Roy y Beruche paseaban por las calles de la ciudad en
compañía de Ail y Ann. El futuro jugador de la NBA se había ofrecido como guía
para mostrarles la “Gran Manzana” a sus amigos. Ann llevaba a su hijo en un
cochecito, con su apariencia humana parecía una joven madre normal. Junto a
Beruche se recreaba mirando los escaparates de las tiendas más famosas de la
ciudad.
-Esta es increíble.- Le
susurró Bertie a su amiga.-
Y la llevó de la mano ante el escaparate de la mítica “Tiffanys”.
En tanto que Bertie contemplaba esas joyas admirada, Annie simplemente se
limitó a decir.
-Sí, son realmente
bonitas. Aunque para nosotros eso carece de importancia.
-Bueno, recuerdo que
teníamos joyas en Némesis.- Le contó su interlocutora, sorprendida a su vez del
escaso entusiasmo de su amiga, para añadir.- Pero eran normalmente los condensadores
de energía para que funcionasen nuestras droidas. Y desde luego, no tan bonitas
como estas. Aunque sus minerales eran tan raros que se cotizaban mucho aquí. De
hecho, pudimos empezar de nuevo en la Tierra tras vender algunas que mi hermana
Kalie se trajo escondidas en su lazo.- Sonrió. -
Aunque esa expresión en su cara se apagó enseguida. Ann
la observó dándose cuenta de inmediato y con tono amable le dijo.
-Piensas mucho en tu
hermana. ¿Verdad?
-No lo puedo evitar. Es
muy duro para mí, y para las demás.- Admitió Bertie con sus ojos haciendo
aguas.-
-Tranquila. ¿No querrás
que Roy se preocupe?- le dijo Annie.-
-No, claro que no.-
Afirmó la muchacha enjugándose alguna lágrima.-¡Anda, sigamos! Hay muchas cosas
bonitas que ver.- Añadió tratando de recobrar la jovialidad.-
Por su parte, los chicos iban charlando de sus cosas. Recordando
algunos momentos en el Rincón y pasando a temas más actuales. Como por ejemplo,
el viaje que Roy interrumpió.
-Lamento haberos
molestado.- Se disculpó nuevamente éste.-
-Nada de eso. Al
contrario, te agradecemos que quisieras hacernos partícipes de tu éxito.-
Comentó Ail.-
-Eres amigo, más que eso,
somos como hermanos, todos los que entrenamos y luchamos juntos.- Declaró Roy. –
Y eso incluye a tu familia.
-Gracias, creo lo
mismo.- Asintió Ail.- Por eso, es un placer estar con vosotros. Y habéis sido
muy amables al hospedarnos.
-Con mucho gusto,
amigo.- Afirmó su interlocutor.-
En eso que las chicas se aproximaron. Bertie les comentó
con buen ánimo.
-Annie quiere buscar
algo de ropa para Giaal, la voy a llevar a una tienda monísima de bebés que hay
cerca de aquí.
-Me parece estupendo,
cubito.- Sonrió Roy.-
-Sí, es una idea
estupenda. A nuestro hijo le vendrá bien algo de ropa.- Añadió Ail.-
-¡Seguro que tendrán
ropita de su talla! - Dijo Annie con visible interés y entusiasmo en tanto
acunaba al bebé en su cochecito.- Así aprovecharemos nuestra estancia e iremos mejor
preparados.
-Bueno, las chicas ya
nos regalaron cosas para él.- Comentó Ail.-
-Sí, pero crece tan
deprisa que, dentro de poco, no le servirán.- Apuntó Ann.-
-Es que casi todo le
queda grande todavía.- Objetó su pareja.-
-Por supuesto, tienes
toda la razón, Annie.- Asintió Roy con rapidez, alegando.- Nosotros no estamos
muy a la moda, y además, no tenemos ni idea de qué tipo de ropa le vendrá
mejor. Pero podemos ir a mirar con vosotras.
-No hace falta. Ya nos
ocuparemos nosotras.- Se sonrió Beruche adivinando al vuelo las intenciones del
chico.-
De modo que ambas se dirigieron hacia la tienda en cuestión. Entre tanto y
algo más distanciados, los respectivos novios de las chicas paseaban por la
Quinta Avenida para hacer tiempo en tanto las aguardaban frente al escaparate
de esa tienda.
-¡Vaya!- Se sorprendió el extraterrestre.-
¡Qué rápido has sido dándole la razón a Annie!-
-Chico, es un consejo que el maestro
Son Goku me dio. Y que yo mismo aprendí en la escuela de la vida y en mis
numerosos ligues. A veces, tienes que evitar la batalla a toda costa.
-Bueno, siendo el enemigo más fuerte
que tú, por supuesto. Pero no sé que tiene esto que ver.- Se sorprendió su
compañero.-
-Pues que estabas a punto de hacer
enfadar a tu chica.- Le explicó Roy. – Y en esa batalla nunca tenemos las de
ganar.
Tras
pararse a pensarlo por unos instante, su amigo convino en eso suspirando
aliviado.
-Dime Roy.- Le inquirió Ail con tono
subrepticio – Tú pareces saber mucho de mujeres. ¿Bertie y tú vivís como
pareja? - Su acompañante asintió de modo apenas perceptible, como temiendo que
las chicas pudieran escucharles. -¿Cómo os va?- Se interesó el alíen.
-Bueno, no nos podemos quejar. - Repuso
su interlocutor ladeando ligeramente la cabeza hacia su novia, quien junto con
Annie estaba entrando en la tienda, para volver a dirigirse a su contertulio. -
Llevamos viviendo juntos un par de meses. Ahora con la casa nueva estamos
pensando ya en casarnos, al menos yo lo he meditado pero todavía no le he dicho
nada a ella...
-Pero creo entender que ya se lo habías
propuesto, ¿no?- Se extrañó Ail.-
-Sí- replicó difusamente su amigo. - El
caso es que se lo dije cuando vencimos a los demonios, pero quizás me
precipité. Todavía somos jóvenes y puede que sea más sensato que nos diéramos
tiempo y que asentásemos nuestras vidas, nos conociéramos mejor y todo eso. No
obstante, es cierto que al principio creí que con casa y trabajo estable
casarnos sería algo inmediato, pero ahora no estoy tan seguro. - Le confesó Roy
que se apresuró a decir. -No es que yo no quiera. Al contrario. Estoy loco por
ella. Sin embargo, no quisiera que se nos juntase todo tan de golpe.
