sábado, 5 de marzo de 2011

GWB 4. 49. Llegan Tom y Cooan


La muchacha había tenido que buscarse la vida como pudo. Ahora, con su hija a cuestas, deambulaba de motel en motel. Por lo menos siempre tenía algo de dinero, a veces ni siquiera sabía de dónde lo sacaba. Pero el caso es que iba siendo capaz de mantener a su pequeña. Sin embargo tenía que ir a trabajar, la dejó envuelta en una mantita, dormida, sobre esa endeble cama de la habitación que había podido alquilar para esa noche.

-Duerme, mi pequeña Marla, mamá volverá enseguida. – Le susurró con afecto. -

            Hizo una coleta en sus oscuros cabellos y salió a la calle, debía buscar a algún cliente. Estaba de hecho en un lateral de un apartado callejón donde sabía que muchos tipos mayores y casados se pasaban para poder “relacionarse” con una chica joven y atractiva como ella. Por eso le sorprendió ver a ese chico tan joven, alto y guapo. A ese, desde luego, no tendría porqué cobrarle nada de no necesitarlo. Por ello le llamó sin estar desagradada en absoluto si aceptaba la propuesta.

-Hola chavalote. ¿Quieres pasar un buen rato?- le ofreció acariciándose de un modo bastante sexy.-

            Ese individuo la observó diríase más con curiosidad y pesar que otra cosa.

-No tengo mucho dinero.- Contestó.-

            La chica se dio cuenta ahora de que la chaqueta que llevaba estaba teñida de algo parecido a la sangre. Bien pudiera ser algún miembro de bandas callejeras o un criminal. Se arrepintió de haber llamado su atención. No obstante, ya era demasiado tarde. Le tocaba forzar una sonrisa y responder con tono meloso.

-No importa, si quieres podemos hacer algo rápido aquí.

            Y ya estaba a punto de ponerse de rodillas ante él cuando ese muchacho se lo impidió sujetándola con suavidad de un brazo. La joven le miró sin comprender, menos todavía cuando ese individuo sacó un puñado de dólares y, con una leve sonrisa, le dijo en tanto se los daba a ella.

-Solamente llevo esto, creo que ahora, en este momento, estos papeles tienen algún valor.

            La chica contó ese dinero y, aunque no era una fortuna, no estaba mal. Eso merecía desde luego pasar un rato en la intimidad.

-Me llamo Paige, tengo una habitación aquí cerca.- Se presentó.-
-Yo soy Leval,- Repuso concisamente él.-
-Encantada.- Asintió su interlocutora pensando que aquel era un nombre algo raro.-

            A buen seguro ese tipo no se llamaría así, y estaría usando un alias. Aunque eso no era de su incumbencia. Y sobre todo, debía ir centrarse en el negocio. De modo que le tomó de una mano y le guió a su motel. Entraron despacio. Ella se disculpó con expresión de circunstancias cuando aquel individuo vio a su pequeña, envuelta en esa mantita y durmiendo.

-Perdona, tuve que dejar aquí a mi hija.
-No tienes que pedir perdón por nada. Ni vamos a molestar a tu hija. - Sonrió levemente él afirmando para sorpresa de esa chica.- Únicamente quiero beber un poco de agua. ¿Tienes?
-¡Oh, claro, en el baño!- Pudo decir Paige con visible desconcierto.-

            Al menos ese cuartucho tenía un rudimentario cuarto de baño, con pila, un pequeña ducha y un sanitario. Ese tipo fue a beber directamente y lo hizo con avidez. Ella le observaba con gesto de extrañeza, sin saber a ciencia cierta si era un maniaco o una especie de turista perdido en la ciudad. Le aguardó con algo de impaciencia hasta que el chico sació al fin esa sed que tenía, salió del aseo y se dirigió hacia la puerta de la habitación.

-¡Espera!- le pidió la perpleja Paige.- ¿Es que no quieres nada a cambio?
-¿A cambio de qué?- Quiso saber el chico mirándola sin comprender.-
-Me has dado dinero, yo...supuse que...- Fue apenas capaz de musitar la muchacha.-

            Al fin él pareció comprender, moviendo la cabeza de modo negativo y declaró con tono serio e incluso apenado.

-No vine aquí para eso. Y ese dinero no tiene valor para mí. En cambio a ti podrá ayudarte. Cuídate y cuida a tu hija. ¿Cómo se llama?- Se interesó con tono más animado ahora, en tanto observaba dormir a esa cría que no debería tener ni el año de edad.-
-Marla.- Contestó Paige, mirando a su vez a su hija con evidente cariño.-
-Os deseo lo mejor a las dos.- Sonrió ese chico, abriendo la puerta para remachar un lacónico.- Adiós…

            Cerró tras de sí. La joven madre se sentó en la cama sin comprender nada. ¿Quién sería ese extraño chico? Le había dado quizás todo lo que llevaba encima a cambio de unos tragos de agua del grifo.

-Bueno, quizás no todos los hombres son malos.- Suspiró.-

            Aunque dejó eso de lado. Estaba cansada, se dio una ducha. Tendría que reponerse para buscar a más clientes quienes, a buen seguro, no serían tan caritativos como ese buen samaritano. Salió del baño y tras secarse su castaño cabello se puso un camisón y se metió en la cama junto a su pequeña, abrazándola para no tardar en quedarse dormida en tanto suspiraba.

-Las dos lo lograremos, Marla, las dos saldremos adelante, mi amor.

            A su vez, Leval había podido hidratarse un poco. Nadie le puso al tanto de la sed que daba viajar a través del tiempo. Posiblemente porque nadie antes que él lo hubiera hecho.

-Estoy a ciegas, Todo esto es nuevo y no sé qué hacer.- Reflexionaba con desconcierto e inquietud.-

Y es que después de haber hablado con Tom, se dio cuenta de que ese despliegue de energía del que hizo gala para convencerle podría haber alertado a su futuro padre y los amigos de este. Por ello decidió ser mucho más discreto. Tras despedirse de su futuro tío había estado andando por esa ciudad como cualquier persona corriente. Poco a poco, se dirigió hacia los barrios más degradados. ¡Aquello era curioso! Lo que en esta época se consideraba marginal y poco recomendable para vivir, en su futuro habría sido un sitio próspero. Caminaba saliendo de esa zona de callejuelas con gentes poco recomendables. Sin embargo, eso a él no le preocupaba en absoluto. Nadie allí podría hacerle el menor daño. ¡Ojalá hubiera sido igual en su futuro!

