Tras hablar con
los otros, fueron Leval y su padre los que se ocuparon de revisar
cuidadosamente los alrededores pero no encontraron nada. Finalmente trataban de
volver a casa con la translación instantánea de Roy, pero no podían, algo le
impedía captar la energía de Beruche y los demás.
- Mierda, ¿pero qué ocurre?,- pensó contrariado.-
Tendré que volar hasta allí.
-¿Sucede
algo, papá? – Quiso saber el muchacho al ver el rostro de su padre, que no
reflejaba precisamente buen humor, sino enfado y desconcierto. -
- Es algo
extraño. No logró captar la energía de nadie en casa, es como si algo la
bloqueara. Y eso no me gusta. Únicamente alguien con una energía muy poderosa
podría hacer algo así. - Le explicó éste. -
- Entonces volemos de regreso lo más rápido posible,
podrían estar en dificultades. - Replicó el chico alarmado. -
Su padre asintió y ambos salieron raudos hacia allí.
Mazoui había ido directamente hacia ese mismo
destino, llevaba ya mucho camino recorrido. Volando a gran velocidad llegó en
poco tiempo, al aproximarse detectó gran cantidad de energía negativa. Pero eso
a él, lejos de confundirle, le
guiaba aún más claramente hacia la casa
de Roy...
-Algo malo está pasando allí. Es un presentimiento
muy claro.- Se decía cada vez más preocupado.-
Y
motivos no le faltaban para ello, dado que en la casa mientras tanto Devilish
Lady miraba a todos los presentes con una mueca de desprecio.
-Esto es para ti.- Le espetó a la todavía impactada Bertie
arrojando un trapo con algo envuelto en él.-
La
aludida se hizo con ello y lo desenvolvió, se quedó atónita al ver el crucifijo
que su marido regalase a su hija en su último cumpleaños. Era una copia del que
fuera de Roy y que él la regalase antes de morir. Al resucitar nunca se lo
reclamó. Ella quiso dárselo a Leval al nacer pero el crio se lo dio a su
hermanita cuando ella tenía seis años. La ahora sobrecogida madre recordaba esa
escena…
-Toma Ky.- Le ofreció el niño a su hermana.-
-¿Para mí?- Se sorprendió la cría.-
-Sí, papá y mamá dicen que esto te puede proteger de
todo. Y como yo soy mayor no me hace falta.
-¡Qué bien, gracias! – Aplaudió la pequeña.- Me
gusta mucho, nunca me lo quitaré.
-Vaya, Leval, ha sido un detalle muy bonito.-
Comentó su madre esbozando una leve sonrisa.-
Bertie
suspiró entonces, por un lado feliz al ver cuánto quería Leval a su hermana.
Aunque pensando en que era una lástima que el chico no tuviera una cruz como esa
tan bonita, cuando Roy llegó a casa se lo contó. Él se sorprendió pero también
alabó la generosidad del crío. Afirmando.
-Se nota que ha salido a las defensoras de la
justicia. Y además tiene sangre de saiyajin. No te preocupes, cubito. Compraré
para él una igual.
Y
los dos se acercaron para escuchar charlar a los niños, precisamente Leval le
decía a su hermanita con tono serio.
-No la pierdas Ky, esa crucecita fue de la mamá de
papá, luego de papá, de mamá y mía…
-Pues cuando yo tenga niños se la daré también.-
Sonrió la cría que sentenció muy contenta insistiendo con entusiasmo.- ¡No me
la quitaré nunca, nunca!…
Los dos se sonrieron con gestos llenos de orgullo y
alegría. Luego las cosas no salieron así. Durante años Roy se olvidó de
comprarle a su hijo otra cruz igual. Finalmente, en este último año, pensó en
ello aunque se la compró a Kerria. Así la chica pudo tener la suya propia, tras
devolverle la original a su hermano. Ahora, la desencajada Beruche miraba esa
crucecita que sostenía en su mano. Los demás estaban atónitos también aunque,
antes de que pudieran reaccionar, la recién llegada les atacó con una onda de
energía que lanzó a Cooan, Karaberasu y Esmeralda contra la pared dejándolas
aturdidas. Se volvió dispuesta para atacar a Idina, que no sabía cómo actuar,
pero la llamada de Bertie la detuvo.
-¡Hija mía, por favor!, ¡Basta ya! , son tus tías y
tu prima...y yo soy tu madre. ¿Es que no me reconoces? - Inquirió sin poder
creer que así fuera, en tanto se señalaba a sí misma sobre el pecho con una
mano y expresión suplicante en la mirada. -
-¿Mi madre? - Sonrió Devilish Lady pérfidamente en
tanto centraba su atención en Beruche. - Así que tú, eres mi madre.- Repitió
con lentitud, como si paladease cada palabra. -
Se posó
a dos metros de Bertie y su semblante se relajó, añadió con la voz más dulce en
tanto abría los brazos en ademán invitador y suplicante.
- Me siento perdida, mamá. Ven a darle a tu hija un
abrazo de madre. Pero no me acerques esa cruz, me hace daño…
Beruche
dudaba pero al ver esa expresión en el semblante de su hija y advertir ese tono
de voz se acercó confiada, parecía como hipnotizada. Incluso dejo caer la
crucecita al suelo. Eso no importaba. Quería creer que Kerria se hubiera dado
cuenta de lo que sucedía. Pero Karaberasu, recobrándose en ese momento del
ataque sufrido, le advirtió a su hermana mientras trataba de levantarse.
-¡No lo hagas! es un truco. Te está sugestionando,
si te acercas más te matará.
- No, ¿cómo iba a hacer eso?- negó Bertie con la
cabeza a la par que sonreía confiada y afirmaba. - Es mi hija, no le haría daño
a su madre. ¿Verdad, cariño? - Le
preguntó acercándose casi hasta tocarla. -
- Claro que no, mamá,- repuso Devilish Lady de forma
sumisa y suplicante. - Ven aquí conmigo por favor, me siento tan sola. Todos
ellos me odian. Pero yo sé que tú no.
- Mi amor, ¿cómo podría yo odiarte? - Repuso Beruche
con la voz quebrada por la inquietud y el pesar. – Eres mi vida.
Se
abrazó a ella, las demás observaban conteniendo la respiración, ¿y si Bertie
tenía razón? De momento todo parecía estar bien, pero, a espaldas de la
confiada madre, los ojos de su hija brillaron intensamente rojos y de su boca
afloraron nuevamente los colmillos en una terrible sonrisa que la desfiguraba.
Sacando sus uñas afiladas como cuchillas la hirió en la espalda y en un hombro.
Beruche no pudo reprimir una exclamación de sorpresa y dolor y se separó como
pudo cayendo al suelo, tapándose el hombro herido del que manaba sangre, con
una mano. Mientras Devilish Lady se reía con una malévola carcajada...
- ¡Ja, ja, ja! Así que tu vida, ¿eh? madre. Es
verdad. ¿Acaso no darías la vida por tu hija? Recuerdo que le dijiste a esa
estúpida mocosa que darías tu vida por ella. Sin embargo, la pobre ya no está.-
Se rio con regocijo, afirmando ahora con visible sadismo.- Pero en su lugar yo,
en nombre del Maestro, sí que acepto tu sacrificio, ¡vas a morir, madre! -
Sentenció, escupiendo la última palabra
con desprecio.-
Beruche apenas podía creer lo que escuchaba, estaba
demasiado impactada, asustada y
dolorida. La sangre le goteaba entre los dedos, pero sobre todo, más que
la herida física era la moral la que la destrozaba, dejándola sin ninguna
capacidad de réplica.
-¡Quieta! –Le ordenó Idina plantándose ante su, en
otras circunstancias, prima.- No se te ocurra dar ni un paso más…
-¿Qué quieres maldita estúpida?- Replicó la
interpelada mirándola con franco desprecio.- ¿Te has creído que puedes
detenerme?
Por suerte, aprovechando esos preciosos
instantes de distracción, las otras pudieron levantarse para hacer frente a
Devilish Lady. Esmeralda se transformó en justiciera y Karaberasu hizo lo
propio indicándole a su hermana.
-¡Transfórmate y pelea!
- No, no puedo hacerlo, ¡es mi hija! - Sollozó
Bertie visiblemente hundida. -
Las dos justicieras cruzaron miradas de pesar, era
inútil tratar de persuadir a su compañera. Lo entendían bien. De haberse
tratado de sus propias hijas seguramente que hubieran actuado exactamente
igual. Pero esa muchacha estaba poseída por una terrible fuerza demoniaca, era
tremendamente peligrosa y debían pararla como fuera.
