Al fin llegaron todos los que faltaban, el grupo de
los que allí vivían se dirigieron al astropuerto de la nave para dar la
bienvenida a los recién llegados. Amatista recibió a sus primas que la
felicitaron muy efusivamente, a Kerria era a la que más ilusión le hacía pues
sería tía. Katherine e Idina también estaban muy contentas pero, sobre todo,
querían ver a sus respectivos hermanos.
Y no decimos adiós
El rey de corazones, el loco bromista
No dijimos adiós
Perdóname, que no tenga un papel por amor que interpretar
Confiando en mi corazón, encontrare mi camino
Haré que ellos me den
Inmortalidad
Hay una visión y un fuego en mí
Seguiré recordándote junto a mí, aquí adentro
Y no decimos adiós
No nos decimos adiós
Con todo mi amor por ti
Y qué más puedo hacer
-¡Qué alegría teneros aquí!- Exclamó Amatista
haciendo piña con todas en un abrazo.-
-Te echábamos mucho de menos, Tist.- Afirmó Kathy.-
-Enhorabuena, futura mamá.- Añadió Idina, quien,
tras separarse, posó afectuosamente una de sus manos sobre el vientre de su
amiga que aun no mostraba ningún viso de ello.-
-Prepárate a engordar un poco.- Sonrió Kerria, al
hilo de aquello.-
-La verdad es que tengo mucha ilusión, pero también
un poco de miedo.- Les confesó su amiga.-
-Ya verás como todo va a ir muy bien.- Se apresuró a
decir Idina.-
-Me refiero a la responsabilidad de ser madre.- Le
aclaró Amatista.-
-Entre mi hermano y tú lo hareis muy bien. Y aquí
tienes a Kerria que seguramente que será una tía estupenda.- LA animó
Katherine.-
-Sí, estoy deseando serlo.- Sonrió la aludida. -
Y tras estos
comentarios prosiguieron contándose algunas de sus cosas. Por su parte, Ail y
Ann fueron recibidos por sus dos hijos, estos les contaron un poco los
pormenores de su estancia. Por fin llegó el anhelado momento y Giaal presentó a
su pareja a sus padres.
- Papá. Mamá, ésta es Susan. Nos conocimos en la
nave cuando llegué y salimos juntos desde hace unas semanas.
- Hola Susan, estamos muy contentos de conocerte.-
Saludó Ann con una gran sonrisa. -
- Lo mismo digo, es un placer señora.- Respondió
educadamente ésta que para la ocasión
había venido vestida de paisano con un simple pantalón beige y un jersey azul.
-
-¡Dios mío! – Exclamó la madre de Giaal que se llevó
las manos a la cabeza un poco en plan de broma. - Ya me llamas señora ¿tan vieja te parezco?
¡Llámame Ann, o Annie, por favor! - Agregó con jovialidad. -
- Perdone Ann. También es un placer conocerle a
usted, señor.- Pudo decir Susan un poco cortada todavía. -
- Por favor – sonrió éste que le dio la mano a esa
encantadora joven añadiendo al igual que su esposa en tanto preguntaba con
patente interés. – Ail, llámame Ail. Dime, ¿cómo conociste a nuestro chico?
Y
refrendando las palabras del hijo de aquella pareja Susan les contó la historia
de cómo el muchacho llegó al gran asteroide, y como la hipnotizó literalmente
en su primer encuentro.
-¡Menuda guardia tuve! Por suerte nadie me vio
quedarme dormida. O me la hubiese cargado bien.
-Lo lamento, entonces no sabía que eso pudiera ser
tan grave.- Dijo enseguida Giaal.-
-Valió la pena correr el riesgo.- Sonrió la
muchacha.-
Tras
las expresiones risueñas de todos a cuenta de aquello, Susan prosiguió con los
momentos que pasaron juntos cuando ella tuvo que custodiarle en la celda. Para
concluir después con la batalla en defensa de la nave.
-Podríamos contarte muchas cosas sobre eso. – Terció
Ail aclarando a la joven ahora con un tono más hostil y serio al rememorar. –
¡Ese tal Gralas es un maldito bastardo! Ya nos enfrentamos a él cuando Giaal
era tan solo un bebé.
-Sí, y más tarde en la Tierra se produjeron muchas
batallas. Trataron de conquistarla primero y de destruirla después. – Añadió Ann – afortunadamente pudimos
rechazarles una y otra vez.
-Pero, ¿cómo es posible?- Preguntó Susan mirándoles
sorprendida. – No recuerdo haber oído nada de eso cuando era pequeña. Ni mis
padres me contaron nada extraño, ni en la escuela escuché algo similar. Una
cosa como esa habría quedado grabada en la historia.
-Verás – le explicó Ail con tono confidencial. –
Como tú conoces la verdadera naturaleza de nuestro hijo y sabes cómo son
nuestros amigos, a ti podemos contártelo. Realmente se pudo borrar la memoria
de la población o camuflar esos ataques como desastres naturales. Incluso
aquellos que tuvieron como blanco grandes ciudades.
-Pero, ¿cómo es posible hacer algo así?- Quiso saber
la atónita muchacha. –
-Digamos que hay poderes muy por encima de los
nuestros. – Le explicó Ail, afirmando con gravedad. – Mi mujer y yo hemos
viajado por el universo más que nuestro hijo y hemos visto muchas cosas. Cosas
que ni siquiera nuestros amigos conocen.
-Sí, me he dado cuenta, con esos extraños dioses o
lo que fueran.- Repuso la joven sorprendiendo ahora a la pareja de aliens.- No
sé si su hijo les habrá comentado algo de eso.
-Es que, veréis… no quise preocuparos hasta que las
cosas no se calmasen.- Pudo objetar el chico, que, ante las caras de curiosidad
y asombro de sus padres, les hizo un breve resumen de lo ocurrido.- Bueno... y
eso ha sido todo por ahora. Afortunadamente parece que nos han dejado en paz.
Al menos de momento.
-Entonces habéis tenido que pasar por pruebas muy
duras.- Valoró Annie, aliviada sin embargo de que todo hubiese resultado bien.-
Gracias al sagrado árbol que salisteis indemnes.
-Tuve unos buenos maestros.- Sonrió su hijo.-
-Pero basta ya de hablar de eso. Lo importante ahora
sois vosotros. - Terció su padre.-
-Sí. Y estamos muy felices tanto por nuestro hijo
Giaal como por nuestra hija Naya.- Sonrió Ann dirigiéndose a esa joven oficial
y afirmando. - Los dos han conocido a personas estupendas como tú y como Alan.
- La hermana de Giaal es una muchacha encantadora. –
Comentó Susan amablemente. – Y una magnífica profesional.
-Ahora ha ido a saludar a los padres de su novio.-
Comentó Annie escuchando aquellos elogios con patente orgullo.-
-Así es. Otros viejos amigos nuestros. – Sonrió Ail,
recordando los buenos momentos vividos junto a ellos y a otros compañeros. -
¡Cómo pasa el tiempo!
Sin embargo, la joven oficial no dejaba de darle
vueltas a las palabras de su anterior conversación. Aunque teniendo en cuenta
las aventuras que habían vivido ya no le sorprendía tanto. Decidió olvidar
aquello al menos por el momento. Pese a que esa extraña forma de hablar le
había llevado a recordar la última conversación que tuvo con Debbie. Su hermana
menor la había llamado desde la Tierra haría un par de días. No obstante, tras
la lógica alegría de volver a conversar con ella, la notó algo extraña. De
hecho se disculpó diciendo que no podría ir a verla al espacio pese a que la
propia Susan le había reservado plaza a ella y a sus padres. Y Deborah también
comentó algo bastante raro sobre fuerzas y cosas que estaban por encima de la
comprensión normal. De que estaba ocupada y tenía algo muy importante que
hacer. Pese a que le preguntó a qué se refería su hermana menor no quiso
responder, aludiendo a sus estudios. Se limitó a pedirle que confiase en ella y
que pronto se verían. En fin, en cuanto pudiera aclararía eso. De momento
deseaba charlar más distendidamente con los que podrían llegar a ser sus
suegros.
