domingo, 6 de marzo de 2011

GWD 13.140. Trazando planes de futuro.



Mazoui salió con Satory al término de su jornada, ambos tomaron un café en su rincón de siempre, la cafetería donde estaban más a gusto. Y aunque el sitios Eguía teniendo un buen servicio echaban de menos a Ginger y a Clarissa.



-Espero que les vaya bien.- Deseó la muchacha.-

-Sí, eran dos buenas personas, bastaba con mirarlas a los ojos. Eran amables y se preocupaban por la gente. Sobre todo Ginger.- Valoró Mazoui con una sonrisa.-

-Sí, es cierto. La pobre perdió las dos piernas por tratar de advertir a una escuela llena de niños del ataque que sufrimos.- Recordó su interlocutora, agregando con alivio pese a ello.- Por suerte, Giaal pudo devolvérselas con ese tratamiento suyo.

-Es un tipo fantástico. -Afirmó Mazoui.-

-¿Y sabes qué me contó mi padre?- Le preguntó Satory.-



            Cuando su novio negó con la cabeza ella le desveló.



-Le ofreció la fórmula a mi padre, para que la produzca en sus laboratorios. Y a cambio no pidió nada, únicamente que fuera gratis para todos quienes la precisasen.

-Giaal es todo un filántropo.- Declaró Mazoui con admiración, alegando eso sí, con algo más de realismo.- Pero incluso donando esa fórmula a tu padre no le interesaría ofrecerla gratuitamente. Tendría costes de fabricación.

-Lo sé, pero aún así, mi padre le prometió pensárselo. -Repuso Satory, exclamando de seguido.-¡Ah! y a propósito de eso.- Papá me dijo que, si lo deseamos, podrán conseguirnos una magnifica casa en la Tierra.



 El muchacho puso cara de sorpresa, había hablado con Masters sobre eso, cuando el multimillonario se le ofreció a él,  pero no sabía que Satory estuviese al corriente.



-Estaríamos en una urbanización muy tranquila.- Le contaba su novia, incluso algo apurada al matizar.- Ya sabes cómo es papá. Dice que no nos va a faltar de nada. Coche con chófer, servicio…



            Él escuchaba imperturbable aunque no le hacía demasiada gracia esa idea. Quería compartir su vida con Satory, no con media docena de personas más. Pero prefirió dejarla continuar en tanto pensaba que debía dar al fin el paso. A todo eso, su contertulia proseguía con  un tono más animado ahora.



-¿Qué te parece? Estaría tan bien poder vivir en la Tierra. Cerca de nuestras familias.

- Satory, verás, yo...no estoy aún seguro de querer comprometerme tanto, no es por ti, es sólo que me gustaría que ambos lográsemos salir adelante sin ayuda de nadie. Además, ahora quizás no pueda pedir el traslado a la Tierra.



La muchacha le observó con gesto sorprendido, incluso decepcionado y decayendo en su voz repuso.



- Quizá te he presionado mucho y he sido muy precipitada. Lo siento, soy una tonta, no debí decírtelo,- bajó la cabeza muy entristecida, casi parecía que iba a llorar. -

- Satory…- Repuso Mazoui apresurándose a animarla y tomando con afecto una mano de la muchacha entre las suyas. - No, no te pongas triste. Yo te quiero, de verdad, pero me gustaría ser independiente, de tu padre y de los míos. ¿Me comprendes, cariño? Desearía que ambos pudiéramos hacer algo que fuera nuestro desde el principio. Sin deberle nada a nadie.



La chica al oír a su pareja se sintió mucho mejor, sonrió con su característica tímida dulzura y repuso reanimando su conversación.



- Te comprendo, toda la vida he querido ser independiente de mi padre. Me vine a este viaje entre otras cosas, por eso...



Entonces Mazoui la interrumpió en un momento de impulso, decidido por completo a dar ese trascendental paso que tanto se le había resistido hasta entonces.



- Satory, quiero pedirte que...bueno. ¿Te casarías con un tipo como yo? ¡Aunque sea un pobretón!



            Ella al principio parpadeó sorprendida tras sus gafitas, aunque al instante siguiente se abalanzó sobre su novio abrazándole, ante la sonrisa de los demás clientes del café.



-¡Oh Mazoui, me haces tan feliz!,- pudo contestar a duras penas por la emoción. - Claro que quiero casarme contigo. ¡Cuánto he deseado oírtelo decir!



            Él la acarició en el rostro enjugando alguna lagrimilla de emoción en las mejillas de la chica. Y con tono prudente le advirtió.



- Quizá tardaremos en estar preparados, pero espero que podamos antes de un año, mientras tanto, si aceptas ser mi prometida...- Añadió él en un acceso de mayor realismo. -

-¡Claro que sí! No te preocupes, esperaremos lo que haga falta, cariño...- Le aseguró ella.-



Los dos se abrazaron de nuevo y se dieron un largo beso entre los aplausos del resto de la gente, que había seguido muy interesada la conversación, para sonrojo de ambos.



-¡Qué divertido!- Escucharon entonces una voz que les era familiar. Más cuando les dijo con desenfado casi infantil.- ¡Os dais abracitos como los peluchitos!



            Al verla Mazoui no pudo evitar taparse los ojos con una mano y llevarse la palma de la misma a frente después. La propia Satory abrió unos ojos como platos y suspiró con resignación.



-¿Estáis contentas, criaturas? – Les inquirió la voz, cuya dueña no era otra sino Soa.-

-Al menos hasta ahora. ¡Qué alegría verte!, ¿cómo tú por aquí? - Declaró Mazoui con patente ironía.-

-Después de mucho buscar he decidido parar un poco a entretenerme con vosotros, humanos graciosos. ¿Sabéis que sois de mis favoritos?- Contestó alegremente la aludida.-

-Supongo que eso es bueno.- Terció Satory aliviada al menos de oír eso y deseando que esa individua no empezase a hacer alguna de las suyas, le ofreció de modo casi cordial aunque resignado.- Anda siéntate.



Mazoui apartó de inmediato una silla, al menos esperaba que esta vez esa estrafalaria diosa no llamase demasiado la atención.



-¿Qué hacíais?- Quiso saber Soa al imitar a los humanos y tomar asiento, lo cual le pareció de por sí interesante.-

-Pues nos estábamos comprometiendo para casarnos.- Le contó Satory casi como si se lo estuviera diciendo a una de sus amigas.-

-¿Casaros, eso que es?- Inquirió la diosa.-

-Una especie de acuerdo para pasar juntos nuestras vidas.- Le respondió Mazoui.-

-¡Que extrañas costumbres tenéis, humanos peluchitos!- Sonrió Soa, interesándose.- Quiero que me contéis más cosas.

-Bueno, pues Mazoui me ha pedido que sea su esposa. Y yo he aceptado.- Le explicó Satory.- Cuando estemos preparados haremos una ceremonia a la que vendrán nuestros amigos, y habrá comida y bailaremos.

-¿Eso es divertido?- Quiso saber su interlocutora.-

-Con la gente adecuada, sí.- Musitó Mazoui.-



            La diosa le miró como si no hubiese entendido ese comentario. El chico se limitó a sonreír de forma algo tonta y fue Satory quien le sacó del apuro, añadiendo.



-Sí, claro, es muy divertido. Y los invitados nos harán regalos…

-¿Qué son regalos?- Preguntó Soa.-

-Nos darán cosas para ayudarnos a ser felices.- Le explicó Mazoui.-

-Eso suena interesante. Cuando hagáis esa ceremonia yo iré y os daré uno de esos regalos. ¿Queréis una galaxia?- Quiso saber con visible interés.-

-¡Una qué!- Exclamó el chico abriendo los ojos como platos.

