domingo, 6 de marzo de 2011

GWD 14.141 Hasta pronto, Justices.


Cuando llegó el ansiado día del recital se desveló una sorpresa para los fans, sería en Bios. Las chicas tendrían a su disposición un gran espacio donde cabría mucho público. El planeta ganaba lentamente oxígeno y cada vez era más fácil respirar en él. Con todo, cantar exigía un esfuerzo difícilmente sostenible aún. Eso lo arreglarían con una inyección artificial de oxígeno en el recinto, que era cubierto. Su cúpula especialmente diseñada protegería además de las radiaciones que la atmósfera aun no filtraba. Así pues, todos bajaron a Bios. Amatista, que fue sometida a un riguroso examen médico por parte de Naya, para comprobar si estaba en condiciones de participar en ese recital, y Leval, aprovecharon para ver cómo iban las obras de su casa. Les alegró comprobar que estaban muy adelantadas. Paseaban de la mano recorriendo el lugar y provistos de trajes especiales para resguardarles de la radiación.



-¿Te has fijado, cariño? ¡Nuestra casa está casi terminada y va a tener un jardín enorme, como los que teníamos en las casas de nuestros padres! - Comentó ella pletórica de entusiasmo. – Ellos me contaron de niña que siempre les habían gustado las flores. Sobre todo las de jazmín. Y cuando me desvelaron como fueron sus antiguas vidas, me hablaron de los jardines de palacio en Némesis. Papá me contó que mi abuela Amatista Nairía siempre paseaba por ellos, y se sentaba para contemplar las flores. Y mamá pasaba mucho tiempo con ella allí. ¡Ojalá la abuela pudiera ver esto!

- Sí, mi madre me ha dicho alguna vez que eran unos jardines preciosos. Ella los conocía desde niña. Cuando su padre la llevó por primera vez a la capital de Némesis junto con mis tías. Allí conoció también a tu abuela. – Recordó a su vez el chico, opinando complacido a su vez.- Me gusta mucho como está quedando. Creo que dentro de pocos meses estará acabada y aunque no sea un palacio, será nuestro hogar.



            Amatista asintió con mucha ilusión, estaba impaciente, aunque debería ir paso a paso, pensó y así lo expresó en voz alta.



- Ahora lo primero es el concierto. – Le dijo a su esposo agarrándose a uno de sus brazos con cariñoso ademán según añadía. - Será algo muy emotivo, nuestro último concierto oficial. Menos mal que Naya me ha dejado cantar, no hubiera resistido el quedarme al margen.



            La joven se acordó de la tarde del día anterior, cuando fue a la consulta de la extraterrestre.



-Hola Naya.- La saludó cuando esta le abrió.-

-Hola Amatista, pasa por favor. -Le pidió la doctora.-



            Una vez dentro, Naya le pidió que se tumbase. Tras quitarse el jersey y la camisa que llevaba.



-Voy a hacerte una ecografía y un chequeo de rutina. – Le comentó la facultativa.-



            Amatista asintió, con el instrumental tan avanzado que había en la consulta, pese a todo le hizo gracia que ese gel que su amiga le aplicó en la tripa la hiciera dar un leve respingo.



-Está algo fresquito.- Sonrió la alien.-

-Pues sí, creía que con lo avanzados que estamos aquí, no harían falta esas cosas.

-Es para que la cabeza con la cámara especial se deslice bien.- Le explicó su interlocutora.-



            Y enseguida pasó sobre el vientre de su paciente un pequeño aparato que iba enviando señales a una pantalla de altísima definición. Amatista no pudo evitar sonreír emocionada cuando vio la forma de su bebé, con la cabecita, las manitas y esas piernas tan pequeñas, plegado en la característica posición fetal.



-Ahí esta mi niño.- Musitó.-

-Sí, y parece que está muy cómodo.- Afirmó Naya.- Ahora veamos cómo te encuentras tú.



            Su paciente asintió. Tras un reconocimiento riguroso, la doctora declaró.



-Estás muy bien, salud excelente. No obstante, ten cuidado y  no te fuerces mañana.

-Es que estoy deseando cantar.- Afirmó Amatista confesando.- me siento muy feliz y quiero que mi esposo, mis padres y todos mis seres queridos lo sepan. También quiero dedicarle este concierto a mi hijo.

-Tu hijo seguramente lo agradecerá. Pero te estará mucho más reconocido si no te llevas al límite.

-No lo haré. Siento que, de algún modo, no lo voy a necesitar.- Contestó Amatista.-



            Con esas palabras Naya pareció darse por satisfecha y asintió. Una vez concluyeron Amatista volvió a casa. Estaba muy contenta y compartió con su marido la grabación de la ecografía.



- De todos modos no te esfuerces demasiado. Por favor. -Dijo ahora Leval, sacándola de sus pensamientos, con un poso de preocupación y enfatizando de inmediato. - Ten en cuenta que, a pesar de todos los sistemas y medidas para mejorar la atmósfera, ésta es aún mucho más tenue que la de nuestra nave y no digamos que la de la Tierra. Por eso, entre otras cosas, debemos llevar estos trajes tan incómodos.

- No pasará nada. La radiación que nos llega ahora es mucho más débil. En únicamente cuestión de meses estará en los estándares de la Tierra. De hecho, esto es por protocolo de seguridad. Por mera precaución. Ya podríamos estar aquí sin peligro alguno ni para nosotros, ni para el bebé durante al menos un par de horas. - Le aseguró Amatista agregando con visible ánimo. – Y en cuanto a cantar ya verás cómo puedo hacerlo.

- Bueno, pese a todo mejor no correr riesgos. Aunque lo peor vendrá después. Tenemos que cenar con mi superior y su familia. -  Suspiró Leval agregando con humor. - ¡Eso puede ser también una prueba dura!

- No creo.- Sonrió su esposa afirmando convencida como tantas otras veces. - Ese hombre siempre se muestra aparentemente muy duro pero estoy segura de que te aprecia mucho y su mujer será también buena persona. Nos lo pasaremos bien.



            Su marido le dedicó una afectuosa y convencida sonrisa y ambos continuaron caminando un poco más, paseando de la mano y despacio, disfrutando con aquellos parajes cada vez más verdes y fecundos. Ella le comentó todos los planes que estaban haciendo para poblar esa yerma superficie de grandes bosques y praderas y el chico sonrió. Su esposa estaba entusiasmada con ese proyecto. Más teniendo en cuenta que mucho del mismo era enteramente de su diseño. Había tenido muy presente eso que sus padres le contaron del planeta Némesis. Allí, hubo grandes personas que dedicaron sus vidas a tratar de hacer de ese planetoide un lugar bello y lleno de vegetación.



-No desmereceré de esas gentes. Y así, mis padres y mi abuela, donde quiera que esté, podrán estar orgullosos de mí.- Se dijo.-



            Aunque claro, si se paraba a pensarlo, era una paradoja. Faltaban siglos para  la madre de su padre naciera. Era algo realmente complicado. De modo que, ¿a qué devanarse la cabeza ahora con ello?



-Vamos a ver un poco los alrededores, hay lugares que están más adelantados.- Le comentó a Leval.-



El joven asintió, ambos caminaron llenos de esperanza y optimismo, disfrutando de las vistas sin prisas, aunque enseguida se detuvieron. Observaron como un deslizador llegó hasta ellos, en él iban Coraíon y Sandy. Los dos bajaron provistos de unos trajes iguales a los suyos y les saludaron. Leval le agradeció a su primo la preocupación que se había tomado con la casa para él y Amatista. El aludido respondió con una sonrisa.



