Todos se reunieron en la gran fiesta, hablaron
mucho, se contaron infinidad de cosas. Cuando Leval y Amatista llegaron
acompañados de la doctora Mizuno fue Bertie la primera que corrió hacia ella y
le dio un gran abrazo. Exclamando como ya lo había hecho antes su hijo.
-¡Ami! Cuánto me alegra verte. ¿Cómo es que has
venido?
-Pude escaparme unos días del hospital.- Respondió
ella con una amplia sonrisa, abrazando a su querida amiga a su vez para
desearla.- Muchas felicidades.
-Sí. ¡Cómo pasa el tiempo! Ya ves, voy a ser abuela.
-La abuela más guapa y más joven de la galaxia.-
Terció Roy acercándose a su vez.- ¿Qué tal estás, Ami?- Quiso saber con
afabilidad.-
-Muy bien, gracias.- Respondió la doctora.-
-Ya se ve. – Sonrió Roy aseverando no sin
admiración.- Te miro y todavía eres esa chiquilla que conocí en Nueva York,
hace ya tantos años. ¿Cómo lo haces? Apenas si has cambiado en todo este
tiempo.
No
era desde luego un tema que Ami quisiera tratar. De modo que optó por una
cortés aunque apurada respuesta.
-Vosotros también estáis muy jóvenes.
-¡Ojalá lo estuviéramos como tú! – Sonrió Bertie
dándole ambas manos a su amiga y agregando ella misma a modo de explicación-
Debe de ser por las propiedades del cristal de Plata. Vosotras sois del reino
de la Luna y seguro que os afecta de ese modo, prolongando vuestra juventud.
-Bueno, quizás sea eso.- Sonrió la interpelada con
cierto envaramiento ahora que trataba de ocultar.- Pero tampoco somos tan
mayores…
No
obstante, Beruche lo advirtió y decidió cambiar de tema…
-Kerria estaba con sus primas, en cuanto te vea se
va a poner muy contenta.
La
doctora Mizuno convino en ello. También saludó al resto. Les comentó algo
similar a lo que había hablado con su ahijado. Cuando las primas llegaron efectivamente
Kerria se abrazó realmente feliz a la
recién llegada. No olvidaba todo lo que su madrina había hecho por ella.
-¡Cuánto me alegro de tenerte aquí, madrina!- Afirmó
la muchacha casi sin querer soltarla.-
Ami
sonrió, su ahijada era toda una mujer ya, tan alta y tan guapa. Pero sobre
todo, tan maravillosa y tan luchadora por la Justicia. La pobre tuvo que
ponerse a prueba últimamente. Al hilo de eso le preguntó casi entre susurros.
-¿Qué tal está Samantha?
-¡Oh, muy bien ahora! Gracias por preguntar.- Repuso
la joven, una vez se separaron de ese largo abrazo.-
-¿No ha venido contigo?- Se interesó la doctora
Mizuno.-
-Es que tenía mucho trabajo que hacer.- Pudo decir Kerria,
a modo de justificación.- Yo ya le he dicho que tengo muchas ganas de que venga
a conocer al resto de mi familia.
-Seguramente que lo hará. Todo a su tiempo.- Convino
Ami.-
Entre tanto, en otro lugar de la fiesta, Mazoui pudo
saludar a su hermana y en un aparte charlar con ella.
-¿Cómo estás, Kathy?- Quiso saber el muchacho, no
sin cierta inquietud pues no olvidaba las palabras de su madrina Minako.-
-Muy bien, Mazzie… ¿Y tú? Ya veo que estás a punto
de comprometerte con Satory.- Replicó ella tratando de mostrarse cordial.-
Aunque
a su hermano aquello no le resultaba normal. Era como si la muchacha estuviese
intentando desviar el tema. Por ello, a riesgo de enrarecer el ambiente, se
atrevió a insistir.
-Seguro que estás bien. Te percibo tensa.
-¡Oh, vamos!- Contestó la muchacha, ahora pareciendo
molesta.- No empieces otra vez con esas cosas. Odio cuando haces eso.
-¿El qué?- Quiso saber él como si realmente no
comprendiera de qué iba la queja de su hermana.-
-Lo sabes perfectamente.- Afirmó la joven para
aclarar.- Que te metas en mis pensamientos, o lo que sea que hagas.
-No me meto en tus pensamientos. Te he dicho muchas
veces que no soy capaz de eso.- Replicó él tratando de ser conciliador, para
matizar.- Solamente he dicho que noto que estás tensa. Nada más. Para eso no me
hacen falta poderes especiales, Kathy.
-Sí…la verdad es que sí. Perdona. - Se avino a
reconocer Katherine que le explicó más calmada.- Se me juntan muchas cosas. Los
exámenes, las actuaciones, este viaje, mis labores de justiciera. Ya
sabes...jornada completa y horas extraordinarias.
Lo
cierto es que bien podría ser eso. Quizás la madrina Minako se había preocupado
en exceso. El muchacho tampoco quería discutir con su hermana, para una vez que
se veían en tanto tiempo. De modo que posó sus manos sobre los hombros de la
joven, le sonrió y le dijo con afecto.
-Ya sabes que puedes hablar conmigo de eso y de
cualquier cosa. Kathy. Si puedo ayudarte en algo…
-Sí, por supuesto que lo sé. Tonto…-Convino ella que
afirmó de mejor humor.- Y lo mismo te digo. A ver si te decides ya con la pobre
Satory…quiero tener una hermana con la que hablar de cosas de chicas.
- Vale...tocado. - Admitió el chico haciendo que su
hermana se riera.-
Los
demás prosiguieron con las conversaciones. Zafiro y Petz preguntaron a Ami por
su compañera Makoto. Ella les comentó que también estaba deseosa de volver a
verles.
-Ya verás, Sandy.- Le dijo Coraíon a su novia,
aprovechando que sus padres y la doctora Mizuno charlaban.- Cuando os juntéis
las dos. A mi madrina también le encanta cocinar y hace unas tartas riquísimas.
-Bueno.- Sonrió la chica con gesto divertido para
sentenciar.- Podremos intercambiar recetas.
La
antes más conocida como guerrera Mercurio también saludó a los Rodney que le
dieron recuerdos para Rei. Idina sobre todo estaba deseosa de ver a su madrina
y le apenó que no hubiese venido. Aunque Alan también quería saludarla y
presentarle a su novia. No obstante, fue Naya la que se anticipó, acercándose a
la recién llegada llena de alegría y saludándola.
-¡Ami! ¡Qué ilusión!... Hacía mucho que no te veía.
Desde que terminé las prácticas contigo.
-Veo que te has convertido en una doctora estupenda.- Afirmó su contertulia
con aprobación.-
-Aún me faltan algunas asignaturas para tener el
título terrestre. Pero puedo ejercer ayudando a mi hermano. Me aceptan el grado
de conocimiento cósmico que tengo, igual que a él.- Le contó la joven.- Aunque
desearía convertirme en una auténtica doctora terrestre. Como tú.
-Sí, ya lo veo.- Sonrió Ami observando a esa
muchacha tomada de la mano del hijo mayor de los Rodney por lo que agregó
animosa.- Seguro que lo conseguirás.
