domingo, 6 de marzo de 2011

GWD 21.148. Haciendo preparativos

Pasaron unos días en los que la calma pareció reinar. A pesar de ello, Leval, Mazoui y los demás no dejaron de estar alerta ante cualquier situación extraña por anecdótica que pareciera. Y claro,  tampoco descuidaron sus tareas habituales. En Bios, las obras de las distintas instalaciones iban ya muy adelantadas. Coraíon supervisaba la construcción de tuberías enormes para llevar agua y domos a fin de proteger extensas zonas de la superficie de la todavía perniciosa dosis de radiación que recibían.



-Parece que los trabajos van por buen camino.- Afirmaba con talante optimista, charlando con uno de sus compañeros.-

-Así es.- Replicó éste, de nombre Ferdinand.- En pocos días se van a inaugurar muchas avenidas, paseos y edificios. La capital está lista.

-Sí, creo que la van a llamar Vitae.- Comentó Coraíon.- Todavía no la han estrenado oficialmente y ya se quieren meter en construir más ciudades.

-Al menos una en el sector austral y otra en el boreal del planeta para empezar.- Le relató su compañero.- Por eso tenemos que construir y enlazar tantos miles de kilómetros de tuberías.

-Y luego cables y otras infraestructuras. Desde carreteras hasta puertos para el océano de Bios.- Recordó él.-



            Aquello era necesario puesto que el planeta tenía ahora una gran masa de agua del tamaño del continente de Asia, aunque su profundidad media apenas era de quinientos metros. De todos modos, supuso un magnífico logro de la ingeniería planetaria. Durante el inicio de la terraformación se había bombardeado la superficie con cientos de cometas y todo aquel hielo, derretido tras su impacto contra el planeta, se había quedado retenido en forma de agua en las zonas más deprimidas de la superficie.



-Únicamente deseo que todo este esfuerzo que estamos llevando a cabo no se eche a perder por esa terrible amenaza.- Pensó ahora sin querer asustar a Ferdinand.-



            Por supuesto, la gran mayoría de la población de Bios ignoraba aquello. Coraíon no tuvo necesidad de que le pidieran guardar silencio. Estaba claro que, una de dos, o le tomarían por loco sin hacerle el menor caso, o si se lo hicieran cundiría el pánico. Eso sería desde luego muchísimo peor. Miles de personas tratando e escapar en masa sin naves ni tiempo suficiente. Y además, escapar ¿ a dónde?. Al parecer ese horror no se limitaría únicamente al planeta en el que estaban. Se acordaba aun de la cara de su prometida cuando Mazoui la llevó a casa. Cuando su primo se fue usando su traslación instantánea, la joven no pronunció palabra durante unos largos y tensos instantes. Sandy se limitó a bajar la cabeza.



-¿Qué ha pasado?- Quiso saber él.-



            Su novia se abrazó a él, susurrando casi entre sollozos



-Tengo mucho miedo. ¡Abrázame por favor!



            Coraíon así lo hizo, deseando calmarla, finalmente la joven se separó de su abrazó y le miró con gesto lleno de temor.



-Se acerca el fin de todo.- Le desveló dejándole petrificado.-



            Al principio Coraíon pensó en que aquellos enemigos que sus primos ayudaron a derrotar habían retornado de algún modo. O quizás un desastre natural fuera a asolar el planeta. Aunque Sandy se limitó a negar con la cabeza cuando él expuso esas hipótesis.



-¡Ojalá fuera algo de eso!- Musitó con voz queda dejándole atónito y asustado, más cuando la joven sentenció.- Ahora que los dioses están de nuestro lado, sería para ellos un juego de niños evitarlo. Pero lo que se avecina es algo tan horrendo que ni tan siquiera ellos son capaces de detenerlo.



            Y le contó a grandes rasgos lo sucedido. El chico no podía dar crédito, pero se daba cuenta de que Sandy jamás le iba a engañar o a exagerar, menos tratándose de algo tan grave.



-Bueno, con esos dioses y mis primos, seguramente podremos enfrentarnos a cualquier cosa.- Le dijo entonces queriendo pensar de un modo más optimista.- Al menos hasta que papá y mamá puedan ver la Avenida de Granate.



Aquello incluso logró que Sandy volviese a sonreír. La chica le desveló.



-Quizás todo esté en manos, o mejor dicho, en el vientre de tu prima Amatista. Los mismos dioses están protegiéndola a ella y a su hijo. Debemos tener fe en ella y en la maravillosa criatura que lleva en su interior.



Aquello acabó por dejar estupefacto a  Coraíon. No tenía idea de qué podría significar pero optó por abrazar de nuevo a su novia y pasar una noche lo más tranquila y afectuosa posible a su lado.



-No debemos perder la fe. En eso estoy de acuerdo con Sandy.- Se decía ahora, observando a su compañero en tanto seguían con su trabajo.- Si esos dioses tan poderosos están de nuestra parte todo es posible.



Esas mismas deidades en las que pensaba Coraíon vigilaban atentamente cada rincón del espacio circundante, por el momento parecía que esos seres habían desaparecido. Zoen, que retornaba de una de sus patrullas, le comentó a Dialen.



-No he encontrado a esos seres. Puede que finalmente hayamos logrado confundirles.

-Quizás, pero no contaría con ello.- Le avisó su interlocutor.-



            La diosa dedicó entonces algunos instantes a observar Bios y comentó con un tono más interesado y hasta jovial.



-Esos humanos ya están preparando otro de sus extraños rituales.

-¿Ah sí?. Ni me había fijado.- Repuso despectivamente Dialen.-

-A buen seguro que Soa ya estará entre ellos para ver de qué se trata.- Se sonrió su compañera.-



            Aunque en esta ocasión, su colega no estaba precisamente entre los humanos. Se movía por algunas zonas próximas al planeta. Al menos cercanas para sus valoraciones, dado que recorría algunas nebulosas a miles de años luz de Bios.



-No veo nada por aquí cerca.- Declaró.- Iré a informar.



            Y agitando una de sus manos creó una estrella de color verdoso, ésta abrió una especie de agujero en el tejido espacio-temporal y Soa se introdujo por él, desapareciendo. No obstante, al poco de desvanecerse ella y cerrarse ese agujero, esas nebulosas ya no estaban allí…



-¿Me llamabas, Zoen?- Preguntó con tono divertido y chillón, la diosa recién llegada, a sus compañeros.-



            La interpelada la observó aparecer por un pequeño agujero inter dimensional que se cerró una vez Soa estuvo a su lado.



-No, no te llamaba. Pensaba que estarías con esos humanos en una de sus celebraciones.- Repuso indiferentemente.-

-Fui a recorrer mi sector. Todo tranquilo por allí.- Le respondió su contertulia.-

-Solamente faltan Buruk y Redan.- Intervino Dialen.-



            Y al poco los citados aparecieron junto a ellos, negando haber encontrado nada fuera de lo normal.



-¿Qué hacemos ahora?- Quiso saber el gigante cruzándose de brazos.-

-Aguardar y seguir vigilando.- Fue la réplica de Redan.-

-Bueno, tu sugerencia me gusta, Zoen, nos entretendremos con lo que esos mortales vayan a hacer.- Propuso Soa.-



En eso estuvieron todos conformes, a falta de nada mejor. Así las cosas, los días transcurrieron igualmente tranquilos y llegó la tan ansiada ceremonia de inauguración. Con todas las autoridades de la ciudad en Bios presentes. El ahora vicealmirante Spar la presidía junto al alcalde Reims, el primer edil electo en Vitae, la flamante capital de ese nuevo planeta. Leval y Mazoui, ambos con uniforme de gala, secundados por otros oficiales entre ellos Freejar, quién, junto a su familia, no quiso perdérselo antes de tener que marcharse por su traslado. Amatista, Sandy, Satory e Idina, estaban allí también. Y, por supuesto, Coraíon con sus padres, Zafiro y Petz, que habían viajado para ser los invitados de honor junto a su hijo. Además, también asistió una vieja amiga que había conocido y amado al homenajeado. La reina de la Luna Nueva.



