sábado, 5 de marzo de 2011

GWB 37.82.El Gran Proyecto.

Diamante hizo señas a todos de que se acercasen. Llamó también a Tom. Del mismo modo se aproximaron Daniel y su esposa Mimette, que trabajaban con Masters. Una vez que estuvieron reunidos en corrillo comenzó la conversación.

 

-Veréis- Explicó el príncipe de Némesis. - Todo comenzó cuando nuestra lucha contra los demonios llegó a su fin. Y, sobre todo, tomó cuerpo de determinación con los repetidos ataques de las fuerzas de Gralas. Masters se ocupó de una forma o de otra en ir reclutándonos. Él tenía una gran aspiración, pero no podía realizarla con la tecnología terrestre.

- En efecto. - Añadió el millonario, relatándoles a su vez. -  A pesar del éxito en la defensa de la Tierra contra esos invasores, me di cuenta de que estábamos expuestos a los ataques de cualquiera que viniera desde el espacio. Nuestra tecnología estaba en franca desventaja y pese a teneros a vosotros, era mejor prepararse para ir reduciendo esa brecha respecto de otras civilizaciones potencialmente hostiles y más avanzadas que la nuestra. Eso por no mencionar las propias fuerzas oscuras de este mundo. De lo segundo no entiendo, pero afortunadamente existen personas que pueden cuidarse de ello. De lo primero sí que creí poder hacer algo. Por eso comencé a reclutar a muchos de vosotros, entre ellos, Diamante y Zafiro con sus conocimientos en ingeniería e informática del siglo treinta, añadiendo a Souichi con sus estudios de medicina genética y biología famosos a nivel mundial. Y algunas de sus ayudantes. - Señaló aludiendo a las cercanas Kaori y Mimette. -Todos comenzamos el proyecto Space Ship Pioneer. O, dicho de otro modo, el SSP-1.

- ¿Qué es exactamente eso? - Inquirió Tom sin poder disimular su curiosidad. -

- Se trata de la mayor nave espacial jamás proyectada y concebida, - desveló Zafiro. - Desarrollada para viajar a otros sistemas solares, así se podrán colonizar nuevos mundos.

-Sí, - completó Masters - a la vez que Diamante y Zafiro trabajaban en la nave. Suoichi y sus ayudantes trabajaron en diseñar un ecosistema para que la nave se autosostuviera y con ello la vida humana a bordo. Además de un complejísimo plan para poder crear condiciones básicas de vida en mundos apropiados para ello. Por no decir que constituiría una línea avanzada de defensa contra nuevas posibles agresiones.

- ¿Y dónde está esa gran nave?,- preguntó Roy sorprendido, haciendo constar. - No entiendo mucho de esas cosas, pero supongo que algo así debería ser enorme para construirse en la Tierra. Para empezar, llamaría mucho la atención.

-Es cierto, dado su tamaño es imposible construirla aquí. - Asintió Diamante. -

- Se encuentra en órbita cercana a la Luna. - Le respondió Daniel que explicó. – Y no se precisa construirla por entero. Está hecha usando como base un enorme asteroide que orbitaba cerca de nuestro satélite. Gracias a la tecnología que han proporcionado Diamante y Zafiro, hemos podido fabricar naves y cohetes para llevar el material.

- ¿Y cómo habéis podido construir una nave tan grande? - Inquirió nuevamente Roy que no salía de su asombro. – Aunque tengáis la base, seguirá siendo todo un reto.

- ¡Eso de vaciar un asteroide debe ser muy complicado! - Añadió Tom con patente admiración. -

- En efecto, amigos. - Corroboró Zafiro - de esa parte me encargué yo. Tuvimos que usar explosivos de alta potencia para hacer voladuras controladas. El asteroide mide más de doce kilómetros de largo y cuatro de diámetro. ¡Es algo enorme!, inmenso, tanto que nos ha costado veinte años acondicionarlo, pero ya casi está listo.

- Y habéis logrado hacerlo sin que nadie se entere. - Comentó Roy realmente impresionado. - ¡Es increíble!

- Todo se ha hecho desde el más cuidadoso secreto - explicó Masters. - No lo sabe nadie salvo algunos gobiernos de distintos países que nos han apoyado. Ellos también deseaban participar y nos han cedido expertos, dinero, etc.

- ¿Que te han dado dinero? - Exclamó asombrado Roy - ¿A ti? No puedo creer que ese proyecto sea tan caro.

- Pues sí, lo es - Sonrió Masters comentando con humor - yo soy muy rico, pero no infinitamente.

 

            Entonces intervino Lornd, que también se hallaba intrigado. No en vano había recorrido grandes extensiones del Cosmos y sabía bien de lo que se trataba.

 

- No sé cómo lo habéis logrado, llegar a esa zona del espacio es muy difícil, yo me transporto con la transmisión instantánea y eso si no es excesivamente lejos. O mi esposa y yo, podemos usar la curvatura del espacio Inter dimensional para venir desde Nuevo Vegeta hasta aquí en poco tiempo porque las naves que usamos son pequeñas. Pero para tales distancias que pretendéis recorrer de modo convencional, se tardarán al menos dos años y sólo en el viaje de ida.

- Ahí está lo bueno, - intervino Mimette uniéndose a la conversación justo en ese instante, a tiempo de oír el comentario. - Zafiro y Diamante han desarrollado cohetes con una propulsión muy avanzada que desarrollan tal velocidad que hacen que el trayecto hasta Júpiter sólo lleve diez días.

- Vaya -, declaró Tom. - Eso de por sí, ya es un gran avance en la exploración espacial. Se podría explorar Marte con mucha más rapidez.

- La verdad - Comentó Zafiro con despreocupación - es que Marte ya está muy visto para nosotros. Hemos instalado una base allí para probar nuestros prototipos y demás descubrimientos. Así dotamos a la nave de un punto estratégico, una escala técnica para repostar si lo necesitara.

- Todo ello, por supuesto, de modo extraoficial. - Sonrió Masters agregando a título confidencial. - La mayor parte de la gente solamente piensa que hemos llegado allí con sondas y que se preparará una expedición humana para dentro de unos años.

- Además, tenemos otras bases en la Luna, gracias sobre todo a una vieja amiga vuestra. - Sonrió Zafiro. –

-Claro, a Usagi y sus chicas. - Comentó Roy. -

-En parte, sí. - Admitió el millonario ahora, para añadir. - Pero también con la ayuda de alguien más…

-Una persona a la que conocisteis hace ya años y a la que acogisteis en vuestra casa, cuando era una niña. - Les indicó Zafiro. -

 

            Ahora fue Tom el que, asombrado, pudo decir.

 

- ¿No os estaréis refiriendo a Nehie?

- Así es – asintió Masters. Afirmando complacido. –  Gracias a Guerrero Luna y a su hija, la Pequeña Dama. Bueno, mejor dicho, la princesa Usagi Chiba, pudimos contactar con la reina Neherenia. Y nos ha sido de mucha utilidad. Su Hermosa y Gentil Majestad, nos dio permiso para instalar una base y nos ayudó a transportar materiales desde la Luna al asteroide.  Eso me recuerda que Usagi me pidió que te dijera algo, Tom.

- ¿De qué se trata? - Quiso saber éste. -

-Simplemente que Cooan y tú contactéis con Rei. Ella os lo dirá. - Repuso el millonario de modo algo enigmático. -

 

            Su interlocutor se sorprendió, pero al igual que el resto dejó estar aquello a fin de no desviarse del tema que les ocupaba.

 

- Bueno, al grano - intervino Diamante. - La verdad es que nuestro mayor problema actual consiste en que necesitamos personal cualificado en todos los terrenos. Tanto científico, como civil y militar. Para formar la tripulación de la nave.

-Sí, tenemos el proyecto que comenzamos hace años, el Hadas Cinco. - Les dijo Mimette. - Consiste en formar o bien en reclutar a mujeres con grandes capacidades para la ciencia. Algunas serán elegidas para embarcar. Entre Kaori, el profesor, y yo misma, estamos preparando a la directora del grupo. Una joven muy prometedora.

-Así es, cariño. Habéis hecho un buen trabajo. - Asintió Daniel con aprobación, para añadir. - Del mismo modo deseamos tener en el proyecto a los mejores oficiales militares de los que podamos disponer.

- Sí, y ahí es donde entran Mazoui y Leval. - Explicó Zafiro. - Por los informes que tenemos de ellos son los mejores en sus respectivas promociones. Además, sus poderes les confieren una ventaja adicional. Junto con otros oficiales de distintos países y del nuestro, todos excepcionales, formarían parte de la tripulación para engrosar la parte militar, eso en el caso en que decidieran aceptar, claro.

- Por esa razón, sobre todo, se creó hará unos veinte años la Academia Militar de la Tierra Unida. - Terció Masters que añadió dirigiéndose a Roy. - Y si a ti, a tu mujer y a los padres de Mazoui, les parece bien, contactaremos con los chicos. Pero a ellos no les vamos a contar nuestro proyecto todavía. Les seguiremos un año más, para ver si mantienen esta línea y así tendrán otro año para prepararse. No es conveniente presionarles aún. Es una decisión muy importante, significaría renunciar a la Tierra, al menos por muchos años.

- Menos mal que ambos dominan la translación instantánea. - Dijo aliviadamente Roy. -

-Así que se la has enseñado. ¡Bien por ti, hermano! - Exclamó Lornd que, moderando un poco su tono, añadió con algo de pesar. - ¡Ojalá, mi hijo mayor fuera tan diligente en sus obligaciones, aunque al menos mi hijo pequeño y mi hija lo son! Ella incluso vendrá aquí a la Tierra para estudiar. Podría ayudaros. Le encanta la astronomía como a su madre y ha recorrido bastantes sistemas solares.

-Posiblemente Seren tenga otros cometidos que realizar. - Intervino Setsuna casi pareciendo que reconvenía a su esposo por haber cometido un desliz. -

-Bueno, sí, claro. No sé si ella tendrá la ocasión. - Corrigió el rey de los saiyajin mirando a su mujer y encogiéndose de hombros, como si tratara de disculparse.-

 

            Aunque su esposa solamente sonrió moviendo levemente la cabeza.

 

- No nos vendría mal alguien con experiencia en vuelos siderales a tan larga distancia. - Afirmó cautamente Masters, que agregó invitadoramente dirigiéndose en particular a Lornd. – Si sus obligaciones no se lo impiden le agradecería que, cuando venga a la Tierra, acudiese a vernos.

 

El interpelado asintió complacido, aunque se permitió añadir al hilo de lo anteriormente expuesto por su hermano.

 

- De todas maneras, una distancia tan grande con la translación instantánea exige mucha concentración, no podrán hacerla a menudo y deberán practicar mucho antes de poder dominarla en condiciones.

- Lo harán. – Afirmó el aludido. – Les he enseñado y me ocuparé de que la usen.

- Desde luego, sobre el papel es un proyecto apasionante. – Terció Tom, que, sin embargo, objetó con prevención. – Lo malo será eso de que deban estar años fuera de casa.

 

Los demás le miraron asintiendo. Aquello era verdad. Un viaje de esas características podría ser muy largo. Quizás para una vida. Una oferta así debía de considerarse con mucho detenimiento.

 

- Bien, ¿Entonces qué opinas, Roy? - Inquirió Diamante a éste con voz expectante. -Se lo permitirás.

- Eso ya no está en mis manos.  Es una decisión que deberá tomar mi hijo. - Contestó serenamente él. - Se trata de su vida y ya es adulto para afrontar esa responsabilidad.

- Entonces no hay más que hablar. - Sentenció Masters. - Dentro de un año se lo contaremos, hasta entonces, por favor, guardad silencio.

 

            Todos convinieron en ello. El grupo volvió con las mujeres y siguieron charlando de muchos temas. Setsuna, la mujer de Lornd, animó a Beruche y las otras, que se lamentaban de que sus hijas no hubieran ganado.

 

- Confieso que ha merecido la pena venir hasta aquí desde tan lejos para oírlas. Siento que mis hijos se lo hayan perdido. Pero debían atender a sus obligaciones en el Reino. No os lamentéis. Son unas chicas estupendas.

