque, igual que los demás, se centró en el muchacho que comenzaba a recobrar su consciencia. Karaberasu, y la propia Katherine, cuando se recuperó un poco del shock, ayudaron a Mazoui a ponerse en pie. Éste, aun aturdido, vio la blusa de su hermana desgarrada y las lágrimas en su cara, se las secó suavemente con la mano.

-¿Qué ha pasado?- Preguntó preocupado y visiblemente desconcertado. - ¿Quién te ha hecho esto, Kathy?

            Ella no respondió, trataba de evitar la mirada de su hermano.

- Nos han atacado, hijo. - Repuso Karaberasu con voz queda. -
- Sí, un individuo te dejó fuera de combate. - Añadió cómplicemente Roy. -

            Nadie se atrevía a contarle la verdad. No obstante, él insistía preguntando a su hermana.

- Kathy, ¿estás bien? - Ella asintió con vehemencia abrazándose a él y Mazoui lleno de indignación y rabia sentenció. - ¡Mataré a quien se haya atrevido a hacerte esto!
- ¡Mazzi no digas eso, por favor!,- exclamó su hermana rompiendo a Llorar. -

            Los demás presenciaban la escena conmovidos por el cariño, la comprensión y la entereza de aquella chica, entonces Bertie advirtió la falta de su hija y preguntó alarmada.

- ¿Dónde está Kerria?...
- Había subido a su cuarto. - Repuso Leval mirando hacia arriba. -
- ¡Pero puede que ese tipo o lo que aquello fuera, haya ido hacia allí! - Añadió Beruche aterrada. -
- ¡Vamos a buscarla, deprisa! - Urgió el padre de la muchacha con gran inquietud a su vez. -

            Subieron a buscarla a su habitación, pero no estaba allí. Llenos de temor, Leval y Roy salieron de la casa a ver si la encontraban. Mazoui besó a su madre y a su hermana en la frente y corrió a ayudarles. Ellas dos se quedaron con Beruche que iba a sufrir una crisis de nervios temiendo por su hija.  Aunque durante todo ese tiempo e incluso antes del ataque, la chica, ajena a todo lo ocurrido, había contestado esa llamada de su móvil, era Debbie. Su amiga había regresado de su viaje, ya estaba enterada de lo sucedido en el instituto y se había acercado fuera de la casa de los Malden, quería verla.  Kerria convino en ello, se citaron en la entrada de la propiedad. Haciendo el mínimo ruido, la joven salió por la puerta principal, aprovechando que todos los demás estaban en el salón conversando. Al fin vio a su novia esperando tras la puerta que clausuraba su jardín. Abrió de inmediato y la hizo pasar.

-Debbie. - Sonrió emocionada, dejando escapar un sollozo. -

            Le dio además un beso en los labios que su pareja se limitó a encajar, tenía el gesto serio.

- Ya te has enterado, ¿verdad? - Le preguntó Kerria temiéndose que así sería. -
           
            Su interlocutora asintió. Y replicó con tono preocupado.

-Debes tener cuidado…
-Lo sé. - La cortó su pareja con tono entristecido. - No quiero que nos hagan la vida imposible. Ni a ti, ni a mí, ni a mi familia. Quizás debamos dejar de vernos por unos días. Para que todo se calme.
-No, Kerria. - Rebatió Deborah que seguía mostrando mucha inquietud. - No me refiero a eso.
-Ya, tienes razón. No es justo que los prejuicios de unos intolerantes nos hagan sentir culpables por el mero hecho de amarnos. Lo afrontaremos juntas si tú quieres.

            Aunque su amiga negó moviendo con la cabeza. Eso sorprendió a su pareja. ¿Qué le sucedía a Debbie? Quizás tenía miedo de las repercusiones. Quiso preguntarle si así era y tranquilizarla. Pero no tuvo ocasión, dado que en ese mismo instante escucharon una horrísona explosión que sacudió la casa de los Malden.

