Cuando Roy y los demás llegaron al lugar en cuestión
ya no quedaba por allí nada anormal. Sólo las luces difusas de los coches
patrulla y las ambulancias recorrían el lugar mostrando a ráfagas a
varias personas tiradas en el suelo, en su mayor parte correspondientes a
población marginal. Aguzando su finísimo oído, Mazoui creyó escuchar algo.
-He oído unos gemidos.- Les dijo.-
-Sí, yo también. Debe de haber alguien allí.- Indicó
a su vez.-
Roy
asintió con aprobación, esos dos chicos estaban empleando las destrezas que les
había estado enseñando en sus entrenamientos. Y él podía percibir asimismo una
muy leve energía. Por su parte, Leval se acercó hacia esa zona, junto a unas
cajas de cartón que había en el fondo de un callejón, que dejaban escapar, en
efecto, un apagado gemido. El muchacho pudo comprobar que se trataba de un
vagabundo.
-¿Está usted bien? - Preguntó Leval tímidamente, sin
acercarse demasiado, no sabía si pudiera estar herido y tampoco era demasiado
agradable el olor fétido que emanaba del tipo aquel. - ¿Puede oírme?
El hombre estiró un tembloroso brazo hasta hacerse con una cercana bolsa de
cartón. Allí guardaba una botella de whisky y bebió un largo sorbo. No podía asegurarse
bien por su desarrapado aspecto, pero parecía de mediana edad y pelo oscuro y
lacio, aunque eso bien podría achacarse a la luz indirecta que apenas le
llegaba. Después de ese trago pareció obtener las fuerzas necesarias para
hablar con Leval al que se unieron Roy y Mazoui en calidad de atentos
oyentes.
-Dígame, señor ¿Ha visto usted algo extraño por aquí
esta noche? - Le inquirió el chico. -
-¿Ha visto usted a esta chica por aquí? - Añadió
Roy, enseñándole una foto reciente de Kerria.-
Nada más ver esa foto, el vagabundo se sobresaltó, con una sorprendente
agilidad se apartó de sus inquisidores acurrucándose tras las cajas. Emitiendo
sonidos de temor y respirando agitadamente se cubrió la cabeza por instinto con
ambos brazos
-Cálmense, por favor. Está usted a salvo.- Le
aseguró un atónito Mazoui.-
-No corre ningún peligro.- Insistió Leval.-
-Ayúdenos. Se lo ruego.- Le pidió Roy.- Cuéntenos
que ha sucedido.
Sin embargo,
ese tipo estaba muy asustado. Hubieron de darle unos instantes y convencerle entre todos con mucha paciencia y
amabilidad para que hablara.
-Van a pensar que soy un loco borracho. Viéndome
sería lo natural. - Suspiró ese hombre quien desde luego olía mucho a alcohol.-
Admito que ni yo mismo me creería…no quiero que se rían de mí.
-No tema. Le aseguro que tenemos la mente muy
abierta.- Afirmó amablemente Tom.-
Entre Leval y Mazoui le ayudaron a incorporarse y a
sentarse en un banco cercano.
-Nadie se reirá de usted. Se lo prometo.- Intervino
Roy.-
-Tómese su tiempo. - Añadió Diamante.-
Al fin y tras unos segundos más, el tembloroso
hombre accedió a contarles lo ocurrido.
-Ella estuvo aquí. - Susurró con una voz cascada, llena
de temor. - La he visto, pero iba vestida de una forma diferente. - Y en
efecto, dio una descripción que cuadraba con el uniforme que todos la vieron
llevar. – Es una mujer preciosa pero muy cruel. Esa belleza no podía ser de
este mundo. Sus ojos. - Recordó estremecido por el pánico. - Me aterrorizo sólo
al pensar en su mirada, parecía no tener sentimientos, eran unos ojos rojizos, brillantes
como el fuego. Podían verse brillar como dos puntos en la oscuridad. Cualquiera
que los mirase quedaba como hechizado. ¡Nunca vi nada igual! La Señora Oscura,
la Dama del Averno, la llamaban. Y desde luego lo creo. Tiene que provenir de
allí.
Sus
oyentes se miraron espantados, sobre todo Tom, Roy y Diamante, que comprendían
perfectamente lo que eso significaba.
-Pero ¿Le dijo algo? ¿La escuchó usted hablar?,
quizás hacia donde pensaba ir.- Insistió Leval tratando de centrarse en algo
que pudiera darles una pista. –
El vagabundo tardó lo que a todos se les hizo una eternidad en aclararse la
garganta con sonoros carraspeos antes de contestar.
- Sí, no tuvo ningún inconveniente en decir las
cosas claras. Explicó que venía a sacarnos de nuestra miserable vida y
que todos los que deseasen ser ricos y servir a su poderoso señor debían
seguirla. Muchos aceptaron sin vacilar, la acompañaban algunos hombres con
túnicas que repartían dinero a los que se unían. Mucho dinero. Pero yo no quise
saber nada de eso, me parecieron malvados. Ya saben, mala gente, de la que no
te puedes fiar.
-¿Y qué ocurrió después? - Preguntó Roy con
impaciencia. -
- Ella se elevó en el aire. - Prosiguió el vagabundo
que se apresuró a añadir como si ya esperase la objeción y tratara de
anticiparse. - ¡Sí, sí, como lo oyen, no me he vuelto loco! - Todos se miraron
por unos instantes y luego volvieron a dedicar su atención al testimonio de ese
hombre - flotaba y la brisa agitaba su capa roja. Levantó un medallón que
llevaba al cuello y de él brotó una luz rojiza. Ordenó a todos los que había
reclutado que lo mirasen. Yo cerré los ojos, presentía que eso no sería nada
bueno, tras un momento pensé que ya no había peligro y los abrí, hubiera sido
mejor no hacerlo, porque vi algo horrible.
-¿El qué? - Preguntó Mazoui con voz serena y aparentemente
neutra, aunque tan intrigado como los demás. - ¿Qué fue lo que usted vio?
El
tipo aquel abrió los ojos expresando un claro sentimiento de pánico y a duras
penas fue capaz de replicar.
- ¡Todos, todos aquellos que habían mirado al
resplandor tenían los ojos como ella!, reían con una risa horrible. Yo me
asusté y traté de esconderme entre las cajas. Pero reparó en mi presencia, no
sé si alguien se lo diría o es que me vio con esos ojos. Estoy seguro de que
era capaz de ver en la oscuridad como si fuera de día. El caso es que ordenó
que me atraparan, me resistí, pero soy débil y esos tipos bajo sus órdenes
tenían una fuerza sobrehumana. Al fin, me llevaron ante ella, bajó de nuevo al
suelo y me habló. Su voz era extrañamente hermosa, casi hipnotizaba, muy dulce
y amable, pero no cuadraba con la mirada de sus ojos...Me dijo...