-Más que nunca, esto me refuerza en mi determinación. Tenemos que impedir que ese horror se produzca.- Pensaba.-

También le apenó ver a esa muchacha con esa niña tan pequeña. En sus ojos se podía ver claramente la necesidad de hacer cualquier cosa, como venderse, para sobrevivir. Tampoco era ajeno a haber visto aquello del tiempo del que venía. ¡Cuantas jóvenes madres intentando criar a sus hijos en ese mundo devastado y tan hostil!.

-Al menos a esta chica, Paige, y a su hijita Marla, nadie quiere cazarlas como si fueran alimañas.- Se dijo sintiéndose mejor por ellas. – Y a diferencia de a otros pobres desgraciados, he podido hacer algo para ayudarlas…

Esos recuerdos le helaban la sangre y no tenía intención de revivirlos de nuevo. Bastante tenía con sus pesadillas. Olvidó eso para centrarse en su auténtico objetivo. Debía ir hacia el lugar en el que estaba la casa de sus padres. Uno bien distinto de este en el que se hallaba.

-Les deseo mucha suerte a esa chica y a su hija.- Pensó a modo de última reflexión sobre ese tema, antes de salir de aquella conflictiva barriada.-

Por su parte, y tras un corto viaje en coche, Tom y Cooan llegaron a la ciudad. Para sorpresa de la chica, su novio tomó otra dirección que a ella le era desconocida. Se apresuró a advertírselo por si se hubiese despistado.

-Pero Tommy. ¿A dónde vas? Por aquí no se va al apartamento de Roy…
-Es una sorpresa.- Se limitó a responder el muchacho sonriendo como si eso estuviera planeado.-

Aunque por dentro estaba preocupado. Esperó que ese chico hubiera acertado con las señas que le había dado en su relato y, para su mayor asombro, resultaron ser correctas. Entraron en una zona bastante exclusiva, un barrio de clase alta.

-¿Desde cuando se puede permitir Roy un sitio así?- Inquirió Cooan con evidente perplejidad dibujada en el semblante.-
-Bueno, eso de ir a jugar en la NBA será algo a tener en cuenta para cualquier inmobiliaria. Le habrán dado una hipoteca o algo de eso. - Pudo replicar su interlocutor con no demasiada seguridad.-

Aparcaron en una calle cercana. Caminando apenas unas pocas decenas de metros llegaron a un gran chalet rodeado por un seto con verja incluida. Tom tocó un timbre y enseguida sonó un pequeño zumbido que abrió aquella puerta enrejada. Tras mirarse con gesto impresionado la pareja anduvo unos cuantos metros más hasta llegarse ante la puerta de esa gran casa, llamaron de un modo dubitativo.

-Ahora es cuando aparecerá un tipo al que no conozcamos y nos preguntará qué deseamos.- Sonrió trémulamente Tom.-

            Y pese a tratar de aparentar que sabía perfectamente lo que estaba haciendo y que todo era una broma suya, delante de su atónita novia, realmente había considerado esa posibilidad.

-Desde luego, Bertie no me ha dicho nada de que se hayan mudado.- Declaró esta con manifiesto desconcierto.-

No obstante y para asombro de ambos, fue el propio Roy quien les abrió. También él quedó muy sorprendido al verles, preguntando antes siquiera de saludarles.

-Tommy, Connie ¿Pero, cómo habéis averiguado nuestra nueva dirección? Iba a llamaros al apartamento para deciros que nos habíamos mudado cuando volvierais del camping.
-Alguien nos la dio. – Respondió su amigo sin querer explicarse más. - No sé de quién se trataba, pero sabía dónde vivíais.
-¿Habéis hablado con Ail y Anne? Estaban en mi apartamento con su hijo. Quizás ellos os lo dijeran.- Conjeturó su amigo, quien no obstante, enseguida cayó en la cuenta.- ¡Espera!  No les dije dónde estaba este sitio. Únicamente si querían venir a verlo con nosotros.
           
            Aunque Tom, enseguida negó con la cabeza para responder. Incluso con sinceridad.

-No, no he hablado con ellos. Fue un tipo raro el que me indicó donde estaríais. No le conocía de nada.
-Habrá sido cosa del gobierno.- Afirmó Roy sin darle más importancia, pues creyó entender que alguno de esos tipos se le habría adelantado yendo a ver a sus amigos. - Anda pasad,- les invitó con una amplia sonrisa. - Tenemos compañía.

             Cooan miró a su novio sorprendida, pero cuando éste le dijo que algunos agentes federales habían hablado con sus amigos para ella la cosa tuvo sentido.

-Podrías habérmelo dicho antes.- Le reprobó la muchacha en tanto pasaban.-
-No quería preocuparte en nuestra acampada, lo siento, Connie.- Se disculpó él forzando una sonrisa.- Además, he logrado sorprendente. ¿No es así?

            Su novia le miró de forma inquisitiva pero finalmente sonrió también. Seguramente que el pobre lo habría hecho con la mejor intención. No le dio ya más importancia y, junto con Tom, fue a saludar al resto. Casi parejos a ellos, aunque un poco antes, había llegado al fin Nephrite acompañado de una amiga, pero aún faltaban Zafiro y Petz y las guerreras con Mamoru. Luna y Artemis se habían quedado en casa, pendientes como siempre de cualquier posible emergencia que pudiera suscitarse. Aunque, según explicaron los recién llegados después de los saludos, las cosas estaban ahora muy tranquilas.

-La verdad, comentaba distendidamente Nephrite con Diamante. En Londres las cosas no nos van nada mal. ¿Qué tal vosotros por París?
-De maravilla.- Asintió su amigo, añadiendo.- Tenemos que vernos un día, venid a visitarnos.
-Estaremos encantados, siempre y cuando hagáis lo mismo.- Convino su interlocutor que quiso saber.- ¿Cómo les va a tu hermano y a Petz?
-De momento están muy contentos con la tienda y mi hermano además disfruta de su trabajo de ingeniero.- Le contó Diamante, agregando.- Espero que vengan pronto y podamos charlar todos.

Y es que esos dos también seguían en Japón. Como no podían esperar a que llegaran dado que no les habían anunciado cuando podrían aparecer, con presteza se organizó una larga mesa y todos los presentes se pusieron a comer. Siguiendo la costumbre se gastaban toda clase de bromas y charlaban sobre muchas cosas, vivencias compartidas, planes de futuro, sólo Tom permanecía en silencio contemplando a sus amigos. Las palabras de Leval, aún resonaban en su cabeza. Los demás, ajenos a ello, se divertían como críos.

-¡Eh Diamante! - incordió Nephrite. - No te lo comas todo, déjame alguna empanadilla, hombre.
-¡Nada!- se rio éste para sentenciar. - Aquí como en el Rincón del Alma y del Tiempo, se corre o no se come.

