sábado, 5 de marzo de 2011

GWB 36.81.El Grupo de Rock

Cuando llegó Diamante y le contaron lo sucedido su enfado y preocupación no tuvieron límites. Corrió a interesarse por su mujer y su hija. A pesar del susto y aquella terrible experiencia, Amatista se encontraba bien, apenas evidenciaba algunos moretones y dolores residuales. Aunque Esmeralda estaba desde luego mucho peor, tanto que no quería que él viese las terribles heridas que tenía, pero no pudo impedirlo. Y después su casa, destruida completamente. Esto último, no obstante, no preocupaba al príncipe de Némesis que trató de contener su ira en tanto abrazaba con cuidado a su mujer.

 

- ¿Cómo te encuentras, cariño? ¿Qué te ha hecho ese maldito bastardo? - Le preguntó con visible inquietud -...

- Estoy bien, de verdad, - le insistió su esposa tratando de tranquilizarle. -

- ¡Si ha sobrevivido lo quiero para mí! - Estalló Diamante fuera de sí. - Lo destrozaré con mis propias manos. Roy, Leval, Mazoui. - Se dirigió a ellos que estaban escuchando profundamente apenados y también furiosos por el estado de Esmeralda. - Si volviera a aparecer es mío, ¿está claro?

- Sí, desde luego, - convino Leval. -

- No te preocupes. Será tuyo. - Añadió Mazoui que se había personado también allí de inmediato en cuanto fue avisado por su hermana.  -

- Tranquilízate, amigo. - Intervino Roy. - Está muerto, ya recibió su merecido, gracias al valor de las chicas y sobre todo de tu hija que le plantó cara, no debes pensar más en ello.

- Sí, es verdad, estoy muy orgulloso de ella y de las demás chicas. - Añadió su interlocutor con mayor serenidad. – Como debéis estarlo vosotros. Son todas maravillosas. Esmeralda cariño, muy pronto te curarás. - Remachó a renglón seguido con un tono más dulce dando un beso en la frente a su esposa. – Ya ha pasado todo, mi amor.

-Claro. Nuestra hija y las otras me salvaron, no debes inquietarte ya. - Musitó ella que añadió con aparente naturalidad. - Perdóname un momento, tengo que ir al baño.

- ¿Te encuentras mal? ¿Puedo llevarte yo? - Se ofreció Diamante preocupado. -

- No, no es necesario, gracias. - Respondió su mujer que trató de esbozar una sonrisa, pero dada su situación decidió no hacerlo, aunque sí pudo añadir tratando de sonar distendida. - Lo que tengo que hacer es algo muy normal.

 

            Así que, a duras penas, pero tratando de dar una apariencia de mejor estado, Esmeralda se levantó, camino lo más dignamente que pudo y fue al baño. Una vez dentro cerró la puerta. Se lavó la cara, con cuidado de no tocar la venda que envolvía su mandíbula. Ahora lloraba amargamente en silencio al ver su rostro, que una vez fuera considerado el más bello del mundo a decir de las revistas de modas. Estaba desfigurado por los golpes, amoratado, se le movían varios dientes y luego lo peor, estaba aquella humillación terrible. Incluso tenía un miedo cerval a lo sucedido que la torturaba aún más si cabía. ¿Y si Rubeus la hubiera dejado en estado? No lo creía, desde hace bastantes años, casi al poco de nacer Amatista, tomaba anticonceptivos.

 

- ¡Señor!, te lo pido por favor. Que no me pase lo mismo que a Kalie. - Suplicaba en silencio. - No lo podría soportar.

 

            Entre tanto Beruche, a quién no pasaba desapercibida aquella situación y los tremendos esfuerzos que estaba realizando su amiga, se acercó con el pretexto de llevarle unas toallas. La escuchó sollozar tras la puerta y entró tocando con suavidad. Trató de animarla con un tono más optimista y cariñoso, en tanto Esmeralda le abría la puerta.

 

- No te preocupes, te curaremos y volverás a estar bien.

- ¡Ah, Dios Mío! - Lloraba la pobre mujer que casi no podía aguantar el más mínimo movimiento sin sufrir agudos pinchazos y un terrible daño. - ¡No puedo más, me duele tanto!

- ¡Por Dios!,- exclamó Beruche notando un hilillo de sangre resbalando por las piernas de Esmeralda. - ¿Qué te ha hecho?...

- Me forzó y me golpeó sin piedad. Noto como si algo dentro de mí se hubiera roto. - Confesó su interlocutora derrumbándose metafórica y literalmente con el llanto y sujetándose a un toallero. Su atemorizada anfitriona, la abrazó para dejarla desahogarse y sostenerla. - ¡Dios, me ha humillado de la forma que sabía que más podía dolerme! ¡Me ha destrozado!, se ha vengado bien de mí. - Le contó a la horrorizada Beruche la forma en que la Rubeus la había vejado y el miedo que pasó cuando creyó que iba a hacerle algo igual a Amatista, y al hilo de ello agregó.  - Pero no puedo permitir que ni mi hija, ni Diamante lo sepan, ¡por favor! No se lo cuentes. No quiero que vean como estoy en realidad.

- No, no temas, nunca lo diré - le aseguró su interlocutora, que más confortadoramente le aconsejó. -Tranquilízate y cómete esto. – De un bolsillo de su falda sacó una alubia mágica y se la ofreció. - Toma, por suerte la encontré en uno de los cajones de mi dormitorio. Roy ha debido de usar todas las demás para los entrenamientos. Sé que te dolerá, pero esfuérzate. Esto curará las heridas del cuerpo, ya lo verás.

 

            Su interlocutora comió lentamente sobreponiéndose al terrible dolor en su mandíbula y únicamente después de unos instantes que se le hicieron eternos notó un agradable cosquilleo recorrer todo su cuerpo. La alubia lenta y continuadamente hizo su efecto. Ahora ella estaba sucia pero intacta y volvía a ser bonita. Estaba recobrada físicamente, pero, aunque significando mucho, eso era todo. Su vergüenza y su trauma seguían ahí. Su contertulia sabiendo eso, le propuso con un tono más jovial y pleno de amabilidad.

 

- Mira, ¿por qué no te das un buen baño caliente? Eso es lo mejor para el alma.

 

            Esmeralda sonrió agradecida. Ahora podía hacerlo sin temor. Se desnudó mientras Beruche llenaba la bañera. Con una buena porción de sales de baño y gel formó mucha espuma que invitaba a deslizarse dentro de ella. La pobre mujer lo hizo notando un estupendo bienestar reparador.

 

- Nunca te lo podré agradecer lo bastante. ¿Sabes? Jamás te lo dije, pero lamento mucho como me comporté en Némesis con vosotras. No me ocupé de ayudaros. - Le susurró emocionadamente a Bertie que sonrió. – Debí hacer mucho más…

- No es cierto. Recuerdo que, siendo niña y cuando la reina vivía, eras muy amable con todas nosotras. Incluso le dijiste a Petz una vez que averiguarías que cosas le gustaban a Zafiro. Y la dejaste ir a ver a nuestra madre…

- ¿De veras hice eso? - Le preguntó su contertulia que realmente no lo recordaba. - ¡Dios mío! Ocurrió hace tanto tiempo ya. O, mejor dicho, ocurrirá. A veces no sé cómo exponerlo.

- Me sucede lo mismo. – Afirmó Bertie que añadió. – Pero para mí han pasado muchos años, deja ya de sentirte mal por eso. Todos fuimos controlados por el mal, pero supimos salir y comenzar de nuevo.

- Yo no supe. Gracias a Dios que Diamante me rescató… y Rubeus tampoco tuvo esa oportunidad. Y fue por mi culpa. - Se lamentó la mujer bajando la vista. – Podría haber hecho las cosas de otro modo y él habría podido cambiar. Aunque ahora creo que, después de lo que me ha hecho, al fin ya he pagado por ello del todo. El lado bueno de esto es que ya no tengo nada de lo que reprocharme por mi vida pasada.

- No digas eso. Ya expiaste todas tus culpas en el Infierno. Esto no lo merecías. – La apoyó su interlocutora. –

 

Esmeralda la miró ahora con una sonrisa y tomando una mano de Bertie entre las suyas replicó emocionada.

 

-Muchas gracias. De veras, te lo agradezco de corazón. Y también gracias por ocuparte de mi hija, siempre que viene a vuestra casa se siente muy querida, sois para ella como una familia. Quisiera poder corresponder a vuestra amabilidad.

- No tienes que hacerlo, somos amigas. Y hablando de tu hija, algún día puede que seamos familia de verdad. Por ejemplo, tú y yo, ¡consuegras! - rio divertida. - ¿Qué te parecería?

- Me gustaría mucho, Leval es un muchacho magnífico. - Suspiró Esmeralda que por fin se sentía lo bastante bien como para hablar sin ese asomo de abatimiento que la había dominado sin tener que fingir. - ¿Sabes? nuestras hijas han estado estupendas hoy. ¡Si las hubieras visto, Bertie! ¡Cómo lucharon contra él! Son muy valientes. Estoy tan orgullosa de mi hija. Como tú debes estarlo de la tuya.

- Es verdad, lo estoy de ambos, de Kerria y de Leval - asintió su interlocutora con aprobación y expresión visiblemente complacida, para añadir con tono animado. - Anda, te frotaré la espalda. – Y sin dejar ni tan siquiera que su invitada aceptase tomó una esponja suave y le dio un masaje a Esmeralda que ahora se sentía mucho mejor sobre todo al escuchar a su amiga decir con tinte animoso. - Ya lo verás, todo se va a solucionar…

 

            Después, Beruche salió para que Diamante y Amatista no se preocupasen, informándoles que su madre estaba tomando un baño. Eso pareció tranquilizarles.

 

-Ya conoces a tu madre. - Le comentó a la hija de Esmeralda, guiñándole un ojo con gesto cómplice. - Puede pasar por todo menos por no estar presentable.

 

Amatista sonrió, dando la impresión de quedar aliviada al oír aquello. Diamante por su parte asintió a su vez. Al rato, Bertie, volvió para ayudar a su invitada a salir envolviéndola en una toalla y le comentó indicándole uno de los cuartos de la casa.

 

- Mira, tenemos cinco habitaciones. Vosotros podéis acomodaros en esta. - Le mostró una estancia bastante amplia y muy acogedora con una gran cama. - Y supongo que vuestra hija podrá acomodarse con las otras chicas.  Podéis quedaros todo el tiempo que necesitéis.

- Gracias Bertie. - Repetía una y otra vez Esmeralda haciendo pucheros sin poder parar, más debido a la emoción ya que a otra cosa.  – Muchas gracias, de verdad…

- Venga mujer, no irás a llorar ahora. - Le sonrió su interlocutora tratando de desdramatizar. - Se te van a correr el maquillaje y la leche hidratante.

- No puedo dejar de darle vueltas. Rubeus era un monstruo, es cierto - declaró su contertulia volviendo a ello con un tinte más reflexivo e incluso afectado por la culpabilidad. - Pero a veces pienso que si le hubiera salvado cuando me lo pidió, quizás habría tenido las mismas oportunidades que nosotros y no hubiera acabado siendo un demonio. A pesar de todo lo que me ha hecho incluso llego a sentir lástima por él. Al final se dio cuenta de en qué se había convertido y sólo deseaba desaparecer.

- No lo pienses más, él eligió ese camino. - Le rebatió Beruche. – Como hablamos antes. Tú caíste a los infiernos y fuiste capaz de cambiar. – Y con gesto amable y tono más despreocupado añadió. - Vamos Esmeralda, acuéstate ya si lo deseas. O si tienes hambre te traeré algo de cenar aquí para que estés tranquila.

- Te lo agradezco mucho. Pero prefiero cenar con todos, quiero que mi hija y mi marido me vean mejor. Sobre todo, ahora que realmente lo estoy. Gracias a ti. - Le respondió decidida y muy reconocida. -

- No, no me las des. Yo no he hecho nada más que apoyar a una amiga y compañera de lucha. - Sonrió su contertulia. -

-Estoy feliz de compartir tu amistad y la del resto de tus hermanas. - Afirmó la diseñadora. - Sabes que si necesitas cualquier cosa…

-Claro…lo sé. Anda, ahora vamos a cenar entre amigos. - Terció Bertie sonriendo, sin dejarla terminar y haciendo un ademán con sus manos para invitar a su huésped a seguirla. – Nos esperan.

 

            En cuanto su emocionada interlocutora se enjugó las lágrimas llamaron a las chicas. Les informaron del reparto de habitaciones. Ellas decidieron hablarlo para organizarse. Pero antes había otro problema. El vestido de Esmeralda estaba hecho girones. Su anfitriona quiso dejarle algo de ropa, aunque ésta era pequeña para su invitada. Fue la hija de los Malden quien se brindó a prestarle algo suyo, ambas tenían una talla y estatura similar.

 

-No se preocupe, le busco alguna cosa y enseguida se la llevo. -Le dijo Kerria. -

-Sí mamá - añadió jovialmente Amatista. - Deja que sea una sorpresa. Ayudaré a Kerria a elegir algo.

-Bueno, gracias, confío en vuestro gusto. - Sonrió la aludida, que aguardó en la habitación de invitados junto con Bertie a que ambas jovencitas eligieran. - Espero que no me decepcionéis.

-Mamá, llevo toda la vida viendo tus diseños. ¡Se lo que te gusta! - Afirmó Amatista con tono jovial. - Tú deja que yo me ocupe.

 

            Su madre asintió. De este modo subieron las dos al piso de arriba y entraron en el cuarto de Kerria, ésta enseguida se dispuso a mirar en su armario. Sacó varias blusas y algunas faldas y pantalones, en tanto le preguntaba a su amiga.

 

-Amatista, ¿Qué opinas? ¿Cuál crees que le gustará más a tu madre?

 

            Pero la interpelada no respondía, se había sentado en la cama y se tapaba la cara con las manos. Su amiga se acercó inquieta.

 

- ¿Qué te pasa?- Quiso saber tratando de mirarla a los ojos.- ¿No te encuentras bien?

 

            La muchacha lloraba sin poder parar, ahora que ya no estaba delante de sus padres su fachada de tranquilidad y valentía se derrumbaba. No había querido que la viesen así, apenas pudo reunir fuerzas para contestar.

 

-Lo, lo siento mucho…Pero no puedo quitarme de la cabeza lo que ha pasado…

-Ha sido muy duro, pero ya ves que todo ha terminado bien, gracias a Dios tu madre se ha recuperado del todo.

 

 No obstante, la joven negó con la cabeza y musitó tratando de ser discreta.

 

-Conozco a mi madre, ese maldito tuvo que hacerle algo terrible además de pegarla. Sé que ella jamás lo admitirá… pero tengo mucho miedo. Llegué tarde y ya estaba en el suelo, sangrando y me fijé… ¡Oh, Dios! Me fijé en sus piernas y la sangre corría entre ellas. Y lo que Rubeus dijo… que me iba a hacer…lo mismo que le había hecho a ella…no me lo quiero ni imaginar, tampoco tengo valor para preguntarle a ella, pero no puedo evitar pensar en ello…

 

            La impactada Kerria le puso un dedo sobre los labios, no quería escuchar más ni que su amiga prosiguiera por ahí. Esas eran unas elucubraciones horribles. La abrazó haciéndose cargo de aquello. ¡Era algo terrible sin duda! Ojalá que solamente fueran temores de esa pobre muchacha. De modo que, tratando de mantener el aplomo y la confianza, la aconsejó.

 

-No sé si eso que crees habrá sucedido o no. Seguro que te asustas por algo que no ha ocurrido. Y aunque hubiese sido así, debes olvidarte de eso. Tu madre ya lo ha pasado muy mal con la paliza que ese malvado le ha dado. Pero si se percatara de que tú imaginas algo tan horrible, ¿Cómo crees que se sentiría? Sería muy humillante para ella. Y sufriría todavía más por ti. Déjala mantener su dignidad, Amatista. Y piensa también qué pasaría si tu padre se enterase...Sobre todo ahora que ya no puede hacer nada.  No debes permitir que eso suceda, tienes que apartarlo de tu mente. Ahora lo que Esmeralda necesita es a su hija con una sonrisa en la cara y diciéndole cuanto la quiere.

-Sí…tienes razón. - Convino la muchacha tratando de enjugar sus lágrimas y limpiarse el rostro. - Seré digna de ella…Solamente deseo animarla. Tenemos que hacer que se sienta bien.

