La muchacha había tenido que buscarse la vida como
pudo. Ahora, con su hija a cuestas, deambulaba de motel en motel. Por lo menos
siempre tenía algo de dinero, a veces ni siquiera sabía de dónde lo sacaba. Pero
el caso es que iba siendo capaz de mantener a su pequeña. Sin embargo tenía que
ir a trabajar, la dejó envuelta en una mantita, dormida, sobre esa endeble cama
de la habitación que había podido alquilar para esa noche.
-Duerme, mi pequeña Marla, mamá volverá enseguida. –
Le susurró con afecto. -
Hizo
una coleta en sus oscuros cabellos y salió a la calle, debía buscar a algún
cliente. Estaba de hecho en un lateral de un apartado callejón donde sabía que
muchos tipos mayores y casados se pasaban para poder “relacionarse” con una
chica joven y atractiva como ella. Por eso le sorprendió ver a ese chico tan joven,
alto y guapo. A ese, desde luego, no tendría porqué cobrarle nada de no
necesitarlo. Por ello le llamó sin estar desagradada en absoluto si aceptaba la
propuesta.
-Hola chavalote. ¿Quieres pasar un buen rato?- le
ofreció acariciándose de un modo bastante sexy.-
Ese
individuo la observó diríase más con curiosidad y pesar que otra cosa.
-No tengo mucho dinero.- Contestó.-
La
chica se dio cuenta ahora de que la chaqueta que llevaba estaba teñida de algo
parecido a la sangre. Bien pudiera ser algún miembro de bandas callejeras o un criminal.
Se arrepintió de haber llamado su atención. No obstante, ya era demasiado
tarde. Le tocaba forzar una sonrisa y responder con tono meloso.
-No importa, si quieres podemos hacer algo rápido
aquí.
Y
ya estaba a punto de ponerse de rodillas ante él cuando ese muchacho se lo
impidió sujetándola con suavidad de un brazo. La joven le miró sin comprender,
menos todavía cuando ese individuo sacó un puñado de dólares y, con una leve
sonrisa, le dijo en tanto se los daba a ella.
-Solamente llevo esto, creo que ahora, en este
momento, estos papeles tienen algún valor.
La chica
contó ese dinero y, aunque no era una fortuna, no estaba mal. Eso merecía desde
luego pasar un rato en la intimidad.
-Me llamo Paige, tengo una habitación aquí cerca.- Se
presentó.-
-Yo soy Leval,- Repuso concisamente él.-
-Encantada.- Asintió su interlocutora pensando que
aquel era un nombre algo raro.-
A buen
seguro ese tipo no se llamaría así, y estaría usando un alias. Aunque eso no era
de su incumbencia. Y sobre todo, debía ir centrarse en el negocio. De modo que
le tomó de una mano y le guió a su motel. Entraron despacio. Ella se disculpó
con expresión de circunstancias cuando aquel individuo vio a su pequeña, envuelta
en esa mantita y durmiendo.
-Perdona, tuve que dejar aquí a mi hija.
-No tienes que pedir perdón por nada. Ni vamos a
molestar a tu hija. - Sonrió levemente él afirmando para sorpresa de esa chica.-
Únicamente quiero beber un poco de agua. ¿Tienes?
-¡Oh, claro, en el baño!- Pudo decir Paige con
visible desconcierto.-
Al
menos ese cuartucho tenía un rudimentario cuarto de baño, con pila, un pequeña
ducha y un sanitario. Ese tipo fue a beber directamente y lo hizo con avidez.
Ella le observaba con gesto de extrañeza, sin saber a ciencia cierta si era un
maniaco o una especie de turista perdido en la ciudad. Le aguardó con algo de
impaciencia hasta que el chico sació al fin esa sed que tenía, salió del aseo y
se dirigió hacia la puerta de la habitación.
-¡Espera!- le pidió la perpleja Paige.- ¿Es que no
quieres nada a cambio?
-¿A cambio de qué?- Quiso saber el chico mirándola
sin comprender.-
-Me has dado dinero, yo...supuse que...- Fue apenas
capaz de musitar la muchacha.-
Al
fin él pareció comprender, moviendo la cabeza de modo negativo y declaró con
tono serio e incluso apenado.
-No vine aquí para eso. Y ese dinero no tiene valor
para mí. En cambio a ti podrá ayudarte. Cuídate y cuida a tu hija. ¿Cómo se llama?-
Se interesó con tono más animado ahora, en tanto observaba dormir a esa cría que
no debería tener ni el año de edad.-
-Marla.- Contestó Paige, mirando a su vez a su hija
con evidente cariño.-
-Os deseo lo mejor a las dos.- Sonrió ese chico,
abriendo la puerta para remachar un lacónico.- Adiós…
Cerró
tras de sí. La joven madre se sentó en la cama sin comprender nada. ¿Quién sería
ese extraño chico? Le había dado quizás todo lo que llevaba encima a cambio de
unos tragos de agua del grifo.
-Bueno, quizás no todos los hombres son malos.-
Suspiró.-
Aunque
dejó eso de lado. Estaba cansada, se dio una ducha. Tendría que reponerse para
buscar a más clientes quienes, a buen seguro, no serían tan caritativos como
ese buen samaritano. Salió del baño y tras secarse su castaño cabello se puso
un camisón y se metió en la cama junto a su pequeña, abrazándola para no tardar
en quedarse dormida en tanto suspiraba.
-Las dos lo lograremos, Marla, las dos saldremos
adelante, mi amor.
A
su vez, Leval había podido hidratarse un poco. Nadie le puso al tanto de la sed
que daba viajar a través del tiempo. Posiblemente porque nadie antes que él lo
hubiera hecho.
-Estoy a ciegas, Todo esto es nuevo y no sé qué
hacer.- Reflexionaba con desconcierto e inquietud.-
Y es que después de haber hablado con Tom, se dio
cuenta de que ese despliegue de energía del que hizo gala para convencerle
podría haber alertado a su futuro padre y los amigos de este. Por ello decidió
ser mucho más discreto. Tras despedirse de su futuro tío había estado andando por
esa ciudad como cualquier persona corriente. Poco a poco, se dirigió hacia los
barrios más degradados. ¡Aquello era curioso! Lo que en esta época se
consideraba marginal y poco recomendable para vivir, en su futuro habría sido
un sitio próspero. Caminaba saliendo de esa zona de callejuelas con gentes poco
recomendables. Sin embargo, eso a él no le preocupaba en absoluto. Nadie allí
podría hacerle el menor daño. ¡Ojalá hubiera sido igual en su futuro!