            Su compañero de aventuras aceptó el reto y ambos se pusieron a forcejear por la posesión de la última empanadilla de su parte de la mesa. Por supuesto que tanto Esmeralda como Amanda, la pareja de Nephrite, les llamaron la atención criticando su infantil comportamiento. Aunque aquello pareció espolearles aún más entre las risas del resto. Al fin, la partieron por la mitad como buenos camaradas.

-Muchachos- sonrió Roy sin disimular su holgorio. - Va a ser la última vez que os invito a comer a todos juntos, sois más voraces que el maestro Son Goku.
-¿No crees que exageras un poco? - Le preguntó Ail con sorna. -
-No me lo parece. - Respondió su interlocutor divertido mientras sujetaba las manos de Diamante y Nephrite que ya iban a robarle una croqueta a él. -Al menos Goku -sama te preguntaba si ibas a comerte lo tuyo antes de quitártelo, ¡ja, ja!

            Se escuchó el timbre de la puerta, el risueño anfitrión se levantó y les dijo a todos con mucho sentido del humor.

-¡Eh, quiero seguir viendo comida en la mesa cuando regrese, y en mi plato también! ¿Estamos? - Todos asintieron descuidadamente mientras masticaban.- Ya veo el caso que me hacéis. - Suspiró levantando las risas del resto mientras se dirigía a la puerta. -

            Nada más abrir se encontró con Zafiro y Petz que le saludaron efusivos.

-¡Sorpresa, ya estamos aquí! - Exclamó el muchacho con un entusiasmo sorprendente en él, dándole la mano y después un abrazo a Roy. - ¿Cómo te va, amigo?
-Hola Zafiro, ¿qué tal, Petz?- Saludó su anfitrión muy efusivo también. -
-Hola Roy - le respondió afectuosamente ella. - Me alegro de volver a verte, ¿están todos aquí? - Se interesó la chica tratando de otear sobre el hombro de su novio. -
-¡Pues claro, y poniéndose morados a nuestra costa! - indicó él contemplándoles divertido. -
-¡Eh, esperadme, yo también quiero comer! - Advirtió el muchacho saliendo disparado hacia la mesa.-
-¡Zafiro! ¿Será posible?- exclamó ella, riéndose con Roy. -

            Todos se acoplaron en la mesa haciendo sitio a los dos recién llegados. Hubo un cruce de preguntas entre ellos para ver como les iba a cada uno.

-Os presento a Amanda Thompson - Dijo Nephrite refiriéndose a esa bella mujer con media melena rubia, y de ojos azules. Es periodista, trabaja en un prestigioso rotativo de Londres.
-Mucho gusto en conoceros.- Saludó amablemente ella que fue contestada por corteses inclinaciones de cabeza.-

            Daba la impresión de ser una mujer sofisticada, e inteligente, su mirada valoraba al resto de los allí presentes siendo capaz pese a todo de sonreír con afabilidad.

-¡Espero que no escribas un artículo acerca de la glotonería de todo el grupo!- rio Zafiro. -
-Descuida- repuso la chica con más animación. - ¡Tenéis otras cualidades mucho más interesantes!
-A todo esto - recordó Roy- ¿Dónde están las guerreras? ¿Cuándo vendrán Usagi y las demás?
-Creo que tenían unos asuntos que resolver. Pero vendrán para el partido, no te preocupes. - Le tranquilizó Zafiro. -
-Sí, y ya que nos has hecho venir hasta aquí, espero que te luzcas. – Añadió Diamante.-

El príncipe estaba empuñando un gran pan de hamburguesa donde depositaba a su vez un apreciable trozo de carne con lechuga  y tomate. Listo para comérselo mientras mantenía aquella distendida conversación.

-Eso es fácil- respondió Roy asegurando eufóricamente.  - ¡Vais a ver lo que es jugar!
-No será tan divertido como nuestros entrenamientos.- Comentó Zafiro.-
-Bueno, aun así, yo tengo muchas ganas de verle en acción.- Declaró Nephrite.-
-Os aseguro que merecerá la pena.- Afirmó un animado Roy.-

            Entre tanto, en la zona de las chicas, las conversaciones eran más serias.

-¿Has sabido algo de Kalie? - Le preguntaba Cooan a Petz. -
-No, desde luego no ha vuelto a nuestra casa de Tokio, creo que aún debe de estar aquí, en EEUU.
-Pues nosotras tampoco sabemos nada de ella. Me pregunto que estará haciendo.- Intervino Beruche.-

La joven no pudo evitar su nostálgica preocupación tras ponerlas al corriente de lo hablado con los agentes federales.

-Estoy seguro de que ella y su hijo son felices. - Terció Tom uniéndose a la conversación de ellas pues apenas había intervenido en la de los muchachos. -
-¿Cómo que su hijo? - Le inquirió Cooan sorprendida. -
-Estaba embarazada. ¿No? , supongo que habrá tenido ya al niño. - Contestó él en toda lógica. Aunque, por supuesto, eso era lo que pretendía hacer pensar. -
-Podría ser una niña - le contestó Beruche queriendo saber sorprendida a su vez.- ¿Por qué hablas tan seguro de que es un niño?...
-Lo digo por generalizar - contestó el interpelado a la defensiva. - Con su hijo, su bebé, su hija, ¡lo que quieras!
-Sea lo que sea, espero que podamos volver a verla pronto.- Declaró Cooan para zanjar la cuestión.-

Aunque la muchacha miró a su pareja algo extrañada, no era normal que Tom saltase de esa forma por un matiz tan trivial.

-¡Venga chicas, no os vayáis a deprimir ahora! ¡Seguro que estará bien! - Las animó Ann justo cuando su hijo comenzaba a llorar. - ¿Tienes hambre mi amor? - Le inquirió con dulzura levantándose para tomarle en brazos. - Pobrecito, casi ni me acordaba de que ya es tu hora. Le voy a dar un poco el pecho. - Comentó a las demás. -
-Ven a mi habitación - le propuso Bertie. - Así se lo darás tranquila, ¡con todos estos gamberros sueltos por aquí, el pobre crío se pondrá nervioso!

            Annie aceptó de buen grado. Era notorio que su amiga tenía razón. Al otro lado de la mesa los chicos alborotaban y reían sin parar.

-¿Que tal si después de comer jugamos un partidito? - Propuso Diamante terminando su plato.- Como hacíamos cuando nos entrenábamos.
-¡Buena idea, pardillos! - Aceptó Roy. - Así os enseñaré a jugar estilo pachanga callejera. Y veréis de lo que soy capaz.
-Es una buena idea, ¡yo me apunto! -, terció Zafiro contagiado de ese entusiasmo. – Lo vamos a pasar muy bien.