-Sí, ¡hay muchas! - Sonrió la diosa asintiendo para afirmar de forma jovial.- Os puedo traer alguna…

-No, bueno, no hace falta, gracias. Nos conformamos con algo un poco más modesto.- Se apresuró a decir una perpleja y alarmada Satory.-



            Y es que, tras haber sido testigos de los prodigiosos poderes de los que esos dioses estaban dotados, ¡lo mismo esta era capaz de hacer aquello. Desde luego provocaría una hecatombe de proporciones cósmicas, de modo que mejor disuadirla.



-No, no necesitamos para nada una galaxia, gracias.- Añadió la joven científica.-

-Pues una estrella.- Comentó Soa como si tal cosa.-

-De veras, te lo agradecemos muchísimo, pero los humanos somos más de vivir tranquilos en un sitio algo más reducido y menos caliente.- Pudo decir el atónito y asustado Mazoui.- No hace falta que te molestes, ¿eh?



Y es que él también creía perfectamente capaz a esa loca de hacer lo que les había propuesto. E incinerarles a todos trayendo alguna estrella junto a Bios y a la SSP-1 no era lo que el muchacho pudiera calificar como un regalo de bodas adecuado.



-Sí, una casita mona, pero eso ya nos lo va a regalar mi padre, que tiene mucho dinero.- Se sonrió Satory.-

-¿Tu padre es un dios?- Inquirió su contertulia, por cierto.- ¿Qué es un padre? ¿El dinero era eso con lo que pagabais, a que sí?

-Sí, eso era. Y en cuanto al padre de Satory. Pues no sabría decirte si lo es o no.- Comentó sarcásticamente Mazoui.-



            Su prometida le miró con una mezcla de sorpresa y reprobación, el chico volvió a sonreírse de una forma algo tonta y se disculpó.



-Perdona, era solamente una broma.

-Mi padre es quien me ha creado a mí, bueno, junto con mi madre. Igual que Amatista y Leval están esperando a su bebé y ellos serán sus padres. ¿Lo entiendes? Pues hace muchos años yo fui el bebé que mis padres esperaron.

-¡Ah sí!. Los peluchitos cabezones.- Exclamó Soa.- Eso es muy divertido. Vi muchos peluchitos en ese sitio llamado hospital y luego arreglé a todos los humanos estropeados.

-Así que fuiste tú, ¿eh?- Se sorprendió (o quizás no tanto) Mazoui.-



            Y es que su amigo Giaal le había comentado aquello con asombro. Hace unos días, de pronto, todos los pacientes, sin importar la dolencia o enfermedad que tuvieran, se habían curado como si de un milagro se tratase. La noticia todavía estaba circulando por la nave.



-Seguro que no os molestó, ¿verdad?- Quiso saber con mucho interés, Soa.-

-No, a mí me parece muy bien.- Afirmó su interlocutora, añadiendo con aprobación.- Eso quiere decir que puedes ser buena si te lo propones.

-¿Buena? – Repitió Soa sin parecer entender.- ¿Qué es ser buena?



            Y tras mirarse estupefacta con su novio y suspirar largamente, Satory decidió ser algo más explícita y clara con esa individua.



- Ser alguien bueno es preocuparse por otros y tratar de ayudarles. Pero, en este caso, el de nuestra boda, no es necesario. Mira, te agradecemos mucho tu amabilidad. De veras. Estas ceremonias son muy para los amigos íntimos y las criaturas como nosotros. Sería un lio tremendo si los dioses intervinieseis. Ibais a asustar a mucha gente aunque tuvierais buenas intenciones.

-Vaya, eso no le iba a gustar a nuestro señor Georcael. - Se dijo la diosa al recordar las instrucciones recibidas, añadiendo con despreocupación.- Vale, entonces no haré nada en vuestra ceremonia rara.



            La pareja de novios pudo suspirar con alivio ahora, aunque su “ invitada” enseguida centró su atención en otra cosa queriendo saber.



 ¿Para qué sirve todo eso?- Señaló hacia los cubiertos y vasos con algo de bebida y pasteles que quedaban.-

-Nos tomábamos algo. Estábamos comiendo.- Le dijo Mazoui.-

-¿Comer?... ¿eso qué es?..¿Es divertido? ¿Para qué sirve?- le interrogó su interlocutora.-

-Verás. Los humanos y el resto de los seres vivos tenemos que alimentarnos para poder subsistir.- Le explicó Satory.-

-¿Y cómo lo hacéis?- Quiso saber la diosa.-

-Mira. Así. - Le enseñó Mazoui, comiéndose un pastelito ante la atónita mirada de su contertulia.-



            Soa sonrió batiendo palmas. Eso parecía ser divertido. Al menos los humanos daban la impresión de disfrutar haciéndolo. Había hecho desaparecer esa cosa blandita dentro de él. Y había muchas más de aquellas cositas allí. Y muchos otros humanos realizando ese mismo ritual. De modo que preguntó con patente curiosidad.



-¿Y puedo hacerlo yo?...

-No veo porqué no.- Contestó Mazoui que pidió a un camarero un vaso de leche y algún pastel más.- Hala, sírvete.



            La diosa imitó el comportamiento humano, bebió de aquel vaso, manchándose los labios de leche y se metió un pastel en la boca, preguntando.



-¿If qef agof ahogra?….

-Tienes que masticarlo.- Le explicó pacientemente Satory haciendo una demostración, tras la que dijo.- Y luego tragártelo…



            Soa imitó aquello y sonrió encantada para declarar.



-Ha sido divertido…

-¿Te ha gustado?- le preguntó la humana.-

-¿Gustado?- Repitió ésta con desconcierto.-

-El sabor del pastelito.- Le aclaró Mazoui.-

 -¿Qué es gustar?- Fue la inevitable pregunta de aquella extraña entidad.-

-Si ha sido de tu agrado.- Le dijo Satory que ahora la observaba divertida para indicarla.- Te has manchado de leche los labios.

-Bueno.- Repuso la diosa.- Sí que me ha agradado y eso de mancharse, ¿Qué significa?

-Pues que te tienes que limpiar. Anda, deja que lo haga yo.- Le pidió su interlocutora, haciendo los honores con una servilleta.-

-¡Qué cosas tan graciosas hacéis los humanos! Quiero comer más.- Declaró Soa.-

-Pues aquí tienes.- Le ofreció Mazoui, quien alegremente agregó.- Come sin cumplidos…



            Aunque enseguida se arrepintió de haber hecho semejante propuesta. Ante los anonadados ojos de todos los presentes, incluidos él y Satory, la diosa se tomó varias bandejas de pasteles y unos cuantos vasos de leche de una tacada.



-Ni mi tío Roy, ni Leval son capaces de comer así.- Suspiró un perplejo Mazoui viéndola.-



Finalmente fue la hija de Masters quién pudo decir entre atónita y apurada.



-¡Oye! Que te va a sentar mal.

-¿Por qué? ¿Qué es sentar mal?- Quiso saber ésta que seguía devorando en esta ocasión unas cuantas tartitas de manzana ante el asombro de los camareros.- ¿Es divertido?...

-Para nada. – Terció Mazoui, alegando a su vez.- Y no vamos a tener dinero para pagar esto ni aunque hipotequemos la nave.

-Difnerof- Repitió Soa entre bocado y bocado que daba.- Esof no ef problema…



            Por supuesto que hizo aparecer de la nada un par de lingotes de oro ante el asombro de los presentes. Aunque cuando estaba dispuesta a proseguir con esa divertida cosa que era comer, la voz de un hombre le llamó la atención. Era aquel dios más bondadoso y tranquilo que se aproximó hasta la mesa y le dijo.



-Ya es suficiente, deja tranquilos a los humanos, Soa. Tenemos cosas mucho más importantes y urgentes que hacer.



            Y aunque pareciese mentira, la interpelada obedeció levantándose enseguida. No obstante, el dios la detuvo con un gesto y le indicó.