Observando a ese desgraciado con una extraña mezcla de curiosidad y regocijo,
Devilish Lady se aproximó. Eso sí, tapándose la nariz con pretendida comicidad,
lo que provocó las risas de sus esbirros que cesaron de inmediato y en seco, en
cuanto ella tomó la palabra y preguntó con tono entre divertido y
pretendidamente jovial.
- ¡Vaya!, Mirad lo que tenemos aquí. Una ratita
que se escondía. ¿No deseas unirte a nosotros? ¿No quieres todos los beneficios
que te ofrezco? ¿Es que acaso prefieres seguir con esta asquerosa vida? ¡Vamos!
, sirve a mi maestro y te aseguro que serás feliz para siempre y sobre todo,
olerás mejor.
Más risas, entre las que se incluyó la sonrisa de la propia inquisidora, que
volvieron a silenciarse con un gesto de sus manos cuando ese hombre se dispuso
a contestar.
-¿A qué maestro es ese que hay que servir? -
Inquirió el intimidado vagabundo con palpable desconcierto. - Yo ya soy mayor
para ir a la escuela.
- ¡Ja, ja, ja! ¡Eres gracioso!,- rio ella con una
carcajada siniestra para añadir con falsa condescendencia. - ¿Le habéis oído?
Al menos tiene coraje. Pobre hombre, no sé si dejarte aquí o llevarte sólo como
bufón. Te lo preguntaré por última vez. ¿Te unirás a nosotros? Contesta ahora
mismo, no tengo mucha paciencia. - Le espetó ahora con brusquedad y perdiendo
ese encanto en la voz. -
- No, no creo que tu maestro pueda dar la felicidad
a nadie, después de lo que he visto.- Objetó el vagabundo aterrado pues ese
súbito cambio de tono había desvanecido lo que restaba del encanto inicial en
aquella extraña mujer. – Esto no puede estar bien.
-¿Así que has visto algo, eh? Eso no puede ser.- Repuso
Devilish Lady fingiendo una voz melosa ahora y negando con la cabeza para sentenciar
a modo de condescendiente ultimátum. – Te lo expondré de otro modo. Si no estás
con nosotros, estás contra nosotros. Lo siento por ti, pero ninguno de nuestros
enemigos sobrevive.
Y en tanto hablaba su voz había estado cambiando, no
solamente en el carácter sino en su propia naturaleza física. De hermosa y
suave había pasado a un horrible siseo gutural.
-No sé qué
o quién era esa mujer, pero dudo mucho de que fuese humana…-Les dijo el
vagabundo a sus oyentes.-
El atónito grupo escuchaba con horror y pesar, sobre todo por parte de Roy y
Leval, y aún más cuando ese pobre tipo añadió afectado todavía por el terror.
- Entonces, en menos de un segundo se abalanzó sobre
mí y me levantó en vilo, se elevó de nuevo en el aire, de su boca surgieron dos
horribles colmillos. ¡Era espantosa!, parecía un animal. Se reía de mis
súplicas...
Agitando a ese individuo como si fuera un guiñapo
Devilish Lady sonrió con maligno regocijo…
- No tengas tanto miedo.- Se burló ella, esbozando
una mueca de asco y añadiendo con desprecio. - No pienso mancharme las manos
contigo, sólo eres un despojo, ¡ja, ja, ja! - Le soltó indiferentemente,
dejando que cayese desde un par de metros de altura. -
El vagabundo se golpeó en la espalda. Estaba entumecido y atenazado por
el dolor pero el miedo podía más que eso y trató de incorporarse para escapar.
Aunque no se lo iban a permitir. Con cierta desgana, Devilish Lady hizo una
seña y dos de sus esbirros sujetaron al pobre hombre que se debatía impotente,
tratando de huir en un patético esfuerzo condenado de antemano al fracaso.
-¿Que vamos a hacer contigo? - Se preguntó a sí
misma divertida, para responderse. - Bueno, puede que sea misericordiosa
después de todo.
Aterrizó nuevamente junto a él como si de repente se
le hubiera ocurrido una idea y cambió de tema usando una voz más coloquial e
incluso teñida de un meloso fastidio, dirigiéndose a uno de sus acólitos.
- ¿Te has fijado?, por eso prefiero volar, el andar
por este callejón tan sucio me ha manchado mis preciosas botas. Y eso es algo
que no puedo soportar.
- Te las limpiaré ahora mismo mi Señora Oscura.
- Se ofreció él, arrodillándose de inmediato. -
- No, espera, dejemos que lo haga él. Si quiere que
le perdone tendrá que ganárselo. - Sonrió ella de forma maligna. -
- Sí, yo lo haré - tartamudeó el aterrado vagabundo,
que se arrodilló presto a encontrar un trapo, pero ella le detuvo apartando el
pie. -
- ¡Así no!,- rio como si ese desgraciado no
comprendiera la forma en la que debía hacerlo y le ordenó con profunda
satisfacción. - Quiero que me las limpies con la lengua y procura no
mancharlas aún más, ¡cerdo!
Aterrado,
el pobre hombre no tuvo más remedio que lamerle las botas a Devilish Lady que
reía encantada con la sádica diversión que esto la proporcionaba.
- Muy bien, esclavo.- Aprobó ella con voz suave,
dándose por satisfecha después de unos largos segundos para declarar a modo de
promesa. - Te mereces un premio.
Alargó uno de sus pies hasta meterlo bajo la entrepierna del mendigo que se
quedó atónito.
- Ya verás, te va a gustar. - Sonrió Devilish Lady
frotando cuidadosamente al tipo que incluso comenzó a excitarse contra su
voluntad. -
Pero al cabo de unos instantes ella se detuvo y le dijo con pretendido pesar.
- Demasiado bueno para ti, ¿no crees? Esto únicamente
lo reservaré para mis más fieles y dotados esclavos. En cambio, para los que se
niegan a unirse a mí y al maestro, ¡tengo previsto esto otro! – Escupió con
sádico desprecio. -
El vagabundo cerró los ojos como si de este modo fuese a revivir esos recuerdos
de forma menos dolorosa y los presentes le observaban apiadados y llenos de
incrédulo horror cuando prosiguió visiblemente afectado.
- Entonces sacó el pie y me propinó una patada
tirándome al suelo. La escuché reír y ordenó a sus sicarios que me golpearan
hasta matarme. Empecé a recibir una paliza terrible y no pude soportarlo
durante mucho tiempo, perdí el conocimiento oyendo de fondo su horrible risa.
Lo último que la escuché decir mientras me pegaban fue que volvería a por todos
los asquerosos traidores que la habían humillado y acabaría con ellos. Luego me
desmayé. Supongo que me darían por muerto o no quisieron molestarse más.
El
horrorizado padre de Kerria observó con más detenimiento al vagabundo y se
percató durante el relato de que ese pobre hombre tenía marcas de moretones por
todo el cuerpo y restos de sangre en la boca y nariz. Un ojo estaba casi
cerrado y amoratado. Antes, casi no habían podido verlo merced a la penumbra
que cubría el callejón, pero ahora que una de las ambulancias se había acercado
hasta ellos iluminándoles todos pudieron advertirlo.
