sábado, 5 de marzo de 2011

GWB 3. 48 El extraño muchacho

Roy y Beruche  paseaban por las calles de la ciudad en compañía de Ail y Ann. El futuro jugador de la NBA se había ofrecido como guía para mostrarles la “Gran Manzana” a sus amigos. Ann llevaba a su hijo en un cochecito, con su apariencia humana parecía una joven madre normal. Junto a Beruche se recreaba mirando los escaparates de las tiendas más famosas de la ciudad.

-Esta es increíble.- Le susurró Bertie a su amiga.-

            Y la llevó de la mano ante el escaparate de la mítica “Tiffanys”. En tanto que Bertie contemplaba esas joyas admirada, Annie simplemente se limitó a decir.

-Sí, son realmente bonitas. Aunque para nosotros eso carece de importancia.
-Bueno, recuerdo que teníamos joyas en Némesis.- Le contó su interlocutora, sorprendida a su vez del escaso entusiasmo de su amiga, para añadir.- Pero eran normalmente los condensadores de energía para que funcionasen nuestras droidas. Y desde luego, no tan bonitas como estas. Aunque sus minerales eran tan raros que se cotizaban mucho aquí. De hecho, pudimos empezar de nuevo en la Tierra tras vender algunas que mi hermana Kalie se trajo escondidas en su lazo.- Sonrió. -

            Aunque esa expresión en su cara se apagó enseguida. Ann la observó dándose cuenta de inmediato y con tono amable le dijo.

-Piensas mucho en tu hermana. ¿Verdad?
-No lo puedo evitar. Es muy duro para mí, y para las demás.- Admitió Bertie con sus ojos haciendo aguas.-
-Tranquila. ¿No querrás que Roy se preocupe?- le dijo Annie.-
-No, claro que no.- Afirmó la muchacha enjugándose alguna lágrima.-¡Anda, sigamos! Hay muchas cosas bonitas que ver.- Añadió tratando de recobrar la jovialidad.-

            Por su parte, los chicos iban charlando de sus cosas. Recordando algunos momentos en el Rincón y pasando a temas más actuales. Como por ejemplo, el viaje que Roy interrumpió.

-Lamento haberos molestado.- Se disculpó nuevamente éste.-
-Nada de eso. Al contrario, te agradecemos que quisieras hacernos partícipes de tu éxito.- Comentó Ail.-
-Eres amigo, más que eso, somos como hermanos, todos los que entrenamos y luchamos juntos.- Declaró Roy. – Y eso incluye a tu familia.
-Gracias, creo lo mismo.- Asintió Ail.- Por eso, es un placer estar con vosotros. Y habéis sido muy amables al hospedarnos.
-Con mucho gusto, amigo.- Afirmó su interlocutor.-

            En eso que las chicas se aproximaron. Bertie les comentó con buen ánimo.

-Annie quiere buscar algo de ropa para Giaal, la voy a llevar a una tienda monísima de bebés que hay cerca de aquí.
-Me parece estupendo, cubito.- Sonrió Roy.-
-Sí, es una idea estupenda. A nuestro hijo le vendrá bien algo de ropa.- Añadió Ail.-
-¡Seguro que tendrán ropita de su talla! - Dijo Annie con visible interés y entusiasmo en tanto acunaba al bebé en su cochecito.- Así aprovecharemos nuestra estancia e iremos mejor preparados.
-Bueno, las chicas ya nos regalaron cosas para él.- Comentó Ail.-
-Sí, pero crece tan deprisa que, dentro de poco, no le servirán.- Apuntó Ann.-
-Es que casi todo le queda grande todavía.- Objetó su pareja.-
-Por supuesto, tienes toda la razón, Annie.- Asintió Roy con rapidez, alegando.- Nosotros no estamos muy a la moda, y además, no tenemos ni idea de qué tipo de ropa le vendrá mejor. Pero podemos ir a mirar con vosotras.
-No hace falta. Ya nos ocuparemos nosotras.- Se sonrió Beruche adivinando al vuelo las intenciones del chico.-

De modo que ambas se dirigieron hacia la tienda en cuestión. Entre tanto y algo más distanciados, los respectivos novios de las chicas paseaban por la Quinta Avenida para hacer tiempo en tanto las aguardaban frente al escaparate de esa tienda.

-¡Vaya!- Se sorprendió el extraterrestre.- ¡Qué rápido has sido dándole la razón a Annie!-
-Chico, es un consejo que el maestro Son Goku me dio. Y que yo mismo aprendí en la escuela de la vida y en mis numerosos ligues. A veces, tienes que evitar la batalla a toda costa.
-Bueno, siendo el enemigo más fuerte que tú, por supuesto. Pero no sé que tiene esto que ver.- Se sorprendió su compañero.-
-Pues que estabas a punto de hacer enfadar a tu chica.- Le explicó Roy. – Y en esa batalla nunca tenemos las de ganar.

            Tras pararse a pensarlo por unos instante, su amigo convino en eso suspirando aliviado.