- No las merecen, encantado de poder ayudaros, primos.- Afirmó complacido para informarles al momento con entusiasmo. - ¿Sabéis? Sandy y yo también hemos comprado una.



Amatista intervino muy contenta al oír eso.



-¡Qué bien!, espero que la hayas comprado cerca de aquí, así seremos vecinos.

- La hemos comprado a unas pocas manzanas de distancia de aquí. ¡Tened por seguro que nos veremos a menudo! - Terció Sandy  también de forma animada. -



Entonces Leval sonrió de una forma extraña, casi parecía entre pícara y emocionada, cuando les desveló al resto.



-Quizás no debería deciros nada todavía, pero corre un rumor en el alto mando de la flota.

-¿Qué rumor? – se interesó su mujer mirándole sorprendida, hasta ese momento no le había dicho nada. – ¿A qué te refieres? ¿No será nada malo?

-No, tranquila.- Contestó afablemente él, relatándoles.- Pues veréis, es una noticia muy reciente. De hecho Mazoui, me lo dijo el otro día. Estuvo hablando con el vicealmirante Spar. ¿Veis toda esta avenida?- Les inquirió recibiendo el unánime asentimiento de sus oyentes para preguntar a Coraíon. – Dime una cosa, primo. ¿Vuestra casa dónde estará?



Y señalando en la distancia el interpelado alargó su brazo izquierdo e indicó con su dedo índice. Para responder.



- Cuenta unas tres o cuatro parcelas más allá. En esta misma calle.

- Pues escuchad. - Continuó Leval que parecía emocionarse ligeramente al añadir. – Mazoui me contó que, según el vicealmirante, el alto mando de la flota y las autoridades civiles de Bios, han decidido bautizar muchas de las calles y avenidas de la nueva ciudad del planeta con los nombres de los oficiales y tripulantes muertos en acto de servicio durante el viaje. Y esta avenida precisamente, ¿a qué no sabéis que nombre va a llevar?



      Coraíon palideció, Sandy le observó preocupada, Amatista por el contrario no parecía darse cuenta y fue la que ingenuamente preguntó a su esposo, como si se diese por vencida en un acertijo.



-¿Cuál?



Y su marido sonrió tratando de dominar su creciente emoción para replicar con voz trémula.



-Avenida del Teniente Granate Lassart Malinde. El vicealmirante, al saber que íbamos a vivir aquí, sugirió expresamente que ese fuese el nombre de nuestra calle. Incluso pondrán un retrato holográfico suyo contando como dio su vida por todos.

-Eso es estupendo, ¿verdad, cariño?- Terció Sandy agarrando el brazo de su prometido.-



            Aunque la chica enseguida le miró conmovida, el muchacho lloraba, las lágrimas le caían por las mejillas y sus labios temblaban cuando pudo casi balbucir.



-Gracias, eso significa mucho para mí. Será como tenerle siempre a nuestro lado.



Leval también tenía los ojos llorosos y su mujer sí que dejaba caer las lágrimas abrazándose a él. Para afirmar orgullosa y emocionada a su vez.



-Nuestro hijo podrá crecer recorriendo esta calle y sabiendo quién fue Granate y cómo se sacrificó por todos. Y nosotros siempre le recordaremos cada vez que volvamos a casa.

-Cuando mis padres se enteren les hará mucha ilusión. - Afirmó el asimismo emocionado Coraíon abrazado a su vez a Sandy. – Es un gesto muy hermoso. Mi hermano y los demás se lo merecen. Lo dieron todo para que nosotros estemos aquí ahora, disfrutando de este instante y haciendo planes para el porvenir.



Y tras esos momentos de emoción los cuatro anduvieron un rato por esa futura avenida a la memoria de su familiar. Al fin, Amatista les comentó tras mirar su reloj de pulsera.



- Bueno, he de irme con las chicas, el concierto empieza en un par de horas y debemos ultimar los detalles.

- Allí estaremos. - Le aseguró Coraíon. -

- Eso seguro - convino Sandy para añadir con interés y expectación. - Ya tenía ganas de asistir a un concierto de las Justices al completo.

- No os decepcionaremos, ya lo veréis. - Aseguró su amiga esbozando una complacida sonrisa. -

- Luego nos vemos chicos, venga Amatista, te llevo.- Ofreció su marido.-



La joven asintió. Leval la levantó en brazos y voló con ella alejándose de su primo y de la novia de éste, en tanto él  comentaba.



 - Oye, se nota que la atmósfera ha mejorado mucho. Siento mayor resistencia en el vuelo.

- Sí, pero aun así me noto algo mareada al salir al exterior, cuando no llevo traje a diferencia de ahora. Debe de ser la escasez de oxigeno.- Respondió su mujer que rápidamente añadió. - Por suerte, en el interior del recinto donde actuaremos los valores de temperatura, presión y nivel de oxígeno serán perfectos.

- Sí y en el resto del planeta, calculan que dentro de un par de años la cantidad de oxígeno en la atmósfera será prácticamente como la terrestre.- Le informó Leval. -

- Todavía dos años más. ¡Me parecerá una eternidad! - Suspiró ella. -

- Bueno dos años pasan rápido, entre tanto ya han comenzado a repartir enriquecedores de oxígeno e inhaladores portátiles. Además, iremos a la Tierra a menudo para respirar su aire y que nuestro hijo la conozca desde pequeño, ¿qué te parece la idea?

- ¡Me parece maravillosa! - Convino ella visiblemente contenta. -

- De todas formas, esta atmósfera me da la impresión de ser un paraíso si lo comparas con el ambiente de nuestro cuarto de entrenamiento.- Declaró jovialmente él. -



            La chica le miró perpleja por este último comentario ¿Cómo sería el sitio donde entrenase su esposo entonces? Así le preguntó.



-Bueno, es una especie de réplica del Rincón del Alma y del Tiempo donde nuestros padres, nuestro tío Zafiro y sus amigos, entrenaban. Tiene un porcentaje de oxígeno que es la tercera parte del terrestre y una presión al menos diez veces superior.

-¿Y podéis entrenar ahí?- Exclamó su esposa con la boca abierta.-

-Ya te lo he dicho, es una broma comparado al genuino Rincón. Al menos eso me comentó mi padre.- Sonrió Leval.- Y aun me contó que sus maestros allí entrenaron en lugares muchísimo más duros. Pero claro, ellos son legendarios.



            Su esposa asintió, esa raza de guerreros del espacio era realmente impresionante. Su propio padre le había llegado a decir que no daba crédito a lo que eran capaces de hacer. En fin, ella misma pudo ver a su esposo luchando con todo su poder y realmente daba miedo. A pesar de no haber tenido oportunidad alguna contra los dioses, llegó a ponerles en algunos aprietos. Y eso era muy meritorio desde luego.



-Menos mal que parece que se han calmado. Ahora se muestran incluso amigables.- Suspiró ella con patente alivio.-



En fin, dejó eso de lado y ambos continuaron hablando acerca de varias cosas más en tanto el chico llevaba a Amatista hasta donde estaban sus amigas y compañeras de grupo.  Al llegar, Leval saludó brevemente a su hermana y a sus primas y tras desearlas suerte se marchó a ocupar su puesto junto con los demás en el auditorio. Las chicas se reunieron y terminaron los últimos arreglos. Habían tenido poco tiempo para ensayar pero se conocían tan bien que eso casi era lo de menos.



-Bueno, ya nos sabemos las canciones de memoria.- Afirmó Katherine.-

-Sí, pero qué nervios.- Sonrió trémulamente Idina, que al ver como la observaban las otras se encogió de hombros, declarando.- Siempre que nos toca actuar me sucede lo mismo.

