-Espero que les vaya bien.- Deseó la muchacha.-
-Sí, eran dos buenas personas, bastaba con mirarlas
a los ojos. Eran amables y se preocupaban por la gente. Sobre todo Ginger.-
Valoró Mazoui con una sonrisa.-
-Sí, es cierto. La pobre perdió las dos piernas por
tratar de advertir a una escuela llena de niños del ataque que sufrimos.- Recordó
su interlocutora, agregando con alivio pese a ello.- Por suerte, Giaal pudo
devolvérselas con ese tratamiento suyo.
-Es un tipo fantástico. -Afirmó Mazoui.-
-¿Y sabes qué me contó mi padre?- Le preguntó
Satory.-
Cuando
su novio negó con la cabeza ella le desveló.
-Le ofreció la fórmula a mi padre, para que la
produzca en sus laboratorios. Y a cambio no pidió nada, únicamente que fuera
gratis para todos quienes la precisasen.
-Giaal es todo un filántropo.- Declaró Mazoui con admiración,
alegando eso sí, con algo más de realismo.- Pero incluso donando esa fórmula a
tu padre no le interesaría ofrecerla gratuitamente. Tendría costes de
fabricación.
-Lo sé, pero aún así, mi padre le prometió pensárselo.
-Repuso Satory, exclamando de seguido.-¡Ah! y a propósito de eso.- Papá me dijo
que, si lo deseamos, podrán conseguirnos una magnifica casa en la Tierra.
El muchacho puso
cara de sorpresa, había hablado con Masters sobre eso, cuando el
multimillonario se le ofreció a él, pero
no sabía que Satory estuviese al corriente.
-Estaríamos en una urbanización muy tranquila.- Le
contaba su novia, incluso algo apurada al matizar.- Ya sabes cómo es papá. Dice
que no nos va a faltar de nada. Coche con chófer, servicio…
Él
escuchaba imperturbable aunque no le hacía demasiada gracia esa idea. Quería
compartir su vida con Satory, no con media docena de personas más. Pero
prefirió dejarla continuar en tanto pensaba que debía dar al fin el paso. A
todo eso, su contertulia proseguía con un tono más animado ahora.
-¿Qué te parece? Estaría tan bien poder vivir en la
Tierra. Cerca de nuestras familias.
- Satory, verás, yo...no estoy aún seguro de querer
comprometerme tanto, no es por ti, es sólo que me gustaría que ambos lográsemos
salir adelante sin ayuda de nadie. Además, ahora quizás no pueda pedir el
traslado a la Tierra.
La muchacha le observó con gesto sorprendido,
incluso decepcionado y decayendo en su voz repuso.
- Quizá te he presionado mucho y he sido muy precipitada.
Lo siento, soy una tonta, no debí decírtelo,- bajó la cabeza muy entristecida, casi
parecía que iba a llorar. -
- Satory…- Repuso Mazoui apresurándose a animarla y
tomando con afecto una mano de la muchacha entre las suyas. - No, no te pongas triste.
Yo te quiero, de verdad, pero me gustaría ser independiente, de tu padre y de los
míos. ¿Me comprendes, cariño? Desearía que ambos pudiéramos hacer algo que
fuera nuestro desde el principio. Sin deberle nada a nadie.
La chica al oír a su pareja se sintió mucho mejor,
sonrió con su característica tímida dulzura y repuso reanimando su
conversación.
- Te comprendo, toda la vida he querido ser
independiente de mi padre. Me vine a este viaje entre otras cosas, por eso...
Entonces Mazoui la interrumpió en un momento de
impulso, decidido por completo a dar ese trascendental paso que tanto se le
había resistido hasta entonces.
- Satory, quiero pedirte que...bueno. ¿Te casarías
con un tipo como yo? ¡Aunque sea un pobretón!
Ella al principio parpadeó
sorprendida tras sus gafitas, aunque al instante siguiente se abalanzó sobre su
novio abrazándole, ante la sonrisa de los demás clientes del café.
-¡Oh Mazoui, me haces tan feliz!,- pudo contestar a
duras penas por la emoción. - Claro que quiero casarme contigo. ¡Cuánto he
deseado oírtelo decir!
Él
la acarició en el rostro enjugando alguna lagrimilla de emoción en las mejillas
de la chica. Y con tono prudente le advirtió.
- Quizá tardaremos en estar preparados, pero espero
que podamos antes de un año, mientras tanto, si aceptas ser mi prometida...-
Añadió él en un acceso de mayor realismo. -
-¡Claro que sí! No te preocupes, esperaremos lo que
haga falta, cariño...- Le aseguró ella.-
Los dos se abrazaron de nuevo y se dieron un largo
beso entre los aplausos del resto de la gente, que había seguido muy interesada
la conversación, para sonrojo de ambos.
-¡Qué divertido!- Escucharon entonces una voz que
les era familiar. Más cuando les dijo con desenfado casi infantil.- ¡Os dais
abracitos como los peluchitos!
Al
verla Mazoui no pudo evitar taparse los ojos con una mano y llevarse la palma
de la misma a frente después. La propia Satory abrió unos ojos como platos y
suspiró con resignación.
-¿Estáis contentas, criaturas? – Les inquirió la
voz, cuya dueña no era otra sino Soa.-
-Al menos hasta ahora. ¡Qué alegría verte!, ¿cómo tú
por aquí? - Declaró Mazoui con patente ironía.-
-Después de mucho buscar he decidido parar un poco a
entretenerme con vosotros, humanos graciosos. ¿Sabéis que sois de mis
favoritos?- Contestó alegremente la aludida.-
-Supongo que eso es bueno.- Terció Satory aliviada
al menos de oír eso y deseando que esa individua no empezase a hacer alguna de
las suyas, le ofreció de modo casi cordial aunque resignado.- Anda siéntate.
Mazoui apartó de inmediato una silla, al menos
esperaba que esta vez esa estrafalaria diosa no llamase demasiado la atención.
-¿Qué hacíais?- Quiso saber Soa al imitar a los
humanos y tomar asiento, lo cual le pareció de por sí interesante.-
-Pues nos estábamos comprometiendo para casarnos.- Le
contó Satory casi como si se lo estuviera diciendo a una de sus amigas.-
-¿Casaros, eso que es?- Inquirió la diosa.-
-Una especie de acuerdo para pasar juntos nuestras
vidas.- Le respondió Mazoui.-
-¡Que extrañas costumbres tenéis, humanos peluchitos!-
Sonrió Soa, interesándose.- Quiero que me contéis más cosas.
-Bueno, pues Mazoui me ha pedido que sea su esposa.
Y yo he aceptado.- Le explicó Satory.- Cuando estemos preparados haremos una
ceremonia a la que vendrán nuestros amigos, y habrá comida y bailaremos.
-¿Eso es divertido?- Quiso saber su interlocutora.-
-Con la gente adecuada, sí.- Musitó Mazoui.-
La
diosa le miró como si no hubiese entendido ese comentario. El chico se limitó a
sonreír de forma algo tonta y fue Satory quien le sacó del apuro, añadiendo.
-Sí, claro, es muy divertido. Y los invitados nos
harán regalos…
-¿Qué son regalos?- Preguntó Soa.-
-Nos darán cosas para ayudarnos a ser felices.- Le
explicó Mazoui.-
-Eso suena interesante. Cuando hagáis esa ceremonia
yo iré y os daré uno de esos regalos. ¿Queréis una galaxia?- Quiso saber con
visible interés.-
-¡Una qué!- Exclamó el chico abriendo los ojos como
platos.
-Sí, ¡hay muchas! - Sonrió la diosa asintiendo para
afirmar de forma jovial.- Os puedo traer alguna…
-No, bueno, no hace falta, gracias. Nos conformamos
con algo un poco más modesto.- Se apresuró a decir una perpleja y alarmada
Satory.-
Y
es que, tras haber sido testigos de los prodigiosos poderes de los que esos
dioses estaban dotados, ¡lo mismo esta era capaz de hacer aquello. Desde luego provocaría
una hecatombe de proporciones cósmicas, de modo que mejor disuadirla.