-Estoy muy feliz de verte al fin aquí. Nehie.- Le decía Idina a su amiga que simplemente sonrió.- Dado que las miradas de muchos estaban puestas en ellas por mor del protocolo.- ¡Uy, perdón! - Se disculpó la joven maestra al darse cuenta de aquella circunstancia.-

- No te preocupes.- Le susurró la joven soberana giñándola un ojo.-



Por suerte en ese preciso instante no reparaban en ellas. En ese momento, mientras se sucedían los discursos de las autoridades alabando a los caídos en cumplimiento del deber y glosando la figura del teniente Lassart entre otras, cada uno recordaba al muchacho y los momentos especiales que vivieran a su lado. También les venían a la memoria los últimos días, cuando muchos de ellos habían viajado hasta Bios.



-Hijo mío.- Pensaba Petz con visible emoción que a duras penas controlaba.-



             Su esposo y ella se embarcaron camino de ese nuevo mundo haría tan solo unos seis días. Llegaron en dos y los cuatro restantes los pasaron saludando a sus familiares, especialmente a su hijo y a la novia de éste.



-¡Mamá, Papá! – Exclamó Coraíon abrazándoles en tanto los dos descendían de la nave de transporte que les llevase a la superficie del planeta.

-¡Hijo! – replicó Petz estrechándole feliz entre sus brazos a la par que afirmaba. - ¡Cuánto me alegra estar aquí!



Tras separarse de su madre fue el padre del chico quién le abrazó. Entre tanto Sandy sonreía a cierta distancia, dejando que la familia tuviera ese reencuentro en la intimidad. No obstante, enseguida se dirigieron hasta ella. Zafiro la obsequió con dos besos en las mejillas y Petz le dio un abrazo y dos besos a su vez.



-Sandy. Hija. ¿Cómo estás? -Inquirió cariñosamente su futura suegra.-

-Muy contenta de veros. – Afirmó ella correspondiendo a ese saludo tan afectuoso. – Tenía muchas ganas de que llegaseis para enseñaros nuestra casa.

-Es verdad. Estamos deseando que veáis como progresan las obras. - Convino Coraíon explicando a sus padres. – Iremos por la calle adyacente dado que la gran avenida está cerrada provisionalmente hasta que la inauguréis vosotros. Por cierto. ¿La madrina no pudo venir?

-No - Respondió Zafiro.- Se disculpó con nosotros. Le habría encantado pero tenía un urgente deber que cumplir.

-En sus negocios supongo.- Suspiró el chico con resignación.-

-No, hijo. Era algo realmente muy importante.- Sentenció su madre dejándole sorprendido.- Se ha reunido con sus compañeras. Por eso no ha venido ninguna.

-¿Y los tíos?- Quiso saber el chico.-

-Tampoco les era posible. Pero no te preocupes. Mi hermano y Esmeralda os envían todo su cariño. Lo mismo que el resto. - Le contestó Zafiro.-



Su hijo asintió no sin pesar. Era una lástima tanta ausencia de personas queridas a esa ceremonia. Esperaba que no fuera algo tan serio como lo que deberían afrontar en Bios. Aunque por ahora las cosas estaban muy calmadas. ¡Ojalá que todo se hubiese podido solventar incluso antes de haber sucedido!



-Quizás esos dioses lo han arreglado ya. No hemos tenido el menor problema en estos últimos días.- Quiso creer esperanzado.-



Sin embargo, dejó de pensar en ese tema y el grupo se montó en el deslizador de Sandy. Ella les condujo hasta su casa. Petz y Zafiro quedaron muy agradados por el jardín y lo amplio de aquel chalet. Que, no obstante, todavía estaba por terminar.



-Ya queda muy poco. – Les comentó su hijo agregando con patente orgullo. – No veáis las palizas que nos hemos dado limpiándolo y preparándolo. En tanto finalizan las obras ya pusimos la cocina y casi todo el salón.

-Está todavía algo desordenado – se excusó Sandy que parecía un poco envarada. – Pero cuando lo acaben nos dedicaremos a decorarlo y organizarlo todo por completo.

-¡Está precioso, querida! – la animó su futura suegra al remachar. – Se nota tu mano. Este hijo mío nunca tuvo tan buen gusto en la decoración. – Sentenció al ver las cortinas a juego con las tapicerías del comedor, en unos tonos que combinaban a la perfección blancos, dorados y verde mar.



Coraíon puso cara de circunstancias y su padre se rio, enseguida todos rieron con él. Finalmente se fueron a cenar para contarse muchas cosas.



-No veo el momento en que estemos instalados en nuestra casa. – Comentó Coraíon.-

-Sí, y la inauguración de la Avenida con el nombre de su hijo.- Añadió Sandy.- Serán ustedes los invitados de honor.

-No sé si podré evitar la emoción.- Suspiró Petz.-

-Querida, tú estarás como siempre, a la altura de las circunstancias. Y entre todos honraremos la memoria de nuestro hijo.- Declaró Afectuosamente Zafiro.-

-Tengo una mezcla tremenda de sentimientos.- Confesó la interpelada, enumerando.- Tristeza, orgullo, dolor, alegría, nostalgia…no sé realmente como organizarlos.



            Sandy sonrió cariñosamente a aquella pobre mujer en tanto posaba una mano sobre las de ella. Podía comprenderla muy bien. Cada vez que evocaba el recuerdo de su madre le ocurría lo mismo. Fue Coraíon precisamente quien afirmó.



-Es algo maravilloso que nuestras familias vayan a unirse. Todos hemos sufrido pérdidas pero a buen seguro que estando juntos las haremos más llevaderas.

-Así es.- Convino su padre, dirigiéndose ahora a su futura nuera para querer saber.- ¿Y tu padre? ¿Va a venir? Me gustaría verle. Robert es un tipo magnífico.



            La joven sonrió agradeciendo esas palabras aunque enseguida dijo con tintes de duda.



-No lo sé. Yo quisiera que pudiese venir. Aunque me dice que está muy ocupado con su trabajo. Pero que, cuando le sea posible, va a pedir unos días.

-Tu padre me recuerda a mí mismo a veces.- Afirmó Zafiro con más jovialidad para explicarles a todos.- Es tan distraído como yo. De hecho nos podemos pasar horas trabajando y ni nos acordamos de parar a comer.

-Es verdad.- Asintió Petz, sonriendo ahora para recordar.- Me acuerdo en Némesis, cuando te encerrabas en tu taller y te pasabas horas allí metido con tus droidas.

-¿Némesis?- Se sorprendió Sandy.-

-El planeta natal de mis padres.- Le aclaró Coraíon.-Te lo conté. ¿No te acuerdas?



            La muchacha no recordaba nada de eso. Miró de pronto a su pareja con gesto atónito. Enseguida declaró.



-No me acuerdo. ¿Dónde está ese planeta? Pensaba que erais de la Tierra.



            Ahora todos se miraron con desconcierto. Sobre todo Petz y Zafiro, interrogaron a su hijo con la mirada. Éste se encogió de hombros. Al fin fue su padre quien tomó la palabra para explicarle a Sandy.



-Verás. Tanto mi hermano Diamante, como su esposa Esmeralda, Petz y sus hermanas y yo mismo, provenimos de otro mundo, y del futuro.

-¿Cómo?- Se asombró la joven.-



            Sin embargo, era como si aquello le sonase familiar, pero no llegara a poder recordarlo. Incluso se llevó una mano a la frente tratando de esforzarse.



-¿Estás bien, cariño?- Quiso saber Coraíon.-

-Sí.- Musitó ella.- Es solo que no recuerdo.

-Bueno, verás. Técnicamente somos terrestres, nuestros antepasados se marcharon a ese planeta, está en las afueras del sistema solar. – Le desveló Petz que la observaba ahora con preocupación.-



            Le daba la impresión de que esa chica había recibido esa noticia como si aquello le parecía imposible o le diera incluso temor. Pero fue la propia Sandy quien, sonriendo una vez más, se ocupó de tranquilizarla.



-No pasa nada. Es que me extraña no ser capaz de recordarlo. Estoy segura de que hemos tenido que hablar de ello…- No obstante, volvió a sorprender a sus interlocutores cuando, abrazándose a sí misma con rapidez, dijo.- ¿No hace mucho frío aquí?



            Coraíon se levantó enseguida para aproximarse a ella. Visiblemente inquieto le preguntó.



-Cariño. ¿De verdad que te encuentras bien? Podemos aplazar esto para que descanses.



            Petz estaba igual de preocupada que su hijo. En ese instante le pareció notar algo raro, en la periferia de su visión. Como si una pequeña mancha negra muy oscura se elevase saliendo por el techo. Movió levemente la cabeza, al volver a mirar no vio nada extraño. Posiblemente se debiera a esa atmósfera. Por fortuna, su futura nuera comentó con alivio.