- ¡Dios Mío! - Exclamó ésta con horror - ¿Qué ocurre?
- ¡Vamos! - Dijo Debbie alarmada también para elucubrar.  - Puede que sea el gas.

            Entraron a la casa, cuando el padre y el hermano de Kerria ya habían salido y tras ellos Mazoui.

- ¿Qué ha pasado, mamá? - Preguntó Kerria llegándose junto a Beruche. -
- Gracias a Dios que estás bien. - Suspiró ésta aun con la voz entrecortada por los nervios, aunque añadió aliviada. - ¿Dónde estabas? ¿Te has topado con ese hombre?
- ¿Toparme con quién? - Preguntó la chica sin comprender, cruzando una mirada con la igualmente desconcertada Deborah y añadiendo. - Estaba con mi amiga.
- Hola señora. ¿Cómo está? - Saludó ésta cortésmente. -
- Ahora no muy bien precisamente, como puedes ver, fíjate como nos han dejado la casa. -  Pudo decir Bertie más calmada al ver a su hija a salvo, señalando la ventana rota y todos los desperfectos y agregando con mejor talante. - Pero por suerte nadie está herido y esto se puede solucionar. Anda hija, préstale a tu prima algo de ropa.

            Kerria y Debbie observaron atónitas a esa pobre muchacha que se cubría los pechos entre su blusa hecha girones. Su prima enseguida le ofreció.

-Anda, sube a mi habitación. Te daré algo mío, debemos tener más o menos la misma talla.

            Kathy convino en eso, Debbie fue también junto a ellas. Una vez en el cuarto de Kerria, ésta la presentó.

-Es mi… amiga… Deborah Hunter. Del instituto. - Le informó a su prima. -

Ésta asintió, tratando de presentarse aun con voz temblorosa.

-Ka... Katherine O´ Brian…
- ¿Qué os ha pasado? - Quiso saber Debbie observando a aquella chica con estupor. -
-Todavía no lo sé. - Apenas si sollozó ésta. - Ha sido todo muy rápido.
-No te preocupes ahora por eso. - La animó su prima dándole la mano al tiempo que miraba de reojo a Deborah. - Ahora mismo te dejaré algo mío y estarás bien.   
-Muchas gracias, de verdad. Siento molestarte.
-No digas tonterías, mujer. ¿Cómo me vas a molestar? - Se apresuró a replicar afectuosamente Kerria quien ahora se había dado la mano con Debbie. -
-Cálmate. - Le pido la chica gótica, añadiendo más animosamente. - Ya ha pasado todo.

Kathy asintió agradecida. Entre tanto se había quitado los restos de ropa que la cubrían quedando desnuda de cintura para arriba. Las otras dos chicas no dejaron de fijarse en lo blanca que era de piel, y en lo redondos y compactos que eran sus senos, pese a no ser demasiado grandes todavía. Pero tanto una como otra se quitaron rápidamente esas ideas de la cabeza, la situación era bastante seria como para esas frivolidades. Debbie por su parte miraba con una mezcla de sorpresa y temor aquello. A esa chica le había sucedido algo terrible, pero no por el hecho de tener la ropa destrozada.

-Una presencia maligna muy fuerte ha estado aquí. - Pensó la joven gótica. - Es lo mismo que percibí en los Ángeles.

            Y es que Deborah tuvo algunos malos sueños, incluso pesadillas, en las que su novia era la protagonista. Y le asustó mucho lo que pudo sentir sobre ella. Aunque quizás se hubiera equivocado, dado que a la vista estaba que Kerria no había sido el blanco de ningún ataque. Quizás la confundió con esa otra pobre chica.

-Puede que pensase en Kerria porque esto ha sucedido en su casa. - Se dijo. -

Empero, pese a ese intento de razonar las cosas se sentía desconcertada. Pudiera ser que sus temores hubiesen sido infundados. Aunque todavía sentía que algo no iba nada bien.

