domingo, 6 de marzo de 2011

GWD 11.138. Aclarando malos entendidos


Todos se reunieron en la gran fiesta, hablaron mucho, se contaron infinidad de cosas. Cuando Leval y Amatista llegaron acompañados de la doctora Mizuno fue Bertie la primera que corrió hacia ella y le dio un gran abrazo. Exclamando como ya lo había hecho antes su hijo.



-¡Ami! Cuánto me alegra verte. ¿Cómo es que has venido?

-Pude escaparme unos días del hospital.- Respondió ella con una amplia sonrisa, abrazando a su querida amiga a su vez para desearla.- Muchas felicidades.

-Sí. ¡Cómo pasa el tiempo! Ya ves, voy a ser abuela.

-La abuela más guapa y más joven de la galaxia.- Terció Roy acercándose a su vez.- ¿Qué tal estás, Ami?- Quiso saber con afabilidad.-

-Muy bien, gracias.- Respondió  la doctora.-

-Ya se ve. – Sonrió Roy aseverando no sin admiración.- Te miro y todavía eres esa chiquilla que conocí en Nueva York, hace ya tantos años. ¿Cómo lo haces? Apenas si has cambiado en todo este tiempo.



            No era desde luego un tema que Ami quisiera tratar. De modo que optó por una cortés aunque apurada respuesta.



-Vosotros también estáis muy jóvenes.

-¡Ojalá lo estuviéramos como tú! – Sonrió Bertie dándole ambas manos a su amiga y agregando ella misma a modo de explicación- Debe de ser por las propiedades del cristal de Plata. Vosotras sois del reino de la Luna y seguro que os afecta de ese modo, prolongando vuestra juventud.

-Bueno, quizás sea eso.- Sonrió la interpelada con cierto envaramiento ahora que trataba de ocultar.- Pero tampoco somos tan mayores…



            No obstante, Beruche lo advirtió y decidió cambiar de tema…



-Kerria estaba con sus primas, en cuanto te vea se va a poner muy contenta.



            La doctora Mizuno convino en ello. También saludó al resto. Les comentó algo similar a lo que había hablado con su ahijado. Cuando las primas llegaron efectivamente Kerria se abrazó realmente feliz a  la recién llegada. No olvidaba todo lo que su madrina había hecho por ella.



-¡Cuánto me alegro de tenerte aquí, madrina!- Afirmó la muchacha casi sin querer soltarla.-



            Ami sonrió, su ahijada era toda una mujer ya, tan alta y tan guapa. Pero sobre todo, tan maravillosa y tan luchadora por la Justicia. La pobre tuvo que ponerse a prueba últimamente. Al hilo de eso le preguntó casi entre susurros.



-¿Qué tal está Samantha?

-¡Oh, muy bien ahora! Gracias por preguntar.- Repuso la joven, una vez se separaron de ese largo abrazo.-

-¿No ha venido contigo?- Se interesó la doctora Mizuno.-

-Es que tenía mucho trabajo que hacer.- Pudo decir Kerria, a modo de justificación.- Yo ya le he dicho que tengo muchas ganas de que venga a conocer al resto de mi familia.

-Seguramente que lo hará. Todo a su tiempo.- Convino Ami.-



Entre tanto, en otro lugar de la fiesta, Mazoui pudo saludar a su hermana y en un aparte charlar con ella.



-¿Cómo estás, Kathy?- Quiso saber el muchacho, no sin cierta inquietud pues no olvidaba las palabras de su madrina Minako.-

-Muy bien, Mazzie… ¿Y tú? Ya veo que estás a punto de comprometerte con Satory.- Replicó ella tratando de mostrarse cordial.-



            Aunque a su hermano aquello no le resultaba normal. Era como si la muchacha estuviese intentando desviar el tema. Por ello, a riesgo de enrarecer el ambiente, se atrevió a insistir.



-Seguro que estás bien. Te percibo tensa.

-¡Oh, vamos!- Contestó la muchacha, ahora pareciendo molesta.- No empieces otra vez con esas cosas. Odio cuando haces eso.

-¿El qué?- Quiso saber él como si realmente no comprendiera de qué iba la queja de su hermana.-

-Lo sabes perfectamente.- Afirmó la joven para aclarar.- Que te metas en mis pensamientos, o lo que sea que hagas.

-No me meto en tus pensamientos. Te he dicho muchas veces que no soy capaz de eso.- Replicó él tratando de ser conciliador, para matizar.- Solamente he dicho que noto que estás tensa. Nada más. Para eso no me hacen falta poderes especiales, Kathy.

-Sí…la verdad es que sí. Perdona. - Se avino a reconocer Katherine que le explicó más calmada.- Se me juntan muchas cosas. Los exámenes, las actuaciones, este viaje, mis labores de justiciera. Ya sabes...jornada completa y horas extraordinarias.



            Lo cierto es que bien podría ser eso. Quizás la madrina Minako se había preocupado en exceso. El muchacho tampoco quería discutir con su hermana, para una vez que se veían en tanto tiempo. De modo que posó sus manos sobre los hombros de la joven, le sonrió y le dijo con afecto.



-Ya sabes que puedes hablar conmigo de eso y de cualquier cosa. Kathy. Si puedo ayudarte en algo…

-Sí, por supuesto que lo sé. Tonto…-Convino ella que afirmó de mejor humor.- Y lo mismo te digo. A ver si te decides ya con la pobre Satory…quiero tener una hermana con la que hablar de cosas de chicas.

- Vale...tocado. - Admitió el chico haciendo que su hermana se riera.-



            Los demás prosiguieron con las conversaciones. Zafiro y Petz preguntaron a Ami por su compañera Makoto. Ella les comentó que también estaba deseosa de volver a verles.



-Ya verás, Sandy.- Le dijo Coraíon a su novia, aprovechando que sus padres y la doctora Mizuno charlaban.- Cuando os juntéis las dos. A mi madrina también le encanta cocinar y hace unas tartas riquísimas.

-Bueno.- Sonrió la chica con gesto divertido para sentenciar.- Podremos intercambiar recetas.



            La antes más conocida como guerrera Mercurio también saludó a los Rodney que le dieron recuerdos para Rei. Idina sobre todo estaba deseosa de ver a su madrina y le apenó que no hubiese venido. Aunque Alan también quería saludarla y presentarle a su novia. No obstante, fue Naya la que se anticipó, acercándose a la recién llegada llena de alegría y  saludándola.



-¡Ami! ¡Qué ilusión!... Hacía mucho que no te veía. Desde que terminé las prácticas contigo.

-Veo que te has convertido en  una doctora estupenda.- Afirmó su contertulia con aprobación.-

-Aún me faltan algunas asignaturas para tener el título terrestre. Pero puedo ejercer ayudando a mi hermano. Me aceptan el grado de conocimiento cósmico que tengo, igual que a él.- Le contó la joven.- Aunque desearía convertirme en una auténtica doctora terrestre. Como tú.