-Basta de mostrar tus poderes a estas criaturas. Nos iremos a su modo, caminando. Y humanos.- Agregó hacia Mazoui y Satory que miraban asombrados aquella pila de bandejas y vasos vacíos.- Lamento las molestias.

-No, si se ha portado muy bien.- Sonrió Satory quitándole importancia.-

-Sí. ¡Esto es increíble! - Suspiró Mazoui, no sin sarcástico humor al sentenciar.- Acabo de proponerte que nos casemos y ya hemos tenido que llevar a la niña de merienda…



            Su prometida se rio, Soa se despedía agitando la mano, seguida por Redan, en tanto la diosa afirmaba.



-¡Qué bien! Ahora seguiremos imitando a estos seres tan entretenidos…vamos a andar. Oye Redan. También hacen una cosa muy divertida que se llama comer…Y se casan, y hacen ceremonias…



            Y en tanto se perdían por una calle adyacente lejos de las miradas de curiosos, el dios movía la cabeza con resignada paciencia escuchando aquella perorata. Mientras todo aquello acontecía Amatista, acompañada de Kerria, había llegado a su casa.



-¿Cómo te encuentras, Tist?- Se interesó su cuñada.-

-Estoy bien, gracias. De veras, Ky.- Le aseguró Amatista.-



Efectivamente, parecía estar bien y durante todo el camino había manteniendo con ésta una larga conversación. Su cuñada le contaba lo ocurrido en su último año.



- Verás, mi vida no ha sido muy tranquila que digamos, he pasado por bastantes cambios.- Le confesó con cierto pesar.  -

- Bueno, para empezar, nos has hablado de esa chica. Samantha. ¿Qué pasó con Brian? ¿Se portó mal contigo?- Le preguntó su interlocutora con incredulidad. –



            Su amiga suspiró, moviendo lentamente la cabeza y respondió con voz queda.

- No, nada de eso. Lo dejamos tras unos meses que cada vez fueron más complicados.- Confesó Kerria. Añadiendo como si tratase de justificarse. -¡Lo intenté Amatista, de veras que lo intenté!, pero el amor que siento por él no podrá ser nunca el que Brian espera. No le quiero como una mujer pueda querer a un hombre, en ese sentido. Para mí es más un hermano o mi mejor amigo.- Afirmó ella con un poso de consternación en su voz y su mirada. -

- Pero quizá es eso lo que él quiera, no todo tiene que ser sexo.- Le dijo su contertulia apenada realmente por ese estupendo chico. – Existen relaciones platónicas.

- No, él quería que me casase con él. Incluso se me declaró. Y fue muy duro para mí tener que decirle no. Mira, tú amas a mi hermano y por eso te casaste con él, pero yo no quiero a Brian de la misma forma. - Replicó su amiga que entonces miró a su cuñada intensamente y se confió a ella. - Imagínate a ti misma haciendo el amor con otra persona que no fuese Leval. – Su interlocutora asintió comprensivamente, no podía ni pensarlo siquiera, de modo que Kerria añadió desvelándola en íntima confianza.  - Estuve manteniendo una relación esporádica con otra mujer. Aquello no resultó bien, pero  entonces conocí a Samantha. Bueno, ya la conocía, pero yo estaba saliendo con la otra, con Maggie. Y después de mi aparición en el programa de Al Mats, cuando admití mi homosexualidad. Pues sucedió. Ella me confesó que estaba enamorada de mí. Al principio estuve un poco reacia, pero poco a poco empezamos a vernos y surgió. Yo también me enamoré. Es una chica maravillosa, dulce y buena. Que lo ha pasado mal también.



Amatista no supo cómo responder, al fin dijo algo inquieta, ya que su amiga no parecía demasiado contenta según se lo contaba.



- Bueno, me alegro por ti. Si eso es lo que tú deseas. Pero, ¿lo saben tus padres?

- Sí, no te preocupes por eso, mis padres me han ayudado mucho, sobre todo papá. Ha cambiado muchísimo. Él me ha apoyado en todo momento igual que mi madre. Han acogido maravillosamente a Sam. Ahora sé que los dos comprenden lo que yo siento.

- Entonces, si todo está bien. ¿Por qué me lo dices con esa cara?- le preguntó algo inquietada pues lo cierto es que la expresión de la cara de Kerria no era muy feliz. -

- Verás, son muchas cosas además de eso. Estoy agobiada con mis estudios, por ejemplo. Quiero entrar en Harvard para estudiar leyes allí y es muy complicado. Ya sabes que no admiten a cualquiera y me paso casi todo el día estudiando para sacar con notas altas los primeros años de derecho en mi universidad y el resto tratando de trabajar en algún bufete para adquirir experiencia aunque sea de copista. Añade a eso las grabaciones de alguna canción. Por suerte he tenido el respaldo de la asociación de Gais y Lesbianas de Nueva York. Trabajo en el despacho de abogados de unos prominentes miembros de esa comunidad.

- ¡Chica!, eso sí que es un esfuerzo tremendo.  -Admitió Amatista que también le contó. – Te comprendo muy bien. Durante el viaje en la nave tuve que sacarme los tres primeros años de la carrera en unos pocos meses y además trabajar en el laboratorio sin contar con todas nuestras vicisitudes. Pero, dime una cosa. – Le inquirió de forma perspicaz. – Te conozco y si solamente fuera eso no estarías tan preocupada. Tú eres capaz de afrontar ese tipo de retos y mucho más. Dime Kerria. ¿Qué otra cosa sucede?



            La muchacha sostuvo su mirada y asintió. Estaba claro que su amiga le leía el pensamiento. Confesó tras un largo suspiro.



- Hace unas semanas amenazaron a Samantha. Sólo porque es... ya sabes, gay, y por salir conmigo. Bueno, realmente ella es bisexual. Antes incluso de eso descubrí que había estado casada y que su  exmarido la había maltratado. ¡El malnacido llegó a secuestrarla! Gracias al Cielo que la madrina Ami me ayudó y entre las dos pudimos liberarla.

- ¡Qué horror! – Pudo decir Amatista realmente atónita y llena de pesar por su amiga.-

- Como ya te he dicho antes, Sam es una chica maravillosa. Pero tuvo muy mala suerte. Se casó muy joven presionada por su entorno. Ella no me lo quiso decir al principio, estaba preocupada de que si yo lo sabía, pudiera creer que no estaba enamorada de mí. Aunque se divorció la primera vez que su agresor la atacó y fue declarado culpable.

-Pero, entonces ella… ¿Acaso no es?- Comentó su perpleja interlocutora que no sabía cómo exponer aquello sin violentar a su amiga.-

-¿Qué si ella no es de veras lesbiana?- Le sonrió su contertulia relajando aquella incipiente tensión.- Realmente a veces me lo llegué a preguntar. A veces no es tan sencillo, Tist. Ya te lo he dicho. Es bisexual. Luego me confesó que desde muy joven se sentía atraída tanto por hombres como por mujeres.

-Pero prefiere a las mujeres. ¿No?. La prueba es que está contigo.- Comentó su contertulia.-

-No tiene porqué ser así. Ella se ha enamorado de mí, pero podría haberlo hecho de un hombre. Incluso me puse algo celosa cuando se conocieron ella y Brian.- Se permitió bromear para proseguir.- Sam se enamora de la persona, sin más. Y es todavía más difícil que ser lesbiana o gay. Incluso entre miembros de nuestro propio colectivo eso no se comprende a veces.– Musitó Kerria con voz queda.-

-Me hubiese gustado que viniera contigo para poder conocerla.- Declaró su contertulia.-

-Es algo complicado. Tenía mucho trabajo, pero sobre todo, es muy tímida y le cuesta entablar relación con personas que no conoce. – Y dicho esto guardó unos instantes de silencio y retomó la palabra con una mezcla de tristezas e inquietud.- Además, sus padres son muy religiosos y conservadores, Amatista. Jamás entenderían que estuviese con otra mujer. Ahora, lo que mi pareja más desea es tratar de mantener la relación con su familia y quizás hacerles ver que… ya sabes…pero tiene mucho miedo. Es más, cuando su ex marido la hirió no quiso que sus padres fueran a verla al hospital. Temía que atasen cabos. Lo que más le aterra es perder a su familia por esto. Dice que no se lo perdonarían.