-¡Huracán del cielo, haz que vuele el boomerang! -
Gritó la Dama del Viento lanzado su arma contra Devilish Lady que fue golpeada
en un brazo y retrocedió dolorida. -
La
Dama del Trueno se sumó al ataque tratando de golpearla con su látigo...
-¡Toma esto, mocosa! - Le gritó admonitoriamente a su sobrina y ahora rival.
- Así aprenderás a no pegarle a tu madre.
- Por favor, Kalie.- Suplicó Beruche temiendo por su
hija pese a todo. - No le hagas daño, no sabe lo que hace.
Aunque la joven no se inmutó lo más mínimo. Y
creando una barrera de energía, paró el latigazo que restalló inofensivamente
contra la invisible protección.
-¡Sois todas unas ingenuas estúpidas!,- les espetó
con desprecio. - ¿Creéis que con vuestros patéticos ataques vais a poder
dañarme?
Y
sin dudar contraatacó con una oleada de energía que nuevamente impulsó a las
justicieras hacia atrás. Entre tanto materializó un gran tridente en su mano
sentenciando con satisfacción.
- Ya basta de juegos, ahora moriréis.
Idina
había estado presenciando aquello horrorizada, pero se sobrepuso. No en vano su
madre le había entregado definitivamente su piedra de la justicia. O más bien
fue esta piedra la que así lo quiso. Recordaba que, a la vuelta a casa, tras
devolverle a su madre el colgante, este se había opacado. Cooan lo contempló
sorprendida, musitando.
-¡Qué raro! Jamás había visto esto.
-¿Qué ocurre, mamá?- Se interesó Idina.-
La
interpelada le mostró la piedra, parecía haberse quedado sin capacidad ninguna
para brillar. Entonces, cuando ella fue a tomarla en sus manos para observarla
más de cerca, aquella especie de rubí empezó a refulgir de nuevo con hermosos
tonos rojizos esmerilados.
-¿Qué pasa?- Inquirió la muchacha en voz alta.-
Su
madre entonces debió de comprender y ofreciéndole la piedra una vez más, le
dijo.
-Cariño, al parecer ha decidido con quien quiere
estar de ahora en adelante.
-No lo entiendo, ¡pero si es tuya! - Objetó la
perpleja muchacha.-
-Lo fue, sí. Aunque quizás al cedértela a ti durante
la pelea contra Rubeus, la piedra de la justicia haya interpretado que tiene
una nueva dueña. Una capaz, y que desee luchar para defender a los débiles y a
las víctimas. En el fondo yo ya no me veo con fuerzas para ello.
E Idina la tomó en sus manos contemplado con admiración
como brillaba con hermosos tonos rojizos, como si tuviera una pequeña luz en el
interior. Al fin, su madre la ayudó a ponérsela nuevamente alrededor del cuello
y declaró.
-Para bien o para
mal, hija mía. De ahora en adelante, la Dama del Fuego eres tú.
De modo que ahora, ante aquella terrible tesitura en
la que estaba, Idina decidió que debía hacer algo. Invocó su poder
transformándose a su vez en justiciera, apuntó con su arco a su otrora prima y
chilló.
-¡Tira eso o dispararé!
Devilish
Lady la escrutó con la mirada y, divertida, sonrió con una siniestra confianza.
No hizo ningún comentario, pero siguió enarbolando su arma.
-¡Te lo advierto! Kerria, por favor, no quiero
hacerte daño.- Insistió Idina tratando de mostrarse firme, aunque temblaba
visiblemente mientras la apuntaba sentenciando. – Pero no te permitiré hacerle
nada malo a nadie.
- ¿No me digas?- ¡Qué miedo!- Se burló ella con un
teatral gesto de pretendido pavor. -
- Somos primas, somos amigas desde pequeñas. Hemos
jugado juntas, hemos soñado las dos unidas y compartido muchas cosas. No me
obligues a atacarte, Ky. – Pudo balbucear su interlocutora con un tono de
súplica. – ¡Por favor!…
- ¿Amigas?- repitió su oponente que le dedicó una
sorprendida mirada, aunque al instante ésta se endureció y añadió escupiendo
con odio. – Yo no tengo amigas, únicamente víctimas y tú vas a ser la primera.
Devilish Lady lanzó entonces un rayo escarlata contra la
Dama del Fuego que ésta pudo a duras penas esquivar. Idina no tuvo más remedio
y contraatacó con sus flechas, pero su oponente las desbarató con su tridente
sin demasiado esfuerzo.
-¡Oh no!,- exclamó Idina. - ¿Cómo ha podido
hacerlo?..
-¡Oh sí!- rio burlonamente Devilish Lady, que lanzó
otro rayo de energía contra su rival. Ésta lo
volvió a eludir por poco arrojándose al suelo en tanto su enemiga
aullaba casi en éxtasis. - ¡Mi poder es inmenso! Pobres ilusas, no podéis nada
contra mí, ¡os destruiré a todas juntas! - Levantó el pentáculo que brillaba de
un tono rojizo tan intenso que hería la vista, pese a ello, Karaberasu lo vio.
-
- Ese medallón es
el causante de todo, la controla y multiplica su poder. - Les indicó a las
demás.- Hay que destruirlo, concentrad vuestra ofensiva en él. ¡Ahora!- ordenó.
-
Las
justicieras concentraron sus ataques, pero Devilish Lady las contuvo y pudo
rechazarlas lanzándolas al suelo y dejándolas aturdidas. Entonces penetraron
los acólitos de la secta capitaneados por Nalgín que miró la escena complacido,
haciendo una leve reverencia a su aliada y besando una de sus manos con
deleite, para decirle.
- Buen trabajo Devilish Lady, te felicito. Ahora
acaba con todas ellas comenzando por tu traidora madre.
La
aludida miraba a su hija con una expresión de súplica y de gran tristeza. Pero
lejos de conmoverse su ahora enemiga sentenció con sorna. Ante las horrorizadas
miradas del resto de las justicieras y de Cooan y el regocijo de los sectarios.
- Sí. Es cierto, eres una traidora. Todas vosotras
lo sois. Pero ahora os ha llegado el momento de pagar por ello. Madre, lo
siento - agregó con un falso tono meloso para remachar con desdén. – Pero
además de una renegada eres débil y estúpida. Es una pena. Vi como antaño
fuiste inteligente y taimada. No te detenías ante nada para lograr cumplir con
tu cometido y sabías elaborar estrategias. ¿Qué te sucedió para no ser ni la
sombra de esa mujer?... De haberte unido a tus compañeras quizás hubierais
podido derrotarme. Pero claro, tratándose de tu hijita no has tenido valor. Es
una lástima que tengas que querer a alguien como yo. ¿No es cierto, madre?- se
burló finalmente su otrora hija con perfidia. – Soy tu punto débil, ¡ja, ja, ja!…
Beruche se estremeció, al escuchar esto un lejano
recuerdo vino a ella, el de un combate que sostuviera contra una diablesa hacía
ya mucho tiempo y el eco de las últimas palabras de ésta llegó a su memoria
haciéndola estremecerse.
- Te aseguro que un día querrás alguien como yo...y
sufrirás. - Musitó totalmente desarmada en su moral, al comprender ahora el
terrible significado de aquella profecía, que no supo comprender en su momento.
Añadiendo entonces con determinación, pese a estar muy dolida.- Te quiero
cariño, eres mi hija…y sí, estoy sufriendo, pero sé que tú también. Debajo de
todo ese odio y esa rabia estás tú. Kerria, por favor, ¡lucha contra ello! ¡Tú
no eres así! ¡Nunca lo fuiste!
Devilish
Lady la observó atónita ahora. Sus ojos se abrieron y el rictus de su cara se
deformó en una mueca en tanto se tambaleaba. Llegó a llevarse una mano a la
cabeza y apenas sí pudo musitar con una voz débil y llena de miedo y tristeza…
-¡Mamá!
-Hija, por favor. ¡Resiste! Recuerda lo que
hablamos. Tú eres parte de mí. – Le pedía Bertie ante las atónitas miradas del
resto.-
-Yo… soy parte de ti...y tú…eres parte…de mí.- Pudo
repetir cayendo de rodillas ahora para soltar el arma que portaba aferrándose
la cabeza con las manos.- ¡Mamá! - Repitió llena de angustia.- ¡Ayúdame!
Ahora miraba en derredor y su madre, sus tías y su
prima jurarían que el color de sus ojos había vuelto a ser verde. Pero justo
entonces, cuando parecía que todo iba a solucionarse, la joven gritó,
recobrando una voz más gutural y terrible.