- Tranquilícese amigo. - Le pidió Roy con tono
amable y no exento de profundo pesar y culpabilidad.- Tome esto, espero
que le sirva de algo. - Sacó una buena cantidad de dólares de su cartera y los
metió en los bolsillos del raído chaquetón que llevaba aquel individuo. –
-No quiero caridad.- Repuso dignamente ese hombre.-
-No se trata de eso. Considérelo una indemnización.
Lamento mucho lo que le ha sucedido. De verdad, no sabe usted cuánto. - Pudo
replicar Roy con respeto y pesar en su tono bajando la mirada.-
-Comprendo.-
Suspiró ese vagabundo.- ¡Ojalá que puedan encontrarla y detenerla antes de que
haga más daño!
Al
poco llegaron los enfermeros de la ambulancia que se hicieron cargo de él
llevándolo al hospital. Todos se quedaron allí, mirándose incrédulos, ninguno
quiso decir nada. Finalmente Diamante tomó la palabra para dirigirse amablemente
a su amigo.
-No es culpa tuya.
-¿De quién sino? Es mi hija.- Repuso un abatido Roy.
– Quizás si no hubiera discutido con ella esto no habría ocurrido.
-Si estaban tras Kerria esto hubiera pasado
igualmente.- Quiso animarle Diamante, quien enseguida agregó con solidaria
consternación.- Pero te comprendo perfectamente. También yo tengo una hija a la
que quiero más que nada en el mundo.
-Lamentarse no nos servirá, papá.- Intervino Leval
haciendo gala de un mejor ánimo para sentenciar.- Tenemos que continuar. Cuanto
antes le sigamos la pista antes la encontraremos.
-Sí, eso es verdad.- Convino Tom, proponiendo.- Será
mejor que nos dividamos para cubrir más posibilidades. Leval, Diamante y yo
podemos seguir buscando por esta zona.
-Mazoui y yo regresaremos a casa por si hay alguna
novedad.- Asintió Roy. – En el caso de que ella decidiera volver allí.
Así lo hicieron y en ese momento, en casa de los Malden, la menor de las
cuatro hermanas seguía contando su historia...
Rubeus reía con sadismo en tanto Cooan le pedía con expresión suplicante.
-¡Por favor!, suelta a mi hija, es inocente, no sabe
nada de todo esto. ¡Déjala a ella y véngate de mí!
- Eso ni pensarlo.- Respondió su antagonista
sonriendo de forma perversa. - ¿Acaso te crees que soy idiota, Kermesite?
Acabaré con vosotros y puede que me la quede a ella como recuerdo.- Remachó con
patente regocijo. – Será un bonito trofeo.
- ¡Si fueras un hombre de verdad lucharías contra mí!
- Le espetó Tom furioso, para añadir incrementando el tono de la provocación
con deliberado desprecio. - Atrévete
conmigo en un combate cara a cara. Sólo eres un cobarde. ¡No tienes lo
necesario!, únicamente te atreves contra niñas y mujeres indefensas. No me
extraña que perdieras a las cuatro hermanas.
La puya de Tom dio resultado, Rubeus irritado y lleno de rabia, soltó a Idina
arrojándola contra Cooan.
-¡Vas a desear no haber dicho eso, mortal insolente!
¡Te mataré de la forma más dolorosa y lenta que haya! Y cuando vean como
lo hago, el resto de tu familia correrá la misma suerte.
Idina lloraba sin cesar en un ataque de miedo, con los nervios destrozados.
Cooan abrazaba a su hija tratando de consolarla con palabras dulces en tanto se
apartaba con ella de allí. Por su parte, Tom se ponía en guardia y replicaba
clavando la vista en su enemigo.
- Eso ya lo veremos. No soy tan fácil de derrotar
como te crees.
Pero Rubeus se limitó a sonreír con sádica expresión y desapareció de la
vista de todos. Volvió a aparecer ante el sorprendido Tom. De un puñetazo le
arrojó por la ventana. Cooan e Idina gritaron horrorizadas mientras el perverso
individuo reía, dedicándoles una sádica mirada.
-No os preocupéis. Enseguida os llegará el turno.-
Les aseguró. -
Pero su adversario se aferró a un
saliente y pudo deslizarse por una columna hasta el suelo. Cayó dando
varias vueltas sobre sí mismo y se incorporó lo más deprisa que pudo, algo
magullado y con cortes en las manos y antebrazos, pero ileso en lo esencial. Su
enemigo, al darse cuenta de ello, salió volando y aterrizó a pocos metros en
frente de él con ademán indolente.
- Reconozco que tienes recursos, pero no los
suficientes. Ahora pagarás por tus bravatas, ¡despídete del mundo! - Le
conminó Rubeus lanzando una roja bola de energía que Tom esquivó a duras penas.
–
-¡Ignífugus! - Exclamó el padre de Idina al recibir
otro impacto, esta vez directo.-
Su
sádico rival reía pero quedó atónito al observar que ese mortal no se había
quemado al contacto con su proyectil.
-¿Cómo es posible?- Exclamó sin poderlo creer.-
-También yo me sé algunos trucos, bastardo.- Se
sonrió Tom que contratacó al grito de.- ¡Pájaro de Fuego!
En
esta ocasión fue Rubeus quien tuvo que detener un proyectil de llamas con una
barrera de energía. Desgraciadamente para los Rodney su enemigo era poderoso y
el ataque fue repelido. Sin embargo, Tom aprovechó para saltar sobre su
adversario y propinarle un puñetazo que le lanzó varios metros atrás.
-Ahora sí que puedes darte por muerto.- Espetó
Rubeus con visible furia.- ¿Acaso
piensas que con esos ataques tan ridículos vas a poder vencerme?...
-No lo sé. Pero no pierdo nada por intentarlo.-
Replicó su enemigo con tono seguro.-
-Lo que perderás es la vida, humano miserable. Y
luego será tu familia la que te siga.- Aulló su adversario lanzándose contra
él.-
Cooan y su hija presenciaban lo ocurrido, la muchacha aun lloraba temblando de
miedo y su madre le dijo con voz serena.
- Ahora Idina quiero que te vayas de aquí, rápido.
Escóndete en casa o mejor toma algo de dinero y vete a un hotel.
- ¡Pero mamá!- Sollozó la chica aterrada y muy
preocupada. - ¿Tú y papá qué haréis?... Es un monstruo. No le
podréis vencer.
- No te preocupes, hija, nosotros tenemos
experiencia. Nos encargaremos de él.- Afirmó Cooan con voz templada, tratando
de transmitir sosiego a su hija, aunque ella misma estaba muy asustada. –
¡Vamos, corre!…
Entre tanto, en el patio interior del
edificio, desierto a esas horas, Rubeus seguía atacando a Tom que evitaba como
podía ser alcanzado por los rayos de su enemigo, agotándose cada vez más al
hacerlo y al proyectar algún conjuro protector más, debiendo de soportar por si
eso fuera poco, los comentarios de su adversario.