-No te preocupes, nos pasa a todas.- La animó Kerria solidariamente.-

-Pues yo ya tengo ganas de empezar. – Comentó Amatista aun en el camerino. –

-Pues yo no tantas. –Suspiró Idina cuando dijo. – Pienso que seguramente será nuestro último concierto y me da mucha pena.

-Nunca se sabe – le sonrió Kerria que afirmó con aire optimista. – Puede que tengamos alguna otra oportunidad. –

-Sí, de momento, como vosotras os quedaréis a vivir en Bios, la prima y yo hemos pensado en algo – terció Katherine. –

-¿En qué habéis pensado? –Quiso saber Idina.-

-Pues muy sencillo – repuso Kerria. – Cuando Kathy y yo podamos seguramente actuaremos en la Tierra. Como hicimos alguna vez en el último año. Ya tenemos hasta un nombre pensado y que hemos usado en ocasiones. Seremos las Ky-Kat.

-¿Las Ky-kat? – se sonrió Amatista mirando a ambas divertida, comentando con humor. – Suena a barrita de chocolate.

-Eso parece. - Les explicó Katherine todavía sonriente por ese comentario, para explicar lo que el resto pese a todo ya sabía. – Es por nuestros apodos, a Kerria su hermano siempre la llamó Ky desde que eran pequeños. Y a mí el mío a veces me llama Kat, igual que hacen en la facultad. Pues ahí lo tenéis.

-¡Oye!, pues suena bien. – Afirmó Idina con tono de aprobación.-

-Bueno, eso si es que podemos actuar juntas alguna vez. – Comentó Kerria desvelando. – Yo estoy tan liada con todos mis estudios, el trabajo en mis propias canciones, el bufete, que, no sé.

-¡No seas aguafiestas! Siempre habrá alguna ocasión.- La animó Kathy que ahora se dirigió a las otras dos compañeras de grupo con un tono más nostálgico y sentenció. – Y a vosotras os echaremos mucho de menos.

-También podréis venir a Bios y quedar con nosotras, quizás hasta para cantar algo juntas.- Les dijo Idina con tono desenfadado. –

-Sí. - Convino Amatista. – Aunque no sea con público. Sería igual que cuando empezamos hace años, ¿recordáis?



Sus amigas y compañeras asintieron todas con el mismo gesto de melancólica nostalgia. Parecía mentira, no habían transcurrido tantos años de aquello y sin embargo se les antojaba una verdadera eternidad. Más que el lapso temporal era todo lo que habían vivido. Por supuesto, el recuerdo de su difunto primo Granate flotaba en el ambiente. Amatista estuvo a punto de contarles lo que Leval le había dicho a ella, a Sandy y a Coraíon pero no tuvo oportunidad. Ese momento de recuerdo se interrumpió cuando una de las asistentes llamó y entró en el camerino informándoles de que les quedaban solamente cinco minutos para salir. Las chicas se pusieron a ultimar sus maquillajes y demás dejando ya la conversación. Entre tanto el público esperaba con impaciencia…



-Bueno, el último concierto de las Justices. – Pudo decir Leval, quien junto a Satory, Mazoui, Sandy y Coraíon entre otros, aguardaba también con expectación el comienzo. –

-Sé que a la pobre Amatista, y seguro que a las demás, les apena mucho terminar con el grupo. – Comentó Satory. –

-Pero así es la vida. – Suspiró Mazoui. – las cosas cambian. Seguro que todas ellas tendrán otras metas y motivaciones que las ilusionarán para el futuro.

-Sí. Sobre todo eso de ser madre.- Convino Sandy abrazada a su prometido. –

-Escuchad. – Les pidió Leval cuando sonó un aviso de la megafonía del estadio indicando que en unos instantes comenzaría el concierto. -



Y no tuvieron ya que esperar mucho. Al cabo de un rato salieron las chicas que fueron largamente ovacionadas. Comenzaron con un saludo a los miles de fans allí congregados y con el entusiasmo propio de esa gran ocasión, aprovechaban también para inaugurar ese pabellón multiusos recién construido en la ciudad y de paso daban su último concierto oficial. Así se arrancaron a cantar desgranando por turnos temas de sus antiguos discos y otros nuevos, algunos eran arreglos de canciones de artistas del pasado. Otras las habían compuesto por separado cada una de ellas. Lo cierto es que todos coreaban y aplaudían las canciones, incluso bailando las más movidas. Por su parte, Amatista se encontraba muy cómoda con sus amigas. Éstas evitaban que su compañera tuviera que hacer demasiado esfuerzo de modo que el público apenas lo notase. Y ella correspondió aportando toda su entrega para cantar entre otras, una canción dedicada a sus seres queridos y sobre todo a su marido. Rememorando lo que les había sucedido a ambos desde su salida en la nave. Agradeciéndole así su apoyo y su amor.



Por todas esas veces que estuviste para mí 
Por todas las verdades que me hiciste ver 
Por toda la alegría que trajiste a mi vida 
Por todos los errores que me hiciste corregir 


Por cada sueño que hiciste realidad 
Por todo el amor que encontré en ti 
Siempre estaré agradecida cariño 


Tú eres el único que me brindo una mano 
Nunca me dejaste caer 
Tú eres el único que me dijo, lo pasaras, pasaras todo 

Fuiste mi fuerza cuando estaba débil 
Fuiste mi voz cuando no podía hablar 
Fuiste mis ojos cuando no podía ver 
Tú decías que lo mejor estaba en mí 



Y esta vez Leval no tuvo ninguna duda de a quién iba dirigida esa canción. Escuchando emocionado como el resto, sobre todo cuando Amatista, se acarició suavemente el vientre como si quisiera que el hijo de ambos participase también en aquella muestra de amor.


Me ayudaste a avanzar cuando no podía llegar 
Me diste fe, pues tú creías 
En todo lo que yo era 
Porque tú me amaste 

Me diste alas y me hiciste volar 
Tocaste mi mano y pude tocar el cielo 
Perdí mi fe, y tú me la regresaste 
Tú dijiste que no había estrella que no pudiera alcanzar 



El chico recordaba todas las vivencias pasadas, como se conocieron, lo que vivieron en aquellos años juveniles cuando la chica trataba por todos los medios de que se fijase en ella, su viaje a la nave. La joven le siguió a aquella aventura que parecía poco menos que un sueño imposible. Después arrostraron muchos peligros juntos…


Estuviste por mí y ya estoy de pie 
Tengo tu amor y lo tengo todo 
Estoy agradecida por cada día que me diste 
Quizás no sepa cuanto 
Pero sé que en verdad es mucho 
He sido bendecida porque fui amada por ti 

Fuiste mi fuerza cuando estaba débil 
Fuiste mi voz cuando no podía hablar 
Fuiste mis ojos cuando no podía ver 
Tú decías que lo mejor estaba en mí 



Sufrieron la pérdida de muchos amigos, entre ellos por supuesto, la del primo Granate. Sus discusiones y malos entendidos por culpa de Logan y de las circunstancias. El momento en el que Amatista estuvo a punto de morir en ese terrible accidente. Su recuperación con él sin apartarse de su lado. Ahí fue cuando se dio cuenta de que la amaba…


Me ayudaste a avanzar cuando no podía llegar 
Me diste fe, pues tú creías 
En todo lo que yo era 
Porque tú me amaste 

Siempre estuviste ahí para mí 
El tierno viento que me llevaba 
Una luz en la oscuridad iluminando tu amor en mi vida 
Fuiste mi inspiración 
Contra las mentiras tú fuiste la verdad 
Mi mundo es un mejor lugar gracias a ti 



Después, el propio Leval que enfermó de gravedad y en esta ocasión fue ella quien no le dejó ni por un instante hasta que se recobró. De eso se pasó a su declaración de amor y su boda. Y finalmente la aparición de aquellos dioses. Ahí fue cuando estuvo a punto de estropearlo todo con su orgullo  y su rabia. Pero la que era ahora su esposa nunca perdió la fe en él.