-Más que nunca, esto me refuerza en mi
determinación. Tenemos que impedir que ese horror se produzca.- Pensaba.-
También le apenó ver a esa muchacha con esa niña tan
pequeña. En sus ojos se podía ver claramente la necesidad de hacer cualquier
cosa, como venderse, para sobrevivir. Tampoco era ajeno a haber visto aquello
del tiempo del que venía. ¡Cuantas jóvenes madres intentando criar a sus hijos
en ese mundo devastado y tan hostil!.
-Al menos a esta chica, Paige, y a su hijita Marla,
nadie quiere cazarlas como si fueran alimañas.- Se dijo sintiéndose mejor por
ellas. – Y a diferencia de a otros pobres desgraciados, he podido hacer algo
para ayudarlas…
Esos recuerdos le helaban la sangre y no tenía
intención de revivirlos de nuevo. Bastante tenía con sus pesadillas. Olvidó eso
para centrarse en su auténtico objetivo. Debía ir hacia el lugar en el que
estaba la casa de sus padres. Uno bien distinto de este en el que se hallaba.
-Les deseo mucha suerte a esa chica y a su hija.-
Pensó a modo de última reflexión sobre ese tema, antes de salir de aquella
conflictiva barriada.-
Por su parte, y tras un corto viaje en coche, Tom y
Cooan llegaron a la ciudad. Para sorpresa de la chica, su novio tomó otra
dirección que a ella le era desconocida. Se apresuró a advertírselo por si se
hubiese despistado.
-Pero Tommy. ¿A dónde vas? Por aquí no se va al
apartamento de Roy…
-Es una sorpresa.- Se limitó a responder el muchacho
sonriendo como si eso estuviera planeado.-
Aunque por dentro estaba preocupado. Esperó que ese
chico hubiera acertado con las señas que le había dado en su relato y, para su mayor
asombro, resultaron ser correctas. Entraron en una zona bastante exclusiva, un
barrio de clase alta.
-¿Desde cuando se puede permitir Roy un sitio así?-
Inquirió Cooan con evidente perplejidad dibujada en el semblante.-
-Bueno, eso de ir a jugar en la NBA será algo a
tener en cuenta para cualquier inmobiliaria. Le habrán dado una hipoteca o algo
de eso. - Pudo replicar su interlocutor con no demasiada seguridad.-
Aparcaron en una calle cercana. Caminando apenas unas
pocas decenas de metros llegaron a un gran chalet rodeado por un seto con verja
incluida. Tom tocó un timbre y enseguida sonó un pequeño zumbido que abrió
aquella puerta enrejada. Tras mirarse con gesto impresionado la pareja anduvo
unos cuantos metros más hasta llegarse ante la puerta de esa gran casa, llamaron
de un modo dubitativo.
-Ahora es cuando aparecerá un tipo al que no
conozcamos y nos preguntará qué deseamos.- Sonrió trémulamente Tom.-
Y pese
a tratar de aparentar que sabía perfectamente lo que estaba haciendo y que todo
era una broma suya, delante de su atónita novia, realmente había considerado
esa posibilidad.
-Desde luego, Bertie no me ha dicho nada de que se
hayan mudado.- Declaró esta con manifiesto desconcierto.-
No obstante y para asombro de ambos, fue el propio
Roy quien les abrió. También él quedó muy sorprendido al verles, preguntando
antes siquiera de saludarles.
-Tommy, Connie ¿Pero, cómo habéis averiguado nuestra
nueva dirección? Iba a llamaros al apartamento para deciros que nos habíamos
mudado cuando volvierais del camping.
-Alguien nos la dio. – Respondió su amigo sin querer
explicarse más. - No sé de quién se trataba, pero sabía dónde vivíais.
-¿Habéis hablado con Ail y Anne? Estaban en mi
apartamento con su hijo. Quizás ellos os lo dijeran.- Conjeturó su amigo, quien
no obstante, enseguida cayó en la cuenta.- ¡Espera! No les dije dónde estaba este sitio.
Únicamente si querían venir a verlo con nosotros.
Aunque
Tom, enseguida negó con la cabeza para responder. Incluso con sinceridad.
-No, no he hablado con ellos. Fue un tipo raro el
que me indicó donde estaríais. No le conocía de nada.
-Habrá sido cosa del gobierno.- Afirmó Roy sin darle
más importancia, pues creyó entender que alguno de esos tipos se le habría
adelantado yendo a ver a sus amigos. - Anda pasad,- les invitó con una amplia
sonrisa. - Tenemos compañía.
Cooan miró a su novio sorprendida, pero cuando
éste le dijo que algunos agentes federales habían hablado con sus amigos para
ella la cosa tuvo sentido.
-Podrías habérmelo dicho antes.- Le reprobó la
muchacha en tanto pasaban.-
-No quería preocuparte en nuestra acampada, lo
siento, Connie.- Se disculpó él forzando una sonrisa.- Además, he logrado
sorprendente. ¿No es así?
Su
novia le miró de forma inquisitiva pero finalmente sonrió también. Seguramente
que el pobre lo habría hecho con la mejor intención. No le dio ya más importancia
y, junto con Tom, fue a saludar al resto. Casi parejos a ellos, aunque un poco
antes, había llegado al fin Nephrite acompañado de una amiga, pero aún faltaban
Zafiro y Petz y las guerreras con Mamoru. Luna y Artemis se habían quedado en
casa, pendientes como siempre de cualquier posible emergencia que pudiera
suscitarse. Aunque, según explicaron los recién llegados después de los
saludos, las cosas estaban ahora muy tranquilas.
-La verdad, comentaba distendidamente Nephrite con Diamante.
En Londres las cosas no nos van nada mal. ¿Qué tal vosotros por París?
-De maravilla.- Asintió su amigo, añadiendo.- Tenemos
que vernos un día, venid a visitarnos.
-Estaremos encantados, siempre y cuando hagáis lo
mismo.- Convino su interlocutor que quiso saber.- ¿Cómo les va a tu hermano y a
Petz?
-De momento están muy contentos con la tienda y mi
hermano además disfruta de su trabajo de ingeniero.- Le contó Diamante,
agregando.- Espero que vengan pronto y podamos charlar todos.
Y es que esos dos también seguían en Japón. Como no
podían esperar a que llegaran dado que no les habían anunciado cuando podrían aparecer,
con presteza se organizó una larga mesa y todos los presentes se pusieron a
comer. Siguiendo la costumbre se gastaban toda clase de bromas y charlaban
sobre muchas cosas, vivencias compartidas, planes de futuro, sólo Tom
permanecía en silencio contemplando a sus amigos. Las palabras de Leval, aún
resonaban en su cabeza. Los demás, ajenos a ello, se divertían como críos.
-¡Eh Diamante! - incordió Nephrite. - No te lo comas
todo, déjame alguna empanadilla, hombre.
-¡Nada!- se rio éste para sentenciar. - Aquí como en
el Rincón del Alma y del Tiempo, se corre o no se come.