-Dime Roy.- Le inquirió Ail con tono subrepticio – Tú pareces saber mucho de mujeres. ¿Bertie y tú vivís como pareja? - Su acompañante asintió de modo apenas perceptible, como temiendo que las chicas pudieran escucharles. -¿Cómo os va?- Se interesó el alíen.
-Bueno, no nos podemos quejar. - Repuso su interlocutor ladeando ligeramente la cabeza hacia su novia, quien junto con Annie estaba entrando en la tienda, para volver a dirigirse a su contertulio. - Llevamos viviendo juntos un par de meses. Ahora con la casa nueva estamos pensando ya en casarnos, al menos yo lo he meditado pero todavía no le he dicho nada a ella...
-Pero creo entender que ya se lo habías propuesto, ¿no?- Se extrañó Ail.-
-Sí- replicó difusamente su amigo. - El caso es que se lo dije cuando vencimos a los demonios, pero quizás me precipité. Todavía somos jóvenes y puede que sea más sensato que nos diéramos tiempo y que asentásemos nuestras vidas, nos conociéramos mejor y todo eso. No obstante, es cierto que al principio creí que con casa y trabajo estable casarnos sería algo inmediato, pero ahora no estoy tan seguro. - Le confesó Roy que se apresuró a decir. -No es que yo no quiera. Al contrario. Estoy loco por ella. Sin embargo, no quisiera que se nos juntase todo tan de golpe.
-Te entiendo. - Declaró comprensivamente Ail.- Aunque ese problema no lo tenemos Annie y yo. Nosotros llevamos toda la vida conociéndonos. Crecimos juntos y esa ceremonia del matrimonio no nos hace falta.
-Hombre, no es que sea necesaria, pero aquí en la Tierra es una costumbre muy común. - Le explicó su contertulio añadiendo con un ligero tono cómplice. - Seguro que Annie estaría muy guapa vestida de novia. Y tendrías que ver la ilusión que les hace a casi todas las mujeres de este planeta. Es lo mismo que irse a comprar ropa. Aunque no le haga falta enseguida.
-Quizás tengas razón. - Concedió su amigo pensando en el motivo de ese deseo de casarse. - Quién sabe. - Añadió con una sonrisa -  A lo mejor me animo a pedírselo. Aunque de todas maneras, ya poseemos lo más preciado que se puede conseguir. Hemos descubierto el amor y tenemos un precioso hijo.
-Debe ser maravilloso ser padre. - Afirmó Roy mirando desde la distancia a las dos chicas que le hacían carantoñas al bebé en el interior de esa tienda. - Tener un hijo, aunque también es una gran responsabilidad.
-Sí.- Le corroboró Ail. - Te debes a alguien que depende por completo de ti. Es tan especial...una sensación muy bonita. Tener a tu hijo en los brazos y darte cuenta de lo indefenso que está. Tan frágil y hermoso a la vez. Veras amigo - quiso explicar tratando de escoger las palabras. - Nosotros nacimos del árbol y no estábamos familiarizados con estas sensaciones. Ha sido una experiencia totalmente nueva y maravillosa.
-Pues se os está dando muy bien. - Afirmó su interlocutor arrancando una sonrisa agradecida de su compañero. -
-Créeme si te digo que jamás pensé que fuéramos capaces de comprender el amor de los humanos por sus hijos. Y que ahora lo entendemos. Lo cierto es que algunas veces hicimos cosas terribles que afectaron a críos. Cuando robábamos energía con nuestras cartas…

            Suspiró rememorando cierta ocasión cuando atacaron una guardería, los críos quedaron afectados aunque por fortuna ninguno sufrió un daño grave. Pensando ahora en su pequeño Ail no podías dejar de bajar la cabeza muy avergonzado. Así se lo comentó a su amigo para remachar.

-No sabría por dónde empezar. Ni me atrevería a mirar a esas madres y a esos pequeños a  la cara. Lo que hicimos fue indigno y mezquino. Pero te juro que no comprendíamos lo que es ser padres.

            Roy le palmeó afectuosamente la espalda y contestó con tono comprensivo.

- Deja de torturarte ya por eso. Todos hicimos cosas que lamentamos y que siempre estarán ahí. Por mucho que hagamos. Aunque no nos queda otra que aprender a vivir con ello y seguir adelante compensando a la humanidad. Cuando las conocí, Bertie y sus hermanas tenían una sensación similar. Muchas veces ella me ha contado que ser maestra es en parte una manera de resarcir al mundo por lo que hicieron.
-Es cierto.- Convino Ail, alegando.- Es muy importante sentirse bien con uno mismo. Una vez que has logrado eliminar el odio y el rencor hacia algo o alguien se vive mucho mejor. Pero luego queda el arrepentimiento por las cosas que hicimos mal. Compañero, me alegra haber sido capaz de compensar a este planeta. Y en eso, creo poder hablar por todos nosotros. ¿No lo crees?

            Roy asintió escuchando las palabras de su amigo con mucho interés. Opinaba lo mismo. Fue una de las cosas que los cinco tuvieron en común cuando entrenaron en el rincón del Alma y del tiempo, y aquello obró como si de una argamasa indestructible se tratara, hermanándoles casi desde el principio. Un objetivo común, unas razones similares. Pensado en ello todo encajaba, estaba muy claro que no les eligieron por casualidad. Eso comentaron, al fin lo dejaron estar y ambos continuaron charlando ya sobre otros temas. Por su parte, Beruche y Ann se habían metido raudas en esa tienda de moda infantil atraídas por algunos de los modelitos para bebés expuestos en el escaparate. Bertie se fijó en uno de los jerséis de punto que se mostraban colgados en pequeñas perchas sobre una larga barra de acero y lo midió a ojo por los hombros. Sonriendo le dijo a su amiga.

-Éste es muy bonito. De color azul y con un pollito amarillo bordado aquí. - Señaló justo en el centro de la prenda. -
-Es verdad, pero me interesa que sea de una talla algo mayor que la de Giaal, ¡mi hijo crece deprisa! - Se rio ella. -
-¿Qué tiempo tiene tu hijo? - Se interesó Beruche -
-Vamos a ver. - Reflexionó Ann mesándose la barbilla y mirando hacia el techo como si esto la ayudase a calcular. -Según el calendario de la Tierra (meditó durante unos segundos y al fin concluyó). - Debe tener unos catorce meses. - Tomó el jersey de manos de su amiga y lo examinó superponiéndolo al niño que dócilmente permanecía quieto, en actitud curiosa, mientras jugueteaba con el chupete. - Creo que le vendrá bien. Me lo quedaré.

            Se adelantó con rumbo al mostrador para llamar a la dependienta y pagar. Por suerte conservaba algo de dinero humano de su anterior estancia en la Tierra. Pero Beruche la detuvo colocándose delante de ella mientras sacaba su propia cartera del bolso.