- La próxima vez estoy segura de que ganaréis, no os desaniméis. - Les dijo Kaori a las chicas. -

- Por desgracia sólo se convoca un concurso al año, - intervino Amatista agradeciendo los apoyos aunque con cierto pesar. -Tendremos que esperar. Pero lo peor es que nos hemos de separar.

- No desesperes. – La animó Idina viendo como siempre el lado bueno. - Volveremos a ensayar desde el próximo verano y ahora tenemos experiencia. Cuando lleguen las vacaciones podríamos aprovechar para actuar en algunos sitios.

- Eso es una buena idea, o si no es posible juntas, cada una por separado. -  Añadió Kerria - Para poder mejorar.

- ¡Decidido! - Exclamó Katherine sentenciando - no nos rendiremos, chicas.

- Yo debo deciros algo. - Terció Granate y todas le miraron con expectación. Lo cierto es que hablaba con un tono mucho más serio de lo normal en él cuando les contó. - Veréis, voy a entrar en la Academia con Mazoui y Leval. Hoy por la mañana me han llegado las notas y he sido aceptado, tengo la media suficiente para acceder. - Todos le felicitaron, aunque el chico les hizo gestos de que escuchasen para continuar explicándoles la situación. - Lo decidí ya el año anterior y estudié mucho para mejorar mis calificaciones. Quedaba incluso con mis primos para que me ayudasen, aprovechando el tiempo de verano

- ¡Claro! - Sonrió Amatista que ahora ataba cabos y les explicó a las demás. - Por eso te ibas tanto por ahí, pasando de nosotras, y acudías tan poco a los ensayos, y yo que pensé que te ibas de juerga.

- ¡Podías habérnoslo dicho, tonto! ¡Casi estuvimos a punto de lincharte o de largarte del grupo por no venir! - Afirmó Kerria con jovialidad, pero con orgullo a la vez, aunque también se le notaba el alivio que descargaba el recuerdo de esos momentos de tensión. – Desde luego… esto no me lo esperaba.

- Es que no quería que todas estuvierais pendientes de mí, por si no lo lograba. Me habría presionado aun más, de este modo, si no me aceptaban nadie se iba a enterar. El caso es que ni mis padres saben aún que me han admitido, pienso darles una sorpresa. Pero no sé si decírselo aquí o en casa.

- Opino como Kerria. ¡Quién lo iba a decir de Granate! –Rio Kathy. -

- Díselo aquí. - Intervino Amatista. - Así todos podrán felicitarte, no seas tonto.

- Claro hombre. - Añadió Kerria. - A mi hermano y a Mazoui también les hará mucha ilusión.

- Entonces, ¡allá voy! - sonrió su primo visiblemente entusiasmado, agarrando por la cintura a Kerria y a Katherine que eran las más próximas para dar vueltas con ellas y celebrarlo con su habitual alocamiento. ¡Yuhu! – Chilló girando a ambas hasta casi marearlas. -

 

             Al poco las soltó y salió corriendo hacia sus padres mientras las chicas se reían.

 

- ¡Está completamente loco!,- sonreía Kathy todavía recobrándose de tanto giro. -

- Sí, pero es un loco muy gracioso -, reía Idina con el asentimiento divertido del resto. -

 

            Sin perder ni un instante Granate localizó a sus padres y se lo contó. La cara de estos fue de asombro.

 

-Pero, hijo mío. ¿Por qué no nos lo dijiste antes? - Le amonestó Petz. -

-No quería fracasar y que pensarais que soy un inútil, mamá. - Pudo justificarse él. -

- ¿Cómo íbamos a pensar eso de ti? – Repuso su madre brazos en jarras. Para añadir, casi parecía que con tono de enfado. - ¡Con lo que cuesta entrar en la Academia! - Hijo… estoy muy orgullosa de ti. - Pudo remachar al final dulcificando su tono y su expresión a la par que sonreía. -

- ¿De verdad, mamá? - Inquirió el chico realmente contento de oír aquello. -

-Claro. Ven aquí, mi niño. - Asintió ella dándole un sentido abrazo. -

-Hijo, nos has dado una gran sorpresa, y que hayas sido admitido demuestra que has trabajado muy duro y te has esforzado. Ya eres todo un hombre. – Sentenció Zafiro abrazándole a su vez, una vez que su madre le soltó. - Estoy realmente impresionado.

-Ya verás cuando se lo digamos al resto de la familia. ¡Y a tu madrina Makoto! Lo contenta que se va a poner. - Añadió Petz. -

 

Desde luego el muchacho se sintió muy feliz. Su madre ya no podría decirle que era un vago, ni un irresponsable (Epítetos habituales cada vez que el chico hacía alguna gamberrada). Así era él, capaz de lo mejor cuando algo le gustaba. Y una vez lo celebró con sus padres, corrió a informar a sus primos.

 

- Chicos, ¡lo conseguí!, voy a entrar en la Academia Militar, ojalá que pueda ser digno de vuestras hazañas. - Exclamó Granate con una mezcla de entusiasmo y admiración. -

- Tú sigue tu camino y trabaja duro. - Le aconsejó humildemente Mazoui tras darle la enhorabuena. - Nosotros aún no hemos hecho nada, tampoco debes idolatrarnos.

- Es verdad, no nos idealices, Granate - convino Leval. - Sólo piensa en lo que vas a llegar a conseguir tú.

- Sois muy modestos - rebatió el chico que afirmó. - He oído que tenéis casi todos los records de la Academia y las mejores notas, podréis elegir el destino que queráis.

- Tus primos tienen razón, hijo - intervino Zafiro uniéndose a ellos. - No te hagas de menos, el simple hecho de poder ingresar en la Academia es de por sí, muy difícil. Ya te lo hemos dicho, estamos muy orgullosos de ti y muy sorprendidos. Lo has guardado muy bien en secreto.

- Sí, Makoina sabía que iba a presentarme, pero sólo mi hermano estaba al tanto de que me habían admitido, le pedí que no dijera nada. Sabía que podía confiar en él - Declaró el chico. -

- ¿Y qué especialidad quieres hacer? - Le inquirió Leval ya con un interés propio de compañeros. -

- Piloto, como vosotros. Espero que me echaréis una mano - sonrió. -

- Cuenta con ello, primo. - Repuso Mazoui devolviéndole la sonrisa. -

 

            Tras esta conversación y otras muchas, cada uno volvió a sus respectivas casas, un nuevo curso dio comienzo. En la Academia, Mazoui que ya era alférez, se había ido a hacer sus siguientes prácticas de vuelo a bordo de un portaviones y Leval conoció a una atractiva cadete por la que, a pesar de sus propósitos iniciales de evitar relaciones, comenzó a interesarse. Era una chica de pelo negro largo liso y ojos azules llamada Jane Gray. Estaba en la misma promoción de Leval y ambos comenzaron a estudiar juntos y más tarde a salir. Realmente era una joven bastante inteligente y con las cosas bien claras, con un auténtico interés por superarse. A Leval le gustó sobre todo eso, que su mente no estaba de adorno y que sentía igual pasión que él por el espacio. Podían pasarse hablando horas enteras sobre teorías, planetas, viajes estelares y demás temas relacionados con sus estudios. De hecho, no sólo quedaron fuera de la Academia, sino que aprovechando una pausa en el adiestramiento la invitó a su casa en algún permiso.

 

-Me gustaría que conocieras a mis padres. - Le propuso el muchacho con gesto lleno de entusiasmo. -

-Bueno, no quisiera molestar. - Comentó la joven que, al igual que su interlocutor, llevaba el uniforme de entrenamiento. -

-A ellos les gustarás. - Aseveró el chico, que agregó algo más dubitativamente. - Si es que no tienes otros planes.

-Tenemos mucho que estudiar. - Objetó ella balanceando su moreno cabello sujeto en una funcional coleta. - Sabes que los parciales serán en un par de semanas.

 

            El chico que iba caminando junto a ella asintió con resignación, aunque pareció tener una idea y comentó con renovada ilusión.

 

-Si es por eso, podemos estudiar juntos estos días. Siendo dos nos será más sencillo.

-No es fácil estudiar a tu nivel. - Se sonrió la joven ahora. -

-Tú eres muy inteligente, Jane. - Afirmó Leval mirándola a los ojos ahora. - No digas eso.

 

            Se detuvieron tras unos arbustos, ocultos de la vista de cualquiera. El muchacho aprovechó el instante para acercarse y besarla en los labios. Ella recibió aquel beso y después sonrió, declarando.

 

-Si me lo pides así, no soy capaz de negarte nada.

 

            Leval esbozó otra sonrisa, estaba realmente feliz de que la muchacha hubiera aceptado. Al poco de despidieron para volver cada uno a su barracón. El joven aprovechó para llamar a casa informando a sus padres que, en su próximo permiso iría con alguien de la academia. Amatista por su parte seguía acudiendo a ver a su amiga y compañera de grupo pues ambas iban ya al último curso del instituto, el duodécimo grado en el sistema americano. Un día como otros muchos, llegó a buscarla con la esperanza de ver a Leval. Kerria le había dicho que en esos días tendría permiso y estaría en casa.

 

-Tengo muchas ganas de charlar con él, hace mucho que no nos ponemos al día. - Le comentó Amatista a su amiga con patente ilusión. -

-Ten cuidado con lo que deseas. ¡Seguro que podrá aburrirte con sus interminables disquisiciones sobre el espacio y la aeronáutica! - Se rio su interlocutora. -

-Tu hermano puede hablarme de lo que quiera. Me basta con estar a su lado y volver a pasear con él. - Repuso la francesa con una amplia sonrisa. -

 

Lo cierto es que el muchacho estaba aun más ocupado si cabe que en años anteriores. Y ésta era de las pocas veces que parecía disponer de tiempo libre. Así que podrían hablar y preguntarse por sus respectivos asuntos, como hacían antes. Pero lo que ni lo que ella, ni su amiga Ky sabían era que el muchacho iba a traerse compañía. Y no serían las únicas que quedasen atónitas. Los padres del joven se mostraron muy sorprendidos cuando Leval les presentó a Jane, que saludó muy educadamente, aunque a Kerria le pareció que usaba un tono calculado y que la mirada de sus ojos era dura. También juraría haberla visto antes, en alguna parte, pero su memoria no cooperaba.

 

-Me alegra mucho poder conocerlos, señores Malden. - Dijo esa joven. -

-Lo mismo digo. - Afirmó Bertie valorando con la mirada a esa chica. -

 

            Desde luego era alta, aunque no tanto como Kerria, pero igualmente hermosa. Hablaba con educación, pero transmitía seguridad en el tono y un tinte de apasionamiento que podían percibirse con claridad.

 

- ¡Vaya con la academia! – Comentó un distendido Roy, añadiendo con su tinte bromista habitual. - A este paso voy a pedir que me dejen alistarme.

 

Eso hizo reír a su hijo que se azoró sin poder evitarlo, los demás sonrieron, lo mismo que Jane, aunque ella enseguida replicó.

 

-De modo que es usted Roy Malden. El famoso jugador. Es un honor conocerle. A mi padre le encantaba verle jugar.

-Eres muy amable. - Contestó él. - Pero ya llevo unos cuantos años retirado. Ahora solamente me dedico a entrenar.

-Pues parece usted en muy buena forma. - Le halagó esa muchacha mirándole de arriba a abajo. -

 

            Y lo hizo con un tono de voz que hasta el mismo Roy se quedó sin palabras. Bertie por su parte no parecía estar demasiado contenta escuchando aquello, sin embargo, no lo evidenció. Y la propia Kerria se quedó atónita. Más cuando su invitada la saludó con demasiada familiaridad.

 

- ¿Y tú eres Ky? La hermana de Leval, ¿verdad? Me habla mucho de ti.

-Sí, bueno, me llamo Kerria Lorein en realidad. Prefiero que se dirijan a mí por mi primer nombre, Pero él me llama así desde que somos pequeños. - Pudo replicar algo coartada. -

 

            La verdad, no le gustó nada que esa extraña la llamase usando el apelativo que le pusiera su hermano. Además de él, solamente sus primas o Amatista, o quizás amigos muy especiales, lo utilizaban. Aunque claro, esa muchacha no podía saber eso.