Su
compañero de aventuras aceptó el reto y ambos se pusieron a forcejear por la
posesión de la última empanadilla de su parte de la mesa. Por supuesto que
tanto Esmeralda como Amanda, la pareja de Nephrite, les llamaron la atención
criticando su infantil comportamiento. Aunque aquello pareció espolearles aún
más entre las risas del resto. Al fin, la partieron por la mitad como buenos camaradas.
-Muchachos- sonrió Roy sin disimular su holgorio. -
Va a ser la última vez que os invito a comer a todos juntos, sois más voraces
que el maestro Son Goku.
-¿No crees que exageras un poco? - Le preguntó Ail
con sorna. -
-No me lo parece. - Respondió su interlocutor divertido
mientras sujetaba las manos de Diamante y Nephrite que ya iban a robarle una
croqueta a él. -Al menos Goku -sama te preguntaba si ibas a comerte lo tuyo
antes de quitártelo, ¡ja, ja!
Se
escuchó el timbre de la puerta, el risueño anfitrión se levantó y les dijo a
todos con mucho sentido del humor.
-¡Eh, quiero seguir viendo comida en la mesa cuando
regrese, y en mi plato también! ¿Estamos? - Todos asintieron descuidadamente
mientras masticaban.- Ya veo el caso que me hacéis. - Suspiró levantando las
risas del resto mientras se dirigía a la puerta. -
Nada
más abrir se encontró con Zafiro y Petz que le saludaron efusivos.
-¡Sorpresa, ya estamos aquí! - Exclamó el muchacho
con un entusiasmo sorprendente en él, dándole la mano y después un abrazo a Roy.
- ¿Cómo te va, amigo?
-Hola Zafiro, ¿qué tal, Petz?- Saludó su anfitrión
muy efusivo también. -
-Hola Roy - le respondió afectuosamente ella. - Me
alegro de volver a verte, ¿están todos aquí? - Se interesó la chica tratando de
otear sobre el hombro de su novio. -
-¡Pues claro, y poniéndose morados a nuestra costa!
- indicó él contemplándoles divertido. -
-¡Eh, esperadme, yo también quiero comer! - Advirtió
el muchacho saliendo disparado hacia la mesa.-
-¡Zafiro! ¿Será posible?- exclamó ella, riéndose con
Roy. -
Todos
se acoplaron en la mesa haciendo sitio a los dos recién llegados. Hubo un cruce
de preguntas entre ellos para ver como les iba a cada uno.
-Os presento a Amanda Thompson - Dijo Nephrite
refiriéndose a esa bella mujer con media melena rubia, y de ojos azules. Es periodista,
trabaja en un prestigioso rotativo de Londres.
-Mucho gusto en conoceros.- Saludó amablemente ella
que fue contestada por corteses inclinaciones de cabeza.-
Daba
la impresión de ser una mujer sofisticada, e inteligente, su mirada valoraba al
resto de los allí presentes siendo capaz pese a todo de sonreír con afabilidad.
-¡Espero que no escribas un artículo acerca de la
glotonería de todo el grupo!- rio Zafiro. -
-Descuida- repuso la chica con más animación. - ¡Tenéis
otras cualidades mucho más interesantes!
-A todo esto - recordó Roy- ¿Dónde están las guerreras?
¿Cuándo vendrán Usagi y las demás?
-Creo que tenían unos asuntos que resolver. Pero
vendrán para el partido, no te preocupes. - Le tranquilizó Zafiro. -
-Sí, y ya que nos has hecho venir hasta aquí, espero
que te luzcas. – Añadió Diamante.-
El príncipe estaba empuñando un gran pan de
hamburguesa donde depositaba a su vez un apreciable trozo de carne con
lechuga y tomate. Listo para comérselo
mientras mantenía aquella distendida conversación.
-Eso es fácil- respondió Roy asegurando
eufóricamente. - ¡Vais a ver lo que es
jugar!
-No será tan divertido como nuestros
entrenamientos.- Comentó Zafiro.-
-Bueno, aun así, yo tengo muchas ganas de verle en
acción.- Declaró Nephrite.-
-Os aseguro que merecerá la pena.- Afirmó un animado
Roy.-
Entre
tanto, en la zona de las chicas, las conversaciones eran más serias.
-¿Has sabido algo de Kalie? - Le preguntaba Cooan a
Petz. -
-No, desde luego no ha vuelto a nuestra casa de Tokio,
creo que aún debe de estar aquí, en EEUU.
-Pues nosotras tampoco sabemos nada de ella. Me
pregunto que estará haciendo.- Intervino Beruche.-
La joven no pudo evitar su nostálgica preocupación tras
ponerlas al corriente de lo hablado con los agentes federales.
-Estoy seguro de que ella y su hijo son felices. - Terció
Tom uniéndose a la conversación de ellas pues apenas había intervenido en la de
los muchachos. -
-¿Cómo que su hijo? - Le inquirió Cooan sorprendida.
-
-Estaba embarazada. ¿No? , supongo que habrá tenido
ya al niño. - Contestó él en toda lógica. Aunque, por supuesto, eso era lo que pretendía
hacer pensar. -
-Podría ser una niña - le contestó Beruche queriendo
saber sorprendida a su vez.- ¿Por qué hablas tan seguro de que es un niño?...
-Lo digo por generalizar - contestó el interpelado a
la defensiva. - Con su hijo, su bebé, su hija, ¡lo que quieras!
-Sea lo que sea, espero que podamos volver a verla
pronto.- Declaró Cooan para zanjar la cuestión.-
Aunque la muchacha miró a su pareja algo extrañada, no
era normal que Tom saltase de esa forma por un matiz tan trivial.
-¡Venga chicas, no os vayáis a deprimir ahora! ¡Seguro
que estará bien! - Las animó Ann justo cuando su hijo comenzaba a llorar. - ¿Tienes
hambre mi amor? - Le inquirió con dulzura levantándose para tomarle en brazos.
- Pobrecito, casi ni me acordaba de que ya es tu hora. Le voy a dar un poco el
pecho. - Comentó a las demás. -
-Ven a mi habitación - le propuso Bertie. - Así se
lo darás tranquila, ¡con todos estos gamberros sueltos por aquí, el pobre crío
se pondrá nervioso!
Annie
aceptó de buen grado. Era notorio que su amiga tenía razón. Al otro lado de la
mesa los chicos alborotaban y reían sin parar.
-¿Que tal si después de comer jugamos un partidito? -
Propuso Diamante terminando su plato.- Como hacíamos cuando nos entrenábamos.
-¡Buena idea, pardillos! - Aceptó Roy. - Así os
enseñaré a jugar estilo pachanga callejera. Y veréis de lo que soy capaz.