Fuiste mi fuerza cuando estaba débil 
Fuiste mi voz cuando no podía hablar 
Fuiste mis ojos cuando no podía ver 
Tú decías que lo mejor estaba en mí 


Me ayudaste a avanzar cuando no podía llegar 
Me diste fe, pues tú creías 
En todo lo que yo era 
Porque tú me amaste 

Fuiste mi fuerza cuando estaba débil 
Fuiste mi voz cuando no podía hablar 
Fuiste mis ojos cuando no podía ver 
Tú decías que lo mejor estaba en mí 



El chico incluso derramaba algunas lágrimas viéndola ahí, expresando su amor ante tanta gente y acariciando el fruto del mismo, su hijo que pronto vendría al mundo.


Me ayudaste a avanzar cuando no podía llegar 
Me diste fe, pues tú creías 
En todo lo que yo era 
Porque tú amabas 

Todo lo que yo soy fue
Porque tú me amaste 



(Because you loved me Celine Dion, crédito al autor)



Y tras la gran ovación que hubo, las otras tres componentes del grupo se abrazaron a su compañera. Ella sonreía con lágrimas de emoción, agradeciendo esas muestras de afecto, con el público puesto en pie sin dejar de aplaudir. Este acontecimiento no pasó desapercibido para los dioses que escuchaban con gran curiosidad e interés.



-¿Por qué hacen chocar así sus manos?- Inquirió la sorprendida Zoen.-

-No sé, estarán haciendo lo que llaman música.- Elucubró Buruk, cruzado de brazos.-

-No, eso se llama aplaudir.- Les informó Soa.- Los humanos peluchitos lo hacen cuando algo les gusta…



La diosa iba a añadir algo cuando otra canción más animada sustituyó a la anterior. En el escenario, fue Idina quien, dirigiéndose al público de forma jovial, declaró.



-Y ahora nuestra última canción…



            Unos Oes generalizados se escucharon por todo el pabellón, aunque las sonrientes chicas movieron la cabeza tras de Idina, como si quisieran desdecir a su compañera quien, al percatarse de ello, afirmó divertida aunque fingiendo algo de cariñosa reprobación.



-Ya estáis tratando de tomarme el pelo otra vez… Pues vamos a obsequiar a este estupendo público con alguna más…



            Y tras la gran ovación y los gritos de “ Biiieeeen”, fue la propia Idina quien empezó.



-Uuuuh.. No más tristeza…Uuuhh



            Y por turnos todas fueron desgranando las estrofas de ese tema y ayudándose a hacer los coros…



Quiero ser la que te haga feliz

Quiero ser la que te de esperanza

Pero en estos días de vida consciente

Tenemos que tomárnoslo con calma



No puedes estar seguro de a quién has conocido

No estás seguro de lo que podrías tener

Por que en estos locos tiempos que vivimos

El amor puede tornarse en arrepentimiento



Pero tú, podrías ser el único en cambiar mi punto de vista

Todo depende de ti



Te doy amor sin el dolor

Te enseño la luz más allá de la lluvia

Voy a hacerte feliz

Voy a hacerte feliz, ahora



Habrá días cuando las cosas vayan mal

Estaré allí para hacerte fuerte

Voy a hacerte feliz

Voy a hacerte feliz, ahora



Quiero encontrar un lugar donde los sueños puedan suceder

Quiero encontrar un amor que me llevará allí

Y en tus ojos he visto una visión

Que me hace querer preocuparme



Y si dos personas mutuamente lo acuerdan

Ese único amor puede hacerlas libres

Entonces juntos haremos un mundo

Sobre el que otros solamente sueñan



Y tú podrás ser el que haga todo eso realidad…



Cada una de las chicas pensaba en ciertas personas cuando cantaba aquella movida y bonita canción. Amatista en su esposo y sus padres, Kerria en Samantha y su familia, Idina también en los suyos y en sus amigas de la universidad y Katherine en su hermano y sus padres. Y todas deseaban que aquello, más que una canción, fuera una promesa hecha ante testigos…



Te doy amor sin el dolor

Te enseño la luz más allá de la lluvia

Voy a hacerte feliz

Voy a hacerte feliz, ahora



Habrá días cuando las cosas vayan mal

Estaré allí para hacerte fuerte

Voy a hacerte feliz

Voy a hacerte feliz



Habrá días cuando las cosas vayan mal

Estaré allí para mantenerte fuerte

Voy a hacerte feliz

Voy a hacerte feliz, ahora



Soa imitaba a los humanos y bailaba también, aunque no sabía el porqué de todo aquello. Buruk le preguntó que hacía.



- Hago como estas extrañas criaturas. - Repuso su compañera. -

-¿Para qué se mueven de esa manera? - Quiso saber  después el  gran dios. -

- Creo que a eso lo llaman bailar.- Dedujo Dialen. -

- Y esas cuatro ¿por qué hablan de esa forma tan rara y se mueven continuamente? - Inquirió Zoen con extrañeza. -

-¡Eso es cantar, así expresan sus sentimientos! - Le explicó Soa con animación. -

-¿Qué son sentimientos? - Quiso saber Buruk. -

- La forma en que a ellos les afectan los acontecimientos. - Le explicó Redan en tanto seguía escuchando con idéntico interés al de sus compañeros. -



Algunos días el sol no quiere brillar

Y yo seré tuya y tú serás mío

Voy  a hacerte feliz, feliz oooh

Yo no soy del tipo de las que mienten

Quiero pasar mi vida contigo



Voy a hacerte feliz



- Debo reconocer que es algo hermoso. – Admitió Zoen, sobre todo tras escuchar la canción que Amatista había dedicado a su esposo. – No sé por qué, pero me produce una extraña sensación de bienestar.

- Quizá no sean tan poco evolucionados como creíamos. Redan tenía razón.- Concedió Soa sin parar de moverse al ritmo de la música. – La verdad es que hacen cosas muy interesantes, comer, dormir, cantar…

- Puede que el Creador les haya dotado de algo de parte espiritual.- Conjeturó Zoen. -

- No sé, pero lo que hacen ahora me gusta... ¡es divertido! - Declaró su colega diosa visiblemente entusiasmada en tanto trataba que un atónito Redan bailase con ella al ritmo de esa tonada. -



Voy a hacerte feliz, sí

Hacerte feliz, voy a hacerte feliz

Voy a hacerte feliz, a hacerte sentir muy bien

Hacerte feliz, feliz y enamorado

Hacerte feliz, amor sin dolor

Hacerte feliz, luz más allá de la lluvia



Voy a hacerte feliz, a hacerte sentir muy bien

Hacerte feliz, sí, sí, sí

Hacerte feliz

Todo depende de ti

Eeeh

Eeh

Todo depende de ti, cariño…



(Celine Dion. Make You happy. Credit to the artist)



-Basta ya de perder el tiempo, debemos seguir buscando al Mensajero.- Les indicó desapasionadamente Dialen y los dioses, conscientes de ello desaparecieron. -



            Y en el escenario, tras otro largo aplauso, las Justicies hicieron honor a su palabra y, tras un par de canciones más, al fin se despidieron. Cuando el concierto acabó, el público estalló en una gran ovación. Las chicas saludaron varias veces y pese a todo, aclamadas como eran al grito de “otra, otra, otra” tuvieron que hacer algunos bises más. Por fin terminaron definitivamente y fueron a sus camerinos a cambiarse. Ya incluso antes de actuar, tras esa pequeña conferencia que habían celebrado entre ellas, tenían que decirles lo que habían decidido a sus amigos. Al salir, Leval, Mazoui, Coraíon, Sandy, Satory, Alan y Naya, Giaal y Susan, les esperaban. Todos las felicitaron por sus grandes interpretaciones.