            Todos aceptaron excepto Tom que no tenía demasiadas ganas. Ail quiso convencerle.

-¡Venga hombre!, juega tú también, para que seamos tres por equipo.
-Es que después de comer no me apetece mucho. - Se excusó éste. -
-¡Vamos tío! - Le insistió Nephrite-  ¡No seas aguafiestas!
-Bueno, vale, está bien. - Aceptó Tom a regañadientes para no comenzar a llamar la atención sobre su apatía. - Pero advierto que con la tripa llena no pienso correr. ¿Con quién voy?
-Conmigo y con Nephrite. Contra Zafiro, Diamante y Ail. – Contestó Roy entre risas. - ¡Les vamos a dar una paliza! Ja, ja, ja.
-Vale, vale.- Le dijo Diamante con retintín.- ¡Vamos a apostar, tío listo! El equipo que pierda paga la cena esta noche.

            Todos estuvieron conformes con eso. Las chicas por su parte y a propuesta de Esmeralda decidieron irse de tiendas. Cuando salían Zafiro les propuso.

-¿Por qué no os quedáis a animarnos?
-¡Anda ya! - se rio Beruche- ¡Vaya aburrimiento!
-Además, ¿para que nos íbamos a quedar? - Añadió Cooan con aparente indiferencia agregando con sorna. -  ¿Para ver a un grupo de tíos guapos descamisados llenos de músculos y sudorosos pegándose por un balón?
-¡Cooan, cállate que me quedo!,- declaró Esmeralda provocando las risas de todos. - No os riais.- Les pidió sonrojada. - Pero es que tiene su encanto.
-La verdad es que tienes razón - concedió Ann empujando el cochecito del bebé que ahora  dormía, instando a sus amigas entre risas. - ¡Anda chicas, vayámonos antes de que cambiemos de opinión!
-No es eso- intervino Petz. - Lo que pasa es que si nos quedamos y falláis mucho nos vamos a reír de vosotros y os bajaremos la moral.

            Zafiro entonces la rodeó con un brazo replicando divertido.

-Bueno cariño, no pasa nada, luego me la subes otra vez.- Todos se quedaron mirando con ojos como puntitos y ululando. - ¡Me refiero a la moral, mal pensados!  - Trataba de aclarar el chico pero fue inútil, lo único que logró fue que arreciaran las risotadas que pusieron a Petz colorada. -
-Pues vámonos ya. - Las instó Bertie, todavía con la sonrisa en los labios tras ese último comentario. - He llamado un par de taxis y no tardarán.


            Los vehículos efectivamente llegaron en pocos minutos, las chicas los abordaron dándoles instrucciones sobre su destino. En el primero se subieron Beruche, Cooan y Amanda, ésta última que no había hablado mucho en toda la comida, dijo ahora.

-Espero encontrar algo que le guste a Nephrite.
-Tranquila, en la “Gran Manzana” se encuentra de todo. Seguro que le podré buscar a Tom algo original. A ver si le anima un poco, desde que llegamos está muy callado.- Añadió Cooan casi más para sí misma. -
-Yo quiero encontrar un jersey de entretiempo para Roy y quizás algunas camisas. - Declaró resueltamente Beruche. - Con esto del dichoso baloncesto no se preocupa nada por su vestuario últimamente.
-¡Pues llévale desnudo mujer, te iba a agradar más la vista! - Rio Amanda que fue secundada por las chicas. -
-A Tom tampoco le va eso de preocuparse por  ponerse ropa nueva, yo diría que en estos últimos días hemos hecho todo lo contrario, ji, ji. ¡Nos la hemos quitado!- Terció Cooan tapándose la boca con la mano. –
- Bueno, todo sea por la imagen. – Suspiró Bertie que, ahora quiso pasar a algún tema más serio y les preguntó a las chicas. - ¿Qué opináis sobre ese pacto a nivel mundial sobre nosotros?
- Si quieres que te diga la verdad. Apenas si me he enterado de nada. - Replicó su hermana agregando ahora con más preocupación. – Pero Tom está muy raro últimamente, no sé. Me parece que algo le preocupa.
- Yo tampoco os puedo decir mucho. – Convino Amanda que si agregó. - Como sabéis vivimos en Londres y allí, una organización que dijo no trabajar para el gobierno nos propuso lo mismo. Bueno, se lo pidió a Nephrite. Creo que él aceptó. Me comentó que le parecieron de fiar.
- ¿Y no tienes idea de quiénes son? - Preguntó Bertie con desconcierto, si decían no ser el gobierno aquello era aún más extraño. -
- Solamente vi a uno de ellos. Era un tal capitán Jack no sé qué. No me quedé con su apellido. Iba con un abrigo largo de militar. - Pudo replicar la británica con desconcierto. – Casi parecía una prenda de museo, como de la Segunda Guerra Mundial.
- Ojalá que nos dejen vivir tranquilos - suspiró Cooan remachando. - Es lo único que deseamos de verdad. Aunque tú, siendo periodista, imagino que pensarás de otro modo.
-No, en absoluto. Una cosa es dar una noticia de interés y otra atacar la privacidad.- Se apresuró a responder Amanda.- Por lo que Nephrite me ha contado, os lo habéis ganado de sobra. Y mi campo está más en los reportajes de economía y de política.- Sonrió finalmente para sentenciar.- Valoro mi propia privacidad como lo que más, y no considero adecuado perturbar la de otras personas.

            Sus interlocutoras convinieron en ello. En el otro taxi, tras plegar el cochecito y meterlo en el maletero, Esmeralda les contaba a Petz y Ann que llevaba al niño en su regazo, como le iba en la pasarela. Una de sus colecciones se había vendido precisamente allí, en Nueva York.