-Te entiendo. - Declaró comprensivamente
Ail.- Aunque ese problema no lo tenemos Annie y yo. Nosotros llevamos toda la
vida conociéndonos. Crecimos juntos y esa ceremonia del matrimonio no nos hace
falta.
-Hombre, no es que sea necesaria, pero
aquí en la Tierra es una costumbre muy común. - Le explicó su contertulio
añadiendo con un ligero tono cómplice. - Seguro que Annie estaría muy guapa
vestida de novia. Y tendrías que ver la ilusión que les hace a casi todas las
mujeres de este planeta. Es lo mismo que irse a comprar ropa. Aunque no le haga
falta enseguida.
-Quizás tengas razón. - Concedió su
amigo pensando en el motivo de ese deseo de casarse. - Quién sabe. - Añadió con
una sonrisa - A lo mejor me animo a
pedírselo. Aunque de todas maneras, ya poseemos lo más preciado que se puede
conseguir. Hemos descubierto el amor y tenemos un precioso hijo.
-Debe ser maravilloso ser padre. -
Afirmó Roy mirando desde la distancia a las dos chicas que le hacían carantoñas
al bebé en el interior de esa tienda. - Tener un hijo, aunque también es una
gran responsabilidad.
-Sí.- Le corroboró Ail. - Te debes a
alguien que depende por completo de ti. Es tan especial...una sensación muy
bonita. Tener a tu hijo en los brazos y darte cuenta de lo indefenso que está.
Tan frágil y hermoso a la vez. Veras amigo - quiso explicar tratando de escoger
las palabras. - Nosotros nacimos del árbol y no estábamos familiarizados con
estas sensaciones. Ha sido una experiencia totalmente nueva y maravillosa.
-Pues se os está dando muy bien. - Afirmó
su interlocutor arrancando una sonrisa agradecida de su compañero. -
-Créeme si te digo que jamás pensé que
fuéramos capaces de comprender el amor de los humanos por sus hijos. Y que
ahora lo entendemos. Lo cierto es que algunas veces hicimos cosas terribles que
afectaron a críos. Cuando robábamos energía con nuestras cartas…
Suspiró
rememorando cierta ocasión cuando atacaron una guardería, los críos quedaron
afectados aunque por fortuna ninguno sufrió un daño grave. Pensando ahora en su
pequeño Ail no podías dejar de bajar la cabeza muy avergonzado. Así se lo
comentó a su amigo para remachar.
-No sabría por dónde empezar. Ni me
atrevería a mirar a esas madres y a esos pequeños a la cara. Lo que hicimos fue indigno y
mezquino. Pero te juro que no comprendíamos lo que es ser padres.
Roy
le palmeó afectuosamente la espalda y contestó con tono comprensivo.
- Deja de torturarte ya por eso. Todos
hicimos cosas que lamentamos y que siempre estarán ahí. Por mucho que hagamos.
Aunque no nos queda otra que aprender a vivir con ello y seguir adelante
compensando a la humanidad. Cuando las conocí, Bertie y sus hermanas tenían una
sensación similar. Muchas veces ella me ha contado que ser maestra es en parte
una manera de resarcir al mundo por lo que hicieron.
-Es cierto.- Convino Ail, alegando.- Es
muy importante sentirse bien con uno mismo. Una vez que has logrado eliminar el
odio y el rencor hacia algo o alguien se vive mucho mejor. Pero luego queda el
arrepentimiento por las cosas que hicimos mal. Compañero, me alegra haber sido
capaz de compensar a este planeta. Y en eso, creo poder hablar por todos
nosotros. ¿No lo crees?
Roy
asintió escuchando las palabras de su amigo con mucho interés. Opinaba lo
mismo. Fue una de las cosas que los cinco tuvieron en común cuando entrenaron
en el rincón del Alma y del tiempo, y aquello obró como si de una argamasa
indestructible se tratara, hermanándoles casi desde el principio. Un objetivo
común, unas razones similares. Pensado en ello todo encajaba, estaba muy claro
que no les eligieron por casualidad. Eso comentaron, al fin lo dejaron estar y
ambos continuaron charlando ya sobre otros temas. Por su parte, Beruche y Ann
se habían metido raudas en esa tienda de moda infantil atraídas por algunos de
los modelitos para bebés expuestos en el escaparate. Bertie se fijó en uno de
los jerséis de punto que se mostraban colgados en pequeñas perchas sobre una
larga barra de acero y lo midió a ojo por los hombros. Sonriendo le dijo a su
amiga.
-Éste es muy bonito. De color azul y
con un pollito amarillo bordado aquí. - Señaló justo en el centro de la prenda.
-
-Es verdad, pero me interesa que sea de
una talla algo mayor que la de Giaal, ¡mi hijo crece deprisa! - Se rio ella. -
-¿Qué tiempo tiene tu hijo? - Se
interesó Beruche -
-Vamos a ver. - Reflexionó Ann
mesándose la barbilla y mirando hacia el techo como si esto la ayudase a
calcular. -Según el calendario de la Tierra (meditó durante unos segundos y al
fin concluyó). - Debe tener unos catorce meses. - Tomó el jersey de manos de su
amiga y lo examinó superponiéndolo al niño que dócilmente permanecía quieto, en
actitud curiosa, mientras jugueteaba con el chupete. - Creo que le vendrá bien.
Me lo quedaré.
Se
adelantó con rumbo al mostrador para llamar a la dependienta y pagar. Por
suerte conservaba algo de dinero humano de su anterior estancia en la Tierra. Pero
Beruche la detuvo colocándose delante de ella mientras sacaba su propia cartera
del bolso.
-No, de eso nada, yo te lo regalo. - Le
ofreció. -
-¡De ninguna manera! - Se resistió Ann.
- Es un jersey muy caro. No puedo aceptarlo.
-¡Tonterías! - Rebatió Bertie
recordando con esa exclamación a su hermana Petz, aunque de inmediato agregó
con afecto - , es lo menos que puedo hacer. Os habéis retrasado en vuestra
vuelta a casa por nosotros y además, tenéis que comprarle cosas al niño. Déjame
que le haga un regalo ya que no le he visto nacer y seguramente me perderé su
próximo cumpleaños.
- Está bien. Muchísimas gracias. - Le
sonrió su amiga aceptando de buena gana y añadiendo con tintes de solemne
promesa. - Cuando tengas un hijo yo también le haré un regalo. ¿Vale?