En
otra parte, Diamante charlaba ahora con su hermano y le comentaba…
-Según me dijo Roy, Nephrite había venido a Bios.
Espero que se pase a vernos.
-Eso deseo también yo.- Convino su interlocutor quien
sonriente le dijo.- Felicidades, dentro de poco vas a ser abuelo. Celebro
que Amatista y Leval hagan tan buena
pareja.
-Sí, Esmeralda ya está pensando en prepararle
vestiditos al bebé. Creo que tiene intención de abrir una línea infantil o algo
parecido. ¡Ja, ja!…Aunque por lo que veo, también vosotros vais a tener pronto
motivos de celebración.- Le comentó.-
Al hilo de estas palabras el príncipe de Némesis
llamó la atención de su hermano, indicándole con la mirada la posición en la
que estaban Coraíon y Sandy, que departían amigablemente ahora con Kerria,
Amatista y Leval.
-Es cierto.- Suspiró Zafiro, franqueándose sin
embargo con su interlocutor.- A mí me parece muy buena chica, pero Petz. No sé,
no creo que le haya hecho mucha ilusión precisamente.
-Puedo comprender su punto de vista.- Afirmó Diamante
que declaró con más seriedad.- Pero creo que tu esposa debería pasar página…
-Es muy difícil hacer eso, hermano.- Objetó Zafiro
bajando la mirada.-
Su
contertulio asintió, posando una mano sobre el hombro izquierdo de su hermano
menor.
-Lo sé. Perdona si no me he expresado bien. No te
digo que olvide. Pero tiene que ser consciente de que, por duro que pueda
parecer, la vida continúa… Todos recordaremos siempre a Granate, pero tenéis
otro hijo. Tú lo sabes bien. Sé que comprendes a lo que me refiero.
-Tienes razón...- Admitió su interlocutor con tono
resignado. Desdramatizando a renglón seguido con una sonrisa cuando afirmó.- Aunque cualquiera se lo dice. Ya sabes cómo se
pone…
-Sí, ¡ja, ja! Es de armas tomar. - Rio su hermano
queriendo eliminar ese momento de tristeza al evocar aquellos recuerdos. De
modo que añadió de modo más jovial dándole a su contertulio una palmada en el
hombro.- Anda, vamos con los otros. A ver que se cuenta ese tarambana de Roy.
Y Zafiro le
siguió hasta el grupo donde estaban Tom, el mismo Roy y algunos más. Así
prosiguieron charlando unos con otros hasta que terminó la fiesta. Efectivamente, aquella familia misteriosa era
la de Nephrite y Amanda. No obstante, estos aparecieron después de la
celebración y saludaron a sus amigos con gran alegría. Mención especial para
Coraíon a quién le encantó volver a ver a Paul y a Samantha, los hijos de
estos, con los que había hecho una gran amistad en sus años de estudiante en
Inglaterra. Pudo recordar los viejos tiempos con ellos y sus padres amén de
presentarles a Sandy. Nephrite les contó a sus compañeros de otro tiempo que sus
hijos llevaban prácticamente el negocio familiar y que tanto él como Amanda
podían permitirse el lujo de pasar mucho tiempo de vacaciones. Se enteraron por
la holo televisión de las peripecias de la nave y Amanda hizo algunas llamadas
a antiguos amigos del “Foreing Office” que la pusieron en contacto con los
encargados de este proyecto en la Tierra. Así consiguieron pasajes, no habían
querido avisar a ninguno de sus amigos puesto que deseaban dar una sorpresa a
todos y desde luego que lo lograron. De modo que, tras departir sobre un montón
de asuntos, recuerdos y vidas actuales de cada uno, la larga velada terminó y todos se fueron a la
cama. Al día siguiente, la familia Saint Join regresaba a la Tierra y del
resto, cada cual volvió a sus obligaciones. Petz y Zafiro conversaron sobre lo
que Coraíon les había contado acerca de sus planes de matrimonio con Sandy. Y
en efecto, ella no parecía muy entusiasmada con la idea y así se lo hizo
constar a su marido confirmando sus temores.
- Zafiro, no me gusta que nuestro hijo haya decidido
una cosa tan importante a la ligera.
- Pero Petz,- rebatió su esposo sin preocuparse -
seguro que él lo ha meditado. Además, se ve que quiere a esa chica.
- A él sí que se le ve enamorado. Eso no lo pongo en
discusión. Pero no sabemos nada de ella,- opuso su mujer agregando cargada de
sentido común. - Por lo menos que la conozca algo más antes de comprometerse...
- Coraíon ya es mayor para decidir lo que quiere
hacer con su vida, cariño,- repuso condescendientemente Zafiro. - No podemos
imponerle las cosas como cuando era un niño.
- Yo no quiero imponerle nada, sólo hacer que se lo
piense. Se ha enamorado, pero puede ser algo pasajero.- Objetó Petz con un toque
de preocupación que trataba de hacer objetiva sin llegar a conseguirlo
demasiado. – Es muy joven todavía…
- Entonces habla con él,- le aconsejó su esposo -
dile lo que piensas.
- Necesito tu apoyo, si no, no me hará caso .- Le
pidió ella para añadir. - Ya sabes cómo es, cuando cree tener razón en algo, no
hay quién le convenza de lo contrario.
- Sí. Me recuerda a alguien que conozco. – Sonrió él
mirando a su esposa que frunció el ceño. –
- ¡Déjate de bromas! – Replicó ella con visible
irritación. – Esto es muy serio. Se trata del futuro de nuestro hijo.
Zafiro
suspiró con resignación. Cuando su esposa se enfadaba no era fácil de
apaciguar. Aunque fue capaz de responder encogiéndose de hombros para admitir.
- Es que, por mi parte no le quito la razón, a mí
esa chica me parece buena para él.
-¡Ah claro!- exclamó su contertulia con disgusto
para denunciar contrariada. -Todos los hombres sois iguales, en cuanto veis que
se trata de una mujer bonita ya no os fijáis en nada más. Te habrá bastando
mirarle a las tetas para dar tu aprobación.
- Petz,- respondió pacientemente Zafiro, recordándole
a su irritada esposa. - Nos ha dicho que es licenciada en bioquímica, doctora y
una de las responsables del proyecto de terraformación, eso quiere decir que al
menos es bonita y muy inteligente, reconoce que no es mala combinación. Además
de ser la hija de mi colega y amigo Robert.
- Eso no quiere decir que vaya a ser una buena
esposa para Coraíon. - Añadió Petz que, pese a todos esos hechos, no parecía
muy convencida, cuando sentenciaba. – Y el futuro y la felicidad de nuestro
hijo es lo más importante. No hay nada más preciado que eso para mí.
Su
marido suspiró resignado una vez más, bien sabía que cuando ella se cerraba de
ese modo era imposible razonar nada. Es más, sospechaba que por más argumentos
que le diera estos iban a chocar contra la muralla erigida por la obstinación
de su esposa. Y es que ésta parecía haberse negado desde el principio a darle
ni tan siquiera una oportunidad a esa pobre muchacha. De modo que Zafiro decidió
cambiar de táctica.