-Quizás, si hay suerte la podamos ver en algún escaparate,- les dijo la modelo visiblemente entusiasmada con esa idea. -
-Me encantaría verla - suspiró Ann. - ¿Avísanos, eh? – Su amiga asintió, desde luego que lo haría. -
- ¿Y cómo ha sido eso de llegar a ser una diseñadora tan importante en tan poco tiempo? - Se interesó Petz. -
- Bueno, repuso modestamente su contertulia. - A decir verdad en cuanto regresé con Diamante, tras la fiesta de celebración, después de que Usagi-chan me dio poderes de justiciera, ni lo pensaba en serio. Pero después, pude tener varios encuentros con Setsuna. Bueno,  la Guerrera Plutón. A ella le encanta la moda y también me dijo que le haría mucha ilusión ser diseñadora. El caso es que conocía a gente en Japón y allí pude tomar contactos. Luego en Europa. Michiru, que es una artista bastante reputada, me presentó a algunas personas. Incluso me acompañaron ella, Setsuna y Haruka. Lo cierto es que fueron muy amables conmigo. – Aseveró sonriente. -
- Sí. Por lo que tengo oído. Tu jefa, esa señora Deveraux, es la mejor diseñadora del mundo.
- Lo es. Tuve mucha suerte de que Haruka, Michiru y Setsuna, quienes al parecer, se llevan muy bien con ella, le hablasen bien de mí y de que me aceptase como discípula y modelo. – Admitió Esmeralda que les desveló. - Tan agradecida le estoy que, en lugar del apellido Green de mi familia de Némesis, he tomado el de ella para mi vida laboral. ¿Y tú Petz, cómo os va a ti y a Zafiro?

            Su interlocutora escuchó la pregunta y repuso con animación.

- Estamos muy contentos. La tienda funciona muy bien. Al regresar a Tokio la reabrimos. Él me ayudó a limpiar y ordenar todo. Los clientes volvieron enseguida y tuvimos que contratar a un par de dependientas para ayudarnos.  Incluso Usagi y el resto de las chicas se han pasado por allí de vez en cuando. Aunque yo siempre les regalo cremas. No quiero cobrarles nada.

Sonrió divertida recordando la cara de compromiso de sus amigas guerreras, que, si bien en un primer momento aceptaron encantadas, luego decían tener mala conciencia dado que todas esas cremas eran muy caras.

-O no las conozco bien, o seguro que a Ami ya le estará entrando cargo de conciencia.- Aseveró Esmeralda con tono divertido.- Y también a Makoto. Aunque supongo que Rei se hará la apurada pero las tomará y Minako y Usagi estarán simplemente encantadas.
-Pues no te equivocas en absoluto.- Rio Petz.-
-A veces tienen esas cosas, como si de crías se trataran. Sin embargo son unas chicas fabulosas. - Sentenció Annie, abrazando a su niño ante el asentimiento de sus amigas, más al añadir.- Recuerdo aun cuando llegué como pude a la Tierra y Rei me hospedó en su casa. Cuidó de mí y de mi bebé. Tanto ella como las demás. Y todo pese a las cosas tan horribles que les hice a ellas y a otras personas, cuando llegué a este mundo por vez primera.
-Sí, aquí podemos comprenderte muy bien.- Convino Esmeralda.- Gracias a ellas todos hemos tenido una segunda oportunidad. Por mí les regalaría vestidos de todas mis colecciones durante el resto de mi vida y todavía no podría saldar ni una ínfima parte de mi deuda con ellas.
-Tenéis toda la razón. -Asintió Petz.- Se lo merecen todo. Son maravillosas.

            Así continuaron hablando un poco más. Cuando llegaron al punto convenido se apearon. Pagaron las tarifas a escote y se recorrieron las principales tiendas. Dieron luego un paseo por el parque. Se fueron entremezclando y en una de las veces que estaban charlando algo apartadas del resto, fue Esmeralda quien le comentó a Petz.

-Me he alegrado mucho de ver a Nephrite, y esa chica con la que sale, Amanda, es bastante agradable. Aunque juraría que me es familiar.
-¿Familiar?- Inquirió su interlocutora mirando de reojo a la aludida que iba un poco más  atrás, mirando al bebé de Annie.- ¿La habías visto antes?
-Diría que no, pero hay algo en ella que me resulta. No sé cómo explicarlo.- Pudo replicar una confusa Esmeralda, que, pese a todo sonrió cambiando de tercio y agregando con tintes más desenfadados.- Serán cosas mías. Alguna chica de la agencia Deveraux se debe de parecer a ella. Olvídalo.

Su contertulia asintió sin preocuparse tampoco por aquello y ambas se reunieron con el resto. Los chicos mientras jugaron durante un par de horas. Ninguno lo hacía mal, pero Roy marcaba las diferencias. Al final el equipo del futuro jugador profesional ganó sólo por cuatro puntos, dado que Tom no se empleó demasiado en serio. Tenía la cabeza en otra parte.

-¿Te encuentras bien, Paleto de Kansas?- Se sonrió Roy aseverando.- Menos mal que soy un genio del baloncesto. Si no, acorde al poco acierto que has tenido, me veía pagándole la cena al principito.
-Lo siento. Ya os lo advertí. Me pesa la tripa después de comer. - Pudo excusarse su interlocutor.-
-Bueno. No pasa nada. Por cierto. Me tienes que contar que tal por Portland. ¿Eh?- Repuso desenfadadamente su contertulio.-
-Sí, claro.- Concedió su amigo.-
-Bueno. Ahora vamos a nadar un poco, chicos.- Arengó Roy al resto.
-Adelante.- Convino Diamante.-

Los demás imitaron a ambos gustosos. Incluso Tom tuvo que meterse un poco en el agua y sufrir estoicamente alguna aguadilla por parte de sus amigos. Después de un rato de refrescarse bañándose en la piscina decidieron esperar a las chicas. Roy les propuso poner mientras alguna de las películas  algo obscenas que le escondía ( o eso creía él)  a Bertie.

-¿A ver qué os parece ésta? - Les dijo entre risas. - "La Guarra de las Galaxias".

            Todos asintieron con mucho interés, eso era una experiencia nueva para la mayoría. Roy no se hizo de rogar y puso la película. Ail, sobre todo, miraba asombrado.

-Y esas cosas realmente les gustan.- Señalaba a la pantalla con incredulidad. - Eso que están haciendo ¿Por qué se lo mete en la boca?
-Te aseguro que está la mar de bien. - Afirmó Diamante sin disimular una expresión de regocijo. -Al menos a Esmeralda no se le da nada mal.- Sonrió maliciosamente. -
-¡Jod...con el principito!,- exclamó Roy con pitorreo - ¡y parecía tonto el chaval!
-Bueno, que Petz también es una artista aunque no os lo parezca. ¿Y vosotros, chicos?- Declaró Zafiro que miró a Roy y a Tom. -
-¡Si supierais lo que hemos hecho Cooan y yo en un saco de dormir!- Repuso él ahora más animado aludido, provocando más risas - .
-Yo, lo único que digo es que Bertie no es ni mucho menos tan modosita como aparenta. ¡Cuando el cubito se derrite es auténtica lava! - Aseguró Roy- …
-Sí, claro, por eso tú le escondes estas películas.- Se burló Nephrite con el coro de risas de los demás. -

            El interpelado tuvo que darse por tocado, pero no dispuso de ocasión de contraatacar. Se abrió la puerta y aparecieron las chicas, cargadas de bolsas y paquetes, sorprendiéndoles con las manos en la masa, en plena proyección.