- ¡Pues venga, tonta! – La arengó su amiga pidiéndole con tono jovial. -  Ayúdame a elegir un conjunto bonito. Que tu madre es la mejor diseñadora del mundo. Espero que apruebe mi ropa. Lo cierto es que vaya papelón, ¡en menudo compromiso me he puesto, ja, ja!

 

            Eso hizo por fin reír a Amatista, desde luego aquello en condiciones normales sería difícil, su madre era muy exigente con el vestuario, no obstante, tenía que admitir que Kerria vestía bien. Al final, una blusa de tonos verdes suaves y una falda color beige, fueron las prendas seleccionadas. Al poco, también Idina y Kathy se unieron a ellas. Las dos muchachas habían estado charlando un momento con Beruche, y puestas al corriente de la situación, comentaron.

 

-Kat y yo podemos dormir juntas. - Declaró Idina. -

-Es verdad. - Suspiró Kerria. - No me acordaba de eso. Mis padres tienen su habitación, le van a ceder otra a los tuyos, Tist. Mi hermano tiene la suya. Si Idina y Kathy duermen en la otra, únicamente queda la mía. Yo…

 

            Iba a proponer a su amiga que durmiera junto a ella, aunque eso le resultaba violento. Y no por ella misma sino por las circunstancias que todas conocían.

 

-Podemos cambiar si queréis. - Intervino Katherine, haciéndose cargo de aquello. - Yo puedo quedarme con Amatista.

-Yo puedo dormir con Ky. - Se ofreció Idina, recordando. - Hemos dormido juntas muchas veces cuando ella iba a mi casa.

-Teníamos ocho años. - Se sonrió la aludida, rememorando aquello con nostalgia. -

-Por mí no hay problema, si no molesto a Kerria. - Sonrió la francesa, dándose cuenta a su vez de lo que sucedía, incluso se permitió agregar intentando sonar jovial. - Espero que no roncaré.

 

            Su amiga sonrió agradeciendo aquellas palabras. Nadie iba a decirlo con claridad, pero, tras lo sucedido con ella, ninguna era ajena a su condición de lesbiana. A eso se sumaba que en el cuarto de Kerria solamente había una cama, grande eso sí, pero tendrían que compartirla. Idina y Kathy sí que tenían dos camas separadas, aunque fueran más estrechas. Por eso, la francesa agregó con humor, dedicando una mirada cómplice a Katherine.

 

-O quizás, podría meterme en la habitación de Leval. ¡Ya puestos!

 

            Tanto Kerria como Idina abrieron la boca entre atónitas y divertidas. Lo mismo hizo Kat quien respondió.

 

- ¿Y por qué me estás mirando a mí, guapa? Leval no es mi hermano. Mazoui duerme en su academia militar.

-Ya, pero seguro que estabas pensando en decírmelo. ¿A que sí? - Se sonrió su contertulia con retintín. -

-Bueno. - Se rio la aludida. - Más bien estaba pensando en meterme yo en su habitación…

 

            Amatista abrió la boca y los ojos como platos, pero rompió a reír y sus amigas le hicieron coro con sus propias carcajadas, celebrando aquella réplica.

 

-Anda, vamos a llevarle esto a tu madre. - Propuso una todavía risueña Kerria a su amiga. -

 

Seguidas por sus compañeras, las dos muchachas se dirigieron a la habitación de invitados y con algunas cosas que habían podido recoger de la casa de los Lassart, zapatos y medias, aparte de ropa íntima, la exmodelo pudo componer un vestuario más que adecuado. Es más, le hizo aparentar incluso mayor juventud, como si nada hubiera sucedido. Por fin bajaron a cenar. Diamante se alegró mucho, igual que el resto, de que estuviera como nueva. Al príncipe le parecía imposible ser testigo de tal cambio. La diseñadora lucía en verdad preciosa, como en sus mejores momentos. Lo único que los atentos cuidados de su hija y sus amigos no podían eliminar era el trauma de los abusos que sufrió que, desde luego, Esmeralda a partir de entonces decidió guardar solamente para ella. De todas formas, esa noche cenaron todos juntos confiando en que todo hubiera terminado.

 

-Mañana mismo buscaremos un hotel o alquilaremos una casa. - Dijo Diamante en tanto cenaban. – No queremos ser una molestia para vosotros.

- ¡No empieces ya a decir tonterías, principito! – Terció Roy con una sonrisa. – Déjalas para cuando empieces a beber el vino. Tenemos sitio de sobra.

-Sí. No os preocupéis, de verdad. – Convino Bertie. – No es molestia en absoluto.

-Es usted muy amable, gracias, señora Malden. – Intervino Amatista. –

-No hay de qué, cielo. – Sonrió Bertie agregando divertida. – Así podréis hablar mi hija y tú de vuestras cosas con Idina y Kathy

-Sí- añadió Kerria. – Tenemos que seguir entrenando como justicieras.

-Es cierto. - Afirmó Katherine, con tinte serio y humilde por una vez. - Nos queda mucho que aprender.

-Chibiusa tenía razón. Todavía debemos mejorar mucho. - Convino Idina. -

- Al final creo que no lo hicimos mal. – Declaró Amatista. -

-Lo hicisteis realmente muy bien. Estoy impresionado. – Afirmó Leval que estaba sentado al lado de la joven francesa y añadió mirando por unos instantes a esta. – Derrotar a alguien así no es tarea fácil.

-Muchas gracias. – Pudo decir ella poniéndose colorada. Sin atrever a cruzar su mirada con la del chico. – Fue duro, sí.

- Y un guerrero del espacio no es fácil de impresionar. - Sonrió Roy coincidiendo con su hijo. -

- ¿Guerrero del espacio? - Inquirió Amatista sin comprender lo mismo que las otras chicas. - ¿A qué se refiere, señor Malden?

-Es una larga historia. - Intervino Leval. -

-Me gustaría que pudieras contármela algún día. - Se atrevió a musitar la chica. -

-Claro. - Convino jovialmente el muchacho, remachando con humor. - Estaré encantado de hacerlo…cuando tengas un momento después de tus entrenamientos, señorita justiciera.

-Pero si la pobre siempre se va antes de que terminemos, para no faltar a tus clases, primo. - Intervino cándidamente Idina, pretendiendo salir en defensa de su compañera. -

 

            Aunque obtuvo el efecto inverso. El resto se rio, Amatista estaba realmente colorada y apenas sí podía sonreír nerviosa y musitar entre dientes no sin un apurado sarcasmo.

 

-Gracias, Idina.

-De nada. Es la verdad. - Respondió ella con tono jovial, sin captar aquello. -

 

            Kathy que estaba frente a la hija de los Rodney se tronchaba de risa. Lo mismo podía aplicársele a Kerria que tenía que enjugarse las lágrimas que le saltaban. Los adultos se rieron también, aunque de un modo más comedido, mientras Leval se encogía de hombros.

 

-No sé quién será más ingenuo en estas cosas. - Le susurró Katherine a Kerria que seguía riéndose, más al oír a su prima plantearle. - ¿Tu hermano o la prima Idina?

 

            Aunque la pequeña de los Malden pudo dominar al fin sus carcajadas, lo mismo que el resto cuando intervino Esmeralda para aliviar a su ruborizada hija de ser el centro de las miradas.

 

-Por cierto, Kerria. Gracias por dejarme tus ropas.

-No hay por qué darlas. – Sonrió la chica que afirmó divertida. - ¡Si le quedan mejor que a mí, señora Lassart!

 

Los demás se rieron una vez más por aquello, aunque Roy asintió divertido y Esmeralda retomó la palabra para comentar.

 

-No deja de resultar una ironía. Soy la diseñadora más famosa del mundo, tengo todos los vestidos posibles y has tenido que dejarme tus prendas. – Y tras algunas risas más, la mujer agregó más en serio y con patente reconocimiento. - Pero ya verás, querida. Sabré compensar tu amabilidad. Cuando necesites cualquier tipo de vestido para una fiesta o celebración, lo que sea. No dudes en venir a verme.

-No es necesario. Ya me regaló usted uno fantástico por mi cumpleaños. - Repuso la azorada joven. -

-Pues ese no será nada en comparación con el que yo misma diseñaré y coseré exclusivamente para ti. – Aseveró Esmeralda. -

- ¡Ky, tía! Cualquiera mataría por una oferta así. - Terció Katherine. -

-Muchas gracias. No sé qué decir. – Pudo replicar la muchacha que se daba perfecta cuenta que su prima tenía razón. Casi todas las chicas de su edad o mayores posiblemente matarían por esa oferta de alta costura tan exclusiva – Es usted muy amable.

-Y, por supuesto, Idina y Kathy, contad con otro para cada una de vosotras. - Añadió la diseñadora, justificando su previo desliz al no haberlas incluido en ese generoso gesto, no exenta de agradecimiento y emoción cuando admitió. - Nos socorristeis a mi hija y a mí cuando más lo necesitábamos y eso jamás lo olvidaré.

-Era nuestro deber. - Replicó modestamente Idina. - No hicimos más que ayudar a personas que estaban siendo atacadas y luchar junto a nuestra compañera.

-Dejad que mi madre os haga unos hermosos vestidos. Y así podréis lucirlos. Creo que hasta en la pasarela. De hecho, opino que podríais ser unas estupendas modelos. – Intervino Amatista dejando a todos desconcertados, más cuando le preguntó a su madre. - ¿No lo crees?

-Las chicas desde luego tienen las medidas. – Convino Esmeralda casi en tono profesional. –

-Sí, eso…sus padres nos ocupamos de diseñarlas bien. - Terció Roy que, tras las risas provocadas por ese comentario, exclamó divertido. – ¡Mañana mismo os vamos colocando unos cuantos libros de la enciclopedia sobre la cabeza!  A ver qué tal…

-No creo que eso sea lo mío. – Sonrió Kerria visiblemente azorada. –

-Tampoco a mí me han llamado por ese camino, pero gracias por el cumplido. - Convino Idina. -

-Pues a mí me encantaría probar. - Afirmó por el contrario Kathy. -

-Pues, en esto coincido con mi hija. Las chicas, Leval y Mazoui podríais ser unos magníficos modelos. – Secundó Diamante. –

-No creo que se me diera bien desfilar en una pasarela. - Objetó el aludido allí presente también algo apurado. -

-Es cierto. – Afirmó su padre agregando con su típico humor. – ¡El único desfile que mi hijo quiere hacer es marcando el paso en la academia militar!

 

Y aquello provocó aún más risas. Por suerte el ambiente estaba ahora muy distendido. Todos parecían haber olvidado la dura prueba a la que se habían visto sometidos. En especial Esmeralda. Al fin, una vez concluida la cena y tras un rato, todos se fueron a dormir. Se alojaron tal y como estaba previsto. Aunque Leval, al enterarse de la distribución de habitaciones, tuvo ocasión de poner a Amatista colorada, con las cómplices sonrisitas de sus amigas, cuando le propuso.

 

-Si quieres, puedo cederte mi habitación.

-No, muchísimas gracias. No quiero importunarte. - Se apresuró a responder la francesa. -

-No me importa dormir en el garaje. De veras. - Insistió Leval. –

 

            Amatista miró enseguida a Kerria, pero esta no quiso interferir en su decisión. Se limitó a sonreír y replicar.

 

-Haz lo que prefieras, Tist.

-Me gustaría charlar un poco con Ky. - Le comentó al muchacho, con tono muy reconocido. - Gracias de todos modos.

 

            De este modo las dos dieron las buenas noches a Leval entrado en la habitación de Kerria de la mano. Al cerrar la puerta tras de ellas, Amatista suspiró.

 

- ¿Estás segura? - Le preguntó su anfitriona, remarcando. - Mi hermano te cede su habitación de buena gana.

-No me interpretes mal. - Sonrió ahora la chica. - No tiene nada que ver contigo. Es… toda esta situación. ¿Sabes? Jamás pude llegar a imaginar nada de esto. De pronto soy una especie de super heroína que combate contra las fuerzas del mal junto a otras chicas y que tiene unos padres venidos del futuro.

-Sí, no sé por qué, pero te comprendo perfectamente. - Convino jovialmente su amiga que ya se estaba quitando la ropa al tiempo que le preguntaba. -¿Qué lado prefieres?

-La gauche. - Replicó Amatista sin pensar, aunque percatándose de la mirada de su interlocutora enseguida tradujo. - El izquierdo, gracias.

 

            Kerria asintió, estaba muy claro que pese a desear aparentar naturalidad, su amiga se sentía nerviosa. Se había traicionado dado que solía hablar en su idioma natal cuando eso le sucedía. Y mientras era la propia Amatista quien se desprendía de su ropa quedándose con la interior, su anfitriona le aseguró con seriedad.

 

-Ante de nada, Tist, quiero que quede una cosa bien clara entre nosotras. Aunque sea lesbiana eso no significa que salte sobre la primera chica bonita que vea.

-Yo...nunca he pensado que...- Pudo musitar esta con visible rubor. -

-Es lo mismo que si mi propio hermano se hubiera metido en la cama contigo. Me refiero a una circunstancia como la de hoy. Él jamás hubiera hecho nada más allá de lo decoroso. - Le garantizó su contertulia, azorada pese a todo al imaginarse aquello. -

-Ya, supongo que él, no. - Suspiró Amatista ahora, quien, tratando de distender ese momento tan violento se aventuró a confesar esbozando una leve y pícara sonrisita. - Pero te aseguro que yo, sí.

 

            Ahora fue Kerria quien la observó con perplejidad abriendo los ojos como platos. Y al momento siguiente no pudo evitar estallar en carcajadas. Se imaginaba a la perfección a su amiga asaltando a su pobrecito hermano. Al fin, una vez se controlaron, le dijo a la francesa con total sinceridad.

 

-Te considero más que a una amiga. Eres como una hermana. Igual que Idina y Kathy son mis primas, yo jamás pensaría siquiera en eso con ninguna de vosotras…

-Por favor, no tienes que explicarte. - Le pidió una apurada y entristecida Amatista ahora. - Lo sé. Y nunca me perdonaré el haber sido tan injusta contigo. Sobre todo, porque no era la primera vez que me sucedía algo así.

 

            Kerria la observó perpleja, invitándola a proseguir. Ahora estaban tumbadas en la cama, giradas la una hacia la otra y desde luego que sus rostros estaban apenas a unos pocos centímetros de distancia. Recordaba las veces en las que había estado así con Debbie, y de eso inevitablemente pasaban a besarse con ardor y a hacer el amor. Aunque enseguida borró eso de su mente, más interesada en escuchar a su interlocutora que le desveló.

 

-Tuve una amiga muy querida en mi liceo…también era como una hermana para mí. Pasábamos mucho tiempo juntas…

 

            Y en tanto Amatista le contaba aquella historia a Kerria, en la otra habitación, Kathy e Idina charlaban a su vez.

 

- ¿Cómo crees que estarán apañándoselas Kerria y Amatista? - Le preguntó Katherine a su compañera de habitación. -

-Supongo que estarán un poco apretadas, pero bien. - Repuso esta con un susurro, pues estaba cansada. -

-Ya sabes a lo que me refiero. - Le insistió Kathy. -

-No puedes pensar eso en serio. - Desestimó Idina. -

-No, claro que no, pero sigue siendo algo violento. ¿No crees? - Afirmó su prima, poniendo como ejemplo. - Es como si tú o yo nos metiéramos en la cama con el primo Leval.

-No digas tonterías. - Susurró su contertulia. -Para mí es como si te metes a dormir con tu hermano o yo con alguno de los míos. Lo único que pasaría en mi caso es que me tirarían fuera de la cama.

 

            Katherine guardó un incómodo silencio ahora. Su prima Idina no estuvo cuando Mazoui fue controlado por esos sectarios y le hizo aquello. Ella precisamente le apoyó, confiando en él pese a todo y funcionó. Ahora de pronto sintió vergüenza y se arrepintió de haber querido dar a entender ese tipo de situaciones entre su prima y Amatista.

 

-Lo siento, tienes toda la razón. No digo más que tonterías últimamente…

 

            Aunque su prima no replicó a eso. Kathy suspiró resignadamente musitando.

 

-Vale, tampoco hace falta que te calles. Es como si me estuvieras dando la razón en eso… ¿Idina? - La llamó sin obtener respuesta. -

 

            Incorporándose de la cama quiso mirar hacia donde estaba esa muchacha, pero apenas podía ver nada debido a la oscuridad. Aunque no tardó en oírla respirar acompasadamente.

 

-Se ha quedado dormida, la pobre. - Pensó esbozando una leve sonrisa. - Y creo que no vendrá mal que la imite.