- Tengo entendido que Karaberasu la conoce un poco.
Según creo esa chica es muy amiga de Mazoui. ¿Por qué no le pides consejo a
ella? - Le propuso de modo conciliador, deseoso de zanjar el tema.-
Sabía que no
iba a conseguir persuadirla, sobre todo cuando su mujer se cerraba en banda, tal
y como lo habló con su hermano la noche anterior en la fiesta. Pero
posiblemente Petz escuchase a su propia
hermana.
- Sí, es una buena idea.- Admitió ella que añadió
algo más tranquila. - Lo haré.
Así
que, sin querer demorarlo demasiado, fue a charlar con Karaberasu que estaba en
su habitación a punto de salir cuando la llamó. Quedaron en reunirse en el café
del hotel. Kalie bajó al poco rato y allí la esperó Petz. La recién llegada se
dirigió a sentarse junto a su hermana y ésta, tras ponerla al corriente de la
situación y lo hablado con Zafiro, le preguntó por Sandy sin ningún tipo de
rodeos.
- Tú conoces a esa chica. Dime, ¿qué tal es?
- Bueno, la conozco poco,- respondió sinceramente su
contertulia que no obstante, replicó. - Pero por lo que sé, es una chica muy
buena. Inteligente y trabajadora, muy amiga de la hija de Masters. También lo
es de tu sobrina Amatista y de mi hijo. Todos la aprecian mucho. ¿Qué te
preocupa, Petz?
- Coraíon quizá se precipite un poco...como te he
contado quiere casarse con ella y creo que eso es muy prematuro. - Le expuso su
hermana mayor con una mirada inquieta. -
- Puedes estar tranquila. Mazoui me ha contado cosas
muy buenas de esa muchacha. Además, es como si fuera una hermana para él...-
Quiso serenarla Kalie. -
- Entonces deben de llevarse muy bien los dos.-
Elucubró Petz que estaba sorprendida, si su sobrino la tenía en tan alto concepto
no podía tomarse eso a la ligera ni pasarlo por alto y quiso saber. - ¿Él la
conoce bien?
- Ambos comparten muchas cosas.- Le contó Karaberasu
quien trató de ser más explícita, aunque primero comentó con prevención
-...debo decirte algo, pero espero que eso no te haga prejuzgarla...
-¿De qué se trata?,- le preguntó su hermana
visiblemente interesada. -
- Ella es como Mazoui,- le confesó su contertulia. -
-¿Cómo? - Petz se levantó de la silla sorprendida
para apenas poder añadir. - ¡Te refieres a!....
Su hermana menor asintió continuando con suavidad.
- Mi hijo me contó que a Sandy le ha ocurrido lo
mismo que a él. Muchos años de sufrir por ser diferente. La pobre chica perdió
a su madre cuando era solamente una niña. Por lo que me ha comentado Mazoui,
ésta se sacrificó por salvarles a su padre y a ella. Su madre era una diablesa,
pero tenía buen corazón.
- Pero, ¿qué dices?- le espetó su interlocutora con
una sonrisa incrédula. - ¿Cómo iba una diablesa a ser buena? ¡Eso es absurdo,
Kalie! , esa chica será otra diablesa como su madre, ¡no puedo fiarme de ella!
Tú sabes tan bien como yo de lo que eran capaces. Luchamos muchas veces contra
ese tipo de seres y por poco acaban con nosotras.
Pero
el efecto de las palabras de Petz fue el contrario del que pretendía. Su
hermana no sólo no convino con ella en eso sino que, visiblemente ofendida, se
levantó mientras replicaba con enfado.
- Ya está
bien, Petz. ¡Por el amor de Dios! ¿Acaso crees que mi hijo Mazoui es malvado
solo por ser como es?
- No, Kalie - respondió ésta a la defensiva,
tratando de justificarse de inmediato. Consciente de su desafortunado
comentario. - No es lo mismo...él es humano en parte...
- Sandy también lo es.- Rebatió Karaberasu con
creciente malestar en su tono. - Su padre es humano. Esa chica es tan buena
como pueda serlo mi hijo y, si no te fías de ella, debo entender que tampoco lo
harías de Mazoui.
- No, no es eso - replicó su apurada interlocutora
con tono conciliador. - A tu hijo le conozco, sé como es, pero a ella no, no me
influye de quién sea hija.
- No seas hipócrita. Eso no es lo que me has dicho
hace sólo un momento. - La contradijo su hermana visiblemente molesta. –
Tras
unos momentos de violentísimo silencio, Petz trató de enderezar aquello,
pensaba que su hermana le daría la razón. Su hijo era demasiado joven para
comprometerse, y menos teniendo en cuenta el poco tiempo que conocía a esa
muchacha. ¡Pero cuando encima Kalie le contó aquello!… De todos modos, poniéndose
en el lugar de su hermana comprendía que esta se hubiera enfadado. Una vez más,
Petz tuvo que admitir que su carácter le había jugado una mala pasada y había
hablado sin medir sus palabras.
- Lo siento, perdóname, de verdad. Jamás pensaría
mal de tu hijo. Quizás me he precipitado, eso es todo.- Se disculpó sintiéndose
en una situación bastante embarazosa. -
- Te aseguro que Sandy hará muy feliz al tuyo porque
le ama de veras. No te puedes ni imaginar hasta qué punto le ha resultado difícil
a ella dar el paso. - Le insistió Karaberasu, quien entonces trocó su tono
ofendido por otro más perspicaz y ácido como antaño solía al añadir. - Pero
quizá eso no sea lo que verdaderamente te preocupa.
-¿Qué quieres decir?,- quiso saber su hermana, pues
ahora era ella la que estaba molesta, no tardando en añadir en un arranque de
su típico genio, teñido esta vez de nostalgia, pesar e incluso temor. - Yo sólo
miro por la felicidad de Coraíon, ¡es lo único que me queda!, perdí a Granate y
no quiero perder a mi otro hijo.
- Escucha – Y esta vez era Karaberasu la que hablaba
a su hermana de forma conciliadora y suave al asegurar. -Y no le perderás,
ganarás una hija. Por favor, Petz, sé sincera contigo misma. Si de verdad crees
lo que me estás diciendo entonces es fácil. Habla con Sandy y conócela mejor,
verás como la querrás enseguida. Yo apenas la he tratado y para mí ya es como
si fuese otra hija. Comprendo perfectamente lo que le ocurre, sus sentimientos
y sus miedos. ¿Acaso crees que no le costó darle el sí a tu hijo, a pesar de
que deseaba hacerlo con todo su corazón?...Tenía mucho miedo a ser rechazada. A
que la consideren un monstruo. Yo puedo entenderla muy bien, lo he vivido viendo
como Mazoui sufría y yo con él. Tú tienes la oportunidad de hablar con esa
chica y de comprobar cómo es realmente, deberías al menos intentarlo. Hazlo,
sino por ella o por ti, por tu hijo Coraíon.
Este
alegato consiguió disipar la agresividad de su hermana, Petz guardó unos
segundos de incómodo aunque reflexivo silencio y concedió más calmada y
conciliatoriamente.