-¡Pobre muchacha! - Se compadeció Amatista con un suspiro.-

- El juicio se celebró hace poco. ¡Declararon culpable a ese cabrón y espero que se pasará mucho tiempo en la cárcel! – Espetó Kerria con patente indignación.- De veras que estuve tentada de haberle congelado para siempre. Si vieras lo que le hizo a Sam. Gracias a Dios que llegamos a tiempo. ¡Tist, te juro que deseaba matarle!

-Pero no lo hiciste, eso prueba que eres una gran justiciera. - Le sonrió su amiga con solidaria aprobación, haciéndose cargo de aquello.-

- Por suerte, la madrina Ami estaba allí y me ayudó a reflexionar. Quiero servir a la ley, ser una abogada penalista. Tratar de no tomarme la justicia por mi mano y usar el sistema legal. ¿Sabes? En el futuro mi lucha tiene que ir por ese camino. Cuando me saque el título aspiro a defender a las personas víctimas de malos tratos, discriminación, acoso... En fin, ahora en el bufete de Sebastián y de Pedro estoy aprendiendo muchísimas cosas.

- Eres una mujer admirable. Siempre lo has sido.- Declaró Amatista con sincera apreciación.- Nunca te has rendido…

-Tú tampoco te quedas atrás. - Afirmó su interlocutora animando su cara con una sonrisa, aunque enseguida retomó el tema del que estaban hablando y su rostro volvió a ensombrecerse.- Y ahora que estoy feliz con mi pareja y mi vida, tenemos que estar en guardia otra vez. Unos tipejos, esta vez anónimos, nos hostigan. No sé de quiénes podrán tratarse pero me asusta que puedan llegar a hacer daño a Sam. Como te he comentado yo estuve luchando por la justicia con Idina y Katherine las pocas veces que pudimos vernos y también cantando en ese tiempo. Hace unas semanas de todo esto, ¡se armó una buena! No entiendo a determinados grupos de gente, nosotras no hacemos nada malo, pero nos odian por ser como somos. No les importa si hacemos cosas buenas o si tratamos de ayudar a los demás.

- Siempre han existido personas así, debes ignorarles. Me avergüenza pensar que yo misma hice daño a gente buena sólo por esos mismos prejuicios.- Se auto reprochó Amatista recordando sus amargas experiencias anteriores. – Era una cría estúpida entonces, creía saberlo todo y no sabía nada. Nada de lo que de veras es importante. Y tras las últimas experiencias me he dado cuenta de eso. Por ello te pido que trates de evitar la confrontación siempre que puedas.

- Y lo hago, pero ¿qué harías tú si alguien amenazase con darle una paliza a Leval sólo por salir contigo? ¿O si atacasen a las personas que más quieres?

-¿Ha debido de ser muy duro, verdad? - Declaró Amatista solidariamente y Kerria asintió contándole lo sucedido. -

- Mi padre se enteró un día de que nos agredían psicológicamente y nos insultaban, salió al encuentro de un grupo de gamberros que lo hacían y si mi madre no le disuade los mata. Ya sabes cómo se pone cuando algo le enfurece. Pero debo admitir que les dio un buen susto, no volvieron a meterse con nosotras. De todos modos, no quiero que se busque problemas ni que haga algo de lo que después se arrepienta.



Amatista asintió, sobre todo recordando a Leval y aquel trago que tuvieron que pasar contra esos dioses que, afortunadamente, parecían haberles dejado tranquilos. Dejando eso a un lado quiso saber con sincera preocupación



- Y Brian, ¿cómo se lo ha tomado él?

- Muy bien, sigue siendo mi mejor amigo, aunque al principio si que fue duro para los dos. Lo pasé muy mal. Y él aún peor.- Musitó de modo pesaroso, insistiendo una vez más.-  ¡Ojalá hubiera podido compartir sus deseos, Amatista!, te lo digo de veras, nunca he conocido a un muchacho mejor, pero no es posible. Sobre todo cuando he visto la mala suerte que tuvo Sam al elegir.

- Me has dicho que él y Samantha se conocen.- Le recordó su contertulia.-

-Es verdad.- Sonrió levemente Kerria ahora para contestar.- El día que por fin pude convencer a mi novia para que conociera a mis padres. Al poco Brian se pasó por casa. Hacía mucho que no sabía de él. ¡Me llevé una enorme alegría, Tist!- Admitió la muchacha.- Y ya te digo, él y Samantha parecieron caerse muy bien. En mi opinión, demasiado.

-No creo que entre ellos vaya a haber nada.- Repuso de inmediato sui amiga.-

-No, claro que no. ¡Es una broma, tonta!- Rio ahora Kerria.- Si me contó que hasta se ha echado novia y todo. -Le desveló a su amiga añadiendo ya con un tinte más serio e incluso nostálgico.- Y no me sorprende porque es un chico estupendo. Si yo no hubiese sido así, como soy… desde luego que me habría casado con él sin dudarlo. Y no dudo de que hubiésemos sido muy felices. Sé que le hice mucho daño, pero ¿cómo podría haberlo evitado? - Inquirió a su amiga que convino con ella en eso. Aunque Kerria animó su expresión para proseguir con más optimismo. – De todos modos, sé que hice bien. Afortunadamente hemos superado aquello. Ahora siempre puedo contar con su apoyo. Incluso a él le han amenazado sólo por ser mi amigo.

-¡Cuánto lo siento, Ky!  ¿Cómo están las cosas ahora? - Se interesó su cuñada. –



            La interpelada le dedicó una mirada triste ahora, casi resignada y le contó.



-Pues en la Tierra están proliferando mucho los intolerantes. Cada vez más personas son captadas por grupos religiosos que predican la vuelta a las costumbres decentes. ¡Imagínate! Sin ir más lejos, pude asistir a un debate sobre la homosexualidad en la facultad. La mayoría evidentemente no eran tan cerrados, ni homófobos pero algún que otro estudiante incluso llegó a poner un ejemplo absurdo.

-¿Ejemplo, cuál?- Quiso saber Amatista.-

-Comparó a las personas con los imanes, a la atracción sexual con la magnética.- Le aclaró Kerria, parafraseando con un impostado tono de voz grave a aquel individuo.- ¿Lo veis? Las personas somos como los imanes, polos opuestos se atraen, polos iguales se repelen, eso es lo natural.- Moviendo la cabeza suspiró para añadir ya con su tono normal de voz.- Evidentemente dio a entender que nadie debería relacionarse con personas del mismo sexo. ¡Y lo peor es algunos activistas como ese tipo van por los institutos e incluso los colegios poniendo ese tipo de ejemplos falaces, Amatista! Están creando una nueva generación de homófobos y me asusta mucho que eso suceda. En nuestro país, tras las presidencias retrógradas que hemos tenido, las cosas han retrocedido. Y es algo que parece estar repitiéndose en todo el planeta.

-Lo lamento mucho, de veras. Pero sé que tú y otros muchos no os vais a rendir.- La animó su cuñada.-

- Eso te lo garantizo. Es más, ya me conoces. Cuanto mayor es el reto más me crezco. – Sentenció su amiga.-

-Sí, las Justicieras somos así.- Sonrió Amatista.- Lo importante es que ahora, tanto tú como tu novia Samantha, estéis felices y bien.



Su interlocutora sonrió más despreocupadamente, tranquilizando a su amiga y respondió.