 

Así lo hizo y por fin todos durmieron para reponer fuerzas tras aquella jornada tan ajetreada y difícil.  Así, al día siguiente, Diamante en efecto reservó habitaciones en un hotel. Pese a que Roy y Bertie les insistieron en que no había problema alguno, tanto él como su esposa estaban decididos a no ser una molestia para sus amigos. También se ocuparon de empezar la búsqueda de una nueva casa. La diseñadora por su parte demostró un fuerte carácter en las siguientes semanas, como si aquello fuera su penitencia definitiva para romper con el pasado y se olvidó finalmente de ello, en tanto la paz y el orden se instauraron. Por suerte, sus temores más recónditos resultaron infundados. No estaba embarazada. Por otra parte, y durante ese tiempo la policía, alertada por las justicieras, desmanteló los últimos restos descabezados de la Secta y la señora Lassart-Deveraux volvió a ser la de siempre. Kerria por su parte, visitó a Brian al hospital y en cuanto fue dado de alta comenzaron a salir, de momento como amigos. La chica fue la primera en firmar en su escayola. Pasó el tiempo, Idina y Katherine se marcharon tras una semana, la hija de Karaberasu aceptó esa invitación para conocer la casa de su prima en Portland, prometiendo a su vez que luego la llevaría a conocer L.A.  Las vacaciones estaban prácticamente concluidas, pero aún volvieron a reunirse todas en Nueva York. Y es que los Lassart compraron una nueva casa y Amatista las invitó junto con Kerria a conocerla. Lo cierto es que sus padres la habían adquirido muy cerca de la antigua que fue destruida.

 

-Sí chicas, antes de iros a comenzar las clases, os invito a casa a ver el partido. -Les ofreció la francesa. -

- ¿Partido? - Inquirió Kathy sin comprender. -

-La final de la Eurocopa. Y juega la selección de mi país, además la celebran chez moi.- Le explicó Amatista con entusiasmo.-

- ¿En tu casa? ¿Y quienes más vendrán? ¿Has invitado a mucha gente? - Quiso saber Idina que tampoco parecía estar muy ducha en esa materia. -

- ¡No, tonta! Me refiero a que es en Francia…- Se rio su interlocutora afirmando convencida. - Jugamos contra Portugal, y estoy segura de que vamos a ganar…

 

            Las otras se miraron con cara de circunstancias. No tenían ni la menor idea de qué era aquello, pero su amiga estaba tan ilusionada que aceptaron.

 

-Bueno, pues ya nos explicarás de que va eso. - Pudo decir Kerria elucubrando. - Me parece que es soccer, ¿no?

-Pas du tout. Mes amies.  Es fútbol de verdad. No a lo que jugáis aquí. - Negó su contertulia. -

-El Football es americano. - Replicó Katherine. -  A lo que te refieres es al soccer. Ky tiene razón.

-De eso nada. - Insistió Amatista, argumentando. - Eso vuestro es rugby con muchas protecciones. El fútbol europeo se juega con los pies, y en el que vosotras llamáis, se usan las manos igualmente. Así que no tiene sentido que lo llaméis de esa manera.

-Pero los pies también se usan para patear el balón. - Le recordó Idina. - Así que está bien dicho…

 

            La francesa movió la cabeza, obviamente nada de acuerdo con eso. Sin embargo, lo dejó estar y repitió.

 

-Sea lo que sea, os espero mañana. No quiero ver el partido yo sola.

- ¿Y tus padres? - Preguntó Kerria. -

-A ellos les da igual. Mi madre no tiene ningún interés en el deporte en general. Y mi padre creo que estará trabajando en su despacho. O puede que nos acompañe a verlo. No lo sé. Pero si os sentís incómodas con él podemos ir a la sala de invitados, mis padres me han dejado elegir las cosas para decorarla y ¡hemos puesto una tele enorme! - Afirmó con un entusiasmo casi infantil. - ¡Pantalla plana tres dimensiones y hasta curvada… parecerá que estamos jugando nosotras también! ¡Ya lo veréis, es una pasada! 

 

            Las otras se encogieron de hombros y asintieron. Así quedó decidido. Amatista por supuesto pidió permiso a sus padres. Estos se lo dieron gustosos. Les parecía muy bien que su hija estrechase lazos de amistad con sus compañeras justicieras e hijas de sus propios amigos y camaradas de antiguas batallas.

 

-No te preocupes, yo no os molestaré. - Afirmó Diamante comentando afablemente para confirmar lo que la muchacha ya había supuesto. - Si acaso lo seguiré desde mi despacho. Aunque lo más probable es que salga con tu madre.

-Merci, papá. - Sonrió ella dándole un beso en la mejilla. -

 

            De este modo las demás aceptaron esa invitación. Kerria propuso ir a comprar algunos refrescos y algo de comer. Cuando llegó la hora de acudir a la casa de su amiga fueron provistas de palomitas dulces y saladas, de bebidas y algunas hamburguesas. Fue Esmeralda quien abrió cuando las chicas llamaron.

 

-Pasad. - Las invitó cordialmente, aunque al reparar en todo lo que llevaban añadió atónita. - Pero muchachas, ¿a dónde vais con todo eso?...

-Queríamos traer alguna cosa. Dado que ustedes nos han invitado. - Afirmó Kathy. -

-Sí, no estaba bien que se ocupasen de ponerlo todo. - Convino Idina algo azorada. -

 

            La señora Lassart se limitó a sonreír divertida invitándolas a entrar. Una vez que las escoltó hasta el cuarto de invitados les dijo sin poder reprimir otra sonrisa aún mayor.

 

-Amatista vendrá ahora. Estaba en su cuarto arreglándose.

- ¿Arreglándose? - Repitió una perpleja Kerria.- ¿Pero no íbamos a verlo aquí?

 

            De hecho, todas se miraron sin comprender. Se suponía que esa iba a ser una velada casera entre chicas, viendo la tele, y encima un partido de soccer. Habían venido con camisetas, pantalones cortos y zapatillas de deporte. Sin apenas maquillar.

 

-A lo mejor la costumbre en Europa es esa. - Comentó Katherine. - Aunque desde luego, no en Irlanda.

-Sí, puede que pase como cuando el tío Roy va a alguno de sus partidos. Tiene que ir de traje y corbata. - Añadió Idina. -

-Es verdad. Mi padre dice que es norma en la NBA que los entrenadores vistan así. - Recordó Kerria. - Aunque no para los espectadores. Y menos que yo sepa para verlo por la televisión…no lo entiendo.

 

            Esmeralda ya no pudo reprimir la risa, y soltó una de sus célebres carcajadas dejando atónitas a las chicas. Apenas sí pudo decir.

 

-Bueno, os dejo. Mi esposo y yo vamos a salir un rato. Que os divirtáis…

-Gracias, señora Lassart. - Replicó educadamente Kathy.- Lo mismo les deseamos.

 

Sus primas asintieron conviniendo en eso. La dueña de la casa y su marido en efecto se fueron. Por fin, las tres estaban sentadas en un sofá de cuero que enfrentaba una gran pantalla plana con esa forma curvada de la que su amiga les habló. Estaba no obstante apagada y ya pensaban en encenderla cuando escucharon la voz de su anfitriona.

 

- ¡Mes amies, Je sui la! ...-Proclamó apareciendo ante ellas. -

 

            Amatista llevaba enfundada una camiseta de color azul oscuro que se le ajustaba bastante, marcando desde luego su apreciable busto, aunque parecía una indumentaria deportiva. Era en efecto la equipación oficial de la selección francesa. Con un gallo de color rojo grabado en la parte izquierda del pecho. Un pantalón corto del mismo color azul índigo y unos largos calcetines rojos completaban el conjunto. Y por si aquello fuese poco llevaba pintadas en ambas mejillas tres líneas de colores roja, blanca y azul paralelas entre sí.

 

- ¿De qué vas vestida? - Inquirió Kerria mirándola de arriba a abajo con estupor. -

-Llevo los colores de mi equipo nacional. - Proclamó con orgullo. - ¡Allez France! …-Aseveró llena de entusiasmo. - ¡On va gagner!

 

            No hubo comentarios. Las otras estaban demasiado perplejas. Así que sin más ceremonias la francesa encendió la televisión y todas se dispusieron a ver el partido. Tanto Idina como Kathy fueron a la cocina por vasos y platos. Amatista les proporcionó algunos cuencos para las patatas e hizo las palomitas en el microondas en tanto los respectivos equipos calentaban sobre el césped del Stade de France. El partido comenzó y aunque el resto no comprendía gran cosa dado que los comentarios eran en francés, Amatista saltaba de su sillón, animaba, se llevaba las manos a la cabeza o maldecía cuando su selección fallaba alguna ocasión. Todo eso mientras las chicas comían y bebían con buen apetito.

 

- ¡Desde luego, parecemos tíos! - Se rio Kerria aseverando. - Esto es lo que mi hermano y sus amigos harían. Corrección, mi hermano no lo haría, no suele seguir las transmisiones deportivas con tanto interés.  ¡Ja, ja!

-Pues debe de ser una honrosa excepción, como mi hermano. La verdad, siempre creí que los chicos, además de para tratar de ligar con nosotras, vivían para ponerse morados a comer y ver un partido. Ahora empiezo a comprender el mundo desde la perspectiva masculina, y no está tan mal, ¡ja, ja! –Añadió una divertida Katherine. -

-Bueno, no es tan aburrido como yo pensaba. Aunque la próxima vez preferiría una película bonita. - Remachó Idina. - Algo romántico e intimista.

-Mejor una de acción o de terror. - La corrigió Kerria ante el asentimiento de Amatista que masticaba unas cuantas patatas fritas más cuando su amiga agregó. - Son mucho más divertidas.

 

Y entre esas y otras conversaciones, en las que aprovechaban (sobre todo Kathy, Kerria e Idina, en tanto su anfitriona saltaba del sofá o juraba en francés cuando su equipo marraba alguna ocasión de gol) para ponerse al día de lo que habían estado haciendo, al fin se llegó al límite del tiempo. Tras noventa minutos el encuentro terminó. Empate a cero.

 

- ¿Quién ha ganado? - Quiso saber Idina. -

-Pues creo que nadie. - Afirmó Kathy. -

- ¿Entonces qué van a hacer? - Preguntó Kerria. - ¿Lo sortean?

-Prórroga. - Contestó Amatista con expresión preocupada que enseguida se ocupó de eliminar en pro de un tono más optimista al afirmar. - Somos más fuertes, y su jugador estrella se lesionó en la primera parte. Nous avons de l’avantage!

 

            Y para subrayar sus palabras, al menos al comienzo, Francia empezó atacando. Sin embargo, los portugueses se defendían bien no permitiendo demasiado peligro en su área. Por el contrario, sus aproximaciones a la portería francesa comenzaban a inquietar. Ya en la primera parte de la prorroga Amatista estaba taquicárdica.

 

- ¡Faire attention!- Pedía con rictus desesperado a la pantalla como si los jugadores de su país pudieran escucharla.- ¡Allons garçons!

-Chica, tranquila. - Le pedía Kathy que la observaba con la misma expresión de asombro que las demás. - ¡Te va a dar algo!

 

            Aunque todavía fue peor cuando el árbitro pitó una falta a favor de los portugueses. La anfitriona se removía nerviosa en su asiento, sujetándose a un brazo de Kerria que la miraba sin poderlo creer.

 

- Pero ¿qué pasa, Tist? ...-Quiso saber la hija de los Malden. -

-Eso es muy peligroso. - Pudo decir su interlocutora retornando una vez más a su idioma materno. - No, no, ¡no… pas du tout!  -Sentenciaba nerviosa en tanto veía la colocación de la barrera. - Que cet que vous faites? Il faut faire la couverture des trous !

 

            El jugador rival lanzó la falta y Amatista se llevó las manos a la cara tapándose los ojos con horror. Por fortuna para su equipo el balón dio en el larguero saliendo rechazado. La muchacha suspiró largamente con visible alivio mirando hacia el techo.

 

- ¿Y eso no ha sido gol? - Quiso saber Katherine. -

-No, tiene que entrar dentro. - Le comentó Idina añadiendo con tono inseguro. - Creo…

- ¡Ya lo sé, es una broma! - Se rio su prima Kathy tratando de animar a su otra compañera de grupo. - Vamos Amatista, que no ha pasado nada…

-No me gusta esto. - Replicó la francesa que seguía aferrada a su amiga Kerria. -

 

            Y para su desgracia no se equivocaba. Minuto ciento ocho del partido, en la segunda parte de la prórroga un jugador portugués lanzó un cañonazo certero que batió al portero de Francia. Cero a uno, ventaja de Portugal. Amatista palideció abriendo la boca y los ojos como platos.

 

- ¡Merde! – Exclamó al fin realmente enfadada. -

-Eso es malo… ¿verdad? - Se atrevió a murmurar Idina. -

-Al parecer, bastante. - Cuchicheó Kathy a su vez. -

- Nous avons besoin d’un but, jusqu’un but. S’il vous plait! - Exclamó la francesa casi como si su vida entera dependiera de ello. -

- ¿Un qué? - Quiso saber Kerria. -

-Creo que se refiere a un gol de esos. - Le informó desapasionadamente Katherine. -

 

Pero Kerria apenas podía prestarla atención, a su pesar era achuchada por su histérica amiga que, al parecer ajena a esa pregunta, no paraba de gritar.

 

-Allons bleus, allons!

 

            No obstante, los minutos pasaban deprisa ahora. Pese a los intentos de los franceses el marcador ya no se movió. Cuando el árbitro pitó el final, la alegría de los jugadores portugueses contrastaba con el abatimiento de los galos. Así lo admitió su desanimada compatriota en su casa.

 

-Ils nous ont battu! C´est la vie ! - Remachó resignada. -

-Anímate. No es para tanto. - Trató de consolarla Idina. - Solamente era un juego.

-Ha estado emocionante. - Concedió al menos Kathy. - Y eso que a mí este deporte no me va. Aunque por lo menos había mucho tío bueno en pantalón corto, ¡ja, ja!…

-Eso para mí no es mucho aliciente que digamos. - Sonrió Kerria no sin picardía, añadiendo sin pudor. - La próxima vez podríamos ver un partido de chicas. Además, en categoría femenina, las estadounidenses somos las mejores del mundo.

-Mira, eso es verdad, las nuestras juegan muy bien. - Convino Katherine. - Pero conmigo no cuentes, no me interesa ver a otras chicas con esas pintas.

- ¡Qué mala suerte! - Se lamentaba entre tanto su anfitriona. - Nunca habíamos perdido una final en casa. Y quería ver a mi selección ganar un título. Cuando ganaron el Mundial yo no había nacido.

-Bueno, anímate Tist, ya habrá otra ocasión. - Sonrió Kerria. -

 

            Su amiga asintió. Al poco, un mensaje le llegó al móvil.

 

-Anda, es del primo Granate. - Comentó a las demás que le dedicaron miradas de curiosidad. -

- ¿Qué quiere? - Inquirió Kerria. -

 

Amatista leyó el texto moviendo la cabeza…

 

-Lo lamento, primita. ¡Menos mal que aún nos queda Portugal! ¡Será idiota! - Mascullo añadiendo. - Y dice que lo ha estado viendo en la cafetería de su Makoina con unos turistas portugueses.

 

            Y efectivamente, para probarlo, su primo le envió una foto en la que el muchacho salía enfundado en una camiseta de la selección portuguesa y pasándole el brazo por los hombros a una chica de muy buen ver, que llevaba otra igual.

 

- ¡Le mato!… esta vez se va a enterar cuando le agarre, así tenga que esperar a que venga él aquí o ir yo a Japón…- Exclamó la rubia francesa. -

 

            Sin embargo, las demás estaban tapándose la boca haciendo unos ímprobos esfuerzos por no reírse.

 

- ¿Qué os pasa? Esto no es nada gracioso. - Aseveró Amatista mirando alternativamente a sus amigas. - Es mi orgullo nacional…

 

            Pero esas palabras provocaron precisamente que sus amigas no pudieran aguantarse más y rieran a mandíbula batiente…

 

- ¡Seréis zorras! - Exclamó su anfitriona que pese a sus intentos por mantenerse seria y hacerse la ofendida al final no pudo evitar reírse con ellas afirmando, eso sí. - Ésta me la pagaréis…

-Al menos siempre te quedará París. - Fue capaz de remachar Katherine que se partía de risa. -

- ¡Y a vosotras os van a quedar los ojos morados! - Se rio también Amatista exhibiendo un puño, aunque de modo cómico. -

-La grandeur esa…se ha empequeñecido un poquito esta noche. - Añadió Kerria con tintes divertidos. -

- ¡Te vas a enterar! Me haré hincha de los Nets. - La amenazó su amiga con jocosidad. - Sólo por fastidiar.

