-Espero que sí, tengo buenas referencias y no hay
tantas personas que deseen asentarse en Bios, al menos todavía.- Se planteaba
la muchacha. - No me parece que haya demasiadas candidatas al puesto para el
planeta
Y es
que, a pesar de todos los avances en la Terraformación y las mejoras
ambientales, muchas personas seguían sin fiarse demasiado de los índices de
radiación o del oxígeno disponible.
-Eso no será problema. Tist me aseguró que es seguro
bajar al planeta.- Pensaba la muchacha.-
Por fin, un día fue requerida por el coordinador de
educación de la nave y el planeta Bios. Sin pérdida de tiempo fue a su
despacho. El responsable de esa área educativa la hizo entrar con un tono muy
cortés.
- Pase, pase, señorita Rodney,... Soy Peter Grean.
Por favor, siéntese.- Le indicó con su mano una silla vacía frente a su mesa. -
- Gracias,- repuso ella tomando asiento y tratando
de reprimir su ansiedad dijo en forma lo más calmada que pudo. - Usted dirá,
señor...
El
coordinador, hombre de edad mediana y experiencia en estas situaciones, no
quiso andarse con rodeos y le contó.
- La he llamado en referencia a su petición para una
plaza de maestra en Bios.
Idina contestó sin poder reprimir su expectación,
queriendo saber.
-¿Sí? ¿Ya saben para cuándo estará acabado el
colegio?
-¡No tan rápido! - Sonrió el coordinador, divertido
con la impaciencia tan mal disimulada de la muchacha. – Tranquilícese, verá, le
explicaré. El colegio estará terminado y puesto en servicio dentro de un par de
meses, y hemos estado revisando su currículo educativo y sus méritos
La
muchacha atendía con muchísimo interés y no sin nerviosismo, el señor Grean
comentaba en tanto le daba una ojeada a la pantalla de su ordenador.
-Acaba de graduarse como maestra hace unos pocos
meses. Trabaja en la nave. Todavía no tiene demasiada experiencia, señorita.
-No, bueno…- Pudo replicar ella, con visible apuro,
para argumentar.- Siendo recién licenciada eso es imposible…
-Bien, debe saber que la experiencia se valora
mucho, por supuesto. -Y al ver como esa pobre chica palidecía enseguida agregó
con más afabilidad.- Pero le damos más importancia a otras cosas. Como el
manejo de situaciones, la capacidad de generar afectividad con los niños y el
interés por el trabajo.- Afirmó el coordinador quien, sin querer hacerle pasar
un mal rato por más tiempo a esa pobre chica, esbozó una tenue sonrisa para
anunciarla.- Y en base a todo ello usted ya ha sido elegida para una plaza como
maestra de infantil.
-¡Qué alegría! - Exclamó Idina, que sin poderlo
evitar, se levantó con las manos entrelazadas en una gran demostración de
júbilo. - Perdón,- se sonrojó avergonzada al momento y mientras el señor Grean
no podía ocultar su sonrisa ella trataba de disculparse con una obvia
justificación. - Es que me hacía mucha ilusión.
- Eso es bueno, no pida perdón por ello, necesitamos
jóvenes llenos de ilusiones, ésta es una tarea difícil y no siempre tan bien
considerada como debiera. Pero ya veo
que usted sí es entusiasta. Bueno, y debo decir que, por los informes que
tengo, además es una buena maestra. Los niños están muy contentos con su labor
y sus padres también. Ha hecho cosas muy meritorias, incluso antes de acabar su
carrera, tengo constancia de ello.
- Me alegro de que sea así. Siempre trato de hacerlo
lo mejor posible.- Respondió modestamente ella, recordando todas las peripecias
que le acontecieron durante su carrera y las prácticas. – Y a veces no es
sencillo.
- No, no lo es.- Convino su interlocutor queriendo
saber.- La verdad es que usted tiene
vocación, ¿le viene de familia, verdad?
- Sí, mi madre es maestra también y mi padre. Aunque
él montó luego gimnasios de artes marciales. Sin embargo, allí ejerce como
profesor. Puesto que un sensei es sencillamente eso. Y yo, desde que era niña, siempre he querido ser
como ellos. - Confesó Idina llena de orgullo. -
- Lo sé, como ya le dije tengo su currículum.-
Asintió su interlocutor que le recordó. - Bueno, aparte de eso es usted famosa
como cantante. Hace poco yo mismo tuve ocasión de escucharla junto a sus
compañeras en el concierto que dieron aquí. Debo darle la enhorabuena. Me gustó
mucho. – La alabó sinceramente aquel tipo. – Son ustedes grandes artistas…
- Muchas gracias. - Contestó la muchacha quien sin
embargo agregó, no sin un ligero poso de tristeza y añoranza. - Aunque esa
etapa de mi vida ya está terminada.
- Es una lástima para el mundo de la música. Tengo
entendido que usted es pariente también de esas otras muchachas, ¿verdad? -
Quiso saber su interlocutor con un amable interés. -
- Formaba grupo con mis primas, mi difunto primo y
una amiga.- Explicó ella que repitió no sin cierto tinte de pesar. – Pero, como ya le he dicho no creo que siga
cantando, cada vez estamos más separadas por mor de las circunstancias y cada
una tenemos nuestra vida.
- Muy bien,- convino el coordinador que agregó en
tintes de más confianza. - Aunque siendo
sincero, debo confesar que me sorprende. Una chica joven y llena de talento
como usted, es raro que prefiera una vida más tranquila y anónima que la fama.
- Créame señor, lo que más me gusta es compartir mi
tiempo con los niños. - Le aseguró Idina añadiendo con rotundidad. - El tratar
de educarles bien y de convertirlos en las buenas personas que, en el futuro
sean las que dirijan el mundo en el que ahora estamos, es para mí mucho más
importante que la popularidad. –Llegada a ese punto, Idina suspiró y dijo con
aire reflexivo.- Verá, la fama es efímera. Quizás dentro de unos años nadie nos
recordará, ni a mí ni a mi grupo. Pero si consigo ayudar a que los niños de hoy
lleguen a ser buenos hombres y mujeres mañana, eso sí que perdurará.
Y realmente ella hablaba desde el fondo de su
corazón. A pesar de su juventud, apenas si tenía poco más de veinte años, Idina
había visto ya mucho. Combatió a las fuerzas del mal que la habían asediado en
muchas formas, todas terribles. La última vez, cuando tuvo que salvar a unos
niños de aquella sórdida red de explotación infantil, fue para ella la peor.
