Volviendo un poco atrás, cuando Roy llamó a sus
amigos y les dijo que Nephrite y Amanda estaban en la nave, los demás se
alegraron a la par que se sorprendieron mucho. Sin embargo, en la fiesta no
aparecieron. Todos se extrañaron pues supondrían que les verían allí. Pero
después, el recién llegado fue a visitar primero a Diamante ya que éste era muy
buen amigo suyo. Al llegar al hotel su antiguo compañero de lucha no estaba,
pues, junto con Esmeralda, había salido a comer con su hija, Leval y la familia
de éste. Nephrite esperó y le dijo a Amanda y al resto de su familia que
tomarían habitación allí.
-Nos hospedaremos aquí hasta que nuestros amigos
vuelvan y podamos departir con ellos.- Comentó.-
-Muy bien, papá.- Asintió Paul.-
-Entre tanto, podríamos dar una vuelta por esta gran
nave.- Propuso Samantha.-
-Es una buena idea.- Convino la madre de esa
muchacha.-
-Bien, dejaré un mensaje a mi amigo y daremos un
paseo. Nunca se sabe si este pudiera ser un buen sitio para abrir una sucursal
de nuestro negocio- Declaró Nephrite.-
-Podría hablarlo con Hans.- Comentó Paul.-
-Háblalo, sí.- Asintió su padre.-
Y así fueron a recorrer la SSP-1. De modo que cuando
Diamante y Esmeralda volvieron a su hotel el recepcionista les dio un mensaje
que su antiguo camarada de lucha les había dejado. Les citaba a las nueve en
punto en el Hall del hotel. El príncipe de Némesis avisó a los demás. Zafiro,
Roy, Tom y Ail acudieron con sus mujeres. A la hora convenida estaban todos
reunidos esperando, Diamante miró su reloj y dijo al resto del grupo.
- Si algo ha sido siempre Nephrite es puntual, me extraña
que no esté aquí a la hora que él mismo ha fijado.
Y por supuesto que estaba. El aludido, salido de una
salita anexa al Hall, respondió con su británico humor.
- Aquí estoy, Diamante, solo he aguardado para ver cuánto
ibas a esperar para comenzar a criticarme, así que deja ya de meterte conmigo.
El interpelado y los demás se volvieron hacia
esa voz, allí estaba su amigo con las huellas del tiempo que, sobre todo,
incidían en un pelo corto tan diferente a la larga cabellera de antaño. No
obstante, todavía seguía con su proverbial estilo luciendo un traje de color
oscuro excelentemente cortado. Junto a
él estaba Amanda, con un peinado también clásico en forma de moño y un elegante
vestido de noche negro. Los años casi no habían transcurrido por ella y
cercanos a ambos un par de chicos que debían de ser sus hijos. Nephrite
procedió a las presentaciones.
- Me alegro de volver a veros, han pasado muchos
años...a Amanda ya la conocéis.- Ella saludó con una sonrisa a todos los
presentes.-
Nephrite señaló a una chica y un chico que estaban
con ellos. Los dos se aproximaron
esbozando sendas sonrisas e inclinaron sus cabezas ligeramente para ir
estrechando luego las manos de aquellas personas que sus padres les
presentaban.
-Y para quienes no los conozcáis. Estos son Samantha
y Paul, nuestros hijos.
La chica era atractiva, de pelo castaño tirando a
claro en media melena. Lucía un bonito vestido blanco. El muchacho por su parte,
que realmente recordaba a su padre en sus tiempos jóvenes, pese a no llevar
melena y sí un pelo castaño algo más oscuro que el de la muchacha, peinado de
raya en medio, amén de un traje color café, saludaron también de forma muy
cortés.
-¿Y los
vuestros? – Quiso saber de forma inquisitiva, no sin ironía dado que estaba al
corriente de ello. - Supongo que habréis tenido hijos también.
- Así es, amigo.- Repuso Diamante añadiendo con
orgullo. – Como bien sabes, Esmeralda y yo tenemos una hija. Lo que quizás
ignores es que está casada con el hijo de Beruche y Roy. Y van a hacernos
abuelos en breve.
Ahí sí que Nephrite puso cara de sorpresa y desde
luego que esta parecía genuina.
- ¡Vaya! - Pudo decir el famoso señor Saint Join. -
¡Qué cosas tiene la vida!
- Es cierto, aparte también tenemos una hija.- Le
informó Roy con patente satisfacción. -
- Entonces tenéis una familia como la nuestra. –
Sonrió Amanda. – Chico y chica.
- Tus hijos son muy guapos y tienen una planta
inmejorable. – Le replicó Bertie observándoles con visible aprobación. –
Ambos
muchachos inclinaron cortésmente la cabeza en señal de agradecimiento por
aquellas palabras. Fue su madre la que contestó por ellos.
-Sí, pero nos han salido demasiado británicos,
hablan lo justo.
-Estamos encantados de poder conocerles al fin. –
Intervino entonces Paul que finalmente terminó de estrechar las manos de todos
los presentes. –
-Lo mismo digo. Es un gran honor. Nuestros padres
nos han hablado maravillas de ustedes. – Convino Samantha haciendo lo propio. -
En realidad los chicos sí que conocían, pese a que
fuera solo de verles en contadas ocasiones, a Diamante y Esmeralda, aunque
entonces eran muy niños. A Zafiro y Petz les vieron quizás en una ocasión
cuando estos visitaron a Coraíon en Londres, haría ya algunos años. Pero nunca
habían estado ante todo el grupo completo. Aquel legendario equipo de
luchadores que se enfrentaran y venciesen a los poderosos demonios que, años
atrás, trataron de arrasar la Tierra. Tras eso, el equipo de Roy, Diamante,
Zafiro y el propio padre de ambos, habían luchado junto con más amigos y
compañeros contra los ataques de ese tirano espacial llamado Gralas. Los muchachos
se miraron. Estaba claro que esas personas habían hecho mucho por la historia
del mundo pero su tiempo de lucha había pasado y ahora eran ellos, en compañía
de otros, los que debían ocuparse de todo. Y por esa razón sobre todas estaban
allí. Samantha recordaba los días previos a su partida cuando se reunieron en
su grupo y discutieron sobre la estrategia a seguir.
-Fue algo realmente interesante.- Pensaba la joven.-
En un local en Londres, un sitio amplio aunque en
las afueras de la City y en medio de un lugar poco frecuentado, se reunían allí
los miembros del grupo Guardianes. Se sentaban alrededor de una larga mesa de
caoba con tono oscuro. Junto a ella estaba su hermano Paul. En frente Lance, el
hijo mediano del matrimonio de Tom y Cooan Rodney. La reina Neherenia estaba a
su lado y junto a ellos Doran, el embajador de los saiyajin y Seren, la
princesa de este mundo, que fuera la segunda en la línea de sucesión y era
ahora la nueva guardiana Sailor Plutón. Fue Samantha la primera en dirigirse a
sus compañeros.
-Debbie y Kyle no han podido venir. Tienen sus
propios problemas que atender. Pero lo que digamos aquí les parecerá bien.
-Bueno. Supongo que ya les contactaremos más
adelante. – Comentó Lance, afirmando. –
Veré si puedo ocuparme de ello. –
Los demás asintieron y Samantha pasó a exponer.
-Nuestros informes revelan que el momento está muy
cercano. Todos los preparativos que hemos hecho apuntan hacia este instante.
Dentro de muy poco las cosas comenzarán a precipitarse.
-La cuestión es. ¿Qué debemos hacer a partir de
ahora? Hay muchas cosas que no conocemos. Ni tan siquiera yo. – Comentó Lance
apoyando ambos codos sobre la mesa para sujetar su cabeza entre las manos. –
-Supongo que continuar como hasta este mismo momento.-
Le contestó Paul. – Siguiendo los dictados que nos marquen cuando estos lleguen.