-Por ahora no sé cuándo será eso. - Replicó
Beruche con el entusiasmo deshinchado. - Roy me pidió que viviéramos juntos y
lo estamos haciendo. También me propuso casarnos cuando tuviéramos trabajo y
estabilidad, eso fue antes de graduarnos. Pospusimos nuestros planes de boda
hasta acabar con los contratiempos y las amenazas y ahora, cuando debería
pedírmelo oficialmente, no parece que esté muy dispuesto a renovar su oferta. A
veces me da la impresión de que duda, de que no se siente cómodo cuando sacamos
la cuestión.
-Estará asustado. - Conjeturó Annie
mirando a su amiga con simpatía para quitarle hierro al asunto. – Ese tipo de
cosas puede que le den miedo.
- Es un súper guerrero. – Objetó su
interlocutora con gesto algo alicaído para afirmar algo desencantada. – Ha
luchado contra demonios e incluso ha perdido su vida frente a ellos. No creo
que se asuste de algo así.
- No te creas- rebatió su amiga para declarar.-
Por lo que las guerreras me enseñaron cuando las conocí, a veces a los hombres
les aterra ese tipo de compromiso. No te sorprendas si es capaz de pelear
contra el Averno entero y luego se siente inseguro a la hora de pedirte
matrimonio. ¡Pero tranquila! - Agregó animosa. - No hay más que verle para
darse cuenta de que está colado por ti.
Beruche
se dejó confortar y sonrió aliviada por las palabras de su interlocutora. En el
fondo sabía que Annie tenía razón. De modo que, más animada, pagó el jersey y
después de mirar alguna cosa más y comprar otros dos o tres artículos, ambas
volvieron al encuentro de los muchachos. Concluyeron el paseo regresando al
chalet de la pareja neoyorkina. Sólo les restaba esperar a los demás. Roy les
había llamado para darles la nueva dirección. Los primeros en llegar fueron
Diamante y Esmeralda. Estaban muy elegantes y después de los consabidos besos y
abrazos comenzaron a charlar contándose sus respectivas peripecias.
-Chicos, cuanto me alegro de volver a
veros. - Declaró la modelo que se acercó hacia el niño de Ail y Ann tomándole
en brazos. - ¡Qué bonito! Cuchi, cuchi… - Le susurraba con voz melosa
haciéndole carantoñas. -
El
niño reía con los ojos muy abiertos y atentos en seguir los movimientos de la
mano de ella en tanto la joven prolongaba sus alabanzas.
-¡Es guapísimo, que encanto de crío!
-Se te dan muy bien los niños,
Esmeralda. - Sonrió aprobatoriamente Ann contando ahora con desenfado. -Recuerdo
que cuando luchaba todavía contra las guerreras ayudé a Mamoru y a Usagi a
cuidar un bebé. En realidad a mí no me interesaba nada, solo quería hacerme
agradable a los ojos de él. Pero el niño lo notó, ¡es increíble el sexto
sentido que tienen los críos! Siempre que acercaba a él lloraba o pataleaba e
incluso una vez se me hizo pipí encima.
-¡Habría que verte entonces!- Sonrió
divertida Beruche al escuchar aquello. - Aunque es difícil de creer viéndote ahora,
eres una madraza, Ann.
-Es cierto. Los niños saben cuándo hay
amor verdadero. - Afirmó Esmeralda depositando suavemente a Giaal en su cuna
suspirando. - A mí me gustaría tener alguno, aunque ahora no me es posible ser
madre. Sin embargo, cuando Diamante y yo afiancemos nuestras carreras y
tengamos más tiempo me encantaría...
-Oye. ¿Y conmigo no cuentas?- Intervino
el aludido de modo jovial provocando la risa de todos. -
-¿No me has oído?- Repuso su novia aun sonriente
por el comentario. - Claro que sí.
-¡Por intentarlo que no quede! -Terció jocosamente Roy reavivando
las risas. –
Las
muchachas hicieron un aparte, moviendo la cabeza entre risueñas e incrédulas.
Este muchacho siempre tenía que saltar con
alguno de sus cáusticos aunque divertidos comentarios.
-Te vi en la televisión el otro día. - Declaró
Beruche para proseguir la conversación, afirmando admirada. - ¡En poco tiempo te has convertido en una
modelo muy cotizada!
-Gracias.- Respondió complacida
Esmeralda. - Aunque es muy duro ¡si supieras las peripecias que hemos tenido
que pasar últimamente Diamante y yo a causa de mi trabajo, bueno y del suyo
también!
Todos
la observaron interesados y Esmeralda no se hizo de rogar para narrarles sus
aventuras, pero el niño comenzó a llorar cuando comenzaba su prometedor relato.
Tuvo que dejarlo para después, ya que el pequeño Giaal reclamaba ahora la
atención de todos. Su madre se ocupó de
reconocerle y concluyó que necesitaba un urgente cambio de pañales.
-Yo lo haré, Annie. - Se ofreció Ail
sacando al niño a fin de que no perturbase con su llanto la conversación. -
Todos
le dedicaron una simpática mirada a ese abnegado papá y una vez se hubo alejado
hacia el cuarto de baño con el niño, Esmeralda prosiguió.
-Resulta que intervine como justiciera
por primera vez impidiendo un atraco en un banco.
-¡Vaya, enhorabuena!- Sonrió Beruche
añadiendo con afabilidad. - Bienvenida oficialmente al club de las luchadoras
justicieras.
-Muchas gracias. Al principio estaba
muy nerviosa. No quería que hiriesen a nadie por mi culpa.- Les confesó su
interlocutora.- pero luego usé mi boomerang para aturdir y derribar a un par de
atracadores en tanto dejaba fuera de combate al restante. Salí de allí deprisa,
antes de que llegase la policía.
-Tuvo que ser muy emocionante.-
Intervino Annie.-
-Lo fue.- Admitió Esmeralda, para
añadir con tintes incluso de extrañeza.- Aunque la vida está llena de
casualidades, justo llegué a la casa Deveraux , ya con mi identidad civil,
sorprendí a alguien tratando de robarme mis bocetos.
-¡No me digas!- Exclamó Beruche.-
-De hecho, estaba escapando por la
ventana. Tuve que salir y volver a transformarme para perseguir al ladrón. Que
en realidad resultó ser ladrona.
- ¿Cómo lo supiste?- Quiso saber Ann con patente interés –
-Bueno, aunque iba con un pasamontañas
y con un traje oscuro que le cubría el cuerpo por entero, sus formas estaban
muy claras. – Le contestó su interlocutora. – Recuperé mi trabajo pero no pude
atraparla. Era realmente ágil y peleaba muy bien.