Ver como alguien era capaz de hacer eso a unos pequeños inocentes, que eran lo
que más quería, casi la enloqueció. A punto estuvo de convertirse ella misma en
un monstruo. Aflorando una parte que jamás creyó tener, tan oscura y negativa
de ella misma. Por fortuna mantuvo los valores que aprendió de su familia y
gracias a su amiga Nehie y a sus padres superó aquello. Únicamente deseaba
dejar esos malos recuerdos atrás. No tenía el menor deseo de ser famosa, ni
tampoco de seguir ejerciendo como justiciera. Solamente quería dedicarse a su
pasión por la enseñanza y los más pequeños. Ahora escuchaba con expectación la
réplica del señor Grean.
- Desde luego esa vocación se hace difícil de creer
en alguien tan joven. Sin embargo, lo ha estado demostrando y me gusta que
tenga esa actitud. – Aprobó su interlocutor con una sonrisa en tanto asentía
con aprobación. – Es realmente gratificante el poder contar con personas tan
dispuestas.
El coordinador entonces se levantó e Idina hizo lo
propio, luego éste estrechó la mano de ella declarando con patente admiración.
- Ha sido un placer, señorita Rodney. Verá, dado que
usted ha sido sincera conmigo yo lo seré también. Estamos llamando a varios
docentes de la nave e incluso entrevistando a otros que vienen de la Tierra. A
parte, claro está, de los currículums
que me presentan, deseo hablar con todos para ver que motivaciones les
guían y hasta ahora no he oído nada tan hermoso como lo que me ha dicho. ¡Ojalá
tengamos muchos profesionales más como usted! No puede estar más en lo cierto,
los niños son la llave del futuro, y mucho más en este planeta que es nuevo.
Aquí tenemos la ocasión de comenzar de cero y corregir muchos de los errores que
se han cometido en la Tierra. Sepa que cuenta con mi total apoyo para lo que
necesite. Vaya tranquila, la informaré cuando todo esté preparado, por ahora
siga con sus clases en la nave.
-Sí señor, lo haré. Muchas gracias.- Contestó Idina
saliendo del despacho.-
Y
al poco de abandonar el edificio, tras mirar en derredor para confirmar que no
hubiese nadie, saltó elevando los brazos al aire en tanto exclamaba.
-¡Yuhu! ¡Lo he conseguido! Como decía la tía
Mimette... ¡Idina lo ha conseguido!
Estaba muy contenta de modo que llamó enseguida a
Satory y a Amatista para decírselo.
-Estoy deseando darles la noticia.- Pensaba llena de
alegría. -
La
futura mamá estaba en casa tratando de ordenar los últimos detalles de la
habitación del bebé, no terminaba tampoco de decidirse por algunos colores para
las paredes.
-Creo que programaré el ordenador de casa para que
plasme varias gamas, así las compararé.-Se decía.-
Por
fortuna, esas casas tan modernas no precisaban de ser pintadas. Sobre una pared
blanca de material especial podían proyectarse los tonos y colores que más le
gustasen. Probó con un azul claro, un verde pistacho y hasta un amarillo
chillón. Ninguno parecía convencerla.
-Bueno, ya seguiré mirando.- Suspiró.-
En ese momento el vídeo teléfono sonó y lo descolgó.
Observó divertida como el sonriente rostro de la prima de su esposo apareció en
la pantalla exclamando sin más saludo.
-¡Amatista! ¿Sabes que me han dado una plaza en el
colegio? ¡En el de Bios!
-¡Eso es maravilloso, Idina! - repuso ésta con
visible contento. - Era lo que tú querías, me alegro muchísimo por ti, te lo
mereces.
- Sí.- Asintió su amiga sonriente para agregar con
humor. - ¡Ahora sólo me falta una casa como la vuestra y un novio!... ¡Ji, ji,
ji!
- No tengas prisa.- Se rio su interlocutora también,
para animarla con jovialidad - ¡Todo llegará, ya lo verás!
- Me gustaría veros y que tomásemos algo para
celebrarlo.- Propuso Idina. -
- Claro, vente a vernos. Se lo diré a tu primo. - La
invitó su amiga. -
- ¡Vale!, yo me ocupo de llamar a Mazoui y a
Satory.- Convino la eufórica muchacha
que colgó, desapareciendo su imagen de la pantalla. -
Amatista
sonrió, siguió colocando adornos sobre una de sus mesas pensando en lo feliz
que Idina estaba con su cambio de destino. Esa chica era la inocencia y la
bondad personificadas, aunque supo que tuvo que afrontar una prueba muy dura en
su último año.
-Cuando nos lo contó, no podía creerlo.- Suspiró.-
Recordaba
estando todavía en casa. El holo mensaje de Idina que le pedía.
-Hola Amatista. ¿Qué tal estás?. Espero que tu
embarazo vaya muy bien, verás. Quisiera pedirte un gran favor, si es que estás
en condiciones de viajar. He propuesto celebrar un concierto en la Golden a
beneficio de niños y personas maltratadas y sin hogar. He llamado a Kerria y a
Kathy y las dos están conformes. También mi amiga Nehie se sumará a cantar. Me
gustaría muchísimo que también estuvieras tú, aunque si no te es posible lo
entenderé.
Amatista
sonrió con emoción. ¡Por supuesto que acudiría! Así le respondió a su amiga.
Por supuesto, se lo contó a Leval. Lo primero que este objetó fue.
-Estás con el embarazo muy avanzado. No sé si será
prudente.
-Todo irá bien. Estoy segura.- Afirmó ella
pensándolo de veras.-
Su
marido tuvo que condescender, aunque él no pudo viajar dado que sus
obligaciones le retenían allí. Eso no fue obstáculo para que Amatista tomase
una lanzadera que la condujo a la nave de transporte regular que había entre la
Tierra y Bios. Viajó para allá y se reunió con sus compañeras y con Neherenia.
-Fue bonito.- Seguía recordando ahora, cuando al
fin, Idina les explicó más en detalle y con tono emocionado.-
-Muchas gracias a todas por estar aquí. Veréis,
quiero que este concierto sea maravilloso, muchos de esos niños han sufrido
cosas terribles. Jamás deberían haber sido expuestos a humillaciones y abusos
como esos.
-Es cierto.- Convino Neherenia asintiendo con pesar
para añadir.- Yo tampoco podía dar crédito a lo que vimos.
-¿Qué te pasa?- Le preguntó una inquieta Katherine
cuando al vio romper a llorar.-
-¡Fue realmente terrible!- Sollozó Idina, casi sin
ser capaz de articular palabra. -¡Un verdadero infierno, para esos niños y para
mí!
Sus
primas y la propia Amatista la observaron apenadas e incluso preocupadas. Muy
pocas veces la habían visto de ese modo. A trompicones y con ayuda de
Neherenia, les contó lo ocurrido.
-Me siento muy mal por lo que hice. Y peor aún por
lo que pude haber llegado a hacer.- Les confesó entre lágrimas.-
Ante los remordimientos de Idina por su modo de
actuar, la réplica de sus primas y amigas fue la apoyarla de forma
incondicional.