- ¡Oye, ni se te ocurra! - Exclamó la hija del entrenador de los Knicks entre risas. -

 

Al fin, tras unas terapéuticas carcajadas y charlar un poco de eso y otros temas las invitadas se despidieron. Eso sí, ayudando a Amatista a ordenar y limpiar todo antes. Al menos lo más importante era que su amistad y camaradería se estrechaba cada día más. Y no todo fue malo para ella. A modo de consuelo logró aprobar la física gracias a las clases de Leval. Así, todo ese año se esforzaron, cada uno en lo suyo, para llevar adelante sus proyectos. Otro acontecimiento que les dejó perplejos fue la elección de presidente norteamericano. Un excéntrico multimillonario ganó contra todo pronóstico, frente a la primera mujer que presentaba su candidatura. Cuando en casa de los Malden veían los resultados por televisión, Kerria no pudo evitar torcer el gesto.

 

-Sencillamente, ¡es que no lo puedo creer! Tiene que ser una broma de muy mal gusto. - Exclamó con visible enfado. -

- ¿Qué le vamos a hacer, hija? - Suspiró Bertie que se sentaba a su lado. - Ha sido la decisión de la gente.

-“We the people” - Repitió la muchacha ahora con algo de sarcasmo para sentenciar con patente desagrado.- ¡Pues van a darse cuenta enseguida de lo que han votado!

-Tampoco será algo tan malo. - Intervino su padre que entraba justo en ese momento en el salón. - Además, si ese tipo fue capaz de ganar la batalla de los millonarios al gran Vince, no me sorprende que haya sido capaz de ganar las elecciones, ¡ja, ja! …Los demás no tenía oportunidad. ¡No chance in Hell! Ja, ja…

-Papá, por favor. ¡Que esto es serio! - Le reconvino Kerria mirándole con desaprobación. - ¡Nos jugamos mucho como país! ¡Incluso el mundo entero lo hace!

-No te preocupes, hija. - Quiso tranquilizarla Roy que enseguida añadió. - He escuchado su discurso en cuanto ha ganado. La verdad, no lo esperaba. El tipo ha sido bastante conciliador dentro de lo que cabe. ¡Al menos ya no dice querer meter a su oponente en la cárcel! Ja, ja…

-Desde luego que Kerria tiene razón. - Declaró Bertie mirando a su esposo con resignada paciencia y remachando con severidad. - La cosa es mucho más seria de lo que tú te la tomas.

- ¡Anda ya, cubito! - Se rio él. - Es tipo no hará nada de las barbaridades que ha dicho. Sencillamente porque no puede. Nuestras instituciones son fuertes. No se lo permitirán. Tendrá que portarse bien.

- ¡Es un misógino y un homófobo! - Estalló Kerria moviendo la cabeza aun con una mezcla de enojo e incredulidad. - Además de xenófobo. ¡Es que lo tiene todo! No puedo comprender cómo es posible que haya ganado las elecciones en este país.

-Tampoco yo voté por él. - Afirmó un más cauto Roy añadiendo. - Y eso que suelo tener simpatías republicanas.

-Pues yo siempre me he considerado más del lado demócrata. - Replicó Beruche para sentenciar con determinación. - Y ahora más que nunca.

- ¡Di que sí, mamá! - Añadió solidariamente Kerria. - Ahora habrá que luchar más que nunca para no perder nuestros derechos.

-Cariño. - Intervino su padre de modo conciliador. - Nos guste o no es el resultado de las urnas. Debemos respetarlo. Es la base de la democracia.

-Sí, pues él bien dijo que de perder no lo respetaría. - Remarcó la indignada joven. - Pero hay que respetarle a él cuando ha ganado, ¿no?

-Pues sí, porque no podemos hacer lo mismo que aquellos a los que se supone que nos oponemos por esas mismas razones. - Comentó Beruche. - Las Guerreras siempre nos demostraron que hay que oponer la justicia a la injusticia, cielo.

 

            Kerria suspiró asintiendo despacio para admitir al fin con pesar, pero coincidiendo sinceramente con su interlocutora.

 

-Sí, es cierto, mamá. Tienes toda la razón. Es que estoy muy preocupada.

-Estoy convencido de que no será tan terrible como algunos lo pintan. Pero si lo fuera, ya estamos aquí para proteger a todo el mundo. - Trató de animarla su padre. -

-Esto no es igual a ser invadidos por extraterrestres o demonios, Roy. - Le recordó Bertie. - Si es algo libremente decidido por la gente nada podemos hacer.

-Sí, recuerdo muy bien el compromiso que adquirimos, cubito. Aunque eso se aplica desde el punto de vista de la batalla. Sin embargo, se puede pelear de otras maneras. Seguro que, sin ir más lejos, nuestra hija lo hará como activista. - Respondió él. -

-Contra idearios como los de ese individuo no lo dudes. - Sentenció rotundamente la chica que agregó. - Y Amatista también estaba preocupada. Me dijo que sus padres hablan de lo que está sucediendo en Europa. Este tipo de movimientos están ocurriendo allí también y esto podría darles alas.

-Sí, el principito me contó que estuvo charlando con Ian Masters sobre las elecciones. Es una pena, para multimillonarios con posibilidades tendría que haber sido él quien se hubiera presentado. - Se lamentó Roy que de todas formas insistió. - Pero Diamante es de mí misma opinión. Nos toca dedicarnos a nuestros propios asuntos. Estemos de acuerdo o no con lo que elijan, el futuro de cualquier país de la Tierra debe ser decidido por sus ciudadanos.

 

Y en eso desde luego, tanto su mujer como su hija le daban la razón, les gustase o no el resultado.  Así el curso del décimo grado para las chicas pasó volando. La joven francesa, bastante motivada por probar que era digna de sus responsabilidades, aprobó todas las asignaturas esta vez y además con buenas notas. Leval, que había pasado las pruebas de selección y comenzado en la Academia, terminó su primer año, obteniendo el título oficial de cadete. Mazoui, que concluyó su segundo año, fue nombrado cadete de primera. Idina y Kathy volvieron nuevamente por vacaciones para entrenar y con la noticia de que la benjamina de los Rodney había ganado un concurso de talentos de canción de Portland. La muchacha no sólo sabía tocar el piano y bailar, se había revelado también como una estupenda cantante. Kerria, por su parte, se apuntó a otro del Estado y lo ganó, ante la aprobación de todo el jurado por su maravillosa voz y el orgullo de su familia y amigos que asistieron. La muchacha hizo una actuación memorable en la final y levantó una gran ovación. Amatista no se presentó, pese a que cantaba muy bien, dado que estaba más enfrascada en sus entrenamientos como justiciera. En cuanto a Kathy tampoco se quedaba atrás, dada su pasión por el arte dramático y la actuación. Todo eso unido a los recuerdos de su infancia cuando veraneaba en Irlanda y cantaba junto a su tía Alannah en los pubs y festividades locales. La joven había tomado algunas clases de canto aconsejada por su madrina Minako y se notó.  Y en el verano cuando se reunían las cuatro, alguna de ellas comenzaba a cantar alguna cosa y si la canción les era conocida el resto no tardaba en unírsele. Entonces, en una de las veces que habían terminado de practicar como justicieras, fue a Amatista a la que se le ocurrió una luminosa idea contándoles a las otras.

 

- ¿Sabíais que yo canté en un grupo que hice con unos amigos en París?

- Sí, es verdad. Algo me contaste de eso. – Terció Kerria con interés en saber más. –

 

Su amiga recordaba aquello casi con nostalgia en lugar de enfado, las cosas habían cambiado tanto, pensó, aunque enseguida se centró en su propuesta y la enunció con desenfado. Dispuesta a tomarse la revancha por aquella experiencia que se viera truncada sin que ella pudiera demostrar todo el talento que creía poseer

 

- ¿Por qué no formamos uno nosotras?

- ¿Nosotras? - Inquirió Idina atónita. -

- Claro- añadió Amatista que comenzó a dar unos argumentos más que aceptables. - Tú sabes solfeo y piano, cantas muy bien. Kathy tiene experiencia actuando y además de tocar algo el sintetizador tiene clases de canto y ha practicado mucho en Irlanda. Por nuestra parte, Kerria y yo cantamos también.

-Sí, mi padre me enseñó a tocar la guitarra cuando era pequeña. - Terció algo apuradamente Kerria. - Aunque tendría que practicar un poco para recordar…

-Eso no sería problema. ¡Todas tenemos talento! Somos jóvenes, guapas y estamos en forma, ¡seríamos un éxito total! - Aseveró Amatista. -

- ¡Sería estupendo! - Exclamó Kathy con entusiasmo, ya comenzaba a ver las ventajas de la fama y las posibles implicaciones para ser una futura actriz. - ¡A mí me parece una idea genial!

- Estoy con vosotras - terció Kerria. -

 

La joven, animada por su éxito en el festival, pensaba que una combinación de todas sería una auténtica bomba y le permitiría demostrar que ella también tenía cualidades propias, al margen de su papel de justiciera. Y, además, había oído que tanto su padre, como su tío Tom cantaban muy bien en su época de estudiantes, incluso formaron un improvisado grupo con el propio padre de Amatista y su tío Zafiro, para cantar ocasionalmente en sus fiestas, así que ¿por qué no seguir sus pasos?

 

- Realmente no es mala idea. - Convino Idina. -

 

Ella, por ser algo más tímida que el resto y no demasiado amiga de grandes bullicios era la más reacia, pero el entusiasmo de las demás se le contagió enseguida, recordando, al igual que su prima, que su padre y su tío fueron muy buenos e incluso actuaron en su universidad. Había visto algunas grabaciones que Tom guardaba de entonces. De modo que aceptó.

 

– Vale, me apunto también…seguro que vamos a pasarlo estupendamente.

 

            Así que, por unas causas o por otras, todas mostraron el mismo entusiasmo por la propuesta. Sólo faltaría el pequeño detalle de convencer a sus padres, pero de momento decidieron comenzar a ensayar y buscar un repertorio. Cuando Kerria se lo dijo a los suyos, estos estuvieron de acuerdo y hasta la animaron después del éxito que obtuvo en el festival. Roy efectivamente no pudo estar más orgulloso de su hija, al menos esa cualidad la había heredado de él.

 

- ¡Me parece genial, cariño! - La animó su padre comentando no sin una divertida nostalgia. - Quizás sería buena idea que hablase con el principito y llamásemos a Tom y a Zafiro, para otra actuación de los Handsome Boys.

- ¿Los qué? - Inquirió la perpleja Kerria. -

-Un grupo que tu padre, tus tíos y Diamante, montaron para tocar en nuestras fiestas. – Le recordó su madre moviendo la cabeza divertida para sonreír, admitiendo. - La verdad es que no lo hacían nada mal.

- ¿Nada mal? ¡Éramos estupendos! - Exclamó Roy, afirmando con ternura. - Lástima que no nos diera por hacer giras. Fueron buenos tiempos esos. También fue una pena que tú y tus hermanas no nos hicierais los coros.

- ¿Cantar en público, yo? ¡Ni loca! - Replicó Bertie, agregando con jovialidad. - Me moriría de vergüenza.

 

Aunque Beruche también tenía una voz bonita y muy musical, pero siempre había sido muy tímida como para cantar nada fuera de la ducha. Amatista topó con algo de resistencia por parte de su madre, pero esta vez logró convencerla más fácilmente con la ayuda de sus amigas. Aunque realmente Esmeralda vio que su hija había madurado mucho y la situación no era la misma de hacía años en Francia. Después, cuando Kerria le comentó lo del grupo de sus padres le hizo mucha gracia.

 

-Es cierto, chérie. No quise decirte nada cuando estábamos en París, pero todavía tengo el saxofón. - Sonrió Diamante. -

-Supongo que a mamá le habría dado un ataque si me hubieses animado contándome eso. - Se rio Amatista. -

-Posiblemente sí. - Admitió Esmeralda, que sonreía sin embargo ahora al evocar aquello. -

 

Y en cuanto a las otras dos no tuvieron inconvenientes, una vez prometieron que seguirían dedicándose a sus estudios. En el caso de Idina fue muy sencillo. Sus padres no dudaban de ella.  Y pasaron un buen rato recordando sus propios pinitos en el mundo de la canción y del baile.

 

-Me habéis puesto el listón muy alto, con semejantes antecedentes. - Sonrió Idina. - Ky me contó lo de vuestro grupo, papá.

-Sí, lo pasábamos muy bien, pero era algo sin pretensiones. - Comentó modestamente Tom. -

-Bueno, lo mismo que deseamos hacer nosotras. - Afirmó la joven. -

-En tu caso estoy segura de que así será. Puede que también en el de tu prima Kerria, pero de Amatista y de Katherine no estoy tan convencida de que no deseen ganar algún Grammy. -Declaró una divertida Cooan. -

-Solamente queremos pasarlo bien. - Insistió Idina, que más cautamente agregó. - Si logramos destacar, estupendo, pero mi meta no es convertirme en cantante.

 

Sus progenitores asintieron, fiando en el buen juicio de la muchacha. Katherine por su parte tuvo que insistir un poco más pero finalmente, y como casi siempre, logró salirse con la suya. Pero ahora, solventada la papeleta de los permisos paternos, se dieron cuenta de que el grupo no estaba completo. De hacer falta, Idina podría tocar algún instrumento de cuerda y Katherine se atrevía con el sintetizador.  Lo único que les faltaba era encontrar un batería. Llegó el momento de buscar algún candidato. Así que las cuatro celebraron un conciliábulo para ello.

 

- ¿Podríamos pedírselo a Leval? - Intervino Amatista recibiendo la automática negativa de Kerria. -

- Mi hermano no tiene tiempo, además, que yo sepa no sabe tocar la batería. - Expuso ésta. -

- Sí, sí, pero con tal de tenerle cerca, ¡Amatista propondría cualquier cosa! - Rio Kathy burlonamente. -

- Muy graciosa. - Replicó la aludida, no sin sonrojarse, en medio de las risas de sus amigas. –

 

            Lo cierto es que había visto muy poco a Leval durante ese curso. El chico, ya centrado en sus estudios en la academia militar, paraba poco por su casa. Y el resto del tiempo lo dedicaba a entrenar con Mazoui.

 

- ¿Y tu hermano? - Inquirió Idina a Katherine. -

- Olvídalo, le pasa igual que a Leval. No tiene ni idea ni tampoco tiempo, - afirmó Kathy. -

- Pues los míos tampoco - suspiró Idina. - Alan sí sabe de música, toca la guitarra y hasta canta bastante bien, pero está muy centrado en sus estudios y Lance, que tampoco lo hace mal, pasa de todo lo que no le llame la atención y esto no le interesa. Puede que Brian.  - Propuso mirando a Kerria. -

 

Sin embargo, la aludida negó con la cabeza diciendo con resignación.

 

- No, tampoco sabe tocar.

- ¡Seguro que si tú se lo pides aprende deprisa! – Terció ahora Amatista tratando de devolver la broma a otra de sus amigas. -

 

            Todas se rieron, ese pobre muchacho seguía tan pendiente de Kerria como un perrito faldero. Los dos solían quedar a tomar alguna cosa o incluso a ir al cine. Sin embargo, el chico no se había atrevido a proponerle nada serio, tras las evasivas que ella le diera el verano anterior. Por lo menos, ella no había tenido interés en salir con nadie. Además de sus entrenamientos como justiciera y sus estudios que la absorbían casi por entero, pensaba todavía mucho en Debbie quien le había escrito algún WhatsApp de vez en cuando contándole que le iba bien, aunque sin ser demasiado concreta. De modo que, al parecer, Brian se conformaba con verla sin compromiso lo que permitía que la chica se sintiera muy cómoda en su compañía.

 

-Pues no sé, ¿qué podríamos hacer? Se preguntó Idina en voz alta, expresando así las tribulaciones de sus otras compañeras. -

 

            Aunque tras unos minutos sin hallar la solución, meditabundas no veían como solventar el problema, decidieron aplazarlo por el momento. Pero curiosamente éste iba a arreglarse sólo. Desde Japón llegaron noticias. Petz vendría con su marido Zafiro y su hijo pequeño a pasar unos días. Granate, de más o menos la edad de sus primas, era un poco alocado pero buen chico y ¡oh maravilla!, (para las chicas claro). Amén de cantar algo y darle a la guitarra eléctrica le gustaba tocar la batería. Desde luego, muchas veces casi no hacía otra cosa para desesperación de su madre. Además, su porte, aunque no fuera tan espectacular como el de sus primos, era también un imán para las chicas. El muchacho estaba realmente bien, y su atractivo semblante, además de su cabello moreno con tintes azulados y sus grandes ojos verdes, seguro que levantaría pasiones. De hecho, era el aditamento perfecto para el grupo, garantizando de ese modo a las fans femeninas. Al menos eso afirmó Kathy que parecía la que más seriamente quería ocuparse del marketing. Así que cuando llegó y las chicas le pusieron al corriente de sus planes a él le pareció perfecto.