-Gracias, prima. - Suspiró Katherine muy reconocida. -
-No hay porqué darlas. Anda, tómate tu tiempo. - Le sugirió amablemente la interpelada. -

Su contertulia así lo hizo y una vez se puso la blusa que le prestó su prima, Kathy bajó nuevamente al salón seguida por las otras chicas. Allí les esperaban los demás. Beruche las vio bajar entonces y no quiso pensar qué podría haber estado haciendo su hija con esa otra muchacha. Ni de dónde había salido esta.  Aquello no tenía importancia ahora. Optó por guardar silencio, ya lo averiguaría más tarde. Entonces volvieron los hombres. Roy se acercó a su hija nada más verla y le dijo aun con la voz entrecortada por la tensión.

- ¿Dónde estabas?, nos tenías muy preocupados.
- Perdona, papá. - Musitó Kerria. - Salí a ver a mi amiga que me llamó para pedirme unos apuntes y oí el ruido, entonces vine corriendo.
- Tú eres la famosa Debbie, ¿no? - Inquirió Leval con una expresión hostil pues creyó reconocerla de la vez que fue a buscar a su hermana a la discoteca. - ¿No es así?

            Enfrentó su mirada con cara de pocos amigos, pero Deborah se la sostuvo sin amilanarse. Leval añadió sin poderse contener.

- Están hablando mal de mi hermana por tu causa y no lo voy a permitir.
- No, esa no es mi intención, yo quiero a tu hermana. - Le respondió Debbie, que no parecía intimidada más aún cuando sentenció. - No estoy dispuesta a dejar que le hagan daño.

 Tanto Roy como Beruche los miraron desconcertados, fue él quien intervino.

- Pero ¿se puede saber qué pasa aquí? ¿Qué significa esto? – Miró por inercia a Karaberasu y a Kathy que estaban también sorprendidas, aunque no tenían idea de nada, al igual que él. -
- Roy, por favor, ¿podrías llevarnos a nuestro apartamento? - Le pidió su cuñada que no deseaba mezclarse en problemas ajenos, bastante tenía ya con los suyos. -
- Sí, ahora mismo. - Respondió él tratando de poner en orden sus ideas. -

 Ahora había cosas más importantes de las que ocuparse y no deseaba airear cualquier tipo de problema de su familia delante de sus recién recobrados parientes. No obstante, añadió dirigiéndose a sus hijos.

-En cuanto vuelva espero que me aclararéis todo esto.

            Mazoui, Karaberasu y Katherine esperaron a que Roy fuera a por las llaves del coche, para ello tuvo que subir a su habitación. Beruche en tanto, se quedó mirando a las dos chicas y le dijo a su hija.

- Yo también tengo interés en saber a qué se refiere tu hermano y esta vez no quiero evasivas Kerria, esperaremos a que tu padre vuelva.

Deborah estaba realmente amilanada. Incluso más que por esa tensa y embarazosa situación, por la presencia de aquel chico tan alto, incluso más que el hermano de Kerria. Sentía en él algo extraño y amenazador.

- ¿Quién es ese muchacho? - Se preguntaba con una mezcla de fascinación, temor y asombro.-

No obstante, intervino tratando de imponerse a esa creciente sensación de respeto e intimidación que le producía aquel caótico entorno y el contrapunto que en él habían ofrecido la madre de su pareja y el resto de los presentes, que fijaron sobre ellas unas inquisitivas miradas, así pudo añadir con más firmeza, volviendo al tema que les ocupaba. 

- No deseo causarles problemas. Pero no es justo que carguen toda la culpa sobre su hija, yo…
- ¡Debbie, cállate! - Le pidió Kerria de modo contundente, con una fuerza que no creyó poseer. Cuando lo fácil hubiera sido dejar que su amiga la ayudase a afrontar la inminente tormenta. - Esto es algo que tengo que solucionar con mi familia a solas. Vete por favor, ya te llamaré.
- Muy bien. - Asintió ella para admitir -, es muy tarde, mis padres estarán preocupados por mí. -  Y acto seguido le susurró a Kerria. - ¿Estás segura?
- Sí, cuando mis padres lo sepan se enfadarán mucho y no quiero que estés en medio de todo esto. Gracias. - Musitó su interlocutora a su vez. -

            Debbie se acercó, parecía que iba a besar a Kerria, pero se detuvo y le dio las buenas noches a ella y a los demás, después salió de la casa.