-Reconozco que no está mal para ser un patético
humano. – Sonreía Rubeus deleitándose en lanzar rayos de energía contra su
enemigo a la par que decía con un falso tono de condescendencia. -¡Pobrecita
Kermesite! Debió de quedar muy mal cuando la rechacé. Tanto como para
conformarse con un tipo tan vulgar como tú, ¡ja, ja, ja!
Tom
no podía permitirse el lujo de caer en esas provocaciones tan burdas. Debía
mantener su concentración, así que ignorando esas palabras, esquivó un nuevo
rayo y arrojó a su vez una tapa de un cubo de basura contra su rival. Rubeus se
apartó eludiendo el ataque sin dificultad. Entre tanto, una angustiada Cooan
observaba aquello sabiendo que no tenía ni un instante que perder…
- Ahora
cariño, ¡vete! – Le pidió a su hija de forma categórica. -
- Pero, ese hombre es muy fuerte. ¿Qué podéis hacer
vosotros?, ¡aunque papá sepa artes marciales y algunos trucos de magia, solo es
una persona corriente y tú también! - Objetó Idina cada vez más angustiada. -
Su madre apoyó las manos sobre los hombros de la chica y enfrentó su mirada con
una expresión afectuosa y al tiempo serena para confesarle.
- No hija, no estoy tan indefensa como crees. Te voy
a revelar un secreto...yo soy una de las justicieras...
-¿Una justiciera? - Repitió Idina incrédula- ¡No
puede ser! , esas mujeres son muy fuertes y buenas luchadoras y tú sólo eres
una maestra de guardería.
Cooan sonrió maternalmente a su hija y
le susurró, incluso divertida, a pesar de la situación desesperada por la que
atravesaban.
- No creas que ser maestra es fácil, Idina. Se
necesita mucho coraje, tanto como paciencia y yo lo soy, sí, pero créeme.
También soy una de las justicieras y se me conocía por la Dama del Fuego.
Amiga de las famosas Guerreras de la Justicia. Aunque hace mucho que no
practico, espero estar todavía en forma y recordar como se hacía.
La muchacha observaba a su madre preguntándose si quizás se habría vuelto loca.
Pero ésta, adivinando sus pensamientos, esbozó una tranquilizadora sonrisa y
acarició el mentón de su hija
-Si no te lo crees, observa y verás. - Le indicó
Cooan a Idina y de inmediato gritó exhibiendo su piedra. - ¡Corazón puro del
fuego, dame el poder!
Ante los atónitos ojos de su hija, Cooan se transformó con una zarabanda de
luces y giros sobre sí misma hasta completar el cambio y afirmó orgullosa de
ello.
- ¿Lo ves? Soy la Dama del Fuego, sabré ocuparme de
él, ahora vete, ¡rápido! - Urgió a la asombrada muchacha que únicamente
podía mirarla con la boca abierta. -
La justiciera saltó por la ventana y bajó rauda para ayudar a su marido
que estaba herido y a merced de su rival que lo castigaba con duros
golpes. Tensando su arco de fuego, que materializó de la nada entre las
manos, lanzó contra Rubeus una andanada de saetas ardientes que éste, sin
embargo, esquivó sin demasiada dificultad. Era sorprendentemente rápido. Cooan
quedó asombrada.
-¿Cómo es posible? - Exclamó ella afirmando sin
dudar. - Tú nunca tuviste esa velocidad.
Su enemigo la miraba con aire de regocijo y superioridad y no tardó en
responder, riendo a carcajadas.
- ¡Ja, ja, ja! Tienes razón, no la tenía, son
ventajas de mi nueva condición. Y antes de matarte te contaré cosas que te
sorprenderán, ¡pobre estúpida! - Remachó lanzando contra Tom varias bolas de
energía.-
A duras penas
éste pudo conjurar otra pantalla protectora y solamente resultó herido en un
hombro. Pese a todo, pudo golpear a su enemigo con varios puñetazos que, sin
embargo, no le causaron el menor efecto.
-¡Aléjate
de mi mujer y de mi hija, bastardo! - Pudo espetar el maltrecho humano,
escupiendo sangre.-
Rubeus le dirigió una mirada entre divertida y llena de desdén y a su vez
le sacudió en el estómago lanzándole al suelo. Tom, pese a estar malherido, no
estaba dispuesto a rendirse y se arrastraba como podía. Pero su rival atacó
también a Cooan. Valiéndose de su velocidad, se acercó a ella sin que pudiera
esquivarle y la golpeó una y otra vez sin ningún miramiento. La justiciera
cayó al suelo sangrado por el labio y la nariz, mientras su otrora comandante
se reía burlándose de ella.
- ¡Oh, pobrecita Kermesite! Así que al final te
pasaste al bando de la Guerrera de la Luna y de las otras. ¿Verdad? ¿Qué te
prometieron, la felicidad? ¿La vida eterna? ¿O quizás energía? ¡Pues no parece
que tus nuevas amigas te hayan hecho demasiado fuerte! - Espetaba él con sorna.
– Más al contrario, ahora eres débil y patética. Antes al menos tenías ese
brillo de ambición en tu mirada. Ese deseo de agradarme y aquel desprecio por
los humanos. ¿Qué te ha pasado, Kermie? – Inquirió con jocoso sarcasmo.-
-Se llama amor verdadero, preocuparte por los demás
y ser considerada con ellos.- Pudo responder Cooan, con tono de abierto desafío
pese a encontrar dificultades en articular palabra, aun así, remachó.- Tú jamás
lo entenderías
La
mujer estaba muy maltrecha, a duras penas luchaba por levantarse del suelo y
sangraba por el labio y la nariz a consecuencia de la paliza recibida. Su enemigo
sin embargo se mantenía incólume y la observaba con una mezcla de regocijo y
desdén, respondiendo del mismo modo.
-Tampoco tengo demasiado interés.
Dicho
esto la sujetó del cuello elevándola del suelo para arrojarla a varios metros
lejos de Tom, que pugnaba por recobrarse para contratacar.
-¿Cómo pudiste sobrevivir y estar igual que hace
veinte años? ¿De dónde sacas tanto poder? - Preguntó ella ente jadeos, tratando
de una vez más levantarse. -
- Una interesante pregunta. ¿Te gustaría saberlo,
verdad? ¡Ja, ja ,ja, ja! – Se rio burlonamente Rubeus para responder con suficiencia. – Te
lo diré. De todas formas vas a morir.- Esbozó una maléfica sonrisa y añadió. - Verás,
ahora tengo nuevos y muy poderosos aliados. Y un amo con una fuerza sin igual.
Cooan le observó y comprobó aterrada que la media
Luna Negra de la frente de su agresor desaparecía para ser reemplazada por una
estrella invertida de cinco puntas. Los ojos de su antiguo comandante refulgían
más rojos que nunca y de su boca surgieron dos colmillos.