-Pues para poder mantener un combate
contra ti, debía de ser realmente buena.- Convino Ann.-
- Lo nuestro ha sido mucho menos
emocionante. - Terció Beruche que, sin embargo, suspiró para sentenciar. – Y lo
prefiero así. Ya hemos tenido muchas aventuras. Creo que suficientes para el
resto de nuestras vidas.
- Nunca descartes la aventura. – Aseveró
Esmeralda afirmando con tono casi de profecía. – No se sabe cuándo se
presentará.
- Eso es cierto, ¡aunque ahora las nuestras
no pasan del dormitorio! – Rio Roy.-
Diamante se rio con él y Bertie,
colorada en extremo, se limitó a hacer amago de sacudirle un buen coscorrón.
-
Pues a nosotros nos vale en cualquier parte. ¿Verdad cariño?- comentó
Esmeralda todavía tratando de evitar reír. –
Ahora
fue su novio el que carraspeó algo envarado y
los demás los que se troncharon de risa. Ail por su parte llegó acunando
al pequeño Giaal. Aunque éste se puso a llorar con aquella escandalosa
hilaridad y el alien se disculpó alejándose de nuevo con el bebé para tratar de
calmarlo. Tras las sonrisas de todos al ver al apurado papá fue Roy el que,
dirigiéndose al príncipe, le pidió.
-Ven Diamante, te interesará echarle un
vistazo a la bodega que tenemos en el chalet, tú que entiendes de vinos podrías
aconsejarme.
-Eso siempre me interesa, sí. -
Corroboró el interpelado siguiendo a su amigo hacia otra estancia.-
Los
dos se despidieron momentáneamente de las chicas. Una vez a solas, ellas pasaron
a preguntarse cosas más íntimas y Esmeralda abrió el fuego.
-¿Y vosotras que tal? - Miró alternativamente
a sus interlocutoras. - ¿Cómo van vuestras relaciones de pareja?
-Estupendamente - respondió Ann. - Sobre
todo una vez que les hicimos caso a las guerreras y descubrimos el amor
“humano” .Ja, ja, desde entonces, lo hemos disfrutado bastante.
Por
su parte Beruche sonrió afirmando lo propio. Aunque de un modo más vago.
-Roy y yo estamos bien pero...- Se puso
más seria eliminando la comicidad en su tono de voz y ambas lo detectaron. -
-¿Algo no va bien? - Se interesó Esmeralda
mostrando preocupación. – ¿Es que no lo hacéis a menudo?
-No, no es eso. - Repuso Bertie que le
confió a su amiga lo que ya había hablado con Ann.-
La
modelo la alentó con despreocupación aseverando.
-Tranquila ¡Es normal!, sois jóvenes
todavía y tenéis mucho tiempo. Es mejor que no os presionéis con esa idea del
matrimonio. ¡Hazme caso! Yo lo pasé muy mal en Némesis cuando creía que
Diamante era inalcanzable para mí y ya has visto los años y hasta las vidas que
he necesitado para conseguir que estemos juntos. Tú ya tienes a Roy.
-¿Pero acaso tú y Diamante no pensáis
en casaros todavía?- Preguntó Bertie sintiéndose sorprendida. -
-¡Ni por asomo! - Contestó jocosamente
Esmeralda que viendo las atónitas caras de sus interlocutoras se apresuró a
matizar más en serio. - No tiene nada que ver con que nos queramos, es igual
que con los hijos. Sólo pensamos darnos tiempo. Tenemos mucho que recuperar y
que vivir antes de cargarnos con otras responsabilidades. Confía en lo que te
digo y no te inquietes todavía, mujer.
-Es un buen consejo. - Acordó Ann. – No
sufras por él. Ya te lo he dicho. Está loco por ti.
Beruche
sonrió sintiéndose mejor. Quizás se había alarmado sin motivo. Sus amigas
tenían razón. No corría tanta prisa, pero es que a ella le parecía una
eternidad (Y realmente así era si tenía en cuenta sus anteriores vidas).Desde
que se prometió con Roy. Pero también era verdad que ambas reencarnaciones eran
distintas en sus circunstancias y su desenlace. Las vidas eran totalmente
diferentes y podría decir que ellos no eran las mismas personas que fueron. Era
un porvenir totalmente nuevo y por hacer. Además, ahora se abría una época de
paz que podrían disfrutar juntos. Tiempo habría para casarse…
-Tenéis toda la razón. Muchas gracias,
chicas.- Replicó visiblemente más animada.-
Los
chicos estaban en el sótano de la casa, Roy mostraba a su amigo el amplio
recinto construido en madera donde apilaba las botellas de vino y otras
bebidas. Él no se prodigaba en exceso pero nunca venían mal unos buenos caldos
para ocasiones solemnes. Diamante lo observó todo con aprobación y dijo.
-En Némesis yo tenía una buena bodega,
era una de las cosas que me gustaba, saborear buen vino y coleccionarlo. De las
pocas distracciones que tenía allí.
-Tom me advirtió que estos hobbies
costaban un ojo de la cara. - Afirmó Roy -¡Y tenía razón! Quise comprar un par
de botellas buenas para darle caché y no veas el precio. Lo cierto es que
tendré que esperar porque, pese a todo, nuestra economía no es todo lo boyante
que debiera.
-Te regalaré algunas buenas marcas. - Le
sonrió Diamante. -
-Gracias, pero eso es lo que menos me
preocupa. - Le dijo Roy ahora más en serio. -
-¿Hay algo que te inquieta, verdad? -
Le sondeó su interlocutor con perspicacia, ofreciéndole de inmediato. – Aquí me
tienes compañero. Dime que es lo que te preocupa. Si puedo hacer algo por
ayudarte…
Su
amigo asintió y tras unos segundos de silencio confesó sin rodeos.
-No sé si podré darle a Bertie la vida
que ella se merece.
-Salta a la vista que te quiere. - Le
animó Diamante. -
-Pero eso no basta para una vida en
común. - Negó su interlocutor confiándole a su amigo. - Verás, yo estoy ahora
tratando de hacerme un hueco en la liga y no es fácil. Siempre ha sido mi mayor
ilusión, antes de que todo esto sucediera. Ya sabes, descubrir quién soy
realmente y lo demás. - Su compañero comprendió la alusión a las batallas
contra los demonios y entre tanto Roy proseguía con tono entre reflexivo y
preocupado. -Y el caso es que ahora mismo estoy hecho un lío. No sé qué me
deparará el futuro. Si podré triunfar o no. Tampoco puedo abusar de mis poderes,
no sería honesto conmigo ni con los demás. Por lo menos, Esmeralda y tú tenéis
profesiones en las que ambos habéis triunfado sin ayuda de capacidades
especiales.