-¡Nooo! ¡Basta! Eres una miserable perdedora. ¡Sal
de mi cabeza de una vez! Nadie te quiere, todos te desprecian… Eres débil… Yo
soy fuerte. Soy la Dama de Averno. La princesa de las tinieblas…y seré la reina
de la oscuridad…
Ante
las miradas de las justicieras y los sectarios que parecían no atreverse a
mover ni un músculo, Bertie hizo un postrer esfuerzo y se levantó, acercándose
a su atormentada hija.
-Cariño, lucha, sé que estás ahí. Puedes
conseguirlo. Kerria, ¡te quiero mi niña!
Pero
desgraciadamente la magia de esas palabras ya no surtió efecto. La terrible
Devilish Lady parecía haber ganado definitivamente el duelo, miró a su horrorizada
madre con aquellos ojos sanguinolentos y la propinó una fuerte bofetada que la
derribó haciéndola sangrar por el labio. La terrible dama oscura rio con
perfidia y tras hacer levitar su tridente volvió a empuñarlo con decisión, para
sentenciar llena de exultante regocijo.
-¡Kerria está muerta! Esa estúpida llorona ha
desaparecido. No merecía vivir. Solamente era una niña asustada a la que nadie
quería. No valía nada. ¡Pero yo estoy aquí!…
-Cariño, te lo suplico, no te rindas.- Pudo sollozar
Beruche que no tenía fuerzas para más.-
Sin embargo, y ante el horror de las demás, su
diabólica hija, sin dar ya ninguna muestra de piedad, blandió su tridente sobre
la indefensa Bertie que ni siquiera tenía deseo de resistirse. Devilish
Lady iba a traspasarla a la altura del
vientre...
- Adiós madre. No te preocupes. Nos veremos en el
Infierno. - Se despidió de forma sarcástica. -
Las demás justicieras se aprestaron a impedirlo pero
los sectarios se interpusieron. Todo parecía perdido, la Señora Oscura se deleitaba
ante aquel sacrificio que iba a realizar, pero cuando iba a hundir su arma en
Bertie su acometida chocó contra algo metálico, era una barra de hierro. Junto
a ella e interceptando su ataque estaba Mazoui, él también tenía los ojos rojos
y sus colmillos. Devilish Lady no pudo por menos que sorprenderse y exclamar
apelando a él.
- ¡Tú eres un
hermano demonio! ¿Por qué me impides que la mate? ¡Únete a mí! ¡Aparéate
conmigo y ayúdame a concebir un poderoso guerrero que haga posible la vuelta
del Maestro a este mundo!
- No, te equivocas, yo no soy como tú y nunca me
uniría a los de tu calaña.- Repuso Mazoui rechazándola con fuerza. Devilish
Lady cayó al suelo rodando sobre sí misma. Estaba ilesa pero perdió el tridente
en tanto el muchacho sentenciaba. - No te dejaré cometer más maldades.
Los sectarios dieron la alarma y se replegaron
a un lugar más seguro, pues justo entonces llegaron Roy y Leval que quisieron
intervenir pero no se atrevían a herir a Kerria. Ella al verles se levantó y
chilló con tono acusador y desesperado para desviar la atención de sus propios
rivales.
- ¡Yo no soy malvada, la culpa la tienen ellos!,
¡abusaron de mí cuando sólo era una niña!
-¿Pero qué dices? - Gritó Roy atónito. -
-¡Eso es mentira, te han lavado el cerebro!,- añadió
Leval tratando con desesperación de hacer aparecer la conciencia de su hermana.
- ¡Kerria, despierta!
-¡Muere!,- gritó ella atacándole con un rayo de
energía que su hermano ésta vez desvió sin problemas.- ¡Maldito!
Su
padre estaba ahora convertido en súper guerrero y su diabólica oponente volvió
a adoptar un tono entre sumiso, y falsamente conciliador.
-Vamos, papá. - Sonrió mirando a un atónito y
horrorizado Roy. -¿Por qué no acabas de una vez con tu preciosa hijita? Esa
patética chiquilla que sólo te ha causado problemas. Sí, yo lo sé muy bien. Era
una perdedora, un cero a la izquierda en esta maravillosa familia. Nunca pudo
estar a vuestra altura. Ni siquiera debería haber nacido…nunca la quisisteis.
- Pero. ¿Qué dices? – Pudo exclamar su padre
pareciendo más atónito que asustado al escucharla – ¡Eso no es verdad!
- Pues claro que lo es.- Sentenció ella con una
media sonrisa en tanto se aproximaba
confiada hasta él, mostrando además su cuello como si caminase hacia el
matadero a la par que le pedía. – Acaba conmigo de una vez. He intentado matar
a tu esposa y lo volvería a hacer. No me des otra oportunidad. Soy una
diablesa…tú mataste a muchos como yo. ¿Qué te lo impide ahora?
Pero
Roy casi estaba en shock, le devolvía la mirada incapaz de reaccionar. No
quería utilizar su fuerza, podría matarla, quizás fuera eso lo que aquel ente
maligno que la dominaba pretendía. Pero Mazoui entonces le rebatió, como si
leyese el pensamiento del abatido padre de Kerria.
- Ella no está poseída por ningún demonio, Roy, sino
por la parte más oscura de su propia alma, la porción maligna que todos
llevamos dentro.
-¡Qué listo eres!- siseó Devilish Lady que añadió
con palpable ira y rencor. - Es el odio y la venganza que siento los que me
guían. ¡Contra ellos!- señaló a sus padres y a su hermano y les reprochó en
tanto se acariciaba obscenamente los pechos. - Nunca me quisisteis, sólo para
disfrutar a escondidas de mi cuerpo.
Las
mujeres la contemplaban atónitas y espantadas mirándose unas a otras con pleno
desconcierto. Aunque ninguna pronunció palabra. Fue Leval quien respondió
negando con la cabeza de forma vehemente.
-¡Eso no es verdad y tú lo sabes!
Bertie
se había conseguido levantar y se acercó hasta su esposo, él con el gesto
descompuesto, se apresuró a decirle.
-¡Vamos cariño! ¡No irás a pensar que yo!
- Sé que no es verdad,- contestó ella sin dudar,
esta vez con un tono de voz más tranquilo y firme. - Es un truco. Lo mismo
intentó conmigo y la creí. De no ser por Mazoui ahora estaría muerta.
-¡Por qué tú
consentiste lo que ellos me hicieron!- Replicó con un aullido Devilish Lady que
ahora con un siseo agregó para mayor conmoción de sus oyentes. - Pero voy a
decirte una cosa, me gustó. ¡Ja, ja, ja! ¿Verdad hermanito? ¡Vamos, confiesa
que te excitó! Igual que cuando me eché encima de ti, bien que note algo muy
duro debajo de mí. ¡Podríamos probarlo sin ropa! Te prometo que no lo ibas a
lamentar.
Antes
de que el avergonzado chico pudiera replicar, ella se lanzó contra él.
Sorprendido, Leval no sabía qué hacer. Su agresora pareció intentar besarle
pero lo cierto es que recobró su tridente, que acudió a ella de modo
instantáneo volando solo, e intentó clavárselo. Su hermano reaccionó
esquivándolo con unos rapidísimos reflejos y lanzándola a cierta distancia de
un manotazo al tiempo que replicaba con un tono extrañamente jovial.
-Nunca serás lo bastante rápida para atraparme.
¡Cara de patata!
-¡Maldito seas!-
Escupió ella rabiosa. -
Aunque ese comentario hizo que, por unos instantes,
Devilish Lady le mirase confundida, y añadiese más que con un siseo, con un
tono que rayaba en el enfado infantil.
-¡Cara de patata lo serás tú!
La chica volvió a llevarse las manos a la cara.
Volvía a sufrir una lucha interior. Como si esas palabras tan familiares
estimulasen recuerdos de su niñez. Esa fue la ocasión que Mazoui esperaba. Con
gran celeridad aprovechando ese instante de descuido se hizo con la pequeña
cruz que había en el suelo y de seguido capturó a su rival. Sujetándola por
detrás con tal fuerza que Devilish Lady no podía moverse, ni casi forcejear.
- ¡Suéltame, bastardo hijo de ramera! ¡Tu madre solamente
era una zorra de un demonio de tercera!
- Chillaba y siseaba histérica.- Lo mejor que le ha pasado en su vida
fue el ser gozada por él…
Pero su captor había aprendido bien la lección que
Roy le diera y se mantenía impasible a los insultos que esa endemoniada joven
le dedicaba con cada vez mayor odio y profusión, hasta que, harto de todo, le
gritó.
