domingo, 6 de marzo de 2011

GWD 19.146. Primera advertencia.


Paralelamente a lo sucedido en la Tierra en casa de los Rodney, en Bios entre tanto Leval había aparecido justo delante de su mujer con su traslación instantánea. Ésta pensó que dos veces en un día eran más que suficientes y se molestó algo con él.



-¡Leval, no me gusta que aparezcas así, me asustas!...

- Lo siento, cariño. - Se disculpó el chico tratando de justificarse presa de la inquietud. - Pero Sandy me dijo que necesitabas que estuviese a tu lado.

- Ya lo sé - sonrió ella ya más calmada. - Perdona, es sólo que me sobresaltaste, gracias por venir – y para rematar sus excusas besó al chico en los labios suavemente. -

-¿Cómo vais?,- preguntó cariñosamente su marido, olvidando lo anterior y mirando afectuosamente a la barriga de Amatista. -

- Estamos bien, no te preocupes. Vuelve a la base.- Le pidió ella añadiendo con una sonrisa más jovial. - ¡Te van a echar la bronca!

-Freejar ya me las echa igual cuando llego temprano.- Bromeó, (o no tanto) el muchacho.-De modo que lo mismo me da. Además, Mazoui quedó en cubrirme.



            Su mujer le miraba con gesto amoroso, pensando también qué ajeno estaba su marido a la presencia de su primo en ese mismo sitio apenas unos minutos antes. Pero no podía decírselo. Deseaba mantenerle a salvo lo más que pudiera.



-Anda ve, - afirmó ella asegurándole con afecto.- No te preocupes, estamos perfectamente.

- Pero si necesitas cualquier cosa me llamas, ¿eh?- Le insistió solícitamente él. – Entonces vendré como ahora, con la traslación instantánea, y no quiero que te asustes.



            La joven asintió y Leval tras devolver el beso a su mujer, se concentró en la energía de Mazoui, apareciendo junto a él en su despacho.



-¿Qué tal está Amatista?- Le preguntó éste suponiendo acertadamente que venía de verla. -

- Bien, gracias...todo fue una falsa alarma. - Contestó su interlocutor, que en efecto parecía estar tranquilo.- Voy a seguir organizando las cosas.



Su primo asintió y Leval salió de su despacho, justo entonces Mazoui recibió una llamada de Satory.



- He hablado con mi padre otra vez. - Le comentó ella. -

-¿Qué se cuenta? - Preguntó él con mucho interés. - ¿Está bien?

- Muy bien, gracias...bueno, me ha dicho que estableció contacto con la esposa de Tom y que ya nos avisaría en cuanto pudiera.

- Espero que no tarde, necesito sus consejos...

- Mazoui ¿qué está ocurriendo? - Preguntó la chica, preocupada por la urgencia que su novio le imprimía a todo aquello. -

- Algo que será trascendente para el futuro. - Replicó el muchacho de forma enigmática. Más cuando añadió.- Lamento no poder contarte más por ahora, pero ni yo mismo estoy seguro de lo que pasa…



            Satory desistió, cuando su novio se ponía en ese plan tan místico era mejor no preguntar más, sólo podía confiar en él y suponer que todo era por una buena razón. De todos modos, ella tenía otras muchísimas cosas de las que ocuparse. Quizás más mundanas pero igualmente importantes, al menos bajo su punto de vista.



-Tengo que dejarte.- Le comentó a su prometido.- Hay mucho trabajo en el laboratorio.

-Hasta luego entonces, cariño.- Le respondió él.-



            Tras cortar la comunicación, Satory volvió a la zona de experimentación. Gwen y Claudia estaban allí trabajando en un experimento. Fue la primera quien comentó.



-Espero que la doctora Wallance venga pronto. Ahora estamos muy cortas de personal.

-Es cierto.- Admitió Satory.- Entre la baja por maternidad de Amatista que empezó hace una semana, y mi próximo traslado.  Estamos algo escasas de ayuda. Pero a buen seguro que nos llegarán recambios. No te preocupes, Gwen.- Afirmó tratando de sonar animosa.-

-No es eso. Es que tenemos mucho por hacer y me gustaría que siguiéramos obteniendo buenos resultados, aprovechar esta racha mientras dure.- Afirmó ésta.-



            Satory suspiró moviendo la cabeza de forma casi imperceptible. ¿Por qué era tan pesimista esa chica? Parecía que siempre estaba temiendo que algo malo fuese a pasar. Bueno. Hay gente para todo. ¡Si supiera al tipo de seres que ella y sus amigos se habían enfrentado!



-Sí, este mundo está cada vez mejor.- Valoró una más optimista Claudia, sentenciando.- Las tentativas de comenzar con superficies cultivables están yendo de maravilla. Dos mil hectáreas en apenas un mes.

-Somos pocos habitantes, con suerte Bios podrá ser autosuficiente en alimentos en unos cuantos años. Eso si la población no crece en exceso. - Comentó Gwen, animada a su vez por esos datos.-

-Y los ecosistemas ya están surgiendo y consolidándose en varias partes del planeta. Es un círculo virtuoso. - Añadió Claudia.-



Bueno, al fin una cosa que parecía poner de buen talante a Gwen, aunque enseguida tuviese que haber matizado lo de la población. De cualquier forma, Satory se alegraba de todo aquello. Aparentemente las cosas no podría ir mejor en cuanto al avance de la Terraformación. Sin embargo, algo le preocupaba. La actitud de su novio en los últimos días era de tener algo que se guardaba. Algún serio problema, aunque no de índole personal. Por fortuna, los dos habían superado eso, ella sabía cómo era él y le amaba sin ningún tipo de reparo. Esto quizás, daba la impresión de ser mucho más serio y que atañía no únicamente a ellos, sino al resto de la gente de Bios.



-En fin, debo tener confianza en él. Hará todo lo posible junto con Leval y sus compañeros por protegernos. - Se dijo la científica, volviendo a sus cálculos y trabajos.-



Al cabo de unas horas efectivamente Tom llamó a Mazoui. El chico le contó lo sucedido y su mentor le aseguró que iría a Bios en cuanto le fuera materialmente posible.



-Por lo menos vendrá.- Suspiró Mazoui más aliviado, diciéndose.- ¡Menos mal! Yo no sabía ni por donde enfocar este asunto. Sus consejos y su experiencia seguro que serán esenciales para salir con bien de lo que sea que está ocurriendo.



            Por su parte los dioses habían localizado a Amatista. Tras haberla estado vigilando durante un tiempo, todos coincidieron en que era la humana que más posibilidades tenía de ser el Mensajero o tener que ver con él. Zoen y Buruk la observaban sin perder a la humana de vista. Pero esta vez ya no era por mero entretenimiento. Ambos tenían la orden de vigilar para que los "otros" no llegasen hasta ella. Pero ¿cómo reconocerían a "esos otros"?. El gigante le comentó a su compañera con expresión preocupada, algo sorprendente en él.



- Si el señor Georcael está preocupado por esos seres, significa que deben de ser una amenaza incluso para nosotros.