-No, no necesitamos para nada una galaxia, gracias.-
Añadió la joven científica.-
-Pues una estrella.- Comentó Soa como si tal cosa.-
-De veras, te lo agradecemos muchísimo, pero los
humanos somos más de vivir tranquilos en un sitio algo más reducido y menos
caliente.- Pudo decir el atónito y asustado Mazoui.- No hace falta que te
molestes, ¿eh?
Y es que él también creía perfectamente capaz a esa
loca de hacer lo que les había propuesto. E incinerarles a todos trayendo
alguna estrella junto a Bios y a la SSP-1 no era lo que el muchacho pudiera
calificar como un regalo de bodas adecuado.
-Sí, una casita mona, pero eso ya nos lo va a
regalar mi padre, que tiene mucho dinero.- Se sonrió Satory.-
-¿Tu padre es un dios?- Inquirió su contertulia, por
cierto.- ¿Qué es un padre? ¿El dinero era eso con lo que pagabais, a que sí?
-Sí, eso era. Y en cuanto al padre de Satory. Pues
no sabría decirte si lo es o no.- Comentó sarcásticamente Mazoui.-
Su
prometida le miró con una mezcla de sorpresa y reprobación, el chico volvió a sonreírse
de una forma algo tonta y se disculpó.
-Perdona, era solamente una broma.
-Mi padre es quien me ha creado a mí, bueno, junto
con mi madre. Igual que Amatista y Leval están esperando a su bebé y ellos
serán sus padres. ¿Lo entiendes? Pues hace muchos años yo fui el bebé que mis
padres esperaron.
-¡Ah sí!. Los peluchitos cabezones.- Exclamó Soa.- Eso
es muy divertido. Vi muchos peluchitos en ese sitio llamado hospital y luego arreglé
a todos los humanos estropeados.
-Así que fuiste tú, ¿eh?- Se sorprendió (o quizás no
tanto) Mazoui.-
Y
es que su amigo Giaal le había comentado aquello con asombro. Hace unos días,
de pronto, todos los pacientes, sin importar la dolencia o enfermedad que
tuvieran, se habían curado como si de un milagro se tratase. La noticia todavía
estaba circulando por la nave.
-Seguro que no os molestó, ¿verdad?- Quiso saber con
mucho interés, Soa.-
-No, a mí me parece muy bien.- Afirmó su
interlocutora, añadiendo con aprobación.- Eso quiere decir que puedes ser buena
si te lo propones.
-¿Buena? – Repitió Soa sin parecer entender.- ¿Qué
es ser buena?
Y tras
mirarse estupefacta con su novio y suspirar largamente, Satory decidió ser algo
más explícita y clara con esa individua.
- Ser alguien bueno es preocuparse por otros y
tratar de ayudarles. Pero, en este caso, el de nuestra boda, no es necesario. Mira,
te agradecemos mucho tu amabilidad. De veras. Estas ceremonias son muy para los
amigos íntimos y las criaturas como nosotros. Sería un lio tremendo si los
dioses intervinieseis. Ibais a asustar a mucha gente aunque tuvierais buenas
intenciones.
-Vaya, eso no le iba a gustar a nuestro señor Georcael.
- Se dijo la diosa al recordar las instrucciones recibidas, añadiendo con
despreocupación.- Vale, entonces no haré nada en vuestra ceremonia rara.
La
pareja de novios pudo suspirar con alivio ahora, aunque su “ invitada”
enseguida centró su atención en otra cosa queriendo saber.
¿Para qué
sirve todo eso?- Señaló hacia los cubiertos y vasos con algo de bebida y
pasteles que quedaban.-
-Nos tomábamos algo. Estábamos comiendo.- Le dijo
Mazoui.-
-¿Comer?... ¿eso qué es?..¿Es divertido? ¿Para qué
sirve?- le interrogó su interlocutora.-
-Verás. Los humanos y el resto de los seres vivos
tenemos que alimentarnos para poder subsistir.- Le explicó Satory.-
-¿Y cómo lo hacéis?- Quiso saber la diosa.-
-Mira. Así. - Le enseñó Mazoui, comiéndose un
pastelito ante la atónita mirada de su contertulia.-
Soa
sonrió batiendo palmas. Eso parecía ser divertido. Al menos los humanos daban
la impresión de disfrutar haciéndolo. Había hecho desaparecer esa cosa blandita
dentro de él. Y había muchas más de aquellas cositas allí. Y muchos otros
humanos realizando ese mismo ritual. De modo que preguntó con patente
curiosidad.
-¿Y puedo hacerlo yo?...
-No veo porqué no.- Contestó Mazoui que pidió a un
camarero un vaso de leche y algún pastel más.- Hala, sírvete.
La
diosa imitó el comportamiento humano, bebió de aquel vaso, manchándose los
labios de leche y se metió un pastel en la boca, preguntando.
-¿If qef agof ahogra?….
-Tienes que masticarlo.- Le explicó pacientemente
Satory haciendo una demostración, tras la que dijo.- Y luego tragártelo…
Soa
imitó aquello y sonrió encantada para declarar.
-Ha sido divertido…
-¿Te ha gustado?- le preguntó la humana.-
-¿Gustado?- Repitió ésta con desconcierto.-
-El sabor del pastelito.- Le aclaró Mazoui.-
-¿Qué es
gustar?- Fue la inevitable pregunta de aquella extraña entidad.-
-Si ha sido de tu agrado.- Le dijo Satory que ahora
la observaba divertida para indicarla.- Te has manchado de leche los labios.
-Bueno.- Repuso la diosa.- Sí que me ha agradado y
eso de mancharse, ¿Qué significa?
-Pues que te tienes que limpiar. Anda, deja que lo
haga yo.- Le pidió su interlocutora, haciendo los honores con una servilleta.-
-¡Qué cosas tan graciosas hacéis los humanos! Quiero
comer más.- Declaró Soa.-
-Pues aquí tienes.- Le ofreció Mazoui, quien
alegremente agregó.- Come sin cumplidos…
Aunque
enseguida se arrepintió de haber hecho semejante propuesta. Ante los anonadados
ojos de todos los presentes, incluidos él y Satory, la diosa se tomó varias
bandejas de pasteles y unos cuantos vasos de leche de una tacada.
-Ni mi tío Roy, ni Leval son capaces de comer así.-
Suspiró un perplejo Mazoui viéndola.-
Finalmente fue la hija de Masters quién pudo decir
entre atónita y apurada.
-¡Oye! Que te va a sentar mal.
-¿Por qué? ¿Qué es sentar mal?- Quiso saber ésta que
seguía devorando en esta ocasión unas cuantas tartitas de manzana ante el
asombro de los camareros.- ¿Es divertido?...
-Para nada. – Terció Mazoui, alegando a su vez.- Y
no vamos a tener dinero para pagar esto ni aunque hipotequemos la nave.
-Difnerof- Repitió Soa entre bocado y bocado que
daba.- Esof no ef problema…
Por
supuesto que hizo aparecer de la nada un par de lingotes de oro ante el asombro
de los presentes. Aunque cuando estaba dispuesta a proseguir con esa divertida
cosa que era comer, la voz de un hombre le llamó la atención. Era aquel dios
más bondadoso y tranquilo que se aproximó hasta la mesa y le dijo.
-Ya es suficiente, deja tranquilos a los humanos,
Soa. Tenemos cosas mucho más importantes y urgentes que hacer.
Y
aunque pareciese mentira, la interpelada obedeció levantándose enseguida. No
obstante, el dios la detuvo con un gesto y le indicó.
-Basta de mostrar tus poderes a estas criaturas. Nos
iremos a su modo, caminando. Y humanos.- Agregó hacia Mazoui y Satory que
miraban asombrados aquella pila de bandejas y vasos vacíos.- Lamento las
molestias.