-Sí, ya lo veo.- Sonrió Ami observando a esa muchacha tomada de la mano del hijo mayor de los Rodney por lo que agregó animosa.- Seguro que lo conseguirás.



            En otra parte, Diamante charlaba ahora con su hermano y le comentaba…



-Según me dijo Roy, Nephrite había venido a Bios. Espero que se pase a vernos.

-Eso deseo también yo.- Convino su interlocutor quien sonriente le dijo.- Felicidades, dentro de poco vas a ser abuelo. Celebro que  Amatista y Leval hagan tan buena pareja.

-Sí, Esmeralda ya está pensando en prepararle vestiditos al bebé. Creo que tiene intención de abrir una línea infantil o algo parecido. ¡Ja, ja!…Aunque por lo que veo, también vosotros vais a tener pronto motivos de celebración.- Le comentó.-



Al hilo de estas palabras el príncipe de Némesis llamó la atención de su hermano, indicándole con la mirada la posición en la que estaban Coraíon y Sandy, que departían amigablemente ahora con Kerria, Amatista y Leval.



-Es cierto.- Suspiró Zafiro, franqueándose sin embargo con su interlocutor.- A mí me parece muy buena chica, pero Petz. No sé, no creo que le haya hecho mucha ilusión precisamente.

-Puedo comprender su punto de vista.- Afirmó Diamante que declaró con más seriedad.- Pero creo que tu esposa debería pasar página…

-Es muy difícil hacer eso, hermano.- Objetó Zafiro bajando la mirada.-



            Su contertulio asintió, posando una mano sobre el hombro izquierdo de su hermano menor.



-Lo sé. Perdona si no me he expresado bien. No te digo que olvide. Pero tiene que ser consciente de que, por duro que pueda parecer, la vida continúa… Todos recordaremos siempre a Granate, pero tenéis otro hijo. Tú lo sabes bien. Sé que comprendes a lo que me refiero.

-Tienes razón...- Admitió su interlocutor con tono resignado. Desdramatizando a renglón seguido con una sonrisa cuando afirmó.-  Aunque cualquiera se lo dice. Ya sabes cómo se pone…

-Sí, ¡ja, ja! Es de armas tomar. - Rio su hermano queriendo eliminar ese momento de tristeza al evocar aquellos recuerdos. De modo que añadió de modo más jovial dándole a su contertulio una palmada en el hombro.- Anda, vamos con los otros. A ver que se cuenta ese tarambana de Roy.



 Y Zafiro le siguió hasta el grupo donde estaban Tom, el mismo Roy y algunos más. Así prosiguieron charlando unos con otros hasta que terminó la fiesta.  Efectivamente, aquella familia misteriosa era la de Nephrite y Amanda. No obstante, estos aparecieron después de la celebración y saludaron a sus amigos con gran alegría. Mención especial para Coraíon a quién le encantó volver a ver a Paul y a Samantha, los hijos de estos, con los que había hecho una gran amistad en sus años de estudiante en Inglaterra. Pudo recordar los viejos tiempos con ellos y sus padres amén de presentarles a Sandy. Nephrite les contó a sus compañeros de otro tiempo que sus hijos llevaban prácticamente el negocio familiar y que tanto él como Amanda podían permitirse el lujo de pasar mucho tiempo de vacaciones. Se enteraron por la holo televisión de las peripecias de la nave y Amanda hizo algunas llamadas a antiguos amigos del “Foreing Office” que la pusieron en contacto con los encargados de este proyecto en la Tierra. Así consiguieron pasajes, no habían querido avisar a ninguno de sus amigos puesto que deseaban dar una sorpresa a todos y desde luego que lo lograron. De modo que, tras departir sobre un montón de asuntos, recuerdos y vidas actuales de cada uno, la  larga velada terminó y todos se fueron a la cama. Al día siguiente, la familia Saint Join regresaba a la Tierra y del resto, cada cual volvió a sus obligaciones. Petz y Zafiro conversaron sobre lo que Coraíon les había contado acerca de sus planes de matrimonio con Sandy. Y en efecto, ella no parecía muy entusiasmada con la idea y así se lo hizo constar a su marido confirmando sus temores.



- Zafiro, no me gusta que nuestro hijo haya decidido una cosa tan importante a la ligera.

- Pero Petz,- rebatió su esposo sin preocuparse - seguro que él lo ha meditado. Además, se ve que quiere a esa chica.

- A él sí que se le ve enamorado. Eso no lo pongo en discusión. Pero no sabemos nada de ella,- opuso su mujer agregando cargada de sentido común. - Por lo menos que la conozca algo más antes de comprometerse...

- Coraíon ya es mayor para decidir lo que quiere hacer con su vida, cariño,- repuso condescendientemente Zafiro. - No podemos imponerle las cosas como cuando era un niño.

- Yo no quiero imponerle nada, sólo hacer que se lo piense. Se ha enamorado, pero puede ser algo pasajero.- Objetó Petz con un toque de preocupación que trataba de hacer objetiva sin llegar a conseguirlo demasiado. – Es muy joven todavía…

- Entonces habla con él,- le aconsejó su esposo - dile lo que piensas.

- Necesito tu apoyo, si no, no me hará caso .- Le pidió ella para añadir. - Ya sabes cómo es, cuando cree tener razón en algo, no hay quién le convenza de lo contrario.

- Sí. Me recuerda a alguien que conozco. – Sonrió él mirando a su esposa que frunció el ceño. –

- ¡Déjate de bromas! – Replicó ella con visible irritación. – Esto es muy serio. Se trata del futuro de nuestro hijo.



            Zafiro suspiró con resignación. Cuando su esposa se enfadaba no era fácil de apaciguar. Aunque fue capaz de responder encogiéndose de hombros para admitir.



- Es que, por mi parte no le quito la razón, a mí esa chica me parece buena para él.

-¡Ah claro!- exclamó su contertulia con disgusto para denunciar contrariada. -Todos los hombres sois iguales, en cuanto veis que se trata de una mujer bonita ya no os fijáis en nada más. Te habrá bastando mirarle a las tetas para dar tu aprobación.

- Petz,- respondió pacientemente Zafiro, recordándole a su irritada esposa. - Nos ha dicho que es licenciada en bioquímica, doctora y una de las responsables del proyecto de terraformación, eso quiere decir que al menos es bonita y muy inteligente, reconoce que no es mala combinación. Además de ser la hija de mi colega y amigo Robert.

- Eso no quiere decir que vaya a ser una buena esposa para Coraíon. - Añadió Petz que, pese a todos esos hechos, no parecía muy convencida, cuando sentenciaba. – Y el futuro y la felicidad de nuestro hijo es lo más importante. No hay nada más preciado que eso para mí.



            Su marido suspiró resignado una vez más, bien sabía que cuando ella se cerraba de ese modo era imposible razonar nada. Es más, sospechaba que por más argumentos que le diera estos iban a chocar contra la muralla erigida por la obstinación de su esposa. Y es que ésta parecía haberse negado desde el principio a darle ni tan siquiera una oportunidad a esa pobre muchacha. De modo que Zafiro decidió cambiar de táctica.