-Es una buena idea, ¡yo me apunto! -, terció Zafiro
contagiado de ese entusiasmo. – Lo vamos a pasar muy bien.
Todos
aceptaron excepto Tom que no tenía demasiadas ganas. Ail quiso convencerle.
-¡Venga hombre!, juega tú también, para que seamos
tres por equipo.
-Es que después de comer no me apetece mucho. - Se
excusó éste. -
-¡Vamos tío! - Le insistió Nephrite- ¡No seas aguafiestas!
-Bueno, vale, está bien. - Aceptó Tom a
regañadientes para no comenzar a llamar la atención sobre su apatía. - Pero
advierto que con la tripa llena no pienso correr. ¿Con quién voy?
-Conmigo y con Nephrite. Contra Zafiro, Diamante y
Ail. – Contestó Roy entre risas. - ¡Les vamos a dar una paliza! Ja, ja, ja.
-Vale, vale.- Le dijo Diamante con retintín.- ¡Vamos
a apostar, tío listo! El equipo que pierda paga la cena esta noche.
Todos
estuvieron conformes con eso. Las chicas por su parte y a propuesta de Esmeralda
decidieron irse de tiendas. Cuando salían Zafiro les propuso.
-¿Por qué no os quedáis a animarnos?
-¡Anda ya! - se rio Beruche- ¡Vaya aburrimiento!
-Además, ¿para que nos íbamos a quedar? - Añadió
Cooan con aparente indiferencia agregando con sorna. - ¿Para ver a un grupo de tíos guapos descamisados
llenos de músculos y sudorosos pegándose por un balón?
-¡Cooan, cállate que me quedo!,- declaró Esmeralda
provocando las risas de todos. - No os riais.- Les pidió sonrojada. - Pero es
que tiene su encanto.
-La verdad es que tienes razón - concedió Ann
empujando el cochecito del bebé que ahora
dormía, instando a sus amigas entre risas. - ¡Anda chicas, vayámonos
antes de que cambiemos de opinión!
-No es eso- intervino Petz. - Lo que pasa es que si
nos quedamos y falláis mucho nos vamos a reír de vosotros y os bajaremos la
moral.
Zafiro entonces la rodeó con un brazo
replicando divertido.
-Bueno cariño, no pasa nada, luego me la subes otra
vez.- Todos se quedaron mirando con ojos como puntitos y ululando. - ¡Me
refiero a la moral, mal pensados! -
Trataba de aclarar el chico pero fue inútil, lo único que logró fue que
arreciaran las risotadas que pusieron a Petz colorada. -
-Pues vámonos ya. - Las instó Bertie, todavía con la
sonrisa en los labios tras ese último comentario. - He llamado un par de taxis
y no tardarán.
Los
vehículos efectivamente llegaron en pocos minutos, las chicas los abordaron
dándoles instrucciones sobre su destino. En el primero se subieron Beruche,
Cooan y Amanda, ésta última que no había hablado mucho en toda la comida, dijo
ahora.
-Espero encontrar algo que le guste a Nephrite.
-Tranquila, en la “Gran Manzana” se encuentra de
todo. Seguro que le podré buscar a Tom algo original. A ver si le anima un poco,
desde que llegamos está muy callado.- Añadió Cooan casi más para sí misma. -
-Yo quiero encontrar un jersey de entretiempo para Roy
y quizás algunas camisas. - Declaró resueltamente Beruche. - Con esto del dichoso
baloncesto no se preocupa nada por su vestuario últimamente.
-¡Pues llévale desnudo mujer, te iba a agradar más
la vista! - Rio Amanda que fue secundada por las chicas. -
-A Tom tampoco le va eso de preocuparse por ponerse ropa nueva, yo diría que en estos
últimos días hemos hecho todo lo contrario, ji, ji. ¡Nos la hemos quitado!- Terció
Cooan tapándose la boca con la mano. –
- Bueno, todo sea por la imagen. – Suspiró Bertie
que, ahora quiso pasar a algún tema más serio y les preguntó a las chicas. - ¿Qué
opináis sobre ese pacto a nivel mundial sobre nosotros?
- Si quieres que te diga la verdad. Apenas si me he
enterado de nada. - Replicó su hermana agregando ahora con más preocupación. –
Pero Tom está muy raro últimamente, no sé. Me parece que algo le preocupa.
- Yo tampoco os puedo decir mucho. – Convino Amanda
que si agregó. - Como sabéis vivimos en Londres y allí, una organización que
dijo no trabajar para el gobierno nos propuso lo mismo. Bueno, se lo pidió a
Nephrite. Creo que él aceptó. Me comentó que le parecieron de fiar.
- ¿Y no tienes idea de quiénes son? - Preguntó
Bertie con desconcierto, si decían no ser el gobierno aquello era aún más
extraño. -
- Solamente vi a uno de ellos. Era un tal capitán
Jack no sé qué. No me quedé con su apellido. Iba con un abrigo largo de militar.
- Pudo replicar la británica con desconcierto. – Casi parecía una prenda de
museo, como de la Segunda Guerra Mundial.
- Ojalá que nos dejen vivir tranquilos - suspiró
Cooan remachando. - Es lo único que deseamos de verdad. Aunque tú, siendo periodista,
imagino que pensarás de otro modo.
-No, en absoluto. Una cosa es dar una noticia de interés
y otra atacar la privacidad.- Se apresuró a responder Amanda.- Por lo que Nephrite
me ha contado, os lo habéis ganado de sobra. Y mi campo está más en los
reportajes de economía y de política.- Sonrió finalmente para sentenciar.- Valoro
mi propia privacidad como lo que más, y no considero adecuado perturbar la de
otras personas.
Sus
interlocutoras convinieron en ello. En el otro taxi, tras plegar el cochecito y
meterlo en el maletero, Esmeralda les contaba a Petz y Ann que llevaba al niño
en su regazo, como le iba en la pasarela. Una de sus colecciones se había
vendido precisamente allí, en Nueva York.
-Quizás, si hay suerte la podamos ver en algún
escaparate,- les dijo la modelo visiblemente entusiasmada con esa idea. -
-Me encantaría verla - suspiró Ann. - ¿Avísanos, eh?
– Su amiga asintió, desde luego que lo haría. -
- ¿Y cómo ha sido eso de llegar a ser una diseñadora
tan importante en tan poco tiempo? - Se interesó Petz. -
- Bueno, repuso modestamente su contertulia. - A
decir verdad en cuanto regresé con Diamante, tras la fiesta de celebración, después
de que Usagi-chan me dio poderes de justiciera, ni lo pensaba en serio. Pero
después, pude tener varios encuentros con Setsuna. Bueno, la Guerrera Plutón. A ella le encanta la moda
y también me dijo que le haría mucha ilusión ser diseñadora. El caso es que
conocía a gente en Japón y allí pude tomar contactos. Luego en Europa. Michiru,
que es una artista bastante reputada, me presentó a algunas personas. Incluso
me acompañaron ella, Setsuna y Haruka. Lo cierto es que fueron muy amables
conmigo. – Aseveró sonriente. -
- Sí. Por lo que tengo oído. Tu jefa, esa señora
Deveraux, es la mejor diseñadora del mundo.