-En tu lugar habría hecho lo mismo. – Afirmó
Amatista sentenciando en tanto se acariciaba su vientre que ya comenzaba a
verse algo abultado. – Ahora que voy a ser madre, si cualquiera intentase hacer
con mi hijo lo que has comentado le mataría sin pensarlo ni un segundo.
-Sí. Hasta creo que incluso fuiste demasiado buena
con esos tipos. Yo no lo habría sido. – Comentó Katherine y desde luego en esta
ocasión no lo dijo en tono de broma. –
-Gracias al Cielo que todo acabó bien y esos pobres
críos son felices otra vez. – Suspiró Kerria. –
-Veréis. - Afirmó Neherenia complacida, pudiéndoles
explicar. – Nos enteramos que los otros dos pequeños que rescatamos eran
huérfanos y que ahora están con familias de acogida. Al parecer no recuerdan
nada de ese trauma y tienen la oportunidad de empezar una nueva vida.
-Y la pequeña Patty les dio a su madre y a Sally un
poco del agua de la Luna. – Terció Idina con otra radiante sonrisa para
agregar. – Por cierto. Gracias Kathy. Cuando llamaste a tu hermano y Satory
ellos enseguida le contaron todo al padre de ella. El mismo señor Masters se ha
ocupado de ayudar a esas mujeres y a la niña.
-No hay de qué. Para mí ha sido un placer el poder
ayudar. - Sonrió a su vez su prima. –
-Bueno chicas, ya queda poco tiempo, volvamos al
ensayo. – Les indicó Kerria mirando su reloj.-
Y el
concierto fue un gran éxito. Recaudaron mucho dinero y de paso, le dieron un
empujón a la Golden. Así lo recordaba Amatista, pensando.
-Idina es una gran chica, como las demás. Y sé que
para ella ese trance fue muy amargo.
Es
más, tras el mismo concierto y a pesar de toda la satisfacción por el deber
cumplido, una vez hablaron y rieron entre todas, iban a despedirse. Sobre todo
la propia Amatista que tenía que marcharse un poco antes a fin de retornar a
Bios. Dijo adiós a todas y fue Idina quien salió a acompañarla un poco.
-Muchísimas gracias por estar aquí. No sabes lo que
ha significado para mí.
-Eres una amiga muy querida.- Sonrió ésta.- Y
siempre has estado ahí para cualquiera que te ha necesitado. No he conocido a
nadie más bondadoso que tú.
Aunque
no esperaba que su interlocutora moviese la cabeza y rompiera a llorar. Quizás
en un principio la malinterpretó pensando en que se había emocionado, aunque el
gesto de Idina era de consternación. Ante la sorpresa de Amatista ésta le
confesó.
-No soy bondadosa. No creo que sentir deseos de
matar te hagan serlo. ¡Jamás había experimentado algo así, y ahora estoy muy
arrepentida. Quisiera borrar eso de mi mente, pero no puedo, A pesar de beber
Agua de la Luna es algo que siempre estará ahí.
Su
interlocutora la abrazó enseguida dejándola que se desahogase. Al fin le
susurró con palabras llenas de afecto.
-Nadie es perfecto. Y también he tenido que luchar a
muerte contra seres terribles durante el viaje de la SSP-1. No puedes culparte
sencillamente por ser humana y tener emociones. Además, al final actuaste como
debías.
-Gracias a que Nehie estaba ahí. Lo que os dije
antes era cierto. Si hubiese estado sola…no quiero ni pensar lo que les habría
hecho.- Suspiró Idina llena de sentimiento de culpabilidad.-
-Para eso estamos las amigas. Y Nehie es una
estupenda compañera y amiga tuya.- Aseveró Amatista.- Por ello, no debes sufrir
más por esto. No te hagas tanto daño. Olvida eso, sigue adelante y sé una
magnífica maestra.
Y
tras separarse enjugándose sus lágrimas, Idina pudo sonreír débilmente para
asentir y musitar.
-Gracias. Créeme, ese es mi mayor deseo. Ser una
buena persona que de ejemplo a los niños y les proteja de cualquier maldad.
-Pues claro que lo serás.- La animó una vez más su
contertulia, sentenciando.- No podría haber nadie mejor que tú para eso.
Tras aquello se despidieron y a las pocas semanas
Idina llegó a la SSP-1 tras lograr un puesto como maestra de infantil allí.
Ahora le habían concedido plaza fija en Bios. Y Amatista no podría estar más
contenta por ella. Le alegraba mucho tenerla allí para ser la maestra de su
hijo. Aparte de ser su compañera de grupo, una gran amiga y la prima de su
marido. ¡Ojalá encontrase a alguien igual de bueno que ella con quien compartir
su vida! En eso pensaba disponiéndose a dejar el último adorno sobre la mesa
cuando se le cayó de las manos. Sin ningún tipo de transición se vio envuelta de
nuevo entre nubes. Cerca, ante sus ojos, se alzaba un monumental palacio que
brillaba como el oro. Sus dimensiones eran gigantescas, inconcebibles para una
escala humana. Asombrada, pudo ver innumerables figuras etéreas de grandes
dimensiones atravesar sus puertas, otras salían, parecían no reparar en ella.
De pronto sintió que caía y bruscamente se encontró en el suelo de su casa.
Aturdida, se levantó y se sentó como pudo en un sillón protegiendo su abultado
vientre. ¿Qué podrían significar esas visiones? Por un lado estaba asustada,
pero algo dentro de ella le decía que no había por qué temer nada. No quería
comentárselo a Leval pues éste le había dicho que fuera al psicólogo y después
de dos meses sin visiones pensaba que el problema había desaparecido. Ella
también lo creyó, pero parecía que ambos se habían equivocado, de todas formas,
¿por qué ahora? Tenía su casa, al hombre que amaba y su embarazo iba muy bien,
¿por qué habría de estar ansiosa? No, no debía de tratarse de eso. Es más, esas
visiones no le reportaban ningún tipo de ansiedad, al contrario. Aquello era
como ascender a otra dimensión llena de paz y bondad.
-No sé qué querrá decir. Pero estoy convencida de
que no es nada malo.
Por suerte el adorno no se había
roto. Lo recogió del suelo y lo puso sobre una mesita.
-Tendrá que ver de algún modo con mi hijo. Seres muy
poderosos deben de estar velando por él.
Estaba sumida en estos pensamientos cuando su marido llegó
del trabajo, se acercó a ella y le dio un beso.
- Hola cariño, ¿descansando?
- Sí,- respondió ella tratando de aparentar
normalidad. - Estoy un poco cansada de colocar cosas, eso es todo.
- Ya sabes que no debes hacer esfuerzos, te quedan
menos de dos meses para salir de cuentas. - Le recordó él con un ligero tinte
admonitorio aunque lleno de cariño.-
- Lo sé, pero no me resigno a quedarme quieta,-
sonrió Amatista – Ya me conoces, soy una chica de acción.