- ¡Dios Mío! – Pudo exclamar ella realmente
espantada al contemplar aquello.-
- ¿Sorprendida? – Inquirió él con gesto y tono divertido,
para sentenciar. - Fueron ellos los que me salvaron de la destrucción,
aumentaron de un modo extraordinario mis poderes y me dieron la posibilidad de
vengarme. ¡Qué dulce venganza! Ahora acabaré contigo en persona, ya que fuiste
tan inútil como para no saber ni suicidarte con la bomba que te di. Después de
ti me ocuparé de las demás traidoras de tus hermanas. Y como plato final ajustaré
cuentas con Esmeralda. Esa perra me dejó a mi suerte en la nave. Pero no te
preocupes, he tenido tiempo de informarme sobre su vida y para ella reservo
algo muy especial, ¡ja, ja, ja, ja!...- Y rio de forma sádica mientras
castigaba con más golpes a una maltrecha Cooan que apenas sí era capaz de
cubrirse como podía. – Pero mientras será un honor para ti disfrutar de mis
atenciones…¿No es lo que siempre quisiste, estúpida zorra?- Escupió mientras
continuaba golpeándola si piedad, sentenciando.- ¡Pues ahora me tienes todo
para ti!
Cuando escuchó aquello, Esmeralda comenzó a temblar muy asustada, recordó un
sueño que tuvo hacía ya muchos años. Con Rubeus como siniestro protagonista en
la forma de una especie de zombi que la acechaba. Entonces acababa de
convertirse en una mujer normal y su nueva vida apenas comenzaba, por lo que
achacó aquella pesadilla a los remordimientos del pasado. Aunque ahora
presentía que había mucho más. Una advertencia terrible y siniestra.
Apenas pudo llevarse las manos a la boca horrorizada. Y Bertie, olvidando
incluso su propio drama, trató de calmarla.
- Tranquila, estamos juntas, no permitiremos que nos
haga daño.
- Mi hija…- balbuceó Esmeralda presa del temor y la
ansiedad. - Está sola en casa. ¿Qué
ocurriría si Rubeus se presentase allí ahora? ¡Tengo que ir con ella! – Pudo
decir tratando de levantarse. –
Recordó
como Diamante y ella habían dejado allí a la muchacha. Amatista estaba
impactada y asombrada. No podía dar crédito a lo que había visto. Y si ese
monstruo aparecía sorprendiéndola, no tendría ni la menor oportunidad de
defenderse contra él.
-Amatista estaba casi en shock.- Sollozaba su horrorizada
madre.- Mi pobre hija no comprende nada de lo que ocurre. No tuvimos tiempo de
explicarle nada.
Recordaba
ahora como la pobre muchacha no cesaba de preguntar una y otra vez, cuando
llegaron a casa.
-¿Qué está pasando? ¿Cómo has hecho eso, papá? ¿Qué
le sucede a Kerria? ¡Esa mujer no podía ser ella!
No
fue Diamante sino Esmeralda quien, sujetando suavemente el mentón de su hija
con una mano, le dijo con tono firme y cariñoso a un tiempo.
-No es momento de explicaciones, chérie. Pero cuando todo esto termine te contaremos lo que
quieras saber. Ahora, quédate en casa y no te muevas de aquí. Cierra bien la
puerta y escóndete. Por favor.
La
chica asintió, todavía mirando a su madre con esa combinación de temor y
asombro que la dominaba. Esmeralda recordaba esa expresión y estaba aterrada.
¿Y si Rubeus reaparecía de improviso e iba a por Amatista?.
- Mi hija es una niña todavía. No tendrá ninguna
oportunidad contra ese monstruo.- Repetía Esmeralda con visible temor.-
- No te preocupes - la tranquilizó Cooan haciendo
que se detuviera en seco. - Aún no he terminado, escuchadme con atención, ya
verás como no hay que temer nada.
Y para probarlo, prosiguió la narración con la ayuda
de su hija que declaró.
-Cuando me
logré calmar un poco y vi lo que estaba pasando y decidí que tenía que
ayudarles.
Así
era, Idina podía ver todo lo que sucedía desde la ventana. Sus padres estaban
en gravísimo peligro. Tenía que hacer algo, pero ¿qué podría hacer ella? Era únicamente una chiquilla que jamás había
visto nada semejante. Sin ir más lejos, para la muchacha su padre había sido
siempre el mejor luchador, invencible, al que nadie podría ni tan siquiera
tratar de hacer daño y ahora vio como ese hombre le daba aquella terrible
paliza sin dar la impresión de esforzarse. Lo mismo que a su madre, a pesar de
que realmente era la Dama del Fuego, una heroína mítica de la que había oído
cosas impresionantes desde que era muy niña. Pero Tony, o como quiera que de
verdad se llamase, les había derrotado a ambos con una tremenda facilidad. ¡De
todos modos, fuera lo que fuese lo que
le ocurriera a ella, no podía quedarse mirando sin actuar mientras ese malvado
quería asesinar a sus padres!
-¡Allá voy!
- Se dijo reuniendo todo su valor.-
En ese momento, Tom, sobreponiéndose finalmente a su
grave estado, se arrastró hasta su rival.
Rubeus le vio hacerlo con una sonrisa de regocijo. Incluso le permitió
sujetarle de una de sus piernas al tiempo que aquel humano decía con
dificultad.
- No le harás daño a mi familia, no lo permitiré.
- ¡Oh! Si resulta que eres el padre modelo y el
marido ideal. ¡Ja, ja! La pobrecita Kermesite logró encontrar a su príncipe
azul. Creo que me divertiré un rato contigo.- Sonrió su enemigo elevándole de
las solapas con una mano y añadiendo cada vez más contento con la marcha de los
acontecimientos. – No es nada personal.
Pero te prometí una muerte lenta, ¿lo recuerdas? Y no me gusta faltar a
mi palabra. Al menos en estas cosas, ¡ja, ja, ja, ja! - Rubricó su afirmación
lanzando al maltrecho Tom a varios metros y yendo a ensañarse con él. -
Idina se deslizó trabajosamente hasta abajo sujetándose a una columna.
Corriendo se llegó hasta su madre que apenas si podía tenerse en pie. Cooan
luchaba por aguantar, llevándose la mano derecha al hombro opuesto que estaba
dislocado, amén de sufrir diversos moratones y heridas por todo su cuerpo.
Además, los duros golpes recibidos en el estómago, le dificultaban seriamente
la respiración. No obstante, al ver llegar a su hija, hizo un esfuerzo y se
irguió, pese a dolerle también la espalda, espetándola con preocupación y
enfado.
-¡Te dije que te marcharas!