 

- ¡Eh, tías, será guay!, podré tocar la batería a tope sin que mis padres me echen la charla. Y también podría cantar alguna canción algo cañera.

 

             Las chicas tenían alguna reserva sobre ese particular, pero podría no ser una mala idea, si su primo lo hacía de modo aceptable. Y, según lo veían, eso les daría aún más versatilidad. No era algo a desestimar. Por supuesto le hicieron una prueba. Katherine se tomó muy en serio su misión como caza talentos, como si de uno de esos programas para encontrar artistas revelación se tratara, en tanto que las demás se sentaban como público. Y resultó que el muchacho tocaba bastante bien y cantaba de forma más que aceptable. Todas estuvieron de acuerdo. Granate sería el componente masculino del grupo. Al muchacho le alegró, estaba muy contento de compartir aquello con sus primas. De hecho, su presencia hacía de aglutinante. Se daba la circunstancia de que era el único que tenía lazos familiares con todas ellas. Era primo de Amatista por parte de padre y de Idina, Kerria y Katherine por parte de madre. Y, además, por supuesto, de serlo de Mazoui y Leval. Él precisamente recordaba cómo antes de emprender el viaje, cuando le contaron por teléfono la idea del grupo, lo habló con su hermano mayor. Coraíon no podría ir, tenía que viajar a Europa por estudios. Más concretamente a Londres, iba a cursarlos junto a los hijos de unos viejos amigos de sus padres, los señores Saint Join, pero le deseó la mejor de las suertes a su hermano menor al tiempo que le aconsejaba.

 

-Procura no ser demasiado pesado. Y no hagas locuras que te conozco, hermanito. - Remachó con cierto tinte severo. -

-Lo intentaré. - Sonrió éste que no parecía con un tono demasiado convencido al afirmar. – Ya estoy madurando…

-Ya sabes cómo se pone mamá cada vez que la lías. – Le dijo Coraíon con expresión más jovial esta vez para advertirle. – Yo que tú me andaría con cuidado. No estaré ahí para ayudarte a soportar sus regañinas.

-Estate tranquilo, Cory. Seré bueno esta vez. – Le prometió Granate que ahora parecía tomarse aquello más en serio cuando añadió. - Y quiero hablar con los primos, que me cuenten cosas de la academia.

 

Su interlocutor asintió de forma cómplice y le palmeó la espalda con afecto. Su hermano menor siempre le había admirado, para él era el modelo que quería seguir, aunque muchas veces se comportase de la forma más opuesta posible. Granate sabía que desde bien pequeños sus padres habían sido más estrictos con su hermano mayor. Aunque desde luego Petz les había educado bien a ambos, siendo al tiempo, cariñosa, exigente o enfadándose cuando la ocasión lo requería. Con Coraíon no tuvo demasiados problemas. Éste había sido siempre un muchacho ejemplar. Muy parecido a su primo Leval. Tranquilo, reflexivo incluso, obediente y poco amigo de meterse en líos, aunque con buen sentido del humor. Pero su hermano menor no podía ser más diferente en su manera de ser. Alocado, anárquico y muy ocurrente. Amigo más que del comentario ingenioso, que también lo ejercitaba, de la broma fácil y de hacer bastantes travesuras. Aunque en el fondo era un buen chico que sabía cuándo se pasaba de la raya. Con su padre desde luego la relación era buena. Zafiro le reñía en ocasiones, pero de una manera más reposada y casi resignada, creyendo que esas gamberradas que en ocasiones hacía su hijo le eran consustanciales. Aunque no sabía a quién habría podido salir. Casi bromeaba en ocasiones con Petz preguntando a su esposa si ésta no le habría engañado con Roy. No obstante, la airada expresión de ella cuando el chico había hecho alguna de sus trastadas, le quitaba las ganas de continuar haciendo chanzas sobre el asunto. Y la misma Petz no comprendía como su hijo pequeño había podido salir tan díscolo con la sobria educación que le había dado. Realmente entre madre e hijo existía una relación casi de amor- odio. Ella le amaba más que a nada porque era su pequeño, pero a veces tras alguna de sus gamberradas, le habría estrangulado de tener ocasión. Y ahora Granate se sonreía pensando que iría a decir su madre cuando se enterase de que se había unido a aquella aventura con sus primas. Sin embargo, prefirió que mejor era que supiese eso a que se enterase de sus otros planes. Los que había compartido con Coraíon antes de venir a América. Y también, con su Makoina, como cariñosamente la seguía llamando. Pero ahora tocaba centrarse en la banda musical. Ya estaban en marcha. Únicamente faltaba la piedra de toque.

 

- ¡Es magnífico! - Exclamó Amatista con júbilo. - Ya tenemos formado el grupo. Y no sabéis lo mejor.

- ¿El qué?,- le preguntó Idina curiosa. -

- Hay un concurso para jóvenes talentos. - Les informó la muchacha. - Me enteré ayer leyendo un anuncio en el periódico digital. Promocionarán al ganador del certamen entre grupos noveles y le editarán un disco. Si nos damos prisa en preparar algunas canciones podríamos tener una oportunidad.

- ¿Cuánto tiempo tenemos para prepararnos? - Preguntó Kerria dándole vueltas ya a la idea. -

- Pues tres meses. - Respondió Amatista. -

- ¡Por qué no! ¡Adelante! - Animó Katherine con visible entusiasmo, eso era justo lo que ella quería. -Podríamos ser famosas de la noche a la mañana. Como mi madrina dice. Hay que ir a por las oportunidades cuando se presentan.

- ¿Y si no lo hacen? - Quiso saber Idina. -

-Entonces tienes que crearlas tú. - Repuso su prima sonriendo y guiñando un ojo. -

 

             Idina asintió, al hilo de eso, les comentó a todas algo que les llenó aun de más optimismo.

 

- Le consultaré a mi tía Mimette. Ella hizo una prueba para artista cuando tenía nuestra edad, seguro que sabrá algo de estas cosas. Creo que hizo esa audición con tu madrina Minako. Lo malo es que últimamente no sé mucho de ella, ni la he visto. Siempre está muy liada con el trabajo. Pero sí que puedo llamar por teléfono para hablar con ella, el tío Dany y la prima Mimí.

- ¿Pero, tu tía ganó? - Inquirió Kathy con una incontenible curiosidad. -

- Bueno, no. - Admitió Idina -, creo que entonces estaba trabajando para un laboratorio o algo así y no podía aprovechar el premio, o que fue la mejor, pero no llegó a la puntuación mínima para ser elegida por muy poco. No me acuerdo bien, hace mucho que me lo contó.

- No te preocupes, no importa. Lo que necesitamos es todo tipo de ayuda. Vamos a ponernos manos a la obra. Intentaré llamar a mi madrina para ver si nos puede echar una mano. - Instó Katherine comentando de seguido para alegría del resto. - Mi hermano sabe dónde se puede alquilar algún local, cerca de su academia, allí podríamos ensayar.

- ¡Oye! Eso estaría muy bien. - Sentenció Granate con su sorna habitual para exclamar divertido. – Os ponéis en tanga, colocamos un sombrero y nos ponemos a cantar. Así los cadetes que pasen seguro que nos tirarán un montón de monedas para que podamos pagar ese sitio.

- ¡Serás idiota! – Le replicó Amatista soltándole un capón. -

-A ti podríamos ponerte con unas mallitas ajustadas, majete. – Contratacó Kerria provocando las risas de las chicas, a lo que su primo contestó imperturbable, casi a modo de desafío. –

- Pues si vosotras os ponéis tanga yo soy capaz de ponerme lo otro.

- Eso es lo que me asusta – Intervino Idina sin poder contener la risa al afirmar. – ¡Que serías capaz!

 

            Y tras otra oleada de risas del resto, esta vez con Granate incluido, se decidieron a poner manos a la obra. Tendrían tiempo para componer y ensayar canciones pues el certamen estaba previsto antes del comienzo del curso. Amatista, estando un día en casa de Kerria, se lo contó a Leval que había retornado en sus vacaciones, aunque el joven parecía ausente. Ella le invitó a pasear y éste aceptó, fueron por el jardín. El chico, no obstante, con educación y visible afecto, la animó a que se presentasen a por todas. Ella, complacida por el apoyo del muchacho, le preguntó a su vez por cómo les iban las cosas en la academia a él y a Mazoui.

 

- Empezaréis muy pronto, ¿verdad? - Le inquirió la chica con visible interés. -

- Sí, debemos presentarnos en una semana, - le respondió él. -

- ¿Y ya eres alférez? - Le preguntó Amatista que no conocía muy bien los escalafones. -

- No, el primer año eres sólo un aspirante, un cero a la izquierda- sonrió el muchacho recordando. – Todavía tengo en la memoria como nos trataban a los nuevos. ¡Tú, pringao! Paso ligero, tú pringao…tráeme algo de beber.

-¿Pringao?- Le preguntó Amatista que no sabía a qué podía referirse.-

-Es algo así como llamarte pardillo o infeliz. - Se rio el chico, explicando. - Los novatos en la academia tenemos que pasar por una especie de prueba de humildad. Los cadetes de cursos superiores nos hacen todo tipo de bromas y jugarretas. Aunque no demasiado pesadas. Nos tenemos que aguantar pensando que, el año siguiente, seremos los que las hagan a los nuevos.

-Pero eso está prohibido. - Creyó ella, recordando las normas del instituto. - No se admiten novatadas.

-No es lo mismo en la academia militar. Allí todo se basa en un código de honor y de rango. - Repuso el muchacho. - La máxima es que, antes de ser capaz de mandar, tienes que aprender a obedecer. Y tampoco son tan terribles. - Sentenció restándole importancia. -

 

            Quizás las de aullar a la luna o hacer carreras de sacos por el parque, además de tener que llevar delantal y actuar como sirvientes de sus compañeros de mayor rango, fuesen las más irritantes, pero por suerte la cosa no pasaba de ahí. Pese a todo, Amatista sonrió afirmando.

 

-Pues esos tontos no saben contra quienes se meten. Aún recuerdo lo que me contaste el año pasado sobre los miembros de ese pueblo al que dijiste que perteneces. - Los…-quiso decirlo, pero no podía hacer memoria del nombre. -

-Los saiyajin. Son también conocidos como los guerreros del espacio. - Le recordó él. -

-Sí, eso. - Convino la chica, aliviada ya. - Con esa fuerza… ahora comprendo por qué me era imposible superarte en nada. - Llegó a decir casi con retintín. -

 

            Leval sonrió casi ruborizándose un poco lo que a su interlocutora le pareció realmente encantador. En eso que el chico contestó.

 

-Sí, quizás sea algo injusto. Pero no puedo hacer nada por evitarlo. De hecho, no lo supe hasta que mi padre me lo contó, tras conocer al primo Mazoui. Al principio tampoco pude creerlo. Pero después me empezaron a encajar las piezas. En realidad, el pueblo del que desciendo se llama Saiyajin. Y mi tío Lornd es su rey.

- ¿Rey? - Se sorprendió su contertulia abriendo sus ojos violetas como platos. -

-Sí…eso hace que mi padre sea príncipe. Y que mi hermana y yo lo seamos también. Pero es algo que nunca nos ha preocupado…

-Es verdad. - Convino Amatista admitiendo a su vez. - Cuando mis padres me revelaron la verdad sobre sus orígenes reaccioné igual. Tampoco lo creí. Sin embargo, tuvimos que luchar después. Y conocimos a la hija de la propia Guerrera Luna, Chibiusa, que nos entrenó. Bueno, tu hermana Kerria e Idina la conocieron antes, siendo unas niñas, pero apenas se acordaban. En fin…es una gran responsabilidad.

-Eso mismo creo yo. - Asintió el joven para declarar.- Y pese a que me siento orgulloso de ese legado no quiero que mi herencia me marque. Mi deseo es obtener las cosas por mis propios méritos. Por ello no uso ninguno de mis poderes en la academia. Igual que hizo mi padre cuando jugaba al baloncesto.

 

            Amatista le dedicó una mirada de aprobación a la par que de amorosa admiración. Ella sabía lo noble que era ese muchacho además de lo inteligente. Por ello comentó ya más jovialmente.

 

-Y para aprobar esos exámenes tan difíciles no creo que poder convertirte en guerrero dorado te sea de mucha utilidad.

-No. - Sonrió él moviendo la cabeza. - Para eso no sirve de nada. Además, como ya te he dicho, hay que saber cumplir con los códigos de respeto a los superiores. Y las bromas que te hacen no son sino formas de ejercitar la paciencia y la humildad. Al menos ya pasé esa etapa. Menos mal, cuando apruebas el primer curso, te ascienden a cadete de segunda, luego de primera y más tarde cuando has aprobado el tercer curso ya eres alférez. Aprobando cuarto, segundo teniente y después de quinto obtienes el despacho de primer teniente.

- Seguro que Mazoui y tú aprobaréis todo con magníficos resultados. - Aseguró la muchacha con patente admiración. - Sois muy buenos estudiantes.

- Es muy duro, no te creas. - Le confesó Leval. - Las pruebas físicas son fáciles para nosotros, pero para los exámenes hay que estudiar mucho y apenas tenemos tiempo. En un solo curso tenemos doce asignaturas a cada cual peor, entre ellas que recuerde, Matemáticas avanzadas, Ingeniería, Astrofísica, Química, Navegación, Electrónica, Historia de los Vuelos Espaciales y no sé cuantas más. Se supone que debemos dominar, al menos en una forma básica, un montón de disciplinas. - Hizo una leve pausa y añadió como si lo dejase en el tintero con pretendida intención de aumentar aún más la dificultad. -  Y por si eso no bastara, más tarde especializarnos en alguna en concreto. Oí decir a uno de los profesores el primer día del curso que debemos aprender el equivalente a seis años en solamente tres. Pero merece la pena, los que logremos acabar esto estaremos mucho mejor cualificados que nadie para viajar un día al espacio.

 

            Debía ser así, Amatista podía dar fe de que no había visto apenas a ese muchacho en todo un año. El pobre Leval debería estar muy atareado estudiando sin parar, y encima unía a eso sus entrenamientos particulares. Pero con la academia militar, a él le sucedía igual que a ella con lo del grupo, sabía que debería trabajar muy duro, pero le entusiasmaba.

 

-  Siempre ha sido tu sueño. Seguro que lo conseguirás. - Declaró ella animosamente. -

- Después, cuando comencemos el curso siendo alféreces empezaremos las prácticas con aviones reales y no con simuladores, como hasta ahora. - Dijo ahora más entusiasmado- será la prueba definitiva. Mazoui comenzará el próximo año, ¡cómo le envidio!

- Tus padres estarán muy orgullosos de ti. - Conjeturó Amatista, a sabiendas de ello, y aprovechó para tomarle con aparente descuido de un brazo mientras paseaban. – Y tu hermana te adora.

- Eso me hace muy feliz. - Confirmó él. -

- Kerria presume de ti a la menor ocasión. - Sonrió la muchacha. -

- Lo mismo que yo hago con ella. Tanto que tengo que evitar traer a compañeros de la academia porque cuando la ven enseguida me empiezan a preguntar, ¿tiene novio tu hermana? ¡Menudo chasco que se iban a llevar!

 

Se rio y la propia Amatista con él, aunque la astuta muchacha no perdió ocasión de querer saber.

 

- ¿Y hay chicas atractivas en la academia, o eso es solamente cosa de hombres?

- No, también las hay. - Afirmó él admitiendo. - Muy guapas e inteligentes. Sobre todo, alguna que otra que conozco…

 

            La joven agradeció que su corazón no fuera un tambor, pues le dio tal vuelco que el redoble podría haberse oído al otro lado del mundo. Pero para su alivio el chico completó su afirmación de forma despreocupada.

 

- Pero están todas igual que el resto de nosotros, solamente cuenta estudiar y pasar las pruebas. No hay tiempo para nada más. Por lo menos, yo me he propuesto dejar de lado todo lo que no sea mi carrera hasta que la termine. Después ya veremos.