-No, si se ha portado muy bien.- Sonrió Satory quitándole
importancia.-
-Sí. ¡Esto es increíble! - Suspiró Mazoui, no sin sarcástico
humor al sentenciar.- Acabo de proponerte que nos casemos y ya hemos tenido que
llevar a la niña de merienda…
Su
prometida se rio, Soa se despedía agitando la mano, seguida por Redan, en tanto
la diosa afirmaba.
-¡Qué bien! Ahora seguiremos imitando a estos seres
tan entretenidos…vamos a andar. Oye Redan. También hacen una cosa muy divertida
que se llama comer…Y se casan, y hacen ceremonias…
Y en
tanto se perdían por una calle adyacente lejos de las miradas de curiosos, el
dios movía la cabeza con resignada paciencia escuchando aquella perorata. Mientras
todo aquello acontecía Amatista, acompañada de Kerria, había llegado a su casa.
-¿Cómo te encuentras, Tist?- Se interesó su cuñada.-
-Estoy bien, gracias. De veras, Ky.- Le aseguró
Amatista.-
Efectivamente, parecía estar bien y durante todo el
camino había manteniendo con ésta una larga conversación. Su cuñada le contaba
lo ocurrido en su último año.
- Verás, mi vida no ha sido muy tranquila que
digamos, he pasado por bastantes cambios.- Le confesó con cierto pesar. -
- Bueno, para empezar, nos has hablado de esa chica.
Samantha. ¿Qué pasó con Brian? ¿Se portó mal contigo?- Le preguntó su
interlocutora con incredulidad. –
Su
amiga suspiró, moviendo lentamente la cabeza y respondió con voz queda.
- No, nada de eso. Lo dejamos tras unos meses que
cada vez fueron más complicados.- Confesó Kerria. Añadiendo como si tratase de
justificarse. -¡Lo intenté Amatista, de veras que lo intenté!, pero el amor que
siento por él no podrá ser nunca el que Brian espera. No le quiero como una mujer
pueda querer a un hombre, en ese sentido. Para mí es más un hermano o mi mejor
amigo.- Afirmó ella con un poso de consternación en su voz y su mirada. -
- Pero quizá es eso lo que él quiera, no todo tiene
que ser sexo.- Le dijo su contertulia apenada realmente por ese estupendo chico.
– Existen relaciones platónicas.
- No, él quería que me casase con él. Incluso se me
declaró. Y fue muy duro para mí tener que decirle no. Mira, tú amas a mi hermano
y por eso te casaste con él, pero yo no quiero a Brian de la misma forma. -
Replicó su amiga que entonces miró a su cuñada intensamente y se confió a ella.
- Imagínate a ti misma haciendo el amor con otra persona que no fuese Leval. –
Su interlocutora asintió comprensivamente, no podía ni pensarlo siquiera, de
modo que Kerria añadió desvelándola en íntima confianza. - Estuve manteniendo una relación esporádica
con otra mujer. Aquello no resultó bien, pero entonces conocí a Samantha. Bueno, ya la
conocía, pero yo estaba saliendo con la otra, con Maggie. Y después de mi aparición
en el programa de Al Mats, cuando admití mi homosexualidad. Pues sucedió. Ella me
confesó que estaba enamorada de mí. Al principio estuve un poco reacia, pero
poco a poco empezamos a vernos y surgió. Yo también me enamoré. Es una chica
maravillosa, dulce y buena. Que lo ha pasado mal también.
Amatista no supo cómo responder, al fin dijo algo inquieta,
ya que su amiga no parecía demasiado contenta según se lo contaba.
- Bueno, me alegro por ti. Si eso es lo que tú deseas.
Pero, ¿lo saben tus padres?
- Sí, no te preocupes por eso, mis padres me han
ayudado mucho, sobre todo papá. Ha cambiado muchísimo. Él me ha apoyado en todo
momento igual que mi madre. Han acogido maravillosamente a Sam. Ahora sé que los
dos comprenden lo que yo siento.
- Entonces, si todo está bien. ¿Por qué me lo dices
con esa cara?- le preguntó algo inquietada pues lo cierto es que la expresión de
la cara de Kerria no era muy feliz. -
- Verás, son muchas cosas además de eso. Estoy
agobiada con mis estudios, por ejemplo. Quiero entrar en Harvard para estudiar
leyes allí y es muy complicado. Ya sabes que no admiten a cualquiera y me paso
casi todo el día estudiando para sacar con notas altas los primeros años de
derecho en mi universidad y el resto tratando de trabajar en algún bufete para
adquirir experiencia aunque sea de copista. Añade a eso las grabaciones de
alguna canción. Por suerte he tenido el respaldo de la asociación de Gais y
Lesbianas de Nueva York. Trabajo en el despacho de abogados de unos prominentes
miembros de esa comunidad.
- ¡Chica!, eso sí que es un esfuerzo tremendo. -Admitió Amatista que también le contó. – Te
comprendo muy bien. Durante el viaje en la nave tuve que sacarme los tres
primeros años de la carrera en unos pocos meses y además trabajar en el
laboratorio sin contar con todas nuestras vicisitudes. Pero, dime una cosa. –
Le inquirió de forma perspicaz. – Te conozco y si solamente fuera eso no
estarías tan preocupada. Tú eres capaz de afrontar ese tipo de retos y mucho
más. Dime Kerria. ¿Qué otra cosa sucede?
La
muchacha sostuvo su mirada y asintió. Estaba claro que su amiga le leía el
pensamiento. Confesó tras un largo suspiro.
- Hace unas semanas amenazaron a Samantha. Sólo porque
es... ya sabes, gay, y por salir conmigo. Bueno, realmente ella es bisexual. Antes
incluso de eso descubrí que había estado casada y que su exmarido la había maltratado. ¡El malnacido llegó
a secuestrarla! Gracias al Cielo que la madrina Ami me ayudó y entre las dos
pudimos liberarla.
- ¡Qué horror! – Pudo decir Amatista realmente atónita
y llena de pesar por su amiga.-
- Como ya te he dicho antes, Sam es una chica
maravillosa. Pero tuvo muy mala suerte. Se casó muy joven presionada por su entorno.
Ella no me lo quiso decir al principio, estaba preocupada de que si yo lo
sabía, pudiera creer que no estaba enamorada de mí. Aunque se divorció la
primera vez que su agresor la atacó y fue declarado culpable.
-Pero, entonces ella… ¿Acaso no es?- Comentó su
perpleja interlocutora que no sabía cómo exponer aquello sin violentar a su
amiga.-
-¿Qué si ella no es de veras lesbiana?- Le sonrió su
contertulia relajando aquella incipiente tensión.- Realmente a veces me lo
llegué a preguntar. A veces no es tan sencillo, Tist. Ya te lo he dicho. Es bisexual.
Luego me confesó que desde muy joven se sentía atraída tanto por hombres como
por mujeres.
-Pero prefiere a las mujeres. ¿No?. La prueba es que
está contigo.- Comentó su contertulia.-
-No tiene porqué ser así. Ella se ha enamorado de mí,
pero podría haberlo hecho de un hombre. Incluso me puse algo celosa cuando se
conocieron ella y Brian.- Se permitió bromear para proseguir.- Sam se enamora
de la persona, sin más. Y es todavía más difícil que ser lesbiana o gay.
Incluso entre miembros de nuestro propio colectivo eso no se comprende a veces.–
Musitó Kerria con voz queda.-
-Me hubiese gustado que viniera contigo para poder
conocerla.- Declaró su contertulia.-
-Es algo complicado. Tenía mucho trabajo, pero sobre
todo, es muy tímida y le cuesta entablar relación con personas que no conoce. –
Y dicho esto guardó unos instantes de silencio y retomó la palabra con una
mezcla de tristezas e inquietud.- Además, sus padres son muy religiosos y conservadores,
Amatista. Jamás entenderían que estuviese con otra mujer. Ahora, lo que mi
pareja más desea es tratar de mantener la relación con su familia y quizás
hacerles ver que… ya sabes…pero tiene mucho miedo. Es más, cuando su ex marido
la hirió no quiso que sus padres fueran a verla al hospital. Temía que atasen
cabos. Lo que más le aterra es perder a su familia por esto. Dice que no se lo
perdonarían.