- Ya está bien monstruo, ¡contempla tu propia
maldad!
Enfrentó el crispado rostro de su prisionera
contra la superficie de un espejo cercano. Obligada a sostener su propia mirada
ella quedó paralizada. Ésta fue como si rebotara atravesando el alma siniestra
de Devilish Lady y abriéndose camino hasta la conciencia dormida de Kerria, que
tenía su alma noble atrapada en lo más profundo. Para rematar aquello, el joven
le puso la cruz sobre la frente.
-¡Vade retro, espíritu maligno!- Exclamó Mazoui.-
¡Libérala!
Aquella especie de diablesa soltó un horrible
alarido, del contacto de su carne con la cruz salió una densa y oscura
humareda. Al fin la muchacha cayó al suelo sin conocimiento. Todos quedaron
espantados.
-¡Hija! - Gritó
angustiadamente Beruche corriendo hasta ella para tratar de reanimarla. -
-¡Atacad! ,- ordenó Nalgin a sus sectarios. –
Estos, que habían permanecido apartados disfrutando
de aquellas escenas, ahora acudieron en auxilio de su lideresa y abrieron fuego
con algunas armas que llevaban escondidas. Roy y Mazoui corrieron a
interponerse entre los disparos y los demás. Hicieron que estos rebotasen
inofensivamente en sus cuerpos. El grupo de acólitos de la secta huyó en
desbandada al ver esto. El padre de Kerria y también Leval salieron tras de
ellos.
- ¡El pentáculo, rápido! - Indicó Karaberasu
arrancándole el medallón del cuello a Devilish Lady y lanzándolo hacia el aire,
avisando a su hijo le ordenó. - Mazoui, ¡destrúyelo!
Obedeciendo
al instante, él emitió un rayo de energía concentrado contra el pentáculo al
que se unieron los de las justicieras haciéndolo estallar.
-¡Hija mía, despierta! - Apremiaba Bertie a Kerria
que por fin abrió lentamente los ojos con la cabeza sostenida por su madre
entre los brazos. – ¡Hija, por favor!
-¿Do…Dónde estoy? - Musitó con la expresión
desorientada. - ¡Dios mío!,- balbuceó
cuando su mente fue regresando a la
realidad y se dio cuenta de su situación, mirándose las ropas que vestía - ¿En
qué me he convertido? ¡Soy un monstruo! ¡No! - las lágrimas afloraron en sus
ojos ya de color verde profundo. Por desgracia para Kerria podía recordar todo
lo que había hecho y dicho. Tenía ahora la cruz entre las manos, al soltarla
Mazoui se le había enganchado a la chica en una de ellas. Viéndola, ya libre de
aquella demoniaca sugestión, su mente retomaba el control y era consciente de todas sus iniquidades.
Aquello le era imposible de soportar. - ¡Noo!... ¡Qué he hecho!- Chilló
horrorizada en tanto su madre, rodeándola con sus brazos, trataba de calmarla.
- ¡Qué horror! ¡Qué he hecho!
- No pasa nada, mi niña,- lloraba Beruche meciéndola
con suavidad y repitiendo sin cesar - Ya vuelves a ser tú, no pasa nada. Estás
en casa otra vez…
Nalgin,
furioso y frustrado había logrado pasar desapercibido escondiéndose detrás de
un desvencijado mueble, el tridente que blandiera Devilish Lady reposaba en el
suelo junto a él. En cuanto fue consciente del fracaso de su plan, supo lo que
hacer. Con un ágil movimiento que sorprendió a todos, se hizo con esa terrible
arma y la enarboló gritando lleno de rabia y odio.
-¡No te alegres tanto maldita justiciera porque vas
a morir! - Lanzó el tridente contra Bertie que estaba de espaldas meciendo a su
hija, pero Kerria le vio. -
Rápidamente
ella reaccionó apartando a su madre y recibiendo el ataque. La fría embestida
del metal se clavó en su cuerpo haciéndola gritar de dolor y bañándola en su
propia sangre. Todo sucedió tan rápido que nadie reaccionó hasta que fue tarde.
-¡No, Kerria! - Gritó Beruche fuera de sí
abrazándose a su hija. -
-¡Maldito Bastardo! - Aulló Mazoui adoptando su
demoniaca apariencia. - ¡Te mataré!
Nalgin
trató de escapar pero un rayo del chico le fulminó en el acto, acabando con su
vida. Mientras Bertie y las demás rodeaban aterradas e impotentes a la
agonizante joven, que trataba de balbucear algo, con sus verdes ojos
desmesuradamente abiertos y temblando. Mazoui descendió hasta ella y trató de
reanimarla. Poseía poderes curativos que lograron detener por unos momentos la
hemorragia, aunque el muchacho debía esforzarse al límite de sus posibilidades
para mantener a la tan malherida chica, estable. Esmeralda y Cooan,
horrorizadas a su vez, sujetaron entonces a la llorosa Beruche, pero entonces volvió Roy. Enseguida
pudo percatarse de lo que ocurría y se llegó hasta su hija con el semblante
pálido.
- ¡Hija, dime algo por favor!,- le pidió chillando
angustiado - ¡Kerria!
- Debes llevarla a un hospital, enseguida.- Le
aconsejó Esmeralda que trataba de dominar sus propias emociones en tanto junto
con las otras justicieras, volvía a su
identidad normal. - Nosotras nos encargaremos de Bertie.
Para
sorpresa de todos, Kerria, que temblaba entre espasmos, apenas pudo acercarse
la cruz a los labios y besarla. Abrió todavía más los ojos que aún retenían
lágrimas y miró a su padre. Pudo musitarle con un débil hilo de voz.
- Pa…pá. Lo siento tanto, soy… indigna de…de formar…
parte de esta…. familia. Quizás… sea mejor… así, por lo… menos…. he podido…
hacer… algo… digno de… vosotros…. Al… final.
-¡No hija, no! - Sollozaba Roy abrazado a ella y
apretándole una mano. – No hables,
cariño. Aguanta, por favor. ¡No te vas a morir, nena!, tienes que aguantar.
Papá te llevará a un hospital.
- Hay que trasladarla y rápido, ya ha perdido mucha
sangre y yo no podré impedir que su estado empeore.- Advirtió Mazoui crispando
su gesto en un tono muy preocupado pues percibía que, de seguir así, a esa
pobre chica solamente le quedaban minutos de vida. -
-¿Dónde están?- Roy se palpaba los bolsillos como un
poseso.- ¿Dónde están mis alubias mágicas? ¡Maldita sea!,- gritaba mirando al
techo presa de la impotencia. -
Finalmente
encontró una en un cajón de la casa. Trató de dársela a su hija pero, para
horror de todos, aquello no produjo el menor efecto. Era como si esas judías
hubieran perdido su poder. Al menos con esa desgraciada que se veía privada de
su energía y color vital a ojos vistas, casi ahogándose en su propia sangre que
le rezumaba por las comisuras de los labios.
-¡Dios mío! - Podía apenas gemir Roy percatándose de
que su hija se moría delante suyo sin que
pudiera hace nada por impedirlo.- Mi niña, resiste…
Por su parte el resto del grupo retornó. Diamante y
Tom se habían cruzado con Leval que perseguía a los sectarios, pero estos,
igual que si fuesen ratas, habían huido dispersándose en la noche. Los tres
convinieron que era una pérdida de tiempo seguir buscando y volvieron a la
casa, encontrándose con aquella terrible escena.
-¡Kerria! - gritó Leval también fuera de sí. -
- Tranquilízate, muchacho - le pidió Tom tratando a duras penas de que mantuviera la
serenidad. -No le harás ningún bien a tu hermana si pierdes la calma.
- Diamante, por favor.- Le pidió un deshecho Roy a
su amigo. - Llévala al hospital, yo no puedo… debo buscar más alubias. Debo
buscar…tengo que encontrarlas…tengo que pensar…debo encontrar a alguien, sí, ya
sé…alguien que pueda salvarla… –decía aparentemente casi sin coordinar sus
palabras.- Sí, no hay tiempo que perder…
El padre de la víctima estaba totalmente ido y
desbordado por aquella terrible situación. Su hija, ¡su pequeña! Lo más
importante de su vida se estaba muriendo delante de él y pese a todo su poder
no podía hacer nada para impedirlo. Era como en su película favorita, aquella
frase le martilleaba una y otra vez. Y musitaba entre sollozos.