 

-Lo siento, es que cuando hablo de ti a veces se me escapa. - Se disculpó el azorado Leval. -

-No pasa nada. - Sonrió su hermana tratando de quitarle hierro al asunto. - Bueno, ¿Y tú de dónde eres? – Quiso saber a su vez. -

-De Detroit. - Comentó la joven. - Aunque mis padres se mudaron aquí, a Nueva York, en cuanto me admitieron en la academia.

- ¿También estudias para piloto? - Inquirió Bertie. -

-Sí, señora Malden. - Afirmó la chica con determinación. - Ese es mi gran sueño.

-En eso coincidimos. Y en otras muchas cosas. - Añadió Leval aproximándose a la muchacha. -

-Ya veo. Eso está bien. - Repuso Beruche que, esbozando una sonrisa de circunstancias, añadió. - Tengo que hacer algunas cosas. Confío en que me disculpéis. ¿Por qué no salís al jardín? Está muy bonito en esta época.

-Sí, es una buena idea. Si tú quieres, Jane. - Le ofreció Leval. -

-Será un placer. - Concedió la joven. -

 

            Y los dos salieron, aunque a nadie se le escapó el detalle de que iban agarrados de la mano. Al desaparecer la pareja Bertie se metió en la habitación que utilizaba como despacho para corregir sus exámenes. Su esposo entró al poco. Nada más mirar a su mujer ella le dijo con tinte de contenido malestar.

 

-No me gusta esa chica. Y no me digas que soy rara, o que la acabo de conocer…

-No te lo diré. Es más, a mí tampoco me parece trigo limpio. - Replicó Roy para sorpresa de su contertulia, más cuando agregó. - Casi parecía que se me estaba insinuando, y delante de nuestros hijos.

-Quiero pensar que estaba tratando de ganar puntos contigo. - Replicó Beruche, atónita al oír eso.-

-Cubito, he jugado mucho y conocido a muchas chicas. Lo sabes bien. Y sé perfectamente cuando emplean un tono u otro para según qué cosas. No sé lo que esa jovencita se habrá creído, solamente espero que no le haga daño a nuestro hijo. En cuestión de sentimientos es en lo único en lo que es muy vulnerable.

 

            Su mujer asintió mirando ahora hacia la mesa de su despacho. Se preocupaba por Leval. A la vista estaba que su hijo se sentía muy atraído por aquella joven. Y, desde luego, no podía negar que era una chica guapa e inteligente. Sin embargo, había algo en su mirada y en su forma de decir las cosas que la inquietaba. Finalmente suspiró declarando con ese mismo tono de preocupación.

 

-Pero no podemos decir nada. Al menos aún. Esa muchacha no ha hecho nada malo…todavía. Y si tratásemos de advertirle.

-Ya, no nos creería y se enojaría. - Convino Roy, afirmando con resignación. - Únicamente podemos dejar que las cosas sucedan. Y esperar que estemos equivocados.

-Sí, tienes razón, es algo muy duro, tener tan claro lo que puede pasar y no poder hacer nada. - Musitó Bertie. -

 

            Su marido tuvo que asentir saliendo del cuarto y dejándola con aquellos poco halagüeños pensamientos. Por su parte, Kerria había leído un mensaje de su amiga Amatista avisándole de que iba para allá.

 

- ¿Y qué le digo a Tist? ¿Le cuento esto? - Se preguntó la muchacha. -

 

Tras dudar durante unos instantes decidió que sería mejor hablarlo con ella en persona. No era fácil explicarle lo que pensaba en un mero WhatsApp. Así que salió un momento al porche por si la veía llegar, hacerla pasar deprisa a su habitación para poder charlar con ella en privado. Justo en ese momento su hermano y aquella chica volvían de pasear en actitud bastante íntima. De hecho, pudo ver como la invitada obsequiaba a Leval con un par de besos en los labios que él encajó encantado. Al fin, llegaron junto a su observadora.

 

- ¿Os apetece beber algo? - Inquirió el muchacho de modo jovial. -

-No, muchas gracias. - Rehusó su hermana. -

-A mí sí me gustaría tomar un zumo. Si tienes alguno por ahí. - Contestó Jane. -

- ¡Claro! - Convino el chico afirmando con afabilidad. - ¿De qué sabor lo quieres?

-Da igual, el que tengas. - Sonrió ampliamente su interlocutora. -

-Esperadme aquí, ahora mismo traigo algo…-Les pidió él a sus acompañantes. -

 

            Las dos chicas asintieron. Kerria de hecho no tenía demasiadas ganas de quedarse a solas con esa extraña, pero por cortesía no podía hacer el feo de irse. La invitó a sentarse en una de las sillas del porche. Entonces Jane, mirándola a los ojos, sonrió levemente y dijo con un tinte conciliador.

 

-Oye, perdona si te he ofendido. No sabía que ese apodo era algo entre hermanos.

-No, no pasa nada. - Se apresuró a responder Kerria, tomada por sorpresa al oír aquello. - Tú no podías saber eso…

-De todos modos, discúlpame. - Se reiteró su interlocutora que, pasó a charlar de una forma algo más distendida al añadir. - Tu hermano te adora, a todas horas me cuenta cosas de ti. Significas muchísimo para él.

-Gracias, es algo recíproco…

-Y no me extraña nada. Al conocerte veo que no exageraba en absoluto. Eres muy bonita y simpática. Los chicos del instituto deben de hacer cola para salir contigo. ¿O acaso ya tienes novio?

 

            Eso sí que la tomó realmente por sorpresa. Aquella chica no se andaba por las ramas. Aunque no quería ser descortés. Seguro que trataba de conocerla o de suavizar aquel primer encuentro.

 

-Bueno, no, no tengo novio…- Fue capaz de decir poniéndose algo colorada. - Pero sí que tengo un amigo con el que salgo en ocasiones…

 

            Pese a haber reconocido su homosexualidad hacía ya tiempo y no avergonzarse para nada de ello, Kerria no deseaba confesar algo tan íntimo a una completa desconocida. Y menos a esa joven, a la que seguía mirando con extrañeza. Y es que esa impresión persistía. Era como si la hubiera visto en otro lugar. Aunque no tenía ni idea de en donde podría haber sido. ¿Acaso pudo ser en alguno de esos bares de ambiente donde había ido durante su época de salidas con Debbie? ¡Ojalá no fuese eso! Y desde luego, si fuera el caso. Rezaba porque esa chica no la hubiera reconocido. O lo que era peor. ¿Qué hacía entonces con Leval? Aunque claro, también podría ser bisexual.

 

- ¡Vaya! – Se sonrió Jane percatándose entre tanto del rubor que asaltaba las mejillas de su interlocutora. - ¿Y es guapo?

- ¿Quién? - Pudo preguntar Kerria, que se había perdido en sus propios pensamientos. -

-Ese muchacho con el que sales, tu... “amigo”. - Matizó una divertida Jane. -

-Sí, sí que lo es. Y un buen muchacho. En cierto modo me recuerda a mi hermano Leval. - Afirmó ella, casi sin pretenderlo. -

-En ese caso, no seas tonta y no le dejes escapar. - Declaró su contertulia. - Te lo digo por experiencia, chicos así son muy difíciles de encontrar…

- ¿Tú has tenido novios antes? Bueno, me refiero a alguna relación seria…

-Bueno. - Suspiró la interpelada. - Podría decirse que sí. Al menos un par de ellos. Pero no salió bien. Eran bastante simples. Todo lo contrario de Leval. - Añadió de inmediato, para remachar. - Y cuando una es tan jovencita, ya sabes…se experimenta. Vas probando cosas diferentes.

 

            Y ante la cara de pasmo de Kerria, esa muchacha sonrió más ampliamente para confesar.

 

-Menos mal que dejé atrás esa etapa de mi vida. No paraba de salir por ahí. Y algunas veces hice cosas que no debía. Pero todo eso se terminó… Bueno, espero que no estés pensando que soy una cualquiera…

- ¡No, no! – Se apresuró a negar su interlocutora para admitir. - Todos hemos hecho cosas de las que nos arrepentimos…

-Ya…- Repuso Jane mirando a esa chiquilla con intensidad al tiempo que musitaba casi con regocijo posando una de sus manos sobre la derecha de Kerria. - No creo que una jovencita tan agradable y bonita como tú haya tenido tiempo de hacer nada de lo que deba de arrepentirse… al menos no todavía. No tienes aspecto de eso, pero claro, a veces las apariencias engañan…

 

            Aquello ya estaba empezando a resultar incómodo. Si no fuera porque esa chica estaba saliendo con su hermano, Kerria casi podría jurar que se le estaba insinuando.

 

-Espero que no me haya visto por ahí, cuando salía a esos sitios. - Volvió a pensar Kerria con creciente zozobra. -

 

Por fortuna Leval retornó en el momento justo con una bandeja provista de varios refrescos y algo de picar.

 

-Así me gusta. - Sonrió el muchacho. - Veo que estabais hablando las dos.

-Claro. - Afirmó Jane con un tinte de voz bastante más jovial y hasta risueño, apartándose discretamente de Kerria, para añadir. - Leval, tu hermana es una chica estupenda. Te quedaste corto en los elogios…

-Sí, lo es. - Convino el aludido. - Es maravillosa.

 

            Aunque su hermana enseguida se levantó de la silla y algo cohibida esbozó una tenue sonrisa para despedirse.

 

-Tengo que irme, debo acabar algunas cosas. Os dejo para que charléis tranquilamente…

 

Y así se metió dentro con visible agitación. Pensaba en lo ocurrido cuando recordó que su amiga iba a venir…

 

- ¡Oh, no!  Lo que faltaba...- Se dijo con inquietud. - No he podido avisarla. En cuanto Amatista la vea aquí puede pasar cualquier cosa…

 

Y en efecto, su compañera de grupo llegó poco después, cuando Leval y Jane estaban tomando un refresco sentados en el porche. Ella se sorprendió de verle con una chica, pero saludó como si tal cosa.

 

- Hola Leval. - Exclamó con tono jovial. -

- ¡Amatista! - Respondió él, visiblemente contento, desde luego más de lo que solía mostrarse. - ¿Cómo estás? Me alegro de verte. Buscas a mi hermana, ¿verdad?

- Sí, ¿está Kerria por aquí? - Inquirió con aparente desenfado, aunque sin apartar la vista de esa chica morena que estaba con su interlocutor. -

- Esta dentro, la llamaré. ¡Ah, que tonto!, os voy a presentar. Jane, ésta es Amatista Lassart, la mejor amiga de mi hermana. Amatista, es mi compañera de promoción, Jane Gray. Espera, voy a avisar a Kerria. - Añadió Leval entrando a la carrera en la casa. -

 

            La joven se sorprendió, ese muchacho parecía ahora una especie de colegial tonto. Tan diferente a su forma de ser. Y temía que el motivo estaba a dos metros frente a ella. Desde luego, pudo comprobar enseguida sus sospechas pues, tan pronto como Leval se metió dentro, aquella chica saludó, a su manera.

 

- ¿Qué tal estás? - Le sonrió Jane con un cierto tono de superioridad apenas encubierta, hecho éste que enseguida reflejó en su siguiente y mordaz comentario. - Leval me ha hablado de ti, eres como su otra hermanita pequeña, debe de apreciarte mucho.

- Sí, claro - repuso su interlocutora tratando de no sentirse afectada por eso, e intentando molestar a su vez. - ¿Y quién eres tú? ¿Una compañera a la que está dando clases? Porque él es muy bueno en eso, a mí me las dio hace ya dos veranos.

- ¡Vaya, este chico es asombroso! - Se sonrió Jane mirando a esa muchacha con desdén y apenas susurrando, como si lo hiciese para si, pero asegurándose de que era escuchada. - Acordarse todavía de los temas del instituto.

- Sí, desde luego, Leval sabe recordar cualquier cosa que pueda serle útil para otros fines. - Respondió su contertulia sosteniéndole la mirada a esa presuntuosa y deseando que se largase cuanto antes. – Es muy inteligente.