-¡Pobre muchacha! - Se compadeció Amatista con un
suspiro.-
- El juicio se celebró hace poco. ¡Declararon
culpable a ese cabrón y espero que se pasará mucho tiempo en la cárcel! –
Espetó Kerria con patente indignación.- De veras que estuve tentada de haberle
congelado para siempre. Si vieras lo que le hizo a Sam. Gracias a Dios que
llegamos a tiempo. ¡Tist, te juro que deseaba matarle!
-Pero no lo hiciste, eso prueba que eres una gran justiciera.
- Le sonrió su amiga con solidaria aprobación, haciéndose cargo de aquello.-
- Por suerte, la madrina Ami estaba allí y me ayudó
a reflexionar. Quiero servir a la ley, ser una abogada penalista. Tratar de no
tomarme la justicia por mi mano y usar el sistema legal. ¿Sabes? En el futuro mi
lucha tiene que ir por ese camino. Cuando me saque el título aspiro a defender
a las personas víctimas de malos tratos, discriminación, acoso... En fin, ahora
en el bufete de Sebastián y de Pedro estoy aprendiendo muchísimas cosas.
- Eres una mujer admirable. Siempre lo has sido.-
Declaró Amatista con sincera apreciación.- Nunca te has rendido…
-Tú tampoco te quedas atrás. - Afirmó su interlocutora
animando su cara con una sonrisa, aunque enseguida retomó el tema del que
estaban hablando y su rostro volvió a ensombrecerse.- Y ahora que estoy feliz
con mi pareja y mi vida, tenemos que estar en guardia otra vez. Unos tipejos,
esta vez anónimos, nos hostigan. No sé de quiénes podrán tratarse pero me asusta
que puedan llegar a hacer daño a Sam. Como te he comentado yo estuve luchando
por la justicia con Idina y Katherine las pocas veces que pudimos vernos y
también cantando en ese tiempo. Hace unas semanas de todo esto, ¡se armó una
buena! No entiendo a determinados grupos de gente, nosotras no hacemos nada malo,
pero nos odian por ser como somos. No les importa si hacemos cosas buenas o si
tratamos de ayudar a los demás.
- Siempre han existido personas así, debes
ignorarles. Me avergüenza pensar que yo misma hice daño a gente buena sólo por esos
mismos prejuicios.- Se auto reprochó Amatista recordando sus amargas
experiencias anteriores. – Era una cría estúpida entonces, creía saberlo todo y
no sabía nada. Nada de lo que de veras es importante. Y tras las últimas
experiencias me he dado cuenta de eso. Por ello te pido que trates de evitar la
confrontación siempre que puedas.
- Y lo hago, pero ¿qué harías tú si alguien
amenazase con darle una paliza a Leval sólo por salir contigo? ¿O si atacasen a
las personas que más quieres?
-¿Ha debido de ser muy duro, verdad? - Declaró
Amatista solidariamente y Kerria asintió contándole lo sucedido. -
- Mi padre se enteró un día de que nos agredían
psicológicamente y nos insultaban, salió al encuentro de un grupo de gamberros
que lo hacían y si mi madre no le disuade los mata. Ya sabes cómo se pone
cuando algo le enfurece. Pero debo admitir que les dio un buen susto, no
volvieron a meterse con nosotras. De todos modos, no quiero que se busque
problemas ni que haga algo de lo que después se arrepienta.
Amatista asintió, sobre todo recordando a Leval y
aquel trago que tuvieron que pasar contra esos dioses que, afortunadamente, parecían
haberles dejado tranquilos. Dejando eso a un lado quiso saber con sincera
preocupación
- Y Brian, ¿cómo se lo ha tomado él?
- Muy bien, sigue siendo mi mejor amigo, aunque al
principio si que fue duro para los dos. Lo pasé muy mal. Y él aún peor.- Musitó
de modo pesaroso, insistiendo una vez más.- ¡Ojalá hubiera podido compartir sus deseos,
Amatista!, te lo digo de veras, nunca he conocido a un muchacho mejor, pero no
es posible. Sobre todo cuando he visto la mala suerte que tuvo Sam al elegir.
- Me has dicho que él y Samantha se conocen.- Le
recordó su contertulia.-
-Es verdad.- Sonrió levemente Kerria ahora para
contestar.- El día que por fin pude convencer a mi novia para que conociera a
mis padres. Al poco Brian se pasó por casa. Hacía mucho que no sabía de él. ¡Me
llevé una enorme alegría, Tist!- Admitió la muchacha.- Y ya te digo, él y
Samantha parecieron caerse muy bien. En mi opinión, demasiado.
-No creo que entre ellos vaya a haber nada.- Repuso
de inmediato sui amiga.-
-No, claro que no. ¡Es una broma, tonta!- Rio ahora
Kerria.- Si me contó que hasta se ha echado novia y todo. -Le desveló a su
amiga añadiendo ya con un tinte más serio e incluso nostálgico.- Y no me sorprende
porque es un chico estupendo. Si yo no hubiese sido así, como soy… desde luego que
me habría casado con él sin dudarlo. Y no dudo de que hubiésemos sido muy
felices. Sé que le hice mucho daño, pero ¿cómo podría haberlo evitado? - Inquirió
a su amiga que convino con ella en eso. Aunque Kerria animó su expresión para
proseguir con más optimismo. – De todos modos, sé que hice bien. Afortunadamente
hemos superado aquello. Ahora siempre puedo contar con su apoyo. Incluso a él
le han amenazado sólo por ser mi amigo.
-¡Cuánto lo siento, Ky! ¿Cómo están las cosas ahora? - Se interesó su
cuñada. –
La
interpelada le dedicó una mirada triste ahora, casi resignada y le contó.
-Pues en la Tierra están proliferando mucho los
intolerantes. Cada vez más personas son captadas por grupos religiosos que
predican la vuelta a las costumbres decentes. ¡Imagínate! Sin ir más lejos,
pude asistir a un debate sobre la homosexualidad en la facultad. La mayoría
evidentemente no eran tan cerrados, ni homófobos pero algún que otro estudiante
incluso llegó a poner un ejemplo absurdo.
-¿Ejemplo, cuál?- Quiso saber Amatista.-
-Comparó a las personas con los imanes, a la
atracción sexual con la magnética.- Le aclaró Kerria, parafraseando con un
impostado tono de voz grave a aquel individuo.- ¿Lo veis? Las personas somos
como los imanes, polos opuestos se atraen, polos iguales se repelen, eso es lo
natural.- Moviendo la cabeza suspiró para añadir ya con su tono normal de voz.-
Evidentemente dio a entender que nadie debería relacionarse con personas del mismo
sexo. ¡Y lo peor es algunos activistas como ese tipo van por los institutos e
incluso los colegios poniendo ese tipo de ejemplos falaces, Amatista! Están
creando una nueva generación de homófobos y me asusta mucho que eso suceda. En
nuestro país, tras las presidencias retrógradas que hemos tenido, las cosas han
retrocedido. Y es algo que parece estar repitiéndose en todo el planeta.
-Lo lamento mucho, de veras. Pero sé que tú y otros
muchos no os vais a rendir.- La animó su cuñada.-
- Eso te lo garantizo. Es más, ya me conoces. Cuanto
mayor es el reto más me crezco. – Sentenció su amiga.-
-Sí, las Justicieras somos así.- Sonrió Amatista.- Lo
importante es que ahora, tanto tú como tu novia Samantha, estéis felices y
bien.
Su interlocutora sonrió más despreocupadamente,
tranquilizando a su amiga y respondió.