- Haces muy bien. – Convino su interlocutora aliviada. – Ante todo el deber…

 

Al menos, estaba convencida de que si ella no podía salir con Leval ninguna otra podría. De todos modos, le entristecía que ese chico fuera tan accesible y distante a la vez, pero siempre quedaba la posibilidad de esperar y tener paciencia. Por lo menos cuando podían verse y charlar le tenía todo para ella. Amatista a veces dejaba volar su imaginación, cuando paseaban así, y él se dejaba tomar del brazo podían parecer una pareja de novios para cualquiera que les observase. La chica incluso aproximaba su cabeza hacia el pecho de él que no se daba cuenta de esos sutiles acercamientos. No obstante, no mantenía esa postura mucho tiempo. En el fondo le parecía como si le estuviera engañando y ella tenía su dignidad. No quería aprovecharse de ese modo. ¡Ojalá que un día si pudiera hacerlo porque fueran novios de veras! Pensaba en ello y era curioso, a medida que iba haciéndose mayor comenzaba a ser más femenina en ese tipo de cosas. Actuaciones que antes le hubieran parecido ridículas y propias de mojigatas o que jamás le habían pasado por la cabeza el realizar, empezaban ahora a serle más naturales. Como el desear sentirse protegida y rodeada por los brazos de aquel apuesto muchacho. Lo que le hacía ruborizarse sin que pudiese evitarlo. En esas disquisiciones estaba cuando él le preguntó con jovialidad, sacándola de sus reflexiones.

 

- ¿Y cómo vas tú con los chicos? Tendrás un montón de pretendientes.

 

            Ella trató de entrever algún otro tipo de interés, sobre todo por la última parte de la frase. Pero más bien le sonaba a la pregunta que Leval podría haberle hecho a su propia hermana (si es que a Kerria le hubieran gustado los hombres, cosa que, dicha sea de paso, desde que frecuentaba la amistad con Brian no parecía ya tan descabellada), pero, en fin. Amatista compuso una desenfadada sonrisa y replicó con cautela.

 

- Me pasa igual que a ti. Quiero acabar el instituto y centrarme en el proyecto del grupo. Y para remate con las justicieras no tengo tiempo para más.

- Haces bien. - Aprobó Leval que entonces consultó su reloj comentando. – Vaya, se hace tarde, tengo que empezar a estudiar.

- No quiero entretenerte. - Dijo la muchacha con apuro. -

- No te preocupes por eso. - Sonrió amablemente él que añadió. - Anda, volvamos.

 

            Y ambos regresaron hacia la casa de Leval. Una vez allí, Amatista se despidió del resto de la familia Malden y volvió a la suya. Asimismo, tenía cosas que hacer. Mazoui también estaba ilusionado con el inicio del nuevo curso, de aprobarlo sería alférez. Pero ni él ni Leval habían olvidado su entrenamiento y durante los últimos meses Roy les había enseñado la técnica de la Translación Instantánea. Después de eso, decidió que ya estaban lo suficientemente preparados como para entrenar los dos solos. El muchacho estaba contento porque ya había alcanzado un importante grado en sus estudios y estaba a punto de hacer realidad uno de los sueños de su infancia. Volaría con aviones reales. Y para rematar la felicidad, no había vuelto a experimentar ningún tipo de ataque a causa de su naturaleza desde hacía más de un año. Estaba de lo más optimista, aunque por su carácter reservado no lo exteriorizase tanto como debiera. Y antes de comenzar el nuevo curso. Karaberasu y su marido - el padre adoptivo del joven - le preguntaron por sus planes de futuro.

 

- Mazoui - Le dijo Mathew con total seguridad -, pronto te graduarás como alférez. ¿Querrás incorporarte al servicio entonces o preferirás esperar a ser teniente?

- Podría hacerlo, pero me gustaría acabar los cinco años. - Repuso él. - Eso, si no me sale ningún destino interesante.

- Hijo mío, ¡estoy tan orgullosa de ti! – Le alabó dijo Karaberasu entusiasmada, exclamando con voz melosa. - ¡Estás tan guapo cuando vas de uniforme!

- Mamá, por favor - Le susurró Mazoui poniéndose colorado. Una de las raras veces que le sucedía, porque su madre intentaba ponerle bien las solapas del traje de diario al que le estaba haciendo algunos arreglos. - ¡Qué ya soy mayorcito!

- Podrás pilotar aviones como nadie, pero nunca te pones bien las solapas. - Aseveró su madre con aparente severidad. -

 

            Y el chico suspiraba resignado en tanto que Mathew no podía evitar reírse. Aquello le hizo casi tanta gracia como las caras de sus cuñados cuando le conocieron. Aunque después, sabiendo el motivo, eso dejó de divertirle. Lo recordaba bien. A la vuelta de Irlanda en el verano pasado, acudió a presentarse en persona. Había tenido algunos problemas en su tierra natal, lo de siempre, los choques entre su madre y su hermana Alannah. Por eso quiso relajarse y acudir a Nueva York para conocer en persona a esos nuevos parientes. Cuando llegó al aeropuerto, su esposa le aguardaba allí y Kalie le comentó, con algo de apuro.

 

-Bueno Mathew, ya sabes lo que te he dicho. Pudiera ser que te mirasen de forma algo rara…

- ¿Es que tienen algo en contra de los pelirrojos? ¿o es solo contra los irlandeses? - Bromeó él. -

-No, no es eso. - Musitó ella, para añadir de un modo bastante ambiguo. - Puede que les recuerdes a alguien, nada más.

 

            Y él se encogió de hombros. Llegaron al fin a casa de los Malden. Su hija estaba fuera con el resto de las chicas. Cuando su mujer llamó a la puerta enrejada que custodiaba la entrada a esa propiedad todo fue bien. La voz de su hermana Bertie sonó alegre. Después entraron trasponiendo esa verja y cruzaron la parcela del jardín.

 

-Bonito sitio, quizás le falte un poco de agua. - Valoró él. –

 

            Lo que no esperaba Mathew fue ver el rostro perplejo de su recién conocida cuñada cuando ella en persona les abrió la puerta de ese chalé. 

 

-Ya estamos aquí. - Anunció una tensa Karaberasu, sonriendo de forma algo forzada. -

- ¡Oh!, pasad, por favor.

-Encantado de conocerte, cuñada. - Sonrió él ofreciéndole la mano. -

 

            Esa mujer se la estrechó con educación, aunque de manera mecánica y daba la impresión de no poder apartar la vista de él.

 

-Roy vendrá enseguida, ha ido a llamar a Diamante y a Esmeralda. - Les comentó la anfitriona, quien, sonriendo con cara de circunstancias, les ofreció. ¿Qué queréis tomar?

- ¡Oh!, nada, muchas gracias. - Declinó él.-

 

Entraron y la tal Beruche les invitó a sentarse en el sofá del salón. Al poco, su esposo llegó.

 

-Ya estamos aquí.

 

 Se anunció la jovial voz de un tipo que era alto y fornido. Junto a él. Otro de cabellos blancos y perilla tirando más a gris, y una hermosa mujer de melena diríase que rubia con reminiscencias algo verdosas les saludaron. No obstante, fue verle a él y quedarse boquiabiertos. Mathew juraría que aquella mujer recién llegada incluso se apartó bruscamente. Como nadie parecía atreverse a romper el hielo con ningún comentario, fue él mismo quien preguntó con su típico humor irlandés.

 

- No tendréis fantasmas en esta casa, ¿verdad? En Irlanda es algo bastante común. Desde luego parece que hubieseis visto alguno.

-Lo siento. - Se disculpó el esposo de Beruche, que se dio a conocer como Roy. – Debemos de parecerte una panda de cretinos.

-Es que nos recuerdas mucho a alguien. - Intervino el otro hombre, quien dijo llamarse Diamante con tono igualmente apurado. –

-Y no debíais de apreciarle mucho. ¿Me equivoco? - Inquirió, dirigiendo su mirada sobre todo hacia esa mujer que se mantenía prudentemente apartada. -

-No precisamente. – Suspiró esta, quien se presentó como Esmeralda y que finalmente esbozó una amable sonrisa y se aproximó ofreciéndole la mano para admitir. - Pero eso no es culpa tuya, te ruego que nos disculpes.

 

            Al fin, superado aquello, todos tomaron asiento y departieron afablemente. Aquellas eran buenas personas, pensó enseguida él. Y al rato hicieron acto de presencia más miembros de la familia. Su propia hija incluida. Había llegado unos días antes que él para verse con sus recién estrenadas primas. Fue precisamente Kathy la que corrió a abrazarle cuando entraron al salón.

 

- ¡Papá! - Exclamó la muchacha, realmente feliz de verle. -

-Hola cariño. ¿Qué tal todo?

-Estupendamente, mira, te voy a presentar a tus sobrinas. - Afirmó entusiásticamente ella. -

 

            Aunque la mirada de esas tres muchachas que estaban allí plantadas y observándole, también era similar a las de sus padres. Una de ellas, bastante alta, de cabellos rubios le cuchicheó algo a otra de pelo moreno que asintió. La restante, de pelo castaño claro, sonreía con expresión de circunstancias. Empero, todas le ofrecieron la mano saludando con mucha educación.

 

-Mi hija me ha hablado maravillas de vosotras. - Las saludó él a su vez. –

 

            Se presentaron respectivamente, la morena como Idina, la rubia como Amatista y de los cabellos castaños claros como Kerria.

 

-Encantadas de conocerle. - Pudo musitar Idina. -

 

            Aunque fue la propia Katherine quien se decidió a desvelar ese enojoso misterio. Quiso hacerlo de manera que no comprometiera las identidades de sus amigas.

 

-No lo tomes a mal, papá. Es que hemos tenido problemas con alguien que se te parecía mucho…

-Sí, eso me han dicho. ¿Se puede saber quién era, Jack el destripador? - Inquirió Mathew que ya estaba comenzando a cansarse de eso.

-No cariño, tiene que ver con mi pasado. – Intervino Karaberasu. - Bueno, con el mío y el de todos nosotros. Recuerda lo que hace años te conté.

 

            Él comenzó a hacer memoria y asintió. De este modo todos tomaron asiento y entre su esposa y el resto de los allí presentes le pusieron al corriente de todo cuanto había sucedido.

 

-Así que ese tal Rubeus se me parecía. – Comentó mesándose la barbilla en tanto creyó recordar. - Cuando tú y yo nos conocimos, esa vez que Mazoui estaba enfermo y fui a visitarle, creo que me llamaste así. Entonces no comprendí a lo que te estaba refiriendo. - Le dijo a su esposa. -

-Así fue. - Admitió Kalie, dando un suspiro de alivio ahora al poder aclararlo todo al fin. - Tu color de pelo es más cobrizo, como el de nuestra hija, pero tus rasgos son tan similares que por un momento creí verle a él. No te enfades con nosotros, por favor. Ese hombre nos hizo pasar por mucho.

-Lo comprendo, y no estoy enfadado. Solamente que…bueno. Hubiera preferido parecerme más a un cantante famoso o algo así.

 

            Eso hizo que brotase una sonrisa en el rostro de los allí presentes. Por fortuna dejaron de darle importancia a aquello y Mathew vio que sus nuevos familiares eran muy buena gente. Tanto que le confiaron aquel secreto sobre sus identidades que él, por supuesto, se comprometió a guardar, no en vano su propia hija estaba incluida en el mismo.

 

-Únicamente espero que Kathy no se meta en líos. Por lo menos, no más de lo que suele hacer. - Pensaba ahora, tras recordar aquello. -

 

Y así fueron pasando los días y comenzó un nuevo curso. Al poco Beruche y Roy recibieron una llamada de Diamante que se había ido a una isla del Pacífico a terminar un proyecto para la Masters Corporation. Su hermano Zafiro estaba con él. Allí se habían reunido con Ian Masters, el excéntrico millonario, dueño de la compañía y con su amigo el doctor en Biofísica Suoichi Tomoe y la mujer y asistente de éste, Kaori, quien junto a Daniel (el hermano menor de Tom) y su esposa Mimette, también estaban con ellos en ese proyecto. Diamante les informaba que faltaban aun por lo menos dos años para terminarlo, pero que iba a ser algo en verdad, grande. Después les preguntó con notable interés por Leval y Mazoui. Cuando Roy le contó que habían aprobado de forma brillante su amigo mostró una gran satisfacción, pero no dijo nada más…A todo eso, en Japón, las antiguas guerreras se reunían en una de esas raras ocasiones en las que podían hacerlo, tras cuadrar sus agendas. Pero esta vez era por motivos lúdicos. Hacía mucho que no iban por el Crown. Sus amigos, Motoki y Unazuki, hacía bastante ya que no estaban trabajando allí. Los dos habían terminado los estudios años atrás. Él se marchó junto a Reika, su novia de toda la vida, y se casaron. Ahora vivían en Europa. Unazuki por su parte contrajo nupcias con un apuesto joven y vivía en Osaka. Así, sentadas, las chicas rememoraban algo de esos viejos tiempos.

 

-Les echo mucho de menos. - Declaró Usagi removiendo su refresco con una pajita. -

-Sí. Pero es la vida, todo cambia. - Afirmó Ami. -

-Menos nosotras. - Comentó Rei. -

-Bueno, algo sí hemos cambiado. - La corrigió Makoto. -

-En algunas cosas desde luego. - Convino Minako. -

-Pero cuando podemos reunirnos es como si retornasen nuestros años jóvenes. - Remachó Ami. -

-Aunque nuestra naturaleza ayuda. Nosotras seguimos pareciendo veinteañeras. - Afirmó una complacida Minako. -

-Bueno. ¿Qué noticias tenéis de nuestros amigos? - Se interesó Usagi tratando de variar el tema de la conversación. - ¿Habéis hablado con ellos?

- ¿Acaso hay algo que tú ya no sepas? - La inquirió Rei, aunque esta vez sin la malicia habitual que empleaba antaño cuando quería pinchar a su amiga, sino más bien se trataba de genuino interés e incluso algo de temor. - ¿Alguna situación por la que debamos preocuparnos, quizás?

-No. - Admitió ella que les desveló. - A veces, en ocasiones puntuales, recibo información en sueños. Pero últimamente no he visto nada. Al menos por ahora, no hay razón para asustarse. De hecho, estoy tan ajena a sus vidas como vosotras.

 

            Las otras suspiraron aliviadas. Cada vez que su compañera y soberana tenía esa clase de visiones no solían significar nada bueno. Fue Minako entonces la que les comentó.

 

-Hace poco me llamó mi ahijada Kathy. Me contó que ella y sus primas quieren montar un grupo de música con la hija de Esmeralda y el hijo pequeño de Petz. Me ha pedido que les dé algunos consejos.

- ¿Y qué tal los ves? ¿Tienen talento? - Quiso saber Ami. -

-Sí, por supuesto. He escuchado cantar a Katherine y lo hace muy bien. - Replicó con satisfacción la interpelada. -

-Mi ahijada también es toda una artista. - Terció Rei con patente orgullo. -

-Pues el mío sabe tocar la batería y algún que otro instrumento. Pero, me contó algo más interesante todavía. - Intervino Makoto. -

- ¿Era ese chisme que sembraste? - Inquirió Minako con interés, ante la atenta y desconcertada mirada del resto. -

-Ese mismo, y ahora ya lo puedo desvelar un poco. - Sonrió su interlocutora. –

- ¿Cómo que un poco? - Intervino una curiosa Usagi, alegando. - O se desvela del todo o no se desvela. -

-Mira quien fue a hablar. - Se sonrió Makoto. -

 

            Ante eso su amiga no tuvo más remedio que callarse. Era cierto. En muchas ocasiones también daba a sus compañeras información con cuenta gotas. Al fin fue Rei quien le pidió.

 

-Bueno, sea como sea, cuéntanos lo que puedas, Mako-chan…

 

            Esta asintió. Recordó cuando el joven se pasó a verla por una de sus cafeterías. En esos años el negocio había prosperado tanto que tenía una cadena de Flowers & Flawours repartida por todo Japón. Incluso pensaba seriamente en dar el salto a Estados Unidos y a Europa. La clave del éxito es que toda la repostería se hacía siempre con productos naturales y recientes. Y las flores de vivero, cultivadas del mismo modo natural, eran un complemento ideal. Ella había entrenado a sus ayudantes y empleados para hacer las cosas de ese modo. Pero a pesar de que tenía ya bastante personal capacitado, Makoto seguía al frente de su negocio trabajando con denuedo. Por ello, una tarde que estaba atendiendo en persona, se alegró ver llegar a su ahijado Granate. El chico había crecido mucho, aquel chiquillo que siempre se abrazaba a sus rodillas escapando de las consecuencias de alguna travesura, era ahora todo un hombre casi dos cabezas más alto que ella. Realmente se había convertido en un apuesto joven que estaba a punto de terminar en el instituto. De modo que, en cuanto despachó a los clientes, le saludó encantada.