- Lo es. Tuve mucha suerte de que Haruka, Michiru y
Setsuna, quienes al parecer, se llevan muy bien con ella, le hablasen bien de
mí y de que me aceptase como discípula y modelo. – Admitió Esmeralda que les
desveló. - Tan agradecida le estoy que, en lugar del apellido Green de mi familia
de Némesis, he tomado el de ella para mi vida laboral. ¿Y tú Petz, cómo os va a
ti y a Zafiro?
Su
interlocutora escuchó la pregunta y repuso con animación.
- Estamos muy contentos. La tienda funciona muy
bien. Al regresar a Tokio la reabrimos. Él me ayudó a limpiar y ordenar todo.
Los clientes volvieron enseguida y tuvimos que contratar a un par de
dependientas para ayudarnos. Incluso
Usagi y el resto de las chicas se han pasado por allí de vez en cuando. Aunque
yo siempre les regalo cremas. No quiero cobrarles nada.
Sonrió divertida recordando la cara de compromiso de
sus amigas guerreras, que, si bien en un primer momento aceptaron encantadas,
luego decían tener mala conciencia dado que todas esas cremas eran muy caras.
-O no las conozco bien, o seguro que a Ami ya le
estará entrando cargo de conciencia.- Aseveró Esmeralda con tono divertido.- Y
también a Makoto. Aunque supongo que Rei se hará la apurada pero las tomará y
Minako y Usagi estarán simplemente encantadas.
-Pues no te equivocas en absoluto.- Rio Petz.-
-A veces tienen esas cosas, como si de crías se
trataran. Sin embargo son unas chicas fabulosas. - Sentenció Annie, abrazando a
su niño ante el asentimiento de sus amigas, más al añadir.- Recuerdo aun cuando
llegué como pude a la Tierra y Rei me hospedó en su casa. Cuidó de mí y de mi
bebé. Tanto ella como las demás. Y todo pese a las cosas tan horribles que les
hice a ellas y a otras personas, cuando llegué a este mundo por vez primera.
-Sí, aquí podemos comprenderte muy bien.- Convino
Esmeralda.- Gracias a ellas todos hemos tenido una segunda oportunidad. Por mí
les regalaría vestidos de todas mis colecciones durante el resto de mi vida y
todavía no podría saldar ni una ínfima parte de mi deuda con ellas.
-Tenéis toda la razón. -Asintió Petz.- Se lo merecen
todo. Son maravillosas.
Así
continuaron hablando un poco más. Cuando llegaron al punto convenido se
apearon. Pagaron las tarifas a escote y se recorrieron las principales tiendas.
Dieron luego un paseo por el parque. Se fueron entremezclando y en una de las
veces que estaban charlando algo apartadas del resto, fue Esmeralda quien le
comentó a Petz.
-Me he alegrado mucho de ver a Nephrite, y esa chica
con la que sale, Amanda, es bastante agradable. Aunque juraría que me es
familiar.
-¿Familiar?- Inquirió su interlocutora mirando de reojo
a la aludida que iba un poco más atrás,
mirando al bebé de Annie.- ¿La habías visto antes?
-Diría que no, pero hay algo en ella que me resulta.
No sé cómo explicarlo.- Pudo replicar una confusa Esmeralda, que, pese a todo
sonrió cambiando de tercio y agregando con tintes más desenfadados.- Serán
cosas mías. Alguna chica de la agencia Deveraux se debe de parecer a ella.
Olvídalo.
Su contertulia asintió sin preocuparse tampoco por
aquello y ambas se reunieron con el resto. Los chicos mientras jugaron durante
un par de horas. Ninguno lo hacía mal, pero Roy marcaba las diferencias. Al
final el equipo del futuro jugador profesional ganó sólo por cuatro puntos,
dado que Tom no se empleó demasiado en serio. Tenía la cabeza en otra parte.
-¿Te encuentras bien, Paleto de Kansas?- Se sonrió
Roy aseverando.- Menos mal que soy un genio del baloncesto. Si no, acorde al
poco acierto que has tenido, me veía pagándole la cena al principito.
-Lo siento. Ya os lo advertí. Me pesa la tripa
después de comer. - Pudo excusarse su interlocutor.-
-Bueno. No pasa nada. Por cierto. Me tienes que
contar que tal por Portland. ¿Eh?- Repuso desenfadadamente su contertulio.-
-Sí, claro.- Concedió su amigo.-
-Bueno. Ahora vamos a nadar un poco, chicos.- Arengó
Roy al resto.
-Adelante.- Convino Diamante.-
Los demás imitaron a ambos gustosos. Incluso Tom
tuvo que meterse un poco en el agua y sufrir estoicamente alguna aguadilla por
parte de sus amigos. Después de un rato de refrescarse bañándose en la piscina
decidieron esperar a las chicas. Roy les propuso poner mientras alguna de las
películas algo obscenas que le escondía (
o eso creía él) a Bertie.
-¿A ver qué os parece ésta? - Les dijo entre risas.
- "La Guarra de las Galaxias".
Todos
asintieron con mucho interés, eso era una experiencia nueva para la mayoría. Roy
no se hizo de rogar y puso la película. Ail, sobre todo, miraba asombrado.
-Y esas cosas realmente les gustan.- Señalaba a la pantalla
con incredulidad. - Eso que están haciendo ¿Por qué se lo mete en la boca?
-Te aseguro que está la mar de bien. - Afirmó
Diamante sin disimular una expresión de regocijo. -Al menos a Esmeralda no se
le da nada mal.- Sonrió maliciosamente. -
-¡Jod...con el principito!,- exclamó Roy con pitorreo
- ¡y parecía tonto el chaval!
-Bueno, que Petz también es una artista aunque no os
lo parezca. ¿Y vosotros, chicos?- Declaró Zafiro que miró a Roy y a Tom. -
-¡Si supierais lo que hemos hecho Cooan y yo en un
saco de dormir!- Repuso él ahora más animado aludido, provocando más risas - .
-Yo, lo único que digo es que Bertie no es ni mucho
menos tan modosita como aparenta. ¡Cuando el cubito se derrite es auténtica
lava! - Aseguró Roy- …
-Sí, claro, por eso tú le escondes estas películas.-
Se burló Nephrite con el coro de risas de los demás. -
El
interpelado tuvo que darse por tocado, pero no dispuso de ocasión de
contraatacar. Se abrió la puerta y aparecieron las chicas, cargadas de bolsas y
paquetes, sorprendiéndoles con las manos en la masa, en plena proyección.