-No, de eso nada, yo te lo regalo. - Le ofreció. -
-¡De ninguna manera! - Se resistió Ann. - Es un jersey muy caro. No puedo aceptarlo.
-¡Tonterías! - Rebatió Bertie recordando con esa exclamación a su hermana Petz, aunque de inmediato agregó con afecto - , es lo menos que puedo hacer. Os habéis retrasado en vuestra vuelta a casa por nosotros y además, tenéis que comprarle cosas al niño. Déjame que le haga un regalo ya que no le he visto nacer y seguramente me perderé su próximo cumpleaños.
- Está bien. Muchísimas gracias. - Le sonrió su amiga aceptando de buena gana y añadiendo con tintes de solemne promesa. - Cuando tengas un hijo yo también le haré un regalo. ¿Vale?
-Por ahora no sé cuándo será eso. - Replicó Beruche con el entusiasmo deshinchado. - Roy me pidió que viviéramos juntos y lo estamos haciendo. También me propuso casarnos cuando tuviéramos trabajo y estabilidad, eso fue antes de graduarnos. Pospusimos nuestros planes de boda hasta acabar con los contratiempos y las amenazas y ahora, cuando debería pedírmelo oficialmente, no parece que esté muy dispuesto a renovar su oferta. A veces me da la impresión de que duda, de que no se siente cómodo cuando sacamos la cuestión.
-Estará asustado. - Conjeturó Annie mirando a su amiga con simpatía para quitarle hierro al asunto. – Ese tipo de cosas puede que le den miedo.
- Es un súper guerrero. – Objetó su interlocutora con gesto algo alicaído para afirmar algo desencantada. – Ha luchado contra demonios e incluso ha perdido su vida frente a ellos. No creo que se asuste de algo así.
- No te creas- rebatió su amiga para declarar.- Por lo que las guerreras me enseñaron cuando las conocí, a veces a los hombres les aterra ese tipo de compromiso. No te sorprendas si es capaz de pelear contra el Averno entero y luego se siente inseguro a la hora de pedirte matrimonio. ¡Pero tranquila! - Agregó animosa. - No hay más que verle para darse cuenta de que está colado por ti.

            Beruche se dejó confortar y sonrió aliviada por las palabras de su interlocutora. En el fondo sabía que Annie tenía razón. De modo que, más animada, pagó el jersey y después de mirar alguna cosa más y comprar otros dos o tres artículos, ambas volvieron al encuentro de los muchachos. Concluyeron el paseo regresando al chalet de la pareja neoyorkina. Sólo les restaba esperar a los demás. Roy les había llamado para darles la nueva dirección. Los primeros en llegar fueron Diamante y Esmeralda. Estaban muy elegantes y después de los consabidos besos y abrazos comenzaron a charlar contándose sus respectivas peripecias.

-Chicos, cuanto me alegro de volver a veros. - Declaró la modelo que se acercó hacia el niño de Ail y Ann tomándole en brazos. - ¡Qué bonito! Cuchi, cuchi… - Le susurraba con voz melosa haciéndole carantoñas. -

            El niño reía con los ojos muy abiertos y atentos en seguir los movimientos de la mano de ella en tanto la joven prolongaba sus alabanzas.

-¡Es guapísimo, que encanto de crío!
-Se te dan muy bien los niños, Esmeralda. - Sonrió aprobatoriamente Ann contando ahora con desenfado. -Recuerdo que cuando luchaba todavía contra las guerreras ayudé a Mamoru y a Usagi a cuidar un bebé. En realidad a mí no me interesaba nada, solo quería hacerme agradable a los ojos de él. Pero el niño lo notó, ¡es increíble el sexto sentido que tienen los críos! Siempre que acercaba a él lloraba o pataleaba e incluso una vez se me hizo pipí encima.
-¡Habría que verte entonces!- Sonrió divertida Beruche al escuchar aquello. - Aunque es difícil de creer viéndote ahora, eres una madraza, Ann.
-Es cierto. Los niños saben cuándo hay amor verdadero. - Afirmó Esmeralda depositando suavemente a Giaal en su cuna suspirando. - A mí me gustaría tener alguno, aunque ahora no me es posible ser madre. Sin embargo, cuando Diamante y yo afiancemos nuestras carreras y tengamos más tiempo me encantaría...
-Oye. ¿Y conmigo no cuentas?- Intervino el aludido de modo jovial provocando la risa de todos. -
-¿No me has oído?- Repuso su novia aun sonriente por el comentario. - Claro que sí.
-¡Por intentarlo que  no quede! -Terció jocosamente Roy reavivando las risas. –

            Las muchachas hicieron un aparte, moviendo la cabeza entre risueñas e incrédulas. Este muchacho siempre tenía que saltar con  alguno de sus cáusticos aunque divertidos comentarios.

-Te vi en la televisión el otro día. - Declaró Beruche para proseguir la conversación, afirmando admirada. -  ¡En poco tiempo te has convertido en una modelo muy cotizada!
-Gracias.- Respondió complacida Esmeralda. - Aunque es muy duro ¡si supieras las peripecias que hemos tenido que pasar últimamente Diamante y yo a causa de mi trabajo, bueno y del suyo también!

            Todos la observaron interesados y Esmeralda no se hizo de rogar para narrarles sus aventuras, pero el niño comenzó a llorar cuando comenzaba su prometedor relato. Tuvo que dejarlo para después, ya que el pequeño Giaal reclamaba ahora la atención de todos. Su madre se ocupó de  reconocerle y concluyó que necesitaba un urgente cambio de pañales.

-Yo lo haré, Annie. - Se ofreció Ail sacando al niño a fin de que no perturbase con su llanto la conversación. -

            Todos le dedicaron una simpática mirada a ese abnegado papá y una vez se hubo alejado hacia el cuarto de baño con el niño, Esmeralda prosiguió.

-Resulta que intervine como justiciera por primera vez impidiendo un atraco en un banco.
-¡Vaya, enhorabuena!- Sonrió Beruche añadiendo con afabilidad. - Bienvenida oficialmente al club de las luchadoras justicieras.
-Muchas gracias. Al principio estaba muy nerviosa. No quería que hiriesen a nadie por mi culpa.- Les confesó su interlocutora.- pero luego usé mi boomerang para aturdir y derribar a un par de atracadores en tanto dejaba fuera de combate al restante. Salí de allí deprisa, antes de que llegase la policía.
-Tuvo que ser muy emocionante.- Intervino Annie.-
-Lo fue.- Admitió Esmeralda, para añadir con tintes incluso de extrañeza.- Aunque la vida está llena de casualidades, justo llegué a la casa Deveraux , ya con mi identidad civil, sorprendí a alguien tratando de robarme mis bocetos.
-¡No me digas!- Exclamó Beruche.-
-De hecho, estaba escapando por la ventana. Tuve que salir y volver a transformarme para perseguir al ladrón. Que en realidad resultó ser ladrona.
- ¿Cómo lo supiste?- Quiso saber  Ann con patente interés –
-Bueno, aunque iba con un pasamontañas y con un traje oscuro que le cubría el cuerpo por entero, sus formas estaban muy claras. – Le contestó su interlocutora. – Recuperé mi trabajo pero no pude atraparla. Era realmente ágil y peleaba muy bien.
-Pues para poder mantener un combate contra ti, debía de ser realmente buena.- Convino Ann.-
- Lo nuestro ha sido mucho menos emocionante. - Terció Beruche que, sin embargo, suspiró para sentenciar. – Y lo prefiero así. Ya hemos tenido muchas aventuras. Creo que suficientes para el resto de nuestras vidas.
- Nunca descartes la aventura. – Aseveró Esmeralda afirmando con tono casi de profecía. – No se sabe cuándo se presentará.
- Eso es cierto, ¡aunque ahora las nuestras no pasan del dormitorio! – Rio Roy.-

            Diamante se rio con él y Bertie, colorada en extremo, se limitó a hacer amago de sacudirle un buen coscorrón.