 

            Lo cierto es que la tal Jane no era tonta y había cazado al vuelo el interés de Amatista por el chico. Y ya que a ella no le interesaban las rivales quiso analizar enseguida la posible amenaza. Ahora sonreía confiada, aquello no iba a representarle el más mínimo problema. Incluso se permitió añadir con sorna.

 

- Por tu acento pareces extranjera. Aunque lo disimulas muy bien. - Comentó con pretendida cordialidad. -

- Soy francesa, sí. - Admitió ésta que quiso reivindicarse. - Pero llevo años aquí y me desenvuelto tan bien en inglés como en mi idioma materno.  -

- Seguro que así es. - Sonrió su interlocutora visiblemente divertida, más cuando agregó. - Yo tampoco puedo quejarme de mi francés. Leval y yo lo practicamos alguna que otra vez.

 

            Y en esta ocasión el falso tono amable de Jane produjo su efecto. Se regocijó pues aquella muchacha bajó su guardia justo para comentar con visible ingenuidad.

 

- ¿También habláis? Él y yo solíamos conversar en francés muchas veces - Pudo sonreír ahora recordando aquellos tiempos. -

 

            Pero quedó sorprendida cuando su contertulia rio con ganas y pudo añadir con regocijo.

 

- ¿Quién te ha dicho que lo hablemos, encanto? Desde luego eres realmente deliciosa, ¡toda una muchachita de colegio! Tan inocente.

 

En el instante en el que se percató de a qué se refería esa presuntuosa Amatista pasó de la sorpresa a la indignación y a punto estaba de estallar cuando Leval y su hermana salieron al porche. Tuvo que hacer un ímprobo esfuerzo por dominarse. Pese a ello, Kerria sólo tuvo que alternar la mirada sobre ambas para darse cuenta de que allí estaban saltando chispas. Ajeno a ello, su hermano sonreía dirigiéndose a las dos chicas.

 

- Habéis estado hablando ¿eh? ¡Estupendo!, seguro que os haréis buenas amigas.

- Leval - le dijo Jane con un encantador tono de voz. - Esta muchachita es muy simpática, no me extraña que la quieras como a una hermana. - Recalcó visiblemente divertida. -

- Claro, Amatista es de la familia - sonrió cándidamente él. -

- Tenemos que irnos ya. - Intervino Kerria apurada pues notaba que su amiga se estaba enfadando de verdad, hasta temblaba de furia, mordiéndose los labios para tratar de controlarse. – Se nos hace tarde.

- Eso es, tenemos que ensayar después de las clases. - Añadió Amatista en un intento de contraatacar. - Hay que poner a punto la voz. No somos como otras chicas que no lo necesitan al utilizar otro tipo de cosas.

 

Quiso fulminarla con la mirada. ¡Encima se había permitido el lujo de llamarla muchachita!¡ A ella que medía metro ochenta o más! Ganas le daban de acercarse y mirarla hacia abajo, dado que esa joven, pese a tener una estatura nada desdeñable, era sensiblemente más baja que ella. Sin embargo, no se atrevió pues Leval observaba a su vez a las dos, aparentemente confuso ante esas palabras.

 

- ¿No me digas que cantáis? - Sonrió Jane abrazando al muchacho por la cintura para mayor fastidio de su interlocutora y añadiendo con sorna. - ¡Cuantos talentos tienen estas chicas para ser tan jovencitas!

- Sí, bueno, Amatista, vamos o llegaremos tarde. -  Insistió una preocupada Kerria, que se temía que iba a estallar una guerra de manera inminente. -

- No sería muy cortés dejar a Jane sin despedirse, - replicó la aludida mirándola con creciente inquina. - Quién sabe si la veré otra vez por aquí.

- Por mí no te preocupes, seguro que habrá otra ocasión. - Declaró la susodicha que seguía abrazada a Leval y regocijándose de la expresión en la cara de rival para remachar dirigiéndose al muchacho. - Ya nos íbamos. ¿Verdad?

- Sí, tenemos que marcharnos, le prometí a Jane enseñarle los alrededores. - Convino éste. -

-Eres el mejor guía que se podría tener. - Sonrió la aludida. - Te mereces un premio.

 

Y le dio un ligero beso en los labios que él aceptó para desesperación de Amatista que se marchó realmente sin despedirse para no estrangular a esa zorra presuntuosa allí mismo.

 

-Eso debe de ser lo que se llama despedida a la francesa, ¡ja, ja! - Se burló esa joven, en tanto que Leval simplemente se encogía de hombros sin comprender. - Que lo paséis bien, chicas…

- Bueno, lo siento es que llegamos tarde, adiós. - Pretextó tímidamente Kerria, despidiéndose por ambas y siguiendo a su amiga bastante preocupada. -

 

            Jane, agarrada a un brazo de su pareja, se sonreía. El campo era suyo. Esa pobre pazguata no era rival para ella. De modo que, tomando de la mano al chico, le susurró con tono meloso e incitador.

 

- ¿Nos vamos ya?...

 

Él asintió. Los dos se marcharon hacia el coche deslizador y una vez dentro se besaron de forma más apasionada. Por suerte Amatista no lo vio, ya tenía bastante con las humillaciones que había soportado, corría para alejarse lo más posible. A su amiga le costó alcanzarla, lo hizo cuando por fin se detuvo y la oyó sollozar, apoyada a un árbol.

 

- Pero ¿qué te pasa, mujer? - Le inquirió Kerria apenada. -

- ¡Esa estúpida, es una presumida, una hipócrita y una! - Lloriqueaba desconsolada para preguntarse con impotencia. - ¿Cómo puede tu hermano salir con ella? ¿Qué es lo que la ve?

- ¡Oh Amatista, no lo sé!,- respondió su apenada amiga, tratando de animarla. - A mí tampoco me gustó, pero Leval parece estar muy atraído por ella.

- Me dijo que no se fijaría en ninguna chica mientras estudiase. - Protestó Amatista visiblemente dolida. - ¿Cómo se ha podido encaprichar por ella?

- Pero eso no puede evitarse, ni siquiera por parte de mi hermano. - Trató de defenderle Kerria. -

- ¿Es que no ve que intenta aprovecharse de él?, estoy segura, - balbuceó su amiga entre llorosa y muy enfadada. - ¡Si quiere utilizarle para luego hacerle daño, esa mala pécora se va a enterar de quién soy yo! Además, me ha dicho cosas horribles. - Y apenas pudo sollozar para contarle a su amiga el asunto del francés. -

- Esa chica es muy astuta, ha hecho que mi hermano saliera con ella. Tiene la virtud de conseguir que Leval crea que ha sido por su propia iniciativa en lugar de ver que ha sido ella quien se lo ha ligado. - Le explicó Kerria tratando de calmarla agregando con tono más conciliador. - Y no le hagas caso, no me creo una palabra de eso, lo ha dicho para pincharte. Y lo malo es que lo ha logrado.  Tú no debes preocuparte, aunque yo sí que lo siento por mi hermano, pues sigue siendo un ingenuo y está muy enamorado, ¡ojalá eso no se vuelva en contra suya! Pero tenemos que esperar, a Leval no le gustaría que nadie se metiera en su vida. Y lo comprendo.

- ¿Y mientras tanto qué hago yo? - Se quejaba Amatista amargamente. - ¿Cómo puedo competir con una chica así? Si Leval únicamente me considera como a una hermana pequeña. Para él, sólo soy una mocosa que no para de darle la lata. Pero ella no le quiere, estoy segura de que no, le usaba para restregármelo, como si fuera un objeto suyo.

 

Kerria abrazó a su desconsolada amiga. Era verdad que durante todo el curso pasado Amatista ni había mirado a ningún chico del instituto, pensando únicamente en Leval. Estaba muy ilusionada tras aprobar todo con buenas notas, entrenar y prepararse para cantar con el grupo, creyendo que al fin ese muchacho se fijaría en ella.

 

- ¿Sabes? - Llegó a decirle una vez a Kerria. - Tu hermano verá que ya no soy ninguna niña. He mejorado en todo, y cuando nos oiga cantar…

-Tist. Mi hermano cree que eres una chica maravillosa, no te considera ninguna niña. - Quiso animarla entonces Kerria. -

-Bueno. - Suspiró ella, con un tinte más decaído ahora. - Si eso es así, ojalá pudiéramos, ya sabes…

-Claro, ten paciencia. - Le pidió su amiga. -

-No quiero salir con nadie, igual que hace él. Si me viera con otro chico ya puedo olvidarme de tu hermano. Pensaría que me voy con el primero que veo. - Comentó inquieta. -

- ¡No digas tonterías, mi hermano jamás pensaría eso! - Replicó Kerria. - Tienes derecho a hacer tu vida y a salir con alguien si te gusta.

-Pero después de haberle conocido a él, no he visto a nadie que me guste de ese modo. - Le confesó Amatista, alegando entre esperanzada y algo alicaída. - Solamente deseo que yo pueda llegar a gustarle a él así.

 

Kerria únicamente asintió, posando una mano sobre el hombro derecho de su amiga. ¡Ojalá que Leval la correspondiese! La muchacha se lo merecía.  Pero claro, eso no se podía forzar.  Únicamente tenía que pensar en su propio caso con Brian. Ahora, viendo el triste estado que presentaba aquella pobre chica, trató de animarla.

 

- No creo que duren mucho, mi hermano está cegado por esa chica, a mí también me da mala espina. Pero ya sabes lo que pasa en estos casos, los chicos siempre se fijan en las que no los quieren y no se enteran de donde hay verdadero amor.

 

            Bueno, quizás ella no era precisamente la más idónea para hablar de chicos en ese aspecto. Al menos podía decir que nunca había sufrido por el amor de ninguno. Aunque supuso que, en eso, era similar a cuando de más jovencita tuvo algún interés romántico por una o dos compañeras de clase, sabiendo de antemano que eso estaba condenado al fracaso, puesto que ninguna de ellas compartía su orientación sexual. Pero evidentemente no iba a decirle eso a su amiga, por ello, quiso cerrar ese tema.

 

-Anda Amatista, tenemos que ir a clase y ensayar, ¡olvídate de esto!, pasará. - Añadió con tono conciliador, ahora casi maternal, ofreciéndole un pañuelo a su interlocutora. – Vamos, no te lleves un mal rato…

- Bueno, lo intentaré, - balbuceaba su contertulia sonándose estruendosamente con el pañuelo, que devolvió arrebujado a su dueña ante la visible cara de repelús de ésta. – Allons…a ensayar…

 

            Las dos acudieron a un local que tenían alquilado, con un ordenador y cámaras. Contactando con Idina y Katherine por Skype, (Granate no pudo quedar) Las clases y el ensayo no fueron nada bien, Amatista no podía dejar de pensar en lo que esa descarada estaría haciendo con Leval. Sus amigas lo notaron de inmediato y a preguntas de ambas de si le pasaba algo, la francesa no dijo nada. Fue Kerria quien más tarde, cuando Amatista se despidió para regresar a su casa, se lo confió. Por supuesto que sus primas guardaron silencio sintiéndolo solidariamente por su compañera.

 

- ¡Pobre Tist!, vaya palo. - Suspiró Katherine. -

-Ante eso no se puede hacer nada. Solamente tener paciencia. - Añadió Idina. -

 

Así convinieron sus interlocutoras. Al fin se despidieron quedando para una mejor ocasión y deseando verse en persona. Pasaron varias semanas en las que ambos seguían saliendo juntos para desazón de la francesa que procuró no acercarse por la casa de los Malden durante ese tiempo. Para Jane en cambio fueron unos días estupendos y, además, gracias a la ayuda de él, mejoró bastante sus notas. Kerria, por su parte recibió una carta de Debbie. Estaba en los Ángeles y le contaba que había conocido a una chica con la que había comenzado a salir. Se cartearon y la joven le confiaba a su vez sus dudas acerca de Brian, con el que aún mantenía un tono de buena amistad sin querer llegar a nada más. No estaba segura de sentir amor. Deborah le contestó con una respuesta muy significativa que le aclaró sus dudas.