- Lo estamos, no te preocupes. Pasaron casi seis meses de aquello y todo parece que se ha terminado. Bueno, ahora Sam espera que yo vuelva. Como te dije, no quiso venir hasta aquí con nosotros a pesar de que se lo ofrecimos, es muy vergonzosa. Quizás se siente insegura tras todo lo que ha tenido que sufrir y tiene miedo de arriesgarse a ser vista conmigo fuera del trabajo. Siempre hay paparazzi que podrían captarnos en alguna situación algo delicada. Eso dice la pobre.

-Pues eso tiene que terminar. Debes animarla para que venza esos temores. – Afirmó su cuñada sentenciando. – Convéncela para la próxima vez y te aseguro que aquí tendrá a una amiga para lo que necesite.

- Lo intentaré. Muchas gracias. Desde luego que habrá otras ocasiones. Bueno, y vosotros también podéis venir a vernos a la Tierra, si es que no os da mucha pereza. – Le propuso su amiga ya de modo jovial. –

-Sería estupendo pero ahora estamos en medio de la aclimatación a Bios, y con mi embarazo preferimos estar en la nave.- Replicó Amatista. – Espero que tú puedas quedarte algún tiempo aquí. Leval y yo os echábamos muchísimo de menos a tus padres y a ti, ¡la verdad es que tenía tantas ganas de volver a verte!



Ambas se tomaron de las manos y Kerria sonrió. Afirmando divertida.



- ¡Menos mal que Sam no nos ve!, porque si sacásemos esto de contexto. Alguien podría decir que tenemos una tensión sexual no resuelta, ¡ja, ja!…

- No seas mala.- Se sonrió su cuñada afirmando casi hasta el punto de emocionar a su amiga. – Sabes muy bien lo mucho que te quiero. Y lo agradecida que te estoy por todo. Tú y Satory sois las hermanas que siempre quise tener. Y a ti te he echado tanto de menos.

-Gracias. Lo mismo digo.- Pudo responder Kerria, casi con sus ojos haciendo aguas ahora para admitir.- Lo pasamos muy mal cuando vuestra nave desapareció. Y mi madre se sumió en una terrible depresión. No sabíamos que hacer para levantarle el ánimo. Ni siquiera la madrina Ami pudo al principio. Gracias a Dios que eso pasó y ahora estamos otra vez reunidos.



            Y tras darse un afectuoso abrazo, la también emocionada Amatista quiso relajar la tensión declarando.



-Tu novia es una chica con suerte, espero que me perdone el alejarte de ella durante unos pocos días.

- Lo hará y cuando regrese, ¡quién sabe!, a lo mejor vivimos juntas.- Afirmó su amiga con patente ilusión. -

- Es un paso muy importante. Si os decidís espero que seáis muy dichosas. Fíjate, cuando tu hermano se declaró y comenzamos a ser novios, no lo pensé mucho. Pero, tras la boda, a mí misma me asustó vivir con Leval. No quería que la magia se rompiera y hasta ahora afortunadamente no ha sido así. Además, ahora con el embarazo estamos más felices que nunca. Por cierto ¿habéis pensado alguna vez en tener hijos y eso?

- Sí, claro, alguna vez lo he pensado pero.- Kerria se interrumpió, miró al vientre de Amatista, pese a que todavía no podía notarse nada y le inquirió con una mezcla de fascinación, curiosidad y ternura  -,¿qué se siente sabiendo que vas a ser madre?.

- Es algo muy hermoso - repuso su amiga con expresión soñadora -...tengo tantas ganas de que nazca. – Y con su mejor voluntad le propuso a su cuñada. - Tú también podrías quedarte embarazada, si quisieras, con el donante anónimo adecuado...



Kerria negó con la cabeza, a la par que le confesaba.



- No, yo no quiero que sea así. Deseo que si algún día tengo un bebé, este nazca fruto del amor, y no podría imaginarme a otra persona para ello que no fuese Brian. Un día quisiera tener el valor suficiente para hablar con él de eso y decirle que, si alguna vez me decidiera a tener un hijo, me gustaría que él fuera el padre.

 -¿Qué opina tu compañera de eso? - Quiso saber Amatista con visible estupor. -

- Tras conocerse en mi casa y verse un par de veces me ha dicho que le cae muy bien.- Le repitió Kerria.- Creo que no podría estar más de acuerdo. Aunque no le he dicho nada todavía, quizás podría querer ser ella la madre biológica también. No sé. Tengo que meditarlo. Por ahora solamente te lo he contado a ti. Pero, sin ir más lejos, no creo que a Rebecca, la novia de Brian, le hiciera mucha gracia.

- Y él, ¿qué crees que opinará él? Eso es lo principal. – Inquirió su interlocutora sin poder evitar sonar curiosa. –



            Kerria se sonrió con gesto algo ausente y suspiró.



- Tal y como te he dicho, debo reflexionar mucho sobre el tema. Aun no sé si me atreveré a comentárselo a Brian, aunque creo que le daría mucha alegría escuchar eso. Podría ser el donante perfecto. Siempre me dijo que no quería forzarme a tener relaciones sexuales cuando salíamos, pero yo estaría dispuesta a acostarme con él si hiciera falta. Sé que no buscaría sólo el sexo, sino hacerme feliz. Pero no quisiera que pensase que soy una egoísta. Que cambio de opinión cuando me conviene. De hecho, no sé si yo podría tener esa clase de relación con un hombre. Aunque fuera Brian y por esa causa.



            Amatista estaba asombrada, el hecho de que Kerria, que había más que probado su homosexualidad, estuviera dispuesta a pensar en eso, era algo de mucho mérito. Opinó entonces con admiración.



- Es maravilloso...no sé qué decir, ese chico te quiere mucho, y tú también a él, creo que trasciende el amor corriente entre un hombre y una mujer.

- Eso pienso yo también. - Convino Kerria iluminando su rostro con una sonrisa para sentenciar. -Siempre, por muchas vueltas que la vida nos dé, creo que podremos sentir eso el uno por el otro. Por eso, lo que menos querría en el mundo es hacerle daño.



            Su interlocutora asintió, era en verdad un dilema. ¿Cómo podría Ky pedirle algo así a quien había rechazado? La cosa era realmente compleja, pero Amatista lo dejó estar. Las dos siguieron charlando durante horas de sus proyectos, planes, esperanzas y temores hasta que Kerria se marchó. La francesa se tumbó en la cama pensando en lo que le había contado su amiga. Por supuesto, mucho de aquello debía permanecer en secreto. Incluso para su esposo.



-Son cosas tan íntimas que únicamente se pueden confiar a una amiga o una hermana.- Meditó.- Y pese a que mi marido es estupendo, siendo un hombre no creo que pudiera comprenderlo.



Así pasó el rato hasta que Leval llegó.



-Hola. ¿Qué tal va todo?- Quiso saber él.-



            Y es que no tenía ni idea de aquel nuevo episodio de “ mareo” que su mujer había sufrido. Ella optó por no decirle nada de eso y simplemente le comentó.



-Todo está bien. Tu hermana estuvo aquí conmigo durante un buen rato. Nos pusimos al día.- Sonrió afectuosamente Amatista al pensar en Kerria y en la conversación que habían mantenido.-

-Me alegro. Ky te adora, y la he visto encantada con la idea de ser tía.- Convino un contento Leval.-

-Es una lástima que estemos tan lejos los unos de los otros.- Musitó su esposa.-

-Sí que lo es.- Afirmó él, abrazándola con ternura para sonar más animado al replicar.- Pero nos veremos más a menudo. Ya verás. Cuando Bios esté listo y tengamos a nuestro bebé, vendrán todos de nuevo. Y luego ya iremos nosotros a visitarles a la Tierra. Será estupendo.

-Claro.- Sonrió Amatista sintiéndose mejor.-



            Leval le dio un cálido beso en la frente y se fue a la ducha. Ella por su parte siguió descansando.