- Debemos vigilar de cerca a esta humana,- le indicó Zoen afirmando con una determinación y seriedad que contrastaban con su frivolidad de antaño. -  Ahora estoy segura de que ella es la portadora del Mensajero del Creador o la llave que ha de traerlo. Nuestro  señor nos ha indicado con claridad que tenemos la labor de asegurarnos de que lo haga.

-¿Y cómo hará eso?- Inquirió su compañero.-

-Eso no es de nuestra incumbencia. Supongo que ella sabrá cómo. Nuestra misión es evitar que esos extraños “ ellos” puedan impedírselo.- Sentenció la diosa.-



            Buruk asintió, aunque parecía darle vueltas a algo.



- Nosotros somos inmortales, ¿tú crees que esos seres podrían hacernos daño como lo entienden los humanos? - Inquirió su colosal compañero retomando el hilo de su anterior comentario. -

- No lo sé. Pero espero no tener que descubrirlo.- Replicó Zoen que observó interesada el amoroso gesto de Amatista cuando se acariciaba el vientre y le hablaba con dulzura, para añadir perpleja. - Debe de ser muy importante para ellos, ¿no crees? Esa humana está muy feliz.

- Quizá sabe que es la portadora del Mensajero - conjeturó Buruk. -

- No lo creo.- Le contradijo su interlocutora añadiendo con un tono comprensivo, lejos de la desdeñosa altivez que solía emplear al tratar el tema de los humanos. - Es feliz porque dentro de ella está creándose un nuevo ser. Es curioso, son seres inferiores a nosotros pero ellos pueden dar vida. Nosotros, pese a nuestros grandes poderes, no.



            Al menos no de una manera auténtica. Podían hacer casi cualquier cosa, incluso animar objetos inanimados, pero estos no demostraban tener independencia fuera de la voluntad de los dioses. Sin embargo, esas criaturas humanas podían crear otros seres como ellas, totalmente autónomos. Bueno, después de que hubieran madurado un poco.



-Como dice Soa. Esos. ¿Peluchitos?- Repitió Zoen todavía sin estar del todo segura de que aquel fuera el término adecuado.- No son fáciles de fabricar. No seríamos capaces de hacerlos a no ser que adoptásemos sus métodos.

- Quizá por eso el Creador les mantiene en el Universo y nos ha dado la orden de protegerles,- repuso reflexivamente Buruk añadiendo con bastante más respeto de lo que había hecho hasta entonces al hablar de los humanos. - Puede que no sean tan insignificantes después de todo.



            Su compañera no pudo evitar asentir con una expresión reflexiva, era como si ya admitiera aquella posibilidad como una certeza. En ese instante, Soa apareció y se unió a sus compañeros, les preguntó por si hubiese novedades pero Zoen y Buruk negaron con la cabeza.



- Nosotros hemos rastreado toda la galaxia y no hay señales de nada extraño.- Les informó a su vez su compañera. -

- El señor Georcael nos ha dicho que son algo que nosotros no hemos conocido jamás.- Le advirtió Buruk añadiendo no sin inquietud, - quizá no podamos localizarlos.

-Incluso podrían estar aquí mismo y mantenerse ocultos a nosotros.- Especuló Zoen.-

- Dialen y Redan vigilan por la galaxia, nosotros debemos quedarnos continuamente al lado de la posible portadora, si percibimos cualquier cosa extraña en torno suyo, tendremos que actuar. Esas son las órdenes. - Les explicó Soa. -



            Buruk y Zoen asintieron y en unión de su compañera siguieron observando a Amatista intentando al mismo tiempo detectar cualquier tipo de anomalía que pudiera surgir.



-Por ahora no noto nada fuera de lo normal.- Declaró Buruk.-

-Pues permaneceremos cerca y sin perder a la humana ni un instante.- Les indicó Soa a sus compañeros que asintieron, prestos a mantener su vigilancia.-



Mazoui entre tanto recordaba su conversación con su tío. Al cabo de unas horas recibió la llamada que estaba aguardando con impaciencia. El muchacho pudo descolgar y replicar.



- Me alegro mucho de oírte. ¿Podrás venir? Sí, tenemos un grave problema. Totalmente seguro, te necesito aquí. Esto sobrepasa mis conocimientos. Te lo agradezco, tío. ¿La tía Connie podrá venir? ¿No? ¡Qué lástima! Ya, claro, comprendo…Así podrás ver a Idina, lo está haciendo muy bien según tengo entendido. Bueno… cambiando de tema. En tanto llegas quizás intente un viaje astral a ver si descubro algo nuevo. Lo sé, sé que no es fácil, pero ya lo hice durante el viaje en la nave. Cuando Leval estaba enfermo. Si… muchas gracias, eso es muy importante para mí. Hasta pronto, tío Tom.



Colgó y durante la hora siguiente ayudado por su primo concluyó su informe preliminar y ambos se lo pasaron a  Zorton, que a su vez lo transmitió a los altos mandos para su aprobación. Después, los dos fueron a tomarse algo a la cantina de la base.



- Me ha llamado el tío Tom.- Le contó a su primo. – Dice que vendrá  de visita.

-¿El tío Tom? ¡Vaya!- Se alegró Leval, ajeno desde luego a la verdadera razón de ese viaje cuando aseveró. – Tendrá muchas ganas de ver a su hija. Seguro que la prima Idina se pondrá muy contenta.

- No le digas nada. – Le advirtió cómplicemente Mazoui- es una sorpresa que quiere darle.

- No te preocupes por eso. – Sonrió el muchacho para afirmar aliviado. -  Al menos Amatista estaba bien cuando me transporté con ella esta mañana. Espero que esos dioses dejen ya de jugar con nosotros de una vez.

-Seguro que todo se arregla. – Le animó su primo aunque sin mucho énfasis. Más cuando se despidió. – Debo irme, quedé con Satory.

-Bueno, hasta mañana pues. – Le dijo Leval en tanto Mazoui se alejaba. -



Aunque eso no era del todo cierto, Mazoui no había quedado exactamente con Satory, bueno, luego tenía intención de llamarla, pero en realidad fue a buscar más información. En la soledad de su habitación de la base quiso meditar y trascender al plano astral para intentar sacar algo en claro...



-Bueno… vamos a ello. Espero hacerlo bien. - Pensaba en tanto comenzaba a meditar en la postura del loto.-



            No sin gran esfuerzo y concentración, logró ascender al plano espiritual, entró en un nivel de consciencia superior donde figuras etéreas pasaban junto a él sin hacerle ningún caso aunque no por ello pudo evitar quedar maravillado del poder y la paz que estas irradiaban. Pero, de pronto, a su lado apareció la figura negra y enorme del Ángel de la Muerte. El muchacho no le miró a la cara, sabía que no podría sostener esa mirada, el Ángel, de nombre Azraél, se dirigió a él en un tono muy amable.



-¿Qué has venido a averiguar a este plano astral, Mazoui?...

-¿Sabes mi nombre?- Preguntó él visiblemente sorprendido. -

- Tú ya estuviste aquí, buscando ayuda para tu amigo. Y yo conozco los nombres de todas las criaturas,- repuso suavemente el ángel - de las que han existido y existirán y tú también sabes quién soy yo, de lo contrario no eludirías mi mirada.