-Para mí es un placer y un honor el llegar a formar
parte de su familia, sabiendo todo lo que han hecho por la Tierra.- Les dijo a
los padres de su novio.- Espero que pronto puedan ustedes conocer a la mía…
Los señores Ginga sonrieron agradeciendo aquellas
palabras que intuían sinceras. Mientras, tal y como comentara su madre, Naya
había ido con Alan para saludar a los padres de él. Efectivamente, Tom y Cooan
habían llegado con su hija Idina y en tanto la chica fue junto a sus primas a
ver a Amatista, sus padres lo primero que hicieron fue preguntar por su hijo
mayor. Se habían encontrado antes con Roy y Beruche y ya habían felicitado a
estos, y por supuesto, a Leval y Amatista. Su
primogénito por fin les encontró una vez que estos se habían despedido
de sus grandes y viejos amigos los Malden e Idina se hubo unido a ellos de
nuevo tras charlar con sus antiguas compañeras de grupo. Tras los saludos de
rigor, Alan les presentó a Naya. Tom se sorprendió mucho y le dijo.
- Vaya, así que tú eres hija de Ail y Ann, ¡parece
mentira! Yo he luchado junto a tu padre en muchas ocasiones…
-¡Cuánto me alegro! - Añadió entusiásticamente Cooan
para halagar. -...Siendo hija de Annie no me extraña que seas tan guapa.
La joven agradeció el cumplido poniéndose colorada,
puesto que estaba en su forma humana, a la par que respondía con dulce
amabilidad.
- Muchas gracias, señora Rodney. Usted también es
muy bonita.
-¡Uy! - Rio Cooan complacida, respondiendo pese a
ello - los años no pasan en balde hija, ya no soy como era en mis tiempos.
-¿Pero qué dices, tonta? - Terció Tom divertido. -
Tú sigues siendo igual de guapa que cuando te conocí en la universidad.
- Sí, en la misma que estudia ahora mi hermanita. –
Afirmó Alan rodeando a Idina por los hombros con uno de sus brazos y
atrayéndola hacia sí rematando con visible afecto. – ¿Sabes una cosa,
pequeñaja? Cada día estás más guapa.
- Éste será mi último año, espero licenciarme y ser
una maestra tan buena como mi madre. – Terció ésta algo sonrojada por el piropo
de su hermano. –
-¿Qué pasa con tu amiga Nehie? ¿No ha podido venir?-
Quiso saber el chico con buen talante.-
-No, bueno… es que tiene muchas obligaciones en su
mundo de origen.- Pudo contestar su hermana, agregando.- Al menos eso me
comentó, tuvo que ausentarse gran parte del semestre.
- ¡Fíjate si tendrá cosas que hacer siendo nada
menos que la reina de la Luna Nueva! - Le contó Tom a la atónita Naya.-
Casi
todos sonrieron al oír aquellas palabras aunque Idina no lo hizo. Sospechaba
que la negativa de su gran amiga para acudir a la gran nave obedecía a otro
tipo de razones. Aunque ni ella misma alcanzaba a sospechar cuales podrían ser.
Asuntos de Estado seguramente. De hecho, su compañera de clase estuvo algo
distante y parecía preocupada la última vez que se vieron.
-¡Ojalá me dijeras lo que te sucede para poder
ayudarte, Nehie! - Pensaba no sin cierto pesar e inquietud.-
Sin embargo, no siguieron charlando sobre aquello,
fue Alan el encargado de variar de tema al preguntar por su hermano.
-¿Qué pasa con Lance? No le he visto por aquí. ¿Ha
ido a saludar a alguien?
- Tu hermano tenía trabajo que hacer, para no
variar. Vendrá en la próxima nave.- Le respondió su padre con tono resignado. -
- Sí, siempre está de acá para allá con sus cosas,
apenas pasa por casa a vernos. – Le comentó Cooan con mal disimulado pesar. -
- Últimamente está algo raro. – Completó Idina que
les comentó. – Vino a vernos a la Golden a Nehie y a mí, pero... no sé. Pese a
tratar de mostrarse cordial le noté algo extraño. Quise preguntarle qué tal le
iba todo pero se limitó a lo de siempre. A decirme, muy bien hermanita, estoy
muy ocupado con cosas importantes ¿y tú que tal? ¿En qué líos te metes? Ya
sabéis…
Alan
suspiró al escuchar aquellas palabras, su hermano estaba como siempre, muy
metido en su propia vida y sus ocupaciones sin apenas tiempo para ver a los
suyos. En verdad que era un chico poco sociable, hecho muy raro teniendo en
cuenta como eran los otros miembros de su familia. Era como si tratase de
ocultar algo a los demás. Hasta para su propio hermano mayor era alguien muy
misterioso. Incluso con Idina, que siempre lograba hacer que la gente se
abriera a ella y le confiase hasta sus más profundos temores e ilusiones. No
obstante, Lance se guardaba bien de hacerlo. De todos modos cuando quería no
daba esa impresión. Podía ser un chico encantador. Sin embargo, siempre parecía
que se guardase algo dentro de sí. Pero bueno, no era momento de apenarse y
Alan comentó.
-Desde luego nuestras familias son muy especiales.
Por lo menos, no nos toma por sorpresa saber cómo somos.
-No.- Se sonrió tímidamente Naya.-
-Es que mi novia estaba preocupada por si su
apariencia alienígena nos supondría algún problema.
Eso
hizo que la joven aludida se pusiera colorada, incluso sintiéndose algo
violenta, sin embargo, Cooan enseguida la tranquilizó con una amplia sonrisa
para afirmar.
-Tu madre es preciosa, en cualquiera de sus formas.
Y supongo que tú serás igualmente hermosa. Pero lo más importante es que posees
belleza interior.
-Muchas gracias.- Fue capaz de musitar la chica, abrazada
a Alan.-
-Para unas familias capaces de hacer las cosas que
hacen las nuestras, ¡ja, ja! - Rio su novio recordando entonces para dirigirse
a su hermana.- Idina, ¿te acuerdas cuando decidimos esperar a ver a papá Noel?
Los
demás les miraron con gesto inquisitivo y la interpelada se sonrió entonces
divertida al asentir.
-Es verdad.- Dijo la muchacha.- Fue cosa tuya y de
Lance.
-Bueno, más bien cosa mía.- Admitió Alan.-
El
joven, ante el interés de su novia y las caras cómplices y divertidas de su
familia, rememoró aquello. Él tendría unos nueve años y no había podido dormir.
Quería saber si ese veinticuatro de diciembre, ya prácticamente veinticinco,
sería capaz de ver a Santa. Sin dudar se fue al cuarto de su hermano.
-Lance.- Le susurró al oído a este que ya dormía.-
Venga despiértate.
Tras
zarandearle un rato, su hermano al fin abrió los ojos de mala gana, murmurando.
-¿Qué quieres?...
-Es la hora, vamos a ver a Papá Noel.- Le comentó en
voz baja Alan.-
-Déjame dormir…- Le
pidió este que evidentemente no tenía ganas de levantarse.-
Tras encogerse de hombros y pensar
que él se lo perdía, el chico se fue al cuarto de su hermana Idina. Ésta dormía
plácidamente aferrada a su muñeca de trapo. Repitió la misma operación que
había llevado a cabo con Lance.
-¡Pequeñaja,
despierta!- Le pidió de modo inmisericorde.-
-¡Humm! ¿Ya es de
día?...- Musitó la niña.-
-No.- Le susurró su
hermano.- Venga, vamos a ver a papá Noel.
Una Idina adulta interrumpió la
narración sonriendo todavía para recordar a su vez.
-Me acuerdo, fue el mismo año en el que conocí a Nehie. Vosotros acabáis de volver del campamento. Se ve que teníais ganas de aventuras.
-Me acuerdo, fue el mismo año en el que conocí a Nehie. Vosotros acabáis de volver del campamento. Se ve que teníais ganas de aventuras.
Y narró de seguido.