- Tengo entendido que Karaberasu la conoce un poco. Según creo esa chica es muy amiga de Mazoui. ¿Por qué no le pides consejo a ella? - Le propuso de modo conciliador, deseoso de zanjar el tema.-



 Sabía que no iba a conseguir persuadirla, sobre todo cuando su mujer se cerraba en banda, tal y como lo habló con su hermano la noche anterior en la fiesta. Pero posiblemente  Petz escuchase a su propia hermana.



- Sí, es una buena idea.- Admitió ella que añadió algo más tranquila. - Lo haré.



            Así que, sin querer demorarlo demasiado, fue a charlar con Karaberasu que estaba en su habitación a punto de salir cuando la llamó. Quedaron en reunirse en el café del hotel. Kalie bajó al poco rato y allí la esperó Petz. La recién llegada se dirigió a sentarse junto a su hermana y ésta, tras ponerla al corriente de la situación y lo hablado con Zafiro, le preguntó por Sandy sin ningún tipo de rodeos.



- Tú conoces a esa chica. Dime, ¿qué tal es?

- Bueno, la conozco poco,- respondió sinceramente su contertulia que no obstante, replicó. - Pero por lo que sé, es una chica muy buena. Inteligente y trabajadora, muy amiga de la hija de Masters. También lo es de tu sobrina Amatista y de mi hijo. Todos la aprecian mucho. ¿Qué te preocupa, Petz?

- Coraíon quizá se precipite un poco...como te he contado quiere casarse con ella y creo que eso es muy prematuro. - Le expuso su hermana mayor con una mirada inquieta. -

- Puedes estar tranquila. Mazoui me ha contado cosas muy buenas de esa muchacha. Además, es como si fuera una hermana para él...- Quiso serenarla Kalie. -

- Entonces deben de llevarse muy bien los dos.- Elucubró Petz que estaba sorprendida, si su sobrino la tenía en tan alto concepto no podía tomarse eso a la ligera ni pasarlo por alto y quiso saber. - ¿Él la conoce bien?

- Ambos comparten muchas cosas.- Le contó Karaberasu quien trató de ser más explícita, aunque primero comentó con prevención -...debo decirte algo, pero espero que eso no te haga prejuzgarla...

-¿De qué se trata?,- le preguntó su hermana visiblemente interesada. -

- Ella es como Mazoui,- le confesó su contertulia. -

-¿Cómo? - Petz se levantó de la silla sorprendida para apenas poder añadir. - ¡Te refieres a!....



Su hermana menor asintió continuando con suavidad.



- Mi hijo me contó que a Sandy le ha ocurrido lo mismo que a él. Muchos años de sufrir por ser diferente. La pobre chica perdió a su madre cuando era solamente una niña. Por lo que me ha comentado Mazoui, ésta se sacrificó por salvarles a su padre y a ella. Su madre era una diablesa, pero tenía buen corazón.

- Pero, ¿qué dices?- le espetó su interlocutora con una sonrisa incrédula. - ¿Cómo iba una diablesa a ser buena? ¡Eso es absurdo, Kalie! , esa chica será otra diablesa como su madre, ¡no puedo fiarme de ella! Tú sabes tan bien como yo de lo que eran capaces. Luchamos muchas veces contra ese tipo de seres y por poco acaban con nosotras.



            Pero el efecto de las palabras de Petz fue el contrario del que pretendía. Su hermana no sólo no convino con ella en eso sino que, visiblemente ofendida, se levantó mientras replicaba con enfado.



 - Ya está bien, Petz. ¡Por el amor de Dios! ¿Acaso crees que mi hijo Mazoui es malvado solo por ser como es?

- No, Kalie - respondió ésta a la defensiva, tratando de justificarse de inmediato. Consciente de su desafortunado comentario. - No es lo mismo...él es humano en parte...

- Sandy también lo es.- Rebatió Karaberasu con creciente malestar en su tono. - Su padre es humano. Esa chica es tan buena como pueda serlo mi hijo y, si no te fías de ella, debo entender que tampoco lo harías de Mazoui.

- No, no es eso - replicó su apurada interlocutora con tono conciliador. - A tu hijo le conozco, sé como es, pero a ella no, no me influye de quién sea hija.

- No seas hipócrita. Eso no es lo que me has dicho hace sólo un momento. - La contradijo su hermana visiblemente molesta. –



            Tras unos momentos de violentísimo silencio, Petz trató de enderezar aquello, pensaba que su hermana le daría la razón. Su hijo era demasiado joven para comprometerse, y menos teniendo en cuenta el poco tiempo que conocía a esa muchacha. ¡Pero cuando encima Kalie le contó aquello!… De todos modos, poniéndose en el lugar de su hermana comprendía que esta se hubiera enfadado. Una vez más, Petz tuvo que admitir que su carácter le había jugado una mala pasada y había hablado sin medir sus palabras.



- Lo siento, perdóname, de verdad. Jamás pensaría mal de tu hijo. Quizás me he precipitado, eso es todo.- Se disculpó sintiéndose en una situación bastante embarazosa. -

- Te aseguro que Sandy hará muy feliz al tuyo porque le ama de veras. No te puedes ni imaginar hasta qué punto le ha resultado difícil a ella dar el paso. - Le insistió Karaberasu, quien entonces trocó su tono ofendido por otro más perspicaz y ácido como antaño solía al añadir. - Pero quizá eso no sea lo que verdaderamente te preocupa.

-¿Qué quieres decir?,- quiso saber su hermana, pues ahora era ella la que estaba molesta, no tardando en añadir en un arranque de su típico genio, teñido esta vez de nostalgia, pesar e incluso temor. - Yo sólo miro por la felicidad de Coraíon, ¡es lo único que me queda!, perdí a Granate y no quiero perder a mi otro hijo.

- Escucha – Y esta vez era Karaberasu la que hablaba a su hermana de forma conciliadora y suave al asegurar. -Y no le perderás, ganarás una hija. Por favor, Petz, sé sincera contigo misma. Si de verdad crees lo que me estás diciendo entonces es fácil. Habla con Sandy y conócela mejor, verás como la querrás enseguida. Yo apenas la he tratado y para mí ya es como si fuese otra hija. Comprendo perfectamente lo que le ocurre, sus sentimientos y sus miedos. ¿Acaso crees que no le costó darle el sí a tu hijo, a pesar de que deseaba hacerlo con todo su corazón?...Tenía mucho miedo a ser rechazada. A que la consideren un monstruo. Yo puedo entenderla muy bien, lo he vivido viendo como Mazoui sufría y yo con él. Tú tienes la oportunidad de hablar con esa chica y de comprobar cómo es realmente, deberías al menos intentarlo. Hazlo, sino por ella o por ti, por tu hijo Coraíon.