- Quizá tengas razón. Debo darle una oportunidad,
hablaré con ella. Si mi hijo la quiere debe ser por un buen motivo. Gracias
Kalie, si he dicho algo que te haya ofendido te pido perdón. No era esa mi
intención. Tú sabes lo que yo quiero a mi sobrino.
- Tranquila, Petz - le dijo Karaberasu esbozando una
leve pero cordial sonrisa, y tomando de una mano a su hermana. - No te
preocupes, yo también soy madre y me preocupo por mis hijos, como haces tú por
el tuyo.
Y
lo decía de veras. Mientras conversaba con su hermana mayor pensaba no únicamente
en su sobrino y en su hijo, sino también en su hija Katherine. Algo le había
pasado últimamente a esa chica, la notaba más distante y melancólica de lo que
solía ser. Aunque tratase de disimularlo en su presencia. Pero decidió dejar
eso a un lado por un momento. Ya tendría tiempo de hablar con ella cuando
retornasen a la Tierra.
-Cada cosa a su tiempo.- Se dijo Kalie tratando en
ese instante de centrarse en animar a su testaruda hermana mayor, en tanto
sentenciaba.- Anda, ve a verla y conócela. No te arrepentirás. Y cuando compruebes
que yo tenía razón. Estaré encantada de devolverte tu frase favorita.
-Ya te lo decía yo.- Musitó Petz sonriendo levemente
ahora.-
Esa era la frase que desde que eran pequeñas solía
decirle a Kalie cada vez que esta hacía algo indebido tras haberla advertido. Paradojas
de la vida, quizás ahora las tornas se habían realmente cambiado. De modo que
Petz asintió, tras agradecerle a su hermana aquella conversación se despidió de
ella y fue al laboratorio donde Sandy trabajaba. En otro lugar Mazoui y Satory
paseaban por la ciudad, aprovechando que tenía turno de tarde el chico invitó a
su novia a tomar algo. Ella le pidió precisamente a Sandy que la sustituyese,
ésta lo hizo gustosa. De modo que los dos se dirigieron hacia el café donde
solían ir, allí se encontraron con Katherine e Idina que también paseaban por
la zona.
- Allí - le indicó Idina a su prima en tanto señalaba.
- ¡Mira! , es tu hermano con Satory. ¡Qué casualidad encontrarles por aquí!
Al percatarse, Katherine le llamó agitando los
brazos mientras gritaba sus nombres.
- ¡Eh Mazoui, Satory! Estamos aquí, venid.
Satory
advirtió la llamada de Kathy y se lo comentó a novio. Ambos fueron para allí y
saludaron a las dos.
- Hola,- dijo el muchacho con expresión risueña a la
par que preguntaba -¿Dando una vuelta?
- Pues sí.- Asintió su hermana explicando con
admiración - queríamos ver como era esta nave de grande ¡y desde luego es
enorme!
- Es verdad.- Sonrió Idina que añadió no con menos
asombro, - ¡llevamos horas paseando y aún nos debe de quedar mucho por ver!
- Luego os podemos hacer de guías,- se ofreció
Mazoui. - Pero ahora tomemos algo... ¿Y Kerria? Creí que estaríais juntas.-
Preguntó con amabilidad. -
- Kerria está con sus padres.- Les informó Idina. - Creo
que luego van a comer con Leval y con
Amatista y los suyos.
- Vaya,- terció Satory. - Una reunión familiar.
Entonces no creo que les veamos hoy...
- Bueno. ¿Vosotras cómo estáis?- Se interesó el
chico como si no hubiera hablado con ella la vez anterior. – ¿Qué planes
tenéis?..
- No nos ha ido mal. – Contestó desapasionadamente su
hermana para referirles. – He terminado el segundo año de universidad y ahora he
empezado tercero. A ver si puedo compaginarlo con el mundo de la música.
- Sí. Eso espero también. - Yo ya he comenzado el
tercer año en la Golden. – Añadió Idina con un tono más ilusionado. –
- ¿Qué estudiabas?- Quiso saber Satory, más por
educación que otra cosa, en tanto tomaban asiento en unas sillas de la
cafetería que ella y Mazoui solían frecuentar. –
- Tercero de magisterio.- Replicó la muchacha para
añadir. – En cuanto supe del embarazo de Amatista me vine lo antes que pude.
¡Menos mal que tengo unas buenas amigas tomando los apuntes! – Se rio
divertida, y los demás se sonrieron a su vez. –
- Es cierto, eso en la facultad vale oro. Te lo digo
yo – Afirmó Kathy añadiendo no sin pudor. – Alguna que otra vez he vendido
apuntes míos. Puedes hacer un buen negocio.
- Desde luego, hermanita – pudo decir su hermano
moviendo la cabeza aunque de manera divertida para sentenciar. – Casi mejor que
te pongamos en contacto con el padre de Satory. ¡A lo mejor le puedes enseñar a
hacer negocios a él!
- Mira que eres tonto a veces - le amonestó jovialmente
ella a su vez para jolgorio de todos. –
Mazoui miró a su hermana divertido, aunque entonces
notó algo raro. Volvía a percibir aquella extraña sensación. Era como si Kathy
tuviese algo que ocultase. Había notado algo extraño cuando la muchacha comentó
aquello de los apuntes. Aunque esa intuición solamente fue como un destello,
después todo pareció de nuevo normal. El chico no le dio ya más importancia.
Debía de ser por las causas que su hermana le comentase el otro día. Además, estaba
demasiado contento como para preocuparse por nada ahora. De modo que continuaron
charlando de algunas otras cosas más. Incluidos aquellos dioses tan extraños y
poderosos. Eso dejó pasmadas a las dos chicas, fue Idina la que pudo comentar.
-¿Y ni siquiera tú, ni el primo Leval pudisteis
hacer nada?
-No. – Admitió Mazoui para sentenciar con tintes de
temor reverencial. – Son tan inmensamente poderosos que no pudimos casi ni
tocarles. ¿Ves hermanita? Aquí tendrías material para un buen reportaje.
-Sí, ¡que nadie se creería! – Suspiró ella.- Simplemente
con leer el titular. Dioses super poderosos capaces de derrotar a un guerrero
dorado y a sus aliados.
-Pues te aseguro que así fue.- Sentenció su
hermano.-
Aunque la joven parecía algo nerviosa pues miró la
hora en su reloj de pulsera un par de
veces en cuestión de pocos minutos.
-Al menos estáis todos bien y Amatista y Leval van a
ser padres. Espero poder verles un poco más antes de irme. Aunque comprendo que
ahora lo más importante para ellos es reunirse con su familia más cercana. -
Comentó Idina. –
-Tiempo habrá, no te preocupes por eso. – La animó
su primo Mazoui. -
Efectivamente,
tal y como había dicho Idina, en un restaurante del centro de la ciudad comían
Leval y Amatista con sus familias. El ambiente era distendido, Diamante y Roy
como siempre se cruzaban bromas. Leval charlaba animadamente con su hermana y
Amatista. Esmeralda y Beruche no hacían demasiado caso a sus juguetones maridos
esta vez, ya que estaban enfrascadas hablando de los planes para el futuro. Amatista
estaba partiendo un filete de merluza. En ese momento su madre le comentaba a
Bertie que estaba diseñando un vestuario monísimo para su nieto.