- ¡No os dejaré solos!- Sollozó la pobre chica ayudando
a sostenerse a su madre. -
- Es que yo… – Cooan trataba de hablar pero le
fallaban visiblemente las fuerzas. Aun así pudo concluir con suave tono
entrecortado por los jadeos, en busca de aire y teñido de pesar y temor por su
hija a la par que admitía desolada. - No podremos protegerte. ¡Tienes que
escapar, cariño!, aun estás a tiempo de salvarte.
- No voy a dejar que ese malvado os mate.- Afirmó
Idina con los ojos empañados en lágrimas, intentando que su madre se alejase de
allí. – ¡No se lo permitiré!
Pero Cooan estaba demasiado castigada por los golpes
y ya no se tenía en pie. Era inútil ponerse a discutir con su hija. Se
trastabilló cayendo de nuevo al suelo y antes de desmayarse tuvo una
última idea. Era algo desesperado, pero era lo único que había. Quizás al menos
su pequeña podría tener así una posibilidad de sobrevivir. Reunió fuerzas con
varias inspiraciones y le dijo a la chica que todavía trataba de moverla con
desesperación para alejarla de ese lugar.
- Hija, sólo nos queda una oportunidad, no me habría
gustado llegar a esto pero no hay otra solución. Toma, ponte el colgante.-
Trabajosamente se quitó la piedra del cuello y se la dio. Cooan volvió a su
estado normal revirtiendo su transformación y le explicó con visible esfuerzo.
– Tendrá que funcionar, eres de mi sangre y eres de corazón puro. La piedra lo
reconocerá. Pero tienes que estar dispuesta a aceptarla o no servirá de nada…
-Sí, lo estoy, haré lo que sea.- Pudo gemir la chica
cada vez más preocupada por el estado de su madre.- ¡Por favor, dime qué es lo
que tengo que hacer!…
A
duras penas, Cooan reunió el aliento suficiente como para responder…
-Grita lo que grité yo. ¡Corazón puro del fuego,
dame el poder! Y que Dios te ayude…
Idina la escuchaba incrédula, pero no tenía otra alternativa. Ese maniaco
estaba pateando a su pobre padre. ¡Le mataría delante de ella si no le detenía!
Llevada entonces por la rabia, el miedo y la desesperación, lo repitió
transformándose en tanto su madre se desmayaba rendida por el agotamiento y las
heridas.
-¡Mamá! - exclamó la muchacha muy asustada, tratando
de despertarla en vano. – Responde…
Afortunadamente Cooan solamente estaba desvanecida, respiraba con dificultad
pero seguía viva. Aliviada por ello, Idina la dejó descansar en el suelo y
centró la atención hacia su padre que seguía recibiendo los duros golpes y las
burlas de Rubeus. La muchacha sabía que era necesario intervenir de inmediato,
antes de que ese monstruo le matase. ¡Pero no tenía ni la menor idea de qué
hacer! En esos momentos de conmoción, pudo mirarse a sí misma, a través del
reflejo de un cristal roto, vestida como justiciera, y aun así no llegar a
creerlo, pero no tenía tiempo que perder.
-¡Oh Dios mío, ayúdame! Ahora la Dama del Fuego soy
yo y no sé qué hacer. - Suplicó elevando la vista al cielo. -
Recordó el arma de la justiciera, la que más le había llamado la atención desde
que era niña, ese arco de fuego. Deseaba tenerlo consigo y utilizarlo contra
ese malvado. Estaba furiosa y llena de rabia como jamás lo había estado en su
vida. Y fue como si esa arma respondiera a su llamada, logró materializar el
arco al desearlo y le gritó a su enemigo que estaba pisando a su padre en
la espalda y riendo con sus aullidos de dolor.
-¡Juro que me las pagarás por esto, monstruo! ¡Ahora
te mataré!
Y trató de disparar al sorprendido Rubeus que había
interrumpido su paliza a Tom al escucharla, pero del arco no salió flecha
alguna.
-Pero, ¿Qué pasa? ¿Por qué no sale nada?- Se
preguntó en voz alta entre atónita y aterrada.-
Dejando a su presa que estaba casi inconsciente por el dolor, su contrincante
se acercó despacio hasta Idina que trataba con desesperación de conseguir
lanzar una flecha de fuego. Pero éstas no aparecían. La chica estaba muy
asustada, desconcertada y nerviosa, sin saber que más podría hacer. Y sobre
todo observando con creciente pánico como su enemigo recortaba la distancia que
les separaba de forma calmosa y hasta parecía que indolente, con una sarcástica
sonrisa de mofa dibujada en su semblante.
- ¡Ja, ja, ja! ¡Eres un desastre! - Se burló su
oponente, que no cesaba de humillarla con sus siguientes comentarios. - ¡Vaya
una sucesora que tiene tu madre! Ni siquiera sabes cómo usar su arma. A la hora
de la verdad eres tan inútil como ella para cumplir con tu misión. Pero
tranquila, en el fondo no es culpa tuya. Será que te viene de familia. Anda,
déjame enseñarte como se hace, niña.
Y a desgana, lanzó una bola de energía contra Idina que
cayó a apenas un par de metros, derribándola con la explosión y arrojándola a
varios metros de distancia. Estaba claro que no había querido darla. Pese a
ello, la chica lanzó un chillido de dolor, aquello le quemó el antebrazo
derecho que había opuesto de modo instintivo cuando fue alcanzada por la onda
expansiva. Magullada y con la disparada adrenalina como casi único sostén,
trató de volver a levantarse antes de recibir un nuevo ataque, pero Rubeus no
se acercó. Ni tampoco hizo el menor intento por lanzar otra andanada. Se
limitó a mirarla como si fuera un insecto, sonrió y le gritó con desdén.
- ¡Ahora no me molestes, mocosa! Primero me ocuparé
de tus padres, ya me encargaré de ti más tarde. - Se giró hacia Tom diciéndose
a sí mismo con regocijo. - ¿Por dónde nos íbamos? ¡Ya me acuerdo, iba a
rematarte...ja, ja, ja! - Materializó una gran bola de energía entre sus
manos, levantó los brazos y se preparó para lanzársela encima a su malherido
oponente, que estaba indefenso en el suelo. – ¡Despídete cretino!…
Sobreponiéndose al dolor de sus heridas, y aprovechando que su antagonista no
le prestaba atención, Idina retomó el arco que había quedado a un par de metros
de ella y apuntó temblorosa.
- Por favor. - Suplicaba entre lágrimas y apretando
los dientes, mirando al arma como si de una vieja amiga se tratara. - ¡No me
falles ahora, no me falles! Mis padres morirán si no disparas. La vida de mi
familia depende de ti, ¡vamos!