-Ya me siento mucho mejor. No sé qué me ha sucedido, jamás me había pasado algo así.

-¿Podrá tener que ver con tu naturaleza?- Preguntó Zafiro.-

-No que yo sepa.- Contestó la interpelada quien tratando de buscar una manera de explicar aquello, dudó durante unos instantes y al fin fue capaz de referir.- Era como si me faltase algo…

-Deberíamos volver a la nave.- Aconsejó Coraíon.- Puede que los niveles de radiación sean excesivos todavía para permanecer aquí más tiempo del debido sin trajes especiales.



            De hecho habían descendido sin ese tipo de protección dado que el propio Coraíon se había encargado de montar domos anti radiación sobre su casa y otras más que estaban en construcción. El joven esperaba que esto no se debiese a un fallo en la cubierta. Además, su prometida era de las personas que más tiempo habían pasado en la superficie del planeta. Pudiera ser que, sin darse cuenta, su cuerpo hubiese absorbido más radiactividad de la que sería prudente.



-Es verdad.- Convino su padre.- Tenemos que irnos ya.

-Vamos querida.- Le propuso amablemente Petz a esa muchacha.- Si no te encuentras bien, pospondremos la cena hasta una mejor ocasión.

-Estoy mucho mejor, de veras. Y me apetece mucho pasar la velada con vosotros.- Insistió ella.-



            Finalmente se fueron de la casa. Tomando el deslizador se encaminaron hacia el astropuerto. Volverían al piso que tenían los chicos en el SSP-1 y cenarían allí.



-No te preocupes. Yo me haré cargo de preparar la cena.- Se ofreció Petz.-

-Y yo te ayudaré.- Añadió Coraíon.-

-No, de ninguna manera.- Pudo protestar Sandy.- Quería hacer algo especial.

-En tal caso, te ayudaré.- Sonrió Petz.-



Y mientras el grupo abordaba la lanzadera de vuelta a la SSP-1 Los dioses percibieron a su vez una rara sensación. Fue Redan el que comentó.



-Hay algo aquí, en este planeta. Ven conmigo, Soa, vamos a investigarlo.



            La diosa asintió y los dos desaparecieron. Al poco se materializaron fuera de la casa de los Lassart-Wallance. Redan observó en derredor. Allí había sucedido algo aunque ahora todo daba la impresión de estar normal.



-Yo no percibo nada.- Comentó Soa.-

-Pero han estado aquí. – Sentenció su compañero.- Puede que hayan enviado a alguno de ellos como avanzada. A rastrear.

-Aquí he visto venir a veces a esa humana divertida que cambia de cara y de color de pelo.- Le dijo su interlocutora.-

-Sí, esa a la que utilizamos como cebo, ¿verdad? – Quiso asegurarse Redan.-



            Soa asintió. Al parecer esa estrategia había funcionado. Al centrar su atención en esa mortal debieron de engañar a esos seres. Sin embargo, eso había durado poco tiempo. Los dos dioses pudieron rastrear a esa humana y ver como estaba acompañada de otros como ella.



-Eso se llama comer.- Comentó Soa en cuanto les observó.- Ya te lo conté, es divertido.

-Dejémosles y volvamos a nuestros puestos. Hemos de informar al resto.- Repuso Redan ignorando aquello. –



            Los dioses se desvanecieron de allí, dispuestos a compartir sus averiguaciones con los otros. Ajenos por completo a su presencia y reunidos ya en el apartamento de Sandy y Coraíon, las dos mujeres prepararon la cena ayudadas por sus respectivos esposo y prometido. Sin más novedades charlaron en tanto cenaban. La sopa de medallones de merluza y la lasaña que degustaron suscitó los elogios de todos.



-Muchas gracias. – Sonrió Sandy.-

-De veras, eres una gran cocinera.- Atestiguó Petz.-

-Me has ayudado mucho. No es mérito mío únicamente.- Afirmó modestamente la chica que ya parecía estar por completo repuesta de aquella extraña indisposición.-



Y sin dar más importancia a eso, volvieron al tema anterior. Petz y Zafiro la pusieron al corriente de cómo habían sido sus vidas. Fue la madre de Coraíon la que sentenció.



-Tú te abriste a nosotros contándonos tu secreto. Es de justicia que hagamos lo mismo.



            Y lo hicieron, al terminar la morena científica estaba perpleja.



-Entonces, Coraíon lleva el nombre de su abuelo materno.

-Así es.- Asintió Petz.- El rey Coraíon.

-Mi padre murió asesinado por su consejero. Lo mismo que mi hermano y yo.- Le contó Zafiro dejándola atónita.-

-Pero entonces. ¿Cómo?...- Fue lo único que la atónita chica pudo decir. –

-¿Cómo estamos aquí Diamante y yo?- Sonrió Zafiro, para sentenciar.- Esa sí que es una larga historia. Cuando tengamos más tiempo, te la contaremos.



Así dejaron ese tema pasando a charlar sobre en sus vidas cotidianas, y deseando que esa inauguración llegase ya para honrar la memoria de Granate y recordarle cada vez que pasearan por aquella avenida tan hermosa…



Idina por su lado recibió un mensaje de Nehie. Ésta le comentó que estaba a punto de llegar. Aunque no precisaba cuando.



-Al fin se ha decidido. ¡Qué alegría!- pensó la joven realmente contenta de tener a su amiga y ex compañera de facultad allí.-



Lo malo es que sus intenciones de hacerlo de forma discreta se habían ido al traste casi antes de que se las planteara. Las autoridades de la nave y el planeta se enteraron y al saber que una personalidad tan importante acudiría a Bios se esforzaron por recibirla a tono con su rango. De hecho, ya a punto de llegar a su destino, la soberana de la Luna Nueva advirtió a su amiga con cara de circunstancias y resignación.



-Idina, las autoridades de Bios saben que estoy a punto de aterrizar en el planeta. ¡Chica, lo siento!, no podremos quedar con la tranquilidad y privacidad que nos gustaría. Tendré que asumir mis compromisos diplomáticos. Aunque he solicitado al alcalde de Vitae y al gobernador de Bios que te hagan venir para recibirme al astropuerto. Espero que eso no te cree ningún inconveniente. Era la única manera de saludarte. Un abrazo.



            Y tras ver ese holo mensaje la destinataria suspiró. Por un lado, algo de molestia sí que era. Aunque de otro comprendía a Nehie. En su posición no era libre para planear según qué cosas.



-Claro, siendo una reina tiene que llevar escolta, saludar a los dignatarios. ¡En fin!. Trataré de poder estar allí.



De hecho, Idina tuvo que pedir el día libre que, por supuesto, le fue concedido. Y con la mejor de las sonrisas por parte de sus superiores quien se apresuraron a decirle.



-Por favor, señorita Rodney. Vaya usted. Es un placer darle el tiempo que necesite para ir a recibir a tan ilustre visitante.



Ella lo agradeció con una sonrisita de circunstancias. Aunque el trabajo de dejar deberes y actividades para la clase que cuidaría su suplente tuvo que hacerlo igual. Y luego tocaba ponerse algo para la ocasión.



-¡Oh, cielos! Hace siglos que no me compro ropa elegante.- Se dijo llevándose las manos a la cabeza tras mirar su armario.-



Por lo menos, en eso las autoridades de Bios la ayudaron sin tardanza. Pudo equiparse en una de las tiendas más caras de la nave con todos los gastos pagados.



-Algo bueno tenía que salir de esto, aparte de ver a Nehie.- Se sonrió tras probarse un par de hermosos vestidos  con zapatos a juego que pudo quedarse, pensando con regocijo.- ¡Ja, ja, ja! Ya me voy pareciendo a la prima Kathy. Ella siempre dice que las ocasiones hay que aprovecharlas al vuelo.