            Este alegato consiguió disipar la agresividad de su hermana, Petz guardó unos segundos de incómodo aunque reflexivo silencio y concedió más calmada y conciliatoriamente.



- Quizá tengas razón. Debo darle una oportunidad, hablaré con ella. Si mi hijo la quiere debe ser por un buen motivo. Gracias Kalie, si he dicho algo que te haya ofendido te pido perdón. No era esa mi intención. Tú sabes lo que yo quiero a mi sobrino.

- Tranquila, Petz - le dijo Karaberasu esbozando una leve pero cordial sonrisa, y tomando de una mano a su hermana. - No te preocupes, yo también soy madre y me preocupo por mis hijos, como haces tú por el tuyo.

           

            Y lo decía de veras. Mientras conversaba con su hermana mayor pensaba no únicamente en su sobrino y en su hijo, sino también en su hija Katherine. Algo le había pasado últimamente a esa chica, la notaba más distante y melancólica de lo que solía ser. Aunque tratase de disimularlo en su presencia. Pero decidió dejar eso a un lado por un momento. Ya tendría tiempo de hablar con ella cuando retornasen a la Tierra.



-Cada cosa a su tiempo.- Se dijo Kalie tratando en ese instante de centrarse en animar a su testaruda hermana mayor, en tanto sentenciaba.- Anda, ve a verla y conócela. No te arrepentirás. Y cuando compruebes que yo tenía razón. Estaré encantada de devolverte tu frase favorita.

-Ya te lo decía yo.- Musitó Petz sonriendo levemente ahora.-



Esa era la frase que desde que eran pequeñas solía decirle a Kalie cada vez que esta hacía algo indebido tras haberla advertido. Paradojas de la vida, quizás ahora las tornas se habían realmente cambiado. De modo que Petz asintió, tras agradecerle a su hermana aquella conversación se despidió de ella y fue al laboratorio donde Sandy trabajaba. En otro lugar Mazoui y Satory paseaban por la ciudad, aprovechando que tenía turno de tarde el chico invitó a su novia a tomar algo. Ella le pidió precisamente a Sandy que la sustituyese, ésta lo hizo gustosa. De modo que los dos se dirigieron hacia el café donde solían ir, allí se encontraron con Katherine e Idina que también paseaban por la zona.



- Allí - le indicó Idina a su prima en tanto señalaba. - ¡Mira! , es tu hermano con Satory. ¡Qué casualidad encontrarles por aquí!



Al percatarse, Katherine le llamó agitando los brazos mientras  gritaba sus nombres.



- ¡Eh Mazoui, Satory! Estamos aquí, venid.



            Satory advirtió la llamada de Kathy y se lo comentó a novio. Ambos fueron para allí y saludaron a las dos.



- Hola,- dijo el muchacho con expresión risueña a la par que preguntaba -¿Dando una vuelta?

- Pues sí.- Asintió su hermana explicando con admiración - queríamos ver como era esta nave de grande ¡y desde luego es enorme!

- Es verdad.- Sonrió Idina que añadió no con menos asombro, - ¡llevamos horas paseando y aún nos debe de quedar mucho por ver!

- Luego os podemos hacer de guías,- se ofreció Mazoui. - Pero ahora tomemos algo... ¿Y Kerria? Creí que estaríais juntas.- Preguntó con amabilidad.  -

- Kerria está con sus padres.- Les informó Idina. - Creo que luego van a comer con Leval y con  Amatista y los suyos.

- Vaya,- terció Satory. - Una reunión familiar. Entonces no creo que les veamos hoy...

- Bueno. ¿Vosotras cómo estáis?- Se interesó el chico como si no hubiera hablado con ella la vez anterior. – ¿Qué planes tenéis?..

- No nos ha ido mal. – Contestó desapasionadamente su hermana para referirles. – He terminado el segundo año de universidad y ahora he empezado tercero. A ver si puedo compaginarlo con el mundo de la música.

- Sí. Eso espero también. - Yo ya he comenzado el tercer año en la Golden. – Añadió Idina con un tono más ilusionado. –

- ¿Qué estudiabas?- Quiso saber Satory, más por educación que otra cosa, en tanto tomaban asiento en unas sillas de la cafetería que ella y Mazoui solían frecuentar. –

- Tercero de magisterio.- Replicó la muchacha para añadir. – En cuanto supe del embarazo de Amatista me vine lo antes que pude. ¡Menos mal que tengo unas buenas amigas tomando los apuntes! – Se rio divertida, y los demás se sonrieron a su vez. –

- Es cierto, eso en la facultad vale oro. Te lo digo yo – Afirmó Kathy añadiendo no sin pudor. – Alguna que otra vez he vendido apuntes míos. Puedes hacer un buen negocio.

- Desde luego, hermanita – pudo decir su hermano moviendo la cabeza aunque de manera divertida para sentenciar. – Casi mejor que te pongamos en contacto con el padre de Satory. ¡A lo mejor le puedes enseñar a hacer negocios a él!

- Mira que eres tonto a veces - le amonestó jovialmente ella a su vez para jolgorio de todos. –



Mazoui miró a su hermana divertido, aunque entonces notó algo raro. Volvía a percibir aquella extraña sensación. Era como si Kathy tuviese algo que ocultase. Había notado algo extraño cuando la muchacha comentó aquello de los apuntes. Aunque esa intuición solamente fue como un destello, después todo pareció de nuevo normal. El chico no le dio ya más importancia. Debía de ser por las causas que su hermana le comentase el otro día. Además, estaba demasiado contento como para preocuparse por nada ahora. De modo que continuaron charlando de algunas otras cosas más. Incluidos aquellos dioses tan extraños y poderosos. Eso dejó pasmadas a las dos chicas, fue Idina la que pudo comentar.



-¿Y ni siquiera tú, ni el primo Leval pudisteis hacer nada?

-No. – Admitió Mazoui para sentenciar con tintes de temor reverencial. – Son tan inmensamente poderosos que no pudimos casi ni tocarles. ¿Ves hermanita? Aquí tendrías material para un buen reportaje.

-Sí, ¡que nadie se creería! – Suspiró ella.- Simplemente con leer el titular. Dioses super poderosos capaces de derrotar a un guerrero dorado y a sus aliados.

-Pues te aseguro que así fue.- Sentenció su hermano.-



Aunque la joven parecía algo nerviosa pues miró la hora en su reloj  de pulsera un par de veces en cuestión de pocos minutos.



-Al menos estáis todos bien y Amatista y Leval van a ser padres. Espero poder verles un poco más antes de irme. Aunque comprendo que ahora lo más importante para ellos es reunirse con su familia más cercana. - Comentó Idina. –

-Tiempo habrá, no te preocupes por eso. – La animó su primo Mazoui. -



            Efectivamente, tal y como había dicho Idina, en un restaurante del centro de la ciudad comían Leval y Amatista con sus familias. El ambiente era distendido, Diamante y Roy como siempre se cruzaban bromas. Leval charlaba animadamente con su hermana y Amatista. Esmeralda y Beruche no hacían demasiado caso a sus juguetones maridos esta vez, ya que estaban enfrascadas hablando de los planes para el futuro. Amatista estaba partiendo un filete de merluza. En ese momento su madre le comentaba a Bertie que estaba diseñando un vestuario monísimo para su nieto.