- Lo sé muy bien. Esa es mi chica. Pero intenta no
cansarte. Ya queda menos, debes tener un poquito más de paciencia.- Le aconsejó
él sonriendo a su vez. -
- Tienes razón. Lo intentaré – convino su mujer que
asintió y cambió de tema con un tono mucho más jovial para comentarle. - Ha
llamado Idina. ¡Le han dado plaza en Bios!, quiere que nos reunamos todos para
celebrarlo.
-¡Estupendo!, me alegro mucho por mi prima. ¡Pues
vamos a celebrarlo! - Exclamó Leval.-
El joven le dio un beso a su esposa, ésta le abrazó con alegría. Todo
volvía a estar perfectamente ahora que estaban juntos.
-Se lo merece.- Afirmó Amatista añadiendo con tono
reflexivo ahora.- Lo pasó muy mal en el último año de su carrera…
Leval
asintió, los dos se enteraron de aquella sórdida y terrible historia sobre la
que Amatista había estado pensando. Gracias a la intervención de la Dama del
Fuego y de Sailor Shadow, unos pobres niños se libraron de un destino terrible.
-Sí, seguramente fue muy duro para ella.- Declaró el
muchacho.- Con lo que quiere a los niños no imagino nada que pudiera
enfurecerla más. Y eso que siempre ha sido una chica muy dulce y bondadosa.
-Mejor no la hagas enfadar.- Repuso Amatista.- Te
aseguro que a mí me asustaría tenérmelas que ver con ella en ese estado. Por
suerte, todo pasó y las cosas terminaron bien.
Su
marido asintió y los dos continuaron conversando un poco sobre algunas otras
incidencias del día. Entre tanto Idina llamó también a Sandy y Coraíon, pero no
respondían al teléfono. A buen seguro estarían fuera, de modo que decidió
avisarles más tarde, cuando llegase a Bios
a ver a Amatista y a Leval. Al cabo de un rato se tumbó en la cama. Su
apartamento en la nave era acogedor pero lo sentía algo frio e impersonal pese
a todo. Lo único que se empeñó en tener, traído expresamente desde la Tierra,
fue un gran espejo que le servía las veces de comunicador. Con él podía
contactar con una de sus amigas más queridas. Y he aquí que la aludida apareció
sustituyendo el reflejo de la propia Idina. La maestra sonrió y esa otra
muchacha le devolvió la sonrisa.
-Hola Nehie. ¿Cómo estás? ¿Va todo bien en la Luna?
-Sí, no temas. Aquí las cosas están tranquilas. – Le
informó su interlocutora para interesarse a su vez. - ¿Qué tal todo por allí?
-¡Estoy muy contenta! ¡Lo he conseguido al fin! – Le
confesó su amiga que enseguida le contó lo sucedido –
-¡Me alegro muchísimo por ti! – Afirmó aquella chica
moviendo sus largos cabellos entre negros y azules oscuros que se distribuían
en dos largas coletas terminadas en sendas bolas sobre su cabeza y una larga
cabellera ondulante desparramada tras su espalda. –
-Oye – le dijo Idina, ahora con cierto tono entre
admonitorio y divertido. – Ya sé que ser la Reina de la Luna Nueva da mucho
trabajo y que estás muy ocupada, pero no te has dignado venir a la nave, ni a
Bios en los últimos tiempos. Me gustaría que, en cuanto pudieras escaparte un
poco de tanto asunto de Estado, hicieras un viaje para conocer el planeta y
visitarme. Así te enseñaré la escuela
donde trabajo y veremos la zona en donde van a construir el colegio en el
planeta ¿Lo harías por mí?
Su interlocutora decayó en su sonrisa y esbozó una
mayor seriedad no exenta de pesar al responder.
-Sabes que te quiero mucho, eres mi mejor amiga.
Pero, como tú misma has dicho, las obligaciones de mi cargo no me permiten
hacer lo que me gustaría. He dejado mi reino desatendido durante mucho tiempo…
-Por qué será que toda esa parrafada me suena a
excusa, Nehie. – La interrumpió su amiga mirándola fijamente y con mayor
gravedad. – Tú tienes muy buenos asesores y ministros…te han estado cubriendo
las ausencias durante años, no veo por qué no iban a poder hacerlo durante unos
días más.
La soberana bajó la vista, diríase que con una dosis
de tristeza. No obstante, enseguida se rehízo para mantener sus afirmaciones.
-Me gustaría que fuera así. Pero tal y como has
dicho, ya lo han venido haciendo demasiadas veces y por mucho tiempo. Ahora tengo innumerables tareas que hacer, de
veras. Hay muchas otras cosas…
Idina suspiró, aunque esbozó una leve sonrisa y le
contó a su interlocutora.
-Amatista y Leval han estrenado su casa. Coraíon y
Sandy enseguida lo harán con la suya. Van a ser vecinos y yo quisiera lograr
que me concedieran una casa en su misma calle. Y que tú vinieras a verme y
pudiéramos pasear por su avenida. ¡Tendrías que verla! Tiene muchos árboles que
flanquean el paso, es amplia y la luz del sol incide a través de las copas de
la arbolada y cuando sopla el viento estas se mecen y casi parecen cantar.
-Lo describes muy hermoso. – Sonrió levemente su
amiga casi imaginando estar allí. – Me dan ganas de ir.
-Pues escucha la dirección para que sepas
encontrarlo cuando al fin tengas tiempo. – Le indicó Idina. –
-Espera, tengo mi teléfono móvil por aquí. – Le
pidió la soberana tratando de recordar dónde lo habría puesto, dado que era el
que usaba cuando iba de viaje, sobre todo a la Tierra. –
Sin embargo, su interlocutora movió la cabeza y le
aseguró con un tono suave y lleno de afecto, desvelándole a continuación.
-No te hará falta, la recordarás. Es la Avenida del
Teniente Granate Lassart - Malinde. Podrás ver un retrato de él cuando llegues.
Explicando cómo contribuyó con su sacrificio a la felicidad de los que
viviremos en Bios.
Idina casi terminó las últimas palabras conteniendo
la emoción para no llorar, su amiga no pudo hacerlo y sendas lágrimas cruzaron
sus mejillas al cerrar sus ojos. Más cuando su compañera le aseguró con la voz
tomada por un sentimiento mezcla de melancolía, recuerdo, tristeza y sin
embargo, alegría.
-¡Él está aquí, Nehie! Puedo sentirlo. Cada vez que
paseemos será como si estuviera a nuestro lado. Sé que sufriste al menos tanto
como yo cuando le perdimos. ¡Todos lo hicimos! Pero, por favor, tienes que
volver a la nave, tienes que conocer la calle que han bautizado en su honor.
Sus propios padres harán la inauguración oficial en unas semanas.