-  Pues a nosotros nos vale en cualquier parte. ¿Verdad cariño?- comentó Esmeralda todavía tratando de evitar reír. –

Ahora fue su novio el que carraspeó algo envarado y  los demás los que se troncharon de risa. Ail por su parte llegó acunando al pequeño Giaal. Aunque éste se puso a llorar con aquella escandalosa hilaridad y el alien se disculpó alejándose de nuevo con el bebé para tratar de calmarlo. Tras las sonrisas de todos al ver al apurado papá fue Roy el que, dirigiéndose al príncipe, le pidió.

-Ven Diamante, te interesará echarle un vistazo a la bodega que tenemos en el chalet, tú que entiendes de vinos podrías aconsejarme.
-Eso siempre me interesa, sí. - Corroboró el interpelado siguiendo a su  amigo hacia otra estancia.-


            Los dos se despidieron momentáneamente de las chicas. Una vez a solas, ellas pasaron a preguntarse cosas más íntimas y Esmeralda abrió el fuego.

-¿Y vosotras que tal? - Miró alternativamente a sus interlocutoras. - ¿Cómo van vuestras relaciones de pareja?
-Estupendamente - respondió Ann. - Sobre todo una vez que les hicimos caso a las guerreras y descubrimos el amor “humano” .Ja, ja, desde entonces, lo hemos disfrutado bastante.

            Por su parte Beruche sonrió afirmando lo propio. Aunque de un modo más vago.

-Roy y yo estamos bien pero...- Se puso más seria eliminando la comicidad en su tono de voz y ambas lo detectaron. -
-¿Algo no va bien? - Se interesó Esmeralda mostrando preocupación. – ¿Es que no lo hacéis a menudo?
-No, no es eso. - Repuso Bertie que le confió a su amiga lo que ya había hablado con Ann.-

            La modelo la alentó con despreocupación aseverando.

-Tranquila ¡Es normal!, sois jóvenes todavía y tenéis mucho tiempo. Es mejor que no os presionéis con esa idea del matrimonio. ¡Hazme caso! Yo lo pasé muy mal en Némesis cuando creía que Diamante era inalcanzable para mí y ya has visto los años y hasta las vidas que he necesitado para conseguir que estemos juntos. Tú ya tienes a Roy.
-¿Pero acaso tú y Diamante no pensáis en casaros todavía?- Preguntó Bertie sintiéndose sorprendida. -
-¡Ni por asomo! - Contestó jocosamente Esmeralda que viendo las atónitas caras de sus interlocutoras se apresuró a matizar más en serio. - No tiene nada que ver con que nos queramos, es igual que con los hijos. Sólo pensamos darnos tiempo. Tenemos mucho que recuperar y que vivir antes de cargarnos con otras responsabilidades. Confía en lo que te digo y no te inquietes todavía, mujer.
-Es un buen consejo. - Acordó Ann. – No sufras por él. Ya te lo he dicho. Está loco por ti.

            Beruche sonrió sintiéndose mejor. Quizás se había alarmado sin motivo. Sus amigas tenían razón. No corría tanta prisa, pero es que a ella le parecía una eternidad (Y realmente así era si tenía en cuenta sus anteriores vidas).Desde que se prometió con Roy. Pero también era verdad que ambas reencarnaciones eran distintas en sus circunstancias y su desenlace. Las vidas eran totalmente diferentes y podría decir que ellos no eran las mismas personas que fueron. Era un porvenir totalmente nuevo y por hacer. Además, ahora se abría una época de paz que podrían disfrutar juntos. Tiempo habría para casarse…

-Tenéis toda la razón. Muchas gracias, chicas.- Replicó visiblemente más animada.-

            Los chicos estaban en el sótano de la casa, Roy mostraba a su amigo el amplio recinto construido en madera donde apilaba las botellas de vino y otras bebidas. Él no se prodigaba en exceso pero nunca venían mal unos buenos caldos para ocasiones solemnes. Diamante lo observó todo con aprobación y dijo.

-En Némesis yo tenía una buena bodega, era una de las cosas que me gustaba, saborear buen vino y coleccionarlo. De las pocas distracciones que tenía allí.
-Tom me advirtió que estos hobbies costaban un ojo de la cara. - Afirmó Roy -¡Y tenía razón! Quise comprar un par de botellas buenas para darle caché y no veas el precio. Lo cierto es que tendré que esperar porque, pese a todo, nuestra economía no es todo lo boyante que debiera.
-Te regalaré algunas buenas marcas. - Le sonrió Diamante. -
-Gracias, pero eso es lo que menos me preocupa. - Le dijo Roy ahora más en serio. -
-¿Hay algo que te inquieta, verdad? - Le sondeó su interlocutor con perspicacia, ofreciéndole de inmediato. – Aquí me tienes compañero. Dime que es lo que te preocupa. Si puedo hacer algo por ayudarte…

            Su amigo asintió y tras unos segundos de silencio confesó sin rodeos.