-Creo que lanzaré la moda Deveraux primera infancia.- Declaró Esmeralda con una mezcla de rimbombancia y ternura.- Y mis primer  modelo será mi nietecito, o nietecita…

-¡Te acusarán de nepotismo! - Se rio Bertie.-

-Mira tú lo que me importa.- Se sonrió su interlocutora.-



La futura mamá escuchaba y sonreía pero de pronto dejó de oír a su madre y se vio envuelta en una nube. A su alrededor se extendía una zona enorme del color del cielo. No podía oír nada, estaba obnubilada por una especie de silencio sordo que le taponaba los oídos aunque si podía ver bien lo que pasó a su lado a gran velocidad. Eran unas figuras etéreas que no podía identificar pero que le parecían dotadas de un poder y una majestad inmensas, parecían mover unas grandes alas flamígeras. La muchacha dio un respingo tomando aire casi como si no pudiera respirar y soltó los cubiertos. Todos en la mesa se quedaron mirándola, al igual que algunos de los clientes del local. Un inquieto Leval se levantó de inmediato y se arrodilló junto a ella sosteniéndole de una de sus manos.



-¿Qué te pasa Amatista, te encuentras bien? - le inquirió su esposo con evidente preocupación.-



 Todavía aturdida tras esa extraña ensoñación,  la joven miró a Leval y luego al resto que la observaban también con gesto preocupado. Por fin reaccionó volviendo a tomar conciencia del lugar en donde se hallaba.



-¡Cariño!- insistió su alarmado esposo.-¿Te ocurre algo?

- No pasa nada, estoy bien, -pudo replicar ella al fin musitando.-  Es que he visto...

-¿Qué has visto, hija? - Le preguntó la también inquieta Esmeralda, tomándola con afectuosa inquietud de su otra mano. -



            Amatista decidió que sería mejor no explicarlo, podría ser una alucinación o algo parecido debido al estrés y no quería preocupar en exceso a su familia.



- Nada.- Volvió a susurrar con voz más firme. - Estoy bien, deben ser cosas del embarazo.

- No hace falta que te esfuerces para estar con nosotros. Si no estás bien que Leval te lleve a casa.- Intervino Beruche con algo de temor también. -

- No – sonrió la chica ahora más tranquila para insistir. - No, si estoy bien, gracias. Tengo muchas ganas de veros, tranquilos, ya se me ha pasado, vamos a terminar de comer.

- Como quieras, hija.- Concedió Diamante sin dejar de mirarla algo inquieto todavía. -



            Y olvidado aquel incidente siguieron comiendo sin más contratiempos. La conversación se mantuvo por los derroteros típicos de las cosas que les harían falta para el bebé y de cómo los abuelos en ciernes estarían encantados de ayudarles. Se sucedieron las amistosas puyas ente Roy y Diamante con esto como excusa y las reprobaciones de sus respectivas esposas. Todo ante la divertida mirada de la joven pareja de futuros papás. Finalmente, tras una entretenida sobremesa, y después de despedirse de sus padres y suegros, Leval llevó a su esposa a casa. Al día siguiente los dos tenían obligaciones que atender.



-¿Qué tal estás, cariño? - Le preguntó él, que ahora retomaba el anterior incidente cuando llegaron a casa.-

-Cansada.- Fue la respuesta de la joven quién no pareció darle más importancia al tema, cuando declaró.- No te preocupes. He tenido muchas emociones en estos días. Con dormir un poco estaré como nueva.

-Muy bien.- Concedió el muchacho dándole un cariñoso beso en los labios.-  Creo que haré lo mismo. Llevo unos últimos días muy movidos y me apetece descansar.

-¿Tú?- Se rio ella firmando incrédula.- ¡Si eres un súper saiyajin!…



            Su marido se sonrió a su vez para responder divertido.



-Ni siquiera eso te salva del tedio del papeleo y del estrés del trabajo. De veras que me echaré una siesta contigo y con nuestro bebé encantado.- Remachó dándole un afectuoso beso en la mejilla a su esposa a la par que acariciándole el vientre.-



Y ante la expresión de alegría de ella la pareja decidió acostarse un ratito para descansar. Amatista sonrió feliz cuando su esposo la rodeó con ambos brazos en ademán protector y ambos pudieron dormir. Era maravilloso el poder descansar juntos, sin nada más que les perturbase. De hecho la muchacha sentía una calma y una paz como pocas veces había experimentado.



-Mi amor, cuando nazcas estaremos esperándote para darte todo nuestro cariño.- Pensó Amatista antes de quedarse profundamente dormida.-



A esa misma hora Petz llegó al laboratorio, como era la pausa para comer encontró a Sandy en la cafetería del lugar. La chica estaba tomándose un sándwich y una ensalada de la máquina (al tener que suplir tan repentinamente a Satory no tuvo mucho tiempo de prepararse nada). La madre de su novio se fue directa a ella y la abordó con una sonrisa algo forzada.



- Hola, señora Lassart.- Saludó educadamente la morena científica, al verla llegar. -

- Hola, Sandy, espero no sorprenderte en mal momento. No quisiera ser inoportuna. - Repuso ésta con preventiva cortesía. -

- Claro que no. Es mi hora del almuerzo, dígame, ¿qué le trae por aquí? - Quiso saber la muchacha tratando de no ser brusca, pero sí directa.-

- Quería hablar contigo sobre ti y mi hijo, verás. Soy mujer que gusta de ir al grano…

-Lo mismo me sucede a mí.- Convino su contertulia quién quiso saber.- Usted dirá pues…

-Escucha. No quisiera sonarte grosera ni que pienses que me inmiscuyo en vuestras vidas, pero… la boda. No sé si os estaréis precipitando. - Le confesó Petz algo envarada. -

-¿Es eso? - Inquirió Sandy, que ahora respondió más seria y consternada. – Cree que nuestro compromiso es un error. Sí, ya lo había notado, ¿sabe? En ocasiones tengo la facultad de percibir lo que piensan los demás, créame, a veces no me gustaría.

- Yo.- Petz sonrió de nuevo un poco forzadamente y trató de suavizar la tensión que había surgido con tinte más conciliador. -Verás, no tengo intención de incomodarte, sólo quiero hablar contigo. Comprende que, como madre, me preocupo por el futuro de mi hijo.

- Lo comprendo perfectamente. Usted cree que yo no soy muy adecuada para el futuro de su hijo. ¿Verdad? -  Añadió la joven cuyo tono parecía indicar a las claras que ya esperaba resignádamente aquel tipo de prevención. -

- No me malinterpretes,- se apresuró a decir su interlocutora tratando de mejorar su talante. - Sólo quiero conocerte algo mejor. Tanto mi sobrino Mazoui, como mi hermana Karaberasu, como Zafiro, mi marido, te tienen en una gran estima. Sobre todo mi hermana y eso es muy importante para mí, puedes creerme. Valoro en mucho su opinión y ella no suele prodigarse en elogios con quién no se los merece. Pero me gustaría que tú misma me dijeras que pensáis hacer mi hijo y tú.