Luego fue conducida al astropuerto en un deslizador oficial. Parecía una especie de princesa. ¡De hecho lo era!  allí, ataviada con un hermoso vestido de color blanco y rojo, aguardó junto al alcalde y al Estado Mayor en pleno hasta que la nave de la soberana aterrizó. Neherenia descendió despacio acorde con el protocolo. Lucía un largo vestido color negro con ribetes blancos y plateados en la falda y los hombros, amén de una diadema que atestiguaba su rango y su típico collar de las tres lunas engarzadas. Además, no venía sola. A su lado otra hermosa mujer, bastante más alta, de larga melena color marrón oscuro y un apuesto hombre de pelo moreno, ambos luciendo una espectacular forma física y ataviados con algo similar a un peto blanco y flexible, rematado por un faldellín, leotardos azules y botas blancas, descendieron junto a ella. Idina les reconoció, eran Seren, princesa del planeta Nuevo Vegeta y nueva princesa- guerrera de Plutón y Doran, el embajador de los saiyajin ante los reinos de la Luna Blanca y la Luna Nueva. Así fueron presentados…



-Su Soberana y Serenísima Majestad, la Gentil y Hermosa reina Neherenia, del reino de la Luna Nueva. Su Alteza Real la princesa Seren Deveget del Planeta Nuevo Vegeta y su Excelencia Doren Derail, embajador del Planeta Nuevo Vegeta ante los reinos de la Luna.



            Y tras unos minutos de fanfarria oficial y discursos de bienvenida, los recién llegados, en cuanto pudieron, se zafaron de eso y fueron a saludar a Idina que se abrazó con su amiga sin ningún tipo de ceremonia.



-Han olvidado mencionarte a ti – Sonrió Neherenia afirmando. - ¿Qué pasa con su Alteza Serenísima la princesa de la Luna Nueva?- Comentó mirando satisfecha como su amiga lucía aquel collar de dos lunas engarzadas que le regalase hacía ya varios años. -

-Mejor déjalo estar – le pidió Idina entre susurros para añadir entre divertida y algo agobiada.- Ya he tenido bastante ajetreo solamente para poder estar aquí.



La joven desde luego no tenía ningún interés en que eso se supiera o de lo contrario temía que esos pesados la harían blanco de algún tipo de recepción a ella también.



-Nos alegra volver a verte. – Afirmó Seren que añadió tras observar los alrededores con detenimiento. – Habéis hecho un gran trabajo en este mundo. Está muy hermoso.- Remachó con aprobación.-

-Así es - convino Doran aseverando. – Es un honor estar aquí. Agradecemos mucho la invitación que nos extendieron las autoridades del planeta y de la Tierra.



Neherenia y Seren sonrieron, el saiyajin que había acabado de hablar, también. Idina iba a preguntarles el porqué de esas sonrisas cuando dos manos le taparon los ojos. La chica sintió una presencia familiar. Nunca mejor dicho, en cuanto esa oscuridad se retiró al quitarse las manos de su rostro, ella se giró y solo pudo exclamar llena de alegría.



-¡Lance!



Su hermano sonreía a su vez. Para saludarla de forma muy cordial.



-¡Hola pequeñaja!, apuesto a que esto no te lo esperabas.



Y mientras su interlocutora negaba con la cabeza se percató de la presencia de dos jóvenes más junto a su hermano, un apuesto chico de largo pelo castaño y ojos azules y una muchacha, no menos hermosa, de melena color castaño claro y ojos del mismo tono. Creyó haberlos visto antes pero no recordaba. Fue Lance quién hizo las presentaciones.



-Idina, estos son Paul y Samantha Saint Join. Han venido a conocer Bios. Estuvieron en la fiesta que dieron nuestros padres y sus amigos.

-Es un placer. Encantada.- Les saludó ella con afabilidad y algo apurada de no acordarse de ninguno.-



            Y tras darse la mano, fue esa chica quien comentó, con tono amable a su vez.



-Sí, y nuestros padres nos encargaron saludaros a todos de su parte.

-Y también comprobar si el sitio es interesante para expandir nuestra franquicia de tiendas de antigüedades. – Completó Paul –

-No sé si la gente de por aquí tendrá tanto dinero. – Objetó Idina. –

-No te preocupes, tenemos cosas muy bonitas a precios asequibles – sonrió Samantha –

-En ese caso yo seré de las primeras en ir a mirar cuando pongáis la tienda. - Afirmó la joven con genuina ilusión.-

-Yo misma te mostraré lo mejor de nuestro género.- Le prometió su interlocutora.-

-Y como hermana de nuestro amigo Lance te haremos precio especial.- Declaró Paul que no parecía decirlo en broma.-

-Hemos oído que se han construido ya en Bios un hotel, un recinto deportivo y algunas tiendas y supermercados. – Terció  el aludido. –

-Sí, y además se han puesto en cultivo miles de hectáreas para que nuestro planeta sea autosuficiente en un futuro no muy lejano. Todo con métodos naturales y sostenibles. – Le informó su hermana con entusiasmo. –

-¿Habéis oído?- Sonrió Lance apuntando aquello último. – Por su forma de hablar mi hermanita ya se considera una Biosana más.

-¿Biosana?- Le preguntó Seren sin comprender. –

-Sí, es el nombre que se les ha empezado a dar en la Tierra a los que viven en este mundo. – Le explicó Paul. –

-Bueno, - suspiró Nehie pasándole un brazo a su amiga por los hombros para declarar. - ¡Cuantas ganas tengo de quitarme este maldito vestido oficial, ponerme ropa de calle, y que me lleves a dar un paseo por esa maravillosa avenida!

-Verás. Es que ahora la han cerrado hasta el día de la inauguración. – Pudo replicar Idina con cierto pesar, aunque añadió animosa.- Mejor lo dejaremos para entonces. De momento puedo enseñaros gustosa el resto de la ciudad y el sitio en el que estará mi casa. El primo Cory me consiguió una parcelita casi al final de la calle donde van a estar él y Sandy y cerca también de Amatista y Leval.



Todos convinieron en eso, tras ser conducidos al hotel donde se alojarían pudieron cambiarse con ropas humanas más discretas. Con pantalones vaqueros y camisas y chaquetas de sport. Al menos Seren, Nehie y Doran, quienes eran los que más llamaban la atención por sus vestuarios. Tampoco precisaron trajes especiales dado que las zonas que iban a visitar se encontraban resguardadas por cúpulas anti radiación y que mantenían una concentración adecuada de oxígeno en su interior. Por fortuna, el grupo logró eludir a los escoltas oficiales. Dado que con dos saiyajin se consideró que la soberana de la Luna Nueva iba de sobra protegida. Se pusieron en marcha y la informal comitiva recorrió bastantes calles y lugares de la ciudad en construcción. Entre tanto Idina les iba comentando que era cada cosa y cuando se esperaba que estuviera terminada. Incluso se detuvieron en una de las primeras cafeterías del lugar. Donde la joven maestra solía ir a tomarse algún té o café tras su jornada laboral.



-Me encanta tenerte aquí Nehie, a ti y también a mi hermano. Hacía bastante que no le veía. – Declaró la anfitriona. – Debo agradecerte también que hayas conseguido traerle hasta aquí…

-Fue un placer. Y soy yo quien te da las gracias por invitarme a venir.- Contestó su amiga.-

-Bueno, en este caso las autoridades me han hecho todo el trabajo.- Sonrió la chica.-

-Pues me alegra estar aquí, sea cual sea la causa. Tenías razón, ese mundo es precioso. – Admitió la soberana de la Luna que, casi de forma jocosa, remachó – ¡Lo mismo me compro una casita aquí!

-¡Sería maravilloso si lo hicieras! - respondió su amiga dirigiéndose ahora a su hermano. - ¿Verdad Lance?-

-Claro, sería una buena inversión inmobiliaria. - Convino él que, sin embargo, parecía estar pensando en otra cosa. –

-Pues a mí sí que me gustaría quedarme unos días al menos.- Expresó Seren. – Mis padres me pidieron que viviera experiencias en la Tierra y aprendiese de su cultura y costumbres. Dado que he estado allí durante una temporada podría pasar aquí un tiempo también.

-En nuestro caso no vendrá mal quedarnos un tiempo para ver si efectivamente hay posibilidades de negocio. – Convino Paul con el asentimiento cómplice de su hermana. –

-Contad conmigo si en algo puedo ayudaros. – Se ofreció Idina. –



Los aludidos agradecieron esas palabras con unas corteses sonrisas. Continuaron hablando un rato más. Incluso al despedirse, la joven maestra convenció a Nehie de que fuera a dormir a su casa, al menos a su apartamento de la nave, dado que la otra morada estaba en construcción. La soberana, que añoraba los años pasados en la Golden con su amiga, aceptó encantada. Ya solucionarían las pegas de seguridad y protocolo. El resto les deseó buenas noches y partieron hacia su hotel. Pese a todo hubieron de informar a las autoridades del paradero de la reina de la Luna Nueva, pero estas no objetaron nada, una vez supieron que era expreso deseo de la soberana. Y que, según les comentó, su escolta saiyajin estaría en los alrededores.