-Creo que lanzaré la moda Deveraux primera infancia.-
Declaró Esmeralda con una mezcla de rimbombancia y ternura.- Y mis primer modelo será mi nietecito, o nietecita…
-¡Te acusarán de nepotismo! - Se rio Bertie.-
-Mira tú lo que me importa.- Se sonrió su interlocutora.-
La futura mamá escuchaba y sonreía pero de pronto
dejó de oír a su madre y se vio envuelta en una nube. A su alrededor se
extendía una zona enorme del color del cielo. No podía oír nada, estaba
obnubilada por una especie de silencio sordo que le taponaba los oídos aunque
si podía ver bien lo que pasó a su lado a gran velocidad. Eran unas figuras
etéreas que no podía identificar pero que le parecían dotadas de un poder y una
majestad inmensas, parecían mover unas grandes alas flamígeras. La muchacha dio
un respingo tomando aire casi como si no pudiera respirar y soltó los cubiertos.
Todos en la mesa se quedaron mirándola, al igual que algunos de los clientes
del local. Un inquieto Leval se levantó de inmediato y se arrodilló junto a
ella sosteniéndole de una de sus manos.
-¿Qué te pasa Amatista, te encuentras bien? - le
inquirió su esposo con evidente preocupación.-
Todavía aturdida
tras esa extraña ensoñación, la joven miró
a Leval y luego al resto que la observaban también con gesto preocupado. Por
fin reaccionó volviendo a tomar conciencia del lugar en donde se hallaba.
-¡Cariño!- insistió su alarmado esposo.-¿Te ocurre
algo?
- No pasa nada, estoy bien, -pudo replicar ella al
fin musitando.- Es que he visto...
-¿Qué has visto, hija? - Le preguntó la también
inquieta Esmeralda, tomándola con afectuosa inquietud de su otra mano. -
Amatista
decidió que sería mejor no explicarlo, podría ser una alucinación o algo
parecido debido al estrés y no quería preocupar en exceso a su familia.
- Nada.- Volvió a susurrar con voz más firme. - Estoy
bien, deben ser cosas del embarazo.
- No hace falta que te esfuerces para estar con
nosotros. Si no estás bien que Leval te lleve a casa.- Intervino Beruche con
algo de temor también. -
- No – sonrió la chica ahora más tranquila para
insistir. - No, si estoy bien, gracias. Tengo muchas ganas de veros, tranquilos,
ya se me ha pasado, vamos a terminar de comer.
- Como quieras, hija.- Concedió Diamante sin dejar
de mirarla algo inquieto todavía. -
Y
olvidado aquel incidente siguieron comiendo sin más contratiempos. La
conversación se mantuvo por los derroteros típicos de las cosas que les harían
falta para el bebé y de cómo los abuelos en ciernes estarían encantados de
ayudarles. Se sucedieron las amistosas puyas ente Roy y Diamante con esto como
excusa y las reprobaciones de sus respectivas esposas. Todo ante la divertida
mirada de la joven pareja de futuros papás. Finalmente, tras una entretenida
sobremesa, y después de despedirse de sus padres y suegros, Leval llevó a su
esposa a casa. Al día siguiente los dos tenían obligaciones que atender.
-¿Qué tal estás, cariño? - Le preguntó él, que ahora
retomaba el anterior incidente cuando llegaron a casa.-
-Cansada.- Fue la respuesta de la joven quién no
pareció darle más importancia al tema, cuando declaró.- No te preocupes. He
tenido muchas emociones en estos días. Con dormir un poco estaré como nueva.
-Muy bien.- Concedió el muchacho dándole un cariñoso
beso en los labios.- Creo que haré lo
mismo. Llevo unos últimos días muy movidos y me apetece descansar.
-¿Tú?- Se rio ella firmando incrédula.- ¡Si eres un
súper saiyajin!…
Su
marido se sonrió a su vez para responder divertido.
-Ni siquiera eso te salva del tedio del papeleo y del
estrés del trabajo. De veras que me echaré una siesta contigo y con nuestro
bebé encantado.- Remachó dándole un afectuoso beso en la mejilla a su esposa a
la par que acariciándole el vientre.-
Y ante la expresión de alegría de ella la pareja
decidió acostarse un ratito para descansar. Amatista sonrió feliz cuando su
esposo la rodeó con ambos brazos en ademán protector y ambos pudieron dormir. Era
maravilloso el poder descansar juntos, sin nada más que les perturbase. De hecho
la muchacha sentía una calma y una paz como pocas veces había experimentado.
-Mi amor, cuando nazcas estaremos esperándote para
darte todo nuestro cariño.- Pensó Amatista antes de quedarse profundamente
dormida.-
A esa misma hora Petz llegó al laboratorio, como era
la pausa para comer encontró a Sandy en la cafetería del lugar. La chica estaba
tomándose un sándwich y una ensalada de la máquina (al tener que suplir tan
repentinamente a Satory no tuvo mucho tiempo de prepararse nada). La madre de
su novio se fue directa a ella y la abordó con una sonrisa algo forzada.
- Hola, señora Lassart.- Saludó educadamente la
morena científica, al verla llegar. -
- Hola, Sandy, espero no sorprenderte en mal
momento. No quisiera ser inoportuna. - Repuso ésta con preventiva cortesía. -
- Claro que no. Es mi hora del almuerzo, dígame,
¿qué le trae por aquí? - Quiso saber la muchacha tratando de no ser brusca,
pero sí directa.-
- Quería hablar contigo sobre ti y mi hijo, verás.
Soy mujer que gusta de ir al grano…
-Lo mismo me sucede a mí.- Convino su contertulia
quién quiso saber.- Usted dirá pues…
-Escucha. No quisiera sonarte grosera ni que pienses
que me inmiscuyo en vuestras vidas, pero… la boda. No sé si os estaréis
precipitando. - Le confesó Petz algo envarada. -
-¿Es eso? - Inquirió Sandy, que ahora respondió más
seria y consternada. – Cree que nuestro compromiso es un error. Sí, ya lo había
notado, ¿sabe? En ocasiones tengo la facultad de percibir lo que piensan los demás,
créame, a veces no me gustaría.
- Yo.- Petz sonrió de nuevo un poco forzadamente y
trató de suavizar la tensión que había surgido con tinte más conciliador. -Verás,
no tengo intención de incomodarte, sólo quiero hablar contigo. Comprende que,
como madre, me preocupo por el futuro de mi hijo.
- Lo comprendo perfectamente. Usted cree que yo no
soy muy adecuada para el futuro de su hijo. ¿Verdad? - Añadió la joven cuyo tono parecía indicar a
las claras que ya esperaba resignádamente aquel tipo de prevención. -
- No me malinterpretes,- se apresuró a decir su
interlocutora tratando de mejorar su talante. - Sólo quiero conocerte algo
mejor. Tanto mi sobrino Mazoui, como mi hermana Karaberasu, como Zafiro, mi
marido, te tienen en una gran estima. Sobre todo mi hermana y eso es muy
importante para mí, puedes creerme. Valoro en mucho su opinión y ella no suele
prodigarse en elogios con quién no se los merece. Pero me gustaría que tú misma
me dijeras que pensáis hacer mi hijo y tú.