 

-Hola pillastre. ¿Cómo tú por aquí?

- ¡Hola Makoina! - sonrió el chico dándole un cariñoso beso en la mejilla. -

- ¿No habrás hecho ya alguna de las tuyas? - se sonrió ella a su vez con fingida reprobación. - Espero no tener que esconderte de tu madre otra vez…

-No, esta vez no. Solamente venía a saludarte. Y de paso a tomarme alguno de tus ricos pasteles, ¡ja, ja! - Rio el muchacho llevándose una mano al cogote para admitir. - En eso no he cambiado, y creo que nunca lo haré…

-Claro, pasa conmigo a la trastienda, lo tomaremos en mi despacho. Me alegra que hayas venido. Hacía mucho que no te veía. - Afirmó ella con visible contento. -

 

            El joven asintió con entusiasmo. Makoto le sirvió una porción de tarta de chocolate con nueces que él adoraba. Tras merendar acompañados de un café, él, y de un té de rosas, ella, el chico se puso algo más serio y su madrina lo notó.

 

- ¿Qué te pasa, Granate? ¿Tienes algún problema? - Inquirió, aunque ahora con genuina preocupación. - ¿No te habrás metido en otro lío?

-No, no es eso. – La despreocupó él, agregando. - Verás. En cierto modo es un lío, pero no es nada malo. La verdad es que he estado dándole muchas vueltas a lo que quiero hacer cuando termine el instituto. Y tras ver a mi hermano y a los primos me he decidido. Todos ellos se han decantado hacia sus sueños. Cory quiere ser ingeniero como papá. Mazoui y Leval militares. Y yo deseo también hacer lo que más me gusta. Pero no sé si mis padres lo aprobarán.

-Bueno. ¿Y de qué se trata? - Inquirió su interlocutora. -

- ¿Sabes que las primas y yo vamos a formar un grupo musical? - Le comentó el chico. -

- ¿Quieres ser cantante? - Se sorprendió su madrina, pensando desde luego en la cara que iría a poner Petz, ante la penúltima de su alocado hijo. - ¿Es eso?

-Bueno. - Repuso el muchacho sonriendo para restarle importancia. - Me gusta cómo pasatiempo, pero mis metas van algo más allá. Verás, en realidad lo que yo quisiera…

 

            Ahí, Makoto interrumpió el relato, sus amigas la interrogaron con la mirada, pero ella sonrió sentenciando.

 

-Lo siento chicas, él me pidió que, por ahora, no se lo contara a nadie.

- ¡Venga ya!, Mako-chan, a nosotras nos lo puedes decir. - Insistió Usagi con enorme curiosidad. -

-Sí, eso…ya te lo dije hace tiempo. Si siembras el chisme, ¡cuéntalo! - Le recordó Minako. - No nos dejes en ascuas.

-No, no- se sonrió ésta moviendo un dedo. - Me pidió que a nadie en absoluto. Y se lo prometí. Pero no os preocupéis amigas mías, ya os enteraréis…

-Bueno. Solamente espero que, sea lo que sea, sus padres estén conformes. - Afirmó Ami para suspirar. - ¡Ojalá que ese muchacho no quiera dejar los estudios!

-Sí, no hay nada más importante a su edad que estudiar. -Convino Usagi. -

 

            Aunque se detuvo casi al terminar la frase cuando advirtió que sus amigas la observaban atónitas. Entonces fue ella quien quiso saber.

 

- ¿Qué pasa? ¿Se puede saber que he dicho para que me miréis así?

-No, nada chica, que cualquiera hubiera imaginado que precisamente tú dirías eso. Lo esperaríamos de Ami, pero de ti. - Repuso una realmente sorprendida Rei. -

-Pues, para que lo sepas, hace ya bastante tiempo que me tomo los estudios muy en serio, listilla. - Replicó Usagi con un tono entre ligeramente molesto y reivindicativo al añadir. - Saco hasta sobresalientes.

-No, no, si ya lo sabemos. - Se apresuró a intervenir Minako. -

-Sí, lo cierto es que has cambiado mucho. - Afirmó Makoto. -

-Bueno… comprendo que en el pasado tuvierais razón. - Admitió Usagi, ya más en serio, añadiendo. - Pero desde hace bastante que las cosas han cambiado. Muchas veces tengo la impresión de que dos personas distintas conviven dentro de mí. Ya lo sabéis. Por un lado, en esta vida soy Usagi Tsukino y he ido madurando conforme a la edad terrestre. Pero por otro lado soy la reina Serenity. A veces es tan complicado que hasta a mí me cuesta diferenciarme. Y cada vez que pasa el tiempo voy convirtiéndome más en soberana y dejando de ser la muchacha que fui cuando me reencarné aquí. Lo entendéis, ¿verdad?

 

            Las demás asintieron con gesto pensativo. En efecto su amiga parecía ir cambiando de modo inexorable. Sobre todo, desde hacía unos años, cuando alcanzó oficialmente la mayoría de edad. A partir de ese momento fue como si el aura de sabiduría y templanza de la soberana de Cristal Tokio la hubiera envuelto. Pese a lo cual a veces sí que se permitía hacer que la vieja Usagi aflorase. Desgraciadamente esto sucedía cada vez con menor frecuencia.

 

- ¿Y cuánto tiempo te queda? - Le preguntó Minako, ya con tono más preocupado, haciendo juego con las miradas del resto.- ¿Cuántas veces podremos reunirnos así, como amigas, y no en la Corte, como tus servidoras?

 

            Las demás observaron ahora con interés e inquietud a la interpelada. Ésta suspiró encogiéndose de hombros y solamente pudo replicar con voz queda.

 

-No lo sé con exactitud, puede que unos pocos años más. Entonces tendré que despertar definitivamente como reina. Eso es lo que me han mostrado en algunas visiones. Pero no os preocupéis, chicas. No sois, ni nunca seréis mis servidoras, - Aseveró para matizar. - No en ese sentido. Sois mis princesas, mis guardianas y, sobre todo, jamás dejaréis de ser mis amigas. Por eso me encanta cuando puedo ser yo misma, Usagi Tsukino, la cabeza de chorlito, y compartir alguna riña amistosa con Rei-chan o contigo, Mina-chan. - Remachó no sin cierta tristeza teñida de nostalgia. -

-Pues si es por eso no te preocupes. - Le sonrió la sacerdotisa, ahora con tono jovial, en un intento de animar otra vez aquello, en tanto aseguraba. - Te prometo que, si quieres broncas, te las daré encantada.

- ¡Sí! - se rio Makoto, tratando también de desdramatizar. - ¡En eso seguro que nuestra querida Rei cumple a la perfección con su cometido!

 

            Todas se rieron a su vez y dejando a un lado ese tema pasaron a charlar de cosas más triviales…finalmente se despidieron deseando quedar otro día para seguir reviviendo los viejos tiempos. Si es que los apretados horarios y las cuantiosas obligaciones de cada una se lo permitían. En los Estados Unidos entre tanto había pasado ya un mes desde que las chicas comenzasen a ensayar unas canciones dedicadas a sus madres y a sus amigas guerreras. Estas últimas aportadas por Idina que recordaba con cariño sus estancias estivales en el santuario Hikawa, donde su madrina y gran amiga de su madre era la sacerdotisa. Además, componía en su tiempo libre. Ella fue la primera en estimularla a cantar y la niña interpretó entonces algunas de esas mismas canciones. Kathy aportó alguna que su madrina le cedió de sus comienzos como ídolo o hasta temas típicos del folclore irlandés que su tía Alannah la enseñara. Junto a esas, otras más variadas, que la propia Amatista retocó de las que aun recordaba de su época de París, conformaron una buena maqueta. A parte de las canciones, también ponían a punto las coreografías, de eso se encargaba Idina merced a sus estudios de balé. Amatista, gracias al karate también era muy ágil, y las otras dos no se quedaban atrás, merced a sus entrenamientos como justicieras. Katherine trabajaba la parcela de la imagen del grupo y aportaba ideas para vestuario y presentación en escena, así como la publicidad para su lanzamiento. Y por su parte, Kerria, se ocupaba del material y de proporcionar ideas para nuevas canciones, tenía realmente muchas y buenas sugerencias, sobre todo reivindicativas. Granate reunió instrumentos y se preocupó de moverse en el mundillo de la música para que comenzasen a ser algo conocidos. Como además era algo manitas, solucionó más de un problema con el equipo. De este modo las cosas funcionaban a las mil maravillas. Todos parecían complementarse a la perfección. Pero, eso sí, había un detalle en el que las chicas se mostraban inflexibles y poco menos que crueles unas con las otras, era el relacionado con la dieta. De común acuerdo entre todas, habían decidido mantener la línea a toda costa dado que deseaban tener una imagen perfecta para promocionarse. Un día, Amatista fue víctima de las prohibiciones de sus compañeras, que, pese a sus protestas, impidieron que repitiese una ración de espaguetis boloñesa y claro, de mousses con chocolate para postre, nada. Pese a que se le saltaban las lágrimas al verlo en el plato y contemplar esa copa de esponjoso chocolate con corteza de limón. Pero la francesa tardó apenas un día en vengarse con Kathy que se había comprado un monumental helado de vainilla con almendras en un descuido de las otras. Arrebatándole el cucurucho y haciendo oídos sordos a las súplicas de ella.

 

- Si es sólo un heladito, - le insistía Katherine con voz melosa al verse descubierta. -

- De eso nada, esto es un iceberg del polo norte. - Repuso Amatista con una pérfida sonrisa, para sentenciar, no sin satisfacción -, aquí no están permitidos tales excesos.

- Sólo un mordisquito - pedía Kathy con voz suplicante. - Tiene almendritas crujientes.

- Lo sentimos, pero todas estamos juntas en esto - Añadió Kerria con cierto fingido pesar. -

 

Aunque la muchacha tampoco ocultaba demasiado su regocijo recordando cómo sus amigas le pidieron a Brian que debía impedirla que comiera palomitas cada vez que iban los dos al cine. Claro que ella únicamente tenía que ponerle ojitos y él suspiraba vencido, pidiéndole que no volviera a hacerlo más y acercándole un enorme cubo lleno de ellas.

 

- Sí, es terrible, pero es así. - Dijo Idina uniéndose a ellas con sincera lástima por su prima. -

 

            Los ojos de Kathy hacían chiribitas y casi se humedecían con la visión de ese enorme helado condenado a caer en la papelera. A todas les daba pena tirarlo, pero habían de mantenerse firmes y soportar la tentación. En eso pasó un niño de poco más de diez años y Amatista se lo ofreció, el muchacho aceptó encantado.

 

- ¿De verdad me lo das? - Le preguntó el entusiasmado crío a lo que Amatista, Idina y Kerria asintieron, por contra Kathy negaba con la cabeza. Amatista se dio cuenta y le sujetó de la barbilla haciéndola asentir. - ¡Qué bueno está! - se relamía el chico comiéndoselo con ganas. -

 

            A todas se les hacía la boca agua y sobre todo a Katherine que le pedía.

 

- Sólo un cachito. - Suplicaba en tanto se acercaba al muchacho que la miraba atónito, parecía una posesa. Tuvieron que llevársela a rastras entre todas. – ¡Es mío…mi tesoro!…

- ¡Anda ya!, que pareces Gollum. - Se sonreía Kerria recordando una de las últimas películas que había visto con Brian. -

- Venga Kathy, ¡todo sea por las curvas! - La instaba más animosamente Idina. -

- No, no es justo, ¡yo quiero mi helado!,- protestaba lloriqueando como si de una cría de cinco años se tratase. -

 

            Idina y Kerria también sufrieron situaciones parecidas, fuera la tarta de cerezas para una y de galletas de jengibre y palomitas dulces nada, para la otra, al menos cuando la cosa no dependía de Brian, claro. Pero todas convinieron en que de seguro valdría la pena. Granate se reía de los infortunios de sus primas, por fortuna para él estaba libre de aquello, o eso creía, hasta que todas a una le pidieron que fuera solidario y para su desesperación le redujeron la ración de dulces y otras viandas a la mitad.

 

-Pero si yo no me comprometí a nada de eso. - Protestaba infructuosamente el chico. -

-Eso no importa, eres parte del grupo y como una “justice” más, te toca hacer lo mismo que el resto. - Sentenció Amatista con el cómplice asentimiento de sus compañeras. -

-Eso, Granate, tienes que ser solidario. - Añadió Idina. -

-Si de eso se trata, yo puedo comerme todos los dulces que vosotras debáis rechazar. - Sonrió él. -

- De eso nada. - Declaró Kerria sentenciando jocosa. -Aquí el sufrimiento tiene que ser compartido.

-Exactamente – Convino Katherine, remachando. - Debes empatizar con lo duro que es esto.

 

Y el joven se dio cuenta de que no le valdría de nada protestar. De modo que, a hacer dieta tocaba. Por lo menos cuando estaba junto a sus primas, claro. Por fin, a tan sólo quince días para el concurso, se presentaron a las pruebas de preselección y las pasaron. Todo ello a pesar de que Granate había faltado a algunos ensayos. Lo cierto es que, desde el comienzo del grupo, alegaba que él tenía menos necesidad de hacerlos. Dominaba bien sus parcelas, no obstante, a todas les hubiera gustado que acudiera con más regularidad, pero conociendo el carácter travieso y algo tarambana del chico lo dejaron pasar. Fue la única nota que llegó a oscurecer, aunque solo ligeramente, la armonía. Lo principal era que las chicas se compenetraban a la perfección y que, a pesar de todo, su primo cumplía bien con su tarea dentro de la banda. De este modo habían logrado quedar entre los ocho mejores finalistas.

 

- ¡Ya hemos conseguido llegar a la final! - Saltó Amatista eufórica para afirmar. - ¡Seguro que ganaremos!

- Ahora es cuando hemos de poner lo mejor de nosotros mismos para ganar. - Arengó Idina. -

-Tranquilas- las calmó Granate que parecía realmente confiado. - Ya veréis que nuevos redobles he estado ensayando en mi casa, ¡ganaremos seguro! La acústica no fallará. Podéis preguntar a los vecinos, ja, ja…

- Más te vale. - Le reprochó jovialmente Amatista al recordarle. - Apenas te hemos visto el pelo en los últimos ensayos. -

 

            El chico encajó la pulla sin molestarse, simplemente se encogió de hombros, admitiendo su culpabilidad, pero él tenía sus propias razones, las que le desvelase a su madrina, aunque no era momento todavía de comentarlas.

 

- A mí lo que más miedo me da. - Intervino Kathy con un suspiro nervioso, algo que parecía paradójico para alguien que anhelaba llegar a ser famosa, sobre todo al oírla añadir. - Es enfrentarme con todo ese público, seguro que habrá mucha gente viéndonos.

-Pero si tú has cantado en pubs para el público. - Le recordó Idina. -

-No es lo mismo. Eso era entre amigos y vecinos… y no eran tantos. Yo era más pequeña y ahora, ante un auditorio lleno, no sé… tengo miedo a no estar a la altura. - Suspiró la muchacha. -

- Sin contar la televisión, ¡no os van a quitar foco de encima con lo buenas que estáis! - Añadió jocosamente Granate. -

- ¡No seas tan bocazas! - Le recriminó Kerria mirando concernida a la apurada Katherine. -

 

Y tras darle un sonoro capón a su primo en la corinilla y ver como éste tras soltar un sentido ay, se lo frotaba, la hija de Bertie y Roy añadió

 

- Mira, tú no te preocupes Kat, sólo canta y ya está. Céntrate solamente en tus padres y tu hermano. Como si no hubiese nadie más. A mí me funciona.

- Eso me dice mi madre. - Admitió ella contando a las demás. - Me ha dicho que debemos ser nosotras mismas.

-Eso es. Y no vas a estar sola. Estaremos a tu lado. Somos buenas intérpretes y bailamos bien. - Afirmó Idina. - No tenemos por qué tener miedo…

- Tenemos muchos puntos a nuestro favor. - Aseveró por su parte Amatista, rematando llena de confianza. – Seguro que arrasaremos.