-Ya. Pero en mi caso ¿Qué debo hacer ahora?-
Preguntó Neherenia con visible desconcierto. - ¿Volver a mi reino o a la
Golden? De hecho, Idina y mis compañeras de la universidad me creen ahora mismo
en la Luna.
-Y deberán seguir creyéndolo al menos durante un par
de semanas más. – Le comentó Paul afirmando con rotundidad. – Ellas tienen
muchas cosas de qué ocuparse, al igual que los que están en Bios o en la Tierra.
Incluso los que van a conformar la expedición a Nature. Pero nuestro cometido
es el realmente esencial.
-Con vuestro permiso.- Terció Seren. - ¿Y qué
debemos hacer Doran y yo exactamente? Tengo órdenes muy concretas de mis
padres. Así me lo revelasteis tú y los soberanos de la Tierra. Permanecer aquí
y ayudaros. Pero esas indicaciones no especificaban cómo hacerlo.
-A su momento sabrás lo que debes hacer.- Repuso
Lance.- Tu cometido se revelará pronto.
-Seguramente que coincidirán con la naturaleza de nuestra
misión.-Afirmó Samantha. -
La joven princesa de los saiyajin asintió. Al
levantarse mostró su elevada estatura y su gran parecido con su madre, la reina
Meioh, puesto que ladeó su larga melena de color castaño oscuro y observó en
derredor con esos inquisitivos ojos bermellón para sentenciar con un tono algo
enigmático.
-Aparentemente todo está muy claro después de
escuchar vuestras explicaciones. Pero aun así no puedo concebir que todo sea de
este modo. Eso de tener que dejarles a su suerte no me gusta. Siguen siendo mi
familia, aunque lejanos, son mis primos.
-Así es como se nos ha ordenado. Algo podremos hacer
pero no creo ni mucho menos que sea suficiente. – Le comentó Lance que agregó
con visible resignación en tanto ojeaba un voluminoso libro de color burdeos. –
No creas que es algo agradable para mí. Y menos cuando deba hablar con Idina.
Puede que en el futuro me vaya a costar perderla para siempre, pero no hay otra
solución.
-Recuerda que no puedes decirle nada de lo que pasa
en realidad. – Le advirtió Paul. –
-Lo sé. No te preocupes, le contaré otra realidad
bastante más plausible para su entendimiento. Cuando deba hacerlo. Y puede que
pase mucho antes de eso.
-Y tampoco les vamos a abandonar. – Comentó Paul
tratando de animar al resto. – Algo seguramente habrá que podremos hacer.
- Sí, pero no ha llegado todavía el momento en el
que debamos implicarnos abiertamente.- Convino su hermana.-
Los recuerdos de Samantha fueron interrumpidos por
el saludo cordial de Petz que se dirigió a ella para alabarla.
-Estás hecha toda una mujer, tan distinguida como tu
madre.
-Muchas gracias, señora Lassart. – Replicó ella con
una educada sonrisa. –
-Llámame Petz, querida. – Le sonrió su
interlocutora. –
Y la esposa de Zafiro la observaba pensando que
había sido una lástima que esa chica tan hermosa e inteligente no hubiera congeniado
lo suficiente con su hijo Coraíon. Aunque ahora éste había conocido a Sandy y
se había enamorado de ella y tras la conversación que mantuvo con esa
científica al menos podía respirar aliviada. También era una mujer excelente y
una buena persona. Estaba segura de que su hijo iba a ser muy feliz. Samantha
al mismo tiempo la miraba con un poso de tristeza que pudo sacar a relucir
cuando le dijo con tono cordial y sincero.
-Lamentamos mucho su pérdida. Mis padres y nosotros.
Sentimos no haber podido asistir al funeral de su hijo.
Petz ensombreció su semblante por unos segundos, aún
le dolía recordar pero se esforzó por animar su expresión cuando respondió.
-Gracias. No te inquietes por eso. Tengo la
seguridad de que mi hijo está en un lugar mucho mejor ahora.
Su interlocutora asintió. ¿Cómo podría decirle a
aquella pobre mujer que lo de su hijo ya estaba escrito? ¿Acaso podría
comprenderlo? Todo aquello estuvo trazado desde mucho antes de que sucediera.
Pero al menos, ella y su marido pudieron consolarse con la certeza de que
Granate iba a disfrutar del Paraíso. Nunca sería olvidado. Y ella sabía lo que
era el tener que renunciar a la persona a la que había amado, precisamente por
cumplir con su misión y ceñirse a los hechos, tal y como debían ser. Aunque
también conocía otra cosa más. Al menos un detalle que iba a llenar de
satisfacción y orgullo a la familia de ese infortunado chico. Pero, por
supuesto, aunque no fuese algo fundamental para el devenir de los
acontecimientos no podía revelarlo. Eso no le correspondía a ella. De todas maneras
pronto lo sabrían. De esta forma siguió charlando con Petz hasta que ambas se
despidieron uniéndose a otros corrillos.
Por su parte, Paul estaba asimismo perdido en sus
pensamientos cuando se acercaron a él los señores Rodney. Fue Tom quién le
comentó.
-Mi hijo Lance ha ido a Londres alguna vez por
trabajo. Nos contó que coincidió con vosotros allí en varias ocasiones.
-Sí, señor. – Admitió el chico comentando de seguido.
– Es un buen muchacho. Mi hermana y yo le apreciamos bastante.
-Me alegra oírte decir eso. – Terció Cooan, que, como
madre preocupada, le comentó sin casi poderlo evitar. – En confianza, hace
bastante que no le vemos. Desearía que no estuviera tan ocupado.
-Siempre que charlábamos allí se acordaba muchísimo
de ustedes y de sus hermanos. ¿Alan e Idina, verdad?
-Sí, así es – sonrió su interlocutora, bastante
feliz de que aquel muchacho al que ni conocía, supiera el nombre de todos sus
hijos. –
-Quiere mucho a sus hermanos y por supuestos a
ustedes, pero a veces las obligaciones y el trabajo no perdonan. - Apostilló
Paul para añadir también en tono confidencial. – Mi hermana y yo mismo pasamos
muchas semanas sin ver a nuestros propios padres, y eso que nos ocupamos del
negocio familiar. No se preocupen, seguro que Lance les visitará en cuanto tenga
la ocasión. También me comentaba que adoraba a su hermano y a su hermana
pequeña sobre todo y que estaban deseando pasar tiempo con ellos.
-Muchas gracias, me dejas mucho más tranquila. – Le
sonrió Cooan en tanto era abrazada por su esposo. –
-Ha sido un placer conocerte. – Afirmó Tom a su vez.
–
-El placer y sobre todo el honor, ha sido todo mío.
Son ustedes legendarios. En mi casa, desde que fuimos muy niños, nuestros
padres nos contaron todos los sacrificios y las luchas que tuvieron que
afrontar por el bien de la Tierra. Las de ellos y las de sus amigos, entre los
que ustedes se cuentan.– Aseveró el chico apostillando con genuino respeto. - Deberían
haberles recompensado muchísimo más por sus esfuerzos.
-Eso no era necesario. La vida nos ha tratado muy
bien. – Replicó Cooan que, con otra franca sonrisa, remachó. – No creo que
hubiéramos podido ser más felices. Hemos vivido como nos ha gustado, tenemos
tres hijos maravillosos y unos estupendos amigos. Y por supuesto, nos tenemos
el uno al otro. Créeme. Al final, eso es lo que realmente cuenta.