-¡Me ha encantado, sois magníficas! - Alabó Mazoui bastante entusiasmado para lo que en él era habitual. -

- Sí, hacía mucho que no me lo pasaba tan bien.- Convino Satory. -

- Seguiréis actuando en La Tierra. ¿Verdad?,- intervino Alan. -

- Me temo que juntas ya no.- Repuso Kerria algo apenada. -

-¿Cómo es eso?, pero si os compenetráis perfectamente.- Objetó éste con sorpresa y ligero pesar en su voz. -

- Es cierto, el público se vuelve loco por vuestras canciones.- Terció Naya extrañada también. -

- La verdad es que en grupo somos mejores que por separado, podemos alcanzar registros y hacer combinaciones imposibles para una o dos solas, pero no podremos reunirnos ya puesto que Amatista e Idina se quedan aquí y nosotras volvemos a la Tierra.- Explicó Kathy. -

- Bueno, podréis reuniros de vez en cuando como ahora.- Propuso Leval. -

- Lo hemos hablado pero cada una quiere encauzar su vida, cada vez nos sería más difícil sacar tiempo para esto.- Objetó Amatista que sin embargo quiso dejar una tenue esperanza al añadir. - Quizás en alguna ocasión que sea especial, si nuestras respectivas obligaciones nos lo permiten...

- Eso desilusionará mucho a vuestros fans.- Terció Susan apenada, pues ella era una de las que se contaba entre los mismos. -

-¡Qué le vamos a hacer! ¡Espero que lo entiendan!  - Suspiró Kerria dedicando a ésta una inquisitiva mirada, juraría que esa muchacha tenía algo que le resultaba muy familiar, en su rostro quizás. – Creo que estaba en el grupo de oficiales que le hicieron el pasillo a Leval y a Amatista el día de su boda. Eso debe ser.- Pensó la muchacha.-



            Ajenas a sus reflexiones las demás continuaban charlando sobre aquello.



- De todos modos, por separado tampoco lo hacemos nada mal.- Declaró Katherine. -

-¿Qué planes tenéis para el futuro? - Quiso saber Naya. -

- Yo quiero quedarme en Bios, en cuanto acabe la carrera voy a solicitar una plaza de maestra para los niños que vengan y que nazcan en este planeta.- Repuso Idina. -

-¿A qué es estupendo, Leval?- Terció Amatista entusiasmada con esa idea al exclamar. - ¡Tu prima podrá ser la primera profesora que tenga nuestro hijo!

- Me encanta la idea. Así todo quedará en familia, primita.- Admitió él sonriéndole complacido a la muchacha que casi enrojeció al oír a su interlocutor remachar.- Nuestro hijo no podría tener una maestra mejor para enseñarle a ser una persona maravillosa.



            Y tras la sonrisa y el consecuente rubor de la aludida, agradeciendo aquellas palabras, fue su hermano Alan quién preguntó.



-¿Y las demás? ¿Qué haréis?

- Yo, volver a mi casa, tengo cosas por resolver, me iré mañana...- Respondió Kerria ensimismada ya en sus propios problemas e inquietudes que no deseaba mostrar en esta ocasión tan especial para sus amigas y para ella misma cuando agregó. – Ha sido maravilloso poder estar aquí y cantar con todas, pero mis obligaciones me reclaman.

- Yo igual, quiero comenzar a probar suerte como actriz, he hecho algunas pruebas y me dicen que tengo talento.- Dijo Kathy a su vez con semblante esperanzado. -

- Estoy segura de eso ¡Qué tengas mucha suerte, Katherine, tú también Kerria! - Les deseó Sandy y ambas se lo agradecieron con una sonrisa, más cuando la morena científica remachó. – ha sido un placer conoceros.

-Igualmente.- Contestaron las aludidas.-

- Pues yo he pedido destino en una nueva nave que saldrá de la Tierra a seguir la exploración del universo.- Les contó Susan. - Giaal también ha solicitado plaza como médico y nos lo han concedido, debemos partir dentro de dos semanas.



Naya miró a su hermano con gesto perplejo y no demasiado contento, para recriminarle acto seguido de modo suave pero dolido.



- Tenías que habérmelo dicho Giaal, habíamos acordado  que nos daríais tiempo para decidir si lo hacíamos juntos. ¿Lo saben mamá y papá?



            La alférez Hunter miró hacia otra parte algo envarada. Quizás se había precipitado pero estaba tan contenta y deseosa de compartir aquello con los que ya consideraba como unos buenos amigos que ni siquiera se lo consultó a su pareja antes. De todos modos, Giaal tomó la palabra con un tinte más conciliatorio.



- No lo saben, Naya, pero se lo diré cuando vaya a la Tierra. Aún faltan un par de semanas para que parta la nave, Susan y yo nos iremos a pasarlas con ellos.- Declaró su hermano.-

-Sí…es que nos llamaron hace unos pocos días. Teníamos que aceptar de inmediato si deseábamos ir.- Se excusó Susan, que añadió sin querer ahondar mucho más en el tema.- Hemos de seguir un entrenamiento especial, al menos los pilotos.



Hubo entonces un silencio pues nadie retomó la palabra hasta que Mazoui decidió romperlo con una propuesta  que reanimara aquello.



- Vamos a cenar todos juntos para despedirnos, quién sabe cuándo nos volveremos a ver. ¿Qué os parece?



A todos les pareció una estupenda idea,  de camino hacia la cena, Kerria no pudo evitar  fijarse nuevamente en Susan en un momento en el que ella y Giaal conversaban con su hermana Naya. Seguramente tratando de hacerse perdonar el no advertirla acerca de su participación en ese viaje tan inesperado que iban a emprender y en el que ella y Alan también podrían haber deseado apuntarse con ellos.



-Lo lamento mucho. ¡Ha sido culpa mía! Totalmente mía. Tu hermano no tenía ni idea hasta que se lo dije anteayer…- Dijo al alférez Hunter.-

-Ya, bueno.- Pudo contestar secamente su contertulia que no parecía desde luego demasiado contenta a pesar de esa aclaración. –

-Por favor, no te enfades con él. -Le pidió Susan.- De veras, no era nuestra intención. Fue todo muy repentino, me llamaron del alto mando y tuve que responder con rapidez, sí o no.



            Al fin Naya sonrió, moviendo la cabeza tras detenerse un poco en su caminar, haciendo que su contertulia se detuviera a su vez , y contestó.



-Giaal siempre ha amado viajar y conocer nuevos lugares. Yo preciso más tiempo. Me encariño enseguida con los sitios a los que llego. Además, son vuestras vidas. No te preocupes. Alan y yo hablaremos con calma y ya decidiremos. Quizás puede que aguardemos hasta saber si en ese mundo existe vida orgánica o no.



Aliviada su contertulia asintió esbozando una leve sonrisa.



-Gracias.- Musitó Susan.-

-No hay de qué. Os deseo todo lo mejor.- Fue la más cordial réplica de la doctora.-



Entonces Naya pareció percatarse de la presencia de Kerria y prosiguió su camino. La hermana de Leval entre tanto, sin andarse con rodeos, se aproximó hasta la oficial que trataba de olvidarse de su anterior desliz y la abordó.