-Estaba tan cansada
que me costó levantarme, pero quería ver a Santa.- Afirmó entre las sonrisas de
sus padres y su hermano.-
La cría caminaba con pasos vacilantes
tras su hermano mayor, agarrada a su muñeca.
-¿Para qué te has
traído a Mimí?- Le preguntó Alan.-
-Es que quiero que
ella también les vea.- Repuso su hermana.-
El crío se encogió de hombros una
vez más. Al fin, ambos niños llegaron al salón. Allí estaba el gran árbol de
navidad que tenía decorando la estancia, aunque no había regalos en él.
-¿Y si Santa se
enfada y no nos trae nada?- Inquirió una asustada Idina. – Papá y mamá dicen
que no le gusta que los niños le vean.
-¡Bah!, seguro que
no se da cuenta. Nos esconderemos bien. – Le dijo su hermano.-
-Tengo un plan.-
Oyeron entonces la voz de Lance.-
Los dos dieron un respingo
sobresaltados. Alan enseguida le preguntó al recién llegado.
-¿No estabas durmiendo?
-Sí, pero ya me
dejaste con las ganas.- Afirmó su hermano que, pese a estar cansado, comentó.-
Se me ha ocurrido un plan. Dejamos la cámara de vídeo de papá grabando, la
esconderemos bien y podremos ver a papá Noel mañana. Nos quedaremos haciendo
guardia por turnos para que no se apague. Así, si alguno ve a Santa podría
avisar al resto también. ¿Qué opináis?
Idina abría la boca en un gran
bostezo, casi a punto de caerse de sueño. Alan estaba a su vez cansado, por lo
que el mayor de los hermanos asintió.
-Vale. – Acordó al
fin.- ¿Quién hace la primera guardia.-
-Pues… que la haga
Idina, así te podrás ir a la cama luego.- Propuso Lance, preguntándose a su
hermana.- ¿Vale, pequeñaja?
La pobre cría asintió despacito,
tapándose todavía la boca tras haber vuelto a bostezar. Y tras ir a buscar la
cámara que estaba en un cuarto que se destinaba a guardar cosas y ponerla
estratégicamente bajo una mesa que enfocaba el árbol, los niños se fueron a
dormir dejando allí a la benjamina. Ahora fue Cooan la que, entre risas, tomó
el relevo de la narración.
-¡Menos mal que
enseguida vimos la cámara! – Les desveló.- La apagamos convenientemente para
que no registrase nada inapropiado.
-Sí y también
descubrimos a una niña dormida al lado, ¡abrazada a una muñeca de trapo!- Se
rio Tom.- Me ocupé de llevarlas a las dos en brazos a su camita.
Todos compartieron las risas, Idina
ahora estaba colorada moviendo la cabeza.
-¡Claro! Eso explica
porqué desperté mágicamente en mi cama.- Comentó con desenfado para
recriminarle jovialmente a su hermano. -¡Desde luego! ¡Cómo erais Lance y tú,
metiéndome en esas cosas! Allí me dejasteis sola y bien que os fuisteis a
dormir.
-Eras una patrullera
muy mala.- Se rio su hermano.- No viniste a pedir el relevo de tu guardia.
-¡Tenía seis años,
listillo! ¡Y mucho sueño! - Le recordó la aludida sacándole la lengua.-
Tras escuchar aquellas palabras se
produjeron más carcajadas, Tom les comentó igualmente divertido.
-Pues vuestra madre
tuvo la genial idea de transformarse en la Dama del Fuego para evitar que la
reconocierais caso de que algún otro anduviese despierto.
-Bueno, pensé que
podría decir que era una ayudante de Santa. Uno de sus elfos. Mi uniforme era
mayormente violeta pero tenía una piedra roja, como su traje. – Se sonrió Cooan
algo azorada. -
La misma que ahora su hija lucía
orgullosamente en un collar. Idina se la mostró a Naya. La extraterrestre
sonrió, concluyendo.
-Claro, tu piedra de
la justicia. Amatista tiene una igual en color verde claro.
-Así es.- Confirmó
Idina.- Lo mismo que Ky y Kat, ellas las tienen en colores azul y ámbar.
-¿Ky y Kat?- Repitió
Naya sin comprender.-
-¡Oh, disculpa! Es
que a veces las llamo así. Me refiero a Kerria y a Katherine.- Le aclaró su
contertulia.-
Y tras este y otros comentarios, fue Alan quien les
propuso a sus padres.
- Bueno, ¿qué tal si vamos a instalaros?, luego
tengo que ver a los padres de Naya.
- Claro hijo,- concedió Tom, dado que él mismo tenía
ganas de descansar tras ese largo viaje hasta Bios. Aunque al hilo de su hijo ausente,
esperaba poder charlar con Lance en cuanto le fuese posible hacerlo a su vuelta
a la Tierra.- No te preocupes y ve a atenderles a ellos. Nosotros iremos al
hotel por nuestra cuenta, tengo la dirección. Saluda a Ail y Ann de nuestra
parte y diles que ya les veremos más tarde.
Así
pues Alan y Naya se despidieron de los padres del chico y de su encantadora
hermana y fueron a ver a los padres de ella que acababan de dejar a Giaal y
Susan. Con ellos tuvieron una conversación similar, hablando un poco de sus
experiencias en el planeta. Pero con mucho, la mayor sorpresa al llegar se la
llevaron Petz y Zafiro. Nada más desembarcar miraron para tratar de localizar a
Coraíon en aquel gran hangar, al fin éste les vio y les hizo señas. Ambos se
acercaron a su hijo con las maletas y él también se dirigió hacia ellos
acompañado de una atractiva chica. Sin reparar en ella en un principio, Petz
fue la primera en abrazar a su hijo.
-¡Coraíon!,- exclamó su madre emocionada y muy
contenta. - ¡Cuánto me alegro de verte y de que estés bien!
- Claro que estoy bien, mamá.- Sonrió
desenfadadamente él, que preguntó a su vez. - ¿Tú, cómo estás?
- Estoy bien, cariño y ahora que estamos juntos,
mucho mejor aun...
El
muchacho asintió saludando también a Zafiro a la par que lo abrazaba con
efusividad.
- ¡Hola papá!
Éste le devolvió el saludo con alegría, mientras lo
hacía se fijó también en esa mujer morena tan atractiva que había venido con su
hijo, aunque ahora estuviera algo más retrasada, a unos pocos metros de ellos,
para dejarles intimidad familiar.
-¿No nos vas a decir quién es esa chica tan bonita
que te acompaña, hijo? - Le inquirió Zafiro con amable curiosidad. -
-¡Ah sí! - exclamó azoradamente éste llevándose una
mano a la frente en tanto se disculpaba.
- Perdonadme, con la emoción del momento...ésta es Sandy...- Petz y
Zafiro le dieron la mano sonrientes, pero Coraíon continuó lleno de entusiasmo.
- ¡Ella y yo debemos deciros algo! - Miró a su novia que asintió, dándole
ánimos para hablar. -
- Dinos cariño,...por tu tono debe ser algo
importante. - Adivinó Petz que estaba impaciente por escucharlo. -
-¡Nos hemos prometido ayer y queremos casarnos cuando
tengamos casa en el planeta! - Les desveló el jubiloso muchacho. -
Petz
y Zafiro se miraron sin poder ocultar su sorpresa, la madre del chico tan sólo
pudo reaccionar para decir aturdida.
- Vaya, es…una noticia estupenda, pero ha sido tan
de repente... ¿desde cuándo os conocéis?
- Desde que llegué aquí, empezamos a salir juntos
hace muy poco pero a mí ya me gustaba desde que la conocí en la boda de Leval y
Amatista. ¡Es la chica más bonita de la nave! - Proclamó él y Sandy se sonrió ante ese cumplido sin poder
evitar algo de rubor. - ¡Ya lo veis! Y muy inteligente.
- Dime Sandy. ¿A qué te dedicas? - Quiso saber Zafiro
con tono animado y visible interés.-
- Soy licenciada en bioquímica, me doctoré en
exobiología planetaria y trabajo en el proyecto de terraformación de Bios y en
su adaptación para la colonización humana.- Respondió rápida y cordialmente
ella. -
-¿En la Terraformación? - Zafiro asintió
impresionado en tanto agregaba con aprobación.