-Sí, es cierto. – Convino su esposo sujetándola
ahora por detrás a la altura de la cintura y apoyando suavemente su barbilla en
la cabeza de ella para sentenciar. – No hay dinero, ni poder, ni gloria que
pueda igualarse a una vida feliz y tranquila con los tuyos. O a contemplar una
hermosa puesta de sol en un campo de cebada junto a la persona a la que amas. ¿Verdad
cariño?
Cooan asintió, sonriendo. Aquello parecía significar
mucho para esa pareja. Eso hizo sonreír al muchacho, y esta vez no de forma
educada ni artificial. Las palabras de ambos le habían dejado realmente impresionado.
Aquello aún le hacía más duro su cometido y sobre todo lo que sabía de antemano
que iba a suceder, pero él no podía hacer nada para cambiarlo. Suspiró
afirmando con total convicción.
-¡Son realmente admirables!, todos ustedes. No sé si
alguna vez seremos dignos de sus ejemplos.
-Lo seréis. Seguramente ya lo sois. – Afirmó Tom que
separándose de su mujer estrechó la mano del chico para despedirse. – Encantado
de haberte conocido.
Cooan hizo lo propio y Paul se quedó observando cómo
se alejaban para unirse al grupo de Roy, Beruche y Diamante quien, con su mujer
Esmeralda, mantenían una animada conversación entre ellos. Al llegar Tom, Roy
enseguida le pasó una amistosa mano por el cuello y rio con él de alguna cosa
que le estaría diciendo. Ahora Paul recordaba justo el día previo a su llegada
a esa gran nave. Entonces tuvo una interesante conversación con Lance. El hijo
de los Rodney. Éste estaba sentado en un banco del Hide Park en Londres. Paul
se unió a él puesto que habían quedado allí. Nada más sentarse a su lado su
compañero de grupo le comentó.
-Mañana me iré a los EE.UU, cuando mi hermana Idina
regrese de la nave la estaré esperando.
-Entonces, ¿todo sigue conforme al plan? – Inquirió
Paul. –
-Así es – suspiró su interlocutor explicando. –
Neherenia llegará unos pocos días más tarde. La apoyará en lo que se avecina
allí. Yo deberé intervenir cuando todo haya concluido.
-¿Sabes si le irá bien?- Se interesó su contertulio.
–
-No tengo ni idea. Eso no me ha sido facilitado. –
Afirmó el muchacho con resignación sentenciando. – Pero, pase lo que pase. No
debo participar hasta el momento indicado.
-En cuanto a los saiyajin, supongo que tendrán
también su momento. – Dijo Paul –
-Ellos también sabrán cuándo deben intervenir. – Le
comentó Lance. – Por ahora no aparecerán en la escena. Seren va a aprender algo
de las costumbres de la Tierra y junto
con Doran quizás si se pasen por la Golden, pero no estoy seguro de eso. Podría
haber cambio de guión.
-Mañana me voy a la nave. ¿Quieres que les transmita
algo a tus padres y hermanos?- Preguntó su interlocutor. –
-Que les quiero a todos mucho. Pase lo que pase. Eso
sí puedo decirlo yo. Aunque estoy muy asustado, Paul. Me preocupa lo que
pudiera pasarle a mi padre si no deja esas investigaciones suyas.
Su
interlocutor le observó con gesto inquieto, más cuando su contertulio le
desveló.
-Se está acercando bastante, mucho más de lo que
debiera.
-¿El libro de los días?- Quiso saber Paul con
evidente inquietud en su tono de voz.-
Lance
asintió. Para explicar de seguido a su colega.
-Ya sabes que mi padre comenzó a estudiar esoterismo
cuando se enfrentó a los demonios siendo joven. Luego prosiguió con esas
investigaciones sobre las dimensiones y planos astrales. Le enseñó mucho a mi
primo Mazoui, pero no le mostró ni con mucho todo lo que sabe. A su vez, lo
aprendió de un tal Anthony que, años atrás, protegió a mi tío Roy cuando éste
era apenas un bebé, hasta que creció.
-¿Y ese tal Anthony?...- Quiso saber su
interlocutor, aunque no pudo terminar la pregunta, su compañero le respondió
incluso antes de que lo hiciera.-
-Tuvo también un final trágico. Kyle te lo podrá
decir. Se enfrentó a esas fuerzas oscuras de la noche. Pero no fue realmente
eso lo que acabó con él. Sino que hizo demasiadas averiguaciones. Se acercó
mucho a la verdadera naturaleza del libro.
-Entiendo. Le sucedió lo mismo que a Jennifer
Garrett, la compañera de laboratorio de Amatista y Sandy. Supo lo que no debía
y no fue nada discreta. Supongo que, para evitar males mayores, la pobre acabó de
una manera muy triste. – Asintió su contertulio con gesto y tono graves para
sentenciar.- Nuestro deber es proteger a los demás de eso a toda costa. No
deben tener acceso a esa información.
-Sí, e incluso nosotros tenemos que ser muy
cuidadosos con ello, hasta que deba devolverlo. Por eso me preocupa mi padre.
Él no puede saber nada, ni tampoco sus amigos o el resto de mi familia. ¡Ojalá,
por su propio bien que lo deje estar! Lo más frustrante y terrible es que no
puedo decirle nada. – Declaró el chico que, tras esas palabras, se levantó del
banco y caminó alejándose con paso rápido de allí. –
Paul pensaba en esas palabras mirando a aquellas
familias tan unidas y felices. ¡Ojalá que pudieran disfrutar hasta el final de
sus amistades! Eso incluía a sus propios padres. Nephrite y Amanda que, por
muchas misiones encubiertas que hubieran hecho y pese a ser partícipes de
bastantes secretos mundiales, no tenían ni idea de lo que sus propios hijos debían
hacer. El chico se acercó a su hermana que también se había despedido de
aquellas encantadoras parejas de amigos de sus padres y le preguntó con voz
queda y consternada.
-¿Crees que esto tiene que ser así? ¿De veras que no
hay otra manera?
-Lo sabes tan bien como yo, Paul.- Replicó ella que
parecía inflexible aunque arrastrando asimismo un cierto tono de pesar para
remachar. – No volveremos a aparecer por aquí. Al menos en una larga temporada.
Y cuando lo hagamos….bueno, no sé qué sucederá.
Su hermano asintió levemente y ambos prosiguieron
algo aparte del resto con sus conversaciones. Por su parte, los demás allí
reunidos les fueron contando al señor Saint Join, que aún mantenía el título de
príncipe de los Cuatro Cielos, algunas cosas sobre los hijos que tenían.
Entonces llegaron también Coraíon y Sandy que se ocuparon de saludar a sus
visitantes. Mientras que el chico y su prometida se dirigían a los hijos del
matrimonio Saint Join, Zafiro y Petz escuchaban divertidos, al igual que el
resto, como Nephrite, seguía con la broma comentándole a Roy.
- Vaya, ¡te compadezco!, tener de consuegro a
Diamante.
- Ya te digo...pero bueno, lo voy llevando con
paciencia.- Repuso jovialmente éste.-
Todos se rieron menos el aludido que, con la típica
sonrisa de continuar la broma, le replicó a Nephrite.
- Paciencia la que tengo yo...primero soportar a Roy
y ahora a ti y a él, los dos juntos. ¡Oh Dios, qué horror!- levantó los brazos
de forma bastante teatral añadiendo con humor. - Cuando entrenábamos en el
Rincón del Alma y el Tiempo el ambiente me parecía demasiado pesado, ahora veo
que no era cosa del cuarto...
Hubo más risas celebrando aquella chanza y cuando
estas cesaron intervino Esmeralda.