-No sé si podré darle a Bertie la vida que ella se merece.
-Salta a la vista que te quiere. - Le animó Diamante. -
-Pero eso no basta para una vida en común. - Negó su interlocutor confiándole a su amigo. - Verás, yo estoy ahora tratando de hacerme un hueco en la liga y no es fácil. Siempre ha sido mi mayor ilusión, antes de que todo esto sucediera. Ya sabes, descubrir quién soy realmente y lo demás. - Su compañero comprendió la alusión a las batallas contra los demonios y entre tanto Roy proseguía con tono entre reflexivo y preocupado. -Y el caso es que ahora mismo estoy hecho un lío. No sé qué me deparará el futuro. Si podré triunfar o no. Tampoco puedo abusar de mis poderes, no sería honesto conmigo ni con los demás. Por lo menos, Esmeralda y tú tenéis profesiones en las que ambos habéis triunfado sin ayuda de capacidades especiales.
-No te engañes. - Le contradijo su amigo en un gesto de modestia que le honraba. - Yo dispongo de los conocimientos del siglo treinta. Los programas de hoy son un juego de niños para mí. Eso tampoco es ser justo.
-Pero tú ayudas al mundo a progresar.- Argumentó Roy. - Sigues trabajando por algo. Yo soy un deportista y pensar en que tengo unas capacidades tan superiores a los demás me parece algo casi ilegal. ¡Como si me dopara!
-Trata de no desplegarlas en demasía. - Le aconsejó Diamante. -
-Eso es lo difícil. Muchas veces me lo planteo. Y sobre todo desde el compromiso que acordamos con el gobierno. ¿Sabes a lo que me refiero, verdad?

            El príncipe de Némesis asintió lenta y pausadamente y replicó con tono tranquilizador.

-Sí. Allí en Francia los servicios secretos nos citaron un día  a Esmeralda y a mí y nos explicaron lo mismo que a vosotros. Al parecer, solamente recurrirán a nosotros en caso de una grave amenaza, no debes inquietarte, por lo demás tendremos una vida normal.
-Sí, y plagada de ventajas, reconozco que esta casa ha sido toda una ayuda. Una buena recompensa por salvar el mundo. Pero, pese a todo, me siento como si fuera un mercenario. Y que crean que estos regalos les dan derecho a pensar que pueden reclutarme cuando y para lo que se les antoje. Y nada más lejos de mis deseos. Quisiera olvidarme de todo eso, de que alguna vez fui un guerrero y luché. Mi mayor ilusión es tener un hogar y una familia normal y ser un buen jugador de baloncesto. Créeme, no ambiciono otra cosa. Por eso hasta que no despeje mi cabeza de dudas y no vea claro el futuro, no me atrevo a pedirle que se case conmigo.
-¿Has hablado de esto con ella?- Le inquirió su amigo. -
-Sí, varias veces, pero Bertie afirma que no le importa. Siempre dice que seremos felices. Sé que no quiere preocuparme. Pero también lo pasa mal y debe de estar pensando porqué demonios no me decido ahora que la paz ha vuelto. Y no quiero que piense que me importa menos que antes.
-Tómatelo con calma ¡De veras! ¡Sois jóvenes! Espera a entrar en el equipo, y a que esos tipos del gobierno se olviden un poco de vosotros. Beruche lo entenderá. Y, sobre todo, no la subestimes. Los de Némesis sabemos tener paciencia, te lo puedo asegurar.

            El muchacho sonrió agradecido tras esas palabras palmeando la espalda de su interlocutor y le guio hacia arriba, en ese instante sonó el teléfono y Roy lo descolgó en la cocina. Era Usagi, tras charlar unos instantes con ella y darle recuerdos, (la conferencia era muy cara como para pasar el auricular a los demás), colgó dirigiéndose con Diamante al cuarto en donde estaban las chicas. Ail coincidió con ellos cuando entraban y Roy les puso a todos al corriente de la llamada.

-Usagi me ha dicho que Nephrite, Zafiro y Petz llegarán mañana mismo con ellas. Así que nos reuniremos todos, si Dios quiere.
-¡Qué bien!- Exclamó Esmeralda. - Con el tiempo que hace que no les veo, tendremos muchas cosas de que hablar.
-¡No sabemos nada de ellos casi desde después del combate contra los demonios! A Nephrite  le hemos visto una vez en Tokio desde que nos separamos y a mi hermano apenas un par de veces. Por lo que parece han estado también muy atareados. - Añadió Diamante con el mismo entusiasmo que los demás ante la idea del reencuentro. -
-Bueno,- suspiró Roy. - Pues ya sólo quedaran por venir Tommy y Connie. Supongo que no tardarán en volver.

            Los demás acogieron ese comentario con el deseo de que así fuera, pero poco podían imaginar que en esos mismos instantes su amigo escuchaba a ese misterioso muchacho. Antes de que comenzase a contarle nada más, Tom añadió desconfiado.

-¿Esto no será una broma, verdad?
-Te puedo asegurar que no.- Replicó el chico sin perder su adusto semblante.- Ojalá lo fuera. -Deseo con resignada voz, para continuar pidiéndole enfáticamente a su contertulio. - ¡Ahora escúchame con muchísima atención y no me interrumpas! Contestaré después a las preguntas que quieras hacerme aunque sobre mí mismo no pueda decirte nada. Sólo debes saber que dentro de muy poco, un mal terrible se cernirá sobre la Tierra. Es algo mucho peor que vuestra batalla contra los demonios.

            Su interlocutor esbozó un gesto de sorpresa.

-Pero ¿Tú cómo sabes que nosotros?...- El chico levantó una mano en claro ademán para hacerle callar.
-¡Por favor, te he pedido que no me interrumpas! - Le recordó elevando el tono, aunque eso sí con mucha cortesía y prosiguió.- Tiene que ver con la caída de unos meteoritos.

            Tom volvió a infringir la norma declarando sin preocupación.

-Eso no es problema. Mis amigos pueden…- Calló para no traicionar los especiales dones de sus compañeros pese a lo que ese chico le había dado entender que sabía, pero podría ser un truco de alguna agencia de espionaje así que rectificó. - El gobierno tiene medios para destruirlos.
-Si fuera tan simple como eso, sí. - Rebatió el muchacho desvelándole. - Lo malo no son esos meteoritos en sí, sino lo que transportan.
-¿Acaso traen alguna enfermedad mortal? ¿Alguna bacteria desconocida que provocará una plaga?- Conjeturó Tom ahora más preocupado. -
-No, tampoco es eso. - Negó su interlocutor una vez más, reanudando su explicación. - Al principio únicamente parecerán una inofensiva lluvia de estrellas, pero albergan aparatos extraterrestres que transportan unas criaturas infernales. Los engendros de elite de un conquistador galáctico despiadado que ambiciona este planeta. ¡Son sus tropas de asalto! Una especie de androides que invadirán el mundo. - Describió el chico para perplejidad absoluta de su oyente. - Todos tus compañeros e incluso tú mismo os enfrentaréis a ellos pero seréis derrotados y la mayor parte de vosotros aniquilados. - Sentenció para dejarle por completo atónito. -
-Un momento. - Trató de intervenir Tom- ¿Me estás diciendo que seremos vencidos? ¿Estás hablando de un acontecimiento que no ha sucedido como si lo supieras de antemano? - Le preguntó con incredulidad agregando con cada vez más escepticismo. - Creía que lo de esos asteroides o lo que sean, era algo que se había visto por los telescopios.