- Lo estamos, no te preocupes. Pasaron casi seis
meses de aquello y todo parece que se ha terminado. Bueno, ahora Sam espera que
yo vuelva. Como te dije, no quiso venir hasta aquí con nosotros a pesar de que
se lo ofrecimos, es muy vergonzosa. Quizás se siente insegura tras todo lo que
ha tenido que sufrir y tiene miedo de arriesgarse a ser vista conmigo fuera del
trabajo. Siempre hay paparazzi que podrían captarnos en alguna situación algo
delicada. Eso dice la pobre.
-Pues eso tiene que terminar. Debes animarla para
que venza esos temores. – Afirmó su cuñada sentenciando. – Convéncela para la
próxima vez y te aseguro que aquí tendrá a una amiga para lo que necesite.
- Lo intentaré. Muchas gracias. Desde luego que
habrá otras ocasiones. Bueno, y vosotros también podéis venir a vernos a la
Tierra, si es que no os da mucha pereza. – Le propuso su amiga ya de modo
jovial. –
-Sería estupendo pero ahora estamos en medio de la
aclimatación a Bios, y con mi embarazo preferimos estar en la nave.- Replicó
Amatista. – Espero que tú puedas quedarte algún tiempo aquí. Leval y yo os echábamos
muchísimo de menos a tus padres y a ti, ¡la verdad es que tenía tantas ganas de
volver a verte!
Ambas se tomaron de las manos y Kerria sonrió.
Afirmando divertida.
- ¡Menos mal que Sam no nos ve!, porque si sacásemos
esto de contexto. Alguien podría decir que tenemos una tensión sexual no
resuelta, ¡ja, ja!…
- No seas mala.- Se sonrió su cuñada afirmando casi
hasta el punto de emocionar a su amiga. – Sabes muy bien lo mucho que te quiero.
Y lo agradecida que te estoy por todo. Tú y Satory sois las hermanas que siempre
quise tener. Y a ti te he echado tanto de menos.
-Gracias. Lo mismo digo.- Pudo responder Kerria, casi
con sus ojos haciendo aguas ahora para admitir.- Lo pasamos muy mal cuando
vuestra nave desapareció. Y mi madre se sumió en una terrible depresión. No
sabíamos que hacer para levantarle el ánimo. Ni siquiera la madrina Ami pudo al
principio. Gracias a Dios que eso pasó y ahora estamos otra vez reunidos.
Y
tras darse un afectuoso abrazo, la también emocionada Amatista quiso relajar la
tensión declarando.
-Tu novia es una chica con suerte, espero que me
perdone el alejarte de ella durante unos pocos días.
- Lo hará y cuando regrese, ¡quién sabe!, a lo mejor
vivimos juntas.- Afirmó su amiga con patente ilusión. -
- Es un paso muy importante. Si os decidís espero
que seáis muy dichosas. Fíjate, cuando tu hermano se declaró y comenzamos a ser
novios, no lo pensé mucho. Pero, tras la boda, a mí misma me asustó vivir con
Leval. No quería que la magia se rompiera y hasta ahora afortunadamente no ha
sido así. Además, ahora con el embarazo estamos más felices que nunca. Por cierto
¿habéis pensado alguna vez en tener hijos y eso?
- Sí, claro, alguna vez lo he pensado pero.- Kerria
se interrumpió, miró al vientre de Amatista, pese a que todavía no podía
notarse nada y le inquirió con una mezcla de fascinación, curiosidad y ternura -,¿qué se siente sabiendo que vas a ser
madre?.
- Es algo muy hermoso - repuso su amiga con
expresión soñadora -...tengo tantas ganas de que nazca. – Y con su mejor
voluntad le propuso a su cuñada. - Tú también podrías quedarte embarazada, si
quisieras, con el donante anónimo adecuado...
Kerria negó con la cabeza, a la par que le
confesaba.
- No, yo no quiero que sea así. Deseo que si algún
día tengo un bebé, este nazca fruto del amor, y no podría imaginarme a otra
persona para ello que no fuese Brian. Un día quisiera tener el valor suficiente
para hablar con él de eso y decirle que, si alguna vez me decidiera a tener un
hijo, me gustaría que él fuera el padre.
-¿Qué opina
tu compañera de eso? - Quiso saber Amatista con visible estupor. -
- Tras conocerse en mi casa y verse un par de veces
me ha dicho que le cae muy bien.- Le repitió Kerria.- Creo que no podría estar
más de acuerdo. Aunque no le he dicho nada todavía, quizás podría querer ser ella
la madre biológica también. No sé. Tengo que meditarlo. Por ahora solamente te
lo he contado a ti. Pero, sin ir más lejos, no creo que a Rebecca, la novia de
Brian, le hiciera mucha gracia.
- Y él, ¿qué crees que opinará él? Eso es lo
principal. – Inquirió su interlocutora sin poder evitar sonar curiosa. –
Kerria
se sonrió con gesto algo ausente y suspiró.
- Tal y como te he dicho, debo reflexionar mucho
sobre el tema. Aun no sé si me atreveré a comentárselo a Brian, aunque creo que
le daría mucha alegría escuchar eso. Podría ser el donante perfecto. Siempre me
dijo que no quería forzarme a tener relaciones sexuales cuando salíamos, pero
yo estaría dispuesta a acostarme con él si hiciera falta. Sé que no buscaría
sólo el sexo, sino hacerme feliz. Pero no quisiera que pensase que soy una
egoísta. Que cambio de opinión cuando me conviene. De hecho, no sé si yo podría
tener esa clase de relación con un hombre. Aunque fuera Brian y por esa causa.
Amatista
estaba asombrada, el hecho de que Kerria, que había más que probado su
homosexualidad, estuviera dispuesta a pensar en eso, era algo de mucho mérito.
Opinó entonces con admiración.
- Es maravilloso...no sé qué decir, ese chico te
quiere mucho, y tú también a él, creo que trasciende el amor corriente entre un
hombre y una mujer.
- Eso pienso yo también. - Convino Kerria iluminando
su rostro con una sonrisa para sentenciar. -Siempre, por muchas vueltas que la
vida nos dé, creo que podremos sentir eso el uno por el otro. Por eso, lo que
menos querría en el mundo es hacerle daño.
Su
interlocutora asintió, era en verdad un dilema. ¿Cómo podría Ky pedirle algo
así a quien había rechazado? La cosa era realmente compleja, pero Amatista lo
dejó estar. Las dos siguieron charlando durante horas de sus proyectos, planes,
esperanzas y temores hasta que Kerria se marchó. La francesa se tumbó en la
cama pensando en lo que le había contado su amiga. Por supuesto, mucho de
aquello debía permanecer en secreto. Incluso para su esposo.
-Son cosas tan íntimas que únicamente se pueden
confiar a una amiga o una hermana.- Meditó.- Y pese a que mi marido es
estupendo, siendo un hombre no creo que pudiera comprenderlo.
Así pasó el rato hasta que Leval llegó.
-Hola. ¿Qué tal va todo?- Quiso saber él.-
Y
es que no tenía ni idea de aquel nuevo episodio de “ mareo” que su mujer había
sufrido. Ella optó por no decirle nada de eso y simplemente le comentó.
-Todo está bien. Tu hermana estuvo aquí conmigo
durante un buen rato. Nos pusimos al día.- Sonrió afectuosamente Amatista al
pensar en Kerria y en la conversación que habían mantenido.-
-Me alegro. Ky te adora, y la he visto encantada con
la idea de ser tía.- Convino un contento Leval.-
-Es una lástima que estemos tan lejos los unos de
los otros.- Musitó su esposa.-
-Sí que lo es.- Afirmó él, abrazándola con ternura
para sonar más animado al replicar.- Pero nos veremos más a menudo. Ya verás.
Cuando Bios esté listo y tengamos a nuestro bebé, vendrán todos de nuevo. Y
luego ya iremos nosotros a visitarles a la Tierra. Será estupendo.
-Claro.- Sonrió Amatista sintiéndose mejor.-
Leval
le dio un cálido beso en la frente y se fue a la ducha. Ella por su parte
siguió descansando.