- Sé que eres el Ángel de la Muerte y que te has aparecido en sueños a una amiga mía.- Reconoció Mazoui quién quiso saber con su tono teñido de respeto y temor - ¿Pero qué más eres? ¿Qué quieres de ella? Por qué no creo que sea el llevártela ya.

- Mazoui, los designios que me guían viene del mismo Creador,- fue la condescendiente respuesta que oyó. - Tú no debes conocerlos aun, lo sabrás en su momento. Pero no temas por mi causa. Yo no soy el que amenaza a tu amiga...

- Los dioses entonces, ellos son los enemigos... ¿verdad?,- aventuró  el muchacho que creyó haberlo confirmado -…

- No.- Negó Azraél – los dioses no son vuestros enemigos. Al contrario, serán valiosos aliados que os protegerán del verdadero peligro.

- Pues hasta ahora no lo han demostrado.- Repuso Mazoui que añadió sin podérselo creer -¿Además, que otra cosa peor que ellos puede haber?....

- Todo a su momento.- Declaró el ángel de modo tajante pero suave a la vez - Ahora debes volver a tu mundo, tu presencia aquí no puede ser permitida por más tiempo.

- Una cosa más. - Le pidió el muchacho.- Por favor. ¿Qué es ese libro? El libro de los Días. ¿Eres tú su portador?

- Eso es algo que tampoco está a vuestro alcance. Solamente el Demiurgo puede custodiarlo o cederlo a quién él elija.

-¿El Demiurgo? ¿Quién es ese?- Quiso saber el chico con patente cara de sorpresa.-



            Pensó en la concepción platónica del término. Quizás fuera una especie de dios superior, creador del Universo. Y así lo comentó. Aunque su poderoso interlocutor diríase que suavizó sus facciones en lo que los mortales podrían calificar de una leve sonrisa y replicó a su modo enigmático.



- Sí y no. Dado que Creador y Demiurgo aquí son y no son lo mismo. – Sentenció, agregando su consabida muletilla.- Lo sabréis a su debido tiempo.

-¿Cuándo?- Se atrevió a preguntar Mazoui.-

- Todavía quedan bastantes de vuestros años mortales. Si sabéis superar la prueba que os aguarda. Hasta entonces, no os aventuréis en terrenos que van más allá de vuestra comprensión.- Manifestó el ángel con un tono condescendiente de advertencia.-

- Pero, ¿Qué prueba es esa? ¿Qué debo hacer entonces? - Quiso saber su confuso interlocutor.-

-Tu maestro te explicará más cosas, escúchale bien y guarda sus palabras....ahora ve.



           Mazoui levantó la cabeza pero el Ángel de la Muerte ya no estaba junto a él. Notó como era arrastrado hacia las afueras del plano astral y entraba en su propio cuerpo. Cuando por fin reaccionó estaba en su despacho. El comunicador parpadeaba, en el contestador tenía un mensaje de Satory. Tom había llegado y le esperaba. Sorprendido, miró su reloj, ¡lo que a él le habían parecido sólo unos instantes en realidad habían sido seis horas!  De modo que, sin perder más tiempo, corrió al encuentro de su novia y de su maestro en las artes esotéricas…



-Ahora sí que estoy todavía más confuso que antes.- Se dijo con inquietud, dándose prisa por acudir a su cita pendiente.- Y lo que es peor, más asustado.



            Leval por su parte había vuelto a casa con Amatista, ambos habían cenado y después se sentaron juntos en el sofá. Ella se encontraba muy a gusto junto a él. Sin embargo, de pronto sintió frío, era un frío raro, intenso.



-Estoy helada.- Pudo musitar, casi con los dientes castañeteándole.-

-Cariño. ¿estás bien?- Le preguntó su perplejo esposo posando una mano sobre la frente de ella.-



            Y es que Amatista estaba realmente fría. Y había ocurrido de pronto. Leval miraba en todas direcciones y se levantó a consultar la temperatura. No obstante, esta era agradable. Entonces lo sintió también.



-Es como si una corriente helada hubiera pasado cerca de mí.- Declaró aproximándose a su mujer y abrazándola.-



 Los dioses por su parte sintieron una especie de presencia y de inmediato rodearon con sus estrellas mágicas a la pareja de humanos.



-¿Habéis percibido eso?- Inquirió Buruk.-

-Sí. Deben de ser Ellos.- Le contestó Soa.-

-¡Rápido, actuemos! - Les indicó Zoen.-



            Sus compañeros así lo hicieron creando una especie de cinturón de estrellas en torno a los mortales.



- Pero, ¿qué es esto? – Se preguntó en voz alta Leval.-



El joven se alarmó poniéndose en guardia mientras se levantaba al ver las estrellas inscritas en círculos que habían aparecido a su alrededor. Cayó en la cuenta de que eran cosa de los dioses. Decidió quedarse quieto y no separarse de Amatista que también las observaba con preocupación.



-¿Son ellos, verdad? Espero que no quieran hacernos nada malo…últimamente han sido bastante considerados. – Le susurró su esposa quien pese a querer tratar de mostrarse animosa estaba asustada y todavía tiritando. -...



            Entonces Soa, Buruk y Zoen se hicieron visibles ante ellos, les rodearon pero dándoles la espalda y antes de que los humanos pudieran hablar, Buruk dijo a sus compañeras...



- Noto algo que jamás había percibido, una sensación de vacío mayor que las interminables extensiones ínter galácticas.

- Tienen que ser Ellos, formemos una barrera...- propuso Soa. -



Los tres emitieron energías que se unieron entre sí rodeando a Leval y Amatista junto con las estrellas. No obstante, tanto la energía como las estrellas titilaban con mucha menor fuerza de lo que era habitual.



-¡Debe de tratarse de “Ellos”, están intentando romper nuestra barrera! - indicó Zoen visiblemente alarmada. -

- Espero que no sean lo bastante fuertes para lograrlo todavía.- Musitó Soa concentrando aún más su poder. -

- ¡Un momento! - Intervino Leval sin comprender nada, levantándose para ir hacia los dioses. - ¿De qué estáis hablando? ¿Qué demonios significa esto? ¿Es otro estúpido juego vuestro?

- Déjanos hacer,- le respondió Zoen de forma bastante más considerada de lo que solía cuando le desveló. - Os estamos protegiendo. Vuelve con tu compañera y no te separes de su lado.



          Aquello dejó atónitos a los humanos. Leval obedeció, no tenía sentido desafiar a esos seres, esa lección la había aprendido hacía tiempo.  Y por una vez tenían razón. Ese era un buen consejo viniendo de ellos. De hecho estaría mejor junto a su mujer. No obstante, la energía de los dioses cedía lentamente, no eran capaces de mantener la barrera. Amatista entonces sintió algo que la rozaba, era como un carámbano helado y tuvo miedo.