- Bueno querido, cuando termines de recordar los
viejos tiempos con tus camaradas, ¿por qué no le preguntas a Nephrite y Amanda
dónde han estado durante todos estos años?...
- Esmeralda tiene razón - convino Beruche añadiendo
con idéntico interés.- ¿Qué ha sido de vuestra vida?
- Sí, no hemos tenido noticias vuestras en mucho tiempo.
- Añadió Cooan en un tono algo reprobatorio. -
- El “espléndido aislamiento inglés” – .Comentó Tom
con agudeza, bromeando con una etapa de la historia de ese país, allá por
finales del siglo diecinueve. -
Nephrite
concedió ese comentario con una aprobatoria sonrisa, lo cierto es que se
ajustaba bien a su vida y así lo confirmó.
- Veréis, hemos residido en Londres, lejos de todo
tipo de intrigas y aventuras, tras las que vivimos todos juntos. Bueno, lo
cierto es que tuvimos algunas propias.- Y miró a sus amigos Diamante y Esmeralda.
Los dos sonrieron, alguna aventura en común recordaban, entonces su amigo
prosiguió. - Allí nos casamos y nacieron nuestros hijos.
- Pero, ¿no te fuiste a Japón?,- le inquirió Petz -
lo digo porque Zafiro y yo vivimos allí y no supimos de vosotros.
- La verdad es que al principio Nephrite volvió allí,
todavía no me conocía a mí. Pero tras un par de años él vino a instalarse
definitivamente en Inglaterra. Allí montamos una tienda de antigüedades tal y
como hicimos en Japón y nos fue bastante bien.- Explicó su esposa. -
- Tanto que ahora tenemos una cadena de tiendas por
todo el Reino Unido y algunos países de Europa. Desde hace un año, nuestros
hijos se encargan ya de la mayor parte del negocio y eso nos deja mucho tiempo
a Amanda y a mí para viajar y pasar tiempo juntos. - Añadió Nephrite con un
gesto no disimulado de satisfacción y orgullo. -
- Vaya, entonces no os ha ido nada mal. Me alegro
por vosotros. - Terció Tom. -
- No nos podemos quejar,- contestó Amanda restándole
importancia. - Bueno, ahora contadnos vosotros como os han ido las cosas.
Todos
fueron narrando lo que había sido de sus respectivas vidas y la reunión se
prolongó por espacio de varias horas. Roy y los demás llamaron a sus hijos para
que saludasen a sus amigos. Por su parte, Coraíon abrazó con mucho afecto a la
pareja de hermanos.
-¡Cuánto me alegro de veros por aquí! – Comentaba
visiblemente ilusionado al afirmar dirigiéndose a Sandy. – Son como unos
hermanos para mí. Siempre fueron muy amables y unos verdaderos amigos cuando
estudié en Londres.
-Encantada de conoceros. – Pudo decir la morena
científica estrechando la mano de ambos. –
-Lo mismo digo. – Le sonrió Samantha que, desde
luego, conocía muy bien quién era esa chica e incluso su secreto, pero claro
está no lo evidenció en absoluto cuando le preguntó.- ¿A qué te dedicas?
-Soy bióloga molecular, formo parte del grupo Fairy
Five de Bios.- Le contestó Sandy.-
-Realmente impresionante.- Declaró Paul con tono de
sobria admiración. – Debes de ser una investigadora de élite.
-Y tú un halagador de lujo.- Intervino Coraíon
sonriendo divertido para añadir, eso sí, con evidente afecto.- Pero tienes toda
la razón, Sandy en sí misma es una mujer de élite.
-Eso nos lleva a pensar qué habrá podido ver en ti.-
Se sonrió sarcásticamente su interlocutor devolviéndole la broma.-
Samantha se sonrió a su vez, lo mismo que Sandy, en
tanto Coraíon fingía estrangular a su amigo susurrándole de forma que ambas
chicas pudiera escucharle.
-¡Cállate!, que la tengo muy engañada, se cree que soy
un buen chico.
Eso hizo reír a su prometida. De hecho comprobó el
buen ambiente que había entre Coraíon y ese joven. Su sexto sentido, tan agudo
casi siempre, no le indicó nada de particular además de la amistad que era
evidente que les unía. Si acaso que esa muchacha miraba a su prometido de una
forma demasiado intensa. Aunque para constatar eso no precisaba de ningún
instinto especial. Entonces recordó algo. ¡Eran los chicos que aparecían en
aquella foto! La que viera en el apartamento de Coraíon. De las pocas que él
tenía.
-De modo que os conocisteis cuando Coraíon fue a
estudiar a Inglaterra. Y os hicisteis amigos. ¿Verdad? - Comentó Sandy queriendo
saber algo más. -
-Así fue. Nuestros padres ya eran amigos
anteriormente y nos lo confiaron a él cuando vino a nuestro país.- Replicó Paul,
añadiendo con jovial tono de chanza.- ¿Qué podíamos hacer? Tuvimos que
cuidarle. ¿Verdad Sam?
Su
hermana se limitó a asentir mirando de
reojo a Coraíon, fue este quien recordó con una sonrisa.
-Pasamos muy buenos momentos allí.
-Así fue.- Admitió Samantha quien no parecía
sentirse muy feliz al afirmar aquello, más cuando añadió.- Bueno, eso ya forma
parte del pasado. Las cosas cambian.
-Indudablemente lo hacen.- Convino su hermano.- Y
debemos ir construyendo el futuro. Y hablando de construir. Vuestra labor aquí
es realmente meritoria, Sandy.- Comentó intentando variar de tema.-
Exactamente, ¿en qué estado de terraformación estáis?- Se interesó el joven.-
-Veo que tienes conocimientos en la materia.- Comentó
la agradada científica que pasó a enumerar. Bueno, ya hemos logrado culminar
con éxito el primero, formar una atmósfera con agua, el segundo, situar la
temperatura ambiental a un nivel óptimo. Tenemos una media de dieciocho grados,
ligeramente superior a la terrestre. Aunque con menos diferencias entre el
ecuador y los polos. Ahora estamos a medio camino del tercer y el cuarto paso.
Estamos añadiendo formas vegetales para estabilizar la Atmósfera y dotarla de
una buena cantidad de oxígeno y finalmente tendremos que añadir otras formas de
vida superiores, insectos, anfibios, reptiles, mamíferos.
-Suena apasionante.- Comentó Samantha, aunque daba
la impresión de que lo decía por mera cortesía.-
-Lo es, sin duda.- Afirmó Paul quien inquirió
nuevamente.- ¿Y la gravedad del planeta permite mantener el agua líquida y la
atmósfera?
-Hasta donde hemos comprobado, sí.- Contestó Sandy.-
-En mi caso, como ingeniero, entre otros cometidos
tengo que diseñar y construir infraestructuras que lleven agua de un sitio a
otro del planeta. Y también grandes almacenes subterráneos. Pensando
precisamente en esa contingencia.- Intervino Coraíon.-
-Me gustaría ver ese planeta más de cerca.- Declaró
Samantha ahora con un aparente interés.-
-Si os quedaseis un poco más estaría encantado de mostrártelo.-
Se ofreció Coraíon.-
Aunque
el gesto de Sandy no pareció acoger eso con demasiado entusiasmo, la otra chica
se limitó a sonreír con una expresión más cordial, para replicar.
-Lamentablemente tendremos que irnos enseguida. Pero
te lo agradezco, quizás en otra ocasión.
-Claro, cuando el proceso haya avanzado algo más.