-Perdona, pero hace un rato que me estaba haciendo la misma pregunta. ¿No nos hemos visto antes?

- Si así fuera lo recordaría sin duda. – Sonrió Susan que, sin embargo, añadió pensándolo mejor, para confirmar la primera sospecha de su contertulia. -Creo que en la boda de tu hermano. Yo estaba allí haciéndole pasillo.

- Ya, eso lo recuerdo. Pero me refiero a una ocasión anterior. Es que, verás, me recuerdas mucho a alguien a quién conocí. - Le explicó Kerria sin dejar de observarla con franco interés al remachar con voz queda.- Alguien muy importante para mí.



Su interlocutora estaba sorprendida por esa forma tan inquisitiva que tenía esa muchacha al mirarla y Kerria enseguida lo notó, apresurándose a añadir.



-¡Oh! No te lo tomes a mal. No lo digo por nada... Nada de eso…además yo ya…bueno, tengo a mi pareja.

- Tranquila. - Sonrió Susan asegurando a su intranquila contertulia.- No lo he tomado de ese modo.



Y es que la oficial no ignoraba las inclinaciones de su interlocutora, pues eso se aireó hacía tiempo en la Tierra e incluso en la Nave ya habían llegado esa clase de noticias. Además, su propia hermana compartía esa orientación, entonces tuvo una especie de inspiración al comentar a modo de conjetura.



- Quizás me has confundido con mi hermana pequeña, nos parecemos bastante y ella es también una fan de las Justices. Sobre todo tuya.

-¿Tienes una hermana? - Le preguntó Kerria que pareció sorprenderse aún más, paradójicamente como si así se explicase esa extraña sensación. -

- Sí, está en la Tierra, se llama Deborah. - Le contó con tono afectuoso y lleno de nostalgia. - La echo mucho de menos, a ella y a mis padres, ojalá pueda ir a visitarles pronto antes de partir.



            Pero ahora fue Susan la que se quedó atónita ante la reacción de Kerria que exclamó.



-¡Eres la hermana de Debbie! Esa que quería estudiar en la academia militar. Su hermana mayor tan responsable. Ella me hablaba mucho de ti.



Entonces fue Susan quién hizo memoria y le comentó con el mismo tono de sorpresa.



-¡Eras tú esa Kerria con la que ella salía en el colegio! No me lo puedo creer. No pensaba que fueras la misma persona…



            Su interlocutora por su parte pareció violentarse un poco. A pesar de todo, no tenía ni idea de lo que Debbie podría haberle contado a esa muchacha. Pero la oficial enseguida la calmó con tono desenfadado y amable, añadiendo.



- No te preocupes, mi hermana y yo apenas nos guardábamos secretos, ella no solía hablar de sus relaciones delante de nuestros padres, pero cuando podía charlar conmigo a solas si me las confiaba.

-Yo… espero que no te contase…- Musitó algo apurada su interlocutora, en tanto bajaba la cabeza.- Bueno, ella y yo…



            Desde luego que no creía que su antigua novia hubiera desvelado algunas cosas que ambas habían practicado. Por fortuna y para su alivio, Susan comentó con afabilidad.



-Ella era celosa de su intimidad. No te preocupes, yo tampoco le daba detalles de mis ligues en ese aspecto. Lo que sí puedo asegurar es que te quería mucho y le dolió bastante tener que separarse de ti. - Y antes de que Kerria pudiera intervenir, Susan le inquirió siendo ella ahora la que mostraba un evidente interés. -¿Mantenéis el contacto? ¿La has visto en la Tierra? ¿Sabes algo de ella?

- Hace mucho que no la veo. - Admitió la muchacha algo decepcionada, puesto que esperaba que hubiera sido su interlocutora la que le diera noticias, pese a ello agregó con mejor tono. - La última vez que la vi fue hará unos dos años, coincidimos en los Ángeles. Ella trabajaba en una gran discoteca.



            Siguió contándole a esa encantadora muchacha algunas cosas más de ese encuentro, aunque hubo bastantes de ellas que, teniendo en cuenta las circunstancias y su naturaleza, prefirió dejar al margen. Como por ejemplo, las peripecias que les acontecieron allí, a Debbie, a ella y al resto de las justicieras, con criaturas sobrenaturales. De este modo e intercambiando interlocutores en pequeños grupos, llegaron al restaurante elegido, cenaron y charlaron, se desearon buena suerte y al día siguiente tanto Kerria como Katherine se fueron. Idina se tendría que ir también a la Golden a los pocos días para comenzar sus prácticas con niños. Pero estaba segura de querer retornar a Bios tras graduarse. Giaal y Susan se trasladaron a la Tierra para ver a los padres de ambos. Así, ya en su casa, Amatista estaba un poco triste por la marcha de sus amigos, pero presentía que cuando su hijo naciera se volverían a ver.



-Hasta pronto mis queridas amigas. Cuidaos mucho y sed muy felices. – Les deseaba no sin melancolía.-



            Esa noche no tuvo más tiempo de pensar en eso, ni tampoco al día siguiente pues junto con Leval fue a cenar, esta vez a la casa del mayor y su esposa.



-Tengo muchas ganas de conocer a la familia de tu jefe.- Le comentó a su marido.-

-Y yo.- Admitió el chico con genuina curiosidad.-



Ambos llegaron a la hora convenida y fue el propio oficial el que abrió la puerta con una sonrisa en los labios, cosa que a su subordinado no dejó de sorprender. Más todavía al oírle hablar con un tono suave y hasta políticamente correcto.



- Así me gusta, puntuales, pasad y sentaros por favor, ahora viene mi mujer.

-Muchas gracias, buenas noches.- Saludó Amatista, secundada por su marido.-



Freejar se alejó a llamar a su esposa. En ese ínterin, Leval le susurró entre atónito y divertido a su mujer.



-¿Quién es este hombre, dónde está mi superior?



Amatista esbozó una amplia sonrisa pero no tuvo ocasión de responder a esa ocurrencia. El mayor reapareció a los pocos instantes con una mujer de raza negra, madura pero atractiva, de pelo rizado, cortado hasta los hombros. Tenía un aire bastante agradable en general. Su esposo la presentó como Elise. Ella, de forma muy campechana, saludó a Amatista y Leval.



-¡Hola chicos, me alegro de conoceros!,- se dirigió al joven con particular simpatía mientras añadía.  - Winston me habla muy bien de ti, Leval. Dice que tú solo podrías ganar una guerra. Mi marido es siempre un poco exagerado, pero no suele prodigarse en halagos, debes de ser muy buen oficial para que te aprecie tanto.



El muchacho, bastante atónito al escuchar esto, respondió tímidamente.



- Gracias, trato de cumplir con mi deber lo mejor que puedo.

- Bueno Elise, ¡no te pases! - Se apresuró a intervenir Freejar que trataba de disimular su apuro con aquel tono suyo de forzada severidad. - Solamente te dije que el chico no lo hace mal del todo. No hagas que vaya a creérselo.



            Su esposa sonrió y les guiñó un ojo a esa joven pareja, luego les comentó con un aire de complicidad.



- Mi marido es así, cuando aprecia a alguien no le gusta reconocerlo. ¡Anda, Winston!, vete a llamar a Sally y a Jake, que vengan a saludar a nuestros invitados.