-¡Qué bien!- Exclamó Idina con alegría en tanto se dirigían a un deslizador.- Será como en los viejos tiempos de la universidad. O mejor aún. Como cuando éramos niñas y te quedaste a dormir en mi habitación por unos días. ¿Te acuerdas?

-Nunca podría olvidar aquello.- Afirmó su interlocutora con la misma animación, sentenciando.- Fueron unos de los momentos más felices de mi vida. Aunque esta vez puedes estar tranquila ¡Me he traído pijama!- Bromeó.-



Las dos rieron rememorando esa anécdota y se alejaron visiblemente contentas de poder pasar esas horas juntas.



            El hermano de Idina recordaba aquello a su vez. Cuando permanecía, como el resto, escuchando esos discursos. Tan pronto como las dos chicas se marcharon reunió a los demás en el parque de Bios, en donde el sol de aquel mundo, una estrella que ahora se veía naranja, siendo algo mayor que el astro del sistema solar de la Tierra, comenzaba a ponerse, para comentarles.



-La primera fase del plan de contención está en marcha. Ahora debemos tomar posiciones y aguardar.- Afirmó tras ojear un gran libro color burdeos que había sacado de una bolsa de viaje que llevaba consigo. -

-Bien – asintió Paul -¿Debemos hacer algo ya? ¿Comenzar a buscar?

-No por ahora. – Le respondió su hermana. – Creo que tendremos tiempo todavía. Lo importante era posicionarnos aquí. Es donde se va a librar la batalla decisiva. Tal y como la reina Serenity nos indicó. ¿No es cierto, Lance? – Inquirió a su compañero que asintió.-

-Estamos dispuestos. – Anunció Seren. – Mis padres y los reyes Serenity y Endimión, me dieron la orden directa de proteger al Mensajero a cualquier precio. Eso tiene prioridad por encima de cualquier otra cosa.

-Sí. Tengo las mismas instrucciones de nuestros soberanos de Nuevo Vegeta. No debemos dejar que esos seres se hagan con él o todo acabará.- Afirmó Doran. –

-Y todavía queda mucho para que eso suceda. El Mensajero debe de llegar sano y salvo como sea. – Convino Lance arengando al resto. – En marcha pues. Ocupémonos de lo que podamos ahora. Neherenia de momento no nos es necesaria. Que se quede con mi hermanita y que recuerden los viejos tiempos, no les vendrá mal a ninguna de las dos. Y a nosotros tampoco.- Remachó enigmáticamente en tanto acariciaba las tapas de ese gran libro antes de guardarlo en una mochila.



Y así, ese misterioso grupo se disgregó yendo cada uno a sus habitaciones…



 Amatista recordaba también sus últimos días anteriores a la celebración. Le faltaban escasamente un par de semanas para salir de cuentas. Ella y Satory fueron de compras para proveerse de las cosas que iba a necesitar el niño. La hija de Masters llevó a su amiga a una tienda muy mona que habían abierto recientemente en el planeta.



-He bajado algunas veces a este lugar. Es una de las tiendas más chics de Bios. Hace poco que la han inaugurado. Aquí tienes todo lo que vas a necesitar.- Le indicó Satory.-

-¿Y cómo es que te ha dado a ti por visitar una tienda para bebés? - Le preguntó Amatista con una pícara sonrisita. -

-Bueno- pudo decir su amiga algo sonrojada. - Nunca se sabe cuando me puede tocar a mí. Y como tú estás tan a punto. Pues, esperaba que te sirviera de ayuda. Y de paso me documento.

-Gracias por traerme aquí,- sonrió Amatista, librando a su amiga de ese azoramiento en el que se encontraba para admitir con ligera inquietud. - La verdad es que no tengo ni idea de lo que debo hacer. Algo como criar a un niño debe ser tarea muy difícil.

-Supongo que eso será cosa del instinto,- repuso Satory despreocupadamente ahora, para esgrimir no sin razón. - ¿Tu madre tampoco sabría, no?...y, sin embargo, aquí estás tú.

-Es verdad,- concedió su contertulia hablando más en serio. - Pero lo que más me preocupa es todo lo que me rodea en estos momentos, y tengo pavor a esos seres que buscan a mi hijo. Tanta responsabilidad, ¿qué clase de niño será? Y también temo a otra cosa. ¿Acaso estoy destinada a ser sólo la portadora, como dicen los dioses? Yo quiero criar a mi hijo y verlo crecer, no que me lo arrebaten... ¿y aunque esos seres no consigan quitármelo, qué pasa con los dioses que ahora nos ayudan? Dicen que quieren salvaguardar a mi hijo. Pero antes jugaron con nosotros sin ningún tipo de consideración, y parece que igual les da una cosa que la otra. ¿Y si cuando nazca quieren llevárselo? ¿Cómo podríamos impedírselo?- Inquirió con voz trémula para confesar.-  Satory, estoy muy asustada...

-No- negó ésta tratando de tranquilizar a Amatista. - No te preocupes, el mejor sitio para un niño es estar con su madre. Hasta ellos deben saber eso. No, no creo que deseen llevárselo, sólo están aquí para protegeros...

-Ojalá tengas razón,- repuso la joven sintiéndose más aliviada. - ¿Entramos?- le inquirió a su amiga para aparcar ese enojoso tema, ya que ambas habían llegado ante la puerta de la tienda. -



Satory asintió y las dos pasaron al interior, la joven muchacha que atendía las saludó con una sonrisa y les preguntó que deseaban.



-Veníamos a ver que tienen para bebés. - Le comentó Satory. -

-¿Qué desean exactamente? - Inquirió la dependienta con una amable sonrisa dirigiéndose a Amatista tras observar su barriga para añadir con jovialidad. - Bueno, supongo que usted será la interesada. ¿En qué puedo ayudarla?

-Pues- sonrió la interpelada un poco avergonzada al admitir. - La verdad es que en todo. ¡No sé ni por dónde empezar!...

-Tranquila- la encargada sonrió al darse perfecta cuenta de que esa muchacha era primeriza. Aquello podría significar negocio (y muy lucrativo) a la vista. - Comprendo, no se preocupe, le mostraré lo que pueda hacerle más falta por ahora.- Guió a Amatista y Satory por las secciones dedicadas a los niños. Ambas miraban atónitas según la dependienta les mostraba los diferentes artículos y les iba explicando. - Verán, esta bañerita es para críos de hasta seis meses, le será muy útil para bañar al bebé. Su diseño de seguridad impide que la cabeza del niño pueda sumergirse por entero....



            Amatista la observó con atención y asintió. La encargada siguió explicándole cosas....



-Estos pañales son lo último para la comodidad y la higiene del bebé, este paquete lleva un veinticinco por ciento gratis. Aquí tiene chupetes anatómicos y sonajeros....- señaló una estantería repleta de potitos para agregar. - Esto es para más adelante, pero sepa que tenemos una sección de nutrición infantil. Termómetros para niños, juguetitos para aprender a asociar formas y colores y una cuna anatómica especial...



            Así, aquella joven y solícita dependienta siguió explicando numerosos artículos mientras las dos muchachas observaban en silencio y se miraban anonadadas de todo lo que hacía falta para cuidar a un bebé.



-¡Uy!- le susurró Amatista a Satory - ¡Dios mío! , creí que esto no sería tan complicado, tendrían que dar un manual...

-Pues la verdad es que sí.- Reconoció su amiga sin dejar de observar en todas direcciones con asombro. - Yo tampoco me imaginaba todo esto. ¡Casi es más difícil que el proyecto de terraformación!



            Por fin la encargada concluyó aquella especie de “tour” y les preguntó que les interesaba comprar. Tras unos instantes de pensarlo Amatista creyó que el momento de las grandes decisiones había llegado y sacó su tarjeta de crédito con determinación.



-Póngamelo todo...- declaró haciendo que a su vez la dependienta pusiera unos ojos como platos en tanto añadía dubitativa -... ¿puede enviármelo a casa?

-¡Claro que sí! - Se apresuró a asentir ésta con solícita vehemencia. - Sin ningún problema, ¿cuándo le vendría bien recibirlo?....

-Si pudiera ser mañana mismo - aventuró tímidamente su clienta. – Cuanto antes, mejor.