 

"Si no lo intentas, nunca lo sabrás y Brian es un muchacho adorable. Se lo merece, sobre todo después de lo que me escribiste, de cómo te salvó. Siempre ha estado a tu lado y te quiere. En tu lugar ni me lo pensaría. Y fíjate quién te lo dice. ¡Ja, ja! ¡Adelante Kerria y mucha suerte!". Fue el consejo.

 

- Sí, Debbie, tienes razón, ojalá fuera así de sencillo para mí. Me gustaría poder amarle como aún te quiero a ti. - Musitó la muchacha abrazando la carta contra su pecho. -

 

            Y entre unas cosas y otras el curso llegaba a su fin. Las chicas tenían otra cita en el concurso de talentos que, en esta ocasión ganaron. Cantando todas con mucha energía y carisma. Incluso interpretando algunas canciones de artistas famosos como esta, en la que su primo Granate tuvo la actuación estelar siendo quien llevaba el peso de la canción. Tras los primeros tonos corales de las chicas a capela, acordes con golpes de xilofón de Kathy y otros posteriormente interpretados al piano por Idina.

 

Bebe de mí, bebe de mí, (oh ah oh ah)

Dispararemos a través de la (sinfonía)

Entonces, dispararemos a través del cielo

Bebe de mí, bebe de mí, (oh ah oh ah)

Dispararemos a través de (oh ah oh ah) sinfonía

 

Muy alto, muy alto

Entonces dispararemos a través del cielo

 

Aquí Granate se impuso como solista…

 

Oh, los ángeles nos envían desde arriba

Sabes que haces que mi mundo se ilumine

Cuando estaba hundido, cuando estaba herido

Llegaste para levantarme

 

La vida es una bebida y el amor una droga

Oh, ahora creo que debo estar millas arriba

Cuando estaba herido, marchito, seco.

Llegaste lloviendo una inundación

 

Todos cantaron la siguiente estrofa a coro.

 

Así que bebe de mí, bebe de mí

Cuando yo estaba sediento

Estamos en una sinfonía

Ahora no puedo tener suficiente

 

            Y una vez más, el muchacho tomó el peso de la canción, escoltado por sus primas…

 

Pon tus alas sobre mí, tus alas sobre mí

Cuando estaba tan pesado

Somos una sinfonía

 

Cuando estoy más bajo, más bajo, más bajo

Ah-oh-ah-oh-ah

Déjame sintiéndome borracho y alto

Muy alto, muy alto

 

Ah-oh-ah-oh-ah

Me siento borracho y alto

Muy alto, muy alto

(Woo)

(woo-ooo-ooo-woo)

 

Oh, los ángeles enviaron desde muy arriba

Lo siento, cazando liebres por mi sangre

La vida es una bebida, es sobre tu amor

Para hacer a las estrellas salir…

 

Y ellas volvieron a añadirse a los coros…

 

Pon tus alas sobre mí, tus alas sobre mí

Cuando estaba tan pesado

Somos una sinfonía

Cuando estoy más bajo, más bajo, más bajo

 

Ah-oh-ah-oh-ah

Déjame sintiéndome borracho y alto

Muy alto, muy alto

 

Ah-oh-ah-oh-ah

Déjame sintiéndome borracho y alto

Muy alto, muy alto

 

Aquí Granate guardó silencio y fueron ellas, quienes a capela una vez más, tomaron el relevo…

 

Ah-oh-ah-oh-ah

Me siento borracho y alto

Muy alto, muy alto

(Woo)

(woo-ooo-ooo-woo)

 

Ah, oh, ah, oh, ah

La, la, la, la, la, la, la,

Muy alto, muy alto

Ah-oh-ah-oh-ah

Me siento borracho y alto

Muy alto, muy alto

 

Y Amatista cantó….

 

Entonces dispararemos a través del cielo

Entonces dispararemos a través

 

Luego Kerria, tomando el relevo…

 

Entonces dispararemos a través del cielo

Entonces dispararemos a través (entonces dispararemos)

 

Más tarde fue el turno de Kathy…

 

Entonces dispararemos a través del cielo

Entonces dispararemos a través

 

Y finalmente cerró Idina…

 

Entonces dispararemos a través del cielo

Entonces dispararemos a través

 

(Coldplay/ Beyoncé. Hymn for the weekend, crédito a los artistas)

 

            El grupo obtuvo una sonada ovación, tras algunas canciones más, fueron sin duda los indiscutibles ganadores. Todos se abrazaron llenos de alegría, para orgullo de sus padres quienes pudieron asistir. Kerria y Kathy lamentaron, eso sí, que sus hermanos se lo hubieran perdido, debido a sus ejercicios en la Academia. Ya fue suerte que Granate pudiera solicitar un permiso. Aunque la que más lo sintió fue Amatista. ¡Ojalá Leval hubiese podido estar allí, escuchándolos! Sobre todo, a ella. Pese a todo, y pensando en los demás, no podía decaer y bordó junto con sus amigas y primo, una excelente actuación. Desde luego que sus familiares les felicitaron con efusividad.

 

-Enhorabuena. - Las saludó Tom. - Habéis estado geniales.

-Desde luego, amigo. Tenemos unos dignos sucesores en este grupo. - Convino Roy. -

-Pues creo que a los ganadores les daban la posibilidad de grabar un disco. - Intervino Zafiro. -

-Así es, papá. - Repuso Granate. - Vamos a estar muy ocupados este verano.

-Pero será estupendo. - Afirmó Idina, visiblemente ilusionada. -

-Ya lo creo. - Convino Katherine, llena de entusiasmo a su vez. -

 

Amatista y Kerria asintieron, aunque ellas se mostraron menos emocionadas por ello, dado que cada una pensaba en sus propias cosas. Una apenada por no tener allí a Leval y la otra, dubitativa todavía sobre cómo actuar respecto a Brian. Y así fue, ese verano se presentó movido, pudieron grabar su disco y actuar. Aunque Granate no pudo acompañarlas por mor de sus obligaciones en la academia, las chicas también decidieron irse todas juntas de vacaciones para cantar en diversos lugares del país. Kerria de hecho volvió a reencontrarse con Debbie y todas juntas tuvieron una aventura realmente apasionante y peligrosa que puso a prueba los mismos cimientos de su unión y amistad y que decidieron guardar en secreto entre ellas. Pese a todo, a la vuelta, Amatista aún estaba dolida. Leval no fue a verla actuar ni en una sola ocasión, incluyendo la vez que ganaron el concurso y otras en las que cantaron en Nueva York. Y es que ese chico parecía embrujado por esa tal Jane a la que ella no podía soportar. Para Leval, era como si su vecina no existiera.

 

-Desde luego, parece que le hubiera dado un filtro amoroso. - Suspiraba Kerria, al constatar que su hermano seguía tan perdidamente enamorado de esa muchacha. -

 

            Kathy e Idina escuchaban sin intervenir, la primera desde luego se percataba de que la cosa no estaba para bromas. Al contrario, deseaba apoyar a su compañera de grupo. La segunda no quería inmiscuirse en esos asuntos ajenos, aunque asimismo lo lamentaba por Amatista, quien fue la que habló.

 

-Quizás tenga que aceptarlo. No significo nada para él.

-No digas eso, mujer. - Trató de animarla Kathy. -

-Ante todo, que no te afecte tanto. - Le pidió Idina visiblemente preocupada. - Tienes derecho a ser feliz, y mira, hemos hecho cosas impresionantes este verano.

-Incluyendo que casi os muerdo el cuello a todas. - Suspiró la ahora azorada Amatista. - No sabéis cuanto lo siento. Sobre todo, lamento en el alma todas las estupideces que te dije, Ky.

 

            Se refería a esa aventura de verano que tuvieron en LA.  Y su amiga enseguida le contestó con tinte conciliador.

 

-No eras tú esa que me dijo todo aquello. Debes olvidarte de eso y centrarte en el nuevo curso. Que va a ser el último.

-Lo haré. Tengo muchas ganas de acabar y llegar a ser universitaria. - Sonrió Amatista al fin. -

-Eso, olvídate de esa pécora. - Quiso alentarla Kathy. - Te lo digo yo, tal y como la habéis descrito, será cuestión de tiempo que el primo Leval la vea como realmente es.

-Yo opino lo mismo. Ni siquiera mi hermano es tan ingenuo como para no acabar por darse cuenta de cómo le manipula. - La apoyó Kerria.-

 

Eso deseaba creer Amatista. No comprendía como Leval podría estar tan ciego y no verlo. Pero las chicas no sabían hasta que punto llevaban razón y el muchacho iba a descubrirlo muy a su pesar cuando sorprendió a Jane a solas con uno de los profesores. Sucedió que él iba a buscarla al término de la clase, pues estaban en aulas separadas. En esa ocasión en la clase de ella no había nadie.

 

-Supongo que habrá salido ya. Quedamos en vernos cuando terminase el día. - Pensó extrañado. -

 

La puerta estaba cerrada y no había nadie en los pasillos, los cadetes estarían todos saliendo para disfrutar de un permiso en el fin de semana. El joven creyó escuchar jadeos y a través de los cristales esmerilados, pudo ver dos siluetas, pero nada más. Le sorprendió. ¿Acaso dos de sus compañeros estaban entregados a cosas que no debían?

 

-No es asunto mío, pero no creo que… ¡No, es una idea estúpida! - Se dijo de inmediato. -

 

Y es que su novia era la única a la que no había visto todavía salir. Por ello, pese a censurarse por su falta de confianza y su curiosidad, decidió echar un rápido vistazo. Si no era ella, le daría igual de quienes se tratasen y no diría nada a nadie. Pero debía ser discreto, y no asomarse a la puerta. Entonces se percató de que había un tragaluz en lo alto de la pared a unos tres metros, sólo tuvo que levitar. Y en efecto, el corazón se le encogió cuando vio lo último que hubiese deseado en la peor de sus pesadillas. Allí estaba Jane, desnuda y bajo el cuerpo de uno de los profesores que la gozaba. Leval no pudo ver más, ¿cómo había sido capaz de hacerle esto? Ganas le daban de entrar ahí y aplastarle la cabeza a ese maldito pervertido. Quizás le hiciera chantaje a Jane, pero ella no parecía mostrarse descontenta. No, ¡maldita zorra!, ahora comprendía porqué siempre insistía en estudiar antes de salir. Por qué invariablemente derivaba las conversaciones hacia los temas de cada trimestre. Se había estado aprovechando de él en las asignaturas comunes de ambos y cuando hubo una que Leval no tenía, a ella le había faltado tiempo para cepillarse al profesor que la impartía. Con los ojos llorosos y lleno de rabia salió de allí cuanto antes. No podía, pese a todo, ceder a la furia y echar por tierra toda su carrera. Agradeció las lecciones de su padre para ser capaz de controlarse en un momento así. Llegó a su casa disimulando como pudo ese tremendo desengaño, saludó a sus padres y a su hermana que si le notó extraño.

 

- ¿Qué te pasa, Leval? No te veo muy contento. - Le inquirió Kerria con normalidad en su tono. -

- ¡No me pasa nada, ocúpate de tus asuntos! - Le espetó secamente él que subió a su cuarto sin más. -

 

            La joven se quedó sorprendida, su hermano estaba bastante furioso, eso era fácil de ver. Entonces sonó el vídeo teléfono, la chica lo descolgó y en la pantalla apareció la cara de Jane antes de que se desviara la llamada a la extensión de Leval. Su hermano también lo había atendido, creyendo que se trataría de Mazoui. Éste había quedado en llamarle por otros motivos relativos a las prácticas y él quería desahogarse, lo malo fue verla a ella.

 

- Leval. - Sonreía ésta como si nada hubiera pasado. - ¿Dónde te metes?, te dije que me esperases fuera.

- ¿Para qué? – preguntó el muchacho tratando de mantener la calma. - ¿Para que tuvieras tiempo de acabar?

- ¿Acabar?,- le preguntó Jane con cara de no haber roto un plato.- ¿Acabar el qué?