Por fin y cuando ya le parecía imposible, logró
materializar una flecha de fuego y cerrando los ojos, sin atreverse a mirar por
si fallaba, disparó contra su desprevenido enemigo. La flamígera saeta voló
rauda hacia su objetivo y le atravesó por la espalda, haciéndole soltar la bola
de energía, que acumulaba contra Tom, sobre sí mismo. La explosión que se
produjo le lanzó malherido varios metros para atrás. Por fortuna su
víctima no fue alcanzada ya que el propio Rubeus sirvió como involuntario escudo
y éste después apenas pudo moverse. Ahora tenía destrozados los brazos y una de
sus piernas. De todos modos, sacó fuerzas de donde no parecían quedarle. Se
levantó como pudo y balbuceó lleno de ira, clavando sus malignos ojos en la
temblorosa chica, que había abierto ya los suyos, casi sin poder creer que lo
hubiera logrado.
-¡Maldita cría! Ten por seguro que volveré para vengarme,
¡os mataré a todos!- Aulló para desaparecer al instante dejando el eco de su
amenaza.-
La chica
se quedó allí, perpleja consigo misma. Mirándose las manos que aún sostenían el
arco con algún rescoldo ardiente. Por fin, reaccionó corriendo al lado de su
padre, se arrodilló junto a él tratando de auxiliarle.
-¡Papá! Dime algo , ¡por favor!
Tom no respondía, durante unos instantes
angustiosos, Idina intentó reanimarle, al fin, su padre pareció recobrar algo de
fuerza y pudo decirle a duras penas.
- Idina…, mira en mi bolsillo izquierdo… del
pantalón, hay… unas judías…, sácalas…
Su hija obedeció rebuscando con premura. Logró encontrar un par de ellas.
- Ya está papá, ¡las tengo! - Respondió aliviada
acercándoselas a Tom. -
- Dame una.- Le pidió con un susurro él, que abrió
su ensangrentada boca.-
La muchacha se la introdujo con la
mayor delicadeza que pudo y su maltrecho padre masticó. Al cabo de pocos
segundos pudo levantarse casi restablecido ante el asombro de su hija.
-¡Papa, estas curado! ¿Cómo es posible? - Exclamó
ella sin poder creerlo. -
- Luego te lo explicaré todo.- Repuso él
apremiándola con su recién renovado dinamismo. -¡Ahora hay que darle la otra
judía a tu madre!
Idina lo hizo reanimándola con cuidado para hacérsela comer. Cooan logró
masticarla despaciosamente y al cabo de unos tensos instantes también se
recobró. Lo primero que hizo entonces fue observar el lloroso rostro de su
hija, cuyos sentimientos habían vuelto a ella tras la tregua que le brindase su
instinto de conservación durante la corta batalla. Su madre declaró
visiblemente emocionada sujetando con ternura el rostro de la chica entre sus
manos.
-¡Cariño, muchas gracias! Nos has salvado a todos, ¡estoy
muy orgullosa de ti!
-¡Yo… no
quería matarle….no quiero hacerle daño a nadie! - Lloraba la pobre muchacha
derrumbándose en los brazos de su madre.-
-Ya está,
cielo. Está bien. Hiciste lo que tuviste que hacer.- La animó la también
sollozante Cooan que repetía sin cesar.- Nos has salvado a todos.
Ambas se abrazaron llorando mientras Tom, emocionado
y orgulloso también, las miraba lleno de amor por las dos y se unió a su
abrazo. Por fin pudo decir con algo más de serenidad.
- Tenemos que volver a casa. ¡Rápido, hay que avisar
a los demás! No creo que ese mal nacido haya muerto. Y si ha huido a buen
seguro que tratará de recobrarse de sus heridas y volverá.
Idina
entonces se quitó aquel collar, retornando a su estado normal.
-Toma mamá.- Suspiró agotada por la tensión.-
-Gracias cariño.- Sonrió levemente su madre
colocándose de nuevo aquel colgante.-
Una vez pudieron retornar a su hogar Tom trató de llamar pero no le respondían
al el teléfono. Finalmente decidió descansar junto a su familia para tratar de
reordenar sus ideas. También hablaron con su hija. Tenían muchas cosas que
contarle. Y de ese modo pasaron unas horas y aunque ya estaban recuperados
físicamente gracias a las alubias, se mantenían en guardia con patente temor.
Por la noche decidieron ver la televisión los tres juntos para tratar de
olvidarse definitivamente de esa mala experiencia cuando de repente Roy
apareció de la nada para contarles lo ocurrido aquí y transportarlos...
- Y eso es todo. - Remachó Cooan concluyendo su
relato. - El resto ya lo sabéis.
-Es algo terrible.- Pudo decir Karaberasu.- Jamás
pude ni tan siquiera imaginar que ese canalla volvería.
-Tom tiene razón. Si no está muerto seguro que regresará
a por nosotras cuando se recupere, debemos estar listas para hacerle frente.-
Afirmó Esmeralda, agregando decididamente en esta ocasión.- Y sobre todo
impedirle como sea que se acerque a nuestros hijos.
- Pues yo creo...
Beruche
no pudo terminar la frase, un tremendo estruendo sacudió la casa. La ventana
del salón estalló en mil pedazos y un denso humo negro inundó la estancia,
podía adivinarse una silueta entre aquellos jirones de humareda.
-¡Es él! - chilló Esmeralda aterrorizada señalando con
un dedo y sentenciando.- ¡Rubeus ha vuelto!..
-¿Rubeus?
¿Y quién es ese?... ¿Algún amiguito vuestro?- Inquirió una melosa voz femenina
plena de tono burlesco y cruel, para remachar con divertido sarcasmo.- Pues lo
lamento mucho por él, pero yo os he encontrado primero…
Todas
miraron hacia allí con expresiones de terror en sus semblantes. Efectivamente
no era Rubeus, para Beruche fue algo aún mucho más aterrador. Verdaderamente
hubiera preferido mil veces ver a su antiguo jefe por fuerte y maligno que
ahora fuera, que la visión que tuvo ante sí. Cuando el humo se despejó
totalmente descubriendo la figura que guarecía. Ante ellas, ataviada con un
negro body, altas botas rojas y una larga capa del mismo color de sangre
ondulando al aire, pudieron ver a una joven de espaldas. Y al volverse,
paseando su mirada con unos brillantes ojos rojos cargados de odio, la
reconocieron como Kerria. No obstante, ésta no era otra que la cruel y
despiadada Devilish Lady, que volvía para cumplir con su promesa de venganza.
-Ahora, vamos a celebrar una bonita reunión
familiar.- Sonrió aquella siniestra recién llegada, deleitándose con las caras
de horror y preocupación de su auditorio.-
Mientras
tanto, Debbie había vuelto a su casa. Estaba realmente impactada por todo lo
que ese misterioso individuo le había contado.
-No puedo creerlo. Entonces. ¿Qué debo hacer?
Por
un lado, la muchacha siempre supo que tenía una sensibilidad especial. Pero
también deseaba llevar una vida lo más normal posible.
-Eso de por sí ya me resultaba difícil. Jamás he
encajado en ningún sitio. Y ahora…- pensó con una mezcla de resignación y tristeza.-
Recordaba esa conversación que mantuvo con ese
hombre. Con él no pudo mostrarse reservada ni sarcástica, como hacía con otros
desconocidos, para proteger su propia intimidad. Es más, por alguna razón que
no llegaba a entender supo que podía confiar en él. Así pues decidió ser clara
y nada más ser conducida al interior de esa trastienda le comentó.