-Espero que tengas razón, cariño.- Pensó la joven acariciándose el vientre con todo el amor que pudo.- Y tú, chiquitín, espera a conocer a toda tu maravillosa familia…



Por otro lado Alan y Naya paseaban por el astropuerto viendo despegar y aterrizar las naves. Charlaban sobre sus planes de futuro cuando Zoen apareció delante de ellos. La diosa miraba a Alan con interés. Y éste le dedicó otra mirada nada amistosa en tanto le reprochaba.



-¿Qué es lo que queréis ahora? ¿Acaso no vais a marcharos nunca?



Zoen Ignorando sus palabras respondió.



- Quiero probarte. Dame tu vigor. Sé que eso os gusta a los machos.-



Naya y Alan se miraron atónitos. La joven incluso le respondió a Zoen de muy mal genio para lo que en ella solía.



-¡De eso nada, Alan es mi novio, ni se te ocurra pedirle eso otra vez!...

           

            La diosa no poseía la virtud de la paciencia precisamente y ya pensaba en que iba a tomar medidas más drásticas contra esos tontos y primitivos seres cuando apareció Dialen a su lado y de modo sorprendentemente severo, le llamó la atención.



- Zoen, ya conoces las órdenes del señor Georcael, no molestes a los humanos.



            La diosa a desgana replicó.



- Claro, lo que nuestro señor diga - y sin más desapareció.-



Dialen hizo lo mismo sin mediar más palabras ante los atónitos jóvenes.



-No sé a qué demonios jugarán esos seres. Pero no me gusta nada. – Pudo decir Alan todavía recobrándose de la sorpresa. –

-Ni a mí. Desde luego son muy poderosos, ninguna de mis habilidades sirve de nada cuando están delante.- Confesó Naya no sin temor. –



            Y esa dulce chica desde luego estaba dotada de los mismos poderes que su hermano. De desearlo no tendría problemas en hipnotizar o leer las emociones de cualquier humano. También era capaz de elevarse en el aire y volar. Incluso de usar ataques de energía. Sin embargo, dada su naturaleza pacifista y bondadosa, no utilizaba aquellos dones. Únicamente quizás, estaría obligada a hacerlo en un caso extremo de legítima defensa. Por desgracia, frente a esos seres que parecían omnipotentes, nada de eso le serviría. Como único consuelo, escuchó las palabras de su pareja, quien, con aire pensativo, comentó.



-Al menos parece que alguien les ha llamado la atención. No sé quién podrá ser pero debe estar por encima incluso de ellos para que obedezcan con tanta rapidez.

-Esperemos que sea así y que quien quiera que sea les mantenga a raya. – Suspiró Naya tomando de un brazo a su novio. –

-Bueno, vamos a dejar eso.- Dijo él tratando de volver a su conversación anterior.-

-Entonces. ¿Te vendrías con nosotros si al final somos elegidos para el proyecto y no hay vida amenazada?- Inquirió ella.-

-Sí, mi amor. No lo dudes. – Le sonrió él con visible afecto. – Pero es algo de lo que deberíamos estar totalmente seguros. ¿Quién sabe? Quizás en la vieja Tierra tengamos también una buena oportunidad. Pero, sobre todo, deseo conocer tus sentimientos sobre eso. Dímelo con sinceridad ¿Tú quisieras ir con tu hermano y con Susan en esa nueva nave?



            Naya suspiró, mirando a su novio con afecto y algo de titubeo para responder despacio y con tono suave.



-Si te digo la verdad, ni yo misma lo sé. Por un lado quisiera pasar más tiempo con mi hermano. Pero, por otra parte no quiero contribuir a destruir formas de vida que ya pudieran estar evolucionando en ese mundo. Y además, deseo terminar mis estudios en la Tierra y tener cerca a mis padres. Tampoco quisiera separarte a ti de los tuyos. Yo nunca fui tan viajera como él, me gustaría más asentarme.

-Y echar raíces.- Sonrió Alan.-

-Bueno, eso lo hace únicamente nuestro árbol sagrado Makaiju.- Le comentó ella mirándole con perplejidad al comentar.- Nosotros no tenemos esa capacidad.

-¡Ja, ja! Es una expresión humana. Significa precisamente quedarse a vivir en un sitio fijo. – Le desveló su novio.-



            Eso hizo reír también a la muchacha. ¡Era curioso desde luego!



-Bueno, supongo que al sagrado árbol eso le parecería bien.- Declaró con gesto divertido.-

-Quizás dentro de unos pocos años, cuando nos estabilicemos, podríamos pensar en ir a ese planeta al que quieren llegar si no han acabado con otra vida que ya estuviese. Y pudiera ser que echásemos raíces allí. ¿Te gustaría? - Preguntó el chico.-



La muchacha le sonrió con dulzura asintiendo, ahora mecía su largo cabello castaño mirando al muchacho con esos ojos azul aguamarina que tenía en su apariencia humana. Así era, ella tampoco tenía muy claro eso de marcharse. Tal y como había admitido ante su novio, al margen de esa conciencia provida, sus afectos estaban divididos. Por un lado la familia de Alan, e incluso sus propios padres, quienes podrían visitarles más fácilmente en la Tierra. Del otro, su hermano y Susan, a la que había llegado a apreciar mucho, camino a ese prometedor mundo. Todavía no era capaz de decidirse, pero aún había tiempo. Mejor no pensar en ello por el momento. Miró cariñosamente a su novio que hizo lo propio atrayéndola hacia él. Tras abrazarse y fundirse en un largo beso los dos se marcharon del astro puerto rumbo al deslizador que les llevaría a casa.



-Es algo que se debe pensar muy bien.- Meditaba la joven.-



            Coraíon y Sandy también estaban los dos juntos, acostados en la habitación del chico. Ambos muy contentos de que la madre de éste la hubiera aceptado. Estaban invitados a cenar además con los padres de él. La ocasión anterior esa velada tuvo que interrumpirse por la fiesta que todos celebraron, aunque hacía un instante Petz les había llamado para recordárselo. De este modo los dos se sentían muy satisfechos. Tras hacer el amor nuevamente, se dedicaban mutuas caricias cuando la repentina aparición de Soa les sobresaltó a ambos. Por una vez Sandy lamentaba que sus percepciones no funcionasen con esos molestos seres. Y que tampoco pudiera asustarles con su demoniaca apariencia. Más bien era al contrario, a esa extraña criatura incluso le parecía graciosa cuando la veía así.



-Para una vez que desearía dar miedo.- Suspiró con resignación al mirarla con sus ojos rojos y sus colmillos demoniacos y tener que escuchar a esa histriónica.-

-Peluchita de dientes largos. ¿Qué hacías con ese otro humano peluchito? ¿Os apeluchabais los dos?¡ Qué monos!....



En fin… paciencia. La diosa por su parte continuó apremiándoles a preguntas con su habitual voz chillona y curiosa.



-¡Tenéis que decirme por qué estáis tan juntos!, ¿por qué lo hacéis, para qué queréis hijos, para qué para qué, para qué?...

-¡Esto es el colmo! - Exclamó Coraíon incorporándose de la cama con los brazos en jarras. - ¡Por el amor de Dios, o de lo que sea que respetes!, ¿nos quieres dejar en paz?

- Ya me dijo Amatista que a ella y a Leval les hizo algo parecido.- Le susurró estoicamente Sandy. -

-¿Os molesto?- Inquirió Soa extrañada y también inquieta porque fuera así, no deseaba contravenir las órdenes de Georcaél, por ello no pudo evitar preguntar. - ¿Por qué? Sólo preguntaba...los humanos sois muy raros, ¿por qué os escondéis para aparearos, si es algo tan bonito para vosotros? ¿Por qué no lo hacéis delante de los demás?