            A decir verdad ese muchacho casi había llegado a convencerle por el tono tan serio de sus palabras, pero ahora iba y se descolgaba con esto...

-Debes dejarme continuar y no asaltarme con dudas a cada frase que digo. - Le recordó el chico endureciendo su mirada. -
-Está bien, termina ya y luego te haré unas preguntas. - Concedió Tom que comenzaba a pensar que estaba perdiendo el tiempo con un demente. -
-Esos seres. - Le explicó el muchacho. - Analizan la fuerza que se emplea contra ellos. Y lo malo es que son capaces de reproducirla. Nos llevó años descubrir que la enviaban a su base y que desde allí recibían suplemento de poder para hacerlo. No sabemos cómo logran emular la fuerza que tenemos o de dónde sacan la energía. Pero lo hacen. El caso es que, una vez llegas a tu límite, ellos continúan con las fuerzas intactas y en el mayor grado que puedas haber alcanzado, ¡pero tú te has debilitado y acaban contigo! Derrotan a sus enemigos simplemente por agotamiento.
-Pues destruid esa base y ya está. -  Replicó tranquilamente Tom. -
-No es tan sencillo. - Rebatió el chico que parecía perder su aplomo por momentos. - De ser así de fácil ¿no crees que lo habríamos hecho hace tiempo? No sabíamos dónde estaba. Aún  seguimos ignorándolo. Creemos que al norte, pero no es algo seguro. Además, todos han muerto, tan sólo quedamos mi primo y yo. Pero no somos capaces de atravesar sus líneas. ¡Esos malditos son demasiado poderosos! - Se lamentó amargamente apretando los puños. -
-¿Tú primo?- Se sorprendió Tom,- ¿Quién es?
-El hijo de Karaberasu, se llama Mazoui, es medio demonio, pero está de nuestro lado.- Le contó el chico dejándole atónito. - Para mí es más un hermano que un primo, él me envió aquí cuando ya no quedaban más esperanzas.
-¿El hijo de Karaberasu? ¿Qué tiene que ver ella en esto? ¿Acaso sabes dónde está? ¿Enviarte desde dónde? No entiendo nada de lo que me estás contando, chico.- Replicó Tom muy desorientado por la alusión a la hermana de su novia y a la naturaleza de su embarazo y lo que de éste resultase, que lejos de convencerle le hacía desconfiar más. - ¿Qué es lo que pretendes?

            Su contertulio elevó el rostro al cielo en señal de frustración, trataba de hacerse comprender pero parecía que ambos hablasen idiomas distintos. No sería fácil, ya lo sabía de antemano. Se lo advirtieron pero creyó que después de establecer contacto todo iría bien. Había sido muy ingenuo, este Tom no era como el que él había conocido. Ahora era un muchacho que estaba en lo mejor de su juventud y no sabía nada. ¡No tenía elección! , se armó de paciencia y le contó.

-Crecimos en una isla, junto con nuestras madres y tías. Pero al final nos encontraron, ¡esos asesinos nos atacaron! ¡Y fue por mi culpa, maldita sea! Y lo peor es que no podíamos hacer nada. Por eso y como último recurso vine aquí, para tratar de cambiar ese infierno.- Concluyó el chico con el gesto tenso, haciendo verdaderos esfuerzos por dominar su agitación. -
-¿Pero de que isla? ¿De dónde vienes?- Quiso saber Tom a quién le preocupaba más la inestabilidad mental de ese chico que aquella deslavazada historia.- No entiendo nada.

            El muchacho resopló, parecía luchar consigo mismo y finalmente cedió para desvelar.

-Provengo del futuro…

            Tom acabó de quedarse perplejo, ¡ese chico estaba como una cabra!, sería mejor llamar a los loqueros. Pero seguía hablando y no se atrevió a cortarle.

-Si hubieras visto lo que han hecho, o lo que harán, ya no sé cómo debo decirlo. - Suspiró el chico a punto de sollozar de angustia. - ¡Ciudades arrasadas, millones de muertos por todas partes! Toda la civilización destruida. La desesperación de los pocos que sobrevivimos y el horror. Y solamente podemos huir y escondernos de ellos. Cazan a todo ser humano que ven como a una alimaña, les da igual que sean, hombres, mujeres o niños. ¡Malditos! - Apretó otra vez los puños con gesto de rabia contenida a muy duras penas.- Por eso, ¡por favor!, ¡debes ayudarme!, contarle a Roy todo esto y también a los demás. Deben destruirles ahora que están en el espacio. ¡Antes de que lleguen o todo estará perdido!

            Su oyente suspiró largamente mirando a ese chico con una mezcla de lástima y cansancio.

-Muy bien, ya te he escuchado tal y como prometí. No podrás decir que no he sido paciente.- Sonrió ahora con ligero sarcasmo y agregó con reprobación. - Como argumento para una película está muy bien. Ahora dime quién eres y que quieres en realidad. ¡Acaso aprovecharte de Roy! ¿O esto es solamente una broma que ha proyectado él?
-Lo había previsto.- Repuso el chico con resignada calma. - Era más que posible que no me creyeras, pero no te lo puedo reprochar.- Metió una mano entre sus ropas y Tom amagó un gesto defensivo, pero el chico se limitó a sacar una manoseada fotografía para indicarle con más vehemencia. - ¡Mira y convéncete! Aquí estoy yo con mi madre, la tomamos un poco antes de que partiera a esta época.

            Tom observó la foto, allí estaba ese muchacho y la mujer que posaba con él se parecía bastante a la hermana de Connie, pero era más vieja y con el rostro demacrado por el sufrimiento.