- La verdad, aun no lo hemos decidido,- repuso Sandy todavía a la defensiva. No obstante, pudo responder con sinceridad. - Querríamos una casa en el planeta y unos cuantos niños, pero no enseguida. Necesitamos tiempo para encauzar nuestras vidas y nuestros trabajos...

- Sí, ya sé que eso es duro, yo misma lo viví. Trabajar y sacar adelante a una familia al mismo tiempo no es tarea fácil.  - Admitió su contertulia que quiso ser lo más delicada posible al añadir. -Pero tú eres una chica con preparación y estás bien colocada, mi hijo también. Eso no creo que sea tan problemático. Sin embargo, teniendo en cuenta vuestras circunstancias. Dime la verdad, ¿tú te ves realmente cómo madre?…



Pese a todo Petz dejó esa pregunta flotando en el aire con un tono que no gustó nada a  su interlocutora.



- Veo que su hermana le ha contado más cosas sobre mí de las que aparenta saber. - Le dijo Sandy evidentemente molesta para sentenciar, - no tengo por qué dar rodeos. Si lo dice por mi ascendencia, mi madre me quería y fue una buena madre. Por lo poco que recuerdo de ella me crio con mucho amor hasta que murió por salvarnos a mí y a mi padre. Yo quisiera tener hijos algún día y que ellos pudiesen tenerme para crecer a su lado. -  Guardó unos instantes de silencio que amenazaban con hacerse incómodos hasta que añadió, ahora mirando hacia el techo con aire muy melancólico y un tono más suave. - Muchas veces pienso en todo lo que me gustaría haber hablado con mi madre, las cosas que le hubiera dicho. O las que ella me habría contado a mí. Lo que yo le habría preguntado. Todos los ratos que habríamos pasado juntas. ¿Sabe lo que es despertarse noche tras noche teniendo pesadillas sobre la forma en que la asesinaron? Desde que era pequeña recuerdo haberla llamado llorando en la oscuridad de mi habitación durante horas y esperar a que ella viniera en vano. No, no quiero que ese sea el caso de mis hijos. Si alguna vez los tengo y eso deseo, siempre estaré junto a ellos.



             Su contertulia se dio cuenta enseguida de que esa chica era sincera, se notaba en el tono de su voz, que no era ya de enfado sino de melancolía y tristeza. Sandy parecía a punto de llorar, en verdad habría extrañado mucho a su madre que no debió de ser tan mala. Al menos como una antigua justiciera, la Dama del Rayo, pensaba. Pero claro, es que ella había luchado a muerte contra otras diablesas y eso no era fácil de olvidar. Aunque si su propia hermana que vivió su misma experiencia, e incluso sufrió aquel terrible trance de ser forzada por un demonio, avalaba a aquella chica, tendría sus razones. Ahora la misma Petz comenzaba a ver claramente que Sandy no era mala persona sino todo lo contrario. Y mientras escuchaba a esa chica contarle todo aquello, desvelar su vida íntima y sus recuerdos más preciados, con esa carga de emotividad y dolor, comenzó a sentirse mal por sus prejuicios y le contó a su vez con voz queda.



- Yo soy la mayor de mis hermanas. Cuando éramos muy jóvenes aún nos separamos de nuestros padres. Tuve que cuidar de mis hermanas menores. Yo era casi una niña y también necesité muchas veces los consejos de una madre, e igual que tú he tenido muchas pesadillas llamándola cuando era una cría y después llamando a mi hijo pequeño tras su muerte.  Y comprendo muy bien el vacío que se siente. Perdóname, no he sido justa contigo...

- Señora Lassart. Sería muy feliz si usted me aceptase. ¡Tengo tantas ganas de formar parte de su familia! - Le confesó Sandy mirándola ahora con expectación y una muda súplica en sus profundos ojos verdes.  – Ustedes son todos maravillosos, Coraíon siempre me dice lo unidos que están.

- Te lo agradezco. A mí también me gustaría tener una hija. ¿Sabes?- añadió con pesarosa sinceridad su contertulia, sacando una Holo fotografía del difunto Granate. - Cuando perdí a mi hijo sufrí un golpe muy duro. ¡Era tan joven, tan lleno de vida y tan buen muchacho! Fíjate - le mostró la foto a Sandy que la contempló sorprendida, pensado cuando parecido era a su prometido. - ¿Era guapo, verdad? - Sonrió Petz llena de nostalgia y tristeza y a la vez sintiéndose orgullosa. -

- Era muy guapo - admitió Sandy asintiendo para comentar sus pensamientos. - Se parecía mucho a Coraíon.

-¿Tú le conociste?...- inquirió su esperanzada contertulia, dándole a la chica más datos. - Siempre estaba con Mazoui y Leval. Tuvisteis que coincidir alguna vez.

- No, lo siento - negó la muchacha con verdadero pesar - por aquel entonces yo no les conocía todavía. Pero me habría gustado. Sé que todos le querían mucho.

- Me tomarás por tonta, pero, al saber que Coraíon iba a casarse…no sé, creo que temí perder a mi otro hijo.- Le confesó su interlocutora visiblemente apurada. -

- No, la comprendo bien, pero no tema, no le perderá. - Sonrió Sandy con gesto más animado afirmando -¡se lo aseguro!  Yo pienso a veces que mi padre quizás sienta lo mismo. No obstante, estoy convencida de que él también ganará un hijo. Igual que usted una hija, señora Lassart. Y yo también deseo tener una madre como usted. Es algo que me haría muy feliz. De veras.



            Su interlocutora la escuchó con suma atención. Ahora todos esos recelos y dudas que había albergado le parecieron ridículos. Estaba muy claro que esa pobre chica habría sufrido mucho en la vida. Todo lo que Kalie y el resto le había contado cuadraba. Era una luchadora, es más, la propia Petz podía identificarse cada vez más con ella. Esa muchacha tenía además de su belleza y su inteligencia, bondad en su interior y un carácter fuerte, por lo menos en el mejor de los sentidos. Y posiblemente tuviera su genio, bastaba con mirarla a esos ojos verdes albahaca tan profundos como para darse cuenta de que era mejor no hacerla enfadar de veras. De modo que, con una expresión mucho más amistosa, la madre de Coraíon se dirigió a su contertulia y le pidió con afabilidad.



- Llámame Petz y a partir de ahora cuenta conmigo, querida.-  Y sonrió abiertamente dado que había disipado ya cualquier duda. -

- ¡Gracias! No sabe cuánto significa esto para mí. - Sandy no pudo reprimirse y abrazó a su más que posiblemente futura suegra. Se la notaba muy contenta pero entonces sonó la alarma de su reloj de pulsera, lo miró y dijo algo sobresaltada. - ¡Vaya! se me hace tarde, lo siento, debo entrar ya al trabajo. Satory me pidió que la sustituyese.