-Tanto que puedo hacer, con todos mis poderes y no
soy capaz de salvarla…
Los
demás se miraron entre estupefactos y horrorizados, al tiempo que muy
preocupados. El príncipe de Némesis enseguida se rehízo lo suficiente como para
intervenir…
- Lo haré, descuida. Yo me haré cargo. Tú busca
ayuda.
Y levantó a la malherida muchacha en sus brazos con
mucho cuidado tras cortar el palo de aquel tridente y después de remachar con
su mejor tono confortador.
- Tú estás muy nervioso, cálmate, amigo mío. Todo se
arreglará. Vamos a salvar a Kerria, tienes mi palabra.
Y
ocurrió lo que faltaba, para remate llegó Amatista. Había esperado en casa
nerviosa y deseosa de saber novedades sobre su amiga desaparecida. Al final no
fue capaz de resistir más sin noticias y fue corriendo a la casa de los Malden.
No pudo por menos de chillar al presenciar el caos y el estado en que se
encontraban todos y ver a la infortunada muchacha dejando un reguero de sangre
en cuanto Diamante la levantó en brazos.
-¡Dios mío! ¿Qué le ha pasado a Kerria?..- repetía
presa del llanto. -
- Tranquilízate, cariño.- Le pidió una también
horrorizada Esmeralda que corrió a
abrazarla para llevársela de allí. – Tranquila…
Cooan abrazaba asimismo a su hija que tampoco
podía dominar sus lágrimas y su horror. El príncipe pidió calma una vez más
mientras se apartaba de todos, después se elevó con Kerria y salió por la
ventana volando a toda velocidad hacia el hospital. Beruche estaba desmayada a
causa del horror y de la tensión que soportaba. Sus hermanas la auxiliaron del
mejor modo en que pudieron. Roy parecía querer ir tras su amigo, dejando a su
mujer y su hijo al cuidado de los demás. Pero entonces, para sorpresa de todos,
se concentró y desapareció…
-¿Dónde están esos bastardos? ¿Quiénes han sido? -
Aullaba Leval fuera por completo de control. - ¡Los voy a matar a todos! -
Amenazó acumulando energía. -
Tom
intentó serenarle en vano y Mazoui trató de sujetar a su amigo pero el furioso
muchacho destrozó una enorme pared de un puñetazo, ante la sorprendida mirada
de todos, más que nadie de Amatista, que no podía creer lo que veía.
- Cálmate.- Le pidió Mazoui sujetándole con todas
sus fuerzas. - ¡Por lo que más quieras! No pierdas la cabeza ahora.
- ¡Les voy a destrozar! - Repetía una y otra vez,
con la mandíbula temblorosa a causa de la ira incontenible que le asaltaba y no
cesaba de gritar, tratando de soltarse. - ¡Si mi hermana muere juro que no
descansaré hasta acabar con todos ellos!
- Por favor, Leval,- le rogó Amatista en un tono que
intentaba ser tranquilizador pese a estar ella misma bastante asustada y
sobrepasada por todo aquello. - Eso no ayudará a Kerria ahora.
-¿Teníais que darle la espalda, verdad? - Le recriminó
él con rabia. - ¡Ha sido culpa vuestra! ¡Tuya y de esas malditas estúpidas!
Aquel
amargo reproche hundió a la aludida que, en efecto se sentía culpable. Ella ya
sabía demasiado bien lo que era hacerle daño a una chica que vivía unas
circunstancias parecidas a las de Kerria y ahora, a pesar de haberlo querido
evitar con todas sus fuerzas, se veía abocada a un desenlace igual o peor. Se
derrumbó en el suelo llorando amargamente. Esto dejó sorprendido incluso a Leval que disipó parte de su ira. Beruche, recobrando
el conocimiento, pudo ser testigo de aquello. Aun en su estado de dolor y
auténtica angustia, fue capaz de acercarse hasta la muchacha ayudándola a ponerse de pie a la par
que rebatía a su hijo con la voz
quebrada.
- No hijo, eso no es justo. Todos hemos tenido
nuestra parte de culpa, todos.
- Perdóname, Amatista.- Le pidió él tratando de
calmarse y con la voz temblorosa acompañada de sollozos - estoy muy nervioso,
no sé lo que digo. Lo siento…
Ella no pudo replicar, ni apenas mirarle, únicamente
se le abrazó desahogando sus ganas de llorar.
- Nunca me lo perdonaré si muere,- repetía la chica
desesperada. -
-¡No se va a morir!, ni siquiera lo pienses.-
Respondió Leval llorando también. -
Entre
tanto en la sede de los sectarios los dos jefes que aún quedaban deliberaban
entre ellos. Tuak, muy preocupado, se dirigió hacia el misterioso miembro que
le acompañaba.
- Nalgín ha muerto. Creo que ya es hora de que
intervengas.
- Todavía no,- respondió secamente éste. - Aun no es
el momento. Debo recuperarme plenamente aún. Pero no temas, Tuak.- Concluyó sin parecer en absoluto preocupado.
- Atacaré cuando más débiles y desprevenidos estén. Ahora no sería apropiado,
están demasiado alerta y son realmente muy peligrosos. Por experiencia he
aprendido a no subestimarlos.
- Pero no podemos estar sin hacer nada. Al menos
deberíamos ocultarnos. Tienen demasiado odio contra nosotros. Nos buscarán,
estoy seguro. Hemos despertado la ira de unos seres muy poderosos. - Repuso
éste con palpable temor - y si nos encuentran ahora nos aniquilarán sin piedad.
El
otro encapuchado no respondió, pero aquello era desde luego digno de tenerse en
cuenta. Desde luego que los sectarios conocían bien el poder de sus enemigos y
quizás el odio que tanto les gustaba a los integrantes de la secta podría
convertirse en el arma de su propia destrucción. Finalmente, el misterioso
individuo sentenció.
-En eso tienes razón. Tendremos que ser más
cautelosos de ahora en adelante…habrá que esperar…y desaparecer del mapa por
algún tiempo.
Entre tanto, en Tokio,
Ami y las chicas habían estado hablando. La doctora Mizuno fue convocada
por Usagi y Mamoru que también se habían reunido con el resto. Como siempre el
santuario Hikawa era el lugar elegido. Charlaban en el amplio salón que hacía
las veces de gimnasio.
-Os hemos llamado para daros una explicación del
porqué de todo esto, y para informaros de lo que va a suceder en un plazo no
muy largo.- Les indicó Mamoru, remachando.- Durante todos estos últimos años,
Usagi y yo mismo hemos estado muy ocupados, pero ha sido para bien.
-No estoy tan segura de eso.- Denunció Rei, brazos
en jarras y con expresión severa al agregar.- Hemos puesto en juego la vida de
nuestros amigos una vez más. Como si de vulgares peones de ajedrez se trataran.
-No es eso. De verdad.- Replicó Mamoru tratando de
ser firme y persuasivo.-
-Estoy con Rei.- Intervino Makoto.- ¿Cómo llamáis
entonces a lo que les ha sucedido a Cooan y a su familia? ¿Y a lo que ha pasado
con la de Bertie?...
-Ya fue muy duro lo que Kalie tuvo que pasar.-
Afirmó Minako con un tono entre lleno de consternación y reprobatorio, más
cuando sentenció.- Pero esto…. ¡Esto es demasiado! Se pasa de la raya. No
podemos apoyaros en una cosa así. Por muchos juramentos de lealtad que
tengamos.
-Eso es.- Convino Rei añadiendo casi en tono de
súplica.- Usagi, Mamoru, por favor. Sabéis que no hay cosa que no estemos
dispuestas a hacer por el bien del mundo…, ¡por ayudaros! El jugarnos nuestras
vidas incluido. Pero nos estáis pidiendo que nos mantengamos al margen cuando
las vidas de nuestros amigos y de sus hijos, ¡nuestros ahijados! Peligran…
La
pareja de aludidos miraba a sus interlocutoras con visible pesar. No hablaban,
aunque había otra persona que tampoco despegaba los labios. Esa era Ami. La
doctora miraba hacia sus manos entrelazadas con gesto lleno de tristeza…Fue
entonces cuando su amiga Minako se percató inquiriéndola casi con las mismas
dosis de incredulidad y reproche.
-¡Tu propia ahijada está en un gravísimo peligro! Y
tú lo sabes… ¿Es que no tienes nada que decir?
Al
fin, tras unos agónicos segundos Ami levantó la vista y miró al resto, con sus
ojos haciendo aguas pudo musitar.