- Vaya, conozco el proyecto. Mi colega y amigo en la Master Corporation,
el profesor Tomoe, está al cargo de las bases del mismo.
-Mi jefa de proyecto en la SSP-1, la doctora
Winters, fue su discípula.- Dijo ella.-
-Sí, creo que Souchi me contó algo de eso. Esa joven
ha vuelto recientemente a la Tierra. Desde luego dice que es una fuera de serie
en su campo. Si estuviste en su equipo es que tú también lo eres. Esa joven hablaba
maravillas de sus compañeras.
-No es para tanto.- Sonrió la muchacha abrumada.-
-Mi sobrina Amatista también está en las Fairy Five
de aquí…
-Sí, es una gran amiga mía.- Afirmó Sandy.-
-Dime una cosa.- Se interesó Zafiro.- ¿Cómo has
dicho que te apellidabas?
-Wallance, señor Lassart.- Contestó ella.-
-¿Tienes algo que ver con Robert Wallance? El
científico que trabaja en la Masters.- Quiso saber su contertulio. -
-Es mi padre.- Admitió ella con evidente afecto y
orgullo en su tono, al tiempo que azorándose de nuevo.-
Pero aún se sonrojó más al escuchar al padre de
Coraíon remachar.
- Entonces no me extraña nada. Has salido a él. Tu
padre es un buen hombre y un magnífico investigador. Celebro ver que, además de
guapa, eres sobre todo muy inteligente y capaz, mi hijo ha sabido escoger bien.
- Muchas gracias. - Repuso Sandy impresionada a su
vez de que el padre de su prometido tuviera como compañero a ese eminente
científico. E incluso contenta de que se llevase tan bien con su propio padre.
- Es usted muy amable.
- Bueno hijo. Si nos disculpáis estamos cansados,
nos vendría bien instalarnos y cenar, luego hablaremos. - Intervino Petz con un
tono bastante menos entusiasta.-
De
hecho, ella apenas si había despegado los labios escuchando alternativamente a
su esposo y a esa chica. Entre tanto, no pudo evitar percatarse de que su
piedra de la justicia parpadeaba de forma intermitente. Aquello era raro, pero
lo dejó estar por no parecer distraída delante de esa chica. Las palabras de su
hijo volvieron no obstante, a centrar su atención cuando él se ofreció
solícitamente.
- Claro, mamá. ¿Queréis que os acompañemos al hotel?
-No te preocupes, sabemos dónde está. Vosotros
tendréis cosas que hacer, luego nos vemos. - Rehusó jovialmente su padre
dándole una palmadita en la espalda. – Bueno, encantados de conocerte, Sandy.
-Lo mismo digo, señor y señora Lassart.- Fue capaz
de responder ella. -
Después los padres de Coraíon se alejaron. Cuando se
marcharon, Sandy miró a su prometido y le dijo algo inquietada.
- Tu padre no, pero tu madre parece preocupada...no
le ha hecho mucha ilusión la noticia.
- No creas, cariño, mi madre es así, seguro que se
ha emocionado y no ha sabido que decir. Dale tiempo para que lo asimile.-
Rebatió Coraíon sin darle importancia.-
Su prometida
suspiró mostrándose en aparente acuerdo, pero no estaba muy convencida de eso.
Podía sentir claramente la contrariedad en el interior de esa mujer. Quizás no
con ella. No, no lo estimaba como algo personal. Aunque creía detectar un poso
de desconfianza en la madre de Coraíon. Seguramente, si el chico le hubiera
anunciado su compromiso con cualquier otra joven hubiese reaccionado igual,
pero estaba claro que aquel anuncio no le había hecho ninguna gracia. No así al
padre del muchacho cuyas reacciones sí que le parecieron genuinamente
cordiales, alegrándose de veras al enterarse de aquello. Más al saber quién era
ella.
-Tienes razón. Quizás sea mejor que nos reunamos con
más tranquilidad cuando estén descansados. - Le dijo a su novio para zanjar el
asunto.-
Por
su parte Karaberasu y Mathew tardaron en ver a Mazoui, éste llegó algo tarde.
Apurado se disculpó porque tenía servicio y le había sido imposible ir antes.
Satory le acompañaba. La madre del muchacho estaba encantada de volver a verla
al fin, pues en la ocasión anterior, con la boda de Amatista y Leval, apenas si
pudieron hablar. Pese a ello, su intuición le decía que era una buena chica,
¡ojalá que aceptase a su hijo tal y como éste era! Satory, por su parte, les
recordó que era hija de Ian Masters y ahijada de Diamante y Esmeralda. Esto aún
le gustó más a Kalie. Mientras Satory charlaba con Mathew, aprovechó y le dijo
a su hijo en voz baja.
- Me parece una chica estupenda, Mazoui, pero, ¿ella
sabe cómo eres tú? - Susurró con un tono algo preocupado. -
- Sí. - Afirmó el muchacho sonriendo a su madre para
tranquilizarla. - Sí mamá, ella ya está enterada y ¿sabes una cosa? - señaló
detrás de su madre que se giró levemente para mirar a una morena muchacha que
se alejaba junto a su sobrino a la que enseguida reconoció. - Sandy me ayudó a
contárselo. Ella está saliendo ahora con el primo Coraíon y...van a casarse…
- Me alegro mucho por ellos aunque tu tía no sé cómo
se lo tomará.- Repuso sinceramente su interlocutora que conocía de sobra a su
hermana mayor. -
El joven miró con extrañeza a su madre y no pudo
evitar preguntar.
-¿Por qué iba a tomárselo mal?...
- Aún no ha encajado del todo la muerte de Granate y
que ahora se case el hijo que le queda le parecerá como si lo perdiera también.
- Le explicó Karaberasu, que era de las pocas personas que a veces lograba
ocultar sus verdaderos pensamientos a su hijo. – En su lugar creo que me
sucedería igual…
Mazoui suspiró con alivio, si era por eso no había
que inquietarse y respondió más despreocupado.
- Pero mamá, la tía Petz no perderá a Coraíon, al
contrario, ganará a Sandy. ¡Qué bien! ahora que lo pienso será mi prima
política.- Afirmó con alegría de poderla incluir en la familia. -
Por
fortuna, su madre no tuvo mucho más tiempo para replicar. Satory y Mathew se
acercaron a ellos y su padre les dijo de forma bastante campechana y simpática.
- ¡Eh!, ¿es que la madre y el hijo tienen secretos
que no se pueden decir en público?
- Claro que no, papá.- Se apresuró a responder
Mazoui en idéntico tono. - Mamá únicamente me estaba poniendo al corriente de
los últimos chismes familiares...
Karaberasu contó a su marido lo que el chico le
había dicho, luego miró a Satory y le inquirió.
- Entonces, tú eres muy amiga de Sandy también...
- Sí,- repuso Satory con una amplia sonrisa,
admitiendo. - Es una gran amiga, gracias a ella estoy ahora con Mazoui. De lo
contrario yo nunca me hubiese atrevido.- Volvió a sonreír de una forma encantadora haciendo patente su
timidez.-
Su novio la
rodeó la cintura con un abrazo afectuoso. Karaberasu sonrió, podía ver en esa
chica una gran bondad y como su hijo se mostraba feliz y relajado a su lado.
Cada vez estaba más entusiasmada con ella.
- Hija, ¿no te importa que te llame así, verdad?,-
le preguntó a la chica en tanto calculaba. - Debes tener más o menos, la edad
de mi hija Katherine.
- Claro que no me importa, - repuso Satory negando
con la cabeza. – Además, soy huérfana desde que era muy pequeña. Incluso me
hace ilusión que una mujer me llame así ya que nunca conocí a mi madre...
Su contertulia asintió con una mirada llena de
afectuosa comprensión, ella sabía muy bien lo que era haber estado lejos de su
propia madre en una época de su infancia y adolescencia en la que tanto la
había necesitado. Y en tanto Mathew y Mazoui charlaban de otras cosas, tomó a
la muchacha de un brazo y se la llevó un poco aparte para decirle ahora con un
tono más serio.