-No te engañes. - Le contradijo su
amigo en un gesto de modestia que le honraba. - Yo dispongo de los conocimientos
del siglo treinta. Los programas de hoy son un juego de niños para mí. Eso
tampoco es ser justo.
-Pero tú ayudas al mundo a progresar.-
Argumentó Roy. - Sigues trabajando por algo. Yo soy un deportista y pensar en
que tengo unas capacidades tan superiores a los demás me parece algo casi
ilegal. ¡Como si me dopara!
-Trata de no desplegarlas en demasía. -
Le aconsejó Diamante. -
-Eso es lo difícil. Muchas veces me lo
planteo. Y sobre todo desde el compromiso que acordamos con el gobierno. ¿Sabes
a lo que me refiero, verdad?
El
príncipe de Némesis asintió lenta y pausadamente y replicó con tono
tranquilizador.
-Sí. Allí en Francia los servicios
secretos nos citaron un día a Esmeralda
y a mí y nos explicaron lo mismo que a vosotros. Al parecer, solamente
recurrirán a nosotros en caso de una grave amenaza, no debes inquietarte, por
lo demás tendremos una vida normal.
-Sí, y plagada de ventajas, reconozco que
esta casa ha sido toda una ayuda. Una buena recompensa por salvar el mundo. Pero,
pese a todo, me siento como si fuera un mercenario. Y que crean que estos
regalos les dan derecho a pensar que pueden reclutarme cuando y para lo que se
les antoje. Y nada más lejos de mis deseos. Quisiera olvidarme de todo eso, de
que alguna vez fui un guerrero y luché. Mi mayor ilusión es tener un hogar y
una familia normal y ser un buen jugador de baloncesto. Créeme, no ambiciono
otra cosa. Por eso hasta que no despeje mi cabeza de dudas y no vea claro el
futuro, no me atrevo a pedirle que se case conmigo.
-¿Has hablado de esto con ella?- Le
inquirió su amigo. -
-Sí, varias veces, pero Bertie afirma
que no le importa. Siempre dice que seremos felices. Sé que no quiere
preocuparme. Pero también lo pasa mal y debe de estar pensando porqué demonios
no me decido ahora que la paz ha vuelto. Y no quiero que piense que me importa
menos que antes.
-Tómatelo con calma ¡De veras! ¡Sois
jóvenes! Espera a entrar en el equipo, y a que esos tipos del gobierno se
olviden un poco de vosotros. Beruche lo entenderá. Y, sobre todo, no la
subestimes. Los de Némesis sabemos tener paciencia, te lo puedo asegurar.
El
muchacho sonrió agradecido tras esas palabras palmeando la espalda de su
interlocutor y le guio hacia arriba, en ese instante sonó el teléfono y Roy lo
descolgó en la cocina. Era Usagi, tras charlar unos instantes con ella y darle
recuerdos, (la conferencia era muy cara como para pasar el auricular a los
demás), colgó dirigiéndose con Diamante al cuarto en donde estaban las chicas.
Ail coincidió con ellos cuando entraban y Roy les puso a todos al corriente de
la llamada.
-Usagi me ha dicho que Nephrite, Zafiro
y Petz llegarán mañana mismo con ellas. Así que nos reuniremos todos, si Dios
quiere.
-¡Qué bien!- Exclamó Esmeralda. - Con
el tiempo que hace que no les veo, tendremos muchas cosas de que hablar.
-¡No sabemos nada de ellos casi desde
después del combate contra los demonios! A Nephrite le hemos visto una vez en Tokio desde que nos
separamos y a mi hermano apenas un par de veces. Por lo que parece han estado
también muy atareados. - Añadió Diamante con el mismo entusiasmo que los demás
ante la idea del reencuentro. -
-Bueno,- suspiró Roy. - Pues ya sólo quedaran
por venir Tommy y Connie. Supongo que no tardarán en volver.
Los
demás acogieron ese comentario con el deseo de que así fuera, pero poco podían
imaginar que en esos mismos instantes su amigo escuchaba a ese misterioso
muchacho. Antes de que comenzase a contarle nada más, Tom añadió desconfiado.
-¿Esto no será una broma, verdad?
-Te puedo asegurar que no.- Replicó el chico
sin perder su adusto semblante.- Ojalá lo fuera. -Deseo con resignada voz, para
continuar pidiéndole enfáticamente a su contertulio. - ¡Ahora escúchame con
muchísima atención y no me interrumpas! Contestaré después a las preguntas que
quieras hacerme aunque sobre mí mismo no pueda decirte nada. Sólo debes saber
que dentro de muy poco, un mal terrible se cernirá sobre la Tierra. Es algo
mucho peor que vuestra batalla contra los demonios.
Su
interlocutor esbozó un gesto de sorpresa.
-Pero ¿Tú cómo sabes que nosotros?...-
El chico levantó una mano en claro ademán para hacerle callar.
-¡Por favor, te he pedido que no me
interrumpas! - Le recordó elevando el tono, aunque eso sí con mucha cortesía y prosiguió.-
Tiene que ver con la caída de unos meteoritos.
Tom
volvió a infringir la norma declarando sin preocupación.
-Eso no es problema. Mis amigos pueden…-
Calló para no traicionar los especiales dones de sus compañeros pese a lo que
ese chico le había dado entender que sabía, pero podría ser un truco de alguna
agencia de espionaje así que rectificó. - El gobierno tiene medios para
destruirlos.
-Si fuera tan simple como eso, sí. -
Rebatió el muchacho desvelándole. - Lo malo no son esos meteoritos en sí, sino
lo que transportan.
-¿Acaso traen alguna enfermedad mortal?
¿Alguna bacteria desconocida que provocará una plaga?- Conjeturó Tom ahora más
preocupado. -
-No, tampoco es eso. - Negó su
interlocutor una vez más, reanudando su explicación. - Al principio únicamente
parecerán una inofensiva lluvia de estrellas, pero albergan aparatos
extraterrestres que transportan unas criaturas infernales. Los engendros de elite
de un conquistador galáctico despiadado que ambiciona este planeta. ¡Son sus
tropas de asalto! Una especie de androides que invadirán el mundo. - Describió
el chico para perplejidad absoluta de su oyente. - Todos tus compañeros e
incluso tú mismo os enfrentaréis a ellos pero seréis derrotados y la mayor parte
de vosotros aniquilados. - Sentenció para dejarle por completo atónito. -
-Un momento. - Trató de intervenir Tom-
¿Me estás diciendo que seremos vencidos? ¿Estás hablando de un acontecimiento
que no ha sucedido como si lo supieras de antemano? - Le preguntó con
incredulidad agregando con cada vez más escepticismo. - Creía que lo de esos
asteroides o lo que sean, era algo que se había visto por los telescopios.