-Espero que no se la enseñes a Bertie o te matará. - Sonrió Tom con renovado sarcasmo para espetar. -¡Anda ya, chaval! ¿Insinúas que ella es tu madre? ¿Y quién es tu padre, Roy? - Se burló con rotunda incredulidad. -
-Sí, así es. - Confesó el chico con un supremo esfuerzo para mantener la paciencia. - Te lo contaré todo, no debería hacerlo pero es la única solución. Roy es mi padre.
-¡Venga ya! , es la peor broma que ha intentado gastarme nunca ese cretino. - Rio Tom moviendo la cabeza a la par que lucía una sardónica sonrisa añadiendo.-  Dile que yo también he visto Terminator. 
-Me llamo Leval Malden. - Prosiguió el chico ignorando ese comentario. - Soy hijo de Roy y de Beruche. No conocí a mi padre, murió luchando contra los invasores antes de que yo naciera. Me crie con el hijo de Karaberasu y tú, el único superviviente del grupo de mi padre, fuiste nuestro maestro. Nos enseñaste a luchar y a mi primo todo lo que sabías sobre esoterismo. ¿Qué más pruebas quieres que te dé de que no miento?- Le preguntó el muchacho con un tono cargado de desesperación.-
-¿Y pretendes que me lo crea?- Replicó su interlocutor insensible a esos ruegos para rebatir sin miramientos. - Esa foto se puede trucar en cualquier sitio. Y las cosas que sepas te las puede haber contado Roy. Dile de mi parte que esta vez se ha pasado de listo y que si no fuera por...
-¡Ya basta, cállate! - Atronó el chico visiblemente enfurecido.

Respiraba violenta y agitadamente y clavaba en Tom una mirada digna de psicópata. Éste se asustó, no era para menos, porque ahora empezaba a pensar que su amigo nada tendría que ver con aquel desquiciado. Pero entonces, ¿de dónde había sacado esa información? ¿No sería uno de esos tipos del gobierno?

-Mira, tranquilízate. - Le pidió con un tono más moderado, quizás no debió burlarse de él, pero pensaba estar respondiendo a la broma de Roy con otra, así que añadió conciliador. - Ya hablaré con mi amigo y veremos qué podemos hacer para acabar con esos invasores. ¿Eh?
-¡No te esfuerces en mentirme! - Espetó el chico reprochándole con dureza. - Sé que no me crees, te estás riendo de mí, y pensar que había depositado todas mis esperanzas en ti.

            Aquellas palabras paralizaron de asombro a Tom, o ese chico era muy buen actor o realmente creía lo que decía.

-No me queda otra opción que convencerte de un modo u otro. - Sentenció ahora con tono amenazador. - Si no ha podido ser por las buenas será por las malas.

            No había terminado de pronunciar esas palabras cuando Tom sintió una oleada de energía tremenda recorrer el lugar, de inmediato se levantó un  fortísimo viento que venía  aparentemente del chico. La tierra a su alrededor comenzó a temblar.

-¡Iaaaa!

Gritó éste elevando los brazos al cielo e inflamándose literalmente para comenzar a brillar de un color dorado instantes después. Su pelo era ahora de este tono y sus ojos azules refulgían clavados en su atemorizado interlocutor, mientras innumerables pedazos de rocas se elevaban en el aire a su alrededor.

-¡Un súper guerrero! - Pudo balbucear Tom trocando su preocupada expresión por otra verdaderamente atónita y aterrada. - ¡Eres un saiyajin!
-¿A cuántos más conoces aparte de Roy que sean capaces de serlo, eh? - Le retó el chico- ¡Maldita sea! ¿Ahora me crees? ¿O prefieres que destruya media ciudad? Es más, te juro que mataré a todo el mundo antes que permitir que caigan bajo el yugo de los androides de Gralas. Si no puedo impedir eso, al menos evitaré el sufrimiento de los inocentes. Así su final será rápido.

            Tom estaba completamente paralizado por el terror, aquello que tenía delante de él era innegable, ese chico era un súper guerrero, tan poderoso como su amigo ¡o quizás más!  No creía que pudiera existir ninguna forma de trucar aquello. Y ahora con esa mirada llena de desesperación que lucía parecía determinado a cumplir su amenaza. Pero lejos de ello, ahora lloraba desconsoladamente mientras remitía su poder para volver a convertirse en una persona normal. Cayó incluso de rodillas al suelo retraído sobre sí mismo y sólo pudo sollozar atormentado.

-¡No puedo hacerlo! Pero si no lo hago yo, lo harán ellos. Tantas muertes, tanto dolor y ¿para qué? ¡Señor ayúdame! ¿Si fracaso que nos queda? Por lo menos moriré aquí, luchando contra esos malditos monstruos a vuestro lado.

Su contertulio no podía replicar, sólo le miraba en silencio con los ojos desmesuradamente abiertos.

-¡Dios mío! - Reconoció horrorizado. - No puede ser un truco ¡Dime por favor! ¿Qué será de mí y de Connie en tu futuro?

            Leval apenas pudo contestar, lloraba, en esta ocasión emocionado de que, por fin hubiese conseguido convencer al que era. O mejor dicho, estaría destinado a ser su tío. Pudo rehacerse lo bastante para levantarse y responder.

-Viviréis y tendréis dos hijos. No puedo decirte más, perdona. Pero eso no importa ahora. Nuestra única esperanza para el porvenir es destruirles antes de que se asienten. Tu hijo Alan calculó que, desde este momento hasta la invasión, deberían pasar tres meses. Cuanto antes lo sepan todos mejor.

            Su interlocutor se quedó de una pieza al oír aquello. Ese era el nombre que siempre quiso para cuando tuviera un hijo, si éste era varón. Era su propio segundo nombre. El que jamás usaba, pero que le gustaba. No recordaba ni haber comentado aquello siquiera con Connie o con Roy…y hablando de su amigo…

-Roy… Tu padre- , rectificó suavemente Tom. - Debutará mañana en la NBA. Íbamos a verle jugar. Puedes venir con nosotros...
           
Leval negó con la cabeza enjugando sus lágrimas para pedirle casi con tono suplicante.

-Por el momento no le digas nada. ¡Ese era su sueño!, mi madre siempre me lo decía. Mi padre siempre quiso jugar como profesional.
-¡Dios, esto es de locos! -  Jadeó Tom  llevándose las manos a la cabeza. ¡Otra vez, no!... Ya hemos tenido suficiente… ¡maldita sea!

La situación le sobrepasaba por entero. No sabía a dónde mirar ni qué decir. ¿Por qué tenía que ocurrirle esto a él? ¿Acaso tenía el destino del mundo entero en sus manos?