- He sentido algo muy frío.- Balbuceó tiritando con más violencia, llena de temor casi reverencial. - Creí que me robaba el alma.- Leval la miró entre preocupado y anonadado, abrazándola nuevamente y los dioses le dedicaron una expresión inquieta. – Jamás había sentido nada así…



Entonces apareció Georcael que lanzó una gran estrella de color dorado que envolvió a Amatista, ésta notó como el calor volvía a ella de nuevo, la barrera de los dioses ganó intensidad y la sensación de presencia helada poco a poco desapareció.



- Hemos ganado esta vez, pero volverán y con más poder. La han localizado pese a nuestros esfuerzos por impedirlo y ahora que saben dónde está es únicamente cuestión de tiempo que regresen. –Sentenció Georcael  entre inquieta y resignadamente. -

-¿Qué ocurre? ¿Qué era eso que hemos sentido? - Preguntó Leval mirando sorprendido al recién llegado -…

- Es algo que no estás preparado para comprender, además no podrías hacer nada. Será mejor para ti no saberlo.- Le replicó Georcael que acto seguido se dirigió a los dioses. - Esperad a que Redan y Dialen se os unan, creo que "Ellos" se han ido por el momento pero me aseguraré.-  Desapareció al instante dejando aun el eco de sus palabras. -



            Leval se levantó y les preguntó a los dioses bastante sorprendido y preocupado.



-¿Qué ocurre?, ¿acaso vosotros que no teméis a nada tenéis ahora miedo?

- Mientras estemos aquí, nada malo os ocurrirá - le tranquilizó Zoen insistiendo en lo anteriormente dicho. - Tú sólo protege a tu compañera, une tu energía a la de ella para confundirlos.



            Generalmente cuando Zoen hablaba así se refería a algo de clara connotación sexual, pero esta vez a Leval le pareció que tenía una intención diferente, más espiritual. Amatista, con el semblante lívido por la preocupación, les preguntó a los dioses.



-¿Vosotros sabéis lo que ocurre, verdad? ¿Estamos en peligro?...



Y para mayor asombro de los humanos fue esta vez Buruk quién les confesó con inquietud en su normalmente ruda y desapasionada voz.



- Todo vuestro universo está en peligro, quizá nosotros mismos lo estemos también.

           

            Amatista y Leval se miraron preocupados. ¿Qué podría ser tan grave que inspiraba temor hasta a los propios dioses? Mientras tanto, Mazoui llegó por fin al encuentro de Tom. Éste le aguardaba con Satory en una cafetería de la nave. Tras abrazarse calurosamente, el recién llegado se disculpó.



-Lamento llegar tarde. Tenía mucho papeleo.- Pudo pretextar. –



            Su visita asintió con gesto de no dar a eso la menor importancia, pero fue la muchacha la que tomó la palabra.



-Tom me estaba contando como iban las cosas por casa. Nuestros padres y demás amigos están bien, gracias a Dios. Me ha dado recuerdos del profesor Tomoe, de Kaori y de su hermano Daniel, Mimet y la hija de ambos, Mimí. Parece que han hecho grandes avances en sus investigaciones y continúan con las Fairy Five.- Remachó Satory con una sonrisa.-

- Así es. -Convino el aludido agregando con desenfado a su vez. – Souichi y Kaori echan de menos a su hija Keiko que se fue en la SSP-2. Y mi hermano y mi cuñada andan muy metidos en sus cosas, aunque ya tiene a su hija Mimí y al novio de ésta, Kenneth, para ayudarles.

- Me alegro por ellos. Son buena gente. Envíales mis mejores deseos cuando hables con todos. - Afirmó su interlocutor variando de tema.- Bueno Tom. ¿Cómo pudiste ponerte en contacto tan rápidamente conmigo? – Le inquirió Mazoui.-



Aquello le había sorprendido mucho dado que su mentor no tardó apenas en devolver la llamada y a tiempo real.



- Mi hijo tiene un móvil de esos especiales, de su empresa, para comunicarse vía hiperespacial – Le contestó su tío –

- ¿Tu hijo Alan?- Se sorprendió su interlocutor.-

- No, tu primo Lance, mi otro hijo. Es consultor financiero y experto en bolsa e inversiones. Viaja mucho y me dijo que Bios es un buen lugar para invertir ahora. ¡Si incluso nos propuso invertir dinero para Connie y para mí!, pero le dijimos que no. A nuestra edad no queremos ese tipo de sobresaltos y aunque no seamos ricos, lo que tenemos nos da para vivir con tranquilidad. - Se rio él tan francamente que contagió a Satory y a Mazoui. –

-Bueno- terció ella, todavía risueña, levantándose de la silla. – Me gustaría quedarme pero debo volver al trabajo. Ya nos vemos luego, cariño. Adiós Tom, me he alegrado mucho de verte. Da un beso a tu esposa de mi parte.



El aludido asintió agradeciendo aquellas palabras. Luego los dos hombres se levantaron para despedirla. Y en cuanto la muchacha se alejó se pusieron más serios. Mazoui pudo por fin abordar el tema que más les interesaba a ambos. Con todos los detalles que recordaba explicó a su maestro lo que había visto y oído. Éste quedó reflexivo y finalmente declaró.



- Es algo bastante grave si el mismo Azraél está implicado. De lo otro tampoco sé qué podrá significar. Creador, Demiurgo, suelen ser sinónimos en ocasiones. En fin. Mazoui, debo consultar algunos libros que he traído, no tardaré mucho. A propósito, ¿sabes dónde se aloja mi hija? Quisiera verla antes que nada.

- Claro -  asintió éste que le dio a su interlocutor la dirección de Idina en tanto le pedía con una apreciable dosis de inquietud. - Por favor, lee esos libros pronto, siento que las cosas cada vez se ponen más serias.- En ese momento sintió una llamada de la esposa de su primo y así se lo comentó a su mentor. - Amatista me necesita, debo ir para allá – dicho esto, se alejó y en cuanto estuvo al abrigo de cualquier mirada, se transportó inmediatamente. -



            Tom se quedó allí, durante unos instantes sentado ante la mesa. Pensaba en todo aquello y cada vez le gustaba menos. No sabía exactamente porqué pero presentía que algo muy grave estaba próximo a suceder.



-El Demiurgo.- Se dijo con tono entre atónito y revelador.- Entonces, todo va cobrando sentido. Ese libro podría ser… ¡claro!



            Por su parte Sandy sintió lo mismo, una especie de pálpito que presagiaba dificultades, también fue a la casa de Leval y Amatista a toda prisa. Mazoui apareció junto a  su primo y la esposa de éste que estaban abrazados. Los dioses le vieron llegar sin inmutarse, sumidos en sus propios pensamientos. El recién llegado observaba inquisitivamente a aquellos seres esperando alguna aclaración de lo que sucedía. Sin embargo, ni se molestaban en devolverle la mirada. En cambio enseguida fue informado por Amatista y Leval de lo que había ocurrido y les tranquilizó. 