- Sí, pero te comprendo, Kathy. Tampoco yo puedo evitar sentirme algo nerviosa. Sobre todo, espero que no quedemos en mal lugar delante de nuestras familias. - Suspiró Kerria que también acusaba la presión y la responsabilidad. -

-No te preocupes, primita. ¡Sólo tenemos que clonar a Brian y llenar el aforo con las copias! ¡Con que salgas y les saludes seguro que nos aplauden a rabiar! - Rio Granate que esta vez, tuvo los reflejos suficientes como para esquivar a la aludida y se permitió añadir todavía con más jocosidad. - ¡Eh troncas!, cuando seamos célebres dejadme hacer fotos vuestras en bikini y me forraré vendiéndolas a cuantos obsesos pueda encontrar. Bueno, mejor dicho, dejadme hacéroslas ya. ¡Seáis o no famosas me las iban a quitar de las manos!

 

            Nadie le salvó esta vez de la lluvia de capones que le cayó encima por parte de todas. Ese tipo de situaciones eran bastante frecuentes porque a Granate le encantaba pincharlas. Aunque las chicas siempre pretendían molestarse pareciendo más enfadadas de lo que podrían llegar a estar. Pero en realidad el chico se hacía querer y le agradecían la forma que tenía de distender cualquier ambiente cargado o tenso y eso ahora les hacía bastante falta…

 

- ¡Al menos te tenemos a ti como bufón! - Aseveró Amatista sin dejar de reír. - Por si falla lo demás.

-Sí, anda…y para que no falle será mejor que ensayemos un poco. - Comentó Idina del mismo modo. -

 

            Y el resto convino en ello. Así pasaron los días y al fin llegó el gran momento. Tras los últimos ensayos todo estaba dispuesto. Al concurso acudieron todos los familiares de los chicos. Incluso Leval y Mazoui pidieron un permiso para estar allí. Para su sorpresa se lo concedieron, no era un motivo muy importante, pero ambos estaban muy bien considerados. Además, había otra razón que conocerían más tarde. Diamante ya había vuelto y estaba junto a su mujer. Su hermano Zafiro había ido con Petz e incluso el doctor Tomoe acudió acompañado de su esposa, la pelirroja y bastante atractiva Kaori. Ésta, además de ser la ayudante de su esposo en su trabajo, fue modelo ocasional por una pequeña temporada en Japón y era una gran amiga de Esmeralda.

 

- Espero que consigan el primer premio, - deseó ésta última, que también añadió con más seriedad - y que eso no les perjudique en los estudios.

- A mí, Granate me ha prometido estudiar en firme y terminar el instituto. Luego dice que quiere dedicarse a algo que le gusta desde pequeño, espero que no sea a dar golpes de tambor. - Respondió Petz que no las tenía todas consigo en eso. –

-Nuestra hija Keiko también adora cantar y lo hace muy bien. No obstante, va perfectamente en sus estudios, no temas por eso. - La tranquilizó Kaori. -

- Así es, confía en nuestro hijo, Petz. - Intervino Zafiro. - Seguro que será algo que valdrá la pena y lo logrará. - Añadió volviéndose hacia su hermano y diciéndole en voz baja. - ¿Seguro que vendrá?

-Creo que sí. - Asintió Diamante también con susurros. - Al menos eso me prometió. Además, tenía que decirnos algo importante. ¿A ti también te lo dijo, Suoichi? - Inquirió al doctor. -

 

Era éste un hombre alto y delgado de pelo blanco como el de su interlocutor. Llevaba unas gafas redondas de plateada montura bajo las cuales observaba distraídamente al escenario con sus inteligentes ojos violetas. Desde luego, podría pasar por hermano del propio Diamante con mucha más facilidad que Zafiro, aunque no tuviera parentesco ninguno con él.

 

- Sí, podéis confiar en que vendrá. - Confirmó entonces con su voz serena habitual. -

- A todo esto, dino Suoichi. ¿Qué tal está tu hija Hotaru? - Se interesó Diamante ahora en voz más alta. -

- Es la única de las sailors que sigue luchando regularmente por la justicia -. Sonrió Tomoe - pero además ya se ha licenciado en la rama biosanitaria. Además de poder ejercer como enfermera se dedica a estudiar todo tipo de posibles enfermedades contagiosas. Estoy seguro de que nos ayudará mucho en el proyecto. Masters la ha contratado y estará en la rama biosanitaria, trabajando cerca de mí y de Kaori.

- Estarás muy orgulloso, - le dijo Zafiro a lo que Souichi asintió. -

- Igual que lo estoy de mi otra hija Keiko. - Añadió Tomoe -, tiene la edad de los vuestros. - Indicó en alusión a los chicos del grupo musical, para remachar con el mismo orgullo que antes. - Ha terminado este año el instituto y también está muy atraída por la ciencia. Aunque en este caso más hacia la parte de la robótica.

- Sí, también es muy aplicada. No está muy segura en qué rama desea cursar estudios. Daniel y Mimette la han estado aconsejando un poco sobre ese particular. Junto con la hija de ellos, Mimí. - Añadió Kaori con una sonrisa. -

 

            Roy con su familia y los Rodney llegaron también, junto a ellos venían el hermano de Tom y su mujer, a los que Kaori acababa de citar. Daniel, de apariencia muy similar a la de su hermano mayor, era algo más alto y delgado y con menos canas. Mimette, era una mujer de corto pelo ondulado color oro viejo y ojos a tono. Bastante alocada aun para su edad. A decir verdad, le encantaba asistir a ese concierto, pues, tal y como rememoró su sobrina Idina, aquello le traía recuerdos de su juventud. Los que sorprendieron por su presencia fueron el hermano de Roy y su mujer. Lornd, que así se llamaba el rey de los saiyajin, vino como siempre de incógnito, llevando ropas terrestres. Era alguien digno de verse pese a todo, algo más alto y corpulento que su hermano menor, piel más curtida y bronceada y con el pelo largo y castaño, recogido en una coleta. Su esposa Setsuna, la antes Guerrera Plutón, vestía uno de los diseños de Esmeralda. Era también muy aficionada a la moda y a diseñar ella misma ropa. Alta y esbelta, pese a sus tres hijos, y con una belleza llena de clase, piel casi tan morena como la de su esposo y una especie de misteriosa inteligencia, mezclada con intuición, flotando en sus ojos bermellón. Saludó encantada a la mujer de Diamante con la que, siempre que podía en sus escasas visitas a la Tierra, departía sobre moda. Ella y su marido saludaron asimismo al resto del grupo y todos intercambiaron las peripecias que habían tenido en los últimos años, recordando también aventuras pasadas. También aprovechó ese viaje para conversar con sus antiguas compañeras sailors en Japón. Recordaba una reunión que tuvo con Endimión y las chicas. Los soberanos de Nuevo Vegeta fueron recibidos en el santuario Hikawa, en esta ocasión decidieron que el encuentro sería más informal. Pese a todo charlaron de temas muy relevantes.

 

-Bien… - Dijo Lornd. - Creo que los últimos pasos están próximos a darse.

-Todavía queda más de un año. Pero entonces cerraremos el sistema. - Le contestó Endimión. -

-Bueno. Es algo que nos alegra. - Suspiró Setsuna. -

- ¿Qué tal te encuentras, amiga? - Quiso saber Minako. -

-Bien. - Declaró ella sin mucho convencimiento. -

- ¿No han venido Seira y Calix? - Quiso saber Ami, agregando. - Pensaba que eran vuestros escoltas personales.

-Les asignamos otros cometidos. - Respondió lacónicamente el soberano de los guerreros del espacio. -

-Están con nuestros hijos. - Añadió Setsuna bajando la mirada y con tintes no demasiado entusiastas. - Se ocupan de instruirles.

-Perdona, pero no me pareces estar demasiado feliz. - Terció Hotaru, quién, junto con Haruka y Michiru no quisieron perderse esa reunión. - ¿Os ocurre algo? ¿Va todo bien?

-Mi esposa no desea hablar de según qué asuntos. Competen únicamente a nuestra casa. - Les indicó de modo algo cortante Lornd sin querer ser demasiado preciso. -

 

            Sus interlocutoras les dedicaron unas sorprendidas miradas, pero dándose cuenta de que la situación se había tensado no quisieron insistir.

 

-Sea lo que sea, espero que podáis solventarlos. - Les deseó Haruka posando una amistosa mano en el hombro de su excompañera que asintió agradecida. - Lo deseamos de corazón.

-Muchas gracias, queridas amigas. - Contestó la reina de los saiyajin tratando de mostrarse más jovial. - Seguro que así será.

 

            Serenity les observaba con pesar reflejado en sus ojos, pero no pronunció palabra acerca de aquello. Y todos los demás corrieron un tupido velo sobre ese tema, dedicándose a charlar sobre cosas más agradables y recordar los viejos tiempos. Cuando comunicaron con sus amigos en América, Endimión y el resto dijeron no poder asistir al concierto y desearon a sus amigos que lo disfrutasen. Éstos así lo prometieron. Ahora por fin, junto al resto de los presentes, centraron su atención en el certamen. Éste comenzó con algo de retraso y tras las actuaciones de cuatro grupos les tocó el turno a las chicas y Granate que fueron los que más aplausos arrancaron del público. De hecho, una de sus canciones fue un homenaje directo a sus madres y a las guerreras. Llena de ritmo y muy dinámica. E incluso se atrevieron a cantarla en japonés, dirigidas en esto por Idina y ayudadas por Granate, que hablaban aquel idioma desde pequeños, el resto memorizó su parte a la perfección.

 

Mi cabello arde en llamas hacia el cielo, 
mi cuerpo es como una flama. 
¡Oh no! ¿Por qué ha resultado así? 
Ahora realmente estoy ardiendo por dentro. 

Mientras estoy enamorada (y herida del corazón), 
quiero tener dulces sueños, pero 
no me lo permiten; es su culpa. 

Como pensé, me lleva a hacer esto. 
Con mis propias manos, debo acabar con el demonio. 
¡Eso es! Hasta entonces, debo perseverar. 
Despierten, ¡oh pálidas guerreras! 

Sin importar cuán mala persona eres, 
si me amas, creeré en ti. 
¡No debes intentar tomar ventaja 
de algo así! 

Siempre quiero protegerte. 
Por tu bien, daré un salto adelante. 
El amor solo es energía ilimitada. 
Vamos, nos lleva a hacer esto. 


¡Mostrémosle los corazones puros que tienen las chicas! 
Debemos perseverar en todo lo que hacemos. 
Jurando en nuestros corazones, ¡guerreras del amor! 

Vamos, nos lleva a hacer esto. 
Con nuestras propias manos, debemos acabar con el demonio.
¡Eso es! Hasta entonces, debemos perseverar. 
Despierten, ¡guerreras del amor!

 

(Aino Senshi. Sailor Moon. Crédito al autor)

 

Y tras esa canción, lo mismo que al concluir otras de su repertorio, obtuvieron una gran ovación. No obstante, al terminar el concurso y ante la decepción de todos, tuvieron que conformarse con un segundo puesto, por detrás de un conjunto de chicos melódicos. Casi nadie estaba de acuerdo con esta decisión del jurado, al menos eso pareció a juzgar por los abucheos del respetable, pero no tuvieron más remedio que acatarla. Eso sí, tanto las chicas como Granate fueron felicitados más que cordialmente por todos. Entonces, a ese grupo tan nutrido de familiares, se le unieron dos personas más. Diamante fue el primero en verlos.

 

- ¡Eh, Ian! - Llamó a un individuo de mediana altura, gafas y pelo castaño algo canoso. - Estamos aquí-

El hombre se acercó viendo las señas que le hacían y saludó. Una atractiva y recatada jovencita rubia con unos bonitos ojos azules escondidos tras unas redondas gafas graduadas iba junto a él.

 

- Hola amigos, siento que nos hayamos perdido el concurso por el retraso. Pero había una tormenta tropical sobre la isla y pospusieron el vuelo un par de horas. ¿Verdad Satory?,- inquirió a la chica que le acompañaba. -

- Sí, papá. - Corroboró ella tímidamente ajustándose las gafas que se le había resbalado algo por la nariz. -

- ¡Estás hecha toda una mujer! - le dijo Petz con visible alegría. - Hacía mucho que no te veía.

- Gracias. - Respondió la chica saludando con un educado gesto de cabeza. -

- Es una jovencita muy guapa y se parece tanto a su madre -, añadió cariñosamente Esmeralda con un tono que rayaba la nostalgia. -

- Así es. - Sonrió Masters con palpable melancolía. - Es verdad que cada día me la recuerda más. – Aunque tras suspirar, el millonario rehízo su tinte jovial y le indicó a la muchacha. - Bueno hija, ve a saludar al resto de nuestros amigos y preséntate a los que no te conozcan.

- Sí, papá, - repuso obedientemente ella que se dirigió hacia el grupo donde estaban Leval y Mazoui junto con sus padres y así se lo hizo. -  Soy Satory Masters, encantada de conocerlos.

 

            Todos la saludaron presentándose a su vez. A Satory le llamaron la atención tanto Leval como Mazoui, eran muy atractivos y estaban muy bien de uniforme. Sobre todo, Mazoui, que tenía una mirada muy seria y profunda, parecía atesorar muchos secretos escondidos y eso le fascinó. El chico correspondió con su característica educación, aunque no hizo demasiado caso. De todos modos, ella no se preocupó mucho de ello y enseguida lo dejó pasar pues vio llegar a Amatista junto al resto de las chicas. Satory corrió a abrazarla. Su padre era el padrino de su gran amiga, así como los padres de ésta eran los padrinos de ella. Ambas intercambiaron noticias y recuerdos de infancia y Amatista presentó a su amiga a sus compañeros del grupo.

 

-Chicas, esta es Satory, mi mejor amiga desde que éramos niñas. - Declaró la francesa. -

-Encantada de conoceros a todas. - Sonrió tímidamente la aludida. -

 

            Idina, Kerria y Kathy se presentaron sucesivamente, fue la hija de los Rodney quien preguntó.

 

- ¿Eres la hija de Ian Masters?

-Así es. - Admitió la muchacha. –

 

            Las tres se miraron, en tanto Amatista añadía.

 

-Satory es realmente muy inteligente. Ya está licenciada en Astrofísica y terminando biología. ¿verdad?

-Bueno, todavía me queda un curso para acabar astrofísica y otro para biología. - Pudo decir esta con un tono cargado de modestia. -

-Pues pareces de nuestra edad. Debes de ser realmente muy lista. – Afirmó Kathy. –

-Es de la edad de tu hermano o de Leval más o menos. - Puntualizó Amatista. –

-Aun así, es algo tremendo. Tienes mucho mérito. - Comentó Kerria. -

-Y vosotras sois unas cantantes maravillosas. - Afirmó Satory devolviéndoles la cortesía. –

-Lástima que hayamos quedado segundas. – Dijo Katherine. -

-Bueno, pero es más de lo que habíamos esperado. - Afirmó Idina. –

-La mayoría de la gente nos hubiera preferido a nosotras. Bueno, a nosotros. - Rectificó una divertida Amatista al ver a su primo Granate aproximarse a ellas. -

- ¿Qué tal primitas? - Preguntó el joven que viendo a Satory enseguida la saludó. – ¿Cómo estás? Hacia tiempo que no te veía.

-Bien, gracias. ¿Tú qué tal?  - Pudo responder la muchacha. -

-Muy bien. - Replicó a su vez el chico, añadiendo con su humor habitual. - ¿Has venido a llevarte a la prima Tist a ver si le pegas algo de tu inteligencia?

- ¡Serás idiota! – Exclamó Amatista directa a darle un capón. -

 

            Granate la esquivó divertido parapetándose sucesivamente tras Idina, Kerria y Kathy. Todas incluyendo a Satory se rieron. Cuando esa especie del “corre que te pillo” acabó, siguieron charlado distendidamente de otras cosas. Entre tanto, Masters reunió a los hombres. Llamó también a Roy y a Tom. Pero no a Leval y a Mazoui. Al menos no todavía, no le interesaba hacerlo aún. Y una vez estuvieron reunidos en un corrillo al margen del resto se evidenciaron las miradas de curiosidad por parte de la mayoría.

 

- ¿A qué viene tanto secreto? - Preguntó Roy, el primero en romper el hielo. -

- Verás- le explicó Zafiro. - Es relativo a lo que mi hermano te habrá contado.

- Sí, - añadió Suoichi -, en lo que hemos estado trabajando estos últimos veinte años.

- No me ha dicho nada de particular. - Negó Roy con gesto de sorpresa. -

- No tuve demasiado tiempo de hacerlo. - Se excusó Diamante que añadió. - De todos modos, antes hubiera sido precipitado. Ahora que es el momento, os revelaremos de lo que se trata.

 

Dirigió entonces la mirada a Masters esperando el permiso para hacerlo y éste asintió, invitándole de ese modo a comenzar la explicación.




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