- Tú sabes cómo es mi hijo, ¿verdad, Satory? Me
refiero a su constitución…
- Sí. Pero eso no me importa, sólo sé que le quiero
porque es un chico muy bueno y muy noble, y muy guapo, para que vamos a
negarlo.- Afirmó no sin rubor. -
Karaberasu
sonrió al escuchar ese último comentario y declaró poniendo sus manos suavemente
sobre los hombros de esa joven.
- Tú también eres una chica muy buena, yo nunca me
equivoco juzgando a las personas, sé qué harás muy feliz a mi hijo y él a ti,
ya lo verás...
- Bueno, por ahora sólo salimos juntos, espero que
Mazoui se decida algún día a pedirme...- se cuidó en decirlo de forma clara, pero Karaberasu la
entendió enseguida y la animó. -
- Mi hijo es muy reservado en lo que concierne a
esos temas, le gusta asegurar las cosas. No te preocupes, sé que te quiere
mucho y no tardará. Y si se demora mucho, yo misma me ocuparé de tirarle de las
orejas.- Sonrió divertida.-
- Es verdad, se toma su tiempo. - Admitió Satory
esbozando una sonrisa a su vez - ¿Sabe señora O’ Brian? Eso sería una de las
dos cosas que me haría más feliz del mundo. La otra sería el ver a mi padre.
Creía que venía en esta nave.- Pudo añadir con cierto desencanto -
- A tu padre no le conozco mucho pero preguntaré a
Diamante y Esmeralda. Seguro que ellos sabrán algo.
- No lo creo.- Negó Satory suspirando. - Ellos
llegaron hace ya un par de días. No han hablado con él. Espero que no llegue muy tarde.
Pero
como si de una respuesta inmediata a su deseo se tratara alguien abrazó por
detrás a Satory...una voz muy familiar para ella le respondió. Era Masters.
- Aquí estoy hija, siento llegar tarde, ya sabes cómo
son de pesados los accionistas.
La
atónita muchacha se volvió y abrazó muy feliz a su padre.
- Papa, ¡qué alegría! por fin estás aquí.
Masters
saludó muy educadamente a Karaberasu que sonreía presenciando aquella escena.
De hecho llegaron juntos y el millonario les pidió que guardasen el secreto.
Quería darle una bonita sorpresa a su hija. Kalie estuvo conforme, le devolvió
el saludo y ambos charlaron durante unos instantes, luego se reunieron con
Mazoui y Mathew. Masters también estaba encantado con el novio de su hija. Pese
a que hacía tiempo que tenía su historial y
que las noticias de sus hazañas le habían impresionado mucho. Pero, por
encima de todas esas cosas, valoraba que era un buen muchacho y que demostraba
querer a Satory Y así, tras un rato más de hablar entre ellos, la pareja de jóvenes se encargaron de
acompañar a sus padres a sus alojamientos respectivos. Más tarde, cuando todos
estuvieron instalados, se comunicó que se iba a celebrar una fiesta de
bienvenida. Roy y Diamante ayudaron a organizarla a sus hijos. Mazoui y Sandy
junto con Alan, Coraíon, Satory y Amatista se afanaron en ultimar los detalles.
Aún llegó otra nave con una pareja conocida para los padres de los chicos.
Cuando llegaron fueron a buscar a alguien que les informase del paradero de las
familias de todos ellos. Como respuesta les dieron la dirección de la base, se
acercaron allí y encontraron a Leval, le pidieron que avisara a su padre de que
habían llegado. El muchacho llamó a su padre por teléfono, Roy lo atendió y
contestó.
- Diga... ¡hola, Leval, hijo!, ¿qué ocurre?
- Papá, unas personas preguntan por vosotros, son un
hombre y una mujer de mediana edad y una chica y un chico de la nuestra.
-¿Te han dicho para qué, o cómo se llaman? - Quiso
saber su padre sorprendido. -
- Bueno, me han dicho que son viejos amigos
vuestros, tuyos, de Diamante, Zafiro y Ail...- Contestó su hijo en tanto que a
Roy le picaba cada vez más la curiosidad. -
-¿Pero cómo se llaman?...- insistió cada vez más
impaciente. -
- Me han dicho que señor y señora Saint Join....-
Recordó Leval que tuvo que taparse el oído ante la exclamación de contento de
su padre. -
-¡Son Nephrite y Amanda! Hacía años que no sabíamos
nada de ellos. ¡Hijo!, tengo que dejarte y llamar a Diamante y los demás para
decírselo. Hasta luego, nos vemos en la fiesta. - Y colgó dejando a su atónito
vástago con el teléfono en la mano. -
Leval
se encogió de hombros y colgó a su vez. Su esposa le preguntó qué ocurría y él
se lo contó, ella dio muestras de reconocer los nombres.
- Alguna vez se los he oído nombrar a mis padres.
Creo que eran muy amigos hace muchos años...
- Parece que todos los viejos camaradas se reúnen.-
Aseveró reflexivamente Leval. -
- Sí, creo que tendrán muchas cosas que contarse, -
convino Amatista. -
- Bueno, arreglémonos para ir a la fiesta - le
indicó su marido acercándose hasta el ropero -...
Y cuando estuvieron listos los dos jóvenes
esposos, como los demás, fueron a la gran fiesta que estaba ya preparada. No
obstante, al salir de su domicilio e ir a tomar el deslizador, una voz femenina
familiar para el chico les saludó con tono muy alegre.
-¡Hola Leval, tesoro! ¡Cuánto me alegro de volver a
verte!
En
cuestión de décimas de segundo el muchacho se giró y la vio ahí. Tan joven como
la recordaba desde que era un niño. Su corto pelo azulado hasta la base del
cuello, sus grandes ojos a tono, vestía un atuendo de jersey azul y falda
blanca hasta las rodillas, con zapatos blancos. Llevaba un bolso azul en una
mano y le sonreía…
-¡Madrina Ami!- exclamó él abrazándola de inmediato.-
Cuánto me alegro de que hayas venido… ¿Qué has estado haciendo durante todo
este tiempo?
-He estado trabajando en el hospital.- Respondió
ella en tanto miraba de arriba abajo al chico declarando no sin orgullo.- Ya
estás hecho todo un hombre…
Amatista
se mantuvo algo a distancia. No conocía a esa mujer, quizás creyó haberla visto
hace muchos años. Pero ella sería una cría… Realmente aquella extraña
aparentaba tener la misma edad que ellos, o solamente unos pocos años más. Pero
si era la madrina de Leval significaba que, según él mismo le contase, ayudó a
traerle al mundo. Lo mismo que a Kerria. Ahora se daba cuenta. ¡Era una de las
guerreras de la Justicia! Las amigas de sus padres, de la madre de Leval y las
otras hermanas. Y fue esa misma mujer quién reparó en ella saludándola de forma
cordial, tras separarse del abrazo del chico que la había levantado
literalmente en volandas…
-Tú debes de ser la hija de Diamante y de Esmeralda.
Te llamas Amatista, ¿verdad?
-Sí, señora.- Pudo decir la aludida de forma algo
tímida.- Encantada de conocerla…
-Por favor, tutéame y llámame Ami. - Le pidió con
jovialidad.- Lo mismo digo. O al menos eso creo. Quizás te vi cuando eras una
niña. ¿Eres ahijada de Usagi, no es así?
- Sí, así es.- Convino la joven que no estaba muy
segura de cuando habrían podido verse.-
-¡Ah! Y enhorabuena a los dos.- Les sonrió la
doctora Mizuno.- Por vuestra próxima
paternidad.
-Muchas gracias.- Replicó Leval preguntándole de
inmediato a su interlocutora.- Espero que te vengas con nosotros a la fiesta.
Tenemos una para celebrar la noticia del embarazo de mi mujer y se han reunido
casi todos nuestros familiares y amigos. Estoy seguro de que a mis padres y a
mi hermana les hará muchísima ilusión el volver a verte.