- No temáis, los dioses están aquí para protegeros.- Confirmó para alivio de su primo y de su amiga. -

-¿Pero de quién? - Preguntó Leval sin comprender nada. -

- ¿O de qué? No lo sé, he hablado con el Ángel de la Muerte y él tampoco me lo ha desvelado. – No obstante, al oír esto los dioses miraron sorprendidos a Mazoui. -

- Si Azraél, que es un ser muy superior  a nuestro señor Georcael, se digna hablar contigo es que la situación es mucho más grave de lo que podíamos imaginar.- Comentó Zoen aún más preocupada. -

- Debemos decirles lo que ocurre – les indicó Soa a sus compañeros.  -

- Mazoui - le  corroboró Amatista a su amigo. - Te dijo lo mismo que a mí. ¿Verdad?



 El marido de joven la miró atónito igual que a su primo, cuando éste confirmó.



- Más o menos y también que podíamos confiar en los dioses.

-¿Alguien, por favor, va a explicarme lo que está pasando aquí?  – Les pidió el desconcertado Leval, atrayendo las miradas del grupo. – Odio no enterarme de nada cuando parece que todos estáis al tanto de lo que ocurre.



Efectivamente  se sentía cada vez más inquieto y molesto por estar al margen de lo que, al parecer, todos conocían a excepción de él mismo. Mazoui y Amatista le miraron y ésta última iba a hablar cuando llamaron a la puerta. Soa hizo un gesto y la abrió, una sorprendida Sandy entró corriendo en la casa.



-¿Estáis todos bien?- Quiso saber la recién llegada.-



            Se tranquilizó cuando, en efecto, comprobó que sus amigos se encontraban ilesos. Aunque en ese instante Zoen tomó la palabra dirigiéndose a ellos.



- Humanos, la situación es muy grave para todos, así que os vamos a contar secretos sólo al alcance de los dioses, escuchad con atención...



            Todos en silencio se dispusieron a oír las palabras de la diosa que comenzó….



-Veréis…hay cosas que ni tan siquiera nosotros, con todos nuestros eones de existencia, conocemos del universo…



            En la Tierra, tras despertar al día siguiente y despedir a su padre, Lance permaneció un poco más en la casa en la que vivió desde niño. Al poco su madre también debía ir al trabajo. El muchacho se despidió afectuosamente de ella con un beso en la frente en tanto Cooan le decía.



- Hijo mío, espero que no pase tanto tiempo otra vez para que vengas a visitarnos.

- Eso espero yo también, mamá. – Replicó él con una sonrisa. –



Madre e hijo salieron juntos, él se brindó a llevarla hasta su escuela, en cuanto aparcó se despidieron con un fuerte abrazo y Cooan, mirando fijamente a los ojos de su hijo, remató con tono de voz queda, casi sonando a confesión, antes de bajar del coche.



- Sabes que te quiero mucho, mi vida. Pero a veces, no sé, siento como si no estuvieras cómodo con nosotros, como si nuestra familia fuera algo ajeno a ti.

-No digas eso. No es verdad. Yo os quiero mucho también, y me gustaría pasar más tiempo con vosotros, de veras.- Le dijo él que parecía realmente muy sincero cuando agregó con un tono de voz más reflexivo y algo apenado. – Pero tengo un trabajo muy importante por hacer.

- Hijo, si algo he aprendido en esta vida es que el trabajo, por importante y bonito que sea, no es tan esencial como la propia familia y al amor de los tuyos. Tu padre y yo te queremos, cariño, recuérdalo siempre. – Le susurró su madre que, tras darle un amoroso beso en la frente, se bajó dirigiéndose para comenzar su jornada. No sin antes volverse una vez más, sonreírle y añadir, casi con tono de súplica. – Cuídate mucho mi amor, por favor…



Y al fin se volvió, dirigiéndose hacia su trabajo. Lance la observó entrar en la escuela y ser rodeada por un montón de críos de primaria que enseguida se abrazaron a ella. Cooan sonreía, acariciaba el pelo de algunos o bien se agachaba un poco para hacerles carantoñas a otros, charlando animadamente con ellos. Al poco rato, dándole la mano a un par de críos de los más pequeños, tanto ella como el grupito de niños entraron en el interior. Y el chico, en tanto veía aquello, pensaba en voz alta.



-Sí, mamá. Siempre has sido una mujer admirable, incluso en la anterior historia de tu vida. He sido muy afortunado al serme concedida una madre así. Ahora ya no debes preocuparte más, ni tendrás que intervenir en más luchas, yo me encargaré de eso. Tú disfruta con tus niños, te lo mereces. Y sobre todo, cuida bien de mis hermanos y de papá…que no haga nada ni quiera averiguar cosas que estén más allá de sus límites…por favor…



Y tras suspirar durante unos instantes para controlar su creciente emotividad sacó su móvil del bolsillo y vio que tenía un mensaje. Enseguida efectuó una llamada. En cuanto su interlocutor le contestó el muchacho sentenció.



- Se acerca la hora, debemos ir. Sí, ya suponía que lo sabríais. Pues si podéis, entonces id reuniendo al equipo. Nuestra tarea está próxima a finalizar…



Colgó y arrancó su veloz deportivo perdiéndose por la carretera, rumbo a su punto de encuentro…



-Es crucial que lleguemos a tiempo.- Se decía con creciente inquietud.-



Mientras tanto Tom, antes de visitar a su hija, estuvo consultando sus libros y al leer algunos de ellos palideció al ir confirmando sus temores. Entonces muchos de los hechos acaecidos, incluso bastantes años atrás, comenzaban a cobrar sentido. De hecho, descubrió cosas sorprendentes...y allí se hacía referencia a ese libro. En un lugar casi olvidado de los arcanos. Aquello era difícil de creer pero enseguida comenzó a atar cabos. Ahora recordaba ese sueño que su amigo Roy y él tuvieran hacía tantos años, cuando vio a Connie en su anterior vida, mucho antes de que tuvieran que conocerse. ¡Entonces, no fue un sueño! ¿Qué más podría averiguar de seguir investigando?...Fuera lo que fuese no podía decirle nada a nadie, al menos por ahora, aquello era demasiado extraño y, en cierto modo, aterrador…



-Tengo que obrar con mucha cautela, esto no puede ser revelado, no todavía.- Se dijo con un sudor frío recorriéndole la frente.- Y si acaso alguien debe sufrir las consecuencias…ese alguien debo ser yo.



            Horas antes en Tokio era Usagi la que había despertado de modo brusco, al igual que Tom, con sudores fríos y también respirando agitadamente. Su esposo se levantó a su vez de la cama.

-¿Te encuentras bien?- Quiso saber tomándola suavemente de los hombros.- Podemos cancelar la reunión.

-¡Ya están aquí! Los he sentido. - Pudo jadear ella, presa de un temor casi insoportable.-  Ha llegado la hora…

-¿Qué has visto?- Le preguntó Mamoru.-

-Ian Masters me lo advirtió. Algo ha comenzado a suceder en Bios. Han llegado hasta allí. El vacío, la oscuridad… y vienen a por ella. Tenemos que avisar al equipo de intervención.- Repuso la muchacha haciéndose ya más cargo de sus emociones.- ¡Es muy urgente!