- Si eres buena y te vas te lo explicaré otro día ¿vale? - Le respondió pacientemente Sandy usando el mismo tono persuasor que emplearía con una niña de corta edad. -

- Vale - aceptó ésta  con cara de satisfacción, desapareciendo al instante. -

- Pues serán dioses, ¡pero son peores que los niños de tres años! - Declaró Coraíon con recobrado alivio y no sin humor. –



Su novia asintió mientras se reía para confirmar.



- A pesar de todo creo que son precisamente eso. Como unos niños con grandes poderes. Lo que tenemos que hacer es llevarles por el camino correcto. ¿Quién sabe? Lo mismo al final hasta podrían llegar a ser unos valiosos aliados.

- ¡Ojalá! Aunque yo sencillamente me conformaría con que nos dejasen tranquilos. – Suspiró el muchacho que, pensando en otra cosa, abrazó a su pareja y se colocó sobre ella para susurrarle meloso. – Bien, ¿por dónde nos íbamos? ¡Ah, sí, a por el tercero!



            Sandy se rio entre divertida y excitada y la joven pareja prosiguió con su encuentro interrumpido. Los siguientes días pasaron sin más cosas importantes que reseñar. Amatista seguía ensayando con sus amigas. Leval patrullando con su escuadrilla y aguantando con humor los sarcásticos comentarios del mayor Freejar y Mazoui dirigiendo a sus pilotos en vuelos de pruebas por Bios. Sandy y Coraíon se habían bajado otra vez al planeta. Satory continuaba con las investigaciones sobre el medio ambiente de Bios, ahora como jefa del proyecto. Y hasta los dioses dejaron de incordiar, al menos por el momento...



-Bueno, sectores alfa, beta y gamma en orden. - Volvamos a la base, muchachos.- índico Leval a dos de sus pilotos, quienes junto con él recorrían la zona, remachando con satisfacción. - Es hora de descansar…



            De modo que enseguida retornaron al asteroide tras cumplir con esa misión de rutina. El joven fue a pasar su informe a Freejar. El mayor tras escucharle le propuso dar una vuelta por la zona de pilotos. El muchacho fue con él y su superior le propuso algo interesante.



- Verás, me he dado cuenta de que eres un buen oficial y un piloto muy bueno o mejor que eso todavía. El caso es que yo quizá vaya a pedir ya el traslado a la Tierra y creo que eres el mejor candidato que conozco para ocupar mi puesto.

- Es usted muy amable, señor....muchas gracias. No sé qué decir. - Respondió él, aun sorprendido por esa inesperada noticia. -



            Disimulando en lo que pudo su anterior tono afectuoso con el habitual, Freejar replicó tras carraspear.



-¡Y un cuerno, muchacho!  La amabilidad, que por cierto, es una palabra que no tengo en mi diccionario, no tiene que ver con esto. Es que realmente eres el mejor para el puesto. Además, ahora que estás casado y tu mujer espera un hijo tienes que ganar más dinero. Ya te he dicho muchas veces que el sueldo de un teniente no da para casi nada. Créeme, lo sé muy bien. Yo me casé de teniente igual que tú.

- De verdad que se lo agradezco...pero hace muy poco que ascendí, hay muchos oficiales más antiguos que yo.- Objetó Leval. -

- Ya, pero como también te comenté en otra ocasión, quieren gente válida. Además, hay muchos que también desean volver a la Tierra. Los altos mandos preferirían a un oficial experto en el espacio y que desee echar raíces aquí. Y con tu historial seguro que te ascienden. Tengo que pedirle a Zorton que te apoye, ¡es un carcamal cascarrabias pero creo que podré convencerle! - Expuso Freejar con desenfado. – Bueno, ahora está mucho más suave con eso de volver a ver a su familia. Espero que esos raros individuos super poderosos no vuelvan a molestar.- Remachó ahora con más inquietud.-

-No lo creo, al menos uno de sus jefes nos prometió que esos incidentes no se repetirían. Y creo en su palabra.

-¡Joer, muchacho!, ¿a qué casi vuelen la nave por los aires le llamas tú un incidente?- Exclamó histriónicamente Freejar, suspirando eso sí, más tranquilo para sentenciar.- Pero si tú me lo aseguras ya es otra cosa. De modo que trataré de persuadir a Zorton. Tienes que labrarte un buen porvenir para ti, tu mujer y tu futuro hijo.

- Aprecio mucho que se tome tantas molestias por mí, señor. De verdad, no sé como agradecérselo.- Contestó el muchacho con sumo reconocimiento. -



            Su superior se limitó a  encender uno de sus famosos puros, a exhalar algo de humo y a replicar con su brusquedad habitual, en tanto regresaban al despacho del mayor y éste se arrellanaba en su sillón.



-¡Muy fácil, hombre!, vente a mi casa a cenar con tu mujer, digamos ¿el domingo? A la mía le encantará conoceros a ti y a tu maravillosa esposa.

- Estaré encantado, pero debo consultarle a Amatista. No sé cuándo podrá.- Respondió éste. –

- Sí muchacho, fuera de la base no somos nosotros los que mandamos. - Convino Freejar que, levantándose de su sillón, dio una amistosa palmada en la espalda a Leval encargándole. - Pues espero que logres cumplir esta misión. Convence a tu esposa. O de lo contrario Elise me formará a mí un consejo de guerra en casa.

- Haré todo lo posible, señor. Pero sabe que no depende de mí. - Le prometió el chico, que realmente deseaba poder celebrar esa velada con su familia y la de su superior. -

-Lo sé hijo, ya sabes, el hombre propone y la mujer…hace otra cosa…

-En este caso creo que no habrá ningún inconveniente, Amatista estará encantada…y eso lo hará más fácil, ¿no cree?- Sonrió el chico.-



            El mayor asintió y ambos se fueron de la sala, Leval fue a contárselo todo a su mujer, cuando llegó a casa y la vio ella también tenía cosas que decirle, el recital estaba previsto para el próximo sábado. Las chicas cantarían para todos los pasajeros y tripulantes de la nave. Esa sería su despedida. Leval suspiró, ¡menos mal que no coincidía con el día de la cena! Una vez Amatista le contó aquello él le relató la conversación que mantuvo con Freejar y su invitación. Su mujer, también llena de curiosidad y agradecimiento, estuvo de acuerdo en ir a conocer a la esposa de ese superior del que tantas veces le había hablado Leval. De hecho, a él le había tratado sólo fugazmente aunque a ella le parecía una buena persona, llena de humanidad y simpatía, por más que tratase de no evidenciarlo tras esa apariencia de tipo duro y bravucón.



-Ese hombre te aprecia mucho – sonrió la muchacha, afirmando. – Desde que te destinaron a sus órdenes siempre ha tratado de ayudarte.

-Sí. Es cierto. ¿Y sabes una cosa?- Le contó él con voz más apagada en tanto se sentaba en el sofá del salón. – Cuando me dijo que está pensando en el traslado de forma definitiva me dio mucha tristeza. No será lo mismo sin él en la base. -Y con tinte ahora divertido, emuló la voz ronca y cuartelera de su oficial al mando.- ¡A ver, atontado, ese caza no va a despegar solo! ¡No me vayas a dar un beso para agradecérmelo o pensarán que estamos liaos!



            Amatista se tronchaba de risa. Su esposo imitaba bastante bien ese tono aparentemente severo y perdonavidas del mayor Freejar. Al fin, suspiró tumbándose junto a él y recostando su cabeza en el regazo de su marido, para afirmar con voz queda.



-Parece que nuestro destino sea conocer gente maravillosa, que nos ayuda y nos apoya y que tarde o temprano se va de nuestro lado.

-Lo bueno es que no estamos solos. Somos una familia y siempre estaremos aquí para cuando nuestros amigos quieren venir a vernos. – La animó él, agregando también lo mismo que en anteriores ocasiones. -  Y cuando nuestro bebé nazca y nos hayamos aclimatado a Bios, si Dios quiere en nuestra nueva casa, también iremos a visitarles.