-Yo…. Idina….- pudo replicar la soberana confesando
entre sollozos. – Lo siento mucho. No pude ir allí. No hubiera soportado volver
a pasear por esas mismas calles de la ciudad, en la nave donde nos enamoramos.
Por eso no quise ir a la boda de tu primo y de Amatista, ni a vuestro
concierto…os ruego que me perdonéis… ¡por favor!…
-No hay nada que perdonar. Lo comprendo. – Afirmó
solidariamente su amiga añadiendo sin embargo con tono animoso. – Pero debes
dejar aquello atrás. No lo sientas como algo triste, piensa en ello como un
bello recuerdo.
-Sí. Eso me dijo él. Por unos días cumplí mi más
hermoso sueño. Un chico maravilloso que me quería a mí. No a la reina, sino a
la mujer. Por cómo era. – Le confesó la compungida soberana sentenciando con
voz queda. – Y ahora sé que los sueños a veces sí que se hacen realidad. Lo que
me dolió fue el despertar de una forma tan terrible.
-Yo creo que el sueño de Granate sería vernos a
todos juntos, alegres, celebrando fiestas en honor a cómo vivió, en la calle
que llevará su nombre para siempre en este nuevo mundo.- Replicó Idina con una
gran sonrisa esta vez. – Y tú tienes que estar en su sueño…
-En cuanto pueda, y mis obligaciones me lo
permitan.- Le sonrió Nehie a su vez. – Sí. Tienes razón. A él le gustaría. Te
prometo que esta vez iré. Ahora tengo que dejarte.
-Hasta pronto pues, mi querida amiga. – Se despidió
Idina viendo como su propio reflejo sustituía a la soberana de la Luna Nueva. -
La muchacha suspiró. Sabía perfectamente todo eso
antes de que Neherenia se lo confesase. Pero había tenido que hacérselo decir.
Era la única forma de que su amiga pudiera pasar página y ser del todo feliz.
Quizás la reina de la Luna Nueva pudiera volver a encontrar el amor. De hecho,
Idina pensaba que aquel embajador de los saiyajin que ella conoció cuando
estuvo de vacaciones en la Luna. Ese tal Doran, aparte de ser muy guapo y de
porte noble, estaba más que interesado en su amiga. Y no por meros motivos
diplomáticos. En fin, dejó aquello de lado al menos de momento. Tenía que
llamar a más amigos y familia y se ocupó de telefonear a su primo Mazoui
pensando divertida.
- Al menos el espejo para hablar con Nehie no me
cuesta nada. ¡Tengo tarifa plana de aquí a la Luna, ja, ja!…
Y sin que la chica lo advirtiera, observándola tras
ese mismo espejo, Dialen se mesaba la barbilla en actitud reflexiva. En un
instante desapareció, no sin antes musitar.
-Interesante conducta.
Mazoui
también fue avisado por su prima y él y
su prometida quedaron en ir a Bios con ella para reunirse con Leval y
Amatista. La verdad es que el muchacho había sufrido pesadillas la noche
anterior, eran la clase de sueños que tenía como premoniciones. Decidió no
pensar en ello por el momento y junto con Satory acompañó a Idina. Los tres
abordaron una nave de transporte y se plantaron en el planeta charlando animadamente
durante el viaje.
-Me alegro mucho por ti, prima. – Le dijo él a la
entusiasmada muchacha. – Te lo has ganado.
-Lo cierto es que para mí es maravilloso poder
empezar en el planeta junto con la escuela. – Afirmó ella.-
-Serás la mejor maestra que haya en Bios, estoy
convencida. – Terció Satory con una amable sonrisa. –
-Gracias. Ahora ya solamente falta que Amatista
tenga su bebé y entonces la celebración sí que será completa. –Declaró Idina. –
Su interlocutor la escuchó pensativo aunque no quiso
intervenir, su novia y su prima se enzarzaron entonces a charlar sobre que
podrían regalarles a sus amigos para el niño. Eso degeneró en opiniones sobre
cochecitos, ropitas y demás enseres. Cosa que al muchacho no le interesaba
demasiado. Por el contrario, sí que reflexionaba sobre esos sueños y aquellas
visiones que Amatista dijo haber tenido hacía meses. Pese a la opinión de su
primo Leval, que sostenía que yendo al psicólogo se acabarían, Mazoui no lo
creía así. Aquello seguramente debía tener un trasfondo mucho más importante
que meras preocupaciones ante la maternidad.
-Puede que el tío Tom fuera capaz de ayudarme a
comprender lo que está pasando.- Se dijo.-
Sus meditaciones se vieron interrumpidas por una
llamada. Era precisamente Leval que les contactó en la nave durante el viaje y
les dijo que fueran a su chalet. Cuando todos llegaron la joven pareja de
futuros padres les esperaban a las puertas de su casa. Les hicieron pasar y les
mostraron como había quedado la decoración. A todos les pareció un lugar
precioso. Amatista y Leval propusieron cenar en su propia casa en lugar de
salir a uno de los nuevos restaurantes que se habían abierto recientemente en
el planeta. Satory e Idina se ofrecieron para ayudar a su anfitriona a preparar
la cena. Así de paso, hablarían entre ellas con más intimidad.
-Me parece bien. Vosotras dos evitaréis que mi
esposa cometa alguna tropelía culinaria.- Bromeó Leval.-
-¡Oye!- Exclamó la aludida.- ¿Serás tonto?...Yo no
cometo nada de eso. Y te recuerdo que soy francesa. Eso que has dicho es un
atentado a mi honor gastronómico.
Al final se rieron todos, incluida la presuntamente
ofendida. Mientras las chicas cocinaban, dado que esta vez relevaron con gusto
a Leval de hacerlo, los dos muchachos a su vez pusieron la mesa charlando un
poco sobre los planes de traslado del primero.
- Así pues, cuando llegue la orden partiréis a la
Tierra de inmediato.- Le comentó Leval. -
- No me gustaría tener que hacerlo hasta que nazca
vuestro hijo. Si puedo evitar irme antes, claro. Aunque ya no dependerá de mí.
- Contestó Mazoui. -
- Gracias amigo, significa mucho para nosotros tener
a alguien de la familia cerca.- Respondió su primo. -
- Leval - añadió su contertulio y la expresión de su
cara ahora se hizo algo más seria. - Presiento que aun tendremos problemas,
últimamente esa idea me ronda por la cabeza.
- Vaya, pues tú no sueles equivocarte.- Dijo su
interlocutor sorprendido aunque no demasiado inquietado cuando argumentó
escépticamente. - Pero ¿qué podría
pasar?, hasta los dioses nos han dejado en paz.
- Únicamente he tenido alguna pesadilla, quizá sea
precipitado pero conviene estar prevenidos. Lo único que te pido es que no
dejes de vigilar a Amatista. - Le comentó su primo sin querer ahondar más en
sus temores. -
- Puedes estar seguro de que no la dejaré ni un
minuto mientras pueda estar con ella.- Aseguró Leval que añadió confiado. - De
todas formas, Sandy y Coraíon están a punto de estrenar su casa, me siento
mejor sabiendo que estarán cerca...