-Yo… yo únicamente quiero creer en lo que nuestros
soberanos dicen. Que todo irá bien al final. Que debemos hacer algunos
sacrificios, pero que estos no serán demasiado grandes. Que mis queridos amigos
y ahijados estarán bien…
Ahora
fue Usagi la que, incapaz de sostener la mirada de su amiga, se levantó paseándose
por el contorno de su lugar de reunión para declarar…
-Sabemos que habéis tenido que hacer muchos
sacrificios y posiblemente tendréis que hacer alguno más. Y no será nada fácil.
Pero esperamos que…
De
pronto alguien apareció en medio del gimnasio cortándola a mitad de la frase.
Para asombro de todos vieron a Roy con el rostro desencajado. No saludó,
simplemente clavó su vista en la gran amiga de su esposa y pudo apenas
balbucear.
-Ami… ¡te necesitamos!… Se trata de Kerria, se
muere… ¡Ami!… sólo tú puedes salvarla.
La
aludida clavó en él una mirada entre horrorizada y llena de sorpresa. No
obstante, no pronunció palabra…
-Te lo suplico. -
Añadió su interlocutor cayendo de rodillas ante ella.- Ven conmigo, opérala.
Salva a mi niña. ¡Es tu ahijada, Ami! Es la hija de Bertie… Tú la trajiste al
mundo. ¡No dejes que lo abandone ahora así!
La
interpelada únicamente podía derramar lágrimas sin ser capaz de hablar. El
resto de sus amigas miraban aquella escena con el mismo pesar. Ni Usagi ni Mamoru
hablaron tampoco, pero intercambiaron unas miradas plenas de consternación.
-Ami-chan.- Pudo musitar Usagi. – Lo siento.
Fue entonces cuando la nombrada les observó a ambos
y pudo finalmente decir entre sollozos en tanto negaba con la cabeza.
-No, ya basta. No me importa nada ningún plan. Esto
es demasiado. ¡No puedo soportarlo más! No voy a quedarme aquí sentada mientras
mi ahijada se muere.
Entonces
Usagi se transformó apareciendo como la reina Serenity, pareció querer decir
algo, aunque Ami la cortó antes de que casi despegase los labios, gritando
llena de dolor.
-¡Nooo! No vas a decirme que me quede aquí. ¡Me
oyes!
El resto la observaba con la boca abierta y total
conmoción. Nunca la habían visto de esa manera. Su compañera temblaba sin poder
dejar de llorar al tiempo que apretaba los puños y movía la cabeza con una
mirada de tremendo dolor y furia. Las lágrimas rodaban por las mejillas de
todos. Sin embargo, fue finalmente la soberana quién, asintiendo despacio,
observó al destrozado padre de la chica y posó una suave mano sobre su hombro
derecho para declarar con un tono lleno de dulzura y afecto tamizado por las
lágrimas.
-Mi amiga y guardiana la Guerrera Mercurio irá
contigo. Hará todo cuanto esté en su mano para salvar a Kerria. Te lo prometo.
-Gracias.- Pudo musitar él que pareció aliviarse, en
tanto se erguía.- Gracias amigos…
-Gracias,
Majestad.-. Gimió asimismo Ami quien, visiblemente emocionada, le pidió a su
amigo tratando de recobrar la serenidad.- Vamos Roy, llévame con mi ahijada. No
tenemos ni un instante que perder.
-Suerte.- Les deseó Mamoru, que también había
trocado sus ropas por el uniforme de Endimión.-
-Ánimo Roy, todo va a ir bien, seguro.- Le dijo
Makoto esbozando una sonrisa de apoyo.-
-No pierdas la esperanza. Lucha por recobrar a tu
hija.- Le instó Minako.-
- Rezaremos por ella sin cesar. Los espíritus del
bien la protegerán.- Le aseguró Rei con idéntico tono amable y afectivo que el
resto.-
El
aludido asintió, todavía con lágrimas cayendo por sus mejillas, dio la mano a
la doctora Mizuno y se concentró, al instante desaparecieron. Tras un silencio
inicial, las guerreras miraron hacia Usagi. Fue Minako la que pudo declarar,
con reprobación y tristeza.
-No puede haber ningún bien mayor que justifique
tanto sufrimiento. Si continuamos actuando así no seremos mejores que los
poderes de la oscuridad que decimos combatir.
-Estoy de acuerdo. - Convino Makoto, afirmando.- Son
nuestros amigos y amigas, ahijados y ahijadas, a muchos les hemos visto nacer.
¿Cómo habíais podido pensar que Ami habría sido capaz de quedarse al margen de
esto?
-Majestad…Usagi-chan. Tiene que haber una forma
mejor de llevar a cabo todo lo que nos has dicho sin tanto dolor. Yo no pude
soportar esas horas tan terribles, sabiendo que Rubeus estuvo a punto de matar
a Tom, a Cooan y a Idina, sin poder ir a ayudarles. No pude dejar de llorar
aquí, sola y asustada. ¿Es que no sabes cuánto les quiero? ¡Son mi familia!
Como lo sois todos vosotros. - Remachó Rei con profunda y emocionada
consternación, en tanto derramaba lágrimas sin parar. – Usagi, o Serenity, seas
quién seas ¿Acaso estáis Endimión y tú tan cegados por esos asuntos tan
trascendentales a los que últimamente os dedicáis que ya no podéis daros cuenta
de lo que significa amar a los demás?
Pero
todas callaron cuando vieron que su amiga, su compañera de tantas y tantas
batallas, ¡su futura reina! solamente lloraba en silencio. Su rostro también
expresaba un terrible sufrimiento. Endimión la estrechó de inmediato entre sus
brazos y apenas si pudo decir, lleno a su vez de consternación.
-Os suplico que no juzguéis a Serenity con tanta
dureza. Ella, por más que le pese, sólo cumple con su labor. Ahora, hagamos lo
que ha propuesto Rei. Vayamos a rezar por la vida de Kerria y por el bienestar
de nuestros amigos.
Y
ya nadie quiso replicar. Todos en efecto entraron en el cuarto del fuego
sagrado, donde la sacerdotisa dirigió las plegarias…
-¡Espíritus de la vida! ¡Kamis de los elementos!
¡Antepasados! Os rogamos que ayudéis a esa pobre niña en esta hora tan amarga.
Dadle vuestra fuerza y protección para salir con bien de esta dura prueba. -
Musitaba Rei en medio de un total silencio.-
Entre tanto, el grupo de amigos se había reunido en
el hospital. Fue grande la sorpresa al ver aparecer a Roy de la mano con Ami.
Bertie solamente pudo balbucear y abrazarse a ella sin dejar de llorar. Su
amiga sollozaba también y la estrechaba entre sus brazos con fuerza. Finalmente
se separó, y tras enjugarse las lágrimas, la doctora la miró animosa y dijo con
un tono que quería trasladar seguridad y sobre todo, un profundo cariño.
-Voy al quirófano ahora mismo. Tengo mis
credenciales y voy a pedir que me dejen operar a Kerria. Haré todo lo que en mi
poder éste para salvar a tu hija. ¡Eso te lo juro en nombre de mi planeta
guardián Mercurio! Y sobre todo te lo juro por lo mucho que os quiero.
Bertie quiso responder, pero no pudo, sólo asintió, le
fallaban la voz y también las fuerzas. Tanto que entre Cooan y Kalie la
ayudaron a sentarse. La doctora, fiel a su palabra, corrió a la sala de
esterilización a cambiarse y prepararse. No tuvo ningún problema. En cuanto
mostró sus acreditaciones del colegio médico, válidas para Nueva York, la
pusieron al cargo de la operación. De todos modos ningún cirujano presente veía
aquello claro y prefirieron pasarle a ella la responsabilidad. Ahora tocaba
esperar, lo que podrían ser unas de seguro larguísimas y angustiosas horas.
-Hay que tener fe. Confía en Ami.- Le decía Tom al
padre de la desventurada chica.- Ella es sensacional. ¡La mejor doctora del
mundo! Kerria no podría estar en manos de nadie mejor.
No obstante, Roy se paseaba nervioso. Beruche estaba
hundida en el sofá de la sala de espera acompañada por sus hermanas Cooan y
Karaberasu. Ésta última llamó a su hija poniéndole al corriente.
-¡Dios mío!- Pudo sollozar Kathy.- Rezaré por ella,
mamá. Iré en cuanto pueda.
-No, quédate en el hotel. - Le ordenó su
interlocutora, preocupada como estaba pese a todo por la seguridad de su hija.
- No sabemos si esos canallas tienen a más de los suyos al acecho. No debes
moverte de allí hasta que tu hermano o yo vayamos. ¿Comprendes?
-Sí mamá. - Afirmó sumisamente Katherine. -
-Hija, por favor, esto no es ningún juego, no lo
digas solamente para tranquilizarme, debes quedarte allí. - Insistió Karaberasu.