            Freejar se fue a llamarles sin rechistar, a Leval le sorprendió lo obediente que estaba con su mujer y lo endiabladamente tozudo que era en la base. ¡Parecía otra persona! Se sonrió, ahora entendía ese comentario que su superior le hizo, fuera del ejército no mandaban ellos, eso estaba claro. Amatista por su parte le preguntó a Elise si Sally y Jake eran sus hijos, a lo que ella respondió afirmativamente. Al cabo de unos momentos Freejar trajo agarrados por la cintura a un par de niños de color que tendrían alrededor de los doce años de edad. Los presentó, la mayor, Sally, que efectivamente tenía los doce años, reconoció enseguida a la ilustre invitada y le dijo con admiración y tono atropellado.



-¡Oye, tú eres Amatista de las Justices!, ¿verdad? vi vuestro concierto por Holo televisión, soy una gran fan tuya, ¿me podrías dar tu autógrafo? ¡Por favor!

-Hija, esas no son maneras. ¿Dónde has dejado tu educación, en tu cuarto?- la recriminó suavemente la apurada madre ante las sonrisas del resto.-

-Perdón.- Se azoró la cría bajando la mirada.-



Sin embargo, la requerida sonrió halagada. Asintiendo con la cabeza se hizo con un lumiboli y una hoja de papel plastificado que le acercó Elise, en tanto respondía con amabilidad.



- Claro que sí, será un placer, me alegra que te guste nuestra música.



 Sally replicó entusiasmada mirando aquello como si de un tesoro se tratase para exclamar.



-¡Eres la mejor!, ¡Jo! lo que van a alucinar mis amigas cuando les diga que te conozco.



Su famosa interlocutora sonrió divertida por aquel entusiasmo infantil tan refrescante. Elise intervino complacida aunque tratando de refrenar el brío de su hija con tono condescendiente.



- ¡Vale ya, Sally!, deja que nuestra invitada esté cómoda, no la atosigues, la pobre bastante tendrá con el resto de sus admiradores.

- ¡Pero mamá! - respondió la niña con voz suplicante. - Es súper famosa, es increíble que esté en nuestra casa. – Y sin dar tregua le preguntó a ésta con vivo deseo de que así fuera. - Oye Amatista. ¿Podré conocer al resto de las Justices?

- Bueno, dos han vuelto ya a la Tierra, pero veré lo que puedo hacer con la que se ha quedado de momento.- Contestó ésta con desenfado. -

- Sally - repitió su madre arrastrando el nombre de su hija y cargando la voz con un tinte más admonitorio.  – No seas pesada…

- No se preocupe, déjela - le pidió Amatista que añadió conciliatoriamente.  - A mí me hace mucha ilusión tener una fan tan simpática y bonita.



La cara de Sally se iluminó con una gran sonrisa y pasó a dirigirse a su padre que asistía a aquella escena  divertido.



-¡Papá, tienes que dar más permisos al marido de Amatista, así podrán verse más y ella hacer más canciones bonitas! Como una de las que le dedicó en el concierto.- Propuso la chiquilla con entusiasmo. -

-¡Pero bueno!- exclamó jocosamente el mayor que sujetó de la cintura a su hija y empezó a hacerle cosquillas. - ¿Tú te crees que yo puedo hacer eso así como así, pillina?



Sally no podía responder, sólo  se reía y todos los demás sonreían también al presenciar la escena.



-Para papá. ¡Ja, ja, ja!...



            Freejar le dio tregua a su pequeña, dejándola ya sentarse en un sofá cercano. Jake, que contaría con unos nueve años y estaba menos interesado en el tema musical, le preguntaba mientras a Leval por sus misiones. Éste le contaba sus peripecias por los diversos planetas que había visitado para fascinación y asombro del chico. Aun estuvieron conversando un poco más hasta que por fin se sentaron a cenar. La anfitriona era una estupenda cocinera y la cena estuvo deliciosa. Amatista, además de firmarle ese autógrafo a Sally le prometió regalarle un Holo compact con sus últimas canciones. Al fin llegó el momento más temido por los niños. Elise les mandó a la cama argumentando que era muy tarde para ellos. Pese a sus repetidos ruegos su madre les recordó que al día siguiente debían ir al colegio y su padre se encargó de llevarles a sus camas a paso ligero, eso sí, después de que ambos se despidieran efusivamente de sus dos invitados. Sally besó a Amatista en ambas mejillas y dio otros dos besos a Leval, Jake besó a la invitada y saludó militarmente al teniente Malden.



-Muy bien, magnífico saludo.- Le halagó Leval.-

-Mi padre me dice siempre que tengo que ir aprendiendo.- Contestó el encantado niño.-

-Ahora reclutas.- Intervino Freejar impostando una voz de mando entre cómica y falsamente gruñona.- Media vuelta, ar, de frente marchen..



            Y así fue como le siguieron a sus respectivas habitaciones entre las sonrisas de los otros adultos.



-MI marido siempre tan teatral.- Suspiró una divertida Elise.-

-Los niños son maravillosos y su esposo es un hombre encantador.-Les elogió Amatista.-

-Ya puede serlo, ¡sino sabe que me enfadaré! - Rio su anfitriona, añadiendo.- Y tenemos mucha fortuna con nuestros hijos, son nuestra mayor alegría.



            Los dos jóvenes esposos se rieron a su vez. Y ya cuando Freejar volvía de llevar a dormir a Sally y a Jake, Amatista le decía a Elise.



- Tengo muchas ganas de tener a mi hijo, después de ver a los suyos me da mucha envidia.

- Tutéame, no soy tan mayor,- le pidió su interlocutora que añadió para tranquilizarla - y no te preocupes, todo llegará, y en tanto lo hace sigue mi consejo. Disfruta lo que puedas porque los hijos son maravillosos pero dan mucho trabajo, ¡casi tanto como los maridos! - Remachó con humor. -

-¡Eso es verdad!- rio Amatista agregando divertida.- Y también son muy complicados de entender…



Mientras Leval y Freejar trataron de protestar jocosamente por ese último comentario pero las dos mujeres no les dejaron hacerlo demostrando quiénes llevaban la voz cantante allí.  A lo que Elise sentenció.



-Y recuerda, querida. Esto que nunca se te olvide ni a ti, ni a él. Tú siempre tendrás un grado más que tu esposo. ¿No es así, Winston?- Inquirió jovialmente a su marido.-

-Así es, mi comandante.- Admitió él con humor y fingida resignación, para hilaridad general.-



Y de este modo, entre risas y un buen ambiente transcurrió el resto de la cena. Ya tarde, la joven pareja se despidió agradeciendo esa estupenda velada. Amatista prometiendo a Elise verse a menudo y Freejar prometiéndole a Leval un duro día de trabajo para el día siguiente. Algo que a buen seguro su, por esa noche excepcionalmente afable comandante, cumpliría cuando volviera a estar en su elemento, se temía el pobre muchacho.



-Bueno, esto ha merecido sin duda la pena. No creo que pueda volver a ser testigo de una cosa igual…-  se sonreía Leval al hilo de esos pensamientos suyos.- Freejar siendo amable…



            Aunque, a la salida, Amatista se rezagó un poco en tanto su esposo iba a por el deslizador. Aprovechó para despedirse del mayor y le dijo con afecto.



-Muchísimas gracias por todo.

-No fue nada, señora Malden. Casi todo el trabajo lo hizo mi mujer. Yo apenas la ayudé con la pasta. -Replicó afablemente aquel tipo.-

-Sabe que no me refiero a eso.- Sonrió ella que agregó visiblemente reconocida.- Siempre ha tratado de ayudar a Leval y sé que él le ve casi como a un padre.

-¡Por favor, señora! - Repuso Freejar a su modo socarrón.- Me va a hacer ruborizar, y mire que eso es difícil para alguien que es negro.