- No te preocupes,- le dijo su interlocutora. -Ya te he entretenido mucho. Podemos hacer una cosa. Vente a cenar esta noche con Coraíon y así hablaremos más tranquilamente. Si no tenéis otros planes.- Remachó con suave cautela. -

- Estaré encantada, se lo diré y allí estaremos. Hasta la noche entonces. – Respondió ella.- 



Y despidiéndose con una gentil inclinación de cabeza, Sandy se metió en el laboratorio. Por su parte Petz se marchó contenta y aliviada de ver que ésta era, en verdad, una buena chica que amaba realmente a su hijo. Y cuando volvió a su hotel, de su maleta sacó un objeto que había guardado largo tiempo. Decidió que ya era hora de hacerlo cambiar de manos, pues hasta ese momento no había encontrado a nadie digno a quién poder entregárselo. Lo miró y lo acarició recordando muchas cosas, algunas bonitas, otras amargas pero siempre importantes. Ese era un legado que no había podido transmitir a ninguna hija, puesto que, a diferencia de sus hermanas, ella solamente tuvo varones. Ahora al fin, las cosas habían cambiado…



-Sí, quizás ha llegado ya la hora de seguir adelante, mi niño…- Suspiró llevando esa foto de su difunto hijo en sus manos y acercándosela al pecho.- Aunque nunca me olvidaré de ti.



Mientras, los dioses habían vuelto de su gira por el espacio. Sus pesquisas no habían dado resultado.



-No hemos encontrado a ningún ser que responda a las características que nos indicaste. – Le comentó Dialen a Redan. –

-Hemos registrado prácticamente toda esta galaxia y nada. – Afirmó Buruk cruzándose de brazos. –

-Ahora, no sé qué debemos hacer. – Terció Zoen que parecía algo desconcertada. –

-Sí. Redan. Dinos. ¿Qué debemos hacer?- Quiso saber Soa con mirada inquisitiva. -



Su compañero se mesó la barbilla y pudo responder con tono reflexivo.



-De modo que el Mensajero no se encuentra por ahí. Muy bien. No pasa nada. El señor Georcael me dijo que vendría en persona para ocuparse de este asunto.

-Si él tiene que venir personalmente es que el asunto es muy importante. – Comentó Dialen mostrando bastante respeto e incluso preocupación, ahora en su voz. – Incluso serio.

-Así es - convino Redan sentenciando. – Mucho más de lo que os imagináis. Puesto que, según me comentó, necesitamos que el Mensajero se manifieste cuanto antes.

-¿Qué ocurre?- Le preguntó Zoen con una gran inquietud para lo que ella acostumbraba. –

-Por el momento tampoco yo sé nada más. Únicamente os digo que el señor Georcael llegará en breve. Preparaos para seguir sus instrucciones.- Les ordenó prácticamente su compañero.- Él nos indicará cómo habremos de proceder.



Los demás dioses asintieron al unísono y se dispusieron a aguardar la llegada de su superior con bastante inquietud y seriedad, cosa muy inusual tratándose de ellos.



-Y entre tanto, observad a los humanos, pero no para importunarles sino por si vieseis algo extraño.- Les indicó Redan.-

-¿Extraño?. Todo en ellos lo es.- Comentó Buruk.-

-Es cierto.- Convino Zoen.- Son de lo más exóticos.

-¡Pues a mí me gustan!- Afirmó una entusiasmada Soa.-



            No obstante Dialen parecía estar más pensativo y declaró.



-Si Redan habla de algo extraño deberá serlo también para ellos. ¿No es así?

-Así es.- Convino su interlocutor.- Algo extraño y potencialmente peligroso para ellos. No podemos permitir que nada les dañe.

-Descuida.- Repuso Dialen, con la aquiescencia de sus compañeros.- Estaremos alerta…



Por su parte, Seren se había quedado atónita al serle referida aquella historia.  Tras la reunión que mantuvo con los soberanos y con Doran y Lance decidió pasear un poco por la ciudad para aclarar sus ideas. Tokio le gustaba y en general estaba bien en la Tierra. Su madre le había aconsejado que tratara de integrarse con las costumbres de allí y que no se mostrara demasiado severa. Ahora se sonrió, al llegar era bastante ruda y cortante para las costumbres humanas. No en vano su preceptora Seira la había adiestrado duramente, al igual que al resto de sus hermanos. La guardiana de la reina Meioh fue también dura con sus propios hijos. Pero siempre se comportó de manera honorable y mostrando que les quería. Por eso dolía tanto, y la propia Seren también sufría al pensarlo.



-Es una traición terrible. Y muy humillante. Puedo comprender a Doran. Y ahora entiendo porque los reyes no me lo quisieron contar…pese a todo, cuando cumpla con mi misión aquí, tendré que acudir a mi mundo a título de princesa de Nuevo Vegeta.



            Recordó esa reunión. Al fin las cartas se pusieron boca arriba. Serenity declaró  con gesto grave.



-Las cosas se están precipitando, dentro de poco tendremos que hacer frente a un terrible poder  a cuyo lado cualquier otro enemigo es de importancia menor. Por ello, tanto tú, como el embajador Doran, debéis centraros únicamente en la tarea que os han de encomendar.

-Majestad, eso es fácil de decir, pero en mi mundo las cosas están muy mal. ¡Mi propia familia peligra! - Repuso Seren con rotundidad y no exenta de temor.-

-Te aseguro que todo lo que hacemos está destinado al beneficio común. – Terció Mamoru.-

-No quisimos llegar a esto. Tuvimos que convencer al embajador para que no contactase previamente contigo. Al menos hasta que no pudiéramos reuniros a todos y explicaros.- Añadió Usagi, ya en su papel de futura soberana.- Y no temas. Tanto en Nuevo Vegeta, como en otros lugares, contamos con amigos y aliados que solucionarán los problemas. En cambio a vosotros os precisamos aquí. Tus propios padres así lo desean.

-Sí, el señor Rodney...- Iba a decir ella cuando el aludido la interrumpió para matizar.-

-Puedes llamarme Lance, alteza…

-Él me ha entregado un documento que proviene de mis padres.- Admitió la joven.-

-Lo sabemos, y mi amiga Setsuna, tu madre, me comentó hará algún tiempo que era su deseo que permanecieras aquí y ayudases a proteger a la Tierra y la Luna. Pero ahora, tu deber y el del resto de tu grupo, tendrá que ir mucho más allá.