A
decir verdad ese muchacho casi había llegado a convencerle por el tono tan
serio de sus palabras, pero ahora iba y se descolgaba con esto...
-Debes dejarme continuar y no asaltarme
con dudas a cada frase que digo. - Le recordó el chico endureciendo su mirada.
-
-Está bien, termina ya y luego te haré
unas preguntas. - Concedió Tom que comenzaba a pensar que estaba perdiendo el
tiempo con un demente. -
-Esos seres. - Le explicó el muchacho. -
Analizan la fuerza que se emplea contra ellos. Y lo malo es que son capaces de
reproducirla. Nos llevó años descubrir que la enviaban a su base y que desde
allí recibían suplemento de poder para hacerlo. No sabemos cómo logran emular
la fuerza que tenemos o de dónde sacan la energía. Pero lo hacen. El caso es
que, una vez llegas a tu límite, ellos continúan con las fuerzas intactas y en
el mayor grado que puedas haber alcanzado, ¡pero tú te has debilitado y acaban
contigo! Derrotan a sus enemigos simplemente por agotamiento.
-Pues destruid esa base y ya está.
- Replicó tranquilamente Tom. -
-No es tan sencillo. - Rebatió el chico
que parecía perder su aplomo por momentos. - De ser así de fácil ¿no crees que
lo habríamos hecho hace tiempo? No sabíamos dónde estaba. Aún seguimos ignorándolo. Creemos que al norte,
pero no es algo seguro. Además, todos han muerto, tan sólo quedamos mi primo y
yo. Pero no somos capaces de atravesar sus líneas. ¡Esos malditos son demasiado
poderosos! - Se lamentó amargamente apretando los puños. -
-¿Tú primo?- Se sorprendió Tom,- ¿Quién
es?
-El hijo de Karaberasu, se llama Mazoui,
es medio demonio, pero está de nuestro lado.- Le contó el chico dejándole
atónito. - Para mí es más un hermano que un primo, él me envió aquí cuando ya
no quedaban más esperanzas.
-¿El hijo de Karaberasu? ¿Qué tiene que
ver ella en esto? ¿Acaso sabes dónde está? ¿Enviarte desde dónde? No entiendo
nada de lo que me estás contando, chico.- Replicó Tom muy desorientado por la
alusión a la hermana de su novia y a la naturaleza de su embarazo y lo que de éste
resultase, que lejos de convencerle le hacía desconfiar más. - ¿Qué es lo que
pretendes?
Su
contertulio elevó el rostro al cielo en señal de frustración, trataba de
hacerse comprender pero parecía que ambos hablasen idiomas distintos. No sería fácil,
ya lo sabía de antemano. Se lo advirtieron pero creyó que después de establecer
contacto todo iría bien. Había sido muy ingenuo, este Tom no era como el que él
había conocido. Ahora era un muchacho que estaba en lo mejor de su juventud y
no sabía nada. ¡No tenía elección! , se armó de paciencia y le contó.
-Crecimos en una isla, junto con
nuestras madres y tías. Pero al final nos encontraron, ¡esos asesinos nos
atacaron! ¡Y fue por mi culpa, maldita sea! Y lo peor es que no podíamos hacer
nada. Por eso y como último recurso vine aquí, para tratar de cambiar ese
infierno.- Concluyó el chico con el gesto tenso, haciendo verdaderos esfuerzos
por dominar su agitación. -
-¿Pero de que isla? ¿De dónde vienes?- Quiso
saber Tom a quién le preocupaba más la inestabilidad mental de ese chico que
aquella deslavazada historia.- No entiendo nada.
El
muchacho resopló, parecía luchar consigo mismo y finalmente cedió para
desvelar.
-Provengo del futuro…
Tom
acabó de quedarse perplejo, ¡ese chico estaba como una cabra!, sería mejor
llamar a los loqueros. Pero seguía hablando y no se atrevió a cortarle.
-Si hubieras visto lo que han hecho, o
lo que harán, ya no sé cómo debo decirlo. - Suspiró el chico a punto de
sollozar de angustia. - ¡Ciudades arrasadas, millones de muertos por todas
partes! Toda la civilización destruida. La desesperación de los pocos que
sobrevivimos y el horror. Y solamente podemos huir y escondernos de ellos. Cazan
a todo ser humano que ven como a una alimaña, les da igual que sean, hombres,
mujeres o niños. ¡Malditos! - Apretó otra vez los puños con gesto de rabia
contenida a muy duras penas.- Por eso, ¡por favor!, ¡debes ayudarme!, contarle
a Roy todo esto y también a los demás. Deben destruirles ahora que están en el
espacio. ¡Antes de que lleguen o todo estará perdido!
Su
oyente suspiró largamente mirando a ese chico con una mezcla de lástima y
cansancio.
-Muy bien, ya te he escuchado tal y
como prometí. No podrás decir que no he sido paciente.- Sonrió ahora con ligero
sarcasmo y agregó con reprobación. - Como argumento para una película está muy
bien. Ahora dime quién eres y que quieres en realidad. ¡Acaso aprovecharte de
Roy! ¿O esto es solamente una broma que ha proyectado él?
-Lo había previsto.- Repuso el chico
con resignada calma. - Era más que posible que no me creyeras, pero no te lo
puedo reprochar.- Metió una mano entre sus ropas y Tom amagó un gesto
defensivo, pero el chico se limitó a sacar una manoseada fotografía para
indicarle con más vehemencia. - ¡Mira y convéncete! Aquí estoy yo con mi madre,
la tomamos un poco antes de que partiera a esta época.
Tom
observó la foto, allí estaba ese muchacho y la mujer que posaba con él se
parecía bastante a la hermana de Connie, pero era más vieja y con el rostro
demacrado por el sufrimiento.
-Espero que no se la enseñes a Bertie o
te matará. - Sonrió Tom con renovado sarcasmo para espetar. -¡Anda ya, chaval!
¿Insinúas que ella es tu madre? ¿Y quién es tu padre, Roy? - Se burló con
rotunda incredulidad. -
-Sí, así es. - Confesó el chico con un
supremo esfuerzo para mantener la paciencia. - Te lo contaré todo, no debería
hacerlo pero es la única solución. Roy es mi padre.