-Estoy muy preocupada por mi novia. Algo le ha
sucedido.
-No te equivocas.- Asintió ese individuo.- Kerria
está luchando en una dura batalla.
Deborah
abrió los ojos con evidente sorpresa, primero, a ese tipo no le sorprendía que
las dos fueran chicas, pero lo más alucinante, y que hasta llegaba a asustarla,
era que supiera el nombre de su pareja, de modo que no pudo evitar preguntar.
-¿Cómo sabe de quién estoy hablando?
-Yo sé muchas cosas. Aunque ahora solamente hay una
importante. Y esa es tu presencia aquí.- Contestó afablemente ese hombre, para
agregar ya de un modo más solemne.- Deborah, tú tienes un papel muy importante
que jugar. Pero no ahora. La historia de Kerria no es la tuya.
-¿Qué no es la mía? ¿Qué quiere decir con eso? ¡La
quiero! No puedo dejar que le suceda nada malo.- Protestó al muchacha sin
entrar a considerar las otras palabras de su interlocutor.-
Pudiera
ser que, pese a todo, se tratase de uno de esos a los que no le gustaran las
relaciones amorosas de personas del mismo sexo. Aunque este individuo se limitó
a sonreír levemente y moviendo la cabeza, respondió.
-Nada tiene que ver con lo que tú crees. Se trata de
otra cosa. Tu camino te llevará a otro lugar. Aprovecha entre tanto para estar
junto a Susan. Te necesitará antes de emprender su propia aventura, que la
llevará mucho más allá de lo que ninguna podéis imaginar.
-¿Qué tiene que ver mi hermana en esto? ¿Acaso le va
a pasar algo malo?- Se inquietó la muchacha.-
Sería
horrible. Sue apenas estaba terminando el instituto en los Ángeles, y
preparándose para entrar en esa nueva Academia de allí. ¿Acaso estaba en algún
tipo de peligro?¿Qué trataba de insinuar aquel tipo? ¿Intentaba hacerla entender que debía elegir
entre su adoraba hermana mayor y su amor? Eso era imposible. Aunque, por
fortuna, ese individuo no parecía mostrarse preocupado y añadió con tono
animoso.
-Tu hermana es una luchadora, lo mismo que tú. Y lo
demostrará. Sabrá cuidarse bien. No temas.
-Susan sí lo es. Quiere entrar en esa academia
militar y a buen seguro que lo logrará. Siempre fue muy decidida. Sin embargo,
yo no soy ninguna luchadora.- Negó Debbie.- Solamente aspiro a vivir tranquila.
Y con mi novia. Sin que nadie nos insulte o nos humille por ser como somos y
por amarnos.
-En eso tienes razón. Pero hay cosas que están por
encima incluso de esos deseos tan loables.- Repuso su contertulio, alegando
enigmáticamente.- Digamos que hay hechos que tienen que suceder de una manera.
El futuro debe de construirse de una determinada forma y hay elementos que
amenazan esa construcción. Tú eres alguien importante en ese devenir de las
cosas, Debbie. Pero no aquí, ni en este momento. Te aseguro que, aunque ahora
no lo creas, conocerás a otras personas con las que forjarás lazos muy
importantes. Y estarás conectada con ellos por esa sensibilidad tan especial
que posees. Como el joven que te dio esa tarjeta con esta dirección.
La
chica volvió a mirarle atónita. Desde
luego quería que ese tipo fuera más explícito. Pero su contertulio movió la
cabeza como si ya supiese de antemano lo que iba a preguntarle y sentenció.
-No puedo revelarte nada de lo que tendrás que
vivir, joven Debbie. Te corresponderá a ti irlo descubriendo. La única cosa que
debes saber es que tu camino y el de Kerria deberán separarse ahora, y un día
no muy lejano os reencontraréis pero cada una tendrá ya su vida y su destino
encaminado en diferentes direcciones.
Rememoraba
esas palabras haciendo una vez más aquella pregunta.
-¿Qué debo hacer? ¿Cómo podría ayudarla?...
Otra
muchacha que estaba realmente asustada y desconcertada era Amatista. Todavía no
era capaz de asimilar lo que había visto. Primero a Kerria con esa apariencia
tan extraña atacándola de ese modo irreal, ¡como si se hubiera escapado de una
película de terror! Pero eso incluso no era nada comparado a lo que vio hacer a
su padre. ¿Cómo era posible que fuese capaz de volar? ¡Y además había rechazado
ese terrible rayo de fuego que Kerria usó contra ella como si de una pelota, o
de un mosquito se tratara, apenas dándole un manotazo!
-No sé lo que está pasando. Pero debo averiguarlo.
Es como si mis padres y los de Leval y Kerria tuvieran un gran secreto oculto.
Quizás tengan algún tipo de aparato, como los que el padrino Ian desarrolla en
sus empresas. O un traje especial que les permita hacer esas cosas. ¡Sí, eso
debe ser!…- Se dijo tratando de racionalizar aquello.-
Pensaba
realmente que esa teoría no era tan descabellada. De hecho, su padre y su tío
Zafiro trabajaban en esas divisiones de investigación y desarrollo. Su amiga
Satory le había contado algo de eso. Por desgracia, Amatista nunca se había
interesado en esas cosas. Ahora le pesaba haber sido tan superficial. En
cualquier caso, esperaba que fuera algún avance de esos, el que posibilitó a su
padre elevarse en el aire y parar aquel ataque.
-Puede que Kerria esté trastornada y que haya tenido
acceso de algún modo a uno de esos aparatos, alguna pistola láser. Y para
encubrir esa tecnología se han inventado esas historias tan extrañas. - Quiso
creer.-
Desde luego prefería abrazar esa idea a la versión
que había oído en casa de esa pobre chica. Demonios, sectas, amenazas
sobrenaturales para destruir el mundo…le era imposible aceptar que ningún
demonio hubiera poseído a Kerria.
-No. Lo que ha sucedido es que la han llevado
demasiado lejos con las burlas y el desprecio. Y yo he tenido tanta culpa como
los que la han insultado.- Se reprochó con amargura.- Ahora no sé qué podría hacer por ella.
Y es que deseaba por todos los medios poder ayudar a
su amiga y al resto de su familia. Se debatía pensando de qué forma.
-A pesar de todo, yo solamente soy una chica
normal.- Pensaba con zozobra.- ¿Cómo podría enfrentarme a eso?
Empero,
por muy mal que lo estuviese pasando, torturándose con esos pensamientos. No
corría peligro de momento. Afortunadamente para ella, estaba segura en su casa,
ajena por completo al amargo trance que su madre y los demás, estaban sufriendo
con la llegada de aquel ser de las tinieblas en el que parecía haberse
convertido su amiga Kerria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)