- La verdad, aun no lo hemos decidido,- repuso Sandy
todavía a la defensiva. No obstante, pudo responder con sinceridad. - Querríamos
una casa en el planeta y unos cuantos niños, pero no enseguida. Necesitamos
tiempo para encauzar nuestras vidas y nuestros trabajos...
- Sí, ya sé que eso es duro, yo misma lo viví.
Trabajar y sacar adelante a una familia al mismo tiempo no es tarea fácil. - Admitió su contertulia que quiso ser lo más
delicada posible al añadir. -Pero tú eres una chica con preparación y estás bien
colocada, mi hijo también. Eso no creo que sea tan problemático. Sin embargo,
teniendo en cuenta vuestras circunstancias. Dime la verdad, ¿tú te ves realmente
cómo madre?…
Pese a todo Petz dejó esa pregunta flotando en el
aire con un tono que no gustó nada a su
interlocutora.
- Veo que su hermana le ha contado más cosas sobre
mí de las que aparenta saber. - Le dijo Sandy evidentemente molesta para
sentenciar, - no tengo por qué dar rodeos. Si lo dice por mi ascendencia, mi
madre me quería y fue una buena madre. Por lo poco que recuerdo de ella me crio
con mucho amor hasta que murió por salvarnos a mí y a mi padre. Yo quisiera
tener hijos algún día y que ellos pudiesen tenerme para crecer a su lado.
- Guardó unos instantes de silencio que
amenazaban con hacerse incómodos hasta que añadió, ahora mirando hacia el techo
con aire muy melancólico y un tono más suave. - Muchas veces pienso en todo lo
que me gustaría haber hablado con mi madre, las cosas que le hubiera dicho. O
las que ella me habría contado a mí. Lo que yo le habría preguntado. Todos los
ratos que habríamos pasado juntas. ¿Sabe lo que es despertarse noche tras noche
teniendo pesadillas sobre la forma en que la asesinaron? Desde que era pequeña
recuerdo haberla llamado llorando en la oscuridad de mi habitación durante
horas y esperar a que ella viniera en vano. No, no quiero que ese sea el caso
de mis hijos. Si alguna vez los tengo y eso deseo, siempre estaré junto a
ellos.
Su contertulia se dio cuenta enseguida de que
esa chica era sincera, se notaba en el tono de su voz, que no era ya de enfado
sino de melancolía y tristeza. Sandy parecía a punto de llorar, en verdad
habría extrañado mucho a su madre que no debió de ser tan mala. Al menos como una
antigua justiciera, la Dama del Rayo, pensaba. Pero claro, es que ella había
luchado a muerte contra otras diablesas y eso no era fácil de olvidar. Aunque
si su propia hermana que vivió su misma experiencia, e incluso sufrió aquel
terrible trance de ser forzada por un demonio, avalaba a aquella chica, tendría
sus razones. Ahora la misma Petz comenzaba a ver claramente que Sandy no era
mala persona sino todo lo contrario. Y mientras escuchaba a esa chica contarle
todo aquello, desvelar su vida íntima y sus recuerdos más preciados, con esa
carga de emotividad y dolor, comenzó a sentirse mal por sus prejuicios y le
contó a su vez con voz queda.
- Yo soy la mayor de mis hermanas. Cuando éramos muy
jóvenes aún nos separamos de nuestros padres. Tuve que cuidar de mis hermanas menores.
Yo era casi una niña y también necesité muchas veces los consejos de una madre,
e igual que tú he tenido muchas pesadillas llamándola cuando era una cría y
después llamando a mi hijo pequeño tras su muerte. Y comprendo muy bien el vacío que se siente.
Perdóname, no he sido justa contigo...
- Señora Lassart. Sería muy feliz si usted me
aceptase. ¡Tengo tantas ganas de formar parte de su familia! - Le confesó Sandy
mirándola ahora con expectación y una muda súplica en sus profundos ojos verdes. – Ustedes son todos maravillosos, Coraíon
siempre me dice lo unidos que están.
- Te lo agradezco. A mí también me gustaría tener
una hija. ¿Sabes?- añadió con pesarosa sinceridad su contertulia, sacando una Holo
fotografía del difunto Granate. - Cuando perdí a mi hijo sufrí un golpe muy
duro. ¡Era tan joven, tan lleno de vida y tan buen muchacho! Fíjate - le mostró
la foto a Sandy que la contempló sorprendida, pensado cuando parecido era a su
prometido. - ¿Era guapo, verdad? - Sonrió Petz llena de nostalgia y tristeza y
a la vez sintiéndose orgullosa. -
- Era muy guapo - admitió Sandy asintiendo para
comentar sus pensamientos. - Se parecía mucho a Coraíon.
-¿Tú le conociste?...- inquirió su esperanzada
contertulia, dándole a la chica más datos. - Siempre estaba con Mazoui y Leval.
Tuvisteis que coincidir alguna vez.
- No, lo siento - negó la muchacha con verdadero
pesar - por aquel entonces yo no les conocía todavía. Pero me habría gustado.
Sé que todos le querían mucho.
- Me tomarás por tonta, pero, al saber que Coraíon
iba a casarse…no sé, creo que temí perder a mi otro hijo.- Le confesó su
interlocutora visiblemente apurada. -
- No, la comprendo bien, pero no tema, no le perderá.
- Sonrió Sandy con gesto más animado afirmando -¡se lo aseguro! Yo pienso a veces que mi padre quizás sienta
lo mismo. No obstante, estoy convencida de que él también ganará un hijo. Igual
que usted una hija, señora Lassart. Y yo también deseo tener una madre como
usted. Es algo que me haría muy feliz. De veras.
Su
interlocutora la escuchó con suma atención. Ahora todos esos recelos y dudas
que había albergado le parecieron ridículos. Estaba muy claro que esa pobre
chica habría sufrido mucho en la vida. Todo lo que Kalie y el resto le había
contado cuadraba. Era una luchadora, es más, la propia Petz podía identificarse
cada vez más con ella. Esa muchacha tenía además de su belleza y su
inteligencia, bondad en su interior y un carácter fuerte, por lo menos en el
mejor de los sentidos. Y posiblemente tuviera su genio, bastaba con mirarla a
esos ojos verdes albahaca tan profundos como para darse cuenta de que era mejor
no hacerla enfadar de veras. De modo que, con una expresión mucho más amistosa,
la madre de Coraíon se dirigió a su contertulia y le pidió con afabilidad.
- Llámame Petz y a partir de ahora cuenta conmigo,
querida.- Y sonrió abiertamente dado que
había disipado ya cualquier duda. -
- ¡Gracias! No sabe cuánto significa esto para mí. -
Sandy no pudo reprimirse y abrazó a su más que posiblemente futura suegra. Se
la notaba muy contenta pero entonces sonó la alarma de su reloj de pulsera, lo
miró y dijo algo sobresaltada. - ¡Vaya! se me hace tarde, lo siento, debo
entrar ya al trabajo. Satory me pidió que la sustituyese.