-¡Vaya, vaya! - dijo Esmeralda con tonillo algo sarcástico. - Estáis aprovechando el tiempo para documentaros ¿eh? – y de seguido agarró a su novio de un brazo. -
-Cariño, no es para tanto, ¡je, je! - pudo decir éste con una sonrisita de circunstancias. -
-Diamante, amor mío - le susurró con voz melosa. - Es hora de marcharnos al hotel, allí, ya me contarás lo que has aprendido.

            Se escuchó un ¡uuuhh! generalizado. Los dos se pusieron colorados y se despidieron quedando para el partido del día siguiente.

-¡Vaya una máquina! - Rio Nephrite que añadió con sorna. - Compadezco a Diamante. ¡Menos mal que está en buena forma!
-Querido, espero que tú también lo estés. - Terció Amanda dejándole la risa congelada de oreja a oreja. -
-Bueno, Zafiro, debemos irnos y tú no serás menos que tu hermano. ¿A qué no?- Le preguntó Petz a su novio, con aire provocador. -
-Se hará lo que se pueda. - Sonrió el interpelado mirando a los demás que a duras penas aguantaban la risa. - Aunque estoy algo cansado del partido, quizás con una alubia.
-¡No hagas trampas, tío! - intervino Roy tronchándose de la risa. -¡Debes sufrir heroicamente, como los auténticos guerreros!...
-¡Que va! - rio Petz, añadiendo ente melosa y amenazadoramente. - De sufrir nada, se va a enterar éste hoy de lo que es el Cielo aquí en la Tierra. 

Y tras escuchar más risas de los otros, celebrando esa respuesta, ambos se fueron agarrados de la cintura. Amanda y Nephrite también se marcharon, lo mismo que Ann y Ail con su pequeño. Ellos al piso en la ciudad de Roy. El extraterrestre le comentó a su mujer que tenía ganas de probar ciertas cosas que había visto en el vídeo. Sólo Tom y Cooan se quedaron a dormir, hacía mucho que no se veían y después se tendrían que mudar al oeste. Querían hablar de muchas cosas y así fue, excepto de esa que atormentaba a Tom. Pero el muchacho se dijo que aún no era el momento y supo aguantar su ansiedad. Al final de la velada se acostaron pronto, bastante en realidad, para lo que era normal. Al menos había algo en lo que él podría distraerse con Connie, más tras ver algunas escenas de esa película. Por fin, les tocó el turno a Roy y a Beruche. Pero ésta vez, ella se dirigió a una cama separada, pese a los ruegos de rodillas y gimoteos del chico. La chica con mirada impasible, se cruzó de brazos y declaró con tono glacial.

-No puede ser Roy, mañana tienes partido y debes estar descansado. Se dice que los deportistas no hacen esas cosas cuando están concentrados.
-¡Pero Bertie cariño!- le rogaba él- ¡A mí no me cansa hacer eso, soy un súper guerrero!- Beruche negaba con la cabeza. - ¡Esto no es justo!- Se lamentaba él con un tono quejumbroso para denunciar. -Todos mis amigos se lo estarán pasando de maravilla con sus novias y yo me tengo que ir a dormir… sólo.
-Ya lo habéis pasado muy bien con la película,- replicó ella con voz maliciosa para recriminarle con fingida indignación. - ¿Así que tenías esas guarradas por ahí sin que yo me enterase, eh?
-Te lo puedo explicar, si solamente es para aprender cosas nuevas. ¡Venga que te lo explico en la cama! - Le insistía él. -
           
            Bertie seguía manteniendo una pretendida severidad de hielo, aunque tenía que esforzarse por no reír. Se dominó y dijo con voz inexorable.

-He dicho que no y es que no. Hasta mañana Roy, que descanses mucho, y sueña solamente con meter canastas, que te va a hacer falta.

            Éste, derrotado, se marchó con la cabeza gacha. Cuando se hubo alejado y se metió en su cuarto, ella se echó a reír.

-¡Me he pasado con él! ¡Pobrecito!, Ji, ji, ji.

            Entonces apareció su hermana, Beruche la creía dormida pero no era eso exactamente lo que habían estado haciendo ella y Tom.

-No crees que has estado muy dura con él. - Se rio Cooan que no había podido evitar oír la parte final de la conversación. - ¡Con lo agitado que estaba! ¡Ja,  ja!
-No te preocupes. - Le aseguró despreocupadamente su contertulia. - Luego entraré en su cuarto con un modelito que me he comprado, seguro que le doy una sorpresa. ¿Y Tom y tú?- inquirió a su vez con picardía. - ¿No estabais?

            Cooan asintió pero ya no se reía. Dejó pasar unos segundos antes de admitir.

-Él se siente algo desganado esta noche para lo que suele ser habitual, me ha pedido que demos un paseo por el jardín, le noto preocupado.
-Bueno, tendrá cosas en que pensar, a Roy le sucedió lo mismo cuando iba a hacer las pruebas para el equipo.- Respondió su hermana sin concederle más importancia, añadiendo con visible buen humor. - De todos modos le exiges al pobre demasiado. Ten en cuenta que después de jugar ese partido estará cansado.
-¡Es verdad!- Se rio la interpelada que pese a ello no cedió agregando. - Bueno ya le he dado descanso más que suficiente. Cuando terminemos de pasear volveremos a la carga.

            El mismo Tom se acercó entonces hacia ellas y Cooan le deseó buenas noches a su hermana.

-Hasta mañana, y no seáis muy malos. - Se rio Beruche. -
-Descuida- le prometió su interlocutora, observándola divertida. - Seremos peores.

            Cooan se alejó con su novio, la muchacha se llevó su jersey pues fuera refrescaba. Por su parte Beruche, al cabo de un rato, se puso su modelito de noche y entró despacio en la habitación donde “había castigado” a su novio, llamándole entre susurros melosos.

-Roy, cariño, soy yo.

Bertie se aproximó despacio descubriendo que él ya estaba dormido y en su cara vio una expresión serena y llena de confianza. Estaba claro que estaba soñando con su futuro encuentro. Lo cierto es que tenía una faz iluminada por una alegría casi infantil. Ella sonrió enternecida, susurrándole al oído con dulzura.