-Llámeme Amatista, por favor. –Contestó ella posando una de sus manos sobre las de él, para agregar.- Es usted un buen hombre, Winston. ¿Puedo llamarle así, verdad?- Éste asintió en tanto ella añadía.-  Mi esposo le echará muchísimo de menos.

-Cuídamelo bien.- Repuso más informalmente Freejar que se permitió ahora el lujo de sonreír más abiertamente, sentenciando.- Yo también le echaré de menos, es un gran muchacho. Pero si le cuentas lo que te acabo de decir lo negaré hasta bajo tortura, como hacen los agentes de nuestros servicios secretos cuando les pillan en un marrón…



            Su interlocutora se rio ¡ese tipo era realmente estupendo! Aunque enseguida la voz de Leval captó la atención de los dos, cuando el chico, extrañado por su retraso, le preguntaba a su esposa.



-Amatista, ¿va todo bien?

-Sí, claro que le va bien… ¡Estaba ligando conmigo, mendrugo!- Exclamó el mayor con su típico tono pleno de ácida ironía para añadir entre socarrón y divertido.- ¡Ya va!…no seas tan prisinas… ¿o es que te haces pis?



            Amatista se rio más todavía y entre carcajadas apenas fue capaz de dar las buenas noches. El mayor hizo lo mismo y se metió en casa cerrando la puerta. La joven enseguida se reunió con su esposo. Una vez a bordo del deslizador y rumbo a su domicilio, él quiso saber…



-¿De qué hablabas con Freejar que te ha hecho tanta gracia?

-Bromas de tu superior.- Repuso ella todavía con una amplia sonrisa.- No se le acaban nunca.

-Eso es verdad – Convino él divertido a su vez para sentenciar.- Ni las bromas, ni las arengas…



            Y es que Leval pensó que mejor no querer saber que le habría dicho ese pirado a su esposa. Así los dos se volvieron a casa deseando descansar ya de aquel largo y ajetreado día…



-Bueno, vamos a dormir. Han sido muchas emociones por este fin de semana y mañana toca volver al trabajo.- Comentó Leval.-

-A mí me queda poco, enseguida tendré la baja.- Suspiró Amatista, declarando.- Jamás me había ocurrido, pero me da pena tener que dejar de trabajar. Desde luego, si alguien me hubiera dicho que me pasaría hace tan solo unos pocos años, me hubiese reído.

-Las cosas cambian. Pero en este caso a mejor.- Afirmó Leval.-



Entre tanto los dos jóvenes llegaban a su casa y se acostaban, los dioses proseguían con su búsqueda. Habían vuelto a recorrer galaxias en cuestión de instantes y no encontraron nada. El Mensajero no aparecía. Es más, ni tan siquiera podían detectarlo. Lo que sí descubrieron fue algo muy extraño, o precisamente la falta de ese algo fue lo que les sorprendió. Soa se había reunido con Buruk en una remota galaxia elíptica. Aunque la diosa, con una expresión confusa, le comentó a su interlocutor.



-Es curioso. Estaba segura de que aquí había al menos dos galaxias más, orbitando a ésta.

-No sé.- Se encogió de hombros su rudo compañero para sentenciar.- Una galaxia o dos más o menos. ¿Qué importan?

-Sí, es verdad.- Convino su colega dejando de lado el tema.- Pero me parece… no sé cómo decirlo. Como si me olvidase de algo…

-Volvamos con el resto. Puede que ellos tengan alguna idea de lo que ocurre aquí. Si es que algo ocurre.- Afirmó Buruk que tampoco estaba seguro de nada.-



            Y ambos se desvanecieron listos para encontrarse con los demás a la espera de nuevas instrucciones. Pero en el Cielo, la reina Serenity y el rey Endimión que se reunían allí con sus guardianas, sí que percibieron algo extraño. Más en el caso de Serenity que se ausentó un momento y pudo hablar con una vieja amiga utilizando la bola que le prestó el mago Landar. Pero la conversación no fue nada halagüeña. De hecho, la soberana le preguntaba a su interlocutora con manifiesta preocupación.



-¿Estás segura de eso que me estás contando?... es decir, ¿lo has visto personalmente?... ¿Qué? ¿Ni siquiera tú has podido parar aquello? ¡Eres la guerrera más poderosa de ésta galaxia!... ¿Y dices que desvanecidas? ¡Como si jamás hubieran estado allí!.. ¡Que a veces incluso tú misma dudas de si hubiesen existido alguna vez! Gracias Galaxia. Te debo una…bueno, si tú lo dices, estamos en paz. Espero verte pronto. Saluda a quién tú sabes. Sí, lo haré…, de tu parte. Cuidaos mucho. Adiós…



Y tras devolverle la bola al anciano, con un gracias, Landar comentó.



-¿Ya se ha manifestado?

-Parecer ser que así es.- Convino Serenity.- Y con celeridad.

-No hay tiempo que perder, pues.- Respondió el mago, alejándose de allí.-



 La reina por su parte retornó a la gran sala donde se reunía con su esposo y sus guardianas.



-¿Qué sucede?- Quiso saber Endimión con el mismo gesto de extrañeza e inquietud que el resto.-

- Todo está comenzando a precipitarse. La Amenaza avanza mucho más rápidamente de lo que habíamos anticipado. Me temo que ya nos queda muy poco para intervenir…meses quizás. - Les desveló la reina con tono y expresión grave.-

-La hora que tanto habíamos temido desde hace años y para la que estamos realmente aquí, está pronta a llegar. Ahora comprobaremos si todos nuestros planes han servido de algo. - Sentenció el rey con voz queda.-

-Hemos hecho cuanto hemos podido.-  Terció Rei que lucía una vez más su uniforme de sailor Marte.-

-Esperemos que eso baste.- Añadió Sailor Júpiter con tinte inquieto en su voz.-

-Dentro de poco, esa otra nave viajará hacia ese lugar. Serán los primeros avanzados.- Les comentó Serenity.-

-Pero, si la situación es tan manifiestamente peligrosa como nos has dicho, será como enviarles a un suicidio.- Intervino una horrorizada Sailor Mercurio.-

-No queremos llegar a eso. No podemos permitirlo.- Señaló Endimión.-

-¿Y si no está en nuestras manos impedirlo?- Quiso saber la también asustada Minako, en su uniforme de Sailor Venus.-

-Es que no estaremos solos.- Le confió Serenity.-

-¿Y quienes nos ayudarán?- Quiso saber Hotaru, enfundada asimismo en su traje de Sailor Saturno.-

-¿Acaso esos extraños individuos que han aparecido en Bios?- Inquirió Sailor Urano.-

-Tiene un papel que jugar, sin duda. Pero eso se verá a su debido momento.- Contestó Serenity.-

-Puede que los saiyajin o ese grupo que se está formando, sean capaces de echarnos una mano.- Elucubró Michiru en su identidad de Sailor Neptuno.-



            Y es que Seren, la sailor Plutón, era la única que no estaba presente en aquella reunión. Fiel a su palabra permanecía en la Tierra trabajando en la Masters Corporation. Aunque eso no era más que una simple tapadera, en realidad estaba en contactos con otros más de ese grupo de los guardianes.



-Uniendo todas nuestras fuerzas, quizás tengamos una posibilidad.- Afirmó Endimión.-

-Pronto lo veremos, desde luego, mucho antes de lo que pensáis. Ya está en marcha y no podemos detenerlo. Al menos no todavía. - Sentenció Serenity con gravedad.-



Las guardianas se miraron unas a otras con visible temor, aunque en esta ocasión ninguna habló. Al igual que sus soberanos únicamente podían esperar el devenir de los acontecimientos que, inexorablemente, seguían su curso…

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