- No te preocupes,- le dijo su interlocutora. -Ya te
he entretenido mucho. Podemos hacer una cosa. Vente a cenar esta noche con
Coraíon y así hablaremos más tranquilamente. Si no tenéis otros planes.-
Remachó con suave cautela. -
- Estaré encantada, se lo diré y allí estaremos. Hasta
la noche entonces. – Respondió ella.-
Y despidiéndose con una gentil inclinación de cabeza,
Sandy se metió en el laboratorio. Por su parte Petz se marchó contenta y
aliviada de ver que ésta era, en verdad, una buena chica que amaba realmente a
su hijo. Y cuando volvió a su hotel, de su maleta sacó un objeto que había
guardado largo tiempo. Decidió que ya era hora de hacerlo cambiar de manos,
pues hasta ese momento no había encontrado a nadie digno a quién poder entregárselo.
Lo miró y lo acarició recordando muchas cosas, algunas bonitas, otras amargas
pero siempre importantes. Ese era un legado que no había podido transmitir a
ninguna hija, puesto que, a diferencia de sus hermanas, ella solamente tuvo
varones. Ahora al fin, las cosas habían cambiado…
-Sí, quizás ha llegado ya la hora de seguir adelante,
mi niño…- Suspiró llevando esa foto de su difunto hijo en sus manos y
acercándosela al pecho.- Aunque nunca me olvidaré de ti.
Mientras, los dioses habían vuelto de su gira por el
espacio. Sus pesquisas no habían dado resultado.
-No hemos encontrado a ningún ser que responda a las
características que nos indicaste. – Le comentó Dialen a Redan. –
-Hemos registrado prácticamente toda esta galaxia y
nada. – Afirmó Buruk cruzándose de brazos. –
-Ahora, no sé qué debemos hacer. – Terció Zoen que
parecía algo desconcertada. –
-Sí. Redan. Dinos. ¿Qué debemos hacer?- Quiso saber
Soa con mirada inquisitiva. -
Su compañero se mesó la barbilla y pudo responder
con tono reflexivo.
-De modo que el Mensajero no se encuentra por ahí.
Muy bien. No pasa nada. El señor Georcael me dijo que vendría en persona para
ocuparse de este asunto.
-Si él tiene que venir personalmente es que el
asunto es muy importante. – Comentó Dialen mostrando bastante respeto e incluso
preocupación, ahora en su voz. – Incluso serio.
-Así es - convino Redan sentenciando. – Mucho más de
lo que os imagináis. Puesto que, según me comentó, necesitamos que el Mensajero
se manifieste cuanto antes.
-¿Qué ocurre?- Le preguntó Zoen con una gran
inquietud para lo que ella acostumbraba. –
-Por el momento tampoco yo sé nada más. Únicamente
os digo que el señor Georcael llegará en breve. Preparaos para seguir sus
instrucciones.- Les ordenó prácticamente su compañero.- Él nos indicará cómo
habremos de proceder.
Los demás dioses asintieron al unísono y se dispusieron
a aguardar la llegada de su superior con bastante inquietud y seriedad, cosa
muy inusual tratándose de ellos.
-Y entre tanto, observad a los humanos, pero no para
importunarles sino por si vieseis algo extraño.- Les indicó Redan.-
-¿Extraño?. Todo en ellos lo es.- Comentó Buruk.-
-Es cierto.- Convino Zoen.- Son de lo más exóticos.
-¡Pues a mí me gustan!- Afirmó una entusiasmada
Soa.-
No
obstante Dialen parecía estar más pensativo y declaró.
-Si Redan habla de algo extraño deberá serlo también
para ellos. ¿No es así?
-Así es.- Convino su interlocutor.- Algo extraño y
potencialmente peligroso para ellos. No podemos permitir que nada les dañe.
-Descuida.- Repuso Dialen, con la aquiescencia de
sus compañeros.- Estaremos alerta…
Por su parte, Seren se había quedado atónita al
serle referida aquella historia. Tras la
reunión que mantuvo con los soberanos y con Doran y Lance decidió pasear un
poco por la ciudad para aclarar sus ideas. Tokio le gustaba y en general estaba
bien en la Tierra. Su madre le había aconsejado que tratara de integrarse con
las costumbres de allí y que no se mostrara demasiado severa. Ahora se sonrió, al
llegar era bastante ruda y cortante para las costumbres humanas. No en vano su
preceptora Seira la había adiestrado duramente, al igual que al resto de sus
hermanos. La guardiana de la reina Meioh fue también dura con sus propios
hijos. Pero siempre se comportó de manera honorable y mostrando que les quería.
Por eso dolía tanto, y la propia Seren también sufría al pensarlo.
-Es una traición terrible. Y muy humillante. Puedo
comprender a Doran. Y ahora entiendo porque los reyes no me lo quisieron
contar…pese a todo, cuando cumpla con mi misión aquí, tendré que acudir a mi
mundo a título de princesa de Nuevo Vegeta.
Recordó
esa reunión. Al fin las cartas se pusieron boca arriba. Serenity declaró con gesto grave.
-Las cosas se están precipitando, dentro de poco
tendremos que hacer frente a un terrible poder
a cuyo lado cualquier otro enemigo es de importancia menor. Por ello,
tanto tú, como el embajador Doran, debéis centraros únicamente en la tarea que
os han de encomendar.
-Majestad, eso es fácil de decir, pero en mi mundo
las cosas están muy mal. ¡Mi propia familia peligra! - Repuso Seren con
rotundidad y no exenta de temor.-
-Te aseguro que todo lo que hacemos está destinado
al beneficio común. – Terció Mamoru.-
-No quisimos llegar a esto. Tuvimos que convencer al
embajador para que no contactase previamente contigo. Al menos hasta que no
pudiéramos reuniros a todos y explicaros.- Añadió Usagi, ya en su papel de
futura soberana.- Y no temas. Tanto en Nuevo Vegeta, como en otros lugares,
contamos con amigos y aliados que solucionarán los problemas. En cambio a
vosotros os precisamos aquí. Tus propios padres así lo desean.
-Sí, el señor Rodney...- Iba a decir ella cuando el
aludido la interrumpió para matizar.-
-Puedes llamarme Lance, alteza…
-Él me ha entregado un documento que proviene de mis
padres.- Admitió la joven.-
-Lo sabemos, y mi amiga Setsuna, tu madre, me
comentó hará algún tiempo que era su deseo que permanecieras aquí y ayudases a
proteger a la Tierra y la Luna. Pero ahora, tu deber y el del resto de tu grupo,
tendrá que ir mucho más allá.