-
-Lo haré, te lo prometo. - Convino la ahora
intimidada jovencita. -
Desde
luego que eso no era nada a lo que ella hubiera estado acostumbrada. Solamente
había vivido los cambios que su hermano sufría por su particular constitución.
No obstante, eso, siendo como era tan difícil, daba la impresión de ser una
broma comparado a lo que su prima y el resto de la familia estaban sufriendo.
Estaba claro que la gente que intentaba dañarles no bromeaba. Así que, por una
vez, Kathy decidió ser prudente y no arriesgarse. ¡Por supuesto que obedecería
a su madre!
- ¡Ojalá que Kerria se recupere! Es una buena chica
y es mi prima. Ahora que la he encontrado no quiero perderla. - Rezaba ahora. -
Por su parte, Idina se quedó junto a Amatista para
tratar de apartarla de aquello. Las dos chicas estaban hundidas y entre lloros
pese a todo intentaban apoyarse mutuamente.
-La prima Ky saldrá de esta, estoy segura. - Repetía
Idina una y otra vez. -
-Quisiera haber podido hacer algo por ayudarla. Soy
una inútil. - Gemía Amatista llevándose las manos a la cara. -
Y es que no se perdonaría jamás el haberla dejado a
su suerte en los vestuarios. Quizás de haber salido en su defensa eso hubiese
sido cortado de raíz. Pero ya era muy tarde. Solamente podía rezar para que su
amiga viviese.
-Mi abuela Sarah siempre dice que debemos confiar.
Que todo ocurre por un motivo. - La animó Idina pese a todo. -
-Dicen que la doctora Mizuno es una celebridad
mundial. Si hay alguien que pueda salvar a Kerria, es ella. - Musitó su
interlocutora, deseando con todo su corazón que así fuera. -
Entre tanto en el quirófano, Ami en efecto hizo
cuanto pudo. Tras una complicada operación de urgencia de casi nueve horas,
para sacar el tridente y limpiar y reparar en lo posible aquellas terribles
heridas internas. Tras concluir, casi perdiendo a la paciente en varias ocasiones,
la dejó estacionaria dentro de la extrema gravedad. La doctora Mizuno salió
agotada del quirófano y enseguida tuvo a los angustiados padres junto a ella,
escoltados por el resto de sus parientes y amigos, quienes llenos también de
tribulación y deseos de tener noticias, se mantenían detrás para escuchar.
-Sé que suena muy manido. - Suspiró Ami,
efectivamente declarando. - Pero tengo buenas y malas noticias.- Y por mor de
la gravedad del momento, sin dar a elegir a sus oyentes cuales querían primero,
añadió.- Las buenas son que ha soportado la operación. Por lo menos tiene una
oportunidad.
-¿Y cuáles son las malas?- Se atrevió a preguntar la
madre de la paciente, con patente temor.-¡Ami-chan!, por favor…
Su
amiga le tomó afectuosamente de un brazo y pudo decir no sin pesar.
-Kerria se encuentra en un coma inducido. Su cuerpo
estaba demasiado débil. Y por alguna razón que no comprendemos no responde a
nuestros intentos por reanimarlo. Hemos tenido que forzarle el coma a ver si
puede repararse por sí solo. Pero…la verdad, no sabemos si lo logrará…
-¡Dios mío! – Gimió Beruche desplomándose y siendo
sujetada de inmediato por su esposo que trató de calmarla sin que ella pudiera
dejar de repetir. - ¡Dios mío!
-Ya verás cómo resistirá. Ami la ha salvado. Ahora
tenemos que ser pacientes y rezar. Por nuestra niña. - Pudo concluir él sin
poder evitar llorar también.- Tenemos que ser fuertes por ella.
Por
fortuna entre Esmeralda y Kalie se ocuparon de sentar a Bertie y animarla.
Cooan fue a buscar un vaso de agua para su hermana. La doctora Mizuno entonces
se despidió, sentenciando no sin tintes de consternación en su voz.
-Ya he hecho todo lo que podía. Quisiera poder
quedarme junto a ella y con vosotros, pero debo marcharme.
- ¡Gracias Ami! Nunca podremos pagártelo. - Replicó
Roy profundamente embargado por la emoción. -
-No me debéis nada. Kerria y Leval son mis ahijados.
Y yo no podía quedarme al margen sin hacer nada, viéndola morir. - Pudo sonreír
ella débilmente casi musitando para sí. - Me da igual haber desobedecido las
reglas. Si así ha sido, aceptaré toda la responsabilidad.
Después,
haciendo una leve inclinación que el resto del grupo correspondió, se perdió
por el corredor, eso sí, no sin antes abrazar sentidamente a Beruche y tratar
de darle ánimos. Ahora tocaba esperar. Roy, agotado y con los nervios rotos, se
sentó junto a sus amigos que trataban en todo momento de confortarle, al igual
que hacían con la madre de la paciente.
- Primero Bertie, ahora Kerria, empiezo a estar
harto de tanta lucha.- Decía invadido por la más profunda desolación. -
- Ahora no estás sólo, amigo.- Le animó Diamante
acercándose a él junto con su mujer -, todos estamos contigo.
- Gracias.- Repuso él esbozando pese a todo una leve
sonrisa de agradecimiento -, estoy en deuda con vosotros.
- No, Roy,- intervino amablemente Esmeralda. - Somos
nosotros los que te debemos mucho. No te preocupes por eso. Ahora piensa
únicamente en que tu hija se va a poner bien.
- Me siento tan culpable,- dijo con un tono amargo
de lamento. -Si no hubiera sido tan estúpido y egoísta. Me necesitaba como
padre y le fallé. Sólo pensaba en mis propias ambiciones y no en lo que ella
deseaba ni en lo que sentía.
- Eso no es cierto amigo, vamos. - Le tranquilizó
Tom que también se acercó a él argumentando comprensivamente. - Yo también
tengo hijos y sé lo que cuesta a veces educarlos. En tu lugar seguramente
habría reaccionado igual.
- Gracias Tommy. Sabes que no es cierto, tú eres
mucho mejor persona que yo. Agradezco tus palabras pero eso no puede cambiar lo
que siento.- Insistió Roy, muy culpabilizado por su conciencia. -
- Pues a partir de ahora intenta cambiar las cosas.
Y como Guerrera Luna me dijo una vez. Si crees que has estado equivocado, ahora
tendrás tiempo de corregirlo. - Le propuso Diamante que sentenció con optimismo
en tanto posaba una afectuosa mano en un hombro de su amigo. - Sé que todo va a
ir bien. Tu hija ha heredado lo mejor de vosotros. Tiene una gran fortaleza y
mucha determinación. Lo superará. Ya lo verás.
Roy
asintió más confortado, solamente rezaba y suplicaba por eso, por otra
oportunidad de decirle a su pequeña cuanto la amaba y lo importante que era
para él. Si tan sólo les hubieran quedado algunas alubias más. Aun no podía
entender como la que le dio a su hija no había surtido efecto. Ya les quedaban muy pocas, las agotaron casi
todas en los entrenamientos y Tom consumió las últimas de las que disponía tras
la lucha que él y su familia mantuvieron contra Rubeus. Los demás hacía años
que no las tenían. Ahora, lo único que podían hacer era esperar que Kerria
fuese lo bastante fuerte para salir adelante. Él pedía por ello con toda su
alma. ¡Ojalá la Providencia le escuchase!
-Señor…te suplico
que tengas compasión de mi niña.- Rezaba en su mente.- ¡Permítela vivir!
Apartado a
unos metros, Leval esperaba mirando continuamente a la puerta de la habitación
de su hermana. Vio salir a un hombre vestido con bata blanca que hacía juego
con su barba. Seguramente el médico que atendía a Kerria, enseguida le abordó
lleno de impaciencia, angustia y temor, pero también esperanzado.
- Doctor, Doctor, ¡por favor! , dígame ¿Se pondrá
bien, verdad? Contésteme, se lo ruego.
- Todo va a depender de ella misma, muchacho -
repuso éste con una voz serena y profunda para remachar. – Tiene una dura
batalla que librar…
Dejó
a Leval pensativo y se alejó, dirigiéndose hacia Roy que, al reparar en él,
enseguida le reconoció y corrió detrás para alcanzarle. Los demás parecían no
haber visto siquiera a ese médico, aunque no hicieron ningún esfuerzo en seguir
a su amigo, pensaban que era su deseo de estar solo el que le alejaba de allí.