-¡Venga ya! , es la peor broma que ha
intentado gastarme nunca ese cretino. - Rio Tom moviendo la cabeza a la par que
lucía una sardónica sonrisa añadiendo.- Dile que yo también he visto Terminator.
-Me llamo Leval Malden. - Prosiguió el
chico ignorando ese comentario. - Soy hijo de Roy y de Beruche. No conocí a mi
padre, murió luchando contra los invasores antes de que yo naciera. Me crie con
el hijo de Karaberasu y tú, el único superviviente del grupo de mi padre,
fuiste nuestro maestro. Nos enseñaste a luchar y a mi primo todo lo que sabías
sobre esoterismo. ¿Qué más pruebas quieres que te dé de que no miento?- Le
preguntó el muchacho con un tono cargado de desesperación.-
-¿Y pretendes que me lo crea?- Replicó
su interlocutor insensible a esos ruegos para rebatir sin miramientos. - Esa
foto se puede trucar en cualquier sitio. Y las cosas que sepas te las puede
haber contado Roy. Dile de mi parte que esta vez se ha pasado de listo y que si
no fuera por...
-¡Ya basta, cállate! - Atronó el chico
visiblemente enfurecido.
Respiraba
violenta y agitadamente y clavaba en Tom una mirada digna de psicópata. Éste se
asustó, no era para menos, porque ahora empezaba a pensar que su amigo nada
tendría que ver con aquel desquiciado. Pero entonces, ¿de dónde había sacado
esa información? ¿No sería uno de esos tipos del gobierno?
-Mira, tranquilízate. - Le pidió con un
tono más moderado, quizás no debió burlarse de él, pero pensaba estar
respondiendo a la broma de Roy con otra, así que añadió conciliador. - Ya
hablaré con mi amigo y veremos qué podemos hacer para acabar con esos
invasores. ¿Eh?
-¡No te esfuerces en mentirme! - Espetó
el chico reprochándole con dureza. - Sé que no me crees, te estás riendo de mí,
y pensar que había depositado todas mis esperanzas en ti.
Aquellas
palabras paralizaron de asombro a Tom, o ese chico era muy buen actor o
realmente creía lo que decía.
-No me queda otra opción que convencerte
de un modo u otro. - Sentenció ahora con tono amenazador. - Si no ha podido ser
por las buenas será por las malas.
No
había terminado de pronunciar esas palabras cuando Tom sintió una oleada de
energía tremenda recorrer el lugar, de inmediato se levantó un fortísimo viento que venía aparentemente del chico. La tierra a su
alrededor comenzó a temblar.
-¡Iaaaa!
Gritó
éste elevando los brazos al cielo e inflamándose literalmente para comenzar a
brillar de un color dorado instantes después. Su pelo era ahora de este tono y
sus ojos azules refulgían clavados en su atemorizado interlocutor, mientras
innumerables pedazos de rocas se elevaban en el aire a su alrededor.
-¡Un súper guerrero! - Pudo balbucear
Tom trocando su preocupada expresión por otra verdaderamente atónita y aterrada.
- ¡Eres un saiyajin!
-¿A cuántos más conoces aparte de Roy
que sean capaces de serlo, eh? - Le retó el chico- ¡Maldita sea! ¿Ahora me
crees? ¿O prefieres que destruya media ciudad? Es más, te juro que mataré a
todo el mundo antes que permitir que caigan bajo el yugo de los androides de
Gralas. Si no puedo impedir eso, al menos evitaré el sufrimiento de los
inocentes. Así su final será rápido.
Tom
estaba completamente paralizado por el terror, aquello que tenía delante de él
era innegable, ese chico era un súper guerrero, tan poderoso como su amigo ¡o
quizás más! No creía que pudiera existir
ninguna forma de trucar aquello. Y ahora con esa mirada llena de desesperación
que lucía parecía determinado a cumplir su amenaza. Pero lejos de ello, ahora
lloraba desconsoladamente mientras remitía su poder para volver a convertirse
en una persona normal. Cayó incluso de rodillas al suelo retraído sobre sí
mismo y sólo pudo sollozar atormentado.
-¡No puedo hacerlo! Pero si no lo hago
yo, lo harán ellos. Tantas muertes, tanto dolor y ¿para qué? ¡Señor ayúdame!
¿Si fracaso que nos queda? Por lo menos moriré aquí, luchando contra esos
malditos monstruos a vuestro lado.
Su
contertulio no podía replicar, sólo le miraba en silencio con los ojos
desmesuradamente abiertos.
-¡Dios mío! - Reconoció horrorizado. -
No puede ser un truco ¡Dime por favor! ¿Qué será de mí y de Connie en tu
futuro?
Leval
apenas pudo contestar, lloraba, en esta ocasión emocionado de que, por fin
hubiese conseguido convencer al que era. O mejor dicho, estaría destinado a ser
su tío. Pudo rehacerse lo bastante para levantarse y responder.
-Viviréis y tendréis dos hijos. No
puedo decirte más, perdona. Pero eso no importa ahora. Nuestra única esperanza
para el porvenir es destruirles antes de que se asienten. Tu hijo Alan calculó que,
desde este momento hasta la invasión, deberían pasar tres meses. Cuanto antes
lo sepan todos mejor.
Su
interlocutor se quedó de una pieza al oír aquello. Ese era el nombre que
siempre quiso para cuando tuviera un hijo, si éste era varón. Era su propio
segundo nombre. El que jamás usaba, pero que le gustaba. No recordaba ni haber
comentado aquello siquiera con Connie o con Roy…y hablando de su amigo…
-Roy… Tu padre- , rectificó suavemente
Tom. - Debutará mañana en la NBA. Íbamos a verle jugar. Puedes venir con
nosotros...
Leval
negó con la cabeza enjugando sus lágrimas para pedirle casi con tono
suplicante.
-Por el momento no le digas nada. ¡Ese
era su sueño!, mi madre siempre me lo decía. Mi padre siempre quiso jugar como
profesional.
-¡Dios, esto es de locos! - Jadeó Tom
llevándose las manos a la cabeza. ¡Otra vez, no!... Ya hemos tenido
suficiente… ¡maldita sea!
La
situación le sobrepasaba por entero. No sabía a dónde mirar ni qué decir. ¿Por
qué tenía que ocurrirle esto a él? ¿Acaso tenía el destino del mundo entero en
sus manos?
-Dentro de dos días iré a la casa de
mis padres. - Le reveló Leval ya con la voz más serena. -Tengo la dirección,
está en las afueras.