            Mamoru tomó su móvil y enseguida mandó varios mensajes de texto, con una sola palabra, tan clara como inconfundible. Proceded. Y a medida que todos los implicados iban recibiendo esa noticia dejaban lo que estuvieran haciendo y obedecían de inmediato…



-Hay que dar la alerta general. Tenemos que reunirnos con todas las princesa planetarias.- Le comentó Usagi, recordando aquello.-

-Sí. Ya las he enviado mensajes.- Asintió su esposo.- Todas han confirmado su asistencia. Vendrán lo antes posible pero algunas están a mucha distancia.

-¿Cuándo podrán llegar?- Quiso saber su esposa.-

- Sobre las siete de esta tarde.- Estimó su contertulio.-

-Bien, eso nos da algunas horas para ir pensando en algo que podamos hacer.- Declaró Usagi.-



            Pese a ello, su marido la contempló con gesto serio para mover la cabeza y admitir.



-No hay nada que podamos hacer. Al menos, no todavía.

-Lo sé.- Suspiró ella, añadiendo.- No me refería a Bios. Eso está fuera de nuestro alcance. Tendrán que ser nuestros amigos y sus aliados los que se ocupen de ello. Yo hablaba de nosotros aquí, en la Tierra.



            Su marido asintió. Por otro lado, en el reino de la Luna Nueva, Neherenia consultó el teléfono que tenía para asuntos terrestres. Había recibido un mensaje. En un principio pensó que pudiera ser Idina. Aunque enseguida comprobó que no y palideció al ver el texto.



-Ha llegado la hora. ¡Anaris!- Reclamó a su doncella personal a través de un interfono.-



            Al cabo de pocos minutos, la rubia joven tocó a la puerta y entró, preguntando.



-¿Me habéis mandado llamar, Majestad?

-Así es. Dispón el atuendo que tengo reservado para viaje. -Le ordenó Neherenia.- Y avisa inmediatamente… aunque se detuvo a mitad de la frase y rectificó, para proseguir.- No, olvídalo. De eso me ocuparé yo misma.

-¿Mandáis alguna cosa más, Señora?- Quiso saber la chica.-

-No, ponte con eso. -Le indicó su soberana.-

           

            La doncella así lo hizo en tanto que Neherenia envió un mensaje a los ministros y a su Chambelán Mayor. Les ordenaba presentarse en la sala de juntas de palacio. Ella misma se dirigió hacia allí. Al cabo de unos minutos, una vez reunidos los notables del gobierno, les expuso sin rodeos.



-Tengo una importantísima labor que llevar a cabo. Tendré que marcharme por un tiempo de la Luna. Caballero De la Lune, como Chambelán Mayor del reino y Canciller, delego en usted. Ocúpese de las tareas de gobierno durante mi ausencia.

-Bien, Majestad.- Pudo decir el canciller haciendo una leve reverencia.- ¿Cómo debemos informar de esto a la población y a las legaciones diplomáticas?

-Una simple visita de Estado. Iré a afianzar lazos con nuestros amigos de la Tierra y de Bios.- Replicó la soberana, añadiendo con tono de urgencia.- Apresuraos en preparadlo todo. Parto de inmediato.

-Siguiendo vuestras instrucciones para esta contingencia, teníamos ya listos los pasos a seguir.- La informó el ministro de exteriores.-

-Excelente. Convocad también a pleno de urgencia al embajador saiyajin.- Les ordenó la reina.-

-Así se hará.- Repuso obedientemente el canciller.-



            Por su parte, Doran estaba en su residencia de la Luna, el comunicador que tenía le avisó de un mensaje. Al poco de leerlo se puso en marcha. Poco después le llamaron de la cancillería del reino de la Luna Nueva. Su majestad, la hermosa y gentil reina Neherenia, quería verle con urgencia. No tardó en acudir. En esta ocasión se reunieron en unas estancias privadas donde solían hablar sin testigos. Ella le comentó.



-Debemos ir ya…

-Sí - Convino él.- El resto está dispuesto también. La princesa Seren se nos unirá de inmediato.

-¿Y los demás?- Inquirió Nehie.-

-No tardarán.- Aseguró su interlocutor.-



            Al momento, ante ellos se materializaron las sailor asteroides y Chibiusa. La joven princesa no lucía la sonrisa habitual que mostraba siempre que iba de visita. Más bien reflejaba algo de ansiedad cuando comentó por todo saludo.



-Mis padres os esperan. ¡Venid, rápido!



            Sin titubear los requeridos entraron en el interior del círculo de las guerreras. Éstas volvieron a  desaparecer llevándoles consigo…



            En una remota zona del interior de Norteamérica, Deborah Hunter avanzaba con su equipo. Aunque la joven iba algo atrasada del grupo, subiendo por una ladera montañosa. Kyle iba a su lado. La muchacha entonces recibió un mensaje en su teléfono especial de contacto. Al mirarlo suspiró diciendo con tono preocupado.



-Es el momento. Debo irme…

-No te preocupes. Nosotros nos ocuparemos.- La animó su compañero.-

-No me gusta nada tener que dejaros solos en plena investigación contra este tipo de criaturas.- Repuso ella con malestar.-

-Se lo explicaré al resto. Tu misión es mucho más importante. Si no tienes éxito cualquier monstruo al que hayamos combatido no será nada en comparación a lo que nos aguarda. Al menos, eso nos contó tu amigo. ¿No es así?



            La interpelada sonrió, dándole un beso en la mejilla al chico para agregar.



-Gracias Kyle. Te debo una...

-A ver si para la próxima logro que me des un beso más apasionado en otro sitio.- Se sonrió a su vez él.-



            Deborah movió la cabeza. Aquel muchacho era guapo desde luego, pero no su tipo. Él mismo lo admitió declarando no sin cierto pesar encubierto en aquel aparentemente jovial tono de voz.



-Ya lo sé. Los hombres no te van… pero bueno, uno puede seguir soñando… ¿no te parece?

-Los sueños son hermosos, pero no son la realidad.- Repuso ella quien se despidió, dándose la vuelta.- Adiós Kyle. De veras espero que volvamos a vernos….



            La joven bajó por aquella pendiente con cuidado de no caerse y rodar. No sería buena idea comenzar así con su misión. Al bajar ya a un lugar más seguro enseguida marcó su móvil…



-Estoy lista, os envío mis coordenadas para que me recojáis.- Indicó.-



            A los pocos instantes un grupo de guerreras formando un círculo se materializo. Eran Chibiusa y las Asteroides. La princesa urgió a Debbie a entrar en aquel corrillo.



-Mis padres aguardan junto con parte del grupo…Y tenemos que ir a buscar también a Sam y Paul.

-Muy bien.- Asintió Deborah que enseguida se metió en el interior de aquel círculo.-



            Desaparecieron de inmediato, reaparecieron en una tienda que estaba cerrada al público. Allí, los hermanos Saint- Join aguardaban.