-Claro, para mí será un placer.- Afirmó Ami con una
gran sonrisa. Desvelándoles.- Y también quiero ver qué tal le va a Naya. La
conozco desde que vino a la Tierra a estudiar medicina.
-No me digas que tú le diste clase. - Comentó
Leval.-
-Sí, aunque durante poco tiempo. Aprendía enseguida.
Era una magnífica alumna. Tan aplicada como tú. - Le contó su madrina.-
-Es ella la que me dijo que estaba embarazada y la
que se ha estado ocupando de mí durante todo este tiempo. - Le comentó
Amatista, visiblemente contenta de que su doctora de cabecera estuviera tan
bien recomendada, aunque ella ya sabía que era muy buena. Al igual que su
hermano, por lo que añadió.- Naya y Giaal deben de ser de los mejores médicos
de la galaxia. De camino te contaré algunas de las cosas que hizo él por muchas
de las personas de la nave y especialmente por una buena amiga mía…
La
interpelada asintió, tenía mucha curiosidad por enterarse, de este modo
acompañó a la joven pareja y dejó que la pusieran al día. Por su parte Leval le
preguntó.
-¿Y tus compañeras? ¿Podrán venir? A mis primos les
encantaría verlas. La mayor parte de ellas son sus madrinas. Igual que tú lo
eres de mi hermana y mía.
-No pudieron venir en esta ocasión, pero me han
expresado sus deseos de visitaros. Supongo que, a no mucho tardar, alguna de
ellas podrá venir…- Contestó sinceramente Ami.-
La doctora Mizuno estaba realmente feliz de
reencontrarse con sus amigos y muy aliviada de que estos no fueran a tomar
parte en esa otra expedición. Aunque no podía hablarles de ese tema. Por
suerte, el estupendo humor de Leval y Amatista hacía que fueran ellos quienes
le contasen cosas en mayor medida sin preguntarle apenas. Ami se limitó a
decirles que sus compañeras, las que fueran las sailors, estaban todas bien.
Así continuaron intercambiando información. De este modo estuvieron hablando
animadamente de camino a la fiesta. Por su parte, Nephrite y Amanda,
acompañados de sus dos hijos, habían aterrizado en la nave haría un par de
horas. Estaban contentos de haber llegado
para reunirse con sus viejos camaradas, en especial el anticuario, que
le comentaba a su esposa con patente animación.
-¡Hacía tantos años que no nos reuníamos! Tengo
muchas ganas de ver cómo están esos gamberros.
-Sí, - convino ella con voz queda pasándole un brazo
por la cintura a su esposo. – Ha pasado mucho tiempo. Vosotros ni les conocéis.
Al menos a la mayoría de ellos. – Comentó dirigiéndose a sus hijos. –
-No, mamá.- Admitió Samantha, una hermosa muchacha
de pelo castaño claro de ojos azules - Aunque hemos oído hablar mucho de todos.
-Así es - terció Paul, su atractivo hermano, muy
parecido a su padre salvo por el tono más claro de pelo. – Coraíon nos contó
bastantes cosas que su padre le refirió a él cuando estuvo en Londres.
-Nuestros amigos son realmente excepcionales. Os lo
digo yo. – Sonrió Nephrite sentenciando con un poso de autoridad en la materia.
– Y desde luego he visto muchas cosas impresionantes. Pero nunca nada como las
que ellos eran capaces de hacer.
-Estoy impaciente por conocerles. – Le respondió su
hija con una leve sonrisa, mirando a su hermano de forma cómplice sin que sus
padres lo advirtieran. – Vamos entonces.
Paul asintió. Ellos por su parte también aguardaban
el volver a ver a Coraíon, pero más que eso, debían hacer una serie de
gestiones. Otro amigo suyo llegaría en
breve y debían hablar con él. Aunque para eso ya habría tiempo. De
momento se alojarían en su hotel y acudirían a aquella fiesta que parecía, a
priori, iba a ser muy interesante para todos.
-Vamos. Espero que no hayamos llegado tarde.-
Comentó Amanda.-
-La celebración ya ha pasado, pero es mejor así.
Podremos verles con más calma.- Le explicó su marido que aun recordaba el
jolgorio que se producía en esas fiestas de sus antiguos compañeros.- Tengo
curiosidad por ver cómo han estado durante estos años.
Sus
dos hijos les siguieron sin hacer más comentarios. Pensaban en ese misterioso
amigo al que tendrían que ver en poco tiempo. El aludido por su parte estaba en
Japón. Allí hizo una visita al Santuario Hikawa. Encontró a la sacerdotisa del
mismo rezando sentada en la postura del loto, ante el altar. Se aproximó y con
ceremonia tiró del cordel que hizo sonar aquellos cencerros que colgaban de la
entrada. Rei se percató al instante y se levantó. Al verle ella se sorprendió.
-¿Qué haces aquí?...
Pero
no pudo proseguir, el muchacho le hizo un gesto de que callase con un dedo para
indicarla.
-No des nombres, ni ningún tipo de pistas. Por
favor, nunca se sabe quién podría estar observando. Verás. Vine a verte, si no
estás muy ocupada.- Sonrió su interlocutor, agregando.- Sé que hablasteis hace
poco y que una de tus amigas ha ido a la nave. Y te traerá recuerdos de todos.
-¿Cómo sabes tú eso?- Inquirió la sacerdotisa con
cara de sorpresa.-
El
muchacho abrió una mochila que llevaba y le mostró el canto de un gran libro. Su
contertulia no pareció comprender qué quería decir con eso. Sin embargo, él
sonrió una vez más y le comentó.
-Sé bastantes cosas más. En breve iré a ver a mi
familia en Bios. Allí tengo que reunirme con un grupo de amigos y ponerles al
corriente. Dentro de poco tendremos que intervenir. La cuestión es. ¿Vosotras
vais a actuar?...
-No, todavía no.- Replicó Rei mirándole ahora con
una expresión atónita pero más controlada, diríase que empezaba a comprender
cuando le preguntó. Entonces, ¿vosotros sois ese grupo del que Usagi nos ha
hablado?
-Así es.- Replicó el interpelado, afirmando.- Lo
somos, aunque todavía nos faltan algunos miembros más, pero nos reuniremos
llegado el momento. Solamente quería saber si el rey y la reina deseaban darnos
alguna instrucción o consigna de actuación.
-Ninguna que yo sepa.- Repuso la sacerdotisa,
proponiéndole al joven.- ¿Por qué no hablas personalmente con ellos?
-Lo haré.- Afirmó éste que le contó a su atónita
madrina.- No estaba previsto que debiéramos reunirnos. Pero las circunstancias
se han alterado. Creo que me van a
necesitar. Bueno, ahora tengo que irme. Me he alegrado mucho de volver a verte.
Sigues tan joven y tan guapa como siempre…
-Tú sí que has sabido hacer cumplidos desde siempre,
jovencito.- Le sonrió Rei, agradada sin embargo por aquellas palabras.-
-Cumplido o no es la verdad.- Sentenció el joven
despidiéndose con una inclinación de cabeza que su contertulia secundó.-
Adiós…cuídate mucho.
-Lo mismo digo.- Repuso Rei que se había girado al
escuchar algo, aunque solamente era el viento agitando los cencerros, no
obstante, para cuando quiso mirar de nuevo a ese muchacho él ya no estaba allí.
Suspirando la sacerdotisa se dijo.- Tendré que contarles esto a Serenity y
Endimión. Aunque quizás ya estén al corriente de ello.
Y
dejando aquello momentáneamente aparcado retornó a sus ocupaciones en el
templo. Y desde luego que la sacerdotisa no andaba muy errada. En una sala de
juntas de las oficinas donde Usagi trabajaba, ella y Mamoru esperaban visita.
-¿Crees que llegará puntual?- Inquirió él.-
-No suele hacernos esperar.- Comentó la
interpelada.-
Casi
como si esas palabras fuesen proféticas alguien tocó a la puerta. Usagi le
pidió que pasara. Al abrir vieron a una altísima joven de largos cabellos
castaños y ojos bermellón. Vestía un blazer color crema y una falda hasta las
rodillas del mismo color, y calzaba unos zapatos marrones de muy poco tacón.