-Espero que tengas razón, cariño.- Pensó la joven acariciándose
el vientre con todo el amor que pudo.- Y tú, chiquitín, espera a conocer a toda
tu maravillosa familia…
Por otro lado Alan y Naya paseaban por el
astropuerto viendo despegar y aterrizar las naves. Charlaban sobre sus planes
de futuro cuando Zoen apareció delante de ellos. La diosa miraba a Alan con
interés. Y éste le dedicó otra mirada nada amistosa en tanto le reprochaba.
-¿Qué es lo que queréis ahora? ¿Acaso no vais a
marcharos nunca?
Zoen Ignorando sus palabras respondió.
- Quiero probarte. Dame tu vigor. Sé que eso os
gusta a los machos.-
Naya y Alan se miraron atónitos. La joven incluso le
respondió a Zoen de muy mal genio para lo que en ella solía.
-¡De eso nada, Alan es mi novio, ni se te ocurra
pedirle eso otra vez!...
La diosa
no poseía la virtud de la paciencia precisamente y ya pensaba en que iba a
tomar medidas más drásticas contra esos tontos y primitivos seres cuando
apareció Dialen a su lado y de modo sorprendentemente severo, le llamó la
atención.
- Zoen, ya conoces las órdenes del señor Georcael,
no molestes a los humanos.
La diosa a desgana replicó.
- Claro, lo que nuestro señor diga - y sin más
desapareció.-
Dialen hizo lo mismo sin mediar más palabras ante
los atónitos jóvenes.
-No sé a qué demonios jugarán esos seres. Pero no me
gusta nada. – Pudo decir Alan todavía recobrándose de la sorpresa. –
-Ni a mí. Desde luego son muy poderosos, ninguna de
mis habilidades sirve de nada cuando están delante.- Confesó Naya no sin temor.
–
Y
esa dulce chica desde luego estaba dotada de los mismos poderes que su hermano.
De desearlo no tendría problemas en hipnotizar o leer las emociones de
cualquier humano. También era capaz de elevarse en el aire y volar. Incluso de
usar ataques de energía. Sin embargo, dada su naturaleza pacifista y bondadosa,
no utilizaba aquellos dones. Únicamente quizás, estaría obligada a hacerlo en
un caso extremo de legítima defensa. Por desgracia, frente a esos seres que
parecían omnipotentes, nada de eso le serviría. Como único consuelo, escuchó
las palabras de su pareja, quien, con aire pensativo, comentó.
-Al menos parece que alguien les ha llamado la
atención. No sé quién podrá ser pero debe estar por encima incluso de ellos
para que obedezcan con tanta rapidez.
-Esperemos que sea así y que quien quiera que sea
les mantenga a raya. – Suspiró Naya tomando de un brazo a su novio. –
-Bueno, vamos a dejar eso.- Dijo él tratando de
volver a su conversación anterior.-
-Entonces. ¿Te vendrías con nosotros si al final
somos elegidos para el proyecto y no hay vida amenazada?- Inquirió ella.-
-Sí, mi amor. No lo dudes. – Le sonrió él con
visible afecto. – Pero es algo de lo que deberíamos estar totalmente seguros.
¿Quién sabe? Quizás en la vieja Tierra tengamos también una buena oportunidad.
Pero, sobre todo, deseo conocer tus sentimientos sobre eso. Dímelo con sinceridad
¿Tú quisieras ir con tu hermano y con Susan en esa nueva nave?
Naya
suspiró, mirando a su novio con afecto y algo de titubeo para responder
despacio y con tono suave.
-Si te digo la verdad, ni yo misma lo sé. Por un
lado quisiera pasar más tiempo con mi hermano. Pero, por otra parte no quiero
contribuir a destruir formas de vida que ya pudieran estar evolucionando en ese
mundo. Y además, deseo terminar mis estudios en la Tierra y tener cerca a mis
padres. Tampoco quisiera separarte a ti de los tuyos. Yo nunca fui tan viajera
como él, me gustaría más asentarme.
-Y echar raíces.- Sonrió Alan.-
-Bueno, eso lo hace únicamente nuestro árbol sagrado
Makaiju.- Le comentó ella mirándole con perplejidad al comentar.- Nosotros no
tenemos esa capacidad.
-¡Ja, ja! Es una expresión humana. Significa precisamente
quedarse a vivir en un sitio fijo. – Le desveló su novio.-
Eso
hizo reír también a la muchacha. ¡Era curioso desde luego!
-Bueno, supongo que al sagrado árbol eso le parecería
bien.- Declaró con gesto divertido.-
-Quizás dentro de unos pocos años, cuando nos
estabilicemos, podríamos pensar en ir a ese planeta al que quieren llegar si no
han acabado con otra vida que ya estuviese. Y pudiera ser que echásemos raíces
allí. ¿Te gustaría? - Preguntó el chico.-
La muchacha le sonrió con dulzura asintiendo, ahora
mecía su largo cabello castaño mirando al muchacho con esos ojos azul
aguamarina que tenía en su apariencia humana. Así era, ella tampoco tenía muy
claro eso de marcharse. Tal y como había admitido ante su novio, al margen de
esa conciencia provida, sus afectos estaban divididos. Por un lado la familia
de Alan, e incluso sus propios padres, quienes podrían visitarles más
fácilmente en la Tierra. Del otro, su hermano y Susan, a la que había llegado a
apreciar mucho, camino a ese prometedor mundo. Todavía no era capaz de decidirse,
pero aún había tiempo. Mejor no pensar en ello por el momento. Miró
cariñosamente a su novio que hizo lo propio atrayéndola hacia él. Tras
abrazarse y fundirse en un largo beso los dos se marcharon del astro puerto
rumbo al deslizador que les llevaría a casa.
-Es algo que se debe pensar muy bien.- Meditaba la
joven.-
Coraíon
y Sandy también estaban los dos juntos, acostados en la habitación del chico.
Ambos muy contentos de que la madre de éste la hubiera aceptado. Estaban
invitados a cenar además con los padres de él. La ocasión anterior esa velada
tuvo que interrumpirse por la fiesta que todos celebraron, aunque hacía un
instante Petz les había llamado para recordárselo. De este modo los dos se
sentían muy satisfechos. Tras hacer el amor nuevamente, se dedicaban mutuas
caricias cuando la repentina aparición de Soa les sobresaltó a ambos. Por una
vez Sandy lamentaba que sus percepciones no funcionasen con esos molestos
seres. Y que tampoco pudiera asustarles con su demoniaca apariencia. Más bien
era al contrario, a esa extraña criatura incluso le parecía graciosa cuando la
veía así.
-Para una vez que desearía dar miedo.- Suspiró con
resignación al mirarla con sus ojos rojos y sus colmillos demoniacos y tener
que escuchar a esa histriónica.-
-Peluchita de dientes largos. ¿Qué hacías con ese
otro humano peluchito? ¿Os apeluchabais los dos?¡ Qué monos!....
En fin… paciencia. La diosa por su parte continuó apremiándoles
a preguntas con su habitual voz chillona y curiosa.
-¡Tenéis que decirme por qué estáis tan juntos!, ¿por
qué lo hacéis, para qué queréis hijos, para qué para qué, para qué?...
-¡Esto es el colmo! - Exclamó Coraíon incorporándose
de la cama con los brazos en jarras. - ¡Por el amor de Dios, o de lo que sea
que respetes!, ¿nos quieres dejar en paz?
- Ya me dijo Amatista que a ella y a Leval les hizo
algo parecido.- Le susurró estoicamente Sandy. -
-¿Os molesto?- Inquirió Soa extrañada y también
inquieta porque fuera así, no deseaba contravenir las órdenes de Georcaél, por
ello no pudo evitar preguntar. - ¿Por qué? Sólo preguntaba...los humanos sois
muy raros, ¿por qué os escondéis para aparearos, si es algo tan bonito para
vosotros? ¿Por qué no lo hacéis delante de los demás?