-El taxi que pedimos.- Sonrió débilmente Paul al verlas aparecer.-

-¡Vamos, deja el humor inglés para luego que hay prisa! - Le conminó Deborah.-

-¿Y los otros?- Quiso saber Samantha.-

-Ya están en la sala de reuniones con mis padres.- Les informó Chibiusa.- Vamos, entrad en el círculo. El tiempo apremia…

-No sé si podremos con tantos.- Objetó Sailor Juno.-

-Tendremos que poder.- Replicó Sailor Vesta.-

-Vamos a probar.- Las animó Sailor Pallas.-

-Concentraos, chicas.- Les pidió Sailor Ceres.-

-Adelante. No os preocupéis. Podremos hacerlo.- Les aseguró Chibiusa, insistiendo a sus interlocutores.- ¡Entrad!



            Los dos chicos asintieron obedeciendo deprisa. Al instante el nutrido grupo se tele transportó. Con las sailor Asteroides y su líder jadeando agotadas por ese esfuerzo reaparecieron  en una gran sala de juntas perteneciente a la Masters Corporation. Vieron una enorme mesa de caoba con sillones de cuero, el típico sitio donde se celebraban reuniones de negocios. Ocupando ya varias de esas plazas estaban Serenity, Endimión, Seren, Lance, Neherenia y Doran. Enseguida Deborah, Paul y Samantha se unieron a ellos tomando asiento.



-Gracias, asteroides, gracias hija. Somos conscientes de vuestros esfuerzos.- Sonrió Endimión.-

-Majestades. - Replicaron a coro las sailor haciendo una inclinación.-

-Podéis retiraros.- Las autorizó Serenity.-



            Tanto su hija como el resto asintieron, tras recobrarse durante unos momentos se tomaron de las manos y desaparecieron. Fue entonces cuando la futura soberana se dirigió a los allí presentes…



-Ahora vamos a informaros de lo que deberéis hacer…

-Es algo de la mayor importancia.- Intervino la Sailor Plutón.-

-Así es. Por ello, hemos formado este equipo. Sois un grupo de élite. -Declaró Endimión indicándoles.- Vuestra misión es ir a Bios y hacer todo cuanto esté en vuestras manos para proteger a la Portadora y al Mensajero.

-¡Perdón, Majestad! – Inquirió Doran tan sorprendido como la mayor parte de sus compañeros.- ¿Quiénes son esas dos personas?

-A su debido momento se os revelará. No es necesario que estéis al tanto de eso hasta llegar a Bios. Es más, podría ser peligroso para la misión que lo supieseis antes de tiempo.- Replicó contundentemente Serenity.-

-Entiendo que debemos ponernos en marcha cuanto antes.- Comentó Debbie.-

-Así es. La Masters Corporation ya tiene reservada una nave de las más rápidas que posee.- Les informó Endimión.- Tenéis que abordarla en apenas una hora. En el astropuerto de Tokio. Os deseamos buena suerte a todos.



            Y de este modo el grupo comprendió que esa reunión había concluido. Guiados por Seren que ya estaba al tanto de cual era esa nave, se dirigieron al punto de embarque. La guerrera Plutón iba pensando a su vez en sus propias vivencias.



-Estaré deseando volver habiendo triunfado. ¡Ojalá sea así!.



            Y es que, de un tiempo a esta parte no se olvidaba de Sean. Al principio ese humano quizás fue algo insistente, pero le divertía. Le aportaba frescura y algo de entretenimiento para descargar el ajetreo cotidiano y el peso de sus responsabilidades. Luego le fue mostrando otras facetas más hermosas. Era un activista convencido en favor de ayudar a los más necesitados. Además de llevarla a conocer sitios preciosos le estuvo exponiendo algunas de sus ideas.



-¿Ves? ¡Podríamos hacer mucho por la gente! - Le contaba el chico, con entusiasmo.-



            Y es que ese dubitativo y algo torpe muchacho había ido ganando confianza  con ella a medida que pasaban las semanas. Quedaban varias veces para charlar, él le contaba todas esas ideas y ella a su vez desahogaba algunas de sus inquietudes. Por supuesto, sin desvelarle quien era realmente.



-¿Sabes?- le confesaba ella, estando sentados en un banco, cerca de un parque.- Me gusta mucho esto, la tranquilidad, y el estar rodeada de naturaleza.

-Sí. Me sucede lo mismo.- Convino él.-

-Aunque a veces echo de menos mi casa y a mis padres.- Suspiró sin poderlo evitar.-



            Eso la sorprendió, ella era muy celosa de su intimidad. Y más de cualquier cosa que atañese a la familia. De hecho, tenía su coartada preparada a un nivel muy básico. Por ello evitaba siempre hablar de sí misma.  Aunque ahora le salió sin darse cuenta.



-Me pasa lo mismo. Dime. ¿No vas a ir a verles?- Se interesó él alegando.- Enseguida será Navidad.

-Sí claro.- Sonrió levemente Seren.- Supongo que dentro de unos días, cuando tengamos vacaciones. ¿Y tú?

-Igual. Quiero viajar a casa y ver a mis padres y a mis hermanas. Tengo dos. ¿Te lo he dicho alguna vez?



            Su interlocutora asintió. Ese chico le había ido contando bastantes cosas sobre su propia vida. Tenía dos hermanas pequeñas, una de ellas con discapacidad. Por eso, entre otras cosas, él siempre quiso ayudar a las personas no solamente en los aspectos económicos sino en los de la salud y el bienestar. Y claro, pensando en eso, Seren recibió la inevitable pregunta.



-¿Tú tienes algún hermano o hermana?

-Bueno, tengo dos.- Suspiró la chica, uno mayor y otro más joven.-

-Querrás verles, supongo.- Dio por hecho el chico.-

-Claro.- Asintió levemente ella.-



            Aunque eso sí que era cierto para uno de ellos, la joven no quería saber nada del otro.



-Bueno, ellos también podrían venir a visitarte.- Comentó Sean.- ¿Trabajan los dos en los Estados Unidos?

-Los dos estaban en casa.- Quiso responder ella de este modo para no tener que mentir.-

-¿Y a qué se dedican?- Se interesó el muchacho.-



            Aquellas cuestiones comenzaban a incomodarla. Sin embargo, usó la coartada que tenía preparada para responder.



-Se ocupan del negocio familiar de nuestros padres. Una tienda. Yo siempre quise estudiar y salir a ver otros mundos.

-¿Otros mundos?- Se sonrió Sean, asintiendo al creer entender.- Claro. El mundo del bullicio de la gran ciudad. O el mundo de la universidad. Te comprendo. Me pasaba lo mismo. Y ahora lo que echo en falta es a mi familia.

-También yo quisiera ver a los míos. Aunque ahora…-Se detuvo dándose cuenta de que estaba dejándose llevar en exceso.-

-¿Hay algún problema?- Inquirió su contertulio con genuina preocupación.-

-En fin, supongo que en todas las familias de la Tierra pasará. – Declaró ella desvelándole.- Mi hermano mayor ha discutido con mis padres, por su papel en nuestro negocio. Y la cosa ha sido seria.

-Espero que pueden solucionarlo.- Le deseó el joven.-

-Sí, creo que ya lo habían hecho.- Musitó Seren bajando la mirada hacia sus propias manos entrelazadas.-

-Entonces todo volverá a estar bien. Seguro que se alegrarán cuando vayas a verles por Navidad.- Quiso animarla Sean.-



            La muchacha esbozó una sonrisa amarga. ¡Si él supiera cual era la realidad! Por fortuna la conversación giró hacia otros derroteros, cuando su interlocutor le propuso.