-Aquí estoy, majestades.- Declaró protocolariamente
tratando de doblar una rodilla.- Tal y como se me requirió…
-No hace falta que hagas eso aquí, Seren.- Trató de
disuadirla Mamoru.- Se supone que estamos de incógnito, todavía…
-Disculpadme, majestades.- Pudo replicar la joven
algo envarada.-
-Siéntate, por favor.- Le pidió su anfitriona.-
Esa
espigada muchacha obedeció utilizando una de las sillas de aquel amplio salón.
Sus interlocutores hicieron lo propio, los tres entorno a una mesa. Fue cuando
Mamoru comentó.
-Tenemos una misión para ti. Una de la máxima
importancia…
Sin
embargo, no pudo acabar esa frase, alguien más tocó a la puerta. Y cuando Usagi
dio permiso para que quien fuera entrase desde luego que se sorprendió.
-¡Hija, me alegro de encontrarte aquí!…- Exclamó
Ikuko entrando con decisión.-
Vestía
una falda larga banca y una blusa color azul oscuro. Sus cabellos ya grises,
estaban no obstante sedosos y sueltos, cayéndole tras los hombros. Y portaba
una cesta con algo dentro. No podía verse lo que era dado que una tela de color
rojo lo tapaba.
-¡Mamá!- Exclamó a su vez la atónita aludida.- ¿Qué
haces aquí?
-Ya lo ves. Tenía mucho tiempo libre. Tu padre está
en una reunión de antiguos compañeros de la prensa y como me trajo hasta aquí
pensé. Voy a ver a mi ocupada hija…Y a traerle unos pastelitos.-Explicó la
mujer que enseguida reparó en Mamoru.- ¡Qué casualidad! Si hasta tu marido ha
venido a verte…
-Hola Ikuko.- Sonrió nerviosamente el aludido.- ¿Qué
tal todo?
-Debiste avisarme, es que estoy en una reunión.-
Pudo decir la azorada Usagi.-
-Lo siento, cariño. Enseguida me marcho…- Repuso su
madre algo apuradamente ahora, aunque enseguida superó aquello al darse cuenta
de la presencia de aquella hermosa joven que les miraba con la boca abierta.-
¿Y esta encantadora señorita?...
-Es una de mis ayudantes, mamá.- Replicó al instante
Usagi.- Seren, esta es mi madre Tsukino Ikuko.
-Es un honor. Señora Tsukino. - Fue capaz de decir
la muchacha tras levantarse y hacer una cortés inclinación.-
-Vaya, debe de ser extranjera, ¡qué alta! – Sonrió
Ikuko para sugerir.- Bueno, no sería mala idea si paraseis un poquito,
pidierais unas tazas de té y os sirviera estos pasteles…
La
cara de Usagi era un poema, incapaz de oponer nada a aquello. Sin embargo,
Mamoru, tras sonreír de forma algo estúpida, asintió. Fue Seren la que se
ofreció entonces para ir a por el té. Sus soberanos de inmediato le dieron la
venia, evidentemente sin decir eso de palabra. No obstante, fue la joven
“ayudante” quién en perfecto japonés se disculpó para decir.
-Enseguida vuelvo, majestades…
-¿Majestades?- Se sorprendió Ikuko.-
-Es que la pobre todavía no habla bien nuestra
lengua, es americana.- Pretextó la apurada Usagi.-
-Gomen nasai.- Se apresuró a disculparse la alta
muchacha.- Lo siento…quise decir, Señora Chiba…
Y
para evitar meter la pata aún más, la ruborizada Seren salió de allí lo más
deprisa que pudo. Afortunadamente ese desliz no tendría mayores consecuencias…
Justo cuando salía del pasillo que comunicaba con aquel despacho se topó con un
hombre moreno, algo más alto que ella, y con alguien que le era muy conocido. Ambos
vestidos de traje y corbata.
-¡Doran!... ¿Qué estás haciendo aquí?- Le preguntó
atónita.-
-No lo sé todavía. Solamente sé que este hombre me
llamó.
-Sí, Neherenia es muy amiga de mi hermana. Gracias a
ella os pude localizar a ambos.- Declaró ese individuo que enseguida se
presentó.- Me llamo Lance Rodney. Y creo que todos vamos a formar parte de un
equipo.
Doran
recordaba el haber sido informado por el canciller de la Lune, al poco rato de
salir de las estancias de la reina de la Luna.
-Señor embajador.- Le avisó respetuosa y
ceremoniosamente como era su costumbre.- ¿Puedo tener unas palabras con vos?
-Por supuesto, caballero de la Lune.- Repuso
educadamente él, mirando a aquel tipo regordete y que rondaría la cincuentena.-
Al
aproximarse, un Chambelán de palacio les abrió una gran puerta. Comunicaba a
unas estancias privadas, los dos entraron cerrando. Al fin, De la Lune le
contó.
-Un importante caballero os aguarda en la Tierra.
Representa a sus majestades Serenity y Endimión.
-¿Os ha comunicado con qué propósito?- Quiso saber
el saiyajin.-
-Lo lamento, esa información es confidencial. Solamente
a vos os la transmitirá.- Repuso su contertulio.-
-¿Está la reina al corriente?- Inquirió.- No me ha
comentado nada.
-Lo ignoro, Excelencia.- Contestó de la Lune.- Lo
único que sé es que debéis ir a Tokio, y vestir con ropas terrestres. Podemos
proporcionároslas.
-Muy bien.- Asintió Doran.-
Y
tras ser en efecto, abastecido con ese tipo de vestuario y recibir un sobre
lacrado con las señas concretas de su encuentro, quiso ir a despedirse de la
soberana. Se acercó justo cuando la doncella Anaris salía de las estancias
reales.
-¿Está su Majestad visible? Tengo que ausentarme
durante unos días.
-Su Majestad está descansando. Excelencia. - Pudo
decir la apurada jovencita.-
-En tal caso no la molestaré.- Sonrió él.- Por
favor, cuando volváis a verla decidle que tuve que ausentarme.
Anaris
asintió y tras hacer una leve inclinación se alejó caminando por ese largo
corredor que comunicaba las habitaciones con el resto del palacio. Doran pese a
todo aguardó un momento junto a la puerta. En su azoramiento al verle, la
camarera no la había cerrado. Quiso entrar a decir adiós.
-Quizás sea algo de poca cortesía molestarla si está
dormida. Pero no lo creo…de todos modos sé que irrumpir en sus habitaciones no
es muy educado, pero espero que lo comprenderá.
Eso
no era mucho problema en Nuevo Vegeta, aunque Doran, instruido en normas y
protocolo terrestre, sabía que la intimidad para los humanos era algo muy
importante. En cualquier caso no podía evitarlo, su deseo de verla era cada vez
mayor. Apenas haría una hora que estuvieron charlando un poco de la situación
de la Luna y del planeta Nuevo Vegeta. Además de esa extraña alerta detectada
en Bios que se canceló en el último momento. Y Doran creyó haber notado triste
a la soberana. Entonces, la voz de Neherenia le sacó de esas reflexiones, pero
no se dirigía a él.
-¡Está cantando, y su voz es muy hermosa.- Se
percató escuchándola casi como un susurro ahogado.-
Avanzó
por aquella estancia hasta ver una puerta entreabierta. Miró sin atreverse a
asomarse. Pero le fue suficiente. Allí estaba la reina con un micrófono en mano
y una pantalla de karaoke. Doran sonrió. Sabía que ese era uno de sus
pasatiempos preferidos. A él le
encantaba escucharla. Y en este caso, parecía cantar con mucho sentimiento,
mirando fijamente a la pantalla.
Pues estoy es lo que soy
Y es todo lo que sé
Y debo elegir el vivir
Por todo lo que puedo dar
La chispa que hace crecer el poder
Y me quedaría para soñar, si pudiera
Símbolo de mi fe en lo que soy
Pero tú eres el único
Y debo seguir el camino que tengo por adelante
Y no dejaré que mi corazón controle mi mente
Y es todo lo que sé
Y debo elegir el vivir
Por todo lo que puedo dar
La chispa que hace crecer el poder
Y me quedaría para soñar, si pudiera
Símbolo de mi fe en lo que soy
Pero tú eres el único
Y debo seguir el camino que tengo por adelante
Y no dejaré que mi corazón controle mi mente
Pero tú eres el único
Y no decimos adiós
Y no decimos adiós
Y yo sé lo que debo ser.