-En eso te equivocas. - Se atrevió a
rebatirle ahora su interlocutor, aunque en esta ocasión con ánimo de
informarle. - Viven en un apartamento, en el centro de la ciudad.
-No, se mudaron. - Le negó a su vez el
muchacho. - Mi madre me lo dijo. Fue unos días antes de que mi padre debutase
en la liga profesional. Lo recordaba bien.
Tom
no supo que replicar, en ese instante les llegó desde la distancia la voz de
Cooan. Leval miró hacia esa dirección y concluyó con un tono de voz más
relajado y agradecido.
-La tía Connie te llama. Yo debo irme,
no es conveniente que me vean más personas de esta época. Al menos no todavía. Recuerda,
hasta dentro de dos días. Ahora todo está en tus manos, tío Tom. Y por favor,
no le cuentes a nadie nada sobre mí, al menos todavía.
Éste
no despegó los labios. El chico se había elevado en los aires y se alejó de
allí a una velocidad vertiginosa. Cuando quiso darse cuenta ya no pudo verlo.
En ese momento se acercó Cooan cargada de prendas diversas que sostenía
arrebujadas entre sus manos.
-Tom ¡te estaba llamando! Se desató un
vendaval tremendo y las ropas se nos volaron. Además tuve que irme hasta la
otra punta del camping para tenderlas.- Se quejó con tono fastidiado en tanto
sentenciaba. - Tendríamos que haberlo pensado al acampar.
Pero
éste seguía mirando al cielo sin responder.
-¿Qué miras, ocurre algo?- .Quiso saber
su novia observándole con gesto inquisitivo. -
-No, nada - Repuso suavemente él
dirigiendo la vista hacia la chica y agregando con tono más distendido. - Perdona,
estaba ensimismado y me despedía del paisaje.
-Pues acaba de despedirte ya, que se
nos hará tarde. - Le pidió ella con una sonrisa. -
Él
la abrazó con fuerza y eso sorprendió a Cooan, pero lo interpretó como una
carantoña más para hacerse perdonar por haberla dejado a su suerte con la ropa.
Aunque no era para tanto, pero si Tom quería mostrarse cariñoso no sería ella
la que le coartase. De este modo, cuando se separaron tras algunos besos él sonrió reconfortado y dijo.
-Voy a cargarlo todo en el coche.
Y
se alejó para organizar el material, lo cargó y ambos partieron de vuelta a la
ciudad. Tom contaba los instantes para poder hablar con su amigo. Deseaba
decirle todo lo que le había explicado el chico, pero no podía desvelar su
secreto. Ahora aferraba el papel con aquellas señas de la nueva casa que Leval
le había dado y las estrujaba con impaciencia. Esa sería otra prueba más y si
el chico tenía razón. ¿Cómo debería actuar él? Mejor esperaría a que el muchacho
llegase. Dos días, ¡cuarenta y ocho horas que se le iban a hacer eternas! Pero
no podía permitir que su semblante ni sus actos transmitieran preocupación y se
rio e incluso bromeó con Cooan durante el viaje, hablando de sus amigos.
-A buen seguro que ya habrán montado
una fiesta sin esperarnos.- Comentó del modo más jovial que pudo.-
Los
demás, ajenos a todo ese futuro drama,
se divertían en casa de sus anfitriones. Aunque en medio de una conversación
distendida de pronto, Ail, Diamante y el propio Roy se miraron extrañados.
-¿Habéis sentido eso?- les preguntó el
príncipe de Némesis a sus amigos, ante las sorprendidas miradas de las chicas.
– Ese poder…
-¿Sentir el qué? ¿A qué poder te
refieres? - Quiso saber Esmeralda observando a su novio con extrañeza. -
-Sí. Una fuerza enorme. – Afirmó Ail por
respuesta. – La he percibido.
-Es verdad, ha sido solamente durante
un momento. – Convino Roy. – Pero emitía un gran poder.
-¿Qué es esto, alguna de vuestras
bromas?- se sonrió Bertie que ya movía la cabeza. -
-No cubito. – Repuso su novio con tono
reflexivo, afirmando entonces. – No lo sé. Ahora ya no percibo nada anormal…
-El caso es que esa fuerza me recordaba
bastante a… no estoy seguro, pero me era familiar. – Pudo terciar Diamante llevándose
la mano a la barbilla. -
-Podría ser algún tipo de prueba del gobierno.
- Conjeturó Roy añadiendo. – No sé. Quizás deberíamos investigarlo.
-¡Vamos Roy! – intervino su novia con
gesto de desaprobación. – Déjate de teorías conspiratorias. Ahora que estamos
todos reunidos y que los demás van a venir. No nos fastidies el encuentro con
esas cosas.
-Sí - la apoyó Annie que ahora acunaba
al bebé. – Creo que no será nada grave. Y Bertie tiene razón. Tenéis que dejar
de estar pendientes de la lucha o la fuerza a cada momento.
-Vale cariño. No he dicho nada. –
Suspiró el muchacho encogiéndose de hombros en tanto miraba a sus compañeros. –
Dejémoslo estar.
-Después de todo lo que ha sucedido nos
merecemos algo de paz. – Pudo añadir Diamante con el asentimiento sonriente de
su propia pareja. –
-Y si nadie del gobierno os ha llamado
seguro que no pasará nada. – Pudo decir Esmeralda. – Estarían pidiendo vuestra
ayuda de inmediato.
-Supongo que tienes razón.- Quiso
convenir Roy.-
Aunque
a él, ese flash de energía le había resultado muy peculiar. Como si su mentor
Son Goku hubiera acumulado poder para convertirse en super saiyajin. Aunque de
un nivel muy bajo.
-Tendré que preguntarle a Landar en
cuanto pueda.- Pensó.-
Pero
observando de reojo a Beruche decidió dejarlo para otro momento. No quería
disgustarla, y menos en esas circunstancias, cuando se suponía que todos
estaban reunidos para celebrar su próximo debut en la NBA. Lo cierto es que ni
a ella ni al resto de las mujeres les apetecía en absoluto que sus novios se
fueran a indagar acerca de vete a saber qué. Los chicos cedieron en eso y como
no volvieron a sentir nada extraño lo terminaron dejando de lado. Ail deseaba estar
con su mujer y su hijo en ese agradable y distendido ambiente. Diamante tampoco
estaba muy por la labor de ir a perseguir fantasmas o falsas alarmas y Roy por
su parte tan sólo deseaba centrar sus pensamientos en dos cosas, llegar a ser
un buen jugador profesional y hacer a Bertie feliz.
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