-¡Vaya, vaya! - dijo Esmeralda con tonillo algo
sarcástico. - Estáis aprovechando el tiempo para documentaros ¿eh? – y de
seguido agarró a su novio de un brazo. -
-Cariño, no es para tanto, ¡je, je! - pudo decir éste
con una sonrisita de circunstancias. -
-Diamante, amor mío - le susurró con voz melosa. - Es
hora de marcharnos al hotel, allí, ya me contarás lo que has aprendido.
Se
escuchó un ¡uuuhh! generalizado. Los dos se pusieron colorados y se despidieron
quedando para el partido del día siguiente.
-¡Vaya una máquina! - Rio Nephrite que añadió con
sorna. - Compadezco a Diamante. ¡Menos mal que está en buena forma!
-Querido, espero que tú también lo estés. - Terció
Amanda dejándole la risa congelada de oreja a oreja. -
-Bueno, Zafiro, debemos irnos y tú no serás menos
que tu hermano. ¿A qué no?- Le preguntó Petz a su novio, con aire provocador. -
-Se hará lo que se pueda. - Sonrió el interpelado
mirando a los demás que a duras penas aguantaban la risa. - Aunque estoy algo
cansado del partido, quizás con una alubia.
-¡No hagas trampas, tío! - intervino Roy
tronchándose de la risa. -¡Debes sufrir heroicamente, como los auténticos
guerreros!...
-¡Que va! - rio Petz, añadiendo ente melosa y
amenazadoramente. - De sufrir nada, se va a enterar éste hoy de lo que es el
Cielo aquí en la Tierra.
Y tras escuchar más risas de los otros, celebrando
esa respuesta, ambos se fueron agarrados de la cintura. Amanda y Nephrite
también se marcharon, lo mismo que Ann y Ail con su pequeño. Ellos al piso en
la ciudad de Roy. El extraterrestre le comentó a su mujer que tenía ganas de
probar ciertas cosas que había visto en el vídeo. Sólo Tom y Cooan se quedaron
a dormir, hacía mucho que no se veían y después se tendrían que mudar al oeste.
Querían hablar de muchas cosas y así fue, excepto de esa que atormentaba a Tom.
Pero el muchacho se dijo que aún no era el momento y supo aguantar su ansiedad.
Al final de la velada se acostaron pronto, bastante en realidad, para lo que
era normal. Al menos había algo en lo que él podría distraerse con Connie, más
tras ver algunas escenas de esa película. Por fin, les tocó el turno a Roy y a
Beruche. Pero ésta vez, ella se dirigió a una cama separada, pese a los ruegos
de rodillas y gimoteos del chico. La chica con mirada impasible, se cruzó de
brazos y declaró con tono glacial.
-No puede ser Roy, mañana tienes partido y debes
estar descansado. Se dice que los deportistas no hacen esas cosas cuando están
concentrados.
-¡Pero Bertie cariño!- le rogaba él- ¡A mí no me
cansa hacer eso, soy un súper guerrero!- Beruche negaba con la cabeza. - ¡Esto
no es justo!- Se lamentaba él con un tono quejumbroso para denunciar. -Todos
mis amigos se lo estarán pasando de maravilla con sus novias y yo me tengo que
ir a dormir… sólo.
-Ya lo habéis pasado muy bien con la película,-
replicó ella con voz maliciosa para recriminarle con fingida indignación. -
¿Así que tenías esas guarradas por ahí sin que yo me enterase, eh?
-Te lo puedo explicar, si solamente es para aprender
cosas nuevas. ¡Venga que te lo explico en la cama! - Le insistía él. -
Bertie
seguía manteniendo una pretendida severidad de hielo, aunque tenía que
esforzarse por no reír. Se dominó y dijo con voz inexorable.
-He dicho que no y es que no. Hasta mañana Roy, que
descanses mucho, y sueña solamente con meter canastas, que te va a hacer falta.
Éste,
derrotado, se marchó con la cabeza gacha. Cuando se hubo alejado y se metió en
su cuarto, ella se echó a reír.
-¡Me he pasado con él! ¡Pobrecito!, Ji, ji, ji.
Entonces
apareció su hermana, Beruche la creía dormida pero no era eso exactamente lo
que habían estado haciendo ella y Tom.
-No crees que has estado muy dura con él. - Se rio
Cooan que no había podido evitar oír la parte final de la conversación. - ¡Con
lo agitado que estaba! ¡Ja, ja!
-No te preocupes. - Le aseguró despreocupadamente su
contertulia. - Luego entraré en su cuarto con un modelito que me he comprado,
seguro que le doy una sorpresa. ¿Y Tom y tú?- inquirió a su vez con picardía. -
¿No estabais?
Cooan
asintió pero ya no se reía. Dejó pasar unos segundos antes de admitir.
-Él se siente algo desganado esta noche para lo que
suele ser habitual, me ha pedido que demos un paseo por el jardín, le noto
preocupado.
-Bueno, tendrá cosas en que pensar, a Roy le sucedió
lo mismo cuando iba a hacer las pruebas para el equipo.- Respondió su hermana
sin concederle más importancia, añadiendo con visible buen humor. - De todos
modos le exiges al pobre demasiado. Ten en cuenta que después de jugar ese
partido estará cansado.
-¡Es verdad!- Se rio la interpelada que pese a ello
no cedió agregando. - Bueno ya le he dado descanso más que suficiente. Cuando
terminemos de pasear volveremos a la carga.
El
mismo Tom se acercó entonces hacia ellas y Cooan le deseó buenas noches a su
hermana.
-Hasta mañana, y no seáis muy malos. - Se rio
Beruche. -
-Descuida- le prometió su interlocutora,
observándola divertida. - Seremos peores.
Cooan
se alejó con su novio, la muchacha se llevó su jersey pues fuera refrescaba. Por
su parte Beruche, al cabo de un rato, se puso su modelito de noche y entró
despacio en la habitación donde “había castigado” a su novio, llamándole entre
susurros melosos.
-Roy, cariño, soy yo.
Bertie se aproximó despacio descubriendo que él ya
estaba dormido y en su cara vio una expresión serena y llena de confianza.
Estaba claro que estaba soñando con su futuro encuentro. Lo cierto es que tenía
una faz iluminada por una alegría casi infantil. Ella sonrió enternecida, susurrándole
al oído con dulzura.