- ¡Ya lo sabes!,- espetó él. - Lo que estabas haciendo con ese viejo fofo de Seil en tu aula a puerta cerrada. ¿Acaso lo hace mejor que yo? - gritó sin poder contener su enfado. -

 

            Kerria escuchaba atónita, menos mal que su hermano descolgó antes y la imagen de ella no aparecería en pantalla. Escuchó como Leval recriminaba a Jane lo que había visto y ésta, perdiendo su sonrisa, le respondió con seriedad.

 

- Tú no lo comprendes, muchas de las chicas de la academia tenemos que hacer cosas parecidas. Para vosotros los hombres es fácil. Pero nosotras lo tenemos mucho peor.

- No digas estupideces, ¡eso no es así! - Rebatió Leval - conozco a muchas cadetes que han pasado sin tener que recurrir a eso. Además, si algún profesor te hace ese tipo de chantaje se debe denunciar. Pero yo no te vi con cara de ser chantajeada.

- ¡Déjame en paz! - Espetó ella. - Tú nunca lo entenderías, ¿crees que me gusta lo que hago? Yo no soy tan brillante como tú, solamente soy una chica de notables desde el instituto y aprobados aquí, y para sacar estas pruebas con la debida puntuación eso no basta. Nunca pasaría los finales de este año y quiero ser oficial y piloto de cazas. Eso es lo más importante, para mí cuenta más que nada y no pararé hasta conseguirlo.

- Pues búscate a otro para que te ayude con la materia, a uno que te agradezca bien tus servicios- aulló él. -

- Descuida, lo haré. No eres el único en la academia con buenas notas, - le gritó ella que también parecía a punto de llorar. -

 

            Leval desconectó el teléfono hirviendo de rabia y frustración. Kerria hizo lo propio y subió corriendo a la habitación de su hermano, pero él ya no estaba allí.

 

- ¡Dios mío! - Musitó la muchacha. -

 

            Entonces en su mente se produjo una especie de fogonazo. Esa ira, esa rabia y desconsuelo. Kerria pudo recordar la imagen de Leval, pero la de ese otro chico de aquel futuro alternativo. Cuando ella estuvo a punto de morir, tuvo unas visiones terribles de aquel pobre muchacho luchando contra esos malditos ciborgs. Aunque también se acordó…

 

- ¡Era ella! - Pensó con asombro. - La chica que salía en mis visiones y estaba junto a él.

 

            Se acordaba de haber vislumbrado a ese Leval, abrazado a esa muchacha y como Jane le animaba y le besaba. En esa otra realidad posiblemente fueron pareja. ¡Claro! Pero ¿cómo cuadraba eso con las visiones que tuvo sobre su hermano y Amatista?

 

-En ese mundo paralelo nuestros padres murieron antes de que Tist y yo naciéramos. - Recordó con un escalofrío. - No sé, me siento como si algo no estuviera bien…

 

            No sabía qué conclusión sacar ante eso. Quizás Debbie y sus nuevos amigos, esos que conocieron durante aquella aventura, pudieran tener alguna idea. Pero ya tenía bastantes cosas en la cabeza como para tratar de contactarles, y quizás todo tuviera que suceder así. Decidió pues que sería mejor no meterse y dejar que las cosas siguieran su curso.

 

-Lo siento mucho, Leval. ¡Ojalá pudiera apoyarte ahora! - Pensó consternada. -

 

El chico entre tanto volaba a toda velocidad y enseguida llegó al páramo donde se entrenase con su padre y Mazoui. Allí se desahogó convirtiéndose en súper guerrero y devastando una extensión enorme de terreno. Cuando se calmó volvió a casa agotado, no quiso tomar una alubia pues quería evitar disponer de nuevas fuerzas que quemar. Sus padres que habían estado fuera durante ese rato volvieron y Roy le preguntó al verle en el estado que se encontraba.

 

- ¿Has estado entrenando, hijo?

- Sí, papá, últimamente lo había descuidado bastante. - Murmuró sombríamente él. -

- Bien, así me gusta. Se te ve cansado. Anda ve a la ducha. - Sonrió aprobatoriamente Roy dándole una palmada en la espalda, sin advertir aquel tono tan tétrico. -

 

            Beruche, creyendo lo mismo le besó en la frente, tenía que salir de nuevo con su esposo pues habían quedado a comer con Diamante y Esmeralda para contarse cosas de sus amigos y parientes. Leval se quedó mirando al suelo fingiendo agotamiento y se fue a duchar, se sentía mejor, pero seguía muy enfadado. La casualidad quiso que Amatista pasara por allí, como siempre, buscando a Kerria. Y se encontró con él que ya estaba vestido después de ducharse.

 

- Hola Leval. - Saludó ella tratando de ser lo más encantadora posible. -

- Hola - repuso secamente él. -

- ¿Está tu hermana? - Inquirió ella. -

- Supongo que estará arriba, en su habitación - dijo el chico alejándose de allí. -

- Bueno, ¿qué tal la academia? - Le preguntó Amatista deseosa de poder charlar un poco con él. -

- Bien, gracias - repuso sin detenerse. -

 

            La muchacha se quedó sorprendida, Leval no solía mostrarse tan huraño, de seguro que los duros temas de estudio le estarían jugando una mala pasada, decidió dejarlo estar. En eso, bajó Kerria, saludando a Amatista y sin esperar respuesta le conminó con urgencia.

 

- ¡Vámonos!

- Pero Kerria. - Susurró la sorprendida señalando a Leval que estaba en la habitación contigua. - Me gustaría charlar un poco con él.

- No es el momento, vámonos. - Insistió ella agarrándola de la mano y tratando de tirar de su amiga hacia la salida. -

- ¿Qué pasa?,- inquirió Amatista curiosa y algo inquietada por ese modo de actuar. -

- Te lo contaré después, pero ahora, por favor, ¡vámonos de aquí! - Le pidió Kerria susurrándole con insistencia. -

- Bueno, bueno, espera, ahora mismo nos vamos. - Accedió ella no sin antes acercarse a Leval que había vuelto a salir de ese cuarto contiguo para preguntarle con absoluta buena intención. - ¿Por qué no quedamos para luego? Te invito a tomar un helado y me cuentas como te va en la academia.

- Estoy ocupado. - Repuso hoscamente él. -

- ¿Has quedado con esa Jane? - Preguntó Amatista que añadió en forma cordial y resignada. - ¡Qué suerte tiene, seguro que contigo no tendrá problemas en aprobar la física! Es más, casi estoy pensando en pedirte más clases yo también.

 

             Aquello le sentó a Leval como una lluvia de aguijonazos, por un momento creyó que era Jane la que le estaba hablando. Para sorpresa y conmoción de su hermana y Amatista, se revolvió hacia su interlocutora descargando un puñetazo sobre la mesa que se quebró por tal golpe, al tiempo que escupía con un grito lleno de rabia.

 

- ¡Ya basta!, ¿es que no tienes otra cosa que hacer que molestarme? ¡Ya estoy harto!, solo estáis pendientes de que os ayude, ¡ya sois mayorcitas para apañaroslas solas!

- Pero, si yo no… - Pudo musitar Amatista impactada y asustada. -

 

Nunca había visto a Leval tan enfadado, excepto cuando su hermana estuvo a punto de morir. Y con ella siempre había sido muy amable, incluso entonces se comportó mejor que ahora. ¿Pero qué le había dicho para que se pusiera así? De todas formas, estaba claro que a él ya no le importaba nada en absoluto, solamente era un estorbo, sin poder contenerse escapó corriendo de allí con los ojos llenos de lágrimas. Por su parte, la atónita Kerria no pudo hacer nada, su amiga salió de allí sin darle tiempo a frenarla, realmente era mejor así. Lo que sí tuvo deseos de hacer fue encararse con su hermano y recriminarle indignada.

 

- ¿No te da vergüenza? La pobre trataba de ser amable contigo, apenas te ha visto en mucho tiempo, no necesita ninguna ayuda, sólo era una broma.

- ¡Pues no tiene gracia! - Le chilló Leval aun enfadado. -

- ¿Y por eso se merece que la trates de esa manera? - Respondió Kerria con pesar y desaprobación. Añadiendo de forma más conciliadora. – Escucha, yo soy tu hermana, a mí puedes gritarme. Desde que éramos pequeños estamos acostumbrados a discutir, pero Amatista no. La has ignorado durante todo este año y ahora la tomas con ella para desahogarte.

- ¡Tú no sabes de que estás hablando! - Gritó el chico temblando de furia. -

- Sí que lo sé, Leval. - Repuso Kerria ahora con tono apenado y culpable. - Os escuché hablando por el vídeo teléfono, fue sin querer, pero lo descolgué a la vez que tú.

- ¿Y a ti quién te ha dado vela para meterte en mis cosas? - Le recriminó airadamente él. –

 

            Kerria respiró hondo, no debía enfadarse también o sería mucho peor. Por el contrario, haciéndose cargo de como debía sentirse su hermano, replicó con tinte conciliador.

 

- Ya te he dicho que no quería hacerlo, pero lo escuché y lo siento, ¡lo siento mucho! Sé por experiencia lo que ese tipo de cosas duelen. Pero no descargues tu rabia con quien menos se lo merece, por favor. Tú no eres de esa manera y ella, a pesar de su apariencia de chica fuerte, es muy sensible, no puedes ni imaginar hasta qué punto le has hecho daño.

 

             Éste se quedó pensativo, trataba de calmarse y revivía el incidente, cada vez que pensaba en ello se arrepentía más de su arrebato, él apreciaba a Amatista como si de una hermana se tratara y realmente la pobre chica no podía haber sabido nada de eso. Y Kerria tenía toda la razón, había desahogado con esa muchacha toda su rabia sin ninguna razón.

 

- Lo siento, - musitó arrepentido, sintiéndose realmente mal consigo mismo. - Hice mal, no quería hacerle daño. No tenía que haberle hablado así. No tiene culpa de nada…

- No me lo digas a mí, - le pidió su hermana con un tono más afable y posando con suavidad las manos en sus hombros. - Díselo a ella y no tardes por favor, debe de estar pasándolo muy mal.

 

            El chico asintió y después salió corriendo a una tremenda velocidad. Amatista sólo había recorrido unos cientos de metros, caminaba ahora con la cabeza hundida en sus hombros y sollozando, él se adelantó colocándose justo enfrente de ella que, sorprendida, se frenó.

 

- Por favor, perdóname. No he tenido un buen día. - Le pidió entrecortadamente Leval, pero la joven le daba la espalda enjugándose las lágrimas y él insistió. - Lo siento, no debí gritarte a ti. Te ayudaré en lo que necesites. ¿Qué querías saber de química?, o era de física ¿eh? - Añadió con un tono de voz mucho más suave y considerado. -

 

            Amatista lloraba desconsolada negando con la cabeza. Y únicamente pudo añadir, visiblemente dolida.

 

- ¡No quiero estorbarte más! Tienes cosas más importantes que hacer que ocuparte de una niña estúpida.

 

             Leval la miró con pesar, ¡pobre chica! Al parecer sus iracundas palabras le habían hecho tanto daño como Kerria le advirtió. Pudiera ser que más. Apenas pudo responder.