-¡Cómo deseo que sea así! - Suspiró la muchacha dejándose abrazar por él. -





Y así se quedaron los dos, meditando sobre aquel futuro que ya no parecía estar tan lejano. Aunque les quedaran todavía muchas cosas por experimentar y no todas tan bonitas como las que anhelarían en sus propios deseos. Sin embargo, y por el momento, Amatista únicamente pensaba.



-¡Ojalá todo vaya bien y mi niño llegue a un mundo lleno de paz y armonía.



            En la Tierra, Doran había recibido la visita de su primo Kiros. Los dos estaban vestidos al modo humano. Se habían reunido a solas en un local que pertenecía al grupo de los guardianes. Y las noticias que el recién llegado tenía eran bastante preocupantes.



-Nos han dicho que todo se va a solucionar.- Le explicaba el anfitrión a ese joven de cabello largo y lacio negro, con ojos igualmente azabache.

-¿A solucionar?. ¿Acaso os han dicho cómo?- Exclamaba con excitación y enojo.-

-Tranquilízate, Kiros.- Le pedía Doran. – Confío en la palabra de la reina Serenity y del rey Endimión.

-Ellos no están allí. No saben hasta que punto la situación se está volviendo crítica.- Le comentó su primo, refiriéndole.- Los traidores cada día son más osados. No se atreven todavía a plantar cara al rey Lornd, pero mi padre está teniendo que emplearse muy a fondo para acallarles.

-Tu padre es el canciller real, es un guerrero muy poderoso. Igual que Dariel y que Urels entre otros muchos, que son leales a la corona. Eso sin contar a mis padres y a tu madre Elua. - Le recordó a su agitado interlocutor.-

-Puede que eso fuese así hace años. Pero ahora hay nuevos guerreros más jóvenes que han ido aumentando mucho su poder.- Rebatió Kiros, afirmando.- Yo mismo estoy entre la élite pero ni aun así tengo segura nuestra victoria en caso de guerra. Doran, no sé que te habrán estado diciendo aquí. Pero en Nuevo Vegeta podría estallar una revuelta en cualquier momento.

-Esos traidores solamente dicen tonterías. Casi nadie de nuestro pueblo les toma en serio.- Rechazó su contertulio.-

-¿Tú crees? Dicen que estamos uncidos no a una alianza, sino a un estado de vasallaje respecto del reino de la Tierra. Y que los monarcas terrestres son débiles.- Le contó Kiros, añadiendo con creciente inquietud.- Nuestro pueblo es muy poderoso. Se preguntan qué ha hecho la Tierra por nosotros durante todos estos años mientras que los nuestros han venido aquí a defender este planeta en numerosas ocasiones.

-Cuando te escucho hablar da la impresión de que también tú pienses así.- Le recriminó Doran.-

-Yo soy leal a sus majestades, a mi padre y a las tradiciones de honor de nuestro mundo. Poco importa lo que yo piense.- Repuso algo esquivamente Kiros, agregando eso sí, con tono entre sorprendido y molesto.- Lo que no esperaba es que tú te cerrases a esos argumentos. En mi opinión, tienen bastante de cierto. Y si quieres saber lo que pienso, no censuro lo que dicen, sino su deslealtad y su desafío a las órdenes de nuestros soberanos.

-Tú no conoces este mundo, ni la Tierra, ni la Luna. Créeme.- Le pidió más conciliatoriamente Doran.- Y no solamente lo digo por Serenity o Endimión. Si pudieras estar junto a la reina de la Luna Nueva, aunque solamente fuera durante unos días, pronto entenderías que estas equivocado.

-¿La reina de la Luna Nueva? ¿Acaso es poderosa?

-No se trata de eso. No es lo poderosa que puede llegar a ser, es ella misma. Es una mujer realmente increíble. No importa lo herida que pueda estar, jamás la he visto retroceder a la hora de cumplir con su deber.- Suspiró Doran.-



            Su primo le miró con gesto de total desconcierto. Al menos esa era una notable cualidad. Propia de un saiyajin.



-Veo que la admiras mucho.- Comentó Kiros, deseando saber más.-  

-No es que la admire, es que haría cualquier cosa por ella.- Sentenció su contertulio confesando no sin apasionamiento.- ¡Cuando estoy a su lado, ni el honor, ni ninguna otra cosa, significan nada para mí. Únicamente cuenta ella!



            Ahora sí que su interlocutor le miró como quien observa a un completo desconocido para denunciar con tono airado.



-¿Te estás escuchando? ¡Eso podría interpretarse como traición!...

-Jamás sería un traidor, ella es aliada de nuestro planeta. Y la defenderé con mi vida. Esas son mis órdenes.- Replicó Doran sosteniendo la mirada de su primo.-



            Kiros movió la cabeza. Estaba tan atónito como enfadado, aunque al fin, en pro de su amistad y sus lazos familiares, se calmó un poco para declarar.



-No sé que clase de embrujo habrá echado esa mujer sobre ti. Pero lo que dices no es propio de un saiyajin.

-¿Ah no? Pregúntale a la princesa Seren. O a nuestros propios reyes. Incluso mi madre, la noble Seira, que antes de conocerlas eran incluso más tradicionalista que tú. Ahora las tiene en una grandísima estima y respeto. Ella nos ha entrenado a ti y a mí y nos ha enseñado la mayor parte de lo que sabemos en el arte de la lucha. ¿Crees que mi madre no es digna de ser una saiyajin?

-No he dicho eso.-Rebatió Kiros intentando sonar más conciliador ahora.- Es únicamente que no te entiendo, Doran. Has cambiado mucho.

-Sigo siendo leal a mi mundo y a mis soberanos. En eso no he cambiado, ni cambiaré. - Le aseguró este.- Solamente te pido que confíes en mi palabra. De verdad te lo digo. Si pasaras algún tiempo con los humanos tú mismo te darías cuenta.

-No gracias.- Negó éste moviendo la cabeza.- Salvo que fuera una misión encomendada por mi padre, tu madre, o los soberanos. Creo que vivir en la Tierra no hace más que debilitar a los de nuestra raza. Aunque, visto así, puede que los terrestres tengan algún tipo de poder del que debamos guardarnos.

-No hables de ese modo. Para mí es como escuchar las palabras de ese traidor.- Le pidió Doran.- No dejes que sus mentiras nublen tu juicio.

- Le odio más que a nadie, tú lo has dicho, es un traidor y nos ha humillado.- Sentenció Kiros, enojándose de nuevo.- No te permito que me compares con él.

-No lo he hecho. Únicamente te he advertido de como suena lo que has afirmado, primo.



            Este se levantó de la silla en la que estaba sentado y dio algunas vueltas por la habitación para comentar con tono entre inquieto y molesto.



-Vine aquí para asegurarme de que acudiríais en defensa de Nuevo Vegeta si la situación lo requiriese. Sé que los soberanos os han dado órdenes de no intervenir de momento. Quizás conocían ya vuestro punto de vista y lo juzgasen inútil.

-Te doy mi palabra como saiyajin, si nuestro planeta estuviera amenazado y recibo la orden, acudiré a defenderlo sin titubear.- Aseveró Doran con un tono que no admitía discusión.-



            Y tras suspirar largamente, su primo entonces sentenció.



-Tu palabra es suficiente garantía para mí. Siempre fuiste un guerrero honorable. Pero cuídate de esa reina tan extraña de la Luna.- Le advirtió.-

-No hay maldad en ella.- Repuso Doran.- Jamás será una amenaza para nuestro planeta, ni nuestra raza. Al contrario.



            Y con esas palabras los dos dieron por concluida su reunión, Kiros tenía que retornar a su planeta para informar y recibir las instrucciones oportunas y Doran por su parte ya estaba impaciente por volver al reino de la Luna Nueva.



 

                                  anterior                                                           siguiente


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)