-Dentro de dos días iré a la casa de mis padres. - Le reveló Leval ya con la voz más serena. -Tengo la dirección, está en las afueras.
-En eso te equivocas. - Se atrevió a rebatirle ahora su interlocutor, aunque en esta ocasión con ánimo de informarle. - Viven en un apartamento, en el centro de la ciudad.
-No, se mudaron. - Le negó a su vez el muchacho. - Mi madre me lo dijo. Fue unos días antes de que mi padre debutase en la liga profesional. Lo recordaba bien.

            Tom no supo que replicar, en ese instante les llegó desde la distancia la voz de Cooan. Leval miró hacia esa dirección y concluyó con un tono de voz más relajado y agradecido.

-La tía Connie te llama. Yo debo irme, no es conveniente que me vean más personas de esta época. Al menos no todavía. Recuerda, hasta dentro de dos días. Ahora todo está en tus manos, tío Tom. Y por favor, no le cuentes a nadie nada sobre mí, al menos todavía.

            Éste no despegó los labios. El chico se había elevado en los aires y se alejó de allí a una velocidad vertiginosa. Cuando quiso darse cuenta ya no pudo verlo. En ese momento se acercó Cooan cargada de prendas diversas que sostenía arrebujadas entre sus manos.

-Tom ¡te estaba llamando! Se desató un vendaval tremendo y las ropas se nos volaron. Además tuve que irme hasta la otra punta del camping para tenderlas.- Se quejó con tono fastidiado en tanto sentenciaba. - Tendríamos que haberlo pensado al acampar.

            Pero éste seguía mirando al cielo sin responder.

-¿Qué miras, ocurre algo?- .Quiso saber su novia observándole con gesto inquisitivo. -
-No, nada - Repuso suavemente él dirigiendo la vista hacia la chica y agregando con tono más distendido. - Perdona, estaba ensimismado y me despedía del paisaje.
-Pues acaba de despedirte ya, que se nos hará tarde. - Le pidió ella con una sonrisa. -

            Él la abrazó con fuerza y eso sorprendió a Cooan, pero lo interpretó como una carantoña más para hacerse perdonar por haberla dejado a su suerte con la ropa. Aunque no era para tanto, pero si Tom quería mostrarse cariñoso no sería ella la que le coartase. De este modo, cuando se separaron tras algunos besos él  sonrió reconfortado y dijo.

-Voy a cargarlo todo en el coche.

            Y se alejó para organizar el material, lo cargó y ambos partieron de vuelta a la ciudad. Tom contaba los instantes para poder hablar con su amigo. Deseaba decirle todo lo que le había explicado el chico, pero no podía desvelar su secreto. Ahora aferraba el papel con aquellas señas de la nueva casa que Leval le había dado y las estrujaba con impaciencia. Esa sería otra prueba más y si el chico tenía razón. ¿Cómo debería actuar él? Mejor esperaría a que el muchacho llegase. Dos días, ¡cuarenta y ocho horas que se le iban a hacer eternas! Pero no podía permitir que su semblante ni sus actos transmitieran preocupación y se rio e incluso bromeó con Cooan durante el viaje, hablando de sus amigos.

-A buen seguro que ya habrán montado una fiesta sin esperarnos.- Comentó del modo más jovial que pudo.-

Los demás, ajenos a  todo ese futuro drama, se divertían en casa de sus anfitriones. Aunque en medio de una conversación distendida de pronto, Ail, Diamante y el propio Roy se miraron extrañados.

-¿Habéis sentido eso?- les preguntó el príncipe de Némesis a sus amigos, ante las sorprendidas miradas de las chicas. – Ese poder…
-¿Sentir el qué? ¿A qué poder te refieres? - Quiso saber Esmeralda observando a su novio con extrañeza. -
-Sí. Una fuerza enorme. – Afirmó Ail por respuesta. – La he percibido.
-Es verdad, ha sido solamente durante un momento. – Convino Roy. – Pero emitía un gran poder.
-¿Qué es esto, alguna de vuestras bromas?- se sonrió Bertie que ya movía la cabeza. -
-No cubito. – Repuso su novio con tono reflexivo, afirmando entonces. – No lo sé. Ahora ya no percibo nada anormal…
-El caso es que esa fuerza me recordaba bastante a… no estoy seguro, pero me era familiar. – Pudo terciar Diamante llevándose la mano a la barbilla. -
-Podría ser algún tipo de prueba del gobierno. - Conjeturó Roy añadiendo. – No sé. Quizás deberíamos investigarlo.
-¡Vamos Roy! – intervino su novia con gesto de desaprobación. – Déjate de teorías conspiratorias. Ahora que estamos todos reunidos y que los demás van a venir. No nos fastidies el encuentro con esas cosas.
-Sí - la apoyó Annie que ahora acunaba al bebé. – Creo que no será nada grave. Y Bertie tiene razón. Tenéis que dejar de estar pendientes de la lucha o la fuerza a cada momento.
-Vale cariño. No he dicho nada. – Suspiró el muchacho encogiéndose de hombros en tanto miraba a sus compañeros. – Dejémoslo estar.
-Después de todo lo que ha sucedido nos merecemos algo de paz. – Pudo añadir Diamante con el asentimiento sonriente de su propia pareja. –
-Y si nadie del gobierno os ha llamado seguro que no pasará nada. – Pudo decir Esmeralda. – Estarían pidiendo vuestra ayuda de inmediato.
-Supongo que tienes razón.- Quiso convenir Roy.-
           
            Aunque a él, ese flash de energía le había resultado muy peculiar. Como si su mentor Son Goku hubiera acumulado poder para convertirse en super saiyajin. Aunque de un nivel muy bajo.

-Tendré que preguntarle a Landar en cuanto pueda.- Pensó.-

Pero observando de reojo a Beruche decidió dejarlo para otro momento. No quería disgustarla, y menos en esas circunstancias, cuando se suponía que todos estaban reunidos para celebrar su próximo debut en la NBA. Lo cierto es que ni a ella ni al resto de las mujeres les apetecía en absoluto que sus novios se fueran a indagar acerca de vete a saber qué. Los chicos cedieron en eso y como no volvieron a sentir nada extraño lo terminaron dejando de lado. Ail deseaba estar con su mujer y su hijo en ese agradable y distendido ambiente. Diamante tampoco estaba muy por la labor de ir a perseguir fantasmas o falsas alarmas y Roy por su parte tan sólo deseaba centrar sus pensamientos en dos cosas, llegar a ser un buen jugador profesional y hacer a Bertie feliz.

            
           

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