-Mañana lo tendrá - le aseguró la muchacha - ¿digamos a las diez? - Le propuso con rapidez.-



Amatista asintió dándole su dirección, ella y Satory se despidieron de una muy sonriente dependienta (que no podía creer todavía que aquella enorme venta hubiera sido real) y salieron de la tienda.



-Después de lo que te has gastado me dejarás que te invite a un café. - Le ofreció Satory atónita aun. -

-¡Claro que sí! Cuando llegue la factura a Leval le va a dar algo, ¡lo he cargado todo a nuestro fondo común! - rio  la joven imaginando la cara de su marido. -

           

Recordando aquello la muchacha se permitió una fugaz sonrisa que enseguida extinguió en tanto las autoridades proseguían el desgrane de sus tediosos monólogos, técnicos y propagandísticos. Junto a ella su esposo también estaba absorto rememorando ese preciso día. Los discursos de aquellos políticos y demás eran interminables. Al ver a su esposa esbozar esa sonrisa pensó en lo mismo que ella. ¡Menudo susto le dio su mujercita con aquella condenada factura! Al principio de ese día, ajeno a tal dispendio, Leval estaba en su despacho repasando los últimos informes para la reubicación de sus pilotos en Bios. Freejar fue a verle y él se levantó inmediatamente para saludar.



-Siéntate muchacho. Dime ¿Cómo llevas esos papeles?,- se interesó su superior. -

-Bien señor, está todo listo, sólo comprobaba los últimos datos...

-Y cuéntame,- inquirió el mayor cambiando de tema con afabilidad. - ¿Qué tal tu mujer? le debe de quedar muy poco... ¿no?

-Apenas dos semanas.- Respondió Leval con una sonrisa pues casi se había olvidado de lo sucedido haría unos días con esos seres. - Estamos muy ilusionados. Contamos hasta los minutos.

-Sentiré mucho que no estemos para el momento en que tu mujer de a Luz,- le dijo Freejar con un tono de resignación al añadir. - Pero la orden de traslado me ha llegado esta mañana. Dentro de cinco días nos vamos a la Tierra. Tras la ceremonia de inauguración de vuestra calle. Esa no nos la perderíamos por nada del mundo.

- Se lo agradezco mucho y me alegro por usted, es lo que quería. Pero le echaré mucho de menos, señor. - Le confesó Leval con un tinte de tristeza que no se molestó en ocultar.  -

-Gracias muchacho.- Repuso el mayor casi emocionado por una vez, aunque enseguida reaccionó para fingir con su típico tono de fanfarrón. -  ¡Venga ya! , no hables así o pensarán que estamos liados...



            Su interlocutor sonrió, ya conocía de sobra el carácter de Freejar, le gustaba dar la apariencia de duro pero tenía muy buen corazón. En el fondo ese adusto oficial era un pedazo de pan. No había existido cosa que él mismo o Amatista necesitasen que éste, si había estado en su mano,  no se hubiese encargado de proporcionarles. Algún permiso especial para Leval, cuando le comentó que su mujer se sentía nerviosa y preocupada (aunque no le contase exactamente el porqué).  A eso se unía el interés de Elise por animar y aconsejar a la futura mamá. Amatista había mantenido muchas conversaciones con ella y esa buena mujer siempre la ayudó con sus amables y sabias palabras. Ahora, cuando Leval pensaba que el tema había quedado aparcado en pro de las apariencias, el mayor sacó de su bolsillo una cajita y se la dio.



-Pero señor,- inquirió Leval mirando la pequeña cajita intrigado. - ¿Qué es esto?..

-¡Un cañón de neutrones, mendrugo!- exclamó Freejar con sorna para añadir con impaciencia. -Ábrela y te enterarás.



            El interpelado abrió con cuidado la tapa, del interior sacó una medallita dorada que engarzaba la silueta también en oro de una madre con su hijo...



-Esto es muy bonito. Pero señor, no puedo aceptarlo.- Objetó Leval que casi no tenía palabras para agradecer ese regalo. -

-¡Cómo que no! - Espetó Freejar añadiendo con un temor que quizás no fuese tan fingido como sus otros registros. - Mi mujer me matará si no lo aceptas. Además, no es para ti, cretino, es para el niño...

-Bueno,- sonrió Leval que pudo decir aun azorado - es una medallita preciosa pero no se la podré poner hasta que no sea algo más mayor, podría tragársela...

- Muchacho,- le respondió Freejar con su proverbial ironía socarrona. - Te he dicho que la aceptes, no que se la pongas enseguida...y además, tendrá que nacer primero. ¿No crees?

-Muchas gracias, a Amatista le encantará.- Le aseguró su subordinado que cortés y reconocidamente agregó. - Dele las gracias también a su esposa, es un detalle muy bonito.



            Su superior le dio una palmada en la espalda al joven oficial y esbozó una amplia sonrisa de complacencia, pero enseguida recuperó su gesto adusto.



-Bueno, pásate con los informes por mi despacho dentro de una hora. No te entretengas ligando con algún apuesto cadete por ahí. - Declaró tajantemente el mayor saliendo del despacho de Leval.-



El muchacho le siguió con la vista muy agradecido y pensando en cuanto iba a echar de menos a ese estupendo gruñón.



-Sí. Es un gran tipo.- Meditaba ahora el joven en tanto seguía en pie y en posición de firmes, a la espera de que terminasen con esos discursos tan soporíferos.-



            Mazoui, vestido también de uniforme de gran gala, permanecía en pie e idéntica posición que su primo soportando estoicamente aquellas interminables peroratas. A su vez pensaba en lo acaecido días atrás. Cuando una tarde de hacía una semana terminó sus labores y quedó con Tom para que éste le explicase algo más acerca de lo que había averiguado. Por toda réplica, éste sacó una especie de pergamino añejo escrito en un lenguaje de runas...



-Este documento contiene profecías y revelaciones que no están en las escrituras más conocidas,- le explicó su tío con solemnidad. - Me costó mucho dar con él.

-¿Qué es lo que dice?- Quiso saber el chico que lo examinó con curiosidad. -

-Viene a decir que se acerca un momento de Trascendencia Cósmica. Los poderes de la Luz y la Oscuridad deberán unirse. Esto sólo será posible con un Mensajero enviado por el Creador que tendrá la capacidad de viajar por el tiempo y el espacio interdimensional...

-¿Y ese Mensajero será el hijo de Amatista y Leval?,- se sorprendió el joven.-

-Eso es lo que parece,- asintió su mentor quien sin embargo agregó con más tinte de duda.  - Aunque puede ser que no. No te lo puedo asegurar.

-Siento en Amatista una energía espiritual inmensa y cada vez aumenta más y más,- declaró  el muchacho. - El caso es que ni ella, ni Leval, parece que se hayan dado cuenta de eso.



            Tom asintió como si él pudiera entender perfectamente lo que sucedía y así se lo comentó a su pupilo.



-Mazoui. Tú, por tus características de nacimiento, eres más sensible a todo lo que sea energía espiritual y tienes facilidad para cruzar algunos portales hacia otras dimensiones. Lo mismo le ocurre a tu amiga Sandy. Por favor, estad muy atentos los dos. Leval y Amatista os necesitarán. Yo debo volver a la Tierra ya.

-Pero hay muchas cosas que desconozco.- Objetó su interlocutor preocupado por aquella responsabilidad. - Debes enseñarme más. Tengo que saber con certeza a lo que deberé enfrentarme.

-Te he enseñado prácticamente todo lo que sé y lo que he podido averiguar. Créeme, lo demás tendrás que descubrirlo tú solo, a su tiempo, en el momento debido.- Le aseguró Tom. -

-Eso mismo me dijo Azraél,- recordó Mazoui con tono reflexivo - todo a su momento...

-Confió plenamente en ti. Cuida mucho de todos aquí...- le pidió su maestro.-



A lo que el chico asintió con determinación para añadir con gran interés y curiosidad.



-¿Y qué pasa con ese libro? ¿Y ese tal Demiurgo? ¿Averiguaste algo más?