 

- Lo siento, de verdad. Tú nunca me has molestado. Siempre has sido muy buena conmigo. Esto no tiene que ver contigo. La culpa es mía. Realmente me alegro mucho de verte. Yo también necesito tener una amiga cerca. No lo estoy pasando bien últimamente en la Academia. - Admitió a duras penas, logrando que la muchacha se calmase un poco. - Nada bien…

 

Y por fin Amatista se dejó abrazar por él. En verdad lo deseaba mucho, tenerle allí, junto a ella y sentirle amable y cordial como siempre. No distante y esquivo como durante esos últimos meses. Estuvieron sin hablar durante un rato y al poco llegó Kerria, contenta y aliviada de que todo se hubiera solucionado...Pasaron unos días y después unas semanas, el curso tocaba a su final. Las chicas iban a graduarse y les tocaba decidir que iban a hacer en un futuro. Idina había elegido ser maestra como sus padres. Estos, muy felices y orgullosos de ello, la apuntaron a la Golden State College. La chica hizo una prueba y la aceptaron. Los Rodney estaban encantados y su hija también. Así reviviría la tradición familiar. Aquello les recordaba los viejos tiempos a sus padres. Además, Roy y Beruche estarían cerca. Si hiciera falta cuidarían de su sobrina quién, sin embargo, demostró saber valerse muy bien por sí misma. La joven también se llevaría una agradable sorpresa, su amiguita de la infancia, Nehie, fue a estudiar con ella. Además, ambas hicieron muy buenas migas con otras compañeras con las que compartirían alguna que otra aventura. Katherine quería hacer Imagen y Sonido o Ciencias de la Información, quizás Arte Dramático, no estaba segura, pues había descubierto también su vocación por el periodismo. Lo pensaría durante el verano. De cualquier forma, le gustaba mucho el mundo de la comunicación y del espectáculo y tenía cualidades para ello. Su madrina Minako la animó a proseguir su carrera brindándole la posibilidad de actuar junto a ella en alguna gira. Y no descartaba el ir de vacaciones a Irlanda a ver a su abuela Meg, pasar unos días con su amiga Erin y, si coincidían allí, con sus primas Suzanne y Bridget y su tía Alannah quién siempre la alentó a seguir su vocación de artista. Kerria se decidió por el derecho, le gustaban las leyes y sabía que para ella y personas de similar condición a la suya había muchos problemas, sobre todo legales. También discriminación y falta de aceptación en muchos lugares. A pesar de las nuevas leyes nacionales aprobando el matrimonio, quedaban pendientes bastantes batallas por ganar para el colectivo LGTBI. Quiso hacerse abogado y jurista para cambiar las cosas. E inspirada por su madrina Ami, anhelaba ser aceptada en Harvard, pero eso llevaría tiempo. Tendría que esforzarse mucho y trabajar muy duro para lograrlo. Aunque lejos de achantarse aquello la motivaba en gran medida. Amatista era la que menos claro lo tenía, veía su futuro bastante incierto. No sabía en que especializarse, después de que Leval la ayudase con la física, se había interesado realmente por esa materia y otras de ciencias. Satory habló con ella y la convenció de que estudiase biología, que era la misma carrera que la hija de Masters había elegido hacer tras astrofísica. Además, el propio profesor Tomoe se había ofrecido a darle clases particulares en su tiempo libre y ayudarla cuando se especializase. De todas formas, estos asuntos quedarían pospuestos para después del verano, pues había dos acontecimientos muy importantes. De un lado, la gira de las chicas que habían logrado obtener un prometedor contrato para su grupo, y de otro y, antes que nada, la graduación del instituto. Todas las muchachas que terminaban ese año rivalizarían por ser las reinas del baile. A Amatista y a Kerria no es que ese asunto les importase demasiado, pero a sus madres sí. Esmeralda diseñó para ambas jovencitas dos preciosos vestidos, y, es más, ¡ella misma se apuntó a ir a la fiesta! Ni que decir tiene que a su hija no le hizo ninguna gracia, pero dada la ilusión que tenía su madre, no se atrevió a protestar. Vestida como en sus mejores días de pasarela, Esmeralda mantenía una figura y una belleza envidiables. Daba hasta la apariencia de una chica joven, aunque no tanto como su hija, claro está.

 

-Bueno…han quedado perfectos. -Suspiraba la exmodelo en tanto terminaba de repasar esos vestidos de ensueño que había diseñado y cosido ella misma. - Ya sólo tendré que convencer a tu padre para que me lleve. Ahora que lo pienso, nunca tuvimos un baile de graduación. ¡Ja, ja, ja! –Reía atronadoramente haciendo que su pobre hija se tapase los oídos y moviera la cabeza resignada. - No, en Némesis no se estilaban mucho esas cosas…aunque había bailes en la Corte, claro. Pero no es lo mismo.

 

Y existía otro problema añadido. Amatista no tenía pareja, varios chicos se lo habían pedido, pero ella no se decidió por ninguno, hasta que Esmeralda le sugirió que se lo pidiera a Leval. La pobre chica estaba muy nerviosa y visiblemente avergonzada cuando le repetía a su madre que él no iba a aceptar, pero ella insistió. Y es que Esmeralda, conociendo a su hija, ya se había anticipado. Lo comentó con Beruche y ésta le aseguró que él aceptaría. Su hijo se sentía culpable todavía por su enfado con la muchacha y quería olvidarse definitivamente de Jane. Así que Amatista, animada también por Kerria, reunió todo su valor y fue a hablar con el chico. Como casi siempre llamó con prevención y fue Roy quién abrió.

 

- ¡Hola Amatista! ¿Buscabas a Kerria? - Se interesó. -

-Buenas tardes, señor Malden. No, buscaba a Leval. - Pudo decir ella con un rubor que le invadía peligrosamente las mejillas. -

-Estaba por ahí, en su cuarto. - Le informó su interlocutor invitándola con jovialidad. - Pero pasa…anda siéntate. Le diré a mi mujer que le llame. Yo tengo que salir.

 

            Y adentrándose en el salón, avisó a su esposa en voz alta

 

- ¡Bertie… mira a ver si puedes llamar al chico!  Amatista ha venido a verle.

 

La pobre chica estaba totalmente colorada. Sentada en el banco del porche sin atreverse a entrar pese a la oferta de Roy. Una vez él oyó la réplica de su mujer, sonrió y salió de nuevo. Insistiéndole a la muchacha.

 

-No te quedes aquí fuera…Anda entra y ve al salón. Mi esposa está dentro. Ha ido a llamar a nuestro hijo.

-Claro, gracias. - Aceptó finalmente dirigiéndose hacia el interior.- Es usted muy amable.

 

            Se sentó juntando las piernas y con la espalda recta. Tocaba poner en práctica los consejos de su madre. Lucía un vestido de verano de falda naranja hasta las rodillas y una blusa blanca que conjuntaba con sus zapatos de charol de poco tacón. Así la vieron Bertie y Leval, que venían juntos, el muchacho saludó con un gesto y se disculpó yendo a la cocina a por unas bebidas.

 

-Hola. ¿Qué tal, Amatista? - Saludó jovialmente la madre del chico, que comentó. - Kerria no está. Ha salido a ver a Brian. Pero no creo que tarde.

-Sí, muchas gracias, señora Malden. En realidad, venía a ver a Leval. Tengo un favor que pedirle. - Respondió en tanto se levantaba para corresponder al saludo. -

-Muy bien. - Sonrió su interlocutora de forma cómplice para sentenciar. - No te preocupes, seguro que te ayudará en lo que necesites. Ahora tengo que dejarte. He quedado con tu madre para ir de tiendas.

-Que lo pasen bien. – Pudo replicar la joven. -

 

            Bertie se alejó justo cuando su hijo retornaba con una bandeja que dejó sobre la mesa del salón, sobre ella llevaba unos refrescos y unas galletitas saladas. Muy gentilmente le ofreció a su invitada.

 

- ¿Te apetece?

-Gracias. - Aceptó tímidamente ella tomando el vaso y bebiendo un pequeño sorbo. Tras dejarlo nuevamente sobre la bandeja trató de abordar el tema con patente apuro. - Verás Leval, sé que te pareceré una tonta, pero tengo un grave problema…

- ¿Qué te ocurre? ¿Es relativo a alguna asignatura? - Quiso saber él. -

- ¡No, no! - Sonrió la muchacha moviendo la cabeza para replicar. - Este año me lo tomé todo muy en serio y he sacado muy buenas notas. No, no es eso…  Es relativo al baile de fin de curso…

 

Y el muchacho clavó una atenta mirada en ella escrutándola con esos penetrantes ojos azules que tanto la atraían. Amén del resto de su cuerpo, claro está. La pobre chica tuvo que pararse unos segundos, tragar saliva y decir casi con un hilo de voz.

 

-Es que…no tengo pareja para ir…

- ¿Qué tú no tienes pareja? - Se sorprendió su contertulio, sentenciando con incredulidad. - Una chica como tú es imposible que no haya tenido a nadie que le pidiera ir al baile con ella.

 

            La muchacha no sabía cómo tomarse aquello. ¡Ojalá que fuera a modo de cumplido!, se removía nerviosa en el sillón en el que estaba sentada y apenas fue capaz de mirar a su interlocutor y musitar a modo de pretexto.

 

-Bueno, es que soy más alta que la mayoría. Muchos no quieren ir conmigo por eso. Y aunque he tenido algunos que me lo pidieron no supe decidirme...y claro… ellos no podían aguardar…

-Comprendo. - Dijo él llevándose una mano a la barbilla para ponerse en ademán pensativo y al poco, preguntar para asombro y conmoción de su contertulia. - ¿Podría servirte yo?

- ¿Tú? - Exclamó la agitada joven señalando al chico con un dedo en tanto se levantaba. - ¿Acompañarme al baile?...

-Sí, si te parece bien. - Sonrió Leval que afirmó con jovialidad. - Echo mucho de menos el ambiente del instituto, mi baile de graduación estuvo muy bien, recuerdo haber ido con Renda Hills. Era una chica muy maja, no como esas pesadas que andaban todo el día detrás para tener una cita superficial. Ahora no sé ni dónde estará, ¡ja, ja! …pero fue algo realmente muy divertido. Aunque no nos eligieron rey y reina. A ver si ahora hay más posibilidades.

 

            Amatista solamente sonreía embobada, apenas podía creer en su suerte. Ella que estaba dándole vueltas pensando en cómo se lo plantearía y ¡había sido él quién se lo había pedido!

 

-Claro…claro que sí… Te lo agradecería mucho...pero no quiero ponerte en un compromiso…- Pudo decir la muchacha con cierto apuro. -

-En absoluto. Te digo que tengo muchas ganas de repetir la experiencia. - Le aseguró él con una sonrisa. - Y más si es contigo. ¡Lo pasaremos genial!…

 

 Ella estaba en las nubes, sobre todo al oír aquello último. Pensó que seguramente cuando le viesen a su lado en el instituto creerían que eran novios, o por lo menos más que amigos. Pero eso era lo de menos, lo importante para la ilusionada chica es que iba a ir con él. Amatista no podía evitar estar cada día más enamorada. Sobre todo, ahora, superado aquel bache. Pero desafortunadamente para ella, Leval parecía tener una venda en los ojos, entre que estaba escarmentado de su última relación y pensaba únicamente en su carrera, seguía mirando a la muchacha como a una hermana a quien sacar del apuro. Ésta comprendía que, después de un desengaño, no era el mejor momento para salir con nadie. Ella misma lo comprobó hacía años con François. El chico posiblemente quería hacerle ese favor porque la apreciaba sinceramente, sin ver otra cosa. Así que ella decidió ir al baile y pasárselo lo mejor posible sin pretender por ahora, nada más.

 

-Muchas gracias. - Pudo musitar de forma tímida. - De veras, me salvas la vida.

-Gracias a ti. - Sonrió el joven. -

-Bueno, ahora tengo que irme ya. - Afirmó la muchacha. -

 

            Y se despidió, aguardando a saludar a los señores Malden que aún no habían salido de la casa. Estaban en la cocina, dado que no tenían que irse tan pronto como hicieron a su invitada creer. Éstos la vieron marchar con una sonrisa. Fue Roy quién dijo con tono aliviado y hasta algo reprobatorio.

 

- ¡Ojalá el atontado de nuestro hijo se diera cuenta de la chica que tiene suspirando por él! En eso desde luego no ha salido a mí, mira que llega a ser cabeza hueca.

-Sí, debo reconocer que eso es verdad. - Asintió Bertie, apoyando la cabeza en el pecho de su marido para agregar aliviada. - Menos mal que dejó de ver a esa otra chica. Leval no dijo nada, pero estoy segura de que algo malo debió de suceder entre ellos. Pasó unos días muy callado y serio. Le noté enfadado, triste y dolido.

-Ha sido para bien, cubito. - Comentó Roy remachando sabiamente. - Ahora nuestro hijo debe relajarse y disfrutar. Ha trabajado muy duro.