- Si eres buena y te vas te lo explicaré otro día
¿vale? - Le respondió pacientemente Sandy usando el mismo tono persuasor que
emplearía con una niña de corta edad. -
- Vale - aceptó ésta
con cara de satisfacción, desapareciendo al instante. -
- Pues serán dioses, ¡pero son peores que los niños
de tres años! - Declaró Coraíon con recobrado alivio y no sin humor. –
Su novia asintió mientras se reía para confirmar.
- A pesar de todo creo que son precisamente eso.
Como unos niños con grandes poderes. Lo que tenemos que hacer es llevarles por
el camino correcto. ¿Quién sabe? Lo mismo al final hasta podrían llegar a ser
unos valiosos aliados.
- ¡Ojalá! Aunque yo sencillamente me conformaría con
que nos dejasen tranquilos. – Suspiró el muchacho que, pensando en otra cosa,
abrazó a su pareja y se colocó sobre ella para susurrarle meloso. – Bien, ¿por
dónde nos íbamos? ¡Ah, sí, a por el tercero!
Sandy
se rio entre divertida y excitada y la joven pareja prosiguió con su encuentro
interrumpido. Los siguientes días pasaron sin más cosas importantes que reseñar.
Amatista seguía ensayando con sus amigas. Leval patrullando con su escuadrilla
y aguantando con humor los sarcásticos comentarios del mayor Freejar y Mazoui
dirigiendo a sus pilotos en vuelos de pruebas por Bios. Sandy y Coraíon se
habían bajado otra vez al planeta. Satory continuaba con las investigaciones
sobre el medio ambiente de Bios, ahora como jefa del proyecto. Y hasta los dioses
dejaron de incordiar, al menos por el momento...
-Bueno, sectores alfa, beta y gamma en orden. -
Volvamos a la base, muchachos.- índico Leval a dos de sus pilotos, quienes junto
con él recorrían la zona, remachando con satisfacción. - Es hora de descansar…
De
modo que enseguida retornaron al asteroide tras cumplir con esa misión de
rutina. El joven fue a pasar su informe a Freejar. El mayor tras escucharle le
propuso dar una vuelta por la zona de pilotos. El muchacho fue con él y su
superior le propuso algo interesante.
- Verás, me he dado cuenta de que eres un buen
oficial y un piloto muy bueno o mejor que eso todavía. El caso es que yo quizá
vaya a pedir ya el traslado a la Tierra y creo que eres el mejor candidato que
conozco para ocupar mi puesto.
- Es usted muy amable, señor....muchas gracias. No
sé qué decir. - Respondió él, aun sorprendido por esa inesperada noticia. -
Disimulando en lo que pudo su
anterior tono afectuoso con el habitual, Freejar replicó tras carraspear.
-¡Y un cuerno, muchacho! La amabilidad, que por cierto, es una palabra
que no tengo en mi diccionario, no tiene que ver con esto. Es que realmente
eres el mejor para el puesto. Además, ahora que estás casado y tu mujer espera
un hijo tienes que ganar más dinero. Ya te he dicho muchas veces que el sueldo
de un teniente no da para casi nada. Créeme, lo sé muy bien. Yo me casé de
teniente igual que tú.
- De verdad que se lo agradezco...pero hace muy poco
que ascendí, hay muchos oficiales más antiguos que yo.- Objetó Leval. -
- Ya, pero como también te comenté en otra ocasión,
quieren gente válida. Además, hay muchos que también desean volver a la Tierra.
Los altos mandos preferirían a un oficial experto en el espacio y que desee
echar raíces aquí. Y con tu historial seguro que te ascienden. Tengo que
pedirle a Zorton que te apoye, ¡es un carcamal cascarrabias pero creo que podré
convencerle! - Expuso Freejar con desenfado. – Bueno, ahora está mucho más suave
con eso de volver a ver a su familia. Espero que esos raros individuos super
poderosos no vuelvan a molestar.- Remachó ahora con más inquietud.-
-No lo creo, al menos uno de sus jefes nos prometió
que esos incidentes no se repetirían. Y creo en su palabra.
-¡Joer, muchacho!, ¿a qué casi vuelen la nave por
los aires le llamas tú un incidente?- Exclamó histriónicamente Freejar,
suspirando eso sí, más tranquilo para sentenciar.- Pero si tú me lo aseguras ya
es otra cosa. De modo que trataré de persuadir a Zorton. Tienes que labrarte un
buen porvenir para ti, tu mujer y tu futuro hijo.
- Aprecio mucho que se tome tantas molestias por mí,
señor. De verdad, no sé como agradecérselo.- Contestó el muchacho con sumo
reconocimiento. -
Su
superior se limitó a encender uno de sus
famosos puros, a exhalar algo de humo y a replicar con su brusquedad habitual,
en tanto regresaban al despacho del mayor y éste se arrellanaba en su sillón.
-¡Muy fácil, hombre!, vente a mi casa a cenar con tu
mujer, digamos ¿el domingo? A la mía le encantará conoceros a ti y a tu
maravillosa esposa.
- Estaré encantado, pero debo consultarle a Amatista.
No sé cuándo podrá.- Respondió éste. –
- Sí muchacho, fuera de la base no somos nosotros
los que mandamos. - Convino Freejar que, levantándose de su sillón, dio una
amistosa palmada en la espalda a Leval encargándole. - Pues espero que logres
cumplir esta misión. Convence a tu esposa. O de lo contrario Elise me formará a
mí un consejo de guerra en casa.
- Haré todo lo posible, señor. Pero sabe que no
depende de mí. - Le prometió el chico, que realmente deseaba poder celebrar esa
velada con su familia y la de su superior. -
-Lo sé hijo, ya sabes, el hombre propone y la
mujer…hace otra cosa…
-En este caso creo que no habrá ningún
inconveniente, Amatista estará encantada…y eso lo hará más fácil, ¿no cree?-
Sonrió el chico.-
El
mayor asintió y ambos se fueron de la sala, Leval fue a contárselo todo a su
mujer, cuando llegó a casa y la vio ella también tenía cosas que decirle, el
recital estaba previsto para el próximo sábado. Las chicas cantarían para todos
los pasajeros y tripulantes de la nave. Esa sería su despedida. Leval suspiró,
¡menos mal que no coincidía con el día de la cena! Una vez Amatista le contó
aquello él le relató la conversación que mantuvo con Freejar y su invitación. Su
mujer, también llena de curiosidad y agradecimiento, estuvo de acuerdo en ir a
conocer a la esposa de ese superior del que tantas veces le había hablado Leval.
De hecho, a él le había tratado sólo fugazmente aunque a ella le parecía una
buena persona, llena de humanidad y simpatía, por más que tratase de no
evidenciarlo tras esa apariencia de tipo duro y bravucón.
-Ese hombre te aprecia mucho – sonrió la muchacha,
afirmando. – Desde que te destinaron a sus órdenes siempre ha tratado de ayudarte.
-Sí. Es cierto. ¿Y sabes una cosa?- Le contó él con
voz más apagada en tanto se sentaba en el sofá del salón. – Cuando me dijo que
está pensando en el traslado de forma definitiva me dio mucha tristeza. No será
lo mismo sin él en la base. -Y con tinte ahora divertido, emuló la voz ronca y cuartelera
de su oficial al mando.- ¡A ver, atontado, ese caza no va a despegar solo! ¡No
me vayas a dar un beso para agradecérmelo o pensarán que estamos liaos!
Amatista
se tronchaba de risa. Su esposo imitaba bastante bien ese tono aparentemente
severo y perdonavidas del mayor Freejar. Al fin, suspiró tumbándose junto a él
y recostando su cabeza en el regazo de su marido, para afirmar con voz queda.
-Parece que nuestro destino sea conocer gente
maravillosa, que nos ayuda y nos apoya y que tarde o temprano se va de nuestro
lado.
-Lo bueno es que no estamos solos. Somos una familia
y siempre estaremos aquí para cuando nuestros amigos quieren venir a vernos. –
La animó él, agregando también lo mismo que en anteriores ocasiones. - Y cuando nuestro bebé nazca y nos hayamos
aclimatado a Bios, si Dios quiere en nuestra nueva casa, también iremos a
visitarles.