Estaríamos encantados de visitar Bios, en compañía de tan buenos guías.- Añadió
Paul.-
-Será un placer.- Afirmó Sandy con mejor disposición ahora.-
En esos temas estaban cuando se unieron a ellos
Amatista, con su marido Leval, Idina y
Kerria que compartieron algunos momentos de charla. Al presentarse sobre todo,
ocurrió algo curioso. Cuando Paul comentó dirigiéndose en particular a Kerria.
-Esta es mi hermana Sam.
-¡Vaya.- Sonrió la hermana de Leval.- Te llamas
igual que…- Aunque ahí se detuvo, con las miradas de todos puestas en ella, no
obstante, la chica decidió continuar admitiendo sin tapujos.- Igual que mi
pareja.
-No lo creo.- Se sonrió la aludida, para matizar.-
Sam es diminutivo de Samantha en mi caso, no de Samuel.
-Pues así es. Puedes creerlo. - Sonrió Kerria a su
vez, dejando meridianamente claro.- Mi novia se llama así también.
Y
cuando el resto pensaba que la hija de los Saint Join posiblemente se azorase o
quisiera disculparse, ésta en cambio comentó con naturalidad.
-Lo sé. Perdona mi broma de antes. Vimos como asumiste
tu orientación sexual en ese programa de la televisión americana. Diste un
magnífico ejemplo de integridad y de honestidad. Y tus primas te apoyaron. Sois todas
estupendas.
-Hicimos lo que debíamos hacer, Kerria no solamente
es nuestra prima, también es nuestra amiga.- Intervino Idina.-
-Ella hubiera hecho lo mismo por cualquiera de
nosotras.- Convino Kathy.-
-No hay nada extraordinario en lo que hice.- Declaró
Kerria, añadiendo con una mezcla de pesar y reivindicación.- El hecho de que
alguien tenga que confesar de quién se enamora y hacerlo esperando que a la
gente le parezca o no bien, es sencillamente arcaico y está fuera de lugar en
un mundo que se dice evolucionado.
-Tienes toda la razón, querida.- Intervino Paul,
dejándola perpleja, lo mismo que al resto, al reconocer a su vez.- Y yo estoy
en tu mismo barco.
-Discúlpame si te he parecido una estúpida o una
homófoba. Nada más lejos de la realidad.- Añadió Samantha, para explicar.-
Quería tener el privilegio de ver a alguien que no se esconde, ni tiene porqué
avergonzarse por amar a alguien. Aparte de mi hermano, lamentablemente conozco
pocos casos de gente que sea como tú. Por eso sois un ejemplo a seguir.
Kerria
esbozó una leve sonrisa y pudo responder con tono sereno e incluso consternado.
-Me sobrevaloras. No hay valentía en lo que yo hago.
Solamente hay sinceridad. Y es cierto que, a veces, decir la verdad al mundo y
no lo que este quiere escuchar de ti, te trae dolor y sufrimiento. Pero a mi
juicio es mucho peor encerrarse en una mentira.
-Lo es. Tienes toda la razón. - Sentenció Paul.-
-Aunque, en algo no he sido totalmente precisa.-
Dijo Kerria ahora, mirando a la hermana de su interlocutor para añadir con buen
talante.- Mi novia no se llama simplemente Samantha, su nombre completo es
Samantha Katrina.
-Entonces ya nos podemos diferenciar mejor.- Se
sonrió su interlocutora.- Aunque no dudo que será una muchacha encantadora si
ha logrado conquistarte.
-Sí que lo es. Y ella es rubia.- Apuntó Kerria con
tinte divertido ahora.-
-De modo que te gustan las rubias.- Se sonrió Paul.-
-Bueno, y también le gustan las morenas.- Intervino
Amatista dándole un leve empujoncito a su cuñada.- ¿Verdad, Ky?
- No discrimino por motivos de color de pelo.-
Declaró jocosamente ésta ahora.-
-Mi novio es rubio también.- Afirmó Paul quien convino
a su vez.- Pero si fuera moreno le querría igualmente.
-Pues en mi caso, si Amatista fuera morena…¡no sé yo!
- Terció cómicamente Leval.-
-¡Oye!- Replicó esta con humor también.- Te recuerdo
que estuviste coladito por una chica morena. Se ve que os viene de familia.
-Bueno, pero ahora solamente me gustan las rubias de
cabellos dorados.- Le aseguró su esposo abrazándola.-
El
resto se sonrió, y fue Katherine la que derivó eso a un terreno más cómico
todavía al afirmar.
-Pues yo debo de romper una lanza por las pelirrojas.
¿Qué pasa, es que no somos atractivas? Aquí mucho hablar de vuestros ligues rubios
y morenos y a nadie parece haberle gustado ninguna con mi color cobrizo de pelo.
-Atractivas lo sois muchísimo.- Afirmó Coraíon.- Las
pelirrojas son preciosas, si son todas como tú, primita.- Remachó provocando la
carcajada general.-
-Gracias primo Cory. Aunque el caso del primo Leval,
Tist no se podrá quejar, él juega con ventaja.- Comentó la todavía risueña Kathy
para apuntar.- Puede cambiar su pelo de color cuando quiera.
-Sí, que envidia. ¡Lo que se debe de ahorrar en
mechas! - Se rio Idina.-
Y tras proseguir un poco con esas chanzas terminaron
por despedirse para integrarse en otros corrillos de conversación. A los hijos
de los Saint Join les cayeron muy bien, y estaban expectantes por ver lo que el
futuro les depararía. Sobre todo la pareja de recién casados. Ellos deberían
soportar ahora el peso de los acontecimientos y tendrían una dura prueba que
superar. Aunque contarían al menos con la presencia de Satory, Mazoui, Coraíon
y Sandy para apoyarles. También Kerria, Katherine e Idina, habían tenido o
tendrían sus respectivas ordalías pero cada una de manera independiente y
distante. En eso ellos, ni tenían información más concreta, ni podían meterse. A
su vez, los hermanos dejaron una buena impresión en todos. Aquel encuentro
todavía se prolongó un par de horas más y al terminar cada uno se retiró a sus
respectivas viviendas o habitaciones. En el caso de Sandy y Coraíon, la
muchacha sí que tenía una especie de sentimiento encontrado, Paul le pareció
sencillamente encantador, aunque su hermana Samantha le había dado la impresión
de taladrarla con la mirada, únicamente las formas y el saber estar de esa
joven inglesa habían suavizado aquello.
-Cariño.- Le preguntó a su prometido sin ningún tipo
de ambages una vez estuvieron en su dormitorio.- Espero que no te moleste que
te lo pregunte, pero. ¿Samantha y tú, tuvisteis algún tipo de relación?
-¿Con Samantha? Sí, es una buena amiga.- Repuso
despreocupadamente él.-
-Me refiero a algo más íntimo, si te lo puedo
preguntar.- Insistió algo apuradamente su pareja.-
Ahora
el gesto de Coraíon se volvió algo más serio, aunque no tardó en contestar.
-Claro que me lo puedes preguntar. Tú me has contado
todo acerca de tu vida. Lo justo es que yo haga lo mismo. Dime. ¿Por qué crees eso?-
Quiso saber él.-
-Es difícil de explicar, podía percibir en ella… no
sé como decirlo.- Suspiró Sandy que parecía sentirse incómoda.-
-Pues dilo de forma directa.- Le pidió Coraíon.-
-Bueno, me miraba como si yo me hubiera interpuesto
entre vosotros dos. – Le confesó su novia.-
Coraíon
asintió despacio, luego se paseó un poco por la sala, al fin fue capaz de
decir.
-Cuando nos conocimos en Londres mentiría si no dijese
que me pareció una chica realmente guapa, inteligente e interesante. Admito que
me sentí atraído por ella. Pero nunca pasamos de una mera amistad. Y Samantha
jamás me dio la impresión de querer nada diferente.