- Creo que Idina iba a llamarles también.- Comentó
Mazoui. - Pero no estaban, supongo que deben estar ocupados.
- Les llamaremos desde aquí a la nave, - propuso
Leval - puede que hayan regresado.
Al
mismo tiempo en la cocina, Amatista, Satory e Idina preparaban una rápida cena
mientras charlaban animadamente sobre cómo les iban las cosas. La joven maestra
les explicó con detalle su conversación con el coordinador. Satory les contó
los planes que Mazoui y ella tenían para ir a la Tierra y Amatista, tras un
momento de duda, les contó la última visión que había tenido.
-¿Qué creéis que pueda significar? - Les preguntó
muy intrigada. -
- No sé, chica,- repuso Satory encogiéndose de
hombros - quizá Mazoui te lo pueda decir.
- No quiero que Leval se entere,- objetó Amatista,
alegando. - Pensará que tengo recaídas y me dirá que vuelva al psicólogo. Pero
estoy convencida de que esto no es un problema psicológico.
- Mi padre sabe mucho de esas cosas,- terció Idina
que prometió a su amiga. - Cuando le llame a él y a mi madre para darles la
noticia de mi traslado a Bios, le comentaré tus visiones ¿vale? Es una lástima
que no me lo hubieras contado antes. Mi madrina Rei estuvo aquí hará una
semana.
-¿La sacerdotisa del santuario Shinto? – Inquirió su
contertulia.- ¿La Guerrera Marte?
-Sí. – Asintió Idina.- Ella es una experta en cómo
consultar el fuego sagrado y también ha tenido premoniciones y sueños
proféticos. Sabe interpretarlos.
La joven maestra les comentó entonces a sus amigas
la visita que su madrina le hiciera. Aunque solamente habló de algunas cosas,
recordando otras para sí. Durante unas cortas vacaciones que tuvo pasó unos
pocos días con ella, dado que también estuvo viendo a Alan y a Naya en la
Tierra. La sacerdotisa, a diferencia de otras compañeras suyas, no avisó de su
llegada. Tomó un cohete y se presentó en la nave. Al poco se informó sobre el
paradero de su ahijada. Llegó tras dejar su equipaje en el hotel justo a tiempo
para verla con los niños. Cuando las clases terminaron y la joven despidió a
sus pequeños alumnos, se encontró con esa sorpresa.
-¡Madrina Rei!- Exclamó al verla de pie y sonriente,
con un vestido y zapatos de medio tacón de color rojo que realzaba su figura,
con aquel largo y liso pelo azabache que le llegaba hasta la cintura.
No
tardó en abrazarla durante un largo rato. Al fin, tras separarse del abrazo, la
recién llegada tomó la palabra.
-¿Cómo estás, mi niña? –Le preguntó cariñosamente
ésta, para corregirse de inmediato.- Bueno, ya no eres ninguna niña. Estás
hecha toda una mujer.
-¿Cuánto tiempo llevas aquí?- Quiso saber Idina
observándola todavía sin poderse creer que estuviera allí.-
-El suficiente como para verte un poco. Se te nota
muy feliz con los niños.- Replicó ella con afecto y satisfacción.-
-Sí, así es. Esto es lo que me gusta hacer.- Declaró
la chica.-
Su
interlocutora asintió. Lo podía ver con toda claridad. Al poco, la joven
maestra le propuso con jovialidad.
-Tienes que contarme como van las cosas por casa, y
decirme que tal estás tú. Vamos a tomar algo y charlamos…
-Sí, puedo contarte como está Alan. – Dijo Rei, en
tanto se encaminaban a una cafetería de la nave.- Fui a visitarle a él y a su
novia, Naya, a su casa. Le dije, jovencito, como nunca te pasas por el
santuario, he venido yo a verte. ¡Ja, ja!… Se sorprendió, pero también se
alegró mucho. Como tú. Yo estoy encantada de veros y comprobar que os habéis
convertido en unas estupendas personas. Me han contado sus planes de futuro y
están muy ilusionados. ¿Y tú?
-Ya me has visto. Muy feliz con mis peques. Deseando
que inauguren la escuela en Bios.- Replicó su ahijada.-
Una
vez llegaron al café se acomodaron y pidieron unos tés. Allí fue el turno de
Idina de preguntar.
-¿Qué tal te van las cosas en Hikawa? ¿Sigue
Yuuichirou allí?...
-No.- Repuso la sacerdotisa con lo que parecía un
tinte de pesar en su voz.- Hace años que se fue. Se casó con una chica muy
agradable y se mudaron a Yokohama.
Idina
le dedicó una mirada algo triste a su interlocutora, se acordaba muy bien de ese simpático
individuo. Era algo patoso a veces pero siempre fue muy gentil y amable con
ella cuando era una cría que iba de visita al santuario. Tardó unos instantes
en decir.
-Es una pena, madrina. Siempre imaginé que él y tú…
-No - le sonrió la aludida posando una mano sobre
las de la joven para rebatir.- No te pongas triste por eso. Éramos y somos muy
amigos. Claro que le quiero mucho, pero no de esa manera. Tu madre ya se dio
cuenta de ello hace muchos años…incluso cuando luchábamos. ¿Sabes Idina? Me
siento muy feliz al ver cómo tanto ella, como vosotros, sus hijos, os habéis
hecho una vida y sois dichosos. Aunque no ignoro todas las duras pruebas que
habéis tenido que pasar. Lo único que lamento es no haber estado junto a ti, en
esos momentos tan difíciles.- Remató con pesar, añadiendo para sorpresa de la
chica.- Te pido perdón por no haberte ayudado más.
Ahora
la chica se apresuró a negar con la cabeza. Y afirmar con cariño y mucho
reconocimiento.
-No madrina. Tú siempre has estado ahí para mí, y
para toda mi familia. Mi madre nunca olvida todo lo que hiciste por ella. Mi
padre siempre me habla de tu valor y el de las otras guerreras. Todos te
debemos mucho. Para mí en particular has sido como otra madre. ¡Me has enseñado
tantas cosas! Te estoy muy agradecida.
Rei
sonrió realmente contenta e incluso emocionada al oír aquello. Pese a todo
lamentaba profundamente no poder ser de más utilidad, ni ser capaz de decirle a
esa chica lo que se avecinaba. Pero, tras tomar las manos de Idina con fuerza
entre las suyas, le dijo con gran cariño.
-Desde luego que siempre has sido la hija que me
habría gustado tener…te quiero muchísimo cariño… a ti, a tus hermanos y a tus
padres. Eres maravillosa. Suceda lo que suceda. Recuérdalo siempre.