Y yo sé lo que debo ser.
Inmortalidad
Haré mi viaje por toda la eternidad
Seguiré recordándote junto a mí, aquí adentro.
Cumple con tu destino
Está aquí en tu hijo
Mi tormenta nunca terminará
Mi destino está en el viento
Haré mi viaje por toda la eternidad
Seguiré recordándote junto a mí, aquí adentro.
Cumple con tu destino
Está aquí en tu hijo
Mi tormenta nunca terminará
Mi destino está en el viento
El rey de corazones, el loco bromista
No dijimos adiós
No dijimos adiós
Haré que todos me recuerden
Haré que todos me recuerden
Doran estaba asombrado y muy impresionado. La fuerza y la
pasión con la que la reina cantaba no dejaban de sorprenderle.
-Desde luego, disfruta mucho de ello. Y
tiene una voz maravillosa.- Pensó.-
Pues encontré un sueño que debe volverse
realidad
Cada parte de mí, debe verlo realizado
Pero tú eres mi único
Cada parte de mí, debe verlo realizado
Pero tú eres mi único
Perdóname, que no tenga un papel por amor que interpretar
Confiando en mi corazón, encontrare mi camino
Haré que ellos me den
Inmortalidad
Hay una visión y un fuego en mí
Seguiré recordándote junto a mí, aquí adentro
El
saiyajin escuchaba embelesado. Neherenia ponía su alma en aquella canción. Aunque
algo le dijo que por ninguna circunstancia debía hacerse notar. Eso debía ser
algo muy íntimo para ella…
Y no decimos adiós
No nos decimos adiós
Con todo mi amor por ti
Y qué más puedo hacer
No decimos adiós
(Celine Dion y Bee Gees, Inmortality,
crédito a los artistas)
Aunque, cuando concluyó la canción, el saiyajin se
quedó sorprendido viendo como en esa misma pantalla aparecía la imagen de un
atractivo muchacho de pelo azul oscuro y ojos verdes, vestido de uniforme
militar. Y al girarse levemente Neherenia dejó ver su rostro velado por las
lágrimas.
-Feliz cumpleaños, mi amor.- Musitó la reina con voz
queda.-
Doran
no quiso ver más, salió rápidamente de allí sin hacer ruido. Ahora se maldecía
por haberse entrometido en un momento tan íntimo, espiando de ese modo. Se
sentía avergonzado y además experimentaba un extraño dolor muy difícil de
describir.
-No debí hacer esto, no ha sido nada honorable. Y me
siento mal.- Se reprochaba.-
De modo que marchó de palacio y sin pérdida de
tiempo, el saiyajin, vestido de incógnito a la manera humana, subió a una
lanzadera y se dirigió hacia el sitio convenido. Un parque en las afueras de
Tokio. Allí le aguardaba un tipo humano moreno, que estaba leyendo un gran
libro. Al verle aparecer guardó ese grueso volumen en una mochila y le saludó.
-Doran, ¿verdad?
-Sí, soy yo. ¿Quién eres tú?- Inquirió éste a su
vez.-
-Un amigo. Verás…necesitamos tu ayuda. La tuya y la
de la princesa Seren.
-Tenemos nuestras propias complicaciones.- Opuso el
saiyajin, agregando con tono cortante.- Y no confío en quien no me dice quién
es.
Y
ya estaba dispuesto a marcharse cuando su interlocutor replicó, garantizándole.
-Vuestras complicaciones se resolverán, cuenta con
ello. Y además de vosotros y alguno más, la propia Neherenia formará parte del
grupo.
-¿La reina Neherenia?- Se sorprendió el joven.-
-Sí, ella. Nehie no me ha dicho nada, pero yo sé que
le has prometido algo.
-¿Cómo lo sabes, entonces?- Replicó el guerrero que
no estaba de humor para ese tipo de juegos.-
-Paciencia, te lo diré llegado el momento. Solamente
debes saber esto. Tenemos una misión fundamental. Más importante que cualquier
otra cosa…y digo cualquier otra…Si no me crees, convéncete.
Y
para rematarlo sacó una especie de papel plegado entregándoselo a Doran. En él,
escrito y firmado por sus soberanos, venía la orden de unirse a ese tipo. El
saiyajin pudo dar fe de su autenticidad. Asintió pues declarando ya con más
calma.
-Muy bien, dime que he de hacer y lo haré.
-Por lo pronto acompáñame. Tenemos que reunirnos con
Seren.- Le pidió jovialmente su contertulio.-
Así
lo hicieron. Informaron a la atónita princesa de aquello. Lance incluso le
comentó.
-Puedes despreocuparte por tu mundo natal. Todo se
va a solucionar. De hecho, eres libre de pedir confirmación a tu hermano Bralen
de lo que te digo cuando vayas allí. Ahora, sin embargo, debes unirte a
nosotros.
-Lo haré. Tendré que ir igualmente a Nuevo Vegeta. -
Afirmó la chica que, pese a todo, no se creía demasiado aquello.- Lo comprobaré
y si es cierto lo que dices cuenta conmigo.
Doran le mostró entonces el escrito que también le
daba a ella esa misma instrucción. De modo que, asintiendo, declaró.
-¿He de informar a los soberanos? Es que están…
-Sí, con ¡Ikuko! – Se sonrió Lance.- ¡Quién iba a
decir que vendría! Bueno, realmente podría haberlo dicho yo…- Remachó tras dar
unos toquecitos en su mochila.-
-¿Qué hacemos?...- Le preguntó la desconcertada
Seren.-
-¡Pues llevar el té! - Rio el interpelado que sacó
de su mochila una bolsa con ese contenido.- De rosas y de menta…como a ella le
gusta.
Sus
interlocutores asintieron todavía sin comprender como aquel tipo sabía tantas
cosas. Pero juzgaron oportuno dejar eso para otra ocasión. Así pues los tres
retornaron al despacho. Cuando entraron tanto Usagi como Mamoru se quedaron
atónitos. Lance se presentó como un compañero de trabajo a la madre de la
futura reina de Cristal Tokio. Y a decir verdad la tarde fue entretenida. Con
todos sentados alrededor de la mesa, bebiendo el té y degustando pastelitos en
tanto Ikuko les contaba anécdotas divertidas sobre su hija que produjeron las
sonrisas de todos y el azoramiento de la protagonista. Más cuando su madre
hablaba con Lance y este le comentó.
-Mi madre es Connie Rodney. Usted la conocía, era
vendedora de cosméticos. Entonces se llamaba Cooan Malinde.
-¡Eres el hijo de Cooan! Vaya, eso sí que es una
sorpresa. Tu madre era una chica muy amable, a veces se pasaba por casa y yo le
compraba algunas cremas, pero la pobre casi nunca quería cobrármelas. Era muy
amiga de mi hija.
-Sí, lo sé. Por eso estoy encantado de trabajar aquí
con Usagi.- Se sonrió el muchacho guiñándole un ojo a su apurada compañera.-
Y tras intercambiar algunas anécdotas graciosas, al
fin la señora Tsukino se despidió. Su hija y su yerno la acompañaron a un taxi.
-Desde luego, hija mía. ¡Cuánto me alegro de que
estés tan bien rodeada! Todos esos jóvenes parecen apreciaros mucho a ti y a tu
esposo y se ve que son buenas personas.
-Es verdad, mamá. He tenido mucha suerte, formamos
un gran equipo.- Admitió la aludida con una leve sonrisa.-
Al fin Ikuko subió al taxi, éste arrancó perdiéndose
por la carretera. La pareja de esposos la vieron alejarse y después de suspirar
largamente retornaron junto a los demás. Ya más serios, le correspondió el
turno a Mamoru de declarar.
-Muy bien, ahora debemos ponernos a trabajar…
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