-Sí. - Añadió Lance, alegando.- Protegiendo a cierta persona salvaguardarás el porvenir no solamente de la Tierra y de la Luna, sino de todo el Cosmos…

-No te preocupes, cuando llegue el momento irás a tu mundo a presenciar el triunfo de los tuyos. Pero si no ayudas ahora a cumplir esta misión, también estarás condenando a largo plazo a los que amas.- Agregó Mamoru, hablando ya como Endimión.-



            La muchacha miró atónita a sus interlocutora, luego a Doran que le devolvió el mismo gesto de sorpresa… Y en pocas palabras les fueron desvelando algunos detalles que, de por sí, la persuadieron a permanecer al lado de sus nuevos compañeros de equipo…



-Solo espero que podamos tener éxito en esta misión. Después deberé viajar a mi planeta.- Suspiraba en tanto caminaba.-



            Alguien la llamó, mirando al principio hacia la fuente del sonido de la voz no reconoció a nadie. Aunque al poco vio llegar a un compañero de trabajo. Un chico que estaba como ella, en la Masters Corporation.



-Hola Seren.- La saludó él.-

-Hola…Sean.- Creyó recordar que se llamaba.-

           

            Era en efecto un tal Sean Plummer, un tipo algo más bajo que ella, pero eso no era raro, la propia Seren medía un metro ochenta y tres, para los cánones humanos era de por sí una elevada estatura, más tratándose de una hembra. Bueno, mujer, como ellos decían. Además, esos zapatos con ligero tacón que llevaba todavía contribuían a realzar su altura.



-¿Ya has terminado?- Le preguntó él, agregando de seguido.- ¿Te apetece un café?  Yo iba a entrar en mi turno en unos veinte minutos…



            La muchacha le valoró con la mirada, no era feo, incluso parecía atractivo. Al menos eso decían algunas chicas de la oficina en cotilleos informales a los que se veía obligada a asistir como oyente involuntaria. Pero eso a ella no le interesaba demasiado. Sus estándares para juzgar a los hombres eran muy diferentes. No obstante, como compañero que era y tratando de seguir los consejos recibidos de su madre y de la propia Serenity, respondió con amabilidad



-Claro. Gracias.



            De modo que él la llevó a una acogedora cafetería cercana. Era el Flowers and Flavours.



-Este es el local de mi compañera Makoto.- Pensó divertida.-

-Me gusta mucho este sitio.- Le comentaba precisamente Sean.- Es muy tranquilo y ponen muy buenos cafés. Y tartas…- Remachó.- Si te apetece alguna ración.

-No, muchas gracias.- Rehusó la muchacha que no deseaba ser vista como una glotona.-



            Al menos, si se ponía a comer tal y como era costumbre en su pueblo, a buen seguro que asustaría a ese chico. Recordó una vez más que tenía instrucciones precisas de no desentonar entre la población humana. Así pues, se contentó con ese café. Una vez se lo trajeron, escuchó a aquel muchacho contarle.



-Llevamos una semana dura. Muchos proyectos a la vez. ¿Sabes si la señora Tsukino va a encargarnos alguno más?

-¿Usagi?- Inquirió ella.-

-Sí, claro, supongo que se llama así. Como tú trabajas a su lado debes tener más confianza con ella.- Sonrió él añadiendo.- Es una mujer muy agradable y bastante joven para ese puesto tan alto.

-Desde luego, pero está ahí por una buena razón, mejor dicho, dos. Es muy competente y sabe dirigir.- Afirmó Seren con tinte serio.-

-Bueno.- Titubeó un poco él al agregar.- No he querido sonar machista. Quise decir que debe de valer mucho. Ian Masters no contrata a nadie a ese nivel si no le merece confianza. Yo, por ejemplo, estoy muy contento de trabajar aquí.

-¿Hace mucho que trabajas para la Masters?- Le preguntó ella, más que nada por mostrarse sociable.-

-Desde hará un par de años.- Respondió el chico, contándole.- Hará unos meses que me enviaron  aquí, a Japón. Yo estudié algo de japonés en Baltimore, donde trabajaba en una sede local de la compañía. Bueno, soy de allí también. Y tú hablas japonés a la perfección, aunque no creo que seas japonesa. ¿Verdad?- Inquirió el joven con el tono evidente de alguien que conoce la respuesta de antemano.-

-No, soy de Nebraska.- Repuso la chica, recordando su tapadera.-



            Por supuesto no iba a contarle que era princesa del planeta Nuevo Vegeta y de Plutón, además de guerrera guardiana de la reina Serenity. Y menos su auténtica misión en la Tierra.



-Estamos muy lejos de casa, ¿verdad?- Comentó Sean.-

-Sí, así es.- Asintió  sinceramente ella.-



            Desde luego que, en su caso, muchísimo más de lo que él podría llegar a imaginarse. De todos modos, su interlocutor parecía visiblemente interesado en su vida. Eso es algo que ya le advirtieron, la gente de la Tierra podía hacer muchas preguntas, y, aunque no eran tan directos como un saiyajin, podrían ser bastante más curiosos. Debería tener paciencia.



-Es duro estar lejos de la familia. ¿Tienes amigos aquí?

-Sí, algunos.- Repuso ella sin querer precisar.- ¿Y tú?- inquirió devolviendo la cuestión.-

-Apenas conozco gente por aquí. Ya sabes, el hecho de hablar japonés no asegura hacer amistades. Las personas de aquí son muy reservadas. Trabajan contigo, y son amables y muy educadas, pero es difícil que vayan más allá.



            Lo cierto es que eso a ella le había dado igual, conocía a sus compañeras y a algunos aliados más allí. A veces tomaban algo y charlaban pero mayormente de sus tareas. También veía a veces a Doran e incluso a la reina Neherenia cuando se pasaba por la Luna.



-Cada uno tiene unos cometidos, supongo que se centrarán en ellos.- Contestó diplomáticamente Seren.-

-Pues a mí me gusta desconectar un poco del trabajo. Mañana tenía pensado ir a ver una película. ¿Te apuntas?- le ofreció.-

-¿Una película?- Repitió la desconcertada joven.-

-Bueno, si tienes tiempo y te apetece.- Matizó tímidamente él.-

-No lo sé. Tengo muchas cosas que hacer.- Contestó evasivamente Seren.-

-Claro, si quieres y estás libre de trabajo, dímelo, por favor.- Le pidió aquel individuo quien, mirando el reloj, comentó con ligero fastidio.- Tengo que irme. Entro en cinco minutos.

-Que tengas una buena jornada.- Sonrió ella.-



            Sean le devolvió una sonrisa algo insegura y fue a pagar. Al poco la saludó saliendo por la puerta. Ella le devolvió el saludo y se quedó allí, sentada durante algunos instantes más.



-Supongo que esto es el método humano para obtener pareja. Es algo extraño.- Se sonrió divertida ahora pensando en aquel chico.- Este pobre infeliz no tendría ningún éxito en Nuevo Vegeta. ¡Le iban a derrotar con mirarle! Pero no estamos allí. Quizás este sea el sistema que funcione en la Tierra.



Al menos se había distraído un rato con esas cosas tan triviales. Aunque ahora, debía marcharse y volver a centrarse en ese asunto que tanto le preocupaba.

 


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