-Sí. - Añadió Lance, alegando.- Protegiendo a cierta
persona salvaguardarás el porvenir no solamente de la Tierra y de la Luna, sino
de todo el Cosmos…
-No te preocupes, cuando llegue el momento irás a tu
mundo a presenciar el triunfo de los tuyos. Pero si no ayudas ahora a cumplir
esta misión, también estarás condenando a largo plazo a los que amas.- Agregó
Mamoru, hablando ya como Endimión.-
La
muchacha miró atónita a sus interlocutora, luego a Doran que le devolvió el
mismo gesto de sorpresa… Y en pocas palabras les fueron desvelando algunos
detalles que, de por sí, la persuadieron a permanecer al lado de sus nuevos
compañeros de equipo…
-Solo espero que podamos tener éxito en esta misión.
Después deberé viajar a mi planeta.- Suspiraba en tanto caminaba.-
Alguien
la llamó, mirando al principio hacia la fuente del sonido de la voz no
reconoció a nadie. Aunque al poco vio llegar a un compañero de trabajo. Un
chico que estaba como ella, en la Masters Corporation.
-Hola Seren.- La saludó él.-
-Hola…Sean.- Creyó recordar que se llamaba.-
Era
en efecto un tal Sean Plummer, un tipo algo más bajo que ella, pero eso no era
raro, la propia Seren medía un metro ochenta y tres, para los cánones humanos
era de por sí una elevada estatura, más tratándose de una hembra. Bueno, mujer,
como ellos decían. Además, esos zapatos con ligero tacón que llevaba todavía
contribuían a realzar su altura.
-¿Ya has terminado?- Le preguntó él, agregando de
seguido.- ¿Te apetece un café? Yo iba a
entrar en mi turno en unos veinte minutos…
La muchacha
le valoró con la mirada, no era feo, incluso parecía atractivo. Al menos eso
decían algunas chicas de la oficina en cotilleos informales a los que se veía
obligada a asistir como oyente involuntaria. Pero eso a ella no le interesaba
demasiado. Sus estándares para juzgar a los hombres eran muy diferentes. No
obstante, como compañero que era y tratando de seguir los consejos recibidos de
su madre y de la propia Serenity, respondió con amabilidad
-Claro. Gracias.
De
modo que él la llevó a una acogedora cafetería cercana. Era
el Flowers and Flavours.
-Este es el local
de mi compañera Makoto.- Pensó divertida.-
-Me gusta mucho
este sitio.- Le comentaba precisamente Sean.- Es muy tranquilo y ponen muy
buenos cafés. Y tartas…- Remachó.- Si te apetece alguna ración.
-No, muchas
gracias.- Rehusó la muchacha que no deseaba ser vista como una glotona.-
Al menos, si se ponía a comer tal y
como era costumbre en su pueblo, a buen seguro que asustaría a ese chico. Recordó
una vez más que tenía instrucciones precisas de no desentonar entre la
población humana. Así pues, se contentó con ese café. Una vez se lo trajeron, escuchó
a aquel muchacho contarle.
-Llevamos una
semana dura. Muchos proyectos a la vez. ¿Sabes si la señora Tsukino va a
encargarnos alguno más?
-¿Usagi?- Inquirió
ella.-
-Sí, claro, supongo
que se llama así. Como tú trabajas a su lado debes tener más confianza con ella.-
Sonrió él añadiendo.- Es una mujer muy agradable y bastante joven para ese
puesto tan alto.
-Desde luego, pero
está ahí por una buena razón, mejor dicho, dos. Es muy competente y sabe
dirigir.- Afirmó Seren con tinte serio.-
-Bueno.- Titubeó
un poco él al agregar.- No he querido sonar machista. Quise decir que debe de
valer mucho. Ian Masters no contrata a nadie a ese nivel si no le merece
confianza. Yo, por ejemplo, estoy muy contento de trabajar aquí.
-¿Hace mucho que
trabajas para la Masters?- Le preguntó ella, más que nada por mostrarse
sociable.-
-Desde hará un par
de años.- Respondió el chico, contándole.- Hará unos meses que me enviaron aquí, a Japón. Yo estudié algo de japonés en
Baltimore, donde trabajaba en una sede local de la compañía. Bueno, soy de allí
también. Y tú hablas japonés a la perfección, aunque no creo que seas japonesa.
¿Verdad?- Inquirió el joven con el tono evidente de alguien que conoce la
respuesta de antemano.-
-No, soy de Nebraska.-
Repuso la chica, recordando su tapadera.-
Por supuesto no iba a contarle que
era princesa del planeta Nuevo Vegeta y de Plutón, además de guerrera guardiana
de la reina Serenity. Y menos su auténtica misión en la Tierra.
-Estamos muy lejos
de casa, ¿verdad?- Comentó Sean.-
-Sí, así es.-
Asintió sinceramente ella.-
Desde luego que, en su caso,
muchísimo más de lo que él podría llegar a imaginarse. De todos modos, su
interlocutor parecía visiblemente interesado en su vida. Eso es algo que ya le
advirtieron, la gente de la Tierra podía hacer muchas preguntas, y, aunque no
eran tan directos como un saiyajin, podrían ser bastante más curiosos. Debería
tener paciencia.
-Es duro estar
lejos de la familia. ¿Tienes amigos aquí?
-Sí, algunos.-
Repuso ella sin querer precisar.- ¿Y tú?- inquirió devolviendo la cuestión.-
-Apenas conozco
gente por aquí. Ya sabes, el hecho de hablar japonés no asegura hacer amistades.
Las personas de aquí son muy reservadas. Trabajan contigo, y son amables y muy
educadas, pero es difícil que vayan más allá.
Lo cierto es que eso a ella le había
dado igual, conocía a sus compañeras y a algunos aliados más allí. A veces
tomaban algo y charlaban pero mayormente de sus tareas. También veía a veces a
Doran e incluso a la reina Neherenia cuando se pasaba por la Luna.
-Cada uno tiene
unos cometidos, supongo que se centrarán en ellos.- Contestó diplomáticamente
Seren.-
-Pues a mí me
gusta desconectar un poco del trabajo. Mañana tenía pensado ir a ver una
película. ¿Te apuntas?- le ofreció.-
-¿Una película?-
Repitió la desconcertada joven.-
-Bueno, si tienes
tiempo y te apetece.- Matizó tímidamente él.-
-No lo sé. Tengo
muchas cosas que hacer.- Contestó evasivamente Seren.-
-Claro, si quieres
y estás libre de trabajo, dímelo, por favor.- Le pidió aquel individuo quien,
mirando el reloj, comentó con ligero fastidio.- Tengo que irme. Entro en cinco
minutos.
-Que tengas una
buena jornada.- Sonrió ella.-
Sean le devolvió una sonrisa algo insegura
y fue a pagar. Al poco la saludó saliendo por la puerta. Ella le devolvió el
saludo y se quedó allí, sentada durante algunos instantes más.
-Supongo que esto
es el método humano para obtener pareja. Es algo extraño.- Se sonrió divertida
ahora pensando en aquel chico.- Este pobre infeliz no tendría ningún éxito en
Nuevo Vegeta. ¡Le iban a derrotar con mirarle! Pero no estamos allí. Quizás
este sea el sistema que funcione en la Tierra.
Al menos se había distraído un rato con esas cosas tan triviales.
Aunque ahora, debía marcharse y volver a centrarse en ese asunto que tanto le
preocupaba.
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