-¿Libro?- Replico Tom con un gesto que parecía de sorpresa. No obstante, enseguida recordó y dijo.- ¡Ah sí! De momento eso no es algo que deba preocuparnos. Y lo de ese tipo, es cosa más de leyenda que de realidad…

-Sin embargo, le vi. Ahora estoy seguro. Aquella vez en mi caza. Cuando Leval y yo estuvimos atrapados en aquel planeta. Tom, tengo un muy mal presentimiento con eso.- Le desveló el muchacho con visible inquietud. Ese extraño ser, el libro. - No es algo en lo que debamos adentrarnos. El propio Azrael me lo advirtió…

- Pierde cuidado. Sé lo que hago.- Le replicó su interlocutor.-



            Mazoui no pareció quedarse muy tranquilo con esa respuesta, percibía con claridad que su mentor no le contaba toda la verdad, ni todo lo que sabía. Pero no se atrevía a insistir, y también tenía que irse pues entraba de servicio. Tras despedirse de él dejó a Tom y llamó a Sandy. Le contó lo ocurrido a la chica y entre ambos decidieron vigilar con atención la evolución de los acontecimientos. Él le preguntó si sabía algo de Amatista y su amiga le contestó que no.



-He tenido que trabajar hoy casi todo el día y ella tiene la baja por maternidad desde hace unos días. Ahora llamaré a su casa. Para asegurarme de que esté bien. - Se despidió de Mazoui y colgó. -



            Sandy a su vez se encontraba sentada junto a Petz que parecía estar en otra parte en tanto se daban esos aburridos discursos. Ella misma se evadía recordando lo sucedido días atrás. Cuando llamó a su amiga Amatista tras haber hablado con Mazoui. La muchacha telefoneó a casa de sus amigos pero no había nadie, decidió esperar media hora y volvió a llamar. Sus amigas le contaron que después de comprar estuvieron en un café y más tarde fueron a la casa de los futuros papás. El vídeo teléfono sonó justo cuando abrían la puerta, ésta lo conectó y vio la llamada.



-Hola, me encuentras de milagro, acabamos de llegar.- Le contó la muchacha. - Justo ahora mismo estaba abriendo la puerta...

-Te llamé hace un rato,- le dijo su interlocutora agregando con alivio. - Me alegro de no haberte vuelto a llamar un minuto antes, ¿qué tal estás?...

-Muy bien, gracias, he venido de hacer unas compras con Satory. ¡La verdad es que me he llevado media tienda! - Afirmó Amatista todavía con incredulidad.-

-Es normal- sonrió jovialmente Sandy para añadir. -Ya te queda muy poco, haces bien en prepararte...

-¡Ja!, y tanto - bromeó Satory participando en la conversación -¿prepararse? ¡No veas!  Ha comprado un auténtico arsenal de cosas. ¡No le van a caber en casa!...- rio divertida y Amatista la secundó. -

-Ya me lo enseñarás todo.- Repuso Sandy de forma distendida. - Bueno, me alegro de que hayáis pasado una tarde entretenida. Ahora os dejo. Coraíon va a venir enseguida. Tenemos que seguir ultimando los detalles para la boda. Y sus padres llegarán en un par de días.

-Es verdad, tengo muchas ganas de que inauguren por fin nuestra avenida y de que Granate reciba oficialmente esa dedicatoria. Y tampoco estaría nada mal que mi hijo y vuestro matrimonio fueran de la mano.- Le comentó Amatista para despedirse acto seguido con un afable. - Hasta mañana.

-Yo también tengo que irme,- añadió Satory. - Mazoui me estará esperando, mañana nos vemos ¿vale?..



            Amatista suspiraba ahora, pareció que los discursos habían concluido, su marido y Mazoui permanecían firmes cuando los integrantes de una banda militar interpretaron el toque por los caídos. Ella seguía rememorando los pasados días. Tras comprar tantas cosas para el bebé y charlar con Sandy se despidió de Satory y se quedó sola en casa. Se sentó en el sofá y puso la holo televisión, apenas sí la prestaba atención, daban algún programa anodino. Al cabo de un rato Leval volvió de la base. Ambos se sentaron a cenar y él le enseñó lo que Freejar le había regalado para el niño. También le contó que su superior y la familia de éste volverían a la Tierra dentro de unos días.



-Tendremos que llamarle a él y a su mujer para darles las gracias. Espero que nos veamos antes de que se vayan.- Dijo Amatista apenada por la inminente marcha del superior de su esposo y su familia y así lo comentó -, lo cierto es que ya consideraba a Elise como una especie de hermana mayor.

-Sí, la verdad es que el cuartel no será lo mismo.- Admitió Leval con un poso de pesar para agregar con otro de expectación. - Ya veremos a quien nombran para sustituirle.

-Por ahora no pienses en ello.- Le animó su esposa, que aprovechó el momento para cambiar de conversación. - ¿Sabes? Hoy Satory y yo hemos ido de compras a una tienda para bebés...

-¿Habéis comprado mucho?..- quiso saber distraídamente  su esposo mientras tomaba un poco de pescado. -

-Bueno, mi amor.- Susurró melosamente Amatista en tanto le enseñaba la factura. - La verdad es que sí, pero menos mal que teníamos una buena cantidad ahorrada.



            Leval leyó la nota y puso los mismos ojos de platos que Amatista le vio a la dependienta, pero por el motivo contrario. Incluso casi llegó a escupir el vino que acababa de beber.



-Cielo.- Le preguntó ella algo preocupada con su voz aterciopelada y desvalida reservada habitualmente para estos casos. - ¿Te parece mal? Quizá he gastado mucho...

-¿Eh?,- tartamudeó el desconcertado chico tratando de recomponer su gesto. - ¡No! , no que va, quiero decir, sí. ¡No!, no es que me parezca mal… Pero bueno, si el niño necesita esto hay que comprarlo. Debemos tener todo lo que haga falta para atenderlo bien y que no carezca de nada. No te preocupes, has hecho lo que debías.

-¡Qué peso me quitas de encima! - suspiró ella aliviada. - Mañana lo traerán a casa. – Le comentó ahora con una amplia sonrisa entusiasta. - ¡Ya verás que cosas tan monas!, seguro que nosotros no tuvimos nada de eso de pequeños.

-Eso es lo que mi padre decía cuando nací yo.- Sonrió su marido. - Mi madre me lo contaba siempre. Aunque fingía que le molestaba en el fondo a ella le hacía mucha gracia verle jugando con lo que debían ser mis cosas con las excusas más tontas.



            Amatista se rio y Leval hizo lo propio, ambos estaban muy felices y realmente contaban con impaciencia los pocos días que faltaban para que naciera su hijo. En esos momentos de charlas acerca de cosas tan cotidianas casi hasta podían olvidarse de aquella especie de amenaza tan terrible que pesaba sobre ellos y ser una pareja normal.



-Si tan solo pudiéramos ser un matrimonio como cualquier otro, esperando ilusionados a nuestro bebé. Sin miedo a enfrentarnos con seres tan terribles. - Se decía la atribulada muchacha volviendo de esos recuerdos.-



 Al fin la música cesó. Ahora el vicealmirante Spar se dirigió a todos los presentes y declaró atrayendo finalmente la atención de los allí congregados.



-Majestad, altezas, autoridades. Damas y caballeros. Vamos a proceder a la solemne inauguración de la Avenida del teniente Granate Lassart Malinde. Su madre, la señora Petz Lassart Malinde, nos hará el honor de cortar la cinta y dedicar unas palabras a su memoria.



Al oír pronunciar su nombre la mujer se levantó y algo dubitativamente se aproximó hacia el vicealmirante y la cinta roja que cruzaba de lado a lado de la avenida. Llegándose junto a él, aguardó. Spar la saludó militarmente para darle después un sentido abrazo. A Petz le pareció un buen hombre. Podía notar por su mirada que de veras sintió el trágico destino de su hijo y de los demás caídos por defender a sus conciudadanos. Y a la vez, estaba orgulloso y agradecido, como ella misma, del valor y los principios que esos jóvenes demostraron. De modo que aceptó ese abrazo con calidez y al separarse fue su sobrino Leval quien portando un cojín de satén rojo sobre el que reposaban unas grandes tijeras, se aproximó a ella. Sonriente se lo acercó, manteniéndose en posición de firmes. Su tía le devolvió la sonrisa y tomó aquella herramienta para aproximarse a la cinta. Entonces de un rápido y seguro corte la dividió en dos, ambos lados de la cinta cayeron, los militares se cuadraron al unísono saludando y ella pudo declarar con voz segura aunque emocionada, dirigiéndose al micrófono que tenía instalado en un cercano atril.



-Queda inaugurada la Avenida del Teniente Granate Lassart Malinde.



Todos aplaudieron, aunque ahora le tocaba la parte más emotiva aún si cabía. Tal y como Spar había anticipado, debía decir unas palabras. Pero Petz era una mujer fuerte, había vivido muchas cosas, algunas bellas, otras amargas y tristes. Precisamente por su carácter no se achantó por esa responsabilidad y tomando el micro con determinación comenzó arreglándoselas para no llorar.