-Ahí está pasando algo muy extraño y siniestro. - Pensó, con creciente sensación de alarma. - Y es mucho peor de lo que Kerria cree. No tiene nada que ver con lo nuestro. Por eso me asusta tanto. ¡Cariño, ojalá que estés bien!

            Y tras desear eso con todas sus fuerzas se alejó. Debía tomar el autobús para volver a su casa. Mientras tanto, en la morada de los Malden, fue la novia de Deborah quien tomó la palabra para reprochar a su hermano.

- Leval, no debiste decir eso.
- Lo siento, pero ha sido por tu bien, Ky. - Respondió él que trataba de excusarse con tono conciliador. -

El chico se arrepentía ahora de haber descubierto parte del secreto. Pero había estado sometido a mucha tensión y no pudo evitarlo. Aunque en su ansia por arreglar las cosas cometió otro error cuando sentenció.

- Esto tiene que aclararse, prefiero que seas tú la que se lo digas a papá y mamá antes de que se enteren por los cotilleos del instituto.
- ¿Prefieres? ¡Se trata de mi vida, Leval! - Le recriminó Kerria visiblemente contrariada. - ¿Y qué hay de lo que prefiero yo?

             Su interlocutor bajó la cabeza para tomar aliento y argumentar a su vez adoptando un tono más preocupado e inquieto.

- Esto no lleva a nada, ¿es que no ves que será peor si te callas?

            La muchacha iba a responder, ante la perplejidad e incomodidad de Karaberasu, Mazoui y Katherine quienes, ni entendían nada, ni deseaban inmiscuirse en un asunto ajeno. Ya habían tenido suficiente con su propia y dura prueba, y más que nada con la zozobra en sus corazones, (sobre todo en el de Kalie que sabía muy bien el peligro al que se enfrentaban), de que esa amenaza podría resurgir en cualquier momento. De hecho, el chico, todavía aturdido, no estaba ahora como para sondear a su prima, ni tampoco le interesaba. Aunque la que sí pareció darse cuenta de algo fue Kathy. Le había bastado mirar a esa otra muchacha y a su recién conocida prima y ver su lenguaje corporal. Sobre todo, cuando se cambió de ropa con ambas observándola. Se habían dado las manos entrelazando sus dedos y se miraban de una forma realmente rara. Para una muchacha como ella, avezada ya en alguna clase de relaciones, aquello fue evidente enseguida. Esas dos estaban muy unidas, quizás demasiado para lo que sería propio de dos meras amigas… de todas formas, dado el terrible trance que habían vivido y por educación elemental no iba a decir nada. Además, su prima y esa otra chica habían sido muy amables con ella, ayudándola de inmediato sin conocerla.

-Y tampoco es asunto mío. - Pensó. – Kerria tiene derecho a querer a quien desee.

Bastante tenía la pobre Kathy con su propia situación y con ayudar a su hermano y a su madre a recomponerse. Ella misma estaba todavía desencajada, y eso que no culpaba a Mazoui de lo ocurrido. Pero la que sí intervino de modo tajante fue Beruche quien, olvidándose de la tensa situación que habían vivido por unos momentos, puso los brazos en jarras y clavando alternativamente en sus hijos aquella mirada inquisitiva y suspicaz que poseía en momentos como éste, ordenó con voz autoritaria y contenida a la vez, haciéndoles callar a ambos.

- Ya basta. ¿Alguno de vosotros dos va a explicarme lo que está pasando aquí?


            Leval y Kerria se miraron guardando un incómodo y culpable silencio, a la espera de la vuelta de su padre. No dijeron nada pues Roy regresó con las llaves del coche y tanto él, como la familia de Karaberasu le siguieron al garaje dejando aquella explicación en suspenso.

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