-¡Cómo deseo que sea así! - Suspiró la muchacha
dejándose abrazar por él. -
Y así se quedaron los dos, meditando sobre aquel
futuro que ya no parecía estar tan lejano. Aunque les quedaran todavía muchas
cosas por experimentar y no todas tan bonitas como las que anhelarían en sus
propios deseos. Sin embargo, y por el momento, Amatista únicamente pensaba.
-¡Ojalá todo vaya bien y mi niño llegue a un mundo lleno
de paz y armonía.
En
la Tierra, Doran había recibido la visita de su primo Kiros. Los dos estaban
vestidos al modo humano. Se habían reunido a solas en un local que pertenecía
al grupo de los guardianes. Y las noticias que el recién llegado tenía eran bastante
preocupantes.
-Nos han dicho que todo se va a solucionar.- Le
explicaba el anfitrión a ese joven de cabello largo y lacio negro, con ojos
igualmente azabache.
-¿A solucionar?. ¿Acaso os han dicho cómo?- Exclamaba
con excitación y enojo.-
-Tranquilízate, Kiros.- Le pedía Doran. – Confío en
la palabra de la reina Serenity y del rey Endimión.
-Ellos no están allí. No saben hasta que punto la
situación se está volviendo crítica.- Le comentó su primo, refiriéndole.- Los
traidores cada día son más osados. No se atreven todavía a plantar cara al rey
Lornd, pero mi padre está teniendo que emplearse muy a fondo para acallarles.
-Tu padre es el canciller real, es un guerrero muy
poderoso. Igual que Dariel y que Urels entre otros muchos, que son leales a la
corona. Eso sin contar a mis padres y a tu madre Elua. - Le recordó a su
agitado interlocutor.-
-Puede que eso fuese así hace años. Pero ahora hay
nuevos guerreros más jóvenes que han ido aumentando mucho su poder.- Rebatió Kiros,
afirmando.- Yo mismo estoy entre la élite pero ni aun así tengo segura nuestra
victoria en caso de guerra. Doran, no sé que te habrán estado diciendo aquí. Pero
en Nuevo Vegeta podría estallar una revuelta en cualquier momento.
-Esos traidores solamente dicen tonterías. Casi
nadie de nuestro pueblo les toma en serio.- Rechazó su contertulio.-
-¿Tú crees? Dicen que estamos uncidos no a una alianza,
sino a un estado de vasallaje respecto del reino de la Tierra. Y que los monarcas
terrestres son débiles.- Le contó Kiros, añadiendo con creciente inquietud.- Nuestro
pueblo es muy poderoso. Se preguntan qué ha hecho la Tierra por nosotros
durante todos estos años mientras que los nuestros han venido aquí a defender
este planeta en numerosas ocasiones.
-Cuando te escucho hablar da la impresión de que
también tú pienses así.- Le recriminó Doran.-
-Yo soy leal a sus majestades, a mi padre y a las
tradiciones de honor de nuestro mundo. Poco importa lo que yo piense.- Repuso
algo esquivamente Kiros, agregando eso sí, con tono entre sorprendido y
molesto.- Lo que no esperaba es que tú te cerrases a esos argumentos. En mi
opinión, tienen bastante de cierto. Y si quieres saber lo que pienso, no censuro
lo que dicen, sino su deslealtad y su desafío a las órdenes de nuestros
soberanos.
-Tú no conoces este mundo, ni la Tierra, ni la Luna.
Créeme.- Le pidió más conciliatoriamente Doran.- Y no solamente lo digo por
Serenity o Endimión. Si pudieras estar junto a la reina de la Luna Nueva, aunque
solamente fuera durante unos días, pronto entenderías que estas equivocado.
-¿La reina de la Luna Nueva? ¿Acaso es poderosa?
-No se trata de eso. No es lo poderosa que puede
llegar a ser, es ella misma. Es una mujer realmente increíble. No importa lo
herida que pueda estar, jamás la he visto retroceder a la hora de cumplir con
su deber.- Suspiró Doran.-
Su
primo le miró con gesto de total desconcierto. Al menos esa era una notable
cualidad. Propia de un saiyajin.
-Veo que la admiras mucho.- Comentó Kiros, deseando
saber más.-
-No es que la admire, es que haría cualquier cosa
por ella.- Sentenció su contertulio confesando no sin apasionamiento.- ¡Cuando
estoy a su lado, ni el honor, ni ninguna otra cosa, significan nada para mí. Únicamente
cuenta ella!
Ahora
sí que su interlocutor le miró como quien observa a un completo desconocido
para denunciar con tono airado.
-¿Te estás escuchando? ¡Eso podría interpretarse
como traición!...
-Jamás sería un traidor, ella es aliada de nuestro
planeta. Y la defenderé con mi vida. Esas son mis órdenes.- Replicó Doran sosteniendo
la mirada de su primo.-
Kiros
movió la cabeza. Estaba tan atónito como enfadado, aunque al fin, en pro de su
amistad y sus lazos familiares, se calmó un poco para declarar.
-No sé que clase de embrujo habrá echado esa mujer sobre
ti. Pero lo que dices no es propio de un saiyajin.
-¿Ah no? Pregúntale a la princesa Seren. O a
nuestros propios reyes. Incluso mi madre, la noble Seira, que antes de
conocerlas eran incluso más tradicionalista que tú. Ahora las tiene en una grandísima
estima y respeto. Ella nos ha entrenado a ti y a mí y nos ha enseñado la mayor
parte de lo que sabemos en el arte de la lucha. ¿Crees que mi madre no es digna
de ser una saiyajin?
-No he dicho eso.-Rebatió Kiros intentando sonar más
conciliador ahora.- Es únicamente que no te entiendo, Doran. Has cambiado mucho.
-Sigo siendo leal a mi mundo y a mis soberanos. En
eso no he cambiado, ni cambiaré. - Le aseguró este.- Solamente te pido que
confíes en mi palabra. De verdad te lo digo. Si pasaras algún tiempo con los
humanos tú mismo te darías cuenta.
-No gracias.- Negó éste moviendo la cabeza.- Salvo
que fuera una misión encomendada por mi padre, tu madre, o los soberanos. Creo
que vivir en la Tierra no hace más que debilitar a los de nuestra raza. Aunque,
visto así, puede que los terrestres tengan algún tipo de poder del que debamos
guardarnos.
-No hables de ese modo. Para mí es como escuchar las
palabras de ese traidor.- Le pidió Doran.- No dejes que sus mentiras nublen tu
juicio.
- Le odio más que a nadie, tú lo has dicho, es un traidor
y nos ha humillado.- Sentenció Kiros, enojándose de nuevo.- No te permito que
me compares con él.
-No lo he hecho. Únicamente te he advertido de como
suena lo que has afirmado, primo.
Este
se levantó de la silla en la que estaba sentado y dio algunas vueltas por la
habitación para comentar con tono entre inquieto y molesto.
-Vine aquí para asegurarme de que acudiríais en
defensa de Nuevo Vegeta si la situación lo requiriese. Sé que los soberanos os
han dado órdenes de no intervenir de momento. Quizás conocían ya vuestro punto
de vista y lo juzgasen inútil.
-Te doy mi palabra como saiyajin, si nuestro planeta
estuviera amenazado y recibo la orden, acudiré a defenderlo sin titubear.-
Aseveró Doran con un tono que no admitía discusión.-
Y
tras suspirar largamente, su primo entonces sentenció.
-Tu palabra es suficiente garantía para mí. Siempre
fuiste un guerrero honorable. Pero cuídate de esa reina tan extraña de la
Luna.- Le advirtió.-
-No hay maldad en ella.- Repuso Doran.- Jamás será
una amenaza para nuestro planeta, ni nuestra raza. Al contrario.
Y
con esas palabras los dos dieron por concluida su reunión, Kiros tenía que
retornar a su planeta para informar y recibir las instrucciones oportunas y
Doran por su parte ya estaba impaciente por volver al reino de la Luna Nueva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)