Ahora
fue Sandy la que sopesó esas palabras. Asintió despacio para comentar.
-Quizás no quiso decírtelo o puede que no se atreviese
a expresarlo. O seré yo que me he vuelto celosa de repente.- Remachó tratando
de quitarle hierro al asunto.-
No
quería que su prometido se sintiese mal por eso. Y tal y como la propia
Samantha afirmó, eso pertenecía al pasado. Después de todo lo que había tenido
que sufrir, cuando al fin había encontrado a un hombre que la amaba y la
aceptaba tal cual era, no sería ella misma quien arruinase eso por culpa de
unos estúpidos celos, fundados o no.
-Pues si estás celosa, por una parte me siento
halagado, pero por otra, te aseguro que no tienes porqué sentirte así. Yo estoy
con la mujer a la que quiero, y esa no es otra sino tú.- Sentenció el chico tomándola
por la cintura para darle un largo y cálido beso en los labios.-
Y tras más besos y proceder a quitarse mutuamente la
ropa no tardaron mucho en irse a la cama para concluir aquella conversación. En
ese momento, lejos de allí. Redan estaba preguntando a todos sus compañeros por
la suerte de su búsqueda, todos le dieron noticias poco alentadoras. Al poco
tiempo, y de forma instantánea, apareció un gran sillón que levitaba, sobre él se
hallaba un hombre sentado, de pelo oscuro corto y una poblada perilla. Todos
saludaron su llegada con una marcada reverencia. Redan, tomando la palabra en
nombre de los demás, le dio la bienvenida de forma más explícita.
- Celebro que hayas llegado. Señor Georcaél. Te
estabamos esperando.
El mencionado habló pausada y serenamente,
dirigiéndose a su interlocutor mientras que, con una mirada panorámica, hacía
extensivas sus palabras también al resto.
-¿Les has contado lo que te dije? – El aludido
asintió y su jefe continuó. - Por lo que veo aun no habéis hallado al
Mensajero.
Dialen intervino muy respetuosamente,
cosa inédita en él hasta ese momento y respondió en tanto hacía una leve
inclinación.
- No, mi señor, pero seguimos buscando. Os ruego que
tengáis paciencia.
Incluso la altiva Zoen añadió también de forma muy
sumisa.
- Mi señor, hemos indagado por varias galaxias sin
resultado. Pero seguiremos con la búsqueda si eso os place.
- El Mensajero está por llegar, yo conozco su
identidad, pero vosotros sois los que debéis hallarlo en este plano existencial.
- Les indicó su superior. -
-¿Podemos saber quién es, señor? - Inquirió Buruk
con idéntico tono de respeto. - Así le encontraríamos sin dificultades.
- Eso no sería interesante - replicó Georcael que
esbozó una gran sonrisa de intriga añadiendo con aire misterioso y al tiempo
posiblemente admonitorio. – Pero prefiero que os entretengáis en averiguarlo,
me parece que os habéis estando aburriendo mucho últimamente.
- No lo creas, señor, hemos estado jugando con esos
seres inferiores que son muy divertidos.- Le contó Soa con un tono más formal
del habitual en ella, pero no por ello menos animado. -
Georcaél la observó e hizo una mueca de ligera
contrariedad para responder con un templado y paternal reproche, como si
hubiera estado esperando la ocasión brindada por la diosa para declarar.
- Esos seres están aquí por expreso deseo del Creador.
Cada uno tiene una misión asignada, tanto si es consciente de ello, como si no.
No están aquí para que se conviertan en un pasatiempo vuestro. Al menos ya no. Incluso
tuve que tranquilizar a una muy poderosa aliada a ese respecto. Espero que os
haya quedado claro.
- Sí, mi señor...- respondieron todos al unísono.-
- Transmití tus órdenes tan pronto llegué y esas actividades
cesaron de inmediato. – Intervino Redan saliendo ahora en defensa de sus
compañeros. -
Bueno, aunque del episodio de Soa en
ese lugar llamado hospital era mejor no hacer mención. Al menos, lo que hizo la
diosa fue curar a todos los que allí estaban. No obstante, eso tampoco le había
pasado desapercibido a su señor. Georcaél asintió con aprobación añadiendo
con tintes más conciliatorios.
-Soa, no debes volver a interferir con el natural
devenir de los acontecimientos. Ni aunque tus intenciones fueran buenas.
-Perdonadme, mi Señor.- Repuso humildemente la
interpelada bajando la cabeza.- Creí que tu orden se limitaba únicamente a no
hacerles daño, ni perjudicarles.
-Vuestra misión no es actuar en ningún sentido, ni
para perjudicarles, ni tampoco para beneficiarles de forma aleatoria. Son ellos
los que deben transitar su camino por sus propios medios. – Declaró su
superior, para indicarles.- Deberéis, sin embargo, aprender más de los humanos,
lo necesitaréis. Pero tendréis que limitar vuestras relaciones con ellos a
formas amistosas y no interferir con sus asuntos hasta que no sea estrictamente
necesario. Ahora debo irme, ya pasaré por aquí a observar vuestros progresos. Redan,
te ocuparás de coordinar a tus compañeros.
Todos se inclinaron en señal de respeto y Georcaél
con sillón incluido desapareció.
- Ya lo habéis oído,- dijo el aludido Redan. - Tenemos
trabajo, pero antes de que volváis a bajar, esperaremos a que el resto de los
humanos que han venido vuelvan a su planeta. Entre tanto proseguiremos el rastreo,
dividíos y escrutar el universo, cuando lo hagáis volved a informarme. –
Todos asintieron, desapareciendo a su vez en pos de
sus diversos cometidos.
Ajenos
por completo a estas complicadas maniobras, en la nave llegaba el momento de
que los miembros de la primera generación y algunos de la segunda volviesen a
sus casas. Todos se despidieron de forma emotiva de sus hijos, hermanos y
primos y marcharon a proseguir con sus respectivas obligaciones. Nephrite y Amanda,
antes de partir con sus hijos y pese a no haber podido asistir a la ceremonia,
hicieron un regalo a Amatista y Leval por su boda. Para la joven un precioso
collar de esmeraldas. Para el chico una magnífica espada. Él, admirando la
valiosísima antigüedad, la desenvainó de su funda y de ella cayó una nota, recogiéndola
del suelo con curiosidad la leyó.
-”Qué esta espada te sirva siempre para defender la
justicia y el bien sobre las fuerzas del mal,
al igual que hiciesen tu padres."- Valorando esa arma con
admiración el muchacho comentó. - Vaya, Nephrite tenía que ser muy amigo de
nuestros padres para hacer estos “obsequios” ¿no crees cariño?
Su esposa contestó muy alegre mientras se probaba su
propio regalo.
- Sí, por lo poco que yo sé compartieron bastantes
aventuras y peligros juntos. – Y del azul y afelpado estuche del collar ella sacó
otra nota que leyó a su vez en voz alta. -”Espero que este collar te guste y
que pueda realzar tu belleza con las mismas piedras preciosas que dan el nombre
a tú madre, una mujer que también es bella y maravillosa. No olvides que tú
eres su espléndida continuación, así como la de tu padre, un hombre valiente y
de gran corazón al que me enorgullece llamar amigo. Estoy seguro que tanto tú,
como tus hijos, preservaréis tan noble linaje." ¿Has visto lo que pone
debajo, Leval?- Amatista miró la firma que aparecía al final del texto y la
leyó sorprendida. "Firmado Nephrite, y Amanda Saint Join, príncipes de los Cuatro Cielos."