-¿Te apetecería cenar esta noche?

-Claro, yo siempre ceno.- Contestó ingenuamente ella.-



            La carcajada de Sean la dejó algo sorprendida, aunque luego también sonrió. Se dio cuenta de lo que ese chico quería decir, aunque él mismo no perdió ocasión de aclararlo.



-Me refiero conmigo. He descubierto un restaurante italiano muy agradable cerca de aquí



            Y tras sopesar eso durante unos momentos, ella asintió.



-Estaré encantada, gracias.



            Ahora recordaba aquella cena, fue ciertamente agradable, ella incluso comenzó a comer más de la cuenta para los estándares humanos. Lo embarazoso fue cuando el chico insistió en invitarla. La factura no fue barata y la saiyajin, viendo su honor comprometido, le propuso.



-La próxima vez, yo invito.



            A lo que su contertulio asintió luciendo una expresión evidentemente feliz.



-Bueno.- Se dijo Seren en tanto guiaba al resto del grupo hacia la nave que les esperaba.- Esa invitación tendrá que esperar hasta que volvamos.



            A su vez, Debbie estaba realmente preocupada por la suerte de su hermana Susan. Ella se había marchado de Bios pero ahora viajaba en esa otra nave, la SSP-2, rumbo hacia lo desconocido.



-Ellos creen que van a hacia un planeta, pero si esta amenaza continua expandiéndose. No creo que encuentren nada.- Pensaba no sin temor.-Solamente espero que podamos ayudar a detenerla, protegiendo a la Portadora.



            Y ella conocía bien a esa mujer, la que presuntamente llevaba al Mensajero dentro de sí. Coincidieron en el instituto y aunque no comenzaron llevándose demasiado bien, luego las cosas cambiaron.



-Viniste a verme para animarme a ir a visitar a Kerria cuando ella estaba tan grave. Y esa es una deuda que tengo pendiente de pagarte, Amatista.- Pensó entre agradecida y preocupada, al reflexionar.- Sin embargo, ahora ya no se trata únicamente de mis sentimientos o de esa deuda. Es todo el Universo lo que está en juego…



            Paul y su hermana también pudieron intercambiar algunas palabras. Fue ella quien le comentó.



-Tenemos que asegurarnos de que Cory esté a salvo.

-Sí, no hay nada que yo desease más que velar por nuestro amigo. Aunque nuestra misión tiene prioridad. Ya lo sabes.- Le recordó él a su pesar.-

-Lo sé. Es duro, pero me centraré en nuestra labor. Únicamente rezo para que no le pase nada. Bueno, ni a él, ni a nadie.- Se apresuró a añadir Samantha.-



            Paul asintió, pero él sabía lo mucho que su hermana había querido a Coraíon, y no como un simple amigo. Tampoco fue ajeno al dolor que embargó a Sam cuando le vio en brazos de esa otra chica, feliz y comprometido.



-Lo lamento muchísimo, querida hermana, pero así tenía que ser.- Pensó mirándola no sin tristeza.-



            A su lado, Neherenia y Doran iban charlando también. El saiyajin le comentaba.



-Dejaste todos los asuntos de la Luna en orden, ¿verdad?

-Por supuesto. No hay nada que temer en ese aspecto, De la Lune se ocupará, como ha hecho tantas veces antes.- Repuso su interlocutora.-

-Debes tener cuidado, por competente que ese hombre sea, la Luna necesita a su reina. Procura no arriesgarte demasiado.- Le pidió él.-



            Neherenia le miró no sin perplejidad, para decir, casi más reivindicativa que agradecida por ese temor.



-¡Soy Sailor Shadow, una guerrera guardiana de la Luna! Mi deber es protegerla y luchar contra lo que sea que la amenace. Y esto es una gravísima amenaza, no únicamente para mi reino, sino para todo el universo. Hare lo que tenga que hacer. Al precio que sea necesario para cumplir con mi obligación.

-Lo sé, no deseaba ofenderte.- Se disculpó Doran, para argumentar.- De todos modos, no sé porqué Serenity y Endimión te envían a  ti también. La Luna está a salvo por ahora, Se encuentra tan lejos de Bios como la Tierra.



            Su contertulia le escuchó atentamente para contestar con tono más suave y conciliador.



-No se trata de que mi reino esté en primera línea de fuego o no. En el pasado, cuando lo necesité, mis amigos estuvieron ahí para ayudarme. Se lo debo. Y además, ya sabes que esta amenaza es algo tan terrible que no se detendrá en Bios. Seguirá avanzando y si no hacemos nada por detenerla lo antes posible crecerá en fuerza. No me sentaré a esperar a que aparezca ante las puertas de mi palacio.

-Sí, lo comprendo. Yo actuaría igual. Tienes honor. Eres una gran reina y una guerrera valiente.- La elogió Doran.- Pocos serían tan decididos como tú. Incluso entre los de mi pueblo.

-Cremé.- Sonrió levemente ella ahora para confesar con voz queda.- El valor no tiene nada que ver con esto. Tengo tanto miedo como cualquiera.



            Y lo tenía sí, pero no únicamente de la posible batalla que tendrían que librar, por su  bienestar y el de sus súbditos, sino de sus propios recuerdos. Cuando llegara a la SSP-1 y paseara por esos lugares que compartiera con su gran y perdido amor. Aunque, por otro lado, su amiga Idina y los otros estaban en Bios y no iba a permitir que nada malo les sucediera. No si podía evitarlo. Por su parte, Doran no podía dejar de admirar a esa mujer. Enseguida declaró.



-Eres muy valiente sí. El autentico valor viene de reconocer el miedo y afrontarlo pese a todo. Así nos lo enseñan en mi mundo.



            Desde luego, esa era una de las lecciones que su propia madre le diese. La noble Seira, la más poderosa de las mujeres saiyajin tras la princesa Seren y guardiana y consejera personal de su Majestad la Reina Meioh. Por ello, él sentenció.



-Es un honor poder luchar a tu lado. Cuenta conmigo siempre.



            Así era. No habría peligro que él no estuviera dispuesto a afrontar al lado de esa joven soberana. Y no era debido únicamente a su estatus de aliado, ni su condición de embajador. Doran deseaba protegerla a toda costa y dar su vida para ello si fuera necesario.  Y tras recibir el agradecimiento de Neherenia en forma de sonrisa, los dos siguieron adelante. Por su parte, Lance, cerraba el grupo centrado en sus propias reflexiones.



-Espero que todo salga bien. Todavía es pronto, lo sé. La Nada no puede triunfar.- Se decía, pese a ello con un cierto matiz de inseguridad.-



            Y tocó su mochila, palpando aquello que llevaba en su interior. El arma que él esperaba que fuese decisiva para rechazar aquella terrible amenaza que se cernía sobre todo y sobre todos. De este modo, junto con el resto embarcó al fin en la nave que les esperaba y esta despegó rumbo a su destino.

 


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