-Mi hijo seguramente sonreirá feliz desde el Cielo. Mi marido y yo también somos felices pensando que su nombre perdurará. – Dijo mirando a un emocionado y orgulloso Zafiro que se había acercado hasta ella. - Cuando la gente quiera pasear por aquí y venga con sus hijos será como si el mío estuviera vivo otra vez. – Y ahora dirigió la vista hacia una emocionadísima Amatista que se tomaba de la mano con su esposo. También observó a Coraíon que abrazaba a Sandy y a Mazoui que hacía lo propio con Satory. – En su nombre y en el de toda nuestra familia, los que estamos presentes y los que no pudieron acudir, muchas gracias por recordarle.



Se produjeron más aplausos y tanto Neherenia, como Idina que estaban juntas, sentadas en la tribuna de autoridades, no pudieron reprimir algunas lágrimas. La princesa de los saiyajin y Doran se levantaron cruzando un brazo con el puño cerrado sobre su pecho en señal de saludo y respeto. Tal era la costumbre de su pueblo. El embajador saiyajin reconoció sin lugar a dudas a ese hombre. Era por quién Neherenia había cantado esa hermosa canción, al que felicitó por su cumpleaños en la intimidad de sus estancias.



-No podía ser más que un héroe.- Se dijo todavía con cierta vergüenza al recordar como asistió de forma clandestina a aquello.- Es lógico que ella le amase.



En ese instante fue Zafiro quién se ocupó de descubrir una especie de poste rematado con una forma rectangular. En cuanto le quitó un lienzo que lo cubría pudo verse la imagen de Granate vestido con el uniforme de gala de la academia. Era ese una especie de cuadro digital, que variaba para mostrar más fotografías del muchacho. En ellas aparecía sonriente, tal y como él fue. También podía leerse sobreimpresionado un texto que iba apareciendo poco a poco en difuminadas letras blancas que iban tomando forma. Permanecían para ser leídas durante unos segundos y desaparecían sustituidas por las siguientes frases.



“Teniente segundo Granate Lassart Malinde” Tokio 23 de octubre de 2001 – 17 de febrero 2021. Caído en acción durante el viaje a Bios.



“Graduado en la Academia Militar de la Tierra Unida, sección UNISON. Piloto de combate. Sacrificó su vida en acción por la defensa de su nave y de los pasajeros que en ella viajaban”



“Medalla al mérito militar y al valor en su máxima distinción”…



“Honrado en esta Avenida que llevará por siempre su nombre en su memoria”.



Fue ahora la Soberana de la Luna la que bajó de la tribuna y, recibiendo una corona de flores blancas de su séquito, la depositó a los pies de aquella enorme pantalla. Deteniéndose ante ella para observar esas fotos y sonreír, sin poder evitar que alguna lágrima más se le escapase rodando por las mejillas. Mazoui hizo lo propio en representación de la flota, con otra corona de flores rojas y amarillas. Y finalmente la princesa Seren, doblando una rodilla, depositó también algo, pero en esta ocasión fueron dos dagas doradas entrecruzadas.



-Ese es el símbolo del máximo respeto a un caído que hacemos en nuestro pueblo. – Le explicó Doran a Idina que ahora estaba próxima a él, añadiendo. – Tu primo debió de ser un hombre muy valiente. Nuestros reyes nos ordenaron explícitamente que le rindiésemos tal honor. A parte de estar en presencia de sus soberanos o rezarle a nuestros dioses, un saiyajin nunca se arrodilla y menos una princesa, salvo ante alguien de gran valor o enorme poder.

-Sí. Granate lo fue, valiente hasta el final - sonrió Idina visiblemente emocionada para agregar. – Pero fue algo mucho más importante todavía.



Y como el saiyajin la miraba sin comprender, ella se ocupó de desvelarle con voz queda y teñida al tiempo de emoción, nostalgia y de cariño.



-Fue el chico más maravilloso del mundo, fue mi primo y sobre todo, mi amigo. Ese fue su gran poder.

-Así es, hermanita. – Convino Lance que había aparecido a su lado sin que ella lo advirtiera para pasarle un brazo por los hombros a la muchacha y sentenciar. – Y te puedo asegurar que su sacrifico y el de otros muchos, no deberá ser olvidado jamás. Nos ocuparemos de ello, te lo prometo.



 Ella asintió. Así debía ser. Idina lamentó que su hermano Alan y Naya no hubieran podido asistir, lo mismo que sus tíos Roy y Bertie, o Diamante y Esmeralda entre otros. Pero de seguro que todo estaría grabado y podrían mandárselo. Finalmente la ceremonia concluyó. Los familiares, amigos y allegados se reunieron en corrillos para charlar un poco, recordar a Granate los más, e intercambiarse opiniones y sucedidos los otros. Después, cada uno retornó a sus casas o a los hoteles en los que se alojaban. Los dioses por su parte observaron aquello con curiosidad desde las alturas. Fue Dialen el que se preguntó en voz alta.



-Estos humanos son muy extraños. ¿Qué significa eso? ¿Acaso tratan de volver a traer a su vida mortal a ese otro? Ni siquiera nosotros somos capaces de hacer algo así.

-No. No se trata de eso. - Repuso Redan que sí parecía comprenderlo explicando a sus compañeros. – Le alaban porque debió de ser un buen ejemplo para ellos.

-Y no quieren olvidarlo, ¿verdad?- Terció Soa que también trataba de entender todo eso. –

-Eso es.- Intervino a su vez Zoen de forma aguda al sentenciar. – La clave es esa, protegerle del olvido.

-Entonces todos deseamos lo mismo.- Concluyó Dialen con tono reflexivo.- Detener a nuestro común enemigo.

-Así es.  Y la batalla ha comenzado ya. – Aseveró Buruk cruzando sus poderosos brazos como era su costumbre. – Todos deseamos prevalecer contra “Ellos”



En ese mismo instante apareció Georcael sobre su sillón, el dios superior se dirigió al resto que de inmediato le hizo una reverencia, para comentarles.



-Buruk tiene razón, y Zoen y Dialen también. Es momento de luchar contra el avance del olvido y la nada.  Es el enemigo de todo lo que existe. Estos humanos lo hacen así. Recordando a los que ya no están con ellos.

-Y al hacerlo les parece que realmente volvieran a su lado.- Añadió Redan. – Aunque sea únicamente por unos instantes. Eso les basta.



Su superior asintió, para sentenciar.



-Es cierto. Y ahora ha llegado nuestro turno, he descubierto que las fuerzas enemigas han empezado a estrechar el cerco. Pero hace tiempo que las esferas superiores también me comunicaron que teníamos más aliados. Me puse en contacto con ellos y nos ayudarán. Están entre los humanos y ellos contribuirán en la medida de sus posibilidades a que la amenaza del olvido sea mitigada. Al menos hasta que se manifieste el Mensajero.

-¿Quiénes son esos aliados, mi señor?- Quiso saber Soa con patente curiosidad para proponer. – Podríamos ayudarlos.

-Es cierto. Si enfrentamos al mismo adversario, tendremos que hacerlo unidos.- Convino Dialen.-

-Lo sabréis en su momento. – Fue la enigmática respuesta del interpelado. –

-Bien, entonces. ¿Qué ordenas que hagamos, mi señor?- Le preguntó Redan. –

-Por ahora continuad en guardia permanente y sin despistaros por nada que no sea proteger a la Portadora. Los seres del olvido tratarán de desconcertaros y apartaros de ella.

-Así lo haremos.- Convino Soa.-

-Nos mantendremos alerta.- Secundó Buruk.-

- Y ante todo, no caigáis en sus provocaciones.- Les indicó Georcael que desapareció. -



Sus subordinados estaban más que dispuestos a acatar esa orden, al irse su superior hicieron otra reverencia y después se desvanecieron a su vez. Lo cierto es que a todos ellos les iba atrapando un cada vez mayor interés por esas primitivas formas de vida llamadas seres humanos. Les observaban en cada momento sin comprender la mayor parte de las cosas que hacían. No obstante, lo único que realmente sabían a ciencia cierta era que debían seguir vigilándoles con atención, para ser capaces de anticipar el ataque de sus comunes enemigos. Y es que contra esos seres del Olvido no podrían permitirse el más mínimo descuido…

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