- Duerme bien mi amor, mañana es tu gran día. Y allí estaré contigo para animarte. - Le acarició el pelo dándole un beso maternal en la frente. Luego salió en silencio de la habitación. –

            Tom estuvo pensativo mientras pasearon. Charló poco con su novia que llegó mirarle algo preocupada. Aunque no pudo preguntarle si le sucedía algo. Su pareja finalmente se animó. Había estado meditando. Lo más seguro es que ese terrible futuro pudiera ser cambiado Esta vez, con el aviso del muchacho todo sería diferente y lograrían vencer y vivir, logró relajarse y su humor mejoró. Él comenzó a contarle a la muchacha algunas incidencias del partido que habían jugado y según que comentarios de la película. Cooan se rio bastante y olvidó esa preocupación. Al fin, ambos regresaron a la casa de la mano. Entraron en la habitación. El chico la entró en brazos y le dijo con animación.

-¡Qué bien, ya estaba harto de hacerlo en un saco de dormir! ¡Ahora estoy otra vez en forma y vas a ver lo que es bueno!

            La muchacha se rio alegrándose de verle más que dispuesto a demostrárselo y cerró la puerta tras ellos antes de ser lanzada al blando colchón…

-¡Tom!. ¡Que estamos en la casa de Roy y de mi hermana!
-Bueno, no creo que les importe.- Sonrió pícaramente él. -

Y por su parte, tras llegar hasta allí. El muchacho había estado vigilando a distancia segura. Vio las luces en la casa y esperó a que todas su fueran apagando. Suspiraba observando aquel ambiente de paz y felicidad. Le parecía algo irreal, tan distinto del mundo de pesadilla en el que él había tenido que crecer. Y es que allí estaban todos. Aquellos luchadores legendarios que salvaron al mundo. Desgraciadamente las tropas invasoras de Gralas fueron demasiado para ellos. Pero en esta ocasión él se aseguraría de que aquello no fuera así. Todavía recordaba algunas cosas de las que hablase con Mazoui y con Tom en su época. Ambos le advirtieron de los riesgos que entrañaba un viaje como ese. Quizás pudiera retornar a su propio tiempo o quizás no, debido a que el flujo de los acontecimientos variaría con su llegada. Pero a Leval eso no le importaba. Su propia vida era lo de menos si conseguía evitar aquel trágico destino. Si su padre y los demás podían sobrevivir. En cierto modo les envidiaba a todos ellos, y también, de alguna manera estaba enfadado. ¿Por qué se dejaron matar? ¿Por qué su padre murió antes de que él mismo naciera? Todo lo que tenía de él eran viejas grabaciones y los relatos de su madre y sus tías. Y además estaba aquel sueño, el que tuvo antes de partir, una especie de pesadilla en la que una especie de sombra que portaba un libro le susurraba. Leval creyó comprender que le decía.

-Nada de lo que has vivido debió ocurrir jamás. Joven guerrero, deberás hacer que las cosas fluyan por el cauce del que nunca debieron apartarse…

Y Leval estaba decidido. No sabía si ese sueño correspondía a algún aviso del Más Allá, o si bien eran sus propios deseos inconscientes. De cualquier manera lo había logrado. Pudo retroceder al pasado y contactar con su tío Tom. Lo que no debía permitir es que sus padres averiguaran quién era él. Al menos eso le aconsejó Mazoui y también su tío. Volvía a censurarse ahora, igual que lo hizo justo tras ver a Tom. Cometió un grave error al concentrar tanta energía. A buen seguro que le habrían percibido, no obstante enseguida borró todo rastro de ella. Por suerte, nadie había ido tras de él. Seguramente estarían todos pendientes del partido. Suspiró, todavía debía aguardar un día más. Por nada del mundo iba a privar a su padre de disfrutar con su debut como profesional. Su madre siempre le contaba que aquel era el mayor sueño que éste tuvo. Y ese partido, del que él había podido ver la grabación al menos un centenar de veces. Sería por desgracia el primero y el último a no ser que pudieran evitar el destino que se cernía sobre el planeta.  Pensando en esto se acomodó lo mejor que pudo en lo alto de la copa de un árbol de un parque cercano y se dispuso a descansar. Necesitaría estar fresco para encarar los acontecimientos del día siguiente en tanto pensaba.

-No todo el pasado debe ser cambiado. Al menos, no esta parte. Papá, mamá. Haré cuanto esté en mi mano para que podáis disfrutar de vuestras vidas y seáis felices.         

            En Japón las cosas estaban tranquilas. Usagi y Mamoru pasaron la noche juntos, explorando su relación desde un punto de vista más maduro. Al final se durmieron abrazados…pero en mitad de la noche despertaron como resortes, tenían sudor frío bañándole los cuerpos y las expresiones de sus caras eran de total horror…

-¡Has, has tenido el mismo sueño! ¿No es así?- Le inquirió él con la voz entrecortada por el pavor.-
-No quiero ni hablar de ello.- Pudo decir la muchacha todavía impactada, con lágrimas resbalando por las mejillas.- ¡Ha sido horroroso! Jamás vi nada igual…
-Era una terrible pesadilla. Como la vez anterior.- Pudo decir él.-
-No- le corrigió la chica aún con la voz temblorosa.- Es algo muchísimo peor. He visto cosas horribles. Esto va más allá que la vez anterior. Y además, no solamente afecta a este mundo, incontables planetas e incluso dimensiones espacio temporales están en gravísimo peligro. Setsuna nos lo advirtió. Y la terrible amenaza que se nos viene encima no es sino la avanzada.

            Su novio asintió. Usagi le contó la visita de Sailor Plutón haría un par de días, cuando estaba con las demás chicas en el Crown.

-¿Qué hacemos ahora? - Quiso saber el muchacho, afirmando.- He vuelto a ver a ese extraño ser, con ese libro. Me ha dicho literalmente que las cosas no deben suceder así.
-Desde luego que no. ¡Eso no ocurriría! ¡Lo impediremos como sea! – Afirmó la chica con determinación.-
-Tendremos que decírselo a las demás. Y a nuestros amigos.- Afirmó él.-
-Sí… esta vez actuaremos rápidamente y nos uniremos a ellos desde el principio. Pero creo que hay otro que tendrá que ser el encargado de ponerles al corriente.- Declaró la joven.-
- ¿Cuánto tiempo tenemos? - Quiso saber Mamoru.-
-No lo sé, pero creo que el suficiente.- Replicó su interlocutora.-
-Quizás sería mejor no aparentar nada extraño y acudir al partido de baloncesto de Roy. Sabes lo importante que es para él.- Le comentó el muchacho.- No me gustaría estropeárselo. Luego ya habrá ocasión de advertirles.
-Lo sé. Y estoy de acuerdo contigo. Iremos y actuaremos con normalidad.- Repuso ella que afirmó sorprendida.- No lo comprendo. Setsuna no tenía idea de quién lo ha hecho o de cómo ha sido atravesado el continuo espacio-tiempo.
-Ahí fuera debe de haber alguien más. Con grandes poderes. Si es capaz de provocar eso.- Conjeturó Mamoru, agregado con patente inquietud.- La cuestión más importante ahora es… ¿amigo o enemigo?