Idina
asintió sonriendo a su vez. Tras unos días en los que la joven le mostró la
nave e incluso las zonas que estaban más avanzadas en cuanto a la construcción
y repoblación de Bios, su madrina se fue, expresando su deseo de volverla a ver
de visita por el santuario. Ahora terminaba de rememorar aquello con extrañeza.
Rei parecía haber estado melancólica, lo que en ella no era nada habitual. De
siempre fue una mujer enérgica y optimista. Quizás fueran los años, aunque
¡cualquier lo diría la verla! Si estaba casi más joven que ella misma. En fin,
tras comentar algunos de estos recuerdos a sus contertulias y ofrecer la
posibilidad de que la sacerdotisa ayudase a su amiga, ésta replico.
- Gracias, pero no es necesario. Por el momento
prefiero que nadie más se entere.- Declinó Amatista. -
Siguieron
preparando la cena, después eliminaron de sus mentes cualquier tipo de
inquietud referente a ese tema y todos
cenaron en armonía y con muy buen humor. Leval volvió a llamar a Sandy y
Coraíon pero seguían sin dar respuesta.
-¡Qué raro!,- dijo el muchacho con gesto pensativo -
suelen estar en casa a estas horas y más ahora que se preparan para mudarse.
- Quizá quieran tener unas horas de intimidad en algún
sitio.- Conjeturó Mazoui, divertido. -
- Sí, puede ser. Por lo que parece no paran esos
dos. - Admitió su primo que concedió más despreocupadamente. - Bueno, si eso es
lo que quieren, les dejaremos tranquilos....
- Así sea - su interlocutor miró su reloj y suspiró
añadiendo. – Además, ya es tarde, tendremos que irnos para no perder la última
nave transporte. Satory, debemos marcharnos ya.- Le indicó a su novia. -
- Es verdad,- convino ésta. – Bueno, ya nos veremos,
pasaros a visitarnos.- Les pidió a sus amigos. -
- Me voy con vosotros. - Intervino Idina - tengo que
dar clase mañana.
Los
tres se despidieron de Leval y Amatista. Ambos se quedaron solos y decidieron
acostarse. Estaban a punto de irse a su habitación cuando el vídeo teléfono
sonó y el chico lo descolgó. Era Coraíon, estaba muy alterado y sudaba
bastante. Sorprendido y preocupado de verle en tal estado, su primo le preguntó
qué ocurría.
-¡No vas a creerlo! - Repuso Coraíon aun con voz
agitada - ¡No sé si nosotros mismos nos lo creemos!
-¿Qué os ha ocurrido? , os llamamos varias veces y
no estabais.- Le explicó su interlocutor que nuevamente inquirió - ¿Y Sandy?
La
aludida se acercó al comunicador, Leval observó que ella estaba también
bastante nerviosa.
-¿Está Amatista por ahí?,- preguntó visiblemente
nerviosa aunque en su forma humana. - Tengo que hablar con ella, ¡es muy
importante!
- Sí, aquí está. - Leval le hizo una seña y su
esposa se acercó al vídeo teléfono con el mismo gesto de sorpresa que él. -
- Sandy ¿Qué pasa? Estás muy alterada.- Quiso saber
con inquietud. -
- He de hablar contigo,- repuso la interpelada. - Es
muy importante, pero por vídeo teléfono, no.
- Está bien... ¿necesitáis ayuda? - Les preguntó
Leval cada vez más preocupado. - ¿Queréis que vayamos ahora?
- No, no hace falta, nos veremos mañana, - contestó
Sandy que ya parecía más serena al
agregar. –Descuida, yo iré a ver a Amatista, que Coraíon hable contigo, hasta
mañana.
Cortaron
la comunicación. Leval y su mujer se miraron extrañados, decidieron dormir y
esperar al día siguiente para enterarse de lo que les hubiese sucedido a sus
amigos. No obstante, en sus sueños la muchacha tuvo otra visión. Era ella
caminando sobre un enorme puente plateado que subía hasta el cielo, a los lados
multitud de figuras etéreas la observaban. Al fin llegó hasta una enorme
puerta, entre esta y ella se apareció la enorme figura vestida de negro, con
una gran capa y una capucha de monje que tapaba sus rasgos. Portaba un gran
volumen de tonos burdeos que parecía llevar grabadas unas letras color oro que
no pudo identificar. La chica apenas fue capaz de hablar con voz entrecortada.
-¿Quién eres? - Preguntó dominada por el temor y la
admiración reverencial. -
- Yo...- respondió con una voz asombrosamente dulce
y armoniosa. - Soy tu destino, el que todos los seres tenéis escrito en el
Libro de los Días. Algún día tomarás mi mano y te guiaré, pero por el momento no
ha llegado tu hora.
-¿Por qué veo todo esto?,- le interrogó Amatista desconcertada
- ¿qué significa?
- Todo se te revelará a su debido tiempo.- La
tranquilizó aquella aparición. - No temas, no es nada malo. Es algo
maravilloso, pero debes estar preparada para superar una última prueba, la más
difícil que jamás hayáis tenido tú y todos los seres aquí creados. Dentro de
muy poco llegará la primera parte de ella…
Las
palabras de la misteriosa figura resonaron en la cabeza de Amatista mientras la
visión se difuminaba gradualmente. La chica despertó confusa. Amanecía en Bios,
era un bello espectáculo muy parecido al de la Tierra. Leval aun dormía, le dio
un beso en la frente y se levantó, tenía que ir a ver a Sandy. Presentía que
algo trascendental, para ella y los demás, iba pronto a ocurrir.
-El tiempo se agota. ¿Por qué no puedo dejar de
pensar eso?- Meditaba con una cierta dosis de temor, aunque también de
esperanza al pensar.- Y sobre todo, se agota, ¿para qué?...
En
la Tierra, Rei por su parte también recordó aquella visita. Primero se acercó a
visitar a Alan. El hermano de mayor de Idina y a su novia.
-Me alegra mucho verte de nuevo, madrina.- La saludó
éste dándole un cariñoso abrazo.-
-Lo mismo digo. -Declaró ella, observando también a
la joven que algo tímidamente permanecía en un segundo plano.- Hola Naya, -la
saludó.-
-Hola, señora Hino.- Sonrió ella haciendo una leve
inclinación de cabeza.-
-Por el amor de Dios, ¡llámame Rei!- Le pidió ésta,
brazos en jarras, como en sus mejores épocas, en tanto afirmaba.- Soy amiga de
tus padres desde hace muchos años. Tuve a tu hermano mayor en mis brazos y le
cambié algún que otro pañal. Aunque tu madrina sea Ami, tenemos confianza.
-Claro, disculpa Rei.- Pudo sonreír la muchacha.-
Estaban
en una zona algo transitada de la SSP-1, y la sacerdotisa les comentó, deseando
charlar un poco.
-Este sitio es realmente bonito. Es increíble que
sea un asteroide hueco. ¡parece que estemos en la Tierra!