- Duerme bien mi amor, mañana es tu gran día. Y allí
estaré contigo para animarte. - Le acarició el pelo dándole un beso maternal en
la frente. Luego salió en silencio de la habitación. –
Tom
estuvo pensativo mientras pasearon. Charló poco con su novia que llegó mirarle
algo preocupada. Aunque no pudo preguntarle si le sucedía algo. Su pareja finalmente
se animó. Había estado meditando. Lo más seguro es que ese terrible futuro
pudiera ser cambiado Esta vez, con el aviso del muchacho todo sería diferente y
lograrían vencer y vivir, logró relajarse y su humor mejoró. Él comenzó a
contarle a la muchacha algunas incidencias del partido que habían jugado y
según que comentarios de la película. Cooan se rio bastante y olvidó esa
preocupación. Al fin, ambos regresaron a la casa de la mano. Entraron en la
habitación. El chico la entró en brazos y le dijo con animación.
-¡Qué bien, ya estaba harto de hacerlo en un saco de
dormir! ¡Ahora estoy otra vez en forma y vas a ver lo que es bueno!
La
muchacha se rio alegrándose de verle más que dispuesto a demostrárselo y cerró
la puerta tras ellos antes de ser lanzada al blando colchón…
-¡Tom!. ¡Que estamos en la casa de Roy y de mi
hermana!
-Bueno, no creo que les importe.- Sonrió pícaramente
él. -
Y por su parte, tras llegar hasta allí. El muchacho
había estado vigilando a distancia segura. Vio las luces en la casa y esperó a
que todas su fueran apagando. Suspiraba observando aquel ambiente de paz y
felicidad. Le parecía algo irreal, tan distinto del mundo de pesadilla en el
que él había tenido que crecer. Y es que allí estaban todos. Aquellos
luchadores legendarios que salvaron al mundo. Desgraciadamente las tropas
invasoras de Gralas fueron demasiado para ellos. Pero en esta ocasión él se
aseguraría de que aquello no fuera así. Todavía recordaba algunas cosas de las
que hablase con Mazoui y con Tom en su época. Ambos le advirtieron de los
riesgos que entrañaba un viaje como ese. Quizás pudiera retornar a su propio
tiempo o quizás no, debido a que el flujo de los acontecimientos variaría con
su llegada. Pero a Leval eso no le importaba. Su propia vida era lo de menos si
conseguía evitar aquel trágico destino. Si su padre y los demás podían
sobrevivir. En cierto modo les envidiaba a todos ellos, y también, de alguna
manera estaba enfadado. ¿Por qué se dejaron matar? ¿Por qué su padre murió
antes de que él mismo naciera? Todo lo que tenía de él eran viejas grabaciones
y los relatos de su madre y sus tías. Y además estaba aquel sueño, el que tuvo
antes de partir, una especie de pesadilla en la que una especie de sombra que
portaba un libro le susurraba. Leval creyó comprender que le decía.
-Nada de lo que has vivido debió ocurrir jamás.
Joven guerrero, deberás hacer que las cosas fluyan por el cauce del que nunca
debieron apartarse…
Y Leval estaba decidido. No sabía si ese sueño
correspondía a algún aviso del Más Allá, o si bien eran sus propios deseos
inconscientes. De cualquier manera lo había logrado. Pudo retroceder al pasado
y contactar con su tío Tom. Lo que no debía permitir es que sus padres averiguaran
quién era él. Al menos eso le aconsejó Mazoui y también su tío. Volvía a censurarse
ahora, igual que lo hizo justo tras ver a Tom. Cometió un grave error al concentrar
tanta energía. A buen seguro que le habrían percibido, no obstante enseguida
borró todo rastro de ella. Por suerte, nadie había ido tras de él. Seguramente
estarían todos pendientes del partido. Suspiró, todavía debía aguardar un día
más. Por nada del mundo iba a privar a su padre de disfrutar con su debut como
profesional. Su madre siempre le contaba que aquel era el mayor sueño que éste
tuvo. Y ese partido, del que él había podido ver la grabación al menos un
centenar de veces. Sería por desgracia el primero y el último a no ser que
pudieran evitar el destino que se cernía sobre el planeta. Pensando en esto se acomodó lo mejor que pudo
en lo alto de la copa de un árbol de un parque cercano y se dispuso a
descansar. Necesitaría estar fresco para encarar los acontecimientos del día
siguiente en tanto pensaba.
-No todo el pasado debe ser cambiado. Al menos, no
esta parte. Papá, mamá. Haré cuanto esté en mi mano para que podáis disfrutar
de vuestras vidas y seáis felices.
En
Japón las cosas estaban tranquilas. Usagi y Mamoru pasaron la noche juntos,
explorando su relación desde un punto de vista más maduro. Al final se
durmieron abrazados…pero en mitad de la noche despertaron como resortes, tenían
sudor frío bañándole los cuerpos y las expresiones de sus caras eran de total
horror…
-¡Has, has tenido el mismo sueño! ¿No es así?- Le
inquirió él con la voz entrecortada por el pavor.-
-No quiero ni hablar de ello.- Pudo decir la
muchacha todavía impactada, con lágrimas resbalando por las mejillas.- ¡Ha sido
horroroso! Jamás vi nada igual…
-Era una terrible pesadilla. Como la vez anterior.-
Pudo decir él.-
-No- le corrigió la chica aún con la voz
temblorosa.- Es algo muchísimo peor. He visto cosas horribles. Esto va más allá
que la vez anterior. Y además, no solamente afecta a este mundo, incontables
planetas e incluso dimensiones espacio temporales están en gravísimo peligro.
Setsuna nos lo advirtió. Y la terrible amenaza que se nos viene encima no es
sino la avanzada.
Su
novio asintió. Usagi le contó la visita de Sailor Plutón haría un par de días,
cuando estaba con las demás chicas en el Crown.
-¿Qué hacemos ahora? - Quiso saber el muchacho,
afirmando.- He vuelto a ver a ese extraño ser, con ese libro. Me ha dicho
literalmente que las cosas no deben suceder así.
-Desde luego que no. ¡Eso no ocurriría! ¡Lo
impediremos como sea! – Afirmó la chica con determinación.-
-Tendremos que decírselo a las demás. Y a nuestros
amigos.- Afirmó él.-
-Sí… esta vez actuaremos rápidamente y nos uniremos
a ellos desde el principio. Pero creo que hay otro que tendrá que ser el
encargado de ponerles al corriente.- Declaró la joven.-
- ¿Cuánto tiempo tenemos? - Quiso saber Mamoru.-
-No lo sé, pero creo que el suficiente.- Replicó su
interlocutora.-
-Quizás sería mejor no aparentar nada extraño y
acudir al partido de baloncesto de Roy. Sabes lo importante que es para él.- Le
comentó el muchacho.- No me gustaría estropeárselo. Luego ya habrá ocasión de
advertirles.