- Aquí todo el mundo tiene sangre Real por lo que
veo.- Declaró su esposo que efectivamente leyó la misma firma al pie de su nota,
añadiendo con gratitud.- Sabes, estoy muy orgulloso de pertenecer a este gran grupo,
somos ya dos generaciones tan distintas. Cada una ha tenido que luchar en sus
propias batallas y ha hecho historia. Y dentro de poco llegará la tercera. –
Sentenció acariciando afectuosamente la tripa de su esposa. -
-Bueno, y además he podido conocer a tu madrina. La
ilustre princesa guerrera de Mercurio.- Comentó Amatista con satisfacción. -
-Lástima que tuviera que irse tan pronto.- Suspiró
Leval, afirmando.- Imagino que su labor debe de ser muy grande. Como guerrera y
como doctora. Desde luego, tiene una interesante dualidad. En eso es como
Giaal…
Amatista sonrió pícaramente mientras decía a su
marido.
- Leval, esta noche estás muy filosófico...
- Bueno - suspiró él que le devolvió la misma
sonrisa. - Quizá tú puedas hacerme salir de mis meditaciones.
- Hoy no, no me encuentro con muchas ganas, lo
siento.- Repuso ella y Leval se encogió conformistamente de hombros,
disponiéndose a acostarse. -
-¡Qué le vamos a hacer! - Se resignó él para declarar. - Entonces mejor me iré a
dormir, mañana debo madrugar.
- Bueno, quizá yo no esté a tu altura en la
filosofía, pero soy muy buena en idiomas.- Declaró Amatista con voz melosa y
pícara. -
-¿Sí? - Se interesó su marido fingiendo sorpresa
para preguntar con divertido interés. - ¿Y qué idiomas dominas?
La joven se acercó a su altura mientras Leval se
tumbaba en la cama, ella recostó su cabeza en el estómago de su esposo mientras
le susurraba de forma reveladora.
- Ya que hoy no podemos pasarlo bien de otro modo,
al menos puedo darte algunas clases de francés...
-¿De verdad se te da tan bien? - Le susurró también
él de forma pícara. -
- Cariño, nací y crecí en París, créeme, lo domino
muy bien y te lo demostraré.- Y fue bajando con la cabeza por el cuerpo de
Leval. - Esta ropa no me dejará pronunciar bien - afirmó despojando al tiempo a
su esposo de su ropa interior. - ¡Hum!, mucho mejor así, ¡sacre bleu! He tenido
que esperar años desde que te vi en los vestuarios del instituto pero ha merecido
la pena. - Declaró la satisfecha Amatista que comenzó a poner en práctica su
cursillo intensivo. -
-¡Oh, se te
da...de maravilla! , espero que me des clases más a menudo. - Jadeó él con
manifiesta complacencia -…
Al
día siguiente, un contentísimo Leval se despidió de su adorable mujer y se fue
a la base. Mazoui se encontró con él y ambos fueron charlando hasta llegar. Leval
se enteró de que tanto Katherine como Idina, se habían quedado junto a su
propia hermana Kerria. Querían proponerle a Amatista la idea de dar un recital
de las antiguas Justices, rebautizadas ahora como “Beauty Quartete”
-Me parece una excelente idea.- Comentó Mazoui.-
-Lo es, pero no sé si Amatista estará en
condiciones, tiene que tener cuidado por el bebé.- Le recordó su primo.-
-Seguramente que las chicas habrán pensado en eso.-
Respondió su interlocutor.-
-Bueno, es decisión suya. Y seguro que mi esposa
sabrá hacer lo que sea mejor. - Admitió su contertulio con optimismo.-
Por fin ambos llegaron a la base y Leval se despidió
de su amigo. Mazoui por su parte había quedado con Satory para después. Le pareció
raro encontrar a su primo tan contento, no obstante, tampoco le dio mucha
importancia y se incorporó a su sección. Los dioses mientras estaban cada vez
más sorprendidos por el raro comportamiento humano. Zoen había estado observando
la noche anterior a Leval y su esposa y quiso poner en práctica los mismos
métodos que ella, pero ninguno de sus compañeros se encontraba interesado en
ayudarla. Decidió buscar algún voluntario entre los humanos. Por lo que había
visto, eso no les era en absoluto desagradable, así que nadie podría acusarla
de molestarles. Aunque entonces recordó las instrucciones de su señor.
-Seguramente no le gustará.- Se dijo con
resignación.- Tendré que olvidar la idea…
Mientras, Amatista también se había ido a su
trabajo, allí junto a Gwen, Claudia, Satory y Sandy, repasó algunos de los
datos que les llegaban de Bios. La morena científica les comentó a sus
compañeras que debía volver al planeta al día siguiente al igual que Coraíon. Las
otras le aseguraron que en poco tiempo ellas también irían. Tras terminar el trabajo,
Amatista salió a ver a su cuñada y amiga Kerria que estaba ensayando junto a
sus primas en un estudio de grabación. Al llegar, la recién llegada se
incorporó al grupo y todo resultó como en los viejos tiempos. La química de las
cuatro seguía intacta y eso las alegraba a todas mucho, de modo que las tres
primas le propusieron a su compañera la idea del concierto que ésta aceptó
encantada. Siguieron ensayando un poco y en la siguiente pausa las chicas
hablaron distendidamente sobre sus cosas. La recién casada pasó por contarles
como le iban las cosas con Leval, incluyendo las clases de la noche pasada.
-¡Vaya, ya decía yo que tenías la voz muy
aterciopelada! - Declaró Idina con gesto
de quién confirma algo que había observado sin la menor maliciosidad. -
-¡Ey!, ésta es la señorita recatada o me la han
cambiado. - Exclamó Amatista divertida, acompañada por las risas de las otras
dos.-
- La pobre lo decía sin segunda intención, es verdad,
hoy tenías la voz más suave. Quizá a nosotras tampoco nos vendría mal un poco
de jarabe…- terció Katherine relamiéndose, lo que ocasionó más risas. -
-¡Oye guapa! , eso es de mi exclusiva propiedad,
¿qué te has creído? - Le replicó Amatista siguiendo la broma. -
-¡Vaya con mi hermanito! , no sabía que se hubiera
despabilado tanto.- Intervino Kerria con una sonrisa. -
Amatista a su vez, con otra pícara sonrisa esbozada
en el semblante, añadió en forma de jocosa confesión.
-¡Y no lo ha hecho! ha sido idea mía. La verdad es
que, desde que le vi por primera vez, tenía ganas de probársela también. Y
cuando el pobre llegó al límite ni le dejé sacarla. Bueno, al final sí y le
dije, todo lo tuyo es mío también, que para eso soy tu mujer, ja, ja…
Y entre las carcajadas de Kathy y Kerria, que casi
se caían al suelo, Idina, colorada en gran extremo, preguntó con su típica
ingenuidad.
-¿Y no te sentará mal?
- Nada de eso. - Terció Kathy que, ante la atónita
mirada de su prima y las risas de las otras dos, sonrió ruborizándose un poco
para agregar.- Bueno, al fin y al cabo son proteínas. Deberías probarlo alguna
vez. Es mejor que las barritas energéticas…
- Pero. ¿Qué dices?- se escandalizó Idina llevándose
las manos a las orejas.-
- ¡Claro, así está Amatista de guapa! - se reía
Kerria al tiempo que sentenciaba.- Una ración de mi hermano al día y ya la ves.
Su prima miraba con estupor a la aludida,
aunque enseguida recordó aquella broma que sus compañeras la gastasen antes de
que la nave partiera, sonrió y dijo.
-Ya estáis como de costumbre. Tratando de
avergonzarme.
- Es que ya vas teniendo edad para espabilarte,
primita.- Se sonrió Katherine.-
-Perdona,- terció Idina con un tono entre digno y
jocoso.- Pero ya estoy espabilada, lo que no quiere decir que tenga que hacer
esas cochinadas.