-Tienes toda la razón. Y ojalá, como dices tú, viera lo que Amatista siente por él. - Deseó Bertie que, suspirando de nuevo con más desenfado, añadió. - Aunque eso deberá descubrirlo él mismo. Igual que Kerria, espero que ella sea muy feliz.

-Y si pudiera serlo con Brian. Entonces nuestra dicha sería completa. ¿Te imaginas que yerno y que nuera podríamos tener? - Añadió su esposo con una pícara sonrisa adornando su semblante. - Por cierto. Creo que la niña había quedado con su encantador vecino hoy.

 

            Bertie le miró con expresión entre divertida y reprobadora para comentar con resignación.

 

-Cuando algo se te mete en esa mollera, no hay quien te lo saque de ahí…

-Ya me conoces. - Se encogió de hombros él. - Soy Roy Malden…y casi siempre consigo lo que me propongo. Si hasta te conseguí a ti…el cubito más frío de la Golden.

 

Dejándole por imposible su mujer se rio con ese estilo cantarín suyo que tanto le gustaba a él. De ese modo quedaron todavía un rato los dos juntos, mirando a través de la ventana.  Por su parte, su hija había ido efectivamente con Brian a pasar la tarde. El chico le pidió que, en cuanto pudiera, le llevase alguna de las canciones que había grabado con el resto de sus compañeras del grupo musical. Estaba deseando escucharlas. La joven enseguida complació aquel deseo. Aunque tras oírlas y que el muchacho expresara su aprobación, él le pidió otra cosa que ella no supo si podría conceder.

 

-Oye Kerria…Quisiera pedirte, bueno. - Fue capaz de casi balbucear con visible rubor. - ¿Vendrías al baile de fin de curso conmigo?...Si es que no tienes pensado ya ir con nadie…

 

            Su interlocutora le miró en un principio con gesto atónito, luego sonrió con dulzura. Imaginaba que su amigo le iba a pedir aquello, estaba segura desde que hacía unas semanas se comenzó a hablar de ello en el instituto. Ningún otro chico se había acercado a ella para proponérselo. Estaba claro que todos recordaban lo que sucedió hacía un par de años. No obstante, al ir regularmente con ese muchacho y estar tan afectuosa con él, pensaron que debían de estar saliendo juntos en plan serio, pues eran vistos a menudo en compañía. No, esa chica no podía ser gay, pensaban ahora muchos, eso debió de ser un rumor de las malintencionadas o una especie de experimento de esa muchacha. A buen seguro, una fase. No era extraño que algunos chicos y chicas probasen para luego olvidarlo por completo. Además, ella y Brian hacían una estupenda pareja.

 

-Espero no haberte puesto en un apuro. - Dijo él bajando la vista. - Si no puedes o no quieres, lo entenderé…

-Nada de eso. Estaré encantada de ir contigo. - Sonrió ampliamente la joven posando una mano sobre las de él. -

 

            El pobre chico apenas si pudo evitar que el rostro se le iluminase. Estaba radiante de felicidad.

 

- ¡Estupendo! - Pudo decir ante el gesto risueño de su interlocutora que asistía divertida al aturullamiento que invadió al joven, cuando éste trataba de decir. - Sí, esto, bueno…ya me dirás cuando paso a recogerte, porque pasaré a recogerte, claro. No nos vamos a ver allí…

 

La chica sonrió y asintió. Tras ponerse de acuerdo en eso se despidieron. Así, llegado el momento, se prepararon para ser una pareja que deslumbrase aquella mágica noche. Eso pensaban tanto Roy como su esposa cuando el chico, elegantemente vestido con un esmoquin, vino a recoger a su hija.

 

-Buenas noches, señores Malden. - Saludó con visible rubor cuando le abrieron la puerta. -

- ¡Qué elegante estás, Brian! ¡Vaya un chico más guapo! - Le halagó Bertie al ver a ese tímido muchacho. -

 

            Aunque el joven apenas sí pudo despegar los labios para agradecer el cumplido porque el sonido de unos tacones le hizo mirar hacia la escalera que daba acceso a la planta superior de la vivienda. Por ella descendía Kerria, estaba realmente muy hermosa, lucía el traje de noche azul celeste y conjuntado con una flor del mismo color en su largo y sedoso pelo castaño claro, liberado de su habitual trenza para esa ocasión. Bertie únicamente tuvo que mirar a la cara de ese chico y sonrió. Su hija le había deslumbrado y no era para menos.

 

- ¡Estás realmente preciosa! - Pudo musitar él. -

 

            Aquello hizo que la muchacha hasta enrojeciera. Beruche llamó a su esposo que, muy satisfecho, asintió declarando admirado.

 

- ¡Hacéis una pareja que ni en las películas de James Bond! Anda, os sacaré unas fotografías. Esto hay que documentarlo.

-Claro, papá. - Convino Kerria aproximándose al azorado chico para pedirle con jovialidad. - Anda Brian, ponte aquí, conmigo.

 

El requerido obedecía como si estuviera hipnotizado. Roy les hizo unas cuantas instantáneas con su teléfono. Desde luego, era cierto, aquello era para conservarlo.

 

-Ya te las mandaré por WhatsApp. – Le aseguró al todavía ensimismado chico, que solamente tenía ojos para su pareja de esa noche. -

-Gracias... – pudo decir Brian al fin, para agregar casi con un susurro. - Con su permiso, nos vamos ya.

-Por supuesto. Que os divirtáis. - Les deseó el padre de la muchacha. -

-Pasadlo muy bien, estos son de los momentos que se recuerdan durante toda la vida. - Añadió Bertie con una enternecida sonrisa. -

 

La pareja de jovencitos salió, los padres de ella los vieron alejarse tomados del brazo y Roy sonrió lleno de alegría abrazando a su mujer.

 

- Quien sabe, cubito - susurró esperanzadamente él. – Como ya te dije el otro día. Puede que mi sueño para nuestra princesa se cumpla después de todo.

 

            Bertie asintió deseando que así fuera. Ese Brian era un gran muchacho. Pero ella, que conocía bien lo que sentía Kerria, no lo tenía tan claro como su esposo. Pese a todo la llegada de los jóvenes al gimnasio del instituto, convertido en salón de baile por esa noche, fue más que remarcada por el resto. La mayoría al verlos desde luego pudo pensar como el padre de la chica. A buen seguro ella y Brian estarían saliendo juntos. Por otro lado, en casa de Amatista, cuando Leval, en uniforme de gala de la Academia pasó a recogerla, a ésta casi se le corta la respiración. El chico estaba imponente. Eso sí, se sorprendió bastante cuando supo que la madre de la joven iba a ir también.

 

- ¡Vaya! - sonrió Leval que dijo de forma muy galante. - Amatista, no sabía que tuvieras una hermana tan bonita.

 

             La jovial madre sonrió agradeciendo el cumplido. El todavía atónito muchacho añadió.

 

- Tengo el coche ahí fuera, cuando queráis nos vamos.

-Un momento, dejad que os saque una foto antes. – Les pidió Esmeralda con visible entusiasmo. -

 

            Aunque algo azorados los chicos por supuesto que posaron, Amatista se tomó del brazo de él con el rostro radiante de alegría y Leval sonrió también. Cuando al fin la señora Lassart quedó satisfecha tras sacar unas cuantas instantáneas el joven les dijo con afabilidad.

 

-Pues una vez inmortalizados, vamos a la fiesta.

- ¡Yo iré con mi marido! - rio Esmeralda. - No quiero que crean que estoy buscando novio, ¡ja, ja!

 

Su interlocutor asintió sonriendo con cara de circunstancias y se alejó para abrir la puerta del vehículo.

 

- Pero mamá, papá tardará en llegar, - dijo en voz baja Amatista. -

- Prefiero esperarle para que vayamos juntos. Supongo que no te importará ir sola con Leval y charlar con él hasta llegar a la fiesta, ¿verdad hija? - Susurró su madre a su vez. -

- Gracias, mamá. - Sonrió la muchacha dándole un beso en la mejilla. - Hasta luego. - Se despidió y corrió a subir al vehículo. -

 

 Éste salió presto mientras Esmeralda lo observaba alejarse con una gran sonrisa.

 

-Ahí va mi niña…y qué bien acompañada…estás deslumbrante mi amor. No sabes hasta que punto te comprendo. ¡Ojalá que ese muchacho te viese tal y como eres, como una preciosa jovencita a la que poder amar, como tú le quieres a él! ¡Cómo recuerdo que tu abuela, la reina Amatista Nairía, me observaba a mí cuando yo miraba a tu padre! ¡Ahora puedo comprender como debió sentirse ella! - Suspiraba la diseñadora, meditando. - ¿Quién sabe? Quizás hoy sea tu gran noche al fin.

 

            Y así parecía presagiarse. Dado que nada más llegar al baile ambos fueron la pareja que más miradas atrajo. Incluso superando a Brian y a Kerria. Las compañeras de Amatista, que le conocían desde que ellas estuvieran en el primer curso, no dejaban de suspirar, envidiando de forma más o menos sana a su condiscípula. Hubo muchos murmullos y todos apuntaban a que seguramente la joven francesa, que vestía un magnífico traje de noche violeta a tono con sus ojos y una blanca flor en el pelo, y Leval, con su uniforme de gala veraniego en color blanco y con ribetes dorados, que lucía un par de condecoraciones por méritos en la Academia, estarían saliendo juntos y la opinión general fue que hacían una magnífica pareja.

 

-Hay que ver qué suerte tienen algunas. - Suspiraba Lana de la mano de su pretendiente, un chico que tampoco estaba mal. -

- ¿Dijiste alguna cosa? - Quiso saber él. -

-Nada, nada…-Se apresuró a desmentir ésta con una media sonrisita. -

 

Más tarde llegó Esmeralda ataviada con un traje de tono negro con brillos de terciopelo y franjas verde botella. Diamante la llevó no muy contento, enfundado en un jersey blanco de cuello alto que se ajustaba a su cuerpo revelando su extraordinaria forma física y que además le iba a tono con su perilla.

 

-Ya estamos aquí. - Sonrió la diseñadora aferrada del brazo de su esposo. -

-No sé exactamente porqué. - Musitó éste con desapasionamiento. -

-Pues porque quiero ver feliz a nuestra hija. - Le comentó la exmodelo. -

-Esmeralda…estas cosas no son para que los padres asistan. - Le recordó pacientemente él. -

-No veo por qué no. - Rebatió ella afirmando categóricamente. - Es un momento muy importante en las vidas de los chicos. El paso a su etapa adulta. Y no quiero perderme a nuestra niña…No comprendo cómo no estás igual de emocionado que yo.

 

Y ante la sorprendida mirada de su mujer él confesó que estaba incómodo entre tanto crío, pese a ser, tras Leval, el hombre más admirado de la fiesta, y quedó en que volvería a recogerla más tarde. Eso no le sentó nada bien a Esmeralda que tomó asiento en un sofá al margen del bullicio para observar a su hija.

 

-Bueno, supongo que Diamante tiene razón. - Se dijo con resignado pesar aunque con un ligero toque de malestar. - ¿Qué estoy haciendo aquí en el baile de graduación de mi hija? ¿A quién quiero engañar? Me hacía casi más ilusión a mí que a ella. Pero ya no soy ninguna jovencita…De todos modos, este marido mío podría haberme dado este pequeño capricho…o al menos haber fingido que le interesaba un poco.

 

Y casi comenzó a tomar la determinación de retirarse de manera discreta. Pero enseguida los más ligones y atrevidos repararon en ella. Y también lo hicieron bastantes muchachos que no habían logrado tener pareja. Al momento se vio rodeada por un grupito de chicos que la asediaron a preguntas tales como. “¿De qué curso eres? ¿Eres hermana de alguna de las chicas? Nunca te hemos visto, ¿eres nueva?, ¿tu pareja no está por aquí?”, etc. Todo aquello le hizo olvidar su enfado con Diamante y revivir sus ganas de divertirse. Porque, desde luego, al escuchar estas cosas, dada su incorregible vanidad en lo relativo a su belleza, la diseñadora y exmodelo no pudo ocultar una amplia sonrisa de satisfacción.   



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