-Lo sé. Y estoy de acuerdo contigo. Iremos y
actuaremos con normalidad.- Repuso ella que afirmó sorprendida.- No lo
comprendo. Setsuna no tenía idea de quién lo ha hecho o de cómo ha sido
atravesado el continuo espacio-tiempo.
-Ahí fuera debe de haber alguien más. Con grandes
poderes. Si es capaz de provocar eso.- Conjeturó Mamoru, agregado con patente
inquietud.- La cuestión más importante ahora es… ¿amigo o enemigo?
Usagi
asintió, abrazándose a él. Tras unos instantes se besaron largamente y luego de
separarse el muchacho trató de desdramatizar, afirmando.
-Bueno, tratemos de dormir. Mañana hablas con las
chicas. Pero será mejor que de momento no les digas nada de este sueño que
tuvimos. Sería bonito que disfrutasen la experiencia de ir a los EE.UU y ver a
nuestros amigos allí sin problemas sobre sus cabezas y dándoles una genuina
impresión de alegría, ¿no crees?
-Tienes razón. Me costará pero actuaré como de
costumbre. A la vuelta habrá tiempo de hablar de ello.- Convino Usagi que ahora
abrió la boca para bostezar.- Estoy muy cansada, espero poder dormir.
-Es lo mejor. Y no te presiones. Deja que tu carácter
de Usagi aflore. Esa es la mejor medicina para cualquier crisis. Hasta mañana
mi futura reina.- Le sonrió el chico.-
-Lo intentaré. Hasta mañana mi rey del siglo XXX.-
Replicó la aludida.-
Pero
esas pesadillas sobre aquellos horrores no eran las únicas. Cuando Mamoru le
comentó eso de su carácter de Usagi la joven comprendió de inmediato a qué se
refería. Y recordaba ahora haber tenido una especie de sueño en el que vio a
una chica que tenía una situación similar. Aunque por motivos bien distintos.
-No sé qué pueda significar y no me compete a mí.
-Se dijo. –
Así pues quiso dejar de darle vueltas a la cabeza y
descansar. Y tras unos instantes tanto
Usagi como Mamoru se durmieron. Los dos estaban agotados y deseosos de no
volver a tener una pesadilla semejante otra vez. Sin embargo, quizás hubiese sido mejor haber sufrido otro mal
sueño que la propia y terrible realidad que les aguardaba a ellos y al resto
del mundo, si no superaban aquella nueva y difícil prueba.
-Únicamente espero que todo salga bien y que seamos
capaces de enfrentarnos con éxito a lo que quiera que esto sea. -Pensó antes de
dormir.-
Y
en el otro lado del mundo, aquella joven se despertó al oír los lloros de la
niña. Con celeridad miró rebuscando en todas direcciones. Su hermana lo había
vuelto a hacer. Se habría marchado en busca de clientes.
-Paige debería estar aquí, cuidando a Marla.- Se
dijo con reprobación.-
En
ese cuartucho no había nada ni para calentar un biberón. Tomó a su sobrina en
brazos y la acunó tratando de hacerla callar. No tuvo mucha suerte. Suspiró.
Decidió abrigarla y salir con rapidez a la búsqueda de una habitación con
cocina. Tomó la leche en polvo y se acercó a la habitación del dueño de ese
motel. Tocando a la puerta le pidió con tono suplicante.
-Por favor. ¿No tendría algún sitio ara calentar un
poco de leche?. Es para el biberón de mi sobrina.
-¿Su sobrina?- Preguntó el perplejo anciano a cargo
de ese lugar.-
-Sí, claro. Es que mi hermana ha salido. Y la niña
se ha despertado justo ahora.- Le explicó apurada.-
-Puede usar mi cocina.- Le permitió el tipo aquel.-
Entró
en el apartamento de ese tipo asintiendo agradecida. Con el bote de leche en la
mano y se dirigió hacia una sobria y destartalada cocina. Tomando un cazo echó agua y la puso a
calentar en un fuego.
-¿Y la niña?- se interesó ese anciano.- ¿Dónde la ha
dejado?
-En la habitación que mi hermana alquiló.- Repuso
ella.-
-¿Quién dijo que era usted?- Se interesó ese viejo
observándola con extrañeza.-
-Su hermana. Me llamo April…April Sorel.- Declaró
tras dudar un momento.-
Aquel
no era su apellido real pero su hermana Paige lo adoptó, de modo que ella quiso
hacer lo mismo.
-Pues dígale a su hermana. Que el alquiler son
treinta dólares por noche. Y que si va a quedarse también hoy, tiene que
pagarme.
-Sí, claro.- Sonrió nerviosamente April que ya había
calentado aquello.-
No
obstante ese tipejo sonrió mostrando su escasos y amarillentos dientes para susurrar
en tanto le posaba una mano sobre las nalgas a la apurada chica.
-Aunque, si no tiene dinero, por esta vez, podría
hacer una excepción, ya me comprende. Un trabajito de su hermana o de usted…
April
respiraba agitada. Aquel asqueroso vejestorio estaba tratando de propasarse con
ella. Se giró como si él la hubiera sobresaltado dejando que parte de la leche
ardiendo le cayera a ese desgraciado en una mano. El individuo profirió un
grito al quemarse.
-¡Maldita zorra descuidada!- Exclamó entre dolorido,
furioso y atónito.-¡Mira lo que has hecho!
-¡No sabe cuánto lo siento!, me asustó. Le ruego que
me perdone. Mire, le voy a dar el biberón a mi sobrina y usted me aguarda aquí.
Bajaré enseguida y haré cualquier cosa que me pida. Así le pagaré la habitación
para mi hermana. ¿Le parece?
Esas
palabras tuvieron el efecto de un bálsamo para aquel sinvergüenza. Tras poner
su mano bajo un chorro de agua fría, el casero asintió.
-No tardes en dar de comer a esa mocosa.- Prácticamente
le ordenó.-
April
convino en ello con un gesto y corrió a su cuarto. Pudo llenar el biberón y
esperar a que se templase la leche. Tomó a su todavía llorosa sobrina y tras
acunarla de nuevo la puso en posición, dándole aquel deseado desayuno.
-Ya cariño, ya.- Le susurró con dulzura.- Lo siento,
he tardado…no te preocupes, mi amor, mamá vendrá enseguida.
Y
una vez la niña comió y ella le dio unos golpecitos para que expulsase el aire,
April se dio prisa en recoger sus escasas pertenencias.
-Si ese viejo asqueroso se cree que va a tener algo
conmigo lo lleva claro. Nos iremos de aquí. Mi hermana seguro que sabrá lo que
ha pasado.
Y
lo más rápidamente que pudo, a fin de que aquel imbécil no sospechase nada,
ella se marchó, llevando a Marla dentro de un capazo y suspirando aliviada por
salir de allí, aunque también preocupada por encontrar otro sitio que pudiera
alojarlas.
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