-¡Tú te lo pierdes!- Rio Amatista, que viendo la
cara de la pobre muchacha apenas si pudo agregar entre risas.- Pero Kathy no va tan desencaminada. Además,
con una dosis de la que tiene Leval eres capaz de brillar como los súper guerreros.
A mí se me levantaba el pelo hacia arriba y todo y se iluminaba con tonos doraditos.
-¡Venga ya! – Le pidió su azorada interlocutora.-
Deja de tomarme tú el mío. No sé cómo puedes tragarte eso, puag, ¡Qué asco!-
Sentenció sacando la lengua como si realmente quisiera quitarse algo de la boca.-
Su amiga, al verla con esa expresión, se tronchó de
risa al igual que las otras y respondió desenfadadamente en cuanto pudo
dominarse un poco.
-¡No seas tonta mujer, te crees que yo!...- Cuando
aún no había acabado la frase de pronto se quedó ida, el resto de las chicas
trataron de sacarla de su mutismo.-
-¡Venga ya, Amatista!, por hoy ya está bien. Déjate
de bromas con la pobre Idina. - Le pidió Kathy sorprendida, aunque risueñamente
al principio. -
Kerria se acercó entonces hasta ella y con cierta
inquietud zarandeó un poco a su cuñada.
-¿Qué te pasa? – No obtuvo respuesta, los ojos de su
amiga miraban vidriosos al infinito y eso la asustó, alarmada les dijo a las
demás. - Algo le ocurre, ¡esto no es una broma!
-¡Amatista, por Dios, no nos asustes! - Le pidió
Idina que propuso a las demás con inquietud. -Vamos a buscar a Naya...
-Espera un poco.- Le pidió Kerria agitando aún más a su cuñada que no reaccionaba.- No sé – añadió
la muchacha observándola con una mezcla de temor y asombro.- Parece como si
estuviera en trance.
Las
otras también la contemplaron atónitas. En efecto su amiga estaba muy lejos de
las preocupaciones de sus compañeras, veía otra vez el gran cielo azul inmenso
de sus sueños. Más figuras etéreas se acercaban a ella. Una era distinta a las
demás, no era etérea, estaba provista de una gran capa negra y tenía un tamaño
imponente. No la distinguía bien, pero le pareció una presencia heladora y a la
vez transmisora de un calor muy especial que parecía querer comunicarle algo. Aunque
no hablaba, ni tampoco le mandó ningún mensaje telepático...solamente abrió un
gran libro… y fue cuando ella escuchó una voz de tono profundo y al tiempo
cálido, que sonaba dentro de sí como un eco.
-El Libro de los Días. Ha de pasar a su siguiente
capítulo. El Mensajero. Debéis escribir más páginas antes de que llegue la Nada…
Amatista no supo que significaba eso. Pero creyó
recordar habérselo oído nombrar a alguien antes. Aunque de pronto, y tan
repentinamente como cayó en ellas, despertó de sus visiones lanzando un fuerte
jadeo y miró sorprendida a sus amigas que la contemplaban asustadas.
-¿Qué te ha pasado? - Le preguntó Kerria visiblemente
preocupada aun. - Llevabas diez minutos así, íbamos a llamar a Naya.
Su interlocutora aún más sorprendida respondió.
- No, no lo entiendo, se me ha ido la cabeza un poco,
pero ha sido un instante, le estaba diciendo a Idina que...
Katherine interrumpió con tono serio e inquieto. Posando una mano
sobre las de su amiga.
- No ha sido un instante, Amatista, ¿seguro que
estás bien?
Ésta asintió aunque no muy convencida e Idina terció
aconsejándole con preocupación maternal.
- Lo mejor será que vuelvas a casa y descanses, no
te preocupes, nosotras nos ocuparemos de todo.
- Sí, sí, será mejor que me vaya a casa. - Convino
su interlocutora que se sentía muy confusa en tanto musitaba.- El Libro de los Días…
-¿Has dicho algo?- Quiso saber Idina, observándola
con inquietud.-
-No, nada. - Pudo responder la interpelada.-
- Yo te acompañaré,- se ofreció Kerria - luego
llamaré a Leval. Vosotras acabad de recoger esto, por favor, y luego nos vemos
¿vale? - Les indicó a sus dos primas que
asintieron. -
En cuanto Kerria y Amatista se alejaron Kathy se
giró hacia Idina y en confianza le comentó.
-No sé qué pensarás tú. Pero a mí me ha dado miedo.
¿Has visto la expresión de su mirada? Era como si no estuviera en este mundo.
-Puede ser algo relacionado con su embarazo. –
Repuso su prima deseando fervientemente que simplemente se tratase de eso. –
-Ojalá que tengas razón- afirmó Katherine que quiso
cambiar de tema al preguntarle a su compañera. - Cuándo nos marchemos supongo
que volverás a la Golden, ¿verdad?
-Sí. Tendré que ponerme al día, he perdido bastantes
clases y más que voy a perder hasta que vuelva. – Le contestó la aludida. - Y
no sé si Heather podrá copiar tantos apuntes ella sola. También echo de menos a
Nehie.
-Espero poder ir a visitarte algún día.- Le sonrió
Kathy. – O tú podrías venirte a mi universidad.
-Pero es que estudias bastante lejos. En Los Ángeles
– objetó su prima, alegando de seguido. – Es con Kerria que estudia en Massachusetts y no podemos vernos casi nunca.
-Sí. Es lo que tiene Harvard. Para entrar te imponen
unas condiciones muy duras. Y apenas sí tiene tiempo de tratar de cumplirlas la
pobre.- Afirmó Kathy que ahora parecía encontrarse algo inquieta -
-Lo cierto es que se ha esforzado muchísimo. -
Afirmó Idina con visible reconocimiento. – Este último año, entre sacarse el
primer curso y trabajar a tiempo parcial en un bufete, aunque fuera de
secretaria. Y todavía tendrá al menos que esperar dos años para reunir los
requisitos mínimos para poder presentar su solicitud.
-Además, ella tiene sus propios asuntos. Fue una
lástima lo suyo con Brian. No me interpretes mal. Aunque ahora salga con esa tal Samantha sé
que ha sufrido mucho. – Suspiró Katherine ante el asentimiento solidario de su
prima para afirmar.- Está claro que todas nos hemos alegrado de volver a ver a
Amatista y a Leval, pero ella muchísimo más. Les necesitaba.
-Es cierto. Bueno, pero ya la conoces, es una chica
fuerte y seguro que lo superará.- Afirmó Idina –
-Si me disculpas voy un momento al baño – comentó
Kathy a lo que su prima asintió descuidadamente en tanto dedicaba su atención a
lo que tenían que recoger. -
La joven se metió con rapidez en el servicio. Casi
no podía aguantar más, le empezaban a dar hasta temblores, llevaba ya muchas
horas. Allí en esa nave no era como en su apartamento o en la facultad que
podía ocultarse fácilmente. En cuanto pudo terminar al fin se sintió mucho
mejor. Aguardó un par de minutos todavía para calmarse y salió como nueva
dispuesta a ayudar a su prima.
-Bueno,- allá vamos.- Se dijo tratando de recobrar
su compostura.-
Por su parte, ajena por completo a esta charla de
sus compañeras, Kerria acompañó a su cuñada y amiga a su casa, durante el
trayecto hablaron y Amatista, para desviar el tema de conversación de ella
misma y lo que le había sucedido, le preguntó
a su amiga cómo le había ido en el último año. Ésta no se hizo de rogar y comenzó
a contarle a grandes rasgos sus nada aburridas peripecias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)