-Es una obra de ingeniería realmente increíble.- Convino
Alan quien, como buen conocedor de su madrina, enseguida quiso saber con
jovialidad.- Y además de venir a vernos a mi hermanita Idina y a mí, ¿qué te
trae por aquí? Si te lo puedo preguntar.
-Pues sencillamente eso que has comentado. Deseo ver
a mis ahijados.- Repuso ella.-
-¿Has podido ver a Lance?- Inquirió el chico
mientras paseaban en dirección al gran parque central de la nave.-
-Ese es el único al que todavía no he localizado.-
Suspiró ella moviendo la cabeza.- Ya sabes cómo es tu hermano. Se pasa la vida
yendo de un sitio para otro. Pero supongo que, cuando pueda, aparecerá.
-Sí, eso espero yo también.- Asintió Alan quien
conocía de sobra a su hermano menor.-
-¿Y vosotros que?- Inquirió Rei.- ¿Cuáles son
vuestros planes?
-Bueno, no estamos muy seguros todavía.- Repuso
Naya.-
-Estamos entre establecernos en Bios o ir a la
Tierra. – Le desveló Alan.-
-Pues, si queréis un consejo, no sé cómo será Bios,
pero en la Tierra os tendríamos más cerca.- Sonrió su madrina.-
-Pero la pequeñaja está aquí. Y ella sí que quiere
quedarse.- Suspiró el muchacho en alusión a su hermana.-
-Bueno, a ver que me cuenta cuando la vea.- Repuso
Rei. -
Dieron un largo paseo y los chicos la estuvieron poniendo
al tanto de parte de su proyectos. Ella les animó a emprenderlos.
-Sois jóvenes, os queréis y tenéis la oportunidad de
disfrutar y hacer realidad vuestros sueños. No lo dudéis. - Les aconsejó con
cariñoso tono pensando también en lo que se avecinaba.-
Así que, tras ver a Alan y Naya, a los que deseó
buena suerte y animó sin reservas a establecerse en la Tierra, fue a ver a
Idina. Quería tener la oportunidad de saludar a su ahijada antes de que todo se
precipitase. Para su horror las llamas sagradas le mostraban lo que iba a ser
un ineludible futuro. La gran amenaza se aproximaba. Quedaba ya muy poco
tiempo. Tendrían que darlo todo para derrotarla. Ésta vez ellas no podrían
esconderse, ni limitarse a apoyar a sus amigos.
-¡Tendremos que implicarnos por completo en esto! -
Se decía tras consultar sus visiones en el fuego por enésima vez.-
Serenity…Usagi-chan… espero que Endimión, bueno, Mamoru y tú, sepáis muy bien lo
que estáis haciendo…
De
hecho había hablado con ellos el día anterior, al poco de retornar de la nave.
Se citaron todos en el santuario. Mamoru tomó la palabra para comentar.
-Apenas sí queda tiempo. Desde nuestros puestos
avanzados nos han llegado noticias inquietantes. Lugares que simplemente ya no están ahí…
-No lo comprendo.- Inquirió Haruka, que vestían un
traje con corbata de tonos beige.- ¿Cómo que ya no están? ¿Acaso han sido
destruidos por el enemigo?
-No es un enemigo como los otros.- Comentó Usagi.- Y
no se trata de eso.
-Desde el reino de los saiyajin nos han llegado
noticias también.- Comentó Hotaru.- Ni ellos mismos se lo explican, pero hay
regiones de su sistema solar que no aparecen…
-Sí, - convino Seren con una mirada de gran inquietud.-
Mis padres finalmente me contactaron. El problema de mi mundo se ha
solucionado. Al menos de momento. Recurrieron a un gran poder para hacerlo. Los
traidores han sido recluidos en otra dimensión…
-Lo lamentamos mucho.- Afirmó Michiru posando una
mano sobre el hombro izquierdo de su compañera, para añadir.- Sabemos
perfectamente lo que eso ha supuesto para tus padres y para ti y Bralen.
La joven
apenas expresó ninguna emoción, se limitó a
asentir despacio y a replicar, tratando de no evidenciar su dolor en lo
posible.
-Gracias, pero no es hora de pensar en eso. Aquello
se ha terminado y tenemos un problema muchísimo más grave entre manos. Debemos
afrontar este desafío tan peligroso como extraño sin preocuparnos por lo que ya
está hecho.
-Eso es cierto.- Terció Usagi.- Sé que muchas de
vosotras habéis viajado a Bios, sobre todo para despediros de vuestros amigos y
ahijados. Hicisteis bien. Ni yo misma sé qué sucederá. Y debo confesaros que
también yo he estado visitando a mis padres con mucha regularidad. Incluso al
tonto de mi hermano que anda de acá para allá con sus estudios.- Sonrió
débilmente y no sin emoción al decir aquello y ya más entera, sentenció.- Desde
ahora debemos dejar esos sentimientos de lado, que no olvidarlos, en pro de
aprestarnos para lo que nos aguarda con la mente clara…
-Así lo haremos.- Afirmó Minako con decisión.-
-Estamos listas.- Convino Makoto con idéntica
determinación. -
-Luna y Artemis, junto con Chibiusa y las asteroides,
han viajado al futuro. Todavía es posible hacerlo. En cuanto retornen quizás
sepamos más de lo que acontecerá.- Comentó Mamoru.-
-O quizás no.- Suspiró Ami.- Puede que la dimensión
temporal a la que ellos vayan sea distinta de la que tendremos que afrontar
aquí.
-No podemos hacer más que suponerlo.- Repuso Usagi
no sin inquietud, pese a todo alegó tratando de mostrarse más optimista.- Sin
embargo, cuando sea necesario estarán aquí para unirse a nosotros.
-Todos estamos listos, los diferentes equipos
sabemos ya cuál es nuestra misión. En breve me uniré al mío. - Afirmó Seren
sentenciando con rotundidad.- Cumpliremos con nuestro deber cueste lo que
cueste.
-Recemos para que también en esta ocasión podamos
triunfar.- Remachó Rei.- Nos jugamos mucho en ello.
-Realmente nos lo jugamos todo.- Sentenció Ami.- Únicamente
espero que haya tiempo para que suceda lo que tiene que ocurrir.
-Es nuestra mejor baza.- Secundó Michiru.-
Los demás asintieron, pese a todo podía leerse en
sus expresiones el temor y la incertidumbre. La propia sacerdotisa era incapaz
de ver más allá de cierto punto. Y cuando lo intentaba solamente había silencio
y oscuridad. Y eso la aterraba más incluso que el haber podido percibir lucha o
destrucción. Ahora, tras esos pensamientos tan inquietantes se dispuso a
dormir, aunque apenas sí pudo hacerlo. Ella sabía muy bien, como el resto de
sus compañeras, que el plazo lenta e inexorablemente se terminaba…
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