En ese instante llegaron Zafiro y Petz, que rápidamente habían abordado el
primer avión disponible en cuanto Makoto les avisó. De inmediato se interesaron por el estado de
su sobrina y se ofrecieron a ayudar en lo que hiciera falta.
-Tranquila, pequeña. – Pudo susúrrale la recién
llegada a su hermana que apenas si levantaba la vista de entre sus propias
manos entrelazadas – Tu hija es fuerte, lo superará.
-Es mi niña… no podría soportarlo si ella… ¡Oh, Dios
mío! ¿Por qué nos haces sufrir así?
¿Acaso no hemos pagado ya de sobra todo el mal que hicimos?– Balbuceó Bertie
siendo abrazada de inmediato por Petz ante las tristes miradas del resto.- Si
debes castigar a alguien que sea a mí. Pero ¿Por qué nuestros hijos? ¿Por
qué?...
Petz
lloraba con ella, comprendía perfectamente el dolor que estaba padeciendo su
hermana menor. Recordaba todavía, estando en su casa en Japón, la llamada de
Makoto. Nada más descolgar, la reconoció…
-Sí, ¿diga? Mako-chan.- Sonrió con tintes alegres.-
¿Qué tal estás?..
No obstante, su amiga guerrera se limitó a replicar
con tono lleno de consternación e inquietud.
-Petz, tú y Zafiro tenéis que tomar el primer avión
para Nueva York. Vuestra sobrina Kerria está en peligro de muerte.
-¿Qué?- Pudo balbucir la aludida abriendo la boca y
palideciendo.- ¿Qué estás diciendo?...
-No hay tiempo de explicaciones. Id rápido. O podría
ser demasiado tarde. Tu hermana, su esposo y tu sobrino os necesitan. Yo me
ocuparé de Cory y de Granate.
-Muy bien.
Así lo haremos. Gracias Mako-chan. - Pudo contestar ella despidiendo la comunicación.
-
A
su vez telefoneó de inmediato a Zafiro. Al ponerle al corriente de esas
terribles noticias éste pidió permiso a su jefe. Ian Masters, al enterarse del
motivo, no solamente le autorizó a ir sino que puso a su disposición uno de sus
jets privados.
-Si precisa de cualquier médico o cirujano de
cualquier parte del mundo, avísame. Le enviaré no importa cuánto cueste. -
Afirmó el multi millonario cuando se despidió de Zafiro. -
Este se lo agradeció, yendo a buscar a su esposa a casa
en uno de los coches de la Masters. No quisieron decirles nada a sus hijos para
que no pasasen por eso, limitándose a contarles que iban a un corto viaje y que
su madrina estaría con ellos en casa.
-Va a venir Makoina. ¡Será genial! - Exclamó Granate.
- Hace unas tartas estupendas.
Petz
fue capaz de sonreír levemente y decirle con tono suave a su hijo menor.
-Pórtate bien. Obedece a tu madrina y no hagas
ninguna trastada.
-No te preocupes, mamá. - Intervino Coraíon.
Añadiendo con humor. -No querrá quedarse sin tarta.
Su hermano pequeño asintió. Sus padres les dieron
sendos besos y abrazos y se encaminaron al aeropuerto. De camino rezaban por su
sobrina. Ojalá que Kerria pudiera salvarse, si no, Coraíon y Granate no harían
nada allí sufriendo. Y desgraciadamente, si su prima moría, ya tendrían tiempo
de ir al funeral. De modo que, en pocas horas despegaron y volaron raudos. Tan
veloz era ese aparato que en apenas diez horas aterrizaban en la Guardia.
Después con un taxi se plantaron de inmediato en el hospital. Otra que tuvo un
terrible presentimiento fue Debbie. La muchacha se despertó de pronto, bañada
en lágrimas. Apenas fue capaz de musitar con voz temblorosa.
-¡Kerria!
En
aquella pesadilla pudo ver claramente a su novia, tendida en el suelo, en medio
de un mar de sangre. Y de pronto, la imagen de esa chica, como si de un
fantasma se tratara, aproximándose hacia un gran círculo del que brotaba una
tremenda luz inmaculada. Esa aparición se giró entonces para susurrar, como si
se estuviera dirigiendo a ella.
-Adiós…
Eso
fue demasiado, presa del pánico y del llanto, la chica se vistió a toda prisa.
-¡Oh Dios!- balbuceaba. ¡Tú no, Ky!…
Dio
gracias a que sus padres estuvieran dormidos. Como pudo tomó algo de dinero y se
dispuso a salir muy sigilosamente. Ya tenía experiencia en hacerlo. Irse de
fiesta hasta las tantas y retornar sin que sus padres se enterasen. O
aprovechando que estaban de viaje. Sin embargo, ahora era algo totalmente
distinto. Empero, cuando iba a abrir esa puerta, las palabras de aquel hombre
acudieron a su mente.
- Deborah, tú tienes un papel importante que
jugar. Pero no ahora. La historia de Kerria no es la tuya. La única cosa que
debes saber es que tu camino y el de Kerria deberán separarse ahora, y un día
no muy lejano os reencontraréis.
Se
detuvo entonces volviendo a su habitación. Como si una fuerza inexplicable
llena de certeza la calmase.
-Debo quedarme al margen. Al menos de momento. - Suspiró.
- Estará bien, sé que lo estará, tiene que estarlo…
Tampoco sabía cómo presentarse allí, delante de los
padres de su novia. Pudiera ser que ellos la culpasen de todo. Y no podía
permitirse el sembrar discordia ni animadversión entre aquellas pobres gentes
en tanto su amada estaba en riesgo de morir.
-Sí, nuestros caminos se volverán a cruzar, ella lo superará.
- Se dijo finalmente, resignada a no moverse de su casa. -
Quien no tenía esa certeza era el padre de Kerria. Totalmente
ajeno a estos pensamientos de Debbie y a la llegada de sus cuñados desde Japón,
corrió hasta que alcanzó a ese hombre, quien al escuchar los gritos que le
llamaban, se detuvo.
-¡Por favor! - Le imploró Roy llegando hasta él. -
Tú puedes salvarla, sé que está muy grave y eso del coma podría ser
irreversible. Pero tú puedes resucitarla con las bolas del Dragón Sagrado.
¿Verdad, Landar? O al menos darle alguna alubia mágica que funcione.
Pero
el mago, pues efectivamente se trataba de él, miró a su amigo con pesar y le
respondió negativamente, moviendo la cabeza.
- Lo siento, Roy.
No me está ya permitido traer más alubias a este mundo y las bolas tampoco
pueden usarse de nuevo en esta época, con vosotros terminó su ciclo. Recuerda,
consumisteis sus últimos deseos. Además, por muchas alubias mágicas que le
dieras no lograrías recuperarla.
- ¿Y no puedes salvarla con tus poderes? - Le
inquirió su interlocutor visiblemente angustiado. - ¡Por favor, haré lo que sea
necesario! ¡Cualquier cosa que me pidas!
- No es decisión mía, amigo. - Declaró el mago con
el semblante entristecido para desvelarle. - Es ella la que no siente deseos de
vivir. Por eso, las alubias, los intentos por reanimarla de Ami o mis poderes,
son inútiles. - Roy le miró atónito y Landar le explicó. - Se odia a sí misma
por lo que ha hecho. Lamentablemente su parte malvada tomó el control de sus
actos y la guió gracias a un hechizo diabólico. Era perfectamente consciente de
lo que hacía. Pero su parte noble, que es la mayor parte de ella, no pudo
impedirlo. Estaba débil por toda la incomprensión y el desprecio que había
sufrido. Ella misma se desprecia. Cree que si muere os librará de una carga. De
una deshonra.
- ¡Pero eso no es
cierto!,- sollozaba Roy moviendo desesperadamente la cabeza y apretando una
mano de su interlocutor. - Si pudiera decirle cuanto la quiero, todos la
queremos. ¡Te lo suplico, amigo!, si algo puedes hacer, ¡hazlo! Nunca te
pediría nada para mí, ¡pero salva a mi hija!
- Haré lo que pueda. - Cedió Landar conmovido por el
dolor de aquel hombre al que realmente apreciaba. -Intentaré entrar en su plano
astral y hablar con ella. Sólo eso puedo hacer, pero no te prometo nada.
- Gracias amigo. Es suficiente para mí, creo en ti.
- Suspiró su interlocutor enjugándose las lágrimas, pero al volver a mirar, su
interlocutor había desaparecido. -
Efectivamente
Roy confiaba en el mago blanco y eso le hizo recobrar algunas esperanzas. No obstante,
ahora todo dependería de la voluntad de su hija por regresar a la vida.
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