            Usagi asintió, abrazándose a él. Tras unos instantes se besaron largamente y luego de separarse el muchacho trató de desdramatizar, afirmando.

-Bueno, tratemos de dormir. Mañana hablas con las chicas. Pero será mejor que de momento no les digas nada de este sueño que tuvimos. Sería bonito que disfrutasen la experiencia de ir a los EE.UU y ver a nuestros amigos allí sin problemas sobre sus cabezas y dándoles una genuina impresión de alegría, ¿no crees?
-Tienes razón. Me costará pero actuaré como de costumbre. A la vuelta habrá tiempo de hablar de ello.- Convino Usagi que ahora abrió la boca para bostezar.- Estoy muy cansada, espero poder dormir.
-Es lo mejor. Y no te presiones. Deja que tu carácter de Usagi aflore. Esa es la mejor medicina para cualquier crisis. Hasta mañana mi futura reina.- Le sonrió el chico.-
-Lo intentaré. Hasta mañana mi rey del siglo XXX.- Replicó la aludida.-

            Pero esas pesadillas sobre aquellos horrores no eran las únicas. Cuando Mamoru le comentó eso de su carácter de Usagi la joven comprendió de inmediato a qué se refería. Y recordaba ahora haber tenido una especie de sueño en el que vio a una chica que tenía una situación similar. Aunque por motivos bien distintos.

-No sé qué pueda significar y no me compete a mí. -Se dijo. –

Así pues quiso dejar de darle vueltas a la cabeza y descansar. Y tras unos instantes  tanto Usagi como Mamoru se durmieron. Los dos estaban agotados y deseosos de no volver a tener una pesadilla semejante otra vez. Sin embargo, quizás  hubiese sido mejor haber sufrido otro mal sueño que la propia y terrible realidad que les aguardaba a ellos y al resto del mundo, si no superaban aquella nueva y difícil prueba.

-Únicamente espero que todo salga bien y que seamos capaces de enfrentarnos con éxito a lo que quiera que esto sea. -Pensó antes de dormir.-

            Y en el otro lado del mundo, aquella joven se despertó al oír los lloros de la niña. Con celeridad miró rebuscando en todas direcciones. Su hermana lo había vuelto a hacer. Se habría marchado en busca de clientes.

-Paige debería estar aquí, cuidando a Marla.- Se dijo con reprobación.-

            En ese cuartucho no había nada ni para calentar un biberón. Tomó a su sobrina en brazos y la acunó tratando de hacerla callar. No tuvo mucha suerte. Suspiró. Decidió abrigarla y salir con rapidez a la búsqueda de una habitación con cocina. Tomó la leche en polvo y se acercó a la habitación del dueño de ese motel. Tocando a la puerta le pidió con tono suplicante.

-Por favor. ¿No tendría algún sitio ara calentar un poco de leche?. Es para el biberón de mi sobrina.
-¿Su sobrina?- Preguntó el perplejo anciano a cargo de ese lugar.-
-Sí, claro. Es que mi hermana ha salido. Y la niña se ha despertado justo ahora.- Le explicó apurada.-
-Puede usar mi cocina.- Le permitió el tipo aquel.-

            Entró en el apartamento de ese tipo asintiendo agradecida. Con el bote de leche en la mano y se dirigió hacia una sobria y destartalada cocina.  Tomando un cazo echó agua y la puso a calentar en un fuego.

-¿Y la niña?- se interesó ese anciano.- ¿Dónde la ha dejado?
-En la habitación que mi hermana alquiló.- Repuso ella.-
-¿Quién dijo que era usted?- Se interesó ese viejo observándola con extrañeza.-
-Su hermana. Me llamo April…April Sorel.- Declaró tras dudar un momento.-

            Aquel no era su apellido real pero su hermana Paige lo adoptó, de modo que ella quiso hacer lo mismo.

-Pues dígale a su hermana. Que el alquiler son treinta dólares por noche. Y que si va a quedarse también hoy, tiene que pagarme.
-Sí, claro.- Sonrió nerviosamente April que ya había calentado aquello.-

            No obstante ese tipejo sonrió mostrando su escasos y amarillentos dientes para susurrar en tanto le posaba una mano sobre las nalgas a la apurada chica.

-Aunque, si no tiene dinero, por esta vez, podría hacer una excepción, ya me comprende. Un trabajito de su hermana o de usted…

            April respiraba agitada. Aquel asqueroso vejestorio estaba tratando de propasarse con ella. Se giró como si él la hubiera sobresaltado dejando que parte de la leche ardiendo le cayera a ese desgraciado en una mano. El individuo profirió un grito al quemarse.

-¡Maldita zorra descuidada!- Exclamó entre dolorido, furioso y atónito.-¡Mira lo que has hecho!
-¡No sabe cuánto lo siento!, me asustó. Le ruego que me perdone. Mire, le voy a dar el biberón a mi sobrina y usted me aguarda aquí. Bajaré enseguida y haré cualquier cosa que me pida. Así le pagaré la habitación para mi hermana. ¿Le parece?

            Esas palabras tuvieron el efecto de un bálsamo para aquel sinvergüenza. Tras poner su mano bajo un chorro de agua fría, el casero asintió.

-No tardes en dar de comer a esa mocosa.- Prácticamente le ordenó.-

            April convino en ello con un gesto y corrió a su cuarto. Pudo llenar el biberón y esperar a que se templase la leche. Tomó a su todavía llorosa sobrina y tras acunarla de nuevo la puso en posición, dándole aquel deseado desayuno.

-Ya cariño, ya.- Le susurró con dulzura.- Lo siento, he tardado…no te preocupes, mi amor, mamá vendrá enseguida.

            Y una vez la niña comió y ella le dio unos golpecitos para que expulsase el aire, April se dio prisa en recoger sus escasas pertenencias.

-Si ese viejo asqueroso se cree que va a tener algo conmigo lo lleva claro. Nos iremos de aquí. Mi hermana seguro que sabrá lo que ha pasado.

            Y lo más rápidamente que pudo, a fin de que aquel imbécil no sospechase nada, ella se marchó, llevando a Marla dentro de un capazo y suspirando aliviada por salir de allí, aunque también preocupada por encontrar otro sitio que pudiera alojarlas.



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